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8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
1/80
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8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
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Henri
Lefebvre
ESPACIO
Y
POLíTICA
EL
DERECHO A
LA
CIUDAD, II
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L
A
Pa-
*
*J*,i'ou
*niu'*turuHt'"
ediciones
península
@
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
3/80
t
$
Sumario
5
23
Introducción.
E¡"
especro
RBPLUXTONN,S
SOBRE
LA
POLÍTICA
DEL ESPACIO
La ctuuer
Y Lo URBANo
Excrls v l.r uropf,l
Lts rusrrrucroNns
DE
LA
socrEDAD
(Pos'rgc¡tolÓctcR>
El
espagio,
la
producción
del
espacio,
la
econo-
mía
política
del espacio
.
L
lntroducción
II.
Crisis
de la
economía
poiítica
'
III.
La
promoción de
lo
inmobiliario
y la
con-
veriión
en
bienes
muebles
del
espacio
IV. Hacia la
economla
política del
espacio
V.
La
producción del
esPacio
.
SUNCUNSfE
Y
EL
ESPACIO
CLASE
OBRERA
Y EL
ESPACIO
43
63
73
89
93
93
94
Ln
Ll
98
103
119
r27
145
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
4/80
La
edició_n
original
francesa
fue
publicada
por
Editions
Anthro-
pos,
de
Paris,
con
el
tftulo
Espáce
et
pot¡tique.
Le
droit d
la
ville,
II.
@
Editions
Anthropos,
t922.
f,Saiucción
de
Jrxr¡¡n
Mws
oe Lr¡nds
y
Jerur
LrmÁs
Grncfr
Cubierta
de
Jordi
Fornas.
Primera
edición:
abril
de
197ó.
Propiedad
de
esta edición
(incluyendo
la
traducción
v
el
diseño
de la
cubierta):
Edicions
ó2
sla., Provenza
2?8,
Barcélona-8.
Impreso en
RIGSA, Constitución
19,
Barcelona.
Depósito
Legal:
B. 13.127 -1976.
ISBN:
8+297-1182-t.
lntroducción
r
rurudo
un
texto aspira
a
tener
un
alcance
teórico
y
,¡rrr'
¡rrr.:lcnde
bastarse
a sl
mismo,
es
que
el
autor
ha
pro-
,, ,lr¡lr,
¡rreviamente
a un
recorte'montaje,
atribuyéndose
,r,,,r
t,,u
i'cla de un
que
trata
de delimitar
¡Opera-
r
i,rr rk'
apropiación
privativa
asaz
tosca,
siempre
sospe-
,l¡,'',.r,
:u,ln
cuando
usual
y
considerada
como
legítima
¡rir.
,tt)
(lrrc
la
propieclad
privada
se
hace
extensiva
a las
irlr.r'.
y:rl
saber
Más
de un
científico debería
disculparse
1,,,r
,.1
¡ucro
hecho
de
haber
colocado
una
cerca
alrededor
jrrrclín
para
poderlo
cultivar
a
su
antojo.
Por
lo
iirr,
r(",¡)('cta
a
esta
obra,
el
autor
ruega se
le
disculue
,1, l,r,lr):r que
ninguno
de
los artículos
recopilados
en este
r,,lr¡¡ncrt
¡rucde
ser
aquilatado
debidamente
si
no
se
tienen
r
r
¡
ur'rlir otros trabajos
publicados:
sobre
la
vida cotidia-
rr,r
.,,,1,rr"
cl
espacio,
sobre
los
diversos
oderechos"
(el
,1,
',,lr,,
;r
la
ciudad,
el
derecho
a la
diferencia),
sobre
la
,t
r'r,i,lrlt
i
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
5/80
crltica
y
de
su
conocimiento se
alcanzan
lo
global
y
la
<
síntesis
>.
Un
conjunto
en el cual cada
..artículoo
contiene
una
"especificidadu,
y que
atañe, hasta cierto
nivel,
a determi-
nado
aspecto o elemento, se estructura
de
esta
suerte.
Ese
conjunto no tiene nada
que
ver
con un
sistema
o
una
en
el sentido clásico
de la
palabra,
a
pesar
de
la
conexión de
sus elementos
y
aspectos.
¿Su
sentido?
¿Su
meta? No es el de mostrar una coherencia
o cohesión.
sino
de buscar,
por
tanteos sucesivos,
dónde
puede
situarse
en
el
espacio
y
el üempo, el
punto
de
no-regraso
y
de
no-re'
culso
a
escala
no de
individuos o
de
grupos,
sino
global.
Ese momento no depende
ya
más
del
pensarniento
histo-
rial o de una teoría
clásica
de las
crisis;
no
por
esto de-
jaría
de ser
menos crucial: metamorfosis
o
autodestruc-
ción
(lo
uno
no excluyendo
lo otro).
Sería el
momento
en
el
que
cesaría la
reproducción
de las
relaciones
de
pro
ducción
existentes,
bien
sea
que
la
degradación
y
la
diso'
lución
ganasen
la
partida,
bien
sea
que
se
suscitasen
nue-
vas relaciones,
desplazando
y
reemplazando
las antiguas.
La
posibilidad
de tal
momento
(perspectiva que
no
coin-
cide
exactamente
con
la teoría habitual
de
la Revolución)
define
una hipótesis
estratégica.
No se trata
de una
certi'
dumbre bien
sentada,
de una
certidumbre
instituida
de
manera
positiva.
No
excluye
otras
posibilidades
(la
des-
trucción
del
planeta,
por
ejemplo).
Obsesionados
por
dicho momento,
muchos
son
los
que
procuran
aplazarlo,
ahuyentarlo, exorcizar
mediante
la magia ideológica
las
imágenes
evocadas.
Se
reúnen con-
cilios
para
disertar sesudamente
y
mantener
las
represen'
taciones
(ideológicas) que
enmascaran
los
vencimientos
reales.
En
efecto, la
contaminación,
el
medio
ambiente,
la ecologla
y
los
ecosistemas,
el
desarrollo
y
su
finalidad,
fragmentan
y
disimulan
los
problemas del espacio.
Otros,
en
cambio,
ansían
un instante
fatídico:
desearían avivar
el
paso
del
destino,
oscureciéndolo
lo más
posible,
nihi-
listas
movidos
por
lo
que
ellos
mismos
denominan
upul-
sión
de
muerteo.
Quizá
la
elección más
acertada,
para
una
reflexión
que querrfa
ser
al
mismo tiempo
sapiencia
y
6
;rcto,
consiste
en
no ceder
ante
el
catastrofismo,
en
de'
tlrrninar un
punto
de ataque,
limitado
pero
bastante
pTt
,
r,.o,
ponieodo
"t
juego
una
táctica
y
una
estrategia
del
¡rcrrsamiento.
Aquf, se
procura
no
dramatizat
la
situación,
así
como
t,,,,,
¡xrcó
deidramat
izarla
esterilizándola.
Cabe
la
posibi-
lr,f ;rtl cle
que
el
momento
de
noregreso
se esté
aproximan'
,1,r,
rlue
haya
que prepararse
para
su
llegada.
Hoy
en
día,
\.¡r
n() cs
posible describir
las
fuer¿as
de
destrucción;
ya
no
r r{
¡rtn,
tál como
lo
escribe
en
oOpusu
(junio
de
1972)
Jean-
t
l.,,.''nce l^ambert,
ni
nombre
ni
rostro.
Son
S[stema,
el
rrrr(
(),
cl de
la negación
y
de
la
muerte
bajo
una
apariencia
1,,',,ilivá,
que
socava
la existencia
propiamente
dicha,
has-
,,,
,',,
,*
mismísimos
cimientos.
A
veces,
en
medio
de la
¡rr'';¡rcridad
que
conoce
la
Francia
capitalista,
le
entran
a
,,,,,,
l1rr.u,
de
gritar:
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
6/80
-
ambiciones
más
que
ante
el atelsmo
amenazador
y por
é1.
EI cientificismo,
el
tecnicismo
no
se arredran
ante
la
crí-
tica
filosófica,
sino
ante
el ocrrltismo,
la
magia.
Los
*de-
rechoso
necesarios,
desde
el
habeas corpus
hasta el
dere-
cho
a
Ia
ciudad,
ya
no
son
suficientes.
También
hace
falta
que
lo
urbano se haga
amenazador.
Esa revolución
total
y planetaria,
económica, demográ-
fica, psíquica,
cultural,
etc.,
es,
hoy por
hoy,
por
excelen-
cia,
lo imposible-posible
(¡la
posibilidad,
la
necesidad
y
la
imposibilidad ).
Nada
más
cercano,
nada
más
urgente.
