Documento reservadoInforme técnicoPP/1975-76/3.411.6 BOLIVIA

Ayuda a los Estados Miembros parala conservación y presentacióndel patrimonio cultural y natural

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Las antiguas misiones. , .Jesultlcasde Moxas y ChiquitosPosibilidades de su aprovechamientoturístico

par Jase Xavier Martini

N~ de serie FM R/CC/CH/77/147

LAS ANTIGUAS MISIOlTES JESUITIC.&3DE I.IOXOS y CHIQUITOS

Posibilidades de su aprovechamientot'tU'istico

nOLDlI.A

po:r Jose :Cavier Hartini

Informe preparado p;¡.ra el Gobiernode Bolivie por la Organización delas Haciones Unidas para le.Educación, la Ciencia y la Gu1tur~

(Unesco)

UH:2SCO

Informe técnicopp/1975-76!3.411.6Fr.fR/cclCH/77/147 (I.Iartini)~de mayo de 1977O Unesco 1977Printed in France

REFERENCIAS_.-.- L!mite d¡;púrt~men-

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INDICE

página

A. INTROroCCI ON y CONTENIDO DEL INFORME

l. Introducci ón •••••2. Contenido del informe

• • • • • • • • • • • • • • •• • • • • • • • • • • • • • •

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B. LAS MISIONES DE MO:WS y CHIQUITOS

l. Las misi one s jesuíti cas en Sudamérica • • • • • • • 62. La organiz aci ón de las mi si ones • • • • • • • • • • 83. Los pueblos de las misi ones • • • • • • • • • • • • 144. La arquitectura de las misi one 6 • • • • • • • • • • 20

5. Otras artes en las mlS1. ones • • • • • • • • • • • • 276. Las misiones de Moxos y Chiquitos • • • • • • • • • 29

6.1. Las misi one s de Moxas • • • • • • • • • • • • • 316.2. Las misi one s de Chiquitos • • • • • • • • • • • 40

7. Valor de les restos. • .' . • • • • • • • • • · • • • 50

C. EL TURISMO EN roLIVIA y EN EL AREA DE 'LAS MISIONES

l. La demnda turíst ica hist óri ca y actual • • · • • • 522. La of~rta turistica. • • • • • • • • • • • • • • • • 573. Los recursos disponibles y su aprovechamie nto • • • 604. La políti ca oficial para al sector turismo. • • • • 64

5· El turismo en el área de la s mi si one s • · • • • • • 70

D. IDENTIFICACION DE tJN PROGRAMA TURISl'ICO FARA MOXaS y CHIQUITOS

l. Importanci a turísti ca de las misi ones • • • • • • • 742. Estructura territorial de la explotación turística de Moxas y

Chiquitos ••••••• • • • • • • • • • • • • • • • 78

3. El programa. de desarrollo. • • • • • • • • • • • • • • • • • • 793.1. Restauraci ón de los edificios jesuiticos • • • • • • • • 813.2. Puesta en valor y difusión de los bienes culturales · • 853.3. Preservaci ón y desarrollo del entorno urbano y paisajístico 903.4. Alojamiento y otros servici os turísti cos • • • • • • • • 933·5· Transporte aéreo, fluvial, y carretero. • • • • · • • • • 963.6. Promoci ón publicitaria. • • • • • • · · · • • • • • • • · 98

4. La realiz aci ón del programa • • • • • • · • • • • • • • • • · • 99

E. APENDI CES

l. Informaci ón estadisti ca acerca del turismo en Bolivia • • • • 1022. La economía l;>olivi ana • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 1203. Bibliografia • • • • • • • • • • • • • • • · • • • • • • • • • 129

3.1. Misi one s jesuíticas • • • • • • • • • • • · • • • • • • • 1293.2. Otros temas • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 131

4. Ilurlracionem • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 133

A. INTRODUCCION y CONTENIDO DEL INFORME

l. Introéuoci ón

El presente documento es el resultado de una misión preliminar de asis­tenoia técnica prestada por la ONESCO al gobierno de ::Bolivia, para lapreservación y revalorización en función turística de las antiguas re­duociones jesuíticas de Moxos y Chiquitos.

Ha sido escn to por el consultor José Xavie.r Martini, contratado al efecto (contrato 286144/76), y en consecuencia el texto expresa los puntosde vi sta de su autor, pero no necesariamente los de la Organiz aci ón delas Naciones Unidas para la Eduoación, la Ciencia y la Cultura.

El trabajo de campo previo a este informe se realizó en ::Bolivia entre el19 de Agosto y el 18 de Septiembre de 1976, habiendo sido organismo decontraparte del consultor el Instituto Boliviano de Turismo (IBT).

Las tareas incluyeron una visita de inspección a todos los pueblos je­suíticos a los que se pudo llegar, es decir, a un total de quince redu.2,ciones l/. Tambi én se realizó un analisia general del material édito e

1/ De los 25 antiguos pueblos jesuíticos -15 en Moxas y 10 en Chiquitoa-

inédito que aoeroa del tema se logró looalizar en La Paz 7 Buenos Aires,(el oual se detalla en la bibliografía al final del informe), con el ob­jeto de disponer, a grandes rasgos, del panorama hostórioo, pues el au­t or no es historiador profesi onal sino espeoial ista en la formulaoi ón 7evaluaci ón de proyeotos turisti cos.

Diversas personas fueron consultadas durante el transourso de las tarea.sde oanpo y de la redaooión del informe, entre las que oabe menci onar alos historiadores Eduardo Aroe Quiroga, Remando Sanabria Fernández, yAloides Parejas" al antropólogo Walter Hermosa, a la direotora. del Ins­tituto Boliviano de Cultura, Julia Elena Fortún, 7 a los espeoialistasen arte colonial hispanoamerioano Héotor Sohenone y Adolfo Ribera. El aEtor agradeoe la ayuda de los nombrados, así oomo la del licen oiado Gre~

ti o Maohioado, del Instituto Boliviano de Turi su o, aunque ni éste ni a.­quéllos deban ser considerados responsables de los errores que pudieseoontener el trabajo.

2. Contenido del informe

El informe que se va a leer examina, en primer lugar (seooi ón B, Las Mi­siones de Moxos y Chiquitos) las oaraoteristioas generales de las misio-

se vis1 taren: Reyes, S•. Borja, S. Ignaoio, Trinidad;" S~ 'Javier, S. Pe­dro y S. Ana, en Moxas; y S. Javier, Conoepci ón, S. Ignaci o, S. Ana,S. Rafael, S. Miguel, S. José y Santiago,en Chiquitos. ~n otras pala­bras, se pudieron inspeooionar 7 reduooiones en Moxos y 8 en Chi~uitos,

quedando sin verse: Loreto, S. Nioolás, Exaltación, Magdalena, Cono~p­

ción (Baures), S. Simón, S. Joaquin y S. Martín, en 'Moxos; y San Juany Santo Corazón,en Chiquitos.

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nes jesuítioas en Sudamérioa, y en Moxos y Chiquitos. Después de expli­oar la índole y ubioación de loo principales núo1eos misioneros -Orinooo,Meta, Maynas, Moxos, Chiquitos y Paraguay-, indioa las bases jurídioas delas reduoci ones, su organiz aci ón oivil y administrativa, su sustento eoo­nómioo, y su caráoter de utopía heoha realidad. Desoribe también la. dis­posición de los pueblos de las misiones y sus elementos componentes, y sedetiene a analizar oon más detalle la arquit eotura jesuiti oa, dedioandouna referenoia somera a las otras artes.

Luego de esta introduoción general a las misiones jesuítioas, válida tan­to para las de Moxos y Chiquitos como ¡ara las otras nombradas, se oonsi­deran los veinti oinoo pueblos que formaban los dos grupos mi si oneros ob­jeto del estudio, señalaldo tanto la información histórioa y" las referen­oi as de viajero s y oronistas, oomo su estado actual. La secci ón concluyecon una diSal si ón del valor de los restos jesuiti cos que se han conserva­do en Bolivia.

En segundo lugar (secci ón C, El Turi smo en Bolivi a, y en el á.rea de lasMisiones) se estudia la evolución y perspectivas del turismo, en el nivelnacional ante todo, y subsidiariamente en la zona jesuítica. Se oonsiderala c2manda históri ca y actual a la luz de las estadísti cae disponibles, yde ciertas modificaciones a las mismas y estimaciones realizadas por eloonsultor; se examina también la. oferta de servicios, en especial la hot~

lera; se i~dican los más importantes recursos turísticos del país y laszonas de aproveohamiento que conforman; se ensayan algunas proyeccionesde demanda turísti ca sobre una base matemática más ti gurosa que las exis­tentes; y se señala la política oficial para el sector turismo, así comola organiz aci ón insti tuci onal vigente y las obras de infraestructura detransportes que tienen importanoia para el desarrollo turístico. Aoercadel turi SInO en el área de las misi one s se dan la s grandes líne as de lasituación y una muy preliminar estimación de su magnitud.

La seoción siguiente (seooión D, Identifioación de un Programa Turísticopara Moxos y Chiquitos) oomienza discutiendo la importanoia. turístioa de

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las reducci. one s e indicando cuale s son les pue bl os de mayor signifi caci óny cuál la estructura territorial de la posible explotación turística. Lu,!go se delinea un programa de aprovechamiento sobre la base de seis subpr~

gramas, a sabera

restauraal. ón de edifici. ospuesta en valar y difusión de los bienes culturalespreservaci. ón y desarrollo del entorno urbm o y paisajísticoalojamiento y otros servicios turisticostransparteaéreo, fluvial~y carreteropromoción publicitaria

Se analizan someramente las condi ci one s de cada uno de estos subprogramas,y se recomienda un modo de enfocar su realiz aci ón, indicando las tarea. aencarar en primera etapa, así como los especialistas neoesarios y el tie,!!po de dedicación de cada uno.

En Apéndi ce se reúne la informac1 ón estadísti oa aceroa del turi smo en Bo­livia; se incluye un análisis sintétioo de la estructura eoonómioa delpaís, a les efeotos de presentar una base que permita estableoer el sig­nificado económioo del turisno; y se consigna la bibliografía relacionadacon los temas del trabaj o.

El estudio identifica un posible proyecto de asistencia técnica de laUNESCO al gobierno de Bolivia Plra la formulaci ón y evaluaci ón del pro­grama de Moxos y Chiquitos, que eventualmente podria financiarse con r,!cursos del PNUD (o ser parcialmente ejecutado por este organismo). Dichoproyecto, en su primera etapa, se definiría por las tareas señaladas alfinal del item 4, seoción D, siendo el ordEl'l de prioridad de les temascoinoidente con el de su enunciaci ón en didl o lugar. En adición a eseetópicos, el proyecto debería incluir a consultores en preservación de edi

ficios históricos (según se indica en el item 3.1. de la sección D) y enmuseos, restauración de objetos de arte y artesanía, y sistemas de inte~

pretación de los bienes culturales (item 3.2., sección D), materias ambasque se pueden ubicar, en el orden de pri oridad, inmediatamente despuésdel inventario de obras de arte y artesanía, que encabeza la lista citada.

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:B. LAS MISIONES DE MOXaS y CHIQUITOS

l. Las misi ones jesuíti cas en Sudamérica

Las misi one s o reducc1 one s que la Compañía de Jesús instaló en diversaszonas de las áreas tropicales y subtropicales de la América del Sud conetituyen uno de los episodios más interesantes de la historia colonial deeste continente. Fueron, según un estudioso actual, t~na. Utopía ••• uncuestionamiento contínuo del mundo colonial que fracasó porque quedó trullcado ••• uno de los proye ctos más anticoloniale s dent ro de la Colonia"(Meliá, 1972).

Se trataba, usando las palabras de un m1Sl. one ro de la época, el padre An­tonio Ruiz de Montoya, de "pueblos de indios, que viviendo a su usanza9nmontes, si erras y valle s, en escondidos arroyos, en tres, cuatro, o seiscasas solas, separados a legua, dos, tres, o más unos de ot ros, los redu­jo la diligencia de los Padres a poblaci ones grandes y a vida política yhumana, y a beneficiar algodón con que se vistan" (R. de Montoya, 1639).

Su. fundaci en no es tan tan prana como la de los establecimientos de otrasórdenes religi osas, las cuale s arri baron a Améri. ca desde los primeros m.,2mentas del descubrimiento y conquista del continente. A diferencia de frallciscanos, dominicanoe, mercedarios y agustinos, que existían desde muchotiempo antes, la Compañía de Jesús se creó en 1540, y llegó al nuevo mun­do recién a fines del siglo XVI. Además de casas en las grandes ciudades

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coloniales -muchas de las cuale s dieron luego lugar a la s más importantesuniversidades de Hispanoamérica, como las de San Marcos de Lima, Chuquis~

ca, o Córdoba- los jero i t'as estableci eron misi ene s entre las t rt bus indí­genas de menor desarrollo cultural, en especial en diversas zonas tropi­cales donde los indios pudieron ser organizados en pueblos de alrededorde uno a dos millares de habitantes cada uno, que excepcionalmente llega­ban a cuat ro y cinco mil almas.

Dichos pueblos eran llamados por lo común misiones o reducciones cuanaolos indios se instalaban y hasta tanto eran convertidos a la religi óncristiana, y doctrinas o parroquias a partir de ese momento, aunque elprimer nombre se conservara por costumbre. Su característica más notableconsistía en su relativa independencia de la vida política, social yeconómica del resto de los virreynatos donde estaban ubi cados, y en el de­sarrollo de un modo de organiz aci ón enterament e propio.

Aún cuando las más conocidas y estudiadas de e stas mlS1. one s son las delParaguay, así denominadas por estar en jurisdicción de la provincia je­suítica de di cho nombre, y formadas por 30 pueblos situados dentro delos actuale s límites de e se país, Argentina y Brasi 1 -8 en el primero,15 en el segundo, y 7 en el tercero-, la realidad es que existió un nú­mero mucho mayor de misiones con igual sistema que las guaraníes o delParaguay.

Cubrían un extenso territori o, o mejor di cho, vari os terri t ori os distin­tos, carentes en casi todos los casos de vinculaciones físicas entre si;y estaban estructuradas de modo idénti co, tanto desde el punto de vi stasocial como del urbanístico. K.OS grupos de misiones estables -ya que hu­bo otras pasajeras, o de corta duración por diversos motivos- fueron losde Orinoco, en los actuales territorios de Colombia y Venezuela; Meta,en Colombia; Maynas, en Perú; Moxos y Chiquitos, en Bolivia; y Paraguay,

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en tierras que hoy pertenecen a los tres países ya nombrados l/.

La época de florecimiento de las reducciones se extendió desde sus co­mienzos -que· en Paraguay fu eron hacia 1609, pero en 'Moxos acontecieronen 1682 y en Chiquitos no antes de 1699- hasta la expulsión de los religiosos de la Compañía de Jesus de los dominios del Rey de España, suce­dida en 1767. Con posterioridad a esta ú1t'ima. fecha, las misiones come,!!zaron una larga y penosa decadencia, que en algunos casos, como por eje~

plo la casi totalidad de las doctrinas guaraníes o del Paraguay, llevó ala destrucción de los pueblos y dispersión de sus habitantes, pero en o­tros casos, cano los de Moxos y Chiquitos, significó la supervivencia ha,!!ta el presente de algunas edificaciones, ciertos objetos de uso religio­so -como platería de iglesia, retablos e imágenes-, y de vestigi. os de orIganizaci ón social e insti tuci ones anti guas, como los cabildos indígenasy BUS autoridades.

2. La organizaci ón de las mísi ones

La base jurídica de la organización y gobierno de las ml.Sl ones estabaeonsti tuíp.a por las distintas disposi ci one s de las leyes de Indias, masciertos instrumentos ad hoc obtenidos por los jesuitas directamente dela Corona, o de virreyes y gobernadores.

lJ Estas eran las grandes concentraciones de misiones, existiendo muchasotras aisladas o en pequeños grupos; así, cuando la expulsión de laorden, en 1767, a la provincia jesuítica del Paraguay, además de lasmisiones de indios guaraníes y chiquitos, que ascendí.an a un total de40 pueblos, pertenecían otras 19 en diversos puntos, entre indios lu­las, mocobies, abipones, pampas, calchaquíes, etc. (Furlong, 1962).

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El punto de partida de la legislación era el concepto que los indios secaracterizaban por It ••• su natural simplicidad ••• inclinaci ón a la. vidaociosa y descuidada ••• ociosidad y dejamiento". Felipe II decia en 1582Q.ue Itl os indios son personas miserables, y de tan débi 1 natural, que f~

cilmente se hallan molestados y q¡rimidos: y nuestra voluntad es que nopadezcan vejaciones, y tengan el amparo y remedi o conveniente por cuantasvías sea posible" (Recopilaci ón, 1841). Es asi que la legislaci ón de In­dias en gene ral, y la organizaci ón de las misi ones en particular, se ca­racteri zaron par una actitud de protecci ón paternalista del indi o, prohi­biendo, entre otras cosas, que se sacasen de sus reducciones a indígenaspara transportarlos a otras partes de América o a España; que encomende­ros o sus representantes entrasen a pue bl os de indi os, prohibi ci ón que seextendía a esclavos negros; que españoles viviesen en dichos pueblos deindios; que se sometiese a los indios a los tribunales de la Inquisición;que se los tratase como adultos y resp onsabl es ante las leye s, en espe­cial en lo que respecta a transacci ones comerciales con españoles, lascuale s estaban sujetas a rescici ón judici al si se evidenciaba un daño P3:,ra el indi o; que se celebrasen contratos con indi os sin la int erven ci óndel Protector General de Naturales, o en su ausencia, protectores parti­culares, o la justicia ordinaria; y, en fin, que se exigiese juramento alos indios par parte de las justicias civil o eclesiástica (Recopilación,1841, y Solórzano, 1639).

De conformidad con estos criteri os, las auto ridades máximas de las reduc­ciones eran. los misioneros jesuitas. Por lo corrierIt e, dos de ellos ré­sidían en cada pueblo, los cuales se distribuían las tareas relativas algobierno espiritual y material de la comunid. ad. "Cada pue b1 o tenia su Cu

ra, el cual era superior respecto a su Compañero, y ambos superiores re~

pecto a los indi os", escribía un misionero de la época, el P. Sanchez La­brador. Uno y otro dependían directamerIt e del Superi or de las Misi ones-que generalmente residía_en S. Pedro para Moxos y S. Ignacio para Chiquit 08-, Y a través de él del Provincial: el de Lima en el caso de Moxos, yel de Paraguay en el caso de Chiquitos. El sistema jerár(~ulCO jesu1ticose completaba con otros cargos desempeñados por religiosos, denominadosadmonitores, consultores, procuradores, confesores, jueces de pleitos,superintendent es de guerra, y superintendentes de ciertas producciones agrícolas o pecuari as.

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Excepto los procuradores, que se ocupaban de atender los intereses eco­nómicos de las reducciones ante el exterior, en p:l.rticular el comerciocon los españoles, y cuya continuidad en esas' í'unci ones era frecuente,todos los demás cargos eran habi tualment'e renovados cada dos o tres años,por lo corriente después de visitas efectuadas por el Provincial o su d,!legado a todos los pueblos. Además, existía una nutrida y obli~atoria c2rresp ondencia sobre todo lo concarnient e a las misi one s entre Curas, Su­periores, Consultores, Provinciales, e incluso el General de la orden,que residía en Roma, a dome tanhién debia viajar periódicament e un re­presentante de cada provincia a fin de informar y recibir directivas.

Luego de la jerarquía jesuítica venía una estructura indígena de gobierno,cuyo órgano supremo -aún existente en ciertos pueblos, como San Ignaciode Moxos- era el Cabildo. El mismo estaba int egrado por un Corregidor, suautoridad máxima, un Teniente de Corregidor, dos Alcaldes Ordinarios ydos de la Hermandad, un Alférez Real, cuatro Regidores, uno o dos Alguaciles, un Mayordomo y un Secretan o.

SegÚn un dooomento de la época, la carta.-relaci ón de 1747, del P. Cardiel(Furlong, 1953) los procedimientos de designacion del Cabildo eran comosigue:

tfEl primer día del añ o se juntan los cabi ldantes para conferenciar enla elecci ón. Escri ben los ele ctos en un papel, tráenlo al cura para tomar su parecer, porque hay ley para toda América, que se haga el cabildo con direcci ón del párroco. El cura quita o pone, según le parecemás conveniente para el bien del pueblo (pues ni tiene pari ent es, nicosa en que pueda prender la pasion), o los deja como están. Preguntaa los electores qué les parece su dictamen y comunmente todos convie­nen en lo que el Cura dice. Va este papel al Gobernador y lo apruebay firma. Júntase todo el pueblo, delan­te del pórtico de la iglesia, antes de Misa. En él ponen los sacrist~

nes una silla ordinaria para el cura y una gran mesa al lado, donde sepone el bastón de Corregidor, las varas de los Alcaldes y todas las de

más insignias de los cabildantes, y también ponen el compás del maes­tro de música, que es una. banderilla de seda, las llaves de la puertade la iglesia, que pertenecen al sacristán, las de los almacenes quetocan al mayordomo, y otras insignias de oficios económicos, y conellas los bastones y banderas y demás insi.gnias de los oficiales deguerra, que todos éstos los ponen también los cabildantes en su papely se confirman y mudan como los del Cablldo, aunque sin la confirma­ción del gobernador. Y delante de todo se ponen a un lado y a otrolos bancos del Cabildo vacios, para irse sentando los nuevos cabildan­tes, cabos militares, etc., según se fueren nombrando.

Dispuesto ya todo, sale el Cura con su compañero o compañeros (que enalgunos pueblos son tres y aún cuatro Padres, aunque 10 ordinari o esdos), y desde su silla, tomando por texto el Evangelio de a<luel día,enderezándolo a la función presente, va explicando las funciones delCorregidor, Alcalde y demás oficiales, el gran mérito que tendrán de­lante de Dios en cumplirlas, los bienes espirituales y temporales quese seguirán al pueblo, los grandes male s que acarrea el no cumplirlas,y los grandes castigos que tendrán de Dios si_no las cumplen, etc. Ac~

bada esta exhortación, nombra el Corregidor, y luego los músicos consus chirimías y clarines celebran la elección con una corta tocata,pero alegre. Nombra los Alcaldes y hacen lo mismo los músicos, y losnombrados, haciendo una genuflexión al Santísimo Sacramento con granreverencia, van tomando de la mano del Cura sus insignias y con ellasse van sentando en los bancos del C~bildo. En sus elecciones no haypendencias, ni bulla, ni disputas. En el ofi ci o que se les da, alto obajo, nunca muestran repugnancia; todo se hace con gran paz. Quién ereyera esto de gente que en su gentilismo era tan sangrienta y fiera!Acabados de nombrar todos los del Cabildo, nombra los que pertenecen ala iglesia, sacristía, maestro de capilla, etc., loe otros_jefes de o­tros ofici os políticos y econÓMicos, y últimamente les de la milicia,y después entra la Misa con toda solemnidad. u

De esta forma, el Corregidor -por lo general alguno de los caciques indí­genas- era la máxima autoridad civi 1 de la reducci ón. A diferenci"3. de losotros cablldantes, era nombrado directamente por el Gobernador español apropuesta de les misioneros, e investido de una a.utoridad proveniente de

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aquél; pero igual que los demás integrantes del Cabi ldo, el Corregidortenia funciones elaramente definidas por la legi slaci ón y las costumbres,y su deber era cumplirlas. Entre ellas las principales consistían en se,!vir de president e del Cabi ldo y ejercer autoridad sobre todos en el pue­blo, excepto los padres; disponer del poder de policía; practicar la ad­ministraci ón local; e imponer justi cia tanto en lo civil como en lo cri­minal.

El Teniente de Corregidor reemplazaba al Corregidor en caso de imposibi­lidad o ausencia; los Alcaldes colaboraban con el Corregidor en todas lastareas del Cabildo, siendo la segunda autoridad de la reducción; los Ordinacios actuaban en el pueblo y los de la Hermandad en el campo o paraje.sapartados; el Alférez Real era el depositari o del estandarte real; los R.!gidores tenían voz y vot o en los acuerdos del Cabi ldo; el Mayordomo admi­nistraba los bienes de la comunidad, asistido por indios Contadores, Fis­cales y Almaceneros; el Alguacil era. el encargado de ejecutar las órdenesy hacer cumplir las sentencias judiciales; y el Secretario debía redactarlos acuerdos, enviar los despachos,y llevar los libros.

Quedaba así configurada una EStructura social que permitía hacer transcu­rrir organizadamente la vida en las reducciones, caracterizada por el paternalismo de los misioneros y un sentido ritual dado a todas las actividades cotidianasl ti ••• rito era la vida religiosa con sus prolongadas e,!2tradas a la iglesia, sus letanias, los cant os, y las largas repeti ci one sdel texto del catecismo. Rito el trabajo con aquellos niños que iban enprocesión a la chacra. Uno tiene la impresión que estaba ritualizado elcomer, y sobre todo las diversiones, con aquellos despliegues de paradasmilitares y representaciones alegóricas, auto sacramental y ballet a lavez". (Meliá, 1972).

En muchos aspectos juridicos, las reducciones jesuiticas eran semejantesa otros pueblos de indi os, donde en lugar de un religioso de esa orden

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había un párroco no jesuita, aunque en los aspectos prácticos el pareci-do era pequeño. La importante diferencia jurídica residía en el hechoque los indios de las misiones jesuíticas no podían ser encomendados (oentregados en encomienda) a ninguna persona privada, y que estaban excentosde servici o pe rsona1 y de mit a, quedando sólo someti dos a la Corona Real.

La subordinaci en y vasallaje de los indios al Rey se manifestaba en suobligación de-pagar tributo, siguiendo las disposiciones de las leyes deIndias, que por lo corriente determinaban una cifra a ser recaudada porcada indio que habitaba en los pueblos, pero también establecian excepci.2nes tanto por edad -sólo tributaban los indi os entre diez y ocho y cincuf!,!!ta año&-, por condi ci ón social -no tri butaban los caciques y sus mayoraz­gos en todas las Indias-, y por antigÜedad de conversi ón -se considerabantributarios a los indios a partir del segundo, décimo, o vigésimo año, s~

gún los casos y las ép ocas, de conv ert idos y establecidos en la reducción.Dicho tI1. buto se pagaba a las Cajas Reales, también por lo corriente, enfrutos del pais, aunque a veces se efectuaba en plata, y su valor oscila­ba entre uno y cuatro pesos y medio de plata (o pesos ordinarios de ochoreales) por indi o tributari o (Hernández, 1913).

El sustento econom~co de las m~S1.ones, tanto en Moxos y Chiquitos comoen Paraguay, era la agricultura, y secundariamente ]a ganaderia y cier­tas manufacturas, como telas de algodón, tallas en madera, cueros trab~

jados,etc. De Moxos y Chiquitos se sabe menos, pero se supone que el sistema economico operaba de modo semejante al de las misiones guaraníes:los indios tenían tierras asignadas en lotes individuales, donde debianproducir lo necesari o para su alimentaci ón, y luego había tierras de lacomunidad donde todos debían trabajar par lapsos limitados y definidospara producir un excedente destinado a los imposibilitados, a los misio­neros y servidores del templo, al tributo real, y al comer9io exterior.

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Así, las misiones eran en muchos sentidos autosuficientes, y la vida enellas transcurría como fuera de las vicisitudes del mundo corriente: eranun pequeño paraíso feliz, de seres infantiles, regido por la voluntad fi~

me e inteligente, pero también ingenua de los misioneros.

