La Democracia Tutelada

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    Incidenza dellAntico 10, 2012, 79-107

    LA DEMOCRACIA TUTELADAEl papel de la oligarqua y del poder personal

    en la Atenas del siglo IV a.C.*

    Se considera en este artculo que, tras la Guerra del Peloponeso, el usodel trmino demokratiasirve para referirse al sistema poltico vigente endiferentes ciudades, pero que, incluso en la misma Atenas, los contenidoscambian en relacin con la democracia ateniense del siglo V. Como ocurreen el tiempo presente, demokratia se ha convertido en un concepto exclu-sivamente poltico, que ha olvidado la proyeccin social presente en lasreformas de Clstenes y armada desde las de Ealtes, sustentada en lastransformaciones derivadas de la victoria en las Guerras Mdicas y del

    papel desempeado en ella por la ota y los thetes.En general, los pobresjusticaban sus derechos en la participacin en la ota y en el Imperio1.As como hoy se siguen considerando democracias las de los pases en quedesaparecen los efectos sociales de la misma con tal de que conserven elsistema parlamentario, as en la Antigedad helnica se sigui aplicando eltrmino a las ciudades que conservaban Asambleas o Consejos representati-vos aunque se sepa que sus poderes estn muy restringidos o que de hecho se

    *Este artculo se ha elaborado en el marco del Proyecto de Investigacin HAR2010-15756,del Ministerio de Ciencia e Innovacin.

    1Hunt 2010, 57.

    Domingo Plcido

    Universidad Complutense de Madrid

    [email protected]

    Csar Fornis

    Universidad de Sevilla

    [email protected]

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    hallan en manos del poder desptico y que, por supuesto, han desaparecidolas prcticas redistributivas que existieron en la democracia ateniense solo

    en el momento culminante de su potencia imperialista.La ruptura est representada por la Guerra del Peloponeso, en la que la

    derrota ateniense imposibilit la recuperacin del sistema en toda su plenitud,es decir, el que contaba con la participacin efectiva de la clase subhopltica

    para garantizar as su libertad en el terreno de las relaciones sociales2. Sehizo imposible entonces para los atenienses conservar la democracia si no seconservaba al mismo tiempo el Imperio, pero los intentos de recuperar ste

    provocaban la guerra como consecuencia del temor de los dems griegosa verse obligados a someterse a los atenienses3, situacin agravada por la

    creciente competencia en las aspiraciones a la hegemona. Por eso algunosperciben la poltica exterior ateniense del siglo IV marcada por el fantasmadel Imperio perdido, un espectro que peridicamente hace su aparicin y seva apoderando de quien, o quienes, lo convocan the necromancers whogained the trust and the votes of the Demos y, por extensin, de la ciudadanamisma , con su exigencia de sangre, es decir, de un esfuerzo ms all delas posibilidades reales del pueblo ateniense y por ello siempre abocado aldesastre, hasta que el fantasma ha succionado por n toda la sangre y llevaal cuerpo (cvico) a un colapso nal que llegara con la derrota en la Guerra

    Lamaca4. Conviene, no obstante, matizar que las aspiraciones del demosalImperio no responden nicamente a las convocatorias de los necromancers,sino a sus necesidades derivadas de los peligros de caer en la dependencia.

    El demospretende conservar la democracia, recuperarla, pero todos losintentos de reinstauracin van teidos de limitaciones y son fuente de proble-mas5. Sobre todo porque con ello nace la discordia interna, pues es precisovolver a recuperar el Imperio, pero ya no es posible recuperarlo en las mismascondiciones, dado que la guerra que va unida al intento trae consigo gastos queimponen la eisphora, o carga scal sobre los ricos de la ciudad, que inmedia-

    tamente buscan el retorno de la paz. Liberarse de la eisphoray de las liturgias

    2D. Plcido, La sociedad ateniense. La evolucin social en Atenas durante la guerra delPeloponeso, Barcelona 1997.

    3D. Plcido, Las posibilidades de la paz en la ciudad democrtica, en Chare. II reunin dehistoriadores del mundo griego antiguo. Homenaje al Profesor Fernando Gasc, Sevilla 1997,133-137.

    4E. Badian, The Ghost of Empire. Reections on Athenian Foreign Policy in the FourthCentury B.C., enDie athenische Demokratie im 4. Jahrhundert v. Chr., hrsg. v. W. Eder, Stuttgart1995, 79-106.

    5Vase ahora Fornis, Plcido 2008; D. Plcido, C. Fornis, De la guerra del Peloponeso a lapaz del Rey (II): los elementos de la ciudadana ateniense,Emerita78, 2010, 53-65; C. Fornis,D. Plcido, De la guerra del Peloponeso a la paz del Rey (III): los factores econmicos pblicosy privados en Atenas, Gerin27, 2009, 147-160.

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    permita a los ricos ejercer el evergetismo, instrumento ecaz para tutelar lademocracia6. stos ya no estn de acuerdo en colaborar al mantenimiento del

    Imperio como en el siglo V, pues ven en l ms inconvenientes que ventajas,ms gastos que benecios. Jenofonte (Ingresos1,1) reconoce que la pobrezade las masas lleva a ser ms injustos con respecto a las ciudades7, por lo que se

    plantea como programa la posibilidad de resolver la problemas sin injusticia,es decir, sin imperio.Ms de una vez, en la comedia, en la oratoria, en lasHelnicasde Oxirrinco(IX 2-3), se expresa el hecho de que solo los pobresdesean la guerra. Diodoro (XVIII 10,1) explica las relaciones con el misthoscuando trata la misma cuestin a propsito de la Guerra Lamaca8. No soloson los demagogos, sino todos los habituados a obtener sus modos de vida

    de la mistofora.Durante gran parte del siglo IV vivirn los atenienses en esa angustia, entre

    guerra, imperio, concordia, democracia, delimitaciones precisas de la demo-cracia, campo sin duda de enriquecimiento para algunos, pero tambin fuentede ruina para otros, que se convierten fcilmente en carne de mercenariado,

