La Espiritualidad de las Congregaciones Marianas - P. Javier Igea

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    La Espiritualidad de las

    Congregaciones Marianas.

    Temas de formacin

    Curso 2013-14

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    Prlogo del autor

    Siempre he sentido en la vida que Dios me ha dadomuchos dones: una familia estupenda, la gracia de per-

    tenecer durante cuarenta a

    os a la Congregaci

    n Maria-na de la Asuncin, una vocacin al sacerdocio desarro-llada en la misma, unos estudios extraordinarios ylti-mamente el poder ser consiliario de esta asociacin quetantos bienes me ha dado. A ella le debo mucho, y enagradecimiento le entrego mi sacerdocio.

    En el 80 aniversario de los inicios como hermandad

    de esta Congregacin, le quiero regalar estos temas deformacin para que siempre se renueve en la espirituali-dad de las Congregaciones Marianas renovada despusdel Concilio Vaticano II. Quiera Dios que este trabajo dfruto y haga crecer en santidad a los congregantes.

    Agradezco de todo corazn al p. Cervera su ayuda enla edicin de estos temas y sus importantes comentarios

    que han mejorado mucho los mismos.

    AMDG

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    TEMA 1. ASPIRARALASANTIDAD

    Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificacin

    (1 Tes 4,3)

    1. Solo Dios es santo

    Ser santo puede significar muchas cosas diferentes.Es una palabra que a veces resulta incmoda, pues fre-cuentemente el hombre tiene muchos mecanismos sub-conscientes contra ella. Estos mecanismos son los quede verdad rigen su vida e influyen en su comportamien-to. Por ello, es importante precisar, al principio de estetema, qu es la santidad, para nos apasionemos conella, y la consideremos como la mejor vocacin del hom-

    bre. Algunas personas desprecian la santidad porque seimaginan que ser santo es tener una imagen en unaiglesia. Otras piensan que la santidad es seguir un con-

    junto de normas muy rgidas y difciles. Otras personashan dejado por imposible la santidad, por considerarloun ideal lejano y poco prctico.

    Podramos multiplicar los prejuicios contra la santi-dad y somos sinceros con nosotros mismos, nos dare-mos cuenta de que los tenemos. Sin embargo, la santi-dad es la vocacin del cristiano. Ahora bien, qu es lasantidad?

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    En este tema queremos responder a esta pregunta.Empezamos considerando que la santidad es una cuali-dad, una propiedad que slo Dios posee en plenitud.

    S

    lo Dios es santo. La santidad es, por tanto, la condi-cin eterna, exclusiva de Dios, ysta la posee por dere-cho propio:

    Ensalzad al Seor, Dios nuestro,postraos ante su monte santo:Santo es el Seor, nuestro Dios! (Sal 98,9)

    Con quin podris compararme,

    quin es semejante a m?, dice el Santo.Alzad los ojos a lo alto y mirad:quin cre todo esto?Es l, que despliega su ejrcito al completo

    y a cada uno convoca por su nombre.Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza,ninguno falta a su llamada (Is 40, 25-26).

    E Isaas tiene la visin de la santidad de Dios en el tem-plo de Jerusaln:

    Vi al Seor sentado sobre un trono alto y excelso: laorla de su manto llenaba el templo. Junto al esta-

    ban los serafines, cada uno con seis alas: con dosalas se cubran el rostro, con dos el cuerpo, con dos

    volaban, y se gritaban uno a otro diciendo: Santo,santo, santo es el Seor del universo, llena est latierra de su gloria! (Is 6,1-3),

    Esta visin la tiene tambin san Juan Evangelista en elApocalipsis:

    Los cuatro vivientes, cada uno con seis alas, esta-

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    ban llenos de ojos por fuera y por dentro. Da y no-che cantan sin pausa: Santo, Santo, Santo es elSeor Dios, el Todopoderoso; el que era y es y ha de

    venir (Ap 4,8).

    Santidad es pues, sinnimo de Dios, de su majestad, desu gloria, de su trascendencia y de su bondad infinita.Esta santidad de Dios es algo que le estvedado al hom-

    bre, que es el no santo. Y esto plantea no pocas cues-tiones sobre el sentido de la vida; es una de las cuestio-nes existenciales del libro de Job, en el que se plantea

    varias veces esta pregunta:

    Qu es el hombre para sentirse puro,un nacido de mujer para ser inocente?Si Dios no confa en sus santos

    y los cielos no son puros a sus ojos,qu decir de lo odioso y corrompido,del hombre, que se sacia de maldad! (Job 15,14 -16)

    En Nuevo Testamento se revela que Jess es el Santo: elque nacer de Mara ser santo, ser llamado Hijo deDios (Lc 1,35). Y este santo ser quien santificar a susdiscpulos:

    Y por ellos yo me santifico a m mismo, para que

    tambi

    n ellos sean santificados en la verdad (Jn17,19)

    No slo el Hijo es santo, sino que dona el Espritu Santo.De quienes lo reciben se puede decir lo siguiente:

    Tienen la uncin del Santo (1 Jn 2,20).

    Son Santos en Cristo Jess (Flp 1,1).

    Son templos del Espritu Santo (1 Cor 6,19).

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    Estn llamados a ser santos (1 Cor 1,2).

    Han sido santificados (divinizados) por su participa-cin en la naturaleza divina (1 Pe 1,4).

    El Catecismo de la Iglesia Catlica lo resume de lasiguiente manera:

    823 La fe confiesa que la Iglesia [...] no puede dejar

    de ser santa. En efecto, Cristo, el Hijo de Dios, aquien con el Padre y con el Espritu se proclama "elsolo santo", am a su Iglesia como a su esposa. l

    se entreg por ella para santificarla, la uni a smismo como su propio cuerpo y la llen del don delEspritu Santo para gloria de Dios (LG 39). La Igle-sia es, pues, "el Pueblo santo de Dios" (LG 12), y

    sus miembros son llamados "santos" (cf Hch9, 13;

    1 Co6, 1; 16, 1).

    En resumen, el Dios tres veces santo del AntiguoTestamento se hace hombre en Cristo Jess y llama atodos los hombres a participar en su santidad: Sed san-tos, porque yo soy santo (Lc 11,44). El Catecismo, citan-

    do laLumen Gentium lo presenta con las siguientes pa-labras:

    2013 Todos los fieles, de cualquier estado o rgi-

    men de vida, son llamados a la plenitud de la vidacristiana y a la perfeccin de la caridad (LG 40).

    Todos son llamados a la santidad: Sed perfectos

    como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt5, 48):

    Para alcanzar esta perfeccin, los creyentes han deemplear sus fuerzas, segn la medida del don deCristo [...] para entregarse totalmente a la gloria de

    Dios y al servicio del prjimo. Lo har

    n siguiendo

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    las huellas de Cristo, hacindose conformes a suimagen y siendo obedientes en todo a la voluntaddel Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo

    de Dios producir

    frutos abundantes, como lomuestra claramente en la historia de la Iglesia lavida de los santos (LG 40).

    2. Santidad ontolgica, psicolgica y moral

    Por el bautismo el hombre ha sido santificado. Estasantificacin es una elevacin de su naturaleza, que depor s no podra llegar a Dios. La elevacin es una divini-

    zacin del hombre, como dice la carta de san Pedro yacitada, y una espiritualizacin del mismo. Esta relacincon el Espritu no slo toca al espritu del hombre, sinoque tambin llega a su carne; de lo contrario, no ten-dra sentido el sacramento del matrimonio.

    Ahora bien, no todos los hombres viven esta santi-dad, producindose fracturas ente su ser y la experien-

    cia de su vida. Por ello, distinguimos entre la santidadontolgica, la psicolgica, y la moral.

    2.1 Santidadontolgica.

    La santidad del hombre no es slo una cualidadnueva del hombre (como pueda ser alguna caractersticacorporal o el color de su piel, un sentimiento o una ex-periencia). El adjetivo ontolgico quiere decir una nue-

    va naturaleza. Esta realidad aparece en el Nuevo Testa-mento:

    Mirad qu amor nos ha tenido el Padre parallamarnos hijos de Dios, pues lo somos! El mundono nos conoce porque no le conoci al. Queridos,ahora somos hijos de Dios y an no se hamanifestado lo que seremos. Sabemos que, cuandol se manifieste, seremos semejantes al, porque lo

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    veremos tal cual es. (1 Jn 3,1-2)

    Estos no han nacido de sangre, ni de deseo decarne, ni de deseo de varn, sino que han nacido de

    Dios. (Jn 1,13) Jess le contest: En verdad, en verdad te digo: el

    que no nazca de nuevo no puede ver el Reino deDios. Nicodemo le pregunta: Cmo puede nacerun hombre siendo viejo? Acaso puede por segunda

    vez entrar en el vientre de su madre y nacer?.Jess le contest: En verdad, en verdad te digo: Elque no nazca de agua y de Espritu no puede entrar

    en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne escarne, lo que nace del Espritu es espritu. No teextraes de que te haya dicho: Tenis que nacer denuevo; el viento sopla donde quiere y oyes suruido, pero no sabes de dnde viene ni adnde va.

    As es todo el que ha nacido del Espritu. (Jn 3, 3-8)

    El primer hombre, Adn, se convirti en ser unviviente. El ltimo Adn, en espritu vivificante.Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lomaterial y despus lo espiritual. El primer hombre,es de tierra, terreno; el segundo hombre es delcielo. Como el terreno, as son los terrenos; como elcelestial, as son los celestiales. Y lo mismo quehemos llevado la imagen del terreno, llevaremos

    tambin la imagen del celestial. (1 Cor 15, 45-49)

    Por ello, la santidad del hombre es mucho ms queun cambio o una perfeccin moral que el hombreadquiere. No es un simplemente dejar de pecar, comoquien deja de fumar y empieza a obrar de una maneradiferente. Es una nueva naturaleza producida en elhombre por la gracia. As como el alma anima al cuerpo

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    y la unin de ambos es lo que es el hombre, la graciasantificante eleva a todo el hombre, alma y cuerpo, y lohace hijo de Dios. Por ello, el hombre en gracia supera

    infinitamente al hombre que ha perdido o no ha recibidola gracia santificante.Ladivinizacin

    En la antigedad filosfica el hombre aspiraba a ladivinizacin. Recordemos el mito de la caverna de Platnpara evocar su antropologa. Las almas de los hombresprocedan de Dios y aspiraban a volver a esa unin per-dida cuando el alma fue encarcelada en el cuerpo. Esta

    aspiracin es comn con otras religiones paganas.

