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LA SITUACIÓN DE ALEMANIA DOS AÑOS DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN: LOS LIMITES DE LA COMUNIDAD (*) Por WOLF LEPENIES SUMARIO I. UNA POLÍTICA DEMENTALIDADES.—II. LA ALEMANIA ADELANTADA Y LA ALEMANIA RETRASADA.—III. L A INTRASCENDENCIA DE UN SUCESO SIN PRECEDENTES.—IV. Hl- PERPOLITIZACIÓN E HIPERMORALISMO. V. «MADRE, ¿QUÉ TAL ME SABE ESTO?» VI. ¡CON VOSOTROS SE PUDO CONSTRUIR!—VII. LA ILUSIÓN DE LA COMUNIDAD Y LA VIRTUD DEL TACTO No quiero ocultar que, desde hace tiempo —y más hoy, cuando sólo han pasado tres días desde la nueva fiesta nacional de los alemanes—, me parece que se ha hablado bastante de cómo los alemanes se contemplan a sí mismos y que ahora convendría pasar ya a la acción. Una vez más, sin embargo, he de alejarme de ese propósito. En lo que sigue, voy a exponer algunas obser- vaciones y reflexiones acerca de la situación alemana en la política, la ciencia y la cultura. Prescindiré de lo que está sucediendo en la economía y en el derecho, y comenzaré por referirme a Europa y romper una lanza a favor de una nueva clase de política que me gusta llamar «política de mentalidades». I. UNA POLÍTICA DE MENTALIDADES Hay predicciones históricas que no son simplemente erróneas, sino que, con el transcurso del tiempo, se muestran cada vez más inexactas. Uno de estos pronósticos proviene precisamente de alguien empeñado en tener siempre (*) Texto del discurso de apertura del Congreso Alemán de Germanistas, pronunciado por el autor en Augsburgo el 6 de octubre de 1991. 33 Revista de Estudios Políticos (Nueva Época) Núm. 77. Julio-Septiembre 1992

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  • LA SITUACIN DE ALEMANIADOS AOS DESPUS DE LA REVOLUCIN:

    LOS LIMITES DE LA COMUNIDAD (*)

    Por WOLF LEPENIES

    SUMARIO

    I. UNA POLTICA DE MENTALIDADES.II. L A ALEMANIA ADELANTADA Y LA ALEMANIARETRASADA.III. L A INTRASCENDENCIA DE UN SUCESO SIN PRECEDENTES.IV. Hl-PERPOLITIZACIN E HIPERMORALISMO. V. MADRE, QU TAL ME SABE ESTO?VI. CON VOSOTROS SE PUDO CONSTRUIR!VII. L A ILUSIN DE LA COMUNIDAD Y LA

    VIRTUD DEL TACTO

    No quiero ocultar que, desde hace tiempo y ms hoy, cuando slo hanpasado tres das desde la nueva fiesta nacional de los alemanes, me pareceque se ha hablado bastante de cmo los alemanes se contemplan a s mismosy que ahora convendra pasar ya a la accin. Una vez ms, sin embargo, hede alejarme de ese propsito. En lo que sigue, voy a exponer algunas obser-vaciones y reflexiones acerca de la situacin alemana en la poltica, la cienciay la cultura. Prescindir de lo que est sucediendo en la economa y en elderecho, y comenzar por referirme a Europa y romper una lanza a favor deuna nueva clase de poltica que me gusta llamar poltica de mentalidades.

    I . UNA POLTICA DE MENTALIDADES

    Hay predicciones histricas que no son simplemente errneas, sino que,con el transcurso del tiempo, se muestran cada vez ms inexactas. Uno deestos pronsticos proviene precisamente de alguien empeado en tener siempre

    (*) Texto del discurso de apertura del Congreso Alemn de Germanistas, pronunciado porel autor en Augsburgo el 6 de octubre de 1991.

    33Revista de Estudios Polticos (Nueva poca)Nm. 77. Julio-Septiembre 1992

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    razn, un pensador poltico y un poltico pensante que de forma admirablepresinti muchas cosas y anticip algunas otras. Pero, en su osada, Alexisde Tocqueville pretendi conocer los planes del Todopoderoso, y ello hizoque el propio decurso de la historia le castigara. Escribi que Dios habaprevisto un futuro tranquilo para las naciones de Europa. Eso era en 1825.

    Hasta qu punto ser tranquilo el futuro de Europa? Este es un interrogan-te al que hoy da nadie puede aventurarse a dar respuesta. Las turbulenciasen que se ha visto envuelto nuestro continente no slo han incrementado lafalta de fiabilidad de cualquier clase de pronsticos, sino que tambin hanaumentado la incapacidad para analizar adecuadamente el pasado reciente.Hoy se demanda verdades supratemporales tanto como impresiones delmomento. Son tiempos de profetas y de reporteros. Cuando el presente discu-rre a la velocidad del rayo y el pasado cambia constantemente sus contornos,como puntos de apoyo para la conciencia histrica slo quedan la revelacin,que manifiesta su virtualidad en trminos supratemporales y no es influiblepor el curso de la historia, o el impromptu, que en modo alguno pretendedurar ms que el da. De pronto, el socilogo y el narrador se ven ante lamisma situacin: para llegar a comprender el presente o evocar a media vozel pasado ms reciente, las teoras de alcance medio y la novela parecen pocoadecuadas.

    Hoy se evidencia lo peligrosa que era la ilusin de interpretar el desmo-ronamiento de los regmenes de los Estados socialistas en la Europa Centraly del Este como el preludio de una ltima etapa histrica de transicin, comoel comienzo de un proceso que llevara irremisiblemente a una democratiza-cin de la poltica, a una economa orientada hacia el mercado y a unaliberalizacin de la ciencia y la cultura. En aquella autoengaosa autosuficien-cia descrita por Karl Marx autor al que ya se considera tan anticuado quede nuevo merece la pena citarlo como la nota caracterstica de la interpre-tacin burguesa del mundo, las acciones histricas experimentales aparecencomo procesos naturales imparables. Ya est bastante mal visto que en eltriunfante mundo occidental se extienda un espritu malicioso y prepotente,pero podra resultar fatal el hecho de que volviera a ponerse de moda unpensamiento ideolgico, un pensamiento histrico-filosfico que se reafirma-ra y estabilizara a s mismo, como si ni el buey ni la mua pudieran detenerel curso de la civil society (1).

    (I) N. del T : Expresin utilizada por Honnecker en uno de sus ltimos discursos, refirin-dose al socialismo.

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    Pensadores y polticos occidentales se refugiaron en las ilusiones de laposthisloire. Al parecer, lo nico que se puede hacer ya es contribuir a quelos principios de validez supratemporal se abran paso rpidamente. Sin embar-go, el recuerdo de la propia historia que acaba de transcurrir acta comofreno. Pero uno no tiene que resultar sospechoso, por ejemplo, de sentirsimpata por la soldadesca serbia cuando se estremece por el modo patticoen que un ministro alemn de Asuntos Exteriores reclama el derecho deautodeterminacin de los croatas, sin acordarse de quines fueron los aliadosms entusiastas de los fascistas alemanes en el territorio de la actual Yugos-lavia y de quines se convirtieron en los asesinos que ejecutaban sus rdenesen los Balcanes. Tampoco tiene uno que ser tildado de partidario de losgolpistas rusos si en el triunfo de Boris Yelsin no se celebra slo el fin delPCUS, sino que tambin se presiente el resurgimiento de la Gran Rusia y seteme el restablecimiento de su ortodoxia estatal y eclesistica. Los contornosde una nueva Europa se perfilan en la medida en que vuelve a haber iglesiasoficiales. Quin sabe a cuntas desecularizaciones ha de llevar todava lacada del comunismo y qu revisiones de la historia europea han de reclamarproscritos como Solzhenitsin tras regresar a su pas! Hace un ao, un polticohngaro me deca que haba llegado el momento de revisar los resultados delos tratados de Saint-Germain-en-Laye y del Triann. Y ya entonces lo decaen serio. Declaraciones de este tipo encierran ms peligro para la calma enEuropa que las familias de origen gitano que desde hace meses acampan enel lado polaco del Oder y que, para espanto unificado de los alemanes, muypronto poblarn las zonas peatonales de sus grandes ciudades.

