La Oracion Mental Casiano

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      a O ra c ió n M e n ta l

    S E G Ú N

    S A N J U A N

      D E LA

      C R U Z

    S A N T A   T E R E S A

      D E

      J E S U S

    m

    POR EL

    R.

      P.

      b. c n s i n N O  ROJO

    MONJE

      BENEDICTINO  DE SILOS

    « B i e n a v e n t u r a d o

      el hombre que en

    cuentra  sus delicias en la ley del

      Señor ,

    y día y noche la

     medi ta .— f5 a / « í o

     /, v. 2>

    C O N L S D E B I D S L I C E N C I S

    Pesetas 1 , 7 5

    R e a l

      Monasterio de Santo Domingo de Silos

    B U R G O S

    1923

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    Lñ ORACIÓN  A E N T A L

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    L a  Oración

      Mental

    SEGUN

    SAN  JUAN  DE LA  CRUZ

    S A N T A   T E R E S A  DE  JESÚS

    FOR  EL

    R .  P. D. Casiano Rojo, O. S. B.

    Bienaventurado el hom

    bre que encuentra sus deli

    cias en la Ley del  Señor y la

    medita dia y

      noche.

    (SALMO I) ,

    REAL  MONASTERIO

     DE SANTO

     DOMINGO

     DE SILOS

    (BURGOS)

    1921

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    CON

     LAS

     DEBIDAS LICENCIAS.

    (De  La Vida  Sobrenatural,,),

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    PRÓLOGO

    i

    L a

      esplrEtaBllriad antigua y la moderna

    La

      espiritualidad de los tiempos en que

      vivimos difiere

    sobremanera de la de los siglos pasados. Hoy nuestra devo

    ción, así como nuestra

      vida,

      tiene algo de

      art i f icial

     y siste

    mát ico .

     Fijamos de antemano las

     horas

     de

     cada

     uno de

     nues

    tros

      actos

      piadosos, nos imponemos un

      formulario

      parala

    meditación  y para el examen de conciencia, determinamos

    no

     sólo

     la materia, sino

     hasta

      los numerosos

      actos

     de

     cada

    uno de nuestros ejercicios,

    Semejante proceder no

     carece

      de ventajas;  pues hay al

    mas tan

     incapaces

      de  iniciativa  personal, que, si no se les

    puntualiza

     todo, se entregan a una  inacción absoluta; y otras

    tan absortas por los negocios exteriores, que, sin un sistema

    de encasillado, no logran

      recogerse

     y

     hacer cosa

     de prove

    cho en el corto tiempo de que disponen para el ejercicio de

    la

      orac ión .

     Pero

      también

      choca contra graves inconvenien

    tes; pues ni la hora, ni la materia, ni la manerajK>r nosotros

    determinadas convienen siempre al  Espíritu  Santo, sin el

    cual

     la  meditación podrá ser acto ingenioso y entretenido de

    razón y de voluntad, mas no verdadera  o rac ión , capaz  de

    transformar la

     vida

     del cristiano, como la que se tiene cuan

    do la gracia

      ilumina

      y mueve las facultades del alma en el

    ejercicio de sus respectivas operaciones.

    Los

     antiguos monjes  tenían

     horas

     fijas para los

     rezos  ofi

    ciales, o sea para el

      Oficio

      divino,

      la obra de

     Dios,

      como la

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    V I

      P R O L O G O

    llama

     San Benito; las  t e n í a n  igualmente para la lectura es

    p i r i t u a l  o  lección  divina,  s e g ú n  la  expres ión  del mismo

    Santo; pero  q u e r í a n todos ellos que la oración pi-ivada

     fuese

    e s p o n t á n e a  y dependiese del impulso de la gracia. Por eso

    San Benito no  s e ñ a l a hora para  é s ta en la

     Santa

     Regla, sino

    que

      invi ta

      a sus monjes a  entregarse  a  ella, en cuanto sea

    posible,

      cuando sientan particular atractivo. Y así,

      despu és

    de

     encargar

     que se observe silencio al salir de las Horas,

    para no estorbar al que

     desee

     continuar la oración en priva

    do, añade

      a

      r e n g l ó n

      seguido: Si acaso

      a l g ú n

      otro quisiere

    t a m b i é n

      recogerse

     a orar, entre sin ruido en el oratorio,

    y

      p ó n g a s e

      en

      o r a c i ó n

      (1).

    Tampoco prescribe el

     Santo

     Patriarca  fó rmula alguna de

    meditación

     al estilo moderno: Entre, dice, sencillamente y

    ore, no en alia vos, sino  con

     fervor

     y  l á g r i m a s  (2), ni

      fija

    e l

      tiempo que ha de durar la

      o r a c ión , "a v i s a nd o ú n ica m e n te

    que  debe ser corta, si se  excep túa  el caso en que el alma se

    sienta movida por una gracia especial: La

      o r a c i ó n , a ñ a d e

    en otro lugar, na de ser breve y pura , fuera del caso  en

    que se prolongue por

      i n s p i r a c i ó n

     e impulso de la  divina

    gracia (3).

    I I

    L a  o r a c i ó n

      y la

      L i t u r g i a

    E n  tiempo de San Benito como en los tiempos que le pre

    cedieron, e igualmente  d e sp u é s

     desu

     glorioso t r á ns i t o , por lo

    menos

     durante largos siglos, no se  conoc ían los libros expre

    samente

      escritos para la  med i tac ión como en

      nuestros

      d ías .

    Ec les iá s t icos y Monjes, y los mismos fieles alimentaban sus

    almas en la lectura espiritual, para la cual San

     Benito

      s e ñ a l a

    en su Regla como  m í n i m u m  dos horas, aún en los tiempos

    m ás

     ocupados; y principalmente en la Sagrada

     L i t u r g i a ,

      que

    se consideraba como manantial

     abundoso

     para la contempla

    ción,

     y a la vez como la

     e x p re s ión

      más alta y acabada de las

    alabanzas divinas.  P o d í a  ocurrir que se leyese una o  va r ía s

    (1) Sí alter vult sibi forte secrctius orare, simpliciter intret, et

    oret (cap.  L I I ) .

    (2) Simpliciter intret et oret, non in clamosa voce, sed in

      lacry-

    mis et intentione cordis (Ibid.)

    (3) Brevis

     debet esse

      et

      pura

      oratio,

      nisi

      forte e i affectu inspi-

    rationis divinae gratiae protendatur

      (cap.

      X X ) .

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    L A  O R A C I O N M E N T A L

      Vtl

    páginas^  y que transcurriese gran parte del  Oficio divino

    sin

     que el alma hubiese encontrado cosa alguna que de un

    modo

     especial cautivase su  a t enc ión ; pero a los que con sin

    ceridad  buscaban a Dios, infaliblemente les llegaba el mo

    mento

     en que los

     esperaba

     el  Es p í r i t u Santo. Esta o aquella

    ceremonia,  tal o cual palabra, acaso toda una frase, en que

    otras muchas

     veces

     no se

      habían fi jado,

      repentinamente

      i l u

    minaba sus mentes, y llenaba sus almas. A no dudarlo  al l í

    les

      t en ía

     reservado un tesoro la

     divina

     gracia, para que ellos

    lo explotasen con avidez durante las dilatadas horas del día,

    saboreando a solas el iugo substancial y deleitoso de la ver

    dad.

    A s í meditaban y  as í contemplaban nuestros

     antepasados,

    sin

      otro

     a rtificio

      ni

     m ás

     aparato, aprovechando la chispa pro

    ducida

     por el simple contacto del alma con la verdad sobre

    natural.

    S e g ú n  eso, para nuestros mayores la  oración mental era

    una especie de corolario y  apénd ice del  Oficio divino y de la

    lectura

     de los Sagrados

      L ibros ; pues

     empleaban el ocio san

    to que les dejaban sus trabajos intelectuales o manuales, en

    repasar

     en sus mentes las dulces impresiones que en ellas

    h a b í a n dejado el canto de los salmos o las  p á g i n a s de las d i

    vinas Escrituras y de los Padres. Por eso ban Benito consi-

    dera como el tiempo más a

      propósi to

     para la

      oración

     el que

    sigue inmediatamente a losOficiosdivinos, y manda  (1), como

    ya

      se

      notó

      antes, que se observe sumo silencio al salir de

    ellos,

     para que nadie sea importunado por  los de m ás con cual

    quier

      ruido

     de pueda estorbar su recogimiento.

    Santa Gertrudis y las  d e m á s  grandes  mís t i cas benedicti

    nas, como Santa Hildegardis, y Santa  Mat i lde ,  no conocie

    ron

      otro

     m é t o d o

      de

      orac ión .

      Una palabra de la  Misa o del

    Oficio divino  bastaba para que, prendiendo en sus almas el

    fuego

     del amor

     divino,

      se expansionasen luego en encendi

    dos y t ie rn í s imo s coloquios que, para  edificación  y  e n s e ñ a n

    za nuestra, ha querido el

     S e ñ o r

     que se conservasen en

     los

      L i

    bros de sus Revelaciones.

    Mas

     luego, con el tiempo, las circunstancias cambiaron,

    no sólo para los  fieles,  que ya no  e n t e n d í a n  el  l a t ín ,  sino

    t a m b i é n

     para los

     Ec les iás t i cos

     y aún para muchos Religiosos

    que no mamaron las

     buenas tradiciones,

      o no supieron  com

    prender el tesoro que la

     Iglesia

     les pon ía en las manos al en

    tregarles el

     Breviario

     y el  Mis a l .  Poco a poco la  oración

    (1 )  Santa Regla, cap.  L I I .

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    V I H P R O L O G O

    privada se

      s e cu l a r i z ó ,

      por  decirlo  así, y hubo de

      dirigirse

    por

      otros derroteros que los tradicionales.

    E l

      resurgimiento

     de la

     l i t u rg i a ,

     tan anhelado en nuestros

    d ías

     por los Sumos

      Pontíf ices,

     y con tanto ardor  promovido

    por

      algunas Ordenes Religiosas y muchos celosos

      E c l e s i á s

    ticos,

     no puede concretarse al  culto

      púb l ico

      de la

     Iglesia,

    sino

     que necesariamente ha de extender su

     influencia

      bien

    hechora hasta la vida privada; pues natural es, y Dios

     a s í

     lo

    ha dispuesto, que el cristiano encuentre la luz y el alimento

    para su alma en aquellas alabanzas y en aquellos ritos en

    que

      t r i b u í a

      a su Dios y al Supremo

     S e ñ o r

     de todas las cosas

    el

      culto que le debe; y eso significan  aquellas palabras que

    e l S e ñ or

     puso en boca del Salmista:

      * E l

     sacrificio de ala

    banza es el que me honra, y ese es el camino por el

     cual

    mostrare a l hombre su

      s a l v a c i ó n * .

