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9772301058004 EL NUEVO PARLAMENTO LOS QUE INGRESAN, LAS TRAMPAS A LA LEY DE CUOTAS Y LA “BANCADA EVANGÉLICA” mvd • uruguay febrero 2015 año II $ 200 ][ $ 140 para suscriptores de SIGUE SIENDO FICCIÓN RELATOS DE GARCÍA LAO, MASLÍAH, DELGADO, SANCHIZ, DI PIERRO, RODRÍGUEZ JUELE, GIORDANO, BIANCHINI, ALCURI AYAHUASCA Y PASTA BASE DOS CAMINOS INVERSOS LLAMEN A SAÚL UNA SERIE QUE VIENE ANTES Y DESPUÉS DE BREAKING BAD INFORME SOBRE CARNAVAL LAS MURGAS QUE HACE SIGLOS YA HACÍAN CHISTES VIEJOS 23

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EL NUEVO PARLAMENTOlos que ingresan, las trampas a la ley de cuotas y la “bancada evangélica”

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relatos de garcía lao, maslíah, delgado, sanchiz, di pierro, rodríguez Juele, giordano, bianchini, alcuri

AYAHUASCA Y PASTA BASEdos caminos inversos

LLAMEN A SAÚLuna serie que viene antes y después de Breaking Bad

INFORME SOBRE CARNAVALlas murgas que hace siglos ya hacían chistes vieJos

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Nuestro humor es un lujo

} { JG LaGOS

Como habrán visto o verán, en este número continuamos el “plan verano” que consiste en darle espacio extra a la ficción. Tenía pensado contarles sobre eso y sobre las notas que abordan

el consumo de ayahuasca y de pasta base, en apariencia contrapuestos y hasta incomparables (uno se percibe como búsqueda autónoma de conocimiento, otro como un escape adictivo), y sin embargo, con puntos en común (nos hablan de cierta inconformidad con el estado actual de las cosas). Pero en el medio ocurrió la desgracia de los colegas de Charlie Hebdo, que alteró el balance entre actualidad y permanencia que tratamos de mantener en Lento; ojalá todos sus efectos hubieran sido tan inocuos. Encontrarán en las primeras páginas de la revista, ésas que dedicamos a lo ocurrido recientemente, varias referencias a lo que pasó en París. De manera natural, dos humoristas gráficos que forman parte de nuestro patrimonio, Eyhe y el argentino Langer, se lanzaron a comentar el tema.

No fueron los primeros ni serán los últimos: en todo el planeta se suscitaron opiniones acerca de la libertad de prensa, el pensamiento religioso, el extremismo, la decadencia de Oriente y Occidente. En la diaria, que inaugura web completa, pueden seguir una pata local del debate que protagonizaron ateos radicales y cristianos moderados. Agreguémosle una vuelta más.

Yo creo en el humor como un lujo. Para hacerlo y disfrutarlo públicamente precisa de múltiples acuerdos previos. Como todo en la vida civilizada, se me dirá. De acuerdo, pero el humor está en un nivel superior. Es un metalenguaje que se basa en discursos más planos y muchas veces contradictorios, cuya coexistencia el lenguaje humorístico da por descontada. Dicho de otra forma, el humor, en sus diversas manifestaciones, siempre es un comentario expresado en confianza. Un ejemplo que no nos aleja del tema Charlie Hebdo: el humor sobre religiones, que hemos ejercido desde estas páginas, es más fácilmente concebible si hay una opinión generalizada sobre la conveniencia de cierto grado de laicismo en las instituciones colectivas.

Ahora bien, esos consensos pueden modificarse. El mismísimo humor es protagonista de transformaciones en la opinión pública y por eso es tan respetado y temido. Pero no todos los cambios son resultado de debates de ideas. Creo que el caso de Charlie Hebdo muestra el papel que en estos cambios sociales tiene la inmigración.

En El álbum negro el novelista Hanif Kureishi —el de Mi bella lavandería— relata de manera bastante convincente la creación de una célula de extremistas islámicos en Londres. Se trata de los hijos de los inmigrantes originales (musulmanes de Pakistán) que se sienten excluidos por el modo de vida británico y son cooptados por activistas que los convencen de que sus fracasos son producidos por una falla moral de la sociedad en que viven y de que los valores de sus familias son superiores. Me interesa llamar la atención sobre el hecho de que los padres de esos jóvenes no son inmigrantes “culturales”, es decir, personas atraídas por el modo de vida de otro país, sino migrantes económicos, expulsados de su lugar de origen.

Los migrantes económicos no necesariamente están dispuestos a aceptar las costumbres de los lugares que los alojan y seguramente crean, con razón, que sus sociedades adoptivas deban integrar sus puntos de vista. La migración económica masiva es el resultado de una doble injusticia, local y global: los países prósperos, ésos que son propietarios de bienes y deuda en el resto del mundo, suelen recibir a los menos favorecidos de los países más pobres.

¿Es lógico pedirles a quienes se han visto obligados a abandonar sus hogares que además acepten in totum los consensos de los lugares que los han adoptado? Tal vez la integración cul-tural requiera un replanteo de esos acuerdos; lo que queda claro es que si de volver a convencer sobre los valores de la Ilustración se trata, no alcanza con la propaganda económica que desde las sociedades prósperas se asocia automáticamente a las libertades. Entre esas libertades con-quistadas tras siglos de lucha, que se libraron no sólo en Europa sino también aquí —donde ade-más hubo que volver a pelearlas no hace mucho—, está la libertad de expresión, que es uno de los consensos que permiten el humor. Otra de las cosas que el humor da por supuesta, porque se basa en una sensibilidad construida desde hace siglos, es que los demás también son capaces de mirarse a sí mismos con distancia. Por eso el humor, que tiene tanto de búsqueda de conoci-miento como de escapada adictiva, viene después de mucho trabajar. Es un lujo.

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Director y redactor responsable José Gabriel Lagos (Soriano 774)

Directora de Arte Lucía Stagnaro

Editor de Fotografía Javier Calvelo

Editor de Tortuga Marcos Morón

Editora de Pamento Macarena Langleib

coeditor de notas centrales Federico de los Santos

Consejo de redacciónAna Fornaro, Federico Gyurkovits, Aldo Marchesi, Fernando Morán, Ignacio Pardo, Marcelo Pereira, Cecilia Pérez Otero, Andrés Prieto, Lucas Silva, Natalia Uval

Corrección Magdalena Sagarra

DiseñoLucía Stagnaro, Jessica Stebniki

Diseño original Ramiro Alonso, Florencia Lista, Lucía Stagnaro

Archivo Pierina Plada }{ [email protected]

Gerencia Lucía Pardo }{ [email protected] Pablo Tate }{ [email protected]

Distribución Martín Álvez (jefe)

Atención al cliente Santiago Lanza (jefe) De lunes a viernes de 9.00 a [email protected]

Edición e impresión GRÁFICA MOSCAdepósito Legal: 363454

Registro de publicaciones en el Ministerio de Educación y Cultura - Tomo: XVI Fojas: 99ISSN: 2301-0584

edición de 5.000 ejemplares(4.071 para suscriptores, 929 para medios, anunciantes y comercialización en quioscos y otros puntos de venta)Impresión certificada por el Instituto Verificador de Circulaciones www.ivc.org/uruguay.html

Ilustración de sebastián gavary

][ sebastiangavary.com

Escriben, fotografían E ilustran en este número Ignacio Alcuri, Ramiro Alonso, Ismael Apud, Martín Azambuja, Nelson Barceló, Paul Bennett, Daniela Beracochea, Federico Bianchini, Federico Borgia, Leandro Bustamante, Daniel Carranza, Leandro Delgado, Germán Deniz, Germán Di Pierro, Gonzalo Eyherabide, Fernanda García Lao, Federico Giordano, Ignacio González Muzio, Juana Gris, Ignacio Iturrioz, Juan Jones, Sergio Langer, Leo Maslíah, Federico Medina, Myriam Meloni, Alejandro Morales, Federico Murro, Martín Otheguy, Quique Panizza, Ignacio Pardo, Nicolás Peruzzo, Lourdes Rodríguez, Alejandro Rodríguez Juele, Gonzalo Saavedra, Gustavo Sala, Ramiro Sanchiz, Dani Scharf, Juan Scuro, Victoria Vidales, Yudi Yudoyoko

Correo de lectores General: [email protected] agenda: [email protected] Quejas: [email protected] twitter: @RevistaLento Facebook: /lento.uy

para suscribirse Mail: [email protected] tel: 2900 0808

lento.uy

portadaES UNA PUBLICACIóN DE COOPERATIVA LA DIARIA Y LA DIARIA S.A. APARECE EL PRIMER SÁBADO DE CADA MES.

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6 RECIENTEs

Las muertes del fiscal Alberto Nisman y de parte

del equipo de Charlie Hebdo oscurecen un verano

demasiado caluroso, mientras Tabaré Vázquez abre

las puertas de los entes estatales a la oposición.

7 tortuga

Je suis CharlieEYhE

LANGER

10 informe

Gente nueva en el palacioFEDERICO DE LOS SANTOS, LOURDES RODRíGUEz,

JG LAGOS }{ JAVIER CALVELO

Los parlamentarios que asumen el 15 de febrero son

más jóvenes que sus antecesores, que aprobaron

cambios históricos. habrá más grupos y partidos de

izquierda y también un diputado evangelista, pero

menos mujeres que las que hacía suponer la ley de

cuotas.

22 informe

Una liana para trepar hacia adentroISMAEL APUD, JUAN SCURO

Se calcula que unos 500 uruguayos consumen

ayahuasca con frecuencia. Dos de ellos son

antropólogos y recorrieron América Latina para

estudiar esta planta alucinógena con raíces ligadas

al chamanismo amazónico.

29 informe especial: carnaval

36 reportaje

FráGiLMYRIAM MELONI

Dijeron que los consumidores de pasta base iban a

durar poco y que el problema iba a empeorar, pero

los números se estabilizaron hace diez años y el

paco, según estudios recientes, deteriora pero no

mata. Una fotógrafa italoargentina lo retrata desde

Buenos Aires.

46 ficción

La razón de mi ternuraFERNANDA GARCíA LAO }{ FEDERICO MURRO

El hermano menor una vez más, ahora bajo las

torres de un castillo, entre historias de locura

nobiliaria y un toque steampunk.

49 tortuga

noticias del paraísoJUANA GRIS

50 ficción

esperando la felicidadGERMÁN DI PIERRO }{ DANIELA BERACOChEA

No era fácil conseguir trabajo en un país en

bancarrota donde los contactos pesaban más

que los méritos.

Terra, capítulo 1, parte 8ALEJANDRO RODRíGUEz JUELE

Ya sabemos que este electricista es inmune a la

corriente, pero ¿cómo se lleva con los cuchillos?

59 tortuga

Lento pero inseguroLEO MASLíAh

60 ficción

el pozo (con zombis)RAMIRO SANChIz }{ JUAN JONES

“Un zombi, dos zombis, treinta y tres zombis”.

Esta versión de la primera nouvelle de Juan Carlos

Onetti le suma un holocausto nuclear a la soledad

generacional.

No llores por mí, argenchinaLEANDRO DELGADO }{ LEANDRO BUSTAMANTE

En sus cuentos y novelas anteriores Delgado

ya había sugerido versiones de Montevideo

extrañamente cercanas a pesar de sus

arquitecturas imposibles. Acá sugiere que Argentina

está más lejos de lo que parece.

70 tortuga

Uruguay, el paraíso ocultoNICOLÁS PERUzzO

72 ficción

FunebroFEDERICO GIORDANO }{ VIVIDA

Una especie de contracara cínica de “La gallina

degollada”: los “idiotas” son más, son parientes,

son inofensivos y no generan demasiado amor.

La energía del pasoFEDERICO BIANChINI }{ FEDERICO BORGIA

Una charla en una sala de espera de hospital

puede significar un encuentro fugaz para compartir

ansiedades y algo más, según el grado de

superstición de los que esperan.

76 tortuga

el amor enfermaGUSTAVO SALA

apestadosIGNACIO ALCURI

78 pamento

80 ESCENA Wainraich esquizoide | Los diarios de

Gombrowicz | Festival de Punta del Este

81 LETRAS El 11-S según Pynchon

82 PANTALLA Estrenan la precuela de Breaking Bad

| Tercera temporada de House of Cards

| Nuevo cine francés online

85 DISEÑO Entretejidos

86 ARTE Una investigación que cobra forma de

escultura

88 TECNO Cómo limpiar la PC | Nuevos dominios

90 CIUDAD Costaventura: juguemos en el bosque

| Compartir auto es un click | Caminatas vitales

con bastones nórdicos

92 MenÚ Suculento: berenjena | Vino: maridar es

necesario

95 rUidO Serrat festeja 50 | Festival Medio & Medio

| Fiesta We Color

96 rUtaS Maxi Angelieri

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“Todo está perdonado”, dice la tapa de la edición que Charlie Hebdo publicó la semana después de que dos hombres de Al-Qaeda entraran a la re-dacción y mataran a 12 personas a tiros, al grito de “Alá es grande”. Abajo del título, una caricatura de Mahoma sostiene un cartel con la frase Je suis Charlie, que se volvió hashtag en las redes socia-les y lema para los defensores de la libre expre-sión. La revista, con tiraje de 45.000 ejemplares, vendió siete millones dentro y fuera de Francia.

Dos días después, los culpables, dos her-manos yihadistas de familia argelina, morían en un pueblo a 30 kilómetros de París a manos de la Policía. Pero no todo estaba perdonado: Mari-ne Le Pen, líder del partido opositor de derecha Frente Nacional (FN), declaró a las pocas horas que era un buen momento para reconsiderar la pena de muerte. El FN está impulsando leyes y medidas en contra de la entrada al país de no europeos en general y musulmanes en especial, que, según los cálculos, rondan los 6,5 millones.

Varios líderes musulmanes de Egipto, Irán, Jordania, Marruecos y Algeria condenaron el atentado. El presidente francés, François ho-llande, también, y su gestión durante la crisis le hizo recuperar su popularidad de 24% a 34%, según una encuesta del Instituto BVA. Los es-fuerzos públicos del gobierno por desligar a la comunidad musulmana en Francia del islamismo radical no alcanzaron para evitar incendios de mezquitas, tiroteos y lanzamientos de cabezas de cerdo —que los musulmanes no comen— a varios restaurantes árabes de París.

También se subió al carro el partido grie-go Amanecer Dorado, que no oculta su filiación neonazi en su logotipo ni en las declaraciones de sus líderes. Quince días después del atentado y una semana antes de las elecciones, la agru-pación reunió a cientos de personas en un acto en Atenas. “Votamos Amanecer Dorado para que no haya mezquitas, en Grecia ni en ningún lado”, dijo el líder del partido, Nikolaos Michaloliakos, por Skype desde la celda que ocupa desde oc-tubre, cuando cayó preso por actos de violencia contra inmigrantes y homosexuales. Una semana después, el partido perdía un senador y resulta-ba electo presidente Alexis Tsipras, de la coali-ción de izquierda Syriza.

LOS ECOS DEL TIROTEO OtrO MiSteriO

La muerte del fiscal argentino Alberto Nisman desató una catarata de eventos. Murió el 18 de enero, un día antes de que expusiera ante el Congreso de su país lo que había averigua-do sobre los atentados ocurridos contra la AMIA en 1994. Circulaba la idea de que Nisman trataría de demostrar que el gobierno argen-tino estaba encubriendo a los culpables, que provendrían de Irán, a cambio de beneficios económicos.

La noticia de su muerte generó reacciones opuestas. Los partidarios del gobierno maneja-ron la hipótesis del suicidio, en tanto sus adver-sarios clamaron “asesinato” en cientos de mani-festaciones (incluida una que cortó la rambla de Punta del Este a la altura de Los Dedos).

A los pocos días, la presidenta Cristina Fer-nández anunció que ella no creía que fuera un suicidio (y dejó en offside a varios de sus segui-dores, como nuestro compatriota Víctor hugo Morales). Pero hizo más que acusar indirecta-mente a la Secretaría de Inteligencia (SI) de la muerte de Nisman: el 26 de enero anunció por cadena pública que la disolvería. Especie de CIA argentina creada por Perón en 1946, y más co-nocida como SIDE durante las décadas siguien-tes, la SI se transformó, según denunciaron diri-gentes de ideologías casi opuestas como Miguel Bonasso y Gustavo Béliz, en una corporación extorsiva. La SI “evidentemente no ha servido a los intereses nacionales” y su disolución “es una deuda de la democracia que me toca reformar. Hemos visto una suerte de calesita permanente de fiscales, jueces y medios de comunicación que ha quedado al descubierto y que hay que cortar de cuajo”, dijo Cristina Kirchner, al tiempo que adelantó la creación de una Agencia Federal de Información.

El informe de Nisman se basaba en escuchas telefónicas que le habrían sido proporcionadas por Alberto Stiusso, director de la SI hasta 2013 y miembro de la organización antes, durante y después de la dictadura militar. El propio Nis-man también era monitoreado por la Embaja-da de Estados Unidos, según los informes que Santiago O’Donnell publicó en Página / 12 y en su libro Argenleaks gracias a los cables filtrados en Wikileaks.

En el primer gobierno de Tabaré Vázquez fue la directiva de los bancos estatales y en el próxi-mo parece ser la integración del Codicen. ha-blamos, claro, de los temas que calentaron las negociaciones por la participación de la oposi-ción en los entes estatales. Pero si en 2005 la conversación se truncó y los cargos ofrecidos a blancos y colorados quedaron vacantes, esta vez todas las corrientes de los partidos tradi-cionales y el Partido Independiente aceptaron la oferta de Vázquez de integrar la directiva de 24 organismos —30 menos de los que ofreció José Mujica en 2010—, entre los que no están los servicios de Salud, el Banco de Previsión Social ni la educación. hasta fines de enero las dirigencias opositoras esperaban el retorno del exterior de Raúl Sendic, el interlocutor designa-do por Vázquez, para insistir sobre su participa-ción en el rumbo de la educación primaria y se-cundaria, que los colorados intentan extender al Instituto de Evaluación Educativa. La Junta Anticorrupción, el Sirpa, el SODRE y Repúbli-ca AFAP, igualmente excluidos por Vázquez, estarían en las conversaciones. Por esos días se multiplicaron las opiniones acerca del rumbo que podría haber tomado Pluna si hubiera habido representantes de la oposición en el directorio de la antigua aerolínea estatal durante la prime-ra administración Vázquez.

Mientras que se esperaban algunas desig-naciones para ocupar puestos por el oficialismo en otros entes, en enero también se discutió un decreto que Vázquez planea promulgar el segundo día de su segunda presidencia. Tras varios meses de anuncios, finalmente saldrán del Ministerio de Educación y Cultura para pasar a depender del Poder Ejecutivo la dirección de registros (notoria por su reciente conflicto sa-larial), la Junta de Transparencia y Ética Pública y los fiscales de corte, que adquirirán nuevo protagonismo tras la aprobación de las refor-mas del Código Penal.

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] [ FEDERICO DE LOS SANTOS, JG LAGOS, LOURDES RODRíGUEz

EL 15 DE FEBRERO ASUMEN LOS

REPRESENTANTES ELEGIDOS EN 2014. SE

hABLA DE UN PARLAMENTO RENOVADO

PORQUE CASI DOS QUINTAS PARTES

DE LOS LEGISLADORES ASUMIRÁN

POR PRIMERA VEz COMO TITULARES Y

PORQUE SON UN POCO MÁS JóVENES

(AUNQUE MENOS FORMADOS) QUE SUS

ANTECESORES, PERO TAMBIÉN PORQUE

APARECEN REPRESENTADOS SECTORES

QUE hACEN PENSAR EN UN CORRIMIENTO

A LA IzQUIERDA: AL TIEMPO QUE EL

FRENTE AMPLIO MANTUVO SU CUPO,

UNIDAD POPULAR CONSIGUIó SU PRIMER

DIPUTADO Y EL PARTIDO INDEPENDIENTE

SU PRIMER SENADOR. DEL OTRO LADO,

SIN DEMASIADO ALBOROTO, LLEGA UN

DIPUTADO EVANGÉLICO, QUE SE OPONE A

LA “NUEVA AGENDA DE DEREChOS”. Y NO

TODO ES CAMBIO: COMO VARIOS SECTORES

ENCONTRARON LA MANERA DE TRAMPEAR

LA NORMA, LAS MUJERES NO TENDRÁN

TANTAS BANCAS COMO hACíA PENSAR LA

“LEY DE CUOTAS”.

] [ JAVIER CALVELO

GENTE NUEVA EN EL PALACIO

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perdió a figuras como Carlos Gamou, Pablo Álvarez, Nora Castro y Valeria Rubino, quedó afuera del Parlamento. También la Vertiente Artiguista y el Frente Izquierda de Liberación (Fidel), ya que Doreen Ibarra no renovó su banca (aunque ha sido designado director del SODRE).

En filas blancas quedan sin represen-tación parlamentaria Dignidad Nacional, liderada por Sergio Abreu, y Correntada Wilsonista, que perdió a Verónica Alonso en 2013, luego de un alejamiento progresivo que se originó dos años antes cuando el líder del sector, Francisco Gallinal, falsificó la firma de la entonces diputada para quedarse con su lista, la 333.

El Parlamento está bien considerado en Uruguay: 41% del país confía en la insti-

tución (dos puntos más que en la pasada le-gislatura), frente a un apoyo de 37% al Poder Ejecutivo, 26% a los sindicatos y 56% a los medios de comunicación, según una encues-ta sobre la imagen del Poder Legislativo que publicó el Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) de la Universidad de la República (Udelar) en agosto de 2014. Los votantes de los “parti-dos menores” —PI, Unidad Popular (UP), el Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI) y otros— son los que desconfían más: 83% declara “poco o nada”. En el FA la cifra es de 47%.

Según el informe, redactado por el poli-tólogo Daniel Buquet, la tercera parte de los encuestados no sabe qué función cumple el Parlamento y 37% no puede mencionar dos leyes aprobadas durante la legislatura; el re-sultado en 2007 es de 63%. Las leyes más co-nocidas de este período fueron, justamen-te, la de IVE, la de regulación del cannabis y la de matrimonio igualitario, en ese orden (en el período 2005-2010, el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas se había lleva-do el primer puesto). “Cuando el Parlamento legisla en materias de orden social, más que político o económico, y cuando esa materia se vincula a cuestiones de moral pública más que con cuestiones de índole material, el pú-blico muestra mayor interés y, consecuente-mente, resulta mejor informado”, observa Buquet. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (o “ley de medios”), aprobada a finales de diciembre de 2014, quedó afuera porque el trabajo es de agosto, pero sus deba-tes en las cámaras fueron, junto con los de las otras tres leyes, las transmisiones online del Parlamento más vistas y compartidas en re-des sociales por medio de tv.vera.com.uy.

“Fue un Parlamento más movido”, resu-me Jorge Lanzaro, fundador del Instituto de Ciencia Política de la Udelar y especialista en

el sistema de gobierno, la izquierda y el sindi-calismo uruguayos. “El Parlamento uruguayo es disciplinado, pero no es dócil. Los parla-mentarios uruguayos no agachan siempre la cabeza a lo que dicen los ministros. El Poder Ejecutivo tiene una tasa de eficiencia muy grande, en el sentido de que sus iniciativas suelen convertirse en leyes, pero no se con-vierten tal cual vienen”.

La legislatura 2010-2015 tuvo la produc-tividad más alta del período posterior a las elecciones de 1984, según Estudio de la ac-tividad legislativa del Parlamento, elabora-do por Daniel Chasquetti, también desde el Instituto de Ciencia Política de la FCS. El 72% de las leyes sancionadas partió de pro-puestas del Poder Ejecutivo y sólo 24% surgió del Legislativo. En esto Chasquetti coincide con Lanzaro: “La información demuestra en-tonces que el Parlamento no funciona como un simple ‘sello de goma’ que avala los expe-dientes enviados por el Poder Ejecutivo. [...] Sin embargo, la aprobación parlamentaria exige en muchas ocasiones un ‘ajuste’ de los contenidos de las leyes. Ello supone negocia-ciones y acuerdos entre actores intrapartida-rios con puntos de vista diferentes sobre los contenidos y alcances de los proyectos”. La tendencia se confirma en las legislaturas pos-teriores al año 2000: la primera legislatura después de la restauración democrática re-dactó tres proyectos de ley por cada uno que presentó el Ejecutivo, y para la que asumió en 2010 la relación es de uno a uno. En otras pa-labras, los parlamentarios de estos tiempos invierten más tiempo en aprobar las leyes de Presidencia que en escribir las propias.

La relación numérica entre la bancada del PN y la del FA se traduce en leyes: el primero es históricamente el partido más proactivo en la redacción de proyectos, pero en la legis-latura 2010-2015 sólo logró que se aprobara la décima parte de sus proyectos. El FA fue más productivo: presentó menos textos (uno por cada 3,5 del PN) pero la mitad fueron aprobados. Para Chasquetti, la gran eficacia legislativa del gobierno de Mujica se expli-ca en parte por las mayorías parlamentarias del FA, tema que el PN volvió central al final de la campaña para el balotaje de noviembre. “El FA podrá tener mayorías, pero Vázquez no” fue una frase que repitió el candidato blanco a vicepresidente Jorge Larrañaga. Para él, el electorado debía votar al PN para ser el presidente del Senado y así contrarres-tar a un Parlamento 2015-2020 “tomado por los radicales”.

La noción de “giro a la izquierda” empezó a sonar entre la ciencia política latinoame-

ricana alrededor de 2004 para definir un es-cenario en el que coincidían las presidencias

“Vive en una casita en vez de vivir en el palacio presidencial y dona el 90% de su salario. Legalizó la ma-

rihuana y el matrimonio gay”, dice la intro-ducción de un reportaje del diario británico The Guardian. Es evidente quién es el perso-naje y de dónde es el que lo escribió (o de dón-de no): muchos de los perfiles del presidente saliente José Mujica que brotaron en la pren-sa internacional en los últimos tres años pu-sieron el ojo en los aspectos pintorescos (la perra de tres patas, el Fusca del millón de dó-lares), en el pasado de lucha armada y en las leyes de interrupción voluntaria del embara-zo (IVE), matrimonio igualitario y regulación de la marihuana, que algunos agrupan bajo el título “nueva agenda de derechos”, aunque hayan saldado discusiones viejas. Pero sólo una de esas leyes, la de control estatal del cannabis, surgió del Poder Ejecutivo, y las tres se cocinaron con ayuda de organizacio-nes sociales —Ovejas Negras, Proderechos, Mujer y Salud Uruguay— tras negociaciones intensas entre el oficialismo y la oposición u otras no menos intensas en la interna del Frente Amplio (FA).

“¿Es el presidente más radical del mun-do?”, se pregunta el título del perfil de Mujica, que sólo menciona al Palacio Legislativo cuando cuenta que el presidente, cuando era parlamentario, llegaba en su Vespa decrépi-ta. No aparecen referencias a que la ley IVE nunca se podría haber aprobado sin los vo-tos del Partido Independiente (PI), ya que el diputado frenteamplista Víctor Semproni no acompañó el proyecto. Es un detalle me-nor en un tema lateral al centro del artículo, pero sirve para preguntarse si el más radical del mundo no será un título compartido con el Parlamento.

La legislatura 2015-2020, la XLVIIIª, será más joven que la anterior: 51 años en pro-

medio, dos menos que la electa en 2009. Según un informe que publicó El País en noviembre, la mitad de los legisladores se renueva y 37% asume por primera vez como titular, aunque algunos ocuparon bancas como suplentes en períodos pasados. “Tradicionalmente, la re-novación del Parlamento estaba asociada al crecimiento del FA, que desplazaba a blan-cos y colorados por nuevos legisladores fren-teamplistas. En la elección de 2014, la reno-vación está mayormente explicada por los cambios procesados al interior de los par-tidos, especialmente del Partido Nacional [PN]”, dice la politóloga Constanza Moreira, que logró renovar su banca en el Senado.

Aunque el FA mantuvo su mayoría, el cambio de legislatura deja a algunos por el camino. La Corriente Acción y Pensamiento-Libertad (CAP-L), que en los últimos años

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de Tabaré Vázquez, Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Ricardo Lagos e Inácio Lula Da Silva, a quienes se sumaron luego Fernando Lugo, Michelle Bachelet, Evo Morales y Rafael Correa, líderes de un conjunto de partidos ubicados del centro hacia la izquierda del espectro político, que para Benjamín Arditi —economista y politólogo paraguayo— co-menzaron a dejar de lado “sus resistencias a la economía de mercado y a desechar paula-tinamente el lenguaje de la lucha de clases, la liberación nacional, el internacionalismo”. Lanzaro opina que “la moderación dentro del FA fue creciendo en forma sensible, como pasa en el Partido de los Trabajadores de Brasil y en el Partido Socialista chileno”.

En Uruguay el término “giro a la izquierda” cobró un significado local y a escala: primero se aplicó a la llegada de Mujica al gobierno en 2010 y tres años después resucitó asociado a una serie de reclamos de cambio en la política económica por parte del “grupo de los ocho”, integrado por el Movimiento de Participación Popular, Compromiso Frenteamplista, el Partido Comunista del Uruguay, el Fidel, la Liga Federal Frenteamplista, la Vertiente Artiguista, la Lista 5005 y la CAP-L. En el VI Congreso del FA de 2013, en plena prepara-ción del programa de gobierno, esos sectores presentaron un documento titulado “Énfasis programáticos 2015-2020”, que proponía avanzar en la redistribución de la riqueza, profundizar la reforma tributaria para gravar los grandes capitales, desestimular la concen-tración de la tierra y controlar “el capital pu-ramente especulativo”.

El documento del grupo de los ocho no cayó bien a todos. La presidenta del FA, Mónica Xavier, dijo entonces a El País que “si uno sigue girando termina en la derecha” y que no hay propuestas más a la izquierda que las del partido de gobierno. Raúl Sendic, que todavía no se había anunciado como can-didato a vicepresidente, respondió: “Seguir avanzando en la diversificación de la matriz productiva con la incorporación de tecnolo-gía, en mejorar la educación y la seguridad y avanzar en el sistema de cuidados [...] como dijo Vázquez [...] no tiene ninguna califica-ción, ni es hacia la derecha ni a la izquierda”. Por su lado, Danilo Astori, líder del Frente Liber Seregni (FLS), contrapeso del grupo de los ocho en la interna del FA, ministro de Economía y Finanzas durante 2005-2010 y titular designado para 2015-2020, dijo que el modelo actual dio “buenos resultados para el país en términos de producción, empleo y po-líticas sociales”.

El rumbo económico fue uno de los te-mas complicados en la relación entre el FLS y el grupo de sectores más afines a Mujica. Durante su gobierno se habló de la coexisten-cia de dos equipos: el Ministerio de Economía

y Finanzas (MEF) por un lado, alineado con Astori, y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, que depende de Presidencia, a cargo de hombres de confianza del presiden-te. En octubre de 2014 Tabaré Vázquez dijo en una entrevista en Búsqueda que, en caso de ganar, en su gobierno habría un solo equi-po económico, aunque Jorge Larrañaga vati-cinó que serían tres: el de Astori, el de Mujica y el de Vázquez.

Las elecciones de 2014 determinaron que el FLS reduce a la mitad su cantidad de senadores, de seis a tres, mientras que en Diputados bajó de 13 a 9. El grupo de los ocho tiene más de la mitad de la bancada del FA (55,8%): pasó de ocho a nueve senadores, más Sendic, que como vicepresidente integra la cámara alta, y de 28 a 34 diputados. Si bien al-gunos sectores perdieron representación par-lamentaria y el Partido Comunista bajó de dos diputados a uno (aunque mantiene una banca en el Senado), las bajas se compensaron gra-cias a la alianza con la lista 711, una de las más votadas dentro del FA, que encabeza Sendic. ¿Es de esperarse que esas divisiones se trasla-den al Parlamento en el período 2015-2020?

“Es un Parlamento en el que crece la re-presentación de los partidos del centro a la centroizquierda en términos generales, en cuanto a la distribución de los partidos”, dice Lanzaro. ¿Qué tanto puede afectar este nue-vo estatus a la relación entre Vázquez y su Parlamento? “La posición que tiene Vázquez en este segundo gobierno es distinta a la del primero: entonces era el jefe unitario de todo el FA y era reconocido como tal, e integró en el gabinete a todos los jefes de sectores del FA, por lo que tuvo un liderazgo presiden-cial potente y un gabinete que le proyectaba un basamento parlamentario importante. Con Mujica, los jefes de sector pasaron a es-tar más en el Parlamento. Y éste es un gabi-nete un poco distinto. En ciencia política se habla de congruencia del gabinete con la re-presentación parlamentaria; el que eligió Vázquez para su segundo gobierno no es con-gruente con la correlación de fuerzas del FA. De hecho, el FLS tiene una representación en los ministerios prácticamente similar a la del MPP. Con este tipo de gabinete, el jefe de gobierno va a tener que extremar sus ca-pacidades de negociación en el interior del Parlamento. Para eso cuentan mucho las fi-guras de Mujica y Sendic”.

Cuando Constanza Moreira, que Larrañaga también agrupaba en el conjunto de “los

radicales”, se lanzó como retadora de Tabaré Vázquez en la interna del FA, se especuló con la posibilidad de que surgiera una bancada “constancista” conformada por los grupos que la apoyaron (el Partido por la Victoria del

Pueblo [PVP], Alternativa Frenteamplista, Magnolia, el Partido Socialista de los Trabajadores y el sector debutante Ir). La unión de esos sectores en el sublema Casa Grande obtuvo en octubre votos suficientes para que Luis Puig (PVP) y Macarena Gelman (Ir) conquistaran bancas en Diputados.

Al conformar el elenco de su segun-do gobierno, Vázquez no eligió a ministros o subsecretarios de Casa Grande, a pesar de los 77.635 votos que obtuvo. El Partido Comunista logró 69.857, pero su repre-sentación en el gabinete incluye a Marina Arismendi como ministra de Desarrollo Social, a Ana Olivera como subsecretaria y a Juan Castillo como director de Trabajo.

Tal vez menos esperada sea la fractura que experimentó el bloque al inicio de la campaña para las elecciones departamentales de mayo de 2015: Moreira y el Ir manifestaron su apo-yo a Daniel Martínez, candidato del Partido Socialista, que contaba con el respaldo del FLS. El Partido Socialista de los Trabajadores, por su lado, apoyó a Lucía Topolansky (MPP) y el PVP lanzó su propia candidata, Virginia Cardozo, junto con Izquierda en Marcha y la agrupación Lucrecia Barredes, sectores que se habían adherido a Moreira en las eleccio-nes nacionales. En entrevista con la diaria, Cardozo dijo que al PVP le “sorprendió” que Moreira apoyara a Martínez. Tal vez el suble-ma haya estado más unido por el espanto an-tivazquista que por un plan a futuro; Moreira reconoció en varias entrevistas posteriores a octubre que su sector había funcionado como “barrera de contención” para evitar el escape de votos a quienes corren al FA por izquier-da, como el Partido de los Trabajadores y Unidad Popular.

Eduardo Rubio dice que la prensa nunca le prestó tanta atención como en la semana

después de la primera vuelta electoral de este año. Ni siquiera en 2008, cuando el sector que dirige, el 26 de Marzo, abandonó la mesa política del FA y se unió a la otra coalición, Asamblea Popular (luego UP). Los motivos de la escisión fueron políticos —la oposición al posible Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos— pero también internos: ese año se creó el Secretariado del FA integrado por todos los sectores con representación en el Senado, medida que dejaba afuera a 26 de Marzo —que tenía una banca en Diputados— y a otros grupos minoritarios.

Después de un crecimiento electoral de 74% respecto de las elecciones de 2009, la coalición obtuvo 24.770 votos —11.587 por la lista 326—, que llevaron a Rubio a volver a Diputados (antes había sido suplente de Raúl Sendic, que abandonó el sector en 2005) y a recibir, según recuenta, unas 20 llamadas por

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día para entrevistarlo. Es entusiasta cuan-do habla de sus propuestas, pero dedica gran porción de su discurso a criticar al partido de gobierno: “Se habla del giro a la izquierda, pero nosotros quedamos parados en el mismo lugar donde estuvimos siempre. Ellos se co-rrieron a la derecha”.

“UP no tiene una vida fácil”, reflexio-na Lanzaro. “El FA abarca un espectro muy amplio y queda muy poco espacio para la iz-quierda radical. Queda un poco de espacio en la centroizquierda, pero eso es un problema para el PI: mantenerse en un desfiladero que no lo pegue a los partidos tradicionales ni al FA. Y UP tiene que competir con varios de los sectores del FA que tienen posiciones más a la izquierda: Constanza Moreira, el PVP, gente del MPP como Sebastián Sabini. No les con-viene hacer muchas alianzas”.

En enero UP confirmó en una carta que rechazaba los cargos en los entes y servi-cios descentralizados que Vázquez ofreció a la oposición, y, durante la segunda vuelta de las elecciones de 2014 había recomendado el voto en blanco o anulado. La teoría de Rubio es que el FA perdió votos por izquierda (para UP, el PERI, en blanco y anulado) pero man-tiene la votación de 2009 con los votos que absorbió de los colorados. “El FA ya es una opción conservadora. A un colorado no le rechina votarlo, sobre todo si es un batllista medianamente conservador que no se fuma a Bordaberry. Nosotros podríamos ser el ador-no de izquierda de una expresión política an-tipopular e imperialista. Constanza Moreira dijo que su candidatura sirvió para frenar el escape de votos por izquierda. Es muy triste ser el muro de contención para un proyecto que ya se sabe que no va a ser de izquierda”, opina Rubio.

¿Cómo entra la “agenda de derechos” en esta postura? “No responde únicamente a una visión de izquierda. En Estados Unidos se está aprobando el matrimonio igualitario. Yo no puedo decir que sea definición de un par-tido de izquierda, porque lo podría votar en contra alguien de izquierda pero medio cua-drado”, fundamenta Rubio en el local de 26 de Marzo, donde se realizaron los plenarios del FA hasta entrada la década de 1990. La ley que regula la distribución estatal de ma-rihuana tampoco sería esencialmente de iz-quierda: “La apoya Georges Soros. ¿Te parece que podría apoyar una medida de izquierda? Venezuela y Cuba no apoyan estas medidas porque tienen otra concepción del combate a las drogas. No me pueden decir que el narco-tráfico lo van a combatir con la marihuana: se combate levantando el secreto bancario. Si se legaliza, Soros elimina al narcotráfico como competencia. El hombre que hizo quebrar Reino Unido y está pidiendo acciones milita-res contra Rusia”.

Sobre ese tema aparecen puntos de con-tacto con ideas que Eleuterio Fernández Huidobro expuso el año pasado en Caras y Caretas y que motivaron que Valeria Rubino, integrante de Ovejas Negras, saliera de CAP-L. “El problema no está en si los homo-sexuales sí o los homosexuales no. El proble-ma está entre los homosexuales ricos y los homosexuales pobres”, decía Huidobro, y Rubio apoya:

—Si son explotados, seguirán siendo ex-plotados. Si no tienen acceso a la educación, no la van a tener. ¿Qué es lo que define un go-bierno de izquierda en serio? Obviamente, no ir para atrás en derechos, pero sí cambiar el sistema que permite la injusticia. Condenás a miles de personas a la exclusión social. No se puede combatir la pobreza sin meterse con la riqueza. Prolongar las políticas asistencia-listas es hacer que los pobres sigan siendo pobres y que estén tranquilos. La salida de la emergencia social sólo puede ser por medio del trabajo, y para generar trabajo tenés que cambiar la matriz económica de Uruguay. ¿Por qué proponemos una reforma agraria, una tarea inconclusa desde la Revolución Artiguista? Porque sigue siendo la clave para que Uruguay sea independiente. El vie-jo Sendic largó la lucha armada denuncian-do los latifundios de Silva y Rosas, que eran de 30.000 hectáreas, y hoy UPM te muestra 150.000 y Montes del Plata 120.000.

Para el diputado electo de UP, el FA adop-tó una economía neoliberal bajo la promesa de recaudar para repartir mejor. Rubio afir-ma que no hay ruptura con el modelo econó-mico de los partidos tradicionales e ilustra parafraseando a Jorge Batlle: “Él decía que hay que llenar la copa para que el derrame les llegue a los que están abajo, pero la copa nunca se derrama, porque el capitalismo y las transnacionales son insaciables. Algunas ge-neran puestos de trabajo, y de ahí que el PIT-CNT haya puesto a los trabajadores —a algu-nos, porque no pudo con todos— al servicio de las empresas extranjeras”.

Tres diputados frentistas renunciaron antes de asumir. El primero fue José

Enríquez, que figuraba como suplente de Marcos Otheguy en la lista 711 de Canelones, pero que accedió a la banca como titular por-que Otheguy ingresó al Senado en lugar de Sendic, que fue electo vicepresidente. El jue-ves 6 de diciembre el semanario Búsqueda publicó que Enríquez estaba requerido por Interpol a causa de una denuncia en su con-tra en Brasil por falsificación de obras de arte. En el correr del día Búsqueda corrigió su ver-sión: era la Policía brasileña el organismo que investigaba al diputado electo y no exis-tía ninguna orden de captura. La dirección de

la lista, de todas formas, envió a los medios la carta de renuncia que Enríquez, igual que el resto de los legisladores del sector, había fir-mado en el momento en que se confirmó la bancada, como parte de un “compromiso éti-co de gestión”. El acusado, que fue chofer de Raúl Sendic padre y ejerció el periodismo cul-tural, dijo que no había renunciado a su ban-ca, pero al día siguiente la 711 comunicó que le retiraba “la confianza política” a Enríquez.