    Nada resultara en este momento ms funesto que el hecho de que el felizOccidente reaccionase despectivamente ante el arduo y costoso no slo entrminos econmicos, sino tambin psicosociales proceso de busca de lapropia identidad que est teniendo lugar en la Europa Central y del Este. Ala vista de la nueva riqueza de un sector extremadamente reducido que medracon la paz y de una nueva situacin de miseria que en la actualidad se extiendetodava m rpidamente entre grandes sectores de la poblacin, el que losmovimientos reformistas en esas partes de Europa puedan o no estabilizarsey mantenerse fente a los ardientes nacionalismos, no va a depender exclusi-vamente del volumen de la ayuda econmica que preste Occidente. El xitoo fracaso de la propia ayuda vendr determinado de forma decisiva por eltacto y la delicadeza que se tengan para no entregarla como una limosna,sino para que pueda recibirse como el comienzo de una cooperacin entresocios de igual rango. La generosidad es necesaria, pero ser poco efectivasi a la hora de ponerla en prctica no se tiene la necesaria sensibilidad.

    Lo que necesitamos hoy apremiantemente en analoga con la historia

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    de las mentalidades es una poltica de mentalidades. En muy poco tiempohemos visto en toda Europa que, por ejemplo, el paso de la economa demercado nicamente puede resultar si las medidas de ayuda econmica vanacompaadas del surgimiento de una orientacin econmica especfica. Lomismo ocurre con la conciencia subjetiva del derecho y con las convencionesculturales bsicas en las que se fundamenta la sociedad civil. Y de la mismamanera slo se podr poner lmite y se podr civilizar a los nacionalismoseuropeos nuevamente reavivados mediante una poltica que tenga en cuentade forma adecuada las consecuencias del cambio de mentalidad en Europa.El problema fundamental de un continente como el nuestro, que aspira aintegrarse en el trnsito a una sociedad de ciudadanos, estriba en la falta desincrona en las mentalidades y modo de pensar de los pueblos europeos.

    El apremio del tiempo para superar estas diferencias es enorme, y mientrasque en la historia de las mentalidades nos ocupamos de la historia a cmaralenta, la poltica de mentalidades slo puede tener efecto siendo una polticaa cmara rpida. Por esta razn, los elementos simblicos de la polticaadquieren hoy significado por doquier: los smbolos son abreviaciones estra-tgicas de procesos y programas polticos, y por ello, una poltica que sepadesenvolverse con smbolos ya convenidos es, y no en ltimo trmino, unapoltica a cmara rpida.

    Cuando Walther Rathenau proyect la visin de una economa europeacomn no era tan ingenuo como para ver ya asegurados el desarme y la pazmundial. Pero al proceso de unin econmica asoci la perspectiva de unaatenuacin de los conflictos, un ahorro de fuerzas y el surgimiento de unacivilizacin basada en la solidaridad. Bien es cierto que se va a acelerar laequiparacin de las oportunidades vitales en toda Europa. Pero cabe tambinpreguntarse si este proceso se llevar a cabo con la suficiente rapidez. Msque nada, hay que temer que una falta de igualdad en Europa durante dema-siado tiempo vuelva a cuestionar la libertad nuevamente adquirida. Debera-mos tener claro que an no est resuelto, ni mucho menos, que los procesosde los que hoy somos testigos y partcipes representen un cambio epocal oun mero episodio.

    Y tambin deberamos tener claro en Alemania precisamenteel hechode que los plazos de los procesos histricos en que nos vemos envueltossuperarn ampliamente nuestras propias vidas individuales. Slo los alemanesque hayan nacido despus del 3 de octubre de 1990 estarn unificados en elsentido no slo de una equiparacin de las perspectivas de vida, sino tambinde una creciente conjuncin de las condiciones de vida, de la que forma partetanto la perspectiva de un futuro comn como una identidad histrica compar-tida. Todava somos, y seguiremos siendo por mucho tiempo, un pas muy

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    particular, un pas que no tiene ciudadanos propios. Hay ciudadanos (delEste) y ciudadanos (del Oeste), y a partir de ahora podemos llegar a serciudadanos europeos.

    Cmo es la situacin alemana dos aos despus de la revolucin?

    I I . LA ALEMANIA ADELANTADA Y LA ALEMANIA RETRASADA

    Para empezar, no siempre las palabras grandilocuentes resultan oportunas.Gran parte de lo que a las mismas personas implicadas les pareca, o les siguepareciendo, un drama histrico-mundial, cuando se observa de cerca resultams bien un sanete local o un captulo de una novela trivial. Aun cuando elnuevo narcisismo alemn pueda convertirse en un peligro para el proceso dela unin europea, la Alemania unificada tampoco constituye en modo algunoel peligro ms temible del mundo, como predijo Heinrich Heine, quien, enrelacin con este pronstico, poda contar con el aplauso de su anfitrinfrancs. Aunque cada vez ondean ms banderas alemanas en los campings yFederico el Grande yace otra vez en Potsdam, sin embargo, el resurgimientodel nacionalismo alemn constituye, al menos por ahora, una amenaza menorpara el mundo que el hecho de que los mismos alemanes, con su provincia-nismo amodorrado, arriesguen las posibilidades de la unidad.

    Cmo es la situacin en Alemania? Poco clara, confusa y en cada sitiodiferente. Antes estaba el muro como orientacin para ambos lados; ahorahay va libre en todas las direcciones. Si ustedes van por las carreteras alema-nas del Este y se fijan en los coches y en sus matrculas, se harn as unaprecisa idea de la mezcla de mentalidades y condiciones de vida ante las quenos encontramos hoy. Vern un caleidoscopio de la falta de sincronizacinalemana. Los conductores occidentales, en sus coches occidentales, son abu-rridos; sus pretensiones de identidad pueden colegirse directamente de lasdistintas marcas de coches. Por el contrario, los conductores orientales mani-fiestan todos los niveles en los que se estn produciendo en la actualidad loscambios de identidad en Alemania: conducen coches del Este con antiguasmatrculas del Este; coches occidentales con nuevas matrculas del Este;coches del Este con matrculas del Oeste; coches occidentales con matrculasdel Este, sin placa de nacionalidad; coches del Este con matrculas del Estey con placa de la RDA pintada de nuevo, de forma que las dos ltimas letrashan desaparecido inocentemente (2); coches del Este con matrcula del Oeste

    (2) N. del T.: Las iniciales alemanas para la RDA son DDR. Ya slo quedara la primeraD, la de Alemania.

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    y una placa con la letra D, y, por ltimo no permitido, como de la ironahistrica y viva imagen de la inutilidad, coches occidentales con matrculasdel Oeste y el antiguo emblema de la RDA. Esta combinacin casi intermina-ble de seas de identidad es todo menos trivial. Delata la yuxtaposicin delas condiciones fcticas de vida en las que se encuentran actualmente losalemanes. Hay ms ejemplos: para los funcionarios uniformados y, ms enparticular, para los agentes de la autoridad que desempean el cargo en elEste solamente resulta obligatorio, por expresas rdenes de arriba, el uso dela gorra occidental, ya que generalmente es en ella donde luce el signo de laautoridad. Frente a ello, por razones de economicidad, y como quiera quelas otras piezas de los uniformes no llevan ese distintivo, puede combinarseindistintamente prendas del Este y del Oeste, lo que da a entender que esdesde la burocracia desde donde todava se sigue creando con ms facilidadla situacin de toda Alemania, importando poco lo dems.

