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Las Bailarinas de Degas
Actividades para trabajar sobre la obra de Edgar Degas y sobre las características
del movimiento impresionista.
La parte de la actividad que es grupal puede realizarse a través de herramientas virtuales como
mail, blogs o plataformas colaborativas.
Edgar Degas (1834-1917) integró el movimiento llamado Impresionismo, el cual se caracterizó, de
manera central, por realizar una gran investigación en cuanto a la forma en que percibimos el color.
Surgido en plena revolución industrial –momento en que la ciencia aporta descubrimientos
revolucionarios respecto de la óptica– el Impresionismo buscó capturar la impresión que un instante
activa en el color a partir de la luz, lo efímero de ese instante.
En este recurso, te proponemos analizar cómo trabajaba Degas y qué descubrimientos fundamentales
incorpora el movimiento artístico del Impresionismo en la historia del arte.
Actividad 1: vida de Degas
Antes de comenzar con la realización del trabajo teórico sería conveniente conseguir imágenes de la
obra de Degas, no solo las pinturas sino también sus esculturas en bronce, las escenas de bailarinas
del teatro, mujeres en el momento de lavarse o peinarse y otras escenas íntimas.
Para los que viven en Ciudad de Buenos Aires o en el Gran Buenos Aires, o tienen la posibilidad de
viajar, sugerimos una visita grupal al Museo Nacional de Bellas Artes. También podés consultar obras
de Degas a través del sitio web del museo.
A partir de lo visto en estos materiales, podrán investigar acerca de la biografía de Degas a partir de
las siguientes preguntas:
* ¿Donde vivió Degas?
* ¿En que época?
* ¿Que estudió y con quien?
* ¿Con quienes trabajó en conjunto?
* ¿A que movimiento perteneció?
* ¿Qué relación tuvo este grupo de artistas con la fotografía como arte?
* ¿Qué similitudes y diferencias existieron entre su obra y la de otros artistas del movimiento, como
Renoir o Monet?
* ¿Cuáles fueron las obras más importantes de Degas?
Actividad 2: Las Bailarinas
Te proponemos indagar más profundamente sobre la escena que representa la obra Las Bailarinas. En
esta obra lo fundamental para el artista es captar rápidamente el movimiento del cuerpo humano y no
tanto una preocupación por el espacio o el paisaje que ocupan los cuerpos. Utiliza el pastel porque le
permite poner en color rápidamente el gesto rápido del dibujo (como un croquis inacabado).
Para trabajar, Degas se ayuda de la fotografía que le muestra aspectos o momentos que escapan a la
vista. Con la fotografía se captura un instante. La pintura en cambio sintetiza el movimiento, por lo que
no puede ser sustituida por la foto.
A su vez Degas realiza estudios de las estampas japonesas, no por el exotismo sino por la forma en
que este arte oriental representa el movimiento de los cuerpos y del espacio.
La investigación propuesta en este recurso continuará por los aspectos metodológicos de la pintura de
Degas, haciendo hincapié en el aspecto formal de la obra, deteniéndose particularmente en los
siguientes aspectos:
El modelo: ¿cuáles son los modelos que elige Degas?
El encuadre y el punto de vista: ¿se ve la totalidad del espacio representado? ¿O solamente una parte?
¿Los personajes protagonistas están en el centro de la escena? ¿Están enteros?
La luz: ¿cómo es representada? ¿Qué colores suelen aparecer en las zonas más iluminadas de la
pintura? ¿Y en las sombras?
El color y la mezcla óptica: ¿cómo se logran los matices de color en la pintura?
El pastel tiza: ¿qué características tiene este material? ¿Cuándo y dónde comienza a utilizarse?
Las investigaciones de los impresionistas sobre la relación de color entre los opuestos
complementarios.
A partir de ambos trabajos de investigación (biografía y Las Bailarinas) se podrá realizar un informe
escrito que tenga como destinatario a una revista de arte especializada, o bien un sitio web sobre arte.
Enlaces de interés
Biografía de Degas
Obras de Degas
Impresionismo
Autores: Florencia Fernandez Frank y Violeta Cincioni
En el centro Gabriela Mistral, con la voz del grupo Lisa y el Ballet de Karen Connoly, los niños y niñas disfrutaron de este cuento basado en una obra del famoso pintor francés.