En esto quizá resida la fascinad ón que su historia siempre ejerció: fu!,ron la leyenda de Eldorado hecha realidad: no por sus tesoros legenda­rios -que no existieron- sino por ser un sueño utópico que se concretóy duró un siglo y medio; pero fué una Utopía inalcanzable para los euro­peos, pues no se trataba de hombres como ellos sino de primitivos indíge­nas, cuyas costumbres comprendieron y en parte conservaron los jesuitas,pero cuyos problemas vitales pasaron a ser re~ponsabilidad de los misio­neros. Ante la proletarización del indígena y la destrucción de su cult!ra que caracterizaban al sistema colonial, y en particular a la encomie~

da, "•••1as reducciones fueron la ilusión de que las Leyes de Indias h~

biesen podido aplicarse ••• y la respuesta de los misioneros jesuitas a lospro blemas de la evangelizaci ón dentro del contexto co 10nial l1 (Meliá, 1)172).

3. Los puebl os de las misi ones

Tan~o por los restos que han subsistido como por los documentos de época,se e stablece que existi ó una gran semejanza entre los distintos pueblosde las misiones jesuiticas, semejanza que se advierte en Moxos y Chiqui­tos lo mismo que en los pueblos del Paraguay. Esto no sólo obedece a ra­zones de coincidencia funcional y del medio geografico, sino también acierta uniformidad en los procedimient os empleados para e stablecer y con,!truir una reducci ón, los cuales podemos conocer por las instrucci ones e,!critas dadas a los misioneros por sus superiores, o por descripciones delos mismos padres.

..

Escribe Cardiel (Furlong, 1953) que para establecer un pueblo:

"Se procura.ba escoger una llanura de las calidades siguientes: l° An­cha como un cuarto de legua y cerca de una milla para la extensiónde las calles; 2° Algo eminente, así por huir de la humedad, dañosa enestas tierras, como por gozar de aire más puro; 3° ~ue no ten~a panta­nos, de los cuales se engendran multitud de molestos mosquitos y saposy víboras ponzoñosas; 4° De buenas aguas cerca, así para beber, comopara lavar y bañarse, a que es aficionado todo indio, y lo necesitapara la salud; 50 De buenos bosques, no distantes, para laña y para e­difi ci os; 60 Que esté despejada por la parte del Sur, para desembara­zo del viento fresco, que acá, es el Sur, y es necesario en tierra detantos calores".

El trazado urbanístico da los pueblos era muy simple: una gran plaza, delorden d,~ los 100 m por 120 m de lado, consti tuía el centro de la pobla­ción, :1 en ella estaban las construcciones principales, a su vez punto f,!!cal de la reducción y de su vida social: la igleAia y sus edificacionescomp13mentarias (éstas últimas consistían en un patio rodeado de las habitaci cnes de 100 misi oneros, conocido con el nombre de colegí o, según loshábitos de los jesuitas, y algunas oficinas y talleres, mas, normalmenteal otro costado de la iglesia, el cementari o). En otro punto de la plaza.,pero con características edilicias que rara vez lo distinguían de las c~

sas de los indi os, podía encontrarse el Cabi Ido, y el resto del pue bl o loformaba~ las viviendas, dispuestas en hileras ordenadas en torno a lostres lados de la plaza que no contenían la i~lesia. Es lo que un autorllamó "el ejem~Jlo urbano más simple de una ciuiad teocrática" (Busaniche,1955).

Resultan ilustrativas para comprender las características de las reducci,!!nes las directivas dadas en 1609, a los pri'!leros misi :meros que salieronde Asunci ón bacia la zona del Guayrá, por el P. Diego de ':'orres (Hernán-dez, 1913): .

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"El pueblo se traoe a modo de los del Perú o oomo más gustaren losindios, oon sus oalles y cuadras, dando una cuadra a oada cuatro indi os, un solar a oada uno y que oada casa tenga su huertezuela; yla iglesia y casa de V.V.R.R. en la plaza, dando a la iglesia el sitio necesario para cementerio; y la casa pegada a la iglesia, de m~

nera que por ella se pase a la iglesia; haciendo esto poco a poco ya 81sto de los indi os, habiendo hecho ellos primero sus casas y unapequeña para V.V .R.R. y una enramada que sirva par~ decir misa".!tAntes de fundar el pueblo se considere mucho el asiento de él, quesea capaz para muchos indios, de buen tanple, buenas aguas, a prop,2sito para tener sustento, con chacras, pescas y cazas; en 10 cualse deben informar muy desIBci o de los mismos indi os, princi palmentede los caciques, teniendo atenci ón de que estén apartados de otroscaci. ques con quienes traigan guerra"."Funden el pueblo con traza y orden de calles y dejando a cada in­di o el siti o bastante para su huertezuela"."Poniendo nue stra casa y la iglesia en me di o, y las de los caciquescerca: la igl esi a capaz, con buenos fundamentos y cimientos y pega­da con nuestra casa, la cual se ha de cercar cuanto más presto fue­re posible, y haoerle puerta con campanilla; y a la iglesia también,por la guardia y decencia y para que en ella se ponga el SantísimoSacramento a su tiEmpo".

También pueden citarse unas palabras del P. Sepp, m1S10nero en el Paraguay, pero que se ap lican igualmente a les pueblos de Moxos y Chiqui­tos (Sepp, 1943):

"Emprendida obra de tanta importancia como para fundar una nueva c~

lonia, mi primer trabajo fué evitar la torpeza que fácilmente suelecometerse en la construcción demasiado apurada de vi llas y ciudades.Para que las obras no se hicieran espaciadas aquí y allá, sin ordeny en conflicto con las reglas del arte de la arquitectura, y se co­rresp ondiesen, bien dispue sta en larga seri e, dividí el área de lafutura aldea en dos partes iguales de modo que un ala cont ase en a,!2cho tanto pias geométricos como la otra. La parroquia o templo 'j¡. casade los Padres misioneros, ocuparía el medio de la plaza. Esta plaza

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sería el centro de donde partirían calles paralelas, igualmente dis­puestas de un lado y otro. De este modo se pairian suministrar lossacramentos, por camino oonsiderablemente más corto evitando que eldoliente pudiera fallecer sin Viático en razón de rodeos superfluosque retardan la marcha del Ministro de Dios. Medidas tales debíantomarse para casos casi cotidianos y bautismos apresurados, porquelos indi os me llaman muchísimas veces, tambi én de noche, para lavaren la fuente sagrada a los pequeños. Conviene por lo tanto constnirla Iglesia o parroquia en el centro de la plaza princi pal de la al­dea"."El área o plaza princi pal donde debe ubi carse el templo, mide cua­trocimtos pies geométricos de ancho y otros cuatrocientos cincuen­ta de largo"."Esta superficie está cercada, como en anfiteatro, por l~s casas delos indígenas, separadas unas de ot ras, en buen orden. Las que dana los costados de la iglesia, constan de doce compartimimtos o habitaciones; las que de un lado y otro se cruzan, comprenden seis de­partamentos. Así es como una aldea consta holgadamente de cincuentay más calle s que avanzan paralelas y bi en dispue stas en grP.I1 exten­sión".tfCon el tiempo, al aumentar 100 habite.ntes, tambiÉn deberá.n aumentarlas habitaciones. En cada casa mora Ul".a o dos fAmilias, aunque elpadre viva con el hijo y a veces también con el tio"."Con este trazado de mi aldea, además de otros inconvenientes, debíanevitarse los ángu loo Y rincones e_ue no solament e afean sobremanerala ciudad, haciéndola intrincada, sino también la exponen al peligrode ser destruida por fatales incendi os. Esto su cede princi palmenteen nuestro Paraguay donde el furioso Eolo tier.e franca entrada••• ""Está pues nuestra América sujeta a furiosisimas tormentas, y acos­tumbran las armas de Júpiter a herir, no solamente a loo soberbi oscedros, sino también a los humildes sauces ••• ""Por lo cual, como dije, debía tener el mayor cuidado en separar lascalle s de mi aldea una de ot ra en debida distan cia de tal manera quesi una casa se incendiaba no pudiera el haz de llamas alcanzar a lasotras••• ti

En general se ha comprobado en las m1.S10neS que las construcciones seorientaban segun los puntos cardinales, pero no parecía r~ber una regla

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fi.ja en cuant o a la coloo aci ón de la iglesia, ya que hay pueblos en loscuales su fachada miraba al norte, otros al este, y otros al oeste. Elpadre Card1el escribía que "las celdas y casas de lCE Padres están pue.!tas de Oriente a PoniEl'lte, y de Norte a Sur, aunque en algunos pueblosestá la iglesia en la banda de Occidente. Es ad'libitum una u otra ban­da, más ICE aposent os nue stros están siempre en la banda del Norte odel Sud" (Furlong, 1953). Y resulta interesante notar que en estudiosefectuados sobre las ruinas de San Ignacio Mini, a fines del siglo pas!!,do, se verifi có que la orientaci ón del pueblo ce incidía con la posi ci óndel norte magnético en momEn to s da su fundaci ón, distinto del norte ma~

néti co actual.

El autor de tales estudios realizó una descripción del citado pueblo-una de las misi ones guaraníes ubicadas ,en actual territorio argentino­que tambi én ilustra acerca de la conformaci ón d.e los pueblos de Moxosy Chiquitos (Queirel, 1901):

"El pueblo se extendía delant e de la Iglesia y el Cole gi o, dejandola. plaza en medio, hacia el norte magnético que era en tiempos delos jesuitas distinto del actual."El pueblo se componía de grupos de ca.sas, o mejor de cuartos decinco metros par seis, dispuestos en hilera.s y formando rectángulosde ro mts. más o ménos, de largo. Dich os rectángu los estaban si tua­dos ora paralelamente ora perpendicularmente unos a otros, ya de no~

te a sur, ya de este a oe ste, dejando entre si callA s de 13 y 29 me­tros, incluyendo los corredores o galerías cubiertas, de 2.10 a 2.40metros de anch o."Los corredores, con techo de paja sostenidos por columnas o pilaresde piedra, a la vez que daban sombra a las casas, hacían el papel deveredas. Estos mismos corredores se ven aún hoy en los pueblos y ciudades del Paraguay, y en Corrientes han desaparecido casi, barridospar la mala. Para los habitantes de las reducci one s eran de gran va­lor, dado lo caluroso del clima. Bajo ellos se sentarían después dela siesta, las mujeres guaraníes, con el blanco tipoy o camisón sinmangas ceñido a la Cintura, a hilar las diez y seis onzas de algodónque para aquel objet o se distribuida semanalment e a t odas las del puablo.

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"En una misma calle de éste, he encont rado diferencias en el anch o.Así, la que pasa frente al Colegio, tiene junto a la Plaza 22 metros,y en el extremo este, 20 !Tetros so lamente."No se puede juzgar de la total ext En sión del pue blo por 10 que ocu­pan las ruinas existentes, pues éstas son las de una parte de él, elde las casas mejoras, que eran da piedra, habiendo desaparecido tc­talment e o siendo muy difici 1 encont rar las ruinas de las ot ras ca­sas, de material más dele znab1e (ranchos de adobe, cuyos vestigi osson montones de tierra, y uno que otro puntal clavado),casas que i~

dudablemente se extendían alrededor de lo que llamaré el núcleo delpueblo, formado por las dichas casas de piedra."No podía ser de at ro modo, porque en el reducido espaci o que ocupa­ba lo que he llamado núcleo, no podían caber con la holgura necesa­ria los habi tantes que llegó a tener San Ignaci o, que en 1767 fueron3-300,habiendo sido 34 años antes de esa fecha la población total delas reducci one s un 40 por 100 mayor que en aquel año."Sea como sea, la mayor extensi ón edifi cada que abarcan las ruinasactuales, es de 515 metros da norte a sud, de los cuales 220 corres­ponden al colegio y los restantes al pueblo propiamente dicho."Frente mismo a la Iglesia, como mostrando que ésta debía regularlo,presidirlo todo, estaba la Plaza, cuya medioión me ha dado 125 me­tros de Norte a Sur, por 108 metros de este a ce ste. Sorprende verque mucha parte de la plaza está libre de vegetación arbórea, mien­tras que el resto del pueblo todo está al bi ert o de ella."Los corredores de las casas que rodeaban la plaza, encerraban a és­ta en un círculo de recovas, de lo agradable de cuyo aspecto no se

11pue de dudar.

Alrededor de los pue bl os, Y En distintas. áreas de la extensa regl on queocupaban, se extendían los canpos de cultivos, vinculándose el sistemapor una red de comunicaci enes formada. por caminos y trayectos fluviales'(éstos últimos en Moxos). Citando nuevamente a Cardiel (Furlong, 1953):

"Todos los caminos están compuestos, y los ríos que lo permiten, conpuentes, y los que no, con canoas y canoeros para transportar los p~

sajeros. En los (caminos) de los Españoles,de ciudad a ciudad, nin~

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no hay compuesto, ni haw rio que tenga pu~nte ni canoas. A cada cin­co leguas en las ?Usiones h~ una. capilla, con uno o dos aposentos,y una o más casas de indi os que la guardan; y sirven los aposentos(que están con cama) de pos~a para todo pasajero. Ninguna posada hayentre loo Españoles. Cada uno, si es de conveniencia, se lleva cons.!go la posada, que es una tienda, que aqui llaman "toldo", o un carro;si no lo es, va durmiendo en el campo y a la lluvia y graniza. A ninguno (en las posadas de las Misi one s) se le pide cosa alguna por es­tas posadas, ni por pasarlos par los rios."

4. La arquitectura de las mi si ones

Si desde el punto de vista de la historia social y política de Américalas reducci. one s jesuíticas consti tuyen un episodio de sumo interés,no menos interesante resultan las construcciones de los pueblos analiz~

das desde el ángulo de la historia de la arquitectura.

En efecto, puede deci.rse que en las m'lS'lones se creó un sistema arqui­tectónico casi enteramente original, producto de la conjunción de nece­sidades funcionales suscitadas por la evangelización -en especial igle­sias y sus espaci. os co/Ilp1emen tarios- con un medi o fisico y cultural decaracterísticas especiales.

El atri wto más notable de esta arquit ectura fué su independencia casicompleta, en lo substancial,de modelos europeos (a pesar de haber sidoproducto de la labor de aruqitactos jesuitas de origen europeo y de co­piar detalle s parciales, de esa provenienci. a), y la creaci. ón de modelospropios, repetidos y perfecci. onados a 10 largo de los años en cada uno

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de los pueblos, tanto de Moxas y Chiquitos como del Paraguay (excepciónhecha de algunas obras tardías de las misiones guaranies, como las i­glesias de Trinidad, Jesús y San Miguel, que se apartaron de este sist~

ma y se adscribieron a les prototipos e.uropeos corrientes).

Esta arquit ectura on ginal de las mlSl ene s se basa fn la uti líz aci ón dela madera y alcanza sus exponentes más destacados en los templos, loscuales, desafortunadament e, han desaparecido en su casi totalidad. Soloquedan en pia unos pocos en Chiquitos -concretamente San Rafael, SanMiguel y Concepc:i ón, practicaln9nt e completos, y San Javier con l1odific~

ciones- más alguna iglesia no jesuitica pero construida dentro del' mis­mo esti lo en Paraguay, como Yaguarón. Del resto de los pua bl os de Chi­quitos, así. como todos los de Moxos y los guaraníes, casi nada ha que­dado: algunes fragmentos de construcciones en algún caso, y ruinas enotros (Santos Cosme y Damian, Trinidad, Jasus, San Ignacio Miní y SanMiguel, e'1 tre las ruinas guaraníes; Exaltaci ón; Magdalena y Concepci ónde mures, según versiones no comprobadas, en Moxos; y Santa Ana y SanJosé, la primera posterior a la expulsion de los jesuitas, y la segun­da de distinto estilo, en Chiquitos).

Ciertos autores, como Buschiazzo y Gasparini, han estudiado iglesiascon algunas semejanzas a las de las reducciones, situadas en Panamá(San Francisco de Veraguas) y en Venezuela (Caigua) (Buschiazzo, 1963).Pero con 1'3. posi b1s excepción de la arquit ectura de las misi one s jesulticas de Orinoco, Meta, y Maynas, enteramente desconocida basta el pr~

sente, parAciera que solo en estas misiones de Moms, Chiquitos y Para­guay alcanzó a perfeccionarse el sistema arquitectónico en cuestión~

hasta el punto de poderse considerarlo una escuela regional con carac­terísticas bien diferenciadas y completamente original.

Varios cronistas da la ép oca han descripto la manera como se const·ruíanles templol3 de las misiones. Por ejemplo, Cardiel escriba (Furlong, 1953):

"Todos estos edifi cios se hacen de diverso modos que en Europa, po,!que primero se hace el tejado y después las paredes"."Clá.vanse en tierra troncos de madera, labrados a azuela. Encima deellos se ponen tirantes y soleras, y encima de éstas las tijeras, ll~

ves, latas y tejados; y después, se ponen los cimia'l tos de piedra, ydos o tres palmos hasta encima de la tierra, y de ahí arriba es lapared de adobes, quedando l~ troncos o pilares, que aquí llaman hor­cones, en el centro de la pared, cargando todo el tejado sobre ellosy no sobre la pared. Esto se hace por no haberse hallado cal en esteterri tori o, pues aunque ,hay piedra en t odas partes, toda es areniscao de fierro, inútil para cal"."Para blanquear las paredes, hacemos lo suficient e con caracoles gra.!ldes, que en todas partes se hallan algunos. Mándanse a las mujeresque los que encuentren al ir y volver de las sementeras traigan al~nos. Estos se ponen en un hornito de dos pie s de anc:il. o y otro tantode largo, y como ci nco de alto. Pónese abaj o una capa de carbón, en-,cima de ella otra de caracoles, encima de ésta otra de carbón, yde~ués otra de caracoles. Dase fuego al carbón por abajo, por unagujero que allí tiene y en pocas horas se quema todo. Muélense es-tos caracoles quemados y se les mezcla cola de cueros blancos;y con ella se da un blanqueo lucido a las paredes que, por la cola,no se pega a la ropa"."Las Iglesias como casas de Dios, son la fá.brica principal, en todoslos pueblos. Son todas muy capaces, como catedrale's de Europa; porquecomo no h~ más que una en cada pueblo, es preciso que sea capaz detantos millares' de pe rsonas que los dias de fiestas entran a sermóny misalt."Son de tres naves, y dos hay de cinco. El modo de f~bricarlas, 9S

éste: córtanse, en los menguantes de invierno unos árboles muy altosy gruesos llamados Ittajivos" u otros llamados Iturundey11 , más fuertesque el roble de Europa, para pilares u horcones; y otros de cedro ysus especies, de laurel, para tijeras, y latas y tablas.Secos ya, setraen al pueblo cada horcón, con 25 o 30 pares de bueyes"."Rácense, en las naves de enmedi o y de donde ha. de ser la pared, u­nos hoyos de nueve pies de profundidad y doce o catorce de circulo.Enlósanse bien, y con máquinas de arquit ectura meten dentro los hor­cones labrados ya en forma de columna o cuadrados para después fo­rrarlos con tablas de cedro pintadas y doradas. Los nueve pies quequedan dentro, están sin labrar, y aún con partes de las raíces delárbol; para mayor fortaleza, se quema esta parte para que más resi's-

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ta a la humedad. Metido ya el horcón, se endereza con cuatro maromasque cuelgan de 10 mas alto, y así derechos le van echando alrededorpiedras, y entre sus junturas, cascajos de tejas, y alrededor de es­tas piedras, tierra, hasta llenar bien el hoyo, y al mismo tiempovan apretando bien todo esto desde arriba. De esta manera, las pie­dras y cascajos lo defienden de la humedad de la tierra, y se hacenincorruptibles. Encima de estos horcones S8 pone todo lo demas delmaderaje y el tejado ••• "

Resultab'ól!l así grandes espaci. os, en loo cuales cabían multitudes de in­dígenas, que se reunían para todas las solemnidades religiosas. y otrosactos litúrgi. cos cotidianos. La calidad de los e spa ci os está determina­da no sólo por el sistema estructural descripto por el padre Cadrielsino también por una profusión de elementos decorativos complementarios:en primer lugar aquéllos pertenecient es a la propia ar~uit ectura, y ensegundo, los de índole solo ornamental. Las columnas sobre las que de~

can saba el t ech o, así coo o vigas, ménsu las, pares, nudi 11 os y arri os­tramientos, todas piezas da madera, eran por lo general talladas a azu~

la con estrías, molduras, volutas y otros dibujos (en esto las misio­nes de Mozos y Chiquitos tendían a diferir de las guaraníes, que más bienoptaban por al canzar similar efecto encajonando los elementos estructu­rales de los edií'icios con tablas, sobre las cuales se pintaban los ele­mentos ornamentales); los cielorrasos de tablas de las naves, sotocoros,sacristías, etc., S'3 pintaban con motivos geométricos o escenas reli;:si.,2sas, de lo cual casi no han quedado ejAmplos (uno es la sacristía de SanMiguel de Chi~uito~; los retablos, púlpitos, pu~rtas y ventanas, todosde madera tallada, en casos dorada a la hoja (procedimiento no muy fre­cuente en las rnisi one s, según parece, y a veces reemplazado por la adhe­sión de escarnas de mica, Que confieren un ef8cto plateado) y siempre policromada,contribuian fuertemente al efecto interior de los espacios,el cual por último era también influido por las imágenes de bulto y devestir y por una muy abundante platería (frontales de altar, sagrarios,nichos de imágenes, aureolas de santos, candelabros, ciriales, blando­nes, atriles, sacras, custodias, etc.). Los mismos muros, construidosen adobe y sin funci ón resi stente, estaban en muchos templos -han ~ued~

do los ejemplos de San Rafael, hoy restaurado , Concepci ón y San Miguel­enta...·p::iente cubiertos por pinturas, tanto del exterior como del interior,cm la s cuales dominaban loo moti vo s geométri cos más algún personaje re­ligioso.

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A pesar de todo su abigarramiento decorativo, las iglesias de las mi­siones eran edificios eminentemente simples: un gran techo de tejas ados aguas, de suave pendiente, apoyado en horcones de mdera (que enalgunoo casos era complicado por intersecci ones o lucernari os que de­jaban entrar luz al altar mayor), el cuál se prolongaba al frente paraconstituir un pórtico antepuesto a la fachada principal, y a loo cost~

dos bajo la forma de galerias laterales; luego un sistema de muros amodo de pantallas para cerrar el espaci o; e interiarmen te todo cubier­to y transformado par una decoración cuyos motivos y significados se­ñalaban la función religi osa que cotidianament e se cumplia en el tem­plo.

Adosados o desprendidos del cuerpo central de las iglesias se colocabanlos necesari os complementos. En primer lugar el campanari o, que soliaaparecer excento; luego, a un lado de la nave, la sacristía, que se pr~

longaba naturalmente con las habi taci ones de loo padres y sus ofici nas,conjunto que por lo general rodeaba un pati o con galerías y que reci­bía el nombre de colegio; y al otro lado del templo, el cementeri o, do,!!de, en ciertos casos como el de San José, habia una capilla de muertoso de Miserere.

La iglesia era practicamente la única construcci ón que sobresalía .porsu tamaño, disposición, y riqueza ornamental; el resto del pueblo con­sistía en construcciones sencillísimas,formadas por habitaciones techa­das en teja a dos aguas y siempre con galerias. Una descripción delpadre Cardiel es ilustrativa; si bien se refie re primordialment e a lasmisiones guaraníes, es también aplicable a las de Moxos y Chiquitos(Furlong, 1953):

tiLa planta de loo pueblos es uniform en todos. Todas las calles es­tán derechas a cordel, y tienen de ancho diez y seis o diez y ochovaras. Todas las casas tienen soportales de tres varas de ancho omás, de manera que cuando llueve, se pwde and.ar por todas partessin mojarse, excepto al atravesar de una calle a otra. Too as las ca­sas de los indios son también uniformes: ni hay una más alta que

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otra, ni mas ancha o larga; y cada casa consiste en un aposento desiete varas en cuadro como los de nue stros ca le gi os, sin más alcoba,cocina ni retrete. En él está el marido con la mujer '7 sus hijos: yalguna vez el hijo mozo con su mujer, acompañando a su padre. Todosduermen en harna~a, no en cuja, cama o suelo. Hamaca es una red de algodón, de cuatro o cinco varas de largo, que cuelgan por las puntasde dos largas estacas, o pilares, o de los ángulos de la pared, le­vantada como tres cuartas o media varp- de la tierra: y les sirve ta~

bién en lugar de silla para sentarse o conversar. Y es cosa tan có­moda, que mucb os españole s, aun de convenienci as, las usan. Si es v,2,rano, es cosa fresca. Si hace fria, ponen encima de ella alguna ropa.En este aposento hacen sus alcobas con esteras para dormir con decen­cia. No quieren aposento mayor para toda su familia~ ni aun para dos.Gustan mucho de lo pequeño y humilde. Nunca se IR sean por el aposen­to. Siempre están sentados o en su hamaca o en una si llita, que siem­pre las hacen muy chicas, o en el suelo, ~ue es lo más ordinario, oen cuclillas. Si a ellos les dejan, no hacen más que un aposento depa.redes de paloo, cañas y barro como un jeme de anchas, con cuatroharcones más recios a los cuatro lados para mantener el techo, y cu­biertas de paja; y de cap~cidad no más de cir.co varas en cuadro. Deésto gustan mucho: y en sus sementeras todas las tienen así: que ade­más de la casa del pue blo, tienen otras en sus tierras. La del pue bloes de paredes de tres cuartas o de vara de and:1 o,de piedra o de ado­bes: y los pilares de los sop~rtales también de piedra; y de una so­lo cada uno en muchas partes; y todas cubiertas de teja. Estas·selas han hecho hacer así los Padres, por meterles en mayor cultura."

Un panorama parecido traza el padre Sepp, qua s~ detiene más en los as­pectos costumbristas y consigue evocar coloridamente la vida domésticade los indios(Sepp, 1943):

tiLas casas forrr.an largas calles como en las ciudades europeas, peroson de construcción diferente. Son muy bajas, no tienen piso de ma­dera pues los indios viven sobre el terreno descubip.rto. Los murosno son de piedra, sino de tierra pisada. Los techos están cubiertosde paja, con excep ci ón de algunas casas que cubrimos con tejas cue­madas. Las casas no tienen ventanas ni chimenea, están todo el díallenas de humo y por 10 tanto, negras. Cuando visito mis enfermoo,cosa que acostumbro hacer diariamente, me asfixia el humo. Hace po­co mis ojos tanto me dolieron durante catorce días seguidos, ardien-

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do y lagrimeando, que llegué a temer haber perdido la vista" •..y dentro de la casa, dónde está la sala, dónde el dormitori o, lacocina, la despensa? Todo esto los indi os reunidos en una so la pi.!za. No hay diferencia entre la sala y el dormitorio; la bodega esun porongo hueco con el que buscan agua del rio y del cual tambiénbeben. Algunos tienen una red de fibras de palma que en forma de h~

maca cuelgan de los árboles o de las piedras del cuarto. Otros queno tienen esa fortuna duermen sobre un cuero de tigre o de vaca; envez de almohada usan un bloque duro o de piedra. La vajilla de cocina consiste en una o dos ollas. Los dientes hacen de cuchillos, loscinco dedos hacen de tenedor, la mano de taza y de copa "."El fogón y la hornalla están bajo la cama, cuando extiende la red.De asador sirve la primera rama que cae en alS manos. En ella atra­viesan la carne que comienzan a devorar tan pronto está asada de unlado. En esa forma cocinero y asado terminan juntos, y cuando el i,!'!dio prepara en la vara el pedazo siguiente de carne, ya comienza asentir hambre. Otros indios, que ni para eso tienen paciencia, pasanun pedazo de carne tres veces por el humo o las llamas, y enseguidalo llevan a la boca. Y como la carne es suculenta, la sangre les ch.2rrea por los lados del hocico, y esto les resulta sumamente gustoso•• lt

"La puerta de la casa tiene tres palmos de ancho y seis palmos de altura. No está construida con tablas, sino con cuero de buey; nuncaestá cerrada porque en la casa no hay nada que pueda ser robado"."Ella va a dar a la salita, cocina, dormitori o y bodega, porque sa-la cocina, dormitorio y bodega son la misma cosa es decir, nada másque una choza de paja tenebrosa. Dentro duermen padre y madre, herma­no y hermana, hijos y nietos, cuatro cachorros y tres 'gatos, mayornúmero aun de sanguijuelas y rat one s, y pululan los gr! llos y ci ert oscoleópteros que en el Tirol se llaman cienpies". ."Es fácil imaginar el hedor insoportable que todo esto emana; sin em­bargo, en un palacio así hay que visitar diariamente treinta y másenfermos, hay que suministrarles los Santos Sacramentos, hay que a­sisti r a los moribundos, ha({ que conso lar padres y madres"." •••No es posible descr! bir con cuanta paz, con cuanta serenidad deconci encia, con cuanta modestia de cuerpo y de alma estos indígenasse despiden de la vida! Aun en una enfermedad larga y dolorosa, elindio no dará sensación de impaciencia o mala voluntad, ni un sologemido, ni gritará, ni gemirá nunca••• No tiene deudas que pagar, nitestamento que hacer ••• tI

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En las obras arquitectónicas más importantes de las misiones, es deciren les templos, intervenían como arquit ecto ciertos padres o hermanoscoadjutores jesuitas, que en muchos casos tenían estudios de arquitec­tura, o habían aprendido la profesión práctica~ente en Europa. En Chi­quitos, justamente en las iglesias que se han conservado, actuó un grupode jesuitas de origen germánico -Baviera, Bohemia, Austria, Suiza-,que entre aproximadamente 1720 y la expulsión de la orden, trajo a Ch!quitos algunas reminiscencias del barroco popular centroeuropeo (Platt­ner, 1960).