    Ahora bien, la verdadera divinizacin el hombre

    se ha realizado con la humanizacin de Dios en la

    Encarnacin. sta afirmacin es una constante en la li-

    turgia, sobre todo en el tiempo de Navidad:

    Porl, hoy resplandece ante el mundo el maravillo-so intercambio que nos salva, pues al revestirse tu

    Hijo de nuestra frgil condicin, no slo confieredignidad eterna a la naturaleza humana sino quepor esta unin admirable, nos hace a nosotros eter-nos (Prefacio de Navidad).

    As, Cristo se hizo hijo del hombre por nosotros, paraque nosotros, permaneciendo en nuestra naturaleza,furamos hechos participantes de la naturaleza suya

    (San Agustn).Los msticos hablan de esta divinizacin del hombrecuando se refieren a la unin transformante:

    El alma, perfectamente unida a Dios, queda escla-recida y transformada en Dios, y le comunica Diossu ser sobrenatural de tal manera, que parece elmismo Dios, y tiene lo que tiene el mismo Dios. Y se

    hace tal uni

    n, que todas las cosas de Dios y el

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    alma son unas en participacin transformante; y elalma ms parece Dios que alma, y aun es Dios por

    participacin (Subida al Monte CarmeloII, 5,7).

    En la santidad ontolgica, el hombre es santo por-que ha nacido de Dios en el bautismo. Es una nueva na-turaleza que ha recibido, una nueva capacidad. No sloel hombre tiene una vida sensitiva (comn con los ani-males) que se muestra en los apetitos, ni slo tiene una

    vida intelectual o volitiva (comn con los dems hom-bres) que se manifiesta en la inteligencia y en la volun-tad, sino que tiene una vida divina, la vida de la graciaque se desarrolla mediante la fe la esperanza y la cari-dad.

    Por ello, la santidad ontolgica requiere del hombre unavivencia psicolgica y y una transformacin moral, queveremos a continuacin.

    2.2Santidad psicolgicay moral

    El hombre al nacer tiene todas las capacidades de

    su naturaleza humana, es decir, es plenamente hombrey ontolgicamente hablando no se distingue de un adul-to en nada. Todo el desarrollo de su vida posterior le irorientando en una direccin u otra, se ir formando enl una u otra personalidad o modo de relacionarse con elmundo y los dems. Poco a poco irdespertndose en lel uso de la razn y ser capaz de realizar actos libres y

    responsables. El nivel psicol

    gico es el nivel de la inteli-gencia y de la voluntad; y su consecuencia es la respon-sabilidad, que es el plano moral.

    De la misma manera el cristiano es ontolgicamentesanto desde su bautismo. Pero puede (o no) que viva esa

    vida cristiana. No por haber sido bautizado est todo he-cho, pues hay cristianos que no han hecho un acto so-

    brenatural -psicolgicamente hablando- en su vida.

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    Al igual que hay hombre-nio y hombre-adulto en eldesarrollo de la persona, podemos distinguir a grossomodo dos etapas en la vida de cristiano: el cristiano-car-

    nal y el cristiano-espiritual.Elcristiano carnal

    San Pablo les exhorta de la siguiente manera a losCorintios:

    Tampoco yo, hermanos, pude hablaros como aespirituales, sino como a carnales, como a

    cristianos todava ni

    os. Por eso, en vez de alimentoslido, os di a beber leche, pues todava no estabais

    para ms. Aunque tampoco lo estis ahora, puessegus siendo carnales. En efecto, mientras hayaentre vosotros envidias y contiendas, no es quesegus siendo carnales y que os comportis al modohumano? Pues si uno dice yo soy de Pablo y otro,yo de Apolo, no os comportis al modo humano?

    (1 Cor 3,1-4)

    Al cristiano nio no le sale de modo espontneo pensaro actuar como cristiano. Su alma no est informada porla fe, por lo que las inspiraciones de sta le vienen demodo violento, incmodo1; es un cristiano de mnimos,de normas. Se conforma con ir a Misa los domingos,cosa que a quien no tiene fe le es imposible, pero no vams all. La heroicidad en la virtud le parece algoinalcanzable y lo rechaza, por no considerarlo necesariopara la salvacin.

    En esta etapa de la vida espiritual no est bien formada

    1Esta es la razn por la que san Ignacio, en las reglas de dis-cernimiento espiritual, se fija en que en los inicios de la vidaespiritual, el buen y el mal espritu actan de modo contra-

    rio.

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    una jerarqua de valores. Coexisten en el hombre dossistemas de valores en pugna constante: uno es elsistema terico, el que, por ejemplo considera a Dios

    como lo m

    s importante en la vida; y el otro es elsistema que de verdad acta, el que considera loinmediato o la satisfaccin de las necesidades del ego,como lo que de verdad rige la vida de cada da. Elcristiano nio necesita normas para caminar, ystas ledan fastidio. Si stas desaparecen o se ve transportado aotro ambiente, el cristiano nio frecuentemente cae en elpecado o deja de vivir la fe.Elcristianoespiritual

    ste, por el contrario, est habitualmente movido por elEspritu Santo, piensa segn la fe y acta movido por lacaridad. Las obras de la virtud no son un preceptoenojoso que hay que cumplir sino experienciasgozosas, pues no se le ocurre pensar de otra manera.

    Este cristiano tiene la mente y los sentimientos deCristo Jess:

    No os encerris en vuestros intereses, sino buscadtodos el inters de los dems.

    Tened entre vosotros los sentimientos propios deCristo Jess.El cual, siendo de condicin divina, no retuvovidamente el ser igual a Dios;al contrario, se despoj de s mismo tomando la

    condicin de esclavo,hecho semejante a los hombres.Y as, reconocido en su condicin como hombre,se humill a s mismo, hecho obediente hasta lamuerte, y una muerte de cruz (Flp 2,4-8).

    Los actos del cristiano espiritual tienen un origendistinto de los actos del cristiano carnal. Los de ste

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    proceden de sus potencias naturales, mientras que losde quel responden a inspiraciones del Espritu Santomediante sus dones.

    El cristiano espiritual es quien est configurado enCristo:

    su entendimiento: nosotros tenemos el pensamiento

    de Cristo(1 Cor 2, 16).

    su voluntad: el amor de Dios ha sido derramado en

    nuestros corazones por el Espritu Santo que se nos

    ha dado(Rom 5,5)

    sus sentimientos: tened los sentimientos propios de

    Cristo Jess(Flp 2,5)

    su subconsciente: a medida que el hombre vayacreciendo en santidad, su subcosnciente se irtransformando segn la imagen de Cristo, como se

    ve en los santos: estos rezan de noche, dormidos;sueas con grandes acciones (San. Francisco

    Javier, etc). su cuerpo se irasemejando al de Cristo.

    3. Perfeccin, ascesis y mstica.

    Podemos ver la santidad cristiana como la perfeccindel hombre. Distinguimos perfeccin de perfeccionismo,as como perfeccin del cumplimiento perfecto de nor-

    mas o leyes.

    Podemos distinguir tres tipos de perfeccin en elhombre:

    la perfeccin de la gracia, que es el principio del sercristiano; la gracia perfecciona al hombre.

    La perfeccin dinmica, o la perfeccin de las virtu-des por las que el cristiano obra hacia Dios que es

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    su fin, y

    la perfeccin final, la transformacin o glorificacindel cristiano en el cielo.

    La perfeccin cristiana consiste en la caridad. Resu-miendo el Nuevo Testamento, el amor a Dios es el man-damiento ms grande, y el amor al prjimo es semejanteal primero. Para los apstoles, slo cuenta la fe informa-da por la caridad. sta es el vnculo de la perfeccin y laplenitud de la ley, y el camino ms excelente (1 Cor 13,

    31), y quien la vive, vive todas las virtudes.Por lo tanto, el camino de la perfeccin cristiana ser

    poner todas las virtudes bajo el imperio de la caridad.La caridad a Dios, finalidad que se busca, se consiguemediante el ejercicio de las virtudes morales (medios)que son las que conducen a este fin. De aqu podemossacar dos consecuencias:

    a) una espiritualidad que se base slo en las virtu-des morales es una espiritualidad defectuosa

    b) una espiritualidad que sustituya la caridad comola esencia de la perfeccin cristiana por otras cosas-buenas en si- ser tambin defectuosa; por ejemplo: sise dice que ser cristiano es ser solidario, o que la esen-cia del cristianismo es la pobreza, o la contemplacin deDios o la accin apostlica, se yerra, y es muy posibleque quienes profesan estos errores, si no tienen la vir-tud de la humildad, acaben lejos de cristianismo.

    Podemos concluir que el grado de perfeccin cristia-na ser el grado de caridad que el hombre tenga. Lasantidad es el ejercicio de la caridad cimentada en lahumildad.

    Por regla general, la santidad no se obtiene sin una

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    lucha asctica. Originalmente esta palabra significa lu-cha, esfuerzo, ejercicio. Podemos definir la ascesis comolos esfuerzos que el hombre hace por conseguir la per-

    fecci

    n. Por la existencia en el hombre del pecado origi-nal no se da la perfeccin cristiana sin una lucha ascti-ca. sta va encaminada a la formacin de las virtudes yla superacin de los pecados capitales, y lo veremos enel tema que hablemos del examen de conciencia. En losinicios de la vida espiritual predomina el esfuerzo ascti-co; es la va purgativa, en la que el hombre principal-mente lucha contra los enemigos del alma: la concupis-

    cencia, el mundo y el demonio. El mundo y el demonioson enemigos externos que encienden el enemigo inte-rior que es la concupiscencia. sta, es triple: un amordesordenado por los placeres sensibles, una curiosidaddesordenada por las cosas del mundo y una autonomade Dios. La ascesis es, pues, el esfuerzo del hombre porordenar su naturaleza y ponerla al servicio de la gracia.

    La mstica es un estadio de la vida del hombre en elque predomina la accin del Espritu Santo que ordina-

    riamente produce una experiencia de Dios en el alma.Hay que distinguir la mstica -accin de Dios directa enel alma- de la emotividad que tiene un origen somtico yque puede ser provocada por la msica, el canto, lasposturas, etc. El camino ordinario de la vida mstica esla ascesis, y las consecuencias ordinarias de los dones

    msticos son la penitencia de quienes lo reciben. En lospastorcillos de Ftima tenemos ejemplo precioso de ello.

    La relacin -de modo especial en lo tocante a la ora-cin- entre asctica y mstica ha sido desarrollada porsanta Teresa de Jess a quien nos remitimos.

