70
1

La locura del guardián y otros relatos de fantasía

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Relatos cortos de género fantástico

Citation preview

1

2

3

Prólogo Hace tiempo que llevo dándole vueltas a la idea de recopilar mis relatos en un libro. Sé que a muchas personas se les hace pesado estar leyéndolos en un blog, como es el caso de escribolee, donde está publicada gran parte de mi obra, así que quería facilitarles el trabajo a esas personas. Además, hay que reconocer que esto es mucho más estético.

Pero bueno, os preguntaréis qué clase de relatos os vais a encontrar en este libro. Pues bien, son un poco de todo: unos largos, otros cortos; unos con final feliz, otros con final inesperado y otros con dos finales… pero todos tienen algo en común, y es que lo sobrenatural está siempre presente.

Muchos de estos relatos los he presentado a concursos y no han resultado ganadores, otros los he hecho inéditos para escribolee y otros simplemente no encajan en ningún sitio salvo en un libro. En cualquier caso, todos son míos, son historias que he llevado en mi cabeza y que he creído lo bastante interesantes como para traducirlas a palabras. Me gustan todas, unas más que otras, por supuesto, pero son la clase de historias que volvería a leer (si no lo fueran, nunca habrían visto la luz en la blogosfera, y mucho menos los metería en un libro para que cualquiera pudiera leerlas).

Y, lo mejor de todo, es que son de un género especial, el fantástico, que ahora, después de tantos

4

años en la sombra, empieza a hacerse un hueco en el corazón de los lectores de todo el mundo.

Si os decidís a seguir adelante y leer el libro, os encontraréis con magia, mundos diferentes y todo tipo de seres sobrenaturales, desde hombres lobo hasta elfos. Curiosamente, nada de vampiros, y no porque no me gusten. Simplemente, se ha dado el caso de que tengo en este momento comprometidos todos mis relatos de vampiros, y además entiendo que en estos momentos la mayoría de los lectores están tan hartos de historias de vampiros (es lo que tienen las modas) que no apetece leer más sobre ellos.

Espero que os guste

Déborah Fernández Muñoz

5

Índice

La locura del Guardián .......................................6

Resucitar a Damien...........................................11

Misión contra los elfos oscuros ........................13

Cazademonios cazado.......................................21

El Juego ............................................................23

Deliriel y Leroel................................................52

El caso Dalms ...................................................54

El unicornio ......................................................56

El precio de la inmortalidad..............................59

Neutral enamorado ...........................................60

6

La locura del Guardián El Guardián. Descendiente de ángeles, protector del Reino de Iss. Ahora está loco, loco como la mayoría de los que siguen fieles a la luz. Todo empezó cuando ellos cambiaron su estrategia…

Raksha, el señor de los demonios, deseaba Iss desde el momento en que el Guardián puso su pie en él. Desde entonces, envió una horda de demonios tras otra, pero el Guardián se mantuvo firme y nunca lograron traspasar la frontera. Años atrás, dejó de enviar sus hordas. Parecía que estaba derrotado por fin, y el Guardián se confió. Pero Raksha sí que había enviado a sus hordas. Súcubos e íncubos fueron enviadas en secreto a seducir a los nobles señores del Reino. Pocos hay con un espíritu capaz de resistir a estas criaturas, y los pocos que se resistieron murieron de una extraña plaga.

Muchos polimórficos se infiltraron en las ciudades y comenzaron a agitar sutilmente a las masas. El bien nos oprime, no nos da la libertad necesaria, fue una frase que comenzó a susurrarse cada vez con más frecuencia.

El Guardián, ajeno a esto, siguió ocupándose de sus fronteras, sin siquiera poder imaginar que el enemigo ya estaba dentro… y que sus protegidos comenzaban a seguirle. Los nobles comenzaron entonces a hacer peticiones. Peticiones razonables, que no discordaban en absoluto con la luz, así que aceptó. Pero luego los nobles empezaron a pedir más y más, cada vez cosas más impensables, más

7

contrarias a la luz, y el Guardián tuvo que tomar medidas.

Los nobles se enfurecieron, comenzaron a tramar contra el Guardián, siempre dispuestos a escuchar las maldades que susurraban en sus oídos sus nuevos amantes, de extraordinaria belleza, siempre dispuestos a realizar sus fantasías más ocultas ¿Qué hombre, qué mujer, puede negar nada a un ser que ha conquistado su cuerpo y su mente? ¿Quien puede imaginar que un demonio se esconde tras la persona que más desea?

Entre tanto, el pueblo llano rumoreaba. El Guardián niega a los nobles. El Guardián es cada vez más estricto. El Guardián nos oprime.

Todo fue peor después de dos años de malas cosechas. Los criminales aumentaron, y por tanto las ejecuciones. El Guardián no podía tolerar que Iss se llenara de delincuentes. Los nobles pidieron, a petición popular, que se bajaran los impuestos. El Guardián se negó al principio, luego tuvo que acceder por la presión. Pero luego llegaron pidiendo que las ayudas y servicios volvieran a incrementarse, pero, al haber disminuido los impuestos, no había más fondos con los que costear esa petición. Entonces se produjo la primera revuelta seria. Uno de los nobles, adorado por el pueblo gracias a las manipulaciones de los polimórficos, murió durante la rebelión, seguramente asesinado por los propios demonios, más que probable, por la súcubo que le había seducido. Pronto se extendió el rumor de que

8

habían sido los Hombres de la luz quienes lo habían matado, por orden del Guardián. Los rumores se extendieron aun más, e incluso aquellos que habían confiado antes en el buen criterio del Guardián comenzaron a dudar.

El Guardián comenzaba a dudar de que lo que estaba ocurriendo en su Reino fuera algo natural, pero no tuvo tiempo de pensarlo mucho, porque Raksha es astuto y aprovechó ese momento para atacar con la horda más grande que se había visto nunca. La prioridad de Guardián siempre había sido su frontera, y tuvo que reaccionar. El ejército regular no era suficiente, y se tuvo que reclutar a gente de a pie. Eso sólo agravó aun más las cosas. La segunda revuelta estalló cuando se recibió la primera lista de bajas y fallecidos. Se tardaron dos horas en leer todos los nombres de los muertos de un solo día, y los ciudadanos ya no soportaron la situación. Otros tres nobles queridos por el pueblo fueron asesinados y se volvió a culpar al Guardián.

El resto de nobles aprovecharon ese momento para entregar una lista de peticiones que el Guardián no podía cumplir. La petición más realizada fue que los hombres reclutados en la calle pudieran volver a sus casas. Si el Guardián hacía eso, las fronteras caerían. Los rumores se convirtieron en gritos de protesta. ¡El guardián nos esclaviza! ¡El Guardián quiere el poder! ¡El Guardián elimina a todo el que está en su contra!

Los nobles formaron una coalición y se declararon independientes. Eligieron como rey al consorte de

9

una poderosa noble. Un demonio, pero su actuación era tan terriblemente creíble que todos creyeron que era un santo, mientras que el Guardián se había dejado corromper.

Por aquel entonces el Guardián comenzaba a comportarse de forma extraña, pero la situación le sobrepasaba y ninguno de los que aun le eran fieles se extrañó. Siguió defendiendo las fronteras aunque ya no eran suyas. No había hombres suficientes, porque los reclutados volvieron a sus casas, y los nobles redujeron los ejércitos. Luego, decidieron parlamentar con los demonios y al pueblo le pareció bien, puesto que hacía varias semanas que se decía por ahí que quizás los demonios no eran tan malos. Los Hombres de la luz del Guardián fueron perseguidos y masacrados por humanos como si fueran demonios, mientras que los demonios entraban en Iss triunfantes, amparados por un tratado de paz que nunca cumplirían.

Pocos, muy pocos Hombres de la luz logramos sobrevivir. Ahora estamos aquí, atrincherados desde hace años en la Ciudad de la Luz, la inexpugnable fortaleza del Guardián. Tenemos de todo, menos la libertad para salir. Los humanos del antiguo Iss, que se alegraron de la paz con los demonios, pronto cambiaron de opinión. Ahora son sus esclavos, pero nada podemos hacer porque ellos mismos fueron los que nos masacraron, no somos suficientes y si salimos de aquí acabaremos como

10

ellos. Y los demonios son cada vez más, al no haber nadie que los combata.

El Guardián. Descendiente de ángeles, protector del Reino de Iss. Ahora está loco, loco como la mayoría de los que seguimos fieles a la luz. Loco por su debilidad, loco por no haber entendido lo que estaba pasando hasta que ocurrió. Loco por no poder hacer nada. Loco para evadirse, pues vive como si no hubiera ocurrido nada malo. Cuánto le odiamos. Pero nada podemos hacer, porque él en el fondo sigue siendo puro… y es su pureza la que mantiene la barrera de la Ciudad de la Luz. Y si la barrera cae, la ciudad ya no será inexpugnable y ellos vendrán. Así que recemos, recemos todos porque el Guardián no recupere jamás la cordura, porque si la recupera y ve lo que ha hecho, morirá de pena y todos estaremos condenados a un destino peor que la muerte…

11

Resucitar a Damien Christine corría por el cementerio, en busca de una tumba en particular. ¡Al fin, tras años de investigaciones, había encontrado el hechizo apropiado para resucitar a Damien! Era peligroso, pero ella era una bruja experta. Y nada le impediría hacerle volver. Así pues, tras llegar a la tumba que buscaba, comenzó a entonar los salmos que le devolverían a su amado. Pero no ocurría nada. Confusa y decepcionada, repitió varias veces el salmo sin aparente éxito. Pero cuando, agotada, empezó a alejarse, oyó un ruido y se volvió. La mano de Damien sobresalía de su tumba. Paralizada, sólo pudo contemplar cómo el cuerpo salía de la tierra. Entonces él la miró. Era el mismo rostro angelical que recordaba, pero sus ojos… sus ojos no eran de este mundo. Y no presagiaban nada bueno. Su instinto de supervivencia la instó a huir. El demonio acababa de llegar, y tenía posibilidades de salvarse si corría, ya que aun estaba débil. Corrió pues a su casa, y se apresuró a buscar entre sus libros de nigromancia. Pero una presencia extraña irrumpió en su casa. Aferrada a un amuleto especial se enfrentó a ella… Y se encontró cara a cara con el espíritu de Damien.