Nada más
huidizo,
nada más
lejano. La
idea
de
la
revolu-
ción
remite
de lo
mundial
a
la
co5runtura,
de
lo
total
a
la
práctica
inmediata,
es decir,
a la existencia
de una
enorrne
mayoría,
silenciosa
o
no,
de
personas
que
se
adhieren
al
presente
y
llegan
hasta el extremo
de aceptar
el
milena-
rismo,
porque
deja
para
más tarde la
eventualidad
de
una
catástrofe.
¡
Después
de nosotros, Ia
nada
Así
pues,
las
personas uconcernidasr,
tal
como
se
suele
decir, titubean
entre
el tono
jovial
del
optimismo forzado
y
el nihilis-
mo
radical
,
aplazando los vencimientos.
En
el
centro,
señalado aquí
y
allá, se halla
Ia reproduc-
ción
de
las
relaciones de
producción,
proceso
que
se de-
sarrolla a
la
vista
de
todo
el
mundo,
que
se
realiza en
toda
actividad social, incluidas las
más
indiferentes
en
apariencia
(los
ocios,
la vida cotidiana,
el
hecho
de vivir
y
el
habitat,la
utilización
del
espacio)
y
que
aún
no
ha
sido
objeto
de
un
estudio
global.
Dicho
proceso
era
inhe-
rente
a
la
práctica
social
y
no
era
considerado
como tal.Lleva
las
de
ganar
(¿hasta
cuando?) sobre
las
razones
y
causas de
disolución.
Las
parcelas
recortadas
en
ese am-
plio
"campo>
por
las especialidades
-economía
política,
sociología,
democracia,
etc.-,
implicaban
lo
global
y
lo
dejaban
en
la sombra,
ángulo
ciego.
Aquí
no
se enclren-
tra el análisis
crítico de
Ia
globalidad
alcanzada
de esta
suerte
(que
no
se
puede
denominar
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
7/80
¿Qué
es,
pues,
/a arquitectura?
Hace
ya
mucho tiem-
po
que
se discute
a
este respecto: desde
que
el
arquitecto
existe,
por
tanto la arquitectura
como
oficio,
en
la
divi-
sión
del
trabajo.
¿Acaso
un
arte? Esta
definición
ya
no
es más
que
del agrado
de
aquellos
que
gustan
de übujar
fachadas,
que
se obstinan en esmerarse en
las
molduras,
en repartir sabiamente los materiales
y
en esculpir
alfno-
niosamente determinados volúmenes.
Los
hay.
¿Acaso
una
técnica?
En
tal caso,
el
ingeniero suplanta
al arqui.tecto,
ingeniero
del hormigón o
especialista
en vertederos.
¿Aca-
so una ciencia?
En
tal hipótesis, sería
menester elaborar
una
método-lógica, una
epistemología,
vrL
corpus
doctri-
nal. Ahora
bien, la
esterilidad
de dicha
hipétesis
resulta
evidente. Suponiendo
que
se
pruebe,
ese
corpus se bas-
tará
a sí
mismo,
sin
ninguna
otra
eficacia
más
que
su
transmisión. La
arquitectura
no
puede
concebirse
ya
más
que
como una
práctica
social
que
figura con otras
muchas
(por
ejemplo,
la
medicina)
en
el
conjunto
práctico
que
ileva
y
que
soporta la
sociedad
actual
(el
sistema de
pro-
ducción),
correlación
por
discernir.
El
médico recurre
a
varias
ciencias,
quizás
a todas,
y
utiliza
múltiples
técni-
cas. La medicina no
puede,
por
tanto,
constituir
una
cien-
cia
particularizada,
específica,
puesto que
recurre
a co-
nocimientos
de física, de
biología, de fisiología,
de
mate-
máticas,
al igual
que
a
los de scmiología
y
sociología.
Abarca
numerosas
especialidades. Se
extiende
por
un lado
hacia la
dietética,
la
higiene,
el
control de las actividades
más onormales, tales como
el
deporte
y
la
medicina
pre-
ventiva,
y,
por
otro,
hacia la medicina
llamada mental, lo
que
no
viene a
simplificar
para
nada la cuestión. El mé-
dico
utiliza
consciente
o inconscientemente
conceptos muy
generales
que
tienen
relación muy
directa
con
la filoso-
fía: lo
norrnai
y
lo
anormal,
la
salucl
y
la enfermedad, el
equilibrio
y
el desequilibrio,
el sistema
(nervioso,
glan-
dular, etc.). Esos
conceptos
justifican
una reflexión
teó
rica
y,
sin
embargo,
parece
difícil
y
de
poca
utilidad
una
epistemologfa
médica.
Los
médicos
dudan entre la
uti-
lización
de las
computadoras
para
analizar
los
datos ob-
tenidos,
y
el
uolfato" del
ornnidocto que
conoce
perso-
10
n¡¡lrncnte
a
sus
pacientes;
sea
cual sea
el camino
que
es-
,,,¡:r,
el
médico
no limita
fácilmente
su
saber
a
una
es-
¡x'r
irrlidad
muy
concreta;
no
obstante,
casi
siempre
se
r'.¡rt't:ializa
y
ello cadavez más;
si
bien
parcela
su
.,catn-
¡,,r"
1lg
experimentación
y
de aplicación,
no
tiene
más
re-
rrr.tlit¡
que
restituir
lo
global,
el
cuerpo, el
organismo,
la
r¡ l.rción
con
el
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
8/80
das;
lu
ac
la.s
cstructuras
homogéneas,
la
de
las
formas
l'rf¿rs
c
irrr¡rc'sonarer.-Hoy
"n
dia]-áespués
de
las
revolu-
t:irr¡e.s
co'secuencia
de
Iá
era
ináustrial,
la
arq,ri,".r""^
a [rt¡r'da
difi
cultosamente
la
era
urbana.
nl'
a.q.riÉ.i;,-*;_
bién.é1,
se
ve-obligado
a
recurrir
u
todu,
I".;i;;;;;;,;;_
temáticas,
informática,
física,
química,
economía
política,
incluso
semiolosía,.
psicología
y
so"iotogíu.
Al-;ñ;i;"
el
médico,
9l
aieuiGcto-
tiJne
rl" lor,",
en juego
roda
una
sapiencia
enciclopédica;
y,
.ir,
é_Uurgo,
il;ilil.
queda
neramente
circunscrita,
ii_ituau
;;;1"d".-;;;;.
Su
profesión
queda
mal
definida
entre
L
a"
irrg"ri;;;;
la
de
dibujante;
te
cuesta
traba:o-hai;;
;;
i" "r'""ir;
los.promotores,
los
usuarios,
los
financieros,
las
autori-
dades.
si
bien
tiene
una
actividad
específica
dentro
de
ra
división
del
trabajo (social),
"t
p."h""to
¿"
ai.fro-i.u_
bajo
no
queda
bien
especificado.
También
ei
¿irp""""al
algunos
conceptos
muy
generales
(inventariados
con
sumc)
cuidado:
la
escala,
lás-propor"ior"r,
"f
o.p.rtiáá,r,-;;;.)
que
justifican
una
reflexión
que
linda.o"
U
nto.rii",
p"ró
que
no
se
bastan
a-sí
mismos,
ni
basran
para
constituir
un
cuerpo
doctrinal.
Finalmente,
Ia
arquitectura
difiere
de
Ia
pintura,
de
la esculturu,
d"
i*
urtes,
en
el
hecho
de
que
estas
últimas
no
se
relacionan
cori
ia
pra.ti.u-.o"ü
más
que
de
forma
indirecta
y
a
través
d;
_"ái""i;;;;
mientras
que
el
arquitecto
y
Ia
arquitectura
ao.r."rrru,
una
relación
inmediata
con
él
hechode
habitar
"rriu"Jo
.u.e
acto
social,
teniendo
la
construcción
como
."uliru_
cron practtca.
El
arquitecto,
productor
de-
espacio (pero, nunca
solo)
:1|l?^t?Pre
un
espacio
específico.
y
"o*o
primera
provi_
crencla,
tiene
ante
é1,
bajo-sus
ojos,
".,
_"rá
de
dibujo,
su
hoja
en
blanco.
El
enceiadgr
p"i.úp*rto,
no
ejerce
efec_
tos
demasiado
diferentes.
Esa
ho¡a
de
papel
aL
¿it"¡ár,
¿quién
no
la
va
a considerar
"o*o
un-simple
";;;n;;;
or
añadidura,
como
un
fiel
espejo?
Cuand^o,
a"'frÉrfrá,
3f"^_":t"lo
es
engañoso
y
q,r.,^ui"-ás,
esa
ú.jr;;;;:
per
en
bla_nco
es
algo
más y
otra
cosa
que
un
espejo.