    Ahora bien, podemos afirmar que la perfeccin cris-tiana slo se da en la vida mstica. En la vida asctica

    predomina la actividad humana y la lucha contra el

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    hombre viejo. El hombre tiene cadas, retrocesos, activi-dad natural, tocada o no por el pecado. En cambio, en la

    vida mstica predomina la accin de Dios y su experien-

    cia; el hombre act

    a m

    s por atracci

    n y por intuici

    n,por connaturalidad con la virtud.

    Esto que acabamos de afirmar quiz lo explica mejorque nadie san Juan de la Cruz. Sostiene que es neces-ario que la obra activa del hombre sea consumada pasi-

    vamente por Dios. Por ms que el alma lo intente, dicesan Juan de la Cruz, no puede purificarse de maneraque est dispuesta para la unin de amor, si Dios no lo

    hace en ella. Por ms que el principiante se ejercite entodas estas purificaciones y mortificaciones, no puedeconseguirlo, hasta que Dios lo haga en l por la purifica-cin pasiva del sentido o del espritu.

    Concluimos: Santidad y vida mstica van de lamano. Estar llamados a la santidad es estar llamados ala vida mstica, a la experiencia de Dios, que Dios da al

    hombre mediante la virtud de la caridad.

    4. Objeciones a la santidad

    En nuestros das son muchas las objeciones contrala santidad. Podemos enumerar algunas:

    Las que vienen de la falta de fe en Dios o de una fedeficiente. Si Dios es lejano y no interviene en la

    historia, no es necesario vivir la santidad. A l leimporta muy poco el hombre, por lo tanto, podemosprescindir de sta en la vida. No ser conscientetambin de la dimensin trascendente de la fe, oconsiderar a Dios como alguien que debe sometersea nuestros caprichos y darnos lo que le pedimos,lleva poco a poco a renunciar a ser santo, por con-siderarlo intil y poco eficiente.

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    Las que provienen del pecado. De un cristiano queno reconoce su propia dignidad no puede esperarseque sea santo. Alguien que no cae en la cuenta de

    la gravedad del pecado y su dimensin infinita notender a la santidad, a no ser que cambie su men-talidad

    Las que provienen de la desvalorizacin de los sa-cramentos. Un cristiano que no viva bien el sacra-mento de la penitencia, por ejemplo, preparndolomal o no entrando en que este sacramento da la

    vida divina, terminar sintindose defraudado y lomenospreciar o se alejar de l. Lo mismo se pue-de decir de la comunin eucarstica.

    Podramos poner ms, pero nos bastan estas paranuestros propsitos.

    5. La aspiracin a la santidad

    La Bis Saeculari expone de manera clara la aspira-cin de los congregantes a la santidad, mediante la as-cesis y el cumplimiento de las reglas y normas de laCongregacin, que son medio para conseguir esta santi-dad. La aspiracin a la santidad es una consecuencia dela entrega de la libertad que un congregante ha hecho alconsagrar su vida a la Virgen Mara. Para aspirar a lasantidad es necesario apreciar la santidad, amarla.

    Las consecuencias de aspirar a la santidad son lassiguientes2:

    Conocer la verdad del mundo. Para que los laicosestn libres del mundo, libres de su fascinacin yde su engao, deben conocer lcidamente la reali-dad del mundo, sin tener miedo a discernir en lgrandes males. Sencillamente, a medida que los lai-

    2Cfr. J.M. Iraburu, De Cristo o del mundo.

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    cos tienden sinceramente a la perfeccin evanglica,y a medida que van conociendo los pensamientos ycaminos de Cristo, no pueden menos de ver que los

    pensamientos y caminos del mundo son muchas ve-ces muy contrarios a los de Dios.

    Vivir en el mundo sin ser del mundo. Es necesariovencer al mundo que est en cada uno de nosotros.Quienes aspiran a la santidad conocen hasta qupunto el mundo afecta su mentalidad y sus cos-tumbres. Y comprenden bien aquello del Apstol:No os conformis a este siglo, sino transformos

    por la renovacin de la mente, procurando conocercul es la voluntad de Dios, buena, grata y perfec-ta (Rm 12,2).

    No seguir la moda. La dictadura del presente efme-ro, la severa ortodoxia de la actualidad vigente, su-

    jeta a los hijos del siglo. Por eso lo son. El discpulode Cristo, en cambio, partiendo en todo de la origi-

    nalidad permanente del Evangelio, no se sienteobligado a seguir la moda del mundo, siempre cam-biante. El cristiano conoce y considera las modasmundanas, que afectan en sus variaciones a todo lohumano -la distribucin del tiempo, el equilibrio delo personal y lo comunitario, la valoracin de la au-toridad, el nmero de hijos conveniente, el modo deeducarlos, etc.-, pero no trata de configurarse al si-

    glo, como siervo de las modas, sino que es librepara hacer en todo lo ms conforme a la verdad y al

    bien, lo ms grato a Dios (Rm 12,1-2).

    Valenta martirial. Esa libertad respecto del mundoy de sus modas -siempre efmeras y cambiantes,pero siempre orientadas en la misma direccin: elculto a la criatura, en lugar de al Creador (Rm1,25)- no es viable sin adhesin a la Cruz, sin la

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    abnegacin y el amor que hacen posible el martirio.

    Oracin. Solamente la oracin puede liberar delmundo presente, pues por ella lo transcendemos,

    levantando el corazn a Dios. Y en este sentido -enste- ya no ponemos nuestros ojos en las cosas vi-sibles, sino en las invisibles; pues las visibles sontemporales, y las invisibles, eternas (2Cor 4,18;+Col 3,1-2). Por ello, sin una vida de oracin es im-posible vivir la santidad.

    Preguntas para la reunin de formacin

    1. Qu prejuicios son los que tenemos para no sersantos? Cmo superarlos?

    2. Qu consecuencias tiene la ausencia de santidaden la vida del cristiano? Y en la Congregacin?

    3. Qu diferencias hay entre el modo de pensar o elsistema de valores de un cristiano que se toma enserio la santidad y otro que no?

    4. Qu se entiende por perfeccin en la vida cristia-na? Cmo vivirla?

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    TEMA 2. LADEVOCINALA VIRGEN MARA.

    Junto a la cruz de Jess, estaba su madre y la her-

    mana de su madre,

    Mara, mujer de Cleof s, y Mara Magdalena.

    Al ver a la madre y cerca de ella al discpulo a quienl

    amaba,

    Jess le dijo: Mujer, aqu tienes a tu hijo.

    Luego dijo al discpulo: Aqu tienes a tu madre.

    Y desde aquel momento, el discpulo la acogi como suya.

    (Jn 19,25-27)

    Introduccin

    El Catecismo de las Congregaciones Marianas recogeque la finalidad primordial de las Congregaciones Maria-nas es fomentar en sus miembros una ardiente devo-

    cin, reverencia y amor filial a la Santsima Virgen Ma-ra; y, por medio de esta devocin y de su patrocinio, ha-cer de los fieles congregados bajo su nombre cristianosde verdad. En este tema estudiamos esta devocin, pri-mer objetivo de estas asociaciones.

    1. Por qu tener devocin a la Virgen Mara?

    El papel de la Virgen en la vida de cada cristiano de-

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    pende del papel de la Virgen en el misterio de la Reden-cin. ste papel de la Virgen se describe en uno de losprefacios marianos:

    Ella, como humilde sierva, escuch tu Palabra y laconserv en su corazn, y admirablemente unida almisterio de la redencin persever con los apstolesen la plegaria mientras esperaban al Espritu San-to, y ahora brilla en nuestro camino como un signode consuelo y de firme esperanza. Por este don detu benevolencia proclamamos tu alabanza ...

    La uni

    n admirable a la que se refiere el prefacio es lade su maternidad divina, primer dogma mariano. Maraes la Madre de Dios, como la proclam la Iglesia en el si-glo V, y de aqu se siguen los dems privilegios marianos(su virginidad perpetua, su Inmaculada Concepcin,etc).

    En el momento de sufiat, Mara acept a Jess no slocomo madre de su persona, sino como tambin como

    madre del Salvador y Redentor de Israel. Por ello, toda laobra redentora depende del S de Mara, y ella es cons-ciente de ello. Mara consiente a Dios sin restriccin al-

    guna, y su fiat se extiende a toda la obra de la reden-cin. Por esto Mara es la Nueva Eva. Su papel en laobra de la redencin es reparar lo que Eva introdujopara nuestra ruina espiritual, como frecuentemente

    afirman los Padres de la Iglesia. Por ello, al ser Madre deDios participa tambin de la misin del Verbo encarna-do, la redencin.

    La relacin de Mara con las tres personas divinas se si-gue tambin de su relacin maternal con Jess; es laHija muy amada del Padre, la Madre del Hijo y el templo

    vivo y santuario privilegiado del Espritu Santo.

    Por ser Mara la Madre de Jess es tambin la Madre de

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    todos los hombres. Cristo es la cabeza de una humani-dad nueva regenerada de la que nosotros somos losmiembros. Mara engendra a todos los miembros de este

    Cuerpo Mstico. Al ser la madre de Jes

    s seg

    n la carnees tambin la madre de los miembros del Cuerpo segn

    el Espritu, y esto se manifiesta en el Calvario. En el mo-mento de llevar a cabo la obra de la redencin en sumuerte en la cruz, Jess encomienda a todos los hom-

    bres a Mara diciendo -en la persona del discpulo- he

    ah a tu hijo; y al discpulo: he ah a tu Madre. De aqu sededuce el papel de la virgen en la vida espiritual del

    cristiano.Losmritos de Mara

    Los mritos de Mara estn relacionados con los m-ritos de Cristo. Jesucristo con su sacrificio satisface alPadre la deuda de Adn. Y por esto nos abre el caminodel cielo. Su sacrificio redentor tiene un valor infinito y,por ello, nos rescata nuestra prdida de la gracia por el

    pecado de Ad

    n. Esto lo recuerda el catecismo:617 Por su sacratsima pasin en el madero de la

    cruz nos mereci la justificacin, ensea el Conciliode Trento (DS, 1529) subrayando el carcternicodel sacrificio de Cristo como "causa de salvacin

    eterna" (Hb5, 9). Y la Iglesia venera la Cruz cantan-

    do: O crux, ave, spes unica ("Salve, oh cruz, nicaesperanza".)

