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Libro histórico sobre costumbres de la Colombia del siglo XIX
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La Nueva Granada: veinte meses en los Andes Autor: Holton, Isaac Farewell, 1912-
Fecha de publicacin: 1981
Editorial: Bogot: Ediciones del Banco de la Repblica
Coleccin: Credencial Historia
Palabras clave: Andes; Colombia; Descripciones y viajes
Lugar: Colombia; Andes
Descripcin:
Traduccin ngela de Lpez. Publicado en ingls: New York : Harper and Brothers, 1857.
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Mapa de la Nueva Granada
PRESENTACIN
LA NUEVA GRANADA: VEINTE MESES EN LOS ANDES, se public en ingls en 1857 y en 1967
Southern Illinois Press prepar una edicin resumida con introduccin de C. Harvey Gardiner.
Carvajal & Ca., en su libro VIAJEROS EXTRANJEROS EN COLOMBIA, incluy algunos
fragmentos de la edicin inglesa, abreviados, pero la versin de la obra completa en espaol
estaba en mora de ser publicada en nuestro pas.
El libro de Holton reviste especial inters histrico porque describe las condiciones sociales y
econmicas de la Nueva Granada a comienzos de la dcada de 1850, perodo que algunos
historiadores Nieto Arteta y Luis Ospina Vsquez, entre otros han sealado como uno de los
ms importantes en la historia del pas.
Holton lleg a la Nueva Granada por inters primordial de estudiar la flora tropical. Pero hombre de
mltiples intereses y observador cuidadoso, describe con simpata, humor y objetividad su viaje
desde la Costa Atlntica a Bogot y de all hasta el Valle del Cauca donde permaneci varios
meses. Por sus reseas de la vida en Bogot y sus alrededores y la del Valle del Cauca, el libro se
convierte en un complemento muy importante de otras obras bsicas para el estudio sociolgico de
la realidad del pas a mediados del siglo XlX. En un perodo de continua experimentacin poltica,
en el que los dirigentes y pensadores granadinos luchaban por transformar las estructuras del pas,
la vida cuotidiana segua siendo la misma que haba sido durante siglos, tal como comenta Holton,
hablando del Valle, si un Rip van Winkle despertara de un sueo de 200 aos, lo nico que le
sorprendera sera el nacimiento de la libertad civil y religiosa". En efecto, el atraso de la agricultura
era impresionante, exista muy poca diversificacin de cultivos y las tcnicas en el campo eran
primitivas. Por otra parte, en las regiones que visit Holton, la manufactura era prcticamente
inexistente. En Bogot encontr varias fbricas abandonadas y en Cali slo supo de la existencia
de un telar. De tal manera, a travs de las pginas del libro se observa que si acaso haba habido
un cambio en las condiciones materiales de vida desde la Independencia hasta 1850, ste haba
sido desfavorable desde el punto de vista econmico, lo cual estuvo probablemente relacionado en
el Valle con la disminucin de la explotacin minera en el Choc.
Dentro de la coleccin de viajes publicados por el Banco de la Repblica predominan los autores
europeos. Este es el primero que se publica escrito por un norteamericano. Para el Banco es muy
satisfactorio poder ofrecer a los estudiosos de la historia colombiana esta importante obra
correspondiente a la primera parte del siglo pasado.
FRANCISCO J. ORTEGA
Subgerente Tcnico.
PREFACIO
Es inevitable que el botnico que estudia los productos de la zona trrida siente un deseo enorme
de ver con sus propios ojos esas tierras de verano perpetuo. El deseo aumenta con los aos, pero
cada uno que pasa lo liga ms a los deberes profesionales y al hogar. En mi caso, las fuerzas
centrpetas se desarrollaron menos vigorosamente que las centrifugas, y por eso pude viajar al
trpico.
La pobreza de informacin botnica sobre la Nueva Granada, una regin tan rica en plantas,
despert mi inters por esa nacin, ya que desde la visita de Humboldt, a principios de este siglo,
no se ha publicado ni siquiera el catlogo de un coleccionista.
Tampoco son abundantes o recientes las fuentes de informacin general sobre esta repblica. En
nuestras bibliotecas se encuentran varias obras sobre Colombia, escritas durante la guerra contra
la Madre Patria, que termin, o ms bien se hizo crnica en 1825. Pero no pudo encontrar un solo
volumen publicado despus de que la Nueva Granada tom su sitio en el concierto de las
naciones, ni respuesta a la inquietud de cules son los efectos de treinta aos de libertad, en un
pas al que el despotismo espaol, mantuvo durante tantos aos completamente aislado del
mundo. La causa determinante del viaje narrado en este volumen fue precisamente ese vaco de
informacin geogrfica.
As, pues, comenc mi tarea con una idea ms clara de los objetivos que de las dificultades de la
empresa. La falta de datos confiables se hizo sentir aun antes de iniciar el viaje, lo obstaculiz a
cada paso y dificult todava ms su relato. Las observaciones de otros viajeros, que por alguna
razn especial residieron en el pas o pasaron por l fugazmente sin conocer nada del idioma y de
la idiosincrasia de sus gentes, son generalmente tan errneas, que quiz me inclin a confiar
excesivamente en mis propias observaciones cuando divergan de las de ellos. Adems de esas
obras, ya bastante viejas, hace poco lleg a mis manos, por feliz accidente, un pequeo volumen
titulado Bogot en 1886-7, escrito por J. Steuart y publicado por Harper & Brothers, 82 Cliff Street,
1838. Me lo haban recomendado en Sur Amrica, pero en vano lo busqu en bibliotecas y
libreras, y no conozco otra copia en los Estados Unidos.
Ninguna otra nacin hispano-americana tiene una proporcin tan alta de autores como la Nueva
Granada, pero sin embargo, las obras son pocas y de difcil adquisicin. El autor consult el
Semanario de la Nueva Granada, publicado en Bogot en 1810, varios artculos cientficos de
Boussingault y una publicacin del presidente T. C. Mosquera que le permiti conocer el nombre
de muchos animales y de algunas plantas. Consult cuidadosamente la historia de Plaza y a veces
hace referencia a la de Acosta. Muy amablemente funcionarios pblicos granadinos, tanto en
Bogot como en otras ciudades, le permitieron consultar documentos que tenan en su poder. Es
una lstima que ni la Embajada Granadina en los Estados Unidos ni el consulado en Nueva York
pudieron proporcionarle informacin adicional a la que haba reunido en el pas.
Muchos son los individuos que generosamente contribuyeron a que la obra fuera ms exacta, pero
los favores recibidos son tantos, que aunque los recuerdo con gratitud no tengo espacio aqu para
enumerarlos. A ningn norteamericano debe esta obra ms que a ese gran caballero, comerciante
y acadmico que es Alexander I. Cotheal. El seor Julio Arboleda atendi siempre todas nuestras
consultas y el seor Escipin Garca-Herreros contribuy con valiosas y complejas observaciones
sobre derecho civil, y adems con un compendio histrico sobre el ltimo intento revolucionario.
Ambas contribuciones merecen mejor suerte que la de quedar resumidas en unos pocos prrafos,
como necesariamente tiene que suceder en un libro de viajes.
Pero a nadie debe este libro tanto como al seor Rafael Pombo, secretario de la Embajada
Granadina, ayuda que no se debi a la amistad con el autor, al que no conoca cuando este fue a
buscar informacin por primera vez, sino al amor que el seor Pombo siente por su patria. Ojal
que su pas sepa agradecer y recompensar su fidelidad y cumplimiento del deber, su buena
voluntad y celo, porque estos exceden toda capacidad de agradecimiento del autor. Fue una
calamidad que el seor Pombo no estuviera en los Estados Unidos cuando se empez a armar el
libro en la imprenta. La ausencia del autor tambin contribuy a aumentar los errores de ortografa
espaola que encontrarn los lectores conocedores de este idioma, no obstante la increble
eficiencia de los impresores. Espero que esas fallas no perjudiquen demasiado la utilidad de la
obra, porque la mayora de las palabras mal escritas en el texto aparecen corregidas en el
Apndice. Las traducciones de la frase Dominus vobiscum y de las expresiones Que entre para
dentroy Por siempre son tal vez las ms importantes de las que no se corrigieron.
Hay, sin embargo, otra clase de errores que ningn corrector de pruebas puede enmendar y cuyo
nmero no se sabr nunca. Son tantas las apreciaciones equivocadas del viajero y tantos los
errores que una vez escritos como verdaderos no se verifican nuevamente, que es imposible
pensar que esta obra est libre de ellos. El lector indulgente los sabr perdonar.
Quiero aprovechar la oportunidad para agradecer a los editores la liberalidad con que atendieron
todas mis sugerencias e incluso los gastos, los cuales sobrepasaron en mucho los calculados
inicialmente. Su generosidad es una de las experiencias ms agradables en la larga e incesante
tarea que concluye hoy. Si otros viajeros encuentran en esta obra la ayuda que el autor busc en
vano, y si ella contribuye a despertar en el filntropo simpata por una de las naciones ms
liberales y libres del mundo, el esfuerzo quedar ampliamente justificado.
Middlebury College, 15 de octubre de 1856
LA NUEVA GRANADA Escena tropical Localizacin de viajes El Valle del Magdalena El Cauca y el aislamiento de
su valle Los objetivos de este trabajo Los orgenes del carcter La influencia de la latitud
sobre el valor del tiempo El efecto de la altitud sobre la temperatura El monopolio religioso El
linaje El plan de la obra.
Acabo de regresar de una zambullida refrescante en las fras aguas de la quebrada que baja de la
montaa. Me recuesto perezosamente en el spero y no muy limpio promontorio de tierra y
piedras, que forma un bando por debajo y a todo lo largo del corredor de la choza donde vive el
hombre que trabaja en la calera. l tambin est aqu, sentado en un gran pedazo de roca que
deber arder algn da. Labra una cuchara de palo en la rama gruesa de un arbusto, utilizando el
machete, esa herramienta universal que casi nunca le falta al campesino y que es un cuchillo de
aproximadamente veinte pulgadas de largo, enfundado y colgado de una correa amarrada a la
cintura.
En honor a mi venida, la nia ms pequea se pone la camisa, quiz la nica prenda que posee,
pero la apariencia del diablito apenas s mejora, porque el vestido, aunque no tan negro como su
piel, es muchsimo menos limpio. Imitando al padre coge un palo grande y lo golpea a troche y
moche con un cuchillo romo que ha perdido el mango de cacho, para hacer, segn me dice, otra
cuchara.
