10
 Hace mucho tiempo, en un palacio de la Ucrania me ridional —las auténticas historias, Fernández, siempre ocurren antes y lejos—, vivía la granduquesa Sonia. ¿Qué te puedo decir de esta noble dama? Pasaba los do que ya sabrás cuáles son y no voy a repetírtelos por que si hay algo que quiero evitar es que te aburras.

La Gran Duquesa y La Papa -Ema Wolf

Embed Size (px)

Citation preview

  • X Hace mucho tiempo, en un palacio de la Ucrania me-

    ridional las autnticas historias, Fernndez, siempre ocurren antes y lejos, viva la granduquesa Sonia. Qu te puedo decir de esta noble dama? Pasaba los das ocupada en los mltiples asuntos de su granduca-do que ya sabrs cules son y no voy a repetrtelos por-que si hay algo que quiero evitar es que te aburras.

    14

  • Una tarde, mientras tomaba fresco en la terraza, se le antoj comer una papa. Dicen que estaba sentada en la mecedora cuando empez a hamacarse frenticamente y a mirarse los pies. Todos los parientes de Sonia que descenda de un antiguo y complicado linaje ruso ha-ban sido antojadizos de la misma manera: de pronto se impacientaban, se miraban los pies y pedan algo. En es-te caso no estaba pidiendo nada extraordinario: la Ucra-nia meridional es zona papera, igual que Balcarce.

    Sonia llam a su mayordomo y le pidi la papa. Para su sorpresa, el mayordomo le dijo que no haba.

    Poda traerle caviar, peceto de lobo siberiano, salmones grises y ostras del Mar Muerto has comido, Fernn-dez, ostras del Mar Muerto? pero papas no; lamenta-blemente, papas no. Ese ao la cosecha haba sido de-sastrosa. Miento, ni siquiera hubo cosecha. Los habitan-tes de la comarca haban estado experimentando con un fertilizante agroqumico de patente finlandesa y achi-charraron las plantas apenas nacidas.

    La granduquesa se deprimi rabiosamente; lo tom como un insulto a su dignidad o ms bien como una conspiracin contra su persona y lleg a gritar que la queran matar de hambre. Le explicaron que no haba sido ms que un triste accidente provocado por la tor-peza natural de esos aldeanos brutos que no haban sa-bido interpretar las etiquetas de los frascos escritas en finlands. Pero ella no escuch razones y dispuso que removieran cielo y tierra hasta conseguir una papa.

    Hasta ac vamos bien? Vamos bien. Los empleados del palacio pensaron que no tena

    sentido remover el cielo buscando papas, de modo que mandaron emisarios a todos los campesinos de la co-

    15

  • marca con la orden de que se pusieran a cavar sus tie-rras. Los campesinos cavaron, cavaron, cavaron, sin en-contrar ms que gusanos roncos y lombrices, lombrices y gusanos roncos.

    La granduquesa bramaba de furia. Amenaz a sus mi-nistros, pate a sus camareras... En una palabra, se pu-so densa. Es que el deseo de papa era ms fuerte cuan-tas ms papas no haba, entends? Al principio la papa era solamente una papa, despus la papa se le hizo cuestin de vida o muerte precisamente porque no se conseguan papas. Por fin prometi la famosa Esmeral-da Escarlata de su bisabuela a quien le trajera una papa.

    La noticia se desparram como el polen y entonces todos cavaron con extraordinario entusiasmo. Aunque ninguno de los campesinos haba visto la famosa Esme-ralda Escarlata, saban que era la gema ms preciosa de la corona y de todas las coronas de los alrededores.

    Cavaron con tanto frenes que transformaron los campos en un muestrario de crteres; un revoltijo intil porque nunca se han visto papas a ms de dos metros de profundidad. Hubieras visto cmo se pusieron el da que llovi! El trabajo que les llevara luego emparejar todo aquello! Lo nico que consiguieron esta vez fue li-quidar todas las madrigueras de vizcachas, que all son plaga. Adems hubo peleas porque al cavar uno tiraba las paladas de tierra sobre la excavacin del vecino y el vecino sobre la suya de modo que nunca terminaban el agujero. No te parece gracioso? Hoy no ests con ga-nas de rerte.

    Pues no apareca una papa ni para remedio. A todo esto en la aldea viva... Quin viva? En la al-

    dea viva un artesano que fabricaba enanitos de jardn.

    16

  • Paso a describrtelos: hermosos enanos de yeso que cargaban al hombro una maceta llena de flores de yeso, totalmente hechos a mano porque entonces no se cono-can los moldes. Con los primeros tuvo dificultades por-que los paraba frescos y los enanos se le pfff... Pero des-pus le salieron perfectos; todos iguales, divinos, miran-do al horizonte, con trajecito, escarpines, barba y cape-ruza. Lo nico que variaba un poco era el color: unas veces la caperuza era roja y los escarpines verdes, otras los escarpines eran rojos y la caperuza verde, eso iba en el gusto del cliente aunque por algn motivo tenan ms salida los enanos de caperuza roja y escarpines verdes.

