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La realidad de lo fantástico Marcela Carranza Yo aceptaba una realidad más grande, más elástica, más expandida, donde entraba todo. Julio Cortázar He titulado esta ponencia: “La realidad de lo fantástico”, porque me interesa la paradoja de pensar lo fantástico como real. ¿Es lo fantástico lo contrario de lo real? ¿Lo uno supone la exclusión de lo otro? ¿Allí donde ingresa lo fantástico, lo real queda descartado y viceversa? Hay algo que quizá sí está claro, al menos en términos narrativos y literarios, y es que no existiría lo fantástico sin existencia de “lo real”, y cuando digo “lo real”, me refiero a las formas convencionales con las que nuestra sociedad piensa y entiende eso que solemos llamar “realidad”. El cuento fantástico requiere para ser tal (a diferencia del maravilloso) de la confusión de elementos que podríamos llamar “realistas”, es decir que imitan “lo real” y elementos o hechos sobrenaturales, asombrosos o insólitos para ese mundo análogo a la realidad cotidiana. Esta coexistencia ambigua de mundos dispares hace del fantástico una especie de oxímoron, es decir que la contradicción es parte de su naturaleza. El mundo creado por un relato fantástico sostiene la irrupción de lo inadmisible, de lo imposible, dentro del orden de todos los días; y es en esa irrupción donde se asientan los efectos literarios e incluso filosóficos del relato fantástico. Dice Rosmary Jackson al respecto: “El fantasy re-combina e invierte lo real, pero no escapa a su esfera: existe en una relación simbiótica o parasitaria con lo real” La literatura fantástica suele situarse históricamente a partir de 1800 o poco antes, es decir cuando la humanidad (en occidente) decidió adoptar una representación de lo real basada en el pensamiento lógico- racionalista. Podríamos decir que sin esta forma de pensamiento secularizada no hubiera existido lo que llamamos hoy “literatura fantástica”.

La Realidad de Lo Fantástico Marcela Carranza

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Marcela Carranza

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La realidad de lo fantásticoMarcela Carranza

Yo aceptaba una realidad más grande, más elástica, más expandida, donde entraba todo.

 Julio Cortázar

 

He titulado esta ponencia: “La realidad de lo fantástico”, porque me interesa la paradoja de pensar

lo fantástico como real. ¿Es lo fantástico lo contrario de lo real? ¿Lo uno supone la exclusión de lo

otro? ¿Allí donde ingresa lo fantástico, lo real queda descartado y viceversa?

Hay algo que quizá sí está claro, al menos en términos narrativos y literarios, y es que no existiría

lo fantástico sin existencia de “lo real”, y cuando digo “lo real”, me refiero a las formas

convencionales con las que nuestra sociedad piensa y entiende eso que solemos llamar “realidad”.

El cuento fantástico requiere para ser tal (a diferencia del maravilloso) de la confusión de

elementos que podríamos llamar “realistas”, es decir que imitan “lo real” y elementos o hechos

sobrenaturales, asombrosos o insólitos para ese mundo análogo a la realidad cotidiana. Esta

coexistencia ambigua de mundos dispares hace del fantástico una especie de oxímoron, es decir

que la contradicción es parte de su naturaleza. El mundo creado por un relato fantástico sostiene la

irrupción de lo inadmisible, de lo imposible, dentro del orden de todos los días; y es en esa

irrupción donde se asientan los efectos literarios e incluso filosóficos del relato fantástico.  

Dice Rosmary Jackson al respecto:

 “El fantasy re-combina e invierte lo real, pero no escapa a su esfera: existe en una relación

simbiótica o parasitaria con lo real”

La literatura fantástica suele situarse históricamente a partir de 1800 o poco antes, es decir cuando

la humanidad (en occidente) decidió adoptar una representación de lo real basada en el

pensamiento lógico-racionalista. Podríamos decir que sin esta forma de pensamiento secularizada

no hubiera existido lo que llamamos hoy “literatura fantástica”.

