La Salidera Junot Diaz

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    milena caserola

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    LA SALIDERA

    Sebastin Kirzner

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    LA SALIDERASebastin Kirzner

    Las masas corrompidas por una falsa cultura puedensentir en el destino que las abruma el peso del drama; se

    complacen en el despliegue del drama, e impulsan estesentimiento hasta poner drama en cada uno de los

    pequeos incidentes de la vida. Aman en el drama laocasin de desbordar un egosmo que permite apiadarse

    indefinidamente de las ms pequeas particularidades desu propia infelicidad, de bordar de patetismo la

    existencia de una injusticia superior, lo que aparta muyoportunamente toda responsabilidad.

    R. Barthes

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    Sumario

    Prlogo 9

    Anatoma 15

    Barco Cathay 35

    Exceso y Excedente 39

    Mi pueblo 43

    El Mayor 49

    La Salidera 55

    Quin Observa 59

    El abuelo 63

    Reflexiones 67

    Siete Aos 73

    Reclusin 81

    El entrevero 87

    El nadador que... 95

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    Palabras preliminares

    Si hemos de creer a Rilke (y no hay motivo para no hacerlo)los prefacios tienen dos caractersticas: o bien son productode anquilosados espritus escolares o bien son hbiles juegosde palabras en los que hoy prevalece un punto de vista ymaana el opuesto. Nada hay ms alejado de la obra de arte

    que la crtica, dice Rilke. Quizs para sortear este peligro,Kirzner ha recurrido a alguien ajeno a su campo para que loprologue. Tengo hacia la literatura el acercamiento de unamante y la actitud del merodeador que anda a la deriva,alejado de los caminos habituales. Me muevo, por lo tanto,con la virtud del inocente y el defecto del ignorante.

    Con estas virtudes y defectos, me interno en los cuentos deSebastin Kirzner reunidos bajo el inquietante nombre de 'Lasalidera'. Al abrirlo, un epgrafe de Barthes un texto casiescolar de un Barthes muy joven- preanuncia la tnica de loque vendr. 'La salidera' se abre en la lnea del drama, en lalnea que corresponde a una sociedad corrupta que secomplace con la exacerbacin de la infelicidad de lospequeos incidentes de la vida. Para merecer la tragedia, diceBarthes en ese ensayo, es necesario que el alma colectiva delpueblo se eleve, ya que la tragedia es el gnero que secorresponde con las grandes pocas. La nuestra, por elcontrario, slo merece el drama, cuyo gnero ms decadente

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    es el melodrama con personajes que se sienten ajenos a todaresponsabilidad desde que la vida los ha herido con la marca

    de la injusticia.Fiel a su epgrafe, los personajes de Kirzner son inactivos,

    desmoralizados, ebrios, truhanes, carentes de propsitoscomo grupo social. Su terreno es el esperpento. Esperpentosson sus personajes y esperpntica es la deformacinsistemtica de la realidad. Desde ese terreno, con increbleeconoma narrativa, el autor compone con dos o tres frasescerteras, escenas en la que el exceso, la deformidad y lacrueldad habitan parajes cercanos al lector latinoamericano.

    En efecto, los cuentos de 'La salidera' vagan por Uruguay yBrasil y en ellos abundan las localizaciones precisas. CaboPolonio, Valizas, la Lagoa, Campeche se enhebran en unrecorrido espacial. Sin embargo, en la composicin esas

    localizaciones son meros pretextos de verosimilitud y, si en lalectura nos trasladamos de ac para all, de pueblo en pueblo,de playa en playa, en los textos no hay nada que remita a un irhacia adelante. Al contrario, los cuentos avanzan enprofundidad. Cada uno de ellos es un viaje hacia el centro deuna mente -siempre otra y siempre igual- framente lcidaque, con el escalpelo de la irona, penetra en la sordidez de lasrelaciones humanas y en la banalidad de la propia existencia.En esta lnea, Kirzner estira la cuerda hasta casi hacerlaestallar: sus personajes mutilan, se trasvisten, asesinan,masturban, se masturban o simplemente se quedan mudosempalados en penes descomunales o irremediablementeflccidos sin ninguna grandeza, sin ninguna posibilidad dehacerlo mejor, sin ningn aliento dionisiaco. Soninimputables, irremediablemente heridos, puras parodias de

    s mismos.

    Kirzner construye este mundo en pginas de abrumadorabelleza permitindonos percibir que lo terrible puede

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    convivir con lo bello. Sus cuentos levantan el teln de lasmalformaciones del mundo social con dedos de mago,

    logrando y en esto se aparta de la tradicin del esperpento-que la vida cotidiana, profundamente perturbada, aparezcasin ninguna perturbacin. En 'La salidera' todas las violenciasparecen dormidas an en el momento en que son actuadas'Quien observa detrs del envase transparente es mi hermano. l no sabeque dentro de poco, voy a apoyarme sobre l y a golpearle el ojo izquierdo.

    Yo tampoco.' dice el narrador de 'Quin observa' sabiendoque va convertirse en cegador sin que ningn movimiento seagite en ese mundo perturbado.

    A la violencia de la realidad no le corresponde la violenciadel lenguaje: la irona, el juego de palabras, la repeticinhomofnica y la metonimia son los recursos a los que apela elautor para dar forma a su universo. En general, pocasoraciones que le bastan para componer el clima, a partir de

    audaces traspasos de sentido 'Si mi madre hubiese podido decidir,tampoco se hubiese detenido ah, pero ella ya casi no hablaba, y tampocoera capaz de tomar decisiones sobre el movimiento de los cuerpos en elespacio. Es cierto que mi madre quiso ser bailarina. Tambin es ciertoque le falta una pierna. Ms cierto an es que la perdi en batalla, y quedesde entonces habla poco', leemos. Con tres movimientos,Kirzner nos ha trasladado del plano de la eleccin al plano deldeseo y desde all al plano de los hechos aleatorios queconspiran contra cualquier deseo y cualquier decisin. As entodos los cuentos. Las palabras se salen de s mismas paraanticipar tpicas e introducir requiebros que cambian el cursode lo dicho. Finalmente encontramos en 'La salidera' unasuerte de Ars potica propia del escritor que se inicia. 'Ningnlibro mo ha acabado jams. Nunca, en toda mi vida, he podido finalizarde leer o escribir un libro, las ltimas paginas, simplemente no estn', se

    nos dice en 'Reclusin'.

    Esas ltimas pginas ausentes, que luego encontraremosvomitadas por las ratas que devoran al escritor, son una

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    remisin a la ilegibilidad, lmite de toda escritura. Los cuentosde Kirzner se 'leen' hasta cierto lmite. Para subrayarlo, hay un

    punto en el que el autor nos retacea la palabra, nos escamoteael final.En el nterin solo veo la imagen del cubo en la arena, el cubo quenada le falta y nada le sobra, slido, palpable, eterno. Ese cubo que deningn modo simboliza mi muerte, sin embargo, parece ser lo nico queme tranquiliza, que me hace creer, que finalmente, podr ser el espectadordirecto de 'Reclusin' acaba all, sin apelar al recurso de lospuntos suspensivos que indican continuidad. Ya lo hemosdicho: en esta obra nada contina hacia adelante, todopenetra en profundidad. Ese final que falta no existe. Por esono necesita ser dicho. Para qu, si el escritor ya escribi la

    violencia, el exceso, la falta, el irremediable dolor de vivir enun mundo sin salida? Pero, atencin! La salidera' no es acaso,la cerveza que salva de la borrachera? Entonces, la escritura ysu ilegibilidad- se afirman como posibilidad irrebasable ycierta de hacer frente a la deformidad del mundo.

