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Bl seguitniento de Cristo

LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO SEGÚN LOS PADRES DE LA IGLESIA - El seguimiento de Cristo

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En este desempeño podrá el exégeta católico egregiamente ayudarse del industrioso estudio de aquellas obras con las que los Santos Padres expusieron las Sagradas Letras. De doler es, en verdad, que tan preciosos tesoros de la antigüedad cristiana sean demasiado poco conocidos por no pocos de los escritores de nuestros tiempos, y que también poco los cultivadores de la historia de la exégesis hayan todavía llevado a término todo aquello que, para investigar con perfección y estimar en su punto cosa de tanta importancia, parece necesario.

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Bl seguitniento de Cristo

EL AcToR

L~u obr:l e:; fruro maduro de una br~a traycctmia imdcc­nt.11 ,·n b t]Ul' d P .. \lfredo S:ieoz. m;i:; a lb de :;us incur:;iorH:s en tcnus muy din:rsos. rcligio~os. cult:tmtk·s \" :;ociak~. h:1 cYidcnciado una particular preferencü por los estudios pa­

tri:;ticos .

. \ticiooado a h lectura directa dl.' los P:1drcs de h l~ksü,

, J desde d período de sus estudios de tL·ologi:l prcYil 1:; :1 b orderuciún sacerdot:JL sus primeras producciorH::; liter:~ri:ts COI11ll ( Ú~l/fl. )" /.uj{~l/1{1.\ /¡j/J/i¡·,¡.f, / :ll(tii"Úf¡;¡, .\t/¡'ftl/1/t 1//11 .1~ /111/d.;d,

1:/ S,mto .\",¡mji,io dt /.¡ .\li.1t1. se :tbrcYan pmfus:tmcntL' en elL·s­

pn·iru de los Padres.

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lusume desconocido hasta entonces. ,. 'lue saliú publicttb b:tjn d nombre de 1 .. a ,;:/dJf;láón dt loJ mi.rtnio.o· m lo.• ..-, l"!flmlt".l d,

.\".111 . \ {,ó.imo dt" "linin. Sus im·estig-.Kionl's sobre l'Ste P.1dre hicieron que b prestigios:\ cokcciún /)i.-tio!/fliiÚi ,le .\i'lili/u,n:::, k SllliciLICI b rcdacciún tk hs column:ts corre:;pnndienres :l didh) :Hl(!lJ".

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1;n 1 !o . .- múttn"o . .- d, (."¡;·~.-:o. Debe decir~c. con todo, ~]lit' su prt· dilect·ion pur lo~ P:J,Ires no ~e ha m:mit"t:~l:ldo un ~~ ·;¡( 1 en ltl~ hhrn:; c~pcciticllncntc ,Jedictdos a dio~. ~u ,·nrn:l produc­ci< 111 liter:HÜ l'~t:i impre,L.'1Uda de su espíritu.

1 J prcsentt: libn 1 imeg-ra una etlkccitin de Y:1ri1 1s Y< llúme­nc~ S11hrc bs p:u.ib1lh~ :;egún d pt:nsamicntn de ltl~ P:ldrc~. '(llt" d autor y,¡ :l~·up:mdo de :\CUerdo •l b :;imilitud dt· lo~ tl:" ·· m:1s t]UL' en dbs ~L· tr:Ha. l.o~ seis primen lS. ,.;¡ ap:lrccid< ~~. H'I"S:\11 S1 Jbre h~ p:lr:ibobs de la mi~t:ricordia de Dio~. b mi­~ericordi:l con d prújimo. la fi~ura sei1uri;ll de Cri~to. d mi~­tlTill dL· br:1cl y de las n:Kinnes, d misterio de h I~k5i:l ,. d ~'·.~uimiemtl de Cri~to. El restantL' tr:tur:i dl· b~ p:lLihoLb t¡ue ~e rl'tierl'!l :l b e\.pccraciún esi:nolúgica.

