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La magia de aquel día - PlanetadeLibros · jersey gris de punto y unos botines negros, corría por la calle, mientras de sus claros ojos no paraban de caer lágrimas. No pensaba

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ÍNDICE

Dedicatoria

PrólogoCapítulo1Capítulo2Capítulo3Capítulo4Capítulo5Capítulo6Capítulo7Capítulo8Capítulo9Capítulo10Capítulo11Capítulo12Capítulo13Capítulo14Capítulo15Capítulo16Capítulo17Capítulo18Capítulo19Capítulo20Capítulo21Capítulo22Capítulo23Capítulo24

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Capítulo25Capítulo26Capítulo27Capítulo28Capítulo29Capítulo30Capítulo31Capítulo32Capítulo33Capítulo34Capítulo35Epílogo

NotadelaautoraAgradecimientosBiografíaCréditos

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AWanda,porquepuedequelavidaseamuyoscura,

pero,tardeotemprano,apareceráunapersonaqueharásalirelsol.

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PRÓLOGO

26deseptiembrede2007

Las luces de las sirenas de los coches de policía junto a las deambulanciasybomberoseranloúnicoqueiluminabalaoscuracarretera.Unchicodedieciséisañoshabía robadounvehículopara irauna fiestaqueseorganizabaenundescampadoalasafuerasdelaciudad,dondesoloaalcoholydrogasseolía,ademásdeasudorysexo.

Uncamióncon laparte traseraaplastadayuncochedobladopor lamitadconcharcosdesangreasualrededoreranelcentrodeatencióndetodas laspersonasqueseencontrabanallí.El tráficohabíasidocortado,perolosconductoresmáscuriosossedeteníanyhastabajabanparaverloquehabíasucedido;antelaimagenquesemostraba,muchoscontinuaronsucamino.

Pero en la carretera había un tercer vehículo que había colisionadoconunpequeñomuroalesquivaralcamión,loquelehabíaproducidounapequeña abolladura en la parte izquierda. En su interior, el chico dedieciséisañospermanecíaparadoconlamiradaalfrenteylarespiracióncada vez más agitada. Apretaba con las manos el volante haciendopalidecer losnudillosmientras lebrotabasangredeunapequeñabrechacerca del nacimiento del pelo. El chico solo se movió cuando oyó quealguiengolpeabaelcristal.

—Chico,¿estásbien?TienesquesalirdelcocheeiralSamurparaquete vean esa herida. Deberías estar agradecido de seguir con vida. Trespersonasnopuedendecirlomismo.

Laslágrimascomenzaronaresbalarporsusmejillas,ymuydespaciosaliódelcochesinvolverlavistaatrás,hastaqueoyólavozdelconductordelcamión:

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—¡Chaval,esperoqueestéscontentodeloquehashechoyquelavidade esas tres personas caiga sobre tu conciencia, porque eres el únicoculpabledetodaestamierda!¡Nosveremoseneljuicio,hijodeputa!

El chico fue caminando despacio hacia la ambulancia, donde lecosieron la brecha y en la que lo llevaron al hospital para hacerle laspruebasderigor.Esedíacambiótodoparaél,puesunapalabrasiempreloacompañaría:culpable.

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CAPÍTULO1

6deenerode2013

Correr,correrycorrer.Lorenasolopodíapensarenhuir.Notabaportodosucuerpoel fríoy la lluviade lacalle.Conunassimplesmallas,unjerseygrisdepuntoyunosbotinesnegros,corríaporlacalle,mientrasdesus claros ojos no paraban de caer lágrimas. No pensaba en nadamás,salvo en desaparecer. La ciudad se encontraba desierta, ¡normal!,puestodosestaríanreunidosconsus familias,viendo lascarasde felicidaddelaspersonasqueridasaldesenvolver losregalos,mientrasqueellasufríapor sus familiares.Pornopoderdar tanto comootraspersonas.Pero lavidaeraasí.Aalgunos,lafortunaylasuertelessonreía,yotrosteníanquelucharpor el pande cadadía.Nopodía parar de llorarni de correr. Lalargamelenarubiaestabaempapada,al igualqueelrestodesumenudocuerpo.Nodejabadeescucharsunombresaliendodelabocadesupadre,llamándola,suplicandoquesedetuviera,peronoloibaahacer,noqueríaveranadieduranteuntiempo.Queríasoledad.

—¡Lorena!¡Lorena!¡Para,porfavor!—gritabasupadre.No pensaba hacerlo. Por suerte, tras diez minutos corriendo, logró

despistarle.Agotaday terriblemente estresadaypreocupadapor lamalasituación que atravesaba su familia con la crisis que había en el país,decidió sentarsebajounárbol situadoaunospocosmetrosde la fuenteprincipaldelaciudad.Unaenormefuente,decuyocentrosobresalíaunacolumna de base ancha y alta, coronada por una gran estatua. Leencantabaesafuente;eraunapreciosidad.Apoyólaespaldaeneltroncoy

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lentamente se deslizó hasta quedar sentada sobre la húmeda hierba.Cansadadetodosloswhatsappsyllamadasquerecibía,apagóelmóvil.Nosabía qué hacer ni adónde ir para que no la encontraran. Y necesitabamoverse si no quería coger una pulmonía. Se levantó más tranquilamientras se secaba las lágrimas con la manga del jersey. Caminaba sinrumbo,conlamiradafijaenelsuelo,sumidaensuspensamientos,cuandoderepentenotóquealguienchocabaconella,ylahacíacaerdeculo.

—¡Auuh! —se quejó masajeándose la zona del coxis—. ¡Gilipollas!Podrías ver por dónde andas, ¿no?Levanta un poquitomás el paraguasparaverlacalleynotropezarconotraspersonas.

—¿Perdona?Eras tú laque ibasmirandoal sueloypensandoen lasmusarañas.

Rápidamente,Lorenaselevantóyobservómejoraldesconocidoquehabía chocadoconella.Mediríaalgomásdeunoochenta, y eradelgadoperofuerte.Teníaunosojosverdesimpresionantesyelpelomorenoalaaltura de las orejas. «Joder, no está nada mal…, pero ¿¡en qué estoypensando?!»,serecriminóLorena.Enfadada,sedirigióalculpabledesudolordeculo.