Sin embargo, las ficciones fantásticas, como señala Bioy Casares, “son anteriores a las

letras”. Pertenecen a ese océano de relatos orales que han nutrido y aún nutren copiosamente la

literatura para niños y jóvenes. Pero es necesario distinguir que en esta narrativa folklórica, en los

cuentos, mitos y leyendas populares, la irrupción del hecho insólito supone una concepción de lo

real donde lo sobrenatural, lo imposible resulta posible. La existencia de un mundo sobrenatural

contiguo al de la vida cotidiana sin una frontera precisa que los divida fue moneda corriente para

quienes crearon y difundieron tales relatos; de allí que en estas historias no resulta perturbadora ni

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problemática la vinculación de lo que podríamos llamar “real” con aquellas otras regiones habitadas

por seres y acontecimientos sobrenaturales.

Un buen número de los llamados “cuentos de terror” para niños emergen de fuentes orales y

tradicionales de todo el mundo. Aquí el fantasma, el monstruo, asusta, pero no resulta demasiado

inquietante, no perturba las formas que la sociedad se ha dado para comprender lo real, ya que en

definitiva todo se resuelve en una explicación de orden sobrenatural, en otro plano, y  “esta

realidad”, la de todos los días, se restablece sin demasiadas perturbaciones.

La llamada “literatura fantástica” requiere para su surgimiento el abandono por parte de la

humanidad de una visión del mundo creyente en portentos y fantasmas. Aquella visión que

sustentó antiguamente al relato maravilloso.

Dice Jaime Rest:

“… el modelo más difundido en este ámbito literario tal vez sea aquel que nos ofrece una

construcción narrativa en la que deliberadamente se soslaya la posibilidad de establecer en forma

inequívoca si estamos ante un hecho sobrenatural objetivo o ante una mera alucinación subjetiva

del narrador ficticio o del personaje protagónico”  

Jaime Rest nombra como ejemplo de esto último a E. T. A. Hoffmann (1776-1822), a quien se

considera uno de los fundadores y el principal difusor de la moderna literatura fantástica. La

aparición del fantástico como especie narrativa, señala Rest, coincide con un fenómeno cultural: la

reacción romántica al secularismo del pensamiento moderno. Se trata entonces de una resistencia,

de la que Hoffman es un ejemplo claro, a una concepción positivista de lo real. Podemos

sospechar, dice Jaime Rest, que producto del choque entre el secularismo moderno y el

sobrenaturalismo romántico fue el nacimiento de lo fantástico literario.

Lo contradictorio de todo esto es que la narrativa fantástica no puede existir sin lo “real cotidiano”,

tampoco sin  “lo sobrenatural” o “lo otro”, es decir aquello que excede los límites de lo real; pero no

pertenece a ninguno de estos dos mundos, ni el “real” ni el sobrenatural. Su lugar es el de la

frontera, lo que está entre una y otra cosa, lo que no es ni lo uno ni lo otro. El fantástico literario no

parece tener identidad fija, sino más bien móvil, fluida, indeterminada.

Dicho en otros términos: en sus múltiples variantes el relato fantástico refiere al advenimiento de un

hecho insólito, desconcertante, quizá sobrenatural, algo que no encuentra explicación en los

paradigmas que nos damos habitualmente para organizar lo real; pero dicho advenimiento se

produce en este mundo, en el que vivimos, o digámoslo más precisamente: en un mundo

construido por la ficción según las mismas reglas que rigen el mundo real de referencia para el

lector. El prodigio no tiene su fundamento en mundos ultraterrenos, en realidades paralelas; de ser

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así, estaríamos otra vez dentro del campo del maravilloso. La presencia de “lo otro” en este mundo,

el de todos los días, produce un quiebre, una dislocación. Las formas que nos damos para

entender lo real entran en crisis, se cuestionan, se transgreden sus límites, y los paradigmas que

nos permiten organizar la realidad cotidiana no resultan ya suficientes. En el fantástico literario el

enigma carece de explicación. La incertidumbre, el vértigo del vacío, la ausencia es parte del

sistema.

La literatura fantástica está íntimamente ligada a la experiencia de los límites y su disolución. Tanto

en sus temas, como señala Todorov; como en su sintaxis, como señala Rosalba Campra. El

fantástico, como el monstruo, parece dispuesto a transgredir todos los límites, todas aquellas

reglas necesarias para poner algo de orden y tranquilidad en el mundo.

