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La Genealogía de Nietzsche: Hacia una Ética liberadora.
Nicolás López Piñeros.
Director: Sergio de Zubiría
Departamento de Filosofía. Facultad de Ciencias Sociales.
Universidad de Los Andes.
2
CONTENIDO.
INTRODUCCIÓN......................................................................................................................3
CAPITULO I PROCEDENCIA Y SENTIDO..........................................................................16
Michel Foucault: La Procedencia.................................................................................................................................. 18
Gilles Deleuze: Sentido y Valor. .................................................................................................................................... 23
CAPITULO II LA GENEALOGÍA DE LA MORAL..............................................................29
Tratado Primero: La Diferencia en el despliegue de poder. ......................................................................................... 30
Tratado Segundo: Interpretar, Enseñorearse, Apropiarse........................................................................................... 43
Tratado Tercero: Perspectivismo y pluralismo............................................................................................................. 56
CAPITULO III EL TRIUNFO DE LAS FUERZAS REACTIVAS. ........................................61
La fuerza perdida de la Cultura. ................................................................................................................................... 61
El Nihilismo y sus sentidos............................................................................................................................................. 63
El devenir reactivo de las Fuerzas. ................................................................................................................................ 67
CAPITULO IV LA INTERPRETACIÓN..............................................................................71
Una nueva interpretación: Arte, Serenidad y Ética. ................................................................................................... 77
BIBLIOGRAFÍA......................................................................................................................85
3
INTRODUCCIÓN.
En esta monografía se trata de buscar una salida a las necesidades creadas, una alternativa a la meta de
vida del hombre promedio, una alternativa a la renovación de la fe quebrantada encontrada en las sectas
que nacen como mala hierba en medio del desierto. Esta alternativa es el hombre creador de lo
necesario, el hombre creador de sus propia felicidad, el hombre creador de la transvaloración de los
valores, el hombre que ha de destruir las tablas anteriores para crear su propia tabla de valores, el
hombre que se salga del rebaño de la sociedad gregaria para imponer su voluntad. El hombre que
vuelva a la tierra y de ella saque su propia virtud, sin necesidad de virtudes extraviadas en las paredes
de lo eterno, el hombre que reivindique el valor de su cuerpo, de su tierra y no vaya más allá de su
horizonte.
Para cumplir esta tarea se va a realizar un análisis del libro de Nietzsche La Genealogía de la moral,
pues en este se encuentran las bases del saber genealógico que destruye las máscaras de los valores
absolutos e inmutables, las esencias y las verdades absolutas que encontramos en todos los mecanismos
de dominación que la sociedad moderna usa para mantenernos bajo los efectos de la narcosis y de la
pasividad.
Dentro de los trabajos desarrollados sobre la genealogía de la moral, se encuentran muchas
interpretaciones acerca de la relación que tiene el nuevo concepto de saber genealógico y las formas de
conocimiento, la verdad, el sujeto de conocimiento y el pensamiento, entre otros, pues la crítica de
Nietzsche permite que todos estos conceptos se derrumben y caigan en contradicciones. Las
consecuencias de la crítica de Nietzsche es que no hay origen, sino más bien una procedencia, no hay
continuidad sino una fragmentación fruto del azar; y la verdad es una invención producto de la
apropiación de las relaciones de poder que le dan sentido a los fenómenos.
Sin embargo, el aspecto moral ha sido dejado un poco de lado, por eso en esta monografía se tratará
este tópico. La posición de Nietzsche como crítico de la moral, en cuanto se analiza, revela que la
crítica a la moral no se detiene en la consideración de morales positivas, ni tampoco en la sustitución de
una moral por otra diferente como sería reemplazar una moral de esclavos por una de nobles. En esta
monografía se va a tratar de proponer un ética inmoralista como el producto de una nueva forma de
interpretación de la vida que libera al hombre de las cadenas del pasado, del miedo hacía los conceptos
caducos de la pasividad y el resentimiento, como una forma de vida más ligera alegre y creadora.
4
La pregunta fundamental de esta monografía es la siguiente: Si no existen hechos sino interpretaciones
que son producto de las relaciones de poder que se ejercen en tiempos y épocas determinadas, y dado
que la moral de los esclavos es lo que se ha impuesto durante los dos últimos milenios, ¿se puede tener
una medida para determinar qué interpretación es más adecuada para el aspecto ético de la vida, en la
medida que potencie la voluntad de poder1 o la natural ansia de poder de la vida? ¿o será por el
contrario que el ser humano actual es por naturaleza un ser reactivo2 que no puede ir más allá de su
horizonte reactivo?
En el primer capítulo se van a analizar los conceptos de genealogía que han desarrollado los filósofos
franceses Gilles Deleuze y Michel Foucault. Con base en estas interpretaciones se hará un estudio de
los tres tratados del libro citado. Es necesario hacer una análisis del concepto de genealogía pues a
diferencia de lo que se cree, la genealogía es para Nietzsche un saber que envuelve la relación entre los
sistemas de verdad y los las modalidades de poder. Se entiende por genealogía normalmente el estudio
de los orígenes y de los ascendientes directos de una especie familia o género, es decir, su estudio
consiste en el descubrimiento de los orígenes puros de un fenómeno. Su metodología consiste en una
búsqueda desinteresada de la verdad.
Para Foucault, Deleuze y Nietzsche; genealogía es más bien el saber que se encarga de martillar todo lo
estable para descubrir que en el fondo no hay más que mentiras o invenciones humanas, sistemas de
verdad producto de la invención de los sentidos que se le introducen a los fenómenos (ya sean activos o
reactivos), que se entienden como eternos y absolutos por las modalidades de poder que sostienen tales
interpretaciones.
Foucault piensa que la genealogía es un saber que busca la procedencia de los conceptos en vez de
buscar el origen puro y solemne de los valores. El saber genealógico busca acontecimientos puntuales
dejando de lado elementos teleológicos, esto es, desarticula de la noción de origen cualquier fin último
para el que esté predeterminado. De esta forma, encontramos que detrás de las cosas no hay esencias, y
nos damos cuenta que esas esencias son creaciones humanas para dominar a los pueblos.
La procedencia muestra todo el desarrollo histórico de la invención del hombre transmundano, que de
su misma bajeza e impotencia crea los valores morales como si provinieran de otro mundo, el mundo
de la verdad, el mundo de las ideas, el reino de Dios. 1 De forma que intervengan fuerzas activas creadoras y afirmadoras de la vida en vez de fuerzas reactivas que fomenten la voluntad de la nada o el nihilismo. 2 Pues su conocimiento, su ciencia, su moral, son producto de la evolución e imposición de las fuerzas reactivas.
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Así pues la genealogía nos muestra estos valores sin máscaras, y así fragmenta sus orígenes. La
genealogía también trata la destrucción de la noción del yo, pues el yo o el espíritu no es más que una
invención de identidad a través de la cual se sustenta el conocimiento. Para Nietzsche no hay más que
instintos que expresan una determinada voluntad de poder. El hecho que se haya impuesto la voluntad
de poder del esclavo, no implica que esta sea la única verdad y la única perspectiva que deba
prevalecer. La genealogía se encarga entonces de poner al descubierto la procedencia baja y mezquina
de tales valores morales a la vez que descubre otras formas de valorar, como las procedentes de
instintos fuertes y de la acción.
De esta forma se reivindica al cuerpo tan satanizado por la tradición, pues de los cuerpos sanos y
vigorosos provienen instintos sanos y activos que crean valores fuertes. Los cuerpos enfermos y
maltrechos inventan la contemplación y la meditación para contrarrestar su impotencia, de forma que
su forma más perfecta sea la razón y la astucia, estas son las virtudes del esclavo, las virtudes del
impotente que en lugar de exteriorizar su fuerza, interioriza lo que padece, creando así la interioridad y
el yo.
La genealogía demuestra también que el devenir no tiene un orden preestablecido ni obedece a la razón
divina, sino que por el contrario es un juego azaroso de dominaciones de poder. Las relaciones de
poder son las que le dan un fin al devenir, así, quien se apodere de las reglas de la historia les pueden
dar el contenido que les convenga. En la historia se comprueba que quines han dado el contenido
reactivo al devenir han sido los esclavos de la moral que han puesto a sus instintos reactivos como el
producto de la revelación divina.
Sin embargo la genealogía nos muestra que pueden existir otras formas de interpretación de las reglas
de la historia, se pueden imponer otras formas de sentir pues la historia no está escrita en los libros
sagrados de los débiles, sino que es un constante fluir en el que los hombres fuertes y creativos pueden
imponer su forma de ver la vida, su propia interpretación, su propia perspectiva.
La historia de la humanidad es para Foucault siguiendo a Nietzsche la historia de las interpretaciones,
la historia de los diferentes despliegues de poder, unos activos y otros reactivos. La genealogía es el
saber que se debe encargar de desenmascarar las interpretaciones reactivas, para dar un nuevo sentido a
la historia de forma que quede demostrado que conceptos como realidad, idenditad y verdad, son
invenciones del hombre impotente y que no son conceptos absolutos a los que debamos obedecer sin
someterlos a una crítica.
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Para Deleuze genealogía es la crítica que debemos llevar a cabo. La genealogía es la crítica que debe
tener en cuenta el sentido y el valor de los valoraciones morales. La genealogía debe tener en cuenta el
elemento diferencial para desenmascarar el origen de los valores. El elemento diferencial es el que nos
permite hacernos concientes del sentido que se introduce a los valores, ya que el sentido de los valores
proviene de las fuerzas que se encuentran en juego en la determinación de un fenómeno. Para Deleuze
la fuerza se apropia de la realidad y de esta forma le da un sentido. En la historia vemos que el sentido
se ha introducido por las fuerzas reactivas que han prevalecido sobre las fuerzas activas despojándolas
de lo que pueden. El esclavo es el que se ha apropiado de la realidad dándole un único sentido, el
sentido moral. Sin embargo, la genealogía nos enseña que existen múltiples sentidos y la filosofía debe
ser la ciencia activa que debe dar nuevas interpretaciones a la vida y a la historia de forma que se
invierta la jerarquía de valores impuesta por las fuerzas reactivas y dé un nuevo sentido a la vida dentro
del cual el hombre cree su historia y sus valores teniendo en cuenta su fuerza, su acción.
La ciencia activa debe tener en cuenta en su estudio que los valores que han prevalecido, son sólo una
sintomatología de un cierto tipo de hombre, el hombre reactivo, de forma que nos abra el camino para
nuevas y más nobles interpretaciones.
Las interpretaciones y los conceptos que sobre la genealogía tienen los filósofos franceses Michel
Foucault y Gilles Deleuze, nos servirán de guía para el desarrollo de los tres tratados del libro la
Genealogía de la Moral que se tratan en el segundo capítulo.
En el prólogo de la genealogía de la Moral se marca el camino que se ha de seguir en el libro. Primero
Nietzsche aclara que se debe entender el problema del origen de la moral como una invención humana,
la pregunta que le interesa es entonces, la de las condiciones en que el hombre inventó tales juicios de
valor y de acuerdo a esto el valor que puedan tener.
Buscar las condiciones en que se inventaron los juicios morales implica una crítica de la moral misma,
se cuestiona la interpretación unívoca de lo valores morales como algo que se encuentra por fuera de
toda duda, como un hecho puro; para proyectar un nuevo interrogante, este es, ¿si esa interpretación en
lugar de ser la más favorable, útil y provechosa para el hombre, no será un signo de decadencia de la
civilización, el peligro más grande que le impide al hombre crear una forma diferente de sentir y
valorar que sea el campo en el que pueda germinar su máxima potencialidad y magnificencia como la
expresión más sana de sus impulsos naturales?
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Se trata entonces de introducir el instinto histórico y la genealogía en la interpretación moral para
demostrar que los conceptos morales no proceden de hechos puros y solemnes, válidos universalmente,
sino que son creaciones que dependen de las intenciones de un cierto tipo de hombre, el hombre
impotente malogrado que infecta a la sociedad con su venganza espiritual.
El primer tratado titulado “Bueno y malvado”, “bueno y malo”, de acuerdo con la autocrítica que
realiza Nietzsche de la genealogía de la Moral en Ecce Homo, trata sobre “la psicología del
cristianismo: el nacimiento del cristianismo del espíritu del resentimiento, no del “espíritu”, como de
ordinario se cree, -un antimovimiento por su esencia, la gran rebelión contra el dominio de los valores
nobles.”3
El estudio de este tratado comienza con una crítica de la genealogía de la moral realizada por los
psicólogos ingleses del siglo XIX, quines identifican el origen de los conceptos del bien y del mal, con
el altruismo, el olvido y el hábito. Nietzsche manifiesta que necesitan del impulso histórico y del
verdadero saber genealógico. El análisis de Nietzsche tiene en cuenta los procesos históricos e
involucra la etimología de las palabras bueno y malo, y se pregunta: “¿Qué significan las palabras y
cuál es la historia de su metamorfosis?”4 La respuesta es la siguiente: Bueno se refería al hombre
nobles, fuerte, al que daba nombres y creaba el lenguaje, bueno era el hombre que era feliz desplegando
fuerza, poder; el hombre sano que era capaz de olvidar y al cual le era indiferente la utilidad de sus
acciones. Malo designaba al hombre simple, bajo y vulgar. Con la casta de los sacerdotes que se
caracterizaron por su impotencia y se dedicaron a crear ideas y sentimientos, se comienza a invertir el
orden natural de los valores. La venganza espiritual de los sacerdotes se introduce con la invención de
la religión y de un mundo suprasensible. Antes, la fuente de la valoración aristocrática era la acción y la
fuerza, después la fuente de la transvaloración es el resentimiento, la impotencia, la reacción y la
venganza.
“Antes en tiempos más sanos, las valoraciones se atenían a la realidad: no existía más que lo bueno
(gut), es decir, las cualidades del hombre fuerte y poderoso, y lo malo (shclecht), las peculiaridades del
hombre simple y bajo. Pero el resentimiento introduce una transvaloración: ahora los valores son lo
bueno (gut) y lo malvado (böse). La transvaloración consiste en que ahora se llama malvado al que
3Nietzsche, F “Ecce Homo” Editorial Alianza, pp. 109-110, citado por Sánchez Pascual, Andrés, Introducción a la Genealogía de la Moral, Editorial Alianza, Madrid, 2000, p. 9. 4 Ibíd. p. 10.
8
antes era bueno, ahora se llama malvado al poderoso, al violento, al lleno de vida. En cambio se llama
bueno al que antes era el malo, esto es, al hombre bajo, simple, indigente, enfermo.”5
En esta monografía nos concentramos un poco en el análisis del parágrafo 10 del primer tratado acerca
del papel creador del resentimiento en la rebelión de los esclavos de la moral. En este punto se aclara la
calificación de las fuerzas como activas y reactivas en dos momentos diferentes. Primero; cuando se
dan en una relación sana en la cual ambas fuerzas son reactivadas continuamente y segundo; en una
relación donde las fuerzas reactivas predominan teniendo como resultado que la acción se separe de lo
que puede y la fuerza se introduzca en el individuo como dolor.
Cada tipo de hombre depende de las fuerzas que predominen en él. El hombre fuerte se define por su
capacidad de olvido y su capacidad de activar su reacciones. El hombre simple e impotente se
caracteriza por su memoria por su astucia y su pasividad. Entonces nos preguntamos ¿Cómo es que se
ha impuesto la interpretación moral de los esclavos? Existen dos formas de explicar este fenómeno. La
primera consiste en ver cómo la casta de los impotentes inventa la religión, crea la metafísica hostil a la
vida, inventa otro mundo para justificar su sufrimiento en esta vida. La segunda consiste en analizar
cómo se responde a la pregunta ¿Quién es bueno?. Ambas explicaciones muestran el paso de la
determinación ética de la aristocracia de lo que es bueno y malo a la determinación moral de lo bueno y
lo malvado.
El segundo tratado titulado “Culpa”, “Mala conciencia”y similares”, siguiendo con lo escrito en Ecce
Homo “ofrece la psicología de la conciencia: ésta no es, como se cree de ordinario “la voz divina de
Dios en el hombre”, - es el instinto de la crueldad, que se revierte hacia atrás cuando ya no se puede
seguir desahogándose hacia fuera. La crueldad, descubierta aquí por vez primera como uno de los más
antiguos fondos de la cultura con el que no se puede dejar de contar.”6
En este tratado se comienza hablando de la capacidad de olvido como una fuerza plástica y
remodeladora que le da al hombre una salud vigorosa. Sin embargo la cultura en sus inicios o etapa
prehistórica ejerce en el hombre un poder para que éste se domestique, se vuelva calculable y elimine
de esta forma el azar en su vida. El poder que ejerce la cultura es el poder de la crueldad y el dolor, de
5 Ibíd. p. 11 6 Nietzsche, F, Ecce Homo, pp. 109-110, citado por Sánchez Pascual, Andrés, Ibíd. p. 9
9
esta forma el hombre aprende a recordar y se crea una memoria. “Y a esa memoria, a ese sentimiento
de poder disponer del futuro, el hombre lo llama “su conciencia”.”7
La mala conciencia entonces no procede de una responsabilidad moral, sino más bien de la culpa. La
culpa a su vez procede de la deuda en sentido económico, de la relación entre un acreedor y un deudor.
En un principio la relación es personal y la deuda se paga con el castigo como el producto de un
derecho de equivalencia por el perjuicio causado. “En esta primera etapa o etapa primitiva, podríamos
decir que el hombre aprende el adiestramiento y la selección de la cultura, por medio de la ecuación del
castigo o la equivalencia de la crueldad; la relación de la deuda como relación deudor-acreedor, para
tener como resultado volverse responsable de una forma activa, libre y poderosa.”8
El derecho de compensación y la justicia son el producto de la actividad de los hombres fuertes para
evitar que el resentimiento se apodere de la sociedad.
Así como la justicia no proviene del resentimiento y la sed de venganza de los esclavos, Nietzsche nos
manifiesta que el castigo tampoco tiene como consecuencia la mala conciencia. La mala conciencia
tiene como origen el dolor creado cuando los impulsos o instintos del hombre que vive en la
civilización, no pueden desahogarse hacia fuera y su fuerza se interioriza.
Los dioses se crean por ese mismo sentimiento de deuda, los pueblos antiguos se sentían deudores de
sus antepasados y redimían su culpa con sacrificios a los dioses inventados. A medida que la deuda es
mayor, más poderosos son los dioses. Cuando la deuda es impagable se crea el Dios cristiano con todos
su omni poderes. Con la transformación de un estadio prehistórico donde el hombre, por medio del
derecho de equivalencia de crueldad y a precio de su dolor se hace responsable de sus fuerzas reactivas;
a un estadio civilizado donde la mala conciencia hace que el hombre se sienta culpable de sus fuerzas
activas y trate de redimirlas por medio de un dolor espiritualizado; podemos explicar porqué se ha
impuesto la moral de los esclavos como la única verdad.
El aspecto más relevante de este tratado y que nos interesa para el problema de la monografía es el
estudio genealógico del castigo, en el cual se pone de manifiesto el principio fundamental de toda
ciencia histórica. Esto es el pluralismo o perspectivismo y la destrucción del finalismo o esencialismo
como la expresión de la verdad.
Con esto descubrimos que la vida no es un destino predeterminada por la voluntad de un Dios que
habría que aceptarse por los hombres corderos guiados por sus pastores los sacerdotes, sino que la vida
7 Sánchez Pascual, Andrés, Ibíd. p. 12 8 Véase luego, p. 50.
10
en sus funciones básicas aniquila, viola, acrecienta su poder cada vez que puede, subyuga y se
enseñorea al azar . De esta forma la interpretación de la vida es un subyugar, un enseñorearse; es un
reinterpretar. La interpretación es inseparable entonces del comprender. No existe una única
interpretación de la vida y comprenderla significa interpretarla desde diferentes perspectivas. Ahora
bien, la medida para interpretarla de una forma más completa es la que nos proponemos encontrar en el
tercer tratado de la Genealogía de la Moral.
El tercer tratado titulado ¿Qué significan los ideales ascéticos?, “da respuesta a la pregunta de dónde
procede el enorme poder del ideal ascético, del ideal sacerdotal, aunque éste es el ideal nocivo par
excellence, una voluntad de final, un ideal de décadence. Respuesta: no porque Dios esté actuando
detrás de los sacerdotes, como se cree de ordinario, sino faute de mieux (a falta de algo mejor) –porque
ha sido hasta ahora el único ideal, porque no ha tenido ningún competidor. “Pues el hombre prefiere
querer incluso a la nada a no querer” … sobre todo, faltaba un contraideal –hasta Zaratustra. Se me ha
entendido. Tres decisivos trabajos preliminares de un psicólogo para una transvaloración de todos los
valores. –Este libro contiene la primera psicología del sacerdote.”9
El tratado tercero comienza con la pregunta por el significado de los ideales ascéticos. La respuesta no
es univoca como se ha visto hasta ahora, depende de los modelos en que se fundamente y es limitada e
histórica. Nietzsche emprende su análisis de acuerdo a las respuesta de los artistas, los filósofos y los
sacerdotes. La respuesta de los artistas no tiene ningún valor pues siempre depende de fundamentos
prestados de la filosofía, de la moral y la religión. “Por lo tanto, el que unas veces alaben la sensualidad
y otras la castidad, no demuestra más que su inconsistencia, su veleidad.”10
Para los filósofos el ideal ascético es un puente hacia la independencia, el ideal ascético de esta forma
se vuelve bello y ligero. El filósofo no opta por el ideal ascético por santidad sino por economía de
trabajo. El ideal ascético reúne las condiciones para un óptimo vital del filosofo, para éste no tiene nada
que ver con virtud, más bien es un optimo vital para su fecundidad. El ascetismo se percibe entonces
por Nietzsche, como filósofo, como un instinto maternal en contra de la sexualidad, como un instinto
con su obra.
Después de descartar las interpretaciones de los artistas y los filósofos, se pasa a la interpretación de los
sacerdotes. Los sacerdotes se valen del ideal ascético para despreciar la vida y la realidad, para negarla.
9 Nietzsche, F, Ecce Homo, pp. 109-110, citado por Sánchez Pascual, Andrés, Ibid. p 10 10 Sánchez Pascual, Andrés, Ibíd. p. 14
11
Con esto llevan a cabo lo que se podría llamar una transvaloración de la verdad, pues los sacerdotes
llaman verdadero a un mundo inexistente, inventado por ellos para negar la vida en este mundo en el
único que podemos conocer. “La vida humana es naturalmente temporal, limitada, finita; compararla
con una vida opuesta atemporal, infinita, ilimitada, hace que se comience a despreciar la vida misma
para soñar con vivir otra vida en un mundo más allá, desconocido.”11
La negación de la vida es una contradicción del ideal ascético pero esta contradicción se presenta como
una necesidad de la vida misma, pues por paradójico que se crea el ideal ascético “nace del instinto de
protección y de salud, de una raza que degenera. El hombre enfermo pide una explicación de su dolor,
y sólo encuentra a uno que se la dé: El sacerdote.”12 El sacerdote termina siendo el curandero de la
vida cuando él mismo fue su destructor, el sacerdote es un médico que envenena las heridas de sus
enfermos al curarlas. Esto ocurre porque en la tierra no ha existido más que el ideal ascético, Nietzsche
propone para el cambio una nueva forma de sentir, un nuevo ideal.
Con la autodestrucción de la vida el ascetismo propone una contradicción que va en contra de la razón
misma, pues se crea un sujeto puro de conocimiento ajeno a la voluntad, al tiempo y al espacio. En este
tratado Nietzsche opone al sujeto puro de conocimiento, su perspectivismo. Este es el aspecto clave que
tomamos de este tratado para tener en cuenta en nuestro problema fundamental, pues la medida de una
nueva forma de sentir de un nuevo ideal, será la que proporcione el perspectivismo en la medida en que
es más “objetivo” mientras sea más completo, mientras tengamos en cuenta en nuestro comprender un
mayor número de afectos una mayor forma de aproximarse a un fenómeno que nos proporcione una
nueva forma de sentir libre y autosuficiente que penetre su mirada en este mundo, en nuestra realidad y
nos libere de las cadenas inventadas de un mundo suprasensible. Con este descubrimiento terminamos
el análisis de la genealogía de la moral. En los próximos capítulos se rescatarán los aspectos relevantes
de cada tratado para dar una posible respuesta al problema fundamental de la monografía.
El capitulo tercero está dedicado al estudio del triunfo de las fuerzas reactivas. Este proceso se
desarrolla por medio de la inversión de las fuerzas de la cultura. La acción genérica de la cultura era la
que permitía el cambio y el movimiento de los contenidos culturales, era la oxigenación que daba vida
al progreso cultural. Con la modernidad se pierde la actividad genérica, se pierde el impulso del azar en
el devenir del hombre y como en un lago sin oxigeno los peces de la cultura, limitados y mundanos,
11 Véase luego, p. 67. 12 Sánchez Pascual, Andrés, Introducción, op. cit, p. 15
12
mueren para convertirse en entidades eternas, absolutas y transmundanas. De esta forma nace el
determinismo desgarrador que somete la vida humana, dejándola sin la esperanza de nuevos ideales,
pues el cambio que se da en la cultura es un proceso de autocontrol, que elimina unos contenidos
reactivos sólo para el provecho de otros contenidos más estúpidos, más pesantes. De esta forma el
ciudadano promedio se siente en una sociedad libre y progresista a pesar de su camisa de fuerza. La
selección y la jerarquía de la actividad genérica de la historia se invierte, en la actualidad estos
mecanismos se usan para proponer al hombre civilizado como la cumbre de la sociedad y para acabar
con los hombre que se salgan de tal molde; esto es, los hombre fuertes y autónomos. “La selección y la
jerarquía se invierten. La selección se convierte en lo contrario a lo que antes hacia, esto es, activar
fuerzas reactivas, y ahora se convierte en un medio para conservar, organizar y propagar la vida
reactiva.”13 Las fuerzas reactivas se apoderan de la actividad genérica de forma que organizan la
sociedad de acuerdo a sus propósitos. Se deben obedecer las leyes no porque sean leyes pues esto ya es
costumbre, sino por el contenido de las mismas, y su contenido es el de la moralidad del esclavo. “Los
rebaños se crean por la debilidad por el impulso democrático, “..donde existen rebaños, es el instinto de
debilidad el que ha querido el rebaño, y la inteligencia del sacerdote la que lo ha organizado”.”14
La deuda como antes se mencionó se convierte en impagable, pues es una deuda para con la sociedad,
la Iglesia y en últimas para con Dios. La deuda se trata de redimir con el dolor, la mala conciencia se
da por el dolor interiorizado, por ese sentimiento de responsabilidad y de culpa de no poder pagar más
que con el propio sufrimiento. El resentimiento cambia de dirección: Antes se dirigía contra el hombre
fuerte, ahora se dirige contra su creador y víctima a la vez; el hombre enfermizo. Se pasa entonces de la
responsabilidad deuda, redimida por el dolor externo; a la responsabilidad culpa, que reproduce el dolor
interiorizado y la mala conciencia. Cuando la responsabilidad culpa se apropia de la cultura, ésta
pierde toda su fuerza activa, se convierte en reactiva y no hace más que reproducir fuerzas reactivas
que mantienen al hombre en estado de enfermedad, narcosis; brindándole como remedio, más dolor y
mala conciencia, compasión y náusea por el hombre pero también interioridad y profundidad.