La hija mayor y la mam estn ocupadas en un pequeo fogn construido al final del corredor,
asan para el almuerzo familiar unos pltanos pelados y unos pedazos de carne de res de
apariencia bastante sospechosa, artculos estos que la clase trabajadora, siempre que los tiene a
mano, cocina para la frugal comida de medio da. El niito, libre de ropa y de mugre, est atareado
examinando al extranjero, pero al mismo tiempo tiene un inters expectante en la actividad de la
madre.
Estamos en un sitio un poco ms alto que la planicie triangular que se extiende hacia el oriente del
ro. En el ngulo cerca a nosotros, hacia el occidente, hay una aldea de chozas, algunas dignas de
llamarse casas, situadas alrededor de la plaza que casi nunca falta en las aldeas granadinas. La
quebrada en la que me acabo de baar recibe un poco ms abajo un afluente que desciende de un
can a mi derecha, bordea la aldea por el norte, y en su orilla izquierda hay otras tantas casas,
luego serpentea entre campos de caa de azcar, platanales y tierras incultas y atraviesa un
bosque de una o dos millas hasta perderse en las aguas amarillas del ro y correr hacia el norte
para alcanzar el mar Caribe. El ro es el Cauca y la poblacin Vijes.
Ms all del ro se ven tierras bajas cubiertas de bosques, y en el oriente, a la distancia, las cimas
azules de las montaas del Quindo que separan este apartado lugar del valle del Magdalena.
Vijes, en su rincn, est aislado del resto del mundo, al oriente por el bosque y el ro, y en todos los
otros costados por una alta cadena de montaas rocosas, de laderas cubiertas de pasto y de
alturas coronadas de bosques espesos. El camino que viene del sur, a lo largo del ro, atraviesa
penosamente estas montaas, subiendo en zig-zag, o en quingos, como dicen aqu, logra avanzar
entre la loma y el ro, pero cuando hay demasiados obstculos, trepa a lo largo de una ladera
empinada para obviar dificultades y luego desciende nuevamente. Digo camino, pero quiz esta
palabra es engaosa para el lector, porque implica casi siempre la existencia de viajeros y se
puede interpretar como un sendero por el cual una mula puede pasar a otra, por eso la
palabra trocha tal vez da una idea ms exacta al hombre occidental.
Podemos contemplar todo este paisaje porque la choza est situada en el can de la cordillera,
en un sitio plano aunque ligeramente elevado. Los rayos verticales del sol, brillantes pero no
abrasadores, baan la escena que es de una belleza serena y tranquila, y tan alejada de todas las
vas de trnsito que posiblemente ninguno de los que lea estas lneas haya visto o vea nunca el
paisaje original que estoy intentando describir.
Y por qu no comenzar aqu y ahora las descripciones informales que desde hace tanto tiempo
vengo prometiendo a mis amigos? Pues bien, este ser el comienzo.
En primer lugar, localizar geogrficamente la regin desde donde estoy escribiendo. La Nueva
Granada ocupa el rincn noroeste de Sur Amrica y se extiende desde un poco ms all del norte
del istmo de Panam hasta las cercanas de la lnea ecuatorial. Es la zona central de las tres en
que se dividi Colombia en 1830 y comprende la mitad del territorio original.
En Sur Amrica no desemboca al Pacfico ningn ro importante. El Amazonas, el Orinoco, el
Magdalena y el Atrato dan al Atlntico, as como casi todas las aguas de la Nueva Granada. Las
nueve dcimas partes de la poblacin viven en el Magdalena y en sus afluentes, de los cuales el
Cauca es el ms grande. El Cauca y el Magdalena corren hacia el norte por centenares de millas,
a travs de valles paralelos y separados por las montaas del Quindo.
Lo ms acertado es considerar el nacimiento del Cauca en la fra y elevada regin que se extiende
entre la provincia de Popayn y la de Pasto. Desde el volcn de Purac, al sureste de la antigua
ciudad de Popayn, corre un riachuelo que bien merece el nombre de ro Vinagre, ya que la
composicin de sus aguas es de once partes de cido sulfrico y nueve de cido clorhdrico en
diez mil, o sea, una en quinientas partes de cido puro. Por leguas enteras ningn pescado puede
vivir en esas aguas avinagradas, aun despus de que el ro vira directamente hacia el norte y
recibe el nombre de ro Cauca. Ms adelante entra en un amplio valle y se convierte en un ro
tranquilo, de aguas turbias y navegables, bordeado siempre en la ribera derecha, y a veces en
ambas, por bosques enmaraados y fangosos. Por esta razn las ciudades relativamente grandes
de Palmira y Cali, situadas una al frente de la otra, estn a dieciocho millas de distancia y bastante
lejos del ro, Palmira en la banda izquierda y Cali en la derecha. La palabra banda, por lo tanto, no
equivale a orilla, ya que se refiere a un espacio que incluye tierra considerablemente alejada del
ro.
Despus de Cali, las montaas de la Cordillera Occidental se apian hacia el Cauca y en un rincn
est Vijes, en una planicie frtil y semicultivada, con su riachuelo lmpido y cantarino. Ms adelante
estn Buga y Cartago, ambas en la ribera oriental, y por ltimo, la vieja Antioquia; pero all el ro
empieza a formar rpidos, volvindose ms violento a medida que se precipita por caones por
donde ningn camino puede cruzar, y destruyendo as toda esperanza de encontrar una salida
para el comercio por mar o tierra, por barco o ferrocarril, por canoa o recuas de mulas.
Finalmente hay una pausa en la veloz carrera del Cauca cuando este casi alcanza el nivel del mar,
vuelve hacia el noreste y une sus turbias aguas a las igualmente oscuras del Magdalena,
continuando hacia el norte y hasta el mar. La parte baja y navegable del ro no tiene contacto con
la alta, nadie viaja de la una a la otra a visitar a sus amigos, a comprar artculos o a vender sus
productos.
Por lo tanto, la salida natural de este frtil valle est cerrada para siempre al comercio, y cules
sustitutos hay? Primero que todo el pestfero puerto martimo de Buenaventura, en el Pacfico,
situado exactamente al occidente de Vijes. Los caminos terrestres a Buenaventura llegan hasta
Juntas, en los afluentes del Dagua, desde donde es posible la navegacin cuando el ro no est
muy crecido o muy seco. Pero el que llega a Juntas desde el Cauca casi nunca encuentra una
embarcacin, y no puede seguir ms all por tierra; y el que viene de Buenaventura, a veces no
encuentra mulas y tampoco puede continuar navegando por el ro. En ambos casos el viajero tiene
que detenerse en Juntas una semana; por esta razn Buenaventura carece de comercio y aun los
barcos que navegan a lo largo de la Costa del Pacfico, desde Panam, no se detienen all. La va
ms corta de Bogot a Buenaventura obliga a abandonar el camino principal del Cauca en un
punto al oriente de Vijes, cruzar el ro en un ferry particular y empezar a subir la Cord illera
Occidental, desde este mismo punto, por un sendero increblemente malo. Despus de tres o
cuatro horas de un ascenso terrible se llega al sitio desde donde se ven correr los arroyos que
bajan por la vertiente occidental hacia el Pacfico.
La otra salida para el escaso comercio del valle es a travs de las montaas del Quindo. Luego de
diez das a lomo de mula, y si el tiempo es bueno, se llega al Magdalena a dos millas ms abajo de
Honda; pero si se quiere llegar al puerto de Cartagena, hay que seguir en mula hasta Calamar que
queda a 65 millas, es decir, dos veces la distancia de Vijes a Juntas. Ante el aislamiento de este
valle, el viajero se pregunta si puede existir un lugar ms alejado y si la vida y la naturaleza
humanas, aunque esencialmente las mismas en Labrador y Guinea, no deben presentar aqu
algunos rasgos nicos y singulares. Este es un punto al que volveremos ms adelante.
La naturaleza humana es, en verdad, esencialmente la misma en todas partes, pero infinitamente
diversificada por el poder de las circunstancias externas. A diferencia del instinto, que raras veces
cede frente a las ms poderosas influencias, la naturaleza humana sufre la impronta de la ms leve
de las fuerzas perturbadoras. Los antepasados, el suelo, el clima, la ocupacin, la constitucin
fsica, todos ellos influyen en la vida del hombre. Sin embargo, en casi todas partes esos factores
disminuyen, se modifican o se neutralizan por la fuerza irresistible de la civilizacin europea, que
circula a travs de las arterias de las vas de comunicacin, llegando hasta la ms insignificante de
las ramificaciones. Por eso el viajero deseoso de estudiar la fuerza de las influencias locales sobre
los hombres, debe ir hasta lugares poco frecuentados por otros viajeros y donde ninguna influencia
ajena haya penetrado. Debe instalarse sin premura en un pas extranjero, de lengua, clima y
religin diferentes a la propia, y con un comercio y una literatura locales o inexistentes.
Estas circunstancias son exactamente las que Vijes ofrece al investigador protestante y
angloamericano, quien viene de un medio donde la vida es una ardua lucha, una guerra sin cuartel
contra la adversidad y la competencia, y donde ni siquiera los muertos descansan en paz, a menos
que sus restos se hallen en un sitio donde el comercio no requiera construir una nueva va frrea, y
donde los intereses y la salud no exijan la apertura de una nueva calle. El viajero llega a un sitio
donde el invierno nunca sorprende al haragn, donde nunca nadie ha odo las mximas del Pobre
Ricardo, donde es ms barato roturar un campo que defender un pleito y ms fcil criar otro nio
que curar al enfermo; y donde an el ministerio religioso constituye un monopolio no turbado por
las luchas severas pero saludables que surgen cuando en la misma aldea se instalan dos o tres
doctores y dos o tres iglesias.
Observemos entonces desapasionadamente lo que est frente a nuestros ojos; a travs de los
efectos lleguemos a las causas e investiguemos las distintas fuerzas morales que influyen en el
carcter de los granadinos. Intentar servirle al lector, tal como los ojos sirven al cuerpo,
presentndole imgenes de cuya fidelidad no tendr razn de dudar; y en el caso de que le ofrezca
algunas conclusiones, no ser porque posea una sagacidad superior, sino simplemente porque las
conclusiones son demasiado obvias para pasar inadvertidas.
Vijes (o Bijes, la ortografa es incierta) tiene una latitud de aproximadamente 3 45 N, es decir que
est ms o menos sobre la lnea ecuatorial. Por lo tanto el sol debera ponerse invariablemente a
las seis de la tarde; pero como siempre se esconde entre las nubes ms o menos una hora
despus de medio da, pasa despus inadvertido, y todos dicen que el sol se esconde alrededor
de las cinco, y nunca mencionan el ocaso. Como el crepsculo termina entre las seis y media y las
siete de la noche, les parece muy natural que el sol desaparezca a eso de las cinco. Nadie se da
cuenta tampoco de si el sol est o no en posicin vertical a medio da, por lo cual aqu se
desconocen todas las diferencias que se pueden deducir de los cambios anuales de la inclinacin
del sol. Es posible que an esto influya en el carcter.