Como los niños pequeños, los psicóticos y quienes están bajo la influencia de las drogas, dice

Todorov, en el fantástico se disuelve el límite entre el sujeto y el objeto. Ejemplo de ello son temas

recurrentes la metamorfosis, el doble, la transformación del tiempo y el espacio.

“La infracción que se destaca en el relato fantástico es un escándalo de la razón: ésta comprueba

la existencia de dos órdenes irreconciliables, y posteriormente se ve obligada a comprobar su

coexistencia. El sueño adquiere el mismo espesor de la vigilia y actúa sobre ella… el yo se

desdobla; desaparece la unidireccionalidad del tiempo; los límites entre animado/inanimado,

concreto/abstracto, yo/otro, etc… se han derrumbado.” - dice Rosalba Campra.

En los textos fantásticos se disuelven las unidades clásicas de tiempo, espacio y personaje que

sustentan al relato realista, y que sustentan también las nociones dominantes de “realidad”. El

fantástico no es metafórico, coinciden Jackson y Todorov, lo que está allí no está en lugar de otra

cosa; la alegoría, dice Todorov, mata al fantástico. La tendencia del fantástico no es la del

reemplazo, sino la del desplazamiento, deslizamiento  de una forma hacia otra, un fluir que no fija

en forma definitiva, a la manera de la metonimia. No hay formas estables, no hay identidades

definidas. Jackson define al fantasy como una tendencia a la disolución, a la entropía.

El yo puede ser otro; lo humano transmutarse en animal; el sueño se confunde con la vigilia. Todo

esto le sucede a Joaquín, el niño protagonista de Ojos amarillos, la novelade Ricardo Mariño. Una

pesadilla extrañamente compartida por los habitantes de un pueblo es el acontecimiento que

perturba a los personajes. Poco a poco el sueño va adquiriendo espesor de realidad en el relato,

aparece aquel gato de la pesadilla con sus extraños ojos amarillos, el cual ingresa

subrepticiamente en la vida del niño; aquello que parecía producto de la ignorancia y estupidez de

unos pueblerinos se transmuta en realidad, dando cuenta de esto el testimonio del padre de

Joaquín y el narrador, testigo además de la transmutación del niño.

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Los cuentos de dobles abundan en la narrativa fantástica, algunos muy famosos: “William Wilson”

de Poe; “Lejana” de Cortázar, Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson, y en una variante donde lo

humano y lo animal se intercambian “Axolotl” también de Cortázar. El “yo” se disgrega, se extraña,

y como sucede en muchos relatos su multiplicidad acaba en la muerte del personaje.

Hablábamos del advenimiento de un hecho insólito, desconcertante, muchas veces sobrenatural

(no siempre) en un mundo cotidiano, real. En este mundo de todos los días se abre el abismo de

un enigma que no encuentra explicación a partir de los paradigmas habituales a los que recurrimos

para entender lo real.

Un ejemplo interesante de esto es el cuento “Equipaje” de Pablo de Santis en su libroRey

secreto. Como suele suceder en el fantástico, el narrador es una tercera persona focalizada en el

personaje. Es decir, su visión de lo que cuenta está sujeta a la perspectiva del protagonista, pero

no es el personaje quien habla, sino una voz que en tercera persona nos ofrece cierta garantía de

“objetividad”. Por lo tanto la visión de lo narrado es parcial, pero se reviste de imparcialidad

permitiendo al lector creer en lo que se dice, pero a su vez restringiéndole la información necesaria

para la resolución del enigma planteado. Es este tipo de narrador el que suele utilizar Cortázar en

sus cuentos, como en “La noche boca arriba”. Un buen ejemplo también del tema del doble, de la

transgresión del límite hasta la inversión entre sueño y vigilia, y de la vulneración de categorías

temporales y espaciales según las comprendemos de ordinario.

