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U N I V E R S I D A D D E L M A R CAMPUS HUATULCO RELACIONES INTERNACIONALES LA TRANSFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD JAPONESA: SU IMPACTO SOBRE LA IDENTIDAD CULTURAL DE LA NACIÓN DURANTE EL PERÍODO 1992-2007 DIRECTORA: DRA. VALENTINA PRUDNIKOV ROMEIKO Huatulco, Oaxaca Marzo 2009 T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN RELACIONES INTERNACIONALES P R E S E N T A SANDRA JOSEFINA LÓPEZ REYES

La Transformación de La Sociedad Japonesa

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Transformación de la sociedad japonesa

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U N I V E R S I D A D D E L M A R

CAMPUS HUATULCO

RELACIONES INTERNACIONALES

LA TRANSFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD JAPONESA:

SU IMPACTO SOBRE LA IDENTIDAD CULTURAL

DE LA NACIÓN DURANTE EL PERÍODO 1992-2007

DIRECTORA: DRA. VALENTINA PRUDNIKOV ROMEIKO

Huatulco, Oaxaca Marzo 2009

T E S I S

QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE

LICENCIADA EN RELACIONES INTERNACIONALES

P R E S E N T A

SANDRA JOSEFINA LÓPEZ REYES

1

LA TRANSFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD JAPONESA: SU IMPACTO SOBRE LA IDENTIDAD CULTURAL DE LA NACIÓN, DURANTE EL PERÍODO 1992-2007 Introducción…………………………………………………………………………….3 Capítulo 1. La soberanía del Estado japonés y su identidad cultural…..….13

1.1. La construcción de la unidad nacional……………………...………….21

1.1.1. La integración territorial: demarcando la identidad………………29

1.1.2. La homogenización lingüística……………………….…….…..…..34

1.2. Una ideología para la identificación social…………………..…..…….36

1.2.1. La importancia de la educación…………………………..….…….43

1.3. Valores y patrones de conducta……………………………….…..…...46

1.4. La transformación del estilo de vida………………….………….……..52

Capítulo 2. La transformación socioeconómica de Japón…………...………59

2.1. La ocupación estadounidense y sus consecuencias (1945-1960)….61

2.1.1. La reforma al sistema político y económico…………...………….64

2.2. El auge económico y la urbanización (1960-1970)……….….……….71

2.3. Japón moderno y su internacionalización (1970-1990)………………80

2.4. Japón en la sociedad de la información (1990-2007)…….……..……91

Capítulo 3. El carácter de la sociedad japonesa ante la globalización del

Siglo XXI……………………………………………………………………….……..101

3.1. Los valores en la sociedad de la información……………..……..…..104

3.1.1. El papel de la mujer en la familia…………………….…………...108

3.1.2. Los jóvenes y la educación………………………….………….…116

3.2. Estilo de vida en la sociedad globalizada………………….………....121

3.2.1. La sociedad del consumo……………………………………….…123

3.2.2. La industria cultural en la determinación del estilo de vida........126

3.2.3. Las relaciones sociales en la familia y en la comunidad……….131

3.3. La respuesta de los japoneses a la globalización…………...….…..136

3.3.1. La diversidad de identidades en la sociedad actual……………139

3.3.2. Reafirmación de identidades en el Japón contemporáneo….....143

2

Capítulo 4. La organización social en el Japón actual……………..………..145

4.1. Sociedad civil y gobierno ante los nuevos reto..……………...….….147

4.2. Los desafíos de la multiculturalidad a la gestión del Estado….....…154

4.2.1. La reafirmación de identidades subnacionales……………….…155

4.2.2. La incorporación de los migrantes a la sociedad…………….…161

Conclusiones…………………………………………………………………..……170

Bibliografía y Electrografía……………………………..……….………………..178

3

INTRODUCCIÓN

La entrada al siglo XXI hizo evidente que el Sistema Internacional se ha

transformado de manera radical desde el siglo XX. El Estado se ha visto

envuelto en un proceso de cesión de poder, tanto en los ámbitos económico y

político como en el cultural. En cierto sentido, perdió su exclusividad en la

determinación de la organización de la política global, al igual que en la

representatividad ante su propia sociedad. De hecho, surgieron nuevos actores,

tales como: la sociedad civil, las ONG’s (Organizaciones No Gubernamentales) y

las empresas trasnacionales (TN’s), producto del fenómeno conocido como

“Globalización”.

Particularmente, desde el fin de la Guerra Fría, la rigidez de las ideologías

fue decreciendo y el pragmatismo de los Estados se convirtió en una forma de

supervivencia ante el embate de los nuevos actores en la arena internacional.

De manera que conceptos como el pluralismo, diversidad, identidad,

localización, y globalización cobraron relevancia en la dinámica de los estudios

internacionales, conduciendo a las diversas disciplinas que abordan esta

temática ha ampliar su espectro de análisis para dar una visión interdisciplinaria

más acertada de la realidad mundial.

El Realismo Político, que tradicionalmente ha sido la teoría domiante en el

área de Relaciones Internacionales y cuyos parámetros están confinados al

análisis del Estado como centro de toda actividad internacional, no permite

explicar la diversidad de acontecimientos que ocurren en el escenario

internacional. Lo cual ha conducido a revaluar y ampliar su perspectiva, como en

el caso del interés nacional que ahora considera relevante la fenomenología de

la cultura, particularmente la visión sociológica de la identidad. Así una de sus

vertientes universalistas abarca el Paradigma de la Sociedad Global (también

denominado “Interdependencia”).

4

Las aproximaciones teóricas pueden variar, de acuerdo al contexto crítico

de cada estudioso de las relaciones internacionales, sin embargo, la

interdisciplinariedad permite rescatar aspectos metodológicos que no se pueden

circunscribir a la rigidez de un sólo punto de vista, sino que absorben

aportaciones académicas polivalentes sobre la compleja realidad internacional

como objeto de estudio, enriqueciendo las investigaciones y vislumbrando

nuevas posibilidades de entendimiento sobre viejas percepciones, rebasadas

desde su concepción, a la luz de nuevos elementos y escenarios.

La fenomenología de las relaciones internacionales se desenvuelve ahora

a partir de parámetros diferentes que incluyen no sólo el análisis de conflictos

entre Estados, sino que abarcan cuestiones culturales en torno a las minorías

étnicas y religiosas, a las migraciones internacionales, a los nuevos roles de

nuevos actores, y a un sinnúmero de condiciones que alteran cualquier visión

tradicionalista.

Dentro de una nueva visión de la realidad internacional se encuentran

problemáticas como la dialéctica de la globalización (local, global, “glocal”), el

debilitamiento del significado de las fronteras, la homogeneización de principios

y valores, la reafirmación de lo local al interior de los Estados, la

desterritorialización de los procesos económicos y la revalorización de los

nacionalismos sin la carga ideológica pero con un sentido de pertenencia ante el

vacío que causa la globalización.

En este revisionismo de viejos y nuevos fenómenos se ubica, en el papel

del Estado y de los gobiernos, una búsqueda para encajar sus acciones en la

dinámica global. El Estado ante los embates económicos, sociales o culturales,

modifica su papel y reordena su estructura para responder eficazmente a los

retos que le impone una sociedad cada vez más transnacionalizada y al mismo

tiempo sofisticada y preparada para cuestionar la política estatal. En este

contexto, los gobiernos se dirigen al interior del Estado en su necesidad de

5

entender los cambios sociales desde la perspectiva de la mediatización de la

cultura.

Por otra parte, los Estados con alto nivel de desarrollo han llegado a una

etapa en la cual es difícil determinar si las metas alcanzadas satisfacen el

proyecto nacional o si es necesario revalorar la flexibilidad con la que se han

asumido los costos del desarrollo industrial y del bienestar social existente. Es

decir, las reivindicaciónes de grupos sociales y culturales, que en un momento

histórico estuvieron determinadas por necesidades económicas, ahora tienen un

impacto sobre la estabilidad nacional, junto con los efectos de factores exógenos

en el nuevo orden internacional. Por lo que estos Estados se encuentran en

constante reacción ante todo tipo de cambio en el contexto de la globalización,

haciendose necesaria una definición de su política estatal en términos de la

redefinición de su identidad cultural y nacional para no perderse en la vorágine

de la lucha entre los valores universales versus los valores locales.

Ante este entorno, el caso de Japón resulta de particular interés al ser uno

de los países más involucrados en la dinámica globalizadora, y por lo tanto de

los más afectados. Si bien, ha detentado un soft power por la influencia que

ejerce su economía, desde 1992 padece una crisis de la que no ha podido

recuperarse y que se intensifica con el agotamiento económico mundial.

Paradójicamente, es referente inmediato de desarrollo y éxito en el escenario

capitalista internacional, y tiene la primicia de haber sido el país “no occidental”

incluido en los 7 países más ricos del mundo, convirtiéndose en ejemplo a seguir

no sólo en el Este asiático, sino en el resto del mundo.

Japón se incorporó a la dinámica de la modernización, desde 1868,

motivado por su rivalidad con Occidente, en una constante lucha por mantener

su independencia, adoptó y adaptó algunos principios de éste, se desarrolló

tardíamente respecto de los parámetros del mundo europeo, y copió

innovaciones institucionales de las potencias de la época. Al tiempo que la

nación se insertó en un intercambio internacional que no sólo le permitió la

6

industrialización del Estado, sino que también involucró a la sociedad en un

proceso de construcción de identidades necesarias para la definición de una

nación fuerte, unida, y congruente con los principios del Estado.

Después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial ─hecho que marcó

su dependencia de Estados Unidos ─, Japón se convirtió en una potencia

económica y se involucró completamente en la dinámica internacional.

Actualmente, enfrenta una serie de retos, para mantener su estatus

internacional, este Estado solitario, por su peculiar y única cultura, como lo

califica Samuel P. Huntington, se encuentra ante un futuro incierto entre los

países desarrollados, principalmente por los fracasos de sus más recientes

gobiernos para reactivar su economía, prácticamente estancada desde el

estallido de la burbuja económica en 1992 y la crisis asiática de 1997. La

estabilización económica de este país se complica en un contexto en el que la

sociedad despierta, se desvincula de sus tradiciones y se abre a la influencia

internacional a una velocidad sin precedentes. Los valores culturales

tradicionales del Japón de antaño (si acaso estereotipados) pierden peso frente

a los ideales universalistas de la sociedad global.

Entonces, Japón, enfrenta retos no sólo en el contexto global, por la

amenaza China o la crisis económica mundial, también atraviesa por una serie

de problemas internos tanto de orden político, económico como social, la erosión

de los valores tradicionales; el surgimiento de organizaciones y cultos fanáticos

de vocación terrorista; los trastornos psicosociales de la juventud; la

desvalorización del trabajo por parte del sector más joven; la creciente migración

y convivencia multicultural; el debilitamiento de la ideología del Nihonjinron y la

idea de una nación culturalmente homogénea como constructo de la identidad

cultural; la multiplicación de los roles de la mujer en la sociedad y sus

implicaciones en la familia; así como el envejecimiento de la sociedad y la

reducción de la tasa de natalidad, son hoy en día preocupaciones centrales del

gobierno.

7

Como se ha dicho anteriormente, la realidad japonesa hace ineludible

abordar su problemática desde el análisis de la identidad cultural como parte de

los factores a comprender para evaluar su presente, prever su futuro y entender

así, su papel en el escenario internacional. Y es aquí donde se enlazan los

estudios sociológicos con los estudios internacionales.

En este sentido, el propósito de la presente investigación es reflexionar

cómo y en qué grado la globalización ha impactado a la cultura japonesa. Ya

que es importante comprender en qué medida se ha transformado su identidad

cultural, como realidad social y como discurso1, dado que, han sido las

herramientas ideológicas del Estado las que han mantenido la idea de Japón

como una sociedad monocultural, homogénea, y "singular". De la misma

manera, se pretenden resaltar algunas repercusiones de la transformación social

en el ejercicio del poder de los diversos gobiernos y la respuesta de éstos ante

los retos de una sociedad abierta.

El marco teórico bajo el cual se desarrolla el presente trabajo se conforma

a partir de los estudios de la globalización, que en su aspecto más acabado

incluyen estudios interdisciplinarios y revisionistas en teoría social, teoría política

y teoría económica, entre otros. Se consideran, particularmente, los estudios

sobre identidad de la teoría social y el Paradigma de la Sociedad Global (o de la

Interdependencia) de las Relaciones Internacionales.

Como se mencionó anteriormente, el paradigma de la Sociedad Global,

que se enmarca dentro de la disciplina de las Relaciones Internacionales rompe

con la tradición del Realismo Político o Estato-céntrico. Y a partir de sus

postulados fundamentales pueden analizarse algunos de los sucesos que

acontecen en la realidad internacional. Analiza el comportamiento del Estado

como un actor cambiante en la sociedad internacional.

1Stuart Hall comenta que la identidad se refiere al punto de encuentro, el punto de sutura entre, por un lado, los discursos y prácticas que intentan interpelarnos, hablarnos o ponernos en nuestro lugar como sujetos sociales de discursos particulares y por el otro, los procesos que producen subjetividades, que nos construyen como sujetos susceptibles de decirse. Hall, Stuart y Paul du Gay (comps.) Cuestiones de

identidad cultural, Argentina: Amorrortu, 2003 (Traducido por Horacio Pons) p. 20.

8

Este paradigma que parte de premisas como: que el mundo ha

consecuencia del desarrollo social, económico, científico-técnico y

comunicacional se ha transformado en una verdadera sociedad mundial, con

intereses y valores comunes, en la cual las relaciones internacionales no

corresponden únicamente al conflicto interestatal, sino a un modelo que abarca

además, factores culturales y tecnológicos; que se ha debilitado el papel y

significado del Estado frente la aparición de nuevos actores; y que ya no es

posible separar la política interna de la internacional, de manera que el

comportamiento de los Estados ya no puede explicarse sólo en términos

políticos y militares. Permite realizar estudios, dentro de la disciplina de las

Relaciones Internacionales, bajó una visión más completa. Como Celestino del

Arenal manifiesta, este paradigma induce a una visión e interpretación holística

de los fenómenos sociales, de ahí el hecho de que permita estudios

interdisciplinarios y acepte destacar el papel de otros actores, por encima o por

debajo del Estado.2

Para complementar el análisis internacional desde la perspectiva local, la

presente investigación se apoya en la sociología, particularmente, en los

estudios culturales. En este orden de ideas, Stuart Hall, teórico social, propone

el resurgimiento de la identidad cultural como motivo de estudio en una serie de

disciplinas dentro de las ciencias sociales, dada la presente complejidad de la

globalización, la afirmación y la reafirmación de identidades locales. Hall sugiere

que la globalización en el nivel cultural ha traído, también, la fragmentación y

multiplicación de identidades que paradójicamente requieren el regreso al

entorno familiar (local), es preciso entonces, señala, que los debates sobre

identidad se sitúen dentro de los desarrollos y prácticas históricamente

específicos que perturbaron el carácter relativamente estable de muchas

poblaciones y culturas, en relación con los proceso de globalización.

2 Del Arenal, Celestino. Introducción a las relaciones internacionales. España: Editorial Tecnos, 1994, pp. 30-33.

9

Además este especialista asegura que la identidad no puede ser

concebida con un carácter esencialista, como en los estudios de antaño, ya que

no sólo consiste en un yo colectivo de un pueblo con una historia y una

ascendencia compartidas, ni en una garantía de unicidad o pertenencia cultural

sin cambios. En realidad, las identidades tienen que ver con las cuestiones

referidas al uso de los recursos de la historia, la lengua y la cultura en el proceso

de devenir y no de ser, no quiénes somos o de dónde venimos sino en qué

podríamos convertirnos, cómo nos han representado y cómo atañe ello al modo

como podríamos representarnos.3

Entonces, las reflexiones de este teórico permiten enmarcar el presente

estudio como un intento por determinar el proceso de devenir de la sociedad

japonesa, a partir de la representación que ha hecho de ella el Estado y que ha

permeado en su conciencia misma. De igual manera, enfatizan el modo en que

ésta puede representarse en el entorno de la globalización, donde por un lado

existe una aculturación a partir de los modelos globales y por el otro, una

reafirmación identitaria en términos cada vez más locales.

A través de la aplicación de este marco teórico, la presente investigación

analiza la realidad del Japón, no sólo para conocer el estado de su cultura e

identidad en el entorno de la globalización, sino también para entender cómo

llegó a este estadio, y cuáles son las implicaciones en el presente y futuro de la

nación, parte de una sociedad mundial cada vez más fragmentada y en busca

de elementos que la identifiquen y la rescaten del vacío que implica la

globalización.

Por otra parte, el objetivo general de este trabajo es analizar el impacto

del proceso de globalización sobre los aspectos culturales de la identidad

japonesa, como resultado de una transformación social a lo largo de su devenir

histórico y por el entorno internacional. Transformación misma que se hace

evidente y se pone a prueba con el auge de la globalización de las

3 Hall, Stuart., Op. Cit. pp. 17-18.

10

comunicaciones y la crisis socioeconómica acaecida desde 1992 que ha puesto

en relieve la aparente debilidad del Estado, al igual que en otras partes del

mundo capitalista, en este fin de la historia de Francis Fukuyama. Este objetivo

se específica en cinco objetivos particulares que guían la investigación:

El primero comprende una revisión histórica de las características de la

sociedad japonesa conformada por los prototipos establecidos durante la

Restauración Meiji (1868-1912), como el inició del Estado-nación moderno. El

segundo objetivo gira en torno a la medida en que el desarrollo económico y la

globalización han conformado los cambios en los patrones de vida y los valores

de la nación japonesa, tan inmersa en el progreso tecnológico. El tercero busca

establecer las nuevas pautas de comportamiento de la sociedad japonesa actual

para determinar en qué medida éstas se encuentran globalizadas o localizadas.

El cuarto objetivo estudia la trascendencia de la transformación de la sociedad

japonesa y el posible cambio de su identidad cultural. El último objetivo intenta

exponer las dificultades del Estado para administrarse en esta nueva realidad

social del país.

Ante estos objetivos es importante mencionar que la hipótesis que se

definió como inició de la investigación fue: “el proceso de globalización propició

que la sociedad japonesa adoptara pautas exacerbadas de comportamiento

occidental, las cuales determinaron su transformación, trastocaron su propia

identidad y debilitaron el poder de su gobierno sobre la sociedad”.

Para satisfacer el objetivo académico, ha sido necesario dividir la

investigación en cuatro apartados que permiten dilucidar las contradicciones,

aciertos y descubrimientos personales que guiaron el interés vocacional de

haber elegido dicha temática, especialmente por abordarla como no nativa del

país a estudiar.

En el primer capítulo se realiza un análisis histórico-descriptivo de la

sociedad japonesa antes de 1945, con el fin de entender las características

11

culturales de la nación y sus procesos de cambio en los primeros años de vida

como Estado-nación, para después contrastar el pasado con la situación actual,

y determinar si efectivamente hubo un cambio en la identidad cultural y en qué

términos ocurrió, ya que la percepción inicial, desde el exterior, pareciera

presentar esa disyuntiva.

En la segunda parte se examinan las etapas de la transformación

económica, política y social del país a partir de su plena apertura a la influencia

occidental, particularmente a Estados Unidos, después de la Segunda Guerra

Mundial, partiendo de las premisas de la modernización a ultranza, de la

dominación hegemónica, de los conflictos ideológicos de la Guerra Fría, y de la

occidentalización de la cultura en Japón, todos eventos que coadyuvaron al

desarrollo que transformó a la sociedad nipona.

En el tercer capítulo se estudia cómo las transformaciones de la sociedad

japonesa, en los albores del siglo XXI, afectan la identidad cultural de la nación

japonesa. En esta parte abarca el cambio en las necesidades básicas del

japonés, las transformaciones en sus pautas de consumo, el individualismo en la

nueva sociedad global y el papel de la mujer en la sociedad a partir de la

globalización.

En el último capítulo se observa el peso actual del gobierno japonés en la

determinación de los parámetros de actuación de la sociedad y la manera en

que éste se enfrenta a las transformaciones sociales del país. Destaca, en éste

el papel cada vez más activo de la sociedad civil, la influencia de movimientos

sociales de grupos culturales “no japoneses” y la importancia de la regulación

gubernamental de las condiciones sociales en que viven los migrantes, como

efectos de políticas estatales contradictorias en diferentes momentos históricos.

Finalmente, es preciso decir que este trabajo tiene como finalidad aportar

elementos de análisis para el estudio de la realidad internacional, a partir del

estudio de caso de la sociedad japonesa, considerando el doble efecto de la

12

globalización en los Estados-nación. Concretamente, refiriendo, al impacto sobre

la sociedad, misma que al tiempo que se enlaza a procesos globales con

tendencias hacia la homogeneización, se vincula más a la búsqueda de su

propia tradición, rescatando vestigios de un pasado muchas veces construidos

por el Estado-nación, y que se formó, en la mayoría de los casos, bajo la idea

forzada de homogeneidad cultural como carácter nacional.

De modo que, parte de la ideología que mantenía la cohesión social

antaño, en muchos Estados ha sido debilitada por el propio despertar de las

sociedades quienes, ante la posibilidad de desarrollo social, conforman nuevos

entes que actúan como nuevos actores, algunas veces antagónicos al Estado, lo

cual conlleva a nuevas problemáticas y retos para los gobiernos que deben ser

capaces de hacer contrapeso a los embates de la globalización.

En este sentido, esta investigación pretende incentivar el interés hacia los

estudios culturales, que han sido por tanto tiempo ignorados por la disciplina de

Relaciones Internaciones y por los estudios internacionales en general.

13

CAPÍTULO 1

LA SOBERANÍA DEL ESTADO JAPONÉS Y SU IDENTIDAD CULTURAL Por mucho tiempo se tuvo la falsa idea de que Japón era un país completamente

homogéneo, la labor discursiva y las políticas de asimilación hacia la periferia,

incorporada a la soberanía del país, forjaron, en diversas épocas, un sentido de

identidad cultural único, tanto al exterior como al interior del propio Japón. Sin

embargo, la actual globalización ha puesto en entredicho esta noción, al incitar

movimientos de reafirmación identitaria por parte de minorías étnicas, no

asimiladas sino más bien, aculturizadas, que fueron minimizadas por parte del

Estado y la sociedad.

Pese a lo anterior, Japón es considerado una civilización única que por

mucho tiempo se desarrolló aislada del resto del mundo, y consolidó una fuerte

identidad, que en el discurso ha sido única. Pero, ¿Cómo logró esta nación

concebirse como un grupo culturalmente homogéneo?, ¿Hasta qué grado

realmente lo ha sido?, ¿Cómo el Estado consiguió tal cohesión social? y ¿A qué

hace referencia la “Identidad Cultural japonesa”?

Antes de responder estas preguntas es necesario aclarar la noción de

“Identidad Cultural”, dado que el término identidad, en los últimos años, ha sido

motivo de una gran controversia entre especialistas y entre distintas disciplinas

académicas, por los diversos puntos de vista o el particular interés del

investigador en turno. En un contexto en el que las identidades son cambiantes y

responden a distintas fuentes de identificación, una conceptualización de

identidad puede resultar satisfactoria para un caso de estudio, pero no para otro.

Por esta razón, es preciso hacer una diferenciación del concepto identidad,

distinguiendo los términos identidad colectiva, identidad cultural, e identidad

nacional.

14

La identidad colectiva, es aquella conciencia de un grupo de individuos

que se consideran a sí mismos como similares, los cuales se relacionan entre sí,

generando un sentido de pertenencia al grupo que se refuerza a través de

normas, ideas y símbolos que éstos comparten. Al tiempo que ocurre la

identificación dentro del grupo, se origina una diferenciación mediante la cual se

determina quiénes no son parte del grupo, de manera que la conciencia del

“nosotros” conlleva a la diferenciación de “los otros”. En este sentido, Gilberto

Giménez Montiel establece: “No existe identidad en sí ni para sí, sino sólo en

relación con “alter”…es el resultado de un proceso de identificación en el seno

de una situación relacional….la identidad es una construcción social que se

realiza en el interior de los marcos sociales que determinan la posición de los

actores y, por lo mismo, orientan sus representaciones y acciones”.4

Kart-Heinz Hilmann define a la identidad colectiva como: “La experiencia o

conciencia de los individuos de pertenecer a una determinada comunidad social

que se puede reconocer de forma inconfundible por determinadas características

(lengua, historia específica, religión y raza), esta identidad se basa en la

idiosincrasia de las normas sociales y las formas de conducta, en el sentido de

pertenencia, en la conciencia del “nosotros” y la autocomprensión común de los

individuos pertenecientes al mismo colectivo”.5

Aunado a lo anterior; la identidad colectiva se caracteriza por: el hecho de

ser construida a partir de intercambios sociales; por persistir en el tiempo y

espacio; y por el valor que representa para los individuos. Con relación a la

temporalidad, Giménez Montiel precisa que no se trata de una permanencia en

el tiempo y espacio sino de una continuidad en el cambio, ya que éstas se

mantienen a través de su adaptación al entorno, sin dejar de ser las mismas, de

4 Chihu, Amparan Aquiles (Coord), Sociología de la identidad, México: Universidad Autónoma Metropolitana, 2002, pp 38-39. 5 Hilman, Karl-Heinz, Diccionario enciclopédico de sociología, España: Herder, 2001, p. 449.

15

manera que los procesos de aculturación6 no implican necesariamente una

pérdida de identidad, sino sólo una recomposición adaptativa.7

Lo anterior no significa que las identidades no se pierdan o transformen

en otras, Donald L. Horowitz propone que las identidades se transforman como

parte de un cambio étnico que ocurre por procesos de asimilación8 o

diferenciación. Él dice que cuando hay una asimilación (la fusión de fronteras de

dos o más grupos) puede ocurrir un amalgamamiento (la unión de dos grupos

que dan origen a otro) o una incorporación (cuando uno de los grupos pierde su

identidad como tal y la sustituye por la del otro al que se unió). En el caso de una

diferenciación, puede darse una división (un grupo da origen a dos grupos

nuevos cada uno con identidades) o una proliferación (grupos originales, que no

desaparecen ni pierden su identidad, dan origen a grupos con identidades

diferenciadas).9

En otro sentido, el término “identidad colectiva” puede hacer referencia a

cualquier grupo social en el que sus miembros se identifiquen entre sí, por

cuestiones que van desde la cultura hasta la afiliación política, por ello es

necesario determinar el concepto de identidad a partir de las afinidades

culturales de sus miembros.

Al respecto, Kart-Heinz Hilmann, señala que: “en las sociedades

tradicionales la identidad cultural de los individuos está determinada por una

identificación con el propio colectivo que se supone natural. Esta identidad

constituye una dimensión dominante de la identidad personal de los individuos,

6 Recepción de elementos de una cultura ajena a través de individuos, grupos o clases de la cultura que se recibe: ideas, palabras, valores, normas, formas de conducta, relaciones de poder, técnicas, productos. Puede ser total o parcial y ocurre mediante el contacto con distintas culturas, a través de las relaciones comerciales, las conquistas o los movimientos migratorios. Mediante la aculturación se relativiza y cuestiona la propia cultura, antes vivida como natural y evidente. Ibídem, p.50. 7 Chihu, Amparan Aquiles (Coord) Op. Cit. pp. 42-44. 8 Adopción de valores socioculturales, de pautas de conducta, de intereses vitales básicos, y maneras de pensar de otro grupo étnico. Hilman, Karl-Heinz, Op. Cit. p.55. 9 Citado en: Giménez, Gilberto (Coord), Reseñas bibliográficas II: Teorías y análisis de la identidad

social, Vol. 2, México: Instituto Nacional Indigenista, Instituto de Investigaciones sociales de la UNAM, 1992, p. 31.

16

que viven más como parte de un colectivo que como individuos

singulares…Relaciona a los individuos contribuyendo al mantenimiento de la

pertenencia al grupo, a la comunidad, a la familia y el sentimiento de patria… Y

su supervivencia, como tal colectivo, depende de hasta que punto la herencia

cultural puede trasmitirse a las generaciones siguientes “

Para Gilberto Giménez la identidad cultural es: “el conjunto de repertorios

culturales interiorizados (representaciones, valores, símbolos), a través de los

cuales los actores sociales demarcan sus fronteras y se distinguen de los demás

actores en una situación determinada, todo ello dentro de un espacio

históricamente especifico y socialmente estructurado”.10

Stuart Hall, va más allá y afirma que las identidades “son producidas en

ámbitos históricos e institucionales específicos en el interior de formaciones y

prácticas discursivas específicas, mediante estrategias enunciativas específicas.

Por ello son más un producto de la marcación de la diferencia y la exclusión que

signo de una unidad única idéntica y naturalmente constituida: una identidad en

su significado tradicional; es decir una identidad omniabarcativa, inconsútil y sin

diferenciación interna”.11

En el mismo sentido, Gilberto Giménez, señala que la identidad cultural es

administrada en primera instancia por el Estado, mediante la expedición de

documentos que acreditan identidad. Generalmente el Estado tiende a

reconocer una única identidad cultural legítima para todos los ciudadanos dentro

de un territorio, aplicando categorías reductivas a las minorías y a los

extranjeros12, es en este contexto que se inserta el concepto de identidad

nacional.

De ésta, Aquiles Chihu Amparan subraya que es una identidad colectiva

específicamente moderna, y que los estudios sobre la misma giran en torno a las

10 Chihu, Amparan Aquiles (Coord) Op. Cit, p. 38. 11 Hall, Stuart, Op. Cit. p. 18. 12 Chihu, Amparan Aquiles (Coord) Op. Cit. p. 13.

17

maneras en que los actores sociales, particularmente las elites, crean o

manipulan dicha identidad. Este especialista define la identidad nacional como:

“el proceso histórico de construcción de las imágenes colectivas del yo nacional

en el cual una serie de factores políticos y culturales convergen en un momento

histórico particular”.13

Al respecto, Habermas considera que: “la nación es una forma moderna

de identidad que ha aliviado y hecho soportable la contradicción entre el

universalismo intraestatal de la legalidad y moralidad burguesas, por una parte, y

el particularismo de los diversos Estados por otra”.14

Benedict Anderson lo explica de ésta manera: “la identidad es una

construcción ensamblada mediante símbolos y rituales con relación a categorías

territoriales y administrativas”.15

Otro especialista, Anthony Smith, comenta que las naciones suelen tener

líneas de continuidad directa con comunidades étnicas anteriores, o con sus

étnias, que son grupos que comparten ciertas ideas relativas a antepasados

comunes, una misma identidad cultural y un vínculo con una determinada

patria.16

Así pues, la identidad nacional refiere más a la conciencia que posee un

grupo, nación17, a partir de parámetros determinados por el Estado, los cuales

no sólo giran en torno a la cultura, sino también a instituciones políticas y

normas jurídicas establecidas por el gobierno que administra el pueblo. Pero la

identidad nacional puede estar fundada en más de una identidad cultural, dado

13 Ibídem, p. 247. 14 Citado en: Giménez, Gilberto, Op. Cit. p. 22. 15 Citado en: Barker, Chris, Op. Cit. p. 116. 16 Citado en: Giddens, Anthony, Sociología, 4ed. España: Alianza editorial, 2004, p 565. 17 “El término nación hace referencia a un ente cultural o social, significando con ello a un grupo de personas que tienen y comparten una experiencia histórica (generalmente enraizada en una lengua común, en una raza común y en otras características culturales)… y un mismo destino. Una nación puede crear a un Estado o en su defecto puede ser creada por este último” Pearson, Frederic S. y J. Martin Rochester, Relaciones Internacionales, situación global en el siglo XXI, 4ed. Colombia: Mc Graw Hill, 2000, pp.40-41.

18

que la formación de los Estados no ocurrió, necesariamente, a partir de la

identificación dentro de una única cultura, sino a intereses políticos o por

expansión territorial. Sin embargo, en caso de haber ocurrido, en la formación

del Estado, un proceso de asimilación, o que éste se haya formado a partir de un

único grupo étnico, la identidad nacional refiere también a la identidad cultural.

Además, la identidad nacional motiva un sentimiento de nacionalismo que

exalta la nación propia, en detrimento de las demás, lo cual lleva a un intento de

liderazgo a nivel internacional. Éste fue un fenómeno característico en los siglos

XVIII y XIX, por la importancia que tuvo el Estado en la definición de las

relaciones tanto al interior de su nación como entre naciones. Según el

Diccionario de Ciencia Política, de Andrés Serra Rojas: “el nacionalismo es un

sentimiento individual o colectivo que tiende al planteamiento y resolución de

problemas políticos, sociales y económicos, tomando en cuenta exclusivamente

los intereses del país, con prescindencia de los intereses foráneos. Éste se

caracteriza por su xenofobia aunque con ello se perjudiquen los intereses del

propio país”.18

Después de definir identidad, es necesario precisar a qué se denomina,

en la presente investigación, “Estado japonés soberano” es decir el Japón

completamente independiente del exterior, relativamente aislado de las

influencias globales, y un gobierno con soberanía política. En este Estado

soberano se gobernaba el territorio y la población bajo un rejimen de gobierno,

que no necesariamente se adecuaba a los principios preconizados por

Occidente, aunque sí con algunos elementos de este último, y había ese margen

de discrecionalidad porque no se encontraba adscrito a fuertes regímenes

internacionales y no había sido colonizado.

De manera que el “Estado soberano” se encontraba ajeno a influencias

directas de algún país extranjero, haciendo, particularmente, referencia a la

18 Serra, Rojas Andrés, Diccionario de ciencia política, 2ed. México: UNAM, Facultad de Derecho : Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 768.

19

presencia de las naciones de Europa Occidental y Estados Unidos, en la vida

tanto política, económica como social de Japón, es decir, a la cultura occidental

que bajo la bandera de la modernización impuso su cultura a muchos países del

mundo.19

El periodo que abarca este Estado va de 1868, año en el que se

considera la conformación de Japón como un Estado-nación moderno20, ha

1945, cuando las fuerzas vencedoras de la Segunda Guerra Mundial penetraron

la soberanía del Estado japonés y lo moldearon según sus propias convicciones,

y si bien es cierto la ocupación sólo duro siete años, el legado que dejó

cambiaría el rumbo del país.

Entonces, “Identidad Cultural en el Estado japonés soberano” se refiere a

la identidad cultural creada en un entorno de “aislamiento” que permitió, junto

con otros factores, el surgimiento de una conciencia de grupo, que más tarde

facilitaría el ultranacionalismo, al considerarse los japoneses, a sí mismos, como

únicos. Este aislamiento, fue promovido por el gobierno Tokugawa (1603-1868)

desde el siglo XVI, en la etapa formativa del Estado moderno, para evadir la

amenaza de las potencias europeas que pretendían cristianizar el archipiélago e

incluso podían colonizarlo, al igual que hicieron en el Sudeste Asiático.

Por esta razón, si bien es cierto que desde el periodo de la Restauración

Meiji (1868-1912) el gobierno japonés rompió su hermetismo frente a Occidente,

al iniciar su proceso de modernización basado en las ideas de desarrollo

19 Mientras que Occidente ha significado modernidad, Oriente fue concebido como estático e inmóvil. Debido a esta imaginación el mundo fue según la geografía dividido en Occidente ilustrado y Oriente sumido en la oscuridad. En este contexto cultural Europa se cerró a la realidad Oriental, y obligó a ésta a abrirse a la realidad Europea, pues no era posible cerrarse al dinamismo cultural de Occidente. Hall Stuart, Op. Cit. p. 109. 20 La periodización de la historia japonesa señala que la época moderna Kinsei inicia en las eras Azuchi Momoyama (1568-1603) y Edo (1603-1868) por lo tanto la modernidad o Kindai abarca el periodo 1868-1945. Maeda considera al Kinsei como la etapa formativa del Estado-nacional y al Kindai como la etapa propia del Estado japonés. Maeda, Tsutomu, Historia del pensamiento Kinsei: Antecedentes históricos de

la formación del Estado japonés, Istor, revista de historia internacional, Año VI, Núm. 21“Japón según los japoneses”, verano del 2005: [citado en mayo 2008] Disponible en Internet: www.istor.cide.edu/archivos/num_21/dossier2.

20

adoptadas de la civilización occidental, fue hasta 1945 que Japón perdió plena

soberanía para definir la organización política, económica y social de su país,

momento a partir del cual la soberanía del Estado japonés se volvería relativa.

Porque, los siete años posteriores a la guerra, una potencia extranjera, Estados

Unidos, tuvo control pleno de la administración del territorio, y si bien es cierto

que los japoneses recuperarían su soberanía ésta se volvió relativa, al tener que

asumir compromisos con Estados Unidos y con el entorno internacional.

De modo que su margen de discrecionalidad para determinar la política,

economía y cultura del país se redujo en favor de factores exógenos, y más

adelante incluso en beneficio de grupos por debajo del Estado, como la sociedad

civil, ya que aunque los movimientos de exigencias sociales no fueron ajenos al

gobierno Meiji, el margen de acción de estos grupos fue limitado hasta esta

ruptura.

Así, con base en los parámetros proporcionados líneas arriba, se

presentan a continuación las particularidades que conformaron la identidad de la

sociedad japonesa, desde la consolidación de su Estado-nación moderno hasta

el fin la Segunda Guerra Mundial. Durante este periodo, pese a haber

comenzado el proceso modernización del país, la cultura japonesa, conformada

desde tiempos remotos, tuvo pocas alteraciones porque la modernización

sociocultural21, en términos de Tominaga, estuvo lejos de realizarse plenamente,

por la influencia que ejerció el tradicional sistema familiar y el sistema rural. Por

tanto la identidad cultural japonesa en este periodo histórico no fue alterada en

demasía por los parámetros occidentales y los elementos culturales extranjeros,

a través del sincretismo cultural, fueron adaptados a la cultura propia.

21 Tominaga Kenichi distingue tres dimensiones de la modernización: la económica (industrialización), la política (democratización) y la sociocultural (realización de los valores de la libertad, igualdad y racionalismo). Citado en: Sugimoto, Yoshio y Johann P. Arnason, Japanese encounters with

postmodernity, Londres: Kegan Paul International, 1996, p. 195.

21

1.1 LA CONSTRUCCIÓN DE LA UNIDAD NACIONAL La unidad nacional constituye un elemento básico que promueven los gobiernos

para que sus ciudadanos tengan conciencia de pertenecer a una nación

determinada, dentro de la cual existe un gobierno que administra las relaciones

sociales y delimita el territorio en que habita dicho grupo, generándose así, un

sentido de identidad nacional que puede o no partir de una identidad cultural

única. El propio proceso de unidad nacional puede reafirmar la identidad cultural

mediante la acción discursiva de la elite gobernante, mediante la creación de

mitos, el establecimiento de una base ideológica, y demás elementos de

cohesión social que se funden socialmente al grado que se convierten en un

crisol cultural que define también las actitudes y modos de ser de una

comunidad determinada, y como en el caso japonés reduce la importancia de las

minorías étnicas.

Como afirma Benedict Anderson “La nación es una comunidad política

imaginada; e imaginada como intrínsecamente limitada y soberana, imaginada

porque hasta los miembros de la nación más pequeña nunca conocerán a la

mayoría de los demás miembros y sin embargo en las mentes de cada cual

pervive la imagen de su comunión, limitada, porque aun la nación más

extensa… posee fronteras finitas, aunque elásticas.22 Así, a través de la acción

del Estado, y de la comunidad misma, se forma una identificación entre los

habitantes de determinado territorio que desarrollan una sociedad con

características originales que se distingue de otras.

En el caso de la construcción de la unidad nacional japonesa, es preciso

remontarse a los siglos III y IV, cuando inició la labor de los gobernantes por

conformar las bases de lo que sería la nación nipona. Conforme a la

investigación de John Whitney Hall, fue en esta época que un grupo de familias

en Yamato adquirió suficiente control político, militar y religioso como para forjar

22 Citado en: Giménez, Gilberto (Coord), Reseñas bibliográficas II: Teorías y análisis de la identidad

social, Vol. 1, México: Instituto Nacional Indigenista, Instituto de Investigaciones sociales de la UNAM, 1992, p. 20.

22

lo que serían los cimientos del Estado japonés. Según la mitología japonesa, el

líder de este “Estado Yamato”, Jimmu, era descendiente directo de la Diosa del

Sol, Amaterasu, por lo que se considera a éste como el primer emperador

japonés.23 Este mito, basado en las creencias religiosas del shintoismo24, se

convirtió en el factor principal de la unidad nacional en el proceso de

modernización, durante el periodo Meiji (1868-1912), se observa aquí la

importancia de los mitos y las creencias religiosas para forjar la nación, y un

sentido de identidad cultural.

Michiko Tanaka señala que: “fue a fines del siglo IV, a más tardar, cuando

surgió, en la región de Yamato, un gobierno central lo suficientemente poderoso

y próspero, capaz de movilizar a una gran población a su servicio. El nuevo

Estado unificado estaba encabezado por un gran rey que al extender su

influencia marcaba en cada región un territorio bajo su dominio directo y

obsequiaba objetos de bronce (símbolos de poder) a los jefes locales que

reconocieran su autoridad central”. 25 De modo que el gran rey del grupo Yamato

inició un proceso para que la población que habitaba en el archipiélago japonés

reconociera su autoridad, ello llevó a la formación de una conciencia colectiva de

pertenencia a ese territorio, de respeto a sus leyes, y de comunión social.

Sin embargo, el gobierno no fue el único responsable de la creación de la

conciencia de grupo, las propias prácticas sociales y las relaciones

interpersonales fueron determinantes para conformar una comunidad con una

propia cultura. Al respecto, el cultivo del arroz, que desde siempre ha sido el

alimento básico de la población de ese territorio, forjó en el pueblo japonés una

23 Whitney, Hall John, Historia universal siglo xxi, Vol. 20: El imperio japonés, 16ed. México: Siglo XXI editores, 2006, pp. 21-30. 24 El Shintoismo (El camino de los Dioses) Es la religión nativa de Japón. Con la introducción del sistema de cultivo de arrozales, durante el periodo Yayoi (300 a.C –300 d.C.), comenzaron a desarrollarse los rituales agrícolas y los festivales que luego se convirtieron en parte del shintoismo. En parte como respuesta a la llegada en el siglo VI de las doctrinas budistas altamente estructuradas, las creencias nativas, arraigadas aunque desorganizadas hasta entonces, empezaron a ser sistematizadas por el shintoismo. Web Japan, Religión: Raíces nativas e influencia extranjera “Ficha informativa sobre Japón”: [citado en abril 2008]. Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanish/S20_religi.pdf 25 Toledo, B. J. Daniel, Michiko Tanaka et. al. Japón: Su tierra y si historia, México: COLMEX, 1991, p. 72.

23

gran conciencia de grupo por su peculiar forma de cultivo. La producción de este

cereal requería de un trabajo en equipo, para mantener y distribuir el agua de

manera adecuada era necesaria la cooperación entre los individuos; ninguna

persona de manera individual podía cultivarlo, por ello, para sobrevivir las

familias debían integrarse al grupo. Este trabajo en conjunto concibió una unión

incomparable de esta sociedad, donde el bienestar del grupo es el bienestar

personal.

Otro componente determinante en la unidad nacional fue la situación

geográfica del país del sol naciente. En un territorio conformado por una serie de

islas alejadas del continente y con condiciones inhóspitas de navegación para la

época, la sociedad se desarrolló con muy poco contacto con el exterior, incluso

con sus vecinos (Corea, China o Rusia). Si bien, en un primer momento, los

japoneses adaptaron elementos culturales del imperio chino (la escritura, el

budismo, el confucianismo, entre otros) a su propia cultura, la posición

geográfica del archipielago permitió el florecimiento de una nación original con

rasgos particulares, en donde el aislamiento constituyó un elemento notable.

