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L a relación entre marxismo y utopía también es examinada en las discusiones sobre la obra de William Morris, y en particular sobre la impor- tancia de su novela utópica News from Nowhere. La au- sencia de referencias a Ernst Bloch en recientes revalora- ciones de Morris es sorprendente; los temas y cuestiones planteados en la obra de Bloch se pueden comparar tan- to con la obra misma de William Morris como con los debates recientes que de ésta surgen. Tanto Bloch como Morris intentaron integrar el romanticismo con el mar- xismo, transformando a ambos en el proceso: en el caso de Bloch, el intento se dio en el terreno de la filosofía académica; en el de Morris, fue el resultado de una críti- ca estética, moral y económica del capitalismo, vinculada al final de su vida con un compromiso práctico con el comunismo. La superación de la alienación y la centrali- dad del arte fueron temas comunes a los dos. Debates posteriores se centran, igual que Bloch, en la relación en- tre razón y pasión, o entre corriente fría y caliente, que re- aparece como la relación entre conocimiento y deseo; la definición de utopía se da una vez más en términos de su función simultáneamente educativa y transformado- ra. La cuestión de la importancia del soñar se repite en cada uno de esos tres contextos 1 . NOTICIAS DE NINGUNA PARTE Morris escribió, por supuesto, mucho antes que Bloch. Nació en 1834 y murió en 1896, lo cual lo hace contem- La educación del deseo: el redescubrimiento de William Morris* Ruth Levitas p. 201: Rodrigo Moya, Ernesto Che Guevara, La Habana, Cuba, 1964. p. 202: Rodrigo Moya, Janitzio, Michoacán, 1967. RUTH LEVITAS: Universidad de Bristol, Bristol, Reino Unido. [email protected] Traducción del inglés: Tessa Brisac. Revisión: Julio Boltvinik. * Traducción del capítulo 5 del libro de Ruth Levitas, The Concept of Utopia, Philip Allan, Londres, 1990. Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 203-222. 1 En el capítulo 4 de su libro The Concept of Utopia (que precede al aquí traducido), Ruth Levitas analiza las importantes y detalladas reflexiones que Ernst Bloch realiza sobre la utopía, particularmente en su monumental obra El principio esperanza, publicada en español en tres volúmenes por Aguilar, Madrid, en 1979. La edición que se puede adquirir actualmente es de Trotta, Barcelona. Los dos primeros volúmenes del original, en alemán, fueron publicados en 1955. [Nota del coordinador del número, Julio Boltvinik.]

La educación del deseo: el redescubrimiento de William Morris* · una larga conversación con Hammond (quien es, según sugiere el texto cómicamente, el nieto de Morris), que le

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L a relación entre marxismo y utopía también esexaminada en las discusiones sobre la obra deWilliam Morris, y en particular sobre la impor-

tancia de su novela utópica News from Nowhere. La au-sencia de referencias a Ernst Bloch en recientes revalora-ciones de Morris es sorprendente; los temas y cuestionesplanteados en la obra de Bloch se pueden comparar tan-to con la obra misma de William Morris como con losdebates recientes que de ésta surgen. Tanto Bloch comoMorris intentaron integrar el romanticismo con el mar-xismo, transformando a ambos en el proceso: en el casode Bloch, el intento se dio en el terreno de la filosofíaacadémica; en el de Morris, fue el resultado de una críti-ca estética, moral y económica del capitalismo, vinculadaal final de su vida con un compromiso práctico con elcomunismo. La superación de la alienación y la centrali-dad del arte fueron temas comunes a los dos. Debatesposteriores se centran, igual que Bloch, en la relación en-tre razón y pasión, o entre corriente fría y caliente, que re-

aparece como la relación entre conocimiento y deseo; ladefinición de utopía se da una vez más en términos desu función simultáneamente educativa y transformado-ra. La cuestión de la importancia del soñar se repite encada uno de esos tres contextos1.

NOTICIAS DE NINGUNA PARTE

Morris escribió, por supuesto, mucho antes que Bloch.Nació en 1834 y murió en 1896, lo cual lo hace contem-

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La educación del deseo:el redescubrimiento de William Morris*

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RUTH LEVITAS: Universidad de Bristol, Bristol, Reino [email protected]

Traducción del inglés: Tessa Brisac.

Revisión: Julio Boltvinik.

* Traducción del capítulo 5 del libro de Ruth Levitas, The Concept of Utopia, Philip Allan, Londres, 1990.

Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 203-222.

1 En el capítulo 4 de su libro The Concept of Utopia (que precede alaquí traducido), Ruth Levitas analiza las importantes y detalladasreflexiones que Ernst Bloch realiza sobre la utopía, particularmenteen su monumental obra El principio esperanza, publicada enespañol en tres volúmenes por Aguilar, Madrid, en 1979. La ediciónque se puede adquirir actualmente es de Trotta, Barcelona. Los dosprimeros volúmenes del original, en alemán, fueron publicados en1955. [Nota del coordinador del número, Julio Boltvinik.]

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poráneo de Marx. Su rechazo del capitalismo empezócomo repudio estético a la fealdad absoluta de la arqui-tectura y de los artefactos victorianos, pero no se detuvoahí; bajo la poderosa influencia de John Ruskin, Morrisiba a desarrollar sus propias teorías sobre las relacionesentre la producción artística y su fundamento social y, en1881 se declaró socialista. En 1883, se adhirió a la SocialDemocratic Federation. Ésta se dividió en 1884 y Morrisfue uno de los fundadores del grupo escindido, la Socia-list League. Conflictos políticos posteriores lo llevaron adejar la League en 1890 para crear la Hammersmith So-cialist Society. A pesar del desorden político de aquellosaños, se mantuvo activo en esas organizaciones explíci-tamente marxistas. Los escritos de sus últimos quinceaños de vida incluyen varias conferencias sobre aspectosdel socialismo, A Dream of John Ball (Un sueño de JohnBall) y News from Nowhere (Noticias de ninguna parte)2.

La novela News from Nowhere fue escrita en 1890 ysiempre fue el más conocido, por mucho, de los escritossocialistas de Morris. Circuló ampliamente y fue tradu-cida a varios idiomas, incluyendo el ruso y el alemán; sedice que Lenin tenía un ejemplar de la traducción rusa,pero no hay registro de lo que pensaba de ella, si es querealmente la leyó. La novela, por lo tanto, es el funda-mento de las interpretaciones y malentendidos de muchagente respecto a la posición política de Morris. Subtitu-lada Una era de descanso, es una descripción de la Ingla-terra del siglo XXII, a la que Morris viaja en un sueño delcual despierta en el sitio de su propia casa de Hammer-smith, al lado del Támesis. La primera parte del librocuenta un viaje de Hammersmith al British Museum pa-ra encontrarse con ‘Old Hammond’. La segunda parte esuna larga conversación con Hammond (quien es, segúnsugiere el texto cómicamente, el nieto de Morris), que leexplica a la vez cómo funciona la sociedad y cómo fuela revolución que trajo el cambio. La tercera parte es unviaje río arriba sobre el Támesis de Hammersmith a

Kelmscot, en Oxfordshire (donde Morris tenía su casade campo), para cortar el heno. El mundo retratado en lassecciones primera y tercera puede compaginarse, por lomenos en una lectura superficial, con la imagen de Mo-rris como una persona confusa, bien intencionada ytotalmente desprovista de sentido práctico; pero la insis-tencia en la necesidad de un cambio revolucionario y enla construcción y el crecimiento de una nueva sociedaddesmienten por completo esta imagen.

En esta Inglaterra futura, la mayor parte de Londres hadesaparecido y ha sido reemplazada por campos y jardi-nes: la distinción entre ciudad y campo ha sido abolida.Permanecen aldeas, con lugares de reunión comunal ymercados a los que se traen los productos para su distri-bución, pero no se usa dinero; uno simplemente pide loque quiere. Las escuelas ya no existen y los niños apren-den oficios prácticos a la vez mediante el juego y la parti-cipación en la sociedad. Las cámaras del Parlamento seusan para almacenar abono —“el estiércol no es la peorespecie de corrupción”3. La fealdad del mundo industrialha sido sustituida por un sistema ecológicamente sus-tentable que descansa en buena medida en la producciónartesanal. Sin embargo, a pesar del aparente predominiodel trabajo manual, se dispone de maquinaria y de unaenergía que puede servir de combustible para el transpor-te y abastecer según sus requerimientos a los pequeñostalleres, volviendo innecesarias las grandes fábricas. El te-ma central es el trabajo como placer, y la separación en-tre trabajo manual y trabajo intelectual ha sido superada.Es un sueño del que Morris despierta a la realidad del ca-pitalismo industrial y de la lucha política; pero el libro ter-mina con estas palabras: “si otros pueden verlo como yolo he visto, entonces se podría llamar ya no un sueño sino una visión”4.

Si bien News from Nowhere contiene una larga secciónsobre “cómo ocurrió el cambio”, que toma la forma deuna revolución proletaria seguida por el progresivo des-vanecimiento del Estado, el tono dominante del librosigue siendo antiindustrial y la sociedad que Morris pre-

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2 En español hay una edición de esta obra de Morris, titulada Noticiasde ninguna parte o una era de reposo, La Protesta, Buenos Aires, 1928;así como una con un título casi idéntico, editado por Ciencia Nueva,Madrid, 1968. Una nueva traducción y edición, realizada por Minotau-ro, Barcelona, en 2004, se encuentra en librerías. [Nota de la traduc-tora y del coordinador del número, Julio Boltvinik.]