    Por su papel en la encarnacin y su presencia al piede la cruz, podemos decir que Mara ha merecido paranosotros las gracias de la redencin. Ahora bien, estemrito es secundario, es un mrito de conveniencia

    (congruo), ya que slo Cristo puede ofrecer un sacrificio

    agradable al Padre (condigno). Toda la vida de Mara fueuna unin con Cristo en la obra de la redencin. Cra y

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    educa a Jess, le prepara para el sacrificio de la cruz;toma parte en sus trabajos en Nazaret, colabora en el

    primer milagro del Seor, mantiene su fiat al pie de la

    cruz. Y colabora con la Iglesia naciente en la oracinque prepara el da de Pentecosts.

    Podemos decir que Mara desborda de gracia y que

    merece de congruo esta gracia para cada uno de noso-tros. Llena de gracia derrama su gracia sobre cada uno

    de nosotros. Ella misma lo dice en el Magnificat: El Po-

    deroso ha hecho obras grandes por mi .... por eso biena-

    vanturada me llamarn todas las generaciones.

    Mara, causaejemplar de la vida espiritual

    Siguiendo el magisterio de la Iglesia, Mara es el per-fecto ejemplo de la vida cristiana. Su Concepcin Inma-culada la preserv de la mancha del pecado original, lallen de gracia y la capacit para su misin como Madrede Dios y su participacin en el misterio de la redencin.De un modo anlogo, cada cristiano recibe en el bautis-

    mo, segn su capacidad, la gracia santificante y su par-ticipacin en la misin de la Iglesia. Igual que la Virgenrecibi su vocacin en la anunciacin, cada cristiano larecibe en su bautismo. Esta es una vocacin a la santi-dad, que luego se concretar en el seguimiento de Jesu-cristo segn su estado; Tambin en el bautismo, el cris-tiano recibe su misin que es la misin de la Iglesia queprolonga la misin de Cristo. Ahora bien, la diferenciacon Mara es clara; ella fue concebida sin pecado, y sinla concupiscencia, consecuencia del pecado original. No-sotros, al ser bautizados, se nos borr el pecado origi-nal, pero no la concupiscencia; por este motivo, Mara escausa ejemplar de la vida espiritual, pues su vida es elmodelo a seguir en nuestra lucha contra la concupis-cencia.

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    Pablo VI escribi en la exhortacin Marialis Cultussobre la imitacin a la Virgen:

    la Virgen Mara ha sido propuesta siempre por la

    Iglesia a la imitacin de los fieles no precisamentepor el tipo de vida que ella llev y, tanto menos, porel ambiente socio-cultural en que se desarroll, hoyda superado casi en todas partes, sino porque ensus condiciones concretas de vida Ella se adhiritotal y responsablemente a la voluntad de Dios (cf.Lc 1, 38); porque acogi la Palabra y la puso enprctica; porque su accin estuvo animada por lacaridad y por el espritu de servicio: es decir, por-que fue la primera y la ms perfecta discpula deCristo: lo cual tiene valor universal y permanente(36).

    Mara es modelo de una vida totalmente dedicada aDios en cada momento, lugar y situacin, de modo espe-cial en el momento de la pasin. Pero no slo es un mo-

    delo, es el inicio, como germen de un torrente de vidaque vendr despus en todos los santos que, movidospor la gracia divina, han seguido su ejemplo. Una antfo-na de la liturgia lo expresa con las siguientes palabras:correremos detrs del olor de tus perfumes, santa Ma-dre de Dios. Es decir, la consideracin de este modelo,arrastra al cristiano a la santidad.

    Mara es modelo de virtudes. El Esp

    ritu Santo, quemoraba en ella hizo de ella un retrato perfecto de las vir-

    tudes de su Hijo. Entre estas virtudes podemos destacarlas siguientes:

    Fe. Mara cree sin vacilar lo que el ngel le anunciade parte de Dios. Esta fe es el germen dela bien-

    aventuranza: as le dice Isabel: Feliz t que has cre-

    do porque lo que te ha dicho el Seor se cumplir.

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    Bienaventurada me dirn todas las generaciones, se

    dice en el Magnificat.

    Virginidad. sta se manifiesta en la respuesta que

    da al ngel: Cmo ser esto, pues no conozco va-rn? En esta respuesta se puede ver su voluntad depermanecer siempre Virgen, incluso renunciando alprivilegio de ser la madre del Mesas. Pablo VI nospropone la imitacin de Mara como Virgen oyente,

    Virgen Madre, Virgen orante, Virgen oferente.

    Humildad. As lo manifiesta al ngel al llamarse la

    sierva del Seor; el gusto por la vida oculta y laeleccin de pasar desapercibida. Esta humildad eslo que posibilita que Dios pueda actuar en ella:Proclama mi alma la grandeza del Seor .... porqueha mirado la humildad de su esclava

    Recogimiento interior. ste le hace meditar en silen-

    cio todo lo que se refiere a Cristo: Mara conservaba

    todas estas cosas en su coraz

    n. Amor a Dios y al prjimo. Por ello no duda en acep-

    tar una vida de sufrimiento heroico que no tiemblaante el s mantenido en las dificultades, en la cruz.Este amor al prjimo se manifiesta en estar pen-diente de los detalles (Can de Galilea) y en no ce-

    der al desnimo ante el sufrimiento de la cruz:jun-

    to a la cruz estaba Mara.

    En particular, Mara es modelo antropolgico para la

    mujer cristiana. Pablo VI lo expresaba en la Marialis

    Cultusde esta manera:

    Mara puede ser tomada como espejo de las espe-ranzas de los hombres de nuestro tiempo. De estemodo, por poner algn ejemplo, la mujer contempo-rnea, deseosa de participar con poder de decisin

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    en las elecciones de la comunidad, contemplar conntima alegra a Mara que, puesta a dilogo conDios, da su consentimiento activo y responsable no

    a la soluci

    n de un problema contingente sino a la"obra de los siglos" como se ha llamado justamentea la Encarnacin del Verbo; se dar cuenta de quela opcin del estado virginal por parte de Mara, queen el designio de Dios la dispona al misterio de laEncarnacin, no fue un acto de cerrarse a algunosde los valores del estado matrimonial, sino queconstituy una opcin valiente, llevada a cabo para

    consagrarse totalmente al amor de Dios; comproba-r con gozosa sorpresa que Mara de Nazaret, anhabindose abandonado a la voluntad del Seor,fue algo del todo distinto de una mujer pasivamenteremisiva o de religiosidad alienante, antes bien fuemujer que no dud en proclamar que Dios es vindi-cador de los humildes y de los oprimidas y derribasus tronos a los poderosos del mundo (cf. Lc 1, 51-

    53); reconocer en Mara, que "sobresale entre loshumildes y los pobres del Seor, una mujer fuerteque conoci la pobreza y el sufrimiento, la huida yel exilio (cf. Mt 2, 13-23): situaciones todas estasque no pueden escapar a la atencin de quien quie-re secundar con espritu evanglico las energas li-

    beradoras del hombre y de la sociedad; y no se le

    presentar

    Mara como una madre celosamente re-plegada sobre su propio Hijo divino, sino como mu-

    jer que con su accin favoreci la fe de la comuni-dad apostlica en Cristo (cf. Jn 2, 1-12) y cuya fun-cin maternal se dilat, asumiendo sobre el calvariodimensiones universales. Son ejemplos.

    Sin embargo, aparece claro en ellos cmo la figurade la Virgen no defrauda esperanza alguna profun-

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    da de los hombres de nuestro tiempo y les ofrece elmodelo perfecto del discpulo del Seor: artfice dela ciudad terrena y temporal, pero peregrino diligen-

    te hacia la celeste y eterna; promotor de la justiciaque libera al oprimido y de la caridad que socorre alnecesitado, pero sobre todo testigo activo del amorque edifica a Cristo en los corazones(37).

    Por todas estas razones, el cristiano no yerra cuandoimita a la Virgen Mara y la considera causa ejemplar dela vida cristiana. Esta entrega la llamamos devocin aMara.

    La maternidad de Mara ylamaternidadde laI glesia

    Juan Pablo II en su encclicaRedemptoris Materrela-cionaba la maternidad de la Virgen con la maternidadde la Iglesia:

    Mara estpresente en el misterio de la Iglesia como

    modelo. Pero el misterio de la Iglesia consiste tam-bin en el hecho de engendrar a los hombres a una

    vida nueva e inmortal: es su maternidad en el Es-pritu Santo. Y aqu Mara no slo es modelo y figu-

    ra de la Iglesia, sino mucho ms. Pues, con ma-

    terno amor coopera a la generacin y educacin delos hijos e hijas de la madre Iglesia. La maternidadde la Iglesia se lleva a cabo no slo segn el modelo

    y la figura de la Madre de Dios, sino tambin con su

    cooperaci

    n. La Iglesia recibe copiosamente deesta cooperacin, es decir de la mediacin materna,que es caracterstica de Mara, ya que en la tierraella cooper a la generacin y educacin de los hijose hijas de la Iglesia, como Madre de aquel Hijo aquien Dios constituy como hermanos (44).

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    demos confiar en Mara; ella sabe lo que nos hace faltapara nuestra santificacin. Todos los sufrimientos conlos que nos engendr son como una garanta de especial

    protecci

    n que tenemos de la Virgen.La confianza en la Virgen ha de ser, adems, inque-

    brantable y universal. Inquebrantable quiere decir queno se rompe por nada, ni por nuestros pecados, pues es

    Madre de Misericordia. Universal, pues se extiende a to-das las gracias que de ellas hemos de merecer:

    Si se levantan las tempestades de tus pasiones,

    mira a la Estrella, invoca a Mara. Si la sensualidadde tus sentidos quiere hundir la barca de tu espri-

    tu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invo-ca a Mara. Si el recuerdo de tus muchos pecadosquiere lanzarte al abismo de la desesperacin, ln-zale una mirada a la Estrella del cielo y rzale a laMadre de Dios. Siguindola, no te perders en el ca-mino. Invocndola no te desesperars. Y guiado por

    Ella llegars seguramente al Puerto Celestial (sanBernardo).

    Por esta razn el pueblo cristiano la invoca como Madredel Perpetuo Socorro.

    c) Amor filial. Este amor a Mara tiene las siguien-

    tes caractersticas:

    Mara es la ms amablede las criaturas, pues Dios,al escogerla como Madre de su Hijo, le ha dado to-das las cualidades que hacen amable a una perso-na: la discrecin, la bondad, la abnegacin, la hu-mildad, etc.