    En otra poca el artesano haba hecho una pequea fortuna vendiendo enanos a domicilio; la gente estaba fascinada con ellos y se los sacaba de las manos. Pero cuando uno tiene en su casa un enano, dos, tres, cuatro, cinco, no quiere ms enanos. Lleg un momento en que l y su mujer empezaron a comerse los ltimos ahorros porque casi nadie compraba ya enanos en la comarca. Para colmo ese ao, con el naufragio de la cosecha, quin iba a gastar plata en ornamentos de jardn? La mujer del enanista no haca ms que llorar sobre su propio hombro.

    As estaban las cosas. Una maana, mientras compraba huevos en el mer-

    cado, la mujer se enter del antojo de la granduquesa y de la riqusima esmeralda que prometa. Mujer inteli-gente, tuvo una idea brillante que fue madurando du-rante el camino de vuelta a casa. Apenas lleg le pidi a su marido que fabricara una papa de yeso. Dijo exac-tamente:

    17

  • Boris, fabrica una papa de yeso. No, no fue as. Le dijo: Qu tal si te fabricas, Boris, una buena papa de

    yeso? El plan, naturalmente, era que Boris ofreciera la papa

    a la granduquesa. Si pasaba, pasaba. Fernndez! Han pasado apenas quince minutos des-

    de que empec! Vuela el tiempo. A propsito: vos sa-bes bien qu es una papa? Ya mismo traigo la enciclope-dia y te digo...

    Dnde la puse? No te impacientes, la estoy buscan-do, ya va a aparecer, no te duermas, no te... Ac est. Veamos. Tomo tres de la Sopea. La p viene antes o despus de la ese.? Viene antes. Ac est: PAPA: (gr. pappas) m. Sumo Pontfice romano. No, esto no es. A ver ms abajo? Brsss, sbresss, dice: Vase patata. Bus-quemos patata. Patarata, patas, patasca... Aqu est: Pa-tata, f. Nombre de un tubrculo no te ras, Fernndez ... un tubrculo grueso, redondeado, carnoso, abundante en fcula, marrn por fuera, amarillento o rojizo por den-tro, que constituye el extremo de las races fibrosas de una planta herbcea anual, so-la-snea... solancea, de unos 50 cm de altura, con hojas desiguales y profunda-mente partidas, fruto de baya carnosa, flores en corimbos terminales... Qu cuernos sern los corimbos? Veamos. CORIMBO. m. Bot. Dcese de las flores o frutos agrupados que nacen en distintos puntos del tallo y se elevan casi a igual altura. Qu brbaro! A igual altura de qu? No en-tiendo. Volvamos a la patata. Es originaria de Amrica donde creca en estado silvestre en los alrededores del la-go Titicaca y constitua el principal alimento de los ind-genas de la zona. Lleg a Europa en 1570. Es rica en vita-

    18

  • mina Q almidones y azcares. En el mundo existen ms de mil mil! variedades que se usan en la alimenta-cin humana, en la alimentacin de animales y en la ob-tencin de productos industriales como alcoholes, fculas no bosteces, textiles y jabones... Jabones!? Vos ni te imaginabas que la papa se usa para hacer jabones. Claro, es ese que llaman jabn de papa. Y escucha esto: tambin se usa para fabricar el vodka que es un licor tpi-co de Rusia. Ves? Todo encaja perfectamente. Satisfe-cho ahora? Sigo.

    Qu era para un hombre acostumbrado a fabricar enanos moldear una simple papa? Una pavada. En cinco minutos el artesano hizo una papa perfecta, con brotes y ojos. La pint de color... A ver, Fernndez: de qu co-lor pint la papa? Lo dije antes, pens, tomate todo el tiempo que necesites.

    Marrn. Bien. El enanista march al palacio y se hizo conducir ante

    la granduquesa. La ceremonia oficial de entrega de la papa fue una de las ms emocionantes que hayas pre-senciado. Boris, flanqueado por una guardia de lanceros con uniforme de gala, avanz sobre la alfombra con la papa hundida en una almohadilla de terciopelo carmes. Sonia la acept con una sonrisa de reina, ms que de granduquesa, e hizo un gesto a su asistente. El asistente se adelant y entreg al enanista un cofre abierto con la famosa Esmeralda Escarlata, que era una piedra esplen-dente y gruesa como un carozo de palta. No hubo dis-cursos, por suerte; hubo fuegos de artificio, msica, bai-le, y todos brindaron muchas veces con vodka por la prosperidad del granducado.