El más importante de este grupo fué el P~re Martín Schmidt, naci10 en1694 en Baar, Suiza, músico, artesano y arquitecto, autor de las igle­sias de S. Rafael, S. Javier, y Concl3pci ón, y de los r et abl os de SanMiguel junto con el P. Juan Messner, que son de los más magnificos co~

servados en las misi one s, obviamente diri pdoa por un tallista que co­nocía los estilos cultos europeos. Además de los nombrados, pueden ci­tarse los padres Juan Rohr (1691-1758), de Praga, que trabajó en Limay en Moxa s; Franci seo Xavier Durheim, de Augsburg,y Juan Bauti sta KBnig,que tambi á1 se desempeñaron en Moxas; Julian Knog1er (1717-1775), Ada1­bert Martereer (1691-1775), y Padre Borinie (1663-1722), que trabaja­ron en Chiquitos.

5. Otras artes en las misi:mes

Además de la arquitectura, de la cual quedan unos pocos magníficos e­jemplos en Chiquitos, tienen interés otras artes, cultivadas en la ma­yor parte de los casos para uso del templo, o sino para el comerci o deexportaci ón. De ellas, algunas son solo conocidas por las crónicas dela época o por muy escasos testimonios que han sobrevivido hasta hoy;

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tal el caso de la música, la imprenta y la pintura. En otros casos, como imágenes y tallas en madera -retablos, púlpitos, muebles, ete- qu~

dan más restos, pero de todos modos solo una fracci ón de lo que en sumomento existió. Hay finalmente un tipo de producción del cual se con­servan bastantes piezas como para tener una imágen representativa de loque debió ser la riqueza artistica original de las reducciones; es laplateria, principalmente en Moxos 1/, pero tam'bién en Chiquitos.

La habilidad artística de los indios de las m~s~ones queda señalada enun párrafo de D'Orbigny referente al pueblo de Concepción de Baures,que visitó en 1832 (D'Orbigny, 1844):

'~isité a m~nudo los talleres de tejidos, de pintura, o evanisteria,en donde admiré sus cofrecillos y sus c~jitas, encantadoras obrasen madera de palisandro (jacarandá), con incrustaciones del brillante nácar de las conchillas de agua dulce. También fabrican alli ca­mas de viaje, valijas, etc. Otros obreros hacen cosas muy lindas'con trenzas de paja, como sombreros y costureritos; sobre un barniztan bello como el de China, pintan calabazas; tornean cocos para convertirlos en cajitas elegantes y fabrican muchos pequeños objetoscon cuernos y huesos o los dientel5 de los caimanes. Son los hombresmás hábi le s de la proVÍ nci a, y uno se asombra de la perfecci ón desus trabaj os al pensar que por toda herramienta tienen su s cuchillos"

Pero h~ aun ciertas incógnitas no despejadas por los estuc.ü. osos. No setiene certeza, par.- ejemplo, si efectivamente existieron talleres de pl~

11 Fuera de las propios pueblos de las m1.S1. one s pue dEn encontrarse pie­zas de plata procedentes de las mismas en algunas colecciones parti­culares y museos de Buenos Aires, y sobre todo en la catedral de Santa Cruz de la Sierra, éstas últimas procedentes al parecer, de SanPedro de Moxos, entre otras reducci one s.

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tería en las misiones de Moxos y Chi~uitos • Se sabe que los hubo enlas guarani~s, pero pudieron no existir -o haberlo hecho de forma muyprecaria- en las otras, proveniendo en consecuEl'lci.<.l. toda lá. plateríahallada en los pueblos de talleres altoperuanos. Estilisticamente anal.!zada la platería de Moxos y Chiquitos es marcadamente peruana y altope­ruana, y es más abundante en el primer grupo de misiones, ~ue dependíandel provincial jesuita de Lima, el cual gobernaba un territorio riquí­simo en plata y plateros.

6. Las misi~nes de Moxos y Chiquitos

El área donde se asentaron las misi one s jesuíti cas de Moxos y Chi~ui tosfué abierta par los españole s desde el Rio de la Plata antes qua desdeel Perú.> En 1548, una expedición al mando de Ñuflo de Chavez llegó aLima desde Asunci ón, enviada por Irala con el objeto de explorar lastierras entre esta última ciudad y la cordillera. Posteriore~ expedici~

nes dieron lugar a la fundaci ón de Santa Cruz de la Sierra, por el me.!!.cionado Chavez, en 1560, que tras sucesivas vicisitudes ~uedó emplazadaen 1592 en su ubi. caci ón actual y sometida a la Audiencia de Charcas enlugar de a las autoridades de Asunción.

Santa Cruz de la Sierra fué el centro desda el cual parti eran les jesu,itas para la fundación de las reducciones de Moxos y Chi~uitos, aunquealgunas de las e xpedici one s misi onales a Chiquitos se on gi naron en Ta­1'1 ja, donde la orden estableci ó un colegí o en 1691, patrocinad o por elmarqués del valle de Tojo. Santa Cruz fué tambien el centro de las ope­raciones comerciales y las comunicaciones con las misiones durante to­dos sus años de existencia.

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Las m1.SJ. one s de Moxos fueron las primeras en ser estable cidas. Los je­suitas habian participado en varias expediciones de exploración de lazona (1595, 1617, 1667), Y en 1671 el provincial de Lima encargó al colegi. o de Santa Cruz la instalaci ón de misi one s estables. Luego de va­rias campañas, en 1682 fué fundado el primer pueblo, Loreto, y sucesi­vamente, en unos veinte años, todos los demás.

Las m1.s1.ones de Chiquitos son algo posteriorESr.La primera, San FranciscoXavier, fué fundada en 1699, y las últimas, poco antes de la expulsiónde los jesuitas. Tanto Moxos como Chiquitos, pues, resultan bastantemás tardías que las misiones de Paraguay, que comenzaron a instalarseen 1609.

Existe acuerdo entre cronistas e historiadores que las reducciones deMoxos eran quince y las de Chiquitos diez. Pero hay cierta leve discre­pancia en cuanto a la lista. exacta de las primeras. Pareciera que la r,!!:zón es que se registraron variaciones a lo la rgo de los años, ya queciertos pueblos fueron trasladados, otros abandonados, y eventualmentese fundaron nuevos. La lista más probable al momento de la expulsión p~

dría ser (Carrez, 1900):

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Misi ones en Moxos:

San Pedro (Capital)LoretoTrinidadSan JavierSanta Ana

Exalt aci ónSan Ignaci oSan BorjaReyesMagdalenaConcepci ónSan Simón

Misiones en ChiQuitos:

San Ignacio (Capital)San Francisco XavierSan RafaelConcepciónSanta AnaSan MiguelSan Juan BautistaSan JoséSantiagoSanto Corazón de Jesús

San JoaquínSan NicolásSan Martín

Las mJ.SJ. one s de Moxo s estaban agrupadas en tres p:¡.rtidos: Mamaré, Pam­pas y Baures, que comprendían respectivamente seis, tres, y seis pue­blos, que pueden ser identificados tomándolos en orden en la lista an­terior. Algunos autores agregan otros pueblos a la nónima de los deMoxos, como San Ramón (René-Moreno, 1888), que en realidad fué fundadacon e 1 nombre de San Ramón de la Ribera, como desdoblamient o de Magda­lena, peI'O en 1792, es decir, quince añ os después de la expulsi ón; Bu~

navista (Haedo, 1777), de la cual no se tiene otras noticias que el i!lforme del comisi onado real fechado diez años después· de la expulsi ón;San José, San Luis, San Pablo y San Miguel (René-Moreno, 1888), que a­parentemente quedaban fuera de Moxos; y San Luis Gonzaga (Furlong,1936), qua tampoco se alcanza a ubicar. Acerca de las misiones de ehiquitos no parece haber dudas ni discrepancias.

La información sobre les distintos pueblos, tanto de fuentes bibliográ.­ficas como de las visitas realizadas con motivo del presente trabajo,se resume a continuaci ón.

6.1. Misiones de Moxos

La zona de las mlSlones de Mozos es una amplia llanura hoy integrantedel dep:¡.rtamento del Beni, en el noreste boliviano. Tierras bajas, an~

gadizas en ép oca dé lluvia, y surcadas par numerosos ríos, no tenian

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en los tiempos de las mlSlones comunicación directa por la via mas cor­ta con el al~iplano, sino a través de Santa Cruz de la Sierra a la cualse lle gaba en gran parte navegando los rios. Esta dificultad de acceso,que era mayor para les pueblos más alejados, como los seis de Baures,es en parte resp onsabl e de la poca informaci ón Que nos ha l1e gado; DIO,!bigny, por ejemplo, sólo visitó nueve de los quince pueblos, y los in­ventaIi os levantados cuando la expulsi ón de los jesu itas sa detienen enobjetos del culto, ropas, herramientas, etc., pero no descrl bEll .Los te,!!!plos.

6.1.1. San Pedro

Fundada en 1693, fuá la capital de las mlSlones de Moxos a par~ir de1700. Su iglesia fuá obra del P. Borinie (1663-1722) y habia escultu­ras obra del Hno. Adalbert Martereer (1691-1775), de las cuales cuatrorelieves, mostrando a Santiago, S. Ignacio, S. Borja y S. Francisco J!;vier, fueron trasladados a la catedral de Santa Cruz en 1911, juntocon una parte importante de la platería (incluyendo un frontal de al­tar de plata de Potosi). El inventari o de 1767 establece la existenciade 74 arrobas de plata (casi una tonelada) y habla de imágenes he chasen Nápole s.

San Pedro fuá incendiada en 1820, saqueada en tiempos de las guerras dela independencia, y posteriormente trasladada de sitio. D'Orbigny afi,!ma que vió verdaderos tesoros de esculturas, ya que los jesuitas:

u concentraron en ella t odas sus riQuezas, t odas sus gl'andezas, y porsus monumentos, por el número de sus estatuas de santos, por las j.,2yas que adornaban a sus vírgenes y a su Niño Jesús, por las planchas

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de plata que decoraban sus altares, y más que nada, por las tallasde madera de su iglesia, San Pedro no tardó en rivalizar no sólocon las catedrales de Europa, sino tambioo con las más ricas igle­sias del Perú".

Al presente S. Pedro es un pequeño pueblo en cuya iglesia de construc­ción recient e se conserva un número importante de pie zas de platería-a pesar que, según los cronist~s, las de mayor importancia fueron lle­vadas a Santa Cruz. Hay tambi én algunas imágenes -en parti cu lar unadel santo patrono- pero ningún resto de edificios. Queda a unos 50 Kma vuelo de pájaro al NNE de Trinidad.

6.1.2. Loreto

Fue la primera misi ón fundada en Moxos, por los padres Pedro Marbán yCipriano Barace, en 1682. La iglesia, obra del Hno. Manuel Carrillo,"era de tres na ves, de sesent a. varas de largo y veinte de ancho, lasparedes bien gruesas y entablada toda por dentro con mucha curiosidad •••con tres altares con sus correspondian tes retablos, todos de cedro (],guiluz, 1884). D'Crbigny la visitó y dice que "edificada como las demás,Loreto posee una amplia y bella iglesia, y una capilla situada fuera,cerca del cementeri. o".

Situada a unos 50 Km a vuelo de pájaro al SSE de Trinidad, Loreto tie­ne en la actualidad una iglesia maierna; para el presente estudio no sela pudo inspecci.onar, ignorándose si se conservan piezas jesuíti cas.

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6.1.3. Trinidad

Actual capital del departamento del Beni, Trinidad fué fundada en 1686.Su iglesia "era hermosa y fuerte y toda de adobe, de tres naves con sa­cristía, baptisterio y torre, y el techo de tumbadillo para defensa delas aguas" (Equiluz, 1884), "aunque un tanto recargada. de tallas de ma­dera" (D t Or1?igny, 1844); fué demolida durante el siglo pasado, habiendodesaparecido la mayoría de los objetos que menciona el inventario de1767 como originarios de Cuzco, Huamanga, Quito, Roma, Nápoles, etc. Lacate~ral actual conserva un cierto número de piezas de platería, no que. -dando por lo demás resto arquit ectónico alguno.

6.1.4. San Javier

Ubicada actualment e a unos 20 Km al NNE de Trinidad, fué fundada en 1690y trasladada luego de la expulsión. Cuando la visitó de D'Orbigny la mi­si ón tenia " •••una hermosa iglesia que no habría si do desdeñada en muchasciudades nuestras. Esta iglesia, bastante espaciosa para contener de cua­tro a ci nco mil personas, presenta por fuera un fronti s sostenido porgrandes columnas de madera y por dentro dos hileras de las mismas colum­nas. Cubierta de esculturas ornamentales, al estilo de la Edad Media, susmuros resplandecen por estar revestidos de lamina de mica". La platería,cuando la expulsión, pesaba 36 arrobas (casi media tonelada).

En la actualidad San Javier es un minúsculo pueblito en cuya iglesia, deconstrucción precaria, se conservan algunas piezas de plata e imágenes,

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pudiéndose encontrar más imágenes en las casas de los vecinos. No tratá~

dose del mismo templo que vió D'Orbigny, no hay restos del curioso sist~

ma de revestimiento de muros con mica, el cual solo se puede ver fragme~

tariamente hoy, tanto en los muros como en partes de retablos, en algu­nas iglesias de Chiquitos (Concepción, S. Rafael), y tiene alguna semeja.!2za con el efecto de escamas de pez.

6.1.5. Santa Ana

Fué fum ada en 1700, y trasladada después de la expulsi ón al rio Yacuma •Según D'Orbi gny "las casas de indi os no están en linea, y la puerta. dela iglesia, en vez de dar a la plaza, se abre hacia el campo", lo cualsugiere cierta precariedad. Hoy en día es una de las ciudades mayores delBeni, y salvo unas pocas piezas en la iglesia mcrlerna, nada ha quedadode la épooa jesuitica.

6.1.6. Exaltación de la Cruz

Fumada en 1696, fué vi si tada por DIOrbigny quien escribí ó: "la plaza,con sus palmeras, sus capillas y las casas de los jueces, se parece ala de las otras misiones. Construida según el gusto de la Edad Media,la iglesia está llena de ornamentos, de esculturas de buen gusto. Y susmurallas levantadas con tierra, están llenas de pinturas". El trazadoincluía, al esti lo del altiplano, e igual o_ua Concepci ón de Moxos y SanJosé de Chiquitos, capillas posas en los ángulos de la plaza. Los inven

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tarios de 1767 hablan de 14 arrobas y 23 libras de plateria, y 14 onzasde oro. Se ha señalado (Buschiazzo, 1952) que las pinturas parietales aludidas por D'Orbigny son excepcionales; sin embargo, la restauraci ón re­ciente de S. Rafael de Chiquitos reveló que todo el templo estaba así or­namentado, y en el viaje de inspe cci ón para el present e trabajo se pudie­ron tambi én aprec;i.ar pinturas murales anti guas -en cases bajo capas deblanqueo posteriores- en S. Miguel y Concepción de Chiquitos. El estadopresente de Exaltación no pudo ser inspeccionado por la misión tTh'ESCO.

6.1.7. San Ignacio

Fundada en 1689, tenía la iglesia "más grande y espaciosa de todas" (Eguiluz, 1884), con importante platerí.a. registrada por los inventaries de la­expulsión, entre lo cual "un depósito para el Jueves Santo", curiosa pie­za que aún se conserv'a en la iglesia actual del pueblo. D'Orbigny no vi­sitó esta misión, que actualmente es una progresista ciudad, sin otrastrazas de la ép oca ,jesufti ca que un importante número de pie zas de plata,algunas imágenes -entre ellas un cristo de marfil posiblemente de proce­dm cia fi 1ipina.- y fragmm tos de relieves y retablos.

6.1.8. Sm Borja

Ubicada hacia el suroeste del grupo de mlSlone s de Moxos, al borde de lasprimeras estribaciones de la cordillera, casi nada se conoce de esta mi­sión por la literatura (D'Orbigny no la visitó) y ningún resto visible

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queda en la ciudad actual -una de las mas important~s del Beni- salvo unaaureola de plata co locada en una imágen que no es jesuiti ca, vi. si ble enun altar lateral del templo moderno.

6.1.9. Reyes

Igual que San Borja, estaba alejada de todas las demás: era la más occi­dental, casi sobre el rio Bmi. Nada se encontró en la literatura, y lavisita no reveló restos jesu iti cos de ninguna espa cie en el pue blo actual,aunque no se pudo ver el int eri or del templo, en el cual podría quizá ha­ber piezas jesuíticas.

6.1.10. Magdalena

Según DfOrbigny "la aldea está inme jorablemen te distribuida. Su iglesia,muy amplia, construída en el gu sto góti ce, es muy notable por sus escul­turas de madera y pertenece al estilo más florido de la Edad Media. Elcolegi 0, cuadrado, con un piso superior, e stá di vidido en tres grandessalas, más bellas que cómcrlas. El resto se parece en todo a las demás misiones, especialmente a Concepci. ón de Baures". Se sabe que en 1792, des­pués de la expulsión, fué divi.dida, desprendiendose un nuevo pueblo, SanRamón, que se fundó a 100 Km de distancia (Mesa, 1970). Este autor, porotro lado, ubi ca el pueblo sobre el río San Simón, lo cual no c:oincidecon la cartografía moderna, que lo sitúa próximo al rio Itonamas. Se ig­nora su estado actual, ya que no pudo ser visitada para este estudio, pe­ro ciertos informantes sostuvi. eron que aún habría rest os arquit ectónico sy platerí.a.

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6.1.11. Concepci ón

Tambi in denominada Nuestra Señora de la Concepci ón, o Purísima Concepci ónde Baures, es, según parece, el pueblo hoy llamado Baures, que tanpocopudo ser vi si tado para este estudi o. Fuá fundada en 1704, y D'Orbigny ladescrí. be así s "Al entrar en la misi ón me sorprendió un ai re de es¡iendorque nunca había encontrado, ni siquiera en las más limas de las provin­ci. as de Chiquito s. La extensi ón, la distri bucion y sobre todo la plaza,en la que se elevan una magnífica iglesia y un colegio que formaban uncuadro de un pisO, me dieron ocasi on para admirar una vez más los traCa­jos e:rtraordinari os de les jesuitas en esas regí. ones ••• Esta comparsa(de indios músi co s) se detuvo en la s cuatro esquinas de la. plaza para o­rar en las pequeñas capillas ••• Componen sus ediciones una bella iglesiacon struída con madera y tierra, y un colegio, fábrica de un piso que o­cupa toda la periferia de un gran patio. Numerosos talleres encuadran ...tros patios. La plaza bastante grande, está dotada de capillas en suscuatro esquinas y ocupa su centro una cr~z adornada con hermosas palme­ras cucich. Está rodeada por numerosas casas de indi os, bi 91 alineadas yubicadas de manera que favorezcan la libre circulación del aire. Todo re!!.pira grandeza y orden en esta misión, sin disputa la más hermosa de laprovinci a" •

La descripci ón anteri or documenta la existencia de capilla s posas, y dela. iglesia se ti ene ci erta idea por una acuarela de Manuel Maria Mercadoque se conserva en la Biblioteca Nacional de Sucre, la cual mUAstra unaconstrucción semejalte a las iglesias de Chiquitos que han subsistido (S.Rafael, Concepción, S. Miguel, S. Javier). Se informó a la mision UNESCOque quedar1an restos arquitectónicos, así como platería e imágenes, locual no se pudo verifi car.

6.1.12. San Simón

Nada se sabe de este pueblo: D'Orbigny no estuvo en él, y no se encontra­ron referencias bibliográficas ilustrativas. La cartografía actual regis­tra una localidad de ese nombre sobre el río San Martín, al NO de PuertoSalcedo, a unos 70 Km de la front'era bra"silera, pero no se pudo visitarla,y consiguientemente se ignora si es el pueblo antiguo, y si hay restos.

6.1.13. San Joaquín

Fué creada poco después de 1700 sobre el río Blanco y trasladada despuésde la expulsi ón, datando el tEmplo actual del si glo XIX -(Mesa, 1970). E­xiste,en .la Biblioteca Nacional de Sucre, uha acuarela de Manuel MaríaMercado que muestra la iglesia de este pueblo, siendo, según la cartogra­fía moderna., la misi ón situada más al Norte de todas las de Moxas, a u­nos 100 Km al NE de Santa Ana. de Yacuma. Pero en un mapa no publ icado pr~

parado por el jesuita actual P. Antonio Menaoho, (La Paz, 1967), el pue­blo de San J oaquin se ubi ca cercano al '3.ctual de Irlanda, much o más alEste. La misi ón UNESCO no pudo verificar sobre el terreno la si tuaci ón.

6.1.14. San Nicolás

Sinreferenciooen la bibliografía que sean ilustrativas, tampoco pudo servisitado por la misión UliESOO. Existe un pueblo actual de ese nombre 30

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Km al Este, aproximadamente, de San Pedro, pero no parece ser la antiguareducci ón, que según el :napa citado del P. Menadl o quedaría en el extre­mo Este del conjunto de pueblos, sobre el río San Martín, al SE de S. Si­món.

6.1.15. San Martin

También sin referencias en la bib1iogra.fía que permitan conooer mucho másque su nombre, y ausente de la cartografía actual, el P. Menacho lo ubicaun poco al Este del actual pueblo de Orbayaya. No pudo ser vi si tado paraeste trabajo.

6.2. Misiones de Chiquitos

La zona de Chiquitos se extiende formando una amplia franja orientada deNO a SE, situada en el departamento da Santa Cruz. Es una tierra más va­n ada que Moj os, con zonas de serranías, con bosques import~tes, y qU"ehacia el naciente se hace cada vez más seca, tomando la vegetaci ón lascaracterísticas del bosque chaqueño. Es mayor la cantidad de datos quehay sobre estos pueblos, así como es mucho mayor la cantidad de restosque han sobrevivido, incluyendo algunos templos practicarnente completos.

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6.2.1. San Ignacio

Tambi. én San Ignaci o de Ve1azco, fundada en 1707, trasladada sucesivamenteen 1724 y 1745, su iglesia fué construid a hacia 1150-60, y demolida en1948, siendo "la más her:nosa de estas misi anes" según el superior de Chi­quitos en 1761 (Archivo General de la Nación, legajo 63). DtOrbigny des­cri bia: " ••• la iglesia de tres naves, con diez y ocho columnas de madera,labradas a lo salomónico y pintadas de colores ordinarios, cuatro arcosen el presbi teri o, de ladri 110, tres pue rtas grandes; la principal, quehace frente a la plaza al sur, y las otras dos de naciente a poniente,cat orce ventanas, las di ez con pue rtas de madera, y las otras cuatro conclaraboyas de vidrio, y techado de teja".

La iglesia actual, de sobrias lineas contemporáneas, conserva retablos,imágenes y confesi onari os de la anteri or, aunque el altar mayor, si biensigue a grandes trazos la linea de las tallas jesuiticas, sería según elautor posterior a la expulsi ón (Mesa, 1970) lo cual no desmiente el aná­lisis estilistico,que pone de mani.riesto ciertos motivos de inspiraciónrococ6. Se ha regi. strado tambi én en San Ignaci o el empleo de revistimien­tos de mica (Castelnau, 1845), y existen fotografías de su demolición (Bu~

chiazzo, 1972).

San Ignacio era la capital de las m1S1.0neS de Chiquitos, pero nada quedahoy, excepto las tallas menci. onadas en el templo moderno.

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6.2.2. San Javier

Primera mi si. ón fumada en Chiquitos, en 1699, por el Padre José Franciscode Arce, superior de la casa jesuita de Tarija. Dicho misionero, luegode reunirse con el gobernador de Santa Cruz, reconoció toda el área hastael río Paragu~, y eligi ó finalmente la ubicaci ón del pueblo de San Ja­vier, en una peQueña serranía, algo más alto que el resto de la regi óny por ende más fresco. Al poco tiempo, les jesuitas libraron con los por­tugueses o mamelucos una batalla en el ri o Apere o San Miguel, dome losderrotaron y expulsaron de la región, c.uedando así libre el terreno parala fundaci ón de los <tros pus bIes.

Según D'Orbigny, San Javier "posee una hermosa iglesia que no habría si­do desdeñada en muchas ciudades nuestras. Esta iglesia, bastante espacio­sa para contener de cuatro a cinco mil personas, presenta por fuera unfrontis sostenido por grandes columnas de madera y por dentro dos hile­ras de las mismas columnas. Cubierta de esculturas ornam8ntalas, al esti­lo de la Edad Media, sus muros resplandecen ~or estar revestidos de láminas de mica". Hoy en día est os revestimientos de mica no están vi sibles,ya que los muros de la iglesia -que se conserva en estado bastante bueno,igual que el colegio- fueron blanqueados sucesivamente en repetidas opor­tunidades, pero segurament e unarestauraci ón revelaria trazas de los mis­mes sobre el paramento primitivo.

Los inventari os levantados para la expulsi ón se refieren a San Javier enestos términos: "primeramente, la iglesia de tres naves con cuatro arcosde ladrillo; en el presbiterio diez y seis columnas de madera, pintadas,que dividen las tres l".aves; tres puertas grandes, la principal a la pla­za, que mira al naciente; tras confesionarios tallados y un púlpito delo mismo, éste dorado; quince ventanas, todas con claraboyas de vidriosordinarios; cuatro bancos grandes y algunos cuadros de poca monta repar­tidos por el cuerpo de la iglesia, la que está toda techada de teja".

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Pero también hubo cambi os en el int erior, pues si bi en los confesionari osaludidos se conservan, no así el púlpito; seguramente en la primera mitaddel s. XIX se efectuó una refacción que colocó nuevos púlpitos y retablos,de un gusto vagamente neoclásico, según imperaba entonces.

Hoy en día San Javier es un pequeño pueblo, relativamente aislado, conuna edificación tradicional siguiendo en ciertos rasgos la arquitecturajesuítica, y con un magnifico templo -obra del P. M. Schmidt-, no el máscompleto de las misi one s pero un excele nt e exp one n't e de la arquit ecturajesuítica, cuyas reformas de mediados del siglo pasado también pueden CD~

siderarse de suficiente interés histórico para que se las conserve. En laiglesia h~ algunas piezas de platería, y unas pocas imágenes ae época,que agregan interés al conjunto.