    Y la parte positiva? Existe, pero por el momento es menos visible en elescenario poltico o en las tablas de los foros pblicos. La utopa de la unidadalemana vivida se presiente con ms claridad en las pistas de atletismo y enel ardor de los estadios de ftbol. El hroe de la unidad alemana fue UweReinders, el entrenador alemn-occidental del Hansa Rostock, mientras man-tuvo al club (reforzado con jugadores occidentales) a la cabeza de la Ligaalemana. Aqu actan mecanismos de integracin que harn ms por la trans-formacin efectiva de la conciencia de las masas de toda Alemania que losque pueda conseguir cualquier obra de beneficencia hacia el Este.

    El Estado de la RDA ha pasado. No hay motivo alguno para la nostalgia.Era un Estado criminal. Pretenda legitimarse por medio del antifascismo yaprovechaba infamemente el modo de pensar que haba hecho posible elfascismo en Alemania. Se declar a s mismo libre de todo deber de reparacinpara con las vctimas del nacional-socialismo y cre un clima que propicila xenofobia. Prest juramento a la Internacional de los explotados y favoreciel nacionalismo de estrechas miras de las nuevas capas privilegiadas. Comoen toda la Europa Central y del Este, la paulatina bancarrota y, finalmente,la cada del socialismo, tambin en la RDA, llevaron a la reproduccin delas explotadoras condiciones del capitalismo primitivo, ya superadas eficaz-mente en la economa social de mercado. Esta Repblica Democrtica Alema-na, no democrtica ni en su Parlamento ni en la esfera domstica y carentede virtudes republicanas, representaba una Alemania que desapareci con laSegunda Guerra Mundial. No hay ningn motivo, pues, para la nostalgia.Para lo que s hay motivo es para espantarse ante el grado en el que la RDA,sin restar importancia a posteriori mediante ningn gnero de comparacionesa los crmenes del exterminador rgimen nacional-socialista, fue en terrible

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    continuidad con la historia alemana un Estado de delatores, de criminalesde despacho, de infractores de la ley y de compaeros de viaje.

    Era nuestro Estado. Era nuestro Estado, ya que la RDA hubiera sido elEstado de todos nosotros si en 1945 las tropas de los aliados occidentales nose hubieran replegado a la orilla occidental del Elba, sino a la orilla occidentaldel Rin. No fue un mrito propio, sino una concesin de la geografa quequed plasmada en el compromiso geopoltico de las potencias vencedorasde la Segunda Guerra Mundial. Esto permiti a la Repblica Federal no laAlemania mejor, sino tan slo la ms feliz convertirse pronto en ese sectorde la sociedad civil en la que algn da, esperemos, se unir Europa. Y nofue por mrito propio, sino por casualidad por lo que nosotros, los alemanesoccidentales, no nos hemos convertido en cmplices y compaeros de viaje,en delatores y burocrticos agentes de una nueva dictadura alemana. Laconsecuencia que de todo ello se deriva para las conversaciones y negociacio-nes interalemanas todava necesarias y que nunca estarn enteramente col-madas no puede ser otra, pues, sino la de desmoralizar el debate.

    Suerte, casualidad, mala fortuna stas son categoras con las que lahistoria hace ya tiempo que no puede ni quiere tratar. Y, sin embargo, sonelementos de la historia real, y la situacin alemana slo se puede entenderadecuadamente teniendo tambin en cuenta las casualidades. Ahora bien: lacasualidad no legitima nada, ni el resentimiento ni la arrogancia. Pero lasituacin alemana actual viene marcada por la turbia mezcla de mentalidades,por el choque entre resentimiento y arrogancia en el que estos mismos seentrelazan y se atacan, entre dos posturas que resultan an ms obstinadas,ya que, por principio, ninguna de las dos es capaz de justificarse.

    El resentimiento llega hasta tal punto que, incluso para los intelectualesde la RDA cercanos a los movimientos ciudadanos, los errores cometidos porsu Estado todava les siguen pareciendo una reaccin deplorable y no justifi-cable, pero, aun as, comprensible ante el adelanto poltico o econmico dela Repblica Federal. Vistas las cosas desde una perspectiva claramente indul-gente, la Repblica Federal constitua la Alemania avanzada y la RDA laatrasada. Se trata de una visin peligrosamente reduccionista, que tambinpermite a los responsables y a los criminales sacar provecho del bono desimpata otorgado al rezagado, al desfavorecido, al marginado: es as comoel perro sanguinario acabar convirtindose en un pobre perro.

    I I I . LA INTRASCENDENCIA DE UN SUCESO SIN PRECEDENTES

    La arrogancia se refleja en el convencimiento de que la RDA fue unEstado totalitario, y, por ello, actualmente el Este de la Alemania unificada

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    no ofrece en ningn mbito de la poltica, en ningn sector de la vida socialy ni en un solo aspecto de la experiencia histrica una alternativa sobre laque merezca la pena reflexionar en toda Alemania. As, despus de la reuni-ficacin, en la parte Oeste no nos hemos parado a pensar ni por un momentoen otras formas de asistencia sanitaria, en un reforzamiento de las perspectivasprofesionales para la mujer o en una reorganizacin de todas las universidadesy escuelas superiores alemanas. El proyecto de Constitucin de la RDA lohemos dejado encima de la Mesa Redonda (3), sin haberlo ledo, cubrindosede polvo, en lugar de tomarlo como motivo para hacer de la Ley Fundamental,que, en principio, merece ser conservada, una Constitucin libremente adop-tada por el pueblo alemn, tal y como se exige en su propio artculo 146. Enel Oeste se extendi tanto un sistema de autoconfianza colectiva como unespritu de triunfante caritas: se ayudaba sobre todo all donde la ayuda sereciba silenciosamente. En la visin del mundo de los benvolos vencedores,los cuarenta aos de la RDA se redujeron a un espacio vaco en la historiaalemana. Quien as piensa, mentalmente lo que est poniendo delante de laD de los identificativos postales de la Alemania del Este no es una O, sinoun cero (4).

    Entre las peregrinaciones que ahora hacen los alemanes del Oeste, yaliberados de la obligacin de obtener un visado, se encuentran una visita alas ruinas del monasterio de Chorin. Sobre estas ruinas escribi Fontane ensus Wanderungen: Chorin no es una de esas hermosas ruinas en las que unosuea como en un cementerio en primavera, cuando las flores han crecidosobre las tumbas. No permite que se permanezca en l, y como ms impresionaes cuando pasa por delante de nosotros como una sombra chinesca [...]. Todonos abandona, y caminamos sobre el duro suelo de piedra como por una erabarrida por el viento. Todo vaco...

    Esta es la imagen que muchos tienen de la desaparecida RDA: una ruinasin encanto, un conjunto de escombros materiales y espirituales a los que,como escriba Fontane en relacin con Chorin, se les desdibujan todos susrasgos. Hasta qu punto esta generalizada y, sin embargo, totalmentesubjetiva impresin se corresponde con la realidad es una pregunta para laque no hay respuesta. Ahora bien: quien, despus de haber atravesado lasruinas del monasterio, pasee por el pequeo y desolado cementerio en elpropio Chorin obtendr una muestra del estado en que se encuentran losalemanes. En este cementerio hay una lpida conmovedora, quiz nica,

    (3) N. del T.: Denominacin que recibi la plataforma de negociacin entre los sectoresoficiales reformadores y la oposicin democrtica en los ltimos momentos de la RDA.

    (4) N. del T.: D por Alemania; WD por la parte occidental y OD por la oriental.

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    dedicada a un miembro de un gremio poco usual, el de los vigilantes deruinas, y en ella est escrito: Am a sus ruinas. Pero sentan tambintanto apego los habitantes de este pas alemn que resurgi de las ruinas paravolver a sumergirse en ellas?, sentan tanto apego por su pas los ciudadanosde la RDA?

