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  1 La Panoplia Ibérica (Iª parte) Sergi Segura Bueno, arqueólogo e ilustrador (http://ilustra ciohistorica.blogspot .com/)  José Miguel Gallego Cañamero, arqueólogo. (http://artifexc rpa.blogspot.com/) INTRODUCCIÓN  A lo largo de prácticamente seis siglos, l a panóplia ibérica (conjunto de armas de ataque y defensa) evolucionó para adaptarse a las influencias de tipo táctico que iban llegando a la Península Ibérica con el paso del tiempo. La concepción del combate elitista, entre guerreros aristócratas que rechazaban las armas de larga distancia, dio paso con los siglos a otro tipo de combate donde la panóplia ibérica, influida por aportaciones extranjeras en el contexto de la Segunda Guerra Púnica, se fue unificando y simplificando. Por otro lado, debido a la existencia de una amplia variedad de pueblos ibéricos a lo largo del litoral mediterráneo entre el sur de la actual Francia y Andalucía occidental se hace imposible concebir una cultura uniforme, a pesar de la homología entre algunos elementos. Por esta razón no podemos hablar de un armamento ibérico totalmente uniforme ni cronológica ni geográficamente, a pesar de que existen ejemplos similares entre territorios relativamente alejados, lo que debe ser interpretado como el resultado de las relaciones comerciales que tuvieron lugar y los vínculos socio- políticos que se establecieron a lo largo de los siglos. Por tanto, se acepta la existencia de un corpus armamentístico ibérico muy diverso y heterogéneo. De estudios que desarrollen de manera general el tema militar, deben destacarse necesariamente las contínuas aportaciones realizadas por el profesor Fernando Quesada Sanz 1 , autor del que es hasta el momento el más completo y exhaustivo análisis general de la panóplia ibérica que existe 2  e innegable fuente de datos para este artículo. Otros autores han tratado el armamento ibérico, aunque en nuestra opinión, quizá no con tanto acierto arqueológicamente. Sin embargo son excelentes en la vertiente poliorcética. Destacan principalmente el profesor Francesc Gràcia Alonso 3 , gran especialista en referencias de autores clásicos y en sistemas defensivos, y el profesor Pierre Moret 4 , también gran especialista en sistemas defensivos. Teniendo en cuenta el excelente nivel de estas investigaciones y de toda una serie de pequeños análisis complementarios que otros autores aportan contínuamente, este artículo sólo pretende resumir y esquematizar brevemente los estudios más importantes sobre una parte de la tradición bélica de los pueblos ibéricos. La panóplia ibérica, harto extendida i diversificada, es mejor presentarla de una manera esquemática y didáctica para el público no erudito; por esta razón, para un conocimiento más profundo sobre el tema remitimos a dichos autores, haciendo especial hincapié en el caso del profesor Quesada. 1  Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid. 2  F. Quesada Sanz: El armamento ibérico. Estudio tipológico, geográfico, funcional, social y simbólico de las armas en la Cultura Ibérica (ss. VI- I a. C.); 2 vols. Ed. Monique Mergoil, Montagnac, 1997. 3  Catedrático de la Universitat de Barcelona. 4  Miembro del Centre Nationale du Recherche Sc ientifique (CNRS) francés.

La panoplia ibérica I

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Primero de dos artículos que sintetiza la evolución del armamento, tanto ofensivo como defensivo, en época ibérica.

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La Panoplia Ibérica (Iª parte)

Sergi Segura Bueno, arqueólogo e ilustrador (http://ilustraciohistorica.blogspot.com/)

 José Miguel Gallego Cañamero, arqueólogo. (http://artifexcrpa.blogspot.com/)

INTRODUCCIÓN

 A lo largo de prácticamente seis siglos, la panóplia ibérica (conjunto de armas deataque y defensa) evolucionó para adaptarse a las influencias de tipo táctico que ibanllegando a la Península Ibérica con el paso del tiempo. La concepción del combate elitista,entre guerreros aristócratas que rechazaban las armas de larga distancia, dio paso con lossiglos a otro tipo de combate donde la panóplia ibérica, influida por aportacionesextranjeras en el contexto de la Segunda Guerra Púnica, se fue unificando y simplificando.

