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1 LA IGLESIA Y LA POLÍTICA Patrick Hanssens INTRODUCCIÓN En el centenario de la República Este año Panamá celebra el centenario de su existencia como república independiente. Sin embargo, nuestra vida como nación soberana no está exenta de problemas sociales muy profundos. Muchos de estos problemas son producto de actitudes personales y culturales. Por eso, el mejor aporte que, como Iglesia, podemos dar a nuestro país en este centenario es la evangelización de la vida política y social. ¿Por qué? Vemos que muchos panameños y panameñas están profundamente decepcionados de los políticos y sus partidos. Mucha gente percibe la política como sucia o la identifica con corrupción. La gente tiene la sensación que los políticos los engañan con falsas promesas y, una vez en el poder, cuidan sobre todo sus propios intereses. Actuando así, hacen pensar que la política es una mera lucha por el poder, que no vale la pena participar y que votar no sirve para nada, pues al final estamos iguales o peores que antes. Todo esto demuestra la urgente necesidad de una nueva cultura política con objetivos puestos en el bien común y criterios éticos de discernimiento y de participación. Dice el Cardenal Oscar A. Rodríguez, de Honduras: "Uno de los desafíos de la Iglesia en Latinoamérica en el siglo XXI es el diálogo con el mundo de la política, para recuperar la nobleza y dignidad de esta actividad." ¿Para qué? El Evangelio es una fuerza renovadora capaz de transformar a personas y estructuras. Dice Juan Pablo II: "Con el mensaje evangélico la Iglesia ofrece una fuerza liberadora y promotora del desarrollo precisamente porque lleva a la conversión del corazón y de la mentalidad; ayuda a reconocer la dignidad de cada persona; dispone a la solidaridad, al compromiso y al servicio de los hermanos." (RMi 59). De cara al 2004: De cara a las elecciones del 2004, es importante que los cristianos nos vayamos formando sobre nuestra responsabilidad cívica y social. Dicen los obispos de Panamá: "La democracia no es algo conquistado definitivamente, sino que es un

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LA IGLESIA Y LA POLÍTICA

Patrick Hanssens

INTRODUCCIÓN En el centenario de la República Este año Panamá celebra el centenario de su existencia como república independiente. Sin embargo, nuestra vida como nación soberana no está exenta de problemas sociales muy profundos. Muchos de estos problemas son producto de actitudes personales y culturales. Por eso, el mejor aporte que, como Iglesia, podemos dar a nuestro país en este centenario es la evangelización de la vida política y social. ¿Por qué? Vemos que muchos panameños y panameñas están profundamente decepcionados de los políticos y sus partidos. Mucha gente percibe la política como sucia o la identifica con corrupción. La gente tiene la sensación que los políticos los engañan con falsas promesas y, una vez en el poder, cuidan sobre todo sus propios intereses. Actuando así, hacen pensar que la política es una mera lucha por el poder, que no vale la pena participar y que votar no sirve para nada, pues al final estamos iguales o peores que antes. Todo esto demuestra la urgente necesidad de una nueva cultura política con objetivos puestos en el bien común y criterios éticos de discernimiento y de participación. Dice el Cardenal Oscar A. Rodríguez, de Honduras: "Uno de los desafíos de la Iglesia en Latinoamérica en el siglo XXI es el diálogo con el mundo de la política, para recuperar la nobleza y dignidad de esta actividad." ¿Para qué? El Evangelio es una fuerza renovadora capaz de transformar a personas y estructuras. Dice Juan Pablo II: "Con el mensaje evangélico la Iglesia ofrece una fuerza liberadora y promotora del desarrollo precisamente porque lleva a la conversión del corazón y de la mentalidad; ayuda a reconocer la dignidad de cada persona; dispone a la solidaridad, al compromiso y al servicio de los hermanos." (RMi 59). De cara al 2004: De cara a las elecciones del 2004, es importante que los cristianos nos vayamos formando sobre nuestra responsabilidad cívica y social. Dicen los obispos de Panamá: "La democracia no es algo conquistado definitivamente, sino que es un

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trabajo continuo para cada generación y exige la participación responsable y activa de todos. Requiere una educación y un aprendizaje a lo largo de toda la vida." (La Justicia Social en Panamá, #87). También el Papa Juan Pablo II en su exhortación apostólica a los laicos dice: "Los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la "política"; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común." (ChL 42). El folleto no pretende dar respuestas concretas de cara a las decisiones que cada uno debe asumir, sin embargo, ofrece principios evangélicos, criterios de juicio y pistas de acción, para que cada cristiano pueda asumir con mayor conciencia su propia responsabilidad política, buscando siempre los verdaderos intereses del pueblo panameño y dejándose inspirar por lo que Dios quiere para nosotros.

I LA FE SE CONOCE POR SUS OBRAS 1. LA BUENA NOTICIA DEL REINO DE DIOS En la vida de Jesucristo, Dios ha revelado su amor y benevolencia para con nosotros. Toda la vida de Jesús es un reflejo de este amor y misericordia de Dios. Hablaba de esta forma: “El plazo está vencido, el reino de Dios se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva.” (Mc 1,15). La vida de Jesús estuvo bajo la expectativa y la confianza segura en la venida del reinado de Dios. Es más, la misma vida de Jesús, desde una búsqueda incesante para que la voluntad de Dios se realizara entre nosotros, se hizo manifestación visible de este reinar. Jesús hablaba de Dios como de un Padre bueno y misericordioso. La fe en su Padre-Dios era para Jesús un estilo de vida, marcaba su forma de ser y de vivir. Su propia vida reflejaba el amor de Dios para con cada uno de sus hijos e hijas, de manera especial para con los más excluidos y los apartados. De esta manera, Jesús expresaba la ternura de Dios para con los más débiles, curando a muchos enfermos y devolviendo la salud e integridad de vida a los marginados. Invitaba a sus discípulos a confiar plenamente en Dios-Padre y a vivir un estilo de vida nueva que reflejara esta confianza absoluta. El mismo Jesús estuvo dispuesto a sufrir el rechazo y la muerte como consecuencia de su fidelidad a Dios y su proyecto. La confianza de Jesús en su Padre no ha sido defraudada. Dios lo ha glorificado y le ha dado un Nombre sobre todo nombre. 2. LA FE SE MANIFIESTA EN ACTITUDES NUEVAS

