Leonce y Lena Un Intermedio Irónico Romántico

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Leonce y Lena Un Intermedio Irónico Romántico

Citation preview

  • 1

    Leonce y Lena: un intermedio irnico-romntico1

    Hans Mayer

    La enseanza del arte y el trabajo artstico prctico estn inseparablemente unidos.

    Asimismo, la teora del arte debe buscar, como cualquier otra teora, la verdad y

    legitimacin de sus enseanzas en la prctica: quiere evitar el bello parloteo sobre las cosas

    bellas, as su misin no puede ser otra que la interpretacin de las obras de arte existentes y

    la preparacin de las obras por venir. Sin embargo, esa presentacin de los temas debe

    subrayar que toda esttica es evaluada en las formaciones reales que ella ayud a producir.

    De todos modos, el artista y creador tiene pocas ocasiones de verse eximido de toda

    consideracin por la teora, de darle la espalda al crtico, para dejarlo, en palabras de Kant,

    derribar sus once palos de un slo tiro para evitar atraerse peligro con sus ideas vacas2. El trabajo artstico no es furia ciega ni xtasis balbuceante, sino realizacin, estructuracin

    de las formas y de los contenidos. No es que el creador menor de edad y poseso sera

    desgarrado del mundo por un intrprete parasitario y superfluo del arte, como una

    ignorancia presumida lo quiere hacer creer, con lo que podra prohibirse la reflexin

    artstica sin perjuicio de las obras maestras del porvenir. Toda experiencia histrica indica

    ms bien otra cosa: ve la verdadera, gran obra de arte por todas partes como creacin de

    voluntad y meditacin. La verdadera maestra no existe sin aprendizaje. Pero slo se puede

    aprender con el entendimiento de los primeros maestros. La Emilia Galloti es tal vez el

    caso lmite de un teorema aplicado: slo el caso de Lessing refleja la verdad del quehacer

    artstico de manera infinitamente claro contra la rapsodia primaveral del caballero

    Stolzing3, que, dicho sea de paso, para l era forma inconsciente, a pesar de toda forma

    articulada, pero era tambin forma aprendida.

    Es esto la austera y casera sabidura de un Sancho Pansa o de un Valerio? Ahora, tanto

    peor si de repente dejara de serlo. Incluso esa repeticin y premeditacin ya est instalada

    en el medio de la problemtica. Se trata del quehacer artstico de Georg Bchner, de las

    problemticas conexiones entre la reflexin artstica de Bchner y su trabajo artstico. Ya se

    ha tratado acerca del dilogo esttico en la novela Lenz y de las constantes en las lecciones

    estticas de Bchner4. Un decidido realismo del arte estaba presente en la obra, le dio la

    palabra a la imitacin de la autntica naturaleza y a la verdad no reflejada y no idealizada.

    El supremo mandato era vivir, posibilidad de existir5. Por todas partes aparecen acentos llenos de decisin: posicin y negacin no haban quedado en duda. Si bien el autor deja

    inconcluso el relato en el que ese discurso esttico fue tratado, el reporte y los recursos de

    su arte narrativo se corresponden por completo con los preceptos de la esttica que este

    discurso abarca. La existencia de la que se informa era apenas idlica: gira en torno a una

    disolucin ltima y terrible y a la descomposicin del alma todo se da verdaderamente, fiel al discurso esttico, haba vida en las convulsiones, las insinuaciones, con todo el sutil

    1 El siguiente texto es un captulo extrado de Georg Bchner und seine Zeit. Wiesbaden, Limes-Verlag, 1946.

    Pp. 294-318. 2 La cita proviene del ensayo de Immanuel Kant de 1795, La paz perpetua (N.d.T.).

    3 El caballero de Franconia Walther von Stolzing uno de los maestros cantores de Nremberg (N.d.T.).

    4 Una referencia a los temas de los captulos previos del libro.

    5 Bchner, G. Lenz. En Obras completas. Trad. de Carmen Gauger. Madrid: Trotta, 1992, p. 143.

  • 2

    y apenas perceptible juego mmico6. El informante lo presenciaba todo. Contemplaba todo, desde los hechos como a travs de las grietas de esta existencia desgarrada.

    La Novelle queda como fragmento. Bchner se resuelve a continuar con la bsqueda abierta

    con La muerte de Danton y a permanecer en el terreno del drama. El 3 de febrero de 1836 la editorial Cotta anuncia un concurso para la mejor comedia. Bchner ve en

    Estrasburgo la convocatoria publicada en Intelligenzblatt y se resuelve a participar del llamado. El plazo propuesto vence el 1 de julio de 1836, por lo que empieza de inmediato

    con el trabajo. En las pocas semanas de primavera elabora una comedia, la que esta vez no

    queda como fragmento -y aunque logra terminarla, ya es muy tarde, as que el plazo expira

    y la editorial devuelve el manuscrito cerrado. As es concebida una nueva obra dramtica.

    Esta vez ha sido elaborado arte consciente, con mayor fuerza que en Danton, que sobre

    todo haba sido un balance poltico, que en Lenz, que ante la propia estructura de una obra

    en prosa, haba depositado la prioridad al contenido, a toda obtencin de la confesin. As

    como la necesidad interior es sustituida por el imperativo exterior de un concurso literario,

    de la misma manera es sustituida la confesin por un clculo esttico, el recuerdo de

    impresiones formativas y por el trabajo de entendimiento artstico. Con mayor fuerza que

    en las canciones de la vida, originariamente concebidas como no literarias, esta obra

    gestada y concebida literariamente tena que desarrollar una teora del arte para su creador,

    ser encarnacin de aquellas reivindicaciones estticas que Bchner haba reclamado con

    tanto nfasis y agitacin interior antes del desarrollo del Leonce.

