4
19 T iempo después de habernos conocido a principios de 1961, en uno de los sofisticados cafés Schwabinger de Múnich, Dieter Kunzelmann me presentó al movimiento neo-expresionista Cobra y a sus exponentes alemanes –el Grupo spur–, quienes publicaban además un periódico de van- guardia del mismo nombre. Dieter era su «ideólogo», el cerebro de un grupo compuesto por tres pintores –Hans-Peter Zimmer, Heimrad Prem y Dieter Sturm– y un escultor, Lothar Fischer. Por intermedio de Asger Jorn, estos cua- tro artistas no sólo se habían vinculado con el movimiento Cobra, sino tam- bién con la Internationale Situationiste. Durante su tercera reunión en Munich en 1959, spur había ingresado oficialmente a la is. Poco tiempo después de conocernos, Dieter, quien me facilitó los textos de Guy Debord, me preguntó si podía traducir algunos de los ensayos de la revista de la is a cambio de obras de arte del grupo. En realidad, aun cuando los cinco se consideraban miembros de la is, no sabían realmente de qué se trataba todo eso, pues ninguno podía leer en francés. Traduje varios ensayos de la revista Internationale Situationiste al alemán, y en el proceso me familiaricé con las premisas básicas del pensa- miento de Debord. Cuando en febrero de 1962 éste convocó una reunión de la is en París, Kunzelmann me invitó (aun cuando yo no era un miembro de la is) para acompañar al grupo como su traductor, ya que ninguno de ellos, como dije, sabía una palabra de francés. Bromeando, Kunzelmann se refirió a esta reunión con el término eclesiástico «Concilio», esto es, una asamblea de la Iglesia Católica para decidir sobre cuestiones de doctrina y disciplina, algo que mirado retrospectivamente resultó ser, según creo, harto menos inocente de lo que me pareció entonces. En fin, Kunzelmann y yo llegamos a París en el tren nocturno desde Múnich (Zimmer, Sturm, Fischer y Prem lo hicieron en auto- móvil). Al partir, y tal como lo repitiera durante la noche, Kunzelmann dijo que Debord nos estaría esperando en persona en la Gare de l’Est, listo, por así decirlo, para desenrollar la alfombra roja, a modo de bienvenida. Sin embargo, y para su decepción, en la estación no nos esperaba nadie. Y más tarde, en la puerta del departamento de Debord en el 3ème arrondissement, no había más que una nota con las instrucciones para el día siguiente, en que tendría lugar la reunión. Nadie respondió al timbre. La fuerza de no tener nada que mostrar. Mis encuentros con Guy Debord Rodolphe Gasché

La Fuerza de No Tener Nada Que Mostrar

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Traducción del texto de Rodolphe Gasché sobre sus encuentros con el fundador del Situacionismo, Guy Debord.Publicado en revista Pensar y Poetizar, Instituto de Arte, PUCV.

Citation preview

  • 19

    Tiempo despus de habernos conocido a principios de 1961, en uno de los sofisticados cafs Schwabinger de Mnich, Dieter Kunzelmann me present al movimiento neo-expresionista Cobra y a sus exponentes alemanes el Grupo spur, quienes publicaban adems un peridico de van-guardia del mismo nombre. Dieter era su idelogo, el cerebro de un grupo compuesto por tres pintores Hans-Peter Zimmer, Heimrad Prem y Dieter Sturm y un escultor, Lothar Fischer. Por intermedio de Asger Jorn, estos cua-tro artistas no slo se haban vinculado con el movimiento Cobra, sino tam-bin con la Internationale Situationiste. Durante su tercera reunin en Munich en 1959, spur haba ingresado oficialmente a la is. Poco tiempo despus de conocernos, Dieter, quien me facilit los textos de Guy Debord, me pregunt si poda traducir algunos de los ensayos de la revista de la is a cambio de obras de arte del grupo. En realidad, aun cuando los cinco se consideraban miembros de la is, no saban realmente de qu se trataba todo eso, pues ninguno poda leer en francs. Traduje varios ensayos de la revista Internationale Situationiste al alemn, y en el proceso me familiaric con las premisas bsicas del pensa-miento de Debord. Cuando en febrero de 1962 ste convoc una reunin de la is en Pars, Kunzelmann me invit (aun cuando yo no era un miembro de la is) para acompaar al grupo como su traductor, ya que ninguno de ellos, como dije, saba una palabra de francs. Bromeando, Kunzelmann se refiri a esta reunin con el trmino eclesistico Concilio, esto es, una asamblea de la Iglesia Catlica para decidir sobre cuestiones de doctrina y disciplina, algo que mirado retrospectivamente result ser, segn creo, harto menos inocente de lo que me pareci entonces. En fin, Kunzelmann y yo llegamos a Pars en el tren nocturno desde Mnich (Zimmer, Sturm, Fischer y Prem lo hicieron en auto-mvil). Al partir, y tal como lo repitiera durante la noche, Kunzelmann dijo que Debord nos estara esperando en persona en la Gare de lEst, listo, por as decirlo, para desenrollar la alfombra roja, a modo de bienvenida. Sin embargo, y para su decepcin, en la estacin no nos esperaba nadie. Y ms tarde, en la puerta del departamento de Debord en el 3me arrondissement, no haba ms que una nota con las instrucciones para el da siguiente, en que tendra lugar la reunin. Nadie respondi al timbre.