En nuestro pas los hombres se desesperan si pierden un da a causa de la pleamar, o por la
negligencia de un sirviente, especialmente si el invierno est cerca, si llega la primavera, o si se
aproxima cualquier otro cambio que exija mucho trabajo. En cambio, el granadino ve
tranquilamente un da seguir a otro, como fluyen las aguas del ro, sin preocuparse, porque piensa
que dispondr de un nmero indefinido de das. La ausencia total de relojes refuerza esta ilusin.
En toda la poblacin que habita este tringulo (1.160 habitantes), no s de nadie que tenga uno, y
tampoco les hace mucha falta, porque las cosas marchan bien sin relojes. Es absurdo medir el
tiempo que trabaja un hombre, cuando lo que realmente importa es la cantidad de trabajo que ese
hombre hace. Algunos cirujanos amputan piernas y brazos en cuestin de minutos, pero hasta
ahora no he odo que nadie haya propuesto pagarles por minutos.
Vijes est aproximadamente a 3.540 pies sobre el nivel del mar, altura por debajo del lmite inferior
del cultivo del trigo y de la papa. Las pocas papas o el escaso pan que se ven en el pueblo son el
resultado del comercio con las tierras altas, en donde no se cultiva la caa de azcar y quiz
tampoco el maz. Pero mientras en Vijes pueden prescindir del trigo y de las papas, las gentes de
las regiones fras necesitan la caa para preparar alimentacin y bebida; por consiguiente el
comercio entre las tierras fras y las calientes es inevitable.
No conozco otra razn para que este valle sea ms fro por estar ms alto, que el hecho indudable
de que una capa ms gruesa de la corteza terrestre lo separa del fuego central de la tierra. Un
hermoso da de principios de junio en Nueva York, o una fecha ms temprana en cualquier otro
lugar del sur de los Estados Unidos muestran todas las variaciones que el termmetro registra
durante el ao en este paraso. Hablando en cifras, la temperatura ms baja que he registrado es
de 65 F. y la ms alta 86 F., con la nica excepcin en que subi hasta 89 F. Pero el calor ese
da fue ms soportable que el de otras latitudes, porque aqu solo hay unas diez horas de sol
precedidas y seguidas por noches de deliciosa frescura.
El clima influye en el carcter nacional, en forma directa por intermedio del traje e indirectamente a
travs de los productos agrcolas. El ms importante de estos es el pltano, mal traducido al ingls
con la palabra plantain. El pltano ahorra al hombre ms trabajo que el vapor. Le da la mayor
cantidad de alimento por rea de tierra cultivada y quiz el esfuerzo mximo es el de llevarlo a la
boca despus de asarlo. Mi vecino Caldas dice que la Nueva Granada sera algo si acabramos
con el pltano y con la caa de azcar: esta es la madre de la embriaguez y aquel el padre de la
pereza.
Pero de todas las influencias que afectan la vida de los granadinos ninguna tiene ms radio de
accin y ms poder que la religin. Este es un punto que debo tratar con suma delicadeza, porque
como soy protestante se me podra tildar de hostil al catolicismo. Sin embargo, es un tema sobre el
cual debo hablar clara y llanamente aunque se ponga en duda mi imparcialidad. Mis objeciones
teolgicas al catolicismo como religin formalista, son diferentes a las polticas, por el monopolio
que ejerce del culto. Es cierto que legalmente este monopolio impuesto desde que el primer
espaol vino al pas, dej de existir el 30 de agosto de 1853. Sin embargo, continuar de hecho
hasta que otras iglesias compitan con la que hasta entonces haba sido la establecida por ley y era
la nica tolerada. El lector debe estar preparado para encontrar en este relato sacerdotes mucho
peores que los de Irlanda y de Alemania, pases donde la competencia asegura la existencia de
personas ms consagradas a su ministerio, y todava menos se pueden comparar los sacerdotes
granadinos con los de Estados Unidos, los cuales, en el conjunto del sacerdocio catlico, son como
manzanas de concurso al lado de las de un simple huerto.
Al hablar de las influencias del clima deb mencionar la idea tan difundida de que las pasiones de
los habitantes de la Zona Trrida son mucho ms violentas que las de las razas nrdicas. Ninguna
creencia puede ser ms falsa e improbable que la que afirma que la sangre fluye ms
impetuosamente a travs de las venas de los lnguidos hijos de los trpicos que por las nuestras.
La influencia del ejemplo clerical, los votos de celibato, el confesionario y la falta de frenos
impuestos ya sea por la conciencia, ya por la opinin pblica, explican toda la diferencia de
moralidad entre los dos pueblos.
Las otras influencias que modifican el carcter de los granadinos son quiz menos fuertes, pero
todava apreciables. Tal vez siga en importancia el linaje o los principios y costumbres trasmitidos
de padre a hijo; y hay que reconocer que el linaje de esta gente es bien peculiar. Estoy obligado a
admitir que los conquistadores, como llaman aqu a los primeros invasores espaoles, pertenecan
a una raza despiadada y sanguinaria. Las mejores familias conservan esta sangre casi pura, pero
nicamente en escasas y terribles circunstancias surge la antigua crueldad en alguna revuelta
popular. Las clases restantes presentan toda una gama de caractersticas entre el blanco, el negro
y el aborigen; solo que este ltimo elemento es ms escaso aqu que en cualquier otra parte de la
Nueva Granada, quiz porque los conquistadores trataron a los indios con ms severidad que a
cualquier otro grupo. Los espaoles encontraron el valle diez veces ms poblado de lo que est
ahora, y no me atrevo a contestar a la pregunta de qu hicieron con todos esos habitantes. Tanto
los indios como los negros tenan un carcter suave y amable, y si el elemento negro sobrevivi al
indgena, puede ser porque los espaoles tenan que comprar a los negros, mientras que los indios
no les costaban ms que el trabajo de cazarlos, y as estos corrieron la misma suerte que la
especie extinguida de los didos en las islas de la India.
El espaol, la bella lengua de este valle, guarda respecto de los principales idiomas europeos, la
misma relacin de isla a continente, lo cual hace el aislamiento de la regin ms completo e
impenetrable. Cualquier hombre culto puede defenderse muy bien con un solo idioma, siempre y
cuando ste sea el alemn, el ingls o el francs; pero estar limitado al espaol, idioma
notablemente deficiente en literatura peridica, en libros originales y en traducciones, significa
estar aislado del mundo por un muro circundante.
Tal es el pas que vamos a estudiar; pero ahora nos preocupa el problema de cmo presentar el
resultado de estas investigaciones. Quiz lo peor sera presentarlas en forma de diario, pasando
repetidamente por el mismo territorio y detallando las cosas que llaman la atencin del viajero. Un
diario es ameno y se escribe fcilmente, pero no creo que los lectores de libros de viajes
encuentren en este gnero respuesta a sus inquietudes. Indudablemente preferira seguir el
mtodo analtico de Tschudi, quien descarta el factor tiempo y ofrece resultados exclusivamente
geogrficos; sin embargo, no tengo confianza en mi capacidad para elaborar un trabajo interesante
en ese estilo, por muy ameno que resultara. Por lo tanto, seguir un trmino medio, y si alguno
quiere precisin de datos, de orden cronolgico, o saber el nmero de veces que visit
determinados lugares, puede consultar el itinerario en el apndice; los dems lectores debern
confiar en el autor, quien los conducir siguiendo la ruta que ellos mismos podran haber seguido.
Permtaseme aadir unas cuantas palabras en relacin con las personas mencionadas en la
narracin. Algunos viajeros ingleses en los pases hispnicos acostumbran tomarse grandes
libertades al escribir sobre los caracteres y circunstancias de sus anfitriones. Un viajero, por
ejemplo, despus de comer en compaa de un antiguo obispo de Popayn, habla en forma
entusiasta, no solo de los vinos sino tambin de la amante del obispo. Con el fin de evitar lo que no
concuerda con mis ideas sobre la hospitalidad, pero al mismo tiempo sin privar a mis lectores de
observaciones exactas y seguras, he resuelto cambiar a veces los nombres de las personas
cuando tenga que decir algo desagradable de ellas. Y si debido a la acuciosidad de algn mal
intencionado, se llegasen a conocer las fragilidades de alguien cuyo pan o pltano he compartido,
no ser en ningn caso debido al uso de mi libro, porque preferira suprimir una docena de datos a
dejar uno solo que fuera utilizado en forma poco honorable. Por lo dems, espero que la diferencia
de lengua, la distancia, el aislamiento y mis sinceros esfuerzos para disfrazar ciertas cosas, cubran
con un manto de caridad una multitud de pecados.
Pero aparte de esto, la ficcin no tiene cabida en esta obra. He sido testigo ocular de todas las
cosas que afirmo haber visto, y por respeto al lector y en honor a la verdad, nunca deformar los
hechos.
SABANILLA La Nueva Granada vista por primera vez Nieves perpetuas Riohacha Los indios guajiros
Santa Marta La desembocadura del Magdalena Un nativo Los funcionarios del puerto
El pasajero sin pasaporte La escuela de Sabanilla Recaudacin de rentas La rotacin
de cargos.
Vi la Nueva Granada por primera vez el 21 de agosto de 1852. Esta es una fecha segura, amable
lector, recurdala bien, ya que en el resto del libro posiblemente no mencionar otra. No haba
llegado el sol al horizonte ni estaba todava el cielo cubierto de nubes, cuando el capitn anunci
tierra firme. No le cre y sal a confirmar una vez ms la extraa realidad de que algunos mienten
por mentir, cuando la verdad servira igualmente bien a sus propsitos.
Dud de mis ojos tanto como de las palabras del capitn, al contemplar el espectculo que se me
presentaba. Una densa masa de blanqusimas nubes amontonadas al sur, unas encima de otras,
teidas de un delicado color rosa, donde quiera que los rayos del sol, todava oculto para nosotros,
las alcanzaban, mientras en hondos vacos circundantes reinaba todava la oscuridad de la noche.
Busco una nube sin base en la tierra, un promontorio imaginario que desmienta las palabras del
capitn, pero no puedo encontrar ninguno y entonces empiezo a creer en su veracidad.