    Sucedi exactamente lo contrario. La exigencia de decidido realismo en los asuntos del arte

    fue levantada; slo lo que debera haber sido prueba del ejemplo se estructuraba casi como

    negacin irnica, casi como parodia de tesis abstractas. Quien busca en Leonce vida, posibilidad de existir, una continuacin de Los soldados de Lenz o los principios estructurantes de la pintura holandesa, se vera altamente sorprendido. Las figuras y las

    conversaciones no pertenecen a la realidad, sino a los libros. El mundo contemplado por los

    jacobinos que disfrutan, se instruyen y se consagran a muerte o por los abusados

    campesinos y soldados de la regin de Hessen no se corresponde de ningn modo con el

    mundo contemplado de la realeza del prncipe Leonce y de la princesa Lena. Ac las

    visiones ms tempranas provienen de los recuerdos de Falstaff y del prncipe Heinz, de

    Sancho y del caballero de la Mancha, del prncipe Zerbino y de Ponce de Len y de la

    sutilsima princesa de Musset, que se inclina frente al profundamente humillado bohemio

    de Fantasio. El mundo de Leonce de Bchner es tan real como el de aquellas comedias de

    Shakespeare; tambin en aquel, como en Shakespeare, Bhmen podra estar junto al mar y

    podran existir burgueses bvaros creados como surgidos de la esfera del Fantasio de

    Musset. Hasta los tipos y las mscaras de la Commedia delarte, cuya invocacin a Gozzi ya procura el epgrafe del Leonce, son ms reales, estn ms cerca de la realidad que todo

    lo creado en la comedia de Bchner. Las figuras del juego de mscaras son estilizadas, pero

    en la forma de una realidad ms simplificada, ms tipificada. Las reales peculiaridades de

    edades definidas, las diferencias regionales en el carcter de las diversas provincias

    italianas, las actitudes y modos de actuar de las diferentes profesiones aparecen ac

    simplificadas, llevadas a la medida del gnero, tipificadas, pero tipificadas segn una

    realidad autntica. Por encima de todo, Leonce, Lena, Valerio y todas las otras figuras del

    fantasmal cuento de hadas leyeron muchos libros. Prncipe y glotn, princesa y sentimental

    solterona llevan una vida de segunda mano, una existencia salida de los libros: practican la

    6 bid., 143.

  • 3

    imitacin y al mismo tiempo se burlan de su imitacin -con lo cual aquel reflejo irnico del

    propio hacer y de la existencia conducida segn reglas literarias es, otra vez, de segunda

    mano, y, entonces, una vez ms, imitacin. Leonce prest atencin a todos los monlogos

    de Manfred, de Childe Harold y de Don Juan, tambin a los parlamentos de los hroes de

    Tieck y de Brentano. Lena no es nada ms que sonido y hlito, ser de la ms pura sustancia,

    hija de la poesa, si no la ms sutil poesa en s misma -no le debe ningn tributo a un

    mundo material, ni respondi al llamado de la vida cotidiana, del da por excelencia. Si se

    buscaran los herederos y los antepasados de esta pareja de prncipes unidos para siempre

    por Bchner, no se hallaran rastros en los grandes realistas del drama y de la novela, ni en

    Flaubert ni en Zola, ni en Ibsen ni en Dickens, sino quizs en Pelleas y en el tierno sonido

    del alma de Melisande, o en el Spleen del hombre que vio Baudelaire y al que reconoci

    como parecido a s mismo: aquel que viva comme le roi dun pays pluvieux, / riche, mais impuissant, jeune et pourtant trs vieux, / qui, de ces prcepteurs mprisant les courbettes, /

    sennuie avec ses chiens comme avec dautres btes. No lleva ste la vida del prncipe Leonce? Tampoco a l nada lo divierte, ni la caza de venados ni la caza con halcn,

    tampoco la cancin del bufn predilecto. Todo lo que siempre se entendi como

    romntico en cuanto a visin del mundo y sonoridad, encuentra su lugar y su participacin en la comedia de Bchner. Con la figura de Leonce parece iniciarse un

    camino que retorna a Shakespeare y a Cervantes, a un Shakespeare como lo conciben

    Schlegel y Mendelssohn u Otto Nicolai, a un Cervantes segn el retrato que han legado

    Tieck o Friedrich Schlegel. Baudelaire y Maeterlinck se distinguen en la perspectiva ms

    amplia del camino, camino que conduce despus a la msica de Tristn y de Pelleas para

    acaso producir la sonoridad de Gabriel Faur. Se est en el mundo del nocturno y de la

    irona romntica, de los sueos y de la soledad: lejos de toda comunidad, de todo lo que lleva rostro humano7. Aqu vale lo selecto y lo distinguido. En ninguna parte es tan despreciada la nada como en lo real; todo aspira a escapar, a elevarse sobre la realidad con

    los medios del arte autnomo a la ms arrogante y ficticia legalidad. Aqu se aplica la

    eleccin y la separacin. Ni la ley de la causalidad ni la de la finalidad tienen valor aqu,

    tampoco la de la naturaleza ni la de la convivencia entre los hombres, sino aquella de un

    espritu que se tiene por autnomo. Puede tratarse del sueo o del smbolo, del cuento de

    hadas o de la irona, siempre se est fuera de lo real, se vive en los ideales. Bchner, que

    difunde una teora del arte severa y cercana a la realidad, de pronto vive con su obra Leonce

    y Lena en una esfera idealista. Si buscara los antepasados espirituales que le proporcionaran

    a semejante quehacer el valor y el prestigio de la filosofa, debera remontarse por encima

    de Kant y Schiller, pensar en la subjetivacin panidealista del mundo de Fichte, a la que

    buscaron referirse, no sin abuso ni captacin, todos los excesos romnticos. No es

    imaginable mayor disonancia que la que se encuentra aqu entre toda la obra terica de

    Bchner y esta obra irnico-romntica de ambos nios monarcas.

    La teora del arte de Bchner no puede representarse como la concepcin de un poeta

    ingenuo, sino como la de un poeta sentimental. A pesar de toda el ansia por una naturalidad

    pura, no fragmentada e irreflexiva, se ha percibido tanto en la teora esttica de Bchner

    como en su obra una postura elegaca, satrica o cnica frente a la realidad, y con esto, una

    postura sentimental, ms profundamente no ingenua. Se agreg ahora a esto, en el caso de

    la comedia Leonce y Lena, un juego irnico romntico, una verdadera expresin del juego

    7 Fichte, J. G., Beitrge zur Berichtigung ber die franzosische Revolution, en Smmtliche Werke, Tomo

    VI. Berln: W. de Gruyter, 1971.

  • 4

    intelectual y espiritual, una creacin con la que una posicin idealista se volvera dudosa

    con la confesin realista de Bchner despus de un par de pginas.

    La voluntad por el trabajo artstico realista, por la estructuracin con los medios del arte de

    vidas si ya no reales, al menos posibles, sera extrao y contradictorio puesto a la par de un

    ejercicio artstico prctico que procediera, por el contrario, como irnico, reflexivo,

    aparentemente convencido del primado y de la autonoma del espritu. Y adems de eso,

    contrasta una aparente relacin sentimental, no ingenua, con la realidad de la naturaleza,

    con un realismo esttico que uno intenta encontrar usualmente solo en la obra y en el taller

    del poeta ingenuo.