    Es esa concepcin la que constituye y sostiene el mundo deKirzner. Se deca de Andr Breton que no era surrealista, erael surrealismo. Escritor y performer, nuestro autor, intentaser la literatura. Y a juzgar por estas pginas, le sale muy, peromuy bien.

    Mara Ledesma

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    Anatoma

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    uando an se ejerca la lengua, el relato oral,

    cuando an estaba el riesgo, mi padre me relatabahistorias jasdicas.

    - Tres cosas segn deca, mantenan a flote suespritu judo.- La tradicin oral, el amor al libro, y la alegra

    festiva.- Nunca nombr el amor a Dios.Cuando mi padre cambi por tercera vez de

    esposa, se hizo budista practicante, budista activo.- Al igual que su nueva mujer.- El budismo no corre bajo las reglas del desprecioa otras creencias, dado que se auto denomina

    filosofa de vida.

    - Segn mi padre funciona como discursocomplementario.

    - Al igual que su nueva mujer.

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    C

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    - En el ao dos mil uno, el mismo ao en que mipadre se hiciera budista, tuve la suerte de or el

    discurso de aceptacin del Premio Jerusaln,enunciado por los bellos labios de Susan Sontag.- Pas todo el discurso mirndole las manos.- Las manos de Sontag proponan una belleza y unadanza serena, que casi poda separarse, ajenizarse,del discurso que efusivamente expresaba.

    - A diferencia de mi madre, que oculta lasextremidades de sus manos con una capa de uaspostizas, debido a una consumada antropofagia.

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    - La mayora de las nociones sobre literatura son reactivasdeca Sontag, mientras sus manos provocaban en

    m otras reacciones.- Si hubiese tenido pene, se habra mantenidoparado toda la conferencia.

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    - Al poco tiempo se hizo la noche.- De noche para todos.

    - Afortunadamente, pronto regresaba a casa paraterminar de escribir mi novela...poco propensa a lahipernarrativa.

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    - Mi madre conoci de cerca la noche de los setentas.- Yo la vi desde un viejo vidrio en la mesada de casa.

    - Para m, la noche fue la noche de los noventas, unanoche cargada de dudas.

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    - Antes de regresar de Israel, mi primo me preguntsi no me molestaba acariciarle el cuello, mientras l,

    escriba poesa en su laptop.- Le pregunt si lo haca desnuda o vestida.

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    - Adems de charlar sobre literatura, a mi madre ya m, nos gusta tararear Fumando espero.

    - Ella alguna vez am, yo tambin.- De chica sola escuchar todas las lecturas deFabin Casas, estaba fascinada con l.- No con su literatura.- A mi madre no le agrada que l sea el editor de

    El Federal, dice que va contra sus principios.

    - All ella.

    - Quin ama la msica de Wagner.

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    - Cuando cumpl nueve aos, el bidet seconvirti en mi nuevo juguete favorito.

    - Despus de baarme sola sentarme a horcajadasarriba de l y graduar la fuerza de los chorritos,que golpeaban ora mis labios, ora mi cltoris.- Sofa fue la primera en probar midescubrimiento, en ese momento, ya ramosmejores amigas.

    - Demostr mi fidelidad a ella lamiendo uncenicero cubierto de colillas.- Todo eso y ms, hubiese hecho por Sofa.

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    - Mi madre no es homofbica, segn dice,tiene un intimo amigo juez de la suprema

    corte, que es homosexual.- Una vez, una amiga de ella se qued adormir en casa.- Durmi en la cama del comedor.- Temprano de maana me levant y la viacostada con la ropa puesta, un vestido

    entero verde, que le cubra el cuerpo.- Dorma con las piernas abiertas.- Intent tocarle el pubis por encima de suropa interior.- An no haba aprobado ni el curso de tactoni el de seduccin.- Minutos mas tarde, la amiga de mi madreestaba fuera de casa.- Mi madre nunca se enter de esto.

    - Su amigo homosexual, tampoco.

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    - Por alguna razn, no logro recordar ningunacomida ingerida antes de mis quince aos.

    - Segn una revista de conocimiento general, queencontr tirada a la entrada del Museo de ArteModerno, hay algunos soldados que no logranrecordar ninguna comida ingerida antes de laguerra, pero en cambio, logran recordar casi todaslas ingeridas luego.

    - Finalizada la guerra.- Mis quince aos como acuerdo de pazconmigo.

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    - Casi al terminar la fiesta, fui con una amiga ala cocina y atacamos juntas el helado.

    - Lam su rostro y pechos, hasta dejarlos limpiosde manchas de chocolate.- Ella entenda que como mercenaria del helado,no pensaba en comerla, sino solo en disfrutarla.

    - No hizo alarde de querer comer otra porcin.

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    - Antes de mis quince aos, siempre encontrmolesto que ninguna de mis prisioneras, mis

    soldadas, quisiera entrar de lleno a la guerra.- Me gustaba imaginar que yo era la verdadera lderde mi trouppe de distintas prisioneras.- Todas conocieron, por supuesto, mi bidet.- Varias tenan fro luego de jugar con los chorritos.- Yo me frotaba las manos y las soplaba para

    calentarlas, luego las apoyaba lentamente entre suspiernas.

    - Eso sola ayudar.

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    - Con sorpresa he emergido una y otra vez de mipropio pasado, para comprobar que casi

    automticamente me vuelvo hacia el nico lugar,que he sabido llamar hogar.- Acept mi propia historia y no parecicostarme mucho.- Luego de la primera media hora juntas, ella habaservido dos tragos y dos para ella.

    - Me abraz por detrs del sof llenndome debesos la nuca, desendome felicidad.

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    - La impaciencia de ella por ir a la cama.

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    - Para cuando gan el premio HumbertoConstantini, en el ao dos mil cuatro, por

    Aceptacin del ojo de una viga, mi padre ya habaretornado a casa y a las viejas costumbres judasdel viernes y sbado en el templo.- Los viernes ensayaba con el coro y los sbados,si estaban de suerte y haba algn bar-mitzva, mipadre consegua una buena mesa de comida y algo

    de vino para festejar.- La religin como hambre de conocimiento.- De conocimiento gastronmico.

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    -Hablar con poder equivale a desdoblar las fuerzaspropias sin que sufran traba o menoscabo alguno.

    -Serenidad.-Eso tenan las manos de Sontag mientras haciahincapi en tal o cual punto de su discurso.-Serenidad.-Como quien sabe hacia dnde va, en completocontrol de su propia decisin.

    - Ella, la Demstenesde pantalones largos y sweterde pana, provoc en m, un vuelco hacia adentroque tard en establecerse casi diez aos.- Diez aos de vivir escribiendo, pero desarmadoel centro que impulsa la estructura del cuerpo.

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    - Diez aos despus, he ahondado en mis propiossurcos, cruzado varias enramadas, he visto el

    ocano azul de la costa mexicana de Quintana Roo.