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También a nosotros, Jesús nos invita a preocuparnos primero por el reino de Dios y su justicia, y las demás cosas vendrán por añadidura. (Mt 6,33). Nos invita a no poner nuestra confianza en el dinero, sino a usar el dinero para mejorar las relaciones fraternas entre las personas. "Aprovechen el maldito dinero para hacerse amigos, para que, cuando se les acabe, los reciban a ustedes en las viviendas eternas." (Lc 16,9). Jesús insiste en la necesidad de perdonar, una y otra vez si es preciso. "No hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete." (Mt 18,22). Advierte del camino equivocado de la violencia. A uno de los discípulos que sacó la espada al momento de su arresto Jesús le dice: "Vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la espada, perecerá por la espada." (Mt 26,52). La fe en Dios se demuestra en una actitud de vida con obras de justicia y de bondad (Gál 2,22-23ª). Una fe sin obras es como un árbol muerto. La verdadera fe se reconoce a sus frutos. "Todo árbol bueno da frutos buenos, y el árbol que no es bueno no los da. El árbol bueno no puede dar frutos malos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Por lo tanto, reconocerán al árbol por sus frutos." (Mt 7,17-20). Nuestra fe en el Padre-Dios y el amor a los hermanos y hermanas tiene que traducirse en obras concretas. El seguimiento de Cristo significa comprometerse a vivir según su estilo. Esta preocupación por la coherencia entre fe y la vida ha estado siempre presente en las comunidades cristianas. El apóstol Santiago escribió a las primeras comunidades cristianas: "¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: "Tengo fe", si no tiene obras?, ¿a caso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de ustedes les dice: "váyanse en paz, caliéntense y hártense", pero no les dan lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta." (Stgo 2,14-17). 3. EL DIVORCIO ENTRE FE Y VIDA: UN PECADO GRAVE Sin embargo, para muchos cristianos, existe un divorcio entre la fe y la vida en comunidad. Muchas veces nuestra espiritualidad no ha crecido pareja con nuestra maduración humana. Nos quedamos con una espiritualidad infantil y sentimental, ajena al compromiso evangélico. Nuestras prácticas religiosas son más devocionales que bíblicas, más privadas que comunitarias y fraternales, más íntimas que abiertas al mundo. Esta forma de vivir la fe no es capaz de nutrir nuestro compromiso en el mundo. Son bastante los cristianos que terminan por instalarse cómodamente en su fe sin que su vida se vea afectada lo más mínimo por su relación con Dios. Cristianos que se desdoblan y cambian de personalidad, según se arrodillen para orar a Dios o se entreguen a sus ocupaciones diarias. Dios no penetra en su vida familiar, en su trabajo, en sus relaciones sociales, en sus proyectos e intereses. La fe queda

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convertida en una costumbre, una tradición, una prudente medida de seguridad o un sentimiento emotivo. Todos hemos de preguntarnos con sinceridad: ¿Qué significa realmente Dios en nuestro diario vivir? ¿Qué importa el credo que pronuncian nuestros labios, si falta luego en nuestra vida un mínimo esfuerzo de seguimiento sincero a Jesucristo? ¿No olvidamos, con demasiada frecuencia, cuál es la voluntad del Padre? La verdadera fe ha de traducirse en hechos y actitudes que marcan nuestra vida diaria y que son capaces de transformar nuestro ambiente. Decían los obispos latinoamericanos en Santo Domingo: "La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida cotidiana es una de las varias causas que generan pobreza en nuestros países, porque los cristianos no han sabido encontrar en la fe la fuerza necesaria para penetrar los criterios y las decisiones de los sectores responsables del liderazgo ideológico y de la organización de la convivencia social, económica y política de nuestros pueblos. En pueblos de arraigada fe cristiana se han impuesto estructuras generadoras de injusticia." (SD161). Para crecer en el compromiso social cristiano es necesario una fe que se deja alimentar por el Dios de la vida y de la historia, manifestado en Jesucristo.

II DIOS CAMINA CON SU PUEBLO 1. EL SEÑOR DE LA HISTORIA Entrar en la dinámica de la fe bíblica es introducirse en la experiencia de Dios como Señor de la historia. La fuente de la espiritualidad bíblica es la experiencia de un Dios que se hace presente en la historia para formarse un pueblo y darle vida, y vida en abundancia. En el libro Deuteronomio podemos leer de qué manera el israelita proclama su fe en el Dios de la historia, en el Dios que acompaña a su pueblo a través de los acontecimientos de la vida. (Leamos: Deut 26,1-10). El Dios de la Biblia no es el garante del orden natural, social o político. Su presencia es más bien desestabilizadora. Él nos saca de la rutina y del desorden instituido, para crear cosas nuevas entre nosotros, para formarse un pueblo capaz de hacer historia y de transformar el mundo. Cuando Yahvé se revela a Moíses en la zarza ardiente, le dice: "He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltrataron sus mayordomos. Yo conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo del poder de los egipcios y para hacerlo subir de aquí a un país grande y fértil, a una tierra que mana leche y miel." (Ex 3,7-10).

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La Biblia nos narra la historia de Dios con su pueblo. Es el relato de la experiencia de un pueblo que escucha y cree en la promesa de Dios y que camina a la luz de su Palabra. A través de la historia, Dios escogió a un pueblo para que fuera su pueblo y él su Dios. 2. JESUCRISTO, DIOS-CON-NOSOTROS En la vida de Jesús, Dios se ha manifestado como "Dios-con-nosotros", "Dios-presente-en-la-historia". En Jesucristo Dios se ha dejado conocer como el Dios que quiere estar cerca, caminando con nosotros, para hacernos partícipes de su propia vida. “Se manifestó la bondad de Dios, Salvador nuestro, y su amor por los hombres. No se fijó en lo bueno que hubiéramos hecho, sino que nos tuvo misericordia y nos salvó. En el bautismo volvimos a nacer y fuimos renovados por el Espíritu Santo que derramó Dios sobre nosotros por Cristo Jesús, Salvador nuestro. Por gracia de Cristo pasamos a ser justos y santos y esperamos, como herencia, la vida eterna.” (Ti 3,4-7). En Jesucristo, Dios nos ha revelado la plenitud del proyecto de vida que tiene con la humanidad. Se ha dejado conocer como Padre para revelarnos el amor y la ternura que nos tiene. Al proceder así, nos llama a ser pueblo suyo para asumir en y con nuestra vida, la propia misión de Jesús de ser constructores de su Reino. Jesús nos hace la firme promesa de que nunca estaremos solos en este caminar como pueblo de Dios. Sus últimas palabras en el evangelio de San Mateo son la promesa de su presencia: "Todo poder se me ha dado en el Cielo y en la tierra. Por eso, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termina este mundo." (Mt 28,18-20). 3. LA PRESENCIA DE DIOS HOY Dios no sólo se ha manifestado a través de la historia, sino que también hoy el Señor nos invita a ser su pueblo y nos acompaña en el caminar diario. La promesa de su presencia tiene toda la vigencia para el hoy de nuestra historia. A través de los signos de los tiempos, por medio de su Palabra en la comunidad cristiana y a través del impulso de su Espíritu, el Señor nos habla y nos guía hoy. En medio de nuestro caminar está el Cristo resucitado. Como comunidad cristiana es importante cultivar este ojo contemplativo para poder descubrir el paso de Dios en la vida de nuestro pueblo. La vida cristiana es el camino a través del cual somos invitados a cambiar nuestra vida y a transformar la historia de acuerdo al proyecto de Dios. Esta transformación tiene que ver con las diversas dimensiones de la vida. También tiene que ver con los aspectos económicos, sociales y políticos de la existencia humana.

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Dice Jesús a sus discípulos: "Ustedes son luz para el mundo. No se puede esconder una ciudad edificada sobre un cerro. No se enciende una lámpara para esconderla en un tiesto, sino para ponerla en un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa. Así, pues, debe brillar su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los Cielos." (Mt5,14-16).