\nu.J!mentt.' d P. ::'.icrv t.'Il~t:iü P:ltn 1h l,L.ri:l en b 1 :.1ndud ,k Tt·Pln~.l de S.m \li~ucL dcpendil'!Hl' ,k l.J l"mn-r~id.td dd :-\,¡1\ .llll lt".

LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO SEGÚN LOS PADRES DE LA IGLESIA

El seguimiento de Cristo

P. ALFREDO SÁENZ, S. J.

lAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO SEGÚN LOS PADRES DE IA IGLESIA

El seguimiento de Cristo

EDICIONES GLADIDS 2006

LAS PARÁBOLAS DEL EVANGEUO SEGÚN LOS PADRES DE LA IGLESIA

l. La misericordia de Dios 2. La misericordia con el prójimo 3. La figura señorial de Cristo 4. El misterio de Israel y de las naciones S. El misterio de la Iglesia 6. La siembra divina y la fecundidad apostólica 7. El seguimiento de Cristo 8. La expectación de la Parusía (en preparación)

Portada: Vocación de Pedro, Simone Martini (1288-1344)

Interior: Los grabados son del P. Ricardo Coll

Todos los derechos reservados Prohibida su reproducción total o parcial Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 © 2006 by Ediciones Gladius Con las debidas licencias

Sáenz, Alfredo Las Parábolas del Evangelio según los Padres de la Iglesia: el seguimiento de Cristo - 1 a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires- Gladius, 2006- 248 p., 20 x 14 cm. (Las parábolas del Evangelio según los Padres de la Iglesia; 7) ISBN 950-9674-84-2 l. Patrística. 2. Interpretación Bíblica. I. Título CDD 220.6

Fecha de catalogación: 31 -10-2006

ISBN 10: 950-9674-84-2 ISBN 13: 978-950-9674-84-4

Índice

Capítulo Primero EL TESORO ESCONDIDO Y LA PERLA PRECIOSA ... ... ..... .... ... .. 7

l. El tesoro escondido ...... ..... ............ .... .......... .................... 14

l. El hallazgo del tesoro ..... ... ..... .............. .... ... ........ ......... 15 2. El ocultamiento del tesoro ... .. .. ............... ...... ... .. ..... .... . 21 3. Todo lo vende para adquirir el tesoro ... ........ .... ....... ... . 23

11 . La perla preciosa ...... .. .... ....... ..... .. ....... ... ..... ..... .. ..... ........ 28

l. El simbolismo de la perla ... ........ ........... .. ..... ... .. .... .. ... .. 31 2 . En búsqueda de la perla ............ .. ......... .. ....... .. ...... .. .... 35 3. Vende cuanto tiene .. .. ...... ........... ........ ........ ............ ..... 37

Capítulo Segundo EL AMIGO IMPORllJNO .... .. ..... .. ..... .... ...... .. ... ...... .. ............ ... .. 45

l. La perseverancia en la oración ....... .. ... ...... ... .. ......... ..... ... 55 11. Pedid y recibiréis ... .......... ... ... ..... .... ... ... .. .. ....... ... ... .. .. ...... 64

Capítulo Tercero EL FARISEO Y EL PUBLICAN O .... .... ... ... ... .................... ..... ...... 77

l. La figura del fariseo ....... .. .......... ....... .... ...... ... ..... ......... .... 85 11 . El publicano ...... ....... .. ... .. ... ... .. .... ... ................. ... .... .. ..... 102

III . Actitudes confrontadas y resultados respectivos .. .... ..... .. 106 IV. Cláusula final .................... .. ............................. ....... .... ... 115

Capítulo Cuarto SIERVOS INÚTILES SOMOS .. .. ... ....... ... ....... ... ........ .. ...... .. ... .. 117

l. Sólo hemos hecho lo que debíamos hacer .. .... ...... ......... 127 11. Siervo fiel , entra en el gozo de tu Señor ....... .... .. .... ....... . 136