12

-El demonio fue más rápido que yo, corazón, no pude impedirlo. Debes romper el hechizo antes de que él te encuentre y te mate a ti.

-Si lo hago, te condenaré al infierno – dijo ella sollozando.

-Si no lo haces, traerás el infierno a la Tierra. – respondió él, resignado.

Su alma estaba dividida en dos promesas. Devolver la vida a Damien o proteger la Tierra de la oscuridad. Cuando su sexto sentido la avisó de que el demonio se acercaba hacia ella, miró por última vez el rostro de Damien y deshizo el hechizo. Su figura se deshizo y reinó el silencio tras un último te quiero. La amenaza había pasado. Pero él estaba condenado por su culpa.

13

Misión contra los elfos oscuros El país estaba plagado de orcos y goblins. Los magos habían muerto uno tras otro desde que empezó la guerra contra los elfos oscuros, que pretendían invadir el país con sus esclavos y beneficiarse del saqueo, y ahora habían decidido que, siendo inútil luchar contra un enemigo tan poderoso, no merecía la pena hacerlo, por lo que se habían atrincherado en su alta torre y no dejaban viva a ninguna criatura que se acercara. De los elfos no se sabía nada, aunque nunca se había sabido demasiado. Ellos se limitaban a esperar a que la situación la solucionaran los humanos, observando desde su bosque, sin dejar entrar a nadie en él. En cuanto a los enanos, bastante tenían ya con conservar sus extensas galerías subterráneas, y no podían prescindir de uno sólo de sus guerreros para enviarlo en su auxilio. No, los humanos estaban solos, como siempre, y, si conseguían la victoria, los magos y los elfos harían una intervención de última hora como siempre y en la historia quedaría reflejado que fue sólo gracias a su ayuda que humanos y enanos ganaron la guerra. Así, hasta que hubiera otra invasión, y todo volviera a ocurrir de nuevo, como se había repetido la situación durante siglos.

-¡Así se pudran todos ellos, elfos y magos, en sus bosques y en su torre! –dijo Cesem, gran héroe guerrero de los humanos, conocido por sus golpes de mal humor, su falta de inteligencia y sus

14

alocadas acciones de guerra, así como su buena estrella a la hora de realizarlas. Lo que más molestaba a Cesem de esa guerra era que, tras incontables batallas y escaramuzas, no había conseguido matar, ni siquiera vislumbrar, a uno de esos malditos elfos oscuros. Pero todos sabían que debían estar ahí, porque era imposible que apestosos orcos y goblins inmundos se organizaran para el combate de forma tan eficaz.

-¡Paparruchas! Acudirán ahora como acudieron siempre llegado el momento –dijo uno de sus hombres, que había oído tantas historias sobre la perfección de los elfos de la luz que era incapaz de creer que permanecieran sin intervenir mucho más tiempo.

-¡Silencio! Como sigas diciendo eso, te mandaré de emisario a sus bosques para que te maten con sus flechas como a los demás. ¡A ver si antes de morir recuperas la sesera!

-¿Y qué hacer sino tener esperanza? –preguntó el hombre apesadumbrado.

-Dejar de tenerla y pensar en un plan efectivo, para variar –rugió Cesem, con la cara roja. Sus hombres bien sabían que era mejor hacer que se calmara, o destrozaría todo a su alrededor.

-¡Matemos a todos los malditos elfos oscuros que están detrás de esto y los orcos y goblins se matarán entre ellos! –dijo el semielfo Ofem, conocido por tener ideas más descabelladas que el propio Cesem.

15

-¿Y cómo sugieres que lo hagamos, semielfo? ¿Acaso te han crecido alas para atravesar sus líneas y matar a todos con tu invisibilidad?

-Esperan un grupo grande, no pequeño, y podremos colarnos fácilmente entre sus filas disfrazados. Luego, sólo tenemos que encontrarlos antes de que nos descubran.

-¡Bah! ¡Disparates y más disparates! Propón algo sensato, para variar –dijo otro de los hombres, conocido por su falta de apoyo a los planes descabellados de su jefe.

-¡Silencio! –le gritó Cesem –Semielfo, tú y yo nos entendemos bien. No sé cómo no se me ha ocurrido antes. ¡Por los dioses, que no moriré sin que mi espada cate la sangre de un maldito elfo oscuro! O, a falta de mi espada, lo hagan mis puños, mis flechas o mis pequeñas trampas.

Así se decidió todo. Ofem explicó su plan y Cesem lo dispuso todo. Casi todos sus hombres se ofrecieron voluntarios, pero sólo escogió a cinco de los mejores, aunque al semielfo lo dejó fuera, a pesar de sus protestas, porque según él era el único lo bastante alocado como para asumir el mando en su ausencia y mantener a todos vivos hasta su regreso. Aunque Cesem presentía que no habría regreso.

Estaba previsto que partieran al amanecer, pero un joven bardo de aspecto desaliñando insistía en acompañarles en su misión. El bardo, llamado Raelem, aseguraba tener el poder de la invisibilidad

16

y ser buen guerrero, y deseaba contar la verdadera historia de los héroes de la guerra cuando ésta acabara. Cesem sabía que si no lo hacía, los elfos lo harían por él, así que quedó pensativo un rato antes de decir.

-¡El siete es el número de la suerte! ¡Apuesto a que nos serás útil, bardo, porque estás tan loco como nosotros!, pero una vez salgamos de nuestro territorio no quiero oír canción alguna, que el silencio es nuestro amigo.

Y Raelem demostró su utilidad horas después, convirtiéndose en el cocinero oficial del grupo de guerreros, lo que fue de agradecer para todos.

No fue difícil encontrar una patrulla orca y apoderarse de sus malolientes armaduras para hacerse pasar por un grupo de ellos. Nada difícil, porque estaban por todas partes. Cuando cruzaron el área que controlaban totalmente los elfos oscuros, a menudo tuvieron que luchar contra pequeñas patrullas que los tomaban por desertores de su raza, y más a menudo tuvieron que huir y esconderse cuando las patrullas eran grandes. Dos de los hombres cayeron en las escaramuzas, abatidos por flechas y no por espadas, y dos veces tuvieron que parar su marcha y hacer una pira funeraria improvisada para evitar dejar los cadáveres a la vista de más patrullas y despertar sospechas.

Una semana después de empezar la marcha, las ligeras esperanzas de triunfo se desvanecieron por completo cuando vieron el campamento enemigo al pie de la montaña. Miles de tiendas había en ese

17

campamento, lo que significaba un mayor número de orcos y goblins. Los humanos no podían resistir a semejante ejército después del desgaste al que les habían sometido todos esos años.

Pero el héroe Cesem no permitía a sus hombres dejarse llevar por el desánimo. Les llevó al grupo de tiendas más apartadas e hizo matar a sus ocupantes. Tras esconder los cadáveres, las ocuparon ellos mismos y descansaron hasta que cayera la noche montando guardias por parejas. Y al caer la noche, el héroe partió solo al centro del campamento para reunir información. Descubrió que los elfos oscuros se ocultaban en una cueva al este de ahí, así como la disposición de sus guardias.

Volvió al su pequeño campamento con una sonrisa de triunfo, truncada al ver que otros ocupaban su campamento. Unos orcos, al parecer, habían tenido la misma idea que él mismo para conseguir unas tiendas donde descansar, aunque muchas se habían quemado. Cuando estaba desenvainando la espada para vengar a los suyos, una mano le retuvo. Volviéndose, no vio nada.

-No te lo recomiendo –dijo la voz conocida del bardo, Raelem. Ante la sorpresa del heroe, añadió -Te dije que podía invisibilizarme

-¡Más te vale que me digas qué ocurrió o te echo al fuego! –amenazó Cesem.

-Atacaron por sorpresa y eran demasiados. Matamos a cuatro por cada uno de nosotros pero

18

nos acabaron por vencer. Yo sobreviví sólo porque puedo hacer que no me vean, y a duras penas.

-¡Maldición! ¿Y los cadáveres?

-Tuve a bien quemar el campo de batalla para que no se les reconociera. No sé si apagaron el fuego a tiempo o no.

-¡Vamos, sígueme bardo! Hay que acabar con esto antes que nos maten a nosotros también. –dijo Cesem dirigiéndose al refugio de sus enemigos tras realizar una oración funeraria por sus compañeros caídos. Sólo podía estar seguro de que Raelem le seguía por el ruido de sus pisadas.

Llegaron a la cueva después de perderse más de una vez, por suerte cuando amanecía. No les gustaba el sol ni a orcos, ni a goblins, ni a elfos oscuros, y eso les daría ventaja. Con señas indicó al bardo dónde debían estar los guardias y a quienes tenía que matar con el mayor silencio posible. Si le había entendido o no, no lo sabía, porque al parecer no iba a renunciar a su invisibilidad. Los guardias estaban donde debían y murieron como debían. Con ingenio, se las arreglaron para mantenerlos de pie en sus puestos por un rato, luego entraron a escondidas. Los elfos oscuros estaban reunidos en una zona de la cueva de gran amplitud.

Una docena. Una docena han causado tanta muerte –pensó irritado Cesem. Raelem, por el gruñido que soltó, parecía pensar lo mismo. No pasaron mucho escuchando para enterarse de que dos de ellos eran los militares, y el resto eran comerciantes

19

interesados en los bienes de la superficie que pudiera proporcionarles la guerra.

Esperaban su oportunidad para atacar, pero alguien descubrió el destino de los guardianes demasiado pronto. Sin pensarlo dos veces, atacaron en el momento que los elfos oscuros se ponían en guardia y desenvainaban. Cesem mató a uno de los militares antes de que reaccionara y el bardo se ocupó del otro. Pero los comerciantes también sabían luchar, y pronto aparecieron más guardias para ayudar a sus amos.

Estaban rodeados, y lo sabían. Ni siquiera Raelem, con su invisibilidad, podía salir sin que le pilaran. Pero Cesem tenía un as en la manga. O dos, mejor dicho. Espera diez segundos, tápate los ojos y sal de aquí -le dijo con gestos a Raelem. Esperaba que lo hubiera visto. Contó hasta once y activó uno de los dos regalos que le había hecho un mago hacía tiempo. Un ramalazo de luz salió de su anillo de la mano izquierda cegando a sus enemigos. Oyó al bardo escapar y activó el anillo de su mano derecha. Una explosión de fuego salió de él y consumió a elfos oscuros, a sus guardias, y al mejor héroe de los hombres del momento.

