Título:

Las aventuras de Don Ramón.

Dirigido

Eliseo Parreño Castilla.

Producido.

Las madres y padres de 3º de Primaria.

Editado

CEIP José Nogales.

Curso 2011/12

Érase una vez un pueblecito de casitas blancas y árboles verdes, de calles estrechas y amplias aceras. Era un pueblo de interior y a sus vecinos les gustaba saborear el olor a prado, a encinas y alcornoques, a jaras, romero y tomillo.

Los parques y jardines estaban llenos de flores y a los niños y niñas del lugar les encantaba jugar en ellos.

Los vecinos era gente sencilla y amable, les gustaba su pueblo y adoraban tenerlo limpio y ordenado. Todos se conocían, pero uno de ellos destacaba entre los demás. Era el Seños Ramón, un hombre ilustre al que le gustaba inventar cosas de las más inverosímiles, como un paraguas para recoger agua, un libro para dibujar sin lápiz, una goma que hacía todo transparente, un diccionario que contaba historias de las palabras,etc.

Don Ramón era rechoncho y animoso, le destacaba una calva bien pronunciada que hacía reír a los niños y niñas , con los que compartía muchos ratos contándoles historias fantásticas y cuentos de hadas y dragones, que los dejaban fascinados.

Don Ramón había inventado un sombrero que le servía para el frío y para el calor, con aire acondicionado, y unas gafas con las que podía saber si podía fiarse o no, de las personas que tenía enfrente. Iba vestido con unos pantalones a cuadros y una chaqueta larga , que le servía de impermeable en los días de lluvia.

Los vecinos lo veían raro y excéntrico, pero como era una buena persona lo querían y le llamaba amablemente, “Don Ramón, el inventor”.

A Don Ramón le gustaba viajar, llegar hasta el mar y navegar en un barquito de papel. Por ello estaba inventando “alguna cosilla” que le pudiera ayudar a realizar largos viajes sin muchos gastos. Un día inventó, por fin, unos zapatos mágicos.

Los zapatos mágicos le permitían dar enormes zancadas, e incluso salir volando. Se sintió satisfecho de su invento y decidió salir a recorrer el mundo y buscar aventuras. En su equipaje echó algunos de sus inventos: el paraguas, el libro, la goma , el diccionario, su sombrero y las gafas.¡Todo listo! ¡A viajar!

Don Ramón se despidió de sus vecinos y todos le desearon buena suerte.

Se calzó sus zapatos mágicos y dando un fuerte zapatazo salió del pueblo.

Nada más aterrizar en el primer llano que encontró, vio a un niño que iba con su perro y se dirigió a él.

Manoli Castaño

-¡Hola!- le dijo Don Ramón.

-¿ Cómo te llamas?- le preguntó.-Me llamo Nicolás, pero todo el mundo me llama Nico,

y, éste, es mi perro Atila- contestó el niño.- I ¿tú? ¿ cómo te llamas? ¿qué haces en este lugar?

¿ qué son esos zapatos? ¿ y esas cosas? -preguntó Nico.- Tranquilo, tranquilo, un poco más despacio que

todavía estoy un poco aturdido por el viaje – contestó Don Ramón- Vengo de un lugar muy lejano,y, todos estos tiestos, como tú dices, son mis inventos. Por cierto me llamo Don Ramón-le dijo.

Don Ramón le preguntó a Nicolás que qué hacía en un lugar tan maravillo, con ese lago y los valles que le recordaban a su pueblo.

Nicolás le dijo que le gustaba aquel lugar porque a él también le gustaba descubrir cosas, y, por ello todas las tardes, después de hacer los deberes, se iba con perro Atila a buscar lugares que nadie hubiera descubierto.

- En realidad, a mí, me gustaría ser un explorador – dijo Nico- ¿ Por qué estás aquí y no vas a otros lugares a enseñar tus inventos? Sí,algún día- dijo Don Ramón.

Pues yo seré le niño más feliz del mundo cuando descubra lugares que nadie ha conocido- dijo Nico.

Don Ramón se colocó las gafas y pudo comprobar que podía fiarse de él. Así que le dijo, con voz grave – Nico, yo te puedo ayudar.

Ana María Jiménez Asencio

-¿ Me ayudarías a ser explorador? – se entusiasmó Nico- con tus zapatos mágicos podríamos viajar los tres.

- Podríamos pensar un lugar del mundo y visitarlo ¡hay tantos lugares que me gustaría conocer!- dijo Nico.

Don Ramón puso cara de pensar y dijo: ¡Agarra fuerte a Atila! Y en un momento estaban los tres volando.