6.2.3. San Rafael

Data de la primera época de las mlS1 ones de' Chiquitos, siendo su templodel P. Schmidt, construido alrededor de 1750. D'Orbigny escribió: "la igl~

sia está bien decorada,. la plaza limpia; el col13gio y la torre bien cons­truidos ••• Las casas de los indios estuvieron en un principio bien alinea­das en San Rafael, igual que en todas partes; pero un incendio habia des­truido parte de ellas y el administrador, de acuerdo con el cura, cambióel orden, disponiendo la construcci ón de blo,-.ues cuadrados en cuyo int e­rior se hizo un gran patio donde los indi os podían criar aves". Los inventartos de la ecpulsión registraban: " ••• p rimeramente , la iglesia de tresnaves, con diez y seis columnas de mader:~., labradas a 10 salomónico, quelas dividen, techada de teja, tres puertas grandes, la pri ncipal que hacefrente a la plaza, al naciente, y las otras dos de Norte a Sur; trece ven­tanas, las siete con puertas da madera y lienzo, y las seis con claraboyasde vidrio y todas con enrejados de madera".

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En la actualidad San Rafael es un pequeño poblado rural, sin mayores ras­tros de su pasado jesuítico, salvo el tEmplo que no solo se conservó com­pleto, sino que acaba de ser e spléndidament e restaurado por el vicariat oapostólico de Chiquitos -trabajo dirigido por el arquit ecto suizo HansRoth. Tal restauración reveló la existmcia de pinturas parietales -moti­vos ornamentales geométri cos y vegetale s, y al gtl!1as figuras religiosas-,en colores rojizos y tierras sombra, gue la restauración revivió, ubica­das tanto en el interi or como en el exterior del t"3lIlplo. Además de la ar­quit ectura, se conservan retablos, imágene s y pie zas de plateria de laépoca, aunque se ha sostenido (Mesa, 1970) que el retablo mayor seria po~

terior a la expulsion, casa que no confirma el análisis estilístico delmismo.

Fuá fundada en 1109, pero establecida definitivamente en 1722, siendo sutEmplo -aun existente y hoy en proceso de restauraci6n por el vicariatoapostólico de Ñulfo de Chavez, con intervención del arquitecto Hans Roth­uno de los más tardios, obra tanbién del .P. Schmidt.

D' Orbigny señala que "la igl esia se dis"tingue por las pinturas góticasque exornan el interior", las o.ue se pudieron comprobar bajo sucesivascapas de blanqueo posteri or, y que el arquit ecto -Roth se propone recupe­rar; en apariencia son similares a las de S. Rafael, y t~enen en efectociertas remin~encias gotizantes.

El inventari o de la expulsi ón señala: "primerament e, la iglesia de tresnaves con cuatro arcos de ladri 110 en el presbi teri o, diez y seis colum­nas que dividen las tres naves, tres puertas grandes, la principal a la

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plaza; cat orce ventanas, las di ez con claraboyas de vidrio, y las cuatrocon puertas de madera y lienzo, y techada de teja". Nótese la mención .declaraboyas, que dejaban entrar luz sobre les altares, y estaban resueltascon formas de intersección del tejado, ornamentadas en madera, muy seme­jantes a la arquitectura popular alpina que el padre Schmidt conoció ensu Suiza natal.

Hay documentos (Archivo General de la Nación, -legajOS 57 y 63) Cjue indi­can que este templo se comenzó en 1752, y que en 1761 el P. Schmidt esta­ba dorando los retablos.

6.2.5. Santa Ana

D'Orbigny señala que "la iglesia es espaciosa, biEl1. dist.d.buída y sobretodo ornada con extrema riqueza. Los muros y columnas interiores estánrevesti des con di bujos hech os en láminas de mica bri llante". Pero los i.!!,ventan os de la expulsión dicen:. na iglesia, de tabique ordinari o, te­chado de paja, con dos puertas grandes, ordinarias •• ~ , lo cual no cóin­cide con el viaje ro francés.

Un año después de la expu1si ón, el obi spo Herboso real izó una vi si te. pas­toral a Chiquitos y escribió que la iglesia de Sa.nta Ana n ••• es muy redu­cida porque es interirB, y estaban prevenidas las maderas para levantarotra••• " (René-Moreno, 18~l::3), lo que indica que el tanplo actual fué con~

truido entre la visite. de Herboso y la de D'Crbigny, es decir entre 1768y 1831.

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La iglesia aún existente debe ser la misma que vió D10rbigny, pero consucesivas refacciones; si bien es espaciosa, su arquitectura muestra mú1tiples rasgos de la mano de artífices populares, que sin duda reemplaza­ron a los jesuitas. Es una composici ón ingenua, de propar ciones distorBi~

nadas en relación a los modelos más cultos que aplicaba el P. Schmidt, ycon una decoraci ón un tanto incongruente a la luz de los mismos mme10s.Está en mal estado, y necesitaría una intensa restauración, que quizá de!!,cubriese los restos de la riqueza decorativa que indica D'Orbigny. Aúnno siendo estrictamente jesuítica, es indidab1emente un monumento valio­so, sitado hoy en un pequeño pueblo de campo.

6.2.6. San Miguel

Fundada en 1721, su iglesia fué levantada por el P. Johann Messner, datando de alrededor de 1750. DI Crbigny dice: "la iglesia es notable sobre to­do por sus dimensi. one s y un fronti spicio de columnas ••• las casas de ellosestán muy bien alineadas, y sobre todo, distribuidas de modo que el airecircule libremente". Y el inventario de la expulsión constata: "primera.­mErlte, la iglesia de tres naves, con diez y seis columnas que las dividen,y otros tantos arcos de madera y cuatro de ladrillo en el presbiterio;tres puertas grandes, once ventanas todas con claraboyas de vidrio y te­chada de teja".

Hoy en dia la iglesia de San Miguel, si bien en mal estado de conservac~on,

es una de las más completas de las misi ones, ya que conserva toda su arquitectura, incluyendo parte del colegio, espléndidos retablos -los más euro­peizantes de todas las reducciones o si se prefiere los menos primitivos­imágenes, púlpitos, platería, etc. 1/ En la sacristía se conserva el cie-

11 Se pudi eron constatar, en el retablo mayar, algunas modifi caci one s, po­siblemente en el sentido de restituirlo a su di sposici ón orip na.1, con

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lorraso de tablas pintadas, y restos de vidrios de la ép ce a, s eme jantesa fondos de botellas. La imágen del patrono es, según los religiosos actua

, -les, de procedencia italiana, ya que D'Orbigny dice que hubo un San Miguelde ese origerl, pero la que se vió en una hornacina del retablo mayor par!!ce más bien de producción local. Se advierten también restos de pinturasmurale s, por ejemplo en el frent e a la plaza.

6.2.7. San Juan Bautista

Fundada en 1706, abandonada, reinsta.lada en 1716, luego de la expulsi ónse trasladó al sitio actual. Según informantes -el pueblo no fué visitadopor la misión UNESCo- solo se conserva una torre antigua, y algunas imá­genes.

6.2.8. San José

Se cuenta entre las primeras fur.daciones de Chiquitos y se distingue detodas las demás por el uso de ladrillo y piedra en lugar de adobes. DtOr ­bigny dejó una extensa descripci ón: "Con verdadero gusto observé estruc-

relación a su estado cuando 10 fotografiaron para una de las publica­ciones cí tadas (Buschiazzo, 1973).

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turas de piedras, construidas en el estilo mori sco y de factura original,Q.ue traté de reproducir al lápiz. Estos monumentos consisten en una to­rre cuadrada, de tres pisos, provista de una galería en el superior. Con~

tituye el portal de entrada al colegio. A la izquierda se alza el fron­ti spicio de la iglesia, de arquit ectura simple, coronada, igual Q.ue latorre, de peQ.ueñas pilastras y cruces de piedra. Solo este frente exis­tía cuando se produjo la expulsión de los jesuitas en 1767, por lo Q.uela construcci ón del cuerpo de la iglesia, proseguida por los administra­dores, se resiste por ausencia de los hombres que la oomenzaron. Aun mása la izquierda está la capilla de Muertos, donde se los deposita duranteveinticuatro horas, antes de proceder a su inhumación. A la derecha estála casa de gobierno, o colegio. Este cuerpo de edificios tiene estruotu­ra abovedada, muy favorable a la conservación de cierta frescura, en lazona tórrida. El colegio cuenta oon más de tres patios rodeados de habi­taci ones y talleres. La plaza es enorme, decorada en el centro oon unacruz de piedra rodeada de palmeras. Los frent es descriptos forman uno delos lados; ocupan los otros tres las casas de los jueces, que en totalconsti tuyen nueve grupos de casas. Por desgracia, ent re un grupo y otro,al principio de cada calle se emplazó una cruz con palmeras y, en los cua­tro ángulos de la plaza, capillas destinadas a las procesiones, que laencierran e imposiCdlitan toda perspectiva. Componen el resto de la mi­sión hileras de casas ordenadas en filas longitudinales y transversales,Q.ue suman unas och ent a" •

Hay, pues, vari os elementos distintivos: una arquit ectura de fachadas-que D'Orbigny califica de morisca porque seguramente no se le ocurrióotra ccsa, pero Q.ue solo es ur~ muy simple composición, ~agamente itali~

nizante- completament e diferent e a la de los otros pueblos; la capillade Miserere, que se suele encontrar aquí y allá en el altiplano (por e­jemplo en el pueblo de Casabindo, en la Argentina) pero rara vez en lasreduccione s, o al menos no con tanta importancia y dando directament e so­bre la plaza (DfOrbigny menciona una en Loreto); y por último las capi­llas posas.

Existen ciertas dudas acerca de las fechas de construcción del conjunto:los inventan os de la expulsi ón no menci onan la fachada del templo, por

lo que, contrariamente a lo afirmado por D'Orbigny, podría ser posterioral extrañamiento, dándose para lo demás las siguientes fechas (Plattner,1960): capilla de muertos, 1740; torre, 1748; casa de los padres, 1754.

Al presente, San José es un pueblo de alguna importancia, en el cual elconjunto de la iglesia es el único resto jesuí.ti co. Esta en muy mal es­tado, con construcciones posteriores que lo han desfigurado en parte, ycon grietas que amenazan- su estabi lidad. Se conservan piezas de plata, unbuen número de imágenes y partes de retablos. El conjunto monumental essin duda de importancia, y requeriría acciones urgentes y sistemáticasde conservación y puesta en valor.

6.2.9. Santi ago

Según el inventari o de la expulsi ón, la iglesia era " ••• nueva, de adobe,cal, y ladri 110 en partes, sin acabar por estar el pueblo recién fundado".SegÚn D'Orbigny, el colegio se incendió en 1801, y la iglesia estaba muydeteri~rada cuando al visita, excepto su fachada. Hoy en día practicamen­te nada queda de las construcciones jesuí.ticas, pero sí. imágenes, algode plataría y otros objetos.

6.2.10. Santo COI' azón

La más oriental del grupo y una de las más tardías, parece no haber teni­do construcciones de importancia: D'OrbL:s-ny 8eñala que la iglesia tenía

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techo de paja y los inventarios dicen Que eran tejas de palma. Hoy, se­gÚn informaciones obtenidas -la misión U1'ESCO no visitó el pueblo- noQuedarían restos jesuíticos de ninguna clase.

7. Valor de los restos

Prescindiendo por el momento de su capacidad de atraer turistas y por ende de un cierto valor económico fuhdamentado en ese hecho, los restosarQuitectónicos y otros de las reducciones jesuíticas tienen de todos 1'11.2dos un valor en el plano cultural y artístico como t8stimonio del episo­dio histórico tan particular que las produjo.

Conviene señalar ante todo que únicamente en Chiquitos han quedado restosde alguna si gnifi caci ón en materia de arquit ectura (amitiendo por ahoralas misiones de Orinoco y Maynas, de las cuales no se tienen noticias, ycuya investigaci ón cabria recomendar a los gobiernos naci onales y orga­nismos internacionales). Ni en Moxas ni en Paraguay se ha conservado unsolo edifici.o jew-ltico: exclusivamente fragmentes e ruinas.

Las iglesias de Chiquitos Que han quedado en pie y cuya restauración hasido comenzada -en especial San Rafael, Concepción, San Miguel y San Ja­vier- son extraordinarios ejemplos de la arQuitectura de las misiones, yexponentes valiosos de un modelo de arquitectura que merece su' lugar enla historia de ese arte, ya que salieron de los marcos habituales y crea­ron su propia expresion. En este sentido, pues, se conserva en un rincónignorado de Bolivia algo único.

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También tienen su valor los otros dos tanplos que se han conservado enChiquitos: San José y Santa Ana. El primero, con dos siglos de antigÜe­dad, es de cualquier forma un ejemplo fuera de serie de la arquit ecturacolonial, y el segundo es una derivación popular de los esquemas más el.!!!:.borados que dieron lugar a los tanplos enumerados en el párrafo anterior.

Además de los templos han quedado restos ae otras artes, como platería,en especial en Moxos, retablos, imágenes, muebles y otros objetos. Sontodas piezas qua tienen la importancia de haber pertenecido a la singu­lar cultura de las misiones, y constituyen testimonios de la misma. Es­tilisticamente no han sido estudiados, existiendo numerosos interrogan­tes que una i!lV'estigación prolija debería contestar. Por ello, antes deperler valorar adecuadamente toda esta producción se requiere su análisispor parte de especialistas. Cabe sin embargo señalar, nuev'_'mente, que solo en Bolivia se ha conservado tal ri~ueza de platería, igual que algu­nos retabl~s y púlpitos, puesto que en los treinta pueblos de las misi,2nes guaraníes todo ello practicamente desapareció sin dejar rastros. Yno hay duda que muchas piezas de plata -igual que imágenes- pueden ha­ber encontrado su cówino a otros pueblos de la región o del país, de mo­do que el panorama puede ser bastante más rico de lo que se piensa. Co~

viene recordar que hay muchas mas piezas de las misiones guaranies dispp~

sas p~ Argentina, Paraguay y Brasi 1, que las que aún están en las reduc­ciones originales. En todo este campo, pues, solo cabe un juicio proviso­rio y la reco:nendación de un ventari o sidemático y su correspondienteestudi o.

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c. EL TURISMO EN BOLIVIA Y EN EL AREA DE LAS MIS! ONE S

l. La. demanda. t uristi ca. hist óri ca y, actual

La informad. ón estadistica que se dispone para analizar la si tua­ción del turismo En Bolivia se incluye en el Apéndice 1. La mismano es completa y adolece de algunas deficiencias de recoleccion yprocesamiento. Proviene principalmente de dos fuentes: los regis­tros de viajeros que IBsan por los puestos de frontera, y los re­gistro s hoteleros de la. ciudad de La Paz. Ambas fuent es no son com. -parables, y en los dos casos los datos deben ser considerados m~s

bien como aproximaci ORe s que permiten establecer el orden de mag­nitud del fenómeno turistico, antes que como las cifras exactasque 10 definen.

Los cuadros 1 a 4 sintetizan la información sobre el turismo exter­no recogida en los puestos front erizos, corresp ondiendo los últimosdatos disponibles a 1974. Pero hay un evidente error en la serie deturistas ingresados por vía terrestre (cuadro 1) que aparece ,comoun incremento del 573~ entre loo años 1971 ir 1972; probab1ement e sedeba a que en los tres primeros añoo consignados no se contabi liza­ron los datos de algún o algunos puestos, los cuales recien se em­pezaron a tómar en cuenta en 1972. La misión UNESCO realizó unas c,2rrecci ones de la seri e original que subsanan en lo posible el errorindicado, substituyéndose entonces los cuadros primitivos por los5 a 8.

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Como se desprende de las cifras, el turi smo e:xtem o a Bolivia creci óde alrededor de 40 000 viajeros ingresados en 1969 a cerca de 125 000entrados en 1974, lo que representa un incremento medio anual acumu­latíva del orden del 25~, tasa sumamente elevada. que se explica qui­zá por el pequeño número del año inicial y par tratarse del períodode despegue de la actividad en el pais, situación que no aconseja a:lticipar un crecimiento a un ritmo tan violento para los años venide­ros. También muestran los cuadros que la mitad de los turistas lle~

dos lo hacen par vía aérea, una pequeña fracci ón (10%) par vía lacu.:!tre, es dec1 r, por el lago Titicaca, y el resto (40~) ingresa a tra­vés de los distintos puestos fronterizos terrestres.

La informaci ón acerca de los país es de proceden ci a de los tu ri stasque llegm a Bolivia es fragmentaria: el Oladro 9 muestra loa visi­tantes ingresados pcr vía aérea a La Paz (que sOn el 75~ del total.llegado pcr aire) distribuidos según área de origen, y ellO exhibesimilar distri buci ón para los turi stas entrados por la vía terres­tre, los cuales pueden apreciarse por área de origen y Puesto de 9!!.trada en el cuadro 12. Sobre la base de esa informaci ón y de la co.!!.tenida en los registros hoteleros (cuadro 9), la misión UNEseo rea­lizó una estimación global para 1974 de las principales procedenciasde los turi stas que llegm a Bolivia, que se puede analiz ar en elcuadro 25. Según la misma, un 42% del turismo procederia de Sudamé­rica -37~ de los países limitrofes y 5~ del resto-, 21% de Nortea­mérica, 2~ de Europa y 8% del resto del Mundo. Los paises indivi­duales más importan tes como emisores de tu ristas hacia Bolivia sonEstados Unidos, Perú, Argentina, Francia, Chile, Alemania y Suiza.Esto permite señalar claramente tres mercados caracteristicas dife-

conrentes:

los países limítrofes, con a al vez tres si tuaci. one s distintas:Perú y Chile (predominio del tráfico comercial y fronterizo), A~

gen tina (tráfico comarcial y turístico, pero coyunturalmente encrisis), y Brasil (tráfi co come rcial y con potm cial turísticoinexplotado) ;

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Europa ocoidEl'ltal (trafioo oomeroial y un importante movimientoturístioo que cada dia toma mas auge)

Estad08 Unidos (tr8.f'ico comercial y turistioo).

Lamentablemente, salvo apreciaciones cualitativas, no 8e tiene formade olasifioar lee turistas segun motivo del viaje, es decir, dife­renciar el trafico comercial o turismo de negocios, del vacacionalo turismo stricto seJnm, lo que seria úti 1 para determinar cual esla porci on del me rcado sobre la que cabria diri gi r acci one s promoci..2nales.

El ouadro' 14 muestra la evolucion, de 1969 a 1975, de les turistasextranjeros alojados en hoteles de la ciuiad de La Paz, lee que e­quivalen aprcximadatll9nt e al 50% del total de extranjeros entradosal país, o al 100% de 1m ingresados por via aerea. La serie se c.!racteriza por un crecimiento medio anual acumulativo del 16.5~ parael período indicado. Estos turistas tienen una estadia media de al­go menOB que 3.5 dias 7 se distri buyen estaci onalmente en el año cE,180 lo indican los cuadros 17 y 18. Los cuadros 20 y 21 contienen d.!tos adicionales sobre estadía media en el pais segun procedencia delos turi stas.

Como para realizar estudios de capacidad y ocupaoión de la plantahot elera se requiere tornar tanbién en cuenta al turismo interno,los cuadros 15 y 16 dan las oifras de ESte ultimo mercado y sus re­laci ones con el externo.

Puede establecerse que el mercado turistico interno de Bolivia eshasta el presente exclusivamente uno de 'liajeros de negocios, 7 quetiene como destino las principales ciudades, existiElldo solamente

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datos acerca de La Paz donde la cifra anual oscila alrededor de los100 000 turi stas. Pero al mismo tiempo, con el fuerte ritmo de cre­cimiento que hoy en dia tiene la ecenomia boliviana, se adviertensintomas de modernización en los habitas de consumo de los sectoresde ingreso medio y medio' alto. De ah! que se pueda vislumbrar eldesarrollo de un tu rismo int ern o con moti vaci one s ajenas a las labo­rales, aunque todavia no está claro cual es el tipo de producto quetendría mas exito, y m consecuencia cuales son los destinos con m,!yor poten cial de crecimiento para este l1lE'!rcad,,.

En sint esis, el mercado turisti ce actual en Bolivia se caracterizapor el vigoroso crecimiento que tuvo la demanda externa en los ultimoa años (aunque es posible que EIl 1975 tal crecimiento se haya de!!.ace1e rado, cosa que fehacientement e sucedi 6 en los hoteles de LaPaz), y por los prime ro s sintomas de la aparici ón de una demarxi a deturismo interno distinto del de negocios.

La demanda externa es del orden de los 125.000 turistas anuales yse puede clasificar, de una manera aproximativa, en tres grandesgrupos:

turi stas de bajo gasto: trá.f'i co fronterizo, vinculad one s familia2I'e8, pequeño comerci o, etc.;

turistas de negoci os de alto gast o;

turistas vacacionales o turistas stricto sanal.

Según di stintas opiniones reco gidas por la misi ón UNESCO cabria e,!tablecer que el primer grupo fuese del orden de las 25- 000 personas,el se~ndo de las 50 000, y el tercero también de 50 000. Estos úl­timos, a su vez, se dividizin en unos 20 000 turistas de grupos or­ganizado s y J) 000 turistas individuale s, contand o entre los segun­dos a los juveniles, mochileros, etc. Son pues estos 50 000 turistasvacacionales los que indican la participación de Bolivia en el mer­cado turistico intez:nacional, a parte de los viajes motivados porlas normales transacci ones económicas del país con el exterior. Se-

gún lClB principales ope radar es de turismo receptivo -que en totalapenas exceden la media docena, recibiendo el mayor de ellos al 60%de los grupos, el segundo al ~, y el resto los demás- Bolivia noes un destino que se pueda vender sólo en el mercado internacional,siendo oasi inevitable la combinaoión con el Perú (el cual, al presente, tiene una imágen algo deteri.orada). Por otra parte, les mi::!mes operadores sostienen que aotualment e la demanda turí.stioa deBolivia que pasa por sus manos se compone en un 6~ de Europeos, enun 3~ de Norteamerioanos (que parten de Nueva York y Los Angeles),y en un l~ de ot ras naci onalidades.

La significaci ón del turi smo reoepti vo para la economia naoionalse ha tratado de medi r determinando su oontribuoi ón a la balanzade pagos, ya que su inoidenoia en la formaoión del producto brutointemo es muy pequeña 1/. El Banco Central de Bolivia estimó que!os1ngresos de divisas en ooncepto de viajes asoendieron (1914)a 13.5 millones de dólares, que representaron el 2,3% del total delas exportaci ones de bienes y servioios, el 39.' de las de servi ci os,'7 el 20~ del saldo favorable regi. strado en cuenta corriente ese a­ño. La cifra del Banco Central, sin embargo, es sólo una estimaciónbasada en supuestos no enterament e confiables, '7 podría estar algosobrevalorada.

!I Si se toma el valor de 13.5 millones de dólares corrientes, oal­oulado por el Banco Central, como represent ativo de la produo­ción del seotor, y al mismo tiempo se dejan de lado para un pri­mer cálwlo los insumes de ot ros sectores que en esa oifra estJ!viesen comprendidos, es deci r, se oonsidera. a di cho valor equi­valente al produoto del seotor turismo, se puede compararlo oonla oifra del PBI oorrespondient e al mismo año (1914). El resulto!do obtenido, transformada la primera magnitud a pesos bolivianosde 1910 y deflaotada mediante los indioes de preoios de las ex­portaoiones oalculados por la CEPAL, es que la oontribuoión delturismo aloanza al orden del O.51~ del PBI. El a.péndioe 2 bosqu~

ja las grandes lineas de la economia. be 1iviana.

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El turismo interno por último, no ba sido cuantificado, ni se dis­pone de datos que permitan bacerlo de modo siquiera fuese aproxim~

do; sólo se puede consignar que el Plan de Desarrollo postula unameta de 13> 000 turistas internos anuale s ¡:8ra 1980, pero no explica como la determinó.

2. La oferta turística

La oferta turística en Bolivia se caracteriza por al escaso desa­rrollo, acorde con las cifras de demanda indicadas. Sin embargo, seadvierte, también en coincidencia con la evolución de la delIBnda, unimportante crecimiento en los últimos años, tanto en el sector dealojamiento -con algunos establecimientos de reciente inauguraci óny otros que abrirán en poco tiempo- como en el de otros servici os turísticos, tal que transportes terrestres y lacustres.

El cuadro 22 del Apéndi ce 1 muestra la capacidad bot ele ra de usoturístico. En total se pueden computar 119 establecimientos con2282 r.a.bitacione s, de los cuales 31 establecimientos con 1416 ba­bitaci one s pertenecerían a la categoría superior, es decir serianloe utilizados por los viajeros de mayor nivel de gasto. De losbot eles, el 34~ está. en La Paz, 21~ ~n Santa Cro. z, 16% en Cochaba:!ba, y 1~ en Tarija; y de las habí taciones, hay 29f, en La Paz, 24%en Santa Cruz, 21% en Cocbabamba, y 10% en Tarija.

El tamaño medio de los establecimientos, que alcanza COmo máximoa las 60 babi tacione s para los de categoría superior en La Paz, í!!,dica una planta batelera en la que predomina el pequeño botel de

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administraci ón familiar. Solo EI1 La Paz Y' en Santa Cruz comienza aemerger umhotelería de otro tipo, es decir, estableoimientos demás tamaño, con estructura empresarial y administraci ón profesional.

La misi ón UNESOO ha estimado que los turistas extranjeros podríanOOUIB r al pr esent e un 70~ de las cama. s de categori a aupen or :¡ un20~ de las ot ras, lo que hace un tot al de 2340 CarDU, o un 5~ dela capacidad instalada.

La información disponible sobre ocu18ción de la planta hotelera noproporciona. una idea. muY' preoisa de la situación actual. Los datosque el 1M recoge en los hoteles de La. Paz permiten en ciertos ca­sos estimar la ocupaci ón de camas, pero nada se averigua acerca dela ocupación de habitaciones, que es el indice mas significa.tivo p.!.

ra juzgar la hoteleria. Además, las cifras que publica el 1BT sobreeste tema contienen errores.

El cuadro 23 indica la. ocui8ción de camas registradas en los cincoprincipales hoteles de La Paz. Si se tiene en cuenta que son hote­les con marcada incidencia del viajero comercial, que tiende a unaocu.paci. ón single de las ha bi. taci ones, se trata de indices muy cer­canos a la saturaci ón. En efecto, si el promedi o de personas por h.,!bitación en todos esos hoteles fuese de. 1.3 -cifra hipotética peroverosimil-, cano el número de camas por habitación es de 1.75, re­sulta que la ocupación anual de camas del 58~ registrada para 1975en el cuadro 23 significa una ocupación de habitaciones de casi el8~, es decir, excesivamente alta -plra el normal desenvolvimientodel mercado, 10 cual indi ca -:¡ la experiencia lo confirma- que ha7al pE' e sent e en La Paz escasez de habit aci ene s de prime ra cat e goria.

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El cuadro 24 consigna les proyectos hoteleros conocidos, en constru,2ci ón o con financi aci ón asegurada, que agregaran 1410 habi taci ones

a la planta actual en el transOlrso de dos o tres años. Como son t,2.dos hot eles de categoria superi or -ya que los otros na implioan laconfección de proyeotos que lleguen a la atención de las autorida­des- ello significa que el turiSllO extemo tendrá a su disposición(manteniEl'ldo la hipótesis que ocuparía el 70'" de las camas de esacategoría) unas 1900 camas adic1. anales en el lapso indicado, es d,!cir un ~ más de lo que tiene aotualmente.

Tal incremento del número de habitaciones disponibles normalmentellevará a una caida de los coeficientes de ocu18ción, que luego seirán recuperando lentamente con el orecimiento paulatino de la de­mmda. Este, por otro lado, es el oiclo habitual de la industriahot elera, aoentuado en Bolivi a por el mayor lapso de maduraci ón deloe proyeot os.

Desde un punto de vi sta cualitattvo, la hc:t ele ria en Bolivi a esí á.real. én oomenzando sus primero s ¡:a sos en el sen ti do de la profasi o­nalizad. ón, tanto en lo que raspe ota al manejo téonico de sus di,!tintos departamentos, como en lo referente a al administraci6n yoomeroialización. La próxima inoorporación al meroado de estableci­mientos maiernoe tendrá sin duda efeotos benefioiosos en este sentido, :r su competencia obligará a loe aotua1e s a me jarar sus servici osy su efi al. enoi a.