    preocupaciones que son fuente de muchas de las reexiones de Iscrates9. Eldiscurso Sobre la paz con los lacedemoniosde Andcides (III), del ao 391,revela esta postura, cuando (1) expone desde el principio que los rtores con-sideran que con ella correra peligro el demosde que se destruya lapoliteia

    correspondiente. El autor tiene que tratar de contrarrestar (10) la opinin delos que deenden que la paz ltima haba provocado la tirana y la muertede muchos atenienses10. Piensa que hay que establecer las diferencias entrela paz y los tratados resultantes de la victoria espartana (11-12) y que la pazes salvacin y poder para el demos, pero no menciona el misthosque hace al

    pueblo verdaderamente independiente. Por ello, no justica la guerra que buscagarantizarlo, por lo que los pobres se inclinan hacia ella. Cree que lapolisesya libre (14), pero no explica qu hace verdaderamente libre a la poblacinde los thetes. Tambin obvia, por inters, el espinoso asunto de los griegos

    minorasiticos, abandonados al persa, pero en 15 s ataca a los partidarios delimperialismo ms descarnado de querer recobrar el Quersoneso tracio, lascolonias, las posesiones y los intereses atenienses en el exterior. De hechotrata en todo momento de combatir la idea de que la guerra acrecienta el

    6Plcido, Fornis 2011.7Hunt 2010,41.8Ibidem, 42.9A. Fuks, Social Conict in Ancient Greece, Leiden 1984, 52-79.10C. Bearzot, Da Andocide ad Eschine: motivi ed ambiguit del pacismo ateniese del IV

    secolo a.C., enLa pace nel mondo antico, a cura di M. Sordi, Milano 1985, 113-122, inscribe susargumentaciones en un programa pacista que, aun no siendo sistemtico ni exacerbado, sino ms

    bien rodeado de una cierta ambigedad, recorre el siglo IV a travs de la ideologa de Andcides,Iscrates, Esquines y en parte de Jenofonte.

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    imperio, pues los muros no dan de comer ( ) (36), mas contra las expectativas de resurgimiento imperial

    no puede ofrecer sino advertencias y amenazas11, por ejemplo al recordarque los lacedemonios son nicos entre todos en el arte de imponerse porla fuerza de las armas (18). Finalmente el demosno se deja convencer porlos argumentos de Andcides y le procesa por mala conducta durante laembajada (), envindole al exilio junto a sus colegas Cratinode Esfeto, Eublides de Eleusis y Epcrates de Cesia (Demstenes, Sobre laembajada fraudulenta[XIX] 277-280; Filcoro,FGrHist328 F 149a). As

    pues, el oligarca Andcides se presenta como demcrata, pero en su concepcinde la democracia se revelan las transformaciones que se fraguan desde este

    momento para que pueda conservarse la democracia formal.En los versos 197 y 198 de La Asamblea de las mujeres (

    , ),representada en 391, en medio de infructuosas negociaciones de paz durantela Guerra de Corinto, Aristfanes contrapone el deseo de los ms pobres

    por botar las naves, pues con ello obtienen trabajo y salario como remeros,al de los ms ricos, en particular los grandes propietarios, que se oponen ahacerlo tanto por los costes derivados de la y de las que deban asumir en el curso del conicto como por el peligro de ver sus

    campos y cosechas arrasados por el enemigo. Tambin enPluto, 172, pues-ta en escena tres aos ms tarde, Riqueza llena las naves de remeros. Porsu parte, Lisias (Contra Ergocles[XXVIII] 3), librado por la misma poca,asegura que los ciudadanos se sienten oprimidos por las contribuciones yque sus haciendas e ingresos se han visto considerablemente mermadoscon respecto a tiempos pasados. Hay dudas sobre cuntas eisphoraifueron

    pasadas durante los diez aos de Guerra de Corinto, ya que las fuentes noson precisas en este sentido12, pero en cualquier caso existe una mayor fre-cuencia que durante la Guerra del Peloponeso, cuando Atenas contaba con

    reservas en el tesoro de la acrpolis y con elphorosanual de los aliados.Ms adelante, tambin Iscrates (Sobre la paz [VIII] 7-8 et passim) yJenofonte (Ingresos3,6-8; 5,11-12) al defender la paz rechazarn las ventajaseconmicas que se consideran derivadas de la guerra13. De modo complemen-

    11El captulo tercero (55-86) de A. Missiou, The Subversive Oratory of Andokides. Politics,Ideology and Decision-Making in Democratic Athens, Cambridge 1992, es importante para el usode la retrica antiimperialista, mientras que en 140-167 explica lo que ella llama la estrategia delmiedo puesta en prctica por Andcides, cargada de argumentos emocionales y no tanto racionales.

    12R. Thomsen, Eisphora.A Study of Direct Taxation in Ancient Athens, Copenhagen 1964, 181,cree que se pasaron seis, mientras P. Brun, Eisphora-Syntaxis-Stratiotika. Recherches sur lesnances militaires dAthnes au IVesicle av. J.-C., Paris 1983, 27, constata como seguras cuatro,en tanto que las otras dos las ve ms hipotticas. Ambos recogen las fuentes.

    13Hunt 2010, 30-32.

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    tario, Aristteles (Poltica V 6, 1306b9-16) aclara las ventajas de la paz enel sistema que denominapoliteia, es decir, en la oligarqua moderada, por el

    hecho de que produce prosperidad.En esos momentos, triunf la postura que interpretaba la patrios poli-

    teiacomo una vuelta a la poca de Soln y Dracn, como hace el mismoAndcides (Sobre los misterios[I] 82-83) que cita el decreto de Tismeno,

    por el que habran de renovar las leyes los nomtetas elegidos por la boule,para gobernarse .En I 84, donde cita el texto del decreto,se habla de otros quinientos nomtetas elegidos por los demos, los demo-tai, encargados de revisar las propuestas (), en cualquier casosupervisados por el Arepago14. Tiempo despus, en elAreopagtico, Is-