Raelem lo vio todo a distancia segura y, llorando, se dio la vuelta perdiéndose en las sombras antes que le descubrieran. Logró llegar de vuelta al campamento a pesar de sus muchas heridas y del cansancio. Contó al semielfo lo que había ocurrido antes de caer desplomado al suelo, y tardó una semana en despertar de nuevo. Cuando lo hizo, los

20

dioses le habían bendecido enviándole una musa que le inspiró para narrar lo sucedido con maestría. Y él, un bardo que era más bien poca cosa, creó la balada más grande y hermosa escrita jamás por un hombre en honor al héroe Cesem, que cayendo le salvó.

Los clanes de orcos y goblins se empezaron a matar entre ellos nada más perder a sus amos, y los humanos tornaron la guerra en su favor. Los magos y elfos de la luz aparecieron poco después de enterarse del cambio de tornas. Cuando acabó la guerra, pretendieron llevarse el mérito, pero una balada muy extendida, que llegó incluso a otros países, impidió que eso ocurriera contando la verdadera historia. Y el bardo Raelem y el semielfo Ofem se encargaron de que no se perdiera en el olvido.

21

Cazademonios cazado Era una mañana despejada, algo raro en la tierra de Andino, y Korth disfrutó con la sensación de la luz de los soles sobre su rostro. Cazademonios desde hacía años, sabía perfectamente que Andino era un hervidero precisamente por las pocas horas de insolación al año, así que agradecía poder descansar una mañana. Salió pues del refugio que había elegido la noche anterior y decidió que disfrutaría de todo el sueño que tenía acumulado en el exterior, anulando casi todas las defensas mágicas que consumían parte de su energía ya que no tenía previsto usarlas. Pocas horas después, repuestas por completo sus fuerzas (un cazademonios no necesitaba dormir más que un par de horas diarias, y él ya había dormido más), decidió disfrutar del resto de horas de sol. El ambiente tétrico de Andino, con un poco de luz, daba paso a una belleza sin igual. Como en un sueño, se sumergió en esa belleza hechizante, hasta llegar a un enorme lago que resplandecía bajo los rayos de los soles. Una mujer hermosa estaba en la orilla, con los pies sumergidos en el agua. No podía ser un demonio, pues estaba recibiendo los rayos del sol directamente. Así pues, se acercó, tan embobado que olvidó que todas sus protecciones estaban anuladas. No sería hasta que fue demasiado tarde, cuando ella se transformó y le atrapó bajo un hechizo

22

inmovilizador, cuando recordó que sí existía una especie de demonio que podía recibir la luz… si el agua la protegía. Una especie que él creyó haber borrado del mapa tras un intenso combate cien años atrás. En cierto modo, lo tenía merecido. Había olvidado las dos grandes reglas de los cazademonios: no has de sentirte nunca seguro y nunca te acerques a una mujer hermosa sin protección, especialmente si está sola y en un lugar poco apropiado…

23

El Juego

Era un monarca débil, así que toda la corte supo rápidamente que era fácilmente manejable. Y empezó el Juego. Lo primero que hicieron fue disminuir el poder del propio monarca en su favor. No lo suficiente como para despertar la desconfianza de éste y los odios del pueblo, pero sí lo bastante para ser imprescindibles a la hora de tomar las decisiones… lo bastante para acabar con la ley de sucesión, que implicaba la imposibilidad de todo el que no fuera descendiente directo del rey de acceder al trono. Pocos eran los jugadores, sólo un puñado de cabezas de familia de la alta nobleza, pero el Juego era así. El resto de nobles sólo tenían que tomar partido… y rezar a los dioses, conocidos y desconocidos, por haber hecho la elección correcta. Si no la habían hecho, estaban condenados a muerte, o a algo peor, cuando sus antiguos enemigos se alzaran en el poder.

El sistema era sencillo. Los jugadores mantenían una guerra interna, pero no utilizaban sus ejércitos. Estaba todo permitido: bloqueos económicos, aduanas imposibles, alianzas, traiciones, asesinatos… Cualquier acto de guerra interna que no fuera contra las leyes, o que de serlo no fuera descubierto, era válido. Cualquier cosa que sirviera para ganarse el

24

favor del monarca y convertirse en su Mano Derecha. El rey era intocable, y su Mano Derecha sería el que le sucediera en el trono, aunque hasta entonces carecía de poder político, al menos de forma directa, pues, al ser el favorito del monarca era el que más influencia tenía en sus decisiones. Por eso el Juego nunca acababa, porque los jugadores no solamente debían llegar a ser Mano Derecha del rey, sino que también debían mantenerse en el poder. Y, a diferencia del rey, la Mano Derecha no era intocable. Por no mencionar el hecho de lo volubles que se volvían los monarcas cuando les ponían la corona sobre sus regias cabezas… cosa de la cual se habían encargado los primeros jugadores, al haber contratado magos que lanzaron todo tipo de hechizos sobre la corona con el fin de continuar el Juego desde entonces hasta el fin de los tiempos.

Trescientos años después del Primer Juego, todo seguía igual. Acababa de llegar al poder Nolog de la casa Powem, que, sorprendentemente, había sido el primer noble lo bastante inteligente como para ser Mano Derecha del rey durante nada más y nada menos que 10 años. Cómo lo había conseguido, era un misterio que a todos los jugadores les hubiera encantado conocer. De aspecto poco vigoroso y simplón, Nolog no destacaba en nada. De hecho, pertenecía a una familia de

25

altos nobles que era tan poco poderosa que no había tenido un Mano Derecha nunca. No tenían un gran ejército, ni una economía poderosa, ni tratos con ladrones, asesinos, mercenarios o corsarios. De hecho, nadie sabía tampoco cómo habían logrado prosperar lo suficiente como para no ser borrados del mapa como había pasado de vez en cuando como otras familias de la alta nobleza que no habían logrado escalar posiciones.

Al igual que muchos de los reyes que le habían antecedido, Nolog hizo que su Mano Derecha fuera un miembro de su familia. Eran los hechizos de la corona (algo que nadie sabía), los que hacían al rey lo bastante manejable y voluble para que siguiera el Juego y le impedían intentar cambiar las leyes de sucesión. Tardaban unos cuantos meses en hacer efecto, según la fuerza de voluntad que tuviera el coronado. Poca debía de tener, pues sólo un mes y medio después de recibir su corona, Nolog relegó a su familiar Raming de la casa Powem al puesto de Segundo Consejero, a favor de Tonegr de la casa Velhame.

Eran en esos tiempos familias lo bastante poderosas como para ser de relevancia en el Juego las casas Velhame, Moskley, Unmerko y, por supuesto, la casa Powem.

Tonegr de la casa Velhame se reunió con sus ayudantes. Ayudantes de nombre, porque

26

ningún noble se atrevería a llamarse consejero de un jugador… porque eso implicaba el riesgo de ser aniquilado junto con éste si fracasaba. Ahora que había logrado el puesto de Mano Derecha, debía fijar la estrategia a seguir para mantenerse en el poder el mayor tiempo posible, reducir el poder de los otros jugadores y mantenerse vivo en el intento.

-La casa Powem no merece ser tenida en cuenta, realmente, no son más que una panda de palurdos con suerte –dijo su primo Deuv. Tonegr no podía evitar pensar que ese hombre era un idiota, pero estaba ligado por matrimonio a uno de los condados menores aliados a su casa más importantes e influyentes, así que debía mantenerlo cerca de él para evitar que se sintiera tentado a aliarse con sus enemigos… aunque por ello tuviera que soportar sus constantes comentarios sin sentido.

-Ya hemos subestimado a la casa Powem una vez, y ahora nos encontramos con uno de sus miembros hecho rey. Hay que tenerla muy en cuenta –respondió Spirf, su hijo primogénito, que había tomado el mando de la familia ahora que él era la Mano Derecha. Le había enseñado bien, y confiaba en que llevara las riendas de la casa Velhame con eficacia hasta que el rey decidiera cambiar de Mano Derecha, cosa que no deseaba para nada pero que era muy probable dada la rapidez con que había renunciado a su primera Mano Derecha.

27

El viejo Terar, que era Jefe Estratega de su casa, se levantó del asiento y señaló el mapa político.

- La casa Moskley y la mayor parte de sus vasallos se interponen entre la Casa Powem y nosotros. Solamente uno de nuestros vasallos linda con su área de influencia que, aunque poco extensa, rodea su territorio íntegramente. Nuestros mercenarios y bandidos lo tienen muy difícil para hostigarles. He recibido nuevos informes. Sus vasallos, además, están tan ligados a la Casa Powem que es imposible hacer que cambien de bando. Todo esto se nos había pasado por alto. Además, según nuestros espías han descubierto recientemente, esta casa es la única que tiene acuerdos comerciales con el país vecino, lo que significa que probablemente un bloqueo no le afectaría demasiado. Siempre habíamos creído que era una casa comercialmente débil por su poca actividad mercantil en nuestro reino, pero su actividad comercial sorprendentemente es muy importante allí.

-Son datos preocupantes ¿Qué propones? –preguntó el Mano Derecha, alarmado por el poder que ocultaba en realidad la casa Powem. Eso no había entrado en sus planes.

-Una alianza. Si lo hacemos, tendremos a la casa Moskley rodeada y podremos hostigarla desde ambos flancos. Además, eso nos daría ventaja para conseguir el vasallaje del condado

28

de Horang y tendríamos salida al mar a través de nuestros vasallos del sur. Como hace años que controlamos y tenemos en nómina a todos los corsarios para que hostiguen a la casa Unmerko, tendríamos la oportunidad de crear una flota poderosa.

-No obstante, no ha habido una alianza en este reino desde los tiempos de Ciao de la casa Igr y Esp de la casa Serab… y acabó con la destrucción total de ambas casas cuando una de ellas traicionó a la otra a favor de otra casa y fue traicionada a su vez por ésta.

-Es mi recomendación. Creo que deberíamos arriesgarnos, si tomamos las precauciones precisas, no deberíamos preocuparnos. Pero la decisión es tuya, por supuesto.