3 W. Morris, News from Nowhere, Longmans Green, Londres, 1905,p. 83.4 Ibid., p. 238.

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senta es de una simpleza muchísimo mayor de lo quepuede suponerse factible. Con todo, el motivo particu-lar para escribir News from Nowhere, el contexto másamplio de los escritos socialistas de Morris en su con-junto, así como las palabras con las que concluye el libromismo, subrayan que es mucho más que una ficción re-accionaria y medievalista. El libro fue escrito, de hecho,como una respuesta a Looking Backward de Edward Bella-my5, publicado en 1888. Este libro, que también alcanzóventas masivas, retrata una sociedad socialista centrali-zada que emerge sin conflicto del capitalismo monopo-lista. La producción descansa en “ejércitos industriales”organizados con una eficiencia que hubiera encantado aSorel, aunque la organización centralizada de la produc-ción y del consumo le hubiera entusiasmado menos6. Sibien tanto el ocio como el consumo han aumentado mu-cho en la Boston del futuro de Bellamy, la vida anheladaes la de las clases medias suburbanas de ese tiempo. Mo-rris habla de ella como de un paraíso cockney; la críticaque publicó era notablemente prudente, pero dejaba enclaro su posición y las razones que lo llevaron a escribirsu propia utopía. La contra-imagen del socialismo queahí expone debe leerse como la intención subyacente deNews from Nowhere:

Creo que el ideal del futuro no apunta a disminuir la ener-gía humana al reducir el trabajo al mínimo, sino más biena reducir el sufrimiento en el trabajo al mínimo, al puntoque deje de ser sufrimiento; una mejora para la huma-nidad en la cual sólo se puede soñar cuando los hombressean más completamente iguales de lo que la Utopía deEdward Bellamy les permitiría, pero que ocurrirá sin duda

alguna cuando los hombres sean realmente iguales en sucondición […] el verdadero aliciente para un trabajo útily feliz es y debe ser el placer en el trabajo mismo […].”7

La transformación del trabajo es, entonces, el corazónmismo del socialismo. Más aún, ella no es algo que unacentralización masiva pueda producir, sino que requierede la participación activa de los individuos en todos losaspectos del proceso social:

hay algunos socialistas que no creen que el problema de laorganización de la vida y del trabajo necesario se puedaresolver mediante una vasta centralización nacional, cuyofuncionamiento descanse en una especie de magia de la cualnadie se sienta responsable; que por el contrario, será nece-sario que la unidad de administración sea lo suficientemen-te pequeña para que cada ciudadano se sienta responsablede sus detalles, y se interese por ellos; que los hombres in-

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Calle Taulebe, ciudad de México, 1959.

5 Edward Bellamy, Looking Backward, Ticknor, Boston, 1888. [Publi-cada en español con el título: El año 2000: una mirada retrospectiva,Abraxas, Buenos Aires, s.f. Hay, al menos, otras dos ediciones en es-pañol: En el año 2000: fantasía novelesca, López, Madrid, 1892; y Cienaños después del año 2000, Buenos Aires, Hachette, 1941. [Nota de latraductora y del coordinador del número, Julio Boltvinik.]6 En el capítulo 3 de The Concept of Utopia, Ruth Levitas analiza laobra de George Sorel, sobre todo Reflections on Violence, en la queSorel desarrolla la distinción entre mito y utopía. La edición originalen francés de esta obra es de alrededor de 1905; fue publicada eninglés por Allen and Unwin, Londres, 1925; y en español, como Re-flexiones sobre la violencia, por La Pléyade, Buenos Aires, 1978. [Notadel coordinador del número, Julio Boltvinik.]

7 W. Morris, “Looking Backward”, en A. L. Morton, Political Writingsof William Morris, Lawrence & Wishart, Londres, 1984, p. 252-253.

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dividuales no pueden librarse de los asuntos de la vida en-cargándolos a una entidad abstracta llamada Estado, sinoque tienen que resolverlos en asociación consciente unos conotros; que la variedad de la vida es una meta en sí del co-munismo tan importante como la igualdad de condición yque sólo la unión de las dos puede traer la verdadera libertad;que las nacionalidades modernas son meros instrumentosartificiales para la guerra comercial con la cual nosotrosbuscamos acabar, y desaparecerán con ella. Y finalmenteque el arte, tomando la palabra en su significado más am-plio y legítimo, no es un simple adorno de la vida del cualpueden prescindir hombres libres y felices, sino la expre-sión necesaria y el instrumento indispensable de la felici-dad humana8.

La comparación entre Looking Backward y News fromNowhere es frecuente porque Morris respondía direc-tamente a la novela de Bellamy y porque los dos librospueden verse como encarnaciones de dos modelos de so-cialismo que han estado, de manera más general, en com-petencia el uno con el otro. Los contrastes entre los doslibros son notables. Una comparación menos obvia pue-de hacerse entre estas dos novelas y Herland (Tierra deella), un libro de Charlotte Perkins Gilman escrito en1915. Esta comparación subraya la falta de interés tantode Morris como de Bellamy por tratar seriamente lascuestiones de la posición de las mujeres y de la atencióna los niños. En ambas utopías masculinas, la división se-xual del trabajo persiste, y si bien ambos proclaman surespeto real a las mujeres, como madres y amas de casa,ambos al mismo tiempo ven ahí el papel principal de lasmujeres y no lo someten a discusión alguna: las mujeresson, como de costumbre, casi invisibles. En Herland, porel contrario, la maternidad es el tema central. Esta socie-dad completamente femenina, que se reproduce porpartenogénesis, puede leerse como una exploración deltipo de sociedad que podría surgir si las necesidades delos niños (y de sus madres) fuera la prioridad auténtica.Se evidencia así que la preocupación de Morris por eltrabajo alienado atiende sólo algunos de los problemasdel trabajo en la sociedad capitalista y comunista.

ARTE,TRABAJO Y ALIENACIÓN

El tema central de Morris en News from Nowhere es lacondición de igualdad plena que permite que el trabajose convierta en un placer y que asuma su debido papelcomo el terreno de la autorrealización humana —es de-cir, la superación del trabajo alienado. Morris tambiénse ocupa de otros aspectos de la alienación, en particu-lar las relaciones entre individuos, y A Dream of John Ballinsiste en el tema del compañerismo:

el que hizo el bien en compañerismo, y a causa del com-pañerismo, no fallará aunque hoy pareciera haber fallado,pero en días venideros él y su trabajo estarán vivos, y ayuda-rán a los hombres a volver a luchar una vez y otra y otra9.

No que el compañerismo fuera un fin en sí mismo,como sí lo es el trabajo creativo: “le toca al que está soloo en prisión soñar sobre el compañerismo, pero al quetiene compañeros le toca hacer y no soñar”10. El objetivode Morris, como el de Bloch, puede por lo tanto versecomo el de superar la alienación. Sin embargo, se puedesostener que el enfoque de Morris al respecto es más ge-nuinamente marxista, puesto que se concentra en la trans-formación del proceso de trabajo y en la abolición delmercado que lo gobierna; la alternativa de Morris impli-ca la combinación de trabajo manual e intelectual que ca-racteriza la producción artesanal, pero también la aboli-ción simultánea de la producción de mercancías, ya queno hay venta ni compra de bienes. Hay mercados en Newsfrom Nowhere pero son sólo puntos de recolección y re-partición; no hay atribución de valor de cambio.

Para Morris, como para Bloch, superar la alienacióninvolucra la esfera del arte. Si bien la revisión exhaustivade sus respectivas teorías estéticas queda fuera del alcan-ce de la presente discusión, vale la pena señalar que susopiniones sobre el papel del arte difieren; y, paradójica-mente, mientras Morris se centra más en la producciónque en el consumo de arte, es Bloch quien atribuye alarte la función utópica más activa. Morris, como artista

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8 Loc. cit.

9 W. Morris, A Dream of John Ball, Longmans Green, Londres, 1907,p. 39.10 Ibid., p. 41.

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creador, se concentra en el proceso de producción artís-tica; en contraste, cuando Bloch como crítico culturalhabla de la función utópica del arte y se refiere, porejemplo, a la experiencia del momento de plenitud, elacento está en el consumo, no en la producción. Es uncontraste importante pero peligroso. El propio Bloch te-nía dificultad para distinguir entre la “contemplación (y[…] el goce pasivo)” como rasgos de la estética burgue-sa, y la “esperanza (y […] la voluntad que despierta)”que son la esencia de la función utópica del arte y que im-plican una respuesta activa e involucrada —aunque nodeje de ser una respuesta11. Por el contrario, como lo se-ñala Edward Thompson, la idea de “lo bello” de Morrisimplica “suave, cómodo, decorativo, apacible”, algo ca-racterístico precisamente de esa actitud contemplativade la cual Bloch trata de distanciarse12.

El significado atribuido a la palabra ‘arte’ es un pocodistinto en Bloch y en Morris. Morris se interesa princi-palmente en la arquitectura y las artes visuales, sobre to-do decorativas; distingue entre éstas y las “artes intelec-tuales” que se dirigen “por entero a nuestras necesidadesmentales”, en lugar de ser un aspecto de objetos “cuyoprimer destino es el uso del cuerpo”13. Bloch no haríasemejante distinción, ya que atribuye la función utópicaa la cultura en el sentido más amplio; sin embargo, susplanteamientos insisten muchísimo más en las artes in-telectuales que en las decorativas. La diferencia entre losdos es todavía más marcada respecto al papel que desem-peña el arte.

Para Morris, el arte es antes que nada producto. Es la“expresión de… la alegría en el trabajo”14. La actividadno alienada de la sociedad comunista producirá más ymejor arte, y la misma actividad de producción artísticatipifica la superación de la alienación. Pero el arte en sídesempeña un papel menor en la transición a la sociedadcomunista; Morris, incluso, no descarta la idea de que elarte pueda tener que morir un tiempo hasta que se creenlas condiciones propicias para su florecimiento15. Por cier-to, no hay que exagerar la importancia de esta opinión:Morris también sostenía que la fealdad de la sociedad in-dustrial asfixiaba la personalidad humana y escribió Newsfrom Nowhere porque creía que podía alentar a la gente atrabajar por una forma de socialismo que valiera la pena.Era, decía él,“esencial mantener siempre el ideal de la nue-va sociedad ante los ojos de la clase obrera, sin ello la con-tinuidad de las demandas populares podría romperse, ose podrían malorientar”16. Si las artes son “la expresióndel valor de la vida”, también es cierto que “su produc-ción le da valor a [nuestra] vida”17.Y Bloch seguramenteestaría de acuerdo en que “todas las artes mayores ape-lan directamente a esta intrincada combinación de per-cepciones intuitivas, sentimientos, experiencia y memo-ria que llamamos imaginación” y que “todas las escuelasde arte destacadas… [son] el resultado de las aspiracio-nes del pueblo a la belleza y al verdadero placer de lavida”18. Sin embargo, el juicio de Thompson se sostie-ne: “Morris no insistió lo suficiente en el papel ideoló-gico del arte, en su intervención activa para cambiar a losseres humanos, en su intervención en la historia humanadividida en clases”19. Y, por lo mismo, Morris tampocoatribuye al arte un papel activo directo en la realizaciónde la utopía.