Pero vuelvo a “Equipaje” de De Santis: el cuento transcurre en un espacio acotado, un hotel al que

suelen concurrir viajantes de comercio. Un lugar de tránsito. Todo hace pensar que el protagonista

es un huésped o bien un residente fijo del hotel y el enigma se centra en la extraña aparición de

una valija, sola, en medio de un pasillo, en el ascensor. El personaje se pregunta por la identidad

del dueño de la valija, y por las razones que explicarían su inaudita y repentina aparición.

La aparición de la valija sin dueño en el pasillo, en el ascensor se transforma en fuente de

desasosiego y temor para el personaje. Decide entonces abrirla. Al revisar el contenido, poco a

poco, reconoce sus pertenencias. Entre ellas un frasco azul de veneno y una carta en la que se

despide de una mujer. Sin decirlo explícitamente pero con suficientes indicios, la narración traslada

el enigma de la valija y su aparición inaudita hacia la identidad del personaje. La explicación es de

índole sobrenatural, ese personaje ya no es de este mundo, pero son los silencios de la narración y

la resignificación de los elementos del cuento a partir del desenlace, los que otorgan esa cuota de

sorpresa propia del fantástico. Para el lector había cierta seguridad sobre la identidad del

protagonista, el problema estaba en otro lado: la valija; pero el relato fluye hacia otros derroteros.

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La sorpresa del desenlace está en ese cambio súbito de reglas para el lector, donde la seguridad

se resquebraja dando lugar a otra cosa.

 “El fantástico, dice Jackson, interroga la definición del yo como un todo coherente, indivisible y

continuo que dominó el pensamiento occidental durante siglos. El fantasy ofrece imágenes de

identidad muy diferentes de los cuerpos sólidos que aparecen en la ficción ‘realista’”

Cortázar habla de un extrañamiento frente a lo real tal cual lo conocemos.

“…ese extrañamiento, está ahí, a cada paso, (…) en cualquier momento y consiste sobre todo en

el hecho de que las pautas de la lógica, de la causalidad del tiempo, del espacio, todo lo que

nuestra inteligencia acepta desde Aristóteles como inamovible, seguro y tranquilizador se ve

bruscamente sacudido, como conmovido, por una especie de viento interior, que los desplaza y

que los hace cambiar.”

 Las nociones de tiempo y espacio se muestran “como algo mucho más rico, variado y complejo

que la noción habitual y utilitaria del tiempo que todos estamos obligados a tener” –dice también

Cortázar.

Así el tiempo puede transcurrir en sentido inverso, como en “Viaje a la semilla” de Alejo Carpentier,

o toda una vida reducirse a un vertiginoso viaje en tren como en el cuento “Tren” de Santiago

Dabove; o transcurrir el tiempo suficiente para concluir la obra cumbre de un escritor durante el

instante entre la orden dada por los verdugos y la ejecución del protagonista, tal como sucede en

“El milagro secreto” de Borges.

Habíamos hablado de la irrupción de lo inadmisible en el mundo cotidiano como característica del

relato fantástico. Sin embargo en ese cuestionamiento de “lo real” que parece caracterizarlo, el

fantástico ha dado ejemplos en los que ya no resulta tan sencillo distinguir ambos términos: real y

fantástico.

“… ya no se trata de una irrupción donde los elementos de la realidad se mantienen y hay

solamente un fenómeno inexplicable que se produce sino una transformación total: lo real pasa a

ser fantástico y por lo tanto lo fantástico pasa a ser real simultáneamente sin que podamos conocer

exactamente cuál corresponde a uno de los elementos y cuál, al otro.”

Cortázar habla de una modalidad extrema de lo fantástico… ahí donde los límites entre lo real y lo

fantástico cesan de valer y las dos cosas se interfusionan.

Siguiendo lo dicho hasta aquí podemos señalar que el fantástico se asienta en la incertidumbre y el

cuestionamiento acerca de la naturaleza de lo “real”, así como de las categorías que la sociedad ha

ido construyendo para su comprensión.

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La resquebrajadura de lo real, señala Rosalba Campra, no se da solamente a nivel semántico. Si

bien, como ya vimos, hay límites a nivel de los temas que son transgredidos; sin embargo, la

transgresión a nivel semántico no deja de dar cuenta de cierta plenitud de significado.