Así, una vez conformada la nación japonesa a través del poderío de un

reino, hubo una continuidad de gobiernos que consolidaron el carácter nacional,

la estabilidad y la evolución del pueblo japonés, hasta el siglo XII.26 Cuando

sobrevino un intenso periodo de guerras (1156-1603), que provocó una ruptura

en esta tendencia, al implantarse una nueva organización social, ciertamente

clasista, y una nueva forma de gobierno, el shogunato.27

26 A finales del periodo Heian (794-1185), Kioto (la capital) había empezado a deteriorarse, sacerdotes armados y mercenarios la atacaban y el gobierno en turno no hacia nada por evitarlo, pues sus miembros difícilmente podían montar a caballo o esgrimir una espada. El gobierno dirigido por la aristocracia (Tennoo), había concentrado su atención en la diversión y las artes, descuidando su administración, y las artes marciales habían quedado olvidadas para ellos. En 1156 un grupo de clanes militares rivales tomaron la capital y el poder, a lo que siguieron 400 años en los cuales los samurai vivieron intensas guerras civiles hasta que el país fue unido de nuevo con el triunfo de Ieyasu Tokugawa, quien en 1603 se proclamó shogun, en nombre del Emperador, iniciándose lo que se conoce como el periodo Edo (1603-1868). 27Shogunato: es el gobierno de un Shogun (generalísimo), un gobierno militar nominalmente subordinado a las órdenes del emperador pero en realidad todopoderoso. Downer, Lesley, Geisha. La historia secreta de

un mundo que desaparece, México: Diana, 2004, (Traducido por: Diana J. Méndez Defossé), p. 381.

24

Durante este periodo, conocido como Edo (1603-1868), la sociedad

japonesa fue dividida en rígidas clases y cada una era gobernada con un

conjunto de normas claramente diferenciado, por ejemplo se establecieron leyes

relativas al estilo de vida de las personas según su clase. El gobierno regulaba

incluso la vestimenta, la comida, la forma de arreglarse el cabello, dónde vivir,

con quién casarse o cómo decorar las casas. La individualidad y el libre albedrío

no existían, no había ningún tipo de libertad y los grupos sociales,

prácticamente, no convivían entre ellos.28

Este hecho provocó que algunos rasgos culturales entre clases fuera

diferenciado, incluso podría afirmarse que durante este periodo las personas

poseían identidades colectivas distintas no sólo por la clase social a la que

pertenecían, también porque se encontraban sometidas a la unidad

administrativa a que pertenecían más que a un Estado central. Ello no significa

que la identidad cultural que se había venido forjando desde tiempos remotos

desapareciera, si no que fue un periodo de cambio, ya que los elementos

culturales desarrollados, principalmente por la burguesía, serían adheridos al

balaje cultural que hoy pervive en el país.

Si bien es cierto, que la unidad nacional fue fracturada, también es verdad

que permitió el desarrollo de algunas características económicas y culturales

tales como: la economía monetaria y mercantil, las artes formales aristocráticas

que motivan al formalismo y refinamiento, la importancia de la educación, la

investigación, las prácticas cortesanas, el auge del budismo y el confucianismo.

Estas características apoyarían a la conformación del Estado moderno en el

periodo siguiente, la Restauración Meiji.

El especialista Renato Ortiz, califica al pueblo japonés de la era Edo,

gobernado por el Clan Tokugawa, como una sociedad “compartimentada”,

donde cada clase constituía una unidad de oficio, de status y de ocupación, por

28 Ortiz, Renato, Lo próximo y lo distante: La modernidad del mundo, Argentina: Inter Zona, 2003, pp. 71-73.

25

lo cual tenían estilos de vida y costumbres distintas. Y agrega que la estabilidad

de esta sociedad se sostuvo, en gran medida, por el fuerte aislamiento del país

durante este periodo. Prácticamente no había ningún tipo de intercambio con

otras naciones, además de que el gobierno tenía el monopolio en las relaciones

exteriores, mismas que se limitaban al comercio y únicamente a través del

puerto de Nagasaki.29

Mapa 1. Comercio durante el periodo Edo

Fuente: Université Lumière-Lyon, Map of trade routes in Tokugawa Japan, “Histoire de l'asie orientale et méridionale”. (Traducción libre de la autora). versión original, disponible en Internet: http://iao.ish-lyon.cnrs.fr/francais/Henriot/AKQ Web/Mapjpeg/MpJTradR.jpeg

Como se observa en el Mapa 1, en dicho puerto sólo algunos

comerciantes chinos y holandeses, (los portugueses e ingleses, en el periodo

Edo, ya no tenían permiso de comerciar con Japón) poseían licencia para

comerciar dado que el gobierno temía que el territorio fuese colonizado, como

29 Ibídem, p. 70.

26

estaba ocurriendo en el resto del mundo. Si bien no había existido ningún intento

directo de conquista al territorio japonés, el hecho de que misioneros

extranjeros, como los portugueses, hubieran intentado en algún tiempo,

evangelizar a la nación alertó al gobierno de tomar sus precauciones para evitar

una invasión. Este aislamiento no sólo garantizó la independencia del

archipiélago sino también el desarrollo de una sociedad sui generis que se

mantuvo por más de 200 años, autosuficiente, estable y sin influencia extranjera.

Sin embargo, la propia evolución de las características económicas, (el

surgimiento de la economía monetaria y mercantil) y la presencia de una

poderosa potencia extranjera, Estados Unidos, quebrantarían el orden

establecido, dando paso un verdadero Estado japonés en el que tuvo gran peso

la identidad nacional.

Pero, ¿Cómo ocurrió la ruptura en el gobierno Tokugawa?, en un primer

momento el Estado se financió a través de la agricultura, el trueque y el cobro de

impuestos a los campesinos, que no se involucraban en un sistema monetario

porque los impuestos se pagaban con arroz. Esta medida mantenía la

separación de clases, sin embargo no fue la clase campesina la que debilitó el

sistema clasista, serían los comerciantes, ubicados en la escala social incluso

por debajo de los campesinos, quienes al adquirir el control del dinero obtuvieron

el poder para debilitar la estructura política y social del país.

Los comerciantes de la ciudad de Osaka adquirieron fuerza económica,

ya que acumulaban grandes cantidades de dinero y productos; en tanto que los

daimios30 llevaban diversos productos regionales y el arroz de los impuestos y

los cambiaban por dinero que necesitaban para adquirir otro tipo de bienes.

Además, cuando se empezaron a cultivar productos comerciales como el tabaco

o a elaborar seda, se incentivó la economía monetaria y mercantil, y dinero

influyó en la vida de los campesinos y los samurai, naciendo pese a la

30 Daimio: era el jefe militar o príncipe provinciano que gobernaba sus propios dominios, pero tenía que ser leal al Shogun. Downer, Lesley Op. Cit, p. 377.

27

inconformidad del gobierno, relaciones interpersonales entre individuos ajenos al

propio grupo social.

Lo anterior provocó que las clases samurai y campesina perdiera poder

frente a los comerciantes, que poseían el poder económico. Ante la

desestimación del estatus social, que trajo consigo el poder que proporciona el

dinero, surgieron a mediados del siglo XVIII, movimientos de pensamiento como

el kokugaku31 (Aprendizaje nacional) cuya finalidad era definir la identidad de la

nación, no contraponiéndose al sistema clasista, al contrario, delimitando la

importancia del dinero en la vida del país, puesto que rompía con el tradicional

respeto por el linaje y la posición social. Sea cual fuere la motivación del

movimiento lo cierto es que fue el primer intento por hacer conciencia de la

identidad nacional elogiando la cultura del país y la moralidad del tennoo.

La inestabilidad generada por el empoderamiento de los comerciantes

causó, para mediados del siglo XIX, una crisis política. Coincidentemente con la

inestabilidad interna, en 1853 desembarcaron “barcos negros” estadounidenses

del Comodoro Matthew C. Perry y con ello ocurrió la primera amenaza real para

la autonomía del archipiélago. Con el fin de asegurar su soberanía e

independencia, el shogunato cedió a la presión externa, firmando una serie de

tratados desiguales con potencias occidentales32, mismos que fueron el

31“Sus principales representantes, Mabuchi Kamono, Norinaga Motoori y Atsutane Hirata, decidieron justificar la superioridad de Japón retomando la mitología. Así, basándose en una minuciosa investigación de los principales textos antiguos, buscaron establecer la “verdadera” imagen de su país. Los textos antiguos los llenaban de un gran orgullo. En contraposición a los confucionistas, quienes veneraban los textos chinos, ellos buscaron resaltar la belleza, el contenido y la pureza de los textos tradicionales japoneses, con la firme convicción de que esto les permitiría recuperar su Japón”. Maeda, Tsutomu, Op.

Cit. p. 26.| 32 “El Comodoro Matthew C. Perry, al mando del escuadrón de “Barcos Negros”, entró en la Bahía de Edo. Entregó al Shogun una carta del Presidente estadounidense Fillmore, donde explicaba la intención de firmar un tratado de amistad, comercio, aprovisionamiento de carbón y ayuda para sus náufragos”. En 1854 a seis meses de su primera visita, llegó a Japón acompañado por un escuadrón de 8 buques bien armados. Ajeno a la tecnología occidental y el armamento moderno, el gobierno japonés no tuvo otra opción que firmar un tratado para abrir sus puertos a barcos estadounidenses. Mediante éste se establecía la apertura a Estados Unidos del puerto de Nagasaki y dos más; el suministro de combustible para sus barcos, el permiso para el establecimiento de un consulado y la cláusula de la nación mas favorecida. En 1858 se firmó otro tratado, éste relacionado con el principio de exterritorialidad. Además, entre los años 1854 y 1857, Inglaterra, Rusia y Holanda negociaron tratados muy similares a los de Estados Unidos, poniendo en una gran desventaja a Japón en el comercio internacional. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. pp. 175-176.

28

parteaguas para la paulatina apertura del Estado a la influencia extranjera y la

eventual caída del régimen instaurado 200 años atrás.

Precisamente, la incertidumbre generada a partir de la presión

estadounidense y europea para que Japón abriera sus fronteras, fue el elemento

que puso en evidencia la fragilidad del sistema. Para este tiempo, la clase

comerciante tenía mayor peso y los samurai poco a poco perdían el control

administrativo del país, lo cual los orilló a revelarse contra el orden establecido.

Cuando el regente del shogun firmó el primer tratado con Estados Unidos

y otras potencias occidentales sin el consentimiento del emperador33, algunos

samurai indignados comenzaron a reunirse en Kioto (donde se encontraba el

palacio imperial) bajo la premisa de restituir al emperador y expulsar a los

extranjeros. La lucha armada estalló en 1864 en las calles de Kioto y para 1868

el shogun había huido y el emperador Mitsuhito (conocido como el emperador

Meiji) fue instalado en el palacio del shogun en Edo, rebautizándolo con el

nombre de Tokio, “La Capital del Este”. Los samurai que encabezaron la

rebelión se convirtieron en líderes del nuevo gobierno, precedido por el

emperador Meiji.34

De este modo, el país del sol naciente entró en la era Meiji, que se

inauguró con la llamada “restauración”, que no sólo significó el restablecimiento

del poder del tennoo, sino la restauración de la nación misma. El nuevo gobierno

imperial, relativamente abierto al extranjero, emprendió un proyecto de

modernización a partir de ideas Occidentales, bajo el espíritu de “civilización e

Iluminación”, pero con una base ideológica conservadora. En este sentido, inició

un proceso hacia la unidad nacional, a partir de las ideas de civilización de

Occidente, como: la nacionalidad, la ciudadanía (que no necesariamente

33 Aunque el emperador no dirigía el gobierno, era una especie de Jefe de Estado y el shogun requería su consentimiento para actos como ese, recordemos que cuando se estableció el primer shogunato se hizo en nombre del emperador. 34 Downer, Lesley, Op. Cit. pp. 105-110.

29

significó igualdad de derechos y libertades), el concepto de raza (jinshu), grupo

ético (minzoku) y civilización (bunmei).

El nuevo gobierno forjó un sentido de identidad nacional a través de un

conjunto de proyectos que reforzaron, también, la idea de una única identidad

cultural en todo el archipiélago. Destruyó el orden impuesto por el clan

Tokugawa y en su lugar estableció una organización política y social de corte

occidental. Como comenta Tessa Morris Suzuki, se abolió el sistema de clases

sociales junto con las restricciones al código de vestimenta, el estilo de vida, y a

la migración interna, incluso a la práctica del cristianismo, lo cual alentó a los

habitantes a que todos eran miembros de un Estado claramente demarcado y al

que todos debían rendir lealtad por igual.35

Las ideas de Occidente reforzaron la identidad cultural del país, ya que

proporcionaron el elemento comparativo que permitió un mayor grado de

conciencia del “nosotros”, a partir de la diferenciación del “otro”. Esta

diferenciación ocurrió a partir de dos distintos ejes; por un lado, el geográfico, en

el que las ideas de raza y grupo étnico tuvieron gran peso; y por el otro, el de

tiempo, en el que la noción de civilización fue importante.36 Para el ámbito

geográfico, el proyecto de integración territorial y homogeneidad lingüística

fueron esenciales para promover el sentido de una única identidad cultural en la

nación.

1.1.1 LA INTEGRACIÓN TERRITORIAL: DEMARCANDO LA IDENTIDAD La delimitación geográfica constituye la base esencial para la conformación de

un Estado, ya que como proponen Frederic S. Pearson y J. Martin Rochester el

Estado es: “Una entidad con un gobierno soberano que ejerce autoridad

suprema sobre una población relativamente fija que reside dentro de unas

35 Morris, Suzuki Tessa, Cultura, Etnicidad y globalización, la experiencia japonesa, México: Siglo XXI Editores, p. 95. 36 Ibídem, p. 96.

30

fronteras territoriales y no reconoce una autoridad superior fuera de ellas…Esta

entidad puede conformar una nación o ser constituido por ésta última”.37 Así

pues, el elemento espacial, permite al régimen observar las características de la

población que gobierna, para determinar la amplitud de su nación y concientizar

a la población del límite del “nosotros”.

El territorio, desde el punto de vista geopolítico y según explican Joan

Nogué Font y Joan V. Rufí: “es entendido como el principio básico de la

identificación social para la gran mayoría de sociedades modernas y

tradicionales”. Los mismos autores señalan que: “la frontera es la delimitación

física y simbólica más palpable de lo que podría denominarse espacio de

producción y reproducción de la identidad nacional”.38

De manera que, durante la era Meiji, la integración territorial formó parte

de la estrategia estatal hacia la unidad nacional, pues el recién restaurado

gobierno se encontró con una población claramente separada por la

circunscripción territorial y no existía una nación, en sentido estricto, que se

identificara con su gobierno. Entonces, el gobierno desmanteló los dominios de

los han y redistribuyó la tierra con la convicción de que cada pedazo de suelo

era parte de una misma entidad nacional y las personas que ahí habitaban

formaban parte de una única nación.

Por otra parte, fue una constante del gobierno de la Restauración Meiji la

delimitación de fronteras, pues en un afán expansionista incorporó los pueblos

de su periferia, colonizó algunos territorios y redefinió sus límites con Rusia.

Como ilustra el Mapa 2, fue en 1855 cuando Japón y Rusia completaron la

definición de su frontera común, sin embargo, para 1875 ésta se modificó, en

benefició de Japón, lo cual pasaría nuevamente en 1905.

37 Pearson, Frederic S. Op. Cit. p. 40. 38 Nogué, Font Joan y Joan Vicente Rufí, Geopolítica, identidad y globalización, España: Ariel Geografía, 2001, p. 162.

31

Mapa 2. Definición de fronteras Japón-Rusia (Tratado de Shimoda 1855, Tratado de San Petersburgo 1875 y 1905)

Fuente: Rekacewicz, Philippe, Discorde russo-japonaise autour des îles Kouriles, “Le Monde diplomatique”, Septembre 2001: (Edición libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://www.monde-diplomatique.fr/cartes/kouriles

Con relación a la incorporación de los territorios de su periferia, Japón

anexó a su soberanía las Islas Ryukyu, el país de los Ainu39, y las Islas

Ogasawara, que si bien es cierto forman parte del archipiélago, hasta ese

momento no se encontraban dentro del dominio de Japón. A pesar de haberlos

considerado países, a los pueblos que ahí habitaban, el Estado japonés no les

brindaba el mismo estatus que poseían otros países vecinos como China o

Corea. Para éste, eran pueblos bárbaros que no tenían organización social

(hecho que fue utilizado para justificar la expansión japonesa). De manera que la

anexión ocurrió bajo el principio de civilizar estos “países“, “poblados por

personas peligrosas y salvajes”, que aparentemente constituían una amenaza

para la renovada nación nipona.

Así pues, la incorporación territorial inició en 1869, cuando el país de los

Ainu fue anexado a la soberanía japonesa con el nombre de Hokkaido (Distrito

39 Los ainu son un grupo étnico distinto a los japoneses, han vivido en el Japón desde el comienzo de la historia de este país, pero en la actualidad viven sólo en la isla septentrional de Hokkaido. Originalmente habitaban otras islas del Japón, pero comenzaron su traslado involuntario a Hokkaido hace casi 3.000 años, después de un largo período de guerra con el pueblo Yamato. A mil años de batallas siguieron muchos años de lucha cultural. Se alentó a los hombres ainu a que se afeitaran la barba y se recogieran el pelo, y se prohibió la práctica tradicional de las mujeres de hacerse tatuajes azules en la cara. Se promulgaron leyes que limitaban el derecho de los ainu a los recursos naturales, e incluso su captura anual de salmón ceremonial. Organización de Naciones Unidas, La ONU trabaja por la diversidad cultural: [citado en abril 2008]. Disponible en Internet: http://www.un.org/spanish/works/culture/japan_story.html

32

del Mar del Norte), iniciándose a partir de ese momento, la colonización del

grupo étnico ainu. Este país, tradicionalmente dedicado a la caza y pesca, al

formar parte del Estado japonés o propiedad privada de colonizadores

japoneses, fue convertido a la agricultura. Además, el gobierno minimizó su

cultura e incentivó un proceso de asimilación de la cultura japonesa, promovido

por la Ley de Protección de Antiguos Nativos, de 1899, sin embargo, ésta lejos

de incorporar a este grupo a la cultura japonesa, lo excluyó, pues se les trató

como personas diferentes y poco confiables.40

Otro territorio adherido a la circunscripción japonesa fue el de las

llamadas Islas Ogasawara, que después de largo tiempo de estar inhabitadas,

fueron reclamadas por Inglaterra y Estados Unidos al gobierno japonés, que no

las controlaba en realidad (incluso habían sido habitadas por aventureros de

diversas partes del mundo). La anexión fue posible gracias a que, en la década

de 1870, tanto Inglaterra como Estados Unidos renunciaron a reclamar las islas

a Japón. La política de asimilación de los habitantes de estas islas llegó al grado

de enviar a los lugareños al centro para “elevar su estilo de vida y mejorar sus

costumbres”. Aunque en un primer momento, se les permitió recibir una

educación bilingüe inglés-japonés.41

Por su parte, las Islas Ryukyu fueron incorporadas, con el nombre de

Prefectura de Okinawa en 1879, su proceso de anexión al Estado japonés

ocurrió de manera paulatina. Históricamente este territorio había sido zona de

influencia china, por lo que una integración rápida a la soberanía del gobierno

japonés habría provocado tensiones con China, lo cual era indeseable para

Japón, debido a la fuerza bélica del vecino país. Por lo tanto, el proceso de

adhesión fue distinto al del país de los ainu. El imperio japonés, conciente de

que había ofendido el poderío chino al incluirse estas islas, decidió que lo menos

que podía hacer era respetar su organización social y no someterlo

radicalmente.

40 Morris, Suzuki Tessa, Op. Cit. p.27. 41 Ibídem, pp. 25-31.

33

Según comenta Tessa Morris Suzuki, el gobierno Meiji estableció una

administración japonesa, pero conservando el esquema de propiedad comunal

de la tierra que había tenido la sociedad Ryukyu, sin embargo, la condición de

reservas, respecto al trato que se le daba a las islas, cambió desde la década de

1890 cuando Japón ganó una guerra a China en 1895, el gobierno obtuvo la

libertad y seguridad para colonizar abiertamente la ahora llamada Prefectura de

Okinawa .42

Respecto a los territorios colonizados, Japón sometió a Taiwan en 1895, a

Sakhalin del Sur y Kuantung en 1905, a Corea en 1910, a Machuria en 1931 y a

China del Norte en 1937, además de que poseía la administración de Territorios

en mandato, bajo el esquema de la Sociedad de Naciones, en el Pacífico. 43

Mapa 3. Expansión territorial del gobierno de la Restauración Meiji

Fuente: Université Lumière-Lyon, Map of the territorial expansion of Meiji, 1868-1912, “Histoire de l'asie orientale et méridionale”. (Edición libre de la autora). versión original, disponible en Internet : http://iao.ish-lyon.cnrs.fr/francais/Henriot/AKQWeb/Mapjpeg/MpJaExp1.jpeg

42Ibídem, pp. 25-32.

43Ibídem. p. 97.

34

Como muestra el Mapa 3, la expansión fronteriza y la integración del

territorio, perduró durante todo el gobierno Meiji, de manera que fue necesario,

para el gobierno, replantear las dimensiones del Estado-nación, no sólo en

términos geográficos sino también, socioculturales, dado que las poblaciones

incorporadas no eran culturalmente japonesas.

Aunado a las diferencias étnicas de los nuevos ciudadanos japoneses, el

régimen anterior le había heredado una población sin uniformidad lingüística,

producto de la separación de clases, lo cual dificultaba la integración e

identificación de la población, también porque los habitantes de los territorios

anexados no hablaban japonés, ni tenían tradiciones iguales a las del resto de

los japoneses, es decir, no había una sola identidad cultural para todo el Estado-

nación, y ello dificultaba el control del régimen. Ante esta situación, el gobierno

incentivó la homogeneidad lingüística, como parte de un proceso de asimilación

para los pobladores de los recién integrados territorios con el fin de forjar una

imagen de nación unida y centralizada.

1.1.2 LA HOMOGENIZACIÓN LINGÜÍSTICA El lenguaje es, indiscutiblemente, una herramienta fundamental para la

construcción de la identidad. Con base en las afirmaciones de Chris Barker, se

considera que éste facilita la interacción social que genera la conciencia social

que conlleva a la identificación de una comunidad, porque las identidades se

construyen en el discurso y en maneras compartidas y reguladas de hablar

socialmente. Evidentemente, no puede existir identidad o experiencia social que

no se construya a través del lenguaje, en el sentido de que los objetos

materiales y las prácticas sociales reciben significado y son representados ante

nuestra vista por el lenguaje, lo que hace que se configuren de manera

discursiva, en palabras de este especialista: “el lenguaje es la herramienta con la

35

que estamos hechos y con la que nos hacemos creativamente a nosotros

mismos, es el camino que conduce directamente a la identidad”.44

Bajo esta premisa, el gobierno Meiji implementó un programa de

homogeneización de la lengua japonesa en todo el país, puesto que para esa

época convivían aún amplias diferencias dialectales al interior del territorio

japonés tradicional. Y en los pueblos anexados, Hokkaido, Okinawa y

Ogasawara, las poblaciones nativas hablaban lenguas diferentes al japonés.

Además de las diferencias dialectales había notables discrepancias entre

la lengua hablada y la escrita, dado que en el periodo Edo los samurai habían

adoptado un lenguaje estándar para los documentos oficiales que no compartían

con el resto de la población. Estos documentos gubernamentales eran escritos

con ideogramas chinos que el pueblo en general no conocía, por lo que cuando

necesitaban presentar algún manuscrito al gobierno tenían que acudir a los

escribanos.45 Adicionalmente, el japonés hablado era principalmente de dos

tipos, el Edogodo –hablado en el actual Tokio- y el Kyotogodo – utilizado en

Kyoto, y las diferencias lingüísticas entre las distintas clases sociales eran muy

notorias.46

Desde principios del periodo Meiji el lenguaje en los escritos oficiales,

utilizados por funcionarios del gobierno cambió notablemente, además, el

régimen impuso la “lengua normal” en Okinawa y Hokkaido. En un primer

momento, esto trajo conflictos al interior de la elite gobernante, pues no se ponía

de acuerdo respecto a cuál sería el lenguaje considerado como “normal”. Hubo

una confrontación entre los que sugerían que fuera el Edogodo y los que

pugnaban por el Kyotogodo, incluso existieron propuestas para la creación de

una lengua franca artificial como una forma oficial del japonés común.

44 Barrer, Chris, Televisión, globalización e identidades culturales, España: Paidós Comunicación, 2003, pp. 58-65. 45 Shunsuke, Tsurumi, Ideología y literatura en el Japón moderno, México: COLMEX, 1980, p. 83. 46 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 75.

36

Finalmente, el dialecto hablado en Tokio, el Edogodo, se convirtió en la lengua

oficial japonesa.

Una vez conseguido el consenso respecto a la lengua que se utilizaría era

necesario difundirla no sólo en los nuevos territorios integrados al Estado-nación

japonés sino a la nación en general, y la mejor manera de conseguirlo fue a

través del sistema educativo y el entrenamiento militar. Estas transformaciones

del lenguaje japonés ayudaron a un mejor entendimiento entre la comunidad y a

forjar un mayor sentido de integración entre la misma, rompiendo así, con la

compartimentada sociedad heredada de la era Edo. Entonces, en general, la

unidad nacional en el Japón moderno inició en el periodo Meiji y fue el resultado

de los esfuerzos del tennoo por recuperar la organización social, la identidad

nacional y el poder político perdido desde el siglo XII.

Por otra parte, la política de modernización, emprendida para consolidar

un Estado-nación moderno que hiciera frente a la amenaza de dominación

extranjera, que rompiera con la desigualdad aceptada con los tratados firmados

en la etapa previa, provocó reacciónes sociales que giraron, principalmente, en

dos sentidos, por un lado hubo quienes exaltaban la completa occidentalización

del país y por el otro quienes abogaban por la reafirmación de la identidad

nacional frente a los cambios introducidos de Occidente. Ante este hecho, el

gobierno, conservador, promovió una base ideológica que permitió la unidad

nacional y en cierto punto relativizó la modernización, consolidándola sólo en

términos económicos.

1.2 UNA IDEOLOGÍA PARA LA IDENTIFICACIÓN SOCIAL Para que exista una verdadera identificación entre los miembros de una

sociedad es necesario un elemento que relacione a las personas entre sí,

creencias o ideas comunes incuestionables que constituyan cohesión no sólo

entre los ciudadanos, sino entre éstos y su gobierno. Ésta es la función de la

37

ideología nacional, la creación de mitos, ideas o dogmas, aceptados y

recordados indiscutiblemente por la población, que permiten un sentido de

pertenencia a una sociedad y a un pasado común.

Si bien es cierto que la ideología no surge en el imaginario colectivo sino

que es inculcada por los gobiernos, con el fin de legitimarse, justificar sus

acciones y garantizar la lealtad de sus gobernados, ésta trasciende la

institucionalización de las elites gobernantes y con el tiempo se vuelve propia del

imaginario colectivo y parte esencial de la identidad del pueblo. Como manifiesta

Benedit Anderson, las naciones son comunidades imaginadas, la pertenencia a

una nación no sólo habrá de ser imaginada, sino también comunicada, creída y

recordada. Esto es un trabajo, que en un primer momento realizan las elites,

colocadas en la posición de crear mitos, construir de manera sistemática los

vínculos entre una sociedad y un imaginario, donde el sentimiento de

pertenencia a un pasado mítico y un espacio físico, es capaz de movilizar

multitudes y promover sentimientos comunes hacia el objeto abstracto que es la

nación.47

Al parecer, la función de la ideología fue muy clara para el gobierno Meiji,

ya que desde el inicio de su administración rescató los mitos del imperio para

legitimar el restaurado poder de la nobleza, pues durante el periodo Kamakura

(1185-1333), el tennoo había perdido su capacidad para gobernar, así como el

reconocimiento de la sociedad de que era una verdadera realeza. Entonces, la

estrategia gubernamental para conseguir de nuevo la lealtad del pueblo japonés

se conjugó en la ideología kokutai (Esencia nacional) que se basa,

principalmente, en el mito de la relación entre el emperador y la Diosa del

shintoismo Amaterasu. Según este mito el emperador Meiji era descendiente

directo de dicha divinidad y por lo tanto tenía el don para gobernar ese

territorio.48 Convenientemente ésta se convirtió en un elemento ideológico que

47 Citado en: Yáñez, Rosado Juan Antonio, Japón identidad nacional e ideología: La construcción del otro

interno, México: Centro de Estudios de Asia y África, COLMEX, 2007, p. 34. 48 Según el Kokijki, libro que relata la historia antigua de Japón. Rubio, Martín Raquel, Análisis del

discurso: discurso del emperador Hirohito con motivo de la rendición de Japón de la guerra del Pacífico

38

legitimó el poder del emperador y lo transformó en el elemento unificador de la

nación, después de dos siglos de una marcada separación.

Pero, hay que recordar que para esta época Japón había iniciado su

apertura al exterior, y con ello a importar, no sólo tecnologías sino también

conceptos occidentales, como la idea de civilización, basada no solamente en la

armonía y la jerarquía, como históricamente Japón lo había hecho, sino en las

relaciones de producción, como en Occidente. En este tenor, la ideología

kokutai, fue esencial para la construcción de la identidad nacional del país.

Al respecto, Tessa Morris Suzuki proporciona la explicación siguiente: “La

idea del kokutai combinaba imágenes tomadas del nacionalismo shintoísta, de

fines del siglo XVIII, con ideas importadas posteriormente sobre pureza racial.

Se esgrimía que los japoneses estaban vinculados por sangre con una sola

familia imperial, cuyos orígenes se remontaban a la era de los Dioses.49 Lo

anterior, aunado a la promoción del shintoismo, la restauración de la institución

imperial, y el proyecto de unidad nacional creó en el imaginario colectivo una

idea de nación como una “gran familia” cuyo padre era el emperador.

De la misma manera, a los habitantes de los territorios adheridos a la

circunscripción japonesa se les consideró como “hijos adoptivos” de esa gran

familia. De esta manera fue la ideología del kokutai la que vinculó al pueblo

japonés con su gobierno, incluso después de 1945, y forjó un sentido de

identidad cultural único, principalmente por las ideas pregonadas sobre pureza

racial que minimizaban la cultura de las minorías.

Al ser el proceso de modernización una de las estrategias centrales del

gobierno Meiji, el Estado importó sistemas, tecnologías y técnicas occidentales,

seleccionando de los diferentes países lo que consideraba más adecuado a sus

“Colección española sobre investigación de Asia Pacífico” Num. 1, Universidad de Granada, [citado en abril 2008] Disponible en Internet: http://www.ugr.es/~feiap/granada/ceiap1/ceiap/capitulos/capitulo04pd.

pdf 49 Morris, Suzuki Tessa, Op. Cit, pp.101-102.

39

intereses.50 Los elementos adquiridos de Occidente fueron imitados o innovados

según fuera el caso. Factor que quizá fue determinante para el éxito del

desarrollo del país, ya que es indiscutible que el principal problema de los países

aun en desarrollo ha sido el hecho de que reproducen modelos, sin que estos

sean necesariamente adecuados a su realidad.

Pero el gobierno no fue el único que reaccionó ante la presencia

extranjera, entre la población surgieron movimientos, tanto de intelectuales como

de organización cívica, que propugnaban por una mayor adaptación al

pensamiento occidental, principalmente, para garantizar un gobierno más

representativo. Si bien estos no tuvieron gran éxito en la definición de los

parámetros de modernización del Estado, sí incentivaron a la creación de un

Estado menos centralizado, por lo menos de jure.51

De la misma manera, ante el temor de que la modernización tuviera un

impacto negativo sobre la identidad de la nación, resurgió el movimiento

kokugaku, cuya nueva preocupación no era la moral confuciana sino la influencia

extranjera. Éste fue esencial para recuperar los vestigios del pasado y no

permitir la total influencia de Occidente en la cultura japonesa.52 Contrario a lo

ocurrido en el periodo anterior, el gobierno actuó en favor de esta corriente de

pensamiento, estableciendo por ejemplo, al shintoísmo como la religión del

Estado.

Por otra parte, dentro de la base ideológica impulsada por el gobierno se

encuentra también la promoción de un sistema clasista adecuado al Estado

moderno y garante del fomento de la inteligencia y sabiduría japonesa. Dado

50 Estableció: la marina según el modelo británico, el ejercito inspiración francesa y después alemana, el Sistema educativo con base en los modelos, francés, americano y alemán, el sistema de comunicación fue británico, la policía basada en el modelo francés, y el sistema legal francés y alemán. Arnason Johann P. Social theory and japanese experience: the dual civilization: Londres, Kegan Paul International, 1997, p. 437. 51 Desde 1885 se estableció la figura de Primer Ministro. En 1889 se promulgó la llamada Constitución Meiji, que estuvo vigente hasta 1945. Para 1890 se conformó el Parlamento Imperial (la Dieta), el cual estaría compuesto por dos cámaras, como en Occidente. Los Partidos Políticos empezaron a constituirse desde 1880 cuando se convocó a Asambleas Municipales. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 192. 52 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 77.

40

que, el ideal revolucionario, que había restaurado el imperio, era que “Todas las

personas deberían alcanzar una altura acorde con su talento natural y

esfuerzo”53, surgió una especie de “amor a la educación” pues, entre mejor

estudiante se fuera mayores oportunidades habría para tener un mejor futuro.

Sin embargo, este ideal, llamado “ideología del éxito” fue replanteado y

las oportunidades de ascenso para la población más pobre fueron limitadas,

porque era imposible absorber, en el sistema gubernamental o en la industria,

toda la capacidad humana que se desarrollaba y también porque se

reestablecieron las jerarquías del antiguo imperio, y por supuesto en la cúspide

de las oportunidades se encontraba el tennoo, luego los miembros del Gabinete

y la Dieta (el parlamento), y finalmente, la gente común.54

Indiscutiblemente, este sistema de clases no era el mismo del periodo

Edo. Si bien en un primer momento, parece que se contraponía con el ideal de

igualdad de oportunidades que rompía con la tradición Tokugawa, no tenía la

rigidez ni segregación del anterior sistema clasista. No obstante, el gobierno no

deseaba que la energía hacia la excelencia decayera necesitó una manera de

conjugar los límites al ascenso con el ideal de la perfección para vivir mejor.

De acuerdo con Mita Munesuke, la solución surgió de las masas

populares, en la llamada “ideología del Sontoku” que establecía el ideal del

trabajo y el estudio como la guía moral básica junto a la austeridad y la fidelidad.

El Sontoku se convirtió en el sustento ideológico que necesitaba el gobierno

para promover el impulso a la excelencia educativa y al mismo tiempo advertir el

limitado ascenso de la población en general a un nivel de vida mucho mejor. Así

pues, desde 1906, después de la Guerra ruso-japonesa, este pensamiento fue

inculcado en las escuelas primarias de todo Japón, aunque desde 1882 había ya

cobrado popularidad, el Sontoku era un modelo de conformismo para las masas

53 Ideal manifestado por Itoo Jirobumi en el primer año de Meiji. En: Munesuke, Mita, Psicología social

del Japón moderno, México: COLMEX, 1996, (Trad. Michiko Tanaka), p. 345. 54 Ibídem, p. 347.

41

y servía como guía moral para los campesinos y los empleados administrativos

urbanos.55

En este tenor, la ideología del éxito, base del pensamiento en el Japón

moderno, tanto en la clase dominante como en las masas, se caracterizó por

tres principales elementos, que en palabras de Mita Munesuke son: “la

moralización por el énfasis en las actitudes mentales; la propiciación de un vacío

crítico hacia el régimen; y la bipolaridad de las expectativas comunitarias”.56

Respecto a la moralización por el énfasis en las actitudes mentales, este

especialista señala que se determina por el hecho de considerar que la esencia

para ascender en el mundo está en el respeto de las tradicionales, en las formas

de lealtad y piedad filial y no necesariamente en la obtención de cosas

materiales.

Con relación a la falta de actitud crítica, el Sontoku fue el responsable de

su impulso, ya que fungió como la imagen fundamental del éxito en el ámbito

popular, garantizando el conformismo de la población respecto a trascender las

estructuras jerárquicas. Además de darle a la ideología del éxito un sello

particular, “la armonía entre la búsqueda del triunfo personal y la prosperidad del

Estado”; es decir, había que anteponer los intereses del Estado, entendidos

éstos como los del tennoo, frente a los personales antes de tomar cualquier

decisión relacionada con la riqueza, el estatus o el poder.

Finalmente, la bipolaridad de las expectativas comunitarias consiste en

que las acciones de los habitantes se condicionaban por la lealtad a la nación y

por el honor de la familia.57

La ideología del éxito permitió, entonces, mantener una estructura social

compatible con la nueva industrialización y con los valores del pueblo japonés,

no sólo en favor de los intereses de la clase dominante, sino como un esfuerzo

55 Ibídem. p. 349. 56 Ibídem, p.350. 57 Ibídem, pp. 350-356.

42

personal por mantenerse lo más cerca a la moral tradicional, a las costumbres y

a los valores milenarios del país. En este sentido, la ideología del éxito, y

particularmente el Sontoku, determinaron no sólo la identidad cultural también, y

en gran medida, la identidad individual de las personas.

De la misma manera, este pensamiento ayudó a fomentar el apreciable

valor dado a los intereses de la comunidad, particularmente al tennoo, que la

representaba y guiaba. Por lo tanto, antes de tomar alguna decisión, una

persona tendría que pensar no sólo en las repercusiones en su vida individual

sino en el impacto de determinada acción en la moral familiar y comunitaria;

siendo el deshonor, tanto personal como familiar, el mayor castigo para una

mala acción. Este deshonor contrario a lo que podría ocurrir en Occidente ha

tenido un peso muy importante en la conciencia del japonés pues al ser

deshonrada una familia por alguna irresponsabilidad de uno de sus integrantes,

la única salida es el suicidio, bajo la lógica de que habría cometido un acto grave

y no merecía más la vida.

El entrenamiento militar ayudó también al adoctrinamiento de una parte

de la población, principalmente en las comunidades campesinas que se

encontraban más alejadas de la capital (Tokio). Si bien es cierto que en un

principio los jóvenes campesinos se rehusaban a servir al ejército, después del

triunfo japonés en la Guerra chino-japonesa (1895), el papel heróico de los que

participaron en las batallas fomentó el orgullo nacional, el patriotismo, la

atracción hacia la milicia, el orden y la conciencia de una nueva idea nacional. A

pesar de que con el entrenamiento militar los reclutas ampliaban su visión más

allá de sus aldeas, éstos, lejos de forjar un sentimiento de libertad, se

convirtieron en verdaderos patriotas que exaltaban el orgullo de ser japonés y la

grandeza de su país.58

58 Hane, Mikiso, Peasants, rebels, women and outcastes. The underside of modern Japan, 2da. Edición, Estados Unidos, Rowman and Littlefield Inc, 2003, p. 20.

43

Otro valor esencial, que se consolidó a través de la base ideológica

inculcada por el régimen, fue la apreciable importancia dada a la educación,

como la única manera de obtener éxito, no sólo en el sentido material del

término. Como dice Mikiso Hane: “El sistema educativo tuvo un impacto cada

vez mayor en la vida de los campesinos - que constituían la clase mayoritaria

durante la época, particularmente al servir como vehículo para el

adoctrinamiento nacionalista”,59 además, al tiempo que la educación impulsaba

la ideología, promovía el amor al conocimiento.

1.2.1 LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN La educación constituye uno de los elementos más importantes para lograr el

desarrollo de una sociedad, aparentemente los gobernantes japoneses siempre

han estado concientes de esto, puesto que desde épocas muy tempranas la

educación ha sido impulsada por el Estado. Particularmente, desde la era Meiji

la educación sirvió para promover la integración de la sociedad y con ello la

unidad nacional, pero también para sobresalir como individuos y como nación.

En palabras de Mita Munesuke: “No es exagerado decir que, a comienzos del

periodo Meiji, se echaron las bases de la educación universal, grabando en la

mente de los niños la idea de “ponerse de pie y exaltar su nombre con

entusiasmo”.60

Sin embargo, no fue en el periodo Meiji cuando se inició la dedicación al

estudio, la historia de la educación en Japón es tan antigua como la nación

misma. Desde la adopción de la escritura china en el Siglo VI, el gobierno inició

la instrucción en lectura y escritura y para el año 701 decretó el Código Taiho, el

cual establecía escuelas para los niños de la nobleza. Siguiendo la historia de la

enseñanza se ubica que durante el periodo Kamakura (1185-1333) la mayoría

de los hijos de los samurai recibía educación académica. Y en el periodo Edo el 59 Ibídem, p. 21. 60Munesuke Mita Op. Cit. p. 346

44

gobierno creó las bases de la cultura educativa que ha caracterizado al Japón y

que fue muy promovida durante el gobierno Meiji.61

El régimen Tokugawa generalizó la educación entre la clase dirigente y el

resto del pueblo, la enseñanza se basó en los principios del confucianismo, la

memorización como principal técnica de aprendizaje, y el estudio de los clásicos

chinos. A finales de este gobierno, en la década de 1860, según los cálculos de

R. P. Dore, entre el 40 y 50 por ciento de la población masculina y el 15 por

ciento de la femenina sabía leer y escribir.62 Lo anterior no significa que todos

tuvieran el mismo tipo de enseñanza ya que había una clara diferencia de

clases, por lo que las clases bajas tenían apenas la instrucción básica, pese a

esto la escuela sirvió para despertar la curiosidad científica y el amor a la

educación, siendo un entrenamiento de las facultades cognoscitivas.63

En este sentido el Japón de la era Meiji dio particular importancia a la

enseñanza como una estrategia de modernización y al mismo tiempo como una

herramienta para proteger la identidad nacional. Con base en la afirmación de

Tominaga de que la democracia política, es decir la modernización política fue

restringida por la estructura tradicional en la Constitución Meiji y el Edicto

Imperial de la Educación,64 puede afirmarse que el gobierno tuvo una actitud

conservadora que le permitió consolidar la identidad nacional a partir de

elementos tradicionales.

Concientes de la importancia de la educación para el desarrollo del país,

el gobierno Meiji, en 1871 creó el Ministerio de Educación e impulsó un sistema

escolar basado en el método francés, en 1872,65 ya que, se había iniciado la

adaptación de estrategias de desarrollo occidentales. Además, en 1873, emitió

61 Web Japan, Educación: Los cimientos para el crecimiento y la prosperidad, "Ficha informativa": [citado en agosto 2008] Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanish/S35_educat.pdf 62 Whitney, Hall John, Op. Cit, p. 200. 63 Según Ronald Dore, la importancia de la educación primaria es que “aunque se le mire conservadoramente, lo que se va acumulando es un entrenamiento para recibir más entrenamiento”. Takajusa, Nakamura, Economía japonesa estructura y desarrollo, México: COLMEX, 1990, p. 77. 64Citado en: Sugimoto, Yoshio, Op. Cit. p. 195. 65 Ortiz, Renato, Op. Cit, p. 84.

45

un decreto que promovía la enseñanza sin distinción de sexo o clase social, éste

establecía que: “Entre todos los estamentos, sean nobles, samurai, campesinos,

artesanos o comerciantes, así como mujeres y niños, por ningún motivo habrá

una casa, en cualquier aldea, que no reciba educación, ni habrá familia con un

miembro iletrado”.66 Lo cual muestra la convicción del gobierno por impulsar la

educación y la importancia que le otorgó a la misma.