Para Bloch, por el otro lado, la función utópica delarte es más activa; alimenta la percepción de que “algo

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11 Ernst Bloch, The Utopian Function of Art and Literature. SelectedEssays, p. 71. Esta sección es, en realidad, un fragmento de The Prin-ciple of Hope, pero es uno de los puntos para los cuales la traducciónde Zipes parece preferible. [La autora se refiere a la sección llamada“The Wish-Landscape in Aesthetics: The Order of Art Materials Accor-ding to the Dimension of Their Profundity and Hope”, que va de la p.71 a la 78 de The Utopian Function… Esta obra es la reunión de di-versos trabajos de Bloch, traducidos del alemán al inglés por Jack Zi-pes y Frank Mecklenburg. Aclaración del coordinador del número,Julio Boltvinik.] 12 E. P. Thompson, William Morris: Romantic to Revolutionary, Mer-lin Press, Londres, 1977, p. 658. [Hay edición en español de esta obra:William Morris. De romántico a revolucionario, Edicions Alfons el Mag-nanim, Institución Valenciana de Estudios e Investigaciones, Valen-cia, 1988. (Aclaración del coordinador del número, Julio Boltvinik.) 13 W. Morris, “Art Under Plutocracy”, citado en E. P. Thompson, op.cit., p. 642.

14 Ibid., p. 647.15 W. Morris, “The Lesser Arts”, en G. D. H. Cole (ed.), William Mo-rris: Selected Writings, Nonesuch Press, Londres, 1934, pp. 514-515.16 W. Morris (con E. Belfort Bax), Socialism: Its Growth and Out-come, Swan Sonnenschein, Londres, 1893, p. 278.17 Citado en E. P. Thompson, op.cit., p. 656.18 W. Morris, “The Lesser Arts of Life” y “The Deeper Meaning of theStruggle”, citado en E. P. Thompson, op. cit., p. 657.19 Loc. cit.

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falta” y es una inspiración necesaria para la transforma-ción social. Sin arte que dé cuerpo al sueño de algo,seríamos incapaces de poseerlo en la realidad. Bloch tie-ne poco que decir sobre cómo afectan al artista las condi-ciones sociales; es un filósofo, no un sociólogo, del arte.Aun así, su insistencia en el hambre como la más funda-mental de las motivaciones humanas relativiza la prio-ridad asignada al arte: “la gente debe primero llenarse elestómago, luego podrá bailar”20. Del mismo modo, Mo-rris escribía que “cualquiera que se declare convencidode que los asuntos del arte y la cultura deben ir antes quelos del cuchillo y el tenedor… no entiende lo que el arte

significa”21. Así que el contraste entre ellos, si bien es sig-nificativo, no se debe exagerar; quizás sea más una dife-rencia de énfasis en el marco de argumentaciones com-plementarias. Un enfoque dialéctico adecuado tendríaque combinar las dos perspectivas.

WILLIAM MORRIS RECONSIDERADO

Aunque se sugirió aquí que News from Nowhere deberíaleerse como una crítica de la alienación, la interpretaciónde esta novela sigue siendo discutible. Aparece citada enla mayoría pero no en todas las antologías sobre utopías,pero se analiza, en general, fuera del contexto de las ac-tividades y de los escritos políticos de Morris. Para mu-chos marxistas su forma de novela utópica fue, duranteaños, motivo suficiente para, incluso cuando la leían, noponerle suficiente atención. Todavía hay muchos marxis-tas que no darían un peso por ella, aunque se podríasostener que el auge de los temas “verdes” en la políticacontemporánea la vuelve más actual que nunca. En losaños que siguieron a su publicación, la amplísima circu-lación del libro, combinada con la supresión deliberada,por parte de los biógrafos de Morris de sus actividades yescritos políticos y con las enérgicas posturas antiutópi-cas que caracterizan al marxismo, dieron pie a la propa-gación de dos mitos en torno a Morris. En uno, el ‘mitoburgués’, se ignoraba y negaba por completo su socialis-mo; en el otro, el ‘mito menchevique’, se lo describía comoun amable socialista inglés, excéntrico y sobre todo anti-marxista. Este último mito era el más difundido entrelos marxistas incluso después de que Robin Page Arnot,en la década de 1930, hubiera descrito los dos mitos y tra-tado de reivindicar a Morris para el marxismo22.

Bloch, quien despacha a Morris en menos de dos pá-ginas, hace suyo el mismo mito:“Morris combate el capi-talismo no tanto por su carácter inhumano sino por su

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Región ixtlera del norte de México, 1966.

20 E. Bloch, The Utopian Function of Art and Literature, op. cit. p. 14.

21 W. Morris, “How I Became a Socialist”, citado en Thompson, op.cit., p. 665.22 R. P. Arnot, William Morris: A Vindication, Martin Lawrence, Lon-dres, 1934. Del mismo autor, y más accesible, William Morris: TheMan and The Myth, Lawrence & Wishart, Londres, 1964.

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fealdad, medida por comparación con el antiguo artesa-nado”23. Ni siquiera la transición revolucionaria puederedimir a Morris a los ojos de Bloch:

Morris profetiza la revolución como fruto y autodestruc-ción del ‘antinatural’ industrialismo y saluda la llegada de larevolución sólo en cuanto acto de aniquilamiento. Puescuando se haya apagado, no sólo los capitalistas si no tam-bién las fábricas habrán sido destruidas; habrá eliminado,en suma, la plaga entera de la civilización de la edad moder-na. La revolución aparece así a este destructor de máquinascomo si fuera un simple regreso de la historia hacia atrás,o un desmantelamiento; cuando haya hecho su trabajo, elmundo del artesanado volverá, los hombres —una vez de-saparecida la edad moderna— se encontrarán de nuevo enel terreno colorido del Gótico nativo, que sólo estuvo disfra-zado en el Renacimiento inglés24.

Se dice que Bloch no estaba muy familiarizado con elidioma inglés y es de suponer que conoció pocos de losescritos de Morris. Su juicio, fundado probablementesólo en la sola lectura de News from Nowhere y en la ig-norancia de su contexto, es comprensible. Sin embargo,a la luz de debates ulteriores, su desprecio resulta iróni-co: si hay varios temas comunes en los planteamientosde Bloch y de Morris, existen afinidades todavía más no-tables entre la obra de Bloch y los temas abiertos por loscomentaristas recientes de Morris.

El comienzo de la revaloración general de Morris nodata de su “reivindicación” por Arnot sino de tres librospublicados en la década de 1950 —es decir, aproxima-damente al mismo tiempo que El principio esperanza deBloch. El primero fue The English Utopia (La utopía in-glesa) de A. L. Morton. Como ya vimos25, el libro de Mor-ton se ocupa extensamente de la historia de la literaturautópica en Inglaterra y define la utopía en función de suforma, como un género literario, aunque es cierto queMorton se preocupó de trazar las conexiones entre estasutopías y las circunstancias de su producción. Para un

marxista el solo hecho de ocuparse de la historia de lasutopías era una novedad mayor y no cabe duda de que elanálisis de Morton era, en conjunto, ortodoxo. Quizásel aspecto más interesante del libro, sin embargo, es queconcede un valor altamente positivo a la utopía popularmedieval de The Land of Cokaygne (El país de Cuñaca oJauja) y a News from Nowhere. Cokaygne es una tierrade abundancia, de suave clima, cómoda y sin conflictos,en donde “las alondras caen del cielo, rostizadas, a las bo-cas”26. A pesar de la fantasía que caracteriza el poema,Morton lo reivindica como una auténtica y significativautopía popular que representa el comienzo de la espe-ranza —exactamente como Bloch reivindica el signifi-cado utópico de las expresiones de “wishful thinking”, decreencia deliberada en lo que se desea.

La reseña de Morton es más histórica que la de Bloch,ya que ve esta esperanza, no como una constante onto-lógica cuya forma de expresión varía, sino como el pro-ducto del declive de la servidumbre en la Inglaterra delsiglo XIV: “lo que antes se había tolerado sin cuestiona-miento ni esperanza como destino universal por fin em-pezaba a ser sentido como una carga” y, por lo tanto, sepodía contradecir, al menos en la imaginación y a vecesen abierta rebelión27. News from Nowhere, más de qui-nientos años más tarde, es para Morton la culminaciónde la tradición utópica, al sintetizar la tradición literaria ylas aspiraciones expresadas en The Land of Cokaygne,de manera que el “Ningunaparte” de Morris es Co-kaygne —pero Cokaygne transformado y, lo más impor-tante, presentado como el resultado de la lucha de clasesy de la revolución, como el comunismo acabado. Es, diceMorton, “no sólo la Utopía en cuya posibilidad podemoscreer, sino en la que podríamos desear vivir”28 —aun-que, dada la persistencia de la división sexual del trabajoen “Ningunaparte”, algunas de nosotras quizás apoyaría-mos este sentimiento con ciertas reservas.

Se podría argumentar que tanto Arnot como Mortonhicieron mucho para crear otro mito, un mito marxista

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23 Ernst Bloch, The Principle of Hope, Basil Blackwell, Oxford, 1986,p. 614.24 Loc. cit.25 Ruth Levitas se refiere a una pequeña sección del capítulo 1 de TheConcept of Utopia dedicada al examen del libro de Morton.

