87
Facultad de Investigación y Desarrollo Educativos Licenciatura en Gestión de Instituciones Educativas Trabajo Final Titulo: INCLUSIÓN DE ALUMNOS CON DISCAPACIDAD AUDITIVA EN TODOS LOS NIVELES DE LA EDUCACIÓN COMÚN Alumno : VIVIANA DEL ROSARIO VALDEZ Sede: BUENOS AIRES Mes – Año : DICIEMBRE DE 2013

Licenciatura en Gestión de Instituciones Educativas …imgbiblio.vaneduc.edu.ar/fulltext/files/TC114722.pdfnivel de la gestión de las instituciones educativas para una inclusión

  • Upload
    others

  • View
    1

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Facultad de Investigación y Desarrollo Educativos

Licenciatura en Gestión de Instituciones Educativas

Trabajo Final

Titulo:

INCLUSIÓN DE ALUMNOS CON DISCAPACIDAD AUDITIVA EN TODOS LOS NIVELES DE LA

EDUCACIÓN COMÚN

Alumno : VIVIANA DEL ROSARIO VALDEZ

Sede: BUENOS AIRES

Mes – Año: DICIEMBRE DE 2013

RESUMEN

Dos cuestiones se presentan inevitablemente, según Ana Belén Domínguez

(1994), siempre que se aborda el modelo educativo más efectivo para

desarrollar el concepto de “inclusión” en el caso de los alumnos con

discapacidad auditiva: la lengua y la identidad.

La inclusión de alumnos con discapacidad auditiva en todos los niveles del

sistema de educación común como menciona la autora, requiere de

orientaciones, prácticas y estrategias de intervención específicas, del docente

en particular y de la institución en general para una toma de decisiones dirigida

a diseñar y organizar la respuesta educativa de los alumnos con discapacidad

auditiva.

El presente trabajo describe prácticas y estrategias de intervención inclusiva a

nivel de la gestión de las instituciones educativas para una inclusión en los

diferentes niveles del Sistema Educativo Argentino, para llevar a cabo procesos

de toma de decisiones, dirigidas a diseñar y organizar la respuesta educativa

de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, dentro de los niveles del

sistema común de educación.

A través del relevamiento bibliográfico, este estudio analiza los modelos

educativos existentes en la educación de niños y jóvenes con discapacidad

auditiva, planteando que lo importante es la capacidad de los sistemas

educativos para encontrar soluciones adaptadas a las características de los

alumnos con discapacidad auditiva que les permita su desarrollo lingüístico,

social, emocional y académico.

El trabajo continúa con los recursos y ayudas técnicas para apoyar el

aprendizaje, la evaluación y estrategias, que favorecen el sentido de

pertenencia, la autonomía y participación en la vida escolar del alumno con

discapacidad auditiva.

Y finaliza, con la organización y gestión de recursos de apoyo a los

establecimientos educativos y a las familias de niños y jóvenes con

discapacidad auditiva.

Palabras Claves: Inclusión escolar, necesidades educativas especiales;

discapacitados auditivos, gestión de la inclusión escolar.

2

INDICE

Introducción

1. Debates actuales sobre educación inclusiva……………………….…….. 8

2. Caracterización de la discapacidad auditiva….………………….….…….. 13

2.1. Concepciones sobre la sordera: perspectiva audiológica y

sociológica………………………………………………………………….. 13

2.1.1. Perspectiva audiológica……….………….…….…………………. 14

2.1.2 Perspectiva sociológica…………….…………..……………..…... 21

2.2. Modalidades educativas ante la diversidad de los niños y

jóvenes con discapacidad auditiva..................................................... 24

2.3. Barreras para el aprendizaje y participación de los niños y

jóvenes con discapacidad auditiva.................………………………… 28

2.4. ¿Cuál sería la mejor visión respecto de la respuesta Educativa

para alumnos con discapacidad auditiva?......................................... 31

3. Respuesta educativa en el aula para niños y jóvenes con

discapacidad auditiva………………………………....……………………….33

3.1. Las prácticas en las aulas en la atención de niños y jóvenes

con discapacidad auditiva………………………………………………...34

3.1.1. Estrategias para eliminar las barreras comunicativas..…….. 34

3.1.2. Estrategias para facilitar el aprendizaje y la Participación…. 36

3.1.3. Enseñanza de las lenguas…………………………..……………. 41

3.2. Recursos y ayudas técnicas para apoyar el aprendizaje en el

aula…………………………………………………………………………….57

3.2.1. Sistemas complementarios de apoyo a la comunicación y

el lenguaje…………………………………………………………… 57

3.2.2. Ayudas técnicas audiológicas para la enseñanza –

aprendizaje…………………………………………………………...58

3.2.3. Ayudas y recursos visuales………………….…………………… 60

3.3. Evaluación de niños y jóvenes con discapacidad auditiva y del

contexto de enseñanza – aprendizaje………......…………………....... 61

3.3.1. Evaluación del ámbito comunicativo y lingüístico….............. 62

3.3.2. Evaluación del ámbito cognitivo y de aprendizaje…………… 65

3.3.3. Evaluación del ámbito social y personal………………………. 66

3

4. Estrategias de Inclusión desde la Gestión Institucional de niños y

jóvenes con discapacidad auditiva a Instituciones de educación

Común…………………………………………………………………………….. 67

4.1. Organización y gestión de sistemas y recursos de apoyo a

nivel de Establecimientos Educativos……….…..……….................... 67

4.2. Estrategias para favorecer el sentido de pertenencia, la

autonomía y participación de niños y jóvenes con discapacidad

auditiva en la comunidad escolar …..……..………............................. 72

4.3. Propuesta para la formación e información permanente

a las familias.………………………………………….…..………………..75

5. Conclusiones…………….…………………..…………….…..….................... 78

6. Bibliografía Citada.…………………………..……..………………….………. 80

7. Bibliografía Consultada ....…………………..………..…………….............. 83

4

INTRODUCCIÓN

Sobre la base de los resultados de las nueve reuniones preparatorias y las

cuatro conferencias regionales sobre la Educación Inclusiva organizadas por la

Oficina Internacional de Educación de la UNESCO, y fundándose en los

resultados de las reuniones plenarias y de las deliberaciones de los talleres, los

Estados miembro deben adoptar el enfoque de la Educación Inclusiva en la

concepción, la aplicación, el seguimiento y la evaluación de las políticas

educativas, como medio para acelerar aún más el logro de los objetivos de la

Educación Para Todos (EPT) y para contribuir así a la construcción de

sociedades más inclusivas.

Con este objetivo, se puede concebir el concepto más amplio de Educación

Inclusiva, como un principio rector general tendiente a reforzar la educación

para el desarrollo sostenible, el aprendizaje a lo largo de toda la vida y un

acceso a las oportunidades de aprendizaje en condiciones de igualdad para

todos los niveles de la sociedad, de modo que se apliquen los principios de la

Educación Inclusiva.

El documento Orientaciones 1 del Ministerio de Educación de la Nación (2009)

expresa que “la educación inclusiva se refiere a la capacidad del Sistema

Educativo de atender a todos, niñas y niños, sin exclusiones de ningún tipo.

Para ello, es necesario abordar la amplia gama de diferencias que presentan

los estudiantes y asegurar la participación y el aprendizaje de cada uno de ellos

en el marco de servicios comunes y universales. En definitiva, la educación

inclusiva apunta a que todos los estudiantes de una determinada comunidad

aprendan juntos independientemente de sus condiciones personales, sociales

o culturales.

En el mismo sentido, los equipos consultados, representantes de los gobiernos

de la educación de diferentes niveles y modalidades de todas las jurisdicciones

en el territorio nacional argentino, señalan que “… la inclusión debe ser una

responsabilidad de todo el Sistema Educativo, de cada uno de los niveles y

modalidades del Sistema, también de la educación superior”. Pero sostienen

que “…en reiteradas situaciones se identifican problemas de inclusión con

responsabilidades exclusivas de la Educación Especial.” Proponen entonces

“… el desarrollo compartido de culturas y políticas para el logro de prácticas

inclusivas”. Afirman “… la necesidad de trabajar el concepto en los diferentes

ámbitos para profundizar acuerdos respecto de su interpretación”. También

5

“...vinculan el concepto inclusión educativa a la formación que deben recibir los

docentes de todo el Sistema para trabajar con las diferencias y la integración

educativa.” (Orientaciones 1 - Buenos Aires - Ministerio de Educación de la

Nación, 2009).

Jason Beech y Marina Larrondo, ambos de la Universidad de San Andrés, en el

marco del Taller Regional Preparatorio sobre Educación Inclusiva en América

Latina, Regiones Andina y Cono Sur Buenos Aires, Argentina, 12 – 14 de

septiembre 2007 UNESCO International; parten de la conceptualización de

inclusión educativa que proponen tal como enuncia la agenda de la

convocatoria a dicho Taller Regional, “…la Inclusión Educativa supone que los

niños y jóvenes con discapacidad auditiva deben tener oportunidades

equivalentes de aprendizaje, independientemente de sus antecedentes

sociales y culturales y de sus diferentes habilidades y capacidades.”

Siguiendo con lo expresado por estos autores, tener oportunidades de

aprendizaje equivalentes no implica que las mismas deban ser homogéneas.

Se trata de proveer una oferta que atienda a la diversidad, y que sea adecuada

a las particularidades de los sujetos con discapacidad auditiva, sin que ello

redunde en la fragmentación del sistema educativo. Esto supone la búsqueda

constante de los caminos adecuados para lograr este objetivo. Asimismo, la

diversidad es una característica intrínseca de los sujetos (y en este caso de los

alumnos con discapacidad auditiva), por lo tanto, no debe ser vista como un

problema u obstáculo que hay que enfrentar, sino como una experiencia

enriquecedora.

Para ello, el Sistema Educativo Argentino tiene que tener capacidad de

respuesta frente a las necesidades educativas de cada grupo y en especial con

los alumnos con discapacidad auditiva.

Continuando con los autores antes mencionados, “… la Educación Inclusiva, si

bien debe ser considerada como un problema transversal, implica la

responsabilidad moral de priorizar a los alumnos con discapacidad auditiva de

no ser marginados y excluidos de la escuela, y/o de obtener magros resultados

en sus aprendizajes. Por último, no alcanza con incluir a los niños y jóvenes

con discapacidad auditiva dentro de la escuela. Toda acción de Inclusión

Educativa, debería tener como fin primordial el logro de aprendizajes

significativos y de calidad en los estudiantes. Esto supone no sólo la

6

adquisición de contenidos ‘sustantivos’ sino la capacidad de resolver problemas

y aprender a lo largo de toda la vida.”

La inclusión educativa de los alumnos con discapacidad auditiva, como la del

resto de los que son considerados con necesidades educativas específicas, ha

sido analizado por algunos autores como una de las alternativas al llamado

“dilema de la diferencia” (Dyson y Milward, 2000; Dyson, 2001; Norwich, 2008).

La esencia de dicho dilema, como también lo ha reflejado Echeita (1995) gira

alrededor de la tensión entre ofrecer a cada alumno la respuesta educativa que

mejor se ajuste a sus necesidades educativas específicas y, por otro lado,

tratar de hacer esto en el marco de sistemas educativos, centros, currículos y

aulas “comunes” inclusivas, pues es a través de todos ellos donde mejor se

pueden aprender los valores, las actitudes y las habilidades sociales que

promueven el respeto a la diversidad y la no discriminación.

Dos cuestiones aparecen inevitablemente siempre que se aborda la idea de

inclusión en el caso de estos alumnos con discapacidad auditiva: la lengua y la

identidad. Los autores (Corker, 1994; Stinson y Lang, 1994), que se oponen a

la inclusión de los alumnos con discapacidad auditiva en escuelas comunes

argumentan la dificultad de desarrollar la lengua de señas y la identidad de los

niños con discapacidad auditiva dentro de los centros educativos con mayoría

de alumnos oyentes. Los problemas que señalan se sitúan en la falta de

profesores que conozcan y dominen la lengua de señas y la utilicen de forma

efectiva en los procesos de enseñanza-aprendizaje de estos alumnos; en las

dificultades para interactuar con los alumnos oyentes y con los profesores al no

compartir un código comunicativo así como en las dificultades para seguir el

ritmo de aprendizaje de sus compañeros oyentes de aula.

Existen dos tendencias bien diferenciadas: monolingüe y bilingüe. Este es un

debate históricamente presente en la educación de las personas con

discapacidad auditiva y que, tradicionalmente ha sido conocido como la

controversia “oralismo - gestualismo”.

Si bien es cierto que el fondo del debate educativo está presente desde hace

dos siglos, no es menos cierto que los elementos y el contexto actual del

debate (entre otros, el desarrollo tecnológico –implantes cocleares-, los

conocimientos que actualmente poseemos acerca de la lengua de señas, las

actitudes sociales mayoritarias hacia las diferencias, la experiencia acumulada,

7

etc.), hacen que su configuración actual sea completamente diferente al de

hace, incluso, unos pocos años.

Por lo tanto el objetivo del presente trabajo es describir prácticas y estrategias

de intervención inclusiva a nivel de la gestión de las instituciones educativas,

para llevar a cabo procesos de toma de decisiones, dirigidas a diseñar y

organizar la respuesta educativa de los niños y jóvenes con discapacidad

auditiva, dentro del sistema común de educación en todos sus niveles. Para

ello se analizarán algunos elementos que caracterizan los programas

educativos que buscan la inclusión de estos alumnos con discapacidad

auditiva, Duk y Loren, (2010) proponen un conjunto de criterios y orientaciones

respecto de la “Flexibilización del Currículum para Atender la Diversidad”.

La metodología cualitativa que se empleará para el logro de los objetivos de

este trabajo se basará principalmente en el análisis bibliográfico y documental,

por diferentes autores, con respecto a temas específicos de Inclusión, de

discapacidad auditiva, de abordajes metodológicos de enseñanza –

aprendizaje, de recursos de apoyo a nivel de establecimientos educativos y

otros temas de interés general. Se apelará a la técnica de búsqueda de textos,

revistas especializadas, documentos y diferentes sitios de internet oficiales,

selección de temas y autores para el logro de los objetivos propuestos.

El trabajo está destinado a todos los profesionales docentes y directivos que

trabajan en el sector privado y público en escuelas inclusivas del Sistema

Educativo Argentino.

8

1. Debates actuales sobre educación inclusiva

Los principios de una educación inclusiva, según el documento político de la

Declaración de Salamanca (UNESCO, 1994) que defiende los principios de esa

educación, propone que todos los alumnos tienen el derecho a desarrollarse de

acuerdo a sus potencialidades y a desarrollar las competencias que les

permitan participar en sociedad.

Para alcanzar este objetivo, el sistema escolar tiene la responsabilidad de

ofrecer una educación de calidad a todos los alumnos. En su aporte a la

Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, Cynthia Duk y Javier Murillo

(Marzo 2009, numero 1, volumen 3) expresan que, “…la educación sólo puede

ser considerada de calidad si es inclusiva, si es una educación de todos, con

todos y para todos, sin exclusiones, sin barreras, sin limitaciones. De allí es

posible afirmar que el mayor reto con que tienen que enfrentarse los sistemas

educativos para incrementar sus niveles de calidad, es acabar con las graves

inequidades que le corrompen desde sus cimientos.”

Siguiendo con el aporte de los mismos autores, las escuelas viven un momento

clave para la mejora de la educación bajo condiciones de mayor igualdad, lo

cual supone un importante desafío para las políticas públicas, las instituciones,

las aulas y los centros de formación superior del profesorado. Una mejora de la

escuela, para ser más inclusiva, es decir, una escuela que pone en el centro de

su acción la búsqueda de respuestas educativas eficaces, adecuadas a la

diversidad de circunstancias y características personales de sus estudiantes.

Asegurar el acceso, la participación y el aprendizaje de todos, con especial

atención en aquellos más vulnerables o que, en razón de sus diferencias, se

encuentran en riesgo de discriminación, exclusión y fracaso escolar, es la meta

de la inclusión en educación. Una meta que no es otra que la de hacer efectivo

el derecho que todos tienen a una educación de calidad.

Al abordar el tema de la educación de los alumnos con discapacidad auditiva,

surgen diversos interrogantes: algunos ya clásicos y muy debatidos a lo largo

del tiempo, pero siempre presentes, como es el tema del aprendizaje-

enseñanza de la lengua o el dilema acerca de la utilización de la lengua de

señas en la educación de estos alumnos; o cuál es la modalidad de

escolarización más adecuada o el dilema acerca de la inclusión del niño con

discapacidad auditiva al sistema educativo común.

9

“…La polémica que atraviesa la historia de la educación de los niños con

discapacidad auditiva ha estado muy polarizada también entre dos

concepciones, la audiológica y la sociocultural, con las implicaciones que cada

una de ellas supone para el desarrollo lingüístico, cognitivo y social de las

personas con discapacidad auditiva y, por consiguiente, para su inclusión o

exclusión en la comunidad en la que les ha tocado vivir” (Domínguez y Alonso,

2004). La perspectiva audiológica llevaría a analizar los distintos grados de

pérdida auditiva, la localización del déficit, las ayudas técnicas que pueden

compensar o paliar las pérdidas auditivas (audífonos, implantes cocleares,

etc.); mientras que desde la perspectiva sociocultural las personas con

discapacidad auditiva se definen no por lo que les falta (la audición), ni por lo

que no son (oyentes), sino por lo que son, personas con capacidad que

además comparten con otros semejantes una lengua, una historia y una cultura

propia, que les confiere una “identidad” que debe ser aceptada y reconocida en

una sociedad que abogue por la “igualdad en la diversidad” (Minguet, 2001;

Moreno, 2000).

Teniendo presente que es difícil hallar un sólo camino, dada la diversidad de

alumnos con discapacidad auditiva, de los diferentes contextos en los que se

desarrollan, de las expectativas de su entorno familiar y, cómo no, de las

diferencias en cuanto a formación y recursos de los profesionales implicados.

El presente trabajo intenta reflexionar sobre estos interrogantes y ofrecer

propuestas concretas que ayuden a la construcción de alternativas inclusivas

respecto a la educación de los alumnos con discapacidad auditiva, sobre la

base del respeto a la identidad y a las necesidades de cada uno a los sistemas

de educación común.

Ferdinand Saussure (1916) llama lenguaje a cualquier tipo de código semiótico

estructurado, para el que existe un contexto de uso y ciertos principios

combinatorios formales. Siguiendo con el mismo autor, el lenguaje es una

capacidad o facultad extremadamente desarrollada en el ser humano; un

sistema de comunicación más especializado que los de otras especies

animales, a la vez fisiológico y psíquico, que pertenece tanto al dominio

individual como al social y que capacita al sujeto para abstraer, conceptualizar

y comunicar el lenguaje humano estructurado que debe diferenciarse entre:

Lengua, Habla y Lenguaje Humano. Este se debe a adaptaciones evolutivas

que se dan exclusivamente en seres humanos de la especie homo sapiens.

10

La conducta lingüística en los humanos no es de tipo instintivo sino que debe

ser adquirido por contacto con otros seres humanos. La estructura de las

lenguas naturales, que son el resultado concreto de la capacidad humana de

desarrollar lenguaje, permite comunicar ideas y emociones por medio de un

sistema de sonidos articulados, de trazos escritos y/o de signos

convencionales, por medio de los cuales se hace posible la relación y el

entendimiento entre individuos. Continuando con el mismo autor, el lenguaje

humano permite la expresión del pensamiento y de exteriorización de los

deseos y afectos.

La neurolingüística es el área disciplinar dependiente de la neuroanatomía que

se preocupa por la computación cerebral del lenguaje humano. Las principales

áreas del cerebro que se encargan de procesar el lenguaje son: Área del

lenguaje hablado: Área de Broca. Hemisferio dominante. Área de comprensión

del lenguaje hablado: Área de Wernicke. Corresponde a las áreas de

Broadman. Lóbulo temporal izquierdo. Las patologías, las diferentes

alteraciones del lenguaje y los trastornos del lenguaje oral como disartria,

afasia, disfemias, disfonías, disfragia, agrafia y alexia (Trastornos del

lenguaje mímico).

Vigotsky (1934), afirmaba que el pensamiento y el lenguaje, como funciones

mentales superiores, tienen raíces genéticas diferentes, tanto filogenética como

ontogenéticamente. Eso sí, se desarrollan en una continua influencia recíproca.

En este sentido, se diferenciaba claramente de las posturas que estaban

defendiendo un continuismo entre el intelecto general y los procesos

psicolingüísticos. Por ejemplo, para Jean Piaget (1926), de cuya teoría parte

Vigotsky (1934) hizo un excelente análisis y crítica, ambas capacidades

mentales estaban relacionadas. Tampoco para el Conductismo tenía sentido

establecer una diferenciación entre conductas inteligentes y conductas

verbales: ambos tipos de comportamientos eran aprendidos mediante los

mismos mecanismos de condicionamiento. Para Vigotsky (1934), sin embargo,

las dos funciones se desarrollan de forma independiente, y según el autor, esto

es evidente tanto en la adquisición y desarrollo de ambas en el niño como

desde una perspectiva comparada y evolucionista.

Vigotsky expone que la interrelación que se establece entre ambas

capacidades en un momento determinado del desarrollo (la aparición, por

ejemplo, de la inteligencia o del pensamiento verbal), así como la influencia del

11

lenguaje en otras capacidades cognitivas. También defiende tanto la existencia

de estadios de desarrollo del habla pre-intelectuales como de pensamiento e

inteligencia pre-lingüísticos. En esa íntima interrelación, Vigotsky pensaba

además que el lenguaje podía determinar el desarrollo del pensamiento. En

suma, el desarrollo evolutivo del niño, de hecho, es el resultante no tanto de

cambios en las dos funciones como de cambios en las conexiones mutuas

entre ellas. En un momento concreto "…dichas líneas se encuentran, por lo que

el pensamiento se hace verbal, y el habla, racional." (Vigotsky, 1995: 97).

