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Life & Design Abril, 2018

Ronan y Erwan Bouroullec nos abren su estudio de París

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A sus 90 años, el arquitecto indio Balkrishna Doshi recibe el Premio Pritzker como reconocimiento a su intensa y prolífica trayectoria.

UN REBELDE CON CAUSA

Por Daniel Díez Martínez

El Olimpo de los dioses de la arquitec-tura da la bienvenida a un nuevo miembro: Balkrishna Doshi (Pune, India, 1927). En la cuarenta edición de los Premios Pritzker, conocidos popu-

larmente como los “Nobel de la arquitectura”, el jurado reconoce una intensa trayectoria profesional de más de 70 años respaldada por un vasto catálogo de obra construida de una calidad arquitectónica extraordinaria, así como “su compromiso y su dedicación a su país y a las comunidades a las que ha servido, su influencia como docente y el ejemplo sobresaliente que ha establecido para profe-sionales y estudiantes de todo el mundo”,

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cuales absorbió una sensibilidad moderna con aires brutalistas que ha sabido conjugar con los elementos básicos de la arquitectura vernácula de la India, pero también con el clima y la naturaleza, la historia, la cultura y tradiciones locales o los escasos recursos económicos y limitados medios de produc-ción de su país. “La India ha conseguido sobrevivir a lo largo de su historia gracias a una particular celebración de la frugalidad”, declara el reciente Pritzker. “Hemos sido capaces de afilar nuestro ingenio para encon-trar multitud de usos a un mismo recurso. Esta idea puede aplicarse al diseño de ropa, a la música, a la gastronomía y, por supuesto, a la arquitectura”.

Esta constante búsqueda de un verdadero “menos es más” ha trazado a lo largo de siete décadas un camino ajeno a modas caducas y adelantos tecnológicos condenados a la obsolescencia. Al contrario, el apego a la tradición y la falta de recursos técnicos ha

permitido a Doshi aproximarse a las herra-mientas y fundamentos básicos que rigen la buena arquitectura y combinarlos con la maestría que se le debe exigir a un galardo-nado con el Pritzker. Así, el intenso calor de las regiones tropicales donde se erigen gran parte de sus edificios se combate con deci-siones de diseño que se enraízan en los modos constructivos y estilo de vida ances-trales de la India. “Para hacer buena arquitectura, debes aprender sobre la gente y los lugares donde viven. Las reuniones familiares y con los vecinos en plena calle, la frenética actividad comercial de los bazares o los festivales religiosos son experiencias de mi niñez que han tenido una gran influencia en la forma en que entiendo el espacio públi-co”, asegura Doshi. “El urbanismo y la arquitectura deben brindarnos lugares para la celebración de la vida”. En efecto, el arqui-tecto proyecta espacios de transición al aire libre, incluye vegetación en los interiores y

según declaraba Tom Pritzker, presidente de la fundación patrocinadora. Doshi es el primer arquitecto indio distinguido con este galardón. Y también el más mayor. Los Pritzker rompen de esta manera la tendencia de los últimos años de condecorar a profesio-nales más jóvenes, para los cuales el premio supone un impulso de popularidad importan-te para su carrera, y opta por dotar de reconocimiento y prestigio a un arquitecto de 90 años que siempre se ha mantenido lejos del star-system mediático.

Doshi comenzó sus estudios de arquitec-tura en Bombay en 1947, el año en que la India consiguió la independencia. Su arquitectura refleja el proceso de construcción de la iden-tidad nacional para una India post-colonial con grandes aspiraciones que quería presen-tarse al mundo como un símbolo de progreso y modernidad. Doshi trabajó durante años para dos de los más grandes arquitectos del siglo XX, Le Corbusier y Louis Kahn, de los

Dcha.: boceto del estudio de

arquitectura Sangath en Ahmedabad, India

(1980). Abajo: modelo de la calle

para el proyecto de viviendas diseñadas

para Life Insurance Corporation en

Ahmedabad, India (1973). Página

anterior: Balkrishna Doshi en su estudio

Sangath.

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Doshi alimenta su actitud curiosa compaginando el ejercicio profesional con una intensa labor como docente e investigador.5

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Arriba: viviendas diseñadas para Life

Insurance Corporation en

Ahmedabad, India (1973). Página

siguiente de izda. a dcha.: viviendas de

bajo coste Aranya en Indore, India

(1989); estudio de arquitectura

Sangath en Ahmedabad, India

(1980).

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arquitecto dirige en su taller-estudio, llamado Sangath, un término que en sánscrito significa “avanzar juntos” y que el arquitecto define como “un santuario de cultura, arte y soste-nibilidad donde uno aprende, desaprende y vuelve a aprender”.

“Es un sitio con una atmósfera increíble”, afirma la joven arquitecta tinerfeña María Cestau, quien cuando todavía era una estu-diante, estuvo varios meses trabajando en Sangath gracias a una beca de cooperación de la Universidad Politécnica de Madrid. “A Doshi le interesaba la manera en que los jóve-nes estudiantes europeos nos enfrentábamos a problemas propios de la India, como los sistemas de castas o el imparable crecimiento de los slums”. La postura profesional belige-rante de Doshi contrasta enormemente con una personalidad que, en las distancias cortas, se torna amable y gentil. “El trato con él era

increíblemente cercano”, recuerda Cestau. “Cuando llegué a la India nos invitó a todos los que trabajábamos en su estudio a celebrar a la fiesta del Holi en su casa con su mujer, hijos y nietos. Su casa siempre está abierta a todo el mundo”.

El Pritzker concede a Doshi acceso a un club selecto con derecho de admisión, aunque no parece que vaya a afectarle demasiado. A sus 90 años, su única preocupación sigue sien-do no parar de aprender. “He desarrollado la capacidad de mirar siempre las cosas como si fuera la primera vez”, explica. “El amor, la pasión, el disfrute, la alegría… han de ser parte del trabajo. Solo así uno puede ser crea-tivo. La clave del éxito está en la pasión y en disfrutar con lo que estamos haciendo”. ¿Así que ese es su secreto para mantenerse alejado del fracaso? “El fracaso no existe. Solo existe el éxito a escalas diferentes”. Pura filosofía.

disuelve los límites con una arquitectura de espacios compenetrados y yuxtapuestos que resulta explícitamente fluida y espacialmen-te amable. Por su parte, los huecos que favorecen la ventilación natural se enrique-cen con artificios de regulación lumínica que tamizan la entrada del sol en los espacios vivideros y recrean juegos de luces y de sombras que dibujan geometrías cambiantes sobre las superficies rugosas de ladrillo y hormigón, materiales humildes y sencillos que Doshi transforma en lujosos.

La carga poética de esta arquitectura encierra una rebeldía que es el fiel reflejo de una actitud de resistencia y batalla continua contra el pragmatismo capitalista y el frenesí desarrollista de la India en las últimas déca-das. A Doshi no le interesan los resultados, sino los procesos para llegar a aquellos. “¿Cómo alguien puede disfrutar de una comi-da si no conoce los ingredientes y cómo se han preparado?”. Doshi alimenta esta actitud curiosa compaginando el ejercicio profesional con una intensa labor como docente e inves-tigador. Además, es el fundador de una de las instituciones educativas más importantes de la India dedicada a la enseñanza de la arqui-tectura, el Centre for Environmental Planning and Technology en Ahmedabab, así como de la Fundación Vastushilpa, que el propio

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