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La Romanización del Mediterráneo
Trabajo realizado por: Universitat per a majors
Aparicia Ramos Jiménez JAUME I de Castelló
Carmen Redó Nento Seu del Nord-Vinaròs
Josefina Roca Sancho
Carmen Roselló Boix
Francisca Soriano Ballester Curso 2010-2011
Nihil adeo arduum est quod virtute consequi non possit.
“Nada es tan difícil que no se pueda conseguir con coraje.”
Julio César
La Romanización del Mediterráneo 1
ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………....4
I. 1 - Fuentes de conocimiento de la Historia de Roma……………………….....5
II. ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA ITÁLICA..............6
II. 1 - BREVES APUNTES HISTÓRICOS……………………………..6
II. 1.1 - La fundación de ROMA. La Monarquía………………………..6
II. 1. 2 - La República. Las luchas entre patricios y plebeyos………….9
II. 1. 3 - La conquista de Italia. Las Guerras Púnicas…………………10
II. 1. 4 - La crisis y el fin de la República………………………………13
II. 1. 5 - El tránsito de la República al Imperio……………………….14
II. 1. 6 - El Imperio romano…………………………………………...16
II. 1. 7 - El bajo imperio y la división del poder………………………20
II. 1. 8 - Decadencia y caída del Imperio de Occidente………………...21
III. LA ROMANIZACIÓN. CARACTERÍSTICAS…………….
III. 1 - Organización política y jurídica…………………………………………...
III. 2 - Organización económica y social………………………………………….
III. 3 - La Civitas como modelo de gestión pública……………………………….
III. 4 - Arquitectura y obras de ingenierías civiles y militares…………………....
III. 5 – El arte romano……………………………………………………………..
III. 6 - Formación y ordenamiento de las provincias romanas……………………
IV. ROMANIZACIÓN DE HISPANIA…………………………………
IV. 1 – Etapas del Proceso de Romanización……………………………………..
IV. 2 - Organización político- jurídica……………………………………………
IV. 3 – Organización económica y social…………………………………………
IV. 4 - Religión y cultura…………………………………………………………
IV. 5 – La época romana de la Comunidad Valenciana…………………………..
La Romanización del Mediterráneo 2
V. ROMANIZACIÓN DE DISTINTAS PROVINCIAS………67
V. 1 - Galia y Germania………………………………………………………..67
V. 2 – Britania………………………………………………………………….69
V. 3 - Las provincias del Danubio……………………………………………..70
V. 4 – Grecia…………………………………………………………………...73
V. 5 - Asia Menor………………………………………………………………74
V. 6 - Las provincias orientales………………………………………………...75
V. 7 - Egipto, Creta y Cirenaica………………………………………………..76
V. 8 - África, el granero de Roma……………………………………………...77
VI. CONCLUSIONES……………………………………………………………..79
VII. ANEXOS……………………………………………………………………….82
VII.1 - Modelo de planta de una ciudad romana……………………………… 82
VII. 2 – Mapas División Provincial de HISPANIA……………………………83
VII. 3 – Mapa: VÍA AUGUSTA (Comunidad Valenciana)...…………………84
VII. 4 – El Teatro Romano de SAGUNTO,
(Antes y después de la rehabilitación)………………………………………….85
VIII. BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………..86
La Romanización del Mediterráneo 3
I. INTRODUCCIÓN
La península Itálica, situada en el corazón del Mediterráneo, entre los mares Tirreno y
Adriático, es el eje de simetría que separa la cuenca oriental y la occidental: Italia mira
por igual a África y a Europa.
La civilización romana tuvo su origen en el centro de Italia, en una región llamada
vetus Latinum, hoy llamada Lacio, de donde proviene el nombre de la lengua, el latín y
el de sus primeros habitantes, los latinos.
La historia de Roma es una de las más importantes de toda Europa y de todo el
mundo. Heredera de múltiples culturas antiguas, como la de los etruscos y latinos, y
receptora de la colonización griega y cartaginesa, vio nacer el Imperio romano, uno de
los mayores de la historia y legador de gran parte de la cultura occidental.
La cultura romana es, pues, el resultado de un importante intercambio entre
civilizaciones diferentes: la cultura griega y las culturas desarrolladas en Oriente
(Mesopotamia y Egipto, sobre todo), que contribuyeron a formar la cultura y el arte de
los romanos.
Lo sorprendente de la acción de Roma en la Historia Universal es que una pequeña
ciudad del centro de Italia pudiera llegar a conquistar y dominar todos los países
mediterráneos.
Una vez vencido el poder de Cartago en las Guerras Púnicas, se despierta en Roma
un incontenible espíritu imperialista, y a ritmo rápido e ininterrumpido incorpora uno
tras otro a todos los países del Mediterráneo, hasta conformar en los siglos II y I a. C. el
Imperio más extenso de cuantos le precedieron y siguieron en el curso de la Historia.
Antes habían existido otros imperios, como el persa o el de Alejandro Magno, que
controlaron también una gran extensión de territorios, pero ninguno llegó a ser tan
persistente ni a ejercer una labor civilizadora tan duradera como el poder romano.
Los métodos de los que se sirvió para imponerse no fueron siempre ejemplares. Las
guerras, con sus secuelas de saqueos, pillajes y destrucciones de comunidades enteras,
acompañaban a las legiones romanas. Pero después de ellas, Roma supo dotar de un
marco político-administrativo estable a numerosos territorios que jamás habían gozado
de periodos prolongados de paz, imponiéndoles su lengua, el latín, e introduciéndolos
La Romanización del Mediterráneo 4
en las ventajas de la civilización urbana. Un mismo sistema de educación, continuación
innovadora del griego, unía a hispanos y africanos, a itálicos y británicos.
La civilización romana ha ejercido y sigue ejerciendo una fascinación irresistible a
través de los siglos: los recursos de ingeniería, los complejos sistemas de abastecimiento
de aguas, la eficaz red de caminos que comunicaban los centros más lejanos con el
corazón del Imperio nos hablan de una sociedad técnicamente muy avanzada. Las
tipologías de la construcción, los estilos arquitectónicos y el gusto decorativo propios
del mundo romano se reflejan en gran parte en los lenguajes artísticos más conocidos
desde el renacentista hasta el postmoderno. Incluso las tensiones sociales, la lucha
constante por el poder político, los excesos y la decadencia de las costumbres civiles de
los antiguos romanos nos son bien conocidas.
Tanto en lo bueno como en lo malo, la influencia de Roma invade muchos aspectos
de nuestra vida diaria. Con frecuencia somos inconscientes de esa herencia. Cada vez
que abrimos un grifo para servirnos agua estamos usando un mecanismo concebido
hace dos mil años.
De igual modo, los orígenes del sistema jurídico que protege nuestros derechos se
remontan a los jurisconsultos romanos.
Por tanto, no es fácil narrar la historia de Roma y su civilización que, durante más de
un milenio, condicionó la cultura de una gran parte del mundo.
SPQR (Senatus Populosque Romanus.). Fue el emblema de los estandartes de las legiones romanas, así como el
nombre oficial de la República Romana y del Imperio romano.
La Romanización del Mediterráneo 5
I. 1 - FUENTES de CONOCIMIENTO de la HISTORIA de ROMA
Para reconstruir la Historia de Roma contamos con una serie de noticias
proporcionadas por algunos autores del Mundo Antiguo; unas indirectas desde los
siglos VIII al IV a. de C., otras directas a partir del siglo IV a. C. narradas por autores
coetáneos. Estas obras no son absolutamente fiables considerándose que alteraron la
Historia de Roma, y que muchas de sus narraciones son poco creíbles. No parecen ser
fidedignos los datos anteriores al 387 a. C., año del incendio gálico que destruyó Roma,
de tal manera que los datos anteriores a esta fecha los completaron con leyendas, y en
parte con invenciones libres, de modo que resulta difícil separar la verdad de la
imaginación.
El modo de exponer los acontecimientos era agrupar en sucesión cronológica los
que ocurrían cada año, de ahí que se llamen analistas a los autores romanos hasta el
siglo I a. C.. Los analistas tampoco tuvieron conciencia de hacer ciencia histórica, sino
que sus escritos eran una parte de la política.
A partir del siglo I d. C., aparecerán los grandes historiadores aunque estos
entenderían la Historiografía como una obra de alta elocuencia y no como búsqueda
desinteresada de la verdad.
Otra fuente relativamente segura para tiempos recientes la tenemos en los Fasti
Capitolini cuyos esquemas son el soporte de los analistas. Estos Fasti plantean además
el problema de la cronología, es decir, del cómputo de los años por los romanos, que en
los tiempos antiguos computaban los años por el período que detentaba el cargo el
magistrado supremo de la ciudad (doce meses, 355 días).
Otras fuentes para conocer la Historia arcaica de Roma son los Annali Maximi,
relatos que el pontifex Maximus hacía de los acontecimientos de cada año, y los Fasti
Triumphales: los triunfadores de los juegos deportivos.
También los descubrimientos arqueológicos permiten ir reconstruyendo la Historia
primitiva de Roma: los restos etruscos prueban la importancia de Etruria en el desarrollo
político de Roma.
La filología es otro factor importante, pues el significado de una palabra puede
reconstruirse rastreando su evolución. La comparación histórica es otro dato que a veces
puede ser útil, aunque debe utilizarse con mucha cautela. Por último, un factor que
puede arrojar luz sobre épocas no documentadas es la morfología.
La Romanización del Mediterráneo 6
II. ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA ITÁLICA
II. 1 - BREVES APUNTES HISTÓRICOS
II. 1. 1 - LA FUNDACIÓN DE ROMA. LA MONARQUÍA
Roma estuvo habitada interrumpidamente
desde la Edad del Bronce, surgiendo de
los asentamientos de tribus latinas, sabinas
y etruscas en las siete colinas situadas en
la confluencia entre el río Tíber y la Vía
Salaria, a 28km del mar Tirreno.
En este lugar el Tíber tiene una isla por donde el río puede ser atravesado. Debido a
la proximidad del río y del vado, Roma estaba en una encrucijada de tráfico y comercio,
con terrenos ricos en pastos y con colinas que ofrecían lugares de fácil defensa, lo que la
hizo prontamente atractiva.
La carencia de fuentes fidedignas y la serie de leyendas sobre su origen hacen
adoptar una natural prudencia a la hora de estudiar los orígenes de Roma. La más
antigua tradición atribuye su fundación a la presencia de aqueos con prisioneras
troyanas en el Lacio. Otras dos tradiciones creen que Roma fue una fundación aquea o
bien troyana.
También existe una teoría crítica de la fundación de Roma sostenida por muchos
autores, que viene a decir que Roma surge a partir del forum romanum.
La tradición originó otras leyendas: una que atribuía a Eneas su fundación, y otra, de
sentido nacionalista, que la creía fundada por los gemelos Rómulo y Remo,
descendientes de aquel.
Prescindiendo de la figura de Remo, Rómulo aparecerá en los Annales de Ennio
como único fundador de Roma. Podemos señalar que esta leyenda presenta pocos visos
de historicidad y se puede afirmar que Roma no tuvo un comienzo instantáneo, sino que
conoció sucesivas fases de formación, evolución y engrandecimiento urbano que recoge
la tradición y evidencia la Arqueología.
La Romanización del Mediterráneo 7
La leyenda troyana, recogida en la Eneida, contribuyó a perfilar los orígenes míticos
de Roma:
Eneas, tras escapar de Ilión, logra llegar al Lacio acompañado por su hijo Ascanio,
casándose con la hija del rey Latino. Sus descendientes formaron una dinastía de hasta
doce monarcas que se enzarzaron en luchas dinásticas.
La hija de uno de estos reyes, Numitor, llamada Rhea Sylvia, fue obligada por su tío
Amulio, usurpador del reino de su padre, a hacerse vestal para evitar descendencia y
poder ser derrocado por ella. Amulio también había asesinado al hermano de Rhea.
Amada por el dios Marte, tuvo dos
hijos gemelos, Rómulo y Remo, a los que
tuvo que abandonar en una cesta en el río
Tíber. Salvados de las aguas y
amamantados por una loba en la gruta
del Lupercal, fueron recogidos y criados
finalmente por el pastor Fáustulo. La loba capitolina, símbolo de Roma,
amamantando a los gemelos Rómulo y Remo.
Tras descubrir el secreto de su nacimiento, Rómulo y Remo mataron a Amulio y
devolvieron el reino a su abuelo Numitor.
Éste les entregó territorios al noroeste del Lacio y allí Rómulo fundó Roma, según
el rito etrusco, en el año 753 a. C., delimitando el recinto de la ciudad con un arado, lo
que sería la supuesta Roma Quadrata del Palatino.
Más tarde Rómulo dio muerte a su hermano, que se burló de él, tras la ceremonia
fundacional.
Según datos de la tradición latina, a Rómulo se atribuye la organización
fundamental de la ciudad: la distribución en tres tribus, los comicios curiados
organizados en treinta curias (diez por tribu), el Senado y la distinción entre patricios y
plebeyos.
Roma se presenta con las características de una ciudad-Estado, es decir, una comunidad
de hombres libres que participaban en la vida y en la defensa de la ciudad.
Rómulo, cuyo nombre se dice que habría inspirado el nombre de la ciudad, fue el
primero de los siete Reyes de Roma.
La naciente ciudad-estado es gobernada por un rey (rex) elegido por un consejo de
ancianos (senatus).
La Romanización del Mediterráneo 8
El periodo regio estuvo constituido, según los analistas, por siete reyes: cuatro de
origen latino-sabino y tres de origen etrusco.
Los reyes míticos o semi-míticos son (en orden cronológico):
-Rómulo (753-715 a. C.). Creó el Senado y amplió la población acogiendo a
grupos sabinos.
-Numa Pompilio (715-673 a. C.). Organizó la vida religiosa, el culto, los
colegios de sacerdotes y reformó el calendario dividiendo el año en doce meses.
-Tulio Hostilio (673-642 a. C.). Destruyó la villa rival de Alba Longa, con lo
que extendió el dominio de Roma.
-Anco Marcio (641-617 a. C.). Impulsó la creación del primer puente sobre el
Tíber y la fundación de la colonia de Ostia en la desembocadura del río.
Hacia fines del siglo VII a. C. se inició el dominio de los etruscos que se
expandieron por el Lacio hasta Campania. La tradición recuerda tres reyes etruscos:
-Lucio Tarquinio Prisco (617-579 a. C.). El pueblo romano lo elige como
sucesor de Anco Marcio. Instituyó los primeros Juegos Romanos e inició numerosas
obras en Roma. Luchó con éxito contra los sabinos y fue asesinado por un hijo de su
antecesor.
-Servio Tulio (578-535 a. C.). La tradición le asigna unas reformas, la
Constitución serviana, que significaron una nueva distribución de los derechos políticos,
basados en la fortuna personal y no en el nacimiento, y una nueva reorganización
militar. Ensanchó Roma con el Quirinal y el Viminal y la protegió con fosos y un muro.
-Lucio Tarquinio el Soberbio (534-509 a. C.). Reactivó las obras emprendidas
por su padre. Su actuación tiránica provocó un movimiento revolucionario que acabó
por derrocarle. Este hecho señaló el fin de la era etrusca, ya declinante.
En este periodo la ciudad prosperó y se convirtió en un centro artesanal y comercial.
La sociedad estaba dividida en patricios, que eran los integrantes de los linajes más
ricos y poderosos, y los plebeyos, que componían los grupos más humildes de la
población. El rey ejercía el poder religioso, político, militar, legislativo y judicial,
aunque cierta autoridad estaba reservada a dos órganos consultivos: el Senado
(constituido por miembros de las familias más importantes) y los comicios curiados (la
asamblea general de los ciudadanos) divididos en treinta curias agrupadas en tres tribus
y controlados por los patricios. Aunque los últimos reyes de Roma eran de origen
etrusco, la ciudad siempre mantuvo su independencia; no obstante, en la cultura, las
artes y la arquitectura existió una profunda influencia etrusca.
La Romanización del Mediterráneo 9
II. 1. 2 - LA REPÚBLICA. Las luchas entre patricios y plebeyos
Tras el destierro del rey y la expulsión de los etruscos, nace la República romana
con la elección de los primeros cónsules, Lucio Junio Bruto y Lucio Tarquinio Colatino.
Los cónsules -al principio patricios pero más tarde plebeyos también- eran oficiales
electos que ejercían la autoridad ejecutiva, pero tuvieron que enfrentarse al Senado
romano, que creció en tamaño y poder con el establecimiento de la República. En este
periodo se fraguarían sus instituciones más características: el Senado, las diversas
magistraturas y el ejército.
El Derecho y la aplicación de la justicia eran monopolio patricio. Su transmisión era
oral y solo sus jefes conocían las fórmulas para actuar con licitud y eficacia.
Empieza un largo período de graves enfrentamientos sociales entre patricios y
plebeyos. En el 493 a. C. Roma ingresa en la Liga Latina. Un año después se crean los
cargos de tribunos de la plebe y se instituyen los comicios tributos, para defender los
derechos de las clases menos pudientes.
Las etapas fundamentales de la lucha que los plebeyos libraron para participar en la
vida política fueron:
-La obtención de una asamblea y magistrados propios, los llamado tribunos de
la plebe,
-El nombramiento de los decenviros para que redactaran un código de leyes
escritas y no arbitrarias, las XII Tablas.
-La institución de los comicios tributos, abiertos a la plebe, que tuvieron potestad
legislativa.
-El acceso a diversas magistraturas.
Una serie de leyes limitaba las intromisiones de los ricos y con el tiempo la
desaparición de la hegemonía político-económica del patriciado y el fortalecimiento de
una clase noble, a la que ya tenían acceso las familias plebeyas que disponían de altos
medios económicos.
Los conflictos entre patricios y plebeyos caracterizaron la pugna política interna
durante todo el periodo republicano, logrando los plebeyos sólo paulatinamente la plena
equiparación política (aunque no social).
La Romanización del Mediterráneo 10
II. 1. 3 - LA CONQUISTA DE ITALIA. LAS GUERRAS PÚNICAS
La joven República demostró tener
una vocación expansionista que la llevaría
a dominar toda la península en poco más
de dos siglos. Roma sufre el saqueo de los
galos en el 390 a. C., pero se recupera en
poco tiempo y continúa su política de
expansión.
Los momentos que se consideran cruciales en esta fase histórica son: la derrota de
los latinos en el Lago Regilo (496 a. C.), la anulación de la amenaza etrusca, que
culminó con la destrucción de Veyes (396 a. C.) y las tres guerras samníticas (343-290
a. C.), que llevaron a la formación de un Estado federal romano-latino.
La última amenaza a la hegemonía de Roma en Italia llegó el año 280 a. C., cuando
Pirro, rey de Epiro, desembarcó en Italia con un ejército para dar apoyo a la colonia
griega de Tarento y a otras ciudades menores. Los romanos se enfrentaron a él y al fin
se impusieron logrando que el monarca volviera a su tierra y que las ciudades griegas se
unieran a la alianza romana.
La eficaz administración de la Italia central y meridional fueron la base del éxito
militar de los romanos y el dominio de sus territorios. Tras cada una de las conquistas se
producía el envío de ciudadanos que consolidaban las nuevas fundaciones.
En la segunda mitad del siglo III a. C., Roma ya se había convertido en la dueña de
la península itálica y ya empezaba a asomarse al Mediterráneo. Inevitablemente se
convertiría en la rival de la potencia que dominaba buena parte del Mediterráneo:
Cartago.
Los intereses de Cartago estaban puestos sobre todo en el comercio, servido por una
gran flota que también tenía capacidad militar y podía actuar en caso de necesidad.
Esta ciudad controlaba las costas africanas hasta Egipto y las hispanas mediterráneas
y sus contactos se extendían por el sur a lo largo de la costa africana atlántica y por el
norte hasta Cornualles.
Cerdeña, Córcega y Sicilia occidental estaban bajo control cartaginés que respetaba
las costas itálicas según tratados concluidos primero con los etruscos y después con los
romanos. Era inevitable que se produjese un rechazo directo del dominio cartaginés.
La Romanización del Mediterráneo 11
Los enfrentamientos entre ambas potencias surgieron en Sicilia.
Las Guerras Púnicas se extendieron por varios decenios, en los que los romanos
fueron vencedores tanto en el mar como en tierra firme. Durante la Primera Guerra los
romanos conquistaron Sicilia y a continuación Cerdeña y Córcega. Cartago, sin
posibilidad de contraataque y expuesta a una nueva invasión, se avino a una multa
enorme (3.200 talentos, en diez años).