[Imágenes]
Cerca de 300 niños y niñas de diferentes programas del Servicio Nacional de Menores (Sename) participaron durante dos viernes seguidos en el espacio “La hora del cuento”, en la Biblioteca Infantil del Centro Gabriela Mistral (GAM), escuchando el relato del cuento “Degas y la pequeña Bailarina”, de Laurence Anholt, basado en una historia real del famoso pintor Edgar Degas y su modelo de 14 años, Marie.
Los murmullos de los pequeños durante el inicio del relato, a cargo de educadoras y voluntarias del grupo Leer, Imaginar, Soñar y Aprender (Lisa), cesaron repentinamente con la entrada en escena de bailarinas reales de la compañía que dirige Karen Connolly, quienes, vestidas con tutú, desplegaron las cinco posiciones
del ballet clásico. La postura “Cuarta de pie” es un moderno detalle que hizo famosa la escultura de Marie, una niña trabajadora que posó durante agotadoras jornadas para Degas.
A medida que las narradoras, Ximena Feliú y Ana María Prat, avanzaban en la lectura, los niños miraban las ilustraciones del libro reflejadas en las paredes de la amplia biblioteca del GAM, pero las pequeñas bailarinas de verdad -que irrumpieron nuevamente- multiplicaron los aplausos.
Al final, la representante del Centro de Recursos del Aprendizaje del Ministerio de Educación, Constanza Mekis, permitió que los niños opinaran y conversaran con las protagonistas. Luego, dibujaron y escribieron sobre lo que acababan de observar. Posteriormente fueron invitados a disfrutar una colación.
La directora de la Biblioteca Infantil “BiblioGAM”, Erika Araya, señaló que estos encuentros tienen el gran valor de ser un regalo del grupo de mujeres que conforman el grupo “Lisa”, que rescata el amor por la lectura y las narraciones orales. También destacó la contribución del Ballet de Karen Connolly y de la Academia de Ballet Sara Nieto, que auspició el encuentro con recursos.
La mediadora cultural del GAM, Carmen Menares, informó que desde el sábado 3 de septiembre “Marie estará en Chile, en una exposición que trae el Museo de Bellas Artes”.
Los niños que asistieron a “La hora del cuento” pertenecen a tres centros administrados en forma directa por el Sename (Casa Nacional del Niño, Galvarino y Pudahuel) y a varias residencias y programas comunitarios de organismos colaboradores de la institución, como Fundación Regazo y Emmanuel, entre otras; además del programa de prevención Dideco de La Pintana, que acoge a párvulos mientras sus madres trabajan.
La historia de Marie
A Marie le encantaba bailar y sabía que podía ser famosa, pero sus padres eran pobres y no podían pagarle las clases. Por eso ayudaba a su familia trabajando como modelo, como muchas otras niñas que deambulaban por la Ópera de Paris en el siglo XIX. Aunque Degas la explotaba y trataba con altanería, pero al final ella descubre que su mal carácter se debe a que se estaba quedando ciego, le regaló la cinta con que ataba su pelo y el pintor le devolvió una sonrisa.
Marie, quien nunca pudo demostrar su talento en el baile, se hizo famosa con la exposición de 1881 en Paris con la que los impresionistas revolucionaron el arte. En el centro de la sala, rodeado de cuadros pasteles de decenas de bailarinas, estaba ella convertida en una pequeña estatuilla de cera bronceada, con las manos atrás y con la cara levantada y desafiante. Entonces, pudo decirle a su madre: “Esa soy yo; mira la cinta del pelo”.
En 2009, un coleccionista japonés compró en casi millones de dólares una de las 28 reproducciones en bronce que existen de esta escultura. Éstas se hicieron tras la muerte del pintor a partir del original en cera, cuya estructura, Degas no la hizo de alambre, como era costumbre, sino de pinceles viejos.
Capítulo 6. Edgar Degas
Autor: Diana Angoso
Edgar Degas, En la sombrerería, 1882, pastel sobre papel, 75,5 x 85,5 cm
La obra capta un fragmento de la vida diaria de dos damas burguesas en el momento de realizar
sus compras. La escena está tomada en el interior de una sombrerería desde un punto de vista
oblicuo, con los sombreros expuestos sobre el mostrador en primer término y las protagonistas
sorprendentemente relegadas a un segundo plano. Ninguna de las dos mujeres posa para el pintor:
la primera aparece de espaldas, y la segunda se mira en un espejo que queda fuera del marco
visual del espectador mientras se coloca un sombrero azul en la cabeza. La técnica empleada es
pastel sobre papel; este es el medio elegido por el artista como el idóneo para transcribir
sensaciones visuales con la máxima inmediatez.
