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Letras SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 28DESEPTIEMBREDE2013| DE CAMBIO [ Letras ] FORMAS BREVES Los polémicos premios literarios JAIME MARTÍNEZ OCHOA | PAG. 7 PAG. 7 PAG. 7 PAG. 7 PAG. 7 MIR(Í)ADA Jerónimo Mateo y Ángel Pahuamba. Dos puntos de partida JUAN CARLOS JIMÉNEZ ABARCA| PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 Álvaro Mutis Un cantor silencioso OMAR ARRIAGA GARCÉS OMAR ARRIAGA GARCÉS OMAR ARRIAGA GARCÉS OMAR ARRIAGA GARCÉS OMAR ARRIAGA GARCÉS | PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 Palabras de Mutis VÍCTOR MANUEL PINEDA |PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4

Letras 28 de septiembre

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LetrasSUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 28 DE SEPTIEMBRE DE 2013 |

D E C A M B I O[Letras]FORMAS BREVES

Los polémicospremios literariosJAIME MARTÍNEZ OCHOA | PAG. 7 PAG. 7 PAG. 7 PAG. 7 PAG. 7

MIR(Í)ADA

Jerónimo Mateo yÁngel Pahuamba.Dos puntos de partidaJUAN CARLOS JIMÉNEZ ABARCA| PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8

Álvaro MutisUn cantor silenciosoOMAR ARRIAGA GARCÉS OMAR ARRIAGA GARCÉS OMAR ARRIAGA GARCÉS OMAR ARRIAGA GARCÉS OMAR ARRIAGA GARCÉS | PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2

Palabras de MutisVÍCTOR MANUEL PINEDA | PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4

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Una vida secretapara Álvaro MutisUn cantor silenciosoPOR OMAR ARRIAGA GARCÉSPOR OMAR ARRIAGA GARCÉSPOR OMAR ARRIAGA GARCÉSPOR OMAR ARRIAGA GARCÉSPOR OMAR ARRIAGA GARCÉS

n sus Vidas imaginarias, no recuer-do bien si en “Empédocles, supuestodios” o “Eróstrato, incendiario”,Marcel Schwob refiere que cualquierhombre pudo haber inventado la ra-

zón o a los dioses, haber creído en tal ocual teoría y tenido un destino semejanteal de otro y que, por lo tanto, lo verdade-ramente esencial son los detalles que unser humano posee: si es más bajito que losotros, si suscribe tal o cual vicio, si hablade modo peculiar, si guarda apetitos par-ticulares, si ha sufrido durante la infanciadeformación en el rostro o algún percancecomo el de Piero della Francesca para noolvidar las salamandras (su padre lo gol-peó hasta dejarlo inconsciente), etcétera;rasgos que al escritor francés le parecenmás reales que la descripción de unas con-vicciones y unas ideas que otro hubiesepodido profesar.

Si a ello agregamos esas palabras de Al-fonso Reyes, en las que indica que “todoautor escribe desde aquella intersecciónde líneas históricas que lleva como marcaen la frente”, o mejor aún, si atendemos aJorge Luis Borges, cuando dice que un“hombre se propone la tarea de dibujar elmundo. A lo largo de los años puebla unespacio con imágenes de provincias, dereinas, de montañas, de bahías, de naves,de islas, de peces, de habitaciones, de ins-trumentos, de astros, de caballos y de per-sonas. Poco antes de morir, descubre queese paciente laberinto traza la imagen desu cara”; si atendemos a esas palabras,decía, quizá podamos insinuar parte de loque animaba la obra literaria del escritormexicano Álvaro Mutis, nacido en Bogotá,Colombia, en 1923, y muerto el lunes 23de septiembre pasado en la Ciudad de Mé-xico, así como decir algo sobre su propiabiografía imaginaria.

Este personaje es, por supuesto, histó-rico, mas atendiendo al método empleadopor Schwob en sus Vidas, podemos hallaren las palabras y actos de Mutis algunaspeculiaridades propicias para comenzar adescribir su carácter; es decir, basándonosen gestos reales desentrañaremos las re-laciones imaginarias de los mismos, aun-que serán pocos los gestos elegidos poreso del tiempo y del espacio que tenemospara ello. Lo primero que me viene a lamente, más allá del Gaviero y de los poe-mas del trópico y el desgaste incesante queproduce el tiempo, o quizá justamente ahíradique la fuerza de tal imagen, es un Ál-varo Mutis siendo entrevistado para la te-levisión, describiendo como, cuando niño,solía leer todas las tardes en las bibliote-cas y como, ya adolescente, decidió dejarla escuela para dedicarse a la poesía, lo que

sin duda dice mucho de su personalidad;es un viejo niño en una imagen, en la otraes un niño viejo contando sus andanzas.

El miedo a los incendios

Uno de los primeros poemas de Mutis, “Elmiedo” (“El miedo inicia su danza. Se oyeel lejano y manso zumbido de las lámparasde arco, ronroneo de planetas./ Un diosolvidado mira crecer la hierba”) fue partede lo que habría leído el crítico colombia-no Casimiro Eiger, que le dijo: “Alvarito,deje de guardar cosas en los cajones, queahí se pudren. O se queman, o se publi-can”, y así publicó La balanza en 1948(Luis Prados, Bernardo Marín, El País,“Muere a los 90 años el escritor colombia-no Álvaro Mutis”, 23 de septiembre); ges-to el del crítico que en casi todo es análogo,aunque en apariencia sea opuesto al que,cuando joven, el poeta persa de los siglosXI y XII, Omar Jáyyam, recibió del juezAbu Taher, luego de ser conducido por unamuchedumbre furiosa que lo acusaba dealquimista, de hereje pues: “Guarda ese li-bro. Cada vez que un verso tome forma en

tu mente y se acerque a tus labios inten-tando salir, reprímelo sin consideracio-nes, pero escríbelo en estas hojas que per-manecerán en secreto”. De ese modo, eljuez salvaba la vida de Jáyyam, conside-rado infiel por sus versos ante los ojosmusulmanes, y le daba la oportunidad depreservar sus poemas para que despuésfueran publicados, pues ¿no fue eso lo queCasimiro Eiger hizo con Álvaro Mutis? Contodo, el fuego estaba ya en la vida del co-lombiano: “El primer poemario que publi-có Álvaro Mutis apenas duró un día en laslibrerías de Bogotá antes de quedar hechocenizas. Todo porque apareció la vísperadel día en que el 9 de abril de 1948 asesi-naran al candidato a la presidencia JorgeEliécer Gaitán, lo que desató el caos entodo el país. Ceniza primero y memoriadespués…” (Winston Manrique, ElizabethReyes, El País, “Por qué hay que leer a Ál-varo Mutis, según los escritores”, 23 deseptiembre de 2013).