    Mara es adems, quien ms capacidad tiene de

    amar de las criaturas, pues Dios Padre prepar su

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    corazn para la educacin y cuidado del nio Dios.Le am lo ms perfectamente posible. Este amor sepuede ver en la visitacin, en las bodas de Can, en

    su presencia al pie de la cruz, etc. Mara ha de ser tambin la ms amadade todas las

    criaturas. Su amor va siempre unido al amor deCristo. All donde Cristo es conocido y amado de

    verdad, la Virgen Mara lo es tambin. Cristo comoHijo de Dios, Mara como su Madre.

    Porltimo, el amor a Mara ha de ser un amor de

    complacencia que considera las virtudes y privilegios dela Virgen, y los admira y se alegra de que sea tan perfec-

    ta. Tambin de benevolencia, que desea que el nombrede Mara sea cada vez ms conocido y amado, y que sudevocin se extienda por todo el mundo. Ser un amor

    filial y un amor de conformidad que procura conformarla voluntad propia con la voluntad de Mara, y as unirsea la voluntad de Dios, ya que la consecuencia de una

    amistad autntica es la unin de voluntades.

    3. Cmo se debe vivir la imitacin de Mara

    La imitacin de la Virgen es el homenaje ms delica-do que le podemos ofrecer. No solo es proclamar con pa-labras o con la mente la devocin a la Virgen, sino sobretodo con las obras, pues Mara se convierte en un mode-

    lo perfecto que queremos imitar. Al ser Mara un retratovivo de su Hijo, tenemos en ella un ejemplo vivo de todas

    sus virtudes, por lo que parecernos a ella es parecernosa Jess.

    El modo de llevarlo a cabo es vivir la devocin maria-na haciendo todas las acciones por Mara, con Mara, enMara y para Mara como nos dice el catecismo de lasCongregaciones Marianas.

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    1. Por Mara. Mara motiva al cristiano e intercedepor l para que recibamos las gracias necesarias paraimitarla y seguir su camino para llegar a Cristo. Mara

    inspira nuestro apostolado, nos ayuda a combatir el pe-cado y nos da valor para emprender cosas grandes.

    2. Con Mara. se trata de preguntarse: qu haraMara en nuestro lugar? Es pedirle a la Virgen que nosayude para transformar nuestras obras en obras santascon su presencia.

    3. En Mara. Se trata de hacer todo bajo el gobierno

    de la Virgen, entrando en sus miras e intenciones, y ha-cer nuestras obras como ella las haca, para dar gloria a

    Dios. Es vivir el Magnificat: Mi alma glorifica al Seor y

    se alegra mi espritu en Dios mi salvador.

    4. Para Mara. Al final mi inmaculado Corazn triun-

    far. El plan de Mara es el plan de Cristo. Entrando enlos planes de Mara y mirando los designios de su Inma-culado Corazn, llevamos a cabo la misin de Cristo yde la Iglesia, que es la de hacer de toda la humanidadun sacrificio agradable a Dios Padre.

    4. Las fuentes de la devocin a Mara.

    Siguiendo la espiritualidad ignaciana, en particular,las reglas para sentir con la Iglesia de los ejercicios espi-rituales, las fuentes de la devocin mariana son las ga-

    rantizadas por la tradicin de la Iglesia: stas son el pa-pel de Mara en la historia de la Salvacin, esto es, loque en el evangelio se revela de ella, lo que el magisteriode la Iglesia ensea, lo que la liturgia celebra y las tradi-ciones familiares cristianas, particularmente en el Ro-sario.

    A lo largo del ao litrgico la Iglesia celebra las fies-tas de Mara. Los prefacios de estas fiestas destacan el

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    sentido de las mismas y nos acercan al papel de Maraen la historia de la salvacin y a las virtudes ms nti-mas de su alma. Las fiestas principales de la Virgen son

    las siguientes: La Inmaculada Concepcin

    La Natividad de la Virgen

    La Encarnacin

    La Navidad

    La Maternidad Divina

    La visitacin de la Virgen

    El Santsimo nombre de Mara

    El Inmaculado Corazn de Mara

    Nuestra Seora de los Dolores

    La Asuncin de la Virgen

    Mara Reina

    Adems de estas fiestas del calendario romano estnlas advocaciones marianas: Ntra. Sra. De Lourdes, Fti-ma, u otras advocaciones marianas (M Auxiliadora, ElPerpetuo Socorro, etc).

    En el rezo del rosario, el magisterio de la Iglesia havisto siempre un compendio del evangelio.

    Con el trasfondo de las Avemaras pasan ante losojos del alma los episodios principales de la vida de

    Jesucristo. El Rosario en su conjunto consta demisterios gozosos, dolorosos y gloriosos, y nos po-nen en comunin vital con Jess a travs podra-mos decir del Corazn de su Madre. Al mismotiempo nuestro corazn puede incluir en estas dece-nas del Rosario todos los hechos que entraman la

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    vida del individuo, la familia, la nacin, la Iglesia yla humanidad. Experiencias personales o del prji-mo, sobre todo de las personas ms cercanas o que

    llevamos m

    s en el coraz

    n. De este modo la senci-lla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la

    vida humana (JUAN PABLO II, Rosarium Virginis Ma-

    riae, 2).

    El Rosario es una oracin contemplativa. Al rezarlo, elcristiano entra en el corazn de Mara que guardaba ensu corazn los misterios de Cristo. Pablo VI recomenda-

    ba rezarlo con un ritmo tranquilo, que favorezca enquien ora la meditacin de los misterios de la vida delSeor, vistos a travs del corazn de Aquella que estuvoms cerca del Seor, para que desvelen su insondableriqueza. En el rosario hacemos memoria de los misteriosen actitud de fe y amor y mediante esta memoria nosabrimos a la gracia que Cristo nos ha alcanzado en susmisterios de vida, muerte y resurreccin. Rezando el ro-

    sario comprendemos a Cristo desde Mara. Si bien el Es-pritu es el maestro de la vida interior, quin mejor que

    Mara ha comprendido los misterios de la vida de Cristoy su alcance salvador? Recorrer con Mara las escenasdel Rosario es como ir a la 'escuela' de Mara para leer aCristo, para penetrar sus secretos, para entender su

    mensaje (Rosarium Virginis Mariae 14)

    El Rosario nos transporta msticamente junto a Mara,

    dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en lacasa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnoscon la misma diligencia, hasta que Cristo sea formadoplenamente en nosotros (cf. Gal 4, 19). Y mediante el ro-sario, nos ponemos bajo la intercesin de Mara, en es-pecial en la peticin de la paz al mundo. Los Papas hanllamado al rosario la oracin por la paz.

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    Preguntas para la reunin de formacin

    Se puede prescindir de la Virgen en la vida espiri-tual? En el plano terico? En el plano vivencial?

    Cmo se puede vivir la veneracin, la confianza yel amor filial a la Virgen? Cmo los vives?

    Qu virtudes de la Virgen son ms importantespara tu vida espiritual?

    El Rosario. Por qu es importante? Que frutosda? Cmo se puede rezar mejor?

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    Posteriormente, en su convalecencia en el castillo de Lo-yola, leyendo la vida de Cristo y las vidas de los santos,san Ignacio descubre otra vida distinta de la que l ha-

    ba llevado hasta ese momento, y se decide a seguirla. Eldice en suAutobiografa:

    [....] leyendo la vida de nuestro Seor y de los san-tos, se paraba a pensar, razonando consigo: qusera, si yo hiciese esto que hizo San Francisco, yesto que hizo Santo Domingo? y as discurra pormuchas cosas que hallaba buenas, proponindosesiempre a s mismo cosas dificultosas y graves, lascuales cuando propona, le pareca hallar en s faci-lidad de ponerlas en obra. Mas todo su discurso eradecir consigo: Santo Domingo hizo esto; pues yo lotengo de hacer. San Francisco hizo esto; pues yo lotengo de hacer. [....]

    [...] se le ofrecan los deseos de imitar los santos, nomirando ms circunstancias que prometerse as

    con la gracia de Dios de hacerlo como ellos lo ha-ban hecho. Mas todo lo que deseaba de hacer, lue-go como sanase, era la ida de Jerusaln, como arri-

    ba es dicho, con tantas disciplinas y tantas absti-nencias, cuantas un nimo generoso, encendido deDios, suele desear hacer.

    En esta convalecencia descubre tambin el discerni-

    miento espiritual mediante la consolaci

    n y la desola-cin:

    [...] cuando pensaba en aquello del mundo, se delei-taba mucho; mas cuando despus de cansado lodejaba, hallbase seco y descontento; y cuando enir a Jerusaln descalzo, y en no comer sino yerbas,

    y en hacer todos los dems rigores que vea haberhecho los santos; no solamente se consolaba cuan-

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    do estaba en los tales pensamientos, mas aun des-pus de dejando, quedaba contento y alegre. [...]

    El cambio de vida radical que san Ignacio hizo le llev

    primero a Monserrat y Manresa, y luego a Tierra Santa.En este lugar conoci mejor el Evangelio y los lugares enlos que Cristo haba vivido, y de este conocimiento y delas gracias del Espritu Santo que, como fundador, reci-

    bi, vino despus la fundacin de la Compaa de Je-ss. Por esto, siguiendo los pasos de san Ignacio, lascongregaciones marianas viven la espiritualidad del se-guimiento de Cristo en la vida laical.

    Las fuentes del seguimiento de Cristo son el conoci-miento y la meditacin de los evangelios y las vidas delos santos; mediante la lectura de las vidas de los mis-mos, se encienden en el hombre altos deseos de santi-dad; de hecho san Ignacio lleg a a su conversin a tra-

    vs de ellas, repitiendo literalmente los pasos de santoDomingo y de san Francisco de Ass.

    Los pasos del seguimiento de Cristo

    1.La llamada al seguimientoolaconversin

    Los testimonios evanglicos a este respecto son nu-merosos. Los evangelios de san Marcos y de san Juan sefijan en las llamadas que hizo Cristo en Galilea y en Ju-dea respectivamente. Cristo llama individualmente o dedos en dos.

    Sali de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acu-da al y les enseaba. Al pasar vio a Lev, el de Al-feo, sentado al mostrador de los impuestos y le dice:Sgueme (Mc 2,13-14)

    Al da siguiente, estaba Juan con dos de susdiscpulos y, fijndose en Jess que pasaba, dice:ste es el Cordero de Dios. Los dos discpulos

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    oyeron sus palabras y siguieron a Jess. Jess sevolvi y, al ver que lo seguan, les pregunta: Qu

    buscis?. Ellos le contestaron: Rab (que significa

    Maestro), dnde vives?. l les dijo: Venid y loveris. Entonces fueron, vieron dnde viva y sequedaron con l aquel da; era la hora dcima (Jn 2,35-39).