    - Yo, como mi propia tierra sublevada.

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    Barco Cathay

    A Mario Bellatin

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    ay, sobre el viejo barco Cathay, dos niosjugando. Uno juega a que es el capitn del barco yrepite el encallamiento una y otra vez, ensayandodistintas posiciones de naufragio. En un momento,

    el nio, ensaya tambin su propia muerte de capitn.l, de algn modo, infiere que alguien de talposicin, no podra nunca tener una muerte comn,poco heroica.

    El otro nio lo observa y presta atencinespecialmente en la teatralizacin de la muerte de suamigo, quien ahora fallece bajo el rango superiorrecin adquirido. Dado que capitn solo puedehaber uno, el nio que observa pasa un tiempopensando qu otro rol importante, en relacin a suamigo, podra tomar. El nio finalmente decidejugar el rol de la mujer del capitn, un rol femeninonivelador, que si bien no lleva ttulos, balancea la

    importancia del capitn como hombre: rpidamentecae sobre l y lame llorando las heridas de su amigo,su esposo, su amante. .

    La mujer del capitn, nota en su marido un ltimoestertor de vida, resignificado por una mediaereccin. Entre sollozos y en soledad, la casi viuda,

    el nio, la mujer, lame lentamente el glande de suesposo, como quien intenta revivir a un muertomediante la respiracin boca a boca. Luego de unrato, el capitn agita por ltima vez su cuerpo y

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    muere. Muere goteando en la boca de su mujer sultima fraccin de libido. Es el pene del capitn

    quien encalla por ltimo en la boca de su mujer,proporcionando entonces, dos naufragios casisimultneos. En la boca de la viuda, los lquidos delcapitn saben superficialmente a muerte. Ms en elfondo ella sabe que entre su lengua y el paladar,queda an, un ltimo resquicio de vida. Es por eso,

    que mantiene un tiempo largo el fluido en su boca.El sabor es amargo, es un amargo sabor a vida piensal. Ella, el nio viuda, ahora se sabe doblemente

    vivo. Finalmente traga el contenido y esa nueva vidalo colma por completo. Ahora ser el turno de l, deser el nuevo capitn del Cathay. .

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    Exceso y excedente

    A Matias Reck

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    l mayor sueo de mis hermanas era el decasarse, tener hijos, para luego morir comiendo poralguna arteria tapada a causa de la extrema obesidad.Para mi hermano fue ms sencillo, se intern de

    joven en su propio universo esquizofrnico y de ahno sali ms. Dado que por suerte, la esquizofreniamal tratada es altamente degenerativa, la cara de mihermano se transform pronto, en un nuevo tipo defaro antiesttico; sus dientes y pelo cayerontempranamente, dejando solo algunos rasgos semihumanos, sostenidos por una bola general de grasaexcedente, peleando codo a codo con la de mishermanas.

    Bataille toma al excedente marginal como otraforma de la falta. El grupo Yomango retoma el Potlachrecuperando el excedente del otro. Para el judasmo,en el ritual de la circuncisin, se quita parte de la piel

    que recubre el pene, tomando ese excedente yeliminndolo. Tal vez, yo no debera hablar de lagrasa de mi hermano como excedente y ver solo lafalta. Tal vez, yo no debera hablar. Los Krishnasdicen que somos lo que comemos, si somos falta,comemos exceso. Por otro lado, mi amigo chileno

    Francisco, siempre me ha dicho: Somos pura faltaweon, pura falta...Sin embargo, quien consume masivamente el

    exceso, hoy en da es bien visto, quien es mal visto

    E

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    y reprimido por la mirada social, es quien consume eldesecho, el desperdicio. A veces pienso qu pasara si

    la cara de mi hermano fuera tapa de la revista Vogue, ol fuera el representante de una campaa dechocolates finos, cuya promocin fuese un primerplano de su cara, comiendo chocolate, masticandocon sus encas rojas sangrando y su miradadesorbitada. a

    Aun as, mi hermano no es ni una vctima, ni alguienpor quien sentir pena. Mi hermano es el ldersoberano de nuestra familia, es quien ejerce realmenteel poder. l vive a costa nuestra, nosotros vivimos enfuncin de l. Mi hermano golpea la mesa y obtienesu comida, grita contra una pared y nosotroscorremos a arreglarle la cama o el bao caliente.

    Todo, incluso curarlo, no es ms que tratar de rebajarsu poder, de extinguir su soberana. Por otro lado, elnico que tiene un hgado compatible con el mo,arruinado por el alcohol, es l.

    Hoy inici mi experimento, algunos miligramosms de Zopiclone han dejado a mi hermano

    completamente sedado, ahora no se puede mover.Hoy pienso convertir al soberano en excedente, paraluego extirparlo de raz como una mala hierba. Unexcedente reutilizable, casi un milagro cristiano. Voy aconvertir la bola de grasa que es mi hermano en vino,y pienso permitirles a todos beber de l. Con su

    hgado en la mano, levanto la copa y brindo con todosmis familiares sentados alrededor de la mesa. Salud!

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    Mi pueblo

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    oy alrgico, en extremo alrgico.Todo lo que me toca me daa.Nunca tuve una visin semejante, ms de ciento ochentagrados.

    An as, mis pies no pueden evitar el contacto conel suelo.Si por mi fuere, cambiara el estado gravitacionalde las cosas Quin soy yo a todo esto?Soy. Un gran chiste. Soy Job. No s quin habriniciado conmigo su apuesta, pero parece ser quehe sido puesto a prueba. Me dicen viv, pero notoques. Si tocs, la piel se te quemar y escamar, osea, toc y sufr.El solo hecho de vivir me mata el cuerpo, y eldao es grave.Tal vez sean doscientos cincuenta grados, si giro el torso sinmover las piernas.

    El aire, por otro lado, no me daa.El aire es fresco, estoy desnudo, esto es unmdano, estoy solo.

    Todo en orden.Encerrado como Loki y sin antecedentes delibertad.

    Me duelen los pies, me duelen del cansancio.Me duelen tambin porque estn heridos y es unaherida que nunca sutura, la herida obligada delcontacto.

    S

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    Si cierro el ojo derecho, casi sin mover los pies, calculonoventa y siete grados.

    Ahora tengo el sol de espalda.El calor ms intenso lo siento en los omplatos.Ese dolor cae ante otros ms punzantes.Doce marcas a m alrededor, doce piedras enpunta que recog en el camino a Valizas.Doce quemaduras entre mis dedos ndice y pulgar.

    Otros dolores ya casi olvidados.Si apoyo una mano a cada costado de mi rostro, restrinjomi campo de visin, calculo treinta y cinco grados. Ser unnico salto.Mi sombra no aparece, debe ser medio da.Lo ltimo que o en el centro de Valizas, hace ya

    varios meses, fue un tema de Mateo tocado poruna gringa.[De mi pueblo, si te vas de mi pueblo] cantabala gringa.Si pudiese tocar algo, tocara la guitarra.Pero primero tocara a la gringa.Nunca pens en ritualizar mi muerte.

    Ahora tampoco.Eltiempo siempre me ha fascinado.El tiempo no toca los cuerpos, aunque losmodifica.El tiempo es una invencin del hombre.