Feminidad escritural

Esa escritura del mexicano-colombiano,

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como le contó a Cristina Rivera Garza enuna entrevista (El País, “Las vidas de Mu-tis”, 24 de noviembre de 2007), para élera semejante a parir: “A mis libros losvivo de la misma manera en que he vividoa mis hijos: ahí están, afuera, en la vida, ensu propio ámbito. Que vivan, les digo”. “Esuna visión bastante femenina del procesocreativo, ¿no le parece?”, preguntó la es-critora norteña. “Aunque no lo parezca…yo soy feminista”, dijo Mutis. Una visióntan femenina que quizá pueda ser comple-mentaria de la que tiene Juan José Millás,el narrador español, quien confiesa en elprólogo de Tres novelas cortas, editadopor Alfaguara, que él tiene una vagina enla cabeza en la que maduran y más tardeven la luz las historias de sus personajes,porque vagina sería ese túnel de paredesmembranosas a través del cual “se alcan-za cavidades platónicas [donde] están es-critas todas las respuestas… es el espacioque me conduce a los miedos ancestrales,al alfabeto primordial, a los gemidos aúnno descifrados que entonces salían deldormitorio de mis padres y ahora salen delmío… una vagina al fondo del cual se agi-taran sombras esenciales”.

El mar como metáfora

Ese tipo de escritura, poética sobre todo,puesto que remite al alfabeto primordialcomo Millás indica, está indisociada delmar como origen de todo, tal como Mutisdeja ver en “Lied marino”: “Vine a llamar-te/ a los acantilados./ Lancé tu nombre/ ysólo el mar me respondió/ desde la lecheinstantánea/ y voraz de sus espumas./ Porel desorden recurrente/ de las aguas cruzatu nombre/ como un pes que se debate yhuye/ hacia la vasta lejanía./ Hacia unhorizonte/ de mente y sombra,/ viaja tunombre rondando por el mar del verano./Con la noche que llega/ regresan la sole-dad y su cortejo/ de sueños funerales”. Esel mar como motivo, como nacimiento ymuerte, pero quizá el mar sea sólo la me-táfora de aquello que precede a cualquierotra cosa y que no tiene nombre: “Diga-mos que no tiene comienzo el mar/ Em-pieza donde lo hallas por vez primera/ yte sale al encuentro por todas partes” (“Mareterno”, José Emilio Pacheco).

De ahí que la palabra de Mutis, aunquesea novelada, como se ha indicado muchasveces, siga siendo canto, pues, comenta elescritor: “La poesía es una prueba más in-tensa que la narrativa, es un continuo tes-timonio del mundo, de la vida y de la muer-te”. Es la voz misma del mundo hablándo-nos. Esas palabras recuerdan, por supues-to, a un poeta mexicano que también na-ció en otro país de América (Guatemala)al que seguramente Mutis conocía: el mae-stro Luis Cardoza y Aragón, que en uno delos ensayos más lúcidos sobre México ysus creaciones señala que “la poesía es laúnica prueba concreta de la existencia delhombre”, y que “El arte es regional en to-das partes cuando es poesía”, con lo que elacercamiento al océano de ese “marineroexistencial”, ese “Conrad latinoamerica-no”, como lo llamó Elena Poniatowska,gana un matiz, así sea pequeño y humilde.

Joseph Conrad

Teniendo en cuenta que, tal como profe-saban los escritores de la Generación de laCasa del Lago (en especial Juan García Pon-ce y Salvador Elizondo), la literatura sólopuede provenir de la literatura, o al me-nos de los gestos que viajan y permanecen

por medio de la literatura, el mar es unode los temas que más gestos han produci-do y que más literatura ha generado. Nues-tro Simbad el varado, Gilberto Owen, es-cribe: “Y luché contra el mar toda la no-che,/ desde Homero hasta Joseph Con-rad,/ para llegar a tu rostro desierto/ y ensu arena leer que nada espere,/ que noespere misterio, que no espere”. Ahora sí,hablemos un poco del Gaviero: “El Gavieroviene de mis lecturas de Conrad, deMelville (sobre todo de Moby Dick); es eltipo que está allá arriba, en la gavia, quees el trabajo más bello del barco, entre lasgaviotas, frente a la inmensidad y en lasoledad más absoluta”. La inmensidad y lasoledad más absolutas. Dijo mi maestro depoesía Carlos Gutiérrez Alfonzo en una cla-se, porque nunca he encontrado la refe-rencia, así que estas palabras se las damosa él: “Yo conocí el mar por Joseph Con-rad”. Y algo parecido podríamos decir dela escritura de Mutis.

Nomen est omen

Para finalizar, sin haber hablado de los 23libros de Mutis, de los siete de la saga deEl Gaviero, sin mencionar su estancia enla cárcel de Lecumberri, sus múltiplespremios, su amistad con otros escritoresy, en fin, todas aquellas líneas que a lolargo de su vida traza un hombre que cre-yendo crear un mundo apenas bosquejalas líneas de su rostro, acudo de nuevo aCristina Rivera Garza, mismo texto:“Cuando estoy escribiendo estoy muyconsciente de mis manos… estoy muyconsciente de mis codos, de la posiciónde mi cuerpo, del estado de mi cuerpo.Estoy ahí, completo, oyendo el ruido dela Smith Corona, tarareando incluso. Senota en la escritura lo que el cuerpo pasa.Y lo que le pasa. Lo que yo le exijo a loque escribo es que sea como lo que hehecho antes en términos de ritmo, de ver-dad, de interioridad. No pienso en rigor

ni sabiduría ni en genialidad: pienso entérminos de verdad. La verdad mía esésta: este testimonio, esta confesión”. Elcuerpo es lo que escribe, afirma y, comorefiere Octavio Paz, en la poesía todos losmúsculos del cuerpo se ponen en juego.A ello podríamos agregar las palabras deRicardo Garibay para complementar lodicho aquí por Mutis, eso de que cuandose escribe no se puede engañar al lector,pues así sea yo una persona violenta, quetrata de dar un imagen de miedo, cuandoescribo todo es parsimonioso y ésa es miverdadero forma de ser en el mundo.

