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Un pequeño informe de este gran problema a nivel mundial.
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POR: JESÚS ALEJANDRO
SALOMÓN ORTUÑO
LA OBESIDAD EN LOS ADOLESCENTES.
En la actualidad la obesidad ha alcanzado niveles alarmantes,
ha pasado de ser una epidemia para convertirse en una
pandemia debido a las proporciones que ha alcanzado. A través
del tiempo, esta enfermedad ha mostrado una tendencia al alza
debido al incremento constante de la prevalencia en todo tipo
de poblaciones. Comparativamente y de acuerdo a cifras de la
OMS, la obesidad mostrado un crecimiento mayor en los países
en desarrollo que los países desarrollados; de acuerdo a datos
publicados por este organismo, existen en el mundo más de
1600 millones de adultos (mayores de 15 años) con sobrepeso y
más de 700 millones con obesidad y en 2005 existían en el
mundo al menos 20 millones menores de 5 años con sobrepeso.
Aunque en años anteriores se le consideraba a la obesidad
como un problema exclusivo de países desarrollados, hoy en día
esta enfermedad aqueja también a países con bajos ingresos y
mínimos niveles de desarrollo. (WHO, 2007).
La obesidad se ha convertido en una enfermedad con alcances
sociales, es decir, sus repercusiones dentro de este ámbito
llegan a ser determinantes para el desarrollo de los
adolescentes, no solo en materia de salud sino también en la
forma en como estos se desenvuelven, se identifican y se viven
en sociedad con sus semejantes; la obesidad y el sobrepeso se
presentan en cualquier nivel socioeconómico y a cualquier
edad, incrementándose conforme pasa el tiempo; cuando se
presenta en edades tempranas como en la edad infantil y en la
población adolescente, en la mayoría de los casos suele
perpetuarse hasta la edad adulta y con ello ocasionar la
aparición de múltiples enfermedades crónicas no trasmisibles.
El sobrepeso y la obesidad en edades tempranas se esta
influenciado de alguna forma por los estilos de vida (hábitos
dietéticos y actividad física) de la población pero también en la
forma en como el adolescente se relaciona con sus iguales.
Definición
De acuerdo a la NOM. (2007), la obesidad, se define “como una
enfermedad crónico no transmisible que se caracteriza por el
exceso de tejido adiposo en el organismo, que se genera
cuando el ingreso energético (alimentario) es superior al gasto
energético (actividad física) durante un período suficientemente
largo; se determina la existencia de obesidad en adultos cuando
existe un índice de masa corporal mayor de 27 y en población
de talla baja mayor de 25”. SSA.NOM (2000).
Sin embargo, es necesario destacar, que actualmente no existe
un método estandarizado para determinar el sobrepeso y la
obesidad en los niños y adolescentes debido en parte a
encuentran en un etapa importante del crecimiento y desarrollo
y por otra a que la composición etnográfica de nuestro país no
permite establecer medidas somatométricas para la gran
diversidad y pluralismo étnico que existe en México. No
obstante, la Secretaría de Salud emitió en 1994, la Norma
Oficial Mexicana para el control de la nutrición, el crecimiento y
el desarrollo del niño y del adolescente, tomando como
referencia las normas internacionales de la OMS y el Nacional
Center for Health Statistics (NCHS), cuyo objetivo es
“establecer los criterios para vigilar el estado de nutrición y
crecimiento de la población desde el nacimiento y hasta los 19
años”, evaluando el estado de nutrición de forma clínica (signos
y síntomas), así como los índices antropométricos: peso/edad,
talla/edad, peso/talla y perímetro cefálico e indicando en las
curvas de crecimiento +-1 desviación estándar en relación con
la mediana para el peso normal; +1 a +1.99 para sobrepeso y +2
a 3 para obesidad (NOM,1993).
Las definiciones anteriores, como puede apreciar el lector, son
hechas desde una perspectiva meramente cuantitativa, la
somatometría se interpreta a partir de mediciones estadísticas
para una población; sin embargo, ¿Qué tan válidas pueden ser
dichas mediciones para una población tan heterogénea como la
mexicana? Esta interrogante es necesario reflexionarla, sobre
todo si se piensa en la gran disparidad y pluralidad existente no
solo de tipo étnico y racial, sino también de condiciones
ambientales y de diferencias económicas entre los diversos
sectores que componen la población; es decir, no es lo mismo
pensar en un niño o adolescente del medio urbano como la
Ciudad de México que en uno del medio rural proveniente de
una comunidad indígena como la tzeltal (por citar alguna) del
Sureste del país en donde factores como la genética,
alimentación, el ingreso y estilos de vida hacen diferencias
significativas en el desarrollo y por lo tanto en las relaciones
resultantes de las mediciones antropométricas antes descritas.