    Yo tambin.

    Levanto la pierna derecha en direccin a misombra.El salto ser en setenta grados, para caer en el centro delfilo.

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    Mi sombra se mueve hacia la ltima piedra,lentamente.

    Extiendo los brazos y flexiono las rodillastomando impulso, respiro profundo y salto.[De mi pueblo no, no, no te vayas, no te vayas no,me quedo triste si te vas de mi pueblo...] cantabala gringa. Mi pueblo

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    Mi pueblo

    El mayor

    Si actuaban de esa manera era porque habanexperimentado, en algn momento, antes desentirse distintos al mundo, el peso de la nada

    Juan Jos Saer

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    n el centro ms antiguo del morro de Lagoa,en pleno mato, un grupo de nios estn sentadosalrededor de un pozo que ellos mismos cavaron.Dentro del pozo, semi muerto, hay un gato viejo decolores atigrados. El ms grande de los nios llevaen la mano una varilla, que parece ser una viejaantena de radio inglesa. El gato tiene dos de lascuatro patas sangrando, y en donde haba un ojo,ahora hay solo un hueco anunciando la nada.

    El ms grande del grupo, se acerca en cuclillas algato y con el falo de metal enardecido y duro, lo

    golpea en la ante ltima de las patas sanas. El gatomalla pero no puede moverse, el silencio es seco.Uno de los nios del grupo, un rubio gordito,intenta contener la risa, pero no lo logra. l sabeperfectamente que al mayor no le resulta divertido elsonido de su risa y ese solo hecho podra ser un

    motivo vlido, para ser golpeado y sangrar comootro animal de pozo. Sin embargo, el placer que leacarrea ser el espectador de la atrocidad sincometerla, produce en l unas dulces cosquillas en laentrepierna y una risa intensa, que siente pura y noderivada del goce del canalla. Del grupo de tres

    chicos, uno no sabe leer, los otros dos apenas logranentender la concatenacin de palabras, pero aun as,no pueden interiorizar su significado. Por lo quehacen caso omiso del graffiti puesto contra la pared

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    de concreto circular, del pozo comn de agua, quedicta: Para el canalla solo gana la muerte.

    El mayor de los nios, deja la vara de costado, se bajadespacio los pantalones y comienza a orinar en lacara del gato. Ahora, es una chica pecosa y de cuerpofinito la que se re. El mayor la oye y soltando lamano de su pito, la toma por la remera, la levanta desu letargo, le baja el short de bao a la fuerza y la

    obliga a orinar al gato, mientas l, le orina el brazo yel comienzo del hombro, con una sonrisa fra,desvalida de dientes. .

    No es raro imaginar esta misma escena, llevada a laestructura familiar del mayor de estos nios. Elpadre llega a la casa de noche, semi ebrio, luego detrabajar once horas en un trabajo pesimamenteremunerado, y lentamente entra en la habitacin desu hijo con un cinto, o quizs la misma antena deradio inglesa con la que tortura el mayor de los niosal gato, y lo golpea severa y largamente en el cuerpo,mas no le pega ni en la cara ni en el pene, luego bebelo que queda en la botella de caa. Entra en su

    habitacin, golpea a su mujer, la fuerza a tener unsexo violento y seco, y luego de acabar la orina en lacara, con la puerta entreabierta, con su hijo mirando.O quizs esta no sea su historia. .

    El gato malla, an le queda una pata sana. Lapequea de pecas y cuerpo finito llora en cuclillas

    mirando al mayor. El gordito mira la vagina de suamiga. El mayor lleva la mirada perdida.Luego de unos segundos de estaticidad, el mayor

    se quita despacio la cuerda doble, que hace de

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    cinturn de sus pantalones y estos caen, no llevamarcas ni en sus piernas, ni en su cola. Tal vez,

    aquella no fuese su historia. Despus se quita laremera y queda desnudo. Su espalda carga cuatrofinas cicatrices. El mayor toma al gordito, la pecosa yal gato, y los anuda juntos. Los nios obedecen sinhablar, sus miradas parecen estar vacas. Nadiehabla. Los tres asemejan a un solo gran nudo. El

    mayor los mira en silencio. Sus ojos pasan de ellos ala cuerda, una y otra vez. Luego toma una hierba delsuelo, se la pone en la boca, la mastica y continamirndolos. Quisiera nicamente liberar al gato, anle queda una pata sana. Quisiera liberar a suhermano, su representacin. Quisiera liberarse. Elmayor se levanta y se acerca despacio al nudo.Deshace el redondel, la atadura del gato. Al instanteel nudo entero cae, liberando a los otros dos. Elmayor mira a los liberados esttico, blanco. Nadiehabla. Luego, como impulsado por un resorteinvisible, se pone su ropa rpidamente y salecorriendo hacia su casa. O quizs hacia el trabajo de

    su padre. O quizs solo corra. Los nios miran elsuelo. El gato malla, an le queda una pata sana. .

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    Mi pueblo

    La salidera

    Anecdotario

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    i familia es completamente antisemita. Misobrino inteligentsimo, estudiante de Filosofa yLetras, no logra aun entender nada. Sali mitadrasgos turcos y mitad semitas. Hay algo muy fuerte a

    nivel corporal en l, segn lo que yo veo, parece unespa del Mosad o de la CIA. Federico con diez yocho aos, me pregunta incluso quien ES dios;Federico me dice, Graciela, ta, por qu nunca medejaron estudiar en escuela privada? yo recuerdo queninguno de mis hermanos estudi abogaca enprivada porque eran perseguidos, por lo que deberadecirle...

    Hay una parte de la historia argentina que estamuda; Amrico C. por ejemplo, valida la mudamarquetinera a travs deJack Fuchs. El libro que leoparece ser de Fuchs, sin embargo, Fuchsno habla. Lacuestin con el mutismo es que puede volverse

    eterno, debera decirle, o solo se pueden acallarparcialmente ciertas cosas.

    Mi madre retoma su historia y me la cuenta. Traumacomo silencio no elaborado an.

    Debera decirle que los chilenos hablanirnicamente del fin de la dictadura, no lo llaman

    democracia, lo llaman post dictadura, post entreparntesis. No hay voz que valga, tal vez, tampocohaya una voz que deba ser acallada.

    Sin embargo no le digo nada, solo lo tomo de la

    M

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    mano, lo llevo al cuarto ms grande de la casa, elmismo cuarto donde muriera uno de los hermanos

    de mi padre, represor en la ESMA, le bajolentamente el cierre del pantaln, tomo una de laspistolas de la pared, se la apoyo fra en la espalda ydesde atrs le acaricio el sexo, lo masturbo hastasentir que acaba sobre mi mano. Luego le agito elpene un poco ms y con un poco de papel del bao

    se lo limpio, ya relajado. Mi sobrino no preguntanada y tiene la cara roja caliente, quizs devergenza, quizs de tranquilidad.