Sin embargo, el sistema francés no fue funcional por contraponerse a la

moral confuciana, lo mismo ocurrió con el sistema descentralizado

estadounidense, y el sistema prusiano, aunque este último más adecuado a los

requerimientos japoneses por ser centralizado, de orden y disciplina. Así que,

fue hasta 1890, con la promulgación del Edicto Imperial sobre Educación, que

los problemas relacionados con la enseñanza fueron resueltos, el gobierno

implementó un método educativo que fundía los valores del shintoismo, la ética

confuciana, y ciencia occidental.67

La estrategia educativa, cuidando el bagaje cultural del país, siguió

consistiendo en el aprendizaje de memoria y la escuela ética, con libros

didácticos que exaltaban las virtudes del pensamiento religioso y confuciano.

Este hecho permitió la socialización de los niños dentro de valores netamente

japoneses, como: la piedad, el valor, la lealtad, el patriotismo y el fomento del

pensamiento religioso y el conformismo político. Igualmente, surgió una gran

competencia por ingresar a las mejores escuelas y obtener los mejores

resultados, incluso se enviaron muchos estudiantes japoneses a Europa y

América para que aprendieran las técnicas y ciencia occidentales.

Finalmente, puede decirse que la educación en Japón siempre tuvo una

importancia vital no sólo para el desarrollo del país, sino también para fomentar

la base ideológica que mantendría la cohesión social y respaldaría el sentido de

identidad cultural ya que la enseñanza se centró no sólo en cuestiones técnicas

66 Munesuke, Mita, Op. Cit. p. 346. 67 Whitney, Hall John, Op. Cit, p. 269.

46

sino en inculcar valores y principios que a su vez propiciaron una sociedad

exitosa, en la que todos juntos impulsaron el desarrollo de su nación, con gran

lealtad a la figura imperial y a las instituciones.

1.3 VALORES Y PATRONES DE CONDUCTA

No podría entenderse la identidad de la sociedad japonesa en este periodo si no

se hace hincapié en sus valores culturales y la importancia de éstos a lo largo

del desarrollo de la nación. Contrario a lo que podría suceder en otras

sociedades, los valores en la sociedad japonesa han constituido históricamente

la base del comportamiento de sus individuos. Ya que éstos, inculcados a través

de la familia, la escuela y otras instituciones determinan el sentimiento de

colectividad que insta a anteponer los intereses del grupo a los individuales. De

manera que la identidad individual estuvo totalmente determinada por estos, al

ser la guía para el comportamiento dentro de la sociedad. Además, como

muestra el apartado anterior, fueron los valores los que permitieron fortalecer la

ideología nacional y con ello la identidad nacional.

Para comprender el carácter único de los valores en la cultura japonesa

es acertado enfatizar en la peculiaridad que representa el hecho de que la

nación se haya conformado en un ambiente de completo aislamiento, donde la

influencia extranjera fue prácticamente nula. A excepción del periodo Yamato,

cuando se importaron de China la escritura, la religión budista, el ordenamiento

social, las prácticas cortesanas y el ritual confuciano de las normas sociales,

Japón se conformó como una sociedad asilada y con gran cohesión interna.

Incluso, se puede inferir que los habitantes de las comunidades desarrollaron, en

la primera etapa imperial, relaciones interpersonales muy estrechas, que junto

con la promoción cultural del régimen Meiji forjaron un conjunto de valores que

fortalecieron el carácter japonés.

47

Particularmente, la familia fue fuente fundamental para el surgimiento de

los valores, la principal institución para la preservación de éstos, y un valor en sí

misma. En el seno familiar se inculcaron, principalmente; la solidaridad y la

obediencia, haciendo hincapié en la subordinación de los intereses individuales

ante los del grupo; la importancia del orden jerárquico determinado por el sexo y

la edad; la lealtad; y la piedad filial. De la misma manera, la familia representó un

valor en el sentido que ésta, liderada por el Padre68, debía ser respetada y

honrada. Además, la misma nación era concebida como una gran familia que de

igual manera merecía respeto.

Entonces, el comportamiento del japonés estuvo determinado por las

relaciones familiares, de modo que las relaciones sociales fueron diseñadas en

el interior del ie (hogar, familia, residencia, linaje) y la preservación de la

tradición familiar era de vital importancia. Ello explica por qué para la familia

tradicional japonesa era esencial tener un hijo, al cual se le heredaría no sólo

bienes sino el legado familiar; los hijos menores a su vez constituirían sus

propios hogares, permitiendo que el ie creciera, ya que a pesar de no vivir en

casa de los padres la familia seguía unida y garantizaba el culto a los

antepasados, vital para alimentar la tradición familiar.

Además, las pautas de conducta dentro de la familia trascendían a las

relaciones sociales en general, en tanto, ie provocaba a su vez las relaciones

sociales de subordinación, ya que los individuos estaban acostumbrados a

respetar siempre a una autoridad mayor. Esto facilitó las relaciones laborales

pues se les concibió bajo el esquema de subordinación familiar. El trabajo se

percibió, desde el punto de vista del confucianismo, como un valor fundamental

y un incentivo para la realización personal pero limitado por el orden jerárquico

del régimen.

68 Según el Código Civil de 1898 el orden jerárquico estaba liderado por el Padre, quien inclusive tenía el control total de los bienes de la familia y la facultad de aprobar o rechazar los matrimonios y divorcios. Hane, Mikiso, Op. Cit. p. 69.

48

Por otra parte, el confucianismo, ampliamente promovido durante el

periodo Edo, tuvo también un papel relevante en la formación de los valores de

esta sociedad. La moral confuciana desacredita completamente la noción de

diversión y el lujo, su ideal gira en torno a la moralidad, el perfeccionamiento

personal, los estudios, el trabajo y la obediencia a las reglas establecidas.69 De

aquí la gran importancia que para los japoneses tuvo la moral.

Y es la moral confuciana la que justifica el papel subalterno de la mujer,

según ésta, la mujer debía practicar tres formas de obediencia a lo largo de su

vida. “Una niña debía respetar y obedecer a sus padres; Una mujer adulta

respetaría y obedecería a su marido, el cual por su puesto ella no elegiría; Una

anciana, que generalmente sería viuda, debía obediencia a su hijo”.70 Por esta

razón, las relaciones extramaritales de las mujeres eran muy castigadas y no

podían solicitar divorcios ni establecer acción legal de ningún tipo si no tenían el

consentimiento de su padre o esposo.71

El hombre por su parte podía incluso tener a varias concubinas, aunque

su esposa estaría por encima de éstas. A pesar de que el Código Civil,

promulgado en 1898, exigía la monogamia, la costumbre de que los hombres

tuvieran amantes fue algo socialmente aceptable, por lo cual ésta práctica se

siguió llevando a cabo, pues con el concubinato el varón aseguraría el

nacimiento de un primogénito y eso era justificable.

Convenientemente, la figura de la geisha fue esencial para la continuación

de esta costumbre, ya que debido a la concepción pragmática del matrimonio y

la poca relación con su esposa, los hombres tenían aventuras con las geishas.72

69 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 118. 70 Downer, Lesley, Op. Cit. p. 55. 71 Beauchamp, Edward, Dimensions of contemporary Japan. A collection of essays, Estados Unidos: Garland Series, 1998, p. 99. 72 “El trabajo de una geisha consistía en reforzar el ego del hombre, hacerlo sentir bien, tranquilo y relajado entre sus colegas. Ella se aseguraba de que todo fluyera, yendo y viniendo como una adorable mariposa; interviniendo cuando era necesario para mediar si alguien decía algo impropio, aligerando el tono cuando éste se hacia pesado y saliendo discretamente para buscar sake cuando la plática sobre asuntos de negocios tomaba un giro confidencial” Downer, Lesley, Op. Cit, p. 292.

49

Éstas se convirtieron en la salida perfecta para sus anhelos románticos, como

geishas estaban comprometidas a permanecer solteras y no eran un peligro

para la estabilidad del matrimonio. Incluso, las mujeres preferían que su marido

tuviera aventuras con una geisha, pues ésta no lo acosaría para que dejara a su

esposa. Es necesario resaltar, con relación a las geishas que su papel en la

sociedad era distinto al de una mujer ordinaria, ya que éstas al no tener que

casarse, tenían mayor grado de independencia, y eran libres de hacer lo que

quisieran, siempre y cuando respetaran las reglas de la casa en la que vivían.

Con base también en la moral confuciana, la educación constituyó un

valor esencial, la escuela, al igual que la familia ayudó a la preservación de los

valores, ya que era el lugar donde los jóvenes recibían enseñanza moral al

tiempo que aprendían las herramientas necesarias para desenvolverse en la

vida diaria y honrar a la familia. Además, el valor de la educación, fue

conveniente para que Japón saliera del atrasó que tenía respecto de Occidente,

al permitir la adaptación de la tecnología occidental y la creación de capital

humano para la industria.

Otro rasgo de los valores de esta sociedad es sin duda alguna el honor, el

cual, sustentado en el budismo por el hecho de no temer al peligro ni a la

muerte; en el shintoismo por el sentido de lealtad a la familia; y en el

confucianismo por la importancia de las jerarquías, permite el mantenimiento del

orden y garantiza la confianza en los demás miembros de la sociedad. La

importancia del honor radica en que el individuo debe actuar conciente de que

es parte del ie (una gran familia) por lo cual su deshonor, constituiría el deshonor

de su familia y a la vez el deshonor de su comunidad. En los libros de texto de la

época Meiji se encuentra, por ejemplo, esta especie de advertencia “Para que el

deshonor no manche el nombre familiar por la conducta indecorosa de uno de

sus integrantes, cada miembro de la familia debe asumir el deber de

comportarse virtuosamente”.73

73 Munesuke, Mita, Op. Cit. p. 356.

50

Por último, pero quizá uno de los valores más importantes de la identidad

cultural japonesa ha sido la armonía (wa) en todos los aspectos de la vida; con

el entorno, con la naturaleza y con las personas. Puede afirmarse que la

importancia de este valor surgió en el hecho de que Japón es una zona proclive

a los desastres naturales, producto de su ubicación geográfica y forma de su

territorio, trascendió en el tiempo constituyendo no sólo la búsqueda de un

equilibrio con la naturaleza sino con la nación en general.

Este sentido la armonía al interior del Estado permitió la diferenciación

necesaria para delimitar la identidad, ya que la noción de wa define también al

“nosotros” y establece la diferencia con el yo (ellos, los otros), de manera que

genera la conciencia de lo que los japoneses son quienes son a partir de la

armonía, como una característica única del pueblo japonés. De modo que la idea

de wa se fortaleció durante el periodo Meiji, cuando Japón se encontró con

Occidente y quiso diferenciarse de éste.

Por otra parte, de acuerdo a John Whitney Hall, al inició del proceso de

esta “relativa modernización” surgieron dos movimientos con posiciones

contrarias respecto a la estrategia de desarrollo; por un lado, estaban los que

propugnaban por adoptar de Occidente no sólo la técnica, sino también los

valores sociales de igualdad e individualismo; y por otro, los tradicionalistas, que

instaban a conservar el sentimiento de identidad cultural japonesa frente a la

influencia extranjera, afirmando que la civilización occidental era útil a causa de

su técnica, pero que los valores espirituales y éticos japoneses eran superiores a

los de Occidente y debían ser preservados.74

Evidentemente, fue el movimiento tradicionalista, propugnado por las

elites del gobierno, el que tuvo mayor influencia, y los valores tradicionales,

durante este periodo, fueron muy cuidados. Sin embargo algunos sectores de la

sociedad organizaron movimientos de protesta, principalmente, porque el

gobierno hizo promesas que no cumplió, de manera que estos grupos

74 Whitney, Hall John, Op. Cit, pp. 266-268.

51

presentaron propuestas alternativas a los proyectos oficiales, con estas

organizaciones que se incentivarían durante el periodo de la Democracia Taisho

(1912-1926) hubo mayor difusión de valores que promovieron el individualismo y

sindicalismo.75

Pese a lo anterior, Hane Mikiso afirma que “los conceptos de libertad;

igualdad en el sentido Occidental; independencia; y derechos individuales, se

mantuvieron básicamente como extraños, principalmente, entre los campesinos,

hasta el final de la Segunda Guerra Mundial”.76 Por lo tanto, el régimen

aprovechó la orientación grupal para que juntos sociedad y gobierno trabajaran

en favor del desarrollo. Esta orientación grupal incluía la idea de la igualdad

dentro del grupo, por lo que la trascendencia de algún miembro del grupo (de la

misma clase social) era vista como una provocación al grupo en general y

generaba un clima de competitividad, lo cual resultó positivo en el proceso

modernizador puesto que todos tenderían a buscar la prosperidad y continuar el

esquema de igualdad.77

Además, a principios del periodo Showa (1926-1989), cuando el

militarismo adquirió preponderancia para el orden político y económico78,

durante la década de 1930, se propagó un fuerte nacionalismo, que al mismo

tiempo inculcó valores como: la disciplina; la consagración al deber; la lealtad y

reverencia al emperador; la valentía; y la sencillez, y una de sus finalidades fue

obstaculizar la propagación de nuevas ideas y costumbres occidentales.79

Entonces, los valores y patrones de conducta se conservaron,

prácticamente, intactos entre la sociedad durante este periodo, principalmente

75 Romero, Maria Elena, Arturo Santa Cruz, et al, Sociedad Civil y reforma del Estado en Japón: Un

espacio para la acción, México: Japan Foundation y Universidad de Colima, 2007, pp. 70-73. 76 Hane, Mikiso, Op. Cit. p. 64. 77 Taichi, Sakaiya, ¿Qué es Japón? Contradicciones y transformaciones, Chile: Editorial Andrés Bello, 1996, p. 160. 78 Los militares lograron una posición privilegiada entre los grupos de poder, adquirieron acceso directo al emperador e influyeron sobre la formación del gabinete y el sistema educativo; además tenían prestigio con la población en general. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 225. 79Ibídem, p. 227.

52

por la labor discursiva del gobierno y de los movimientos nacionalistas, que

exaltaban las virtudes de la moral japonesa. Aunque también porque la

penetración de Occidente era relativa y no había demasiado intercambio con la

idiosincrasia occidental. Sin embargo, la sociedad no permaneció inmóvil,

evidentemente, muchos cambios fueron motivados por las nuevas condiciones

de vida que estableció la modernización, mismos que se tradujeron en la

transformación del estilo de vida.

1.4 LA TRANSFORMACIÓN DEL ESTILO DE VIDA

El estilo de vida, que refiere, según el Diccionario Enciclopédico de Sociología

de Kart-Heinz Liman, a la manera como determinadas personas, unidades

sociales, sectores de la población o sociedades enteras configuran su existencia

cotidiana, que depende sobre todo de las particularidades culturales de la

sociedad, de la situación social de cada individuo, de sus valores y conceptos de

la vida80 ha sido uno de los factores más dinámicos de la identidad japonesa,

puesto que al constituir la parte de la práctica cotidiana cambian con rapidez a

causa del desarrollo.

Abundando al respecto, Michael E, Sobel define el término como los

modos de conducta, la vestimenta, el habla y el pensamiento, que definen las

actitudes de los grupos y sirven como modelo de conducta a aquellos que

aspiran a ser miembros de determinado grupo,81 estos elementos permiten

medir el grado de transformación de este aspecto de la identidad. De manera

que desde el inicio de la modernización Meiji puede identificarse una

combinación de elementos occidentales con los tradicionales, lo cual fue

resultado tanto de la propia modernización (urbanización, importación de bienes,

80 Hilman, Karl-Heinz, Op. Cit. p. 310. 81 Citado en: Gil, Juárez Adriana (Coord.), Psicología económica y del comportamiento del consumidor,

España: Editorial UOC, 2004, p. 121.

53

el desarrollo industrial, entre otros), como de los movimientos en pro de la

occidentalización de la cultura japonesa.

Sin embargo, hasta la Segunda Guerra Mundial los vínculos sociales en

Japón estuvieron basados en factores meramente sociológicos y no en una base

económica como es propio de los países industrializados. Esto se explica

porque, hasta ese momento, el sistema de valores tuvo un peso mayor que el

poder económico.

Así, el estilo de vida permaneció influido por la tradición japonesa en

cuestiones como: la organización de las viviendas, ya que por el hecho de que la

unión de la comunidad fuera de gran importancia, las casas en las ciudades

estaban muy juntas una de otra y parecían más una unión de aldeas con casas

continuas donde todos los habitantes conviven entre ellos, por lo tanto existía un

espíritu de comunidad. Además, aunque las zonas rurales poco a poco fueron

cediendo paso a la urbanización (la población urbana alcanzaba para 1940 el 50

por ciento82) no hubo una transformación radical del estilo de vida de la sociedad

en general, ésta ocurrió básicamente en las clases altas.

De igual forma, el fuerte lazo del individuo con la comunidad influyó

abiertamente sobre su comportamiento y manera de vivir, pues el ciudadano

debía acatar los ideales y deseos del grupo. A este respecto, Renato Ortiz

comenta que: “el individuo debía sofocar sus deseos y tentaciones egoístas en

nombre del respeto al orden público”.83 Pero, dado que muchas veces era la

esfera pública, a causa de la modernización, la que exigía comportamientos y

costumbres diferentes, estos se limitaron ahí, a la esfera pública, y en el hogar

se conservaba el comportamiento y costumbres tradicionales.

En el mismo sentido, Renato Ortiz, cita un relato escrito en 1938, muy

ilustrativo al respecto: “La multitud de hombres y mujeres vestidos con ropas

occidentales que salen de la estación de Tokio todas las mañanas y que va a

82 Toledo, B. J Daniel, Op. Cit. p. 29. 83 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 204.

54

trabajar en las oficinas de enormes edificios de hierro y concreto en el barrio

Marunouch, tienen la apariencia de una sociedad totalmente modernizada. Pero

cuando esas personas regresan a la noche, viven en pequeñas casas de

madera, cada una con un pequeño jardín, de un modo no demasiado diferente

que al comienzo de la era Meiji. Quieren vestir ropa japonesa, comer y beber lo

que sus padres acostumbraban consumir”.84

Entonces, las características del estilo de vida tradicional como: la

importancia de tener un primogénito; la libertad de los hombres de tener varias

concubinas; las familias compuestas por tres generaciones; los baños con

personas de sexo distinto; y los matrimonios arreglados por los padres, fueron

una constante en el Japón de la preguerra, a pesar de contrastar con las ideas

occidentales. Ello aseguró, al mismo tiempo, la permanencia de los valores y la

moral tradicional. El ocio, por ejemplo, tenía una connotación negativa ya que

era considerado como no productivo, y usar el tiempo libre en actividades no

laborales significaría desperdiciarlo, de modo que los japoneses nunca

pensaban en él, y siempre fueron disciplinados en su trabajo.

Sin embargo, esto no significa que no aceptaran nada que fuera de

Occidente, ya que los movimientos pro occidentales desarrollaron una

admiración por el hombre occidental y su ideal era llegar a ser como él, se le

consideraba como una persona superior, con mucho prestigio, y lo principal, una

persona “civilizada” de la cual los japoneses tenían que tomar el ejemplo, así

que existieron algunos aspectos de la vida occidental que fueron retomados por

imperio japonés con la finalidad de estar a nivel de occidente.

En este tenor, se proclamaron algunos decretos gubernamentales cuya

finalidad era mejorar la presencia del hombre japonés en Occidente. Desde

1872, el recién creado Ministerio de Justicia introdujo una serie de normas

acerca del comportamiento que debían tener los japoneses. Entre las nuevas

reglas se encontraban: depilarse las cejas y no ennegrecerse los dientes, para

84 Ibídem, p. 126.

55

las mujeres; a los hombres se les recomendaba cortarse el cabello al estilo

occidental y usar ropa occidental, por lo menos en el área de trabajo.85

Por su parte, el emperador Meiji apareció en público vestido de manera

occidental, y la emperatriz dejó de vestirse al estilo japonés y recomendó a las

mujeres portar modelos occidentales. Sin embargo, fueron imitados sólo por la

elite, la gente común sólo portaba ropa occidental en sus trabajos y al llegar a

sus casas todos optaban por la comodidad del kimono.86 Además, las mujeres

en zonas rurales siguieron ennegreciéndose los dientes.

Otra modificación establecida por este código fue el uso del calendario

occidental y la ampliación del calendario oficial de festividades, incluyéndose en

él celebraciones tradicionales de Occidente, como navidad o año nuevo, además

de la adopción del día domingo como descanso. Una vez más, para la población

en general las fiestas tradicionales tuvieron mayor preponderancia que las recién

adoptadas.87

Adicionalmente, en 1884 el Ministerio de Relaciones Exteriores autorizó la

construcción del Pabellón Rokumeikan, que fue uno de los primeros clubes de

estilo occidental donde los oficiales y sus esposas se reunían, junto con

representantes estadounidenses, para festejar y bailar del modo en que lo

hacían en Occidente. Esta acción causó gran conmoción al interior del país,

pues no era común que las mujeres salieran de sus casas a festejar con sus

esposos y más raro aún que lo hicieran en un lugar tan diferente a las

tradicionales casas de té.88

Por otra parte, pese al inicio de la industrialización, el consumo no

impactó drásticamente los hábitos alimenticios o el destino del presupuesto

familiar debido a que la mayoría de los productos que se comercializaban eran

nativos y fabricados de la manera tradicional. Con relación a la alimentación, 85 Hane, Mikiso, Op. Cit. p.63. 86 Ortiz, Renato, Op. Cit, p. 82. 87Hane, Mikiso, Op. Cit. p.63. 88 Downer, Lesley, Op. Cit. p. 128.

56

hubo sólo una ligera disminución del consumo de cereales, para 1926 éste

representaba el 96 por ciento de los alimentos consumidos, para 1938 bajó sólo

a 93.3. La distribución del gasto familiar, por su parte, sufrió un cambio mayor,

por la variedad de productos que consumir, pese a que el gobierno restringía el

consumo de productos occidentales, mientras que en 1875 dos tercios del

presupuesto familiar se destinaban a gastos en comida, para 1940 la cifra se

redujo a un medio.89

Los ejemplos anteriores muestran como el desarrollo industrial de Japón y

el objetivo del gobierno de modernizar al país hizo necesaria la adopción de

productos y modos de vida ajenos a la tradición japonesa. La modernización

modificó algunas costumbres de la población, al incluirla en un proceso de

transformación social que llevó consigo un estilo de vida diferente del tradicional.

Pero, éstas no fueron, necesariamente, perjudiciales a la identidad cultural, ya

que proporcionaron elementos para una nueva evolución de la misma,

permitiendo incorporar mecanismos como la búsqueda del bienestar

socioeconómico, y la idea de ser mejor, no de manera individual sino como

sociedad.

De manera que el nuevo estilo de vida permitió garantizar la seguridad y

estabilidad del grupo en el sentido de que con el crecimiento de los empleos y

mejora de las condiciones sanitarias, por ejemplo, mejoró la calidad de vida de

las personas, reduciéndose la tasa de mortalidad, garantizando más ancianos

que eran cuidados con dedicación en los hogares de sus hijos.

Ante las anteriores reflexiones cabe preguntarse, ¿Qué fue lo que falló en

la estrategia de desarrollo y conservación de la soberanía del país del sol

naciente?, ¿En qué momento el gobierno perdió el control de su nación y dejó

de ser guía de comportamiento y de la vida social en general? y ¿Por qué la

Segunda Guerra Mundial fue un punto de inflexión en la historia y tradición

japonesa? Para responder estos cuestionamientos es necesario, primero, hacer

89 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 125.

57

un balance de la situación que vivió el Estado japonés en la etapa previa a la

Guerra del Pacífico. Y comprender los sucesivos acontecimientos. Ya que los

eventos ocurridos durante la última etapa de los que se ha denominado Estado

japonés soberano, es decir, durante los periodos Taisho (1912-1926) y Showa

(1926-1989), fueron determinantes para los sucesos que más tarde provocarían

las transformaciones de la nación.

Por un lado, fueron los cambios en el sistema internacional los que

desviaron los objetivos del país, y la estabilidad del mismo. Para esta época

Japón era considerado un país industrializado y al igual que lo habían hecho las

potencias occidentales buscaba expandir su influencia en el Pacífico Asiático.

Sin embargo, desde el fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) las

naciones desarrolladas se introdujeron en un proceso de “democratización

internacional” por lo que la etapa de imperialismo y colonización abierta había

“llegado a su fin”. Y Japón se enfrentó al dilema de abandonar sus intereses

expansionistas y democratizarse, para seguir el camino de los países

desarrollados; o continuar con su expansión imperialista y enfrentar las

hostilidades internacionales.90

Pero, la industrialización había creado una sociedad más conciente, que

exigía mejoras sociales e económicas, lo cual hizo necesario un cambio de

régimen, pero no sería siguiendo el modelo establecido por las potencias

occidentales, dado que limitaba los intereses expansionistas del país y porque lo

habían sumido en la miseria a causa de la Gran Depresión de 1929. Entonces,

para muchos japoneses lo que el país necesitaba era un gobierno autoritario que

sólo podría proporcionar un régimen militar, ya que deificaría al Estado y con ello

a las masas. De modo que la clase militar tomó el poder en sus manos y

fortaleció la estrategia expansionista del país, bajo un marcado nacionalismo.91

90 Whitney, Hall John, Op. Cit. pp. 283-284. 91 Con la conquista de Manchuria (China) en 1931, sin el consentimiento del gobierno central, el poder político queda en manos de los militares principalmente por el apoyo que éstos consiguen de los grandes capitalistas que no estaban dispuestos a seguir apoyando al gastado régimen ministerial que se había convertido en una intensa lucha de partidos políticos. A partir de este momento el ejército japonés inicia su

58

Dado que esta decisión causó diferencias con Occidente, este último se

convirtió en una verdadera amenaza para la nación. Así que ésta se dirigió hacia

un mismo objetivo, la defensa de la nación, cobrando gran importancia las

creencias y mitos del país. El gobierno, conservador, promovió ampliamente el

shintoismo y sociedades secretas difundieron ideas acerca de la grandeza de la

nación y el carácter único de la cultura japonesa, preconizando un

antioccidentalismo y la purificación de la vida japonesa respecto de toda

influencia occidental.

Así, acciones como el veto de las películas extranjeras en las salas

cinematográficas; la eliminación de los letreros en inglés de las estaciones

ferroviarias; el abandono del golf; y la introducción de textos con mayor énfasis

en la historia mítica japonesa y los dogmas shintoistas de la divinidad del

emperador,92 representan el rechazó por el estilo de vida occidental que años

atrás algunos incluso había sido anhelado.

Estos factores llevaron al Estado japonés a la aliarse con Alemania e

Italia, que vivían situaciones políticas similares. Posteriormente, ingresó a la

Segunda Guerra Mundial en 1941 de lado de los países del eje (Berlín-Roma-

Tokio). Y la aventura militar japonesa concluiría con su rendición en 1945, y la

ocupación del territorio por parte las fuerzas triunfantes de la guerra, lideradas

por Estados Unidos. A partir de este momento se transformarían las reglas y

organización del Estado nipón, con base en los deseos e intereses de los

ganadores de la guerra. Sin embargo, éste es un tema del cual se ocupa en el

siguiente capítulo.

política de extensión de su espacio vital, principalmente en China, creando el 18 de febrero de 1932 el Estado de Manchuco bajo la protección japonesa, lo cual provocaría el reclamo de la Sociedad de Naciones y la consecuente retirada japonesa de la organización Dore, Francis, Los regimenes políticos en Asia, México: Siglo XXI, 1976, p 353. 92 Whitney, Hall John, Op. Cit. p. 285.

59

CAPÍTULO 2

LA TRANSFORMACIÓN SOCIOECONÓMICA DE JAPÓN En 1945, Japón como un país perdedor de la Segunda Guerra Mundial sufrió la

primera ocupación militar a su territorio por parte de un país extranjero, Estados

Unidos.93 En este momento histórico el Estado japonés se encontraba devastado

no sólo económica sino también moralmente. El saldo de la guerra fue

desastroso94; la escasez de alimentos y bienes básicos para la supervivencia del

pueblo y la repatriación de aproximadamente 6 millones de japoneses en

territorios asiáticos, que el Estado había ocupado durante la guerra, causaron

una severa hambruna que para el regimen era urgente resolver.

El panorama era, ciertamente, desalentador y la recuperación económica

se convirtió en una prioridad no sólo para el gobierno sino para toda la nación.

De manera que el factor económico tendrá, a partir de este momento, gran peso

en la vida del país, dado que, el progreso económico será considerado como

una “virtud” de la sociedad, y determinará en cierta medida los cambios en la

identidad cultural de la nación.

Sin embargo, en la posguerra, no sólo había que superar la devastación

económica, primordial para la supervivencia del Estado, también era necesario

reordenar la estructura política, y garantizar la cohesión social. Todo ello, en un

primer momento, bajo las reglas y condiciones impuestas por las potencias

ganadoras de la guerra, cuya firme intención sería abrir completamente el

93 “Los mecanismos de control de la posguerra fueron suministrados a Japón, a través de la “Comisión del Lejano Oriente, en Washington, y el Consejo Aliado en Tokio, con representantes de E.E.U.U, la Unión Soviética, Gran Bretaña y China. Las reuniones del Consejo Aliado frecuentemente terminaban en inútiles argumentos, y en la práctica la dirección de los asuntos estaba en manos del SCAP, Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas, el General Douglas Mac Arthur.” Morton, W. Scott J. y Kennet Olenik, Japan its

history and culture, 4ta. Ed, Estados Unidos: McGrall-Hill, 2005, p. 191. 94 Más del 40 por ciento de las zonas urbanas estaban destruidas, uno de cada tres japoneses había perdido su hogar, el país se había quedado sin conexiones marítimas y sin una red de comunicaciones terrestres, la producción agrícola había decrecido, y el comercio internacional se encontraba paralizado. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 244.

60

Estado japonés a Occidente e insertarlo en la dinámica liberal, bajo la bandera

de una “verdadera modernización”, que sería el parteaguas para el cambio

social, ya que en esta ocasión la penetración de la influencia occidental tanto en

el ámbito político, económico como cultural sería pobremente controlada por el

régimen.

En este contexto comenzó una profunda transformación socioeconómica

que haría necesaria la creciente incorporación de Japón a la dinámica liberal,

preconizada por Occidente, y que traería consigo la inmersión de la nación en el

proceso de globalización, que con el tiempo sobrepasaría la esfera económica

impactando incluso la identidad cultural japonesa. Al grado de que actualmente

se considera a Japón, junto con Australia, como las sociedades más adentradas

en la globalización.

Entonces, desde la reindustrialización y a lo largo de más de sesenta

años la sociedad japonesa ha presenciado cambios económicos, políticos y

sociales, provocados por factores tanto endógenos como exógenos, estos

últimos motivados por el dinamismo económico mundial en el marco de la

globalización. Estos cambios han provocado a su vez una paulatina

transformación de las costumbres y valores del país, dado el intercambio con la

cultura occidental, predominante en el mundo y la pérdida del control

gubernamental sobre los procesos de transformación social.

De este modo, al interior del país: la creciente urbanización; los apogeos y

declives de la economía; la variación de la tasa de natalidad y mortalidad; el

bienestar social; la adopción de valores universales; la incorporación a

organizaciones internacionales, y de manera global: el auge de las

comunicaciones; el fortalecimiento de las empresas trasnacionales, de la

sociedad civil y de las organizaciones internacionales no gubernamentales, en

menoscabo del Estado, han provocado la modificación de la mentalidad del

japonés promedio. Su estilo de vida es distinto, sus aspiraciones son diferentes y

los valores no tienen el peso de antaño. En fin una serie de alteraciones a la

61

cultura que si bien sirvieron para insertar de manera eficiente a Japón en el

mundo y ser incluso, desde la década de 1980, ejemplo de éxito, también han

provocado inestabilidad social y un sentido de “pérdida de identidad”.

Bajo esta premisa, el presente capítulo analiza los principales sucesos,

que han influido en la constante transformación social japonesa. Para ello,

resalta los acontecimientos que más impacto han tenido en la conciencia social

del japonés, destacando la importancia de la globalización económica y el

desarrollo tecnológico.

Con base en las aportaciones del especialista Mita Munesuke, quien en

su libro Psicología Social del Japón Moderno realiza un análisis de la mentalidad

japonesa hasta 1990, se estudian los cambios en la percepción de la identidad

cultural del país, a partir de cuatro grandes periodos de transformación

socioeconómica: de 1945 a 1960 “previo al rápido crecimiento”, de 1960 a 1975

“rápido crecimiento”, de 1975 a 1990 “posterior al rápido crecimiento”95 y de

1990 al presente. En estos periodos se describen los factores endógenos y

exógenos que han guiado el proceso social de Japón y son el hilo conductor del

presente apartado.

2.1 LA OCUPACIÓN ESTADOUNIDENSE Y SUS CONSECUENCIAS (1945-1960) La ocupación militar de Estados Unidos sentó las bases de la constante

transformación socioeconómica del país, pues en los siete años que duró los

estadounidenses reorganizaron el sistema político y económico japonés, según

sus propios intereses. Reformaron ambos sistemas, de acuerdo a los principios

de democracia y liberalismo económico, insertando al país nipón en la dinámica

internacional de lo que se denominaría, durante la Guerra Fría, bloque

capitalista.

95 Munesuke, Mita, Op. Cit. p. 619.

62

En el aspecto económico, las fuerzas estadounidenses pretendieron, en

un primer momento, hacer de Japón fuente de materia prima para su desarrollo

industrial, pero, en 1948 sus propósitos viraron hacia el impulso de un fuerte

sector industrial en el país nipón, para complementar su propia industria y

abastecerse en sus misiones bélicas en Oriente. En el ámbito político, impulsó

una serie de reformas que convertirían a Japón en una nación democrática,

alineada a la esfera capitalista y a las tendencias internacionales, así como en

un país totalmente desmilitarizado96 cuya seguridad depende casi

completamente de Estados Unidos.

Con dichas reformas el Estado japonés se adentró en una

interdependencia con Estados Unidos, evidentemente a favor de este último; por

su parte, la sociedad empezó a cambiar de manera radical su estilo de vida y

paulatinamente algunos aspectos que se consideraban característicos de su

identidad cultural.

Con relación a la sociedad, es preciso plantear la reacción del pueblo

japonés ante las fuerzas de ocupación, ya que en la medida en que ésta fue

aceptada, fue admitida una forma de vida diferente y un nuevo objetivo nacional.

Entonces, la presencia extranjera, en términos generales, fue considerada como

la oportunidad de enmendar los errores del pasado y ser una sociedad cada vez

mejor.

Si bien es cierto que existen opiniones contradictorias respecto al

beneplácito social que provocó esta ocupación, lo cierto es que, para sorpresa

de las fuerzas occidentales, fue aceptada sumisamente por los japoneses.

Quizá, por el temperamento y actitud la sociedad para asimilar los desastres y

reorganizarse constantemente (a causa de los desastres naturales que

constantemente azotaban la isla); por la resignación; por ver la ocupación como

96 En la nueva Constitución, en el artículo 9, se estableció que el pueblo Japonés renunciaba a la guerra, la amenaza o el uso de la fuerza, como medio para resolver las controversias que surjan con otra nación. Aunado a esto en 1951, Estados Unidos y Japón concluyeron un Tratado de Seguridad, que prevé el estacionamiento de las fuerzas de Estados Unidos en los alrededores de Japón a efectos de la seguridad interna y externa de Japón. Morton, W. Scott, Op. Cit. p. 196.

63

un castigo merecido por su exaltación ultranacionalista que los llevó a la

agresión; por la inconformidad con las restricciones sociales del régimen de la

preguerra; o por el vacío ideológico que quedó ante el fracaso del nacionalismo

y desvanecimiento de la creencia acerca de la divinidad del emperador.

Como comentan Jorge Alberto Lozoya y Víctor Kerber “Pocas sociedades

han sido tan revisadas, transformadas y rehechas por una potencia extranjera.

Sin embargo, a lo largo de los siete años de ocupación (1945-1952) no se

produjo ningún incidente importante”.97 En el mismo sentido, Scott Morton y

Kenneth Olenik establecen que: “Al termino de los siete años, que duró la

ocupación estadounidense, pocas de las reformas introducidas fueron

rescindidas, y las líneas generales del rumbo trazado fueron aceptadas tanto por

la izquierda como por la derecha. La disposición y reacción del pueblo japonés

hacia la ocupación pasó por las fases de miedo, alivio, gratitud, aburrimiento, y

por último, un previsible pero soportable resentimiento”.98

La actitud frente a la ocupación es comprensible por los rápidos cambios

que ocurrieron durante este periodo y por la urgencia del momento o el grado de

recuperación económica. Sin embargo, una constante durante estos años fue el

anhelo por el estilo de vida estadounidense, al difundirse la idea de la sociedad

estadounidense como la “sociedad perfecta” por su vanguardista forma de vida,

que se traducía en el bienestar social.

De manera que, las secuelas de la derrota de Japón en la Segunda

Guerra Mundial marcaron las características de la transformación

socioeconómica del país, al establecer, las bases para una renovada economía,

una diferente forma de hacer política, y nuevos derechos y valores sociales.

Todo ello enmarcado en un esquema de comportamiento universal establecido

por Occidente.

97 Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 245. 98 Morton, W. Scott, Op. Cit. p. 191.

64

2.1.1 LA REFORMA AL SISTEMA POLÍTICO Y ECONÓMICO. La reforma del Estado japonés fue dirigida por el General Douglas MacArthur,

quien comenzó su estrategia con la reestructuración del sistema político

japonés, para sentar las raíces de la democracia y a partir de ella organizar al

país con base a los intereses estadounidenses. Bajo esta convicción MacArthur

cambió la posición que el emperador tendría en el gobierno de la nación. Si bien,

mantuvo al emperador Hirohito como símbolo de la unidad de la nación y la

piedra angular del arco social que preservaría al país, le quitó el poder para

definir el rumbo del mismo. Además, el emperador, a petición de las fuerzas de

ocupación, públicamente renunció a su divinidad, rompiendo con uno de los

principales mitos del nacionalismo del pueblo japonés, y con todo el simbolismo

que ello implicaba.

Para beneplácito de los líderes japoneses y quizá de la propia sociedad,

la ideología del kokutai continuó en la conciencia social gracias a que se permitió

al emperador seguir siendo el símbolo de la nación. Lo cual representó un triunfo

para el régimen, pues la principal preocupación del tennoo fue la preservación

de esta ideología. Incluso según afirma Ian Buruma “La preocupación fanática

por la preservación del kokutai es lo que impidió a los jefes de la época bélica

aceptar la derrota antes de Hiroshima y Nagasaki”. 99

Sin embargo, en la política, el emperador dejó de ejercer el poder central.

Tal como lo establece la Constitución de 1946, cuya vigencia inició en mayo de

1947, en su Preámbulo: “Nosotros, el pueblo japonés, a través de nuestros

representantes elegidos en la Dieta Nacional… proclamamos la soberanía de la

voluntad de los pueblos, ordenamos y establecemos esta Constitución, fundada

sobre el principio universal de que el gobierno es un encargo sagrado, la

autoridad que se deriva del pueblo, de cuyos poderes se ejercen por los

representantes del pueblo, y los beneficios son disfrutados por el pueblo”. Y en

su Primer Artículo: “El Emperador será el símbolo del Estado y la unidad del

99 Buruma, Ian, La creación de Japón 1853-1964, España: Mondadori, 2003. p. 153.

65

pueblo, su posición deriva de la voluntad de la gente en quienes reside el poder

soberano”.100

Así, Japón fue transformado en una Monarquía Constitucional, donde el

emperador se convirtió en una figura protocolaria, que sirvió como base de la

unidad nacional y evitó la resistencia del pueblo, o por lo menos, así lo pensaron

los dirigentes de las fuerzas aliadas. La preservación de la monarquía facilitó la

aceptación del sistema democrático por parte de la sociedad, ya que

probablemente el cambio se hubiera dificultado si se establecía un sistema

presidencial como el de Estados Unidos, pues se hubiera roto drásticamente con

la base de la organización social, y con los principios y valores del país.

Entonces, la reconstituida política del Japón funcionaria a través de un

sistema parlamentario, en el que, el poder ejecutivo es ejercido por un Primer

Ministro que designa la Dieta (el poder legislativo), y un poder judicial en manos

de la Suprema Corte, cuyo Presidente es elegido por el gabinete. Según señala

el Artículo 41 de la Constitución de 1947: “La Dieta es el órgano supremo del

poder del Estado, y el único órgano legislador del Estado”. Completamente

contrario a lo que establecía la Constitución de 1889 que en su Artículo 5

proclamaba que era el emperador el que decidía en última instancia sancionar

las leyes y ordenar su publicación y ejecución. Con relación al legislativo, se

conservó el bicameralismo, la Dieta, se constituyó con la Cámara de

Representantes y la de Consejeros, que representan a todo el pueblo y son

elegidas ambas mediante el sufragio universal, para periodos de cuatro años.101

A partir de esta reconstrucción, la vida política de Japón fue más activa,

surgieron una serie de partidos políticos que pronto se adhirieron a aquellos que

predominarían en la escena política. Para 1955 el reagrupamiento de las fuerzas

socialistas y las conservadoras consolidaron un bipartidismo, indiscutiblemente

100 Morton, W. Scott, Op. Cit. pp. 192-193. 101Dore, Francis, Op. Cit. pp. 355-365.

66

dominado por el Partido Liberal Demócrata (PLD).102 Se conformó, de la misma

manera, una burguesía que desempeñaría, junto con el gobierno y las

empresas, un papel central en la definición del interés nacional y por ende el

destino del país. De manera que el régimen prevaleciente a la fecha fue

establecido con la renovación de las instituciones durante la ocupación

estadounidense.

Adicionalmente, se abolió el shintoismo de Estado, suprimiendose el

apoyo estatal a los santuarios shintoistas que se había instaurado con el

gobierno Meiji, se reformó el sistema educativo, y se asignaron nuevas

libertades y derechos a los ciudadanos. Particularmente, al derogarse la

Constitución Meiji, se proscribieron las leyes que restringían los derechos

fundamentales del individuo, promovidos por Occidente (libertad de

pensamiento, religión, reunión, organización y libertad de expresión).

De manera que el reconocimiento de estas libertades incluyó a Japón

dentro de la esfera de las libertades públicas de democracias occidentales, pero

como la nueva legislación promovía libertades individuales que se contraponían

con el tradicional principio de anteponer el interés colectivo al individual, inició el

paulatino cambio en la percepción japonesa de la importancia del grupo, y del

sentido de comunidad. Si bien es cierto que esto no se tradujo en un giro radical

hacia el individualismo (muestra de ello es que la recuperación de Japón y su

sorprendente desarrollo, se dieron bajo un espíritu de colectividad), sí sentó las

bases para que poco a poco el individuo se desligara del resto de su sociedad y

de su gobierno.

Aunado a lo anterior, la nueva Constitución reconoció a hombres y

mujeres como iguales en la política, la legislación, el trabajo y la educación. En

1947 se reformó el Código Civil y no sólo se introdujo el sufragio universal,

mediante el cual las mujeres también podrían votar para elegir a sus

gobernantes, sino también tendrían la oportunidad de participar en la política,

102 Ibídem, p. 365.

67

incluso postulándose para el Parlamento (después de las elecciones de 1946,

hubo 39 mujeres legisladoras en la Dieta). Además, en el Artículo 24 de la

Constitución se estableció que el matrimonio debería basarse únicamente en el

consentimiento mutuo de ambos sexos.103 Dado que todos estos derechos

otorgados a la mujer fueron completamente revolucionarios para la tradición del

pueblo japonés, se generó una especie de revolución social, ya que al ser la

mujer la plataforma del sistema familiar y del orden social tradicional, las familias

comenzarían a hacerse más pequeñas y menos unidas, impactando

directamente a la moral japonesa al debilitarse la estructura educativa al interior

de la familia.

