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Vel itech peuhtica, vel iiech quiztica in Quetzalcoatl in ixquich in Toltecayotl, in nemachtilli... Yoan in tlamacazque ToVan tlamaniliztli inic otlamanitiaia, inic oílamanca in nican México. En verdad con él se inició, en verdad de él pioviene, de Quetzalcoatl, toda la Tolte- cayotl, el saber... Y los sacerdotes así guardaban en Tula sus preceptos, como se han guardado aquí en México... {Códice Matritense de la Academia, fol. 144r.) I: TOLTECAYOTL, CONCIENCIA DZ UN/ HERENCIA DE CULTURA HURGARÉ, a través de los textos y otros testimonios nahuas prehisFánicos, en la conciencia que tuvo el hombre meso- americano de ser portador de un gran legado. Y añadiré que, lejos de querer elaborar una erudita y estática recor- dación, al acudir a las fuentes en náhuatl, busco también atisbos e ideas con significación para nosotros y a la vez capaces de enriquecer los planteamientos sobre nuestro propio patrimonio cultural. Comencemos por u n análisis de algunos conceptos —fun- damentales en el pensamiento náhuatl— con los que el hombre indígena significó tener p'en^ conciencia de ser dueño de un legado cultural. Tales conceptos, como tes- timonio de la expresión nativa, los encontramos en diver- sos textos que precisamente versan sobre la recordación y salvaguarda de su propio ser histórico. LO QUE NOS COMPETE PRESERVAR El primero de los conceptos que aquí interesan nos lo ofre- ce el vocablo tlapiaíiztli, que significa "acción de preservar o guardar algo". Un texto del cronista nativo Tezozó- moc nos ayudará a comprender mejor el sentido de este término. Hablando el autor indígena en su Crónica mexi- cáyotl o de la "mexicanidad" sobre la historia de México- Tenochtitlan y de cuanto, como herencia, estuvo ligado a ella, nos dice: En verdad estas palabras son to-pializ (tli), "lo que nos compete preservar"; así nosotros también, para nuestros hijos, nietos, los que tienen nuestra sangre y color, les que saldrán de nosotros, para ellos lo dejamos, para que ellos, cuando ya nosotros hayamos muerto, también lo guarden... : El vocablo tlapiaíiztli, "la acción de preservar algo", al 1 Hernando Alvarado Tezozómoc. Crónica mexicáyotl, edición y rersión Jel náhuatl de Adrián León, Méx!" UNAM, instituto de Investigaciones Históricas, 1949, p. 6. 15

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Vel itech peuhtica, vel iiech quiztica in Quetzalcoatl in ixquich in Toltecayotl, in nemachtilli... Yoan in tlamacazque ToVan tlamaniliztli inic otlamanitiaia, inic oílamanca in nican México.

En verdad con él se inició, en verdad de él pioviene, de Quetzalcoatl, toda la Tolte­cayotl, el saber. . . Y los sacerdotes así guardaban en Tula sus preceptos, como se han guardado aquí en México...

{Códice Matritense de la Academia, fol. 144r.)

I : T O L T E C A Y O T L , C O N C I E N C I A DZ U N / H E R E N C I A D E C U L T U R A

HURGARÉ, a través de los textos y otros testimonios nahuas prehisFánicos, en la conciencia que tuvo el hombre meso-americano de ser por tador de u n gran legado. Y añadiré que, lejos de querer elaborar una erud i ta y estática recor­dación, al acudir a las fuentes en náhuatl, busco también atisbos e ideas con significación para nosotros y a la vez capaces de enriquecer los planteamientos sobre nues t ro propio pa t r imonio cu l tu ra l .

Comencemos por u n análisis de algunos conceptos — f u n ­damentales en el pensamiento náhuatl— con los que el hombre indígena significó tener p'en^ conciencia de ser dueño de un legado cu l tu ra l . Tales conceptos, como tes­t imon io de la expresión nativa, los encontramos en diver­sos textos que precisamente versan sobre la recordación y salvaguarda de su propio ser histórico.

L O QUE NOS COMPETE PRESERVAR

E l pr imero de los conceptos que aquí interesan nos lo ofre­ce el vocablo tlapiaíiztli, que signif ica "acción de preservar o guardar algo". U n texto del cronista nat i vo Tezozó-moc nos ayudará a comprender me jor el sentido de este término. Hablando el autor indígena en su Crónica mexi-cáyotl o de la "mex i can idad " sobre la h is tor ia de México-Tenocht i t lan y de cuanto, como herencia, estuvo l igado a ella, nos dice:

En verdad estas palabras son to-pializ (tli), " lo que nos compete preservar"; así nosotros también, para nuestros hijos, nietos, los que tienen nuestra sangre y color, les que saldrán de nosotros, para ellos lo dejamos, para que ellos, cuando ya nosotros hayamos muerto, también lo guarden. . . :

E l vocablo tlapiaíiztli, " l a acción de preservar a lgo" , a l

1 Hernando Alvarado Tezozómoc. Crónica mexicáyotl, edición y rersión Jel náhuatl de Adrián León, Méx!" UNAM, instituto de Investigaciones Históricas, 1949, p. 6.

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16 SIGNIFICACIÓN DEL MÉXICO ANTIGUO

recibir el pref i jo to—, que significa " l o nuestro" , adquiere ¡vi ía connotación más precisa de " l o que corresponde

a nosotros guardar o conservar". E n el texto citado to­pializ es apuntamiento a lo que se tenía en posesión y que debía ser preservado: los códices y las tradiciones de los ancianos, en relación con los orígenes de la nación mexi­cana.

Y creemos pert inente subrayar el enfoque dinámico de ta l concepto. Para el hombre náhuatl, topializ, la idea de es­tar en posesión de u n legado, implicaba la necesidad y obligación de preservarlo en favor sobre todo de los propios descendientes.