Es de destacar que, la lengua de señas y el reconocimiento como idioma

hablado por las personas sordas e Hipoacúsicas en todo el territorio nacional,

es la afirmación de un idioma hablado por una determinada comunidad, es el

reconocimiento a un medio de comunicación, no se trata de un reconocimiento

de idioma oficial, sino de darle status legal y jurídico a un medio de

comunicación en armonía con la Convención Internacional de los Derechos de

las Personas con Discapacidad aprobada en nuestro país bajo la Ley 26378.-

Si se quiere incluir a la comunidad con discapacidad auditiva se deben dar las

herramientas necesarias para que la Inclusión sea real y efectiva.

La modalidad comunicativa más adecuada dependerá, entre otros factores

(concepción educativa, recursos disponibles, necesidades educativas

particulares de cada alumno…) de si se considera a las personas con

discapacidad auditiva básicamente como deficitarias para adquirir la lengua

mayoritaria de la comunidad oyente o, por el contrario, como competentes en el

manejo de una lengua minoritaria: la lengua de señas.

Lo que no se discute aquí son las bondades de cada una de las metodologías

por separado. Si no, el poder congregar ambas, en pos de la inclusión real de

un discapacitado auditivo en el mundo oyente, con oportunidades equivalentes

a sus pares. Dicho impacto estaría dado por una metodología de abordaje más

compleja y que le permita al niño y joven discapacitado auditivo acceder a la

Alfabetización, a través de un enfoque bilingüe, lengua oral más lengua

gestual.

En los últimos años, las investigaciones realizadas desde la lingüística, la

psicolingüística, la sociología y la psicopedagogía, han provocado un cambio

profundo en la concepción de las personas con discapacidad auditiva, desde

una perspectiva clínica-terapéutica de la sordera, basada en los déficits, hacia

una concepción sociológica, basada en las capacidades con la consecuente

12

introducción de nuevos planteamientos pedagógicos, que suponen, entre otras

cosas, la incorporación de la lengua de señas en la educación del niño sordo y

la del adulto sordo en un nuevo rol dentro del ámbito escolar (Domínguez y

Alonso, 2004). Este cambio de concepción, además, corre paralelo al giro que

se está produciendo en torno a la “discapacidad” en el ámbito escolar, gracias

al cual ésta se está dejando de ver como “algo individual”, donde las

características de determinados alumnos son la causa principal de sus

dificultades; para ser vista como una “construcción social”, fruto de la

interacción entre los alumnos y sus contextos (escolar y socio-familiar), de tal

manera que es el contexto con sus actitudes y sus prácticas concretas el que,

en buena medida, crea las dificultades y los obstáculos que impiden o

disminuyen las posibilidades de aprendizaje de determinados alumnos: son las

llamadas barreras para el aprendizaje y la participación que señalan los

expertos (Alonso y Echeita, 2006; Booth y Ainscow, 2000), Ana Belén

Domínguez profesora e investigadora de la Universidad de Salamanca, aporta

una visión general sobre una serie de cuestiones claves relacionadas con una

aproximación inclusiva hacia la educación de los alumnos con discapacidad

auditiva. Analizando modelos existentes, planteando que lo importante es la

capacidad de los sistemas educativos para encontrar soluciones adaptadas a

las características de los alumnos con discapacidad auditiva que permitan su

desarrollo lingüístico, social, emocional y académico.

El debate sobre la inclusión ha evolucionado y hoy se sabe que las cuestiones

relacionadas con el lugar físico deben distinguirse de las que tienen que ver

con el entorno social y emocional (Powers, 1996, 2002). Lo importante no es el

lugar físico en el que se encuentran niños con discapacidad auditiva, sino la

capacidad de los sistemas educativos (en su totalidad) para encontrar

soluciones adaptadas a las características de los alumnos con discapacidad

auditiva, que permitan su desarrollo lingüístico, emocional, social y académico

(Antia et al., 2002; Giorcelli, 2004; Powers, 2002).

Estas cuestiones son importantes cuando se planifica la educación de los

alumnos con discapacidad auditiva y son aún más importantes si se considera

y se acepta su doble y compleja pertenencia o vinculación: con el colectivo de

personas sordas y con la sociedad mayoritariamente oyente.

Por ello, la sociedad (comenzando con la familia y siguiendo con la escuela y

servicios sociales posteriores), debe ofrecerles oportunidades para desarrollar

13

habilidades y competencias que les permitan crecer como personas seguras,

capaces de relacionarse y de actuar de forma lo más autónoma y satisfactoria

posible en ambos contextos sociales.

2. Caracterización de la Discapacidad Auditiva

¿Qué significa ser sordo? ¿Qué implicaciones tiene la pérdida auditiva en el

ámbito comunicativo-lingüístico, en el cognitivo y de aprendizaje y en el social y

personal? Éste es el punto de partida, pues responder a estas dos cuestiones

es clave para poder concebir la intervención educativa inclusiva, y elegir de

entre todas las posibles ayudas, estrategias, apoyos o recursos, los que

puedan ser relevantes.

En la primera parte, se plantea que ser sordo no significa únicamente tener una

discapacidad derivada de una pérdida auditiva con unas determinadas carac-

terísticas (grado o intensidad de la pérdida, momento en el que se produce y

lugar del sistema auditivo que esté afectado), y las consecuencias que de ello

se derivan en distintas áreas (como la lengua oral y escrita); sino que, además,

significa disponer de unas capacidades que les permiten adquirir

tempranamente una lengua, oral o de señas y lograr un desarrollo armónico,

siempre que el contexto lo posibilite. Por lo que, en la segunda parte se señala

que es el contexto, con sus actitudes y sus prácticas concretas, el que en

buena medida crea las dificultades y los obstáculos que impiden o disminuyen

las posibilidades de aprendizaje de los alumnos con discapacidad auditiva (las

denominadas barreras para el aprendizaje y la participación).

2.1. Concepciones sobre la sordera: Perspectiva audiológica y

sociológica.

Los debates existentes en torno a la educación de los alumnos sordos y la gran

variedad de modelos educativos existentes parten, entre otras razones, de la

diversidad de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva y de la concepción

que se tiene de las personas sordas.

La polémica que atraviesa la historia de la educación de los niños y jóvenes

con discapacidad auditiva ha estado muy polarizada entre dos concepciones, la

audiológica y la sociocultural, con las implicaciones que cada una de ellas

supone para el desarrollo lingüístico, cognitivo y social de las personas sordas

14

y, por consiguiente, para su inclusión o exclusión en la comunidad en la que les

ha tocado vivir. Por este motivo, a continuación se analizan los aspectos más

relevantes de ambas perspectivas.

2.1.1. Perspectiva audiológica

Tipos de pérdidas auditivas

En muchos ámbitos profesionales (especialmente en el educativo), la primera

información que se obtiene en relación a una persona sorda se refiere a las

características de su pérdida auditiva. Así, por ejemplo, los profesores

escuchan o leen en un informe médico que el niño tiene una “hipoacusia

neurosensorial, bilateral, profunda”. Estos términos hacen referencia a las

condiciones audiológicas de la persona y dan una idea general acerca de qué

percepción del mundo sonoro tiene esa persona y en qué medida se podría

beneficiar de ciertas ayudas técnicas (por ejemplo, un audífono o una emisora

individual de frecuencia modulada o de un implante coclear) para mejorar ese

contacto con los estímulos sonoros del medio.

Desde el punto de vista audiológico, las variables más importantes son: el

grado de pérdida auditiva; el momento del desarrollo en que se originó la

pérdida auditiva, y el lugar en el que está localizada la lesión que produce la

pérdida auditiva.

A la hora de clasificar las pérdidas auditivas en función de su grado o

intensidad, existen diversas propuestas (CREENA, 2005). Una de las más

adoptadas es la que propone el Bureau International d ´Audiophonologie (BIAP,

1997) que diferencia entre:

Pérdida leve. La pérdida tonal está comprendida entre 21 y 40

decibelios (dB).

Pérdida media. La pérdida tonal se sitúa entre los 41 dB y los 70 dB.

Pérdida severa. La pérdida tonal se sitúa entre los 71 dB y los 90 dB.

Pérdida profunda. La pérdida tonal se sitúa entre 91 dB y 120 dB.

15

http://www.once.es/otros/sordoceguera/HTML/capitulo02.htm

Por otro lado, dependiendo del lugar del sistema auditivo que esté afectado, es

posible diferenciar entre:

Sordera de conducción o transmisión. En este caso, la pérdida

auditiva tiene su origen en alguna alteración del oído externo o del oído

medio que impide o dificulta la transmisión de las ondas sonoras hasta el

oído interno. Suelen ser sorderas de grado ligero o medio y, por lo

general, son tratadas desde el ámbito médico con medicación o cirugía.

Sordera neurosensorial o de percepción. Está relacionada con

alteraciones del oído interno y las vías nerviosas asociadas. Son

frecuentes las pérdidas auditivas de grado severo y profundo, pero no

sólo afecta a la cantidad de audición que no se percibe sino también a la

calidad ya que, normalmente, afecta a las frecuencias de los sonidos

que configuran el habla (también denominadas frecuencias

conversacionales). Muchas personas con este tipo de sordera pueden

beneficiarse del empleo de ayudas técnicas.

Una tercera variable es el momento de aparición de la pérdida auditiva:

16

Sordera prelocutiva. La pérdida auditiva se presenta antes de que

se haya desarrollado la lengua oral, antes de los dos años de edad,

aproximadamente.

Sordera perilocutiva. La pérdida auditiva aparece entre los 2 y los 4

años aproximadamente, momento en que se está desarrollando la

lengua oral.

Sordera postlocutiva. La pérdida auditiva aparece tras la

adquisición del lenguaje, aproximadamente a partir de los cuatro

años.

Consecuencias que se derivan del grado de pérdida auditiva

Dependiendo de las variables señaladas anteriormente, las consecuencias

sobre el desarrollo del niño variarán y condicionarán la intervención educativa.

Algunas importantes son:

Pérdida leve: aunque no tiene por qué haber alteraciones significativas en la

adquisición y desarrollo del lenguaje, pueden existir algunas dislalias y

dificultades de aprendizaje. En estos casos, aunque el niño puede oír, tendrá

dificultades para comprender todo lo que oye, sobre todo en ambientes

ruidosos, situaciones de grupo y dentro del aula.

Pérdida media: El lenguaje puede desarrollarse de forma espontánea, aunque

presentará retrasos en su evolución y requiere del uso de prótesis auditivas.

Existen, además, dificultades para la comprensión ya que no se percibe la

palabra hablada a intensidad “normal”. Son niños con un volumen de voz más

elevado de lo normal y con retraso en el habla. En ocasiones, la sordera puede

pasar desapercibida, por lo que se les puede considerar “muy desobedientes” o

“rebeldes”, con dificultades para el acceso a la lengua escrita y, a menudo, con

mal comportamiento.

Pérdida severa: Sólo se oye la voz a intensidades muy elevadas y la lengua

oral no puede desarrollarse de manera espontánea. Suele detectarse en

edades cada vez más tempranas y requiere el uso de prótesis auditivas, así

como de apoyo educativo de profesionales especializados para el desarrollo de

la lengua oral.

Pérdida profunda: Debido a la ausencia de estimulación auditiva, pueden

existir alteraciones importantes en el desarrollo global. Están afectadas las

funciones de alerta y orientación, la estructuración espacio-temporal y el

17

desarrollo social. Es imprescindible el uso de prótesis auditivas y el apoyo

educativo de profesionales especializados para que pueda desarrollar la lengua

oral.

Además de la pérdida auditiva, las características personales y los factores am-

bientales o, más bien, la interacción entre todos ellos tendrán consecuencias

en el desarrollo lingüístico, cognitivo y social de niños y jóvenes con

discapacidad auditiva. Entre las características personales que desempeñan

un papel determinante en el desarrollo están: el estilo comunicativo, la

sociabilidad, la iniciativa y curiosidad por conocer cosas y la capacidad de

mantener la atención y el interés durante un tiempo adecuado y de persistir en

una actividad (CREENA, 2005).

Los factores ambientales o entorno en que se desarrollan los niños y jóvenes

con discapacidad auditiva (familia, escuela, contexto social) también tendrán

un papel en la evolución y aprendizaje de los mismos. Por un lado, será

fundamental la existencia de servicios sociales y educativos dirigidos a la

detección y diagnóstico temprano de la pérdida auditiva, junto con un uso

temprano y continuado de ayudas técnicas que permitan a los niños y jóvenes

con discapacidad auditiva aprovechar al máximo su capacidad auditiva y una

intervención específica también temprana que favorezca la interacción y la

comunicación (CREENA, 2005).

Por otro lado, será clave el papel de la familia en aspectos como: la actitud ante

el diagnóstico (capacidad de reacción y comprensión de las necesidades de su

hijo, que dependerán de la experiencia y/o conocimiento que tengan de la

pérdida auditiva y la facilidad para acceder a información y apoyo); la calidad

comunicativa y el estilo comunicativo entre padres e hijo, determinante para el

desarrollo de la comunicación y el lenguaje; la estructura y las relaciones

familiares; y los aspectos socioculturales y lingüísticos. Por último, se

encuentran los factores que tienen que ver con la respuesta del contexto

escolar o modelo educativo en el que se escolariza al niño con pérdida auditiva;

y los factores relacionados con el contexto social, como la presencia de

asociaciones deportivas o culturales, en especial asociaciones de personas

sordas, etc.

En definitiva, será el peso de todos estos factores y su interacción lo que

determinará que cada niño y joven con discapacidad auditiva sea único y

18

distinto de los demás, pero, al igual que los niños oyentes, la interacción social

con el entorno será, realmente, el motor de su desarrollo (CREENA, 2005).

Implicaciones para la respuesta educativa

La presencia de una pérdida auditiva desde edades tempranas puede tener im-

portantes repercusiones en el desarrollo cognitivo, social y comunicativo de los

niños y jóvenes con discapacidad auditiva. Si el niño con discapacidad auditiva

no dispone de un código que le permita comunicar y representar la realidad, su

desarrollo cognitivo puede verse afectado; a su vez este empobrecimiento

intelectual afectará nuevamente al desarrollo de su lenguaje, convirtiéndose en

un círculo vicioso difícil de romper. Además su desarrollo social y afectivo será

más inmaduro, pues la base de toda buena relación social está en disponer de

una herramienta de comunicación que permita expresar y entender las ideas,

planificar las actuaciones y comprender las de los demás (CREENA, 2005).

La mayor parte de estas implicaciones no están directamente relacionadas con

el hecho de que el niño sea sordo sino con el hecho de que no recibe por parte

de su entorno (familiar, escolar y social) la respuesta que precisa para

desarrollar armónicamente sus potencialidades, por ello, es importante

conocerlas, identificarlas y poner en marcha “estrategias” dirigidas a eliminarlas

o a reducir su repercusión en el desarrollo de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva (CREENA, 2005).

De forma resumida, las principales implicaciones de la pérdida auditiva en el

desarrollo de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva son:

Acceso a la información por vía visual. En el caso de los niños con pérdidas

auditivas graves la vista se convierte en el modo de entrada de la información,

tanto para el conocimiento del mundo como para el acceso lingüístico.

La "atención dividida" de los niños con discapacidad auditivo. A diferencia

de sus iguales oyentes, cuando los niños con discapacidad auditiva dirigen su

atención hacia un objeto (libro de imágenes, juguete etc.) o actividad (construir

una torre, dibujar, etc.) no tienen acceso (o en todo caso muy restrictivo) a los

mensajes hablados con que los adultos acompañan constantemente este tipo

de situaciones (“mira un perro como el tuyo”,” ¡uy que se cae!”, “no, esa no va

ahí, busca otra”...). Mientras que el niño oyente recibe una doble información: lo

que se dice y aquello a lo que se hace referencia; el niño con discapacidad

19

auditiva debe mirar alternativamente, primero una información y luego otra

para, posteriormente, establecer relaciones entre ambas. Esta doble atención

limita enormemente los tiempos realmente eficaces para recibir información en

lengua oral o de señas. La vista es un sentido unidireccional y voluntario que

tiene unos tiempos de atención voluntaria que pueden ir aumentando con la

edad, pero que son muy escasos y poco constantes en los primeros años de

vida (CREENA, 2005).

Menor conocimiento del mundo. Y ello por varias razones: la primera y más

obvia es porque no perciben la información sonora del entorno con lo que su

conocimiento del medio será diferente (por ejemplo, el concepto que

construyan de una “campana” no conllevará la información sonora). La

segunda es porque suelen tener menos oportunidades de experimentación y

exploración (debido a la sobre-protección a que en muchas ocasiones son

sometidos)

Dificultades para representar la realidad a través de la lengua oral. Las

limitaciones auditivas implican dificultades para incorporar un lenguaje de

características auditivo-vocal.

Dificultades para desarrollarse de manera autónoma, para comprender e

incorporar las normas sociales que rigen nuestros intercambios y para

controlar su impulsividad.

Débil identidad social y personal y pobre autoestima.

Del análisis de las implicaciones que la pérdida auditiva tiene en el desarrollo

de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, se puede extraer que una de

las principales necesidades, o mejor dicho, la primera y más importante

necesidad, que presentan estos niños y jóvenes, es el de disponer de un

sistema de comunicación adecuado, eficaz y compartido. El aprendizaje tiene

sus bases en la comunicación, es el resultado de un proceso de construcción

compartido entre el aprendiz y diversos interlocutores. (Domínguez, A.B. y

Alonso, P., 2004)

Una parte de los aprendizajes, sobre todo en la infancia, están basados en la

manipulación y exploración directa que el sujeto realiza sobre el mundo que le

rodea, experiencia que se traduce en representaciones susceptibles de

manipulación mental (imágenes). A través de las acciones el niño pequeño

aprenderá, por ejemplo, de las características físicas de un conjunto de bloques

20

de madera, de su color, de su dureza, de su forma e incluso, de sus

posibilidades manipulativas (pueden ser lanzados, apilados, reunidos etc.).

Pero, si ese niño está además inserto en una situación comunicativa con un

adulto, aprenderá mucho más ya que no sólo se apropiará cognitivamente del

mundo físico sino que además será capaz de “nombrar” esos elementos y de

“comentar” con el otro sus experiencias (Domínguez, A.B. y Alonso, P., 2004)

Por lo general, siguiendo con los mismos autores, cuando un niño de tres años

llega a la escuela posee un conocimiento nada despreciable de las reglas que

rigen la comunicación y el lenguaje. Este conocimiento se ha construido de

forma paulatina a través de las interacciones que tienen lugar en el propio

hogar. Los adultos familiares son los interlocutores privilegiados en este

proceso. En la escuela ese sistema de comunicación se enriquece y, sobre

todo, se convierte en herramienta para aprender los contenidos escolares (las

matemáticas, la ciencia, la historia, la literatura etc.). Si no hay lenguaje, el

aprendizaje está circunscrito a lo manipulable, a lo inmediato, a lo concreto. A

diferencia de sus iguales oyentes, una buena parte de niños sordos profundos

acude a la escuela con una comunicación muy rudimentaria (a base de

señalamientos, gestos naturales, vocalizaciones imprecisas o algunas palabras

sueltas o aisladas).

Ahora bien, esta dificultad de acceso a la lengua hablada no significa dificultad

para adquirir lenguaje, (de hecho, un porcentaje pequeño de niños sordos

adquiere un lenguaje, el de señas, en su infancia) y, mucho menos

imposibilidad para acceder a los conocimientos, ni para aprender (Domínguez,

A.B. y Alonso, P., 2004).

Sin embargo, no sólo es importante contar con lenguaje sino que es necesario

que sea compartido, que sea herramienta de intercambio entre un grupo de

personas. De poco le sirve a un alumno ser capaz de comunicar, por ejemplo,

en inglés, si la comunicación en el aula entre los profesores y el resto de los

alumnos se lleva a cabo en español. Difícilmente podrá seguir una explicación

por breve que sea sobre cualquier materia ni podrá realizar un trabajo grupal,

discutir o exponer sus ideas, preguntar dudas, etc. El resultado final de una

situación así será el de la consecución de algunos aprendizajes pero

fragmentados (y tal vez erróneos) basados en ciertas imágenes, fotografías o

esquemas que el profesor haya utilizado y, sobre todo, un más que probable

21

sentimiento de incompetencia por parte del sujeto (Domínguez, A.B. y Alonso,

P., 2004).

El aprendizaje de conocimientos requiere de la interacción con los demás. Por

tanto, los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, no sólo necesitan un

sistema de comunicación con el que comunicar y aprender sino también

interlocutores que compartan ese lenguaje y con los que establecer auténticas

interacciones comunicativas y realizar la construcción de conocimientos

(Domínguez, A.B. y Alonso, P., 2004).

En cuanto a las características del código comunicativo que los niños y jóvenes

con discapacidad auditiva necesitan, decir, por el momento que en muchos

casos debe tener un fuerte componente visual. Además de la lengua de señas,

existen otros sistemas de comunicación creados con el propósito educativo de

hacer visible la lengua oral a los niños con discapacidad auditiva, los cuales

serán analizados más adelante (Domínguez, A.B. y Alonso, P., 2004).

Además de contar con un sistema de comunicación para establecer

interacciones con su entorno social y para acceder a los contenidos

curriculares, los niños y jóvenes con discapacidad auditiva necesitan seguir el

mismo curriculum que sus iguales oyentes, con las adecuaciones o

adaptaciones que sean precisas y un entorno social y afectivo que favorezca su

desarrollo armónico y que ofrezca oportunidades para la interacción tanto con

iguales como con adultos (Domínguez, A.B. y Alonso, P., 2004).

2.1.2. Perspectiva sociológica

A finales de los años 70 y principios de los 80, comienza a introducirse en los

discursos académicos los debates sobre la existencia de la Comunidad y la

Cultura Sorda. En estrecha relación con las investigaciones lingüísticas y

psicolingüísticas sobre las lenguas de señas, comenzaron a surgir algunas

voces que proponían enfocar el estudio sobre los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva desde una perspectiva sociológica, entendiendo que los

niños y jóvenes con discapacidad auditiva comparten características que les

permiten ser tratados como un colectivo o comunidad social (Ana B.

Domínguez, 2004).