     (1)

    No

     obstante, y aún suponiendo que llegue el día

      ventu

    roso en que los cristianos todos

     participen

     más intensamen

    te de la vida

      l i t ú r g i c a

     de la

     Iglesia,

      es

     cierto

     que los tiempos

    han

      cambiado, no

      sólo

     para ellos sino

     t a m b i é n

     para los Ecle

    siást icos

     y para los Religiosos. Para los fieles, porque ya no

    entienden el

      l a t í n ,

     y

      t od a v ía

      se cuentan casi por los dedos

    los

     que poseen Eucologios en lengua

      vulgar,

     y siguen con

    i n t e r é s

      las oraciones y las ceremonias de la

      Misa

     y de los

    Oficios divinos:  para los

     Ec l e s i á s t i cos

      y Religiosos, porque

    carecen ya, generalmente hablando, de aquel ocio santo de

    que gozaban los antiguos monjes para ocuparse casi

     exclusi

    vamente del negocio de su

      santif icación.

    D e

      ahí la necesidad, para unos y otros, de reservar

      t iem

    po   fijo

     para la

      oración:

      aunque se les

      debe

     exhortar a que,

    no

     contentos con eso, abran el

     co ra z ón

      a la gracia, cada vez

    que llame a las puertas de sus almas, especialmente en

      días

    y

     horas de menor

     ocupac ión .

     De ahí

      t a m b i é n

      para muchos

    la ut i l idad

     de tener

      a l g ú n

      manual, donde se halle condensa-

    da y preparada la materia que en un

     l ibro

     destinado a la lec

    tura

     espiritual

      sólo

     se

     h a l l a r í a

     dispersa.

     A d e m á s

     hay que reconocer que la mayor parte de las almas necesitan ser

      d i r i

    gidas en el aprovechamiento de las

      buenas

      inspiraciones

    que pudieran proceder impensadamente de la gracia, o asal

    ta r

      sus corazones durante los

     Oficios  divinos

     y la lectura es

    p i r i tua l .

    (1)  Salmo  X L I X .  v.

     23.

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    L A  O R A C I Ó N  M B N T A L  IX

    I I I

    L o s m é t o d o s  de  o r a c i ó n mental

    Muchos libritos

     se han escrito sobre la manera de hacer

    l a med i tac ión ,

      y en todos sin duda hay algo aprovechable,

    a ú n

     en los que hacen de la

      orac ión

      un ejercicio tan

      seco

     y

    complicado

      que, a primera vista, más parecen compuestos

    para desanimar que para alentar a las almas. Creemos  sin

    ceramente que los mejores

      m é tod os

     son los de los Santos, y

    que se

      h a r á

      gran bien a las almas restaurando alguno de

     és

    tos,

      en que tan buen camino para sí y para otros muchos

    que, como ellos, y guiados por ellos, se han encumbrado a

    las alturas de la

      perfección,

      han abierto los mismos que pa

    ra

      nuestro

      e n s e ñ a m i e n to

     y, ta l vez, por

     impulso

     y particular

    ord e na c ión

      del

     E s p í r i tu

     Santo, los han legado generosamen

    te a la posteridad.

    Varios

      p o d r í a m o s

     recomendar a las almas

      á v id a s

     de ora

    ción; pero  sólo haremos  aqu í menc ión  de dos,  a d e m á s  del

    que ha de dar materia para este volumen.

    E l

      l ibro

     de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio

    de Lovola  ha sido encomiado por los Sumos

      Pont í f ices ,

     y

    goza de gran autoridad y boga en la Iglesia, siendo muchas

    las almas que con él se han santificado y las que de él se

    sirven

     con provecho; pero no hablaremos de él, porque nos

    hemos propuesto dar nuestras preferencias en este momen

    to a otro que se acomoda mejor al genio y aptitudes de aque

    llos a quienes, a

     pesar

     de sus reconocidos

     m é r i to s ,

      no

     logra

    dar

     sat isfacción

      el

      m é tod o

     de los  Ejercicios.

    A d e m á s , la manei'a de hacer  orac ión , según  la  e n s e ñ a

    ba el fundador de la

      C o m p a ñ í a , e s t á

      bien clara, ordenada y

    puesta al alcance de todos en el

     l ib ro

     de los Ejercicios, mien

    tras que de  esta  otra que luego propondremos a nuestros

    lectores,  t od a v ía

     no existen más que los fundamentos y las

    doctrinas  desperdigadas en diversas obras, sin que nadie

    hasta la fecha las haya reunido ni comentado ni puesto a dis

    posición del  públ ico.

    E l  V . Ludovico Blosio, Abad  Benedictino, (1506-1566),

    nos ha dejado brevemente delineada en el cap. I V del Es

    pejo

     de Monjes (1) la manera de  utilizar,  para la  oración

    (1 )  Publicado en castellano por el R, P. D. Hermenegildo Ne-

    orecla,  monje de Silos, con el  t í t u l o  de

      Espejo

      del

      alma

      Religio-

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    X

      P R O L O G O

    mental,

     ya los misterios de

      N .

     S. J. C , ya los pensamientos

    que pueden sugerir las diversas fiestas que la

      Iglesia

      cele

    bra  durante el  a ñ o .  Su  mé todo cons is t í a  en representarse

    brevemente los misterios, ponerse al lado de Nuestro  S e ñ or ,

    y entablar  p lá t ica  con él; exhortando a su alma a que admi

    rase, diese gracias, se doliese, se enmendase de sus

      vicios,

    e imitase las virtudes  de tan buen Maestro:  « Im p r im ía  en

    su alma, dice hablando de sí mismo, aunque en tercera per

    sona, las

     cosas

     que el S e ñ o r  hizo y  padec ió  en el huerto por

    ella;  d e s p e r t á n d o l a entonces a considerar unas veces la

     pro

    funda  humildad,

      la mansedumbre, la paciencia, la

      incom

    prensible y muy fervorosa caridad de su Salvador; otras ve

    ces a tener  com p a s ión  del S e ñ o r  de suma majestad, tan hu

    millado

     y  afligido;  otras veces a darle gracias portantes be

    neficios y por tanta

     piedad;

     otras veces a recompensarle

      fiel

    mente el amor; otras veces a

     pedirle

      p e r d ó n

     de los pecados;

    otras veces a pedirle esta o aquella gracia. Despertaba su

    alma con diversas sentencias o aspiraciones; de las cuales

    tomaba unas veces  m á s y otras menos, a veces una, a veces

    dos y a veces tres, conforme a su devoc ión y a lo que el Es

    p í r i tu

     Santo le inspiraba; y aún muchas veces

      r e p e t í a

      las

    mismas...

      Fuera de eso, enderezaba su  p lá t ica a la gloriosa

    Virgen  M a r í a ,  Madre de Dios,  como a S e ñ o r a misericordio

    s í s ima y Madre du lc í s im a ,  y reparadora  l i b e r a l í s im a ; delan

    te de

     ella multiplicaba

     sus devotas quejas, y con una

     impor

    tunidad

      santa, le  ped ía  su  bendic ión».

    «Yo sé muy bien,  a ñ a d e casi a  r e n g l ó n  seguido, que el

    sobredicho hermano, con la ordinaria  con t inuac ión  de  este

    santo

     ejercicio,

      a l ca nz ó gran consuelo y notable  finUo de su

    trabajo.  Yo te he puesto el ejemplo; im í t a lo , si te da gusto;

    que por

     este

     camino te

      a c o s t u m b r a r á s

      a atender siempre a

    la presencia de Dios; por este orden c o m e n z a r á s a tener los

    sentidos templados, alerta, ejercitados y serenos; con  esta

    traza  e n t a b l a r á s  el camino para llegar a la alteza de la su

    m a con te m p la c ión

      y

      pe r fecc ión ;

      con

      este

      orden, a donde

    quiera

     que te hallares

     e m p l e a r á s bien el

     tiempo;

     como

     quien,

    habiendo desterrado y arrancado los pensamientos inconstan

    tes y vanos de lo secreto de su  corazón ,  los pone y planta

    sanos y  b u e nos» . (1)

    M as

     nuestra

      in tenc ión a l

     empezar

     este

     trabajo no fué tam

    poco exponer por menudo la manera de Blosio, que, sencilla

    y

     todo,

     supone ya bastante  p r á c t i ca en la  o r a c ión ,  sino  p r in -

    (1 )

      Espejo

      de los monjes,  cap.  IV.

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

    13/119

    L A

      O R A C I O N M E N T A L  XI

    cipalraente condensar las doctrinas de los dos  míst icos Doc

    tores del Carmelo, San Juan de la Cruz y Santa  Teresa de

    j e s ú s .

    Santa  Teresa habla de  oración  en todas sus obras. Escri

    biendo su

     vida,

     platicando sobre enmienda de vicios y ejer

    cicio de virtudes, describiendo las moradas del alma, y aun

    contando sus fundaciones, en

      todas partes

      y a

      propósi to

      de

    todo habla de  o rac ión ,  como si en ella viese cifrada toda la

    vida

     espiritual. No ha dado en ninguna parte un  método ni

    m uy  fijo,  ni completo para

      hacer

     la  medi tac ión; pero repeti

    das veces en sus obras declara  cómo la t en ía ella, y cómo de

    seaba que la tuviesen sus hijas,

    San Juan de la Cruz ha escrito sobre todo de Contempla

    ción y de los medios principales con que  p r ó x i m a m e n t e  se

    dispone el alma para la  unión divina .  Mas, aunque en las

    obras

     del Doctor

     M íst ico

     no se habla expresamente de la ma

    nera de hacer la  med i t ac i ón ,  conocemos muy bien el  mé to

    do que  e n s e ñ a b a  de  viva voz a sus  discípulos , desde los  p r i

    meros  actos  de  este santo ejercicio

     hasta

      el acto de la con

    t emp lac i ón . Hallamos este  m é t o d o , de cuva autenticidad no

    puede dudarse, en el tratado  in t i tu lado : Í Jon que tuvo San

    Juan de la Cruspara guiar las almas a Dios,  compuesto

    por  Fr.  J o s é de J e s ú s M a r í a , Carmelita Descalzo

     ( 1 ) .