—Graciasporayudarmealevantarme;muyamableportuparte.Lorenasesacudióeltraseroparaquitarselasuciedaddelasmallasy

retirólosmechoneshúmedosqueselepegabanalacara.—No suelo ayudar a rubias que van caladas hasta los huesos y son

antipáticascomotú.—¿Yo? ¿Antipática? —dijo vacilante—. ¡No me conoces para

juzgarme!—añadiófuriosa.—Lopocoqueveodetimedaunaideadequéclasedechicaeres.—¿Ah,sí?Ydime,¿quéclasedechicasoy?—preguntóconlosbrazos

enjarrasydandounpasohaciaél.—De esas que no miran más allá de su propia nariz, pija, con un

montón de amigos que,en realidad no lo son, ya que huyen cuando teencuentrasenunmalmomento.Deesaschicasaquieneslesfaltandedosparacontarlostíosconlosquesehanacostadoycuyametaesconvertirseen un ángel de Victoria Secret’s, porque es incapaz de esforzarse parasacarseunmalditogradomedioyponerseatrabajar.

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Rojapor la furia,Lorenaapretó lospuñospara intentarcontenerse,pero finalmente le atizó al chico tal puñetazo que hizo que acabarasumergidoenlafuente.Trasdarsecuentadeloquehabíahecho,Lorenase llevó las manos a la boca totalmente arrepentida. Clavó su azuladamiradaenelparaguasrotoqueflotabacercadelacolumnadelafuentey,sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa apareció en su rostro cuando eldesconocidoemergióyleclavóunafuriosamirada.Supelomorenoestabaempapado, al igual que su ropa, lo cual hacía destacar su espectacularcuerpo. Rápidamente, el chico se levantó y salió de la fuente, pero sequedóavariosmetrosdeella.

—¡¿Sepuedesaberporquémehaspegado?!¡¿Aquécoñohavenidoeso?!

Lorenabajólacabezaavergonzadayparaquenodescubrieralalevesonrisa..Nada más atizarle el puñetazo, el complejo de culpa la habíainvadido,pero,alverlecaladoyconesaexpresiónenfadada,lasituaciónleresultaba de lo más cómica. Sabía que tenía un mal día, pero se habíapasadoconelchico,apesardequeéltambiénsehabíacomportadocomounidiota.

—Losiento,perdóname.Heactuadosinpensarytepidodisculpas.Dejando al desconocido descolocado, dio media vuelta dispuesta a

irse de allí cuanto antes.Decidió volver a casa de sus abuelos paternos,donde se encontraban todos, y pedir disculpas por su arrebato, peroalguien la agarró de la muñeca, impidiendo que siguiera su camino. Aldarselavuelta,susojosseclavaronenelrostrodelchicodelpuñetazo.

—Nomedesunpuñetazo,metiresaunafuente,tearrepientas,pidasdisculpasycreasquemedaspena,porquenotevasairderositas—dijoapretándolelamuñeca.

Cansadadelmaldíaque llevaba,dejóque la furia ladominaraparaenfrentarseaél.Noestabadehumorparasoportarestupidecesdeuntío,yese que tenía delante pagaría su enfado. Él se lo había buscado, y asíLorenapodríadesahogarse.

—Nopretendodarpenaanadie;loúnicoquequieroesdesparecer,yparaesonecesitoquemesueltes,asíqueyaestásaflojandoysoltándome,sinoquieresacabarconelotroladodelacarahinchado,¿entendido?

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—Mira,guapitadecara,porloqueveotienesunmaldíay…—Anda, no me digas. ¿Lo has averiguado tu solito? ¡Guau! Tengo

delantedemíalfuturoEinstein—interrumpiómofándosedeél.Elchico,notandoquesuenfadoaumentabapormomentos,soltótodo

elairequeteníaretenidoenlospulmonesysiguióhablando:—Si estás teniendo un día demierda, no lo pagues con los demás.

Todoelmundotieneproblemasy,envezdehuir,seenfrentaaellos.—Esoesmuyfácildecirlo.Notienesniideadelosproblemasalosque

meenfrentódíasí,díatambién.Comotehedichoantes,nomeconocesnisabeslaclasedevidaquellevo—alegózafándosedeél.

Ambossemiraronunratoensilencio.Lorenasequedóreflexionandounossegundos,vioquesehabíacomportadocomounaniñadeseisañosynodeveinte,yconciliadoraañadió:

—Mira,tepidodisculpastantoporelpuñetazocomoporelbañitoquete has dado, pero en un día como hoy, cuando supuestamente deberíaestar reunida con toda la familia, feliz y contenta por la llegada de losReyes,estoyaquíllorando,empapadaymuertadefrío.Noesunbuendía,Einstein.

—Ya veo. Pero al menos tienes a gente que probablemente estépreocupadaportiybuscándoteportodalaciudad.Yohaceañosquenoséquésesientecuandoalguientequiereosepreocupaporti.

—¿Qué tratasdedecirme?—preguntócuriosamientrasobservaba latristezadeesosojosfijosenella.

Caladohastaloshuesos,elchicocomenzóanotarquelasmanosylosdedosperdíanlasensibilidadylamovilidadacausadelfrío.Erahoradeirse a casa, pero al ver a esa chica triste e igual de empapada que él,aunqueellaporlalluvia,propuso:

—Oye,estoyheladoycalado.Siquierespuedesveniramicasa.Podríaofrecerte ropa seca y una bebida caliente. Y, si quieres, nos contamosnuestraspenas.—Sonrióhaciendoquedoshoyuelosselemarcaranenlasmejillas.

—Espera,espera—alegóLorenaponiendolaspalmasdelasmanosenaltoalaalturadelpecho—.¿Meestásdiciendoquevasainvitaratucasaaunadesconocida,porlacualestáscaladohastaloshuesos,quetehadado

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unpuñetazoyque,porsi fuerapoco, teharotoelparaguas?—preguntósorprendidasonriendo.

Él,soltandounapequeñacarcajada,sefrotólasmanosyasintió.—Sí.Apesardecorrerelriesgodequepiensesquesoyunacosadory

decidashacertortillaconmishuevosantesdesalircorriendoallamaralapolicía.—Anteesaocurrencia,aLorenaseleescapóunapequeñarisaquehizoqueelchicosequedaramaravilladoconsusonido—.¡Vaya!,perosilarubia también ríe—exclamó guiñándole un ojo, y añadió tendiéndole lamano—:Porcierto,mellamoJoel.

—Lorena—replicóellaaceptandoelapretóndemanos.—Entonces,¿meacompañas?—preguntóélalzandolascejas.Ellasequedóunbuenratopensandolarespuesta.Nosabíaquéhacer.

