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1 LENGUAJE Y COMUNICACIÓN EN LOS MEDIOS MÁSTER EN CIENCIA DEL LENGUAJE Y LINGÜÍSTICA HISPÁNICA- UNED CURSO 2014-2015 Profesor: Juan Manuel Villanueva Fernández TEMA 1: PERSPECTIVAS SOBRE LA COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA a. Resumen del capítulo 1 de Estilo y texto en la lengua (“Al margen de la gramática”) En el capítulo introductorio de su libro, Joaquín Garrido sitúa el estudio del estilo en relación a la separación, crucial en la lingüística del siglo XX, entre aspectos externos e internos en el estudio de la lengua. Efectivamente, el estilo, al utilizar ciertos elementos estructurales del lenguaje (pues se compone de elecciones léxicas, gramaticales, fónicas…) en función de aspectos externos (adecuación, eficacia…), parecería, a priori, un lugar privilegiado para buscar una relación entre ambas dimensiones. Y es que, si bien el afán de la lingüística del pasado siglo por limitarse al estudio de la lengua como sistema estructurado de signos, dejando fuera de su ámbito de estudio los factores psicológicos o sociológicos que intervienen en el lenguaje, ha producido grandes progresos en nuestra comprensión del fenómeno, también ha alejado a la disciplina de los intereses que podría tener para los hablantes no especialistas: la definición de un modelo o norma a seguir, el uso eficaz de la lengua en función de la situación, o las repercusiones prácticas de la diversidad de lenguas y variedades. Tanto el estructuralismo, con su diferencia entre lengua y habla, como el generativismo, a través de los conceptos de competencia y actuación y de estructura profunda y superficial, se centraron prioritariamente en ese estudio “interno”. A pesar de ciertos intentos por atender la diversidad o el uso (por parte de la lingüística diacrónica y las corrientes funcionalistas, en el estructuralismo, o de la idea de parámetros del generativismo), se consideró que la lingüística debía centrarse prioritariamente en el sistema, en la gramática, dejando el análisis de los aspectos externos a otras disciplinas como la sociolingüística o la psicolingüística. Por otra parte, estas disciplinas también han contribuido a mantener la frontera, ya que el estudio de factores externos se hizo al margen de la gramática: en los últimos años del siglo, la pragmática reintrodujo el interés por el uso de la lengua, pero presentándose como complementaria de la gramática, a la que dejaba el estudio del sistema. Paralelamente, la Sociolingüística se ocupó de estudiar la diversidad lingüística en relación con la diferenciación social o los tipos del discurso, rompiendo la asociación

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LENGUAJE Y COMUNICACIÓN EN LOS MEDIOS

MÁSTER EN CIENCIA DEL LENGUAJE Y LINGÜÍSTICA HISPÁNICA- UNED

CURSO 2014-2015

Profesor: Juan Manuel Villanueva Fernández

TEMA 1: PERSPECTIVAS SOBRE LA COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA

a. Resumen del capítulo 1 de Estilo y texto en la lengua

(“Al margen de la gramática”)

En el capítulo introductorio de su libro, Joaquín Garrido sitúa el estudio del

estilo en relación a la separación, crucial en la lingüística del siglo XX, entre aspectos

externos e internos en el estudio de la lengua. Efectivamente, el estilo, al utilizar ciertos

elementos estructurales del lenguaje (pues se compone de elecciones léxicas,

gramaticales, fónicas…) en función de aspectos externos (adecuación, eficacia…),

parecería, a priori, un lugar privilegiado para buscar una relación entre ambas

dimensiones.

Y es que, si bien el afán de la lingüística del pasado siglo por limitarse al estudio

de la lengua como sistema estructurado de signos, dejando fuera de su ámbito de estudio

los factores psicológicos o sociológicos que intervienen en el lenguaje, ha producido

grandes progresos en nuestra comprensión del fenómeno, también ha alejado a la

disciplina de los intereses que podría tener para los hablantes no especialistas: la

definición de un modelo o norma a seguir, el uso eficaz de la lengua en función de la

situación, o las repercusiones prácticas de la diversidad de lenguas y variedades.

Tanto el estructuralismo, con su diferencia entre lengua y habla, como el

generativismo, a través de los conceptos de competencia y actuación y de estructura

profunda y superficial, se centraron prioritariamente en ese estudio “interno”. A pesar

de ciertos intentos por atender la diversidad o el uso (por parte de la lingüística

diacrónica y las corrientes funcionalistas, en el estructuralismo, o de la idea de

parámetros del generativismo), se consideró que la lingüística debía centrarse

prioritariamente en el sistema, en la gramática, dejando el análisis de los aspectos

externos a otras disciplinas como la sociolingüística o la psicolingüística.

Por otra parte, estas disciplinas también han contribuido a mantener la frontera,

ya que el estudio de factores externos se hizo al margen de la gramática: en los últimos

años del siglo, la pragmática reintrodujo el interés por el uso de la lengua, pero

presentándose como complementaria de la gramática, a la que dejaba el estudio del

sistema. Paralelamente, la Sociolingüística se ocupó de estudiar la diversidad lingüística

en relación con la diferenciación social o los tipos del discurso, rompiendo la asociación

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entre gramática y norma al estudiar esta última como un fenómeno relacionado con

factores sociales ajenos a la primera.

Ante este panorama, para recorrer el camino inverso y abrir la puerta a una

gramática diferente, que integre el uso, parece más recomendable recurrir a las

disciplinas que se han ocupado del estilo (estilística y retórica). En ellas, aun

manteniéndose dentro del ámbito de la lingüística externa, ha habido varios intentos de

integrar los avances que se iban produciendo en la lingüística interna, adaptándolos a las

concepciones tradicionales del estilo como factor de adecuación, claridad o eficacia o

muestra de la personalidad de un autor. Así, dentro del estructuralismo, el análisis

estilístico fue recuperado muy pronto, e incluso se llegó a hablar de una “Lingüística del

habla”: en ella se utilizaron, según las corrientes, diferentes términos provenientes de la

lingüística (connotación, características afectivas, usos emotivos…) para referirse a los

aspectos subjetivos del lenguaje bien de un autor bien de un grupo. Pero, aunque

utilizaba criterios lingüísticos para la descripción, se mantenía dentro de la lingüística

externa: en palabras de Lázaro, se trata de una “estilística de la forma exterior”, que va

del sonido al sentido, pero no llega a convertirse en una estilística de la forma interior,

que iría de las necesidades expresivas a la forma y conectaría así la gramática con el

uso. La retórica, por su parte, se recuperó más tardíamente, reformulada como “Teoría

de la Argumentación”, pero los intentos por fundamentarla lingüísticamente derivaron

finalmente en una “pragmática literaria”, que aplica a la literatura conceptos de esta

disciplina (actos de habla, enunciación, polifonía…), y como tal sigue influida por

factores “externos”, llamados ahora “pragmáticos”.

Pese a todo, ambas disciplinas podrían abrir la puerta a una gramática basada en

el uso, tanto si se aplica una explicación del funcionamiento de la lengua en función del

propósito comunicativo (Retórica) como si se añade una explicación funcional a la

descripción lingüística de las opciones características de un autor o grupo que propone

la estilística.

En mi opinión, el artículo ofrece un panorama certero sobre las relaciones entre

gramática y uso a lo largo del siglo XX, pero sin incluir las últimas derivaciones de la

pragmática de orientación cognitiva (cuya influencia sí tiene en cuenta el autor varios

capítulos más adelante). La orientación cognitiva responde precisamente a la propuesta

que Joaquín Garrido plantea en este capítulo, ya que consigue una explicación

convincente de la gramática de las lenguas basada en el concepto de representación

interna: en este marco, la comunicación lingüística se explica como resultado de la

combinación de diferentes tipos de representaciones, tanto las propiamente lingüísticas

como las resultantes de factores externos, que no actúan sobre el discurso directamente

sino a través de su representación en la mente del hablante (o lo que otros autores

llaman “modelos mentales”). De este modo, las elecciones estilísticas responderían a

diferentes conceptualizaciones de lo que tradicionalmente se consideraban factores

externos (el contexto, en un sentido amplio).

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b. Resumen del artículo de José Portolés: “Pragmática y

sintaxis”.

Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación (clac) 16, 42-54. (2003)

En el sentido de la opinión vertida al final del resumen anterior, el artículo de

Portolés, complementario del anterior, demuestra cómo la pragmática, enfocada como

una perspectiva de estudio y no como una disciplina añadida a las tradicionales, permite

ofrecer explicaciones convincentes de las variaciones estilísticas, en relación a los

efectos de sentido que producen o a las relaciones que establecen con los contextos

mentales en los que se emiten los enunciados.

El territorio para la pragmática como disciplina fue establecido en primer lugar

por Charles Morris, que la definió como la parte de la semiótica encargada de la

relación entre los signos y sus interpretantes, incluyendo los fenómenos psicológicos,

biológicos y sociológicos que intervienen en el uso de los signos. Más adelante, en el

seno de la semántica generativa, se produjo el primer intento por integrar este enfoque

con la gramática, cuando una serie de autores intentaron aportar soluciones gramaticales

a las cuestiones planteadas por filósofos como Austin o Grice, integración que fue

rechazada por el propio Chomsky. Sin embargo, en los últimos años se ha superado la

consideración de la pragmática como un componente más de la lengua, pasando a

convertirse en una perspectiva de estudio que permite integrar el estudio externo e

interno a través de diferentes restricciones que intervienen en los procesos puramente

gramaticales. En este sentido, hoy sabemos que lo que se comunica resulta de la suma

del proceso de descodificación con un enriquecimiento inferencial que permite integrar

el contexto mental en la producción de los textos, ya que los hablantes, de manera

espontánea y automática, tienen en cuenta la información contextual relevante para

organizarlos e interpretarlos con el mínimo esfuerzo.

Esa información contextual se combina con la producida por las formas

lingüísticas para generar representaciones de los hechos transmitidos. En un contexto

así, las diferentes posibilidades expresivas permiten representaciones diversas de una

misma realidad, lo cual, como el mismo autor demuestra a lo largo del artículo, tiene

una importante relevancia en el lenguaje utilizado en los medios de comunicación.

Así, por ejemplo, la elección de uno u otro término para referirse a una realidad

suele responder a su orientación argumentativa, que impone ciertas expectativas en el

discurso, y que puede modificarse mediante adjetivos “realizantes” (que la intensifican)

o “desrealizantes” (que la contrarrestan o disminuyen) según la conveniencia. Otras

elecciones, como la de los verbos pronominales de interpretación media, permiten

ocultar la agentividad diluyendo la responsabilidad de los agentes implicados. El

concepto de presuposición, por su parte, explica casos como la utilización de verbos o

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sustantivos deverbales que presuponen una existencia anterior, implicando a los agentes

en una acción preexistente.

La pragmática explica también el uso de recursos como la metáfora o la

hipérbole, muy frecuentes tanto en los medios como en nuestra vida cotidiana. En la

mayoría de los intercambios comunicativos la producción de implicaturas que

favorezcan el enriquecimiento contextual con el mínimo esfuerzo está por encima de la

literalidad, lo cual explica el uso continuo de este tipo de recursos. Las metáforas más

frecuentes son aquellas que relacionan el referente con realidades relativas a

experiencias materiales, perceptivamente más inmediatas. Finalmente, conceptos prag-

máticos como el de territorio, establecido por E. Goffman, explican usos como el del

verbo profundizar, que remite a la idea de expansión sin afectar al respeto por el

territorio de otros.

Ejemplos como estos demuestran que el enfoque pragmático resulta el más

conveniente para responder a la cuestión planteada por Joaquín Garrido en el primer

capítulo de su libro, al integrar las elecciones que determinan el estilo en la producción

de las representaciones que configuran el sentido de los textos.

c. Resumen del artículo de Van Dijk, Teun A: “The study of

discourse”.

En Van Dijk, T. A. (coord.), Discourse Studies 1. Londres, Sage, págs. 1-34. Trad. esp.

Estudios del discurso. 1, Barcelona 2000, Gedisa.

Otra de las disciplinas que ha contribuido en los últimos años a esa visión

integral del lenguaje que establezca puentes y relaciones entre los diferentes aspectos,

internos y externos, que participan en él, es el análisis del discurso, disciplina de la que

van Dijk ofrece en este artículo una visión panorámica e introductoria.

La palabra “discurso” es un término ambiguo que se usa, tanto en el lenguaje

ordinario como en los estudios académicos, para designar a diferentes realidades, pero

que, en cualquiera de los casos, tiene en cuenta tres dimensiones: el uso del lenguaje en

sí mismo (dominio tradicional de la lingüística), su estudio como medio para comunicar

ideas, creencias y emociones (en relación con la psicología) y su carácter de interacción

(lindando con la sociolingüística). El objeto de estudio, por su parte, incluye textos

escritos y orales, enfoques que atienden a diferentes extensiones del término (el discurso

en general, tipos discursivos específicos, análisis de textos concretos o de ideologías…),

y discursos más o menos complejos y faltos de una delimitación clara (complejos

discursivos).

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El análisis del discurso como estructura verbal implica la descomposición del

mismo en diferentes niveles o dimensiones, así como el establecimiento de categorías

dentro de ellas. El menos atendido es el análisis de elementos observables (aspectos

auditivos, visuales y corporales), aunque el actual entorno multimodal hace previsible

su próximo desarrollo. En el nivel del orden y la forma los analistas del discurso se han

caracterizado por la superación de la tradicional frontera de la oración, mostrando cómo

la estructura oracional está determinada por el discurso o el contexto, pero también por

factores semánticos o cognitivos. En el terreno semántico, se estudia el sentido como

algo que los hablantes asignan al discurso, a través del establecimiento de relaciones

entre las unidades de este nivel (proposiciones). En todas estas dimensiones se observa

un principio de relatividad del discurso, que hace que los elementos se vean influidos

tanto por los que lo rodean como por los de otro nivel, lo cual contribuye a establecer

relaciones y matices entre las categorías tradicionales. Además, este enfoque permite

integrar el estilo, noción que se relaciona con la variación o capacidad de elección en

función del contexto; la retórica, que amplía su significado para referirse a los diferentes

recursos de persuasión; y las estructuras esquemáticas (o superestructuras), los

componentes convencionales asociados a determinados tipos de texto.

La segunda de las tres dimensiones reseñadas por Van Dijk atiende al discurso

como forma de interacción. Retoma, en este sentido, el concepto pragmático de acto de

habla, que define lo que los hablantes hacen con sus emisiones conforme a unas

condiciones de adecuación, ampliándolo, nuevamente, al estudio de su organización en

secuencias o macroactos de habla. Más cerca de la sociolingüística, el análisis de la

conversación permite estudiar cómo las personas interactúan entre sí mediante estos

actos de habla. En cualquier caso, este enfoque obliga a centrarse en los usos concretos

del lenguaje, alejándose del estudio de estructuras abstractas e ideales para analizar usos

reales, que aparentemente rompen con frecuencia con las reglas puramente lingüísticas

pero en un análisis más profundo responden a reglas de interacción.

En tercer lugar, el manejo que los hablantes hacen tanto de las estructuras

lingüísticas como de la interacción presupone en ellos unos conocimientos, creencias e

ideologías que intervienen tanto en la comprensión como en la producción de textos. La

psicología cognitiva permite dar cuenta de los procesos y representaciones mentales que

están detrás de estos procesos, tanto a nivel individual (variaciones personales en estos

conocimientos) como a nivel de conocimientos compartidos socialmente. Para explicar

cómo estos intervienen concretamente en el discurso hay que tener en cuenta el hecho

de que esos procesos son constructivos y dependientes del contexto, permitiendo la

elaboración gradual de representaciones relativas al texto, al contexto y a las nociones

de las que trata el discurso.

Finalmente, estos tres ámbitos se ven influidos, y a su vez influyen, en un

contexto que incluye estructuras locales pero también globales, lo cual permite incluir

en el discurso numerosos aspectos (género, etnicidad, cultura…) que están en constante

interacción con él, pues, por un lado, lo determinan, y por otro, se ven también

afectados por los usos discursivos de los hablantes. Estos aspectos, cuyo análisis exige

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la integración de los niveles y dimensiones anteriormente analizados, constituyen el

marco de corrientes como el análisis social del discurso o el análisis crítico del discurso.