26 A. L. Morton, The English Utopia, Lawrence and Wishart, Londres,1969, p. 282.27 Ibid., p. 20.28 Ibid., p. 221.

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que interpreta News from Nowhere como una descripciónde la meta del comunismo tout court; 1955, sin embar-go, es también el año en que Edgard Thompson publicasu libro William Morris: Romantic to Revolutionary. Inter-pretar News from Nowhere no era el interés principal deThompson; su proyecto central era el análisis del tránsi-to de Morris de la tradición romántica de Carlyle y Rus-kin a una posición revolucionaria socialista. Lo impor-tante de Morris, para Thompson, no era que hubieradado este paso, sino que en el proceso de realizarlo habíalogrado una síntesis entre romanticismo y marxismoque enriquecía y transformaba a los dos. La culpa de losmarxistas no era negarse a reconocer que Morris erarealmente un marxista, sino ignorar en la obra de Mo-rris el elemento de ‘realismo moral’ que podía enriqueceral marxismo mismo. Sin embargo, Thompson compar-tía la afirmación de Morton de que News from Nowhereera “la primera utopía que no es utópica”, y la llamó una“utopía científica”—así, dudaba todavía en declararla tan-to plenamente utópica como válida, pero intentaba sos-tener, como lo expresó Perry Anderson, que “no habíacontradicción importante, ni siquiera tensión”, entre mos-trar la “extraordinaria originalidad de la imaginaciónmoral y política de Morris” y reclamarlo para “el marxis-mo revolucionario”29.

La total incomprensión, por parte de los marxistas, dela importancia de Morris (y en realidad de toda la tradi-ción romántica radical) queda subrayada por la nula re-acción a este notable libro. Esta incomprensión fue rotapor Culture and Society de Raymond Williams, publicadoen 1958. Este libro tenía un enfoque mucho más amplio,ya que se ocupa del desarrollo de la idea de cultura enGran Bretaña entre 1780 y 1950. No estaba centradoen el utopismo ni en Morris y tampoco estaba escritodesde una perspectiva marxista. Thompson incluso haubicado la obra de Williams como un nuevo brote dela misma tradición romántica radical a la que pertenecíaMorris:“Los propios textos publicados por Williams du-rante un periodo de veinte años ejemplifican cuán difícilpuede ser todavía una mutación de esta tradición, y cuán

congruente con el pensamiento de Marx”30. En Cultureand Society, Williams, que había leído el libro de Thomp-son así como Thompson había leído el de Morton, pro-pone un argumento sustancialmente similar sobre la im-portancia de la obra de Morris. Éste, según Williams,miraba a la vez hacia atrás y hacia adelante, derivandode Ruskin “una comprensión correcta… de qué tipos detrabajo son buenos para los hombres, los elevan y loshacen felices”31, y aplicándola a nuevas circunstancias. Nosólo las artes definían “una calidad de vida que el cambiopolítico siempre había tenido por objetivo primordial ha-cer posible”, sino que además la importancia de Morris enesta tradición esencialmente romántica era que “buscabavincular sus valores generales con una fuerza social realy creciente: la de la clase obrera organizada”32. Así que,mientras el socialismo de Morris era sin duda revolucio-nario y marxista, se integraba en un rechazo preexistentea la sociedad capitalista industrial: “el razonamiento eco-nómico y la promesa política venían del marxismo; la re-belión general se daba en términos más antiguos”33.

Por esta síntesis, que mira hacia atrás y hacia adelante,Williams veía a Morris como una ‘figura bisagra’34. Era unjuicio, sin embargo, que hacía a pesar y no a causa de Newsfrom Nowhere. Williams consideraba que la novela con-tribuía a la ulterior dilución por otros de la posición deMorris, destacando más que la fuerza de su oposición alcapitalismo, la debilidad de su rechazo del maquinismoy su nostalgia esencialmente regresiva de una sociedadno industrial; Williams también sostenía, tanto entoncescomo después, que cualquier sociedad socialista futurasería por necesidad no menos sino más compleja que lanuestra35. La utopía de Morris quedaba por lo tanto rele-gada a una posición de menor importancia que la de susescritos políticos (aunque más tarde matizó este juicio):

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29 Ibid., p. 213; Thompson, op. cit., pp. 695, 697; P. Anderson, Ar-guments Within English Marxism, Verso, Londres, 1980, p. 158.

30 Thompson, op. cit., p. 785.31 J. Ruskin, On the Nature of the Gothic, citado en R. Williams, Cul-ture and Society, Chatto & Windus, Londres, 1958, p. 147 (los nú-meros de páginas se refieren a la edición Penguin de 1963).32 Williams, op.cit., pp. 161, 153.33 Ibid., p. 258.34 Ibid., p. 165.35 Véase Williams, Politics and Letters, Verso, Londres, 1979, pp. 128-129; también Towards 2000, Chatto & Windus, Londres, 1983.

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Por mi parte, no dudaría en aceptar la pérdida de The Dreamof John Ball, de las canciones socialistas románticas, y has-ta de News from Nowhere —en todos los cuales las debili-dades de la poesía general de Morris están presentes yestorban— si eso fuera el precio a pagar para conservarotras obras más breves, y hacer que la gente las lea, comoHow we Live and How we Might Live [Cómo vivimos y có-mo podriamos vivir], The Aims of Art [Los propósitos delarte], Useful Work versus Useless Toil [Trabajo útil versus tra-bajo duro inútil], y A Factory as it Might be [Una fábricacomo podría ser]. El cambio de acento implicaría un cam-bio en el estatus de Morris como escritor, pero tal cambioes inevitable desde el punto de vista de la crítica. Hay másvida en las conferencias, en las que uno percibe que el hom-bre entero está involucrado en la escritura, que en cualquierade las novelas en prosa o en verso. Éstas aparecen muy cla-ramente como productos de una conciencia fragmentaria—de ese mismo estado de ánimo que Morris siempre tra-taba de analizar. Morris es un notable escritor político, enel sentido más amplio, y es en esto en lo que su fama, al fi-nal, se basará. La otra parte, la más copiosa, de su obra lite-raria sólo da testimonio del desorden que él percibió contanta agudeza36.

El propósito de citar este fragmento no es discutir sucontenido, aunque, como veremos luego, pueden formu-larse juicios muy diversos, sino más bien el de demostrarque mientras Williams se proponía presentar una reva-loración de Morris y demostrar el éxito de la síntesis queoperó entre romanticismo y marxismo, esto no consti-tuía una defensa de la ficción utópica. Tanto Williams co-mo Thompson (sobre todo en esa etapa) tenían interés enuna lectura mucho más amplia de la obra de Morris queincluía, en particular, sus ensayos políticos. La rehabilita-ción de Morris no implica, necesariamente, por lo tanto,una rehabilitación de la forma utópica, si por ello enten-demos una descripción novelesca de la sociedad deseada.Sí implica, sin embargo, un reconocimiento de la funciónutópica, del arriesgarse a ir más allá, que es una caracte-rística general de los escritos políticos de Morris. Esto que-dó básicamente implícito, sin embargo, hasta la reedicióndel libro de Thompson, en 1977, con su ahora famosapostscriptum en la que discute el desarrollo del debate so-bre la importancia de Morris desde la década de 1950.

Aquí se muestra que el alcance de este debate va muchomás allá de la apropiada evaluación de la obra de Morrisper se; plantea precisamente la relación entre marxismoy utopía que es la problemática central de Bloch.

REIVINDICACIONES Y CONTRA-REIVINDICACIONES

Si bien la primera edición de William Morris: Romantic toRevolutionary se había publicado, como lo señala Thomp-son, en plena Guerra Fría, cuando era infamante sim-patizar con el marxismo, las circunstancias eran muydistintas al final de la década de 1970. En aquellos veinteaños se dieron numerosos cambios: la circulación de par-tes de la obra del propio Marx, que no habían estado dis-ponibles hasta entonces; una expansión de la educaciónsuperior, una creciente respetabilidad del marxismo y laconsiguiente expansión de la erudición marxista; el de-bilitamiento del supuesto vínculo entre marxismo y po-sición política prosoviética. También se dio un crecienteinterés por los “estudios culturales” y las teorías de la ideo-logía y la cultura. En parte por la influencia de la obra deGramsci, cuya accesibilidad se fue ampliando en este pe-riodo, pero también en parte por el cambio general en elclima político e intelectual, los marxistas se volvieron másreceptivos a la opinión de que las ideas desempeñabanun papel importante que cumplir en la lucha política. Si laideología era un elemento importante del mantenimien-to del statu quo, entonces, recíprocamente, una contra-cul-tura o un sentido común alternativo era parte integrantedel cambio social. En semejante clima, por supuesto, elpúblico potencial tendía a ser más receptivo a las ideas deThompson que en la década de 1950. Además, el desarro-llo de las ideas mismas de Thompson le permitió plan-tear una posición mucho más clara sobre la relación entremarxismo y utopía. Esta posición está desarrollada sobretodo en el debate con dos académicos franceses, PaulMeier y Miguel Abensour, cuyo trabajo sobre Morris su-peró la primera edición del libro de Thompson.

Thompson reitera que su libro trata de la tradición ro-mántica y de su transformación por Morris: Morris no selimitó a sobreponer ideas marxistas al romanticismo, si-

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36 Williams, Culture and Society, p. 159.

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no que las integró “de manera tal que crearan una rup-tura en la tradición anterior y marcaran su transforma-ción.” Sin embargo,“la tradición romántica tenía posibi-lidades de antagonismo con el sentido común capitalistabastante más fuertes que las que se le suele reconocer.”Morris llevó estos antagonismos más lejos en una direc-ción hacia la que ya tendían: “la crítica moral del proce-so capitalista empujaba a sacar conclusiones acordes conla crítica de Marx, y el genio particular de Morris fue quesupo pensar esta transformación, realizar su articulacióny sellarla con la acción”37. Al rechazar como retrógradoel socialismo de Morris, “el marxismo ortodoxo le dio laespalda a una coyuntura que desatendió, a su propio ries-go y ulterior deshonra”38. Por el otro lado, Thompsondiscute la creación de un tercer mito, el “mito marxista”que asimila simplemente toda la crítica de Morris al mar-xismo. Tal asimilación está implícita tanto en la “reivin-dicación” de Arnot como en la discusión de Morton yasí también ha sido interpretada, erróneamente, la pro-pia posición de Thompson; el resultado no es sólo equi-vocado sino “represivo… repelente y aburrido”39.