Por otra parte, a pesar de que la educación japonesa era una de las más

exitosas del mundo, fue ampliamente reformada, porque tenía un alto contenido

ideológico y moral que se contraponía al individualismo occidental. De modo

que, a través de la Ley Fundamental de Educación Pública de 1947, se

descentralizó el sistema educativo, se adoptó la educación mixta y la escuela

secundaria se volvió obligatoria; además se introdujeron nuevos libros de texto y

se renovaron los planes de estudio. Con la modificación de estos últimos se

reemplazaron los cursos de moral y ética por los de ciencias sociales; y los

tradicionales valores confucianos fueron sustituidos por valores occidentales

centrados en el individualismo y la democracia.104

La reforma económica, que guiaría a partir de ese momento el destino del

país, giró en torno al establecimiento de una economía liberal, aunque en

práctica proteccionista, que garantizaría la apertura comercial del país y su

paulatina inserción en el mercado mundial. En un primer momento la estrategia

se centró en el desarrollo agrícola del archipiélago, para lo cual se configuró la

reforma agraria a través de la Ley de la Reforma Agraria de 1946, y se

desmantelaron los zaibatsu105, que hasta el momento constituían la columna

103 Downer, Lesley, Op. Cit. p. 181. 104 Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 250. 105 Los Zaibatsu estaban constituidos por un reducido número de individuos, generalmente familias, que tenían un conglomerado industrial que incluía, no solamente la rama fabril, sino también la comercial, la

68

vertebral del sector industrial, como resultado de la Ley Antimonopolio y porque

habían colaborado estrechamente con el sector militar en la aventura bélica.

Sin embargo, la acción contra los zaibatsu fue abandonada y el

desmantelamiento de sus plantas fue suspendido.106 Ésta fue una de las

primeras acciones del nuevo programa de Estados Unidos para convertir a

Japón en el “taller industrial del Lejano Oriente”.107

Porque, en 1948, Manchuria cayó en manos de los comunistas chinos,

un año después Chiang Kai Shek, líder del movimiento pro capitalismo en China,

se vio obligado, por el gobierno comunista de Mao Zedong, a huir de la China

Continental y establecer su gobierno capitalista en Taiwán. Esto, junto con las

primeras confrontaciones de Estados Unidos con la Unión Soviética, provocó un

cambio en el escenario internacional, iniciaba la Guerra Fría. Y Estados Unidos

decidió que en lugar de centrarse en la democratización japonesa debía

enfocarse en su real recuperación económica y convertir al Estado japonés en

su aliado contra al comunismo, para lo cual fue necesario revisar sus políticas

contra el desarrollo industrial y la importancia de los monopolios.

Bajo esta nueva estrategia hacia Japón, el Consejo de Estabilización

Económica108 elaboró, en 1948, un plan quinquenal para duplicar la producción.

Con este objetivo se creó, un año después, el Ministerio de Comercio

Internacional e Industria (MITI) que estableció el Banco de Desarrollo como una

fuente de financiamiento a la inversión industrial a bajas tasas de interés;

introdujo los subsidios a la inversión; y pactó acuerdos de cooperación técnica y

científica con firmas extranjeras, principalmente estadounidenses. El MITI,

financiera y hasta contactos con el gobierno, a través del cual y en el transcurso de la historia moderna de Japón, lograron aumentar paulatinamente su poder y tamaño. Los cuatro más importantes eran Mitsui, Mitsubishi, Sumitomo y Yasuda. Nacht Pablo A, Detrás del Milagro Japonés, “Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África”, Argentina: 2004, [citado en julio 2008] Disponible en Internet: http://www.uba.ar/ceca/download/nacht-p.pdf 106 Morton, W. Scott, Op. Cit. pp. 194-195. 107 Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 254. 108 Creado en 1946 para coordinar la producción. Beasley, W. G, The rise of modern japan, Inglaterra: Weidenfeld and Nicolson, 1990, p. 245.

69

además, patrocinó la formación de renovados conglomerados llamados keiretsu,

mismos que se centraron en los bancos y que estaban estrechamente

relacionados con los zaibatsu de la preguerra; además este ministerio invitó a

los productores de hilado de algodón y los de acero a conformar cárteles para

que asignaran sus cuotas de producción y proveyeran materias primas para el

desarrollo industrial.109

Con la reconstitución de la industria japonesa, se incrementaron las

exportaciones del país, convirtiéndose éstas en la fuente del crecimiento. Así,

para 1950, en un contexto internacional favorable, por el estallido de la Guerra

de Corea, los keiretsu incrementaron sus exportaciones al suministrar a las

tropas estadounidenses, a altos precios, lo que necesitaban para su aventura

bélica.110

Por otra parte se incentivó el desarrollo científico-tecnológico enfocado al

desarrollo industrial, en este tenor; se importaron gran cantidad de innovaciones

tecnológicas que desarrollarían la industria japonesa (de 1956-1960 se

importaron 831 innovaciones tecnológicas).111 Además, el MITI se encargó de

proteger, promover, apoyar financieramente a las corporaciones privadas

siderúrgicas, navieras, químicas, y de maquinaria, consideradas claves para

posicionar a Japón en el mercado mundial; y de difundir los nuevos logros

científicos-tecnológicos, aplicados a la industria, en todas las empresas.112

Un balance de la economía de este periodo muestra que: la tasa de

crecimiento promedio de 1950 a 1965 fue de 10 por ciento; los salarios

recuperaron el nivel de la preguerra, en 1954, después de ubicarse por la mitad

109 Ibídem, pp. 245-246. 110 Buruma, Ian, Op. Cit. p. 168. 111 Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 270. 112 Uscanga, Carlos, Martha Loaiza Becerra et al. Las políticas de desarrollo de la ciencia y tecnología en

Japón, México: Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2008, p. 24.

70

del nivel de 1934.113 Lo cual fue muy positivo considerando el hecho de que la

economía tuvo que empezar desde abajo.

Por tanto, se considera que a partir de este momento el sistema

económico se estabilizó e inició su camino hacia el pleno desarrollo. Entonces,

el aumento de los ingresos generó un incremento de la demanda de bienes de

consumo básico empezando a forjarse, de esta manera, un mercado interno,

que después se convertiría en el motor de la economía japonesa.

Una vez establecidas las reformas, las fuerzas de ocupación se retiraron

del Japón, con la clara convicción de haber logrado un aliado más en el sistema

internacional. En septiembre de 1951, Japón firmó, junto con 52 países, el

Tratado de Paz de San Francisco, mediante el cual reconoció la independencia

de Corea y renunció a sus reclamos sobre Taiwán, las Islas al Sur de Sakhalin y

las Kuriles, así como sus mandatos sobre las Islas del Pacífico.

Con la entrada en vigencia del Tratado de Paz, el 28 de abril de 1952, se

desintegró el Comando Supremo de las Fuerzas Aliadas, con lo cual Japón

recuperó su independencia.114 Pero no en los términos de antaño, no sólo por la

interdependencia con Estados Unidos, sino por sus compromisos con el sistema

internacional. Ingresando en 1953 al Fondo Monetario Internacional, y en 1955

al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), Japón se incorporó a los

mecanismos de regulación del orden económico mundial de libre empresa y

adoptó los regímenes internacionales que guían la dinámica internacional

liderada por el capitalismo.

Por su parte, la sociedad japonesa tradicional cedería paso a una

sociedad moderna e inmersa en la dinámica capitalista, pronto valores y

costumbres universalizados por la cultura occidental, tales como: la igualdad

entre hombres y mujeres; el libre albedrío; el individualismo; entre otros, se

convertirían en el ideal de muchos sectores de la población.

113 Morton, W. Scott, Op. Cit. p. 196. 114 Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 261.

71

Particularmente, la reforma política incorporó los valores de la democracia

en general y los principios de libertad e igualdad en particular, desvinculando la

religión del gobierno y a la escuela de la enseñanza ética y moral. Por su parte,

la reforma económica, además de que insertó a la nación misma en el

intercambio global, reafirmó la importancia del progreso económico y la

obtención de bienes materiales. Sin embargo, en la inmediata posguerra, la

sociedad aun tenía un fuerte sentido de su identidad cultural y si bien

consideraba el estilo de vida estadounidense como un ejemplo a seguir estaba

orgullosa de sus valores y su moral, por lo que no hubo una radical asimilación

de la forma de vida estadounidense, sino que se incorporaron poco a poco los

elementos que fueron ajustándose a la moral del país y viceversa.

De manera que, la importancia de este periodo radica en el hecho de que

la ocupación de las fuerzas aliadas promovió una serie de reformas y cambios

en la estructura política, económica, y social que marcarían el tránsito de la

sociedad japonesa tradicionalista (atenta a los valores, la tradición, la cultura, el

interés colectivo, un tanto subyugada a su gobierno) a una sociedad moderna y

vanguardista. El acelerado crecimiento económico y la mejora de las

condiciones de vida provocarían una renovada conciencia social, al disponer de

nuevos recursos y mayores posibilidades para acceder a cosas que quizá, los

japoneses antes no hubieran imaginado.

2.2 EL AUGE ECONÓMICO Y LA URBANIZACIÓN (1960 - 1970) El periodo que va de la década de 1960 hasta la primera mitad de los 1970 se

caracterizó por un rápido crecimiento económico del país nipón. Todo el

esfuerzo del pueblo y el gobierno se enfocó en el progreso económico,

dejándose de lado los conflictos de orden político e ideológico, que por un lado

afectaban el desempeño económico y social, y por el otro limitaban el poder del

grupo gobernante. Ésta fue una estrategia emprendida desde la gestión del

72

Primer Ministro Hayato Ikeda (1960-1964), cuya administración ha sido calificada

como de “tolerancia y perseverancia”115, y su principal aportación fue alejar la

atención del público de los conflictos políticos y centrarla en mejorar el bienestar

económico y social de la población, a través del llamado “Plan de Duplicación

del Ingreso”, establecido desde 1960.

Este plan, que continuaría el gobierno de Eisaki Sato, junto con los planes

de política industrial promovidos por el MITI116, desarrollaron rápidamente la

economía japonesa. El perfeccionamiento de tecnologías importadas; el

desarrollo industrial; la inversión en infraestructura y equipo; la fuerte y

abundante fuerza de trabajo; el incremento de la competitividad; junto con los

ahorros personales y la inversión de éstos en el sector privado, lograron, desde

mediados de la década de 1960, que la economía japonesa; mantuviera

superávit en su balanza de pagos (con excepción de 1973 cuando ocurrió la

crisis del petróleo); tuviera un crecimiento promedio de 10 por ciento; aumentara

su nivel de ingreso y renta; y se colocara como el segundo Producto Nacional

Bruto (PNB) más alto del mundo, llamando la atención de la mayoría de las

economías.117

Entre los principales proyectos desarrollados desde la administración de

Ikeda destaca el programa de transformación social que promovió el crecimiento

económico del país a través de la modernización de la estructura social. El

objetivo primordial de éste, fue la consolidación de un capital, una mano de obra

y un mercado que funcionaran adecuadamente para suscitar rápidamente el

115 Mamoru, Sorai, Historia de una democracia diferente: la posguerra en Japón, Istor Revista de Historia Internacional “Japón según los japoneses”, Año VI, Núm. 21, Verano del 2005, [citado en agosto 2008] Disponible en Internet: http://www.istor.cide.edu/archivos/num_21/dossier4.pdf 116 La política industrial de los años sesenta se basó en la demanda internacional, la liberalización del comercio, y en la necesidad de fortalecer la competitividad a nivel que pudiera soportar la competencia de las importaciones. Con este objetivo en 1963 hubo un cambio hacia las industrias pesada y química, lo cual condujo al desarrollo de la industria automotriz, electrónica y de partes. Para los años setenta la orientación industrial se dirigió al desarrollo de computadoras, control numérico, maquinaria de herramientas, y moda. Uscanga, Carlos, Op. Cit. p.31. 117 Mientras que entre 1956 y 1960 se importaron 831 innovaciones tecnológicas, durante el periodo de 1961-1965 fueron 2 184 y para 1966-1970 alcanzaron 4 784. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 272.

73

progreso económico. Con este objetivo, Ikeda lanzó un proyecto enfocado en la

modernización agrícola y un programa para el desarrollo urbano.118

Desde el establecimiento de este plan se consolidó la alianza que guiaría

el desarrollo económico del país y por tanto su transformación social. Ésta,

conocida como el “triángulo de hierro”, dirigió y guió el desarrollo del país, y los

ciudadanos se mostraron satisfechos, siempre y cuando aumentaran sus

ingresos y se garantizara su bienestar social, lo cual dejaría de ocurrir desde la

Crisis del Petróleo, en 1973, cuando el gobierno ya no pudo proveer de manera

adecuada los servicios sociales y propuso su privatización. Mientras tanto, el

triángulo de hierro, particularmente el gobierno, tuvo gran influencia en el

desarrollo de la sociedad, por la arraigada idea estatocéntrica de la población

japonesa.

Esta idea de superioridad y “omnipotencia” del Estado permitió que el

gobierno, aliado con el sector empresarial y la burocracia, organizara la

economía y política según su particular punto de vista, sin que esta última se

sintiera incómoda. El discurso del sacrificio personal en favor del servicio

público119 fue aceptado por la comunidad, porque veían al gobierno como la

estructura cuya capacidad está por encima de todo. Además, dado el tradicional

respeto y lealtad a las autoridades sus acciones fueron aceptadas por la

sociedad. Y considerando el hecho de que realmente los japoneses tuvieron un

desarrollo humano considerable el triángulo de hierro no tuvo gran oposición

social durante mucho tiempo.

Bajo estas condiciones, el triunfo económico japonés fue tal, que para

mediados de los 1960 ya atraía la atención internacional y se convirtió en un

118 La Ley Básica de Agricultura (1961) eliminó la protección a los pequeños agricultores, los cuales, al quedarse sin su fuente de ingresos, pasaron a ser mano de obra disponible para cubrir las necesidades del desarrollo industrial, lo cual conllevó a la migración campo ciudad y a la creciente urbanización del país. Y el “Programa Nacional de Desarrollo General”, que arrancó en 1962, promovió la construcción de nuevas ciudades industriales, y su objetivo básico fue el fomento a la industrialización. Munesuke, Mita, Op. Cit.

p. 620. 119 Romero, María Elena, Op. Cit. p. 67.

74

ejemplo para las economías emergentes, principalmente en el Sudeste Asiático

(Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán).

En el ámbito interno, el desarrollo provocó la acumulación de riqueza

material, no sólo en las áreas urbanas sino también en las zonas rurales, pues la

agricultura funcionaba con alta tecnología, y no había gran disparidad entre los

ingresos de los campesinos y los obreros. Este enriquecimiento permitió a los

japoneses satisfacer necesidades individuales cada vez más variadas, dando

como resultado el crecimiento del mercado interno que estimularía el desarrollo

económico, pero que también promovería el valor de poseer bienes materiales y

la necesidad de trabajar para conseguirlos, de manera que el trabajo perdió su

valor como virtud, y se convirtió en el camino para obtener bienestar económico.

Durante este periodo ocurrió, también, el crecimiento de las zonas

urbanas, debido a la migración campo-ciudad; si bien en el campo se

incrementaron los salarios, el uso de alta tecnología provocó desempleo y las

personas que perdieron su oportunidad migraron a las ciudades con el fin de

convertirse en asalariados de las industrias que se estaban desarrollando. En

1955, el 45.5 por ciento de la población vivía en ciudades de más de 50 000

habitantes, para 1965 el porcentaje se había incrementado a 58.120 Entre las

megalópolis surgidas destacan Tokio, Osaka, y Nagoya. Éstas y otras ciudades

cambiaron radicalmente su infraestructura, construyeron rascacielos, trenes

subterráneos, anuncios luminosos, en fin infraestructura que cualquier gran

ciudad del mundo poseía.

La concentración de la población en las grandes ciudades, conllevó a

dificultades con la vivienda. El número de viviendas aumentó, aproximadamente,

60 por ciento, entonces, como no era sencillo adquirir terrenos, muchos de los

obreros que llegaron a vivir en las grandes ciudades se tuvieron que conformar

con un alquiler, y en las ciudades fue creándose, un nuevo tipo de vida, mismo

que propició: la reducción del tamaño de la familia “nuclearización de la familia”.

120Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit, p. 275.

75

La nuclearización de la familia, uno de los principales cambios de esta

época, constituyó un factor importante para el desarraigo de la tradición, ya que

fue la familia la que desde siempre inculcó las costumbres y los valores; de

modo que entre más pequeña fue ésta, menor fue el grado de convivencia e

intercambio de la cultura. En 1960 la familia estaba constituida en promedio por

4.5 miembros y las familias se encontraban bastante vinculadas con sus

parientes, ante la modernización esta cifra se redujo rápidamente y para 1971

era de 3.48. A Estados Unidos le llevó 60 años (1890-1950) reducir la familia de

4.5 a 3.5 miembros a la sociedad japonesa sólo le tomó 10 años,121 este hecho

muestra el acelerado proceso cambio en el estilo de vida japonés.

Así, bajo una relación causa-efecto, la nuclearización de la familia fue

producto de la diversificación de actividades. Dado que las mujeres empezaron a

dedicar más tiempo a sí mismas; al trabajo asalariado, y los hombres se

dedicaron a trabajar todo el día, se volvió complicado tener familias grandes

puesto que no habría tiempo, ni dinero suficiente para atenderlas según es

debido, ya que la preocupación por el bienestar familiar y el honor de la familia

no dejaron de constituir un valor para la sociedad japonesa.

Pese al valor aun otorgado a la familia, la multiplicidad de roles que

conlleva la modernidad, provocó el debilitamiento de las relaciones

intrafamiliares, los hombres, prácticamente, dejaron de ver a sus hijos; y las

mujeres incorporaron nuevas actividades a su rutina por lo que dejaron de

dedicar tiempo a los niños. Además la rutina y la dispersión de las familias en las

ciudades, hizo más difícil la convivencia con los parientes, incluso, cercanos.

Dado lo anterior, se infiere que la nuclearización de la familia, y más aun

su desvinculación impactaron el aspecto identitario de la sociedad, pues, entre

menos convivencia hubo entre padres e hijos, menores fueron las posibilidades,

de los primeros, de inculcar costumbres, valores y todo el bagaje cultural de la

nación. De manera que las nuevas generaciones estuvieron menos inmersas en

121 Munesuke, Mita, Op. Cit. p. 623.

76

prácticas tradicionales y más involucradas en un estilo de vida moderno y

valores universales aunque en esta etapa aun de manera incipiente.

Por otra parte, como consecuencia también de la urbanización, hubo un

cambio en los patrones de consumo y la masificación del mismo, que fue posible

por el crecimiento económico; el incremento del ingreso; la alta tasa de ahorro;

la ampliación y protección del mercado; y la buena infraestructura en

comunicaciones. El progreso industrial y la vocación de comercio de las

empresas produjeron una serie de productos para el hogar, hasta el momento

desconocidos para la mayoría de los japoneses. Así, los electrodomésticos y el

automóvil se convirtieron rápidamente en bienes altamente consumidos, al grado

que el refrigerador, la televisión y la lavadora de ropa llegaron a ser conocidos

como “three holy durables” (tres bienes sagrados), pues fueron concebidos

como vitales para cubrir las necesidades domésticas.122

El ambiente social, que la masificación del consumo provocó en este

periodo, se caracterizó por la acumulación de riquezas materiales y la búsqueda

del bienestar personal, al grado que ambos se reconocieron como virtudes. Y la

sociedad japonesa cayó en un automatismo y materialismo que incluso resultó

incomodo para los más tradicionalistas. Como comenta Tchin Kanehisa, “la

sociedad japonesa inició su etapa de consumismo pleno al grado que consumir

fue considerado como una virtud, y el ideal de la época era “posea las mismas

cosas que su vecino”.123

A este respecto, surge una pregunta, ¿cómo pudo convertirse el consumo

en uno de los ideales de la época? Takajusa Nakamura, nos aproxima la

respuesta. Él afirma que esto fue posible por la motivación heterómana, es decir,

seguir los patrones de conducta de los demás de manera pasiva sin

cuestionarse si son correctos o no, sólo por el hecho de estar actualizado, por

122 “En 1957 del total de domicilios urbanos sólo el 8.7 por ciento tenía televisión sin embargo para 1965 este porcentaje se incrementó a un 95 por ciento. Con la llegada de la televisión a color, diez años después los aparatos en blanco y negro prácticamente fueron sustituidos por los nuevos en un 90 por ciento”. Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 136. 123 Ibídem, p. 138.

77

ejemplo; “un niño sin televisión en casa no puede hablar con sus amigos en la

escuela, en la comida de la escuela se acostumbran el pan, la leche, la carne y

se siente avergonzado de vivir en una casa antigua al ver que toda la gente

reconstruye su casa”.124 Así, al subir el nivel de consumo de determinadas

familias subió el consumo de las que estuvieran relacionadas con ellas, al copiar

los patrones de conducta para estar acorde a la tendencia y tener una mejor

convivencia según esta motivación, lo cual implicó la homogenización del

consumo.

A la vez, este patrón de conducta provocó un fenómeno conocido como

“my homism” que fue básicamente la idealización del hogar como un espacio

privilegiado para el consumo.125 Los productores de electrodomésticos

aprovecharon la imagen que se le otorgó al hogar para expandir su mercado,

generando gran cantidad de publicidad dirigida a la familia, más que el individuo,

y centrándola en cuestiones relacionadas con el hogar y la convivencia familiar.

La masificación del consumo fue tal que se puede considerar incluso

como una de las transformaciones más determinantes de la época. A partir de

este hecho se hizo evidente que la sociedad japonesa abandonaba parte de su

carácter tradicional, principalmente en lo relativo su estilo de vida. Por ejemplo,

los hábitos alimenticios se diversificaron, pasando del arroz al trigo, e

incrementándose el consumo de proteínas animales y frutas. Esto a su vez

causó la modificación en la complexión física de los nipones, aumentando su

estatura y peso promedio, pasaron de 161.8 en 1950 a 168.1 en 1976.126

Además, las mujeres fueron altamente influenciadas por las imágenes

globales de las revistas, que por un lado las acoplaron con otras elites

cosmopolitas, desarrollando una identidad sexual individualizada; y por el otro,

desacoplaron sus vidas de la cultura tradicional, evidentemente de manera aun

incipiente.

124 Takajusa, Nakamura, Op. Cit. p. 247. 125 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 137. 126 Takajusa, Nakamura, Op. Cit. p. 244.

78

En otro sentido, si bien es cierto que la sociedad japonesa no se

encontraba muy vinculada al exterior, ya que el mercado japonés estaba

relativamente cerrado a los productos extranjeros, las tendencias de

socialización de la juventud de los países industrializados, rápidamente, tuvieron

eco en Japón. Al quedar atrás la actitud insular y la desesperación de la

posguerra, Japón se encontraba económicamente al nivel de las economías más

desarrolladas del mundo y su juventud empezó a actuar como tal.

Así pues, durante los años setenta los jóvenes japoneses adoptaron la

actitud rebelde de la juventud de Estados Unidos, Francia y Alemania, trataron

de liberarse de las formas de control establecidas por el gobierno, atacando todo

aquello que tuviera que ver con la democracia e incluso el comunismo soviético,

que al inicio de la década de 1960 había estado en boga, y adoptaron actitudes

de movimientos como los hippies. Como lo interpreta Mita Munesuke, fue una

época de rebelión total contra los ideales de la posguerra.127

Pese su actitud rebelde, los jóvenes no se involucraron completamente en

una vida occidentalizada, ya que persistía un comportamiento delimitado por los

lazos familiares y tradicionales, por el valor de la disciplina y el respeto inculcado

tanto en la escuela como en al interior de la familia, que si bien se encontraba

menos unida no dejó de ser la moldeadora del carácter del japonés, por tanto los

valores tradicionales tenían preponderancia frente a los universales.

Además, el intercambio con el exterior en materia cultural aun era mínimo,

los productos que se adquirían eran fabricados por la industria nacional. Y

aunque para este momento el auge de la televisión se hizo evidente, los

programas que en ella pasaban eran en su mayoría nacionales; las revistas eran

producidas al interior (aunque proyectaban imágenes globales, también

incorporaban elementos de la cultura japonesa) y las grandes cadenas de moda,

comida y demás artículos no se establecían todavía.

127 Munesuke, Mita, Op. Cit. p. 627.

79

Asimismo, hasta los setenta el gobierno todavía ejercía control real sobre

la sociedad y delineaba claramente sus objetivos. A través de lemas, el triángulo

de hierro conseguía que la nación completa luchara por el mismo ideal y

caminara hacia un mismo objetivo. En este contexto, la identidad cultural

japonesa adquirió relevancia en los debates, principalmente en los círculos

intelectuales. Si bien durante la inmediata posguerra los discursos sobre

identidad eran limitados, a partir del rápido crecimiento económico se les dio una

dimensión preponderante.

Según el especialista Harumi Befu, fue el debilitamiento de los símbolos

nacionales (la bandera, el himno, y la monarquía), a causa de la guerra, lo que

incentivo la redefinición de la identidad, como una forma de llenar el vacío que

dejó el fin del imperialismo.128 El Nihonjinron, se convirtió entonces en la

ideología dominante, y esencia de la unidad nacional a partir de este momento.

Ross Mouer y Yoshio Sugimoto identifican dos principios fundamentales de esta

ideología: la sociedad japonesa es "única", y la orientación grupal es el patrón

cultural dominante. Además, que los japoneses son un pueblo homogéneo

(tan'itsu minzoku) que constituyen una nación unificada racialmente.129

De este modo, en la sociedad japonesa se forjó la idea de una nación con

una única identidad cultural, lo cual le dio un carácter casi único, pues pocos

Estados-nación poseen esa “virtud”. Pese a esta “sólida identidad” y exaltación

de su tradición, Japón se convirtió en una sociedad completamente moderna,

que en tan sólo unas décadas alcanzó a Occidente. Sin embargo, en general, el

país se consideró como una nación homogénea que se estaba desarrollando en

conjunto y que aun desarrollada continuaría siendo tradicionalista, por el peso

que tenía el sistema de valores y la idiosincrasia de la población.

128Citado en: Burgess, Chris, Maintaining identities: discourses of homogeneity in a rapidly globalizing

japan “Electronical Journal of Contermporary Japanese Estudies”: [citado en octubre de 2008], Disponible en Internet: http://www.japanesestudies.org.uk/articles/Burgess.html 129 Ibíbem.

80

Pero, el cambio no podría ser lineal, pronto, la dinámica mundial, junto

con el elevado nivel de desarrollo de la sociedad, darían un giro al proceso de

transformación socioeconómica e iniciaría una nueva etapa de la misma. Así

pues, la crisis del petróleo de 1973 y la caída del sistema de Bretton Woods

mostrarían los primeros síntomas de un nuevo cambio en la política del Estado

japonés, mismo que impactaría la identidad cultural del país al colocar a la

sociedad en un entorno de diversas influencias culturales.130

2.3 JAPÓN MODERNO Y SU INTERNACIONALIZACIÓN (1970 –1990) Durante este periodo se complementó el proceso de apertura del país y el

gobierno dio el paso definitivo hacia la globalización no sólo de su economía,

sino de la nación en general. Esto repercutió directamente sobre la percepción

de la identidad cultural, por la pérdida de control de las instituciones

tradicionales, así como por la gran cantidad de influencias globales que

permearon en la conciencia de la sociedad.

El deterioro en el crecimiento económico de Japón, producto de las crisis

del petróleo, generó una serie de cuestionamientos acerca de la eficacia de la

política económica y social del país. La respuesta del gobierno en el aspecto

económico se centró en la reducción de costos de las industrias, a través de la

disminución de la demanda de energéticos, y el incremento de su eficiencia.

Particularmente, la segunda crisis del petróleo (1979), incentivó la

modificación de la estructura industrial, dejando de lado la industria pesada, y

promoviendo las industrias relacionadas con la tecnología e información. En el

130 Desde 1973 el precio del petróleo de cuadruplicó, lo cual provocó; que los países importadores de petróleo, como Japón, tuvieran problemas económicos; que subieran de precio los productos básicos; y que hubiera una especulación en bienes raíces y en acciones. Aunado a ello, desde 1971 el Presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, había acabado con el patrón de convertibilidad oro-dólar, por lo que alteró las transacciones financieras al modificarse las tasas de cambio fijas. Japón tuvo que revaluar el yen y dejar flotar su moneda de manera libre desde 1973. Estos acontecimientos provocaron que; para 1974 la tasa de crecimiento del país descendiera hasta 0.5 por ciento, su balanza de pagos fuera deficitaria; y se generara inflación. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 284.

81

aspecto social, el régimen puso mayor énfasis en la mejora de las condiciones

de vida de la población, principalmente, en la vivienda y el desarrollo de

infraestructura urbana. Pues, el mayor bienestar social se hacía necesario en la

medida en que la economía crecía, aunque el ritmo de crecimiento sería más

bajo.131

Tabla 1: Evolución de los principales indicadores económicos en Japón (1960-1990)

Años Tasa de crecimiento del PIB Inflación

Tasa de desempleo

Promedio 1960´s 10.4 5.3 1.3

Promedio 1970´s 5.2 9.0 1.7

Promedio 1980´s 3.8 2.5 2.9

1985 4.2 2.0 2.6

1986 3.2 0.6 2.8

1987 5.1 0.1 2.8

1988 6.3 0.7 2.5

1989 4.9 2.2 2.3

1990 5.5 3.1 2.1

Fuente: Elaboración libre con datos de: Aquino, Rodríguez Carlos, Introducción a la economía asiática. Y Pelegrin, Ángeles “La economía japonesa en 2007: En reconstrucción tras la burbuja” Anuario Asia-Pacífico 2007.

Así pues, a pesar de que la economía se mantuvo estable dejó de crecer

al ritmo que lo había venido haciendo. La Tabla 1 ilustra que mientras que en los

sesenta el promedio de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) fue de 10.4,

para la década de 1970, éste descendió a 5.2 manteniéndose relativamente

estable hasta principios de 1990. Se observa también que se empezaron a

superar los problemas de inflación y desempleo. De manera que inicia la

madurez de la economía japonesa y por tanto la época de cambios de diverso

orden.

131 Durante el periodo de la burbuja (1986-1991), el promedio real de tasa de crecimiento económico fue de 4,7. por ciento. Takenaka, Heizo y Chida Ryokichi, Japan, Domestic Adjustments to Globalization, “Japan Center for International Exchange”: [citado en agosto 2008] Disponible en Internet: http://www.jcie.org/researchpdfs/DomAdjst/takenaka-chida.pdf

82

Además, Japón se recuperó antes que ningún otro país capitalista de la

crisis de 1979, e inició el llamado “crecimiento económico estabilizado”,

obteniendo una de las tasas de crecimiento más altas, entre los países

industrializados. Asimismo, su economía se sustentó más en los servicios; en el

uso intensivo de conocimientos científico-tecnológicos; en la internacionalización

de su industria, su comercio y sus finanzas, que en su sector manufacturero,

extractivo y de transformación.132 Paralelamente, desde principios de 1980

sobrevino una “burbuja económica” o “boom económico” y en 1985 el gobierno

nipón convino el Acuerdo del Plaza133, que trajo consigo la reevaluación del yen,

incrementando su valor en tres veces el que tenía en 1971.

Por lo tanto, en plena crisis económica mundial, la economía japonesa se

encontraba en apariencia estable, incluso tenía superávit en su balanza de

pagos, así que pronto recibió presiones internacionales, y tuvo que abrir más su

mercado nacional a los productos extranjeros. Estados Unidos y otros países

bombardearon a Japón con exigencias y requerimientos, que iban desde

restricciones voluntarias a la exportación hasta la expansión de sus

importaciones; también se incluyeron peticiones como una mayor participación

de las compañías extranjeras en los proyectos de obras públicas; la

desregulación financiera; y el incremento de su ayuda a los países en

desarrollo.134 Cediendo a las presiones relativas a la expansión de las

importaciones el Estado japonés introdujo políticas como el recorte unilateral de

132 León, José Luis, José Luis Estrada et. al. Cooperación y conflicto en la cuenca del pacífico, México: Universidad Autónoma Metropolitana, Miguel Ángel Porrúa, 2005, p. 269. 133 “Durante el primer gobierno de Reagan se aplicó una política de laissez-faire en los mercados cambiarios, pero en febrero de 1985 el dólar había alcanzado un nivel tan alto y el déficit comercial de Estados Unidos era tan amplio que hubo que tomar medidas. Conforme a lo estipulado en el Acuerdo del Plaza, celebrado el 11 de septiembre de 1985, los ministros de Hacienda y los gobernadores de banco central de Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón y el Reino Unido convinieron en depreciar el dólar y estrechar su cooperación”. Benoît, Coeuré y Jean Pisani-Ferry, Por qué debe prestarse atención a la

estabilidad de los tipos de cambio: [citado en agosto 2008] Disponible en Internet: http://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/spa/1999/09/pdf/coeure.pdf 134 Taichi, Sakaiya, Op. Cit. p. 45.

83

tarifas; la eliminación de restricciones a la importación; la reforma del sistema de

normas de certificación; y campañas de promoción de la importación.135

Además, se consolidó lo que se conoce como el “proceso de

internacionalización de Japón”, que implica la expansión de la influencia

internacional de la economía japonesa. Por ejemplo, para la segunda mitad de la

década de 1980 las estructuras y prácticas de la administración japonesa se

exportaban a muchas partes del mundo. Sin embargo, la creciente influencia de

Japón en el globo no significó la independencia de su economía del resto del

mundo, al contrario, conllevó a una creciente interdependencia que tuvo impacto

tanto en el área económica, política como social del país.

Entonces, desde que Japón rompió definitivamente con su aislamiento del

mundo, empezó a ser más activo en el escenario internacional; conformó sus

propios procesos de integración y cooperación con las naciones del Sudeste

Asiático; proporcionó más ayuda para los países en desarrollo, incluso se

convirtió en el acreedor número uno del mundo. Sin embargo, esta

internacionalización no sería del todo positiva para la tradición, pues el creciente

empoderamiento ocasionó al país mayor presión del exterior, y la sociedad se

involucró más en el proceso de globalización, a través de actividades como: la

migración; la expansión del sector turismo; y la adquisición de productos de

moda en Occidente. Quedando atrás la sociedad aislada de las influencias

culturales globales.

Con relación a la migración cabe decir que, para mediados de la década

de 1980 el crecimiento industrial, y la falta de mano de obra barata, como en

cualquier país desarrollado, puso en entredicho la política de puertas cerradas

de Japón. Así que, en 1989, a través de la Ley de Migración, promulgada en

1990 el gobierno japonés, se permitió el ingreso, como fuerza laboral en las

135 Wen Japan, Comercio e Inversión: Una transcisión hacia el comercio horizontal, "Ficha Informativa sobre Japón" [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanis

h/S05_tradei.pdf

84

fábricas, a los llamados nikkei (descendientes de emigrantes japoneses) y a los

kenshusei (aprendices extranjeros).136 Los primeros en su mayoría de Perú y

Brasil y los últimos provenientes principalmente del Sudeste Asiático. Con esta

ley se pretendió que los kenshesei migraran de manera temporal, pero la

mayoría permaneció en el país y poco a poco se fue integrando a la sociedad.

Por su parte, la ola migratoria nikkei sí recibió incentivos por parte del

gobierno para desarrollarse económicamente y vivir en el país, pues al fin de

cuentas eran japoneses y el gobierno esperaba reinsertarlos en la “homogénea”

sociedad japonesa. Sin embargo, el régimen japonés no contaba con que los

miembros de la tercera generación de nipones que llegaron al país, poco tenían

que ver con la sociedad japonesa, pues estos “japoneses” pensaban, actuaban y

se comportaban como latinos más que como japoneses, ya que traían consigo el

bagaje cultural latinoamericano con tan sólo algunos aspectos de la cultura

japonesa.

Lo anterior representó una importante transformación en la composición

social del país, pues si bien es cierto la cantidad de migrantes, durante este

periodo fue mínima, sentó las bases para un mayor intercambio cultural. Hasta

1985 en Japón, prácticamente, no había trabajadores inmigrantes cuya intención

fuera permanecer y hacer una vida en el país, con excepción de la migración

coreana de antes de la Segunda Guerra Mundial,137 ya que toda la fuerza laboral

migrante era de especialistas o profesionistas; y la prioridad del régimen en

política migratoria había sido incentivar la emigración japonesa para adquirir

conocimiento del exterior principalmente de Estados Unidos y Europa.

Otra consecuencia de la internacionalización japonesa fue la necesidad

de adecuarse cada vez más a las normas globales relacionadas con los

derechos humanos. De esta manera, en 1982, Japón fue parte de la Convención

136 Sachie, Asaka, La política multicultural en Japón y sus perspectivas, “The Center for Latín-American Studies” Nanzan University: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.nanzan-

u.ac.jp/LATIN/kanko/documents/13SachieASAKA_000.pdf 137 Ibídem

85

del Estatus de Refugiados y se comprometió a acoger a un número considerable

de refugiados provenientes de Vietnam, Laos, y Camboya, y a darles un trato

igual al de sus ciudadanos.

Así, la firme barrera que existía entre extranjeros y nacionales se empezó

a debilitar porque estos refugiados extranjeros adquirieron los mismos derechos

a recibir seguridad social que los ciudadanos japoneses.138 Entonces los

japoneses empezaron a experimentar la convivencia con personas cuyas raíces

culturales eran distintas a la propia, por lo tanto la identidad nacional empezó a

desligarse de la identidad cultural, dado que la conciencia de pertenecer a

determinada nación, como ente legal, no necesariamente significó compartir

rasgos étnicos y culturales, ni siquiera una misma cosmovisión.

Entonces, la internacionalización de la economía japonesa, aceleró el

proceso de transformación social, induciendo cambios, principalmente en la

esfera de la familia y la empresa, mismos que alterarían de diversas maneras la

identificación social japonesa. A estas influencias globales que intervinieron en la

vida cotidiana; en los valores; y en general en la sociedad japonesa, el

académico Hatsuse Ryuhei les llamo “internacionalización interna”.

Pronto el gobierno y los medios de comunicación adoptaron esta palabra

para hacer referencia a la influencia externa sobre la vida del pueblo japonés.

Principalmente al hacer alusión al impacto de la inmigración. Hatsuse afirmó, en

este periodo, que el éxito de la “internacionalización interna” de Japón

dependería de la capacidad que tuviera el país para aceptar una sociedad más

diversa, y sobre todo su capacidad para dar cabida a los migrantes de otras

partes de Asia.139

Asimismo, las transformaciones sociales estimuladas por la

“internacionalización” continuaron con la tendencia al desmembramiento del

poder que poseía la familia para articular el comportamiento social. Ésta poco a

138 Yáñez, Rosado Juan Antonio, Op. Cit. p. 17 139 Tessa, Morris Suzuki, Op. Cit. p. 224.

86

poco perdió estabilidad y fuerza. Además de su nuclearización, provocada por el

alto costo de la vivienda, la educación y la falta de facilidades para el cuidado de

los niños140, se incrementaron: la tasa de divorcio, el número de solteros y la

cantidad de parejas sin hijos, volviéndose poco común las familias en las que

tres generaciones convivieran en la misma casa, como en antaño. Esto, sin duda

alguna tuvo consecuencias en la estructura de los valores tradicionales,

principalmente por el papel cada vez más liberal que asumieron las mujeres y

por la poca convivencia familiar que se generalizó a partir de este tiempo.

Conjuntamente, se modificó la administración del tiempo libre. Las

mujeres redujeron el tiempo que pasaban en sus casas dedicándose a las

labores del hogar, pues el poseer aparatos electrónicos, electrodomésticos, y

servicios de guardería se hicieron más sencillas las labores del hogar, y al

terminar más rápido sus quehaceres tuvieron más tiempo libre, el cual

normalmente ocuparon para el consumo de servicios personales. Con relación al

tiempo dedicado al trabajo, como señala el Ministerio de Salud, Trabajo y

Bienestar, mientras que en 1970 el 71.4 por ciento de la fuerza laboral asistía a

su lugar de trabajo seis días a la semana, en 1980 la tasa cayó a 23.7 por

ciento.141

El incremento del tiempo libre de las personas abrió nuevos espacios para

el consumo, que dejó de girar en torno a la familia y el hogar, y se volvió más

individualizado, creciendo así el sector servicios, principalmente, los servicios

personales como: paseos, viajes, y cenas fuera de casa. Por tanto, el ocio

empezó a ser practicado con mayor regularidad en la sociedad, ejemplo de ello

es que mientras en1964 sólo 128 mil personas viajaron fuera de Japón, para

1994, esta cifra se incrementó a 13.5 millones.142 Particularmente, el sector

140 En 1992 el número de hijos nacidos por japonesa cayó hasta 1.5, por debajo del número necesario para mantener el nivel de población hasta ese momento. Jones, Bronwen, et al. Seeking a new reality: The

Japanese people in the 1990’s, Estados Unidos: JETRO, 1993, p.14. 141 Masakazu, Yamazaki, Signs of a new individualism; the state, the family and the company in Japan

today, UNESCO Courier, [citado en mayo 2008]: Disponible en Internet: http://findarticles.com/p/articles/mi_m1310/is_1987_Dec/ai_6195102 142 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 167.

87

turismo empezó a cobrar relevancia, y cada vez se demandaron servicios

adicionales como, agencias de viajes, hospedaje y tarjetas de crédito. Además,

contrario a lo que ocurrió en el pasado los desplazamientos fueron ya de manera

individualizada.

Asimismo, la apertura, impulsada por la creciente integración del país a la

globalización económica, provocó que la valorización del consumo creciera

ampliamente y que los bienes consumidos comenzaran a ser seleccionados de

acuerdo a preferencias individualizadas. Esto ocurrió, en parte porque la

apertura del mercado puso a disposición del consumidor japonés productos que

no existían en el mercado interno, mismos que difunden patrones de belleza,

gusto, y comportamiento universales; también porque el boom económico incitó

a la ahorrativa sociedad a consolidarse como un comprador consumado, y no

cualquier tipo de comprador, los japoneses sólo deseaban comprar marcas

reconocidas mundialmente, así, el objetivo de todo japonés era poseer bienes

lujosos producidos en Occidente.

Otra transformación evidente, fue la actitud de los jóvenes de entre 15 y

30 años, llamados shinjinrui (nuevo tipo de hombre). Éstos eran muy diferentes a

la generación que había vivido en la posguerra, vivían en un país próspero;

donde el consumismo se encontraba en apogeo y la familia perdía fuerza para

establecer pautas de conducta. Por lo que, entre los shinjinrui, los valores

tradicionales, como: la cortesía, la vergüenza de crear problemas a otros y a la

comunidad, fueron perdiendo importancia.143

La poca relación de la generación shinjinrui con el Japón de la posguerra

es evidente en situaciones como su inclinación hacia el cambio de trabajo. Así,

en 1987 el 70 por ciento de la gente joven, estaba dispuesta a cambiar de

trabajo sí sus habilidades y aptitudes podían ser usadas de manera más

completa.144 Quedando de lado, el ideal de diligencia y lealtad a la compañía,

143 Ibídem, p. 293. 144 Jones, Bronwen, Op. Cit. p. 25.

88

reflejado en el empleo de por vida, el sacrificio por la empresa y por el país. Este

último dejó de ser un lema funcional en un Japón donde la mejora de la calidad

de vida y el bienestar personal cobraron prioridad.