Veamos ahora, puesto que específicamente nos propone­mos i n q u i r i r sobre la conciencia indígena de u n legado cultural, si enconíiamos o no en los *extos la expresión de alguna idea afín a la nuestra de cu l tura . Con este propó­sito acudimos a la r ica documentación en náhuatl de los Códices Matritenses, que conservan los materiales aporta­dos por los informantes indígenas de f ray Bernard ino de Sahagún.

L A ACCIÓN QUE LLEVA A EX IST IR DE U N MODO DETERMINADO

Hay en esos códices una sección en la cual los sabios nahuas refieren lo que sabían sobre los dist intos grupos o naciones, vecinas suyas, dueñas de formas de v ida e idio­mas diferentes. Precisamente en esa sección, al concluí]' los informantes que ésas eran las noticias que podían pro­porc ionar sobre el modo de ser y las creaciones de t a l o cua' grupo, emplean a veces la siguiente expresión:

Zan uel ixquich in nican unmitoa in in-yuheatiliz. • •

Esto es lo que aquí se dice sobre "su acción de ser así", su forma de v ida. . . 2

E l vocablo que nos interesa, expresado en nominat i vo o enunciación absoluta, es yuheatitiztli, que l i tera lmente sig­nif ica " l a acción que lleva a ex is t i r de u n modo determi­nado" .

2 Informantes de Sahagún, Códice Matritense de la Real Acade­mia, edición facsimilar preparada por Francisco de'. Paso y Tron-coso, Madrid, 1907, v, viii, fo!. 177 r.

TOLTECAYOTL. CONCIENCIA DE UNA HERENCIA 17

Atendiendo a los textos que nos ofrece este concepto cabe prv .' i ejor lo que con él se quiso expresar. " E l exist ir dé u» ¡codo tieter ' . " :ora, rende primeramen­te las formas de organización social, económica, religie^a y política en el caso de cada uno de los grupos cuya fiso­nomía cu l tu ra l describen los informantes de Sahagún. Asi­mismo se refiere bien sea a su posible condición de nóma­das o de grupos ya establecidos en pueblos y aun ciudades. Incluye además los tipos de habitación, los modos de producción y manten imien to ; las artesanías, industr ias y manifestaciones artísticas, indumentar ia , adornos y ata­víos; las prácticas y formas de obrar, desde las técnicas agrícolas, hasta los rituales religiosos, tradiciones y creen­cias. E n una palabra con apoyo en los textos, puede afir­marse que el vocablo yuheatiliztli, " e l exist ir de un modo determinado" , significa nara los antiguos pueblos nahuas algo bastante parecido al concepto Je cu l tura , con sus^ma-nifestaciones de m u y variada- índole, tanto materiales romo espirituales.

Conjuntamente debemos destacar que la idea de yuhea­tiliztli, lejos de connotar algo estático, es decir realidades culturales que se presentan como meramente establecidas y haciendo abstracción del cambio y del esfuerzo creador, supone u n acento dinámico, en cuanto que es por encima de todo u n ac tuar : " l a acción que lleva a exist ir de un modo determinado" .

Correlacionando ahora este concepto con el descrito an­tes, a propósito de la idea de un legado, topializ, " l o que es nuestra posesión, lo que debemos preservar", cabe soste­ner que, en uno y otro , encontramos u n semejante énlasis de acción o d inamismo. Si " ex i s t i r de u n modo determi­nado", con organización y creaciones que confieren iden­t idad al ros t ro de un nrupo, es resultado de la propia ma­nera de actuar, el mantener lo que es "posesión nuestra" , topializ, exige asimismo acción perseverante, d i r ig ida pre­cisamente a acrecentar y salvaguardar el legado, a la vez raíz y riqueza.

La sociedad náhuatl prehispánica se sentía verdadera­mente en posesión de una herencia (topializ). de plena sig­nificación cu l tu ra l {yuheatiliztli), f ru t o de la acción de los antepasados que debía proseguirse para fortalecer lo más valioso üei propio ser.

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18 S I G N I F I C A C I Ó N D E L M É X I C O A N T I G U O

lA TOLTECAYOTL : TOLTEQUrDAD

A u n último concepto vamos a referirnos. Se t ra ta de una idea que complementa las anteriores. Un término abstrac­to nos la expresa: íoltecáyotl, " t o l t equ idad " , el con junto de inst i tuciones y creaciones de los toltecas. Mas para comprender me jor el sent ido de toltecáyotl, debemos to­m a r en cuenta las voces de que, en última instancia, se der iva .

En múltiples relaciones indígenas encontramos el voca­blo Tallan, que l i t e ra lmente signif ica " en el lugar de espa­dañas o tules" . Dicho término, s in embargo, en el contex­to en cuestión, adquiere u n sentido metafórico. Designa sit ios donde abundan agua y vegetación. Su semántica cul ­minó al f i n como expresión del ámbito más adecuado de asentamiento para la comunidad , hasta llegar a signif icar la idea de población grande y floreciente, c iudad y metró­po l i . 8 Se habla así de To l lan Teotihuacan, To l l an Cholk> lan, To l lan X icoco t i t l an , Tol lan C u l h u a c a n . . . , las ciudades de Teotihuacan, de Cholula, de X icocot i t lan y de Culhuacan.