    Yo, mientras tanto, devuelvo el arma a su lugar ysalgo del cuarto. Al pasar por el pasillo que da albao para ir a masturbarme, enderezo el nicocuadro que logramos salvar del hospital militar. Unpequeo cuadro blanco, con la foto de unaenfermera gorda cuyo dedo ndice aparececruzndole los labios, y abajo escrita con letrasgrandes y rojas, una sola palabra

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    Mi pueblo

    Quien observa

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    uien observa detrs del envase transparentees mi hermano. l no sabe que dentro de poco, voy aapoyarme sobre l y a golpearle el ojo izquierdo. Yotampoco. Otra cosa que l aun no sabe, es que lo que

    yo realmente voy a golpear, va a ser su crnea.Mi hermano ir perdiendo, paulatinamente, la visindel ojo, hasta quedar finalmente ciego. Pero noahora. Ahora mi hermano observa detenidamente elenvase de cerca, concentrado.

    En la espera, el tiempo se diluye. La espera es untiempo no vivido. Mi hermano observa

    detenidamente la transparencia, que todo lo ponecabeza abajo, que todo lo voltea. Parecido a una bolade cristal de contact, parecido a un cuadro deEscher,donde el ojo de mi hermano, es el prisma que atentacon indicar el lado correcto, el real.

    Momentneamente, al menos hasta que me apoye

    sobre l, mi hermano funde, inintencionalmente,dos universos. Visto as, tal vez, quien se apoyardentro de poco sobre l, no ser yo, sino mi reflejo, la

    visin girada de mi mismo. Incapaz de atravesar lapuerta hacia su crnea y, por ende, su visin podrquedar intacta.

    Mi hermano, el de la imagen reflejo, lleva fruncidoel ceo, mi posicin me permite apenas verlo, peroaun as, noto como el ceo se destaca por sobre sumirada. Las tres marcas sobre su frente, no parecen

    Q

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    Mi pueblo

    El abuelo

    "La tradicin bblica no archiva las causas de lasvctimas de la injusticia. Sabe que ah hay derechos

    pendientes y mantiene abiertos sus expedientes... Latradicin religiosa ofrece una respuesta serena a este

    dilema. Encomienda las vctimas del pasado al Diosdel futuro, al Dios que resucita a los muertos. Desde

    esa confianza en la instauracin de una armona final,

    el hombre religioso puede, si no ser feliz, -cosa a todasluces desmesurada-, al menos alcanzar una paz de

    fondo."

    Manuel Fraij

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    uego de la muerte de mi abuela, a mi abuelo letard solamente un mes morir. En el nterin de esemes, mi abuelo pregunt por su mujer, mi abuela,casi tres veces diarias. Para ese entonces l y ella yahaban sido separados en dos casas diferentes. Porun problema de costos, mi familia tom la decisinde llevar a uno a un lugar con comida diaria yenfermeras a disposicin, y al otro a una sala casi

    vaca de una pensin, en el que el lugar de lasenfermeras, lo tomara cada uno de los hermanos,distribuyndose metdicamente los das. Se

    juntaron entonces los tres, mi padre y sus doshermanos, en la antigua casa de mi abuelo, ydecidieron echar a cara o cruz la fortuna de futuroque acarrearan los ancianos. Tres hermanos, treslanzamientos. Cara mi abuelo, cruz mi abuela. Darlecruz a mi abuela fue crucificarla. Tres hermanos, tres

    tiradas. Al igual que en esa pelcula que toma comoeje narrativo a Rozencrantz y Guildestern, y en laque siempre sale cruz en la moneda que lanzaRozencrantz, las tres tiradas salieron iguales. Cruz.Mi abuela a la pensin, mi abuelo al hospicio. Mipadre y sus hermanos destaparon un vino tannt ybrindaron a la justicia marcada por el azar.

    El da de la muerte de mi abuela, por algn motivo,nadie fue a visitar a mi abuelo. Pero supimos por suenfermera que ese da, l no pudo probar bocadoalguno. Nadie le dijo a mi abuelo que su esposa

    L

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    estaba muerta .- -Hay que cuidar al viejo, no vaya a ser cosa que se

    muera el tambin, cualquier emocin fuerte a suedad podra matarlo -..

    Como dije, durante el mes siguiente a la muerte demi abuela, mi abuelo pregunto por ella casi tres vecesdiarias. La orden a su enfermera personal, fue la deno decir palabra alguna sobre el asunto de la

    fallecida. Esto les cost, a mi padre y sus hermanos,algunos billetes ms de la cuenta.Sueo que soy una carie en el molar de mi abuelo y

    oigo resonar en mis huecos, las cuerdas vocales quellaman a mi abuela una y otra vez, da tras da. No soyel diente de mi abuelo, soy el dao al diente, el

    asesino silencioso. No soy una carie menor, soy unacarie grande, soy el cncer con metstasis del molarde mi abuelo y en ese espacio resuena su llamado. Unllamado a un muerto, resonando en un espacioenfermo. Intuyo que la repeticin de algunosllamados, es una repeticin de muerte.

    En cuanto a m, yo mantengo el silencio ante elviejo, mi padre me dijo que no le contase nada de lamuerte de mi abuela. Mi padre es grande ymaravilloso, yo an soy demasiado pequeo comopara entender este tipo de asuntos, no tengo lamente, ni el cuerpo desarrollado, an me falta unlargo tiempo de crecimiento. Un eterno mes de

    tiempo, prendado de las fauces de mi abuelopaterno.

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    Mi pueblo

    Reflexiones

    Al Rey Larva

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    l punto que me retorna a la vida, que mepermite volver (al menos por un rato) del sueo, esun Cyber-Caf entre una pescadera y un rancho depaja devastado y dejado a su suerte. Del otro lado del

    monitor, en alguna parte del mundo, est mi hija. Mihistoria lleva dos nombres, caa y cerveza. Al menosme mantengo alejado de las hermanas caa base,ricas novias de mis amigos. Fantaseo que el hablarcon mi hija, detiene parcialmente el tiempo. Perociertamente el reloj de pared se mantiene detenido alas cuatro y un minuto, desde hace ya varios aos. Elsegundero no est detenido, sino que padece de unleve dejo de Alzheimer que lo hace ir del segundocincuenta y cuatro al cincuenta y tres, una y otra vez.Lo bueno del sistema de conversacin online, es quepor treinta pesos uruguayos, puedo volvermepalabra durante una hora, puedo crearme un cuerpo

    de lenguaje digital. El cuerpo que quisiera mostrarlea mi hija. Ella naci a fines de febrero, semana delcarnaval. Mi hija es negra como la noche y se llamaMara, en honor a aquella negrita que abri sus ojosen carnaval.

    Quien sabe de donde hube heredado mi condicin

    sinusoidal. Vivo por ciclos. Al menos soy claro yconstante. Soy un ciclo Hegeliano de cinco das.Mi hija me pregunta como ando, fantstico le digo.Hoy es el primer da. Hoy, soySantos Goni. Fui

    E

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    ttrabajador del poder judicial de la nacin porcatorce aos. Fui sereno. Luego abandon todo por

    una vida potico callejera. Mi madre valid unabandono de persona y me desalojaron de mi casa.Lo ultimo que ped a la polica antes de salir, fue queme dejaran cocinarme una milanesa. Una veda dedoscientos metros. Mi hija me dice que no le gustanadie, pero en su nick tiene escrito Bruno te amo y la

    foto que llevaba puesta apenas entr, era de ella conun cro bastante joven, fantico de los RollingStones. Luego la cambi por una de ella sola. Mepregunto si le gustara contarme. Mi madre tiene lacustodia de Mara. .