-Pensaré en ello. Cambiemos de asunto ¿Qué hay de nuestros progresos con la casa Unmerko?

-Nuestros corsarios, como ya he dicho, siguen hostigando sus barcos comerciales, y no son capaces de encontrar nuestro paso de las montañas, pero han infestado nuestros bosques de bandidos y nuestro comercio interno se está resintiendo notablemente. Por lo que sabemos, tienen tres espías por cada uno que tenemos nosotros. Y además la casa Moskley presiona al condado de Batrix para obtener un paso seguro y directo hacia el mar. Si lo logra, su economía mejorará notablemente, y es posible

29

que se forme una alianza con la Casa Unmerko para acabar con nuestros corsarios.

-Quiero todos los trapos sucios de nuestro querido vasallo el conde Batrix. Por su promiscuidad, seguro que encontramos algún escándalo que quiera mantener en secreto. Luego, solamente tenemos que darle a entender que si cambia de parecer respecto a nuestra alianza, ese secreto saldrá a la luz. Mandar emisarios que negocien con la casa Powem. Que sean de confianza, y a poder ser de alto rango. Debemos mantener el secreto el máximo tiempo posible. Enviar también a algunos de nuestros espías a que filtren rumores en los territorios controlados por las casas Moskley y Unmerko para que se corra la voz de que la casa rival va atentar contra la vida de los líderes. Eso bastará para evitar posibles alianzas entre ellos.

-Entendido, mi señor.

-¿Alguna otra novedad en el Juego?

-Probablemente muchas, mi señor, pero no las conocemos.

-Bien. En tal caso, moveos. Hay mucha que hacer.

Las sombras envolvían un callejón de Capital, en el cual esperaba un noble. Finalmente, apareció el hombre con el que se había citado,

30

tapado por una capa larga y ocultando el rostro bajo un sombrero de ala ancha.

-Extrañas circunstancias en las que nos encontramos, para que un Powem cite a un Moskley para negociar algo –dijo éste con voz intrigada.

-Alianzas más extrañas aun están en marcha, y tenemos un negocio entre manos que puede beneficiar ambas casas.

-Me intrigas, mi noble amigo, por favor, continua. Cualquier posible beneficio es digno de ser estudiado.

-La casa Velhame tiene interés en rodear a la casa Moskley para atacarla por ambos flancos y para ello se ha fijado en nuestra casa, en busca de una alianza contra la vuestra.

-¿Y qué os lleva, pues, a querer negociar con nosotros?

-Sus condiciones no nos favorecen todo cuanto deberían, y no desean ceder. No obstante, nos favorecería mucho una alianza con la casa Moskley, tanto por cercanía como por la posibilidad de librarnos de un rival en el Juego.

-Continúa.

-Al parecer, para llevar a cabo su plan, necesitan llevar a la mitad de sus mercenarios hasta nuestra área de influencia. No nos agrada la idea de que infesten nuestras tierras de esa clase de gente, con la que no tenemos ni

31

queremos tener trato. Para que sus hombres pasen a nuestro territorio, además, deberán hacerlo por vuestras tierras a escondidas y de noche… y ahí es donde entráis vosotros.

-Comprendo. ¿Sugieres, pues, una emboscada? ¿Qué ganaría la casa Powem con esto?

-No solamente librar nuestras tierras de una plaga de mercenarios pagados por los Velhame. Tres de nuestros hombres se han infiltrado en ese ejército de mercenarios. Serán fácilmente reconocibles por su vestimenta. Si estáis dispuestos, proponemos lo siguiente: debéis matar a todos y dejar con vida solamente a nuestros hombres, que están dispuestos a dejarse capturar y ser llevados ante nuestro familiar, el rey. Cuando sean interrogados, están dispuestos a declarar que son miembros del ejército de los Velhame, mandados por el hijo de la Mano Derecha, Spirf. Además, dejarán el aire la sospecha de que también está implicado Tonegr. Eso es motivo más que de sobra para que se forme un Tribunal, que investigará las intrigas que está llevando a cabo nuestra Mano Derecha. En menos de una semana, la guardia real prenderá a Tonegr, porque está claro que, a pesar de la prohibición de que el Mano Derecha siga llevando los asuntos de su familia, Tonegr sigue haciéndolo. Sólo se necesitan sospechas sólidas para abrir el Tribunal, y esas las proporcionarán los soldados que capturaréis.

32

-No puedo aceptar vuestras condiciones sin consultar con los que están por encima de mí, pero os aseguro de que hay muchas posibilidades de que esta alianza vea la luz… y de sus frutos -dijo el hombre, tras lo cual se dio la vuelta y se perdió entre las sombras.

Un mes después, una multitud se agolpaba en la plaza mayor de Capital. Las ejecuciones de altos mandatarios no eran comunes, y mucho menos las de un Mano Derecha. La grada que habían dispuesto para los nobles también estaba a rebosar. Sólo faltaban los miembros de la familia Velhame, por razones obvias. La conspiración de los Moskley y los Powem había supuesto un durísimo golpe para la familia, un golpe que les había sacado completamente del Juego en medio de la más absoluta vergüenza y deshonor, del que tardarían años en recuperarse.

La multitud se sumergió en un respetuoso silencio cuando el cortejo real hizo su entrada. Los tres primeros, por supuesto, eran el propio rey; su bella reina, Cont, una mujer de la que no se sabía nada porque al parecer ni siquiera era noble; y Speau de la casa Unmerko, su nueva Mano Derecha. El rostro del rey era una máscara pétrea. Por el contrario, el rostro de su nuevo heredero, aunque pretendía disimularlo, reflejaba su contento y se pavoneaba triunfal mientras avanzaban. Sólo un

33

paso detrás de él, se encontraba Raming de la casa Powem, que seguía ostentando el puesto de Segundo Consejero, pero que, por su propio porte e indumentaria, pasaba muy desapercibido.

Cuando se hubieron sentado en sus lugares de honor, la multitud estalló en vítores a su rey que, debido a sus políticas en beneficio de los no privilegiados, era muy querido por el pueblo. Luego se volvió a hacer un pequeño silencio cuando los sentenciados entraron al patíbulo, pero esta vez no duró mucho, porque pronto empezaron a proferir todo tipo de insultos y gritos contra ellos, tirándoles objetos contundentes y basura con objeto de humillarles.

Conservando la dignidad hasta el final, Spirf y Tonegr de la casa Velhame escucharon sus acusaciones con la cabeza alta y, sin suplicar, dirigieron su última mirada a los miembros de la casa Powem, sus auténticos verdugos, cuando les ponían la soga al cuello. En sólo unos pocos segundos, todo había acabado.

La casa Unmerko estaba en su mejor momento. Una vez que había caído la casa Velhame, los corsarios que le habían hostigado en nombre de ésta se habían pasado a su bando. Ahora, formaban parte de su red de contrabando. De hecho, su buena suerte había sido mayor que eso. Todos los condados de la costa, a excepción de la costa del extremo sur, perteneciente desde hacía siglos a la casa

34

Powem, se habían unido a la casa Unmerko cuando les habían llegado rumores de su relación con los corsarios. Ahora, monopolizaban tanto el comercio marítimo legal como el ilegal, dado que la casa Powem no tenía ninguna relevancia comercial en el reino, aunque últimamente llegaban desconcertantes rumores sobre sus buenas relaciones comerciales con el país vecino.

Con toda la confianza que despertaba el saber que más de la mitad del poder comercial del reino le pertenecía a su casa, Speau de la casa Unmerko paseaba por las inmediaciones del palacio real como si ya le perteneciera. Al rey no le interesaba deshacerse de él como Mano Derecha, porque eso podía ser desastroso para la economía general. Su única preocupación, pues, era mantenerse con vida y, quizás, buscar una esposa bonita cuya familia perteneciera al área de influencia de los Moskley.

Pensando en su buena estrella con una inmensa sonrisa de superioridad en su rechoncha cara, tropezó con una raíz que sobresalía un poco del camino. Eso le salvó la vida. Una flecha de ballesta pasó rozando su costado, de no haberse caído le habría atravesado el corazón con excelente puntería.

-¡Asesino! ¡Un asesino en palacio! –gritó histéricamente -¡Guardia! ¡A mí la Guardia!

Rápidamente, aparecieron soldados en el camino y se dirigieron al asesino que, viéndose

35

acorralado, agarró un extraño recipiente que colgaba de su cuello y bebió de él, poniéndose rápidamente rígido y cayendo muerto al suelo antes que los guardias llegaran hasta él.

Todavía con el susto en el cuerpo, se encaminó a sus aposentos, agradeciendo su buena estrella más que nunca. Necesitaba tiempo para estar a solas y pensar en su venganza. Sólo había un grupo de asesinos cuyos miembros se suicidaran de ese modo cuando fallaban en su misión. Y era un secreto a voces que recibían su sueldo de los Moskley.

-Nuestro asesino ha fallado –dijo el Jefe de Estrategia de la casa Moskley a Casob, el cabeza de familia de ésta.

-Lo sé –respondió el hombre con total tranquilidad. Las noticias corrían veloces cuando había una red de espías tan intensa, que rivalizaba incluso con los de la casa Unmerko.

-Deduzco que estabais preparado para tal eventualidad, mi señor.

-Desde luego que sí. Yo pondero siempre todos y cada uno de los posibles inconvenientes y les doy solución antes de que pasen. Ya he dispuesto algunos de mis espías cortesanos para que sigan a Speau Unmerko y para que mantengan cerca a los guardias reales. Ese hombre es tan idiota que seguramente ni

36

siquiera va a esperar a que otro haga el trabajo por él. Cuando esté contratando a un asesino para que acabe conmigo, nuestros cortesanos solamente tendrán que avisar a la guardia haciéndoles creer que se trata de una conspiración contra el rey.

-¡Magnífico plan mi señor! Pero hay muchas posibilidades de que Speau salga de ésta.

-Tampoco hay motivos de preocupación por eso. Ya hay un par de asesinos más en camino –dijo Casob con una cruel sonrisa en el rostro.