Así pues, el discurso, como realidad en la que participan diferentes ámbitos,

niveles y enfoques, permite un estudio integrado del lenguaje que involucra a diferentes

disciplinas tradicionales, y que, al constituirse en un ámbito de estudio autónomo,

proporciona la posibilidad de combinar los métodos y enfoques de todas ellas en una

comprensión global del fenómeno.

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TEMA 2: EL LENGUAJE EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

a. Resumen del capítulo 2 de Estilo y texto en la lengua (“La paradoja del

estilo informativo”)

En el segundo capítulo de su libro, J. Garrido propone una explicación de los

rasgos específicos del lenguaje periodístico en relación a los condicionantes y

finalidades de la profesión. Esta explicación se articula en torno a dos grandes ejes: la

discusión sobre si los medios utilizan o no una lengua especial, y el debate sobre la

objetividad como producto estrictamente lingüístico o en su relación con unos

acontecimientos extraverbales.

En cuanto al primer aspecto, el autor recuerda, centrándose especialmente en los

comentarios de Lázaro, cómo los rasgos que presuntamente alejan al lenguaje

periodístico de la lengua común han sido vistos frecuentemente como algo negativo en

relación a su función social. Sin embargo, aplicando con rigor los parámetros que los

especialistas atribuyen a los lenguajes especiales, el de los medios no podría ser

considerado como tal. En todo caso, tendríamos que admitir, como hace Berruto, que

estas propiedades pueden aplicarse en diversos grados, y situarlos en lo que este autor

llama “modalidades de uso”, que combinan rasgos de las lenguas especializadas

propiamente dichas con otros derivados del medio, la finalidad o el registro.

Efectivamente, los rasgos que, según Lázaro, responden a una retórica ajena a la

lengua común, no son exclusivos del lenguaje periodístico, y tampoco contribuyen por

sí mismos a una mayor oscuridad. Así, la particular ordenación de la información, que

obliga a comenzar la noticia con un resumen de la información principal que luego se

desarrolla, solo dificulta la comprensión cuando se produce una acumulación de datos

en una misma expresión. Tampoco el orden de palabras es exclusivo de los medios, sino

que responde a la estructuración de la información en foco y fondo. Otros rasgos, como

el condicional de rumor o la preferencia por el anafórico “el mismo”, son, en realidad,

expresiones que el periodismo toma de otros tipos de discurso, frecuentemente de usos

prestigiosos como el académico, aunque no estén totalmente consolidados en el

lenguaje.

Tal como señala Gaye Tuchman, las convenciones del estilo periodístico (tanto

el particular orden de la información como otros rasgos estilísticos) se derivan de la

finalidad del trabajo y del proceso de elaboración. Este se orienta a captar las noticias

como hechos, confiriéndoles lo que esta autora denomina “facticidad”, una cualidad

relacionada con la objetividad que se consigue mediante la imposición de un marco o

esquema cognoscitivo. Estos marcos son estructuras conceptuales que ordenan los

hechos permitiendo que se reconozcan de determinada manera. En este caso, el marco

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cognitivo que permite representar las noticias como reales se lograría mediante la

imparcialidad, la exactitud y el equilibrio en la presentación de opiniones.

Para Garrido, esta concepción, compartida por otros estudiosos, pone en cuestión

el concepto de objetividad entendida como fidelidad a los hechos, pues la concibe como

un producto o construcción narrativa, que se consigue solamente a través del lenguaje y

rompe la relación del texto con los acontecimientos externos. Para evitar esto, que

pondría en cuestión la esencia del estilo periodístico, el autor propone introducir otra

categoría, la de los acontecimientos, cuya existencia se justifica en base a lo que él

llama “realismo sencillo”, y que se convierten en “hechos” (en el sentido con el que

Tuchman emplea el término) al comunicarse como tales. El estilo periodístico,

informativo, que permite presentar los acontecimientos (y no las noticias) como hechos,

se caracteriza por la claridad, la concisión y el rigor, que obliga a diferenciar claramente

información de opinión.

Una vez convertidos en hechos al relatarlos en forma de noticia, además, tiene

cabida la posibilidad de presentarlos bajo diferentes formas (diferentes tipos de

noticias), lo cual, según el autor, resultaba incoherente en el marco explicativo de

Tuchman. Por otra parte, la actitud ante los hechos permitiría diferenciar los diferentes

estilos que caracterizan cada uno de los géneros periodísticos, por ejemplo, siguiendo a

Martínez Albertos, entre información (actitud de relatar), interpretación (actitud de

analizar) y opinión (actitud de persuadir).

En conclusión, si bien el lenguaje de los medios no puede ser considerado una

lengua especial, sí se perciben en él una serie de convenciones que, utilizando de

manera particular rasgos propios de la lengua común, configuran un estilo particular

orientado por las finalidades y funcionamiento del trabajo periodístico, y determinado

por la pretensión de transmitir objetivamente unos acontecimientos que se consideran

reales y a los que el tratamiento lingüístico convierte en “hechos·.

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b. Resumen del artículo de Colleen Cotter, Discourse and Media

Este artículo ofrece un panorama general sobre los estudios discursivos

relacionados con los medios de comunicación desde diferentes enfoques y perspectivas.

La autora comienza constatando cómo la importancia creciente de los medios de

comunicación se refleja en el interés de los académicos, quienes, cuando se acercan a

ellos desde la lingüística, combinan en diferentes grados la aproximación discursiva con

la sociolingüística, incluyendo diferentes métodos (análisis crítico, narrativo,

pragmática, estilística, métodos comparativos, enfoques cognitivos…) y abarcando una

gran diversidad de temas (elementos narrativos de las noticias, poder e ideología, papel

de los medios en la consolidación de desigualdades, el papel del público…). Tras un

período inicial en el que primó la búsqueda de una fundamentación teórica del tema,

asentada en diferentes corrientes según los territorios, actualmente se ha consolidado

una perspectiva interdisciplinar, en la que la discusión teórica o metodológica pierde

importancia para aprovechar lo que los diferentes enfoques pueden aportar.

Un ejemplo de esto son los análisis sobre el papel del público: si los enfoques

tradicionales le atribuían un papel pasivo, actualmente tiende a considerársele un

elemento activo como parte del mecanismo discursivo. En esta línea, algunos autores

aplican a la audiencia de los medios de comunicación las categorías de los participantes

de E. Goffman, analizando sus diferentes roles; los enfoques cognitivos estudian cómo

el discurso de los medios asume las habilidades psicolingüísticas de sus destinatarios;

desde una perspectiva sociolingüística, se han rastreado los elementos fónicos, léxicos,

sintácticos y pragmáticos que permiten desarrollar el diseño del público en el texto, así

como el papel de las estrategias estilísticas que definen y negocian la relación de este

con los medios.

Por otra parte, la accesibilidad y ubicuidad de los medios de comunicación

proporciona un inmenso corpus de datos en los que los estudios tienen a seleccionar un

tema, una publicación o un género específico para centrar su trabajo. El estudio de los

diversos aspectos del lenguaje mediático contribuye a enriquecer y matizar la visión

tradicional de los estudios correspondientes. Así, se introducen nuevas categorías en

antiguas dicotomías como escrito / oral, formal / informal…; y el estudio de usos

particulares de formas del discurso como conectores, discurso indirecto, citas,

implicación y otros elementos, contribuye a esclarecer su papel en la producción de

sentido. Sin embargo, las áreas más productivas en su aplicación al tema que nos ocupa

son el análisis de la estructura narrativa y el estudio del estilo y el registro.

En cuanto al primer aspecto, cabe destacar la aplicación del modelo narrativo de

Labov a las noticias, determinante en los trabajos de Allan Bell y que influye también

en autores como Van Dijk. Naturalmente, un número importante de estudios analizan

aspectos clásicos del periodismo, como el particular orden, no lineal, de la narración, o

el papel estructural de las seis preguntas tradicionalmente asociadas a la escritura

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periodística. Otro aspecto importante en este tipo de estudios es la complejidad y

variedad que ofrecen los discursos, a pesar de la aparente simplicidad de las reglas

básicas y comunes de escritura.