La obesidad ¿Un problema biológico, psicológico o social?
La obesidad es, sin lugar a dudas, una enfermedad
multifactorial, cuya etiopatogenia, expresión clínica y
tratamiento no se pueden entender mediante un solo enfoque;
sin embargo, en virtud de la tendencias actuales en relación al
incremento de esta patología en edades escolares, se le han
atribuido a dicha condición dos sustratos fundamentales: los
cambios en la forma de alimentación y la actividad física. Peña,
M. y Bacallao, J. (2001).
La obesidad en jóvenes está siendo cada día mayor, los
patrones desordenados y las conductas alimentarias
deficientes, aunados a la inactividad física han sido factores
claramente definidos como de riesgo para que la obesidad se
mantenga y perdure hasta la edad adulta; al establecerse
dichas conductas y estilos de vida poco saludables, se aumenta
el riesgo de aparición a temprana edad de enfermedades
producto de la obesidad; las más comúnmente desarrolladas en
adolescentes son: la diabetes mellitus tipo II (DMT-II), cierres
epifisiarios tempranos, hiperplasia e hipertrofia adiposa,
presentación temprana de la menarca, hiperlipidemia, aumento
del gasto cardiaco con su consecuente hipertrofia del corazón
izquierdo, esteatósis hepática con aumento de transaminasas y
alteraciones del metabolismo de la glucosa, problemas
ortopédicos de pies, rodillas, cadera y columna lumbar,
coledocolitiasis, litiasis vesicular, síndrome de Stein-Leaventhal
o de ovario poliquístico y pseudo tumores cerebrales entre otras
muchas enfermedades desarrolladas como consecuencia de la
misma obesidad.
Desde el punto de vista biológico, la obesidad se debe al
sustancial “incremento del tejido adiposo por encima de un
nivel determinado para la talla de un patrón de población normal
promedio”. En más del 90% de los casos es el resultado de un
desbalance entre la ingesta alimentaria excesiva y el gasto
calórico disminuido. (Xavier and Sunyer, 1992 ; Bray, 1985)
Este aumento de peso exagerado condicionado por una elevada
ingesta y conductas sedentarias se denomina exógena, la
llamada obesidad endógena que representa el 10% de los casos
está condicionada por razones genéticas, endocrino-
metabólicas u otras enfermedades (De la Peña 1991, Xavier and
Sunyer, 1992; González, 1985). La diferencia entre ambas
denominaciones en ocasiones se dificulta, aunque muchos
obesos prefieren el diagnóstico de endógeno pues ello salva su
responsabilidad individual y social. Es más elegante "obeso
enfermo" que "obeso indisciplinado".
Es oportuno relatar que según Bray, G. (1985) las células de
obesos transplantadas a sujetos delgados y viceversa
responden a las características físicas del receptor, perdiendo
las cualidades del donante. Además, “gemelos univitelinos
repartidos entre familias obesas y delgadas, responden con a lo
largo del tiempo y durante el desarrollo al nuevo patrón familiar.
Ambos ejemplos son bastante concluyentes en demostrar que
tanto célula como persona dependen mas de conducta y medio
ambiente que de código genético en lo que a obesidad se
refiere” (Bray, G. 1985).
Lo anterior, nos ayuda para reforzar la tesis de que tanto el
sobrepeso como la obesidad responden en mayor medida a
factores exógenos o extrínsecos del propio adolescente y en
menor medida de factores endógenos o intrínsecos del mismo,
como puede ser el caso de adolescentes con predisposición
genética asociados al gen de la obesidad (gen ob, codificador
de la proteína antiobesidad leptina) (Hughe, H. S.F.) o bien a
condiciones endocrinas como el “Cushig” en niños por la
hipersecreción del cortisol o bien por la ingesta de
corticoesteroides como en el caso de algunos niños asmáticos
sometidos por largos periodos a la exposición este tipo
sustancias en los medicamentos. Efectivamente, en el problema
de obesidad de los adolescentes, no podemos partir del hecho
de que son obesos por razones de mal funcionamiento orgánico,
múltiples estudios médicos concluyen en su mayoría, que en la
obesidad están presentes de alguna forma, factores del entorno
social y con la psicología del adolescente; entonces, ¿Por qué
los modelos actuales de tratamiento y control de la obesidad se
enfocan en su mayoría a cuestiones de alimentación y
ejercicio? La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar
en parte a los modelos económicos y de consumo de la mayor
parte de la gente, en donde el “culto a la belleza” hace su
aparición y en donde múltiples empresas con intereses
comerciales encuentran su nicho de crecimiento, al ofrecer a
los consumidores potenciales “dietas milagrosas” o aparatos de
ejercicio vanguardistas de “todo en uno”. Dicho así, los
consumidores potenciales (personas obesas) son influenciados
de forma psicológica, esto es, se condiciona al obeso a adquirir
los productos en virtud del deseo sublimado de “verse bien” o
“verse física y socialmente atractivo” y en consecuencia
aceptado en sociedad (también llamadas representaciones
sociales).