El
ar_
quitecto
la
utiliza para
tr_azar
sus
f,loror,
u*áblo
q,r"
se
debe
contemplar
en toda su
fueÉa:
superficie
pfrii",
l2
d-U"l*
-
,
';,
."
e.
.,,i
¡_
¡i
FT
8c ¡\¡r,,"-"¡
ifl,llflt$
i]0tflf,ifiiiTÁtf$
13
.,obre
la cual
un
lápiz más
o
menos
ágtl
y
habilidoso
traza
lrneas
que
el
autof
considera
como
la reprodrrcción-de
las
(
r).sas,
iel
mundo
sensible,
cuando,
de
hecho,
dicha
su-
¡rcrliiie
impone
un
descifrado-recifrado
de lo
urealr.
Con'
i¡
uriamenté
a
lo
qtre
fácilmer¡te
cree,
el arquitecto
n9
pug'
úc
localiza,
su
pénsamiento
y
sus
percelrciones
sobre.Ia
¡¡rcsa de
áiUtt¡o,
y
visualizar
las
cosas
(necesidades,
funcio-
rrtrs,
objeto
s), proyectóndolas. Confunde proyección
y
pr?'
v,'r:io
sumido
en
una
idealidad
confusa,
que
él
cree
urealu
t',
incluso,
rigurosamente
concebida,
dado
que
los
proce-
rlirnientos
dJ
cifrado-descifrado
mediante
el
dibujo
son
usuales
y
tradicionales;
que,
a
partir de
ese
momento'
es-
(
ilpan
a su
influjo.
I-a
hoJa,-al
alcance
de
la
mano
del
di-
lrtrjante, bajo
sus
ojos,
queda en
blanco,
tan
blanca
como
¡rlana.
La
considera
como
neutra,
cree
que
ese
espaqo
ncutro,
que
recibe
pasivamente
los
trazados
de
su Lápiz'
,',rrr"rpoitde
al
espácio
neutro
de
afuera,
que recibe
las
cosas,
punto por punto, lugar por lugar' En
cuanto
al
npla-
¡¡er,
no
perrnanece
inoceniemente
sobre
la
hoja
de
papel'
Sobre .i
t"rr"to,
el
bulldozet
realiza
"planoso'
Y éste
es
el
motivo
por
el
cual
el
dibujo
(y por
éste
también
se
debe
interpietar
design)
no
es
tan
sólo
una
prueba
de
habilidad,
una
técnica'
Es
asimismo
una
torma
i" ,"pr"r"ntación,
in
saber
hacer
estipulado,
codificado'
pr.
iá"to,
un
filtro,
selectivo
con
respecto
a
contenidos'
climinando
taÍ
o
cual
parte
de
lo
"realo,
colmando
a
su
manera
las
lagunas
del
texto.
Circunstancia
agravante:
csa
filtración
va
más
allá
de
una especialización
ideológica
o de
la
ideología
de
una
especialidad'
Dicha
filtración
pue-
de
significar
iá
ocultación
de
las
aspiraciones
sociales.
ló"¿
"t
un
código?
¿Qué
es
un
cifrado-descifrado?
Di-
ou.ño,
rápidamente-que
aparte
de
algunos
casos
rudimen-
íu.io"
(et
cOdigo
de 1á
carietera),
un
código
no
consiste
en
;;;ü"
de"reglas
prefabricadas'
Todo
código
define
un
espacio
centrado,
abriendo
un
horizonte
en
torno
a
un
teito
(mensaje), desplegándolo
y,
c-onsecuentemente'
cer-
;;J.i;,
""rr¿rrdolo.-
Es-e
texto
puedg
ser
práctico sensible
y
social,
por
tanto
no
siempre
y
forzosamente
escrito"
irambiérrlas
imágenes
se
cifran
y
se
descifran La
com-
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
9/80
plejidad
de
las
operaciones
que
llevan
a
cabo
escapa
al
ntendimiento
de
l_os
lecr"d;
rri,i.n.r"
ta
del
lenguaje
de
su producción
escapa
a los
iabtantes.
El
.,ags¡1g,
en
este
caso.
el
delineaniüj
";;;;;;isando
únicamenre
l
terreno
de
la
orácüi;.
i'ñi.i"'r$roau."
cuando,
dc
echo,
produce
Se
salta
i*
ir,rlÁ"áiarios,
yendo
de
un
esultado
a
otro.
Todo.cifrad;;;;#"na
puesra
en
pers_
ectiva
y
la
uproducción>
""
;;;;;:entido,
que
se
sus.
ituye
al
texto en cuestión
V
p""á.,-
b"i"r,
."u
depreciarlo,
ien
sea
valorizarlo.enriquécie"d;ú.
b"
ahí
la
ambigüe-
ad'
EI
cifrado-des"irruJá-i*püü,ir,
"r""to
o
efectos
de
spejismo,
pues
la
estructura
formal-de
;;drr;;;;;
resenta
más que
en
el
momento
en que
declinál"-;;
i,l.j'r:k:,,.:r:TlT"..
ru
upuJ.ioo
i"r
sentido,
¡El
co
igo
formulado
no
pasa
ya
de
ser;;
ffi#i'?r?
iLi,il
icen
hoy
en
día
los
semiólogor
-a.
sutiles,
viene
a
ser
na
\¡oz y
una
vía:
a
partir
del
otexto,
_del
menrui"_
ray
varias
posibilidad"r,
"l*.i"13,'p"1"ür";i;#;
:]:uf1"rut1du{,
*á:,-Ui""'""ui"l;q";
un
hilo.
por
tanro,
n
determinado
"rrabajo>
sobre
"j-t"*to
fr""Á":"fqr"J
roporciona
sentido
partiendo
¿"
"rUlror,
de
fr;ó;ni;;
o
que
suscita
""
T_o-*i""to
"o_lt""lo,
,ato.izaciones
y
esvalorizaciones,
progresos
q,re
se
topan
con
obstáculos,
con
f
ading.
Cada
.irru-ao
""n=aJu
u
";;
.rn
esquema
pro-
lillr"-,
esrudiado,
abandonado
,i"mpre
al
esüdo;e-;;_
ozo,
que
genera
un
sentido
entre
otris
muchos.
La
mano
antea,
eI
lápiz
duda.
La
mano
cree-reproducir
cuando,
de
hecho,
r.ritit.rrr".
Se
pliega
a
lás}an¿atos
de
una
voz
ue ordena,
qtr"
é"pr"rá
r"?oü;;;r"*reta,
creyendo
l1l_ru.lu.,
La
vol
y.la
mano,
el
instrumenro,
creen
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
10/80
.'rf
ni
arte
algunos
que
obedezcan
a ese sencillo
criterio.
En
último
extremo,
lo
legible
es
lo
blanco,
¡el
más
paupé.
rrimo
de
los
textos
Encepada
y
encepadora,
la
legibilidad
disimula
lo
que
omite,
omisión que
puede
detectar
un
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
11/80
puede
idear y
proyectar.
Fieles
testigos
de
este hecho
lo
constituyen
los
proyectos
y
las
inveitigaciones
de
Cons-
tant,
de
Ricardo
Bofill,
los
trabajos
de-Mario
Gaviria
en
F.spaña,
etc.
El
niv-el
inferio, p,r"á"
situarse
en
el
pueblo,
el
barrio.
El
nivel
(macro))
es
el
de
lo
urbano.^
gntr.
ambos
conc_eptos,
como
punto
de
partida,
tu
pobta"iár,
n.a¡a
l.a
cual
se
podría
intentar,
aciualmente,
la
produc-
ción
de
un
espacio
apropiado
se
hallaría
"ntre
üs
dl"z
y
los
veinte
mil
habitantes.
y
esto,
por
el
momento,
¡
"n
anto que
etapa
A
esa
escala,
el
uderecho
a
la
ciudadu
puede
intervenir
de
forma
operativa
y
estimular
la
inves-
tigación.
,
iQuién
puede
aún
extrañarse
de
que.el
urbanismo
no
hay-a
podido
aún
erigirse
ni
en
ciencia
ni
en
práctica
y
3o
l-raVa
logrado
más
que
.instituirser,
(a
conv:ertirse
ei
institución),
expandiendo
en
torno
suyo
espesas
nubes
ideológicas?
El urbanismo
sólo
podía
húerarü
de ra
ideo-
logía imperante
y
constreñidoiu
,"crr..iendo
u
r'r.,
p"n-samiento
crÍtico
sumamente
despierto;
ahora
bien,
dicho
pensamiento
crítico,
tras
algunos
momentos
de
esperan-
zas
que
muy
pronto
quedaron
frustradas
(de
esto
hace
unos quince
años
aproximadamente),
no
ha
podido
más
que
volverse
en
contra
del urbanismo.