Desde esta dimensión se introduce otra forma de interpretar la sordera, otro

modo de entender a los niños y jóvenes con discapacidad auditiva que, sobre

todo, pone el acento en lo colectivo frente a lo individual y en las características

22

culturales frente a las “audiológicas”. En definitiva, continúa la misma autora, el

reconocimiento del Colectivo Sordo como grupo social con características

propias y se fundamenta, en gran medida, en la idea de que la conexión con el

mundo a través de la visión y el uso de una lengua de señas, confiere rasgos

de identidad propios.

Se podría resumir y resaltar los principales rasgos o elementos en los que se

sustenta esta perspectiva sociocultural en los siguientes:

Valores. Conceptos como Sordera Actitudinal, Identidad Sorda (término más

usado por la comunidad Sorda), vienen a reflejar el sentimiento de las personas

sordas de pertenencia a esa comunidad y la aceptación e interiorización de las

reglas de comportamientos, costumbres y tradiciones como rasgos manifiestos

de la Cultura Sorda. El principal valor cultural de la comunidad es la lengua de

señas, que es utilizada y valorada por las personas sordas como primera

lengua de comunicación e intercambio social, especialmente del grupo.

Características del grupo. Con el término de Comunidad Sorda, se hace re-

ferencia al tejido social formado por personas que utilizan la lengua de señas y

comparten experiencias y objetivos. Son personas con conciencia de una

identidad común que mantienen un compromiso individual con el grupo,

cooperando en una u otra medida con él; forman parte de esta comunidad tanto

los niños y jóvenes con discapacidad auditiva como personas oyentes, siempre

que sepan y respeten la lengua de señas y se identifiquen con la misma.

Vinculada a la idea de comunidad se enfatiza el papel de las asociaciones de

sordos como elementos fundamentales de la vida comunitaria de estas

personas. Las asociaciones son foros para la interacción, donde se organizan

actividades de formación y ocio y donde las personas sordas, niños y jóvenes

con discapacidad auditiva, como en ningún otro lugar, no se ven a sí mismas

como “discapacitadas” (ya que tienen una comunicación completa y fluida entre

ellos) sino como personas con nombres y apellidos que comparten sus

vivencias y preocupaciones cotidianas. Las asociaciones son pequeños “oasis”

de tranquilidad y seguridad, pero también espacios creativos en los que

emergen multitud de iniciativas sociales y culturales (teatro, cine,

cuentacuentos en lengua de señas, alfabetización y promoción laboral, etc.)

23

Comportamientos. Para comprender mejor algunas de las características que

definen al colectivo de personas sordas, como comunidad y cultura, es

conveniente conocer algunas de sus reglas de comportamiento, costumbres y

tradiciones: estrategias para establecer la conversación y para mantenerla (es-

tablecimiento de un contacto visual, tocarse ligeramente en el hombro o mover

la mano en el aire para iniciar una conversación, utilizar signos de aprobación o

confirmación mientras se conversa…, entre otras); estrategias espaciales (la

buena visibilidad entre los que conversa hace que los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva confieran al espacio un tratamiento especial); las

producciones culturales como el cine, teatro o la pantomima, que

frecuentemente giran en torno a la propia vida e historia de la comunidad y a

sus experiencias con el mundo oyente, contadas con humor e ironía.

Comunicación a través de la lengua de señas

Hasta principios de los años ‘60, la lengua de señas no era considerada una

auténtica lengua. Se la consideraba un sistema de comunicación que permitía

a los niños y jóvenes con discapacidad auditiva comunicarse aunque, según se

pensaba, de forma fragmentada, pobre, vinculada al aquí y al ahora y que, por

tanto, dificultaba el desarrollo de un pensamiento abstracto. Lejos de ser

valorada como una forma de intercambio y de enculturización, la lengua de

señas era considerada como una forma de comunicación cercana al mimo; de

ahí el término “mímica” empleado durante muchos años para referirse a esta

lengua. (Ana B. Domínguez, 2004).

En los últimos treinta años el trabajo de investigación de numerosos lingüistas

de todo el mundo permite contar con minuciosas descripciones lingüísticas de

diversas lenguas de señas de distintos países, hecho que posibilita conocer

mejor esa forma lingüística de comunicación humana y contribuye a valorarla

como herramienta de comunicación.

A partir de unidades mínimas, se configuran los signos que, combinados a

partir de reglas morfológicas y sintácticas, configuran frases o enunciados, los

cuales, a su vez, se incorporan en unidades textuales superiores. Es una

lengua que emplea el canal visual para la recepción y el movimiento gestual en

el espacio como forma de expresión. (Ana B. Domínguez, 2004).

La característica más peculiar de las lenguas de señas y, probablemente, la

que más las diferencia de las lenguas orales es que un buen número de

24

relaciones morfo-sintácticas se expresan a través del movimiento de las

manos, de las expresiones faciales y, sobre todo, del uso del espacio. La

complejidad de ese espacio lingüístico es abrumadora para una vista “normal”,

para una mirada no lingüística. A diferencia de las lenguas orales que, en gran

medida, expresan las relaciones sintácticas a través del orden de las palabras,

la lengua de seña lo hace a través de la manipulación de los signos en el

espacio. De igual forma sucede con muchos elementos morfológicos: la

referencia pronominal, el tiempo, el aspecto, la concordancia verbal, etc. La

mirada es un elemento fundamental para iniciar una conversación en lengua de

señas; ninguna conversación podrá comenzar si no existe contacto ocular entre

los signantes.

Un grupo muy reducido de niños y jóvenes con discapacidad auditiva

(alrededor de un 6%) nace de padres sordos signantes y recibe, desde el

momento de nacer, un “input” lingüístico de carácter visual que le permite

adquirir la lengua de señas en los primeros años de vida siguiendo unas pautas

evolutivas que, en muchos aspectos, resulta similar a las seguidas por los

niños oyentes en su proceso de adquisición de la lengua oral. Las primeras

descripciones sobre la adquisición de la lengua de señas aparecieron a

comienzos de los años ‘70.

Desde entonces, numerosos lingüistas y psicolingüistas se han preocupado por

describir los principales hitos evolutivos de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva en relación a la lengua de señas.

A pesar de las diferencias existentes entre la modalidad oral y la lengua de

señas, los niños y jóvenes con discapacidad auditiva y oyentes pasan,

básicamente, por etapas e hitos evolutivos similares en la adquisición

lingüística. No obstante, éste es el caso de un número reducido de niños

sordos, aquellos que nacen en contextos signantes. Para la gran mayoría de

personas sordas, el primer contacto con la lengua de señas tiene lugar en el

colegio. (Ana B. Domínguez, 2004).

2.2. Modalidades educativas ante la diversidad de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva

La educación de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva ha girado (y

sigue girando) entorno al debate sobre cuál es el modelo educativo más

25

adecuado, tanto en lo que se refiere a la modalidad comunicativa (debate

acerca de la utilización o no de la lengua de señas) como al contexto educativo

(escuela común vs escuela especial) (Ana B. Domínguez, 2004).

La modalidad comunicativa más adecuada dependerá, entre otros factores

(concepción educativa, recursos disponibles, necesidades educativas

particulares que cada alumno), de que se considera a los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva básicamente como deficitarias para adquirir la lengua

mayoritaria de la comunidad oyente o, por el contrario, como competentes en el

manejo de una lengua minoritaria: la lengua de señas. En función de ello, se

podría decir que existen dos tendencias bien diferenciadas: monolingüe y

bilingüe. Este es un debate históricamente presente en la educación de las

personas con discapacidad auditiva y que, tradicionalmente ha sido conocido

como la controversia “oralismo-gestualismo”. Si bien es cierto que el fondo del

debate educativo está presente desde hace dos siglos, no es menos cierto que

los elementos y el contexto actual del debate (entre otros, el desarrollo

tecnológico –implantes cocleares-, los conocimientos que actualmente se

posee acerca de la lengua de señas, las actitudes sociales mayoritarias hacia

las diferencias, la experiencia acumulada, etc.), hacen que su configuración

actual sea completamente diferente al de hace, incluso, unos pocos años

(Valmaseda y Gómez, 2009)

Los enfoques monolingües recogen aquellas posiciones que consideran que

lo más adecuado es enseñar a los niños y jóvenes con discapacidad auditiva

la lengua mayoritaria del entorno oyente (lengua hablada y escrita), tanto para

establecer interacciones con los otros como para utilizarlo como instrumento de

aprendizaje y de acceso a los contenidos escolares. La enseñanza de la lengua

oral se puede realizar a través de diferentes métodos o estrategias,

estrictamente audio-orales o bien con el empleo de complementos que

permitan la visualización de ciertas estructuras de la lengua oral, ya sean éstas

de tipo morfosintáctico -bimodal- o fonológico (Velasco y Pérez, 2009).

Mientras que los enfoques bilingües, plantean que, en el caso de los alumnos

con graves pérdidas de audición, es imprescindible el empleo de la lengua de

señas con fines comunicativos y educativos (además del aprendizaje de la

lengua mayoritaria en su modalidad oral y/o escrita). Estos planteamientos

tienen aplicaciones y desarrollos muy diferentes según el contexto en donde se

desarrollen, pero todos coinciden en que es a través del trabajo con estas dos

26

lenguas como los niños y jóvenes con discapacidad auditiva van a conseguir

una educación más “inclusiva”. Salvando determinadas diferencias comparten

una serie de elementos comunes, entre los que destacan cuatro: el primero,

tiene que ver con el uso de la lengua de señas como herramienta de

interacción comunicativa, desde las primeras edades y como lengua de

enseñanza, posteriormente. El segundo aspecto, hace referencia a la

incorporación de un área curricular específica para la lengua de señas. El

tercer aspecto, se refiere a la necesidad de modificar e incluir en los centros

educativos comunes nuevos esquemas de trabajo para poder abordar el reto

de trabajar, la inclusión de niños y jóvenes con discapacidad auditiva, con dos

lenguas. El cuarto y último elemento, tiene más bien un carácter instrumental y

transversal a los anteriores y, hace referencia a la necesidad de incorporar

adultos sordos competentes en lengua de señas a las escuelas comunes

(Alonso, Rodríguez y Echeita, 2009; Domínguez y Alonso, 2004).

El otro gran debate, con su consiguiente controversia, gira alrededor de la

localización o del contexto educativo más efectivo para desarrollar esa

educación inclusiva de calidad a la que los niños y jóvenes con discapacidad

auditiva tienen derecho. Algunos autores (Cawthorn, 2001; Marschark et al.,

2002; Stinton y Antia, 1999) argumentan que la inclusión puede ponerse en

práctica mejor cuando los alumnos con discapacidad auditiva acuden a clases

ordinarias o regulares con alumnos oyentes, y se les implica en todos los

aspectos de la vida escolar. Alternativamente, otros autores (Foster et al.,

2003) proponen que la inclusión sólo puede llevarse a cabo cuando la

educación de los alumnos con discapacidad auditiva se produce dentro de

programas especializados y separados de los alumnos oyentes, ya que así se

puede responder mejor a las necesidades de comunicación y lenguaje,

socialización e identidad cultural que presentan.

Es evidente que cada uno de estos contextos educativos presenta ventajas y

limitaciones. En la actualidad lo que se observa es la necesidad y la

emergencia de nuevas alternativas que buscan armonizar los elementos

ventajosos de ambos contextos (y minimizar los contrarios), bajo la perspectiva

de concebir que la inclusión no es solamente un lugar sino, en esencia, una

actitud y un valor de profundo respeto por las diferencias y de compromiso con

la tarea de no hacer de ellas obstáculos sino oportunidades (Ainscow, 2008;

Echeita, 2006; Powers, 1996).

27

La experiencia educativa acumulada en los últimos años enseña, pues, que los

contextos educativos “especiales” y “comunes” que han venido existiendo no

ofrecen una educación de calidad a un buen número de alumnos con

discapacidad auditiva. La cuestión no está en discutir si es más indicado que

estos alumnos se escolaricen en escuelas de integración o en escuelas

especiales, sino, más bien, sobre cuáles son las características que debe tener

un determinado centro educativo, para responder adecuadamente al reto

educativo que plantean estos niños y jóvenes con discapacidad auditiva,

extrayendo las ventajas de cada uno de los contextos.

Una educación de calidad para los niños y jóvenes con discapacidad auditiva

debe propiciar el acceso a los aprendizajes escolares en igualdad de

condiciones a los compañeros oyentes. Eso significa ofrecer el curriculum

ordinario (con las adaptaciones que sean precisas), posibilitar que de verdad el

alumno con discapacidad auditiva comprenda y participe de las situaciones de

aula (para lo cual muchas veces será preciso emplear la lengua de señas),

propiciar situaciones que posibiliten el aprendizaje de la lengua oral y escrita de

su entorno (con los consiguientes recursos tanto personales como materiales

que necesiten) y ofrecer situaciones, que favorezcan el establecimiento de

relaciones de amistad con otros compañeros sordos y oyentes, y que

promuevan el desarrollo armónico de su personalidad ayudando a los alumnos

a crecer en un entorno bi-cultural. Ello pasa por establecer un difícil, pero

necesario, equilibrio entre lo que debe ser común y compartido con el conjunto

de alumnos que aprenden y lo que debe ser singular y específico en la

enseñanza del alumnado con discapacidad auditiva (Ana B. Domínguez, 2004)

No existe, por tanto, un único modo ni un único contexto para organizar una

respuesta educativa ajustada a las necesidades de los alumnos con graves

pérdidas de audición. Sin embargo, exige una cuidadosa planificación, en

función de las características del área geográfica de que se trate, del número

de alumnos con graves pérdidas en la misma, de los recursos disponibles... Y

también, en función de la capacidad de los diferentes agentes educativos

implicados (administración educativa, profesionales, padres y organizaciones

de sordos adultos) para buscar "nuevas" soluciones. En el trabajo de

Domínguez, Ana B. (2009) se indican una serie de elementos que pueden

servir de plataforma teórica y práctica para desarrollar proyectos educativos

con una orientación cada vez más inclusiva. Además, se cuenta con los

28

trabajos que ayudan a las instituciones educativas a revisar críticamente su

cultura escolar, sus planes de acción y sus prácticas cotidianas buscando

aquellas “barreras” que limitan las posibilidades de algunos alumnos para

poder aprender y participar en igualdad de condiciones que sus compañeros.

2.3. Barreras para el aprendizaje y participación de los niños y jóvenes

con discapacidad auditiva

El cambio en la compresión de la discapacidad auditiva que viene asentándose

en los últimos años pasa en buena medida por asumir una perspectiva social,

frente a la de corte “individual” o esencialista que ha dominado durante tanto

tiempo la educación especial. De este cambio participan, entre otros muchos

Booth y Ainscow (2000), quienes tienen, además, el mérito de haber puesto a

disposición de educadores e investigadores un material de gran utilidad para

que los centros educativos asuman las modificaciones y los cambios que

supone la tarea de avanzar hacia una mejor educación para todos, el “Index for

Inclusión”.

Es importante no perder de vista la realidad “sistémica” de las instituciones

escolares, como consecuencia de lo cual los cambios que en ellos se

introduzcan, por ejemplo, los relativos a hacer posible una enseñanza de

calidad para el alumnado con discapacidad auditiva, requieren de

modificaciones que deben atravesar los distintos planos o subsistemas en los

que toda institución se configura: la “cultura escolar” o señas de identidad,

metas y valores que orientan la acción educativa y los principios básicos de

organización necesarios para avanzar hacia aquéllas; las “políticas escolares” o

procesos de elaboración, desarrollo y evaluación de los proyectos curriculares,

programas o planes específicos; y, “las prácticas” de las aulas. Algunas de las

modificaciones que se podrían introducir en las instituciones que educan a

niños y jóvenes con discapacidad auditiva, serían (Domínguez y Alonso, 2004):

En los Proyectos Educativos:

Finalidades y objetivos en los que se reconozca la importancia de la

lengua de señas en igualdad de condiciones con la lengua oral y se fijen

los principios para llevarlo a la práctica.

Criterios para intentar garantizar que estén disponibles los recursos

materiales (visuales y auditivos) y profesionales necesarios para que el

29

desarrollo de las dos lenguas que necesitan los alumnos con

discapacidad auditiva sea factible.

Controles oportunos para que se promueva la plena accesibilidad a la

comunicación en todos los lugares del establecimiento educativo y para

todos las actividades que en él se realicen (introducción de ayudas

visuales para acompañar los cambios en el horario escolar y en las

actividades; material audiovisual subtitulado, recordatorios escritos de

normas y rutinas, etc.).

Propuestas que faciliten la participación de personas adultas sordas y

representantes de sus asociaciones para que compartan su experiencia

vital con las familias y los alumnos con discapacidad auditiva

escolarizados, de forma que unos y otros encuentren modelos positivos

de identificación.

Propuestas para la formación e información permanente a las familias,

acerca de las necesidades educativas de sus hijos, para buscar

conjuntamente vías eficaces de colaboración familia-escuela.

Pero, es importante que los valores compartidos hacia la diversidad del

alumnado no sólo estén explícitos en los “proyectos de los establecimientos

educativos” sino que, sobre todo, atraviesen o impregnen las decisiones de

planificación y evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje que la

institución quiere promover, matizando con su cualidad todas las decisiones

curriculares y organizativas necesarias para que mejore el aprendizaje y la

participación de todos los estudiantes. Según los mismos autores, ello pasa,

entre otras, por las siguientes decisiones:

Asumir que en algunas áreas curriculares la lengua de enseñanza sea

la lengua de señas, con el fin de asegurar que los contenidos de las

mismas sean asimilados significati vamente y compartidos por todos.

Garantizar la adecuada competencia en lengua oral a través de la

correcta planificación de los apoyos personales y de la utilización de las

ayudas técnicas y los sistemas de comunicación complementarios

oportunos que precisan los alumnos.

Introducir, si fuera necesario, un área curricular (o taller, o asignatura

optativa, etc.) de lengua de señas, con objetivos y contenidos pensados

30

para asegurar la competencia comunicativa en esta lengua, así como la

pertinente reflexión metalingüística sobre ella.

Revisar la organización global de los apoyos, para que esta

imprescindible tarea, no se transforme a la larga, en una barrera en sí

misma, que aísle o limite la participación de algunos alumnos en

actividades significativas de la vida escolar.

Cuidar para que la evaluación cumpla con rigor tanto su función

pedagógica para ayudar al ajuste de las ayudas que cada alumno

precisa, cuanto la de acreditar lo que cada alumno ha conseguido,

sabe y es capaz de hacer en cada momento, garantía básica para

asegurar el siguiente ciclo de enseñanza/ aprendizaje.

Supervisar la asignación y organización de los espacios y las aulas en

función de las necesidades educativas de los distintos grupos de

alumnos.

Finalmente, los objetivos, los proyectos y las decisiones consensuadas

colectivamente se materializan o cristalizan cuando cada profesor o profesora

entra en su aula dispuesto a llevar a cabo su programación didáctica, y

desarrolla unas determinadas prácticas en el contexto de un grupo específico o

singular de alumnos, con las constricciones y los apoyos con los que en cada

caso cuente. En este sentido en las prácticas que contribuyen a una enseñanza

de calidad para los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, casi siempre

suelen encontrarse, entre otros, los siguientes ingredientes.

Unas relaciones auténticas entre el profesor y su grupo, basadas por lo

general en la consideración positiva de todos los alumnos, en el

mantenimiento de una actitud de coherencia y justicia en sus

decisiones, así como en la solvencia en destrezas de escucha de las

inquietudes y necesidades de todos sus alumnos.

Altas expectativas para todos, junto con límites y normas de convivencia

positivas y claras.

Flexibilidad y variedad de contenidos, métodos y estrategias didácticas,

susceptibles de acomodarse a los distintos ritmos y capacidades de sus

alumnos con y sin discapacidad auditiva.

31

Evaluaciones que priman el esfuerzo y la constancia como criterio de

éxito, para consolidar los procesos de atribución que mejor parecen

garantizar la motivación de logro de todos los estudiantes.

Medidas para supervisar el progreso de todos los estudiantes y para

intervenir tempranamente si se detectan dificultades.

Una organización del aula que potencia la autonomía de los alumnos,

con abundante apoyo visual y de forma que se garantice una buena

visibilidad de todos.

Normas y actitudes que promueven la cooperación y la ayuda mutua

entre los alumnos, pero también entre los adultos que, de una u otra

forma, participan de la vida del aula (otros profesores, apoyos,

especialistas, orientadores, familias, etc.).

Estos tres planos de la acción educativa, la cultura, las políticas y la práctica

son interdependientes y, a la larga, las intervenciones dirigidas a eliminar o

minimizar las barreras para el aprendizaje y la participación de los niños y

jóvenes con discapacidad auditiva deben realizarse en los tres, y entre los

planos se debe mantener un mínimo grado de coherencia y convergencia. A

largo plazo no conduce a nada, como tantas veces se ha observado en

diferentes tipos de centros educativos, proyectos educativos cuya formulación,

objetivos e intenciones son magníficos pero que luego duermen en un cajón de

la dirección de la escuela y sin que el esfuerzo invertido en su momento haya

servido para dirigir coherentemente las prácticas desarrolladas allí. Las

contradicciones aparecen también a veces en elementos más “micro”, como

cuando en el aula se observan, por ejemplo, estrategias metodológicas

flexibles y plurales con una buena capacidad para acomodarse a la diversidad

del alumnado presente, que luego van acompañadas de prácticas de

evaluación que presentan atención solamente a un tipo de capacidades, que

refuerzan la comparación competitiva entre alumnos y que poco ayudan a las

familias a comprender los avances o dificultades específicas de algunos

alumnos concretos (Ana B. Domínguez, 2004).

2.4. ¿Cuál sería la mejor visión respecto de la respuesta educativa para

alumnos con discapacidad auditiva?

32

La respuesta educativa a los niños y jóvenes con discapacidad auditiva no

debería realizarse únicamente desde una u otra perspectiva, dado que la

realidad de estos alumnos, como la de cualquier alumno, es multidimensional y,

por ello, debe ser propuesta desde distintos planos o dimensiones. Por lo que

podría ser más adecuado adoptar un concepto multidimensional (Domínguez y

Alonso, 2004), según el cual los niños y jóvenes con discapacidad auditiva

tienen una pérdida auditiva de la que se derivan una serie de consecuencias o

dificultades en distintas áreas, como es el lenguaje oral y el lenguaje escrito;

pero además disponen de unas capacidades que les permiten adquirir

tempranamente una lengua, la lengua de señas, y lograr un desarrollo

armónico, siempre que el contexto lo posibilite. En este sentido, se entiende la

discapacidad desde un plano social y no sólo individual como resultado de la

interacción de cada persona con su contexto.