    Un problema que se plantea en la convivencia y en el desarrollo en comnde los alemanes estriba en que los alemanes del Oeste no quieren entenderpor qu los del Este lloran la prdida de situaciones de las que, durantecuarenta aos, quisieron escapar sin poder hacerlo. No lo entenderis nun-ca!, es la formula de defensa con la que los habitantes de la RDA inmunizansu autocompasin y, al mismo tiempo, ayudndose del privilegio del recuerdo,intentan conservar su identidad y someterse a s mismos a una terapia. Y losalemanes occidentales no entienden esta frmula de proteccin y no estndispuestos a admitir que la legitimacin del recuerdo no depende de la de lorecordado, que precisamente una dictadura lleva al desarrollo de estilos devida y formas de comportamiento profundamente apolticos y, por ello, alta-mente legitimados para el individuo, de los cuales slo se puede desprendercorriendo el riesgo de perder la identidad.

    El texto siguiente corresponde a una esquela aparecida recientemente enun diario de Berln:

    Tras una vida de trabajo y privaciones, marcada por la guerra y elfascismo, as como por un compromiso infatigable con la paz y la justiciasocial, muri mi querida madre, nuestra abuelita, la camarada NN.

    Este texto que jams habra podido publicarse en un pas como la RepblicaFederal, libre de comunistas delata el resentimiento poltico de los herederosde los alemanes orientales; pero la arrogancia del lector occidental estriba enno querer reconocer que tras estas palabras de despedida, muy al estilo delPartido y para l extraas e incomprensibles, se esconde una trayectoria vitalque reclama una dignidad y una legitimidad propias. Hasta en el hecho de lamuerte se ve de qu forma tan distinta han vivido durante los ltimos cuarentaaos los alemanes del Este y del Oeste.

    El resentimiento y la arrogancia constituyen una mezcla de mentalidadesque marca la situacin alemana del presente. Puede resumirse recurriendo auna paradoja: con lo que nos enfrentamos sobre todo en el Oeste es conla falta de consecuencias, con la intrascendencia, de un fenmeno sin prece-dentes.

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    I V . HIPERPOLITIZACION E HIPERMORAUSMO

    La intrascendencia de la unificacin de ambos Estados alemanes se detectadolorosamente en el mbito poltico. La clase poltica de la antigua RepblicaFederal, con pocas excepciones, ha hecho de la unificacin y sus consecuen-cias un festival de autoconfirmacin. El restablecimiento de la unidad estatalde Alemania representa, en la Repblica Federal, un mandato constitucionaly un lugar comn de referencia de la retrica poltica, pero en modo algunoconstitua una referencia de orientacin de la poltica prctica. Los polticosde Bonn, representando en esto fielmente a su electorado, podran haberhablado de la unificacin de los dos Estados alemanes, como Branger lohaba hecho de la Revolucin: Quiero soar con ella, pero no quisieratenerla. Pero entonces la tuvieron; tuvieron la unidad alemana, e inmediata-mente un golpe de azar de la historia alemana se reinterpret como el resultadobien planeado de una estrategia poltica cuando no de una estrategia tcticade partido.

    La poltica alemana no ha realizado ningn examen de conciencia, lo cualtambin ha venido motivado por la renuncia a la poltica por parte de losalemanes orientales. En esta renuncia a elaborar una alternativa poltica, elrgimen totalitario de la RDA se sigue haciendo sentir, aun despus de sudesaparicin, de forma ms perversa todava que en las orgas de adaptacinde los antiguos cuadros del partido y en las maniobras de engao de lascompenetradas tramas del SED (5) y del PDS (6). Hans-Peter Krger, GerdIrrlitz y otros han descrito, desde el ntimo conocimiento de la sociedad dela que proceden, cmo el rgimen de la RDA se mantuvo estable basndoseen un entreveramiento perfecto entre hiperpolitizacin e hipermoralismo. Enla tierra que es el meollo del protestantismo alemn siempre ha estado justi-ficado definir el leninismo como el calvinismo de los menos privilegiados.

    Apoyndose en el modo en que la Iglesia protestante entiende oficialmentesu funcin y en la tradicin alemana de la vida interior, siempre ms interesadapor un sentimiento autoconfirmado de melancola que por conseguir poder omayoras, se extendi en la RDA una disposicin de nimo propia de disiden-tes escpticos frente a toda poltica, a costa, incluso, de una eficaz polticade oposicin. Es cierto que esta disposicin de nimo se manifestaba de forma

    (5) N. del T : Siglas de Sozialistische Einheitspartei Deutschlunds (Partido Socialista Uni-ficado de Alemania), denominacin oficial del antiguo Partido Comunista.

    (6) N. del T.: Siglas de Parlei des Demokratischen Sozialismus (Partido del SocialismoDemocrtico), partido bajo cuyas iniciales concurren a las elecciones los renovados comunistasorientales.

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    creciente, y a menudo con grande.s sacrificios personales, ante la opininpblica, pero, sin embargo, no se lleg a convertir en una estrategia poltica.Pareca como si la hiperpolitizacin hubiera profanado para siempre el concep-to de poltica. Asimismo, cuando los disidentes consiguieron la libertad deexpresin poltica tampoco cambi un pice su desprecio hacia la poltica.Cuando ya haban perdido las elecciones, los movimientos ciudadanos todavaseguan discutiendo si se tenan que organizar como partidos polticos. Resis-tieron la tentacin pagando el precio de no mover nada ms y de llevar hastael absurdo la imagen que de ellos mismos ofrecan: cuando por fin la polticaalemana se puso en marcha, los movimientos ciudadanos de la RDA quedaroncongelados, como paralizados ante las posibilidades que de repente se lesofrecan. Muchos de sus representantes buscaron apoyo en una especie demasoquismo antimaquiavlico, y ellos mismos practicaron aquella cultura demalentendidos, de la que permanentemente se haban quejado.

    Es as como hoy da, en los puestos de mando de la poltica alemana,estn ausentes las mejores cabezas del movimiento de protesta de la RDA.No es casualidad que stos, en su mayora, acten principalmente comocolumnistas polticos, pues esta forma de expresar la opinin regular y pun-tualmente se corresponde con una forma de entender la poltica que, en sucaso, permite que los sentimientos personales se refugien en la opinin pblicasin tener que preocuparse de la cuestin de cmo una opinin individualpodra convertirse en opinin de la mayora. La columna es la poltica recluidaen su casilla, la manifestacin obstinada de la falta radical de compromiso.Esta actitud de las cabezas de la propuesta intelectual de la RDA ocasionun vaco poltico inmediatamente despus de la unificacin, facilitando asla rehabilitacin retrospectiva de los antiguos partidos del bloque de laparte oriental, tramada a toda velocidad por los partidos gobernantes en Bonnpor razones de tctica electoral.

    No quisiera que estas observaciones se mal interpretaran como una censurade la poltica formulada por un intelectual. Por el contrario, para lo que haymotivos ms que suficientes es para censurar a los intelectuales alemanes,tanto en el Este como en el Oeste. A la vista de lo imparable de los aconte-cimientos; el Gobierno de Bonn se puso a dirigir las transformaciones hist-ricas con un estilo gerencial. Los intelectuales del Este y del Oeste, por elcontrario, todava han seguido lamentando las posibles consecuencias de laprecipitacin con que se llev a cabo la unificacin, mucho tiempo despus,incluso, de que se hubieran hecho acremente imprescindibles anlisis desapa-sionados del proceso de unificacin realizado. La historia se precipit y losintelectuales no avanzaron. Cuando la noche de la cada del muro lleg alda, la vanguardia de los intelectuales alemanes ya era retaguardia. Y de

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    nuevo, el resentimiento y la arrogancia se unieron para convertirse en carac-terstica del presente de toda Alemania.