    Los evangelios siempre relacionan la llamada alseguimiento con el encuentro con Cristo. Para ver cmose ha dado un encuentro con Cristo, podemos ver el

    caso de san Ignacio; este santo se encontr con Cristo,no directamente, sino a travs de las vidas de lossantos. Descubri al Seor viendo lo que san Franciscohaba hecho porl, y quiso emularle; l era un catlicotibio, probablemente de mnimos, y pas a ser uncatlico de mximos. Viendo lo que haban hecho otrospor Cristo, l lo hizo, y se encontr con Cristo en unaaltsima vida mstica poco tiempo despus de su

    conversin. Este camino sigue siendo vlido: es pasardel querer hacer grandes cosas por Cristo a conocer aCristo en la oracin y una vez conocido crecer en elseguimiento.Otros santos se encontraron con Cristo a travs deltestimonio de otros. Es, por ejemplo, el caso de sanFrancisco Javier. San Ignacio de Loyola recibi el

    carisma de ayudar a las almas, y as

    lo hizo con sanFrancisco Javier. Le llev a Cristo, como san JuanBautista hizo con sus discpulos.San Francisco de Ass se encontr con el Seor cuando

    volvi a su casa derrotado -en vez de triunfante- de unaguerra. El encuentro con un pobre fue determinantepara ello. La beata Teresa de Calcuta tuvo la inspiracinde saciar la sed de Cristo en un viaje en tren en la India

    camino de sus ejercicios espirituales. En ese viaje se le

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    revel la sed de Jess por las almas.Esta diversidad tambin se da en los evangelios; distintafue la llamada a san Juan evangelista, a san Pedro o a

    san Mateo. Pero las llamadas al seguimiento tienen unacaracterstica comn: conocimiento interno deJesucristo y cambio de vida, pues slo cuando uno haexperimentado su amor puede seguirle hasta susltimas consecuencias.Este conocimiento del Seor puede haberse dado de unmodo gradual en la vida de las personas. A veces laspersonas bautizadas de nios piensan que no han

    tenido nunca un encuentro con Cristo porque no les hapasado lo que a san Pablo en el camino de Damasco.

    Ahora bien, esto no quiere decir que no se hayanencontrado con Cristo en su vida. Este encuentro sehabr dado si hay una interiorizacin del evangelio, sihay una vida espiritual, que es la vida de la persona queacta movida por el Espritu de Dios, si hay unconocimiento de Cristo. Frecuentemente estas personas

    tendrn segundas conversiones (madre Teresa), oterceras, cuartas conversiones a lo largo de su vida.

    La llamada a la conversin es una constante a lo lar-go de la vida. Quiz el problema de muchos bautizadosest en abandonar esta llamada o dar por supuesto queestn convertidos. El problema no es tanto el encuentrocon Cristo de modo extraordinario, cuanto la vivencia

    diaria de la vida espiritual, la fidelidad a la oraci

    n bienhecha, la vida sacramental intensa, etc.Concluimos: la llamada al seguimiento comienza con

    la llamada a la conversin, pero no se queda ah, va msall.

    2. Los dos pasos que tiene el seguimiento de Cristo:mandamientos y consejos

    El seguimiento de Cristo aparece bien descrito en el

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    pasaje evanglico del joven rico. El Catecismo de la Igle-sia lo utiliza en su introduccin a su tercera parte: La

    vida en Cristo. El Beato Juan Pablo II lo coment en dos

    documentos magisteriales importantes: la VeritatisSplendory laCarta a los jvenesde 1985, con la que dioinicio a las Jornadas Mundiales de la Juventud:

    2052 Maestro, qu he de hacer yo de bueno para

    conseguir la vida eterna? Al joven que le hace estapregunta, Jess responde primero invocando la ne-cesidad de reconocer a Dios como el nico Bueno,como el Bien por excelencia y como la fuente detodo bien. Luego Jess le declara: Si quieres entraren la vida, guarda los mandamientos. Y cita a suinterlocutor los preceptos que se refieren al amordel prjimo: No matars, no cometers adulterio,no robars, no levantars testimonio falso, honra atu padre y a tu madre. Finalmente, Jess resumeestos mandamientos de una manera positiva: Ama-

    rs a tu prjimo como a ti mismo (Mt19, 16-19).2053 A esta primera respuesta se aade una se-

    gunda: Si quieres ser perfecto, vete, vende lo quetienes y dselo a los pobres, y tendrs un tesoro enlos cielos; luego ven, y sgueme (Mt 19, 21). Estarespuesta no anula la primera. El seguimiento de

    Jesucristo implica cumplir los mandamientos. LaLey no es abolida (cf Mt 5, 17), sino que el hombrees invitado a encontrarla en la persona de su Maes-tro, que es quien le da la plenitud perfecta. En lostres evangelios sinpticos la llamada de Jess, diri-gida al joven rico, de seguirle en la obediencia deldiscpulo, y en la observancia de los preceptos, esrelacionada con el llamamiento a la pobreza y a lacastidad (cf Mt 19, 6-12. 21. 23-29). Los consejos

    evanglicos son inseparables de los mandamientos.

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    tralo. Ms te vale perder un miembro que ser echa-

    do entero en lagehenna. Si tu mano derecha te in-duce a pecar, crtatela y trala, porque ms te vale

    perder un miembro que ir a parar entero a lagehenna. Se dijo: El que repudie a su mujer, que led acta de repudio. Ahora os digo yo que si uno re-pudia a su mujer no hablo de unin ilegtima y secasa con otra, comete adulterio.

    Sptimo mandamiento No dars testimonio falso contra tu prji-mo (Ex 20, 16).

    Tambi

    n hab

    is odo que se dijo a los antiguos: Nojurars en falso y Cumplirs tus juramentos al

    Seor. Pues yo os digo que no juris en absoluto:ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tie-rra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusaln,que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabe-za, pues no puedes volver blanco o negro un solocabello. Que vuestro hablar sea s, s, no, no. Lo

    que pasa de ah viene del Maligno.

    Cmo vivir la justicia en el Nuevo Testamento

    Habis odo que se dijo: Ojo por ojo, diente pordiente. Pues yo os digo: no hagis frente al que osagravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilladerecha, presntale la otra; al que quiera ponertepleito para quitarte la tnica, dale tambin la capa;

    a quien te requiera para caminar una milla, acom-pale dos; a quien te pide, dale, y al que te pideprestado, no lo rehuyas.

    Cmo resolver los problemas en el Nuevo Testamento

    Habis odo que se dijo: Amars a tu prjimo yaborrecers a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a

    vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen,

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    para que seis hijos de vuestro Padre celestial, quehace salir su sol sobre malos y buenos, y manda lalluvia a justos e injustos. Porque, si amis a los que

    os aman, qu

    premio tendr

    is? No hacen lo mis-mo tambin los publicanos? Y, si saludis solo avuestros hermanos, qu hacis de extraordinario?No hacen lo mismo tambin los gentiles? Por tan-to, sed perfectos, como vuestro Padre celestial esperfecto.

    Segundopaso delseguimientode Cristo: Vivir losconsejos evanglicos

    Si quieres ser perfecto, vete, vende lo que tienes y dse-

    lo a los pobres, y tendrs un tesoro en los cielos; luegoven, y sgueme. La Iglesia ha visto en esta invitacin delSeor una llamada a vivir los llamados consejos evang-licos: pobreza, castidad y obediencia.

    Nos preguntamos si los consejos son para los laicos ono, y cmo y hasta qu punto los laicos los han de vivir.El catecismo responde a esta pregunta de la siguiente

    manera:1974. Los consejos evanglicos manifiestan la ple-

    nitud viva de una caridad que nunca se ve contentapor no poder darse ms. Atestiguan su fuerza y es-timulan nuestra prontitud espiritual. La perfeccinde la Ley nueva consiste esencialmente en los pre-ceptos del amor de Dios y del prjimo. Los consejosindican vas ms directas, medios ms apropiados,

    y han de practicarse segn la vocacin de cada uno:

    Dios no quiere que cada uno observe todos los con-sejos, sino solamente los que son convenientes se-gn la diversidad de las personas, los tiempos, lasocasiones, y las fuerzas, como la caridad lo requie-ra. Porque es sta la que, como reina de todas las

    virtudes, de todos los mandamientos, de todos los

    consejos, y en suma de todas las leyes y de todas

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    ces yo dije: He aqu que vengo pues as est escrito

    en mi libro para hacer, oh Dios!, tu voluntad (Heb10, 5 ss).

    Seguir a Cristo pobre:

    No haba para ellos lugar en la posada (Lc 2, 7)

    Esto tendris por seal: encontraris al Nio en-vuelto en paales y acostado en un pesebre (Lc2,12)

    En su presentacin, Mara y Jos ofrecen la ofrendade los pobres: un par de trtolas o dos pichones (Lc2,24)

    Se le acerc un escriba y le dijo: Maestro, te segui-r adonde vayas. Jess le respondi: Las zorrastienen madrigueras y los pjaros nidos, pero el Hijodel hombre no tiene donde reclinar la cabeza. (Mt

    8, 19-20) Cristo siendo rico, se hizo pobre por amor nuestro,

    para que vosotros fueseis ricos por su pobreza (2Cor 8,9)

    Bienaventurados los pobres de espritu porque deellos es el Reino de los Cielos (Mt 5,3)

    Pero ay de vosotros, los ricos, porque ya habisrecibido vuestro consuelo! Ay de vosotros, los que

    estis saciados, porque tendris hambre! (Lc 6, 24-25)

    Es ms fcil que un camello entre por el ojo de unaaguja que entre un rico en el Reino de Dios (Mt 19,25).

