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Lectio Divina
VIII Domingo OrdinarioParroquia
Santa María Magdalena Yacuanquer
A la escucha y meditación de la Palabra de Dios desde la Tradición y Magisterio
Lectio Divina
PreparaciónLectura
MeditaciónOraciónContemplación
Pasos de la Lectio divina
A la escucha y meditación de la Palabra de Dios desde la Tradición y Magisterio
Primer Paso: Preparación
La Palabra debe ser esperada y escuchada
Con buena disposición interior
Oración al Espíritu Santo
Con Corazón limpio y humildad
Oración al Espíritu Santo
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO(San Agustín)
Espíritu Santo, inspíranos, para
que pensemos santamente.Espíritu Santo, incítanos,
para que obremos santamente.Espíritu Santo, atráenos,
para que amemos las cosas santas.Espíritu Santo, fortalécenos, para que
defendamos las cosas santas.Espíritu Santo, ayúdanos, para que no
perdamos nunca las cosas santas.A la escucha y meditación de la Palabra de Dios desde la Tradición y Magisterio
Segundo Paso: Lectura
Leer bien y sin prisa
Hay que leer dos o tres veces
Aprende a conocer el Corazón de Dios en sus Palabras
Leer bien, es escuchar bien
Lectura del Santo Evangelio según Mateo 6, 24- 34
«Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
A la escucha y meditación de la Palabra de Dios desde la Tradición y Magisterio
Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal».
A la escucha y meditación de la Palabra de Dios desde la Tradición y Magisterio
Composición general del Evangelio de San Mateo
1,1- 4,16: Presentación de Jesús.
4,17-16,20: Misión de Jesús.
16,21-28,20: Pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Lectura del Santo Evangelio según Mateo 6, 24- 34
«Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
A la escucha y meditación de la Palabra de Dios desde la Tradición y Magisterio
Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal».
A la escucha y meditación de la Palabra de Dios desde la Tradición y Magisterio
Cuando leemos el Evangelio de Mateo de este domingo, especialmente las personas que pertenecemos a las generaciones de los 60 y 70, rápidamente recordamos la escena de la película “hermano sol, hermana luna”, cuando el actor que personificaba a San Francisco de Asís recitaba de memoria esta parte del Evangelio. Más allá de la película estaba la razón de la vida del santo más cercano al mensaje de Jesús.
Jesús, nos coloca frente a un compromiso radical en la primera parte del Evangelio: servimos a Dios o nos hacemos esclavos de las riquezas; para el Maestro no existe posiciones intermedias.
El seguidor de la buena noticia no puede estar sirviendo a Dios y colocando su estabilidad y bienestar en manos de la riqueza.
En nuestros sistemas occidentales cada día más absortos por el deseo del acumular riquezas y vivir de bienestares causados por la aparente abundancia de bienes, este Evangelio nos suena muy ruidoso y nos inquieta mucho, pues pesan más las teorías de riquezas impuestas por los sistemas consumistas y económicos que la misma verdad del Evangelio.
Además, los pobres que cada día somos más, caemos en la trampa de los sistemas consumista y nos preocupamos tanto del qué voy a vestir?, del comer, y el tener; es más nuestro afán por el mundo que el deseo por ser mejores y superar nuestras miserias.
Jesús con este Evangelio nos pide que centremos nuestra vida en el ser mejores, en el buscar nuestra felicidad, sintiendo la gracia de un Dios que se preocupa de nosotros y nos pide vivir la solidaridad propia de la naturaleza, que ni siembra, ni riega, que viste de belleza y da el alimento necesario a todos los que viven con ella en armonía. De la misma manera, nosotros debemos hacer vida la providencia de Dios, haciendo vida la solidaridad para que las riquezas del mundo sean repartidas entre todos, y la felicidad del la humanidad no esté en tener sino en ser.