Fernando Lorenzo había renunciado al MEF a fines de 2013 para “facilitarle el ca-mino a la Justicia” en las investigaciones so-bre el caso Pluna, que terminó con su proce-samiento sin prisión por abuso de funciones (y de Fernando Calloia, presidente del Banco República, que el Tribunal de Apelaciones Penales revocó más tarde). Lorenzo encabezó la plancha a Diputados de la lista 99738 —de Nuevo Espacio y Alianza Progresista, que in-tegran el FLS— para las elecciones de octu-bre. En setiembre de 2014 el senador colorado Ope Pasquet e integrantes del PERI —inclui-do su líder, César Vega— apelaron a la Corte Electoral; Pasquet consideraba que, según la Constitución, la ciudadanía de Lorenzo se consideraba suspendida, por lo que no podía aspirar a ocupar un cargo público. La Corte rechazó las impugnaciones, el FLS apoyó la candidatura del ex ministro y la lista obtuvo

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19.755 votos, por lo que accedió a una banca en Diputados, pero el 10 de diciembre Lorenzo difundió en Radio Sarandí su carta de renun-cia: “No se puede ser representante nacional bajo la eterna sospecha sobre mi persona y mi accionar. No me siento en absoluto culpable de haber cometido ningún acto en mi condi-ción de ministro que merezca una condena, pero cuando se acepta y se lucha por vivir en una república democrática hay que asumir to-das sus reglas, sus enormes ventajas y valores y también sus riesgos”. Figuras del FLS como Alfredo Asti y José Carlos Mahía destacaron la actitud ética de Lorenzo. En su lugar asu-mirá Jorge Pozzi, sindicalista del sector de la bebida que había sido electo diputado en 2010 por Nuevo Espacio.

También abandonó su banca el diputado Luis Puig, del PVP, que integra el FA, el 29 de diciembre, cuando el Parlamento votaba en ambas cámaras una prórroga de nueve me-ses para las tropas uruguayas en Haití como parte de la misión de paz de la Organización de Naciones Unidas. Casi nueve años antes el diputado socialista Guillermo Chifflet había renunciado a su banca por el mismo motivo. El FA había ordenado a sus legisladores votar el proyecto, pero Puig argumentó en contra, en consonancia con la postura que asumió el PVP: dijo que la misión violaba la soberanía

del país y que “se ha convertido en un nego-cio” para las multinacionales y para Estados Unidos, y renunció, aunque sólo hasta el 15 de febrero: fue electo diputado de nuevo en octubre por la lista 3311 —que nuclea a PVP, Alternativa Frenteamplista e Izquierda en Marcha—.

Liderado por Pedro Bordaberry, el PC tuvo la votación más baja de su historia, excep-

tuando la de 2004, y perdió un senador. En la interna, hubo un crecimiento de Vamos Uruguay (VU), el sector encabezado por Bordaberry, pero los grupos batllistas queda-ron con un senador (tenían dos) y un diputa-do (tenían tres).

La lista 505, Vamos Orientales, apareció en octubre de 2013 dentro de VU. Su prin-cipal dirigente era Guzmán Turco Ifrán, de 28 años, contador, impulsor de la campa-ña por el Sí a la Baja y miembro de las bri-gadas de “blanqueamiento” de paredes que Bordaberry alentó en 2014. Ifrán era el can-didato esperable para figurar primero en la plancha a Diputados por Montevideo de VU, pero Vamos Orientales decidió colocar a una mujer para que, ley de cuotas median-te, quedara en el tercer puesto. La elegida fue Valentina Rapela, de 27 años, que resultó

electa para la cámara baja. El apellido suena familiar: es sobrina nieta del general Julio César Rapela, fallecido en 2004, fundador de la logia Tenientes de Artigas en 1965, dele-gado militar en las negociaciones frustradas del Parque Hotel y ministro del Interior du-rante el último año de la dictadura. En diá-logo con El Observador, Valentina Rapela se definió como “fervientemente batllista y so-cialdemócrata” y dijo no ser de derecha ni de izquierda.

“Creemos que Mujica le está mojando la oreja a Dios y que no tiene ese de-

recho”, decían los volantes que la agrupa-ción Cristianos por Uruguay repartió en no-viembre de 2009, el mes del balotaje, como respuesta a algunas críticas de quien resul-tó electo presidente frente a Luis Alberto Lacalle, su contrincante, que en su cierre de campaña había agradecido a la divina provi-dencia por colocarlo en ese lugar. Los dardos le llovieron a Mujica desde tribunas políti-cas y religiosas; en la lista de Cristianos por Uruguay, 1177, del PN, coincidían ambas. Con apoyo del pastor evangélico argentino Jorge Márquez, que se radicó en Uruguay a princi-pios de los 90 y fundó la iglesia Misión Vida para las Naciones, la lista obtuvo 5.635 votos

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que no alcanzaron para llegar a la represen-tación; Álvaro Dastugue —tacuaremboense, también pastor y yerno de Márquez— forma-ba parte de Cristianos por Uruguay a la vez que figuraba como diputado por Canelones en la lista 2004, y tampoco alcanzaba una banca.

Hoy Dastugue tiene 34 años y recuerda “clarito” los dichos de Mujica, pero no está se-guro de haber estado involucrado en la repar-tida de los volantes. En sintonía con el slogan del presidenciable nacionalista Luis Lacalle Pou —“la positiva”—, evita resucitar renco-res de elecciones pasadas y mira al futuro: tras presentar 72 listas en Montevideo y 60 en Canelones, fue elegido suplente de la dipu-tada electa Verónica Alonso por la lista 2014, pero asumiría su banca en la cámara baja, ya que Alonso ganó un lugar en el Senado.

Su fibra blanca, que viene de familia, se condensa en una imagen de su infancia: su madre con lágrimas en los ojos en la despe-dida al exilio de Wilson Ferreira Aldunate, en 1973. La política volvió a su vida cuando su madre se divorció, se lo llevó a Rivera y se casó con Valentín Leal, edil blanco. La vincu-lación con el PN llegaría ya en Montevideo, por insistencia de Carlos Iafigliola, militan-te provida, referente blanco de Malvín Norte y cabeza de la lista 252, Corriente Social Cristiana. En el trabajo para las elecciones

departamentales de 2010 conoció a Verónica Alonso, que ese año había asumido como di-putada por Montevideo e integraba el sector Unidad Nacional (Una), fundado por Lacalle (padre) y renombrado Todos Hacia Adelante por Lacalle Pou para las internas de este año. En 2013 Alonso dejó Una y cruzó hacia Alianza Nacional, sector liderado por Jorge Larrañaga, y Dastugue la siguió. En las inter-nas del año pasado, 8.000 de los 21.000 votos que obtuvo la alianza entre Alonso y Pablo Iturralde fueron de Dastugue, por lo que as-cendió bastante dentro de la lista 2014. En los números, Todos Hacia Adelante, de filiación herrerista, predomina en la interna del PN, pero por pocos votos.

Según testimonios de ex miembros de Misión Vida, que recoge una investigación del sitio web Sudestada, habría un acuerdo entre Márquez y Alonso: él pondría a disposición la infraestructura de su iglesia —que además de 15 templos incluye 63 hogares en 14 depar-tamentos, con 1.300 personas en rehabilita-ción— a cambio de posiciones privilegiadas en las listas para Dastugue y su otro yerno, Gustavo Silveyra, una versión que el pastor y diputado electo desmiente.

En paralelo, Dastugue se acercó al evange-lismo en Rivera. No era adicto —cuenta hoy—, pero consumía “drogas” y llevaba una vida que

hoy califica como desprolija. En la iglesia se re-habilitó y empezó a trabajar con jóvenes adic-tos a la pasta base. Allí conoció a Viviana, la hija de Márquez, y poco después se casó; con ella, su hija de dos años y otras 115 personas vincu-ladas a la iglesia, convive en una comunidad de trabajo a la que, dice, donará los 295.680 pesos de su futuro salario de legislador.

Su origen religioso causó rispidez dentro del PN: el diputado Jorge Gandini (fue el le-gislador más votado dentro de AN en 2009, hoy desplazado de ese lugar por Alonso) dijo en El Espectador que “las listas de la Iglesia Dios es Amor o algo así, que lidera el pastor Márquez”, habían sido las “grandes triun-fadoras” en las internas de este año. Para Dastugue, el acercamiento a la política es un proceso natural:

—Es la herramienta para buscar el bienes-tar de la sociedad y creo que ser pastor con-tiene internamente una vocación de servicio muy fuerte, así que las dos funciones no es-tán alejadas. Creo que mi trabajo social y de estar cerca de la gente me sensibiliza luego para estar dentro del Parlamento y acercar esa frescura del contacto con la gente; creo que lamentablemente a veces los legisladores quedan absorbidos por la tarea.

La alianza Alonso-Dastugue tampoco cayó bien entre algunos sectores de la comunidad

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evangélica. En 2009, ante la incorporación de Cristianos por Uruguay a las listas blancas, el Consejo de Representatividad Evangélica —que nuclea a más de 700 iglesias de Uruguay— difundió un comunicado que dice: “Más allá de las posturas políticas personales que cualquier evangélico pudiera, y debiera tener, nuestras iglesias como tal no apoyan ni son parte de ningún movimiento o partido po-lítico”. La respuesta del pastor Márquez decía: “Mientras discutimos de qué color pintar el barco, el barco se está hundiendo. La actitud pasiva y descomprometida de muchos está ga-rantizando en esta hora aciaga de la República Oriental del Uruguay una ley de aborto, dere-chos sexuales y reproductivos y otros atrope-llos legales y nos callamos la boca diciendo que si estas cosas suceden seguramente será la voluntad de Dios [...] Viene tiempo en que parte de la iglesia será perseguida y parte se conformará al sistema mundano imperante, humanista y materialista. Los tiempos que se avecinan son oscuros en verdad, pero la igle-sia de Jesucristo es luz en las tinieblas”. “Todo cambio trae sus críticas y felicitaciones”, opi-na Dastugue, que dice haber percibido cierta suspicacia de sus correligionarios.

Entre 2006 y 2014, la bancada evangéli-ca de Brasil aumentó de 36 legisladores a 80, con integrantes de varios partidos. Uno de los

líderes más destacados, el empresario y pas-tor Silas Malafaia, anunció a la agencia Efe que sus legisladores levantarán “un muro” contra proyectos sobre diversidad sexual, aborto y regulación más abierta sobre drogas.

—¿Cambió algo la conversión de Alonso al judaísmo?

—Al contrario. Yo respeto la tradición ju-día. El que yo creo que es mi dios, Jesús, era judío. Nosotros vemos los valores que ella re-presenta. No nos es difícil acoplarnos y traba-jar juntos políticamente.

Dos coincidencias importantes entre los valores evangélicos y el actual partido de Dastugue son “la defensa histórica de la fa-milia” y la mención al derecho a la vida en la Carta Magna del PN:

—Creemos que la vida comienza con la con-cepción y yo considero que el hombre no tiene derecho a quitarle la vida a un ser humano.

—¿Qué alternativas hay ante casos de em-barazo no deseado?

—Uno de los principales caminos es la adopción. Si vos no querés tener ese hijo por determinadas causas personales y familiares, sin lugar a dudas hay muchas familias a las que les gustaría adoptar un niño.

La reivindicación de la familia es funda-mental en la religión evangélica, entendida, claro, como un padre y una madre. “Esa re-lación entre padres e hijos está bastante de-teriorada y nosotros en esto tenemos mucha experiencia: acordate que recibimos mu-chos jóvenes que están heridos, que odian al papá, que vienen de la calle. La mayoría de esos problemas son de origen familiar”, fun-damenta. Dice no ser homofóbico —e inclu-so que alojó a homosexuales con problemas de adicción en los hogares Beraca—, pero no está de acuerdo con que las parejas del mis-mo sexo adopten: “Creo que a los niños no les hace bien”. Dastugue está en contra de la ley que regula la producción de marihuana por parte del Estado; considera que disminui-rá la percepción del riesgo, que es muy fácil que los consumidores de cannabis se pasen a otras drogas y que se va a generar una com-petencia entre el mercado negro y el estatal.

El modelo de los hogares de rehabilita-ción parece ser el tipo de asistencia social que defiende Dastugue, que cree que los planes que el Ministerio de Desarrollo Social lleva adelante desde 2005 deberían exigir contra-partidas como la asistencia a cursos de car-pintería. “Que salgan adelante por sus pro-pios medios, así pueden soñar con un futuro mejor para ellos individualmente y para sus familias. La permanencia en estos recursos que les hemos dado creo personalmente que no les ha permitido desarrollarse”. El futuro diputado tiene pensado integrar la Comisión de Adicciones y reflotar un proyecto de ley que Alonso presentó durante la legislatura

anterior, que crea licencias laborales espe-ciales para los padres con hijos prematuros o con enfermedades graves.

Mujica será el único ex presidente en el Palacio Legislativo: Julio María

Sanguinetti se retiró de la vida parlamenta-ria en 2010, Jorge Batlle fue electo senador en 2004 pero le cedió la banca a su suplente Isaac Alfie y Luis Alberto Lacalle Herrera se ubicó al final de la lista al Senado que tenía por nú-mero uno a su hijo, como una despedida sim-bólica de la actividad legislativa. En setiembre de 2014 Mujica dijo a Radio Montecarlo que el tercer gobierno del FA precisa “mucha capa-cidad de negociación y un espíritu de bajar la pelota al piso y tratar de lograr amplios con-sensos, o por lo menos parciales”, y que ése se-ría su papel en el Senado.

“Pero va a ser un articulador con posicio-nes propias, al contrario que Danilo Astori o Rodolfo Nin Novoa en las vicepresidencias anteriores, que eran representantes del go-bierno en el Parlamento”, entiende Lanzaro, y algunas declaraciones de Mujica en enero de 2015 parecen aprobar la hipótesis. En en-trevista con Daniel Castro en El Espectador, el futuro senador recordó el Impuesto a la Concentración de Inmuebles Rurales, un impuesto a la tierra afín a la reforma agra-ria que el MPP defiende desde su funda-ción, que el Parlamento aprobó en 2011 pero que duró poco: en febrero de 2013 y tras re-clamos de varios productores rurales, la Suprema Corte de Justicia declaró que los primeros dos artículos violaban el artículo 297 de la Constitución, que prohíbe la exis-tencia de impuestos nacionales que superen el monto de los departamentales. En mayo del mismo año, el Parlamento derogó el im-puesto. “Yo no me olvidé de la que me deben. Voy a seguir peleando”, dijo Mujica en 2015.

Mujica “tiene sus posiciones”, dice Lanzaro, “y las va a defender en dos senti-dos: que no le ‘toquen’ decisiones políticas que aprecia y que le resultan importantes (no va a aceptar fácilmente que le modifi-quen la iniciativa sobre la marihuana, por ejemplo), en términos retrospectivos, y en términos prospectivos, obviamente, pue-de haber iniciativas que le generen más o menos simpatía”. Con más de la mitad de la bancada frenteamplista de su lado, cifras elevadas de aprobación a su gestión (la en-cuestadora Equipos Mori le atribuía en no-viembre 65%, lo mismo que medía Vázquez a esa altura de su mandato) y una reputación internacional difícil de superar, Mujica se perfila como un senador central para la le-gislatura que viene, sea radical o conserva-dora de los logros de su período, siga yendo o no en su Vespa oxidada.

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La denominada “ley de cuotas” (Nº 18.476) se aplicó por primera vez en las elecciones nacio-nales de octubre de 2014, y de la misma manera sucederá con las departamentales de mayo, aunque rige para las internas partidarias desde 2009, año en que se aprobó. En enero, la Corte Electoral decidió que la aplicación incluirá tam-bién a las municipales. Comprende sólo esas dos instancias: no se aplicará en elecciones futuras. La norma establece que en cada trío de candidatos titulares y suplentes a los legislati-vos nacionales y departamentales debe haber personas de ambos sexos.

“La ley de cuotas y las elecciones uruguayas 2014: Aplicación minimalista y trampas legales”. Así se titula el informe de avance para el proyec-to Seguimiento electoral desde la perspectiva de género, que Niki Johnson, politóloga británica radicada en Uruguay, realiza en el marco de un convenio entre la Universidad de la República y la organización feminista Cotidiano Mujer.

El desempeño de los partidos no fue homogé-neo —entre los tres “grandes”, el Frente Amplio (FA) fue el “mejor” y el Partido Nacional (PN), el “peor”—, pero Johnson subraya que en todos los casos se evidenció “resistencia a la cuota”: los partidos hacen “lo mínimo necesario” para cumplir con la ley. En el 100% de las listas al Senado de los partidos Colorado (PC) y PN que se presentaron en octubre las dos primeras ternas estaban arma-das con el mínimo número de mujeres (MNM) —una sola por terna— y el 100% de las listas ganadoras tenía aplicación minimalista, es decir, ubicar a la mujer en el tercer y último lugar de cada terna.

En el FA 64,7% de las listas aplicaba el MNM a las dos primeras ternas y en 50% de las listas ganadoras hubo aplicación minimalista. En el Partido Independiente (PI) la mitad de las listas en competencia tuvo aplicación MNM, pero to-das las listas ganadoras eran minimalistas.

hEChA LA CUOTA...

¿Los resultados que muestra la gráfica posicio-nan al PI como “el mejor”? “Es muy difícil com-pararlo con los otros partidos porque presenta un número muy menor de listas, y gana muy pocas bancas. Mejor hablar aquí de ‘los tres partidos más grandes’”.

El porcentaje de mujeres en los primeros lu-gares al Senado y a Diputados para Montevideo y Canelones de las listas que compitieron cre-ció con relación a las elecciones de 2009 —en las que no rigió la ley de cuotas— en todos los partidos: en el FA subió de 24,4% a 41,2%; en el PC de 2,8% a 33,3%; en el PN de 19,4% a 41,7%.

Las legisladoras electas como titulares al Parlamento son 27 (21%): 9 mujeres al Senado (30%) y 18 a Diputados (18%). El impacto en la aplicación fue mayor en el Senado. Esto tiene que ver con que hubo menos fraccionaliza-ción de las listas que para Diputados. Para el Senado no hubo una oferta diversa; todas las candidaturas estuvieron concentradas en po-cas listas.

Pero no son 27 las mujeres que asumirán bancas en el Parlamento. Se utilizó la “trampa legal” de postular la misma candidata a más de un cargo en lugares “salibles”: son los casos de las blancas Graciela Bianchi (Todos hacia Adelante) y Verónica Alonso (Alianza Nacional), que compitieron al mismo tiempo en listas a Diputados y al Senado. Al resultar electas en ambas, deben renunciar a la titularidad de uno de los cargos, que ocuparán sus suplentes varones, pero sus postulaciones avalan esas listas ante la ley de cuotas. A fines de enero, Bianchi comunicó en una carta pública que le cedería su banca en el Senado a su suplente, Álvaro Delgado.

La conformación del Parlamento también puede variar ante nuevas designaciones a car-gos ejecutivos nacionales o tras las departa-mentales de mayo. Un caso es el de Cristina Lustemberg, que asumirá la subsecretaría de Salud Pública; no perderá la titularidad de la banca pero su suplente es un varón (José Que-rejeta). El informe señala como problema que la mayoría de los suplentes de titulares mujeres son hombres.

Johnson dice que la inclusión de Bianchi parece “una jugada deliberada” para excluir a mujeres con trayectoria dentro del PN con mu-jeres. “Está claro que Bianchi no ocupa esos lugares ni por su trayectoria dentro del PN ni por su votación en las internas, porque no

marcó votos con lista propia. Sin duda, uno de los atractivos de su candidatura para Lacalle Pou era que tenía un perfil alto en los medios por ser una figura polémica. Pero también era una candidata que se prestaba para la jugada de ‘poner una mujer para dejar entrar un va-rón’”, asegura la politóloga.

El ejemplo de la inclusión de Bianchi se con-trapone, según Johnson, al caso de la otra se-nadora electa del sector, Carol Aviaga, quien tiene larga trayectoria en Lavalleja e integró el último directorio del PN. En el caso de Alonso, cuyos suplentes son varones, es diferente. “Lo que ella hizo durante cinco años fue generarse una base electoral significativa con un perfil definido. Abrió listas en Canelones, lo que le da proyección nacional, y tuvo una presencia mediática bastante peleadora en ciertos te-mas. En las internas tuvo el apoyo de diver-sos dirigentes barriales cuyas listas encabe-zaba, una práctica muy común en la política uruguaya. Llega a ocupar los dos lugares por la votación en las internas”, analiza Johnson. El acuerdo de Alonso con los dirigentes que la habían apoyado era adjudicar las tres suplen-cias respectivas de su candidatura según la votación que recibieron en las internas. “Ser fiel a ese criterio implicó que ella no podía

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luego poner a una mujer como su primera su-plente a la Cámara de Representantes”, acota.

En Vamos Uruguay (VU), el sector mayori-tario del PC, las listas también se armaron de acuerdo a la votación en las internas. Valenti-na Rapela, de 27 años, perteneciente a Vamos Orientales —la lista 505, un sector con poca trayectoria dentro del partido—, fue electa diputada por estar en el tercer lugar de la lista de VU. Eso sucedió porque varios varones (Ope Pasquet, Fitzgerald Cantero, Felipe Schipani) de agrupaciones que estaban por delante pre-firieron bajarse un lugar o más en la lista antes que designar para ese puesto a una mujer que los representara.

“¿Son grupos o personalismos? ¿Son sec-tores que ideológica o programáticamen-te tienen matices con respecto a otros o es simplemente un vehículo para una candidatu-ra personalista?”. Para la politóloga, algunos líderes no apuntan a ceder el lugar a una can-didata que represente al sector: quieren ser ellos mismos quienes ocupen las bancas. “En general, así funciona en los partidos tradicio-nales y en el FA. Evidentemente, las mujeres para competir tienen que construir su propio liderazgo y para eso tienen que tener conexio-nes y dinero”.

En la gran mayoría de las listas del FA hubo una aplicación minimalista, pero, de acuerdo

al informe, hay una “mejor aplicación” de la ley de cuotas en relación a los otros partidos. En 2010 la presencia femenina en la bancada frenteamplista era de 18,2% y en el próximo periodo será de 23,1%. El partido en el que más impactó la ley fue en el PC, que pasó de 18,2% a 29,4%; el PN es el que tuvo un menor incremento de mujeres en su bancada: de 7,7% a 9,5%.

¿Por qué, entonces, si el FA aplicó mejor la ley no impactó mejor? “El FA ganó más bancas y tiene mayor fraccionalización, por lo que el impacto es menor. El impacto mayor en el PC es dado básicamente por la mejor ubicación de tres mujeres en departamentos del interior (Tacuarembó y Salto, donde encabezaron, y Canelones, donde estaba segunda en la única lista del PC que ganó bancas). Pero en el Sena-do y Montevideo el porcentaje de mujeres so-bre la banca es menor que en otros partidos”.

La ley de cuotas tuvo impacto, porque au-mentó el número de mujeres electas, pero aumentó “poco”. “Se pierde de vista el objetivo de la ley, que no es que las mujeres figuren en las listas, sino que haya una ‘participación equitativa de personas de ambos sexos en la integración del Poder Legislativo’”, dice el in-forme citando la ley. “El real compromiso de la

clase política debe ser revertir una situación de desi gualdad en la representación”, dice la politóloga, y acota que para mejorar el impac-to de la ley es necesario que haya voluntad política para que se aplique mejor.

Con las dos titularidades femeninas que se pierden, el porcentaje de legisladoras que asumirán las bancas es de 19,4%, 4,8 puntos más que en 2009 y la cifra más alta del período posdictadura (ni una mujer asumió al inicio de la legislatura electa en 1984). En el Senado la representación femenina será de 26,7% y en Diputados de 17,2%, mientras que en 2009 fue de 12,9% y 15,2%, respectivamente.

Con los nuevos porcentajes de presencia femenina en el Parlamento Uruguay sube del lugar 109 al 89 en la Clasificación Mundial en los Parlamentos Nacionales de la Unión Inter-parlamentaria (entre los Emiratos Árabes y Ma-rruecos) y del 18 al 12 en el ranking de América Latina. En 2001, 11 países latinoamericanos habían aprobado leyes de cuotas; en 2009, año en que se aprueba la uruguaya, Ecuador, Bolivia y Costa Rica ya tenían las suyas. hacia ahí se dirige la discusión desde el movimiento de mujeres en Uruguay, abrazadas del artículo 5º de la ley, que prevé que la legislatura que asume en febrero evalúe tanto su aplicación como también “modificaciones para futuras instancias electorales”. LR

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UniverSidad DE LA CALLE

Sólo la mitad de los parlamentarios electos posee un título universitario y a mediados de noviembre El País buscó la opinión de José Mujica acerca del dato: “Como decía un autor tradicional, le tengo miedo a dos puntas. Le tengo miedo a los bachilleres porque como saben algo creen que lo saben todo y el que no sabe tiene la humildad de los que no sa-ben y trata de escuchar y aprender, y el que es verdaderamente sabio también es humil-de. Pero el que está en el medio, que sabe un poquito, se cree que tiene capacidad para perorar y hablar de todo. Necesitamos un Par-lamento que trabaje”, dijo el presidente de la República.

Exactamente 100 años atrás, en 1914, Luis Alberto de herrera criticaba a los colorados de José Batlle y Ordóñez con las siguientes palabras: “Continuamente hombres jóvenes, víctimas de esa leche universitaria —que hace mucho bien, pero que, exagerada, perturba las ideas— [...] están descalificando al resto de la nación”. Más atrás, en 1873, el fundador de la Asociación Rural, Domingo Ordoñana, le escribía al abogado y periodista (y fundador del Ateneo de Montevideo) José Pedro Ramí-rez, miembro de la “elite principista”: “Desgra-ciadamente las necesidades prácticas no se aprenden en los libros ni se enseñan en los colegios. Nada han hecho ustedes en obse-quio a las crecientes necesidades del país”.

Las dos últimas citas fueron recogidas en 1982 por José Pedro Barrán y Benjamín Nahum en el Tomo III de Batlle, los estancieros y el im-perio británico, titulado “El nacimiento del bat-llismo”. Allí los historiadores consideran que el batllismo modernizó la política uruguaya y se constituyó en una clase política independiente de los intereses económicos (conservadores), gracias, en parte, al acceso a la educación terciaria de la mayoría de sus dirigentes. Cerca de la mitad de esa “elite de jóvenes universi-tarios” provenía de hogares humildes y 47% de los biografiados por los investigadores —parlamentarios e integrantes del Poder Eje-cutivo— había escrito en prensa o publicado libros, y 20% había incursionado en la poesía, la narrativa, la ensayística y la historia.

En 2008 la politóloga y senadora Constanza Moreira publicó una investigación que en cier-ta forma continúa esa sociología de las elites iniciada por Barrán y Nahum. Una de las tesis de Entre la protesta y el compromiso: la iz-quierda en el gobierno, Uruguay y América La-tina es que el “giro a la izquierda” regional se

caracteriza, entre otras cosas, por el aumento de representantes provenientes de la clase asalariada y de menor nivel educativo que sus antecesores. Para el caso de los representan-tes del Frente Amplio que llegaron al Palacio Legislativo en 2005, Moreira consignó que 16,5% se dedicaba a profesiones liberales, 13,2% eran comerciantes, productores rurales o empresarios, 26% entraba en la categoría “profesiones económicas, sociales, comuni-cación o docencia”, 1,9% eran funcionarios públicos y 38,4%, trabajadores.

Según la encuesta que publicó El País el 6 de noviembre de 2014, respondida por 114 de los 130 senadores y diputados de la legislatu-ra que comienza, 101 tienen educación tercia-ria y 61 consiguieron un título universitario. El informe que suscitó el comentario de Mujica indica que aproximadamente la mitad de los legisladores puede manejarse en otro idioma (inglés en su mayoría) y menos de 5% lo hace en dos idiomas (además de español). Ninguno se reconoce como integrante de la clase alta, 80% se autoidentifica como de clase media, 5% como de clase baja y 7% como de clase media baja.

“Los franceses decían que la izquierda era ‘la entrada del trabajo a la política’. Querían seña-lar que en la composición de los parlamentos, la izquierda detentaba la representación de los trabajadores y el movimiento sindical. hoy po-dríamos decir que la izquierda, en toda América Latina, ostenta el monopolio de la representación de lo que antes se llamaban las ‘clases subalter-nas’ (por oposición a las clases dominantes). Y la subalternidad abarca a los indígenas en Bolivia, a los sindicalistas en Venezuela, Brasil, Bolivia y Uruguay, a las mujeres en todos lados. También la izquierda ha incorporado nuevas profesiones a la política, donde antes fungían solamente los abo-gados. Es la responsable de la entrada de nuevos ‘saberes’, y las ciencias sociales y el magiste-rio están llamados a ocupar un rol central allí: profesores, maestros, sociólogos, economistas, politólogos, constituyen las nuevas profesiones que se erigen, sobre las tradicionales ciencias jurídicas, a reclamar su propio rol en la construc-ción normativa de las nuevas sociedades”, dice hoy Moreira sobre el tema.

De todos modos, aclara que “en Uruguay, al igual que en el resto de América Latina, la educa-ción de los parlamentarios está muy por encima del promedio educativo de la población (aunque

cabe aclarar que la distancia educativa es aun mayor con los cargos políticos y la alta burocra-cia pública que constituyen la verdadera “elite” del Uruguay). En efecto, del total de legisladores electos (130), 101 comenzaron a cursar educa-ción terciaria (77%) y 61 poseen un título univer-sitario (47%). En la población total, el porcentaje de población con estudios terciarios es de 11%”.

Senadora a partir de 2009 por la lista 609, la del sector de José Mujica, Moreira fue la figu-ra académica de mayor renombre dentro de una corriente cuyo líder se ha caracterizado por su talante antiintelectual. En 2013 la politóloga se desvinculó del Espacio 609 y con el apoyo de diversos grupos fue reelecta como senadora en 2014. “La izquierda mantiene una relación com-pleja pero productiva con la academia y los inte-lectuales. Aunque en Uruguay ha mejorado no-toriamente la relación entre la Universidad de la República (centro de la vida académica) y la polí-tica, la relación entre política e intelectuales no se refleja en una gran presencia de académicos o intelectuales en el Parlamento, o en funciones de asesoramiento parlamentario. Esto es resulta-do al mismo tiempo de una política de selección partidaria más propensa a premiar a sus militan-tes que a incorporar saberes ‘desde fuera’, y a la desconfianza hacia la política de generaciones de académicos que se educaron en las creencias de la ‘neutralidad política’, concebidas como re-chazo al involucramiento de los intelectuales de los años 60”, opina Moreira.

Para la senadora, “la mayor presencia de in-telectuales y universitarios en los debates par-lamentarios se hace sentir: lejos de concebir que ‘debates eran los de antes’, resulta hoy impensa-ble que se sostengan posiciones no sustentadas en la ‘evidencia’ científica, y las discusiones ba-sadas en estadísticas sociales están en el orden del día”. JGL

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UNA LIANA PARA TREPAR hACIA ADENTROPARA LA COMUNIDAD CIENTíFICA

ES EL ALUCINóGENO MÁS POTENTE

DEL MUNDO VEGETAL Y LA ONU LO

PROhíBE AUNQUE NO DEL TODO:

EL CONSUMO DE AYAhUASCA,

UN BREBAJE QUE SE PREPARA

CON VARIAS PLANTAS, NO ESTÁ

REGULADO, PERO SU PRINCIPAL

COMPONENTE, EL DMT, ES ILEGAL

FUERA DE LOS LABORATORIOS.

VINCULADA A LOS ChAMANES

DEL AMAzONAS, LA AYAhUASCA

SE CONSUME CADA VEz MÁS EN

LAS CIUDADES. ISMAEL APUD Y

JUAN SCURO, ANTROPóLOGOS

ESPECIALISTAS EN EL TEMA,

VIAJARON POR TODO EL CONTINENTE

PARA CONOCER SUS ORíGENES Y

SE ACERCARON A LOS LUGARES

DONDE SE TOMA EN URUGUAY. POR

SUPUESTO, LA PROBARON.

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Es pasado el mediodía. Estoy todavía bajo los efectos del San Pedro. Tuve visiones que jamás había tenido. Vi

mis pies y manos rejuvenecer y marchitarse, y al cielo tomar formas de seres mitológicos con patrones andinos. Vi a los dioses Vishnu y Radha. Me vi envuelto en mi propia de-cadencia, mi androginia, mi sacralidad. Al principio estaba lúcido, pero luego fue inevitable caer en una especie de borrache-ra en la cual aún me encuentro. Comprendí el árbol Boddhi y lo caleidoscópico de la se-xualidad y la muerte.(Ceremonia de San Pedro. Cuzco, enero de 2014).

Estábamos en Cuzco, Perú. Atendíamos a las ofertas místicas o espirituales para

el turista ávido de experiencias con trasfon-do exótico e indígena: San Pedro, ayahuas-ca, lectura de hojas de coca, ofrendas a la Madre Tierra, masajes bioenergéticos, via-jes místicos. Toda una cartera de propues-tas desfilaba por distintos comercios de las calles cuzqueñas, en busca de algún gringo que deseara contactarse con la “naturaleza” y la “sabiduría ancestral” de los antiguos ha-bitantes del lugar.

Veníamos del estado de Acre, en la cuen-ca amazónica, el territorio sobre el que se expandió el Brasil del siglo XX buscando sa-lir al Océano Pacífico. En la primera mitad del siglo hubo una migración de nordestinos que llegaron motivados por el trabajo en la trágica explotación del caucho; allí entraron en contacto con la ayahuasca, una bebida con altas propiedades psicotrópicas origi-naria de la región y usada tradicionalmente por varias poblaciones indígenas y mestizas.

La ayahuasca es una de las plantas con-sideradas sagradas, poseedoras de espíritu, alucinógenas, maestras, de poder, enteóge-nas, piscointegradoras o expansoras de la conciencia; su nombre viene del quechua y significa “liana de los espíritus”. Igual que el San Pedro, el tabaco, la coca, algunas espe-cies de hongos y otras tantas plantas, desde hace milenios y hasta hoy una amplia varie-dad de culturas de las más diversas regio-nes del mundo la usan con propósitos cura-tivos, adivinatorios, mágicos y espirituales. Incluso en Uruguay.

Tenía miedo, mucho miedo. Me sentía un niño desprotegido jugando en la ori-

lla de un mar intenso, poderoso, abarcador. Me decía a mí mismo que no: que no debía, que no podía, que no estaba preparado. Me prometí a mí mismo no hacerlo y lo repetía una y otra vez, terriblemente asustado. Me concentraba en el espacio sagrado que se

desplegaba alrededor mío y que todavía era de este mundo. Lo miraba con los ojos bien abiertos, cosa de permanecer allí. Me sentía un niño. Estaba contento porque estaba en ese lugar tan fascinante, pero también muy asustado por la posibilidad de que me saca-ran de allí a ese otro reino de lo no humano. Pedía por favor que no lo hicieran. Sentía cómo esa presencia poderosa que bajó a la habitación, fuera lo que fuera, me brindaba ese espacio como una madre que habilita a su hijo a jugar en ciertos lugares. Pero tam-bién era como si me incitara a ir más allá, a caminar; yo me negaba aterrorizado, y esta especie de madre, aunque me “tironeaba del buzo”, parecía respetar mis miedos y mi de-cisión de no ir hacia allí. De todas formas, la tensión seguía presente, como si en cual-quier momento pudiera ser arrancado brus-camente del lugar. Estaba a merced del azar, o bien de los designios de un ser superior.

En tanto, la mujer de mi izquierda vo-mitaba y lloraba. Pero, en un momento, por el rabillo del ojo vi a otra mujer que se daba vuelta y me miraba sonriendo. En un princi-pio pensé que podía tener malas intenciones y querer llevarme, pero no, no era así. Todo el “lugar” me sonreía como ella en ese im-perceptible momento. Me incitaban a viajar con ellos, pero respetaban mi decisión de no ir. Yo, como un niño, sonreía; estaba dema-siado asustado. Mientras, seguía jugando en ese espacio sublime y bello.(Ceremonia de Ayahuasca. Montevideo, se-tiembre de 2009).

El movimiento centrífugo de la ayahuas-ca, desde su ambiente originario ama-

zónico hacia los grandes núcleos urbanos, se dio en la segunda mitad del siglo XX. En Brasil había comenzado a expandirse en los 60 por medio de las llamadas religio-nes ayahuasqueras. Por entonces surge en Colombia la posibilidad de tomar ayahuasca fuera de las zonas rurales, en ciudades como Bogotá. En Perú, al menos dos décadas an-tes, ya se estaban desarrollando investiga-ciones sobre los usos de la planta en zonas que acabarían siendo atractores turísticos, como Iquitos y Pucallpa, capitales de la re-gión amazónica peruana. Fue en los 80 que la ayahuasca salió del Amazonas —aunque todavía no de forma masiva— hacia países extrarregionales, pero sería necesario es-perar a la década de 1990 para que la plan-ta y sus usos se reinventaran en los cinco continentes. En la última década del siglo pasado la ayahuasca consiguió el pasaporte intercontinental.

El trámite de ese salvoconducto, sin em-bargo, fue demorado: había comenzado a mediados del siglo XIX. Quien empezó a

narrarle al mundo europeo la existencia de la ayahuasca fue el botánico inglés Richard Spruce: junto con Alfred Russel Wallace identificó y nombró una liana que había co-nocido en 1851 entre tribus tukano del Río Vaupes (en el noroeste amazónico). Spruce la denominó Banisteria caapi (más tarde re-bautizada Banisteriopsis caapi), y hoy está catalogada en la colección Richard Spruce del Museo de Historia Natural de Londres. Caapi es el nombre con que los tukanos que se encontró llamaban a la bebida que prepa-raban a partir de esa liana.

El conocimiento de los europeos y es-tadounidenses sobre distintas plantas con propiedades psicoactivas produjo un gran desarrollo en áreas de la química, la farma-cología y la psiquiatría, y hacia la mitad del siglo pasado condujo a los avances más sig-nificativos en los abordajes científicos sobre psicotrópicos. Todo comenzaría con el lla-mado padre de la psicofarmacología, el ale-mán Louis Lewin. Su primer interés fue el estudio del peyote (Lophophora williamsii) tras haber obtenido muestras en su viaje por América. En la década de 1920 Lewin se de-dicaría a analizar el alcaloide presente en la Banisteriopsis caapi, la harmina, que en un principio había sido nombrada telepatina por el rumor de que en el Amazonas se usa-ba para inducir la telepatía.

Por su lado, el químico británi-co Richard Manske sintetizó en 1931 la N,N-dime til triptamina (DMT), otro com-ponente destacado de la ayahuasca. Considerado el alucinógeno natural más poderoso del mundo, aparece en las hojas de Psychotria viridis y varias otras plan-tas que se mezclan para preparar la bebi-da; investigaciones recientes sugieren que el cuerpo humano sintetiza DMT. En la dé-cada de 1950 el famoso psiquiatra húngaro Stephen Szára experimentó con DMT sin-tético puro y comprobó su poder visionario. Para ese entonces, el químico suizo Albert Hofmann había descubierto lo que produ-jo furor en el ambiente universitario cali-forniano de los 60: el ácido lisérgico (LSD). Antes, Hofmann había sintetizado la psilo-cibina, principio activo de algunos hongos utilizados en México.

Era una década agitada: el psicólogo Timothy Leary que incentivaba el uso del LSD como parte de su “revolución psicodé-lica”, las aventuras de Carlos Castaneda y su famoso Don Juan, Las cartas de la ayahuas-ca que se mandaban William Burroughs y Allen Ginsberg y que se publicaron en 1963.

Comencé a sentir la fuerza entre las ve-nas, como si adentro circularan serpien-

tes. Sentía como si estuviera luchando con

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ellas, contra esa fuerza imponente que ya había conquistado todo mi cuerpo. Pensaba en los meandros del río, en las serpientes. Veía los árboles pero también las serpientes en mis brazos.(Ceremonia de ayahuasca. Tarapoto, febre-ro de 2013).

En Uruguay estos movimientos religioso-espirituales surgieron con el retorno de

la democracia en 1985. Quizá no hayan sido tan visibles por las características ideológi-cas que forjaron al Estado uruguayo: nuestra matriz cultural laica, positivista, racionalista y batllista supuso la separación beligerante de lo político y lo religioso, lo que trajo como consecuencias la “guetización” de la Iglesia Católica y la expulsión de los símbolos reli-giosos del espacio público y del calendario oficial. Sin embargo, con la apertura demo-crática Uruguay se expuso a la globalización y a la entrada de nuevas modalidades trans-nacionales de “ser religioso”. Se populariza-ron nuevos modos de espiritualidad, vincula-dos a las terapias alternativas y a la corriente new age, y los espacios públicos se abrieron cada vez más a lo religioso.

En esta atmósfera cultural llegaron los “neochamanismos”, productos de la incor-poración de prácticas e imaginarios cha-mánicos al occidente urbano a partir de la segunda mitad del siglo XX. En general, los neochamanismos transitan por las redes in-formales de personas e instituciones dedi-cadas a distintas prácticas religiosas, espiri-tuales o terapéuticas: centros holísticos de terapias alternativas, terapias individuales, homeopatía, medicina china, escuelas de yoga, etno y ecoturismo, meditación, respi-ración holotrópica, literatura new age, ve-getalismo amazónico, indigenismo, espiri-tismo, psicología transpersonal, psicología gestáltica. Estas nuevas ofertas espirituales atraen a un público mayormente de clase media, con cierto capital intelectual o eco-nómico, que busca sanación o comprensión, tanto desde un punto de vista psicológico como fisiológico.