    Seguir a Cristo casto:

    Cristo vivi la virginidad como un signo de su entrega al

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    Misin, evangelizacin, apostolado, nueva evangeli-zacin

    Antes de nada es necesario precisar la terminologa,

    pues en nuestros das se usan los trminos misin,evangelizacin, nueva evangelizacin y apostolado. Paraprecisar su alcance y relaciones entre ellos, ponemos lasdefiniciones de los mismos que hace el magisterio de laIglesia:

    1)Definicinde misin adgentes(CONCILIOVATICANO II, decreto AdGentes)

    Tradicionalmente se entiende pormisin adgentes la

    labor de implantacin de la Iglesia en los sitios donde noha llegado el Evangelio. El Concilio dedic un decreto areflexionar sobre este tema y dar indicaciones para lle-

    varla a cabo. Para explicar la misin de la Iglesia partede la Misin del Hijo (el Hijo fue enviado por el Padre) yde la Misin de la Espritu Santo (Padre e Hijo enviaronal Espritu Santo en Pentecosts). La Iglesia contina lamisin de Cristo en el mundo. En este marco, el Concilio

    dice lo siguiente:

    El medio principal de esta implantacin es la predi-cacin del Evangelio de Jesucristo, para cuyo anun-cio envi el Seor a sus discpulos a todo el mundo,para que los hombres regenerados se agreguen porel Bautismo a la Iglesia que como Cuerpo del VerboEncarnado se nutre y vive de la palabra de Dios y

    del pan eucarstico (AG 6)

    2)Definicinde evangelizacin (PABLO VI, Exhortacin apostlicaEvangelii Nuntiandi)

    Evangelizacin es la predicacin y acogida de la Bue-na Nueva, el Evangelio, predicacin que produce la sal-

    vacin del hombre. Pablo VI, recogiendo las conclusio-nes del snodo de 1974 dedicado a la evangelizacin es-cribi una exhortacin apostlica con indicaciones sobrecomo llevarla a cabo. All dice lo siguiente:

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    Evangelizar:Qu significado ha tenido esta pala-

    bra para Cristo? Ciertamente no es fcil expresaren una sntesis completa el sentido, el contenido,

    las formas de evangelizacin tal como Jess lo con-cibi y lo puso en prctica. Por otra parte, esta sn-tesis nunca podr ser concluida. Bstenos aqu re-cordar algunos aspectos esenciales.

    El anuncio del reino de Dios

    8. Cristo, en cuanto evangelizador, anuncia antetodo un reino, el reino de Dios, tan importante que,

    en relacin a l, todo se convierte en "lo dems",que es dado por aadidura. Solamente el reino es,pues, absoluto y todo el resto es relativo. El Seorse complacer en describir de muy diversas mane-ras la dicha de pertenecer a ese reino, una dichaparadjica hecha de cosas que el mundo rechaza,las exigencias del reino y su carta magna, los heral-dos del reino, los misterios del mismo, sus hijos, la

    vigilancia y fidelidad requeridas a quien espera sullegada definitiva.

    El anuncio de la salvacin liberadora

    9. Como ncleo y centro de su Buena Nueva, Jessanuncia la salvacin, ese gran don de Dios que esliberacin de todo lo que oprime al hombre, peroque es sobre todo liberacin del pecado y del malig-

    no, dentro de la alegra de conocer a Dios y de serconocido por El, de verlo de entregarse a El. Todoesto tiene su arranque durante la vida de Cristo, yse logra de manea definitiva por su muerte y resu-rreccin; pero debe ser continuado pacientemente atravs de la historia hasta ser plenamente realizadoel da de la venida final del mismo Cristo, cosa quenadie sabe cundo tendr lugar, a excepcin del Pa-

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    dre.

    En resumen, la evangelizacin es el anuncio delevangelio que tiene dos momentos: el del anuncio pro-

    piamente dicho (kerygma) y el de la acogida del kerygma(salvacin, conversin, liberacin). Posteriormente vienela incorporacin a la Iglesia o la implantacin de la Igle-sia, si todava no existe en el lugar.

    3)Definicinde apostolado(Catec ismode la Igles iaCatlica)

    En su explicacin del Credo, el catecismo sita el

    apostolado dentro del artculo Creo en la Iglesia que es

    una santa catlica yapostlica. En el nmero 863 seafirma lo siguiente:

    Toda la Iglesia es apostlica mientras permanezca,a travs de los sucesores de San Pedro y de los

    Apstoles, en comunin de fe y de vida con su ori-gen.

    Toda la Iglesia es apostlica en cuanto que ella es

    "enviada" al mundo entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferen-

    tes maneras, tienen parte en este envo.

    "La vocacin cristiana, por su misma naturaleza, estambin vocacin al apostolado". Se llama "aposto-lado" a "toda la actividad del Cuerpo Mstico" quetiende a "propagar el Reino de Cristo por toda la tie-

    rra" (AA 2).Esta definicin y fundamentacin que el catecismo

    hace del apostolado recoge el decreto sobre el apostoladode los laicos del Vaticano II y el magisterio de Pablo VI y

    de Juan Pablo II, principalmente las encclicas Evangelii

    Nuntiandi y Redemptoris Missio.

    Podemos decir que el apostolado es el compromiso

    individual de cada fiel de vivir la misin evangelizadora

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    de la Iglesia.

    4)NuevaEvangelizacin

    Desde el ao 1979, la jerarqua de la Iglesia viene

    llamando a una nueva evangelizacin. Al peregrinar a lacruz de la parroquia de Nueva Huta, el beato Juan PabloII dijo en su homila:

    En el umbral del nuevo milenio en esta nuevapoca, en las nuevas condiciones de vida, vuelvea ser anunciado el Evangelio. Se ha dado comienzo

    a una nueva evangelizacin, como si se tratara de

    un segundo anuncio, aunque en realidad es siem-pre el mismo.

    De la cruz en Nowa Huta ha comenzado la nueva

    evangelizacin: la evangelizacin del segundo mile-

    nio.

    Esta fue una de las 850 veces que este Papa habl

    de la nueva evangelizacin. Citamos su encclica Re-

    demptoris Missio:Hoy la Iglesia debe afrontar otros desafos, proyec-tndose hacia nuevas fronteras, tanto en la primera

    misin ad gentes, como en la nueva evangelizacinde pueblos que han recibido ya el anuncio de Cris-to. (n. 30).

    La reflexin ms importante sobre la Nueva Evangeliza-

    ci

    n la tuvo Juan Pablo II en la asamblea del CELAM enPuerto Prncipe, en el ao 1983, donde exhort a todo elepiscopado a promover una evangelizacin nueva, nue-

    va en su ardor, en sus mtodos y en sus expresiones.As la Nueva Evangelizacin es la respuesta de la Iglesiaa la secularizacin masiva de Occidente, el anuncio delEvangelio a quienes hayan sido bautizados pero noevangelizados, en suma, la actividad prioritaria de la

    Iglesia en nuestros das. En la actualidad estamos a la

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    espera de la exhortacin apostlica que recoja los frutosdel snodo sobre la Nueva Evangelizacin que tuvo lugaren Roma en Octubre de 2012.

    El concepto de Nueva Evangelizacin recoge los de mi-sin y evangelizacin y los aplica a las realidades actua-les. Como hemos visto, apostolado se refiere al compro-miso que, por su bautismo, tiene cada fiel de vivir la mi-sin de la Iglesia, que es la de implantar el Reino deDios en el mundo. Como vemos, los trminos misin,evangelizacin, apostolado y nueva evangelizacin estnrelacionados entre si y no son separables. Brotan de la

    misin esencial de la Iglesia que es la evangelizacin,como nos dice Pablo VI:

    Queremos confirmar una vez ms que la tarea de laevangelizacin de todos los hombres constituye lamisin esencial de la Iglesia; una tarea y misin quelos cambios amplios y profundos de la sociedad ac-tual hacen cada vez ms urgentes. Evangelizar

    constituye, en efecto, la dicha y vocacin propia dela Iglesia, su identidad ms profunda. Ella existepara evangelizar, es decir, para predicar y ensear,ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pe-cadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristoen la santa Misa, memorial de su muerte y resu-rreccin gloriosa (EN 14)

    Concluimos: en una sociedad ya cristianizada, Cristo

    suscitaba vocaciones para la misin ad gentes. Entrepersonas de fe, era normal que surgiesen sacerdotes oconsagrados dispuestos a llevar el evangelio como misio-neros a donde no haba llegado. El apostolado de los lai-cos en esta sociedad tena un forma especfica. En la ac-tualidad esta distincin entre sociedad cristianizada ysociedad por cristianizar no sirve; por ello, el apostolado

    laical debe buscar otras formas para ser evangelizadores

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    sionera.

    Aceptacin de los postulados de la secularizacin.Relacionado con lo anterior, si se admite la autono-

    ma radical del mundo frente a Dios, no hay por qupreocuparse por transformarlo en Reino de Dios. Lareligin quedar relegada al mbito de lo privado.

    Aceptacin del relativismo teolgico. Algunos telo-gos sostienen que hay otros caminos de salvacinfuera del cristianismo. Incluso se ha dado el casode que algunos misioneros cristianos han practi-

    cado ritos de religiones paganas. La Santa Sede es-cribi el documento Dominus Iesuspara corregir es-tos errores

    La aceptacin del clericalismo. ste se debe a unaconfusin de roles en la Iglesia. Los sacerdotes tie-nen tendencia a asumir roles y competencia que noles son propios, entrando as en terrenos laicales yno educando y a los laicos para que lleven a cabosu misin laical. Asimismo hay otro extremo en elclericalismo, que se da cuando los laicos no entien-den su misin e intentan replicar roles sacerdota-les. stos, a su vez, quizpor la dificultad que a ve-ces entraa el apostolado, se dejan invadir su te-rreno, dejando a los sacerdotes que hagan lo queles correspondera a ellos hacer. La superacin del

    clericalismo implica que los sacerdotes no invadany que los laicos asuman sus responsabilidades pro-pias.

    La superacin de estas dificultades exige de los fielesuna conversin total. Las dificultades a la hora de hacerapostolado slo se superan mediante la conversin. Esla experiencia de san Ignacio quien despus de su con-

    versin se dio cuenta de que tena que formarse para

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    La fuente de este apostolado es la unin psicolgicacon Cristo. Quien se sabe amado porl, quiere transmi-tir su amor a quienes ama. Como seala el Concilio, el

    apostolado brota de la caridad. Y

    ste es un fruto de losejercicios espirituales.El Concilio seala que la misin de la Iglesia es la

    salvacin de la humanidad, lo cual implica la restaura-cin del orden temporal. Por ello, la misin de la Iglesiano slo es la del anuncio del evangelio y la santificacinde los hombres mediante los sacramentos, sino tambinimpregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el

    espritu evanglico. As, el apostolado de los laicos, tocaeste doble campo: el espiritual y el temporal.

    a) Apostolado de santificaciny predicacinde lapalabra

    Este es uno de los campos que los miembros de lascongregaciones deben trabajar. Se hace, por ejemplo,cuando se da testimonio de la fe, cuando se invita a re-zar o a Misa, cuando se habla directamente de Dios a

    los alejados. El Concilio lo describe con las siguientespalabras:

    A los laicos se les presentan innumerables ocasio-nes para el ejercicio del apostolado de la evangeliza-cin y de la santificacin. El mismo testimonio de la

    vida cristiana y las obras buenas, realizadas con es-pritu sobrenatural, tienen eficacia para atraer a loshombres hacia la fe y hacia Dios, pues dice el Se-

    or: "As ha de lucir vuestra luz ante los hombres,para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen

    a vuestro Padre que esten los cielos" (Mt, 5,16).