En verdad, es posible que haya tierra a la vista. Indudablemente la veramos si el horizonte no
estuviera nublado, algo que no se puede esperar nunca en el trpico. Dicen que a cincuenta o cien
millas de la costa las montaas se elevan a alturas de 24.000 pies y que naturalmente estn
cubiertas de nieves perpetuas, pero qu relacin tiene esto con la escena sobrenatural que tengo
frente a mis ojos? Si lo que veo son solamente nubes, entonces es la salida del sol ms sublime
que haya contemplado jams; y si es tierra firme, el mismo Homero no se habra atrevido a crear
semejante Olimpo para sus dioses.
Una extraa ilusin ptica contribua a mantener mi incredulidad. Esas moles parecan elevarse a
10 o 15 grados, sobrepasando las nubes que descansaban sobre el mar, en ese punto que
llamamos horizonte, es decir, donde el mar, por su convexidad, desaparece de la vista. Saqu un
pequeo sextante de mi camarote para medir la altura del pico ms alto y solo seal 3 12, lo cual
tambin puse en duda hasta que el cuadrante del capitn lo confirm.
Pero las nubes no son tan efmeras como el espectculo matinal que presentan los Andes
cubiertos de nieve. Pocas veces este paisaje magnfico se ofrece a la vista de los viajeros, y
pronto, demasiado pronto, las nubes lo cubrieron para siempre.
Navegamos luego hacia el occidente, casi paralelamente a la costa, y al sureste, al frente nuestro,
estaba la provincia de Ro Hacha. Esta tiene muy poca comunicacin terrestre con el resto del
mundo. Alrededor de la base de las montaas vive una tribu feroz de indios indomables, los
guajiros. Los espaoles, cuando las armas les fallaban como medio para subyugar a los salvajes,
solan recurrir a los misioneros, pero aun ellos fracasaron con los guajiros, quienes obligaban al
sacerdote a cargar sobre los hombros las cosas que le haban trado los peones, y as los
conducan hasta los lmites de su territorio. No obstante, estos mismos indios trataron con gran
amabilidad a una seora que naufrag viajando de Maracaibo a Santa Marta, una tal seora
Gallego, si mal no recuerdo. Tena pensado pedirle que me escribiera contndome su aventura y
describindome el carcter de los guajiros, pero ahora veo que esas cartas nunca llegarn a los
ojos del pblico.
Los guajiros tienen una costumbre curiosa, que creo debe haberse extendido a otras tribus. Entre
ellos el to materno es pariente ms cercano que el mismo padre. Como explic un guajiro: El hijo
de una mujer puede o no ser el hijo de su marido; pero indiscutiblemente el hijo de la hermana, por
el lado de la madre, es su sobrino. Me inclino a pensar que en algunas naciones de indios
suramericanos la propiedad y los cetros deben haberse heredado de acuerdo con esta ley, reflejo
de desconfianza.
Por fin nos acercamos a la costa y vemos tierra que parece tierra y no ya cielo; es muy desolada,
una cadena de montaas desnudas y secas, sin rboles, sin yerba, sin agua y sin habitantes. Me
pregunto porqu ser que nosotros esperamos encontrar verdor perenne en el trpico, e
imaginamos que la vegetacin, que aqu no conoce otro descanso que la falta de agua, puede
tener la frescura de la que acaba de despojarse del peso de la nieve que la cubri cuatro meses y
que debe apurarse para alcanzar madurez en unos cuantos meses. Esperamos imposibles y el
que, como nosotros, se acerca a Santa Marta a finales de la estacin seca y trayendo ideas
preconcebidas, habr de sufrir una desilusin.
Doblamos un cabo, miramos hacia el sureste y al fondo de la baha que sirve de fondeadero, ms
bien que de puerto, vemos a Santa Marta. La catedral se ve claramente, destacndose entre un
grupo de casas, pero fue todo lo que vimos, porque no nos acercamos ms.
La naturaleza parece haberle negado al interior de la Nueva Granada una buena salida para el
comercio. La gente de Santa Marta piensa que esta costa es de fcil acceso para los que vienen
desde Bogot, pero yo lo dudo mucho. A veces los vapores del Magdalena, que pertenecen a la
Compaa de Santa Marta, pasan el banco de arena y el pequeo espacio de mar abierto que es
necesario cruzar para llegar al puerto. Aqu dicen que esa maniobra no es peligrosa, pero la verdad
es que casi nunca se atreven a realizarla.
El pobre viajero que se dirige a Bogot y cuya impaciencia lo hace dejar el barco en Santa Marta
tiene que seguir varias leguas por tierra y luego tomar una canoa o una pequea embarcacin para
cruzar lagunas y canales estrechos, y sentirse afortunado si llega a Remolino. Pero si no encuentra
vapor, la alegra ser breve. Cuando estuve en Remolino, este se haba inundado haca poco,
hecho frecuente segn deduje por la existencia de un dique de ocho pulgadas de espesor para
proteger la aldea de las aguas del ro. Creo que quedarse all debe ser peor que una estada en una
de nuestras crceles durante los peores das de verano.
Me dicen que Santa Marta no tiene buen puerto. Aunque la baha est protegida de los vientos del
noreste, los barcos prefieren arrastrar anclas ms bien que enfrentar las rfagas que soplan de las
montaas que hay detrs de la ciudad. En cuanto a muelles donde un barco pueda atracar para
descargar y cargar mercancas, no existen en Sur Amrica.
Al salir de Santa Marta el viajero deja atrs las montaas y siguiendo hacia el occidente, si el
tiempo no es muy bueno, pierde completamente de vista la tierra firme. Despus de algunas horas
aparece a la izquierda un margen de tierra cubierto de arbustos que da la impresin de ser un
matorral anegado ms bien que playa. Por fin el barco entra en aguas fangosas y navega a travs
de la desembocadura del Magdalena. El agua dulce, aunque tenga mucho barro, es ms liviana
que la salada y flota en la superficie, pero aqu se puede observar un extrao fenmeno. La
corriente oscura que va extendindose en la superficie del mar golpea el costado sur del barco,
pero no puede pasar por debajo de la embarcacin; en cambio, al costado norte burbujea el agua
clara del mar y hasta donde uno puede ver no se mezcla con la dulce.
Es muy escaso ver aguas multicolores. La persona que las haya visto en la desembocadura del
Misur, no las olvida fcilmente, y se pregunta asombrada cmo es posible que durante tanto
tiempo se distingan claramente los dos ros corriendo por el mismo lecho. Las aguas lmpidas del
Misisip fluyen tranquilas hacia el sur, cuando sbita y violentamente las ocres del Misur irrumpen
a la manera de un tropel de caballera, en tal forma que la corriente fangosa parece llegar a la
mitad del ro de un solo golpe. Ambas corrientes hierven sin mezclarse. Desde lejos, en medio del
agua cristalina se ve una mancha de fango, como el escuadrn de un ejrcito enemigo que se
hubiera adelantado al resto de los atacantes. Parece como si las aguas lmpidas rehusaran
retroceder o mezclarse con las turbias, y la resistencia es tal, que se tiene la ilusin de que una
fuerza moral interna las mantuviera tan clara y definidamente diferenciadas.
En la desembocadura del Magdalena este fenmeno pasara inadvertido si no fuera por el barco.
Se sabe que hay una corriente que fluye debajo de la otra, pero no podra verse nada si no fuera
porque la quilla frena las aguas del ro, permitiendo que avancen las del mar, con los mismos
matices, los mismos contrastes y las mismas lneas definidas que presentan en el Padre de las
Aguas.
Por ltimo se vislumbra entre los rboles un edificio blanco y grande, la aduana de Sabanilla, y ver
una construccin, que es por lo menos tan buena como la de un puerto de segunda clase en los
Estados Unidos, da al viajero buenas expectativas del pas al que va a llegar.
Se iza la bandera de la Unin para llamar a un piloto y al poco rato se aproxima una embarcacin.
Es muy interesante ver una cara nueva despus de un viaje de veinte das; pero ver una de otra
nacin y raza, en su propio pas, e inalterada por largos viajes, es suficiente para despertar el ms
vivo inters en el que apenas comienza sus andanzas por el exterior. En la embarcacin estaban el
piloto, su pequeo hijo y un negro. Los dos primeros tenan suficiente ropa y suficiente mugre
encima, pero el negro estaba semidesnudo y tena una expresin estpida y vaca. No podra
clasificar al padre y al hijo en ninguna de las cinco razas del hombre; parecera como si por lo
menos la sangre de tres de ellas corriera por sus venas.
Se da la orden y sueltan el ancla. Es todo un acontecimiento para el viajero, cuando despus de
semanas de haber estado navegando sin ver ningn objeto que le permita observar la distancia
recorrida o determinar el punto donde se halla, y cuya nocin de espacio ha estado limitada a unos
pocos metros, sentir que el barco, durante tanto tiempo un mundo aislado, vuelve a formar parte
del ancho mundo. S, estamos en una posicin fija, y lo que vemos ahora lo veremos maana en el
mismo sitio. Estamos a 200 varas de una playa que se extiende hacia el norte y el sur, al pie de
una colina cubierta de bosques no muy tupidos. En la loma, al suroeste, est el edificio de la
aduana, de dimensiones pretenciosas, pero desocupado, y ms abajo un grupo de cobertizos y un
pequeo malecn donde pueden atracar pequeas embarcaciones, pero no hay un muelle para
barcos. Pregunto por la ciudad y me muestran al sur unos techos bajitos de paja en unas pocas
hectreas de tierra plana y baja a dos millas de distancia. Es Sabanilla, la aldea ms cercana.
El ancla casi no haba alcanzado el fondo del agua cuando lleg otra embarcacin, donde vena un
grupo ms numeroso de funcionarios de salud y empleados de aduana. En contra de todas las
predicciones del capitn, me dieron libertad para bajar a tierra cuando quisiera. Durante quince
das el capitn no haba perdido ocasin de asegurarme que un pelotn de soldados me bajara del
barco, me llevara a la crcel, donde tendra que quedarme hasta que aquel estuviera listo para
zarpar, y solo entonces me escoltaran nuevamente a bordo. Tan obsesionado estaba el capitn
con esta idea, que declar que nunca volvera a admitir otro pasajero sin antes asegurarse que su
pasaporte estaba en regla, y lo primero que inform al funcionario de aduanas, sobre lo que traa el
barco, fue: Un pasajero sin pasaporte.
Mientras tanto yo forzaba la vista para ver en la playa, por primera vez, la vegetacin tropical. Ya
haba observado, al pasar por la desembocadura del Magdalena, algunos vstagos de pltano y
montones de pistia y pontederia que se haban desprendido de las orillas fangosas y bajas del
Magdalena; pero la curiosidad estimulada por estas muestras de las maravillas que me esperaban
en el trpico no se vio satisfecha, en lo ms mnimo, por la vegetacin comn y corriente que
bordeaba las laderas de la colina, al occidente del puerto, el Nisperal.