Las fuerzas reactivas triunfan por medio de la voluntad del ideal ascético, esto es, la voluntad de la
nada que imponen en el hombre una visión transmundana, despreciando su vida en la tierra y
anhelando la ficción de otro mundo como el reino prometido por todo su sufrimiento. El ideal ascético
13 Véase luego p, 76 14 Véase luego p, 76
13
promueve su interpretación negadora del mundo y de la vida como la única posible y en esto consiste
su poder. La voluntad de la nada y el nihilismo son entonces el motor de la fuerzas reactivas.
En este punto se aclaran las relaciones de las fuerzas reactivas con la enfermedad histórica y los
diferentes sentidos del nihilismo.
La enfermedad histórica hace que el hombre se vea como el último producto de la historia y por ende
ya no tenga más que desear. El nihilismo negativo es la fuerza que lleva al hombre a negar su vida y su
mundo en aras de valores superiores y la ficción de un mundo suprasensible. Sin embargo esta fuerza o
instinto de verdad hace que se nieguen incluso los mismos valores superiores y el mundo
transmundano, esto es lo que se llama el nihilismo extremo. En el nihilismo negativo también yace un
nihilismo positivo. El primero debilita al hombre y niega su vida, el segundo le abre la posibilidad de
una nueva vitalidad como expresión de una perspectiva diferente. Es por esta razón que se puede decir
que el nihilismo extremo y su superación se pueden casi identificar. El sentido activo del nihilismo es
la fuerza que se manifiesta en el espíritu del hombre para dar nuevas interpretaciones de vida cuando
todos los fundamentos morales y metafísicos han muerto. Sin embargo el nihilismo pasivo es el que en
nuestra época prevalece. Este nihilismo se aprovecha de las fuerzas reactivas de la pasividad y siempre
está tratando de crear nuevos disfraces y máscaras para reemplazar a los antiguos y pasados de moda
ideales. Es así como el devenir se ha convertido en un devenir reactivo. Vemos pues que el devenir no
es esencialmente reactivo sino que ha devenido reactivo por la fuerzas que se han impuesto en la tierra
y en el hombre en los últimos siglos. El nihilismo negador y pasivo es el nihilismo que ha prevalecido
en la tierra, sin embargo con esto nos volvemos concientes de la necesidad de la fuerza del nihilismo
activo y la superación del mismo. El camino hacia la superación debe ser la fuerza y vitalidad del
nihilismo activo que nos brinda la posibilidad de perspectivas diferentes, nuevas interpretaciones de la
vida, libertad de creación, en otras palabras, la fuerza interpretativa del perspectivismo.
En el cuarto capítulo tratamos el tema de la interpretación para Nietzsche. En este rescatamos lo más
importante de los tres tratados de la genealogía en relación con el tema principal. Del primer tratado se
rescata el pathos de diferencia y el despliegue de poder de los hombres nobles en cuanto a la creación
del lenguaje y el sometimiento del mundo a su voluntad, a su propia interpretación. El hombre noble,
sano y fuerte impone su propia interpretación de la vida y rompe con el mito entre verdad y apariencia,
para él no hay más que su propia interpretación.
14
En este punto se analiza lo esencial de la interpretación para la vida misma en cuanto a evolución del
proceso histórico hasta nuestros días. El papel que juegan los instintos en la interpretación en
fundamental, pues los instintos son las fuerzas inconscientes de los seres vivos, que desde tiempos
inmemoriales se lanzan a la interpretación del devenir azaroso para garantizar su supervivencia. La
interpretación de la realidad es entonces siempre cambiante, el hombre sano interpreta para darse
fuerza; para alimentar su vida. Los hombres de instintos sanos son los que despliegan su poder
creando. Los hombres de instintos maltrechos son los que se contentan con interpretar la vida de la
forma como se la impongan los demás fomentando así su pasividad.
En el segundo tratado rescatamos el principio de toda ciencia histórica esto es, que la vida es un
enseñorearse una apropiación un reinterpretación. La vida es cambiante es dínamis, la interpretación
del hombre sano también. De esta forma el hombre fomenta su poder al crear interpretaciones acordes
con la realidad, y se debilita al encerrarse en el nihilismo reactivo y enmascarador de fundamentos.
La consecuencia de esta interpretación de la vida es que existen tantas verdades como interpretaciones,
no hay fundamentos ni esencias, todo en la vida es un cambio constante. En este punto es cuando
advertimos nuestro problema fundamental. Esto es, que la liberación de las cadenas reactivas de las
verdades absolutas de la moral, la religión, estética etc, por medio del perspectivismo, nos pueden
conducir a un problema aún más peligroso, caer en el abismo del relativismo.
Del tercer tratado rescatamos el saber perspectivista, pero se debe aclarar que no se busca fundamentar
una nueva “objetividad” como el producto de la sumatoria de varias perspectivas, este es un error que
se debe evitar.
La propuesta que se hace hacia el final del capítulo es cubrir la falencia del perspectivismo-relativismo,
esto es, dar una perspectiva de la vida para poder superar el nihilismo extremo. Esta perspectiva es
aprender a ver la vida con la óptica del arte, y tener la serenidad para atreverse a llevar a cabo un plan
de vida, una ética liberadora.
Esta monografía es la respuesta a un intento por encontrar el camino hacia una forma de vida más
congruente con el hombre de impulsos sanos. La dificultad consiste en que el saber genealógico
propuesto en la genealogía de la moral, es un saber que se ocupa de martillar la realidad y la verdad de
las interpretaciones erróneas de la vida y la moral; y deja de lado una propuesta positiva como posible
respuesta a todas sus fragmentaciones y cuestionamientos. Este trabajo se presenta como una
propuesta, como una interpretación activa de la vida del hombre en la tierra, esto es, creando
libremente una perspectiva de vida en la cual ; él mismo desde sus instintos guíe su existencia. Esta es
15
la razón por la cual se escogieron las interpretaciones acerca de Nietzsche de dos autores franceses,
pues dentro de sus comentaristas, los franceses son quienes tienen unas propuestas pro positivas.
16
CAPITULO I
Procedencia y Sentido.
Por genealogía se entiende de acuerdo con el diccionario Real de la lengua española: “Serie de
progenitores y ascendientes de cada persona o animal. Y la disciplina cuyo objeto es la investigación
del origen y de la filiación de la familia.”15 De acuerdo con esta definición la genealogía de la moral
indicaría el estudio por medio del cual se pretende llegar al origen de la moral determinado todos sus
ascendientes. De esta forma la investigación que se llevaría a cabo sería la de una acumulación de
conocimientos tendientes a determinar el origen de nuestra moral, enmarcados en la familia de la
religión.
Es así como se han dirigido varios estudios acerca del origen de la moral. Sin embargo el problema
radica en que tales estudios desde un principio están predeterminados a vincular el origen con nociones
equivocadas como por ejemplo la bondad o el altruismo que con el paso del tiempo se han olvidado
para terminar confundiendo el efecto por la causa.
En la Genealogía de la Moral se trataría el asunto de la moral desde sus orígenes, por medio de un
estudio psicológico de cómo se fueron gestando en la conciencia del individuo los valores que rigen su
vida. En un principio, las acciones aisladas son las que consideran buenas o malas dependiendo de las
consecuencias que éstas tengan en la comunidad. En una segunda fase, las mismas acciones en sí son
consideradas como buenas o malas invirtiendo la consecuencia con la causa, es decir, asimilamos de
igual forma a las acciones en sí como buenas o malas sin tener en cuenta el origen de las
consecuencias. De igual forma las personas asimilan que la piedra es dura o el árbol es verde, pues la
piedra es dura porque la consecuencia de golpearnos con esta es un golpe fuerte. Este error, es el
mismo error que da lugar al lenguaje, y como tal se ha de considerar. Así una «acción aislada», según
sus resultados se califica de buena o mala (al igual, que una piedra que hace daño, se considera como
dura), para después ser las «acciones en sí» y por lo tanto la acción en general, pues la acción en sí es el
concepto, las que se consideran como buenas o malas, cayendo en el error de todo concepto, el de ser
válido para muchos.
15 Diccionario de la lengua española, vigésima primera edición, Tomo I, Madrid 1994.
17
Un tercer paso es considerar los motivos como buenos o malos dejando de lado las acciones en si como
moralmente indiferentes. En una cuarta fase se va más allá y son morales los mismos hombres que
producen tales motivos, de la misma forma como se piensa que un ambiente biológicamente activo
produce bacterias o microorganismos. De esta forma el hombre se califica moralmente de acuerdo a sus
motivos, acciones y de acuerdo a todo su comportamiento. Este es el error fundamental en que cae el
hombre pues se hace responsable moralmente de todo su ser como consecuencia del error del libre
albedrío, pues es su libertad la que le permite actuar de tal o tal forma, sin tener en cuenta las fuerzas
que le dan sentido en el origen a la moral y la evolución histórica de la valoración moral que esconden
todas las máscaras por medio de las cuales la moral del esclavo ha prevalecido. Una noción de
genealogía como el estudio de los orígenes puros y solemnes es la que hace que pretendamos encontrar
la verdad que desde un comienzo tenemos en mente.
Es por esta razón que es necesario hacer una crítica de la noción de genealogía que nos permita
descubrir las máscaras detrás de las cuales se esconden los orígenes puros y absolutos para darnos
cuenta de nuestro error. No existe algo así como un origen puro o ideal al cual debemos llegar por
medio del conocimiento para enfrentarlo con las apariencias de nuestros sentidos que siempre nos
están engañando. En el campo de la moralidad no existe un origen puro de la moral al cual debamos
aspirar como la expresión de la voluntad divina, o la expresión de la voluntad absoluta y eterna de la
razón universal. El origen también es una creación humana en el cual podemos encontrar las más bajas
expresiones de los instintos, la impotencia, la reacción, la venganza, la utilidad, el altruismo; como
también podemos encontrar las mejores y más sanas expresiones de los instintos humanos, como la
fuerza , el poder, el egoísmo que permiten al hombre vivir en este mundo, su único mundo conocido, de
forma más armoniosa, sintiéndose orgulloso de ser el creador de su propia vida en vez de recibir
mandamientos de un mundo al que no pertenece, del mundo de lo suprasensible.
Existe pues la necesidad de aclarar el concepto teniendo en cuenta lo que es genealogía para Foucault y
Deleuze cuando estudian a Nietzsche. En este capítulo haremos un estudio del concepto de genealogía
teniendo en cuenta los mencionados autores para reasaltar cuales son sus relaciones y cuales sus
diferencias.
18
Michel Foucault: La Procedencia. A diferencia de la historia que tiene pretensiones constructivas, la genealogía es gris y particularmente
documental. En lugar de descubrir héroes, génesis lineales, esto es, ordenando “sólo en función de lo
útil, toda la historia de la moral: como si las palabras hubiesen guardado su sentido, los deseos su
dirección, las ideas su lógica”16, volviendo al origen puro y solemne de las cosas, destacando el
carácter sagrado de tal origen sin sentido histórico; la genealogía trata sobre acontecimientos puntuales
sin elementos teleológicos. El genealogista busca donde no se ha investigado17 reconociendo diferentes
escenas donde se dan las cosas y también donde no se dan. “La genealogía exige, pues del saber
minucia, gran número de materiales acumulados, paciencia.”18 Se opone a las simplificaciones ideales
de la historia en cuanto al “origen” solemne puro. No hay “origen” sino más bien procedencia, “buscar
tal origen es tratar de encontrar “lo que ya existía” el “eso mismo” de una imagen exactamente
adecuada a sí misma; tener por adventicias todas las peripecias que han podido suceder, todas las
astucias y todos los disfraces; comprometerse a quitar las máscaras, para develar al fin una identidad
primera.”19 Se trata entonces de negar tal origen ideal. El genealogista busca la procedencia, detrás de
las cosas no hay sino el secreto de que las cosas no tienen esencias, o que la esencia fue inventada de
forma aleatoria. De esta forma, se rescata la importancia del azar en los acontecimientos humanos.
En lugar de un origen solemne ideal, existe una procedencia baja, innoble. “Uno quiere creer que en su
comienzo las cosas eran perfectas; que salieron resplandecientes de las manos del creador, o en la luz
sin sombra del primer amanecer.”20 En el origen no hay algo así como la verdad, la vedad es más bien
la evolución de los errores sacralizados del hombre. La verdad es un cúmulo de metáforas que se
vuelven usuales y con el tiempo se olvida su condición de metáforas, por tal razón se convierte en un
error inalterable. “La verdad, especie de error que tiene para sí el no poder ser refutada, sin duda
porque la larga cohesión de la historia la ha vuelto inalterable”21
16 Foucault, Michel, “Nietzsche, La genealogía, La historia”, Editorial, Pre Textos, Valencia 2000, p, 11 17 En los acotencimientos que “pasan por no tener historia -los sentimientos, el amor, la conciencia, los instintos,” Ibíd., p, 12 18 Ibíd. p 13 19 Ibíd. p 17. 20 Ibíd. ps 19-20. 21 Ibíd. p, 21.
19
La genealogía se dedica a los pequeños detalles que se dan en la moral, presta atención a la
mezquindad relacionada con la moral, busca la procedencia de la misma, busca todas las huellas de los
azares por los que algo fue surgiendo. “ Así pues, hacer la genealogía de los valores, de la moral, del
ascetismo, del conocimiento, no será jamás partir a la búsqueda de su “origen”, despreciando como
inaccesibles todos los episodios de la historia; será al contrario, insistir en las meticulosidades y azares
de los comienzos; prestar una atención escrupulosa a su irrisoria mezquindad; prepararse a verlos
surgir, al fin sin mascaras, con la cara de lo otro; no tener pudor en ir a buscarlos allí donde están –
“registrando los bajos fondos”-. Darles el tiempo para ascender del laberinto en el que jamás verdad
alguna los ha tenido bajo custodia.”22
La genealogía realiza la destrucción de la noción de yo, se muestran los múltiples instintos que pululan
en el ser humano, desmontando así la noción del yo, del sujeto de conocimiento. “el análisis de la
procedencia permite disociar el Yo y hacer pulular, en los lugares y posiciones de su síntesis vacía, mil
acontecimientos ahora perdidos.”23 La voluntad de poder la ejercen entonces los instintos y no el yo.
La genealogía es básicamente crítica, es la búsqueda de la procedencia, por lo tanto no fundamenta sino
que agita, muestra la heterogeneidad, fragmenta todos los orígenes. Un aspecto importante de la
genealogía es que da una gran importancia al cuerpo, a las afecciones de poder que este sufre para
mostrar como los que padecen, los débiles que no tienen la capacidad de actuar, se inventaron la
contemplación como respuesta a su impotencia. “La procedencia atañe al cuerpo. Se inscribe en el
sistema nervioso, en los humores, en el aparato digestivo. Mala respiración, mala alimentación, cuerpo
débil y abatido de aquellos cuyos antepasados han cometido errores; que los padres tomen los efectos
por causas, crean en la realidad del más allá, o planteen el valor de lo eterno, y el cuerpo de los hijos
padecerá por ello.”24 La reflexión la interioridad y la inteligencia son entonces las virtudes más
veneradas por aquellos a quienes se crían en medio de la impotencia y la debilidad, esta es la herencia
de la bajeza.
El cuerpo es también el lugar de disolución del yo como ya se mencionó. La genealogía se da en el
cuerpo y la historia, en la disolución del alma, del yo y de los ideales. “La genealogía, como análisis de
22 Ibíd. p, 23. 23 Ibid. p, 26. 24 Ibíd. p, 27
20
la procedencia, está, pues, en la articulación del cuerpo y de la historia. Debe mostrar el cuerpo
totalmente impregnado de historia, y la historia arruinado al cuerpo.”25
La genealogía como hemos visto, agita todo lo establecido por la tradición, fragmenta los conceptos
con base en los cuales el hombre se reconoce a lo largo de la historia, como son los conceptos del yo, el
alma, y los ideales, para rescatar la importancia del cuerpo que nunca ha sido tenido en cuenta para
estos fines. De igual forma que el cuerpo a través de la historia, el alma y el yo demuestran las distintas
afecciones de acuerdo a las fuerzas que los afectan. Con la genealogía se descubre que no hay un sujeto
de conocimiento como el yo que pueda tomarse en cuenta como medida en la historia de forma que se
reconozca una línea evolutiva de su progreso, y que el alma es una creación humana, una interioridad
que oculta la impotencia de los esclavos de la moral.
Pasemos ahora a las relaciones de poder. De acuerdo con este concepto, los fuertes determinan todo
actuando, y los débiles inventan la moral como venganza ante el poderoso. La virtud para estos
últimos es lo que para el noble era vil mezquino, elevan la debilidad a virtud.
Lo que determina el devenir de las cosas es el juego azaroso de las dominaciones. El emerger de
fuerzas determina las cosas. Las relaciones de las fuerzas, las fuerzas incluso cuando se debilitan,
buscan el mecanismo para seguir imponiéndose. Nadie es responsable de que se den los
acontecimientos ni nadie puede vanagloriarse de ellos, unos hombres dominan a otros y de esta forma
nacen los valores. Los valores son el producto de dominación de unas fuerzas sobre otras. Se reduce
todo a instintos y fuerzas como generadores de valores en sus relaciones de poder. “Unos hombres
dominan a otros, y así nace la diferenciación de los valores, unas clases dominan a otras, y así nace la
idea de libertad, unos hombres se apoderan de las cosas que necesitan para vivir, les imponen una
duración que no tienen, o las asimilan a la fuerza -y así nace la lógica-.”26
Las reglas son establecidas para satisfacer violencia, emergen de dominaciones, son un placer
calculado de la sangre prometida. Las reglas permiten la perpetuidad de la dominación, las reglas
permiten que se haga violencia sobre la violencia para una nueva dominación. De esta forma el juego
de la historia es para quien se apodere de las reglas.
Interpretar para Nietzsche es entonces, apropiarse de algo violenta o astutamente, apropiarse de un
sistema de reglas y usarlas para darle un sentido. “Si interpretar fuera sacar lentamente a la luz una
25 Ibid p. 32 26 Ibid p. 38
21
significación enterrada en el origen, sólo la metafísica podría interpretar el devenir de la humanidad.
Pero si interpretar es apropiarse, violenta o subrepticiamente, de un sistema de reglas que en sí mismo
no tiene significación esencial, e imponerle una dirección, plegarlo a una nueva voluntad, hacerlo
entrar en otro juego y someterlo a reglas secundarias, entonces el devenir de la humanidad consiste en
una serie de interpretaciones.”27
La historia de la humanidad es entonces, una historia de interpretaciones de despliegues de poder. La
genealogía es la historia de esos despliegues de poder. De esta forma acaba con ideales absolutos, para
reintroducir en el devenir todo lo que la historia, la filosofía, la teología etc. habían declarado inmortal
en el ser humano.
No hay perennidad de los sentimientos ni constancia de los instintos, todo tiene su historia, hasta el
cuerpo, una historia que no busca lo fijo y constante en el ser humano sino por el contrario busca lo
discontinuo. “Hay que fragmentar lo que permitía el juego consolador de los reconocimientos. Saber,
incluso en el orden histórico, no significa “reconocer”, y mucho menos “reconocernos”. La historia
será “efectiva” en la medida en que introduzca lo discontinuo en nuestro ser. Divida nuestros
sentimientos; dramatice nuestros instintos, multiplique nuestro cuerpo y lo oponga a sí mismo. No deje
nada sobre sí que tenga estabilidad tranquilizadora de la vida de la naturaleza, ni se deje llevar por
ninguna muda obstinación hacia un final milenario. Socave aquello sobre lo que se la quiere hacer
reposar, y se ensañe contra su pretendida continuidad. Y es que el saber no está hecho para
comprender, está hecho para zanjar.”28 Se trata así de introducir la discontinuidad de la historia en las
ciencias del hombre, pues la estabilidad es un narcótico que promueve la domesticación del hombre.
Existe pues, un rechazo a las visiones absolutas, continuas, lo importante es la fragmentación surgida
del azar y las dominaciones de fuerzas. En otras palabras lo importante es la visión perspectivista. El
perspectivismo es el saber del genealogista. No se trata de ser objetivo ni puro, se trata de aceptar la
visión de cada cual, para valorar y decir si o no; no para constatar hechos. Nietzsche alega que nos hay
hechos sino interpretaciones.
Por el contrario el historiador del siglo XIX es de extracción baja porque tiene visión de esclavo, pobre
de espíritu, se siente obligado a abarcar todo, no puede escoger lo que le parece importante, entonces,
acepta todo lo que se ha dado. Realiza un inventario de todo. Por esta razón, aparentan tranquilidad, no
reconocen nada como importante, ocultan su rencor hacia lo fuerte, se esconden en la universalidad de
27 Ibíd. p. 42. 28 Ibíd. ps. 46-47.
22
la historia anónima en donde predomina en últimas la voluntad de un ente superior o absoluto. “El
demagogo necesita negar el cuerpo29 para establecer la soberanía de la idea intemporal; el historiador
tendrá que anular su propia individualidad para que los otros entren en escena y puedan tomar la
palabra.”
Para que la genealogía no se convierta en un saber demagógico religioso e impersonal, necesita que la
historia muestre la fragmentación de todo lo que se ha tomado por fundado en la historia. Esto es darle
un uso antiplatónico.
Foucault afirma que el sentido histórico del conocimiento genealógico tiene tres usos que se oponen a
lo que él llama las modalidades platónicas de la historia. Estos son: 1. El uso paródico y destructor de
la realidad; 2. El uso disociativo y destructor de la identidad y 3. El uso sacrificatorio y destructor de la
verdad. Como es obvio el primer uso se opone a la historia entendida como reminiscencia o
reconocimiento; el segundo a la historia-continuidad; y el tercero a la historia-conocimiento. Con estos
usos se trata de acabar con el antropomorfismo de la memoria, se trata de “hacer de la historia una
contramemoria- y, como consecuencia, desplegar en ella una forma distinta del tiempo.”
Con el primer elemento, la genealogía descubre que la identidad de un objeto puro de conocimiento o
de la naturaleza a través del tiempo no son más que una parodia, una máscara.
Con el segundo elemento se trata de “(…) hacer aparecer todas las discontinuidades que nos
atraviesan.”30 La historia no tiene por tarea reconocer nuestra identidad olvidada por medio de un
poder de síntesis, “la historia genealógicamente dirigida, no tiene por meta encontrar las raíces de
nuestra identidad, sino al contrario, empeñarse en disiparla;(…)”. Este elemento permite que surja la
creación de nuevos valores impedida por la fidelidad a la continuidad. El tercer elemento del uso de la
historia, esto es, el sacrificio del sujeto de conocimiento muestra que el instinto de conocimiento no es
un saber neutro que sólo busca la verdad sino que está inmerso en transformaciones, que es pasión,
empeño inquisidor, refinamiento cruel, maldad; descubre la violencia de los prejuicios. Se descubre que
todo el conocimiento se fundamenta en la injusticia, que no hay un conocimiento verdadero. “El saber,
en lugar de separarse poco a poco de sus raíces empíricas, o de las primeras necesidades que le han
hecho nacer, para devenir una pura especulación únicamente sometida a las exigencias de la razón, en
lugar de estar ligado en su desarrollo a la constitución de un sujeto libre, implica un empeño cada vez
29 Ibíd., p 58. 30 Ibid p 67-68 la cita en el libro no está separada.
23
más grande; la violencia instintiva se acelera y crece en él.”31 El saber y el conocimiento no son sino
construcciones humanas y como consecuencia tienen una historia llena de fragmentaciones, no son la
abstracción pura que se somete sólo a las exigencias de la razón, sino que proceden de instintos mal
constituidos, razón por la cual, deben aparentar una pureza a priori que los aleje de su historia, y nos
haga olvidar de su procedencia baja y mezquina. El saber y el conocimiento no son procesos absolutos
e inmutables por medio de los cuales el hombre se supera a sí mismo para asimilarse a su Dios, sino
procesos e invenciones históricas que responden a las necesidades históricas del hombre. El error ha
consistido en separarlos de su naturaleza, separarlos de su naturaleza humana.
Gilles Deleuze: Sentido y Valor. Para este autor el concepto de genealogía implica una crítica. Tal crítica consiste en “introducir en la
filosofía los conceptos de sentido y de valor.”32 Nietzsche percibió que los valores que se toman en
cuenta para apreciar los fenómenos no son conceptos absolutos e indiferentes, por ende, suponen
siempre “puntos de vista de apreciación” o “modos de existencia de los que juzgan y valoran”. La
crítica de Nietzsche va dirigida demostrar que mientras no se desenmascare esta suposición, la filosofía
no hará más que levantar construcciones ideales sobre cimientos irreales. “He aquí lo esencial: lo alto y
lo bajo, lo noble y lo vil no son valores, sino representación del elemento diferencial del que deriva el
valor de los propios valores.”33
De esta forma los valores o los principios sobre los cuales se lleva a cabo la valoración de cualquier
cosa o de su origen, se toman como hechos objetivos. Estos hechos objetivos, verdaderos por sí
mismos tienen un origen indiferente, son suposiciones que se toman como reales. Los sabios o los
filósofos construyen a partir de esta suposición todo el andamiaje de su teoría de una genealogía de la
moral.