III CRISTO NOS COMPROMETE A TRANSFORMAR LA SOCIEDAD 1. EL VERDADERO CULTO A DIOS La Ley y los profetas condicionan la validez de la Alianza al respeto del derecho de los pobres, hambrientos y oprimidos, hasta tal punto que Yahvé parece poner en tela de juicio sus promesas más solemnes cuando reinan la injusticia y la iniquidad. (Leamos: Jeremías 7,4-7). Dios vuelve su rostro ante su pueblo cuando el hermano vuelve el rostro ante el hermano. En los profetas y en la Ley, la justicia es un tema indisolublemente religioso y social. El santo es el justo. La injusticia es una ofensa a Dios. (Dt 24,14-15). Para los profetas, la oración y los actos religiosos no valen nada si no se respeta el derecho del pobre. (Amós 5,21-24; Isaías 1,11-17; Miqueas 6,6-8; Isaías 58,3-10). También en la Nueva Alianza, cuando alguien le preguntó a Jesús qué tenía que hacer para alcanzar la vida, Jesús le respondió: "¿Qué lees en la Biblia?” Contestó: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu; y a tu prójimo como a ti mismo.” Jesús le dijo: "Tu respuesta es exacta; haz eso y vivirás.” Y cuando le pregunta: "¿Quién es mi prójimo?”, Jesús responde con la parábola del buen samaritano. La pregunta por el prójimo no es una pregunta teórica, sino práctica: el prójimo es aquel que necesita de mi ayuda y a quien tengo que atender. Yo no soy el centro, sino el prójimo es el punto de referencia. Sus necesidades definen lo que tengo que hacer. Ante él no me puedo quedar indiferente. (Lc 10,25-37). 2. EL EVANGELIO COMO FUERZA TRANSFORMADORA El compromiso social de la Iglesia, es decir su servicio al mundo, es consecuencia del propio Evangelio, porque el Evangelio nos invita al amor fraterno, a la promoción integral de la persona humana, a trabajar por la justicia y la paz entre

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los seres humanos. Como la santidad de Dios se manifiesta en su misericordia y ternura para con las personas, así también los discípulos de Jesús han de irradiar la fraternidad y la solidaridad como expresión visible de su amor a Dios. Decía Pablo VI en su encíclica Anunciando el Evangelio: "Entre evangelización y promoción humana - desarrollo, liberación - existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden antropológico, porque, el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la redención que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que combatir, y de justicia que hay que restaurar. Vínculo de orden eminentemente evangélico, como es el de la caridad; en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento humano." (EN 31). El mismo Evangelio es una fuerza renovadora y transformadora de la sociedad. Así lo expresa Juan Pablo II: "Con el mensaje evangélico la Iglesia ofrece una fuerza liberadora y promotora del desarrollo precisamente porque lleva a la conversión del corazón y de la mentalidad; ayuda a reconocer la dignidad de cada persona; dispone a la solidaridad, al compromiso, al servicio de los hermanos." (RMi 59). 3. LA ENSEÑANZA SOCIAL DE LA IGLESIA Frente a los problemas complejos de la sociedad actual, la Iglesia, inspirada en el Evangelio, trata de orientar a los cristianos para tener claro los principios fundamentales, ofrecer criterios de juicio y pistas de acción, para que el cristiano pueda asumir responsablemente su compromiso en la sociedad. La doctrina social de la Iglesia es la enseñanza del Magisterio (Iglesia como "Maestra") en materia social para orientar al creyente en la tarea de transformar el mundo según el proyecto de Dios. La enseñanza del pensamiento social de la Iglesia no es un añadido, sino que "forma parte de la misión evangelizadora". (SRS 41). Por eso podemos decir que la enseñanza social de la Iglesia es una verdadera catequesis social porque ilumina la vivencia concreta de nuestra fe en temas sociales, económicos y políticos. Dice Juan Pablo II: "Es cierto que la Iglesia tiene como fin supremo el reino de Dios, del que constituye en la tierra el germen e inicio, y así, por tanto, totalmente consagrada a la glorificación del Padre. Pero el Reino es fuente de plena liberación y de salvación total para los hombres: con éstos, pues, la Iglesia camina y vive, realmente y enteramente solidaria con su historia." (ChL 42). Cuando la Iglesia se compromete en los temas sociales no lo hace por afán de poder, sino que el servicio a los necesitados es para la Iglesia, al mismo tiempo, fidelidad a Dios.

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IV HAGAMOS DE PANAMÁ NUESTRA CASA COMÚN Panamá es un país hermoso, con una abundante naturaleza, situado entre dos océanos, en el centro de las Américas. Pero un país no se caracteriza, en primer lugar, ni por su territorio, ni por su paisaje peculiar. Lo que caracteriza esencialmente a un país son sus habitantes, todos ellos con sus rasgos específicos, que van desde el color de la piel hasta su manera de ser y de vivir. 1. LA SOCIEDAD Las personas humanas no vivimos aisladamente. Parte esencial de nuestro ser es la relación con los demás a través de diferentes sociedades y organizaciones. La base de toda sociedad es la familia. Es en ella que se forjan las personas y se transmiten los valores básicos: el amor y el respeto por la vida y por las personas. Los problemas de la sociedad se reflejan en la familia. Como es la familia, así será la sociedad. Otro elemento básico en la sociedad es la religión. Ella da la cohesión más profunda y el sentido a la vida. En la Iglesia nos reunimos para acoger al Señor quien quiere hablarnos al corazón, y quien a través de su Palabra nos convoca para que le alabemos, le demos gracias, le presentemos nuestras necesidades y busquemos realizar entre todos su proyecto de vida. La Iglesia nos reúne como pueblo de Dios, dándole sentido a esta vida e invitándonos permanentemente a renovar nuestra condición de hermanos y hermanas, y de peregrinos que caminamos en la búsqueda de cumplir la voluntad de Dios, en la esperanza de la venida de su Reino. Otra de las instituciones importantes en la sociedad es la escuela. La primera misión de la escuela es preparar a las futuras generaciones para que puedan ser personas de bien. Por eso, la escuela capacita a los jóvenes para la vida profesional, para que puedan asumir el día de mañana su lugar en el mundo del trabajo. A la vez aporta para la transmisión y la recreación de la cultura y de los valores, dentro de lo que llamamos la identidad cultural del pueblo. En la sociedad moderna, cada vez más el trabajo humano se desarrolla en una comunidad que se llama "empresa". En ella se trabaja junto con otros para producir mejor. El factor más importante en estas empresas productivas es la misma persona humana. Por eso, la empresa, antes de ser una entidad productiva, es una comunidad de personas, que con su trabajo buscan asegurarse el sustento para sí y su familia, a la vez que aportan para el bien de la sociedad. Existen también las asociaciones de trabajadores según la labor que realizan,