    crates personicar lapatrios politeiade los antepasados en un tribunal delArepago que, cual espejo de la Gerousia, haca imperar la virtud y el buenorden, de modo que la Constitucin ancestral se vincula con la igualitaria yhomognea democracia [sic] espartana (60-61). Los argumentos se basabanen evitar la accin de los demagogos, que, segn ellos, eran los responsablesde la derrota de la Guerra del Peloponeso. Como la democracia se habaconvertido en un concepto de obligada aceptacin, Soln, como modelo parala vuelta al pasado, termin representando lapatrios demokratia15. Por ello,Andcides, I 106, la considera alternativa a la tirana y atribuye el protago-

    nismo a 16. As se congura la idea de que la democracia nace conSoln y solo se ve interrumpida por la tirana de Pisstrato, de forma queel criterio para su denicin es exclusivamente poltico y se calica comodemocracia todo sistema no estrictamente personal, aunque los organismosrepresentativos sean muy restrictivos. En esa concepcin se basa el mito deTeseo como fundador de la democracia, porque renunci a la realeza. Estademocracia de los antepasados se identicaba de hecho con la llamadaoligarqua moderada. Como el mos maiorumentre los romanos17, lapatriospoliteiaestaba sometida a cualquier interpretacin segn los intereses de

    cada uno en los diferentes momentos histricos. La cuestin de las leyes ydecretos se menciona en I 8718, donde se dice que ningn decreto sea superiora una ley. El valor de la ley se situara por encima del decreto19.

    14MacDowell 1962, ad locum. Sobre el papel del Arepago en el siglo IV: Valds, Fornis,Plcido 2007.

    15C. Moss, Comment slabore un mythe politique: Solon, pre fondateur de la dmocratieathnienne,Annales (ESC)34, 1979, 425-437.

    16MacDowell 1962,ad locum.17J.L. Conde,La lengua del Imperio. La retrica del imperialismo en Roma y la globalizacin,

    Alcal la Real 2008, 154.18MacDowell 1962,ad locum, menciona otras referencias en Demstenes: XXIII 87 y XXIV 30.19Munn 2000, 270.

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    Desde 403 a 399 funcionarn los legisladores elegidos por la Asamblea,pero cuyas decisiones no necesitan su aprobacin. Se trata del fortalecimien-

    to, dentro de la restauracin democrtica, de las posiciones que desean unaley basada en la arete, pero con el ttulo y la consideracin de ley democr-tica20. La distincin terica del siglo IV aparece con claridad en Aristteles(PolticaIV 4, 1292a32-37).Entre los nomtetas, se encuentra el padre del

    Nicmaco que fue objeto del discurso XXX de Lisias, Contra Nicmaco,que aparece citado en 221. La nueva redaccin de las leyes plante proble-mas, como los que denuncia Lisias en dicho discurso, donde el acusado esconsiderado indigno de la misin encomendada de hacer la nueva redaccinde las leyes, en las que era fcil introducir revisiones antidemocrticas. Ahora

    bien, cuando Andcides comenta la ley a continuacin, en la referencia aque solo tendrn valor las leyes emitidas en la ciudad democrtica, que serefera a que se anularan las leyes de los tiranos, interpreta que no valenlas leyes que proponen la abolicin de las deudas (88). La orientacin de lanueva democracia deber evitar as las medidas de orden social, que desdesu punto de vista se consideraran tirnicas.

    La restauracin democrtica de 403 necesita comprenderse en sus cir-cunstancias precisas y en sus lmites. Es posible que con estos caracteresde la democracia se encuentre relacionado el hecho de que, despus de los

    Treinta, la Pnix, donde se celebraban prcticamente todas las reunionesde la Asamblea, redujera su tamao y cerrara su espacio, as como que seorientara simblicamente de modo que daba la espalda al gora, juntamentecon el hecho de que a continuacin, desde el ao 400, se conozcan datos queindican que hay medidas para restringir la admisin en la ekklesia22. Por otra

    parte, desde 379 se encuentra documentada la existencia deproedroicomopresidentes de las sesiones de la Asamblea, los que, como losprobouloi, yms tarde, los nomophylakes, se consideran sntoma de la nueva orientacinrestrictiva de la democracia. Por ello se ha pensado que debieron de existir

    desde 403/2, herencia en denitiva de las transformaciones debidas a losTreinta23, que ya los haban puesto a presidir la boule. Losproedroierannombrados por sorteo en esta ltima. De este modo, se muestra el efecto de laaccin de los Treinta en las transformaciones de la democracia a medio plazo.

    Entonces la propuesta de Trasibulo de ampliar la ciudadana, segn laConstitucin de los atenienses(40,2), tropez con la oposicin de Arquino,quien tambin promovi la condena a muerte sin juicio previo de alguien

    20Ibidem, 272.21Ibidem, 274.22Hansen 1987, 19.23Ibidem, 39.

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    que quera tomar represalias contra los Treinta (Iscrates, Contra Calmaco[XVIII] 2-3, adems de Aristteles). Aristteles considera que as Arquino

    contribuy a la democracia24. En efecto, redene la democracia como sistemaen que predominan los mesoi, mientras que los thetescarecen de ciudadana,es decir, como una democracia restringida. As, ya a mediados del siglo IV,tal vez en relacin con la Guerra Social, la Asamblea se vio privada de los

    juicios polticos de eisangelia25. Los decretos (psephismata)se restringierona cuestiones de poltica exterior o acciones individuales con un perodo devalidez limitado y casi todos se promulgaron en el momento inmediato ala restauracin de la democracia, antes de la codicacin de leyes, o en el

    perodo crtico inmediato a la batalla de Queronea26.