La segunda parte del Evangelio de Mateo, es una clara presentación del proyecto de Jesús que exige la búsqueda del Reino de Dios y su justicia; sin estas dos realidades el mundo seguirá buscando su propia destrucción. Sin la búsqueda de los valores del Reino, nuestra vida solo se queda en el afán desmesurado por tener y no por ser, y sin la justicia nuestras acciones son egoístas y nos llevan a guerras y desigualdades.
La verdadera justicia de Dios nos exige la armonía en la que vive la naturaleza, por eso, Jesús coloca dos ejemplos claros de ella: los pájaros del bosque que ni siembran, ni riegan y todos los días Dios los alimenta, y la de los lirios del campo que junto con la yerba reciben los mejores trajes que les puede proporcionar la mano generosa de Dios.
A la escucha y meditación de la Palabra de Dios desde la Tradición y Magisterio
Cuando los seres humanos imitemos las leyes de solidaridad de la naturaleza y pongamos en práctica los valores del Reino, el mundo vivirá en armonía y la justicia de Dios no dejará que se vean tantas desigualdades que hoy percibimos con facilidad.
A la escucha y meditación de la Palabra de Dios desde la Tradición y Magisterio
Tercer Paso: Meditación
DESCUBRIR LOS “AFECTOS” QUE LA PALABRA VA GENERANDO EN
MI CORAZÓN:
Alegría, compromiso, interrogantes, nuevas posibilidades
Lo dicho, lo narrado por la Palabra tiene, ahora, que ser leído con el corazón
Meditemos la Palabra con el Papa
«La pobreza «evangélica» implica siempre un gran amor a los más pobres de este mundo. En este tercer año de preparación para el gran jubileo es necesario redescubrir a Dios como Padre providente que se inclina sobre los sufrimientos humanos para elevar a los que se encuentran inmersos en ellos. También nuestra caridad debe traducirse en participación y promoción humana, entendida como crecimiento integral de toda persona.
La radicalidad evangélica ha impulsado a numerosos discípulos de Jesús, a lo largo de la historia, a buscar la pobreza hasta el punto de vender sus bienes y darlos como limosna. La pobreza aquí llega a ser una virtud que, además de alimentar la situación del pobre, se transforma en camino espiritual gracias al cual puede alcanzar la verdadera riqueza, o sea, un tesoro inagotable en los cielos (Lc 12, 32-34). La pobreza material nunca es fin en sí misma, sino un medio para seguir a Cristo, el cual, como recuerda san Pablo a los Corintios, «siendo rico, se hizo pobre por vosotros a fin de que os enriquecierais con su pobreza» (2 Co 8, 9).
Catequesis Juan Pablo II audiencia general 27 de octubre de 1999
Cuarto Paso: Oración
Da gracias, intercede por los hermanos, por las situaciones que el texto te haya traído a la memoria.
Da curso libre a tus capacidades creativas de sensibilidad en la oración.
Lo dicho, lo narrado por la Palabra tiene, ahora, que ser hablado con el corazón
Dios Padre y Madre universal, cuyo amor supera el amor tierno y fiel de la madre más amorosa. Ayúdanos a experimentar tu presencia cariñosa y amable en nuestra vida, para que experimentemos tu ternura, y seamos capaces de transferirla también a los demás. Nosotros te lo pedimos apoyados en la experiencia y el ejemplo de Jesús, que encarnó en sí mismo tu amor paterno-materno. Amén.
A la escucha y meditación de la Palabra de Dios desde la Tradición y Magisterio
Quinto Paso: Contemplación
Ponte en medio de la comunidad y deja que rebose de tu interior la paz y la bendición que has recibido.
Lo dicho, lo narrado por la Palabra tiene, ahora, que ser practicado en la vida
Actúa con ellos para volver a reencarnar en la historia a Jesucristo, la Palabra hecha carne.
Mi compromiso en esta semana será:
1. Me pregunto durante toda la semana sobre mi relación con las “riquezas” y busco ante todo la verdadera Justica de Dios.
2. Hago una lista de los momentos en los que he sentido la Providencia de Dios en la vida de familia, en mi trabajo y estudio.
(Desde el Evangelio de San Mateo 6,24-34)
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