Si
bien
es
verdad que
los vocablos
y
conceptos: ociu-
d3{",-..urbanorr, (espacio},
correspondér,
u .rriu
realidJ
global
(que
no_puede
llegar
a
confundirse
con
ninguno
de
los
niveles
definidos
anteriormente)
y
no
reflejari
un
as-
pecto
de
menor
importancia
de
la
realidad
,oóiul,
el
de_
recho
a la
ciudad
se
refiere
a
la
globalidad
así
upú"tu¿á.
Por
supuesto,
no
se
trata
de
ur derecho
natural,
ni
si_
quiera
contractual.
En
términos
tan
como
es
posible
expresarlo,
significa
el
derecho
te ros
ciudadanos -
ciudadanos
urbanos,
y-de
los
grupos
que
ellos
constituyen
(sobre
la
base
de las
relacionei
socialei)
a figurar
""
toáu,
las
redes,y
circuitos
de
comunicación,
de iriforma.i¿",
je
intercambios.
Lo
cual
no
depende
ni
de
una
ideológía
urbanística,
ni
de
una
intervención
arquitectural,
sñro
de
una
glidad
o
propiedad
esencial
del
éspacio
r"r.Luro,
la
centralidad.
No
se puede
llegar
a
forjai
una
realidad
18
rrrlr;rnír,
afirmamos
aquí
y
en
demás
publicaciones,
sin
la
¡
rr,,f
cncia
de
un centro: sin
un
agrupamicnto
de
todo
'
r,rnlo
puede
nacer en el
espacio
y producirse
en
é1, sin
,
n,
ucntro
actual
o
posible
de toclos
los
"objetos)
y
(su-
l'lrl:;>.
l:l
hecho
de
excluir
de
lo
uurbano))
grupos,
clases o
irrtlividuos,
viene a ser
como
excluirlos
también
de la
,
rlilización, si no
de
la
sociedad.
El
derecho
a
la
ciudad
l,
¡'itirna
el rechazo
a
dejarse
apartar de
la
realidad
ur-
l,.ru:r
por
una
organización
discriminatoria,
segregativa.
I
',,'
derecho
del
ciudadano
(si
de
esta forma
se
quiere
r
\l)r'csar:
del
ohombren)
proclama
la
crisis inevitable de
1,,,,
cs¡1...
basados
en
la segregación
y
estableciéndolo:
'
r'nlros
de decisión,
de riqueza, de
poder,
de información,
rl¡'
t'onociÍliento,
que
rechazan
hacia
los
espacios
perifé-
r r{
()s
a
todos
aquellos
que
no
tienen
participación
en
l,r';
privilegios políticos.
Estipula
igualmente
el
derecho
,r
¡'oclerse
encontrar
y
reunir;
lugares
y objetos
deben
res-
¡',rrrder
a determinadas
"necesidadesu
por
lo
general
no
llniclas
en cuenta, a determinadas
ufuncioneso
menospre-
,
r.rrlas
y, por
cierto, transfuncionales: la
onecesidad"
de
virla"
social
y
de
un
centro, la
necesidad
y
la
función
lú-
,licas,
la función
simbólica del espacio
(rayanas
con aque-
llo que
se
encuentra
de
una
parte y
otra
de
las
funciones
r
r¡ecesidades
clasificadas, con
aquello
que
no
puede
ob-
¡r'tivarSe
como
tal
por
ser
rasgo
caracteristico
de
nues-
tros
tiempos,
que
da
pie
por
ese
mismo
hecho a la retórica
v
);
la
vida;
el
binomio
useguridad-dicha",
ya
defi-
rriclo
por
Aristóteles
en
tanto
que
finalidad
y
sentido de
19
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
12/80
la
polis,
En
toclos
esos
casos,
bajo
toclc¡s
esos
cliver
irg-bJ"r,
los
filósofbs
han
anunciaál
i-.otumbrado
d
-v¡¡.vr
vu,
ruo
rr¡uS(rl(r5
lr¡irr
anuncl
lejos
la
reconstitución
de
lo
que.
ha
sido
fragmentado,
di.
sociado,
diseminado,
a
tod.o
l;
i";;"-;;fhi;ffi;rJáai,
del
espacio.
Aun
cuando
han
sabido
definir
la
"meta,
t u'
a"t"r*irrááo
erróneamente
sus
condiciotrc.s,
algunas
de
las
."ul;;-;;;
políticas
(implicando
dentro
á"
ii;h;
término
ru
.riti.u
de
toda
política)
y
otras
son morfológicas,
espacio_tem.
porales.
El
derecho
a la
ciudad
formulado
de
esta guisa
im.
plica
y
aplica
un
conocimiento
que
no
se
define
como
..ciencia,
del
espaciou
(ecología,
geopolÍtic",
;;;;;;;;
:::é:::1)f,:ino
como
conocimientó
cte
una
irorlu,""¡Jr,-ii
n
lo¡
tiempos
de
Karl
Marx,
la
ciencia
económica
naufragaba
en
Ia
-enumeraci
ón,
la
descripción,
la
conta-
bilización
de
los
objetos
proar"iáár.
rart-tvtarx
,;.;it";;
el
estudio
de
las
cosas
por
el
análisis
crítico
de
la
activi-
dad productora de
las
cosas.
Tomando
como
p""iá--¿l
partida
los
estuclios
de
los grandes
economistai
1S*lth,
Ricardo)
y
sumando
a
éstos
el
análisis
crítico
dej
siste-
ma
de producción
(capitalista),
elevó
los
conocimientos
a un
nivel
superior.
Hoy
en
día,
se
impone
una postura
análoga
en
lo
que
concierne
al
espacio.
La
ciencia
del
espacio
se
busca
vanamente
a
si
misma
desde
hace ya
mu.ho,
años.
No
"orr.'igr"
encontrarse.
Se
dispersa-y
se
pierde
en
consideraciones
diversas
,ob;;
i;
que€n
el
espacio
se puede
hallar
(los
objeto.,
il;;r;;
o
sobre
el
espacio
abstracto
(limpio
de
oü;"tos,
;;";;;íj
lo).
P.,
el
mejor
de
los
casos,
dicLa
investigación
describe
rragmentos
de
espacio,
más
o
menos
repletos.
Esas
des_
cripciones
de
fragmentos
son
ellas
mismas,
a su
vez,
frag-
mentadas,,
según
los
encasillamientos
de las
"ien"ias
e _
pecializadas
(geografía,
historia,
demografí.,
r;;i;i;gi;,
antropología,
etc...).
Semejante
*cienóiao
Á"
airp"ira,
lllil
en
recortes
v
en
representaciones
del
espacio,
sin
Iregar
.¡amás
a
descubrir
un
pensamiento
que
reconozca,
l?t
::l:
dice,Hegel
(cf.
Filosofía
rtel
Dericha,,";.
lSlj
ar
rerenrse
a
la
economía
política,
los
principios
del
en-
20
llurlilniento
que
reina
en
un
campo,
en
medio
de
la
masa
tll¡nita
de
los
detalles.
l)c
esa
diferencia
existente
entre rciencia
del espacio,>
1'
,
orrocimiento
de
la
producción
del
espacio,
tanto-su
al-
|,ur((:
como
su
sentido
vendrán
indicados
en
otra
obra.
lr,'
.rlrí
la
referencia
mencionada
anteriormente
y, por
su-
¡rrr.sto,
reiteramos
nuestro
ruego
de
que
nos
discllpe
el
l,.r
lot'.
l:l
derecho
a
la
ciudad,
contemplado
en
toda
su
ex_
lf'f
l\i(in,
aparece
hoy
en
dia
como
utopiano (para
no
de_
I
rr
¡rcyorativamente:
utopista).
y,
sin embargo
¿acaso
r,
r
sc
debe
inserir
dentro
de
los
imperativor,
como
,e
...r
¡,'lc
decir,
planes,
proyectos,
programa.?
Su
precio
pue_
rL'
l).r€c€r
exorbitante,
sobre
todo
si
se
contabilizan
lsos
',)',t()s
en
los
cuadros
administrativos
y
burocráticos
ac_
trr,rlt's,
por
ejemplo poniéndolos
en
lai
partidas
de
gas_
t,r',
tlc
las
ocomunidades
localesu.