Por otro lado, debido a la existencia de una amplia variedad de pueblos ibéricos alo largo del litoral mediterráneo entre el sur de la actual Francia y Andalucía occidental sehace imposible concebir una cultura uniforme, a pesar de la homología entre algunoselementos. Por esta razón no podemos hablar de un armamento ibérico totalmenteuniforme ni cronológica ni geográficamente, a pesar de que existen ejemplos similaresentre territorios relativamente alejados, lo que debe ser interpretado como el resultado delas relaciones comerciales que tuvieron lugar y los vínculos socio- políticos que seestablecieron a lo largo de los siglos. Por tanto, se acepta la existencia de un corpusarmamentístico ibérico muy diverso y heterogéneo.

De estudios que desarrollen de manera general el tema militar, deben destacarsenecesariamente las contínuas aportaciones realizadas por el profesor Fernando Quesada 

Sanz1, autor del que es hasta el momento el más completo y exhaustivo análisis general dela panóplia ibérica que existe2 e innegable fuente de datos para este artículo. Otrosautores han tratado el armamento ibérico, aunque en nuestra opinión, quizá no contanto acierto arqueológicamente. Sin embargo son excelentes en la vertiente poliorcética.Destacan principalmente el profesor Francesc Gràcia Alonso3, gran especialista enreferencias de autores clásicos y en sistemas defensivos, y el profesor Pierre Moret4,también gran especialista en sistemas defensivos. Teniendo en cuenta el excelente nivel de

estas investigaciones y de toda una serie de pequeños análisis complementarios que otrosautores aportan contínuamente, este artículo sólo pretende resumir y esquematizarbrevemente los estudios más importantes sobre una parte de la tradición bélica de lospueblos ibéricos. La panóplia ibérica, harto extendida i diversificada, es mejor presentarlade una manera esquemática y didáctica para el público no erudito; por esta razón, para unconocimiento más profundo sobre el tema remitimos a dichos autores, haciendo especialhincapié en el caso del profesor Quesada.

1 Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid.2 F. Quesada Sanz: El armamento ibérico. Estudio tipológico, geográfico, funcional, social y simbólico de las armas en la Cultura

Ibérica (ss. VI- I a. C.)

 

; 2 vols. Ed. Monique Mergoil, Montagnac, 1997.

3 Catedrático de la Universitat de Barcelona.

4 Miembro del Centre Nationale du Recherche Scientifique (CNRS) francés.

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 La panóplia ibérica estaba compuesta por armas de diferentes tipos. Para el ataque

utilizaron desde pesadas armas de asta concebidas para luchar cuerpo a cuerpo, másligeras para ser empleadas a distancia (a partir de ahora las llamaremos arrojadizas) hastaespadas y puñales de hierro. Por otro lado, para protegerse, los guerreros ibéricos

utilizaron escudos, cascos de metal o de cuero, grebas y placas circulares frontales y posteriores también de metal o de cuero. Estos elementos representan la totalidad delarmamento ibérico documentado arqueológica e iconográficamente, con sus variantesterritoriales; No obstante, aún se encuentra en tela de juicio que los iberos utilizasentanto el arco y las flechas como la honda para herir a distancia. Como veremos másadelante, existe un encarnizado debate abierto entre los autores que defienden lautilización de este último grupo de armas y los que se oponen, a partir fundamentalmentede la escasez de evidencias arqueológicas al respecto.

Es necesario aclarar que el estudio de la panóplia ibérica siempre se ha de realizar

teniendo en cuenta su contexto arqueológico. Es decir, que siempre se ha de considerarel conjunto cronológico en el que aparecen las piezas. De poco nos puede servir el estudioaislado de una punta de lanza, de una espada o de un casco si no conocemos el resto de lapanóplia con la que va asociada. Es gracias a esto que podemos crear modelos de lucha y establecer unos parámetros de evolución táctica.