Así pues, recordando un viejo adagiolatino, que dice “Nomen est omen” (nom-bre es destino”, parecería que un escritorque lleve por apellido Mutis, con seguri-dad sería un hombre parco y no muy ami-gable, de pocas palabras, condenado aguardar silencio con cierta celeridad. Y no.En el caso del colombiano quizá lo quehaya pasado es que se mantuvo en silen-cio y publicó sus obras más importantesya con unos años encima; parece que hu-biera estado esperando el momento pre-ciso para decirlas, esperando a que sejuntara su pólvora para incendiarse, yaque atendiendo ahora a la poesía del marcomo poesía que busca lo inmenso, la so-ledad y los orígenes, hay en la escritura deMutis (aunque también haya dulzura) unsilencio siempre presente; pero no se tra-ta de cualquier silencio, no es la pausa quehay en la música ni el silencio del miedode aquél que no puede hablar porque loobligan a que calle, no es el silencio de laafasia (“El silencio y lo sagrado”, RamónXirau dixit), es el silencio de quien estáabsorto en lo que hace con todo el cuerpoinvolucrado en ello, es “el silencio grave yterrible de las grandes obras, el silenciosagrado que amenaza con abatirnos… lavoz verdadera del verdadero silencio”,escribe García Ponce, la voz del mar, la vozde lo sagrado, la verdadera voz del arte.Descansa en paz, Álvaro Mutis.

(...) parece quehubiera estadoesperando elmomentopreciso paradecirlas,esperando aque se juntarasu pólvora paraincendiarse...

Álvaro Mutis.

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Palabras de Mutis / 1ENTREVISTA ENTREVISTA ENTREVISTA ENTREVISTA ENTREVISTA :: POR VÍCTOR MANUEL PINEDAPOR VÍCTOR MANUEL PINEDAPOR VÍCTOR MANUEL PINEDAPOR VÍCTOR MANUEL PINEDAPOR VÍCTOR MANUEL PINEDA

a entrevista (en dos partes por razones deespacio) que leerán a continuación, realiza-da de manera estupenda por Víctor Pineda,apareció en el número 8 de babel -la revistaque con él coordinamos por algunos años.

Fue en noviembre de 1992. Más de veinte años hanpasado y mantiene su vigencia. Con el consenti-miento del autor y a propósito del reciente falleci-miento del entrevistado, considero pertinente supublicación en el suplemento dirigido por VíctorRodríguez. (Raúl Mejía).

Álvaro Mutis es uno de nuestros escritoresmayores. Su narrativa le ha dado una mereci-da notoriedad pero ha incursionado con igualfelicidad en la poesía y el periodismo. La pre-sente entrevista versa sobre su último libro,Abdul Bashur, soñador de navíos, sobre supesimismo respecto a la historia y sobre losproyectos en que trabaja actualmente.

Víctor Pineda: En una de nuestras char-las usted ha declarado que lee a veces máshistoria que literatura. Creo que la presen-cia de esa inclinación aparece notablemen-te en la colección de relatos que Barral editócon el nombre de La mansión de Araucaímaen donde aparecen personajes y situacioneshistóricas. Existe el caso singular de Miche-let en que a veces no se alcanza a distinguirentre lo que es la historia y lo que es literatu-ra. Ahora bien ¿Qué relación o, en su caso,qué conflicto mantiene la literatura con lahistoria?

Álvaro Mutis: Desgraciadamente tienemucho que ver con la literatura. Porque es-critores como Michelet y Taine, cuya obra hefrecuentado desde muy joven, son primeroque todo grandes escritores y después histo-riadores. La historia es horrible. Hay unafrase de Jean Cocteau que fue muy revelado-ra para mí cuando la escuché. Dice: “El infier-

L no existe: es la historia”. Ese caos absoluto,esa sucesión de ilusiones que se han derrum-bado, programas y proyectos que se han co-rroído, deteriorado, que se han convertidoen las peores intenciones y en las aún mássiniestras realizaciones es la historia. Esa se-cuencia comienza, creo yo, con el hombre delas cavernas que dejó registrados unos cuan-tos signos impresionantes. Yo tuve esa intui-ción en las cuevas de Altamira, donde tuveoportunidad de entrar; era profundamenteemocionante porque ahí ya estaba todo. A mime interesa enormemente la historia porquees el testimonio más absoluto de la inconcien-cia absoluta del hombre, de su propio valer yde su permanencia en la tierra. De su poderdestructivo. Así somos y no tiene remedio.

VP: San Agustín decía que “la historia esel horizonte de la redención”. Pero ésa es unanoción que se encuentra sometida a una pro-funda crisis ahora que estrepitosamente hancaído las grandes utopías. La historia todolo corroe, dice usted. ¿Tenemos, todavía,derecho a la esperanza?

AM: La historia no creo que nos puedaredimir. Hay un historiador francés que yofrecuento mucho, un orientalista llamadoRené Grousset que tiene un libro cuyo títuloes Le bilan de l´Histoire. La primera frase dicelo siguiente: “Quien tenga una ilusión en elporvenir del hombre sobre la tierra, y de quehay progreso y de que estamos mejorandodespués de Hiroshima y de Buchenwald, real-mente es un tonto”. Sin embargo, hay algoque nos trasciende. Es lo que parece decir SanAgustín: hay un Dios que está presente en unmensaje que ese Dios deja a través de su hijoen los Evangelios; para los que tienen fe lahistoria tiene otro sentido, pero yo no la ten-go, desgraciadamente. Y digo desgraciada-mente porque muchas veces, cada día me fal-ta; pero eso se tiene o no se tiene.

VP: En casi toda la saga de Maqroll, espe-cialmente es su último libro Abdul Bashur,soñador de navíos, forja a un personaje mu-sulmán apartado de la imagen occidental delmundo árabe: fudamentalismo, intoleran-cia, etcétera. ¿No cree que es necesario vol-ver a un mundo abierto y dispuesto a com-prender las culturas “excéntricas”?

AM: Claro. Hoy día en Toledo, por ejem-plo, todavía vemos una sinagoga: Santa Ma-ría la Blanca. Los católicos la han convertidoen una iglesia. Los musulmanes jamás se atre-vieron a tocarla. En la catedral de Toledo con-vertida -una parte- en mezquita, se dejó unespacio para celebrar misa. El musulmán in-tolerante, desesperado, frenético, fundamen-talista que nos encontramos hoy, es un mu-sulmán que siempre ha existido: la historiadel viejo de la montaña y todos los fanáticos.Pero no es esa la esencia del mundo árabe. Enotro libro, no recuerdo en cuál de los de lasaga de Maqroll, hablo de un tema que a míme ha obsesionado muchísimo: este diálogode sordos que se ha establecido desde el co-mienzo, desde las cruzadas -con excepcionesa las que me voy a referir después- entre Oc-cidente y Oriente. A veces pienso que somosnosotros, los occidentales, los culpables deque los musulmanes hayan llegado a ese ex-tremo y hayan buscado los caminos más vio-lentos y más feroces para, por fin, tratar deque los oigan. Porque la sordera de Occiden-te también es aterradora aunque no ha sidosiempre así. Hay un hombre que, entre otrascosas, fue el primero que concibió la idea deuna Europa unida. Me refiero a Federico IIHohenstauffen, educado en Sicilia y que pos-teriormente sería emperador romano-ger-mánico. Él hablaba perfectamente el árabe.El Papa Bonifacio le exigió que participara enlas Cruzadas o de lo contrario sería excomul-gado. Inicialmente se negó pero acabó acep-