Part iendo de la voz Tollan se derivó la de toltócatl, el habitante de una Tula , el poblador de una c iudad o metró­po l i . A su vez, e l vocablo toltécatl hizo suyo el sentido de hombre ref inado, sabio y art is ta . De él se formó a la pos­tre el abstracto toltecáyotl: el con junto de todo aquello que pertenece y es característico de quienes v iven en una Tollan, una c iudad. Los relatos en náhuatl nos dicen que !a toltecáyotl abarcaba los mejores logros del ser humano en sociedad. artes y urbanismo, escr i tura, calendario, cen­tros de educación, saber acerca de la d i v in idad , conoci-

3 Debemos recordar aquí oue había otro término en náhuatl pan exnrcsar también lu idea de pueblo o ciudad. Nos referimos a la voz altépetl, derivada de atl (agua) y tépetl (monte), que meta­fóricamente aludían asimismo a dos requerimientos de la vida en comunidad: cuanto ofrece el monte, es decir protección, leña, etcé­tera, así como al agua, no siempre abundante en el altiplano de México. Hn ocasiones, para señalar qu^ se trataba de un poblado grande o ciudad, se anteponía a la voz altépetl c¡ adjetivo huey que significa "grande".

La palabra Tollan se reservaba de ordinario para connotar con ella la idea de un gran centro urbano, es decir, una meüópoli, en 1? qu: Ir." artes, la organización social y política y otras elevadas manifestaciones de la rui iura habían llegado a florecer de ;"onr . extraordinaria.

T O L T E C A Y O T L , C O N C I E N C I A D E U N A H E R E N C I A 19

miento de las edades del mundo , orígenes y destino del hombre.

Precisamente pe-.. la ioh.cá^ ' ' ¿í.'uaba íod esto como a t r ibuto de las gentes fundadoras de ciudades, nos inclinamos a pensar que su connotación mucho se acerca a la que tiene, desde u n punto de vista histórico y antro­pológico, el término de civilización. Este último se der iva de civitas, c iudad, en latín. Toltecáyotl viene en última instancia de Tollan que asimismo quiere decir metrópoli. Como vamos a ver lo en seguida, acudiendo a las antiguas fuentes, la conciencia náhuatl de u n legado cu l tu ra l alcan­zó su me jo r manifestación en la idea de que lo más val io­so de esa herencia fue precisamente, la toltecáyotl, la to l te­quidad, el ser de pueblos no ya sólo dueños de r ica cu l tu ra sino también de una civilización.

Tras haber analizado estos conceptos, básicos en nues­tro acercamiento, vamos a presentar y comentar otros tes­timonios indígenas qué nos ayudarán a p e r c i b i r — e n e l contexto de la histor ia prehispánica— algo de lo que signi­ficó para el hombre náhuatl sentirse dueño de u n patr i ­monio de cu l tura y civilización que él m ismo debía preser­var y enriquecer.

Acudiremos en pr imer término a la documentación pro­porcionada en náhuatl por los in formantes de Sahagún y específicamente a la misma sección en que encontramos la idea de la yuheatiliztli, " l a acción que lleva a ex is t i r de un modo determinado" . Antes sin embargo recordaremos algo que conviene tener presente. Hemos visto que los i n ­formantes mexicas, al aducir el concepto de yuheatiliztli, enmarcaron en él las características culturales de los gru­pos vecinos cuyas fisonomías describieron. En t r e las gen­tes que ocuparon su atención, podemos mencionar a los otomíes, matlatzincas, mazahuas, totonacos, huaxtecos y inichhuaques o tarascos. Con base en un análisis de los testimonios dados, debemos añadir ahora que les mexicas, al i n f o rmar sobre cada uno de esos d ist intos grupos, ha­blaron respond'endo a un cierto t ipo de cuestionarios que les había propuesto f ray Bernard ino de Sahagún.4 Trata-

4 Respecto de ios cuestionarios propuestos por fray Bernardino de Sal.^TÚn, véase: Micue» León-Portilla. "Los huaxtecos sepún los informante s de Sana b^i", Estudios de Cultuui Náhuatl, M ' :co.

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20 SIGNIFICACIÓN DEL MÉXICO ANTIGUO

r o n así de lo que sabían sobre el or igen de las gentes en cuestión, del lugar en que vivían, la significación de su nombre, sus ocupúii< nos, creaciones artísticas y otras apor­taciones culturales, creencias religiosas, prácticas guerre­ras, v irtudes y defectos, formas de alimentación, i n d u ­mentar ia y atavíos, así como de las características más sobresalientes de su 'engua.

E L PROPIO LEGADO DE CULTURA

Ahora bien, la documentación nos muestra que después de haber obtenido íray Bernard ino estas not ic ias —o sea el parecer de los mexicas sobre sus varios vec inos— quiso proponer parecidas preguntas a los indígenas in formantes en busca de la imagen cu l tu ra l que tenían ellos de sí mis­mos. Pero entonces, contra lo que pudiera esnerarse, los i n ­formantes mexicas, prescindiendo en gran parte del cues­t ionar io , se expresaron de manera más espontánea y en extremo signif icat iva. De hecho, para referirse a sus pro­pios orígenes y f o rma de v ida, adujeron tradic iones que por encima de todo, pusieron al descubierto la conciencia que tenían de su legado de cu l tu ra .

Comenzaron ¡os mexicas ofreciendo una explicación de su propio nombre, relacionándolo con el de su sacerdote y dios Meciíli o Mexitli. A lud ie ron luego a zu or igen y ma­ni festaron que eran el último de los grupos chichimecas que había venido de Jas grandes l lanuras del nor te . Aban­donando ya el esquema de los cuestionarios de Sahagún, optaron en seguida por recordar u n vie jo re lato, en el que son patentes las metáforas y los paralel ismos de expresión característicos del náhuatl clásico. A través de sus pala­bras quisieron destacar una vinculación c u l t u r a l con gen­tes de tiempos incluso remotos, que habían dejado honda huel la y herencia valiosa en la región del a l t ip lano y a u n fuera de ella.