Resulta
clarísimo
lue
l.rrr s(rlo
un
importante
incremento
de
la
riqueza social,
al
¡,r,r¡rio
tiempo
que
profundas
modificaciones
llevadas
a
,
.rlrr¡
cn
las
relaciones
sociales
propiamente
dichas
(por
lo
rtrt'
sc
refiere
al
sistema
de
producción)
pueden
peimitir
l.r
¡ruesta
en
práctica
del
derecho
a la
ciudad
v
de
aleu_
rr,,s
otros
derechos
inherentes
al
ciudadano y
ul
homb-re.
"r'rrrcjante
desarrollo
presupone
una
orientación
del cre-
'
nn¡cnto
económico,
orientación
que
ya
no
significaría por
'.r
¡rrisma
su
"finalidadu
y
no
apuntaría
ya
hacia
la acumu.
l.rr
irin
(exponencial)
en
sí,
sino
que
serviría
supe_
rt(,tCS.
A
la espera
de tiempos
más
propicios,
se
puede
supo-
¡r('r'que
los
costes
sociales
de la
negación
al
uderechó
a
1.,
r'iudad'
(y
de
algunos
otros),
siempre
y
cuando
se
les
t,r¡ccla
cifrar,
serán
mucho
más
elevados que
aquellos
que
lrrlriesen
significado
su
puesta
en
práctica.
El
estimar
que
l.r
¡rroclamación
del
oderecho
a la
ciudadn
resultará
más
r
t'¡lista>
que
su
desistimiento,
no
constituye
ninguna
pa-
¡,rrloia.
Quede
bien
sentado
(implícitamente)
que
esta
obra,
y
l,r
que
Ia
acompañan
o
la
siguen,
no
anulan
en
forma
.rl;'¡,nu
las anteriores,
si no
es
de forma
puramente
dialéc-
2l
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
13/80
tica:
este
libro
se
basa
en
ellas
tratando
de
hacerle
a
zar
niveles
más
altos.
Disertaciones
de
cierto
tipo
(anai
tico)
se
transforman
aquí
en
disertaci""",
á"^i;;;ü;
presuntamenre
superior.
I"os
conceptos,
otrora
situadts
en
espacios
abstraüos
en
cuanto
méntales.
,"
,it,iu"
áho"
ra
en
espacios
sociales
y
con
respecto
a
las ,
no
puede
disociarse de
lo
social,
y
jamás
lo
ha
sido
Á¿sque
en
representaciones
(ideológicas).
En
la
filosofÍa
clá.
sica,
el
y
el
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
14/80
metrías?
¿Cómo
construir
en
él
una
izquierda
y
una
dere-
cha,.una
parte
superior
y
una
parte
iriferior,
á""
".r."r-
ondan
a los
gestos,
a
los
movimientos,
a
los
ritmos
del
cuerpo?
Es
factible
elaborar
una semántica
acerca
de
los
dis_
cursos
sobre
el
espacio.
También
se
podría
concebir
una
semiología_
del
espacio,
porción
de
una
semiótica
general.
¿Acaso
todo
espacio
es
significante?,
y
en
caso
afiimativo
¿de
qué?
Para
hablar
con
mayo,
proii"du¿,
¿u"uro
io¿o
espacio
o
fragmento
de
espacio
no
.orr"rporrdería
a un
texto
social,
el
mismo
contexto
de
textos
especific.ados,
es
decir,
escritos:
inscripciones,
carteies,
et;...?
De
tai
suerte que
se
haría
necesario
bien
sea
hallar
nuevamente,
bien
sea
elaborar
los,códigos
de esos
diferentes
;;;;l;;
para
poder
descifrarlos.
Dentro
de
esta
perspectiva
¿acaso
el
espacio
aparente-
mente
insignificante,
es
decir,
neutro,
no
signifióaría
en
primer
lugar
su
insignificancia,
su
caracterísiica
de vacío
y, luego, a través
de
dicha
neutralidad,
ese
vacío
aparente,
algo
a
nivel
de
la
sociedad
enterá,
es decir,
Ia
sociedaá
neocapitalista?
En
este plano
¿acaso
no
sería
la
unidad
propiamente
dicha
de
esa
sociedad,
su
globalidad,
las
que
surgirían
en
el
seno
de semejante
orealidadn
espacial
aia_
rentemente
desunida
y
separada¡
por
ejemplo,
una
ciudad
de
nuevo
cuño?
3.
El
interés
teórico general
de
esas
investigaciones,
el
gestualismo
y
la lateralización
del espacio,
la*semiología
y
la
lectura
de
los
espacios,
es
el
de
mostrar
el
cómJ
y
el
porqué,
hoy
en
día
y
ahora
mismo,
los senticlo,
,. tor_
nan
inmediata
y
directamente
teóricos,
tal
como lo
ha
dicho Karl
Marx
(Manuscritos
de
IS4q:.
-En_
este
plano,
la relación
de
la
teoría
a
la
práctica
no
es
la
de
una
abstracción
trascendente
a
una
inmediación
o a un
anterior.
La
abstracción
teórica
ya
se
halla
dentro
de
lo
concreto.
Hay
que
detectarla
en
éste.
En
el
seno_
del espacio
percibido
y
concebido,
ya
se
en-
cueRtran
el
espacio
teórico
y
la
teoría
del
espacio.
u
,1.
Un método
presuntamente
científico
consiste
en
l,l,u¡tcar
o en suponer
un sistema
y una
lógica
preexisten-
i,",
lli.ho
método
asevera
que
el objeto
estudiado
debe
lr.rllrrrse situado
en
el
seno
de
una
totaliclad
presupuesta'
Ahora
bien.
no
tiene uno
derecho
a
postular
un
siste-
rr.r
ya
existente,
por
ejemplo
un sistema
social,
o
un
.,r
,icma
espacial,
o
un
si
stema
urbano,
Para
inserir
en
él
a
.1
¡
l
(,lll4
VJP4erarr
v
' l('nrentos
parciales cuya
racionalidad
(o
irracionaiidad)
,,'
,lcsprendería
de
dicha
suposición,
se
deducirÍa
del
con-
¡rrrrlo.
Ya
no
tiene
uno
más derecho
a
presuponer un
sis-
rt'nla
social
o
político, teórico
o
ideológico,
que
una
lógica
l'¡('cxistente.
En
efecto,
viene
a ser
como
atribuir
a
dicha
'.,¡r:iedad,
la
sociedad
neocapitalista,
una coherencia
ya
.rlcanzada, una
cohesión
ya
realizada.
Si
es
que
existe
un
',istema,
se
debe
hacerlo
patente
y
mostrarlo
en
vez
de
¡rrrrtir
de
su
base.
Si
se
pa.rte
de
semejante
hipótesis
cae
ruro
dentro
de
uua
tautología
encubierta,
pues
lo
único
(lnc
se
hace
es
deducir
consecllencias
de
la
presuposición'
olro
tanto
ocurre con
la
lógica.
Si
en algún
lugar
existe
rrrra
lógica
e, incluso,
üna
lógica
concreta,
por
ejemplo
la
rlc una
estrategia,
también
hay
que
hacerla
patente,
es-
¡rL:cificarla
en
tanto
y
cuanto
difiere
de
tal o
tal
otra ló'
¡,ica
concreta.
El
suponerla,
por
ejemplo
sentar
una
lógica
,lcl
capitalismo,
una
lógica
de
la
mercadería,
una
lógi
,
a de
la supervivencia,
viene
a
ser
como
razonat
por
ana-
Iogía
con
tal
gestión
ya realizada
y-
qrJe
apuntando
a
la
cohesión,
se
presume
la ha
alcanzado'
¿Por
qué
esos
preliminares?
Porque
es
posible
que
el
"spácio
dásempeRé
un
papel
o
una
función
decisiva
en
la
csinucturaciórr
de
una totalidad,
de
una
lógica,
de
un
sis-
tema;
entonces,
precisamente
por
ello
no
se
Ie
puede de-
clucir
de ese
sistema,
de
esa
lógica,
de
esa
totalidad'
Se
tiene,
muy
al
contrario,
que
poner de
manifiesto
su
fun-
ción
en
dicha
intención
(práctica
y
estratégica)'
5.
De
igual
forma,
si bien
existe
un
(punto
de-
vis-ta
clasista
u,
re-sulta
imposible,
metodológicamente
hablando,
partir
de
él;
se
debe
llegar
a
é1.
EI
partir
del
opunto
de
vista
clasista>,
y
pre,quponerlo,.a
modo de
un
sistema
"
.i.,',
:
.
..
,
:::a :ff;i
.:r'fií*r***.
^_
f,$
.''