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tando. Entonces él, Federico, arma su gente,va a Egipto y se sienta con el Califa -el grandirector de las huestes musulmanas- y sepone a jugar ajedrez con él. Permítaseme ladigresión: él es autor de un magnífico trata-do de cetrería, uno de los primeros tratadosen ese género. En éste, la conducta de los ani-males está vista con una inteligencia científi-ca extraordinaria. Era un hombre admirable,concibió la idea de una unidad europea, perola primera condición que tenía para esa uni-dad, era entenderse con los musulmanes.

VP: Habló de “nosotros los occidentales”sin ningún rubor y usted es colombiano o,como se dice, “latinoamericano”. ¿”Latino-américa” es una parte de Occidente? ¿Es unaparte anómala de ese hemisferio? ¿Qué rela-ción tiene “Latinoamérica” con Occidente?

AM: Mira, yo creo que somos herederos yhemos sido formados por la Cultura Occiden-tal. En el caso de Colombia -que no es el casode México o del Perú- las tribus indígenas te-nían una cultura muy débil, muy poco firme,muy poco fundamentada en mitos esencia-les; por ello fueron arrasadas por los españo-les rápidamente. Pero inclusive hablando delos mexicanos y de los peruanos, yo creo quela esencia de nuestro conocimiento y de nues-tra formación es Occidente. Tratar de negar-lo es engañarnos totalmente: es tan absurdocomo negar una herencia indígena en el casode ustedes los mexicanos. La manera de pen-sar, la manera de vivir, las fórmulas sociales,las fórmulas familiares, toda nuestra forma-ción cultural es occidental.

VP: Levante, una región culturalmenteprivilegiada, es una de sus obsesiones. Elproyecto mediterráneo de vida, cuyo epí-tome es el dolce far niente italiano, o la joiede vivre francesa ¿No está perdiendo terre-no frente a un nuevo totalitarismo estilo FritzLang?

AM: Estoy totalmente de acuerdo. Ése esun modelo olvidado, traicionado. En Greciaocurrió un verdadero milagro: la invencióndel diálogo. Las culturas, por monumentalesy por impresionantes que fueran como la egip-cia, la asiria o cualquier otra, vivían comotranscurriendo en un gran silencio sacerdo-tal. Los primeros en comenzar a discutir, endecir “yo y tú…”, y “tú no tienes razón…” y“yo creo que…” son los griegos. Y ése es eldiálogo salvador. Tendremos que volver a esode nuevo. El peligro de la cultura actual es ladesaparición del individuo. Ahora ya logra-ron lo más eficaz del mundo: este mundo dela sociedad de consumo y el supermercadodonde el individuo ya no existe. Es una espe-cie de ser entregado a todas las sugerencias,presiones y distorsiones de la publicidad ysu conducta se convierte en un caminar diri-gido por razones puramente comerciales; ésaes otra manera de matar al individuo. No sóloStalin o Hitler pensaron e intentaron termi-nar con los individuos, con el yo. Tambiénlos otros países lo han hecho. Las democra-cias se han encargado de silenciar el yo. Mira,un ejemplo de algo que a mí me perturbaenormemente, es esto de poner música am-biental. Ya tenemos música en todas partes yésa no es su función. La música es un arte conel que debemos tener una relación profunda-mente personal: cuándo queremos oírla,cuándo la necesitamos y lo que queremos oír.Hoy día no. Hoy día vivimos veinticuatrohoras sumidos en altoparlantes que pasan,que muelen música. Así se muele también laliteratura. Se crea la idea del best seller, quees la destrucción del libro como expresiónde la personalidad y de un ser.

VP: Sus personajes evocan algunos pasa-jes de la tradición picaresca; son náufragosque recurren al hurto para sobrevivir…

AM: Son trasgresores todos ellos. En un

mundo como el presente, es también una delas posibles salidas, tal vez la última: trans-gredir la ley. Yo tuve una experiencia paramí muy aleccionadora y fecunda. Fueronquince meses que pasé en el Penal de Lecum-berri por una petición de extradición del go-bierno militar de mi país. Ahí estuve en con-tacto con el hampa mexicana -que es igualque el hampa francesa o al hampa turca. Notan violenta y terrible como el hampa colom-biana, pero en fin… Resulta que me encontrécon seres humanos, con un homicida que te-nía no uno, sino varios “muertitos encima”,como dicen ellos. Yo siempre he explicadoque los dos ejes sobre los que gira la perso-nalidad de Maqroll son la aceptación de loque propone el destino, el azar, la vida, loque se acepta sin discutir, y la consecuenciainmediata: la indulgencia, no juzgar. Creo queningún hombre tiene derecho de juzgar aotros. Yo no acepto determinaciones de nin-gún juez, ni de ningún tribunal: me las impo-nen y tengo que vivir dentro de esa norma.Pero por dentro no las acepto. Por eso creédos personajes que trasgreden continuamen-te la ley, porque yo creo que ésa es también

una salida. Esta noción occidental que co-mienza con el protestantismo y el calvinis-mo que declaran a quien ha trasgredido laley en una bestia que debe estar encerradaen una celda es una barbaridad enorme. A míme cortaba el pelo en la cárcel un hombreque había matado a dos mujeres, la suya ydespués de dos años a su amante. Las habíadegollado. No digo su nombre porque hoydía tiene una peluquería y voy de vez en cuan-do a que me corte el pelo. Siempre que pasa-ba la cuchilla cerca de mi cuello le decía:“oiga, maestro Fulano, no se le vaya a ir lamano esta vez también”. Y me decía: “Pero…cómo me dice usted eso si somos amigos,¿no?”. Tuve con este hombre conversacio-nes interesantísimas. También hay, entre mispersonajes, mujeres trasgresoras. Ilona acep-ta el negocio de las alfombras, que es senci-llamente un robo. Es un hurto abierto. Ilonaestá encantada.

VP: Ilona también acepta la idea de unprostíbulo…

AM: Bueno, si alguien piensa que un pros-tíbulo es una trasgresión, entonces ya esta-mos hundidos (risas).

VP: Usted habla de la indulgencia comouna de las virtudes cardinales. ¿Es la indul-gencia una tercera opción frente a la con-tingencia, frente al destino, frente a la fata-lidad?