Los pueblos a los que a lud ieron los mexicas eran les más

Universidad Nacional Autónoma de Méx;co, Instituto de Investi­gaciones Históricas, 1965, v. v. pp. 16-19.

Asimismo: Alfredo López Austin. "The Kesearch Method of Fray Bernardino de Sahagún: The Questionnaires", Sixteenth Century México The Work of Sahagún, Munro S, Edmonson. Editor, Albu-querque, The üfiivemty of New ¿viexico Press, 1974, pp. 143-144.

TOLTECAYOTL, CONCIENCIA DE UNA HERENCIA 21

ant iguos creadores de cu l tura en las costas del Golfo de México, en la mítica Tamonnr '/ in , en Teotihuacan, en la región hur t e : * .n Choróla y c¡. la metrópoli de! «acerdote Ouetzalcóatl, Tula X icoco t i t l an . Según los informantes, esos fundadores de dist intos señoríos, habían alcanzado logros extraordinar ios . También habían conocido periodos de crisis y a la postre ru ina y abandono de sus propias creaciones. Mas, lo que en verdad importaba era que a ellos se debía la raíz de una yuhcatilitiii, " e l exist ir de u n modo de te rminado ' , con una larga serie de f lorecimientos, decadencias y nuevas formas de renacer. Así había sur­g ido i o que, t a l vez en época más cercana, llegó a conocer­se como Ja toltecáyotl: e l gran con junto de creaciones del hombre en sociedad, artes y urbanismo, organización com­pleja, centros J e educación, escr i tura, calendaric, saber .icérca de la d i v in idad y del mundo . Todo eso era herencia rec ibida por los mexicas y , por tanto, al hablar ahora de >: mismos, les pareció necesario recordarlo. Del texto que nos conserva sus palabras, bastante largo por cierto, citaré solo las porciones más signif icativas. Como lo d i j e ron los mexicas, ésta es ' l a relación que solían pronunciar los an­c i anos " : •

En u n cierto tiempo que ya nadie puede contar, del que ya nadie puede ahora bien acordarse, quienes aquí vinieron a sembrar a los abuelos, a las abuelas, éstos, se dice, llegaron, vinieron, siguieren el camino, vinieron a. barrerle, vinieron a terminarlo, vinieron a gobernar aquí en esta tierra, que con un solo nombre era mencionada, cómo si se hubiera hecho esto un mundo pequeño.

Por el agua en sus barcas vinieron, en muchos grupos, y allí arribaron a la ori l la del agua, a la costa del norte, y allí donde fueron quedando sus barcas, se llama Panutla, quiere decir, por donde se pas? encima del agua, ahora se uice " onda (F irr-s-.

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S I G N I F I C A C I Ó N D E L M É X I C O A N T I G U O

En seguida siguieron la ori l la del agua, iban buscando Ies i . •• tes, los montes blancos y los montes que humean; algunos se acercaron a Quauhtemallan.

Además no iban por su propio gusto, sino que sus sacerdotes los guiaban, y Ies iba hablando su dios.

Después vinieron, il la llegaron,

al lugar que se llama Tamoanchan, que quiere decir "nosotros buscamos nuestra casa" Y allí permanecieron algún tiempo.

Los que allí '-"--«aban era los sabios los llamados poseedores de los libros de pinturas, pero no permanecieron mucho tiempo, los sabios luego se fueron, una vez más entraron en sus barcas y se llevaron la tinta negra y roja, los códices y las pinturas, se llevaron todas las artes, la toltzcáyotl, la música de las flautas. Y cuando estaban a punto de part i r , convocaron a todos los que iban a dejar, les dijeron: Dice el Señor nuestro. Tiuque Nahuaque, el Dueño del cerca y del junto, el que es Noche y Viento, aquí habréis de vivir, aquí os hemos venido a sembrar, esta tierra os ha dado el Señor nuestro, es vuestro merecimiento, vuestro don. Ahora lentamente se va más allá el Señor nuestro. Tiuque Nahuaque.

Y ahora también nosotros nos vamos, porque lo acompañamos a donde él va, al Señor, Noche, Viento, al Señor nuestro, Tiuque Nahuaque, porque se va, pero habrá de vclver, volverá a epar 'c»r vendrá a visitamos,

T O L T E C A Y O T L , C O N C I E N C I A D E U N A H E R E N C I A 23

cuando esté para terminar su camino la tierra, cuando sea ya el f in de !a :h cuando esté pan., ^.cabarse, él saldrá para ponerle f in . Pero vosotros aquí habréis de vivir, aquí guardaréis vuestro don, vuestro favor, lo que aquí hay, lo que aquí brota, lo que se encuentra en la tierra, lo que hizo merecimiento vuestro aquel a quien habéis seguido.

Y ahora ya nos vamos, le seguimos, a donde él va.B

Cuando se marcharon los sabios —los portadores de los libros de p inturas de la música de las f lautas, del con junto de todas h s artes y , en una palabra, de la toltecáyotl— grande fue, según el v ie jo relato, la consternación del resto del pueblo que allí quedó y se sintió abandonado. Fue me­nester entonces recordar o re inveniar , por pr imera vez, la raíz de lo que más tarde habría de conocerse como la tolte­cáyotl. Según el texto, en que se funden m i t o e h is tor ia , correspondió a cuat ro ancianos l levar esto r. cr.bo. En t r e ellos estuv ieron Oxomoco y Cipactónal, que en otras fuen­tes aparecen como los progenitores de la especie humana. Así, a quienes en el pensamiento re l i r ioso se atribuía el or igen de la propia existencia, se adjudicó también haber hecho posible el nuevo ser c u l t u r a l con las cuentas del t iempo, anales, cantos y artes, tea y luz que —según afir­m a r o n — i l u m i n a n la t i e r ra y la comunidad de los hu­mano?.