Por otra parte, el auge económico del país del sol naciente no duraría

para siempre y a finales de la década de 1990, después de 50 meses de

crecimiento ininterrumpido, comenzó un periodo de recesión económica que

puso en evidencia no sólo el agotamiento económico del país sino sus

debilidades políticas y la transformación social, que repercute no sólo en la

actitud de la sociedad hacia el gobierno, también en la identificación cultural.

Tabla 2: Evolución de los principales indicadores económicos en Japón (1990- 1998)

Años

Tasa de crecimiento

del PIB Real

Índice Nikkei

(Yenes)

Índice precio del

suelo

Tasa de desempleo

1989 4.9 34 967 87,99 2.2

1990 5..5 26 872 103, 31 2.1

1991 2.5 23 350 96, 41 2.1

1992 0.4 17 189 79, 03 2.2

1993 0.4 19 641 67, 13 2.5

1994 1.1 19 509 59, 25 2.9

1995 2.5 19 868 51, 51 3.2

1996 3.4 19 361 46, 57 3.4

1997 0.2 15 259 43, 72 3.4

1998 -0.6 13 842 41, 22 4.1

Fuente: Pelegrin, Ángeles “La economía japonesa en 2007: En reconstrucción tras la burbuja” Anuario Asia-Pacífico 2007. (Edición libre de la autora) versión original, disponible en Internet: www.anuarioasiapacifico.es/anuario2007/php/visit.php?docfile=Economia3.pdf

De manera que, en el ámbito político, el Partido Liberal Democrático, que

gobernó 40 años de manera continua, perdió su liderazgo en la Dieta y tuvo que

iniciar una serie de gobiernos de coalición. En el aspecto económico, en la

segunda mitad de 1991, ocurrió lo que se conoce como el “estallido de la

burbuja especulativa”. Como ilustra la Tabla 2, de 1989 a 1990 el índice de la

Bolsa de Valores de Tokio cayó aproximadamente 24 por ciento, mientras que

89

de 1990 a 1991 el precio de los terrenos descendió un 7 por ciento. Además, la

tasa de crecimiento económico se redujo, con un promedio, entre 1991 y 1997,

de 1.4 por ciento; y la tasa de desempleo alcanzó el 4.1 por ciento para 1998.

En definitiva los cambios ocurridos durante este periodo provocaron que

la imagen del Estado se deteriorara, no sólo porque Japón había sido impactado

por los problemas mundiales en la primera mitad de los noventas, sino por la

actitud crítica que adquirieron los japoneses, respecto de las acciones de su

gobierno frente a las necesidades de la población. Por esta razón, el gobierno

tuvo que ser más cuidadoso al definir su política social, pues perdió su carácter

“omnipotente”. Se enfrentaría a una sociedad con necesidades cada vez más

diversificadas que exigiría cuentas de todo lo que éste hiciera.

Como explica Masakazu Yamazaki “En la década de 1970 se produjo una

rápida disminución del Estado en la percepción individual. Durante los cien años

de industrialización y modernización que se inició con la Restauración Meiji de

1868, el Estado fue percibido como una fuerza poderosa en la determinación de

las actitudes nacionales. Para el japonés moderno ha cambiado radicalmente el

concepto de nación, éste dejó de referirse simplemente a una comunidad étnica,

y llegó a describir un instrumento de efectos colectivos”.145

En estas condiciones, la pérdida de control del triángulo de hierro se hizo

evidente con la aparición de movimientos ciudadanos vinculados directamente a

intereses locales más que nacionales, es decir la percepción del japonés dejó de

tener ese sentido de nación para preocuparse por un ámbito más cercano, y

más reducido: su comunidad.146 Las pocas protestas que hasta ese momento

habían ocurrido prácticamente habían sido sobre la base de políticas del

gobierno o por una ideología específica, no por un ámbito tan local. Es decir, los

ciudadanos empezaron a preocuparse más por su identificación con su

comunidad inmediata que con la nación en su conjunto.

145 Masakazu, Yamazaki, Op. Cit. 146 Ibídem

90

De manera que se debilitó el poder de la identidad nacional en la

conciencia de los ciudadanos, al dejar de ser la nación la principal motivación de

sus actos. Este hecho muestra, también, que los grupos de identificación de las

personas tienden a ser más reducidos, llegando incluso al individualismo, en el

que la identidad cultural pierde relevancia.

De la misma forma, a comienzos de la década de 1990 la ciudadanía (al

sentir que el control del gobierno sobre ciertas áreas de la vida pública era

limitado) decidió actuar por su propia cuenta e incrementó su peso como

sociedad civil. Con relación a esto, María Elena Romero explica que: “en la

década de 1990 el incremento de la comunicación entre la población, dado el

intenso avance de la tecnología aplicada. La velocidad con que se difunde la

información permitió que la sociedad japonesa se vinculara de una forma más

libre y rápida a los acontecimientos internacionales. A través del uso de Internet,

los japoneses tuvieron una esfera social más independiente del sistema

económico y se vieron más libres del control del Estado, asimismo, se

sensibilizaron frente a la problemática mundial cuestionando la posición de

Japón ante la comunidad internacional y su misma situación interna”.147

Entonces, las tres instituciones que forjaron la sociedad japonesa

moderna; la familia, el gobierno y la escuela, perdieron control sobre la misma, si

bien no dejaron de ser los principales entes de concientización identitaria,

compartieron este privilegio con diversas fuentes tanto nacionales como

globales. Dado que los individuos se involucraron en varias actividades y

empezaron a convivir con más personas agrupadas según determinadas

características, los grupos de identificación se redujeron, perdiendo

preponderancia la identificación a nivel nacional en la vida cotidiana.

147Romero, María Elena, Op. Cit. p. 92.

91

2.4 JAPÓN EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN (1990 -2007) Los noventa han sido considerados como la “década perdida” de la economía

japonesa, a causa de la recesión provocada por la crisis asiática, en general, y

por el estallido de la burbuja económica, en particular, pero también fue la

afirmación de una época de grandes avances en el campo científico y

tecnológico, que colocarían a Japón como una de las sociedades más

avanzadas y vanguardistas a nivel global. Pese a los problemas económicos, la

posición de Japón en el mundo siguió siendo privilegiada, gracias a un soft

power (económico) que le permitió mantener su liderazgo regional y su papel en

la política mundial.

Aunque, hoy en día es amenazado por el rápido asenso de China en el

escenario internacional, que cuestiona no sólo el papel de Japón como líder de

la región sino también como la segunda economía del mundo. Según resultados

mostrados por el Word Economic Forum (Foro Económico Mundial), en su

reporte 2008-2009 "The Global Competitiveness Report 2008-2009", Japón se

ubica en el lugar número 9 por su competitividad a nivel mundial, 4 niveles por

debajo de su posición en 2006, cuando ocupaba el lugar número 5.

Según muestra la Tabla 3, los principales problemas del país nipón son su

inestabilidad macroeconómica y las dificultades en su mercado financiero;

mientras que sus ventajas se ubican en el área de innovación y desarrollo

tecnológico.

De la misma manera, la Figura 1 ilustra el nivel de desarrollo de Japón

comparado con el de las economías más industrializadas, en ésta, se observa

que en estabilidad macroeconómica y eficiencia de su mercado laboral se

encuentra en menor rango que los demás países desarrollados, lo cual es

consecuencia directa de la crisis de 1992, pues no ha sido completamente

superada.

92

Tabla 3. Índice de competitividad global

Fuente: Word Economic Forum, The Global Competitiveness Report 2008-2009 (Edición libre de la autora) versión original, disponible en Internet: http://www.weforum.org/pdf/GCR08/GCR08.pdf

Figura 1. Nivel de desarrollo

Nota: La figura muestra el desempeño de los 12 pilares del Indice de Competitividad Global (línea azul) comparados con los puntajes promedio de todos los países que se encuentran en el mismo nivel de desarrollo (línea negra). Fuente: Word Economic Forum, The Global Competitiveness Report 2008-2009 (Edición libre de la autora) versión original, disponible en Internet:http://www.weforum.org/pdf/GCR08/GCR08.pdf

Posición

(de 134 países) GCI 2008-2009 9

GCI 2007-2008 (de 131) 8

GCI 2006-2007 (de 122) 5

Requisitos básicos 26

1er pilar: Instituciones 26

2 º pilar: Infraestructura 11

3 º pilar: Estabilidad macroeconómica 98

4 º pilar: Salud y la educación primaria 22

Potencializadores de eficiencia 12

5 º pilar: Educación superior y capacitación 23

6 º pilar: Eficiencia del mercado de bienes 18

7 º pilar: Eficiencia del mercado laboral 11

8 º pilar: Sofisticación del mercado financiero 42

9 º pilar: Disposición de uso de tecnologías 21

10a pilar: Tamaño de mercado 3

Factores de innovación y sofisticación 3

11 ª pilar: Sofisticación de los negocios 3

12 ª pilar: Innovación 4

*GCI por sus siglas en inglés (Global Competitiveness Index)

93

Sin embargo, a rápida difusión e innovación en la tecnología de la

información llevó a Japón a convertirse en uno de los países más adelantados

en materia de comunicaciones y entretenimiento, y también en uno de los más

involucrados en la dinámica de la globalización. Ya que dichos avances

acarrearon, evidentemente, una mayor transformación social y un creciente

intercambio en la “sociedad global”. Particularmente, la propagación de

tecnología de la información, entre la sociedad japonesa, que se hizo visible

desde la segunda mitad de la década de 1990, con la difusión generalizada del

Internet. Así, Japón experimentó una nueva forma de intercambio e interacción

social que ha modificado de diversas maneras el comportamiento social. La

nación está transitando a un nuevo nivel de desarrollo social, lo que hasta hoy

puede denominarse como la “sociedad de la información”.

Sociedad de la información, hace referencia a “un estadio de desarrollo

social caracterizado por la capacidad de sus miembros (ciudadanos, empresas y

administración pública) para obtener y compartir cualquier información,

instantáneamente, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera”.148

Incluso, uno de los primeros académicos en utilizar este término fue el

sociólogo japonés Yoneji Masuda, quien en su libro The Information Society as a

Post-industrial Society señaló que; “la era de la información es el periodo

durante el cual tiene lugar una innovación, la cual se convierte en la fuerza

latente de la transformación social, capaz de acarrear una expansión en la

calidad y en la cantidad de información y un aumento en gran escala del

almacenamiento de la información”.149

Pero, ¿Cómo medir el nivel de desarrollo hacia la sociedad de la

información, en un país? Evidentemente, la difusión y utilización masiva de

tecnología de la información es un factor clave para determinar qué tan inmersa

148 El concepto de Sociedad de la Información: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.telefonica.es/sociedaddelainformacion/pdf/informes/espana_2000/parte1_1.pdf 149 Estudillo, García Joel, Surgimiento de la Sociedad de la Información, [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.dgbiblio.unam.mx/servicios/dgb/publicdgb/bole/fulltext/volIV22001

/pgs_77-86.pdf

94

se encuentra una nación en el proceso hacia una sociedad de la información.

Así pues, la estimación de indicadores como; el grado de penetración de

Internet; el número de líneas de banda ancha; la cantidad de los contenidos

digitales creados; y el crecimiento de la telefonía, permiten comprobar sí una

sociedad se dirige o no hacia el estadio de la información. De los indicadores

anteriores, es sin duda la penetración de Internet el que establece el camino de

una nación hacia la sociedad de la información, al ser éste un medio universal

de comunicación.

Particularmente, en Japón el crecimiento de Internet ocurrió hasta

aproximadamente 1995 (tarde comparado con los demás países desarrollados)

por la poca asistencia gubernamental; la baja tasa de propiedad de

computadoras en los hogares; el elevado costo de la alta velocidad, de las líneas

digitales y de líneas telefónicas de origen; y por el monopolio de Nipón

Telegraph and Telephone Corporation (NTT), en las telecomunicaciones hasta

esa época. Sin embargo, cuando se diversificaron los proveedores y se abrió la

posibilidad de acceder a Internet a la sociedad en general, el número de

usuarios se elevó rápidamente; de aproximadamente 129 mil usuarios a finales

de 1995 pasó a casi 27 millones para finales de 1999.150

La rápida difusión del Internet en Japón, que fue posible, también, por la

reducción del precio de las computadoras, y ha ido de la mano con el acceso a

telefonía móvil multimedia, que actualmente se encuentra ampliamente difundida

en la sociedad. Aproximadamente, el 80 por ciento de los usuarios de los

servicios de telefonía posee aparatos con tecnología multimedia. Así, la mayoría

de los teléfonos tiene acceso a Internet y demás servicios totalmente

vanguardistas151, lo cual pone a Japón como el líder mundial en Tecnologías de

la Información.

150 Gordon, Bill, Internet's Influence on Social Interactions in Japan: [citado en agosto 2008]: Disponible en Internet: http://wgordon.web.wesleyan.edu/papers/wwwpap1.htm 151 Para el año 2000 navegaban por Internet a través del móvil, vía i Mode, prácticamente la mitad de los usuarios registrados, unos 27 millones de japoneses. Desde hace años el móvil incorpora nuevos servicios como videollamadas, tarjetas chips sin contacto que permiten pagar en tiendas o el transporte, servir de

95

Según el propio gobierno japonés: “el crecimiento de las tecnologías de la

información ha eliminado las limitaciones de tiempo y la distancia, y ha

contribuido a la oportunidad para establecer nuevas relaciones. Por ejemplo, las

personas que viven lejos de sus hogares pueden compartir información a través

de sus teléfonos móviles y su correo electrónico, lo que provoca un sentimiento

de unión con sus familias. En la comunidad también hay casos en los que el uso

de servicios de redes sociales y otros servicios anima a las actividades locales.

Aunque el uso de las tecnologías de la información, en algunos casos, lleva a

una disminución del contacto cara a cara, la comunicación y el diálogo”.152

Pero, a pesar de todos los beneficios que tiene la sociedad japonesa,

debido al avance tecnológico que posee, no está exenta de serios problemas,

principalmente en el aspecto económico, lo cual provoca mayor inestabilidad

social. Pues, si bien la recesión económica ha empezado a ceder, no está del

todo paleada. Y se ha convertido en un incentivo para el cambio de actitud

dentro de la misma sociedad.

Es difícil determinar en qué momento ocurre la recuperación de la

economía del país, pues existen signos de evidente recuperación seguidos por

nuevos problemas. Precisamente, desde la segunda mitad de la década de 1990

parecía que la economía se estaba recuperando, debido al descenso del valor

del yen y el aumento de la demanda interna; sin embargo, la crisis financiera de

Asia, en 1997, echó a la borda los esfuerzos de recuperación. De la misma

manera, para principios del año 2000, con el incremento de los precios de las

acciones y el aumento del ingreso en algunas industrias, parecía llegar

nuevamente la recuperación, pero en 2001 la lenta demanda doméstica, la

deflación, la falta de pagos de los bancos japoneses y la caída de las

llave de la casa entre otros. Castañeda, Javier, La Sociedad de la Información en Asia- Pacífico “Anuario Asia Pacífico” [citado en agosto de 2008], Disponible en Internet: www.anuarioasiapacifico.es/anuario2006/php/visit.php?docfile=030Javier_Castaneda.pdf 152 Cabinet Office, A comfortable way of life for the Japanese people, founded on personal relationships “White Paper on the National Lifestyle 2007”: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/index.html

96

exportaciones japonesas a Estados Unidos, afectó la relativa estabilidad

económica.153

Favorablemente, el crecimiento de la demanda externa ha incrementado

las exportaciones de Japón, las cuales a su vez han permitido la expansión

económica del país desde el 2002. El aumento de las exportaciones a su vez ha

estimulado la producción industrial. De forma que, las exportaciones han

sostenido en gran medida la reciente estabilidad económica al extender el

crecimiento del PIB (Véase Tabla 4). Esta débil pero constante recuperación

económica del país ha sido pregonada desde el 2006. Múltiples estudios, desde

este año, muestran las tendencias de la recuperación económica del país, luego

de cinco años de estabilidad.

Tabla 4. Evolución de los principales indicadores de Japón 1999-2007

Año Tasa de

crecimiento del PIB Consumo Privado Exportaciones

1999 0.7 1.1 6.0

2000 2.6 0.7 9.5

2001 -0.8 1.4 -7.9

2002 1.1 1.2 11.5

2003 2.1 0.6 9.8

2004 2.0 1.2 11.4

2005 2.4 1.9 9.0

2006 2.3 1.7 8.4

2007 1.9 1.4 9.5

Fuente: Elaboración libre con datos de: Cabinet Office Annual Report on National Accounts “Economic and Social Research Institute”: http://www.esri.cao.go.jp/en/sna/data.html#annual

Pero, con todos los indicadores de la recuperación económica de Japón,

nuevamente en 2008 la economía global puso en entredicho la salud económica

del país. Recientemente, el 13 de agosto de dicho año, la Oficina de Gabinete

del gobierno japonés publicó desalentadores datos acerca del crecimiento

153 Web Japan, La economía de Japón entró en la era de la globalización, “Ficha Informativa sobre Japón”, [citado en agosto 2008] Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanish/S04_econom

.pdf

97

económico del país; el PIB real se contrajo en un 0.6 por ciento respecto al

trimestre anterior y un 2.4 por ciento con relación al año anterior. Por lo que se

ha afirmado que técnicamente la economía japonesa se encuentra en recesión y

que ha concluido el largo periodo de expansión experimentado desde el 2002.

Entre las principales causas de la contracción se han identificado: la

desaceleración económica de Estados Unidos y el incremento global de la

inflación, a causa de las alzas en los precios de combustibles y alimentos. La

desaceleración de Estados Unidos ha impactado a Japón, principalmente porque

éste es uno de los principales mercados del país nipón. De esta manera, junto

con la desaceleración económica mundial y la revalorización del valor del yen

frente al dólar, los problemas de Estados Unidos provocaron la caída de las

exportaciones japonesas en un 2.3 por ciento.154

Asimismo, la demanda interna se contrajo durante el segundo trimestre de

2008, aunque el consumo público se incrementó en un 0.1 por ciento, el

consumo privado, que representa el 57 por ciento del PIB, se redujo un 0.5 por

ciento, lo cual se debe al debilitamiento del mercado laboral, al lento crecimiento

de los salarios, al aumento de la inflación, y a las preocupaciones sobre la

situación política interna.155 Sin duda, éste ha sido un periodo difícil para la

sociedad japonesa, ya que la situación económica y política ha generado

diversas reacciones, principalmente por el impacto de la recesión sobre el

empleo y el consumo.

En lo que concierne al empleo, las empresas, en su afán de hacer frente a

sus problemas financieros, han despedido trabajadores cuyo estatus era de

empleo vitalicio para reemplazarlos por empleados a tiempo parcial con

contratos de poca duración. Esto causó preocupación entre la fuerza laboral

japonesa, principalmente los jóvenes, pues dejó de existir la seguridad de

154 La Jornada, Atraviesa Japón periodo de "contracción" económica, publicado: 13 de Agosto de 2008: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2008/08/13/atraviesa

-japon-periodo-de-contraccion-economica 155Economist, A slowing economy in Japan, Publicado: 14 de Agosto de 2008: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.economist.com/displayStory.cfm?story_id=11921486

98

mantener un empleo de por vida y el matrimonio entre empresa y empleado

poco a poco está desapareciendo.156

Particularmente, la generación nacida entre 1973-1978 tiene dificultades

para incorporarse a un trabajo a tiempo completo, ahora no sólo porque las

empresas no lo estén requiriendo, sino porque durante el periodo de crisis

muchos de ellos se emplearon en trabajos temporales que no son parte de los

programas formativos de la compañía, para garantizar la práctica del ascenso y

permanencia en la empresa. Además, al no haber adquirido, técnicas y una

formación especializada tienen limitadas posibilidades de crecer

profesionalmente.

Si bien es cierto que una vez superados los problemas económicos

algunas empresas han vuelto a contratar a tiempo completo, muchos

universitarios ya no ven un futuro seguro en éstas, como sus padres o abuelos.

Además, las nuevas ofertas de trabajo generadas, a consecuencia de la masiva

jubilación de la generación de la posguerra, se están cubriendo con puestos de

trabajo cuyos salarios son relativamente bajos, por lo que la proporción de

empleos a tiempo parcial sigue aumentado, lo cual no sólo trae repercusiones

económicas sino también un cambio en la conciencia social.

Así, la tendencia de los jóvenes de no atarse a una compañía y trabajar

sólo parcialmente, iniciada incluso antes de la crisis, se vio reforzada por ésta y

actualmente existe gran cantidad de jóvenes en esta condición, conocidos como

freeters (trabajadores libres) trabajan a tiempo parcial y se cambian de trabajo

constantemente. Obviamente, estos jóvenes no tienen aspiraciones de crecer

profesionalmente u obtener estabilidad económica, la mayoría no planea

casarse o vivir lejos de sus padres. Existen también los llamados NEET (Nor in

Education, Employment or Training) que son jóvenes sin ocupación alguna que

siguen siendo mantenidos por sus padres.157

156 Citrin, Daniel, Op. Cit. 157 Goy, Yamamoto Ana María, Op. Cit.

99

También relacionado con las dificultades en el empleo, se encuentra el

incremento de la mano de obra migrante. En los últimos 15 años los

trabajadores migrantes dejaron de concentrarse sólo en las grandes ciudades

como Tokio y Osaka. La estrategia de las empresas de contratar de manera

temporal y con mínimas prestaciones, atrajo al país extranjeros dispuestos a

trabajar por bajos salarios que, comparados con los de sus países, son

suficientes para tener una mejor calidad de vida. Si bien estos extranjeros no

acaparan los potenciales empleos de los japoneses, sí alteran la frágil armonía

social.

Las nuevas comunidades de extranjeros conviven cada vez más con

ciudadanos japoneses, quienes se enfrentan ahora con una diversidad de

costumbres y tradiciones ajenas a su cultura. Un ejemplo de ello es la

convivencia con musulmanes, antes el Islam era percibido como una religión

totalmente ajena y exótica, ahora es más familiar, pues algunos japoneses

conviven con inmigrantes procedentes de Bangladesh e Irán.158 Entonces, los

cambios en la esfera social, están más relacionados con la influencia del entorno

mundial y el auge de la tecnología de la información. Y algunos especialistas

han afirmado incluso que la transformación social ocurrida desde la década de

1990 no tiene similar.

Al respecto, Inoue Nobutaka, comenta: “No cabe duda que los cambios

representan un impacto drástico en nuestra sociedad. Si uno reflexiona sobre el

grado en que nuestro estilo de vida, la tecnología y el entorno social han

cambiado en sólo los últimos cinco años, a veces se siente que ha sido

equivalente a toda una generación”.159 Alan Touraine y Daniel Bell, por su parte,

afirman que la actual sociedad japonesa es “una sociedad pos-industrial, donde

la presencia de la tecnología de la información y el conocimiento (científico y

158 Nobutaka, Inoue, Globalization's challenge to indigenous culture, “Institute for Japanese Culture and Classics”, Kokugakuin University, 1997: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www2.kokugakuin.ac.jp/ijcc/wp/global/02inoue.html 159 Ibídem.

100

especializado) adquieren una dimensión preponderante”.160 De manera que las

alteraciones del orden social japonés tienen mucho que ver con el desarrollo

tecnológico; con la inestabilidad económica y política; así como con la actual ola

de globalización, caracterizada por el creciente intercambio cultural a través de

la interacción con otras culturas por: el Internet, la adquisición de bienes y

servicios culturales de otros países, el turismo, o por la migración.

La convivencia y las estrechas relaciones personales, han dejado de ser

preponderantes; en el hogar, los miembros de la familia tienen estilos de vida

cada vez más individualizados; las personas de una comunidad, participan

menos en actividades del barrio o en asociaciones de residentes; la empresa,

antes considerada como un segundo hogar para los japoneses, ha perdido ese

privilegio y actualmente pocos trabajadores se identifican con la misma.

Pero, ¿Qué tan cambiada se encuentra la mentalidad del japonés

promedio?, ¿Quién o Qué tiene la primacía en la definición y comportamiento de

la sociedad?, ¿Qué tanto han perdido primacía los valores tradicionales en el

psique de los individuos? Eso se definirá en el próximo capítulo.

160 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 167.

101

CAPÍTULO 3

EL CARÁCTER DE LA SOCIEDAD JAPONESA ANTE LA GLOBALIZACIÓN DEL SIGLO XXI El inicio del siglo XXI marcó un cambio de era en todos sus sentidos, el fin de

milenio hizo evidente la transformación del mundo, la globalización se consolidó

como el fenómeno que por excelencia determina las decisiones y acciones de

los Estados, al tiempo que les resta primacía en la definición del comportamiento

social, tanto en el ámbito económico, político como cultural. Desde los noventa,

la nostalgia por el viejo siglo, más aún la emoción por el nuevo milenio, dio lugar

a una serie de investigaciones que hacen hincapié en la modificación de la

sociedad mundial, principalmente en los países con mayor desarrollo económico

y social.

Si bien no existe consenso entre los intelectuales, respecto de la

universalización del pensamiento occidental, la homogeneización cultural, la

consolidación de las diferencias culturales, o la diversidad de pensamiento entre

las distintas regiones. Lo cierto es que las sociedades no son lo que eran antes,

difícilmente existen sociedades “originales” que no hayan sido influenciadas, en

algún aspecto, por la idea de Occidente. Y quizá no existe una homogenización

de la ideología y los valores a escala mundial, pero sí una mezcla del ideal

occidental con las culturas tradicionales, lo cual debilita la identidad cultural de

determinado país o región, y el principal responsable de esto es el fenómeno de

la globalización. En términos de Ulf Hannerz: “ahora hay una cultura mundial

pero esta cultura se caracteriza por la organización de la diversidad y no por la

reproducción de la uniformidad”.161

Esta globalización, que si bien está liderada por los países más

desarrollados, entre los cuales se encuentra Japón, realmente no está

determinada, en ningún sentido, por algún Estado en particular. Es de origen 161 Citado en: Morris, Susuki Tessa, Op. Cit. p. 182.

102

multinacional, y no sólo se rige por las normas occidentales, como ocurrió

durante la globalización del siglo XX. No sólo afecta la esfera pública, sino cada

vez penetra más en la vida cotidiana y la intimidad del ser humano. Ha

universalizado el estilo de vida, el cual está determinado por tendencias cuyo

origen no es nacional sino global. Además ha creado un mundo en el que los

valores y los gustos humanos ya no están ligados a la geografía ni a la etnicidad.

Como sostiene Ohmae Kenichi: “Cuanto mejor informada esté la gente, más

querrá tomar sus propias decisiones, y estas elecciones coincidirán cada vez

menos con las líneas fronterizas trazadas hace años en los mapas”.162

Así pues, la globalización cultural difícilmente puede ser controlada, ya

que, contrario a lo que pasa con la política o la economía, los gobiernos no

pueden tomar decisiones con relación al intercambio entre sus nacionales y los

de otros países, a través de la industria cultural163, el Internet, la migración, el

turismo u otras formas de interacción. La comercialización actual de productos

culturales como música, películas, programas informáticos, entre otros, se

realiza a través de estrategias multinacionales cuyo objetivo no es llegar a un

mercado único sino penetrar de manera global en el gusto del individuo,

independientemente de su origen nacional. Por esta razón, es difícil, para

cualquier Estado, evitar la influencia exterior, dado que siempre existirán canales

a través de los cuales el individuo interactúe con algo o alguien que le provea

imágenes o símbolos que no son propios de su cultura, mismos que de manera

individual decidirá tomar o dejar.

162 Ibídem, 181. 163 La Industria Cultural: Es aquella encargada de producir objetos culturales con la intención de comercializar con ellos. En ésta todo objeto cultural es concebido como un producto, por lo que tiene un valor monetario además de un valor estético o moral, y es en función de aquel, que el mercado selecciona la oferta objetiva de bienes y servicios culturales, así como también la posibilidad de producirlos. Los bienes culturales consisten en una variedad de productos tales como libros, revistas, productos multimedia, software, discos, CDs, películas, videos, programas audiovisuales y diseños de moda. Los servicios por su parte, se componen de bibliotecas, centros documentales, museos, teatros y orquestas, circos, incluso, la prensa, las emisiones de noticias por cable, y las emisiones por satélite. Yusuf, Örnek, Globalization and cultural identity: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.studienkreis.org/common/news/referat_oernek.pdf

103

En determinado momento el Estado puede establecer políticas que limiten

la migración o incluso restrinjan el uso de Internet, pero difícilmente será capaz

de evitar la interacción social a nivel mundial, menos aún en países tan

desarrollados como Japón, donde el acceso a Internet es masivo, los viajes al

exterior pueden realizarse en el momento que se desee, el consumo de

productos extranjeros está verdaderamente consolidado y la migración es cada

vez más real. A este respecto el comentario de Tessa Morris Suzuki resulta muy

acertado, según la autora: “En esta era de tecnología de la información, los flujos

de influencia son complejos y entrecruzados. Si bien Japón exporta películas de

dibujos animados, juegos de computadora, y tecnología de radiodifusión,

también está en el extremo receptor de los nuevos sistemas de información que

se diseñan y desarrollan en el extranjero”.164

De manera que, la sociedad japonesa del siglo XXI, poco tiene que ver

con el Japón culturalmente homogéneo, pregonado durante la década de 1980,

como un país completamente diferente a Occidente. Esta transformación, que no

ocurrió de repente con el cambio de siglo o milenio, ha sido un proceso iniciado

desde la apertura de Japón a Occidente y su paulatina incorporación a los

esquemas de pensamiento europeo y americano. Si bien es verdad que la

globalización ha acelerado este tránsito hacia una sociedad totalmente moderna

y vanguardista, de no haber existido un desarrollo económico y social orientado

hacia Occidente, no ocurriría tal nivel de penetración de parámetros universales,

que aunque han dejado de ser determinados totalmente por los países

occidentales tienen muchos de sus principios.

Sin embargo, con la entrada al nuevo milenio ha sido más visible la

metamorfosis que ha sufrido la sociedad japonesa, ya que al cerrarse un ciclo

surgen evaluaciones respecto al estado en que todo se encuentra, qué tanto

cambio la sociedad, qué tan visible se ha vuelto el desarraigo de la tradición. En

fin una serie de cuestionamientos que junto con la inestabilidad social que

conlleva la recesión económica permiten apreciar que difícilmente hoy puede 164 Citado en: Morris, Susuki Tessa, Op. Cit. p. 198.

104

afirmarse que en sentido estricto ésta sea una sociedad que conserva intactos

su cultura y valores tradicionales. El grado de desarrollo del país y su inmersión

en el fenómeno de la globalización hacen que esta nación se aleje cada día más

y a un ritmo cada vez más acelerado, de la tradición y los valores, que siempre

ha exaltado, pero que sin duda alguna ha deteriorado. Afectando por tanto el

fuerte sentido de identidad cultural de antaño.

Bajo estas premisas, el presente capítulo esboza el esquema de valores

que actualmente predomina en el comportamiento social de Japón, para

entender en qué medida la nación se ha desvinculado de su tradición y cómo se

ha modificado su identidad cultural. Del mismo modo describe algunos aspectos

del estilo de vida actual, y algunas características sin las que ahora no se

entendería a la sociedad japonesa, mismas que no forman parte de la imagen

que desde la década de 1980 el mundo tiene de este país.

3.1 LOS VALORES EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

El sistema de valores de una cultura no cambia de manera radical ni

espontáneamente, permanece durante un largo período para brindar estabilidad,

orden, y previsibilidad a todos los aspectos de la vida de una nación. Sin

embargo, el actual estadio de desarrollo humano y el fenómeno de la

globalización han propiciado, en algunas de la sociedades del mundo, cambios

tales que parece que la base que soportaba y reforzaba los diferentes valores

culturales se ha debilitado al grado que éstos difícilmente permanecen íntegros,

y actualmente perviven, conviviendo con parámetros universales a veces

cambiantes.

En este orden de ideas y conforme a los resultados del estudio realizado

por la World Values Survey, (Encuesta Mundial de Valores), que se encarga de

medir, analizar y comparar los valores culturales de distintos países, se infiere

105

que, aunque los valores culturales de los países, de las distintas regiones

geográficas del mundo, no tienden a converger, sí existe una especie de

“homogeneización cultural” entre países con un elevado nivel de desarrollo. En

este sentido, Ronald Inglehart, Director de esta organización y profesor de

Ciencia Política en la Universidad de Michigan, afirma: “que es en los países

pobres donde hay menos propensión a cambios culturales por lo que en éstos

se mantienen realmente los valores culturales. Por lo tanto parece ser que el

desarrollo económico empuja a los países a una posición común en la cual

valores como la igualdad de género, la tolerancia, el buen gobierno y la

democracia (definidos por el Banco Mundial) son preponderantes ante la

tradición misma”.165

Entonces, como señala Inglehart, los procesos de industrialización

conllevan a la sustitución de “valores tradicionales” -que enfatizan, de manera

generalizada; la importancia de la religión, la obediencia, el patriotismo, la

voluntad de los hijos de hacer que sus padres se sientan orgullosos de ellos, la

no justificación del divorcio ni el aborto, y el proteccionismo económico - por los

que él llama “valores racionales-seculares”, los cuales tienden a buscar todo lo

contrario a lo tradicional. Sin embargo, la transformación de los valores no

termina con la industrialización, pues, los países con un alto desarrollo

tecnológico y de conocimiento, es decir las sociedades post-industriales, giran

nuevamente sus valores, ahora hacia una dimensión transcultural, que se

caracteriza por la apreciación subjetiva del bienestar propio y donde los valores

pueden ser de autoexpresión o autorrealización.

Estos valores de autoexpresión y autorrealización, que señala Inglehart,

otorgan prioridad al cuidado del medio ambiente, a la tolerancia de la diversidad,

y a la participación en la toma de decisiones en materia económica y política.

Con relación al cuidado de los hijos hay un cambio de la tradicional enseñanza a

165 Citado en: Golden, Sean, Cultura y sociedad: visión general, “Anuario Asia Pacífico, 2004”: [citado en julio de 2008], Disponible en Internet:http://www.anuarioasiapacifico.es/anuario2004/php/visit.php?docfi

le=ASIA_CID_351_360.pdf

106

trabajar duro y hacer bien las cosas, hacia la importancia de enseñarles a ser

tolerantes y valorar la imaginación. Por tanto, en estas sociedades la libertad

individual y la autoexpresión tienen gran valor junto con la participación política.

De ahí la importancia y el gran desarrollo de la sociedad civil en estos

Estados.166

De modo que en los países desarrollados los valores tradicionales dejan

de ser los únicos que determinan el comportamiento social, y sólo perviven

aquellos que pueden ser adaptados a la nueva realidad cultural en la que se

desenvuelven los individuos en estas sociedades, o en su defecto los valores

modernos se adaptan a la tradición si ésta es aun preponderante. Conviviendo

así, valores tradicionales junto con valores posindustriales.

La sociedad japonesa, cuyo nivel de desarrollo, tanto económico como

humano, se encuentra entre los más altos del mundo167, es un claro ejemplo de

la transición de valores netamente tradicionales, descritos en el primer capítulo,

hacia valores de carácter subjetivo, evidentemente, pasando por los valores

racionales- seculares. Actualmente, esta sociedad se encuentra en un nivel tal

de desarrollo que ha empezado su transición hacia lo que se considera valores

de una sociedad post-industrial. Aunque persiste un bagaje cultural propio, la

transculturación168 es innegable, la amplia cobertura de los medios de

comunicación; la occidentalización del consumo; y la adopción de los valores de

igualdad y democracia, ponen a este país entre las sociedades que más se han

166 Ibídem 167 El Producto Interno Bruto de este país, según el Foro Económico Mundial fue para el 2007 de 4,383.8 billones de dólares, lo cual lo coloca como la segunda economía del mundo. En: "The Global Competitiveness Report 2008-2009": [citado en noviembre 2008], Disponible en Internet: http://www.weforum.org/pdf/GCR08/GCR08.pdf

Con relación al desarrollo humano, según el Informe Sobre Desarrollo Humano 2007-2008 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, para el año 2005 el Índice de Desarrollo Humano de Japón fue de 0,953 ubicándose en el lugar número 8, entre los países con mayor desarrollo humano superado sólo por Islandia, Noruega, Australia, Canadá, Irlanda, Suecia y Suiza. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo:[citado en noviembre 2008], Disponible en Internet: http://hdr.undp.org/en/media/HDR_20072008_SP_Indictables.pdf 168 Proceso gradual por el cual una cultura adopta rasgos de otra hasta culminar en una aculturación.

107

transformado, pero también, entre las que más preocupación existe por rescatar

la cultura y la unidad como nación.

Como Hatsuse Ryûhei asegura: “la modernización produce una

“asimilación global” cada vez mayor, en la que la gente acepta los mismos

valores universales de los derechos humanos y la igualdad, así como estilos de

vida estandarizados, los mismos gustos en música de rock, modas y comidas

preparadas. Pero, a pesar de ello la cultura sobrevive en la esfera privada de la

familia a través del mantenimiento de la lengua, la religión, los patrones

alimentarios, los festivales, o algunas costumbres particulares”.169

En el mismo orden de ideas, a pesar de la transformación que ha sufrido

la mentalidad japonesa, su nivel de libertad, se encuentra aun por debajo de

otros países desarrollados. En parte debido a la falta de políticas adecuadas que

respondan a las necesidades y exigencias de la población, porque esta última

cambió su conciencia quizá rápidamente pero el Estado no desea adecuarse y

continúa funcionando con la estructura política establecida desde la posguerra.

Así, se pueden identificar una serie de exigencias sociales como; la falta de

oportunidades para la mujer; algunos problemas en materia de educación; el

envejecimiento de la población; el descenso de la tasa de natalidad; el

incremento de la migración; entre otros, y el gobierno enfrenta el reto de

resolverlos adecuándose a los valores actuales de la sociedad, contrario a lo

que hizo en antaño al inculcarlos.

Sin duda el papel de la mujer en la sociedad es uno de los principales

retos y en el que más esfuerzo ha puesto el gobierno japonés para controlar y

proteger, al ser ésta el pilar moral de la familia y la principal responsable de

inculcar valores, a pesar de la igualdad que exigen, para que los hombres

tengan también la obligación de participar en la educación de los hijos.

169 Citado en: Morris, Suzuki Tessa, Op. Cit. p. 226.

108

3.1.1 EL PAPEL DE LA MUJER EN LA FAMILIA

Desde finales de la década de los cuarenta la Constitución japonesa garantiza la

igualdad de género y de oportunidades en todos los aspectos, sin embargo no

fue sino hasta 1986, cuando el gobierno inició realmente su labor en busca de la

igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, debido a las presiones no

sólo a nivel interno sino también internacional. Sin embargo, las universidades y

el propio sistema de seguridad social han incitado a las mujeres a permanecer

en sus hogares como devotas amas de casa o en trabajos de bajo estatus y de

medio tiempo, tal como se idealizó desde la posguerra.170

Así, el papel del gobierno ha sido determinante para el mantenimiento del

ideal familiar de la posguerra, que si bien rompía con la tradición en el sentido de

que buscaba el fortalecimiento de la familia nuclear, urbanizada, donde la mujer

tiene los mismos derechos que los hombres, y es libre de participar en cualquier

actividad económica, política y social; promovía la costumbre de que la mujer

permaneciera en su hogar (aunque no estuviera obligada a ello) cuidando de sus

hijos y siendo la guía en la formación de los valores familiares.

Entonces, para tener bajo control el papel de la mujer en la sociedad, el

Estado japonés se apoyó del esquema de seguridad social y del de tributación,

así, el esposo de un ama de casa de tiempo completo, o de una esposa que

ganara menos de 10 000 dólares al año pagaba menos impuestos, y la esposa

170 Con la reforma al Código Civil en 1947, se eliminó el sistema “ie” (que otorgaba a las mujeres un estatus muy limitado, al no tener derecho a heredar, pedir el divorcio, ni quedarse con sus hijos en caso de que su esposo decidiera separarse de ella). Así el nuevo ideal de la familia provocado además por la urbanización y el crecimiento económico, promovía la estructura familiar nuclear en lugar de la extensa familia patriarcal de la preguerra: la nueva familia estaría conformada por el marido, la esposa, y dos o tres hijos que viven en una ciudad o un suburbio. Normalmente el marido sería el sostén económico de la familia y la esposa la ama de casa, pues los hijos tendrían que estar muy bien cuidados y educados por la madre. Además los hijos varones irían a la universidad para obtener un título de grado superior y las hijas tan sólo en grado medio, y permanecerían en su casa hasta que se casaran. Mita Kazue, Mujeres asiáticas

cambio social y modernidad, “Documentos CIDOB”, Serie Asia, Núm. 12. Barcelona, España, 2006. [citado en septiembre 2008] Disponible en Internet: www.cidob.org/es/publicaciones/documentos_cidob/asi

a/num_12_mujeres_asiaticas_cambio_social_y_modernidad

109

exenta de pagar seguridad social, tenía asegurada una pensión durante su

vejez.171

De modo que las mujeres que decidían trabajar de la misma manera que

un hombre, no cumplían con su rol de madre, y por tanto no tenían los beneficios

sociales que otorgaba la administración. El gobierno centraba las políticas

relativas al trabajo femenino más en la importancia de la familia que en la

verdadera igualdad para la mujer. Además, beneficiaba a la empresa privada, ya

que, al tener las mujeres incentivos para no trabajar de manera regular hubo una

constante subcontratación de éstas que trabajaban sólo tiempo parcial y por

tanto no tenían opciones de ascenso como los hombres, siempre ganaban poco

dinero, y podían ser despedidas en cualquier momento.

Sin embargo, desde hace casi dos décadas el ideal de la familia de la

posguerra ha sufrido una fractura. Cada vez son más las mujeres que participan

en el mercado laboral, no sólo porque ya no están dispuestas a tan sólo asumir

el rol de madres, sino porque los problemas económicos del país han hecho que

el salario del esposo no alcance para todos los gastos del hogar; aun más,

considerando el hecho de que las “necesidades” se han incrementado como

resultado de la occidentalización del consumo y la amplia variedad de productos

que las familias están deseosas de adquirir.

Además, cada vez aumenta más el número de mujeres que permanecen

solteras o se casan a mayor edad, actualmente contraen matrimonio hasta los

28 años en promedio, haciéndose necesario tener un empleo para mantenerse

por sí solas y desarrollarse profesionalmente. Asimismo muchas de ellas

deciden tener un hijo sólo hasta después de haber trabajado durante algún

tiempo y cuando es seguro que su trabajo podrá ser recuperado en cualquier

momento.

171 Ibídem

110

Es decir, las mujeres japonesas asumen papeles cada vez más diversos

en la sociedad. Esta situación ha sido definida, desde la década de los noventa

por el Profesor Sumiko Iwao, como la “Revolución Invisible”,172 pues poco a poco

la mujer se ha ido abriendo espacios, buscando equipararse con la posición de

los hombres, a pesar del deseo del gobierno de conservar a las mujeres como

amas de casa, más aún pese a los problemas que conlleva el hecho de que la

mujer no desee tener más de dos hijos cuando la población japonesa se

encuentra en un evidente declive.