La invasión púnica de Hispania buscaba una base territorial amplia, la explotación
de sus recursos mineros y la reconstrucción de un fuerte ejército asalariado. Amílcar
Barca fue el hombre de la recuperación en Hispania. A su muerte, continuó esta labor
su yerno y heredero político, Asdrúbal. Aníbal, sobrino y sucesor de Asdrúbal,
consolidó el dominio cartaginés en la Península y conquistó Sagunto, aliada de Roma,
tras un duro asedio de ocho meses, lo que provocó la declaración romana de guerra.
Aníbal dominó la Segunda Guerra Púnica mientras las tropas romanas pasaban por
victorias y reveses, algunos muy duros, como el de Cannas. La intervención de los
Escipiones, en especial la de Publio Cornelio, determinó que la guerra pasara a ser
favorable a Roma, hasta que en la batalla de Zama (202 A. C.) se produjo la derrota
definitiva de Cartago, estableciéndose un nuevo sistema de equilibrio en el
Mediterráneo. Publio Cornelio Escipión recibió el apodo de “el Africano” después de
derrotar a Aníbal en la batalla de Zama.
Imagen de Cartago tal como era antes de que Roma la destruyera por completo.
La Romanización del Mediterráneo 12
Cartago hubo de entregar sus elefantes, abandonar las tierras no africanas, renunciar
a la política exterior, comprometerse al pago de 10.000 talentos durante un lapso de
cincuenta años, reconocer a Massinissa, cliente de Roma, como rey de Numidia y, sobre
todo, entregar su flota de guerra a excepción de diez simbólicos navíos para protección
de su puerto.
En el campo occidental, Roma sustituyó a
Cartago en el control de Hispania,
mientras la zona oriental proseguía
dominada por los reinos de Macedonia,
Siria y Egipto. Además, Grecia estaba
dividida en ciudades-estado y en ligas de
ciudades con alianzas poco estables.
Los romanos iniciaron una serie de operaciones diplomáticas y militares que en
pocos años los convirtieron en señores de todo el Mediterráneo.
Al principio, Roma impuso su hegemonía pero con respeto hacia la autonomía y los
intereses de los pueblos conquistados. No obstante, después del año 168 a. C. se adoptó
una política de anexión directa de los territorios bastante desconsiderada, acorde con los
intereses capitalistas de los grupos dominantes que buscaban el sometimiento y la
destrucción de los posibles competidores, todo ello sumado a la explotación intensiva de
los territorios y de los pueblos conquistados.
Cartago no había dejado de existir, reconstruyendo su economía sobre una base de
agricultura intensiva y una amplia flota mercante. Roma temiendo la rivalidad en la
producción agraria y deseando asegurarse el monopolio mercantil en el área, quería la
guerra. Cartago aceptó las drásticas condiciones romanas de entregar 300 rehenes
nobles y abandonar las armas. Pero Roma exigió un imposible: el abandono de la ciudad
y su traslado a 15 kilómetros tierra adentro. Cartago debía autodestruirse, negarse a sí
misma y desaparecer del horizonte romano. El asedio fue dramático
En el año 146 a. C., Publio Cornelio Escipión Emiliano, tomó Cartago, la arrasó
hasta sus cimientos y roció simbólicamente su solar con sal para maldecir y esterilizar
su tierra. Su territorio se convirtió en la provincia de África.
Roma se anexiona Grecia y Macedonia. En el año 130 a. C. se constituye la
provincia de Asia. Entre 125-121 a. C. se conquista la Galia meridional.
La Romanización del Mediterráneo 13
II. 1. 4 - LA CRISIS Y EL FIN DE LA REPÚBLICA
En poco tiempo, la República había dejado de ser un Estado pequeño para
convertirse en una gran potencia mediterránea, y no consiguió resolver la creciente
desigualdad social que estas conquistas habían generado. La expansión trajo consigo
profundos cambios en la sociedad romana. Estallan en la República las tensiones
sociales. La inadecuada organización política pensada para una pequeña ciudad-estado y
no para el gran territorio que es ya Roma se hace patente para algunos, pero todos los
intentos de cambio son bloqueados por la ultraconservadora élite senatorial. El
enfrentamiento entre las diversas facciones produce, en el siglo I a. C., una crisis
institucional, que conducirá a diversas revueltas, revoluciones y guerras civiles.
El tribuno Tiberio Graco trata de introducir algunas reformas agrarias, pero es
asesinado junto a muchos de sus seguidores: con este hecho sangriento empezó la crisis
de la sociedad romana. Su hermano Cayo Graco revalida las leyes propuestas por
Tiberio, pero también cae asesinado.
El general Lucio Cornelio Sila se convierte en dictador y reforma la constitución,
restableciendo la autoridad absoluta del Senado. Tras la muerte de Sila en Pompeya (78
a. C.), siguió un período de gran agitación social e intelectual, a la vez que un gran
desarrollo económico, artístico e intelectual, al tiempo que la oligarquía senatorial se
debilitaba cada día más.
La Romanización del Mediterráneo 14
II. 1. 5 - EL TRÁNSITO DE LA REPÚBLICA AL IMPERIO
En el año 60 a. C., César, Pompeyo y Craso constituyen el primer Triunvirato, una
coalición contra el poder del Senado. Entre el 58 y el 51 a. C., César conquista Galia.
Un año después muere Craso y Pompeyo se convierte en cónsul único. El Senado
ordena a César que licencie sus legiones, pero él atraviesa el Rubicón y marcha sobre
Roma, con lo que empieza la guerra civil. Pompeyo derrotado en Farsalia, huye a
Egipto dónde muere. En el 45 a. C., César triunfa definitivamente sobre los pompeyanos
en Munda; al año siguiente, obtiene el cargo vitalicio de dictador, pero el 15 de marzo
los conjurados dirigidos por Bruto y Casio lo asesinan. La muerte de César fue seguida
de momentos de absoluta confusión, pues los conjurados carecían de un plan de acción
y de medios para adueñarse del poder.
Las espantosas crisis políticas, sociales, ideológicas, económicas, militares, etc.
hicieron que los ciudadanos perdieran la confianza en sus propias instituciones, acaso
también por la falta de hombres de Estado capaces de poner en primer plano los
problemas institucionales antes que sus propias ambiciones personales.
En los funerales de César, cuando Marco Antonio leyó el testamento en el que
César legaba sus bienes a Octavio y al propio pueblo romano, empezó a producirse un
movimiento de la multitud clamando venganza e intentando tomar la justicia por sus
manos, lo que obligó a huir a los asesinos.
Marco Antonio y Lépido se adueñaron rápidamente de la situación. El cónsul M.
Antonio usurpa el poder. Queda abolida la dictadura. En el mes de mayo cambiaría el
curso de los acontecimientos al presentarse Octavio en Roma, reclamando la herencia
de César.
El joven Octavio se reúne con M. Antonio y Lépido en la isla de Reno, donde
llegan al acuerdo de constituir un nuevo Triunvirato, el segundo, para un reparto de
poderes.
Mientras Octavio se afianzaba en Occidente (atacó y venció a Sexto Pompeyo y
desposeyó a Lépido de sus poderes), Marco Antonio creía poder fraguarse su futuro en
Oriente, precisamente en Egipto junto a Cleopatra, a la que se unió y de la que tuvo tres
hijos.
No fue difícil para Octavio hacer ver a los romanos que él representaba la tradición y
la defensa del Imperio frente a la amenaza de barbarie y esclavitud encarnada en
Oriente.
La Romanización del Mediterráneo 15
En septiembre del año 31 se enfrentaron
las escuadras de ambos contendientes
frente a Actium. Cleopatra emprendió la
huida seguida por la escuadra egipcia y
por Antonio. El resto de la flota fue
fácilmente derrotada.
Un año más tarde, abandonado por su ejército, Antonio acabó suicidándose y
Cleopatra tras un fallido intento de atraer a Augusto se hizo morder por un áspid antes
que caer prisionera de Roma.
Con la batalla de Accio, librada por los ejércitos de Octaviano y de Marco Antonio y
Cleopatra, la lucha por la sucesión de César llega a su fin y se inicia la era imperial.
Según la tradición, el año 27 a. C., Octaviano recibiría del Senado el título de
Augusto, que era el emblema del papel extraordinario que asumía su persona. Augusto
procedería a la instauración de un nuevo sistema político romano, el Principado, que
abrirá el camino hacia el Imperio absoluto.
Caen las viejas instituciones políticas republicanas para inaugurarse una nueva
forma política que si en principio no es otra cosa que una monarquía encubierta
arropada por los viejos esquemas republicanos, muy pronto será sin ningún reparo, una
monarquía absoluta.
Augusto concentra en sus manos los poderes máximos, limita el papel del Senado,
reorganiza las provincias, dividiéndolas en senatoriales e imperiales, fortalece las
fronteras e impulsa la economía. Instituyó un cuerpo especial de militares que se debían
ocupar de su seguridad personal, los pretorianos, y se ocupó de mantener y embellecer
la ciudad de Roma.
Favoreció el culto a las divinidades romanas primigenias y las prácticas y las
ceremonias tradicionales ya casi olvidadas. Pero no impidió que las nuevas corrientes
religiosas se difundieran en Roma, como el cristianismo, que con el tiempo iba a poner
su impronta imborrable en la civilización occidental.
La paz universal propuesta por Augusto fue ampliamente apoyada por los
intelectuales. La literatura latina tiene en esta época algunos de sus mejores exponentes:
Virgilio, Ovidio, Horacio, Propercio, Tíbulo y el historiador Tito Livio entre otros.
La Romanización del Mediterráneo 16
II. 1. 6 - EL IMPERIO ROMANO
Augusto, que inauguró la dinastía
Julio-Claudia, abolió la República y
consolidó un gobierno unipersonal y
centralizado de todo el territorio, conocido
como Imperio romano. El paso de la
República al Imperio se produjo
paulatinamente y de forma incruenta.
Cuando murió Augusto (14 d. C.), Roma ya tenía marcadas las líneas de acción que
la rigieron en los siglos siguientes.
Le sucede Tiberio, buen administrador y hábil diplomático. En conjunto, tuvo un
gobierno beneficioso para todo el Imperio, aunque no resultó del todo esplendoroso por
cuanto una serie de conspiraciones y asesinatos consentidos acabaron enturbiándolo,
sobre todo porque parece que tuvo conocimiento de los mismos, los consintió e incluso
en ocasiones los instigó, todo por su engrandecimiento personal. Durante los últimos
años de su reinado tuvo lugar el juicio y la ejecución de Jesús de Nazaret.
Después de la insana etapa de Calígula, Claudio se entregó a la reforma burocrática
y financiera del Estado, y también a romanizar las provincias. Su sucesor, Nerón,
destacó tristemente por los excesos y por el incendio de Roma.
Tras la muerte de Nerón, el Imperio cayó en una grave anarquía militar, que
desembocó en la guerra civil. Se sucedieron en el poder tres emperadores y los tres
fueron asesinados. Finalmente se impuso Tito Flavio Vespasiano, de origen no patricio.
Su proclamación se debió al apoyo de las legiones de Oriente y de las danubianas y,
por último, fue ratificado por el Senado.
Vespasiano fue el fundador de la dinastía Flavia y demostró ser un excelente
administrador, dedicó su atención a las provincias, consolidó las fronteras, mejoró el
ejército y reorganizó las cajas del Estado. Le sucedieron sus hijos Tito (79-81) y
Domiciano (81-96).
Tito ya demostró poseer unas notables dotes militares durante la guerra de Judea,
dirigida por Vespasiano. Murió dos años después de ser nombrado emperador, tras
consolidar el poder romano en Britania.
La Romanización del Mediterráneo 17
A su muerte, Domiciano fue aclamado emperador, pese a sus escasas aptitudes de
mando. Su reinado se caracterizó por una forma exacerbada de absolutismo. Consolidó
las conquistas romanas en Britania y en Germania. Su intento de imponer el culto a su
propia persona divinizada le enfrentó a los adeptos al cristianismo, contra los que
desencadenó una persecución sin tregua. En el 96, Domiciano murió a manos de un
grupo de conjurados.
Del año 96 al 180 se suceden en el poder una serie de emperadores adoptivos:
Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio y Comodo, en la considerada
edad de plata del Imperio.
Las campañas militares de Trajano y sus victorias, llevan al Imperio a su expansión
máxima. En cambio, tras un largo período de paz, Marco Aurelio tuvo que apaciguar
algunas rebeliones en África, Hispania y Britania.
Con la llegada de Cómodo al poder se inicia una grave crisis política. Al principio
mantuvo consejeros del gobierno de su padre pero inmediatamente empezó a nombrar a
favoritos sin ninguna preparación. El descubrimiento de una conspiración contra su
persona hizo que el emperador promoviese una masacre entre los senadores. Las
relaciones con el Senado se volvieron hostiles y el gobierno, apoyado por los soldados,
pasó a manos de sus favoritos. La nobleza es masacrada y la corrupción sobrepasa todos
los límites. El emperador cae a consecuencia de una conjura palaciega. A su muerte el
Senado votó la damnatio memoriae, la anulación de todos sus actos de gobierno, la
supresión de sus títulos y la destrucción de sus estatuas.
Septimio Severo acabó con la guerra civil que siguió a la muerte de Cómodo y
fundó una nueva dinastía, la de los Severos. Creó una auténtica monarquía absoluta
fundamentada en el poder de su ejército. Con él comienza el período de monarquía
militar. Trató de asegurar la igualdad de todos los súbditos respecto a la ley. Las
reformas que emprendió y el aumento de los gastos militares desequilibraron la
economía y crearon descontento. A su muerte le sucedieron sus hijos Geta y Caracalla
que ejercieron el poder juntos, hasta que Caracalla mandó asesinar a Geta en el año 212.
Caracalla, despótico y sanguinario, vació las arcas públicas para comprar el favor
del ejército. La promulgación en el año 212 de la Constitutio Antoniana otorgó la
ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio. Sin embargo, más que una
mejora social, la mencionada ley suponía la reglamentación de los deberes de los
ciudadanos, sobre todo para aumentarles los impuestos. A pesar de todo se había
conseguido la unidad jurídica del Imperio.
La Romanización del Mediterráneo 18
La espantosa crisis económica trajo consigo una enorme inflación. De nada valieron
las maniobras del emperador Caracalla (y sus sucesores) de acuñar moneda de peso
inferior al legal, o incluso limando internamente las monedas de oro para rellenarlas de
metales viles con el consiguiente proceso inflacionario: aumento de precios, parón en el
comercio, acaparamiento de mercancías, etc.
Tras la negativa del rey parto Artabano V de concederle a su hija por esposa,
respondió con la guerra e hizo una incursión hacia Media, intentando llevar al ejército
incluso más allá de lo que lo hiciera Trajano. El intento fue abortado por un grupo de
oficiales, cuyo complot acabó con el asesinato del emperador (217).
Macrino, el asesino del emperador, reinó durante poco tiempo. Macrino quería hacer
una política deflacionista: reducir las tasas y disminuir los sueldos de los soldados, lo
que provocó el descontento de éstos. Su reinado estaba condenado a ser breve.
Asesinado en el año 218 fue sucedido por el primo de Caracalla, que asumió el
nombre de Marco Aurelio Antonino, siendo conocido por el apodo de Heliogábalo. Sus
ideas eran revolucionarias, pero inmaduras y confusas. Introdujo en Roma los cultos
orientales. Tanto su madre como su abuela tomaron parte en los debates del Senado,
llegando incluso a crear una especie de “senado de mujeres” en el que se despreciaba a
los senadores varones, criticándolos duramente. Consiguieron la expulsión de muchos
de ellos y colocaron en sus puestos a sus amantes, libertos o esclavos. Las cohortes
pretorianas no podían ver con agrado esta situación. Para reparar sus errores adoptó a su
primo M. Aurelio Severo Alejandro y lo nombró Caesar. Éste restauró las tradiciones
del Imperio y acabó con el gobierno de las mujeres y de los libertos. Heliogábalo,
influenciado por su madre, trató de revocar su anterior decisión y provocó un conflicto
que terminó con el asesinato de Heliogábalo y de su madre por los pretorianos. El
cadáver de Heliogábalo fue arrojado al Tíber y se condenó la memoria del emperador
(damnatio memoriae).
Severo Alejandro (222-235) llegó al trono cuando sólo contaba catorce años, por lo
que el gobierno quedó en manos de su abuela (hasta su muerte en el 226) y de su madre.
Bajo su gobierno y el de su madre, el Imperio disfrutó de un largo periodo de relativa
estabilidad. En el 230, el rey persa Ardashir invadió Mesopotamia. Al año siguiente,
Severo Alejandro y su madre intentaron una triple invasión a través de Armenia,
Mesopotamia y Babilonia en la que se consiguió un éxito relativo. Después de celebrar
esta victoria, Severo Alejandro tuvo que partir para la frontera del Rin, donde
presionaban unas bandas germanas, aprovechándose de que el emperador estaba
La Romanización del Mediterráneo 19
ocupado en la guerra persa. La falta de energía ante los bárbaros provocó el malestar de
las tropas, cuya sublevación no pudo ser dominada. Los soldados aclamaron como
emperador a uno de los oficiales de Severo. El doble asesinato de Severo Alejandro y de
su madre (marzo del 235) inauguraba el largo paréntesis de la anarquía militar: el
título imperial es rechazado por muchos generales, al tiempo que los bárbaros amenazan
las fronteras.
Los años que van de 235 a 284 se caracterizaron por una profunda crisis
institucional y social. La economía llegó casi a paralizarse y la devaluación monetaria
alcanzó niveles insostenibles.
Entre el 235 y el 305 se sucederán en el trono los llamados emperadores militares.
La serie se inicia con Maximino. Todos ellos eran generales con suerte y cierto carisma
personal, que eran aclamados por el ejército, que se había convertido en el verdadero
poder en la sombra.
Después de que llegaran al poder otros jefes, todos ellos por poco tiempo, en 284 las
tropas de Oriente proclamaron emperador a Diocleciano, que puso fin a la anarquía en
cuanto tuvo el mando. Durante su gobierno (284-305) acometió una serie de reformas
que permitieron la supervivencia del Imperio a lo largo de un siglo.
El régimen absoluto ideado por Diocleciano supuso una reforma profunda de la
estructura del Imperio en todos los órdenes, y de ahí la fijación del 284 para situar el
Dominado, aunque esas reformas estaban gestándose en el agitado período de la
anarquía militar. Desde el punto de vista del Derecho público con Diocleciano se abre
una experiencia política nueva que rompe con los esquemas anteriores.
El siglo III presenció una prolongada crisis que se manifestó en todos los campos.
La devaluación de la moneda y la inflación son fenómenos característicos de este siglo.
Los emperadores se ven obligados a la distribución gratuita de alimentos a la plebe de
Roma por parte del Estado para evitar su muerte por hambre.
Uno de los cambios sociales más importantes fue la expansión del cristianismo,
aunque más significativo que su difusión geográfica fueron los progresos de la
organización de la Iglesia, que ya era muy importante pese a las persecuciones de
muchos emperadores.
La Romanización del Mediterráneo 20
II. 1. 7 -EL BAJO IMPERIO y la división del poder
.
La presión constante de los bárbaros en las fronteras hizo que Diocleciano se
planteara como problema primordial el de la defensa. Decidió que el emperador debía
establecerse lo más cerca posible de las fronteras; en segundo lugar, consideró que una
persona sola no bastaba ya para atender todas las necesidades del Imperio. Así fue como
instituyó la Tetrarquía, un sistema de gobierno que preveía la división del poder entre
dos Augustos-él mismo y Maximiano-, asistidos por dos Césares que a la muerte o
abdicación de los dos emperadores se harían cargo del poder, y nombrarían a otros dos
Césares. Sin embargo, detrás de esta situación ya se perfilaba la bipartición del Imperio.
La fórmula sucesoria no funcionó cuando, en el 305, Diocleciano pasó a la vida
privada e indujo a Maximiano a que hiciera lo mismo. Los dos Césares asumieron el
poder pero se desencadenó una dura lucha entre Majencio y Constantino, aspirantes a
César que no llegaron a serlo.
Constantino se declaró guiado por el dios de los cristianos y se enfrentó con
Majencio en el campo de batalla. Una vez derrotadas las tropas de Majencio,
Constantino proclamó su devoción a la cruz, el símbolo cristiano (312). Al año
siguiente, Constantino y Licinio (el legítimo Augusto de Oriente) se repartieron el
poder. Constantino promulgó el Edicto de Milán, con el que se daba libertad de culto
para los cristianos, cerrando así el capítulo de las persecuciones.