Como se verá, se ha optado por dividir este artículo en dos partes biendiferenciadas para hacer su lectura más ligera y más fácil su comprensión: por un lado, enel primero de los artículos, se describe el armamento ofensivo, es decir, las armas para lalucha cuerpo a cuerpo y las armas para la lucha a distancia; en el segundo, el armamento

defensivo, que incluye las defensas pasivas (colocadas sobre el cuerpo del guerrero, leprotegen involuntariamente de los golpes) y las activas (dependen directamente de lamanipulación voluntaria del guerrero). Estudios más detallados y desarrollados sobretipologías territoriales y cronológicas irán apareciendo sucesivamente en esta página web.

LA PANOPLIA OFENSIVA 

1 a 3: Moharras y Regatones de lanzas y jabalinas; 4: Manillas de “Caetra”;5: “Soliferreum”; 6: Piezas de vaina de “Falcata” y espuela; 7: “Falcata”

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 El armamento ibérico para el combate “cuerpo a cuerpo”

Lanzas 

 Ya desde el período Ibérico Antiguo e incluso conanterioridad, las lanzas se empleaban para luchar encuerpo a cuerpo y no a distancia; hablamos concretamentede un tipo de lanza con una punta5 muy larga, de hojaancha; el arma completa podía llegar a alcanzar los 2’5m.de longitud total. La punta se fijaba al astil a través delcubo, de sección cónica. En el extremo opuesto a la puntaencontramos el regatón, una punta cónica de hierro, máspequeña, que podía servir tanto para fijar el arma en elsuelo como para herir a los enemigos abatidos sin tenerque girar el arma. Estos dos elementos quedaban fijados al

astil mediante un pequeño pasador metálico. Este tipopesado de lanza no era especialmente apta para ser arrojada; el papel de armas arrojadizaslo desarrollaban sobradamente primero los “Soliferra”, los “Pila” y posteriormente lasjabalinas, con características mucho más adecuadas para esta función que las lanzas, como

 veremos más adelante. Las lanzas de este momento destacan sobretodo por sus grandesdimensiones de hoja que pueden alcanzar los 40 cm. de longitud.

Se trata de armas muy pesadas, ideales para herir de cerca aprovechando su peso,tanto en combates individuales como en combates de formaciones cerradas. Sicontextualizamos estas lanzas con el resto de la panóplia defensiva que le va asociada,

 veremos en algunos casos que en esta época destacan principalmente por su opulencia: se

trata de piezas metálicas en bronce y hierro, en ocasiones muy decoradas, probablementepropiedad de una minoría de guerreros aristócratas que fundamentaban su estatus socialsobre el grupo étnico a partir de enfrentamientos contra otros guerreros de su mismacondición social. Es lo que conocemos como “combates heroicos”. A lo largo del tiempo, laslanzas se hacen cada vez más ligeras y hacia el siglo III a. C. se hace muy difícil encontrarlanzas pesadas. Las tipologías de este período apuntan hacia una utilización diferente delas lanzas. A partir de este momento en que los combates han perdido su componentesimbólico, debido a que ya no se trata de pequeños grupos encabezados por el líderaristocrático sino de contingentes de hombres más importantes que luchan enformaciones cerradas, habrían perdido su valor como arma de lucha cuerpo a cuerpo

individual y pasarían a ser clasificadas en la categoría de arrojadizas. Son más ligeras y máspequeñas, tanto la pieza completa como sólo la punta. Se observa, sin embargo, que enocasiones aparecen en contextos funerarios conjuntamente con un tipo de lanza muy parecida a la pesada típica de momentos anteriores, más apropiada para luchar cuerpo acuerpo.

Espadas

Otra arma frecuentemente utilizada por los guerreros ibéricos en los combates acorta distancia son las espadas de hierro. Dependiendo del contexto geo- cronológicotendremos espadas de Antenas (llamadas así por que la forma de su empuñadura acaba en

5 Técnicamente, las puntas de las lanzas se conocen con el nombre de “Moharra” que incluye la puntapropiamente dicha y el “cubo”, la parte donde se encaja el ástil de madera.

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dos apéndices), de Frontón (por que el tipo de empuñadura recuerda a un frontón o arco)de tipo “Falcata” (que en latín significa “con forma de hoz”) o de tipo “La Tène”(topónimo francés del lugar donde se documentaron los primeros ejemplares).