Esta perspectiva reconoce que hay muchos niños, jóvenes y adultos con

discapacidad auditiva que, por distintas razones y circunstancias, se identifican

a sí mismos como depositarios de una identidad positiva y para quienes la

respuesta social que demandan (educativa, laboral, asistencial...) debe

construirse desde el respeto y el reconocimiento de esta realidad, lo cual

implica, ineludiblemente, resituar a la lengua de señas en el lugar que le

corresponde y reconocer su papel en el mantenimiento de dicha identidad (Ana

B. Domínguez, 2004).

Nada de esto pasa, en ningún momento, por olvidar ni minimizar las

limitaciones derivadas de su déficit auditivo ni por dejar de aprovechar de los

avances tecnológicos y científicos que han permitido acceder a toda una serie

de dispositivos que han aumentando enormemente la capacidad de

comunicación de las personas con discapacidad auditiva (teléfonos móviles,

videoconferencias, decodificadores de televisión que permiten el subtitulados,

etc.), así como, a las indudables mejoras que se han producido en la

rehabilitación de la capacidad funcional auditiva gracias a los audífonos

digitales o los implantes cocleares. Los buenos resultados que muchos niños y

jóvenes con discapacidad auditiva que han recibido un implante están logrando

en el ámbito de la audición y las producciones orales y escritas (Alegría y Do-

mínguez, 2009) son claros y ponen de manifiesto que esta vía de intervención,

en muchos casos, es adecuada.

33

De esta forma, los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, lejos de tener

incapacidad para aprender una lengua, se definen a sí mismos como bilingües

y biculturales, entendiendo ambas características como capacidades y

derechos, en el sentido de que pueden y deben aprender dos lenguas, la

lengua de señas y la lengua oral que se utilice en su comunidad de oyentes, y

pueden y deben sentirse miembros activos y de pleno derecho en la comunidad

de oyentes y en la comunidad sorda. De ello, se puede derivar que el enfoque

bilingüe sea el más adecuado para eliminar las barreras de aprendizaje y

participación que puedan presentar los niños y jóvenes con discapacidad

auditiva; y para poder prestar los apoyos que requieren en cada momento de

su desarrollo (Ana B. Domínguez, 2004).

3. Respuesta educativa en el aula para niños y jóvenes con discapacidad

Auditiva

Según lo expuesto en el apartado anterior, en entornos de inclusión educativa,

la dimensión clínica puede ser necesaria pero no suficiente para establecer un

programa de trabajo e iniciar la labor docente con niños y jóvenes con

discapacidad auditiva.

Según Ana B. Domínguez, para los profesionales de la educación es relevante

conocer las necesidades y capacidades educativas de sus alumnos y las

condiciones en qué éstas pueden ser aprovechadas.

Las prácticas áulicas de atención a alumnos con discapacidad auditiva, sirven

para describir algunas prácticas de los profesores, clarificando esencialmente

algunas estrategias que pueden ayudar a eliminar determinadas barreras

comunicativas, barreras para facilitar el aprendizaje y la participación en el

aula, y para la enseñanza de las lenguas (de señas, oral y escrita), de tal forma

que puedan ser concretadas en diferentes realidades educativas (Ana B.

Domínguez, 2004). Además de estas estrategias, se pone de manifiesto la

necesidad (o conveniencia) de emplear una serie de recursos técnicos y

educativos específicos que pueden ser de gran ayuda para los niños y jóvenes

con discapacidad auditiva en el proceso de enseñanza-aprendizaje, tales como

los sistemas complementarios de apoyo a la comunicación y el lenguaje; las

34

ayudas técnicas audiológicas que favorecen el aprovechamiento de la audición

residual; y otras ayudas y recursos visuales (Ana B. Domínguez, 2004).

Por ello, se destina a la evaluación educativa como herramienta que permita

conocer al alumno (en el ámbito comunicativo-lingüístico, en el cognitivo y de

aprendizaje y en el social y personal) en interacción con su contexto, según la

misma autora.

3.1. La práctica áulica en la atención de niños y jóvenes con discapacidad

auditiva

En el primer apartado se indicaba que las “barreras” que limitan el aprendizaje

y la participación de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva podían

situarse en las dimensiones que se han denominado cultura escolar, política y

práctica de aula. Las prácticas de las aulas deben reflejar la cultura y las

decisiones colectivas adoptadas para sustentar a aquella. Ello sucede por tratar

de asegurar que las actividades en el aula y las actividades extraescolares

motiven la participación de todo el alumnado y tengan en cuenta las

características de cada estudiante desde la visión multidimensional de la

inteligencia, y el conocimiento y la experiencia de los estudiantes fuera del

entorno escolar. Para que una tarea de esta complejidad y dificultad pueda

llegar a buen puerto es imprescindible que el profesor sea capaz de movilizar

recursos, apoyos y ayudas de todo tipo. En este apartado se señalan algunas

estrategias, recursos y apoyos que pueden ayudar a eliminar determinadas

barreras para el aprendizaje y la participación de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva en el aula.

3.1.1. Estrategias para eliminar las barreras comunicativas

Estas estrategias deben ir encaminadas según la guía para la atención

educativa del alumnado con deficiencia auditiva (Echeíta, G. y Minguillón, C.

1995), a eliminar o minimizar las barreras que pueden aparecer en la

comunicación en relación a la lectura labiofacial (o lectura labial), al acceso a la

información, la comprensión de la lengua oral y/o señas, el acceso a la

información incidental, etc. Una descripción más detallada, en función de la

etapa educativa, puede verse en los documentos elaborados por el CREENA

(http://creena.educacion.navarra.es/001auditivos/menu%20audicion.htm)

(última consulta, 25/11/2013).

35

De forma resumida, algunas estrategias para una buena comunicación o para

asegurar una comunicación efectiva con niños y jóvenes con discapacidad

auditiva, sin importar si se emplea la lengua oral, la lengua oral con apoyo de

sistemas aumentativos de comunicación y/o la lengua de señas, son:

Asegurar la atención visual y el contacto ocular: “atender y mirar”

constituyen pasos previos para que el mensaje llegue al alumno.

Uso de estrategias visuales en la comunicación.

Tener precaución al hablar o señar con las implicaciones que se derivan

de la “atención dividida”: si el alumno está haciendo una actividad o

tomando nota de algo no puede recibir información al mismo tiempo.

Esto también se puede aplicar al visionado de vídeos, diapositivas, etc.

Hablar claramente y de forma natural: hablar demasiado lento o

exagerar la pronunciación provoca dificultad en la comprensión a través

de la lectura labial. Incluso si el alumno emplea la lengua de señas

necesita seguir los modelos de los labios.

Comprobar que el alumno ha entendido, si no se debe: repetir, lo que da

otra oportunidad al alumno para “ver” de nuevo el mensaje; re-frasear,

pero sin reducir el nivel de lenguaje usado; explicar, dando más

información y contexto para entender el mensaje; simplificar, usando un

lenguaje más sencillo; o clari ficar, haciendo preguntas al alumno para

comprobar si ha entendido el mensaje.

Señalar al alumno cuando se produce un cambio en el tema de

conversación.

No obstaculizar la cara o los labios con las manos, lapicera u otros

objetos.

Utilizar gestos naturales o sistemas complementarios de apoyo a la

lengua oral.

No hablar durante largos periodos de tiempo: la vista es un sentido

unidireccional y voluntario que tiene unos tiempos de atención voluntaria

y fatiga.

En sesiones o trabajos de grupo, pedir a los compañeros que no hablen

todos al mismo tiempo y que identifiquen su posición cuando van a

intervenir.

Asegurar una buena iluminación del aula y reducir el ruido exterior e

interior lo máximo posible.

36

3.1.2. Estrategias para facilitar el aprendizaje y la participación.

En este apartado se analizan algunas de las adecuaciones que se podrían

realizar en cada uno de los elementos del currículo ordinario y sobre las que los

profesores podrían reflexionar para realizar planteamientos inclusivos en sus

aulas. En el trabajo de Cynthia Duk H., Cecilia Loren G. de la Universidad

Central de Chile, (2010) (www.rinace.net/rlei/numeros/vol4 -num1/art9.pdf

(última consulta 22/11/2013)) proponen un conjunto de criterios y orientaciones

respecto de la “Flexibilización del Currículum para Atender la Diversidad”:

Relativas a las actividades. Estrategias generales o adaptaciones que pueden

facilitar la participación y el aprendizaje de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva y de otros alumnos, propuestos por las autoras.

Ofrecer una gama variada de actividades que favorezcan la expresión de

distintos intereses, ritmos de aprendizaje y formas de aprender.

Establecer momentos en los que confluyan diferentes actividades dentro

del aula en un mismo periodo de tiempo, para favorecer la participación

de profesores de apoyo, diversos tipos de intercambios personales y la

rentabilización de los recursos didácticos.

Proponer actividades que permitan desempeñar un papel activo al

alumno: observar, participar en simulaciones, etc., en lugar de escuchar

o rellenar fichas.

Diseñar actividades con distintos grados de dificultad y que permitan

distintas posibilidades de ejecución y expresión en función de las

diferentes necesidades de los alumnos.

Elaborar actividades que puedan realizarse con diferentes canales de

comunicación: que permitan el uso de sistemas complementarios a la

lengua oral o lengua de señas.

Incorporar en la actividades soportes visuales, por ejemplo: esquemas o

el guión de actividad; palabras clave; mapas conceptuales; vídeos,

imágenes, transparencias, diapositivas; etc.

Proporcionar ayudas específicas antes o después de la actividad en el

aula.

Proponer actividades muy estructuradas.

37

Realizar un mayor número de ejemplificaciones, demostraciones o activi-

dades para que comprenda.

Graduar pasos más cortos o darle más ayudas si la actividad es

compleja para el alumno.

Aumentar el tiempo de ejecución de una actividad.

Introducir actividades individuales, complementarias o alternativas.

Para el desarrollo de contenidos y objetivos comunes al grupo.

Para el desarrollo de contenidos y objetivos específicos del alumno.

Eliminar actividades para un alumno porque hayan sido suprimidos los

contenidos y objetivos, por el tipo de ejecución que se exija en la

actividad o porque se hayan introducido otras actividades individuales.

Aspectos básicos a considerar en el diseño de las actividades, siguiendo con

las autoras antes mencionadas:

Intercambios personales que se realizan para organizar la actividad: por

proyectos de trabajo, por rincones, por zonas, grupos flexibles, grupos

colaborativos, talleres, etc.

Organización del espacio: disposición del mobiliario y distribución de

espacios de enseñanza-aprendizaje dentro del centro y del aula (por

.ejemplo., ubicación física del alumno sordo dentro del aula; optimizar las

condiciones acústicas y de iluminación del aula, sobre todo cuando los

alumnos utilizan ayudas técnicas).

Organización del tiempo: tener en cuenta factores como los apoyos y la

atención especializada que algunos alumnos con discapacidad auditiva

precisan; la intervención de otros profesiona les (profesor de apoyo,

fonoaudiólogo, etc.) en la dinámica del aula ordinaria; los momentos más

oportunos para realizar determinado tipo de tareas; equilibrar los tiempos

de trabajo en diversos agrupamientos; etc.

Organización de los medios y materiales didácticos.

Relativas a los medios y materiales didácticos. El análisis de los medios y

materiales que se utilizan en la enseñanza se podría realizar, considerando

una serie de dimensiones respecto a dos factores: la producción y

38

elaboración de los mismos y el uso e implantación en el aula como plantean

Duk y Loren, (2010).

Las dimensiones a valorar respecto a la producción y elaboración serían:

El tema o temas seleccionados.

El proceso de documentación.

El soporte técnico: habría que considerar cuestiones como la versatilidad

del material para utilizarse en diversos soportes, la existencia de la

tecnología apropiada para el uso del material, la posibilidad que ofrece el

soporte para la utilización colectiva del material, las especificaciones

técnicas para el uso del material, los espacios disponibles en el centro

para emplear los soportes en los que se presenta el material, etc.

El lenguaje utilizado en el material didáctico: tener en cuenta aspectos

como la adecuación del lenguaje a la edad de los alumnos (dificultades

que presenta en el lenguaje); tipo de lenguaje utilizado; etc.

Respecto al uso e implantación en el aula:

La visión que el material ofrece de los contenidos

Las estrategias didácticas que se proponen.

- Qué recursos propone el material para la adecuación a los alumnos:

analizar si está adaptado a la diversidad de estilos de aprendizaje y a

los distintos ritmos de aprendizaje; y si el contenido está adaptado a

la edad de los alumnos.

- Qué tipo de tareas-actividades plantea: analizar si éstas suponen una

reproducción del contenido del material; si permiten la consulta y

búsqueda de información fuera del propio material; si sugieren

períodos de tiempo cortos o largos de realización de las tareas; si el

material permite combinar diversos tipos de actividades; y, si el

material propone actividades individuales o de grupo.

- Si el material contextualiza o no los contenidos: será necesario que

los materiales presenten un contenido actualizado y relacionado con

el entorno inmediato del alumno; que permita un tratamiento

diferenciado en función del contexto social, cultural y ambiental de

39

aplicación; y que sugieran actividades y experiencias con

aprovechamiento didáctico de los recursos del entorno.

- Qué tipo de evaluación se sugiere.

Cómo se entiende la profesionalidad docente: si el material permite que

el profesor tome decisiones sobre su desarrollo; si otorga al profesor un

papel de guía y orientador de las situaciones de aprendizaje; si el trabajo

con el material exige su uso exclusivo o provoca tareas profesionales no

dependientes del propio material, etc.

La organización del centro que exige el material y el modelo curricular

que subyace: si el material provoca el trabajo en equipo de los docentes;

qué organización de tiempos y espacios sugiere, qué tipo de

agrupamiento de los alumnos.

Estos dos factores pueden ser considerados de forma aislada o conjunta,

dependiendo de si los agentes que elaboran y usan los recursos son los

mismos o son distintos. Así, puede ocurrir que sean las editoriales o

determinados organismos los que elaboren los materiales para que sean los

profesores los que los usen en sus aulas; o puede suceder que ambos factores

vayan juntos, cuando los profesores elaboran o adaptan determinados

materiales en función de las necesidades de sus alumnos, que luego utilizan en

sus aulas en el desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Relativas a objetivos y contenidos. Las adaptaciones a realizar en el caso de

los objetivos y contenidos pueden consistir según Duk y Loren, (2010) en:

Dar prioridad a determinados objetivos y contenidos, dándoles más

importancia o más tiempo. Dar prioridad no siempre significa renunciar a

otros objetivos, aunque, en ocasiones, sí puede comportar este hecho,

de forma temporal o permanente.

En Educación Inicial:

Establecimiento y uso adecuado de las habilidades

comunicativas.

Conocimiento y uso del lenguaje para comprender y

expresar.

Facilitación de la representación mental y la simbolización.

40

Facilitación del crecimiento personal y social.

En Educación Primaria:

Dominio del lenguaje y discursos más formales.

Aprendizajes instrumentales: lectura, escritura, cálculo.

Procedimientos y estrategias para aprender.

Autonomía, hábitos de convivencia, trabajo cooperativo,

relaciones de amistad.

Conocimientos sobre el mundo.

En Educación Secundaria

Desarrollo como personas, autonomía y corresponsabili-

dad.

Comprensión y expresión oral y escrita, cálculo y resolución

de problemas.

Habilidades sociales de trabajo y estudio.

Cambiar la temporalización de los objetivos y contenidos. Implica que un

niño o joven con discapacidad auditiva pueda alcanzar algunos

objetivos comunes en un momento distinto al resto del grupo de

referencia. Generalmente, este cambio supone conceder más tiempo al

alumno para alcanzar el objetivo.

Introducir objetivos y contenidos. Cuando un niño o joven con

discapacidad auditiva precisa trabajar objetivos y contenidos que no

están contemplados en el curriculum de referencia, bien porque no

forman parte del curriculum oficial ni en el desarrollo que la institución

haya hecho o bien porque pertenecen a otra etapa educativa. La

introducción de objetivos y contenidos, en muchas ocasiones, implica la

renuncia a compartir otros con el grupo de referencia, ya sea por una

imposibilidad obvia de abarcar todos los objetivos (los compartidos y lo

que se han introducido), o, porque los objetivos que se introducen sean

previos para el desarrollo de otros aprendizajes propios de la etapa en la

que el alumno se encuentra.

Eliminar objetivos y contenidos. Algunos niños o jóvenes con

discapacidad auditiva no van a poder desarrollar todos los objetivos de

41

su grupo de referencia; ya que la inclusión de otros objetivos o la

existencia de objetivos y contenidos prioritarios pueden hacer necesaria

la eliminación de algunos objetivos del curriculum de referencia.

Las características a considerar para los dispositivos de evaluación

atienden a:

Utilizar la evaluación continua.

Asegurar la comprensión de las preguntas que se le formulan.

Dejar más tiempo para el desarrollo de las pruebas.

Adaptar las pruebas a sus posibilidades de comprensión y expresión escrita.

Cuando se utilizan pruebas escritas para evaluar es necesario tener presente

que:

Plantear preguntas cortas es mejor que pedir el desarrollo de un tema.

Comprobar que entiende del vocabulario utilizado y la forma de hacer la

pregunta o de enunciar la actividad.

Si no se puede evaluar con precisión lo que sabe a partir de lo escrito, se le

harán preguntas orales con apoyo en sistemas complementarios o en lengua

de señas para aclarar el contenido.

3.1.3. Enseñanza de las lenguas

Ana B. Domínguez, (2004), manifiesta que habitualmente, son varias las

dificultades a las que se enfrentan una gran parte de los niños o jóvenes con

discapacidad auditiva, en relación al aprendizaje, al desarrollo cognitivo, al

ajuste personal y, en definitiva, a su inclusión plena en la sociedad donde

tienen su principal raíz en la ausencia de un sistema lingüístico que les permita,

desde edades tempranas, establecer intercambios comunicativos con su

entorno social para, a partir de ellos, poder desarrollarse personal y

socialmente. Es por esta razón por la que, este apartado, se centra en la

enseñanza-aprendizaje de las lenguas, teniendo en cuenta que pueden

aprender dos lenguas, la lengua de señas y la lengua oral, para poder ser

miembros activos y de pleno derecho de la comunidad de oyentes y de la

comunidad sorda.

42

Enseñanza de la lengua de señas

Para propiciar la adquisición y la enseñanza de la lengua de señas es preciso

que el establecimiento educativo cuente o incorpore una serie de elementos

tales como manifiesta Ana B. Domínguez, (2004):

Uso de estrategias visuales en la comunicación:

Un aspecto fundamental para la adquisición y enseñanza de la lengua de

señas es establecer y mantener de manera totalmente natural el contacto

visual con los alumnos, dadas las características viso-espaciales de esta

lengua. Por ello, es necesario poner en marcha un conjunto de estrategias

visuales. Entre las más significativas están:

Centrar la atención del niño en el rostro del adulto. Explotar la

comunicación a través de la expresión facial (muecas, las expresiones

faciales, los juegos vocálicos, etc.), que parece jugar un papel muy

similar al de las entonaciones vocales de los oyentes.

Cuando los niños son pequeños, ayudarles a mirar de derecha a

izquierda, para centrar su atención en el lugar en el que, posteriormente,

se van a producir los signos, para ello el adulto deberá moverse de

derecha a izquierda.

Los signos que los adultos signantes dirigen a los más pequeños suelen

tener un movimiento más lento, más prolongado y marcadamente

repetitivo, para que el niño sordo pueda verlos mejor.

Las estrategias visuales para iniciar el contacto:

-El contacto físico y visual: la llamada de atención. Dos modos

de llamar la atención para iniciar y mantener una comunicación

visual.

-Llamada directa: si el niño se encuentra cerca, tocar suavemente

el hombro o el brazo para conseguir su mirada.

- Llamada a distancia: si el niño no está cerca, agitar la mano en

el espacio, apagar y encender luces, golpear el suelo, la mesa.

-Alternancia de la mirada (atención dividida): Es importante

adquirir la conducta de señalar para dirigir la mirada del niño o

joven con discapacidad auditiva hacia la fuente sobre la que se

desea comunicar algo. Para transmitirles información conviene

43

utilizar procedimientos como: Conseguir el contacto visual, a

través de las técnicas anteriores. Mantener el contacto visual

con el niño. Comunicar.

Estas estrategias son una norma fundamental para iniciar la comunicación con

las personas con discapacidad auditiva como menciona la misma autora.

Las personas sordas signantes tienden a colocarse físicamente de

manera que el niño pueda tener un mejor acceso visual a los mensajes.

Parecen ser muy sensibles al problema de la atención dividida, por lo

que suelen colocar el objeto de atención del niño en una posición en la

que tanto el objeto como los signos puedan ser percibidos

simultáneamente por éste. Los adultos sordos suelen desplazar los

signos situándolos dentro del campo visual del propio del niño.

Todas estas estrategias visuales se adaptan a las posibilidades perceptivas y

motrices de los niños o jóvenes con discapacidad auditiva y, lógicamente, van

dejando paso a conductas más lingüísticas a medida que la competencia de

estos niños mejora, también su interés visual para iniciar y mantener una

conversación en una modalidad viso-gestual ya está conseguido.

Presencia de modelos comunicativos competentes:

Según Alonso, Rodríguez y Echeita, (2009), es preciso contar con docentes

que tengan un buen dominio de la lengua ya que sólo así tendrán recursos

para ajustar, parafrasear, simplificar o reformular adecuadamente en función de

las necesidades de comprensión de su interlocutor. Dado que el niño imita las

producciones de los adultos, un input incorrecto o incompleto provocará una

expresión asimismo incorrecta e incomple ta. Por este motivo, es importante

incorporar adultos sordos competentes en lengua de señas a las escuelas.