Toda la nobleza asistía a los juegos funerales de Speau de la casa Unmerko. Eran unos funerales de gran esplendor, casi tanto como los de un rey, debido a la gran riqueza de su familia, pero no era por el esplendor por lo que los nobles asistían, sino por puro morbo. El rumor de las extrañas circunstancias en que éste había muerto se había propagado con rapidez. Nadie estaba seguro de qué había ocurrido exactamente, pero había una versión muy extendida entre la multitud de curiosos.

Se decía que la noche anterior a la muerte del noble, un heroico cortesano de bajo rango que había sospechado de que Speau deseaba acabar con la vida del rey, aunque no estaba seguro, había conducido a la guardia hasta un callejón oscuro en el cual habían encontrado a Speau negociando con un asesino.

37

Finalmente, al parecer, no se había demostrado ninguna cosa al alegar Speau que el asesino le había acorralado en el callejón cuando se dirigía a un sitio y él negociaba por su vida. A dónde podía ir un hombre como Speau en esa parte de la ciudad, la peor de los bajos fondos, nadie lo sabía con certeza, aunque todos los narradores preferían especular con que se dirigía a algún local de juego o de mujeres alegres para dar mayor interés a los oyentes.

El caso fue que, en vista de la falta de pruebas, se detuvo al asesino y Speau decidió de pronto que prefería irse a casa cuando algunos de los guardias se ofrecieron a escoltarle hasta su destino por su seguridad. Llegados a este punto, todos repetían los rumores sobre el trato que tenía la casa Unmerko con corsarios desde que se borró del mapa a la casa Velhame.

La siguiente parte de la historia era la más extraña. El asesino que habían detenido había escapado de la prisión de máxima seguridad en que le habían encerrado con el fin de interrogarle a fondo sobre el asunto, aunque era prácticamente imposible escapar de ella. A la mañana siguiente, Speau había aparecido muerto en sus habitaciones, a pesar de que ninguno de los guardianes había vislumbrado nada inusual y ni siquiera se habían oído ruidos procedentes de su habitación.

38

El asesino se había ensañado tanto que el cadáver estaba casi irreconocible, tanto que se había decidido mantenerlo oculto a la vista durante el funeral, contrariamente a la tradición. Se decía que había sido en venganza por la traición de Speau cuando afirmó que no tenía relación con él y que sólo negociaba por su vida.

Horas después de que se descubriera el asesinato, el presunto asesino había aparecido flotando boca abajo en los muelles atado de manos y pies, y la guardia sospechaba que lo habían matado los de su propio gremio, probablemente por cometer un asesinato sin retribución económica o porque sabían que se le iba a buscar y no querían arriesgarse. Nadie lo sabría nunca, debido a que el misterioso gremio de asesinos tenía un estricto código de reglas secreto que cumplían siempre.

Lo que estaba claro era que había empezado el principio del fin de la casa Unmerko. Estúpido, libertino y vicioso, Speau sólo había destacado en los negocios, en los cuales era un auténtico genio. Por lo tanto, había dejado una considerable fortuna, pero su negativa a casarse hasta hacía poco tiempo le había dejado con ningún heredero legítimo y muchos bastardos, algunos reconocidos, otros no. Muerto ahora, tanto los bastardos reconocidos como sus legítimos familiares lejanos se peleaban por

39

lograr tanto el liderazgo de su casa como su considerable fortuna.

Casob de la casa Moskley, nuevo Mano Derecha, sonreía con satisfacción al pensar en ello. Sólo tenía un adversario.

Meses después, la sonrisa de satisfacción de Casob había quedado bien atrás. El rey, en su ánimo por beneficiar al pueblo llano, cosa que seguramente había inspirado la reina Cont, estaba perjudicando con sus leyes igualitarias a la propia nobleza. Con tan pocas casas poderosas en el poder, apenas encontraba oposición en estas reformas, pues la pequeña nobleza no se atrevía a aliarse en contra del rey. El rey era intocable. Además, la casa Powem, la única aparte de la suya con suficiente relevancia, se mantenía al margen. Realmente, más bien parecía que apoyaban sus medidas.

Por otra parte, además Raming de la casa Powem seguía en su puesto de Segundo Consejero. Y el rey se tomaba muy en serio ese cargo. Tanto, que prescindía completamente de los consejos de Casob, que era, por su cargo, superior a Raming.

Ahora pretendía la igualdad impositiva, e iba camino de aprobar la ley. Eso daría problemas a la economía de su casa.

40

Debido a todo esto, se encontraba en una situación delicada, y su posición de Mano Derecha, sin poder político, no le permitía más que intentar hacer entrar en razón a su monarca de la forma más diplomática posible, cosa difícil debido a que quienes tenían el poder para manipularle eran la reina Cont y el primer consejero Raming. Así pues, solamente tenía una opción. Debía acabar con ellos antes de que se desmoronara por completo el Juego. Iría primero a por la reina Cont. Nadie esperaba un atentado contra ella, y probablemente, el que mayor protección tendría sería Raming.

-Mi señor, el rey os reclama urgentemente –gritó un escudero que aporreaba su puerta en medio de la noche. Levantándose de la cama con rapidez, se vistió lo más raudo posible mientras el joven escudero seguía llamándole y urgiéndole para que se vistiera lo más aprisa posible.

-¿Qué demonios ocurre, muchacho, para tanta insistencia? –preguntó enfadado abriendo bruscamente la puerta de sus aposentos para salir de ellos -¡Más te vale que sea algo grave, escudero, o acabarás limpiando los establos como un mozo de cuadra corriente!

-La reina ha muerto, mi señor. –dijo el escudero intimidado y temeroso de que la Mano Derecha cumpliera su amenaza -Nada

41

más enterarse de la noticia, el rey os ha mandado llamar a vos y al consejero Raming con la máxima urgencia posible.

La expresión de Casob sólo le traicionó un instante, pero fue lo bastante como para que el muchacho le pudiera haber visto. No obstante, estaba tan trastornado con la noticia de la muerte de su reina que no prestaba ninguna atención. Obligándose a poner una expresión de desconcierto en su cara, entró en el salón del trono.

Raming había llegado ya, y hablaba con el rey, que tenía una expresión de dolor y lágrimas en los ojos, en susurros. Despidiendo al escudero con un gesto, avanzó hacia ellos.

-Mi señor, he venido en cuanto he podido –dijo con su voz más aduladora.

-La reina ha sido asesinada esta misma noche –dijo Raming solemnemente. En él también Casob podía apreciar un dolor profundo por la muerte de la reina, pero lo que se apreciaba más claramente en sus ojos era el terror. Sabía que el próximo sería él.

–Ésto puede suponer una grave crisis en el reino. Es posible que algún país vecino desee invadirnos, pues ya hemos descartado el que algún noble haya cometido este acto –dijo el rey. La expresión de Raming le decía que él no había descartado a un noble, más concretamente, no le había descartado a él. Pero,

42

por suerte, el rey estaba cegado y creía realmente que su Mano Derecha no le había traicionado. Era lógica esa confianza, y eso ya lo había previsto. Raming no podría tomar medidas contra él si el rey no lo deseaba.

-Esto ha de ser investigado. Hasta entonces, es conveniente mantener el secreto, pues debemos evitar que el culpable esté sobre aviso. –dijo Raming

-¿Qué creéis vos, Casob? –preguntó el rey –Deseo dar a mi reina los mejores funerales cuanto antes, pero Raming insiste en que es mejor que no se corra la voz.

-Soy de la misma opinión que el Segundo Consejero, mi señor. Si mantenemos el secreto, habrá mayor margen de éxito –respondió Casob, disimulando su contento. Raming de la casa Powem era tan estúpido como sospechaba. Si se mantenía el secreto, no tenía posibilidad alguna de aumentar la seguridad sobre su persona, pues levantaría sospechas.

Pasaron horas discutiendo lo que había que hacer. Cuando por fin se acabó la reunión, tras obligar a los escuderos que les habían mandado llamar y a todos los conocedores de la noticia a jurar su silencio, Casob se marchó a sus aposentos, donde esperó un rato antes de salir y dirigirse a los bajos fondos con su mayor sonrisa de triunfo en su cara.

43

La habitación de taberna donde debía encontrarse con el asesino que contrató para matar a la reina era asquerosa y poco confortable. Procurando no tocar nada, esperó con impaciencia hasta que éste llegó.

-Llegas tarde, asesino. Que no se vuelva a repetir.

-Lo siento mucho, mi señor, pero hay ciertas cosas en marcha desde que acabé el trabajo que me encomendasteis.

-La noticia de la muerte de la reina no se propagará por un tiempo. Deseo que, entre tanto, acabes también con la vida de Raming de la casa Powem.

-¡Imposible! La seguridad ahora aumentará aunque se oculte todo.

-¡No te atrevas a negarte! ¡Envenena su comida, mátale mientras duermes, lo que sea pero hazlo!

-Mi precio será mucho más alto de lo habitual.

-Tengo acceso al tesoro real. No hay nada que no pueda pagar.

-En eso te equivocas, Mano Derecha. Nada hay que puedas pagar. Ni siquiera tu vida –dijo una voz conocida a su espalda, antes de que alguien le noqueara desde detrás.

44

Un cubo sobre su cara y una patada en las costillas despertaron a Casob de su inconsciencia. Desconcertado, cuando enfocó su vista se dio cuenta de que se encontraba encadenado en el suelo del salón del trono. Frente a él, se encontraban el rey, Raming… y la reina. Estaba sorprendido por verla viva cuando había recibido la noticia de su muerte con tanta alegría, pero le sorprendió aun más que el hombre que le había despertado con tan poca delicadeza fuera el asesino que él había contratado para matarla.

-Me parece que no os he presentado debidamente –dijo el rey con una sonrisa de satisfacción en el rostro. –Wesd, Jefe Estratega de la casa Powem, te presento a Casob de la casa Moskley, antigua Mano Derecha, traidor y, dentro de poco, cadáver.

-¡Un falso asesino!

-Así es, querido traidor. Reconozco que no esperábamos que tu objetivo fuera mi encantadora esposa, y nos pillaste desprevenidos. Por suerte para nosotros, más de la mitad del gremio de asesinos está bajo mi control, lo que nos permitió infiltrar a nuestro Jefe Estratega… y hacer que acudiera a tu llamada él en vez de un asesino de verdad.

-¡Pero es imposible! ¡El rey no puede jugar al Juego!