Apenashabíanpasadounosminutosdesdesutropiezoconélynohabíanempezado con muy buen pie. Parecía un chico amable, pero lasapariencias,aveces,engañan.

—Oye, ¿podrías tomar una decisión antes de convertirnos en lasfuturasestatuasde laplaza?—dijoJoelhaciéndolareírdenuevoante lamuecagraciosadesucara.

—Está bien, iré. La verdad, es que es un buen sitio para que, demomento,nomeencuentren.

—Perfecto.Esosí,laestanciaenmicasaduranteunashorastieneunprecio—advirtiósonriendoconpicardía.

Lorena dio un paso hacia atrásmirándole entre curiosa y asustada.Esperabanoarrepentirsemástardedehaberidoasupiso,aunquetodavíapodíarechazarlainvitación.

—¿Quéprecio?—Tienes que contarme qué te ha pasado para huir en un día como

hoy.Algogordohadebidodeserparanoestarcontufamiliayencontrarteconesteaspecto.

—Vale,peroyotambiénquieroquemeexpliquesquéesesodequenotienesagentequetequiera,porquenomelocreo.Siemprehayalguien.

—¡Hecho!Más calmados ambos, emprendieron la marcha hasta llegar a su

destino.ApesardelainseguridadquesentíaLorena,laideanoleparecía

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tanmala,ysiemprepodíarecurrirasupropuestadehacertortillaconloshuevosdesuanfitrión.

***

Mientrastanto,encasadelafamiliaMontenegro,abuelospaternosdeLorena,todosaguardabansentadosypreocupadosporelregresodeesta.Comprendían su reacción. Tanto ella como sus padres y su hermanonoestabanpasandoporunbuenmomento,y,porculpadelabocazasdesuprima, se había desmoronado y huido. Tenía el teléfono apagado. Erainútil llamarlapara intentar localizarla.Supadre,Sebastián, trasecharleunafuriosamiradaasusobrina,saliócorriendotrassuhija.Todos,aloírel ruido de la cerradura, rápidamente volvieron la vista hacia la puerta,confiandoenquelatrajeradevuelta.PerosoloaparecióSebastián,caladoynegandoconlacabeza.Enlosojossereflejabatristezayfrialdad.

—¿Nolahasencontrado?—preguntóRosa,lamadredeLorena,conelrostrollenodelágrimas.

—No.Fuicorriendotrasella,perodespuésdeunratoleperdílapista.—Esanotieneadóndeir.Yaaparecerá.Comolegustasersiempreel

centrodeatención,montacadanumerito…—dijoAlicia,primadeLorenaycausantedetodalasituación,mascandoconlabocaabiertaunchicledementayemitiendounsonidodesagradable.

Alicia era una adolescente de dieciséis años, de pelo castaño y ojososcuros, acostumbrada a conseguir todo lo que quería, siempre a ladefensivayquesolíasalirsecon lasuya.Además,eracaprichosa,cruelyconsentida,ysuspadreseranincapacesdedecirlenoanada.

—Túmejorestatecalladita,cariño,queyahashabladobastante—laregañósumadre.

—¡Sí,vengaya!, culpableyode todo,¿no?Comosiempre—protestósinapartarlamiradadesuiPhone5yponiendomalacara.

—Pues ya me dirás quién ha sido —le soltó su hermano Álvaromientras se revolvía inquieto su cabello negro como la noche.Un chico

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inteligente de veintidós años, que no caía nunca en el juego de suhermana.

—¡Yosolohedicholaverdad!—sedefendióAlicia.—Loquehasdichoesunagrangilipollez—atacóÁlvaro,cansadode

lastonteríasdesuhermana.Sabíaqueeraunabocazas,peroaquellohabíasobrepasadoellímite.

Alicia,conscientedequellevabanrazón,perosinquererreconocerlo,saliódelsalónysedirigióalbañollorandoygritando,parafinalmentedarunportazoyencerrarse.

Samanta, la madre de Alicia y Álvaro, fue tras ella, harta de lasbobadasdesuhija.

—AliciaMontenegroRuiz,¡salahoramismo!—¡No,dejadmeenpaz!Siempreestáiscontramí—gritóenfureciday

llorandoconfuerza.—Hija—suspiróSamanta—,esonoesverdad,pero tienesquedarte

cuenta del error que has cometido, reconocerlo y, por supuesto,disculparte.

Sinobtenerrespuesta,Samanta,miróasumarido,quiendecididoseacercóalapuertaparahablarconsuhija.

—Cielo, sal.Teprometoque,si lohaces, tecompraréelportátilquequieresparatisola—alegóMiguel,paraquiensuhijaAlicia,erasuniña,suojitoderecho.

Miguel era neurocirujano. Un hombre de apariencia seria,cincuentón,quenuncalevantabalavoz.Alto,morenoyconlosojosverdescomoSebastián,suhermanopequeño,siempresevestíacontraje.Lavidale había sonreído al ser contratado en el mejor hospital privado de laciudad. Su mujer, Samanta, también morena pero con los ojos negros,estaturamediaycomplexióndelgada,aligualqueAlicia,eraunaabogadadeprestigio.Siemprevelabaporlajusticiayeralamásduraconsuhija…,aunquenolosuficiente.ÁlvaroeraestudiantedeVeterinariayAlicia,unaalumnadelmejorinstitutoprivadodelaciudad,peroincapazdeaprobarnisiquieraEducaciónFísica.Sebastiánnohabíacorrido lamismasuertequesuhermano.Sededicabaa la fontanería, eraautónomoy susueldo,junto con alguna ayuda económica de los salarios de Lorena, era lo que

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permitía que hubiera siempre un plato en la mesa. Gracias a Lorena,podían vivir el día a día. A pesar de la oposición quemostró Sebastián,Lorenaconsiguiódostrabajos.Unodeniñeralosmartesyviernestodalatarde,yotrodecamareraenunpubalgunosfinesdesemana,ademásdecompaginar todo esto con su carrera de Dietética y nutrición, queestudiaba gracias a una beca. Rosa, la esposa de Sebastián, habíaterminado la carrera de Administración y dirección de empresa, perodesde hacía ocho años se encontraba en paro y no le había surgidoningunaoportunidaddetrabajo,nisiquieratemporal.Porúltimo,estabaJavier, el hermano pequeño de Lorena. Tenía ocho años y era muyaplicadoenlosestudios.