QUizá la dificultad que presente la oferta turistioa boliviana enel actual momento del desarrollo de la industria -ya que las pera­peoti vas tanto desde el punto de vi sta del número de ha bi taoi. onescomo del de la oalidad de los servici os son favorables- sea w ubioaci ón geográfioa. Los nuevos estableoimientos se han oonoentradoexolusivamente en la oiudad de La Paz y EI"l Santa Cruz, donde las n!,oesidades han sido hasta hoy las más agpdas. Pero el oreoimiento delturismo está oomenzcndo a neoesitar de oomodidades hoteleras en o­tras puntos, oomo Suore y Potosi, y el mejoramiento general de los

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sistemas de transporte intem o a través de inversi one s en carrete­ras "s aeropuertos está incorpormdo paulatinamente todo el territo­rio nacional al sistema turístico, por lo que otras localidades másalejadas -Cobija, Riberalta, Trinidad, etc.- también tienen a estasalturas requerimientos hoteleros, EI'1 primer lugar ¡ara el tráficocomercial 7 luego para el turismo de vacaci ones.

En resumEll, la oferta ha seguido, con las demoras :r desajustes nor­males en este me rcado, el crecimiento de la demanda, habiendo al­canzado al presente un grado de desarrollo que pemite la progresi­va incorporaa1 ón del país a la actividad turisti ca int ernaci onal,as! como los pri_ros pasos en el crecimiento del mercado interno.La prónma eta¡a, desde el punto de vista del desarrollo de la ofe,!ta, consiste en su diversificaci ón geográfica, permitiendo entoncesun mejor aprovechamiento de los recursos :r una mayor expansión dela demanda.

3- Los recursos disponibles y BU aproveohamiento

La imágen de Bolivia como país turístioo está fuertemente caracterizada por su s atraoti vos históricoeculturale s, es decir, los restosmaten ales de las culturas precolombinas :r colonial, :r los elementosfolkloriaos todavia vigentes en las comunidades indigenas y mestizasde ho1'-

Estos atractivos socio-culturales se encuentran diseminados por ca­si todo el país, pero por razone s de posibilidad de acceso así comode las demás faci l!dades, su aproveohamiento solo comenzó a realizarse en unos pocos punto s, princi palmente la ciudad de La Paz :r lazona del lago Titicaca.

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Sin embargo, sobre la base de los recursos existentes y su aprove­chamiento, cabe dete~inar las siguientes áreas turísticas:

La Paz y zona del lago Titicaca;Sucre-Potosí;Cochabamba;Otras (norte, oriente, Tarija, Oruro)

Las dos primeras son aquellas áreas donde se EIlcuentran los recursoshistórico-culturales de mayor importancia y al mismo tianpo con lasmejores perspectivas de e:q>lotación: La Paz y el laso, por ser ellugar por donde comenzó el aprovechamiento turístico y en el cualestán concentradas la mayor parte de las facilidades presentes; ySucre-Potosí,por reunir las mejores condiciones para constituirseen el primer punto de destino del turisn o después de la capital.

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Fuera de estas dos zonas, las restantes se caracterizan por consti­tuir situaciones más particulares, ninguna de las cuales parece de,!tinada a ser objeto de un intenso desarrollo turistico en el cortoo mediano plazo. Así, Cochabamba, centro geográfico del sistema detransporte, tiene un papel que desempeñar COMO lugar de escala, re­forzado por al91nos proye ct os, tal que el de crear un Can tro de CO!!gresos y Convencione s; el norte y el oriente¡. pcxirian atraer a cier­tos turistas interesados en las sabanas y la selva, la caza y la pe.!ca, a lo que ahora se viene a sumar el circuito jesu1'tico; Tan ja yOruro, por S1 lado, tendrían perspectivas a más largo plazo en laatracción de turistas interesados en los aspectos histórico-cultur~

les.

Estas consideraciones permiten afirmar que las perspectivas de de­sarro 110 futuro del turismo en Bolivia se concent ran en primer lu­gar en el área de La Paz y m zona de influencia, incluyendo en la

misma al lago '1'iticaca y al eventual centro de deportes de invier­no de ChacaltaY,a; luego, y dependiente EI'1 gran medida de las acci.!!nes de fomento que emprenda el sector público, en la zona de Sucre­Potosi; y finalmente, para sector es mas especificos del mercado, enlas ot ras zonas meno1 onadas.

La determinao1ón de la magnitud del desarrollo turístico futuro o­freoe algunas dificultades. La tasa histórica de crecimiento en elperíodo 1969-1974, para el cual h~ datos, fué del 34.~ medio a­nual acumulativo, según los valores de la serie pUDlicada por ellB! (cuadro 4); si en su lugar se toma la serie corregida elabora­da por -la misión UNESOO, la tasa desciende al 24.8~ (cuadro 8); yel Plan de Desarrollo Económico y Social sostiene que en ese periodo el turismo se incrementó al l~ acumulativo anual. De cualquie;forma que fuese, son tasas excesi vament e elevadas p:l.ra proye ctarcon ellas la s magnitudes futuras del fenómeno, pe ro por otro ladono hay base alguna para elegir otras en Sl reemplazo con el objetode ajustar una función exponencial al periédo de proyección, y tampoco se pus de anti c1 p:l. r dond e ocurriria el punto de inflerl ón.

Si biEl'1 el citado Plan de Desarrollo postula un crecimiento del 20)(anual entre 1976 y 1980, fecha en la cual se alcanzaria un volúmende 300.000 turi stas (ello, en realidad, implicaría un crecimientomedi o anual acumulativo del 16~ desde el valor de 125.000 turistasen 1974 al de 300.000 en 1980), la mis1 ón UNESCO ha ensayado unaproyección lineal sobre la base de los valores de la serie corregida del cuadro 5, que presenta un alto coeficiente de correlaciónlineal (r • 0.97). Aplicando el método de los minimos cuadrados, larecta y. ax + b se deteIm inó despejando a y.b del sistema siguiente:

r. Ti • a. 1:. Xi + nb1:Ti Xi • a. 1: X2i + b. l: Xi

Luego, resolviendo la ecuación lineal para los distintos valores dela variable independiente, que es el tiempo, se obtuvo la siguienteserie proyectada (en mile s de turi stas) :

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197519761977197819791980

137.5155.6174.0192.3210.6229.1

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Esta serie implicaría, para el pericdc 1974-1980, una tasa acumula­tiva anual de poco más del 10~, ,. quizá podría representar una pr~

yecci ón baja con relaci ón a la del Plan de Desarrollo, que cabriatomar como una alta.

Con igual método se proyectó la concurrencia de turistas extranjgrosa loe hoteles de La Paa, sobre la base de loe dato s de la seri eco!!sisnada en el cuadro 14 cuyo coeficiente de correlaci. ón también esalto (r • 0.95). Se obtuvo (en miles):

197519761977197819791980

71.679.481.196.9

105.6114.3

lo cual implica un crecimien to anual awmulativo levement e menorque el 1~.

A modo de síntesis, puede decirse que aún pro~ctando de manera co!!servadora cabría esperar que el turismo extemo a Bolivia se dupli­que de aquí a 1980. Si esto Be relaci ona con lo que se constató enel apartado anterior acerca del crecimiento de la oferta de habita.­ci one s hotele ras, se comprueba que el desajus te producido por el i!lcremento de alrededor del 80~ que ahora está experimentando la pl~

ta quedará nivelado por el crecimiento de la demanda hacia 1979-1980.Teniendo en cuenta el lapso de maduraci ón de los proye ctos hoteleros,resulta pues que ya es el momento de gastar nuevos, y que convendráno tOlDar como signo alarmante la caída en la ocu18c1ón que se produ­cirá. cuando entren en operaci ón lee establecimientos ahora próximosa ser terminados.

4. La políti ca ofi c1 al 18ra el sector turismo

La políti ca ofi c1 al para el sector turismo está difinida en el Plande Desarrollo Económico y Social 1976-80. En el mismo se estableceque

"el desarrollo de la industria turística ha sido muy limi­tado hasta la fecha, no obstante las nU9:lrosas atraccionesque ofrece el país •••••••••••• debido principalmente a ladefi cienci a en la pléll ta turisti ca nacional, sobre todo enmateria hotelera, y a la escasa infraestructura básica, quepriva a las corrientes turísticas visitar centros de inte­rés del pa~s".

Además de 10 anterior, el Plan señala que existen deficiencias enla legislación turística y falta de recursos humanos capacitados,aunque no precisa la índole de las primeras ni la magnitud de lasegunda. Establece que entre 1969 y 1974 se registró un crecimientodel turismo del l~ anual acumuladó, sin revelar las cifras que a­valan tal aseveraci ón, y que los ingresCE de di visas por conceptode turismo evolucionaron de 2.5 millones de dólares en 1970 a 13.5millones en 1974 (lo que represent a un crecimiento medio del 52.4'%anual acumulativo, y en consecuencia no parece consistent e con el19% mencionado). Por último, el Plan indica que el 50% del flujo t~

tal fué recibido por la ciudad de La Paz.

Al ¡:asar a las estrategias, el Plan postula que el turismo debeoontri buir al desarrollo naoiona1 y a la balanza de p:tgos, media.!!,te la programaoión de oircuitos para la demanda externa e interna.Más conoretamente, la estrategia oonsiste en'

"-lograr mayores flujos turístioos, tanto de origen externooomo interno, a fin que el turismo oontribuya al desarro­llo nacional."

"- promover nuevos cent ros de atracoi ón turísti ca en el pais"

It_ prcaover el turismo social"

Para llevar a c~bo 10 anterior, el Plan enuncia una serie de acoio­nes a emprender, que se pueden enumerar como sigue.

ejeoutar campañas integradas de praneción turística en lasque colaboren el Estado y el sector privado;

conectar el terr1 ter!. o naci anal con los cirw itos turísti­cos de los países vecinos;

establecer programas de capacitación de recursos humanos;

promover los circuitos turisticos tradicionales y otros,dando primera prioridad al Frente Andino, y segunda al Cir­cuito Amazonico;

crear el Fondo de Turismo Interno con sistemas de créditoal consumidor;

crear un centro nací anal de convenci ones en Cochabamba;

dar apoyo a sindicatos, cajas de seguridad social y empre­sas públicas para el desarrollo de turi emo social;

fortalecer el Instituto Boliviano de Turismo.

Por medio de estas acciones se aspira a un crecimiento acumulativoanual de las corrientes turísticas del 20~ entre 1976 y 1980, a1-

65

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canzando la demanda el último periodo ul'8cifra del orden de las300 000 personas, con un ingreso bruto de di visas de 77 millonesde dólares. Igualmente, el Plan contempla alcanzar un turismo in­terno. de unas 130 000 personas anuales al final del quinquenio, yllevar la capacidad hotelera del país de las 12 000 plazas, distri >.

buídas como sigue: La Paz, 4 800J Cochabamba, 2 300; Santa Cruz,2 500; Chuquisaca, 550; Potosí, 600; Oruro, 850; Tarija, 700; yTrinidad, 280. Estas citas, sin embargo, no pueden compararse conlas contenidas en loe cuadro s 22 y 24 porque lBrten de considerartodas las plazas de alojamiento, mientras que díchos cuadros solotomai»a una fracción asignable al uso turístico.

Por último, el Plan establece las siguientes inversiones (en milesde dólares);

8542 251

: 100: 16 545

Planificaci en ,. promoci ón del turismo en Chuquisaca:Programa turístico de Potosí :Proyecto turisti co de PandoInversiones privadas (hoteles,. otros)

Para la eje cuci ón de la política ofici al de turismo el sector plÍbli00 dispone de un marco instí tucional principalmente constituído porel Instituto Boliviano de Turismo, que se creó por Decreto Supremo10702 del 28 de enero de 1973, se ri ge por un Estatuto Orgánico a.­probado por Decreto Supremo 12988 del 22 de ootubre de 1975. El IBTes una entidad públ ica descentralizada, con recursos propios, queactúa dentro del ámbito del Ministerio de Industria, Comercio y Tu­rismo.

Además de los dos instrumentos legale s manci anadoe, par iniciativadel IBT se han sanci onado l

el Reglamento de Establecimientos de Hospedaje (D.S. 13055)el Reglamento de Agencias de Pasajes y de Via~s y Turismo(D. S. 12991)

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el Reglamento de Peñas Folklóricas (D.S. 13053)el Reglamento de Empresas Arrendadoras de Vehiculos (D.S.13052)

por lo que pareoiera que las deficiencias en la legislación que se­ñala el Plan de Desarrollo ya se hubiesen subsanado. Existen, porotra parte, normas más amplias, que se aplican 'al turismo como a o­tros sect ores, tal que la legisláci ón acerca de las 1nv ersi ones ex­tranjeras, las cuales completan el marco legal, y tambi én institu­ciones que intervienen en aspectos especificos de la actividad tu­ristica -entes financieros y del s ector transportes principalmente­que completan el cuadro institucional. Entre las últimas merecen de,!!tacarse la Corporaci ón Boliviana de Fomento, que administró un fondodestinado a la financiaci ón de proyectos turisti cos dentro de unpréstamo global (l20-sf-Bo) del BID que ya se utilizo enteramente,y el Banco Industrial, entidad privada que está haciendo lo mismoal pI' esem e con un fondo de 2 millone s de dolares. '

Puede conc1uirse, a la luz de lo anteri ar, que el 1M' parece dispo­ner de loe instrumentos necesarios para ejecutar la politica oficialdel sector, y que si encuentra alguna dificultad en la materia, ellano debe atribuirse a la necesidad de nuevos instrumentos legales ode reformas en su organizaci ón, sino más bi 81 a una planta de perso­nal exigua en les nivele s superiores y técnicos.

Tampoco resulta la carencia de infraestructura un obstáculo insalva­ble para el desarrollo del turiSll. o, como lo era baoe al gunos años.En efecto, las obras ya realizadas y las programadas en este rubrosignifican una primera integración física del territorio nacional,lo cual si bien puede resultar aún insuficiente desde el ángulo másamplio del desarrollo económico, proporci ona ya al turismo ampliasbases de crecimiento.

Tales obras de infraestructura son los aeropuertos y las rutas pa­viment adas. Los prime ros puedm enumerarse como sigue I

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Ciudad Características de la pistaAltura si

nivel mar (m)

4 100La Paz (El Alto)Sta. Cruz (El TrCl!!.pillo)Sta. Cruz (Viru-Viru)CoohabambaSuoreTrinidadTarijaRiberaltaCobija

4000 11I, hormigón armado

2800 1Il, asfaltoen construooi ón2500 m, asfalto280OIá, asfalto2600 m, asfalto3200 lB, en construcción, asfalto2800 m, en construcción, asfalto2800/11I, en construcción, asflato

400400

2 6002 800

2502 200

600600

Bl análisis de los aeropuertos debería completarse con el de losservicios.aéreos, pero ello está mas allá del horizonte de este informe. De todos modos, EI'l líneas generales puede decirse que aquít8lllbiéa la situaci ón ha mejorado considerablemente en lee últimosaños, y que ya se tiene, tanto internamente como 0011 el exterior,una oferta de servi cios bastante adecuada para seguir aUlllentandolos flujos turístioos. En esto, una gran responsabilidad le compe­te a la empresa nacional, el Lloyd Aereo Boliviano, que a pesar dedl!icultades ciertas -por ejemplo, la escasez de radioayudas en losaeropuertos del país- ha contriblído deoididamente a la me jora queindioamos.

La red aotual de rutas pavimentadas es la siguiente:

Tramo

La Paz - OruroLa Paz - ViachaLa Paz - lluatajata - TiquinaCochabamba - Santa Cm zSanta Cruz - lIontero - YapacaníCochabamba - QuillacolloCochabamba - Pto. VillaroelSuc re - TucsupayaTarija - PadcaTaTarija - TomatasQuillacollo - Caraco110 11La Paz - Cotapata y

Longi tud (Km)

23020

100 (en tezm inaci ón)500130

15170

155020

200 (en construcción)150 (en construcci ón)

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]} completa la troncal Lá Paz-Santa Cruz; y inicia. la carreteraLa paz-Beni.

Además de los tram<lS oarreteros antf'lriores, h~ otros en estudi o(o en apertura de traza), como Cotapata-Trinidad, que complAtariala troncal al Beni; Tarija-Sucre, que perm1tir1a con el tiempo lavinculac:l. ón pavimentada con la Argentina; PatacaDlaya-Tambo Quemado,que crearía la conen ón pavimen tada La Paz-Arica; y Santa Cruz-Pto.Suárez, o sea la carretera a Brasil, lográndose la unión La paz­Sao Paulo.

Aunque tienen una importancia menor, tambi á1 conviene menci onar al­gunos servi ci os ferron ari os de uso turisti co. Como e s sabido, 'Bo­livia tiene dos redes ferroviarias, lÍe trocha angosta, que abarcanala oriental, dos grandes líneas (Sta. Cruz-Pto. Suárez y Sta. Cruz­lacuiba, inauguradas respectivament e en 1954 y 1966) mas un ramalmenor (Sta. Cruz-Montero); y la occidental, el siguiente conjunto

de tramos' La Paz-Arioa; La Paz-Guaqui; La Paz-Oruro-Rio Mulato­Uyuni-Antofagasta; Uyuni-Villazón; Rio Mulato-Potosi-Suore-Tarab~

00; Oruro-Coohabamba-Aiquile; y Oruro-Unci a. Al presente se procu­ra la unión de ambas redes en un sistema integrado.

De posible uso turístioo son ciertos serivici.os de ferrobus o auto­oarri 1 que oorren regu larmm te en tre'

Santa Cruz-Puerto SuárezSanta Cruz-YaouibaLa Paz-Oruro-Potosí-VillazánPtosí-SuereOruro-Cooha bambaPotosi-AntofagastaLa Paz-GuaquiLaPaz-Arioa

Por último, para la implementación de la polítioa oficial de turismoBolivia está haoiendo uso de los reoursos de la asistenoia técnioaexterna, :1 tiene en marcha (o a púnto de inioiarse) tres programas:el desarrollo turístico de la zona de Sucre-Potosi, con la OEA; laintegración del oircuito andino Perú-Bolivia-Argentina, oon finan­ciaoión del BID y ejecuai ón del INTAL; :1 el present e estudio, quepcdria ser el oomienzo de un programa, oon UNESCO.

5. El turisno en el área de las misiones

Como se ha visto, el áree¡. en que están ubi oadas las misi one s jesuí­tioas no forma parte de aqujl1as con las más importantes perspec­tivas de desarrollo turístico. Integra el gran oriente boliviano,

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que por otro lado es una región en pleno prooeso de oambio sooi oe­oonÓlnioo y en aoelerado desarrollo, luego de muchos añoo de estanoamiento. En realidad, es la primera vez en toda su historia que eloriente sale de w tradi oional posi oi ón marginall fueron los terri­t ori oe más pobres en tiempos de 1 es españole B y durant e las p;uerrasde la independenoia; entre la segunda mitad del siglo pasado y laguerra de 1914 oonooieron un pequeño despertar, produoto de la ex­plotaaLón del oaucho y la Cluina, bajo influencia británioa; oaye­ron nuevamente en el estanoamiento hasta la guerra del Chaoo, cuyasoonseouencias económioas signifioaron algún impulso para la regi6n;y finalmente,~ouando ya ese impulso se había agotado, con la intro­duoción de la agricultura y la explotación de petróleo, oomenzó elactual desarro 110.

Consecuenoia de ese desarrollo -o en }Brte causa del mismo, si seprefiere- son las primeras inversiones en infraestructura vial queestá oonooiendo la reglón, así oomo el mejoramiento del sistema deaeródromos y pistas de aterrizaje. Pero por el momento las carreteras en oonstruoaL ón son de tierra, y En casos de trazado rudimentario, es decir,' oonstituyen el primer paso en el largo prooeso de apertura al me roado de una regí. ón agro ganadera.

También están llegando otras inversiones al orientel públicas, comolas de mejoramie nto urban o (agua, ene rgia, desagües, pavimentos)que se advierten netamente en todos los pueblos y ciudades, y lasde foment o de la aotividad económioa (que a veoes toman la forma deempresas del Estado, no solo en sectores como energía, mineria y

combustibles, sino también en tareas produotivas de toda índole);o privadas, en la agricultura, ganadería, agroindustria, comeroio,eto.

La oonsecuenci a de esta situaoi ón es la incorporaoi ón del orienteal espaci o económioo y sooial del país, y su atraoci ón de muro os

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de los factores más dinámicos de las actividades tradicionales, loque en sínt esis configura un cierto clima de "boom" que impe ra enel área. De ahí que la si tuacién tradi ci onal de aislamiento e ina,2tividad parece haber quedado definitivamente superada.

Pa~a el turismo esto tiene varias impl1oancias. Los inevitables ob,!táculos de la inacoesibi lidad y dificultades de transporte dentrode la zona estan desapareciendo a un ritmo sorprendentemente rápido.Por otro lado, la transformac1 ón econémica, que induce un importan­te tráfico comercial, ha generado necesidades de servicrl. os turísti­cos, prinoipalmente alojamiento y alimentación -además de transpo!.te que tiene otra competencia administrativa-, las c\:81es ya estáncomenzando a ser satisfechas por la acción del mercado y de loe es­tímulos oficiale s. Así se explioa el importante crecimiento hote1ero de Santa Cruz, y el hecho que ya Trinidad cuente con los prime­ros establecimientos de buen nivel.

Es así que el oriente, por el peso de las circunstancias, se ha convertido inevitablemente en área de pri. oridad para la acción oficialen materia de turismo, hecho que reconoció el Plan de Desarrollo alponer en segundo lugar, desPués del Frente Andino, al Circuito Ama­zónico.

Cabe pues concluir que el oriente -ante todo las principales ciudl!des y su zona de influencia: Santa Cruz, Trinidad, Riberalta, Cobijan; y luego otros puntos de interés, oomo oiertos pueblos, entrelas que se cuentan much os de las antiguas misione s- entra en estemomento en la era del turismo. Esto significa predominantemente tu­riSlllO comercial o de negoc1 08, que permitirá la construcción de lasnecesarias faci lidades; también turi emo local Y' regi. onal, con lacreciente elevac1 ón del nivel de ingresos, la construcción de caminos, y la difusi én del vehicu lo automotor (adminículo practicamen­te desoonocido en la zona basta hace pooo); y por último turismonacional, es decir del altiplano y los valles, Y' algún trá.fico e,!pecializado (oultura, caza, pesca, trópico, etc) del exterior.

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Resulta imposible euantificar este tráfico. con el nivel de informa­ción que se pudo recoger para este informe, pe ro no sería demasia,­do difícil, si se le pudiese dedicar algún t~empo, ensayar estima­ciones del turisno comercial j8ra cada una de las principales ciu­dades.

Para el turismo vacaai onal, en cambi o, cabria postular algunos valores orientativos sobre la base de las proyecci one s que se efectua­ron más atrás y de las cifras del Plan de Desarrollo. Así, podríasuponerse que el área capte, en 1980, entre el 5~ y el 10~ del tu­rismo externo, es decir, un volúmen del orden de loe 20.000 turis­tas anuales, a los que se sumarian quizá otros 10.000 nacionales.

Estas cifras, sumadas al tráfico comercial, indican prima facie laconveniencia de organizar las estructuras de atmción que requiereel turismo, las cuales, por otro lado, luego se convierten El'1 impu1soras de al propia demanda. Es asi que con una acci ón programada elturismo a la zona pairia luego crecer marcadamente durante la déca­da del 80. Tal acci ón pro gramada se int enta de1ine ar en la próximasecal. ón.

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J). IDnlTIFICACION DE UN PROGRAMA TlTRIsrlCO PARA MOXOS y aIIQUlTOS

].. Importmcia turística de las misiones

EJ3 dificil medir la importancia turística de atractivos que no sólono están en explotación, sino que además requieren ser restauradosy puestos en valor antes de ser ofrecidos al mercado.

Normalmente, la importancia turística de un atractivo se establecepor su demanda efectiva, en caso de estar en explotación, o por en­cuestas a potenciales consumidores, en caso de tratarse de recursosno explotados. Una al ternativa al segundo método seria la com~re.­

ción con elementos que se puedan considerar similares en cuanto alvalor turístico, y que pcsean una demanda efectiva cuyas magnitudessirvan de alBUna forma ¡ara medirlo.

Pero hB\1 que tener en cuenta que la concurrencia a un lugar turísti­co no solo es función del valor de los atractivos, sino también de­pende de las posibilidades de acceso, del costo del viaje (o 10 quees similar, de la lejanía), y de .la existm cia de servicios esencia­les, como el de alojamiento. Por ello, la presencia de una efectivademanda no sólo es indicador y medida del primer aspecto, sino tam­bién simultáneamente de loe otros dos; y puede por mde haber recur-

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sos mu)" valorados por el mercado en el aspa cto de la cal id ad delatractivo, pero dificilmente explotables por 10 costoso del viaje,situación capaz de variar con el transcurso del tiempo, tanto porla realizaci ón de inv ersi. ones (const rucci ón de oarreteras o aero­puertos), por el progreso teonológi. co de loe transportes" o por laelevación del nivel de ingresos de loe consumidores.

En el caso de las ruinas jesuíticas de Moxos y Chiquitos estamos enuna situación de demanda present e inexistente, de dific:ult ad depresentar el producto al mercado potencial, aún para la realizaciónde una encuesta, debido que las cualidades del mismo no se aprecianen lfLmás mínimo mientras no se lleven a cabo los trabajoe de res­tauraci ón y puesta en valar, y por último de aoceso casi imposiblepor la falta de la neoesaria infraestructura de transportes.

Solo cabe, pus s, una evaluaci ón provisoria, basada en opiniones deexpertos. En tal sen'tido, las reacci ones de loe operadores de turi.,!mo reoeptivo más importantes de Bolivia (que no pasan de media doc~

na, dos de los cuales mueven el 80% del mercado), consultados luegodel viaje de inspección de las ruinas y sobre la base de fotografíasde los templos de Chiquitos -en especial el de San Rafael ya resta~

rado-, fueron unánime••nte favorables, con reservas suscitadas porlos medios de transporte y servicios de alojamiento, y no por elinterés de los res'to s.

Igual opinión tiene el autor del presente informe. Las misiones ti~

nen un enorme interés potencial, que se puede convertir en efectivoen aquellos casos donde hayan quedado restos más importantes -suficientemente importantes como para permitir al menos a restauraciónde un edificio completo-, y dorne se los ponga adecuadamente en va­lor medtente la restauraci ón y mediante un sistema de interpretaci ónque proporcione al visitante el marco de referencia histórico.

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Esta importancia turística de las reducci ones no se refiere a unmercado turístico masivo, como sería el de un clásico centro deplaya, sino a un mercado más selectivo, con una marcada inclina­ción cultural. Pero por otro lado, de tal tipo es, precisamente, elmercado actual de Bolivia, y así se mantendrá con toda seguridad amedida que vaya creciendo, asentuándose sin duda sus rasgos cuandose lleguen a implementar atractivos COMO los del área Sucre-Potosí.

Se puede entonces afirmar que las misiones de Moxas y Chiquitos tie­nen un valar turístico -asumiendo su completa restaurac10n y puestaen valar- semejante al de los más important es monumento s de la épo­ca colonial del área peruana y altoperuana. Podría agregarse que unmotivo de disminución de ese valor es que en las reducciones soloqueda Ul edificio por pueblo, mientras que en ciertos lugares, par­ticularmente Cuzco, Sucre y Potosí, hay una enorme concentraci ón deellos. Contrariamente, lo cual serviría de compensación, las igle­sias de Chiquitos són los únicos testimonios existentes en toda América de la gran experiencia jesuiti ca, ya que en Moxas y Paraguay JJno ha sobrevivido monumento alguno.