Pero en el 324, Constantino derrotó a su colega y volvió a unificar el Imperio
asumiendo el título de Augusto en solitario. En el 330 mudó la capital de Roma a
Bizancio, que pasó a llamarse Constantinopla. Esta medida reconocía la decadencia de
La Romanización del Mediterráneo 21
la zona occidental del Imperio, que tendría que transformarse sustancialmente para
sobrevivir.
Con el fin de que la Iglesia conservara su unidad, Constantino presidió en el año 325
el Concilio ecuménico de Nicea, del que surgió el Credo que restauró la unidad de
católicos y arrianos.
Tras la muerte de Constantino (337), el Imperio se divide nuevamente entre los
herederos Constancio II, Constantino y Constante, para volver a unirse bajo el poder de
Constancio (353-361).
II. 1. 8 - DECADENCIA Y CAÍDA DEL IMPERIO DE OCCIDENTE
Constancio II combatió largo tiempo contra los persas. Le sucedió Juliano (361-
363), al que los cristianos apodaban “el Apóstata”, que intentó restaurar el paganismo.
Al respecto, promulgó tres edictos con los que se proponía limitar el poder creciente de
la Iglesia. Su tolerancia religiosa no le impediría una cierta animadversión contra el
culto cristiano, hecho que se desprende del permiso que diera a los judíos de reconstruir
el templo de Jerusalén. Murió mientras luchaba contra los partos en su intento de
conquistar el Oriente.
El Imperio se dividió entre Valentiniano y Valente, que lo defendieron con eficacia
hasta la derrota de Adrianópolis (378), en la que murió Valente y tras la cual los godos
invadieron los Balcanes. Para sustituir a Valente en la zona oriental del Imperio,
Graciano, el hijo y sucesor de Valentiniano, mandó llamar a Teodosio, nacido en
Hispania.
Teodosio (379-395) consiguió unificar de nuevo el Imperio y autorizó el
establecimiento federal de muchas comunidades de bárbaros. Con el edicto de
Tesalónica (380) proclama al cristianismo como única religión estatal. Su política de
intransigencia religiosa le llevó a vetar incluso el culto privado a los dioses paganos, lo
que propició el alzamiento de Occidente, aún unido a las divinidades tradicionales. Los
éxitos militares contra los godos, la integración pacífica de éstos en el Imperio y la
pacificación momentánea de las fronteras lindantes con el reino sasánida, hizo que los
historiadores le dieran a Teodosio I el sobrenombre de “el Grande”.
La Romanización del Mediterráneo 22
Ya a punto de morir se vio obligado a dividir una vez más el Imperio entre sus hijos
Honorio, a quien correspondió el Occidente, y Arcadio, a quién tocó el Oriente. Desde
ese momento los dos Imperios se encaminaron por sus destinos separados y bien
diversos uno de otro.
En Occidente el emperador gobernaba con dificultad. De hecho, el poder estaba en
manos de los jefes militares y los latifundistas. También la Iglesia se imponía al poder
político, mientras la economía atravesaba una grave crisis y era notable la decadencia
demográfica. En estas condiciones, cada día era más fácil la invasión de los pueblos
bárbaros y poco a poco la disgregación del territorio avanzó pareja a la reducción de la
soberanía del emperador sólo al territorio de Italia.
En 410, los visigodos de Alarico sitiaron y saquearon Roma. Desde entonces, se
organizaron reinos bárbaros incluso en territorio romano. En el año 452, los hunos de
Atila invaden Italia siendo derrotados en la batalla de los Campos Cataláunicos. Muy
pocos años después los vándalos de Genserico volvieron a saquear Roma.
En términos formales, el fin del Imperio Romano de Occidente se fecha en el 476,
año en que el bárbaro Odoacro depuso a Rómulo Augústulo, el último emperador,
asumió plenos poderes y envió una embajada con las insignias imperiales al emperador
de Oriente.
Por el contrario, en Oriente el emperador controlaba la situación, con una Iglesia
sometida a su voluntad y con comandantes militares más controlables. Contaba con una
burocracia eficiente, la economía y el comercio estaban en auge y los bárbaros no
conseguían infiltrarse.
Para señalar formalmente la separación de Occidente, en 440 se declaró al griego
lengua oficial desapareciendo el latín de la administración. El Imperio romano de
Oriente, posteriormente denominado Imperio bizantino, fue muy rico y avanzado
culturalmente y sobrevivió durante aproximadamente mil años más, hasta la caída de
Constantinopla en el año 1453.
La Romanización del Mediterráneo 23
III. LA ROMANIZACIÓN. CARACTERÍSTICAS
Se denomina romanización a la integración plena de una sociedad determinada en
el conjunto del mundo romano (economía, sociedad, cultura, religión). Por este proceso,
los pueblos indígenas fueron asimilando la cultura romana y de hecho quedaron
integrados en la estructura administrativa provincial de Roma.
La romanización casi siempre, como otros procesos de colonización posteriores
empezaron por las élites locales. Eso significa que las personas que disfrutan de mayor
poder e influencia en la sociedad conquistada lo son por ser aliados políticos de los
conquistadores romanos. La relación entre la nobleza local y los colonizadores romanos
lleva en primera instancia al uso del latín por parte de las élites en instancias oficiales.
Además de la lengua, las clases dirigentes adoptaron frecuentemente las formas
exteriores distintivas de los romanos: vestido, estilo, religión, costumbres formales, etc.
Esa adopción de elementos materiales romanos requiere frecuentemente la importación
y/o producción de productos típicamente romanos, lo cual frecuentemente implica
también la importación de la tecnología para producirlo localmente. La cultura romana
se difundió sobre los indígenas, hasta el punto que se impuso el latín, la lengua hablada
por los soldados conquistadores y que fue el origen de muchas de las lenguas actuales
(italiano, castellano, catalán, francés, etc.). El latín era la lengua empleada tanto por el
pueblo llano como por la gente culta.
También se adoptaron las formas de vida de los romanos y se difundió el culto a sus
dioses.
Este proceso no resultó tan intenso a la parte oriental del Imperio. En las ciudades, la
lengua cotidiana continuó siendo el griego. Además, los romanos adoptaron una actitud
de asimilación y aprendizaje frente a su cultura, arte, religión y ciencia. Las primitivas y
sencillas costumbres de los primeros romanos, poco a poco, fueron sustituidos por
hábitos y gustos más refinados, que copiaban lo que habían observado en las ciudades
de Oriente.
Por tanto, la verdadera romanización, caracterizada por la latinización, es propia del
Occidente del Mediterráneo, donde los pueblos se sometían pasivamente a la influencia
cultural y lingüística. A pesar de algún bilingüismo, el latín fue la lengua oficial,
impuesta por la administración, la escuela, la justicia, el ejército y el comercio.
La Romanización del Mediterráneo 24
Una vez vencido Cartago en las Guerras Púnicas, se despierta en Roma un
incontenible espíritu imperialista, y de forma rápida e ininterrumpida incorpora uno
tras otro a todos los países del Mediterráneo hasta conformar en los siglos II y I a. C. el
Imperio más extenso de cuantos le precedieron y siguieron en el curso de la Historia.
Normalmente, la romanización se presenta como una gran aportación a los salvajes
que poblaban Europa. Si lo miramos desde el punto de vista contrario, vemos que el
latín se impone por la dominación militar de un territorio por parte del Imperio, siendo
uno de los vehículos que más contribuyó a la universalización de la cultura romana.
En ella podemos distinguir varios aspectos:
*El latín se impuso como lengua común.
*El derecho romano (leyes, concepción del estado, administración provincial…)
*La religión politeísta romana y, posteriormente el cristianismo se difundió por el
imperio romano.
El proceso de romanización llegó a su máxima expresión cuando el emperador
Caracalla, en el siglo III, extendió la ciudadanía a todos los habitantes libres del
Imperio.
La Romanización del Mediterráneo 25
Por otro lado, las ideas religiosas del Imperio romano fueron el resultado de la
mezcla de elementos muy diversos. Se extendió la antigua costumbre romana de rendir
culto a los antepasados familiares, y al mismo tiempo se generalizó la religión estatal,
que se basaba en una mitología similar a la de los dioses griegos.
La política del Estado romano sobre la religión de los pueblos integrados en sus
dominios se caracterizó por una gran flexibilidad. Mientras promocionaba el
conocimiento de sus propios dioses por medio de una propaganda constante, no solía
imponer el culto a los dioses romanos si no existían condiciones para la aceptación de
los mismos. Sólo cuando un culto no romano entraba en contradicción con las prácticas
rituales o con la hegemonía de los dioses romanos, el Estado empleaba métodos
coactivos.
Las peculiaridades políticas condujeron a la aparición de cultos oficiales políticos.
Desde la época de Augusto se levantaron templos y se rindió culto a la figura del
emperador como una forma de reforzar la fidelidad de todos los ciudadanos del Imperio
a Roma. Al mismo tiempo también se difundió el culto de divinidades orientales como
Isis (de Egipto) o Mitra (de Persia). En las zonas más rurales y menos romanizadas se
mantuvieron las creencias anteriores y las religiones locales.
Por último, durante los siglos I y II empezó a extenderse con ímpetu una nueva
religión, el cristianismo, que sería clave para entender la posterior evolución de Europa
en la Edad Media.
III. 1 - Organización política y jurídica
La posición central de Roma en la península le permitía enfrentarse a sus adversarios
casi siempre por separado. Sin embargo, a causa de la ampliación progresiva de los
territorios conquistados se hizo necesaria una defensa adecuada, concretada en la
colonia, el más típico de los rasgos romanos. En los sitios estratégicos, se instalaban
ciudadanos que, con sus familias, debían defender las nuevas conquistas y también
cultivar la tierra que se les entregaba, tomada de una tercera parte del territorio enemigo,
dividido en pequeñas parcelas y distribuido como propiedad privada. Estos ciudadanos
recibieron el nombre de coloni y se llamó colonia a la nueva comunidad. Había que
distinguir entre coloniae Latinae (colonias latinas) y coloniae Romanorum (colonias de
ciudadanos romanos).
La Romanización del Mediterráneo 26
Las más antiguas fueron las colonias latinas, unidas a Roma por un especial tratado
de alianza. Tenían una constitución y leyes propias, no pagaban tributos a la metrópoli
pero debían enviar contingentes militares en tiempos de guerra. Sus habitantes eran
proletarios romanos que renunciaban a la ciudadanía a cambio de la propiedad de unos
terrenos cultivables. Se destinaban a la defensa de las fronteras terrestres. En sus
confines marítimos Roma creó colonias más pequeñas con sus propios ciudadanos que
conservaban los derechos inherentes a la ciudadanía romana y tenían sus propios
magistrados. Cuenta la tradición que la primera colonia romana fue Ostia.
Desde el 183 a. C., las colonias romanas empezaron a sustituir a las latinas en la
defensa del territorio.
En ocasiones, Roma no podía enviar colonos a los territorios conquistados. En estos
casos, los habitantes de los poblados sometidos recibían el privilegio de disfrutar, en
mayor o menor grado, de la ciudadanía romana y el de conservar sus propias casas: así
nació el municipium.
Los habitantes de las ciudades latinas obtuvieron, según las ocasiones, la ciudadanía
con plenos derechos políticos o la que estaba exenta del derecho de voto (civitas sine
suffragio). Además las ciudades estaban unidas a la metrópoli por un tratado de alianza,
por el que mantenían su título de Estado soberano en tanto no se oponían a la
supremacía romana.
En el 123 a. C., el intento de Cayo Graco de dar tierras al proletariado de Roma,
suscitó sangrientos desórdenes, durante los cuales resultó asesinado el propio Graco. La
creciente insatisfacción de los colonos latinos y de los aliados itálicos confederados que
colaboraban activamente en el ascenso de Roma y, por el contrario, veían que se les
negaba el derecho a la ciudadanía romana, desembocó en una guerra social que implicó
la concesión del tan preciado derecho a las ciudades que estaban al sur del Rubicón.
Desde este momento el sistema municipal se extendió a toda Italia.
A principios del siglo I a. C. se generalizó el tipo de colonia fundada para premiar
con asignaciones de tierras a los veteranos licenciados del ejército. En tales ocasiones,
se confiscaban las tierras necesarias para los nuevos colonos o se compraban.
Los magistrados supremos de las colonias y de los municipios tenían competencias
civiles y penales, convocaban y presidían las reuniones del consejo y de las asambleas
populares, y se ocupaban de los intereses ciudadanos, de las obras públicas y del
cumplimiento de los deberes religiosos. El pueblo elegía a todos los magistrados en los
comicios. Cada ciudad tenía que gestionar su propio presupuesto.
La Romanización del Mediterráneo 27
En conclusión, se puede decir que las colonias fueron básicamente la vía capilar por
la que se difundió la civilización romana –lengua, usos y costumbres, ordenamiento
jurídico, arte y cultura- más allá de los límites de Italia. Las colonias fueron símbolos de
poder con una sociedad compleja, cada vez más refinada y exigente, difíciles de dirigir.
Roma fue maestra en el arte de gobernar y ejemplo de eficacia para las realizaciones
políticas, sociales y económicas, resaltando al máximo las cualidades organizativas
romanas y cuyos logros determinan la consistencia de su legado.
Roma trató de estructurar y consolidar su Imperio Universal sobre cinco pilares
básicos:
a) Conquista del mundo. Roma se marcó la tarea no solo de incorporar tierras,
sino, y sobre todo, proceder a su estructuración bajo el modelo de Roma: la
romanización del mundo que iba conquistando. La experiencia del Imperio, el
aprendizaje de gobierno, fue larga y dura para vencedores y vencidos. A partir del siglo
I a. C. el Senado y luego los Emperadores llevaron a la práctica fórmulas de gobierno
con cierto equilibrio de autoridad y eficacia. Con Roma se incluyen en el ámbito de las
grandes culturas todas las tierras meridionales de Europa más Britania y todo el norte de
África. Esta civilización romana caminó más al ritmo del progreso en las esferas de lo
práctico – puentes, vías, sistemas de cultivo, técnicas mineras- que en el de la pura
cultura.
Sería difícil ver hasta que punto Roma no quiso o no pudo prolongar sus dominios
por Germania y países mesopotámicos, pues no cabe duda que la paralización de la
política de conquista fue altamente nociva desde el momento que limitó una de sus
tradicionales fuentes de ingresos y de ocupación de tierras que ceder a sus ciudadanos y
licenciados del ejército; con el agravante de que paralelamente crecían sus gastos y era
más difícil la defensa de sus fronteras.
b) Hermandad universal, ideal del Imperio. La igualdad de todos los ciudadanos
ante el Estado fue la base de la Roma naciente, concediendo a sus subordinados cierta
libertad y otorgándoles progresivamente la condición de cives romani, pasando del trato
como enemigos (hostes) al de amigos (peregrini y socii) y luego de romanos (cives
romani).
Entretanto, las provincias mantenían sus propias tradiciones en el vestido, la
religión y las costumbres; y hubo total y libre circulación de personas, bienes e ideas.
Tal uso de la libertad comportaba una vida en paz, la pax romana, y la vinculación a
Roma como árbitro supremo de esta paz y ejercicio de la justicia garantizada por el
La Romanización del Mediterráneo 28
Derecho Romano. Incluso en lo político las ciudades sometidas se rigieron por sus
propias leyes, si bien es cierto que terminaron por imitar la organización romana y
recibieron con orgullo el título de colonia o el de municipium civium romanorum. Tan
solo se constatan acusados retrasos en regiones lejanas (la franja cantábrica hispánica,
ciertas regiones de Britania o pueblos fronterizos al desierto africano) o donde se había
mantenido una civilización igual o superior a la romana (Grecia, Egipto, Asia Menor).
Algo similar sucedió con el idioma: el latín prosperó con relativa facilidad en
Occidente, pero no logró desplazar al griego en Oriente.
En definitiva podemos constatar que hubo una lenta pero efectiva hermanación
entre todos los pueblos sometidos a Roma en lo político, social, cultural, técnico y
religioso. La constante circulación de personas en el Imperio –soldados, comerciantes,
trabajadores- actuó como agente decisivo en esa comunión de razas e ideas. Esto no
quiere decir que tal hermandad universal tuviera en Roma un sentido moderno, ya que
la sociedad romana estuvo lejos de un equilibrio medianamente justo, desde el momento
en que proliferan elementos extremos a esa clase media: capitalismo y latifundismo por
una parte, y esclavismo como modo de producción, por otra, fueron lacras ciertas y
constantes de los siglos de Roma.
c) Integración en la condición de cives romani. Los cives romani son la base y el
sostén del Imperio. Tenían una situación de privilegio y un espíritu de solidaridad. Eran
libres, con derecho al voto, al matrimonio legal, a la propiedad y a los cargos políticos o
militares. La condición de cives se limitaba inicialmente a los habitantes de Roma, pero
la ampliación de este derecho, primero a los itálicos, luego a los provincianos más
romanizados y, finalmente, a todos los súbditos libres explica en gran parte la
consolidación de sus dominios en paz. El número de ciudadanos de derecho fue siempre
suficiente como para garantizar la estabilidad; tanto más que los cives romani fueron las
gentes de mayor capacidad económica e influencia social. A estas noblezas locales se
les abrieron pronto las puertas a los cargos más importantes, con lo que los vencidos se
convierten en solidarios de la obra y de los ideales de Roma.
Desde los tiempos de la Monarquía hasta el fin del Imperio, toda la clase ciudadana
siempre sintió orgullo de ser romana y partícipe de ese Imperio. El gobierno de Roma se
movió en un medio generalizado de libertad, protección a las personas y bienes, eficacia
administrativa, fijación de leyes y acceso al bienestar. Hubo otro tipo de libertad: la
libre circulación de ideas, bienes y personas. La libertad de expresión fue relativa, sobre
todo en Roma, donde la censura reprimió los ataques al emperador y su corte y adquirió
La Romanización del Mediterráneo 29
gran rigor con la lex maiestatis. Por el contrario hubo mayor tolerancia en ideas
filosóficas o religiosas en tanto no atentaran a la paz social o a la moral. También las
ciudades mantuvieron autonomía y libertad de acción a través de sus propios órganos
rectores municipales. La intervención de Roma se limitó a garantizar la paz y el
principio de autoridad; amén de la percepción de tributos.
d) Garantía de la eterna pax romana. La meta de Roma y lema de su propaganda
política fue la paz que había logrado en las tierras sometidas. Con ella consigue hacer
que los pueblos, especialmente en Occidente, cambiaran la espada por el arado y que el
mundo mediterráneo gozase largos años de esta paz. Las legiones serían los garantes de
la paz permanente. Apenas hubo legiones en el interior del Imperio y las reducidas
policías municipales se bastaron para guardar el orden y contra los salteadores.
Semejante ideal de paz para tantos pueblos tan largo tiempo y con tan escaso despliegue
de tropas, no se ha repetido en la historia.
e) El Derecho Romano. Es la obra maestra de Roma y la máxima expresión de
sus virtudes de gobierno, su legado más característico, permanente y actual. El Derecho
fue perfeccionado constantemente desde la época de las Doce Tablas con leyes de los
Comicios, resoluciones del Senado, edictos o sentencias de los pretores y decretos
imperiales.
Las bases de su eficacia fueron:
- La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley,
- El desarrollo de su jurisprudencia sobre principios profundamente científicos,
- El sentido práctico y concreto de su contenido,
- La supremacía de la ley aceptada unánimemente,
- La constante renovación y perfeccionamiento al ritmo impuesto por la experiencia,
pero respetando la tradición.
Sólo así se convirtió en un instrumento sólido y eficaz de administración y ejercicio
de justicia sobre los pueblos y garante de la paz y bienestar social del Imperio. Tales
condiciones garantizaron su universalidad y su perennidad en la historia del mundo.
El Derecho Romano, tal como lo conocemos hoy, es el resultado de la recopilación
de eruditos del final del Imperio y en él se refleja la capacidad práctica y de perfección
del espíritu romano.
Abarca todos los campos posibles de la acción legal:
-Derecho Público (ius publicum).
La Romanización del Mediterráneo 30
-Derecho Privado (ius privatum). Aspectos específicos: real, obligaciones, familia,
sucesiones.
Incluso en cuestiones de procedimiento es actual, pues ofrecía plenas garantías de
equidad y de un proceso penal rigurosamente sometido a normas y absolutamente ajeno
a cualquier capricho de los jueces. También nació una jurisprudencia, precedente de
nuestro Derecho Internacional, que emanaba del pretor que, en Roma, atendía a los que
no eran ciudadanos romanos (praetor peregrinus). Inicialmente sirvió para los
comerciantes extranjeros que actuaban en el mundo romano; más adelante para todos
los hombres libres, no romanos (ius gentium) que mantuvieran cualquier tipo de
relaciones dentro del ámbito del Imperio.