Nietzsche por el contrario, crea un nuevo concepto de genealogía; para él, el filósofo es un genealogista
que debe dirigir su crítica “contra los que sustraen los valores a la crítica, contentándose con hacer un
inventario de los valores existentes o con criticar las cosas en nombre de valores ya establecidas… Pero
también contra los que critican, o respetan, los valores haciéndolos derivar de simples hechos, de
31 Ibid p. 71. 32Deleuze, Gilles, “Nietzsche y la filosofía”, Editorial Anagrama, Barcelona 2002, p 7. 33 Ibid. p 8.
24
pretendidos hechos objetivos.”34 Los primeros son los que él denomina “los obreros de la filosofía”
como Kant y Schopenhauer y los segundos son los utilitaristas o los sabios. En ambos casos la filosofía
tiene un fundamento inventado, indiferente válido por sí en su propio origen.
El nuevo concepto de genealogía de Nietzsche introduce el elemento diferencial en el origen de los
valores. “Es desde lo alto de este sentimiento de distancia que nos concedemos el derecho de crear
valores o determinarlos: ¿qué importa su utilidad?.” 35 El elemento diferencial o de distancia permite
que se exprese en el origen la fuerza activa o reactiva que crea los valores. De esta forma “genealogía
quiere decir a la vez valor del origen y origen de los valores. Genealogía se opone al carácter absoluto
de los valores como a su carácter relativo o utilitario.”36
La genealogía de Nietzsche se encarga de la fuerza activa o reactiva en el origen de lo valores, que le
da a los mismos su sentido. Así, Deleuze dice que genealogía quiere decir origen o nacimiento, pero
también diferencia o distancia en el origen. De esta forma con la genealogía se puede ver la nobleza o
bajeza en el origen. No se trata de establecer un origen o principio absoluto por fuera de la historia que
de sentido a los valores, sino analizar el acontecimiento en que estos se originan, las fuerzas que se
involucran en tal surgimiento. “lo noble y lo vil, lo alto y lo bajo, tal es el elemento propiamente
genealógico y crítico.”Pero así entendida, la crítica es al mismo tiempo lo más positivo. El elemento
diferencial no es una crítica del valor de los valores, sin ser también el elemento positivo de una
creación.”37
La crítica implica entonces una fuerza activa una creación y no una reacción como la del resentimiento
y la venganza. El filósofo es el que debe llevar a cabo la crítica tomando en cuenta el elemento
diferencial como crítico y creador.
De esta forma, el sentido que pueda tener un fenómeno humano físico o biológico depende de la fuerza
que se apropia del mismo. Con esto Nietzsche acaba con la dualidad de apariencia-esencia, pues los
fenómenos no son ni apariencia ni tampoco una única experiencia de nuestro aparato sensitivo. Los
fenómenos son signos o síntomas de las fuerzas que se apoderan de las cosas. No hay un único sentido,
pues este depende de las fuerzas que se apoderan de la cosa en el acontecimiento. “A la dualidad
34 Idem. 35 Ibid p, 9 36 Idem. 37 Idem.
25
metafísica de la apariencia y de la esencia, y también a la relación científica del efecto y la causa,
Nietzsche opone la correlación de fenómeno y sentido.”38
Así pues toda fuerza es la apropiación de una realidad. La misma percepción es la expresión de las
diferentes fuerzas que se apropian de la naturaleza. La historia de la naturaleza es entonces la historia
de las diferentes fuerzas que le dan sentido a los acontecimientos. Para Nietzsche es fundamental
entonces el pluralismo. Un fenómeno puede tener diferentes sentidos a lo largo de la historia, por esta
razón la filosofía y las ciencias son una sintomatología, una semiología, pero el error ha consistido en
darle un solo sentido; esto es el verdadero. La filosofía de Nietzsche envuelve el pluralismo como su
expresión y trata de encontrar las fuerzas dominantes de cada acontecimiento para interpretarlas en sí
mismo y en su relación con los demás. La filosofía es el arte pluralista de interpretación. “observamos
que el arte de interpretar debe ser también un arte de atravesar las máscaras, y descubrir qué es lo que
enmascara y por qué, y con qué objeto se conserva una máscara remodelándola.”39
La genealogía no solo se queda en el interpretar, también valora. Pero el valorar tiene que ver con las
distintas fuerzas que se apoderan de la cosa. La pluralidad de las fuerzas implica una jerarquía, en el
valorar se debe tener en cuenta tal jerarquía. “El sentido de una cosa es la relación entre la cosa y la
fuerza que la posee, el valor de una cosa es la jerarquía de las fuerzas que se expresan en la cosa en
tanto que fenómeno complejo.”40
El genealogista es el único apto para captar qué bajeza puede encontrar su expresión en un valor y qué
nobleza en otro, porque sabe manejar el elemento diferencial. Él es el dueño de la crítica de los valores.
La ciencia que usa conceptos activos, es la ciencia que puede reconocer las fuerzas activas y las fuerzas
reactivas como fuerzas, haciendo uso del elemento diferencial. La distancia permite que se puedan
reconocer las relaciones reales de fuerza en vez de crear una relación abstracta e indiferente válida por
sí misma como prototipo de todas.
En la genealogía de la moral se propone encontrar una ciencia activa que interprete los fenómenos bajo
tres aspectos: Una sintomatología, una tipología y una genealogía.
La sintomatología es la forma bajo la cual se interpretan los fenómenos, entendiéndolos como
síntomas, es decir, entendiendo su sentido de acuerdo a las fuerzas que los producen41. Tipología
porque las fuerzas que producen los fenómenos presentan una cualidad o un tipo ya sea activo o
38 Ibid. p, 10. 39 Ibid. p 13. 40 Ibid. p, 16. 41 Ibid. p, 108.
26
reactivo. Y genealogía puesto que valora el origen de las fuerzas desde el punto de vista de su nobleza
o bajeza. “El filósofo en tanto que filósofo, es sintomatologista, tipologista y genealogista. Se
reconoce aquí la trinidad nietzscheana, del “filosofo del futuro”: filósofo médico (es el médico quien
interpreta los síntomas), filósofo artista (es el artista quien modela los tipos), filósofo legislador ( el
legislador quien determina el rango, la genealogía.)
La sintomatología permite descubrir las fuerzas que se apropian de los fenómenos al darles un sentido
determinado. Lo que ha sucedido en la historia de la humanidad es que las fuerzas reactivas de los
débiles han prevalecido por encima de la fuerza activa del hombre fuerte. La semiología descubre en
los fenómenos el síntoma de enfermedad de la fuerza de la que proceden. El sentido reactivo de un
fenómeno humano, muestra que su origen ha sido la apropiación de la realidad de una fuerza reactiva,
la impotencia del esclavo y su afán de venganza contra el hombre fuerte, contra el hombre noble.42
Para Deleuze la genealogía de la moral es un escrito que tiene un doble aspecto: Es una clave para la
interpretación y para la evaluación del poema y también es un análisis detallado del tipo reactivo,
teniendo en cuenta la forma en que triunfan las fuerzas reactivas y el principio en que se apoyan para
tal triunfo.43
Estos dos aspectos son los que para Deleuze constituyen la crítica de Nietzsche pues con base en éstos
se puede entender por qué se ha obstaculizado el arte de la interpretación y la valoración y se ha
desnaturalizado la genealogía al invertirse la jerarquía.
Retomemos entonces los aspectos claves para cada autor francés con respecto al concepto de
genealogía, para después detenernos en sus relaciones.
Para Foucault existen pues varias características del concepto de genealogía. El primero es que la
genealogía no trata sobre el origen de las cosas sino más bien sobre su procedencia. La procedencia
muestra una historia llena de detalles de variaciones y refinamientos de las fuerzas que se involucran en
los acontecimientos. La genealogía descubre por medio de la procedencia que la moral tiene una
historia azarosa, llena de vileza y bajeza en su origen. La procedencia también se encarga del cuerpo
pues el cuerpo también tiene una historia y esta se encuentra en el análisis de su sistema nervioso
alimentación etc., en donde se ejercen dominaciones de poder, el cuerpo como las ideas tienen una
determinación histórica. La procedencia muestra el origen bajo de los valores y las relaciones de poder 42 La moral es la creación del esclavo como la expresión de venganza e impotencia contra el hombre noble, como se verá más adelante en siguiente capítulo cuando tratemos el tratado primero de la Genealogía de la Moral de Nietzsche. 43 Deleuze, op cit, ps. 123-124
27
muestran que la historia no es la evolución del pensamiento humano hacia un fin determinado, sino
más bien el producto del azar. Las dominaciones de poder entonces determinan la emergencia de los
valores a través del tiempo. Con estos elementos, Foucault muestra que la tarea del genealogista es la
de interpretar la historia de las dominaciones de poder, la historia de las apoderaciones de las reglas que
crean valores. De esta forma puede decirse como Nietzsche que no hay hechos sino interpretaciones.
Lo importante es entonces la fragmentación surgida del azar y las dominaciones de fuerzas. En otras
palabras lo importante es la visión perspectivista. Con el perspectivismo, la razón reconoce su origen
humano y se hace conciente de que no hay un conocimiento verdadero por sí, sino más bien múltiples
conocimientos, diferentes formas de apreciar los fenómenos, unas más valederas que otras pero en
esencia no existe una verdad que se fundamente en sí misma por ser la verdad divina, eterna, inmutable
y absoluta. La consecuencia del perspectivismo es que se desmonte la noción de sujeto de
conocimiento, la discontinuidad de la identidad del hombre y la destrucción de la noción de verdad.
Los aspectos claves de Deleuze para entender el concepto de Genealogía son el elemento de diferencia
o de distancia que permite descubrir la fuerza activa que crea valores en su origen. De esto modo, no
existen valores absolutos e incuestionables sino un pluralismo de los mismos dependiendo de la fuerza
que les da sentido. Los fenómenos se interpretan de acuerdo con las fuerzas que se apoderan de ellos
en determinado momento. El elemento de la distancia es entonces clave para iniciar la crítica de
Nietzsche. Con base en este se descubre que no hay hechos sino interpretaciones de fuerzas. Las
fuerzas a su vez se relacionan unas con otras como los fenómenos también. En un fenómeno complejo
encontramos una jerarquía de fuerzas que da la base para su valoración de acuerdo a la cualidad que
domine. Los hechos no son la expresión de la realidad, sólo son síntomas de las fuerzas que los
producen. Los valores no son absolutos, tienen un sentido, el sentido lo proporciona el tipo de hombre
que los crea, el tipo reactivo es el que ha triunfado en nuestra historia. La genealogía no es la búsqueda
del origen puro y solemne de los valores, donde se usan conceptos como lo útil, el altruismo etc. para
reconocer tales valores como absolutos e indiferentes, sino el estudio diferencial de las fuerzas que
ejercen poder sobre los fenómenos determinando su sentido, su rango y el reconocimiento de la
valoración de los fenómenos con fundamento en una jerarquía invertida dominada por los valores del
hombre reactivo.
Ambos autores comparten que la genealogía no consiste en buscar un origen puro, solemne, absoluto e
indeterminado, sino que el origen es la expresión de ciertas fuerzas que le dan un sentido determinado.
Para Foucault esto se descubre por medio de la procedencia y para Deleuze este proceso no lo permite
28
llevar a cabo el elemento diferencial. Las fuerzas que dan sentido a un fenómeno en su origen
dependen del tipo de hombre que se apodere del mismo. Por un lado pueden ser activas, nobles,
afirmativas y poderosas, cuando proceden de hombres nobles y por el otro pueden ser reactivas,
negadoras e impotentes cuando proceden de hombres bajos y mezquinos.
Otro aspecto que comparten ambos autores es que la genealogía se encarga de desenmascarar las
pretensiones teleológicas de la historia, pues el devenir no responde a un fin determinado por la
voluntad divina o la razón absoluta, sino que se presenta como el producto azaroso de dominaciones de
poder o de las apropiaciones de la realidad. En consecuencia ambos autores comparten una visión
pluralista o perspectivista de la interpretación de la vida en lugar de una visión unívoca y teleológica.
Las dominaciones de poder son reglas vacías en sí mismas, de igual forma como el sentido y la
jerarquía de valores de éstos son procesos históricos que responden a determinado tipo de hombres, en
nuestro caso al tipo reactivo que hace uso de de los conceptos bueno y malo, la culpa, la mala
conciencia y los ideales ascéticos como expresión de su voluntad de la nada para hacer prevalecer una
interpretación reactiva de la vida.
Teniendo en cuenta estos aspectos básicos de lo que significa genealogía vamos a abordar el análisis de
los tres tratados de la Genealogía de moral, teniendo siempre presente la pregunta fundamental de esta
monografía.
.
29
CAPITULO II
La Genealogía de la Moral.
En el parágrafo 3 del prólogo de la Genealogía de la Moral, Nietzsche nos muestra que desde niño se
preguntó sobre el origen de nuestro bien y nuestro mal. “mi primer juego literario de niño , mi primer
ejercicio de caligrafía filosófica – y por lo que respecta a la “solución” que entonces di al problema,
otorgué a Dios, como es justo, el honor e hice de él el Padre del Mal”44 Más tarde se da cuenta que la
pregunta no debe estar en un ente por fuera del mundo y entonces se decide preguntar por el origen de
la moral de una forma distinta de la siguiente forma: “un poco de aleccionamiento histórico y
filológico, y además una innata capacidad selectiva en lo que respecta a las cuestiones psicológicas en
general, transformaron pronto mi problema en esto otro: ¿en qué condiciones se inventó el hombre esos
juicios de valor que son las palabras bueno y malvado?, ¿ y qué valor tienen ellos mismos?45
En esta pregunta se encuentra una nueva forma de tratar la cuestión moral, se trata de una invención
humana y no un legado teológico. Mas tarde en el parágrafo 6 del mismo Prólogo se enuncia una
exigencia esto es, “necesitamos una crítica de los valores morales- y para esto se necesita tener
conocimiento de las condiciones y circunstancias en que aquellos surgieron, en las que se desarrollaron
y modificaron...”46
No ver las condiciones complejas de desarrollo de la historia en las cuales surgen los valores morales
es dar cabida a una sola interpretación de la moral suprahistórica y acrítica. Este es el peligro en el que
está inmerso el hombre moderno.
“Se tomaba el valor de esos “valores” como algo dado, real y efectivo, situado más allá de toda duda;
hasta ahora no se ha dudado ni vacilado lo más mínimo en considerar que el “bueno” es superior al
“malvado”, superior en valor en ese sentido de ser favorable, útil, provechoso para el hombre como tal
(incluido el hombre del futuro).”47
Nietzsche entonces se pregunta si esta forma de aproximarse a los valores morales vista como la única
posible tanto para el hombre del futuro no será un signo de decadencia, de forma que ese hombre
“bueno” no sería más que la representación de todo lo contrario, de un retroceso en el cual nosotros nos
44 Nietzsche, F, “La genealogía de la Moral”, Alianza Editorial, Madrid, 2000, Prólogo, 3 p, 24. En adelante GM. 45 GM, Prólogo, 3 46 GM Prólogo, 6. 47 Idem.
30
encontramos dormidos sin permitir que salga a la luz tal vileza. Este narcótico de la moral no permitiría
el desarrollo de la vida del futuro, “de tal manera que justamente la moral fuese culpable de que jamás
se alcanzase una potencialidad y una magnificencia sumas, en sí posibles, del tipo de hombre? ¿De tal
manera que justamente la moral fuese el peligro de todos los peligros?”48
Desde un principio se anuncia la labor a realizar en este libro, esto es, cuestionar el valor de los valores
morales entendiendo esto como un problema de interpretación y de apropiación de las relaciones de
poder que dan sentido a los fenómenos morales en cada momento histórico determinado. Esto quiere
decir en otras palabras, que los conceptos morales no son hechos puros y solemnes válidos
universalmente, sino que dependen de las fuerzas o relaciones de poder que en cada época les dan
sentido, y si esto no se comprende no podremos acceder a una potencialidad y magnificencia suma de
actuar del hombre del futuro.
Tratado Primero: La Diferencia en el despliegue de poder.
En el primer tratado Nietzsche comienza criticando a la identificación que sus contemporáneos ingleses
hacen de lo bueno con lo útil, pues tal visión es una valoración acrítica y ahistórica que favorece un
origen puro y solemne de la moral identificado con acciones no-egoístas, a partir del cual se desarrolló
de forma continua y progresiva. Los que así piensan lo hacen de una forma ahistórica, pues decretan
que las acciones no egoístas fueron alabadas y llamadas “buenas” por aquellos a quines resultaban
útiles, luego tal origen de alabanza se olvidó y por último tales acciones no egoístas por el hábito de
hacer sido consideradas “buenas”, se sintieron en general como “buenas”. A Nietzsche le molesta que
la palabra “bueno” provenga de las personas a quienes se les dispensa “bondad”, o en otras palabras
que la palabra “bueno” surja de aquellos a quienes beneficia una acción. Por esta razón, contrapone a
esta visión el “pathos de la diferencia” de una especie dominadora sobre especie inferior, sobre la cual
despliega el poder de diferenciarse imponiendo el sentido de la palabra “bueno” a aquello que es bueno
para ellos mismos, para el que lleva a cabo la acción. “Partiendo de de este pathos de la diferencia es
como se arrogaron el derecho de crear valores, de acuñar nombres de valores: ¡qué les importaba a
ellos la utilidad!”49 La utilidad sólo es tenida en cuenta por lo contrario , por el débil que tiene una
naturaleza calculadora buscando siempre un beneficio en la acción del otro. El elemento de diferencia o 48 Idem 49 GM, I, 2, p, 37
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de distancia es el que permite descubrir la fuerzas que se apoderan de la realidad para darle un sentido;
las fuerzas activas despliegan poder y dan nombre a las cosas sin tener en cuenta su utilidad como ya se
mencionó, en cambio las fuerzas reactivas tienen que negar en primera instancia la fuerza del otro para
luego afirmarse como algo.50
De este modo, el surgimiento de lo “bueno” está en estrecha relación con el egoísmo y no con el
altruismo. Aquí, Nietzsche nos muestra de forma contundente cómo no hay un origen puro y solemne
de los valores morales, cómo no hay una conexión entre origen y esencia. La verdad es que la esencia
ha sido una invención, detrás de las cosas no hay más que heterogeneidad, fragmentación, un proceso
histórico y esto lo demuestra el saber genealógico.
Quienes dan nombre a las cosas y las califican como “buenas” o “malas”, están en una posición
diferente de quienes aceptan tales acciones. Los nobles, son los que actúan, su cuerpo es fuerte, se
encuentran en una posición de poder y ejercen ese poder cada vez que pueden, en eso consiste su
naturaleza. Cuando los juicios aristocráticos declinan es cuando la forma de valoración egoísta - no
egoísta, “bueno”-“malvado” se asienta en el hombre, es decir, cuando surge en él el instinto de rebaño.
Con el correr de los años tal instinto de rebaño se desarrolla y predomina hasta que la valoración moral
queda inscrita en la antítesis egoísta no egoísta como la única posibilidad. Por esta razón se pueden ver
como conceptos equivalentes en la modernidad “moral”, “no-egoísta” y “desinterés”.51
A Nietzsche le interesa como hemos visto, las fuerzas activas que demuestran el despliegue de fuerza
del hombre noble. De esta misma forma su estudio en esta parte lo emprende de manera diferente, no le
interesa analizar el lenguaje desde el punto de vista del que escucha como ya hemos visto, sino desde el
que habla desde el que crea el mismo lenguaje. Esto es lo que Deleuze llama la lingüística activa de
Nietzsche52 que intenta descubrir al que habla y pone nombres. En el parágrafo 4 del primer tratado nos
dice que el camino correcto para encontrar la procedencia de los valores morales se la marca la
etimología de la palabra “bueno” en las diferentes lenguas. Se pregunta también sobre el sentido de la
misma palabra y sobre la transformación de dicho sentido, es decir, “cómo la palabra “bueno” fue
primero creada por los señores que se la aplicaban a sí mismos, después tomada por los esclavos que se
la sacaban de la boca a los señores, de los que decían al contrario, “son malos”.53
50 Este proceso lo analizaremos más adelante, supra p. 36 -37 51 GM,I, 2, p, 38 52 Deleuze,G. op cit, p 106 53 GM, I, 4,5,10 y 11, citado por Deluze, Ibid. ps 106,107
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La ciencia activa que Nietzsche quiere comenzar es la ciencia que puede descubrir la fuerzas activas,
pero también las fuerzas reactivas por lo que son, esto es, fuerzas. Tal ciencia no se puede preocupar
por esconder modelos abstractos sobre el origen de los valores, sino poner al descubierto las
actividades reales que se ejercen sobre los fenómenos, interpretarlos. Pero no se queda solamente en
este punto, también debe buscar las relaciones de fuerza que se dan en este acontecer. En algunos casos
predominan las fuerzas activas (por excepción) y en otros las fuerzas reactivas.
Retomemos pues el análisis, la pregunta que se hace en este primer tratado es entonces ¿Por qué se
valoran las acciones de acuerdo a su utilidad? ¿Para quién una acción es útil o perjudicial, ¿quién tiene
en cuenta para esto, sus motivos y sus consecuencias?. Como ya vimos, el hombre que actúa no le
interesa la utilidad, le es indiferente. En cambio el que padece la acción, si le interesa valorarla de
acuerdo al beneficio que ésta le pueda representar. La pasividad y el resentimiento son la fuente de la
utilidad.
Dentro de la aristocracia de los pueblos primitivos a los que se refiere Nietzsche en este estudio,
también se encuentra la casta de los sacerdotes quienes se apartan por naturaleza de la actividad física.
Se dedican a la contemplación y a la reflexión y se convierten entonces en las personas más impotentes
de todas. “Los sacerdotes son, como es sabido, los enemigos más malvados – ¿Por qué? Porque son los
más impotentes.”54 La impotencia de los sacerdotes los convierte en los seres primordialmente odiosos
y vengativos, pero su odio lo expresan de la forma más sofisticada, esto es, espiritualmente. Por medio
de su venganza han logrado transformar el orden natural de los valores nobles para convertirlos en los
valores de los impotentes, y en su camino se han inventado la forma para que su esquema de valoración
se crea como el único posible por ser de orden divino.
“Han sido los judíos los que, con una consecuencia lógica aterradora, se han atrevido a invertir la
identificación aristocrática de los valores (bueno = noble = poderoso = bello = feliz = amado de dios) y
han mantenido con los dientes del odio más abismal (el odio de la impotencia) esa inversión, a saber,
“¡los miserables son los buenos; los pobres, los impotentes, los bajos son únicos buenos; los que sufren,
los indigentes, los enfermos, los deformes son también los únicos piadosos, los únicos benditos de
Dios, únicamente para ellos existe la bienaventuranza, en cambio vosotros, vosotros los nobles y
violentos, vosotros sois, por toda la eternidad, los malvados , los crueles, los lascivos, los insaciables,
los ateos, y vosotros seréis también eternamente los desventurados, los malditos y condenados!...””55
54 GM, I, 7, p 46. 55 Idem.
33
Con esta transvaloración llevada a cabo por el pueblo sacerdotal por excelencia, comienza para
Nietzsche en la cuestión moral, la rebelión de los esclavos.
La única creación de los impotentes surge de su odio y venganza espiritual esto es, la creación de
ideales y la modificación de los valores.
En este punto es importante hacer un análisis más profundo del poder creador del resentimiento, tema
que es tratado en el parágrafo10 del primer tratado de la genealogía.
En este, el elemento determinante es el resentimiento . Éste no es un sentimiento instantáneo sino un
sentimiento que surge en contra de algo, un sentimiento antinatural contra el actuar espontáneo del
hombre fuerte, por esta razón se caracteriza por la reacción. Sin embargo no toda reacción es un signo
negativo en sí, la reacción en estado sano, es la fuerza que tiende siempre a limitar la acción. “La
dividen, la atrasan o la impiden en función de otra acción de la cual padecemos el efecto.”56 Del mismo
modo la acción hace explotar la reacción de forma que se pueda adaptar rápidamente a fluir del
devenir. Es por esto que en la genealogía encontramos: “La rebelión de los esclavos en la moral
comienza cuando el resentimiento mismo se vuelve creador y engendra valores: el resentimiento de
aquellos seres a quienes le está vedada la auténtica reacción, la reacción de la acción, y que se
desquitan únicamente con una venganza imaginaria.”57
Es así como Deleuze nos dice que en un hombre sano no sólo existen fuerzas activas sino también
reactivas, pero siempre en continua relación: “En este sentido, el tipo activo no es un tipo que
contendría exclusivamente fuerzas activas; expresa la relación “normal” entre una reacción que retarda
la acción y una acción que precipita la reacción.”58
El resentimiento en las manos de los débiles y los sacerdotes se vuelve creador, pues a quienes les está
vedada la “auténtica reacción, la reacción de la acción, se desquitan únicamente con una venganza
imaginaria. Mientras que toda moral noble nace de un triunfante sí dicho a sí mismo, la moral de los
esclavos dice no, ya de antemano, a un “fuera”, a un “otro”, a un “no-yo”; y ese no es lo que constituye
su acción creadora.”59
En el hombre activo y fuerte existen fuerzas reactivas pero están en constante re-activación; por el
contrario el resentimiento nace cuando en el hombre prevalecen la fuerzas reactivas sobre las activas,
esto es, cuando dejan de ser activadas. El resentimiento no nace únicamente de una fuerza reactiva,
56 Deleuze, op cit, p 157. 57 GM, I, 10, p 50. 58 Deleuze, op cit, p 157. 59 GM I, 10, p 50.
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pues en el hombre fuerte estas fuerzas también existen como se ha dicho, lo que hay que tener en
cuenta para entender al hombre del resentimiento, es que en este no existen reacciones activadas sino
más bien sentimientos. “La palabra resentimiento da una indicación rigurosa: la reacción deja de ser
activada para convertirse en algo sentido.”60 Cuando la reacción es activada, el resentimiento se agota y
se consume en una reacción inmediata. Por esto dice Nietzsche que el resentimiento en el hombre
fuerte no envenena. Lo que permite que el resentimiento en el hombre fuerte se agote y consuma
inmediatamente, es la capacidad de olvido que actúa en él como una fuerza plástica, remodeladora,
regeneradora que le permite accionar las fuerzas reactivas. El olvido es el principio del actuar. El
olvido es la capacidad del hombre fuerte, o la condición para crear y desplegar poder. La inteligencia al
contrario de lo que se cree, es la condición de existencia para el débil. Para el hombre fuerte la
inteligencia tiene un aire de lujo que no puede ni le interesa darse, lo importante es la seguridad que le
brindan sus instintos. Para Nietzsche el hombre es básicamente instintos, en estos se despliega su
fuerza plástica, su creación fomentada por el olvido. El hombre fuerte ama sus enemigos, necesita de
la confrontación, pero su enemigo a la vez es su par, es un noble también. El hombre débil por el
contrario necesita de un enemigo malvado, y por esto vive ufanándose de su diferencia con este como
se verá más adelante.