Pero no todas las reducci ones tienen ese valor, sino sólo aquélla.sque hayan conservado restos significativos. Así, cabe una clasifica­ción de los pueblos en dos categorías:

Pueblos de gran importancia monumental y turística: aquéllos dondese ha conservado al menos un edificio completo restaurable, que a-

11 Esta afirmación abarca los :J) pueblos de las misiones guaraníes,hoy en Par"guay, Brasil y Argentina, Y' contiene la reserva de lospueblos de Mo%Os que la misión UNESCO no pudo inspeccionar, peroque según informantes' sólo tendrían restos arquitectónicos pocosignificativos. Conviene también hacer la salvedad de las misionesde Orinoco, Meta y Maynas, en Venezuela, Colombia y Perú, de lascuales se ignora si ha;y restos monumentales.

demás es represent at ivo de la me jor y más t ipica arquit ectura delas reduce! ones, o de alguna variante local de la. misma. Estospueblos son los siguientes (exclusivamente en Chiquitos):

• San Javier• Concepe! ón• San Rafael• San Miguel• Santa Ana• San José

De los mismos, los ouatro que enoabezan la lista son los más im­portantes; responden al pI1.mer concepto de la definici ón: aqué­los que muestran la mejor y más tipioa arquiteotura de las redu~

e! ones; los dos últimoa representan variantes del esti lo misi onero, y su interés es a nuestro juicio algo menor.

Pueblos de esoasa i~portancia monumental, cuyo interés turísticodepende de otras oircunstancias (como ser el centro de serviciosde un área, o poderse organizar un museo jesuítico, etc.), o enciertos casos es de menar si gnificaci ón: Bon prácticamente todoslos demás, aunque acerca de un importante nú1D9 ro ea Moxos -8 reducci ones- no se pudo reunir la iní'ormac1 ón del caso. De estospueblos, tendrían prima facie algún interés turístico dos que siguen:

• San Ignaci o de Moxos, par quedar sobre la futura carrete­ra La Paz-Beni, y por la platería que allí se conserva;

• Trinidad, oapital del Beni

• San Pedro, San Javier y Loreto, todos próximos a Trinidady con piezas museables de platería

• San Ignaci o de Velazoo, centro de la Chiquitania.

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2. Estruotura terri toria.l de la exnlot aoi ón turísti ca de !Ioxos y

Chiquitos

La disposioón de las reducciones en el territorio, así oomo los si.!temas de transporte que se están implantando en el mismo, llevarána una cierta organización espacial de la ~ctividad turística que lasmisi. one s gene ren.

Cabe ante todo distinguir como dos zonas independientes a las de )(0­

ms y Chiquitos, según lo fué en tiempos de les jesuitas. La prime­ra, por su lado, tendrá en Trinidad su oentro de llegada y distrib,!!oión de los flujos turísticos, y podría estar compuesta por dos subzonas' la propia de Trinidad, integrada por esa ai. udad mas San Ign..!oi o, Loreto, San Javier y San Pedro, y la subzona del norte o delos pueblos de Baures (en la hipótesis que tengan interés turístico,que la mi si ón UNESCO no pudo confirmar), oonstitu ida por las lBducci.,2nes de Exaltac1 óh, San Joaquín, Magdalena, Concepc1 ón (Baures), San)(artín, San Simón y San Nicolás (o al menos aquéllas de las nombra­das que resulten de valor turístico).

Chiquitos tendría su centro de llegada y distrt buci ón de los flujosen Santa Cruz, y estaría compuesta por, nuevamente, dos subzonas.La del norte sería aquélla de mayor interés, incluyendo los pueblosde San Javier, Concepción, San Ignacio, Santa Ana, San Miguel y Sa.nRafael; esta es la extensión de territorio donde se encuentran losmonumentos de mayor importancia, y BU centro de serviai. os turísticosseria San Ignacio, tomando por ello preeminencia el grupo de SantaAna, San Rafael '1 San )ligue1 por sobre Conoepc1 ón y San Javier, quese hallan más alejados. La segunda subzona sería la del este, con .San José, San Juan, Santiago y Santo Corazón, pero de estas reduoci.,2nes solo la primera tiene importancia debido a la ausenoia de restossignificativos en las ot ras; es así que no se configura una subzonasino solamente un punto de interés, relativamente aislado de los de­más, pe ro ubi cado sobre un eje de transportes el ferrocarril.

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Las obras de infraestructura en construcción o programadas tiendma acentuar la estructura territorial descripta.~La carretera La Paz­Beni llegará a Trinidad via San Bor ja y San Ignac1 o de Moxos, y lacapital del departamento ya está vinculada con Loretc, San Pedro ySan Javier por caminos de tierra, que se irán mejorando paulatina­mente. Esto, junto con las funcione B de Trinidad como nudo de tran.!!,porte aéreo, contribuye a configurar la prilD9 ra de las dos subzonasde Moms, mientras que la otra quedará. posiblemente un tanto inde!'.!.nida por su mayor alejamiento y dificu1t ad de acceso, adElllás de uninterés turisUco que aún no se ha podido apreciar.

En Chiquitos, el elemento definitorio habrá de ser la futura carre­tera Santa Cruz-Brasil, cuyo trazado no está todavía ele gido. Unaprimera alternativa, siguiendo la linea férrea a Puerto Suárez yCorumbá,. !'avorecería el acceso a San José; pero también se conside­ra la posi. bi lidad que corra más al norte, es dec1 r que pase máscerca del grupo de las misi one s de mayar importm cia monumental, loque daría un impulso apreciable a la exp lotaci ón turística de éstas.Igual que m torno a Trinidad, las rutas internas que vinculan loapueblos del norte de Chiquitos ya han comenzado a contmirse, y sibien al presente no son mas que caninos rurales no muy aptos parael uso turisti co, con el tiempo se iran mejorando hasta alcanzar lacalidad necesaria.

3. El programa de desarro110

El programa de desarrollo turistico de las misi. ones de Moxos y Chi­quitos puede definirse, como suele ser habitual en esta clase deacc::1 one s, según Van os subprogramas, y a su vez, en más de una fa­se operativa. Si bien el programa incluiría todas las medidas nece-

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sarias para promover la explot aci ón turlsti oa de las dos zonas enouestián, la indole dispar de tales medidas llevaria a agruparlas ensubprogramas, los oua le s entonces se definirían oom~ un oonjunto demedidas afines, entendiendo por tales, según convenga, a las que serefieran al mismo objeto, o a una categoría partioular de problemas,o a un solo lugar, o a la competencia administrativa de un únioo or­ganismo. Por su lado, las fases operativas serían las olásioas: ide,!lti fi cac:i ón del programa, formulaci im. del mismo, evaluaci im., '1' ejecu­ción, aplioadas en riguroso orden sucesivo si oorresponde, o de unmodo menos formal, es decir, salteando algunas fases '1' superponiendootras, si resulta más adecuado.

El present e trabajo desempeñaría el papel de informe de primera fa,­se, es decir, de identifioaci ón del programa, a partir del cual co­rrespondería tomar una decisi ón acerca de la convenian ci a de seguiradelante, y en caso afirmativo, poner en acción los mecanismos nec,!sar! os para cumplir con las etapas de formulaci ón :r evaluaci ón, t o­do ello sin perjuici o de que oiertos subprogramas, oono el de resta~

ración de los monumentos ya se encuentre paroial:nente en ejecución'1 no requiera sino continuar con lo oomenzado.

Los subprogramas que oonviene estableoer p.¡.ra enoarar el desarrolloturístioo de Moxos '1 Chiquitos son los siguientes:

- restauración de loe edificios aún en pie;puesta en valar: '1' difusión de los bienes Ollturales;prese~ación y desarrollo del entorno urban o y paisajístioo;alojamiento y otros servicios turísticos;transporte aéreo, fluvial y carretero; '1'promoci ón publioitaria.

Cada uno de ellos resp onde a condi oi one s :;articulares, que se anali­zan a continuaci ón.

~o

3.1. Restauraci ón de los edifici os jesuiticos

En todos lee casos, aquellos templos de las misiones que han sobré.!vido el I8s0 de los ~ os y llegado hasta nuestros días están en rui­noso estado y re<luieren ser restaurados. Como se vió en el punto B,apartado 6, tales tEmplos son San Francisco Xavier, Concepci6n, Sa.nRafael, San Miguel, Santa Ana, y San José, todos en Cbi<luitos. fue­ra de éstos, no hay otros edifi cios jeeu iti cos de alguna importan­cia ni en Chiquitos ni en MOlDS (se hace nuevamente la salvedad deles pueblos que no fueron visitados por la mision UNESCO, donde so­lo quedarian fragmentos, según los diversos informantes).

Las tareas de restauración ya han sido oomenzadas por iniciativa deun estudioso del tema, el P. Plattner, de la comunidad franciscana,y de los vicariatos apostólioos de Ñuflo de Chávez (Concepción) yde Chiquitos (S. ~cio), con la oolaboraci ón de la provincia jesuitica de Suiza, tierra de origen del padre Martin Schmidt, el más i~

portante arquit ecto de las reduoci enes de Chiquitos. Así, se reunie­ron fondo s en Europa y se obtuvo el concurso del arquit ecto HansRoth, quien estudié con detenci ón las caracteris'ti cas de la arquit e~tura misi. onera, convirtiéndose en el único especialista en el mundocon una profunda comprensión de la misma.

Los trabaja; efectuados hasta la fecha, bajo la direoci ón del arqui­tecto Roth, han consistido en la restauración oasi completa de SanRafael y en el inici o de las labores oorrespondientes en Conoepción.Es opinión de la misión UNESCO que 10B resultados alcanzados sonde una inmejorable calidad oientífica, aún cuando en algunos casos,como el de los horcones de madera, se haya optado por la reconstruc­ción con piezas nuevas en substitución de las antiguas deterioradas.Pero dichas piezas nuevas, de. la misma madera, talladas en el mismo

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lugar, con las mismas técnicas .y con similar mano de obra, son exac­tamente iguales a las primitivas, y constitu7en la mejor manera dereemplazarlas.

En cuanto al resto, las restaurac1 ones han recuperado la decoraci ónparietal de los templos, que so lo se conocía por algunas referenciasde DtOrbiguy que los especialistas se resistían a aceptar, 7 la cualaún se conservaba debajo de sucesivas capas de blanqueos posteriores.Tambi. én han pue sto en valor retablos, imágene s 7 muebles jesuiti cosque todavía no se habían destmído.

Las tareas a realizar, además de la terminación de los dos templosiniciados -San Rafael y Concepci ón- consisten en restaurar los cua­tro faltantes. Q.uizá la primera pri oridad fuese San José, por BU

grado de deterioro, y la última San Javier, que es el mejor conser­vado (a causa en parte de la reforma inter! or sufrida durante el si­glo pasado); pero el templo má.s importante a en carar es sin dudaSan ?liguel, que responde en todo a la tipología misionera, a dife­rencia de San José, y es el-más completo, con importantes retablose imágenes. Santa Ana, por último, posterior a la expulsión y de es­tilo más popular, merecería igualmente ser restaurado.

Las labores de restauraoión de arquitectura antigua no son fáCiles,y son prá.cticamente inexistentes los especialistas en la materia,sobre todo si se piensa en las características particulares de losedificios hispanoamericanos, y más aún, de los misioneros. P:or ellola misión UNESCO recomienda enfáticamente que se trate de asignarla responsabilidad de todo el programa de restauración de los edi­fic1 os al arquit ecto Roth, que por otro lado reside en la zona des­de hace varios años y podría muy bien, con los medi os del caso, di­rigir varias obras simultáneamente.

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Por otro lado, bay un extenso corpus doctrinario, técnico y jurídi­co, que fija las normas,. condiciones de una restauración,tal quela llamada Carta de Veneci a, preparada en 1964 por un Congreso In­ternac1 onal de Arquit ectos y 'l'écnicos de Monumentos Hist óricos, lasdenominadas Normas de Quito, elaboradas en 1968 por una reunión dela <EA sobre la Conservaci ón y Utilizaci ón de Monumentos y Lugaresde Interés Históri co y Artístico, y diversas documentos del Conse­jo de Europa (Venecia, 1965; Bath, 1966; La Haya, 1967). Existe ~plio consenso internacional sobre los criterios contenidos en to­dos los documentos, aunque no siempre sea sencilla su aplicación acada caso.

Si bien una cuesti ón tan especializada está más allá del campo de eo!!te informe, prima facie, las restaurac1 one s efectuadas basta el momento se adaptan a la doctrina mcderna en la materia, contenida enloe documentos citados, pero sin duda se plantean múltiples proble­mas de int erpretaci ón, así como otros aún no estudiados suscitadospor los monumentos ouya restauración todavía no se encaró.

Por ello sería recomendable la 18rti cipaci ón de consu !tores que pu­diesen ayudar al arqui't ecto Rotb -o a oualquier otro que deba asu­mir la resp onsabi lidad de alguna de las restaurac1 ones- a encarary resolver las cuesti ones más difí.oiles. Para la contrataoión y fi­nanoiamiento de tales consultores se pcdría recurrir a los organis­mos de asistenoia técnic a internaci onal.

Un asunto a resolver para ejecutar el programa de restauraciones esel de la responsabi lid ad administrativa del mismo: parecería, segúnlos términos del decreto supremo 12302 de creación del Instituto B.2liviano de Cultura, que dicho organismo tendría oompetencia en eltema, ya que el articulo primero de dicho decreto supremo le asignala finalidad de " ••• conservar ,. defender el patrimonio artistico delpaís, ••• " Pero el IBC no dispone a.l present e de los recursos humanos

y financieros, ni de la estructura administrativa, que le permitanencarar la tazea.

También hay que tener en cuenta ciertas limitaciones jurídicas, yaque los edifi ci os están en poder de la Iglesia, que segurament e tam­bién detenta su dominio, aunque esto último depende de las condicio­nes en que fué trasladado el mismo luego de la expulsi ón de los je­suitas. Esta si tuación interesa a fin de poder, eventualmente, in­vertir dine ro púb1icó en la s rest auraci one s, Y' luego asegurar la permanente conservaci ón de los monumentos, 10 cual está. vincu lado a unaposible declarat on. a de Monumento Nacional, según la legi slac1 ón envigencia, y al efectivo complimiento Y' eficiencia de tales normaslegales.

Tambi én, como es obvi o, se suscita la cuesti ón del financiamie ntode las restauraciones. Por la via eclesiastica se están obteniendorecursos externos en donación, fuente que conviene continuar apro­vecbando, e incluso quizá pudiese contribuir en mayor medida de exi~

tir por parte de las autoridades civiles unas contraprestaciones t~bién aplicables al programa. Además, si se organiza un conjunto demedidas bajo la forma. de un programa integral, es muY' probable quesea fácil obtener el substancial incremento de las contri buc1 one s.

Esta clase de obras tiene el inconvenient e que resulta imposible es­timar de antemano su preci o, ya que la índole de los trabajos debeirse resolviendo sobre la marcba, a medida que se va descubriendo elestado intem o de los distintos componentes del edifi cio. Los traba.­jos ya ejecutados en San Rafael pcdrian dar una orientación, pero detodos modos no son cifras excesivamente altas, y corno su ejecucióndebe necesariamente realizarse con cierta lentitud, cabe escalonarla inversión en un lapso bastante prolongado.

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Por aLlo no se cree que financiar las restauraciones pUAda ser muydifícila a los fondos gestionados por la Iglesia se podrían adicio­nar contribuci ones del Comité Departamental de Obras Públ icas y De­sarrollo, y una eventual participación del gobierno central. Podríaestimarse que un monto del orden de los uSs 100 000 anuales seríaadecuado ¡:ara llevar a cabo las tareas a un ritmo conveniente, :f quela total ejecución de las mismas insumiría unos 5 años de labor. S~

bre esta base, un post ble punto de partida para negociar la finan­ciación podría ser una contribución del 5~ por·part.e del Comité deObras PUblicas, y el resto en partes iguales a cargo de la Iglesiay del Gobierno Naci onal.

Según resulta aconsejable por la experiencia actual, la Iglesia, através de los vicariatos apostólicos respectivos, podría tomar asu cargo la administrac1 ón del fondo que se constituya, además dela ejecución material de las obras, con la supervisión de un comitéde coordinaci ón integrado por represent antes del IM, IBC, Comitéde Obras Públicas de Santa Cruz, y autoridades eclesiásticas. Lasfunci one s de este comité incluirían, además, supervisar otros sub­programas, gestionar financiación, obtener asistencia técnica, eint eresar a ot ros organi amos de1 Est ado.

3.2. Puest! en valor 1 difusi ón de los bienes culturales

Además de la restauraci ón de los edificios, el pleno aprovechamientode las reducciones requiere la rehabilitación de otras obras de arteo artesanía misioneras, tal que platería, retablos, imágenes, mue­bles, pinturas, eto., y luego su exhibioión al público dentro de un

sistema de informaci ón :1 difusi ón q18 no solo las haga conocer, si­no también las interprete.

Este último concepto, que debe aplicarse al conjunto de la culturamisionera, y a los objetos materíale s qlS han subsistido como tes­timonio de la misma, significa una acción explicativa :1 educativapara oon el públ ico. La interpretaci ón resulta entonces la tareaprincipal, que además suscita el ma:lor interés de los visitantes,:1 que confiere significado a las restauraciones de edificios :1 ob­jetos de arte. SegÚn el Consejo Internac1 onal de Museos (ICOK), or­ganismo no gubernamental bajo los auspici os de la UNESCO, un mueeono pasa de ser un mero depósito o archivo de objetos sino está con­tenido en un sistema de interpretaci ón. A esto se pcxlría agregar queun monumento restaurado no resulta comprensible :1 plenamente intere­sante para un vi si tante no especialista salvo que, igualment~, pue­da integrarse a un sistema de interpretación.

A la luz de lo anterior puede definirse el programa de puesta en v~

lor :1 difusi ón de los bienes culturales jesuiti cos por las si guie!!tes acciones:

recuperación :1 restauración de piezas de arte :1 artesaníaorganización de museos de sitio y centralesdiseño de un sistema de interpretaci ón

La primera de estas acci ones consiste en reunir en cada _pue blo elconjunto de piezas jesuíticas existentes en la iglesia, :la sea enuso o guardadas, así como, en lo posible, aquéllas que hayan salidode los templos y estén en manos particulares. Las piezas en cues­tión son principalmente platería de iglesia, y luego imágenes rel!giosas, muebl es, y alguna ocasi onal pintura, :1 su reunión es a losfines de sacarlas del uso litúrgico -para el cual en casi todos loscasos :la tienen eacasa utilidad, o al menos son reemplazables pornuevas con ventaja-, restaurarlas convenientement e, y luego coloca,!

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las en exhibL ción en los mueeos que se indican algo más adelante.

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Las tareas de identificación de las piezas y su restauraci ón son altamente especidiz adas, por lo que requieren personal experto; laforma más eficiente de realizarlas sería comenzar por un inventario,a careo de un especialista que se podría obtener por la vía de laasistencia téuDica internacional. Dicho especialista, que necesita­ría para efectuar su labor un plazo de tres meses (dos de trabajode canpo y uno de gabinete), cumpliría con la identificaci ón y recE.mandaría un plan de restauración, al mismo tianpo que estaria encondici ones de sugerir preliminarment e algunas ideas para. los museos.

Sólo después de efectuado el inventario, sabiEl'1do la cantidad, índo­le, y estado de conservacion de las piezas, se estaría en condicio­nes de apreciar la magnitud, costo, y requerimientos de la tarea derestauraci. ón.

La segunda de las acci ones recomendables -la organizaci én de museosde siti o y oentrales- consiste en reunir los objetos restauradosen lugáres donde se los pueda exhibir de modo permanent e a los vi­sitantes, igual que conservar por tiempo indefinido. Esto últi'1110 es de importancia, puesto que al presente las piezas no gozande oasi ninguna protección, y solo se han preservado por estar en

_comunidades oerradas, muy pequeñas, para las cuales tenían un sig­nificado vinculado a sus practicas religiosas. Pero con el progre­so Clue está llegando a la región y con el consiguiente cambio so­cial, esa proteoci ón comunitaria va desapareciendo, al tiem po quearriban forasteros y se introduce la conciencia del valor pecunia­rio de los objetos. De ah! que se pierda la uti lidad de las piezaspara el uso litúrgico, y al mismo tiempo se requiera ot ra forma deconservarlas. El inventario que se aconseja es el primer y más ur­gente paso para dicba conservación, ya que una vesefectuado el mismopodría temporariamente designarse un custodi o de los objetos de ca­da pueblo, basta tanto queden ubicados en los museos.

En principio, pareciera que 108 tluseos deberían ser de dos clases:museos de siti o, en todas las reducciones en las que haya piezas,y museos centrales, es decir, unos que den al visitante la perspec­tiva global de las misiones. Estos museos centrales podrían ser dos:uno en Moxos y uno en Chiquitos, situados respectivamente en Trini­dad y Santa Cros, y se formarían tomando algunas piezas de cada mi­si ón de modo que se reúna una muestra representativa. Es c1 erto quedesde muchos puntos de vista lo ideal seria trasladar íntegramentea los museos centrales las piezas existentes en pueblos donde todoresto mayar haya desaparecido, y que no tengan otro interés turís­tico, pero ello habrá de encontrar resistmcia. en la! habitantes detale s pue b1 os, de modo que seguramente 19, soluci ón tendría que seruna de compromiso.

Los museos de si ti o debEn ser muy senci llos, y pueden instalarse enalgún local en stente, convenientemente refacci Ollado, en la mayoríade los casos; por ejemplo, en alguna habi taci ón adosada a la igls­si. a, o alguna vi eja casa del pue bl o.

Las reducciones en las cuales cabria la instalación de museos de si­tio serian, en principio, todas las que se recomendó restaurar enChiquitos -San Javier, Concepci ón, San Miguel, Santa Ana, San Rafaely San José- más San Ignacio de Velazco; ,. en Moxos San Ignacio, sie,!!do opinable la conveniencia de hacerlo en San Pedro, Loreto y SanJavier, y subsistiendo la incógnita de las reducciones de Baures,que la mi si ón UNESCO no pudo visitar. Tanto para esto s museos de siti o, como para los centrale s -que también cabria instalar, sobre t~

do en el caso de Santa Cruz, en alguna casa antigua, representativadel pasado ed1 licio de la ciudad, si se la hallase-, seria necesarioconfeccionar un proyecto detallado, que permitiría estimar los cos­tQs y programar las obras. Dicho proyecto debe incluir tanto el edi­fioio o looal como los sistemas de exhibición, y en consecuencia re­quiere la colaboración de un arQuitecto y de un museógrafo, debiendoprepararse teniendo en vista las piezas que se vayan a exponer; esdecir, solo se puede comenzar luego de inventariar las existenciasy decidir el destino de cada c:bjeto, en coordinación con las tareasde restauraci ón.

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Como es obvio, las pie zas jesuíti cas est arán tanto má.s val on zSdas,e impresi. onarán más al vi si tante, en la medida en que los museos seimplementen con criterios modernos y con las últimas téalicas; ellolleva directament e al sistema de interpretaci ón menci onado, que con,!tituye el tercer grupo de acciones que se recomienda. Tal sistemade interpretación consiste en complementar la exhibición de los ob­jetos, '1 la vi si. ta a edit"i cios restaurados donde los haya, con in­formacion transmitida al visitante por medios visuales y auditivoslfotografías, textos, folletos, programs audi o, etc. De esta maneralos museos pasan a ser centros de interpretación, que activan elinterés del vi si. tante y hacen fructífera su vi s1 ta.

El diseño del sistema de interpretación debe realizarse junto con elde los museos, aunque ciertas partes del mismo no se localicen nece­sariamente en aquéllos. No es este el lup;ar para analizar la formade establecer el sistema de interpretación, lo que por otra partetambLén requiere del especialista, pero cabe recomendar que se conslderen dos acci ones que serian de utilid ad cualquiera fuese la formaque luego tomase. el sistema. Dichas acciones son ~l :filmado de unapelícula y la publicaci. ón de un libro. La primera cabria quizá enlos circuitos comerciales normales, ya que al presente se están fil­mando por ese conducto películas sobre otros aspectos de Bolivia. Ellibro, en cambi o, podría ser encaminado por el lado de las publ ica­c1 one s de la órbita de la ONESOO.,

Según puede apreciarse, el programa de puesta en valor y di.fusi ónde los bienes jesuiti ce s consiste en un conjunto comple jo de acci o­nes encadenadas, que luego llevan a ne~esidades operativas, tal queadministrar los museos y mantener en funcionamiento el sistema deinterpretación. Como en todos los casos, un aspecto a encarar es elde la asignaci ón de la responsabi lidad del programa, y el de la ca­pacidad ejecutiva del organismo que la reciba. Pareciera que el In,!tituto Boliviano de Cultura tendría que desempeñar a este respectoel papel más importante, bajo la coordinación del Comité que se men­ci onó en el apartado anteri or.

3.3. Preservaci. ón '1 desarrollo del entorno ur~o y paisajístico

En aquellos pue bbs donde hayan quedado edifi ci os jesuíti cos en pie,es decir, los seis de Chiquitos cuyas ig1 esias forman parte delprograma de restauraci. ón, no sólo se trata de restaurar y conservarel monumento sino también de ejercer algún control sobre el entornourbano l paisajístico en el cual está situado.

La apreciaci. ón de un monumento es inseparabl e de la del mrco quelo rodea, y en consecuencia se debe preservar las caracteristicasde éste CUaldo las mismas Bean valiosas, mejorarlas cuando se hubi,!sen deteriorado, e impedir transformaciones incompatibles con elcarácter del monumento.

Esta tarea es propia de la programaci on urbanística, que adElDás ti,!ne la mi si en de encauzar el desarrollo urbano de los pueblos dondeestén ubi cadas las iglesias a restaurar en una direcci ón compati­ble con los conceptos enunciados y con las propias necesidades dedicho desarrollo.

El grado de urgEn cia y las modalidades de ap lic aci ón de las medidasde control urbanistico varian con las caracteristicas actuales decada pueblo l sus perfP'ctivas de crecimiento. La cuestión es mena'lgrave si se tra.ta de pequeños poblados, que aún conservan el gruesode BU arquitectura tradiciona.l, y que no sufren la presión lE un cr!!,cimiento acelerado; pero se hace imperiosa en los casos de ciudadesen pleno y rápido proceso de transformaci ón.

Posi blemente, en los prime ros casos no se requie ra otra cosa. que algunas restricci ones a la construcci ón en torno a la plaza ,donde sehalla la iglesia; pero en los se~ndos nada menos que un plan de de-

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sarrollo urbano permite baoer compatibles los objetivos de la pre­servac1 ón bist órica con los de la transformaci ón de la ciudad.

La forma de encarar la vea seria comenzar con un diagnóstico de lasituación urbana de los seis pueblos indicados, a partir del cual,disponiendo de una lista de los problemas actuales y previsibles, sepueden indicar soluciones transitorias, medidas preventivas, y elmodo de abordar un programa de control urbano de mayor aliento; es­te último implicaría un trabajo en estrecha colaboración con las o­ficinas municipes y poco a poco se veria ampliado a esferas cadavez más alejadas del turismo.

Quizá, entonces, convenga que solamente el primer paso -la elabora­ción del diagnóstico y de soluciones provisorias- se inoluya dentrodel programa turísti co, pasando luego la raspon sabi lidad a ot raárea administrativa más direotamente involucrada en las cuestionesde desarrollo urbano, y a las oficinas a cargo de la administraciónmunicipal. Se podría asegurar que se tomen en wenta las necesida­des de turismo por medio de la acoión del Comité de Coordinación d,!!.finido en el itan 3.1. de esta lBrte D.

El primer paso, es deci r el diagnóstico, seria trabajo de un arqui­tecto con experienoia en planifioación y diseño urbanos, y se podríaejecutar en dos meses (tres semanas de oampo y cinco de gabinete),con lo cual se dispondria de suficiente informaci ón como lBra eva­luar la magnitud de lal problema s y la extens!. ón de la. tarea. poste-

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rior. Para ter.er un panorama más completo, la ta.rea de diagnóstioodebería extenderse a. algunos otros pueblos además de los seis indi­CadOSI al menos a San Ignaci o de Velazco, San Igna,ci o de Moxos, yeventualmente a alguno de los de 13aures, si es que en un exámen deestos últimos -cosa que no pudo realizar la. mis!. ón UNESCo- revelasesu int erés turisti co.