En seguida se fueron los portadores de los dioses, ¡es que llevaban a cuestas los envoltorios, dicen que les iba hablando su dios. Y cuando se fueron, se dirigieron hacia el rumbo del rostro del sol, se llevaron la t inta negra y roja, los códices y las pinturas, se llevaron la toltecáyotl, todc se lo llevaron, los libros de cantos y las flautas.

5 TnÍDfmantes de Sahagún, op. cit., fol. 191 i . — 192 v.

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24 SIGNIFICACION DEL MÉXICO ANTIGUO

i -re se quedaron cuatro viejos sabios, el nombre de uno era Oxomoco, el de otro Cipactónal, los otros se llaman Tlaltetecuin y Xochicahuaca.

Y cuando se habían marchado los sabios,. se l lamaron y reunieron los cuatro ancianos y di jeron: ¿Brillará el Sol, amanecerá? ¿Cómo vivirán, cómo se establecerán los macehuales (el pueblo)? Porque se ha ido, porque se han llevado la t inta negu. y roja (los códices). ¿Cómo existirán los macehuales? ¿Como permanecerá la tierra, la ciudad? ¿Cómo habrá estabilidad? ¿Qué es lo que va a gobernarnos? ¿Qué es lo que nos guiará? ¿Qué es lo que nos mostrará el camino? ¿Cuál será nuestra norma? ¿Cuál será nuestra medida? ¿Cuál será el dechado? ¿De dónde habrá que part ir? ¿Qué podrá llegar a ser la tea y la luz?

Entonces inventaron la cuenta de los destinos, los anales y la cuenta de los años, el l ibro de los sueños, lo ordenaron como se ha guardado y como se na seguido el tiempo que duró el señorío de los toltecas, el señorío de los tepanecas, el señorío de los mexicas y todos los señoríos chichimecas."

Los in formantes mexicas, a l comunicar este re lato que, según ellos, "solían repet ir los ancianos", mani f es taron ser conscientes de la antigüedad de n o pocas inst i tuc iones y elementos sumamente apreciados y con plena vigencia er: su propia cu l tu ra . En t r e otras cosas a f i rmaron que, gra­cias a ese remoto y p r imer reordenamiento del calendario, 'as cuentas de año« y destinos v in i e ron a ser n o r m a per­manente en el ser de muchos pueblos y finalmente también

6 Informantes de Sahagún, op. cit., fol. 192 r. — 192 v.

TOLTECAYOTL, CONCIENCIA DE UNA HERENCIA 25

de la nación mexica. Y debemos ins is t i r en la lejanía que, en el t i empo , asignaron a tales desc.uhriTnient'->s y consi­guientes re invenc ione j o resé.. 3. A i decir de los in for ­mantes t o d o e l lo había ocurr ido antes de la fundación de Teotihuacan, l a c iudad de los dioses, cuyos orígenes sitúa actualmente l a arqueología hacia el siglo i de la era cris­tiana. Como vamos a verlo, f 1 cont inuar su relato, expre­saron que precisamente algunos de esos creadores de cul ­tura y chilización al modo de una toltecáyotl, fueron los que más t a rde d ieron pr inc ip io a To l lan Teotihuacan.

¿Significa esto que los mexicas, a l mostrarse como here­deros de quienes habían alcanzado ese tan ant iguo f loreci­miento en las costas del Golfo y en la mítica región de Tamoanchan, tuv i e ron al menos vaga conciencia de que su legado entroncaba con la que—grac ias a la arqueología-— conocemos hoy como cul tura olmeea o " c u l t u r a m a d r e " en el ámbito de Mesoamérica? La. pregunta, por atrevida que parezca, y desde luego de difícil respuesta, no carece de sentido y parece derivarse del análisis del texto que esta­mos comentando . •

CONCIENCIA ACERCA DE T E O T I H U A C A N

El t e s t imon i o de los mismos informantes sólo añade a l respecto qae " y a no puede recordarse, ya no pueden se­guirse las huellas de esos antiguos pobladores", p r i m e r brote, raíz dé ulter iores transformaciones. Lo que sí asien­ta, en cambio , es que algunos de quienes allí habían v i v i ­do, se pus i e ron en mov imiento hasta l legar a l s i t io que se nombra Teot ihuacan.

Allí hicieron imprecaciones, en el lugar llamado Teotihuacan.

Todos los hombres edificaron santuarios, pirámides al sol y a la luna, y luego hicieron ouos muchos adoraiorios más pequeños.. . 7

E n el re la to se menciona que los que así habían emigra­do t u v i e r o n diversas formas de contacto con otros pue-

7 Informantes de Sahagún, op. cií., fol. 193 r.

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26 SIGNIFICACIÓN DEL MÉXICO ANTIGUO

blos, entre ellos los huaxtecos, precisamente r i e n d a , en el monte Chichinahuia, se hizo el descubrimiento del pulque, el octli, la bebida fermentada hecha del j u g o del corazón del maguey. Pero re tornando en seguida al tema de la marcha hacia Teot ihuacan y del asentamiento allí, repiten los informantes que era verdad lo ya d i cho :

Se pusieron en movimiento, todos emprendieron el camino, niños, ancianos, mujeres, ancianas.

Lentamente, despacio, se fueron, allí vinieron a reunirse, en Teotihuacan. Entonces se dieron allí las órdenes, allí se estableció el mando.