Capítulo Quinto EL CONSTRUCTOR DE lA TORRE Y EL REY GUERRERO ............................................................ 141

l. La torre y la guerra ........................................................ 149 ll. La gran renuncia ................... ...... .. ................................ 154

Capítulo Sexto lA CASA SOBRE ROCA O SOBRE ARENA ............................ 159

l. La casa sobre roca ......................................................... 166 l. La casa es la Iglesia ................................................... 166 2. La casa es el hombre individual ................................. l76

ll. La casa sobre arena ....................................................... 189

Capítulo Séptimo LOS DOS DEUDORES ............................................................ 201

l. Identidad de la mujer .................................................... 208 ll. La mujer ingresa en la casa ............................................ 211

111. Se allegó a los pies de Cristo .......................................... 214 IV. Las elucubraciones de Simón ........................................ 220 V. Simón, tengo algo que decirte ....................................... 222

l. La parábola ............................................................... 224 2. Atenciones de la mujer y desaires del fariseo ............. 225 3. El perdón y el amor ................................................... 227 4. Tu fe te ha salvado .................................................... 232

Breve reseña de los Santos Padres y escritores eclesiásticos citados .............................................. 235

Índice de las principales siglas y abreviaturas .............. ............ 241

Capítulo Primero

EL TESORO ESCONDIDO Y lA PERLA PRECIOSA

Semejante es el reino de los cielos a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo, y lleno de alegría, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.

Asimismo es semejante el reino de los cielos a un mercader que anda en busca de perlas preciosas, y al encontrar una de gran valor, va, vende todo cuanto tiene y la compra.

Mateo 13, 44-46

't!i N las cuatro parábolas que preceden inmediatamente "l a la que ahora Jos Padres se aprestan a comentar, las

del sembrador, de la cizaña, del granito de mostaza y del fermento (cf. Mt 13, 1-43), cuya interpretación hemos ex­puesto en anteriores volúmenes de la presente serie, el Señor se propuso declarar la naturaleza, la fuerza y la eficacia del Evan­gelio. En las dos siguientes, que son las que ahora considerare­mos, las del tesoro escondido y la perla preciosa, el Señor busca resaltar el valor de la doctrina evangélica, tan sublime que en comparación con ella todo Jo demás parece minúsculo y deses­timable. Las anteriores semejanzas las pronunció Jesús delante de una multitud. Ahora el evangelista precisa que "dejando a la muchedumbre, entró en la casa", donde quedó solo con sus dis­cípulos (cf. Mt 13, 36) . Era quizás la casa de Pedro, en la que el Señor solía alojarse cuando se encontraba en Cafarnaúm (cf. Mt 8, 14) . Allí el Señor, a pedido de Jos suyos, les explicó lapa­rábola de la cizaña del campo. Luego, sin transición alguna, les propuso esta dupla parabólica del tesoro y de la perla; tras agre­gar la de la red barredera, el evangelista señala: "Cuando hubo terminado estas parábolas, se alejó de allí" (Mt 8, 53).

Comentando este dato circunstancial, sostiene Orígenes que las primeras fueron auténticas parábolas; por eso el Señor las dirigió a la multitud, ya que a las multitudes "no les hablaba nada sin parábolas" (Mt 13, 34); en cambio éstas, más quepa-

14 EL SEGUIMIENTO DE CRISTO

rábolas son semejanzas, que se refieren al reino de los cielos. Una vez entrado en la casa, no se dirige más a las multitudes sino tan sólo a los discípulos. Para el alejandrino, las semejanzas son más genéricas que las parábolas 1. Al margen de la sutileza de Orígenes, digamos que Cristo se dirigió particularmente a los apóstoles, porque deseaba consolidarlos en la elección que habían hecho de seguirlo. Al tiempo que los instruía mejor acer­ca de su reino, los animaba a perseverar en la decisión tomada.