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Por otro lado, la pro gramación urbanísti ca tiene que realiz arse coo!,dinadamente con el programa de reetauraci ón y con el de pue sta envalor de loe bienes culturales, ya que hay situaciones, como la ele~

ci ón de los edifi cios para museo que incumben a dos de ellos, cuan­do no a los tres.

Un posible objetivo del programa urbanisti co podría ser' la conserva­ci ón de un pueblo completo lo más semejante posible a los de las r,!ducciones. Ello implicaría primero elegir el pueblo más adecuado-la misión UNESCO considera que San Javier de Chiquitos podría ada~

tara..., luego restituir algunas partes desaparecidas, y por últimomantener inalterada la edificación tradicional -casas con techos deteja y galerías exteriores-, que si biEll no es la primitiva de tie!!!,pos de los jesuitas, guardó el mismo estilo.

Para sabe~ si esto es posible se requeriría analizar la evoluciónprevisi ble del pueblo y las funcione s que podría cumplir un cuerpourbano congelado en su forma tradicional cuando los modos de vidaque aún se sirven satisfactoriamente de esa forma hayan cambiado,y en consecuencia tiendan a modernizar tanbién la arquitectura. P!.ro en principio, ello parece factible -y hay antecedentes en otrospaíses, como el de la Antigua Guatemala, o el Viejo San Juan (Pue.!,t o Rico)- ya que no impediría la transformación de las funci ones u.!:banas ni la remodelaci ón interior de los edifi ci os, y tiene el int!,rés ad1 ci ona1 de conservar un ejemplo de 10 que fUeron tradi cionalmEnte los pueblos y ciudades en todo el oriente boliviano hasta h~

ce muy pocos añoss Santa Cruz de la Sierra, para no ir mas lejos,tuvo tale B características edilicias.

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3.4. Alojamiento 1 otros servi ci os turisti cos

El conjunto de me~idas agrulBdas bajo los tres titulos anteri orestiene por finalidad la valorizaci en y conservaci ón de los recursos;las que siguen se orientan a permitir su explotación turística, lacual requiere que se. puedan ofrecer al consumidor ciertos servicioscomo transporte, alojamiento, y otros. Dich os servici os implican asu vez necesidades de tnversion, a veces por parte del sector públlco y otras del empresarial.

El alojamiento constituye la rama más importante del sector turismopuesto que necesita las mayores inversiones y no puede ser suplidasatisfactoriamente con soluci ones temporarias o de emergencia (aqui_se conCibe, según es corriente, al sector transportes como distintodel turismo). Al mismo tiEmpo el alojamiento opera como inductordel resto de la oferta de servicios turisti coa (alimentad. on, espa1:cimiento, etc), virtud que no suelan tener los segundos hacia el PI'.!.mero. Estos argumentos explican que un programa de fomento deba ce.!!.trar su atenci ón en el alojamiento, y pueda dejar los demás servi­cios librados a la evoluci ón del mercado.

En el área de Moxos y Chiquitos las necesidades de alojamiento selec alizan principalmente en algunos núcleos urbanos cuya funci ónconcentradora de servicios turísticos se indicó en el apartado 2de esta sección D. Ellos son, en primer lugar, las centros princlpales de ambas zonas, es decir, Trinidad y Santa ClUZ, y luego loscentros secundan os de las diversas subzonas de reducci ones, u otrospueblos que puedan desempeñar un papel focal en el sistema de tran!.portes, a saber, San Ignaci o de Moxos, Santa Ana del Yacuma, y poslblemente alguno de los pueblos no Vi si tados por la misión UNESCOen el norte de Moxos, (por ejemplo, Magdalena); y en Chi~uitos, SanIgnaci o de Velazco, Concepci ón, y San José. Por último, cabria tam­bién la looalización de .algunas facilidades menores de alojamiento

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en ciertas misiones ~rticularmente atractivas, como San Javier deChiquitos, San Miguel ,. San Rafael.

El tipo y tamaño de los estableci~ientos aconsejables, asi como elnúmero total de habitaci one s en ca.da localidad, varian considera­blemente de un lugar a otro, pudiéndose establecer, en este traba­jo preliminar, solo ciertas orientaciones útiles para la etapa in­mediata, que luego requerirían ser ajustadas según la evolución ·dela demanda.

En Trinidad, donde ya hay necesidades de alojamiento derivadas deltráfico comercial, que canenzaron a ser satisfechas por algún esta­blecimiento de reciente construcción y de nivel medio, cabría pen­sar en uno o dos hoteles,preferentemente uno, con un total del or­den de las 50-60 habitaciones, todas con baño privado, en una. cate­goría. que no se aparte mucho de las especificaciones de tres estre­llas, con o sin restaurante. En Santa Cruz, en cambio, la hoteleriaya tiene un importante desarrollo, impulsada por el crecimiento e­conómico del departamento y de la ciudad; las necesidades de aloja­miento creadas por el programa turístico de las misi one s jesuíticasparecen enteramente margina le s allí, y por ello no vale la pena tenerlas en C1 enta (por otro lado, de quererse cuantificarlas, dadala magnitud del mercado de Santa Cruz, habría que hacer un análisismuch o más exhausti vo y en profundidad del caso).

Fuera de los centros principale s, las comodidades actuale s son muypocas y de calidad reducida. Cabria pues recomendar pequeños esta­blecimientos modernos -20 a 30 habi taci ones, con un régimen de administración familiar, en el nivel de las tres estrellas, con comedor­paraa San Ignacio de Moxos, Santa Ana del Yacuma, Concepción de Ch!quitos, San Ignacio de Velazco y San José. En San Javier de Chiqui­tos, San Miguel y San Rafael, en cambi o, se pcrl ría pensar en resi­denciales o pensiones familiares, de unas 5 a 10 habitaciones conbaño privado.

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Debe tene rse pr esente que estas recomendaci. one s consti tuyen una i­dentifi caci ón preliminar de las necesidades de al ajamiento, y queno convendria emprender ninguna de las inversiones sin antes dete.!:minar más detalladamente BU factibilidad. De cualquier forma, silas estimaciones anteriores no fuesen desacertadas, y se supusieseun sólo establecimiento por pueblo, las necesidades totales de unaprimera etapa serian:

Necesidades de inversión hotelera en la primera fase del programaturistico.

Ciudad Tipo de alojamientoNúmero dehabi taci ones

Trinidad hotel 3 estrellas 50S. Ignac:i o de Moms hotel 3 estrellas 20S. Ana del Ya01ma hotel 3 estrellas 30Concep ci ón de Chiquitos hotel 3 estrellas 20S. Ignacio de Velazco hotel 3 estrellas 30San José h~tel 3 estrellas 20S. Javier de Chiquitos residencial 10San Miguel residencial 10San Rarael residencial 10

TOTAL 200

La facti bi lidad de los estableCimientos anteri ores, desde el ángu­lo económico-financiero, está vinculacla a la ejecución completadel programa turístico, ya que las oondici one s actuale s, tanto elacceso como las posihilidades de promover viajes turísticos, segu­ramente no pennitirían obtener un retorno adecuado de las inversio­nes.

Además del alojamiento, la explotación turistica del área crearíala necesidad de otros servicios, como alimentación, esparcimiento,compras, etc., pero ellos no requieren ser tomados mayormente encuenta en esta etapa de identificación del programa ya que por locorrient e se inetalan con reducidaS inversi one s y sin que result eimperioso aplicarles medidas de fomento.

Para el alojamiento, en cambio, sería de interés, al formular másdetalladamente el programa, analizar las condiciones de un apoyofinanciero, que seguramente sería la manera más efectiva de lograrla movilización de la iniciativa privada. Se puede estimar que lainversión total de las 200 habitaciones indicadas para la primerafase ascendería a unos 3 millones de dólares, por lo que un fondode alrededor de 2 millones daría los medios financieros necesarios.Dada la pequeña magnitud de los establecimientos, a fin de no encarecer cada operaci ón, habría que buscar la mane ra de canalizarlaspor los banco s come rciale s establecidos, o por alguna agencia gu­bernamental que ya posea una estructura administrativa apropiadapara dar créditos a pequeñas y medianas empresas.

3.5. Transporte aereo, fluvial y carretero

Las necesidades que se pueden anticipar en este campo consisten enel mejoramiento gradual de los servicios aéreos regulares a los pu~

blos de las misiones que dispongan de ellos, asi como de la redvial del área. En ambos casos se trata de tareas cuya finalidad ex­cede ampliamente el marco del sector turismo, y que en consecuenciadeben analizarse a la luz de los benefi ci os generales que aportena la región. Correspondientemm te, solo una porci ón de los costosincrementale s de inversi ón podrían apropiarse a la finalidad turi~

tica del subprograma de transporte aéreo y carretero.

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Las principales necesidades se localizan en los pueblos de Chiquitos,que son tambi én los de mayar int erés turisti COl acceso aéreo a SanJavier, Concepción, San Ignaci o y San José, e interconexión vial delos tres primeros entre sí y del tercero con San Miguel, Santa Ana

y San Rafael. En Moxos, en cambio, el interés turistico no parecesuficiente como para que contribuya a hacer rentables inversionesen el sistema de transporte; sucedería más bien lo contrario: cuan­do atras actividades generen mayor movimiento de viajeros, una par­te de los mismos segurament e estaria int eresada en vi si tar algunosde los atractivos turísticos misi oneros.

110 es mucho más lo que cab.e deci r en esta etapa de identificaci óndel programa turístico de Moxos y Chiquitos. En la de formulaci óndel mismo, se trataría de hacer un anális1 s más anplio del transpo.!:te aéreo y carretero en el departamento de Sal té!: Cruz, y en parti­cular en las pueblos mencionados, sobre el cual, por otra parte, yah~ estudi os ejecutados o en curso JJ. Como resultado de ese análi­sis, :r a la luz de estimaci one s más precisas de demanda turísti ca,cabria formular recomendaci ones a ser tomadas en cuent a en los pr,,2gramas carreteros :r de infraestructura aeronáutica.

Ademá.s de lo anteri or, sería convenient e analizar la posibilidad de unsubproyecto de transporte fluvial, que al mismo tiempo consistiríaen una excursión turisticaa se trata de un viaje en barco de pasaje­ros desde Puerto Vil1aroel (a 170 Km de Cochabamba) hasta Puerto Al­macén (contiguo a Trinidad). No se está en condiciones aqud. de opi­nar acerca de la factibilidad técnica y económica de esta idea, pe-ro sin duda conviene estudiarla ~.

!I Ver Bibliografía en Apéndice 3.1. Además, el INTAL está al pre­sente estudiando la situación del departamento de Santa Cruz encuanto a sus na cesidades de transporte.

~ La misi ón UNESCO debe esta idea al Lic. Gregori. o Machicado, delIBT.

3.6. Promoción publicitaria

El último subprograma, que por otro lado debe ser ejecutado con po,!terioridad a la iniciación -yen casos a la te:rminación- de los o­tros, es la promoci ón publ icitaria del producto turisti co, con elobjeto de impulsar la demanda.

Se trata de organizar una campaña publicitaria del tipo y magnitudadecuados para asegurarse que concurran a las misiones los turis-tas previ stos. En general,una campaña efici ent e no necesita serextremadamente onerosa, ya que es probable que convenga orientarlaa los agentes de viajes y operadares turí.sticos de los mercadosque interesen antes que directamente al consumidor. En ese caso,habrá. que combinar los instrumentos publ 1citari os con las relaei. o­nes públicas para obtener los mejares resultadosl las acciones aemplear serian avisos en la prensa espec~izada, correspondencia,visitas promocionales, invitaciones a viajes de familiarización, etc.

Si bien la s acci ene s de promoci ón publ icitarta deben ser precedidaspor la preparaei. ón del pro du cto, y en consecuenci a llevadas a cabocon posten. oridad a las medidas de acondi cionamiento de la oferta,ambas cosas tienen que ser concebidas coherentemente desde el ini­cio del programa. El enfoque más conveniente no es el de encar~ar

a la publicidad que logre VEl'ltas una vez creado el producto; mej~

res remltados serán alcanzados si desde el pn.ncipio las accionesde organización de la oferta y de promoción de la demarrla se enfo­can como partes de una única operación de comercialización.

Encarmdo las cosas de esta manera, es útil hacer participar a losespecialistas en la promoción publ ici taria del programa en las dis

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tintas fases de formulación del mismo, tratando que ellos propor­cionen información acerca de aquellas características del produc­to que más int eresan a los consumidores, :r que me jor contribuirána lograr ventas, a fin de incorporarlas como más convenga. Tal in­formación normalment e debe provenir de investigaciones del mercado,las que por otro lado tamb1 én se requieren para efectuar la cuantificación de éste :r dimensionar la planta; resulta entonces aconsej~

ble realizar una sola compulsa que aclare ambos conjuntos de incó,Snitas y que sea froto de la colaboración de los dos enfoques seña­lados, es deci r, preparaci ón del producto y venta del mismo.

4. La realización del programa

Tomando el presente infome como documento de identificación delprograma, los pasos siguientes ya enunciados, es decir, formula­ci ón detallada de los subprogramas, evaluación de los mismos, :rejecu ción de las obras y acci ene s, tienen caracteri stinas muy di,!t int as según .-los casos.

El primer subprograma -restauración de los edificios jesuíticos­que ya ha sido iniciado, debería continuarse :r acelerarse de mo­do un tanto independiente del resto, siguiendo las líneas expues­tas algo más atrás, en el item 3.1. de esta acción. Solo cabria,una vez obtenida la particip:1ción de las distintas entidades queallí se sugieren, asegurar la proVÍ si ón de fondos para que se eje­cuten los trabajos, y gestionar algunas visitas a las obras de consultores de alto nivel, a los fines que se explicaron.

Para el resto de los al bprogramas se piensa que convendria proce­der en dos etapas: la primera consistent4 en la realización de cier-

100

tos estudi os previ os, al mismo tiempo que algunas acci one s de or­ganización institucional; y la segunda, a la luz. de loe resultadosobtenidos por la. anterior, orientada a realizar los proyectos deciertas obras o en casos a ejecutar acciones que no requieran pro-

.yectos, más la evaluación del conjunto y la programación de las i,!lversiones.

La primera etapa consistirí.a en:

insti tuci onalizar el programa dentro de la administraci ón, asig­nando su responsabi 1idad a quim corresponda, determinando unmecanismo ejecutivo, y uno de control;

insti tuci onalizar el Comité de Coordinación indicando en el item3.1. de esta sección, con el objeto que tome intervención en to­dos los aspectos del pro grama ;

realizar el inventario de las piezas de arte y artesaní.a de lasmisiones, la determinación de las necesidades de restauración detales piezas, 1 un análisis preliminar de la instalación de mu­seos (para esto se recomienda solicitar asistencia técnica deUNBSCO);

realizar el diagnóstico de la situación urbana señalado en el item3.3. de esta sección, incluyendo recomendaci ones sobre la accióna seguir en ese campo, tanto medidas preventivas y provisorias,como acci one s definit i:vas;

hacer un análisis de la factibilidad de las inversiones en aloja­miento señaladas en el item 3.4. de esta sección, junto con unanálisis preliminar de la comercialización turistica de las misi~

nes 1 de los medios a emplear para promover la misma;

estudiar la factibi 1idad de las inversiones en transporte aéreo,fluvial 1 carretero.

La segunda etapa se podría definir eon exactitud luego de completa­da la primera, pero en líneas generales consisitría en:

101

preparar los proyectos de los museos;

preparar el proyecto del sistema de interpretación;

ejecutar las restauraciones de las obras de arte y artesania;

preparar los proyectos de inversiones en transporte;

establecer los instrumentos de fomento de la inversión privada;

establecer los mecanismos financieros e institucionales para realizar las inversiones públicas;

programar la promoción publicitaria.

A fin de estableéer los recursos necesarios para cumplir con la primera etapa de formulaci. ón del programa se pueden adelantar las si­gui€l1tes estimaci onesl

Tarea

Inventari o de obras dearte y artesaníaDiagnósti 00 situaci. ónurbanaFactibilidad inversioneshotelerasAnálisi s comercializa­ciónEstudio carreterasEstudio aeropuertosEstudi o viajes fluvialeseoordina ci ón

Especialista

Experto arte colonial

Arquitecto-diseñadorurbanoExperto turismo (proyectos)Experto turismo (mark~

ting)Ingeniero transportesIngeniero transportesIngenie ro transportesExperto proyectos turismo

Dedicaci ón(mes-hombre)

3

2

2

1

112

4

E. APElIDICES

l. In:formaci ón estadísti ca acerca del turismo en Bolivia.

Cuadro l. Turis t as enem os ingresados a Bolivia, por vía de ingreso(1969-1974).

AñoVía Vía Vía

TotalAérea Terrestre Lacustre

1969 20 903 3 649 4 129 28 6811970 15 095 3 426 3 727 22 2481971 26 973 5 579 4 215 36 7671972 37 782 37 536 6 375 81 6931973 49 547 41 255 9 585 100 3871974 64 052 51 085 9 674 124 811

¡

Fuent e: IBT; no se dispone a la :fecha (noviEmbre 1976) da los datoscorrespondientes a 1975.

Cuadro 2. CrecimiEll to del turismo externo ingresado a Bolivia, por víade il'lgreso (1969-74).

AñoVia Via Vía

TotalAerea Terrestre Lacustre

1969 100 100 100 1001970 72 94 90 78

102

Cuadro 2 (continuaci ón)

1971 129 153 102 1281972 181 1 029 154 2851973 237 1 1» 232 3501974 306 1 400 234 435

Fuente: 1Bl'; base 100 • 1969.

Cuadro 3. Partic:i. paci ón relativa de las viss de ingreso en el turismoextem o ingresado a .Bolivia (1969-1974).

AñoVía Vía Via

TotalAerea Terrestre Lacustre

1969 73 -13 14 1001970 68 15 17 1001971 73 15 12 1001972 46 46 8 1001973 49 41 8 1001974 51 41 8 100

Fuente: 1.BT; en t/. •

Cuadro 4• Tasas anuale s de incremento del turismo extem o ingresado a.Bolivia, por via de ingreso (1969-1974).

AñoVia Via Vía

TotalAérea Terrestre Lacustre

1969 - 70 (28) (6) (10) ( 22)1970 - 71 79 63 13 651971 - 72 40 573 51 1221972 - 73 31 10 50 231973 - 74 29 24 1 24

1969 - 74 25.1 69.5 18.6 34.2

Fuente: 1Bl'; las cifras entre paréntesis indi can tasas negativas; "-

103

104

Cuadro 5. Turi. stas e:i:tem os ingresados a Bolivia, por vía de ingreso(1969-1974), valares corregidos.

Año

196919701971197219731974

Via Via ViaTotal

Aérea Terrestre Lacustre

20 903 16 250 4 129 41 28215 055 15 275 3 727 34 05726 973 24 862 4 215 56 05037 782 37 536 6 375 81 69349 547 41 255 .9 585 100 38764 052 51 085 9 674 124 811

Fuentes Elaborado par la misión UNESCO sobre datos del IM'; se increme.n.tó el número de turistas entrados par via terrestre en los años1969, 1970 7 1971 a fin de compensar el error de la serie ori­ginal que se pue de apreciar en el cuadro 1; para ello se partióde la. cifra de 1972 7 se supuso un incremnto en 1971-72 igualal de la via lacustre, o sea 51%, e incrementos en 1969-1970 y1970-1971 iguales a loe de la serie ori g1.na1 de la via terrestre,es deci r (6~) y 63~ respe cti vamente.

Cuadro 6. CrecimiErl to del turismo erlem o ingresado a Bolivia, por viade ingreso (1969-1974), valores corregidos.

AñoVía Via Vía

TotalAérea Terrestre Lacustre

1969 100 100 100 1001970 72 94 90 831971 129 153 102 1361912 181 231 154 1981913 237 254 232 2431974 306 314 234 302

Fuentes Elaborado por la Misión UNESCO sobre datos del cuadro ant erior;base 100 • 1969.

Cuadro 7. Participación relativa de las vias de ingreso en el turismoextem o ingresado a ,Bolivia (1969 - 1974), valares corregidos.

AñoVia Vía Via

TotalAérea Terrestre Lacustre

1969 51 39 10 1001970 44 45 11 1001971 48 44 8 100

1972 46 46 8 100

1973 49 41 10 1001974 51 41 8 100

Fuente: elaborado par la Misi ón UNE seo sobre datos del cuadro 5; en ~.

Cuadro 8. Tasas anuales de incremento del turismo externo ingresado aBolivia, por via de ingreso (1969-1974), valores corregidos.

105

Período

1969 - 701970 - 711971 - 721972 - 731973 - 74

1969 - 74

VíaAérea

(28)79403129

ViaTerrestre

(6)63511024

ViaLacu stre

(10)135150

1

18.6

Total

(18)65462324

Fuent el elaborado por la Mi si. ón UNESCO sobre datos del cuadro 5; las c1tras entre paréntesis indican tasas negativas; %.

Cuadro 9. Composiai. ón porcentual por á.rea de ori. gen de los turistas ex­tran je ros ingresado s por el aeropuer"t o de la ciud ad de la Paz

(1972-74) •

Area de origen 1972 1973 1974

Sudamérica 3 1 3 2 3 3Norteamérica 3 1 2 9 2 7Europa 3 1 3 1 3 2Resto del mundo 7 8 8

Total 100 100 100

Fuente: 1M.

106

Cuadro 10. Composición porcentual por área de origen de los turistas e~

tranjeros ingresados por vía terrestre (1972-74).

Area de origen

SudaméricaNorteaméricaEuropaResto del mundo

Total

1972 1973 1974

5 3· 4 9 5 31 3 1 5 1 42 6 3 O 2 6

8 6 7

100 100 100

Fum te: 1M; los pue stos fronteri zos son: Desaguadero, Guaqui, Copaca­bana, Charaña, Villazón, Yacuiba, Puerto Suarez, y otros de m.!,nor importan cia.

107

Cuadro 11. Puestos de entrada al país de los visitantes extranjeros ll,!gados por las vias aérea y terrestre, (1972-74).

Puesto de entrada 1972 1973 1974 1974~

Vía aérea 37 782 49 547 64 052 100La Paz (El Alto) 29 387 37 281 48 103 75Cochabba (Wilsterman) 2 400 4 766 1 383 2Sta. Cruz (El Trompillo) 6 000 7 500 14 566 23

Vía Terrestre 37 536 41 255 51 082 1Q.QDesaguadero 19 945 14 243 16 495 32Guaqui 4 082 3 142 3 612 7Copacabana 6 529 4 707 6 628 13Charaña 4 563 4 744 5696 11V111azón 4 185 5 146 6 868 14Yacuiba 1 822 1 524 2 187 4Pto. Suarez 1 354 2 304 3 700 7Otros 4 431 5 445 5 899 12

Fuente: lB'!'

Cuadro 12. Estructura por área de ori gen de los turi stas ingresados aBolivia por vía terrestre, según los distintos puestos deentrada, en valores absolutos (1974).

Puesto de Sud NorteEuropa. Resto del

entrada américa américa mundoTotal

Desaguadero 6 969 2 912 5 596 1 018 16 495Guaqu1 1 304 832 1 217 259 3 612Copacabana 3 779 933 1 682 234 6 628Charaña 3 650 401 1 063 582 5 696Villazón 4 904 532 1 056 376 6 868Yacuiba 935 428 607 217 2 817

Cuadro 12. (continuaoi ón)

Pta. Suarez 2 584 351 582 219 3 700Otros 3 115 752 1 407 625 5 ,899

Total 27 240 7 105 13 210 3 530 51 085

Fuente: lB'!'.

Cuadro 12 (bis).Porcentajes.

Puesto de Sud NorteEuropa

Resto delTotal

entrada amérioa amérioa mundo

Desaguadero (26) (42) (41)(18) , (42)(34) (29)( 6) ( 32)(100)Guaqui ( 5)(36) (12) (23) ( 9)( 34) ( 7)( 7) ( 7)( 100)Copaoabana (14)(57) (13) (14) (13)( 25) ( 7)( 4) (13)(100)Charaña (13 )(64) ( 7)( 7) ( 8)(19) (l6)(10) (11)(100)Vil1azón (18) (72) ( 7)( 8) ( 8)(15) (11)(15) (14)(100)Taouiba ( 3)( 43) ( 6)(19) ( 5) (28) ( 6)( 10) ( 4)( 100)Pta. Suarez (10)(70) ( 4)( 8) ( 4)(16) ( 6)( 6) ( 7)( 100)Ot:rJos (11)(53) (10)(13) (11)( 24) (18)(10) (12) (100)

Total (100)( 53) (100)( 14) (100)(26) (100) ( 7) (100)(100)

Fuente: IBT; las cifras ent re ¡aréntesis son poroenta.jes; el primeroindioa la oontribución de oada puesto de entrada al total decada área de origen; el segundo la contri blci ón de cada áreade origen al total de oada puesto de entrada.

Cuadro 13. Turistas bolivianos salidos al exterior, por vía de egreso( 1969-74).

AñoVía Vía Vía

TotalAér~_ Terrestre Lacustre

1969 16 994 20 776 97 37 747

108

Cuadro 13. ( e onUnuaci ón)

1970 18 690 24 069 189 42 9481911 21 115 33 805 102 55 0221972 34 452 33 428 381 68 2611973 36 573 39 977 345 76 8591974 42 032 44 767 421 87 220

Fuentel IBT.

109

Cuadro 14. Evoluc1 ón del número de turl stas extranjeros alojados en ho-teles de la ciudad de La Paz (1969-1975) •

1969 1970 1911 1912 1913 1974 1975

Turistasalojados 28 681 22 248 26 854 41 006 55 242 65 832 71 616

~ de incr~

mento s/a-ño al terior ( 22) 21 53 35 19 9

Pernoctaci..2nes 156 031 172 741 212 402 243 897

~ de increse!!.to s/año alto!rior 11 23 15

Estadía media(días) 3.8 3.1 3.2 3.4

Re1aci. ón con· _total turistasingresados alpaís (~) 69 65 48 50 55 53 s.d.

Cuadro 14. (continuaci ón)

110

Relación conturistas ingr.!sados por víaaérea al país 131 148 100 109 111 103

Fuentes IBT; tasa media anual 1969-1915 • 16,5%; s.d. = sin datos.

Cuadro 15. Turi stas naci. ona1es alojados E!'1 hoteles de la ciudad de LaPaz (1912-15).

1912 1913 1914 1915

Turistas 95 821 94 823 112 142 104 831

% incremento sobreaño an t eri or (1) 19 (1)

Pernoctaciones 321 002 242 631 301 193 215 142

~ incremento sobreañ o ant eri or ( 26) 21 (10)

Estadía media (días) 3.4 2.6 2.1 2.6

Fuent e : IBT.

Cuadro 16. Total de turistas (nacionales y extranjeros) alojados en ho­teles de la ciudad de La Paz (1912-15).

1912 1913 1914 1915

Turistas 136 833 150 069 118 514 116 453

Cuadro 16. (continuación)

c¡, incremento sobreaño anteri ar 10 19 (1)

c¡, extranjeros 30 37 37 41

Pernoctaci anes 485 033 415 372 519 595 519 639

%incremento sobreaño anterior (14) 25

%extranjero s 32 42 41 46

Estadía media (días) 3.5 2.8 2.9 2.9

Fuent e I 1M.

111

Cuadro 17. Estaci onalid ad de los turistas extranjeros alojados en loshoteles de La Paz, en valores absolutos (1973 - 1974).