La composición asimétrica y descentrada es un elemento absolutamente novedoso en la obra y
sirve para enfatizar la sensación de dinamismo. El espacio pictórico se organiza a través de la
potente diagonal que forma la mesa del mostrador y de la línea horizontal que divide la habitación
en dos. La perspectiva tradicional y el ilusionismo pictórico han desaparecido para dar paso a la
mirada de voyeur de Degas que percibe todo desde un nuevo enfoque fotográfico.
Degas se comporta como el perfecto flâneur, o paseante de la burguesía que recorre las calles de
París. En su afán por captar la espontaneidad realiza muchísimos bocetos y se obsesiona por unos
temas concretos: las sombrererías, las bailarinas, los jockey, las planchadoras, las mujeres en su
aseo diario… Será uno de los primeros artistas que trabajará con el concepto de serie.
Esta obra es probablemente la primera de una serie sobre sombrererías que realizó Edgar Degas a
principios de los años ochenta. Debido a su proverbial timidez, Degas se hacía acompañar por su
amiga, la pintora norteamericana Mary Cassatt, en sus visitas a las tiendas de moda parisinas para
captar los gestos y posturas femeninas. Los sombreros, además de ser un elemento de
sofisticación femenino, permiten al artista mostrar su faceta más colorista con unos brillantes
juegos cromáticos y una excelente captación de las texturas de los materiales. Las sombrererías se
situaban en las calles más elegantes de París, y estas fueron a su vez protagonistas de lienzos
como La calle Saint-Honoré después del mediodía. Efecto de lluvia de Camille Pissarro en la
Colección Thyssen-Bornemisza.
Edgar Degas y los impresionistas
Hilaire-Germain-Edgar Degas nació el 19 de julio de 1834 en París, hijo de una americana criolla
de San Louis y un banquero de ascendencia italiana y francesa. Recibió una exquisita educación
clásica y se formó artísticamente en el taller de Louis Lamothe, discípulo de Ingles. Su educación
pictórica se completó con visitas al Louvre, donde realizó numerosas copias, y varios viajes de
estudio a Italia. Su punto de referencia fue siempre el dibujo preciso de Ingles, y esta admiración le
llevará a afanarse en el dominio de la línea contenida. Sus dotes de dibujante le distanciarán
estilísticamente de sus amigos impresionistas, quienes preferían emplear pinceladas sueltas y
formas desechas. Aunque expuso con ellos, a Degas no se le puede considerar como un
impresionista al uso. Rara vez trabajó en el exterior y apenas pintó paisajes. En su lugar, prefirió
los temas de la gran ciudad en torno al ballet, el café-concierto o el hipódromo, pintados en la
soledad de su taller. Solía decir: «Para vosotros la vida natural, para mí la artificial».
El pastel: un elemento lineal y un instrumento de color
A mitad de su carrera artística, el artista encontró, gracias al pastel, el compromiso entre el
Impresionismo y su admiración por Ingreso y la línea. Ingreso había disuadido a toda una
generación de artistas contra los encantos del color cuando lo calificaba despectivamente como «la
doncella del arte». Degas preferirá el pastel al óleo por la inmediatez que transmite este medio y
por las posibilidades que ofrecía para sus problemas de visión. El artista sufría miopía moderada,
una creciente fotofobia (intolerancia a la luz brillante), borrosidad en zonas del campo visual y una
zona ciega en el ojo derecho. Quizá por ello siempre defendió que la pintura había que realizarla
apelando a la memoria.
En un principio el pastel parecería estar en contra de los preceptos del dibujo porque permite que
el artista trabaje directamente con el color desde las primeras etapas de una composición, sin los
laboriosos dibujos preliminares, estudios, calcos y bosquejos tonales. Pero una barra de pastel es,
al mismo tiempo, un elemento lineal y un instrumento de color. Degas consigue aunar de este
modo sus dos pulsaciones contradictorias: la atracción hacia la sensualidad y la necesidad de la
precisión.
Pero, ¿En qué consiste exactamente el pastel?