l. El TESORO ESCONDIDO

La primera parábola se centra en el hallazgo casual de un te­soro, hecho no insólito en la vida de los judíos. Así, en un relato rabínico leemos que en cierta ocasión un modesto labriego, pro­bablemente un peón, se encontraba arando, cuando de pronto descubrió un tesoro. Así lo narra: "Abba Yudan se marchó a arar al otro lado de su finca. Mientras estaba arando, se abrió de pron­to un boquete en la tierra, en el que se cayó su vaca, fracturán­dose un tobillo. Bajó él para sacarla; entonces Dios iluminó sus ojos, y encontró un tesoro. Y él exclamó: «Para dicha mía se le ha roto la pata a mi vaca.»"

El hombre de nuestra parábola, feliz con el descubrimiento, resolvióse entonces a comprar el campo para quedarse con el tesoro. Tal manera de actuar pudiera parecer extraña si tenemos en cuenta nuestras actuales disposiciones jurídicas, pero con arreglo al derecho judaico de aquellos tiempos, cuando se com­praba una finca se lo hacía "junto con los abonos y todo cuanto en él se encuentra" .

Analicemos ahora los distintos aspectos de la parábola.

1 Cf. Coment. sobre Mt., lib. X, cap. 4: SC 162, pp.153-155.

EL TESORO EscoNDIDO Y lA PERlA PREoosA 15

l. EL HALLAZGO DEL TESORO

Advertimos que el Señor compara el reino con un tesoro. ¿Tratábase en este caso de un tesoro monetario o de un cofre ll.eno de dinero? El texto no lo aclara. Probablemente era una vasija de arcilla que contenía monedas de plata o piedras pre­ciosas. Dicho tesoro se encontraba oculto en el campo. Su po­sesor anterior, quizás a raíz de algún inminente conflicto armado, por temor o por avaricia, había querido asegurarse de no per­derlo, escondiéndolo bajo tierra. Si este campo se encontraba, como suele suceder en Palestina, en la parte superior de una colina, o en la zona inferior de un valle, la altura del terreno o los recovecos de la llanura ofrecían la oportunidad de encontrar un escondite adecuado. Tal expediente era habitual desde hacía tiempo. Las numerosas guerras que conocieron aquellas tierras en el curso de los siglos, como consecuencia de encontrarse en zona conflictiva, entre Mesopotamia y Egipto, obligaron con fre­cuencia a enterrar los objetos valiosos cuando el peligro ame­nazaba. Ello acontecía también en otras comarcas. No en vano Virgilio nos dice:

[ .. . ] Veteres tellure recludit thesauros, ignotum argenti pondus et auri. 2

Flavio Josefa, por su parte, cuenta que Tito, luego de derrotar a los judíos y destruir la ciudad de Jerusalén, encontró una par­te no desdeñable de sus enormes tesoros. En efecto, tras escuchar las declaraciones de los prisioneros de guerra, "se extrajeron adornos de oro y de plata y otras joyas preciosas porque habían

2 Eneida 1, 358-359.

16 EL SEGUIMIENTO DE CRISTO

sido escondidos en la tierra de los propietarios en los tiempos poco seguros de la guerra" 3 . El temor a los romanos o a otros presuntos enemigos había inspirado este tipo de precauciones.

El tema de los "tesoros escondidos" siempre ha concitado particular curiosidad. Los relatos de buscadores de tesoros ocultos son por lo general atrapantes, dando argumento para numerosos cuentos e innumerables fábulas. Muchos fueron los que a su búsqueda han dedicado afanes y esfuerzos, sacrificando incluso la propia salud, el honor y el buen nombre. A dicho recurso literario y vital recurrió el Señor para suscitar la atención de sus oyentes, y elevarlos a la consideración de las realidades sobrena­turales. Dice el texto que "un hombre lo encontró". Probablemen­te se trataba de un peón, que trabajaba en campo ajeno.