AM: Yo creo que sí. Mira: el volverse con-tra el destino es nuestra condición. Tú loplanteabas ayer en otro aspecto, pero es unacondición del hombre. No se trata de acep-tar mansamente, se trata de no destruirse enese “volverse en contra”; eso es la cosa másespantosa: “¡que desgraciado soy, han ter-minado conmigo, no tengo razón de vivir!”.No, un momento. Estás vivo y te ha pasadoun ramalazo de desventura, pero no juzgues:ten indulgencia contigo mismo, la misma quedebes tener con los demás. Ahora, eso noquiere decir que estemos todos obligados avolver la otra mejilla, ésa es sólo una mara-villosa actitud de un hombre como Jesucris-to. Un ser como él pudo hacerlo pero eso nose le puede pedir a nadie. Y él lo sabía, ade-más.

VP: Sin embargo uno de sus personajes,Abdul Bashur, es vengativo, parece desco-nocer la indulgencia…

AM: Claro, porque el indulgente es Ma-qroll. Voy a contestar a la pregunta de otraforma: este libro, Abdul Bashur, soñador denavíos, es un libro que me ha causado bas-tantes problemas desde el punto de vista dellibro mismo, de la narración. Es un libro queyo escribí para que forme parte de la totali-dad de la saga que se va a publicar (todos loslibros, los siete volúmenes, se van a publicaren uno solo en Francia y en España). Necesi-taba escribir un libro donde una serie de ca-bos que habían quedado, sueltos se amarra-ran y entraran en la corriente de la narra-ción. Por eso escribí Abdul Bashur… Sobreuno de los libros, La última escala del TrampSteamer, han dicho “es un libro que no per-tenece al mundo de Maqroll”; por eso escribíAbdul Bashur, soñador de navíos, porque asíqueda claro porqué el Tramp Steamer perte-nece también al mundo de Maqroll. Obvia-mente no iba a cometer la torpeza de creardos seres iguales que tienen la misma con-ducta, la misma moral y el mismo carácter.Abdul es un oriental y los orientales, los le-vantinos, no perdonan; queda, en su memo-ria, tan sólo la certeza de que han sido vícti-mas de una injusticia y tratan de cobrarla.Maqroll es un hombre que viene de otro mun-do, no he dicho de cual y probablemente nolo podré decir nunca porque tal vez no lo sepayo mismo, pero viene de un mundo en dondedice: “Es inútil, la venganza es una pérdida

"La esencia de nuestroconocimiento y de nuestraformación es Occidente. Tratarde negarlo es engañarnostotalmente".

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de tiempo. Es inútil. Ya pasó esto. Yo no voya cargar en mi ser, que está hecho para otrosdisfrutes y otras cosas, no voy a cargar enci-ma esta obsesión de vengarme de alguienporque es perder el tiempo”. Yo necesitabaque ellos dos tuvieran ese diálogo en Belem,en donde se ve claramente que son comple-tamemnte distintos. Ahora, que son íntimosamigos y se quieren mucho, eso es otra cosa…sin embargo tienen cosas muy semejantes.Por ejemplo su actitud ante el desafío de unaaventura o de una prueba… voy a tratar deevitar la palabra aventura, como ya lo expli-qué antes en estas charlas que hemos tenido.En las pruebas que les propone el destino,ellos tienen exactamente la misma actitud de“veamos qué queda de esto, a ver qué pasa”.Abdul siempre dice “¿por qué más bien no?”y entra en el juego. A Maqroll le dicen quehay unos aserraderos y dice: “Ah, unos ase-rraderos, eso hay que probarlo, vamos a vercómo es eso”. Al entrar a la lancha el capitánempieza a decir “oiga, los aserraderos… aque-llo no es muy claro… en fin, usted…” y él, in-mediatamente –no lo digo yo, pero se siente-dice “bueno, a lo mejor no hay aserraderos,pero hagamos este viaje”.

VP: Todas las empresas de Abdul y Ma-qroll ¿no son en cierto sentido absurdas,condenadas a la derrota?

AM: Toda empresa es absurda, todo estácondenado a la derrota. Nosotros vivimosuno de los grandes pecados de este mundo,de esta gran herencia que tenemos de unmundo calvinista. Es la noción de progreso,de que “estamos progresando” y de que “he-mos llegado a”, que “Dios está con nosotros”,algo típicamente norteamericano. Eso esfalso. El señor Rockefeller, que fue dueño demedio mundo, acabó siendo un anciano des-truido, deletéreo y que babeaba; es decir, tie-ne el mismo destino de todos nosotros. Lasempresas humanas siempre terminan en fra-caso, ahí radica la grandeza inmensa delQuijote, que es el libro donde está dicho has-ta la saciedad y con el más bello ejemplo delmundo, que no hay gigantes; pero tampocohay molinos de viento… no se llega a nada.La otra voz hermana, gemela, maravillosa deCervantes, es Montaigne, quien dice: “final-mente no sabemos nada y no podemospredecir nada”. Todos tenemos un Quijoteadentro. Ahora, quienes tienen la inmensanecedad de callarlo y aplastarlo, de no escu-charlo… pues pobres de ellos, viven una vidade conformismo y gris, pero todos tenemosdentro a este soñador maravilloso, ¡claro quesí! Ningún rasgo más absulutamente quijo-tesco que este pobre Abdul Bashur buscandoel barco ideal que siempre se le va de entrelas manos. Sí, él sabe las dimensiones, eltonelaje y el diseño, pero asimismo hay trein-ta personas que también quieren comprar esebarco y a él se le olvida eso porque dice “esebarco es para mí”… y nunca es para él. Eso esquijotesco totalmente, ahora bien, yo no melo propuse así, pero lo que pasa es que es unlibro que leo con tanto cariño, con tanto in-terés, que me debe quedar dentro una espe-cie de modelo del quijotismo.

VP: A propósito de Montaigne y ahora quese vive la euforia del V Centenario… ¿no se-ría benigno resucitar un poco ese relativis-mo del ensayista frente a una tendencia quetiende a homologar todas las culturas?