Por su parte, los estudios sobre estilos y registros analizan las variaciones en el

discurso periodístico en relación a diferentes factores: la función social de los medios, el

papel de la lengua escogida en comunidades bilingües, rasgos propios de la cultura o la

sociedad en la que se producen los textos, la propia percepción de los periodistas sobre

su tarea en la sociedad y los cambios en ella, o la influencia de los avances tecnológicos

en el estilo.

Finalmente, el estudio del lenguaje periodístico puede centrarse en el texto, en el

producto, como hacen la mayoría de los trabajos, o bien en el proceso de producción, un

territorio que, según la autora, no está todavía suficientemente explorado. Ella cree que

sería conveniente, en este sentido, el análisis del componente etnográfico, que analice

los comportamientos comunicativos como resultado de restricciones impuestas por la

comunidad en la que se desarrollan, y en particular por la percepción que el periodista

tiene de su audiencia. También sería recomendable una investigación que analice la

relación entre la comunidad periodística y la comunidad a la que pertenecen en general,

para lo cual resultaría especialmente interesante el análisis de medios locales o

minoritarios.

En conclusión, los estudios sobre el lenguaje en los medios se desarrollan

fundamentalmente en dos líneas principales, el análisis del discurso y la

sociolingüística, que en estudios concretos no solo se relacionan entre sí, sino que

incorporan también conceptos y enfoques de numerosas disciplinas (estudios culturales,

teoría crítica, sociología, historia….). En cuanto a su objeto de estudio, han tendido a

centrarse en el texto en sí, incluyendo manifestaciones textuales de entidades como el

público, pero empieza a hacerse necesario un estudio de los mismos en relación al

proceso que los origina.

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TEMA 3. EL ESTUDIO DE LA VARIACIÓN EN EL DISCURSO.

Resumen del capítulo 3 de Estilo y texto en la lengua

(“Misteriosa diversidad”)

La diversidad lingüística, dentro de la cual está el estilo, suele establecerse en

torno a cuatro ejes básicos: el temporal, el territorial, el social y el situacional. Estos ejes

determinan diferentes sistemas dentro una misma lengua, en una jerarquía por la cual en

cada época histórica se pueden reconocer diferentes dialectos, dentro de los cuales

existen diferencias sociales (sociolectos), y finalmente actuaría la variación diafásica, el

estilo.

Sin embargo, las relaciones históricas entre las diversas variedades de una

misma lengua ponen en cuestión esta visión, y revelan que sería aconsejable

examinarlas en el orden inverso. En primer lugar, en la determinación de una variedad

como lengua o dialecto intervienen factores sociales, especialmente la existencia de una

tradición literaria. Así, por ejemplo, el castellano del norte se ha constituido en lengua

por oposición a las variedades del sur o de América, aunque ya desde el siglo XV se

puede constatar la existencia de estas dos variedades básicas. Como suele ocurrir, lo que

originariamente era un dialecto alcanza la condición de sociolecto al constituirse en la

variedad del grupo dominante, gracias, sobre todo, al predominio de la corona castellana

y al desarrollo de una tradición literaria. Ese sociolecto, al constituirse en modelo de

lengua común a diversos territorios, establece una relación diglósica con las otras

variedades (e incluso otras lenguas habladas en sus territorios) y, al relegar a estas otras

variedades a la condición de dialectos, pasa de lengua común a lengua única.

La utilidad del modelo común a efectos prácticos entra a menudo en conflicto

con cuestiones identitarias que, en determinadas situaciones, llevan a cuestionar la

variedad prestigiada como común y constituida en sociolecto. Pero a medida que la

sociedad evoluciona cobra fuerza la idea de una lengua general, concebida como un

conjunto de dialectos y que debe contar con el consenso de los hablantes de diferentes

variedades para ser aceptada como norma. El concepto es diferente al de lengua común

o única, porque no oculta o menoscaba las diferencias, sino que las acepta. Se pasa así

de la dimensión sociolectal a la situacional (el estilo).

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La tendencia a omitir las diferencias en aras de la supuesta existencia de una

lengua única lleva también al mito de la decadencia de la lengua: desde la antigua

Grecia, todas las generaciones han idealizado el pasado, tanto histórico como personal,

considerando que la lengua se está deteriorando. Con esta idea se hace frente a la

diversidad temporal, que a su vez está en el origen de la diversidad actual.

En realidad, en todas las lenguas hay procedimientos que compiten entre sí para

representar una misma idea, en un equilibrio inestable que produce desajustes. La

recuperación de esos desajustes, frecuentemente con una intención regularizadora,

puede provocar a su vez complicaciones en otros procedimientos, de manera que la

lengua está siempre haciéndose.

Esta diversidad no convierte a una variedad en más o menos apta para ninguna

tarea, pues las posibilidades conceptuales dependen de la cantidad de vocabulario, que

no afecta al sistema en sí sino a la cultura. Más bien al contrario, la existencia de

diferentes posibilidades es la raíz de la riqueza lingüística, ya que cada solución puede

adaptarse mejor a diferentes tareas. Pero esa variabilidad estilística provoca

inestabilidad cuando una de ellas se vuelve hegemónica y se produce el cambio

lingüístico. De este modo, contrariamente a la versión tradicional, el estilo no estaría en

la última fase de la variación lingüística, sino que sería el origen de los demás cambios.

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TEMA 4. SOCIOLECTO, ESTILO, ORALIDAD Y ESCRITURA.

Resumen del capítulo 4 de Estilo y texto en la lengua (“Hay que elegir”)

Tras su explicación de la variación lingüística y del papel que en ella juega el

estilo, en este capítulo el autor retoma la necesidad de integrar este fenómeno en la

explicación interna de la lengua, tal y como proponía al comienzo del libro.

El estilo es, como se ha visto en el capítulo anterior, la primera dimensión de la

variación lingüística, la que está en la raíz de la existencia de las variedades, pero se

diferencia de ellas por su carácter individual y por la posibilidad de elección. Además,

la capacidad para esta variación interna es la misma que permite a los individuos utilizar

otras lenguas u otras variedades diferentes a su sistema habitual. En esos casos, las

lenguas y las variedades se convierten en opciones disponibles para un mismo hablante,

permitiendo incorporar rasgos de ellas como posibilidades estilísticas.

La cuestión que se plantea, entonces, es si existen los estilos como variedades,

como conjuntos de propiedades características relacionadas con una situación, y si esta

variación es individual, colectiva o ambas cosas.

Los intentos por explicar la variación situacional dentro de un sociolecto o

dialecto se han encontrado con dos problemas: primero, no consiguen explicar esta

variación desde la propia gramática, y por tanto no explican la integración de los

factores externos en la lengua misma. En segundo lugar, resulta difícil establecer los

valores, sean estos puramente informativos o estadísticos, que permitan identificar con

claridad variedades estilísticas dentro de cada sociolecto , y tampoco explican la

variación estilística en una misma situación.

La solución a estas dificultades pasa por la relación entre situación y contexto,

ya que la información contextual, por un lado, está presente en la lengua misma, y, por

otro, también se relaciona con la situación. Esta información entra en juego en una

unidad superior a la oración, el texto, cuyo estudio supone un enfoque pragmático, en

tanto que atiende al uso del lenguaje con vistas a la acción. El texto aparece así como un

mecanismo de gestión de información: organiza una serie de datos, tanto los que se

quiere comunicar como la información relativa al hablante y al oyente. Estos últimos se

integran en él como entidades cognoscitivas, a las que se atribuyen determinados

conocimientos y capacidades que intervienen en los procesos de producción y

comprensión. De este modo, los participantes aparecen definidos en el texto en sí a

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través de una serie de marcas, también a nivel de las oraciones que lo componen, que

responden a las diferentes opciones.

En este contexto, el estilo sería pues el conjunto de marcas que responden a

estrategias para la gestión de información en función de los conocimientos contextuales

que se atribuyen a los participantes. Cada opción estilística condiciona la probabilidad

de aparición de otras similares, y el estilo sería el conjunto integrado de las mismas. Los

factores externos intervienen así en el texto como información contextual, y las

diferentes opciones permiten organizar la información representada constituyendo un

oyente capaz de reconstruir el contexto diseñado en él.

