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La leyenda llacolen En un valle de lo que es ahora Concepción vivía un arrogante toqui (jefe de la tribu) llamado Galvarino. Este toqui tenía una hija, bella entre las bellas y tan arrogante como su padre. El nombre de Llacolén corría de boca en boca entre los belicosos mapuches. El toqui comprendió que ya era hora de casarla. Galvarino inició las conversaciones del caso con el padre de Millantú, joven guerrero, quien la amaba desde hace largo tiempo. Pero Llacolén había heredado la soberbia de su padre. No le hacía feliz seguir las leyes impuestas por su raza. Para acallas el fuego de su ira, solía ir a bañarse diariamente a cierta laguna escondida en la espesura del bosque. Por aquellos días la lucha entre mapuches y españoles eran sangrientas. Estos últimos, provistos de caballos y mosquetes, llevaban la mejor parte. Hay que decir que el río Bio Bio fue por siglos la frontera histórica entre el reino de Chile y el territorio mapuche, allí nuestros indómitos ancestros pusieron una barrera infranqueable a la invasión colonial europea. La ciudad de Concepción fundada con fines militares, albergaba un poderoso ejercito el único pagado con fondos de la corona de Castilla y Aragón. En los primero años de la

La Leyenda Llacolen

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La leyenda llacolen

En un valle de lo que es ahora Concepción vivía un arrogante toqui (jefe de la tribu) llamado Galvarino. 

Este toqui tenía una hija, bella entre las bellas y tan arrogante como su padre. 

El nombre de Llacolén corría de boca en boca entre los belicosos mapuches. 

El toqui comprendió que ya era hora de casarla. Galvarino inició las conversaciones del caso con el padre de Millantú, joven guerrero, quien la amaba desde hace largo tiempo. 

Pero Llacolén había heredado la soberbia de su padre. 

No le hacía feliz seguir las leyes impuestas por su raza. Para acallas el fuego de su ira, solía ir a bañarse diariamente a cierta laguna escondida en la espesura del bosque. 

Por aquellos días la lucha entre mapuches y españoles eran sangrientas. 

Estos últimos, provistos de caballos y mosquetes, llevaban la mejor parte. 

Hay que decir que el río Bio Bio fue por siglos la frontera histórica entre el reino de Chile y el territorio mapuche, allí nuestros indómitos ancestros pusieron una barrera infranqueable a la invasión colonial europea. 

La ciudad de Concepción fundada con fines militares, albergaba un poderoso ejercito el único pagado con fondos de la corona de Castilla y Aragón. En los primero años de la conquista llego hasta la capital del sur, un joven capitán castellano quien fue puesto a las ordenes de García Hurtado de Mendoza, entonces capitán general y gobernador del reino de Chile. Este joven soldado fue designado a tareas de exploración en territorio que los godos consideraban hostiles, al sur del río Bio Bio. Con una clara tarea de cuantificar el tamaño de un ejercito mapuche que se reunía al sur del río Bio Bio, cruzo una noche a nado y se interno en la cordillera de Nahuelbuta, un fuerte temporal lo atrapo en la cordillera y perdió tanto la orientación como al grupo de soldados que lo acompañaba. 

Sucedió que un capitán español, yendo a reunirse con su tropa, en el vagar por entre los cerros bajo hasta un estero y de allí a una hermosa Laguna vio a Llacolén, y su belleza lo deslumbró, de solo verla el español se enamoro, se

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aproximo muy sutilmente y una vez que esta emprendió camino a casa se le acerco para que

le ayudara a encontrar un camino de vuelta a Concepción. La joven mapuche era nada menos que Llacolén hija del mítico Galvarino, guerrero indómito, el mismos cuyos brazos fueron cortados brutalmente por los españoles durante el combate de Lagunillas, en un intento fallido de intimidar a su aguerrido pueblo que resistió siglos la invasión colonial europea. 

La india lo contempló a su vez y lo encontró mas gallardo, hermoso y arrogante que su prometido Millantú, fascinados, se enamoraron, y en los escasos intervaleos de tregua, mientras los mapuches reponían de sus derrotas, siguieron viéndose junto a la laguna. 

Rota de pronto la tregua, hubieron de separarse. 

Fueron nuevamente vencidos los indígenas y ambos toquis fueron cruelmente ejecutados. Tras el combate de Lagunillas y al enterarse Llacolen del salvajismo con que su padre había sido mutilado por el ejercito hispano, se fue a refugiar hasta su laguna, mientras lloraba en sus orillas, allí, en el silencio de la noche, escuchó el galopar de un caballovio que desde los cerros llegaba su joven capitán, ¡Era su amado que volvía para llevarla con él! 

Pero Millantú, buscándola desesperadamente, se internó en el bosque. 

Al verla en los brazos del enemigo, corrió hacia el dando gritos de furia. 

Se trabaron en violenta lid. Lanza y espada chocaron una y otra vez, saltó sobre él produciéndose una lucha cuerpo a cuerpo que terminó con una cabeza destrozada y una espada en pleno corazón: los dos jóvenes el mapuche y el español habían muerto. hasta caer ambos sin vida sobre la hierba.-¡Traidora!- alcanzó a gritar Millantú antes de morir. 

Fuera de sí, Llacolén se arrojó a la laguna que hoy lleva su nombre, mientras la luna reflejaba su inmutable cara en las aguas mansas.