El resentimiento en el esclavo es una reacción que no puede ser activada y por ende no se agota y
consume por medio de una reacción inmediata, sino que se convierte en algo sensible, en un estímulo
siempre presente en la memoria.
El esclavo no puede actuar espontáneamente, su debilidad consiste en la necesidad de “estímulos
exteriores para poder en absoluto actuar, (su actuar es pura reacción), su reacción no termina nunca, es
sentida en lugar se ser activada.”61 Por esta razón el esclavo se crea una memoria para echarle la culpa
a su objeto sea cual sea, como un objeto del que hay que vengarse. “De hecho en el desprecio se
mezclan demasiada negligencia, demasiada ligereza, demasiado apartamiento de la vista y demasiada
impaciencia, e incluso demasiado júbilo en sí mismo, como para estar en condiciones de transformar su
objeto en una auténtica caricatura y en un espantajo,”62 Por esto el débil siempre siente el objeto
correspondiente como una ofensa personal, pues lo hace responsable de su propia impotencia.
Cuando los sentimientos son afirmativos, se expresan hacia fuera de forma espontánea, el resentimiento
es negativo, como ya se vio en la cita, es un decir no, va dirigido hacia otro hacia un no-ser. Crear a su 60 Deleuze, op cit. p. 158. 61 Ibid. p 163. 62 GM, I, 10, p 51.
35
manera diciendo no a todo lo que otros han creado. No tiene una energía propia sino que necesita se
estímulos de afuera, es la negación de lo que ha hecho el otro, tiene un carácter parasitario.
“El hombre del resentimiento experimenta cualquier ser y cualquier objeto como una ofensa en la
medida exactamente proporcional al efecto que padece. La belleza, la bondad son para él
necesariamente ultrajes tan considerables como un dolor o una desgracia experimentados.”63 Es por
esta razón que este hombre tiene una prodigiosa memoria en la cual imprime todas las huellas de sus
sufrimientos.
Retomemos entonces: El hombre fuerte y noble se define por la capacidad de olvido, así como su
capacidad de activar sus reacciones. El esclavo, como el tipo reactivo, se define por su prodigiosa
memoria y por el poder del resentimiento que crea en este, la impotencia para amar, respetar y admirar
cualquier cosa; su felicidad es la pasividad, y culpa a lo externo por su desgracia.
Analicemos las características de este hombre del resentimiento.
La impotencia para amar, admirar y respetar algo.
Los esclavos de la memoria, esos seres astutos, esconden sus deseos odio y venganza de una forma
sublime. La operación que realizan para esconder sus verdaderos motivos es “reprocharse a sí mismos
todo lo que de hecho reprochan al ser del que fingen apreciar el recuerdo.”64
La modestia del débil esconde todos los sentimientos de odio contra lo bueno y hermoso en los
escondrijos de no ser ellos mismos dignos. El que quiere rebajar todo a pequeñeces, el que tiene
capacidad despreciativa usa las más grandes astucias como medios para no respetar ni a sus amigos ni a
sus enemigos, no respeta tampoco las desgracia ni la causa de la desgracia65 y siempre encuentra la
forma de ver un culpable externo. El dolor y las desgracias del esclavo son tomadas por este con gran
seriedad, nunca son dignas de respeto porque este sería el primer paso para actuar. El esclavo ve en su
dolor, en su angustia la presencia de un culpable y sólo se dedica a despreciarlo.
La pasividad.
Así como para el hombre noble la felicidad no está desligada de la acción, del despliegue de poder,
para el esclavo “la felicidad aparece esencialmente como narcosis, aturdimiento, quietud, paz,
63 Deleuze, op cit, p 164. 64 Ibid, p 165. 65 Contrariamente a lo que sucede con los héroes homéricos que aman a sus enemigos de la misma forma que respetan la causa de la desgracia por la cual luchan, por ejemplo como sucede en la Iliada.
36
“sábado”, distensión del ánimo y relajamiento de los miembros, esto es, dicho en una palabra, como
algo pasivo.”66
El débil o el esclavo no puede enfrentar al poderoso noble, se preocupa entonces por destruir lo creado
por estos. No había desdén en la palabras de los griegos que describían a los débiles o al pueblo bajo,
como por ejemplo de “infeliz”, digno de lástima, miedoso, cobarde, vil, mísero, malo etc.67
De esta forma, todo lo que crean los débiles es artificial; los nobles o fuertes, no necesitan mentirse su
felicidad comparándose con otros.
Para los fuertes la felicidad consiste en desplegar acción fuerza en el ejercicio de la vida. La vida del
débil es pasiva, la felicidad del impotente es pasividad, narcosis, Rabat, relajamiento de los miembros.
Como se verá más adelante la relación del cuerpo con la moral siempre es de mortificación. El esclavo
siempre tiene la mirada en el otro desplegando su astucia creadora de ideologías, no puede mirar de
frente, no mira hacia la acción, sino que descansa en escondrijos, prefiere callar, memorizar, no olvida
guardando información que luego le sea útil al momento de reaccionar.
La pasividad del esclavo su no-actividad es su resentimiento, su venganza que siempre quiere sacar un
beneficio de las acciones de los demás y de su pasividad. “El hombre del resentimiento no sabe y no
quiere amar, pero quiere ser amado. Quiere; ser amado, alimentado, abrevado, acariciado, adormecido.
El impotente, el dispéptico, el frígido, el insomne, el esclavo.”68 El hombre del resentimiento busca
siempre un beneficio como se decía, y ve maldad cuando no se le concede tal beneficio, el esclavo es el
inventor del provecho de la utilidad que saca siempre que puede. De esta forma de pensar ha nacido
“un sistema económico, social, teológico, un sistema completo, un mecanismo divino.”69 Así es que ha
triunfado en nuestro mundo el resentimiento y se creen como loables y virtuosas las acciones del que
nunca se mueve, del hombre pasivo, del hombre desinteresado: “el es quien reclama un interés de las
acciones que no lleva a cabo, él es quien pondera precisamente el carácter desinteresado de las acciones
de las que obtiene un beneficio.” 70
En su estudio Nietzsche muestra que el hombre fuerte se vuelve malvado cuando se encuentra viviendo
en sociedad con restricción de sus instintos, por esto necesita apartarse para dejar vivir el animal que
lleva por dentro. La cultura consiste en reprimir instintos, suponiendo que esto es así, que la cultura
consiste en domesticar al hombre, los instrumentos de los que se sirve son el resentimiento y la 66 GM,I, 10 p 52 67 GM I, 10, p. 51. 68 Deleuze, op, cit, p 166. 69 Ibid. p 167. 70 Idem.
37
reacción. Pero para Nietzsche los resentidos y reaccionarios son el retroceso de la humanidad, para
quien es mucho mejor temerle a los hombres fuertes que vivir en la atmósfera nauseabunda de la
cultura, la democracia de los débiles. “Y no es esta nuestra fatalidad?¿Qué es lo que hoy produce
nuestra aversión contra “el hombre”?- pues nosotros sufrimos por el hombre, no hay duda.- No es por
temor; sino, más bien porque ya nada tengamos que temer en el hombre; el que el gusano “hombre”
ocupe el primer plano y pulule en él; el que el “hombre manso”, el incurablemente mediocre y
desagradable haya aprendido a sentirse a sí mismo como la meta y la cumbre; como el sentido de la
historia, como el “hombre superior”;” 71 Vemos pues que el mediocre se siente como el producto de la
historia y tiene derecho a sentirse a así. Después del elogio a los instintos donde el hombre podía
desplegar su fuerza sin sentir nada contra quien la ejerciera, nuestra cultura es producida por el
resentimiento y la reacción teniendo como resultado un ideal de mediocridad, el ideal del provecho del
beneficio de las acciones ajenas.
El igualitarismo qué es sino la mediocridad como medida de la vida, el aire viciado que todos
respiramos sin ni siquiera notarlo. El nihilismo consiste en esto en que estamos cansados del hombre y
sólo queremos alcanzar la meta del hombre promedio.
“Justo en esto reside la fatalidad del Europa – al perder el miedo al hombre hemos perdido también el
amor a él , el respeto a él, la esperanza en él, más aún la voluntad de él.”72 No hay un hombre logrado,
fuerte poderoso que pudiera engendrar temor, un hombre que justifique al hombre.
Preguntemos de nuevo entonces: ¿Por qué se ha impuesto la moral de los esclavos en los dos últimos
milenios?
Podemos decir que las relaciones de poder las han impuesto los débiles, la interpretación de la historia,
es la interpretación de los esclavos quienes han determinado el sentido de los valores morales como
pasividad. Las virtudes de la humanidad civilizada no son más que pasividad, narcosis, la negación
misma de la vida en este mundo que ennoblece la interioridad y la razón de la impotencia como la
afirmación de una vida prometida en el mundo del más allá. Es así como el hombre usa esta
interpretación de la vida como una máscara para justificar su impotencia. En el padecer y el sufrir ve
las virtudes que le abrirán las puertas del reino del cielo.
71 GM, I, 10 p. 57. 72 GM, I, 12, p 58
38
Imputación de los errores a los demás.
El esclavo nunca se hace responsable por nada en esta etapa, le imputa los errores a los demás, el
impotente es el eterno acusador. “La inclinación a ser agresiva forma parte de la fuerza con la misma
vigorosidad con la que el sentimiento de venganza y de rencor pertenecen a la debilidad.”73 La
acusación del débil es natural a su condición, pues como es sabido necesita de un punto de
comparación externo con quien se desquite. Esta comparación hace que todos los demás sean
malvados, todos los que son diferentes del esclavo. Así, el débil puede sentirse seguro de definirse
como bueno. “El esclavo tiene necesidad antes que nada de afirmar que el otro es malo.”74 El esclavo
nunca es responsable ante sí mismo y ante la tierra por sus acciones, pues él sólo es responsable ante
Dios y ante la razón universal y absoluta. Por esto solo le interesa negar su vida en este mundo y
afirmar un no-ser, un ente que no conoce y no existe, pues esta es la justificación de su mala
constitución física y espiritual. Prefiere justificar su mediocridad y pasividad que actuar y ser
responsable de sí.
Existe también una segunda explicación de por qué han predominado la reacción y el resentimiento
como el fundamento de la moral. El proceso es el siguiente: Retomemos pues, los dos puntos de vista
o las perspectivas de lo que es “bueno” o “malo”. Existen dos formas de responder a la pregunta ¿quién
es bueno?. Por un lado, el hombre noble dice: “yo soy bueno, lo demás no es digno mío, es malo,
mezquino, bajo.” Por otro lado el esclavo dice: “Tu eres malo, él es malo, ustedes son malos, malvados,
peligrosos, luego, yo soy bueno”. Ambos sentidos, como es claro, son distintos.
Como hemos visto, el hombre fuerte es quien afirma y despliega su poder; al hacerlo no se compara
con nadie, no le interesa ser llamado bueno, sus acciones son indiferentes a valores superiores o
trascendentes. El que dice; “soy bueno” no espera ser llamado bueno. Se llama a sí, se nombra a sí y se
determina a sí, en la medida en que actúa goza y afirma. “Bueno” en este sentido califica a la acción, a
la afirmación, a la realidad del que en su activar vive prodigiosamente en su relación con el mundo.
Son “… “los buenos” mismos, es decir, los nobles, los poderosos quienes se sintieron y se valoraron a
sí mismos y a su obrar como buenos, o sea como algo de primer rango, en contraposición a todo lo
bajo, abyecto, vulgar y plebeyo.”75 Bajo esta perspectiva no existe una comparación con lo otro; pues
73 EH, I, 7, citado por Deleuze, op cit, ps 167-168. 74 Ibid. p 168. 75 GM, I, 2, p 37
39
se trata únicamente de afirmar, de desplegar poder. La consecuencia es que lo que no se afirma, lo
impotente, bajo mezquino etc, es malo, vulgar, es decir, sólo una conclusión negativa.76
Esta ética aristocrática de apreciar la vida no tiene nada de moral, pues sólo consiste en una tipología
de las fuerzas y en una ética de las maneras de ser correspondientes. A la fuerza activa y afirmativa que
prevalece en algunos hombres, le corresponde una tipología activa, la del hombre fuerte, noble
poderosos, real alegre etc. A la reactiva que prevalece en la mayoría de los hombres le corresponde la
tipología del hombre del resentimiento y todas las formas en que esta se expresa con su correspondiente
moral de comportamiento.
El hombre fuerte que se nombra y se afirma como bueno, complementariamente designa a todos los
demás que no entran en “la emulación interpartes (entre iguales)” como malos. Como ya se mencionó,
lo que es negativo es la conclusión. Yo soy bueno, luego tú eres malo. El malo es entonces, “una
creación posterior, algo marginal, un color complementario.”77 Es importante pero en la medida en que
aumenta el goce de la afirmación del despliegue de poder. De esta forma, “busca su opuesto tan sólo
para decirse si a sí mismo con mayor agradecimiento con mayor júbilo, - su concepto negativo, lo
“bajo”, “vulgar”, “malo”, es tan sólo un pálido contraste, nacido más tarde, de su concepto básico
positivo, totalmente impregnado de vida y de pasión…”78
La otra perspectiva es mucho más elaborada, proviene de la astucia y la memoria del esclavo. En la
proposición: “tú eres malo, luego yo soy bueno”, todo se invierte, pues lo negativo de la premisa es lo
esencial y lo positivo sólo existe en la medida en que sea negado. Lo negativo de la premisa se
convierte ahora en “…el original, el comienzo, la auténtica acción en la concepción de una moral de
esclavos.”79 Para que la conclusión sea positiva o aparentemente positiva, el esclavo tiene que realizar
dos negaciones, las premisas de esta proposición siempre van a ser entonces, la reacción, la negación y
el resentimiento. Es necesario que el esclavo memorice sus percepciones de lo externo, de un no-yo,
para que luego lo niegue al oponerle su imagen y obtener por último su afirmación. Bajo esta
perspectiva, se crean valores muy particulares, los valores del interés del tercero espectador. El otro, el
no-yo lo extraño es lo que se empieza afirmando como malo. Pero este malo es el que actúa el que
despliega su poder sin importarle las consecuencias que su acción pueda tener para terceros. El bueno
por el contrario es el que no actúa el que guía sus acciones dependiendo del punto de vista del tercero
76 Deleuze, op cit, p 170. 77 GM, I, 11, p 54. 78 GM, I, 10, p 50. 79 GM, I, 11, p 54.
40
espectador, del tercero que padece las consecuencias de la acción, o en otras palabras, es bueno porque
remite cualquier acción al punto de vista “más sutil de un tercero divino que examina sus intenciones.”
En esto consiste el paso de la determinación ética de lo bueno y lo malo a la determinación moral de
bueno y malvado. El bueno de la ética ahora es el malvado de la moral cristiana, el malo de la ética
aristocrática se ha convertido ahora en el bueno de la moral. Esta forma de crear valores al invertir la
relación básica que tienen con las acciones es fundamental para entender por qué ha predominado la
reacción y el resentimiento como la fuente de los valores. Los valores invertidos se crean ahora no al
actuar, sino al abstenerse de actuar. No al afirmar, sino al empezar negando. “Por eso se les llama no
creados, divinos, trascendentes, superiores a la vida.”80 De este modo, los valores morales no son más
que el producto del odio contra la vida contra la afirmación de la misma por medio de la acción.
Ningún valor moral puede sobrevivir sin estas premisas del odio y el resentimiento.
Vamos a seguir el análisis que Deleuze hace de este proceso de inversión para entender cómo este es
una invención de los débiles como forma de dominación. La imposición de la perspectiva del esclavo
ha sido la regla y no la excepción dentro de la historia de la humanidad. El análisis se divide en tres
momentos.
1º .Momento de la causalidad.
Los débiles astutos usan esto para ponerse como buenos al diferenciarse de los fuertes que actúan
espontáneamente. El sujeto o el alma ha sido el peor dogma, una invención de los débiles como forma
de dominación.
En el parágrafo 13 Nietzsche hace una reflexión sobre los presupuestos de la moral cristiana. En este
analiza que “Exigir de la fortaleza que no sea un querer-dominar, un querer-sojuzgar, un querer
enseñorearse, una sed de enemigos y de resistencias y de triunfos, es tan absurdo como exigir de la
debilidad que se exteriorice como fortaleza.” 81
El fuerte quiere dominar por naturaleza como el débil no puede mostrar fortaleza, lo fundamental
radica en que los errores en lo que a la moral se refiere tienen que ver con el lenguaje, porque el
lenguaje hace importante la noción de sujeto, porque de este es de quien se predica. Pero a partir de
este error se termina pensando que el hombre es un centro de deliberación interna diferente de su
acción. Algo es el actuar humano y otra cosa es el deliberar humano. Cuando esto pasa, el hombre
80 Deleuze, op. cit, p 172 81 GM,I,13, p 59
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astuto, la filosofía y la religión terminan suponiendo que el hombre es libre para deliberar, para actuar o
no actuar según decida. Para Nietzsche esto es falso porque el hombre sólo actúa. “…del mismo modo
que el pueblo separa el rayo de su resplandor y concibe al segundo como un hacer, como la acción de
un sujeto que se llama rayo, así la moral del pueblo separa también la fortaleza de las exteriorizaciones
de la misma, como si detrás del fuerte hubiera un sustrato indiferente, que fuera dueño de exteriorizar
y, también de no exteriorizar fortaleza.”82
De esta forma se está apartando al ser humano de sus instintos, solo es esencial el pensar, el sujeto que
delibera y actúa, por tal es libre de actuar o no actuar según delibere, por lo tanto es responsable
moralmente. El hombre queda entonces desfigurado al entenderlo como un sujeto. Tal sustrato o
sujeto no existe, no hay nada por detrás del actuar como la expresión de la fuerza, de esta forma de
pensar es que se duplica el hacer. Es así como “se sustituye la relación real de significación por una
relación imaginaria de causalidad”83 Por medio de este camino se comienza rechazando el hacer o la
fuerza y después se hace de su manifestación algo distinto que encuentra su fuerza en una causa
eficiente distinta. Para Nietzsche el hombre es solo instintos, el alma, el sujeto o yo, es un dogma de
dominación, pues separa a la acción, a la fuerza, a los instintos de lo que pueden. El sujeto es una
invención del hombre débil para someter al hombre fuerte que confía en sus instintos, para convertirlo
en un cordero o en un animal de rebaño; en un hombre gregario.
2º. Momento de la sustancia.
Como ya se vio, la relación de fuerza se convierte en una relación abstracta neutralizada o un sustrato o
sujeto que tiene la libertad de manifestarse o no, de actuar o no hacerlo. Así el fuerte es ahora libre de
ser débil como si tuviera distancia sobre sus instintos. Con la libertad de acción se puede valorar
moralmente al fuerte, y es responsable por sus acciones moralmente. “Nada tiene de extraño el que la
venganza y el odio aprovechen a favor suyo esa creencia e incluso, en el fondo, ninguna otra sostengan
con mayor fervor que la que de el fuerte es libre de ser débil, y el ave de rapiña, libre de ser cordero: -
con ello conquistan, en efecto para sí el derecho de imputar al ave de rapiña ser ave de rapiña…” 84
82 Idem. 83 Deleuze op. cit, p 174 84 GM, I, 13, p 60.
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3º. Momento de la determinación recíproca.
La fuerza neutralizada se moraliza. Esto quiere decir que si el sujeto puede abstenerse de manifestar la
fuerza que tiene, inversamente la fuerza o el sujeto, podría manifestar la fuerza que no tiene.
Este paralogismo del resentimiento consiste pues en lo siguiente: “La ficción de una fuerza que se
separa de lo que puede.”85 La noción de sujeto, el error del lenguaje, lo que representa es una imagen
abstracta y neutralizada de la fuerza producto de las fuerzas reactivas que además de separarse de la
acción invierten la relación de las fuerzas y se proyectan ellas mismas como superiores. En otras
palabras, la imagen que proyectan las fuerzas reactivas como una fuerza abstracta y neutralizada, es
una imagen separada de sus efectos, y por lo tanto es culpable si actúa, y meritoria si se abstiene de
actuar, pues “se creerá que hace falta más fuerza (abstracta) para reprimirse que para actuar.”86
En conclusión Deleuze nos dice que la distinción concreta entre las fuerzas calificadas, esto es, la
fuerza que prevalece (activa, reactiva, bueno, malo) dentro de la relación de fuerzas que existe en un
fenómeno; se sustituye por la oposición moral entre fuerzas sustancializadas (el bien y el mal).
La ética del hombre fuerte que despliega poder en cada acción de su vida que se nombra a sí mismo
como bueno, a diferencia del esclavo que padece, que es vil, mezquino, bajo, malo; termina
perdiéndose en la moral del esclavo para quien el hombre fuerte es el malvado, y él por diferenciarse es
el bueno el que no actúa, “se ha vestido, gracias a este arte de falsificación y a esa automendacidad
propias de la impotencia, con el esplendor de la virtud reanunciadora, callada, expectante, como si la
debilidad misma del débil – es decir, su esencia, su obrar, su entera, única, inevitable, indeleble
realidad –fuese un logro voluntario, algo querido, elegido, una acción, un mérito.”87
85 Deleuze, op. Cit, p 173 86 Idem. 87 GM,I,13, ps 60-61
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Tratado Segundo: Interpretar, Enseñorearse, Apropiarse.
En el segundo tratado se desarrolla la segunda tesis genealógica, esta es: La moral proviene de lo que
podríamos llamar la economía de la crueldad. En esta parte Nietzsche propone que no debemos buscar
el origen de las nociones morales en algo puro y solemne más allá de este mundo, sino más bien en los
conceptos de la economía.
En el primer parágrafo se parte de una paradoja. El hombre de forma natural es un animal olvidadizo,
tiene una activa capacidad de olvido que le proporciona bienestar, felicidad y jovialidad. Esta
capacidad es la que le permite al hombre soportar y librar con su diario acontecer. Es una facultad de
inhibición que nos permite cerrar las puertas de la conciencia, silenciarla, proporcionarle un poco de
tabula raza; para darle entrada a lo nuevo y a nuestras funciones más nobles. La activa capacidad de
olvido es el guardián del equilibrio mental, “de la tranquilidad, de la etiqueta: con lo cual resulta visible
en seguida que sin capacidad de olvido no puede haber ninguna felicidad, ninguna jovialidad, ninguna
esperanza, ningún orgullo, ningún presente.”88 Si dicha capacidad se deteriora, el individuo se vuelve
un “dispéptico” de las experiencias en la vida, es decir, no puede “digerir” nada de experiencia no
puede aprender nada en su vida. Nuestra salud depende pues de nuestra capacidad de olvido. Tal
animal olvidadizo nunca es responsable porque para que el hombre sea sujeto de responsabilidad, debe
poder hacer promesas, que es el principio de los contratos. Entonces resulta paradójico que el hombre
que naturalmente es olvidadizo haya creado precisamente la capacidad contraria, una memoria que
deja en suspenso a la capacidad de olvido en los casos en que hay que hacer promesas. La capacidad de
hacer promesas no solamente es una capacidad pasiva en cuanto a no poder liberarse de la impresión
recibida, sino que es una activo no querer volver a liberarse de la impresión, es una memoria de la
voluntad que nos proporciona la ley de la causalidad. “… es un activo no-querer-volver-a-liberarse,
un seguir y seguir queriendo lo querido una vez, una auténtica memoria de la voluntad, de tal modo que
entre el originario “yo quiero”, “yo haré” y la auténtica descarga de la voluntad, su acto, resulta lícito
interponer tranquilamente un mundo de cosas, circunstancias e incluso actos de voluntad nuevos y
extraños, sin que esa larga cadena de la voluntad salte.”89
Ahora nos preguntamos ¿Qué presupone la memoria de la voluntad? La repuesta es un cálculo de
medio y fines, el hombre en torno a la memoria de las promesas se vuelve calculador, el hombre, el
88 GM, II, 1, p 76. 89 Ídem.
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mundo, todo se vuelve calculable y de esta forma se crea la noción de necesidad. Para que el hombre
pueda hacer promesas primero debe acabar con el azar, volverse necesario, calculable, igual entre
iguales, en otras palabras, debe ser domesticado. Se acaba entonces con los privilegios de los fuertes,
con la capacidad de olvido.
La cultura como un conjunto de fenómenos para Nietzsche, es lo que permite que el hombre olvidadizo
pueda hacer promesas. En este punto vamos a analizar los elementos de la cultura que permiten que el
hombre se civilice, y ver qué consecuencias tiene para aquel animal olvidadizo.90
La cultura como la eticidad de las costumbres91 es un medio de adiestramiento y selección a base de
tortura y crueldad. El genealogista distingue en este proceso dos elementos: i) Por un lado a lo que se
obedece en un determinado pueblo raza o clase, es siempre arbitrario, histórico, contingente, estúpido y
limitado. Por lo general este elemento es la representación de las fuerzas reactivas. ii) Por otro lado, el
segundo elemento es lo que va más allá de un pueblo, raza o casta, esto es, el proceso de obedecer algo.