Tabla 5. Tasa de Natalidad y Longevidad en los países desarrollados

1950

1960

1970

1980

1990

2000

País

T. E

nve

jecimie

nto

T. F

ertilida

d

T. E

nve

jecimie

nto

T. F

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T. E

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jecimie

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T. F

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T. E

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jecimie

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T. E

nve

jecimie

nto

T. F

ertilida

d

T. E

nve

jecimie

nto

T. F

ertilida

d

Japón 4.94 3.65 5.73 2.00 7.06 2.13 9.10 1.75 12.05 1.54 17.34 1.29

EE.UU. 8.26 3.02 9.19 3.64 9.84 2.46 11.21 1.84 12.21 2.08 12.28 2.01

Francia 11.38 2.92 11.64 2.72 12.87 2.47 13.97 1.99 13.99 1.78 15.96 1.89

Alemania 9.72 2.05 11.52 2.34 13.69 2.01 15.60 1.46 14.96 1.45 16.31 1.31

Italia 8.26 2.52 9.31 2.31 10.89 2.43 13.15 1.61 15.32 1.33 18.07 1.24

Suecia 10.25 2.32 11.97 2.17 13.67 1.94 16.29 1.68 17.78 2.13 17.40 1.65

UK 10.73 2.19 11.68 2.67 12.94 2.38 15.07 1.90 15.94 1.85 15.86 1.64

Nota: 1) Tasa de envejecimiento: Proporción de gente de 65 años o más del total de la población. 2) El total de la tasa de fertilidad de Alemania antes de 1990 incluye sólo a Alemania Occidental Fuente: Ministry of Health, Labour and Welfare, Labour Policy Issues in a Society with a Declining Population, “White Paper on the Labour Economy” (Edición libre de la autora) versión original, disponible en Internet: http://www.mhlw.go.jp/english/wp/l-economy/2005/index.html}

Como muestra la Tabla 5, que compara el nivel de longevidad y natalidad

de los países más desarrollados, Japón que en 1950 era el país con menor tasa

de longevidad y mayor fertilidad; para el año 2000 se convirtió en uno de los tres 172 Jones, Bronwen, Op. Cit. p.28.

111

países con mayor proporción de adultos mayores, y en el segundo país con

menor índice de natalidad, sólo superado por Italia.

El comportamiento mostrado en la tabla puede explicarse porque las

mujeres japonesas no desean tener hijos, al considerarlos, quizá, como una

limitante para sus carreras al obligarse a abandonarlas para desempeñar el rol

social de madre devota que la sociedad espera. Además, el hecho de que el

hombre no participe en la crianza de los hijos, al pasar todo el día en el lugar de

trabajo, hace que algunas mujeres consideren que no pueden cuidar más de dos

hijos. Aunado a ello, la crianza de los hijos se ha vuelto costosa, desde el punto

de vista material como emocional y la política de la división del trabajo según el

sexo se ha vuelto en este sentido ineficiente.

Otro motivo por el cual algunas mujeres no contraen matrimonio y no

tienen hijos, es el hecho de que han optado por vivir con sus padres aún siendo

adultas; habiendo concluido sus estudios; y poseyendo un trabajo relativamente

estable. Según Mita Kazue “casi el 70 por ciento de las jóvenes trabajadoras

entre 30 y 40 años viven con sus padres” viviendo de esta manera, al igual que

los varones, no tienen que contribuir al ingreso familiar, gastan la mayor parte de

su dinero en artículos de moda, viajes al extranjero o coches de moda.173 Si

estos jóvenes decidieran casarse tendrían que renunciar a muchos de estos

lujos y están tan cómodos con ello que no desean hacerlo. También porque

consideran que si se casan y pierden su empleo, debido a las presiones

económicas del país, no serán capaces de mantenerse por sí solos, por lo que

prefieren estar seguros en el hogar familiar antes que arriesgarse a perder su

calidad de vida.

De manera que la paulatina modificación del rol de la mujer en la

sociedad japonesa, ha propiciado la pérdida de control gubernamental sobre el

papel que desempeñan éstas en el ámbito social. Entonces, con el afán tener

mayor intervención, el gobierno estableció, en 1999, la Ley Básica para la 173 Mita, Kazue, Op. Cit. p. 31.

112

Igualdad Social de Género, que promueve la igualdad de oportunidades y un

entorno social no discriminatorio.174

Dicha legislación se ha convertido en la base para la implementación de

planes y programas que buscan garantizar la igualdad de género en la sociedad.

En este sentido, el gobierno creó, en el año 2001, toda una maquinaria nacional

para la promoción de ésta, la cual está liderada por el Consejo para la Igualdad

de Género, que se encarga de implementar las medidas permisibles para este

fin, así como de la formulación del Plan Básico para la Igualdad de Género, cuyo

objetivo es identificar las debilidades del gobierno, para corregirlas y garantizar a

las mujeres el trato igualitario que tanto exigen.

Así pues, la sociedad está modificando su percepción respecto al papel

de la mujer y el gobierno está trabajando por garantizar el logro de las

aspiraciones de las féminas, pero aún hacen falta muchas oportunidades para

que éstas cumplan el ideal de libertad e individualidad que adoptaron de

Occidente. Ya que el sexo femenino continúa teniendo problemas para combinar

su desarrollo profesional, con el cuidado de su familia.

Entre las razones de que las mujeres aún tengan que elegir entre su

desarrollo profesional y el rol de madres, se ubican algunas deficiencias en la

legislación. A este respecto, Mita Kazue explica la debilidad en la Ley Básica

para la Igualdad Social de Género, afirmando, que ésta, lejos de generar mayor

control ha provocado conflictos con el sector feminista al no tener un efecto

directo sobre las empresas, principales discriminadoras de las mujeres en el

174 Esta ley consta de cinco principios básicos: 1) El respeto a los derechos humanos de hombres y mujeres, tanto hombres como mujeres pueden ejercer sus habilidades libremente como individuos que son. 2) Tener en cuenta el sistema social y las prácticas sociales, donde tanto hombres como mujeres pueden realizar distintas actividades sociales estando libre de estereotipos la percepción de los roles de género. 3) La participación compartida en la planeación y toma de decisiones políticas. 4) Compartir responsabilidades en el hogar, es decir que ambos participen en el cuidado de los hijos y tienen derecho a trabajar. 5) Cooperar a nivel internacional no sólo para apoyar el desarrollo de la igualdad en otras sociedades sino ir de la mano con el entorno internacional para aplicar políticas de igualdad de género. Gender Information Site, Framework for the promotion of the gender equality / Basic Law for a gender equal society, "Woman In Japan Today 2004": [citado en agosto 2008], Disponible en Internet : http://www.gender.go.jp/english_contents/women2004/framework/f01.html

113

ámbito laboral. Además, señala que continúan faltando reglas reales contra la

discriminación, ya que la ley se centra, en realidad, en la promoción de la tasa

de natalidad. Según la especialista, el gobierno intenta nuevamente establecer

un estereotipo de “familia ideal”, el cual varía del anterior porque busca que ésta

trabaje fuera de casa pero que al mismo tiempo críe a sus hijos.175

Sin embargo, la mujer japonesa actual no sigue un estereotipo, prefiere

tener libertad de elegir: casarse o no; cuántos hijos tener; establecer una

relación con una mujer o un hombre. En fin, escoger de manera individual que

hacer con su vida, sin que la sociedad o el gobierno decidan que es lo mejor

para ella. Tal como ocurre en las demás naciones altamente desarrolladas,

cuyos valores están encaminados hacia la autoexpresión.

Pero, la dificultad de las mujeres para encontrar un buen empleo y de

tiempo completo, coloca a Japón, entre los países industrializados, como una de

las sociedades donde las mujeres tienen menor igualdad de oportunidades, tan

sólo antes de Italia. Según señala el documento White Paper on the Labour

Economy 2005 (Libro Blanco sobre la Economía Laboral del 2005): Con relación

a la participación de la mujer en la fuerza de trabajo en los países desarrollados,

en Estados Unidos las mujeres tienen mayor contribución con un 59.5 por ciento,

seguido por los Países Bajos, Reino Unido, Alemania y Francia; Japón por su

parte ocupa el penúltimo lugar con una participación de 48. 3 por ciento.176

De la misma manera, una encuesta con relación al empleo de las

mujeres, realizada por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón

revela: que el 41.9 por ciento de los japoneses considera que “la mujer debe

seguir trabajando, incuso después de tener un hijo”; el 37 por ciento cree que

“La mujer debe dejar el empleo cuando tenga un hijo y regresar a éste cuando el

niño sea mayor”. Tan sólo el 9 por ciento afirma que “la mujer debe trabajar nada

175 Ibídem 176 Ministry of Health, Labour and Welfare, Labour Policy Issues in a Society with a Declining Population, "White Paper on the Labour Economy": [citado en mayo 2008], Disponible en Internet: http://www.mhlw.go.jp/english/wp/l-economy/2005/index.html}

114

más hasta que tenga un hijo”, el 5.4 por ciento asegura que “la mujer debe

trabajar hasta que se case” y únicamente el 1.7 por ciento está convencido de

que “las mujeres no deben trabajar”.177

Los datos anteriores muestran la tendencia de la sociedad japonesa, en

general, a preferir la participación de la mujer en el mercado laboral aún

teniendo hijos. Cada vez son menos las personas que piensan que la mujer sólo

debe dedicarse al hogar, y normalmente son quienes nacieron en el periodo

inmediato a la Segunda Guerra Mundial, ya que mantienen el ideal familiar de la

posguerra.

Sin embargo, como muestra el “Informe sobre la Encuesta de

Investigación acerca de las Políticas de Apoyo para la Crianza de los Hijos” del

Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar: el 40.3 por ciento de las mujeres

dejarían de trabajar después de tener a su hijo, no porque lo deseen, sino

porque no podrían cuidarlo de otra manera.

Complementando la información anterior, el Estudio Básico del Empleo de

la Mujer, del mismo ministerio, señala que los hombres prácticamente no

colaboran con el cuidado de los niños; en el 2003 tan sólo el 0.44 por ciento de

los hombres ayudaba al cuidado de los hijos.178 Ellos trabajan mucho durante la

semana, lo cual les deja poco tiempo para apoyar en el cuidado de los hijos.

Lo anterior, no significa que los valores de la familia hayan desaparecido

por completo, ni que en Japón no persistan valores tradicionales., ya que, las

madres, en la medida de lo posible, inculcan a sus hijos los valores como la

disciplina y armonía con el grupo, valores milenarios de la sociedad nipona.

Aunado a ello, el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y

Tecnología (MEXT) continúa sus esfuerzos para que se preserven los valores de

la cultura tradicional, supervisando, muy de cerca, los programas educativos de

los distintos niveles escolares.

177

Ibídem 178 Ibídem

115

Entre los principales valores, que este ministerio promueve, se encuentra,

el sentido de pertenencia a una cultura única, donde debido al sistema de

relaciones verticales existen diferencias sociales y cada quien debe respetar el

lugar que le corresponde, este valor sin duda alguna es de los más

contrastantes con los valores globales, de ahí la dificultad para convivir como

grupo, ya que, quienes optan por los valores globales van en contra de los

ideales del gobierno, cuya intención es mantener la tradición lo más intacta

posible. En esta situación, la identidad cultural se debilita en la percepción

individual, al chocar los valores de las personas dentro de una misma sociedad,

pues hay quienes tienen aun muy arraigada la tradición, siendo los más jóvenes

los que adoptan más valores universales.

Por otra parte, aunque las mujeres japonesas tienen limitaciones para

cumplir su ideal de independencia y desarrollo profesional, su impacto en la

estructura y educación familiar es ya un hecho. El tradicional sistema de la

familia patriarcal que como afirma Manuel Castells, “fue el ingrediente esencial

del Estado desarrollista japonés”,179 que mantuvo la estabilidad personal y la

reproducción cultural se encuentra en claro declive.

Poco a poco se ha ido borrando la imagen de la madre abnegada cuya

principal función es la de educar a sus hijos; inculcarles valores morales; cuidar

del hogar; y someterse a los deseos de su esposo, como la estructura vertical lo

indicaba. El papel más liberal de éstas, junto con la influencia externa, suscita el

desarraigo de los valores tradicionales, principalmente, porque los hijos no

reciben la misma atención de sus madres y no tienen la instrucción moral

tradicional. Entonces, se afirma que son los jóvenes quienes mejor representan

la transformación social, al ser éstos los futuros adultos de la nación y los que se

encargarán de inculcar principios y valores a las nuevas generaciones, son una

preocupación central de los adultos y el gobierno.

179 Castells, Manuel, La era de la información: Economía, Sociedad y Cultura, Vol. II: El poder de la Identidad, México: Siglo XXI Editores, p. 282.

116

3.1.2 LOS JÓVENES Y LA EDUCACIÓN

Históricamente, la sociedad japonesa ha dado prioridad a poseer una buena

educación no sólo en el sentido del aprendizaje en ciencias y arte, sino también

en lo relativo a los valores tradicionales. Sin embargo, con la ocupación

estadounidense y la transformación económica, política y social, se agregaron

algunos valores como la democracia y libertad, en los cuales, el individualismo

se vuelve preponderante para el desarrollo personal. A decir verdad, la

educación orientada a Occidente nutrió el conocimiento científico y tecnológico

de los jóvenes japoneses, pero también los volvió, como describe Edwin

Reisschauver. “más directos, casuales, e indisciplinados, aunque también más

independientes, espontáneos y animados”.180

De modo que, es difícil emitir un juicio de valor respecto a qué tan positiva

o negativa fue la introducción de parámetros occidentales en la educación de los

japoneses, lo que si es innegable, es la contradicción que se generó, por

contraponerse el individualismo, que inculca la modernidad, con la armonía de

grupo, pilar de la sólida identidad cultural japonesa. Así en la medida en que las

nuevas generaciones adoptan el individualismo como un valor esencial para su

vida, rechazan la tradición de anteponer al grupo al momento de tomar

decisiones, y más aún la importancia de concebirse como parte de un

“nosotros”, fuertemente consolidado.

Indudablemente, la modificación de los esquemas de educación

impuestos por Occidente, desde el periodo de la posguerra, ha traído serias

preocupaciones para el gobierno japonés, que no considera que la total

occidentalización de las técnicas educativas sea ideal para el óptimo desempeño

de los estudiantes, pues este tipo de educación da prioridad a los derechos en

comparación con las obligaciones de los jóvenes, lo cual invita a descuidar la

disciplina y el respeto en las áreas de estudio.

180 Citado en: Morton, W. Scout, Op. Cit. p. 262.

117

Muestra de la inquietud del gobierno, es el “Primer Informe del Consejo de

Educación Ad Hoc de 1984”, que señala que los derechos individuales de los

estudiantes no tienen que ser tan acentuados como en Occidente, porque la

tradición japonesa anima obligaciones mutuas morales entre una autoridad

benévola y unos ciudadanos respetuosos.181 Este primer informe, buscaba poner

mayor énfasis sobre los valores tradicionales como la armonía y la cooperación,

para evitar que fueran traspasados por las nociones de individualismo de

Occidente. Ya que, si esto no se inculca desde la escuela, difícilmente se

formarán ciudadanos con la disciplina de antaño.

Sin embargo, la obsesión por los estudios entre los niños y jóvenes182,

además de la diversidad de lugares de entretenimiento y la cantidad de

actividades y juegos con que divertirse, mantienen a la juventud tan ocupada

que sus relaciones amistosas se han vuelto superficiales, dado el poco tiempo

que destinan para convivir con sus amigos.

Por esta razón, se ha afirmado, desde la década de los noventa, que, los

niños japoneses están satisfechos con un gran número de relaciones poco

profundas, y no esperan establecer relaciones profundas, como ocurría en

antaño.183 La socialización es importante para ellos, pero no es primordial

establecer grandes lazos de confianza, pues, aparentemente no poseen tiempo

para ello y tampoco están interesados en hacerlo, quizá por el alto grado de

individualidad en el que viven y la gran cantidad de personas con quienes

conviven.

181 Eccleston, Bernard, State and society in post-war japan, Gran Bretaña: Polity Press, 1989, p. 212. 182 Las familias japonesas de manera generalizada llevaron a la realidad, el ideal de “una mejor educación para un mejor futuro” a tal grado que, la enseñanza de los hijos se convirtió en una obsesión; tanto, que surgieron una serie de instituciones de educación extraescolar, cuya finalidad era complementar la educación de los niños. A pesar de que la jornada escolar es más larga en Japón que en Estados Unidos, e incluye asistir a la escuela medio día los sábados. Entonces, los centros de estudio más populares de instrucción extraescolar son los juku, los cuales representan para las familias el camino para llegar a una prestigiosa universidad y después conseguir un buen empleo, en la burocracia o empresas privadas, el cual estará garantizado de por vida y en el cual se tiene oportunidades de ascenso. Aunque hoy en día esa garantía se ha ido reduciendo. Ibídem, pp. 217-218. 183 Jones, Bronwen, Op. Cit. p.18.

118

Aunado a lo anterior, las transformaciones sociales; los desgloses

relacionados con la globalización; y el cambio común en las sociedades

posmodernas, han provocado fenómenos juveniles como: el desinterés en el

aprendizaje; el acoso a los compañeros de clase (ijime); el aislamiento; e incluso

la violencia en contra de los profesores.

Muchos jóvenes son perseguidos y acosados por algún compañero de

clase desarrollando un trastorno llamado hikikomori que se caracteriza porque

los chicos se encierran en sus habitaciones, cortan todo tipo de relación con sus

familias y dejan de asistir a la escuela. Algunos estudiantes hacen esto no sólo

por problemas con sus compañeros de escuela, sino también por problemas

amorosos, por su bajo rendimiento escolar o por la presión de la sociedad,

extremadamente competitiva. El hikkomori no es un fenómeno exclusivamente

japonés, sin embargo, es en este país donde más eco tiene. Según una

investigación de la Nihon Ho-so Kyokai (NHK), la cadena de radio y televisión

más importante de Japón, aproximadamente millón y medio de jóvenes son

parte de este fenómeno.184

Indudablemente, los problemas juveniles afectan la estabilidad familiar y

ponen en entredicho la estrategia educativa del país. Las nuevas generaciones

consideran cáducas las estructuras de jerarquía en que se ordena Japón, es

decir, tienen poco respeto por el sistema escolar, la empresa (en el caso de los

más grandes), el valor de la familia, y por la administración pública. De manera

que, tanto la escuela, la familia, la empresa como el propio gobierno, han

perdido primacía en la definición del comportamiento e identificación social. El

liberalismo económico, junto con la globalización, proporcionan una amplia gama

de parámetros de tipo cosmopolita, individual y creativo, bajo los cuales se

puede redefinir la propia identidad como japonés; y las instituciones

tradicionales, no sólo son incapaces de controlar la “revolución juvenil” en su

184 Gallego, Andrada Elena, Literatura y realidad: estudio comparativo la mirada social sobre los

hikikomori y los tumbados,” Bulletin of the Faculty of Foreign Studies”, Sophia University, No.42, 2007: [citado en octubre de 2008], Disponible en Internet: http://www.info.sophia.ac.jp/fs/staff/kiyo/kiyo42galle

go.pdf

119

contra, sino que están debilitadas lidiando con contradicciones que en ellas

mismas convergen.

De este modo, actualmente, y no necesariamente de manera

generalizada, el principal valor para los jóvenes es el individualismo, y vivir un

estilo de vida globalizado. Sin embargo, esto no significa que no persistan en

ellos, valores heredados de la tradición, sólo que muchas veces se contraponen

con el ideal universal plasmado en las revistas, en Internet, en la televisión,

etcétera. Este hecho puede ser una de las principales causas de los trastornos

psicosociales que padecen algunos jóvenes japoneses de hoy. Sus problemas

quizá, en parte, sean producto del dilema de coordinar los diversos códigos que

les llegan y que pueden ser contradictorios, por un lado desean cumplir el ideal

universal de la individualidad, la creatividad, y la apertura al exterior; y por el otro

están obligados a respetar el valor de la sumisión, la importancia del grupo, y la

afirmación de su diferencia con el resto del mundo.

Además, desde el declive económico, la incertidumbre en la sociedad

japonesa, propició un clima de inestabilidad, donde la juventud se convirtió en

una gran preocupación, porque éstos pasan gran parte de su tiempo como

esclavos del mercantilismo o se vuelven adeptos a algún movimiento de moda,

sólo se preocupan por disfrutar su juventud, y estar a la vanguardia en todo tipo

de tendencias, como si no les importara el futuro, y a pesar de que no se les

exige la dedicación de la posguerra, los adultos esperan que obtengan

excelentes calificaciones y se conviertan en fuerza productiva para el país, pero,

a algunos jóvenes parece que eso no les interesa.

Al respecto, Scott Morton añade que: “La Segunda Guerra Mundial tuvo

lugar hace más de cincuenta años, de manera que ningún joven de hoy tiene

alguna experiencia directa de la pesadilla que significó, la escasez, el deseo, la

vergüenza y la angustia. Al contrario, hasta el declive económico de la década

de los noventa la generación más joven vivía en un tiempo sin precedentes, de

paz y prosperidad, por lo que se sentían orgullosos de los logros de Japón.

120

Además, ellos han tenido un acceso instantáneo al mundo a través de la

televisión, la publicidad internacional, y el Internet. Así, las barreras de la

distancia, el idioma, la cultura se han superado como nunca antes. Los jóvenes

son del mundo en el que viven y de las aspiraciones de la gente de otros países,

principalmente de Estados Unidos”.185

Entonces, la sociedad japonesa se encuentra en cierto grado confundida,

ya que su juventud creció en la opulencia, pero con una guía moral imprecisa

que los inquieta al tener que escoger entre valores pregonados universalmente y

los valores tradicionales, que se debilitaron al desmoronarse el sistema de

familia patriarcal. Además, la pérdida de poder del gobierno, frente a los flujos de

información procedentes de diversas partes del mundo, dificulta la capacidad del

Estado, para imponer una base ideológica fuerte, que vincule a la nación como

en antaño. Como describe Eric Seizelet: “Poco a poco se pasa de un sistema

jerarquizado y autoritario a un modelo liberal e individualista en el cual las

nuevas generaciones son atraídas por valores materiales que cada vez se

vinculan menos con los objetivos de seguridad o de acumulación material”.186 Se

pasa de valores materialistas y totalitarios a espirituales y libertarios.

Asimismo, las relaciones sociales han perdido su carácter especial, las

personas han cambiando su actitud frente a la sociedad, han dejado atrás las

estrechas relaciones con la comunidad, la familia, el lugar de trabajo, o la

escuela, los individuos prefieren una amplia gama de relaciones poco profundas.

Esto se debe en parte, a que como individuos, los japoneses viven estilos de

vida distintos, lo cual conlleva a una menor interacción e intercambio que

consolide valores y costumbres tradicionales. Es decir, se están reduciendo los

canales de difusión para todo aquello que sea tradicional. La vanguardia y el

mercado globalizado han acaparado la atención de la sociedad japonesa.

185 Morton, W. Scott, Op. Cit. p. 276. 186 Citado en: Ortiz, Renato, Op. Cit, p. 205.

121

3.2 EL ESTILO DE VIDA EN LA SOCIEDAD GLOBALIZADA

La actual globalización ha alterado la manera de vivir de las personas en

prácticamente todo el mundo, y al igual que con los valores, provoca variaciones

en las costumbres según el nivel de desarrollo o nivel social que el individuo

posea. Entonces, en las sociedades más desarrolladas, en las sociedades

posindustriales, es más fácil que el estilo de vida de las personas se transforme,

absorbiendo y creando modos de vida que difieren de la tradición. Sin embargo,

no se trata sólo de la adopción de un estilo de vida creado por la imagen de la

publicidad y mercadotecnia global, la individualidad añade el elemento de la

autenticidad y libertad, por lo tanto, en las sociedades desarrolladas no es raro

encontrar personas que intentan ser auténticas, a partir de parámetros globales

o intentando romperlos. Lo cual significa “ser diferente en un mundo que tiende a

la homogeneidad”, por lo menos en relación con el estilo de vida.

Pero, ¿Dónde queda la tradición en esta madeja de hábitos y estilos de

vida? Incuestionablemente, la tradición es la que más ha perdido, primero frente

a la idea de modernidad. En su afán por ser modernos, gobiernos de muchos

países poco desarrollados, junto con sus sociedades, se empeñaron por adoptar

o adaptar elementos traídos del exterior -léase Occidentales- dejando de lado,

en mayor o menor medida, factores tradicionales de su organización política,

económica y social.

Actualmente, los Estados modernos se encuentran en una nueva etapa

de adaptación de agentes foráneos, motivados por la tecnología de la

información, lo cual parece estar deteriorando más tradición. En palabras de

Renato Ortiz: “la tradición, a pesar de su diversidad y riqueza, ya no posee el

poder de organizar a la sociedad como un todo. Su manifestación empírica es

evidente, y se materializa en objetos y costumbres, sin desempeñar no obstante

el papel sociológico que anteriormente detentaba”.187 En este sentido, las

instituciones tradicionales; la familia; la comunidad; o el Estado, dejan de definir 187 Ibídem, p. 244.

122

el estilo de vida de la sociedad, cediendo su lugar a agentes que no tienen

origen nacional ni objetivo social determinado.

Pero no se puede ser dogmático respecto a lo anterior, la globalización no

tiene un impacto uniforme, ni preciso en ninguna sociedad, y tampoco totalmente

positivo o negativo. Es tan sólo un fenómeno que penetra la vida de las

personas y según el bagaje cultural propio, imprime una imagen en las mentes y

de ahí el impacto que tenga en la vida de alguien. Por lo tanto, aun se

encuentran sociedades o grupos sociales que lejos de buscar incorporarse a la

ola globalizadora tratan de reafirmar sus valores y costumbres tradicionales

alejándose de todo aquello que tenga el sello de la globalidad.

No obstante, la cuestión que atañe es la del desarraigo de la tradición en

sociedades altamente globalizadas, por ser éste el caso japonés. En estos

casos, la tradición lejos de ser el ente determinante del carácter de la sociedad,

parece estarse convirtiendo, en la memoria histórica de la nación o parte del

marketing internacional. Ya que, las costumbres, tradiciones y demás elementos

originarios de una sociedad se están volviendo productos de la industria cultural,

y la globalización al ir minando la tradición cultural, ha desconfigurado lo que

antes conformó a la sociedad; las relaciones sociales, en el lugar de trabajo, la

escuela, y la comunidad, han perdido profundidad y ahora tienden a no ser más

que relaciones superfluas que no sobrepasarán al individualismo.

De esta forma, pareciera que la sociedad japonesa se ha desvinculado de

su estilo de vida tradicional, pocas personas viven acorde a las costumbres y

tradiciones de antaño. Siendo, este país, uno de los más desarrollados,

vanguardistas y globalizados del mundo, no sólo vive y convive según sus

principios y tradiciones. Sus costumbres han pasado a ser más un producto para

vender al exterior o un valor que se intenta rescatar sólo para mostrar un retrato

particular de lo que implica Japón. Paradójicamente, son las relaciones con el

exterior las que incitan a la promoción de costumbres “originarias”, dichas

relaciones van desde atraer turismo hasta inversión. Sin embargo, al interior de

123

la sociedad, algunas de estas costumbres promovidas podrían incluso pasar

desapercibidas, tornarse ajenas o practicadas sólo como parte del ocio, y no

como una forma de vida.

3.2.1 LA SOCIEDAD DEL CONSUMO

Una de las principales herramientas de la globalización cultural es sin duda el

consumo de una amplia gama de productos de diversas partes del mundo. En

un primer momento, las estrategias de marketing, cuyo origen es ya global,

bombardean a las personas; de información de uno u otro producto, el cual

deben adquirir por tal o cual razón, provocando una fijación por obtener toda una

gama de productos que no necesariamente son útiles pero que algunas

personas creen necesitar y consideran parte de su bienestar, se produce así,

una sociedad consumista. Después, el consumir determinado tipo de productos

provoca un impacto en el estilo de vida, dado que éstos a veces influyen en las

decisiones acerca de cómo un individuo vive su vida y convive con los demás.

Japón es una de estas sociedades consumistas. El consumo ha adquirido

importancia central en la vida cotidiana de todos los japoneses, como la mayoría

de la población se concentra en las grandes ciudades, existe una especie de

compromiso con el consumo como una forma de vida, mismo que se ve

reforzado por la saturación de los medios de comunicación, la intensidad de la

publicidad y los flujos de información de todo el mundo. En este tenor, existen

cambios en las costumbres, provocados por la completa expansión y

penetración del consumo desde la década de 1960.

Pese a ello, los japoneses son consumidores muy informados y exigentes,

lo cual le da al individuo mayor margen de discreción para discriminar productos

y elegir tan sólo los que considere estéticamente sofisticados. Aunque de

ninguna manera esto signifique que con un sinfín de sitios para el consumo los

124

japoneses estén exentos de la influencia del consumo en la vida cotidiana. Sin

embargo, existe una paradoja en los efectos de éste sobre el comportamiento de

la sociedad; por un lado, fomenta el individualismo y la libertad de elección tanto

de objetos como de estilos de vida; y por otro, existe una estandarización en los

productos consumidos -contrario a lo que ocurre en Occidente la diversidad de

presentaciones o imágenes de un producto o servicio no es atractivo para los

nipones- de modo que no hay una verdadera diferenciación en productos

similares.

En la misma línea, y parafraseando a John Clammer: el acto del consumo

en la sociedad japonesa tiene un efecto en la cultura, ya que el estilo de vida se

produce en gran medida (lo cual no ocurría en el pasado) a través de la cultura

del consumidor. Esto ha provocado una profunda y a la vez sutil transformación

que impregna a toda la sociedad, y sin el conocimiento de la historia moderna de

Japón, simplemente no podría comprenderse. Pues, a pesar de la influencia que

tiene el marketing en la sociedad, existe todavía una fuerza centrípeta que

intenta mantener el propio rostro de su cultura ante el embate de la

globalización. Esta fuerza a través de los empresarios o intelectuales trata de

crear opinión y administrar imágenes de la identidad nacional, a nivel global y

nacional, a nivel interno dicha función es realizada por los profesores en las

aulas.188

De manera que, las elites, cuyo grado de conciencia de la transformación

japonesa es más claro, se esfuerzan por preservar la tradición del país y

conservar la idea de un Japón homogéneo, aunque nunca haya sido

necesariamente cierto, con una sólida identidad cultural, la cual refuerza a su

vez a la identidad nacional, ya que fue la conciencia de una sola cultura la que

permitió el sentido de nación dentro del país. Así mientras que los empresarios e

intelectuales promueven la cultura japonesa en el exterior, en el nivel interno

188 Clammer, John, Contemporary urban japan. A sociology of consumption, Gran bretaña: Blackwell publishers, 1997, p. 20.

125

junto con los profesores intentan crear conciencia de la identidad del país entre

la población más desvinculada de la tradición, los jóvenes.

Este efecto, Stuart Hall lo explica de la siguiente manera: “la gente en la

más reciente era industrial está a la vez cosida y descosida. Cosida fuertemente

a la comunidad local y moral; y al mismo tiempo descosida desde el momento

que participa en una elite global de la cultura del consumo” En el primer sentido,

se encuentra cosida porque está anclada a las raíces de Japón. En el trabajo, la

escuela y la familia, las personas están obligadas a cubrir las imágenes ideales

de la sociedad madura. Por ejemplo las amas de casa deben ser modestas,

sensibles a los demás, también poseer un lenguaje apropiado, y modales. En el

segundo sentido, que refiere el “intercambio con el exterior”, hay una tendencia

al desarraigo de los vínculos sociales, al estar cada persona invitada a prestar

atención sólo así misma y a su grupo de amigos, con el fin de satisfacer sólo

deseos individualistas entre los que se incluye el ocio, los viajes y adquisición de

bienes que se encuentran en todo el mundo como parte del circuito del

consumo.189

Así pues, la dimensión económica de la globalización impacta la

dimensión cultural, a través del comercio de mercancías y servicios, que en un

primer momento llevan a cabo los países como parte del sistema económico

mundial. Evidentemente, no son todas las mercancías, que se comercializan

entre estos países, las que llevan a un cambio o transformación de algunos

aspectos de la cultura como los hábitos y costumbres, que se enmarcan en el

estilo de vida. Los productos comercializados, a que se hace referencia con la

influencia del consumo en el modo de vida de las personas, son principalmente

los bienes y servicios culturales, enmarcados en lo que Horkhaimer y Adorno, de

la Escuela de Frankfurt llamaron industria cultural. Que inició su auge desde la

década de 1980, y en la sociedad de la información son considerados el

componente más importante, al expandirse a un ritmo sin precedentes.

189 Citado en: Skov, Lise y Brian Moeran, Women, media and consumption in Japan: Estados Unidos: University of Hawai’I press Honolulu, 1995, p. 146.

126

3.2.2 LA INDUSTRIA CULTURAL EN LA DETERMINACIÓN DEL ESTILO DE VIDA

Uno de los mayores exportadores de bienes y servicios culturales es Japón,

pero, al igual que varios países desarrollados se encuentra, también, en el

extremo receptor de los mismos. Según el informe de la Organización de las

Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO),

“International Flows of Selected Cultural Goods and Services, 1994-2003”, Japón

exportó en el 2002: 1, 805, 132 miles de dólares en bienes culturales, de los

cuales el 66 por ciento fue de medios audiovisuales entre los que se incluyen

juegos de video y películas. Sus importaciones de bienes culturales fueron de 2,

014, 173 miles de dólares, de los cuales el 36 por ciento fue de medios

grabados, de los cuales un gran porcentaje se refiere a música, el 16 por ciento

libros y 6 por ciento periódicos y revistas.190

Entonces, la mayor parte de los bienes culturales importados por Japón

tienen que ver con la música, misma que proviene principalmente de Estados

Unidos. Desde mediados de la década de 1950, con la entrada al mercado

japonés del rock and roll de Elvis Presley, este género se propagó en el gusto

del público japonés y a partir de ese momento, se estableció el patrón de

importar cada uno de los géneros nuevos de la música popular occidental

(principalmente la estadounidense), además de que surgieron gran número de

bandas nacionales de música occidental, fenómeno conocido por el término J-

pop.

Sin embargo, el consumo de productos culturales de origen extranjero no

ocurre sólo a través de la importación de bienes y servicios. Algunas compañías

trasnacionales se han establecido en Japón y desde ahí elaboran productos con

contenido cultural extranjero para después distribuirlos entre el mercado

japonés, donde tienen ya gran aceptación. Entre estos bienes culturales, los más

populares son las publicaciones periódicas, principalmente revistas enfocadas al 190 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), International flows of selected cultural goods and services, 1994-2003: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.uis.unesco.org/template/pdf/cscl/IntlFlows_EN.pdf

127

público femenino. La publicación de revistas extranjeras dentro de Japón, inició

a finales de la década de 1970 y hoy algunas de ellas se encuentran

ampliamente consolidadas. Así, por ejemplo, entre 1980 y 1985 ediciones

japonesas de revistas occidentales como Cosmopolitan (1980), Elle y Marie

Claire (ambos en 1982) se pusieron en marcha.191

Indudablemente, son las revistas las que mayor influencia tienen en la

determinación del estilo de vida de los japoneses, particularmente en las

mujeres, ya que ofrecen ideas e imágenes de la manera cómo hay que

comportarse, cómo vestirse, qué comer, cómo decorar el hogar, qué tipo de

música escuchar, en fin una serie de parámetros que debe cumplir toda mujer

cosmopolita. La imagen de mujer que se presenta en estas revistas es,

obviamente, la imagen de la mujer occidental, incluso para describirlas se

utilizan términos en Inglés, que después son incorporados al lenguaje común en

Japón, incrementando el número de prestamos lingüísticos en el vocabulario del

país, de modo que es más grande la cantidad de palabras extranjeras

incorporadas al lenguaje japonés que las palabras japonesas que se han

incorporado a otros idiomas.192

Entre los ideales y el estilo de vida, prescrito por las revistas, predomina

la imagen de la mujer independiente y liberal, lo cual se presenta como una

alternativa a las tendencias de la sociedad tradicional, donde el principal ideal de

la mujer es casarse y formar una familia. De este modo, las revistas inducen a la

mujer a posponer el matrimonio, cada vez más, y a pensar demasiado antes de

decidir tener un hijo, éstas se han convertido en el espacio donde las japonesas

191Assmann, Stephanie, Japanese Women's Magazines: Inspiration and Commodity “Electronical Journal of Contermporary Japanese Estudies”: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.japanesestudies.org.uk/discussionpapers/Assmann/html 192Al mismo tiempo que continúa la acuñación de nuevas palabras, es común que se empleen palabras occidentales tal como aparecen en su uso regular, por ejemplo, volunteer (voluntario), newscaster (presentador de noticias), etc. Los hablantes japoneses también han inventado palabras seudo-inglesas, como nighter, para los juegos nocturnos, y salaryman, para el trabajador asalariado. Esta tendencia se ha incrementado notablemente en años recientes. Web Japan, Lengua Japonesa: Una rica combinación de influencias externas e innovación interna “Ficha informativa sobre Japón”: [citado en febrero 2009], Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanish/S20_religi.pdf

128

encuentran una alternativa a los discursos dominantes de las tradicionales

instituciones culturales, como son la familia, la escuela y el trabajo. Así pues,

mientras las instituciones reprimen a las mujeres, estas encuentran, en las

revistas, plena libertad.

Asimismo, estas revistas que se centran principalmente en cuestiones de

consumo, proporcionan información sobre las últimas tendencias de moda,

cosméticos, estilo de vida, restaurantes y eventos culturales. Incluso, algunas de

ellas, informan sobre nuevas tendencias en educación, cursos de idiomas y uso

de computadoras; o se concentran en temas específicos, como el hogar;

aparatos eléctricos; o almacenamiento en las pequeñas casas japonesas. Es

decir, muestran toda una gama de imágenes acerca del modo en que debe vivir

una “mujer moderna”. Generan pautas de consumo de tipo individualista y otras

costumbres como; el interés por la moda, por los viajes o por el placer, lo cual

entra en clara contradicción con las costumbres japonesas del cuidado de la

familia, el ahorro para la vejez, entre otros.

De forma que, las lectoras de estas revistas, asumen un compromiso

como parte de la elite cosmopolita, se identifican a través de su identidad sexual

y se alejan poco a poco de la tradición de asumirse en primer lugar como

japonesas dentro de un esquema de relaciones jerárquicas, provocando así, un

desequilibrio en la organización y el carácter de la sociedad nipona. Con relación

a la identificación, estas revistas enfatizan en la formación de grupos y

subgrupos de identificación a través de la diferenciación de género, grupo de

edades o diferencias socioeconómicas. Dejando de lado la primacía de la

identificación cultural. Una clara clasificación entre las revistas enfocadas: al

público adolescente, a las mujeres en los veinte, a las mujeres entre 25 y 30

años, entre otras. Además, enfatizan las desigualdades socioeconómicas,

existen revistas para el público más pudiente y las hay para jóvenes con

menores ingresos.

129

Estas clasificaciones de las revistas permiten una identificación de

subgrupos, y con base en las prescripciones dadas, según el tipo de revista, las

mujeres deben arreglarse, vestirse, y disfrutar. Es decir, éstas cubren toda la

gama de posibilidades en que puede vivir una mujer, para convertirse alguna de

éstas en la guía de su estilo de vida,193 dejando las costumbres a un lado.

En este sentido, muchos de los aspectos que conforman el estilo de vida

de un japonés han cambiado en mayor o menor medida. En las zonas urbanas,

por ejemplo, en donde más notoria es la desvinculación entre el modo de vida

moderno y el tradicional, aspectos tan cotidianos como: la forma de vestir, tanto

de hombres como mujeres; la manera como se decoran o construyen los

hogares; los patrones de alimentación; la manera de administrar el tiempo libre y

los ratos de ocio, ha ido cambiado paulatinamente.

Lo anterior no necesariamente significa que no se mantengan aspectos

tradicionales, pues, se ha producido una especie de sincretismo, en el sentido

que muchos japoneses, no sólo reproducen las ideas e imágenes provenientes

del exterior, sino que las adaptan a su modo de ser y conforman estilos de vida

tan variados que no encajan con lo tradicional ni con lo moderno, al ser más una

combinación de hábitos tradicionales con imágenes del estilo de vida moderno y

vanguardista, difundidas globalmente.

No obstante las características del estilo de vida de la sociedad japonesa,

contemporánea, no son sólo resultado de la penetración de la industria cultural

de otros países, su influencia sí llega a ser determinante para el desarraigo de la

tradición. En el caso de la forma de vestir, por ejemplo, difícilmente se encuentra

en Japón a mujeres jóvenes portando el tradicional kimono194, de no ser que

estén asistiendo a alguna festividad especial como: el hatsumode (la primera

193 Ibídem 194 Lo visten, regularmente, sólo: algunas personas mayores que lo han vestido desde su juventud, las camareras en ciertos restaurantes tradicionales; o gente que da o toma clases, de artes y costumbres japonesas tradicionales, como la danza japonesa, la ceremonia del té o arreglos florales. Web Japan, Moda :

De los trajes de la corte a las marcas de diseñadores, “Ficha Informativa sobre Japón”: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanish/S34_fashio.pdf

130

visita a santuarios o templos en Año Nuevo), el shigoto-hajime (primer encuentro

del año en el lugar de trabajo), seijinshiki (ceremonias que celebran la mayoría

de edad de los jóvenes), a ceremonias de graduación en universidades, a

bodas, otra celebración importante o fiestas formales.195

Las jóvenes japonesas buscan estar al último grito de la moda parisina,

newyorkina o, en su defecto, diseñar sus propios atuendos tomando elementos

de muchos lugares. Así, por ejemplo existen en Tokio, barrios completos, como

la estación Harajuku, enfocados a la venta de productos de moda, producidos

tanto en Japón como el extranjero, donde los jóvenes se reúnen no sólo para

comprar sino para mostrar sus combinaciones de atuendos, lo cual incluso se

han vuelto un atractivo turístico.

Más allá de las transformaciones relacionadas directamente con el

consumo, una de las principales preocupaciones del gobierno y parte de la

sociedad, es el modo en que hoy en día ocurren las relaciones con la

comunidad, con la familia y en el lugar de trabajo, pues está muy relacionado

con la pérdida del valor de la armonía (wa). Al encontrarse los japoneses tan

inmersos en diversas actividades, cumpliendo distintos roles, dentro de las

ciudades cosmopolitas, difícilmente encuentran tiempo para convivir e

intercambiar con vecinos, compañeros de clase o de trabajo. Pues, como parte

de la elite cosmopolita, con la idea del individualismo y la libertad, éstos realizan

actividades, según su particular punto de vista, sin importar si en ellas conviven

o no con más personas.

195 Ibídem.

131

3.2.3 LAS RELACIONES SOCIALES: LA FAMILIA Y LA COMUNIDAD Las relaciones estrechas, con la familia, con los miembros de la comunidad, o

con sus compañeros de trabajo, ayudan a conformar muchas de las actitudes y

modos de comportarse de una persona, es decir, afecta su estilo de vida.

Además ayudan a llevar una vida más confortable, al tener personas cercanas

con quien compartir ideas e intercambiar puntos de vista acerca de una situación

determinada. Sin embargo, en una sociedad tan inmersa en la globalización,

como la japonesa, hay una tendencia hacia el menosprecio de este tipo de

relaciones, muchas personas las consideran innecesarias, pues tienen muchos

ámbitos donde convivir con distintas personas aunque ni siquiera las conozcan.

De este modo, hombres y mujeres de entre 30 y 40 años pasan cada vez

menos tiempo con sus familias, y entre las principales razones que el gobierno

ha identificado se encuentran, principalmente, las largas horas de trabajo que

tienen durante la semana.196 Las repercusiones de esta tendencia están

directamente relacionadas con la educación de los más jóvenes, ya que el

horario de trabajo deja poco tiempo a los padres para disciplinar a sus hijos,

quienes a su vez prefieren ocupar su tiempo libre a solas o en actividades con

algunos de sus amigos, que con su familia.

Obviamente, las relaciones familiares son aún estrechas, y con respecto a

otro tipo de relaciones sociales, como las comunitarias o laborales, son las que

menos se han debilitado, aun así son una preocupación para el Estado por la

importancia que tiene la familia para la cultura. Muestra de ello son los

constantes estudios que realiza la Oficina del Gabinete para identificar las

tendencias y tratar de buscar solución a los problemas.