    Pero este apostolado no consiste slo en el testimo-nio de la vida: el verdadero apstol busca las oca-siones de anunciar a Cristo con la palabra, ya a losno creyentes para llevarlos a la fe; ya a los fieles

    para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a una

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    te una gran importancia. Los jvenes hoy se ven solicita-dos por muchas atracciones: desde estilos de vida eidentidades sexuales que se les proponen e imponen,

    pasando por las modas, la publicidad, etc.Consciente de sto, Juan Pablo II cre las Jornadas

    Mundiales de la Juventud como un medio juvenil deevangelizacin de los jvenes. En estas jornadas, JuanPablo II y Benedicto XVI desarrollaron ampliamente estecampo. Por una parte, los jvenes son parte importantede la accin misionera de la Iglesia, y sta se dirige aellos en su evangelizacin mediante acciones concretas

    como las JMJ y similares; y por otra parte, los jvenesson sujetos privilegiados de la evangelizacin. Ellos mis-mos son los mejores (no nicos) evangelizadores de suscompaeros.

    c) la infancia

    El despertar religioso se puede dar en edad tempra-

    na. La formaci

    n de una personalidad religiosa debe se-guir los pasos del desarrollo de la personalidad humana.Por ello, es en la familia donde se da el despertar religio-so, donde los padres ensean a rezar desde la infancia,donde los nios descubren a Dios.

    d) el medio social

    El apostolado en el medio social, es decir, el esfuerzo

    por llenar de espritu cristiano el pensamiento y las cos-tumbres, las leyes, y las estructuras de la comunidad enque uno vive, hasta tal punto es deber y carga de los lai-cos, que nunca lo pueden realizar convenientementeotros. En este campo, los laicos pueden ejercer perfecta-mente el apostolado de igual a igual. En l cumplen eltestimonio de la vida por el testimonio de la palabra. Enel campo del trabajo, o de la profesin, o del estudio, o

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    unin vital con Cristo (AA 4; cf. Jn 15, 5). Segnsean las vocaciones, las interpretaciones de lostiempos, los dones variados del Espritu Santo, el

    apostolado toma las formas m

    s diversas. Pero lacaridad, conseguida sobre todo en la Eucarista,"siempre es como el alma de todo apostolado" (AA3).

    Y la capacitacin humana debe hacerse teniendo encuenta lo que es el apostolado. Aqu es necesario distin-guir; con personas muy alejadas de la Iglesia es neces-ario aprender a dar testimonio de la propia fe. Esto es el

    kerigma, que tiene una pedagoga propia. El kerigma esel anuncio de Cristo muerto por nuestros pecados y re-sucitado por nuestra salvacin, que se proclama con lafuerza del Espritu Santo. Es esencial que cada catlicoaprenda a hablar de Dios y de lo que ha hecho en su

    vida. Esta es la clave del apostolado, que es transmisinde la fe. A la vez, la fe se fortalece cuando se da. En la

    evangelizaci

    n se ve actuar a Dios.b)Asociado

    El Concilio recomienda las asociaciones apostlicasde fieles.

    El apostolado asociado es muy importante porquemuchas veces es necesario que se lleve a cabo en unaaccin comn o en las comunidades de la Iglesia o enlos diversos ambientes. Las asociaciones, erigidas paralos actos comunes del apostolado, apoyan a sus miem-

    bros y los forman para el apostolado, y organizan y re-gulan convenientemente su obra apostlica, de formaque son de esperar frutos mucho ms abundantes quesi cada uno trabaja separadamente.

    Pero en las circunstancias presentes es en absolutonecesario que en el mbito de la cooperacin de los se-

    glares se robustezca la forma asociada y organizada del

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    TEMA 5. LAORACIN

    Es preciso orar en todo tiempo y no desfallecer

    (Lc 18,1)

    La oracin es la vida del espritu. Toda persona quequiera llegar a la santidad necesitar entrar en ella,pues mediante ella el hombre vive en Dios. Un cristianoque no le dedique tiempo, caersin duda en la mediocri-dad, ya que sin ella es imposible amar y conocer a Dios.

    Por ello, podemos comparar a la oracin con la lluviaque cae sobre las plantas. Si la planta no estbien rega-da, est mustia, seca, no da fruto; por el contrario, si laplanta est regada, sta crece y se fortalece, echandoraces.

    Pero no es fcil hacer oracin; la vida de oracin esun combate espiritual. El hombre tiene que vencer mu-chos obstculos para llegar a tener oracin, y frecuente-

    mente en este camino hay muchos altibajos. Suele ocu-rrir que cuando uno entra en ella vienen muchas dis-tracciones, y el tiempo, unas veces pasa muy rpido yotras muy lento. No son raras los perodos de sequedad

    y la desorientacin, que hace que quienes la empiecen aveces la dejen.

    Podemos poner el ejemplo de santa Teresa que es pa-radigmtico. Esta santa, segn cuenta en el libro de su

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    vida, pas una temporada de su vida en la sequedad yen cansancio espiritual. Se encontraba desabrida y singusto en la oracin. A pesar de eso, no la dej. Un da se

    encontr

    de frente con el amor que Cristo le tena, y apartir de entonces su oracin cambi. Ella reconoce que

    las dificultades en la oracin se deba a su mediocridady a haber pactado con los pecados veniales. Una vez queesto desapareci de su vida, con su conversin, ella diceque pas de hacer oracin a tener oracin. Esto es, laoracin est relacionada con la conversin, y es comoun termmetro de sta. En este tema estudiamos el pa-

    pel de la oracin en la vida de las congregaciones maria-nas.

    1. La oracin de Cristo

    El beato Juan Pablo II afirm en su encclica Re-

    demptor Hominis: Cristo Redentor revela plenamente el

    hombreal mismo hombre (10). Por ello, si consideramosla oracin de Cristo, aprenderemos cmo debe ser nues-tra oracin como cristianos. Yo os he dado ejemplo paraque vosotros hagis tambin como yo he hecho (Jn 13,15), palabras que no se refieren solo al lavatorio de lospies, sino a toda la vida de Cristo. Por supuesto, la ora-cin del Seor brota de su propio yo de Hijo, yo que tie-ne una conciencia filial; por el contrario, la relacin enteel yo del cristiano y el T de Dios es una relacin de fe,

    distinta a la relaci

    n filial de naturaleza entre Cristo y elPadre; creciendo en el amor filial y en la confianza nues-tra oracin se parecer cada vez ms a la de Jess, ynos haremos cristiformes.

    Sobre la oracin de Jess, el Catecismodice:

    su oracin brota de una fuente secreta distinta,como lo deja presentir a la edad de los doce aos:

    Yo deba estar en las cosas de mi Padre (Lc2, 49).

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    Todo estcumplido (Jn19, 30); Padre, en tus ma-

    nos pongo mi espritu (Lc23, 46), hasta ese fuerte

    grito cuando expira entregando el espritu (cf. Mc

    15, 37;Jn19, 30).Jess aprendi a orar de la Virgen Mara y en la si-

    nagoga de Nazaret. Sus oraciones ms frecuentes fueronlos salmos. No slo los salmos se cumplieron en l, sinoque eran sus oraciones.

    En la actualidad, Jesucristo, como sumo sacerdotesigue orando en el cielo: l vive intercediendo siempre

    por nosotros (Heb 7,24-25), ya que tenemos un interce-sor ante el Padre: Jesucristo, el Justo (1 Jn 2,1). Comosacerdote, Jesucristo revel al Padre (su predicacin);ofreci un sacrificio por nosotros (la cruz) e intercedepor nosotros (su oracin continua).

    2. Jess ense a orar

    El aprendizaje de la oracin es a veces difcil. En losevangelios tenemos algunas pistas preciosas que Jessdio sobre cmo orar. El Catecismo se fija en cmo ense-o a las multitudes y a los discpulos. A las multitudes,el Seor parti de lo que ya saban: la oracin de la An-tigua Alianza, y les llev a la presencia del Reino deDios. Despus, el Seor enseo en parbolas lo que erael Reino; y a los discpulos les dio una enseanza msntima sobre el Padre y el Esp

    ritu Santo.

    Laprimeracondicinparaaprender ahacer oracin:

    El primer momento en la oracin del cristiano es lapureza de corazn o la conversin:

    2608En el Sermn de la Montaa, Jess insiste en

    la conversin del corazn: la reconciliacin con elhermano antes de presentar una ofrenda sobre el

    altar (cf Mt 5, 23-24), el amor a los enemigos y la

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    est centrada en una de las cualidades de la ora-cin: es necesario orar siempre, sin cansarse, con

    lapacienciade la fe. Pero, cuando el Hijo del hom-

    bre venga, encontrar fe sobre la tierra?. La tercera parbola, el fariseo y el publicano (cf.

    Lc 18, 9-14), se refiere a la humildad del coraznque ora. Oh Dios, ten compasin de m que soy pe-cador. La Iglesia no cesa de hacer suya esta ora-

    cin: Kyrie eleison!

    3. La oracin de los cristianos.

    El Espritu Santo es el Espritu de Cristo. Por ello, alrecibir este Espritu, el cristiano no solo recibe la mente,el corazn, los sentimientos de Cristo, sino que tambinrecibe la oracin de Cristo. Una de sus consecuencias esla oracin comunitaria, por ejemplo, en la que se unenoracin y caridad. El libro delos Hechos se fija en quelos cristianos eran constantes en la oracin en el templo

    de Jerusaln.

    La oracin cristiana tiene diversas formas, segnpredomine uno u otro aspecto de la relacin para conDios. stos aspectos no son exclusivos, sino que estnrelacionados entre si y se dan de modo espontneo en laoracin.

    1.Bendicin

    2626 La bendicin expresa el movimiento de fondode la oracin cristiana: es encuentro de Dios con elhombre; en ella, el don de Dios y la acogida delhombre se convocan y se unen. La oracin de ben-dicin es la respuesta del hombre a los dones deDios: porque Dios bendice, el corazn del hombrepuede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente detoda bendicin.

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    2627 Dos formas fundamentales expresan este mo-

    vimiento: o bien la oracin asciende llevada por elEspritu Santo, por medio de Cristo hacia el Padre

    (nosotros le bendecimos por habernos bendeci