¿cuál es el simbolismo que encubre el tesoro para los Padres de la Iglesia? Rastreando sus escritos, encontramos que algunos ven en él la figura de Cristo. Así, por ejemplo, San Jerónimo: "Este tesoro «donde se encuentran escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia» (Col 2, 3) es o bien el Verbo de Dios, que parece escondido en la carne de Cristo [ ... ]" 4 . La ob­servación no deja de ser inteligente. En la carne de Cristo, que es como un campo, visible para todos, se esconde algo mucho más profundo, frente a lo cual no pocos pasaron de largo: su di­vinidad, la persona del Verbo. Hay en Jesús un elemento visible, que todos los que con él se toparon pudieron ver, pero existía también algo invisible, "escondido", al que no fueron muchos los que tuvieron acceso, porque su descubrimiento requería los ojos de la fe.

Ya Orígenes había señalado que "el mismo Cristo, rey de los siglos, es este reino de los cielos, que el evangelio compara con

3 Bell. Jud. 1, 7, 5, 2. 4 Coment. sobre Mt. 13, 44: SC 242, p.288.

EL TESORO ESCONDIDO y lA PERLA PREOOSA 17

el tesoro escondido en el campo". Porque en Cristo hay muchas napas, algunas visibles y otras escondidas. Por eso, escribe, "se podría decir que el "campo" que "el Señor ha bendecido" (cf. Gen 27, 27) es "el Cristo de Dios", en el cual "están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento" (Col2, 3)" 5 .

- Buena parte de los Padres creen ver en el campo que cobija el tesoro una imagen de la Sagrada Escritura. El mismo Jeróni­mo, quien nos decía que el tesoro es el Verbo de Dios "quepa­rece escondido en la carne de Cristo", agrega, "o también las santas Escrituras, en las cuales reposa el conocimiento del Sal­vador" 6. Pero fue sobre todo San Ireneo quien más se ha ex­playado sobre dicha relación entre el tesoro y las Escrituras. Ese Cristo, escribe, oculto en "el campo del mundo", es "un tesoro escondido en las Escrituras, porque estaba significado por las figuras y parábolas que, humanamente hablando, no podían ser comprendidas antes del cumplimiento de las profecías, es decir, antes de la venida del Señor" 7• Ireneo gusta siempre in­sistir en la dimensión cristológica del Antiguo Testamento. Todas las Escrituras hablan de Cristo y lo muestran como palabra del Padre. Es cierto que muchos, especialmente entre los judíos, no han sido capaces de comprender los textos sagrados, donde se esconde el Verbo de Dios. Se cumplía lo que Dios le dijo al pro­feta: "Ten en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiem­po de la consumación, cuando muchos lo leerán y encontrarán su conocimiento; cuando la dispersión haya terminado, ellos comprenderán todas estas cosas" (Dan 12, 4. 7). Otra referencia se encuentra en Jeremías: "En los últimos días comprenderán estas cosas" (Jer 23, 20). No que la lectura del Antiguo Testamen­to fuese del todo ininteligible, pero resulta innegable que su len-

5 eoment. sobre Mt., lib. X, cap. 5: se 162, p.158. 6 eoment. sobre Mt. 13, 44: se 242, p.288. 7 Adu. haer. IV, 26, 1: SC 100, p.712.

18 EL SEGUIMlENTO DE CRISTO

guaje es misterioso y lleno de enigmas; "por eso -agrega Ireneo-, cuando a los judíos en nuestros días se le lee la Ley, les parece una fábula. No comprenden todo lo que se refiere a la venida del Hijo de Dios, en cuanto hombre. Leída en cambio, por los cristianos, es el tesoro escondido en el campo, revelado y decla­rado por la cruz de Cristo, [tesoro] que enriquece la inteligencia de los hombres, les da a conocer la sabiduría de Dios, y revela las "economías" suyas [de Dios] con el hombre." 8