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como son los gremios sindicales, asociaciones profesionales, cooperativas y asociaciones campesinas. Otro tipo de grupos y asociaciones son los clubes cívicos, los movimientos populares, las asociaciones artísticas, los grupos de derechos humanos, de consumidores y de quienes luchan por la preservación de la naturaleza. Existen diferentes instancias de educación informal, que adquieren cada día más importancia. Hay también comités barriales... Sucede así que un país está formado por muchas personas que tienen derechos y obligaciones y que se organizan de diversas maneras para poder vivir mejor y para servir más adecuadamente a los demás. Esta diversidad de grupos y asociaciones enriquece la sociedad y la vida de las personas. 2. EL ESTADO El Estado es la organización pública de un país que tiene como meta armonizar y coordinar los diferentes intereses particulares dentro de un proyecto global. Podemos hablar del Estado panameño porque la población que habita este territorio tiene un ordenamiento de la vida pública con su proyecto y gobierno propio. Cuando un Estado es independiente y soberano, se le reconoce como nación. En este año celebramos los cien años de existir como nación. Es importante en todo momento distinguir entre el Estado y el Gobierno. Los gobernantes no son dueños del Estado, sino que son administradores y servidores de la cosa pública. Los gobernantes quedan por un tiempo limitado, mientras que el Estado es permanente. Los empleados públicos no están al servicio de los gobernantes, sino que son servidores del pueblo. Su función es servir al país para que la cosa pública marche en beneficio de todos. Para que esto sea posible, es necesario que exista una ley de carrera administrativa, por la cual se determinan los derechos y deberes de los servidores públicos y se les nombra no por intereses de un determinado partido, sino por su capacidad y competencia. La estabilidad del servidor público lo hace más profesional y menos dependiente de los caprichos del gobernante de turno.

V “LA POLÍTICA ES EL ARTE DE HACER POSIBLE LO DESEABLE”, Cardenal Oscar Rodríguez 1. ¿QUÉ ES LA POLITICA? Cada uno de los grupos y gremios que componen el país tiene finalidades propias y caminos para obtenerlas. Si no hubiera nadie que tratara de organizar esas

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finalidades entre sí, de ayudar a solucionar los naturales conflictos de intereses que se producen, sería el caos. Viviríamos todos en un mismo territorio, pero en peleas permanentes. Ahora bien, la función de la política es exactamente esta: ayudar a organizar todos los intereses, procurando que haya justicia, es decir, que a cada cual se le reconozcan sus derechos y se le pueda exigir el cumplimiento de sus deberes. Dicho de otra manera, la política tiene como finalidad ayudar a la organización de todos los grupos humanos para que, con el esfuerzo de todos, sea posible convivir en armonía y concordia. La política nos concierne a todos. Nadie puede ni debe vivir sin interesarse por la suerte de su país. A través de múltiples acciones, sea el trabajo en la base, la organización barrial o sindical, la formación de adultos, la reflexión grupal o la expresión de nuestras críticas e ideas constructivas, podemos influir y participar en la organización de la sociedad. Son todas formas de participar en la política, en un sentido amplio de la palabra. Son formas de participar en la política entendida como búsqueda y organización del bien común. 2. LA POLITICA ES UN ARTE NOBLE, PERO DIFICIL El Concilio Vaticano II llama la política "ese arte difícil y tan noble". Un arte tiene que ver con la belleza, con la armonía, es decir con lo que agrada a la vista, al oído. La política es un arte, porque su objetivo es la concordia social, el acuerdo entre todas las asociaciones y la fraternidad entre todas las personas que constituyen la sociedad. Que la política sea un arte significa también que el quéhacer político no se improvisa, sino que requiere de habilidades, según sean mayores las responsabilidades que se asuman. Y al hablar de responsabilidades estamos ya señalando la dimensión ética de la política: tiene que ver con una respuesta al prójimo, quien nos urge a reconocer sus necesidades como propias. La política es un arte difícil porque, por una parte, nos exige escuchar permanentemente la voluntad de Dios y conocer sus designios respecto al hombre y la sociedad y, por otra, porque el desafío de organizar con justicia y en vista del bien común los intereses de todos es una tarea enorme. La política es un arte noble porque el servicio que está llamado a prestar es precisamente la búsqueda del bien común, que hace posible la concordia social y las relaciones fraternas entre todos. Por lo mismo, junto con darnos más felicidad y dignidad, nos puede ayudar a descubrir que si somos hermanos - y vivimos como tales - es porque somos todos hijos de un Padre común. 3. EL BIEN COMUN La meta de la política es el bien común, el bien de todas las personas y de toda la

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persona, es decir su desarrollo más pleno e integral. En esto seremos juzgados. (Mt 25,31-46). Claro está que el Estado por sí solo no puede garantizar la realización plena de cada persona o familia. El Estado no está en la capacidad de dar trabajo a cada uno, no puede garantizar la unidad familiar, ni puede asegurar la felicidad de la gente. Para hacer esto, tendría que limitar grandemente o quitar la libertad y la responsabilidad de las personas y asociaciones. Actuando así haría más daño que bien. La responsabilidad de Estado es crear las condiciones para que las personas y los grupos tengan la oportunidad para asumir su propia responsabilidad y desarrollarse lo mejor posible. 3.1. Definir Prioridades Para lograr esto es necesario definir prioridades. Hay que definir ¿qué es primero y qué es secundario? ¿Qué es más importante: la libertad de todas las personas en tener trabajo y comida, o la de algunas que lucran con la escasez y las necesidades de los demás? ¿Qué es primero: la dignidad de quienes nada tienen o la opulencia de unos cuantos? ¿Qué es más importante: la información veraz puesta al alcance de todos o el éxito de algunos que controlan los medios de comunicación social? ¿Qué es más importante: la seguridad del trabajador o la ganancia de la empresa? Cuando preguntamos ¿qué es primero?, estamos valorando, estamos diciendo que esto es mejor que aquello. En toda acción humana - y por supuesto en la política - hay valores comprometidos. Valores que nos muestran lo que es bueno y lo que es malo o menos bueno, lo que es mejor y lo que no ayuda a construir el bien común. Por lo anterior se ve claramente que el bien común no es la simple suma de los intereses particulares, que son muchas veces contradictorios. Por eso, la búsqueda de bien común implica armonizar y valorar dichos intereses: ver cuáles son más fundamentales para darles una mayor prioridad. En esta valorización se tendrá que tomar en cuenta la dignidad y los derechos fundamentales de todas las personas. 3.2. La libertad y la solidaridad, dos pilares de bien común. En la búsqueda del bien común hay valores fundamentales que tienen que ver con la misma dignidad de las personas y que son la libertad y la solidaridad. Por eso, no se puede sacrificar ni la solidaridad ni la libertad, porque ellos son bienes humanos a los cuales las personas no pueden renunciar sin poner en peligro su condición de tal, sin degradarse como persona. Para conciliar la libertad y la solidaridad es necesario una visión integral de la

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persona humana dentro de una recta comprensión de su vida en sociedad. La libertad humana no se puede confundir con libertinaje, que no asume ninguna responsabilidad social por sus actos. 4. LA " POLITIQUERIA" Cuando se pierde de vista la nobleza de la misión política y la grandeza de esa vocación, se empequeñece la mirada, se pierde el aliento para las grandes tareas y sólo es posible mantenerse en las pequeñas máquinas de poder, en las influencias que tienen su precio, en el dinero fácil y la corrupción. Todo eso es "politiquería" que, además del daño moral personal que causa a quienes degradan el sentido del quéhacer político, provoca también un daño a la sociedad entera y a las posibilidades del bien común. La "politiquería" sucede fundamentalmente cuando se olvida que la política es un servicio a la sociedad en su conjunto, y se pasa a servirse de ella para fines individuales y mezquinos.