A partir de los 90 surgen en Uruguay dis-tintas propuestas neochamánicas que se caracterizan por este tipo de búsqueda, así como por la aspiración de una relación más armoniosa con la naturaleza, y por el uso de lo que sus practicantes llaman “plantas maestras”. Las experiencias que provocan este tipo de plantas psicoactivas suelen ser intensas. A veces avasallan nuestra raciona-lidad y sacuden nuestras defensas psicoló-gicas (efecto que algunos científicos llaman “experiencias cumbre”). El participan-te queda expuesto a fuerzas poderosas o a una visión totalmente desnuda de su propia

existencia. Es cuestionable el carácter adic-tivo con el que han sido catalogadas. Por un lado, son sustancias que no intervienen di-rectamente en los mecanismos cerebrales de recompensa (como los opioides o la co-caína); por otro, las experiencias no sue-len ser hedonísticas o letárgicas, sino, por el contrario, suelen confrontar a la persona con sus propias encrucijadas existenciales.

Cuando uno transita por todas estas difi-cultades surgen preguntas: ¿por qué uno se somete a este tipo de cosas? ¿Por qué tomar esas poderosas plantas que ponen en jaque la racionalidad, identidad y corporalidad, que revuelven en el inconsciente y destapan re-cuerdos y emociones? Quizá sea una pulsión epistemofílica arraigada en lo profundo del ser humano: somos curiosos, deseamos ex-plorar tanto en el mundo exterior como en el interior. Diseñamos artefactos para ex-pandir nuestros límites y habitar el mundo de diversas maneras, pero también para rela-cionarnos con nosotros mismos inventamos estrategias —Michel Foucault las llamó “tec-nologías del yo”— que hunden sus raíces en sistemas simbólicos como el chamanismo y las religiones en general, y en disciplinas más “racionalizadas” como la filosofía, la psicolo-gía y la psiquiatría.

Hay una conexión entre religión y las distintas disciplinas científicas encarga-das de “lo psíquico”. La sociedad occiden-tal sufre un progresivo desencantamiento del mundo. Lo sagrado no ocupa el lugar que tenía en las sociedades tradicionales, y ese rol “psicointegrador” que antes ocupaba lo religioso recae ahora en distintas profesio-nes que intentan lidiar con los problemas cotidianos de las personas. En este “retor-no de lo religioso” no sólo toman fuerza y se redefinen viejas prácticas sino que también se fusionan con prácticas y saberes conside-rados científicos: psicoterapeutas que usan plantas maestras en rituales neochamáni-cos, reiki, terapia sacro-craneal, yoga, tai chi, terapias corporales; son técnicas en el límite entre la ciencia y la religión. A dife-rencia de los modos tradicionales en los que se enmarcaban estos saberes, en nuestras sociedades urbanas y mercantilistas lo es-piritual y religioso circula como ofertas de consumo entre muchos otros productos.

Hoy se puede experimentar con ayahuas-ca en distintas modalidades, en lugares

que funcionan en forma descentralizada y “cautelosa”. Son unos 500 quienes la con-sumen con frecuencia y muchos más los que incursionan por lo menos una vez. Aunque es difícil estimar cifras precisas, este tipo de prácticas va en aumento y se vuelve cada vez más visible.

Más allá de las instituciones o grupos concretos que ofrecen en Uruguay algún tipo de ceremonia neochamánica con em-pleo de plantas maestras, se pueden iden-tificar cuatro filiaciones tradicionales di-ferentes. Por un lado, está el Santo Daime, una de las llamadas religiones ayahuasque-ras brasileñas, fundada a principios del siglo pasado por Raimundo Irineu Serra, un des-cendiente de esclavos que juró haber encon-trado a la Virgen María en una visión. Como línea religiosa, el Santo Daime tiene un tras-fondo cristiano y fuertes influencias del es-piritismo y la religiosidad afroamericana. Los encuentros en que se congrega la co-munidad daimista para celebrar cantando y bailando en una iglesia se llaman “trabajos”. La figura de Jesús, de Irineu Serra, la cruz de “Caravaca” y la estrella de seis puntas son sus principales símbolos. Este proceso de institucionalización religiosa del uso de plantas maestras, que incluye también a la Iglesia Nativa Americana (con el peyote) y al Buiti (con la iboga), ha sido denominado por el especialista Jonathan Ott como “reforma enteogénica”, en alusión a los procesos de transformación dentro del cristianismo.

Camino Rojo es más típicamente neo-chamánica por su fuerte trasfondo de un imaginario indígena norteamericano, su diversidad de prácticas y su fuerte víncu-lo con lo terapéutico. Surge como resul-tado de la fundación del Fuego Sagrado de Itzachilatlán por el mexicano Aurelio Díaz Tekpankali. Así como el Santo Daime, Camino Rojo está presente en muchos paí-ses, donde, por la trayectoria de sus líderes, existe una fuerte confluencia con la psicolo-gía gestáltica (Alejandro Spangengberg, psi-cólogo practicante de esa corriente, es una de las cabezas de Camino Rojo en Uruguay). La “familia” de Camino Rojo —como se au-todenominan sus miembros— realiza perió-dicamente “temazcales” (baños de vapor), “rezos de tabaco” y “ceremonias de medi-cina”. El tabaco y el imaginario lakota y pa-nindigenista ocupan un lugar destacado.

La tercera tradición aparece en Uruguay por medio de más de una institución. Se co-noce como vegetalismo amazónico, que en este caso proviene de Perú. Surgido de las prácticas chamánicas y curanderiles de los vegetalistas —sujetos con gran conocimien-to en el uso de plantas amazónicas—, se da a conocer por medio del turismo enteogéni-co. Muchos “gringos” arriban a la Amazonia en busca de experiencias de este tipo, por lo que muchos de estos curanderos mestizos han viajado a otros países, Uruguay inclui-do, donde se los puede encontrar en cen-tros holísticos y vinculados a las terapias alternativas. Las dietas, que consisten en el aislamiento voluntario del participante

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acompañado de un prolongado ayuno y de la ingesta de diversas plantas maestras, son la principal actividad del vegetalismo.

Por último, en Uruguay aparecen nue-vas formas de consumo de ayahuasca. Este es el caso, por ejemplo, de una institución en la que convergen en igual medida las prác-ticas y símbolos del Santo Daime con las de Camino Rojo. También típicamente neocha-mánico por su grado de eclecticismo, emer-ge en esta institución un imaginario charrúa y la adopción de símbolos nacionales como emblemas, tal como la “bandera de Artigas”. En esta institución o “tribu” (como la de-nominan sus miembros) se realizan, entre otras actividades, “tolderías chamánicas de poder”, retiros espirituales en ambientes naturales, que pueden durar una semana o algunos días, y que incluyen ceremonias de ayahuasca, temazcales, rezos de tabaco y ac-tividades creativas y recreativas. Entre los miembros de esta “tribu” existe una parti-cular identificación con el territorio “arti-guista”, de la Unión de los Pueblos Libres, y con sus habitantes originarios, especial-mente lo que atañe a los charrúas: ya que el líder de esta institución se autodenomina un “ayahuasquero charrúa”. Para sus cere-monias escogen una vestimenta que toma elementos del Santo Daime (por el uso del color blanco, pero principalmente por el hecho de “uniformizar” a los participantes y portar símbolos) y de una imagen “gau-chesca”, visible principalmente en su líder, que viste bombacha de campo blanca, cami-sa blanca, y un pañuelo azul, y toma mate mientras conduce la ceremonia. Se trata de una forma de uso de ayahuasca fuertemen-te relocalizada y adaptada a una compleja y seductora narrativa local que dialoga con la historia del territorio y sus diversas moda-lidades de ocupación previas y diferentes al proceso de construcción del Estado-nación.

Después de vomitar bastante, vino la me-jor parte. Sentí nuevamente la sintonía

con fuerzas superiores. Era como entrar en resonancia. Me sentía en absoluta armonía con lo que estaba sucediendo en aquel lugar y con el cosmos. Era como sintonizar una frecuencia de distancia cósmica, como si a través de esa resonancia y vibración que mi cuerpo entero sentía pudiera comunicarme con otras dimensiones, otros tiempos y es-pacios. También vendrían las transforma-ciones. Me fui enroscando todo, buscando la posición hacia la que se me estaba llevando, retorcido como una serpiente. Reproducía los sonidos de la serpiente y podía sentir como ella. Me venían solas algunas melodías o ganas de acompañar lo que iba sonando y mi garganta o mi cuerpo o no sé qué cosa

Cocción de ayahuasca, la liana desbrozada en finas hebras (B. Caapi) y las hojas de la planta que contiene la DMT (P. viridis). ISMAEL ALPUD

Preparación de ayahuasca a gran escala en la sede matriz

de una de las principales corrientes del Santo Daime. Ceu

do Mapiá, Amazonas, Brasil. JUAN SCURO

producía sonidos como si estuviera afinan-do, recorridos más graves y más agudos, al-gunos soplidos o silbidos, y los “sssss” de la serpiente. Cuando estaba completamente enroscado sentía cómo alguien me iba mos-trando las profundidades, como si fuera en-trando en las plantas, en las raíces y me con-dujera hacia lo más profundo. Yo me dejaba llevar e iba descubriendo pero también me acordaba de la importancia de tener cuida-do en estos momentos, de preguntar hacia dónde me lleva o intentar saber por qué o para qué quiero ir a esos lugares. Más tarde, un picaflor que irradiaba luz iba volando al costado de un árbol y, girando, me mostra-ba cómo la enredadera de la ayahuasca, bien jovencita aún, se enredaba en su tronco. Yo podía verlo bien de cerca y como que lo to-caba; sentía el musgo que rodeaba a este en-cuentro del árbol con la ayahuasca. Luego el picaflor desapareció del árbol.(Iquitos, febrero de 2013).

Los años de mayor experimentación con psicotrópicos, dentro y fuera de los la-

boratorios, en la literatura y otras artes, tuvieron la contraparte de un movimien-to represivo que redujo las investigaciones sobre el tema. La década del auge del LSD comenzaría con la Convención Única so-bre Estupefacientes de la ONU en 1961, que marcaría un punto de inflexión en la pro-hibición y regulación del uso de varias sus-tancias psicotrópicas y que sería ampliada y reforzada con el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971 y el Protocolo de 1972.

En el contexto amazónico, este movi-miento produjo, entre otras cosas, la emer-gencia de los chamanismos locales. Las di-ficultades para utilizar estas sustancias en las ciudades llevaron a muchos curiosos, in-vestigadores y artistas a buscar a los “guar-dianes” de estos conocimientos. En esta década, la de 1970, surgen muchos de los tra-bajos etnográficos más relevantes sobre los

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Consumo de alucinógenos (LSD, peyote, San Pedro, mescalina) en Uruguay

• 2006: 1,2% de la población (20.300 personas)• 2011: 2,3% de la población (35.000 personas)

Fuente: Encuesta Nacional hogares de Consumo de Drogas. Junta Nacional de Drogas y Grupo Radar.

chamanismos amazónicos y el uso de plan-tas psicotrópicas.

La DMT está incluida en la Lista I de la Convención de la ONU de 1971 —junto con muchas otras sustancias, como la cocaí-na, la morfina y el cannabis—, lo que impli-ca la prohibición de su uso y su restricción exclusiva a fines científicos. Las religiones ayahuasqueras brasileñas, ya transnacio-nalizadas, y el conocimiento público de sus prácticas lograron que la ONU manifesta-ra expresamente que la ayahuasca y las be-bidas que la incluyen no están bajo control internacional, aunque lo está su principal componente.

En Uruguay no hay un marco legal espe-cífico. Las instituciones que usan ayahuasca están registradas como asociaciones civiles y las autoridades conocen estas prácticas, muchas veces lideradas por profesionales de la salud. En otros países, como Brasil, se permite el uso de la planta sólo en contextos

religiosos, aunque no se mencionan los usos terapéuticos y científicos.

La toxicidad de la ayahuasca es menor que la del alcohol. Su dosis letal es unas 20 veces mayor a la que se consume en una ce-remonia típica. Sí pueden presentarse casos problemáticos, como el “síndrome seroto-ninérgico”, que puede aparecer —aunque no siempre suceda— si se mezcla con psicofár-macos como los inhibidores de la recapta-ción de los receptores de serotonina (IRRS) o los inhibidores de la monoaminoxidasa (IMAO), que se usan para el tratamiento de trastornos depresivos.

Las ceremonias de ayahuasca son seguras si el ambiente ritual es contendedor y cui-dadoso, y mientras se excluya de los partici-pantes a los que no les conviene la ingesta: personas con patologías psicóticas crónicas, usuarios de antidepresivos, o incluso, según investigaciones recientes, mujeres emba-razadas, por posibles interferencias con el

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desarrollo del feto. No hay evidencia cientí-fica de que la ayahuasca cause un potencial abuso o trastornos psicológicos crónicos, aunque la ingesta puede producir ataques de pánico o episodios psicóticos transitorios que se resuelven espontáneamente a medida que pasan las horas. Por eso es tan importan-te que el entorno sea contenedor, que brinde seguridad física y emocional.

En contrapartida, también existen in-vestigaciones sobre los potenciales efec-tos positivos de la ayahuasca en problemas como depresión, adicciones, dolor crónico y abordaje psicoterapéutico con enfermos terminales. En los últimos años, el uso tera-péutico de psicodélicos despertó interés en la comunidad médica y científica, y diversas investigaciones han comenzado a publicar sus resultados sobre ayahuasca pero tam-bién sobre sustancias como la ibogaína, la psilocibina y el MDMA (conocido como éx-tasis). ¿Qué nuevos escenarios les deparan en Occidente a los psicodélicos, por décadas relegados a la clandestinidad?

Luego de vomitar se apoderó enseguida de mí esa felicidad de haber roto las mura-

llas de una prisión y sentir como si todos los presos comenzaran a gritar, a festejar y a co-rrer en todas direcciones. El alud de pensa-mientos se volvió incontrolable. Pero antes de esto, del alud, vino el estado de felicidad y contemplación, de paz y de fuerza infinita. Cuando el polvo del estallido comenzó a ba-jar, todo se empezó a ver más claro.(Cercanías de Tarapoto, Perú. Febrero de 2013).

Según la institución que ofrezca la ce-remonia de consumo de ayahuasca, en

Uruguay se puede participar en “tolderías chamánicas”, “trabajos de cura”, “búsque-das de visión”, “sanación con plantas maes-tras”, “rezos de tabaco”, “temazcales”, “re-zos a la luna”, “trabajos de concentración” o “sesiones de vegetalismo amazónico”. Los formatos de las actividades varían bas-tante. Se puede elegir, por ejemplo, tomar ayahuasca dentro de una iglesia decorada con imágenes de Cristo mientras se bailan y cantan “himnos” o hacerlo en una casa de la ciudad sentado en el piso, mientras suenan músicas grabadas o se cantan “ikaros” (can-tos sagrados de los curanderos peruanos). En algunos lugares el fuego tiene un rol cen-tral, pero en otros no aparece, y lo mismo sucede con la figura de Jesús.

El precio puede variar entre 400 y 2.000 pesos. La oferta es amplia y diversa, pero en general los participantes comparten ciertos valores o prácticas que los unen: la tendencia

a revalorizar los conocimientos y prácticas de las tradiciones indígenas del continente, la recreación de nuevos vínculos con la na-turaleza (entendida como un ser vivo del que los hombres forman parte y no una exteriori-dad a ser explotada para la obtención de re-cursos dentro de una lógica capitalista), la idea de que algunas plantas tienen un espíri-tu a través del cual se puede aprender.

En una casa del Centro de Montevideo se realizan ceremonias los fines de semana cada 15 días. Se usa la ayahuasca pero tam-bién tabaco —que se fuma únicamente en chalas de maíz—, rapé —un polvillo, mez-cla generalmente de tabaco y ceniza vege-tal, que quien dirige la ceremonia le aplica al que lo consume soplándoselo en la nariz con una cerbatana— y el kambó —resina con propiedades purgativas, extraída del pecho de una rana amazónica—.

En general, se hace de noche y participan unas 20 personas, repartidas más o menos equitativamente entre hombres y mujeres. El público es visiblemente joven y ronda en promedio los 30 años. Para participar en una ceremonia basta con conseguir el con-tacto de alguien o simplemente buscar el calendario de actividades del lugar en inter-net. Al llegar hay que llenar un formulario con datos personales y responder algunas preguntas: si sufrís alguna patología psico-lógica, si usás medicamentos, si consumís sustancias psicoactivas y/o adictivas.

La cantidad de ayahuasca varía en fun-ción del interés del participante y del for-mato. Pueden ser 150 mililitros, una dosis media adecuada según la concentración de la bebida, con la cual es posible tener un “buen viaje” por algunas horas. La cere-monia comienza cuando cada participante toma la dosis en su sitio, que puede ser en el piso o en sillas de plástico. Está permiti-do realizar movimientos con el cuerpo pero siempre en el lugar designado, sin interferir en el espacio del otro.

Los participantes están en silencio. El paisaje sonoro que reproducen los parlantes a lo largo de la noche recorre diferentes esti-los y ritmos: sonidos de naturaleza, músicas de estilo new age, himnos de algunas igle-sias usuarias de ayahuasca e incluso cancio-nes de autores populares. En una ceremonia típica suenan Terry Oldfield, Oliver Shanti, Cristina Tati, Peter Buffett y hasta Gustavo Cordera. Por momentos algún participante puede acompañar el ritmo con instrumen-tos como maracas y tambores. La ilumina-ción suele provenir de una vela que perma-nece encendida en el centro de la sala, pero puede haber también algún otro aporte de luz cálida. Como parte de una performance de estímulo multisensorial, puede acompa-ñar el encendido del Palo Santo.

Dos horas después de la ingestión se al-canza cierto clímax de la experiencia. En ese momento, quienes especificaron en el for-mulario el interés por incluir rapé, lo consu-men, por un costo de 50 pesos. A medida que la ceremonia va acabando y los efectos más visibles de la ayahuasca van cediendo, quie-nes pidieron la aplicación del kambó (con un costo de 300 pesos), lo reciben. En gene-ral, entre dos y cinco personas lo solicitan, y algunas más utilizan el rapé.

Los participantes de las ceremonias lo-cales suelen considerar a la ayahuasca un remedio poderoso o, más específicamente, una entidad capaz de curar. Su función se encuentra íntimamente ligada a la “cura-ción” o “sanación” espiritual. Mientras se va retomando el estado de conciencia ordina-ria, algunas luces se encienden y las perso-nas se juntan para compartir frutas y socia-lizar un poco. En general, estas ceremonias no se extienden mucho a lo largo de la noche y los participantes pueden volver a sus casas sin problemas cuando pasaron los efectos. A veces el grupo permanece en el local hasta la mañana siguiente, cuando se comparten ex-periencias y desayuno.

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MIENTRAS QUE EN TODO EL MUNDO EL CARNAVAL GENERA UN CLIMA DE ALEGRíA DESPREOCUPADA, LOS URUGUAYOS

SE LAS hAN INGENIADO PARA DOTARLO DE UN RITMO CANSINO Y ABURRIDO GRACIAS A SU EXTENSIóN DESMESURADA

Y LA REALIzACIóN DE CONCURSOS MÁS COMPLEJOS QUE UNA LICITACIóN DEL GOBIERNO. INFORME ESPECIAL SOBRE EL

TEMA A CARGO DE GERMÁN DENIz, MARCOS MORóN, MARTíN OThEGUY E IGNACIO PARDO.

Una sección de humor de lento

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INFORME ESPECIAL

MOMO reveLadO: LAS MURGAS DESCONOCIDAS DEL PLANETAUN GRUPO DE INVESTIGADORES DE LA CÁTEDRA ChATO AMBROSIO (UNIVERSIDAD DAECPU) hA LOGRADO DESMONTAR EL MITO

DE LA ESPECIFICIDAD DE LA MURGA MONTEVIDEANA. LOS RESULTADOS MÁS RECIENTES DE ESTE TRABAJO DEMUESTRAN QUE

hAN EXISTIDO FORMATOS INCREíBLEMENTE SIMILARES A NUESTRA MURGA EN DIFERENTES MOMENTOS DE LA hISTORIA Y

PARAJES GEOGRÁFICOS. TorTUgA PUDO ACCEDER A ALGUNOS RESULTADOS DE ESTA INVESTIGACIóN.

Adiós dial-upNo puedo olvidar lo lentoQue venía el movimientoDe una teta al bajar.Ya se pixeló (ya se pixeló)El sitio porno (sólo con fotos)Un nuevo cementerio nerdUn mail de AdinetAdiós al NetscapeAdiós a MyspaceEncarta ya no respondeAdiós dial up adónde

Chatearé sin el MIRCPobre Carnaval (pobre Carnaval)Sin foro en Terra (ni Starmedia)Hasta Altavista no da másChasque, ¿donde estás?Te busco por Lycos…Parece mentira las cosasque veoEn Geocities no hay Montevideo…

La HtML (RETIRADA 2005)Este conjunto no estaba identificado con un barrio ni con un equipo de fútbol sino con una profesión: la programación web. La po-pular “murga que no coge”, que tuvo su apo-geo a mediados de los 90, basaba sus textos en las vicisitudes del mundo online de la época. Pero el ritmo vertiginoso con el que avanzan las nuevas tecnologías la transfor-maron, en pocos años, en una murga “ob-soleta”. Su retirada de 2005 evidencia la amargura que sintieron los hachetemeleros ante el avance de murgas más jóvenes como La de la Nube o La 3G. La música de “Adiós juventud” fue la base perfecta para esta oda melancólica a los tiempos que ya no son.

CURTIDORES DE RIzOMAS (SALPICóN 2008)Tras los excesos intelectualistas de la tradi-ción francesa, las murgas galas rechazaron toda tentación academicista. La consecuen-cia más palpable de esto fue la conversión de ciertas palabras, como “poscolonial” o “hi-perrealidad”, en verdaderos tabúes. Un buen ejemplo de la aparición de nuevas palabras tabúes y la concomitante desaparición de los viejos pudores, asociados a las “malas pala-bras” tradicionales, está dado por el salpicón de murga Curtidores de Rizomas en el últi-mo carnaval de Nanterre. Un fragmento:

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PREMIOS y MENCIONESAdemás de las letras, los investigadores encontraron registros de premios y menciones otorgados en los concursos de Carnaval desconocidos hasta ahora, descubriendo que el jurado siempre fue puteado por los directores paranoicos y megalómanos de los con-juntos que pierden. Algunos premios otorgados en otros carnavales:

Carnaval 1501. Mejor escenografía y puesta en escena: murga La Azteca. Los jurados destacaron la representación de las pirámides, por su opulencia cercana a la belicosidad y el mal gusto, sobre todo en el “Cuplé del sacrificio del adolescente y la cabra”. Se trata de un estilo que posteriormente tomaría zínga-ros, a partir de la parodia de Houdini (en la que se in-troducía una piscina para ahogar al mago en el Teatro de Verano), con dosis de barbarie no menores.

Carnaval 1368. Mejor cuplé: murga La Cornuda Vi-kinga por el “Cuplé del descubrimiento de América”. El cuplé relata la navegación por el Océano Atlántico y la llegada a unas tierras desconocidas para hacer chistes con indios llamados Toro Sentado. Años más tarde, la murga genovesa Parada de huevo a la Reina haría un cuplé similar. Fue acusada de plagio, en un incidente similar al que viviría años más tarde Jose María Catusa Silva.

Carnaval 1221. Figura máxima del carnaval: Alakhai Cucuzú Bil por el “Cuplé de Genghis Khan”. El hilarante cupletero hizo las delicias de la platea con su imitación de Genghis Khan como un gobernante torpe, violento y algo corrupto, en la mejor tradición de la murga crítica y orejana. Su actuación fue tan exitosa que, minutos antes de su ejecución en la pla-za pública, se bautizó al Teatro de Verano de la ciudad de YInchuan “Alakahai Cucuzú Bil” en su homenaje.

Carnaval 405. Mención en textos e interpreta-ción: murga bíblica Palabra de Aquél. Los jurados destacaron la forma en que, “a pesar de las mora-lejas incomprensibles y los mensajes antagónicos”, la murga logró una comunicación con el público que la llevaría a difundir su mensaje por todo el globo, a una escala aun mayor que la que alcanzaría Agarrate Catalina años después. El salpicón “Las siete plagas de Egipto”, que criticaba a toda la humanidad, sería recordado durante muchos años.

CARNAVAL

Te canta la justa, esta murga de siervosBisnietos de esclavos de la AntigüedadY el señor feudal con todo su acervoYa está temblando, empieza el Carnaval…¡Empezó el Carnaval! ¡Empezó el Carnaval!¡Se le viene la noche al señor feudal!A la esclavitud cantamos y la derrocamosla murga del pueblo se debe a la gentey aunque un poco mejor es cierto que estamosno queremos que nos digan obsecuentes¡Empezó el Carnaval! ¡Empezó el Carnaval!¡Se le viene la noche al señor feudal!Empieza el 42 mostrando su cara:Cinto de castidad, bazofia que perduraY en todos los bailes, aparecen cosas rarasSe ha visto más de un murguista… ¡con sierrita en la armadura!¡Empezó el Carnaval! ¡Empezó el Carnaval!¡Se le viene la noche al señor feudal!¿De dónde viene el nombre Edad Media?La murga no puede quedarse mudaInquisición, ángeles, vasallajePuede que sea…. edad medio pelotuda¡Empezó el Carnaval! Empezó el Carnaval!¡Se le viene la noche al señor feudal!

ARACA EL MONARCA (SALUDO 1342) La Edad Media fue un período más fermental y contradictorio de lo que se pensaba hasta hace poco. Las transformaciones económicas y el cambio de mentalidades que harían estallar el feudalismo y las mo-narquías absolutas comenzaron a procesarse lentamente durante el propio medioevo. Hoy sabemos que parte del cambio se vio refleja-do en las murgas de la época, como Araca el Monarca, una murga de creatividad escasa pero talante innegociablemente contestatario, de la que ha sobrevivido su “Saludo 1342”.

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SOCIEDAD DE NEGROS y LUbOLOS PIERDE PUNTOS POR MENCIONAR UN LUGAR QUE

TéCNICAMENTE NO ESTá EN áFRICA

En un fragmento del espectáculo de este año de la comparsa Senegal se hace una melan-cólica alusión a los esclavos que llegaron a Uruguay procedentes de Abmalá, un pequeño pueblo ubicado al margen del Canal de Suez que divide África y Asia. La controversia surgió debido a que Abmalá se encuentra al este del canal, por lo que técnicamente no está ubica-do en el continente africano, sino que es par-te del territorio asiático.

Integrantes de otras comparsas criticaron duramente a Senegal y la acusaron de “que-rer negar la herencia africana de nuestro pue-blo”. Fuentes del jurado adelantaron que Se-negal perderá “varios puntos” debido a este error, y no se descartó la posibilidad de de-nunciar a los letristas de la agrupación ante la Institución Nacional de Derechos humanos por considerar que se está ante un acto “del más aberrante racismo”.

INFORME ESPECIALINFORME ESPECIAL

EL cabEzudoDirector de murga confiesa que sale desde hace más de 20 años porque en todas las retiradas promete volver

El director de una popular murga que participa este año en el Concurso Ofi-

cial de Agrupaciones Carnavaleras recono-ció a este medio que la constancia con la que ha salido en cada Carnaval desde hace más de 20 años no es producto de una de-cisión premeditada, sino de su costumbre de honrar todos los compromisos que asu-me. “El Carnaval es algo muy lindo, pero sa-lir todos los años es aburridísimo, porque no hay manera de no repetirse, y al final hasta los murguistas pasan mal. El tema es que en cada retirada prometemos retornar al año siguiente, y a mí no me gusta dejar una pro-mesa incumplida”. Cuando se le preguntó si había considerado la posibilidad de no in-cluir la promesa del retorno en las retiradas, reconoció que lo intentó un par de veces, pero el resultado le pareció “una extensa y aburrida enumeración de motivos por los cuales el espectáculo se termina”.

Evalúan efecto del retiro de la murga La Abstracta de Momo del Carnaval

“El fin de la Abstracta es el fin de una etapa; es tiempo de volver a los viejos cuplés, con personajes más tangibles”. “Era hora, no daba para más”. “Si

no se retiraban, había que retirarlos de un tiro”. El mundo de la murga coincidió en vincular el retiro de La Abstracta de Momo (que no salió en este Carnaval) con el fin de un ciclo en la historia de este género carnavalero. Luego de muchas décadas de personajes concretos y estereotipados (de 1915 a 1972 se han regis-trado 363 cuplés de “el borracho y la solterona”), las murgas habían comenzado a experimentar con variantes más arriesgadas. No sólo se popularizaron los mi-nicuplés y los cuplés sin cupletero sino que comenzaron a usarse temas menos concretos que antes, como en los recordados “Cuplé del alma colectiva del he-roísmo latinoamericano” y el “Cuplé de la previsibilidad institucional”. La Abs-tracta de Momo había llevado esta tendencia a su límite en el pasado Carnaval. Quedará para el recuerdo la irrupción de Claudio Rojo en medio del salpicón, interrumpiendo a la murga dirigida por el popular Cocina Márquez. “¿Pero us-ted quién es? Bájese, señor, ¿no ve que la murga está cantando?”, “me he subido al tablado / para decir mi verdad / Si la murga me respeta / la cuento con liber-tad”, “pero diga quién es, haga el favor”, “me presento sin problema / nada tengo que ocultar / mi identidad es simple / soy la sensación de pérdida que sobre-viene cuando uno acepta que todas las cosas que quedan por delante en la vida no serán tan emocionantes como las que ya vivimos, porque a medida que se envejece son menos las cosas que uno hace por primera vez”.

EL cabEzudo

Todos los días el director se arrepiente de lo que dijo el año anterior.

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LAS PALAbRAS VERIJA, AbSORTO y DISIMULO PRESENTAN RECURSO CONTRA LAS MURGAS

de La Unión

Los tres vocablos presentaron un re-curso ante la Academia Nacional de Letras para que las llamadas murgas de La Unión no puedan utilizarlas en sus salpicones y cuplés. “Fijate que somos palabras que, mal o bien, te-nemos cierta complejidad: no es fácil darse cuenta de que uno se ha que-dado absorto, por ejemplo. Trasluce una sofisticación emocional y lin-güística que no tiene ninguno de los cupleteros petisos, los sobreprimos con cadena de oro o los narcoutile-ros de los mencionados conjuntos. Tampoco deben tener idea de a qué parte exacta del cuerpo refiero yo”, declaró la palabra verija en una im-provisada conferencia de prensa.

“Está todo bien con esas pala-bras con las que nos hacen rimar; yo misma era hincha de Colombina Che y me reí mucho con el ‘Cuplé del pai-sano dotado’, en el que la palabra más suave era ‘ojete’. Pero, como palabras, no podemos quedar pega-das a una sola función, somos más que un centro tirado para que estos lúmpenes digan ordinarieces y sa-tisfagan las partes más nefastas de la cultura popular mientras facturan como locos”, aseguró por su parte la palabra disimulo.

CARNAVAL

Más dinamismo y diversión: el año próximo sustituirán el Desfile Inaugural por discurso de siete horas de De la Rúa

Para darle más diversión y algarabía al comienzo del Carnaval, DAECPU y la Intenden-cia de Montevideo (IM) han decidido que el próximo año el tradicional Desfile Inau-

gural del Carnaval sea sustituido por una gran pantalla que recorrerá la avenida 18 de Julio proyectando un discurso de siete horas de duración del ex presidente argentino Fernando de la Rúa sobre política industrial. “No es lo ideal, pero con esto habrá una imagen de al-garabía mayor que con el desfile tradicional, y es necesario lograr ese espíritu para el co-mienzo de las carnestolendas”, explicó un jerarca de la IM.

Este año, como en ocasiones anteriores, el desfile que marca el inicio de la celebración dedicada a los placeres sensoriales y la flexibilización del control social consistió en una larga caminata de los participantes del Concurso Oficial de Carnaval mostrando sus ca-ras de enojo y frustración vital a varios cientos de señoras con reposeras que se ubicaron a ambos lados de nuestra principal avenida para que les diera un poco el fresco. En 2009, algunos episodios de espuma tirada por los nietos de las señoras a los ojos de Pendota Meneses (quien se vio obligado a coquetear con la violencia infantil) parecieron darle un mayor dinamismo al espectáculo, pero en los años siguientes el denominado “Desfile más aburrido e hijodeputa del mundo” retomó su abulia habitual.

Incluyeron rubro “demagogia” en categoría murgas

La demanda histórica de muchas murgas finalmente es una realidad, y este rubro fue incluido en el reglamento del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavaleras de

este año. Esto fue celebrado por el director de una murga, que declaró: “Fueron varios años de lucha, pero no quiero adjudicarme este logro a mí, ni a ningún murguista, sino a todo el público carnavalero; sí, a vos, pueblo, gracias a vos es que se consiguió que este pilar fundamental de la categoría murga haya dejado de ser ignorado por los poderosos detrás del escritorio para adueñárnoslo nosotros, qué digo nosotros, todos ustedes, uru-guayos y uruguayas de a pie. Marcha camión. Tambor. Rambla. Luna de febrero. FIFA corrupta”. Esta inclusión no representará grandes cambios en las puntuaciones finales, ya que “ninguna murga corre con gran ventaja sobre las otras, son todas excelentes en el rubro. La exclusión de Araca la Cana y Agarrate Catalina serán bajas sensibles para el promedio general. Si este rubro hubiese existido cuando se hizo ‘El cuplé de la violen-cia’, habría colapsado el contador de visitas de YouTube, como con ‘Gangnam Style’”.

El público del Teatro de Verano aplaudió de pie esta retirada.

Varias rimas fueron incluidas en el expediente.

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PARODIAS EN EL CIELOEL CIELO PUEDE SER UN LUGAR MUY ABURRIDO. POR Ahí VAGAN DE UN LADO A OTRO PERSONALIDADES COMO GALILEO GALILEI,

JOSÉ GERVASIO ARTIGAS, DELMIRA AGUSTINI, MIGUEL ÁNGEL, DON BOSCO Y FEDERICO KLEMM. PARA MATAR EL TIEMPO, CADA

FEBRERO LAS FIGURAS CELESTIALES hACEN UNA MEzCLA DE CANTO, BAILE Y RECITADO hUMORíSTICO EN BASE A hEChOS

REALES DE LAS VIDAS DE QUIENES MÁS LOS RECUERDAN AñO A AñO: LOS PARODISTAS DEL CARNAVAL URUGUAYO. hE AQUí UN

FRAGMENTO DE LA PARODIA REPRESENTADA EN EL CIELO ESTE AñO.

Canta Cerati

todos, estribillo

Canta Páez Vilaró

todos, estribillo

ORGíA EN EL CAMARíN DE zíNGAROSrepresentada por: grupo Los Fígaros. dirigida por: Wolfgang Amadeus Mozart.

integrantes: Moliére, Miguel Ángel, Gustavo Cerati, Carlos Páez Vilaró, William Shakespeare,

Delmira Agustini, Madre Teresa, José Pedro Varela, Mario Benedetti, China zorrilla.

Moliére: ¿dónde estaMos? ¿CaíMos del Cielo al infierno?

shakesPeare: Quizá. CaMina entre nosotros gente Con tra-jes extraños, Pintura en la Cara, ojos enrojeCidos… el in-fierno está VaCío y todos los deMonios están aQuí.

Moliére: entonCes estaMos en el infierno.shakesPeare: ¿CóMo sabés, jean-baPtiste?Moliére: PorQue entre los de traje el Que Manda es el de Moño.Madre teresa: ¡shhh! esto es realMente el infierno. ¡es-CuChad! geMidos, resPiraCión sibilante, ruidos gutura-les, Calor extreMo, MieMbros enrojeCidos…delMira: nada de eso. están en Plena faena Con una señori-ta, doña. ¿no Ve Que se abre CoMo una flor febea…?Varios: ¡¿CóMo?!delMira: estaMos en el CaMarín de los zíngaros, están de festejo.Varela: ¿CóMo sabe Que no es el infierno y éstos no son deMonios?delMira: PorQue sólo uno se defiende Con la Cola.China zorrilla: no es el infierno. yo ConoCí al diablo en los 60, en un Chalet de Córdoba, y no se PareCía en nada.Miguel ángel: Pero… ¿Quién es aQuel Que Mira de lejos Con rostro desenCajado a los MuChaChos Con la señorita del tablado?benedetti: Me gustaría Mirar todo de lejos, Pero Contigo.delMira: ePa, ¿así Que Vino a Ver?benedetti: a Ver no, aVerno.Miguel ángel: ¡ya lo sé! no es otro Que PinoCho, el alMa enCendida de la Parodia. ángeles Celestiales, esCuChad CóMo nos inCita a Cantar…

CanCión:Vengan ya, grandes y ChiCos, Para todos hay lugaren la fiesta de PinoCho entra inCluso tu MaMáni san Pedro aQuí Presente Con su llaVe sabe abrireste reVoltijo huMano en el Que asoMa una narizsólo eso se distingue Cual aPéndiCe anorMalhay Más MieMbro entreVerado Que en el CónClaVe PaPales el naso de un faMoso Parodista CelestialQue Pidió al hada Madrina ser un Murguero realle Pidió llegar al Cielo desde allá del uruguayQue se Vaya ConforMando Con el Paraíso fisCal

ella llegóal Calor de las Masasentró al CaMaríny dudo Que salgasi Vio a zíngaroooses bastante ligerasi Queda una Virgenestá aCá en el Cielo

desde aQuí los reCordaMosa PinoCho y sus aMigosellos no nos olVidaronigual Que horaCio rubinoles banCaMos CualQuier Chistede brutal doble sentidoPero al Cielo no se entraCon toda esa brillantina

a aMadeus y galileo Parodiaron sin PiedadPero al Menos se Murieron dos o tres siglos atrásCuando a Mí Me Parodiaron Me faltaba Pa’ PalMarPero Verlo Me dio ganas de oCuPar ya este lugar

esta orgía Va aCabandolos MuChaChos ya terMinanya les VaMos Perdonandolas Parodias asesinasestas Puertas no se abrensi salís en VtVPero abajo los esPeraluCifer CaChete esPert

INFORME ESPECIAL

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Jhonatan, 18 años, en la entrada de la villa miseria del barrio de Bajo Flores.

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NO SE PUEDE DECIR QUE ESTA FOTóGRAFA (ITALIA,

1980) CONOzCA LOS MÁRGENES SóLO A TRAVÉS

DE LA CÁMARA: COMO ABOGADA ESPECIALIzADA

EN CRIMINOLOGíA, TRABAJó VARIOS AñOS EN LA

CÁRCEL MODELO DE BARCELONA. EXPUSO EN LA

GALERíA DEL CENTRO DE FOTOGRAFíA EN CIUDAD

VIEJA UN TRABAJO CERCANO hASTA LO íNTIMO

SOBRE JóVENES ARGENTINOS AFECTADOS POR EL

CONSUMO DE PACO. A DIEz AñOS DEL BOOM DE LA

PASTA BASE —PRÁCTICAMENTE LA MISMA DROGA CON

DISTINTO NOMBRE, QUE LLEGó A NUESTRA REGIóN

POR CULPA INDIRECTA DE ESTADOS UNIDOS— VARIAS

INVESTIGACIONES LOCALES PONEN EL TEMA EN

PERSPECTIVA Y CUESTIONAN LA SENSACIóN POPULAR

DE QUE LA SITUACIóN ESTÁ CADA VEz PEOR.

] ][ [ MyRIAM MELONI ][ picturetank.com

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Ç Estación de subte Carlos Pellegrini, Buenos Aires.

Ç Estación de trenes de Constitución, Buenos Aires, 2010. Según un estudio de 2009 del Ministerio de Desarrollo Social argentino, en Buenos Aires hay más de 1.200 menores que viven en la calle. Darío, de 14 años.

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Decenas de asociaciones civiles luchan para que se reconozca que el paco es mucho más que una droga: es la expresión del malestar de toda una sociedad. Con comedores, escue-las, radios comunitarias, centros deportivos, centros de recuperación, granjas y salas de atención medica, intentan llegar allí donde el Estado no está, o no alcanza.

La otra, incómoda, cara de la moneda es que la presencia del paco, una sustancia residual, es un indicio de la creciente pro-ducción de drogas en el país y de la fuer-te presencia del narcotráfico en Argentina. En la primera década de este siglo, el papel del país en el negocio mundial de las drogas cambió: Argentina se convirtió en un sujeto activo en la producción de cocaína destinada tanto al consumo de los sectores nacionales de poder adquisitivo medio y alto como a la

El semáforo se pone en rojo. El Pelu, Jo-nathan y María se mueven rápido entre los autos parados y las miradas desconfiadas de sus pasajeros. En la avenida que bordea la villa 1-11-14, una de las más grandes de Capital Federal, esperan juntar monedas para comprar una de las 50 dosis que consumen en promedio durante el día. Tienen entre 12 y 18 años, miradas esquivas, cuerpos delga-dos, ropa demasiado grande o demasiado pequeña.

Son jóvenes consumidores de paco, o pas-ta base de cocaína (PBC).