    La cantidad de contradicciones en un lugar tan decisivo del pensamiento y de la produccin

    de Bchner parece irresoluble. Sin embargo, varias de las contradicciones se resuelven en

    la separacin ms tajante de las categoras y de la pareja de conceptos de lo ingenuo y lo

    sentimental. Los referidos conceptos de lo ingenuo y de lo sentimental por un lado y de lo

    real y lo ideal por el otro parecen estar emparentados, su intercambio o reemplazo no

    parece ser imposible, si bien en realidad no son sinnimos, sino opuestos que soportan

    cruces y superposiciones. Ingenuidad y sentimentalismo son posiciones del artista en estado

    de creacin; dicen algo sustancial acerca de su postura frente al mundo, de su percepcin

    subjetiva al contemplar la realidad que lo rodea, y se prolongan y se traducen en

    percepciones de un tipo determinado en el momento de la creacin, de la transformacin en

    arte del suceso padecido o disfrutado. Uno podra sealar la posicin de la ingenuidad

    como la de un hombre a quien an no le parece cuestionable ni susceptible de duda la

    realidad de la naturaleza y de la sociedad. l experimenta indistintamente la naturaleza y la

    sociedad como hechos naturales, sin duda existentes, y como construcciones satisfactorias.

    Frente a semejante ingenuidad acta el sentimental en tanto hombre y artista de la distancia,

    de la pregunta, de la duda, de la crtica. l refleja el mundo, pero tambin mira a travs de

    l y lo juzga; lleno de tristeza, lleno de clera, lleno de sarcasmo, lo que resulta indistinto.

    Para ese tipo de artista, el que propugnaba Schiller, es necesaria e inevitable la creacin de

    un mundo que se desploma, que no se puede dar por sentado ni aprobar.

    Por otro lado, el idealismo o el realismo tienen en el mundo de la creacin artstica y de lo

    artstico creado un valor objetivo. Aqu se trata del examen posterior de la forma ya

    existente, de la obra de arte terminada. Se trata de determinar si la creacin expresa realidad

    o slo ficciones subjetivas del creador de la obra. Semejante examen exige siempre un

    trabajo con los conceptos y con las normas de la filosofa de la sociedad y de la historia,

    porque slo el que se represent con anterioridad la anatoma de la realidad puede brindar

    un juicio sobre el contenido de realidad de lo creado artstica y artificialmente. El crtico no

    es nunca ingenuo, sino que es siempre sentimental. El monje amante del arte de

    Wackenroder, arte que prueba con deleite y que tartamudea con alabanzas, sin ejercer un

    juicio estructurado, sin sopesar ni comparar, es un diletante que disfruta; quizs un amigo

    del arte, pero jams un artista o un conocedor del arte. La postura del tunante de

    Eichendorff da como resultado en la esfera de los juicios sobre el arte slo diletantes o

    crticos que no quieren admitir que lo son. Pero la pregunta por el realismo o el idealismo

    de cada obra de arte es particular y slo al responder con la comparacin meticulosa entre

    la naturaleza real y la naturaleza representada se obtiene una enorme cantidad de

    posibilidades y de cruzamientos en las recprocas relaciones de la esfera subjetiva y

    objetiva, de la vivencia y de la poesa ms formal. La historia de la cultura humana no es

    pobre en ejemplos del ms extrao autoengao de grandes y penetrantes espritus frente al

    significado real y la esencia verdadera de aquello que fuera ideacin o creacin. Coln se

  • 5

    dirigi a las Indias y hall Amrica; un pequeo alquimista llamado Bttcher busc la

    piedra filosofal y hall la porcelana.

    Con frecuencia sucede ese error in re, ese error sobre el alcance del logro obtenido en cuanto al contenido. Anlogamente, cmo el audaz buscador del arte realista no iba a

    concebir una obra que la mirada diseccionadora no asignara invariablemente a la esfera de

    lo ideal? Aqu la totalidad se da a travs de la combinacin y la mezcla: tiempo e

    individualidad de cada sujeto creador hace lo propio. All donde la realidad tiene que ser

    representada acrticamente porque su ser y sustancia son percibidos como no

    problemticos, pero al tiempo se encuentra activo un temperamento artstico que, por as

    decir, cubre de oro y pule, es decir, idealiza cada pedazo de naturaleza, es ah donde la creacin artstica ingenua puede llevar al idealismo. Eso puede producir una novela de

    Eugenia Marlitt, pero tambin una de Alfred de Vigny sobre historias heroicas de

    servidumbre y grandeza de soldados, o la Jocelyn de Lamartine, o el Tell de Schiller. Pero

    donde realmente el idealismo se vuelve el ms vergonzoso desprecio por la naturaleza humana, donde de modo fatal busca esconder con los rayos del sol en el corazn la verdadera necesidad, todo lo engrandece como bueno con lugares comunes horneados

    caseramente, lo que queda uno lo encuentra precisamente ah, en las reglas de la armona de

    la visin del mundo ingenua y de la creacin idealista de ese tipo de doctrina. Pero por otro

    lado, all donde la visin del mundo ingenua no quiere aadir nada de lo propio, renuncia al

    brillo pero tambin a la diseccin y al profundo entendimiento, pues la capacidad de

    enjuiciar y de condenar, donde la fotografa representa el ms elevado ideal, genera el

    naturalismo, un realismo que es y no es al mismo tiempo, que captur la realidad, pero a la que al mismo tiempo dej escapar y a la que en ese momento no quiso preguntar de

    dnde vena y cmo se gestaba lo que la compona para determinar su mera existencia.

    Distinta es la postura del crtico social sentimental que indaga una sociedad y que entrevi

    ahora, posedo por el afn de la reproduccin, su ser, pero al mismo tambin intenta

    percibir su estructura, sus fuerzas motoras. En el fondo lo que slo experimentamos aqu,

    slo en obras que tuvieron que pasar tal proceso de creacin, es verdadera vida y

    posibilidad de existencia. De esa sntesis entre el carcter sentimental y el proceso de

    creacin realista (que de ningn modo debe significar que sean sinnimos de tendencia

    abierta, con lo que llega slo a una real comprensin, pero no sencillamente a un

    alistamiento) surgen entonces los grandes dramas de Shakespeare y Minna von Barnhelm e

    Intriga y amor o La comedia humana de Balzac o el Danton o el Woyzeck de Bchner. Pero

    no hay que olvidar la eterna fantasmagora en la que un humor lleno de misterio y

    profundidad no busca reconstruir una realidad abarcable y reflejada desde todos lados, sino,

    por decirlo as, desinfectar por medio del juego, el sueo y el humor para hacerla

    transparente. Sueo de una noche de verano y La tempestad, as como El puchero de oro,

    de E. T. A. Hoffmann son esos grandiosos juegos. Tambin de ese juego de los romnticos

    -deficiente por la comprensin escasa de las continuidades y distancias ms grandes de la

    tierra, que, precisamente, los lleva en libre e ingrvido vuelo hacia los obstculos- procede

    la conexin entre la postura sentimental y distante de la realidad con los juegos de la

    fantasa, libres y alejados de la realidad. Pero el extrao juego de Bchner del Prncipe

    Leonce y de la princesa Lena tambin es producto de esta mezcla.