    El resentimiento de aquellos grandes escritores de la RDA que criticaronel afn de consumo de las masas de los alemanes del Este era una hipocresa.En lugar de invadir los almacenes de Berln Oeste y de las regiones cercanasa la frontera, la poblacin de la RDA, manteniendo una postura de esperaasctica, tendra que haberse dejado instruir acerca de las bases fundamentalesdel socialismo verdadero por estos intelectuales, que, lo quisieran o no, yadesde haca tiempo sacaban provecho del falso socialismo. Los portavocesculturales de la RDA haban olvidado acaso lo haban sabido algunavez? que el deseo de una satisfaccin inmediata de las necesidades es unacaracterstica del comportamiento de los estratos inferiores, mientras quetradicionalmente la clase media est acostumbrada a posponer la satisfaccinde necesidades (deferred gratijication pattern es el trmino tcnico utilizadopor los socilogos). En la exhortacin a un ascetismo en el consumo, dirigidaa las masas, la clase intelectual de la RDA revel que ya desde haca tiemporepresentaba a aquella burguesa ante la que prevena al resto de la poblacin.

    Arrogante era la horrible expresin de nacionalismo del DM, del marcoalemn, pronunciada y repetida mecnicamente por los intelectuales germano-occidentales, que manifestaban su inquebrantable vinculacin al Occidentereconociendo audazmente que en Berkeley y en la Toscana se encontrabanms en casa que en Lausitz o en Halberstadt. Ocurri como en un experi-mento sociolgico y se evidenci cmo la libre comunicacin se viene abajoa causa de una sola expresin de privilegiados. De pronto, los intelectualesde izquierda descubrieron que durante decenios haban estado sacando prove-cho de su libertad poltica en aquella Repblica cuya odiada y condenableabreviacin era Bonn. De forma retroactiva, Konrad Adenauer se convirtien el hroe de esos socialistas contrarios a la unificacin, que haban olvidado,o queran olvidar, que un Konrad Adenauer difcilmente habra podido lograrsus metas polticas sin un Ludwig Erhard.

    Mientras que, por un lado, de modo retroactivo, el sistema poltico de laRepblica Federal recibi de su vieja izquierda un impulso legitimador basadoen su falta de memoria, pero no por ello menos eficaz, por otro lado, a losalemanes del Este que, con toda seguridad, estaban ms orientados a lasbendiciones de la economa de mercado que al establecimiento de los deberesde la sociedad civil se les puso en claro que tenan que occidentalizarsesin pasar por un segundo milagro econmico.

    Dos aos despus de la revolucin todava se puede seguir diciendo queno ha habido una alternativa econmicamente soportable al nacimiento preci-pitado de la unin monetaria y a la rapidsima unificacin poltica de ambos

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  • ALEMANIA DOS ANOS DESPUS DE LA REVOLUCIN

    Estados alemanes, por muy dolorosa que sean sus consecuencias psquicas yeconmicas para el ejrcito de parados de la RDA y por mucho que se grave,ya ahora y tambin en el futuro, al contribuyente alemn. Una moratoria quehubiera llevado a una unificacin suavizada de los alemanes no era ni finan-ciable ni legitimable en el contexto poltico europeo, transformado dramtica-mente. Los Estados alemanes no unificados se hubieran convertido en el focoadicional de riesgo en Europa, que habra presentido Casandra en la Alemaniaunificada.

    V . MADRE, QUE TAL ME SABE ESTO?

    Ahora bien: todava sigue siendo discutible si la unin cultural y losprocesos de adaptacin en el mundo de la ciencia tendran que haberse llevadoa cabo a la misma velocidad y al mismo ritmo que la privatizacin de empresasy la sincronizacin de la Administracin. Quiz pueda sanearse la economade la RDA siguiendo las directrices de un comisariado central (la llamadaTreuhandanstalt). Para el arte y la ciencia esto no resulta vlido. Mucho delo aqu ocurrido recuerda a un eposidio de infancia de las memorias de Gntherde Bruyns. Cada vez que su madre le pona delante algo nuevo de comida,el nio tomaba una cucharada y lo probaba como un buen chico, preguntndolea su madre con la mirada: Madre, qu tal me sabe esto? A esta pregunta,tpica de la RDA, las Administraciones de Cultura y de la Ciencia de laRepblica Federal respondan generalmente todas al unsono: Te sabe bien,hijo mo, bien!

    En la Alemania capitalista otra paradoja de la unificacin se haimpuesto una idea de saneamiento para la cultura y la ciencia que conservarasgos fundamentales del marxismo trivial. La superestructura cultural y cien-tfica de la extinta RDA queda eliminada como un mero apndice de su baseeconmica y poltica. Reconocer obras culturales y cientficas de talla en laRDA no significara fomentar una nueva leyenda alemana de la emigracininterna o de la resistencia clandestina. Pero resulta difcil entender por qulos artistas y hombres de ciencia han de someterse a una bochornosa reeduca-cin cuando, al mismo tiempo, aquellos que llevaban la voz cantante en elantiguo rgimen pueden ocupar ahora posiciones de direccin poltica. Entrelas consecuencias negativas de la unificacin est el hecho de que hoy enAlemania todava se siguen aplicando dos baremos distintos al cmplicepoltico y al oportunista en el campo de la cultura.

    Mientras que de este modo, por un lado, sobrevive el marxismo trivialcomo un principio de seleccin clandestino (y, por ello, tanto ms efectivo)

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  • WOLF I.F.PENIKS

    de la obra artstica y cientfica, por otro, como consecuencia de la prisa deunos por adaptarse al nuevo sistema y de la sed de venganza de otros, seproscribi toda idea marxista. Si antes en la RDA no poda publicar nadieque no estuviera dispuesto a dar evidencia, por lo menos en la introduccinde sus escritos, de su reverencia hacia los clsicos marxistas, ahora en la granAlemania ya no se escucha a nadie que no pueda asegurar de forma creblehaber comprado los tomos azules (7) bajo coaccin, pero no haberlos ledonunca realmente. Aquellos a quienes esta afirmacin les parezca exageradapueden echar un vistazo a las listas de concesin de puestos en las universi-dades de la extinta RDA o dejar que los afectados les cuenten la enrgicaforma en que algunos colegas de la antigua Repblica Federal sanearon facul-tades enteras: si no ocurre un milagro, colegas muy estimables del Este,forzados a una jubilacin anticipada, tendrn que contemplar cmo profesoresoccidentales en paro hasta este momento lograrn, por fin, un puesto y unacategora. No se puede dejar de mencionar el hecho de que de esta situacintambin son responsables la resistencia prestada por las antiguas tramas y laenorme incapacicidad de los colegas de la RDA para llegar entre ellos a unconsenso acerca de sus cualificaciones profesionales y cientfico-morales.

    Para que no haya lugar a equvocos: nicamente mediante un ukasse podrel materialismo, tanto el dialctico como el histrico, experimentar un rena-cimiento. Pero me parece prematuro pensar que los motivos utpico-humani-tarios, que tambin desempearon un papel en el origen de socialismo, hayansido definitivamente superados y suprimidos para siempre. En el Oeste nonos hemos parado a pensar cmo se le puede hacer ms fcil a una generacinde profesores e intelectuales educados en el marxismo el paso a un contactolibre y relajado con los productos del pensamiento humano. En lugar de ellohemos provocado un vaco en la orientacin espiritual, en el que las personashbiles y quienes son capaces de adaptarse van a la bsqueda de puestos detrabajo utilizando la jerga de la teora de sistemas, mientras que quienes sonms bien pasivos se abandonan a los nimos apocalpticos del final de lostiempos y a las tinieblas de un Rudolf Bahro.