Capaz de generar una fuerte dependencia desde las primeras veces, el paco encontró su hábitat ideal en el precario tejido social de la Argentina poscrisis de 2001 y rápidamente se convirtió en la marca indeleble de la exclusión social. Con un precio de unos cinco pesos ar-

gentinos por dosis, es un síntoma evidente de la pobreza de la periferia urbana, donde, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, 18 millones de habitantes —de una población total de 38 millones— viven por debajo de la línea de la pobreza y 8 millones en condiciones de indigencia.

Darío aspira con fuerza de la improvisada pipa de aluminio que sostiene entre los labios que-mados por el calor de la combustión. Tiene apenas 14 años, una madre inmovilizada en una cama a causa del VIh y un padre de quien no quiere hablar.

La PBC entró en su vida antes que el juego. Llenó el vacío dejado por una familia ausente, le concedió momentos de efímero placer y le quitó las ganas de vivir.

Monobloques que delimitan la entrada de la villa miseria 1-11-14, en Bajo Flores, la villa más grande de la capital.

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exportación hacia las ciudades del llamado primer mundo.

La presencia de más de 700 pistas de ate-rrizaje clandestinas y la escasez de radares de control en las fronteras permiten la entrada al país de las materias primas, que provie-nen sobre todo de Bolivia; a su vez, la posibi-lidad de adquirir en el territorio argentino los precursores químicos para procesar la hoja de coca incentivó la instalación de las cocinas de cocaína en ciudades y periferias a lo largo del país. Donde hay cocinas, hay paco.

La luz del semáforo se pone verde: el Pelu, Jonathan y María evitan distraídamente los coches en movimiento y recuperan su lugar en la vereda que les hace de casa. Allí esperan el transcurrir de un día más o un día menos. MM

Una madre y su hijo adicto, en fase de recuperación.

Ezequiel, de 23 años, mientras aprovecha la tarde con su hijo durante una salida de fin de semana concedida por el centro penitenciario de Olmos, La Plata, donde cumple una condena de tres años por robo a mano armada. “La droga acaba con tus sentimientos, te vuelve frío y manipulador. Antes abrazaba a mi hijo por obligación, ahora lo hago por amor”. Olmos, La Plata.

å “Traté de ayudarlo y de quedarme cerca de él. Lo quiero, pero ya no lo amo; todos estos años de recaídas y falsas esperanzas han acabado desgastando los sentimientos que tenía por él. Es muy doloroso tener que explicar a una nena de cuatro años por qué papa no volvió a casa”. Marcela, mujer de un joven adicto al paco, con sus dos hijas.

å Velorio de Luis, asesinado en la villa 1-11-14 mientras iba a trabajar. Los hechos de muerte violenta hacen parte de la vida cotidiana de las familias que viven en zonas “liberadas”.

Cristian en un hogar evangelista de recuperación. Temperley, provincia de Buenos Aires.

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Jhonni, de 20 años, en la villa miseria de Retiro. Consume entre 50 y 70 dosis de paco por día.

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Gustavo, de 20 años, con su cicatriz resultado de una pelea con vendedores de droga en la Villa 31.

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BUSh, EL QUEROSÉN Y LA CRISISLa llegada de George W Bush a la Casa

Blanca en 2001 alteró el esquema del narcotráfico en Latinoamérica. Como parte de la política antinarcóticos que Bush llamó Guerra a las Drogas, su administración re-dujo la ayuda no militar —que incluye par-tidas alimenticias y monetarias especiales para países con problemas económicos o de seguridad interna— a Colombia y Perú para persuadir a sus presidentes a que se unieran a sus esfuerzos y canceló varios tratos de co-mercio con Bolivia por no cooperar.

Álvaro Uribe, presidente entre 2002 y 2010 de Colombia —de donde provenía 90% de la cocaína que se consumía en Estados Unidos, según el Departamento de Estado— se unió a los esfuerzos de Bush, y en los pri-meros años de su gobierno se fumigaron plantaciones de coca y se integraron 300 es-pecialistas a la partida de personal militar y civil que Estados Unidos envía como parte del Plan Colombia, creado en 1999 para con-trarrestar a las FARC.

La acción directa contra las plantaciones en territorios tomados por las FARC en Colombia y Sendero Luminoso en Perú no resultó efec-tiva, así que los gobiernos de la región andina decidieron tomar medidas contra los llamados “precursores químicos”, o sea, las sustancias que se usan para refinar la PBC en clorhidrato de cocaína, el polvo que se vende en las calles. En 2002, Colombia incrementó los requisitos y controles para la importación del perman-ganato de potasio —que los médicos usan para lavados gástricos y para tratar mordeduras de serpiente— y de ácido clorhídrico, ácido sul-fúrico y éter, que se usan como sustitutos. La alianza no le cayó bien a la izquierda colombia-na que observó que la ayuda de Bush apuntaba más a mantener a la cocaína fuera de Estados Unidos que a desestimular la producción de PBC, que se empezó a exportar a menores pre-cios para que cada país la refinara. La produc-ción de PBC es muy difícil de atacar porque para extraerla de las hojas de coca (de 25 ki-los de hojas se extrae uno de pasta) se precisan productos de uso común: cal y querosén.

Con los años se pasó a llamar PBC (en Uruguay) y paco (en Argentina) al residuo que queda al producir cocaína, aunque su composición sea muy diferente a la pasta que se extrae de las hojas.

La PBC llegó en plena crisis de 2002 a Uruguay, que, si bien está adherido a

los tratados internacionales sobre el tema y castiga la importación ilícita de precur-sores químicos con penas de 20 meses a diez años, creó recién en julio de 2014 una división en la órbita del Ministerio de Salud Pública para controlar a las em-presas que importan cualquiera de esos componentes tras la insistencia de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), que observó que el país importaba demasiado permanganato para la baja tasa anual de picaduras de ser-piente (Estados Unidos estaba blindado: tiene las restricciones más duras del mun-do para la entrada de esos químicos). Hasta la fecha Uruguay no notificó a la JIFE de incautaciones de estas sustancias.

Los datos del Ministerio del Interior in-dican que la bisagra de la venta local de PBC fue la mitad de la década: se desmantelaron cuatro laboratorios —en los que se refina-ba la pasta pero también se vendía cortada con cafeína, bicarbonato de sodio, naftali-na, amoniaco— y en 2005 las incautaciones sumaron 49,2 kilos, 66% más que los 29,5 del año anterior (en 2009 la cifra se dispa-ró: 183,5).

En realidad, la PBC fue un sustituto ba-rato del crack, que, según datos de la Junta Nacional de Drogas (JND), se consume en Uruguay desde fines de los 90. Se trata de cocaína cortada con bicarbonato de sodio y agua y calentada hasta formar piedras (de ahí el nombre local “cocaína cocinada”), de efecto estimulante más intenso que la cocaí-na, pero inferior al de la PBC. Según el estu-dio Fisuras: Dos estudios sobre pasta base de cocaína en Uruguay. Aproximaciones cuanti-tativas y etnográficas, que elaboró en 2014 la JND junto con la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, varios consumidores en-contraron en la PBC un sustituto a las bol-sas de nailon con pegamento o nafta que en los 90 se podían ver en la calle: los datos de la época revelan que el consumo de inhalan-tes se redujo de 0,5% en 1994 a 0% en 2001.

A partir de 2006, el consumo deja de cre-cer y se estabiliza en alrededor de 1% de la po-blación, según la 4ª y la 5ª Encuesta Nacional en Hogares sobre Consumo de Drogas de la JND. En estos diez años, Uruguay —con valo-res similares a los de Chile— se colocó por de-bajo del promedio del continente, con 1,6%. De todas formas, el informe Fisuras reco-noce las limitaciones de cuantificar con una encuesta hogares el consumo de una droga cuyos principales usuarios son personas en situación de calle.

En 2006 surgió Madres de la Plaza, un grupo de mujeres preocupadas por sus hijos

consumidores de PBC, que organizó mar-chas semanales en reclamo de medidas por parte del gobierno. En comunicación con la prensa, las integrantes de Madres de-cían que la PBC estaba matando a sus hi-jos; una investigación de 2010 del Instituto Clemente Estable concluye que no, que los solventes de la PBC —y no el extracto de co-caína— aniquilan las neuronas y afectan los pulmones y el corazón, pero no matan. Con la PBC no existe la muerte por sobredosis.

En estos diez años de consumo estable la PBC se mantiene como una droga con

usuarios mayoritariamente jóvenes —90% tiene entre 15 y 29 años—, pero se desplazó del Oeste al Este de Montevideo. Los pre-cios van de 20 a 50 pesos la dosis (llamada chasqui: alrededor de medio gramo que se vende en paquetitos de nailon) y la ganan-cia puede llegar a 200%. Se estima que hay unos 17.800 consumidores, 14.522 de ellos problemáticos, o sea, que gastan entre 600 y 800 dólares por mes.

A mediados de 2012 el gobierno de José Mujica presentó el documento “Estrategias para la vida y la convivencia” como respues-ta a la demanda social sobre la inseguridad ciudadana. Entre otras 14 medidas —pen-siones para las víctimas de delitos violen-tos, reforma del Código de Procedimiento Penal— se incluía el agravamiento de penas para el tráfico de pasta base, que Presidencia envió al Parlamento y que se votó ese mis-mo año por unanimidad. Con esa ley, la No 19.007, la pena mínima ascendió de 20 me-ses de prisión a tres años de penitenciaría.

El informe Ocho diagnósticos locales so-bre la problemática del consumo de drogas en Montevideo y zona metropolitana, que el Observatorio Uruguayo de Drogas y la JND publicaron en 2013, critica el foco que el Ministerio del Interior puso en los grandes traficantes: para los autores, es una decisión “políticamente correcta” que tuvo dos efec-tos secundarios contraproducentes: por un lado, el narcomenudeo (la venta de drogas callejera o a pequeña escala) pasó a conside-rarse una actividad menos riesgosa; por otro —y en consecuencia—, se multiplicó y se convirtió en la fuente de ingresos de muchas familias, lo que incentivó los enfrentamien-tos violentos entre grupos, que aparecen en las estadísticas como “ajustes de cuentas”. Si el aumento de las penas incidió en el con-sumo de PBC o no y si la década de estabi-lidad se mantiene, se sabrá en 2016, con los resultados de la próxima encuesta. FDLS

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Ezequiel en su casa con su abuela. Tras una salida penitenciaria, debe volver a la cárcel de Olmos, La Plata, provincia de Buenos Aires, donde cumple una condena por robo a mano armada.

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Nunca hubo corona sobre este crá-neo. Yo nací con el don de la impru-dencia. Mamá era una reina pere-

zosa. Se levantaba tarde, la bañaban entre tres. A papá la panza le pesaba más que el pueblo. Dirigir tantos destinos da hambre.

Ser el segundo en sucesión me dejó sin tarea. Alfonso había llegado antes, todo le pertenecía. Las sobras del reino serían para mí. Pero la verdad es que en estas costas no hay demasiados recursos. Lluvia, viento y salinidad exagerada. Las joyas de los barcos fueron vendidas mucho antes de nuestros nacimientos. El abuelo devoró crudo al úl-timo pirata que se aventuró hasta acá y des-de el siglo pasado que no hay sorpresas. Por eso a papá lo casaron con la ociosa del reino más cercano.

La cuna de Alfonso me correspondió en herencia. Entonces, los primeros olores fueron suyos. Leche agria que impregnaba los encajes, las sabanitas. Sus vómitos pa-sados arrullaban mis sueños. Las tetas de Nancy, la nodriza, ya habían sido succio-nadas por él y, sin embargo, yo encontraba cierto gustillo novedoso en aquellas mamas fecundas. La leche nunca es la misma leche, como diría Heráclito.

No supe manejarme hasta muy tarde. Mi secretario de motricidad fina fue contrata-do para ayudar en mi aprendizaje, pero pa-saban los meses y yo seguía comiendo con la mano. Los manjares eran semimastica-dos para evitar la indigestión. Mientras de-glutía una pierna de cordero triturada, con-templaba a Alfonso practicar sobre un pony de madera. Se balanceaba con furia, clavan-do los talones sobre aquel cuerpo áspero. A los tres años, lo subieron a uno de verdad y a mí me tocó el usado. Mis cabalgatas eran lentas, mezquinas. Me encandilaba frente al paisaje seco del tapiz del salón de juegos, oscilaba fuera del tiempo. Entretenido por el chirrido ambiguo del pony decrépito que no avanzaba.

El heredero —mientras tanto— emergía y se ocultaba lejos de los ventanales, apura-do en su carrera al aire libre. Corría hasta la última fuente de la pradera artificial que había diseñado un francés para nosotros. Iba y venía envuelto en pieles, transpirado, húmedo. Como su caballito defecaba sobre las rosas de mamá, cada vez eran más gran-des y primitivas.

A pesar de mi deficiencia motora, des-de muy temprano entendí la matemática, el latín y otras ciencias inútiles. Alfonso era lerdo hasta en las sumas simples, pero qué equilibrio. Dominaba su cuerpo con soltu-ra y a los cinco ya practicaba tiro al pato, arco o lanzamiento de martillo con la faci-lidad de quien se ata los cordones. Pronto le correspondió un caballo árabe casi tan alto

como papá. Mientras yo leía a Plotino y sus realidades derivadas, Alfonso se aventura-ba hasta los límites más oscuros del reino. Volvía cada vez más indomable.

Una mañana fría en que las fuentes ama-necieron heladas, Alfonso pidió a gritos su caballo, a pesar de las alertas. Mamá toma-ba una ducha sueca en los baños de la torre norte y papá había salido con la excusa de una guerra. Nadie pudo detener a mi hermano.

El cielo estaba oculto tras nubes oscuras, la imagen me impactó tanto que no pude moverme de la ventana. Un rayo laceró el cielo y Alfonso tiró con tanta fuerza de las crines del caballo que logró encabritarlo. Así, desbocada, la bestia se estrelló furiosa contra el jardín de invierno. Quedaron los dos abatidos sobre los cactus americanos.

Al equino lo sacrificaron enseguida. El embalsamador del reino lo dejó impeca-ble. En su nueva faceta de caballo inmóvil me fue donado. Me asustaba al principio, los ojos duros como almendras sin pelar, los músculos tensos. El gesto pasivo de la muerte. Una tarde pude subirme a su mon-tura plateada con la ayuda de una escale-ra, y ya no quise bajarme. Tomaba allí el al-muerzo y mis lecciones de latín. Algo de su sangre fiera resistía bajo el formol inyecta-do. Lo hice ubicar en mi dormitorio perso-nal, apuntando hacia el precipicio del lado sur. El animal y yo éramos una parábola del ocaso como principio místico.

Alfonso permaneció relegado a una si-lla de ruedas bañada en oro hasta el final de su adolescencia. El arrojo había sido susti-tuido por el malhumor típico de los enclen-ques. Lo trasladaban por los salones a gran velocidad porque se aburría. Como la silla lo invitaba a las zonas bajas, su carácter se tiñó de rarezas. Enyesado y vociferante, el servicio lo esquivaba en cuanto se quedaba dormido. Fueron años de tortura. Mamá se recluyó en las habitaciones altas y simuló sordera. Papá decidió embarcarse en bus-ca de esclavos para mantenerse a salvo. Y yo resolví aplicar mi mente en dirección con-traria a los sentidos.

Cuando por fin el yeso fue retirado, las piernas de Alfonso parecían dos palitos sin energía, flacas y desnutridas. El torso había crecido desproporcionado. Ya no era capaz de caminar sin ayuda. Se negó a volver a la silla. Yo le diseñé un corsé fijo con dos pa-tas laterales para que se mantuviera en po-sición erguida. No es bueno que un príncipe se tuerza. De lejos, hasta parecía elegante. Pero el andador era aparatoso y las burlas no tardaron en inundar el reino. Incluso mamá se rió de él un día en que decidió visi-tarnos. Estaba muy desmejorada, también. Había envejecido mucho y no recordaba nuestros nombres.

] [ FERNANDA GARCíA LAO ] [ FEDERICO MURRO

MUChOS MONTEVIDEANOS VIMOS POR

PRIMERA VEz A FERNANDA GARCíA

LAO EL AñO PASADO, CUANDO FUE

PARTE DEL FESTIVAL LITERARIO YA

TE ConTé. DESDE ENTONCES ES

APENAS MENOS DIFíCIL CONSEGUIR

LAS NOVELAS (MUErTA dE HAMBrE,

LA PErFECTA oTrA CoSA, LA PiEL

dUrA, VAgABUndAS Y FUErA dE LA

JAULA) Y LOS LIBROS DE CUENTOS

(CóMo USAr Un CUCHiLLo) DE ESTA

ARGENTINO-ESPAñOLA QUE ADEMÁS ES

DRAMATURGA Y ACTRIz. EN MUChAS DE

SUS CREACIONES LAS FAMILIAS NO SON

LO QUE PARECEN, Y ASí ES TAMBIÉN EN

ESTE RELATO INÉDITO Y NOBILIARIO.

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Para el cumpleaños número 18 de mi her-mano, sería invitado lo más fétido de la

realeza internacional. Marqueses híbridos, condesas descalabradas, archiduques con anomias severas y otras disfunciones herál-dicas, incluida Margarite. La princesa le se-ría entregada a Alfonso, a cambio de bene-ficios extra. Mi padre decidió que lo mejor sería embutirlo en una armadura con movi-lidad propia, antes que pasar apuro frente a tanto imperio. Para eso contrató a un checo de gran popularidad: el ingeniero Leopoldo Topoček.

Llegó de madrugada, tres meses antes de la fiesta. Su coche era manejado por un ca-ballo de lata negra de silueta finísima. Los cascos eran mínimas ruedas de giro infame. A pesar de la hora, entendí que su llegada era un umbral hacia el futuro. Atrás queda-ba el mundo atroz de la materia primitiva. Una mezcla de pavor y de euforia se apode-ró de nosotros. Los criados no sabían cómo alimentar a aquel caballo sin boca, pero fue-ron instruidos. Topoček solicitó aceite de maíz y silencio. Se instaló en las caballeri-zas abandonadas. Papá había prohibido los equinos en todo el territorio desde la apara-tosa caída del sucesor al trono.

No quiero un sucesor sentado, es prefe-rible el miedo. Topoček no dio ninguna res-puesta. Hizo un gesto con los labios y se abo-có a su tarea, encerrado. Sin señales de él por varios días, las bandejas rebosantes de ali-mentos eran devueltas limpias, lo que nos dio la certeza de que continuaba existiendo.

La fecha del cumpleaños de Alfonso se aproximaba. Los nervios conducían a papá hasta las caballerizas varias veces al día, pero el checo no abría la puerta. Cuando su cabe-za estaba a punto de perderse en un canasto a instancias del verdugo del reino, Topoček llamó a mi hermano. Nadie más tuvo acceso.

La noche de la celebración me ubiqué cerca de los cortinados. A las ocho estaba prevista la entrada del heredero al salón de espejos. Cuando el cucú cantó ocho veces, los músicos detuvieron la ejecución de un vals bastante tibio, para acrecentar el silen-cio. Dos criados retiraron el yelmo y las ma-noplas de la armadura insólita que ocultaba a Alfonso. En lugar de escarpes y espuelas, los pies parecían cascos que no tocaban el suelo. Los invitados voltearon atónitos sus pupilas, varias bocas se abrieron. Hubo ex-citación, aplausos. Mi padre recibió halagos sin que se le moviera un pelo, mi madre ob-servaba ausente el espectáculo, y sonreía.

La armadura fulguraba cuando la prin-cesa Margarite, obligada a abrir con él la velada, se aproximó con dulzura. Alfonso la tomó de la mano y la atrajo hacia sí, con de-cisión bien actuada. La orquesta desplegó sus violines.

Topoček apretó un botón y los novios comenzaron a girar. Todos aplaudieron. Parecían dos seres a cuerda, una pareja so-bre una caja musical. Las rotaciones eran cada vez más cerradas. Era hermoso verlos. La aceleración había convertido la trenza de ella en un látigo. De pronto, iban más rá-pido que los relojes y sus segunderos, que las aspas de un molino agitadas por el vien-to. Sus cuerpos se fundían con tanta veloci-dad que no había forma de entender quién era la princesa, quién el caballero. Los mú-sicos pasaron de las semicorcheas a las fu-sas y de ahí, al desconcierto. Tiraron los arcos al suelo, presas de un vértigo ajeno. Las damas estaban descompuestas. Papá, colérico. Batió palmas, pero Alfonso no po-día detenerse. El futuro conspira contra la monarquía. La voz de papá parecía un true-no. Topoček comenzó a manipular los boto-nes con desesperación. No le respondían. Amargado, lo estrelló contra el suelo. Por fin, los giros se hicieron más lentos. Los cuerpos volvieron a definirse.

Entonces, la vimos. La princesa había perdido la conciencia. Colgaba del brazo de mi hermano como un ramillete de ro-sas vencidas. Baba roja manchaba el bro-catto marfil de aquel despojo. Fue su guar-dia quien terminó de desarmar, a la fuerza, aquel círculo perverso. Alfonso estaba páli-do y cayó al suelo, los ojos aún giraban en sus cuencas. Fue despojado del espaldar, de las hombreras. Lo pelaron como a un crus-táceo, pero estaba vivo. Margarite fue tras-ladada entre amenazas hasta su vehículo.

La noticia no fue bien recibida. La prin-cesa había muerto. Y debo decir que fue vengada con la misma velocidad con que ha-bía fallecido. Un reino puede perecer en un minuto. Súbditos de Margarite, encoleriza-dos, asolaron el nuestro. Alfonso fue priva-do de su garganta todavía inconsciente con un solo gesto de cuchillo. Mis padres fueron maniatados y crepitaron junto al checo en una espantosa hoguera. El palacio se cubrió de humo y desesperación.

Logré subir a mi alcoba, nadie sabía quién era yo. Trabé la puerta. Y cabalgué hasta el último acantilado de la realidad, sobre mi caballo muerto.

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CAMBIO DE ESTACIóNEntro rápido, me tumba el vaho y saludo

para abajo para que nadie me escuche. Tecleo mi número de identificación en

la computadora de la recepción, me muestra una foto mía ridícula —en ella sonrío dema-siado, como pidiendo un favor— y me salta un cartel que me dice: ¡Bienvenida, Juana! ¡Esta semana no viniste! ¡Hoy toca tomarte las me-didas! Le digo en silencio a la máquina que estoy al tanto y sigo. Todavía no me saqué los auriculares y alargo el momento hasta el ves-tuario, como una forma inútil de resistencia. La primera. Voy al baño para mear y saludar a “Míster Tacho”, un balde de basura parlan-te que nos pide a las clientas de esta famosa cadena de gimnasios, “que cambia hábitos de vida”, que por favor le demos de comer a él y no al wáter. Odio a Míster Tacho. Lo llenaría de tampones prendidos fuego. O peor, lo ma-taría de hambre y atiborraría a míster wáter hasta causar una inundación masiva y así lo-grar la muerte y destrucción de ese espacio lila lleno de pósters con preguntas afirmati-vas: “¿Sabías que el ejercicio es el peor ene-migo de la depresión?”, “¿sabías que el de-porte es más poderoso que la genética?”. Y el más desconcertante: “¿Sabías que ejercitarse media hora todos los días combate la sorde-ra?”. Todo el local está empapelado con pai-sajes en tonos pastel y fotos de modelos ex-cedidas de peso o de la tercera edad que son felices porque lo intentan. También hay fotos de las animadoras (ellas se llaman a sí mis-mas coaches), que son las encargadas de que las clientas hagamos bien los ejercicios en la media hora obligada —ni un segundo menos ni un segundo más— que nos toca estar allí. Media hora. Media hora y estoy afuera.

Soda Estéreo y Shakira están a tope y ver-sión tropical. Espero para entrar al circuito de 12 aparatos que tendré que recorrer dos veces y media. Ni un aparato más ni un apa-rato menos. Eso me repito mientras caliento en la “plataforma”, un cuadrado de madera donde todas tenemos que hacer algo entre los ejercicios. Yo hago que corro, pero mis com-pañeras hacen bailecitos. La están pasando bien mientras calculan gracias a un chip si se están superando a sí mismas. Yo no tengo chip. En el medio del circuito están las “coa-ches” que nos dan aliento, como encarnacio-nes infernales de los pósters color pastel.

—¡Vamos rubia! ¡Vos podés! —dice la más bajita, una morocha de cerquillo tipo peque-ño pony, con una extraversión tan impostada

][ NOTICIAS DEL PARAíSO ] [ JUana GriS

que me dan ganas de preguntarle todo el tiempo si se siente bien. Yo soy rubia. Me está hablando a mí y claro que puedo. Cómo no voy a poder. Esto es un gimnasio para la ter-cera edad. Si no puedo, me mato.

—¡Vamos, rubia! —insiste el pony sin mirarme.

Pienso en súcubos. Doy saltitos en mi lu-gar y pienso en íncubos. Nunca sé cuál es cuál. Pienso en Baudelaire. Lo juro. No suelo pensar en Baudelaire pero mientras decido si la “coach” es un súcubo o un íncubo lo invoco. Termina "Persiana americana" y…

—Cambio de estación.La misma gallega cachonda que habla en

los GPS es la que nos dice cuándo tenemos que cambiar de aparato en el circuito. Quie-ro conectarme a mi mp3 lleno de música de rockeras que buscan venganza pero me da miedo perderme a la gallega y quedar pega-da. Me toca hacer abdominales. Bajo y subo. Bajo y subo.

—¡Vamos, rubia, que queda poquito!El súcubo está obsesionada conmigo. Es la

única explicación. Y qué raro que insista con lo de rubia, porque ahora estoy bastante os-cura. Pero quién sabe. Capaz que tengo aura de rubia. Porque siempre fui rubia. Quizás debería aclararme un poco el pelo ahora que viene el verano. Pero se ve que tan oscura no estoy. El pony me insiste porque soy la que no tiene chip, la que no va nunca ni se toma las medidas. Seguro que me quiere agarrar al fi-nal del circuito para pesarme y venderme su-plementos nutricionales.

Bajo y subo.A mí no me van a agarrar. Soy el último

bastión de resistencia. Soy la última espe-ranza para destruir a este sistema. Soy me-nor de 70 años y no me tonifico. Permane-ceré infeliz, atada a mis genes sedentarios y con problemas de sordera. Yo no me vendo. No soy ustedes.

—¡Vamos Romina, vos podés, rubia linda! —dice el pony, y le da una palmadita en la es-palda a una señora que está al lado mío.

Estoy indignada. La semana que viene me hago el chip sin falta.

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Hace un tiempo me encontraba yo desempleado y supe entonces que una compañía de trayectoria —no

voy a nombrarla para no comprometerme— buscaba un vendedor para ocupar un puesto vacante; yo tenía como referencias a nom-bres aplaudidos en el rubro y me ilusioné. Una noche en la que había salido con Valeria (mi prometida) se lo comenté y ella pareció entusiasmarse; me pareció un poco vanido-sa su actitud, pero oculté mi impresión —era una noche sin luna y yo estaba malhumora-do— para no forjar una contrariedad.

Me presenté sin demoras con todos los documentos que el anuncio exigía y enorme fue mi sorpresa cuando reconocí a un viejo camarada en la recepción. Lo había conoci-do en otro empleo y ahora él era casualmen-te el encargado de recibir a los postulantes, aunque no demoró en encontrar la oportuni-dad para desahogarse y me confesó en secre-to que no estaba conforme ni con el puesto ni con el salario; incluso en un momento se puso de pie y dijo:

—Si lo dividís por 30, hay una hora que no te la pagan.

Yo asentí y luego de decir otros dispara-tes, exclamó:

—¡No aguanto más!Si bien yo lo escuché y acompañé sus la-

mentos y quejas con movimientos sutiles para sugerir que lo entendía y apoyaba, él hacía cálculos en voz alta con los que trata-ba de justificar sus disconformidades o con-vencerme, aunque me di cuenta también de que hablaba para desahogarse o escucharse a sí mismo y ni consolarlo ni contradecirlo podía —era inútil decir algo— porque la cóle-ra le impedía escuchar. Se preocupó por mis antecedentes laborales, me preguntó sobre mis viajes de trabajo a La Habana y los mo-tivos por los que había dejado de trabajar en las firmas anteriores. Se refirió a Vladimir K, y si bien yo lo despreciaba, él parecía adular-lo. Mientras tanto yo sonreía entre dientes porque sabía que su presencia allí me favo-recía, ya que nunca habíamos abandonado el buen trato.

—Es zorro... —le dije para salir del paso.Me llamó la atención el hecho de que me

interrogara acerca de cosas que él ya sabía sobre mí —o yo creía que sabía— pero supu-se que lo hacía para cumplir con indicaciones del directorio. Nombró también a otros co-nocidos en común y me di cuenta de que pre-tendía mostrarse amable en exceso, aunque no conseguía disimular que fingía, o se nota-ba que sonreía por cumplido; esto me dio se-guridad y por un momento fui yo quien lle-vaba la conversación hacia los temas que me convenían, eludiendo lo de mi renuncia en la curtiembre, mi carrera inconclusa, mi ene-mistad con Pipo Herrera (secretario, secreto,

de DG Pintos: “su hermano, su sombra”), mi altercado con Julio Dadidovics o haciendo yo las preguntas, anticipándome a las po-sibles respuestas y respondiéndolas como preguntas. Se alejaron sus dos labios moho-sos, atrevidos, agitados. ¿Por qué me lo dijo? ¿Cortesía? ¿Hambre? Y me hablaron:

—Fuiste recomendado por Francisco Juárez.

Fingí sorpresa porque yo ya sabía que él me nombraría en el directorio porque me lo había dicho personalmente, ya que éramos conocidos y nos unía una relación de paren-tesco legal.

—¿Lo viste?—Sí, y da la casualidad que el señor Juárez

es amigo íntimo del secretario.Yo sabía que se conocían y sabía que esa

referencia me favorecía, pero no dije nada, y él, al encontrarse de frente con mi silen-cio, agregó:

—Y yo te adulé.No supe qué decir. Lo primero que se me

ocurrió fue “gracias”, pero no correspondía porque yo no se lo había pedido; no me con-venía además porque conocía cuáles eran sus reglas y cuál era su juego, y no quería volver-me cómplice de sus favores. Entonces se me ocurrió un comentario gracioso que formulé casi sin pensar:

—Vos sí que sabés reconocer lo que es bueno.

Pero él no sonrió y me enfrentó con los ojos; lo que debí preguntar fue “qué...”, pero no lo hice porque no quería comprometerme. Además yo conocía la clase de favores que él esperaba de mí, de modo que no entré en su juego y para volver a hablar de él, dije:

—¡No te quejes! ¡Por lo menos tenés trabajo!

Él hizo una pausa —dientes puntiagu-dos— y agregó:

—Sí, pero esto no es lo mío.—¡Mirame a mí!Me miró de reojo, lejos, y dijo:—Vos no trabajás porque no querés.Yo estuve a punto de insultarlo o destra-

tarlo para incomodarlo, ya que sus palabras me habían parecido atrevidas u ofensivas —no teníamos tanta confianza—, pero prefe-rí dirigirme a él con cordialidad —me conve-nía— y sólo agregué:

—No me hagas hablar.Me empezó a pedir los datos y dos o tres

minutos después comencé a sentir deseos de irme ya que él se me acercaba con bruta-lidad, me interrumpía con nuevas pregun-tas y yo no sabía si responder con la verdad o lo conveniente. De repente interrumpió la entrevista con movimientos histéricos, me despidió con orgullo y palabras esperadas y me dijo que me llamarían en cuanto hubie-ra una respuesta.

] [ GERMáN DI PIERRO ] [ DANIELA bERACOChEA

hACE CINCO AñOS YAUGURú EDITó

UN PEQUEñO LIBRO DE CUENTOS

EXCEPCIONAL QUE, SIN EMBARGO,

PASó BASTANTE DESAPERCIBIDO EN

MONTEVIDEO, AUNQUE LUEGO FUE

PUBLICADO EN BUENOS AIRES. SI EN

ESE LIBRO, APArATo rEProdUCTor,

SE MEzCLABAN EL ESTILO KAFKIANO

Y EL AMBIENTE APOCALíPTICO QUE

RODEó A LA CRISIS DE 2002, EN

SU CONTINUACIóN, PóLVorA, QUE

GERMÁN DI PIERRO (MONTEVIDEO,

1980) PLANEA PUBLICAR ESTE

AñO, PODEMOS ESPERAR UNA

INTENSIFICACIóN DE LA FóRMULA,

A JUzGAR POR ESTA MUESTRA.

libroaparatoreproductor.wordpress.com/tag/ german-di-pierro/

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Aquella espera fue un infierno: yo me mostraba disconforme con todo y no

me atrevía a hablar del tema con Valeria porque ni bien yo empezaba a hacer co-mentarios, ella se ponía a hablar con voz de madre, proponía fechas para el casamien-to o nombraba las cosas que se iba a com-prar si me elegían; a mí me daban ganas de mandarla al diablo, pero a veces me com-placía ilusionarla y le preguntaba con voz de padre:

—¿Qué querés?A mí me divertía ver cómo ella se volvía

más atrevida, abandonaba su actitud fría, dejaba de estar atenta a los inesperados pa-sos de su padre en las puertas entornadas, o a los vigilantes e inquietos ojos de su madre, y no sacaba mi manita cuando la hundía en su entrepierna; pero al rato me invadía el deseo de rechazarla y reconocía en ella cier-to interés o frivolidad de mujer de la calle y la destrataba o me mostraba distante para incomodarla, herirla o provocar en ella el sentimiento de culpa por haberse entregado tan fácil. Otras veces me daba asco su sonri-sa interesada y le hablaba de amor o senti-mientos puros para incomodarla o desper-tar en ella el remordimiento.

Supe al día siguiente al feriado no la-borable —el Día de los Trabajadores— que había sido preseleccionado y que el regla-mento indicaba que debía tener una prime-ra entrevista con el director de la sección de compras —ésta era la sección en la cual yo trabajaría—. No me preocupé; la ilu-sión de obtener el puesto me complacía y confié en mi carta de recomendación. Sin embargo, me preparé con sacrificio y con-centración para la entrevista, repitiendo las respuestas a las posibles preguntas y repasando los nombres y apellidos que me convenía recordar, o los nombres de las empresas que me convenía nombrar. Fui citado por teléfono y el funcionario me ha-bló con cortesía:

—¿El señor Guimaraes?—Sí, soy yo —enseguida me di cuenta de

que me llamaban de ahí.—Es de [nombre de la compañía] para no-

tificarlo de una reunión personal el día 20.—Cómo no.—Es obligatoria e impostergable su

asistencia. El funcionario tosió en el tubo y yo me

sentí obligado a decir algo para sugerir dis-tensión, pero me pareció que era una acti-tud propia de un hombre derrotado y me contuve. Cuando terminó de toser, agregó con esfuerzo y hablando entre pausas:

—Es mi obligación informarle esto, ¡cof!, ¡cof!, porque en caso de no asistir, ¡coooooooof!, ¡coooof!, perderá el crédito mññmmñññaañañ.

Yo respondí con educación y me atreví a preguntar quién era el director de la sec-ción, aunque en el instante en el que for-mulé la pregunta me arrepentí de haberla hecho; entonces me mantuve en silencio en la espera de la reacción e imaginando las negativas o los peros. Sin embargo el fun-cionario no demoró en responderme:

—Giménez.Me levanté de mi asiento con el corazón

en la boca: Giménez era un monstruo; había sido militante fanático de su sector y el pa-dre de su primo segundo —el único del Foro Batllista que defendió al ex ministro la no-che en la que la tierra se abrió para él (¿para alguien más?, ¿para todos?, ¿para Hierro López?, ¿el “nuevo Uruguay”?) e intuyó el desánimo en sus ojos— había realizado ne-gocios oscuros con él en el pasado. Esto me intranquilizó porque sabía que era un buró-crata sin criterio y su estirpe le había dado no pocas pretensiones.

—Es un fantasma —me dijo Lucy cuando le pregunté por él. Sin embargo, traté de no desanimarme y confié en mis referencias.

El día 20 Valeria me ayudó a nivelar los dobleces de la camisa y me peinó con go-

mina para que el viento no me despeinara. Antes de salir revisó mi cartera y me despidió como una madre a un niño que se va a la es-cuela. Al llegar a la compañía, me atendió un portero y después de mi presentación, dijo:

—Esperá acá.Me detuve de pie en el recibidor y vi pasar

hambrientos buitres que lanzaban furtivas miradas pero aguardé de pie sin decir nada; después se me acercó una mujer que, por su actitud y la forma en la que tenía sujetada la camisa, parecía una borracha o se movía como si estuviera desnuda o fuera una cual-quiera y me pidió que entrara; sin embargo, en el interior del recinto, la mujer adquirió una postura firme y mantuvo una actitud que me inspiró respeto. Yo la miré como si ahora ella se hubiera vestido o cambiado de ropa y recorría yo con ojos discretos su cuerpo, in-tentando darme cuenta de qué cosas habían variado, o qué movimientos o detalles me ha-bían inspirado afuera aquel aspecto de mujer perdida. No demoré en descubrir que era la oscuridad que la envolvía ahora la que le otor-gaba ese aire de severidad o esa altura o gra-vedad que me inspiró respeto o temor y que no hallé en la habitación con luz. Aguardé sus órdenes como un caballo que espera a su ji-nete, pero al ver que ella avanzaba, la seguí, aunque en un momento se detuvo, me miró con ojos altos y me dijo con voz de sastre:

—Quedate quieto. Yo le pregunté: —¿Y el encargado?

—¡Ja, ja! ¡Soy yo!La miré con sorpresa, me detuve y agre-

gué para justificarme:— “La encargada”.Me invitó a sentar —sólo señaló la silla— y

empezó a interrogarme, aunque parecía ner-viosa y me di cuenta de que evitaba poner sus ojos en los míos y los ocultaba detrás de la carpetita, pero cada vez que yo no la miraba ellos se asomaban y clavaban en mí cierto ve-neno ingenuo o “femenino”. En un momen-to, alzó las cejas retocadas y me preguntó:

—¿Vive por “Las Higueras”?—No.Cerró la carpetita con un movimiento

grosero pero velocísimo —y esta velocidad lo volvió casi invisible o menos lamentable—, por lo que me di cuenta de que había empeza-do a preguntar por curiosidad y no para eva-luar mi compatibilidad con el cargo, así que empecé a responder con palabras inciertas u oscuras, aunque al mismo tiempo no me olvi-daba de que debía fingir interés en sus inter-venciones y distensión al hablar, sin mover mis manos, clavando los ojos o permitiéndo-me los silencios entre las palabras. Me acom-pañó hasta el recibidor —desde la ventana vi el terrible pantano— y antes de despedirme, dijo:

—Y no te me desilusiones.—Si estuviera un día entero conmigo, se

daría usted cuenta de que soy, justamente, un iluso.

Ella sonrió, me dio la mano con ojos in-quietos, y me dijo:

—Seguí así.

Al otro día me crucé con uno de mis con-trincantes; me saludó con desgano y le

hablé de trabajo para mortificarlo. Él levantó las cejas y agregó con voz trémula:

—Ni me hables.Yo sabía de antemano que él trataría de

ocultar la noticia de que se había presenta-do, aunque los dos sabíamos que él tenía más méritos —tenía casi diez años más que yo— y que yo tenía mejores referencias; en un mo-mento le pregunté si tenía algo en vista y dijo:

—No hay nada.Me di cuenta de que eludía el tema —sus

ojos parecían emitir un rayo de luz o algo so-ñado o aterrador— y le dije para pincharlo:

—Si sabés de algo, avisame.Él parecía más molesto que yo por haber-

me encontrado, lo que a mí me dio seguridad y me volví un vanidoso: podía interrogarlo con frialdad y me daba cuenta de cuándo me mentía. Esto me cautivó un buen rato, hasta que me confesó:

—Me presenté en...—Yo también, pero no creo que tenga

suerte —mentí.

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—Pero vos conocés a Juárez.Si bien yo contaba con él, su comentario

me incomodó y me quedé en silencio pensan-do una respuesta antipática: primero se me ocurrió decirle envidioso, grosero, resenti-do y hasta solterón, pero supe que me conve-nía ser cordial y, como me vi obligado a decir algo, refunfuñé:

—Él no toca ni pito ni flauta.—Sí, pero con él ahí...Esperé a que dijera algo y al ver que se

hundía en la desilusión —sus ojos parecieron ahogarse— decidí intervenir y dije:

—Hay que esperar.Él pareció creerme y sonrió —¿por cum-

plido u honestamente?—, aunque se notaba que había sido invadido por el desaliento y que la envidia o la amargura lo inmoviliza-ban; inventé una excusa para alejarme —me di cuenta por sus ojos que atravesaba una tormenta interior— y, al saludarlo, dijo:

—Ezequiel Mortiño también se presentó.Yo lo miré con sorpresa y me lamenté:

Ezequiel Mortiño tenía buenas referencias —lo hizo para herirme— y era ingeniero. Se me formó un nudo en la garganta y por un mo-mento no encontré palabras con las que inter-venir; me di cuenta de que los pensamientos me estaban hundiendo ahora en mi infierno interior o que él me estaba arrastrando, des-piadado, hacia el suyo, y sólo pude repetir:

—El ingeniero...Pero no me dejé desanimar y confié en

mis contactos.