De esta manera, en la línea que ya señalábamos en el primer tema, el enfoque

pragmático cognitivo se constituye en el más adecuado para proporcionar una

explicación estrictamente lingüística de la diversidad, y el estilo, en su relación con el

texto que lo condiciona y al que condiciona, resultado de la representación lingüística,

interna, que el texto hace de la información contextual.

Page 15: Lenguaje y Comunicación en Los Medios: Resúmenes

15

TEMA 5: TIPOS DE TEXTO EN LOS MEDIOS: DE LA CONVERSACIÓN

AL ANUNCIO PUBLICITARIO

CONTENIDOS

- Resumen del capítulo 7 de Estilo y texto en la lengua (“El estilo en el texto”)

- Resumen de Garrido, J. 2000. Science news in English and Spanish: Styles as

discourse structures in texts. (En Downing, Angela, Jesús Moya, and José Ignacio

Albentosa, coord., Text and talk. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, 10-

27)

- Comentario –comparación de noticias.

a. RESUMEN del capítulo 7 de Estilo y texto en la lengua

(“El estilo en el texto”)

Como se ha dicho en capítulos anteriores, el estilo viene determinado por la

representación que el hablante hace del oyente y de su relación con él, y , por tanto

, se da siempre en el discurso, que es el contexto para la representación de

información de cada oración. Esta representación es obligatoria, pues las oraciones

existen siempre dentro de un discurso (turno de intervención, párrafo, título /cuerpo...,

según los géneros). Pero los discursos tampoco aparecen aislados, sino que se integran

en una organización superior, el texto, que los organiza y restringe las opciones de

relación con otros discursos, y que afecta, pues, incluso a la conexión entre oraciones

dentro de un mismo discurso.

La relación entre el tipo de texto y la estructura de representación del discurso

explica la ausencia de los interlocutores en la estructura sintáctica. La razón es que el

tipo de texto básico y primigenio es la conversación, en la cual los datos relativos a la

ilocución sobran porque los aporta el contexto: cada intervención va unida al dato que

quién la enuncia y para quién, lo cual explica que la enunciación, como adscripción de

una oración al contexto, sea la propiedad fundamental del discurso, y que la

información contextual se utilice implícitamente en la estructura misma de las oraciones

y no aparezca representada explícitamente. De este modo, el tipo de texto básico y

original determina las cualidades generales de la lengua: el discurso está hecho en

función de un molde superior, que organiza la conexión de ese discurso con otros.

Page 16: Lenguaje y Comunicación en Los Medios: Resúmenes

16

Partiendo de la conversación coloquial se puede establecer también las

diferencias y relaciones entre el género (o tipo de texto) y el estilo. Entre los rasgos que

Briz y otros asignan al tipo de texto “conversación coloquial” se observa que las

propiedades que definen el tipo general (conversación) tienen que ver con el tipo de

transmisión y son imprescindibles, mientras que las que definen el rasgo “coloquial”

tienen que ver con la relación entre los interlocutores, son variables (establecen grados

en relación a un prototipo) y se compensan entre sí (funcionando como rasgos

coloquializadores en casos menos prototípicos). Las primeras definen el género y

afectan al texto, las segundas definen el estilo y afectan al discurso.

Los tipos de texto no serían, en este marco, unidades de intención, sino marcos

asentados y disponibles de organización de la información que tienen que ver con las

condiciones en las que se transmiten, y en los que los discursos se integran

obligatoriamente. Ese molde está parcialmente estabilizado (pues el uso puede

confirmarlo o modificarlo), y funciona como un esquema cognoscitivo que organiza la

comprensión y es determinante para que esta se produzca, pues conforme al esquema

prefigurado por él se interpreta la conexión entre las oraciones, se recupera la

información omitida y se conecta cada discurso con el siguiente y con el conocimiento

general acerca del interlocutor y de los textos.

Al ser obligatoria la conexión del discurso con el texto, el reconocimiento del

tipo de texto resulta imprescindible para la comprensión. De este modo, en el marco

conceptual propuesto por Garrido , la información contextual, que otras corrientes

sitúan en un nivel (el discursivo) diferente al gramatical, está exigida por las propias

estructuras en base a su integración en unidades superiores (el discurso y el texto),

formando parte de un proceso unitario. Por ejemplo, fenómenos como la ambigüedad no

se producen nunca a nivel de discurso, sino a nivel de texto, pues existen géneros, como

el publicitario o el literario, que están hechos precisamente para ellas. Esta no afecta a la

comprensión, que se produce obligatoriamente a partir de la relación entre texto y

discurso, sino a la posibilidad de que determinados tipos de texto dejen un mayor o

menor espacio para ser completados en función de los conocimientos del receptor.

Page 17: Lenguaje y Comunicación en Los Medios: Resúmenes

17

b. RESUMEN de Garrido, J. 2000. Science news in English and Spanish:

Styles as discourse structures in texts.

(En Downing, Angela, Jesús Moya, and José Ignacio Albentosa, coord., Text and talk. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, 10-27.)

En este artículo Joaquín Garrido aplica los conceptos y relaciones que también

hemos visto en su libro Estilo y texto en la lengua al análisis de dos noticias sobre un

mismo acontecimiento (el descubrimiento de un gen que hace más “inteligentes” a los

ratones), una en español (El País) y otra en inglés (The International Herald Tribune).

Además de constatar cómo el estilo de estas dos noticias configura diferentes tipos de

relaciones con los lectores y con respecto a la idea de ciencia, demuestra la utilidad

explicativa de su concepción del estilo en sus relaciones con el discurso y el tipo de

texto.

En los cinco primeros apartados el autor ofrece un resumen de dicha

concepción, que ya hemos visto también en los capítulos de su libro. Recordemos que

Garrido, a diferencia de otros autores, concibe el discurso como una microestructura

dentro del texto, el cual funcionaría a nivel macro como una sucesión de discursos

estructuralmente relacionados. El tipo de texto conecta los discursos con la situación y,

al ser reconocido, informa a los hablantes sobre el modo de organizar la información en

relación a la actividad social que se le supone a ese texto. Por su parte, el estilo,

asociado al discurso, determina la relación social y cognitiva que se establece entre los

participantes con vistas a esa acción. Supone, pues, una elección dentro de un mismo

tipo de texto y de un registro.

Uno de los factores externos que determinan el tipo de texto es el tamaño,

especialmente relevante en el caso de los textos periodísticos, pues viene impuesto por

el medio. En el caso de las noticias analizadas, aunque tienen un tamaño similar, se

observa, en general, una mayor longitud tanto de los párrafos como de las oraciones que

los componen en el caso español. Además, el titular de El país (Científicos de EEUU

hacen ratones “inteligentes” al añadirles copias que ya poseen) es sintácticamente

completo y sin ambigüedad, mientras que el ejemplo inglés (Science building a better

mouse) es más sintético y también más ambiguo, aunque va acompañado de un subtítulo

que lo aclara, aludiendo además a sus posibles repercusiones sobre los humanos. Así,

desde la misma cabecera y dentro del marco impuesto por el género, el estilo configura

una relación entre los hablantes que, en el caso del inglés, incluye el entretenimiento,

mientras que en el español concibe la ciencia como algo serio que obliga a ceñirse a los

hechos.

El resto de los elementos confirman esta impresión. La entradilla española se

compone de tres oraciones conectadas por una relación retórica de progresiva

elaboración, mientras que la estadounidense ofrece la misma información de manera

Page 18: Lenguaje y Comunicación en Los Medios: Resúmenes

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más reducida, más centrada en lo esencial, y en una sola frase. El conjunto de titular y

entradilla configura, en The International Herald tribune, un lector interesado por las

consecuencias del descubrimiento desde el principio, mientras que en El País el

vocabulario abstracto y la complejidad de estructuras requieren un lector más culto que

requiere explicaciones de detalle.