    Segundo da. Pas ocho meses en una plazaviviendo como poeta. SoyCoqui. Fui jefe de la barrabrava del Wanders, o quizs era uno mas entre lahinchada. Esta caliente esta noche, podramosdestapar una cerveza, verdad? Mi hija me habla conletras de colores y emoticones, mi letra es Arial docenegra, sin serif. Podramos destapar una cervezams, alguien paga otra? Quien se copa? Dale wacho

    algo para la cerveza!Tercer da. Vivo cargado de euforia etlico potica.

    Levanto mi brazo izquierdo, el puo cerrado, pechoal cielo y grito Soy el Rey Larva y estoy en elUruguay! Recito poesa por calles y bares, a los gritoso en susurros, a veces entre palabras ininteligibles,

    los diversos pblicos aplauden a rabiar, o callan devergenza, ciertamente no lo s ni me importa. Soyel Rey Larva, cinco pesos para una cerveza amigo?Grito a quien pase. Mi hija me pregunta qu ando

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    haciendo, trabajando le digo, trabajando para ir avisitarte. .

    Lo cierto es que el ltimo techo que tuve, fue unacasa ocupada, en la frontera del Chui. La casa delcapitn. Una construccin de material destruida,refugio de diez supra vivientes como yo. Para entrara la casa, hay que mostrar al menos dos armas demano. Yo soy el Rey Larva, que se cuiden ellos.

    Cuarto da. No recuerdo los sucesos de esasnoches. Tengo arcadas y vomito, parece ser que es lonico que hago por estos das.

    Cuando despert, adems de un severo dolor decabeza, me encontr con un brazo tajeado y cuatropersonas me corrieron hacia el lado brasilero,cruzando la avenida principal, gritndome argentinode mierda.

    Mara me pregunta si estoy comiendo bien, demaravilla le contestoun argentino de mierdacomiendo de maravilla, parece un tanto falaz.

    Quinto da. No te pido que hables, no creo quepuedas con la media y la cinta en tu boca, solo te pido

    que decidas cul de nosotros quisieras que efecte elprimer disparo.

    Mi hija me dice que tiene que desconectarse, mepregunta si me voy a conectar maana, yo le digo ques, que no se preocupe, que no me pienso mover delasiento.

    Ella se reyo no.

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    Siete aos

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    abamos frenado en Rocha, de eso no habia

    duda. Ante la imposibilidad de mi padre decontinuar camino, hubo que detener la

    peregrinacin entera. El punto en que nosencontrbamos respecto al meridiano deGreenwich, no podra definirlo, pero observandoalgo de la vegetacin y el intenso olor a lobo marino,el cual se volva cada vez ms pregnante, me hizopensar que, posiblemente, estuvisemos en algnpunto virgen entre Santa Isabel y Cabo Polonio.Digamos, mi suposicin abarcaba casi treinta y cincokilmetros, algo muy parecido a decir que tena lasuposicin, de que un nmero entre el cero y eltreinta, saldra en la ruleta del casino frente al ParqueRod.

    Si mi padre hubiese podido decidir dnde parar,

    no lo hubiese hecho nunca ah, menos an tan cercade la playa. Si mi madre hubiese podido decidir,tampoco se hubiese detenido ah, pero ella ya casi nohablaba, y tampoco era capaz de tomar decisionessobre el movimiento de los cuerpos en el espacio. Escierto que mi madre quiso ser bailarina. Tambin es

    cierto que le falta una pierna. Ms cierto an es que laperdi en batalla, y que desde entonces habla poco.Mi padre yaca doblado en la arena, respirando

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    H

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    grandes bocanadas de aire, con las manos apoyadasa la altura del esternn. Casi una hora detenidos. Casi

    hora y media, en la que dediqu mi tiempo a buscaren la arena algn objeto til o interesante (mihermano encontr, una vez, unas boleadoras quean guardo). Mi madre paulatinamente vomitaba.

    Vomit cada diez minutos, hasta que ya no tuvo quems vomitar, entonces tom la iniciativa de

    arrastrarse hacia mi padre y acostarse a su lado,todava con algunas arcadas. El ver vomitar a mimadre, extraamente, no me produce asco, ni pena,ni miedo. El ver vomitar a mi madre, no me produce.

    Mientras espero, en el aburrimiento, garroteoalgunos animales pequeos que encuentro.

    Mi padre se levant de la arena y silb a Pequeopara que volviese a poner sobre sus hombros lapesada mochila. A m tambin me silb, pero podrano haberlo hecho, yo ya me haba enderezado ycaminaba despacio hacia l.

    A Pequeo lo consigui mi padre en un trueque alos gitanos. Mi padre es un truhn. Aunque el hecho

    no me sorprende, tampoco me molesta. Mi padredijo que siendo tres ramos pocos, quenecesitbamos uno ms. De modo que Pequeo fue,lo que la mitad de las pertenencias de mi padre,pudieron conseguir.

    Mi padre ide pronto un artilugio para que mi

    madre dejara de vomitar y pudiese continuar viaje.Tom una bufanda, que hacia las veces de barbijocontra la arena, la unt con aceite de coco y se lapuso a mi madre en la cara. El resto del viaje, mi

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    madre pasara oliendo coco. Ella prefiere el olor acoco al del lobo marino. Para m, es indiferente.

    Mi padre suele decirme que Pequeo no es mihermano, que no debo tratarlo como tal. Aun noentiendo que me quiere decir con eso, si es que nodebo amarlo, no debo compartir mi intimidad conl, o no debo abrazarlo cuando hace fro. Decualquier modo, no hago ninguna de las tres cosas.

    Ni siquiera lo miro a los ojos.Realmente no miro a nadie de mi familia a los ojos.Como dije, mi padre es un truhn y la suerte que

    esto acarrea a veces, por ejemplo, es la de conseguircosas muy poco comunes. Los trajes que vestimoslos tres varones, fueron usados, en algn momento,por Compagnons. Los Compagnonsson alemanes quecontinan viva una tradicin de hace cientos deaos. Son, bsicamente, constructores nmadas.Entrenados durante aos, para subsistir y construir,en el punto del planeta que fuere. Sus ropastradicionales son negras y firmes, incluido el gorrode ala ancha que llevan. Nosotros vestimos as, mi

    madre no. Ella usa una camisola, negro transparente,de un materia smil satn.

    En el Cabo Polonio hay una isla plena de lobos demar. En realidad hay tantos lobos como leones demar. Los lobos de mar, tienden a tener dos pelos yaqu se los llama finos. Los leones de mar, tienden a

    tener un pelo y aqu se los llama comunes. A lahembra se la llama baya, por el color bayo del pelo(amarronado claro y oscuro). Al macho se lo llamapeluca. Un peluca grande tiene la fuerza de cinco

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    hombres. .Entonces, lo correcto hubiera sido decir, que fue un

    peluca grande, una baya y tres lobo de mar, y no cincolobos de mar hace siete aos.

    Realizar un camino similar, siete aos despus, envez de fortalecer, desalienta a mis padres. A m, ni louno ni lo otro. A Pequeo no s, quizs algn da, lomire a la cara.