- Las espadas de antenas  

Son las más antiguas, desde inicios del s. VI a mediados del s. V a. C., y se documentan principalmente en el área ibérica catalana, el valle del Ebro y norte levantino, vinculadas a las tipologías de la zona sur de la actual Francia.Como norma general, se trata de espadas de influencia Hallstàtica, de hojarecta y dos filos prácticamente paralelos, aunque es ligeramente más ancha enel lado de la guarda. Su empuñadura es siempre de espiga acabada en dos tuboscilíndricos. Las antenas son bastante más pequeñas que las de sus referentesfranceses, se doblan en ángulo recto y los extremos no se tocan entre ellos. Lasdimensiones de la hoja oscilan entre los 27 cm. y los 40 cm., con una media de31 cm. Incluyendo la empuñadura puede alcanzar los 55 cm. de longitud

máxima y los 38 de mínima.

- Las espadas de frontón    Aparecen en contextos del s. V a. C. i son características de la

zona ibérica del interior aunque probablemente, aparecieron por primera vez en la alta Andalucía y sudeste y desde aquí se extendieron hacia lazona de la Meseta. Morfológicamente, es un arma de doble filo y de hojarecta pistiliforme muy ancha. La empuñadura tiene lengüeta plana y formaromboide y el pomo de su cacha es semicircular, de ahí el nombre “frontón”que recibe. La hoja mide entre 24 cm. y 52 cm., con una media de casi 40

cm. La pieza completa hace una media de 48 cm.

Como vemos, los dos modelos son armas muy adecuadas paraluchar tanto en formaciones cerradas colectivas a la manera hoplíticacomo en combates individuales. Sus pequeñas dimensiones favorecenque pueda servir tanto para pinchar con la punta como su desvaine con rapidez. En estesentido debemos tener presente que en algunas ocasiones cuesta clasificarlas comopuñales o como espadas, como veremos más adelante. De la misma manera, no pareceque esta arma fuese utilizada para cortar. Los filos son demasiado pequeños para poderherir con efectividad a un enemigo protegido con armadura.

La “Falcata ”Sin ninguna duda, el arma ibérica más conocida, aunque su nombre noproviene de los autores clásicos si no que le fue adjudicado por losarqueólogos del s. XIX .   Aparece hacia el siglo V a. C. en Levante   y en

 Andalucía, sustituyendo a las espadas de  frontón. En la zona de Catalunya,donde a partir de este momento se reciben influencias del sur de Francia,sólo se han documentado una decena de ejemplares. Morfológicamenterompe con los dos modelos anteriores: presenta una hoja curva con filo en laparte interior y una punta afilada también en su parte exterior. Lasdimensiones de ésta se encuentran entre los poco más de 32 cm. y los poco

más de 61 cm., siendo la media de prácticamente 50 cm. Con laempuñadura, el arma completa puede llegar a sobrepasar ligeramente los 60

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cm. de media. La empuñadura, sin guarda y en ocasiones con las cachas muy delicadamente decoradas con motivos geométricos en plata (“damasquinados”), estabahabitualmente rematada con una cabeza de animal (caballo o ave), lo que ha inducido apensar que este arma, además de su funcionalidad poseería un fuerte componentesimbólico-místico. Por sus características, algunos autores piensan que era un arma para

ser utilizada exclusivamente como cortante, y no para punzar, mientras que otros piensanen su ambivalencia. Nosotros nos inclinamos hacia la segunda tendencia: la “Falcata” eraun arma idónea para ser empleada tanto para cortar como para punzar, dado quepresenta un filo en su lomo. La forma curva y las pequeñas dimensiones de su hoja hacen,por un lado, que en un combate cuerpo a cuerpo, entre filas de hombres muy cerradas y apretadas donde utilizar las armas cortantes de doble filo se hace difícil, la “ Falcata” sepresenta como una pequeña arma punzante, ideal para esta tipo de lucha, pero si se da elcaso, también cortante, capaz de abrir grandes heridas en zonas desprotegidas; si nosdetenemos un instante a observar su forma, apreciaremos en seguida que la punta esnotablemente más ancha y delgada, al contrario que el cuerpo que es más grueso y 

delgado; la hoja está intencionadamente ensanchada e inclinada en la dirección desdedonde ha de venir la fuerza del golpe tajante, para contrarrestarlo, y por eso, ladistribución de la fuerza del golpe descarga sobre la empuñadura y no sobre la propiahoja, como ocurre con las armas rectas de doble filo. Esta característica la hace aún másresistente.