Además, en la noticia en inglés los contenidos éticos se alternan con los

propiamente científicos a lo largo de todo el texto, mientras que en El País no aparecen

hasta el final. La estructura retórica apunta en la misma dirección: el texto español se

compone de cuatro párrafos, de los cuales los tres primeros mantienen entre sí una

relación de elaboración progresiva (cada uno desarrolla más el anterior) en torno al

descubrimiento en sí, y constituyen el núcleo del artículo, mientras que el cuarto,

centrado en las opiniones de los científicos sobre el hecho, se presenta como un

resultado y funciona como satélite. En The Herald Tribune, por el contrario, la

entradilla, que presenta los hechos, funciona como satélite del bloque configurado por

los cinco párrafos restantes, todos ellos dependientes del segundo (sobre las posibles

repercusiones en seres humanos) con el que contrastan o al que desarrollan.

Así pues, un mismo tipo de texto y una misma noticia reciben, mediante el

estilo, un tratamiento diferente que configura las actitudes hacia el acontecimiento y

hacia los receptores. De hecho, la actitud ante el referente (la ciencia) funciona como

una evaluación de los potenciales lectores que viene configurada no por el tipo de texto

o la situación sino por el estilo.

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TEMA 6: ANÁLISIS DE CASOS: ARTÍCULO PERIODÍSTICO

CONTENIDOS

Resumen del artículo de Garrido, J. (2008): Construcción de discurso en

noticias de prensa. Revista Española de Lingüística 37, 139 - 168

Resumen del artículo de Garrido, J. 2005. La persuasión en las cartas al

director. Estructura de discurso, proceso de resumen y evaluación de estrategias

retóricas, en Llengua Societat i Comunicació 3, 31-46. http://www.ub.edu/cusc

COMENTARIO de un artículo de opinión: Están tolos estes islandeses?

Page 20: Lenguaje y Comunicación en Los Medios: Resúmenes

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a. Resumen del artículo de Garrido, J. (2008):

Construcción de discurso en noticias de prensa.

Revista Española de Lingüística 37, 139 - 168

En este artículo el autor retoma el modelo de análisis que hemos visto en los

temas anteriores y lo aplica al análisis de dos noticias similares. Recordemos que, según

Garrido, las elecciones de los hablantes provocan la información contextual necesaria

para la producción y la interpretación del discurso, imponiendo restricciones a la

referencia en base a un principio general de construcción, el principio de conexión. De

este modo, un mismo modelo de análisis integra las tres líneas fundamentales que se

han seguido en el Análisis del Discurso: el estudio de la coherencia o estructura del

texto, la interacción entre los participantes (necesaria para integrar las oraciones en el

discurso), y el manejo de información contextual, que en este marco se integra como un

elemento estructurador y no como un añadido posterior a la gramática.

En base al principio de conexión, todas las unidades (unidades léxicas, morfemas,

palabras, cláusulas, oraciones, unidades del discurso, textos) se construyen en relación a

la unidad en la que se integran: pese a la falsa apariencia de objetos que les otorga

nuestro conocimiento intuitivo, son en realidad herramientas de un proceso, conjuntos

de propiedades que se actualizan en cada uso utilizando información contextual para

integrarse en la unidad superior. En el caso de la oración, esta se construye e interpreta

obligatoriamente en función del discurso, contando con la información que el oyente,

como sujeto cognoscitivo, podrá recuperar para relacionarlas, y con los efectos que se

quieren provocar en él.

A su vez, los discursos (intervenciones e intercambios en el lenguaje oral,

párrafos y otras unidades en el escrito), se construyen en función de una unidad

superior, el texto, que constituye una estructura de discursos en el marco de una acción

social más amplia, en la cual se establecen los diferentes tipos de texto o géneros.

Al aplicar este modelo a la noticia periodística, el marco es la actividad de

producción y recepción de la prensa, a la que se adapta su estructura interna: tanto

emisores como receptores establecen las oportunas relaciones entre titulares, entradilla y

cuerpo, y también las relaciones de la noticia con el resto del periódico en función de su

tamaño, posición, etc. A su vez, algunas de estas características estructurales afectan a

la relación entre los participantes, y por tanto al discurso, pero la relación entre ambos

no está fijada, por lo que es necesario diferenciar las propiedades que afectan a uno y al

otro.

En el resto del artículo, el autor aplica este modelo de análisis a dos noticias

similares, publicadas en The Herald International y en El País respectivamente, para

ilustrar tanto las diferencias como las relaciones entre estas unidades. Las noticias giran

en torno al procedimiento de acceso a Holanda por parte de los inmigrantes, a través de

un examen para cuya realización se les proporcionará un vídeo.

Page 21: Lenguaje y Comunicación en Los Medios: Resúmenes

21

A nivel de texto, compensando su extensión y su posición, las dos ocupan una

posición similar dentro de los periódicos. La información se distribuye en el conjunto de

elementos que seleccionan la información principal (titular, entradilla o elementos

similares, como los ladillos en el caso español, foto y pie de foto), y el cuerpo de la

noticia, que la desarrolla. La principal diferencia entre ellas se refiere a la distribución

de los párrafos, más cortos en inglés y más largos en español, para un número de

palabras y oraciones similar. También el conjunto de titular, pie de foto y ladillos es

más amplio, casi el doble, en el caso español.

En cuanto a la construcción del discurso, el titular español tiene un carácter

nominal, más serio, mientras que el inglés tiene un tono humorístico, y ambos se

relacionan con la fotografía, que, con ligeras diferencias, representa a la misma

inmigrante frente al mismo anuncio de lencería. Dentro del titular, sin embargo, las

relaciones retóricas que se establecen entre sus elementos son diferentes: en el caso

inglés el núcleo es la entradilla (relativa a la adaptación de los inmigrantes), mientras

que el titular y la imagen funcionan como satélites. En español el núcleo es el titular

(examen de tolerancia), mientras que el ladillo (que habla sobre el vídeo) funciona a la

vez como su satélite y como núcleo con respecto a la fotografía, de manera que la

información va detallando el primero progresivamente. El cuerpo de la noticia en inglés

se centra en el debate político entre el gobierno holandés y los representantes de los

musulmanes, mientras que en el caso español insiste en los aspectos sexuales.

En ambos niveles, el principio de conexión obliga a manejar información no

explicitada en sus constituyentes, incluyendo la proporcionada por la imagen. El tipo de

texto atribuye a cada parte distinta importancia y distintas relaciones de acceso a la

información, mientras que las relaciones internas en la estructura de discurso la

organizan en relación a la representación de la audiencia y de la relación social y

cognitiva que se establece con ella.

Page 22: Lenguaje y Comunicación en Los Medios: Resúmenes

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b. Resumen del artículo de Garrido, J. 2005. La persuasión en las cartas al

director. Estructura de discurso, proceso de resumen y evaluación de

estrategias retóricas,

en Llengua Societat i Comunicació 3, 31-46. http://www.ub.edu/cusc

En este artículo el autor propone un estudio de la persuasión desde las relaciones

entre las oraciones que construyen el discurso, aplicándolo al análisis de dos cartas al

director. Este enfoque permite distinguir la importancia de cada información, y por tanto

el proceso de resumen, y también evaluar las tradicionales estrategias retóricas de

sanción, emoción o razón.

Las cartas al director proponen opiniones que permiten convencer a los lectores

en relación al asunto o bien persuadir a aquellos que están en condiciones de tomar

medidas al respecto. Su relevancia se deriva de la decisión editorial del periódico, que

decide publicarlas generalmente en relación a su propia línea editorial, y, cuando hay

mención a la categoría del firmante, de su propia autoridad en el tema.

Este es el caso de la primera de las cartas analizadas, en la que un grupo de

correctores plantean la necesidad de una titulación oficial para su profesión. Para ello,

comienzan constatando el mal uso del idioma en diferentes ámbitos, que hace necesario

el trabajo de una serie de profesionales entre los que se destacan a los correctores. Las

relaciones retóricas entre las oraciones y párrafos de esta primera parte se deciden en

función del tipo de texto (carta al director), que suele organizarse en torno a la

exposición de un asunto seguida de la opinión o la solicitud. Además, la importancia

que se da en esta carta a los correctores viene determinada por la frecuente defensa en

este tipo de textos de la categoría a la que pertenece el emisor, así como por la posición

final y por el número de palabras que se les dedican. Por tanto, la primera oración aporta

información que facilita la comprensión de la segunda, en una relación retórica que

Mann y Mathiessen denominan “trasfondo”. A su vez, la suma de ambas funciona

nuevamente como trasfondo del párrafo siguiente, en el que se constatan las dificultades

de la formación de correctores. El conjunto formado por estas tres unidades, por su

parte, justifica la solicitud que se plantea en el último párrafo, que constituiría el núcleo,

tras un nuevo trasfondo en el que los firmantes se declaran como pertenecientes al

gremio de correctores.