    El camino restante al cabo estuvo plagado desilencio. El silencio es bastante comn en mi familia.Cuatro das para ao nuevo. Mi padre piensa usar

    como elemento sorpresa los petardos y cuetes en elcielo.

    Dos das para ao nuevo. Acampamos cerca delpueblo, por la segunda caada. Juego con lasboleadoras de mi hermano, me pregunto qu pensaral de que las use, me pregunto tambin, qu lecontestara y cmo.

    Sin lengua no tengo nada que lamer, ni nada quedecir. Alguna vez pude tener, ahora no. Primero elmiedo me hizo callar, ahora ya no es ms miedo, ni

    desidia, ahora simplemente, no es.Comemos liviano, hace aos que comemos liviano.De noche, mi padre, el truhn, suea. No s

    ciertamente con qu suean los truhanes, mi padre almenos, repite nuestra historia, suea nuestra imagen.Si bien suea fragmentado, la calidad de imagen es

    intensamente ntida.Un da para ao nuevo. Siete aos antes, el trayectoal cabo quiso tener una cadencia recreativa. Pero erapoca de apareamiento de los lobos. En la isla estn

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    los harenes, los lobos batallan por el poder del harn.Quienes ganan quedan en la isla, los perdedores y

    heridos deambulan sin rumbo por ambas playas delcabo y ah mueren. A veces, las peleas de poder, seextienden a la orilla de la playa. Noviembre fue unamala decisin. No me arrepiento de ella ni locontrario, de cualquier modo, la decisin no fue ma.El viaje a pie, que realizamos de noche, fue cortado,

    ms bien cercenado, por una batalla entre tres lobosde mar y un peluca grande, por el poder de lahembra, nosotros en el medio. Un lobo atac en laoscuridad a mi hermano, matndolo al instante,cuando mi madre intent salvarlo, perdi una piernaen las fauces del peluca. Mi padre no se movi, mipadre, el truhn, tard en reaccionar. La batallacontinu entre los lobos, del susto me mord lalengua por completo. Desde entonces, no encuentronada qu decir. .Algunas horas para ao nuevo. Ponemos en orden

    los machetes y garrotes, mi madre cargaautomticamente las diez balas del rifle, para matar a

    los ocho pelucas grandes de la isla, nosotros vamos aabrirle paso. Minutos para las doce. Mi padre alista labalsa junto a Pequeo, en silencio. Las doce. Felizao nuevo.

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    Mi pueblo

    Reclusin

    Isak Dinesen dijo que ella escriba un pococada da,sin esperanza y sin la desesperacin.

    Quiero eso...

    Raymond Carver

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    eben haber pasado sesenta, a lo sumosesenta y cinco das, la verdad es que a esta altura yaperd la cuenta. Todava tengo comida para un mesms, an as, el faltante sigue siendo elpredominante. Intuyo que la noche se avecina,cuando oigo salir a las ratas de su madriguera, para

    venir a acompaarme. Aqu adentro solo hayoscuridad, ni da, ni noche. Afuera llueve, el nicosonido vivo marca en esta noche el silencio de todaslas cosas.

    Tengo una sola imagen latente. En Campeche,

    cerca de Armaao, hay un pequeo morro llamadoMorro Das Pedras. Antes de llegar al morro, yendopor la playa, hay un cubo de concreto gigante, msgrande que diez personas una arriba de la otra. Ayerno estaba, hoy s. Al lado del cubo hay un hombre

    viejo, o quizs un nio, tal vez incluso sea yo quien se

    sita al lado del cubo, eso no importa. El hombremira la perfeccin del cubo, que no lo colma porcompleto, ni lo angustia, el hombre solo contemplael cubo. Zaratustra estaba sentado en su piedracuando oy el grito de socorro de los hombressuperiores, asustados con la muerte de dios y por lasexigencias de criar valores humanos. Quizs seaZaratustraquien contempla el cubo.

    De all, de la imagen, no hay nada que sumar, ninada que quitar. Esa imagen se detiene esttica enesta hoja que escribo.

    D

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    A esta altura mi editor debe estar lejos de aqu,presumiendo que alguna vez tuve editor. Lo que si

    supe tener fue una biblioteca, una gran biblioteca. Eljoven Borges hubiese venido gustoso a tomar el t ami casa.

    Sin embargo, todo libro importante que he tenidoha sufrido siempre de un ultraje. Ningn libro moha acabado jams. Nunca, en toda mi vida, he

    podido finalizar de leer o escribir un libro, las ltimaspaginas, simplemente no estn. An habindoledado mis originales a mi editor para publicar, me heencontrado en la disyuntiva de or, por boca de l,que ningn cuento mo pareca acabar en ningnmomento. Al instante, mis archivos de computadoray mi memoria, destruan los finales de mi propiaobra, para no recuperarlos nunca. A todos parecefaltarles el golpe de gracia, el touche maestro. Elindividuo est siempre envuelto en una red complejade relaciones de poder y la libertad debera serbatallada, reinventada y renegociada dentro de estoslmites, sean visibles o no. Al menos eso pienso, o

    quizs con eso me educaron, o eso sigo queriendocreer. Por eso el confinamiento. Por eso esteencierro. Hago a un lado, por un momento, miestatus de escritor y dej nicamente al hombredesnudo. El descubrimiento de m mismo sin ttulos,sin ropajes, desnudo al rey como hara Shakespeare y

    comienzo a preguntarme si es posible que yo mismopueda no acabar, no concluir, no morir. Ser acasoyo el olvido de mi propio final, ser mi cuerpo unobjeto inconcluso? Alguien dir, estuvo, fue, hizo,

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    pero nunca finaliz? Pienso ser el testigo ocular demi propio final. Tengo el cuerpo envuelto en cinta y

    queso, las ratas aman el queso. Sern ellas quizs,quienes acabaran conmigo, quienes me devolvern lashojas perdidas, los finales.

    En el nterin solo veo la imagen del cubo en la arena, elcubo que nada le falta y nada le sobra, slido, palpable,eterno. Ese cubo que de ningn modo simboliza mimuerte, sin embargo, parece ser lo nico que metranquiliza, que me hace creer que finalmente, podr serel espectador directo de

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    Mi pueblo

    El entrevero

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    n el limite entre el centro y la ciudad vieja,ms especficamente en Soriano y Ciudadela, hay uncabaret de coreanos. Dentro, en una de las cabinasreservadas, hay un hombre sentado frente a un

    vidrio cerrado. En la mano derecha sostiene un vasode whisky de no muy buena reputacin, con dosrocas de hielo. En la mano izquierda lleva una revistaSputnikde febrero del ochenta y ocho. La revistaSputnikes el antecedente de la Unin Sovietica arevistas como Pimba de Uruguay o la Wipe de

    Argentina. La nota central de la revista, relata laeleccin de la reina de belleza Mosc 88. En ella sefesteja que finalmente se aprecie lo ms importantede una mujer, o sea su belleza, y no su facilidad odificultad para desarrollarse en la vida. La revista ens misma no importa tanto, ya que dentro de unossegundos la va a dejar al costado de su silla, para

    poder desabrocharse el pantaln y estar mscmodo a la hora de sacar su pene del bxer.