    As pues, tras el nal de la Guerra del Peloponeso, surgi un debateacerca de los lmites de la ciudadana cuando, tras la fallida proposicinde Trasibulo para extender la condicin de ciudadanos a todos los metecosque haban contribuido a la expulsin de los Treinta, Formisio propuso encambio reducir el nmero de ciudadanos. El poltico que se opuso a estareduccin en el discurso XXXIV de Lisias, Sobre no derrocar la constitucintradicional en Atenas, en el pargrafo 2, concluye: No mereca la penavolver del exilio, si era para perpetrar con vuestros votos vuestra propiaservidumbre (). La expulsin de los Treinta Tiranos, con

    el objeto de liberar al pueblo de Atenas, no habra tenido ninguna ecaciaen el plano de las relaciones de dependencia, pues se habran cumplido lasintenciones de los oligarcas en cuanto a reducir los derechos del demos. Deeste modo, lastasisen el siglo IV se opera entre los mismos ciudadanos,unos para alcanzar la plena liberacin de los trabajos serviles, otros parasometer a los dems a ese tipo de trabajos. Sin duda, ahora los ricos recuperan

    plenamente su capacidad para explotar a los trabajadores libres o esclavosy satisfacer sus deseos sobre el excedente de su trabajo27, sin necesidad deacudir a formas de coercin extraeconmica. La propuesta de Formisio fue

    derrotada en la Asamblea, pero se impuso de todos modos la reduccin delos poderes de sta. En el siglo IV, los poderes legislativos se transrierona los nomothetaiy los judiciales se concentraron en los dikasteria. Unos yotros estaban formados por ciudadanos designados por sorteo entre los seismil, a su vez designados por sorteo, pero no constituan, como la Asamblea,el demosen accin. El pueblo conservaba solo las decisiones de poltica ex-

    24Para Trasibulo de Estiria y Formisio, cfr. Fornis, Plcido 2008, 45-56, 65-66, respectivamente.25M.H. Hansen, Eisangelia. The Sovereignty of the People Courts in Athens in the Fourth Century

    B.C. and the Impeachment of Generals and Politicians, Odense 1975.26Hansen 1987,113.27Ober 1996, 88.

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    terior28y la eleccin de los magistrados que no se designaban por sorteo, quesiempre fueron los ms importantes, por ejemplo los militares. Del mismo

    modo, las nuevas magistraturas nancieras del siglo IV se elegan tambinpor votacin. Las restricciones se pueden resumir en la promulgacin dedecretos y la eleccin de magistrados.

    La restauracin de 403/2 promueve un momento de intenso debatesobre la democracia, donde se reinterpretan los conceptos y se matizanlas posturas29. En los momentos de tensin, desde 411, surgen intentos derelacionar la democracia con la salvacin de la ciudad, a costa de reducirlos derechos y la ciudadana. As, en 411 se cre el cuerpo de los nomtetasencargado de establecer una coleccin de leyes estable para cuya modica-

    cin se necesitaba de nuevo la actuacin del mismo cuerpo. Su actuacinse interrumpi con los Treinta, para volverse a establecer en 403, lo queda lugar a la creacin del rgimen que perduraba en poca de Aristteles,segn la Constitucin de los atenienses(41,2). Andcides, que haba estadoimplicado en los asuntos de 415, muestra en sus actividades su presenciacomo potentado30. Su posicin es criticada en el discurso atribuido a Lisias(Contra Andcides[VI] 33) que pone de relieve, en un juicio en el ao 399,que con su historial no debe pretender participar en la vida pblica. Losconictos versan normalmente sobre su pasado31, como se ve sobre todo en

    su discurso Sobre los misterios. La acusacin se centra fundamentalmenteen el tema de la impiedad y en los argumentos religiosos en defensa de lasleyes patrias (8) y las leyes no escritas (10). Posiblemente, ms que deun discurso judicial se trata de un escrito panetario dentro de las luchas

    polticas de los inicios del siglo IV32, al estilo de la acusacin de Polcratescontra Scrates. De hecho, algunas de las acusaciones coinciden (19). Elacusador supone que tambin va a esgrimir en su defensa los benecios

    prestados a la ciudad (35). El encuadramiento de la postura del acusador,sin entrar en su condicin social, podra asimilarse al de la gura de nito,

    que acusa a los oligarcas con argumentos abiertamente tradicionalistas, enla lnea del pensamiento dominante en los momentos de la restauracin, enbusca de una democracia domesticada33. En estos momentos se denencomo contrarias a la oligarqua las posiciones que tratan al mismo tiempo

    28Hansen 1987, 95; M.H. Hansen, Initiative and Decision: the Separation of Powers inFourth-Century Athens, GRBS22, 1981, 352.

    29D. Musti, Demokrata. Origini di unidea, rist. Roma - Bari 2006 [1995], 195.30Sobre Andcides de Cidateneo, miembro de una de las familias ms aejas y opulentas de

    Atenas, la de los Crices, vase Fornis, Plcido 2008, 66-68.31Munn 2000, 26.32L. Gernet, M. Bizos, Notice, enLysias. Discours, I, Paris 1924, 93.33D. Plcido, nito, SHHA2-3, 1984, 7-13, esp. 11-12.

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    de que la democracia restaurada se adecue a las posiciones moderadas,es decir, las que buscan recuperar una democracia delimitada por las leyes

    que se presentan como recuperacin de la poca de Soln.En efecto, las reformas legales buscan sus apoyos en la tradicin34. El

    signicado de la restauracin queda patente en algunos discursos de la poca.Lisias (Contra Eratstenes) revela la presencia de la sombra de los Treintaen todos los asuntos judiciales tratados en los aos sucesivos35, a pesar de laamnista. Las resistencias a la aplicacin de sta persisten porque muchos laven como una cesin ante las presiones de la oligarqua. En las asambleas deeste perodo las votaciones no eran normales (75). Lo mismo pasaba en elConsejo, segn Lisias (Contra Agorato[XIII] 36-37). El ambiente se revela

    en su complejidad, con todas sus variaciones, en los discursos de Lisias,Iscrates y Andcides. ste, por ejemplo, elogia la amnista como modo de

    buscar comprensin, en Sobre los misterios[I] 81, al tiempo que alaba larecuperacin de las leyes de Dracn y Soln. En la misma lnea se sita elautor del discurso Contra Alcibades atribuido igualmente a Andcides36,fechado asimismo en la poca de la restauracin democrtica, cuando seextendi la costumbre entre los discpulos de los sostas de discutir temas

    polticos en ataques o defensas de personajes clebres, particularmente deAlcibades37, aunque en principio por su temtica correspondera a la po-

    ca del ostracismo de 417, que afect a Nicias, Alcibades y Face, a quientambin se atribuye el discurso38. En este discurso, resulta signicativa laactitud contraria a la institucin democrtica del ostracismo (2-3)39. Segnla visin del orador, el ostracismo solo tiene en cuenta a los muchos yno a los pocos (6)40. La actitud de Andcides en su discurso II, Sobre suregreso, pronunciado seguramente poco despus de 411, muestra al orador

    presentndose como vctima de las dos tendencias enfrentadas, democraciay oligarqua, lo que revela la postura de quienes representan la actitud que se

    produce como efecto de la secuencia de los regmenes hasta la restauracin

    de 403. Se trata de denir una democracia que no persiga a los oligarcas.Son los momentos de tensin en que se congura la aceptacin de unademocracia con las restricciones que denir Aristteles. En cambio Lisias(Contra Eratstenes, Contra Agorato) busca que se castigue a los Treintay sus colaboradores. Es notable sobre todo la sensibilidad de los atenienses