:';;ii;,liL¡tJ46$,
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
15/80
opuesto
al
sistema
exis,tente,
viene
a
ser
como
rechazar
el
saber
existente,
como
t
r"i""ao
fárl"
á"f
sfrr"_",
v
"Afñ-
: :,:t::,f:::":1 :, lT
a d¡
en
r
a
den
ega
ci
ón
de
¿i
"ilo",
uü"r,
l,'T_Tl:,1?utilizando"u."i"Á"'"J;r;;i.ilá""iJl;
::":1T::'j::.:":,v,ocablosv;;-;il;;,.-",ü;i?
uando
se
presenta
el
dilema,
.í
"*
rr"lñ;r;;
t
o s
den
trá'de
;;
;#;;l'á;
I.lJ,i
lffi
fr
n:T.jiff
:::
alabras
I^:I:'f
:..:^?T:t]:'
son parre
integrante
d"
él
:
fi
;;;_
ós
i
t
o
-de
quebrarlo
teóricamen
i"
v
p-r'e
Jti";;";"
Jiil:.
3:.: i: ::: :i ill :_,
",
"-"¡
a,,i;
Jt
{
"ü;;
"ffi;
;"r;
l_,:*_:mo
algunos
ro
süpone;:l;;;r",d;#;J
r#:
rían
sentido
alguno.
En
cuanto
al
oroyecto
de
salir
de
un
sistema
clasista
en
favor
de
otro
,i.tá-u
"fuririul¿iJno
proyecto
implica
Ia
idea
de
saltan
de
un
dogmatismo
"
o,.o,
dando
un
brin-
co
verdaderamente
fuera
de
Io
común.
9:
Esta
exposi"iól
{:
hechos
parte,
por
tanto,de
una
problemática
bien
definida,
",
a".i.,
l.r"
ro
parte
de
una
definición
particular,
así
como
tampá"o
de
una
proble-
mática
indefinida
y
demasiado
g""ául
q""
"á""iJ*""l"
onciencia,
Ia
cultura,
la
ideoloeá,
etc.
Se
t."tu
aá.f,
f.ol
lemática
del
espacio.
Sj"
";l;;g;,'"o
se
bace
Ia
pre_
gunta:
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
16/80
8. Primera
tesis
o
hipótesis.
El
espacio
es
la
forma
tffi li
lan;nalencia,
li
inteligibilidr¿.
s"-.á"."ñ;;
ctuye
la
ideología,^la
interpretación,
Ia
no
sapienáiu.
gn
dic.ha
hipótesis,la
forma
pura
del
"rpu"io,
desprendida
de
todo
contenido
(sensible,
-materi"ij
uiuiáo,
pra.li""l
",
na
esencia,
una
idea
absoluta
análoga
a la'cifra
pir,O"1-
ca.
La
filosofía
cartesiana
e,
inclusol
la
crírica
fii;;¿á;;
kantiana
conservan
dicha
noción.
óuio
q,r"
la lógica
cons-
truye
espacios de
atributos,
dado
que
los
sabios"
c."r;;-
Szen
espacios
de
configuraciones
"or,
t'rn
cierto
número
de
variables
y
parámetros,
el
espacio
se
presenta
tal
como
cohere¡cia
y
modelo
de
coherencia.
Articula
lo
social
v lo
mental,
Io teórico
y
lo
práctico,
lo ideal y
l;
;;J"'..^
'
'"
I-os
conceptos
se
van
localizando,
se
sitúan
con
sus
concatenaciones,
en
el
seno
del
espacio
intelectual.
igual
ocurre
con
los
objetos,
los
grupos,
Ios
individ.ro,
¿"itro
qel
espaclo
e-tectivo,
socialmente
realizado.
Lo que
per-
mite
Ia
previa
reducción
clel
caos
fenomenal.
Las matemáticas
por
una parte
y,
por
otra, la filosofía
(Ia
fenomenología
y,
sobre
todo,
Ia"áfistemológía)
porr"r,
de
manifiesto
esa
esencialidad
ó,
puá
hablar
Eol
;;;;;
propiedad,
Ia
establecen
v
Ia
conitituyen.
La
coherencia
del
discurso
se
despliega
el
el
espacio
mental
qr"
lu
gu_
rantiza.
La
epistemología
define
ina
topía
(o
se
define-
a
través
de
ella),
a
saber,
un
coniunto
d"i,rgai",
y
J;;;;;
rridos,
topología
abstracta
y
gáneral
qr"
lri"rr"
completa-
da
p_or
una
topología
de
las
ixistencias
concretas.
.
He
aquí
algunos
ejemplos.
La
lingüística
de
Chomsky
implica
un
concepto
del
espacio.
Asi
pues,
Chomrkt
#-
clara
que
existe
un
nivel
lingüístico
"r,
"l
qú"
"o
,"
p,r"a"
representar
cada
frase
simplemente
comó
Ia serie
finita
de
elementos
de
un
_cierto
tipo
engendrada
d" irq.ri"ráu-u
derecha
mediante
algúrn
meianirrio
sencillo,
,i.rt qr:"
,"
debe
descubrir
un
conjunto
finito
de
niveles
p.r"rü.
.r,
orden
de
arriba
abaio (véase
a
Structures
stntactiques,
página
27).
Sabemos
que
el
psicoanálisis
clefine
Lrno
o
varios
tópi_
cos,f)or
ejemplo,
el
oello",
el
,.yoo,
el
osupsrr.r.
Buscán_
do'el
sentido
del
discurso
filosóhco,
f.
n¿.
Rey
escribe:
oEl
28
.,
rrticlo
se da como una
especie
de
pclder
legal de
sustituir
1,r,,
significados
en la
misma
cadena horizontal,
en
el es-
¡,.r,
io
de
una
coherencia regulada
y
calculada
por
adelan-
r,rrlo.
Es en
ese
espacio
centrado,
teológico,
donde
la
r
'rrrplicidad
del
significado
estaba
va
establecida,
es ahí
,l,rrclc
el
sentido se
precede
siempre a
sí
mismo"
(L'en-
t(
u
des
signes,
p. 13).
Corpus, recorte, rnontaje,
agrupamiento,
emplazamien-
r,¡,
cSoS
términos
espaciales,
considerados
no
corno
meta-
lr..lcr-rs
o
metafóricos,
sino
como rigurosos, son
de utiliza-
,
rr¡rr
corriente
en epistemologia
(c'J
.
Michel
Foucault,
Ar-
,lt(ologie
du
savoir,
capítulo:
oLes
unités du
discc¡ursr.
r'l.
también
el
libro
de
Matoré
sobre
L'espace
hunnin,
y
lrrrirlrnente,
Georges Gusdorf, cuya obra
Sciences
humaines
t't
pensée occidentale,
establece un cotejo
entre
ei espa-
,
io
social
y
el
espacio
rnental
de las
diferentes
épocas).
O-bjeciones.
Esta hipótesis
implica
la liquidación
del
tit:mpo
histórico
así
como
del tiempo
vivido
y,
por
dernás,
,1,'
forma asaz desigual
(mucho
más en
M. Foucault
que
,
rr
G.
Gusdorf,
por
ejemplo).
Comporta
igualmente
una
tt'ndencia
hacia
el cientificismo
abstracto,
hacia
el saber
,,rrbsoluto>
constituido
por
Lrn inventario
del
pasado
(filo-
.,o{ía,
ideologias,
literatura,
etc.)
e inserido
en
el
espacio
rrctual.
Esa
teoría del
espacio
no se
circunscribe
únicamente
rrl
campo epistemológico;
se
sale
de sus
límites
de
una
rnanera
que
rnerece
ser
mencionada;
algunos
arquitectos
sc
consideran
aún como
arnos
y
señores
del
espacio que
conciben
y
realizan.
Se
consideran
o
se
hacen considerar
como
los demiurgos
capaces de
poner
por
obra,
en
el seno
tlc
la sociedad,
su
concepción
y
su
definición del
espacio.
l..l
demiurgo
platónico
se ha encarnado
en
la materia,
las
r:ifras
y
las
proporciones,
las idealidades trascendentales.
l)icho
espacio
tiene las
caracteristicas siguientes:
vacío
y
¡ruro,
lugar
por
excelencia
de
los
números
y
de
las
pro-
porciones,
del
áureo
número,
por
ejemplo; es visual,
y,
por
tanto,
dibujado,
espectacular; se
puebla
tarcllarnente
tle
cosas
de
habitantes
y
"ds
usuarioso;
en la
medida
en
que
ese
espacio
derniúrgico tiene una
justificación,
linda
29
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
17/80
t
con
el
espacio
abstracto
cle los
filósofos,
de
los epistemó-
logos.
El colrfundir
ambos
espacios
entraña
cierto
peligro.