AM: Pero desde luego. Yo he estado des-de tres años antes del Quinto Centenario encontra de esa celebración. Y en alguna oca-sión que tenía una columna en El País deMadrid, escribí tres o cuatro artículos en con-tra. Nadie me escuchó, naturalmente. Yo noesperaba que me escucharan porque senci-llamente son proyectos oficiales donde hayinmensos presupuestos e intereses económi-

cos gigantescos. Yo no voy a ser tan ingenuode pensar que unas palabras mías o diez per-sonas, más vayan a deshacer el negocio. ElQuinto Centenario es una inmensa tontería.Es decir, hechos como la conquista los ha vi-vido Europa y los ha vivido Asia muchísimomás violentos. En el momento en que se des-encadenan las hordas de Genghis Khan y lle-gan casi hasta el Mediterráneo, la cantidadde gente que muere y que es sacrificada porlos tártaros y por los mongoles no tiene nom-bre. Y bueno, ahí siguen mezclados. Siguensiendo civilizaciones que heredan una cosa,heredan otra. Pero esta especie de pasarnosfactura con los españoles y los latinoameri-canos “que tú me diste”, “que tú me mataste”,“que tú…” es otra ingenuidad histórica, y ade-más profundamente tóxica porque nos haimpedido vernos a nosotros y verlos a ellos.Y a ellos verse a sí mismos. Hay una cantidadde prejuicios gigantesca. Las facturas quepasamos nosotros los latinoamericanos soncompletamente tontas. Las legiones de Clau-dio, el emperador romano, arrasando las Is-las Británicas. Cuando digo “terminaron” esque mataron a la totalidad de la población delos pictos, que era una cultura bastante avan-zada, con una mitología, con un mundo. Sinembargo yo no veo que los ingleses odien alos italianos por lo de las legiones de Clau-dio. Los ingleses son herederos de Roma tam-bién. La parte más avanzada, más civilizada,más culta, más sofisticada, más delicada delImperio Romano era la Galia Romana. Lo quehoy es Francia en buena parte. Cuando llega-ron con los francos y los celtas y pasaron yarrasaron todo esto, lo hicieron en tal formaque hoy día los arquéologos, para saber endónde había una una ciudad galo-romana…sencillamente es donde hay demasiadas ce-nizas porque todo aquello fue quemado. Yyo no veo que los franceses se levanten ma-ñana encabronadísimos porque les sacaronla Galia Romana. Son hijos de las mismas co-sas. Pero nosotros no hemos sido capaces depensarnos así y decir “bueno, somos esas

cosas y muchas más”. Tenemos a los negros.Nunca hablamos de los negros. Qué chisto-so. Los trajimos con cadenas, como si fueranverdaderamente rebaños. Ni a los rebañosse les trata así. Ahora hay una herencia. Lamúsica que oímos en gran parte es de origennegro. Y resulta que no decimos nada.

VP: Hace poco Cabrera Infante argumen-taba sobre la inexistencia de un subconti-nente llamado “latinoamérica” en razón desu dudosa unidad cultural y racial. Es decir,sostiene que lo que tenemos es un mosaicode pueblos que guardan ciertas afinidadespero que sustancialmente son diferentes. Nopodemos incluir en un mismo bloque cultu-ral a Uruguay y Argentina que son una ex-tensión de Europa, ni a la América africanade las Antillas ni a las culturas como la me-xicana y la peruana de profundas raíces pre-colombinas. Pero, a pesar de todas esas di-ferencias, parecemos condenados a un des-tino común. Deberíamos celebrar esta mul-tiplicidad de formas de vida. Sin embargo,seguimos ignorándonos entre nosotros…

AM: Exactamente. Y eso que estás dicien-do es una de las obsesiones que yo tengo. Lavariedad y la diversidad inmensas que hay entoda América Latina. Que llega a ser a vecesradical. A mí todavía me preguntan en Méxi-co, incluso gente con formación universita-ria, no gente de la calle “por qué hablo tanbien español”. Creen que en Colombia no sehabla español. Somos culpables de una igno-rancia absoluta, los unos de los otros. EnEcuador, una vez me preguntaban cómo erael tráfico en México porque “los caballos delos charros debían producir unos tranconesde tráfico terribles”. Y les tuve que explicarque el charro es prácticamente una invencióndel cine mexicano. Que eso es exactamente.En Argentina piensan que en Colombia todomundo no hace otra cosa que bailar cumbia yque es un país de raza negra. Porque en lacosta atlántica hay negros, por fortuna. Por-que nos dan una herencia de una riqueza ex-traordinaria. Estamos mal nosotros también.Entonces, unificar todo eso en un solo label,en un solo sello y decir “somos latinoameri-canos y hemos sido víctimas de los conquis-tadores españoles” es una bobería absolutaque nos está haciendo un daño enorme. Noshace falta conocernos a nosotros mismos. Deverdad tener de nosotros una imagen, por lomenos aproximada. No tan artificiosa comola que tenemos. En toda América Latina, laidea que se tiene de México es subsidiaria delcine mexicano. Yo no quiero criticar al cinemexicano. Ése fue un hecho que probable-mente fue fatal. Durante 23 años yo estuveviajando sin detenerme por toda AméricaLatina. Fui gerente trece años de la TwentyCentury Fox para la América Latina en el de-partamento de televisión y después diez añosen la Columbia Pictures. Conozco todas lascapitales y buena parte de las ciudades prin-cipales de toda América Latina. Cada vez queyo empezaba a hablar de México me mirabancon una incredulidad absoluta, como siestuviera del Tibet o del Nepal. Porque ellostenían la imagen previa del cine. Desde luego,parte de la obra de Octavio Paz ha servidoenormemente para poner en orden esafalsificación. Y un libro como El laberinto dela soledad ha ayudado enormemente a saberque una cosa es el cine mexicano y otra cosaes un pueblo frente a una serie de interrogan-tes que se plantea. Y que es un pueblo ade-más reflexivo y una tradición cultural enor-me que se remonta a la colonia. La coloniamexicana es la única tradición literaria válidaque hay en América Latina. Eso lo ignoran enEspaña y el resto de América. Se les olvidaque México era más grande, más importantey más rico que Madrid.

"Nosotros vivimos unode los grandes pecadosde este mundo: la nociónde progreso".

El escritor y poeta Álvaro Mutis.

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SÁBADO 28 DE SEPTIEMBRE DE 2013 LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 77777

Los polémicos premios literariosFORMAS BREVES :: FORMAS BREVES :: FORMAS BREVES :: FORMAS BREVES :: FORMAS BREVES :: JAIME MARTÍNEZ OCHOAJAIME MARTÍNEZ OCHOAJAIME MARTÍNEZ OCHOAJAIME MARTÍNEZ OCHOAJAIME MARTÍNEZ OCHOA

astante polémica ha levantado la de-claratoria de desierto del Premio Es-tatal de poesía Carlos Eduardo Turón,fallada hace apenas unos día. A decir del jurado, ninguno de los

poemarios que llegó al concurso tenía los e-lementos idóneos para conquistar el primerlugar.