Los pasteles están elaborados, ahora al igual que entonces, con la combinación adecuada de
pigmentos de color, un espesante (tiza, creta o caolín) y unaglutinante, que puede
ser fécula, goma de tragacanto o goma arábiga. La mezcla de todo ello se comprime en unos
moldes. El resultado es un color seco y compacto en forma de barras cilíndricas cuya dureza
puede variar, con una consistencia más compacta o más quebradiza, dependiendo de los
ingredientes y del proceso que se use. Los colores al pastel destacan por su intensidad y por
abarcar una gama infinita de gradaciones y tonalidades, más de mil seiscientos cincuenta tonos del
espectro. La caja de un pastelista debe contener muchas barras con múltiples matices, desde el
tono más claro al más oscuro-, y en diferentes grados de dureza. Porque - a diferencia del óleo, el
gouache o la acuarela- con el pastel un determinado color no puede obtenerse siempre obtenido
por la mezcla de dos colores. La calidad conseguida no sería satisfactoria y siempre resultará
preferible el toque directo con el matiz exacto.
El color se aplica en su estado puro, sin intervención de ningún médium; así, éste no se oscurece
ni amarillea. Las posibilidades plásticas del pastel son muchas, y destacan, entre ellas, la frescura
e inmediatez. Al no precisar una preparación previa ni exigir un tiempo de secado, este medio
permite una trascripción inmediata de las emociones, ideas, o instantes fugaces. Además, es
reversible, se puede borrar para trabajar de nuevo. Otra ventaja es la versatilidad de las texturas:
los pasteles se pueden frotar, se puede resaltar el aspecto luminoso y aterciopelado, o producir un
grano mate, suave y sedoso. No obstante, el pastel también tiene un defecto inherente: su
tendencia a convertirse en polvo por la escasa adherencia del color. Este problema puede
corregirse aplicando un fijador para retener las partículas y protegiendo la obra con un cristal.
La etimología de la palabra pastel –pastello- parecería sugerir un origen italiano. Sin embargo, las
primeras referencias en Italia a esta técnica provienen de Leonardo da Vinci, quien afirma haber
aprendido el método del color seco de un artista francés, Jean Perreal, que llegó a Milán en 1499.
Ese mismo año Leonardo ejecuta el célebre retrato de Isabella d’Este con toques de pastel. A partir
del siglo XVIII, artistas como La Tour, Chardin, o la veneciana Rosalba Carriera emplearán el
pastel en retratos de gran formato, consiguiendo efectos vaporosos y aterciopelados muy acordes
a la sensibilidad rococó de la época. Desde entonces, las barras de colores se asociarán con lo
decorativo, lo femenino y la frivolidad. Incluso se realizarán de forma peyorativa con el pintor
aficionado.
Una serie de operaciones
El poeta Paul Valéry cuenta que Degas hablaba de sus obras como el resultado de una serie de
operaciones. La primera de estas operaciones era el dibujo acarboncillo sobre papel. El dibujo
con el que comienza todas sus obras es una reminiscencia de su formación académica, con líneas
bien articuladas y detalles anatómicamente correctos. El soporte elegido por el artista, tanto para el
dibujo como para el pastel, es una de las particularidades de su método de trabajo. El artista
prefiere el papel de calco, un tipo de papel sin trama que no absorbe fácilmente las partículas de
color y permite el deslizamiento de las barras sobre la superficie. En cambio, lo habitual entre los
pastelistas es emplear unos papeles especiales cuya trama gruesa agarra el polvo del pastel.
Además, los papeles convencionales suelen estar teñidos de tonos suaves mientras que el papel
de calco de Degas tiene un color crudo e insípido que se desvía de los encantos del medio. En la
obra que nos ocupa, el primer sombrero sobre el mostrador está apenas esbozado y esto nos
permite apreciar el color y la textura del papel de calco.
Degas siempre continúa en la misma hoja, sin realizar bocetos preliminares ni dibujos separados.
Algunas veces este proceso se quedaba ahí, cuando el artista ponía su firma, bien porque
consideraba que la obra estaba visualmente resuelta o bien porque la juzgaba apta para la venta.
Pero en la mayoría de los casos, continuaba realizando múltiples modificaciones y trazando de
nuevo los contornos a carboncillo. En este pastel se aprecian los contornos de las figuras
femeninas remarcados de manera enfática, especialmente en los brazos de la dama de espaldas y
en los brazos de la dama que se prueba el sombrero. El dibujo subyacente tampoco se cubre en su
totalidad y hay zonas del papel en las se percibe el dibujo inicial, como en la base del soporte del
sombrero que se encuentra en el centro de la composición.