    La principal referencia al tono predominantemente sentimental del arte de Bchner ni se

    invalida por la abiertamente proclamada doctrina artstica del realismo y de sus creaciones

    Danton, Lenz o Woyzeck, pero tampoco por la comedia irnico-romntica y por eso

    idealista. Sin embargo permanece un conflicto. Negarlo o pretender hacerlo irreal por

  • 6

    medio de atrevidas construcciones sera absurdo. Precisamente, en esta paradoja se

    pronuncia una vez ms una nueva posibilidad, una vertiente de la rica naturaleza de

    Bchner. Tambin los intermedios de una obra son elocuentes, as como las pausas y los

    cambios de tema. Se trata, en suma, de entender el nuevo lenguaje de esta extraa forma de

    elocuencia.

    Por supuesto que en relacin a Leonce y Lena hay que evitar toda acentuacin exagerada.

    Tiene poco sentido evaluar con desmesura una obra de humor ocasional, de un

    conformismo recurrente, que tuvo como meta ganar dinero con un premio o el

    establecimiento de una carrera, o achacarle interpretaciones y misterios que en el fondo le

    son ajenas. Cotta quera tener una buena comedia -aqu habra de recibir una- y Bchner abri, para dicho propsito y ocasin, las cerraduras de su ser, que de otra manera habra

    mantenido clausuradas. As nace una obra que entre Lenz y Woyzeck resulta absolutamente

    extraa y que resultaba casi incomprensible ante el habitual trasfondo de la visin de

    mundo bchneriana, su presencia no se justifica, la posibilidad de su generacin, as como

    tampoco otros dispersos movimientos que eran menos claramente perceptibles en la forma

    nica de Bchner. Pero por eso tambin esta obra irnico-romntica, que, como no es

    realista parece burlarse tan palmariamente de los dogmas de su creador, se vuelve esencial e imprescindible para una visin global.

    La primera impresin de la obra es ms bien negativa. Todo en la comedia de Bchner

    parece de segunda, cuando no de tercera mano: accin, atmsfera, bromas llevadas a cabo y

    sentido profundo. El esquema de la comedia del (as llamado) romanticismo alemn, y tambin del francs, fue modificado una vez ms. Si Gutzkow considera al Leonce junto

    con las obras de Tieck y Brentano juegos de un suspiro, entonces hay que darle la razn en

    eso, si adems uno acepta las siguientes oraciones de su crtica, en la que la comedia de

    Bchner ni siquiera logra elevarse al rango de pose artesanal del Angelys o de las

    refinadas habladuras de Birch-Pfeiffer8, no queda ms que admirarse sacudiendo la cabeza ante la cima de la ignorancia crtica. De hecho: hay diferencia entre Iffland y El

    cntaro roto de Kleist, sin embargo si Gutzkow la hubiera registrado, habra quedado un

    poco cuestionable luego de semejante valoracin del Leonce segn la escala del mundo de las heronas de la seora Birch-Pfeiffer. Sin embargo, tambin puede complacer el

    despectivo ademn de Gutzkow de remitir el prncipe Leone al prncipe Zerbino y a sus

    epgonos: si bien Gutzkow no entiende como esteta y censor el valor ni de uno ni de otro,

    junt, de hecho, estos parientes cercanos. Ambos prncipes provienen de un tipo de

    destilacin qumica que ha querido mezclar las conocidas dosis de Cervantes y otros condimentos del teatro espaol con ingredientes de Shakespeare. Se procedi de un modo

    ms erudito, pero tambin ms pedante. El producto fall porque nunca lleg a ser un

    homnculo. Lo cmico de esta comedia era ya parte de una venerable tradicin; as todas aquellas cabriolas aparentemente tan nuevas y atrevidas de estos originales genios

    romnticos anuncian lo ya acontecido, y si realmente aparecieron elementos nuevos en el aceptable y tradicional mundo de los personajes, fueron entonces de fuente culta, tal como en las stiras literarias de Tieck. Brentano se quera engaar cuando entenda su

    Ponce de Len como muy peculiar y proclama: yo no tom ningn modelo anterior, sino

    8 Charlotte Birch-Pfeiffer (1800-1868) fue una popular actriz y novelista alemana, famosa en su tiempo por

    llevar a escena adaptaciones de narraciones de Charlotte Bront, Wilkie Collins, Victor Hugo y George Sand,

    entre otros.

  • 7

    la alegra de mi propio corazn y el regocijo con el que se complace... en vano procur

    alrededor su gnero y temo que tendr que quedar sola. Estaba equivocado y aparentemente conoca (como glotn literario que era) muy bien la

    ascendencia de su Ponce: todo tipo de comedias de capa y espada, as como los Sancho y

    Gobbo, Bardolph y Pistol. Lo que era propio y de origen brentaniano se encuentra en los

    squibbles9, aquel placer y arte inagotables de Brentano (en la vida, como aqu en la obra),

    aquellos juegos de palabras nacidos de la ms libre asociacin de pensamientos, libres de la

    realidad, juegos tambin influenciados por Shakespeare, pero, de nuevo, de una clase

    propia, para jugar consigo mismo en todos los aspectos, como el mismo Brentano explicara el procedimiento. En todos los sentidos, aqu haba sido menos efectivo el gusto

    por el juego y la burla que la autntica pedantera detrs de una aparentemente plena

    libertad y prdida de la forma: la dramaturgia romntica, que quera disolver lo cmico y lo noble (Brentano) en un reino intermedio -menos por una coaccin interior o por una autntica visin de un mundo que est todo en uno, como haba sido el objeto de

    Shakespeare, que por la intencin de irritar la tradicional dramaturgia clsica. Acaso tampoco la fantasa haba sido tan libre: pues as los ms atrevidos y ms extravagantes

    productos de la imaginacin, manzanas de oro o bien montaas de oro, finalmente no

    pueden ser otra cosa que formas de lo irreal con materia real. Ms prspera en el

    crecimiento excesivo de la realidad y ms an en la superacin de la realidad es la comedia

    de Grabbe -slo que ac se registra buena parte de la comicidad ilustrada de la stira

    literaria, si bien el tono y la base de la mordacidad es de un calibre muy distinto del que se

    encuentra en Platen o Tieck. Sin embargo, al menos aqu existe una atmsfera propia de

    Grabbe que huele a aguardiente y, en lugar del acostumbrado modelo angloespaol, se

    encuentra aquel especfico humor del barroco alemn, propio de vendedores ambulantes y

    estudiantes. Todo esto es nico, no puede ser tomado por modelo y tampoco sera

    verosmil, si fuera imitado sera ms insoportable que las bromas educativas de los

    habituales juegos de los romnticos alemanes.