Roma, con su sofisticado marco administrativo y jurídico convirtió las distintas
naciones en una sola en términos legales y también alteró sensiblemente la vida pública
al afirmar los derechos del individuo. Por ejemplo, al hacer de la familia la célula social
y al reglamentar la propiedad privada.
III. 2 - Organización económica y social
La familia romana fue la institución que menos cambios sufrió durante toda la
historia del Estado romano. En la familia, el pater familias mantuvo sus prerrogativas
inalterables durante siglos. Ni el poder de los magistrados municipales ni los poderes
superiores de los altos órganos del Estado interferían en el ámbito de los dominios del
pater familias. Los miembros de la familia (mujer, hijos, nietos, esclavos, clientes en
algunos casos) estaban sometidos a la autoridad del padre. La mujer estaba limitada a
ser un instrumento de producción de hijos y a dirigir las faenas domésticas y no se le
permitía participar en la vida política, sólo algunas mujeres pertenecientes a las altas
esferas romanas participaron ocasionalmente, pero sin posibilidad legal de ocupar
magistraturas. No obstante, las mujeres romanas gozaban de una independencia jurídica
y económica en su condición de esposas que es notable si se compara con la posición de
muchas mujeres en otras sociedades. La esterilidad u otras circunstancias podían ser
objeto de disolución del matrimonio.
La familia no solo era una unidad económica a través de la cual se transmitía la
propiedad, sino que cumplía importantes funciones ideológicas. El padre era el
sacerdote del culto doméstico a los antepasados, cuyas virtudes eran alabadas y
mitificadas. Los niños adquirían, en el seno de la familia, el conocimiento de la religión
La Romanización del Mediterráneo 31
y de la cultura romana. Incluso cuando ya aparecieron las escuelas públicas, los hijos de
las grandes familias eran educados en la propia casa por pedagogos, generalmente
esclavos domésticos
El modelo de la familia romana se generalizó allí donde penetraron las formas
organizativas romanas: para la distribución de tierras a indígenas o a colonos romanos,
para la confección del censo…, la institución familiar y la autoridad del padre eran
tomados en consideración.
Superando el marco de la familia, existían las asociaciones populares que no
formaban parte de la administración central o ciudadana al margen de que
ocasionalmente fueran utilizadas por ella. Conforme a su composición y a sus fines
existían varios tipos de asociaciones populares: funeraticias, religiosas, profesionales,
de jóvenes y militares.
Una asociación funeraticia tenía por finalidad el costear honras fúnebres y el erigir
una lápida funeraria a los miembros de la misma. Podían pertenecer a ella tanto libres
como libertos y esclavos.
El fin principal de una asociación religiosa era mantener el culto de una divinidad.
Se asemejaban a las cofradías de épocas posteriores.
Las profesionales (collegium) servían para defensar los intereses económicos de
artesanos, comerciantes y profesionales. Tenían ciertas analogías con los gremios
medievales.
Las asociaciones de jóvenes (collegia iuvenum) no eran sólo clubs deportivos, sino
que cumplían fines militares en la defensa del territorio de las ciudades enclavadas en
las provincias inermes.
Las militares tenían la misión de conceder ayudas económicas a aquellos de sus
miembros que las necesitasen. Todos sus componentes eran ciudadanos romanos.
Todas las asociaciones estaban bajo la advocación de una divinidad. Disponían de
un local para reuniones (curia). Las aportaciones económicas de sus socios eran
destinadas a la caja de la asociación.
A partir de los Severos, las asociaciones profesionales fueron estatalizadas y puestas
al servicio del abastecimiento de las legiones.
La Romanización del Mediterráneo 32
III. 3 - La ciudad, célula de romanización
Desde su llegada a las provincias, los latinos aprovecharon para asentarse en sus
propios campamentos militares y en las ciudades más importantes.
La civitas o ciudad, aparecía bien organizada socialmente, centralizaba el comercio
y los negocios y favorecía el pago de impuestos y tributos.
El significado del término civitas “unidad administrativa inferior de tipo romano” es
impreciso traducirlo por ciudad, no hay ningún término en español para traducirlo con
precisión. Fueron núcleos administrativos, judiciales, industriales, comerciales, fiscales,
culturales, religiosos y de toda índole y no sólo albergaban a los funcionarios, militares
e inmigrantes civiles romanos e itálicos, sino que también ejercieron una poderosa
atracción en los indígenas, necesitados de integrarse en el nuevo orden socio-
económico.
Los dos grupos principales de personas estaba conformado por esclavos o libres.
Entre los libres era necesario distinguir entre los que no tenían derechos de ciudadanía,
los ciudadanos latinos aliados de la metrópoli y los ciudadanos romanos, normalmente
nacidos en la capital. Sólo estos últimos podían votar y detentar cargos oficiales, lo que
implicaba notables beneficios jurídicos y fiscales.
Durante la República, los nativos solían pertenecer al primer conjunto de libres,
carentes de derechos de ciudadanía. Pero a partir del Imperio, el número de ciudadanos
se fue incrementando con aristócratas locales y personas que habían prestado
importantes servicios a la metrópoli. Lo cierto es que los nativos deseaban acceder a la
ciudadanía con el fin de integrarse y promocionarse social y económicamente. El
carácter hereditario del derecho de ciudadanía hizo que éste fuera ampliándose hasta
abarcar a buena parte de la población. La fusión fue absoluta cuando Caracalla otorgó,
en 212, la ciudadanía romana a todos los libres del Imperio. En adelante ya no hubo
distinción entre romanos y nativos.
III. 4 - Arquitectura y obras de ingeniería: civiles y militares
Las ciudades nuevas eran de planta cuadrangular, habitualmente definida por un
perímetro amurallado. Sus calles, de esquinas en ángulo recto, son iguales y delimitaban
insulte (manzanas) cuadrangulares. La intersección de las dos vías principales, de mayor
anchura que las otras, kardo maximus, la que va de norte a sur y decumanus la que va
de este a oeste, formaban en el centro el forum maximum (plaza mayor), por lo general
La Romanización del Mediterráneo 33
porticado y al que se abrían los edificios públicos. Estas dos calles terminaban en las
cuatro puertas que tenía la muralla. Si la ciudad era importante, podía tener mayor
número de plazas. (Ver anexo Pág. 82)
La construcción de fuentes, acueductos, cloacas y sistemas de irrigación de campos
y de drenaje de ciénagas supuso una evidente mejora de la calidad de vida.
En el subsuelo de todas las ciudades de cierta importancia se construyeron las
alcantarillas, que permitían el drenaje tanto del agua de la lluvia como de las aguas
residuales vertidas a través del alcantarillado de la ciudad y que todavía hoy siguen
cumpliendo su función original. Eran suficientemente amplias como para que un
hombre pudiese caminar por ellas, pero se colocaba una reja en la desembocadura para
impedir la entrada a la ciudad.
Las ciudades estaban defendidas por murallas, con una vía de circulación en la
parte superior que permitía la vigilancia. Las murallas estaban protegidas por almenas.
Las puertas tenían tres bóvedas: una central por la que pasaban los carruajes y dos
laterales para los peatones. Se cerraban con portones de madera y rejas levadizas.
En honor a las victorias se construían columnas, arcos de triunfo, estatuas
ecuestres y placas conmemorativas que solían hacer siempre referencia al emperador
reinante y sus gloriosas victorias conseguidas en pos de la salvaguarda de la pax
romana de la que gozaban los ciudadanos de la urbe. Era un motivo que se recordaba
constantemente para dar sentido a la recaudación imperial: sin dinero no hay ejército,
sin ejército no hay seguridad y sin seguridad no hay ciudades ni comercio. Algo que
quedaría patente a finales del bajo imperio.
El Arco de Constantino se encuentra entre el Coliseo y la colina del Palatino, en Roma
La Romanización del Mediterráneo 34
Dentro del entorno urbano distinguimos las siguientes áreas:
Área religiosa: El templo. – La mayor parte de los núcleos urbanos importantes
tenían uno o dos templos consagrados oficialmente a los dioses capitolinos o a otra
divinidad. En el recinto sagrado podían situarse aras que servían para el culto a dioses
distintos de aquel a quien el templo estaba consagrado. Eran la casa de los dioses en
cada ciudad; se oraba fuera de ellos. En los templos únicamente podían entrar los
sacerdotes. La arquitectura era de influencia griega.
Área pública: El forum y el acueducto.- El Forum era la plaza principal.
Acogía los edificios más importantes, como la basílica (para administrar justicia,
posteriormente el cristianismo la adoptó como templo), la curia (donde se reunía el
senado) y los rostra (plataformas desde donde los gobernantes se dirigían al pueblo).
También reunía el comercio, que se desarrollaba en las tabernae (tiendas) situadas en
sus pórticos. Allí se encontraba médicos, boticarios, abogados, maestros, músicos,
artistas, herreros, carpinteros y alfareros, por no hablar de bodegueros y prostitutas, cada
cual anunciando sus mercancías y servicios. Podían hallarse tiendas, almacenes y
posadas en otros puntos de la ciudad.
Los Acueductos canalizaban el agua. Un núcleo urbano importante necesitaba
ante todo una aportación constante de agua que permitiera el abastecimiento de miles de
personas concentradas en un mismo lugar, que podía encontrarse a algunos kilómetros
de distancia de las fuentes naturales de agua. Para conseguir este flujo continuo de agua
se construyeron los acueductos. Pese a lo que podamos pensar, el acueducto romano era
subterráneo en su mayor parte. No obstante, hoy conocemos como acueductos las obras
monumentales edificadas para salvar los obstáculos geográficos. Su esbeltez, junto a la
tremenda altura conseguida por algunos de ellos, los convierte en las más bellas obras
de ingeniería civil de todos los tiempos, sobre todo teniendo en cuenta las dificultades
salvadas para la construcción de los mismos. Consistían en puentes sostenidos ‘por
gruesos pilares unidos mediante arcos de medio punto, coronados por un canal con una
ligera inclinación para permitir discurrir el agua. El agua se llevaba hasta un lago
artificial, a partir del cual el agua podía ser transportada hasta el núcleo urbano por
canales de piedra, cañerías de cerámica o de plomo. El depósito de reserva de agua de
la ciudad se llamaba castellum aquae.
La Romanización del Mediterráneo 35
Los espectaculares acueductos de la antigua Roma no hubieran sido posibles sin la
labor de una legión de topógrafos que midiesen el terreno y marcasen su trazado.
Algunos de estos acueductos consiguieron longitudes que, incluso hoy, resultan
sorprendentes.
En la península Ibérica destacan, por su estado de conservación, en primer lugar el
acueducto de Segovia, seguido por el acueducto de les Ferreres o Pont del Diable en
Tarragona.
Acueducto romano de les Ferreres o Pont del Diable (Tarragona)
Área de ocio: el teatro, el anfiteatro, el circo y las termas
En los teatros se representaban obras clásicas y políticas, necesarias para la adecuada
"educación" del pueblo
El teatro tenía forma semicircular y constaba de las partes siguientes
Cavea (gradas)
Orchestra (donde se situaba el coro)
Scaena (escenario)
Frons scaenae (decorado permanente)
Post scaenae (detrás del escenario, donde se cambiaban los actores)
A diferencia del teatro griego, lo habitual era que la cávea no estuviera al pie de un
declive natural sino sostenida por estructuras de mampostería. Incluso la escena era
mucho más alta y elaborada, de modo que adquiría un aspecto monumental, con sus dos
o tres plantas, y en ella se abrían las tres entradas para los actores: la regia, que era la
La Romanización del Mediterráneo 36
central, reservada a los protagonistas, y las dos laterales u hospitalia, para los
personajes secundarios. Las escenografías y la maquinaría hacían más convincente la
representación, acompañada por una orquesta que se acomodaba al pie de la escena.
El teatro romano no tenía como principal actividad las representaciones de comedias
o dramas, ya que realmente era un edificio dedicado a celebraciones que enaltecían al
emperador. Se trata, por tanto, de un lugar más bien político, aunque en algunas
ocasiones podría haber albergado este tipo de representaciones.
El teatro mejor conservado en la Península Ibérica es el de Mérida. También forman
parte de nuestro tesoro arqueológico los teatros de Itálica, Sagunto, Clunia,
Caesaraugusta (Zaragoza) y otros.
El anfiteatro se construía fuera de las murallas. Tenía forma elíptica y constaba
de las partes siguientes:
-Cavea
-Vomitorio (oberturas de acceso a la cávea)
-Arena
Por debajo de la arena, cuya base era un tablado, se extendían los subterráneos
destinados a los muchos elementos necesarios para el desarrollo de los espectáculos
(jaulas, almacenes, maquinarias para elevar los escenarios y las fieras…).
El Coliseo de Roma es el anfiteatro más conocido y monumental del mundo
En el anfiteatro se desarrollaban luchas de gladiadores, exhibiciones y caza de fieras
y otros espectáculos menores: exhibiciones de animales domésticos, presentaciones de
La Romanización del Mediterráneo 37
malabaristas, acróbatas e ilusionistas, evocaciones de episodios míticos e históricos o
las representaciones de cuentos populares, como el del bandido que tras cometer todo
tipo de delitos, era detenido y crucificado o despedazado por un oso. Todo esto ocurría
de verdad, sin ficción alguna.
Los anfiteatros serían testimonios, a partir del siglo I de nuestra era, de la brutal
represión que en algunas épocas se ejerció contra la creciente población cristiana por
parte de las autoridades romanas.
Acostumbrado a espectáculos tan fuertes y cruentos, el pueblo no disfrutaba de otros
más decorosos. Las competiciones atléticas y las exhibiciones gimnásticas incluso se
consideraban inmorales.
Más aceptación popular tuvieron las naumaquias, batallas navales a escala reducida
en las que se inundaba la pista del anfiteatro y los combatientes se mataban de verdad.
El circo era el lugar destinado a las carreras de carros, caballos y otros espectáculos
hípicos
Posiblemente, dentro de los numerosos espectáculos que los gobernantes romanos
ofrecían al pueblo, los celebrados en el Circo fuesen los que más éxito obtuviesen. Así
lo demuestran lo amplio de sus gradas -hasta 225.000 plazas en el Circo Máximo de
Roma-, los numerosos escritos con reglamentaciones y las crónicas de los eventos que
en ellos se sucedieron. Intervenían vehículos semipesados o veloces arrastrados por
tiros de dos (bigae), tres o cuatro caballos (quadrigae). Tenía planta cuadrangular con
los extremos semicirculares.
El Circus Maximus tuvo el honor de ser el primer y mayor circo de Roma.
La Romanización del Mediterráneo 38
Constaba de las siguientes partes:
-Cavea
-Pulvinar (sitio de honor donde se sentaba el magistrado más ilustre y desde
donde se daba la señal para que empezara el espectáculo)
-Podium (muro pequeño que separaba la cávea de la arena)
-Arena
-Spina (muro longitudinal de poca altura que dividía la arena y que estaba
decorado con estatuas, obeliscos y columnas)
-Carceres (cocheras desde donde salían los carros)
-Metae (las líneas de llegada, situadas en ambos extremos de la spina
A los espectáculos públicos (ludi) se acudía “para ver y dejarse ver”, para exhibir
vestimentas lujosas y peinados raros, joyas y servidoras, aun a costa de endeudarse o
derrochar el patrimonio.
Las termas tenían doble función: de higiene y lúdica. Asistir a estos centros era un
hábito diario. En la época imperial, estaban abiertos gratuitamente al público o, a lo
sumo, se cobraba un cuadrante por la entrada (mucho menos que un litro de vino o una
hogaza). Aunque hombres y mujeres compartían en ocasiones los mismos espacios, las
horas de baño eran diferentes para unos y otras: las mujeres acudían por la mañana
mientras los hombres lo hacían por la tarde.
Para la temperatura del agua se utilizaban cámaras subterráneas donde, en hornos con
ladrillos refractarios -praefurnium-, calentaban el agua que, posteriormente, pasaba por
canalizaciones debajo de las estancias hasta su piscina final. La pavimentación era en
opus signinum, esto es ladrillo con argamasa, para facilitar la transmisión del calor y
convertirlo en suelo radiante.
Bajo el suelo del caldearium se hacía pasar una serie de cañerías por donde
circulaba agua caliente. El suelo, aunque estaba provisto de un revestimiento aislante, a
menudo estaba demasiado caliente, y por lo tanto, la gente solía llevar zuecos de suela
de madera.
Partes de las termas:
Apodyterium (vestidores)
La Romanización del Mediterráneo 39
Palestra (gimnasio)
Frigidarium (piscina de agua fría)
Tepidarium (sala templada, zona de paso entre los baños fríos y los calientes; se
daban servicios de estética y masajes)
Caldarium (sala de baños calientes, con el techo en forma de cúpula para evitar que
el vapor cayese sobre los bañistas)
Laconicum (sauna de forma cilíndrica con cúpula)
Unctorium (sala de masajes)
Hypocaustum (Calefacción)
Dentro de las termas, además, había bibliotecas, salas de lectura, de reunión social y
hasta lugares en los que se podía consumir algún tentempié o jugar a un juego parecido
a las damas.
Resumiendo, las termas eran no solo un lugar donde se proporcionaba un bienestar
físico, sino también un centro de trato social, donde se encontraban los placeres del
espíritu, además de interlocutores para hablar de política, de deportes y de negocios.
Área privada: la vivienda
DOMUS (Casa de ciudad): Situada en una manzana compartida con otras
viviendas, de planta más o menos cuadrangular, tenía pocas ventanas al exterior y
estaba centrada en torno a un atrium (patio). De muebles, sólo había los básicos. La
decoración interior era lujosa. Los suelos estaban pavimentados con preciosos mosaicos
de colores y adornaban las paredes con coloridas pinturas murales y tapices. En el
La Romanización del Mediterráneo 40
exterior de las casas, por el contrario, se prefería la austeridad, con fachadas discretas.
Cerca de la entrada, en el patio o junto a la cocina, había un larario, pequeño nicho
sacro dedicado a los Lares (divinidades protectoras de la familia), a los que se ofrecían
comida y libaciones. A su lado se conservaban las imágenes maiorum, los retratos en
cera de los antepasados. La vivienda señorial romana o domus, era el domicilio
de los personajes relevantes dentro de cada ciudad.
Partes de la domus:
Ianua (puerta de entrada desde la calle).
Vestibulum (vestíbulo)
Fauces ( Pasillo que llevaba al atrio)
Atrium (patio central)
Impluvium (estanque situado en medio del atrio donde se recogía el agua de la
lluvia)
Compluvium (abertura en el techo por donde entraba el agua al impluvium y
suministraba ventilación e iluminación a las habitaciones principales, que lo rodeaban)
Cubicula (dormitorios)
Tablinum (despacho del paterfamilias, solía estar delante de la entrada)
Triclinium ( Comedor)
Culina (cocina)
Perystilum (jardín porticado con columnas, de influencia griega)
Balineum (baño)
Tabernae (local destinado a tiendas o almacenes, que daba al exterior)
INSULAE (edificio de varias plantas): Se puede decir que es el precursor de
nuestros edificios de viviendas actuales. Para aprovechar el espacio de las
ciudades, se proyectaron construcciones de hasta cuatro pisos. En la planta baja
se abrían tiendas -tabernae- y en las superiores, apartamentos de varios
tamaños. Todos las estancias comunicaban con un patio central comunitario
adornado con fuentes o jardines.. Se construía con mampostería y paredes de
ladrillo, y por lo común tenían la planta baja destinada a tiendas en la fachada y las
viviendas más cómodas por el lado del patio interno. En las otras plantas, con una
estructura menos sólida a medida que se subía, estaban las demás viviendas.
La Romanización del Mediterráneo 41
Los alquileres eran altos y los inquilinos recurrían, no pocas veces, al subarriendo.
En los apartamentos de los humildes, que eran los de las plantas superiores, los
servicios esenciales estaban reducidos al mínimo. No tenemos pruebas de la existencia
de agua corriente en los pisos superiores, por las dificultades económicas que implicaba
la conexión con la red urbana de abastecimiento. Para la calefacción había que recurrir a
los braseros.
VILLA (casa de campo): La Villa romana originalmente era una morada rural cuyas
edificaciones formaban el centro de una propiedad agrícola. Constituyen uno de los
ejemplos más notables de edificación romana.
Contaba con dos partes:
1. Villa rústica: parte dedicada a las tareas agrícolas y ganaderas. Disponía de
caballerizas, bodegas, almacenes, huertos…
2. Villa urbana: residencia del señor y su familia. Disponía de todas las
comodidades de la época, además de jardines y espléndidas vistas.