Por otra parte, un control y tratamiento de la obesidad no puede
soslayar el hecho de que el estado nutricional de un grupo
determinado, no puede ser evaluado excluyendo su contexto
sociocultural; antropólogos y sociólogos han enfatizado que
siendo todos los individuos miembros de una cultura y la cultura
una guía de comportamientos socialmente aceptables, por esta
razón los modos de alimentación deben de ser necesariamente
influidos por la cultura (Fausto,J. Et al. 2006).
CONCLUSIONES
La obesidad como un problema de salud pública en los
adolescentes se ha estudiado desde diversas enfoques; de
entre todos, el más aceptado y que ha tenido mayor eco en la
sociedad actual es el biológico, en donde el sobrepeso y la
obesidad de deben principalmente al excesivo consumo de
calorías y la escasa o nula actividad física, misma que se
traduce en hipertrofia (crecimiento) e hiperplasia (reproducción)
de las células adiposas (tejido graso). Este enfoque biológico ha
conducido a que en la mayoría de las ocasiones se piense que
con una dieta equilibrada y mucho ejercicio se resolverá el
problema, y esto casi nunca sucede así, sobre todo si se piensa
que efectivamente, el sobrepeso y la obesidad en la mayoría de
los adolescentes no se debe a causas endógenas, sino a
factores exógenos o socioculturales que impactan directamente
en la psicología del adolescente ocasionando una serie de
problemas a nivel conductual y social. El enfoque biológico es
ya uno de los factores del ambiente social y por ende los
aspectos demográficos e históricos de una población, ya que
las representaciones sociales de la obesidad van cambiando de
acuerdo al momento histórico, geográfico y etno-demográfico
de las poblaciones, mismas que trasladan dichas
representaciones sociales a los diversos grupos etáreos que
componen esas mismas poblaciones; por lo tanto, la solución al
problema de la obesidad no se encuentra en recetas ni métodos
de aplicación mundial o general, sino en el estudio integral y
específico en los diversos factores y entornos
sociodemográficos en donde se desenvuelven los diversos
grupos humanos.
La obesidad es uno de los males que acecha la vida de los
jóvenes adolescentes. Facilitada por la vida sedentaria, y sobre
todo por los malos hábitos alimentarios, el sobrepeso
compromete la salud, el bienestar y la apariencia de quien cae
en sus garras.
La obesidad, a diferencia de la anorexia y la bulimia nerviosas,
no se considera un trastorno psiquiátrico.
Los hábitos dietéticos de la población infantil y juvenil española
se encuentran en una situación intermedia entre un patrón
típicamente mediterráneo y el de los países anglosajones. Estos
hábitos se inician a los tres o cuatro años y se establecen a
partir de los once, con una tendencia a consolidarse a lo largo
de toda la vida.
La obesidad y el sobrepeso. Epidemia mundial Según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad y el
sobrepeso han alcanzado caracteres de epidemia a nivel
mundial. Más de mil millones de personas adultas tienen
sobrepeso y, de ellas, al menos 300 millones son obesas.
La preocupación por la prevalencia que la obesidad está
adquiriendo a nivel mundial se debe a su asociación con las
principales enfermedades crónicas de nuestro tiempo, como las
enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2,
hipertensión arterial y ciertos tipos de cáncer. A mayor
obesidad, mayores cifras de morbilidad y mortalidad por estas
enfermedades.
En el mundo mueren 57 millones de personas al año. Según el
Informe sobre la salud en el mundo, 2002 1 el aumento de las
enfermedades crónicas es el responsable de las dos terceras
partes de estas muertes y del 46% de la morbilidad global.
Estos porcentajes van en aumento, por lo que si no invertimos
esta tendencia, en el año 2020 las enfermedades no
transmisibles serán la causa del 73% de las defunciones y del
60% de la carga mundial de enfermedad.
La obesidad y los adolescentes
De los diez factores de riesgo identificados por la OMS como
claves para el desarrollo de las enfermedades crónicas, cinco
están estrechamente relacionados con la alimentación y el
ejercicio físico. Además de la ya mencionada obesidad, se citan
el sedentarismo, hipertensión arterial, hipercolesterolemia y
consumo insuficiente de frutas y verduras.