    Por lo d e m á s , bueno  s e r á  notar que  este mé todo no per

    tenece

     como  invención o r ig ina l a San Juan de la Cruz, sino

    que en él como en otros muchos puntos de sus obras, el

     Mís

    tico Doctor reproduce,  r ev i s t i éndo la  de  unción penetrante y

    sublime

     poes ía ,  la doctrina que, de un modo más esco lás t ico

    y por lo tanto

     m ás

     conciso, expusiera ya en sus obras el Doc

    t o r Angé l i co .

    Muchas veces hemos recurrido al componer  esta obrita

    a l

      Tratado de la verdadera

      o r a c i ó n ,

      donde el P. A . Mas-

    sou l i é ,  O. P., expone admirablemente la doctrina de Santo

    1 omás

      sobre la

      med i t ac i ón ,

     y aún hemos citado por entero

    (1)

      Este

      o p ú s c u l o

      ha sido nuevamente publicado en el tercer

    tomo  de las

      Obras

      del  M í s t i c o  Doctor, por el P.

      Gerardo

      de San

    J u a n

      de la

      C r u z ,

      de la misma

      O r d e n .

    t s l e tratado, valiente defensa de la doctrina del reformador

    a e l  Carmelo,  expone  a d e m á s  «en  t é r m i n o s  llanos y doctrina

     trata

    ble  p a r a t o d o s » ,  el arerumento v lá utilidad de los libros escritos

    por

      el

      M í s t i c o

      Doctor

    E n  breve

      p r ó l o g o

      explica el P. Gerardo las razones por las cua

    jes no se puede dudar que el  M é t o d o  de  o r a c i ó n  mental,

      expuesto

    por  el P . > s é  M a r í a ,  es realmente de San J u a n  de  la

      C r u z .

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

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    X I I

      P R O L O G O

    algunos

      p á r r a fos

      de  este  excelente

      l ib r o . T a m b i é n

      se han

    utilizado algunos  cap í tu los del Tratado del A m o r  de

      Dios,

    de San Francisco de Sales. Por lo cual nuestra obra,

      JSL

     que

    carezca de otro

     m é r i t o ,

      tiene por lo menos el de inspirarse

    en otras muy recomendables de las cuatro principales  l u m

    breras de la

      Te o log ía Mís t i c a ,

      que siempre guardan un ad

    mirable

     acuerdo en su doctrina sobre los caminos de  oración.

    Para

     poner al lector en

      v ía s

      de comprender el

      Método

    que luego se le  e x p o n d r á por sus partes, vamos a recordarle

    previamente lo que es  med i tac ión y en qué

     difiere

     de la ora

    ción

     y de la

      con te m p la c ión .

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

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    C A P Í T U L O

      I

    De  las diversas maneras de  oración

    I

    L a

      m e d i t a c i ó n

    Medi tac ión

      es aquel ejercicio mental en el cual aplicamos

    atentamente el

      esp ír i tu

      a una verdad, para comprenderla y

    descubrir en ella  cuanto pueda despertar en nuestra

      volun

    tad

      afectos saludables y santas resoluciones.

    Pensar en alguna

     cosa

     como por

      d ive rs ión ,

      a la manera

    Rué

     las moscas pasan de

     unas

      flores a otras sin coger nada

    en ellas, no es meditar.

     Pensar

     atentamente en alguna

     cosa

    para descubrir sus causas, sus efectos y sus cualidades, eso

    es estudiar. Mas pensar en las cosas divinas, no para apren

    der precisamente, sino para aficionarse a ellas y amarlas,

    posarse

     nuestra mente como abeja afanosa en los misterios

    de nuestra

      r e l ig ión

      para

     sacar

     de ellos la

      m ie l

     del amor di

    vino,

     eso es lo que se llama meditar.

    Es, pues, la m e d i t a c ión  un

     ejeixicio

     piadoso en el que se

    intenta conocer a Dios o los misterios

     divinos;

     ejercicio que

    empieza en las facultades cognoscitivas, y principalmente en

    el entendimiento, pues meditar es reflexionar, tratar de com

    prender; pero que termina en la voluntad, pues se pretende

    en ella hacerse bueno y no sabio; conocer para amar; no ad

    qu i r i r la ciencia que  infla, sino la caridad que  edifica (1).

    (1)

      Tratado del Amor de

     Dios,

     por S. F. de Sales, 1.  V I ,  cap.

      I I .

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    ¿

      L A  O R A C I O N M E N T A L

    I I

    Oración

    O r a c i ó n

     es cualquier

     a scens ión

      del alma a Dios para co

    municar  ora directamente con él, ora con los cortesanos de

    su

      g lor ia .

      Por censiguiente, oramos cuando nos

      dir igimos

      al

    S e ñ o r para adorarle, alabarle, darle gracias, pedirle merce

    des e implorar  el  p e rd ón  de nuestros pecados. Oramos tam

    b ién cuando

      fijamos

      amorosamente la mirada del alma en

    Dios ,  en sus excelencias, en su hermosura  infinita ,  en las

    perfecciones que resplandecen en sus obras, y en los miste

    rios

     que ha realizado para nuestra  r e d e nc ión . Oramos  igua l

    mente admirando las virtudes de la Sma.

      V i r g e n

      y de los

    Santos, así como los dones y pr iv i leg ios  de que Dios los ha

    colmado, y recurriendo a ellos para ponerlos por mediane

    ros e intercesores ante la Majestad  divina.

    A q u e l  trato con Dios que designamos  c o m ú n m e n t e  con

    el vínico

     nombre de

      orac ión

     comprende cuatro partes

      o

     actos,

    que el após to l S. Pablo (1) llama: o b s e c r a c i ó n , o r a c i ó n , pe

    t i c ión  y  a c c i ó n  de gracias. Pues para orar, nos acercamos

    primeramente a Dios ,  lo cual tiene lugar cuando levantamos

    a El nuestro entendimiento; y esa  orac ión  la define S. Juan

    Damasceno:

      e l e v a c i ó n

     del alma a

      D i o s .

     En segundo lugar

    formulamos  nuestra demanda, y eso se llama pe t ic ión; y de

    esta

     manera define la

      orac ión

     el mismo Santo:

      p e t i c i ó n

      he

    cha a Dios de las

      cosas

     convenientes. Viene luego la ra

    zón que alegamos para obtener el favor solicitado; y así se

    distingue  en  o b s e c r a c ió n  y hacimiento de gracias: Obse

    c ra c ión , cuando pedimos alegando alguno de los misterios o

    atributos divinos,

      como cuando cantamos en las

     l e t a n í a s :

      Por

    i n  nacimiento, l í b r a n o s , S e ñ o r : A c c ió n  de gracias, cuan

    do para merecernuevosbeueficios, expresamos nuestro agra-

    (1)

      I Timot.  I I , 1.

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    D E  LAS  D I V E R S A S

      M A N E R A S

      DE  O R A C I O N  3

    decimiento por los que ya se nos han otorgado; v. gr. cuan

    do oramos de

     esta

     manera: ¡Oh

     Dios

    que nos has creado,

    que has derramado tu sangre para lava r  n ¡ a s i r o s peca

    dos,

      s á l v a n o s .

    Santo  T o m á s advierte que la Colecta de la Misa encierra

    con frecuencia los cuatro actos juntamente, y pone por ejem

    plo  la de la Sma.  Trinidad:

    E l e v a c i ó n del alma: Omnipotente y sempiterno Dios.—

    Hacimiento de gracias:

      qiie

      h a b é i s  concedido a vuestros

    siervos reconocer, por la

      c o n f e s i ó n

     de la verdadera

      f e ,

      la

    gloria

      de la eterna

      Trinidad,

      y adorar la Unidad en

    vuestra Majestad

      S o b e r a n a .— P e t ic i ó n : D i g n á o s

     fortale

    cer en nosotros esa misma fe, por la cua l  seamos  prote

    gidos contra  todas  las  a d v e r s i d a d e s . — O b s e c r a c i ó n :  Por

    nuestro  S e ñ o r Jesucristo, que contigo vive y  reina en  u n i

    dad del  E s p í r i t u  Santo por los siglos de los siglos.

    ' I n í é n .

    Pero

     estos

     actos pueden hallarse

      t a m b i é n

     separados; pues

    a

      veces

      nos contentamos con levantar el  corazón  a  Dios;

    0tras

      sólo

     nos sentimos movidos a dar gracias; otras a pedir,

    y aun a

     veces

     no

     pasamos

     de insinuar, como cuando las dos

    hermanas  M a r ía y Marta enviaron al S e ñ o r este recado: 5^-

    ñ o r ,  mira

      que

      e s t á

      enfermo aquel a quien

     amas,

      lo cual

    fué  una manera delicada de pedir. Cada uno de estos actos

    constituye por lo tanto de por sí una  orac ión  buena y com

    pleta.

    I I I

    O r a c i ó n

     vocal y mental: sus relaciones

    La orac ión  puede ser vocal o menta l,  s e g ú n  se  exprese

    con  palabras, o sólo con deseos o afectos interiores.

    Como la

      orac ión

      es el

      t é r m i n o

      natural y apetecido de la

    medi tac ión ,  en este Tratado se  h a b l a r á con frecuencia de las

    dos juntamente.

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

    18/119

    4  LA  O R A C I Ó N

      M E N T A L

    E n

      realidad las

      d os

     van casi siempre juntas; pues en  p r i

    m er  lugar la vocal, para tener  m é r i t o ,  necesita ir acompa

    ñ a d a de la mental, y sin

     ella

     no es más que un ejercicio me

    cánico ,

     metal que suena o campana que

      vibra,

      y como tal,

    de  suyo indiferente  y  sin valor delante de Dios  (1).

    Por  otra parte, la  oración  vocal es a veces  út i l y hasta ne

    cesaria para excitar y sostener la devoción  interior,  y

      ayu

    dar al alma a elevarse a Dios en la m ed i tac i ón , y aun a ve

    ces en la con templac i ón ,  por lo menos en los principios y en

    los

      grados

      inferiores.

     Por

      lo cual

     dice S.