    La fiesta son muy animadas las fiestas en Ucra-

    19

  • na termin a la tarde del da siguiente. Y en este punto, Fernndez, los caminos de nuestros

    hroes se bifurcan: el hombre corri a su casa contento para mostrarle la esmeralda a su mujer, y la granduque-sa fue a refrescarse a la terraza pero antes le entreg la papa al cocinero para que la hirviera.

    No necesito decirte que el verdadero problema em-pieza aqu.

    A la hora de la cena la papa estaba tan dura como an-tes. El cocinero, un francs de la Provenza, pidi ms tiempo. Era una papa tarda, dijo. Como la granduquesa jams haba entrado a una cocina no tena la menor idea de cunto tarda una papa en ablandarse.

    La papa herva, herva, herva. A los quince das Sonia reclam la papa. Como no es-

    taba lista, despidi al cocinero francs y tom a un coci-nero belga. La papa segua hirviendo, hirviendo, hir-viendo. El belga nunca haba visto una papa tan obstina-da. AI mes, Sonia reemplaz al cocinero belga por un italiano que dobl todos los tenedores tratando de pin-char la papa. Para cundo esa papa!, gritaba la gran-duquesa con la servilleta al cuello. Y la papa herva, herva, herva. Ni siquiera desti porque estaba pinta-da con esmalte a prueba de intemperie.

    A los dos meses la granduquesa reemplaz al cocine-ro italiano por uno turco. Y la papa herva, herva, her-va. A los tres meses el cocinero turco enloqueci, que-m todas sus recetas en la hornalla, march al desierto y ayun el resto de su vida.

    Mientras tanto la papa segua hirviendo, hirviendo. La granduquesa contrat a un cocinero alemn especia-lista en hortalizas duras. Y la papa herva, herva. A los

    20

  • cuatro meses... NO TE DUERMAS, FERNANDEZ! Harta de tanta demora, Sonia llam al artesano para

    pedirle explicaciones. El artesano naturalmente tena una explicacin, pero no le pareci prudente drsela. Entonces Sonia le orden que se ocupara personalmen-te de la coccin de la papa y si en dos semanas no esta-ba lista le cortara la cabeza. As de fcil resolva las co-sas esta gente.

    Al pobre hombre lo llevaron a la cocina y lo ataron con una soga a la manija del horno.

    Pasaron los das. El infeliz vagaba entre los utensilios y lloraba sabien-

    do que su fin estaba prximo. No poda hacer otra cosa ms que llorar y llorar. A su lado se cocan los manjares para la granduquesa, que volvan de la mesa intactos porque ella esperaba la papa; l tampoco los probaba, inapetente como buen condenado a muerte. La mujer, en su casa, tambin lloraba, bastante arrepentida ya que despus de todo la idea haba sido suya. Eran los dos nicos que lloraban porque eran los nicos que co-nocan la verdad de la papa.

    Un amanecer, cuando faltaban veinte minutos para que al desventurado le cortaran la cabeza y la papa herva, herva, herva, apareci su mujer en la cocina con una papa autntica. Haba pasado un ao entero y comenzaba la nueva cosecha. Qu tal? No te espera-bas esto! Yo tampoco.

    El artesano, loco de alegra, ech a la olla la papa verdadera, que tard diecinueve minutos en ablandar-se. En el ltimo minuto meti la espumadera para sacar la papa. Era la falsa! No, era la verdadera! Era la falsa! CUAL ERA? El artesano transpiraba. Ya resonaban en el

    21

  • corredor los pasos de los verdugos. Tratando de pescar la papa se le cay la espumadera dentro de la olla. Mal-dicin! Dnele haba otra espumadera? Habra otra es-pumadera en esa cocina desgraciada? Busc desespera-damente. Encontr una colgada, muy alto. Consigui un banquito. Trep. No alcanzaba. Se le enredaron los pies en la soga, cay, se levant. Encontr un colador de t. Los verdugos abrieron la puerta. Condenado colador! Por qu los hacan tan cortos? Lo meti en la olla, se hirvi los dedos, grit. LOS VERDUGOS SE LE ECHA-RON ENCIMA! En el ltimo segundo sac una papa.

    Milagrosamente era la verdadera. As fue como la granduquesa se dio el gusto de co-

    mer papa y as salv el artesano el pellejo. Pero no sali de pobre porque se me olvidaba de-

    cirte, Fernndez la Esmeralda Escarlata era falsa co-mo su papa y no se anim a hacer reclamos. Apenas consigui venderle a Sonia un par de enanos para la te-rraza.

    Moraleja: desconfa de quien te ofrezca una esmeral-da a cambio de una papa.

    22