—¡Quemedejéisenpaz!—seguíagritandoAlicia.—¡Déjala, ya saldrá!—intervinoFélix,más conocido comoel abuelo

Montenegro.—Félix,túsiempreigual—apostillódemalamaneraNati,laabuelade

Lorena.—Siempre igualno.¿Esquenoosdais cuentadequesiempre tiene

esaactitudyleconce-déistodosloscaprichos?Asínuncacambiará.—Yo sí me doy cuenta, abuelo, pero, aquí —señaló Álvaro a su

progenitor—,miqueridopadrepareceserqueno.Miguelsegiróhaciaellosintentandodisculparasuhija.—Espequeñayaúnnodiferencialoqueestábiendeloqueestámal

—sedefendióMiguelentonosuave.Paraél,Alicianuncacrecería.—No, papá, con dieciséis años ya no es pequeña y debería saber

cuándocerrarlaboca.—Álvaro,bastaya,porfavor—pidiósumadre.—¿Podéis dejar de discutir entre vosotros? —terció alzando la voz

Rosa,quenoparabadellorarmientrassumaridointentabacalmarla—.Mihija está ahí fuera, sola y sin nada de abrigo, y en vez de proponersoluciones estáis hablando de algo que podéis resolver más tarde entrevosotros.¿PodemospreocuparnosdeLorenaenlugardediscutir lamalaactituddeAlicia?

Todos callaron y comenzaron a pensar dónde podría encontrarseLorena. Pero era lista y esos lugares en que todos pensaban serían los

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últimossitiosalosqueellairía.—¿Ysillamamosalapolicíaparaquelabusquen?—propusoÁlvaro.—Lapolicíanoharánada.Sipasadasveinticuatrohorassiguierasin

aparecer,seiniciaríaunabúsqueda—contestóSamanta.—Vosotras quedaos aquí. Sebastián, Álvaro y yo iremos a buscarla.

Esta ciudad esmuy pequeña y, si vamos por separado, entre los tres laencontraremos—asegurótranquilizadorMiguel.

Y,trascogerabrigosyparaguas,iniciaronlabúsquedadeLorena.—Lorena, ¿dónde estás?PorDios, que no te haya pasadonada…—

pidióllorandoRosa.—Tranquila,mamá—dijoJavierabrazándola—.La tatanosquierey

volverá.—Esoespero,cariño—replicóacariciándolelamejillaasuhijo—,eso

espero.

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CAPÍTULO2

Comounasopaymuertosdefrío,LorenayJoelllegaronaldomiciliode este, que, por suerte, estaba solo a dos minutos de donde seencontraban. El piso era normalito, con tres habitaciones, cocina, dosbaños y el salón. Además, en una de las habitaciones, había una granterrazadesdelaquesecontemplabanunasespectacularesvistasdelazonacéntricadelaciudad.Joelclavósindisimulosumiradaenlaintrusaqueleacompañaba. Alta—mediría unmetro setenta—, de pelo rubio y caladoque le llegaba a media espalda, tenía unos ojos azul grisáceosimpresionantes.Eradelgada,perolospechoserangenerosos.Unabelleza.

—Si sigues mirándome así me vas a desgastar —dijo sonriéndole.Teníaunasonrisapreciosa.

—Perdona—sedisculpóbajando lamiradaantesde fijarladenuevoenlosojosdeella—.Mehequedadoabsortoenmispensamientos.

—Tranquilo,nopasanada.—Esperaaquí,enseguidavuelvo.Joelfueasuhabitaciónyrápidamentesecambió,peroantesdesalir

cogióunacamisetablancayunospantalonesdechándalparaella.AbriólapuertaparareunirseconLorenaylaviocontemplandolasfotografíasdelmuebledelaentrada.

—Esto…, elpantalón te estaráunpocogrande,pero tienegoma, asíquetelopuedesajustar,ylacamisetatequedarácomounvestido.

JoelnopudoevitarimaginarseaLorenavestidasoloconsucamiseta,dejando sus perfectas piernas al aire y paseando delante de él. Pero seobligóaabandonaresospensamientososuvirilidadledelataría.

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—Gracias—dijo ella cogiendo la ropa y, volviéndose hacia las fotos,preguntó—:¿Sontuspadres?

—Sí.Mispadresymihermanopequeño.—Tu hermano y tú tenéis los mismos ojos —comentó sonriendo y

acariciandolafotoporencimadelcristaldelmarco—.¿Ycómoesqueundíacomohoynoestásconellos?

—Ellos…murieronhacecasiseisañosenunaccidentedecoche.—Vaya…—suspiró—,losientomucho.Debiódeserhorrible.—Sí,lofue.Vivíamosloscuatrosolosenestacasa.—Sedetuvoytragó

saliva.Le resultabaduro recordar—.Misabuelosmaternos repudiaronamimadreporcasarseconunsimpleobrero,queeracomollamabanellosamipadre,ynoquisieronsabernadamásdeella.Creoquenisiquieraestánal tantodequetienenunnieto.Misabuelospaternosmurieronantesdeque yo naciera. Mis padres eran hijos únicos, así que en ese accidenteperdí a todas laspersonasquemequerían.—Finalizó supequeño relatoconlavozrota.

—Laverdadesquemehasdejadodescolocada—dijoellarascándoselanuca—.Perosoydelasquecreenqueunapersonanuncaestásola.Hayamigosaquienes,sinserdetumismasangre, losconsiderastuspropioshermanos.Algunotendrásdeesos,¿no?

AlpensarJoelenellocodesucolegaLeo,sonrió.Aveceseraunpococabroncete, peroquienes le conocían sabíanquenopodría existirmejoramigoqueél.

—Sí. Cuando murieron mis padres, yo tenía dieciséis años. LosServicios Sociales se hicieron cargo demí. En el orfanato conocí a Leo;tenemos lamisma edad.Desde entonces, somos inseparables. Estámuyloco,peroesungrantío.

—¿Ves?Yatehedichoquesiemprehayalguienquesepreocuparáportiytequerrá.

—Huy,pues…nosécómoreaccionarésiLeomedicequemequiere.Le romperé el corazón. Lo siento, pero… me van las tías —se mofóhaciendo que Lorena soltara una carcajada mientras le daba un suavegolpeenlapartesuperiordelbrazoizquierdo.

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—Peroquéidiotaeres,Einstein—dijoconunasonrisaynegandoconlacabeza.

Fueronalacocina,yJoelsacólacafetera,lecheyunbotedeazúcar.Giró la cabeza para mirar a Lorena, que estaba apoyada en la mesaobservandosusmovimientos.