Al final fui convocado para la reunión con el gerente y sonreí en silencio porque

supe que seguía en carrera, aunque la noche anterior a la entrevista fue una pesadilla: fui a visitar a Valeria, pero en el camino empecé a marearme; no podía dejar de pensar en las preguntas que me harían, formular las posi-bles respuestas, imaginar mentiras sutiles o evasivas y los incitadores comentarios. Me di cuenta de que se me endurecía la garganta y empecé a sentir náuseas. Tuve que detener-me y ocultarme en un parque apartado para recomponerme, no podía poner los ojos en un lugar fijo —nunca me había pasado— y me temblaban los dedos como si fuera una vieja. Debí apoyarme en un tronco, pero cuando lo toqué, me di cuenta de que estaba cubierto de hongos o algo húmedo y blando, y aparté mi mano de él con asco. Al hacerlo no pude con-tenerme y me desbarranqué; un hombre vino a ayudarme y me dijo con voz de jefe:

—Limpiate la cara.Yo confié en él como si fuera mi padre.

Obedecí y me pasé la mano para sacarme el barro y los pelos. Él dio por sentado que es-taba borracho porque mientras me sostenía, dijo entre dientes:

—Si no sabés no tomes.Y se alejó con un gesto que expresaba in-

dignación o como si quisiera decir con sus ademanes: “es un perdido” o “no tenés cura”. Pero el malestar no me abandonaba, apenas podía mantenerme de pie y al mismo tiem-po me preocupaba por ocultar mi mareo de-lante de los pocos peatones que atravesaban en ese momento el parque oscuro, aunque una jovencita me escrutó con ojos curiosos, y aunque trató de disimularlo, me di cuen-ta de que sintió temor porque se desvió para no acercarse como si fuera yo un muerto de hambre. Incluso al alejarse se acercó a ella una mujer alta con una niña con una cape-rucita y escuché que le preguntaron “¿Qué le pasa?”, “¡Yo qué sé!”. Y se alejaron con pa-sitos cortos; otro señor que pasaba torcía la cabeza hacia mí cada dos pasos, no sé si por curiosidad, piedad, por perverso o para ro-barme. Entonces sentí terror, traté de conte-nerme y caminar como si fuera uno más para que se alejara, hasta que lo perdí de vista. Me di cuenta de que la inquietud dominaba mis movimientos y me estaba jugando en contra, por lo tanto decidí apurar el paso, y cuando llegué, me recosté un momento para recom-ponerme, aunque no me abandonó la intran-quilidad. Le hablé con mal tono a Verónica y no podía dejar de imaginar que ocurriría todo lo peor, cometería imprevistos errores —nunca he sido muy seguro de mí mismo— y la lengua se me entreveraría entre los dien-tes. Cenamos solos y estaba por despedirme cuando me preguntó:

—¿Te llamaron?Yo le respondí que no y ella hizo un mo-

vimiento de disconformidad o de desilusión esperada porque hizo un gesto como dicien-do “ya sabía” o “ya está” u “olvidate”; des-pués me dijo que Julio Dávila —un conocido de ella y fantasma, ex secretario de la ARU y compinche o cómplice de sus esbirros— ha-bía sido convocado para una prueba, etcéte-ra. Yo traté de contenerme, respondía con monosílabos, pero ella volvió a intervenir y me dijo:

—Tenés que ir vos a preguntar. Yo no dije nada —ni la miré— y ella agregó:—Si no te movés...Entonces la miré con ojos oscuros —no

pude controlar mis palabras— y exploté:—¡No hablás de otra cosa!Envenenada, me clavó los ojos y me dijo:—¡Si no te pregunto ni me entero! A vos

hay que sacarte las palabras con tirabuzón.Yo arrugué los ojos y exclamé:—¡Ahora es mi culpa! Me dijo un sinfín de disparates que olvidé,

aunque sólo me acuerdo que al final me gritó:—¡Igual a tu padre!Yo preferí no responderle y decidí cam-

biar de tema, aunque esa noche me fui

antes de lo habitual y la despedí con un beso silencioso —ella levantó apenas su frente— y distante. El aire frío de la noche entró por mi nariz y llegó hasta mi estóma-go, lo que calmó mis nervios y mis tripas —en el camino hacia mi casa traté de res-pirar hondo— y una vez acostado me sentí mejor, pero la inquietud no me abandonó: aquella noche no cerré los ojos. En el medio de la oscuridad de mi dormitorio, no deja-ba de pensar en los nombres de mis ex jefes y se me ocurrían palabras hirientes, acusa-ciones o quejas que tendría que haber insi-nuado o directamente dicho o gritado en la cara a Verónica.

La reunión con el gerente se llevó a cabo en una choza cerca de Pan de Azúcar: allí me

atendió una mujer que tenía cara de canaria —supe luego que era oriunda de Las Toscas, aunque maldecía al balneario y escupiría so-bre él en un mapa porque su ex marido vivía allí con otra, vivían en la misma casa en la que él la había hecho feliz y dormían en el mismo dormitorio en el que ella se le había entrega-do— y me dijo que esperara “al señor” en el recibidor. Yo obedecí, ella se alejó dos pasos, miró a través de la puertita y cuando se acer-có me habló en voz baja, moviendo la boca y las manos con movimientos duros como si estuviéramos en un cuarto lleno de enfermos o personas durmiendo:

—El director está ahí —no sé si imaginé o escuché el chirrido de las bisagras al moverse.

Su mirada me acobardó porque parecía decir con ella “agarrate”, pero le agradecí al ver que se alejaba. Me di cuenta de que pare-cía nerviosa, tanto o más que yo, e imaginé o se me ocurrió la posibilidad de que estaba a prueba en ese cargo, o que lo amaba secreta-mente, o que estudiaba los pasos de su jefe para hablar por teléfono, pintarse las uñas, mirarse en el espejito o robarle, y sólo pensa-ba en echarle una mirada o saber qué hacía o con quién estaba; se dio vuelta y me advirtió:

—Él te va a llamar.Sus movimientos frenéticos me distraje-

ron pero no me dejé atrapar por sus entreve-ros de loca; me di cuenta de que nada más po-día esperar de ella y fue entonces cuando al percibir mi cambio de actitud, mi distancia, se alejó, pero antes de irse me dijo con el tono de una mujer que ama pero duda del amor que él le tiene:

—Antes de irte, avisame.Me detuve inmóvil en el medio de la sala

y esperé; luego de varios minutos empeza-ba a distraerme —vi águilas volar terribles, envidiosas desde las ventanas— y en el mo-mento menos esperado se abrió la puertita y vi al gerente.

—Es usted el primo de Juárez.

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Yo me sorprendí —esperaba que me ha-blara de eso, pero no imaginé que fuera lo pri-mero que me iba a decir—, pero me recompu-se de mi desconcierto y respondí:

—Lo veo en San Luis.—Él era sacrificado. Y supe entonces que las preguntas que

me había empezado a hacer no eran las que me quería hacer sino las que “debía”; me dijo también lo que debía decirme y no lo que quería, como si repitiera en su interior: puedo no puedo puedo no puedo. De lo que hubiera “querido” hablarme él, fue de lo que yo hubiera también querido hablarle; lo que “deseó” preguntar, o “fantaseó” fue, más o menos, esto:

—¿Quién dio la orden aquel gélido 5 de agosto? ¡Bah! ¿Usted los vio? ¡Yo sí! ¡Un efec-tivo de la guardia republicana en cada esqui-na! No efectivos de la policía. ¡No!

Una oscura oscuridad lo paralizó aho-ra: no parecía hablar él. Se acercó casi has-ta mis narices y preguntó para que no le respondiera:

—¿Cuál fue el miedo oculto?“El avión lleno de billetes, viejo”, pensé,

pero dije:—El robo, la locura.Pero él volvió al tema anterior, no a Juárez

ni a mí, al avión:—¿Qué precauciones se tomaron si ale-

teaba por el centro ese terror? Mmmmmm. ¡Yo sé! ¡LA GUARDIA REPUBLICANA! ¡Un par de botines en cada esquina! ¡Ja, ja! No podían sacarse el sombrero los efectivos que estaban de pie y sí los de a caballo. ¿Quién promulgó esas “misteriosas” o “secretas” pa-labras? No es que quiera quejarme, ni quie-ro importunarlo, Guimarães, quiero decir, no quiero lamentarme, pero dígame —bajó de tono—: más de uno vino desde la oscuridad, entre los árboles, a preguntarme si yo creía que había sido una decisión responsable, es decir, si había sido una decisión tomada con autonomía. ¡Un ministro nunca actúa con autonomía! Entre nosotros, creo que fue una respuesta inmediata, alocada, pero, en de-finitiva, y estoy convencido de esto, fue una respuesta, fue algo, o fue una decisión.

Yo me atreví a aclarar lo que tenía en la punta de mi narizota:

—Pero hubo, sin embargo, acusaciones de indefinición e inactividad.

—¿Quién acusó? ¿Ellos? ¡Ja, ja! ¿Ellos? Mmmmmm. La Guardia Republicana entre los árboles, entre los taxis, entre las mujeres embarazadas. ¿Por qué no portaban el sillín negro con las espuelas haciendo juego que se usaron en el acto del 18 de julio? ¡Usaron gorro de ala mediana, no pequeña! No es que esté resignado, no quiero resignarme, no me gusta insultar tampoco, pero fue una deci-sión y punto. La pólvora o las pistolas son

como los retretes: son necesarios pero no los queremos cerca. Aquella mañana me levanté, di dos pasos, ¿por qué dos pasos? ¿Y si hubie-ran tenido que apretar el gatillo? ¿Por qué lo hubieran hecho? ¿Qué incidente debió haber ocurrido? ¿Qué miedo tenía él? Y si se hubie-ra puesto a llorar como un niño, ¿por qué hu-biera llorado? Si no hubiera dado la orden, ¿por qué no la hubiera dado? Pero lo hizo... y todos los malditos llevaban ajustado por debajo del mentón el sombrero alón como hembras. ¿Y para qué si no había viento? No había viento... Yo le podría haber respondido lo que cualquiera: no recuerdo haber visto a la Guardia Republicana en cada esquina. Yo sólo recuerdo haberlos visto marchar o desfi-lar. ¿Por qué marchaban de a pie y solos, y no en fila india o en pareja? ¿Quién dijo “vayan” o “que vayan” o “¡habrá escolta!” o sólo “sí”?

Él respondía también diciendo lo que “deseaba” y no lo que quería, y yo pensaba “a éste no lo escucha nadie” y por momen-tos incluso hasta lástima o piedad sentí. Para hacerla corta: seguimos hablando de cual-quier cosa hasta que al final me dijo mientras miraba el cerro:

—Es un paraíso. Y lo mejor:—Es usted bienvenido.Me despidió con risas de camarada y an-

tes de retirarme las águilas que trabajaban alrededor me saludaron y felicitaron con mi-rada cómplice como dando a entender que yo sería indudablemente el elegido o como di-ciendo “ya sos uno de nosotros”.

Fui a visitar a Verónica —sentí deseos de contarle— y le relaté lo que me había pasado —no lo de que lo primero que hizo fue nom-brar a Juárez—, y a mí me complacía relatarle lo sucedido, exagerar los detalles y ver la ilu-sión en sus ojos. Después de la cena, se acer-có el padre antes de irse a dormir —vi pasar la sombra de la madre desde el comedor hasta el dormitorio y pensé: “Me evita”— y me dijo:

—Te felicito.Debimos bajar el tono de voz —los padres

se fueron a dormir y apagaron las luces— pero el viento y el repiquetear de las ramas empe-zó a escucharse más fuerte que mi voz y tapa-ba algunas palabras o frases que Verónica me obligaba a repetir —me quería ir y no me ani-maba a decírselo— y el cansancio y las dudas —y cierto desaliento— empezaron a domi-narme, así que me mantuve callado para dar a entender que no había nada más para decir y que era el momento de despedirnos, pero ella, al encontrarse con mi silencio —¿debió percibir también la desilusión o inseguridad que extrañamente había empezado a acogo-tarme?— me preguntó:

—¿En qué pensás?—En vos —mentí; pensaba en el avión, y

también pensé (creo) fugazmente en el lugar

en el que había guardado mi gorro de gamuza y en mi madre.

Yo, para no resultar descortés, le pregunté:—¿Y vos?Y ella me respondió:—En vos.Una noche me encontré con un conocido

y me dijo:—Che, te presentaste...Yo estaba pensando en otra cosa y demoré

en entender a qué se refería, pero cuando me di cuenta, le dije:

—Sí, pero me parece que no tengo suerte... —mentí.

—Yo tampoco. Y, mientras se alejaba, agregó:

—Ya tienen seleccionado al candidato.Sus palabras me inquietaron y lo seguí in-

teresado como un ladrón atrás de una vieja; le pregunté por qué lo decía y él no demoró en responderme:

—Hacen el llamado público para cumplir con el protocolo, pero ya está... —e hizo un gesto con las manos que me inspiró resigna-ción, y pensé “es un estoico”.

Yo no supe qué responder y me mantuve callado. Él se dio cuenta de mi congoja o mi sorpresa, y me miró fijo a los ojos sin pestañar. Habló con la firmeza de un director, lo que me llevó a creerle y desilusionarme por un instan-te. Incluso me pareció que sentía cierto placer al darse cuenta de que empezaba a desalen-tarme o le creía, aunque luego me recompuse y supe que hablaba desde su frustración y no me dejé engañar. Además una mañana visi-té a Jordan —carecía de talento a pesar de sus múltiples certificaciones— y supe por él que mi nombre había estado en la boca del direc-tor y que le había hablado de mí.

—¿Qué te dijo? —le pregunté con la voz temblorosa.

Pero él apenas agregó: —Te nombró.—¿Y?—Sos uno de los finalistas.

En una noche en la que atravesábamos un parque —la luna se perdía entre las de-

formes ramas— llegamos a un precipicio o barranco entre rocas, Verónica me tomó de la mano y debió sentir temor a desbarrancar-se porque me abrazó. Entonces yo aproveché su gesto, me animé y le dije:

—Quiero casarme...Ella me miró —vi la luna en sus ojos— y

me besó sin decirme ni sí ni no, aunque me dio a entender que sí, porque me tomó de la manga del saco y me empujó hacia ella como diciéndome “vení” o “te quiero acá”, aunque si bien me empujaba hacia ella, daba un paso hacia atrás cada vez que yo me acercaba, has-ta que me cansé de su juego y la solté para que

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me siguiera, pero ella se quedó parada en la oscuridad, en el límite del precipicio y supe que quería atraerme con ese riesgo, pero yo empecé a caminar esperando que me siguie-ra, pero no lo hizo y la perdí de vista; sentí miedo —era un lugar oscuro y los árboles pa-recían esconder secretos o algo ignorado— y me detuve. Esperé y ella debió sentir miedo porque escuché sus pasitos sobre las ramas —supe que venía hacia mí— pero de repente ella lanzó un gritó agudo y se detuvo:

—¡Ah!—¡Qué pasó!Miré hacia atrás para ver qué ocurría

y me di cuenta de que tenía la cabeza dada vuelta o estirada hacia atrás y no podía avan-zar, como si alguien la hubiera atrapado o la estuviera agarrando de los pelos; corrí hacia ella y me tropecé...

A los pocos segundos...

Me levanté y volví a correr hacia ella con las manos abiertas, preparado para defen-derla o salvarla —esperaba lo peor— y sonreí porque me di cuenta de que su pelo se había enredado en una rama; traté de desenredarla y en un momento le dije:

—¡Quedate quieta! —ella no paraba de gritar y sacudía sus dedos con movimientos entreverados.

—¡Soltame! —No puedo —y debí cortar la rama para

que pudiera liberarse sin dolor.—No me dejes —me dijo mientras avan-

zábamos a través de aquella oscuridad. Ella llevaba colgada la rama de sus rulos como un castigo inexplicable o injustificado y no me soltó hasta que llegamos a su calle. La madre, al verla con la rama colgando del pelo, clavó en mí sus ojos amenazantes y exclamó:

—¡Qué es eso!—Me enganché.No demoró en acusarme porque dirigió

hacia mí sus ojos de halcón y me preguntó con palabras insinuantes:

—¿A dónde la llevastes?Le cortó el mechón con tijeretazos rabio-

sos y se alejó sin despedirse. Supe entonces que era el momento de irme —ya estaban to-das las luces apagadas— y le dije:

—Me voy.Verónica ni me miró y caminó hasta la

puerta sin responderme —así me demostra-ba cierta disconformidad caprichosa o ridí-cula—, pero me hice el desentendido, la des-pedí con palabras amigables y ella me hizo “adiós” con la mano. Al volver a mi casa pasé por los lugares en los que había estado con ella, y antes de entrar me detuve en las rocas y miré la luna por última vez:

—Mis sueños se cumplen —me dije con lá-grimas en los ojos.

Durante varios días no tuve noticias de la compañía, aunque mi padre o Verónica

me alentaban y me acosaban con comenta-rios incitadores. Incluso una noche llegué a mi cuarto y encontré un regalo, un bulto sobre mi cama. Rompí el envoltorio y debí contener una lágrima cuando descubrí de qué se trataba: mi padre me había compra-do una corbata que tenía no sé si ratitas o ta-tucitos bordados. Corrí a su habitación y se la agradecí:

—No debiste ponerte en gastos.Pero él me respondió algo que no entendí:—Sos capaz.Sin embargo, enorme fui mi sorpre-

sa cuando supe que habían elegido a otro: Braulio era su nombre de pila; sin entender nada, y exigiendo explicaciones que no me tenían por qué dar, delante de la funciona-ria me animé a afirmar que me sorprendía el resultado.

—No entiendo.Y agregué ya sin temor —no tenía nada

para perder— y sin vergüenza:—Además, ¡ni siquiera es vendedor!Entonces la funcionaria me miró con

cierta mirada que evidenciaba lástima o pie-dad; supe que estaba a punto de confesarme un secreto. Me miró con mirada cómplice y dijo:

—¿Si le cuento un secreto promete no delatarme?

Yo asentí con la mirada y agregó:—Si lo hace pierdo el empleo.—Confíe. —El seleccionado es sobrino del dueño.

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CORRECCIONALSoy mayor de edad, pero me tienen en-

cerrado en un correccional de meno-res. Los guardias acallan mis protestas.

Cuando les digo que yo no debería estar allí, me dicen “callate, viejo de mierda”. Yo les contesto que si me dicen viejo es porque me están dando la razón, y me tienen que sacar de ese lugar. Pero ellos no me dejan termi-nar la frase. Me pegan y me mandan a acos-tar. Mis compañeros de pabellón, que son todos menores de doce años, se burlan de mí. Ellos también me pegan, a veces, cuan-do los guardias no los ven. Yo trato de defen-derme, pero son muchos, y corren rápido. Mi vista, además, no es lo que era antes. Y nadie quiere proporcionarme los lentes que nece-sito. Esto me trae problemas con la maes-tra, también. Ella cree que tengo dificulta-des para aprender a escribir. Y también me castiga. Los fines de semana me deja en una celda de aislamiento, sin visita de familiares. De todos modos, ellos casi nunca vienen. Mi hijo no vino ninguna vez. Si viniera, yo tra-taría de que los guardias razonaran y vieran que si tengo un hijo de casi cincuenta años es porque soy mayor de edad, y no puedo estar en un correccional de menores. Pero sería en vano. Ellos no son capaces de ese esfuerzo mental. La única persona que con-fiaba en mi palabra era Soledad, la encargada

][LENTO PERO INSEGURO ] [ LEO MASLíAh

del comedor. A veces nos escabullíamos por algún rincón y hacíamos de las nuestras. Pero los guardias nos encontraron y ella fue arrestada y despedida. Le hicieron cargos por abuso de menores.

La maestra enseña muchas cosas que es-tán mal, pero yo no le discuto más. Las veces que lo hice, no siguió mis razonamientos; se limitó a decidir que yo desvariaba o divaga-ba, y me castigó. Los guardias y cuidadores con los que logré sostener alguna conversa-ción tampoco llegaron a tomar mis palabras como el fruto de más de tres cuartos de si-glo de experiencias. Creen que su posición de autoridad en relación conmigo confiere autoridad a cualquiera de sus dichos por so-bre los míos. Mis compañeros a veces dan un poco de crédito a algo de lo que yo digo, pero no lo incorporan a su acervo mental; sólo le permiten prestar alguna función en el juego o situación concreta en cuyo marco me sur-ge. Pasada esa situación, mi pensamiento para ellos se desvanece, y sólo puede dejar, a lo sumo, la cáscara o el envoltorio con que yo lo haya transmitido, es decir, una ento-nación o una estructura sintáctica. A veces, cuando me pegan, se acompañan musical-mente “devolviéndome” algo que retuvieron de mi sintaxis o entonación. O repitiendo al-guna palabra que creyeron inventada por mí.

La única manera de que dejen de atribuirme la invención de cierta palabra es que la oigan dicha por alguien en la televisión. Pero las veces en que eso sucedió, asumieron que la entonación y el contexto correctos para esa palabra eran los usados en la televisión y no los que yo le había dado, por lo cual también me castigaron, acusándome de querer dar-me aires de sabihondo usando una palabra que escapaba a mi comprensión, y a lo que podría denominar mis derechos verbales.

El profesor de gimnasia también se en-saña conmigo cuando no puedo hacer al-gún ejercicio o seguir el ritmo de otro. Me mandó al médico una vez, para ver si había alguna justificación física para mi bajo ren-dimiento. Pero el médico tampoco se dio cuenta de que el problema radicaba en mi edad, a pesar de que se la dije. Él incurrió en la contradictoria actitud de quitar cre-dibilidad a mi declaración de edad por con-siderarla “cosa de viejo”. Luego de algunas averiguaciones, dijo que mi flojera se debía a dormir demasiado poco. Empezaron a dar-me junto con la cena pastillas para dormir. Y mi único refugio está en los sueños. Algunas veces soñé que estaba en edad preescolar y vivía en un asilo de ancianos donde todos me trataban bien y decían que yo era la pro-mesa del futuro.

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Para Juan Terranova y Débora Quiring Perroux.

Hace un rato me estaba paseando por el cuarto y se me ocurrió otra vez que bien podía ser la última noche

que la casa aguantaba. Ahora tengo las me-sas con las armas prontas, las trampas, las resmas de papel, el colchón y la heladera, todo en este piso, todo en este cuarto, y si el resto de la casa cayera podría arreglármelas para sobrevivir. Pero quién sabe por qué y para qué. Ahora me puse a escribir. Cada lí-nea, cada palabra, podría ser la última.

Como siempre. Nada especial.Hace mucho que se acabaron los ciga-

rrillos. Hace mucho que terminó la red. La televisión, la literatura, la música. El día luminoso de mi vida. Hace mucho que ter-minó Federico Stahl.

También miré por la ventana. Afuera era lo mismo, los pasos lentos, los pies arrastra-dos, los aullidos en la lejanía, las azoteas, el humo, las palmeras del bulevar, el reloj con-gelado en las cuatro y media de quién sabe qué noche, como si cada hora fuera la hora precisa e individual de ese momento único e irrepetible, esa marca en el gran proceso del universo, en el gran mar interior de tiempo. Y pensé una vez más que de todas las casas posibles, las más lindas, las más grandes, las más fáciles de defender, las cercanas a la playa, fue la atracción irresistible del pasa-do lo que me trajo a ésta. Y por la ventana que ahora me muestra las ruinas solíamos mirar la calle todas las noches, la gente en el McDonald’s, en la parada de los ómni-bus que iban hacia el centro o hacia el oes-te, la gente que salía de la sociedad médica y caminaba despacio por la vereda. A veces Agustina se ponía a imaginarles historias y después esas historias me daban el princi-pio de un cuento que yo improvisaba para ella cuando la acompañaba hasta la parada del ómnibus, a las seis de la mañana. Ahora, tanto tiempo después de esos cuentos, sólo sé escribir sobre mi vida o ya he confundi-do mi vida con los cuentos, y por eso escribo sobre lo que pasó y lo que debió pasar.

He prendido la vieja PC y trato de no volver al miedo de que irrumpan, superen puertas y trampas y acaben con todo. Trato de llevar mi mente hacia esos años y recor-dar, en la pantalla de la computadora, esas historias.

Y no sé para quién estoy escribiendo, salvo que las palabras nunca caerán en el vacío, como dice el Zohar, como siempre he-mos querido, como siempre hemos temido.

Pero podría no imprimir, podría simple-mente borrar durante el día lo escrito du-rante la noche.

O quizá una parte de mí todavía piensa que no soy el único, que puede quedar al-guien más, haber sobrevivido al menos otro ser humano que corra por esta calle aho-ra, mañana o cuando yo haya muerto, que vea la luz proverbial en la ventana y se las arregle para subir y encontrar estas pala-bras que sigo imprimiendo en las hojas que van quedando. Porque acaso sobrevivan en alguna parte, esos otros hombres y muje-res, en medio del campo, sobre los cerros, y hay quizá algo así como una civilización, un lugar donde olvidarse un poco de todas las trampas y las armas y dormir en paz. Un lugar que también será eventualmente una mierda, como todo en la vida.

Una horrorosa colonia hippie a la que siempre preferiría este cuarto con la ven-tana, los rifles, la computadora y el colchón que algún día compartí con Agustina.

Pero podrían quedarse con las páginas. Con el disco duro.

O quizá ya no. Quizá eso también se lo hayan llevado los aullidos y los golpes en las puertas, los dientes clavados, las uñas.

Quizá todo este tiempo sea algo así como mi propio cielo personal. Y por eso, me pa-rece, escribo mi vida ahora, que ya cumplí 40 años, ahora, que soy el último. Para que todo esté en mi cabeza; para pensar que eso es lo único que necesito, lo único que siem-pre he necesitado. Mi mundo ideal.

Ayer escribí más sobre Agustina. Sobre una de las noches que pasamos en

Punta de Piedra en enero del 2000, cuan-do no llevábamos más de medio año juntos. Habíamos bajado a la playa poco antes del atardecer y se nos ocurrió caminar en direc-ción contraria al sol, hacia el Este, pasando las rocas. Ella quería correr, planeaba pre-pararse para una carrera o maratón y yo le dije que me quedaría por ahí, escuchando música en el discman, mirando el mar. Pero no previmos que tan lejos del balneario no habría luces en la playa, y por eso no ha-bíamos llevado linternas. Entonces, ya en la oscuridad, empecé a preocuparme. No nos encontraríamos y ella no sabría llegar a la casa; no encontraría cómo subir des-de la playa al pueblo o, peor, tropezaría con las rocas. Y yo no la encontraría. Y tampo-co encontraría el camino de regreso. Así que empecé a gritar. Como nunca había gritado, en la playa, en la ciudad, en ninguna parte. Grité en la oscuridad el nombre de Agustina y nadie respondió. Seguí gritando, cerca de la orilla, hacia el pueblo, hacia los médanos y la costanera, y nada. No sé cuánto tiem-po pasó; sé que en algún momento perdí la orientación y caminé en círculos, sin poder ver más que las luces remotas de algún otro

] [RAMIRO SANChIz ] [ JUan JOneS

LO DE LOS zOMBIS ES UN DETALLE:

EN ESTA ALUSIóN A LA NARRACIóN

FUNDAMENTAL DE ONETTI SE hABLA

“DE MUNDOS POSIBLES, DE ESCRIBIR

SOBRE EL PASADO, SOBRE LO QUE

FUE Y LO QUE PUDO SER, SOBRE

CóMO NO hAY FUTURO”, DICE SANChIz

(MONTEVIDEO, 1978). Y EN LUGAR DE

A ELADIO LINACERO, EL NARRADOR

DE EL Pozo ORIGINAL, TENEMOS A

FEDERICO STAhL, PROTAGONISTA DE

VARIOS DE LOS RELATOS DE RAMIRO,

QUE AQUí SE TRANSFORMA EN “EL

úLTIMO SER hUMANO SOBRE LA

TIERRA O AL MENOS EN URUGUAY”.

¿OPERACIóN CONCEPTUAL, JUEGO

POP, LITERATURA DEL AGOTAMIENTO

O DEL REABASTECIMIENTO? QUE CADA

CUAL VEA.

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balneario, la Paloma quizá, y dejé de gritar, dejé de llamarla. Entonces apareció, y tam-bién había dejado de gritar mi nombre.

Algún día deberé contar qué nos pasó a Agustina y a mí. Porque después siguió otra noche de mi vida, quizá todavía más oscu-ra, una noche que no ha terminado. A ve-ces quiero escribir cosas como el amor era maravilloso y absurdo, y porque las cosas maravillosas y absurdas no sobreviven en el mundo pronto tuvimos que perdernos, pero me resisto, todavía me resisto. El mundo no es más que las cosas que decimos del mun-do o las cosas que creemos que ha hecho el mundo para deformar los caminos de nues-tras vidas, que también son otras historias, otras cosas que decimos, literatura. Sí, pero a la vez no dejo de pensar en gestos, en pos-turas, en sobreentendidos de las palabras. En literatura, justo ahora, cuando nadie po-drá leer, cuando no tiene sentido más que pensar con la falsa hoja blanca que hay en la pantalla y este discurso vacío, estas letras negras en las que fijo los ojos mientras es-cribo atento y sin comprender.

A veces pienso que podría escribir sobre esta casa y lo que le pasó al mundo y

cómo todas las puertas están cerradas por-que, ahora sí, ya no hay futuro. Pero tampo-co hay presente más allá de esta escritura, que cede a esa atracción irresistible del pa-sado y sigue la curvatura del espaciotiempo hacia un gigantesco atractor, hacia el pa-sado como singularidad, el pasado como el más supermasivo de los agujeros negros, un pasado que ya ha devorado o desbordado al universo. A mi universo.

Y me encantaría escribir que hay en al-guna parte de la casa una puerta a un sótano o a un túnel, que ese túnel lleva a un mundo subterráneo, que allí aguardan dioses anti-guos o portales a otros mundos, que podría morir en busca de algo más, ciudades alie-nígenas, palacios de cristal, maquinarias incomprensibles. Pero no puedo; me ga-nan los recuerdos, el inventario de mi vida, y pronto me descubro escribiendo sobre lo que fue, sobre lo que pudo ser. Nunca lo que pasará. Porque ya no hay palabras para el futuro y el presente sólo existe como efecto colateral de éstas que escribo. Sólo es estas palabras sobre el pasado.

Hace días que se descompuso el cadáver de aquella paloma que quedó atrapada,

con un ala rota, en el hueco entre esta casa y el edificio de al lado. Hoy por la tarde lo bus-qué: si lo vi, no pude reconocerlo. No había más que formas abstractas, como un camu-flaje urbano que no oculta absolutamente

nada. Eso también se ha perdido. Me los ima-giné comiendo una paloma muerta; me ima-giné a la paloma muerta moviendo las alas. Y pensé que ya deben de haber dado cuenta de todos los gatos y los perros y las ratas.

Pero quizá deba recordar esta noche. Debería anotarla, si pudiera recordar el

día, el mes; debería escribirlo, debería con-tarlo. Y fue así; escuchen, fantasmas, palo-mas muertas y todos los que andan por las calles: hoy pensé, después de tantos años, que quizá sí haya un futuro.

En mi niñez leía todo el tiempo sobre viajes por el espacio, ciudades orbitales, la colonización y terraformación de otros pla-netas, las múltiples posibilidades que tantos escritores de ciencia-ficción habían ima-ginado para volver posibles los viajes a las estrellas remotas, los Imperios Galácticos con sus Fundaciones y sus Rebeldes, sus Estrellas de la Muerte y su Federación de planetas. Pero después el futuro murió. 1997, creo. Quizá antes. Las distopías del pasado se volvieron las cómodas utopías del presente, y ya todo lo que pasara un año más allá en el futuro dejó de generar senti-do, como si las palabras que podían desig-nar todo aquello de golpe hubiesen queda-do vacías, transparentes, con los huesos y los tirantes a la vista. Nada más que eso.

Y eventualmente todo terminó. El final después del final. El final de verdad.

Quizá lo habíamos presentido. Lo había-mos imaginado en el cine, en tantos libros.

Si quedaba algo de futuro, así fue cance-lado. Con los pasos que se multiplican en la calle, los perfiles de los edificios ennegreci-dos, mudos cuando los toca la luz del atar-decer. Entre los árboles, las enredaderas, toda esa vegetación que rompe las veredas y las paredes.

Pero hoy pensé que quizá sí haya un futu-ro, una forma de futuro, no para mí, eviden-temente, pero futuro al fin. Quizá debería decir que más que pensarlo, lo sentí; debió, entonces, de empezar como una sensación, el cuerpo suave de una idea todavía no de-tectada por las antenas de mi razón, sino más bien percibida por la piel de mi mente. Y pensé que el planeta seguirá girando alre-dedor del sol, que el sol seguirá el curso de su vida hasta comerse los planetas y esta-llar, no con un estruendo, sino con un suspi-ro, como corresponde a nuestras estrellas, las mediocres; que la galaxia se dispersará o se perderá en su agujero negro central, que el universo se volverá niebla o humo o ceni-za en el aire quieto del peor día de diciem-bre, ya sin átomos, ya sin protones y neu-trones, ya sin quarks sino sólo ese espacio que sigue y sigue estallando en el tiempo. Y

entonces pasará el tiempo, todo ese tiempo incomprensible, y en alguna parte, porque todo lo posible debe pasar dado el tiempo necesario, surgirá otro universo, otra ga-laxia, otra estrella, otro planeta en su órbi-ta, otra vida, otra humanidad. O algo pare-cido. Y, mucho después, inconcebiblemente después, otra vida, otra humanidad, y así seguirá el desfile de variaciones, de diferen-cias mínimas. Hasta que la repetición sea lo suficientemente exacta para que yo nazca de nuevo el 6 de noviembre de 1978, y haré las cosas que hice y no haré otras o haré las que debí hacer y habrá otra historia, que no terminará, cabe imaginar, en esta casa; una historia en la que Agustina no se va, una his-toria en la que no me voy.

Y si esperamos lo suficiente también esas pequeñas variantes dejarán paso a la exactitud de lo mismo. A mi vida, a esta vida. Todo lo que pasó, entonces, habrá de pasar de nuevo y de nuevo y de nuevo, jun-to a todas las variantes posibles. Hay tiem-po para todo, y por eso todo da lo mismo y nada tiene sentido, nada tiene su sentido. Todo pasará infinitas veces, pero en la no-che todas las variantes son la misma cosa, la misma mierda, el mismo vacío.

Porque ésa es la noche, para el que sepa verla.

O ésa es la esperanza, pero nunca para nosotros.

Podría sacar la cabeza fuera de la venta-na y gritar, llamar a una Agustina que

quizá recorre las calles arrastrando los pies y alargando las manos carcomidas. Podría gritar mi nombre a los árboles inmóviles, a la noche. Federico, podría gritar sin pa-labras, podría lanzar mi aullido bárbaro, como escuché en aquella película que vi tantas veces. Podría olvidar lenguaje y pen-samiento y gritar desde el fondo del vientre, desde la base del cuerpo, desde los huevos, desde las últimas arterias. Pero después de gritar habré de hacer silencio y volver al te-clado, volver a la pantalla y contar lo que fue y lo que pudo ser.

En alguno de mis pasados tuve una hija con Agustina y la llamamos Margarita;

una noche, todavía en el hospital, la niña, que tenía dos o tres días, me sonrió y yo presentí su alma o su mente, como se prefiera, y en-tendí que era también mi alma o mi mente y que en esa sonrisa simplemente volvíamos a entendernos inseparables.

Pensé entonces que todo el amor que yo tenía e iba a tener por mi hija ya existía, porque el tiempo sucesivo es una ilusión creada por nuestra mente para arreglarse

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de alguna manera con las percepciones que la asedian, porque, entonces, pasado y futu-ro coexistían en algo que no podía imaginar del todo pero sí atisbar, entreverle esqui-nas, aristas y facetas. Entonces ese amor, mi amor por mi hija y el amor de mi hija por mí, ya existía, y si me esforzaba podría sen-tir todo aquello, todo eso que ya existía en el tiempo real, en lo eterno. Con sus límites, su contorno, su densidad.

Y es otro cuento de hadas, de ésos que quisiera creer y que sólo logro escribir.

En algún mundo posible los creo; en tan-tos otros esa fe me resulta completamente imposible. Y en los otros los escribo, que es como decir que los miento, que los creo, los niego y los muevo en un ajedrez contra na-die más que yo.

Pero ahora me detengo, aparto mis ma-nos del teclado (esta voz no es la mía,

este yo es un fantasma) y me pregunto por ese montón de imágenes rotas, las que es-cribí y las que aguardan, por la mezcla odio-sa y radiante de memoria y deseo. ¿Para qué seguir? Sea quien sea, no seré yo; no impor-ta ese futuro de eterno retorno, yo es esto, yo ha sido esto, nada más que esto, yo fue esto y nada más.

Si me sintiera ahora como un imbécil vo-luntarioso podría seguir mapeando esos mundos que no viví, esos tiempos que debí haber vivido o que quisiera haber vivido, pero ¿para qué? Alrededor no hay nada. En la calle un zombi, dos zombis, treinta y tres zombis.

Escucho un ruido a nivel de la calle y bajo. Miro por las mirillas y muevo las tram-

pas. Las cámaras funcionan; el fuego que alimento en el sótano sigue convirtiéndose en poder, en electricidad. Busco en las pan-tallas. Es un zombi en la vereda, arañando la puerta. Podría dejarlo agotarse, caer des-vanecido, pero es un muerto y hay que ase-gurarse de que los muertos estén muertos.

Podría ser alguno de mis tantos amigos. Podría ser mi padre, podría ser Jon, o Rex, o Ligeia o Perséfone. Podría ser Agustina.

Ni siquiera tengo que salir para matar-lo. Las trampas, una vez más, se encargan de que todo se dé de la manera más senci-lla posible. Acciono lo que hay que accionar, muevo lo que hay que mover y el zombi cae, decapitado o con la cabeza llena de plomo, depende de cómo resulte más fácil. El zom-bi cae y yo miro de nuevo en las pantallas, por las dudas. El zombi cayó y yo subo a mi cuarto. Pienso por un momento en los sesos infecciosos desperdigados por la puerta, en

el cuerpo que se desintegrará en la vereda, junto a tantos otros. Pronto serán una mu-ralla, se me ocurre, y a lo mejor servirán de protección. Salvo que empiecen a comerse a sus muertos.

Yo ya no tengo muertos. Ahora todos son zombis. Todos ustedes, zombis.

Además, ya dije que en este verdadero fin de la historia me tocó la tarea de matar

de nuevo a los muertos, a todos los muertos.

Ahora imagino otra historia. Involucra a un hombre o una mujer y a una inteli-

gencia artificial. La inteligencia, no impor-ta por qué, encierra al hombre o la mujer en un mundo virtual, un universo de bolsillo, quizá de no más de, pongamos, el equiva-lente virtual de 20 kilómetros de radio, en una esfera o burbuja que abarca aire, mar y tierra. Y en su interior está todo lo que el hombre o la mujer perdieron en su vida, los amores, los amigos, los juguetes, los libros. Digamos también que vive en una cabaña; digamos que sus antiguos amores aparecen en la orilla del mar, cubiertos de algas e in-conscientes, que despiertan a las pocas ho-ras y que después de la alegría o la esperan-za el hombre o la mujer los reconocen otra vez como simulacros; digamos que todo lo que ella o él perciben es creado y dispues-to por la inteligencia artificial. A su mane-ra, y no puede saber si todavía afuera hay un mundo, no puede saber si tiene sentido hablar de “afuera”, es el último hombre, la última mujer del mundo. Y está rodeada por simulacros, por programas, por criatu-ras con apariencia de consciencia, de inte-ligencia. Se ha preguntado miles de veces si hay algo más en todos los que aparecen, si en sus algoritmos, entre las líneas de có-digo, parpadea algo así como una mente o un alma distinta a lo que dice el sistema formal, el bucle de percepción. Pero no hay manera de saberlo. Ella misma, él mismo, puede ser también nada más que píxeles, nada más, en lo profundo, que ceros y unos. Acaso siempre fue así: acaso, cuando vivía en un mundo que creía físico, por debajo de los quarks y los neutrinos y los electrones y los gluones y el bosón de Higgs, sólo ha-bía una partícula, una cosa única, con carga positiva o con carga negativa. Ceros y unos. Para una inteligencia artificial, después de todo, toda realidad ha de ser virtual; ¿y cómo distinguir una inteligencia artificial de una natural? Pero no importa, debe ha-cerlo. Debe pensar que son simulacros, que hay vacío detrás de sus ojos. Y los odia, los mata, hace estallar sus cabezas, como hago yo con los zombis, con máquinas y trampas

armadas en su vigilia, en su insomnio. Pero la pregunta vuelve sobre esos cuerpos que desaparecen en la marea de píxeles de la si-mulación, y así mi protagonista se pregun-ta una vez más si vale la pena, si cabe dis-tinguir entre realidad y simulación, si tiene sentido pensar la fuga, si hay un mundo real afuera, al que regresar. Una puerta en la burbuja. Un laberinto de túneles y abismos que devuelven la mirada.

Yo, mientras tanto, vuelvo a mi pasado, que es lo único que existe.

Creo que toda potencia, toda energía, todo impulso ha de ir hacia atrás, ha de agolparse en los grandes salones virtuales del pasado. Y esa energía sobrante, ese ex-ceso (porque el pasado ya tuvo toda la ener-gía que pudo tener) ha de abrir la trama. Mirar los otros pasados, los que no fueron, los que debieron ser, los que nos alivia no haber visto.

Y todo lo que pueda escribir es real en otro mundo.

Por eso nada es mentira.No hay manera de mentir salvo que se

pretenda decir la verdad. Decirla como si fuese una verdad, la única verdad, la de este mundo, la de mi pasado.