     A g u s t ín

     en su

     E p í s

    tola

     a Proba: Por las palabras y por otros signos nos ex

    citamos con más eficacia a auivcnlar en nosotros los de

    seos

     santos  (2).

    A d e m á s , hay ciertos afectos vehementes que el alma no

    puede contener en su interior, y que necesita expresar exte-

    riormente

     para desahogarse; por lo cual  canta el Salmista:

    A l e g r ó s e m i

     c o r a z ó n ,

      y se regoci jó m i lengua  (3). Más aún,

    en  nuestra manera natural de entender, no podemos tener

    concepto alguno que no se exprese con palabras, por lo me

    nos interiores.

    H a y t a m b i é n personas que no pueden tener  oración men

    t a l sin el arrimo de la vocal; como a q u é l l a , de la

     cual

      refie

    re Sta. Teresa

      ( 4 ) :

      «que nunca pudo tener sino oración  vocal;

    y  asida a  és ta ,  lo t en ía  todo; y si no rezaba,  íba se l e el enten

    dimiento tan perdido que no lo podía  sufrir.  Mas tal tenga

    mos todas la mental. En ciertos Pater-nosters que rezaba a

    las veces que el

      S e ñ o r d e r r a m ó

      sangre se

     estaba,

     y en poco

    (1 )

      Santa  Teresa  de

      J e s ú s

      ha llenado tres

      c a p í t u l o s

      (24, 25, 26)

    e n

      el  Camino  de

      P e r f e c c i ó n ,

      para

      persuadir

      a sus hijas de la nece

    sidad

      de

      unir

     la  o r a c i ó n  mental a la vocal .

    (2)  Verbis  et  aliis  signis ad augendum desiderium sanctum nos

    metipsos  acrius  eicitamus (Citado  en 2." 2.«e) q. 83, art. 19).

    (3)

      Laetatum  est cor

     mcum,

      et exsultavit lingua mea (Salmo

    15, v. 9).

    (4 )

      Camino  de

      P e r f e c c i ó n ,

      cap. 30.

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

    19/119

    D 8  LAS  D I V E R S A S  M A N E R A S  OB

      O R A C I O N

      5

    m á s , rezado, algunas horas.  V i n o una vez a mí muy congo

    jada,  que no  sabía  tener  orac ión  mental, ni pod í a contem

    plar,  sino rezar vocalmente.  P r e g u n t ó l e  qué rezaba; y vi

    que, asida al Pater-noster,

      t e n í a

      pura

      con t empl ac ión ,

     y la

    levantaba

     el S e ñ o r a juntarla consigo en un ión ; y bien se pa^

    recia en sus obras recibir tan grandes mercedes, porque gas

    taba  m u y bien  la vida, Y  ans í a l abé  al  S e ñ o r  y hube  envi

    dia  a  s u orac ión  vocal. Si esto es verdad, como lo es, no pen

    séis los que sois enemigos de contemplativos que  es táis

      libres

    de serlo, si las oraciones vocales

      r e z á i s

      como se han de re

    zar,

      tiniendo

      l impia conciencia».

    ¡ C u á n t a s almas que se quejan de no poder tener medita

    ción,  la h a r í a n muy provechosa sólo con acostumbrarse a re

    z a r

      despacio y con un poco de  reflexión  algunas oraciones

    vocales

    Muchos,

     en los principios, y aun

     acaso

     durante lar

    go

      tiempo,

     no son capaces de otra cosa; ya por no

     saber dis

    currir, ya porque su

      imag inac ión

      los

     lleva

      de unas

      cosas

      a

    otras,

     sin poderse

      fijar

     en ninguna. Digan

      és tos

     algunas ora

    ciones vocales que

     m á s

     los

     llenen,

     y sigan el consejo de San

    ta Teresa, cuando

     e n s e ñ a

     que meditar es

      «pens a r

     y entender

    q u é

     hablamos, y con

     qu i én

     hablamos, y

      q u i é n

     somos los que

    osamos hablar con tan gran S e ñ o r . Pensar esto y otras cosas

    semejantes, de lo poco que le hemos

     servido

     y lo mucho que

    estamos obligados a servir, es  oración  mental; no  pensé i s

    que es otra  a l g a r a b í a , ni os espante el  nombre» (1).

    T a m b i é n p r e s t a r á

     grandes servicios a los que no pueden

    discurrir,

     ordenar sus meditaciones s e g ú n  las cuatro partes

    de la  oración que antes hemos definido, y haciendo de la me

    di tac ión un ejercicio de presencia de Dios,  d á n d o l e  gracias

    por  los beneficios recibidos, llamando a las puertas de la m i

    sericordia, de la bondad y  d e m á s atributos divinos, para ob

    tener los favores que necesitan, y especialmente el de que

    re r  y saber meditar y

      v i v i r

     unidos con

     Dios,

    (l)

      Camino,

      cap. 25.

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

    20/119

    O

      LA  O R A C I O N M E N T A L

    Santa Teresa nunca pudo tener

      m e d i t a c ión

      propiamente

    dicha,

     pues

     su  im a g ina c ión ,  tal vez algo parecida a las que

    ella  califica  de desbaratadas, no la dejaba parar a discurrir

    largo

     rato sobre un asunto; y sin embargo, asida a oraciones

    vocales o a ciertas consideraciones breves como las que

     lue

    go

     citaremos de sus

      libros,

      y que  ella

      p rop on ía

     a sus hijas al

    e n s e ñ a r l a s

     a meditar,

     l l e g ó

      a  v i v i r de

      orac ión ,

      y a elevarse

    hasta los grados más sublimes de la

      con te m p la c ión .

    I V

    C o n t e m p l a c i ó n

    C o n t e m p l a c i ó n

      es una

      a t e nc ión

      amorosa, sencilla y per

    manente del alma a Dios, o a las cosas divinas

     (1 ) .

    L a a t e nc ión

      amorosa es acto de la inteligencia y de la

     vo

    luntad;

     pero no un acto cualquiera, sino una vista sencilla,

    que no es más que

      a t e n c i ó n , a c o m p a ñ a d a

      de un amor suave

    de las cosas divinas y reveladas. Esa vista o

     a tenc ión

     se dice

    sencilla,

     porque como el alma

      pose ída

      del amor no quiere

    otra

     cosa que amar, ni necesita ya de razonamientos, ni le

    son  ú t i l e s  recomendaciones de  n i n g ú n g é n e r o  para conven

    cerse de lo que ya  e s t á persuadida, le basta la presencia del

    Amado; más aún, el nombre solo de

      é s te

      le representa y

    trae a la memoria todo lo que ama.

      Cal i f ícase

      la

     a tenc ión

     de

    amorosa, porque procede del amor, siendo

      é s te

      el que im

    pele al alma a

      fijarse

     y mantener

      firme

      su mirada en el ob

    jeto amado.

    A ñ á d a s e

      que es permanente, porque en la contempla

    ción

      se queda el alma amando todo el tiempo que

      a q u é l l a

    dura,

      sin cansarse

      j a m á s

     de pensar en la cosa que ama.

    Por fin se dice que la

      a t e nc ión

     se refiere a  Dios o a las

    cosas

     divinas,

     para determinar el objeto de la contempla-

    (1 )

      San Juan de

     la

     Cruz,

      L l a m a

      de amor

     viva,

     estrofa

     3,

     ver.

      3.

    San Francisco de Sales,  1. c,  libro  V I , cap.

     3.

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

    21/119

    D E

      LAS  D I V E R S A S

      M A N E R A S

      DE  O R A C I O N  7

    ción, que es Dios, ya en sí mismo y en sus perfecciones, ya

    en el misterio de la E n c a r n a c i ó n , ya en la Sma.  V i rg e n  y en

    los Santos

     y en todas las

      d e m á s

      creaturas, porque en  todas

    ellas resplandece alguna de las perfecciones divinas,

    San Francisco de Sales pone

     tres

     diferencias entre la me

    ditación y la  con templac i ón , que hacen comprender mejor la

    tm a y la otra.

    L a primera es que en la  m e d i t a c i ó n  se tusca lo que se

    disfruta  en la  c o n t e m p l a c i ó n .  Pues  la  o rac ión  se llama

    medi tac ión

     hasta que ha producido la

      mi e l

     de la

     devoción;

     y

    luego se llama

      c o n t e m p l a c i ó n .

      Meditamos, dice el Santo

    Doctor, para recoger el amor, o sea las razones que nos mue

    l e n  al amor; mas cuando lo hemos recogido,  entonces con

    templamos a Dios, atentos a su bondad, por la suavidad que

    el amor nos hace encontrar en ella. Y así el

     deseo

      de obte-

    nRr

     el amor nos hace meditar; y luego el amor obtenido nos

    hace

     contemplar, siendo causa  de que hallemos una suavi

    dad tan agradable en la cosa

     amada,

     que no podemos saciar

    el

     alma de

     mirarla

     y considerarla (1).

    L a  segunda diferencia es que en la  m e d i t a c i ó n  se con

    sideran por menudo y por  partes  los objetos o  razones

    que puedan mover a l amor; mientras que en la contem

    p l a c i ó n s ó l o

      queda una

      a t e n c i ó n

     o mirada sencilla y re

    concentrada en el objeto amado.  Pues  en la  medi tac ión

    consideramos, por ejemplo, los efectos de la misericordia d i

    vina,  cada  uno en particular, para excitarnos al amor de

    Dios,

     mientras que en la

      con templac i ón

      ya

      sólo

     nos fijamos

    en la misericordia misma, como suma de dichos efectos, que

    Por el conocimiento particular de cada uno de

      és tos

     nos apa

    rece como más grande y más amable.

    L a  tercera diferencia es que la  c o n t e m p l a c ió n  se tiene

    siempre  con gusto; pues suponeque se ha encontrado a Dios,

    en cuyo amor se goza ya y se deleita el alma; mientras que

    (1)

      L .

     c,

      1.

      V I ,  cap. 3.

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    8 LA  O R A C I Ó N  M E N T A L

    l a m e d i t a c i ó n

      es siempre

     penosa,

      exigiendo trabajo para

    discurrir

     y

     pasar

      la mente de  unas  consideraciones a otras,

    y

     para buscar por diversos lugares al amado de nuestro amor

    o el amor de nuestro amado (1).