45

-Esa afirmación no es exactamente cierta, aunque lo era hasta hace poco. De todos modos, poco importa ya. Por primera vez en la historia del Juego, una familia lo gana completa y absolutamente. Dentro de poco el Juego será un recuerdo.

-¿¡Cómo!? –preguntó Casob entre contrariado y perplejo.

-Puesto que morirás de todas formas, te lo contaré.

“Nuestro propio Juego, el de mi familia, comenzó en el mismo momento en que murió el monarca del Primer Juego. La familia real se vio en la obligación de salvar la vida huyendo, puesto que los primeros jugadores no querían arriesgar el sistema que tanto habían hecho para crear, y la familia real era su mayor riesgo. Sólo la casa Powem y nuestros aliados tradicionales permanecimos fieles a los legítimos herederos. Nuestro poder se había visto menguado debido a la oposición del resto de nobles, por lo que por entonces no podíamos hacer nada. Pero trazamos un plan con vistas al futuro.

“La familia real huyó al país vecino, donde les dieron asilo. Con el tiempo, la familia real de allí se fundió con la de nuestro país. Mientras, nuestra casa escalaba poco a poco posiciones sin hacerse notar. No representábamos ningún peligro serio para nadie, y cuando alguien nos quería eliminar sobrevivíamos gracias al

46

respaldo de nuestra familia real, que por entonces ya gobernaba a nuestros vecinos.

“Forjamos una poderosa economía cuando todos pensaban que estábamos casi en la ruina. Fuimos asalariando espías, mercenarios, corsarios, asesinos y otra gente indeseable mientras todos creían que no teníamos trato alguno con ellos. Y mientras tanto, investigábamos cómo era posible que los reyes siguieran el Juego.

“Fui yo quien, cuando era un muchacho, hice una observación que nos encaminó en la dirección correcta. –Ésto es una tontería –recuerdo que dije cuando me obligaron a investigar a mi también viejos pergaminos repletos de polvo –Lo único que tienen en común todos los reyes es la maldita corona.

“Nada más decirlo, todos los adultos presentes tuvieron la misma idea. Consultaron a los magos. Y ellos, tras investigar un poco, descubrieron que, efectivamente, era la corona la que hacía al rey tan voluble.

“Me tocó a mi convertirme en la Mano Derecha para dar paso a la segunda parte del plan. Fui osado. Cuando encontré el momento, me cité con nuestro antiguo monarca. Intrigado y sabiendo que era intocable, acudió solo tal y como preveía. Le expliqué la situación y le propuse un trato. Le libraría del influjo de la corona sobre su mente a cambio de que me convirtiera en su Mano Derecha de por vida.

47

El rey aceptó sin dudarlo un momento, pues era un hombre orgulloso. Un hombre que no aceptaba ser manipulado, mucho menos por un objeto inanimado, como era la corona.

“El resto fue muy sencillo. Creamos a escondidas una réplica exacta de la corona del rey, las cambiamos temporalmente y la original la llevamos a los magos para que anularan los hechizos. Luego las volvimos a intercambiar. Costó una pequeña fortuna, pero ¿Qué importaba el dinero, si podíamos ganar un reino? Y lo ganamos, vaya si lo hicimos.

“El rey, por supuesto, quiso que su familia le sucediera tras pasar un tiempo sin la influencia de la corona. Pero nosotros le hicimos creer que él ya no era intocable, que también habíamos quitado los hechizos que le protegían a él de la corona. Eso le frenó en sus planes y le instó a cumplir nuestro trato. Idiota. Si hubiera pensado un poco en ello detenidamente, se hubiera dado cuenta de lo poco que nos interesaba que la figura del rey ya no fuera intocable… porque a partir de entonces yo iba a ser el rey…

“Afianzada mi posición, me casé. Pero no con una mujer cualquiera. No es una simple amiga de la infancia sin ninguna posición, como os hicimos creer a todos. Es la legítima heredera de este reino. Por tanto, mi reinado no solamente es legítimo para los nobles de este

48

país, sino también para los del país vecino… y para los Powem.

“Muerto el rey, todo ha ido mucho mejor de lo que esperábamos en principio. Confiados en los misteriosos hechizos que sabíais que obligaban al rey a seguir el Juego, esperabais que os atacaran desde todos los frentes… pero no os esperabais un ataque desde arriba, desde vuestro rey. Tampoco os percatasteis, y los que lo hicisteis no os resultó sospechoso, de que Raming permaneciera en un alto cargo muy próximo a mi desde el principio, porque le descarté como Mano Derecha al poco tiempo.

“Tonegr de la casa Velhame fue la primera víctima. El muy estúpido quiso aliarse con mi casa, desconfiado por la preocupante información que se había filtrado entre sus espías y confiando en que tendríamos más miedo a la traición que ellos. No fue difícil traicionarles ni aliarnos con tu casa para colgarle después. Pero tú eras el más listo y te reservábamos para el final. Así que elegí como Mano Derecha a Speau de la casa Unmerko. Era idiota como nadie y fue fácil manipularle mientras creía que me estaba manipulando a mi. Le saqué mucho dinero, pero ni me molesté en buscar un plan para liquidarle. Sabía que tú lo harías rápidamente. Fue un plan muy ingenioso por tu parte, pero yo te di una ayudita. Saqué al asesino que contrató para matarte de la cárcel y le proporcioné medios para que se

49

vengara. Una pena que fuera un estúpido y lo hiciera sin consentimiento de su gremio.

“Y todo eso nos lleva a ti, el último obstáculo eliminado. Me he reído mucho al ver tu frustración por no poder manipularme. No te haces una idea de cuánto. Sólo podías ver cómo poco a poco perdías poder y todo se desmoronaba poco a poco. Apuesto a que ni siquiera tú, el gran previsor, habías previsto las consecuencias de eliminar a la mayoría de los jugadores. Yo tenía vía libre para hacer lo que quisiera y para que tú echaras la culpa de todo a mi mujer y a Raming.

“Infiltré a mi Jefe Estratega entre los asesinos y le creé una buena fama falsa. Tú querías un buen asesino, y te fue recomendado… por un cortesano que creías tu aliado pero que está a mi servicio desde hace años. Y luego lo confirmaste con tus contactos de la taberna, a los que también tengo en nómina. Nos pilló por sorpresa la primera vez, y no podíamos probar nada porque tomaste muchas precauciones, así que nos reunimos rápidamente y decidimos fingir la muerte de la reina. Te mandamos a un escudero de confianza, que al parecer es un actor consumado para que examinara tu reacción al enterarte de la noticia. Nos confirmó que eras tú el que lo contrató. Y realizamos una magnífica actuación, pero ayudó que, en tu alegría, veías sólo lo que querías ver. El resto, te lo puedes imaginar.

50

El rey lo miraba con una expresión de triunfo y mofa al mismo tiempo, al igual que el resto de los presentes. Medio enloquecido, escupió a los pies del monarca y gritó

-¡El resto de nobles no lo permitirán! ¡Se alzarán contra ti y acabarás con la cabeza en una pica!

-¿De veras piensas que lo harán? El pueblo me quiere. Les he dado poder, y con la igualdad impositiva he reducido sus impuestos, lo que hace que me quieran más aun. Bastará con un comentario en mi contra para que todos se echen encima del que lo pronuncie. La Ley de Sucesión ya está redactada y preparada, y mañana por la mañana se aprobará y anunciará públicamente junto con la Ley de Igualdad, de la que no te hemos hablado aunque hemos trabajado en ella desde que te nombré Mano Derecha, y la proclama de tu ejecución mañana por la tarde. Y aunque alguien fuera en contra de mí, no me preocupa. Después de todo, el rey es intocable.

Todo lo planeado por Nolog de la casa Powem se cumplió con increíble precisión.

La Ley de Sucesión y la Ley de Igualdad fueron antecedentes de un proceso democratizador parecido al que se había llevado a cabo en el país vecino hacía ya un siglo, en el que el rey gozaba aun de un gran poder, limitado, eso sí, por el pueblo llano. La

51

nobleza pasó a ser, simplemente, una fuerza política más, sin el poder ilimitado del que habían gozado hasta entonces. Muchos fueron los nobles que se rebelaron contra ese nuevo sistema, y lograr la cabeza del rey pero el pueblo no deseaba cambiarlo, y fueron ellos quienes acabaron con la cabeza en una plica.

Casob, el último noble con bastante poder para evitar sus planes, fue ejecutado en la Plaza Mayor de Capital a la tarde siguiente por una larga lista de delitos: alta traición, varios intentos de asesinato, intrigas, trato con bandidos y robo al tesoro real eran sólo algunos de los cargos contra él. Su muerte no fue digna, ni mucho menos, proporcionando con sus acciones tema para las habladurías durante muchos años. Enloquecido, había afirmado cosas tales como que el rey era un traidor, (cosa imposible, por otro lado) y había alternado esa clase de comentarios con peticiones de venganza. En efecto, uno de los nobles aliados a su causa, arruinado tras perder a su protector, lo intentó allí mismo, en la plaza, delante de la multitud. Cogió a todos desprevenidos y la guardia no reaccionó a tiempo… pero el rey era intocable.

52

Deliriel y Leroel Cuenta una historia élfica, tan antigua como el más viejo de los árboles, que existió una pareja de jóvenes elfos, Leroel y Deliriel, prometidos en matrimonio. Grande era su amor, pero grandes eran también las dudas de Leroel, porque, fascinado con el exterior, temía que, al casarse, no pudiera vivir las aventuras que anhelaba.

Así pues, contó a Deliriel sus dudas y le pidió que postergaran la boda, para poder salir a conocer mundo y a vivir aventuras. Deliriel, reticente, le dejó marchar, confiando en que volviera pronto.

Pero los años pasaban y Leroel no se cansaba de aventuras, ¿cómo regresar, si quedaba tanto por ver? Aun así, cada ciudad visitada, cada aventura vivida, le hacían anhelar más al bosque y a Deliriel. Debido a esto, finalmente, tras 190 años lejos de su amada, el elfo volvió a su hogar.

Pero Deliriel no salió a recibirle, tal y como había esperado. Extrañado, preguntó a la reina qué ocurría. Ella le condujo a un bello sauce llorón a las afueras de la ciudad.