    Bchner mantuvo el gnero y los elementos probados: slo que mezcl -ya que ms tarde

    ser sucesor de Tieck, Brentano y Eichendorff- recetas francesas con las acostumbradas

    alemanas.

    Leonce y Valerio, con todo su desparpajo y sus ocurrencias son creaciones de la escuela

    alemana. Pero Lena y su doncella son creadas a imagen y semejanza de los personajes de

    Alfred de Musset. En la princesa bvara del Fantasio se encuentra el modelo, y la dama de

    compaa sufre en el Leonce la misma caracterizacin que la del Fantasio: como una

    soadora romntica que no encuentra con qu soar, verdadera creacin de un

    romanticismo que se cans de s mismo y que empieza a probar, con dientes maliciosos y

    afilados, bocado de sus propios hijos y nietos. Pero la princesa de Musset (y tambin

    aquella de Bchner) no tiene nada del sonido y del dolor de una meloda suave. Ella tiene

    que sufrir el destino de la princesa del cuento de hadas, el de ser puesta en manos de un

    esposo desconocido y, entonces, no amado. Aqu resuena un motivo verdaderamente

    burgus, porque en la tradicin no estn en el punto de vista la princesa y su prncipe no

    amado, sino el hombre amado de rango menor. Es as que el romntico burgus retoma un

    tema de tendencia social polmica para sacarle el veneno -y con eso allana el camino para

    9 Ataques satricos.

  • 8

    todas las princesas de opereta que le seguirn ms tarde a Musset y a Bchner, aquel cuyo

    destino ser el de no poder casarse ni amar a alguien conforme a su posicin social.

    Pero en ambos, en Bchner y en Musset es este destino slo un pretexto para estados de

    nimo y arias tristes y desgarradoras. La creacin de Musset es todava en alguna medida

    material, su dolor est motivado; partes de la enseanza (de ningn modo romntica y

    musical) de la razn de Estado se encuentran dentro de su discurso. Adems, la comedia de

    Musset no es slo puro juego, nacido de la alegra que produce la creacin lejos de la

    realidad, sino que ante todo es intriga dramtica. El caballero que viaja disfrazado es objeto de burla -el romanticismo se percibe a s mismo tan anacrnico como Cervantes vea

    a su caballero de la Mancha. Pero ms importante, adems de las ropas tomadas del

    vestuario anticlsico, es la motivacin, rigurosa forma de llevar la accin y sus

    fundamentos, que finalmente desemboca, paradjicamente, en las tres unidades, otra vez en las formas si bien no en el mundo sentimental del clasicismo francs. La princesa Lena de Bchner es an menos terrenal: apenas tiene razones para sus supiros y

    para fugarse. Ac todo lo terrenal se consumi, como en aquel clebre sarcfago de piedra.

    Atrs quedan esencia y tono, sonido y hlito. Adquiri seriedad con la advertencia de

    Novalis: El mundo tiene que ser romantizado: lo vulgar debe tener un sentido elevado, lo habitual una forma de ver misteriosa, lo conocido la dignidad de lo desconocido, lo finito

    un brillo de infinitud, as romantizo yo. En Leonce y Lena slo queda el brillo infinito, lo secreto en lugar de toda otra sustancia. La princesa es cada vez ms rayo de luna y

    meloda: su acercamiento a Leonce se completa de manera irreal. Se buscan y se

    encuentran los reflejos de luz, los acordes correspondientes, no los seres humanos. Quizs

    nadie haya podido darle forma al mandato romntico de la desmaterializacin y el

    encantamiento del mundo de forma ms autntica y consecuente que este sistemtico

    Bchner no romntico. El personaje de Lena, acompaada de la atmsfera en la que se

    encuentra sumergida (y all tambin est Rosetta, aquella doncella bailarina que tambin es

    slo sonido y canto, un ser muy emparentado a Leonce) comprueba el aporte de Bchner al

    romanticismo alemn. En estos personajes y tonos se encuentra el sello de la autntica

    creacin bchneriana, no en los juegos de palabras, no en la conduccin de la accin,

    tampoco en una gracia prefabricada y tomada en prstamo de recetas previas. A algunos les

    puede hacer recordar temas de la vida y el pensamiento de Bchner -acaso la burla del

    modo de expresin de la filosofa idealista o el sistema categorial tomado de la tica de

    Spinoza, que le era prxima a Bchner en la poca de elaboracin del Leonce- otros

    tambin pueden experimentar, en lo relativo al lenguaje, la potencia de expresin como

    monstruosa y plena de sentido, y respirar las creaciones del lenguaje impresas en cada

    oracin: el peculiar romanticismo de Bchner no descansa slo aqu, sino justamente en la

    formacin del mundo de aquella princesa, hecho de luz y de sueo. El resto son citas y

    divertimento de tercera mano -junto a la cita de Chamisso como epgrafe del segundo acto,

    junto al nombre de Leonce y al gesto melanclico y todos los temas de dilogos, en cada

    uno de los que se puede comprobar una extensa sucesin de alusiones literarias.

    Pero an no est todo dicho. Queda un resto que no aparece en las ponderaciones de lo

    inherente a la comedia de Bchner. Queda aquella extraa escena de campesinos de la que

    podra decirse que no est hecha a la medida de una comedia, queda sin resolver el

    misterioso epgrafe de la obra, esa pregunta de doble respuesta por la fama y la fame, queda finalmente la pregunta de cmo esta comedia romntica cabe en el marco no

    romntico de la vida y la obra de Bchner. Que Bchner, como Heine, conoca todos los

    secretos del romanticismo, sin dejarse seducir ni raptar por ellos lo testimonia aquel tono

  • 9

    vivido y percibido y no solamente ledo que se esparce sobre el Leonce y Lena. Solo

    alguien que saba por s mismo de aquellos secretos poda darles forma de tal manera. Era

    tan poderoso e influyente este componente romntico, junto al crtico social y al tico, que

    gritaba en el ser de Bchner con violencia para ser expresado y saciado, que excedi el

    motivo externo del concurso de Cotta para convertirlo en accin imperiosa y exigente? O

    finalmente quedaba en el Leonce una obra de ocasin y que se escribi de manera tal para

    ganar un premio y para estar ms seguro de la chance de xito? La pregunta tiene un

    significado decisivo.