La segunda carta, más breve, se posiciona contra el uso de nuevas lenguas en el

seno de la Unión Europea. Se compone de dos oraciones relacionadas entre sí a través

de una relación retórica de prueba o evidencia: la primera plantea hechos constatados

(se ha decidido el uso libre de lenguas y se acerca un presupuesto desfavorable para

España) que dan credibilidad a la información de la segunda (tendremos que pagar más

por la traducción a esas lenguas). Responde, con una relación retórica diferente (prueba

/ justificación), a la misma estructura de la carta anterior: exposición de una situación y

planteamiento de la opinión.

Page 23: Lenguaje y Comunicación en Los Medios: Resúmenes

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A nivel retórico, ambas cartas llaman la atención sobre el asunto tratado, al que

otorgan un carácter especial (chocante en un caso y sospechoso en el otro), cuyo

carácter negativo se enfatiza a través de las elecciones léxicas, más frecuentes en la

segunda carta, en la que además se utiliza la ironía para remarcar ese carácter. De las

tres estrategias de persuasión que se suelen distinguir (de sanción, de instrucción y

altruista), la estructura de discurso de la primera carta escoge la instrucción, pues

expone un mal y propone una solución. La segunda carta utiliza la sanción, pues

anuncia castigos (pagar más) ante la situación denunciada. Sin embargo, los recursos

léxicos recurren en ambos casos a la estrategia altruista, ya que se hace necesario

compartir los valores y emociones de los autores (que se está usando mal la lengua y

que hay que velar por su uso correcto, en un caso; que es malo pagar más, en el otro)

para que la persuasión resulte eficaz. El análisis discursivo permite, pues, poner en

evidencia cómo la estrategia de las emociones, más eficaz, sirve de base a las otras.

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TEMA 7: ANÁLISIS DE CASOS: ANUNCIO PUBLICITARIO

CONTENIDOS

a. RESUMEN de Garrido, J. 2006. Léxico y discurso. En Elena de Miguel,

Azucena Palacios y Ana Serradilla (coord.), Estructuras Léxicas y Estructura

del Léxico. Francfort del Meno, Lang, 149-164. [Análisis de un folleto

publicitario en español de un grupo religioso estadounidense.]

b. RESUMEN de Garrido, J. 2008: Imagen y palabra en la construcción del

discurso publicitario. Español Actual 86, 81-103.

c. RESUMEN de Mann, W., Matthiesen, C., y Thompson, S. 1992. Rhetorical

structure theory and text analysis. En Mann, William y Sandra Thompson

(coord.). 1992. Discourse description. Amsterdam, Benjamins. 39-78.

d. COMENTARIO de un ANUNCIO

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a. RESUMEN de Garrido, J. 2006. Léxico y discurso.

En Elena de Miguel, Azucena Palacios y Ana Serradilla (coord.), Estructuras Léxicas y Estructura del Léxico. Francfort del Meno, Lang, 149-164. [Análisis de un folleto publicitario en español de un grupo religioso estadounidense.]

Dentro de la diversidad existente en la definición de discurso, hay acuerdo en

relacionarlo con el uso del lenguaje, por un lado, y con un ámbito más amplio que la

oración, por el otro. Esta asociación entre uso y “unidades superiores a la oración”, sin

embargo, plantea algunas dificultades, relacionadas con el manejo de información

contextual para la interpretación de las relaciones entre oraciones, que suelen

solventarse estableciendo un nuevo dominio de estudio, la pragmática. J. Garrido, sin

embargo, propone un modelo en el que este último dominio no se concibe como

diferente del gramatical, al reconocer la existencia, dentro de la gramática, de unidades

superiores a la oración con un funcionamiento similar al de las reconocidas

tradicionalmente como gramaticales.

En este marco, todas las unidades lingüísticas, desde las unidades léxicas hasta

las unidades de discurso, se relacionan entre sí mediante una información contextual,

que es necesaria para que el oyente establezca la conexión y que se deriva de las propias

estructuras. Entre los mecanismos que favorecen la generación del contexto necesario

para establecer dicha conexión juega un papel destacado la información proporcionada

por el léxico, que puede referirse a tres grandes áreas según su extensión: la red genérica

compartida, la situación de enunciación o el texto en cuestión. El discurso sería pues,

una estructura de representación semántica construida a partir de información

proporcionada tanto por la estructura sintáctica como por la información léxica, y

determinada también por el tipo de texto.

A continuación el autor comprueba la pertinencia de este modelo de análisis

aplicándolo a un folleto estadounidense en español que anuncia una actividad religiosa.

El tipo de texto, empezando por el formato físico, orienta sobre su carácter de anuncio

publicitario de algún tipo de actividad, así como sobre la información que es previsible

encontrar en el (fecha, organizador, título…), información que a su vez se ve

confirmada por el léxico (días, fechas, lugares). De este modo, el discurso se estructura

influido por una unidad superior (el tipo de texto) y por otras de un nivel inferior

(léxico).

El análisis permite establecer diferencias entre el principio de conexión y las

teorías pragmáticas más difundidas: la teoría de la relevancia y la de los actos de habla.

La primera considera que la información contextual se selecciona en base a su

capacidad para satisfacer las expectativas de relevancia de los destinatarios. Frente a

ella, la propuesta de la conexión considera que lo que activa esta información contextual

es el imperativo de relación entre unidades: estas deben interpretarse obligatoriamente

en función de una unidad superior, lo cual fuerza a generar el contexto necesario para

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ello. En el caso del anuncio, la naturaleza del texto y la información léxica del verbo

“presentar” (la portada del folleto reza “Lleguemos al Altar presenta Jesús en el

Apocalipsis”) obligan a interpretar el resto de la información como una actividad, su

fecha de celebración y sus organizadores, respectivamente. No se selecciona la opción

más relevante porque no hay otra forma de conectarlas, y esta interpretación es

obligatoria.

En la teoría de los actos de habla, el enunciado anterior respondería a las

condiciones de los actos realizativos (el enunciado describe su propia función

comunicativa); interpretándolo en función del principio de conexión, esta descripción

se deriva de la propia entrada léxica “presentar”. Pero aunque no existiese este verbo

(actos no realizativos), las propiedades léxicas del resto de unidades (fecha, dirección,

nombre de una organización…) nos obligarían, como hemos visto antes, a interpretar el

discurso como un anuncio para poder relacionarlas.

Así pues, la organización de la primera unidad de discurso tiene un carácter

léxico determinado por el significado del verbo “presentar”. Esta unidad, además,

determina la organización del discurso a lo largo de todo el texto, que ocupa varias

secciones en las que la información de este primer discurso se va desarrollando en base

a diferentes relaciones retóricas (especialmente de ampliación).

En conclusión, el modelo de análisis basado en el principio de conexión elude la

necesidad de crear nuevas unidades (de carácter pragmático), al interpretar esas

funciones no como asociadas a una unidad nueva, sino como resultado de una propiedad

asociativa de las unidades que ya existen para generar sentido en su relación con otras

con vistas a integrarse en una unidad superior.

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b. RESUMEN de Garrido, J. 2008: Imagen y palabra en la construcción del discurso publicitario.

Español Actual 86, 81-103.

En la teoría de los actos de habla desarrollada por Austin y Searle se define la

publicidad como un acto perlocutivo, sometido a una serie de condiciones que Garrido

prefiere asociar con el tipo de texto, cuyo reconocimiento es necesario para la correcta

comprensión del mensaje. Así, en la campaña publicitaria de un nuevo modelo de

coche, se envió a una serie de mujeres una carta pretendidamente amorosa, pero sin

indicar la marca del anunciante. Al fallar este elemento, la carta fue interpretada como

una amenaza o una broma, según los casos, lo cual demuestra que, al no reconocerse la

acción social asociada al género publicitario, el objetivo comunicativo no se cumple.