Finalmente, tenemos las espadas del tipo “La Tène ”Se trata de un tipo de arma documentado a partir del s. IV a. C.

casi exclusivamente en la zona de la actual Catalunya, aunquepuntualmente también se han encontrado algunos ejemplares en otras

zonas de la Península Ibérica. Esta arma sustituye a las espadas de antenasdebido principalmente a la entrada de nuevas influencias desde el sur dela actual Francia, de la misma manera que ocurrió anteriormente conaquellas. Se trata de espadas de doble filo, notablemente más largas quesus predecesoras, con unas dimensiones de hoja de entre 69 y 78 cm.Existe sin embargo una variación tipológica: mientras que los ejemplaresmás antiguos (“La Tène I”) tienen una hoja de entre 41 i 76 cm., las delos más tardíos (“La Tène III”) son sustancialmente más grandes, de entre70 y 90 cm. Si tenemos en cuenta la empuñadura, nos encontramos antearmas que en alguno de los casos pueden llegar fácilmente al metro delongitud total. Aunque en un principio podían ser utilizadas tanto paracortar como para pinchar, los ejemplares más tardíos (“La Tène III”)presentan una punta notablemente redondeada lo que indica queentonces eran utilizadas exclusivamente para cortar, sistema de combate típico de lospueblos nórdicos, de complexión física más fuerte que los del entorno mediterráneo. Sugran peso la hacía idónea para golpear desde arriba, aprovechando la fuerza de lagravedad, aunque según Polibio sólo eran totalmente eficaces al primer golpe, después delcual sus hojas se doblaban dejando a su propietario momentáneamente indefenso6.

6 Polibio, Historias, II, 33, 3-6.

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Puñales

  Además de las espadas, los iberos también utilizaban puñales de hierro. Debedecirse, no obstante, que los encontrados en los territorios ibéricos representan unaínfima parte de los hallados en toda la Península Ibérica.

  Aunque en los casos de frontón i de antenas existe una relativo conflicto para

diferenciar entre puñales y espadas, debido en gran medida a la dificultad de estableceruna frontera en lo que respecta a las dimensiones, se acepta que: para el caso de lospuñales de frontón, versión reducida de las espadas, la diferencia se establece sobretodo apartir de les dimensiones de las hojas, algo más pequeñas que las espadas; para el caso delos puñales de antenas, se han empleado además criterios referentes a la tipología de susempuñaduras y de las hojas.

Los puñales de frontón  Suelen tener una hoja triangular alargada no pistiliforme, sin filos paralelos, con

dimensiones que oscilan entre los 20 y los 24 cm. La empuñadura presenta un ensanche

en medio de la lengüeta y un frontón exento. Cronológicamente se enmarcan entre lossiglos V y IV a. C., momento a partir del cual comienzan a desaparecer. Su distribución esparalela a la de las espadas de la misma tipología: Andalucía oriental, sudeste peninsular y Meseta.

Los puñales de frontón aparecen ya representados iconográficamente en uno de losconjuntos escultóricos más importantes de la cultura ibérica: los guerreros de CerrilloBlanco de Porcuna (Jaén).

Por lo que respecta a los puñales de antenas ,se trata de ejemplares donde predominan las hojas triangulares

alargadas, en ocasiones muy anchas en la base y en ocasionespistiliformes. Sus dimensiones son muy parecidas a las de frontón. Laempuñadura, también como en el caso de las de frontón, se encuentrageneralmente ensanchado en el centro y rematado por dos antenaslenticulares. Este tipo de puñal aparece por primera vez en contextosdel s. IV a. C. en la alta Andalucía y es posible que no llegara más alládel siglo. III a. C.