    Se haba pedido una comedia. Para poder escribir una no alcanza solamente, como deca Brentano, con la alegra del propio corazn y la valenta de la voluntad de un hombre independiente y alegre; para la verdadera alegra tiene que estar presente una propensin hacia ella o una sonrisa que evidencie una posicin superior. La primera es la risa del

    ingenuo, la otra la del poeta sentimental. Bchner fue un poeta sentimental, lleno de la

    ruptura y la paradoja del mundo que lo rodeaba. Qu poda encontrar divertido y digno de

    risa en su entorno? Toda creacin consciente supone las bases de la capacidad para la

    distancia, para la objetivacin y estructuracin de vivencias personales profundas. l

    escriba por la voluntad de la confesin inmediata. Porque viva en relacin a imgenes y

    personajes que se representan no de forma abstracta, sino de visiones, de afectos sentidos,

    de criaturas de la fantasa, porque no poda separar el pensamiento y la vivencia de la

    creacin, por eso sus confesiones tomaban la forma del carcter de una obra de arte: slo

    que de formacin consciente, de desgaste de la vivencia por medio una forma impresa

    conscientemente, de eso no hay nada para encontrar en la obra de Bchner.

    Ahora, de repente, se debe crear a pedido y no ungido por una confesin. Esta vez es

    irremediable la forma consciente, el amasijo y la conversin del material vivenciado. A

    Bchner no lo alientan la alegra y la fuerza de voluntad; Brentano no estaba tan enfermizamente pendiente de su patria y de su tiempo como Bchner, que era, por lejos,

    ms artista y jugador. Pero adems, el poeta del Danton no conoce aquel humor sentimental alemn que se origina en la distancia, en la reserva y la resignacin. En cambio,

    para l, vida, pensamiento y accin estn unidos. Los grandes humoristas alemanes

    encuentran su sonrisa justamente en la separacin del quehacer real y la observacin: estn

    parados a la par de la realidad para mirar, coleccionar tipos raros, almas ambiciosas y

    petrificadas que les ofrece lo real, ponen a todos estos actores sin sentido frente al rayo de

    luz de un faro que los degrada a tteres danzantes frente al ojo del marionetista tan elevado

    intelectualmente que est casi endiosado. As se origina la comicidad de Jean Paul e

    Immerman, la de Wilhelm Raabe y la de Wilhelm Busch. Distancia y reserva caracterizan

    la vivacidad irnica de Thomas Mann. La pasin del marionetista y, a pesar de todo, la

    confianza optimista en lo vivo (mezclado con una llamada silenciosa de un mundo burgus

    intelectual, por lo tanto degenerado, a la forma de vida original del campesinado) hacen

    surgir el Cntaro roto de Kleist. Pero Bchner no es un abdicante que sonre como lo es

    Raabe o Jean Paul. Tampoco es un marionetista como Brentano, no es un ingenuo

    contemplador y creyente en el campesino como idea, como Immerman y Kleist. Fueron

    demasiado reales para eso las vivencias de Bchner con el campesino, acaso muy diferentes

    de la nostalgia culta, en tanto extraa, hacia los antepasados y la tierra que profesaba

    Immerman.

    El sentimiento original que hace crear a Bchner una comedia no es petulancia alegre o

    burla alegre y encendida, sino odio. Esto suena extrao. El odio puede guiar la creacin del

    satrico o del panfletista, aquel que no pone como objeto principal hacer reir, sino golpear y

  • 10

    herir. Pero el poeta de la comedia? Entonces uno debe considerar que para l semejante

    falta de distancia con el objeto de la comicidad, como lleva consigo el odio, mantiene en

    pi slo lo malo. En efecto, largos pasajes del Leonce no son ni comedia romntica ni

    comedia propiamente dicha, sino simple y completamente stira: todas las escenas del

    spinoziano rey Peter y de los hegelianos palaciegos a su alrededor. Tambin la triste y cruel

    escena del campesinado, aquel respaldo a viva voz de los estadistas en la marcha de los

    distinguidos seores, que priva de la conciencia de lo lastimoso de su situacin y no

    corporiza otra cosa que la parfrasis del juicio de Bchner acerca del pueblo esclavizado,

    del cual frente a toda preferencia partidaria debe ser dicho que posee un modo de pensar bastante infame. Todo esto es entre otras cosas y sobre todo verdadera stira alimentada con odio y no con burla o humor. Pero aquella amarga alegra del satrico no es la nica

    sustancia de fondo de su obra: el odio que hizo generar esta singular comedia cal todava

    ms profundo.

    Vuelve a aparecer aquella oracin de una carta de Bchner a Gutzkow en la que se

    sealaban en pocas palabras todas las miserias actuales de las masas populares, ciegas y

    obtusas y que al mismo tiempo supona las posibilidades imaginables que yacen en el fondo

    de la sociedad y a las que debieran anudarse todas las formas nuevas del mundo social. A

    este estado vago pero preado de futuro, Bchner contrapuso, como era su costumbre, la

    burguesa iluminada reinante, es decir, ilustrada, pero totalmente muerta, podrida en vida, aquellos egostas de la propiedad y de la formacin, cuya propiedad a l siempre le haba

    parecido infructfera y cuya formacin le haba parecido vaca. Al diablo quera mandar a esta sociedad desprovista de vida, y cuanto antes mejor. Haba ofrecido, tambin, un argumento para eso: Para qu una cosa como esta ha de errar entre el cielo y la tierra? Toda su vida consiste en intentos de sacarse de encima el aburrimiento ms horroroso. Que

    se extinga, eso es lo nico que todava puede vivenciar. Aqu est el motivo principal de Leonce y Lena y es exactamente de nuevo la problemtica

    base de todas las consideraciones filosficas, de crtica social y poltica de Bchner hacia

    las cuales conduce el aparentemente alejado juego romntico. Debe ser representada una

    sociedad que perdi el sentido en s, un orden sin fin y sin piedad, sin posibilidades de

    desarrollo ni voluntad para el cambio. Podan darse dos posibilidades para esa

    representacin: el bosquejo concreto de una empresa sin sentido de las capas soberanas de

    Alemania de esa poca, muy involucradas en negocios y sin embargo faltas de un centro; o

    la sntesis general del estado concreto de las cosas como representacin de un modo de vida

    sin sentido, que se conduce por un mundo que al parecer no tiene asiento nunca ni en

    ningn lugar, pero que en realidad se trata de Alemania. El primer camino fue seguido por

    Karl Immermann en algunos captulos de sus Epgonos, con las representaciones del

    charlatn formado y activo segn las modas religiosas y artsticas que combaten entre s y

    con las de los polticos de caf. Hauff ya se haba anticipado con sus Memorias de Satans,

    le seguir El desgarrado de Nestroy, en el papel del seor de Lips. Ese camino llevaba

    necesariamente a la stira, y Bchner tambin lo emprendi en gran medida en el Woyzeck,

    no menos que en el Leonce. Pero ms importante, ms profundo y ms propio de Bchner

    era el segundo mtodo: aquel de la representacin del sinsentido y de la marcha intil hacia

    una sociedad moribunda y sin esperanza bajo la forma de una idea platnica. Cmo se ve

    en una sociedad que est secreta y absolutamente consciente de la nada y de su propia

    ineptitud, pero que busca ocultar este secreto presentimiento bajo furiosa y superficial

    actividad? Precisamente eso tiene que ser sealado en el Leonce. Que el sentimiento

    principal de una sociedad como esa tuviera que ser el aburrimiento y gracias a l la

  • 11

    ansiedad por el consumo, la sed por sensaciones siempre nuevas, fue una de las intuiciones

    decisivas de Bchner. l se la apropi en observaciones prcticas para nunca olvidarla. Ya

    Lenz haba declarado: S, si yo tuviera la suerte de usted y encontrara un pasatiempo tan placentero; s, entonces podra entretener el tiempo de esa manera. Todo por ociosidad.