No se vea ms rastro de trabajo humano que el pretencioso edificio y los cobertizos de los
empleados de la aduana. La aldea estaba mucho ms lejos, y decidido a averiguar cules podan
ser las ventajas que atrajeran a la poblacin a ese lugar tan alejado del puerto y del movimiento
comercial, sub a una embarcacin que se diriga a la deslucida aldea. El pueblo est sobre una
cinaga salada, a unos pocos centmetros sobre la pleamar y consta de casuchas de barro de un
solo piso, techadas con ramas de espadaa, planta tifcea. Todas son iguales y constan
generalmente de dos cuartos que dan a la calle, pero solo uno tiene puerta a ella. Las ventanas sin
vidrio y con rejas que se proyectan un poco hacia afuera, les dan el aspecto sombro de prisin.
Los barrotes de las rejas son lo suficientemente separados para permitir que el dueo pueda sacar
la cabeza para ver qu sucede a ambos lados de la calle. A veces, en las esquinas, el transente
se golpea la cabeza contra las rejas, pero con mucha menos frecuencia de lo que es de esperar,
pues las gentes, conociendo el peligro, tienen el cuidado de evitarlo.
Sabanilla es tan compacta como cualquier pueblo manufacturero de Norte Amrica y mucho ms
fea por cuanto las chozas de barro y de paja son peores que las de ladrillo y pizarra. En las calles
no se encuentra ni un rbol, ni un arbusto, ni una maleza. Por una abertura en una cerca me
abalanc a un arbusto florecido, el primer objeto verde al alcance de mis manos. Se trataba de
una Laguncularia racemosa, arbusto combretceo comn en las Antillas. Inmediatamente me puse
a partir en pedazos su fruto caracterstico, cuyo jugo corrosivo dej una marca permanente en mi
nueva y flamante navaja.
Un poco ms adelante vi un papayo Carica Papaya papaw en ingls, palabra que traduce
bien la original, pero que desafortunadamente nosotros la empleamos para referirnos a una planta
muy diferente, la Asiminia triloba, que no tiene nada que ver con el verdadero papayo. Este crece a
una altura de diez pies, no tiene ramas y las flores, a menudo unisexuales, se desarrollan en
racimos al extremo de un tallo casi hueco. El papayo es fcilmente reconocible para el que
conozca algo sobre este gnero. Existen tambin otras especies, pero si es cierto que algunas de
estas plantas tienen la propiedad de ablandar las carnes, aqu no lo saben. Un jamaicano, a quien
conoc despus, me cont que conoca a un hombre que utilizaba las hojas del papayo para
envolver la carne, que as se ablandaba. Me gustara que esta posible propiedad del papayo se
investigara cientficamente.
En seguida llamaron mi atencin unas cactceas gigantes en la colina de arena situada detrs de
la aldea. Son plantas triangulares y de diez pies de altura. No las he visto florecer, pero una de
ellas debe ser la famosa pitahaya grandiflora, o una especie similar, cuyas flores solo se abren de
noche.
Da la impresin de que todas las casas y chozas de Sabanilla fueran tabernas o tiendas, y cuando
se entra en una de ellas, es curioso ver tantas botellas y ningn tonel. La primera casa a la que
entr constaba de un cuarto grande, casi vaco, y era quiz la casa de un empleado de la aduana.
En el suelo vi algo que a primera vista me pareci un mico grande, pero que al mirarlo mejor y para
mi desconcierto result ser un nio desnudo y del color de la tierra donde estaba gateando. En otra
casa vi otro espcimen similar, encima de un cuero y mecindose en una hamaca.
La segunda casa que visit fue formalmente puesta a mis rdenes, lo cual quiere decir,
simplemente, que uno es bien recibido. All vivan una mujer, posiblemente viuda (aqu no se
puede saber si una mujer es o no viuda), su hijo, guarda de la aduana, y Joaqun Calvo, mdico de
la aduana. Amablemente me ofrecieron conseguirme un caballo para que al da siguiente viajara a
Barranquilla, distante ocho millas ro arriba.
Cuando conversaba con ellos pasaron unos jinetes, con ruanas de colores tan encendidos que me
dejaron atnito. Las ruanas de mejor calidad son una especie de chales a rayas, de fibra de
algodn y con unos pocos centmetros sin coser en el centro, para meter la cabeza. Nosotros los
llamamos ponchos, pero esta es una palabra que no se debe decir en algunas partes del pas y
que en la costa se utiliza muy poco. Las ms pesadas se llaman bayetones y se hacen con dos
mantas o franelas dobles y son lo suficientemente gruesos para no dejar pasar el agua. Las ruanas
cuestan entre dos y cinco dlares y un buen bayetn, prenda que no le debe faltar al viajero,
cuesta alrededor de ocho dlares; cuando es de hule se llama encauchado.
En una casucha de dos piezas, una para la tienda y la otra para la familia, funciona la escuela
pblica con una docena de muchachos. La ley no permite escuelas mixtas y solo las aldeas
grandes pueden darse el lujo de tener dos escuelas pblicas; las nias aprenden lo que pueden en
la casa, si bien lo ms frecuente es que se queden completamente ignorantes. Ahora que recuerdo
a Sabanilla, despus de haber conocido otros lugares, pienso que es el pueblo y la escuela ms
pobres que he conocido en la Nueva Granada. En la escuela vi nios desnudos, cosa no permitida
en otros sitios. El maestro era apenas un adolescente y prcticamente no haba libros, pero de
todas formas es meritorio que un pueblo que ni siquiera tiene iglesia, posea su escuelita.
Regresando a pie al embarcadero de la aduana observ por el camino la Rhizophora llamada aqu
mangle. Las races se desprenden desde parte del tronco y la fruta permanece en el rbol hasta
despus de esparcidas las semillas; la radcula, sobrepasando la corteza de la fruta, queda
suspendida en el aire, por encima del agua y del barro, donde finalmente se entierra al caerse.
Recog tambin la fruta amarga y venenosa del manzanillo, el Hippomane Mancinella. A este y a la
camomila los llaman manzanilla, diminutivo de manzana. Posiblemente por el veneno, es fatal
dormir debajo de este rbol y no me gustara dormir a la intemperie en ninguna parte donde
hubiera uno cerca. En el mismo sitio se da una planta de la misma clase, la Cnidosculus
stimulosa, cuyas espinas casi logran estimularme los dedos.
La aduana, repito, es un edificio bonito y blanco, con un plano inclinado que baja al miserable
desembarcadero y a donde habra que llevar la mercanca en barcazas, pero nunca ha llegado una
sola paca al edificio. Da la impresin de que ninguna de sus piezas ha sido utilizada nunca. Si todo
el dinero que se gast en el edificio se hubiera empleado en construir un muelle para barcos y una
buena bodega, se habra impulsado el comercio. Pero otros pases tambin cometen sus
disparates; y la debilidad de ste, por lo menos, es construir aduanas donde el costo de recaudar
los impuestos es superior a las sumas recaudadas.
El cerro donde est la aduana, si tuviera agua, sera el sitio ideal para una ciudad. A Sabanilla la
traen en botes que navegan ro arriba hasta donde encuentran agua dulce, sacan un tapn, dejan
entrar la que necesitan y regresan con el agua a los tobillos. El abastecimiento de comestibles me
pareci todava ms misterioso. Se hablaba de una hacienda a tres millas de distancia, pero
personalmente no vi nada que se aproximara siquiera a un cultivo, a no ser el papayo y un
cocotero.
Los cobertizos al pie del cerro y cerca del desembarcadero pertenecen a una firma extranjera que
los arrienda al Gobierno. En ellos vi al recaudador y al inspector de aduanas examinando las
mercancas; tenan las espadas y las pistolas a su lado, sobre una mesa, y los ayudantes rasgaban
la envoltura de cada fardo, agujereaban todos los toneles, abran las cajas y pesaban todas las
cosas, lquidas y slidas por igual, tal como lo ordena la ley. El inspector colocaba las pesas en la
balanza y el recaudador anotaba el peso de los artculos. Si el peso de varios fardos resultaba casi
igual, los funcionarios disminuan su celo vigilante despus de haber esculcado, rasgado y
punzado unos cincuenta bultos.
Me imagino que a pesar de todo hay contrabando por Sabanilla, pero creo que su principal
obstculo no son ni los sellos en la escotilla, ni los guardias a bordo, sino ms bien la inmensa
soledad que rodea al desembarcadero. Sin embargo, es posible que pase contrabando, ya que
muchos funcionarios se prestan al soborno. Creo que cambiaron a todos los empleados del puerto
durante nuestra corta estada, y el recaudador saliente me pidi que le diera un certificado en el
sentido de que no lo haba visto borracho cuando haba venido a bordo, lo cual hice con mucho
gusto.
BARRANQUILLA Cabalgando a Barranquilla Primer contacto con el trpico Lagartos Un cartero Un
pueblito El gobierno de la Nueva Granada La crcel y la iglesia de Barranquilla Navegando
en bongo Noche de bogas y de zancudos ECao de la Pia El puerto de Sabanilla.
Como deba viajar a Barranquilla al da siguiente, madrugu para evitar el calor. Antes de salir, en
la casa donde me ofrecieron el caballo, tom el mejor caf que he probado en mi vida. Lstima que
en todas mis andanzas posteriores por el pas nunca me dieron otro igual; tena una fragancia que
quisiera volver a encontrar.
Aquel viaje marc una poca en mi vida. El botnico que se dedica a estudiar y a clasificar plantas
del trpico siente deseos inmensos de visitar estas tierras llenas de sol, pero generalmente las
dificultades y los obstculos crecen a la par con sus anhelos, en tal forma que obstculos y
ambiciones alcanzan el equilibrio de dos fuerzas iguales, las centrpetas y las centrfugas. En mi
caso, las primeras resultaron ser demasiado dbiles y finalmente me encontr en las tierras que
tanto haba anhelado conocer.
El paisaje tena el aspecto de un invernadero sin limites. Esparcidas por el suelo haba cantidades
de semillitas deAbrus precatorius, bien conocidas en el Norte por su belleza: son de un rojo
brillante y tienen una mancha redonda y negra. Me sorprendi no encontrar ms plantas aroideas;
solo vi una que trepa por los troncos de los rboles y apenas una estaba florecida. Tambin cog
para botarla luego una bellsima pasionaria, aparentemente la Passiflora quadrangularis. Total, el
da fue tan maravilloso que yo me senta pleno de felicidad.