VI “UNO DE LOS NUEVOS RETOS PARA LA IGLESIA ES EVANGELIZAR EL MUNDO DE LA POLÍTICA”, Cardenal Oscar Rodríguez Para los cristianos el llamado que Dios nos hace, se expresa a través de la historia de la salvación. Todo ello lo conocemos por la Biblia, por la vida de la Iglesia y por los signos de los tiempos. También hoy, Dios nos habla a través de los acontecimientos y a través de su presencia en la historia humana. El nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia, es llamado a ser sal y luz para las naciones, con miras al reino de Dios. (Mt 5,13-16). 1. EL COMPROMISO SOCIAL DE LA IGLESIA Ahora queremos comprender mejor cuál es el papel que debe jugar la Iglesia en relación con la política. La vida de la Iglesia depende del cuidado de sus Pastores. Ellos fueron puestos por Jesús para que la guiaran. A veces, los Pastores tienen que interpretar la Biblia para que podamos mantenernos unidos en una misma fe. Si no fuera así, nos disgregaríamos y no seríamos un solo cuerpo, como quiere el Señor. Cada uno interpretaría la Palabra y la voluntad del Señor a su manera y no podríamos, entonces, ser un solo rebaño bajo un solo Pastor. Otras veces, ellos tienen que ayudarnos a tener claro los criterios de reflexión y a discernir pistas de acción ante nuevas situaciones humanas que son difíciles de interpretar, sea por su complejidad o por su novedad.

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En estos casos los Pastores de la Iglesia ejercen su Magisterio, es decir la tarea del maestro que enseña y nos ayuda a responder con fidelidad a Dios en medio de las complejas situaciones sociales que nos presenta la historia. El Magisterio de la Iglesia que se refiere a cuestiones sociales, económicas y políticas, se llama Enseñanza Social de la Iglesia y se ejerce a través de pronunciamientos diversos: Constituciones Conciliares; Encíclicas y Exhortaciones Apostólicas del Papa; más particularmente para nosotros están los Documentos de los Obispos Latinoamericanos (Medellín, Puebla y Santo Domingo) y las Cartas Pastorales de la Conferencia Episcopal Panameña. En esta línea y de cara a los nuevos desafíos que vive la nación panameña, la Conferencia Episcopal publicó el 6 de enero de 2001, al finalizar el Año Jubilar, una importante carta pastoral La Justicia Social en Panamá. Las enseñanzas de la Biblia y de los Pastores de la Iglesia nos ayudan a discernir los signos de los tiempos, es decir, a descubrir cómo nos habla el Señor hoy día a través de los acontecimientos, y nos ayudan a actuar. En esta búsqueda nos ayudan igualmente los hermanos y las hermanas de la comunidad eclesial a la que pertenecemos y donde participamos activamente. “Pues donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, ahí estoy yo en medio de ellos", nos dice Jesús. (Mt 18,20). Él, a través de su Espíritu, no abandona a quienes quieren acoger su amor y responderle con entrega generosa. 2. EL REINO DE DIOS Y LOS PROYECTOS POLITICOS La Iglesia anuncia que en Jesucristo el reino de Dios se ha manifestado. Cuando Jesús habla del "reino de Dios" se refiere a la actuación de Dios en el mundo. Su actuación muchas veces no se ve, sin embargo, es como un fermento que va transformando poco a poco nuestra historia desde dentro. Las opciones por la justicia y la fraternidad, y por una mayor comunión y solidaridad entre las personas apuntan a la realización de este reinado. Por eso, son esperanza y tarea concreta para todo cristiano que pretenda asumir en serio su compromiso de fe. Todo lo que contribuye a una mejor sociedad humana, interesa al reino de Dios. Sin embargo, y por lo mismo, ningún proyecto humano puede identificarse plenamente con el Reino. Para la Iglesia solamente el reinado de Dios es el absoluto de nuestra esperanza. En primer lugar, porque el reinado viene originalmente de Dios y no de nosotros mismos. En segundo lugar, porque el reinado se manifestará en su plenitud solamente al final de los tiempos. Estas dos afirmaciones no quitan para nada la responsabilidad del cristiano, en su vida personal y en cuanto miembro de la Iglesia o de cualquier otra asociación humana, a esforzarse por la venida del Reino.

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Por otro lado, cualquier proyecto político, para serlo de verdad, tiene que ser histórico. No puede ser absoluto, sino relativo. El proyecto político está sujeto a las circunstancias precisas que una determinada sociedad está viviendo, aunque siempre iluminado por las exigencias del Reino. Por eso, decimos que la política es "el arte de lo posible", de aquello mejor que se puede alcanzar en una situación dada, en medio de los condicionamientos que provienen de las diferentes realidades culturales, sociales y económicas, y de las cuales el quéhacer político no puede prescindir. La pretensión de prescindir de estas realidades históricas y condicionantes, por una parte, o la de querer aplicar modelos abstractos y absolutos, por otra, conducen hacia mentalidades, actitudes y sistemas totalitarios, que no respetan la libertad de los demás. Desaparecen, de este modo, el diálogo y la búsqueda de consensos a través de negociaciones y, con ello, la posibilidad de la concordia social. Actuando de esta manera, la política se transformaría en algo absoluto, pasaría a ser la única dimensión de la vida humana digna de ser considerada, y dejaría, entonces, de cumplir su propia función de servicio para la sociedad. Además, cuando se absolutiza la política, por olvidar o prescindir de las otras dimensiones de la vida humana, sucede que se simplifica la realidad - que es siempre compleja -. El que pretende ser "político" de esta manera absolutizada, no puede mirar ni interpretar adecuadamente esa realidad, se degrada a sí mismo y no puede servir de verdad a la causa del desarrollo de la persona en todas sus dimensiones y a la convivencia fraterna.

VII POR UNA DEMOCRACIA AMPLIA Y PARTICIPATIVA 1. LA DEMOCRACIA Y LOS PARTIDOS POLÍTICOS "Democracia" quiere decir que somos los ciudadanos y las ciudadanas quienes tenemos el poder de decidir y que los gobernantes deben estar al servicio del bien común y no al revés, como ocurre habitualmente. El fundamento de todo sistema democrático es el respeto por los derechos humanos. La democracia existe en función de estos. Nuestra participación se expresa principalmente a través del derecho al voto, por el cual el pueblo elige a sus gobernantes. Así, cuando votamos estamos fortaleciendo la democracia. Pero para que la democracia sea algo más que una palabra, nuestra participación debe ser consciente y responsable.