El tesoro de la Escritura, hasta entonces escondido, sólo se revela de manera plenaria "por la cruz de Cristo", según nos lo acaba de decir San Ireneo. Dicha cruz, prosigue el santo, citando al Apóstol, "es escándalo para los judíos y locura para los gen­tiles, mas poder y sabiduría de Dios para los llamados" ( 1 Cor 1, 24). Sólo los "llamados" descubren la sabiduría de Dios y pe­netran en los misterios mantenidos "bajo tierra" en el Antiguo Testamento. Al creer en el carácter salvífico de la muerte de Cristo, la fe les permite entreabrir el velo que encubría el tesoro, entendiendo por fin el sentido último de las Escrituras. De he­cho, sólo cuando el Señor resucitó, luego de haber sido crucifica­do, les descubrió a los discípulos de Emaús lo que se ocultaba en las Escrituras; "comenzando por Moisés y por todos los pro­fetas, les fue declarando cuanto a él se refería en todas las Es­crituras" (Le 24, 27). Cristo, Verbo del Padre, fue diseminado a lo largo de las Escrituras. Al hacerse visible por su encarnación, y morir luego sobre el madero, salió a la luz el tesoro escondido, se hizo inteligible la revelación oculta por el Padre en la Ley y en los Profetas.

Refiriéndose al mismo tema, señala Orígenes que en las Es­crituras el reino de los cielos, y más en general, las realidades trascendentes, han sido descritos, como en imagen (Ev ElKÓVt),

8 !bid., pp.714-716.

EL TESORO ESCONDIDO y lA PERLA PRECIOSA 19

lo que le permite aludir más particularmente a la presente pará­bola 9. Nos parece muy sugerente esta concepción de las Escri­turas como si se trataran de un icono, de una imagen sagrada. Dios, cuya infinitud nos excede de manera abrumadora, cuando quiso dirigirse a nosotros eligió recurrir a la imagen, dentro de la cual escondió el misterio, adaptándose así a las posibilidades tan limitadas de acogimiento de la naturaleza humana. Volviendo a nuestro caso, el tesoro es, a juicio del gran alejandrino, el mis­terio divino plantado en el campo de la historia gracias a los li­bros de la ley y de los profetas, o sea, gracias al Antiguo Testa­mento. La sabiduría de Dios "velada en el misterio" (cf. 1 Cor 2, 7), se deja descubrir, se deja encontrar.

Según vamos viendo, el tesoro, es decir, el reino de los cie­los, es Cristo y la Escritura, o, más precisamente, Cristo escondido en la Escritura. No hay incompatibilidad entre ambas interpreta­ciones ya que la doctrina oculta en el Antiguo Testamento, don­de se anuncia la venida del Mesías, es la desenterrada y enseñada por el mismo Jesucristo, quien la lleva a su perfección, confirién­dole su inteligibilidad plenaria. Porque a la doctrina del Evange­lio, culminación del Antiguo Testamento, no se la considera en abstracto, sino cual ella es en realidad, expresión viva de la fuente de la sabiduría, que no es otra que Jesucristo. Así, pues, Jesucristo doctor, y la doctrina por Él enseñada vienen a identi­ficarse , puesto que en Él "están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento" (Col2, 3) .

Es claro que no basta la existencia del tesoro, escondido ahora en el campo de la Iglesia. Mientras así permanece, de po­co sirve. Se hace preciso llegar a descubrirlo. Muchos son los que a diario pasan junto a él sin apercibirse de su presencia. Oyen hablar de Cristo, saben que existe la Iglesia, ven libros que tra-

9 Cf. Coment. sobre Mt. , lib. X, cap. 5: SC 162, p.l58.

20 EL SEGUIMIENTO DE CRISTO

tan de las verdades sobrenaturales, se topan con los templos que se encuentran en la ciudad, pero como no aran, ni cavan, ni profundizan, todo permanece en su mudez y nada les dice. En cambio, cuando hay empeño por conocer la verdad o se busca sinceramente el bien, en cualquier instante puede surgir lo inespe­rado. La aparición del tesoro es a veces repentina, súbita, como aconteció en el caso de la parábola. A veces "el campo" no re­sulta interesante ni atractivo, a veces el espectáculo de la Iglesia, donde se esconde el tesoro, no es alentador. A pesar de todas las apariencias es en ese campo y no en otro donde Dios "ha escondido" el tesoro de su reino. Lo sobrenatural permanece oculto bajo lo natural y espera al feliz descubridor.