En general, se cuenta con muy pocas o ninguna persona sorda signante que

sea maestro, razón por la cual se busca la alternativa de crear una nueva

figura profesional denominada “asesor pedagógico” (personas capacitada en

lengua de señas) que no precisa del grado de magister y cuyas competencias

están establecidas en un convenio de colaboración suscrito inicialmente por la

Confederación Nacional de Sordos.

44

El asesor pedagógico tendría la función de favorecer el aprendizaje de la

lengua de señas por parte de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva,

desarrollando tanto un trabajo de enseñanza en contacto directo con los

alumnos, como a través de la formación a sus familias. (Alonso, Rodríguez y

Echeita, 2009). (http://www.rinace.net/rlei/numeros/vol3-num1/art11.html (última

consulta, 22/11/2013)).

Incorporación de un área curricular de la lengua de señas:

Cualquier lengua necesita de una enseñanza intencional y sistemática, a través

de la cual poder reforzar, ampliar y expandir el conocimiento y el uso

“espontáneo” que de la misma tienen sus usuarios. Este principio es el que

hace que en los curriculum de todas los Niveles Educativos, desde Inicial hasta

Secundario, la lengua sea un contenido central o nuclear en la formación de los

alumnos. Este mismo principio se debería hacer extensivo a la lengua de señas

y lengua oral, cuando especialmente se las consideran las lenguas de

interacción comunicativa y de enseñanza en la educación de los niños y

jóvenes con discapacidad auditiva (CNSE, 2007; Millar-Nomeland y Gillespie,

1993).

Por una parte , para muchos niños y jóvenes, será la escuela el primer lugar de

encuentro con este sistema comunicativo, razón por la cual es más necesario

un procedimiento sistemático e intencional de enseñanza de esas lenguas si se

quiere realmente que las mismas puedan cumplir las funciones de toda lengua.

Cada establecimiento o contexto educativo en donde estén escolarizados los

niños y jóvenes con discapacidad auditiva, tendrá que desarrollar su propuesta

curricular de manera que contemple unos objetivos, unos contenidos, una

secuencia y una serie de recomendaciones metodológicas y de recursos que

definan el proceso de enseñanza y aprendizaje de esta materia curricular. En

los últimos años se han desarrollado algunas propuestas curriculares (CNSE,

2007; Millar-Nomeland y Gillespie, 1993).

Modificar e incluir nuevos esquemas de trabajo para poder abordar el reto de

trabajar con dos lenguas.

Algunos de estos esquemas que las escuelas bilingües intentan garantizar son:

45

Utilizar la lengua de señas como primera lengua para la interacción y el

aprendizaje, formando parte, a su vez, de un grupo heterogéneo con

otros alumnos oyentes, pero sin que las necesidades comunicativas de

ninguno se supediten a las de los otros.

Enseñanza explícita, sistemática y formalizada de la lengua oral, tanto

en su modalidad hablada como escrita.

Asegurar agrupamientos lo más amplios posibles en cuanto a número de

los niños y jóvenes con discapacidad auditiva en un mismo aula, para

que tengan mayores y más variadas posibilidades de interacción

comunicativa con sus iguales sordos.

Contacto con adultos competentes en lengua de señas a la hora de

propiciar la adquisición y la enseñanza de esta lengua y como modelos

educativos de “identidad”.

Metodologías de enseñanza para atender a la diversidad: trabajo por

rincones, por zonas, por proyectos, grupos flexibles, grupos

colaborativos, talleres, etc.

Dos profesores que trabajen juntos, que han de compartir la

responsabilidad de educar tanto al niño y joven con discapacidad

auditiva como al oyente. Uno de ellos, deberá dominar la lengua de

señas, para permitir el acceso al curriculum de los alumnos sordos,

mientras que el otro se comunicará en lengua oral. Su presencia

simultánea en el aula hace posible que todos los alumnos estén juntos,

reconociendo su diversidad y aprendiendo en función de sus

capacidades y necesidades. Ambos profesionales deben de participar de

forma colaborativa en la planificación y desarrollo de la programación

prevista. Esta coordinación tiene que tener su primer exponente en la

imagen y percepción que los alumnos y las familias deben de tener de

“sus profesores”, en el sentido de que ha de quedar claro que,

ciertamente, ambos son los tutores (estatus profesional igual, no es que

uno sea el tutor y el otro el “apoyo”, sino que se trata de cotutores)

(Alonso et al., 2009).

46

Enseñanza de la lengua oral

Aquí se presentan algunas orientaciones, a modo de sugerencia, que permiten

a los profesionales implicados en la educación de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva, reflexionar sobre ellas y concretarlas en su propia

realidad. Es preciso subrayar que se proponen algunas pautas de intervención

y no un programa exhaustivo ni un conjunto de actividades de enseñanza del

lenguaje oral a estos alumnos, ya que esta tarea corresponde a cada

profesional con su grupo de alumnos.

Las dimensiones a considerar en la enseñanza de la lengua oral serían

(Domínguez y Alonso, 2004):

Estimulación Auditiva:

La utilización de la audición residual para el aprendizaje del lenguaje oral por

parte de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, depende

principalmente del grado de pérdida auditiva, pero también de un buen

diagnóstico audiológico y de una adecuada adaptación protésica. Es importante

que el niño lleve la prótesis auditiva y asegurar su mantenimiento y revisión

periódica. Las prótesis más habituales en la actualidad, aunque no las únicas,

son los audífonos y el implante coclear. Ana B. Domínguez, (2004).

La estimulación debe de ser muy global, dentro de situaciones lúdicas y comu-

nicativas, dentro de un enfoque funcional; y, debe inscribirse en el conjunto del

programa educativo, que abarca no sólo la audición, el lenguaje y el habla, sino

el conjunto del desarrollo cognitivo, afectivo y social del niño y joven con

discapacidad auditiva. Un programa de estimulación auditiva pretende que el

niño con discapacidad auditiva desarrolle, progresivamente, un conjunto de

habilidades auditivas, jerárquicamente organizadas. Ana B. Domínguez, (2004).

Detección: Habilidad para determinar la presencia o ausencia de

sonidos. Se trata de que el niño simplemente se dé cuenta de que el

sonido está presente.

Discriminación: Habilidad para percibir similitudes y diferencias entre

sonidos. Se busca que el niño diferencie si dos o más estímulos sonoros

son iguales o no. Para ello se trabajan fundamentalmente las cualidades

del sonido.

47

Identificación: Habilidad para reconocer un estímulo sonoro determinado.

Se pretende que el niño relacione el estímulo sonoro con su referente.

Esta relación puede consistir en señalar, dibujar, signar el referente o

bien en repetir el estímulo auditivo percibido.

Reconocimiento: Habilidad para reconocer un ítem verbal con la ayuda

de una clave contextual. Se solicita al niño que repita una palabra o una

frase que oye a partir de un dibujo, sobre un tema, o que realice dibujos

a partir de consignas.

Comprensión: Habilidad que requiere la interpretación de la información.

No se pide al niño simplemente repetir el mensaje oído, sino responder

adecuadamente indicando comprensión. Por ejemplo, ante la pregunta

"¿Cómo te llamas vos?" se espera que el niño responda y no que se

limite a repetir la pregunta.

Lectura labio facial (Lectura labial):

La mayoría de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva tienen dificultades

para captar los mensajes orales a través de la audición, por lo que necesitan

información visual que les ayude a comprender a sus interlocutores oyentes.

Uno de los medios visuales empleados con mayor frecuencia por las personas

sordas en sus intercambios comunicativos es la lectura labial o labiofacial.

Según, Ana B. Domínguez, (2004) la persona sorda que puede “escuchar” está

“viendo” cómo se mueve la boca de quién le habla, la posición de dientes y

lengua, la forma que adquieren los labios, etc.

Es importante saber que la lectura labial presenta una serie de dificultades o

limitaciones para la comprensión del lenguaje oral sin audición, Ana B.

Domínguez, (2004).

El lenguaje oral no es totalmente visible. Las informaciones

proporcionadas por la lectura labial en ausencia de información auditiva,

son insuficientes, ya que, resultan ambiguas y confusas, debido a que

hay un conjunto de sonidos (/g/, /x/, /k/), que no tienen imagen a través

de la lectura labial; y otros cuya imagen labial es similar (/b/-/m/-/p/; /l/-

/n/-/r/; /d/-/t/-/0/).

La Lectura Labial eficaz requiere de un proceso de elaboración mental,

es decir, la comprensión por lectura labial se basa en la “suplencia

48

mental”, en inferencias y deducciones, en un proceso de integración de

múltiples informaciones: lo que se ve en los labios, la expresión facial del

hablante, la información que ofrece el contexto y el conocimiento que se

tiene de la lengua oral.

Las condiciones materiales de la producción del mensaje hablado:

distancia, condiciones de iluminación, presencia de obstáculos, forma de

articular y tipo de lenguaje usado por el interlocutor.

Las características personales del labio-lector: inteligencia; edad en la

que se produjo la sordera; restos auditivos; agudeza visual, capacidad

de atención, concentración y resistencia a la fatiga; caudal léxico; y

conocimiento del tema.

Las propias características de la lectura labial, al estar ligada a la vía

visual que no es, lógicamente, la vía sensorial más idónea para acceder

al lenguaje oral cuyas características son, fundamentalmente, fónico-

acústicas y, por lo tanto, para ser procesados por vía auditiva.

Todo ello provoca que la lectura labial sea siempre parcial y ambigua, por lo

que difícilmente puede convertirse en el medio único para la comprensión de la

lengua oral en los niños o jóvenes con una sordera profunda y prelocutiva. No

obstante, si se conocen estas dificultades o limitaciones se podrá poner en

marcha una serie de estrategias para garantizar una mejor lectura labial, Ana

B. Domínguez, (2004).

La distancia entre la persona sorda y el interlocutor no debe ser excesiva. Es

preciso ver bien los labios, el rostro y la expresión del interlocutor.

Hablarle de frente. Situarse cerca. El profesor debe evitar volverse hacia

la pizarra y dar paseos por la clase mientras explica para impedir que el

alumno pierda la visión de su cara.

Colocar al alumno para que pueda ver la cara del profesor y controlar la

dinámica del aula . Situar al alumno en un lugar que pueda mirar

directamente al profesor y que tenga una visión general de sus

compañeros.

Las condiciones de iluminación: la falta de luz o luz tenue constituye un

obstáculo para la correcta percepción de la lectura labial. El foco de luz

no debe dar nunca en la cara del labio-lector ni estar situado detrás de la

persona que habla.

49

La presencia de obstáculos que dificulten una buena visión de los labios

y la expresión (por ejemplo, tapar la boca, poner el lápiz en los labios,

acariciarse la cara o la nariz, usar bigotes, etc.).

La forma de articular del interlocutor debe ser lo más natural posible, ni

demasiado lenta ni demasiado rápida, articulando bien y evitando la

exageración.

El tipo de lenguaje usado por el interlocutor debe ser correcto, evitando

el estilo telegráfico y las pausas excesivas.

Producción y comprensión oral

En muchas ocasiones, con los niños y jóvenes con discapacidad auditiva es

preciso realizar una intervención global en el lenguaje oral, considerando cada

uno de sus componentes, es decir, es necesario enseñar al niño los elementos

fonético-fonológicos, morfosintácticos, léxico-semánticos y pragmáticos del

lenguaje, tanto en la producción como en la comprensión de los mensajes

hablados, Ana B. Domínguez, (2004). A continuación se sugieren algunos

aspectos a considerar respecto de la función comunicativa como los expresa la

misma autora.

Funciones comunicativa:

Enseñar el lenguaje oral como herramienta para los intercambios

sociales. Es conveniente partir de situaciones reales, contextualizadas y

alejadas de propósitos rehabilitadores.

Proporcionar al niño y joven con discapacidad auditiva, variedad y

cantidad de contextos de interacción que le permitan aumentar el

repertorio de funciones comunicativas.

Ofrecer a los alumnos “modelos comunicativos” con diferentes

interlocutores.

Organizar grupos de enseñanza para favorecer las interacciones entre

los alumnos.

Léxico-Semántica:

Seleccionar qué palabras van a ser objeto de enseñanza y en qué orden.

50

Provocar que los niños y jóvenes con discapacidad auditiva se apropie

de palabras que le permitan etiquetar distintos aspectos de la realidad

tanto externa como interna: términos para referirse a agentes y objetos

(sustantivos) y a acciones (verbos); términos para describir cualidades,

propiedades y características de los objetos y eventos que le rodean

(adjetivos y adverbios); términos para situar y localizar los objetos y

eventos en el espacio y en el tiempo (adverbios y preposiciones);

términos para establecer relaciones de similitud, causa-efecto,

condición, diferencias, exclusión e inclusión. Es muy importante también

enseñarle términos que le permitan expresar sentimientos, emociones.

(Valmaseda, 2009).

Incrementar progresivamente el número de palabras aprendidas por el

alumno.

Proporcionar cantidad y variedad de experiencias de comunicación para

que el alumno pueda incorporar nuevas palabras.

Ampliar el significado y uso de las palabras aprendidas por los niños y

jóvenes con discapacidad auditiva a otros contextos y con otros

interlocutores.

Utilizar referentes, materiales y ejemplos diversos para cada palabra o

concepto que se enseñe a los alumnos. Se trata de no convertir la

enseñanza del vocabulario en una actividad repetitiva,

descontextualizada y centrada básicamente en la asociación dibujo-

palabra.

Morfosintaxis:

Dotar al alumno con discapacidad auditiva de los recursos formales que

le sirvan para usar el lenguaje como medio de representación y

comunicación.

Crear en el alumno la necesidad de utilizar la forma del lenguaje en los

contextos apropiados y con diferentes interlocutores, de tal manera que

exista siempre una finalidad para los participantes.

La enseñanza de la morfosintaxis debe realizarse de modo gradual,

partiendo de las estructuras y reglas más simples en un proceso de

construcción paulatina del sistema gramatical hacia formas cada vez

más complejas.

51

Utilizar soportes gráficos que ayuden a los niños a visualizar algunos

aspectos estructurales del lenguaje, descomponiendo y organizando de

manera secuencial los enunciados.

Fonética-Fonología:

Desarrollar en los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, tanto los

requisitos previos a la producción, como los aspectos segmentales

(fonemas) y suprasegmentales (entonación, acentuación y ritmo) en un

contexto comunicativo en el que las producciones tengan significado e

intencionalidad.

Poner el énfasis en el uso de sonidos del habla con fines comunicativos.

Los niños y jóvenes con discapacidad auditiva necesitan que se les

enseñe a producir los fonemas correctamente, pero es fundamental que

logren una adecuada combinación y secuenciación de los sonidos en el

habla espontánea.

Incorporar actividades metafonológicas durante la enseñanza, que

faciliten el desarrollo de representaciones fonológicas completas que

garanticen la identificación de palabras habladas y escritas (Domínguez

et al., 2003; Alonso et al., 2007).

Enseñanza de la lengua escrita

La propuesta pedagógica que se presenta, integra distintas dimensiones que

permiten a los niños y jóvenes con discapacidad auditiva ver el sentido, el

interés por apropiarse de la herramienta cultural que es la lengua escrita y les

ayuden a desarrollar con facilidad y eficacia los procesos implicados

específicamente en la lectura y escritura (Alegría y Domínguez, 2009,

Domínguez y Alonso, 2004). No se pretende ofrecer un programa exhaustivo,

ya que leer y escribir no es una cuestión de métodos de enseñanza sino una

cuestión de enfoque educativo, por lo que para afrontar esta enseñanza es

fundamental compartir dentro del equipo de profesores y del proyecto de una

institución una misma conceptualización de lo que es esta enseñanza, de los

procesos que están implicados en ella, de los medios que se arbitran para

favorecerla y, por supuesto, de las propuestas metodológicas que se adoptan

para enseñarla.

52

Etapa de Educación Inicial

Desarrollo de habilidades lingüísticas

Uno de los objetivos prioritarios de esta etapa debe ser el desarrollar una

buena competencia lingüística en los niños con discapacidad auditiva, dadas

las dificultades que habitualmente suelen presentar en este desarrollo (Alegría

y Domínguez, 2009), ya que las habilidades lingüísticas están relacionadas con

todos los aspectos del proceso lector, y las dificultades que se presentan en el

procesamiento lingüístico inciden de forma negativa en el proceso de lectura de

los niños.

Lectura de textos por parte del educador

Los textos son una herramienta de escritura y lectura que permiten motivar a

los niños y ayudarles a comprender para que se usa la lengua escrita o cuáles

son sus funciones dentro de la cultura: comunicar, informar, aprender, recordar,

divertirse, etc. Por ello, desde Educación Inicial, es importante poner a los

niños con discapacidad auditiva en contacto con todo tipo de textos.

En algunos modelos bilingües (Alonso et al., 2009) se cuenta con adultos sig-

nantes que ponen a los niños con discapacidad auditiva en contacto con textos

signados, con el fin de mostrarles qué representa el lenguaje escrito y

facilitarles la comprensión de las funciones que esta herramienta tiene dentro

de nuestra cultura. También enseñan explícitamente estrategias o maneras de

enfrentarse con la comprensión de textos narrativos o literarios y lo hacen tanto

antes, como durante y después de la lectura.

Escritura

En la medida en que se escribe, se lee. El mejor sistema para hacer lectores es

despertar en los niños el deseo de escribir. Hay que aprovechar el interés que

tienen los niños por el mundo gráfico para ayudarles a diferenciar entre dibujar

y escribir y para que perciban que la lengua escrita representa a la lengua oral

(y no a las cosas o hechos).

Se debe, en todo momento, animar a los niños a escribir, que se sientan

escritores aunque sus producciones iniciales no sean “correctas” (desde el

punto de vista ortográfico). En la etapa infantil, entre los 3 y los 5 años, los

textos más significativos son aquellos que tienen que ver con la escritura de los

nombres (lista de los alumnos de la clase, de los juguetes, de personajes de

53

cuentos, de animales, la lista de las compras, de los ingredientes de una

receta, etc.)

Enseñar a buscar información

Utilizar la lengua escrita con sus funciones reales, supone también que el

docente lleve al aula propuestas didácticas concretas sobre cómo y dónde

buscar la información escrita. En este sentido es importante dentro de la

escuela, que el profesor incluya en sus programaciones curriculares

actividades como: aportar información práctica y efectiva; ayudar a conseguir

información escrita, orientando sobre qué temas pueden ayudar a encontrar

información, tanto en los libros (periódicos, enciclopedias, Internet…), como en

las personas (maestros, padres, alumnos de otras clases, profesionales de

afuera de la escuela), suscitar que los niños traigan información. Favorecer la

implicación de las familias; ayudar y favorecer que los niños opinen sobre la

información que aportan y sobre la que obtienen. (Ana B. Domínguez, 2004).

Desarrollo de conocimiento fonológico por medio de la enseñanza

explícita.

La relevancia del conocimiento fonológico en el aprendizaje de la lectura en un

sistema de escritura alfabético se podría cifrar en el hecho de que este

conocimiento permite a los niños descubrir que las palabras de la lengua pue-

den dividirse en segmentos más pequeños (fonemas) y que esos segmentos

son los representados por las letras, por lo que podríamos decir que el

Conocimiento Fonológico es la llave que abre el código alfabético, (Alegría y

Domínguez, 2009). Por ello, es necesaria y conveniente la introducción de

actividades metafonológicas dentro del curriculum de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva, ya que puede prevenir muchas de las dificultades que

habitualmente manifiestan estos alumnos en el plano fonológico del lenguaje.

Estas actividades son un sistema de facilitación que posibilitan mejorar las

habilidades de procesamiento fonológico de los alumnos con discapacidad

auditiva (uso de la información fonológica para procesar lenguaje oral y escrito)

y la creación de representaciones fonológicas completas, exactas y precisas

que les garanticen el acceso al código alfabético (Domínguez, Alonso y

Rodríguez, 2003). Una propuesta concreta del por qué y cómo enseñar

54

conocimiento fonológico a los alumnos sordos puede verse en Alonso,

Rodríguez y Domínguez, 2007.

Etapa de Educación Primaria

Desarrollo de conocimiento fonológico mediante la lectura y la escritura.

Del mismo modo que el desarrollo del Conocimiento Fonológico conduce a una

mejora de las capacidades de leer y escribir, también éstas aumentan el grado

de Conocimiento Fonológico. Muchos trabajos han mostrado que aumenta en

función de la lectura y de la escritura, con la implicación de que cuanto más se

induce a los alumnos a leer y escribir y, por tanto, más crece su Conocimiento

Fonológico, menos dificultades tendrán para, a su vez, leer y escribir. (Alonso

et al., 2009).

En esta etapa la intervención irá dirigida a mejorar las habilidades

metafonológicas de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, a la vez que

se les enseñan las reglas de correspondencia grafema-fonema, en el contexto

aula. Las actividades de Conocimiento Fonológico nos han de permitir también

que los niños puedan terminar realizando tareas de escritura. La escritura se

convierte para los niños con discapacidad auditiva, en un recurso o sistema

para mejorar su conocimiento sobre la lengua oral; por ello, el niño al finalizar la

tarea de metafonológica produce algún texto asociado a esta tarea que acaba

de ejercitar (Alonso et al., 2009).

Escritura de palabras

El objetivo de esta tarea es que los niños y jóvenes con discapacidad auditiva

adquieran y automaticen las reglas de correspondencia grafema-fonema. En

las tareas para el desarrollo de conocimiento fonológico los niños tienen que

tomar conciencia de las distintas unidades fonológicas de la lengua,

identificando u omitiendo sonidos, en este caso se trata de que, además,

respeten la correspondencia entre esos sonidos y los grafemas

correspondientes (Alonso et al., 2009).

Lectura conjunta de textos

En esta etapa, casi todos los niños suelen dominar el proceso de identificación

de palabras escritas y, aparentemente, están en condiciones de leer textos

solos, por lo que habitualmente abandonamos a los niños en esta tarea y

55

dejamos de compartir lecturas con ellos. Pero, cuando se domina el proceso de

reconocimiento de palabras aún no se sabe todo sobre la lectura y, por ello,

debemos seguir apoyando a los niños en el proceso de comprensión e

interpretación de los textos. (Alonso et al., 2009).