En este proceso se encuentra la actividad de la cultura, el obedecer la ley porque es ley, es la tarea que
tiene por meta adiestrar al hombre.
Vemos pues que el contenido siempre va a ser histórico, arbitrario y hasta la fecha, expresión de
fuerzas reactivas; pero la forma expresa siempre una actividad. El primer elemento lo podemos ver
expresado en la presión que ha ejercido la Iglesia, el Estado, y los diferentes estamentos de la sociedad
sobre los individuos. El segundo elemento se expresa en la actividad del hombre, como ser genérico,
esto es, la fuerza de la especie humana o de los hombres de la comunidad, sobre el individuo.
La cultura es para Nietzsche “- el auténtico trabajo del hombre sobre sí mismo en el más largo periodo
del género humano, todo su trabajo prehistórico, tiene aquí su sentido, su gran justificación, aunque en
él también residan tanta dureza, tiranía, estupidez e idiotismo.”92
En esta cita quedan evidenciados los dos elementos de la cultura, de la eticidad de la costumbre antes
mencionados. El contenido de una ley siempre va a ser histórico y arbitrario, pero su parte
procedimental o lo que le da validez, ese carácter prehistórico y genérico es necesario. En otras
palabras nunca va a ser arbitraria la ley de obedecer a otras leyes, no importa que cambien los hábitos
en una sociedad, lo que nunca cambia es el hábito de seguir hábitos.
La cultura es entonces, la actividad prehistórica del hombre, la fuerza de adiestrarlo a obedecer leyes.
“Adiestrar al hombre significa formarlo de tal manera que sea capaz de activar sus fuerzas reactivas.”93 90 Siguiendo el análisis hecho por Deleuze en su libro ps 184- 206 91 Aurora, 9,14, y 16 citado por Deluze. 92 GM, II, 2, p 77.
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En un principio esta actividad genérica es ejercida por los hombres fuertes imponiéndose hábitos y
modelos de vida que les ayudan a activar sus fuerzas reactivas. Es así como el hombre fuerte noble,
actúa espontáneamente sin tener en cuenta la utilidad de sus acciones. La cultura como actividad
genérica también influye sobre las fuerzas reactivas del inconsciente, como puede ser un régimen
alimenticio y una capacidad de olvido necesarios para mantener la buena salud corporal y mental.
Sin embargo en este estadio prehistórico o primitivo, la cultura tiene como principal objetivo reforzar
la conciencia, hacer del animal olvidadizo un animal responsable de sus palabras, procurándole una
facultad que en apariencia se opone a al olvido, la memoria. Una memoria ya no de sensaciones y de
huellas sino de palabras, no una memoria sensible sino una memoria de la voluntad. “Precisamente este
animal olvidadizo por necesidad, en el que olvidar representa una fuerza, una forma de salud vigorosa,
ha criado en sí una facultad opuesta a aquélla, una memoria con cuya ayuda la capacidad de olvido
queda en suspenso en algunos casos”94 en los casos de hacer promesas.
El objeto selectivo de la cultura es crear un hombre capaz de prometer, no en cuanto a recordar lo
prometido en el pasado, sino capaz de tener en cuenta el compromiso hacia el futuro, mantener la
promesa hacia el futuro. El hombre que así es capaz de hacer promesas, dispone del futuro, es un
hombre libre, fuerte y poderoso. Todo en él es activo. “La facultad de prometer es el efecto de la
cultura como actividad del hombre sobre el hombre, el hombre que puede prometer es el producto de la
cultura como actividad genérica.”95
Este proceso de crearle al hombre una memoria, antes de llegar al final (lo que sería el fruto maduro: un
hombre libre activo y poderoso) tiene un aspecto cruel, lleno de suplicios. “Puede adivinarse que este
antiquísimo problema no fue resuelto precisamente con respuestas y medios delicados; tal vez no haya,
en la entera prehistoria del hombre, nada más temible y siniestro que su mnemotécnica.”96
Todos estos medios terribles para crear la memoria fueron necesarios para adiestrar a las fuerzas
reactivas del hombre, para obligarlas a ser activadas.97 La cultura encontró que el dolor es el medio más
poderoso para fomentar la memoria.
En el camino del ascetismo se tienen que fijar en el hombre ideas inolvidables. Este camino ha sido
muy difícil como lo muestra la crueldad de las leyes penales, en donde los tormentos físicos forman la
memoria, que será la base para la razón humana. Todos los ritos de todas las religiones son sistemas de 93 Deleuze op. Cit. P 188. 94 GM, II, 1 p 76 95 Deleuze, op cit. P 189. 96 GM, II, 3, p 79. 97 Deleuze, op cit, p 189
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crueldades para mantener en el hombre ideas fijas de lo que se debe hacer. Toda la procedencia de los
castigos (en el libro penas) impuestos en las sociedades son el legado de la crueldad más baja, tales
como el empalamiento, la lapidación, la crucifixión, la horca, la rueda, el descuartizar, el desollar etc.,
para grabar en el hombre lo que no debe hacer. “Con ayuda de tales imágenes y procedimientos se
acaba por retener en la memoria cinco o seis “no quiero”, respecto a los cuales uno ha dado su promesa
con el fin de vivir entre las ventajas de la sociedad, - y ¡realmente!, ¡con ayuda de esa especie de
memoria se acabo por llegar “a la razón”- Ay, la razón, la sinceridad, el dominio de los afectos, todo
ese sombrío asunto que se llama reflexión, todos esos privilegios y adornos del hombre: ¡qué caros se
han hecho pagar!, ¡cuánta sangre y horror hay en el fondo de todas las “cosas buenas”!...”98
La culpa proviene de las relaciones económicas. La culpa nunca tuvo que ver con una idea de libertad,
de libre albedrío. Culpa procede de deuda en sentido económico. Para Nietzsche, la relaciones
económicas, son el origen común del derecho, el Estado y la religión. El mundo económico en sentido
primitivo es en donde el deudor y el acreedor son personales, la culpa procede del derecho de la
compensación, de la noción de equivalencia económica.
La cultura usa el dolor como medio de cambio, como equivalencia entre el olvido de una promesa y el
perjuicio causado. El castigo (la pena) surge de compensación por el perjuicio causado, es una
equivalencia o derecho de compensación entre el perjuicio y dolor. De esta forma el acreedor tiene un
derecho a la crueldad sobre el deudor. En este momento no cuenta para nada la responsabilidad, no
existe aún una idea de libertad de libre albedrío, no hay mala conciencia. “La cultura remitida a este
medio se llama justicia; el propio medio se llama castigo. Pena causada = dolor sufrido, ésta es la
ecuación que determina una relación del hombre con el hombre.”99
El principio fundamental de esta justicia es la equivalencia entre el placer causado al acreedor por el
dolor del deudor. “La equivalencia viene dada por el hecho de que, en lugar de una ventaja
directamente equilibrada con el perjuicio (es decir en lugar de una compensación en dinero, tierra,
posesiones de alguna especie), al acreedor se le concede , como restitución y como compensación, una
especie de sentimiento de bienestar, - el sentimiento de bienestar del hombre a quien le es lícito
descargar poder, sin ningún escrúpulo, sobre un impotente, la voluptuosidad de faire le mal pour le
plaisir de le faire, el goce causado por la violentación …”100 Esta relación entre los hombres de
acreedor – deudor hace al hombre responsable de una deuda. Tal relación, por lo tanto expresa la 98 GM, II, 3, p 81. 99 Deleuze op cit, p 189. 100 GM, II, 5, p 84.
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actividad de la cultura en el proceso de adiestramiento del hombre en cuanto actividad prehistórica o
primitiva de enseñar a respetar la ley. “El hombre que paga con su dolor la pena (o el perjuicio) que
inflige, el hombre considerado responsable de una deuda, el hombre tratado como responsable de sus
fuerzas reactivas: éste el medio puesto en marcha por la cultura para conseguir su objetivo.”101 En esta
primera etapa o etapa primitiva, podríamos decir que el hombre aprende el adiestramiento y la
selección de la cultura, por medio de la ecuación del castigo o la equivalencia de crueldad; la relación
de la deuda como relación deudor – acreedor; para tener como resultado volverse responsable de una
forma activa, libre y poderosa. Es el hombre a quien le es lícito hacer promesas.
En tiempos modernos la humanidad se avergüenza de la crueldad. Antes la vida era más jovial, ahora el
hombre se avergüenza de sus instintos, tiene asco de lo que el ser humano es, instintos y crueldad, El
hombre que rechaza sus instintos odia la crueldad, no tiene capacidad de sufrimiento. “me refiero a la
moralización y al reblandecimiento enfermizos, gracias a los cuales el animal “hombre”acaba por
aprender a avergonzarse de todos sus instintos.”102 Sin embargo con esto Nietzsche no propone la
crueldad como el camino que el hombre debe seguir, sino que tan sólo lo describe como el proceso que
ha surgido en la natural tendencia del hombre a ser cruel, y no lo esconde bajo múltiples máscaras
como sucede con la modernidad. “Su filosofía no invita a la crueldad; nos invita a reconocernos como
tales, como animales crueles, pues la denuncia de fondo es que en realidad no hemos dejado de serlo; la
moral de la religión judeocristiana es sumamente cruel, es una forma más de crueldad disfrazada.”103
En el camino hacia la modernidad, en la historia, el instinto de crueldad del hombre se ha ido
espiritualizando, ha habido una sublimación, de forma que en la modernidad el dolor causa más daño.
Es más dañino porque si bien ya no tenemos castigos tan brutales que producían dolor físico en
extremo, tenemos formas mucho más sutiles pero no por ello menos crueles de cobrar una deuda.
El concepto de justicia proviene del derecho del acreedor al ejercer crueldad sobre su deudor. La
justicia tiene que ver con poder en sentido económico y no tiene que ver con una satisfacción de la
venganza. El derecho de crueldad de la equivalencia entre pena infligida = dolor sufrido, se fundamenta
en el placer que se experimenta al causar o contemplar dolor. Pero este dolor tiene un sentido externo,
esto es, totalmente diferente de de la venganza y la reacción como se verá más adelante.
101 Deleuze, op cit, p 190. 102 GM, II, 7, p 87 103 Rivero W, Paula, “Nietzsche como precursor de la Hermenéutica moderna”, en “No hay hechos sólo interpretaciones” Editor Carlos B. Gutiérrez, Razón en Situación 1, Ediciones Uniandes, Bogotá 2004. p 157.
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La culpa procede de deuda en la medida en que todo puede tener equivalencia, todo tiene su precio, la
justicia consiste pues en equivalencia económica. “El ojo estaba ya adaptado a esa perspectiva: y con
aquella burda consecuencia lógica que es característica del pensamiento de la humanidad más antigua,
pensamiento que se pone en movimiento con dificultad, pero luego continúa avanzando
inexorablemente en la misma dirección, pronto se llegó mediante una gran generalización, al “toda cosa
tiene su precio; todo puede ser pagado”- el más antiguo e ingenuo canon moral de la justicia, el
comienzo de toda “buena voluntad”, de toda”objetividad” en la tierra. La justicia, en este primer nivel,
es la buena voluntad, entre hombres, de poder aproximadamente igual, de ponerse de acuerdo entre sí,
de volver a “entenderse” mediante un compromiso- y, con relación a los menos poderosos, de forzar a
un compromiso a esos hombres situados por debajo de uno mismo.-”104 La justicia no tiene por origen
el resentimiento y la venganza, sino que es la actividad genérica que adiestra a las fuerzas reactivas del
hombre, para volverlas aptas a activarse, y considera al hombre responsable de esta misma actitud.
De igual forma, las sociedades y comunidades se convierten en acreedoras de los individuos deudores,
sobre ellos despliegan su crueldad en caso que se infrinja alguna regla. El delincuente es un deudor ante
la sociedad, que no cumple con su promesa, la promesa de estar sujeto a un contrato social. La sociedad
entonces puede ejercer todo su despliegue de crueldad contra el delincuente. Con la evolución de las
sociedades, su poder aumenta, de forma que ya no es tan necesario ejercer crueldad ante el infractor; a
medida que la sociedad es más poderosa, el derecho penal se suaviza, y viceversa.
El derecho para Nietzsche es una creación de los hombres fuertes y no del resentimiento como se
pensaría si fuera la evolución del espíritu de venganza. “El hombre activo, el hombre agresivo,
asaltador, está siempre cien pasos más cerca de la justicia que el hombre reactivo; cabalmente él no
necesita en modo alguno tasar su objeto de manera falsa y parcial, como hace, como tiene que hacer, el
hombre reactivo.” 105
La reglamentación de la vida viene de los fuertes, son las reglas que crean los fuertes para defenderse
de la venganza de los débiles. Los hombres fuertes, como se repite continuamente, actúan
espontáneamente, no necesitan del desquite, de la venganza.
El derecho es creado para evitar que la sociedad quede en manos de los resentidos. “- la lucha
precisamente contra los sentimientos reactivos, la guerra contra éstos realizada por poderes activos y
104 GM, II, 8 p 92 105 GM, II, 11 p 96.
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agresivos, los cuales empleaban parte de su fortaleza en imponer freno y medida al desbordamiento del
pathos reactivo y en obligar por la violencia a un compromiso.”106
Son los fuertes los que determinan lo que es justo e injusto para evitar la venganza de los resentidos.
Así, sólo a partir del establecimiento de la ley aparece lo justo y los injusto. Es una invención de los
fuertes, no hay algo así como la justicia en sí, esto carece de sentido. “-De acuerdo con esto, sólo a
partir del establecimiento de la ley existen lo “justo” y lo “injusto”…”107
La vida en sus funciones básicas viola, aniquila, despoja, en otras palabras, acrecienta poder y esto no
es justo ni injusto sólo sucede. Los sentidos de las cosas cambian, sólo hay voluntad de poder que los
acomode a su antojo.
Las situaciones de derecho son sólo de excepción, pues de ser permanente interrumpiría el despliegue
elemental de poder de la vida. El derecho restringe la auténtica voluntad de la vida que tiende hacia el
poder, hacia aumentar el poder. Un derecho permanente es un principio hostil a la vida, destructor y
disgregador del hombre porque impide la tendencia hacia el poder, es un sentido de cansancio, es la
expresión del nihilismo.108 El derecho y la justicia deben seguir un proceso de autodestrucción que le
permita al hombre adueñarse de sí mismo, aumentar su poder de forma autócrata y libre.
Así como la justicia no tiene por origen el resentimiento, tampoco el castigo tiene como producto la
mala conciencia.
Sigamos el análisis de Nietzsche acerca del castigo. En este parágrafo (12) se hace un estudio de la
pluralidad de sentidos inherente a todos los fenómenos, particularidad que Nietzsche defiende al
estudiar el origen del castigo (pena). Nietzsche inicia el parágrafo 12 del segundo tratado protestando
contra la tendencia de los historiadores de creer que el origen y la finalidad son una misma cosa. El
finalismo de esta tendencia termina confundiéndose con el esencialismo. De esta forma la finalidad es
igual al origen de la cosa o su esencia. Para Nietzsche por el contrario no hay una coincidencia como
esta, pues como hemos visto a lo largo del estudio realizado, el análisis genealógico nos demuestra todo
lo contrario, esto es, que existe una diversidad de visiones sobre un mismo tema, es más en la mayoría
de los casos tales visiones entran en conflicto por tener intereses distintos. Para Nietzsche no hay
sentidos en sí ni utilidades en sí, el sentido de las cosas depende de quién, y qué, fuerza se apropie de 106 GM, II, 11 p 97 107 GM, II, 11 p 98 108 GM, II, 11 p 99
50
las cosas. La siguiente cita es para su autor el principio fundamental de toda ciencia histórica, es el
principio del saber genealógico: “...La causa de la génesis de una cosa y la utilidad final de ésta, su
efectiva utilización e inserción en un sistema de finalidades, son de hecho toto coelo (totalmente)
separados entre sí, que algo existente, algo que de algún modo ha llegado a realizarse, es interpretado
una y otra vez, por un poder superior a ello, en dirección a nuevos propósitos, es apropiado de un modo
nuevo, es transformado y adaptado a una nueva utilidad; que todo acontecer en el mundo orgánico es
un subyugar, un enseñorearse, y que, a su vez, todo subyugar y enseñorearse es un reinterpretar, un
reajustar, en los que, por necesidad, el “sentido” anterior y la “finalidad” anterior tienen que quedar
oscurecidos o incluso totalmente borrados.”109
Dentro de este estudio de la procedencia del castigo, Nietzsche nos muestra uno de sus principios
genealógicos vistos en el primer capitulo, esto es, su uso paródico o destructor de identidad, pues no
hay una esencia de las cosas que podamos reconocer a lo largo de la historia. Todo acontecer en el
mundo es un fluir constante, no puede haber esencia si todo es una azarosa dominación de poder. La
discontinuidad es el segundo principio genealógico; de acuerdo con este, todo fenómeno es
continuamente apropiado, subyugado, reinterpretado.
De este modo, dominación subyugar, es una reinterpretación del sentido de las cosas. No hay hechos
sólo interpretaciones, esto escribirá Nietzsche más adelante en uno de sus escritos póstumos. A lo que
se llama hecho es generalmente algo de la vida cotidiana, un fenómeno altamente relativo a la cultura
en que se da; es un constructo social. Mientras el hombre más se refiere a los hechos, es más obvia su
intención de mentir. Aún los hechos científicos son constructos altamente relativos, pues existe siempre
una teoría que soporta todo, es decir, estos dependen del modelo interpretativo en el cual han sido
creados. Existe entonces un fluir del sentido. La verdad humana es temporal, no hay verdades
absolutas, no hay esencias ni substancias, pues la interpretación es inseparable del comprender.
Este es el tercer principio del saber genealógico, el perspectivismo que demuestra la falsedad de las
verdades absolutas y que la pluralidad de sentidos, el fluir de los sentidos, son propios al devenir
histórico.
Nietzsche piensa la esencia y la verdad como temporales, pues el hombre es temporal y es él quien crea
tales conceptos. En últimas, todo depende de la perspectiva de cada cual. De la misma forma como
Nietzsche perspectivisa la moral, también se crea una imagen perspectiva de la esencia, es decir,
temporalmente. La identidad cambia con el tiempo y a través del tiempo. En este punto Nietzsche
109 GM, II, 12, p 99.
51
propone su noción de poder como reemplazo de la noción de esencia. Nietzsche deja de entender el
poder a partir de la esencia, es decir, para él, el poder sólo se da en el contra juego o relación con otros
poderes, nunca de forma individual, no hay algo así como la “esencia” del poder. El poder es algo
siempre variable en relación con todo lo demás, su esencia es determinable siempre de forma diferente,
como un fluir. “… todas las finalidades, todas las utilidades son sólo indicios de que una voluntad de
poder se ha enseñoreado de algo menos poderoso y ha impreso en ello, partiendo de sí misma, el
sentido de una función; y la historia entera de una “cosa”, de un órgano, de un uso, puede ser así una
ininterrumpida cadena indicativa de interpretaciones y reajustes siempre nuevos, cuyas causas no
tienen siquiera necesidad de estar relacionadas entre sí, antes bien a veces se suceden y se revelan de
un modo meramente casual.”110
Las cosas entonces pueden ser apropiadas de manera totalmente nueva. Todo acontecer en el mundo
orgánico es una dominación es un apropiarse, un subyugar, y en cada momento de agresión existe una
nueva interpretación. Así queda demostrado que de la finalidad de algo que es cambiante no puede
entenderse su esencia. Todas las finalidades y las utilidades las impone la voluntad de poder, surgen de
la misma forma como las interpretaciones. La historia de las cosas es una historia de interpretaciones
siempre nuevas. Los cambios no se dan en una linealidad causal, ocurren por azar y por la voluntad de
poder.
Retomemos de nuevo una parte de la pregunta fundamental que hemos planteado desde un principio: Si
la vida es dominación, apropiación, un subyugar, un enseñorearse que encada momento brinda una
interpretación, ¿Por qué se ha impuesto la interpretación más hostil a la vida, la interpretación
precisamente del hombre que no se apropia de nada por sus propios medios111, la interpretación de la
moral de los esclavos?
Para responder a esta pregunta en este tratado vamos a seguir el análisis genealógico que hace
Nietzsche de la procedencia de la mala conciencia empezando por el castigo y sus varios sentidos.
La fluidez del sentido se puede corroborar con el sentido que ha tenido a lo largo de los años el castigo
o la pena. Por un lado existe un aspecto que casi no presenta cambio esto es, el procedimiento y por el
otro el lado concretamente fluido, esto es, su sentido y finalidad. Dentro de los varios sentidos que
Nietzsche enlista del castigo podemos hacer referencia a unos cuantos para que se demuestre lo dicho.
Castigo como neutralización de la peligrosidad, castigo como pago del daño al damnificado en alguna
110 GM, II, 12 p 100 111 El hombre fundamentalmente reactivo, pasivo e impotente.
52
forma; como inspiración de temor respecto a quienes determinan y ejecutan la pena; como una especie
de compensación por las ventajas disfrutadas hasta aquel momento por el infractor; castigo como fiesta,
violentación y burla de un enemigo; castigo como aislamiento de aquello que perturba el equilibrio,
castigo como pago de un honorario etc.
Sea cual sea entonces, la multiplicidad de sentidos que tiene el castigo, hay uno que no tiene, el sentido
de despertar en el hombre culpable el sentimiento de culpa.
El castigo no da lugar a la mala conciencia, mas bien da lugar al endurecimiento y frialdad del criminal.
Produce una seca y sombría seriedad que bloquea el sentimiento de culpa, pues contra éste (el criminal)
se ejecutan los mismos crímenes por los que se le culpa. La mala conciencia no ha crecido en el suelo
del castigo, a esta es la conclusión a la que llega Nietzsche en contraposición a los doctos de su época.
Pero entonces se preguntará ¿Qué fomenta el castigo? La respuesta es: Una tristeza por no hacer las
cosas bien. En otras palabras el castigo termina fomentando la astucia e inteligencia del criminal, es un
mecanismo de alargamiento de la memoria para que tenga más cuidado cada vez que cometa un delito.
“Lo que con la pena (castigo) se puede lograr, en conjunto, tanto en el hombre como en el animal, es el
aumento del temor, la intensificación de la inteligencia, el demonio de las concupiscencias: y así la
pena domestica al hombre, pero no lo hace “mejor”, -con mayor derecho sería lícito afirmar incluso lo
contrario.”112
Para Nietzsche el origen de la mala conciencia tiene los siguientes rasgos:
Como ya se sabe el hombre fuerte sólo puede sentirse afligido cuando una acción no le sale bien,
cuando no se corresponde con el resultado de sus intenciones. Pero no se queja porque no mide su
manera de actuar con pautas extranaturales, suprahumanas. Sabe que actúa de acuerdo con sus
impulsos naturales, y a lo sumo, sólo puede lamentar que éstos no sean mejores. Lo mismo hace al
juzgar los actos de los demás. Desconoce toda evaluación moral de los actos, es, si se puede usar la
palabra, inmoralista.
Lo que la tradición ha llamado “malo”, el inmoralista lo ve igual que lo “bueno”, como la expresión de
instintos e impulsos naturales humanos. Para éste, la sanción no tiene premisas morales, sino que es el
medio para extirpar instintos de ciertas personas que perjudican a los demás. Para los inmoralistas, la
sociedad no castiga porque tenga “un derecho moral” de reparar la culpa, sino porque es más fuerte que
el individuo con instintos que van en contra del conjunto. El poder de la sociedad en contra del poder
del individuo; esta es la relación natural que existe entre un “acto malo” de un individuo, la justicia de
112 GM, II, 15, p 107.
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la sociedad y el castigo de ese individuo. Lo que se expresa en la acción jurídica de la sociedad es la
voluntad de poder, el despliegue de los instintos de la mayoría. Cada castigo es el triunfo de la mayoría
sobre el individuo. Si por el contrario, el individuo venciera sobre la sociedad, su manera de actuar
sería la medida de lo “bueno” lo demás sería “malo”. El derecho no es más que la expresión de lo que
la sociedad puede, el mejor fundamento de su voluntad de poder.
Para Nietzsche el actuar humano es la expresión de los instintos individuales. Por esta razón Nietzsche
se opone a la democracia. La igualdad de derechos y obligaciones es la expresión e la venganza del
resentimiento y la impotencia. Los hombres no son iguales, y por ello sus derechos y obligaciones
deben ser siempre distintos. La historia nos muestra a lo largo de su transcurso a hombres fuertes y
débiles como creadores y estériles respectivamente. Los hombres fuertes siempre serán los que
determinen las metas de los débiles, incluso los usaran como medios para sus fines. También es natural
que el vencido se subleve contra el vencedor, pero cuando esa rebelión no se exterioriza en acciones, se
interioriza en sentimientos. Esta es la venganza siempre presente en los débiles. Nietzsche considera
todo el movimiento socialdemócrata de sus época como la expresión de tal venganza. La victoria de tal
movimiento consiste para él en la elevación de los débiles, de los fracasados para desgracia de los
fuertes. Nietzsche aspira justamente a lo contrario: Le interesa el cultivo de la personalidad fuerte y
autócrata. Odia la tendencia que quiere y pretende nivelarlo todo, logrando que la personalidad
soberana desaparezca en el mar de la mediocridad general.