    El socialismo de Estado ha llegado definitivamente a su fin; por el contra-rio, los estmulos y motivos del pensamiento socialista van a demostrar bienpronto su capacidad de supervivencia y, ms an, la necesidad de su super-vivencia. Los conflictos sociales, que en Europa, como en todo el mundo,se estn agudizando, y que resultan de una universalizacin del estilo de vidaoccidental, en creciente discrepancia con las situaciones vitales fcticas, novan a seguir enfrentando al socialismo como sistema con su odiado adversario

    (7) N. de! T : Color de la edicin de las Obras de Marx/Engels.

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  • ALEMANIA DOS ANOS DESPUS DE LA REVOLUCIN

    sistmico, el capitalismo. Pero la cuestin de si acaso no deberamos refle-xionar acerca de la necesidad de un socialismo en el seno del capitalismo ytambin la de si no deberamos tomar las medidas necesarias para lograr unamayor igualdad dentro de una economa, como la de mercado, que se desa-rrolla bajo el signo de la libertad, van a salir por s solas a nuestro encuentroy se van a plantear en la sociedad mundial del futuro inmediato con msfuerza que nunca. El triunfo del capitalismo hace imperiosa su ulterior trans-formacin, del mismo modo que la crtica de la economa burguesa se harms apremiante desde que las Teoras sobre la plusvala ya no son de lecturaobligatoria en ningn sitio.

    Volvamos ahora a los problemas internos alemanes.En virtud de una convencin terminolgica decretada por la burocracia

    ministerial de la Alemania del Oeste, que con sus horripilantes trminos deAbwicklung (liquidacin) y berfhrung (traspaso) no supuso ms que unacontinuacin de la lingua tertii imperii, al trabajo del Wissenschaftsrat (Con-sejo de la Ciencia) (8) se le ha impuesto una pesada hipoteca. Sin embargo,el Consejo ha propuesto unas ideas para la nueva organizacin de la investi-gacin que merecen un gran consenso.

    Obviamente, los problemas decisivos, de fondo, del proceso de unificacinde ambos sistemas alemanes de la ciencia no pueden regularse nicamentepor la va administrativa; tampoco son problemas especficamente alemanes.Por un doble rasero, adems, es como, por poner un ejemplo, se ha medido,y an se sigue midiendo, a las culturas cientficas. Si de lo que se trata esde la penetracin de las ciencias y de los cientficos por la poltica, tanto alqumico especializado en polimerizacin como al fsico especializado encuerpos slidos se les presume inocentes hasta que se demuestre lo contrario.Sin embargo, el filsofo y el investigador literario a quienes les estaba permi-tido publicar en la RDA tienen que probar que no fueron cmplices delrgimen.

    As, mientras que los fsicos del Este y del Oeste pudieron hermanarsecasi tan rpidamente como los polticos de este lado con los partidos delbloque del otro lado, los socilogos meditaban larga y profundamente acercade complicadas reglas para el procedimiento a seguir ante los deseos de loscolegas orientales de ser admitidos en las organizaciones corporativas profe-sionales occidentales. Tampoco los escndalos del Chant (9), cuyo nombre

    (8) N. del T.: Institucin fundada en 1957, que se ocupa de cuestiones relativas a lainvestigacin, la ciencia y las universidades.

    (9) N. del T.: Nombre de un hospital de Berln, probablemente el de mayor prestigio enla RDA.

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  • WOLK LEPENIES

    continuar resonando con irona durante algn tiempo, cambian en nada elhecho de que, frente a lo que sucede con los especialistas en Humanidadesy Ciencias Sociales, muchos profesores de Medicina y Ciencias Naturales dela RDA, que no pueden apelar a otra cosa sino a la suerte de haber escogidoen su da la profesin correcta, esto es, un camino profesional apoltico,pueden hoy drselas de virtuosos. Tambin en la RDA la mayora de loshombres de ciencia, en todas las disciplinas, eran aquello en lo que noshubiramos convertido todos nosotros de haber estado en condiciones seme-jantes, esto es, oportunistas, compaeros de viaje. No hay que recriminar anadie por ello. Pero s hay que rechazar el intento de moralizar y enfrentarentre s especialidades y disciplinas enteras, cuando lo nico que se deberatener en cuenta son los mritos y los demritos individuales y, llegado elcaso, sancionarlos tambin en el plano del derecho.

    La escisin entre las dos culturas se volvi a evidenciar en el proceso dela unin alemana y de sus orgas de liquidacin y traspaso. C. P. Snow nopoda haber esperado una confirmacin ms contundente de su absurda ase-veracin de que los especialistas en Humanidades y los literatos son los nicosinstigadores morales de delitos de los modernos totalitarismos, mientras que,como siempre, los especialistas en Ciencias Naturales y Tcnica no hacansino sufrir ante la perversin poltica de unas especialidades como las suyas,ajenas a los valores. Ustedes, los germanistas, representan a una cienciacmplice, y confo en que sean conscientes de que la opinin pblica esperede ustedes lo que a los qumicos y fsicos ni en sueos se les pasa por lacabeza: explicar por qu y cmo en la RDA no slo hombres de cienciaaislados, sino ramas enteras, fueron declaradas culpables. Al fin y al cabo,en la historia actual de la ciencia la culpabilidad colectiva sigue siendo unconcepto fundamental.

    Pero la culpa difcilmente se puede medir, y su expiacin difcilmente sepuede llevar a cabo. Por este motivo, todava habr de pasar tiempo hastaque los alemanes estn unidos. A continuacin les voy a leer una cita de unacarta de un hombre de ciencia de Berln Este, cuya especialidad no viene alcaso:

    Si la vigilancia y el control constituan una parte del cometido del direc-tor, la otra parte la integraba la gestin y la manipulacin de un sistema derecompensas y privilegios pensados minuciosamente. Me voy a limitar a loesencial. Exista el status de los Reisekader (10), al que se poda ascender

    (10) N. del T.: Literalmente, cuadros de viaje, trmino utilizado en la RDA para referirsea quienes gozaban del privilegio de viajar al extranjero.

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  • ALEMANIA DOS AOS DESPUS DE LA REVOLUCIN

    mediante una valoracin discrecional del director o del jefe de rea perotambin del secretario del partido y del jefe de cuadros. [En mi rea,] porejemplo, como mucho, slo cinco o seis de entre los cuarenta y ocho cien-tficos que la integraban posean ese status. Su adjudicacin no se realizabapor motivos basados en necesidades tcnicas lo que tampoco es precisoen un sistema que slo finge ser cientfico, sino que dependa de laposicin que ocupaba la persona en cuestin en la jerarqua directiva delrea y en la del partido, la cual, a su vez, dependa de su buena conductay utilidad. Por ejemplo, el jefe de mi rea, como una notoria tendencia alsadismo, alardeaba frecuentemente de sus viajes ante el crculo de colegas,manifestndose adems en trminos como los siguientes: Cuando vayan aLondres les recomendar tal o tal otro restaurante..., o se disculpaba anteun colega por viajar en lugar de l, pero que no poda hacerlo por no serun Reisekader. Rechazaba por principio la tramitacin de las invitacionesque llegaban, basndose en que los destinatarios de las mismas no eranReisekader y que no tena ganas de ir al director para recibir una negativa.En los ltimos aos, el trato de los jefes con sus colaboradores de confianzase haba vuelto de tal modo cnico y abyecto, que ya ni siquiera se creanecesario guardar, cuando menos, las apariencias. Del mismo modo, elhecho de que alguien utilizara la invitacin de otra persona sin que stasupiera nada era ya una costumbre; (...) Un argumento de peso, que escuchcon frecuencia de boca de mis jefes, consista en que la persona invitadaera acusada de haber organizado la invitacin ella misma, es decir, de haberutilizado a la persona que envi la invitacin. Un grave delito, que clamabacastigo...!