¿Qué es, después de todo, eso de hablar de mi pasado como si se cerrase necesaria-

mente a una cosa sola, estática, como si yo fuera algo, como si todos fuéramos personi-tas bien definidas, a escala, en un gran dio-rama de pasmoso detalle?

Quisiera ahora escribir un cuento va-gamente futurista (y digo vagamente por-que no me importa precisar cuándo pasan las cosas o qué tecnología las permite) en el que el narrador exponga sucesivas in-fancias que le pertenecen. Mi primera in-fancia, si es que fue verdaderamente la pri-mera, transcurrió en Montevideo, durante la década de 1980, y de ella recuerdo series de televisión, juguetes, mudanzas y amigos; para empezar…

Una vez terminado ese bloque se pasará a mi segunda infancia, o al menos la que recuer-do como segunda, la viví en París, a fines del si-glo XIX, y fue calcada minuciosamente de En busca del tiempo perdido, de Proust, o, me-jor, modelada a partir de Proust pero altera-da para vivirla como una ucronía. Y recuerdo ahora que incluyó extraterrestres, que habían invadido la Tierra a mediados del siglo XIX y contaminado a la humanidad con una enfer-medad misteriosa que padecí y que terminó por llevarme a pasar diez años en un hospital psiquiátrico, de modo que cuando salí ya no pude reconocer el mundo que había visto al…

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Y otra infancia en Islandia, entre vikin-gos, o en lo profundo de alguna selva eu-ropea, una infancia en las Dark Ages, en la Tierra Media, una infancia con aventuras, de noches calientes, sin luna, con cielos ne-gros llenos de estrellas; una cabaña de tron-cos, un tiempo de viajes y de adioses.

A la vez quiere quedarse en mi cabe-za, como una planta de esas parásitas

o epífitas, la idea de todos los pasados con Agustina, fragmentos de una rosa holográ-fica. Salvo que la imagen de aquel cuento no funciona en este contexto, o cambia de sentido: ahora cada faceta es un pasado di-ferente, ligeramente diferente, pero no hay un todo, no hay una rosa; hay una ansiedad, una búsqueda infinita de sentido en lo que la razón nos dice que no lo tiene. Porque no hay forma, no hay contorno. Si todos los pa-sados son reales, y lo son, no hay un signi-ficado especial para ninguno de ellos. Y eso también es la noche.

¿Quién dijo aquello de estar en el centro de una línea infinita, con un infinito delante

y un infinito por detrás? ¿Era el mismo del horror de los espacios infinitos? ¿Estoy ci-tando bien? ¿Estoy inventando?

Dado el tiempo necesario podría escribir toda la literatura, podría inventar también ese pasado. De memoria, cambiando las co-sas, enmendando voces que existieron y vo-ces que debieron existir, recordándolo todo en papel y para mí, para nadie.

No hay forma, no hay contorno, pero siempre querré saber si todavía hay un

mundo, si todavía hay algo real, si tengo rea-lidad en mí, si puedo creer en lo real; no hay forma, no hay contorno, no hay nada que sea real en relación a otra cosa que no lo sea, no hay futuro, no hay esperanza, pero siem-pre seguiré escribiendo, mientras tenga fuerzas. No puedo seguir, debo seguir. Las interrogantes se siguen sucediendo pero no surge ninguna respuesta.

Y no hay manera de hundirse en un sueño denso, profundo, negro, como un mar

inmenso y tibio, sin imágenes, sin palabras, sin pensamientos.

Afuera todo está a oscuras. Pasó otro zombi; le disparé desde la ventana por-

que tenía ganas de escuchar el estruendo, de aguzar el oído a las últimas reverberaciones de la explosión, de sus ecos, como un acorde

simultáneo en tres pianos y todo el tiempo que se llevará al disiparse. Quizá duerma una hora o una hora y media.

Sé que cuando muera lo haré en mis sue-ños, que van a entrar cuando esté dormido, pero no me importa. Tampoco diré que es la mejor forma de morir.

Ahora miro de nuevo la pantalla y escribo. Creo que llevo días, semanas, meses sin ha-cer más que escribir. Escribir, comer, escri-bir, matar zombis, escribir, dormir de a poco, intermitentemente. Recordar a Agustina. Recordar mi vida. Escribir sobre mi vida. Escribir sobre Agustina. Yo soy un hombre solitario que no hace sino escribir en un sitio cualquiera de una ciudad tomada por zombis, en un mundo tomado por zombis.

Podría salir a la calle, se me ocurre, po-dría cargarme de balas y armas, agarrar un lanzallamas, llenarme de explosivos, matar cuanto zombi se me cruce, hacer rodar sus brazos, sus cabezas y sus piernas, aplastar-les los vientres descompuestos, hacerlos es-tallar todos juntos en el último rincón de la ciudad y morir con ellos gritando ese grito que ya no es de palabra, que ya es otra cosa más antigua y quizá mejor.

Pero sé muy bien que así no será mi fi-nal. Que por más que lo intente no estoy hecho de esa sustancia. Y que es tarde ya para cambiar.

No sé cuánto falta para que amanezca; acá en el cuarto no hay relojes y el de la com-putadora declara, porque así lo preferí, una hora que no puedo saber si es real. Entrará, sí, la luz del amanecer, pero estaré dormido o escribiendo, y no importará. Los zombis atacan a cualquier hora, pero rara vez son muchos; el pasado vuelve a toda hora y todo él, como un fractal.

De cualquiera de los dos espero un ata-que terrible. Tarde o temprano.

Omnia lacerant postuma necat, sí, pero quizá el último hombre vivo no es más que otro de los muertos. Me mató el pasado, en-tonces, y morí con el presente. No habrá postuma; los zombis, incluso si se agolpan en decenas ante mis defensas llamadas a fa-llar, no podrán matarme.

Salvo que ellos también puedan, como yo, matar a los que ya murieron.

Salvo que de alguna manera yo sea otro zombi. El hombre o la mujer de ese cuento que quiero escribir es también un simula-cro. Y lo sabe.

Si fuera así ya no habría sino zombis. Sólo zombis sobre el mundo.

Otra extraña confesión de Federico Stahl.Sonrío en paz, abro la boca, saco la len-

gua y siento el gusto de la noche. Abriría la ventana, buscaría como tantas veces sen-tir el instante, buscarle la forma, la flor ho-lográfica que arman los fragmentos. Pero

es inútil. Todo es inútil: escribir es inútil, resistir es inútil. Matar un zombi: inútil. Matar dos: inútil. Escribir otra página: inútil. Me hubiera gustado dar un rodeo a la noche y verla como una gran ballena va-rada, como el enorme esqueleto de una ba-llena varada en la playa de Punta de Piedra, al atardecer, y abrazar con fuerza lo que sea que me trajeran las olas, la marea.

Pero ésta es la noche y no hay manera de rodearla; estoy en ella porque ella es lo que soy, lo que terminé por ser, entre la muerte de todas las cosas.

Fin de partida.Ésta es la noche. Voy a acostarme y a

buscar dormir.

Que me despierte la mañana, que reco-mience el mismo día, este borde termi-

nal del pasado. Y quisiera soñar que encuen-tro a Agustina en la oscuridad de la playa, que la abrazo, que el tiempo todavía está fuera de nosotros y también por delante.

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Desperté boca arriba en el cuarto oscu-ro y húmedo. La luz gris atravesaba las cortinas quietas. Podía adivinar las ra-

mas de las acacias cercanas al porche movién-dose con el viento siempre igual.

Encima de mí, yacía La Creatura (LaC) lamiéndome el pecho, cansinamente, mien-tras yo le acariciaba, complaciente, su cabeza crespa. Había intentado penetrarla, pero no había podido, y no era la primera vez.

Pero a LaC no parecía importarle. Yo sólo sentía su humedad, el gesto resignado, en cá-mara lenta, de la lengua que iba de arriba aba-jo como pintando una pared a veces, otras concentrándose en remolinos sobre zonas dispersas de mi geografía.

Dejaba que LaC me poseyera de esa forma, me sodomizara así, con ese hastío de mi parte, porque no tenía otra cosa que hacer.

Afuera, el viento arreciaba. Cuando las pa-redes empezaron a vibrar, salí de abajo de ella, me levanté y abrí la puerta al porche, todo en un solo movimiento. Y al salir, casi me caigo desde la cubierta al agua, que recién recono-cía (primer vértigo).

Por la otra puerta, LaC ya había salido a cubierta. No me estaba mirando a mí, sino ha-cia la proa, hacia más allá de la proa. Avanzaba y no me oía gritarle, no me oía decirle que éra-mos los personajes de una animación japone-sa, que yo estaba soñando despierto, que no estaba durmiendo en la casa de nadie ni en un cuarto con ventanas al porche sino en su lancha-patrulla.

LaC avanzaba toda iluminada bajo el cie-lo blanco que le iba variando los colores y las sombras indescriptiblemente. Oteaba los barcos clandestinos, contemplaba brevemen-te las bolsas que flotaban al costado, confir-maba de reojo los lobos muertos y las medu-sas al ras de la superficie como todo lo demás.

Con el frío en el pecho humedecido, fui ca-minando hacia la popa manteniendo el equi-librio. Me senté para quedarme lejos de LaC y ver tranquilo la estela de la lancha abriendo el agua como un cierre metálico y, más atrás, a Villa Estúpida hundirse de a poco. Era lo que hacía siempre, pero no sospechaba que la for-tuna me esperaba obcecadamente, justo allí, al otro día.

Le dije a LaC que me iba a juntar con mis amigos en el desfile de Carnaval, que iba a vol-ver en unos días. Hoy recuerdo esos días to-dos juntos como una cadena, como un racimo, como un collar brillante y pesado, como un día solo. Y aunque no mentía, no iba a encon-trar a mis amigos porque no iba a buscarlos.

Y trepé a Villa Estúpida escuchando el re-doble lejano del Carnaval.

Cuando llegué al Centro agarré por Soriano. En la esquina con Jaguarao, me encontré con un bondi brasileño lleno de brasileños.

Los brasileños le estaban dando la bien-venida a Rosa Luna con vítores y flashes. Ella estaba subiendo al bondi porque, en ese momento, Rosa Luna se estaba muriendo o estaba pasando a la inmortalidad o era el fantasma de Rosa Luna, daba igual. En cual-quier caso, ella marcaba la esquina como un mojón barrial, nacional, regional, por donde pasábamos todos como frente a una vidriera en la que ella estaba vestida de vedette con plumas celestes y plateadas y con esa bande-ja debajo de las tetas ofreciéndolas a todos, ofreciéndolas a la región.

Rosa Luna se dobló un poco hacia ade-lante, donde había un viejo sentado en un asiento. El viejo la miraba a Rosa Luna, mientras ella lo apuñalaba. Él la miraba mientras ella lo apuñalaba una, dos, tres veces y todo el tiempo.

Al final de la calle se veía un resplandor increíble, gigante, como de las luces del esta-dio, como una luz de día, como de un rodaje, porque había un tablado en la Intendencia. Yo iba bajando unos terraplenes llenos de gente sentada y parada, gente riendo, todos rodeados del aire cálido del mejor verano, todo envuelto en una alegría que yo pensaba muerta. Y avancé solo entre una comparsa que llevaba pancartas blancas y trapos blan-cos y seguí avanzando así, sin querer juntar-me definitivamente con nadie, o apenas o intermitentemente, y abrazaba a alguien y seguía, embanderado y semidesnudo. Y sin pudor, o sin necesidad de perderlo, voy leve-mente embriagándome por unas fantasías que venían siendo el escenario emocional de lo por venir, la zarzuela con final feliz que se avecinaba.

Porque entonces alguien me agarra del brazo, blandamente. Y me doy vuelta, de la misma forma en que me venía dando vuel-ta en toda esa bajada para abrazar descono-cidos. Y me encuentro con tu cara, familiar y sobrenatural, dulce y tranquila, tibia aun sin tocarte, que me sonreía y me decía, sin hablar, sólo con tus ojos almendrados de ar-genchina, que querías estar conmigo, en ese momento y siempre, sólo porque yo era ése, el que andaba desvariando embanderado y semidesnudo entre cabezudos de dragones.

Pero cuando voy a hablarte, cuando voy a preguntarte el nombre, siento que, del otro brazo, alguien me agarra a su vez, brus-camente. Y veo de costado lo que ya temía: LaC me estaba mirando con los ojos duros. Estaba con una amiga de la infancia, ¡de la infancia mía! Y haciéndose la boluda me dice: “¿Viste lo de Rosa Luna? Salado”. Y yo le dije que sí, pero que se fuera, que me de-jara solo.

Y LaC se fue con mi amiga y se perdió en-tre la multitud blanca que las envolvió como si la leche se tragara dos moscas.

] [ LeandrO deLGadO ] [ LeandrO bUStaMante

POR SUERTE PARA NOSOTROS, ESTE

CUENTO QUEDó AFUERA DE ALErTA

nArAnJA, UNA SERIE DE RELATOS

CORTOS QUE LEANDRO DELGADO

—EL DE AdióS dioMEdES, EL DE Ur,

EL DE CUEnToS dE TriPAS CorAzón—

PUBLICó CON LA PROPIA CARTONERA.

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Entonces volví sobre la argenchina y me quedé mirándola un rato, tan suave, con esas córneas, con esos iris como telas de araña su-perpuestas, con todos sus capilares latiendo por detrás del cristal de la piel, bellísima, y me reprimo de abrazarla (para darme dique) y le pregunto el nombre. Pero no puedo oírla, porque en ese momento está bajando una es-cola y empezamos a bailar sin dejar de mirar-nos a los ojos y latir juntos y veo que no había llegado sola de Argenchina sino que estaba acompañada de una presencia que distingo un poco más atrás, difusa, discreta, benéfica.

La argenchina estaba extasiada de estar ahí conmigo, y yo también. Le doy la mano y siento la suya, mediana y tierna, y nos me-temos entre la gente hasta llegar a una piz-zería con las mesas de madera pintadas de blanco que miraban al corso y nos sentamos y pedimos una pizza a caballo para cada uno y después nos levantamos de nuevo hasta la cumbiola mientras la presencia se quedaba cuidando nuestra mesa.

En el camino, vuelvo a preguntarle el nombre y, ahora sí, la escucho: Sofía Analía Lucía Estefanía, pero le dicen SALE. Yo le quiero decir mi nombre, pero no me sale, me da vergüenza y me dan ganas de llorar.

Entonces SALE apoyó las manos contra el vidrio de la cumbiola y fue leyendo los nom-bres de las bandas, de las bandas que no podía escuchar en Argenchina:

Vietcong Total Bye Bye Saigón Tsunamitas China madre“De Japón, nada, che”, le digo. “Claro

—me dice—, ustedes se creen re cool pero no entienden. La posta está en Indochina, sabe-lo”, y eligió el disco de Vietcong Total que me dejó de cara, tanto la cumbia como ella bai-lando. El tema se llamaba “Cuerpo y alma” y el estribillo decía:

El cuerpo es un templo sagradopor eso hay lugares que nunca vas a tocarque nunca vas a tocar ni vos ni nadies.

Y el alma me volvía al cuerpo, porque era un alma más grande que yo, que había crecido fuera de mí, perdida durante tan-to tiempo, y de pronto se materializaba por todo el espacio de la pizzería y del Carnaval afuera y me entraba por la piel por ósmosis, porque adentro mío no había nada y afuera estaba todo.

Estuvimos bailando hasta que pasaron las pizzas para la mesa y nos fuimos a sentar con la presencia, que en ese momento estaba en otra cosa, conectándose con otras presencias a quienes encontraba por primera vez detec-tando saberes nuevos, estableciendo cone-xiones a niveles profundos.

SALE había llegado unos minutos antes de encontrarnos en el corso. Había llegado en un lanchón clandestino y posiblemente se vol-viera en el mismo lanchón, eso dependía de la cantidad de argenchinos que llegaran al mue-lle después del desfile. Yo encantado de que no se volviera nunca.

Pero ella quería ver más de acá, además de mí. Ella llegaba a Villa Estúpida para una experiencia exótica, total, compleja, indes-criptible. Así que le dije de llevarla para las rocas y ver Villa Estúpida desde allí. Y nos fuimos los tres.

Fue una marcha única, porque perdía-mos gravedad progresivamente y los pasos se hacían cada vez más altos y se hacían cada vez más largos y al final parecíamos impalas en celo.

Al llegar a Canelones, por poco nos damos de frente contra un camión para el Centro que venía calzado (segundo vértigo), lleno de mur-guistas viejos cantando contra el barrio negro.

Seguimos bajando en nuestro camino mar-cado por las luces mortecinas que salían de los balcones como grandes mandíbulas, empaca-das, grotescas y derruidas, mientras veía atrás de nosotros el pelo dorado de SALE desgra-nándose como un mikado.

En la costa, la oscuridad se volvió profun-da y metafísica. A lo lejos se veían las luces de los barcos quietos sobre el agua quieta y lue-go otras luces más bajas iban y venían. Eran las luces de las patrullas —alguna sería la de LaC, que estaría esperándome nerviosa, po-seída de un terror que tenía la forma de mi silueta vacía—.

SALE quedó fascinada por el silencio sú-bito y hundió sus pies descalzos en la arena blanda y fría mirando desde abajo los peda-zos enormes de la calle, pulidos por el mar en grandes bloques que se confundían con las ro-cas del basalto que nos sostiene flotando sobre esta esfera de magma.

En algún lugar percibí cierta desazón en ella o la imaginé o me anticipé ansiosamente y la abracé. Y cuando estuvo así entre mis bra-zos, pequeña y prolija como un pájaro, la besé en la cara, pero reprimí el deseo de tocar su boca con la mía, ya no con miedo, sino aver-gonzado de mi falta de valor, de mi debilidad, de mi fealdad.

Recuperándome, o para recuperarme, volví a mirarla y la invité a visitar mi lugar favorito.

El edificio está cerca del agua y es el más alto que sobrevive así, abandonado hace siglos antes de ser terminado. Hay que llegar entre unos juncales más altos que una persona y por unos caminos serpenteados que conozco de memoria y que la luna, menguada y recién sa-lida, iluminaba haciéndoles brillar las curvas lustrosas a los tallos que se movían con la brisa y que me recordaban la cercana pleamar.

Miré brevemente hacia atrás imaginan-do que escapaba de algo. Y esta imaginación fue recibida por la presencia benéfica que nos acompañaba, porque el juncal se movió de pronto, todo a un tiempo, como si lo estu-vieran peinando, y me apaciguó.

Recién ahora comprendo que, en aquel momento, ya no pensaba en LaC. Era sólo el reflejo, el eco de un lejano miedo, porque ya sabía que LaC iba a fracasar, que ya había fracasado en su intento por retenerme por-que todo se iba constelando para protegerme desde todos los rincones del cosmos y de lo más profundo de mí.

Subíamos la escalera del edificio, buscába-mos el ritmo mecánico para llegar arriba sin cansarnos. Cada tanto íbamos viendo el agu-jero del mar en un costado y el resplandor de Villa Estúpida del otro y al doblar en los des-cansos me encontraba con las matas de paja brava, los penachos cabeceando al abismo.

Es probable que el edificio mostrara se-ñales de haber sido habitado, es probable que hubiera, aquí y allá, restos y deshechos, detritus, quizá esqueletos, pero yo no los veía y nunca busqué verlos en mis explora-ciones cotidianas al edificio, que sólo tienen como objeto contemplar desde arriba a Villa Estúpida lamentarse en su agonía. Y esta vez quería verla en esa única noche de ale-gría, en el sueño de su cumbia cansada, en su luz excepcional. Y sabía que aquello iba a ser un recuerdo que SALE se iba a llevar como un gran error, porque se iba a ir pensando que Villa Estúpida era así todas las noches y así seguramente se lo iba a contar a sus ami-gas argenchinas.

Cuando llegamos a la azotea, el cielo no estaba, porque arriba de nosotros no había nada, salvo la presencia a un costado, que flo-taba cerca del borde del edificio hacia el mar, en otra de sus introspecciones.

SALE, deslumbrada, hipnotizada de ver a Villa Estúpida a sus pies, se acercó demasia-do rápidamente al borde que daba a la ciudad y luego se dio vuelta dejando los talones sus-pendidos al vacío como una clavadista (ter-cer vértigo). Me miró con lágrimas en los ojos y luego se acercó a mí tapando su cara impo-nente con sus manos traslúcidas sollozando de alegría y me abrazó.

Luego puso su cabeza en mi hombro y yo la mía en el suyo y empezamos a mirar todo alrededor, a girar lentamente como un solo faro.

Le tomé la cara por debajo y la besé, la besé largamente, y luego la hice mirar lo que yo miraba.

Al sur, el mar quieto era un charco in-menso que reflejaba la luna empañada por detrás de unas nubes cuarteadas de tajos violetas como laceraciones que, a su vez, iluminaban las crestas alboradas de las

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tierras polares recortadas sobre el hori-zonte. Y aunque SALE no lo veía, yo le con-taba que, muy apenas, bajo la superficie del agua, resoplaban las ballenas respirando un momento antes de bajar a cantarles a los mardefondos las canciones de la últi-ma temporada, canciones que hablaban, en melodías interminables, sobre sus callos blancos y simétricos que coronan sus qui-jadas francas donde viven colonias de bala-nos, mejillones y algas tentaculares que re-corren el mundo azarosa, obstinadamente.

Al Este no había nada.Al Norte, Villa Estúpida guardaba con

celo su noche de fiesta, toda oscura con el centro de luz como un trofeo inmerecido, como un botín, como un robo, y luego unas lucecitas iban languideciendo hacia la peri-feria como los residuos de una onda expan-siva que terminaba demasiado pronto apa-gando todas las buenas intenciones, toda la alegría y la paz de espíritu. Y aunque no se veía desde ahí, le conté que, donde empe-zaba la oscuridad, había animales en dos pies que vivían adentro de los árboles hue-cos, y niños zombis y bestias macrocéfalas con ojos de insecto y ratas grandes como perros. Luego empezaba una espectral pra-dera, toda salpicada de rocío y de pequeñas fogatas de especies nuevas y reducidas y la pradera seguía y seguía hasta perderse de-bajo de los nubarrones pesados que salían de la selva brumosa y negra.

Al Oeste, la bahía estaba cerrada al mar por el resto gigante de OSMABA, que aplas-taba el cerro de un lado y la península del otro, y dejando, de un lado, un lago ahogado y tapado de humedales y mosquitos gigan-tes tan bien fotografiados por los turistas del horror.

Fue mirando la península aplastada por OSMABA que SALE me preguntó dónde vi-vía yo. Le señalé justamente adonde está-bamos mirando.

—Mirá —le digo—, ¿ves esa pared gigan-te y oscura? —era la base de OSMABA, que estaba a la sombra de la luna. No podía no verla, pero esperé a que respondiera sólo porque quería escucharle la voz.

—Msé —me dijo.—Bueno, en línea recta hacia acá, ¿ves el

templo, ves ese triángulo negro? Esas fran-jas son las columnas del templo.

—Msé.—Bueno, yo vivo en ese edificio, el que

está en el medio. Si ves bien, son tres pisos.Descontaba que no iba a ver nada, pero

entonces me preguntó:—¿Aquél? ¿El trash-decó? —y señaló

con su brazo transparente el edificio de mi casa.

—Msé.—¡Qué divino!

Entonces le hice recorrer la vista más allá del cerro, donde empezaba un campo verde que seguía, todo igual, hasta llegar a la cordillera, que se levantaba como una ola blanca y paralizada esperando el próxi-mo cataclismo.

Como seguimos girando en el lugar, lle-gamos de nuevo a mirar al Sur. Entonces nuestros pies se quedaron fijos en la aban-donada planchada, mientras nuestros cuerpos siguieron girando y girando y se fundieron en un solo abrazo helicoidal.

Fue como habitar una ostra, toda llena de perlas.

Al bajar, ella se iba acomodando el pelo y la ropa mientras yo le describía algunos capí-tulos de mi vida haciendo amplias elipsis que la presencia lograba completar con su acer-tada imaginación y que le transmitía a SALE con bastante fidelidad a los hechos reales, es decir, si toda la información que yo tenía era 10, yo a SALE le decía sólo 1, pero la presencia lograba hacerle llegar 5, y al final SALE tuvo una idea aproximada de mi ridícula vida, de mi semicautivero, de la fragilidad absurda de LaC, de mi decisión de abandonar Villa Estúpida y desaparecer hasta verme a salvo para poder cruzar oportunamente a reen-contrarla en Argenchina.

De momento, no podría tomarme el barco con SALE y sus amigos, porque seguramen-te iban a ser interceptados por la patrulla de LaC, que les iba a pedir una coima para dejar-los pasar, y era probable que ella misma me encontrara, con su horrible linterna.

Fuimos caminando entre las rocas oscu-ras hasta el muelle de hormigón.

Ya habían llegado algunos argenchinos en pedo cantando sambas y choros y algún otro vomitaba cachaza contra una antigua palmera.

Ayudé al dueño del barco a subir a los más borrachos, que fueron maniatados por SALE y el hombre, y enmudecidos luego con una cinta pato en la boca. Era por la seguridad de ellos, porque procuraban no ser intercep-tados por las patrullas si avanzaban con las luces apagadas y en silencio, porque gene-ralmente los argenchinos volvían cantando a los gritos en el bote. A veces alguno quería volver a Villa Estúpida como si hubiera olvi-dado algo.

En ese silencio incómodo de la proximi-dad de la partida, SALE le despegó la cinta de la boca a un argenchino y le preguntó si que-ría un faso.

El tipo le dijo que sí y ella le prendió uno y le hizo dar pitadas mientras le sostenía el ci-garro. Cada tanto ella también pitaba. Pitaba y lo miraba, lo miraba a él.

La escena me hizo llenar los ojos de lágri-mas porque me di cuenta de que yo quería es-tar ahí, en el lugar del argenchino maniatado, porque él se iba a ir con ella y yo no.

Ella se dio cuenta de lo que me pasaba y también se puso a llorar. No lloraba por ella, no lloraba porque fuera a extrañarme ni por-que viviera eventualmente sometida o sodo-mizada por nadie como me pasaba a mí, sino que estaba llorando por mi incertidumbre, por lo que me podía pasar a mí, ella lloraba por mí. Y se puso a llorar más fuerte que yo. Entonces yo no podía llorar porque ella ya lo estaba haciendo por mí y más ganas me da-ban de llorar.

SALE no le sacaba el cigarro de la boca al argenchino y el tipo empezó a toser.

El barco despegó del muelle y nos queda-mos así, viéndonos los dos en lágrimas como la última imagen de ambos desapareciendo en la oscuridad, mientras las luces de las pa-trullas iban de un lado para el otro entre la costa y el horizonte.

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Es decir, duelo porque del duelo ya nadie recuerda, empiezan los alivios y enluto mis piezas altas, las que dan sobre las ca-

lles venideras, las que estoy seguro que los pa-rientes preferirán antes que partir. Duermen despacio, como si sobrara tiempo, y todavía dan vueltas antes de echarse en sus camas re-pletas de diarios que nadie sabe de dónde pro-vienen. Llegaron de lejos, parajes que los guías no conocen y por los cuales nadie pregunta, ni siquiera ellos mismos. Saber llegar era la única constancia de pertenencia exigida a sus habi-tantes, pocos y dispersos, apenas una treintena espesa, estimada sin escuela ni iglesia, es decir, villa, y ni eso, faltando la pobreza extrema. Un lugar adonde las noticias llegaban en camiones tirados por los varios caballos de fuerza de un motor que cualquier día ganará su retiro en una zanja de las muchas disponibles.

Tal vez por eso los parientes no quieren sa-ber de la ciudad por mis palabras, aunque les fascina mirar por las ventanas altas, ésas de no-ches de frío, ver sin ver, mirar siempre lo mismo que cambia tan de a poco que una piensa si no será el piso que se mueve y lleva las cosas de un lado al otro, antes de que ellas mismas logren la proeza de moverse. Se apilan, mis parientes, en el pretil, las ventanas inabribles por la pin-tura seca de un bricolage mal logrado. Tampoco pueden, aunque lo hagan no deberían, apoyarse en las cortinas, los cabezales de la misma jorna-da de voluntarismo hogareño no están fijos y un poco de fuerza puede que haga caer todo. Igual se aglomeran frente a la ventana y ojos brillosos se reflejan en el cristal, la simpleza del hecho me convence de que saben reconocerse y no es esto, como otro día, lo que los sorprende.

Los parientes son un poco idiotas. Idiotas no de valores o formas, sino de cabeza. Quedan horas mirando la tele como si fuera la ventana aunque esté apagada. Son idiotas, idiotas ruido-sos y molestos, terminan comportándose como animales. Entiendo que hayan tenido que venir pero la histeria contagiosa ya los ha hecho que-darse mucho. Digo histeria pero hay hombres, los parientes son ellas y ellos, seres adefesios, grotescos y poco ortodoxos en su forma de mo-rirse, que es lo que todo hombre, mujer, niño y anciano hace a partir del momento en que nace. Ellos eligen molestar, a Cinthia, quien los cuida con más paciencia que buen tino para la ropa, y a mí, que ahora debo alojarlos porque Fernando, tío Nando, el último normal, ha muerto. Muerto. Muerto. Muerto. Ellos ecoaban la palabra

cuando Cinthia se los contaba. Tuvo que hacer-lo varias veces, son mucho para ser tan pocos.

Hace algunos años ya no intenté saber cuántos eran los parientes. Eran demasiados, tantos que me tomaba una tarde entera contar sus piernas peludas debajo de los camisones de la clínica donde dormían y pastaban, reían con escándalo y se acercaban a mí, el vidrio croma-do los detenía. Nunca me bajaba de la camio-neta y me recomendaban que no lo hiciera. De todas maneras, ¿quién quiere estar cerca de idiotas? La clínica tenía una reja alta y fea, llena de piel y pelos, y olía fuerte algunos días. Tenía unos dos metros de alto y terminaba en alam-bres retorcidos con puntas filosas. Los autos, las camionetas, recorrían el alrededor de la cerca sobre unos rieles relucientes, la reja daba lásti-ma en comparación. Cuando llegábamos a una esquina un cartel explicaba quiénes eran. Mis parientes, decía yo al auto vacío. En el cartel los llamaban de otra manera. Subían y bajaban de árboles como monos calvos, salvo en las pier-nas, y mostraban sus torsos a la fuerza, entre las restricciones. Habían aplicado cables a sus en-trepiernas —y pechos en las mujeres— para que no resaltaran su idiotez al mostrar el cuerpo en-tero frente a los pequeños, yo incluida, recluida tras el vidrio de cromo y la cerca. En la siguien-te esquina, se oía una sirena y comenzaba el si-mulacro. Los idiotas de mis parientes cumplían a la perfección su papel saltando sobre la cerca, superándola con nuevas heridas, las piernas lle-nas de cicatrices entre el pelo, lanzándose sobre los autos, sobre los vidrios cromados, como en una montaña rusa ese tintineo molesto y des-concertante que también se planea. Algunos ni-ños, pequeños y moquientos, llenos de palabras de idiota, lloraban y el paseo seguía enseguida, con los cuidadores en monos verdes y con varas guiando a los idiotas de nuevo a sus jaulas.

Pero la clínica cerró. Los idiotas fueron de-fendidos por humanitaristas aleccionadores, los mismos que luego abandonaron su causa cuando aquella aldea de pigmeos necrófagos fue descubierta en las cercanías del cemente-rio de una minera en Nueva Zelanda (los ni-ños aseguraban ser mordidos en la noche por pequeños de deforme aspecto). Entonces con-trataron a Cinthia y se construyó el pueblo. No se dio iglesia ni escuela, ya eran todos muy vie-jos y estériles, aunque mantuvieran complejas relaciones de convivencia e incluso sexuales. Cinthia y Fernando, tío Nando, asumieron la ingrata y deshonesta responsabilidad de cuidar

a los parientes, mientras yo me quedaba en la ciudad y seguía mis estudios por unos años más. Todo parecía funcionar bien, tanto como podía ser en un pueblo donde los únicos normales eran un hombre de 43 y una mujer de 25, tam-bién ella algo idiota, pero sólo de formas e ideas.

No supe nada de ellos por un largo tiem-po. Hasta que el timbre sonó siete veces y tío Nando, Fernando Arbaliza, había muerto, las tierras heredadas por algún pariente lejano, un séquito de idiotas a mi puerta y Cinthia en llo-ros, pobre Nando, pobre Nando. Mientras la ha-cía entrar y sentar, apilaba a idiotas en el cuarto alto, todavía con la pintura recién hecha y con miedo a que estropearan el tapiz, me pregunté sin piedad algo que me rondaba hace tiempo, ¿serían amantes? No se lo pregunté entonces, y hasta ahora tampoco, pero algo me dice que sí y que no. No son los idiotas, parientes, ellos no hablan, las pocas palabras que saben las defecan sin orden y en total desconocimiento de las re-glas de la lengua o la moral. Cinthia asegura que será por breve tiempo mientras pienso en algu-na excusa para decirle a Sol cuando llegue. No llega. La han raptado me imagino, me imagino la peor violencia sobre su cuerpo, sobre su cuer-po, y cambiaría a cualquier idiota porque ella llegara ahora, ahora, a Cinthia incluida, aun-que significara que Sol me abandonara y tuvie-ra que cuidar a todos los idiotas yo sola. Sol no llega y la pila de idiotas crece, como si estériles pudieran derivar en mitosis, desprenderse de sus pieles pegadas y volverse muchos más de los que ya son. Mientras Sol no llega pienso que eso sucede y que pronto invadirán la casa, tomarán todos los cuartos y mi única defensa será atrin-cherarme en la cocina con un cuchillo y empe-zar a matarlos a todos uno por uno. Cuando voy a llevar el vaso de agua tibia con azúcar para los nervios de Cinthia reviso los cuchillos pensan-do cuál entrará mejor en la carne, cuál será más indicado para la sangre derramada. Espantada vuelvo adonde Cinthia. Ha dejado de llorar, es un comienzo. Los idiotas se pelean, rompen algo de escaso valor dado el cuarto de donde provienen los ruidos, a ninguna de las dos pare-ce importarle si se matan. ¿Pensará Cinthia lo mismo que yo? Me doy cuenta de que estoy llo-rando: nominalmente son lágrimas por Nando; sé que es porque mi paz ha acabado. Qué vida podré llevar con los cuartos de altos llenos de idiotas y a Cinthia que espantará a mi Sol. Tanto invierno, tanto frío por delante y tan sola estaré, sólo idiotas y yo, en esta casa vieja.

] [ FEDERICO GIORDANO ] [ vivida

“SUELO USAR UN TIPO DE TíTULOS QUE DESCONCIERTA: ‘TREVEROS’, ‘ENSANGRES’, ‘CUCCINA’”, DICE FEDERICO GIORDANO

(MONTEVIDEO, 1988) SOBRE “FUNEBRO”, SU PRIMERA PUBLICACIóN EN PAPEL. PARA VER QUÉ MÁS ESCRIBE ESTE NARRADOR,

POETA E INVESTIGADOR CON INSOSPEChADAS hABILIDADES INFORMÁTICAS SE PUEDE VISITAR ConVErSACionESdECiEgoS.

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A Nélida Grossi.

Mi hermana dijo que la vio el primer día que llegamos al hospital. Que yo, seguramente preocupado por

el infarto del tío Julio, no le había prestado atención, pero que desde el principio la vieja recorría la sala de espera de un lado al otro. No sé. Yo recién la vi la tarde que, creyendo que me hablaba, escuché que decía “camine, por favor, camine”.

Al tío Julio lo internaron un lunes. Todas las noches de esa semana dormí en el hospi-tal y vi a la vieja caminar por la sala de espe-ra, manos junto al pecho, dedos entrelazados, los pasos lentos. A veces, entre las idas y ve-nidas hacia ningún lugar, me miraba como preguntando si iba a hacer algo o me queda-ría ahí, quieto, llenando cuadraditos en blan-co con letras desprolijas. En seis días terminé cuatro revistas de crucigramas. Al aburrirme, o cuando no sabía una respuesta, cosa que pa-saba seguido, miraba la solución. Nunca dejé ningún cuadrito sin llenar.

Una sola vez la vi sentada. Yo volvía del baño y la encontré en un banco de madera acariciándose las rodillas. Le pregunté si des-cansaba. Respondió rápido que no y, como si mi pregunta le hubiera molestado, se quedó en silencio unos segundos.

—Tiene que caminar. Yo sé que usted cree: tiene que caminar —dijo y trató de incorpo-rarse, pero se volvió a sentar, agarrándose la rodilla izquierda.

Iba a decirle que no entendía de qué ha-blaba cuando una enfermera se asomó por la puerta de dos hojas que daba al pasillo de los consultorios y preguntó, solemne, si éramos familiares de Adriana Luciani. Negué por los dos sin darme cuenta de que no sabía por qué la vieja estaba en el hospital. La enfermera desapareció detrás de la puerta. No alcancé a escuchar lo que susurró la vieja al pararse pero me pareció un pedido de disculpas.

—Esto es por no caminar —dijo y cami-nó, la mirada en las baldosas como si quisie-ra descubrir un patrón en los dibujos, rom-bos blancos y negros, que cubrían el piso. Me acerqué y la tomé del brazo. Dimos vueltas al-rededor del sillón azul, en el medio de la sala.

—¿Sabe por qué, en los hospitales, la gen-te camina? —preguntó.

Tuve la impresión de que no esperaba una respuesta. Me miró con ojos húmedos, volvió la vista al piso y murmuró:

—La energía del paso.Mi hermana se había convencido de que

la vieja estaba loca. Discutimos cuando le dije que nuestra presencia en la sala de espe-ra tampoco iba a hacer que el tío Julio se cu-rara. Me llamó a la tarde. Había hablado con la vieja.

—¿Sabés qué dice? Que hay una fuerza inte-rior que uno transmite hacia los otros. Que se puede caminar para más de un enfermo, pero que es peligroso.

Preferí no discutir, creo que hice un chiste y le pedí que se quedara tranquila. A las horas, me volvió a llamar para decirme que el tío Julio es-taba mal, había tenido una recaída. Salí a la calle y tomé un taxi. Encontré a mi hermana en la sala de espera del hospital. Sentada en el sillón, llo-raba en silencio. Le pregunté qué había pasado.

—El tío. Tuvo una recaída. No me dijeron más pero no está bien —repitió, las mismas pa-labras que había dicho por teléfono. La abracé.

Pensé en pararme y caminar. Tampoco te-nía sentido estar en esa sala. Sin embargo, me quedé con ella. Esperamos. Al rato apareció la vieja. Se secaba las manos con un pañuelo arrugado que guardó en la manga de la pole-ra. Caminó en círculos alrededor del sillón azul y sentí, es difícil explicarlo, una especie de tranquilidad. Pasó varias veces delante de nosotros. La miramos sin hablar.

—Voy al baño un segundo —dijo mi hermana.Supe que quería escaparse de una situa-

ción que le resultaba incómoda. Esperé que se fuera y caminé en silencio junto a la vieja que, en un momento, me agarró del brazo y, como si se hubiese dado cuenta de que me es-taba empezando a marear, me indicó que si-guiéramos girando alrededor del sillón azul, pero en sentido contrario.

—Hágalo por mi tío Julio, por los otros.—Yo siempre lo hago por otros —dijo.Mi hermana volvió y, para disimular, me

agaché como si necesitara atarme los cor-dones. Hice un par de nudos inútiles. Volví a sentarme. La vieja dejó de dar vueltas alrede-dor del sillón y caminó errante por la sala.

Esa semana al tío Julio le dieron el alta.Días después pasé por el hospital para ter-

minar los trámites de la internación. Antes de salir, vine a la sala de espera a ver si encon-traba a la vieja caminando con la vista fija en las baldosas blancas y negras, pero no estaba. Le pregunté a una de las enfermeras. Me res-pondió que la habían internado.

—¿Qué le pasó? —dije con miedo de confir-mar lo que ya sabía. La repentina cura del tío Julio, la enfermedad de la vieja. Supongo que no llegó a escuchar mi pregunta sobre la energía.

La enfermera no volvió. La espero desde hace por lo menos dos horas. En la sala no hay nadie. Estoy cansado, es difícil de explicar, con una especie de culpa —las baldosas, blancas, negras, en damero perfecto, las vueltas alrede-dor del sillón azul—, un sentimiento molesto que me impide dejar de caminar. No voy a de-tenerme, no me importa si alguien me ve, ando despacio, trato de pensar en ella, concentrarme en su recuperación. Como si tuviera un proble-ma muscular o una enfermedad en los huesos, me duelen las piernas, sobre todo los tobillos.

LA CARRERA COMO ESCRITOR DEL

ARGENTINO FEDERICO BIANChINI SE

MANTIENE ESCONDIDA DETRÁS DE SU

TRABAJO COMO PERIODISTA, PERO

AQUí INSISTIMOS EN DESCUBRIRLA.

] [ FEDERICO bIANChINI ] [ FEDERICO bORGIA

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APESTADOSDía 3 de febrero del año de Nuestro Se-

ñor Jesucristo de 1351: Tía Clotis murió después de una corta y dolorosa agonía. La velamos en casa, como es tradicional, por si acaso nos hubiéramos equivocado y ella aún estuviera con vida.

Día 4 de febrero: Por suerte la tía no des-pertó, o hubiera sido difícil sacarle el olor a podrido. Estamos esperando que alguien venga a llevarse el cuerpo. La vida continúa.