También existieron las casae o viviendas de esclavos y clases bajas, que por
sus precarios sistemas de construcción, hoy han desaparecido.
VÍAS DE COMUNICACIÓN
El factor más sustancial de romanización fue la extensa red viaria acometida por los
romanos. La existencia de una amplia red de calzadas y puertos facilitó el comercio y
las comunicaciones, aspectos fundamentales para el crecimiento económico y el control
político y militar.
Calzada romana
La calzada romana era el modelo de camino usado por Roma para vertebrar su
Imperio. Una impresionante red de vías unía las ciudades de todo el territorio romano.
Esta, partía radialmente desde la misma Roma, de aquí el dicho: "todos los caminos
conducen a Roma". A medida que se conquistaban territorios se les dotaba
inmediatamente de calzadas, comunicando así las distintas plazas fuertes, campamentos
o ciudades.
La Romanización del Mediterráneo 42
Contaba con ejes principales (viae publicae), de los que partían numerosas calzadas
secundarias (viae vicinales), todas ellas debidamente señalizadas con piedras miliares
cada milla (1.480 metros). Con esta vasta trama de carreteras los romanos facilitaron
tanto el tránsito de personas como el de bienes. Pensadas, primero, para uso militar,
serían el origen de la expansión económica del Imperio y después, al final, facilitarían
las grandes invasiones de los pueblos bárbaros.
La construcción de vías de comunicación relacionó regiones hasta ese momento
aisladas entre sí y mejoró la conexión entre el ámbito urbano y el rural. Los viajes eran
relativamente fáciles para la época, gracias a una organización que favorecía una
relativa comodidad para sus usuarios.
La primera vía fue construida en el 312 a. C. por Appius Claudius Caecus y unía
Roma con Capua: es la Vía Apia. Cada vía lleva el nombre de la persona que inició el
proyecto de su construcción.
Las ciudades también estaban atravesadas por calzadas, con aceras laterales
ligeramente elevadas. Estas calles se empedraban o se cubrían con losas de piedra
dispuestas de forma regular, permitiendo cruzar de una acera a otra en días de lluvia e
impedían que los vehículos alcanzaran velocidades peligrosas. Como máximo llegaban
hasta el final de los cementerios, situados a las afueras del pueblo.
Actualmente la mayor parte de estas vías se corresponde con el trazado de las
actuales carreteras nacionales o autopistas de los actuales estados de España y Portugal,
lo que confirma el acierto romano en la óptima elección del trazado de las mismas.
Los ingenieros romanos tuvieron que llevar a cabo una serie de obras para cruzar los
ríos, con el fin de evitar desvíos en el trazado de las calzadas: vados y puentes.
La Romanización del Mediterráneo 43
Vados.- A menudo, las vías cruzaban los ríos por vados. Estas zonas solían estar
simplemente empedradas o con piedras trabajadas con cal, con el soporte de vigas de
madera. Incluso los había construidos con grandes bloques y con un muro de
sustentación, una parte más baja para canalizar el agua y una calzada para los pasajeros.
Estos vados, en ocasiones, evolucionaron convirtiéndose en puentes de madera o de
piedra.
Puentes.- La construcción de puentes de piedra en los ríos de mediana anchura fue
la innovación más espectacular de las vías romanas. Permitían la continuidad de la
circulación en cualquier circunstancia, por ejemplo, en las épocas de crecidas de los
ríos. Estos puentes a menudo han perdurado a través de los siglos y todavía se usan hoy
en día o bien, tras su destrucción, sus cimientos han servido de base para su posterior
reconstrucción.
El típico puente romano consta de una plataforma sostenida por arcos de medio
punto, de semicírculos o de segmentos de círculo. Estos arcos reciben el nombre de
“ojos”. Según la anchura del río, los puentes podían tener un solo arco o varios arcos.
Muchas veces los puentes eran totalmente de madera. También había puentes mixtos en
los que los pilares se construían de piedra, pero la cubierta del puente era de madera.
Puente Romano de Alcántara
Los puentes surgieron como un elemento secundario pero imprescindible de las vías
de comunicación. Cumplen la función de salvar obstáculos naturales, como ríos o
barrancos profundos, ahorrando largas distancias buscando vados.
Actualmente es difícil saber, en algunos casos, si algunos puentes son realmente
romanos o construcciones posteriores, ya que el mismo patrón de construcción se
extendió hasta la Edad Media.
La Romanización del Mediterráneo 44
Edificios y construcciones diversas.
La administración romana instaló estaciones a lo largo de las vías romanas, la
mutatio y la mansio, para comodidad de los viajeros.
La mutatio era una estación de descanso cada 10 ó 15 Km, para el posible cambio de
montura y descansar.
Las mansios estaban separadas por unos 30 a 50 Km, estaban bien equipadas y,
posiblemente, permitían pasar allí la noche. Tenían un albergue para la cena, un servicio
de establos para los caballos, un herrero e incluso un encargado del mantenimiento de
los vehículos.
Paralelamente a los albergues, había almacenes que aprovisionaban de mercancías a
la capital del Imperio.
El servicio postal del Imperio Romano fue, con el ejército, el principal beneficiario y
usuario prioritario de las vías romanas, utilizándolas para la entrega rápida de mensajes
y noticias por todo el Imperio.
Pronto se vio la necesidad de construir fortalezas y campamentos militares para
garantizar la seguridad de estas vías.
Los ingenieros romanos realizaban sus obras utilizando como materia primera la
piedra, la arcilla, la argamasa y la madera.
No se debe olvidar que el Imperio romano era un imperio esclavista, es decir, que el
trabajo de los esclavos era la fuente de energía básica empleada en las labores de
construcción. Al ser el trabajo de los esclavos gratis, sus músculos son una fuente de
energía barata, lo que limitaría las posibilidades de progreso técnico al no ser necesarias
fuentes de energía alternativas como el vapor. No obstante, dada la colosal grandeza de
muchas de sus construcciones, sí se usaba máquinas especializadas: grúas, poleas,
andamios…
Obras militares: campamentos y murallas
Las obras militares fueron el primer tipo de infraestructura que construyeron los
romanos, a causa de su enfrentamiento con los indígenas.
Campamentos.- El campamento romano era el centro principal de la estrategia
militar pasiva o activa. Podían ser temporales, si se establecían con algún propósito
militar inmediato, o concebidos para acuartelar las tropas durante el invierno, en este
La Romanización del Mediterráneo 45
caso se construían con argamasa y madera. También podían ser permanentes, con la
finalidad de someter o controlar una zona a largo plazo, por lo que se solía utilizar la
piedra para construir sus fortificaciones. Muchos campamentos se convirtieron en
centros estables de población, llegando a convertirse en verdaderas ciudades, como es el
caso de León.
Murallas.- Una vez establecida una colonia o un campamento estable, la necesidad
de defenderlos implicaba la construcción de potentes murallas. Tras el periodo de la pax
romana, en que estas defensas eran prescindibles, las invasiones de los pueblos
germánicos reactivaron su construcción.
III. 5 - El arte romano
En el estudio del arte romano podemos diferenciar la pintura, la escultura, el
mosaico y de una forma más general, los elementos contenidos en la arquitectura que
exceden de su carácter meramente funcional.
Pintura.- La pintura es, de todas las expresiones del arte, la más sensible al paso
del tiempo, por lo que son muy escasos los restos de la misma. En base a la cantidad de
pinturas murales encontradas en las ciudades de Pompeya y Herculano, enterradas en
arena volcánica, así como en los zócalos enterrados en la mayor parte de los conjuntos
arqueológicos romanos, se comprueba que la decoración pictórica era frecuente, siendo
común en la vida cotidiana romana.
Experimentó diversas fases de desarrollo, desde la decoración de las paredes con
texturas que imitaban mármoles o columnas, pasando por la recreación de escenas
teatrales, paisajísticas, religiosas o épicas, hasta la recreación de criaturas monstruosa u
objetos imposibles de la primera época imperial. Posteriormente, avanzado el siglo I, se
puso de moda un nuevo estilo más abstracto.
Escultura.- La tradición escultórica romana procede directamente de la cultura
griega. Las clases dominantes utilizaron la escultura como una manifestación de su
elevada posición social no sólo en el ámbito privado adornando sus villas, sino también
en el público, en que la escultura se usó como promoción política.
La escultura romana se basa en dos materiales, el mármol y el bronce. Con el paso de
los siglos, han sido pocas las esculturas en bronce que han llegado hasta nosotros,
La Romanización del Mediterráneo 46
debido principalmente a la reutilización de este material o a la corrosión provocada por
el tiempo y la intemperie.
En el ámbito público, la escultura ejerce un papel fundamental en la ornamentación de
los edificios públicos, mostrando al pueblo las imágenes de los gobernantes y
enalteciendo la figura del emperador.
Mosaico.- El mosaico se utilizó en abundancia con la finalidad de pavimentar el
suelo, especialmente el de las casas pertenecientes a las familias más importantes. Por la
gran profusión de mosaicos, y por las características de los materiales utilizados,
principalmente vidrio, cerámica y piedra, los restos arqueológicos de esta variedad
artística son muy abundantes, y algunos se encuentran en un excelente estado de
conservación.
III. 6 - Formación y ordenamiento de las provincias romanas
El término provincia aludía, en general, a un territorio situado fuera de Italia,
anexionado a Roma por vía pacífica o por conquista, y sujeto a la competencia de un
magistrado de rango proconsular o propretorio (que pertenecía a la clase senatorial y
había desempeñado los más altos cargos de la carrera administrativa).
El dominio provincial de Roma se inició con la anexión de Sicilia, Cerdeña y
Córcega, producido entre la primera y la segunda guerra púnica. A estas islas pronto se
agregaron las provincias de Hispania citerior e Hispania ulterior. Para gobernar estos
territorios se nombraron cuatro nuevos pretores, que tenían poderes civiles, militares y
administrativos. Al asumir sus cargos, publicaban un edicto especificando las normas
que iban a regir la administración de las ciudades y los pueblos del territorio provincial.
En el año 146 a. C., Macedonia cayó bajo la influencia de Roma, y en esa misma
fecha se creó la provincia de África, con los territorios de la destruida Cartago. En el
133 a. C. Roma recibió, como herencia de Atalo III, el reino de Pérgamo, que se
convirtió en la provincia de Asia y, hacia el 120 a. C. se constituyó la provincia de Galia
Narbonense.
Todo esto llevó a la modificación del aparato administrativo existente. Así fue como
se instituyó la costumbre de prolongar el mando más allá de su término, por la que una
vez terminado el año de su mandato, los cónsules y pretores, se convertían en
procónsules y propretores, y continuaban dentro de la administración del Estado.
La Romanización del Mediterráneo 47
Entre los años 133 y 31 a. C. se crearon las provincias de Ponto, Siria y Cilicia;
también los soberanos de Cirene y de Bitinia legaron sus reinos a Roma. Mientras, la
situación política interna se iba deteriorando. Para evitar el peligro de una dictadura,
Pompeyo decretó que entre el ejercicio de una magistratura ordinaria y el de una
promagistratura tenía que transcurrir un período de cinco años.
Desde 58 a. C., Julio César hizo amplias conquistas: sometió Numidia (que se
convirtió en la provincia de África nova) y el territorio de Gallia Comata (zona centro-
norte de Francia, más parte de Bélgica y Alemania actuales); en el 49 amplió el
territorio itálico al conceder la ciudadanía romana a todos los habitantes de Gallia
Cisalpina (hoy Italia septentrional).
Con Augusto aumentó el número de las provincias: tras la victoria de Accio, Egipto
cayó en manos de Roma, y poco después lo hicieron las regiones del arco alpino (Alpes
Marítimos, Cotia, Retia y Nórico), de Dalmacia, de Panonia, de Lusitania (hoy
Portugal) y de Galacia ( en Anatolia nororiental).
Entonces se modificó sustancialmente la administración provincial quedando bajo el
control directo de Augusto los territorios que necesitaban de una defensa militar, en
tanto que los demás se adjudicaron al Senado. Así se produjo la división de las
provincias en dos grupos: imperiales y senatoriales.
Las provincias imperiales estaban bajo el mando de los magistrados elegidos por el
emperador entre los senadores. Éstos se apoyaban en la colaboración de otros
funcionarios y la duración de sus cargos dependía del emperador.
Para las provincias senatoriales, el Senado debía elegir gobernador entre aquellos
senadores que habían sido cónsules o pretores. Todos los gobernadores, elegidos por
sorteo, recibían el título de procónsul y desempeñaban el cargo por sólo un año (a
menos que hubiera prórrogas), con la ayuda de funcionarios que se ocupaban de asuntos
específicos. No obstante, el emperador podía ejercer un control sobre las designaciones.
Ante la idea de que Egipto pudiera convertirse en base de poder para los senadores
enfrentados con el poder imperial, fue considerado una propiedad privada del
emperador y se diferenció de las demás provincias por lo peculiar de sus tradiciones
administrativas, económicas y culturales y por toda una serie de costumbres milenarias.
A su frente estaba un praefectus, que tenía el mando de las tropas de legionarios.
Augusto dejó algunas regiones a reyes clientes, y permitió que ciertas ciudades o
santuarios mantuvieran un cierto grado de autonomía. Los principios establecidos por
La Romanización del Mediterráneo 48
Augusto siguieron vigentes hasta el siglo II en que empezaron a producirse los cambios
que llevarían al nuevo ordenamiento general de Diocleciano.
En Oriente desaparecieron progresivamente todas las autonomías que se habían
respetado hasta entonces. En Occidente hubo una romanización gradual, potenciada por
la fundación de nuevas colonias y por la presencia masiva de legionarios acampados en
las zonas fronterizas.
En tiempos de Claudio se conquistó Britania y se instituyeron las provincias de
Tracia, Licia y Panfilia. También quedó constituida la provincia de Mesia. Judea, que ya
era un reino cliente, se convirtió en provincia ecuestre una vez conquistada por Tito.
Trajano, tras someter Dacia (rica en minas de oro), declaró provincias a Arabia,
Asiria, Mesopotamia y Armenia maior.
Adriano prefirió abandonar algunos territorios para concentrarse sobre todo en la
seguridad de las fronteras.
La reforma atribuida a Diocleciano tuvo como resultado la creación de una
estructura bastante fraccionada, con la que se trató de solucionar los graves problemas
de las fronteras y de la eficacia de los responsables de la administración provincial. Para
esto, se redujo el territorio de cada provincia, con lo que se aumentó su número hasta
unas noventa. En todas las provincias el gobernador retuvo sólo la jurisdicción civil,
pues la militar pasó a la competencia de un dux, que ejercía su mando en varios
territorios. La separación de los poderes civil y militar, además de agilizar la defensa de
las fronteras, pretendía impedir que los gobernadores de centros territoriales
importantes, en los que se estacionaban grandes contingentes militares, fueran
aclamados como emperadores.
Las nuevas provincias se organizaron en trece diócesis, dirigidas por los vicarii, y a
su vez dependían de las cuatro prefecturas del pretorio. Los vicarii respondían de su
gestión directamente al emperador. El territorio itálico perdió todos sus privilegios
fiscales y fue dividido en dos diócesis.
Constantino y sus sucesores continuaron la obra de Diocleciano y perfeccionaron el
complicado sistema burocrático.
El esfuerzo económico para mantener la integridad territorial y la eficacia del
ejército cayó sobre los habitantes de las distintas provincias, cada vez más abrumados
por las pesadas cargas fiscales. Este complejo aparato provincial terminó en Occidente
por las invasiones de los bárbaros, en cambio se mantuvo en el sector oriental, aunque
muy modificado.
La Romanización del Mediterráneo 49
IV. ROMANIZACIÓN DE HISPANIA
IV. Etapas del Proceso de Romanización
El dominio romano en las provincias ibéricas se inició en tiempos de la segunda
guerra púnica, una vez expulsados los cartagineses y aplastadas las posteriores revueltas
locales. En el proceso de romanización de la Península Ibérica podemos distinguir tres
etapas:
1. Época de la República: desde la segunda guerra púnica y el desembarco de los
romanos en Ampurias hasta Augusto (27 a. C.).
La romanización en Hispania fue un proceso progresivo y desigual. Comenzó en la
costa mediterránea levantina y meridional y en los valles del Ebro y el Guadalquivir.
Los romanos tuvieron que enfrentarse a muchos levantamientos de los pueblos locales,
que culminaron con la gran sublevación celtíbera en el 133 a. C., terminada con la toma
y destrucción de Numancia por obra de Escipión Emiliano.
Los enfrentamientos con los pueblos de las costas occidentales y con los de la zona
noroccidental (hoy Cantabria, Asturias y Galicia) continuaron durante un cierto tiempo,
hasta que Augusto decidió ponerles fin de un modo terminante.
Si Roma tardó dos siglos en tener el control político sobre todas las regiones de
Hispania no se debió al “valor de los numantinos”, al “genio militar de Viriato” o a lo
“ingobernables que resultaban los indígenas hispanos”…; la progresiva conquista
responde a varios proyectos de Roma y no a un único plan prefijado inicialmente a fines
del siglo III a. C.
1.- Tarraconensis 2.- Baetica 3.- Lusitania A.- Tarragona B.- Mérida
La Romanización del Mediterráneo 50
2. Desde Augusto hasta principios del siglo III d.C.: Época de la Pax Romana.
Se caracteriza por la prosperidad y estabilidad, la expansión de la agricultura y el
comercio. Se trata de la romanización propiamente dicha.
Los conflictos armados romanos no fueron continuos pudiendo establecer varios
periodos de paz y de colaboración con ciertos indígenas, lo que resultó fundamental
para la romanización. Ésta fue pareja a la expansión y a las diversas fases de la
conquista, pues no en vano fueron los integrantes del ejército los primeros en contribuir
a la difusión de la civilización romana. Después los comerciantes iniciaron y
perfeccionaron las operaciones comerciales y con el tiempo no solo intercambiaron
materias primas y otros bienes sino el conocimiento del latín, el flujo de personas, ideas
y creencias. La fundación de centros urbanos y el creciente establecimiento de colonos
itálicos en las tierras de cultivo serían también fundamentales. También propició y
aceleró este proceso la política del estado de conceder derechos con el fin de procurar la
integración a todo pueblo que aceptara la soberanía y los principios de Roma.
El factor predominante en la conquista fue el económico, para lo que era necesario
un control tanto del territorio como de los recursos y de la capacidad de su explotación,
lo que se conseguía gracias a una avanzada ingeniería, un control administrativo
unitario y una potenciación del mundo urbano.
La vida de las provincias hispanas bajo el Imperio fue lo bastante tranquila como
para que se dejara una única guarnición militar, una legión acantonada en Hispania
Tarraconensis, en una ciudad que tomó el nombre de Legio (León).
3. Desde la crisis del siglo III hasta la caída del Imperio Romano de Occidente
(476 d. C.): Se consolidan aspectos de la romanización. Hay crisis de las estructuras
sociales y políticas. Aparece el cristianismo.
En la Hispania romana, cada ciudad y sus habitantes tenían un estatus jurídico
diferente: había colonias, municipios y ciudades no romanas.
Para adoptar las instituciones romanas, las ciudades debían recibir antes el estatuto
de municipium, lo que permitía a sus ciudadanos notables, tras el ejercicio de alguna
magistratura, optar a la ciudadanía romana.
De entre éstas, algunas eran declaradas colonias romanas, es decir, parte integrante
de la ciudad de Roma, y sus habitantes tenían por sí mismos el reconocimiento y los
derechos de ciudadanía romana. Ser ciudadano de una colonia implicaba ser sujeto de
La Romanización del Mediterráneo 51
derecho romano (con todos los derechos), aunque también había colonias de derecho
latino (con algunas restricciones). En las colonias se aplicaban las mismas formas e
instituciones de gobierno que en Roma.
La profunda adhesión de los nativos a la civilización de Roma está probada por
muchos monumentos y por las importantes obras públicas que se hicieron en la
Península y además, por la forma en que se difundieron y conservaron la lengua y la
religión.
El aporte de las provincias ibéricas a la economía del Imperio fue capital, tanto por
los recursos minerales y agrícolas, como por la producción industrial. La Hispania
romana era el reino de la abundancia: metales, trigo, vino, aceite, conservas, cerámica,
esparto, lana, soldados, esclavos, genios intelectuales y artísticos, además de tres
emperadores enriquecieron el Imperio hasta las invasiones bárbaras.
IV. 2 - Organización político-jurídica
Al terminar la Segunda Guerra Púnica, el Estado romano se encontró con el control
de amplios territorios en Hispania para los que no había previsto una solución política.
El Senado optó por una salida provisional: los soldados romanos se quedaban en
Hispania para mantener los territorios dominados.