    Uno de los elementos integrantes de la patologa alemana actual lo cons-tituye el hecho de que modos de actuacin como el descrito en esta cartaapenas pueden ser sancionados. El castigo de la altanera, del cinismo y delmenosprecio al ser humano no es competencia del Wissenschaftsrat, sino quequeda encomendado al remordimiento de conciencia o a la venganza del cielo.Aqu no se trata de la fragilidad poltica de disciplinas cientficas, sino de lavida cotidiana en el interior de instituciones que optaron por acomodarse alas exigencias de un Estado totalitario. No se trata de la obediencia ciega delos alemanes, sino de la corruptibilidad del ser humano. Y como se trata delos defectos antropolgicos y de la complicidad de toda una generacin, esteproblema no se solucionar hasta dentro de una generacin. Del mismo modoque Max Planck constat que los paradigmas de las ciencias y las letras nomoran sino con la desaparicin de sus representantes, los modos de compor-tamiento y errores del totalitarismo de la RDA en lo relativo al mundo de lasciencias y las letras no desaparecern hasta que no se hayan jubilado todoslos catedrticos de la actual generacin.

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  • WOLF LliPENIES

    Para la Alemania occidental, el principal problema en el proceso de uni-ficacin cientfica radica como en la poltica en que al oeste del Elbaeste proceso no ha dado motivo alguno para la reflexin y la enmienda.Incluso por meras exigencias de ahorro hubiera sido conveniente elaborar,tambin en la vieja Repblica Federal, un inventario de las instituciones deinvestigacin y de su personal, evaluarlos y, a continuacin, llevar a caboun recorte y reduccin en las mismas; hay entre nosotros bastante gente quedestaca sobre todo por medio de la estabilizacin de su propia mediocridad.En esto estribaba una gran oportunidad de la unificacin. No habra habidoninguna razn de tipo jurdico que se hubiera opuesto a un proceso de evalua-cin como se en las dos Alemanias. No habra sido as el Oeste el quehubiera examinado al Este, sino que la Alemania unida se hubiera examinadoa s misma. Pero mucho temo que se haya desperdiciado una oportunidadcomo sta para que toda Alemania se autoexaminara que no habra habidocosa ms justa y equitativa. O acaso hay intentos de revisar seriamentela Lista Azul de las instituciones de investigacin promovidas por los Lndery por el Estado Federal en relacin a los rendimientos ya habidos y a lasperspectivas de su futuro? Se han decidido las administraciones de la cienciay la cultura de ni siquiera uno de los antiguos Lander a realizar una evaluacinde sus universidades y teatros? Quiz, y slo por necesidad, el Berln queest creciendo unido constituya la excepcin.

    Como ni siquiera se ha dado comienzo a este tipo de examen de conciencia,se da la mala impresin de que, especialmente en el terreno de las cienciasy las letras, el proceso de unificacin se lleva a cabo como una combinacinde depuracin radical por un lado y de un infame borrn y cuenta nueva porotro. Mientras que en el extranjero estoy pensando concretamente en losEstados Unidos, Suecia y Francia hombres de ciencia comprometidos yrespetados conjuran el espritu de una nueva sincronizacin de las univer-sidades alemanas, quienes en la RDA fueron vctimas lamentan la lasitud delos evaluadores germano-occidentales y su escasa sed de venganza. El cmodolaissez-faire es, de hecho, la otra cara de la arrogancia. Las vctimas delrgimen de la RDA recriminan a esos evaluadores su falta de voluntad paradarse por enterados en absoluto de la situacin interna de las institucionescientficas de la RDA: ren comprendre, c'est tout pardonner.

    V I . CON VOSOTROS SE PUDO CONSTRUIR!

    Entre los creadores de culturas de nuestro pas florecen los mitos y crecenlos malentendidos: la Asociacin de Editores Alemanes (Brsenverein desDeutschen Buchhandels) concede el premio Alfred Kerr al Neues Deutsch-

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  • ALEMANIA DOS ANOS DESPUS DE LA REVOLUCIN

    land (11), que no ha experimentado ningn cambio, mientras que los habitan-tes de Weimar tienen que dejar que el director de la revista de economaKapital les aleccione sobre Goethe como su contemporneo. Entre los intelec-tuales de la RDA corre insistentemente el rumor de que el rgimen de la RDAfracas a causa de la resistencia prestada por sus literatos y actores de cine,por la oposicin de sus directores de cine, teatro y orquesta. De pronto, comoun lector rebelde del manual de Leo Strauss Persecution and The Art ofWriting, todos los autores pretenden haber escrito entre lneas en sus obrasy que los poderosos habran ledo en ellas la predicacin de su fatal destino.

    Aqu el observador alemn occidental lo tiene fcil. No tiene que juzgardesde su propia posicin, libre de todo riesgo, y que por ello no admite unveredicto de culpabilidad. El observador puede comparar, y ello, adems, leresulta permitido. Y en comparacin con los intelectuales polacos que semantenan en disputa con Solidarnosc, en comparacin con la cultura soterradade Praga y Bratislava, as como en comparacin con la significativa emigra-cin de los disidentes hngaros, la sentencia se perfila claramente. Salvo unaspocas excepciones, los intelectuales de la RDA no combatieron al rgimensocialista: huyeron de l o, ya colaborando celosamente con l, ya adaptndosea regaadientes, soportaron sus subvenciones. Por ello resulta bien traicioneroel duelo por las esplndidas condiciones bajo las cuales podan trabajar loscreadores de cultura en la RDA, y es delator, ya que se olvida que estosejercicios culturales contribuyeron en medida no despreciable a la legitimacindel Estado de injusticia (Unrechlsstaat) de la RDA. Por nuestro pueblo!,as deca el manifiesto del ocaso de los intelectuales en la RDA. En los cincodas gloriosos entre el 4 y el 9 de noviembre de 1989, algunos quisieron hacerel papel de mile Zola. Pero era como si Zola hubiera pregonado a voces suJ'accuse despus de que el capitn Dreyfus hubiera sido rehabilitado y nom-brado Caballero de la Legin de Honor por la Tercera Repblica, la mismaque con anterioridad le haba proscrito. No, estos intelectuales no eran disi-dentes, y nosotros, los alemanes del Oeste, que no nos vimos expuestos a latentacin, no deberamos reprocharles cobarda. Pero cuando, de pronto, losintelectuales hasta los cuadros y el presidente de la Asociacin de Escrito-res se quieren dar a conocer como emigrantes del interior y miembros dela resistencia de la RDA, ha de replicrseles framente: Con vosotros sepudo construir el Estado!

    Es impresionante lo vertiginoso que fue el derrumbamiento de muchasinstituciones culturales en la RDA. Responsable de ello fue no slo unamentalidad acostumbrada a recibir subvenciones, que no se pudo readaptar

    (11) N. del T.: rgano central del SED.

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  • WOLF LEPEN1ES

    oportunamente a los mecanismos del mercado, sino tambin el hecho de queen la RDA la cultura de los resultados era generalmente ms importante quela cultura de la vala: en la mayora de las ocaciones la presentacin resultabams instructiva que la obra; la puesta en escena, ms original que la pera;el programa de mano, ms emocionante que el texto; el actor, ms interesanteque el autor, y la palabra hablada, ms llena de significado que la escrita.La posicin central que ocupaba, pongamos por caso, un Heiner Mller sebasaba, y no precisamente en ltima instancia, en el hecho de que un autorestuviera permanentemente ponindose en escena a s mismo. Este predominiode una cultura oral llev tambin a que, despus de la unificacin, los habi-tantes de la RDA encontraran menos apoyo en las instituciones que en latoma de conciencia, a travs de la conversacin y el dilogo, de unas formasde vida largo tiempo compartidas, obsoletas en la Alemania ya unificada.Ofrecan refugio en la vida cotidiana del rgimen, y por ello resulta compren-sible que los alemanes orientales recuerden su pasado con nostalgia y horroral mismo tiempo.