Después de un largo rato vieron, a lo lejos, una gran muralla.

¡Estamos en China!- dijo Nico asombrado.Me han dicho- dijo Don Ramón – que aquí la gente se

parece mucho unos a otros y les gusta mucho el arroz.¡A mí, también, me gusta mucho el arroz, con pollo y

gambas!- se rió Nico.¡Aterricemos!- indicó Don Ramón.Era un pueblo pequeño y la gente quedó asombrada,

nunca habían visto unos zapatos voladores ni un perro volando. Se acercó un aniña con su perro, que era distinto a Atila.

¡Hola! Me llamo Yisuca y éste es mi perro Atreyu- dijo la niña.

¿ Qué le pasa? ¿ Por qué es chato?- preguntó Nico.Porque es de raza Chou Chou- contestó- y todos tienen

la lengua azul.Se hicieron amigos y decidieron buscar un sitio para

descansar.Había muchos sitios que descubrir.

Julio Ortiz González.

Todos menos Nico se fueron a descansar. Todo le fascinaba. Nunca había salido de su pueblo y se estaba

cumpliendo el sueño que había tenido de pequeño. ¡Tenía tantas preguntas qué hacer!

Dejó a su perro con su amigo Don Ramón y su nueva amiga Yisuca, y, decidió ir a dar una vuelta para conocer aquel pueblo. Empezó a caminar , pero se dio cuenta que todo el mundo estaba descansando y decidió regresar. Las piernas le pesaban, los párpados se le cerraban ¡estaba tan cansado! A lo lejos vio una casita en un parque infantil , se acurrucó y se quedó dormido.

A la mañana siguiente, cuando Don Ramón se despertó, no vio a Nicolas allí y pensó que quizás estuviese con Yisuca, pero él no sabía dónde vivía , y se preocupó. Empezó a caminar por las calles del pueblo con Atila a su lado. El perro también ayudaba olfateando el lugar.De pronto llegaron a un parque y Atila comenzó a ladrar.

Nico salió de la casita del parque.

María Dolores Ramírez Gorgoño.

Don Ramón le preguntó: -Nicolás ¿dónde has estado? Llevo buscándote mucho tiempo y me tenías muy

preocupado. Gracias a Atila, te he encontrado¿ Qué hacías aquí?

- Estaba cansado y me quedé dormido- se disculpó Nicolás.

- Está anocheciendo- dijo Don Ramón- tendremos que pasar la noche aquí.

A l mañana siguiente decidieron pasar unos días en la casita del parque, mientras organizaban otros viajes.

Pensando, pensando… De repente-¡Oh! ¡Ya lo tengo! –dijo Don Ramón- como me gusta

tanto el mar vamos a hacer una tabla de surf. Para ello buscaremos un trozo de cartón.

- ¡Vale! –dijo Nico- haremos una tabla para cada uno y nos iremos a surfear.

- Pues, manos a la obra-dijo Don Ramón.Buscaron unos trozos de cartón , los recortaron y los

pintaron de varios colores.¡Listos! – dijo Don Ramón¡Qué bonitos han quedado!- dijo Nico entusiasmado.Ahora seguiremos nuestro viaje buscando una bonita

playa.

María Dolores Rámirez López

Salieron de la casita del parque y en tres zapatazos llegaron a una playa tan bonita que quedaron alucinados. En esa playa el agua era tan cristalina que se veía el fondo del mar, con sus corales y sus peces payasos y, una tranquilidad …Se quedaron dormidos en la arena.

Al cabo de un buen rato, Nicolás escuchó una voz tan dulce, que lo despertó. Llamó a Don Ramón.

- ¿Don Ramón ha escuchado lo mismo que yo?- Sí, lo he escuchado.De pronto Atila empezó a ladrar dirigiéndose al mar.Don Ramón dijo: -¿por qué ladras? Se acercaron al mar. Cada vez se escuchaba más

fuerte esa voz tan dulce.De pronto del agua salió una sirena con una enorme cola dorada, y, les preguntó qué quiénes eran y qué hacía alli.

Don Ramón explicó a la sirena todas sus aventuras .Yo me llamo Talía- dijo la sirena- vivo en el fondo del

mar.¿ queréis conocerlo? Los dos dijeron que sí. Se montaron en sus tablas de

surf y se adentraron en las aguas. Atila esperaba en la orilla.

Elisa Macías Lorca.