—¿Quéquieresbeber?¿Uncafé?TengoColaCaosiloprefieres.—Mejoruncaféconleche,gracias.—Al finaldelpasillohayunapequeñahabitación.Puedescambiarte

ahísiquieresmientraselcafésehace—leindicó.Lorena le dio de nuevo las gracias y se metió en la habitación,

cerrando la puertamientras Joel continuaba preparando los cafés en lacocina.Aunquesucabezanoparabadeimaginarsealachicaqueestabaenlahabitación.Quitándoselaropaempapadaqueseleceñíaalcuerpo.Nopudo evitar imaginarla con un sencillo conjunto de lencería blanco,mojado, mostrando los pechos y los pezones erguidos por el frío. Seimaginabaentrandoenlahabitación,dándolelavueltayapoderándosedeesabocaqueinvitabaaserbesada.Repasarleconlalenguaesossedososycálidos labios mientras las manos vagaban por cada centímetro de sucuerpo,impregnándosedesusabor,cogiéndolaparatumbarlaenlacamay…, ¡bastaya!, se recriminóbajando lamirada.Ahíestaba:unaereccióncomounacatedral.Aloírlapuertadelahabitaciónabrirse,sinpensarlo,corrióhaciaelcongeladorparacogerunabolsadehielo.Lacolocósobrelaerecciónyestafuedisminuyendoalcontactoconelfrío.

—¿Quéhaces?—oyóasuespalda.Rápidamentesedio lavueltay tiró labolsadehieloaun ladode la

cocina.—Es…,esque…,alcaeralafuentemehedadoungolpeenlazonade

laingleymedolíabastanteahora.—¿Quieresqueleecheunvistazo?—preguntóLorenaconlasmejillas

sonrojadas.—No,notepreocupes,saldráunmoratón,perodesaparecerá.—Está bien. Si te sale moratón, date Thrombocid. Te ayudará —

recomendóellaintentandoocultarsuvergüenzaantelasituación.

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Joel asintió con la cabeza y sirvió los cafés. Se acercó a ellaofreciéndoleunadelastazas.Lorenalesonrióamododeagradecimiento.

—Cuandoquieras…—dijoJoeltrasapoyarseenlaencimera.—¿Cuando quiera qué? —preguntó Lorena sin entender, apenas

despuésdehaberdadounsorboalcafé.—Tuhistoria.¿Quéhacesundíacomohoyllorando,caladaymuerta

de frío? Hoy tendrías que estar con tu familia, feliz por compartir unmomentotanmágicojuntoaellos.

Lorena suspiró y comenzó a relatarle lo sucedido solo unas horasantes en casa de sus abuelos, al tiempo que golpeaba de manerainconscientelatazaconlasuñas.

—Mi familia y yo llevamos un tiempo con problemas económicos.Tenemosparacomer,paralaluz,elaguayesascosas,graciasaDios,peroparacomprarlosregaloshemostenidoquereducirmuchoelpresupuesto.Mi padre, unos calcetines, mi madre, una cartera, mi hermano, unhelicópterodediezeuros,yyomeheregaladounapulsera.Trasabrirlosregalos en casa, vamos al piso de mis abuelos paternos dondeintercambiamos los regalos con nuestros primos.—Se rascó la frente—.Comoyatehedicho,noestamosbieneconómicamenteyloúnicoqueleshemosregaladonosotrossondiezeurosacadauno,yellosamihermanounjuegoparalaNintendoyamíunospendientes.Miprimohadichoqueno había necesidad de darle nada, mientras que mi prima, Alicia, hapuesto cara de asco y se ha despachado con un «Seréis pobres, pero enReyesospodíaisestirarunpoquitocon losregalos,que losvuestroshancostadoen totalcieneuros.Soisunosmalditosegoístas».Hevistocomomis padres bajaban la cabeza avergonzados y humillados.Nohe podidosoportarlo.Sé la actituddeniñatamanipuladoray consentidaque tiene,porloquenomehecallado,yenesemomentolehereplicadoquelaúnicaegoístaeraellapornodarsecuentadelasituación.Sehapuestoenplanchulitoymehacontestado:«Almenosyotengodineroparahacerloquequieraynoserunadoñanadiecomotú,queenunosañosprobablementeestarádurmiendoconlasratasenunaalcantarillagraciasalosfracasadosdesuspadres».Conesecomentariohaacabadoconlapocapacienciaquemequedabaynohedudadoendarleunahostia.Hevistolacarademis

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abuelos, de mis tíos, de mi primo y de mis padres. Nunca habíareaccionadoasíymeheagobiadoanteesasmiradas,porloquehesalidocorriendosinnadaencima,talcomomehasencontrado.—AlvercómolamirabaJoel,añadió—:Sí,yaséquehesidocobardeeinfantil,peroenesemomentomehebloqueado.Lopeordetodoesque,cuandovuelvaacasa,Alicia estará sollozando y seré yo la que se tendrá que disculpar porhaberlahechollorar.Séquemehedescontrolado,comocuandotehedadoelpuñetazo—rematóhaciendoqueJoellevantarálacomisuradeloslabiosenunamediosonrisa—,peronomearrepientodehaberledadoesahostiacon la que ha acabado en el suelo. Se la merecía desde hace años. Sinembargo,símearrepientodehaberhuido.

Ambos se quedaron en silencio un buen rato sin saber qué decir.Lorenalehabíadejadosinpalabras.¿Cómoesposiblequehayagentetanimbécilenestemundocomosuprima?Joelsediocuentadeque ibanaaparecerdenuevolaslágrimasensusojosyantesdequeasomaranfueadecirle algo para tranquilizarla, pero unos golpes y gritos les alarmaronantesdequepudierahacerlo.

—¡Policía!Abralapuertaolatiroabajo.Paralizados,semiraron.

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CAPÍTULO3

«Policía», esa palabra resonaba imperiosamente en la cabeza deLorena.Joelyellaseseguíanmirandodesconcertados:¿quéhacíaallí lapolicía?¿Cómolahabríanencontrado?Y,sielmotivonoeraella…,¿quiéneraelchicoconquienestabaasolasensucasa?Lorenaestabaasustada.Muyasustada.Larespiraciónerancadavezmásagitada.Llevándoseunamanoalpecho,Lorenapudonotarelpulsoaceleradoyelcorazónapuntode estallar. Ambos estaban paralizados, no sabían qué hacer. Sumentecomenzó a funcionar a mil por hora barajando distintas opciones paramarcharsedeallí ¿Huirpor la ventana?: ¡nihablar!, eraunquintopiso.¿Esconderse?: ¿para qué?; cuando la policía entrase registrarían todo.¿Hablarconlosagentes?:semostrabanmuyagresivosporlaformaenquegolpeaban insistentemente la puerta. No la dejarían hablar. Lorena noparaba de pensar y darle vueltas a la cabeza cuando la voz de Joel lasobresaltó.