-Lo plantó el día que te fuiste. Pasaron los años, creció alto y poco a poco se marchitó y murió. Habían pasado tantos años sin noticias tuyas, que Deliriel perdió la esperanza. Una semana lloró entre sus ramas, hasta que su esencia se fundió con el árbol, que resucitó.

Llorando, Leroel exclamó:

53

-¡Pero yo la amo! ¡Volví para casarme con ella!

-Con el tiempo, el amor puede seguir fuerte, pero no el corazón del que espera. Su corazón se rompió al tiempo que veía morir este árbol. –respondió la reina, tras lo cual se marchó.

Leroel permaneció abrazado al sauce una semana, hasta que su esencia se fundió con él. Ahora son uno dentro del árbol, entre cuyas ramas los elfos se juran amor eterno.

54

El caso Dalms Dalms era un gran científico, y como tal su búsqueda debía ser también grande. Él siempre había sido un apasionado de la literatura fantástica, en especial de la que tenía que ver con las criaturas de la noche, así que un día, tras leer un manuscrito sobre hombres lobo, se dio cuenta de que esas criaturas podrían llegar a existir.

-Llegó un momento en que mis investigaciones no podían limitarse a los muertos –le escuché decir en el juicio – Así que comencé a utilizar especímenes vivos para mi gran obra. No utilicé más que mendigos, nadie imprescindible para nuestra sociedad.

El abogado le preguntó por sus resultados, y entonces el genio miró a los presentes en la sala y se puso a reír de forma demente.

Evidentemente, fue condenado a la horca, obligado a pasar sus últimas horas en una celda repleta de gente. Ninguno de los condenados fue ahorcado al día siguiente, y nunca se dieron explicaciones. Aunque a mí no me costó demasiado esfuerzo descubrir la verdad… Un aterrado vigilante me contó que, cuando la luz de la luna llena entró en su celda, Dalms se transformó en una horrible bestia. Ninguno de sus compañeros de celda sobrevivió a la masacre, y los guardias, cuando lograron reaccionar, abatieron al gran lobo con

55

sus saetas. Nada más acertarle las saetas, su cuerpo volvió a la normalidad y murió lentamente rodeado de cuerpos descuartizados.

Unos considerables sobornos me han permitido tener acceso a su diario de investigación, y creo haber conseguido la fórmula. Siempre he deseado tener poder, y el poder del lobo es más que apetecible.

56

El unicornio Había una vez un pueblo que estaba lejos del resto de los pueblos. Por eso, no era de extrañar la excitación de sus habitantes cuando llegó por el camino un hombre de ropas coloridas con un laúd a la espalda. ¡Nada más y nada menos que un bardo! En ese pueblo, tan alejado de todo, era muy difícil que apareciera ningún bardo, y las canciones e historias que cantaban los ancianos ya eran aburridas, porque las habían repetido tantas veces que los niños ya se las sabían de memoria, así que la llegada de aquel forastero sonriente supuso una auténtica fiesta. Cantó y contó historias hasta que, casi al amanecer, contó la última. Habló de los unicornios, de su gran belleza, de lo difícil y precioso que era ver a uno, de cómo incluso los reyes habían fracasado a la hora de buscarlos y sólo unos privilegiados lograron verlos alguna vez. Los niños estaban fascinados y, a la mañana siguiente, después de que el bardo se despidiera de ellos, decidieron que irían al bosque a buscar un unicornio. Cuatro niños fueron los que decidieron ir, y con algo de comida para almorzar, se pusieron en camino. Pero antes de salir del pueblo, el hermano mayor de uno de ellos dijo:

-¡Qué ilusos, ir a buscar un unicornio! Nunca lo encontraréis, pues yo ya lo busqué y no encontré nada.

Y su hermano pequeño, que le admiraba y siempre le hacía caso, decidió que ya no iba.

57

Así pues, solo tres niños salieron del pueblo, con la ilusión de encontrar en el bosque a un unicornio. Pero no sabían dónde empezar, así que preguntaron a un árbol, que era el más viejo de todos los del bosque y también el más sabio.

-¿Unicornio? Nunca se mostrarán a vosotros, pequeños ilusos, pues son las criaturas más maravillosas de la tierra y no tienen tratos con humanos.

Y uno de los niños le creyó y decidió volver a casa, porque no quería perder el tiempo.

Solo dos niños quedaban ya, y caminaban por el bosque sin saber por dónde buscar al unicornio. Así que preguntaron a las ardillas cómo encontrarlo.

-¿Un unicornio? No podréis encontrarlo, porque son las criaturas más rápidas y escurridizas del mundo. Y no se muestran casi nunca, pero mucho menos a los humanos, porque son las criaturas más puras del mundo, y no tienen trato con ellos.

Y otro de los niños se marchó. Quedaba uno, pero, a pesar de lo que le habían dicho, no quería dejarlo tan rápidamente. Y preguntó a todos los animales del bosque y todos le decían lo mismo, pero no quiso rendirse. Cuando anocheció, volvió a su casa, pero volvió al bosque todos los días a buscar al unicornio. Y todos le decían, riendo, que era un soñador y que dejara de perder el tiempo, pero a él no le importaba lo que dijeran.

Y un día lo vio, la criatura más hermosa y maravillosa de la tierra, de un blanco tan puro que

58

daban ganas de llorar de felicidad por poder verlo. Él lo había visto, aunque ni los reyes lo habían logrado, a pesar de que los otros niños se habían reído de él. Estuvo un rato ahí, en silencio, hasta que el unicornio se fue. Cuando se dio la vuelta, se encontró cara a cara con el sonriente bardo.

-¿Lo ves? Si persigues tus sueños, por imposibles que sean y por mucho que te crean un iluso, si tienes esperanza y persistes en tu empeño, acabarás por alcanzarlos.

59

El precio de la inmortalidad El Divino ofreció la inmortalidad a aquel que le entregara el mejor presente, con la condición de que los que le dieran regalos que no le agradaran recibirían la muerte.

La inmortalidad tiene un precio que pocos conocen y menos se atreven a pagar. Así, ansiando la inmortalidad, el rey ofreció su reino, el mercader a sus esclavos, el rico su oro y el sacerdote mil sacrificios humanos. Todos recibieron la muerte como recompensa, y sólo una persona tuvo el valor de arriesgarse a ofrecer algo más. Esa persona pagó con su alma y recibió la inmortalidad, pero una eternidad en un cuerpo vació es un castigo, y tuvo todo el tiempo del mundo para arrepentirse del negocio.

60

Neutral enamorado Todo el mundo conoce a los ángeles y los demonios, aquellos seres que luchan eternamente para que al fin se imponga o el bien o el mal. Pero lo que pocos saben es que hay otro tipo de seres. Seres que decidieron no participar en la guerra y se dedicaron a observar de forma neutral a ambos bandos, con el fin de elegir cuando llegara el momento. Y así se les llamaba. Los neutrales.

Uno de ellos era Gauden. De aspecto joven, con hermosos ojos azules y pelo castaño claro, parecía no tener más de veinte años, aunque en realidad tenía unos cuantos miles de años.

Su existencia se limitaba a contemplar. Contemplar a ángeles, demonios y humanos, para decidir. Muchos de los suyos ya habían elegido bando, y pocos eran ya los que mantenían su neutralidad. Vivía una existencia vacía, sin objetivos, viviendo como si fuera un humano más. Un simple humano más, que viajaba de un lado a otro buscando algo que llenara su vacío.

La lectura de libros era también una de sus ocupaciones, pues éstos eran un concentrado de todo lo bueno y lo malo de la vida. Pero muchos de los conceptos se le escapaban de las manos. Como el amor. Había intentado experimentarlo en numerosas ocasiones, todo en vano. Tampoco había logrado experimentar el odio, la otra gran sensación que movía el mundo. No tenía motivos para odiar, y por ello no odiaba. ¿Cómo decidir, cuando no

61

había experimentado aun las dos emociones que más movían a los humanos a hacer el bien y el mal?

Así se desarrollaba su vida, buscando el amor y el odio, y tantas otras sensaciones derivadas de ellas. La alegría, la tristeza, la esperanza… todas las emociones de las que hablaban los libros.

Y un día todo cambió. Un día, por fin, comenzó a experimentar lo que buscaba. Porque ese día se enamoró.

Cuando la vio todo se detuvo para él. No era un ángel, aunque su alma irradiaba una belleza muy especial. Pero cuando la vio estaba muriendo. Y sintió terror. No podía ir al cielo sin elegir, y para elegir tenía que experimentar. Pero la primera vez que tenía una posibilidad de experimentar en 4000 años, el alma de la mujer que le podía enseñar a amar se iba a marchar a aquel lugar donde no podía seguirla. Así que hizo lo que no debía hacer, aunque tenía que hacerlo. La salvó. Y así es como comenzó su nueva vida, su nueva historia. Infligiendo una norma. Traer un alma de vuelta cuando le había llegado su hora. Pero ¿Qué importancia tenía eso comparado con la oportunidad de sentir?

**

Después de salvar a Jasmine (porque así se llamaba, lo había visto en su alma al salvarla) se planteó qué hacer a continuación. Ella ya lo había visto, sabía quién era, que él era el que la había salvado.

62

Además, su naturaleza angélica había quedado revelada al salvarla de la muerte, por lo que su disfraz de mortal ya no servía. No le convenía, pues, que ella volviera a verle, porque ella no le amaría por cómo era su alma, sino por su verdadera forma. Pues era sabido por todos que cuando un humano veía la verdadera forma de un ser angelical quedaba prendado de ésta de modo que solo podía liberarla su amor verdadero. Y no estaba seguro de ser el amor verdadero de Jasmine, aunque estaba convencido de que ella era el suyo.

**

Había sido un milagro, coincidían todos. Nadie habría sobrevivido a semejante accidente sin la intervención divina. Qué le iban a decir a ella, que había visto a su salvador. Un ángel. No podía ser otra cosa. Nunca había creído en los ángeles, ni había creído en Dios. Ahora Dios era una duda y los ángeles una certeza. ¡Tan hermoso! Había visto a través de su máscara mortal, y ahora buscaba con afán ese rostro entre todos con los que se cruzaba. Pero él no aparecía. Finalmente, tras meses de búsqueda, renunció a encontrar a su ángel guardián, preguntándose si no había sido más que un sueño. Porque era en sus sueños donde aun veía con nitidez esa hermosura… y su carcasa humana. Lo que no sabía era que su ángel aun la vigilaba de cerca.