    La fuerza de no tener nada que mostrar. Mis encuentros con Guy Debord

    Rodolphe Gasch

  • 20

    Si no recuerdo mal, la reunin tuvo lugar en alguna parte de la calle Saint Germain des Prs. Cuando Kunzelmann y yo llegamos, ya todos estaban presentes y una especie de ominoso silencio flotaba sobre el grupo. Una peque-a nota escrita en francs circulaba de mano en mano. Cuando por fin pude leerla, me di cuenta de que no slo era la tabla de la reunin, sino que contena un slo tem: deca que el presidente de la is, es decir, Guy Debord, propona expulsar a todo el Grupo spur del movimiento a causa de sus tratativas con ga-leras de arte comerciales en particular con la galera muniquesa Van de Loo; en suma, por su arribismo. Cuando le dije a Kunzelmann lo que contena la nota, se ri y dijo que no era ms que una de las tpicas bromas de Debord. Esto puso trmino a mi labor como traductor: veinte minutos despus, nos encontrbamos en la calle. El Grupo spur haba sido, de manera unnime y en tiempo rcord, excomunicado, dijo Dieter.

    Ese mismo da, un poco ms tarde, Asger Jorn nos invit a todos tanto a los del Grupo spur, como a los escandinavos (Jorgen Nash y su mujer) y la seccin holandesa (Jacqueline de Jong), quienes no haban sido expulsados primero a un almuerzo en la vereda de enfrente y luego a cenar en un restau-rante escandinavo en los Champs Elyses. Fue entonces que le suger a Dieter crear una nueva organizacin con su propia revista, que aparecera eventual-mente bajo el ttulo Unverbindliche Richtlinien. [En castellano, algo as como Lineamientos sugeridos o Directrices propuestas].

    El nico miembro de la seccin alemana de la is que no haba sido excluido, un tal Uwe Lausen, tradujo despus al alemn algunos textos que haban sido publicados previamente en la is, y los public en 1963 en una nue-va revista llamada, a explcita solicitud de Debord, Der deutsche Gedanke! [El pensamiento alemn!]. Un extrao ttulo para una publicacin, sobre todo en ese tiempo! La revista slo se editara una vez, pero constituy otro incentivo para que Kunzelmann y yo intentsemos algo ms.

    Ahora bien, dado que yo no haba sido miembro de la is, y por lo mis-mo no haba sido expulsado, me tom la libertad de contactar a Debord y lo visit una vez, en la primavera de 1962, en Pars. Su departamento estaba lleno de pinturas de Asger Jorn y otros miembros de Cobra, as como de obras de los excomulgados artistas del spur. Debord me recibi clidamente, como com-prend ms tarde, justamente porque no estuve involucrado concretamente en ninguna de las actividades del Grupo spur. Yo todava era algo as como una hoja en blanco, inmaculado. En esta ocasin, Debord me impresion por su infinita deuda respecto de lo que llam el pensamiento alemn, con lo cual, segn pude averiguar despus, se refera especficamente al pensamiento de la Escuela de Frankfurt. Fue aqu donde escuch por primera vez los nombres de Adorno y Horkheimer, cuando Debord insisti con vehemencia en que me familiarizara con su libro Dialctica de la Ilustracin. Tambin me remiti a los anlisis sociolgicos de la vida cotidiana de Henri Lefebvre, alguna vez miembro