Varios Padres se complacen en destacar cómo el hombre de la parábola, cuando descubrió el tesoro, quedó absorto por el hallazgo. No cuesta mucho imaginar la escena. Contratado pa­ra arar o cavar el campo, al abocarse a su labor, ahondó más que quienes lo precedieron. De pronto advirtió que su pala cho­caba con un cuerpo duro. Probablemente pensó que se trataba de una piedra cubierta por tierra, un verdadero obstáculo que era necesario sortear para poder seguir con su trabajo. Trató de hacerlo, pero pronto quedó estupefacto. El cuerpo duro tenía una forma simétrica y regular. iEra un cofre que contenía un tesoro! Algo semejante ocurre con el descubrimiento del reino de Dios.

Sin duda que los Apóstoles, al escuchar esta parábola, han de haber recordado la felicidad que los había embargado cuando conocieron a Jesús por vez primera. "iHemos encontrado al Mesías!", exclamaron (Jn 1, 41). Cristo cautiva los corazones de una manera contundente, como sólo Él sabe hacerlo. Conoce a los hombres y sus sentimientos más íntimos y generosos, aunque estén soterrados, también ellos, bajo la corteza de un sinnúmero de afanes terrenos. Por eso trata de que resplandezcan ante los ojos de sus oyentes las bellezas maravillosas del reino.

EL TESORO ESCONDIDO Y lA PERLA PREOOSA 21

2. EL OcuLTAMIENTO DEL TESORO

Indica el texto que el hombre, luego de haber hallado el te­soro, vuelve a esconderlo. Quien lo había encontrado no era,

. evidentemente, el dueño del campo sino un pobre peón, que trabajaba en campo ajeno. Lo esconde, o más bien, lo vuelve a esconder, porque el tesoro debía seguir siendo parte integrante del campo y quedar asegurado, o, mejor dicho, protegido contra potenciales ladrones. Lo que proyecta ahora es volverse propie­tario del terreno, porque con ello podría luego disponer a su ar­bitrio del tesoro escondido. Por eso mantiene en secreto su ha­llazgo, y entierra el tesoro aún más profundamente que antes. Al igual que en otras parábolas, el Señor no se detiene en la moralidad del acto, o en sus efectos jurídicos, sino que se remi­te más bien al modo como obraría el hombre común. Lo que suele buscar en sus parábolas es fijar nuestra atención en el pen­samiento fundamental de la semejanza y no recomendarnos imitar el modo de obrar de sus protagonistas, según se ve también en las parábolas del juez inicuo (d. Le 18, 1-8) o del administrador infiel (cf. Le 16, 1-14). Así lo señala San Jerónimo: "En cuanto a lo que sigue: «Al contrario, vuelve a esconderlo», no significa que lo hace por malevolencia, sino porque bajo el efecto del mie­do, como hombre que quiere conservar y no perder su bien, es­conde en su corazón ese tesoro que prefirió a sus antiguas ri­quezas" 10.

Por lo demás, su conducta no es la propia de un ladrón. De hecho, tras cubrir el lugar donde estaba el tesoro, se proveyó de la suma necesaria para poder comprar la propiedad. Hubiera podido llevarse el tesoro sin decir palabra, y nadie lo habría ad­vertido. Pero prefirió apropiarse del tesoro por una vía legal,

10 Coment. sobre Mt. 13, 44: SC 242, p.290.