Aun habiendo renunciado a encontrarle, buscaba con afán respuestas de su vuelta a la vida. Todas las semanas acudía a la biblioteca a buscar libros sobre

63

ese tema y se los llevaba a casa, donde se quedaba hasta altas horas de la noche buscando información.

Fue en una de esas noches cuando todo quedó en la más completa oscuridad. Sintió entonces una presencia en la habitación, y agarró un objeto contundente con el que defenderse del intruso.

-No temas, no te haré daño –dijo una voz dulce como la miel. –Sólo quiero hablarte.

-Hablarme… ¿De qué? –preguntó desconfiada. La voz era amistosa, pero ¿A quién pertenecía? ¿Cómo había entrado en su casa?

-Hablarte… y conocerte. Porque te amo desde la primera vez que te vi. Por favor, no me rechaces, déjame conocerte.

-Esto es surrealista. No lo entiendo. ¿Quién eres?

Jasmine apartó su mano cuando él intentó coger la suya. Era un loco, un maniático. Pero su voz… su voz era tan hermosa, que no lograba reaccionar como debería en ese caso.

-Escúchame, por favor, solo escucha. Estuviste a punto de morir, y yo la vi en ese momento, vi tu alma, y te amé al instante. Ahora necesito conocerte, necesito sentir. Sólo te pido que hablemos, nada más.

-Viste mi alma, te enamoraste de mi y quieres hablar ¡Eso no tiene sentido! ¡Enciende la luz y muéstrate! No hablaré contigo en la oscuridad, y es posible que con luz tampoco.

64

-No puedes verme, no lo entiendes. Tendrás que confiar en mí, como Cupido se lo pidió a Psique. Entiendo que sea algo brusco para ti que te pida esto un desconocido al que no puedes ver, te daré tiempo. Por favor, decídete.

La luz volvió de repente y no había nadie a su alrededor. Por un momento, se preguntó si no habría sido todo un sueño… pero entonces vio la flor. Una violeta reposaba sobre su almohada, y sobre ella una nota que decía

Volveré si pronuncias mi nombre en la oscuridad.

Tu enamorado Cupido.

¿Cupido y Psique? Era una de sus historias favoritas. Él solo se le aparecía en la oscuridad, y ella era feliz hasta que, finalmente, sus hermanas la convencieron de que su marido podía ser un monstruo y ella decidió encender la luz para comprobarlo… para encontrarse con que había traicionado la confianza del dios del amor, su marido, que se marchó. ¿Qué pretendía su extraño visitante identificándose con Cupido? ¿Por qué se ocultaba en la oscuridad como el dios? Había dicho que había visto su alma. ¿Sería su ángel guardián? Pero se preguntaba si los ángeles podían amar, y tampoco tenía sentido que se ocultara si lo era, porque ella ya le había visto… y no le podía olvidar.

La primera noche no pronunció su nombre. No tuvo valor. Y él no apareció. Pero la noche siguiente, tras pasar varias horas en vela, no pudo aplacar su curiosidad.

65

- ¿Cupido? –susurró a la oscuridad de la noche. Al principio no ocurrió nada, pero, cuando volvió a intentar dormir pensando que era una estúpida, él apareció.

-Tú me llamas y yo acudo, como te prometí. No sabes cuánto me alegro de que hayas tomado esa decisión.

-Dijiste que querías hablar. ¿De qué?

-De ti, de tus gustos, de tus opiniones, de todo. Quiero saberlo todo de ti, quiero conocerte. Quiero entender por qué me enamoró tu alma.

-¿Quién eres?

-Soy Cupido.

-No lo eres. ¿Ni siquiera me dirás tu nombre?

-No puedo, por favor, no me lo pidas.

-Me pides que confíe en ti, pero te refugias en la oscuridad, y eres tu quien no confía en mí. ¿Por qué no te atreves a mostrarte?

-Tengo poderosas razones.

-Dime una.

-Tú le viste, y ahora le buscas. Adoras lo que viste, lo sé porque yo también lo vi. No puedo igualarle en su magnificencia, necesito que me ames por cómo soy, pero si me ves, solo verás a quien no es tan perfecto como tu salvador.

-Tú también le viste, entonces ¿No fue un sueño? ¿Existe de veras? ¿Qué sabes de él?

66

-Sé que es un sueño, que es inalcanzable, que no le olvidarás hasta que no ames. Sé que quiero ser aquel que te haga olvidarlo.

-¿Cómo olvidarlo, aunque ame?

-Déjame ayudarte a hacerlo.

-No estoy segura de querer olvidar.

-Entonces nada me retiene aquí. Si cambias de idea, sabes que acudiré. Siempre acudiré a ti.

Su presencia se desvaneció de la habitación del mismo modo que lo hizo la primera vez. Y ella se sintió sola sin su presencia. Dos noches más pasaron, aunque ella deseaba llamarle. ¿Quién era él para exigirle esa confianza ciega? ¿Quién para pedirle que olvidara algo tan hermoso? Hasta que ya no soportó más, y volvió a pronunciar su nombre.

**

No quería olvidar, y eso le atormentaba. ¿Cómo saber si ella podía llegar a amarle, si no podía quitarle de la cabeza su imagen angélica? Podía mostrarle quien era en realidad, pero eso no significaría nada. Porque ella solo le amaría como amaría cualquier hombre a un ser de naturaleza angélica al vislumbrar su verdadera forma.

Al principio había pensado que la idea de Cupido le serviría para llegar hasta ella, pero ella era demasiado escéptica, demasiado desconfiada. No la culpaba por ello. Lo entendía. Pero no le había vuelto a llamar por esa desconfianza. ¡Qué feliz le

67

había hecho su susurro vacilante la noche que le llamó! La felicidad era un extraño sentimiento, tan absurdo e incontrolable como maravilloso. También experimentaba melancolía. Era dulce y desagradable al mismo tiempo. ¡Era tan hermoso sentir!

Pronto sintió una presencia maligna cercana. Poniéndose alerta, pues siempre tenía que ser así con los demonios, esperó hasta que ésta hablara.

-Un maravilloso trabajo este que has hecho. Nadie se esperaba que un neutral arrebatara un alma a Dios de ese modo. Les has causado muchos problemas, enhorabuena. Se te recibirá con honores ahí abajo.

-No he tomado aun mi decisión –dijo con sequedad. El demonio le miró intensamente durante un buen rato.

-Interesante –dijo al fin. Comenzó a desvanecerse poco a poco, pero antes de hacerlo del todo añadió – De todos modos, ya tienes un pie dentro del infierno.

Meditando ese extraño encuentro fue cuando escuchó de nuevo su nombre ficticio.

“Cupido”, había pronunciado ella, esta vez sin vacilación. Y él acudió presuroso a su llamada.

**

Como había pasado la primera vez, no acudió al instante, sino cuando ella empezaba a impacientarse. Parecía que lo hacía a propósito,

68

pero no estaba segura. Finalmente, su voz susurró a su espalda.

-Aquí me tienes, como te aseguré. Me alegra que hayas decidido intentar olvidar

-No voy a intentar olvidar.

-¿Por qué me has llamado entonces? –dijo la voz con tono desconsolado.

-Porque me intrigas. Yo también quiero hablar y saber de ti.

-No puedo revelarte quien soy.

-No te lo he pedido esta vez. Sólo te he dicho que quiero conocerte. Y que te permitiré que intentes hacerme olvidar, aunque no lo lograrás de modo alguno.

-No pido más que lo que puedes ofrecerme, así que me conformo.

-Hablemos, pues –dijo ella con una sonrisa.

Y hablaron durante horas, esa noche, y todas las siguientes. Y él se fue acercando poco a poco a ella, con respeto a sus reacciones, con paciencia. Primero un roce, más adelante una caricia, un abrazo. Y ella le iba abriendo su corazón cada vez más hasta que al fin olvidó a su salvador. Ahora a quien no olvidaba, a quien extrañaba en la luz era a su Cupido. Y buscaba la oscuridad, porque allí era donde le encontraba a él.

Gauden iba revelando su identidad poco a poco a Jasmine. Primero su nombre, luego leves pistas,

69

hasta que al fin decidió revelarle toda la verdad, mostrarse a ella sin oscuridad. Y ella comprendió entonces el porqué de tanto misterio, feliz de que lo hubiera hecho.

**

El tiempo pasaba, y la relación se hacía fuerte. Pero una sombra se cernía sobre su felicidad. El hecho de que ella no debería seguir viviendo había destrozado el equilibrio armónico del que se componía el mundo. Los ángeles, e incluso algunos demonios, deseaban reinstaurarlo. Y solamente existía un modo de recuperarlo.

No necesitaron más que mandar un arcángel para hacer el trabajo. Aunque fuerte, Gauden no tenía suficiente poder como para oponérsele. No pudo protegerla, no pudo salvarla. No pudo más que comprobar, impotente, cómo se llevaban a su amada a donde debía estar desde hacía tiempo. Y fue entonces cuando Gauden experimentó el odio. Un odio tan brutal, tan intenso, que no deseaba otra cosa que matar a todos los ángeles, para vengarse así de lo que le habían hecho.

Dos alternativas, dos finales. ¿El triunfo del bien o

del mal? La batalla está en cada alma, así que

cada alma debe decidir cómo acaba la contienda.

70

Final alternativo 1

- Ya te dije que tenías un pie en el infierno. –dijo el demonio que se le había aparecido anteriormente. Gauden le miró con desprecio, pero sabía que tenía razón. Odiaba a los ángeles… y eso le convertía en demonio.

Final alternativo 2

- Ya te dije que tenías un pie en el infierno. –dijo el demonio que se le había aparecido anteriormente. Gauden le miró con desprecio. Odiaba a los ángeles… y eso le convertía en demonio… pero solo en teoría. Aun odiando a los ángeles, podía elegir. Elegir ser un demonio y vengarse de lo que habían hecho. O elegir ser un ángel, y así poder ir al cielo y reunirse con Jasmine. No se lo pensó dos veces. Jasmine le esperaba.