    34Munn 2000, 263.35Ibidem, 276.36S. Cataldi, Prefazione e note critiche, en Cobetto Ghiggia 1995, XI.37G. Dalmeyda, Notice, enAndocide. Discours, Paris 1930, 109.38Cobetto Ghiggia 1995, 120.39Ibidem, ad locum.40Ibidem, ad locum.

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    ante las exigencias espartanas, que piden su apoyo en la guerra contra loseleos, aliados de Atenas, hacia el cambio de siglo41. Se revelan asimismo

    los problemas para Atenas derivados del reforzamiento de Ciro, apoyadopor Esparta y Jenofonte42.

    Iscrates, por su parte (Areopagtico[VII] 32), alaba la cesin de tierraspor un misthosmoderado; los ricos hacan as trabajar y sacaban provecho(34)43. Se expresa en el discurso la nostalgia de los campesinos por la pocaanterior a la Guerra del Peloponeso, con predominio del Arepago y de lavida del campo. En el siglo IV, en efecto, renace como modelo el arcasmo.Lo que haba nacido como apoyo ideolgico del imperialismo democrticoen el siglo IV pasa a servir de base a las tendencias al retorno al mundo

    predemocrtico44. Se trata de lograr la vuelta al sistema patrio (15-16), conabolicin del sorteo y del misthos(21-27), para que sean solo los que tienenschole los que se ocupen de los asuntos pblicos. Se busca sustituir el mis-thospoltico como pago por funciones pblicas por el misthos como rentade trabajo, como el practicado en las explotaciones agrarias del arcasmo,segn Iscrates. El mismo discurso enuncia la alabanza del patronato (32-35). Esta institucin result determinante para el apoyo ideolgico de la

    poltica consistente en recuperar el poder de las oligarquas sobre la basede una vuelta a las tradiciones patrias con un fuerte componente religioso45.

    En este sentido resulta coherente el ataque de Iscrates a los excesos de lademocracia: la akolasiay laparrhesia(20) exhibidas por parte del demos

    beneciario del misthos cvico.El mismo Iscrates (A Demnico[I] 24-26) deende la prctica de aten-

    der a los problemas de los amigos sin necesidad de que lo pidan, como unmodo de proteccin basado en laphilia. As se enuncian reglas sobre lasrelaciones de amistad parecidas a las de Scrates enMemorables, donde la

    proteccin produce agradecimiento46. Iscrates y Jenofonte representan laactitud conservadora de quienes pretenden fortalecer las tradiciones vincu-

    ladas a la religin cvica y a su funcionalidad como elemento de cohesindentro de la vida de la ciudad. Al mismo tiempo, buscan soluciones en elpoder personal, pues consideran que los problemas sociales internos minanlas posibilidades defensivas de la comunidad, como Iscrates (Panegrico

    41Munn 2000, 280.42Ibidem, 283.43E.M. Wood, Lapolis y el ciudadano-campesino, enEl mundo rural en la Grecia antigua,

    ed. por J. Gallego, Madrid 2003, 290.44D. Plcido, Los usos del arcasmo en la ciudad democrtica, en Homenaje al Profesor

    Montenegro. Estudios de Historia Antigua, Valladolid 1999, 77-78.45Valds, Fornis, Plcido 2007; Plcido, Fornis 2011,passim.46D. Plcido, Resistencia, sumisin e interiorizacin de la dependencia. La dependencia como

    proteccin, SHHA25, 2007, 163-170.

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    [IV] 115-116, 167-168). En las fechas posteriores a Mantinea, en 362, buscael apoyo de Arquidamo, enEpstolaa Arquidamo [IX], y en el discurso VI,

    Arquidamo, donde se anima a los espartiatas a recuperar Mesenia, ese terri-torio vecino adquirido con no menos justicia que el resto de Lacedemonia(16), por las mismas fechas en que Jenofonte, hacia 356, declara que se haextendido la confusin entre los griegos. En elNicocles, Iscrates hace unencomio del rey chipriota, hijo de Evgoras de Salamina, mientras en elBusirisparece hacer lo propio con este mtico rey egipcio denostado porla tradicin helnicas. En laEpstolaa Dionisio ([I] 7-8) el rtor busca elapoyo de Dionisio. En su ltimo discurso importante, elPanatenaico, unagloricacin del pasado ateniense que data de 339, el rtor asegura que el

    ordenamiento espartano imita de la mejor manera posible el de los ante-pasados de los atenienses en tanto en cuanto mezcla la democracia con elgobierno de los mejores (153). Sin duda, la defensa de la ciudad democrticaque puedan hacer estos autores est marcada por la necesidad de un poder

    personal que la vigile o tutele. Platn relaciona la necesidad de cambio con elrecurso a la religin, enLeyes. Andcides (Sobre su regreso[II] 18) pensabaque se deba valorar ms al evrgeta, que por los riesgos de su persona y desus riquezas debera ser honrado por encima de los guerreros. En la lnea deCimn, Andcides (Sobre los misterios[I] 147) arma que la casa familiar

    haba estado siempre abierta a quienes lo necesitaban. As se identica conla tradicin representada por Cimn en los momentos previos a la conso-lidacin de la democracia como sistema de distribucin pblico47. El autoridentica a su familia como la casa de Cimn, muy antigua y dispuesta

    para todos los que la necesiten (147). El uso de con carcterelogioso48seguido de establece con claridad la relacin entrelos tiempos pasados y la recuperacin de las formas de evergetismo queahora constituyen el objetivo de los reformadores del sistema democrtico.