    N ó t e s e que la  con t empl ac ión , aqu í comparada con la me

    di t ac ión , es propiamente la sobrenatural o infusa, que

     suele

    llamarse pasiva, porque como advierte S. Juan de la Cruz,

    «pues ta el alma en ella, no obra

     nada

      con las potencias:

    que

      entonces

      antes  es verdad decir que se obra en ella y

    es t á obrada la inteligencia y

     sabor,

     que no obre ella alguna

    cosa,

      sino solamente tener advertida el alma con amor a

    Dios,

     sin querer sentir ni ver

     nada

     m á s

     que

     dejarse

     llevar de

    Dios;

     en lo cual pasivamente se le comunica

     Dios,

     así como

    a l

     que tiene los ojos abiertos, que pasivamente sin

     hacer

      él

    m á s

     que tenerlos abiertos, se le comunica la luz. Y

     este

     re

    c i b i r

      la luz, que sobvenaturalmente se le infunde, es en

    tender pasivamente; pero dlcese que no obra, no porque

    no entienda, sino porque entiende lo que no le

     cuesta

      su

    industria,  sino

      sólo

      recibir lo que le dan, como

      acaece

      en

    las iluminaciones e ilustraciones e inspiraciones de

     Dios»

     (2).

    Pues

     hay otra

      con t em pl ac ión

      a que

      puede

     el hombre ele

    varse

     por su propia

     industria,

     con ayuda de la gracia

      común,

    y

     que por eso se llama activa. Mas

      és ta

      no

     difiere

      en

      reali

    dad de la

      m ed i t ac ión ,

      y es como el

      t é r m i n o

      natural de ella;

    pues  así como el estudio detallado de la naturaleza

      puede

    producir

     en el artista la

     admi rac ión

     y una

     especie

     de

      é x tas i s ,

    durante el cual goza y se deleita en el conjunto, sin fijarse

    ya

      en las

      partes

      por

      separado;

      así

     t a m b i é n

     la inteligencia

    humana meditando a la lumbre de la fe y de sus propias lu

    ces las

     verdades

     sobrenaturales y los misterios

     sacrosantos

    de la

     R e l i g i ó n , puede

     descubrir en ellos bastantes

     grandezas

    y

      sobrada belleza para

      detenerse

      a gozar y deleitarse en la

    (1)

      San Framcisco de

     Sales,

     1.

     c, cap.

     6.

    (2)

      Subida del

     Monte

     Carmelo,

     l .  I I

    c. 13.

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

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    D E  LAS  D I V E R S A S  M A N E R A S  DE  O R A C I Ó N  9

    verdad en pura quietud y sosiego de potencias, como quien

    disfruta  de un tesoro descubierto con su propio trabajo.

    M á s  tarde se  d i r á n los bienes que trae al alma esta quie

    tud

      atenta, y

      cómo

     ella

     la dispone a la

      con templac ión mís t i

    ca o infusa. Por ahora terminaremos  este  p á r r a fo  notando

    que la

      con te m p la c ión

      es el

      t é r m i n o

     normal de la vida espiri

    tual,

     y el medio de llegar a la  u n ión  perfecta con

      Dios:

      y

    que, por consiguiente, todas las almas  á v i d a s  de  perfección

    deben desearla, y poner los medios para procurarla. Tal es

    l a

     doctrina de los cuatro grandes maestros del

     E s p í r it u :

      San

    t o T o m á s , San Francisco de Sales, San Juan de la Cruz y

    Santa Teresa.— La  m e d i t a c ión , s e g ú n  ellos, es ejercicio de

    principiantes que, de por sí, no lleva muy lejos en la

      senda

    de la  perfección.  Debe preceder a la  con te m p la c ión como el

    conocimiento al amor, pues no se puede amar lo que no se

    conoce; pero un día, si el alma es  fiel  al llamamiento de la

    gracia,  c e d e r á

      su lugar a ta

      con te m p la c ión .

      Ese día

      s e r á

    aquel en que

     Dios,

     dando al alma á v id a de amor una prueba

    se ñ a l a d í s im a

      de su misericordia y bor ad, se digne

     introdu

    cir la en sus camarines o en la bodega de sus vinos, como a

    la

      Esposa de los Cantares. Entre tanto, y aún

      d e s p u é s ,

      en

    los momentos en que falte la  c o n t e m p l a c i ó n ,  necesita

      medi

    tar para mantener y acrecentar el conocimiento de la verdad

    y para excitarse al amor que no siente  encenderse en su co

    r a z ón

      sin esfuerzo  propio.

    ¡Cuán fe l iz será si llega el día en que Dios la tome de la

    mano y la ponga en

      con te m p la c ión ;

     pues

     m á s

     se adelanta en

    v i r tud  con sentarse  un momento a la sombra de su tienda,

    que con remar muchos  Kfios en el mar agitado de la vida ac

    t iva Y así dice

     David

     hablando con el  S e ñ o r :  Mejor  es un

    d ia

      en tus atrios, que m i l hu ya de ellos (1).

    (1)

      Salmo

      L X X X I I I ,  11,

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

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    C A P Í T U L O

      11

    Utilidad de la  meditación

    La med i t ac i ón

      es tán indispensable a la vida espiritual

    como a la corporal el

     alimento.

     Es un esfuerzo del alma para

    entrar ea comercio con Dios y entregarse a El, -ana,predica

    c ión  en que  é s t a  se exhorta a sí misma a servirle y amarle

    con generosidad, y una  re fecc ión  en que se nutre con el pan

    de la verdad, que es su manjar propio y adecuado; pues,  se

    g ú n e n s e ñ a

      el

     divino

     Maestro: E l hombre

      vive

      de toda pa

    labra que procede de la boca de Dios.

    Utilidad

      para

     todos

     en general

    A d e m á s

      de disponer el alma para la

      con templac i ón ,

      se

    g ú n  queda

      declarado, tiene la

      oración

      mental otras

      muchas

    utilidades,  entre las cuales

      s e ñ a l a r e m o s s ól o

      las siguientes.

    S e g ú n

     Santa Teresa  es:

    1.  Antidoto  contra el pecado.—*lie visto esto claro por

    m í, y no veo. Criador

      m í o ,

     por qué todo el mundo no se pro

    cure llegar a Vos por

     esta

     particular

     amistad»

     (que se logra

    en la

      oración) . «Los

     malos, que no son de vuestra

      condición,

    se deben llegar, para que nos

      h a g á i s

     buenos; con que os su

    fran  es té i s

      con ellos, siquiera dos  horas

      cada

      día, aunque

    ellos no

      e s t én

      con

      V o » ,

     sino con

      m i l

     revueltas de cuidados

     y

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

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    U T I L I D A D  DE LA  M E D I T A C I O N  IT

    pensamientos de mundo, como yo hac ía . Por esta tuerza, que

    se hacen a querer

     estar

     en tan buena  compañía (mi rá i s que

    en

      esto a los principios no pueden

      m á s ,

     ni

      de spués

      algunas

    veces)

      forzáis Vos, Señor ,

     los demonios para que no los aco

    metan,

     y que cada día tengan menos fuerza contra ellos, y

    dá i sc las a ellos para vencer. Sí, que no m a t á i s a naide, vida

    de todas las vidas, de los que se  fían  de Vos, y de los que os

    quieren

     por amigo, sino  sus t en tá i s  la  vida  del cuerpo con

    m ás

     salud y

      dá i s la

      al

      a lma»

     (1).

    2.

      Principio

      para alcanzar todas ¡as  virtudes. —"Wx-

    féis ,

      mis hijas, que para q u é os hablo en virtudes, que hartos

    libros

      t ené i s

     que os las

     e n s e ñ a n ,

     que no

     q u e r é i s

     sino contem

    plación. Digo  yo que,  ans í p id ié rades medi tac ión ,  pudiera

    hablar della, y aconsejar a todas la tuvieran, aunque no ten

    gan

      virtudes; porque es

      principio

     para alcanzar todas las  vi r

    tudes y cosa en que nos va la vida  en comenzarla todos los

    cristianos,  y ninguno, por perdido que sea, si Dios le des

    pierta

     a tan gran bien,  lo hab ía  de  de jar»  (2).

    3. Puerta para

      los

     favores

     divinos.

      'Fara.

     estas

     mer

    cedes

     que me ha hecho a mí (el

     S e ñ o r ) ,

     es la puerta la ora

    ción; cerrada  és ta no sé cómo las h a r á ; porque, aunque quie-

    ra  entrar a regalarse con un alma, no hay por donde» (3).

    4.  Medio de fiacer llevaderos los trabajos de esta vida.

    «Pues si a los que no le

     sirven,

     sino que le ofenden, les  está

    tan

      bien

     la  o rac ión ,  y les es tan necesaria, y no puede naide

    hallar con verdad

      d a ñ o

      que pueda hacer, que no fuera ma

    yor

      el no tenerla; los que sirven a

     Dios,

     y le quieren servir,

    ¿por qué lo han de dejar? Por cierto, si no es por  pasar  con

    m ás trabajo los trabajos do la vida, yo no lo puedo entender,

    Y por cerrar a Dios la puerta, para que en ella no les dé con

    tento.

      ¡Cie r to , los he  l á s t i ma , que a su costa sirven a  Dios

    Porque a los que tratan la o rac ión , el mesmo S e ñ o r les

     hace

    (1 )  Vida, cap.

      V I I I .

    (2)  Camino, cap.  X V I .

    (3)

      Vida,

     cap.

      VII I .

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

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    12  LA  O R A C I Ó N  M E N T A L

    la  costa;

     pues

     por un poco de trabajo, da gusto para que con

    é l se pasen los  t rabajos»  (1).

    5. Fuente de  c o n s o l a c i ó n para todos.—*Dsi de muchas

    maneras

     a

     beber

      a

     los que le quieren seguir, para que

      n in

    guno vaya desconsolado ni muera de sed. Porque desta fuen

    te caudalosa salen arroyos, unos grandes y otros

      p e q u e ñ o s ,

    y

     algunas  veces charquitos para

      n iños ,

     que aquello les bas

    ta ,

      y

      más , s e r í a

      espantarlos ver mucha agua;

      és tos

      son los

    que

      e s t á n

     en los principios.