Esta argumentación tiene una excusa másbien legaloide y habla mal de los jurados, queno tuvieron la grandeza de decantarse poruna opción y prefirieron aplicar, a rajatabla,un criterio que, no dudo, es de excelencia,pero que raya en la exageración.

He leído las declaraciones tanto de los in-conformes como de los jurados y los funcio-narios y me queda claro que nadie sabe a cien-cia cierta qué ocurrió y por qué este asuntocreció a tal grado que ya se convirtió en unproblema.

Esta polémica avala, sin embargo, la tesisde que los premios estatales de literaturaarrastran su peor momento y que deben serrevisados. Dan la impresión de que son pre-mios de amigos y para amigos, en el que la au-toridad sólo cumple una función de observa-dor y se limita a acatar en silencio lo que dicenlas supuestas voces autorizadas. Para compro-bar esto baste ver la lista de los jurados, genteque muchas veces no reúne las condiciones deexperiencia, trayectoria y conocimiento quese requieren para cumplir esta labor.

Otro punto adverso es el monto de los pre-mios, raquíticos en comparación con otrosque se dan en el país por las mismas fechas.Esto provoca que los premios estatales seandomésticos en extremo y no posibilita la par-ticipación de libros de calidad, pues si se pue-de optar por concursos más generosos, porqué optar por los estatales.

En suma, los premios se han tornado me-diocres y no garantizan que de ellos puedansurgir escritores de valía. No hay una preo-cupación real por hacer de estos concursosuna confluencia de talentos sino el cumpli-miento de un compromiso burocrático. Poreso mismo, nadie que se precie de amar laliteratura puede tomarlos en serio.

En mi caso he participado como jurado enalgunos concursos de narrativa y puedo de-cir que de todo el material que llega es muypoco el que puede salvarse.

Esto es normal, pues la literatura, más alláde que a últimas fechas se haya corrompidopor la proliferación de todo tipo de talleres,sigue siendo actividad de unos pocos, en laque la calidad no necesariamente va ligadacon la cantidad o la promoción personal enlas redes sociales.

Hoy vemos que escritores novatos y otroscon cierta trayectoria se pelean a los escrito-res en ciernes ofreciéndoles talleres litera-rios de todo tipo, en una suerte de circo en elque, parece, la literatura sigue siendo un merodivert imento.

Así vemos que un solo escritor da talleresde lectura, de novela, de crónica, de poesía,de teatro, etcétera y que otros pretenden dar,incluso, talleres de cómo se debe ganar unabecas o un concurso literario.

No tengo nada en contra de este conceptomercantilista de la literatura, pues, como di-cen los clásicos, si bien los talleres literariossirven de muy poco, al menos le dan al instruc-tor la oportunidad de ganarse unos pesos.

Quiero decir, en ese sentido, que esto de

B los concursos es como comprarse un billetede lotería, sobre todo en nuestra entidad,donde los jurados siempre son los mismos y,con sus excepciones, no reúnen las condicio-nes críticas para evaluar una obra.

Siempre habrá polémica, pues los perde-dores aducirán que merecían ganar, en tantoque los ganadores dirán que ganaron porqueescribieron un libro de valor.

En Michoacán hay muchos escritores peroesto no significa que la calidad sea elevada yprueba de ello es que prácticamente no hayninguno que aparezca en las antologías na-cionales de cualquier género literario.

No quiero ser despectivo sino referirmeexclusivamente a lo que se ve en los listadosde las grandes editoriales, donde no hay es-critores michoacanos de peso.

Por lo que veo, esta presencia se debatemás en las redes sociales que en la realidad,aunque reconozco que hay un trabajo seriode parte de la Sociedad de Escritores Micho-acanos por fomentar la lectura de parte deescritores michoacanos. Con sus asegunes(pues también forma parte del estatus) es unintento serio por profesionalizar esta activi-dad tan injustamente valorada.

Como reseñistas de libros de este suplemen-

temente, debe ser gente desligada de la Secre-taría de Cultura o de algún taller oficialista,pues se incurre en el despropósito de premiara conocidos o alumnos. No tengo ninguna dudade que los jurados michoacanos son gente decultura, conocimiento y talento, pero parapremiar una obra se requiere también un es-píritu crítico y al menos yo no he leído muchacrítica literaria en las publicaciones michoa-canas. Hay poetas, dramaturgos, cronistas,pero esto no garantiza nada, pues sé de buenafuente que uno siempre va a premiar a lo queconsidera cercano (y si es un amigo mejor). Siun jurado es bukowskiano, por ejemplo, va apremiar a una obra que tenga tufo a Bukows-ki, por más que carezca de mérito y existanotras más merecedoras de reconocimiento.De la misma manera, los jurados deben tenerpublicados tres libros por lo menos, haberganado algún premio y ejercer la crítica enalgunas publicaciones.

2.- Aumentar la bolsa para el ganador. Esun hecho que por un premio de 25 mil pesosmuy pocos escritores con un libro de calidadse atreverán a participar. Si usted escribe unaobra que considera merecedora de un galar-dón, ni siquiera mirará el premio estatal.Apostará, obvio, por los premios nacionaleso internacionales, en los que la bolsa es supe-rior a los 75 mil pesos. ¿Quién apuesta por lospremios estatales? Con este monto, se invita aparticipar a escritores aprendices o amateurs,a estudiantes, etcétera. Es evidente que nadieque se considere serio los tomará en cuenta.

3.- De ninguna manera las obras premia-das deben verse como definitivas. Es verdadque una obra reconocida debe reunir ciertascondiciones de calidad, pero aún los premiosinternacionales requieren un tratamiento. Entodo caso, debe ser obligación de los jurados(ser jurado es ser editor) trabajar con los pre-miados para pulir sus obras.

Para rematar, considero pertinente insistiren que se dignifiquen los premios estatales.Así como están las cosas se ve muy difícil, peroes una tarea que debe realizarse en lo inme-diato. Para lograr que el premio sea digno deaprecio debe desaparecer todo elemento desospecha y esto sólo se logrará aumentado labolsa y eligiendo jurados independientes.

Sé que no son las instituciones ni los con-cursos los que dan cuenta de la calidad lite-raria de un estado o una nación. Sé tambiénque hay premios que crean una cierta tradi-ción (El Aguascalientes, de poesía y el deAnagrama de novela) y que son tan grandespor la gente que premian como por los des-cubrimientos que hacen. Los premios esta-tales merecen que se les tome más en serio.