TuristasMes Alojados Pernoctaci ones Estadía Media

1913 1974 1973 1974 1973 1974

Ene 3 930 6 624 14 027 21 791 3.6 3.3Feb 5 021 5 497 14 774 17 609 2.9 3.2Mar 4 538 5 143 14 685 16 729 312 3~3

Abr 3 389 4 341 11 779 13 107 3.5 3.0Mayo 4 924 4 891 13 497 16 976 2.7 3.5Jun 3 157 4 009 11 217 15 006 3.6 3.7Ju1 5720 7 305 17 359 21 309 3.0 2.9Ago 7 214 7 484 19 27t3 22 934 2.7 3.1Sep 4 468 5 012 13 987 15 222 3.1 3.0Oct 5020 5 282 15 307 19 532 3.1 3.7Nov 4 626 5 140 15 099 17 303 3.3 3.4Dic 3 891 . 4 312 11 679 13 218 3.0 3.1

Total 55 268 65 040 172 788 210 736 3.1 3.2

Fuentes IBT; existe una pequeña discrepancia estadística con los totalesdel cuadro 9.

Cuadro 18. Estaci onalidad de los turistas extranjeros alojados en los hoteles de La Paz, en números indice (1913-14).

Tur1. stas alojados PernoctacionesMes

1273 1914 1273 1214

Ene 85 122 91 124Feb 109 101 103 100llar 98 95 102 95Abr 74 80 82 1511ay 107 90 94 97Jun 69 14 18 85Jul 124 135 121 121Ago 157 138 134 131Sep 91. 92 91 81Oct 109 91 106 111Noy 100 95 105 99Die 85 80 81 15

Fuentel IBT; base 100 • valor medio mensual.

112

Cuadro 19. Nacionalidad de los turistas extranjeros alojados en los bote-tee d.e La Paa (1912-74).

Número de Número de Número dePaís de origEll turistas turistas turistas %

1272 1973 1274

Sudamerica 13 567 .ll 17 787 J.g 21 591 .llArgentina 4 115 10 5 373 10 6 538 10Perú 3 363 8 4 050 7 5 821 9Brasil 1 757 4 3 164 6 3 469 5Chile 2 382 6 2 458 4 2 876 4Colombia 781 2 792 1 793 1Otros 1 169 1 950 2 094

Norteamérica 2 524 Sl 13 088 ~ 15 660 ~Estados Unidos 8 556 21 11 531 21 13 809 21Canadá 1 038 2 1 551 3 1 860 3

Europa 15 244 31 21 08~ 38 24 722 31Francia 4 011 10 5 900 11 6 981 11Alemania 3 884 9 5 094 9 5 704 9

Cuadro 19. (oontinuaci ón)

G. Bretaña 1 800 4 2 146 4 2 486 4Suiza 1 887 5 2 081 4 2 116 3Italia 913 2 1 453 3 1 559 2España 776 2 859 2 1 461 2Otros 1 967 3 555 4 415

Resto del Mundo 2 601 6 3 279 6 3 850 6Japón 714 2 927 2 1 046 2Otros 1 887 2 352 2 804

Total 41 006 100 55 242 100 65 832 100

Fuent e: IBT; México ha sido inoluido en Resto del Mundo.

Cuadro 20. Permanenoia media en días de los turistas extranjeros, porpaís de origen, alojados EI1 los hoteles de La Paa (1972-74) •

País 1972 1973 1974

Sud. Améri oa .lI.2 .lt.2 .lalArgElltina 4.0 3.4 3.4Perú 3.8 3.1 4.1Brasil 3.7 3.1 3.4Chile 4.2 5.0 3.9Colombia 4.2 3.5 3.7Otros 3.6 3.0 3.7

Narteamérica .hI .l:1. .l:1.Estados Unidos 3.7 3.1 3.2Canadá 3.1 3.3 2.9

Europa 1& 2.8 ~Francia 4.0 2.4 3.0Alemania 3.5 2.6 2.6G. Bretaña 3.9 3.2 3.2Suiza 3.6 2.5 2.4Italia 3.9 2.1 3.3España 3.8 4.0 3.8Otros 3.8 3.4 2.1

113

Cuadro 20. (conti nuaci ón)

114

-Resto del MundoJapónOtr»s

Total

Fuente: IBT; México ha sido incluido en Resto del Mundo.

Cuadro 21. Permanencia media en días de una muestra de turistas extranje­ros ingresados a Bolivia con tarjeta de turismo, por país deorigm (1972-74).

País de origen 1972 1973 1974

Sud América ...2.& .l:.§. ~Argentina 5.5 4.2 6.0Perú 6.3 4.9 6.6Brasil 5.2 2.4 4.7Chile 6.0 2.2 5.6Colombia 7.8 2.2 6.2Otros 4.7 4.1 5·0

Norte América !.:.2 !:2 2:1Estados Unidos 4.9 4.5 5.2Canadá 4.9 4.0 4.2

Europa 1:2 ..b..í idPrancia 4.0 2.9 4.8Alemania 5.2 2.4 4.4G. Bretaña 5.6 4.9 4·5Suiza 3.6 4.7 4.3Italia 3.4 4.5 5.0España 4.5 5.8 5·1Otros 8.9 4.0 3·5

.Cuadro 21. (continuaci ón)

Resto del Mundo

Total 5.0 3.9 4.3

Fuente: 1BT, el número de tarjetas que formó la muestra. fué cie 1978 enel año 1972,2952 en 1913, y 3616 en 1974, es decir respectivamen­te, el 2.4~, 2.9% Y 3.1~ del universo.

115

Cuadro 22. (continuaci ón)

Oruro .4 88 .!2Q. ~-Categoría superi or 2 64 1}0 32Otros 2 24 60 12

Tarija II 232 ili 12.Categoría supen or } 124 205 41Otros 9 108 250 12

Pando y Beni 1 81 205 12Categoría mperior ,1 9 20 9Otros 6 12 185 12

Total ill 2 282 4 658 12.Categoría superior 31 1 416 2811 46Otros 88 866 1 847 10

Fuentes 1M, la e:xpresi ón categoría superi or indi ca a los mejores esta,­blecimientos de cada departamento según clasificaciones naciona­les; la misi ón UNE SCO estima que los turi. stas extranjeros ocupanel 1~ de las camas de categoría superior y el 20~ de las otras,es decir un total de unas 2 340 camas, 10 que representa el 50%de la planta disponible.

Cuadro 2}. Ocupaci ón y porcentaje de extranjeros en la;¡ princi pales es-tablecimientos hoteleros de La Paz (1973-75).

Hoteles La 'Paz Crillón SucreCopac.! Libert,!

Totalbana dor

1.2UPernoctaciones 25 036 23 943 34.496 13 472 16 765 113 112%extranjeros 93 96 66 85 94 86~ ocupación 48 55 55 42 52 51

116

117

Cuadro 23. (continuaci ón)

llUPernoctaci anes 29 010 27 134 36 100 13 745 20 209 126 198f, extranjeros 94 96 59 88 93 84% OCUpa. ci. ón 55 62 56 32 57 53

.illíPernoctaci ones 31 748 25 955 39 141 17 395 22 886 137 125~ extranje ros 93 96 65 88 95 86~ 001 pa. ci ón 60 60 60 41 65 58

Fuentel lB'!'; la columna de pernoctaci.ones incluye nacionales y extranjeros;la de ~ erlranje ros representa las pernoctaci one s de no naci.,2na1es; ~ ocupaci ón es Pernoctacione s x 100

camas x 365

Cuadro 24. Proyectos hoteleros en construcción o con financiación asegurada.

Localidad Establecimientos Habitaciones

La Paz 5 850 11Cochabamba 1 100Bucre 1 100Santa Cruz 5 300Tarija 1 60

Total 13 1 410

Fuentel lB'!'; 1J inol uye amp1iaci ones en establecimientos actuales.

Cuadro 25. Estimación del área de origen del turismo extemo llegado a Be­livia,por vía de ingresor~n Talores absolutos (1974).

118

Area deOrigEll

SudaméricaArgentinaPerúBrasilChileColombiaOtros

NorteaméricaEstados UnidosCanadá

Euro\!:FranciaAlemaniaG. BretañaSuizaItaliaEspañaOtros

Resto del MundoJapónOtros

'1'otal

VíaAérea

21 1006 4005 1002 6003 8001 3001 900

17 30016 000

1 300

20 5005 8005 1001 9002 5001 3501 2502 600

5 1001 3003 ~OO

64 000

Vía'1'errestre

27 0009 1009 3001 0006 100

5001 000

7 1006 600

500

13 3003 65035501 2001 500

900800

1 700

3 600900

2700

51 000

ViaLacustre

4 000300

3 000100200100300

2 2002 000

200

3 000~50

750300400250150300

800-200600

10 000

'1'otal

52 10015 80017 400

3 70010 100

1 9003 200

26 60024 600

2 000

36 80010 3009 4003 4004 40025002 2004 600

9 5002 4007 100

125 000

Fuente' estimado por la Misión UNESCO en base a datos del 1M; números re­dondeados; México se incluyó en Resto del Mundo.

119

Cuadro 25 (bis). Porcentajes.

Area de Vía Via ViaTotal

origen Aérea Terrestre Lacustre

Sudamárica ( 33)(40) (53)(52) (40)( 8) (42) (100)Argentina (10)(41) (18)(,7) ( 3)( 2) (12) (lOO)Perú ( 8)(29) (18)(54) (30) (17) (14) (lOO)Brasil ( 4)(70) ( 2)(27) ( 1)( 3) ( 3)(100)Chile ( 6)(38) (12)( 60) ( 2)( 2) ( 8)(100)Colombia ( 2)(69) ( 1)(26) ( 1)( 5) ( 2)(100)Otros

Nort eamán ca (27)(65) (14) (27) (22H 8) ( 21)(100)Estados Unidos ( 25)(65) (13)(27) (20)( 8) (19) (1UO)Canadá ( 2)(65) ( 1)(~5) ( 2)(~0) ( 2)( 100)

Europa (32)(56) (26)( 36) (30H 8) (29)(100)Francia ( 9){56) ( 7)( 36) ( 8)( 8) ( 8)( 100)Alemania ( 8)(54) ( 7) (38) ( 8)( 8) ( 7)(100)G. Bretaña ( 3)(56) ( 2)(35) ( 3) ( 9) ( 3)(100)Suiza ( 4)(51) ( 3)(34) ( 4)( 9) ( 4)(100)Ital1a ( 2) (54) ( 2)(36) ( 2)(10) ( 2)(100)España ( 2)(57) ( 2)(36) ( 2)( 7) ( 2)(100)Otros

Resto del Mundo ( 8) (54) ( 7)( 31) ( 8)( 9) ( 8)(100)Japón ( 2) (54) ( 2)( 38) ( 2)( lj) ( 2) (100)Otroe

'l'ot al (lOO) (51) (100)(41) (100)(8) (100)(100)

Fuente: estimado por la JUsi ón UNESOO en base a datos del 1M; la. cifrasentre paréntesis son porcentajes; la primera es la contribución decada área de origen al total de cada vía; la segunda, la contribu-ci ón de cada vía al tot al de cada área de origen.

2. La economía boliviana

Según el 'lan de Desarrollo Económico y Social 1976-1980, Bolivia tieneen la actualidad (1975) unos 5.6 millones de habitantes, con una tasa a­nual de crecimiento de la población del 2.7%; de ellos, 2.9 millone s(51.4%) constituyen la población económicamente activa, y 3.9 millones(69.4%) viven en áreas rurales. Aproximadamente dos terci os de la pobl a­oión del país está concentrada en el altiplano, en alrededor del 15% delterriton o, y so 10 cerca del 16% de todos los habitantes pueblan los ll!;nos orientales, que son las tierras más fértiles y constituyen no lejosde un 60% de la extensi. ón geográfica del país.

Las principale s ciudades de Bolivia, capitales departamentales, son:

120

Ciudad

La PazCochabambaSanta CruzOruroPotosíSucreTarijaTrinidadCobija

Departamento

La PazCochabambaSanta CruaOruroPotosíChuquisacaTarijaBeniPando

Población (1975) enmile s de habitantes

660.7184.3149.2110.5

76.657.131.722.33.2

Tasa anual decrecimiento (%)

3·53.65.12.42.02.22.73.12·5

Fuent e a llinist eri o de Planificaci ón y Coord inaci ón

Como puede apreciarse, tienen un crecimiento más acelerado tanto las dosciudades del país (La Paz y Cochabamba), como las capitales de los depar­tamentos de los llanos occidenta1e s (Santa Cruz y Trinidad). El resto de

121

las oapitales departamentales se oaraoterizan por tasas de incremento desus poblaciones inferiores a la tasa media nacional (excepto Tarija, don­de es igual).

El produoto bruto interno de Bolivia creció, entre 1968 y 1975, a una ta­sa anual acumulativa del 5.6~, mientras que el PEI por habitante lo hizoal 2.8~ en el mismo periodo, aloanzando un nivel de 238 uSs en 1975, oonun consumo por habitante de 197 uSs para ese mismo año.

La base productiva de la economía be liviana está constituida por la mine­ría y la agr1 cu ltura; la prime ra consiste princi palmente en la extracci ónde minerale. s destinados a la exportaci ón (estaño, zinc, antimonio, plata,etc.), así como de petroleo y gas natural con la misma finalidad; la se­gunda está. principalmente constituida por cultivos de subsi'stencia (o pa­ra el aut ooobsumo de las poblaci one s rurales), por la producción de ali­mentos para el meroado interno, y en los últimos tiempce, por ciertosproduotos exportables, oultivados con métodos mcdernos en el oriente, co­mo azúcar y algodón.

A las actividades produotivas anteriores se agregan una incipiente indus­tria, fomentada por políticas expresas de transformación económioa, y unimpcrtante sector de~ servicios, en el cual se destaoan el comercio, lasfinanzas y aquéllos proporcionados por la administraci ón públlca. La es­tzuotura del PBI (1975), según el Plan de Desarrollo Eoonómico y Social,es (en %) I

Seotcr agropecuario 14.4Minería y oanteras 10.5Industria manufacturera 15.0Construoci ón 4.1Ene rgia, transporte y comunio. 10.4Come rcio y finanzas 18.4

122

GobiernoPropie dad de la viviendaOtros servi ci os

Total (PBI) 100.0

Históricament e, como fué el caso de la mayoría de los países de bajo desarrollo relativo, la economía de Bolivia creció según los impulsos de lademanda extern~, lo cual determinó tanto las características sectorialescomo las terri t oriale s de dicha economía. AS'Í, adenás de la importanci adel sector minero-exportador, se explica la concentraci ón de las acU vi­dades económicas en el reducido triángulo del país cuyos vértices podríanser las ciudades de La Paz, Potosí y Santa Cruz, donde se genera no lejosdel 90~ del total de la riqueza boliviana.

Otra característica importante de la economía de Bolivia, que caracterizasu estructura territorial, es que por un cúmulo de razones geográficas,históricas e incluso étnicas, el pais está constituido par un conjunto demer.cados regionales antes que por un mercado naci onal único; en otras pa­labras, las regi. one s están relativamente desintegradas, y la movilidadgeográf'tca tanto de factores productivos -capital y trabajo- como de losproductos, es extremadamente baja. Ello se evidencia en enormes diferen­cias de tecnologÍa y de productividad en ciertos sectores como el agríco­la. mientras en el Altiplano hay una gran cantidad de mano de obra en re­1aci ón al factor ti erra, en los llanos las ti erras quedan sin explot arpor falta de trabajadores (yen parte por falta de capital); también con!!tituye esta situación la causa de fuertes disparidades regionales del in­greso' si el ingreso por persona o<1lpada en Santa Cruz, donde es el más alto del país, valiese 100, en Oruro y Cochabamba sería del ordf:l1 de 60', enLa Paz valdría 55, en Potosí llegaría a 50, en Chuquisaca y Tarija no es­taría lejos de 45, en Pando no pasaría de 40, y en el Beni excedería eecasament e los )0.

123

Consecuencia también inevitable de un crecimiento histórico impulsadopar la demanda externa es una marcada dependencia de toda la economíade las oscilaciones de dicho mercado externo. In efecto, dada la estr~

chez del mercado interno, tanto por los pocos habitantes como por subajo ingreso per cápita, la escasa capacidad de ahorro interno,y las r~

ducidas posibilidades de generación de ingresos tri'altarios 1/, el pro­ceso de desarrollo depende fuertemente de los e xcedentes que pueda gen!!,rar el comercio internacional, y má.s propiamente, del incremento de lasexportaci one s -ya sea porque aumenten los volúmenes o porque se obten­gan mejores precios-, y de la entrada neta de capitales. Esta dependen­cia se acentúa al ac'ontecer las primeras etapas del crecimiento, ya quepor un lado las mismas producen aumentos del consumo privado y del go­bierno, y en consecuencia restan recursos para las inversiones que re­quiere dicho crecimiento; y por otro lado ocasionan incr.ementos en lademanda de impartaci ones,tanto de bienes de conconsumo cuanto de capitale intermedios, presionando sobre la balanza de pagos.

En la coyuntura presente se hacen patentes algunos síntomas que tiendena modificar en parte la estructura descripta, aunque no se está aún encondi ci ones de saber como operarán sus efectos en el medi o y largo plazo.Dichos síntomas son el desarrollo de una agricultura relativamente cap,!tal-intensi va, orient ada hacia la exportaci ón, en la zona de Santa Cruz,y el crecimiento más acelerado de las actividades de extracción y refi­naci ón de petróleo, y de extracci ón de gas. Esto ampliaría tanto la basesectorial como terrotirial de las exportaci ones, diversificando su estru..2.tura, la cual se puede caracterizar al presente (1974) como sigue(en %del total de las exportaci one s de bi enes) t

Export aci ene s t radi ci anal e s

Minerales

!I Los ingresos tri 'altari os no sólo son reducidos porque der! van de unP131 pequeño; tambi én la presi ón tri'altaria es baja: 9,7% en 1972-73,y 13,5% en 1974, con una marcada propensi ón a la tribltación indirecta por sobre la directa.

PetróleoGas

Exportaci ones no tradici onalesAgropea1 ariasOtras

25.63.8

,2:g8.80.4

124

Entre las exportaciones de minerales se destaca el estaño, que contri­buye a la generación del 36.6~ del total de las exportaciones, siguien­dole el zinc, con un 5.~, el antinomio con un 4.6~, la plata oon un 4.3~,

y el wolfram con un 3.2%; por otro lado, los principales produotos agr~

peouar.ios que se exportan son el algodón, que genera el 3.4~ de todaslas exportaoi ones, y el azúoar, oon un 2. 5~.

También la co,untura aotual se caracteriza por una situación relativamen­te favorable de la balanza de pagos, que fue mas maroada en 1914 que en1915, aunque ella se debió más a un inoremento de precios en los produc­tos tradici. onale s, que a un aument o de los volúmenes exportables (inore­mento de precios, que en oiertos casos, como el del petróleo, que Boli­via coloca a un precio superior que el fijado por la OPEe, pud.o origi­nar alguna reducción de la oantidad demandada).

Pero no dejan de advertirse al presente determinados problemas cuyas oo~

secuenoias en el mediano y largo plazo podrían revestir alguna gravedad.Uno de ellos deriva de la conoentración de inversiones, en especial pú­blicas, en el desarrollo de la minería exportadora (sobre todo en la tran~

formaci ón del mineral) y en la industrializaoi ón. Ello ha significado ba­jas inversiones en el sector agricola tradicional, que concentra el 65~

de la fuerza laboral 1/, cuya productividad ha caido, produciendo no solo

1/ Dicho seotor genera, sin embargo, sólo el 14% del PBI, y tiene un ni­vel de vida deci didament e más baj o que el promedi o naci onal. Así, si

125

el deterioro del nivel de vida de oeroa del 7~ de la poblaoión, sino t~

bien un inoremento de las importaoiones de alimentos para atender la ore­oiente demanda de las olasas urbanas.

Al mismo tiEmpo, la industrializad. ón substitutiva de importaoiones seve limitada por la estrechez del mercado inter.no, oon la oonsiguientetendencia a la instalación de industrias inefioientes, mientras que eldesarrollo de la minería exportadora erige el empleo de teonologías oapital-intensivas, que permitan oompetir en los meroados munciales, lo queresta recursos para invertir en el sector agrí.o'Ola tradioional y tieneoonseCUE!f1 cias regresi vas en la distri bud. ón del ingreso.

Otra situación problemá.tica puede derivar del hecho que los' reoursos ca­nalizados a la minerí.a se han destinado en una .edida relativamente pequ~

ña a la exploraci ón, lo oual se haría sentir al llegar el agotamiento delas vetas actualmente explotadas, para no menci onar la oirounstanoia quela minería se apoya en recursos naturales no renovables, lo cual señalala oonveniEnoia de diversifioar la estruotura produotiva.

Igualmente, bB¡y que indi oar unas perspe oti vas no exoesi vamente favorables,a oorto y mediano plazo, en cuanto a la evolud. ón de las exportaci ones ~livianas y en ouanto a los términos del interoambio, con el consiguienteinoremento de la vulnerabilidad externa, así como una marcada dependenoiadel sistema tributario del oomercio exterior, 10 que colooa a loe ingresosfisoales también a la me roed de las ,xportad.ones. Si a ello se agregala menci. onada insufi oienoia del aborro intern o (en particular el ahorropúblioo), y cierta inconvenienoia que se señaló en la orientad. ón de la in

la tasa de analfabetismo (en poblad. ón de 14 añ os y má.s) aloanza al 60%en medio rural es del 85%; y si el ingreso por habitante es de lb 1064(en 1969, medido en Sb de 1958), en medio urbano asoiende a $b 2845,pero en medi o rural es de so 10 ab 335.

versión pública, por su énfasis en la industrializaci ón en detrimentode la exploración minera y la agricultura tradicional, se puede concluirque las perspectivas de la economía boliviana no son tan favorables co­mo pueden inducir a pensar los i~gresos relativamente abundantes que enlos últimos años generaron algunos sectores de extraordinario dinamismo,como lo fueron las explotaciones petroleras y la agricultura subtropicalde Santa Cruz.

En las páginas que siguen pueden consultarse los cuadros que resumen laevolución de la economía en el período 1968-75 y 1976-80 (éste ultimosegún el Plan de Desarrollo Económico y Social).

126

~v01uo1ón de los indioadores maoroeoonómioos, 1968-1975

(Millones de pesos bolivianos de 1970)

Tasas de1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975 cree. acu

mu1ativo1998/15 ~

Produoto Interno Bruto 10 974 11 476 12 080 12 540 13 181 14 086 15 034 16 057 5.6Inversi ón Bruta 1 985 2 274 2 134 1 992 2 310 2 6t:s7 3 492 3 701 9.3Exportaci ón de Bienes y Servici os 2 124 2 190 2 494 2 182 3 325 3 217 3 108 2 661 -0.3Importaci ón de Bienes y Servici os 2 684 2720 2 514 2 862 3 178 2 923 2 812 3 588 4.2Confllmo total 8 949 9 132 9 966 10 628 10 724 11 105 11 246 13 283 5.8

Consumo del Gobierno 1 123 1 155 1 351 1 419 1 590 1 764 1 817 1 926 8.0Consumo Privado 7 826 7 977 8 615 9 209 9 134 9 341 9 429 11 357 5.5

Pob1aci ón (mile s de personas) 4 680.7 4 803.9 4 931.2 5 062.5 5 194·9 5 330.7 5 470 5 633.8 2.7Poblaci ón Económicamente Activa 2 401.1 2 464.1 2 538.4 2 606.4 2 674.3 2 744.3 2 816 2 896.8 2.7Pob1aoi ón Rural 3 333.6 3 408.9 3 486.4 3 566.0 3 645.8 3 727.2 3 810 3 909.9 2.3PIB por habitante (en S b) 2 345 2 389 2 450 2 477 2 537 2 642 2 748 2 850 2.8PIB por habitante (en Sus) 195 199 204 206 211 220 229 238Confllmo por habitante (en lb) 1 912 1 901 2 021 2 099 2 064 2 083 2 056 2 358 3.0Conwmo por habi tante (en Sus) 159 158 168 175 172 114 171 197Coefici ente de inversi ón bruta 0.18 0.20 0.18 0.16 0.18 0.19 0.23 0.23Coefici ente de exportaci ón 0.25 0.24 0.21 0.22 0.25 0.23 0.21 0.17Coeficient e de importaoi ón 0.24 0.24 0.21 0.22 0.24 0.21 0.19 0.22Coeficiente de ahorro interno 0.08 0.10 0.11 0.08 0.09 0.11 0.22 0.17Coeficiente de Serva de la deuda 0.18 0.22 0.20 0.14 0.20externa

Fuente I P1m de Desarrollo Económico y Sooial

Evolución de los indicadores macroeconómicos, 1976-1980

(Millones de pesos bolivianos de 1910)

Tasa decrecimi8!l

1976 1977 1978 1979 1980 to acumulativo 1915780

Producto intem o bruto 17 181 18 470 19 948 21 544 23 266 7.7Inversi ón bruta 4 162 4 620 5 151 5 769 6 461 11.8Exportación de bienes y servicios 2 878 3 086 3 619 4 179 4 903 13.0Importaci ón de bienes y serví ci os 3 832 4 112 4 433 4 779 5 152 7.5Ahorro interno 2 572 2 649 3 551 4 058 5 210 14.4Conwmo total 13 973 14 876 15 611 16 374 17 054 5.1

Consumo de Gobi erno 2 133 2 328 2 462 2 593 2 724 7.2Consumo Privado 11 840 12 548 13 149 13 781 14 330 4.8

Poblaci ón (mile s de personas) 5 789.3 5 949.1 6 113.4 6 282.2 6 455.7 2.8Poblad. ón económicamente acti va 2 977.0 3 059.4 3 143 3 230.7 3 311.5 2.7Poblaci ón rural 4 001.6 4 095.4 4 191.4 4 289.5 4 389.9 2.3PIB por habitante (en $b.) 2 968 3 105 3 263 3 429 3 604 4.8PIB por habitante (en Sus.) 247 259 272 286 300Consumo por habitant e (en lb.) 2 414 2 500 2 554 2 606 2 642 2.3Consumo por habitante (en $us.) 201 208 213 217 220Coeficiente de inversión bruta 0.24 0.25 0.26 0.27 0.28Coeficiente de ahorro interno 0.15 0.14 0.18 0.19 0.22Coeficientes de exportación 0.17 0.17 0.18 0.19 0.21Coeficiente de importaoión 0.22 0.22 0.22 0.22 0.22Tasa de crecimiento del PIB 7.0 7.5 8.0 8.0 8.0 7.7Tasa de cree. PIB por habitante 4.1 4.6 5.1 5.1 5.1 4.8 ....Coeficiente del servici o de la Nendeuda externa 17.5 19.4 21.0 22.3 22.9

Fuente: Plan de Desarrollo Económico y Social

129

! .

3. Bibliografía

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130

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Foto 1: San Rafael, Chiquitos, Portada principal.

Foto 3: San Rafael, Chiquitos,Campanario en restauración.

Foto 2: San Rafael, Chiquitos, Puertalateral bajo el pótico.

Foto 5: San Xavier, Chiquitos, Fachada.

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Foto 4: San Rafael, Chiquitos,Corredor lateral.

Foto 6: San Xavier, Chiquitos,Puerta lateral bajo el pórtico.

Foto 7: Santa Ana, Chiquitos, Fachada .

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Foto 8: San Miguel, Chiquitos, Altar Mayor.

Foto 10: San Ignacio, Moxos,Custodia (detalle).

Foto 9: San Ignacio, Moxos, Custodia.

Foto 12: San Ignacio, Moxos, Copón.

Foto 11: Santa Cruz (Catedral),Custodia Siglo XVIII(detalle).

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Foto 13: Trinidad, Moxos, Objetosde Culto (plata).

Foto 15: Santa Cruz (Catedral),Placa labrada en plataproveniente deSan Pedro de Moxos.

• Foto 14: San Ignacio, Moxos, Palomadel Espíritu Santo (plata).

Foto 16: Santa Cruz (Catedral), Sagrarioen forma de pelícano proveni­ente de San Pedro de Moxos.