Los que se hicieron señores fueron los sabios, los conocedores de las cosas ocultas, los poseedores de la tradición. Luego se establecieron allí los principados.. . 8

Paradigma de cualquier otra To l lan era para los mexi­cas lo que sabían acerca de Teotihuacan. Sus grandes edi­ficaciones les parecían hechas por gigante^ y así hablaron de ellas con asombro, al i gua l que de las calzadas y otros recintos de la gran c iudad. E n Teotihuacan había alcanzado máximo esplendor una yuheatiliztli, " ex i s t i r de u n modo determinado" , que fue auténtica toltecáyotl, obra de los sabios que allí gobernaron, ' l o s conocedores de las cosas ocultas, les poseedores de la tradición, los fundadores de pueblos y señor íos . . . " Para los informantes mexicas de fray Bernard ino de Sahagún, la real idad cu l tu ra l teot ihua-cana —como lo expresaron a su manera— fue as imismo antecedente de su prop io ser.

A la postre, s in embargo, en la recordación indígena se habla de la salida y el abandono de Teotihuacan. Escueta­mente se refiere que :

Entonces también ellos partieron, se pusieron lentamente en movimiento, los acompañaban su^ señorea, ellos los guiaban.

8 Il"d., f o l . 1QS r .

TOLTECAYOTL, CONCIENCIA DE UNA HERENCIA 27

p5S n

El urbanismo teutihuacano. Area central de la gran ciudad según Rene Miücn.

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28 SIGNIFICACIÓN DEL MÉXICO ANTIGUO

Los de c e 1 1 ,̂ _po entenrlían su propia lengua.

Todos tenían sus jefes, sus señores. Y a ellos hablaba el dios que adoraban.. . 8

Otro grupo mencionan luego los in formantes como aquel que pronto llegó a alcanzar primacía: " l os toltecas —nos d i c en— iban siempre m u y por d e l a n t e . . . " Ocuparse de los toltecas, el pueblo de Quetzalcóatl, los habitantes de To­l lan X icoco t i t l an , era algo que mucho agradaba a todas las gentes nahuas de t iempos posteriores, entre ellas los mexicas. Así encontramos, en el texto que venimos citan­do y en otros, como los Anales de Cuauhtitlan, la Historia lolteca chichimeca o Anales de Cuauhtinchan y asimismo en las colecciones de cantares en náhuatl, no pocas des­cripciones y formas de ponderación de la grandeza alcan­zada por los pobladores de To i lan X i coco t i t l an .

L A RECORDACIÓN DE LOS TOLTECAS

Tanta fue la admiración que experimentaban los mexicas y otros grupos nahuas po r el legado de c u l t u r a de Quetz­alcóatl y los toltecas que, precisamente en función de ta l herencia, hab laron de la toltecáyotl con e l rico con junto de significaciones que ya conocemos. Y aunque, a veces, se anlicó también d icho concepto a las creaciones culturales de pueblos aún más antiguos, fue sobre todo apuntamiento a cuanto, según se pensaba, había ten ido su paradigma en To ' l an X i coco t i t l an . Elocuente es en este sentido el si­guiente t es t imonio t omado del Códice Matritense de la Academia:

En verdad muchos de los toltecas eran pintores, escribanos de códices, escultores, trabajaban la madera y la piedra, i-onstruían casas y palacios, e'an artistas de la pluma, al fareros. . .

En verdad eran sabios los toltecas, sus -/oras todas eran buenas, tedas rectas, todas bien planeadas, todas maraviüosas...

» Ibid.

TOLTECAYOTL, CONCIENCIA DE UNA HERENCIA 29

Los toltecas eran muy ricos, eran felices, nunca tienen pobreza n i tr isteza. . .

Los toltecas eran experimentados, acostumbraban dialogar con su propio corazón.

Conocían cxperimentalmente las estrellas, les dieron sus nombres.

Conocían sus influjos, sabían bien corno marcha el cielo, • cómo da vueltas. . . 1 0

E l aprecio por la in iolteca topializ, cuan.o se consideraba " l o que es nues t ra posesión, l o que debemos preservar de los toltecas", se nos muestra en los textos abarcando tam-! i i , 'n los vestigios materiales visibles en la región de To l l an X icocot i t lan . Así, entre otras cosas se a f i r m a :

Porque en verdad allí en Tollan estuvieron viviendo, porque allí residieron, muchas son las huellas que allí quedan de sus obras. Dejaron lo que hasta hoy allí está, lo que puede verse, las columnas no concluidas en forma de serpiente, con sus cabezas que descansan en el suelo, y arr iba su cola y sus cascabeles...

También se miran los templos y pirámides toltecas, y restos de sus vasijas, tezones toltecas, ollas y jarros toltecas, que muchas veces se descubren en su tierra.

Joyas toltecas, pulseras, jades y turquesas preciosas, se encuentran allí enterradas.. . 1 1

Esos objetos que con frecuencia descubrían ios mexicas eran parte de su topializ, " l o que es nuestra posesión, l o que debemos nreservar ' . Y como si hub ieran obrado a l modo de espontáneos arqueólogos, una y o t ra vez ins isten en la impo r t anc i a de tales hallazgos que, según decían, les

1 0 Informantes de Sahafcun, -,. cit., fol. 174 V.-175 v. «> Ibid., fol. 172 r.-172 v.

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30 SIGNIFICACIÓN DEL MÉXICO ANTIGUO

salían al paso en otros n i u e b s lug,;rss r-ntes habitados también por los toltecas.