Debe destacarse que este tipo de arma pequeña tiene unapresencia casi testimonial en la zona pirenaica, Catalunya, Levante y 

 valle del Ebro, las zonas donde los influjos de tradición céltica provenientes del sur de laactual Francia tienen un peso más importante. Por tanto, hay que pensar que el puñalpertenece a una tradición puramente ibérica, en la que no prima su funcionalidad sino suostentación como elemento ornamental de miembros de un elevado status social. Estaafirmación se apoya en el hecho que aparecen puñales ricamente decorados en tumbastambién con ajuares muy ricos, como hemos mencionado antes, asociadas a sectores muy poderosos de la sociedad ibérica meridional.

El armamento ibérico para el combate a distancia

“Soliferrea ” i “Pila ”

Normalmente, los guerreros ibéricos de épocas más antiguas usaban la lanza, paraluchar cuerpo a cuerpo y un “Soliferreum” o un “Pilum”, elementos que ya se habían

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mencionado anteriormente. Estos dos nuevos elementos no son comunes a todos losterritorios ibéricos, al menos en lo que se refiere a su contexto cronológico de datación.Debe hacerse una clara distinción, no obstante, entre uno y otro debido a que es muy frecuente confundirlos.

El “Soliferreum” es un arma forjada de unasola pieza de hierro con un cuerpo cilíndrico y conuna punta que puede acabar de diferentes formas:con o sin aletas y nervio, y no suele sobrepasar los dosmetros de longitud y los 1’5 cm. de diámetro en elcuerpo. Los ejemplares más antiguos documentadosen la Península Ibérica se datan en torno al siglo V a. C. en la zona de Catalunya, aunquese conservan más antiguos al norte de los Pirineos. Desde aquí se extendió suconocimiento hacia el sur, dando origen a una amplia variedad tipológica peninsular queperduró durante todo el período ibérico.

En cambio, el “Pilum” se compone de un ástilde madera más pequeña que las de las lanzas que enuno de los extremos posee una gran pieza cilíndricade hierro forjado acabado en punta que oscila entrelos 20 y los 108 cm. de longitud. En el lado opuestotambién hay un regatón de hierro, más pequeña quela de las lanzas, entorno a los 20 cm. El “Pilum”aparece, con mucha menos frecuencia que las lanzas

 y los “Soliferrea”, ya en el siglo V a. C. y se han documentado ejemplares datables en el

siglo III a. C. A pesar de que se han conservado piezas en todos los territorios ibéricos,adquieren especial relevancia en la zona de Catalunya y Levante, guardando un relativoparalelismo con la zona de distribución de los “Soliferrea”. Roma la adoptará como elarma arrojadiza por excelencia de sus legionarios.

Estas dos armas se utilizaban de manera idéntica justo antes de entrar al cuerpo acuerpo. A una distancia aproximada de 15 ó 20 metros, se arrojaban bien contra unúnico enemigo individualizado, bien masivamente contra la formación cerrada enemigallegando a alcanzar un alto grado de efectividad. Imaginemos una descarga simultánea deun centenar de pilum y soliferreum contra una formación enemiga: las característicasmorfológicas de estos dos elementos hacían que fueran terriblemente efectivos. Comotienen, en la mayoría de los casos, un cuerpo recto de sección cilíndrica, cuando la punta,un poco más gruesa, atravesaba el escudo, el cuerpo cilíndrico también podía deslizarse através de él muy fácilmente. Y si se daba el caso que el enemigo se encontraba demasiadocerca del escudo podía ser herido, con la gravedad que supone tener un hierro enorme ala vez traspasando el escudo y clavado en el cuerpo. Pero pensemos también en otrofactor: si sólo se clavaba en el escudo lo inutilizaba porque se hacía imposible luchar conun escudo empuñado lastrado con algunos kg. extra, sin tener en cuenta lo que llegaría aestorbar toda la pieza sobresaliendo del escudo. Por tanto, se obligaba al enemigo aabandonarlo, perdiendo su principal protección y dando además, un poco de ventaja alatacante que cargaba, él sí, cubierto con el suyo. La carga se llevaba a cabo cuando las dos

formaciones rivales se encontraban a distancies muy cortas, entre estos 15 ó 20 m.