Esta oficina cada año realiza un informe titulado, “Libro Blanco sobre el

Estilo de Vida Nacional” (White Paper on the National Lifestyle) y en el del año

196 Cabinet Office, A comfortable way life for the Japanese, founded on personal relationships, “White Paper on the National Lifestyle 2007”: [citado 08 octubre 2008], Disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/chapter1.pdf

132

2007, se observa, tal como se aprecia en la Figura 3, que: para 1985 el 57.9 por

ciento de las personas pasaba más de tres horas diarias con su familia, y para el

2005 tan sólo lo hacia el 50.8 por ciento.197 Entonces, hay una tendencia hacia

una menor convivencia familiar, lo cual trae consigo una menor disciplina en

valores tradicionales a los hijos y un mayor desarraigo de la familia.

Figura 3: Tiempo durante el espacio de un día en que toda la familia está unida

Fuente: Cabinet Office, “White Paper on the National Lifestyle 2007: A comfortable way life for the Japanese, founded on personal relationships” (Edición libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/chapter1.pdf

Sin embargo, esto no parece ser de gran preocupación para las personas

en general, éstas se encuentran completamente inmersas en un estilo de vida

tan complejo que consideran quizá que el hecho de convivir menos con la familia

no es para nada un problema, creen lógico que cada miembro del hogar tenga

distintas actividades que realizar por su cuenta. Esta tendencia se observa en la

Figura 4, del mismo estudio: Poco más del 80 por ciento de los encuestados

consideran pasar suficiente tiempo con sus familias. Y son los hombres de más

de cuarenta años los más preocupados por el tiempo de convivencia familiar, lo

197 Ibídem

133

cual puede explicarse porque son los que más tiempo pasan en el trabajo y

también los que más conciencia tienen de la tradición de una familia unida.

Figura 4: Disponibilidad de tiempo para pasar con la familia

Fuente: Cabinet Office, “White Paper on the National Lifestyle 2007: A comfortable way life for the Japanese, founded on personal relationships” (Edición libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/chapter1.pdf

Respecto de las relaciones con la comunidad, en la actualidad, a

diferencia que en antaño, pocas personas poseen vínculos profundos con sus

vecinos o personas de su propia comunidad. Ahora, las relaciones con los

vecinos son más superficiales y cada vez son menos las actividades que los

unen. Siguiendo el estudio de la Oficina del Gabinete, tan sólo el 16 por ciento

de los encuestados dijo tener relaciones estrechas con sus vecinos. Además, el

51 por ciento ni siquiera participa en algún tipo de actividades con éstos y el 35

por ciento sólo lo hace pocas veces al año. Aunqe, alrededor del 30 por ciento

está conciente de que los vínculos con la comunidad se han deteriorado con

respecto a hace 10 años.

Lo anterior, ciertamente trae repercusiones en la formación de los valores

y la conservación de un estilo de vida más apegado a las tradiciones. Se aprecia

134

así, que hay un deterioro de las habilidades educacionales de la comunidad,

pues ya no hay un intercambio sobre la educación de los jovenes entre vecinos.

Del mismo modo, ya no es común que entre vecinos se apoyen en el cuidado de

los hijos, no existe confianza para comentar problemas de los hijos, o pedir

consejos acerca de su cuidado. Y el cuidado mutuo de los hijos es una fuerte

causa para el intercambio entre vecinos.

Figura 5. Las habilidades educacionales comparadas con la época de la niñez de la gente, y las razones para su deterioro

Fuente: Cabinet Office, “White Paper on the National Lifestyle 2007: A comfortable way life for the Japanese, founded on personal relationships” (Edición libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/chapter2.pdf

Pero, existen una serie de razones, que identifica la propia sociedad, por

las cuales los padres ya no conviven con otros padres, como puede apreciarse

en la Figura 5: del 55 por ciento que considera deterioradas estas relaciones, la

mayoría encuentra la razón en el incremento del individualismo; la creciente

135

inseguridad; el poco tiempo de que disponen para hacer amigos en la

comunidad; y el hecho de que muchas madres trabajan.

Por otra parte, las relaciones con los colegas de trabajo de igual manera

se han debilitado, no sólo por el individualismo de los trabajadores, sino también

por los esquemas de trabajo a tiempo parcial o porque la difusión de la

tecnología de la información en las oficinas permite que muchas personas

trabajen por su propia cuenta y cada vez sea menos vital la interacción personal

con el resto de los trabajadores de la compañía.

Entonces, las relaciones paulatinamente se han vuelto más frágiles,

debido a los cambios en el entorno tanto económico como social. Las actitudes

de los miembros de una familia o una comunidad son más individualizadas. Si

bien es cierto que éstas no han desvinculado totalmente a la familia, sí lo han

hecho con las relaciones comunitarias y laborales. Y entre los factores que el

propio gobierno ha identificado se encuentran: las mejoras en la calidad de vida;

la comodidad; la diversidad de programas de televisión; la cantidad de máquinas

recreativas; y el avance de la tecnología de la información, principalmente

Internet.198 Por lo que existe una tendencia hacia relaciones menos intrusivas.

Ante la pérdida de relaciones estrechas, es posible que la sociedad esté

perdiendo el confort espiritual y la satisfacción de compartir de la mejor manera

con los demás, estando en armonía con la comunidad y la familia. La falta de

este tipo de relaciones no permite la creación de valores comunitarios, que se

forjan por medio de la ayuda y cooperación con otras personas. Este hecho

genera un estado de tensión e insatisfacción con la vida y lleva a buscar, en

actividades como el consumo, llenar el vacío que deja el hecho de vivir una

sociedad tan informatizada y al mismo tiempo incomunicada.

198 Cabinet Office, A comfortable way life for the Japanese, founded on personal relationships “White Paper on the National Lifestyle 2007”: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/conclusions.pdf

136

Ya que si bien es cierto que existe tecnología para comunicarse en

cualquier momento y a cualquier parte del mundo, muchas veces un individuo no

encuentra, dentro de su multiplicidad de actividades, espacio para comunicarse,

incluso con su propia familia. Y es en este momento, en que el malestar se

vuelve tal, que algo es necesario hacer algo para romper con el círculo vicioso

que lleva el estar inmerso en una sociedad tan enmadejada y tan plástica, a la

que es difícil quizá encontrarle sentido.

3.3 LA RESPUESTA DE LOS JAPONESES A LA GLOBALIZACIÓN

La globalización, junto con factores como el rápido desarrollo económico y

tecnológico, ha hecho evidente el sinsentido que vive una sociedad tan

cosmopolita como lo es la japonesa, y eso indudablemente trae consecuencias

en la búsqueda del bienestar de los individuos, quienes están preocupados ya

no por cuestiones materiales, sino más bien por las espirituales o morales. Al

estar las personas tan inmersas en ésta, influidas por distintos pensamientos,

culturas, valores o patrones, es probable que busquen su individualidad, salir de

lo cotidiano, y traten de diferenciarse de sus semejantes.

De este modo, la identidad individual adquiere un papel preponderante, el

individuo busca afirmar su identidad individual y sobrepasar a la colectividad, ya

que la identidad colectiva en determinado momento se convierte en un obstáculo

para el desarrollo pleno de la libertad y los intereses individualistas. Dado que el

reconocimiento de una identidad colectiva o más precisamente, la identidad

cultural, es a la vez el reconocimiento de valores y normas que es necesario

respetar y por tanto se pierde el libertinaje al que incita el individualismo.

Como señala Corina Yturbe: “el hombre moderno se define ante todo por

una identidad individual, por actividades, creencias y valores que él reivindica

como propios y válidos, incluso en las confrontaciones con los colectivos a los

137

que pertenece, adhiriéndose a ellos sólo en la medida en que es compatible con

su propia identidad. Ese hombre que fue o incluso sigue siendo parte de la

cultura de masas, que se ha dejado influenciar y manipular por los medios de

comunicación, al cual el Estado limitó y moldeó a sus intereses a través de sus

aparatos ideológicos –religioso, familiar, jurídico, político, sindical, informacional,

y cultural- busca ser él mismo e intenta reivindicar sus derechos, ya no como

humano sino como individuo”.199

Además, este individuo, está inmerso en la globalización y convive con

diferentes identidades culturales, de los diferentes Estados, por lo que siente la

necesidad de buscar su propia identidad, la cual en todo momento es

comparable con las demás. Así, se identidad tanto individual como colectiva, no

está claramente definida, y no depende, ya, únicamente de la identidad cultural,

e incluso no es sólo una, alguien puede identificarse en un primer momento

como nacional de un país, luego como perteneciente a una etnia y al mismo

tiempo como hombre o mujer.

En este tenor, Manuel Castells hace una interesante distinción respecto a

la creación de las identidades en el contexto de la sociedad moderna. Por un

lado, encuentra la “identidad legitimadora” que es introducida por instituciones

dominantes de la sociedad y su objetivo es extender y racionalizar su

dominación frente a los actores sociales, ésta impulsa el nacionalismo. Por otro,

destaca la “identidad de resistencia” la cual es creada por aquellos individuos

que se encuentran en posiciones devaluadas o estigmatizadas, por la lógica de

la dominación, por lo que buscan crear una resistencia oponiéndose a las

instituciones que rigen la sociedad. Finalmente, la “identidad proyecto”, que

califica como aquella en la que los actores, con base en los materiales culturales

de que disponen, construyen una nueva identidad que redefine su posición en la

199 Centro Latinoamericano de la Globalidad, Visión crítica de la globalidad, “Cuadernos de la globalidad”, México: CIDE, 1998, p. 226.

138

sociedad y con ello buscan transformar la estructura social, un ejemplo de ello

es el feminismo.200

Así, la multiplicidad de identidades en las cuales un individuo, en este

caso el japonés, está inmerso, genera, a veces, un conflicto consigo mismo,

pues el estar en contacto con diferentes influencias y posibilidades de

desenvolverse en la sociedad, cae en un sinsentido y prefiere aislarse de la

sociedad o unirse a grupos de personas que de la misma manera no encuentran

un espacio en la sociedad moderna. De ahí, que en Japón existan muchos

problemas sociales relacionados con el comportamiento de los jóvenes201, así

como movimientos de moda que pretenden la reafirmación de identidades

individuales.202

Entonces, sociedades como la japonesa llegan a tal nivel, que

nuevamente se vuelve necesario creer en algo, pertenecer a un grupo

determinado. La individualidad crea un vacío que se busca llenar a cualquier

costo. Es en este tenor en que la tradición empieza a cobrar sentido, los grupos

étnicos empiezan a ser añorados, y los valores tradicionales se vuelven más

necesarios que nunca, al no existir reglas fijas ni parámetros de actuación frente

a la exacerbada libertad.

200 Castells, Manuel, Op. Cit. p. 30. 201 Makoto Watabe, divide los problemas juveniles en tres categorías: Los problemas en las escuelas (ijime,

la intimidación a los estudiantes más débiles; el ausentismo escolar; la interrupción en las aulas, que no permite a los maestros dar su clase; la disminución del desempeño educativo); el comportamiento atípico (conductas criminales); y los jóvenes asociales (no tienen un compromiso real con la sociedad y no desean asumir el rol de adultos). Watabe, Makoto, Youth Problems and Japanese Society, The Japan Foundation Newsletter, Vol. XXVIII, Num. 3-4, Junio 2001, [citado en febrero 2009], Disponible en Internet: http://www.jpf.go.jp/e/publish/periodic/jfn/pdf/jfn28_3_4.pdf 202 “Las chicas japonesas actuales pertenecen, no obstante, a una época mucho más emancipada, las chicas de Tokio, principalmente, rivalizan en extravagancia y originalidad: colores fluorescentes, abrigos de pieles de imitación en colores ácidos, minifaldas muy cortas y plataformas altas que componen un look chocante que pone en evidencia la búsqueda de una identidad y la mutación del rol femenino en la sociedad japonesa. Además de seguir un código en el vestir, se trata también de cambiar la imagen para adaptarla a los clichés de las portadas de las revistas: cabellos rubios descoloridos, tez exageradamente bronceada, maquillaje exacerbado que construyen una máscara social y creadora de identidad común. Como una respuesta de la subcultura a la tradición japonesa”. Fundación Joan Miró “Tomoko Sawada – Identidades, 08 Mayo 2008”, [citado en febrero 2009], Disponible en Internet: http://fundaciomiro-bcn.org/exposicio.php?idioma=6&exposicio=919

139

3.3.1 LA DIVERSIDAD DE IDENTIDADES EN LA SOCIEDAD ACTUAL

En la actualidad, la construcción de identidades ya no tiene que ver sólo con el

imaginario creado por instituciones como el Estado, la escuela o la familia. La

globalización ha traído consigo una multiplicidad de símbolos e imágenes con

las que un individuo se puede identificar. En términos de Castells la “identidad

legitimadora” (Identidad Nacional) no es la única fuente identitaria de las

personas. Ya que el nacionalismo ha perdido su sentido unificador y las

instituciones políticas están perdiendo fuerza para controlar y definir el

comportamiento y estructura de la sociedad.

Con relación al nacionalismo, por ejemplo, el discurso del Nihonjinron,

que desde la década de 1960, difundido por la elite intelectual de Japón, se

convirtió en la ideología central que determinó la identidad nacional del Japón de

la posguerra. Entendiéndose ésta como la identidad de un pueblo homogéneo

constituido por una única raza, con una sociedad única y un único patrón cultural

que forma el comportamiento social. Ha perdido cierta vigencia ante las nuevas

discusiones acerca del multiculturalismo y al hacerse evidente que la

“homogeneidad japonesa” era más un mito que una realidad.

Además, desde el fin de la guerra, el papel del Estado en la creación y

difusión de la ideología de identidad es mucho menor que durante el periodo

previo. En palabras de Harumi Befu “No hay policía secreta, ni textos sobre

moralidad en las escuelas, la coacción del Estado es menos abierta, más sutil e

indirecta”.203 Así que fueron principalmente los intelectuales, y los medios de

comunicación los que en los años de la internacionalización propagaron el

discurso del Nihonjinron y ahora son ellos quienes se han encargando de

debatirlo. De modo que el Estado tan sólo lo ha aprovechado para sus propios

fines porque no tiene control absoluto de la ideología como en antaño.

203 Burgess, Chris, Op. Cit.

140

Asimismo, este discurso ya no es suficiente para la identificación del

japonés, no sólo porque existe un duro cuestionamiento acerca de la

homogeneidad cultural que éste pregona, sino porque como afirma Chris

Burgess “en la globalización hay una flexibilización en la medida en que los

individuos se identifican con la nación, lo cual provoca nuevas y más fuertes

identidades que se ubican por encima o por debajo del nivel del Estado”.204

Entonces, estas personas se identifican en determinado momento como

japoneses, principalmente, en el exterior o ante un extranjero, pero también

como hombres o mujeres, osakeños o tokiotas, etcétera, y por supuesto, una

identidad no deslegitima a la otra, simplemente son utilizadas en contextos

distintos, según la contraparte con que se esté comparando. Como señala Stuart

Hall, las identidades surgen y se afirman en el momento que es necesario

diferenciarse del otro.205

De modo que, como en la sociedad japonesa actual, los individuos tienen

conciencia de los múltiples roles que desempeñan en su comunidad o su país y

a partir de éstos se identifican con determinado grupo de personas, no se

asumen sólo como Japoneses -como parte de una cultura única y una sociedad

homogénea- sino también como jóvenes, estudiantes, mujeres, hombres o como

parte de cualquier grupo del que decidan formar parte, y con el cual consideran

identificarse. Lo anterior no significa que la identidad cultural no sea importante,

pero no está presente en la conciencia del día a día de los individuos. Está

perdiendo sentido la nación, la gran familia confuciana con la que había que

estar bien y con quien había que mantener el honor y lealtad. Ahora, los

espacios se han reducido y si el valor del honor y la lealtad se conservan, son

sólo en ámbitos más pequeños como la comunidad, la familia o el grupo social al

que se pertenece.

204 Ibídem 205 Hall, Stuart, Op. Cit. p. 18.

141

Por otra parte, la creciente migración y las reivindicaciones étnicas, de

grupos como los ainu o los okinawos, han hecho evidente que en Japón no hay

una sola identidad cultural que englobe al Estado, en general, o determine la

vida de los japoneses. También, han concientizado a la sociedad de que el

nacionalismo no es sinónimo de homogeneidad o de pertenencia a un solo

grupo étnico, es más bien una percepción que sienten las personas por sí

mismas, por poseer alguna característica que los identifique con la nación, la

cual, generalmente, es el haber crecido en Japón, convivir con demás

japoneses, y compartir algunas costumbres y valores sin importar tanto el origen

étnico.

Por lo tanto, la identidad nacional deja de significar identidad cultural,

pues los japoneses de origen coreano, por ejemplo pueden identificarse como

nacionales de Japón pero no necesariamente compartir con los demás

japoneses un origen, una historia común, o incluso una misma cultura.

Por esta razón, no es idóneo afirmar que Japón posee una identidad

cultural única y que es una sociedad completamente homogénea. Es más, la

idea de la identidad cultural a nivel nacional pierde un poco su sentido, al ser, a

veces, más importante la identificación del individuo con personas cuyos

intereses sean afines a los propios, sin que la historia o tradiciones culturales

sean un obstáculo para ello. Porque dentro del Estado conviven diferentes

grupos culturales que en un momento dado no fueron reconocidos y porque

ahora la identificación con un grupo de personas determinado no tiene que

ocurrir necesariamente entre personas dentro del mismo país.

Parafraseando a Néstor García Canclini: estamos pasando de las

“identidades territoriales y monolingüísticas” que subordinaban a las regiones y

etnias dentro de un espacio más o menos delimitado llamado nación,

escondiendo de esta manera la multiculturalidad bajo un solo dominio, a

“identidades trasterritoriales y multilingüísticas” que se estructuran menos desde

la lógica de los Estados que de los mercados, y en vez de centrarse en las

142

relaciones con la comunidad se efectúan a través la industria cultural, la

comunicación tecnológica y el consumo.206

Aunado al desvanecimiento de las identidades definidas en términos

nacionales, conviene decir que no sólo hay una transición hacia identidades

multiculturales y extraterritoriales sino también una reafirmación de identidades

culturales dentro de un sólo Estado. Es decir, al romperse la rígidez de la

definición de la identidad nacional, se vuelve visible y factible la diversidad de

identidades culturales que conviven en un propio territorio nacional, como en el

caso japonés que se dice totalmente homogéneo. Es en este sentido en que se

afirma que la globalización no sólo conlleva a un proceso de internacionalización

o mundialización de la cultura sino también a la localización de la misma, a una

reafirmación de la tradición en el sentido más original posible. Se trata de un

proceso, que especialistas, como Canclini, llaman “glocalización” que incluso va

más adentro de los Estados-nacionales, llegando a comunidades tan pequeñas

en peligro de perder su cultura y tradiciones frente a la modernidad.

De esta manera, la tolerancia que trae consigo la globalización y el

conocimiento de diferentes culturas desempeña un papel central en el desarrollo

de la diversidad de identidades en el Japón de hoy. Ello explica porque es hasta

ahora que se han difundido las reivindicaciones étnicas de grupos, como los ainu

y los okinawos, que desde hace casi dos siglos son parte del Estado japonés.

Por otra parte, la pérdida de sentido y diversidad de identidades, en la

sociedad japonesa actual, ha traído consigo vacío espiritual y moral que ha

llevado a algunas personas a buscar la reivindicación de las tradiciones y

costumbres japonesas. Estas reivindicaciones tienen como base principal una

vida más religiosa, a pesar de que los japoneses nunca han tomado la religión

como una forma de vida, ni como el centro de su moral. En busca de una

206 García, Canclini Néstor, Consumidores y ciudadanos: conflictos multiculturales de la globalización,

“Pontificia Universidad Católica de Perú”, Red Internacional de Estudios Interculturales, [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.pucp.edu.pe/ridei/b_virtual/archivos/canclini_introduccion.pdf

143

reafirmación de su identidad algunos japoneses se han adscrito a grupos

religiosos que muchas veces caen en el fanatismo.

3.3.2 REAFIRMACIÓN DE IDENTIDADES EN EL JAPÓN CONTEMPORÁNEO

La globalización, que genera procesos de segregación de la identidad cultural,

provoca en paralelo proyectos que buscan la reafirmación de la misma. En

palabras de Timothy W. Luke y Gearóid Ó Tuathail: “se trata de solidificar la

porosidad de las fronteras, de reforzar la contención violada, de detener la

erosión de las identidades, y revitalizar las esencias difuminadas”.207 Estos

procesos de reforzamiento de la identidad pueden ser emprendidos por grupos

de la sociedad misma o desde arriba, por las elites gubernamentales, lo cierto es

que hay una constante promoción de elementos característicos de la sociedad

originaria que en algún momento sirvieron para unir e identificar a la sociedad

como un todo aparentemente homogéneo.

Con relación a los grupos sociales que han surgido dentro de la nación

japonesa, con el fin de reafirmar los valores y tradiciones, se encuentra el caso

del grupo religioso Aum Shinrikyo. Éste es una secta religiosa, surgida a

mediados de la década de 1980, se centra en algunas ideas y prácticas

retomadas del yoga y el budismo tibetano. Fue reconocido por el gobierno

japonés a finales de esta misma década, al grado que con el respaldo de unos

10, 000 miembros incursionó en la política con el objetivo de transformar a la

sociedad desde ese ámbito, sin embargo no tuvo mucho éxito, al obtener

limitados votos al Congreso en las elecciones de 1990. Esto según comenta

Manuel Castells fue el punto de inflexión de la secta, a partir de ese momento,

en lugar de buscar la reivindicación de la tradición a través de la política, lo haría

al margen de la misma, entrando en abierta confrontación con el gobierno.

207 Citado en: Burgess, Chris, Op. Cit.

144

En una actitud indudablemente fanática, el objetivo del grupo, a partir de

ese momento, sería “sobrevivir al Apocalipsis inminente, salvar a Japón, de la

guerra de exterminio que provocarían las empresas japonesas y el capitalismo

estadounidense”.208 Según éstos, para luchar contra el enemigo era necesario

crear un nuevo tipo de ser humano centrado en la espiritualidad y el

perfeccionamiento mediante la meditación y el ejercicio. Con la finalidad de

cumplir su misión el 20 de Marzo de 1995, este grupo perpetró un ataque con

gas sarín en tres vagones del tren de Tokio matando a 12 personas e hiriendo a

más de 5 000.209

Algo que llama la atención de la secta es que la mayoría de sus

sacerdotes y adeptos eran jóvenes con una carrera universitaria. Comprensible,

en el sentido que en la sociedad moderna no existe una fuerte estructura

cultural, ni satisfacción espiritual. Quizá estos jóvenes encontraron en esta secta

un espacio para llenar su espíritu y la comprensión que necesitaban, sin

embargo al caer en el fanatismo, se volvieron intolerantes a lo diferente llegando

a agredir incluso a su propia sociedad.

Por otra parte, el gobierno japonés necesita promover el fortalecimiento

de la identidad cultural, ya no a través de la ideología de un Japón homogéneo y

monoétnico, tampoco rechazando ni minimizando a los migrantes y sus

descendientes, o limitando a las minorías étnicas que si bien no son muchas si

las hay, sino incluyéndolas e incorporándolas a la idea de un solo Japón que si

bien no es culturalmente homogéneo si tiene unidad nacional y por tanto una

identidad como nación. Con la inclusión de las minorías no sólo aceptaría su

“nueva” realidad social, también obtendría un mayor control del comportamiento

y ordenamiento social en el cual coexisten de manera irreversible diferentes

culturas.

208 Castells, Manuel, Op. Cit. pp. 120-127. 209 Discovery Channel, Ataque de gas sarín en Tokio, Hora Cero series 3. Disponible en Internet: http://www.tudiscovery.com/horacero/series1/gas_sarin_tokio/index.shtml

145

CAPÍTULO 4

LA ORGANIZACIÓN SOCIAL EN EL JAPÓN ACTUAL

Los cambios paulatinos al interior de la sociedad japonesa, provocados por las

transformaciones tanto económicas, políticas como culturales, han complicado la

organización de su sociedad, ya no se puede estudiar a partir de parámetros

meramente tradicionales. Ahora es una sociedad diversa, abierta y un tanto

individualista en la que el gobierno ya no ejerce un control similar al de antaño,

la sólida fortaleza del triángulo de hierro se ha debilitado y los ciudadanos lejos

de acatar las reglas establecidas por el gobierno, las cuestionan, opinan, y

participan cada vez más activamente en la toma de decisiones.

Por otro lado, la actual ola de globalización ha hecho visible las

diferencias étnicas que siempre han existido en el país, pero, que habían sido

relegadas como consecuencia de la idea del Estado homogéneo culturalmente.

En la actualidad, es bien conocido que en Japón existen minorías étnicas que no

necesariamente son resultado de la migración sino que han vivido por siglos en

el país, al grado que su identidad cultural ha sido deteriorada por las tradiciones

y costumbres del grupo mayoritario.

De modo que, los Ainu en Hokkaido, y el pueblo Ryukyuan en Okinawa,

cuyo proceso de asimilación de la cultura nipona no fue completo, buscan

reivindicaciones culturales y el gobierno tiene el reto de garantizarles el respeto

a su propia identidad, al tiempo que debe proporcionarles iguales derechos y

obligaciones que cualquier ciudadano japonés, lo cual a veces puede resultar

contradictorio, pues los usos y costumbres pueden contraponerse a los derechos

y obligaciones que el Estado otorga.

Asimismo, la creciente inmigración ha dificultado el control y la aplicación

de políticas sociales, por parte del gobierno. Al no existir un ministerio enfocado

146

únicamente a atender la migración, es complicado para el régimen, canalizar las

políticas de bienestar social a estos grupos minoritarios, más aún porque por

mucho tiempo la migración no representó una preocupación para el grupo en el

poder por lo que no tiene bien desarrollado este aspecto.

Sin embargo, el gobierno poco a poco ha ido aceptando que Japón es un

país receptor de migrantes, mismos que, contrario a lo deseado no poseen la

misma cultura ni forma de pensar de los japoneses a pesar de ser, algunos de

ellos, descendientes de japoneses en otros países como Brasil y Perú.

Entonces, la creciente ola migratoria provoca dos problemas para el gobierno:

uno de ellos es la garantía de la seguridad social de estas personas y de sus

ciudadanos; el otro, es el conflicto cultural que se genera como resultado de la

diversidad de pensamiento, que atenta contra la imagen del país y más aún

contra la identidad cultural. Ya que si bien es cierto que la idea de

homogeneidad cultural del país, está ya deteriorada, Japón sigue siendo uno de

los países con menor diversidad cultural y el gobierno no pretende que ocurra lo

contrario.

De manera que pueden identificarse, tres características “nuevas”, que

son ahora necesarias para entender la organización social de Japón: en primer

lugar, se encuentra, la presencia de una sociedad civil cada vez más

consolidada, que paulatinamente presiona más al gobierno, en diversos temas

que son de su interés. En segundo lugar se ubican, las minorías étnicas

tradicionales, que por mucho tiempo fueron negadas como grupos étnicos

diferentes al japonés. Por último, los residentes extranjeros, que constituían ya

para el 2005 más de dos millones.

147

4.1 SOCIEDAD CIVIL Y GOBIERNO ANTE LOS NUEVOS RETOS La sociedad civil ha ganado gran espacio en la determinación de la política

social en el mundo entero, principalmente, en los Estados con alto nivel de

desarrollo. Y Japón si bien no es una excepción a esta regla, si lleva un camino,

relativamente corto, su ciudadanía apenas ha empezado a cobrar peso, como

sociedad civil, en la toma de decisiones del gobierno.

Hasta hace un par de décadas, la sociedad tenía muy arraigada una idea

estatocéntrica, la autoridad era concebida como aquella estructura que se ubica

por encima de todo y por tanto sus acciones debían ser aceptadas, aunque eso

conllevara al sacrificio personal en aras del servicio público. Esta característica,

junto con el valor del respeto y la lealtad, hicieron de la sumisión y subordinación

una particularidad de la identidad japonesa, que no permitía a la sociedad tomar

en sus manos el destino de su país, lo cual no significa que no estuvieran

comprometidos como ninguna otra sociedad en asegurar un mejor futuro para su

nación, sólo que este compromiso se cumplía acorde a las metas y objetivos

determinados por el gobierno.

Pero, antes de abordar la problemática de la sociedad civil en el país

nipón es necesario aclarar que se entiende por ésta. Según Susan Pharr: “la

noción de sociedad civil hace referencia a la actividad social organizada y

sostenida que ocurre en grupos que se forman por fuera del Estado, del

mercado y la familia”. Nahuel García Arenas agrega “los actores no persiguen

lucro en el mercado, ni poder dentro del Estado”.210 Si bien es cierto, no es un

concepto nuevo en Japón211, fue hasta la posguerra que la noción de sociedad

210Citado en: Arenas, García Nahuel, La noción de sociedad civil y la relación sociedad civil-gobierno en

Japón. Una perspectiva sociocultural: [citado en octubre 2008]. Disponible en Internet : http://www.casaasia.es/documentos/arenas_socivi.pdf 211 Desde el periodo Meiji, este concepto ya se estudiaba, aunque de manera limitada, debido a que la idea misma amenazaba la soberanía imperial en un marco donde “no había ciudadanos sino sujetos del Emperador”. Romero, María Elena, Op. Cit. p. 25.

148

civil se generalizó entre el pueblo.212 Particularmente, fue durante los sesenta,

que el término se difundió ampliamente por la ideología marxista, sin embargo,

las características culturales y la rígida legislación no permitieron la propagación

de organizaciones de este tipo.

Así, fue hasta la década de 1980, cuando la sociedad se percató que

muchos de los fondos y políticas sociales del gobierno eran manipulados por las

relaciones de amistad o de familia de los burócratas, que la sociedad civil se

volvió más activa e incluso se levantó en protesta contra el gobierno, exigiendo

el rendimiento de cuentas de los trabajadores del Estado, lo cual hizo evidente

que la idea estatocéntrica de la nación perdía fuerza frente a los ideales de

libertad y democracia participativa pregonados a nivel universal. El gobierno del

país del sol naciente no tuvo otra opción que tomar más en cuenta a la sociedad,

tratando de no perder mayor poder, ni su legitimidad frente al pueblo.

Aunado a lo anterior, para principios de la década de 1990, los

ciudadanos notaron que el gobierno central tenía limitaciones para controlar

algunos aspectos de la vida pública y que no era necesariamente el velador de

los intereses de la nación. Así que se deterioró aún más la tradicional sumisión y

subordinación hacia gobierno; la ciudadanía decidió que era tiempo: de ser más

participativa, de colaborar junto con el Estado en algunas necesidades y también

de exigir el rendimiento de cuentas de las acciones de los gobernantes. La

burocracia, entonces, perdió parte de su poder para adoctrinar y movilizar a las

personas según el interés público, el cual, hasta ese momento, era definido por

la elite en el poder. Parafraseando a Yoshida Shin’ ichi, ahora lo público ya no es

igual a lo oficial como en antaño, sino igual al interés de los ciudadanos y las

compañías.213

212 En la etapa previa a la Segunda Guerra Mundial cualquier movimiento social o agrupación era directamente monitoreado por organizaciones oficiales, pendientes de mantener el orden establecido, y fue hasta después de la guerra que empezaron a surgir pequeños grupos organizados para atender problemas del medio ambiente o necesidades precisas de la comunidad. 213 Arenas, García Nahuel, Op. Cit.

149

Particularmente, fue el terremoto de Hanshin-Awaji, en Kobe (1995) el

parteaguas para el desarrollo de organizaciones de la sociedad civil en Japón.

La ineficacia del gobierno para auxiliar a las víctimas, frente a la pronta

respuesta de organizaciones de ciudadanos para atender la emergencia, hizo

evidente para el gobierno que la participación de la sociedad civil podría ser

positiva. El impacto de la acción voluntaria, durante el terremoto de Kobe, fue tal

que para 1998 el Estado promulgó la primera Ley de Organizaciones Sin Fines

de Lucro (NPO Law).

Esta ley proporciona una clasificación específica de este tipo de

organizaciones: Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG`s o NGO por

sus siglas en Inglés), denotan, en Japón, sólo a las organizaciones activas en el

ámbito de la cooperación internacional, aquellas que sus actividades trasciendan

las fronteras nacionales. Y las organizaciones que operan sólo dentro del país,

son conocidas como Organizaciones Sin Fines de Lucro (NPOs).214 A partir de

esta ley, muchas organizaciones de ciudadanos han tenido la oportunidad de

conformarse y colaborar estrechamente con el Estado, siempre y cuando tengan

una estructura y objetivos bien definidos.

Aunque la NPO Law no garantizó la efectiva operación de organizaciones

de la sociedad civil, al no proporcionar incentivos como deducciones de

impuestos. Si permitió la actuación dentro del marco de la ley a las mismas y las

descentralizó del gobierno nacional, que les daba más un carácter de

subsidiarias del Estado, por lo que ahora operan en conjunto con los gobiernos

locales, sin tener que rendir cuentas al gobierno central. Con relación al

problema de los impuestos, éste quedó, relativamente, resuelto cuando, en el

año 2001, el régimen consintió que las donaciones a asociaciones sin fines de

lucro pasaran a ser deducibles de impuestos, sí la burocracia lo consideraba

214 De acuerdo a la Agencia de Planificación Económica, existen 4 categorías de NPOs (en nivel creciente de amplitud del término): corporaciones sin fines de lucro específicas (serían las NPOs en el sentido más estricto); grupos cívicos voluntarios; personas jurídicas corporativas, fundaciones, y organizaciones de bienestar social, religiosas, medicas y escuelas (que incluye algunas organizaciones con fines de lucro); y los sindicatos y cooperativas. Ibídem

150

pertinente; sin embargo los requisitos son tan complejos que muy pocas

organizaciones lo consiguen.

Sin duda alguna, el gobierno ha flexibilizado sus políticas frente a una

sociedad civil cada vez más movilizada, pero ejerce, aun, un fuerte control de

sus acciones y no hace concesiones. Sin prever el impacto que pueda tener en

la administración gubernamental, pretende seguir siendo el que moldee la

estructura y organización social sin afectar su imagen con la sociedad. Bajo esta

lógica se entiende que el gobierno haga limitados consentimientos a la

participación ciudadana en la arena política.

Respecto a las restricciones que todavía tiene la sociedad civil en la

nación nipona, Makoto Imada identifica cinco condiciones que deben superar los

grupos de ciudadanos, para que realmente formen una ciudadanía fuerte e

influyente en el proceso de toma decisiones gubernamentales.

La primera de ellas es: conseguir “la descentralización y la autonomía

local” que no existe en su totalidad en el país debido a que la mayoría de los

órganos públicos dependen de las asignaciones del gobierno central y ciertas

funciones del gobierno central son delegadas a los gobiernos locales, por lo que

estos últimos terminan actuando más como agentes del gobierno central. Este

esquema permite a la administración central, mantener bajo control a los

gobiernos locales y su autonomía no es total, y ésta es una condición necesaria

para el desarrollo de una sociedad civil participativa.

Otra situación es la primordial “descentralización de los medios masivos

de comunicación”. Es importante que los medios se encuentren descentralizados

porque son los encargados de informar objetivamente las acciones del gobierno,

los problemas y los éxitos del país. Actualmente, sólo cinco periódicos

nacionales y cinco grandes cadenas de televisión son los encargados de

proporcionar información a los ciudadanos por lo que no existe diversidad en la

información que éstos reciben. Y como comenta Makoto para construir una

151

sociedad civil es muy importante tener medios de comunicación diversificados y

medios alternativos pequeños.

La tercera condición a superar, propuesta por este especialista, es “el

empoderamiento de las organizaciones de la sociedad civil”. El principal

problema de la falta de poder de estas organizaciones son los financiamientos

inadecuados, y la carencia de recursos humanos. Este problema es resultado de

la inexperiencia de las personas para recaudar fondos y la inexistencia de

organizaciones de beneficencia desarrolladas en el país.

Un reto más para la sociedad civil es “revitalizar a las Organizaciones

Comunitarias”, es decir, aprovechar el esquema de ayuda tradicional de la gente

en las zonas rurales y colaborar con éstas para desarrollar estrategias de ayuda

comunitaria, lo cual se dificulta por el hecho de que las comunidades

tradicionales no son muy amistosas con las organizaciones de la sociedad civil,

porque aun confían en el esquema paternalista del gobierno y no apoyan a

organizaciones que incluso puedan ir contra de éste.

Finalmente, el quinto desafío para la sociedad civil del país del sol

naciente es el “aceptarse como una sociedad multicultural”, cerrar el ciclo del

arraigado nacionalismo que aun persiste en algunas esferas de la sociedad,

porque la idea misma de sociedad civil conlleva a pensar en la ciudadanía global

y sociedad multicultural principalmente porque muchas organizaciones trabajan

temas globales e intercambian información e inquietudes en un ámbito global.215

Pese a las complicaciones que aún tiene la sociedad civil en Japón, lo

cierto es que su labor ha sido de gran importancia para la toma de decisiones en

el país, por ejemplo, como María Elena Romero menciona: “La NPO Law es el

resultado de un esfuerzo de la sociedad civil organizada, de la presión que

ejercieron los grupos para abrir foros de discusión donde la voz de la población

215 Makoto, Imada, From the iron triangle to civil society: changing Japan´s society, “The Japan Foundation Newsletter”, Vol. XXVIII/, No. 2, Enero 2001. [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.jpf.go.jp/e/publish/periodic/jfn/pdf/jfn28_2.pdf

152

tuviera lugar y se incorporara en la toma de decisiones. Así mismo, es resultado

de un proceso internacional en donde la sociedad civil ha sido incorporada en el

diseño de la agenda política, económica y social, legitimando decisiones y

promoviendo sus acciones de manera que las agrupaciones responden a

necesidades sociales en las que el gobierno ha perdido competencia”.216

Además, el impacto que la sociedad civil tiene sobre la tradicional

organización social, determinada con base en los intereses y la perspectiva del

gobierno, es innegable. Actualmente el triángulo de hierro se ha debilitado,

entonces, el grupo en el poder, el Partido Liberal Democrático (PLD), ha optado

por replantear sus relaciones y establecer nuevas alianzas que garanticen el

control de la sociedad y su permanencia en el poder. Incluso, algunos

especialistas afirman que la adopción de la NPO Law no fue otra cosa que un

intento del PLD por consolidar su posición y mantenerse en el poder,

mostrándose más abierto a las transformaciones de la sociedad, capacitado

para atender los intereses de la población.

Pero, más allá de las razones que haya tenido el gobierno para darle

mayor participación a la sociedad civil, lo cierto es que ésta significó un avance

para el desarrollo social de la nación y para garantizar el ideal democrático del

país. Al grado que la participación de estas organizaciones ha sido esencial para

el avance de la reforma del Estado japonés, esta última necesaria para adecuar

a Japón a su nueva realidad tanto económica como social.

Aunque la reforma estructural de Japón se encuentra en una etapa

incipiente, parece ser un planteamiento serio mediante el cual el gobierno

pretende adecuarse a las nuevas condiciones que hizo evidente la globalización,

no sólo por los problemas sociales a que conlleva, sino también por la necesidad

de mantener la posición del país como potencia económica y líder de la región

de Asia Pacífico, en un entorno económico poco favorable. A este respecto, el

Primer Ministro del país durante el periodo 2001-2006, Junichiro Koizumi,

216 Romero, María Elena, Op. Cit. p.29.

153

impulsó fuertemente la llamada “tercera ola de reformas”, promoviendo una

reforma estructural que se centró, principalmente, en una economía de corte

neoliberal y la revisión del Artículo 9 de la Constitución, en donde se cuestiona la

efectividad de la ausencia de un verdadero sector militar en el país.

A través de la reforma, Koizumi, también intento resolver a algunos

problemas sociales, mediante acciones como: la construcción de obras públicas,

la provisión de servicios médicos, entre otras. Con esto atendió algunas de las

exigencias de la sociedad civil y legitimó su proyecto de reforma frente a una

ciudadanía participativa, organizada y demandante. Sin embargo, como afirma

Eisuke Sakakibara, ex viceministro de finanzas del país, para que Japón pueda

sostener su proceso de reforma tendrá que trabajar en la reafirmación de su

sentido de identidad como nación, que hoy se encuentra muy gastado, y lo

logrará sólo a través de su historia y su cultura.217 De manera que el gobierno no

puede dejar de lado el ámbito cultural en la reforma japonesa puesto que

necesita que la sociedad colabore con él hacia un único objetivo y mientras no

haya una fuerte identificación de la ciudadanía con su gobierno y más aun con

su país, esto difícilmente ocurrirá.

Mientras tanto, día a día el gobierno se enfrenta a una sociedad civil más

preocupada por su futuro, debido a la incertidumbre e inseguridad sin

precedentes, provocada por el estallido de la burbuja económica. Pero, también,

por la incomodidad de vivir en una sociedad tan cambiada e individualista, donde

el valor del wa se encuentra ciertamente deteriorado. Ejemplo de ello es la ola

de violencia, que se hizo visible gracias a los medios de comunicación, quienes

como nunca antes informaron sobre la gran cantidad de suicidios colectivos

pactados por Internet, el incremento de robos a los hogares y demás actos

delictivos de los que poco ocurrían en el Japón de antaño.

217 Ibídem, p. 89.

154

4.2 LOS DESAFÍOS DE LA MULTICULTURALIDAD A LA GESTIÓN DEL ESTADO Aunado a las dificultades que enfrenta el gobierno nipón para administrar a la

nación frente al creciente activismo de su sociedad civil, éste tiene otros

problemas que obstaculizan la eficiencia de su gestión gubernamental.

Dificultades mismas que atentan con la imagen que ha pregonado acerca de la

identidad cultural de su país. Si bien es cierto la total homogeneidad no era real,

la poca diversidad racial y étnica pretende seguir siendo, desde el punto de vista

del gobierno, una característica de la sociedad japonesa. Pese a la existencia de

grupos minoritarios entre los que se destacan: Los ainu, los Burakumin, los

chinos, los coreanos, los nikkei, y los okinawanos de los cuales se ocupa este

apartado.

De manera que, la idea de multiculturalidad no es bien recibida por el

régimen, quien procura migraciones controladas para evitar residentes

extranjeros y limita las reivindicaciones de grupos minoritarios cuya aculturación

no ha sido un obstáculo para exigir el respeto de sus usos y costumbres.

El problema de las reivindicaciones étnicas se presenta por el hecho no

sólo de negarlos como grupos con identidades culturales distintas sino porque

son grupos históricamente marginados. Se les ha otorgado quizá los mismos

derechos, pero no las mismas oportunidades, en el entorno de la globalización

Tessa Morris Suzuki lo explica de la siguiente manera: “con el crecimiento de la

migración internacional y la reafirmación de las identidades por parte de las

minorías étnicas en varias partes del mundo, es cada vez más evidente que el

acceso efectivo a los derechos de los ciudadanos se han restringido a quienes

poseen diferencias de lenguaje, historia y tradición”.218 De manera que, a pesar

de intentar asimilarlos a la cultura mayoritaria la diferenciación, junto con la

glocalización, les ha permitido mayor grado conciencia de su propia historia y

cultura.

218 Tessa, Morris Suzuki, Op.Cit. p. 222.

155

En un contexto como éste, el gobierno debe adecuar sus políticas a las

nuevas exigencias de la sociedad. Sin embargo, no es una tarea sencilla para el

régimen japonés ya que día a día, como en prácticamente todo el mundo, el

Estado pierde peso frente a: los intereses globales de las compañías, las

organizaciones internacionales y ahora frente a la sociedad, más involucrada en

el proceso de toma de decisiones. Entonces, éste necesita ajustar sus políticas a

todos estos intereses y al mismo tiempo garantizar su papel como actor principal

en la organización, tanto nacional como internacional. Además, debe lograr una

armónica convivencia, al interior de su país, de culturas diferentes que podrían

en determinado momento ser contradictorias.