Repitarnos
una
vez
más
que
el mayor
peligro
y
la
mayor
objeción
que
se
pueclen
pre.sentar
son la
evaóuación
del
liernp
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
18/80
-
En
esta
hipótesis;
repitámoslo
una
vez
más,
el espaci
a Ia
par
funcional
e instrumental
quecla
vinculado
a
l
reproducción
de
la
fuerza
de
trabaio
a
través
del
c
mo.
Se
puede
decir
que
es
a
la vez
el medio
y
el
proce
miento
de
una
organización
del
consumo
dentro
del
mal
de
la
sociedad
neocapitalista,
es
decir,
de Ia
sociedaci
rocrática
de
consumo
dii:igido.
La
aparente
finalidad
la
sociedad,
el
consumo, se
define de hecho
a
través
la
reproducción
de
la
fuerza
de trabajo,
es decir,
de
condicioncs
del
trabajo
productivo.
Las
ciudades
no
vendrían
a
ser más
que
unidades
de
consumo
correlatir¡as
de
las
grandes
unidades
de
produc.
ción.
Se
puede
decir
qr.ie
esta
hipótesis,
a
su manera.
con-
curre
con
la
teoría
de
la
falsa
conciencia Inencionada
ya
anteriormente
con
respecto
a
la segunda
hipótesis.
ÉIabría
por
tanto:
1.
Una
conciencia verdadera,
la
de
la
clase
obrera,
cuando
menos
como
conciencia
posible
representada
por
la filosofía
(cf
.
el
pensarniento
sobradamente
conocido
de
G. Lukács).
2.
A
esa conciencia
totalmente
verdadera
de
la
tota-
lidad
vendría
a oponerse
una
conciencia
fajsa.
la
de la
burguesÍa.
Partiendo
de
esas presuposiciones,
Joseph
üa-
bel
ha
desarrollado
una
tesis,
según
la cual
la
oespaciali
zaciónn
caracteriza
la
ufalsa
concienciao,
una
falsa
con-
ciencia
morbosa,
la
del
enajenado
(esquizofrénico),
caso-
límite
de
la
falsa
representación. Ese espacio sería
el
lu-
gar
de Ia reificacién,
un.lugar
al
margen
del tiempo,
de
la
vida
y
de la
praxis.
Bajo
ese
prisma,
el espacio
instrr.-
mental
tendría, por
consiguiente,
una
.,función
específi-
ca>.
En
vez
de
definir
la inteligibilidad
(primera
hipóte-
sis),
defi
nir
ia
la realización-reifi
cación
de
las relaciones
so-
ciales,
al
propio
tiempo
que
la
falsa
conciencia
de dichas
relaciones.
A la
teoría del
espacio
mental
inteligible
se
opone
la
del espacio
social
encepado.
A la
teoría
del
es-
pacio
inteligible y
de la
primacía
(filosófica)
del
espacio
se
opone
la
primacía
del
tiempo.
32
bu-
de
dc
las
I-a
trampa
que
tiende
ia
burguesia
a
la
clase
obrera
ur'uba
siendo su
propia
trampa:
espacio
enfermo
o
espa-
r
rr¡
de enfermedad
social.
En
cualquier
caso,
en
esta
hi-
lr(,tcsis,
el espacio
no
sería
una
mera repr€sentación
ino-
|
('nte,
sino
que
"vehicularían
las
nonnas
y
los valores
de
lrr sociedad burguesa,
y,
ante
todo,
el
valor
de
intercambio
y
l¡.r
mercaderÍa, es
decir,
el fetichismo.
En el
punto lími-
l(',
ya
no
es
exactamente
la
ideología
que impera,
sino
rrr¡icamente
una
suerte
de
falsa
conciencia
con
los
dis-
(
lrrsos
que
ella
misma
engendra.
Objeciones. Esa
vinculación
del
espacio
en
general
y
rlcl
espacio urbano
en
particular
con
la
producción,
im-
¡rlica
únicamente
la
reproducción
de los
medios
de
pro-
rlucción
de la
que
hace
parte
la
fuerza
de
trabajo.
Ahora
lricn,
precisamente
es
esta
hipótesis
la
que
conviene
al
r':rpitalismo
del
siglo
xlx, al
capitalismo
competitivo
para
t¡uien
el
problema
principal
residía
en reproducir
mate-
r
ialmente
sus
medios
de
producción
(máquinas
y
fuerza
clc
trabajo)
y
en
permitir
el
consumo
de
los
productos,
es
tlccir,
su
compra
en el
mercado.
El sistema
contractual
(cl
contrato
de
trabajo),
y
el
sistema
jurídico (el
código
eivil
y
el
código
penal)
bastaban
prácticamente
para
ase'
¡lurar,
con
la
venta
de
la
fuerza de trabajo,
esa
reproduc'
ción de los
medios de
producción.
Resulta
evidente
que
r.'u
estas condiciones
el
espacio
era
entonces
simplemente
f'uncional
e
instrumental.
La
ciudad
tradicional
desem-
peñaba,
entre otras,
esa
función
de
consumo
complemen-
tario de
la
producción.
Pero
la
situación
ha cambiado:
el
sistema de producción
capitalista
debe defenderse
sobre
r-rn
frente
mucho
más amplio,
más
diversificado
y
más
complejo, a
saber,
la
reproducción
de
las
relaciones
de
¡rroducción.
Esa reproducción
de
las
relaciones
de
pro-
clucción no
coincide
ya
con
la
reproducción
de
los
me-
dios de
producción; se
lleva a
cabo
a
través
de
lo
coti-
diano de las cosas,
a
través
de
los ocios
y
de la
cultura,
a
través
de la escuela
y
de
la
Universidad,a
través
de
las
extensiones
y
proliferaciones
de
la
ciudad
antigua,
es
de-
cir, a
través
de
la
totalidad
del
espacio.
Hcs
128
3
5J
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
19/80
11.
Cuarta
hipótesis.
Del
espacio
no
se puede
decir
ue
sea
un
producto
como
cualquier
otro,
un
objeto
o
una
suma
de
objetos,
una
cosa
o urru
corecóión
á"
.;;r,
na
nercaclería
o
un
conjunto
cle
mercaderías.
No
sc
¡¡lde.decir
quc
sea
simplcnr"nt"
r.,,,
instrumento,
cl
rnás
tmportante
de
todos
los
instrumentos,
el
prer.rpri";;^1"
toda.
producción
y
de
todo
t"i"r"áÁltb.
d;;;;r;;r"*r"l-
mente
vinculado
con
la
reproducción
de
'u,
;"i;;;;;;,
sociales)
de
produc.io".
ü"h"
Ji'otras
parabras,
esta
teoría
abarca
la
tercera-hipótesis,
il"uurdo
más
adelante
su
análisis
y
modificándoli
.r,
.il.iu
medida.
para
com-
prenderla,
se
debe
tomar
como
referencia
no
la produc-
ción
en
el
sentido
restringido
de
los
economistas
_es
de-
cir,
el
proceso
de
la
próa,r..iárr-á"
tu,
;;;;;"
n
ál
:;
onsumo-,
sino
la
reproducción
de
las
relacione,
¿"
pü_
ducción.
En
esta
u*pliu
u."p.i¿",
ái
".pu"io
de
la
pro-
ducción-implicaría.,
por
tanto,
y
encerraría
en
su
seno
ra
finalrjtad
-general,
ia
orienta.i¿í
".*n"
a
todas
ras
acti-
vidades
dentro
de
Ia
sociedu¿
""".upitalista.
nf
"rp*i.
onstituiríar
pü€s,
una
especie
de
esqlema
en
un sentido
dinámico
que
sería
común
a
las
actividad",
diue.s*";l;,
trabajos
divididos,
a
la
cotidiur¡¿uJ,
.
iu,
urtár;';
i;;
spacios
creados
por.los
arquitectos
y
io,
".Uuri;ñ.
V;;:
ría
a ser
una
re]ación
y
un
susteniáculo
de
inherencias
en
la
disociación,
de
inclusión
"r,
Iu-""paración.
vendría
a ser
por
tanto
un
espacio
á ru
v",
abstracto-
concreto,
homogéneo-
y_desarticulado,
lo
q""
.;-á;ü;;;
reencontrar
en
la
ciudad
nueva,
en
Ia pintuiu,
lu
"r.rrltrr.u
la
arquitectura,
así como también
n
el
saber.
Precisemos debidamente
y
hagamos
hincapié
sobre
este
análisis
de
un
espacio
homogéieo
y
desartic'ulad;:;
trata
de
Ia
producción
en el
más-amplio
sentido;;i;
pál
labra:
produción
de-las
,ela.ionls
,áiiur",
y
reproducción
de
determinadas
relaciones.