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 Jabalinas

 A mediados del siglo VI a. C. comienza a documentarse otro tipo de arma muy parecida a las lanzas pero mucho más ligera, idóneas para ser arrojadas: las jabalinas. Estasarmas tienen la misma composición estructural que las lanzas: regatón, cuerpo de madera y 

moharra, pero esta última con una hoja más pequeña y ligera, pensada para llegar lo máslejos posible. Iconográficamente, en ocasiones se documentan con elementospotenciadores de su alcance, como el “ Amentum”, una pequeña correa atada a la pieza demadera que se cogía con los dedos índice y corazón para dar un último impulso adicionalal arma. De hecho, este principio físico es el mismo que el de los propulsoresprehistóricos.

No obstante, hacer una clara distinción entre lanzas y jabalinas se hace muy difícil,si no imposible. Debido a que sólo disponemos de los elementos metálicos para elaborarlas tipologías tanto de las lanzas como de las jabalinas, es decir, las moharras y los regatones (porque la parte de madera se pierde), no es fácil establecer unos parámetros claros y 

definitivos. Tampoco sirve el criterio de fijar unas dimensiones a partir de las cuales nohablemos de jabalinas sino de lanzas, porque puede ocurrir que se documente una puntade lanza tan ligera que nos induzca a pensar que estamos delante de una jabalina, cuandoen realidad no es el caso. Por esto, en el mencionado estudio del profesor Quesada Sanzse opta por crear una tipología general de las moharras a partir de la cual se comentanfuncionalmente los casos particulares. De todas maneras, se puede afirmar que, engeneral, las posibles puntas de jabalina se documentan en todos los territorios ibéricos apartir de los siglos VI – V a. C. perdurando hasta el siglo I a. C., en contextos donde selas asocia a lanzas pesadas. Por tanto, podemos establecer un modelo de lucha en el quelos guerreros portaban una lanza pesada para combatir cuerpo a cuerpo y un arma

arrojadiza que tanto podía ser un “Soliferreum”, un “Pilum” o una jabalina (entendidacomo lanza ligera para herir de lejos).

 Arco y flechas

La utilización del arco y las flechas por parte delos iberos, como ya se decía en la introducción, hagenerado un gran debate entre los estudiosos de lapanóplia ibérica.

Por un lado tenemos los autores quefundamentan sus hipótesis en las evidenciasarqueológicas. Desde esta perspectiva, concluyen quehasta la Segunda Guerra Púnica (218- 205 a. C.),momento en que gran cantidad de tropas extranjeras llegan a la Península Ibérica, losiberos no empleaban esta arma para combatir, aunque quizás si la utilizasentradicionalmente para la caza. Basándose en la escasez de puntas de flechas documentadasa lo largo de todo el territorio ibérico7, defienden un modelo de combate heroico. Estedato se hace más significativo aún si tenemos en cuenta que se han encontrado muchaspuntas de flechas de cronología anterior al siglo IV a. C. y posteriores al siglo II a. C., asícomo representaciones escultóricas y pictóricas, lo que significa para ellos que esteperíodo ibérico que comprende casi tres siglos, supondría un paréntesis en la utilización

7 Documentadas en contextos del s. VI a. C. en el yacimiento de “La Rápita” (Guardamar de Segura), enEmpúries, y en contextos del s. IV a. C. en “L’Illa d’en Reixac” (Ullastret).

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en contextos bélicos de este tipo de arma a distancia. Las razones de estos historiadores sebasan en la afirmación de que el arco y las flechas no formarían parte de la panóplia delos guerreros ibéricos por tratarse de armas opuestas al ideal aristocrático de combateheroico cuerpo a cuerpo con arma blanca empuñada. En este modelo, debemos pensarque debería ser harto humillante para los guerreros de la nobleza, entrenados duramente