Dicen que el viajero conserva toda su vida un afecto especial por el lugar donde sus pies hollaron
por primera vez el trpico. Y en verdad, recuerdo con nostalgia esas escenas felices del bajo
Magdalena, aunque admita que es una regin seca, estril y desolada, cuyos escasos habitantes
estn dispersos y pertenecen al tipo ms tosco de granadino. Pero es una regin que quiero hoy y
querr siempre, y que en mis afectos ocupa un lugar privilegiado al lado de la pequea granja
rocosa que fue mi primer hogar. Sin embargo, la diferencia entre los dos sitios es enorme: la granja
de Westminster en Vermont tiene innumerables rocas, ventiscas que agolpan la nieve en cmulos
altsimos y las truchas ms diminutas del mundo, mientras que la tierra de mis nuevos afectos tiene
la aridez del trpico, el sol reverbera en las playas ardientes y es un verdadero paraso de los
lagartos.
Hay muchsimos lagartos en la costa pero son ms bien pequeos y no se los ha estudiado bien,
porque existe la idea de que algunos son venenosos. Hasta el doctor Minor B. Halstead, de
Panam, cree que fue la mordedura de un lagarto lo que mat a un hombre que encontr con una
herida envenenada. En Bogot cuentan extraas historias sobre una especie de lagarto que llaman
salamanqueja. Dicen, por ejemplo, que todo un pelotn de soldados muri despus de haber
bebido el contenido de una jarra, y que luego, al examinar sta, encontraron en el fondo una
salamanqueja. Por mi parte creo que todos los lagartos son inofensivos. Son animales difciles de
atrapar, a pesar de que la cola largusima parece que, como el mango de un sartn, no sirviera
ms que para agarrarlos. Exactamente el mismo papel que quiz lleguen a desempear un da
Panam y Cuba frente a la Repblica Modelo.
En todo un da de a caballo no vi ms casas que las chozas pobrsimas de un pueblito llamado La
Playa, situadas alrededor de la plaza que casi nunca falta en los pueblos hispnicos. Sabanilla, en
cambio no tiene plaza.
En la Nueva Granada las autoridades trazan el plano de las ciudades y rara vez el diseo es
irregular o disperso. A veces las plazas estn empedradas y generalmente son el centro del
mercado semanal que se hace casi siempre los domingos, con lo cual se asegura mayor asistencia
a la misa.
Poco despus de salir de La Playa me encontr con un cartero en una mula, la montura era
parecida a una cabrilla de carpintero y me pareci cmoda para colgar cosas de los cuatro palos.
El jinete llevaba en uno de ellos los zapatos ms modestos del mundo, las albarcas, como los
llaman aqu, que consisten en suelas de cuero sin curtir, con una correa curva para meter el dedo
gordo y tiras de cuero para amarrarlas al pie. La hamaca doblada le serva de gualdrapa y a un
lado colgaba la espada. Semanalmente lleva el correo de Barranquilla a la aduana de Sabanilla.
Por todo el camino no vi el ro ni una sola vez y apenas una siembra de maz. La primera seal de
que estbamos llegando a Barranquilla fue que el cartero se ape para arreglarse a la vera del
camino. Luego vi las copas de unas palmeras, las primeras que encontraba, pues hasta entonces
nicamente haba visto unas especies enanas. Estas eran cocoteros cultivados en los jardines de
Barranquilla. La seora que conoc en Sabanilla me haba enseado a enrollar el saco
envolvindolo en el pauelo, doblado diagonalmente, y amarrado a la cintura por las dos puntas
que quedan sueltas. Ahora, siguiendo el ejemplo de mi compaero, me detuve para ponerme el
saco y acicalarme antes de entrar a la ciudad.
Barranquilla tiene mucho mejor aspecto que Sabanilla porque por ley todas las casas estn
blanqueadas y algunas son de dos pisos. En un principio no capt el valor que aqu se adjudica a
las casas techadas con teja, la mejor de las casas con cubierta de paja se considera inferior a la
ms humilde de aquellas. En Barranquilla utilizan espadaa, typhia,para los techos, pero ro arriba
emplean las hojas de iraca, las mismas con que se fabrican los sombreros de Panam,
la Carludovica palmata. Sin embargo, a todas las variedades se las conoce con el nombre de paja.
El objetivo principal de mi visita a Barranquilla era entregar unas cartas de presentacin escritas
por el embajador granadino en los Estados Unidos al gobernador de la provincia y a uno de los
principales comerciantes de la regin, el seor Jos Mara Pino. A este ltimo lo encontr en el
almacn, donde me recibi muy amablemente y me ofreci una copa de vino, pero prefer aceptar
una limonada. Me insisti que deba pasar la noche en la ciudad y puso a mi disposicin un gua
para que me condujera a la casa de la seora Creighton, el nico hospedaje aceptable que hay en
Barranquilla y que me cost ochenta centavos diarios. El seor Pino tuvo la atencin de visitarme
esa noche.
En Barranquilla hay dos escuelas para varones, una pblica y otra privada; para nias no hay
ningn establecimiento que merezca ese nombre. Sin embargo, segn el informe del gobernador,
cualquier casa donde dos nias reciban clases es una escuela, ya que afirma que en la provincia
hay cinco para unas veinte o veinticinco alumnas. Se supone que toda la instruccin pblica se
basa en el sistema lancasteriano, y cuando hay cambios en l, estos no significan avance sino
deterioro de la educacin. En la escuela que visit haba una rueda enorme, pesada e intil, de
cinco pies de dimetro, con el alfabeto pintado alrededor; en cambio, el maestro, hombre joven,
posea alguna cultura y, entre otras cosas, saba leer un poco de ingls.
La Nueva Granada est dividida en un estado, veintids provincias y tres territorios, los cuales en
1851 constaban de ciento treinta cantones, subdivididos en ochocientos diez y seis distritos y
setenta aldeas. En estas ltimas el gobierno local tiene menos funcionarios que en los distritos.
Si se quiere comprender el pas es necesario conocer la nueva divisin poltica, sus funcionarios,
etc., y como en algunos casos tienen nombres intraducibles al ingls, intentar, de una vez por
todas, explicarlos al lector. A nivel nacional, en el Gobierno, el presidente representa el Poder
Ejecutivo, y el Congreso el Poder Legislativo. El gobierno provincial se llama Gobernacin; el jefe
del Ejecutivo, gobernador, y el Cuerpo Legislativo, Cmara Provincial. El Cantn no tiene
legislatura y su ejecutivo es el jefe poltico; mientras que en los distritos es el alcalde, y el Cabildo
corresponde al Poder Legislativo. Anteriormente el distrito se denominaba Distrito Parroquial o
Parroquia. La vice-parroquia era una parroquia que dependa de otra, la cual ocasionalmente le
enviaba un cura o prroco para prestar servicios religiosos. El prroco, hasta septiembre de 1853,
era tambin funcionario del Distrito, tal como lo es el alcalde, pero hoy en da ya no existen
parroquias ni vice-parroquias.
El siguiente cuadro resume la explicacin anterior:
Nacin Capital nal. Presidente Congreso Gobierno
Provincia Capital prov. Gobernador Cmara prov. Gobernacin
Cantn Cabecera Jefe poltico - Jefatura
Distrito Cabeza Alcalde Cabildo Alcalda
La aldea est menos organizada que el distrito, el territorio menos organizado que la provincia y
ambos tienen poca poblacin. El Gobierno central ha concedido al Estado de Panam ms
autonoma que a las provincias.
Barranquilla es sede de la Gobernacin de la provincia de Sabanilla. Como traa una carta de
presentacin del gobernador anterior, fui a visitar al actual, el seor Julin Ponce, con el que tuve
una conversacin interesantsima, pero no acept su invitacin a comer porque me dio pena
incomodarlo. La Gobernacin aqu est en el primer piso de la casa del gobernador.
En la Gobernacin siempre hay uno o dos funcionarios adems del gobernador. Antiguamente este
era nombrado por el presidente, y el gobernador a su vez nombraba al jefe poltico de cada
Cantn, quien a su turno elega a los alcaldes de cada distrito. Tengo la sensacin de que quiz a
la Nueva Granada le sobran empleados administrativos.
Esta era la organizacin hasta hace poco, pero la nueva constitucin introdujo muchos cambios.
Los cantones ya no existen legalmente ni tienen funcionarios. Muchos de estos que antes se
nombraban, ahora se eligen. Este sistema tiene el inconveniente de que puede resultar elegido un
enemigo personal del presidente, situacin difcil, por ejemplo, en el caso de los gobernadores,
quienes se supone deben ser sus agentes y que tienen derecho a intervenir en cualquier asunto de
carcter nacional, tales como la distribucin del correo, y en decisiones de asuntos militares. Por
eso dudo que el sistema dure.
Tambin visit la crcel de la provincia que es un saln con dos cuartos a cada lado. El guardin o
alcalde es zapatero y estaba ocupado en su oficio. Era el primer hombre que vea trabajar desde
mi llegada a la Nueva Granada, fuera de otros dos, que vi aserrando unas tablas, para lo cual
utilizaban un tosco artefacto que les permita elevar uno de los extremos de la troza, en tal forma
que uno de los hombres casi poda pararse debajo.
La prisin no estaba ni muy llena ni muy limpia, pero lo peor era que las ventanas de los dos
cuartos daban a la calle. Todas las crceles aqu estn construidas con materiales poco seguros,
tierra apisonada o ladrillos sin cocer, y claro est, la estada del prisionero en semejante pocilga,
depende en gran parte de su buena voluntad. Las leyes de las distintas provincias difieren respecto
al costo de la alimentacin de los presos; en algunas corre por cuenta de ellas; en otras no, pero
en todas partes los reclusos, siempre que tienen la oportunidad, piden comida, por la ventana, a
los transentes.
El nico otro punto de inters que visit fue la iglesia. Primero me llevaron donde un viejo
sacerdote que tiene una especie de estudio en el piso alto de la iglesia. Me asegur que aqu todo
anda mal desde que el Rey de Espaa dej de gobernar estas tierras. Es la nica persona que ha
tenido la franqueza o la imprudencia de confesarme esta opinin. Como el gobierno cubano es el
nico ejemplo que queda de dominacin espaola en el Nuevo Mundo, es difcil apreciar
exactamente cunto perdi la Nueva Granada con el derrocamiento del poder espaol.