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Dentro del sistema democrático los partidos son el medio propio para participar en la política. Los ciudadanos se organizan como partido en torno a un proyecto común para resolver los problemas fundamentales de la nación. Los partidos proponen a la sociedad programas de gobierno para ordenar la economía, la salud, la educación, el cuidado por el medio ambiente, etc. en función del bien común, y buscan el apoyo del electorado para llegar al poder y realizar sus propuestas. Los partidos pueden tener muchos miembros. Algunos son militantes activos. También hay quienes tienen una vocación política más precisa y aspiran postularse a los cargos directivos en el partido o a los puestos de elección popular. 2. MARCO CONSTITUCIONAL Y LEGAL Ahora bien, para que funcione la democracia, es necesario un marco constitucional y legal. Es importante la libertad de pensamiento y el derecho a la libre expresión de las ideas. Esto significa la discusión pública de los planes de gobierno, el desarrollo de la capacidad crítica y el control social que impide graves deterioros morales en la sociedad, entre los cuales está la corrupción administrativa. De aquí, entonces, la exigencia de la libertad de prensa y la necesidad de asegurar a todos el derecho de acceder a los medios de comunicación en igualdad de condiciones. La discusión pública de los problemas de un país cumple, además, una función educativa que ayuda a que cada cual vaya asumiendo su propia responsabilidad social. Por iguales razones es fundamental, para que pueda existir una verdadera democracia, la libertad de asociación en sus diversos sentidos y, particularmente, la de los partidos políticos. La democracia quiere ser un sistema institucionalmente abierto que hace posible la alternancia en el poder a través de elecciones periódicas Es, entonces, una condición esencial que haya elecciones libres y que el voto de cada ciudadano se pueda emitir con la información debida y el secreto que asegure esa misma libertad y resguarde de presiones indebidas. Las democracias funcionan con mayorías y minorías. Cada uno de ellas cumple su propia función. Mientras la mayoría gobierna y ejerce el poder y la autoridad, la minoría ejerce una tarea crítica y de control. Igualmente resulta imprescindible la división de los Órganos del Estado (el ejecutivo, el legislativo, el judicial), que da independencia al uno respecto a los otros y permite un control recíproco que impide o dificulta los posibles abusos. Cada uno de estos Órganos ha de estar sujeto a las leyes y la Constitución para que exista un Estado de Derecho.

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3. LA DEMOCRACIA COMO ESTILO DE VIDA Además de ser una estructura política, la democracia exige actitudes propias de cada ciudadano. Para decirlo de otra manera, la democracia debe ser también un estilo de vida. Algunas de las virtudes ciudadanas o disposiciones habituales que tenemos que desarrollar y que hacen posible convivir en democracia son: el respeto por el otro, la tolerancia hacia ideas y opiniones diferentes a las mías, la capacidad de diálogo, la participación responsable en los quehaceres de la comunidad, la reflexión crítica sobre los problemas que se presentan, la no-violencia activa, el sentido del bien común y la honestidad. Sin estas actitudes ciudadanas es muy difícil que un sistema democrático funcione. Por eso, debemos educarnos a nosotros mismos y a las futuras generaciones para que aprendan a vivir en democracia y sean ciudadanos respetuosos de los demás, creativos en sus ideas, activos en las cosas de la comunidad e íntegros en su caminar. La familia en primer lugar es la principal escuela donde se educa a los niños y jóvenes a vivir en paz y armonía. También a través de las diferentes iglesias, de las escuelas y de los medios de comunicación social se debe promover una cultura de paz y de preocupación por el bien común. Por todo lo anterior, se comprenderá fácilmente por qué la Iglesia prefiere este sistema de organización de la sociedad a cualquier otro. De hecho, es el sistema que asegura el máximo de participación de todos y, aunque pueda perfeccionarse aún más por tratarse de una realidad humana, es el que ofrece la mayor garantía en relación con el respeto a la inalienable dignidad de la persona humana.

VIII “EL CRISTIANO DE NINGÚN MODO PUEDE ABDICAR DE LA PARTICIPACIÓN EN LA POLÍTICA”, Juan Pablo II 1. NUESTRA RESPONSABILIDAD Cada cristiano debe asumir una responsabilidad activa en materia política. Esto significa para él una serie de deberes ineludibles. El primero de estos es formarse. Se trata, sin duda, de la formación general como persona y como cristiano, pero, más en particular y en relación con las responsabilidades políticas, de llegar a descubrir una respuesta coherente como pueblo a los desafíos de nuestro tiempo a la luz del Evangelio y de la enseñanza social de la Iglesia.

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El segundo de estos deberes es informarse. De este deber deriva el derecho a una información veraz y oportuna. Sin ella resulta imposible conocer la realidad social, los desafíos y urgencias que ella plantea, las propuestas más adecuadas para la concordia y el desarrollo justo de la sociedad. Como cristianos tenemos la responsabilidad por aprender a analizar críticamente la realidad en la cual vivimos. A través de la información podemos conocer las causas de los problemas y buscar alternativas constructivas. El tercero es el deber de participar en la vida social y política según la vocación propia de cada cual. Una primera forma de participar es a través de las organizaciones y movimientos sociales. Ellos pueden ejercer una presión real sobre los gobernantes para que tomen las decisiones en función del bien común. Dicen los obispos en su Carta Pastoral La Justicia Social en Panamá: "La democracia debe fundamentarse sobre una amplia base social que garantice la participación ciudadana y de los movimientos sociales, superando así la tentación de limitar la participación al sistema político partidista y electoral." (#100). Es importante que la ciudadanía ejerza un papel fiscalizador sobre las actuaciones de sus gobernantes. Hay que confrontar y evaluar las gestiones del gobierno a la luz de los programas presentados a través de una auditoría cívica. Una forma más explícita de participación es a través de los partidos políticos. Parece obvio que estos deberes son mayores en la medida que cada uno reconozca en sí mismo su propia vocación política. Así el ciudadano común, aunque deba formarse, informarse y participar, tendrá una exigencia menor que aquél que es miembro de un partido político o aquél que asume responsabilidades políticas directas. 2. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES PARA EL DISCERNIMIENTO Aunque la Iglesia reconozca y valore la autonomía propia de cada partido en sus decisiones políticas, el cristiano, que ha sido convocado a hacer una opción radical por el Dios de la vida, no puede apoyar o adscribirse a un partido que no respeta el derecho a la vida. De esta opción por el Dios de la vida deriva, para el cristiano, una opción fundamental por la dignidad de cada persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. De allí que el reconocimiento de los derechos humanos será un criterio imprescindible para el discernimiento, tanto el respeto por los derechos individuales, como la promoción de los derechos sociales y económicos: derecho a la salud, la vivienda, al trabajo... De las opciones anteriores deriva un tercer criterio que es la opción preferencial por los pobres. Para un cristiano, la solidaridad y la justicia no pueden ser dejados de lado a la hora de discernir en el orden político. En la Biblia, el Dios de la vida manifiesta una ternura especial por el débil y empobrecido. Dios mismo