“En el cuento fantástico de hoy, esta mínima seguridad se ve suplantada por la ausencia del

enemigo. No ya la lucha, sino la imposibilidad de explicación de algo que no se sabe si ha ocurrido.

En un mundo enteramente “natural” se abre el precipicio de la no-significación. El héroe fantástico

ya no puede combatir; se enfrenta con la nada”.-señala Campra.

Un ejemplo de esto último es el cuento “El perro ceniza” de Javier Villafañe El relato, focalizado en

el personaje, nos mantiene dentro de cierta seguridad: aquel “perro flaco, color ceniza, con los ojos

claros transparentes” que dice ver el protagonista es fruto de sus alucinaciones. El diálogo con el

médico, los acontecimientos relatados, certifican que aquel perro no existe fuera de la mente

enferma del personaje. El psiquiatra, ante la angustia del paciente, finalmente decide internarlo.

Hasta aquí no hay sobresaltos para el lector, todo tiene su explicación lógica. Sin embargo, el

cuento decide dar un giro completo en el final. La voz narrativa cobra mayor objetividad y describe

la muerte del hombre. Unos pescadores hallaron el cadáver en la playa, pero “No estaba solo. Lo

acompañaba un perro. Tenía la cabeza apoyada sobre el pecho del ahogado y, por momentos, le

besaba las manos y el rostro. Era un perro flaco, color ceniza, con los ojos claros, transparentes”.

En este final las explicaciones tranquilizadoras se derrumban. El lector se ve imposibilitado de

negar rotundamente la existencia del perro como venía haciéndolo hasta ahora, pero tampoco

puede aceptarla, porque hay demasiados indicios que contradicen su existencia real.

A diferencia entonces del gótico en el que la aparición del fantasma o del monstruo contaba para

definir un texto como fantástico, en la narrativa fantástica actual la garantía del orden y la

existencia del mundo se ven amenazadas por la falta de nexos, los silencios y los vacíos. Es el

enigma irresuelto, el silencio en la trama del discurso, según Campra, lo que sugiere la presencia

de vacíos en la trama de la realidad.

En palabras de Rosmary Jackson: “…el fantástico moderno (…) se concentra en lo desconocido

dentro del presente, y descubre el vacío dentro de una realidad aparentemente plena. Lo que se

lleva a primer plano es la ausencia misma….”

Esto claramente diferencia al fantástico moderno de la llamada “fantasía épica” o “high fantasy”.

Obras como Historias de Terramar de Úrsula Le Guin; El señor de los Anillosde Tolkien; La saga

de los Confines de Liliana Bodoc… En el high fantasy se construyen realidades alternativas, con

esmerado cuidado del cumplimiento de las reglas internas al mundo planteado por el texto. Esos

mundos, minuciosamente descriptos, tienen sus leyes, y éstas son respetadas a rajatabla.

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Podríamos decir entonces que se trata de personajes, espacios, temporalidades cargados de

sentido, acontecimientos debidamente justificados según reglas internas al texto, mundos

estrictamente coherentes en sus propios términos.

Dice Úrsula Le Guin respecto a la verosimilitud de los relatos de fantasía épica:

“La piedra de toque de la verosimilitud de una ficción imaginaria es probablemente la coherencia

(…) La fantasía, que crea un mundo, debe ser estrictamente coherente en sus propios términos o,

de lo contrario, pierde toda verosimilitud. Las reglas que gobiernan el modo en que las cosas

funcionan en el mundo imaginario no pueden cambiar en el curso de la historia.

Esta es probablemente una de las razones por las que la fantasía es tan aceptable para los chicos,

e incluso cuando asusta, puede proporcionar consuelo al lector: porque tiene reglas. Afirma un

universo que, en cierto modo, tiene sentido.”