Esas huellas de los toltecas.. . no sólo aparecen en Tollan Xicocotitlan, sino que por otras .partes pueden encentrarse: lo que fue su alfarería, sus ollas, las piedras para machacar, sus figuras de barro, pulseras. Por todas partes pueden descubrirse, por todas partes se muestran, porque los toltecas en verdad se dispersaron y anduvieron por muchos sitios. 1 2

Como en pocas palabras lo proclama u n cantar en lengua náhuatl, la topializ, herencia de los toltecas que debía s<*r

preservada, era suma de valores en todos los órdenes. La toltecáyotl, en tiempos antiguos entró en crisis y To l l an , tras la par t ida de Quetzalcóat], fue abandonada. Por eso a otros correspondió recoger el legado para que f loreciera de nuevo. Así l o expresó el for jador de cantos mexicas :

Los toltecas escribían en sus libros de pinturas, • pero el l ibro llegó a su f in .

Tu corazón por entero se acerca a las artes y creaciones de los toltecas: la toltecáyotl. Yo tampoco viviré aquí para siempre. ¿Quién de mí se adueñará? ¿A dónde tendré que marcharme? Soy un cantor: allí estaré de pie, al'á voy a recogerlos, mis flores, mis cantos, llevo a cuestas, los pongo ante el rostro de la gente.. . l s

Llevar consigo a cuestas las flores y los cantos —metá­fora de la poesía, el saber y el a r t e — para renovar y enr i ­quecer la herencia de la toltecáyotl, confería sent ido a la v ida en la t i e r ra , según la expresión del fo r jador de can­tos. E n tiempos del f lorec imiento de México-Tenochtitlan —como lo muestran los textos aducidos y o t r o c que po-

Ibid., lo!. 173 v. -» Libro de tos cantares mexicanos, Ms. de la Biblioteca Nacional

de México, fol. 26 r.

TOLTECAYOTL, CONCIENCIA DE UNA HERENCIA 31

drían c i t a r s e— se tenía ciertamente conciencia del previo y largo acontecer pleno de realidades culturales. La rec or-dación mítica e histórica, de que eran portadores los mexi­cas, abarcaba muchas cuentas y ataduras de años: la época más rec iente de esplendor de los señoríos teepanecas y de C u l h u a c a n ; el periodo algo más lejano, de To l lan Xicoco­t i t l an , la metrópoli de Quetzalcóatl; los remotos tiempos de la C i u d a d de los Dioses, Teotihuacan, donde se hic ieron señores los sabios y, f inalmente, aquellos del mítico Ta-moanchan, cuando allí en las costas del Golfo, había ya poseedores de códices y del calendario, creadores de múl­tiples artes , raíz la más antigua de ulter iores formas de toltecáyotl.

EL.LEGADO MÁS PRÓXIMO

3íra herencia de cu l tu ra en diverscr grados diferente —pero ya fundida estrechamente con la toltecáyotl— reco­nocían as imismo los mexicas. Era ésta la de sus antepasados venidos de Azt lan y Chicomóztoc, en las l lanuras del norte . La toltecáyotl aparecía esencialmente l igada con Quetzal­cóatl. S u o t r o legado, de connotación chichimeca, implicaba atención j jernmnei i te a los designios de Hui t z i l opocht l i . E n este sent ido puede af irmarse que los mexicas fueron pue­blo cu l ru ra lmen te mestizo. Pero si por obra de sus ideales guerreros y su apego a Hui t z i l opocht l i l legaron a sentirse como e l Pueblo del Sol, predestinado a expandirse por los cuatro rumbos de! mundo , en razón sobre todo de la tol­tecáyotl, preservaron y acrecentaron los logros de la alta cu l tu ra y civilización en Mesoamérica. Toltécatl vino a sig­n i f i car para ellos ar t is ta . Ten-toltécatl — a r t i s t a üel labio o la p a l a b r a — adquirió el sentido de orador o maestro del buen dec i r . Ma-toltécatl — a r t i s t a de la m a n o — fue el epí­teto que se aplicó a cuantos elaboraban obras preciosas de barro , p i edra , plumas finas, oro y plata.

E l espacio de que disponemos nos imp ide aducir otros tes t imonios y entrar en más consideraciones sobre la con­ciencia que tuv i e ron los mexicas de su topializ tolteca, " l o que es nuestra posesión, lo que debemos preservar". Dire­mos al menos que esc pa t r imon io indígena fue real idad con vigencia plena en el ex ist i r cot id iano de la comun idad ; a ella confería rostro y corazón.

Para quienes vivirnos en u n ambiente cu l tu ra l seculari-

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32 SIGNIFICACIÓN EEL MÉXICO ANTIGUO

zado, con múltiple*? fisuras o incongruencias, pérdidas y v.. . i d a s intromis iones , resul ta t a l vez difícil comprender el grado de integración que, en todos los órdenes de la vida, impl icaba una visión del mundo, raíz de la propia organización social, económica, política y religiosa, como la que tuv i e ron los pueblos nahuas prehispánicos. Para éstos ahondar en el P r o p i o legado, luchar por su preserva­ción, jamás fue cur ios idad de t i po alguno, ni quehacer de eruditos o sabios. Necesidad v i t a l , sustente del prop io ros­t r o y corazón, vínculo de la comunidad, todo esto y mucho más signif icaba para quienes, en los centros de educación, los calmécac y te'.pochcalli, en los templos, en el hogar y , por todos los medios al alcance, buscaban hacer suyo aque­l l o que tenían como recto y bueno y que a la vez era menester acrecentar.

T R A U M A FRENTE A LA I N M I N E N T E DESTRUCT-TON DEL PROPIO LEGADO

Por esto precisamente, cuando la conquista española im­plicó reiterados intentos de destruir el v ie jo pa t r imon io , el hombre indígena experimentó el más hondo de los t rau­mas. Abundantes son los testimonios que de ello tenemos. Recordemos, por ejemplo, las palabras de un canto que refleja algo de lo que fue la visión de los venc idor :

Todo esto pasó con nosotros, nosotros lo vimos, nosotros tuvimos que admirarlo. Con esta lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados. En los caminos yacen dardos rotos, los cabellos están esparcidos. Destechadas quedan las casas, enrojecidos tienen sus muros . . . Golpeábamos en tanto los muros de adobe y fue nuestra herencia una red de agujeros. Con escudos fue resguardado. Pero nuestra soledad n i con escudos pudo ya sostenerse.14

1 4 Manuscrito anónimo de Tlatelolco, de 1528, Anales Históricos de la Nax-.ión Mexicana; Colección de Manuscritos Mexicano? de la Biblioteca Nacional de París, núm. 22, fol. 33.