La siguiente operación es la aplicación del color, estableciendo los tonos dominantes de la
composición. El color puede ser dado de dos maneras: el más convencional, que consiste en
aplicar las barras de pastel sobre el polvo aún fresco, frotando color sobre color. En el traje marrón
de la dama de espaldas se puede apreciar claramente este modo de ejecución. Las nuevas
partículas se van superponiendo al color inicial y acaban fusionándose. Degas evita explotar los
efectos más fáciles y edulcorados del pastel y no emplea ni la punta de los dedos ni un difuminador
para conseguir mezclas más suaves. Prefiere dejar los trazos de color a la vista con firmes marcas
individuales, y en alguna ocasión, cepillarlo con su mano o frotar violentamente con un paño.
La segunda manera de aplicar el color es una innovación técnica de Degas, que introduce el uso
del fijador desde los primeros pasos de la obra. Antes de comenzar a colorear, el artista aplica un
adhesivo disuelto o un barniz para que el dibujo inicial a carboncillo se mantenga intacto,
«congelado». De esta manera, puede seguir añadiendo pastel sin alterar la capa subyacente, que
queda de esta manera adecuadamente sellada en cada fase de la operación. Esta operación se
repite en cada nivel a medida que el trabajo progresa, hasta que se construye una acumulación de
líneas, colores y texturas de manera estratificada. Esta manera de trabajar con capas de color,
creando secuencias de superposiciones, contradice las cualidades de técnica directa, rápida y fácil
que tradicionalmente se atribuyen al pastel.
Degas no usaba fijadores comerciales porque consideraba que daban un brillo indeseado a la
superficie y alteraban los colores. En su lugar, el químico Luigi Chialiva le preparaba un fijador que
el artista aplicaba con un dispersor de perfume. Análisis realizados a varios pasteles del artista
muestran que empleaba sustancias basadas en caseína y, en otras ocasiones, una sustancia
resinosa. El fijador se empleaba, y se sigue empleando, en la fase final de la obra para fijar las
partículas del pastel en el soporte. Tradicionalmente, después de este paso, se vuelven a dar unos
toques más en algunas partes de la obra, para preservar la frescura. En cambio, Degas no
acostumbraba rematar las obras así, porque no le interesaba una apariencia de frescura, sino de
fuerza y expresión.
El ritmo de los trazos
Los trazos de color en esta obra tienen un ritmo extraordinario y un efecto estructural. Degas
llamaba poéticamente zébrures (de cebras) a las rayas paralelas que emplea en sus
composiciones. La textura de cada sombrero está impecablemente captada por medio del trazo,
por ejemplo: el trenzado más complejo del sombrero de primer término, con golpes oblicuos y
paralelos de la barra blanca; o el sombrero de la extrema izquierda, con unas rítmicas líneas
curvas color blanco. En la pared del fondo aparece una textura de color reverberante, con líneas
blancas, verdes y azul celeste sobre un fondo marrón claro. El artista combina formas mal
enfocadas con otras bien definidas, creando elementos estáticos – como las mujeres - y elementos
movidos –los sombreros desenfocados- fruto de la mirada rápida y fugaz. La línea menos precisa
de Degas se vuelve muy versátil. Cambia constantemente la ejecución del trazo empleando líneas
paralelas, rayas cruzadas, zigzagueantes, con golpes cortos y rotos, o recreando las luces con
toques pequeños formando comas.
Sobre la superficie del papel encontramos rastros de polvo de la barra de pastel que introduce un
elemento sensual a la obra, con independencia del motivo representado. Esa sensualidad es
palpable y forma parte de la calidad táctil del pastel, cuya suavidad deja velos de color tanto en el
papel como en la mano. Sus amigos solían describir a Degas trabajando con sus dedos cubiertos
de polvo de pastel.