De este modo toda la fuerza que el hombre no puede desplegar en la paz de la sociedad, la despliega
hacia dentro creando la interioridad y la mala conciencia. En lugar de que los instintos se desplieguen
hacia fuera, se interiorizan. El hombre fuerte no tenía interioridad. Los instintos se vuelven contra el ser
humano creando su interioridad. La tradición filosófica siempre ha estimado en suma la interioridad,
Nietzsche muestra la genealogía de tal interioridad como el paso de la vida natural fuerte a la vida de
rebaño. En la vida gregaria, todos los instintos quedan desvalorizados y se vuelven hacia adentro, pero
siguen exigiendo su satisfacción, como esto no se cumple en un despliegue de poder, crean la
interioridad. De esta forma, el sufrimiento del hombre por la desnaturalización de sus instintos es el
origen de la mala conciencia. “El hombre que, falto de enemigos y resistencias exteriores, encajonado
en una opresora estrechez y regularidad de las costumbres, se desgarraba, se perseguía, se mordía, se
roía, se sobresaltaba, se maltrataba impacientemente a sí mismo, este animal al que se quiere
“domesticar” y que se golpea furioso contra los barrotes de su jaula, este ser al que le falta algo,
devorado por la nostalgia del desierto, que tuvo que crearse a base de sí mismo una aventura, una
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cámara de suplicios, una selva insegura y peligrosa –este loco, este prisionero añorante y desesperado
fue el inventor de la “mala conciencia”113
Cuando la fuerza no puede desplegarse hacía afuera, se separa de lo que puede, se vuelve contra sí, y de
este modo la fuerza activa se convierte realmente en reactiva; el señor se convierte en esclavo. Al
separarse la fuerza activa de lo que puede, ésta no se evapora como vimos, se interioriza y produce
dolor. La fuerza ya no goza más de sí misma, sino que produce dolor: “… este siniestro y
horrendamente voluptuoso trabajo de un alma voluntariamente escindida consigo misma que hace
sufrir por el placer de hacer sufrir…114” El dolor que se interioriza, se vuelve más sublime y más
espiritual a la vez. El dolor interiorizado se convierte en la consecuencia de una falta, de un pecado, y
el medio de una salvación también; el hombre débil se cura del dolor fabricando más dolor,
interiorizándolo aún más, quedando aturdido por esta reacción, se cura del dolor al infectar la propia
herida.
Mala conciencia significa la dolencia más grande, la más siniestra, es el sufrimiento del hombre por sí
mismo. La civilización lo que logra es establecer la más grande dolencia del hombre, más que un logro
Nietzsche lo ve como una enfermedad. Con la interioridad además de una dolencia se crea también la
una constante vigilancia. El nuevo ser humano, contradictorio, profundo, dolorido, es el actor del teatro
de los Dioses.
Como ya vimos, por medio de este camino, la fuerza se separa de lo que puede, esto es, los instintos se
interiorizan, crean una interioridad o alma, que es el causante del dolor insoportable del hombre
civilizado, el dolor del pecado original, de ser culpable de su propia existencia. La crueldad en este
nivel es la crueldad máxima pues el verdugo y la víctima se confunden en una sola persona. El dolor,
desde el punto de vista activo siempre mantiene su sentido externo, se exterioriza en acciones, porque
proporciona placer a alguien, al que realiza la acción. Con la sublimación y espiritualización del
instinto de crueldad, manifiesto en la tradición judeocristiana, el dolor adquiere un sentido interno y
más intimo, esto es, se hace del dolor la consecuencia de una falta, de un pecado. El placer más
enfermizo es el placer masoquista del cristiano, que sólo por medio de la pasión de su dolor cree que
puede encontrar su medio de salvación. Por medio de este mecanismo, los “bienaventurados” esclavos
quieren alcanzar su máxima venganza. Esto es, cuando por fin, después de mostrar tanto placer de su
113 GM, II, 16, p 109. 114 GM, II, 18 p 113.
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propia miseria contagien a los hombres propiamente felices hasta tal punto que algún día se digan unos
a otros, es una vergüenza ser feliz frente a tantas miserias.115
Se oponen pues punto por punto, “el estado de la cultura donde el hombre, al precio de su dolor, se
siente responsable de sus fuerzas reactivas, y el estado de la mala conciencia donde el hombre, al
contrario, se siente culpable de sus fuerzas activas y las vive como culpables. De cualquier modo que
consideremos la cultura o la justicia, siempre vemos en ella el ejercicio de una actividad formadora, lo
contrario del resentimiento, de la mala conciencia.”116
El hombre civilizado es el hombre gregario que se desliga de sus impulsos naturales, de sus instintos, e
interioriza la necesidad del despliegue de fuerza de aquellos, en dolor. El dolor interiorizado como ya
vimos, se espiritualiza y se convierte en la justificación de la mezquindad, bajeza e impotencia del
hombre civilizado con su consecuente mala conciencia.
Al final del tratado segundo vemos como la relación deudor – acreedor que se usaba en la cultura de
forma primitiva o prehistórica cambia radicalmente de sentido, pues en vez de liberar al deudor con su
dolor externo y activo, ahora la deuda se convierte en algo imposible de pagar. La deuda se convierte
en deuda frente a la “sociedad”, frente a la “divinidad”, frente al “Estado”, esto es, deuda frente a las
fuerzas reactivas. Ya no se trata de un dolor por el que se paga la deuda sino de un dolor por el que se
queda encadenado, un dolor interior por el que el hombre se siente siempre deudor. La deuda se
convierte en impagable: “Con la moralización de los conceptos culpa y de deber, con su repliegue a la
mala conciencia, se ha hecho en verdad el ensayo de invertir la dirección del desarrollo que acabamos
de describir o, al menos, de detener su movimiento: ahora debe cerrarse de un modo pesimista, de un
vez por todas, justo la perspectiva de un rescate definitivo, ahora la mirada debe estrellarse, rebotar
contra la férrea imposibilidad, ahora aquellos conceptos “culpa” y “deber” deben volverse hacia atrás, -
¿contra quien, pues? No se puede dudar: por lo pronto, contra el “deudor” … pero al final, se vuelve
incluso contra el “acreedor”.”117
La genialidad del cristianismo consiste en el propio acreedor cargue a su cuenta la deuda,
sacrificándose por la culpa del hombre, “Dios mismo pagándose a sí mismo, Dios como el que puede
redimir al hombre de aquello que para este mismo se ha vuelto irredimible – el acreedor sacrificándose
por su deudor, por amor (¿quién lo creería?), ¡ por amor a su deudor!”118 Con la potenciación de la
115 GM, III, 14. 116 Deleuze, op cit, p 192. 117 GM, II, 21 118 GM, II, 21.
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deuda frente a Dios, crece la pequeñez del hombre; es un instrumento de tortura. El hombre es indigno
y su expiación es imposible. Mientras la creencia en Dios aumenta, la indignidad del hombre aumenta
proporcionalmente. A un Dios más grande un hombre más indigno.
Vemos pues la razón por la cual se ha impuesto la interpretación de los esclavos de la moral, porque es
la que justifica la vida en rebaño , la vida civilizada del hombre domesticado, es la justificación de la
negación de la vida en este mundo expresada en la mala conciencia del hombre que se siente culpable
de su propia existencia, entendida ésta, como el producto de un pecado que debe ser expiado por medio
del dolor.
Sin embargo en este punto Nietzsche nos da un indicio acerca de la especie de hombre que podría
invertir la interpretación de la historia que se ha tenido hasta nuestros días, esa interpretación de la vida
hostil a la vida misma. El segundo tratado termina con el interrogante de poder invertir la mala
conciencia, en cuanto a que se manifieste cuando el hombre sea hostil a la vida y no al contrario. La
posibilidad de cambio se encuentra en una especie de hombre que hace de su morada a la tierra y
únicamente a esta, pero este hombre del futuro todavía no está entre nosotros. “Para lograr aquel fin se
necesitaría de una especie de espíritus distinta de los que son probables cabalmente e esta época:
espíritus fortalecidos por guerras y victorias, a quines la conquista, la aventura, el peligro e incluso el
dolor se les hayan convertido en una necesidad imperiosa; se necesitaría para ello estar acostumbrados
al aire cortante de las alturas, a las caminatas invernales, al hielo y a las montañas en todo sentido, y se
necesitará además una especie sublime de maldad, una última y autosegurísima petulancia del
conocimiento, que forma parte de la gran salud, ¡se necesitaría cabalmente, para decirlo pronto y mal,
esa gran salud!...” 119
Tratado Tercero: Perspectivismo y pluralismo. El tercer tratado comienza con la pregunta por el significado de los ideales ascéticos. A esta pregunta
Nietzsche responde genealógicamente diciendo que no existe una sólo y unívoca respuesta. Pues como
se ha visto, toda respuesta depende de los modelos en los que se fundamente, toda respuesta es limitada
e histórica, existen múltiples interpretaciones, así como existen múltiples formas de subyugación y
apoderación de los sentidos. “¿Qué significan los ideales ascéticos? – Entre artistas, nada o demasiadas
119 GM, II, 24, p 123.
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cosas diferentes; entre filósofos y personas doctas, algo así como un olfato y un instinto para percibir
las condiciones más favorables de una espiritualidad elevada; entre mujeres, en el mejor de los casos,
una amabilidad más de la seducción, un poco de morbidezza (morbidez) sobre la carne hermosa, la
angelicidad de un bello animal grueso; entre gentes fisiológicamente lisiadas y destempladas (la
mayoría de los mortales), un intento de encontrarse “demasiado buenas” para este mundo, una forma
sagrada de desenfreno, su principal recurso en la lucha contra el lento dolor y contra el aburrimiento;
entre sacerdotes, la auténtica fe sacerdotal, su mejor instrumento de poder, y también la “suprema”
autorización para el mismo; finalmente, entre santos, un pretexto para el letargo invernal, su novissima
gloria cupido (novísima avidez de gloria), su descanso en la nada (“Dios), su forma peculiar de
locura.”120
La pluralidad de sentidos de acuerdo con cada grupo representa el horror a la nada que existe, pues es
mejor querer a la nada a que esté vacío el contenido de los ideales ascéticos.
Cada interpretación determina una perspectiva específica a nivel de creación artística, consideración
estética y filosófica.
Después de descartar las interpretaciones de los artistas y filósofos, se pasa a la interpretación de los
sacerdotes.
En el tratado segundo se vio como todo lo que tiene que ver con derecho y justicia era determinado por
la acción de los hombres fuertes y no era producto del resentimiento. Ahora bajo el cristianismo
comienza a reinar la reacción las fuerzas reactivas, de forma que la mejor virtud se convierte en ir en
contra del crear espontáneo, de la acción. De esta forma se muestran los usos genuinos de los ideales
ascéticos y los significados que estos tienen para los sacerdotes.121 La forma de degradar la vida para
el sacerdote se lleva a cabo relacionando la vida humana con una vida totalmente distinta. La vida
humana es naturalmente temporal, limitada, finita; compararla con una vida opuesta atemporal, infinita,
ilimitada, hace que se comience a despreciar la vida misma para soñar con vivir otra vida en un mundo
más allá, desconocido.
Envilecer la vida humana es el artilugio que se repite en la religión y la filosofía. La vida digna virtuosa
es la que va en contra de la vida misma, la niega, pues esto se considera como el puente, el tiquete de
entrada a la otra vida.
120 GM, III, 1, p 127. 121 GM, III, 11,p 151
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¿Qué significa esto? Pues este es el esquema del que se valen las morales religiosas en general . La
tierra se presenta para Nietzsche como el astro ascético por excelencia, pues todas las morales
desprecian la vida terrena al favorecer una vida ultramundana y suprasensible, y esto es un fenómeno
universal. De nuevo aquí nos podemos preguntar ¿Es el hombre un ser reactivo por naturaleza?
Si esto es así, es porque se está respondiendo a una necesidad de primer rango, un interés de la vida
misma. “Pues una vida ascética es una autocotradicción; en ella domina un resentimiento sin igual, el
resentimiento de un insaciado instinto y voluntad de poder que quisiera enseñorearse, no de algo
existente en la vida, sino de la vida misma, de sus más hondas, fuertes, radicales condiciones; en ella se
hace un intento de emplear la fuerza para cegar las fuentes de la fuerza; en ella la mirada de vuelve,
rencorosa y pérfida, contra el mismo florecimiento fisiológico, y en especial contra la expresión de
éste, contra la belleza, la alegría; en cambio se experimenta y se busca un bienestar en el fracaso, la
atrofia, el dolor, la desventura, lo feo, en la mengua arbitraria, en la negación de sí, en la
autoflagelación, en el autosacrificio.”122
De esta forma se ve que el ascetismo va en contra de la razón misma, pues si existe un mundo de la
verdad y la razón, la razón misma está por fuera de ese mundo. Se crea un sujeto puro de conocimiento
ajeno a la voluntad, al tiempo y al espacio; es un instrumento de la voluntad de poder para someter a la
vida.
Con el ascetismo la vida comienza a degenerarse, el hombre se convierte en el animal enfermo por
naturaleza. Su medicina es, sin embargo, el ideal ascético. El asceta termina siendo el curandero de la
vida, cuando él mismo fue su destructor, en el ideal ascético lucha la vida contra la muerte, por el
veneno de la religión del deseo de otro mundo, el deseo de ser de otra forma. Este es el poder que
maneja el sacerdote ascético, pues “su reino no es de este mundo”, pero como pastor tiene que proveer
mejores condiciones de vida a todos los miserables que le siguen en este mundo precisamente.
El sacerdote ascético, este presunto enemigo de la vida, este negador, precisamente él termina siendo
parte de las grandes potencias conservadoras y creadoras de síes de la vida. “El no que el hombre dice a
la vida, saca a la luz, como por arte de magia, una muchedumbre de síes más delicados; más aún,
cuando se produce una herida a sí mismo este maestro de la destrucción, de la autodestrucción, - a
continuación es la herida misma la que le constriñe a vivir…”123
122 GM, III, 11, ps 152-153. 123 GM, III, 13, p 157.
59
En el mundo degenerado, los hombres sanos y fuertes son la excepción. El temor por el hombre no es
un peligro, lo que es un peligro para el hombre fuerte es la nausea y la compasión por el hombre, esto
es lo que puede acabar con los últimos hombres fuertes; el nihilismo la voluntad de la nada. Los
enfermizos, los mal constituidos son el gran peligro del hombre, pues maximizan su venganza al
suscitar compasión en el hombre. “indudablemente, cuando lograsen introducir en la conciencia de los
afortunados su propia miseria, toda miseria en general; de tal manera que éstos empezasen un día a
avergonzarse de su felicidad y se dijesen tal vez unos a otros: “¡es una ignominia ser felices!, ¡hay
tanta miseria!...” Pero no podría haber malentendido mayor y más nefasto que el consistente en que los
afortunados, los bien constituidos, los poderosos de cuerpo y de alma, comenzasen a dudar así de su
derecho a la felicidad.” 124
Se tiene que imponer entonces el pathos de la distancia, para separar los sanos de los enfermos, para
apartar a los afortunados de los manicomios y hospitales de la cultura.
El gran logro del sacerdote ascético es cambiar de dirección el natural recorrido del resentimiento:
Antes el resentimiento conducía toda su fuerza reactiva contra los hombre de acción, contra los
afortunados. Con el cuidado del pastor ascético, el resentimiento toma otra dirección; ahora no se
dirige hacia lo externo para justificar y culpar a algo de su padecimiento, se dirige contra el mismo
enfermo agravando su enfermedad. El sacerdote ascético quien crea el resentimiento en una primera
ficción, como fue la de abstraer la fuerza de su efecto, ahora es el encargado de que ese resentimiento
no explote, pues es más fácil despreciar que odiar. De esta forma redirige el resentimiento contra el
mismo enfermo, él es culpable de sí mismo, así agrava su enfermedad pero usa un narcótico poderoso
el desprecio.
Sin embargo esta visión es muy restringida, es la visión de los sacerdotes ascéticos para someter a la
vida, es una interpretación hostil a la vida y su falsedad radica en promoverse como la única
interpretación posible, como la interpretación verdadera.
Como ya sabemos Nietzsche, con su conocimiento genealógico nos propone lo contrario, en lugar de
un sujeto puro de conocimiento ajeno al tiempo y al espacio; propone el perspectivismo, la perspectiva
humana de la vida en la tierra que es más real mientras más completa sea.
Nietzsche opone al sujeto puro de conocimiento, su perspectivismo: “Existe únicamente un ver
perspectivista, únicamente un “conocer” perspectivista; y cuanto mayor sea el número de afectos a los
124 GM, III, 14, ps 160-161
60
que permitamos decir su palabra sobre una cosa, cuanto mayor sea el número de ojos, de ojos distintos
que sepamos emplear para ver una misma cosa, tanto más completo será nuestra “objetividad”.”125
El perspectivismo nos brinda el indicio necesario para comenzar a responder a nuestro problema
fundamental. La interpretación más adecuada para la vida debe ser la más completa, la más objetiva.
Teniendo en cuenta esto terminamos este capitulo.
125 GM, III, 12, p 155
61
CAPITULO III
El triunfo de las fuerzas reactivas.
La fuerza perdida de la Cultura.
En el capítulo anterior, dentro del tratado segundo de La genealogía de la Moral, analizamos cómo la
cultura en su momento prehistórico, por medio de su actividad hace que las fuerzas activas superen a
las reactivas, luego pasamos al momento histórico o a la actualidad y vimos lo que sucede. Esto es, las
fuerzas reactivas triunfan por encima de las fuerzas activas.
En este capítulo vamos a centrarnos especialmente en proceso por medio del cual las fuerzas reactivas
esparcen su dominio por el mundo en la época del nihilismo.
En la historia lo que se ve es que la actividad de la cultura como actividad genérica del hombre en
cuanto fuerza humana, se pierde en la noche del pasado y hasta nuestros días no vuelve a vivir. En la
historia la cultura adquiere un nuevo sentido, que la desnaturaliza y desnaturaliza también su producto;
el hombre.
La historia se presenta como la propia desnaturalización del hombre y se confunde con la degeneración
de la cultura. En este estado, la actividad genérica es reemplazada por contenidos históricos que se
creen absolutos y necesarios. “En vez de actividad genérica, la historia nos presenta razas, pueblos,
clases, Iglesias, y Estados. Sobre la actividad genérica se incorporan organizaciones sociales,
asociaciones, comunidades de carácter reactivo, parásitos que vienen a recubrirla y absorberla.”126 De
esta forma la antigua actividad genérica se falsea convirtiéndose en un movimiento de fuerzas reactivas
que van formando colectividades gregarias o rebaños.
En este estadio, las sociedades no se sienten como producto del azar, la arbitrariedad, la estupidez, sino
por el contrario se imaginan como el producto más alto de la evolución humana. Sus leyes son el
último producto de la razón por encima del cual ya no hay nada. De esta forma, los hombres de estas
sociedades siempre van a estar atados a los condicionamientos que éstas imponen. “La ley se confunde
en la historia con el contenido que la determina, contenido reactivo que la lastra y le impide
desaparecer, excepto en provecho de otros contenidos, más estúpidos y más pesantes.”127
126 Deleuze, op. cit. p 194 127 Idem.
62
En la historia y en la actualidad, el individuo se considera como el producto máximo alcanzable, el
hombre domesticado se presenta como la razón de ser de la propia historia. La historia aparece como el
proceso por medio del cual las fuerzas reactivas se apoderan de la cultura y la desvían del provecho que
podía tener en su etapa primitiva. En la modernidad se usa el mecanismo de selección, pero de forma
invertida, para acabar con los hombres fuertes, para proponer a los esclavos como la cumbre alcanzada,
como el producto de la historia. La selección y la jerarquía se invierten. La selección se convierte en lo
contrario a lo que antes hacia, esto es, activar fuerzas reactivas, y ahora se convierte en un medio para
conservar, organizar y propagar la vida reactiva.128
El proceso que se da es el siguiente: Las fuerzas reactivas usurpando la actividad genérica de la cultura,
crean rebaños o sociedades gregarias. Los rebaños se crean por la debilidad, por el impulso
democrático, “..donde existen rebaños, es el instinto de debilidad el que ha querido el rebaño, y la
inteligencia del sacerdote la que lo ha organizado.”129 Este es el medio propicio para que la mala
conciencia se de. Así la deuda se convierte en inacabable impagable, pues el deudor proyecta su deuda
hacia las fuerzas reactivas, ya sea, la sociedad, la Iglesia o Dios; la deuda se convierte en una deuda
frente a la divinidad. Como el dolor se ha interiorizado, la responsabilidad de la deuda ahora se
convierte en un sentimiento de culpabilidad; el sentimiento reemplaza a la acción. Es así como el
sacerdote cambia la dirección del resentimiento: ““Yo sufro: alguien tiene que ser culpable de esto” –
así piensa toda oveja enfermiza. Pero su pastor , el sacerdote ascético, le dice: “¡Está bien, oveja mía!,
alguien tiene que ser culpable de esto: pero tú misma eres ese alguien, tú misma eres la única culpable
de esto, - ¡tú misma eres la única culpable de ti!...””130
Existe una gran diferencia pues entre las dos clases de responsabilidad, la responsabilidad-deuda
expresada en una actividad, y la responsabilidad-culpabilidad. La primera como se mencionó se origina
en la actividad de la cultura, desarrolla el sentido exterior del dolor dando como resultado un alivio al
deudor por medio de su dolor y propiciándole la hermosa irresponsabilidad. En la segunda, todas las
fuerzas siempre son reactivas, su origen está en la acusación del resentimiento, pero al introducirse en
la cultura, la desnaturaliza desviándola de su sentido, pues se vuelve reactiva y solo se encarga de
mantener y propagar las fuerzas reactivas, la cultura se convierte en una autoproducción de fuerzas
reactivas. Así el resentimiento cambia de dirección ya no buscando un culpable exterior sino que al
culparse el hombre mismo, eterniza la interiorización del dolor. No existe pues en esta responsabilidad 128 GM, II, 13-20. 129 GM, III, 18 p 175. 130 GM, III, 15 p 165
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–culpabilidad, más que dolor y mala conciencia por la compasión hacia el hombre, más dolor, y la
nausea por el hombre .
Sin embargo el triunfo de las fuerzas reactivas no se da simplemente por su actividad negadora, su
poder y fuerza está en que tienen una voluntad que los anima, la voluntad que conduce al triunfo a las
fuerzas reactivas. El ideal ascético encarna esa voluntad que hace que el resentimiento y la mala
conciencia se conviertan cada vez más en realidades, en formas de vida que se organizan y propagan.
El sentido del ideal ascético es la ficción de otro mundo que permite despreciar la vida y todo lo activo
en la vida, es lo que le da al mundo una valoración inferior de apariencia; de nada. La voluntad de la
nada es la expresión del ideal ascético, que lleva las fuerzas reactivas al triunfo, el nihilismo es el motor
de las fuerzas reactivas. Retomemos entonces, la voluntad de la nada es la expresión del ideal ascético
pues su poder radica en que sólo es posible una interpretación del mundo, la interpretación reactiva que
lo niega, la meta universal y verdadera que “…no permite ninguna otra interpretación, ninguna otra
meta, rechaza, niega, afirma, corrobora únicamente en el sentido de su interpretación. … no se somete
a ningún poder, sino que cree en su primacía sobre todo otro poder”.131 Es decir, el ideal ascético, se
promueve como el único verdadero y niega la entrada a cualquier otra perspectiva. Sobre todo niega
toda posibilidad que se sostenga en la fuerza plástica de la corporeidad y la terrenalidad.
El Nihilismo y sus sentidos. Todas estas características del triunfo de las fuerzas reactivas podemos verlas también como síntomas
de la enfermedad histórica que sufre el hombre en la modernidad, al entender el devenir histórico como
el desarrollo necesario hacia un fin. En la enfermedad histórica se “sintetizan los males de nuestra
civilización decadente: la cantidad de nociones históricas que poseemos intelectualmente, pero sin ligar
orgánicamente con la vida, produce un desequilibrio entre el contenido interno y la forma visible de
nuestra civilización, que es cultísima y bárbara a la vez, y que no posee un estilo, es decir, un principio
unificador vivo y propio; el exceso de estudios históricos produce además una peligrosa convicción
respecto a la caducidad de las cosas humanas y, a la vez, un estado de ánimo escéptico, por lo que
ninguna idealidad le afecta ya; sólo los intereses egoístas merecen atención. Todo esto viene
acompañado de la presunción de objetividad, por la que el hombre contemporáneo se siente, con
131 GM, III, 23, ps 187-188
64
diferencia, más evolucionado y más “exacto” que aquellos que lo precedieron mientras que, por carecer
de un principio unificador, sigue siendo permanentemente inmaduro.”132
Con la enfermedad histórica el hombre se conforma con ser civilizado, con vivir en sociedades
gregarias y se caracteriza por su debilidad. A este hombre ya nada le despierta curiosidad, nada le
parece interesante sólo quiere acumular conocimientos que cultiven su intelectualidad pero no tienen
relevancia para su vida. Todo le da igual pero mantiene su fe en la objetividad del conocimiento. Es
civilizado porque se enorgullece en obedecer la leyes establecidas del cristianismo, la moral y la
metafísica, pero este esfuerzo no es más que debilidad, la debilidad y venganza del resentimiento. Este
carácter general de la decadencia de la civilización occidental es lo que Nietzsche denomina el
nihilismo.
Con el nihilismo el hombre niega la vida con la esperanza de acceder a un mundo desconocido, a un
mundo del más allá, al reino de Dios, al mundo verdadero. De esta forma, podemos decir que
“cristianismo, moral y metafísica son los componentes del nihilismo.”133
Con los dogmas del cristianismo como creación, pecado, pena y redención, el hombre es condenado a
llevar una vida determinada por la voluntad de Dios. La aceptación de una vida determinada por una
voluntad ajena hace que el hombre no sea responsable para con sigo mismo y para con la tierra y esté
destinado entonces, a la indignidad y la debilidad.
Con la ley moral como la expresión de la voluntad de dios, el hombre se limita a obedecer, fomenta su
debilidad y resentimiento y ve en la creatividad y la fuerza vigorosa algo malvado. Sus instintos se
interiorizan fomentando el dolor y creando la mala conciencia, se domestica y convierte en un hombre
gregario, pasivo y débil.
La voluntad de verdad, característica de la metafísica, con ayuda de la debilidad y el resentimiento,
inventa un fundamento estable, un mundo verdadero como presupuesto metafísico que ayude al hombre
esclavo y débil a fomentar su pasividad como reacción ante el devenir azaroso.