      A n s í

     que, hermanas, no

      h a y á i s

    miedo

      m u r á i s

     de sed en

      este

      camino; nunca

      falta

      agua de

    consolación  tan

      falto

     que no se pueda

      sufrir;

      y

      pues esto

     es

    ans í ,

     toma mi consejo y no os

      q u e d é i s

      en el camino, sino pe-

    l e á como fuertes  hasta

     morir

     en la demanda,

      pues

      no  es táis

    a q u í a otra cosa sino a pelear. Y con

      i r

     siempre con esta de

    t e r m i n a c i ó n  de antes morir que dejar de llegar a el fin de el

    camino, si os llevase el S e ñ o r con alguna sed en  esta  vida,

    en la que es para siempre os d a r á  con toda abundancia de

    beber, y sin temor que os ha de faltar. Plega el  S e ñ o r no le

    faltemos

     nosotros.

      A m é n »

     (2).

    «No hayá i s miedo os deje  morir de sed el  S e ñ o r , que nos

    llama

     a que bebamos de esta fuente. Esto queda ya

     dicho,

     y

    q u e r r í a l o decir muchas veces, porque acobarda mucho a per

    sonas que aun no conocen del todo la bondad de el S e ñ o r por

    experiencia,

      aunque la conocen por fe; mas es gran

     cosa

     ha

    ber experimentado con el amistad, y regalo que trata  a  los

    que van por este camino, y

      cómo

     casi les hace toda la costa.

    T o d a v í a

      digo,

     que a quien tuviere alguna duda, que poco se

    pierde probarlo; que eso tiene de bueno

     este viaje,

     que se da

    m á s

     de lo que se pide ni

     a c e r t á r e m o s

      a desear; esto  es sin

    falta;

      yo lo sé; y a las de vosotras que lo

     sabé i s

     por expe

    riencia,

     por la bondad de  Dios,  puedo presentar por testi

    gos»

      (3 ) .

    ( 1 ) I b i d .

    (2)  Camino, cap.  X X .

    (3)  Camino,

      cap.  X X I I I .

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

    27/119

    U T I L I D A D

      DB LA  M E D I T A C I Ó N

      13

    6. Vida del alma.—'Son las almas que no tienen ora

    ción, como un cuerpo con p e r l e s í a  u to l l ido, que aunque  tie

    ne pies y manos, no los puede mandar; que

     an sí son,

     que hay

    almas tan enfermas y mostradas a

     estarse

     en

     cosas

      exterio

    res, que no hay remedio, ni 'parece que pueden entrar den

    tro  de  s í . . . ; y con ser de natural tan

     rica,

      y poder tener su

    c on ve r s ac ió n ,

      no menos que con

     Dios,

     no hay remedio. Y si

    estas

     almas no procuran entender y remediar su gran mise

    ria, quedarse han  hechas estatuas de sal, por no

      volver

      la

    cabeza hacia sí, an s í como lo q u e d ó  la mujer de Lot por vol

    verla.

     Porque a cuanto yo puedo entender, la puerta para

    entrar

     en

     este

     castillo, es la

     orac ión

     y

     cons iderac ión ;

     no digo

    m ás  mental, que vocal, que como sea  o rac ión , ha de ser con

    cons iderac ión . Porque la que no advierte con

     quien

      habla,

    y lo que pide, y

     qu i én

      es quien pide, y a

      q u i é n ,

     no la llamo

    yo orac ión , aunque mucho menee los  labios» (1).

    7-  Camino real para el

     cielo—'No

     os  e s pan t é i s ,  hijas,

    de las muchas

     cosas

     que es menester  mirar  para comenzar

    este

     viaje

      divino,

     que es camino real para el

     cielo.

      G á n a s e

    yendo

      por él gran tesoro; no es mucho que cueste mucho a

    nuestro parecer; tiempo v e r n á  que se entienda  c u á n  nona

    da es todo para tan gran  precio» (2).

    A s í ,

     pues, Santa Teresa considera la

     orac ión

     como el re

    medio contra todos los vicios y la mejor  receta para  adqui

    rir las

     virtudes;

     lo

     cual

     no p o d r á e x t r a ñ a r  a

      quien

     advierta

    que por ella se pone el alma en contacto con

     Dios,

     fuente de

    todo

     bien,

     origen y causa permanente de la vida

      espiritual;

    pues debe tenerse presente que  é s t a  es producida en nues

    tras almas por obra del E s p í r i tu  Santo, que reside en noso

    tros  para mantener y acrecentar esa misma vida, que, vi

    niendo

     de

      E l ,

     como de su

      ún ico manantial,

     no

     pod r í a

     persis

    t i r desapareciendo la causa que la sostiene; y  a d e m á s  para

    movernos

     a los actos sobrenaturales y conducirnos a la

     bien-

    ( )

      Moradas

      I ,

      c.

     I .

    (2)   Camino,  c. 21.

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

    28/119

    14  LA  O R A C I Ó N  M E N T A L

    aventuranza,  s e g ú n las palabras del salmo (1): Tu  E s p í r i t u

    bueno me g u i a r á  por  tierra llana;  por tu nombre, oh

    S e ñ o r ,

      me

      d a r á s  vida;

      y aquellas otras del

     A p ó s to l

      (2):

    L o s  que son conducidos por el E s p í r i t u  de Dios, esos son

    los

     hijos

      de

     Dios.

      Siendo

     esto

     verdad, y

      t a m b i é n

     que el Es

    p í r i tu Santo obra constantemente en las almas

     atentas

     a su

    presencia, que las  i lumina  con la lumbre de su gracia, para

    que conozcan la fealdad del pecado, y

      conoc ié nd o le ,

      le de

    testen y huyan de él; y que les descubre la belleza de la

    v i r tu d , depositando a la vez en ellos el

      deseo

     de conseguir

    la , y que enciende en los corazones el amor de Dios, y que

    suaviza

     los caminos que a él conducen; y que para todas es

    tas santificadoras operaciones del mismo

      D iv ino Esp í r i t u ,

    nada dispone mejor al alma que la  orac ión ,  bien  claramen

    te queda ya demostrada la

      u t i l idad

     y aun la necesidad de es

    te saludable

      ejercicio.

    A

      mayor abundamiento citaremos t o d a v í a algunas pala

    bras de San Bernardo. No teme el Santo  Doctor

      afirmar

    que toda la piedad cristiana depende de la cons ide rac ión ,  es

    decir,

     de la

      m e d i t a c ión ;

      pues

     «ella

     es la que ordena lo

      veni

    dero y reflexiona sobre lo pasado, para que nada se encuen

    tre  en el  corazón desarreglado o que necesite de  co r recc ión .

    Rige las pasiones naturales, dirige las obras, corrige las  fal

    tas, compone las costumbres, hermosea y ordena la vida, y

    por ú l t imo,

      da al hombre la ciencia de las

      cosas

     divinas y

    h u m a n a s »  (3). Y en  otro  lugar  a ñ a d e :  «En cierta manera

    ella produce

      t a m b i é n

      todas las

      virtudes;

      puesto que

      é s ta s

    c e s a r í a n

      de ser tales, sí la

      cons ide rac ión

      no prescribiese

    el medio que deben guardar, y en el cual  e s t á  la fuerza y

    l a  medida, por

      decirlo

      así, de  a q u é l l a s ;

      pues

      no h e puede

    (1 )   C X L I I ,  10-11.

    (2)  Rom. V I I I ,  14.

    (3)   De  Consideralione,  lib.  I ,  cap.  V I I , v e r s ió n  castel lana de

    A .  de  Huerta,

      C í s t e r c i e n s e .

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

    29/119

    U T I L I D A D

      DB LA

      M E D I T A C I Ó N

      15

    asegurar

      que un acto inconsiderado sea obra  v i r tuosa»  (1).

    A  todas esas razones  hay que  a ñ a d i r  el ejemplo de los

    Santos, que se han santificado todos, sin exceptuar uno

    solo (2), en el ejercicio de la  o rac ión  mental; y sobre todo la

    voz  del E s p í r i tu Santo, que en las Sagradas Escrituras nos

    exhorta continuamente a meditar en la ley divina  y a tener

    siempre y en todas

     nuestras obras

     presentes

     nuestras

     postri

    m e r í a s (3), que declara ya bienaventurados  desde este mun

    do a los que se dedican al estudio de la  s ab i du r í a  (4) y a los

    que día y noche meditan la ley del  Señor (5), y que atribuye

    los males que el mundo

     padece

     a que no hay quien se reco

    ja

      para considerar las

     causas

     que los traen (6).

    I I

    Utilidades particulares de la

     m ed i ta c ión p ara e l

     Religioso

    E l Religioso, aun el que

      vive

     habitnalmente en el claus-

    ^ o ,

      no tiene menos necesidad de la

      o rac ión

     que el cristiano

    que permanece en el mundo; porque, si la clausura le pro-

    tege contra ciertos peligros, no le pone al abrigo de todos;

    y  a d e m á s  la

     vida

     que ha profesado le impone obligaciones

    mtty  graves, que no  p od r á d e s e m p e ñ a r si no  busca la luz y

    la  fuerza en la  o rac ión  mental.

    U na  de las obligaciones más serias que la vida religiosa

    ( )  I b i d . ,  cap.  V I H .

    (2) Acaso  h a b r í a  que excluir a  aquellos  m á r t i r e s  a  quienes im

    pensadamente se ha ofrecido la  o c a s i ó n  de dar su sangre por Je

    sucristo,

      sin que antes hubieran trabajado seriamente en su san

    t i f i c a c i ó n ,  como  a c o n t e c i ó  a l carcelero de Sebaste,  a  quien Dios

    i l u m i n ó  de repente  p a r a que se juntase  a los 39 del estanque  y  com

    Pletase con ellos el

      n ú m e r o

      40.

    (3)  E c l e s i á s t i c o , V I I , 4.

    {*) I b i d . X I V , 22.

    (5) Salmo I , v.  2.

    (6)

      J e r e m Í R » ,

      XII, 11.