E;
;r;;-;"ntido
la
totalidad
del
espacio
se
convierte
en
el
lugur-a"
esa
reproducción,
incluido
el
espacio
urbano,
lo.
". *io,
¿"
".iár,
mr;;;:
cios
denominados
educativos,
loi
A"
lu
cotiAia"iáa¿,
é".
sa
reproducción
se
realiza
a
través
áL
""
esquema
rela_
tivo
a
la
sociedad
existente
que
tiene
como
característica
34
¡'.r'rc'iárl
la de
ser
unida-desunida,
disociada
v,
nantenicn-
rl,
unzl
unidad,
la
de
la
fuerza
dentro
de
ia fragmenta-
l,rr
irirr.
Ese
espacio
homogéneo-quebrado,
no
es
t¿n
sólo
r
lr':.¡.racio
global
de la ordcnación
o el espacio
parcelario
'1,
llrlcllritecto
y
clc
los
promotores,
sino
que
es tarnbién
r
I t's¡racio
cle las
obras
de arte,
por
ejemplo
ei
del
mobla-
r,
y
del
design.
Es
el esteticismo
el
que
unifica
los
frag-
,r('rtos
funcionales
de
un espacio dislocado, realizando
de
{",1:r
suerte
sus
caracteres
homogéneos
y quebrados.
Ese
espacio
homogéneo y,
sin
embargo,
dislocado,
tro-
r
rlrdo
y,
sin
embargo,
ordenado,
desarticulado
y,
no
obs-
l.ultc,-
sujetado,
es
el espacio
en
donde
el centro
se
petri-
lrt
ir
al
propio
tiempo
que
estalla,
por
ejemplo
en
los
cen-
Iros
comerciales,
Iugares
donde
lo
monofuncional
sisue
,rrr¡rerando
pero
con
un
decorado y
un esteticismo
no firn-
(
r()nales,
con simulacros
de fiestas y
una simulación
de lo
lrrrlico.
Es
eI espacio
en
el
que
la
conexión
constreñidora
,,,'
lleva
a cabo
merced
a
intercambiadores
entre
las
paftes
,lislocadas: el
espacio
a
la
vez
informe
y duramente
cons-
trcñidor
de
las
periferias
y
de
los
arrabales,
donde el
Irrrrraquismo,
los
bidonvilles,
Ios barrios
de
emergencia
t
ompletan
los
suburbios
residenciales;
donde
reinan
nor-
lrlas que
imponen
determinados
modus
vivendi,
en
tanto
(tue
se
dedica
al
espacio
toda
clase
de
discursos,
de inter-
¡rretaciones,
de ideologías
y
de
valores
uculturales>,
artís-
licos,
etc.
Los
lugares
de
esparcimiento,
así
como
también
las
nLlevas
urbes,
están
disociados
de
la
producción
hasta
que
lr,rs
espacios
de esparcimiento
aparezcan
desligados
del
trabajo
y
.,libresn,
cuando,
de hecho,
están
vinculados
a
los
sectores
del
trabajo
dentro del
consumo
organizado,
tlentro
del
consumo
estipulado.
Esos
espacios
separados
tle
la
producción,
como
si
en
ellos
se
pudiese
olvidar el
trabajo
productivo,
son
los
lugares
de recuperación.
Esos
lugares
a los
que
todo
el
mundo
se esfuerza
en
propor-
cionar
un aspecto
festivo
y
de
libertad,
que
se adornan
con
signos
que
no
tienen
a la
producción
y
al trabajo
como
símbolos
significativos,
esos lugares,
precisamente,
es¿án
estrechamente
relacionados con
el trabajo
produc-
35
8/20/2019 Lefebvre Henri - Espacio Y Politica
20/80
tivo.
Se
trata
de
un
ejemplo
tÍpico
clel
espacio
a la
veu
dislocado-
y
unificado.-
Son
pr."ir"*"rrte
iugares
¿urrJe
se
reproducen
las
relaciones
de
producri¿nl
lo
q""
oo
excluye
sino
incluye
Ia
reproclucciln
pura
y
simple
cle la
fuerza
de
trabajo.
Todr¡
.sto
,"
p""d"
leer
cn
.;r;
;p;:
cios,
aun
cuando
con
dificultadj
pues
el
texto
V
"f
"á".
exto
están
emborronados
(como
un
borrador).
to
que
se
lee
con
dificultad
se
puede concebir claramente si'se
parte
del
concepto
del
espacio,
por
una
parte
desarticula.
do y
desunidg,
y,
por
otra,
organizado
y
unido
nuevamen-
te
por
el
poder.
A
este
espacio,
cuyas opropiedades>
se sitúan
en la
articulación
de
la
forma
y
del
contenido,
correrpo"á"
*
Ji.empo
que
posee
idénticas
.,propiedaáeso.
Ei
ü";;;,
bien
supremo,
mercadería
supie-u,
,"
vende
y
,"
.á*-
p.ra:
tiempo
para
el
trabajo,
tiempo para
el
consumo,
tiempo
para
el
ocio,
tiempo para
ciriular,
etc.
Dicho
iie#
po
se
organiza
en
función
del
trabajo
productivo
y
de
lareproducción
de
las relaciones
de
práducción
dentrt
de la
cotidianidad.
El
tiempo
nperdidol
no
lo
es para
toao
"i
undo,
pues
cuesta
muy
caro.
El supuesto
utiempo
libreo
es
únicamente
tiempo
incomplero
y
mantenido
iomo
tal
en
la
coyuntura
general.
poi
lo
q,r"
," refiere
"l
;i;;p"
perdido
inexorableme_nte,
en
transportes
y
formalidadls,
ya
-sabemos
de
qué
forma
está
rigado
dé
manera
disro-
cada
al
tiempo
dedicado
al
trabaio.
-
El
tiempo
homogén_eo
en
tanto
que
tiempo
manipula_
do,
organizado
en
estadísticas
bien
definidas^er,
"i;;;;
iempo,
dislocado,
incomplexo, tiempo
de
trabajo,
ti""ip;
denominado
libre,
tiempó perdido
iin p.ou".hó,'etc.
Para-
comprender
ese
esquema
del-
tiempo
y
d"l
"r_
acio,
debe
uno
remitirse
al
capítulo
po.o
corrocido
de
Marx que
se
halla
al final
de
su
obra-El
Capital,
y
que
tiene por
título: ..La
fórmula
trinitaria>.
En
ese
.ó*pfi-
_cado
capÍtulo,
Marx
explica
la
sociedad
b.rrgrr"ru,
u
lu_
ber,
la
conjunción-disyunción
de
sus
elementJs.
necorde-
mos
rápidamente
los
térmlnos
del
análisis;
existen,
den_
tro
de
la
sociedad
en
funciones,
es
decir,
dentro
de Iá
pro-
ducción
y la
reproducción
de
las
relaciones:
36
l.
El
capital
y
el beneficio
del
patrono,
es
decir, de
l.r
lrurguesía.
2.
La
propiedad
del
suelo con
las múltiples
rentas
{¡ue proporcionan
el
subsuelo,
el
agua, el terreno
edifica-
rk¡,
etc.
3. El trabajo
con
el
salario correspondiente
que
va
ir
parar
a manos
de
la clase obrera.
Esos
tres
elementos
unidos
en
la
sociedad
en
funcio-
rrcs
están
representados
como
separados,
y
su
separación
ticne
un sentido
objetivo
puesto que
cada
grupo
parece
rccibir
una
parte
determinada
de la
global
de la
sociedad.
Existe,
pues,
apariencia
enajenada
de
las
rela-
t
iones
sociales,
apariencia
que
desempeña
un
papel
urealn.
lis
el
espejismo
de la separación
en el
seno de
una unidad,
la
de
la dominación,
del
poder
económico
y
político
de
la
burguesÍa.
La
separación
es, a
la
par,
falsa
y
verdadera.
Los
ele-
rnentos
que
figuran
separados
tienen
tendencia
en
ase-
rnejarse
a
fuentes
distintas
de
la riqueza
y
de la
produc-
r:ión
cuando, de
hecho, es únicamente
debido
a su acción
r.:omún
que
se
produce
dicha riqueza.
En
tanto
que
fuen-
tcs
distintas de
la
riqueza
social,
parecen
recibir
la
parte
qtre
les
corresponde
de la
(rentaD
nacional,
lo
que
disi-
rnula
el
hecho de
que
la riqueza
social coincide
con
la
plusvalía
global.
Ese
capítulo
decisivo de EI Capital
puede
cncontrarse
en el libro
III,
sección
7,
capítulo
48.
En
esta
hipótesis,
la ideología coincide
con
la
prácti
ca:
la
separación