    Demstenes se dene en su pensamiento y en sus actuaciones como

    defensor de la democracia, concebida como oposicin a la tirana, que en sucaso se identica con el poder personal y brbaro de Filipo, pero consideraque solo puede subsistir como sistema tutelado por los ricos que actancomo evrgetas. En el discurso Contra Leptines, considera que (10), si nose mantienen los privilegios de los evrgetas, se os considerar envidiosos,desleales, ingratos, los adjetivos opuestos a los que calican a los buenosdependientes, sobre todo el ltimo, formado sobre charis,que viene a serel trmino utilizado para sealar las obligaciones de quienes deben gratitud

    47M.M. Markle, Jury Pay and Assembly Pay at Athens, en Crux. Essays in Greek HistoryPresented to G.E.M. de Ste. Croix, ed. by P.A. Cartledge, F.D. Harvey, London 1985, 286.

    48MacDowell 1962,ad locum.

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    por los favores recibidos, tanto a escala individual como colectiva, ciudada ciudad, como seala Pericles en el discurso inscrito en la Historia de

    Tucdides (II 40,4): nos ganamos los amigos no recibiendo favores, sinohacindolos49. Con el trasfondo de la situacin socioeconmica dejada porla guerra de los aliados,Demstenes plantea pues el problema de la ingratitud

    para con los euergetais (12), por la que podis perder un poderoso apoyo(17). La democracia, segn este punto de vista, debe protegerse respetandolos privilegios de los poderosos. Para l es peor que fallen los evrgetas quelos coregos (22), lo que resulta un interesante ndice de la deriva que toma lademocracia en esta poca. Para el pueblo es mejor que no peligren los ricos(26) para que no falle el sistema de redistribucin. Las evergesias que mere-

    cen la ateleia (45), entendida sta como recompensa o privilegio (), seremontan a cien minas y un talento, a sumas sucientemente importantes paragarantizar el podero de los que las prestan. stos son los que tienen derechoa la charis (46). La discusin que resulta vergonzosa para el orador es la queversa sobre la conveniencia o no de recompensar a los euergetai (54), sobrelo que no debera caber la menor duda. Efectivamente, si se vota a favor deesta ley propuesta por Leptines, seramos ,ingratosy malos (55). Premiar a los evrgetas es parte de la charis de la ciudad, loque se transformara en una prctica comn en la ciudad helenstica, como

    se ve en el decreto de 248/7 sobre la epidosis, por el que la ciudad premiabacon honores a los individuosconsiderados benefactores. Ante el benefactorde lapolis, no hay que tener en cuenta ni elgenos ni la doxa, sino el ergon(57). El orador querra que los benefactores fueran fundamentalmente ciu-dadanos (67), para que la ciudad no pasara a depender de las acciones delos extranjeros, fenmeno que empieza a difundirse ya en su poca y que sedesarrollar fuertemente en los tiempos posteriores. El autor incluye entrelas evergesias acciones como la liberacin de la ciudad por Conn, lo quesignica que sta no se valora tanto en lo que tiene de acto poltico propio

    de un magistrado de la ciudad, como por su capacidad privada de actuara favor de la misma50. En efecto, Conn, sin dejar en ningn momento deser un mercenario de lujo al servicio del Gran Rey y, consecuentemente,sin reintegrarse en el cuerpo cvico ateniense, actu en Atenas en calidadde evrgeta desde su posicin preeminente en el mbito privado, utilizandouna fortuna tasada en cuarenta talentos, as como el prestigio y la inuenciaderivados de su victoria en Cnido, para ejercer laprostasia, apoyada en su

    49El fenmenos es formulado desde una perspectiva diferente en Aristfanes,La Asamblea delas mujeres779-783, donde se dice que los atenienses tienen, como los dioses, las palmas de lasmanos hacia arriba, en actitud de recibir (a cambio de los parabienes derivados de la proteccinque ofrecen).

    50Sobre Conn, cfr. Fornis, Plcido 2008, 68-76, donde se recoge la bibliografa pertinente.

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    hetaira de clientes y amigos, y disear las directrices de la poltica interiory exterior contempornea51. El uso de los vastos recursos de Artajerjes II le

    permiti extender su proteccin sobre la democracia ateniense. En contra-partida, la ciudad le concedi honores (), una estatua de bronce () en el gora y otra en la acrpolis, as como la inmunidad litrgica() (69-70)52. En opinin de Demstenes, si est en condiciones derealizar tales hazaas, no es necesario que se vea obligado a prestar liturgias.El evergetismo, en la concepcin expuesta por Demstenes, se convierte enla proyeccin pblica de las relaciones clientelares53. Del mismo modo, enSobre la corona([XVIII] 112-114), considera lamentable que quien hacedonaciones de su patrimonio a la ciudad durante el ejercicio de una magis-

    tratura, en vez de generar agradecimiento, ha de someterse a la euthynaorendicin de cuentas; cita, a este propsito, los casos de Caridemo, Diotimoy Nausicles, que proporcionaron escudos y otras cosas no especicadasmientras eran estrategos, y recibieron coronas por ello. Tambin Hiperides,en suDefensa de Licofrn(fr. IV, col. XIII, 16-17 Jensen), esgrime en favordel acusado, un entusiasta criador de caballos, que ha costeado el misthosdelos hippeisdurante el tercer ao de su hiparqua en Lemnos, generosidad porla que haba sido igualmente recompensado con una corona. La estrategiay la hiparqua equivalen as a liturgias54. La epigrafa permite constatar que

    desde la dcada de 340 los atenienses generalizan la concesin de honorespblicos mediante psephismataa los ciudadanos que utilizan su riquezaparticular en el desempeo de las archai; tal proceso, junto a las epidoseisylas contribuciones voluntarias directas para gastos especcos, marcarn la

    pauta de los siglos III y II, poniendo de maniesto la creciente dependenciade los ciudadanos ms pudientes55. As, desde el siglo IV la conservacinde la democracia depende de la voluntad de los ricos, a los que es necesariomantener satisfechos y que se convierten en sus vigilantes.