Bajamos a la iglesia y antes de cruzar el umbral me quit respetuosamente el sombrero. La iglesia
es un inmenso cascarn de piso de tierra y sin asientos. Al fondo est el altar principal y a los lados
los altares secundarios donde rara vez celebran misa. A pesar de que la iglesia no se llena nunca,
ni siquiera en ocasiones especiales, el cura nos asegur que la ciudad necesitaba urgentemente
otra ms grande y mejor.
Lo que ms me llam la atencin fue el rgano, de tamao de saln, pero con dos fuelles externos
enormes que requieren dos hombres para hacerlos funcionar. El trabajo de madera es bastante
burdo y los caones forman una fila que se proyecta horizontalmente desde adelante. Los de la fila
del frente tienen pintados rostros largos y estrechos, como caras reflejadas en el dorso de una
cuchara. El cura tiene su ayudante.
A mi regreso a Sabanilla tuve una discusin con el capitn sobre si deba o no pagar por el uso del
caballo. Yo, que ms que nada quera mostrarle lo equivocado que estaba en odiar tanto la raza
espaola, esper pacientemente el resultado, hasta que al final me informaron que deba pagar 80
centavos por ese jamelgo, precisamente lo que el capitn haba pagado por un gua, un caballo y
por los gastos de mantenimiento.
Volv otra vez a Barranquilla porque tena inters en conocer el Cao de la Pia, que conecta el
puerto de Sabanilla con el Magdalena. El dueo o capitn de un bongo, canoa gigantesca, convino
en llevarme por $ 1,20. Cargaron la embarcacin con mercancas que sacaron de la aduana,
destinadas a un comerciante de Barranquilla, y como solo en la popa haba una pequea cubierta,
para protegerlas de las inclemencias del tiempo las cubrieron con unos cueros. La tripulacin
consista en el dueo, un negro enorme, otro todava ms negro pero ms bajito, y un mulato.
Adems iba con nosotros un negrito desnudo, hijo del patrn, y los simples remeros, que se llaman
bogas.
Desatracamos del embarcadero de la aduana. La nica manera de mover el bongo es con el
canalete del patrn, con las palancas de los bogas que terminan en horquetas de diferentes
maderas y con varas ms cortas con un gancho en la punta. El boga apoya la horqueta de la
palanca en el fondo fangoso del ro y el otro extremo contra el pecho, cerca del hombro, y camina
hacia la popa haciendo mover la embarcacin aproximadamente a tres millas por hora. Pronto
llegamos a Sabanilla, pero mientras que en la aduana el bongo, completamente cargado y calando
tres pies de agua, pudo arrimar al embarcadero, aqu quedamos a unos ocho pies de la orilla.
Anduve por el pueblo en busca de un pltano maduro para mejorar la cena, pero fue en vano
porque no haba uno solo en toda la poblacin; entonces regres al bongo, y para abordarlo tuve
que escoger entre chapotear entre el agua, conseguir una canoa, o pasar sobre los hombros de un
carguero. Me decid por la ltima alternativa, pero de todas maneras llegu al bongo con los pies
mojados. Los bogas todava no haban aparecido, hasta que por fin vino uno y me asegur que con
cinco centavos podra comprarme unos pltanos; se los di, pero cuando regres, me dijo que se
haba equivocado, que valan ms, pero que haba resuelto comprar un trago con los cinco
centavos.
Por fin salimos, navegando hacia el este, a veces hacia el noreste, unas veces por canales
estrechsimos, otras por amplias extensiones de agua y sin tener que luchar contra la corriente. Por
todo el camino, a la izquierda, oamos el rugir de las olas; es frecuente que ms adelante de
Sabanilla el viento arrastre y haga perder las embarcaciones en el mar.
Alrededor de las diez y media de la noche, estando en medio de un amplio remanso, tiraron el
anda que se hundi de un golpe y nos fuimos a acostar. A m me prestaron la vela del bongo
paraque me sirviera de cama y me dieron almohada, colcha, toldillo y techo, que muy bien me
sirvieron. Los bogas, a quienes les molestan menos los zancudos que a un rinoceronte,
desenrollaron las esteras y durmieron sobre ellas sin cubrirse con nada. Las esteras son iguales a
las que se utilizan en el piso de las casas y para los bogas era incomprensible que yo no hubiera
trado la ma.
Todava era de noche cuando me despert y ya estbamos navegando, primero por entre un canal
umbro, casi cubierto por las ramas entrelazadas de los rboles, y al amanecer dejamos atrs una
mancha flotante de malezas altsimas con flores esplndidas y bulbosas. Adelante el fondo era
ms firme, pero el nivel del agua ms bajo y encontramos una embarcacin encallada. Detrs
vena otra y los bogas de las tres que tenan alguna ropa encima se la quitaron y todos se tiraron al
agua y las empujaron hasta desatracarlas. Luego siguieron impulsando los bongos media milla
ms. Mientras tanto yo pensaba que la situacin que estbamos viviendo era uno de los
principales obstculos en la arteria vital del comercio granadino. El Cao de la Pia atraviesa
tierras aluviales y blandas y termina seis millas antes del mar. Por solo $100.000 se podra
habilitarlo para la navegacin de barcos de vapor.
Por fin abandonamos el estrecho canal y llegamos al Magdalena, ancho, turbio y correntoso como
el Misisipi en San Luis, a pesar de que un poco ms arriba parte de las aguas del ro se pierden
filtrndose por entre las resquebraduras del terrapln y corriendo al ocano. El terrapln se
prolonga por el norte y lleva por muchas millas las aguas del Magdalena a lo largo de la costa, en
la misma forma como el canal de un molino conduce el agua a lo largo de la margen del ro.
Pero al dejar el cao comenzaron las dificultades porque las palancas no llegaban al fondo y la
orilla era una cinaga en la que solo haba troncos flotantes. La nica solucin era navegar muy
cerca de la ribera y empujar el bongo contra la corriente con las palancas, los ganchos y el
canalete del capitn. Especialmente difcil era rebasar los troncos que sobresalan en la superficie
del agua, y as perdimos horas enteras avanzando unas millas, que en un barco de vapor
hubiramos recorrido en minutos. Finalmente entramos a otro canal estrecho y dos horas ms
tarde vimos un barco a una milla de Barranquilla. Abandon el bongo en ese sitio y camin hasta la
ciudad.
Dos das despus presenci la partida del primer vapor que haba salido del puerto en un mes. No
tena hora fija de marcha; anunciaron simplemente que zarpara cuando todos los pasajeros estn
a bordo. Y, en efecto, desde temprano empezaron a llegar bales y paquetes sobre las cabezas y
hombros de cargueros y, lo que ms me sorprendi, en cuatro o cinco carretillas, cuando yo crea
que en toda la ciudad no haba ms de un par de vehculos de ruedas. Por fin subieron todos los
pasajeros y a las ocho quitaron la pasarela, recogieron varias brazas de cadena y alzaron el anda.
Pero la maniobra siguiente, volver la nave en un canal que apenas es un poco ms amplio que la
longitud del barco, tom muchsimo tiempo. Sin embargo, lleg la hora de agitar los pauelos
cuando el vapor empez a navegar ro abajo hacia la isla que est al frente de Barranquilla y solo
al crepsculo se coloc en el punto desde donde debera partir a alta mar.
La nica dificultad de una ciudad situada en Sabanilla sera la falta de agua; pero este problema
tendra menos gravedad que en Cartagena y podra solucionarse con bombas de vapor o con
molinos de viento. Me parece que el clima es saludable y si se fomentara la agricultura, no faltara
comida.
El puerto de Sabanilla est situado en la punta occidental de uno de los esteros del Magdalena. Lo
mismo que el Misisip, el Magdalena arrastra gran cantidad de sedimento que va formando un
banco en la desembocadura. Los vientos alisios y una corriente del oriente hacen que el sedimento
se deposite no en el ngulo recto al ro y paralelamente a la costa sino en la direccin que
determinan la accin combinada del ro, del viento y de las corrientes marinas. El puerto est
expuesto a los vientos del norte y no es lo suficientemente profundo para recibir vapores grandes;
tampoco le llega agua dulce, o por lo menos muy poca. En importancia ocupa un lugar intermedio
entre los puertos de Santa Marta y Cartagena, pero podra superar a ambos si se abriera el Cao
de la Pia, lo cual tomar todava mucho tiempo.
CARTAGENA La entrada a un puerto esplndido Una ciudad amurallada y acabada El cnsul Snchez
Viaje a lomo de mula La Popa Turbaco Arjona El Dique Mahates
De cmo un duque enga a un americano Calamar Un baile.
La persona que navega de Sabanilla a Cartagena tiene a su favor el viento y la corriente, y al
acercarse a las blancas murallas se sorprende de que el viaje haya sido tan corto, pero la verdad
es que todava le falta bastante para llegar. Primero tiene que dejar muy atrs la ciudad y llegar a
Boca Grande, la entrada natural del puerto, pero que no se puede cruzar pues por estar tan cerca y
ser tan amplia la cerraron con una muralla costossima que se termin de construir en 1795. Hoy
los cartageneros la demoleran gustosamente, pero el comercio de la ciudad es tan pequeo que
aunque varias veces se ha propuesto abrir la entrada, todava no se ha hecho nada al respecto.
Por esta razn hay que avanzar ms hacia el occidente y despus de pasar la isla de Tierrabomba
se recibe al piloto que conduce el barco por Boca Chica, pasando entre dos fortalezas, hasta el
puerto de Cartagena. Facilis est descensus: es fcil navegar desde Cartagena hasta Boca Chica,
pero cuando se pierde de vista la ciudad y con el viento en contra, el viaje empieza a parecer bien
largo.
Anclamos muy lejos de la ciudad. Ser posible que el comercio nunca exija en este pas la
construccin de muelles decentes? Qu sera de Nueva York y Boston sin muelles y qu hara
Liverpool sin los suyos? Atracamos en un malecn con tan poco comercio como en el Battery de
Nueva York, y despus de atravesar una muralla gruessima llegamos por fin a Cartagena.
Esta es la primera y nica ciudad amurallada que conozco y qued asombrado al ver las murallas,
las cuales, sin duda, costaron tanto como todos los edificios que encierran. Mucho menos habra
costado un buen ferrocarril hasta el Magdalena. Primero se encuentra una isla completamente
amurallada, con excepcin de algunas tierras intiles y abandonadas al mar, que hoy no valen ni
un dlar, pero que si se hubieran incluido en las murallas, habra sido preciso construir estas
ltimas en forma demasiado irregular.
Al suroeste hay otra isla donde est el barrio de Jiman o Getseman, tambin con murallas,
defensas y puente; y completamente aparte la fortaleza de San Felipe de Barajas, en el monte de
San Lzaro, una roca aislada, en donde se tall la piedra de la construccin que
desafortunadamente sufri mucho cuando Vernon siti la ciudad.