  • 21

    de la is, pero que por sus conexiones acadmicas, respecto de las cuales Debord se mostraba suspicaz, fue prontamente excluido del movimiento. Aun cuando Debord (lo mismo que Kunzelmann) se inspiraban en textos acadmicos, no haba modo de que un situacionista pudiera ser al mismo tiempo un acadmi-co. Ser un acadmico significaba haberse vendido al establishment. Mi visita a Debord fue seguida por un intercambio de cartas (algunas de las cuales han sido publicadas en el segundo volumen de su Correspondencia; otras pueden encon-trarse en internet). Las volv a leer tiempo atrs, y qued impresionado con la perspicacia psicolgica de Debord, con su capacidad de estimar correctamente las motivaciones de quienes lo rodeaban. Qued impresionado igualmente por su intento de preservar la pureza del pensamiento situacionista; quiero decir que me golpe su integridad intelectual, su honestidad, su agudo sentido para trazar lmites (aun cuando esto lo volvi doctrinario y lo impuls, tal como Breton, a excluir a todos aquellos en los que sospechara la ms mnima desviacin res-pecto del movimiento). No digo que estuviera de acuerdo con tales exigencias, pero me dejaron una huella definitiva y fueron por entonces la causa de algunas fricciones que comenzaron a socavar mi relacin con Kunzelmann.

    Inmediatamente despus de la debacle parisina, Kunzelmann y yo co-menzamos a trabajar seriamente en la creacin de un nuevo rgano revolucio-nario. Habiendo abandonado Qumica despus de enterarnos que unas pocas universidades alemanas permitan estudiar humanidades a condicin de tomar el Grosses Latinum Exam [Examen de latn nivel superior] previa obtencin del Ph.D., volv a Luxemburgo y escrib un ensayo sobre patafsica (que nun-ca fue publicado) y, en preparacin para la nueva revista, compuse un largo texto programtico. Pero cuando Kunzelmann quiso publicar el material de la nueva revista como volumen 8 de la revista spur, le respond que no quera tener conexin alguna con el grupo en cuestin, en otras palabras, que segua el veredicto de Debord al respecto. Pues, ciertamente, no quera arriesgar la posibilidad de futuras colaboraciones con la is, especialmente si Debord pareca proclive a reconsiderar la exclusin de Kunzelmann. En cualquier caso, esto condujo a una breve disputa con Kunzelmann, para quien publicar era mucho ms importante que cualquier consideracin poltica. No le importaba dnde fueran publicados los textos, incluso si ello significaba colocarse en una posicin desfavorable a los ojos de la is. Mis propias conexiones con Debord acabaron en noviembre de 1962, en particular como resultado de mi participacin con un ensayo en el Situationist Times, editado por la artista holandesa Jacqueline De Jong, sobre la condena contra el Grupo spur por blasfemia (segn las auto-ridades de Mnich). Para ser justos, debo admitir que Kunzelmann me advirti del riesgo que implicaba publicar ese trabajo en la revista de De Jong, sabiendo muy bien lo que Debord pensaba del mejunje aconceptual de collages, textos y pinturas. Pero tambin para m, en ese momento, no importaba dnde fuera publicado mi texto, siempre y cuando viera la luz pblica. Cuando le expliqu

  • 22

    a Debord que le haba dado a De Jong ese texto para que lo publicara en su revista porque yo todava no haba logrado nada, me respondi que no haber hecho nada todava era precisamente una posicin privilegiada (cest justement une trs grande force de navoir rien fait [No haber hecho nada es, precisamente, una gran fuerza]) que no deba ser dilapidada. Pero haber publicado un texto en la revista de De Jong ya me haba corrompido demasiado; ya haba hecho demasiado como para que el contacto con Debord pudiera continuar de ma-nera significante. As pues, sin haber sido siquiera miembro de la is, y por lo tanto susceptible de ser expulsado del movimiento, decid romper relaciones.

    (Texto indito, traducido del ingls por Cecilia Bettoni)