durante mucho tiempo en este tipo de lucha, que han llegado a concebir el combatecomo indesligable quizá del concepto del honor, engalanados para el momento en uncontexto que les permite lucirse como parte de una élite guerrera y como miembros deuna pequeña parte privilegiada de la sociedad, ser heridos a distancia, con un arma“indigna” para su estatus (recordemos que probablemente las clases sociales más bajas lautilizarían para la caza), que puede ser manipulada por cualquier hombre, por que no esnecesario un entrenamiento específico para utilizarla. Esta razón es la misma que handefendido diferentes élites guerreras a lo largo de la Edad Media y Moderna: desde loscaballeros feudales europeos hasta los guerreros samurai japoneses se oponían a laintroducción de las armas de fuego porque consideraban que con ellas llegaría también la

posibilidad de ser herido o muerto a distancia, a manos de un hombre socialmenteinferior, sin la oportunidad de haber demostrado su valía.Por otro lado tenemos autores que defienden otra línea de interpretación. Piensan

que el hecho de que no se hayan encontrado puntas de flechas en contextos propiamenteibéricos no debe ser un factor decisivo para negar su utilización. Leyendo las fuentesclásicas (principalmente autores griegos) han encontrado suficientes ejemplossignificativos de la utilización del arco y las flechas por parte de ejércitos griegos, lo quepodría ser exportable a la Península Ibérica, para la misma época8. De la misma maneradefienden que los sectores de la sociedad más pobres, armados con elementos de fortuna,probablemente con sus herramientas de trabajo agrícola, porque son incapaces de pagarse

un equipo como los de la aristocracia, y sin la concepción del combate heroico de ésta,incluirían el arco y las flechas en su panóplia por tratarse de un medio que protege su  vida sin tener que llegar necesariamente a jugársela luchando cuerpo a cuerpo con suadversario con el riesgo que esto conllevaría. Quizás un campesino tenía más motivospara proteger su vida: su familia quedaría desvalida sin él, mientras la familia del guerreroaristócrata sólo habría perdido a uno de sus miembros; sin embargo, su posición, susprivilegios y por tanto, su pervivencia quedarían intactos. 

Hondas

La honda, al contrario de lo que se piensa generalmente,no era un utensilio o un arma utilizada por los íberos, sino porlos baleares. En este sentido, debe hacerse una obligadadistinción a priori entre íberos y baleares, de la misma maneraque diferenciamos entre celtas e íberos. Los baleares no eran

8 Como ejemplo, véase F. Gràcia Alonso: La Guerra en la Protohistoria. Héroes, nobles, mercenarios y campesinos

 

;ed. Ariel, 2003. También para F. Gràcia son significativas les puntas encontradas en Ullastret y en

Empuries.

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étnicamente íberos, aunque en la actualidad se tiende a confundirlos debido a lasituación geo- política.

 Arqueológicamente, debe destacarse que la aparición de proyectiles es mucho máscomún en la zona del litoral levantino y Catalunya que en el resto de territorios ibéricos,aunque no se han documentado muchos proyectiles de honda anteriores al siglo II a. C.

en toda la Península Ibérica. Para explicar la escasez arqueológica de proyectiles de honda,podríamos recurrir a un argumento muy similar al que explicaba la ausencia de puntas deflechas: la reticencia por parte de las aristocracias locales a usar esta arma de distancia,que podía incluso llegar a provocar heridas mucho peores que las de las flechas. Por eso,algunos historiadores añaden que la utilización de la honda tuvo una relevancia mayor enaquellas sociedades donde la aristocracia no llegó a desarrollarse plenamente, como seríael caso de las islas baleares; por tanto, se cree que en la sociedad balear no había arraigadola concepción heroica de la lucha, tan común en las aristocracias ibéricas. La existencia deesta arma vendría asociada a la presencia en la Península Ibérica de tropas romanas y púnicas, que emplearon tropas auxiliares expertas en su empleo: los honderos de las Islas

Baleares. No obstante, también puede deducirse en este sentido que aunque ciertamentelos proyectiles de plomo no son utilizados hasta después de la Segunda Guerra Púnica, nose puede negar con rotundidad una utilización anterior de otro tipo de proyectiles nometálicos (piedras y piezas de arcilla cocida). Quizás, la manipulación y el empleo masivode proyectiles metálicos vayan estrechamente vinculados a la nueva organización de lasexplotaciones mineras que implantan los nuevos administradores latinos.

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