    Pues la mayora de la gente reza por aburrimiento; otros se enamoran por aburrimiento,

    otros son virtuosos, y aquellos otros viciosos, y yo no soy nada, absolutamente nada, ni

    siquiera tengo ganas de matarme; es demasiado aburrido10. Naturalmente, en semejante exclamacin tambin tena que estar representado el proceso de petrificacin, la retraccin

    de un punto medio de la vida, aunque bajo la premisa consciente de que estuviera

    relacionado con un peculiar caso patolgico y anormal. Pero ya algunas apostrofaciones de Danton, cuyo hedonismo no haba sido ms que el intento del aturdimiento, del

    blanqueamiento de un vaco interior, la referencia al fino epicreo Jesucristo como sospecha de un hombre que cree ver por doquier en los acontecimientos reales slo un

    velado afn de placer y glotonera, en lugar de autnticas pasiones y alegras, haban

    anticipado que la concepcin de Bchner sobre el aburrimiento y sobre su contracara, la

    actividad, consideraba ms que el caso patolgico particular. La carta a Gutzkow ofrece el

    sentido: el mundo establecido por los que lo dominan se entiende con el precepto del

    aburrimiento universal. Se trataba de un orden social que Bchner percibe como inmoral

    pues para l slo pareca conducir a una existencia meramente formal, y a causa de la cual estaba dispuesto a renunciar al derecho a la existencia. Aqu en Leonce el problema

    est representado y formado como totalidad. Por supuesto que el Prncipe Leonce, muy a

    gusto y a falta de otra ocupacin, sostiene que l querra verse cabeza abajo y declama:

    Qu no llegan a hacer los hombres por aburrimiento! Estudian por aburrimiento, rezan por aburrimiento, se enamoran, se casan y multiplican por aburrimiento y, finalmente, se

    mueren por aburrimiento; y () todo con las caras ms serias del mundo, sin darse cuenta del por qu11 en la tradicin dandista y del desengao del mundo. Todo respira aqu la continuacin de Byron y conduce a Baudelaire y a su squito. Sin embargo queda pendiente

    una diferencia sustancial. Consiste en que el dolor individual por el mundo lo experimenta

    excepcionalmente, slo para s mismo, el decadente, refinado individuo y como coronacin de la selectividad de su tedioso aburrimiento, pero de ninguna manera ofrece

    esa misma selectividad partcipe de la vida cotidiana una existencia til y plena.

    Precisamente por eso desprecia mientras que a la inversa, Bchner y su Leonce experimentan el completo movimiento social como misterioso sin sentido y la ocupacin

    seria como prescindente, y por eso no descubren la distancia con su entorno- que la vida

    tenga una ocupacin autntica, y que uno mismo tenga alguna, a no ser aquella de la

    consagratoria comprensin de la universalidad del aburrimiento. Se conmueve entonces la

    intranquilidad de Danton por la inquietante comprensin de la prdida de sentido de la

    revolucin. Bchner y Leonce no conocen aqu ninguna excepcin: Todos estos hroes, estos genios, estos imbciles, estos pecadores, estos padres de familia, en el fondo no son

    ms que unos ociosos refinados. Por qu tengo que saberlo precisamente yo?12 Toda la sociedad establecida vive una existencia formal, tal como Thomas Mann lo haba formulado en cuanto al principesco mundo de Alteza real.

    10

    bid., 151. 11

    Bchner, G. Leonce y Lena. Trad. de L. Nilius y E. Bulygin. Buenos Aires: Centro Editor de Amrica

    Latina, 1972, p. 65. 12

    bid. 65, 66.

  • 12

    Toda la sociedad se halla enferma de una vaca agitacin; hace mucho su existencia perdi

    sentido. La nica experiencia realmente nueva slo podra ser su propia destruccin, as es

    como se asista a algunas ruedas13

    del Antiguo Rgimen cuando todava se ejecuta la

    marcha a la guillotina con impecable actitud, no del todo desprovisto de una secreta

    excitacin. Lo que impulsa a los personajes de Leonce, el prncipe, Valerio, Lena, es la

    revuelta contra la existencia formal y su etiqueta y la disposicin a la fuga. Es una postura

    que sin embargo nunca incursiona en una nueva realidad, que produce efectos en

    asociaciones, estados de nimo, tonos, formas refinadas, siempre nuevas de la holgazanera -como ponerse a bailar de repente con una festiva cancin sobre la

    holgazanera, que termina en una glorificacin de una existencia sin fin ni preocupaciones,

    ya que todo se recibe sin esfuerzo: maccheroni, melones e higos, gargantas musicales, cuerpos bien moldeados y una cmoda religin!14. Se percibe la amarga y profunda desesperacin, la absoluta inutilidad? Ac no hay nada -que recuerde a Italia- de la

    sonriente alegra de Verdi, de la sabidura de aquel corolario del Falstaff que proclama:

    Todo es diversin en la vida! La crtica burguesa a la nobleza, que a s misma se convenci absolutamente de su propia utilidad, queda infinitamente lejana. En Bchner, el -

    en apariencia- divertido himno a la holgazanera y el aburrimiento proviene del odio y de la

    desesperacin. Sera al menos disponer de un contrapeso, que uno pudiera oponer la

    absoluta esperanza y seguridad a la podredumbre y sinsentido de la sociedad actuante. Slo

    una clase lo dara, que uno podra estimar de corazn y considerar en aras del futuro, para

    medir y condenar lo existente tanto ms a fondo y con determinacin en semejante escala.