El tipo de texto permite relacionar el texto con la representación cognitiva de

una acción social, que el destinatario tiene que reconocer para que se produzca la

comprensión. Este reconocimiento permite distribuir la información implícita y

explícita, de modo que el oyente reconstruye la segunda para que encaje en el discurso

del que forma parte, siguiendo el proceso general de conexión. Por ejemplo, en el

discurso “Hoy día, ser español no es una excusa, sino una responsabilidad”, emitida por

una autoridad ministerial ante un grupo de nuevos diplomáticos, se interpreta una

información contextual que remite a una época anterior en la que ser español era un

impedimento para ejercer la profesión con toda la exigencia que conlleva, así como a

una idea de mejoría que explica esa exigencia de responsabilidad actual. Esta

información, activada por el segmento “hoy día” y por el marco cognitivo en el que se

desarrolla la comunicación, es necesaria para conectar las cláusulas entre sí y

comprender el mensaje.

En la misma época, una campaña publicitaria utilizaba una frase muy similar

(Ser español ya no es una excusa, es una responsabilidad), junto a imágenes de

deportistas españoles de éxito, para promocionar ropa deportiva. La diferencia en el tipo

de texto y en la acción asociada a él impone un registro más informal, pero además

induce una información contextual diferente que permita conectar esta cláusula con las

imágenes, en lugar de con el estatuto de los participantes. La conexión, en base a la

diferencia entre antiguos fracasos deportivos y éxitos presentes, permite asociar estos

últimos a la ropa que se pretende promocionar. Más allá de los múltiples emisores y

receptores del texto publicitario, se construye una historia con protagonistas heroicos

que, mediante su asociación a la ropa que portan, cumple la actividad de vender. Por

otra parte, como viene siendo frecuente, el anuncio conectaba con otras acciones dentro

de una misma campaña, haciendo que el texto se integre en un texto complejo junto con

otros.

Page 29: Lenguaje y Comunicación en Los Medios: Resúmenes

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De hecho, los textos publicitarios juegan a menudo con la posibilidad de ser

comprendidos de diferente manera por los destinatarios de una audiencia

intrínsecamente heterogénea, y en ocasiones la relación de un texto con otros de la

misma campaña permite identificar una interpretación como preferida.

Otros anuncios vinculan el producto a un relato asociado a una personalidad

reconocida, como es el caso de un anuncio de Gorbachov ante el muro de Berlín

volviendo de una reunión con la bolsa del anunciante. Imagen y texto remiten a una

historia inequívoca asociada al producto a través del protagonista, y establecen con la

audiencia una relación social que reorienta los elementos propios del reportaje,

presentes en la foto y el pie de foto, hacia una interpretación en el marco de la actividad

publicitaria.

En el caso de los anuncios de relojes protagonizados por Nicole Kidman se

impone una relación social basada en la estética del retrato de estudio, que permite

equiparar la figura con el reloj como representantes del lujo y la elegancia, tal y como

sugieren los textos verbales (que presentan el reloj como el elegido por la actriz).

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c. RESUMEN de Mann, W., Matthiesen, C., y Thompson, S. 1992. Rhetorical structure theory and text analysis.

En Mann, William y Sandra Thompson (coord.). 1992. Discourse description. Amsterdam,

Benjamins. 39-78.

En este artículo los autores proporcionan una aproximación general a la Teoría

de la estructura retórica (RST), cuyos principios y métodos comprueban en el análisis

de una carta destinada a recaudar fondos.

La teoría de Mann, Matthiesen y Thompson parte de un enfoque del lenguaje

como medio para la comunicación y la acción, en línea con el Análisis del Discurso, y

en consecuencia pretenden estudiar la contribución del lenguaje a los efectos o

resultados de las interacciones, combinándolo con el análisis de la coherencia que

determina la comprensión global del texto. En relación con esto, de los tres tipos de

estructura (holística o textual, relacional y sintáctica), se centran en la segunda, que

busca relaciones entre partes contiguas, ya que es la que se relaciona con el primero de

los objetivos, aunque no dejan tener en cuenta también las otras dos, pues las tres

estructuras interactúan entre ellas.

Los autores formularon sus hipótesis, que posteriormente confirmaron en

diferentes textos y en este artículo demuestran con el análisis de la carta, al observar que

muchos fenómenos estructurales afectan a pares de partes de texto (de diferente

extensión), lo cual les llevó a establecer un conjunto de suposiciones iniciales. Estas

establecen que los textos están estructurados en partes funcionalmente significativas,

cada una de las cuales contribuye a su unidad o coherencia global. Dicha unidad puede

ser percibida porque todas las partes contribuyen bien al propósito del autor bien a su

conformidad con algún tipo de patrón. Por otra parte, existe una jerarquía entre ellas, de

modo que las unidades básicas se van integrando en estructuras progresivamente más

amplias, conforme a unos patrones o “esquemas” que pueden actuar a diferentes escalas,

pero que siempre son relacionales: aunque existan otros patrones organizativos

(estructurales, semánticos, etc), el dominante siempre se deriva de las relaciones. Estas

relaciones son normalmente asimétricas, pues se dan entre un período central (núcleo) y

otro periférico (satélite), y también funcionales, pues están subordinadas a los efectos

que el autor quiere conseguir (de ahí que se consideren retóricas).

Los elementos clave del análisis son, pues, las relaciones y los períodos. Estos

últimos son partes del texto, de cualquier extensión, con una estructura retórica, es

decir, con una integridad funcional. Las relaciones, por su parte, constituyen una red

que explica la estructura del texto. Se componen de dos campos: las restricciones que

operan en el núcleo, en el satélite y en su combinación, por un lado; y el efecto que

producen, así como el lugar en el que ocurre (en el núcleo, en el satélite, o en ambos).

La definición de la relación no restringe el orden de los períodos, pero la identificación

del núcleo influye en la forma en la que el lector asigna diferentes papeles a las

diferentes partes del texto. Por ello el analista, como cualquier otro destinatario, puede y

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31

debe realizar juicios, ya que comparte el contexto y las convenciones en las que se

produce el texto.

Para realizar el análisis se siguen una serie de pasos. Primero, el texto debe

dividirse en unidades de cualquier tamaño pero con integridad funcional. En segundo

lugar, se identifican las relaciones, bien yendo de las partes al todo o bien del todo a las

partes, o bien combinando ambas perspectivas. Finalmente, se representan gráficamente

las relaciones.

En la aplicación del procedimiento al análisis de la carta, se reconocen ciertas

propiedades convencionales que forman parte de la estructura global, así como algunas

expresiones indirectas. El análisis de las relaciones internas, por su parte, confirma las

hipótesis iniciales, y deja abierta la puerta a cierta multiplicidad analítica derivada de los

juicios que realice el analista. La comprensión del texto como un todo se deriva de la

progresiva eliminación de satélites, de manera que el texto mantenga su coherencia, y

de la identificación de un patrón o criterio organizativo global.

Otra consecuencia importante de esta teoría es la manera en la que se aporta

información de esa estructura relacional. Aunque a veces se proporcionan determinadas

“señales de relación” (construcciones que ocurren regularmente con esa relación), lo

más frecuente es que la relación sea una “proposición relacional”, una información

implícita necesaria para establecer la relación de cuya veracidad el autor se hace

responsable, ya que tiene el mismo estatus que las aserciones explícitas. Estas

proposiciones relacionales afectan a la interpretación del texto de dos maneras:

aclarando el significado de las señales de relación, e indicando la base de coherencia

(cuando no existen señales). Por su parte, las señales explícitas, como marcadores o

conectores, no suelen ser cruciales para la interpretación, sino que se limitan a guiarla, y

por ello son menos frecuentes que las relaciones. En este sentido, los patrones de

relaciones textuales se manifiestan a nivel de cláusulas, parcialmente gramaticalizados,

en algunas estructuras subordinadas (solo en las que Halliday denomina “hipotaxis”,

que coinciden en general con las adverbiales, y no en las incrustadas).

En su conclusión, los autores sitúan su propuesta de análisis en relación a

diferentes campos de estudio lingüístico con los que podrían complementarse:

aplicación al estudio del diálogo, combinación con teorías tanto holísticas como

sintácticas, etc.