—¿Hasllamadoalapolicía?¿Porqué?—preguntóentrepreocupadoysorprendido.

—Yonohe llamadoanadie…Pero,vamosaver—respondióLorenaponiéndose ante él—, ¿para qué coño voy a llamar a la policía si lo quequería era desaparecer unas horas? ¿Eres tonto, Einstein? —rematónerviosa llevándose dos dedos a la frente para darse unos golpecitos—.Además, he estado todo el rato a tu lado. ¿Me quieres decir cuándo hepodidollamar?

—¡Quizácuandotefuisteacambiaralahabitación!Estabassolayelmóvilallado,¡unaoportunidadperfecta!¿Porquélohashecho?—bramó

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golpeando la encimera con el puño antes de pasarse desesperado lasmanosporelpelo—.Joder,tejuroquenosoynidelincuentenivioladorninada.¡Soyuntíolegal!

—¡Ydale!Queyonohellamadoanadie.¿Tehaquedadoclarootelorepitoenruso?—zanjóLorenaponiendolosbrazosenjarras.

Joel comenzó a andar nervioso por la cocina y se puso a fregar lastazas en las que habían bebido café, intentando distraerse de losconstantesgolpesqueestabandandoenlapuertadesucasa.

—Está bien, de acuerdo, perdona, pero es que me he puesto muynerviosoy…

Nopudoacabarlafrase:losgritosdeunodelospolicíasnocesaban.Aporreabanlapuertaconfuerza,tantaquenotardaríanentirarlaabajo.

—¡Si en diez segundos no abre la puerta, me veré obligado aderribarla!

Lorenaestabaparalizada.Sindecirnada,Joellaagarródelamuñecaytiródeellaparallevarlaalahabitacióndondesehabíacambiadoantes.Unahabitacióndeparedes blancas, conuna camapequeña y al ladounarmariodetonosazules.Desdeesahabitaciónsepodíaaccederaunagranterraza,convistasalazonamáspopulardelaciudad.Paraqueentraraunpocomásdeluz,Joelsubiólapersiana,retrasandodepasoelmomentodeenfrentarsealaautoridad.Estabanerviosoporloquepudieraocurrir.

—Quédateaquíynohagasruido.Iréaabrir—lepidióJoelsinpoderocultarsuagitación.

Atodaprisa,Joelsaliódelahabitaciónysedirigióalaentrada.Teníaelpulsoaceleradoynotabaquelesudabanlasmanos.Mientrascaminabahacialapuerta,sintióqueletemblabanlaspiernas.Pusounamanosobreelpomo,cerró losojose inspiróprofundamenteantesdeabrir lapuertacondecisión.Alverlaimagenquesemostrabaanteél,nopudomenosqueabrirlabocayponerlosojoscomoplatos.

—Cierrelaboca,quelevanaentrarmoscas,capullo—semofóLeo,elsupuesto policía—. Queda detenido por no haberme invitado hoy a undesayunodecente.¿Ymequieresdecirporquécojoneshastardadotantoenabrir?Nomejodas,¡seguíassobandoaestashoras!

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A Joel, con la furia en lamirada, le faltó tiempo para insultar a suamigomientraslepropinabaunpuñetazoenelestómago.

—¡Eresunmalditocabronazo!¿Sepuedesaberporquéhasdichoqueeraslajodidapolicía?Joder,tío,noveaselsustoquemehasdado.

Leo,sinpoderevitarlo,soltóunacarcajadaqueintentódisimularconuna tos al ver el gesto de su amigo. Sin perder la sonrisa, le rodeó loshombrosconelbrazoylocondujohastaelsalón.

—Tío,quesolohasidounabroma…¡Quépocosentidodelhumor!—¡Nohatenidoniputagracia!—Volvióagolpearlo.Leoibaacontestarcuandooyóelsonidodeunapuertaqueseabría

muydespacio.Ambosamigos segiraronparaverporel resquiciomediorostro de una sonrojada Lorena. Había permanecido todo el rato en lahabitaciónynopudoevitarescucharlapequeñadiscusiónentreJoelyelquesupusoqueerasuamigo.Nerviosa,semordióellabioinferiorysaliódelahabitaciónparareunirseconellossindejardeadvertircómoelrubioqueestabajuntoaJoelladesnudabaconlamirada.Alllegarasulado,Leola escaneó con más detenimiento de arriba abajo sin cortarse lo másmínimo,haciendoqueLorena lo fulminara con lamirada. ¡Odiaba a lostíosquehacíaneso!

—¡Guau! —exclamó Leo—, sí que estabas ocupado, pillín. Si lo sé,vengo más tarde. Ahora entiendo por qué no me pensabas invitar adesayunar.Queríaseldesayunoparatisolito—seguaseóLeoguiñandounojoaLorena.

Joel le lanzóunamirada furiosaasuamigo,queseguíacomiéndoseconojosanhelantesaLorena,yacercándoseaellalespresentó.

—Leo,tepresentoaLorena,es…,es…—Unapobrechicaconlaquesehaencontradoenelcaminoyalaque

haayudado,peroconmuymalcarácter…—advirtióLorena—,ytuqueridoamigoJoelya lohacomprobadoporsímismo.Asíquedejademirarmelas tetas. Tengo los ojos aquí. —Y se los señaló con los dedos índice ycorazónformandounauveconellos.

—Nolohabríadichomejor—corroboróJoel.—Ya,¿ytecreesqueyonacíayer?¡Tútelahasdesayunado!—semofó

—.Venga,tío,quellevaturopa.Amínomeengañas.

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—Oye,creeloquetedélagana.—Bueno, bueno, pues encantado, Lorena. Yo soy Leo, el apuesto

caballeroquellevasesperandotodalavida—dijoLeo,ylebesólamano.Lorenasuspiróynegóconlacabezaponiendolosojosenblancoantes

defijarseenél.Leoeraalto,guapo,rubioyconojosazules.Senotabaalaleguaqueteníabuensentidodelhumor.YLorenahabríapuestolamanoenelfuegoaqueeraundonjuán,pero,además,veíaenélaunchavalcuyaamistadsiempreperduraría.