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TOLTECAYOTL, CONCIENCIA DE UNA HERENCIA 33

Eco del m i smo t rauma l o ofrece la respuesta que algunoe sabios mexicas dieron a los doce franciscanos que, llegados en 1524, ha'- 'r .n hecho ; íblica condenación de las creencias y fo rmas de v ida indígena:

Dejadnos pues ya morir , dejadnos ya perecer, puesto que ya nuestros dioses han muer to . . . Y ahora, nosotros, ¿destruiremos la antigua forma de vida, ia de los chichimecas, toltecas, acolhuas y tecpanecas? Oíd, señores nuestros, no hagáis algo a nuestro pueblo que le acarree la desgracia, que lo haga perecer. Es ya bastante que hayamos perdido, que se nos haya quitado, que <f nos haya impedido, nuestro gobierno. Si en el mismo lugar permanecemos, sólo quedaremos cautivos.. . 1 5

LOS EMPEÑOS POR RESCATAR E L ANTIGUO LEGADO

Cabe añadir al menos, en contraste con las palabras cita­das, que hubo también al f i n algunos que, con la ant igua conciencia de ser dueños de un pa t r imon io cu l tura l , se em­peñaron en hacer rescate del mismo. Varios fueron, en los t iempos que siguieron a la conquista, los que mantuv i e ron ocultos viejos l ibros de p inturas , representaciones de sus dioses, símbolos de su anter ior existencia cuando aún fie recia la toltecáyotl. Por o t ra parte, llegó a haber también indígenas que escribieron nuevas crónicas e histor ias en lengua náhuatl para preservar la herencia de cu l tura en be­nef ic io de sus propios descendientes. Recordemos, entre éstos, a l grupo de autores anónimos de Tlatelolco que re­dac taron en 1528 los que hoy se conocen como Arwles de la Nación Mexicana. Mencionaremos también los nombres de indígenas como Hernando A lvarado Tezozómcc, Cristó­bal del Casti l lo y Chimalpahin Cuauhtlehuanitz in. De cuan­to cotos y otros dejaron escrito, valiéndose a veces de los

15 Libro de los cotoquios y doctrina cristiana, de fray Bernardino de Sahagún. Texto náhuatl tomado de la versión paleográfica pu­blicada por Walter Lehmann, Sterbende Gótter imd christliche Udlsbotsckaft, Gtuttgart, 1949, pp. :0?-106.

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34 SIGNIFICACION DEL MÉXICO ANTIGUO

jeroglíficos prehispánicos y también del alfabeto la t ino , citaremos u n texto del cronista Tezo.ómoc que me jo r que nadie proclamó la urgencia de salvaguardar el propio pa­t r i m o n i o de h is to r ia y cu l tura . He aquí sus palabras:

Así lo vinieron a decir, así lo asentaron en su relato, y para nosotros lo vinieron a dibujar en sus papeles los ancianos, las ancianas. Eran nuestros abuelos, nuestras abuelas, nuestros bisabuelos, nuestras bisabuelas, nuestros tatarabuelos, nuestros antepasados. Se repitió como un discurso su relato, nos lo dejaron, y vinieron a legar!" a quienes ahora vivimos, a quienes salimos de ellos.

Nunc? se perderá, nunca se olvidaiú, lo que vinieron a hacer, lo que vinieron a asentar en las pinturas: su nombre, su íiistoria, su recuerdo. Así en el porvenir joináo perecerá; jamás se olvidará, siempre lo guardaremos nosotros, hijos de ellos, los nietos, hermanos, bisnietos, tataranietos, descendientes. Quienes tenemos su sangre y color. Lo vamos a decir, lo vamos a comunicar a quienes todavía vivirán, habrán de nacer, ius hijos de los mexicas, los hijos de los tenochcas.

Y esta relación la guardó Tenoehtitlan cuando vinieron a reinar todos los grandes, estimables ancianos, los señores y reyes tenochcas.

Esta antigua relación oral, esta antigua relación pintada en los códices, nos la dejaron en México, para ser aquí guardada.. .

Aquí, tenochcas, aprenderéis cómo empezó la renombrada, ia gran ciudad, México-Tenochíitlan, en medio del agua, » r el tuiar, en el cañaveral, donde vivimos,

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donde nacimos, nosotros los tenochcas. : l ,

L a conciencia qe:„ ^av^ei -i . is nahuas de un legado cul­tural mantiene nuevas formas de sentido en nuestro propio tiempo. Al igual que en el caso del hombre indígena, tam­bién nosotros vemos hoy amenazada de múltiples formas nuestra herencia de arte y cultura. ¿No podemos afirmar que también nosotros estamos en posesión de una toltecá­yotl? Abarca ésta distintos legados, entre ellos precisamen­te el de las culturas mesoamericanas. Volviendo la mirada a ese pasado, que de muchas formas sobrevive, tiempo es ya de recordar la lección y el mensaje de los antecesores nativo? Trauma y peligro de perder rostro y corazón se­ría mantener indefenso el patrimonio cultural : topializ, " lo que es posesión nuestra, lo que debemos preservar".

- t T . „ . n d 0 Alvarado T ^ ó m o c , Crónica mexicáyotl, pp. 4-6.