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

    30/119

    16  LA  ORACIÓN  M E N T A L

    impone a los que la han abrazado,  es la de trabajar en con

    seguir la

      per fecc ión;

      deber que, si bien incumbe a todos los

    cristianos, al Religioso le urge de una manera especial; pues

    mientras que

      aquéllos

     lo cumplen imitando la

     perfección

     del

    Padre

     celestial, sin abandonar  por eso las

      múltiples

      y ab

    sorbentes  ocupaciones  de la vida humana,

      éste

      renuncia al

    mundo, a todas las cosas que

      allí  t e n í a ,

     y a los actos propios

    del siglo, para dedicarse de lleno y sin estorbo a lo que le  in

    teresa más que todo y merece se le consagre la vida, por ser

    lo único

     necesario, es decir, a procurar con  todas  sus fuer

    zas cumplir el precepto del

      D i v i n o

      Maestro: Sed perfectos

    como lo es vuestro

      Padre

     celestial. Ahora bien, la perfec

    ción

     consiste en la

     unión

      con Dios por medio de la caridad,

    v i r tud

     que no se consigue sino  presupuesto  un gran

      desa

    simiento de sí mismo y de todas las  cosas,  y de continua y

    exquisita vigilancia, seguida de delicada escrupulosidad y

    de

      espíritu

     sobrenatural en el cumplimiento del  deber;  por

    lo

     cual no se ve

      cómo podrá

      adquirirla el Religioso que no

    acuda a la

      meditación

     para huir del

      olvido

      de sus  deberes,

    acordarse

     continuamente de todo lo que Dios ha mandado,

    tener

     presente

     sus Reglas, que son para  él la forma de la

    perfección

     que Dios le exige, y

      solícitamente

      cumplirlas.

    David,

      amante

     de la ley divina y celoso de

      ajustarse

      a

    ella hasta

      en sus más ínfimos  detalles,  meditábala y  ponía

    la  sin cesar a su vista, por miedo de olvidarla, como repeti

    das

      veces

      lo  canta  en los Salmos y principalmente en el

    118 (1), donde ha reunido las

     numerosas sentencias

     que

     acer

    ca de ella

      solía

     repasar

     en su memoria. Pues si el Real Pro

    feta con ser  santo,

     necesitaba

     meditar continuamente en los

    mandamientos divinos para  no  perecer,  como él mismo

    dice (2),

     ¿qué

     seguridad

      podrá

      tener el Religioso que no me

    dita

      en sus obligaciones ni siquiera una vez al

     día?

    No

      sólo

     no

     adelantará

      en la

      per fecc ión ,

      mas ni siquiera

    (1) Bea t i immacula ti in vi a,

    (2)

      Salmo citado, verso 92.

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

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    U T I L I D A D  DE LA  M E D I T A C I O N

      17

    conservará

      lo indispensable del

     espíritu

     de su

     estado

     el Re

    ligioso que no medite; pues los deberes de la

     vida

     religiosa

    son de suyo tan  difíciles, que a lo largo se hacen insoporta

    bles, si no hay algo que venga a suavizar su aspereza. Por

    que

      ¿quién habrá

      tan animoso y esforzado, que sin apoyo ni

    consuelo de

      ningún género

      sea

      capaz,

     no digo de sacrificar

    se una ni muchas veces, sino de inmolarse continuamente y

    toda lá vida  en aras de la Regla y de la obediencia, como

    imperiosamente lo exige la

     vida

      religiosa? Evidentemente

    que nadie, sino el que descubra en el sacrificio algo más

    que la cruz, como lo

     veía

      aquel que exclamaba: Nada son

    los

      trabajos de

     este

     mundo comparados con la gloria  que

    se nos

      man i fes t a rá

      más ta rde (1): o el que en los

     trances

    duros y penosos de la

     vida

     sienta su alma fortalecida por la

    gracia y  bañada  en sobrenatural

      a l e g r í a ,

      como el mismo

    Apóstol  cuando  decía  en otra  ocas ión :  Estoy repleto de

    consuelo y m i a lma  rebosa  de  alegría  en medio de las

    tribulaciones  (2). Y como el Religioso que no medita no

    Ve el provecho de tan  múltiples observancias que le tienen

    todo el día bajo el yugo de la obediencia, ni goza de consue

    los  que se las hagan llevaderas y agradables, porque  vive

    olvidado  del Dios de toda  consolac ión ,  de ahí que se en

    cuentra en inminente peligro de considerarlas como una

    carga insoportable, y de volver la vista hacia el mundo,

    que le brinda con la libertad en que él

     s u e ñ a ,

     y con aparen

    tes satisfacciones que  echa de menos en el claustro,  h a l l á n

    dose,  si el Señor  no lo remedia, a dos pasos de la seculari

    zación

      formal.

    Finalmente,

     el Religioso que no medita es piedra de es

    cándalo

     para sus hermanos, a quienes no

     sólo

      no se oculta

    su falta, porque en las casas religiosas, donde se

     vive

     en co

    munidad, todo se ve y se

     sabe;

     sino porque al abandono de la

    meditación

     sigue irremediablemente la tibieza, el menospre-

    (1) Rom.  V I H ,  18.

    (2) 11 Cor.

      V I I ,

      4.

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

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    18  LA

     ORACIÓN

      M E N T A L

    ció y la omisión de los ejercicios espirituales,

     y

     por fin la

      d i

    sipación  y la inobservancia. La experiencia  enseña  que el

    Religioso

     dado a la  o rac ión ,  tiene vida interior, es modesto,

    recogido, afable, fervoroso,

     mortificado,

      exacto en el cum

    plimiento de sus deberes; mientras que en abandonando la

    orac ión ,  se  olvida pronto de sus buenas resoluciones, cae en

    la  tibieza, pierde la  devoc ión ,  se disipa,

      lleva

      una

      vida  in

    quieta, inmortificada  y sensual, se dedica a murmurar de

    todo y de todos, traspasa las reglas habitualmente y sin es

    c r ú p u l o ,

     y así se dispone, sin que sea  fácil evitar tan

     desas

    trosas

     consecuencias, a violar  los votos, a

      caer

      en  pecados

    graves, y por fin a perder la

      vocación.

    m

    P a r a

      el Sacerdote

    Por varias

     rabones además

      de las que se han expuesto,

    es

      útil

     la

      meditación

      al Sacerdote.

    La

     primera, porque su

     estado

     le obliga a mayor perfec

    ción,

     y a ser en su

     vida

     una imagen de Jesucristo: lo cual no

    logrará

      sino considerando la

     vida

     y virtudes de

     este  Señor,

    para procurar

     imitarlas.

    La  segunda,

     porque la

     vida

      activa que de él exige el

    desempeño de su ministerio pastoral, inevitablemente tiene

    que disipar su  e s p í r i t u ,  entibiar su fervor, llevar a su men

    te muchas preocupaciones terrenas,

      empañar

      su alma con

    algo de polvo mundano, y, en una palabra, hacerle

      decaer

    de la santidad propia de su

     estado.

     Ahora bien, para preve

    nir

     o remediar

      estos

     males, es muy a propósito y muy eficaz

    la

      oración mental, según  la palabra del Salmista: Conside

    ré mis caminos, y  volví  mis pies a tus testimonios (1),

    L a

      ley del Señor es inmaculada y convierte las almas;

    el

     testimonio del  Señor  es  fiel,  y da  sab idur ía  a los pe-

    (1)

      Salmo

     118

     v. 59.

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    U T I L I D A D

      DE LA

      M E D I T A C I Ó N  19

    q u e ñ u e l o s .  Las justicias del S e ñ o r  son rectas, y alegran

    lo s corazones; el precepto del S e ñ o r es luminoso, y alum

    bra los ojos (1). La  m e d i t a c ión , por tanto,  r e s t a u r a r á  en él

    lo

     que hubiere destruido la

     falta

      de

      v ig i lancia ;

      las

      l á g r i m a s

    de  com p u nc ión l a v a rá n  las manchas c o n t r a í d a s  por el con

    tacto con el mundo: la  cons ide rac ión  de lo mezquino y  efí

    mero de las

     cosas

     humanas le  h a r á  poner su  corazón en las

    p i n g ü e s  y perdurables de la patria celestial: la fuerza, la

    a l e g r í a ,  la luz y toda

     suerte

     de gracias con que el  Esp í r i t u

    Santo  u n g i r á su alma en la  o r a c i ó n , r e i n t e g r a r á n  su  e sp í r i

    tu ,

      le  h a r á n m á s prudente y robusto contra los peligros, más

    ardoroso y expedito en el

     cumplimiento

     del

     deber,

     más

     ilus

    trado y  p rác t ico  en los caminos del  S e ñ o r ,  más dispuesto,

    en una palabra, para santificarse a sí mismo salvando a los

    fieles que Dios le ha encomendado.

    L a  tercera, porque la Iglesia al entregarle el

     Breviario,

    confíale

      con él el ministerio sublime de la

      oración oficial,

    que ni

     puede

     ser

      d e s e m p e ñ a d a

     dignamente, ni

     s e r á

     otra

     cosa

    Mué

     puro ejercicio de labios, si no se reza con aquel

      e sp í r i

    tu

      de recogimiento y de piedad que

      sólo

     se adquiere en la

    medi tac ión  y  sólo se conserva en la  suave  a tm ós fe r a  que

    és ta crea en el alma.

    L a  cuarta, porque tiene que predicar. Ahora bien, l:i

    medi tac ión  no  sólo com p le t a r á los conocimientos adquiridos

    por  el estudio en orden al  d e s e m p e ñ o de ese

     sagrado

      minis

    terio,

     sino que  d a r á a su pensamiento y a su palabra la un

    ción y la forma más propia para insinuarse más eficazmente

    eu las inteligencias y en los corazones.

    Es cierto que el conocimiento que el

     sacerdote

     ha de co

    municar a los fieles, se halla en los libros

     sagrados,

      por lo

    cual

     el Verbo exhortaba a los  judíos  a  e s c u d r i ñ a r  con

      d i l i

    gencia las Escrituras (2); y sin embargo, afirma en otro lu

    gar el mismo Verbo que nadie

     puede

      i r a El , o sea cono-

    (1)

      Salmo

      18 v. 8-9.

    (2) S.

      Juan,

      V, 39.