El blanco particular de este ataque era un largo estu-dio del marxista francés Paul Meier, La pensée utopique deWilliam Morris [El pensamiento utópico de William Mo-rris, traducido al inglés como William Morris: The MarxistDreamer]. El propósito central de Meier es una explica-ción de News from Nowhere con lo cual otorga a esta no-vela utópica una centralidad que, a primera vista, parececuriosa para un marxista. La extrañeza desaparece a me-dida que la posición de Meier emerge. Toma el texto deNews from Nowhere, desarrollado en los escritos políti-cos, como una descripción del propósito de Morris; com-para entonces la crítica del capitalismo, la transición y losdetalles de la sociedad proyectada con los implícitos enMarx y afirma que son virtualmente idénticos. Señala,en particular, las dos etapas (socialismo y comunismo)como un elemento esencial en el pensamiento de Mo-rris, y el paralelo entre los principios que se encarnan enNews from Nowhere y los que se expresan en la Crítica del

Programa de Gotha. En la medida en que Meier reivindi-ca, en efecto, el utopismo de Morris (en el que incluye nosólo News from Nowhere sino todas las imágenes deuna sociedad futura que pueden encontrarse en los es-critos tardíos), lo hace al sugerir que su meta coincide ensu contenido con la que perseguían Marx y Engels:

Si bien Marx y Engels no se aventuraron en los detalles de laanticipación, dejaron el terreno balizado y la utopía de Mo-rris se funda sobre estos datos básicos con una coherenciaasombrosa40.

Es, dice, “ridículo ubicar a William Morris en la últimageneración de escritores románticos” ya que “la inspira-ción principal y el punto de partida de la utopía de Mo-rris han de buscarse en el marxismo”41.

Algunas de las objeciones de Thompson al enfoquede Meier están bien fundadas. Primero, es indudableque Meier subestima tanto la importancia de la tradi-ción romántica en el desarrollo del pensamiento de Mo-rris como su contribución independiente. A veces, estolo lleva a especulaciones que rayan en el absurdo: Meierconjetura que, puesto que Morris no podía haber leídola Crítica al programa de Gotha, su contenido le debía ha-ber sido comunicado por Engels, posiblemente por elconducto de Belfort Bax, a partir de la copia manuscritaen su poder; no le puede conceder a Morris el mérito dehaber llegado por sí mismo a conclusiones similares42.Segundo, este enfoque implica evaluar las ideas de Morrisen términos de su cercanía a una definición de la orto-doxia marxista; en conjunto, Morris aprueba el examen,pero los puntos de divergencia son definidos como debi-lidades. Más importante, sin embargo, es el hecho de queel enfoque de Meier fortalece precisamente aquella divi-sión dicotómica entre marxismo y romanticismo que,para Thompson y Williams, Morris había superado. Final-mente, al considerar las especulaciones de Morris sobreel futuro de manera totalmente literal, en particular res-pecto a News from Nowhere, el estudio de Meier interpre-ta mal las funciones del soñar y de la utopía.

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37 Thompson, op. cit., p. 778-779.38 Ibid., p. 779.39 Ibid., p. 802.

40 P. Meier, William Morris: The Marxist Dreamer, Harvester, Sussex,1978, p. 244.41 Ibid., p. 5342 Ibid., pp. 244, 250, 282-283.

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Antes de pasar a una alternativa al enfoque de Meier,habría que señalar que el marxismo al cual Meier asimilaa Morris no es el mismo que el de Arnot o el de Morton.Meier sostiene que, si bien es tentador atribuir el “hu-manismo” de Morris a la influencia de Ruskin y su pen-samiento económico y social a la de Marx, hacerlo “de-lata la ignorancia… del hecho de que el marxismo es unhumanismo, completamente distinto del humanismoabstracto tradicional, pero real y fértil… es este huma-nismo materialista, y no el humanismo especulativo, elque está en los cimientos de la utopía de Morris”43. Esoes coherente con el principio y el final del libro de Meier,que apuntan a una interpretación del pensamiento y delos textos utópicos muy distinta del literalismo que do-mina la mayor parte de su texto. Hay una referencia tem-prana (que se hace eco de Bloch) al “pensamiento anti-cipatorio”, una declaración de que “la utopía es antes quenada negación” (lo cual se conecta con Marcuse) y, otravez más, la cita de un largo pasaje de Pisarev sobre la dis-tancia entre sueños y realidad44. La verdad, a pesar desu meticulosa atención al detalle de la utopía de Morris,Meier también señala que éste no pretendía estableceruna maqueta para la sociedad futura:

Todos sus escritos muestran que está desarrollando una hi-pótesis que le parece particularmente lógica y placentera;pero más de una vez, resiste la tentación de convertirla endoctrina. Deja deliberadamente en la oscuridad las respues-tas a varios problemas y no le asusta si la imprecisión eincluso la incoherencia se cuelan de vez en cuando. Tienebuen cuidado de no elaborar un plan detallado de una so-ciedad futura y procura sobre todo sugerir una escala devalores utópica45.

En el párrafo final, Meier sostiene que lo que le da aNews from Nowhere una importancia duradera es su hu-manismo en tanto “tejido de posibilidades” y la función

de la utopía en general es “apoyar una escala de valo-res”46. Estas afirmaciones apuntan a una interpretaciónmucho menos literal de la que Meier en realidad ofrecey es justamente aquel tipo de lectura la que Thompsonprefiere, siguiendo a Miguel Abensour y John Goode—una lectura fundada en su carácter de sueño.

SOÑAR EL FUTURO

En la primera parte de su Principio esperanza, Bloch sos-tiene que los sueños representan una expresión de con-ciencia anticipadora, cuya función utópica última estransformar la realidad y alcanzar una existencia sinalienación. La discusión de Goode sobre la importanciade la forma del sueño en los escritos de Morris (en par-ticular A Dream of John Ball, pero también News from

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Tehuantepec, Oaxaca, 1960.

43 Ibid., p. 164.44 Ibid., pp. xi, xii, xiii, xiv [La expresión “otra vez” se explica porqueen el capítulo 2 de The Concept of Utopia, Ruth Levitas cita un pasa-je del ¿Qué hacer? de Lenin, en el cual éste cita larga y aprobatoria-mente dicho texto de Pisarev. Aclaración del coordinador del núme-ro, Julio Boltvinik.] 45 Ibid., p. 76. 46 Ibid., p. 578.

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Nowhere) contiene un argumento parecido. La funciónde la forma del sueño no es postular una meta ni elabo-rar una fantasía compensatoria, sino subrayar el papelde la visión y la voluntad en el proceso de transforma-ción social.

Morris… inventa nuevos mundos o rememora versionesoníricas de viejos mundos, no con el fin de escapar de lasexigencias de un presente desolador sino para insistir en unaestructura completa de valores y perspectivas que debe sur-gir en la mente consciente para establecer la verdad más pro-funda de este presente y dar al hombre el conocimiento desu propia participación en el proceso histórico que disuel-ve dicho presente47.

Por supuesto, Goode se refiere aquí al uso del sueñocomo recurso literario, mientras Bloch habla de los sue-ños, nocturnos o diurnos, de miríadas de individuos. Pe-ro las razones están conectadas. Morris, en el párrafo ini-cial de A Dream of John Ball, escribía: “…todo eso lo vimás claro en los sueños nocturnos de lo que puedo obli-garme a verlo en los sueños diurnos”48. Goode comenta:

“Obligarme” sugiere que soñar, una actividad alienada,está sin embargo abierta a la disciplina, y “más claro” im-plica que el alivio que se busca no deja de tener obligacio-nes con la verdad. Al sueño se le otorga un papel intelec-tual positivo. Más importante, sin embargo, es que la frasehace una importante distinción entre el sueño nocturnoinvoluntario y el “sueño diurno” deliberado: los sueñosno sólo tienen responsabilidades específicas, sino que éstasse cumplen mejor con la correcta evaluación de la invasióninvoluntaria de la conciencia que con el esfuerzo cons-ciente por traer a la mente estos valores. La posibilidad másplena de la visión sólo está al alcance del sueño que estámás allá de la voluntad individual49.

Bloch también distingue entre ensoñación diurna ysueño nocturno y sostiene que los nocturnos se nutrendel pasado y son un espacio en el que “circulan deseosmuy tempranos”; los sueños diurnos se pueden orientar

y por eso contienen más anticipación, menos compensa-ción50. El juicio es el opuesto al de Goode pero los dos dis-tinguen entre soñar dormido y soñar despierto a partirdel elemento de intencionalidad presente en el soñar des-pierto. La interpretación de Goode puede requerir ma-tices. Los sueños a los que se refería Morris eran los quecontenían fuertes imágenes visuales (en especial, arqui-tectónicas) —imágenes que bien podían derivar de suinfancia. Y mientras Morris usa el sueño nocturno co-mo un aspecto de la forma y del contenido de sus nove-las, lo que realmente interviene en su composición esprecisamente el proceso constructivo de la ensoñacióndiurna a la que se refiere Bloch —y a la que prefiere, jus-tamente por su sumisión a la disciplina y su potencial deresponsabilidad por la verdad.

La función, igual que para Bloch, no es la compensaciónsino la anticipación y la transformación. El argumentomás importante de Goode es que la visión propuesta enel sueño no es una meta literal sino el vehículo para co-municar los valores sobre los cuales una sociedad socialis-ta se fundaría. El mérito de News from Nowhere radicaprecisamente en el hecho de que no se propone “vol-verse objetiva al crear un sistema social o un conjunto deinstituciones” y que así escapa al riesgo de volverse “arbi-traria y deshumanizada” como el Looking Backward deBellamy: “Lo que se propone retratar no es cómo será elfuturo sino cómo un socialista del siglo XIX podría con-cebirlo para dar a entender la razón de su fe en su activi-dad socialista”51. (Para Bloch también la comunicabilidades uno de los rasgos claves que distinguen el sueño diur-no del sueño nocturno.) La utopía, dice Goode, es “la co-lectivización del sueño”, el sueño hecho público52. Alfinal sostiene que News from Nowhere no logra cumplireste papel porque, a pesar de la transición revolucionaria,falta la relación con la actividad política real del tiempoen que Morris escribe. La transición, por lo tanto, no es-tá explicada adecuadamente y “la colectividad del sueñono está puesta en relación con la posible colectividad delpresente”; pero eso es lo que la utopía debería hacer53.