Como puede verse, la alimentación poco saludable y no
practicar actividad física con regularidad son las principales
causas de las enfermedades crónicas más importantes, y
ambas son susceptibles de modificarse. En los adultos, la
obesidad está asociada también a otras patologías, como las
enfermedades respiratorias y la artrosis. Pero es en los niños y
adolescentes donde el problema se hace más grave ya que, de
no tomar medidas a tiempo sobre sus hábitos, hay una alta
probabilidad de que el niño obeso se convierta en un adulto
obeso. En la población más joven las enfermedades asociadas a
la obesidad incluyen la hipertensión arterial, hiperinsulinemia,
dislipemia, diabetes mellitus tipo 2, agravamiento de
enfermedades respiratorias como el asma, así como problemas
psicosociales.
Todas las enfermedades descritas anteriormente acortan la
vida. La obesidad puede llegar a reducir la esperanza de vida de
una persona hasta en diez años. Además, suponen una elevada
carga económica para los sistemas de salud. Por ejemplo, en
nuestro país se calcula que los costes directos e indirectos
asociados a la obesidad suponen un 7% del gasto sanitario
total, lo que representa unos 2.500 millones de euros anuales.
Por estas razones, puede afirmarse que las consecuencias de la
obesidad hacen de esta enfermedad uno de los mayores retos
de la salud pública para el siglo XXI.
El director del Programa de Salud del Adulto y del Anciano de la
Secretaría de Salud, perteneciente a la Coordinación de
Vigilancia Epidemiológica, doctor Agustín Lara Esqueda, dentro
de la ponencia "La Estrategia: México está tomando medidas
contra el Síndrome Metabólico", informó que aproximadamente
mil millones de personas en el mundo sufren de sobrepeso y 300
millones obesidad.
Agregó que el problema de sobrepeso en nuestro país es un
asunto grave debido a que el 70 por ciento de la población
mayor de 20 años lo padece; datos recientes proporcionados
por el secretario de Salud, Dr. Julio Frenk Mora, revelan que a
nivel mundial nuestro país ocupa la segunda posición en este
mal, solamente por debajo de Estados Unidos.
"En Estados Unidos el 65.4 % de la población tiene sobrepeso,
nosotros estamos muy cerca con un 62.3 %; los habitantes del
Reino Unido están atrás con el 61 %". Asimismo, mencionó que
la dependencia federal de salud ya está tomando medidas al
respecto y que es importante compartir la información que se
ha generado gracias a una serie de acciones de los servicios
estatales de salud, pues es un gran esfuerzo para combatir
dichos males.
"La información de la situación de los mexicanos con sobrepeso
fue proporcionada por la Encuesta Nacional de Salud 2005, que
realizaron el Instituto Nacional de Salud Pública, el Centro
Nacional de Vigilancia Epidemiológica y diversos investigadores
preocupados por el aumento de la enfermedad".
El funcionario subrayó que actualmente la obesidad y
enfermedades crónicas están ligadas a la pobreza. La obesidad
tiene mayor riesgo en la mujer debido a dos circunstancias:
primero que con cada embarazo aumenta en promedio tres kilos
de peso y, segundo, su ingreso a las actividades laborales
donde antes no participaban, pues esto ocasionó que dejarán de
realizar actividades físicas desempeñadas en el hogar.
"Además hemos dejado de hacer algo más importante: enseñar
a comer a las nuevas generaciones, un rol atribuido a la mujer;
esto a final de cuentas está propiciando el aumento drástico de
la obesidad infantil", refirió.
En el 2002 el índice de hombres con obesidad en la frontera
entre México y Estados Unidos era del 73 por ciento y 70 en
mujeres, desafortunadamente en la actualidad el problema
comienza a incrementarse, añadió.
Datos del año 2000 muestran que en ese año 20 % de los niños
presentaban obesidad, básicamente por el incremento en el
consumo de bebidas con demasiada azúcar y por la falta de
actividades físicas.
Pero ahora, señaló el funcionario federal, nueve de cada diez
niños en el Distrito Federal presentan esta característica,
propiciada porque en los últimos 30 años se dejaron de
consumir frutas en un 30 por ciento, leche en un 27 por ciento y,
principalmente, por la vida sedentaria que en general viven los
habitantes de la ciudad de México.
"La obesidad representa un gran gasto, equivale en promedio a
diez veces el presupuesto que se le asigna a los programas
Oportunidades y Liconsa, es el 11.6 % del total de gasto de
salud en México y en términos monetarios es de 330 millones de
pesos", finalizó.
“COMENTAR ES AGRADECER”
Por: Jesús A. Salomón Ortuño