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toma su defensa y lo ama. Además, no es posible construir una sociedad con justicia para todos sin prestar una atención especial por los derechos de los más empobrecidos. (Lc 4,18-19). Estas tres opciones deberán ser elementos de inspiración permanente del quéhacer del cristiano en política y, a la vez, de discernimiento constante para las decisiones que cada cual deba tomar. De esta manera, si parece que cada cristiano deba asumir su responsabilidad propia en materia política, también es evidente que sólo participará en aquellos partidos que promuevan el bien común en un ambiente de justicia y de libertad para todos. Dicen nuestros Obispos: "Como cristianos no debemos apoyar partidos y proyectos políticos que funcionan exclusivamente al servicio de los intereses del poder económico y en detrimento de la vida y de los derechos humanos, lo que los hace ineficaces para impulsar el bien común." (# 104). Una vez más, la participación en política para un cristiano es, en primer lugar, una responsabilidad ética, y como tal es parte de su respuesta personal al llamado del Señor. 3. FORMAS DE PARTICIPAR Ya hemos dicho que si la política es un servicio al bien común de la sociedad humana, ningún cristiano puede eximirse de esta tarea que viene imperada para él por el mandamiento de la caridad y por las exigencias de la justicia. A los cristianos laicos, según sea su vocación personal, les corresponderá, bajo grave responsabilidad de conciencia, participar de una u otra forma en el quéhacer político. Dice Juan Pablo II: "Los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la política; es decir, de la múltiple y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común." (ChL 42). Dicha participación podrá ir desde el ejercicio del derecho a pronunciarse y a votar, hasta postularse para puestos de elección popular y ocupar cargos de responsabilidad política, pasando por diversas formas de adscripción y práctica partidarias. El cristiano que actúa en la política hará bien en revisar constantemente sus motivaciones e interrogarse acerca de su fidelidad a Jesucristo y a la comunidad. Los obispos, sacerdotes y religiosos(as) tampoco pueden eximirse de la responsabilidad general del cristiano ante la política. Sin embargo, y dada su función y el servicio a la unidad que en la Iglesia y desde ella deben prestar, la prudencia les aconseja prescindir de cualquier adscripción partidaria o manifestación pública a favor de algún partido o candidato concreto.

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Todo lo cual no quita que deban ayudar a formar la conciencia de los cristianos desde una perspectiva ética en relación con el quéhacer y la responsabilidad política, y que deban, a la vez, intervenir en cuestiones políticas y desde la perspectiva del Evangelio, cuando estén en juego las opciones cristianas fundamentales. En tales casos, la intervención de la Jerarquía no será sino un servicio más, que proviene de su propio ministerio, y que tiene que ver con su propia misión: servir siempre a la comunión. Más todavía cuando ésta se encuentre amenazada.

IX EN LAS ELECCIONES ¡A VOTAR CON CRITERIO! 1. NO NOS DEJEMOS ENGAÑAR No todo lo que brilla es oro. La propaganda política que aparece en la televisión es igual a la propaganda comercial: engañosa. Quiere hacernos creer que los candidatos están siempre cerca de los pobres y se preocupan de sus necesidades. ¡Que no nos engañen! Cuando están en campaña, todos los candidatos dicen que quieren sacrificarse por la patria. Sin embargo, la experiencia nos enseña que muchas personas que se meten en política buscan mas bien su provecho propio. Debemos estar atentos y no dejarnos engañar por esas personas que hablan bonito, pero tienen malas intenciones. Para que los anuncios políticos no nos impresionen, hay que tomar en cuenta que detrás de cada uno de estos hay expertos en publicidad y con recursos técnicos para fabricar mensajes de impacto. En el anuncio político que pasa por televisión, no aparece el candidato real, sino el candidato actor: el que tiene que memorizar diálogos, vestirse, sonreír, caminar, saludar, acariciar niños, abrazar ancianos, tal y como se lo indican sus asesores. Su objetivo es lograr el voto de los electores manipulando sus sentimientos y emociones. En este negocio lo que importa es vender o ganar. Por eso, apelan a las emociones y no a la inteligencia de la audiencia. La experiencia nos demuestra que esas personas una vez elegidas, no cumplen con lo prometido, se enriquecen más bien con el patrimonio del Estado, es decir, con nuestros recursos. 2. CRITERIOS PARA ELEGIR La democracia, para que funcione, exige una ciudadanía consciente y responsable. Cuando escogemos al presidente de la República, a los legisladores, a los alcaldes y a los representantes, lo hacemos para que nos representen y velen por el bien común.

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Sin embargo, muchas personas comprometen su voto a cambio de un empleo u otros supuestos favores. Otras se aferran al partido político en el que han nacido y crecido. Lo defienden contra viento y marea. No se fijan qué tipo de personas son los candidatos ni cuáles alternativas de desarrollo ofrecen para el país. El voto por colores no es un voto consciente. Votar conscientemente es escoger candidatos capaces, honrados y con los mejores planes de gobierno. Por eso, al momento de votar hay que tomar en cuenta la trayectoria del partido, el programa de gobierno que presenta y la honestidad y capacidad del candidato. 2.1. Partidos comprometidos con los intereses del pueblo: En nuestro sistema electoral los candidatos para legislador y presidente son propuestos por los partidos. Esto quiere decir que su manera de proceder estará fuertemente influenciada por el partido al que pertenecen. Por esta razón es importante conocer los partidos: su trayectoria de lucha y ubicación en el ambiente social, su proyecto de sociedad y su plan de gobierno. También es importante tomar en cuenta la democracia interna del mismo. Muchos partidos parecen tener dueño, por lo que sus miembros tienen poca o ninguna participación en las decisiones del partido. Hay partidos que son constituidos para defender los intereses de las clases dominantes. Aunque sus discursos durante la campaña electoral son populistas y prometen que van a trabajar para ayudar a los pobres, sus verdaderos intereses son otros, son los intereses de su clase social. Lo demás son eslóganes para conquistar votos. Por eso, es necesario analizar los intereses que hay detrás de cada partido político, ¿a qué grupo social representa?, ¿cuál es su visión de sociedad? y ¿qué proyecto económico promueve? 2.2. Programas serios y coherentes: En un sistema democrático, una campaña electoral debería ser, principalmente, un proceso mediante el cual los partidos políticos y sus candidatos expongan sus programas y planes de gobierno para decirnos cuáles problemas van a solucionar y cómo piensan hacerlo. Un programa serio debe enfrentar los grandes retos de la sociedad: la pobreza, el desempleo, la falta de equidad, la preservación del medio ambiente, la salud pública, la seguridad ciudadana y la administración de justicia recta y expedita, tomando en cuenta nuestra identidad nacional en el contexto de una mayor integración global. Cuando hablamos de programas de gobierno no se trata de promesas aisladas e

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individuales que se hacen con mucha facilidad durante la campaña electoral y que después, en la mayoría de los casos, no se cumplen; se trata mas bien de una propuesta integral y coherente, a través de la cual se pretende lograr un desarrollo económico que crea oportunidades de trabajo, junto con una política social para que también los excluidos tengan acceso a la salud y educación. Claro está que un programa serio y coherente implica también ¿cómo se va a financiar?, ¿de dónde van a salir los recursos?: ¿a través de impuestos - y a quiénes - o a través de un endeudamiento progresivo? Las alianzas electorales, para que sean confiables y perdurables, deben tener una cohesión interna en torno a un programa de gobierno y no ser constituidas de manera oportunista sólo para conquistar el poder. Este tipo de alianza siempre será frágil y pasajera. 2.3. Candidatos íntegros y capaces: Al momento de elegir es necesario analizar también la calidad de las personas. Un buen candidato debe ser íntegro y capaz. La integridad implica la dedicación leal y desinteresada por el bien común, la honestidad y la transparencia, la sensibilidad social y el sentido de justicia. Todo eso debe manifestarse en una trayectoria de lucha e implica un determinado estilo de vida. Por otro lado, el candidato tiene que tener la capacidad para analizar los problemas que afectan al país y para elaborar propuestas constructivas; capacidad también para escuchar, dialogar y conciliar, y para tomar decisiones adecuadas en momentos difíciles. El mejor criterio para asegurarse de las cualidades políticas y humanas de un candidato es conocer su trayectoria de vida y de lucha por el bien de la comunidad y del país. Un candidato que se pasa hablando mal de sus adversarios o que se dedica a insultar, que es agresivo y utiliza medios violentos durante su campaña, no merece nuestro apoyo.