Mientras Atila esperaba en la orilla, a lo lejos se divisó un barco. Era grande y con velas enormes. En una de ellas

había un dibujo de una carabela. Eran piratas. Se acercaron a la orilla porque querían capturar al perro para llevárselo a su capitán, de mascota.

Atila comenzó a ladrar fuerte, hasta que sus dos amigos lo escucharon y decidieron regresar a la orilla. La sirena les ayudó así lo hicieron rápidamente.

Cuando salieron del agua, los piratas se asustaron ,y, preguntaron qué dónde venían. Ellos respondieron que del fondo del mar.

Don Ramón preguntó por el Capitán y ellos contestaron que estaba durmiendo. Don Ramón les pidió que lo llevaran ante él, porque quería hablarle.

Cuando llegó ante l Capitán, Don Ramón le propuso viajar con ellos, para surcar los mares y ver otros mundos. A cambio se comprometía a crear un invento para recoger las velas más rápidamente.

El Capitán dudó unos instantes, levantó su mirada y vio ante él a Nico, su perro y Don Ramón. Dijo que aceptaba . Todos viajarían juntos en el barco pirata. Les dijo que, siguiendo su hoja de ruta, ahora se dirigían a.C. la “Isla Encantada”.

En esta isla todo el mundo encuentra su sitio- dijo el Capitán- allí podrás mostrar tus inventos.

Y así, todos pusieron rumbo hacia la isla.

Juana María Iglesias Crespo

Navegaron durante mucho tiempo, con tempestades, y, a veces, creyendo ir a la deriva. Cuando las velas del barco acabaron destrozadas por el viento, Don Ramón pensó que debía de pensar en otro invento para tener al Capitán contento. Vio que Nico y Atila estaban en cubierta. De pronto una voz gritó: ¡Tierra, tierra! Todos se asomaron y quedaron maravillados ante lo que sus ojos estaban contemplando. A lo lejos se veía cómo una niebla espesa se levantaba en el mar y aparecía tierra. Sin duda era una isla encantada.

Los tres amigos no daban crédito a o que estaban viendo. Desembarcaron.

Al llegar a tierra se dirigieron hacia un resplandor, pero en el camino encontraban obstáculos, como una serpiente enroscada en un árbol, pájaros con unos sonidos muy fuertes… Al frente de la expedición iba el Capitán.

Por fin llegaron hasta el resplandor y todos quedaron maravillados ¡Era un tesoro de rubíes, de perlas y esmeraldas..! Pero el cofre estaba rodeado de serpientes.

Sin duda era una aventura que Don Ramón no olvidaría.

Irene López Lagares

-¿Cómo sacarían las serpientes del tesoro? – pensaban todos.

Los piratas opinaban que podían hacer fuego y asustarlas.

Pero Nico se acordó del cuento “El flautista de Hamelín “ en el cual se eliminaban las ratas con la magia de una flauta.

Don Ramón- dijo Nico- ¿ y si hacemos una flauta, como en Hamelín?.

¡Buena idea!- indicó Don Ramón- no tenemos flauta, pero he visto un cañaveral y podemos fabricarla. Y se pusieron manos a la obra.

Cuando estuvo construida , Don Ramón preguntó a Nico si sabía tocarla. Éste le dijo que sí, que un indio encantador de serpientes le había enseñado.

Así que se dirigieron al tesoro custodiado por las serpientes. Nico comenzó a tocarla flauta, y, por arte de magia, las serpientes levantaron sus cabezas y se dirigieron hacia el lugar donde se escuchaba le melodía.

Entonces el Capitán le sugirió que se alejara río arriba para alejarlas lo máximo posible. Mientras ellos cogían el tesoro y lo transportaban al barco.

Rocío Gómez Juan.

Sin embargo, cuando estuvo transportado todo el tesoro, los piratas decidieron que no lo repartirían con estos nuevos personajes. Así que como eran piratas no tuvieron piedad y dejaron a Don Ramón, Nico y Atila abandonados a su suerte.

Cuando Nico regresó de trasladar alas serpientes, se encontró a su perrito y a Don Ramón, sentados en la orilla.

¿Qué hacemos ahora? – Dijo Nico.Como se acercaba la noche pensaron buscar un lugar

para resguardarse del frío Vieron en el bosque un lugar estupendo. Cogieron

unas buenas hojas de palmera y fabricaron una pequeña cabaña.

Encendamos una buena hoguera- dijo Don Ramón –dormiremos y decidiremos por la mañana cómo salir de esta isla.

Rafael Fernández Pérez

Cuando de pronto, en el silencio de la noche, se empezó a escuchar un ruido extraño. Decidieron que al amanecer investigarían qué eran esos ruidos,pues la noche estaba muy cerrada, ya que no había apenas luna.