No puedo hablar de estas obras sino como un lego en la materia. Aparte del costo, lo ms notable
es lo compacta que hacen la ciudad. Cartagena es una ciudad acabada y lo ha sido por mucho
tiempo, quiz por un siglo. Dentro de las murallas el espacio es valioso, as que las calles son
estrechas, las casas de dos pisos y las plazas pequeas. Por otra parte y no obstante que el agua-
lluvia se vende en barriles, la ciudad tiene un aspecto de limpieza que da gusto.
A pesar de que el espacio es tan reducido dentro de la ciudad, por encima de las murallas se
puede dar un paseo delicioso, con el mar a un lado y la antigua y soolienta ciudad al otro.
Tambin hay un paseo por la playa, entre las murallas y el mar, donde se pueden baar
agradablemente las personas que no le tengan demasiado miedo a los tiburones. Pero quiz por lo
corto de mi estada no vi que mucha gente aprovechara esos agradables sitios de esparcimiento.
Tampoco tuve tiempo de ver los bellos caminos para coches que hay en la cercana de la ciudad.
Si se quiere ir ms lejos, hay que despedirse de toda clase de carruajes hasta llegar a Bogot.
Por innumerables razones quiero mucho a Cartagena, sobre todo porque all reside ese modelo de
cnsules americanos que es Ramn Len Snchez. El seor Snchez era sbdito espaol en
Florida, pero se naturaliz ciudadano de los Estados Unidos. Habla perfectamente el ingls y el
espaol y hace mucho que vive en Cartagena. Comerciante de larga trayectoria y caballero a carta
cabal, sirve a sus conciudadanos por el solo deseo de hacerlo y jams o que hubiera desatendido
a un compatriota. Nunca haba sentido tanto la necesidad de un amigo como cuando llegu a
Cartagena sin ninguna carta de presentacin, pues no haba pensado visitarla, pero si todos los
hombres fueran como el seor Snchez, esas cartas no seran necesarias. De todas las que llev
a Sur Amrica, ninguna me proporcion ms placer y beneficio que los que recib en el seno de
esta excelente familia. Hace mucho tiempo que el seor Snchez es cnsul de Cartagena y si el
cargo fuera lucrativo, ya se lo habran quitado para pagarle a algn orador electorero o a un poltico
intrigante, quien dejando su familia y negocios en los Estados Unidos vendra a la carrera para
hacer aqu su agosto.
Son tantos los sitios que ha sufrido Cartagena que no los puedo enumerar todos. El que reviste
ms inters para ingleses y norteamericanos es el del Almirante Vernon en 1741, conmemorado en
Las Estaciones de Thomson. El ltimo, en 1841, lo vivi y sufri la familia Snchez.
Con mucha pena me desped de Cartagena y deseoso de volver a verla o por lo menos de
encontrarme de nuevo con el seor y la seora Snchez y con la amable hermana de la seora.
Mis recuerdos de esos das fugaces y felices contrastan con muchos episodios que he vivido
desde entonces. Para la persona que llega a la Nueva Granada sin la experiencia de viajar a
caballo y en mula, el consejo y la ayuda de un buen cnsul son invaluables.
Al principio el viajero no puede creer que dos bales se puedan acomodar en el lomo de una mula.
El equipaje debe dividirse en dos partes, cada una de igual tamao y peso, y cada bulto no debe
sobrepasar de 100 libras. El que olvida estos detalles lo paga muy caro, porque si la carga pesa
ms, con tiempo y dinero acabar llegando a su destino, pero para el viajero la demora ser peor
que perder todo el equipaje.
A cada bal se le debe poner una funda impermeable que tape todos los lados, menos el de abajo,
y a falta de ella hay que cubrirlo con un encerado, que es una tela pegajosa y gruesa,
impermeabilizada con brea o pintura. El encerado se amarra con una soga, tan fuertemente que es
intil intentar desatarlo con las solas manos. Por las sogas y encerados he pagado hasta ochenta
centavos.
Cada cual debe comprar las cuerdas para amarrar los encerados y cuidarlas bien porque los
peones roban todas las que pueden, ya que les gusta robar cualquier cosa que sirva para amarrar;
si tienen la oportunidad se llevan desde una hebra de hilo hasta un cable. Las cuerdas para colgar
las hamacas y para atar los encerados se llaman aqu lazos, nombre incorrecto, pues lazo quiere
decir nudo corredizo o lazada. A las bestias las alquilan con los rejos, que son cuerdas de cuero
sin curtir y sirven para asegurar la carga a la mula y a veces para amarrar los encerados. Tambin
llaman rejos a los ltigos, que son del mismo material, pero ms delgados.
Las provisiones para el viaje se llevan en petacas, o sea cajas cuadradas de cuero, de dos pies de
lado y forradas por dentro. Si son de fabricacin burda y sin forro se llaman hatillos.
El siguiente problema es conseguir las bestias, trmino que incluye caballos, bueyes, mulas y
machos. Alquilando cinco o ms animales, se paga por cada uno y el dueo de estos paga el pen;
pero si se alquilan menos, el pen vale lo de un animal adicional. Por consiguiente, cuatro bestias
cuestan lo mismo que cinco, y es muy difcil, si no imposible, lograr que el dueo haga una
excepcin a la regla. Se supone que el pen compra su alimentacin y la de las bestias con el
dinero del patrono y que debe cargar el agua para el aseo del viajero, colgar su hamaca, etc.; pero
en realidad sus deberes y derechos no estn bien definidos. En los pasos de los ros el viajero
paga su propio pasaje y el del equipaje; el pen costea el suyo y el de las bestias, si hay que
ayudarlas a pasar.
El pen no puede cargar las mulas solo, pero nicamente en caso de emergencia pide ayuda al
patrono para que sostenga la carga a un lado del animal, mientras l coloca la otra al lado opuesto
y amarra ambas. Al cargar la mula, el pen le tapa a esta la cabeza con la ruana para que no vea y
se quede quieta; luego le pone un par de cojines llamados enjalma y encima coloca, a un lado, un
tercio o media carga, y mientras alguien la sostiene acomoda al otro lado al compaero y amarra
los dos.
Cuando se termina de cargar, lo ms prudente es dejar salir adelante al pen y las bestias y
seguirlos antes de que se pierdan de vista. No es necesario estar con ellos todo el da, pero hay
una gran diferencia entre ir adelante o atrs. En el primer caso el pen y las bestias viajan un poco
ms rpido, pero si despus de las cinco de la tarde hay que pasar por un lugar donde estn de
fiesta o bailando, lo ms seguro es que algn percance impida que el equipaje llegue esa misma
noche al sitio donde el ingenuo viajero est esperando. En este caso lo mejor es creer las
explicaciones del pen y vigilarlo mejor la prxima vez, as como sentirse muy afortunado si la
noche de la escapada el pen no utiliza las cobijas del patrono, porque de lo contrario este tendr
que dormir sin ellas y recibirlas al da siguiente repletas de bichos sedientos de sangre.
Al salir por la puerta de las murallas se llega a un espacio abierto entre stas y el barrio de Jiman,
y cruzndolo diagonalmente se pasa otra puerta y un foso con puente levadizo y cabeza de
puente. A la izquierda est el pen de San Lzaro con la fortaleza tallada en la roca, y ms
adelante, a la derecha, hay un barrio de chozas de barro y techos de paja. A la izquierda, La ropa,
que es lo primero que se divisa entrando por Boca Chica, en cuya cima hay un convento inhabitado
hoy da pero que a veces es el centro de operaciones militares.
Desafortunadamente para Cartagena La Popa est ms alta que todas las otras defensas de la
ciudad e incluirla en las murallas habra duplicado el costo ya exorbitante de estas. Por otra parte,
fortificarla aisladamente hara depender de ella la suerte de la ciudad, porque su captura
significara la prdida de Cartagena al enemigo. Por eso tengo la impresin de que habra sido
mejor haber fortificado nicamente el lado que da al mar y haber invertido el costo de las murallas
en educacin pblica. Es una lstima que no sub hasta La Popa, pero de todas maneras creo que
todava no conozco a Cartagena.
Despus el camino pasa por la laguna de Tesca, de aguas aparentemente salobres. Los peones
cuentan historias fantsticas de los pescados vivparos, con senos de mujer, que hay en la laguna.
Se trata del manat, Manatus Americanus, mamfero que es la misma vaca marina de Herndon y
que es alimento importante en el Amazonas, pero que aqu poco lo utilizan. Es natural que su
carne no sepa a pescado, ya que, como la foca y la ballena, de pescado no tienen nada.
Cerca a la laguna vi por primera vez en mi vida un arbusto verde plido y de tallo carnoso, del cual
pens que no poda ser otro que la Batis martima, planta muy comn en las Antillas y por eso me
sorprendi no haberla visto en Sabanilla. Browne fue el primero en describir la Batis en 1756, pero
su verdadera naturaleza sigui siendo un enigma hasta hace poco, cuando el doctor Torrey
descubri que estaba relacionada con las familias de las euforbiceas y de las empetrceas. Yo la
vi al pie de las murallas de Cartagena, al lado de la planta bajita, extendida y terriblemente
espinosa que produce una especie de haba que nosotros llamamos burning beans o nicker
beans y cuyo nombre cientfico esGuilandina, Bonduc.
Ms adelante llegamos al insignificante casero de Ternera y cerca de la aldea vi la flor
extraordinaria del Hura crepitans o jabillo, rbol muy bello y de savia lechosa perteneciente a la
familia de las euforbiceas. A veces en los Estados Unidos se puede conseguir la fruta del jabillo,
que cuando madura se abre estrepitosamente, dejando alrededor solo pedacitos de fruta y
semillas.
Abandonamos luego la llanura y subimos la loma donde est Turbaco. Tal vez en toda la Nueva
Granada no haya un sitio con vista al mar tan agradable como Turbaco. Aqu el hroe de una sola
pierna, Santa Anna, apuesta a los gallos y espera el momento propicio para regresar a Mjico.
Algunos cartageneros ricos tienen casas de campo en Turbaco y tambin el cnsul britnico, seor
Kortright. En este lugar termina la va carreteable y se puede aadir que tambin termina la
civilizacin.
Hubiera querido ver unos volcanes que arrojan lodo, situados a cuatro millas de Turbaco, pero
desgraciadamente no tuve tiempo. Turbaco est a casi dos leguas y media de Cartagena. Sera
conveniente traducir legua con la palabra inglesa league y decir que equivale a tres millas. La
verdad es que la antigua legua espaola t