En el 197 a. C., el Estado romano nombró a los dos pretores que debían encargarse
de las dos nuevas provincias: la Hispania Citerior y la Hispania Ulterior. El límite entre
ambas provincias venía a equivaler a la línea transversal que se puede trazar desde el sur
de Cartagena hasta las proximidades de la ciudad de León. Las capitales provinciales
fueron Carthago Nova (Cartagena) para la Citerior y Corduba para la Ulterior.
El gobernador era el máximo responsable ante el Senado romano de todo lo que
sucediera en su provincia. Para la administración de la justicia contaba con la
colaboración de un cuestor, magistratura también anual.
El gobernador debía ofrecer los medios necesarios para facilitar el cobro de
impuestos, empleando la coacción militar en caso necesario. Los impuestos que el
Estado romano cobraba de cada provincia debían ser pagados por los publicanos,
quienes arrendaban al Estado el cobro de los mismos.
El gobernador debía decidir cuándo y cómo emplear el ejército, si se servía de tropas
indígenas o si establecía alianzas y pactos con jefes o con comunidades indígenas. El
Senado se reservaba el privilegio de ratificar, rechazar o violar todo tipo de tratado.
La Romanización del Mediterráneo 52
Al ser elegido Augusto princeps del Senado, cónsul varias veces, sumo sacerdote,
poseedor de la potestad tribunicia, censor y jefe de todos los ejércitos, estaba en
condiciones de controlar todo el poder del Estado, emprendiendo la reorganización del
Imperio con la colaboración incondicional del Senado.
Consecuencia de la cual fue la división de Hispania en tres provincias (27-14 a. C.).
La nueva división provincial de Hispania consistió en lo siguiente. La Ulterior se
subdividió en dos: la Baetica, que tomaba como límite noroccidental el río Guadiana, y
la Lusitania, que añadió al resto del territorio de la Ulterior, los territorios conquistados
a galaicos y astures. La Citerior englobaba el territorio tradicionalmente asignado al que
pertenecían también las Baleares y el recientemente sometido de los cántabros. (Ver
anexo Pág. 83)
La Lusitania y la Citerior tomaron el carácter de imperatoriales, mientras la Bética
fue asignada al Senado.
La crisis política del 68 surgió como respuesta al ejercicio caprichoso y despótico
del poder bajo el emperador Nerón. Dos de los cuatro rebeldes aspirantes al trono –
Vindex, Galba, Otón y Vitelio- eran gobernadores en Hispania: Galba en la Citerior y
Otón en la Lusitania.
Superada la crisis con la elección de Vespasiano como emperador, éste concedió a
Hispania el derecho latino. El decreto supuso un gran impulso en la igualación de
estatutos de las civitates y, como consecuencia de su aplicación, todos los que habían
desempeñado magistraturas en estos municipios recibían el derecho de ciudadanía
romana.
El emperador Caracalla (211-217), a través de la Constitutio Antoniana, concedió el
derecho de ciudadanía a los habitantes libres del Imperio, lo que contribuyó a romper
las diferencias entre Italia y las provincias y a uniformar los estatutos sociales, así como
a universalizar la ideología emanada desde los órganos del poder.
Durante la crisis política del siglo III se pusieron de manifiesto las debilidades del
aparato estatal. El sistema defensivo fue roto en varios frentes y algunos pueblos
bárbaros se asentaron en el interior del Imperio. El emperador había perdido el prestigio
y cualquier general apoyado por una parte del ejército se consideraba digno de
autoproclamarse emperador. Se agravó la crisis económica y social, haciéndose más
difíciles las comunicaciones y el comercio.
La Romanización del Mediterráneo 53
No se superó la crisis hasta el gobierno de Diocleciano, con el que se inicia lo que
algunos historiadores han llamado el Dominado, por el carácter sacro y el ceremonial
religioso de que se rodeaban los emperadores.
La nueva división administrativa diocleciana hacía de Hispania una de las trece
diócesis en que quedaba dividido el Imperio. La diócesis de Hispania comprendía seis
provincias: Baetica, Lusitania, Carthaginensis, Gallaecia, Tarraconensis y Balearica
(Ver anexo Pág. 83)
El gobernador de la diócesis de Hispania, el vicarius, tenía la responsabilidad de
cuidar por la buena administración de las provincias y de las ciudades. Él era también el
juez a quien podían apelar los provinciales.
A partir del emperador Constantino, por encima de las diócesis se fueron creando
unidades administrativas superiores, las praefecturae. Todo el Imperio estuvo incluido
bajo tres (en ocasiones cuatro) prefecturas: Oriente, Italia y las Galias. La diócesis de
Hispania dependía de la prefectura de las Galias.
La amenaza de invasiones de pueblos bárbaros, así como las revueltas de
campesinos, ya manifestadas en la crisis del siglo III, hicieron modificar a Diocleciano
el viejo sistema defensivo que fue siendo perfeccionado por los emperadores siguientes.
En Hispania había dos tipos de tropas. Por una parte, soldados limitanei formaban
unidades asentadas a lo largo de una línea defensiva, un auténtico limes, que iba desde
Galicia al País Vasco. El otro bloque de tropas, comitatenses y palatini, formaban
unidades móviles que desde el interior se desplazaban a los lugares conflictivos.
El año 409, Hispania fue invadida por pueblos bárbaros: los alanos se asentaron en
la Lusitania y en la Cartaginense, los vándalos silingos en la Bética y los suevos junto
con los vándalos asdingos en la Galaecia.
La intervención de los visigodos, aliados de Roma, fue mermando la peligrosidad de
estos pueblos.
Cuando a la caída del emperador Rómulo Augústulo (475), el ejército de Milán
proclama emperador al bárbaro Odoacro, quien toma el título de rex gentium, termina el
Imperio romano de Occidente. Los visigodos de Hispania ya habían cambiado su
política de alianza con los emperadores romanos, asentándose en ella.
La Romanización del Mediterráneo 54
IV. 3 - Organización económica y social
Tanto los indígenas como la población emigrada de Italia o de otras partes del
Imperio poseían un estatuto jurídico personal. La posesión de un estatuto era hereditaria
o adquirida. La variedad de estatutos personales se fue conformando durante la
implantación del dominio político del Estado romano sobre Italia. La población de la
Hispania romana podía estar en posesión de uno de los siguientes estatutos: ciudadano
romano, ciudadano latino, peregrino, liberto o esclavo. En el Bajo Imperio se añadió el
estatuto del colono. Solo un pequeño grupo de ciudadanos romanos pertenecía a uno de
los tres ordines: senatoriales, ecuestres y decurionales.
La existencia de asociaciones está ligada a la de núcleos urbanos intensamente
romanizados. Las profesiones representadas en las asociaciones conocidas de Hispania
eran tan distintas como albañiles, zapateros, bomberos, prestamistas de dinero,
barqueros, fabricantes de mechas para lucernas, etc. Su incidencia en el desarrollo
económico de Hispania fue considerable.
Cuando Roma intervino en el reparto de tierras, distribuyó la mayor parte en
parcelas por unidades familiares, mientras dejaba otra parte –bosques, prados- para
utilización comunitaria.
Los repartos de tierras a los colonos se llevaban a cabo por medio de una rigurosa
parcelación del territorio, cuyo resultado son las centuriaciones. Las centuriaciones
estudiadas de Hispania prueban la variedad de dimensiones de las mismas.
Ya en el período republicano había grandes propietarios de tierras, aunque
desconocemos dónde estaban situados los latifundios del Estado romano, cuya
existencia es admitida por todos los historiadores. La explotación de las tierras se
llevaba a cabo con el empleo de esclavos al frente de los cuales había un capataz,
generalmente también con estatuto de esclavo.
La producción de aceite fue una de las mayores riquezas de algunas regiones
hispanas. Se exportaba en grandes cantidades a Roma y a la frontera germana. El aceite
de Hispania era de muy buena calidad, utilizándose no sólo para la alimentación, sino
también para la higiene personal y para la iluminación. La importación de aceite
hispano está documentado en Roma entre los siglos I y III; la producción mayor se
hacía en la Baetica, desde donde se transportaba en naves, dentro de ánforas de forma
casi esférica y de un contenido medio de 60-70 litros, que solían llevar sellos e
La Romanización del Mediterráneo 55
inscripciones para indicar el peso del recipiente, el del aceite, el nombre del exportador
y la fecha. Al llegar a Roma, el contenido se transvasaba y se destruían las ánforas,
porque era muy difícil su reutilización. La colina artificial del Testaccio se formó por la
acumulación de fragmentos de las ánforas, en su mayoría de las de tipo hispano. Tiene
una altura de 30m y cubre una superficie de 20.000 m2.
El aceite hispano, exportado a Germania y a Britania, fue sustituido por el africano a
mediados del siglo III.
El cultivo de la vid debió estar extendido por casi toda la Península bajo el dominio
romano. Los vinos hispanos más famosos fueron los de la región catalana y los
gaditanos. La población de Roma y las tropas asentadas en el Rin fueron los mayores
consumidores de los vinos de exportación hispanos.
Después de Egipto y de África, el tercer abastecedor de trigo a Roma era Hispania.
Las regiones exportadoras de cereales más importantes fueron la Bética y la costa
oriental de la Península. Los romanos no aportaron ninguna innovación para el
almacenaje de trigo y de cebada. Como informa Plinio, siguieron utilizándose los silos,
excavados en rocas impermeables a la humedad, y los hórreos.
La península ibérica también era la
principal productora de metales de todo el
mundo romano: oro, plata, hierro, cobre,
estaño y plomo se exportaban en
abundancia bajo forma de lingotes. Los
más apreciados eran el oro y la plata, que
se destinaban, con el cobre y el estaño, a
la acuñación de moneda. De ahí que la
titularidad de las minas fuera estatal.
Lingotes de plomo (Carthago Nova)
De la extracción de los metales se ocupaban principalmente los esclavos (en las
minas estatales de plata de Cartagena llegaron a trabajar 40.000 de ellos), que
trabajaban en condiciones muy penosas, sin ver la luz del día durante meses. Tampoco
los niños se libraban de tan dura tarea, aprovechados para las vetas estrechas; ni los
hombres libres sin otras posibilidades de subsistencia.
El Estado mantuvo siempre la propiedad sobre las minas. La presencia de
particulares nos hace pensar que se aplicaba ya el procedimiento de alquilar por pozos.
Craso, el hombre más rico de Roma en época de Pompeyo y César, poseía minas en
Hispania. Bajo el gobierno de los emperadores, se modificaron los viejos presupuestos
La Romanización del Mediterráneo 56
de modo que el emperador y su familia resultaran especialmente privilegiados en la
apropiación de los beneficios.
Destacaron por su gran actividad las minas de:
- Plata y plomo en Cartagena y Linares.
-Cobre y plata en Riotinto, Sierra Morena y Aljustrel.
-Oro en la Bética, Asturias y el noroeste.
-Hierro en el Moncayo, Cantabria y Toledo.
-Mercurio en Almadén.
En los centros mineros no sólo se extraían los metales. También se los cribaba,
depuraba y fundía. La influencia de las minas se hacía notar en los sectores
agropecuario, industrial y artesanal de los alrededores, pues en los yacimientos,
lógicamente se consumían alimentos y se necesitaban herramientas y útiles de trabajo.
La minería fomentó la construcción de redes de comunicación como la vía de la
Plata o la Hercúlea. También fue la causa del origen de algunos asentamientos urbanos.
Aunque minas como las de Cartagena y sierra Morena ya eran explotadas por los
púnicos, el sector floreció durante la República y tuvo su auge en el período
altoimperial. Con la crisis del siglo III, la minería se resintió por el agotamiento de los
yacimientos (Cartagena) o por falta de mano de obra (Riotinto, Aljustrel o minas de oro
del noroeste).
La iluminación en el interior de las minas se conseguía mediante antorchas y
lucernas. Para la extracción del mineral se empleaban cestos de esparto protegidos por
una estructura exterior de madera. La dificultad de extraer el agua explica que no se
pudiera alcanzar una profundidad superior a los 300 metros.
Los mayores ingenios técnicos fueron aplicados para la extracción del agua: tornillo
de Arquímedes o caracol egipcio, ruedas y norias, poleas, la bomba conocida como
bomba de Ctesibio…
La diversa forma de presentarse el mineral condicionaba la aplicación de unos u
otros medios técnicos. Se utilizaban picos, azadones, mazos, martillos… de hierro.
Unas pocas inscripciones latinas confirman que también fueron empleados
trabajadores asalariados libres junto a los esclavos. Se supone que los libres pudieron
ser contratados en algún caso por sus conocimientos técnicos en minería.
Tras este sector clave, se distinguía un área económica casi tan rentable como la
minería: la industria.
La Romanización del Mediterráneo 57
La industria, concretamente la alimentaria, era la actividad más importante en cuanto
a la exportación, junto con la producción de trigo y metal.
En esta rama destacaban el aceite de oliva y las conservas de salazones, entre las que
resaltaba un aliño de aroma agresivo y sabor rotundo, cuya fama se extendía por todo el
imperio. Se trataba del garum , elaborado en el sur de la península. Se conseguía a partir
de la fermentación al sol de vísceras, morros y gargantas de atún, murena, escombro y
esturión, a lo que se agregaban aceites y hierbas aromáticas. La producción de garum
generaba una importante industria auxiliar del envasado en ánforas de la cual se
conservan abundantes restos. Se practicaba antes de la llegada de Roma, pero será con
la incorporación de una economía de mercado mediterránea cuando alcance unas cotas
de producción y de beneficios hasta esa época desconocidos.
Y, fuera de la alimentación, la magnífica lana meseteña, con la que los celtíberos
confeccionaban las capas sagum, que causaban furor en la capital del imperio. Entre las
manufacturas exportadas figuraba la cerámica sigillata, riojana, muy apreciada en
algunos puntos más allá de los Pirineos.
Las aportaciones hispanas no se limitaron a los productos de la tierra, el subsuelo y
la industria. Las personas fueron también un capital de gran valor. La sociedad latina se
benefició de los hombres peninsulares esclavizándolos o incorporándolos al ejército.
Los esclavos eran el motor de la minería, la más dura de las tareas. Aparte, se ocupaban
de la agricultura y de otras penosas labores. Algunos libertos se quedaban con sus
antiguos dueños, desempeñando oficios más cualificados, como la medicina, la música,
la cocina, la sastrería o la peluquería.
Las mujeres del país, dejando aparte a las esclavas, se unieron a muchos legionarios
veteranos solteros que habían venido a Hispania a sentar cabeza. Unos y otras acabaron
formando familias hispano-romanas, impulsando la estabilidad del Imperio en estas
tierras.
Además, existía un colectivo femenino, las puellae gaditanae (chicas de Cádiz), que
actuaban en los festines, siendo famosas en todo el Mare Nostrum por sus canciones
picantes y bailes sensuales.
Por último, Hispania fue un semillero de talentos intelectuales, artísticos, políticos,
deportivos y hasta religiosos:
Séneca, el retórico y su hijo el filósofo estoico, más recordado (Córdoba).
Lucano, el poeta épico (Córdoba).
Marcial, el satírico (Calatayud).
La Romanización del Mediterráneo 58
Pomponio Mela, geógrafo (Gibraltar).
Columela, agrónomo (Cádiz).
Diocles, el mejor auriga de la historia ( Lusitania).
San Osio, el obispo que presidió el primer concilio ecuménico (Córdoba).
También fueron hispanos tres de los césares más trascendentes del Imperio:
Trajano, Adriano y Teodosio I el Grande.
Circulación monetaria. - Un símbolo de civilización que la cultura romana aportó a
las tierras conquistadas fue la acuñación de moneda con la finalidad de facilitar las
transacciones comerciales.
Durante todo el periodo republicano,
era el Senado romano el que controlaba
por completo la emisión de moneda a
través de las magistraturas monetarias,
aunque posterior-mente, con el auge de
los dictadores, su control se redujo a las
monedas menores, pasando más tarde
muchas de las cecas a control imperial.
En Hispania fueron muchas las cecas que acuñaron moneda como Tarraco, Itálica,
Barcino, Caesaraugusta, Emerita Augusta, etc. Más de 400 cecas proporcionaron
moneda a la mayor parte de Europa, el norte de África y Oriente Próximo.
Bajo el gobierno de Tiberio, disminuyó el número de cives con autonomía para
emitir monedas; más tarde, el emperador Claudio prohibió definitivamente todas las
acuñaciones autónomas. Las monedas más extendidas fueron el denario de plata y la
moneda fraccionaria de bronce.
Trajano (98 – 117) Adriano (117 – 138) Teodosio I el Grande (379 – 395)
La Romanización del Mediterráneo 59
Las tabernae argentariae eran el equivalente de los bancos modernos: en ellas se
hacían operaciones de depósito, de préstamos con intereses, inversiones de capitales en
operaciones rentables y cambio de moneda extranjera. Cada transacción se registraba en
los correspondientes libros contables.
Algunos historiadores han hecho notar que la expansión de la moneda en Hispania
estuvo ligada a la facilidad que ofrecía para el pago de los soldados, así como a que el
pago de los impuestos a las ciudades era exigido frecuentemente en moneda. Pronto se
impuso también la moneda en las transacciones comerciales.
El comercio interior. – Era habitual que el ejército romano fuera seguido de
buhoneros, quienes aprovisionaban de pequeñas mercancías a los soldados y a la vez les
compraban objetos tomados en los saqueos de las ciudades.
El centro administrativo de una cives era a la vez un centro de mercado a donde
llegaban las mercancías de las huertas vecinas y de los talleres artesanales. Los días que
llegaban mercancías especiales, por ejemplo, un cargamento de esclavos, los vecinos
eran informados a través del pregonero, praeco.
El comercio exterior. – Se importaban principalmente productos de lujo:
estatuas, tapices, joyas, cerámica decorada, vidrios, etc. A ellos hubo que añadir el
comercio de esclavos, destinados ordinariamente lejos de su lugar de origen.
Pero la exportación estaba constituida principalmente por el garum y por productos
mineros y agrícolas.
Los impuestos. – Para la percepción de los impuestos directos, la administración
romana contaba con censos minuciosos y actualizados sobre Hispania. La contabilidad
de los ingresos era llevada por una amplia red burocrática, compuesta por esclavos,
libertos y libres de rango ecuestre. Aunque los ingresos por impuestos confluían en las
cajas centrales, la administración de cada impuesto se mantenía inicialmente
independiente según se tratara de impuestos por manumisión, por herencias, etc.
El impuesto ordinario y directo quedó fijado en un 5 por 100 y podía ser exigido en
grano o en dinero. A este impuesto se unían otros impuestos indirectos: la transmisión
de herencias estaba gravada con un impuesto de un 5 por ciento, y la manumisión de
esclavos también con un 5 por 100. Otro impuesto indirecto de un 2 por 100 pesaba
La Romanización del Mediterráneo 60
sobre los productos de exportación. En cada puerto había una oficina de recaudación del
impuesto del 2 por 100, portorium.
Tanto el fisco como el erario gastaron estos ingresos por impuestos para la
construcción de vías u otras obras públicas de Hispania.
La recaudación de los impuestos era llevada a cabo por los publicanos. La cantidad a
devengar como impuesto por los habitantes de cada provincia en su condición de
vencidos era fijada por el censor de Roma, vistos los resultados del catastro realizados
en cada región concreta.
La cuantía global del impuesto se sacaba a subasta pública, en bloques de distintas
contratas, que se adjudicaban a aquellos publicanos que se comprometían a abonar las
cifras más altas. Así, el Senado se ahorraba una costosa plantilla de funcionarios
recaudadores y obtenía por adelantado las cantidades que, durante cinco años, debían
aportar las provincias.
Las leyes no determinaban penas para los delitos derivados del cohecho o la
venalidad en el proceso de recaudación. El gobernador y los principales magistrados
debían colaborar con los publicanos protegiéndoles de las iras de los morosos y
apoyándolos en caso necesario. Esto daba manos libres a los publicanos, con lo que la
corrupción fue enorme y abarcó no sólo a particulares sino también a los mismos
magistrados senatoriales.
Ante las numerosas insolvencias que se presentaron, arbitraron la fórmula del
préstamo: prestaron a los insolventes el dinero que debían entregarles a un interés muy
alto. A tal extremo llegó la rapacidad de los usureros, que el propio Sila estableció el
máximo del 12 por 100 anual, lo que indica que debían ser normales coeficientes
superiores en este tipo de operaciones. Según Tito Livio “allí donde actúa un publicano,
no hay justicia ni libertad para los aliados”.
La implantación del gravamen por la potencia dominadora se basa en que los
provincianos, desde el momento en que están sometidos, usan y disfrutan unos bienes
de los que son propietarios el Senado y Pueblo romanos.
