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Libertad y Autoridad
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Ligia González
CI: 23.943.152
Entre la libertad y la autoridad
El pensamiento liberal de los siglos XVIII y XIX, pone en manifiesto el problema
de la relación entre autoridad y libertad, ambos conceptos en el ideal liberal
aparecen como opuestos, como principios esencialmente contradictorios, allí
donde prevalece la libertad no hay sitio para la autoridad.
El principio de libertad en el liberalismo se centra en el individuo; para John
Locke la perfecta libertad es la posibilidad que posee cada individuo para
accionar como le parezca, (apropiarse de la naturaleza, del trabajo humano,
etc.) siempre dentro de los límites de la ley moral.1 En la sociedad civil, es la
jurisprudencia la encargada de preservar la libertad del individuo, así, el
hombre no debe someterse a ningún poder despótico, el hombre como
individuo soberano únicamente debe acatar la ley2. Claramente el pensamiento
filosófico y político de Locke es una respuesta a la autoridad y el poder del
Estado monárquico.
“Ciertamente desde un principio, el liberalismo auspició las libertades individuales y por eso se oponía a todo poder político hostil a estas libertades; sin embargo (...) el liberalismo no fue ni es, necesario o principalmente, una teoría democrática, su preocupación fundamental era y sigue siendo evitar que el poder despótico lesione los derechos fundamentales del individuo.” (Enzo del Bufalo, 1997)
De manera que, el liberalismo defiende la libertad del individuo para apropiarse
de su entorno, ya sea la apropiación de la naturaleza o la apropiación de la
fuerza de trabajo humana, por lo que siempre la autoridad que regule tal
apropiación será condenada como despótica. Es así, como el liberalismo
encuentra en la esfera del mercado el camino abierto para la apropiación
ilimitada.3 El mercado como elemento abstracto e invisible que se “auto-regula”
1 Cuando habla de ley moral, se refiere a la moral burguesa.
2 DEL BUFALO, Enzo (1997) El sujeto encadenado.3 DEL BUFALO, Enzo (1997) El sujeto encadenado.
es capaz de actuar sobre la sociedad, organizándola de acuerdo con un
sistema fluctuante, aspecto que la hace prescindir de cualquier tipo de
autoridad.
La filosofía política y económica de corte liberal, supone que la libertad
individual se corresponde con la libertad económica, es así como, dentro de la
dimensión del libre mercado se garantiza la libertad individual, nuevamente
esta libertad defiende precisamente la voluntad de apropiación ilimitada por
parte de ciertos individuos. En todo caso, en cualquier sociedad organizada por
el libre mercado, la autoridad estatal o gubernamental no tiene ninguna
justificación. Así, toda regulación del mercado supone un atentado contra la
libertad individual.
Sin embargo, toda sociedad precisa de alguna autoridad que guíe y ordene;
tanto en el pasado como en el presente siempre ha sido necesario la figura de
autoridad, por ejemplo, la autoridad política en nuestros pueblos indígenas es
simbolizada en la figura del Chaman o el Cacique. De manera que, en
cualquier grupo social es reconocido el poder de la autoridad. No obstante, es
común caer en el error de confundir autoridad con autoritarismo, es esta
precisamente la confusión que incurre el pensamiento liberal.
Por lo que es necesario definir que se entiende aquí por autoridad política,
Enrique Neira en su escrito sobre el saber del poder (1986) lo define así:
“El poder y la autoridad política son “para el pueblo”. Es decir, los gobernantes deben estar al servicio del pueblo, y no el pueblo al servicio de sus gobernantes. La razón de ser de la autoridad política es la organización, la estructuración, la conducción de la comunidad a su cargo. Es decir, que esta instituida para buscar ante todo el bien común de la sociedad, el máximo de justicia y de bienestar para todos los ciudadanos” (Enrique Neira, 1986)
No siempre la autoridad política ha estado al servicio del pueblo, muchas
veces la autoridad deformada se desvincula de su razón final, decantando en
autoritarismo asociado al ejercicio excesivo y por ende nocivo del poder. Sin
embargo, a pesar de las deformaciones que pueden surgir de las prácticas de
la autoridad política, la autoridad como elemento unificador de la sociedad
siempre será legitimada en la medida en que asegure la libertad y la igualdad.
Así, el liberalismo al defender una libertad sin autoridad termina por socavar la
igualdad, el mercado no es un elemento neutral, como supone el pensamiento
liberal, el mercado es un poder organizado en manos de una clase poderosa
en detrimento de las clases subordinadas, razón por la cual el mercado no será
nunca garante de la libertad ni la igualdad social.
En todo caso, es ineludible la correspondencia entre libertad y autoridad, la
autoridad sujeta a la voluntad del pueblo da lugar a libertad. En definitiva, la
anarquía del mercado que defiende el liberalismo, jamás podrá establecer un
escenario de libertad e igualdad para todas las clases sociales, asimismo la
autoridad deformada (autoritarismo, totalitarismo etc.), de ningún modo podrá
asegurar los principios de libertad e igualdad. En todo momento la sociedad
debe desvincularse de estos dos los extremos opuestos.
Bibliografía
DEL BUFALO, Enzo (1997) El sujeto encadenado
NEIRA, Enrique (1986) saber del poder. Editorial: Norma.