—¿Quieres dejar de ligar? —pidió Joel empujándolo para queguardaralasdistanciasconLorena.

—Perdonaaesteidiota,esqueesmuycelosito—bromeóLeo.Lorenanopudoevitarsonreír,peronodijonada.—Pues,sinoesloquepienso,¿quéhacéislosdosaquísolos?—Yatelohedicho:mecrucéensucaminomuertadefríoycaladay

meofreciósuayuda.Nadamás—aclarórotundaLorena.—Tío,¡megustaestachica!—¿Ycuálnotegustaati?—ironizóJoelalzandolascejas.—Me gusta como amiga, no para tirármela. Mira que eres

malpensado…Los tres sonrieron y se dirigieron al salón, donde siguieron

conversandoyriendo.Mientrashablaban,Lorenalescontóquetrabajabacomo camarera algunos fines de semana en el pub Museum, y Leo leprometió que irían a hacerle una visita.No había nadamejor que unoschupitos gratis. A las cuatro de la tarde, tras haber pasado un ratodivertidoconJoelyLeo,Lorenadecidióponersedenuevosuropayvolveracasa.Estabamuchomáscalmadaydebíadarexplicaciones.Sevistiósinprisa contemplando cada centímetro de aquella pequeña habitaciónmientraspensabaquéibaadecircuandoregresaraacasadesusabuelos.Se sentía un tanto avergonzada por haber reaccionado como una niñainmadura,peroenesemomentosehabíabloqueado tantoqueactuósinpararse a pensar. ¡Eso mismo les diría! Cuando terminó de cambiarse,salióconlaropadeJoelenlasmanosyselaentregó.

—Graciasportodo,tedebouna.

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—De nada. Ha sido un placer. Además, gracias a ti he vuelto adisfrutardeldíadeReyesporprimeravezdespuésdeseisaños.

—Bueno, Leo también ha colaborado…, y bastante —rio Lorena alrecordaraLeomostrandotodassusdotesde«bailarín».Solodevercómole había cantado Sex Bomb poniendo voz grave y sensual, o al menosintentándolo,mientrasdeslizabasensualmentelasmanosporsupecho…¡Menudoespectáculo!—.Senotaqueesunamigodeverdad.De losqueestaránatuladotodalavida.

—Sí—suspiró Joel—. Es elmejor amigo que puedo tener.—Lorenaasintióyalverquenodecíanadanisemovía,Joelañadió—:Megustaríavolveraverte.Heestadomuyagustocontigo.

—Yotambién.Ycreorecordarquemehabéisprometidohacermeunavisitaalpub.Esperoqueseáisunoschicosdepalabra—dijoguiñándoleunojo—.Además,Leo seha vuelto loco cuandohedichoqueos invitaría aunacopa.

—¡Porsupuesto!,Leoesungorrón.Cualquieroportunidadquese lepongaatirolaaprovecha.¿Vasacasa?

—Sí.Meesperanunaslargashorasofreciendoexplicaciones.Lorena se dio la vuelta para irse, pero la voz de Joel la detuvo al

llamarla:—¡Lorena!Nolepidasdisculpasatuprima.Noselasmerece.Esella

quiendebedisculparsecontigo.Quenotedépena,porque,porloquemehas contado, no cambiará hasta…, ¡a saber! Estate tranquila. mantentefirmey…¡Espera!,quédateaquí,enseguidavuelvo.—Joel,trasrevolverenvarios cajones, cogió papel y boli y anotó algo. Luego lo dobló y se loentregó a Lorena—. Este esmi número. Si me necesitas, no lo dudes yllámame,¿deacuerdo?

—¡Deacuerdo!Gracias,Joel,portodo.Lorena salió del piso y comenzó a caminarhasta la viviendade sus

abuelospaternos.Trasunlargopaseoenelquenohabíadejadodepensarquépalabrasusar,llegóalportaldelacasa.Tranquilaypreparadaparaelinterrogatorio.Oesocreía.Lorenaseparóantealportaldelacasadondeseencontrabansusfamiliares.Parecíaquelospiesselehabíanclavadoalsuelo.Unmiedolasacudióalintroducirlallaveenlacerradura.Noseveía

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capazde subir. ¿Quédiría? ¿Quéharía? ¿Quépasaría en cuanto entraseporlapuerta?Sacólallavedelacerraduraysedispusoadarotravueltalarga, pero, antesdedardospasos, las palabrasde Joel le vinieron a lacabeza:«Enfréntatea losproblemas».Decidida, volvióalportal y entró.Queríallegarcuantoantes,asíqueempezóasubirlasescalerasdedosendos hasta llegar al segundo piso, y en unos pocos segundos se encontróantelapuertadeentrada,traslaquesusfamiliareslaestaríanesperando.Despuésdetomarunabuenabocanadadeaire,Lorenaabrióyaccedióalavivienda.Ibacaminandoporellargopasillohaciaelsalóncuandovioasuhermanoasomarse.Alverla,corrióhaciaella.

—¡Lorena!—exclamóJavier.Lorena, de nuevo con las lágrimas en los ojos, se agachó y ambos

hermanosseabrazaron.Trassuhermano,sumadre,susabuelosysutíaseacercaron a abrazarla. Alicia, en cambio, se quedó mirándola con suhabitualcaradeasco.Despuésdelosabrazosydecontestarmilvecesalapregunta de si estaba bien, se dirigieron al salón para hablar con máscalma. Cuando todos estaban sentados, Lorena se dio cuenta de laausenciadetrespersonas.

—¿DóndeestánMiguel,Álvaroypapá?—Hansalidoabuscarteyllevanmásdecuatrohorasfuera—contestó

sumadremientrassesecabalaslágrimas—.Voyallamarlosparadecirlesqueyahasvuelto.

Lorena asintió con la cabeza y fijó la vista en cada uno de susfamiliares,quelamirabanesperandounabuenaexplicación.

—Prometocontestaratodasvuestraspreguntas,perocuandoestemostodos,porquesolovoyadarexplicacionesunavez,¿entendido?—aclaróLorenatransmitiendoseguridad.