Sin embargo este sólo es un sentido del nihilismo, más precisamente su sentido pasivo y negador.
Existe otro sentido del nihilismo, su sentido positivo que está en estrecha relación con el primero y
132 De Zubiría, Sergio,“Vattimo a la sombra del nihilismo hermenéutico”, en Razón en Situación 1 “No hay Hechos sólo interpretaciones, op cit p. 215, citando a Gianni Vattimo, “Diálogos con Nietzsche: ensayos 1961-2000.” Ediciones Paidós, Barcelona 2002 p. 41 133De Zubiría, Sergio “Vattimo a la sombra del nihilismo hermenéutico”, Ibíd. p. 217.
65
Nietzsche lo describe como “(…) el más terrible, el más problemático y acaso también el más
esperanzador de todos los espectáculos”134; el nihilismo que va hasta sus últimas consecuencias.
La siguiente cita nos puede aclarar este doble juicio negativo y positivo del nihilismo: “En el filosofar
de Nietzsche nihilismo e historicismo se desarrollan así paralelamente y contienen a la vez un doble
juicio, negativo y positivo. “Negativo en cuanto que es índice de debilidad y de pérdida de la iniciativa
de parte del hombre, positivo en cuanto que, caídas las construcciones providencialistas de la historia,
está libre el campo para una perspectiva nueva que devuelva al hombre la plena libertad de iniciativa en
el mundo histórico.””135
Junto con el nihilismo negativo se deben dar los procesos del nihilismo positivo. El profesor Sergio de
Zubiría analizando a Vattimo dice que la venida el nihilismo está relacionada con tres procesos: “El
primero, la historia que es concebida como un orden providencial pierde ese carácter y emerge
entonces el devenir. El segundo, cuando independientemente de las metas y fines a alcanzar, se
concibe, sin embargo, el mundo y su sucederse como una totalidad cuyas partes están insertas en un
conjunto sistemático; es el conjunto lo que da valor a las partes individuales y al hombre mismo. El
tercero, y forma extrema del nihilismo, es la pérdida de fe en el mundo metafísico, es decir, en la
verdad misma, al menos en su acepción tradicional.”136
El nihilismo tiene entonces procesos en los cuales el sentido negativo debilita al hombre y niega su
vida, y el sentido positivo que le da vitalidad con nuevas perspectivas e ideales. Sus tres
manifestaciones esenciales son entonces: “La liberación del cristianismo: El Anticristo; la liberación de
la moral: El Inmoralista; la liberación de la verdad: El espíritu libre”137
Como vemos el nihilismo extremo y su superación son conceptos que casi pueden identificarse. “He
aquí porqué nihilismo extremo y superación del nihilismo en Nietzsche se acercan tanto, hasta casi
identificarse (…) La pérdida de las ilusiones puede significar para la voluntad, bien la absoluta
incapacidad de querer todavía, bien el reconocimiento gozoso y creador del hecho de que no existen
orden, verdad, estabilidad fuera de la voluntad misma, y de que el nihilismo ha derivado del haber
querido a toda costa encontrarlos.”138
134 GM, III, 27, p. 203 135De Zubiría, Sergio, “Vattimo a la sombra del nihilismo hermenéutico”, op cit, p. 216, citando a Vattimo, “Diálogos con Nietzsche: ensayos 1961-2000”, p 48 136 Ibíd. p. 218. 137 Ibíd. p. 217 138 Ibíd. p. 219, citando a Vattimo, “Diálogos con Nietzsche: ensayos 1961-2000”, p 57
66
Con el nihilismo negativo la vida se niega, se le desprecia todo en nombre de valores superiores. El
nihilismo supone una ficción, la ficción de otro mundo, de un mundo verdadero y suprasensible al cual
ni siquiera se tiene acceso. Así entonces el mundo terreno queda limitado a la apariencia a lo que no
tiene valor, o tiene un valor secundario. Todas las formas de un mundo del más allá se valoran como
superiores, Dios, la sustancia, la esencia, el bien, son formas de despreciar la vida terrena la vida
humana. El nihilismo negativo es la voluntad de la nada, la depreciación de la vida por medio de
valores superiores a la vida misma que no tienen sentido por sí mismos. En este sentido el nihilismo es
la voluntad de la nada expresada en los valores superiores que desprecian la vida y su fuerza negadora
llevada al extremo proporciona el advenimiento del nihilismo extremo y su superación.
El nihilismo activo encuentra su acción o su fuerza al incrementar el poder del espíritu “para el
reconocimiento gozoso y creador del hecho de que no existen orden, verdad, estabilidad fuera de la
voluntad misma.”
El nihilismo activo usa su fuerza para echar abajo todas las estructuras religiosas, morales, políticas y
estéticas que pretendan ser objetivas, y sobre esas ruinas trata de construir nuevas formas de
interpretación acordes con su vida, creando libremente, inventando su tabla de valores.
“El nihilismo activo tiene el valor de aceptar que “ya no hay” estructuras objetivas dadas y el valor de
aceptar que “Dios ha muerto”. Es activo, al menos, en dos sentidos; en primer lugar, no se limita
simplemente a desenmascarar la nada que está a la base de los significado , estructuras y valores; sino
que también produce y crea valores, estructuras de sentido, nuevas interpretaciones; en segundo lugar,
en la medida en que no es solamente contemplación de la vanidad de las cosas, ni convicción de que
todas las cosas merecen ir a la ruina: “se pone manos a la obra, las lleva a la ruina”. Y ¿Por qué esos
valores y verdades merecen ir a la ruina? Mientras pretendan ser verdades y valores eternos, es decir,
máscaras ideológicas es necesario que transiten hacia la ruina; no a una ruina inactiva sino a nuevas
interpretaciones que representen el desarrollo de otras formas de vida.”139
Sin embargo en el medio se encuentran los nihilismos incompletos o reactivos que hacen uso de las
fuerzas reactivas para encontrar un fundamento metafísico mimetizado en máscaras para devolver a los
hombres, que desgarrados por la agonía del nihilismo extremo (cuando los valores supremos se
disuelven) no se ven capaces de aventurarse en la tarea de crear su propio mundo y su propias reglas.
Las máscaras de los nihilismo incompletos son aún mas fuertes, y esta es la explicación de las nacientes
sectas religiosas renovadoras de fe.
139Ibíd. p. 222
67
“La negación no es el rasgo esencial del nihilismo reactivo o pasivo: por el contrario, este nihilismo ha
asumido siempre, en sus diversas formas históricas, una apariencia afirmativa, ya que su meta era
esconder la nada que está en el fondo de todo lo que se considera ser, valor, estructura estable. El
nihilismo pasivo se llama también “reactivo” justamente porque, cuando los valores supremos se
disuelven (y este es una especie de lado “objetivo” del nihilismo), se niega a levantar acta de esta
aniquilación y –para instaurar, sanar, tranquilizar, aturdir- usará todos los disfraces religiosos, morales,
políticos, estéticos, etc.”140
Antes se negaba la vida en relación a valores superiores, se la veía como apariencia en contraposición a
la esencia, ahora se niega la esencia pero busca la forma de disfrazar su antigua decadencia en máscaras
nuevas. “El primer sentido del nihilismo hallaba su principio en la voluntad de negar como voluntad de
poder. El segundo sentido “pesimismo de la debilidad”, halla su principio simplemente en la vida
reactiva, en las fuerzas reactivas reducidas a sí mismas. El primer sentido es un nihilismo negativo; el
segundo sentido, un nihilismo reactivo.”141
El devenir reactivo de las Fuerzas. De acuerdo con el triunfo de las fuerzas reactivas, esto es el proceso mediante el cual las fuerzas
reactivas separan a las fuerzas activas de lo que pueden, entonces todas devienen reactivas. Es así
como el devenir en la tierra se convierte en un devenir – reactivo, el devenir del nihilismo reactivo
como ya vimos. Es entonces cuando tenemos que preguntarnos: ¿Es posible otro devenir? La respuesta
es desconocida para nosotros, pues todos lados desde hace más de dos milenios comprobamos lo
contrario, no sólo presenciamos la existencia de las fuerzas reactivas, sino que por todos lados en la
historia comprobamos su triunfo. Las fuerzas reactivas son el triunfo de la forma de valorar del esclavo
sobre la forma aristocrática de valorar como se ha mencionado anteriormente, es el proceso histórico
del nihilismo activo frente al nihilismo reactivo o pasivo. De esta forma Nietzsche escribe: “Los dos
valores contrapuestos “bueno y malo”, “bueno y malvado”, han sostenido en la tierra una lucha terrible;
que ha durado milenios; y aunque es muy cierto que el segundo valor hace mucho tiempo que ha
140Ibíd. p. 221, citando a Vattimo, “Diálogos con Nietzsche: ensayos 1961-2000”, p 218 141 Deleuze, op cit p 209.
68
prevalecido, no faltan, sin embargo, tampoco ahora lugares en los que se continúa librando esa lucha,
no decidida aún.”142
En este parágrafo Nietzsche nos hace un recuento histórico de la lucha entre dos pueblos
representativos de los valores contrapuestos anteriormente, entre Roma y Judea. Roma como la
representación del pueblo de los hombres nobles y fuetes, en cambio los judíos son el pueblo sacerdotal
por excelencia. “Roma veía en el judío algo así como la antinaturalaza misma, como su mostrum
(monstruo) antipódico, así cabe la expresión; en Roma se consideraba al judío “convicto de odio contra
todo el género humano: con razón, en la medida en que hay derecho a vincular la salvación y el futuro
del género humano al dominio incondicional de los valores aristocráticos, de los valores romanos.” Por
otro lado el pueblo judío es el pueblo sacerdotal por excelencia como ya se mencionó, “ en el que
habitaba una genialidad popular-moral sin igual”. La historia nos muestra el triunfo de Judea por todo
lados en donde el hombre se ha vuelto manso civilizado, hasta en la mima roma donde los hombres se
inclinan “ ante tres judíos, como es sabido, y una judía (ante Jesús de Nazaret, el pescador Pedro, el
tejedor de alfombras Pablo, y la madre del mencionado Jesús, de nombre Maria).”
En el renacimiento hubo un intento de retomar la manera noble de valorar las cosas, pero este
movimiento sucumbió gracias a la reforma protestante que ayudó al restablecimiento de la Iglesia y
gracias a la Revolución Francesa, todos estos movimientos del resentimiento, la mala conciencia y el
ideal ascético, que ayudan a que todo en la tierra sea dominado por el ideal esclavo de la mediocridad.
¿Por qué triunfan las fuerzas reactivas? Ya lo podemos adivinar, por la voluntad nihilista, por la
afinidad entre las fuerzas reactivas y la negación. La voluntad de la nada, la negación, esta es la
cualidad del devenir reactivo, las fuerzas del nihilismo encarnadas en el resentimiento, la mala
conciencia y el ideal ascético, todas la cuales dan una apariencia de afirmación, la afirmación de la
nada que se esconde en todo lo que se considera ser, valor, estructura estable, Dios etc, porque como
dice Nietzsche al final de la genealogía “el hombre prefiere querer la nada a no querer…”143
Entonces nos preguntamos de nuevo: ¿Existe otro devenir que no sea el reactivo?
Por un lado podríamos pensar que no, que sólo existe y existirá el devenir reactivo, que el
resentimiento, la mala conciencia y el nihilismo no son cualidades psicológicas del hombre sino más
bien su esencia. Pues a esto nos conduciría la historia de la humanidad en los últimos dos mil años. Sin
embargo y si hemos prestado atención a las tesis genealógicas de Nietzsche podemos contestar que si
142 GM, I, 16 p 67. 143 GM, III, 28, p. 205. La negrilla es mía.
69
puede existir otro devenir, otras formas de sentir, pues ninguna interpretación es esencial, todo es
histórico nada dura para siempre.
No hay que decir que las fuerzas activas se convierten en reactivas por el triunfo de las fuerzas
reactivas, esto sería como si se dijese que al unirse las fuerzas reactivas crean una fuerza mayor que
acaba con todas las fuerzas activas, “al contrario, las fuerzas reactivas triunfan porque al separar a la
fuerza activa de lo que ésta puede, la abandonan a la voluntad de la nada como a un devenir-reactivo
más profundo que ellas mismas”.144
En otras palabras no hay algo así como una fuerza mayor y activa producto de la unión de las fuerzas
reactivas, de la negación, de la voluntad de la nada, no puede surgir algo activo positivo, afirmador.
No es esencial al hombre ser reactivo, sólo es el producto del triunfo de las fuerzas reactivas y
negadoras que han dominado en los últimos siglos lo que nos hace pensar algo así, además esta
interpretación es básicamente ascética, pues “no permite ninguna otra interpretación, ninguna otra
meta, rechaza, niega, afirma, corrobora únicamente en el sentido de su interpretación (¿y ha existido
alguna vez un sistema de interpretación más pensado hasta su final?); no se somete a ningún poder,
sino que cree en su primacía sobre otro poder, en su incondicional distancia de rango con respecto a
otro poder, - cree que no existe en la tierra ningún poder que no tenga que recibir de él un sentido, un
derecho a existir, un valor, como instrumento para su obra, como vía y como medio para su meta, para
una única meta.”145
Esta forma de ver las cosas se fundamenta en sus propios errores y busca eternizarse en el error. Es una
forma de autoafirmación esencial, donde la esencia es precisamente el error. Además, cuando el error
se hace presente por la misma fuerza del nihilismo negador, esto es, cuando se descubre la nada o el
vacío como fundamento de los valores, el nihilismo reactivo se encarga de mantener el orden
establecido por medio de nuevas máscaras y disfraces como ya hemos visto.
La genealogía por el contrario nos ha enseñado, que no existen esencias, no hay un origen puro y
solemne, sólo existe una procedencia que muestra el cúmulo de errores que es la verdad. El devenir no
es necesario ni esencial, el devenir es producto del azar, nadie es responsable de los acontecimientos;
sólo existe una cadena de dominaciones de poder; unos hombres dominan a otros y así cambian los
valores de contenido.
144 Deleuze, op cit p 93 145 GM, III, 23, ps 187-188
70
La historia presenta reglas vacías, estas reglas son establecidas para satisfacer violencia, pues como se
ha mencionado, emergen de las dominaciones, son un placer calculado de la sangre prometida. Las
reglas permiten que el poder se pueda prolongar indefinidamente, el juego de la historia es de quien se
apodere de las reglas. En los últimos dos milenios el nihilismo negativo y reactivo, la voluntad de la
nada por medio del resentimiento, la mala conciencia y los ideales ascéticos se han encargado de dar
una única interpretación del devenir humano, esto es el devenir reactivo. El gran desprecio por el
hombre, la compasión por el hombre, la sublimación y espiritualización de todos sus instintos no deben
hacer que nos dejemos caer en los abismos del nihilismo ya sea pasivo o reactivo, la genealogía nos
enseña que existen muchas más formas de interpretación, muchas formas sentir, necesitamos una
perspectiva nueva, que nos ayude a salir del precipicio.
El hombre no es esencialmente reactivo ni su destino pertenece al nihilismo esencialmente, existen
tantas esencias como interpretaciones, el perspectivismo es el arte que Nietzsche propone como forma
de vida.
71
CAPITULO IV
La interpretación.
Vamos ahora a retomar de los tres tratados, los aspectos más relevantes que tengan que ver con la idea
de lo que significa interpretación para Nietzsche. Dijimos en el tratado primero que el hombre noble
fuerte no se aparta de la acción, que la acción y el despliegue del poder de sus instintos es su propia
felicidad. El hombre noble se sabe diferenciar del hombre bajo y mezquino, una forma de hacerlo es
creando valores, creando palabras que los diferencien de lo que es distinto a ellos que son lo único real,
lo único digno de afirmar. Por esta razón, decíamos que el “pathos de la diferencia” de una especie
dominadora sobre especie inferior, sobre la cual despliega el poder de diferenciarse imponiendo el
sentido de la palabra “bueno” a aquello que es bueno para ellos mismos, para el que lleva a cabo la
acción. “Partiendo de de este pathos de la diferencia es como se arrogaron el derecho de crear valores,
de acuñar nombres de valores: ¡qué les importaba a ellos la utilidad!”146 La utilidad sólo es tenida en
cuenta por lo contrario , por el débil que tiene una naturaleza calculadora buscando siempre un
beneficio en la acción del otro. Lo importante de este primer tratado es que en el crear palabras y
valores existe siempre un despliegue de poder, una acción afirmadora de la propia naturaleza. El
hombre fuerte crea libremente y de forma autocrática sus valores, su forma de ver la vida. Se apodera
de las palabras, se apodera de las reglas de las historia de las que hablaba Foucault, sin interesarle la
utilidad o el beneficio que éstas podrían tener para los espectadores de su acción, para los que padecen.
El hombre fuerte de antaño confiaba plenamente en sus instintos, de acuerdo con éstos, creaba su
realidad, dándole nombre a las cosas. Es muy importante en este punto mostrar cómo Nietzsche con
ésta percepción del mundo, está creando una nueva interpretación de la vida. Para él no existe una
realidad dada y opuesta a nosotros independiente en sí misma, por el contrario, el hombre de instintos
fuertes es el que se encarga de crear la realidad, dándole nombre a todo, desplegando su poder. Según
esta percepción, “la apariencia, que todo el realismo metafísico de occidente ha concebido siempre
como el reino del engaño y la mentira, como una imitación imperfecta y falseadora de la verdadera
realidad, constituye más bien el rasgo esencial de la realidad misma: todo lo que existe no son más que
apariencias, simplificaciones y arreglos elaborados con una finalidad práctica desde puntos de vista
146 GM, I, 2, p, 37
72
particulares, más allá de los cuales no existe mundo en sí. En otras palabras, todo lo que existe no es
más que el producto final de una interpretación.”147
Sin embargo, las interpretaciones no son algo así como la impresión que recibimos de los sentidos,
pues estas impresiones ya vienen cargadas con un juicios de agrado o desagrado, o no son necesarios en
la media en que los podemos evitar si es el caso. Para Nietzsche lo fundamental son los instintos, que
se estructuran como un saber inconsciente previo, como una experiencia acumulada desde tiempos
inmemoriales por los organismos vivos en su proceso de evolución. Esta experiencia se ha acumulado
por medio del saber inconsciente o instintivo que tiene como fin ir reconociendo y concluyendo que
cosas son nocivas y que cosas son útiles. “Pues bien, esas fuerzas inconscientes e interpretantes
resultan ser la base de lo que Nietzsche llama “instinto”. La fuerzas motrices de los seres vivos se
disparan ante cada estímulo de manera activa o reactiva. La repetición constante de cierto estímulo
produce pues una respuesta determinada que poco a poco se tornando en hábito.”148
Los instintos son los que salen al encuentro del devenir para darle un sentido. Como ya hemos visto el
devenir o el acontecer para Nietzsche es producto del azar, no es nada que esté ya determinado. En esta
medida es que “los estímulos externos no provienen de un mundo de cosas ya constituido, sino de un
acontecer informe que sólo adquiere sentido en la interpretación de los instintos. Los instintos sanos del
hombre fuerte son esos instintos que salen al encuentro del acontecer para darle sentido al mundo a su
mundo, son instintos activos y creadores de valores. Los instintos reactivos son los que se dedican a
captar pasivamente el sentido de los acontecimientos, los que no participan en su interpretación, estos
son los instintos reactivos del esclavo, que así intentan encontrar un fundamento por fuera de este
mundo creando un devenir reactivo. Como vimos en el análisis de este primer tratado, los hombres
fuertes no apartaban su felicidad de la acción, sus instintos básicos consistían en desplegar poder, en
dar nombre a las cosas, en interpretar su realidad, a diferencia del esclavo que sólo padecía e
interpretaba los acontecimientos como espectador con instintos reactivos.
“Estas fuerzas instintivas que se arrojan a ese caos de lo ocurrente para satisfacer su impulso vital
conforman lo que Nietzsche denomina luego la “voluntad de poder”. Los conceptos de fuerza e instinto
proporcionan la base de una nueva concepción de la realidad, antimetafísica y antiidealista en sus
propósitos: la realidad no es una estructura substancial y permanente, ni tampoco la simple
representación subjetiva de ella; más bien la realidad es una estructura móvil que se genera y se 147Gama, Luis Eduardo “Muchas perspectivas o un único horizonte. El problema de la interpretación en Nietzsche y Gadamer”, En No hay Hechos sólo interpretaciones, Ediciones Uniandes, Bogotá, 2004, p. 9 148 Ibíd. p 10
73
sostiene en la acción recíproca de la fuerza del azar de un puro acontecer y de la fuerza interpretativa
de los instintos; la realidad es pues cambio, transformaciones, dínamis, la fuerza que se origina en la
acción combinada de otras dos que se condicionan mutuamente, la resultante generada entre el azar y
el poder, entre la necesidad y el deseo, entre el acontecer y el sentido.”149
Si la realidad es cambio, dínamis, transformación, entonces la interpretación de la misma es ese
arrojarse a ese caos en movimiento para imponer su sentido, el sentido que responda a la natural
búsqueda de enriquecimiento vital de la voluntad de poder del hombre de instintos sanos.
En el segundo tratado dijimos que el principio fundamental de toda ciencia histórica es, es el principio
del saber genealógico, esto es, la fragmentación entre finalidad y esencia, entre origen y utilidad de los
fenómenos naturales, la realidad como mencionamos es movimientos transformación, cambio de la
cual el hombre se apodera por medio de su interpretación por medio de su poder de enseñorearse de la
misma: “...La causa de la génesis de una cosa y la utilidad final de ésta, su efectiva utilización e
inserción en un sistema de finalidades, son de hecho toto coelo (totalmente) separados entre sí, que algo
existente, algo que de algún modo ha llegado a realizarse, es interpretado una y otra vez, por un poder
superior a ello, en dirección a nuevos propósitos, es apropiado de un modo nuevo, es transformado y
adaptado a una nueva utilidad; que todo acontecer en el mundo orgánico es un subyugar, un
enseñorearse, y que, a su vez, todo subyugar y enseñorearse es un reinterpretar, un reajustar, en los
que, por necesidad, el “sentido” anterior y la “finalidad” anterior tienen que quedar oscurecidos o
incluso totalmente borrados.”150
Interpretar significa pues, la actividad por medio de la cual todo ser vivo u orgánico genera su realidad.
Esto quiere decir que la vida misma es un subyugar un enseñorearse, una interpretación y
reinterpretación del acontecer, la vida es un fluir un devenir azaroso que toma forma con la acción de
los instintos. La voluntad de poder que tiende hacia la fortaleza, hacia el despliegue de poder es
siempre cambiante, fluida, tiene la necesidad de la ilusión, de la apariencia y no se queda limitada a una
única interpretación que le impediría desarrollarse e incluso le restaría fuerza en la medida en que se
convertiría en fuerza reactiva. Como mencionábamos antes, el nihilismo positivo o activo encuentra su
acción o su fuerza al incrementar el poder del espíritu “para el reconocimiento gozoso y creador del
hecho de que no existen orden, verdad, estabilidad fuera de la voluntad misma”, es decir, que le brinda
149 Ibíd. p 13 150 GM, II, 12, p 99.
74
la oportunidad al hombre de volverse creador de sus propia vida, de crear sus valores, de incrementar
su fuerza creadora en lugar de reaccionar en búsqueda de verdades y fundamentos enmascarados.
Ahora bien, la consecuencia lógica de esta forma de ver la realidad, es que van a existir tantas
realidades como interpretaciones. El conocimiento humano se convierte pues en una pluralidad de
interpretaciones que adquieren valor por sí mismas, se fundamentan en sí mismas.
“Con esto tenemos ya los elementos de esta nueva imagen del conocimiento: (1) Lo que conocemos es
sólo esa realidad que resulta de la acción mutua de nuestros instintos con el azar del acontecer;
(2)nuestros instintos interpretan el azar de acuerdo con valoraciones que provienen de la experiencia
inscrita en ellos; (3) existen innumerables configuraciones de los instintos, esto es, diversos organismos
que valoran lo que acontece según una distinta experiencia y por ello hay tantas “realidades” como
diferentes esferas de valoración existen.”151
Esta nueva forma de conocimiento contiene los dos de los usos que Foucault mencionaba del
conocimiento genealógico, estos son: (1) El uso paródico; y (2) El uso sacrificatorio. Por el primero se
reconoce que no hay un objeto idéntico de conocimiento, y por lo tanto no hay una realidad en sí. Por
medio del segundo se reconocer que no existe un sujeto idéntico de conocimiento, sino más bien
múltiples conjuntos de instintos que valoran desde puntos de vista distintos. Y también se reconoce
que no existe la verdad como la única forma posible de descripción de la realidad, sino que existen
tantas realidades como interpretaciones. Sin embargo no se debe tomar tan a la ligera esta afirmación,
pues su consecuencia sería el total relativismo, si la realidad es la interpretación que cada cual,
entonces se fomenta la pereza la pasividad, de la misma forma como si la realidad fuera apariencia en
contraposición a un mundo verdadero; ambas interpretaciones fomentan la pasividad. El problema
radica en entender que si bien es cierto que no hay hechos sino interpretaciones, esto mismo es una
interpretación. Esta forma de apreciar la realidad debe complementarse con un sentido de serenidad de
moderación para que nos de la fuerza de arriesgarnos y atrevernos a interpretar la realidad que esté en
relación con nuestra vida acrecentando nuestro poder y fomentando nuestra iniciativa creadora.152
Del tercer tratado rescatamos el poder del perspectivismo que en términos de Nietzsche es: “Existe
únicamente un ver perspectivista, únicamente un “conocer” perspectivista; y cuanto mayor sea el
número de afectos a los que permitamos decir su palabra sobre una cosa, cuanto mayor sea el número
151 Gama, Luis Eduardo, “Muchas perspectivas o un único horizonte…” op cit p 17-18 152 Este tema se desarrolla dos páginas adelante.