    Demstenes, por tanto, propone defender la ciudad democrtica frente

    al poder desptico, si bien considera necesario tutelarla a base de la accinevergtica de los poderosos. Pero al mismo tiempo Demstenes ve los peli-

    51C. Fornis, Conn entre Persia y Atenas (394-391 a.C.),DHA34, 2008, 33-64, y Konon,der die athenische Seemacht wiederherstellte (Kratipp.FGrHist64 T 2), Gymnasium116, 2009,203-236. El patrimonio de Conn es mencionado por Lisias, Sobre los bienes de Aristfanes[] 39-40.

    52Cf. tambin Iscrates,Filipo[V] 64;Areopagtico[VII] 12, 65;Evgoras[IX] 56, 68; Di-narco, Contra Demstenes[I] 14; Pausanias I 3,2; 24,3; VI 3,16; Nepote, Timolen2,3;IGII2 26.

    53D. Plcido, Las relaciones clientelares en la evolucin de la democracia ateniense, Circe12,2008, 225-242; Plcido, Fornis 2011.

    54Faraguna 2011, 80-81, que lo considera un signicativo precedente de la sustitucin dela choregiapor la agonothesiallevada a cabo por Demetrio de Falero (sobre la cual, vid. infra).

    55Hakkarainen 1997, 21-24, con diversos ejemplos.

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    gros de las actitudes prepotentes de los ricos, que preguran nuevas formasde tirana56. En el caso de Midias, Demstenes lo retrata como enemigo de

    la democracia57; el orador minimiza sus liturgias y sostiene que la ciudadha recompensado en exceso servicios que, por no ser tiles a la misma, noeran dignos de 58, y que adems se acompaaban de una conductaultrajante hacia el demos(Contra Midias[] 160, 171-174). La polmicacon Esquines pone de relieve al menos los matices que existan entoncesen la concepcin de la democracia, tal vez determinados por los diferentesorgenes, pues Esquines no perteneca a la clase litrgica59.

    Aristteles es posiblemente quien mejor dene el tipo de democraciaque buscan los sectores dominantes de Atenas; l sabe que hay un tipo de

    democracia en que los pobres participan porque lo necesitan para ser libres(PolticaIII 5, 1278a6-11) y otro en que solo participan los poseedores dehopla, que es el que los antiguos llamaban democracia (Poltica IV 13,1297b1-2). La exclusin de la ciudadana favorece la explotacin de la

    poblacin sin estatuto servil, con el argumento de que no tienenschole (IV6, 1292b31-33). Esta forma de democracia necesita funcionar sin misthos,que es la causa, en la perspectiva de Aristteles, de la cada de la buenademocracia, o politeia (V 5, 1304b27-28). As, las fuentes de esclavosson la guerra contra hombres nacidos para obedecer (I 8, 1256b23-26) y

    la necesidad de otros hombres de prestarse a realizar trabajos asalariados(I 11, 1258b25-27). Las condiciones econmicas reales se convierten encausa de esclavitud. Realmente el misthos ekklesiastikosera precisamenteel instrumento del demospara evitar el control de la oligarqua60. Aristte-les encuentra extremada la democracia de su tiempo en la Constitucin delos atenienses(41,2) lo que se relaciona con la abundancia de ciudadanosempobrecidos (PolticaVI 5, 1320a29-41).

    La obra de Aristteles representa pues en s misma el enunciado de lacrisis, entre la crisis de la democracia y la crisis de la ciudad estado. Por

    ello, su concepcin de la democracia contiene los instrumentos para lasumisin de los libres sin tierras a la dependencia. Se imponen dentro deella las condiciones para que la democracia no signique la liberacin delos ciudadanos por el hecho de serlo. Son las actitudes dominantes en el

    56Sancho 2011.57Ibidem, 34.58Hakkarainen 1997, 16-19, lo percibe como un signo de la reformulacin y el cambio se-

    mntico experimentado por laphilotimadesde estos aos centrales del siglo IV, cuando el deseode honores se va a relacionar estrechamente con la necesidades ms inmediatas de la ciudad,militares antes que ldicas.

    59E.M. Harris,Aischines and Athenian Politics, Oxford 1995, 4.60Ober 1996, 113.

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    pensamiento conservador de Atenas en vsperas de la expansin de Filipode Macedonia61.

    En 357, Filipo conquist Anfpolis, junto al ro Estrimn, con lo quecontrol la costa norte del Egeo y el golfo Termaico. La ciudad, una vezexpulsados a perpetuidad los opositores a Filipo, pas a pagar tributo y sergobernada por macedonios de Anfpolis. Cuando esta ciudad se incorpo-r al reino macednico, Filipo conserv las instituciones democrticas, laboule, que segua representando a los distintos demos, y la ekklesia, aunqueal mismo tiempo instal una guarnicin y un epistates(Diodoro, XVI 8,2;SIG3194). As se inicia una nueva vida para las poleis, en muchas de lascuales se conservan las formalidades democrticas al tiempo que se inician

    las caractersticas de la nueva poca, en que se confunde con la democraciala actividad evergtica de los ricos y poderosos o el hecho de que los reyessean ms benvolos y condescendientes. La democracia emprende as unanueva direccin bajo la vigilancia del poder personal de los reyes.

    En efecto, se trataba de un testimonio ms del inicio de los nuevos tiem-pos, en los que era posible conservar aspectos concretos del funcionamientode las instituciones de origen democrtico, que en Atenas llegaron hasta lapoca de Augusto. Tambin la nueva fundacin de Filipos (la antigua Cr-nides) en 356, en la regin del Pangeo, incorpora las mismas instituciones.

    El apoyo de los demcratas a Filipo muestra hasta qu punto se ven altera-dos los contenidos de la terminologa poltica. Estos demcratas no podanvivir sin el apoyo de Filipo, lo que seguramente revela sus pretensiones decontener las aspiraciones populares.