Día 7 de febrero: La vida no estaría con-tinuando con tanta facilidad, sobre todo con Clotis apestando todo el living. De mañana casi me mato al resbalar en un charco de la porquería que está empezando a gotear.

Día 8 de febrero: Mandamos a mamá a hacer el reclamo por el cuerpo de la tía. Normalmente hubiera ido papá, pero anda con mucha fiebre.

Día 9 de febrero: Le dijeron a mamá que hay paro de recolectores de cadáveres. Pa-rece que mucha gente está muriendo, y el servicio no daba abasto y se negaron a pa-garles las horas extra. Así que ahora ni si-quiera están yendo a trabajar. Papá dice que todo se va a solucionar cuando la gente deje de morirse.

Día 11 de febrero: Papá murió.Día 14 de febrero: Ya era difícil transitar

por el interior de la casa con una persona muerta en medio de la sala, imaginen con dos. Algunos vecinos empezaron a tirar sus cadáveres en la vereda, pero el tío Raúl dice que podrían multarnos.

Día 18 de febrero: En memoria del tío Raúl, no sacamos su cuerpo a la vía pública. Eso sí, tuvimos que correr los sillones del li-ving para el rinconcito.

Día 2 de marzo: No pude escribir en las últimas jornadas debido a una sucesión de velatorios. Lo único bueno fue que para cada uno de ellos tuvimos que comprar me-nos sanguchitos porque la familia se redu-jo sensiblemente. Para ser honesto, los úl-timos cinco los hicimos sin comida. Es que el único sobreviviente de la familia del pa-nadero es el hijo del medio y lo suyo no es el horno.

Día 4 de marzo: Se terminó la tinta bue-na y el gasto de publicar tantos avisos fú-nebres hizo mella en nuestra economía, así que tuve que comprar de la económica.

Día 5 de marzo: No pude ir a trabajar. La montaña de cuerpos cuidadosamente dis-puestos se cayó hacia un costado y bloqueó

] [ IGNACIO ALCURI

la puerta principal. Mis primos Pepe y Brau-lio se pasaron la mayor parte de la tarde or-denando el desbarajuste.

Día 10 de marzo: Otra vez falté al trabajo. El velatorio doble de Pepe y Braulio me lle-vó mucho tiempo.

Día 13 de marzo: ¡Buenas noticias! El rey decretó la esencialidad del servicio de reco-lección de cadáveres. Mañana mismo volve-rán a las calles y otra vez se escuchará ese dul-ce canto: ¡¡¡TRAIGAN A SUS MUERTOS!!!

Día 15 de marzo: Las decenas de cadá-veres siguen adentro de casa. El tío Walter dijo que los va a trocear y tirar al río.

Día 16 de marzo: Murió el tío Walter. Hizo una mala maniobra con el serrucho y se desangró.

Día 18 de marzo: Descubrimos por qué nadie vino a llevarse los restos de nuestros seres queridos. Solamente un puñado de re-colectores permanece con vida y está tar-dando una enormidad en vaciar las vivien-das. Se dice que en una de ellas los llamaron por seis muertos y para cuando terminaron de cargar la carreta ya había nueve apilados. Entre ellos, un recolector.

Día 19 de marzo: Llegó el correo. El due-ño del periódico en el que publicamos los avisos fúnebres nos mandó una carta desde China, una de las paradas en su viaje alrede-dor del mundo con todos los lujos.

Día 22 de marzo: Escuché los gritos de los recolectores, pero para cuando me abrí paso entre mis parientes muertos ya se ha-bían ido. Dejaron un papelito de que maña-na se darán otra vuelta. Esta noche nos tur-naremos con todos mis parientes vivos para dormir en la vereda: un rato mi primo Al-berto, un rato mi vieja y un rato yo.

Día 23 de marzo: Le tocó a Alberto reci-birlos. Justo a tiempo, porque le quedaban apenas unos minutos de vida. Una cuadrilla empezó a retirar los cadáveres del living y luego seguirán por el resto de la casa.

Día 24 de marzo: El living está casi vacío.Día 27 de marzo: Ahora sí, pasaron a las

otras habitaciones. Por suerte allí están los cuerpos menos hinchados, que pasan con fa-cilidad por la puerta. Antes de ayer sacaron a la tía Clotis y tuvieron que tirar de ella dos bueyes. Casi nos explota en la cara a todos.

Día 28 de marzo: Los recolectores se fue-ron un poco malhumorados. Esperaban una propina mayor por tantos días de trabajo y yo solamente tenía unos bizcochos del hijo

del medio del panadero, que son feos como negar a Cristo.

Día 2 de abril: La plaga mortífera dejó un vacío en nuestros corazones y ahora también en nuestro hogar. Somos solamente mamá y yo viviendo en una casa que nos queda dema-siado grande. Ella cree que deberíamos apro-vechar esta segunda oportunidad que nos dio la vida y hacer algo diferente.

Día 6 de abril: Lo decidimos. Nos pusi-mos a criar ratas, empezando con las que aparecieron abajo de los parientes al lle-várselos. Algunas están repletas de pulgas, pero dudo que un bichito tan pequeño pue-da hacer daño. Bueno, dejo por acá porque me duele mucho todo el cuerpo.

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Tres compañías, una carpa y un espectáculo a la gorra recorren Maldonado y Rocha este verano. Son las fran-

cesas Bazar Forain y Mini Compagnie junto con algunos integrantes de la uruguaya El Picadero, una asociación

civil con sede en Paso Molino, seleccionada por los Fondos Concursables para la Cultura. Se conocieron duran-

te unas vacaciones en la costa uruguaya hace unos cinco años y ahora, todos juntos, la recorren con un nom-

bre común que sugiere una experiencia transatlántica. Formaron tranzat, un show de circo contemporáneo con

malabares, soga, acrobacias aéreas y en piso, bajo, guitarra y cello eléctrico, más instrumentos no convencio-

nales, con los que 18 artistas y técnicos generan imágenes y música. Con el aporte económico de compañías e

institutos de la región de Limousin (Francia) y con el apoyo del Instituto Nacional de Artes Escénicas, el espec-

táculo cuenta la historia de un viajante que desarmó su casa y quiere emprender una aventura.

Al final de la gira, la carpa de circo quedará en Uruguay para ser utilizada en proyectos culturales y socia-

les, y entre abril y junio la agrupación binacional realizará una tournée por Francia. Este mes Tranzat estará por

La Paloma y Punta Rubia. La grilla se actualiza en facebook.com/circotranzat.

JAVIER CALVELO

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TRES EN UnO][ SEbASTIáN WAINRAICh EN EL GALPóN ][ kronos EN EL SOLíS

][ MUESTRA NACIONAL DE TEATRO EN PUNTA DEL ESTE

Cuando vino en 2010 a La Trastienda, Sebastián Wainraich estaba identifi-

cado, al menos de este lado del Río de la Plata, con su rol de conductor de televi-sión, en el pico de audiencia de TVR. Lo del stand up parecía una salida oportu-nista, un extra en el momento justo. Pero el público presente entendió enseguida que, con ese efectivo tono de antihéroe sobrador que lo caracteriza, el porteño tiene pasta para monologar. Después se lo vio con más frecuencia en programas de ficción, sumando apariciones y pape-les fijos en tiras como Ciega a citas, Los únicos y como el desalentador psicólo-go de Adrián Suar en Solamente vos. El humor era el denominador común y el soporte, algo secundario. Actualmente Wainraich conduce diariamente Metro y medio junto a Julieta Pink, en un ám-bito que conoce bien, radio Metro, don-de empezó siendo productor y guionista de Fernando Peña. A esta altura está fo-gueado en el arte del micrófono y en ser maestro de ceremonias de otros cómicos, papel que desempeñó, por ejemplo, para los especiales de VH1. Su mujer, Dalia Gutmann, es otra muy buena exponente del género.

En esta nueva visita a Montevideo va más allá del stand up tradicional, porque Wainraich y los frustrados es un uniper-sonal en el que encarna a tres personajes: Migue, un cincuentón insatisfecho y discri-minador que se encarga de poner la esceno-grafía de la obra; Franklin, que es el ilumi-nador pero, si no fuera por su madre, dice que hubiera sido futbolista; y la descontro-lada Estela, cocainómana y ninfómana, un rol sin filtro, que es el que más divierte a Wainraich. Después de que pasan “los frus-trados” del título, los decepcionados, los ex-cedidos, burlándose entre otras cosas del stand up, en la segunda parte del show y “de civil” el conductor termina monologando. “Estamos más preparados para la desgra-cia”, remata.

Wainraich trabajó durante más de un año en la creación del espectáculo y la construcción de los personajes, con la di-rección de Nano Zyssholtz, y tuvo a las ri-sas al Teatro Maipo por dos años. Ahora, en plena gira por Argentina y los países limítrofes, llega a El Galpón el sábado 7 de febrero a las 21.30 y el domingo 8 a las 20.00. Las localidades, entre 850 pesos y 1.300, se venden en Red UTS en los loca-les de Red Pagos y en Tienda Inglesa.

MiSeriaS COTIDIANAS

RESUMEN DE TEMPORADA

Empezó el 5 y sigue hasta el 11 de febrero en la sala municipal Cantegril (Salt Lake y Avenida Lit-man) la Muestra nacional de Teatro de Punta del Este. Contra los agoreros de la convocatoria que el teatro local pueda tener en época de calores, la muestra cumple 20 años, y la última edición de los Florencio premió esa persistencia.

Esta vez las obras que forman parte de la programación, siempre a las 22.00, son El tiempo todo entero, con elenco de la Comedia Nacional, que fue invitada especialmente por la organiza-

ción, la producción de El Galpón Tierra de Fuego, Love, Love, Love, del Circular, nada del amor me produce envidia, de la compañía Italia Fausta, Justo en lo mejor de mi vida, comedia de Espacio Teatro, Trampa para ratones, de Teatro de la Man-cha, Música de fiambrería, con dirección de Diego Arbelo, y delmira, dirigida por Luis Vidal Giorgi. Están previstas más funciones fuera de Cantegril en otros horarios y para el público infantil. Con-viene visitar la cuenta facebook.com/teatropun-ta por actualizaciones.

La segunda semana de febrero la Comedia Nacional y el Teatro Solís estrenan en copro-ducción en su sala principal Kronos, una calma erótica, espectáculo basado en el diario secreto del novelista y dramaturgo Witold Gombrowicz (1904-1969). Repudiado y temido a causa de las opiniones vertidas en su diario Argentino y en los diarios parisinos, con estas revelaciones íntimas Gombrowicz, cuya breve obra está es-trechamente ligada a su biografía, descubre un hombre vulnerable, enfermo y frágil. Encuentros sexuales en lugares públicos, peleas con ami-gos, negocios fallidos... trapos sucios de todo tipo operan como una llave para comprender el resto de sus escritos.

Los textos y la dirección del polaco Michal znaniecki combinan teatro, danza y música en una propuesta que no es apta para menores de 18 años, y que está programada por sólo siete funciones, del 12 al 18 de este mes, a las 21.00. Del elenco oficial destacan las participaciones de Florencia zabaleta y Elisa Contreras, quien este año deja la institución. Las coreografías son responsabilidad de Diana Theocharidis, mientras que la iluminación y el video art están a cargo de un experto mundial, Bogumil Palewicz, que además de la puesta en escena brindará un taller para técnicos. Las localidades cuestan 380 pesos.

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Thomas Pynchon, que ya había pasado los 60, sacaba apuntes como loco. Iba a ser

el año del ataque a las Torres Gemelas, pero también venía desinflándose la burbuja de las puntocom, ciertamente más liviana que la crisis financiera que explotó por estos lados. Después, durante 12 años, el nunca Nobel moldeó en secreto el material. En el medio publicó una novela de las grandes, Against The Day (A contraluz), y otra de las peque-ñas, Inherent Vice. Cuando finalmente a me-diados de 2013 apareció Bleeding Edge fue un acontecimiento: el escritor que le dio forma a la nueva ficción histórica se animaba con el evento que inauguró el siglo XXI.

Lo primero que uno quería saber, enton-ces, era si Pynchon, exquisito coctelero de la paranoia conspirativa, iba a contarnos la pos-ta sobre lo que pasó el 11 de setiembre. Pero él es demasiado bueno para eso: es un autor de ficción. Tal como había hecho en El arcoíris de gravedad (1973), especie de relato subte-rráneo y alucinado sobre la Segunda Guerra Mundial, en Bleeding Edge hay tanta explica-ción verosímil (económica) como escapadas de la imaginación. Por caso: la Nueva York en la que se desarrolla la novela tiene miles de lugares reconocibles, pero el más recurrente es un edificio, el Deseret, que no tiene un co-rrelato real (aunque está basado parcialmen-te en el Dakota, aquel con puerta al Central Park que alojaba a John Lennon) y ejerce una atracción irresistible sobre la detective fiscal que protagoniza la historia.

Maxine Tarnow, madre de dos adoles-centes, judía, en estado de semiseparación, se topa en medio de sus investigaciones ru-tinarias con indicios de un desastre inmi-nente. Vemos y escuchamos todo a través de

][ aL Límite, LA NOVELA DE ThOMAS PyNChON SObRE EL 11 DE SETIEMbRE ] [ JG LaGOS

COCTELERO POSMOella: Bleeding Edge es un trabajo finísimo so-bre el punto de vista basado en sutiles diálo-gos entre narrador y protagonista. Nos vol-vemos cómplices de esa mente bicéfala y por eso entendemos la reacción de Maxine cuan-do se acerca demasiado al complot, y por eso también padecemos cuando sus seres que-ridos rondan el World Trade Center, porque sabemos que la cosa termina mal, pero no es Titanic y buscamos sobrevivientes. Los en-contraremos, claro, pero también tropezare-mos con seres que están en un limbo virtual, habitando los primeros videojuegos relacio-nales abandonados. Si hasta ahora Pynchon decoraba sus tesis pesadas con infinitas refe-rencias al rock y la televisión, acá el lugar de la cultura pop lo ocupa el entorno digital; y es sobrecogedora la forma en que reconstruye y estetiza la experiencia de navegar internet —el significado ya se nos escapa— hace 15 años.

Como en Vineland (1990), la novela con la que se vengaba de la década del 80, la del

renacimiento conservador anglo, Pynchon nos advierte que la alianza nada exótica de los miliqueros y los codiciosos sólo esperaba agazapada el fin de la era Clinton. Pero tam-bién nos recuerda que, por más jodidos que estemos, nos quedan la curiosidad y el humor retroactivo. Convencido pero no dogmático, Pynchon permite fisuras en su prédica; siem-bra empatía, pero no perfección. Sus hom-bres buenos, por ejemplo, suelen carecer de intelectos hiperdesarrollados, mientras que las mujeres tienden a ceder ante el discreto encanto del macho autoritario.

Traducida como Al límite en la edición de Tusquets y llegada a este puerto hace po-cas semanas, Bleeding Edge pasa a coman-dar un grupito de novelas grandes —Falling Man (Don DeLillo), Todo está iluminado (Jonathan Safran Foer) y Pattern Recognition (William Gibson)— que se metieron con el 11-S. ¿Será Bleeding Edge lo último de Pynchon? Un cierre brillante, pero con él nunca hay que abandonar. Después de todo, estuvo casi 20 años sin publicar, pero en esta última dé-cada nos ha dado más páginas que en el res-to de su carrera. Misterioso él mismo —ya es un lugar común bromear, como hicieron Los Simpson, con su cuidado de la privacidad—, ha dejado una pista clara de su paradero a principios del milenio: estaba en Nueva York registrando todo para dar su versión libre de la catástrofe.

PEQUEÑO LEbOWSkISe dice que Pynchon alterna novelas pesa-das con otras más livianas, pero que esto último es relativo lo demuestra la reciente adaptación que realizó Paul Thomas An-derson de inherent Vice: uno se queda con la duda de qué puede llegar a captar de la película sin haber leído antes el libro. Claro que está Doc Sportello (Joaquin Phoenix), el detective drogón que por pedido de una ex novia se ve envuelto en un falso misterio. Si en el texto lo confuso de la trama queda relegado por la poesía, el humor y el registro de un ambiente, el del ocaso del peace & love sesentero en California, en el film hay poco que sostenga lo que en definitiva es la parodia de un policial. En 1998 Ethan y Joel Coen se inspiraron en las obsesiones de Pynchon para construir El gran Lebowski —y sin dudas Pynchon les devolvió el salu-do cuando publicó inherent Vice diez años después—, pero PT Anderson parece haber descubierto que no todo lo que reluce es cine. De todos modos, es inteligente su decisión de darle voz narrativa a una amiga del protagonista, cuando en la novela la tiene el autor, y es divertida la forma en que Phoenix, vía Jeff Lebowski Bridges, encarna a un investigador privado que no recuerda ni siquiera cuántos porros acaba de fumar.

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Té verde con jazmín, bollos de cerdo, combo de vermicelli, pho (sopa de fi-

deos) y café helado son las especialida-des del restaurante vietnamita May Hong. Ubicado en su clásico local de Boulevard Montgomery, en Albuquerque, estado de Nuevo México, tiene abiertas sus puertas de lunes a sábados, de la mañana a la noche, cuenta con un estacionamiento espacioso y relativamente seguro, la atención es exce-lente y su clima, familiar. Inserto en el cora-zón del popular centro comercial Paradise Square, se lo puede encontrar con facilidad entre los toldos blancos (o verdes, colorea-dos para la ficción) que protegen al shop-ping y a sus clientes del potente sol norte-ño, por un cartel pintado a mano con letras rojas y una simpática palmera verde entre el May y el Hong.

Cuando lugareños y clientes le indican el camino a los turistas de paso, también acos-tumbran mencionar su pintoresco negocio lindero, reconocible a kilómetros por una estatua de la libertad inflable tambalean-te sobre su techo, o su gran cartel con fle-cha indicadora de la entrada, que entre co-millas, signo de exclamación y cursiva reza “Better Call Saul” (mejor llamalo a Saul).

Allí funcionan las oficinas del abogado criminal Saul Goodman. En cualquier mo-mento Walter White, Jesse Pinkman o am-bos juntos podrían tirar abajo las puertas de su despacho buscando una solución rápida y un plan redondito. La calurosa sala de es-pera atendida por su secretaria Francesca aprieta en sus sillones a las más diver-sas víctimas del destino, desesperadas por unos minutos con este especialista en ca-sos complejos, amante de los buenos trajes, los masajes exóticos y el juego de pistolas láser típico de Albuquerque, que se convir-tió en uno de los personajes más populares de Breaking Bad, la serie de televisión que rompió todas las marcas de ratings y revolu-cionó el medio como ninguna antes.

][ teLeviSión ] [ FEDERICO MEDINA

BOB ODENKIRK SE CONVIERTE EN EL

PROTAGONISTA DE BETTEr CALL SAUL,

PRECUELA DE BrEAKing BAd

Y SEGURAMENTE LA SERIE MÁS

ESPERADA DEL AñO, A PUNTO DE

ESTRENARSE EN TODO EL MUNDO.

Con todas sus credenciales, el restaurante May Hong forma parte de ese fenómeno

tan extraño conocido como realidad, y tam-bién de la ficción. Mientras tanto, el 8 de fe-brero, el canal AMC estrena el programa que tiene a Saul Goodman como principal y ab-soluto protagonista: Better Call Saul. La pre-mière incluye dos explosivos episodios con-secutivos que se emitirán el domingo 8 y el lunes 9. Supera eso, May.

Este spin-off (es decir, programa derivado de otro), a cargo de los productores y guio-nistas Vince Gilligan y Peter Gould, se anti-cipa como una precuela de su multipremiada Breaking Bad. Las nuevas aventuras de Saul comienzan en 2002, seis años antes de su primer encuentro con Walter White.

Vince Gilligan, cocreador del persona-je junto con Gould, siempre imaginó a Saul como un tipo que se siente afortunado y a gusto consigo mismo, feliz y nada dramáti-co, todo lo contrario a Walter. Por tanto, el desafío que se plantean sus inventores des-de el comienzo es dónde está lo dramáti-co, dónde se origina el conflicto del sujeto que en Breaking Bad parece destilar armo-nía espiritual; cómo y por qué un abogado

irlandés del montón como Jimmy McGill se convierte en el casi ilegal abogado criminal Saul Goodman.

Las expectativas de los fanáticos de Breaking Bad sobre este nuevo show son

tan altas como las de los consumidores del producto de Heisenberg. Gilligan y Gould están al tanto y prometen no decepcionar entregando la sustancia televisiva con ma-yor grado de pureza que sus neuronas les permitan brindar en la fecha acordada con sus clientes.

El escenario de las acciones vuelve a ser la desértica y simpática ciudad de Albuquerque. La serie tendrá por lo menos dos grandes personajes interpretados por dos actores de renombre. Jonathan Banks vuelve a ponerse en el cuerpo y alma de Mike Ehrmantraut, el detective y solucionador de problemas más discreto y querible del mundo. El legendario Michael McKean, célebre, entre muchos ro-les, por su actuación en el insuperable falso documental This is Spinal Tap (1984), tendrá la gran responsabilidad de transformarse en el hermano de Jimmy, Chuck McGill.

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La primera temporada de Better Call Saul tendrá diez capítulos y ya está confirmada una segunda de 13 entregas.

La última vez que vimos a Saul bajaba de una camioneta con dos valijas a un vie-

jo depósito de aspiradoras a cargo de Ed (Robert Forster), quien lo ayudaría a desapa-recer y luego reaparecer en Nebraska con una nueva identidad. “Se terminó”, fueron las úl-timas palabras de Goodman, y su receptor fue el propio Mister White, en una de las escenas más dramáticas de toda la serie.

La primera vez que vi a Bob Odenkirk, el actor que interpreta a Saul Goodman, se llamaba Stevie Grant y era el chanta pero exitoso representante del conductor de televisión Larry Sanders, en The Larry Sanders Show (1992-1998). Ya se notaba mucha sustancia de Saul en aquel persona-je de trajes caros y frases matadoras de me-diados de los 90, pero todavía faltaban unos cuantos años para que Bob le diera la mano a su gran creación.

Estaba a punto de comenzar a rodar-se la segunda temporada de Breaking Bad,

cuando recibió una llamada de su agente, que empezó con la siguiente frase: “Te van a llamar. Por favor, ¡no digas no! Es mi serie favorita y es asombrosa”. Con esa consigna Bob atendió una segunda llamada, ahora del propio Vince Gilligan, para ofrecerle un pa-pel en una serie todavía muy poco conocida, incluso para Odenkirk. “¿De qué se trata?”, preguntó Bob. “Es un abogado sórdido”, res-pondió Vince. “Ok, puedo hacer eso”, resol-vió Odenkirk, con un tono propio de Saul. Pero tendría una duda más: “¿Es un abogado judío? No sé si va conmigo”. Vince le contó más del personaje y le confesó que Saul en realidad era irlandés pero que su nombre de fantasía les caía en gracia a los mafiosos, y además Saul Goodman suena muy parecido a “it’s all good, man” (está todo bien, hom-bre) y eso tranquiliza a sus clientes.

La participación de Bob Odenkirk como Saul estaba prevista en sólo tres episo-

dios de la segunda temporada de Breaking Bad, pero el personaje deslumbró a los crea-dores y especialmente a los fans de la serie, y el abogado criminal se convirtió en una pieza clave para la trama hasta su resolu-ción final, funcionando como permanente válvula de escape humorística, aunque no solamente.

En el programa de entrevistas Speakeasy Bob le confesó a su amigo y colega Paul F Tomkins que participar en Breaking Bad fue uno de los desafíos más grandes de su carre-ra y que con frecuencia el siguiente pensa-miento ganaba su mente: “Tengo que hacer-lo bien. Esta gente ya está pateando traseros y trabajando al más alto nivel. No lo puedo arruinar”. En el documental sobre la serie No Half Measures Vince Gilligan cuenta que Odenkirk a veces decía no merecer tan buen personaje. “Y por supuesto que se lo merece. Él sabe que es gracioso, y lo es. Pero todavía no se da cuenta en qué gran actor dramático se ha convertido. Lo es y siempre lo ha sido”.

Cuando Bob recibió aquella llamada, in-mediatamente pensó que Gilligan habría reparado en su Stevie Grant, de innegables similitudes con Saul, pero no. Vince resultó fan de uno de los proyectos más personales de Odenkirk, creado junto con el guionis-ta y actor David Cross: Mister Show (1995-1998), un programa de sketches de la cade-na HBO que influyó a toda una generación de comediantes, con un tipo de humor ca-sualmente gracioso pero siempre retorcido y oscuro, que atrapó a Gilligan desde el pri-mer episodio.

Odenkirk, que para Breaking Bad pudo al final enfocarse como nunca en la actua-ción, recuerda cómo en Mister Show no po-día dejar de pensar en cada plano, en cómo

estaban dispuestas las luces, la escenografía, mientras al mismo tiempo interpretaba va-rios personajes en el mismo sketch.

Para su Saul Goodman contó desde el principio con guiones agudos y brillantes pero su interpretación los elevó a otra ca-tegoría de excelencia. El ritmo expresivo que Bob le inyectó a Saul tuvo como princi-pal fuente de inspiración al famoso produc-tor de películas Robert Evans (El Padrino, Chinatown, entre muchas) y sus audiolibros de memorias hollywoodenses, en los que se escucha una forma de hablar grave y gracio-sa en monólogos en los que Evans se pregun-ta y responde a sí mismo, con bajadas y su-bidas sorpresivas de volumen, casi siempre con resolución ingeniosa e hilarante.

Robert John Bob Odenkirk, talentoso pe-lirrojo cincuentón, se prepara para in-

terpretar nuevamente el papel más impor-tante de su carrera. Su amigo y compadre, el comediante David Cross, lo define como un adicto al trabajo. Original de Naperville, Illinois, Bob cuenta con un impresionan-te historial como guionista, escritor, actor y productor. Hijo de madre cristiana y pa-dre alcohólico, cree que “el humor se trata de honestidad”, decir las cosas tal cual son. Así lo aprendió desde que su padre comenzó a concurrir a las reuniones de Alcohólicos Anónimos cuando él todavía era muy niño. No viene de un hogar vinculado al show business pero desde los ocho años ama es-cribir sketches, su forma preferida de hacer comedia; lo haría gratis si fuera necesario. En sus comienzos fue guionista del presti-gioso Saturday Night Live y escribió “Down by the River”, recordado sketch protagoni-zado por el finadito Chris Farley, que la re-vista Rolling Stone colocó en el puesto nú-mero uno entre los 50 mejores de la historia del programa.

Fue guionista del primer late night show de Conan O’Brien y de The Ben Stiller Show, fue la voz de Chaz en Futurama, hizo stand-up, un montón de papeles buenos en pelícu-las malas y de policía en la versión televisi-va de Fargo; es productor ejecutivo de The Birthday Boys, un nuevo show de sketches para el canal IFC; escribió un libro demen-te que se llama A Load of Hooey y otro jun-to con David Cross con guiones rechazados que se llama No!

Es muy fan de Mark Twain, Peter Cook y Woody Allen. A lo largo de su extensa trayec-toria Bob ha preferido mantenerse al mar-gen de la luz más intensa, postura que, ahora y por un tiempo, ya no podrá mantener.

¿Mi frase preferida de Saul? “Una vez le dije a una mujer que yo era Kevin Costner, y funcionó, porque me lo creí”.

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MANO dUraFrank Underwood es de lo peor. Una má-

quina programada con las máximas de Maquiavelo, preparada para sobrevivir en la jungla política de Washington DC y tre-par lo más posible en la pirámide. Es el whip de la bancada del Partido Demócrata esta-dounidense en la cámara baja; la traduc-ción literal del término es “látigo” y define al encargado de que se cumpla la disciplina partidaria. En eso, Frank Underwood es de lo mejor. Sus escrúpulos son inversamente proporcionales a su hambre de poder. En las primeras dos temporadas de House of Cards lo vemos hacer cualquier cosa, incluyen-do, claro, las áreas de lo inmoral y lo ilegal, sin que la culpa aparezca jamás a interrum-pir las caras de piedra de Kevin Spacey, que ganó en enero un Globo de Oro como me-jor actor en serie dramática por el papel. Al menos una vez por capítulo rompe la cuarta pared, mira a la cámara y le dice al público frases como “el camino al poder está pavi-mentado de hipocresía y de víctimas”, sin-cero como nunca en el resto de la serie. La amargura de Underwood es, al menos, jus-tificada: después de cuatro años de trabajo político, el presidente, que iba a nombrarlo secretario de Estado —cargo equiparable al canciller—, cambia de opinión y lo deja en el Parlamento, encargado de que se apruebe una ley de educación a pesar de la oposición de los sindicatos de profesores.

House of Cards es el proyecto más fa-moso de Netflix, la web que arrancó como un catálogo online pago y legal de progra-mas de televisión y películas no precisa-mente nuevas, pero que hace dos años co-menzó a producir material original —y a rescatar series canceladas por los canales de cable, como Arrested Development y The Killing—. Con un presupuesto infladísimo para los estándares de la pantalla chica, 100 millones de dólares por temporada, la idea surgió del interés del director David Fincher (conocido por su trabajo en pe-lículas como El club de la pelea y Pecados capitales) por incursionar en televisión

adaptando una serie británica de 1990 al escenario de Estados Unidos.

Fincher se colgó el traje de produc-tor ejecutivo, dirigió los dos primeros ca-pítulos y reclutó para guionista a Beau Willimon, que no sólo tenía experiencia en el cine político (coescribió Secretos de Estado, la película de 2011 de George Clooney) sino que además había trabaja-do en política como asesor de comunica-ción para varios políticos demócratas, in-cluyendo a Hillary Clinton. El resultado es una serie cínica, desesperanzada, poblada de periodistas que se venden por una pri-micia, líderes sindicales obsecuentes ante el poder y un personaje central detesta-ble, como en Breaking Bad y Los Soprano. Pero la actividad política no aparece como una elite corrupta que se dedica a robarles a los ciudadanos —la mirada “indignada” que cristalizó el movimiento Occupy Wall Street—, sino como un juego de intrigas de palacio, lejos de los mortales.

Netflix no libera sus cifras (Ted Sarandos, jefe de contenidos del proyecto, dijo en di-ciembre que los ratings han sido “terribles” para la creatividad de la televisión), así que no se sabe cuán exitosa es la serie en cuanto a números, pero las dos primeras temporadas recibieron halagos de la crítica y varios pre-mios; entre ellos, el Globo de Oro de Robin Wright (que interpreta a Claire, la esposa de Frank, una mujer fría y calculadora que diri-ge una ONG) también como mejor actriz dra-mática en televisión, que de paso fue la pri-mera vez que un galardón de ese tipo le llega a una serie que se transmite sólo por internet.

Conocedores de los hábitos de algunos adictos, en Netflix liberan todos los capítu-los de cada temporada el mismo día, y el 27 de febrero le toca a la tercera, que encuen-tra a Frank inaugurando el cargo más alto al que puede aspirar un político estadouniden-se. Por suerte para algunos, varios planes de fibra óptica de Antel vienen con meses de Netflix gratis, así que se esperan maratones de fin de semana.

Ideado para dar visibilidad a la genera-ción más joven de cineastas franceses y para que los internautas del mundo entero puedan compartir su afición al cine fran-cés, hasta el 16 de febrero sigue en línea la quinta edición de myfrenchfilmfestival.com, organizado por Unifrance Films con el apoyo de la Delegación Regional de Coo-peración con los países del Cono Sur y pre-sidido por el director Michel Gondry, el en-soñador responsable de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y La espuma de los días, por citar sólo dos.

El contador indica que el año pasa-do el festival tuvo cuatro millones de visionados de películas en 185 países y esta vez se suman nuevas plataformas asociadas (iTunes para América Latina) y video bajo demanda. Durante un mes los usuarios del planeta —este año se incor-pora India— tendrán acceso a diez largo-metrajes y diez cortos en 13 idiomas.

La selección 2015 incluye dos pelí-culas belgas en competición y fuera de competición, una cinta patrimonial (Plein soleil, de René Clément), con acceso libre, y dos películas francófonas canadienses. El rango a exhibir es tan diverso como un film que involucra a inmigrantes ilegales deambulando en la Gare du Nord (Eas-tern Boys, de Robin Campillo) en la misma grilla que aborda la desaparición de una mujer (L’etrange couleur des larmes de ton corps, de hélène Cattet y Bruno For-zani), un documental sobre el sitial de las matemáticas (Comment j’ai détesté les maths, de Olivier Peyon) y la historia de un adolescente que se descarga grafiteando de noche (Vandal, de hélier Cisterne). Ade-más, a propósito del atentado ocurrido en la redacción del semanario Charlie Hebdo, se puso a disposición gratuitamente fuera de Francia el documental C’est dur d’être aimé par des cons (Daniel Leconte, 2008), subtitulado en inglés. El film relata el jui-cio interpuesto en 2007 contra Charlie hebdo a raíz de la publicación de las cari-caturas de Mahoma.

Los internautas son invitados a votar por sus películas favoritas y a dejar sus comentarios en la página web. Al final del festival se entregarán cinco premios (tres de largometraje y dos de cortome-traje), incluyendo el del público, y las pe-lículas premiadas se proyectarán a bordo de los aviones de Air France durante seis meses a partir de julio. También se sor-teará una estadía para dos en París.

][ FESTIVAL DE CINE FRANCéS ONLINE

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][ house of cards LLEGA A SU TERCERA TEMPORADA

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entreTEJIDOS

“LA COLABORACIóN DE DISEñADORES DE MODA URUGUAYOS CON LAS EM-BAJADAS DE GUATEMALA Y MÉXICO RESULTó MUY INTERESANTE: LOS TEX-TILES ARTESANALES QUE SON TRADICIóN EN LA CULTURA MAYA DIERON UN TOQUE ÉTNICO A LA ROPA MODERNA, COMO SE NOTA EN LO PRESEN-TADO POR ANTONELLA LEYES. POR OTRA PARTE, UNA OBRA CON INFLUEN-CIAS INDíGENAS, DEL DúO DE ARTISTAS LEO ChIA-ChIO Y DANIEL GIANNONE, QUE SIEMPRE TRABA-JA CON LA TÉCNICA DEL BORDADO A MANO”.

“RUDI GERNREICh, DISEñADOR ICóNICO DE ESTADOS UNIDOS, AQUí CON SU VESTIDO GRÁFICO DE LOS AñOS 60. EL LOCAL MARTíN AzAMBUJA, INSPIRADO EN ESA MISMA DÉCADA, LOGRA CON SU GRÁFICA CASI UNA OBRA DE ARTE PARA UN ENCUENTRO INTERNACIONAL DE DISEñO EN MAR DEL PLATA”.

] [ CURADURíA: yUDI yUDOyOkO ][ tillfashiondouspart.tumblr.com

Primavera-verano 2015, Antonella Leyes, Uruguay. ][ Familia guaraní, Leo Chiachio y Daniel Giannone, Argentina.

Rudi Gernreich, 1967, Austria-Estados Unidos. ][ Trimarchi 12 años, 2011. Martín Azambuja, Uruguay.

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Las ocho horas lo encuentran poniendo en condiciones un Torres García. Él solo

con una pieza de cierto porte de uno de esos artistas a los que ya no puede consultar. Los contemporáneos, en cambio, llegan a inter-cambiar miradas y procesos con el propio téc-nico. Vladimir Muhvich trabaja en el Taller de Restauración de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación. Y, sobre todo, es artis-ta plástico: pintor, autor de instalaciones, cu-rador. Desde hace unos años y en forma in-dependiente está desarrollando el proyecto Engrama, una investigación sobre modelos de visualización morfológica y evolutiva de colecciones. Aunque sugiera tubos de ensa-yo y ampollas, es un dilatado análisis sobre el campo artístico y su corte básico, la anatomía de las piezas y la clasificación que obtienen en el conjunto. Lo que dejó ver concretamente el año pasado, como parte de la amplia y entró-pica selección del Premio Nacional de Artes Visuales, fueron unas esculturas blancas que cobraron vida mediante una impresora 3D, y que de algún modo funcionan como gráfi-cas del primer caso de estudio del proyecto: el propio Salón Nacional, de la edición 1939 (porque el catálogo de 1937 no tenía fotogra-fías) a la 2012. Esto es, una obra que analiza-ba una colección en particular, el marco en el que pretendía insertarse, y que lo logró.

A nivel macro, Muhvich busca sacar dife-rentes morfologías de colecciones del mun-do y elaborar una teoría comparativa. Ya pre-sentó el primer resultado de Engrama en la Universidad Politécnica de Valencia y en el Centro Gabriela Mistral de Chile, y aspira a desarrollar una residencia en el Reina Sofía. ¿Posibles hipótesis de trabajo? Cómo una co-lección puede haber influido a otra, diferencias entre una colección de arte contemporáneo y una moderna. Tratar de entender, en definiti-va, cómo el contexto político-cultural puede haber pesado en la construcción de esos acer-vos. Para eso Muhvich toma distintos patro-nes. “En esta instancia fueron la experiencia sensorial, la técnica de producción y las estra-tegias de conservación que pueda haber en re-lación con esas piezas que fueron premiadas. Lo que hice fue estudiar los Salones, lo premia-do por la oficialidad que dice qué es arte”, ex-plicó. En función de los catálogos, ese caudal

][ VLADIMIR MUhVICh, ARTISTA y RESTAURADOR, COMPARA ACERVOS ] [ MACARENA LANGLEIb

UN CORPUS MOLdeabLeEL PROYECTO EngrAMA GRAFICA LAS TENDENCIAS QUE SIGUIó EL ARTE PREMIADO EN EL SALóN

NACIONAL DESDE 1939 hASTA 2012, PERO SU MODELO DE INVESTIGACIóN TAMBIÉN SE PUEDE

APLICAR A OTRAS COLECCIONES DEL MUNDO Y MUTAR EN DIFERENTES FORMATOS.

de información era ingresado a un software que trabaja con teoría de grafos, que el artis-ta detalla así: “Básicamente es un nodo, que es información, y aristas, que es la unión entre la información. Eso empieza a generar morfolo-gías. Las podés agrupar por contenidos y des-pués podés empezar a hacer familias filotécni-cas. Cuando tenés una visión clara podés hacer familias filogenéticas y lo que estudiás es cómo ese árbol fue influenciado por el campo políti-co o por el cultural, viendo cuáles son los mo-mentos evolutivos que cambian la colección”.

Las conclusiones de este primer análisis histórico-técnico arrojaron que, “en perspec-tiva, es posible observar en las premiaciones

la tendencia a la desaparición de los medios tradicionales de expresión del campo del arte oficial”. El informe de Muhvich consigna, sin embargo, cierta reacción del sistema cuando las bases de la convocatoria del 56o Premio Nacional de Artes Visuales, el año pasado, lla-maron a un premio específico para pintura.

Formado en el taller de Clever Lara, Pedro Peralta y Edgardo Flores, en 2004

Muhvich ganó el Gran Premio del entonces conocido como Salón Municipal de Artes Plásticas. Desde 1996 trabaja en restaura-ción de pintura de caballete y a partir de

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2008 se especializó en instalaciones. Todavía destaca la experiencia con un montaje del Espacio de Arte Contemporáneo, donde una obra utilizaba la fuerza cooperativa para ge-nerar cambios en el lugar. Cinco bicicletas ergonométricas tenían dínamos conecta-dos a un arduino, que a la vez daba una señal a una bomba de agua. Según la potencia y la velocidad del pedaleo, hacía que lloviera en la zona del panóptico del museo. Se trataba de una interfaz corporal-tecnológica para la modificación del paisaje, a cargo del colecti-vo Oficina-Oficina. “Era de una complejidad enorme generar los protocolos de conserva-ción, porque en realidad casi todas son piezas de orden industrial. A veces tenés que guar-dar fichas técnicas de cómo es la pieza, cómo se construye, guardás el software, lo que dice el artista que se tiene que hacer, pero en rea-lidad podés conseguir otra bicicleta. Tenés que guardar el manual, la información co-rrecta, y todo lo que te permita nuevamen-te producir la pieza. Tenés que hacer análisis de seguridad, cuando hay piezas con las que la gente se puede caer... hay que hacer estu-dios de eso. Puede llegar a pasar que alguien se suba a una pieza de un museo, se caiga y

se lastime. En Europa, en Estados Unidos, si pasa, alguien lo va a pagar. Creo que es nece-sario tenerlo en cuenta”.

En buena medida Engrama es el derrotero natural de esa carrera que tanto tuvo que ver con generar obra como con preservar la ajena, pensar detenidamente en el acervo e incidir en él. Su forma de llegar a un método de medi-ción, con respecto a este trabajo, salió del des-glose técnico. “Generé tres grandes familias, una de producción bidimensional —dibujo, pintura, témpera, grabado—, una tridimen-sional y otra de nuevos medios y soportes, que no es sólo los nuevos medios como hoy los conocemos. Si tomo una visión histórica de la producción de arte, la idea se instala en 1912 con el collage y el ensamblaje. Tiene que ver con utilizar diferentes materiales; tam-bién tienen diferentes contenidos concep-tuales. Ellos son los que inauguran los nue-vos medios y soportes. Esas tres familias me ayudaron a organizar los campos”. Algunos casos eran ambiguos e incluso encontró que no concordaba la información que indicaba la ficha técnica y lo que mostraba la fotografía, dos elementos fundamentales para discernir de qué se trataba la pieza.