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47 J. Goode, “William Morris and the Dream of Revolution”, en J. Lu-cas (ed.), Literature and Politics in the Nineteenth Century, Methuen,Londres, 1971, pp. 269-270.48 Morris, A Dream of John Ball, p. 3.49 Goode, op. cit., p. 257.

50 Bloch, The Principle of Hope, p. 79.51 Goode, op. cit., pp. 274, 273.52 Ibid., p. 275.53 Ibid., p. 278.

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Una opinión parecida en cuanto al papel de la literaturaaparece en la presentación que hace Gert Ueding de laposición de Bloch:

La literatura como utopía es generalmente una intrusióndel poder de la imaginación en nuevas realidades de expe-riencia […]. Además, su punto de referencia temporal es elfuturo. Sin embargo, no se despega del principio de reali-dad sólo para poner un reino de libertad etéreo y vacío en ellugar del opresivo reino de la necesidad. Más bien, lo haceintencionalmente para poner a prueba las posibilidadeshumanas, para preservar las exigencias humanas de felici-dad y anticipar juguetonamente lo que en la realidad no hasido para nada producido, pero de lo que están llenos lossueños y las imágenes de deseo, religiosas o profanas, delos humanos. Con esta definición, la actividad literaria seconvierte en una forma particular de trabajo onírico54.

Al final, el juicio de Goode sobre News from Nowherees crítico y se hace eco de las reticencias de Williams. La de-bilidad de la transición significa que si bien el libro trans-mite una idea clara de los valores que caracterizarían unasociedad comunista, esas son “no tanto una imagen devalores desarrollados sino una inversión de los valores re-chazados de la vida moderna”55. Al final, el libro es “mu-cho menos una Utopía que una relación de la agonía demantener la cabeza fría” frente a dificultades que pareceninsuperables y aspiraciones que parecen inalcanzables56.

Abensour comparte con Goode el argumento centralde que la importancia de News from Nowhere y de todaslas utopías no radica en la descripción de la organizaciónsocial, o en algunos casos de su vaguedad o ausencia,sino de la exploración de valores emprendida. Rechazala oposición entre ciencia y utopía sostenida por Engels,y una vez más mantiene el argumento de que las críticasformuladas por Marx y Engels al “socialismo utópico”son juicios políticos particulares que no necesariamentese aplican de manera general al modo utópico. Reivindi-ca a Morris como un comunista utópico y rechaza comoejercicios de clausura y de represión teórica los intentos

(como el de Meier) de reducir su pensamiento a unailustración de la verdad marxista. Para Abensour, la pre-gunta real sobre las relaciones entre Morris y el marxis-mo no es saber si los marxistas deben criticar a Morris,sino si deberían criticar al marxismo57.

Abensour además argumenta que desde 1850 la natu-raleza de los textos utópicos pasó de “sistemática” a “heu-rística” —es decir, que de la construcción de maquetasliterarias pasó a proyectos más abiertos y más explorato-rios, centrados en los valores más que en las instituciones.El propósito de News from Nowhere, entonces, es “corpo-rizar, en las formas de la fantasía, valores alternativos es-bozados en un modo de vida alternativo”58 —un propó-sito que no es marxista ni no marxista sino, en cuantoconstrucción imaginaria, a-marxista. No se proponeofrecer un modelo de sociedad, como meta o cualquierotra cosa. El meollo no es si uno está o no de acuerdo conlos arreglos institucionales, sino que el experimento utó-pico subvierte el presente que damos por sentado:

Y en una aventura tal ocurren dos cosas: nuestros valoreshabituales (el “sentido común” de la sociedad burguesa)caen en el desorden. Y entramos al espacio propio y nove-doso de la utopía: la educación del deseo, que no es lo mismoque “una educación moral” orientada hacia un fin estable-cido. Más bien se trata de abrir un camino a la aspiración,de “enseñarle al deseo a desear, a desear mejor, a desearmás y sobre todo a desear de manera distinta”59.

Lo que aquí se reinvidica como la función clave de lautopía es exactamente el aspecto educativo que Blochtambién subraya. La educación del deseo es parte delproceso de permitir que los elementos abstractos de lautopía sean reemplazados poco a poco por otros concre-tos, permitiendo que la anticipación domine a la com-pensación. La utopía no expresa el deseo pero habilita ala gente para trabajar hacia una comprensión de lo que esnecesario para la realización humana, hacia una amplia-ción, una profundización y aumento de aspiraciones en

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54 Citado en la introducción de Jack Zipe a Bloch, The Utopian Func-tion of Art and Litterature, p. xxxiii.55 Goode, op. cit., p. 277.56 Ibid., p. 278.

57 La reseña de la obra de Abensour presentada aquí está tomada dela exposición de Thompson. El trabajo de Abensour sobre Morris noestá disponible en inglés.58 Thompson, op. cit., p. 790.59 Ibid., pp. 790, 791.

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términos muy diferentes de los de su vida cotidiana. Así,News from Nowhere, como crítica de la alienación, no nospide simplemente pensar en una sociedad alternativa,sino que nos invita a experimentar lo que significaría es-tar en plena posesión de nuestra humanidad —una ex-periencia, afirma Bloch, que nos proporcionan las obrasde arte en el “momento de plenitud”.

En su Postscriptum de 1976, Thompson se apoya am-pliamente en Abensour y Goode, pero sobre todo en elprimero, para aclarar y desarrollar tanto su interpreta-ción de Morris como la relación general entre marxismoy utopía. El debate rebasó la cuestión de la correcta eva-luación de Morris y se abrió hacia un problema amplioy general:

lo que puede estar involucrado… es todo el problema dela subordinación de las facultades de imaginación utópicaen la tradición marxista tardía: su falta de autoconcienciamoral o siquiera de un vocabulario del deseo, su incapaci-dad para proyectar alguna imagen del futuro o incluso su

tendencia, y en lugar de lo anterior, su tendencia a volvera echar mano del paraíso terrenal de los utilitaristas —lamaximización del crecimiento económico… reivindicar elutopismo de Morris puede permitir al mismo tiempo rei-vindicar el utopismo mismo y liberarlo para que recorrael mundo de nuevo sin vergüenza y sin acusaciones de ma-la fe60.

Bloch manifiesta la misma preocupación:

El marxismo vulgar ya ronda el mundo en la forma de uncomunismo pequeño burgués o, para ponerlo de maneramenos paradójica, ve la meta principal del comunismo entrivialidades como un refrigerador eléctrico en cada casa oel arte para todos. Es exactamente contra tal filistinismo ro-jo que el nuevo excedente, sin ninguna ideología, establece yalimenta su esencia utópica, su inquietud primordial61.

La conclusión de Thompson es que el marxismo y lautopía son complementarios y se necesitan mutuamente.La naturaleza precisa de la relación es sutilmente distin-ta de la que Bloch postula. Thompson quisiera reconocera Morris como un utopista y como un marxista, sin “guión,ni contradicción… entre los dos términos”62. MientrasBloch sostiene que la utopía es una categoría marxistaexistente, aunque desatendida, Thompson afirma que“Morris puede ser asimilado al marxismo sólo en el pro-ceso de un reordenamiento del marxismo mismo” —unreordenamiento, claro, que lo aleje del economicismo63.Por supuesto, este reordenamiento del marxismo es pre-cisamente lo que la tesis de Bloch exige. Pero para Thomp-son sería imposible una total asimilación incluso a unmarxismo reordenado porque los “principios operativos”de la utopía y del marxismo son diferentes. La utopía esel reino del deseo, el marxismo el del conocimiento y“no es válido asimilar el deseo al conocimiento”64. La uto-pía y el marxismo deben vincularse de manera dialécti-ca. Esto, por supuesto, es exactamente lo que dice Blochrespecto a la corriente caliente y la corriente fría del mar-

3 Escuela Normal Superior, ciudad de México, 1960.

60 Ibid., p. 792.61 Bloch, The Utopian Function of Art and Litterature, p. 41.62 Thompson, op. cit., 791.63 Ibid., p. 806.64 Ibid., p. 807.

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xismo, la corriente de la pasión y la del análisis. La dis-tinción se reitera cuando Thompson escribe sobre la ne-cesidad del marxismo de “dejar de recetar pociones deanálisis para curar los males del deseo”65. Para Bloch, larelación problemática se ubica dentro del marxismo, pa-ra Thompson, entre el marxismo y la utopía; pero es elmismo problema y la misma relación.

FORMA, FUNCIÓN Y CONTENIDO

En todos estos debates sobre la importancia de Morris,e incluso cuando Thompson aborda finalmente la proble-mática general de la relación entre marxismo y utopía, lapalabra utopía se usa de manera vaga y no definida. Loque identifica a Morris como utopista, antes que nada,es que escribió News from Nowhere. Eso vale tanto paralos que aprecian el libro como para los que lo conside-ran como “puro sentimentalismo de borracho” —no to-dos marxistas estos últimos, ya que el epíteto viene delideólogo ultra conservador Roger Scruton66. Hasta ciertopunto, la utopía se identifica, entonces, con una formaparticular. Meier, en efecto, señala que “la utopía es, has-ta cierto punto, un género literario con una forma estable-cida” y por este motivo examina el impacto de esta formaen Morris67. Pero en general, se usa más bien la palabra demanera más amplia, en referencia a las imágenes de unasociedad futura que se encuentran a lo largo de los escri-tos socialistas de Morris. Thompson, a su vez, parece con-siderar la utopía como la construcción de imágenes delfuturo, pero también, más profundamente, como la pro-yeción del deseo —ahí no hay sólo referencia a la forma,sino a una fuente ontológica.