Es conveniente realizar actividades diferentes cada vez: por ejemplo, detenerse

en los momentos claves de la lectura (cuando se presentan los personajes,

cuando haya varias opciones que un personajes pueda tomar para resolver un

conflicto, cuando vaya a terminar la historia, etc.); tratar de imaginar juntos

diferentes formas de terminar una historia; hacer anticipaciones o predicciones

sobre la historia, etc. (Alonso et al., 2009).

En estos momentos de lectura compartida debemos estar atentos a las

dificultades que puedan encontrar los niños en la identificación de palabras o

interpretación de frases complejas; en el vocabulario; en seguir el hilo

argumental; en la falta o escasez de conocimientos sobre el tema que leemos;

o dificultades para ver el texto como una unidad y asimilar tan solo ideas

sueltas. (Alonso et al., 2009).

Estrategias que conducen a la comprensión

Antes de leer un texto hay dos cuestiones que se deben plantear a los niños

para guiar la comprensión de lo que van a leer: ¿qué saben acerca del texto y

qué pueden saber leyéndolo? y ¿para qué van a leer el texto? Con la primera

pregunta se debe ayudar a los niños a recordar todo lo que saben sobre el

tema que van a leer o sobre asuntos relacionados, así por ejemplo, se puede

dar alguna información general sobre lo que se va a leer (temática); animarlos

a que digan lo que conocen sobre el tema; establecer predicciones sobre el

texto (basándonos en el título, ilustraciones, encabezamientos, índice, etc.); o

promover preguntas de los niños acerca del texto; y explicar vocabulario.

Mientras que con la segunda pregunta se hace que los niños tengan muy claro

el por qué o para qué van a leer: para entretenerse, para buscar una

información, para aprender algo; esto permitirá a los niños dirigir su lectura

hacia ese objetivo, (Alonso et al., 2009).

Durante la lectura de un texto se puede ayudar a los niños a descifrar algunas

palabras complicadas, dando su significado; releer con ellos lo que no se

entiende y explicar cómo está organizado el texto, ayudando a que identifiquen

los elementos o señales del texto que facilitan el reconocimiento de ese orden

56

o estructura (por ejemplo en los textos comparativos: “a diferencia de”,

“mientras que”, “por el contrario”, “sin embargo”), (Alonso et al., 2009).

Al finalizar la lectura de un texto se puede animar a los niños a que hablen

sobre lo que han leído. Inicialmente se puede explicitar las ideas que aparecen

en el texto a través de frases del tipo: “este texto nos habla de… (Señalar los

temas o ideas principales)”, “busca que se dice sobre (tema)”, (Alonso et al.,

2009).

Escritura de textos

Se debe animar a los niños a escribir diferentes tipos de textos: para comunicar

o adquirir información a cerca de un tema, suceso, etc.; para expresar

sentimientos y emociones o crear fantasías o historias extraordinarias; para

aprender; o para llevar a cabo una actividad.

Antes de proponer una actividad de escritura, los educadores deben

asegurarse de haber propuesto a sus alumnos con discapacidad auditiva,

modelos adecuados que les orienten en lo que se les pide escribir. Se

comentan textos semejantes, se traen a clase diversos modelos para que los

puedan revisar, etc. Además de los modelos, se dialoga para decidir y aclarar

la finalidad o intención de la escritura, quién o quiénes serán los destinatarios

del escrito y en que soporte material o con qué instrumentos se va a escribir.

(Alonso et al., 2009).

Otra estrategia es elaborar colectivamente el contenido que tendrá el texto a

escribir. Para ello, se acuerda el guión que tendrá el texto, se revisan las partes

más importantes del texto, en función de la tipología textual, se utilizan

esquemas o mapas conceptuales, y se realizan borradores. Se trata de

organizar el pensamiento del niño antes de escribir, (Alonso et al., 2009).

Por último, el procedimiento de la revisión, el volver tantas veces como se

necesite a lo escrito, evaluándolo, modificándolo. Se valora el contenido, si

será bien comprendido, si el texto tiene coherencia, si la distribución en

párrafos nos parece que ayuda a ser comprendido etc. Los profesores son

modelo que lo que significa la revisión, preguntan a los alumnos si se han

olvidado de algo importante, si creen que hay algo equivocado en lo ya escrito,

si se puede mejorar o cambiar el orden de las ideas producidas, etc. (Alonso et

al., 2009).

57

3.2. Recursos y ayudas técnicas para apoyar el aprendizaje en el aula

Además de todas las estrategias planteadas anteriormente, existen una serie

de recursos técnicos y educativos específicos que pueden ser de gran ayuda

para los niños y jóvenes con discapacidad auditiva en el proceso de

enseñanza-aprendizaje, (Velasco y Pérez, 2009). Algunos de ellos son:

3.2.1. Sistemas Complementarios de apoyo a la comunicación y el

lenguaje

Los sistemas complementarios de comunicación son un conjunto de recursos

dirigidos a facilitar la comprensión y la expresión del lenguaje de las personas

que tienen dificultades en él. Estos sistemas contemplan una extensa gama de

sistemas de ayudas manuales y gráficas y las ayudas técnicas facilitadoras de

la comunicación (Velasco y Pérez, 2009). En el caso de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva, se destaca la comunicación bimodal.

La Comunicación Bimodal

La comunicación bimodal o el “idioma signado” es un sistema complementario

de comunicación que implica el uso simultáneo de lengua oral acompañada de

señas (tomados en su mayoría de la lengua de señas), con el objetivo de

visualizar la lengua oral al niño con discapacidad auditiva, pero esto no supone

la utilización conjunta de dos lenguas: la Lengua de Señas y la lengua oral. El

mensaje se expresa de dos formas al mismo tiempo, pero la lengua base, la

que marca el orden de la frase, la que determina la sintaxis de las producciones

es la lengua oral. Los signos sólo acompañan las producciones orales.

Por lo tanto, es importante no confundir bimodal con bilingüismo. Con el primer

término se refiere a la característica de ciertos intercambios comunicativos

basados en una lengua (la oral), aunque empleando dos modalidades

diferentes de expresión (vocal y gestual). Por el contrario, cuando aludimos a

bilingüismo hacemos referencia a la utilización de dos lenguas diferentes con

distintas reglas gramaticales y, por tanto, imposibles de ser expresadas de

forma simultánea (Valmaseda y Alonso, 2009).

Las posibilidades que ofrece este sistema son, que:

58

Ø Ofrece a los niños y jóvenes con discapacidad auditiva un instrumento

de comunicación eficaz que puedan emplear desde edades muy

tempranas, tanto para los padres como para los educadores.

Ø Mejora la competencia lingüística de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva.

Ø Es un sistema sencillo de aprender y de usar por parte de los

profesionales y los padres, ya que sólo supone aprender un vocabulario

en señas y combinar su producción con la producción oral habitual, es

decir, no implica una organización sintáctica diferente. Los signos

aportan información semántica.

Por el contrario, el bimodal presenta una serie de limitaciones o dificultades:

Ø Dificultad de sincronizar la producción oral y la signada sin que ninguna

de las dos se vea empobrecida o mermada.

Ø Los sistemas bimodales no son totalmente eficaces para visualizar la

estructura lexical de la lengua oral. No aportan ningún elemento que

permita visualizar los elementos fonológicos de la lengua oral, dejando

este aspecto a las posibilidades de la lectura labial. Este hecho puede

tener una repercusión importante en el aprendizaje de la lengua escrita

(Alegría y Domínguez, 2009).

3.2.2. Ayudas técnicas audiológicas para la enseñanza-aprendizaje

En este apartado se revisan, algunas de las ayudas técnicas que favorecen el

aprovechamiento de la audición residual de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva y, por lo tanto, su desarrollo en la lengua oral y que son

susceptibles de ser empleados en el contexto escolar, (Velasco y Pérez, 2009).

Los audífonos

Un audífono es un aparato que sirve para amplificar los sonidos. Técnicamente

es un amplificador, de alta fidelidad y tamaño cada vez más reducido, que

consigue hacer los sonidos más altos, pero no necesariamente más claros,

(Velasco y Pérez, 2009).

El sonido es captado por el micrófono del aparato, que convierte las ondas

sonoras en señales eléctricas. Estas señales pasan por el amplificador, donde

se hacen más potentes. Luego, el altavoz o auricular vuelve a convertir el

59

sonido en señal acústica y así sale ampli ficado. Para conducir el sonido dentro

del oído se emplea un molde cuya función es, precisamente, evitar que el

sonido se escape al exterior, (Velasco y Pérez, 2009).

Existen diversos tipos de audífonos en el mercado, pero los más empleados

con los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, son los denominados

retroauriculares, que se colocan detrás del pabellón auditivo.

Es conveniente, como plantean las mismas autoras, la utilización de dos

prótesis si la sordera es bilateral (en ambos oídos). En la mayoría de los casos

la amplificación que proporcionan los audífonos no será suficiente por sí misma

para que el niño pueda interpretar los sonidos que le llegan; de tal forma que,

para que éstos cobren sentido, será necesario el uso continuado de la prótesis

y un período de estimulación auditiva.

El Implante coclear

Un implante coclear (IC) es un aparato que transforma las señales acústicas en

señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo. Para su colocación se

requiere realizar una intervención quirúrgica.

Las señales eléctricas son procesadas a través de las diferentes partes de que

consta el implante coclear. Los IC no restauran una información sensorial

completamente normal, aunque sí proporcionan importantes pistas para la

percepción del habla. Las personas sordas deben aprender a reconocer y

asociar la información auditiva que proporciona el IC.

Los IC se han establecido firmemente en los últimos años como una opción

eficaz para el tratamiento de la sordera profunda, incluso prelocutiva. Sin

embargo, a pesar de los optimistas resultados publicados en los últimos años

(mejoran en la ejecución auditiva, en la percepción y producción del habla y en

el desarrollo del lenguaje) y que cada vez son más los niños sordos

implantados, continúan pendientes múltiples cuestiones tanto de índole teórica

como práctica, dadas las considerables diferencias individuales encontradas

entre los niños con discapacidad auditiva .

De cara a los padres y a la toma de decisiones educativas, es muy importante

señalar que, aunque el IC es una potente ayuda técnica que proporciona a los

niños y jóvenes con discapacidad auditiva más y mejores oportunidades para

acceder al mundo sonoro que les rodea, no “cura” la sordera, puede ayudar a

paliar con eficacia algunas de las implicaciones más negativas de la sordera

60

prelocutiva sobre el desarrollo, pero no elimina la sordera en sí, el niño

continua siendo sordo por lo que seguirá teniendo una serie de necesidades

educativas a las que se debe dar respuesta, (Velasco y Pérez, 2009).

Equipos individuales de Frecuencia Modulada

Consta de un emisor (que lleva el profesor) y de un receptor (que lleva el

alumno). El emisor convierte la voz del profesor en ondas moduladas que son

enviadas en una determinada frecuencia al receptor que porta el alumno y que,

a su vez, se halla conectado con el audífono o con el implante coclear. Esta

ayuda técnica no amplifica la señal hablada sino que permite que ésta llegue

en las mejores condiciones acústicas al oído del receptor sin verse influida por

la distancia, por la reverberación del sonido o por las interferencias

ambientales. Resultan muy indicados en situaciones de inclusión escolar,

conferencias etc., siempre, claro está que el alumno comprenda, por vía

auditiva, los mensajes hablados, (Velasco y Pérez, 2009).

Aro magnético

Su función es similar al de los equipos de frecuencia modulada (FM), pero, en

este caso, el sonido se transmite a través de un aro instalado alrededor de la

clase. Los alumnos "captan" la señal mediante un circuito del propio audífono

que dispone de una pequeña bobina inductora (la posición "T" habitual de los

audífonos retroauriculares), (Velasco y Pérez, 2009).

3.2.3. Ayudas y recursos visuales

En el aspecto visual se puede disponer de una serie de recursos que, usados

en situaciones diversas, pueden ayudar a los docentes en los procesos de

enseñanza-aprendizaje con alumnos con discapacidad auditiva, (Velasco y

Pérez, 2009). Entre ellos se encuentran:

Los recursos informáticos

Facilitan tanto el acceso inmediato a la información gráfica y escrita mediante la

red de Internet, como su gestión mediante programas específicos. Asimismo,

facilitan la intercomunicación con otros para compartirla. Por otro lado, también

existen programas sobre temáticas, objeto de estudio, tutoriales de

61

aprendizaje, etc.; u otros que inciden en aspectos específicos (vocabulario,

lectura, habla), (Velasco y Pérez, 2009).

Subtitulación de imágenes

Se puede disponer de materiales audiovisuales subtitulados: películas,

documentales, noticiarios y programas de televisión. Con la generalización del

DVD existen en el mercado muchos títulos de películas comerciales, aunque,

en muchas ocasiones, el subtitulado que utilizan no es específico para

personas con sordera y les faltan aspectos informativos específicos como la

indicación de sonidos ambientales, la diferenciación del diálogo por colores

según personas, etc. También es posible la subtitulación simultánea en una

comunicación oral formal, por ejemplo, en una conferencia. No obstante, este

tipo de subtitulación requiere recursos técnicos y personales que lo hacen

costoso económicamente, (Velasco y Pérez, 2009).

Señales luminosas

Necesarias para remarcar situaciones importantes como es el caso de una

emergencia, un aviso, o para acompañar a señales sonoras habituales como

timbres de inicio o cambio de clase, etc. Estas ayudas son recomendables para

la autonomía de los alumnos sordos, (Velasco y Pérez, 2009).

Uso de plafones informativos

Pueden ser murales de pared en el aula, en los pasillos o en recepción;

plafones electrónicos o avisos en la web. Estos recursos facilitan el acceso a la

información que se da en la vida de la institución educativa de forma puntual y

rápida, (Velasco y Pérez, 2009).

3.3. Evaluación de niños y jóvenes con discapacidad auditiva y del

contexto de enseñanza-aprendizaje

La pérdida auditiva puede incidir en la inte racción del niño con su entorno, y su

posterior desarrollo dependerá de los ajustes que haya realizado dicho entorno

para favorecer esta interacción. Para ello, es importante que los docentes

conozcan en qué medida la interacción con el entorno ha permitido el

desarrollo y en qué términos; o dicho de otra forma, necesitan valorar las

competencias de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva (en el ámbito

62

comunicativo-lingüístico, en el cognitivo y de aprendizaje y en el social y

personal), junto a la valoración del contexto de enseñanza-aprendizaje, (Ana B.

Domínguez, 2004).

3.3.1. Evaluación del ámbito comunicativo y lingüístico

Con la evaluación en estos ámbitos se pretende valorar las capacidades

expresivas y comprensivas que permiten al alumno “representar la realidad y

comunicarse con sus semejantes”, a partir de las manifestaciones que de esta

competencia realiza en cualquier modalidad lingüística, (Ana B. Domínguez,

2004).

Esta evaluación debe ayudar a los docentes a responder a preguntas tales

como:

¿Tiene el alumno intencionalidad comunicativa? ¿Qué intenciones

comunicativas pone en marcha? ¿A cuáles responde?

¿Acerca de que contenidos comunica?

¿Qué modalidades son las utilizadas de forma espontánea por el

alumno? ¿Cuáles facilitan una mejor comprensión y producción de los

mensajes? ¿Qué uso hace de ellas?

¿Qué estructuras formales emplea para expresar las intenciones

comunicativas y los contenidos? ¿Cuál es el nivel de complejidad

simbólica de estas expresiones?

Algunos de los aspectos más relevantes que pueden servir de guía para

realizar la evaluación del alumno: (Ana B. Domínguez, 2004).

Condiciones receptivas previas.

Audición: disponer de información precisa sobre la pérdida auditiva (can-

tidad y calidad) para planificar la intervención en el área de estimulación

auditiva.

Aprovechamiento de ayudas técnicas: nivel de ganancia de la prótesis y

grado de aceptación. En algunas ocasiones habrá que planificar una

serie de objetivos para que el alumno acepte y utilice la ayuda, en

relación a: autonomía para colocarse o quitarse el audífono y/o equipo

de F.M.; autonomía para manejar los controles de los aparatos; limpieza

y conservación del audífono o del implante coclear; mantenimiento de

las baterías.

63

Funciones comunicativa:

Interés hacia los intercambios comunicativos: inicia intercambios o

espera a los interlocutores; responde a las iniciativas de sus

interlocutores; su comunicación es espontánea o tiende a imitar las

producciones de los demás.

Funciones comunicativas o cuáles son sus “intenciones

comunicativas”: comparte información con los otros; obtiene de ellos

atención, cosas y servicios; identifica objetos, sus atributos,

pertenencia y relaciones con otros objetos; informa acerca de sus

propias acciones y de las acciones de los demás; crea mundos que

parezcan creíbles; representa relaciones entre los acontecimientos

e influye en la actitudes y opiniones de los demás.

Modalidad comunicativa o medio utilizado para hacer llegar al

interlocutor las intenciones comunicativas. Podemos diferenciar

entre: oral, gestual, signada y escrita.

Formas del lenguaje oral: Aspectos fonético-fonológicos. Dos

aspectos a valorar: Fonemas que el alumno emplea

adecuadamente. Procesos de simplificación: sustituciones,

asimilaciones o simplificación de la estructura silábica.

Aspectos morfosintácticos. Cuatro grandes bloques de aspectos a

evaluar:

Tipo de oraciones que expresa y comprende. Complejidad de las

producciones comprendidas y expresadas. Complejidad de la

sintaxis (nominal y verbal) que componen la frase. Papel gramatical

de las palabras y el manejo que hace de las reglas de producción

morfológica (emplea palabras funcionales, marcas de

femenino/masculino, de singular/plural, establece concordancias

género/número, tiempos verbales que utiliza).

Aspectos léxico-semánticos. Dos aspectos importantes a evaluar:

La “referencia” de las producciones o tipo de cosas de las que el

alumno habla. Interesa analizar si el alumno: se limita a comunicar

acerca de cosas de su entorno inmediato. Crea distancia

refiriéndose a las cosas por su nombre. Se refiere a cosas que

suceden fuera del tiempo y espacio inmediato. Se refiere a cosas

que no tienen forma concreta (principios, abstracciones…). Puede

64

comunicar acerca de relaciones entre acontecimientos y

condiciones, acerca de sus experiencias y acerca de cosas que no

tienen forma concreta.

Vocabulario. Dos aspectos a tener en cuenta: La amplitud y riqueza,

tanto comprensiva como expresiva. Eva luar si el alumno es capaz de

etiquetar diferentes aspectos de la realidad. El significado que el

niño otorga a las palabras.

Lengua de señas

Lengua escrita: Cuatro grandes bloques o dimensiones a evaluar:

Conocimiento que el alumno tiene de lo que significa la lengua

escrita. Conocimiento de las funciones de la lengua escrita.

Conocimiento del código alfabético.

Conocimiento fonológico: Adquisición de las reglas de

correspondencia grafema-fonema. Automatización de las reglas de

correspondencia grafema-fonema. Capacidad para comprender y

producir textos escritos.

Procesos de comprensión: seleccionar y organizar la información

contenida en el texto; integrar esa información en conocimientos

previos; y controlar o supervisar la comprensión.

Procesos de composición: Planificación; redacción y revisión.

Algunos de los aspectos relevantes según, Ana B. Domínguez, (2004) que

pueden servir de guía para realizar la evaluación del contexto:

Características ambientales: condiciones acústicas del aula y

condiciones de iluminación.

Características de los interlocutores: Modalidad comunicativa empleada.

Calidad “articulatoria” de los interlocutores o habilidad, conocimiento y

calidad en el empleo de la modalidad comunicativa concreta que se

esté llevando a cabo, ya sea, oral, signada. Adaptaciones

comunicativas que realizan los interlocutores en su comunicación con

los niños y jóvenes con discapacidad auditiva: qué funciones,

contenidos y formas utiliza el adulto en sus intercambios comunicativos

con el alumno sordo; analizar los ajustes que los interlocutores realizan

para asegurar la comprensión del los niños y jóvenes con discapacidad

auditiva (“atención dividida”).

65

3.3.2. Evaluación del ámbito cognitivo y de aprendizaje

Es necesario conocer los aspectos más relevantes de cómo aprende el

alumno, cuál es su conocimiento del mundo y cómo utiliza sus habilidades

cognitivas para relacionar y operar con el conocimiento, (Ana B. Domínguez,

2004).

Motivación para aprender:

§ Con relación al alumno: evaluar cuál es su nivel de

motivación y cómo es su concepto académico; para lo cual

se puede analizar

a) a qué atribuye sus aciertos y errores escolares.

b) cómo afecta esto a su motivación para aprender y a su

autoestima.

c) conocer los intereses del alumno, aquello por lo que se

siente atraído.

§ Profesor/es: auto-evaluación y reflexión sobre el tipo de

explicaciones que se da a respecto a los aciertos y errores

de los alumnos.

§ Ambiente familiar y compañeros de clase: serán agentes

significativos para mejorar o empeorar su auto -concepto.

Estilo de aprendizaje: modo en que aprende el alumno, la forma en que

enfoca las tareas, la manera en que recibe, elabora y responde

configuran un estilo propio de aprender y de enfrentarse a los

conocimientos. Supone evaluar aspectos como: características

atencionales (capacidad de atención, índice de fatigabilidad); tipo de

motivación dominante (intrínseca, extrínseca, de logro, atribución

causal), qué refuerza al niño; qué contenidos le motivan más; tipo de

estrategias que emplea para resolver tareas (ensayo-error, planifica,

plantea preguntas); tipo de agrupamiento en los que el alumno trabaja

mejor; enfoque metodológico más adecuado; tipos de lenguaje para la

presentación de la información que comprende mejor, etc.

Las dificultades de aprendizaje no se deben solamente al alumno sino que son

el resultado de su interacción con el ambiente físico y social y, por ello, será

66

importante valorar cómo se le enseña y los elementos situacionales (personas,

materiales, organización) que se manejan para enseñarle. Los aspectos que

forman parte del contexto de aprendizaje son según Ana B. Domínguez,

(2004):

Procesos instruccional o la ayuda pedagógica que el profesor está

brindando al alumno: elementos físicos (ubicación de la clase, espacio

físico, materiales); elementos personales (actitudes, clima social de la

clase, organización para la diversidad); elementos del curriculum.