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    34/119

    20

      LA

      O R A C I Ó N

      M E N T A L

    cerle, st el

     Padre

     no le lleva; y por el  c o n t r a r í o ,  que a E l

    llega

     todo el que se deja  e n s e ñ a r por el Padre, y

      aprende

    lo que oye (1), Y es que ni siquiera las Sagradas Escrituras

    se entienden si Dios no

     i l umi na

      las inteligencias para com

    prenderlas; por lo cual nota el Sagrado Texto, contando

    una de las apariciones que siguieron a la R e s u r r e cc i ó n ,  que

    Nuestro  S e ñ o r a b r i ó  la

     inteligencia

     de sus  Apóstoles (2) , los

    cuales antes

     tantas

     cosas  hab ían o ído de los labios del  d iv i

    no Maestro sin  percatarse  del verdadero sentido que en

    ellas se encerraba.  Pues bien, en el trato  ín t i mo  que con

    Dios se tiene en la

      o rac ión

     es donde al alma se le comunica

    la

     luz, y se le

     abre

     la inteligencia para comprender la di

    vina  palabra, y adquirir un conocimiento más perfecto de

    Jesucristo y de las verdades sobrenaturales; porque en rea

    l idad sólo se ve la importancia y la belleza de las virtudes

    cristianas cuando Dios abrasa los corazones para hacerlas

    gustar y amar. Por lo cual el Salmista dice de sí mismo ha

    blando con

     Dios:

      Entiendo la Ley mejor que todos mis

    maestros, porque tus testimonios son m i

     m e d i t a c ió n

      (3).

    N i basta

     la lectura de comentarios, ni el estudio de los

    Santos Padres;

     pues si las luces que se adquieren por medio

    del  estudio convencen tal vez la

     inteligencia,

     dejan muy  frío

    e l corazón del predicador, y en consecuencia el del oyente:

    mientras que la verdad de que Dios ilustra nuestras mentes

    en la  o rac ión ,  por cuya  cons iderac ión  nosotros mismos nos

    excitamos los primeros a servirle y amarle, tienen mucha

    mayor eficacia para inflamar y mover los corazones de los

    d e m á s . Por eso observan San Gregorio Magno y Santo To

    m á s de  A q u i n o ,  que la p red i cac i ón

      debe

     proceder, como de

    su verdadera fuente, de la plenitud de la  con templac i ón (4);

    y

      que los predicadores deben ser varones perfectos que, sa-

    (1)

      I b id . V I ,

     44-45.

    (2) Luc. X X I V ,  45.

    (3)  Salmo

     118,

     v.

      99.

    (4 )

      Ex plenitudine contemplationis derivatur

     (2-2.

     q,

      188.

     a.

     6 ) .

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    U T I L I D A D  DE LA

      M E D I T A C I Ó N

      21

    liendo

     de la  o rac ión  llenos de las dulzuras de la bondad in

    finita

      de

     Dios,

      reparten a los otros de lo que en ellos abun

    da, y publican elocuentemente las maravillas de la  divina

    Majestad ( l).

    Por lo tanto, el predicador  apostól ico

      debe

     unir  siempre

    la oración

      al estudio en la

      p r e p a r a c i ó n

      de los sermones; y

    co n  frecuencia, principalmente t r a t á n d o s e de las p l á t i ca s or

    dinarias sobre la moral y el Evangelio, más luces  s a c a r á d«

    recogerse un rato a meditar en presencia de

      Dios

      lo que se

    propone exponer,

      que

      de  a b r i r  muchos comentarios de la

    Escritura

     o libros de p red i cac i ón .  Una vez que se haya ca

    lentado su

      co razón , f ác i lmen te ha l l a r á

      luego palabras

      infla

    madas

      en amor de

      Dios,

      con

      que

      a b r a s a r á  los corazones,

    aun los más tibios y más

     fríos;

      pues,

     como dice San Francis

    co de

      Sales, si la

      lengua no habla más que

      a

      los  o ídos , el

    corazón habla siempre al co razón del oyente

      ( 2 ) .

    E a   quinta, finalmente, porque en la

      o rac ión

      mental en

    c o n t r a r á  el

     sacerdote

     el secreto de hacer  fecundo su minis-

    ^ r i o

     de padre y director de las almas.

      Pues

      claro

      e s t á

      que

    su  oficio, como tal, no

     puede

     concretarse a dar a los peniten-

    tes  la abso luc ión de los

     pecados,

     sino que le impone el deber

    sagrado

     de procurar inspirarles sentimientos de una sincera

    devoción,  de hacerles conocer y amar la

      vida

     espiritual, y

    de encaminarlos, y

      hasta

      de empujarlos suavemente en la

    prác t i ca

     de todas las virtudes cristianas. Pero

      ¿cómo

     se

      h a r á

    el

     sacerdote capaz

     de  d e s e m p e ñ a r tan noble ministerio? Por

    medio de la

      o rac ión

     mental;

     pues

     en ella

     e n c o n t r a r á

     luces y

    alicientes para conocer, amar  y practicar él mismo las  vi r

    tudes; v en ella  a d q u i r i r á t a m b i é n  cierta experiencia de las

    cosas sobrenaturales y divinas, sin la cual sus exhortaciones,

    (1) De perfectis

      viris

      post contemplationem suam redeuntibus

    Jioitur  (Salmo 144): Memoriam abundantiae suavitatis tuae eruc-

    tabunt

      ( H o m i l í a

      5. in  Evang.)

    (2)

      C a r t a

      del Obispo de Bourges.

      V é a s e

      el cap.

      X X V ,

     en E l

    Predicador

      a p o s t ó l i c o

      del V . J .

     Eudes.

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    22

      LA  O R A C I Ó N  M E N T A L

    lejos

      de convencer,

      s o n a r á n

      a pura

      t e o r í a ,

      que  uo

      l e nd rá

    electo

     ninguno duradero en las almas. Y

     as í ,

     si el sacerdote

    es hombre de

      orac ión ,  s u

     vida misma

     s e r á t a m b ié n

     una pre

    dicación

      continua y elocuente:

     y

     sus palabras,

      m ás

     por ir fe

    cundizadas por la gracia de la

      orac ión ,

      que pulidas por el

    arte y el estudio,

     l l e v a r á n

      en sí mismas el sello de

      l a

     verdad,

    de la mansedumbre y de la justicia,  y

      o b r a r á n

      grandes ha

    z a ñ a s ,

     como otras tantas

     saetas agudas

     del

     Omnipotente

     que,

    penetrando en los corazones,

      r e n d i r á n

      las almas al

     servicio

    del

     Rey

      (1).

    Piense

      t a m b i é n

     el sacerdote que pueden  solicitar  su di

    recc ión

      algunas almas a las cuales

      lleva

      Dios

     por caminos

    de

      orac ión ;

     y tenga entendido que si

     é l

     no

     r e ú n e

     en sí la teo

    r ía

     y la

     p r á c t i ca

     de esos caminos,

     f á c ilm e n te e x t r a v ia r á

     a los

    d e m á s ,

      como un ciego que se

     hace

     g u í a

     de

     otro ciego;

     o

     pol

    lo

     menos los

     e x p o n d r á

     a perder mucho tiempo y andar con

    grandes aprietos e inquietudes en la carrera de la  vida  es

    p i r i t u a l ,

     como aquel mal director de quien refiere Sta. Te

    resa

     (2) que

      t e n í a

      a un alma acorralada en el propio

     conoci

    miento,

     sin dejarla

     salir

     de ahí, cuando

     e l

     S e ñ o r

      l a

     t e n í a

     y a

    en oración

      de quietud.  •

    Con razón ,

      pues, los doctores de

      l a

     vida espiritual levan

    tan

      la voz contra los que se meten a

     d i r ig i r

      a  los otros sin

    saber

     por

     d ónd e

      se andan ellos mismos.

      O í g a s e

      por todos a

    San Juan de la Cruz

      (3) :  «Muchos

     maestros espirituales ha

    cen

      mucho

     d a ñ o

      a muchas almas, porque

      no

     entendiendo

    ellos

     las

      v ía s

     y propiedades del

     e sp í r i t u ,

      de

     ordinario

     hacen

    perder a las almas

      l a

     unción

     destos

     delicados

     u n g ü e n t o s

     con

    que el

     E s p í r i t u

      Santo les va ungiendo  y  disponiendo para

    s í ,

      i n s t r u y é n d o l a s

      ellos por otros modos rateros que ellos

    han

     usado o

     le ído

     por

      ah í ,

     que

      n o sirven

     más que para

      p r i n

    cipiantes, que

      n o

     sabiendo ellos más que para

      é s tos ,

     y aun

    (1 )  Salmo 44.

    ( 2 ) V i d a ,  cap. 13.

    ( 3 ) L l a m a

      de

      amor

     viva,

      c.

      3.

     v.

      3,

     par.

      4.

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    U T I L I D A D  DK LA

      MEDITACIÓN

      23

    eso plcga a

     Dios,

     no quieren dejar las almas

     pasar

      (aunque

    Dios

     las

     qtiiera llevar),

     a

     más

     de aquellos

     principios y

     modos

    discursivos

     e

     imaginarios,

     para que nunca excedan y salgan

    de la capacidad natural con que el alma puede hacer muy

    poca

      h ac i enda» .

  • 8/19/2019 La Oracion Mental Casiano

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    C A P I T U L O  lil

    Algunos  avisos de Sta. Teresa para  los que

    comienzan a tener  oración

    D a  Sta. Teresa repetidas veces en sus obras algunos avi

    sos para los que empiezan a tener

      o rac i ón ,

      tan

     p rác t i cos ,

     tan

    bien  pensados y bien dichos, que no parece se puede poner

    a q u í

     cosa más a

     p ropós i to

     para alentar a las almas que

     quie

    ren

     ir por

     esos

     caminos. Transcribiremos a

      cont inuac ión

     al

    gunos de ellos con las palabras mismas de la Santa,  aña

    diendo

     un encabezamiento en que, para mayor claridad,  se

    han

      resumido las

      e n s e ñ a n z a s

     de cada

      pá r r a fo .

    1.  Conviene empezar con gran  d e t e r m i n a c i ó n . — * \ n

    tengo por experiencia en muchas (cosas), que si me ayudo al

    principio

      a determinarme a hacer lo quê siendo

      sólo

      por

    Dios,

      hasta en comenzarlo quiere, para que más merezca

    mos,

      que el alma sienta aquel espanto, y mientras mayor, si

    sale con e l lo ,  mayor premio y más sabroso se hace  de spués .

    A u n

      en

     esta v ida pá ga lo

     Su Majestad por unas

      v í a s ,

     que

     sólo

    quien  goza de

      ello

      lo entiende...

     J a m á s a c o n s e j a r í a . ..

      que

    cuando una buena

      insp i rac ión

     acomete muchas veces, se deje

    por

     miedo, de poner por obra; que si va desnudamente por

    sól