P.D. Leí con cierto pasmo las declaracionesde quienes ejercieron de jurados en el premiode cuento Xavier Pardo. Según estos, se de-ben fomentar los cuentos de raigambre cos-tumbrista y experimental y los libros no de-ben pasar de 30 páginas. Pregunto: ¿costum-brista o experimental? Porque los dos géne-ros son diametralmente opuestos. La otra pre-gunta: ¿Los jurados conocen alguna obra devalor, digamos de Cortázar, de Borges, deArreola, menor a las 30 cuartillas? Por supues-to que no hay libros valiosos de ese tamaño,ni siquiera los de Augusto Monterroso, JulioTorri o Raymond Carver. Son este tipo de ocur-rencias las que desmoralizan a más de uno.

to (no me atrevo a decirme crítico) veo queno hay un movimiento literario serio en Mi-choacán, salvo el muy aislado que impulsanciertos talleres o personajes de trayectoriaque aglutinan en su entorno a escritores no-veles.

En general hay riesgos personales, quesurgen por vocación y no por los estímulosexternos. En suma, no hay una tradición li-teraria, como la hay en otros estados y estose debe en parte a los propios escritores, queno han hecho obras de carácter universal ytambién a la falta de una promoción seria.

Me ha tocado, como jurado, leer manus-critos deplorables, de los que es un castigopasar de las primeras páginas. He leído otrosaceptables, en los que se nota cierto oficio yel peso de alguna influencia. Hay otros, noobstante, que merecen una reflexión, si bienno reúnen, a mi juicio, todavía las condicio-nes para ser publicados.

Puedo decir, pese a ello, que la literaturamichoacana no se merece melindres sino es-tímulos y tratar de ser más papistas que elpapa evidencia conformismo y mediocridad.

Soy de los que piensan que los premiosestatales deben mantenerse, pues más alláde estas polémicas coyunturales cumplen elrol de darle salida a inquietudes personalesque valen la pena apoyar.

Y como se trata de ser propositivo, plan-teo los siguientes puntos, que pueden ayu-dar a mejorar la calidad de los premios y aimpedir que se vuelvan a declarar desiertos.

1.- Que los jurados sean externos. Sé queesto implica mayor gasto, pero se garantizala independencia y la imparcialidad. Eviden-

La literatura michoacana no semerece melindres sino estímulosy que tratar de ser más papistasque el papa evidenciaconformismo y mediocridad.

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muestra los vínculos entre perso-nas, las tradiciones activas y rodea-das de esos objetos preciosos y sig-nificativos que son las artes popu-lares. La invención creativa, respe-tuosa con la realidad, se manifiestaen el preciosismo de las telas, losbordados, las texturas de la ceste-ría y la elocuencia de los rostros –jamás copiados, nunca repetidos,extraídos de la imaginación del pin-tor en la continua recreación desus semejantes.

Retrata la vida de su pueblo contoda su riqueza y vitalidad, la di-versidad humana representada enla bonhomía de las fiestas, las reu-niones, el trabajo. En la pintura deMateo nadie está solo ni triste. Laraza p’urhépecha es más que el re-conocimiento de ojos oscuros, pielmorena, la armonía de la palabra ylos cantos en p’hore. También es laalegría de saberse juntos, antiguosy actuales a la vez; con una heren-cia cultural cuya identidad traspa-sa cualquier nacionalidad, todamemoria de lo que hoy llamamosM é x i c o .

La memoria p’hurépecha es

siempre algo distinto a la historiade un país. El vínculo con la tierra,las aguas y los animales habla másque cualquier libro sobre gestasheroicas y sucesiones presidencia-les. Las formas de gobierno here-dadas del estado moderno y metro-politano son inoculadas con prác-ticas de concertación comunal yconvivencia colectiva.

El consejo del pueblo, las respon-sabilidades rituales de los cargue-ros, las formas de participación ycorresponsabilidad entre los habi-tantes; todas estas maneras de or-ganización interna suceden al mis-mo tiempo que el resto del mundo.En medio de la vorágine global, laautonomía local se convierte en elsitio donde la elección sobre el“qué” y “cómo” vivir son posibles.Y la afirmación de dicha autonomíaha costado vidas y tranquilidad ahombres y mujeres que enfrentanel embate delincuente de los árbo-les talados, las amenazas, las desa-pariciones, las ejecuciones.

Ángel Pahuamba acude al en-cuentro de Cherán en emergencia.Trabaja sobre el llamado a la defen-

sa del bosque, los rostros cubier-tos por paliacates; condensa la cró-nica plástica de la resistencia civilante el peligro, la muerte, la dema-gogia politiquera, el atraco de ma-dera a manos de una calavera-chofer armada.

Pahuamba convierte en lengua-je plástico las formas presentes enla dinámica de resistencia: el trián-gulo invertido de los paliacates, lasmiradas desencajadas son óvalosdispares, las balas vuelan sobrepaisajes convertidos en gestos pic-tóricos. Los espíritus de la natura-leza y los relatos míticos de la re-gión también responden al llama-

do del pueblo, haciendo patenteque Cherán –al igual que tantosotros grupos indígenas hoy día- seafianzan a la vida y la justicia ejer-ciendo la fuerza contra la violen-cia y la cultura propia contra lasambiciones externas.

Al conjuntarse la obra de estosdos pintores en una misma exposi-ción se aprecia la actividad dispar,pero equivalente, de quienes bus-can –y encuentran- un lugar pro-pio en la producción artística con-temporánea para la expresión per-sonal y la reflexión sobre la socie-dad en circunstancias particulares.La originalidad, más que un valorde innovación y carácter inédito,se advierte aquí como la concien-cia de un centro, un punto de par-tida desde el cual irradiar el abor-daje al mundo circundante.

¿Qué es tener un origen? Saberpor dónde empezar.

Origen-es. Exposición pictórica deJerónimo Mateo y José Ángel Pa-huamba. Centro Cultural UNAMMorelia. Del 26 de septiembre al29 de noviembre 2013.

Jerónimo Mateo y Ángel Pahuamba.Dos puntos de partida

JUAN CARLOS JIMÉNEZ [email protected] miriadacolumna.blogspot.com

MIR(Í)ADAMIR(Í)ADAMIR(Í)ADAMIR(Í)ADAMIR(Í)ADA

a exposición Origen-es reúne dos extremosde la vida actual de los pueblos p’huré-pechas: la paz y la guerra. La alegría contra-

puesta con el estado de emergencia, el anhelode armonía entre los mal llamados tarascos y la

respuesta contundente de la fuerza contra ame-nazas aniquilantes. La fidelidad del realismoante el conceptualismo sintético de la abstrac-ción; la mirada de los mayores junto con la pers-pectiva de los más jóvenes.

La pintura de Jerónimo Mateo desarrolla, ensu constancia formal y disciplinada, la puestaen escena de la cultura a la que se debe. Me-diante composiciones frontales y centradas, ela-bora una mirada pictórica que literalmente

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