Al amanecer comieron algunos cocos y frutos tropicales que había en los alrededores. Cuando Nico se dirigió a una de esas palmeras, se sintió observado por unos seres extraños que estaban ocultos. Se dirigió hacia ellos y descubrió a dos “negritos” perteneciente a alguna tribu de la isla.

Nico avisó a su amigo, él cual, con mucha cautela, se acercó y les preguntó que quiénes eran y de dónde procedían. Se hizo el silencio y los seres salieron corriendo.Nico los siguió y Don Ramón, detrás,

Cuando llegaron al poblado, Nico se quedó helado, pues tenían las chozas adornadas con huesos de animales y seres humanos. ¡Eran caníbales! Nico se temió lo peor, esperó que llegara Don Ramón para contárselo. Éste se quedó de piedra. Los tres avanzaron lentamente, asustados, cuando, de pronto, ¡zas1 cayeron en una trampa en forma de agujero que estaba tapado por unas hojas de palmeras. Escuchaban cómo se acercaban un grupo de gente, por el gran murmullo que traían, cuando de pronto…

Benjamín Fernández Vázquez

Se dan cuenta que el agujero tiene muchos pasadizos .¿ Por dónde cogemos?- dijo Nico.¡Por ese mismo! – contesta Don Ramón – tenemos que

salir de aquí lo antes posible ¡vamos, rápido!Para ir lo más rápido posible Don Ramón se coloca los

zapatos mágicos, agarró a Nico y Atila y salieron corriendo.De repente el pasadizo se acabó y se encontraron en

un lugar en el que todo era anaranjado y lleno de cráteres. Nico y Don Ramón se miraron y dijeron : -tenemos que salir de aquí, pero no sabemos cómo. Estamos en el centro de la Tierra.

Se pusieron a observar los cráteres y ninguno era igual. De uno salían bolitas de colores, de otros, flores, de otro mariposas, lazos de colores…todo aquello era maravilloso, precioso, pero no sabían cómo salir, ni siquiera con los inventos de Don Ramón.

De repente se dieron cuenta de todo aquello era mágico. Se les acercó una mariposa y Nico la cogió y al acariciar sus alas se convirtió en una mariposa cada vez más grande.

Nico y Don Ramón quedaron asombrados de lo que estaba sucediendo. Probaron con las flores, los lazos, las bolas de colores…todos crecían al acariciarlas. Todo era precioso, pero no podían quedarse en ese lugar para siempre. Entonces Don Ramón tuvo una gran idea …

María José González Barea.

La mariposa era mágica y los podría guiar hasta la salida de algún volcán.

Efectivamente la mariposa los guió, pero toparon con el dragón de las siete cabezas.

Nico observó que la mariposa no quería salir y se dio cuenta que no era una mariposa. Sino una diminuta mujercita con unas alas resplandecientes.

¡Eres un hada! –dijo Nico sorprendido-He sido encantada por el dragón- les explicó el hada-

me encuentro prisionera y no puedo salir de aquí.No te preocupes- la tranquilizó Don Ramón- mi

chaqueta es reversible y, además de impermeable, nos camuflará gracias a la luna llena.

Salieron sin ser vistos por el dragón y estuvieron, por fin, a salvo. Se desprendieron de la chaqueta.

La luna llena reflejaba sus cuerpos y el hermoso hada se convertía en una preciosa princesa de ojos verdes y piel morena. Nico quedó maravillado ante tal espectáculo.

A estos trotamundos la suerte le seguía sonriendo, pues pasó, en ese instante, un barco de pescadores que los trasladó a un lugar seguro.

Todos decidieron que tenían que seguir en busca de aventuras con su nueva amiga LIBERTAD.

Sara León Fernández.

FIN

Este cuento se ha realizado con el ánimo de hacer partícipes a las familias de nuestro Proyecto Lector.

Queremos que los niños y niñas lo disfruten, saboreen el trabajo realizado por sus padres y madres, con su esfuerzo personal .

El libro ha sido realizado íntegramente por las familias de los alumnos/as de 3º de Primaria, una vez comenzado en el Centro, y posteriormente se han hecho los arreglos en ordenador en el colegio.

Queremos darles las gracias a todas las personas que han participado en el Libro y animarles para próximas ediciones.

Queremos agradecer al AMPA por su colaboración en divulgar el libro.

El ceip José Nogales presenta este cuento el “Día del Libro” del curso 2011/12.