    Frente a este aferrarse al recuerdo, destac la prisa que tenan los cerebrosalemanes occientales por emitir un juicio y su incapacidad para dar la prefe-rencia en la reflexin crtica sobre el pasado de la RDA a los propios afectados.Queremos hacer siempre todo con rapidez y por nuestra cuenta, sobre todoen las secciones culturales, apresuradamente escritas, de los diarios y lasrevistas. Por supuesto, lleg la hora de revisar crticamente la idealizacinque de una Christa Wolf han realizado ella misma y otros tambin. Pero porqu tuvo que ocurrir esto tan precipitadamente y con la minuciosidad de unaempresa de demolicin? En esta disputa habra resultado de ms tacto cederal paso de los alemanes del Este y darles la oportunidad de discurtir librementeentre ellos. O se podra haber esperado a las palabras de un observadorinteligente como Peter Demetz, quien, desde una cierta lejana y sin estriden-cia, present el seudosocialismo de los intelectuales de la RDA como el ltimorefugio del protestantismo alemn.

    Qu eficaz resultara una estrategia que encomendara las cosas irrepetiblesde un Hermann Kant al ajuste de cuentas con aquellos colegas suyos, escritoresde la RDA, a los que en su da acanallara, en lugar de caer en la trampa delmercado y de convertir sus memorias en un bestseller, aparentando una indig-nacin exagerada y con el apresuramiento de los debates radiofnicos y tele-visivos bajo el que se pretende estar saciando una cierta necesidad de infor-macin! Por contra, ahora las vctimas se solidarizan cada vez ms con losautores de los delitos, y tambin los intelectuales crticos de la RDA semovilizan contra una estrategia de los superadores del pasado germano-occi-dentales, que como en el caso de la acusacin contra Christa Wolf y de la

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  • ALEMANIA DOS AOS DESPUS DE LA REVOLUCIN

    denuncia de Ernst Bloch les quiere robar incluso los restos de los rasgosliberales de su identidad. A diferencia de lo que sucede en los mbitos de lapoltica y la economa, a la hora de hacer el balace de los resultados obtenidospor la RDA en los campos de la ciencia y de la cultura habra tenido suutilidad una moratoria, en caso de que ello hubiera sido posible. Pero el tactoy la capacidad de espera no son componentes esenciales del carcter nacionalalemn.

    VIII. LA ILUSIN DE COMUNIDAD Y LA VIRTUD DEL TACTO

    La idea de la nacin retrasada, que en 1935 acuara un Helmuth Plessnerimplacablemente perseguido por los nazis, ha venido determinando hasta hoyel debate acerca del carcter especial de la historia alemana. Ya en 1924haba escrito Plessner un libro tan fascinante como estremecedor, cuyo ttuloLos lmites de la comunidad, despus de casi setenta aos, continabrindando la posibilidad de definir la situacin alemana actual bajo la esque-matizacin de los perfiles de aquella idea.

    En una poca en que la Repblica de Weimar an poda tener esperanzasde hallar no slo legitimidad, sino tambin reconocimiento, Plessner previnoa los alemanes contra una sentimentalizacin de la poltica, contra esa dialc-tica del corazn que no quiere perder la esperanza de que algn da, y entodas partes, se puedan poner las cartas sobre la mesa y la sinceridad, lahonradez y la fraternidad reinen sobre la tierra. Frente a este radicalismo dela verdad que anida en la bsqueda incondicional de la comunidad, HelmuthPlessner abog por una orientacin de la vida hacia virtudes que, vistashistricamente, presentan un origen aristocrtico, pero que en momentosposteriores se convirtieron en atractivos de la propia sociedad burguesa. Entrestas se contaba, y no en ltimo lugar, la virtud del tacto. El tacto, dicePlessner, es la predisposicin a reaccionar ante las ms ligeras vibracionesdel entorno; el estar abierto a contemplar a los dems, retirndose uno mismodel centro de atencin, y a medirlos segn sus propios raseros y no segn lasde uno mismo. El tacto es el respeto eternamente en vigilia hacia la otra almay, con ello, la primera y ltima virtud del corazn humano. Para HelmuthPlessner, los grandes peligros de la poltica alemana eran el comunismo,entendido como una conviccin envolvente de la vida entera, y el radicalismode la comunidad.

    En la RDA se les impuso a todos el comunismo como concepcin envol-vente de la vida. Frente a esta imposicin reaccion, a su vez, una parteimportante de la poblacin especialmente los disidentes de la RDA me-diante un propio pathos de comunidad, que encontraba apoyo institucional,

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  • WOLF LEPENIES

    y no de poca importancia, en la Iglesia evanglica. Pero ahora no es slo elfin de la ideologa comunista. Las expectativas de comunidad de todos loshabitantes de la RDA se ven defraudadas por una cultura poltica que seorganiza conforme al mercado y que no irradia el calor de una comunidadespiritual, sino que tiende a un fro equilibrio de intereses que no pretendealcanzar decisiones fundamentales, sino compromisos temporales. La comu-nidad se fomentaba en la RDA en todos los planos, bien como ideologaactivista impuesta desde arriba o bien como forma de vida privada profunda-mente pasiva. Ahora los alemanes orientales estn aprendiendo a conocer loslmites de la comunidad. Haban esperado que la reunificacin trajese consigofraternidad y la misteriosa armona de las almas, y lo que ahora empiezana conocer no es otra cosa sino la brutalidad del principio de competencia.

    El resentimiento de los alemanes del Este es resultado de haber puestodemasiadas esperanzas en la comunidad. Esto, ms an que las difcilescircunstancias econmicas, explica la apata que un ao despus de la unifi-cacin de los dos Estados alemanes paraliza a amplios sectores de la poblacinde la Alemania oriental. Esta apata habra de combatirse sobre todo pormedio de la virtud del tacto. En lugar de ello, el resentimiento y la falta detacto caracterizan a la situacin alemana actual. El tacto es una actitud cuyafuerza radica en la seguridad en el modo de comportarse. Por ello la falta detacto revela inseguridad interior. Es de temer que la Alemania unida, todavay de nuevo, sea en lo que hace a la forma en que se experimenta a s mismo,a su autoconciencia, un Estado inestable, un Estado oscilante que quiereencontrar su salvacin como tantas veces en nuestra historiaen una huidahacia adelante y en compensaciones desmedidas. Y ya no es posible pasarpor alto signos incipientes de esa dinmica.

    Sin embargo, no hay motivo alguno para una melancola neoalemana.Quiz tengan motivo los alemanes para quejarse, pero no para desesperar.Basta con echar una mirada ms all de las fronteras: hacia Polonia, Praga,Rumania, Yugoslavia y la Unin Sovitica. Ya quisieran tener all nuestraspreocupaciones. En lugar de quejarse, los alemanes tendrn que aprender arecordar y olvidar con sabidura (Carlyle). No es reflexionando continuamenteacerca de la propia situacin o discutiendo dolorosamente entre s como losalemanes van a consumar la unidad, sino por medio de un alejamiento decididode su propia interioridad y de un compromiso comn a favor de los dems:en su propio pas, en Europa, en el Tercer Mundo.

    Francois Furet seal a los alemanes, junto a los rusos, como el segundogran pueblo europeo incapaz de dar sentido a su vigsimo siglo de existenciay, con ello, a toda su historia. Por mucho alcance que tenga nuestra capacidadde dar sentido, los alemanes del Este y del Oeste, en los pocos aos que

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  • ALEMANIA DOS ANOS DESPUS DE LA REVOLUCIN

    quedan de este siglo y en el principio del prximo milenio, tendremos queabandonar las estrechas fronteras de nuestra propia comunidad para volver aencontrarnos a nosotros mismos. Quiz con ello contribuyamos a que, despusde todo, se haga realidad la profeca de Tocqueville de que Dios prev unfuturo tranquilo para los pueblos de Europa.

    [Traducido del alemn por ANGELES GARCIA-PELAYO]

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