75
de ojos, de ojos distintos que sepamos emplear para ver una misma cosa, tanto más completo será
nuestra “objetividad”.”153
Vemos pues que nuestro conocimiento en un conocer perspectivista, pero esto no quiere decir que todas
las perspectivas tengan el misma fuerza o el mismo valor, o el mismo grado de complejidad.
Como hemos visto, “algunas de ellas provienen de instintos cuyo ejercicio según Nietzsche se remonta
a los primeros organismos vivos, por ejemplo la creencia de que hay “cosas” y que esas cosas son
idénticas154, o la creencia en “números” que es ya propia de las especie humana155. Sobre esta base se
desarrollaron en el hombre los instintos lógicos y desde ellos los rudimentos de la matemática156.
Mucho después los instintos interpretaron la realidad como un entramado de causas y efectos157 con lo
que se obtuvo el fundamento de una concepción científica del mundo158. Pero por otro lado, ese
instinto que interpreta la realidad como un conjunto de objetos substanciales concibió la idea de
libertad159 y con ella se dio paso al desarrollo de los instintos morales160. Otras configuraciones
instintivas suministraron la interpretación metafísica o religiosa del mundo.”161
Vemos pues que no todas las perspectivas son las que se imponen en el mundo, unas son más
complejas que otras, unas son más convincentes que otras, pero las citadas en el texto anterior, son
todas provenientes de errores del hombres, de instintos mal sanos, de las fuerzas del nihilismo pasivo
como lo son: el resentimiento, la mala conciencia y el los ideales ascéticos.
Entonces nos debemos preguntar ¿por qué ha sucedido esto?
Podemos responder que estas interpretaciones fueron las que le dieron sentido a la vida durante muchos
siglos, pues como vimos la contradicción del ideal ascético manejada por el sacerdote ascético de ir en
contra de la vida, de ser hostil a la vida, también es una necesidad de la vida misma, pertenece a la
voluntad de poder162.
En el último parágrafo del tratado tercero de la genealogía encontramos la explicación que da
Nietzsche de este fenómeno.
153 GM, III, 12, p 155 154 HdH I, 18;KGW, I V-2 p. 34, las citas bibliográficas de la obra de Nietzsche son del profesor gama que las estoy transcribiendo como aparecen en el texto citado, pues la monografía sólo contempla los dos libros de Nietzsche GM y Sobre verdad y mentira. 155 Ibid., I, 19, KGW, IV-2 p. 36 156 HdH I, 11; KGW, IV-2, p. 26. Así mismo CJ, 112: KGW, V-2, p. 150 157 HdH, I, 13: KGW, IV-2 p. 28; CJ, 112: KGW, V-2, p. 151 158 CJ, 113: KGW, V-2, p. 151. 159 HdH, I, 18: KGW, IV-2, p. 34 160 HdH, I, 99: KGW, IV-2, p. 93. A, 102: KGW, V-1, p. 88. CJ, 116: KGW, V-2, p. 152 161 Gama, Luis Eduardo, “muchas perspectivas o un único horizonte…” op cit, p. 20 162 GM, III, 11.
76
“Pues justamente esto es lo que significa el ideal ascético: que algo faltaba, que un vacío inmenso
rodeaba al hombre, -éste no sabía justificarse, explicarse a sí mismo, sufría del problema de su sentido.
Sufría también por otras causas, en lo principal era un animal enfermizo: pero su problema no era el
sufrimiento mismo, sino el que faltase la respuesta al grito de la pregunta: “¿para qué sufrir?” El
hombre, el animal más valiente y más acostumbrado a sufrir, no niega en sí el sufrimiento: lo quiere, lo
busca incluso, presuponiendo que se le muestre un sentido del mismo, un para-esto del sufrimiento. La
falta de sentido del sufrimiento, y no este mismo, era la maldición que hasta ahora yacía extendida
sobre la humanidad, -¡ y el ideal ascético ofreció a ésta un sentido! Fue hasta ahora el único sentido;
algún sentido es mejor que ningún sentido; el ideal ascético ha sido, en todos los aspectos, el faute de
mieux (mal menor) par excellence habido hasta el momento. En él el sufrimiento aparecía interpretado;
el inmenso vacío parecía colmado; la puerta se cerraba ante todo nihilismo suicida. La interpretación -
no cabe dudarlo- traía consigo un nuevo sufrimiento, más profundo, más íntimo, más venenoso, más
devorador de vida: situaba todo sufrimiento en la perspectiva de la culpa… Mas, a pesar de todo ello, -
el hombre quedaba así salvado, tenía un sentido, en adelante no era ya como una hoja al viento, como
una pelota del absurdo, del “sin-sentido”, ahora podía querer algo, por el momento era indiferente lo
que quisiera, para qué lo quisiera y con qué lo quisiera: la voluntad misma estaba salvada. No
podemos ocultarnos a fin de cuentas qué es lo que expresa propiamente todo aquel querer que recibió
su orientación del ideal ascético: ese odio contra lo humano, más aún, contra lo animal, más aún, contra
lo material, esa repugnancia ante los sentidos, ante la razón misma, el miedo a la felicidad, y a la
belleza, ese anhelo de apartarse de toda apariencia, cambio, devenir, muerte, deseo, anhelo mismo -
¡todo eso significa, atrevámonos a comprenderlo, una voluntad de la nada, una aversión contra la vida,
un rechazo de los presupuestos más fundamentales de la vida, pero es, y no deja de ser, una voluntad!...
Y repitiendo al final lo que dije al principio: el hombre prefiere querer la nada a no querer.”
Se entiende entonces que el ideal ascético fue la única interpretación de la vida que se tuvo durante
muchos años, para evitar que le hombre se en rutara en una vida sin sentido sin rumbo e insoportable.
Sin embargo, esta perspectiva proviene de una interpretación fuerte proveniente de instintos
endurecidos, es decir, que se han promulgado como una única interpretación de la realidad como la
verdadera interpretación. Estas son las interpretaciones que aún hoy en día dominan y determinan la
cultura, la metafísica, el cristianismo, la ciencia experimental entre otras163 porque las fuerzas
163 Gama, Luis Eduardo. op cit, pág 21.
77
instintivas que tienen a la base son fueras reactivas que buscan la forma de acomodarse a los cambios
en la historia pero manteniendo sus ideales cada vez mas absurdos, mas idiotas mas mezquinos.
¿Sería posible una nueva forma de interpretación?, ¿una forma de interpretación que nos permita
ablandar nuestros instintos, volverlos más naturales y menos gregarios, de forma que no se perpetúen
las reinterpretaciones y sobreinterpretaciones del nihilismo pasivo y reactivo?
Una nueva interpretación: Arte, Serenidad y Ética.
Nietzsche busca enfrentar esa forma endurecida de interpretación y de perspectiva, con el ideal del arte,
que para el autor es una perspectiva que nos ayuda a volver a nuestra tendencia natural de seres
metafóricos. El arte, es lo que nos permite volvernos concientes de la necesidad de la ilusión y la
apariencia en nuestra vida.
“El arte, dicho sea de manera anticipada, pues alguna vez volveré sobre el tema con más detenimiento,
- el arte, en el cual precisamente la mentira se santifica, y la voluntad de engaño tiene a su favor la
buena conciencia, se opone al ideal ascético mucho más radicalmente que la ciencia; así lo advirtió el
instinto de Platón, el más grande enemigo del arte producido hasta ahora por Europa.”164
Lastimosamente Nietzsche no volvió sobre el tema, es por esta razón que vamos a hacer la labor de
interpretar su concepción del arte como medio liberador del hombre, en el escrito juvenil, Sobre verdad
y mentira en sentido extramoral.
El fragmento juvenil de Nietzsche “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”165 es un escrito en
donde se desarrollan ya análisis genealógicos con el fin de desenmascarar los motivos ocultos de
nuestros juicios de valor. La primera sección es una crítica del lenguaje y una critica de la idea de
verdad. Debido a que el método genealógico lo hemos estudiado ya en su obra posterior, La
genealogía de la moral, nos vamos a dedicar a la segunda sección del fragmento que se puede entender
como una filosofía del arte como función metafórica.
El hombre que vive gregariamente como hemos visto, rebaja sus instintos y agudiza su astucia, de
forma que unifica toda su visión del mundo bajo una perspectiva antropomórfica llena de conceptos
abstractos y verdades absolutas.
164 GM, III, 25 p. 194-195. 165 Nietzsche, F, “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.” Editorial Tecnos, Madrid, 2001.
78
Por otro lado, si ese impulso hacia la construcción de metáforas natural en el hombre, no se deja
aplastar por la “necrópolis de intuiciones” y conceptos abstractos que es la ciencia, puede encontrar en
el mito y el arte una nueva forma de expresión.
En el mito y sobre todo ene el arte, como dice Nietzsche el hombre puede jugar con ese andamiaje de
los conceptos introduciendo nuevos significados y reglas, de forma que no exista una realidad dura y
terminada como la vigilia sino que todo se confunda con un sueño.
“Confunde sin cesar la rúbricas y las celdas de los conceptos introduciendo de esta manera nuevas
extrapolaciones, metáforas y metonimias; continuamente muestra el afán de configurar el mundo
existente del hombre despierto, haciéndolo tan abigarradamente irregular, tan inconsecuente, tan
inconexo, tan encantador y eternamente nuevo, como lo es el mundo de los sueños.”166
La vigilia es la representación del mundo necesario de los conceptos del hombre, cuando el arte
irrumpe en su vida, rompe con cualquier necesidad, con cualquier causalidad, con cualquier regla o ley
y todo adquiere la plasticidad de un sueño. En esta forma de vida animada por el arte no existe una sola
verdad, existen múltiples perspectivas.
Sin embargo en este punto es necesario tener en cuenta que el liberarse de las cadenas de la tradición ya
sea en el aspecto metafísico, moral o religioso y dar cabida al perspectivismo con sus múltiples
interpretaciones, no quiere decir que se incentive el relativismo, pues éste es una forma más de
nihilismo que hunde al hombre en la banalidad de pensar que todo vale por igual y nada tiene sentido,
ninguna perspectiva es mejor que otra y por lo tanto el hombre se dedicaría a resumir los errores del
pasado. El relativismo se supera cuando se toma una posición ante la vida y se asume una
responsabilidad ante uno mismo y ante el mundo, entendiendo los errores del pasado como algo caduco
que hay que superar.
El arte es el impulso que ayuda al hombre a aventurarse en la creación de su vida y a liberarse de las
cadenas del intelecto reactivo. El hombre imbuido en el arte y el mito se libera de las cadenas del
intelecto, de la necesidad de la lógica, de la verdad de las esencias. En esta forma de ver la vida la
naturaleza no tiene leyes, el hombre las inventa a su antojo en relación con su vida, se convierte en
creador de ilusión, en lugar se esclavo de metáforas.
“El intelecto, ese maestro del fingir, se encuentra libre y relevado de su esclavitud habitual tanto tiempo
como puede engañar sin causar daño, y en esos momentos celebra sus Saturnales. Jamás es tan
exuberante, tan rico, tan soberbio, tan ágil y tan audaz: poseído de placer creador, arroja las metáforas
166 Ibíd. p. 34
79
sin orden alguno y remueve los mojones de las abstracciones … Ahora ha arrojado de sí el signo de la
servidumbre; mientras que antes se esforzara con triste solicitud en mostrar el camino y las
herramientas a un pobre individuo que ansía la existencia y se lanza, como siervo, en busca de presa y
botín para su señor, ahora se ha convertido en señor y puede borrar se su semblante la expresión de
indigencia.”167
El hombre liberado por el arte renueva sus instintos de forma que ya no cree en las fantasías de la razón
que anteriormente veía como necesarias, sino que crea todo el tiempo su forma de ver la vida, nada está
prohibido, todo está permitido para el hombre que se siente noble, que se siente animal de presa en vez
de cordero obediente. El hombre que se libera por medio del arte hace uso del nihilismo activo pues su
iniciativa creadora se enriquece con la seguridad que las verdades carecen de verdad y fundamento. El
hombre en este estado no se aferra a las redes y andamiajes de conceptos sobre el que se construía un
fundamento metafísico, sino que se libera y juega con éstos de forma intuitiva.
“Ese enorme entramado y andamiaje de los conceptos al que de por vida se aferra el hombre indigente
para salvarse, es solamente un armazón un armazón para el intelecto liberado y un juguete para sus
audaces obras de arte y, cuando lo destruye, lo mezcla desordenadamente y lo vuelve a juntar
irónicamente, uniendo lo más diverso y separando lo más afín, pone de manifiesto que no necesita de
aquellos recursos de la indigencia y que ahora no se guía por conceptos, sino por intuiciones.”168
Tal hombre liberado de la esclavitud de la razón, encuentra en el arte una forma más segura de vivir la
vida, una forma renovada de crear su vida. El hombre liberado que se guía por intuiciones es el hombre
de la acción el hombre fuerte y noble que puede confiar en sus instintos; es el hombre que puede
construir una cultura en vez de volverse civilizado domesticado.
“Allí donde el hombre intuitivo, como en la Grecia antigua, maneja sus armas de manera más potente y
victoriosa que su adversario, puede, si las circunstancias son favorables, configurar una cultura y
establecer el dominio del arte sobre la vid; ese fingir, ese rechazo de la indigencia, ese brillo de las
intuiciones metafóricas y, y en suma, esa inmediatez del engaño acompañan todas las manifestaciones
de una vida de esa especie.”169
El hombre en el que el arte domina su vida, el hombre que vive la vida con la óptica del arte, es un
hombre que encuentra su felicidad en sus mismos actos, en su vida en la tierra, en la creación de su
mundo, y no en un mundo irreal del más allá. El hombre que usa el arte como bandera, es el hombre 167 Ibíd. ps. 35-36 168 Ibíd. p. 36 169 Ibíd. p. 37
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que no tiene una única verdad, se ha liberado de los pesados conceptos de la tradición, está lleno de
fuerza plástica, de fuerza activa que se manifiesta en su creación, en él el resentimiento, la mala
conciencia y los ideales ascéticos no tienen cabida.
“Mientras que el hombre guiado por conceptos y abstracciones solamente conjura la desgracia
mediante ellas, sin extraer de las abstracciones mismas algún tipo de felicidad, mientras que aspira a
liberarse de los dolores lo más posible, el hombre intuitivo, aposentado en medio de la cultura,
consigue ya gracias a sus intuiciones, además de conjurar lo males, un flujo constante de claridad,
animación y liberación.”170
Este hombre en medio del arte se convierte en un hombre más real y más completo en la medida en que
crea y expresa su más altas y fuertes emociones. El arte es un estimulante de la voluntad de poder , es
un excitante del querer en la medida en que la voluntad de engañar se convierte en un afirmación.
“Precisamente el arte inventa mentiras que elevan lo falso a esta mayor potencia afirmativa, hace de la
voluntad de engañar algo que se afirma en el poder de lo falso.”171
El poder del arte nos ayuda a cambiar de perspectiva, nos da el aliento para una nueva forma de sentir,
una nueva forma de verdad, para nuevas posibilidades de vida que renuevan al hombre.
Para el artista, apariencia ya no significa la negación de lo real en este mundo, sino la selección,
corrección, duplicación y afirmación de la vida. La verdad es la apariencia, la verdad entonces significa
la realización de poder, la elevación a la mayor potencia.
El conocer perspectivista con la ayuda del arte se convierte en un conocer mas real más completo y por
lo tanto más “objetivo”, pues nos abre la puerta siempre a nuevas posibilidades de sentir, de vida, a así
nos abre la puerta a nuevas posibilidades de afectos sobre una experiencia.
“Existe únicamente un ver perspectivista, únicamente un “conocer” perspectivista; y cuanto mayor sea
el número de afectos a los que permitamos decir su palabra sobre una cosa, cuanto mayor sea el
número de ojos, de ojos distintos que sepamos emplear para ver una misma cosa, tanto más completo
será nuestra “objetividad”.
Sin embargo esta experiencia más completa de la realidad no hay que entenderla como una sumatoria
de afecciones o interpretaciones de fenómenos, que de esta forma fuera, mas “objetiva”, porque
estaríamos inmersos todavía en el nihilismo reactivo ya que se estaría inventando un fundamento y una
forma de valoración enmascarada bajo el aspecto de una nueva verdad. El perspectivismo y el arte nos
170 Ibíd. ps. 37-38 171 Deleuze, op cit p. 145
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deben proporcionar una nueva forma de sentir y de pensar, esto es la serenidad. La serenidad es el
estado en el cual nos aventuramos a vivir la vida desprovista de verdades e ilusiones de eternidad, es un
estado de salud vigorizante en el cual podemos apreciar lo caduco sin tener miedo de ser seducidos por
su pasividad pues nos damos cuenta que tan sólo es una fábula, una fábula ni verdadera ni falsa; nos
atrevemos a querer e interesarnos en la perspectiva de vida que veamos como correcta para nosotros
mismos.
Paul Veyne nos dice que se sale del nihilismo cuando se le medita serenamente a fondo. “Se sale del
nihilismo cuando uno aprende a defenderse del nihilismo pasivo y del nihilismo de reacción o de
resentimiento. Es de reacción si uno saca del nihilismo una autoironía o también cuando se reacciona a
la pérdida de los valores de una cultura, a la pérdida de valores de segundo orden, arte mínimo o
cultura underground. El nihilismo es pasivo si la ausencia de fundamento y de verdad nos impide
atrevernos a querer y nos paraliza frente a pensamientos extraños que ya no osamos condenar (quien
“comprende”demasiado bien a su enemigo está perdido, y permítanme ustedes dudar de la pureza de
intención de los profesionales de la comprensión.). La serenidad con la conciencia limpia , la serenidad
que permanece impávida ante el derrumbe de la infinitud, es lo que Nietzsche llamaba “la gran salud
del hombre de buen carácter”, que “no conserva en él nada del resentimiento de la gente que ha
envejecido atada a la cadena” y que ya no tiene miedo.”172
La serenidad es más que un concepto, es más bien una forma de vida, que se puede ejemplificar en la
evolución del individuo de Michel Foucault. “La serenidad supone también (y aquí estoy dibujando el
retrato mismo de Foucault) una actitud benévola, curiosa, ecuánime, frente a las verdades caducas del
pasado. Bien nos acordamos del espíritu de decisión de Foucault, de su falta de vacilación en tomar
partido y en intervenir en la actualidad; pero también recordamos esa especie de alegría excitada,
simpática, con la que consideraba no sólo los sueños o la locura, sino las doctrinas o las actitudes más
extrañas y pavorosas del pasado o del presente. Ante la enorme alteridad de esas verdades diferentes,
Foucault se sentía feliz de apreciar y no censurar, feliz de que la audacia del tiempo que pasa haya
llegado hasta allí. No había ni melancolía ni desprecio por la verdades muertas, ni miedo por la
fragilidad de nuestras propias verdades; por el contrario, Foucault se sentía estoicamente feliz de ver
cómo el pasado le confirmaba que la extensión de los posible es indefinida y que todo es una Fábula, ni
verdadera ni falsa, que Nietzsche no oponía a la realidad.”173
172 Balbier, E, Deleuze, G y otros: “Michel Foucault Filósofo”, Editorial Gediza, España, 1990, p. 336. 173 Ibíd. ps, 336,337
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Con la serenidad y la fabulación del mundo, el hombre se siente liberado de los movimientos del
nihilismo reactivo que busca fundamentos ahí donde todo es movimiento. La necesidad de fundar para
Foucault era característica de la edad “antropológica”: “fue desde Kant a Husserl cuando se intentó
fundar, retornar al arche incuestionable; salir de la edad antropológica es abandonar el proyecto de
fundación por otra cosa.”174
Cuando el hombre deja de lado el proyecto de fundar ya sea a nivel filosófico, moral, religioso o
estético etc, le queda volver a ser hombre, volver a vivir su vida sin necesidad de esencias ni
finalidades que le dieran valor a la vida desde un mundo diferente. El hombre que no funda, solo le
queda vivir, pero esto se puede considerar como la situación más sencilla y más difícil a la vez, pues
quien acepte el reto debe ser el legislador de su propia vida. “Si la filosofía no puede fundar, todavía
nos queda vivir y querer lo que se quiere sin justificarse ni decir que uno tiene la razón. Sólo la
polémica perderá algo con la desaparición de las grandes palabras; pero precisamente, decía Nietzsche,
el hombre de gran salud nunca es enfático.”175
Con la serenidad, la fabulación del mundo y el salirse de todo intento de fundamentar, el hombre
recuerda la importancia de su propia vida, y ahora tiene el trabajo de luchar por vivir y querer vivir sin
justificarse ni preocuparse por quien tenga la razón.
La liberación del hombre con esta nueva interpretación de la vida serena sin grandes palabras es la
medida que podemos tomar en cuenta para que el hombre pueda aventurarse a vivir de la forma que
más le parezca, para que pueda tomar partido en las decisiones relevantes de su vida.
La serenidad le proporciona al hombre la conciencia limpia de no temer por haber dejado atrás las
cadenas del resentimiento y la mala conciencia; una actitud benévola, ecuánime y curiosa frente al
pasado que se refleja en su iniciativa fuerte para tomar partido e intervenir en la actualidad; y la
confianza en su poder creador que como en una fábula puede crear libremente sin atenerse más que a
sus propias reglas.
Esta perspectiva de la vida devuelve al hombre el cuidado de sí mismo, o el estudio del yo consigo
mismo. Esto es lo que Foucault denomina “Ética”. Foucault Entendía que “la ética era una parte del
estudio de la moral. Además de la ética, la moral consiste en la conducta real de la gente, es decir, sus
acciones moralmente relevantes, y en el código moral que se les impone. Por código moral Foucault
entendía, por ejemplo, las reglas que determinan qué acciones son prohibidas, permitidas o requeridas,
174 Ibíd., p, 337. 175 Ídem.
83
así como ese aspecto del código que asigna diferentes valores positivos y negativos a diferentes
conductas posibles.” 176
A Foucault le interesa más el aspecto acerca del esfuerzo que debe realizar el hombre para volverse un
sujeto moral de sus acciones, más que la elaboración de un código moral justificable y autosuficiente.
La ética o la relación con uno mismo para Foucault tiene cuatro aspectos importantes: 1. La sustancia
ética. 2. El modo de sujeción. 3. La actividad autoformadora. 4 El telos.
La sustancia ética es la parte que se tiene en cuenta de nuestra conducta como base del juicio ético.
“Nuestra sustancia ética determina qué parte de nosotros debe ser tenida en cuenta en la formulación
de nuestro código moral.”177
El modo de sujeción tiene que ver con el modo que la gente usa para hacer caso de sus obligaciones
morales. Las obligaciones morales se pueden reconocer como la revelación divina, la imposición de las
demandas de la razón, o por la convención. “El modo de sujeción proporciona el vínculo entre el
código moral y el yo, determinando cómo este código tendrá poder sobre nuestro yo.”
La actividad autoformadora tiene que ver con el medio mediante el cual trabajamos sobre nosotros
mismos para convertirnos en sujetos éticos.
El telos o aspecto final de la ética para Foucault, es la clase de ser a la que aspiramos cuando nos
comportamos moralmente. “¿Deberíamos tornarnos “puros, o inmortales, o libres, o amos de nosotros
mismos…?””178
Unamos la colusión anterior con lo que Nietzsche ve como el producto final de la actividad cultural, el
hombre activo y libre, el hombre creador al cual le es lícito hacer promesas.
La ética entendida como la relación del yo consigo mismo, puede ser la forma de vida que se tome en
cuenta para que el hombre se atreva a actuar y tomar una perspectiva en la que pueda confiar para salir
del relativismo y el nihilismo.
Los cuatro aspectos de la ética de Foucault nos servirán como la forma sobre la cual verteremos el
contenido de nuestros descubrimientos, la forma de vida sobre la cual pondremos nuestros
descubrimientos genealógicos.
El contenido de la sustancia ética debe ser la fuerza y la acción, el despliegue de poder y la
autoafirmación de los instintos sanos del hombre, no debemos temer a nuestro egoísmo, pues es la
176 Davidson, Arnold I, “Arqueología, Genealogía, Ética”, en “Foucault” Couzens, David, (comp.) Ediciones Nueva Edición, Argentina 1988, p, 250. 177 Ibíd., p, 251. 178 Ibíd., p, 252
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fuerza que nos permite la liberación; la actuación. El código moral producto de esta sustancia ética es el
código “inmoralista” el hombre que se define por el poder que tiene sobre sí mismo, sobre el destino,
sobre la ley, sobre las costumbres.
El modo de sujeción debe ser más que un modo de sujeción ajeno, una iniciativa libre, de modo que el
yo en su relación consigo mismo, en el cuidado de sí, tiene su mismo modo de afirmación, esto es, su
iniciativa creadora.
La actividad autoformadora no puede ser otra que la serenidad que le brinda al hombre el poder de la
conciencia limpia, la valentía, y la salud del hombre de buen carácter, el óptimo vital del que hablaba
Nietzsche en el acápite 8 del tercer tratado para sí mismo. Cada hombre en el camino hacia la libertad
del nihilismo debe formar su actividad autoformadora como la actividad serena de la vida sana.
El telos no puede ser otro que la confirmación de la gran salud del hombre liberado. El hombre fuerte
que domina su vida, que la crea y toma la iniciativa en su entorno, este es el hombre libre, el bailarín, el
ligero, el irresponsable.
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Bibliografía.
Nietzsche, F, “La genealogía de la Moral”, Alianza Editorial, Madrid, 2000 Nietzsche, F, “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.” Editorial Tecnos, Madrid, 2001. Foucault, Michel, “Nietzsche, La genealogía, La historia”, Editorial, Pre Textos, Valencia 2000 Deleuze, Gilles, “Nietzsche y la filosofía”, Editorial Anagrama, Barcelona 2002 No hay hechos sólo interpretaciones Editor Carlos B. Gutiérrez, Razón en Situación 1, Ediciones Uniandes, Bogotá 2004.
Davidson, Arnold I, “Arqueología, Genealogía, Ética”, en “Foucault” Couzens, David, (comp.) Ediciones Nueva Edición, Argentina 1988
Balbier, E, Deleuze, G y otros: “Michel Foucault Filósofo”, Editorial Gediza, España, 1990