Como señala Campra;  “A diferencia de los mundos secundarios de lo maravilloso, dentro de los

cuales podríamos circunscribir a la fantasía épica, que construyen realidades alternativas, los

mundos sombríos de lo fantástico no construyen nada. Son vacíos, vaciantes, disolventes. Esta

vacuidad toma un mundo visiblemente pleno, rotundo y tridimensional y logra viciarlo con sus

trazos de ausencia. Espacios que insisten en la falta, lo no visto, lo invisible”

“Como el fantasma que no está ni vivo ni muerto, lo fantástico es una presencia espectral

suspendida entre el ser y la nada. Toma lo real y lo quiebra”, dice Rosmary Jackson.

Volviendo entonces al título de esta ponencia, podemos volver a preguntarnos sobre la realidad de

lo fantástico, y también sobre los límites de lo real. Y en consonancia con este ámbito: el de una

feria de libros infantiles, cito por última vez a Cortázar quien dice:

 “Cada vez que veo las bibliotecas donde se nutren los niños bien educados, pienso que tuve

suerte; nadie seleccionó para mí los libros que debía leer, nadie se inquietó de que lo sobrenatural

y lo fantástico se me impusieran con la misma validez que los principios de la física o las batallas

de la independencia nacional”

______________________________________Jackson, Rosmary. Fantasy. Literatura y subversión. Bs. As. Catálogos Editora, 1986. Pág. 18.Rest, Jaime. “Nota Preliminar” en El cuento fantástico y de horror. Bs. As. CEAL, 1977. Colección Panoramas de la literatura. Pág. 9.Rest, Jaime. Ob. Cit. Pág. 10.Campra, Rosalba. “Fantástico y sintaxis narrativa” en Revista Río de la Plata Nº 1. París,  Centro de Estudios de Literaturas y Civilizaciones del Río de la Plata, 1985.Todorov, Tzvetan. “Los temas del yo”. Ob. Cit.Campra, Rosalba. Ob. Cit.

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Mariño, Ricardo. Ojos amarillos. Ilustraciones de Sandra Lavandeira. Bs. As. Alfaguara, 2001.De Santis, Pablo. “Equipaje” en Rey Secreto. Bs. As. Ediciones Colihue, 2005. Pág. 100-102.Jackson, Rosmary. Ob. Cit. Pág. 82-83.Cortázar, Julio. “El sentimiento de lo fantástico” Conferencia dada por Julio Cortázar en la Universidad Católica Andrés Bello. 1982. Disponible en:http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/cortaz5.htmCortázar, Julio. “Tercera clase. El cuento fantástico II: la fatalidad” en Clases de Literatura. Berkeley, 1980. Bs. As. Alfaguara, 2013. Pág. 71.Dabove, Santiago. “Tren” en La muerte y su traje. Bs. As. Liberarias/Prodhufi, 1993.Borges, Jorge Luis. “El milagro secreto” en Ficciones. Bs. As. Alianza Editorial, 1998.Cortázar, Julio. Ob. Cit. 2013. Pág. 82.Cortázar, Julio. Ob. Cit. 2013. Pág. 84.Campra, Rosalba. Ob. Cit.Villafañe, Javier. La cucaracha. Bs. As. Hachette, 1967.Jackson, Rosmary. Ob. Cit. Pág. 166.Le Guin, Úrsula. “Verosimilitud en la fantasía” Carta abierta a Alexei Mutovkin, disponible en http://www.ursulakleguin.com/PlausibilityinFantasy.html]Campra, Rosalba. “Los silencios del texto en la literatura fantástica” en E. Morillas Ventura Editorial. S.d.t.Jackson, Rosmary. Ob. Cit. Pág. 18.Cortázar, Julio. Ob. Cit. 1994.

                         ************Acerca de Marcela Carranza:Es maestra, licenciada en Letras y máster en libros y literatura para niños (Universidad Autónoma de Barcelona, Banco del Libro de Venezuela y FGSR). Publica artículos en revistas especializadas en literatura infantil y en educación. Participó como expositora en congresos de la especialidad. Fue profesora en el “Postítulo de Literatura Infantil y Juvenil” en la escuela de capacitación docente de la Ciudad de Buenos Aires, CePA (2002-2010). Se desempeña como profesora de literatura infantil y juvenil, y coordinadora de talleres de escritura en profesorados de formación docente de la ciudad de Buenos Aires.