Materiales convencionales y métodos poco ortodoxos
Alternando como lo hacía la práctica clásica y la heterodoxa, Degas era, en cambio, absolutamente
convencional en cuanto a los pasteles que elegía. Compraba algunos al fabricante de París Henri
Roché, cuya publicidad enfatizaba la blandura especial de su producto y la estabilidad del
resultado. Aunque es cierto que en ocasiones se dejaba seducir y compraba imprudentemente
productos nuevos, en general prestaba mucha atención a los materiales empleados. Una anécdota
del pintor Vuillard describe a Degas empapando las barras de colores en agua y dejándolas al sol
con el propósito de probar la estabilidad de los colores y prevenirse de los colores fugitivos. La
química moderna había permitido sintetizar muchos pigmentos nuevos, pero algunos violetas y
rosas de tonos intensos resultaron ser efímeros y sensibles a la luz.
En esta obra apreciamos al Degas colorista, que huye de los colores pálidos asociados a este
material y se atreve con estridentes concentraciones de color puro. El sombrero en primer término,
con las flores de un rosa intenso y los azules ultramarinos aplicados en líneas paralelas que se
yuxtaponen a un rojo bermellón, es un buen ejemplo. El uso de la técnica de capas tiene un
resultado casi alquímico al producir nuevos colores del espectro a través de las yuxtaposiciones.
Los colores fragmentados de los sombreros producen unas vibraciones cromáticas sorprendentes
y un registro de híbridos azul-rojo-rosa, y ocres-blancos que eluden la definición. Nuestra
percepción del color se ve modificada, alterada por este método de aplicar el color. Porque la
definición del color no se basa en los últimos trazos, los que están en la superficie, sino que
también influyen las marcas estratificadas que los preceden.
Los expertos en Degas han demostrado que era un colorista mucho más pragmático que teórico.
Conocía bien el arte de Delacroix y sabía trabajar con tonos primarios y secundarios, sus
contrastes y sus oposiciones. Estaba familiarizado con los conocimientos sobre el color habituales
en los artistas post-románticos pero, a diferencia de otros contemporáneos, no dedicó tiempo a
estudiar el color en profundidad. Las combinaciones de colores que encontramos en sus pasteles
son improvisadas, yuxtaponiendo primarios con primarios, y secundarios con secundarios, sin
ningún orden premeditado.
Degas experimentador
Degas recurrió a todas las técnicas imaginables: aguafuertes, monotipos,pintura à l’essence,
esculturas realizadas con cera, pasteles y fotografías. Pero un aspecto en el que Degas fue un
gran innovador y que le abre las puertas del siglo XX es en el empleo de la técnica mixta. En su
insaciable búsqueda de efectos y texturas pictóricas, podía mezclar en la misma obra
pastel, gouache, temple y óleos diluidos en trementina, llamados pintura à l’essence. El mismo
pastel se transformaba cuando lo mezclaba con agua creando una pasta que, una vez aplicada con
pincel, adquiría un aspecto acuarelado. Por fin Degas había conseguido reconciliar el oficio de
dibujante y el de pintor.
CITA
«Ningún arte es tan poco espontáneo como el mío. Lo que hago es el resultado de la reflexión y del
estudio de los grandes maestros; nada sé de inspiración, de espontaneidad, de temperamento.
Hay que repetir diez, cien veces, el mismo tema. Nada en el arte debe parecer casual, ni siquiera el
movimiento.»
«Esa perpetua búsqueda explica todos los calcos que Degas hacía de sus propios dibujos, por lo
que el público decía: “Degas se repite”. El papel de calcar servía al pintor sólo para corregirse;
Degas realizaba tales correcciones empezando un nuevo dibujo independientemente del primer
boceto. Así, de corrección en corrección, sucedía que un desnudo de tamaño menor al de una
mano, llegaba hasta el tamaño natural para ser por último abandonado.»
(Edgar Degas en F. Minervino, La obra pictórica completa de Degas, Barcelona, Noguer Rizzoli,
1972, p.13)
BIBLIOGRAFÍA
AA.VV. Drawing: Masters and Methods. Rafael to Rodin. Philip Wilson Publishers / Royal Academy
of Fine Arts, 1992.
DUNSTAN, B., Painting Methods of the Impressionists. Nueva York, Watson–Guptil, 1976.
KENDALL, R. Degas: Beyond Impressionism. Londres, National Gallery Publications, 1996.
KOSINSKY, D., Childs, E., El artista y la cámara: de Degas a Pizarro, Bilbao, Museo Guggenheim,
2000.
MINERVINO, F., La obra pictórica completa de Degas, Barcelona, Noguer Rizzoli, 1972.