Estilo de enseñanza del profesor o “forma peculiar” que tiene cada

profesor de elaborar el programa, aplicar el método, organizar la clase y

relacionarse con los alumnos

3.3.3. Evaluación del ámbito social y personal

En este ámbito se evaluarán aspectos relativos al desarrollo personal y a las

relaciones sociales, (Ana B. Domínguez, 2004).

Conciencia emocional: emociones y pensamientos propios y de los

otros; expresión de emociones y sentimientos; conocimiento de las

propias dificultades; aceptación de ayudas.

Regulación de la conducta: comportamientos impulsivos o reflexivos.

Autoestima: conductas de aceptación, rechazo, frustración…; conductas

de evitación, disimula, esconde, rehúye las ayudas técnicas.

Autoconcepto: búsqueda o evitación de relación con otros

discapacitados auditivos; descripción de sus propias dificultades.

Habilidad para establecer relaciones sociales: con quién se relaciona

(sólo sordos, oyentes, adultos, dentro del entorno escolar o fuera…);

situaciones en las que se relaciona; estrategias de relación…

Participación en grupo: conducta ante diferentes agrupaciones

(participación, aislamiento o conflicto).

Aceptación e interiorización de normas y valores.

Autonomía personal y de trabajo .

Resolución de conflictos: identificación del conflicto; actitud pasiva o

activa que adopta; actuación que realiza para intentar resolverlo.

Adaptación a situaciones nuevas.

67

4. Estrategias de inclusión desde la Gestión Institucional, de niños y

jóvenes con discapacidad auditiva a Instituciones de educación común

A partir del desarrollo temático realizado vale preguntarse respecto de cuáles

son las características que debe tener una determinada institución para

responder adecuadamente al reto educativo que plantean los niños y jóvenes

con discapacidad auditiva.

Como ya se ha señalado en los temas anteriores, un denominador común de

todos las instituciones con una orientación inclusiva es que dedican gran

atención y esfuerzo a la tarea de revisar críticamente su cultura escolar, sus

planes de acción y sus prácticas cotidianas buscando aquellas “barreras” que,

por las razones que sea, limitan las posibilidades que algunos alumnos

experimentan para poder aprender y participar en igualdad de condiciones que

sus compañeros, (Alonso y Echeita, 2006; Domínguez y Alonso, 2006).

En apartados anteriores se han revisado algunas estrategias y ayudas que el

profesor pueda (y deber ser capaz de) movilizar para eliminar o minimizar las

barreras que pueden surgir en las prácticas de las aulas; pero además, se

deben considerar otras dimensiones o planos en los que toda institución

educativa se configura: la cultura escolar y las políticas escolares.

Por ello, en este apartado se analizan una serie de indicadores que

caracterizan los programas educativos propuestos por Powers (2002) y Powers

et al., (1996) que buscan la inclusión de los alumnos sordos; y que deben

unirse a los cambios estructurales que deberían producirse en las instituciones

educativas para promover la inclusión.

Estos indicadores, redes de colaboración apoyo y ayuda; planteamientos

metodológicos y organizativos flexibles; formación de los profesores e

implicancia de la familia; pueden ser aplicados a cualquier contexto educativo y

no están vinculados a ninguna modalidad comunicativa, pero reconocen la

diversidad lingüística y cultural de las personas con discapacidad auditiva.

4.1. Organización y gestión de sistemas y recursos de apoyo a nivel de

Establecimientos Educativos

Un evidente denominador común de todos las instituciones con una orientación

inclusiva y que, por ello, aspiran a ofrecer una mejor educación a todos sus

68

alumnos, es que dedican gran atención y esfuerzo a la tarea de revisar

críticamente su cultura escolar, sus planes de acción y sus prácticas cotidianas

buscando aquellas barreras que, por las razones que sea, limitan las

posibilidades que algunos alumnos experimentan para poder aprender y

participar en igualdad de condiciones que sus compañeros, (Alonso y Echeita,

2006; Domínguez y Alonso, 2006).

En este sentido es muy útil contar con trabajos que tienen como objetivo

ayudar a las comunidades escolares en esta tarea de indagación y análisis

crítico de su realidad, como es el caso del Index for Inclusión (Booth y Ainscow,

2002) o de Inclusiva (Duk y Narvate, 2007). Una adaptación del Index acotada

a la realidad de los establecimientos que prioritariamente escolarizan alumnos

con discapacidad auditiva puede verse en el trabajo de Alonso y Echeita

(2006).

Como se mencionó más arriba, los indicadores pueden ser aplicados a

cualquier contexto educativo y no están vinculados a ninguna modalidad comu-

nicativa, pero reconocen la diversidad lingüística y cultural de las personas con

discapacidad auditiva (Domínguez, 2009).

En el presente trabajo se señalan algunas de las decisiones que una institución

educativa puede tomar a nivel de Proyecto Educativo (PE) y en los Proyectos

Curriculares (PCI) para facilitar el aprendizaje y la participación de los niños y

jóvenes con discapacidad auditiva. De forma más concreta, en la organización

de los elementos personales y materiales, espacios y tiempos habría que

establecer unos principios organizativos comunes, buscando un modelo que

permita rentabilizar al máximo los recursos disponibles.

Establecer redes de colaboración, apoyo y ayuda

Las tareas propias de una educación inclusiva pueden, por su naturaleza,

desbordar a cualquier profesor que se encuentre solo, e incluso pueden dar

lugar a reacciones contrarias, de rechazo al cambio y de persistencia en los

parámetros y prácticas habituales y seguras.

Sin embargo, estas mismas tareas y cuestiones abordadas en compañía, con

el apoyo de otros profesores, pueden mejorar notablemente, (Parrilla, 2004). El

respaldo y la capacidad que genera la cooperación y el apoyo cumple una

función básica, la de aportar seguridad emocional y bienestar a los docentes,

ya que les ayuda a crear sentimientos de pertenencia, de identificación y, muy

69

importante, de competencia o de capacidad para resolver problemas. Por lo

que, un indicador de inclusión en las instituciones escolares es el

establecimiento de amplias y sólidas redes de colaboración, apoyo y ayuda a

múltiples niveles y abiertas a la participación de todos (profesores, alumnos,

familias y comunidad).

Para que el proceso de una colaboración entre profesores sea factible, Echeita

(2006) recuerda que es necesario disociar con toda claridad la ayuda de la

evaluación y la colaboración del control; así como que las relaciones de ayuda

sean recíprocas y no sólo vayan en una dirección, esto es, con relación a la

ayuda tan importante es prestarla como recibirla.

A este respecto, resulta de gran utilidad la experiencia de los grupos de apoyo

entre profesores, (Gallego, 2002; Parrilla, 2004). Se trata de una modalidad de

apoyo interno a la escuela gestionada y articulada desde su interior, donde un

grupo de profesores participan en el análisis y búsqueda de soluciones a los

problemas que otros profesores, individual y voluntariamente, les plantean.

Otra forma de colaboración entre los profesores es la docencia compartida, un

tipo de organización en la que dos docentes trabajan conjuntamente con el

mismo grupo escolar. Habitualmente se habla del profesor de aula

(responsable de la materia) y el profesor de apoyo. Sin embargo, en el caso de

instituciones educativas que escolarizan a niños y jóvenes con discapacidad

auditiva, existen experiencias bilingües de educación combinada en las que se

ha desarrollado otro esquema, en el que “dos tutores” trabajan juntos en un

aula para atender las necesidades de comunicación que pueden presentar los

alumnos.

Aunque las relaciones colaborativas entre profesores son fundamentales, no

son suficientes y deben establecerse también relaciones entre éstos y los

alumnos; entre los alumnos entre sí; y, de unos y otros con las familias y con la

comunidad en la que se insertan, (Echeita, 2006).

La colaboración entre los alumnos, como se mencionó en el párrafo anterior, es

un recurso de primer orden para facilitar el aprendizaje, el desarrollo de

habilidades y conductas sociales y el mantenimiento de un clima de respeto y

valoración de las diferencias. Para conseguir que los alumnos aprendan en

grupo, no basta con agrupar a los alumnos, ni trabajar en grupo es sinónimo de

cooperar. En el trabajo cooperativo, a diferencia el simple trabajo de grupo, no

70

es posible que un alumno aprenda, o saque una buena nota, si el equipo en su

conjunto no aprende o comparte también la misma calificación. El alumno

depende del equipo y éste del alumno, (Duran y Miquel, 2004). En este sentido,

son muy útiles los métodos de aprendizaje cooperativo , (Monereo y Duran,

2002; Pujolas, 2008), estos métodos no sólo reconocen las diferencias

existentes entre el alumnado, sino que parten de ellas y las utilizan, la

diversidad se ve como un recurso pedagógico más que como un problema.

Una forma de ilustrar estos métodos es la tutoría entre iguales, donde un

alumno (alumno tutor) aprende enseñando a un compañero (alumno

autorizado), que aprende a su vez gracias a la ayuda personalizada y

permanente que recibe. Las parejas de alumnos pueden constituirse entre

compañeros del mismo curso o bien entre alumnos de diferentes edades.

Planteamientos metodológicos y organizativos flexibles

Para que esas redes de colaboración y apoyo puedan desarrollarse en una

institución educativa es necesario superar el planteamiento organizativo

habitual de un profesor, un grupo, con horarios estandarizados, la

preponderancia del libro de texto, las estructuras de interdependencia

individualistas o competitivas entre alumnos, las estructuras de enseñanza

centradas en las áreas, etc., para pasar a una dimensión más amplia en la que

el trabajo en colaboración sea fundamental y se desarrollen un conjunto de

principios pedagógicos tales como:

Priorizar los principios del aprendizaje (actividad, investigación,

individualización, motivación, autonomía…).

Potenciar que los niños sean protagonistas de su propio aprendizaje.

Promover el desarrollo de las distintas competencias como son la

lingüística, matemática, conocimiento e interacción con el mundo físico,

cultural y artístico y de un modo especial las competencias de

autonomía y aprender a aprender.

Diseñar situaciones de actividad que den respuesta a la diversidad y

poder trabajar en la zona de desarrollo próximo de cada niño, creando

los apoyos (materiales o personales) necesarios para que cada niño

vaya desarrollando aprendizajes para los que se encuentra capacitado.

71

Crear ambientes que permitan el desarrollo de las necesidades básicas

que todos los niños tienen: afecto y socialización; seguridad psíquica,

física y biológica; autonomía física, cognitiva y emocional; actividad

física y mental; y necesidad de organizar de forma estable y coherente la

propia personalidad.

Posibilidad de que los profesores estén en el lugar planificado o donde

haya alumnos que presenten más dificultades.

Organizar niveles de trabajo heterogéneos y cooperativos, que fomenten

en los alumnos las ganas de hacer cosas juntos, de aprender juntos

cada uno en el máximo de sus posibilidades.

Que permita la participación de niños y jóvenes con discapacidad

auditiva y oyentes con distintos nive les y distintas necesidades, a los

que se les pueda dar respuesta desde un Plan de Atención a la

Diversidad que contemple más medidas cotidianas, reservando las

específicas para aquellos casos en los que realmente sea

imprescindible.

Que permitan trabajar con distintas lenguas (lengua de señas y lengua

oral y escrita) en distintas zonas de trabajo y con todos los niños sean

con discapacidad auditiva y/o oyentes.

Superar el concepto de aula, creando espacios dentro y fuera de la

misma que se definen por la diversidad de tareas que se pueden realizar

en ellos.

Emplear todo tipo de materiales de consulta, siendo el libro de texto un

medio más de información.

Abrir la escuela al entorno procurando que todo lo que el medio social y

cultural nos ofrece sea objeto de aprendizaje.

Formación de los profesores

La formación de profesores constituye otro de los indicadores fundamentales

para la construcción de escuelas inclusivas. El profesor de una institución que

educará a niños y jóvenes con discapacidad auditiva, tiene que plantearse su

formación en diferentes aspectos relacionados con la sordera,

fundamentalmente en aquellos que afectan a su práctica educativa.

Es importante, para planificar la respuesta educativa, conocer qué

implicaciones puede tener la pérdida auditiva en el desarrollo del niño, de qué

72

forma se favorece su participación y aprendizaje, qué tipo de estrategias se

pueden emplear para eliminar las barreras de comunicación, qué aspectos

concretos se deben trabajar para el desarrollo de la lengua, qué tipo de códigos

se pueden emplear, etc.

4.2. Estrategias para favorecer el sentido de pertenencia, la autonomía y

participación de niños y jóvenes con discapacidad auditiva en la

comunidad escolar

Cuando los niños y jóvenes se enfrentan al aprendizaje sin algunas destrezas

sociales y emocionales clave, no están en una situación favorable para

aprender y pueden tener dificultades en la escuela y presentar problemas

conductuales, emocionales y académicos durante toda su vida.

El desarrollo de ciertas habilidades sociales como la capacidad de cooperar, de

trabajar en grupo, de negociar en los conflictos etc., son de gran importancia en

las relaciones sociales para, por ejemplo, mantener relaciones de amistad o de

cara a la futura inserción laboral en la vida adulta.

Además, una buena autoestima, un adecuado autoconocimiento emocional

junto a la capacidad para enfrentarse a situaciones de estrés son promotoras

de bienestar personal y de gran importancia para prevenir posibles problemas

en el ámbito de la salud mental.

La escuela puede intentar ayudar a los alumnos a desarrollar habilidades que

le permitan un mayor éxito e inclusión social y prevenir daños emocionales que

puedan dar lugar a problemas de salud mental. En este sentido la escuela

juega un importante papel preventivo proporcionando a los alumnos elementos

protectores que palien el impacto de los elementos de riesgo con los que los

niños y jóvenes con discapacidad auditiva conviven y potenciando el desarrollo

de lo que actualmente se conoce como capacidad de afrontamiento o

capacidad para manejar situaciones y factores estresantes, (Valmaseda, 2009).

Algunas de ellas son:

Promover actitudes positivas hacia la diversidad, en este caso concreto, hacia

la sordera.

Como ya se ha señalado, las personas con discapacidad auditiva tienen una

doble y compleja pertenencia o vinculación: por una parte, con el colectivo de

73

personas sordas y, por otra, con la sociedad mayoritariamente oyente. Por ello,

la escuela (y los servicios sociales posteriores), debe ofrecerles oportunidades

para desarrollar habilidades y competencias que les permitan crecer como

personas seguras, capaces de relacionarse y de actuar de forma lo más

autónoma y satisfactoria posible en ambos contextos sociales.

En esta línea, resulta imprescindible que los distintos profesionales, sea cual

sea su ámbito de actuación con el colectivo de personas sordas, conozca los

distintos enfoques existentes y que reflexionen, también, acerca de qué modelo

o modelos de persona sorda subyacen a cada uno de ellos.

Crear un entorno social y afectivo que favorezca el desarrollo armónico y

ofrezca oportunidades para la interacción tanto con iguales como con adultos.

En el trabajo de Valmaseda (2009) se puede analizar de qué manera la escuela

puede promover mayor competencia social, mayor bienestar emocional y

personal en los niños y jóvenes con discapacidad auditiva. Algunas de sus

propuestas son:

Ofrecer a los alumnos una imagen “en positivo”.

Proporcionar oportunidades para la interacción con iguales y adultos

oyentes y sordos.

Potenciar la creación de auténticas amistades infantiles.

Potenciar el lenguaje. Sin lenguaje compartido no es posible la

construcción del conocimiento y, por tanto, tampoco del conocimiento

social y emocional. Pero, además, es importante poner en marcha

algunos usos un tanto específicos del lenguaje dirigidos a: nombrar las

emociones, expresar los sentimientos propios y los de los demás,

negociar conflictos, regular la propia conducta, etc.

Proporcionar un sentimiento de pertenencia a su grupo escolar y a su

escuela.

Poner en marcha estrategias metodológicas que favorezcan la

cooperación, la autonomía y la asunción de responsabilidades.

Uso de la lengua de señas como herramienta de interacción comunicativa y

como lengua de enseñanza.

74

La lengua de señas es un instrumento para interactuar, comunicar, pensar y

aprender accesible para los niños y jóvenes con discapacidad auditiva desde

edades muy tempranas.

En los programas educativos se deberían de establecer, (como se refleja en

varios documentos internacionales, la Declaración de Salamanca, UNESCO,

1994, mencionada anteriormente, las Normas Uniformes sobre Igualdad de

Oportunidades para las Personas con Discapacidad, UNESCO, 1994, o la

Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,

ONU,2006), los objetivos en los que se reconozca la importancia de la lengua

de señas en igualdad de condiciones con la lengua oral y se fijen los principios

para llevarlo a la práctica. Del mismo modo, se debe decidir en qué áreas

curriculares la lengua de enseñanza sea la lengua señas, con el fin de asegurar

que los contenidos de las mismas sean asimilados significativamente y

compartidos por todos. Para propiciar la adquisición y la enseñanza de la

lengua de señas es preciso que las instituciones educativas cuenten o

incorporen los elementos materiales necesarios para los diferentes abordajes.

Acceso a la cultura de la comunidad Sorda

Los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, deberán tener acceso a la

cultura Sorda dentro del establecimiento educativo, por razones de identidad y

de auto-estima. Y, de igual modo, los alumnos oyentes del establecimiento

educativo deberán de conocer y valorar esta cultura. Para ello, en los

programas educativos se debería:

Incluir contenidos relativos a la historia de la comunidad Sorda, historia

de las personas sordas y su lengua.

Incluir contenidos orientados a que el alumno interiorice las normas y

valores que le son propias en su cultura.

Definir objetivos que expresen la capacidad de los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva para conocer, respetar y valorar las realidades

culturales (la sorda y la oyente).

Reflejar la identidad cultural y las aspiraciones de la comunidad sorda,

introduciendo a los alumnos en las características más relevantes del

contexto social y cultural de este colectivo, con el fin de favorecer su

calidad de vida y especialmente su autodeterminación.

75

4.3. Propuestas para la formación e información permanente a las familias

La acción educativa va más allá de la intervención en la escuela. Es la familia

quien inicia el proceso educativo, quien impulsa el desarrollo y quien tomará las

decisiones necesarias: sistema de comunicación, tipo de ayuda técnica, de

intervención precoz, tipo de escolarización, tipo de escuela, (Echeita, 2006). En

todas estas decisiones los padres pueden o no haber dispuesto de algún tipo

de asesoramiento. Cuando el niño inicia la escolarización se debe de

establecer una buena comunicación escuela-familia que permita orientar a los

padres para colaborar y apoyar el progreso educativo de su hijo. Para que esta

colaboración sea efectiva es necesario desarrollar propuestas para la

formación e información permanente a las familias, acerca de las necesidades

educativas de sus hijos. Ejemplos de estas propuestas son algunos de las

guías para padres elaborados en España por la CNSE (2001, 2005) (Fundación

CNSE para la Supresión de las Barreras de Comunicación:

www.fundacioncnse.org), (última consulta, 23/11/2013) u otras similares

(Phonak, 2004).

Algunas de las orientaciones y pautas de actuación que pueden ayudar a dar

respuesta a las principales necesidades de las familias con hijos sordos (CDC,

1995):

Información y apoyo emocional

Algunos padres oyentes no cuentan con informaciones claras y directas acerca

de lo que supone la sordera ni sobre cómo actuar ante ella; otros llegan a la

escuela con un bagaje importante de conocimientos, pero necesitan ayuda

para poder asimilarla, reflexionar sobre ella, discutir algunos aspectos y

compartir e intercambiar opiniones. La información a los padres puede incluir,

entre otros, los siguientes aspectos:

Cómo interpretar los datos médicos y audiológicos.

Implicaciones de la pérdida auditiva en el desarrollo socio-afectivo y

comunicativo del niño.

Cuáles son las orientaciones educativas más adecuadas.

Cómo abordar un plan conjunto de actuación entre las familias y los

profesionales.

76

Aprender estrategias de comunicación visual

Ayudar a las familias a saber cómo establecer y mantener el contacto

con sus hijos con discapacidad auditiva a través de diferentes

estrategias visuales: El contacto físico y visual (la llamada de atención),

alternancia de la mirada (atención dividida).

Es relevante señalar que estas estrategias son fundamentales, sea cual sea el

sistema de comunicación que los padres estén aprendiendo.

Conseguir un estilo comunicativo natural y positivo, no directivo, que

ayude al niño con discapacidad auditiva a recibir información, a asumir

un papel más activo en las interacciones y a mejorar su nivel de

competencia lingüística. Para ello es importante que los padres

entiendan y asimilen cuatro ideas clave:

• Lo importante es comunicar (dar prioridad a los contenidos sobre

la forma). Sobre todo en los primeros momentos debe primar la

funcionalidad de la comunicación, el éxito de los intentos

comunicativos más que la perfección en el empleo de la

modalidad comunicativa utilizada. Poco a poco la expresión más

formal de los mensajes mejorará, a la vez que se va asegurando

el objetivo fundamental que es la comprensión mutua.

• Dejarse guiar por los intereses del niño.

• Respetar la alternancia de turnos. Se trata de comunicar con el

niño, no de comunicar al niño; por ello, es fundamental dejar

tiempo a los niños para que se expresen (no ser impacientes y

responder por ellos) y para que asuman un papel activo en la

comunicación.

• Establecer interacciones comunicativas variadas (conversar sobre

cualquier cosa). No limitarse a cosas que estén presentes en ese

momento, sino también de temas del pasado, del futuro… aun

sabiendo que posiblemente el niño no entiende, pero a fuerza de

repetirlo en diversas situaciones podrá asimilar su significado y

entender.

77

Todas estas estrategias apropiadas para mejorar el estilo comunicativo, según

las guías para padres mencionadas, están subordinadas al objetivo primordial

de la comunicación entre padres e hijos: disfrutar de la relación. Por esta razón

no es adecuado que los padres se conviertan en los agentes que enseñan

lenguaje a sus hijos en detrimento de su papel como padres. En la medida en

que los padres mejoran sus estrategias comunicativas y establecen

interacciones ricas y variadas con sus hijos en distintos contextos y situaciones,

estarán potenciando de la manera más eficaz el desarrollo del lenguaje y otros

aspectos del desarrollo global de los niños (CNSE, 2001, 2005, Fundación

CNSE para la Supresión de las Barreras de Comunicación:

www.fundacioncnse.org, (última consulta, 23/11/2013) u otras similares

Phonak, 2004).