Todosasintieron,puesnoqueríanpresionarla.Mientrasesperabanelregreso de las tres personas que no estaban presentes, Lorena se diocuentadequesuprimaAlicialelanzabamiradasasesinas.«Silasmiradasmatasen, hace un buen rato que estaríamuerta», pensó. Pero almenosteníaclaraunacosa:nuncamásesaniñataconsentidaquepordesgraciaera su prima la iba a volver a intimidar ,y por supuesto, no le pediríadisculpasporlacontusiónquelehabíacausadoenelladoizquierdodela

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cara. Diez minutos después, Sebastián, Álvaro y Miguel llegaron a laestancia. Sebastián, fue rápidamente hacia su hija para abrazarla, y estarompióallorar.CuandolacalmavolvióalsalónyLorenaseencontróyamás tranquila,procedióadisculparsepor lahuidayadar las esperadasexplicaciones.

—Siento mucho haber desaparecido durante tanto tiempo, peronecesitabaestarsola—comenzóLorena,queseencontrabasentadaenelsillónentresuspadres.Javierestabaenlaalfombra,susabuelosysutíaSamantajuntoconAlicia,enelotrosofá,yMiguelyÁlvaro,apoyadosenlamesadelcomedor.

—Pero ¿dónde has ido, cielo? Hemos estado horas buscándote sinéxito—preguntóSebastiánretirándoleunmechónrubiotraslaoreja.

—Entodaspartesyenninguna.Heestadopaseandotodoeltiempoyreflexionandohastaquehereunidoelsuficientevalorparavolveryhablarconvosotros.Necesitabarelajarmeunpoco—mintióLorena.

Noibaacontarasufamiliaquehabíaidoacasadeundesconocido,porciertoguapísimo,quelahabíaayudado.Sumadresepondríahistéricaynopararíadedecirlequecómoselehabíaocurrido,queesechicopodríahabersidounvioladoroalgopeor,unmiembrodelamafia,ysupadrelepediría la dirección para confirmar las sospechas de su madre, y pararematarsutíalepondríaunademandaporintentodeabuso.Yalespodíaasegurarquehabía sidomuyamable,que,nada, ellos se empeñaríanenqueJoelhabíaintentadoforzarla.Sufamiliaseescandalizabaconciertascosas.

—Pero si estás completamente seca y solo hace una hora que hadejadodellover…,¿cómoexplicaseso?—quisosaberÁlvaro.

Lorena no entendía cómo podía estar estudiando Veterinaria: adetectivenologanabanadie.

—Quesepasquehaysoportales,quesonunoslugarescubiertosdondepuedesrefugiartedelalluviaparanocalarte—vacilóLorena.

Lorena y Álvaro siempre habían estado juntos. Desde pequeñoshabíansidoinseparables.Solosellevabandosañosyfueronlosprimerosniñosdelafamiliaenmuchotiempo.Lesencantabavacilarentresí,perose adoraban. Ambos estaban cuando se necesitaban y Álvaro protegía

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muchísimo a su prima. Gracias a él, Lorena había evitado muchosdisgustos.

—¿Quéhas comido? ¿Dónde? ¿Cómo lo haspagado? ¿Pero llevabasdinero?—comenzóimparabledenuevosumadreainterrogarla.

—Rosa,dejaaLorenarespirar,nolaatosiguescontantaspreguntas—recomendóSamantaasucuñada.

—Tranquila,mamá.Nohe comido, porqueno llevabanada encima,salvo el móvil. Además, tampoco tengo hambre. Con todo esto que hapasado,heperdidoelapetito.

—Pero¿porquéhasapagadoelmóvil?—preguntóasuvezMiguel.—Porquenoqueríaquenadiememolestasenimelocalizara.Osvoya

dejar las cosas claras a todos y espero que lo entendáis a la primera,porquequieroolvidarestedesagradableasunto.

Lorenasepusoenpieehizoquetodossesentasen.Acontinuación,sedirigió a donde estaba su prima, que no había dejado el móvil ni unsegundodesde su llegada, y se lo arrebató de lasmanos.A pesar de lasprotestasdeAlicia,Lorenaamenazóconmeterloenunvasodeaguasinolaescuchaba,yaquetodaestasituaciónlahabíaprovocadoella.AnteestegestoporpartedeLorena,Miguelfueaprotestar,perounamiradadesumujer y su hijo lo hicieron callar: Lorena había hecho lo correcto. Trastomaraire,sedispusoaaclararlascosasdeunavezportodas:

—Sientomuchohabermeidodeesamanera,peroyaestáhechoynosepuedecambiar.Mearrepientoymedisculpoporloquehabéispasadopormiculpa.Necesitabaestarsolaylahuidamehaparecidolasalidamásfácil, pero no ha sido la más acertada. Aunque he de añadir que laprincipalculpablehasidolabocazasdemiqueridaprimita,quenotieneniideadeloqueesestarenunasituacióndifícil—ydirigiéndoseasustíos,Lorena continuó—: Si queréis que cambie de actitud, no le debéisconsentirtantascosasytendréisqueaprenderadecirle«¡no!»algunavez.En lo que lleva de curso, ¿cuántos exámenes ha aprobado?: ninguno.¿Habéistomadoalgunamedidaparacorregiresteproblema?:no.Necesitamanodurayelúnicoque intentahacer lopropioconellayeducarlaunpocoesÁlvaro,peroconlaexcusadequees«pequeña»—hizoelgestodelas comillas con los dedos—nodejáis que suhermanohaga lo correcto.

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Con dieciséis años ya no es una cría y debe comenzar amadurar, perovosotros lo impedís consintiéndoselo todo. Y lomás importante: nomevoyadisculparporlabofetadaquelehedadoporqueeselprincipiodesu,espero,endurecimientoparaqueenunfuturoseenfrentealosproblemas,ya que igualmás adelante no tiene lasmismas comodidades que ahora.Debeentenderloduraquepuedellegaraserenocasioneslavida.AhoraaAlicia le va todo demaravilla, pero ¿quién le dice que su existencia nopuede dar una vuelta de ciento ochenta grados y que acabe viviendo enalbergues de acogida y poniéndose ropa que done la gente? Espero queestaspalabrasoshaganreflexionarunpoquitosobreelcarácterdevuestrahija.

Descolocados tras las duras pero sinceras palabras de Lorena, fueÁlvaroelprimeroenhablar.

—¡Amén,prima!Conunamediasonrisa,Lorenamiródeformavacilanteasuprimay

lemostróunamediasonrisa.Ensureflejopodíaverseeltriunfo.Sehabíaacabado su buena relación con ella. Se comportaría como una zorracuandoellaletocaralasnarices.Sujuegohabíaacabado.Trasabandonarel salónparadirigirse a la cocina,Lorenaquiso llamar a Joel y contarlecómo se había enfrentado a la idiota de su prima. Pero quizá no fuerabuenaideatelefonearle…¿Osí?

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