Ya en el siglo III, el Imperio hace crisis agotado por las continuas guerras. Ya no
hay clase media para sufragar la política fiscal y el contribuyente sufre ahora la
voracidad del Estado, que obliga a los publicanos a seguir desarrollando su actividad.
Éstos deberán responder con sus bienes del éxito de una gestión en la que se han
centuplicado los riesgos y ha desaparecido la posibilidad de obtener beneficios, es más,
La Romanización del Mediterráneo 61
existe la certeza de quedar arruinado. La profesión que durante la República había
servido para amasar gruesas fortunas, llevaba ahora a la ruina a quién la desempeñaba.
IV. 4 - Religión y cultura
Cuando comenzó la conquista de Hispania, el politeísmo romano correspondía ya al
de un Estado desarrollado. En cambio, es preciso hablar de “religiones indígenas” y no
de religión, pues cada unidad indígena mantenía su propia jerarquía divina.
Los sacrificios humanos practicados en diversos lugares de la Hispania prerromana
fueron prohibidos
El Estado romano respetó las creencias religiosas indígenas porque no atentaban a su
poder político; en cambio, se esforzó para que tanto indígenas como romano-itálicos
aceptaran los cultos a las divinidades oficiales romanas. Aunque las divinidades
indígenas no se suprimieron, tendieron a fusionarse con el panteón romano, aprehendido
a su vez del heleno. Se conservaron algunas, como el dios Erudinus en el norte de la
península. El Hércules gaditano era una mutación del Melkart fenicio y púnico, y los
exvotos íberos comenzaron a adoptar rasgos grecolatinos.
Los dioses de la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva), la diosa Roma y el
emperador fueron las divinidades oficiales del Estado romano. También se rendía culto
a Diana, Marte, Venus, Ceres, Mercurio, Esculapio… Éstos acabaron desplazando a las
divinidades locales o absorbiendo sus atributos. En el culto imperial el objeto de culto
era el emperador, vivo o divinizado después de muerto.
La religión romana se impuso pronto en los núcleos urbanos del arco mediterráneo y
en la Bética. También se introdujo el culto de los dioses orientales que Roma iba
adoptando a medida que conquistaba otros territorios. Vinieron Isis y Serapis desde
Egipto, Mitra desde Persia, Atargatis desde Siria, Cibeles desde Anatolia. Desde Judea
también llegó una nueva religión monoteísta, fundada por el hijo de un carpintero. Este
nuevo credo, el cristianismo, terminó por contribuir al desmoronamiento del orden
establecido por Roma. Paradójicamente, gracias a la romanización –ciudades, lengua y
vías latinas- consiguió ganar adeptos con rapidez.
La lista de mártires hispanos que cayeron durante las persecuciones (de Decio o
Diocleciano) procedentes de Sevilla, Alcalá de Henares, Gerona, Barcelona, Calahorra,
etc., hacen pensar que el número de diócesis era ya muy elevado.
La Romanización del Mediterráneo 62
Desde el emperador Constantino, la Iglesia cristiana -tantas veces perseguida- pasó a
colaborar estrechamente con el poder político.
En la Hispania que conquistó Roma se hablaban lenguas muy diversas. En cambio,
el uso de la escritura no estaba generalizado. Los pueblos del sur y del este peninsular
habían copiado el alfabeto utilizado por los colonizadores fenicios y griegos y llevaban
empleando la escritura mucho antes de la venida de los romanos. Desde comienzos del
Imperio, las escrituras indígenas dejaron de utilizarse. Se generalizó el uso de la lengua
y de la escritura latina.
La educación era voluntaria y no existía la burocracia ligada a los títulos. El
consenso establecía tres niveles educativos: el primero servía para el aprendizaje de la
escritura y del lenguaje y se realizaba en la familia. En el segundo y en el tercer nivel
los poderes públicos costeaban centros adecuados. En el segundo nivel, los gramáticos
enseñaban gramática, geometría, música, astronomía y aritmética, más unas nociones de
retórica y filosofía. En el tercer nivel, los retóricos impartían retórica y filosofía.
IV. 5 - LA ÉPOCA ROMANA DE LA COMUNIDAD VALENCIANA
.Nuestros antepasados íberos mantuvieron relaciones comerciales y contacto con
otras culturas de la cuenca mediterránea y una de ellas fue la romana. Esto hizo que su
modo de vida se fuese familiarizando con la influencia cultural que llegaba a través de
estas relaciones.
La política romana fue muy hábil, no forzando las cosas a fin de evitar reacciones
innecesarias. Fue la propia convivencia entre la población indígena y los nuevos
pobladores, que llegaron con su nuevo estilo de ser y de vivir, lo que romanizó
pacíficamente a la Comunidad Valenciana, haciendo que nuestros antepasados fueran
asimilando esta nueva cultura.
Los asentamientos íberos estaban situados en cerros o sobre algún lugar elevado.
Con los romanos llegó la conquista de las tierras llanas.
VALENTIA fue una de las primeras ciudades hispanas de nueva planta que Roma
fundó en la península.
La Romanización del Mediterráneo 63
Bien fuese por su poder económico, militar, social, político... nuestros antepasados
se expresaban y convivían como hispanoromanos.
Se implantaron nuevos modelos de producción y habitabilidad, naciendo nuevas
costumbres y cualidades en la sociedad ibera.
De todos los poblados iberos quizás el más famoso sea el de Arse (Sagunto).
Sagunto era aliada de Roma y su defensa del tratado con los romanos y la resistencia a
los cartagineses fue el detonante de la II Guerra Púnica. Esta victoria romana marcó un
antes y un después sobre el dominio del Mare Nostrum.
Con la romanización de los pueblos costeros los romanos se plantearon la conquista
de Hispania, continuando su política expansionista. Los pobladores de la Comunidad
no ofrecieron prácticamente resistencia a la romanización.
La guerra solo volvió a nuestras tierras con las guerras civiles romanas.
Con el reinado de Augusto, tras la muerte de César, la paz se asienta en la península
y con ella la época más fecunda, transformadora y el nacimiento de una nueva sociedad.
El número de latinos desplazados a la Comunidad fue pequeño como para crear un
nuevo grupo social y fueron los hijos y los nietos de los iberos los que se fueron
impregnando de esta nueva cultura.
Conocemos ocho ciudades romanas en nuestras tierras:
-Lesera, ciudad de fundación alto imperial, identificada con el yacimiento de la
Moleta dels Frares, en Forcall.
-Saguntum, ciudad federada desde la Segunda Guerra Púnica hasta que con Augusto
se convirtió en municipio de ciudadanos romanos.
-Edeta, municipio de derecho latino, que corresponde a Llíria.
-Valentia, colonia latina fundada en el año 138 a.e.c. y nuevamente refundada por
Augusto con soldados licenciados del ejército romano.
-Saetabi, municipio de derecho latino de época de Augusto, famosa por su
producción de lino, como relata Plinio.
-Dianium, la ciudad romana de Dénia, que Plinio menciona como estipendiaria y
que después alcanzaría el rango de municipio.
-Lucentum, municipio romano que se identifica con el Tossal de Manises, de
Alicante.
-Ilici, la colonia romana de Elche fundada por César o Augusto.
La Romanización del Mediterráneo 64
Con el dominio romano vino la reorganización de la economía. Posiblemente, la
estructura socio-económica de este periodo tenía una base agraria y la mayoría de los
romanos-valencianos eran agricultores, aunque no tenemos censos sobre este tema.
Los restos de edificaciones rurales son mas bien escasos, debido al continuo
aprovechamiento de las estructuras por las distintas culturas y épocas, árabe, medieval,
renacimiento...
En nuestra tierra el cultivo más abundante era el cereal, seguido por la vid y el olivo.
Si hablamos de huerta y árboles frutales no podemos confirmar su existencia, pero si
podemos constatar la existencia de acueductos que se dirigían a zonas de cultivo. Esto
nos hace suponer que existía una tierra de regadío dedicada a las verduras y árboles
frutales.
Entre los siglos I y III las tierras de la actual Comunidad, tenían una gran densidad
de población dispersa en villa rusticas. Estas villas tenían una parte dedicada a la
vivienda y otra al trabajo. Son el antecedente de nuestras masias.
En el litoral destacaban las factorías de conservas, sobre todo en la provincia de
Alicante, como Xabia, Calpe, Alicante y Santa Pola.
Destacamos el complejo de Xabia, importante y afamado por la producción de
garum, pues era una zona muy rica en atún y que estuvo en funcionamiento hasta el
siglo III.
En la Comunidad también había talleres de hierro, madera, textiles y de peletería.
Quizás la industria más famosa fuera la cerámica: se han encontrado restos de hornos en
Vall d´Uixò, Olocau, Albalat dels Tarongers, Almenara, Borriol, El Campello, etc.
Al principio de los asentamientos se importaron gran cantidad de mercancías para
abastecer las necesidades de los nuevos pobladores. Al cabo de un tiempo, la tierra
valenciana comenzó a dar sus frutos y a tener excedentes que exportar a otros lugares
del Imperio. En la Comunidad se han documentando unas sesenta villas rústicas.
El comercio en nuestras tierras fue muy intenso, prueba de ello son los numerosos
restos que se han encontrado procedentes de otros lugares y viceversa, en especial de
monedas.
En Hispania se produjo un desabastecimiento de moneda de bronce durante la
segunda mitad del siglo I a. C., que provocó que las colonias y municipios que se iban
creando, acuñaran sus propias monedas de bronce. En el área valenciana, acuñaron
monedas solamente las ciudades de Ilici (colonia) y Saguntum (municipio); pero lo
La Romanización del Mediterráneo 65
hicieron en escasa cantidad y no llegaron a cubrir las necesidades propias de un
momento de fuerte desarrollo urbanístico.
Con el reinado de Calígula, las ciudades de Hispania dejaron de emitir moneda. A
partir de este cierre, todas las provincias del Mediterráneo occidental tendrán un sistema
monetario unificado, y toda la moneda en circulación procedería de los centros
productores imperiales. A mediados del siglo III se acelera el progresivo deterioro del
sistema monetario romano que ya no volverá a conocer la estabilidad de los siglos
anteriores.
Vías de comunicación
Las calzadas posiblemente sea la transformación más importante en el sistema de
comunicaciones. Sin una red de caminos estables, seguros y sólidos, no hubiera sido
posible la romanización.
Una de las características de la romanización era la capacidad de desplazamiento,
con la mayor brevedad, de personas y mercancías.
Las calzadas fueron construidas por los soldados y su finalidad era bélica; pero una
vez conquistado el territorio, las vías pasaron a ser una necesidad civil.
Conservamos numerosos vestigios y restos de calzadas que nos ayudan a identificar
las vías. Además contamos con la ayuda de la toponimia y el uso continuado de las
calzadas hasta pasada la Edad Media, llegando incluso a la Ilustración y la Revolución
Industrial. Por ejemplo los pueblos que se denominan llosa, indica que su municipio era
atravesado por una calzada. Pueblos como Llosa de Ranes o Llosa del Obispo, tenían
calzadas en sus municipios, la primera se dirigía de Valencia a Játiva y la segunda de
Llíria a Xelva.
La vía principal de nuestra Comunidad era la Vía Augusta. Esta vía entraba por San
Joan del Pas y tenia dos ramales, uno hacia la actual Andalucía entrando a la Meseta por
Almansa y otro ramal a la actual Cartagena.
También había otras vías secundarias vertebradas con la Vía Augusta, no menos
importantes:
- En el sector norte existía un ramal paralelo que entraba por Vinaròs-Santa
Magdalena de Polpis-Alcalá de Xivert y se acercaba a la costa por Torreblanca.
- En Tavernes de Valldigna se desviaba hacia la costa enlazando con Denia y otros
núcleos urbanos de la Marina.
La Romanización del Mediterráneo 66
- Otra calzada se dirigía al interior, a Caesaraugusta, discurría paralela a la actual
carretera de Morella a Zaragoza.
- Otra calzada era la vía del río de Sagunto, hacia Segorbe y Teruel.
- Otra seguía el río Turia y se dirigía de Valencia a Xelva y de aquí al norte de
Cuenca.
- Una más sería la antigua N-III, que iba de Valencia al interior pasando por Chiva,
Requena, Utiel.... y de Valencia salía por el antiguo camino de Quart: este camino y la
calle del mismo nombre eran una de las entradas y salidas de la Valencia romana. (Ver
anexo Pág. 84)
Cabe destacar que las calzadas eran seguras: personas y mercancías podían viajar sin
miedo a robos o bandoleros.
El complemento de las vías fueron los puertos. Aunque de los puertos no tenemos
mucha información, ya que estos solían aprovechar espacios naturales. Recordemos
algunos como el de la Albufera de Lucentum, Denia, Santa Pola, Valencia (fluvial) y
actualmente se han descubierto restos que hablan de la Albufera Valenciana como eje
portuario.
Monumentos Romanos en la Comunidad Valenciana
Entre los monumentos romanos que han llegado hasta nuestros días cabe resaltar los
siguientes:
*Teatro romano de Sagunto.- Está ubicado en la falda del monte que corona el
Castillo de Sagunto. Data del siglo I, tiene forma de hemiciclo y una capacidad para
ocho mil espectadores. Lo más sobresaliente del teatro es el conjunto de vomitorios de
acceso y salida de la grada. Su aspecto actual viene condicionado por las numerosas
intervenciones de restauración y rehabilitación a que ha estado sometida su estructura.
(Ver anexo Pág. 85)
* Arco romano de Cabanes.- Es el más importante de la Comunidad Valenciana. Se
encuentra en la Vía Augusta. Tiene una estructura de arco triunfal al que le faltan las
enjutas y entablamentos, que han sido utilizados como abrevaderos o piedras sillares de
algunas casas de la población. Está construido con sillares de granito sin argamasa.
La Romanización del Mediterráneo 67
V. ROMANIZACIÓN DE DISTINTAS PROVINCIAS
V.1 - GALIA Y GERMANIA
Galia Transalpina ocupaba el territorio comprendido entre el Océano Atlántico, los
Pirineos, el Mediterráneo, los Alpes, el Rin y el Mar del Norte.
Predominaban los celtas mezclados con los germanos en el límite renano y con los
íberos en la zona pirenaica; en la costa mediterránea había muchos poblados de origen
griego, entre los que destacaba Massilia (Marsella), una próspera ciudad mercantil.
Se trataba de una sociedad de tipo feudal eminentemente avícola. Dependía de una
aristocracia fuertemente influenciada por la religión druida. La unidad étnica, religiosa y
cultural no impedía frecuentes rivalidades que aprovecharon los conquistadores
romanos en su favor. Los primeros contactos tuvieron lugar cuando Roma acudió en
ayuda de su aliada Massilia, a mediados del siglo II a. C.
La primera colonia fue Narbo Martius (actual Narbona). Al poco tiempo se instauró
la provincia de Gallia Narbonensis, a la que se llamó simplemente Provincia, (de donde
se deriva el moderno vocablo Provenza). Se incrementaron las relaciones comerciales y
las alianzas político-militares aunque fueron frecuentes las rebeliones de las diversas
tribus.
En el 52 a. C., la victoria de César sobre Vercingétorix en Alesia otorgó a Roma la
posesión definitiva de toda Galia, que se romanizó con rapidez.
Augusto dividió el territorio en Gallia Narbonensis, Aquitania, Gallia Bélgica y
Gallia Lugdunensis. La población se distribuyó en 64 civitates, cuyos representantes se
reunían cada año en el Conventum Galliarum (junto al altar de Roma y Augusto), para
1.- Aquitania 2.- Lugdonense 3.- Narbonense 4.- Alpes Marítimos 5.- Alpes Cotienos 6.- Alpes Grayos y Peninos 7.- Bélgica 8.- Germania Inferior 9.- Germania Superior A.- Nîmes B.- Orange C.- Tréveris
La Romanización del Mediterráneo 68
tratar asuntos comunes y ejercer un limitado control sobre la gestión de los
gobernadores romanos..
Los centros poblados, ampliados y enriquecidos con monumentos, asumieron el
típico carácter romano y se edificaron teatros, anfiteatros, circos, complejos termales,
basílicas, arcos y puentes y acueductos.
La economía alcanzó gran prosperidad, gracias a los productos agrícolas e
industriales. Los carros construidos en Galia se vendían y usaban en todas partes; los
vinos de la Narbonense estuvieron en el primer puesto de las exportaciones, siendo
también exportada una cerámica llamada terra sigillata, de gran aceptación en todo el
Imperio.
Galia fue una de las pocas comarcas mediterráneas en condiciones de acuñar
moneda de oro por su propia cuenta debido a que tenía oro en abundancia y era fácil de
encontrar.
Las dos provincias de la Germania romana abarcaban una pequeña parte del
territorio al que los romanos denominaron con ese nombre. Las campañas de César en
Galia llevaron a las legiones hasta el Rin con el fin de cuidar de la seguridad de las
provincias galas. Las tropas romanas se enfrentaron a las belicosas tribus germanas
durante largos años. Resultó muy funesto el desastre sufrido por Varo ante el jefe
bárbaro Arminio, en una batalla en la que fueron aniquiladas tres legiones.
La provincia romana de Germania Superior se extendía desde el lago Leman hasta la
confluencia de los ríos Vinxtbach y Rin, por Confluentes y Bonna (Coblenza y Bonn),y
más allá del Rin sólo abarcaba la región del Taunus.
La provincia de Germania Inferior llegaba al Mar del Norte e incluía una parte de los
actuales Países Bajos. Frente a la actual Colonia se alzaba el campamento fortificado de
Divitia (Dentz).
En los lugares donde la frontera no estaba señalada por el Rin, un limes (confín)
fortificado protegía el territorio de las incursiones de los bárbaros. A lo largo de 382 km
esa fortificación constaba de una muralla provista de empalizadas y precedida por un
foso; controlaban la muralla unos campamentos de distinto tamaño y bien protegidos.
Desde el punto de vista económico, un producto característico de las exportaciones
eran las manufacturas de cristales, de las que nos han llegado ejemplares estupendos y
muy ricos, fabricados en las factorías de Colonia.
La Romanización del Mediterráneo 69
V. 2 – BRITANIA
Julio César comandó una primera expedición
militar en el 55 a. C., a la que siguió otra un año más
tarde, aunque la región no quedó sometida hasta
después del 43 d. C., por obra del emperador Claudio.
El límite norte iba de la desembocadura del río
Tyne a la del Solway; a lo largo de esta línea Adriano
mandó edificar su famoso vallum. Antonino Pío
desplazó el limes hacia el norte y mandó construir una
segunda línea fortificada.
Los romanos dieron el nombre de Britannia a la provincia que ocupaba el centro
y sur de la actual isla de Gran Bretaña. Existió entre los siglos I y V.
Britania contaba con una economía agrícola y no carecía de recursos mineros.
Entre las principales mercancías se citan: cereales, ganado, oro, plata, pieles, esclavos y
buenos perros de caza. Había yacimientos de oro, plata, cobre y estaño. Fue una de las
mayores zonas productivas de plomo.
Los romanos tuvieron que enfrentarse, sobre todo, a la seguridad de los
transportes a través del Canal de la Mancha y a la particular configuración geográfica de
la isla.
Britania fue una de las provincias menos pacíficas y menos romanizadas del
Imperio. Después de la derrota que los pueblos llegados del norte infligieron al ejército
romano en tiempos de Cómodo, Septimio Severo dividió la provincia en Superior e
Inferior hasta que Diocleciano dividió el territorio en cuatro zonas.
Las legiones romanas
abandonaron definitivamente Britania tras
los levantamientos locales y la invasión
de Galia por los pueblos germánicos.
Unos decenios más tarde, poco a poco, los
sajones fueron ocupando la isla.
El famoso muro de Adriano.
1. Del 46 al 406 d. C. 2. Del 142 al 180 d. C.
La Romanización del Mediterráneo 70
V. 3 - LAS PROVINCIAS DEL DANUBIO
Las provincias del Danubio abarcaban un extenso territorio cuyos límites eran al
oeste, Germania, y al norte el Danubio (excepto Dacia), al este el Mar Negro y al sur la
Galia cisalpina y Acaya. Comprendían siete regiones: Raetia, Noricum, Pannonia,
Illyricum, Dacia, Moesia y Thracia.
Tanto Retia como Norico estaban organizados en autonomías cantonales. La región
estaba habitada por pueblos celtas. Debido a su difícil topografía, el proceso de
romanización no resultó del todo eficaz.
La importancia de estas tierras estribaba en el sistema de carreteras que la
atravesaban de gran valor comercial y militar.