Con sus “bichos” blancos Muhvich tomó la decisión de convertir su investigación

académica en figuras. “En realidad, como pro-yecto, conceptualmente es una obra. Se basa en el trabajo de Richard Semon Wolfgang y Aby Warburg. El primero es un biólogo evo-lutivo que planteaba que todo ser vivo cuan-do se enfrenta a una situación genera una huella en el material predispuesto. Eso se llama engrama. El historiador Aby Warburg tomó ese concepto y planteó la idea de que existe un engrama cultural en la sociedad. Warburg hizo un estudio de lo icónico, de lo conocido en las producciones de arte, de ver cómo se repetía ese engrama en distintas so-ciedades en diferentes tiempos. Este concep-to busca hacer visibles los engramas de las colecciones materializándolos. Uno puede buscar los puntos que quiere hacer emerger, porque desde el punto de vista técnico, cada colección tiene una forma. Conceptualmente es una colección de arte, lo que pasa es que está sustentada por una investigación, que después puede terminar generando una ins-talación, un video, esculturas...”.

El software se lo proveyeron dos in-vestigadores españoles: uno trabaja en la Universidad de Ontario y otro en Andalucía, uno es matemático y el otro filósofo, y tienen un laboratorio donde aplican herramientas de análisis de la matemática en fenómenos humanos. Estudiaron cómo el Barroco espa-ñol cruzó a América, el entramado social de los jesuitas. “Cuando vi eso en un congreso me comuniqué con ellos y ahí empecé a ver cómo utilizar esa herramienta para el campo del arte. Metodológicamente lo que hacía era estudiar los catálogos, llenar fichas de Excel, tomando datos, después me metía en la pla-taforma para ingresarlos. Lo que se ve ahí son las relaciones y los vínculos que están en la colección. Eso salía en un formato de archi-vo y yo limpiaba la información, y lo llevaba a un diseñador 3D que ‘levantaba’ las piezas. A los puntos que tenían más información les daba altura. Y eso después iba a impresoras 3D. Estuve seis meses testeando, no queda-ba bien la impresión, tenía muchos defectos. Había que hacer un trabajo de posproducción muy grande. Las lijo, las pinto. A veces salían de diferentes colores porque se había termi-nado el plástico blanco. Yo estuve un tiempo sin pintar porque estuve arreglando mi casa y era obrero, pero ahora viene esa etapa de sub-productos de la investigación: trabajar con esas piezas, pintar, hacer grabados, esa parte donde hay menos cerebro”.

Mientras tanto, de tan científico que es el método aplicado por Muhvich, en la Facultad de Ingeniería tienen sus “bichos” bajo el foco: los comparan desde una perspectiva mate-mática para poner en práctica su propio algo-ritmo y observar similitudes.

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El escenario sobre el que trataremos es el de una computadora de pensamien-

to lento y reacción tardía: el típico dolor de cabeza. Puede ocurrir que algún componen-te esté fallando, para lo cual no nos queda otra que recurrir al servicio técnico. Pero también puede ser que el equipo no tenga el mantenimiento adecuado. Por eso, antes de consultar a un técnico, hay varias posibili-dades para aquellos que gustamos de meter mano. No es necesario ser un experto. Con pequeños atrevimientos y sin instalar nin-gún software que pueda comprometer la se-guridad de nuestro equipo podemos lograr buenos resultados. Windows cuenta con herramientas básicas y sencillas para llevar a cabo esta tarea. Y si buscamos en la web, cosa que recomiendo enfáticamente, vamos a encontrar unos cuantos sitios serios dis-puestos a ayudar. No hay mucho misterio.

Liberar tamaño disponible en el disco duro. Tanto en Windows 7 como en 8 u 8.1 diríjase al explorador de archivos, pinche sobre Mi PC o sobre Equipo e inmediata-mente va a ver sobre el disco C: el espacio disponible. Con poco espacio (menos de la cuarta parte del disco que almacena el sis-tema operativo), el equipo opera de forma dificultosa. Como primer paso, entonces, nos dirigimos al disco C: y apretamos el bo-

tón derecho del mouse, optando por Propiedades, pestaña General.

Pinchamos sobre el botón Liberar espacio y dejamos que el equipo trabaje. Nos apare-cerá una ventana con el espa-cio total a liberar y un listado con los ítems que borrará. Aconsejo marcar: Archivos temporales de Internet, Archivos de informes de error de Windows, Depurar archivos de volcado, Papelera de reciclaje, Archivos de volcado de memoria y

Archivos temporales.Antes de apretar el

botón Aceptar chequee abajo a la izquierda. Hay un

botón que dice Limpiar archi-vos de sistema. Pinche sobre él y

se sumarán al total de la limpieza los archivos de sistema innecesarios.

Desfragmentación del disco. A no asus-tarse con esta dura frase. Vendría a ser algo parecido a ponerle orden a la estantería. El desfragmentador se encuentra en la solapa Herramientas de las propiedades del dis-co duro. Este proceso lo puede realizar de forma independiente al descripto para el tamaño disponible. Si lo hace primero, es más completo. Incluso notará que hay op-ciones para configurar una programación del proceso.

Nunca almacenar carpetas con fotos, videos, películas, documentos en el es-critorio. Cuando el equipo prende, una de las primeras cosas que levanta es el escrito-rio. Es muy recomendable utilizar las carpe-tas instaladas por defecto: Imágenes, Video, Documentos. La diferencia entre hacer esto y tener varios gigas almacenados en el escri-torio es significativa.

optimizar el inicio de Windows. Hay varias aplicaciones que despiertan con el Inicio. Si tiene la posibilidad de configurarlas cuan-do las instala, no opte por que inicien con Windows. Retrasa el inicio del equipo.

No instalar más de un programa anti-virus. Windows 8 y 8.1 ya vienen con el Windows Defender. Para el W7 basta con bajar el Microsoft Essentials Security. Es gratis y liviano. No precisa instalar nada más para proteger el equipo; con actualizarlo pe-riódicamente es suficiente. El software anti-virus puede llegar a enlentecerlo.

Programe los respaldos. De esa forma puede evitar que se solape su actividad con la del software de Backup. Windows cuenta con esa herramienta. En lo personal, hago los respaldos manualmente con un disco duro externo y tengo deshabilitada la op-ción de respaldos automáticos.

Deshabilite las conexiones automáticas de office con internet. Tanto para Office 2010 como 2013, ir a Archivo / Opciones / Configuración del Centro de Confianza / Opciones de privacidad. Deshabilite las co-nexiones automáticas a internet.

Si después de tomar todos estos recaudos y acciones la performance de su equipo no mejora, bueno, es hora de llamar al técnico.

LIMPIEzA GENERAL][ SOPORTE AL TéCNICO ] [ QUIQUE PANIzzA

CóMO MEJORAR EL RENDIMIENTO DE

LA PC CON WINDOWS. ALGUNOS PIQUES

PARA EL MANTENIMIENTO BÁSICO.

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] [ DANIEL CARRANzA] [ DANIEL CARRANzA

Ensamblaje molecular

Si las impresoras 3D prometen una segun-da revolución industrial, es difícil imaginar lo que una máquina que es capaz de armar algo molécula a molécula (o incluso átomo a átomo) puede hacer. Este tipo de técnicas se encuentra en una muy primitiva etapa de desarrollo y muchos la consideran ciencia-ficción, aunque desde 2013 existen méto-dos teóricos para sintetizar moléculas.

e-Peso

Ya hemos hablado de las criptomonedas (o divisas digitales) y su potencial, pero recientemente algunos países se han pro-puesto incluir estas tecnologías en sus sistemas monetarios. La isla Dominica su-maría el bitcoin como una moneda oficial, Ecuador creará su propia criptomoneda (bajo control central) y Filipinas, una ver-sión digital del peso equivalente al 1% de la circulación.

Deep links

Se acentúa la tendencia a que las aplicacio-nes para teléfonos inteligentes se enlacen entre sí, generando nuevas formas de combi-nar sus usos. Un “enlace profundo” es cuando una aplicación no simplemente “abre” otra sino que es capaz de intercambiar datos o ir directo a una parte de un proceso. Así pode-mos ganar funcionalidades propias de una app, aun usándola desde otra.

Darknet

La red “oscura” o “profunda” es aquélla que está por fuera de la mayoría de índices y buscadores. De alguna manera, oculta del público en general. Con el surgimien-to de sitios como Silk Road, el concepto se ha popularizado para describir lugares de la red en los que se habla y se comerciali-zan desde números de tarjetas de crédito y drogas ilegales hasta material de porno-grafía infantil.

Nokia

Luego de la compra por parte de Microsoft, la marca Nokia finalmente desaparecerá (a excepción de algunos modelos de baja gama para países en desarrollo). Lo que fue uno de los íconos de la superioridad nórdica en telecomunicaciones dará paso a teléfonos marca Microsoft. Seguro mucho después de ser completamente olvidado, un Nokia 1100 todavía tendrá batería.

Aereo

La idea era ingeniosa: millones de peque-ñas antenas de televisión físicas hacían que grabar tus programas favoritos en Nueva York fuera legal. Técnicamente el servicio usaba tu antena para grabar tus programas y así evitaba distribuir contenido ilegalmen-te. A varios jueces les pareció que aquello de “técnicamente” no corría, así que el ser-vicio que amenazaba desmoronar la televi-sión, cerró.

Ya nadie dicese anda diciendose empieza a escuchar

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En el kilómetro 56 de la ruta Inter-balnearia funciona desde diciembre

Costaventura, un parque de diversiones in-serto en el bosque y con más de 60 activi-dades diseñadas en base a insumos natura-les, sobre todo madera, para implementar juegos con distintos niveles de dificultad, provistos de cuerdas, toboganes, trampas, túneles y canastas. Ocupa tres hectáreas en la entrada de Costa Azul y está próximo a la playa. El proyecto corrió por cuenta de un grupo de uruguayos, liderado por Gabriel Corbo y Eduardo Pose, quienes recurrie-ron a un fondo panameño cuyo principal inversor es venezolano. Hasta el momento, contando la compra del terreno, llevan gas-tados 1,8 millones de dólares.

][ INSTALARON PARQUE DE RECREACIóN EN LA COSTA DE ORO

DESTREzA PARA JUGAR

Las estrellas son los juegos de altura, aunque también hay un circuito sensorial que atrae mucho y otro gran tramo con obs-táculos para recorrer en bicicleta que se in-terna en la vegetación. Todavía es pronto para analizar la conducta local con respecto a este tipo de parques pero estiman que ob-tendrán un retorno de la inversión en unos cinco años. Si bien no saben cómo se com-portarán los aventureros, esperan recibir unas 200 o 250 personas por día y están tra-bajando para tratar de mejorar el transporte hasta la zona, ya que son pocas las líneas de ómnibus que entran al balneario.

Costaventura está pensado tanto para fa-milias como para actividades empresariales (outdoor training), salidas didácticas para centros educativos, festejos de cumpleaños y eventos diurnos. “El público general es el fuerte”, indicó Pose, “pero no desestimamos para nada a los colegios y trajimos muchos juegos outdoor para empresas, como el pén-dulo gigante, en el que uno se desafía a sí mis-mo con la altura a la que pretende llegar, o el birrarium, que se juega en equipos de cinco personas con cajones de bebidas; la idea es llegar lo más alto posible colocando cajones y el equipo colabora subiendo al que está en el arnés y ayudando al que le pasa los cajones”.

Quienes ingresen al parque deberán ajustarse al disclaimer o firma de responsa-bilidad, mediante el cual se comprometen a cumplir con las normas del parque, entre ellas no fumar en los circuitos. Más allá de

eso, el complejo está protegido por la emer-gencia móvil de la zona, y los monitores/ani-madores fueron instruidos en primeros au-xilios, además de contar con un desfibrilador dentro del área. El entrenamiento en medi-das de seguridad estuvo a cargo de una em-presa española especializada en la construc-ción de este tipo de parques, con certificados de calidad y seguridad europeos. Todos los elementos son importados y ellos mismos vinieron a instalarlos porque “en Uruguay no hay know how”.

Consultado sobre el impacto que la llega-da de los juegos tuvo sobre el lugar, Pose ase-guró que fue escaso. “Tratamos de respetar al máximo el entorno natural y los árboles están protegidos para que los juegos no los dañen: tienen maderas que soportan los ca-bles, entre los cables y la corteza del árbol”. No todo Costaventura está montado sobre árboles porque encontraron ejemplares muy jóvenes que no resistían tanto peso. Entonces levantaron columnas de acero importadas de Alemania para instalar los enseres de canopy.

Por el momento, aparte de los juegos, hay cafetería y venta de recuerdos. En una segun-da etapa aspiran a ofrecer alojamiento (ac-tualmente hay convenios con campamen-tos cercanos) y con ese propósito en marzo comenzarán a diseñar el Hostel Adventure. “Alrededor hay un haras, está Pueblo Chico, Los Azahares, hay paseos para hacer, está el arroyo Solís Chico. Es una zona que se pres-ta para el turismo aventura”, evaluó Pose.

hasta el 15 de marzo estará

abierto todos los días entre las

10.00 y el anochecer. El resto

del año funcionará los fines de

semana y abrirá especialmente

entre semana, por reserva

previa, para grupos.

www.costaventura.net

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][ MéTODO FELDENkRAIS CON bASTONES NóRDICOS

En asuntos del cuerpo el dos por uno no suele funcionar. Caso paradigmático:

aprendo a caminar con bastones nórdicos y, de paso, me llevo nociones de esquí. Nada que ver. El que quiera esquiar, mejor que busque la nieve. Éste es otro asunto, aun-que no menos agradable. El trabajo postu-ral es a conciencia, esa noción que dejamos de lado cuando vamos en automático por la vida y las rodillas se resienten, duele el cuello y la cadera no encuentra acomodo. Claudia Bejar propone comenzar con los bastones urbanos detrás del cuerpo, como acompañando lo que denomina “caminatas vitales”, hasta que esas extensiones al prin-cipio aparatosas se tornan necesarias y sir-ven de puntal. La idea es volver a usar más apoyos, revivir el desplazamiento en “cua-tro patas”, aquello que abandonamos con la infancia. Esto redundará en una mejor posi-ción al andar, incluyendo brazos y hombros (sí, se mueven), mejor estabilidad y menor presión sobre las articulaciones. Con la práctica se desarrolla la coordinación y el gasto calórico sube 40%. Pero atención: “El Método Feldenkrais no ejercita simple-mente los músculos sino que cambia la or-ganización en el propio cerebro”, postuló el neurólogo vienés Karl Pribam.

La rutina previa a la caminata implica pensar el lugar que ocupamos en el espa-cio, observar el equilibrio, fraccionar la res-piración, tanto al inspirar como al espirar. Como terapeuta e instructora del Método Feldenkrais, sistema de reeducación neu-romuscular creado por el científico ruso que le dio nombre, Bejar postula el man-tenerse en forma con placer, lo que no por casualidad tiene que ver con un uso eficien-te del esqueleto y la musculatura. O como

dice su mentora, Ruthy Alon, creadora del programa Bones for Life (Huesos para la Vida), “guiar al sistema nervioso para que encuentre mejores soluciones para el mo-vimiento”. A menudo se utilizan presiones en la pared o en el piso: por ejemplo, las ma-nos empujan una superficie firme, conec-tando esa acción con los omóplatos. “Lo que hacés hoy lo vas a hacer mejor mañana, lo que no hacés hoy no lo vas a hacer maña-na”, repite Bejar, citando a su maestra. Por eso no importa la edad ni la condición en la que uno se encuentre, siempre es posible incrementar la eficiencia del organismo, más que buscar un resultado estético.

Alon habla de permitirse la creencia de que lo fácil está bien, sin sacrificar el con-fort. Elongaciones, balanceo, sin impacto, gradualmente, sin contraer. Los movimien-tos pueden ser rítmicos aunque pausados. Todo el cuerpo se involucra para refinar su actividad. Bajar y subir una leve pendiente, levantarse del piso, sentarse, lidiar de ma-nera eficiente con la gravedad, rotaciones y desplazamientos en espiral. Investigar otros patrones de movimiento integra las consig-nas. Y descansar, respetando el ritmo propio y natural, sin competir.

Bejar, que se formó en Estados Unidos, es especialista en biomecánica y ejerce la do-cencia en expresión corporal en la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático. Las consultas particulares, entre otras cosas, por osteoporosis, se alternan con clases grupa-les que anuncia puntualmente en claudia-bejar.blogspot.com. Lo próximo es el inicio, el 23 de febrero, del Seminario intensivo y Formación de Profesores en Walk for Life. Por más información, escribir a inteligencia [email protected]

PASO a PASO

IGNA

CIO

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RIOz

Con un promedio de 150 visitas diarias, la pla-taforma voyadedo.com testea desde octubre la consigna “una nueva forma de viajar por la web”. De manera colaborativa, en el sitio se pueden buscar y publicar viajes de mediana y larga distancia. De esta manera, se conectan pasajeros con conductores que quieren llegar al mismo destino, dividiendo costos, optimizan-do el uso del transporte, con menos impacto en el ambiente y descongestionando en alguna medida las carreteras. El trato es que el precio acordado entre las partes no supere el 60% del pasaje en ómnibus.

“Al ser emprendedores uruguayos, busca-mos llevar el concepto de ir a dedo, pero volcán-dolo a la web. hoy en día es un sitio adaptado para dispositivos móviles pero hay más metas a corto plazo, relacionadas al mundo de las apps”, explica Gonzalo Besil, uno de los responsables. Destacan como ventajas comparativas frente a la usual práctica de hacer dedo que así se pue-de conocer de antemano qué viajes hay publi-cados y a qué destinos, filtrando los más afines: “También es una seguridad para las dos partes, porque pueden saber y elegir con quién viajan, a qué velocidad promedio y ver las calificacio-nes de ese usuario”. Los interesados en ir hasta algún lugar que aún no esté posteado pueden generar alertas para que el sistema les avise.

¿Cómo sigue el proyecto? “La idea es vali-darlo con el público uruguayo este verano y ver qué les parece. Si la experiencia es positiva, seguir aportando valor a nuestros usuarios creando aplicaciones para celulares en mar-zo de 2015 y premiando a los que más usen el sitio. También estamos mirando de cerca a otros mercados de la región. En este momen-to trabajamos en mejoras y recomendaciones que nos han dado conductores y pasajeros”, agregó Besil. Los viajes más solicitados son a balnearios de Rocha.

Por la misma época comenzó a operar en plaza la comunidad de carpooling tripda.com.uy. El emprendimiento, originado en Estados Unidos, está presente también en Argentina, Brasil, Colombia, México y Chile. En este caso la compañía utiliza estímulos como “lo que impor-ta no es el destino sino el camino” y “gastá me-nos en nafta mientras hacés nuevos amigos”.

TU RUTA ES Mi rUta][ VIAJES COMPARTIDOS

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que nada había leído salvo la comparación “que dice de ellas Cervantes con ocasión de pintar las extraordinarias narices de Tomé Cecial, amigo de Sancho Panza”. Hacía las siguientes recomendaciones para su culti-vo: “Sembrar en almácigo por el equinoccio

de Septiembre, y cuando las plantitas se hallan en buen estado se traspo-

nen en tierra buena, dándoles a unas de otras la distancia de 3 cuartas”.

Mencionaba este político y religioso una clave para la ópti-ma conservación de la semilla para usos posteriores: “Se re-coge la semilla cuando el fru-to está sazonado; pero aquí las más veces se malogra, no tanto porque no sazone bien, como porque engolosinados los que las tienen usan de todo el primer fruto, del que sólo

pueden esperar buena semilla, y cuando acuerdan de la semi-

lla para el año siguiente, el fru-to segundo o tercero no tiene ya

tiempo de llegar a sazón y dar bue-na semilla”.

][ DE ESTACIóN: bERENJENA

] [ ALEJANDRO MORALES, PAUL bENNETT ] [ raMirO aLOnSO

“... comunmente dezimos verengena; es el fruto de cierta mata, que algunos quieren sea efpecie de mandragora: en Castilla ay copia dellas, y particularmente en Toledo, que por usar su pasto en diferetes guisa-dos, los llaman berengeneros. Los latinos llamaron a las verengenas mata insana: por ventura, porque alteran al hombre, provocándole à luxuria: y a esta causa las llamaron por otro nombre Amoris Poma, y no por su parecer y hermosura (…) Diego de Urrea dize ser nombre compuesto de Be-den, que significa cuerpo y gianum malo. Esto se puede aplicar a su calidad por engendrar melancolías, y despertar malos desseos: y aunque avia de estar en la le-tra V la puse aquí por ser B en su origen la primer letra”.

Tesoro de la Lengua Castellana o Española (1611), Sebastián de Covarrubias Orozco.

bERENJENA COMO PATéCuando haga un asado, use un espacio de la parrilla para cocinar unas berenjenas en mi-tades. Primero del lado de la carne y luego un largo rato del lado de la piel. Cuando la pulpa esté tierna y suave, quítela y con un tenedor písela enérgicamente. Mezcle según su gus-to jugo de limón, perejil, menta, ají picante y cebolla roja picada. Tueste pan sobre las brasas y sírvalo en medio de la mesa. Para la misma receta también puede co-cinar las berenjenas enteras en el horno convencional hasta que es-tén bien arrugadas y la pulpa está cocida. En ese caso, junto con las berenjenas, cocine ajos enteros y mezcle ese puré con los demás ingredientes.

bERENJENA GUISADA CON TOMATES PARA VARIOS USOSLa berenjena es una esponja y lo que mejor ab-sorbe es el aceite. Pele a medias 3 berenjenas; eso es, dejar una cinta de piel y una no, como si fuera la camiseta de Wanderers. Píquela en cubos de 2 centímetros y, en un bol grande, mézclela con mucho aceite de oliva, tanto que queden totalmente aceitadas. Ahora debe do-rarlas: use una sartén u olla de fondo grueso y trabaje en tandas para lograr temperatura alta. Sobre un fondo de aceite bien caliente los cubos de berenjena ya embadurnados se dorarán y ablandarán. Una vez que estén todos dorados, resérvelos. En la olla lleve ahora a fuego moderado 6 dientes de ajo picados chi-cos y cuando éstos bailen en el aceite agregue 4 tomates maduros rallados (corte los tomates al medio y con la parte gruesa de un rallador de queso, rállelos descartando la piel). Deje coci-

EN LA CoCINA

DESDE LA SEMILLA

Cargado de incertidumbres, se vincula el origen de la berenjena al sudeste asiático; los datos más antiguos que se conocen la es-tablecen en el estado de Assam, al noreste de India. Con varias de-nominaciones en sánscrito, ben-galí e hindi, se la conoce en esa zona como brinjal. En 1575 el botánico alemán Leonhard Rauwolf des-cubrió la berenjena en Aleppo (Siria), donde estaba trabajando, y anotó el nombre de la planta, que era melongena y bedenigian. Inca Garcilaso de la Vega asegura en el tomo 5 de su Historia del Perú que “no las había antes de la entrada de los españoles”.

El doctor Manuel Pérez Castellano (1743-1815) no era de-masiado adepto a las berenjenas, si bien admite que la primera vez que las comió le gustaron mucho porque halló en ellas “una puntita de ácido que las hace gratas al paladar”. Dejó constancia de que aprendió sobre el asunto de los chaca-reros vecinos del Miguelete, ya

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CoN EL PRoDUCToR

Escasos seis kilómetros de la ciudad de Sauce, por ruta 67, son los que hay que recorrer para llegar a Paso de Medio y a la chacra de la fami-lia Gutiérrez. Las centenarias piedras de las paredes de la vieja bodega y el embriagante aroma floral del jardín nos acompañan has-ta la sombra de un nogal, donde nos espera Andrés. Tres generaciones comparten las ac-tividades productivas hortícolas en este pre-dio, donde la familia está desde 1946, cuando se asentó el bisabuelo. “De mediados de oc-tubre en adelante es la mejor época para ha-cer el trasplante de los almácigos de berenje-na. Los frutos resultantes de esa siembra son los mejores”, comenta Andrés Gutiérrez. Los prepara en un pequeño invernáculo y asegu-ra que “en 30 o 35 días están prontos los plan-tines para llevar a tierra”. La germinación de las semillas y el desarrollo de las plántulas siempre es un proceso delicado. Buscando optimizar los resultados, él y su familia rea-lizan algunas prácticas simples, como poner las semillas en remojo durante casi 24 horas previo a la siembra de los almácigos.

A su vez, con algunos elementos reutili-zados, este productor construyó una efecti-va cámara de germinación: un cubo con pa-llets de madera forrados con espuma plast, el termostato de un calefón en desuso y media docena de lámparas incandescentes permi-ten que, una vez sembradas las bandejas de almácigos, reciban durante un par de días la temperatura ideal para propiciar la germi-nación de las semillas: “Simplemente es ne-cesario controlar la correcta humedad del

sustrato de las bandejas y aten-der los tiempos de germinación según la variedad que se esté sembrando”.

Como productor agroeco-lógico, Gutiérrez apela cons-tantemente a la creatividad para optimizar el trabajo y a la búsqueda del equilibrio del sistema productivo. El control de las malezas es uno de los puntos clave para el éxito. “Sembramos be-renjenas ‘a campo’ y en inver-náculo: en ambos casos estamos consiguiendo óptimos resulta-dos en el control de las malezas”, apunta. “En los cultivos a campo estamos utilizando nailon biode-gradable como cobertura de los canteros; tiene menos duración que el utilizado comúnmente pero se mantiene intacto durante unos 60 días, que es el momento más crítico de competencia de las malezas con las plántulas en de-sarrollo”. En los invernáculos, en cambio, utilizan papel como cober-tura. “Son bobinas de papel recicla-do que, en el caso de cultivos de ciclos cortos, dura todo el proceso, y en el de ciclos largos, permite que las plantas se desarrollen hasta que adquieran el porte ne-cesario para que hierbas indeseadas no com-pitan por nutrientes”.

nar el tomate unos minutos, quite la espuma y, cuando tomen color rojo intenso, agregue las berenjenas doradas y siga cocinando hasta que el conjunto esté bien ensamblado, unos 20 mi-nutos tapado y a fuego bajo.

Esta preparación básica puede tomar varios caminos. Se puede agregar un chorro de vinagre de jerez o vino, aceitunas picadas y alcaparras y servirse a temperatura ambiente como guar-nición de carnes o como parte de una mesa de verano con otras ensaladas.

Caliente puede ser la salsa de una pas-ta, como una bolognesa vegetal, con un poco de queso duro rallado. O acompañar un arroz blanco coronado con un huevo frito. También se puede servir frío sobre unas tostadas o mezcla-do con queso fresco.

En todos los casos se recomienda agregar hierbas como albahaca, menta, orégano fresco, perejil. Una de ellas o la mezcla de varias.

bERENJENA COMO MILANESACorte la berenjena en rodajas de medio centí-metro, páselas por harina, huevo batido y pan rallado. Fríalas en abundante aceite de girasol bien caliente. haga lo mismo con zapallitos y zucchinis. Mézclelos en una fuente y acom-páñelos con tomates de verano, albahaca y aceite de oliva.

bERENJENA COMO PICkLEPele totalmente la berenjena. Córtela en roda-jas de medio centímetro y luego en tiras finas. En una mezcla hirviente de 60% agua y 40% vinagre de vino, cocínelas apenas unos minu-tos. Tienen que estar cocidas pero firmes. De-jar escurrir bien en un colador; incluso apriete suavemente para quitar el exceso de líquido. Una vez escurrido, mezclar en un bol con ajo la-minado, ají seco molido, orégano seco y granos de pimienta. Meter bien apretado en un bollón y tapar totalmente con aceite de oliva cuidando de que no queden huecos de oxígeno. Guardar en lugar fresco y dejar unos días antes de con-sumir. Una vez abierto el bollón, guardar en la heladera. Acompaña bien carnes asadas y a la plancha, y fortalece ensaladas.

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El maridaje es el arte de elegir la bebida más adecuada para cada plato, ya sean

tomados uno a uno o en el contexto de una comida. En este caso el método utilizado re-laciona dos elementos, la comida y el vino, ba-sándose exclusivamente en la degustación de estos componentes. Para abordar este tema me voy a basar en la “técnica de abbinamen-to” propuesta y utilizada por la Associazione Italiana Sommelier (AIS).

Primero tenemos que analizar el plato que vamos a maridar. Debemos comenzar por considerar los cuatro sabores básicos (dulce, ácido, salado y amargo), pero además tenemos que evaluar el contenido graso, la untuosidad, la suculencia o jugosidad (que puede ser intrínseca al alimento, inducida por la cocción o generada por la adición de al-gún tipo de salsa), la intensidad aromática, el contenido y tipo de especias y, por último, la persistencia gusto-olfativa del plato.

A continuación debemos realizar lo mis-mo con el vino. Como en el caso anterior, primero hay que analizar los cuatro sabores básicos, pero también evaluar si tiene o no efervescencia, la tanicidad, el contenido alco-hólico, la suavidad o morbidez, la intensidad aromática y la persistencia.

Una vez que estudiamos los dos componen-tes, se trata simplemente de relacionar adecua-damente la comida con el vino, con el objetivo de buscar el equilibrio. Si el plato a maridar tie-ne un sabor realmente ácido o amargo será di-fícil encontrar un vino que nos proporcione un buen punto medio. Por eso es importante que ambos sean de por sí equilibrados. Otra cosa

ENCAJE arMOniOSObien distinta es cuando hablamos de platos que tienen una ligera sensación o tendencia hacia uno de los sabores básicos. Por ejemplo, hay muchos alimentos que tienen una inclinación a lo dulce, producto del alto contenido en al-midón (arroz, pasta, papas, legumbres, etcéte-ra). El almidón por sí solo no presenta un sabor dulce, pero al ser degradado en la boca por la enzima amilasa se transforma en maltosa, un disacárido de sabor dulce. Otros alimentos con tendencia dulce son los crustáceos, la carne de buey y todos aquellos ricos en grasa, que acen-túa la morbidez.

El maridaje se basa en dos principios fun-damentales: contraposición y concordancia. Cuando nos referimos a lo primero, lo que queremos simplemente es contrarrestar (no eliminar) con el vino una sensación domi-nante en el plato, buscando obtener un buen equilibrio. Lo básico es que el resultado final sea mejor que la comida y el vino por sepa-rado. Por ejemplo, si un plato se caracteriza por una sensación mórbida, como los lan-gostinos, buscaremos moderarlo con vinos que tengan buena acidez, como puede ser un blanco o un espumoso.

El principio de concordancia lo aplicamos para dos aspectos bien distintos. En el caso del sabor dulce, propio de los postres, debe exis-tir correspondencia entre ese dulzor y el con-tenido de azúcar del vino; el objetivo es que no exista una sensación dominante. Por otro lado, también debe existir concordancia entre la intensidad y la persistencia tanto aromática como gustativa. De no ser así, esto nos privará de disfrutar plenamente del placer conjunto.

Para finalizar me gustaría comentar un as-pecto importante pero no determinante

en el maridaje: la sintonía aromática entre plato y vino. La intención es encontrar una conexión aromática buscando la armonía plena. Una técnica utilizada en muchos res-taurantes es llevar sus platos hacia los vinos incorporando aromas que podemos encon-trar en el vino elegido. Para poner en prácti-ca todo esto, ¿con que acompañaríamos, por ejemplo, un risotto de hongos? Según las ca-racterísticas del plato, con la tendencia dulce aportada por el arroz, necesitaremos un vino con buena acidez, untuoso y con cierto efecto deshidratante (alcohol/tanicidad). Una co-mida gustativa y aromáticamente intensa, lo segundo debido a los hongos, necesitará un vino igualmente intenso, tanto en lo gusta-tivo, como en sus aromas —preferiblemente más evolucionados buscando la sintonía—, con volumen y persistente. El resultado po-sible podría ser un vino blanco fermentado en barrica, por ejemplo, un chardonnay, con cierta graduación alcohólica y con crianza en botella. También se podría probar con un vino tinto maduro, pero sería determinante que conservara una buena acidez y que ade-más la tanicidad no fuera excesiva, ya que si bien el plato presenta buena untuosidad, un vino muy tánico podría provocar una sensa-ción final secante. Personalmente me incli-naría por la primera opción.

][ CóMO MARIDAR VINOS ] [ IGNACIO GONzáLEz MUzIO

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][ FESTIVAL MEDIO y MEDIO

][ FeStivaL we coLor EN LA PALOMA

Joan Manuel Serrat inicia su gira mundial el 24 de febrero en Uruguay y los conciertos que dará en el Auditorio Adela Reta lle-

van el nombre de su último disco, Antología desordenada, aunque sea virtualmente imposible recrearlo en vivo. Sucede que es un dis-co cuádruple, porque antologar al prolífico catalán, autor de más de 600 temas, no podía llevar menos. Lo hizo él mismo, seleccionando sus 50 canciones imprescindibles, y lo acompaña un malón de vie-jos amigos y nuevos talentos en 31 duetos y nuevas versiones. Así se vuelve a disfrutar de “Para la libertad”, “Hoy puede ser un gran día”, “Aquellas pequeñas cosas” y “Algo personal” en las voces de Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Estopa y Ana Belén, e incluso acompañado por Les Luthiers y su coterráneo, el humorista Andreu Buenafuente. Esas mismas canciones que seguramente llenen de nostalgia al público que del 24 al 28 de febrero y el 2 y 3 de marzo a las 21.00 se acerque al Auditorio para festejar el medio siglo de ca-rrera del artista.

Para ser exactos, el 18 de febrero es el aniversario de la primera actuación en público de Serrat. Fue en 1965 en el estudio Toreski de Radio Barcelona, en el programa matinal Radioescope, conduci-do por Salvador Escamilla, verdadero promotor de la llamada “nova cançó” catalana. Desde esa primera oportunidad, Serrat ha llevado sus canciones por los escenarios de medio mundo siendo uno de los artistas españoles que gozan de mayor prestigio internacional. En 2014 recibió el homenaje de los artistas como persona del año en los Grammy Latinos y en la víspera de la gala fue el protagonista absolu-to en el Mandalay Bay Convention Center de Las Vegas, en un even-to en el que participaron, entre otros, Rubén Blades, Miguel Bosé, Calle 13, Lila Downs, Juanes, Niña Pastori, Joaquín Sabina, Soledad Pastorutti, Diego Torres y Vicentico, que interpretaron temas del repertorio del Nano. Los precios para verlo en Montevideo van de 770 a 3.530 pesos.

El 14 de febrero un encuentro distinto tendrá como epicentro la zona de La Aguada, en La Paloma (Rocha). El festival We Color celebrará su primera edición en Uruguay bajo la premisa de que si “vivimos en ciuda-des grises, nos convertimos en personas grises”. Por eso proponen dejar atrás “la polución, el consumo y el estrés” con una fiesta multitudinaria para bailar y reír. El toque distintivo de este festival —ya se celebra-ron tres en la localidad de Pilar, en Buenos Aires— son unos polvos de colores que los asistentes, al unísono, lanzan al aire una vez por hora, generando un arcoíris humano, mientras los DJ hacen su trabajo. También tocarán hermanos Láser y Croupier Funk.

Se trata de una fiesta para mayores de 18 años, de varias horas de duración, en un predio ubicado en la avenida Costanera Tabaré y Avenida de los Argentinos, donde se venderán bebidas y comidas. La fiesta em-pieza a las 16.00 y con la entrada, que cuesta 280 pe-sos, se entregarán dos bolsas de colores por persona. El evento se reprogramará en caso de mal tiempo.

Arranca en diciembre, con el clásico show de hugo Fattoruso (que tiene un escenario con su nombre), y no para hasta marzo, con visitas desde países veci-nos que se han hecho asiduas, como las de Adriana Varela y hermeto Pascoal, y algunas extrarregiona-les, como fue el espectáculo que dio el líder de Café Tacuba, Rubén Albarrán, en enero. Así transcurre el Festival Medio y Medio, en el club de jazz de Porte-zuelo (Avenida del Parador Viejo y Brisas del Mar), que se presenta además como un restaurante con cocina de autor a cargo de la chef Graciela Ferreres. El maridaje consiste en disfrutar de buena música, cenando, por ejemplo, unos spaghetti Medio y Medio (con crema de puerros y mejillones). No son pasiones de verano: en el marco de la serie “en vivo en Medio y Medio” varios shows fueron registrados.

El plan se completa estos días con la presen-cia del bajista Javier Malosetti. hijo del guitarrista de jazz Walter Malosetti, fallecido hace dos años, y ex integrante de la banda de Spinetta, desde 1993 está desarrollando una carrera solista que le deparó sus buenos premios: en el 2000 fue la reve-lación de jazz según el diario argentino Clarín y de ahí en más se llevó varios Gardel. Suena grandilo-cuente, aunque en escena Malosetti se comporta más como un niño con ganas de jugar, con su bajo, con su banda, con la pedalera.

El resto del mes estarán Gustavo Cordera, Lisan-dro Aristimuño, Jaime Roos, hilda Lizarazu, Liliana herrero y Juan Falú. Todos los shows comienzan a las 22.30.

CATALÁN CONSTANTE][ Serrat en eL aUditOriO deL SOdre

LA Otra PUNTA

ARCOíRIS DE SAN VALENTíN

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× ¿Qué te llamaba la atención de la cul-tura uruguaya? Que no fuera autorrefe-rente como la italiana o la brasileña, que mirara para afuera. También la división que algunos hacían entre la música comercial y la “de verdad”.

× ¿Cuáles eran tus boliches favoritos de Montevideo y por qué? Perdidos en la No-che, Amarillo, El Perro Azul, y muchos otros de los que no recuerdo nombres. Además de tocar en esos lugares, cuando no tenía nada que hacer iba a escuchar bandas y a conver-sar con gente.

× ¿Qué recordás de tu estadía en el Palacio Salvo? Primero estuve viviendo en Pocitos y después me mudé al Salvo. De ahí lo que más me acuerdo son los chanchullos deplorables de los accionistas que administraban el edi-ficio. Una vergüenza.

× ¿Cuál era tu trayecto favorito para an-dar en bicicleta en Montevideo? Desde el Palacio Salvo hasta Malvín por la Rambla, en los días en que no había viento.

× ¿En qué locaciones y con qué banda sonora filmarías la historia de tu vida? En 18 y An-des, con la música de Eduardo Darnauchans.

× ¿Viajaste a Cabo Polonio? Estuve unos días en una carpa durante mi primer verano uruguayo y la pasé tan mal que nunca más volví.

× ¿Qué cosas te preguntan los italianos sobre Uruguay? En general me pregun-tan sobre José Mujica. Entonces respondo que ya no estaba viviendo allá cuando fue elegido presidente y que sé lo mismo que ellos. Y sobre Uruguay digo siempre que todos los que me fueron a visitar cuando vivía en Montevideo se querían quedar.

× ¿Qué sabés hacer? Quejarme y deprimir-me; soy un experto.

× ¿El viaje que planeaste y nunca hicis-te? Nunca planeo los viajes, los padezco como una punición.

× ¿Te gustaría conocer extraterrestres? Solamente si no huelen mal.

× ¿Qué cosas te ponen nervioso? Viajar, que me hagan muchas preguntas y que me cuenten los sueños.

× ¿Con qué personaje o famoso te gusta-ría viajar? Con el chef Anthony Bourdain.

× ¿Un disco para viajar? En este momento (mañana va a ser otro) We Come From The Same Place, de los Allo Darlin’.

× ¿Un viaje de ida? La muerte.

× ¿Qué deseo cotidiano te reprimís? Patear al perro que vive debajo de mi casa y pa-tear a los perros que se definen actores en los sets donde tengo que trabajar.

× ¿Un lugar al que no retornar? A Panama City, donde rodé una película con Benicio del Toro y Josh hutcherson. Es un lugar donde no hay nada bueno que rescatar: ni el clima, ni la comida, ni la ciudad, ni la música. Tienen el canal de Panamá y nada más.

× ¿El viaje más reciente? Estuve trabajan-do dos meses en Puglia, rodando una co-media italiana con una actriz argentina de quien nunca había oído hablar: Liz Solari. El lugar es en el sur de Italia, hace mucho ca-lor, tiene linda playas, muy buena comida y vinos ricos.

× ¿Qué fue lo más curioso que te gritaron desde abajo del escenario? ¡Toquen una que sepamos todos!

] [ NELSON bARCELó ] [ aUtOrretratO de Maxi anGeLieri ][ INTERVENCIóN: MARTíN AzAMbUJA

MaxiMiLianO anGeLieri NACIó EN

ROMA hACE 46 AñOS Y DURANTE LOS

90 ESTUVO RADICADO EN MONTEVIDEO,

DONDE FORMó EL GRUPO EXILIO PSíQUICO

JUNTO A ORLANDO FERNÁNDEz. CON

ÉL GRABó CUATRO DISCOS. hACE

MÁS DE UNA DÉCADA QUE DECIDIó

VOLVER A ITALIA, DONDE TRABAJA

COMO MICROFONISTA EN SETS DE CINE.

MESES ATRÁS EDITó POR AYUí JUgAndo

SiEMPrE En SEgUndA diViSión. LO

DEFINE COMO UN “CASI REGRESO DE

EXILIO PSíQUICO”, YA QUE PARTICIPARON

MúSICOS QUE INTEGRARON LA BANDA,

QUE ADEMÁS SON LO QUE MÁS EXTRAñA

DE URUGUAY.

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EL NUEVO PARLAMENTOlos que ingresan, las trampas a la ley de cuotas y la “bancada evangélica”

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relatos de garcía lao, maslíah, delgado, sanchiz, di pierro, rodríguez Juele, giordano, bianchini, alcuri

AYAHUASCA Y PASTA BASEdos caminos inversos

LLAMEN A SAÚLuna serie que viene antes y después de Breaking Bad

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