    Al mismo tiempo, cerca de ah, en la Plaza delEntrevero, hay dos jvenes rastreros, que hanpasado all la noche, durmiendo frente a la granestatua. No, no son dos, son tres, pero uno esta

    demasiado pasado, doblado y agitado como parapermanecer junto a los otros dos, y no es cierto quehayan estado durmiendo ah, en realidad han pasadola noche en Dieciocho de Julio tomando vino y

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    fumando base.La cuestin de lo que han estado haciendo, en

    realidad, no tiene tampoco ninguna importancia, almenos no la tiene en relacin con lo que van a hacer.

    El hombre pone cien pesos uruguayos en unaranura y se acomoda a sus anchas en la silla, mientrasla chapa de metal que tapa el vidrio baja. Este es elnico momento que no soporta, al bajar la tapa el

    vidrio descubre su reflejo fofo y desagradable. Es uninstante, tal vez sea un mximo de dos segundos,pero esos segundos se le vuelven eternos, y esos dossegundos, piensa l, no deberan estar nunca en unentretenimiento pago, menos an en un juego de

    ndole ertico-sexual.El lugar en el que bailan las dos coreanas semi

    desnudas, es un octgono, con ocho ventanitasdestinadas a los aventureros voyeurs. La coreana decara chata, pelo liso y pechos grandes, baila frente ala ventana del hombre, mientas apoya sus enormespechos contra el vidrio, deja ver sus pezones erectosalgo doblados. Segundo error, el octgono tiene mal

    enfocadas las luces, lo que permite que los voyeurspuedan verse entre s, nada ms deserotizante. Porarriba de la coreana, el hombre observa molesto a unjoven de gorra roja que mueve su mano de arribaabajo constantemente, anonadado por la otrabailarina. Parece que hoy tampoco tendr una

    ereccin.Al mismo tiempo, en la plaza, los dos rastrerosobservan una gran estatua. La escultura simboliza labatalla del entrevero, de ah el nombre de la plaza, o

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    al menos eso imaginan ellos. La escultura, muestrauna serie de jinetes, con sus respectivos caballos y

    gente tambien debajo, siendo pisados, o golpeados,digamos un verdadero entrevero. Uno de loscaballos lleva arriba a un gaucho revoleando unasboleadoras, otro, el caballo central, muestra la figuraenhiesta de un coronel del ejercito con una larga yancha espada que sostiene en su brazo. Las

    boleadoras del gaucho estn casi pegadas a la espadadel general.Deberamos castrarlo al milico, dice el Negro

    Gafas, uno de los rastreros. Deberamos cortarle laverga y dejarle solo los huevitos colgando Sacarle laespada? replica Ruiz, otro rastrero, pero entoncespodramos colocar algo para suplantarla. La latitaquemada de paco! agita el tercero a unos metros dedistancia, deberamos ser nosotros los vencedores,nada nos pertenece ms a nosotros que el entrevero,relincha con sus careados seis dientes.

    El tiempo se acaba, la plancha de metal vuelve acubrir el vidrio. El hombre decide a conciencia, que

    esta vez, no le va a quitar el apetito sexual un maljuego de luces y un estudiantito cualquiera de gorraroja, que esta vez s se le va a parar y la leche va amanchar todo el escaparate de la coreana. Pone cienpesos ms por la ranura. La pantalla vuelve a bajar.El hombre, para evitar mirar su propio rostro, mete

    la mano por dentro del bxer y con los ojos busca supene, para averiguar si an sigue ah. Ah sigue. Ahsiguen tambin ellos, los rastreros en la plaza. Algomareados, pasan a travs de la pequea fuente quecircunvala la estatua y se montan sobre ella. En laimaginacin del hombre, sucede lo mismo, ah

    dentro, intentando no observar a su rival de gorra89

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    circunvala la estatua y se montan sobre ella. En laimaginacin del hombre, sucede lo mismo, ah

    dentro, intentando no observar a su rival de gorraroja (que tal vez por su juventud o su virilidad noparece tener ningn problema de ereccin) elhombre imagina que monta a la coreana por detrs,tomndole el pelo, humillndola como lo hiciese elpueblo estadounidense con el fin de la poca

    Tokugawa (el Bakumatsuen Japn). La humillacines un buen morbo para entrar en clima.Los rastreros empiezan a tirar de la espada. El

    hombre comienza lentamente a masturbarse. A supene le cuesta horrores mantener la ereccin.

    La espada parece estar bastante trabada, tal vez,debido a los aos, la lluvia y el arrumbamiento delmetal. Los dos rastreros tiran juntos con todas susfuerzas. El hombre aprieta su pene fuertemente paramantener la ereccin, ya casi completamente dura.

    Todos jadean. El rastrero que se ha quedado abajobaila alrededor de la fuente, repitiendo una y otra

    vez, el entrevero nos pertenece, el entrevero nos

    pertenece. Las coreanas, frente a frente, bailan conlos pechos apretados, una con la otra. Todos jadean.El hombre, ya completamente empalmado, apoya lamano contra el vidrio y levanta un poco la cola delasiento, acercndose a la ventana, apretando lasnalgas. Este es, para l, el momento supremo del

    morbo, imagina que es el coronel del ejrcitonorteamericano y que las coreanas son dosorientales menores de edad que han sido dejadas ensu cuarteles para uso personal. Para los rastreros,este parece ser el mejor momento tambin, la espada

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    este parece ser el mejor momento tambin, la espadaha comenzado a aflojarse y parece a punto de salir.

    Solo un par de segundos ms, es todo lo quenecesitan.

    Sin embargo en el momento que antecede alclmax, la chapa de metal que recubre el vidrio,comienza a cerrarse nuevamente. Solo unossegundos ms. El hombre agita su pene con toda la

    fuerza y velocidad que puede. Los rastreros tiran dela espada tambin con tanta fuerza y tozudez comopueden. La espada finalmente cede, pero es tal laenerga que han puesto en sacarla, que ambos salendespedidos hacia atrs cayndose velozmente de laestatua, con la espada victoriosa en la mano.

    La chapa termina finalmente de ocultar el vidrio,cortando fascistamente la eyaculacin del hombre.l, golpea con toda su fuerza la pared de la cabina.

    Al instante se oye un ruido apabullante dentro deoctgono, como si alguien hubiese roto el techo. A la

    vez que se oyen los gritos de las coreanas, una granpunta de espada atraviesa la ventana del cubculo. En

    ese momento, sin abrocharse de nuevo el pantaln,el hombre, asustado, sale huyendo apuradamentedel local. No sea cosa que con semejante lo, seentere su jefe que esta noche an no ha ido a vigilar laplaza, de posibles rastreros.

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    Mi pueblo

    El nadador que sueaagarrado a una boya,situada en el puntomedio del Ro de la

    plata, al cruzar deArgentina a Uruguay

    L os

    gri e

    gos

    ha lla r

    onel

    origen

    desu

    dram

    ae n

    l ad a

    n za.

    L a

    danz

    a:e sta

    dode

    rep r

    esent a

    cin

    m s

    a ntig u

    oqu

    ela

    p ala

    bra ,

    inicia

    elsu

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    ero,

    yco n

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    rada

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    a.

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    Mi pueblo

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    Mi pueblo

    Observa un organismo durante mucho tiempoy puede que acabes siendo un experto

    Junot Diaz Los Boyss

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    Mi pueblo

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