Aprender un código de comunicación

Las estrategias descritas anteriormente son una “forma inicial” para establecer

la interacción con los niños y jóvenes con discapacidad auditiva. Es importante

tenerlas siempre en cuenta, pero la comunicación requiere un código y un

código compartido por los interlocutores. No es fácil tomar una decisión ni para

los profesionales ni para los padres oyentes sobre el código a utilizar con su

hijo con discapacidad auditiva. Por ello, es importante preguntarse por una

serie de aspectos que pueden ayudar en la elección: (FIAPAS, 2007. Dossier

divulgativo para familias con hijos/as con discapacidad auditiva. Información

Básica. Madrid: FIAPAS)

• ¿Con qué familias se cuenta? ¿Qué disposición y qué posibilidades tiene

la familia? ¿Qué tipo de respuesta es la más adecuada para cada

familia?

• ¿En qué establecimiento está escolarizado o puede llegar a estarlo el

niño y joven con discapacidad auditiva?

• ¿Con qué recursos materiales, personales y organizativos se cuenta?

78

5. Conclusiones

La inclusión de niños y jóvenes con discapacidad auditiva a todos los niveles

del Sistema de Educación Común debe ser una realidad. Para que esta

realidad se dé, tal como se describió en el desarrollo del presente estudio, debe

ser bajo ciertos argumentos reales de inclusión y bajo ciertas condiciones, en

las cuales la Escuela Común hoy, no está preparada para afrontarlas.

El objetivo de este trabajo es caracterizar prácticas y estrategias de

intervención inclusiva a nivel de la gestión de las instituciones educativas, para

llevar a cabo procesos de toma de decisiones, dirigidas a diseñar y organizar la

respuesta educativa de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva, dentro

de los diferentes niveles del sistema común de educación diseñando

propuestas que permitan desarrollar competencias en los profesionales que se

desenvuelven en estos ámbitos educativos, que les permitan conocer la

diversidad lingüística y cultural, que caracteriza a los niños y jóvenes con

discapacidad auditiva, para encontrar soluciones adaptadas a las

características de estos alumnos y permitir su desarrollo lingüístico, social,

emocional y académico. Para ello, se debe identificar posibles barreras que

dificulten el aprendizaje y la participación con currículas flexibles que

favorezcan la inclusión de los alumnos sordos dentro de los diferentes niveles

del sistema educativo, valorando sus competencias en el ámbito comunicativo-

lingüístico, en el cognitivo y de aprendizaje, y en el social y personal.

A partir de lo analizado, los indicadores o requerimientos que desde la gestión

de una institución se deben contemplar para ser inclusiva de alumnos con

discapacidad auditiva y así poder ayudar en la práctica a construir alternativas

en la educación de estos alumnos son:

-Promover actitudes positivas hacia la diversidad, en este caso concreto, hacia

la discapacidad auditiva.

-Desarrollar sistemas de comunicación compartidos y efectivos para establecer

interacciones con su entorno social y para acceder a los contenidos

curriculares.

-Usar la lengua oral como herramienta de interacción comunicativa y como

lengua de enseñanza: incorporando un área curricular con la lengua de señas,

con aprendizajes de la lengua oral y escrita de un entorno oyente y con

aprovechamiento de los recursos tecnológicos.

79

-Acceso al curriculum ordinario con las adecuaciones o adaptaciones que sean

precisas.

-Crear un entorno social y afectivo que favorezca el desarrollo armónico y

ofrezca oportunidades para la interacción tanto con iguales como con adultos:

ofreciendo a los alumnos una imagen en positivo, proporcionando

oportunidades para la interacción con iguales y adultos oyentes y sordos.

Proporcionando un sentimiento de pertenencia y poniendo en marcha

estrategias metodológicas que favorezcan la cooperación, la autonomía y la

asunción de responsabilidades.

-Acceso a la cultura de la Comunidad Sorda.

…“Las acciones se constituyen en un motor para potenciar relaciones, para

estrechar o para distanciar, para promover o para conquistar y callar; y la

posición que se tome con respecto a la diferencia se transforma en barrera o

puente.

La escuela, entonces, puede ser repetidora de un modelo hegemónico o

liberadora. La función principal de la escuela es formar estudiantes que sean

capaces de transformar la sociedad en la que viven. En el actual contexto

educativo, partiendo de las leyes de Educación, tanto nacional como provincial,

los lineamientos educativos que avalan una política de inclusión vinculados a

pensar una educación integral, y que sostiene la autonomía de los sujetos,

otorgan un marco para continuar e imaginar experiencias en las que se

conjugue la educación en general para ser parte de un sistema único. Mas allá

de palabras y señas, para sordos y oyentes, este es un tiempo de pensar y

pensarse no como un sujeto individual, sino como participe real de una

comunidad y de una sociedad que debe transformarse para alojar a todos y

todas” Ana María Moyano (2011).

80

6. Bibliografía Citada

DOMINGUEZ, A.B. (2004). La educación de los alumnos sordos hoy:

Perspectivas y respuestas educativas.

LA EDUCACIÓN INCLUSIVA: El camino hacia el futuro - organización de las

naciones unidas para la educación, la ciencia y la cultura conferencia

internacional de educación Cuadragésima octava reunión.

EDUCACIÓN ESPECIAL, UNA MODALIDAD DEL SISTEMA EDUCATIVO EN

ARGENTINA: ORIENTACIONES I coordinado por Daniel López. - 1a ed. -

Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación, 2009. 64 p.; 28x20 cm.

ISBN 978-950-00-0728-3 1. Educación Especial. I. López, Daniel, coord. CDD

371.9

JASON BEECH (Universidad de San Andrés) MARINA LARRONDO

(Universidad de San Andrés) Taller Regional Preparatorio sobre Educación

Inclusiva América Latina, Regiones Andina y Cono Sur Buenos Aires,

Argentina, 12 – 14 de septiembre 2007 - La Inclusión Educativa en la Argentina

de hoy. Definiciones, Logros y Desafíos a Futuro.

DYSON, A. and MILLWARD A. (2000) Schools and Special needs: Issues of

innovation and inclusion. London: Paul Chapman.

DYSON, A. Inclusive Education (2001).

BRAHM NORWICH – British Journal of Special Education (2008).

ECHEÍTA, G. y MINGUILLÓN, C.: Las necesidades educativas especiales del

niño con deficiencia auditiva, Madrid, Centro de Desarrollo Curricular, 1995.

CORKER, M. (1994). Integration and deaf people: The policy and power of

enabling environments. Stinson, M.S. y Lang, H.L. (1994). Full inclusion: A

path for integration or isolation? American Annals of the Deaf, 139, 156-159.

DUK H CYNTHIA, LOREN G CECILIA. (2010) Universidad Central de Chile-

Flexibilización del Currículum para Atender la Diversidad.

DECLARACION DE SALAMANCA y MARCO DE ACCION PARA LAS

NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Aprobada por la conferencia

mundial sobre necesidades educativas especiales: acceso y calidad

salamanca, España, 7-10 de junio de 1994.

DUK CYNTHIA – MURILLO JAVIER. Marzo 2009 / Número 1 / Volumen

3 La Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva.

81

DOMÍNGUEZ, A.B. y ALONSO, P. (2004) La educación de los alumnos sordos

hoy. Perspectivas y respuestas educativas. Málaga: Aljibe.

MINGUET (Coord.) (2001). Rasgos Sociológicos y culturales de las personas

Sordas. Valencia: FESORD-C.V.

MORENO, A. (2000). La Comunidad Sorda: Aspectos Psicológicos y

Sociológicos. Madrid: CNSE.

SAUSSURRE FERDINAND (1916) Curso de Lingüística General.

VYGOTSKI, LEV SEMIONOVICH (1934) Pensamiento y Lenguaje.

JEAN PIAGET (1926) El Lenguaje y el Pensamiento del niño.

ALONSO PILAR, RODRÍGUEZ PILAR Y ECHEITA GERARDO (2009) - El

Proceso de un Centro Específico de sordos hacia una Educación más

Inclusiva. Colegio Gaudem Madrid.

AINSCOW, MEL y TONY STAND (2000) – El Índice de Inclusión.

POWERS, S. (1996). Inclusion is an attitude not a place: Part I. Journal of the

British Association of the Teachers of the deaf, 20 (2), 35-41.

POWERS, S. (2002). From Concepts to Practice in Deaf Education: A United

Kingdom Perspective on Inclusion. Journal of Deaf Studies and Deaf Education,

7(3), 230-243.

ANTIA, S., STINSON, M.S. Y GONDER, M. (2002). Developing Membership

in the Education of Deaf and Hardof- Hearing Students in Inclusive Settings.

Journal of Deaf Studies and Deaf Education, 7(3), 214- 229.

GIORCELLI, L.R. (2004). Making inclusion work. En D. Power y G. Leigh

(Eds.). Educating deaf students. Washington, DC: Gallaudet University Press.

Alonso, P. y Echeita, G. (2006). Barreras para el aprendizaje y la participación

de los alumnos sordos.

CREENA (2005). Alumnado con grave discapacidad auditiva en Educación

Infantil y Primaria. Orientaciones para la respuesta educativa. Pamplona:

Fondo de publicaciones del Gobierno de Navarra.

(http://dpto.educacion.navarra.es/publicaciones/ pdf/creenasordos.pdf).

VALMASEDA BALANZATEGUI MARIAN- (2009) La Alfabetización Emocional

de los Alumnos sordos.- Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva.

GÓMEZ, NIEVES ALEMÁN, ARDANAZ AICUA, JULIANA, MURUZÁBAL

ECHEVERRIA, DOLORES POYO JIMENO, DOLORES (2009) Alumnado con

grave discapacidad auditiva en Educación Infantil y Primaria. Orientaciones

82

para la respuesta educativa. Centro de Recursos de Educación Especial de

Navarra (CREENA) Documento del Equipo de Audición y Lenguaje.

VELASCO CARMELA E PÉREZ ISABEL (2009) Sistemas y recursos de

apoyo a la comunicación y al lenguaje de los alumnos sordos. Revista

Latinoamericana de Educación Inclusiva.

CAWTHORN, S. (2001). Teaching strategies in inclusive classrooms with deaf

students. Journal of Deaf Studies and Deaf Education, 6, 212-225.

MARSCHARK, M., YOUNG, A. Y LUKOMSKI, J. (2002). Perspectives on

inclusion. Journal of Deaf Studies and Deaf Education, 7, 187-188.

STINTON, M.S. Y ANTIA, S.D. (1999). Considerations in educating deaf and

hard-of-hearing students in inclusive settings. Journal of Deaf Studies and Deaf

Education, 4(3), 163-175.

FOSTER, S., MUDGETT-DECARO, P., BAGGA-GUPTA, S., DE LEUW, L.,

DOMFORS, A., EMERTON, G., LAMPROPOULOU.

AINSCOW, M. (2008). Understanding the development of inclusive schools.

London: Falmer Press (2ª ed).

ECHEITA, G. (2006). Educación para la inclusión o Educación sin exclusiones.

Madrid: Nancea.

ANA BELÉN DOMÍNGUEZ. 39-41. a. Educación para la inclusión de alumnos

sordos 2009 - Vol. 3 Num. 1. Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva

Marzo 2009/ Número 1 / Volumen 3

BOOTH, Y AINSCOW 2000 - Barreras para el aprendizaje y la participación.-

ALEGRÍA JESÚS Y DOMÍNGUEZ ANA BELÉN - Los alumnos sordos y la

lengua escrita. Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva (2009).

C.N.S.E. (2007). Propuestas curriculares orientativas de la lengua de signos

española para las etapas educativas de Infantil, Primaria y Secundaria

Obligatoria. Madrid: C.N.S.E.

DUK, C. Y NARVATE, L. (2007). Evaluar la calidad de la respuesta de la

escuela a la diversidad de necesidades educativas de los estudiantes. Proyecto

Fondef D04I1313. Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, 1(1), 97-

118.

PARRILLA, A. (2004). Grupos de apoyo entre docentes. Cuadernos de

Pedagogía, 331, 66-69.

GALLEGO, C. (2002). El apoyo entre profesores como actividad educativa

inclusiva. Revista de Educación, 327, 83-105.

83

DURAN, D. Y MIQUEL, E. (2004). Cooperar para enseñar y aprender.

Cuadernos de Pedagogía, 331, 73-76.

MONEREO, C. Y DURAN, D. (2002). Entramados. Métodos de aprendizaje

cooperativo y colaborativo. Barcelona: Edebé.

PUJOLAS, P. (2008). 10 ideas básicas sobre el aprendizaje cooperativo.

Barcelona: Graó.

CDC- MEC. (1995): Asesoramiento a familias de niños y niñas sordos. Madrid.

ANA MARÍA MOYANO (2011) – Una escuela para todos. Hacer públicas

buenas prácticas de educación inclusiva. Ministerio de Educación – Presidencia

de la Nación.

7. Bibliografía Consultada

AA.VV. (2007). Sordo ¡y qué! Vida de personas sordas que han alcanzado el

éxito. Madrid: LoQueNoExiste.

ACOSTA, V. (Dir.) (2006). La sordera desde la diversidad cultural y lingüística.

Construyendo centros inclusivos en la educación del alumnado con sordera.

Barcelona: Masson.

ALEGRIA, J. (1999). Condiciones de adquisición de la lectura en el niño sordo.

Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología, 19 (3), 126-140.

ALONSO, P. y VALMASEDA, M. (1993). Los sistemas alternativos de

comunicación sin ayuda. En M. Sotillo (Ed.), Sistemas Alternativos de

Comunicación. Madrid: Trotta.

APANSCE (1998). Experiencias bilingües en la educación del niño sordo.

Barcelona: Ediciones Mayo.

APORTES PARA LA ALFABETIZACIÓN EN EDUCACIÓN ESPECIAL.

Alumn@s cieg@s y disminuid@s visuales. Alumnos sord@s e hipoacúsic@s

BELLES, R. (Comp.) (1995). Modelos de atención educativa a niños sordos

(tema monográfico). Infancia y Aprendizaje, 69-70, 5-100.

BLANCO ROSA - Inclusión: el derecho de todos a una educación de calidad.

CARRILLO. M. y DOMINGUEZ, A.B. (Coord.) (2010). Líneas actuales en el

estudio de la lengua escrita y sus dificultades: dislexia y sordera. Libro de

lecturas en honor de Jesús Alegría. Málaga: Aljibe.

C.I.C.G. Centro Internacional de Conferencias de Ginebra 25 a 28 de

noviembre de 2008

84

CLAUSTRE, M., GOMAR, C., PALMÉS, C. y SADURNÍ, N. (2010). Alumnado

con pérdida auditiva. Barcelona: Graó.

CLEMENTE, M y DOMINGUEZ, A.B. (1999). La enseñanza de la lectura:

Enfoque psicolingüístico y sociocultural. Madrid: Pirámide.

CNSE (2001). Lola y su familia. Guía para padres y madres de niños sordos.

Madrid: CNSE.

CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS CON

DISCAPACIDAD culture/index_en.html –

DESARROLLO DE INDICADORES SOBRE EDUCACIÓN INCLUSIVA EN

EUROPA- Agencia Europea para el Desarrollo de la Educación del Alumnado

con Necesidades Educativas Especiales- Este documento ha sido producido

con el apoyo de la DG de Educación y Cultura de la Comisión Europea:

http://ec.europa.eu/dgs/education_ (Última consulta 25/11/2013)

DOMINGO J. y PEÑAFIEL, F. (Coords). (1998). Desarrollo curricular y

organizativo en la escolarización del niño sordo. Málaga: Aljibe.

DOMINGUEZ, A.B. y VELASCO, C. (Coord.) (1999). Lenguaje escrito y

sordera. Enfoques teóricos y derivaciones prácticas. Salamanca: Publicaciones

de la Universidad Pontifica de Salamanca.

DOMÍNGUEZ, A.B., ALONSO, P., RODRÍGUEZ, P. (2007). Evaluación y

enseñanza de Conocimiento fonológico a alumnos sordos. En J.N. García

Sánchez (coord.). Dificultades del desarrollo. Evaluación e intervención.

Madrid: Pirámide.

EDUCACIÓN E INCLUSIÓN PARA LOS JÓVENES- Gobierno de la República

Argentina - Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología – Programa de las

Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) - Programa: Educación integral

para adolescentes y jóvenes con necesidades educativas especiales. 2005 –

2007

EDUCACIÓN INCLUSIVA. IGUALES EN LA DIVERSIDAD, Módulo 3:

Alumnos vulnerables. Barreras. El Index. Secretaría de estado de educación y

formación profesional dirección general de formación profesional ministerio de

educación instituto de tecnologías educativas

EDUCACIÓN INTEGRAL DE ADOLESCENTES Y JÓVENES -Gobierno de la

República Argentina - Ministerio de Educación Programa de las Naciones

Unidas para el Desarrollo 2005 – 2008 Proyecto de Educación Integral para

adolescentes y jóvenes con necesidades educativas especiales

85

FEVAS, Federación Vasca de asociaciones en favor de las personas con

discapacidad intelectual guía de materiales para la inclusión educativa:

discapacidad intelectual y del desarrollo, educación infantil.

FEVAS, Federación Vasca de asociaciones en favor de las personas con

discapacidad intelectual guía de materiales para la inclusión educativa:

discapacidad intelectual y del desarrollo, educación primaria

FEVAS, Federación Vasca de asociaciones en favor de las personas con

discapacidad intelectual guía de materiales para la inclusión educativa:

discapacidad intelectual y del desarrollo, educación secundaria.

FIAPAS (2004) (Coord.). Manual básico de formación especializada sobre

discapacidad auditiva. Madrid: Fiapas.

FIAPAS (2007). Dossier divulgativo para familias con hijos/as con discapacidad

auditiva. Información Básica. Madrid: FIAPAS.

FURMANSKY, H.M. (2003). Implantes cocleares en niños. (Re) Habilitación

auditiva y terapia verbal. Barcelona: Nexos Ediciones.

GALCERAN, F. (1998). Bilingüísmo y biculturalismo en la educación del niño

sordo. Concepto, bases que los sustentan y tendencias actuales. Revista de

Logopedia, Foniatría y Audiología, 28 (2), 75-84.

GUTIERREZ, R. (2004). Cómo escriben los alumnos sordos. Málaga: Aljibe.

J.N. García Sánchez (Coord.). Intervención Psicopedagógica en los trastornos

del desarrollo. Madrid: Pirámide.

LING, D. y MOHENO, C. (2006). El maravilloso sonido de la palabra. Programa

auditivo-verbal para niños con pérdida auditiva. México: Trillas y Eduforma.

MANRIQUE, M. y HUARTE, A. (2002). (Eds.). Implantes cocleares. Barcelona:

Masson.

MARCHESI, A. (1987). El desarrollo cognitivo y lingüístico de los niños sordos.

Madrid: Alianza Psicología.

ORIHUELA, T. (2000). Orientaciones Socio pedagógicas para la construcción

de una propuesta institucional de retención e inclusión con calidad Salud

mental y sordera. Zamora: Edintras.

OUELLETTE, S., VAN WEERT, J. Y WELCH, O. (2003). Cross-Cultural

definitions of inclusion for deaf students: a comparative analysis. Deafness and

Education International, 5(1), 1-19. RLEI (2009). Sección monográfica: Educación de estudiantes sordos. Revista

Latinoamericana de Educación Inclusiva, 3 (1).

86

RODRÍGUEZ RAMOS PILAR, ALONSO BAIXERAS PILAR Y ANA BELÉN

DOMÍNGUEZ GUTIÉRREZ - Cómo facilitar el aprendizaje de la lectura de

niños sordos. Importancia de las habilidades fonológicas Universidad de

Salamanca. Facultad de Educación. Salamanca, España. Colegio Gaudem de

Madrid. Universidad Autónoma de Madrid. Madrid, España.

ROSA BLANCO G. Hacia una Escuela Para Todos y con Todos.

SÁNCHEZ POLO NURIA F., GÓMES LÓPEZ LYDIA. Guías dirigidas a padres

para el desarrollo de la Comunicación – FEAPS- Centro de recursos

Astropace- Murcia Sección de Servicios de Internet. Departamento de

Información Pública de las Naciones Unidas © 2006

SILVESTRE, N. (Coord.). (1998). Sordera. Comunicación y aprendizaje.

Barcelona: Masson.

SKLIAR CARLOS, ¿Incluir las Diferencias? Sobre un Problema Mal Planteado

y una Realidad Insoportable. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

(FLACSO)

SKLIAR, C. (1997). La educación de los sordos. Una reconstrucción histórica,

cognitiva y pedagógica. Mendoza: Universidad.

TORRES, S. (Coord.) (2001). Sistemas alternativos de comunicación. Manual

de comunicación aumentativa y alternativa: sistemas y estrategias. Málaga:

Aljibe.

TORRES, S.; URQUIZA, R. y SANTANA, R, (Eds.) (1999). Deficiencia

auditiva. Guía para profesionales y padres. Málaga: Aljibe.

UNA ESCUELA PARA TODOS - Hacer públicas “buenas prácticas en

educación inclusiva” Coordinación de Educación Especial. Ministerio de

Educación.

VALMASEDA, M. (1995). La evaluación y tratamiento en las deficiencias

auditivas. En M.A. Verdugo (Ed.). Personas con discapacidad. Perspectivas

psicopedagógicas y rehabilitadoras. Madrid: Siglo XXI.

VALMASEDA, M. (2003). Desarrollo comunicativo y lingüístico de los niños

sordos.

VERDUGO MIGUEL ANGEL, GONZALEZ GIL FRANCISCA, Ma CALVO

ÁLVAREZ ISABEL, Alumnos con Discapacidad Visual y Auditiva- Instituto

Universitario de Integración en la comunidad. Universidad de Salamanca.

VON TETZCHNER, S. y MARTINSEN, H. (1993). Introducción a la enseñanza

de signos y al uso de ayudas técnicas para la comunicación. Madrid: Visor.