El argumento más claro, sin embargo, se refiere a lafunción de la utopía, que no sólo es la expresión sino tam-bién la educación del deseo. La utopía conlleva no sólo

la descripción novelesca del retrato de una sociedad me-jor, sino la postulación de una escala de valores radical-mente distinta; estos valores son expresados de maneraindirecta, a través de sus implicaciones en un modo devida global, de tal manera que la utopía opere en el nivelde la experiencia y no sólo el de la cognición, alentandola sensación de que las cosas no necesariamente tienenque ser como son, que pueden ser de otro modo. La uto-pía contradice el sentido común burgués y permite un“salto fuera del reino de la necesidad hacia un reino delibertad imaginado en el cual el deseo puede realmenteindicar elecciones o imponerse como necesidad”68. Enestas discusiones, sin embargo, la función primordial dela utopía queda implícita. Aquí no se postula, como enMannheim, que la utopía es lo que, al transmitirse a laconducta, tiende a hacer añicos el orden de cosas preva-leciente. Sin embargo, no tendría ningún sentido la edu-cación del deseo como fin en sí mismo, y si la función dela utopía es la educación del deseo, la función de la edu-cación del deseo es la realización de la utopía. Como enBloch, la utopía tiene simultáneamente funciones expre-sivas, educativas y transformadoras. La cuestión se vuelveexplícita en un ensayo de Williams, más o menos con-temporáneo del Postscriptum de Thompson y que tam-bién se apoya en Abensour. En él, Williams sostiene quelo que vuelve algo utópico no es sólo su calidad de otre-dad si no el elemento de transformación, que requierecontinuidad y conectividad con el presente. Y la transfor-mación en la utopía propiamente dicha, en tanto opues-ta a la ciencia ficción, es una transformación deliberada,no una que surja de un cambio tecnológico o de la alte-ración de circunstancias externas69.

Pero también la preocupación por el cambio, caracte-rística de los análisis marxistas, presenta el mismo pro-blema. Algunos sueños pueden ayudar los procesos delucha, otros pueden inhibirlos. Por eso Williams, comoMannheim70, sostiene que las imágenes del paraíso y los

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65 Loc. cit.66 Roger Scruton, “Socialist Enemies of the Earth”, The Times, 27 demarzo de 1984. Scruton dedicaba su columna a la espléndida exposi-ción, que se presentaba entonces en el Institute of Contemporary Arts,sobre la importancia actual de Morris —una exposición que Scrutondescribe como un “revoltijo”.67 Meier, op.cit., p. 56.

68 Thompson, op. cit., pp. 798-799.69 Williams, “Utopia and Science Fiction”, en Problems in Materia-lism and Culture, Verso, Londres, 1980.70 En el capítulo 3 de The Concept of Utopia, Ruth Levitas analiza,además de las posturas sobre la utopía de Georges Sorel, como ya se

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cuentos de las Islas de los Benditos no son utópicos, co-mo tampoco la mayor parte de la ciencia ficción, mien-tras Cockaygne, tan importante a los ojos de Morton, loes sólo en forma latente. Lo que le parece valioso a Wi-lliams en la utopía de Morris (y en La alternativa en Eu-ropa Oriental de Rudolf Bahro71) es el reconocimiento dellargo proceso de desarrollo de nuevas necesidades, con-diciones y relaciones sociales. Sin embargo, Williams nodefine exactamente la utopía en términos de función, yaque no todas las utopías son transformadoras, aun si lasmejores lo son. Existen tanto utopías sistemáticas comoheurísticas (siendo News from Nowhere un ejemplo delas segundas). Ambas tienen sus fuerzas y debilidades, y ladebilidad potencial de la utopía heurística es que “puedeadaptarse a un ‘deseo’ aislado y sentimental, una formade vivir con alienación”72. La utopía puede tener una ver-dadera función transformadora y emancipatoria, perotambién puede ser sólo compensatoria: pensamiento queexpresa deseo pero no voluntad. Del mismo modo, justocomo Bloch no concede igual valor a la utopía concretay a la abstracta, Thompson declara firmemente que notoda especulación utópica es útil:

Reivindicar el utopismo… no significa, por supuesto, quecualquier […] obra utópica sea tan buena como cualquierotra. La “educación del deseo” no escapa a la crítica delsentido y del sentimiento, si bien requiere de procedimien-tos críticos más cercanos a los de la literatura creativa que alos de la teoría política. Hay maneras disciplinadas e indis-ciplinadas de “soñar”, pero se trata de la disciplina de la ima-ginación, no de la de la ciencia.

Esta necesidad de distinguir entre función compen-satoria y función transformadora de la utopía lleva auna posición ambivalente y a veces francamente contra-dictoria. Por ejemplo, después de afirmar que el impul-so transformador es característico de la utopía, Williams

también proclamó que Bahro no era un utopista porqueexaminó a fondo “los procesos de transformación de lascondiciones y necesidades”73. Perry Anderson coincideen la apreciación positiva de Bahro, pero no en la afirma-ción de que no es un utopista.

Se puede describir el pensamiento de Bahro, sin menospre-cio, como utópico. En general, la capacidad histórica de pro-yectar un futuro que rebase cualitativamente los confinesdel presente ha implicado casi siempre pasar por encima delos límites de lo realizable, transformar las condiciones de loconcebible —una condición, a su vez, de otras y ulterioresliberaciones… En este sentido, todo pensamiento socialistacreativo tiende a poseer una orientación utópica74.

La distinción entre las funciones “positiva” y “negati-va” de la utopía suele remitir a cuestiones de contenido.El término utopía se usa en su sentido peyorativo paraimágenes del futuro que, sea por su contenido o por suincapacidad de explicar la posibilidad de la transición, ca-recen de poder de transformación.

Los marxistas, al formular estos juicios, todavía tien-den a tratar los futuros proyectados como si fueran ma-quetas antes que exploraciones de valores y a juzgarlosen consecuencia, y también suelen desdeñar el aspectode experiencia de la educación del deseo. En consecuen-cia, si bien hubo algún acercamiento entre marxismo yutopía a raíz del redescubrimiento de Morris, persiste eltemor de que las proyecciones utópicas puedan distraery desorientar, más que alentar la actividad política. El mis-mo Morris tenía una aguda conciencia de este problema.Por un lado sostenía, como hemos visto, que para orien-tar las demandas populares era necesario mantener pre-sente la visión de una sociedad socialista. Por otro lado,entendía que esta misma visión podía extraviar las aspi-raciones y la lucha política o desligarlas del todo de lalucha y “quedar varada en la árida costa del utopismo”.Tenía claro que News from Nowhere no podía ser un planpara el futuro, pues era imposible alcanzar suficiente

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apuntó, las de Karl Mannheim, al que califica como el teórico másconocido de la utopía. Su obra principal sobre este tema es Ideologíay Utopía, Fondo de Cultura Económica, México, 1941. También hayuna edición de Aguilar, Madrid, 1966. [Nota del coordinador delnúmero, Julio Boltvinik.] 71 Verso, Londres, 1978.72 Ibid., p. 203.

73 Williams, “Beyond Actually Existing Socialism”, en Problems inMaterialism and Culture, p. 261.74 Anderson, op. cit., p. 175.75 Morris y Bax, op. cit., p. 279.

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distancia imaginativa del presente: “Es imposible cons-truir un esquema para la sociedad del futuro pues nadiepuede de verdad sustraerse mentalmente de su propiotiempo”. Por esta razón, “su palacio del porvenir sólopuede ser construido con las aspiraciones que su entor-no actual le impone, y desde sus sueños de la vida preté-rita que a su vez son, inevitablemente, imaginacionesmás o menos insustanciales”76. Cualquier utopía, la suyaincluida, arrastraba el peligro de ser tomada literalmente—peligro tanto para quienes procuraran alcanzarla co-mo para quienes la rechazaran como meta. Morris em-prendió la crítica de Looking Backward no sólo porque ledesagradaba su contenido sino porque se presentaba co-mo la naturaleza y meta verdaderas del socialismo. Loexplica como observación general:

…libros como éste representan cierto peligro: un peligrode dos partes; pues habrá temperamentos para los cuales larespuesta que dan a la pregunta, ‘¿Cómo viviremos enton-ces?’ será agradable y satisfactoria, otros para quienes serádesagradable e insatisfactoria. El riesgo para los primeroses que la acepten con todos sus inevitables errores y fala-cias (que no pueden sino abundar en tales libros), comoconclusiones definitivas y reglas de acción, lo cual torcerásus esfuerzas hacia caminos fútiles. El riesgo para los segun-dos… es que al aceptar también como hechos sus espe-culaciones puedan concluir: ‘Si eso es el socialismo, no ayu-daremos a su advenimiento, pues no nos ofrece ningunaesperanza’77.

La ambivalencia entre la necesidad de una visión queinspire y movilice, no sólo para articular el deseo sinopara expresar y crear esperanza, y el riesgo de que tal vi-sión pudiera desorientar y deshabilitar, al expresar el de-seo de cambio sin la voluntad y el poder de realizarlo, esel meollo de la reacción marxista a la utopía. La utopíaes especulación sobre el futuro socialista, sea en la formaliteraria o en cualquier otra. Su función, en el mejor delos casos, es apoyar la transición hacia este futuro; en elpeor, impedirla involuntariamente. De ahí la necesidadde distinguir entre buenas y malas utopías, de sujetar el

deseo a la disciplina (Thompson), o de separar la utopíaabstracta de la concreta (Bloch). Con las obras tanto deBloch como de Thompson, el tradicional rechazo mar-xista a la utopía se debilita. En ambos casos se sostiene quesoñar es una actividad necesaria para trascender nuestrotriste presente y que estos sueños tienen tanto una fun-ción educativa como transformadora; que el objetivo dela transformación es superar la alienación; que el artepuede prefigurar dicha experiencia (Bloch) y será funda-mental para su realización (Morris); y que estas preten-siones, si no estuvieran ya contenidas en el marxismo, sonal menos compatibles con él y su complemento indis-pensable.

MARXISMO, ROMANTICISMO Y UTOPÍA

La rehabilitación de la utopía arriba bosquejada derivade la suposición de que la educación del deseo y el con-siguiente desarrollo de un sentido común alternativo sonindispensables para la transformación social y en efectopartes integrantes de ella. Si bien la influencia de Gramscien el marxismo contemporáneo implica que esta posi-ción encuentra mucha simpatía, también es cierto, porsupuesto, que tiene sus críticos. Los marxistas de convic-ción economicista tienden a considerar todo el debatesobre el marxismo y la utopía como bobadas idealistasy a preferir las aguas vigorizantes de la corriente fría.Y hayalgunos problemas reales que Perry Anderson señala(aunque quizás los exagera) en Arguments Within EnglishMarxism [Debates en el marxismo inglés]. Anderson con-cuerda en que “el utopismo de Morris representa unahazaña de imaginación moral sin equivalente en la obrade Marx, ignorada sin motivo por Engels y abandonadasin secuelas ni eco en la mayor parte del marxismo muyposterior”78; pero es crítico del balance que Thompsonhace de ello, de la distinción entre deseo y saber y de lanoción de educación del deseo.