X “NO PUEDE HABER UNA BUENA POLÍTICA SIN TENER CLARO A QUÉ TIPO DE SOCIEDAD ASPIRAMOS”, Cardenal Oscar

Rodríguez Para participar responsablemente en la política es necesario tener una visión del país que queremos. De otro modo, nos podemos dejar engañar por unas cuantas promesas electorales. Sin una visión coherente, la política camina sin rumbo.

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En enero de 2001 los Obispos de Panamá escribieron una carta pastoral muy importante sobre La Justicia Social en Panamá. Consideremos algunos de los retos fundamentales que mencionaron y que debemos enfrentar como pueblo y nación. 1. LA CONSOLIDACIÓN NACIONAL 1.1. Manejo y modernización del Canal: Dentro de todo programa de gobierno debe estar claro cuál será el manejo del Canal y de qué manera se piensa trabajar por su modernización. La modernización no puede estar simplemente al servicio de las navieras internacionales, sino que tiene que tomar en cuenta los intereses del propio país. ¿Cómo modernizar el Canal, sin que ésta sea a costo de la inundación de las tierras de muchos campesinos pobres y sin que ésta implique un endeudamiento insoportable para el país? ¿Cómo garantizar de que las decisiones que se tomen sean realmente consultadas y decididas por el propio pueblo panameño? 1.2. Una democracia participativa: Todo proyecto de gobierno tiene que tener alguna propuesta para garantizar una mayor participación ciudadana. La descentralización del poder podría acercar la autoridad a los ciudadanos y facilitar una mayor participación en y fiscalización del poder. ¿Cuál es la propuesta que tienen los candidatos y partidos sobre la autoridad municipal y de los corregimientos? ¿Se prevé la posibilidad de que los municipios y las alcaldías tengan mayores recursos para responder a las necesidades locales? Para evitar la politización de la administración pública es necesario la implementación de una ley de carrera administrativa y una ley general de sueldos. ¿Cuál es la propuesta de nuestros candidatos? ¿De qué manera proponen limitar los excesivos privilegios que los diferentes órganos del Estado se han venido dando a sí mismos? ¿Cuáles serán los espacios de consulta ciudadana sobre los temas de interés nacional? 1.3. Preservación del ambiente: ¿Qué propuestas tienen los candidatos y partidos en torno a la preservación del medio ambiente? Pensemos en la protección de nuestra flora y fauna, en la limpieza de los ríos y bahías, en el problema de la basura y de las aguas servidas, en la contaminación del aire. ¿Qué importancia tiene para los candidatos cada uno de estos temas? 2. EL DESAFÍO DE LA EQUIDAD 2.1. Combatir la pobreza:

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Sin ningún lugar a dudas uno de los problemas más graves en el país es la pobreza y la falta de trabajo. Cualquier candidato o partido tiene que tener una visión clara del desarrollo económico y social del país. ¿Qué políticas se piensan implementar para garantizar mayores oportunidades de trabajo para los pobres y marginados? ¿Cómo piensan desarrollar la economía sin descuidar los derechos fundamentales de los trabajadores? La ideología dominante que ha marcado los proyectos de desarrollo durante la última década ha sido el neoliberalismo, donde el capital privado y el libre mercado son los únicos reguladores del sistema económico. Sin embargo, el Estado y la sociedad tienen la responsabilidad de garantizar que el desarrollo económico esté en función de todos y no de un pequeño grupo que concentra cada vez más las riquezas. ¿Cuál es la propuesta que tienen los candidatos sobre el desarrollo económico? ¿Cómo piensan promover un desarrollo con equidad social? Dijeron los obispos en su Carta Pastoral: "Es evidente que el Estado no puede generar un puesto de trabajo para todos los ciudadanos. Esta no es su función. Sin embargo, el Estado no puede renunciar a su obligación de orientar y estimular el desarrollo del país, especialmente en cuanto a crear las condiciones para que todos tengan la oportunidad de realizarse a través de un trabajo digno y honrado". (# 118). ¿Cómo piensan nuestros candidatos poner esto en práctica? ¿Cómo piensan garantizar, en un mundo cada vez más globalizado, los derechos fundamentales de los trabajadores? En la economía moderna la educación es un factor determinante para promover oportunidades de trabajo. ¿Cómo garantizar el acceso a una educación de calidad para todos? ¿Cuáles son las reformas que proponen para mejorar la calidad de la educación? Para quienes no tienen un trabajo estable, la salud se ha vuelto un problema insuperable. El Estado debe garantizar el acceso de la población empobrecida a los servicios de salud. ¿Qué propuesta tienen los candidatos en torno a los problemas de salud y desnutrición? ¿Qué hacer para salvar el futuro de la Caja del Seguro Social, sobre todo el programa de invalidez, vejez y muerte? ¿Cómo garantizar que todos los panameños tengan acceso a agua potable a un costo que esté a su alcance? ¿Qué propuestas hay? 2.2. Seguridad ciudadana: La violencia en las calles se ha vuelto un problema que se palpa a diario. ¿Cómo promover una mayor seguridad en las comunidades? ¿Qué propuestas hay para humanizar el sistema penitenciario? ¿Cómo combatir eficazmente la mora judicial? 2.3. Transformaciones estructurales:

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Muchos pequeños campesinos viven sin tierra propia, en una situación de completo abandono. ¿Cuál es la propuesta para un desarrollo rural que incorpore a los pequeños campesinos? ¿Hay una propuesta para una auténtica reforma agraria? ¿Se prevé una ayuda a los pequeños campesinos para que logren un acceso a una tecnología adecuada? Dice la Carta Pastoral: "Para impulsar una política social acorde a las necesidades del pueblo, el Estado debe reestructurar el presupuesto de la nación. A la vez es necesario aumentar sus ingresos, haciendo el aporte tributario más justo y equitativo." (# 154). ¿Cuál es la propuesta del candidato para hacer el aporte tributario más justo, para que quienes mayores ingresos tienen, aporten más al fisco? ¿Qué política se va a implementar para combatir la corrupción? - ¿para contrarrestar la evasión de impuestos? - ¿para disminuir los gastos suntuosos y superfluos del Estado? Antes de tomar tu decisión, asegúrate que los candidatos que apoyarás, tengan propuestas concretas, viables y creíbles para solucionar los problemas fundamentales de la nación. No hay candidatos perfectos, pero siempre habrá uno o una que será mejor que otro. Recuerda que con el voto delegamos parte de nuestro poder político a otra persona. Por eso, tu voto vale mucho.