    Slo que semejante determinacin no la tiene Bchner en absoluto. La escena de los

    campesinos muestra una situacin en lo profundo de la sociedad, que en efecto es opuesta

    en todo al atareado aburrimiento del soberano: es tan vago como aquellos son ilustrados,

    tan rgido como aquellos giles, pero la esperanza y el futuro tampoco existe all. Tan fuerte

    es la opresin que viene de arriba, que se echa en falta desde hace siglos toda iluminacin y

    educacin. Aunque es verdad que Bchner haba insinuado en sus cartas a Gutzkow la

    posibilidad de procurar la formacin de una nueva vida espiritual en el pueblo, no crey de manera muy sostenida en esta salida. La idea est all, ya haba sido pronunciada, pero

    no logra definir una figura muy firme, y sobre todo ya no es capaz de proporcionar

    consuelo. Pues era, a pesar de todo, muy fuerte la desconfianza por toda poltica educativa (y sin la que el despertar de los ciegos y embotados no se podra llevar a cabo!) y la conviccin de que todo lo existente, el aburrimiento arriba y la tenacidad abajo, estaba

    predestinado y era irrevocable. Precisamente, la falta de ese contrapeso desde abajo define

    el carcter fundamental de Leonce: todo empieza en aburrimiento y holgazanera y termina

    en aburrimiento y holgazanera; no hay final a la vista, pues slo se dara un final para este

    mundo si hubiera alguien all que decidiera ponerle fin.

    En Leonce y Lena reaparecen los pensamientos y puntos de vista ms importantes de

    Bchner. La comedia da la respuesta a la pregunta sobre cmo se ve un mundo que ha

    perdido su sentido, que acta sin direccin y que sin embargo no puede morir, no puede

    acabar por agotamiento, por la ausencia del lan vital, como un organismo humano, sino

    que debe drsele muerte, aunque nadie pueda encontrar al que le diera el tiro de gracia. Por

    doquier, Bchner brinda en su obra imgenes instantneas de excursiones por una calle sin

    13

    La rueda era un mecanismo de tortura que se ejecutaba pblicamente. Consista en que la vctima fuera

    sujetada por sus extremidades en una rueda giratoria para ser apaleado. 14

    bid., 95.

  • 13

    final; en todas partes hay uno que avanza, pero no hacia adelante, se queda en el final,

    donde estuvo al principio.

    Danton puede terminar bajo la guillotina, Woyzeck seguir el llamado de lo profundo de las

    aguas y hundirse, sin que nada cambie con eso. Para los pies cansados cualquier camino es demasiado largo, se queja el prncipe Leonce, y olvida decir que el camino que se presenta parece tan interminablemente largo que no conoce fin ni destino, descanso ni direccin.

    Tambin despus del casamiento con Lena volver a contar granos de arena y soar con

    eso para contemplarse por encima de la cabeza por una nica vez. La obra queda

    suspendida en un acorde de sptima, porque no tiene solucin alguna. La obra se basa en

    dos preguntas que se anulan entre s, sin que una pueda responder a la otra. El hroe

    idealista se interroga por la fama, por el xito y el prestigio. Bchner pone la pregunta en boca de Alfieri, y es del todo indiferente si se puede verificar que en realidad el trgico

    italiano pronunci esa oracin. Ac Alfieri es slo modelo y punto de inclusin, lo mismo es para Bchner vincularse a Gozzi. La pregunta por la fama es slo modelo y programa para un tipo definido de cosmovisin, semejante a aquella supuesta exclamacin

    de Gozzi por la fame, por el hambre. De ambas resultan los idealistas y los materialistas, Don Quijote y Sancho, Leonce y Valerio, pero sobre todo tambin dos tipos de sociedad y

    de poltica. Alfieri es un poeta del tipo de Schiller: idealista, liberal y patriota, poeta de los

    ideales y de la exhortacin. En la Italia del perodo de la Restauracin, su obra se vuelve

    tan peligrosa para la paz y el orden como Tell y Los bandidos en Alemania. Alfieri y su

    programa de la fama enaltecen la posibilidad del progreso, de la educacin, de una poltica de la razn, de los ideales y de la libertad. Bchner le responde por medio de su

    intrprete Gozzi: l posterga la poltica idealista de la educacin y la libertad a las

    condiciones y a las necesidades materiales, a las circunstancias en las que hemos nacido. Tambin ac, el editor del Mensajero de Hessen, deja colgar la plomada del conflicto

    econmico de las alas del poltico y apstol del progreso y la libertad. Esta vez les responde

    como ya le haba contestado a Gutzkow: Reformar la sociedad por medio de la idea, con las clases ilustradas? Imposible! Nuestra poca es puramente material Lo que Gozzi ha objetado a Alfieri aqu no es otra cosa que aquella exclamacin de Bchner contenida en

    otra carta a Gutzkow: Un gallo en la olla de ese campesino termina por matar al gallo galo. As irrumpi la pregunta de Gozzi como advertencia de los materialistas al mpetu de los

    poetas idealistas y de sus personajes de narices celestes y pasin afectada. Pero como consecuencia, Valerio-Sancho-Gozzi no han vencido. Slo podran vencer si, por su lado,

    conocieran la salida, a la que por cierto el idealista no puede acceder, con su llamado a

    preparar y ejecutar las fuerzas materiales. Pero Bchner no puede admitirlo. l mismo se ha

    formulado la pregunta de Gozzi y ha procurado actuar segn ella. Pero fracas. Crey

    entonces que todos los otros deban fracasar de modo parecido. Si Gozzi refuta a Alfieri, la

    escena de los campesinos del Leonce refuta a Gozzi. El peso se mantiene en equilibrio,

    ambas preguntas permanecen sin respuesta, la sociedad, que unos y otros queran cambiar a

    su manera, sigue desplegndose sin sentido por un camino sin propsito ni significado.

    Todo termina tal como haba comenzado.

    El resultado es una comedia extraa, brotan risas de situaciones con las que ms bien uno

    debera llorar desesperadamente. Dice mucho de la valenta de Bchner y de la bsqueda

    constante de claridad que l llegara a decir cosas que lo afectan y emocionan tan

    profundamente, no como meras invocaciones patticas, sino en los ropajes de un juego

    irnico romntico aparentemente despreocupado. Si duda exista todava el autntico

  • 14

    romanticismo de una condensacin extraordinaria, pero al mismo tiempo se disolva el

    espritu y el contenido de la obra, se disuelve sobre todo el carcter de esta obra, tanto ms

    a conciencia el hechizo de la mgica noche de luna llena. Tambin ac Bchner se ubica entre pocas. Esta vez haba formado de otra manera el problema fundamental de su vida:

    Danton no trata de nada distinto que el Mensajero, la esttica no trata de nada distinto que

    el Leonce. Y la obra ms profunda y expresiva de Bchner, el Woyzeck, poco despus

    resume otra vez los temas y todos los motivos de su vida y de su obra en una concepcin

    increblemente profunda.

    Traduccin de Juan Lzaro Rearte