Anderson ofrece una explicación histórica del utopis-mo de Morris y de su escasa recepción por los marxistas.

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76 Ibid., pp. 17-18.77 Morris, “Looking Backward”, p. 248.

78 Perry Anderson, Arguments within English Marxism, Verso, Lon-dres, 1980, p. 160.

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En primer lugar, la obra de Morris no sólo representa laarticulación entre romanticismo y marxismo, sino quees el producto de ciertos rasgos particulares de la vida deMorris —en concreto, riqueza asegurada, habilidadesmuy diversas y trabajo creativo— de modo que Newsfrom Nowhere representa una “transvaluación colectivade la situación vital personal de Morris”79. Sin embargo,esa trasposición opera invirtiendo el presente, al elevar eltrabajo manual por encima del intelectual, marginalizarla vida intelectual y, sobre todo, proyectar el futuro de unmodo que implica “una represión sistemática de la his-toria del capitalismo”80. Anderson, como Meier, lee Newsfrom Nowhere literalmente, mide el libro con la vara delmarxismo y encuentra que le queda corto. Las razonesde la falta de influencia de Morris no radican en las limi-taciones del marxismo sino en el contenido, la forma y laoportunidad de su obra. En particular, después de 1917,“la construcción de una sociedad comunista ya no eraasunto de teoría especulativa sino de práctica experimen-tal” y “el profundo sentimiento que echa de menos un or-den humano distinto que había encontrado expresión enlas utopías del siglo XIX estaba ahora atado a la sociedad—muchas veces apenas menos imaginaria— de la UniónSoviética”81. (Aquí, Anderson se hace eco de Mortonpero admite las ilusiones involucradas en esta identifica-ción.) No sólo se mantuvo esta situación hasta la décadade 1950 sino que, además, la obra de Morris, al oponerseal énfasis predominante en la tecnología y el crecimientoeconómico, se volvió efectivamente irrelevante. Así quefue el contexto histórico el que llevó al olvido de Morrisy no una incapacidad del marxismo para enfrentar elutopismo per se. Anderson, de forma no muy convin-cente, intenta sostener que el marxismo no ha sido pro-fundamente opuesto al utopismo en general y cita losejemplos de Marcuse y Adorno (pero no de Bloch) yespecialmente de Bahro, cuyo trabajo describe como “unafiguración socialista del futuro más allá de la antítesis en-tre romanticismo y utilitarismo”82.

Se puede sostener que las circunstancias históricas des-critas por Anderson son precisamente las que llevaron aldesarrollo de un tipo de marxismo que era particular-mente insensible a cuestiones fundamentales en cuantoa las bases sociales de la plena realización individual. Sinembargo, Thompson afirma que existe entre los princi-pios operativos del utopismo y del marxismo, una dife-rencia fundamental, tan fundamental que permanecendistintos a pesar de posibles “reordenamientos” del mar-xismo, y eso da más peso a la afirmación de Anderson deque se trata de un argumento ontológico más que histó-rico. Es verdad que tanto Thompson como Bloch consi-deran que el utopismo surge de un elemento ontológicodado, si bien uno que se expresa en formas socialmentecondicionadas. Aunque las manifestaciones de la espe-ranza y del deseo varían y están determinadas histórica-mente, sus raíces abrevan en las características esencialesde la naturaleza humana. Este argumento no es necesaria-mente ilegítimo, incluso desde un punto de vista marxis-ta; hasta Marx trabajaba con un modelo de la naturalezahumana que suponía como dados algunos aspectos. Laconsecuencia, sin embargo, es que la fuerza básica quegenera la utopía no está abierta a la explicación histórica,a pesar de que la forma y el contenido de la utopía indu-dablemente sí lo están.

Anderson, por consiguiente, critica a Thompson porpostular una oposición fundamental entre deseo y co-nocimiento como un aspecto necesario y ahistórico de lacultura humana; del mismo modo, dice que Thompson,en La pobreza de la teoría, vincula valores y sentimien-tos en oposición a ideas. Lo que Anderson objeta conmás fuerza es la categoría de deseo, y él rechaza la frase“enseñar al deseo a desear, a desear más pero sobre todoa desear de manera distinta”como un “irracionalismo pa-risino” (aunque, como ya lo vimos, no es para nada ex-clusivo de París)83.

Detrás de este epíteto xenófobo hay objeciones quemerecen un examen serio, pues si la frase puede no serirracional, es claramente no racional; todo el problemaes que las categorías “racionales” de conocimiento y aná-

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79 Ibid., p. 167.80 Ibid.,p. 168.81 Ibid., p.171.82 Ibid., p. 174. 83 Ibid., p. 161.

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lisis no pueden contener la experiencia humana y quetambién hay que tomar en cuenta sus aspectos no racio-nales. Pero distinguir entre no racional e irracional pue-de ser difícil. El deseo no conduce necesariamente en unadirección utópica, como lo ha señalado el lobby antiu-topista con más insistencia que agudeza. El énfasis en laexperiencia y el sentir, común al momento de plenitud deBloch, al éxtasis milenarista de Mannheim, a la educacióndel deseo de Abensour y a la posesión heroica del yo deSorel, en efecto entraña peligros reales; en el caso de So-rel, la afinidad con el fascismo era una realidad. Pero tan-to Thompson como Ernst Bloch reconocen claramenteel problema: es la razón por la cual la utopía no sólo esasunto de expresión y búsqueda del deseo, sino que en-traña su educación; la insistencia en la importancia de la

experiencia y el sentimiento, que recorre tanto la obrade Thompson como la de Williams, presenta tal impor-tancia no tanto como una meta a alcanzar sino más biencomo datos que deben entenderse y someterse a la disci-plina de la razón. Como dijo el Profeta, la pasión debe serdirigida por la razón84. En efecto, si bien uno puede con-cebir la posibilidad de una relación dialéctica entre loracional y lo no racional, es difícil (a pesar de Hegel)imaginar una relación de este tipo entre lo racional y loirracional.

Más interesante, Anderson sostiene que la polariza-ción entre el pensamiento y el sentimiento también está

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Sierra Chichinahuatzin, Estado de México, ca. 1964.

84 K. Gibran, The Prophet, Heinemann, Londres, 1964, p. 60.

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históricamente determinada: la distinción entre los prin-cipios operativos del deseo y el conocimiento reitera, así,la antítesis entre romanticismo y utilitarismo que él veencarnada en News from Nowhere y que se refleja indu-dablemente en el contraste entre News from Nowhere yLooking Backward. Para Anderson, el avance real sería lasuperación de este conflicto —que entonces le parecía verrealizada en el libro de Bahro, La alternativa en EuropaOriental, un juicio difícil de mantener a la luz de la tra-yectoria intelectual ulterior de Bahro. Por mucho queAnderson critique a Thompson, comparte esencialmen-te la idea de que una síntesis es necesaria y —ya que laoposición es históricamente contingente más que onto-lógicamente dada— posible.

Tanto los elementos retrógrados de la utopía de Mo-rris, como el centrarse en la experiencia es lo que exponeno sólo a Morris, sino a Thompson, Abensour, Goode yBloch a la acusación de romanticismo. Pero ¿por qué“acusación”? El anticapitalismo romántico fue una fuen-te esencial no sólo del compromiso revolucionario de

Morris sino del de Marx, y el concepto de alienaciónpermite enlazar el análisis de las estructuras económicascon la experiencia humana. Sería muy difícil sostener quela alienación no es un concepto marxista, aunque pudieradejar de serlo cuando se lo interpreta de maneras que cor-tan este vínculo. Por eso Michael Löwy sostiene que:

La propia postura de Marx no es romántica ni utilitarista,sino el Aufhebung dialéctico de ambas en una nueva welt-anschauung crítica y revolucionaria. Ni apologético de lacivilización burguesa, ni ciego a sus logros, Marx tiendehacia una forma superior de organización social, que inte-graría a la vez los avances técnicos de la sociedad moder-na y algunas de las cualidades humanas de las sociedadesprecapitalistas —al tiempo que abriría un terreno nuevo ysin límites al desarrollo y al enriquecimiento de la vida hu-mana. Una nueva concepción del trabajo como actividadlibre, no alienada, creativa —como opuesto del tedioso, es-trecho y duro trabajo industrial mecánico— es un rasgocentral de su utopía socialista85.

Parece que en la medida en que hay una relación pro-blemática entre marxismo y utopía, ello no depende dela pregunta de si deberíamos o no tratar de pensar el fu-turo. Aunque muchas veces surja en esta forma, eso pro-viene de un malentendido que es relativamente fácil deresolver. El problema real es cómo deberíamos pensar elfuturo y, en particular, cómo habría que pensar sobre lossentimientos y la experiencia. El problema del ‘marxismoversus la utopía’ se manifiesta como un problema del uti-litarismo versus el romanticismo, del conocimiento ver-sus el deseo, del pensamiento versus los sentimientos. Enla forma de utilitarismo versus romanticismo, Löwy y An-derson sostienen que Marx superó esta antítesis; Thomp-son sostiene que lo hizo Morris; y Anderson que lo hizoBahro. En la forma de conocimiento versus deseo y delas corrientes fría y caliente, Thompson y Bloch propo-nen una relación dialéctica entre ambos, sin alcanzar unasíntesis que supere la diferencia y la tensión que los opo-nen. Si algunos escritores consiguen sintetizarlos, el resul-tado es una síntesis frágil, en peligro constante de desin-tegrarse en sus partes componentes.

3Sierra Chichinahuatzin, Estado de México, ca. 1964.

85 M. Löwy, “The Romantic and the Marxist Critique of Modern Ci-vilization”, Theory and Society, núm. 16, p. 900.

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