4.2.1 LA REAFIRMACION DE IDENTIDADES SUBNACIONALES Las reivindicaciones de identidades culturales subnacionales, por parte de etnias

no japonesas puede resultar un hecho inesperado, dado que el Estado siempre

ha suscitado la imagen de Japón como un país completamente homogéneo

cultural y racialmente. Sin embargo esto no es así, hay que recordar que en el

siglo XIX fueron incorporados a la soberanía japonesa territorios cuyas

poblaciones poseían modos de vida distintos al de la nación japonesa, e incluso

eran considerados parte del extranjero. Estas sociedades, que sufrieron un

proceso de aculturación, a través de: la educación, la adopción de la lengua

japonesa y la transformación de sus actividades económicas. No borraron,

completamente, sus tradiciones y diferencias del resto del país, los ainu y los

okinawanos mantuvieron vivas algunas costumbres, que ahora son fuente de

exigencias al gobierno japonés de un trato no discriminatorio pero diferenciado,

respetando su propia identidad cultural.

156

Okinawa; un caso especial para la administración nipona, debido a sus

problemas para incorporarse a la economía del país219, es una de las

prefecturas donde existen reivindicaciones étnicas. El fracaso de la asimilación,

y por ende del hecho de que no se perdiera la identidad cultural de este pueblo,

radica en el aislamiento de la prefectura, desde la instalación de bases militares,

estadounidenses, durante la posguerra, y en que durante la ocupación

estadounidense hasta 1972, la administración norteamericana favoreció el uso

de la lengua local y demás costumbres y prácticas propias del grupo étnico

uchinanchu, como ellos se hacen llaman Con ello se incentivó el sentido de una

identidad cultural diferente a la japonesa y al mismo tiempo permitió cierta

conformidad ante la presencia estadounidense.

A más de treinta años de la devolución de Okinawa a la soberanía

japonesa, Estados Unidos mantiene bases militares en la prefectura y la

economía no se ha desmilitarizado por completo. Entonces, las reclamaciones

de los okinawanos al gobierno de nipón giran en dos sentidos: por una parte, la

objeción a la presencia estadounidense y por otro la inconformidad por la

marginación de la prefectura dentro del Estado japonés. En paralelo, las

generaciones más jóvenes, han iniciado un intenso activismo que pretende

revitalizar las tradiciones de las regiones de la prefectura e incluso obtener su

autonomía dentro del Estado japonés. Y han empezado este proceso

autoidentificándose como uchinanchu en primer lugar y sólo en segundo lugar

como japoneses.

Sin embargo, es necesario señalar que este activismo no se ha dado de

manera generalizada entre los okinawanos y muchos de ellos todavía no se

identifican con la búsqueda del reconocimiento como una minoría étnica dentro

de Japón o como un pueblo indígena, el movimiento hacia la diferenciación

étnica es más bien una inquietud del sector más joven, quizá por la conciencia

que tienen estos de la reafirmación de identidades en un contexto globalizado.

219 Desde la posguerra, con la instalación de bases militares estadounidenses, la economía de la región se militarizó y a la sociedad okinawana se le aisló del desarrollo del país.

157

Así, en una encuesta llevada a cabo por Murphy Shigematsu en 1995, el

especialista encontró una clara tendencia de los jóvenes a hacer hincapié en

identificarse primero como okinawanos y después como japoneses, el 75 por

ciento, expresó una identificación con Okinawa y después con Japón.220 Pese a

esta conciencia, pregonada al exterior, de su distinto origen étnico y diferencias

del resto de los japoneses, dentro de Japón, los jóvenes uchinanchu no hacen

muy evidente su diferenciación quizá por temor a ser más discriminados.

Contrario a lo que sucede con los okinawanos, la comunidad ainu tiene

más desarrollado su sentido de identidad cultural y un ejemplo de ello es su

participación en diversos foros internacionales, centrados en los problemas que

viven los pueblos indígenas.

Los ainu son reconocidos a nivel internacional como una comunidad

indígena al norte de Japón y al igual que los okinawanos fueron incorporados a

la soberanía japonesa durante la administración Meiji, en el siglo XIX.

Experimentaron una completa incorporación a la economía japonesa así como la

adopción de un esquema educativo obligatorio de corte nacionalista impuesto

por el gobierno japonés, como una estrategia para erradicar su lengua y

costumbres locales. Sin embargo, hoy en día aún persisten características

peculiares de la cultura ainu que les permite identificarse del resto de Japón y

abogar por su reivindicación étnica. Para Tessa Morris Suzuki la permanencia de

una identidad distinta se debe al hecho de que la comunidad ainu fue hasta

cierto punto discriminada principalmente en el empleo y el matrimonio, lo cual

provocó una resistencia silenciosa a la asimilación que pasó de generación en

generación a través de las historias.221

Para principios de 1970, los ainu emprendieron la lucha en favor de su

cultura e identidad. Y fueron los movimientos en el exterior los que incentivaron

su propia lucha, particularmente, encontraron motivación en el movimiento a

220 Lee, Soo im, Japan´s diversity dilemmas, ethnicity, citizenship, and education, Estados Unidos: iUniverse Inc, p. 78. 221 Tessa, Morris Suzuki, Op. Cit. p.204.

158

favor de los derechos civiles en Estados Unidos y en los movimientos

estudiantiles en otras partes de Japón, que generaron el resurgimiento de

políticas de identidad. De esta forma, para la década de 1980, el activismo ainu

obligó al gobierno llevar a la mesa de debate la situación de su pueblo, para

establecer una nueva ley que sustituyera a la antigua “La Ley de Protección de

los Antiguos Aborígenes de Hokkaido” de 1899, que más que proteger,

garantizaba el trato discriminatorio hacia ese pueblo, al tiempo que pretendía

asegurar su asimilación como únicamente japonés.222 De ahí la necesidad de los

ainu a ser reconocidos como un pueblo indígena con derechos característicos,

pero sin perder sus derechos como ciudadanos japoneses.

La labor ainu rindió sus primeros frutos en 1997, cuando la Dieta aprobó

la “Ley para el Fomento de la Cultura Ainu y la Difusión del Conocimiento de las

Tradiciones Ainu” que busca promover la cultura ainu a través de instituciones

que favorezcan su difusión y su reproducción, para el disfrute de las nuevas

generaciones. Con esta ley se abolió la discriminatoria ley de 1899, pero no se

reconoció a los ainu como un pueblo indígena con una cultura y una identidad

distinta, de modo que la tarea por la reivindicación ainu no terminó ahí.

Por otra parte, Los foros internacionales y las organizaciones

internacionales, han tenido creciente importancia en la labor de presionar al

gobierno japonés para que reconozca la diversidad étnica de su país y adecúe

sus políticas de ciudadanía para garantizar un trato equitativo más no igual a sus

ciudadanos, en el entendido de que los pueblos indígenas abogan por el respeto

a sus tradiciones y sistemas de organización, pero sin ser discriminados, ni

delegados de sus derechos como ciudadanos del Estado. Se ubica aquí, el

222 La Ley de Protección de los Antiguos Aborígenes de Hokkaido de 1899 estableció las bases legales que justificaban la eliminación de los “bárbaros” a través de la obliteración de su cultura y su memoria histórica. La violencia emocional y verbal que acompañó este proceso fue ampliamente eficaz: en espacio de cincuenta años la lengua ainu dejó de utilizarse en la vida cotidiana de una gran parte de familias. Las nuevas generaciones aprendieron japonés en las escuelas segregadas en las que se les enseñaba a sentir vergüenza de ser ainu y a convertirse en dignos súbditos del Tennoo. Muñoz, González Yolanda, ¿Ainu o

Emishi? - El mito del "bárbaro" en el norte de Japón. “Asociación Latinoamericana de estudios de Asia y África ALADAA” México: COLMEX: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet : http://ceaa.colmex.mx/aladaa/imagesmemoria/yolandamunoz.pdf

159

trabajo de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la

Cultura (UNESCO), por la difusión de información acerca de los problemas que

enfrenta la comunidad ainu, principalmente porque su lengua se encuentra en

peligro de desaparecer. También, el reconocimiento de la Asociación Ainu de

Hokkaido en diversos foros internacionales que abogan por los derechos de los

pueblos indígenas.

Así, por ejemplo, desde 1995 cuando se celebró la “La Primera Asamblea

del Año de los Pueblos Indígenas del Mundo” organizada en el marco de la

Organización de las Naciones Unidas, la Asociación Ainu de Hokkaido fue

invitada a participar y a partir de ese momento ha colaborado estrechamente con

Naciones Unidas. Desde el año 2000, lo hace primordialmente a través del

recién creado Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas (UNPFII). Esto le

ha permitido tener el apoyo de la organización en su lucha por el respeto a su

identidad dentro de Japón.

Al parecer, el trabajo de los ainu en los foros internacionales ha sido

exitoso, poco a poco han logrado cambios en la forma en que su gobierno los

trata. En el año 2007, Japón formó parte de la “Declaración de los Derechos de

los Pueblos Indígenas” y se comprometió a garantizar los derechos de los

pueblos indígenas ubicados en su Estado. Aunque no había reconocido

legalmente que los ainu son un pueblo indígena.

Razón por la cual, en el marco de la celebración de la cumbre de los

Pueblos Indígenas “Cumbre de los pueblos indígenas en Ainu MOSIR 2008” del

1 al 4 de Julio223, en paralelo con la Cumbre del G8 en Hokkaido (del 7 al 9 de

Julio del 2008) la Dieta japonesa adoptó (el 6 de Junio de 2008), una resolución

mediante la cual solicita al ejecutivo, el reconocimiento legal de la comunidad 223 En dicha cumbre se reunieron representantes de ainu Mosir (Hokkaido), Uchinanchu (Okinawa), los Estados Unidos, Canadá, Hawai, Guam, Australia, Bangladesh, Filipinas, Noruega, México, Guatemala, Nicaragua, Taiwán, y Aotearoa (Nueva Zelandia). Fue la primera vez que los pueblos indígenas se reunieron en torno a una Cumbre del G8, para reflexionar sobre los temas abordados por éste y analizar cómo estos se relacionan con los indígenas. NIBUTANI Declaración de la Cumbre de los pueblos

indígenas en Ainu MOSIR 2008: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.ainumosir2008.com/img/NibutaniDeclaration-S.pdf

160

ainu "un pueblo indígena con su propia lengua, religión y cultura", su protección

y apoyo; reconociendo que durante el proceso de modernización fue una

comunidad discriminada por lo que hoy se encuentra marginada.224

Se aprecia entonces, que el eco internacional de algunos problemas

nacionales permite encontrar respuestas en el ámbito mundial, además, que la

globalización al tiempo que incentiva un proceso de localización de las

identidades, proporciona instrumentos globales para conseguirlo.

Por lo tanto, las reclamaciones de los ainu como las de los okinawanos

son una consecuencia de los intercambios dentro de la nueva ola globalizadora,

en un entorno internacional de lucha por las reivindicaciones étnicas y contra la

discriminación, estos grupos han levantado la voz y se han vuelto concientes de

su situación, confiando en que los esquemas internacionales pueden ayudarles.

Por ejemplo, los okinawanos exigen su autonomía, en parte incentivados

por el renacimiento de vínculos comerciales y culturales del gobierno local con

sus vecinos del sur. Los ainu por su parte, motivados por los vínculos

establecidos con grupos indígenas de otras partes del mundo, han recobrado

conciencia de su propia identidad y gracias a sus conexiones con éstos han

conseguido beneficios por parte del gobierno japonés. Estas relaciones con el

exterior de las comunidades japonesas no sólo incentivan la globalización, sino

también proporcionan soluciones a las dificultades que conlleva presionar al

Estado para ser reconocidos como diferentes, sin ser excluidos.

Más aún, ahora que el Estado ha dejado de ser “omnipotente”, el externar

los problemas sociales y buscar apoyo de organizaciones internacionales es una

alternativa viable para los grupos de presión, ya que a través de estas

organizaciones se puede presionar al Estado para que ceda en algunas

exigencias. Lo anterior es posible porque el Estado ya no es el único ente de

soberanía política, ahora comparte su poder con instituciones internacionales

224 BBC, Aborígenes, al fin, Domingo, 8 de junio de 2008: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_7439000/7439902.stm

161

como la Organización de Naciones Unidas e incluso puede llegar a verse

obligado por grupos subnacionales.

Dado que los derechos que garantiza la comunidad internacional deben

ser respetados por los países, el Estado japonés está obligado, de manera

relativa a decir verdad, a garantizar el bienestar de todos los habitantes que

viven en su territorio y acatarse a las normas internacionales a las que él mismo

se comprometió, hecho que parece evidente con el reconocimiento de los ainu

como un pueblo indígena, aceptando su identidad diferente. Este suceso ha roto

con la idea de homogeneidad del país, aunque este Estado no ha dejado de ser

altamente homogéneo, por este hecho, pues los ainu tan sólo constituyen unas

70 000 personas, lo cual es muy poco frente a los 127 millones de habitantes

que tiene Japón y que en teoría son japoneses.

Sin embargo, si a esos 70 000 habitantes, se agrega la población de

Okinawa, que se considera a sí misma como uchinanchu, y la población

migrante, entonces sí sería más adecuado hablar de heterogeneidad étnica y

por tanto de diversidad de identidades culturales dentro del país. Esta

multiculturalidad es sin duda alguna resultado del proceso de globalización, en

dos sentidos: Por un lado, incentivando las reafirmaciones étnicas de grupos

minoritarios al interior del país y facilitando la cooperación internacional en favor

de estos grupos. Y por otro lado, promoviendo los movimientos migratorios

desde diferentes partes del mundo, sin que la distancia geográfica o las

diferencias culturales sea un obstáculo.

4.2.2 LA INCORPORACIÓN DE LOS MIGRANTES A LA SOCIEDAD La migración internacional se ha convertido en un problema de múltiples

dimensiones. Por parte de los países expulsores de migrantes, el movimiento de

sus ciudadanos hacia otros países es un escape a los problemas económicos, al

grado que existen países, como México, en los que las remesas constituyen

162

gran parte de los ingresos al país. Pero evidentemente este escape lleva

grandes costos sociales principalmente porque los ciudadanos de estos países

son discriminados y excluidos en las sociedades donde deciden ya no sólo

trabajar sino establecer su residencia. Por el lado de los países receptores, esta

migración no es deseada porque es vista como un problema de cohesión social

e incluso como una amenaza a la seguridad nacional, pero la mano de obra

migrante es parte esencial del crecimiento económico de estos países, razón por

la cual continúan atrayendo personas de orígenes diversos que están dispuestas

a emplearse en cualquier trabajo, con el fin de cubrir sus necesidades

económicas.

El problema que aquí atañe es el de los Estados desarrollados, pues

Japón se ha convertido en parte de este club desde la década de 1980. Además,

éste es un claro ejemplo de los países que ven a los inmigrantes como un

problema para la identidad, la cohesión social y la seguridad. La importancia que

el gobierno ha dado a la unidad nacional y la homogeneidad cultural, limitan en

cierto sentido los beneficios de la migración, viéndosele sólo como perjudicial

para el desarrollo social cuando eso no es necesariamente cierto.

Por mucho tiempo el gobierno ha ejercido estricto control de la

inmigración, y sólo se abrió relativamente, a partir de la Ley de 1990, cuando su

mano de obra no fue suficiente y se cubrió con trabajadores extranjeros. De

manera que, hay poco desarrollo en sus políticas de migración y más aún en las

de convivencia multicultural. Y pese al férreo control gubernamental, Japón es

receptor de migrantes de diversas nacionalidades, los cuales no se conforman

con programas de empleo temporal y establecen su residencia en la nación

aunque eso les cueste estar al margen de la ley y recibir todo tipo de

discriminación. Por esta razón es necesario para el gobierno establecer nuevas

políticas en este sentido, para con ello no sólo garantizar su seguridad social,

sino también la de los migrantes.

163

Si bien Japón no es un país altamente receptor de migrantes, según

información proporcionada por la Organización para la Cooperación y el

Desarrollo Económico (OCDE), para el 2005 su población de extranjeros fue de

2, 011, 000. Esto representa un 1.6 por ciento de la población del país, lo cual

comparado con el 8.8 por ciento de Alemania, el 4.2 de Holanda o el 5.3 de

Reino Unido,225 es un porcentaje bajo. Pero, no deja de tener un impacto fuerte

en una sociedad tan “celosa” culturalmente.

Tabla 6. Población de Migrantes en Japón

CATEGORIA 2007 2001 1997 1992

Población Total 127,771,000 127,316,000 126,157,000 124,567,000

Naturalizaciones (kikakyokasha) 14,680 15,291 15,100 9,400 EXTRANJEROS LEGALES ENTRANTES

9,152,298 5,286,310 4,669,514 3,926,347

RESIDENTES LEGALES 2,152,973 1,778,462 1,482,707 1,281,644

Residentes Permanentes 869,986 684,853 625,450 635,422

Residentes Permanentes Especiales 430,229 500,782 543,464 590,193

Residentes Permanentes en General 439,757 184,071 81,986 45,229

Residentes No Permanentes 1,282,987 1,093,609 857,257 646,222 RESIDENTES ILEGALES 208,444 307,618 337,314 323,090

Fuente: Burgess Chris, Celebrating multicultural Japan: writings on 'minorities' and the discourse on difference, Electronical Journal of Contermporary Japanese Estudies” (Edición libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://www.japanesestudies.org.uk/articles/Burgess.html

Como se puede observar en la Tabla 6, la población de migrantes va en

incremento, así por ejemplo, la entrada de migrantes casi se triplicó entre 1992 y

2007. Sin embargo, dadas las políticas restrictivas del gobierno, existe una

225 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Stock of foreign in selected

OECD countries. [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.oecd.org/dataoecd/25/56/39331383.xls

164

mayor tendencia a permanecer de manera temporal, el incremento en esta

categoría ha sido constante desde 1992, mientras que ha sido sólo entre el 2001

y 2007 cuando los residentes permanentes han aumentado, tenencia que

evidencia las necesidades de leyes de convivencia multicultural.

Figura 6. Migrantes Registrados por Nacionalidad, 1961-2005

Fuente: Arudou Debito, “Japan’s Future as an International, Multicultural Society: From Migrants to Immigrants”. (Traducción libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://japanfocus.org/products/details/2559

Además, los migrantes provienen de diversas nacionalidades entre las

que predominan coreanos en un 28 por ciento, chinos en un 27 por ciento,

165

brasileños en un 15 por ciento,226 filipinos, peruanos y de Estados Unidos,

(información contenida en la Figura 6.); ello incrementa la preocupación tanto del

gobierno como de la sociedad japonesa, en el sentido que no es fácil alcanzar

una buena convivencia entre diferentes culturas si el gobierno no establece

normas estrictas de convivencia que garanticen los derechos de todas las

personas sin importar su cultura o raza.

Aunado a ello, la discriminación hacia estas minorías es muy evidente. Si

bien es comprensible que cuando personas con distintas culturas intentan

convivir surjan prejuicios, prácticas de exclusión y demás fricciones por el

choque cultural, el hecho de que en Japón no haya a nivel nacional una política

de integración de los migrantes a la sociedad, que garantice sus derechos y una

sana convivencia, hace que este fenómeno sea más complejo.

Durante el 2007, la Oficina de Derechos Humanos de Japón, reportó unos

126 casos de discriminación hacia extranjeros, entre los cuales se destacan la

negación a proporcionarles servicios en los lugares donde rentan o en los baños

públicos y hoteles, más aún si éstos no hablan japonés. Además, esta oficina no

tiene facultad para exigir reparación de daños a los afectados y se limita a hacer

advertencias dado que no hay ninguna ley de protección a los derechos de los

extranjeros.

Igualmente, el Relator Especial sobre Derechos Humanos de Naciones

Unidas, Doudou Diene, en su informe del 2005, aseguró que en Japón las

autoridades no hacen suficiente para hacer frente a lo que calificó como un

“profundo racismo y xenofobia”.227 Por ejemplo, en el ámbito laboral, los

extranjeros padecen también abusos como la explotación, el trabajo infantil y en

general violaciones a sus derechos humanos.

226 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), International Migration Outlook

2008: Japan country note: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.oecd.org/dataoecd/57/9/41255844.pdf 227 The Asahi Shimbun, Japan’s Entrenched Discrimination Toward Foreigners, October 5, 2008: [citado en octubre de 2008], Disponible en Internet: http://www.debito.org/?p=1971

166

Por otra parte, causa preocupación, la falta de educación para los hijos de

estos migrantes; el bajo nivel de afiliados al seguro social y el hecho de que se

relacione directamente, el aumento de la delincuencia con el incremento de

residentes extranjeros en el país, se ha creado entre la sociedad japonesa un

estigma de que los extranjeros son personas poco confiables e incluso

criminales. La propia policía ha distribuido información para alertar a la población

de grupos delictivos, conformados por extranjeros, lo cual fomenta la imagen

negativa que los japoneses tienen de los migrantes, principalmente de los que

provienen del países pobres del Sur de Asia. Parafraseando al Dr. Yoko Sellek,

el gobierno ha fomentado imágenes negativas acerca de los migrantes, como un

peligro para la “armonía” de la sociedad japonesa y la seguridad pública.228

Con respecto al bajo nivel educativo que tienen los hijos de los migrantes,

es necesario decir que su principal causa es la dificultad que tienen éstos para

entender el idioma japonés de manera fluida. Según el Ministerio de Educación,

el número de estudiantes extranjeros que necesitan aprender bien japonés,

conforme datos del 2005, es de 20,692, lo cual representa casi el 30 por ciento

de todos los estudiantes extranjeros. De éstos mas de 20, 000 estudiantes

extranjeros, el 37 por ciento habla portugués, el 22 por ciento chino y el 15 por

ciento español.229 Lo preocupante del caso es que, dado que estos jóvenes no

hablan japonés tienden a dejar la escuela al no tener un pleno aprovechamiento

de sus clases, hecho que más adelante repercute en sus oportunidades para

conseguir empleo.

Ante esta situación el gobierno no ha sido capaz de encontrar soluciones

óptimas y duraderas. El Profesor Ikuo Kawakami propone que el Estado japonés

establezca un sistema similar al estadounidense o australiano, que consiste en

fomentar a los profesores a enseñar inglés a los niños que no pueden hablar el

idioma. En este caso el sistema japonés consistiría en enviar expertos y

228 Citado en: Yáñez, Rosado Juan Antonio, Op. Cit, p. 27. 229 The Yomiuri Shimbun, 20,000 in language pickle / foreign students in need of specialized Japanese

teachers, 2007: [citado en noviembre 2008] Disponible en Internet: http://www.debito.org/?p=409

167

profesores de japonés a las escuelas. Ya que actualmente sólo 70 de los 885

municipios acogedores de migrantes se han especializado en la instrucción del

japonés a los inmigrantes en las escuelas.230

Además, Stephen Murphy-Shigematsu, asegura que el plan de estudios

necesita ser modificado, ya que deben incluirse otras lenguas en el currículum

escolar así como mencionar a las minorías en los libros de texto. Los temas

acerca de la raza, la religión y el origen étnico deben ser incluidos, lo que

rompería completamente con la imagen homogénea de la nación para dar paso

a una sociedad multicultural.

Con esta reforma al sistema educativo no sólo se cubriría el problema

educativo de los hijos de los inmigrantes sino que también se alentaría a los

niños japoneses a ser más empáticos con los extranjeros al tener que conocer

mejor su cultura y reconocerlos como personas con iguales derechos y

obligaciones que ellos. Sin embargo, una reforma hacia la educación

multicultural desafía sin duda alguna los límites que establece el modelo

tradicional con relación a la restricción de parte de la comunidad para ejercer

plenamente la libertad individual y la diversidad de comportamiento.231 Lo cual

evidentemente se contrapone con el ideal universal, adoptado ya por algunos

sectores de la sociedad japonesa, pero que no pretende ser totalmente aplicado

por el gobierno.

Una preocupación más que identifica Arudou Debito, es que el actual

debate sobre la contrariedad de la migración, por parte de los ministerios, no gira

en torno a encontrar la manera de ayudar a los trabajadores extranjeros a

integrarse en la sociedad sino que busca la manera de garantizar que estos

permanezcan en el país sólo de manera temporal y sean reemplazables.232 Es

decir no está buscando una solución a las dificultades de las comunidades de

230 Ibídem 231Stephen, Murphy-Shigematsu, Challenges for Multicultural Education in Japan. [citado en octubre 2008] Disponible en Internet: http://www.newhorizons.org/strategies/multicultural/murphy-shigematsu.htm 232 Arudou, Debito, Op. Cit.

168

extranjeros que han decidido permanecer en el país, no sólo por el bien de los

migrantes sino de su propia sociedad. Ya que, muchos migrantes continuarán

estableciendo su residencia en el país aunque esto los obligue a estar fuera de

la ley, y la economía japonesa seguirá absorbiendo gran cantidad de migrantes.

Los migrantes, a pesar de que obtengan sólo visas temporales de trabajo, se

quedarán en el país y el problema migratorio continuará, ya que es un fenómeno

social irreversible.

Por ello, es importante que el gobierno cree políticas adecuadas que

permitan a los trabajadores migrantes y a sus familias, integrarse en la sociedad

japonesa y a encontrar empleos adecuados para maximizar sus contribuciones,

en un momento en que Japón enfrenta una aguda escasez de mano de obra,

que aumenta la necesidad de migrantes. Así pues, es evidente que la sociedad

japonesa está encaminada hacia la multiculturalidad y aunque el gobierno e

incluso parte de la misma se rehúsen a aceptarlo es necesario que Japón se

adecúe a su nueva realidad, no sólo para hacer más armónica la convivencia

social sino para garantizar la estabilidad tanto económica, social como política

del país.

Entre las dificultades para establecer una política adecuada para la

incorporación de los residentes extranjeros a la sociedad de este país, Sachie

Asaka destaca: “el gobierno japonés no tiene actualmente una política que esté

interrelacionada con la de las ciudades de alta concentración de extranjeros,

además de que cada ministerio actúa de manera independiente dada la

estructura vertical de la administración pública. Por ejemplo, el Ministerio de

Asuntos Interiores y Comunicaciones tiene competencia sobre la vida cotidiana

en general de los extranjeros. El Ministerio de Justicia atiende cuestiones

relacionadas con el visado. El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar asuntos

relacionados con la seguridad social y problemas de trabajo, y el Ministerio de

Educación sobre la educación”.233

233 Sachie, Asaka, Op. Cit.

169

Mientras tanto, algunas prefecturas donde la cantidad de residentes

extranjeros es elevada, ya han establecido algunos planes y programas

encaminados a garantizar una armónica convivencia entre las distintas culturas,

estos municipios tienen diversas políticas de integración de extranjeros y

recursos humanos propios, para llevar a cabo medidas que permitan una mayor

armonía en la localidad. Frente a estas acciones individuales por parte de los

municipios, el Ministerio de Asuntos Interiores y Comunicaciones, desde el mes

de abril de 2007 ha asignado partidas presupuestarias para la aplicación de

políticas públicas de convivencia multicultural en 70 ciudades y municipios, con

el objetivo de promover la armonía social característica de la nación .234

Se considera, entonces, que al Estado japonés aun le falta camino por

recorrer para adaptarse a las nuevas necesidades de su sociedad, y para

escuchar y cumplir sus exigencias. Poco a poco va quedando atrás ese Japón

homogéneo y estatocéntrico al que por mucho tiempo el gobierno administró con

relativa facilidad y que tenía una actitud pasiva frente sus acciones y decisiones.

Ahora el gobierno debe mantener la armonía social, que sigue siendo un

importante valor en Japón, aunque quizá no con la misma intensidad, en un

contexto económico poco favorable, donde la incertidumbre por la economía

acapara la atención del Estado y causa malestar entre la población.

234 Ibídem

170

CONCLUSIONES El Japón contemporáneo se enfrenta, al igual que muchas otras sociedades

industriales, a las contradicciones causadas por la crisis del capitalismo

contemporáneo y por el fenómeno de la globalización. Entre estas

contradicciones se encuentran, por ejemplo, rupturas en los aspectos más

íntimos de la construcción estatal y en las definiciones de la cuestión identitaria,

las cuales modifican profundamente el propio sentido de las sociedades.

De lo anterior se desprende que la íntima interacción entre los factores

económicos, políticos, sociales y culturales, tanto en el ámbito global como en el

nacional, hace incomprensible cualquier evento si se le trata de manera aislada.

De ahí, que en la presente investigación haya sido muy útil la aplicación del

Paradigma de la Sociedad Global combinado con los estudios identitarios de la

Teoría Social.

Japón ha pasado por esquemas de modernidad cuyas consecuencias han

sido cada vez más determinantes para su transformación antes y después de la

Segunda Guerra Mundial. Este país ha transitado del tradicionalismo hacia el

vanguardismo, con este cambio la sociedad parece desvincularse de su cultura

tradicional y el Estado ha cedido espacios a otros actores, tanto globales como

subnacionales. Incluso se ha puesto en tela de juicio la estructura ideológica y

simbólica (Metahistoria) que sostiene la unidad nacional desde la posguerra o,

siendo más aventurados, desde la propia construcción del Estado-nación

moderno, durante la Era Meiji.

Particularmente, el factor económico ha sido uno de los de mayor impacto

para la problemática que vive Japón. El estallido de la “Burbuja Económica”,

acaecido en 1992, y la generalización de la crisis en 1997, hizo evidente el

agotamiento del “Sistema de la Posguerra” y la transformación social del país ya

no pudo ocultarse. El malestar que causó entre la población la inestabilidad

económica (provocada por los efectos del Neoliberalismo a ultranza y la

globalización de capitales) intensificó la “división de la sociedad”, motivó cierto

171

individualismo y desarraigo de las tradiciones. Las reacciones de la población y

del Estado fueron diversas y no ofrecieron una alternativa, al contrario trajeron

como consecuencia una nueva serie de problemas sociales y políticos.

De manera que, después de analizar los diferentes aspectos y etapas del

desarrollo japonés, desde su consolidación como un Estado-nación moderno

(Meiji) hasta 2007, se han obtenido una serie de reflexiones que permiten

consolidar algunas de las aportaciones de esta investigación.

En primer lugar, se observa que el Estado japonés se conformó como un

Estado-nación moderno, utilizando parámetros occidentales, como resultado del

agotamiento del régimen feudal y de la presión que ejercían las potencias

occidentales que amenazaban su soberanía. Durante esta época –Restauración

Meiji- El Imperio intentó establecer un régimen democrático en el que de facto el

poder residió en el emperador y fueron restringidas las libertades políticas y

sociales.

Este imperio desarrolló una política expansionista que le permitió

incorporar territorios de su periferia, cuyas poblaciones intentó asimilar a la

propia cultura japonesa. Pero estos nuevos ciudadanos, los ainu y los

okinawanos, fueron discriminados y, paradójicamente, esto les permitió

mantener su propia identidad con relación a la población mayoritaria de la isla

principal, aunque en la percepción generalizada del Estado japonés, la cultura

de estos pueblos fue minimizada.

A pesar de casos como el de los ainu y okinawanos, y dado que la

población mayoritaria de la totalidad de los territorios era “genealógicamente

descendiente de la divinidad shintoísta”, es decir, constituían una raza pura, la

nueva unidad nacional japonesa se conformó a partir del mito de la divinidad del

emperador y de la sociedad como una gran familia, donde todos poseían una

cultura única por la virtud de su moral. Es decir los nuevos grupos fueron

aculturizados.

172

La identidad nacional se concibió, entonces, a partir de la construcción de

una identidad cultural única, que excluía a las minorías al tiempo que se les

consideraba “asimiladas” a la cultura mayoritaria. Aunado a ello, la ideología

fundada en el shintoísmo y la moral confuciana, forjó el carácter japonés a partir

de un sólido y “virtuoso” sistema de valores que llevó a la exaltación

nacionalista, misma que, junto con las circunstancias internacionales, llevaron a

Japón a ingresar a la Segunda Guerra Mundial bajo una filosofía fascista, que en

1945 fue derrotada, y Japón fue ocupado por los Estados Unidos, como parte de

los “Aliados”.

Por otra parte, después de la derrota en la Segunda Guerra Mundial, el

Estado fue reformado en su totalidad por las potencias vencedoras y el gobierno

inició un nuevo proceso de apertura al exterior, en gran parte forzado, que

involucró a Japón en una serie de regímenes internacionales (FMI, BM, GATT),

bajo los cuales delineó sus acciones y emprendió una nueva carrera para

desarrollar su industria, comercio y desarrollo económico y social. La madurez

económica del país nipón, desde la década de 1980, provocó que éste avanzara

hacia una nueva fase de apertura que, ya en el marco de la globalización

cultural, que hacia la década de 1990, incluyó la entrada indiscriminada de

costumbres y valores extranjeros que fueron, sin duda, el parteaguas de la

transformación social.

Asimismo, una vez que Japón superó la devastación de la guerra e inició

su etapa de crecimiento económico, la cultura cobró nuevamente un valor

especial. Desde la década de 1960 empezaron a gestarse una serie de debates

sobre de la identidad cultural de la nación, desarrollándose de esta manera una

nueva base ideológica, emergida entre los intelectuales y sustentada en los

discursos acerca de la raza de la época Meiji. Esta ideología giró en torno al

carácter singular de la sociedad japonesa, el cual sintetizado en el discurso del

“Nihonjinron”, establece la imagen de la nación como un pueblo homogéneo

constituido por una única raza, una etnia única y un único patrón cultural que

conforma su comportamiento social.

173

El discurso del Nihonjinron difundido ampliamente durante la época de la

internacionalización del país, en la década de 1980, creó la imagen de Japón

como un país cuya identidad nacional se basa en una identidad cultural

milenaria. Esta idea actualemente sólo puede ser aceptable por el hecho de que

en Japón más del 90 por ciento de la población es étnicamente japonesa, de

modo que la identidad cultural de éstos es considerada la identidad cultural de

Japón, no sin anotar la presencia de minorías étnicas que con la creciente

inmigración se están ampliando.

Así pues, esta investigación trae a la luz que el proceso de globalización

en el que se involucró la sociedad japonesa desde la posguerra, y que se

intensificó con el auge de las tecnologías de la información durante la década de

1990, ha traído consigo una oleada de transformación social que ha convertido a

los japoneses en una sociedad “posindustrial”, adoptado muchas pautas de

comportamiento Occidental, particularmente de Estados Unidos, debido a la

imposición política y económica al final de la Segunda Guerra Mundial y también

por ser este último el principal impulsor de valores a nivel mundial.

La sociedad japonesa, debido a su transformación, ha trascendido los

valores meramente tradicionales y su comportamiento se configura no sólo a

partir de la identidad cultural sino de una multiplicidad de factores que incluyen la

diversidad de identidades “desterritorializadas” o incluso “localizadas”, términos

que definen el doble efecto de la globalización como reivindicador de

condiciones “locales” al interior de los Estados. En este sentido, la identidad

cultural japonesa, si bien nunca ha tenido las dimensiones propuestas por el

discurso del Nihonjinron, conserva su esencia a pesar de los embates que ha

sufrido y mantiene su concepción, si acaso estereotipada, a veces, hacia el

exterior, ya que no se ha transformado en su totalidad, como lo establecen los

estudios teóricos de las identidades, éstas no se vuelven otras por el simple

hecho de haber evolucionado, pues se trata más bien de una incorporación de

nuevos parámetros e ideas que nutren el bagaje cultural existente previamente.

174

A menos que ocurra un proceso de asimilación de otra cultura, las

identidades sólo son trastocadas por la adopción de nuevos esquemas

culturales, que bajo un carácter sincrético se reinventan constantemente. Y

aunque parte de esa conciencia identitaria sea inventada y reinventada en el

discurso pervive en el imaginario colectivo de la sociedad una idea “del nosotros”

y es esa la que determina su carácter. Incluso, muchos japoneses continúan

exaltando la “singularidad” cultural como mecanismo de defensa, con reflejos de

xenofobia, discriminando a las minorías exógenas, que crecen conforme se

incrementa la inmigración al país.

Si bien es imposible afirmar que la sociedad imaginada por los dirigentes

de la Restauración Meiji perdura hasta nuestros días, es verdad que en su

esencia sigue teniendo muchos rasgos que se delinearon a fines del siglo XIX,

por lo que continúa diferenciándose del mundo occidental, aun con muchos

rasgos adoptados de Estados Unidos y de Europa. Como dice Samuel P.

Huntington, es un país que pertenece a ambos mundos, es un país “Oriental”

con desarrollo “occidental” que ha sobrevivido a la modernización y que lucha

por recuperar su poderío lidiando con problemas políticos y sociales al interior,

en el establecimiento de su proyecto de nación en el Siglo XXI.

De esta manera, se observa que la sociedad japonesa ha experimentado

un proceso de aculturación que la ha inmerso en una revalorización de sus

principios y valores tradicionales, le ha incorporado nuevas ideas y la ha vuelto

más pragmática. Este pragmatismo ha fragmentado de cierta manera la unidad

del país y ha alejado el sentido de comunidad en las nuevas generaciones, lo

cual ha provocado la añoranza social de los antiguos esquemas de vida,

incentivando movimientos de localización y reafirmación de identidades. Es en

este contexto en el que las minorías inician su labor por reivindicar sus étnias,

apoyadas por movimientos globales a favor del respeto a las culturas originarias.

Como en caso de los ainu, que se han convertido en una fuerza subnacional,

consiguiendo poco a poco el reconocimiento del Estado.

175

Entonces, Japón debate el multiculturalismo como parte de un nuevo

elemento que el Estado debe considerar al momento de establecer su política

social. Sin embargo, este discurso se pierde, según los intereses nacionales,

entre discusiones más políticamente redituables como la recuperación

económica235, la reforma política y la recuperación del control gubernamental de

la economía, que fue puesto en entredicho a partir de la recesión desde 1992 y

por la mayor participación disidente de la sociedad civil. Por lo tanto, estos

debates sobre multiculturalidad han pasado a segundo plano o se adaptan a las

necesidades políticas del “meta-relato” ideológico, que también está siendo

cuestionado desde dentro del propio Estado por una ciudadanía cada vez más

participativa, que por el contacto con el exterior ha adquirido mayor grado de

conciencia colectiva respecto de su realidad nacional al compararse con otras

sociedades de igual desarrollo.

En cuestiones políticas, la participación de la sociedad civil en la toma de

decisiones del gobierno, el creciente poder de las empresas multinacionales, la

presión ejercida por los organismos internacionales y la reformulación de

regímenes internacionales dificulta la gestión del Estado, que poco a poco ha ido

cediendo espacios a otros actores en la determinación de políticas

gubernamentales.

Debe reconocerse que el país del sol naciente ha tenido desde la

posguerra una serie de gobiernos cuya continuidad se ha basado en una

democracia restrictiva e impositiva sobre la ciudadanía, con la justificación de la

defensa del interés nacional que ha sido determinado por el triángulo de hierro.

No obstante el gobierno continúa definiendo la política nacional, se infiere que

para las nuevas generaciones, así como para la sociedad civil en general, este

estilo de gobernar ya no es funcional.

235 Incluso se ha considerado que enfrenta su crisis más grave, desde la Segunda Guerra Mundial, al caer 12.7 % entre octubre y diciembre del 2008. El País, Japón se enfrenta a su crisis más grave desde la II

Guerra Mundial, publicado 16 de Febrero de 2009, Disponible en Internet: http://www.elpais.com/articulo/

economia/Japon/enfrenta/crisis/grave/II/Guerra/Mundial/elpepueco/20090216elpepueco_1/Tes

176

Es importante destacar que la crisis económica, hizo evidente para la

sociedad que el bienestar social no era óptimo, lo que provocó una revaloración

de la actuación del grupo en el poder para encontrar las causas y las posibles

soluciones a la situación prevaleciente. A pesar del trabajo del gobierno por

mantener un fuerte control sobre la sociedad, difícilmente recuperará el poder

que tuvo antaño, lo cual no es un acontecimiento que sólo ocurra en Japón, ya

que es característico de la actual ola de globalización, principalmente en los

países desarrollados. La participación de la sociedad civil en la toma de

decisiones del gobierno, el creciente poder de las empresas multinacionales, la

presión ejercida por los organismos internacionales y la formulación de

regímenes internacionales dificulta la gestión de los Estados, que poco a poco

han ido cediendo espacios a otros actores en la determinación de políticas

gubernamentales.

Por lo que el gran reto para el gobierno japonés es renovarse, lo cual en

el contexto actual de crisis económica a nivel mundial, no es una tarea sencilla.

Este proceso se inició desde el año 2001, con la llegada al poder ejecutivo del

Primer Ministro Junichiro Koizumi. Sin embargo, los gobiernos sucesores no han

logrado el liderazgo necesario para continuar las reformas estructurales

emprendidas por Koizumi, cuya finalidad era recuperar la confianza del país en

las políticas públicas. Esto ha creado aun mayores expectativas en el recién

nombrado Primer Ministro Taro Aso, quien representa una nueva esperanza de

estabilidad política, económica y social en el país.

Del mismo modo, el gobierno tiene la necesidad de regular los flujos

migratorios adecuándolos a los intereses del propio Estado al tiempo que debe,

por el propio bienestar de su sociedad y su economía, establecer las directrices

de la convivencia con extranjeros, no sólo para que éstos tengan una mejor

calidad de vida en el país, sino para que se comprometan más con la sociedad

en la que están inmersos y tengan un carácter positivo para la nación. Al igual

que ocurre en otros Estados, el gobierno japonés no tiene una política integral

que estructure y/o coordine todas las acciones gubernamentales involucradas en

177

el trato a los extranjeros. Asimismo, los presentes debates en torno a la

migración lejos de estar encaminados al mejor aprovechamiento, tanto en el

aspecto económico como social de los residentes extranjeros en el país, tienden

más a buscar cómo limitar su permanencia.

Indiscutiblemente, el régimen no puede permanecer inerte a las

transformaciones sociales sino que tiene que reaccionar, positiva o

negativamente ante las demandas de sus gobernados. La acción gubernamental

entonces se convierte en un ejercicio de poder representativo de la eficiencia y

eficacia gubernamental tendiendo, por ende, a la búsqueda de propuestas que

justifiquen su existencia y provoquen una reacción positiva en la población.

Por otra parte el próspero futuro de este Estado-nación depende de las

políticas gubernamentales y de las propias dinámicas sociales que nacen y

renacen en el propio imaginario colectivo que considera a la nación nipona como

modelo a seguir en su entorno geopolítico y para lo cual apuesta a sus

tradiciones más conservadoras. Puede afirmarse que el sincretismo social,

cultural y económico en la región asiática ha sido definido por el desarrollo

japonés. Y lo seguirá siendo en la medida que supere el reto que representa el

fuerte surgimiento de China como potencia económica.

Finalmente, la transformación social de Japón, provocada por su

inmersión en la globalización, ha tenido un impacto en menoscabo de la

identidad cultural, sin embargo no ha sido capaz de eliminar su esencia, y por

tanto Japón continúa siendo referente de éxito. Su riqueza cultural difícilmente

desaparecerá y el gobierno ha jugado un papel central para ello, al cuidar

permanentemente, aun con sus limitaciones, el aspecto cultural. Lo cual, le ha

permitido basar su desarrollo a partir de factores internos y no confiarse del

entorno internacional, de ahí la preocupación actual ante el deterioro de la

identidad.

178

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