La provincia de Nórico se romanizó hasta cierto punto a causa de la fuerte
inmigración de elementos itálicos.
La principal riqueza de la zona eran los metales, en especial el oro, el plomo y el
hierro. También producían un acero de calidad excepcional: se piensa que en Nórico se
descubrió, hacia el 500 a. C., un método para producir el acero, fundiendo el hierro con
cierto porcentaje de manganeso.
Pannonia llegó a ser provincia autónoma tras la represión del levantamiento de los
pueblos danubianos (años 6 y 9 d. C.). Para defenderse de los bárbaros, se edificaron
varios campamentos de legionarios, que con el tiempo se convirtieron en vitales centros
de romanización. El desarrollo de los campamentos militares y de las comunidades
indígenas vecinas a ellos, constituidas por artesanos, mercaderes y las concubinas de los
militares, dio origen a las principales ciudades de la comarca.
La Romanización del Mediterráneo 71
Desde el punto de vista económico fue una zona dedicada a la actividad agrícola,
minera y también comercial.
Iliria, situada junto a la costa adriática opuesta a la península itálica, ya se hizo notar
en Roma en el siglo III a. C., por la piratería que practicaban las tribus allí establecidas.
La inmigración de mercaderes itálicos determinó la romanización de las ciudades
costeras y de las islas diferenciándose de las regiones interiores, donde los pueblos
indígenas asimilaron con mucha lentitud la civilización romana.
Los principales recursos de estas tierras fueron las minas de hierro, oro y plata,
además del ganado y el cultivo de los cereales, la vid y el olivo.
Entre las ciudades más importantes hay que citar Salonae (Solin), cuna de
Diocleciano. Cerca de ella este emperador mandó construir su grandioso palacio, que
daría origen a la ciudad de Split.
Roma entró en guerra con Dacia ya en tiempos de Domiciano, pero fue Trajano el
que logró conquistar definitivamente la región. En cuanto se produjo la ocupación
romana, llegaron muchos colonos que contribuyeron a convertir la región en una de las
más romanizadas de todo el Imperio.
Entre los mayores recursos de Dacia se contaron los minerales, sobre todo hierro,
plata y oro. Después de la conquista, Trajano llevó a Roma como botín de guerra unos
165.500 kg de oro y 331.000 de plata.
La provincia fue provista de una imponente red vial sobre la que se alzaron muchos
centros poblados.
Aureliano abandonó definitivamente los territorios de Dacia en el 270, bajo la
presión de los ataques bárbaros.
Los romanos intervinieron en Mesia para contener a los pueblos que, con sus
continuos saqueos y ataques, se infiltraban en los territorios ya conquistados. La
actividad militar en la región fue estremecedora, sobre todo en tiempos de los Flavios.
La provincia de Mesia era una de las más heterogéneas, por la diversidad de su
territorio y de los pueblos en él asentados. Los municipios y las colonias no fueron
muchos y la provincia conservó un aire general rústico, dentro de un contexto oficial
romano.
Entre los monumentos de índole funeraria y honoraria, destaca el Tropaeum Traiani,
levantado en Dobrugia Meridional (Rumania), en recuerdo de las conquistas dacias de
Trajano. La rica decoración figurativa del imponente edificio constituye uno de los
complejos más grandiosos que del arte provincial romano han llegado hasta hoy.
La Romanización del Mediterráneo 72
Tracia fue la última región situada al sur del Danubio que se constituyó como
provincia romana cuando Claudio se apoderó de ella en el año 46.
Se prestó mucha atención al desarrollo del sistema vial que unía el Egeo y el Mar
Negro.
La romanización fue más intensa en las regiones costeras, mientras en el interior los
romanos combatieron sin cesar con los belicosos nativos. La mayor parte de este pueblo
conservó sus propias costumbres y su religión. Periódicamente se organizaban mercados
sobre las grandes carreteras que comunicaban Europa y Asia.
La zona tuvo poco peso político y económico hasta el siglo III, en que se convirtió
en terreno de enfrentamiento con los pueblos bárbaros invasores. Más tarde sería motivo
de disputa entre el Imperio de Oriente y el de Occidente, hasta que por fin quedó
adjudicada al primero, del que fue un puesto de vanguardia defensiva esencial. A esa
turbulenta situación política correspondió el apogeo de Byzantium, que se vio favorecida
por la reedificación que desde el 323 ordenó Constantino y que la dotó de rasgos
grandiosos. En el año 330 su nombre pasó a ser Constantinopla, y se convirtió en la
nueva capital del Imperio romano y, después, del bizantino.
Constantinopla, capital del antiguo Imperio romano de Oriente
La Romanización del Mediterráneo 73
V. 4 - GRECIA
Los romanos empezaron su presencia
en la península helénica en el siglo III a.
C., cuando acudieron en defensa de las
ciudades griegas en sus luchas contra los
reyes macedonios. Al principio Roma no
se aprovechó de la hegemonía que le
proporciono la victoria y devolvió la
libertad a Grecia.
No obstante, cuando las legiones romanas derrotaron definitivamente al ejército
macedonio en Pidna, las ansias expansionistas de los vencedores se hicieron visibles, a
lo que correspondió la aversión de los griegos.
En el año 146 a. C., tras la destrucción de Corinto, Grecia fue reducida a la categoría
de provincia, dividida en Macedonia y Achaia (Acaya) que abarcaba el Epiro.
Atenas se sumó a Mitríades IV, rey de Ponto, en la campaña que terminaría en el
año 86 a. C. con el asedio y posterior saqueo de las tropas de Sila. Desde ese momento,
Grecia pasó a ser una de las provincias más tranquilas del Imperio.
Macedonia un florecimiento económico excepcional gracias a la reapertura de las
minas de oro y de plata y a la mejor valoración de las de cobre y hierro.
Las ciudades macedonias se beneficiaron de numerosas exenciones; algunas
tuvieron una alta proporción de veteranos romanos entre sus habitantes.
Acaya, (que abarcaba todo el Peloponeso y las islas hasta Creta, además de las
Cícladas, Ática, Beocia y Eubea, alcanzó un nuevo florecimiento al encontrarse en el
centro de un importante sistema de rutas marítimas que partían del Pireo, pasaban por
los puertos de las Cícladas y los fondeaderos del istmo de Corinto. La región adquirió
gran importancia sobre todo en tiempos de Nerón y Adriano.
Epiro, que se constituyó como provincia autónoma en el siglo II d. C., participó muy
poco en la vida del Imperio, exceptuadas algunas ciudades costeras como Accio, y
algunos centros del interior como Dodona, famosa por su santuario de Zeus.
Al carecer de carreteras importantes, Epiro tuvo cierto interés tan sólo por el valor
estratégico de sus bases navales.
Grecia, aunque sometida, logró conquistar a Roma con la grandeza de su cultura e
introducir en la metrópoli, los temas fundamentales de su propio arte.
La Romanización del Mediterráneo 74
V. 5 - ASIA MENOR
La presencia romana en Asia Menor empezó en el 133 a. C., a raíz del legado de
Atalo, rey de Pérgamo, y prosiguió con la anexión de los reinos limítrofes.
La riqueza de la región atrajo a una gran cantidad de itálicos, sobre todo mercaderes
y recaudadores de impuestos, cuya avaricia provocó una terrible rebelión en el 88 a. C.
Augusto mejoró la situación de Asia, pues empezó una etapa de paz y prosperidad, que
se prolongó hasta mediados del siglo III.
Las principales fuentes de riqueza de estas provincias fueron la agricultura y el
comercio. Era muy apreciado el mármol morado de las canteras frigias de Synnada y el
de Quío. Para transportar los mármoles se empleaban unas embarcaciones especiales,
las naves lapidariae, que los descargaban en el puerto de Ostia, desde donde se llevaban
aguas arriba del Tíber hasta un depósito al pie del Aventino, que se llama Marmorata
Asia Menor era famosa por la cría de ovejas y la producción de la lana y del
pergamino- el más apreciado era el de Pérgamo, de donde tomó el nombre-, que junto
al papiro fue el soporte más difundido de la escritura en la antigüedad.
Casi todas las demás ciudades eran muy conocidas por el comercio de tejidos y
ropas de lana. Tenían mucha demanda las telas teñidas con púrpura, colorante obtenido
de un molusco.
La región también contaba con ricos yacimientos de plata y oro. La abundancia de
éste dio lugar a la leyenda del rey Creso, en las cercanías de cuyo palacio aún fluye hoy
el río aurífero Pactolo.
En Asia Menor abundan las ruinas de los tiempos romanos, y no solo en los grandes
centros como Éfeso, Pérgamo o Mileto, sino también en ciudades menores.
La Romanización del Mediterráneo 75
V.6 - LAS PROVINCIAS ORIENTALES
Las Provincias Orientales
constituían el confín del Imperio
romano, y abarcaba Armenia, Asiria,
Mesopotamia, Siria y Palestina y
Arabia.
La historia de estas regiones fue
muy intrincada. Roma tuvo que
enfrentarse con el Imperio de los
partos, cuyo poder igualaba al romano.
La situación se complicaba por la existencia de extensas zonas desérticas, habitadas
por pueblos nómadas, que eran casi incontrolables.
El griego y el sirio siguieron siendo los idiomas más hablados, y el latín sólo se
difundió en las grandes ciudades como lengua oficial en el ámbito jurídico y
administrativo.
Estas comarcas fueron muy importantes tanto desde el punto de vista militar como
en el campo económico. No obstante, el comercio resultó ser la fuente mayor de
riquezas. Largas caravanas de camellos y mulas atravesaban grandes distancias, previo
pago de un derecho de tránsito, a veces escoltadas por grupos armados para evitar los
ataques de los bandidos. Los impuestos que debían pagar las caravanas repercutían en el
precio de las mercancías.
La organización romana fue bastante eficiente sobre todo en cuanto a las
comunicaciones, perfeccionando y dando especial valor a la red vial existente creada
por los Aqueménidas y utilizada por Alejandro Magno.
Las ciudades más orientales estaban protegidas por contingentes militares fijos.
En resumen, las provincias orientales fueron un crisol de razas y culturas diversas,
donde el elemento griego, el semita y el romano entraron en contacto estrecho y se
influyeron recíprocamente.
La Romanización del Mediterráneo 76
V. 7 - EGIPTO, CRETA Y CIRENAICA
Egipto fue el último de los reinos
helenísticos que entró en el campo de
influencia de Roma, después del suicidio
de Cleopatra VII tras la derrota que le
infligió Octaviano en Accio .
Augusto lo convirtió en un territorio directamente dependiente del emperador, que
gobernaba esas tierras a través de un praefectus Aegypti. Desde el principio la
dominación romana tuvo que enfrentarse con los problemas creados por las diferencias
entre la comunidad griega (con especiales privilegios jurídicos y fiscales) y la
comunidad judía, que protagonizó varias rebeliones, las más sangrientas de ellas en
tiempos de Claudio y de Trajano.
El aporte de Roma en estas comarcas resultaría bastante limitado, e incluso la
cultura egipcia proyectó su notable influjo en el mundo romano, sobre todo en el campo
religioso y en el artístico.
Egipto tuvo un eminente papel económico, pues de esta provincia provenían grandes
cantidades de cereales, materias primas muy apreciadas y objetos de lujo. Entre los
materiales exportados figuraban distintos tipos de mármol, el granito rosa, el gris y el
pórfido rojo. Además tenía el monopolio del comercio del papiro. También tuvo fama
la industria lanera de esta región, que proveyó de ropas al ejército de Roma.
Cirenaica fue declarada provincia en el 74 a. C.; tiempo después, Antonio la legó a
la hija que tuvo de Cleopatra; Augusto le devolvió la categoría de provincia senatorial
en el 27 a. C., y la unió a la isla de Creta. Presentó las mismas dificultades de gobierno,
por la violenta lucha entre las comunidades judía y griega. La economía de la región
quedó hundida por los estragos y la devastación que ambos bandos produjeron. No
obstante, conservó su fama como lugar de crianza de caballos de pura raza.
Por el contrario, Creta se mantuvo mucho más tranquila hasta el punto que la
presencia militar romana se limitó a alguna guarnición local menor.
En ambas regiones, Roma aplicó una política bastante liberal con respecto a las
ciudades, que continuaron disponiendo de gran cantidad de derechos e inmunidades.
La Romanización del Mediterráneo 77
V. 8 - ÁFRICA
Roma penetró en el continente africano después de la destrucción de Cartago y se
concretó con la constitución de las provincias de Africa proconsularis y Africa Nova o
Numidia, a las que más tarde se sumaron Mauretania Caesariensis y Mauretania
Tingitana.
El gran interés de Roma en África se justificaba por la posición estratégica de los
fondeaderos, cuyo control garantizaba el dominio total de las rutas mediterráneas, y por
la inmensa riqueza agrícola de la región.
Una densa red de carreteras unía las ciudades caravaneras con los puertos, donde los
géneros destinados a Roma se cargaban en naves mercantes.
En los campos cercanos a las ciudades se extendían los establecimientos de los ricos
latifundistas; una gran cantidad de diques permitían almacenar las aguas estacionales
que acarreaban los uadis y su posterior distribución para el riego, a través de
complicadas canalizaciones. La causa fundamental de la prosperidad que alcanzaron
algunas ciudades fue la enorme producción de cereales (que dio a África su epíteto de
“granero de Roma”) y de aceite de oliva. El Estado controló el comercio de cereales
mucho más que el de otros productos. El principal puerto de embarque de cereales era
Cartago, cuya recuperación fue obra de César.
La exportación de aceite tuvo mayor incidencia a partir del siglo II d. C. Se
transportaba en ánforas cilíndricas, también usadas para conservar el garum. África fue
la máxima proveedora de este condimento.
También tuvo mucha importancia las exportaciones de animales: caballos para las
carreras del circo, fieras y elefantes para los juegos de anfiteatro, a los que se capturaba
La Romanización del Mediterráneo 78
y después se embarcaba en naves especiales para transportarlos a los destinos más
diversos.
En general, la lengua y la religión oficiales fueron las romanas, aunque en las zonas
apartadas seguían empleando la lengua fenicia y practicando su religión.
La contribución de África al desarrollo de la romanidad pagana y cristiana fue
excepcional: emperadores como Septimio Severo, juristas y escritores como Frontón y
Apuleyo, además del nutrido grupo de los apologistas cristianos, sobre todo Tertuliano
y Agustín.
La frontera africana iba desde el actual Marruecos hasta Libia y era la más extensa
del Imperio con 4.000 Km. de longitud, limitando un territorio muy variado, en el que
los pueblos autóctonos desarrollaban culturas y estilos de vida muy diferentes.
Ruinas romanas de Volubilis, centro administrativo de la provincia africana Mauritania Tingitana.
La Romanización del Mediterráneo 79
VI. CONCLUSIONES
Bajo el gobierno de Roma, el mundo mediterráneo registra un progreso importante,
especialmente en el terreno de las técnicas agrícola, minera, de la ingeniería, de la
construcción, la navegación y el comercio. Los intercambios de mercancías unieron a
todo el mundo romano con las tierras de África, norte de Europa y hasta la India y
China en viajes frecuentes y regulares.
El sentido práctico e innovador de Roma se manifestó sobre muchos campos:
-Programación de la productividad en agricultura.
-Fijación de los salarios.
-Permisividad y protección a las asociaciones y collegia profesionales.
-Ordenamiento del régimen de minas y difusión de avanzadas técnicas mineras y
agrícolas.
-Fundaciones de beneficencia, como hospitales, escuelas para mineros o
instituciones alimentarias.
-Consolidación de las instituciones familiares y ciudadanas.
-El papel otorgado a la mujer, más semejante al que ocupa en la sociedad actual
que en cualquier otra época o civilización.
-Difusión y apoyo a un sistema estable de moneda.
-Construcción de una amplísima red de vías y puentes.
Roma ha sido la más directa inspiradora de nuestro particular devenir histórico
occidental, al que transmitió lengua, religión, las bases de las estructuras nacionales,
urbana y familiar, régimen de propiedad… y, en general, el ordenamiento económico,
jurídico y tantos modos de entendimiento de la vida y de la cultura.
La civilización romana centró su atención en la ciencia aplicada. Nunca fue del gusto
romano, inclinado a buscar lo útil, el indagar o ahondar en la filosofía pura, en la teoría
política o en la especulación matemática. Bajo su gobierno estas materias serían
víctimas del estancamiento, cuando no del olvido.
La humanidad ha heredado de Roma numerosos progresos alcanzados por la
medicina, la técnica de navegación y el comercio, la arquitectura (templos, puentes,
urbanismo, murallas, vías de comunicación, acueductos, edificios públicos), el trabajo
del vidrio, la metalurgia, la cartografía…
La Romanización del Mediterráneo 80
También nos legó nuevas o renovadas concepciones filosóficas como el estoicismo y
avanzó en el estudio de la naturaleza, en tanto en cuanto podía ser útil para el hombre.
Además, transmitió un elevado nivel cultural a tierras bárbaras o semibárbaras del
norte de África, Occidente, Britania, el Rhin y el Danubio.
La adopción del latín en Occidente y su mantenimiento, tras la caída del Imperio,
facilitó la asimilación y pervivencia de este legado. En este hecho influye el
cristianismo al mantener secularmente el latín y convertirlo en el vínculo mantenedor
que subsistiría con carácter unificador para el Occidente.
Otro aspecto importante de esta herencia es el concepto y la realidad de Nación, que
emana de la estructura administrativa que Roma otorgó a las provincias y a las diócesis.
De Roma parte, sin duda, la primacía política, económica y cultural que Europa ha
ostentado en el correr de la Historia y que difícilmente y sólo parcialmente le será
arrebatada.
La historiografía tradicional no siempre justificó los medios heterodoxos de Roma
para someter a los pueblos ante la beneficiosa meta de la pax romana. Podemos
constatar juicios contrarios, unos favorables y otros adversos: son conocidos los
reproches a propósito de la conquista de Hispania, prolija en genocidios y
depredaciones que ni siquiera cesan en los tiempos de Augusto.
Del mismo modo es constante la severidad con que la historiografía cristiana se
pronunció contra la inmoralidad o la represión hacia el cristianismo, al punto de
convertir sistemáticamente en nefastos a todos los emperadores perseguidores del
cristianismo mientras glorifica a los emperadores cristianos y no perseguidores, desde
Constantino a Teodosio.
Los historiadores marxistas son especialmente severos en sus juicios sobre temas
como la acumulación de capitales, latifundismo y esclavitud. Y son propicios a ver por
doquier rebeliones de masas o luchas de clases, mientras acentúan el papel de los
esclavos romanos en su unión a los bárbaros invasores, para dar el golpe definitivo al
Imperio romano.
En resumen, las fases de la romanización serían:
-Adopción del latín, primero de forma oficial e inicialmente por parte de las élites.
-Penetración de las costumbres: ropas, arquitectura, etc.
-Penetración de las religiones existentes en Roma, tanto la propia como las
orientales: cultos a Cibeles, Mitra y cristianismo.
La Romanización del Mediterráneo 81
-Adopción de bienes materiales romanos y progresiva introducción de las materias
primas y tecnologías necesarias para producirlos. Eso comporta además la adopción de
la moneda y el sistema de unidades de medida romano, etc.
-Adopción progresiva del latín por parte de los estratos populares.
-Aceptación generalizada del derecho romano.
-Abandono definitivo de ciertos elementos autóctonos y homogeneización de la
cultura material con la metrópoli romana.
El proceso de romanización corrió a la par que la conquista, pero abarcó mucho más
que las simples acciones militares. Fue una auténtica transfusión cultural, con aspectos
institucionales, jurídicos, religiosos y lingüísticos.
La cultura romana es, además, el resultado de un importante intercambio entre
civilizaciones diferentes: la cultura griega y las culturas desarrolladas en Oriente
(Mesopotamia y Egipto, sobre todo), que contribuyeron a formar la cultura y el arte de
los romanos y de gran parte de la cultura occidental.
Tanto en lo bueno como en lo malo, la influencia de Roma invade muchos aspectos
de nuestra vida diaria, aunque con frecuencia seamos inconscientes de esa herencia.
La Romanización del Mediterráneo 83
VII. 2 – Mapas División Provincial de HISPANIA
Augusto reorganiza la península en tres provincias: la Bética y la Lusitania (surgidas de la Ulterior), y la Tarraconense, la ex Citerior.
División provincial de Hispania a finales del Bajo Imperio.
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VII. 4 – El Teatro Romano de SAGUNTO, antes y después de la rehabilitación.
La Romanización del Mediterráneo 86
VIII. BIBLIOGRAFÍA
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Junio 2.004
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Wikipedia, varios.