    Hay que admitir la existencia de posibles democracias formales, como Ar-gos, segn Tucdides (V 31,6)62, o Sicin63. Contamos con algunos ejemplos de

    prcticas democrticas fuera de Atenas, en todos los cuales caben dudas sobre ladimensin social de las mismas; tambin se conoce el pago por asistencia a laAsamblea en Iasos y Rodas, despus de 395, en poca helenstica64. La cuestin

    61N.G.L. Hammond,Philip of Macedon, London 1994, 72-76.62Sobre el grado de desarrollo de la democracia argiva, que presenta no pocos rasgos arcai-

    zantes, C. Fornis,Estabilidad y conicto en la guerra del Peloponeso. Las sociedades argiva ycorintia, Oxford 1999.

    63IGII2448, epgrafe en el que el demosateniense tributa honores a Eufrn, recuerda tambina su abuelo homnimo, a quien Jenofonte caracteriza como un tirano cuyo poder se sustentabaen mercenarios contratados, al estilo de Dionisio I de Siracusa, pero que goz del apoyo de undemossicionio que le dio sepultura en el gora con honores de fundador ( ), segn el propio Jenofonte,HelnicasVII 3,12, con lo que presumiblemente el puebloconmemoraba el establecimiento de la democracia.

    64S. Hornblower, A.J.S. Spawforth, democracy, non Athenian and post-Classical, en OCD3,453-454; G.E.M. de Ste. Croix, Political Pay Outside Athens, CQ25, 1975, 48-52, retomado enSte. Croix 1981, 340 con n. 2 en p. 700; A.J. Heisserer,Alexander the Great and the Greeks. The

    Epigraphic Evidence, Norman 1980, 169-203.

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    estriba en distinguir la democracia puramente formal, con representacin enorganismos pblicos elegidos, de la proyeccin y el alcance social dentro

    de la poblacin de lapolis.La situacin toma una nueva orientacin en la poca de Alejandro, cuando

    la democracia comienza a ser el efecto de las concesiones del poder personal:

    En la pritana de Desiteo, del rey Alejandro al demos de Quos.Que todos los exiliados de Quos retornen y que la forma de gobierno en Quossea una democracia. Que se elijan legisladores (5) que redactarn y corregirnlas leyes para que nada sea contrario ni a la democracia ni al retorno de los exi-liados; y que las leyes que hayan sido corregidas o redactadas sean remitidas aAlejandro. Que los quiotas proporcionen veinte trirremes con sus equipamientoscorrespondientes a su propio cargo y que stas naveguen hasta que el resto dela ota de los griegos (10) haga campaa con nosotros. De los que entregaron atraicin la ciudad a los brbaros todos los que hayan escapado, sean exiliados detodas las ciudades que comparten la paz y que sean sujetos a captura de acuerdocon el decreto de los griegos; todos los que hayan sido capturados que se losconduzca y los juzgue en el consejo de los griegos. (15) Y si surge cualquierdisputa entre los que retornan y los de la ciudad que se dirima entre nosotros.Hasta que los de Quos se reconcilien que haya una guarnicin entre ellos delrey Alejandro, lo sucientemente fuerte y que los quiotas la mantengan65.

    En Quos, donde las luchas sociales haban sido muy cruentas, Alejandroinstaurar una constitucin democrtica, controlada y obligada a propor-cionar naves y tripulaciones, pero se reservar la ltima instancia en juicios

    polticos. Alejandro declara el nal de las oligarquas y las tiranas con laconcesin de la autonoma y la libertad, pero en general deja una guarnicinen las ciudadelas, como en Sardes. La autonoma respetaba las leyes propias,siempre bajo control. En general, el trmino democrtico sirve para desi-gnar el dominio de los partidarios de Alejandro dentro de las luchas entregrupos locales66. El apoyo de Alejandro a los demcratas coincide con losmomentos de conquista de Asia Menor, cuando los oligarcas se mostraban

    partidarios del apoyo a los persas. Pero, una vez liberadas las ciudades,Alejandro comienza a matizar en sus intervenciones a favor de la libertad67.

    En cualquier caso, a partir de entonces, se trataba de procurar la lealtady la seguridad para los ejrcitos. Las guarniciones tenan como objetivoque la libertad se usara para garantizar la lealtad a Macedonia frente aotros posibles reyes y que se impidieran los movimientos de rebelin y

    65Inscripcin de Quos, SIG3283 (trad. F.-J. Gmez Espelosn).66F.-J. Gmez Espelosn, en Historia del mundo clsico a travs de sus textos. 1. Grecia,

    Madrid 1999, 460.67Ste. Croix 1981, 302.

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    las medidas revolucionarias. En Atenas, el regreso de los exiliados agravla situacin interna, en la que no haban desaparecido los problemas entre

    oligarcas y demcratas, a los que se superponan las contradicciones entrelos partidarios y enemigos de la colaboracin con Macedonia. Adems,Alejandro buscaba que los atenienses se desprendieran de la isla de Samosy que le entregaran a Hrpalo, que haba buscado refugio en Atenas con unimportante tesoro procedente de Babilonia. El episodio de Hrpalo prueba

    por lo dems la vigencia de los renovados poderes del Arepago (DinarcoI 5-6). Era la misma poca en que Alejandro pretenda recibir culto comoolmpico. De este modo se aprob el culto divino a propuesta de Dmades(Pseudo-Dmades, Sobre los doce aos 9-10; Ateneo VI 251b; Eliano,

    Historias variasV 12; Valerio Mximo VII 2,13)68.Arriano (AnbasisI 17,10) dice que Alejandro restableci la democracia

    en feso tras haber disuelto la oligarqua y ordenado pasar a rtemis los tri-butos que pagaban a los brbaros, al tiempo que haca volver a los exiliados,lo mismo que en Sardes y otras ciudades69; pero ya aclara el autor (17,12)que Alejandro impidi que el pueblo continuara sus acciones contra losoligarcas. Parecera una accin coyuntural para debilitar los apoyos de los

    persas70. De hecho, en 324 Alejandro ordena regresar a todos los oligarcasexiliados. La reaccin de las ciudades fue la de obedecer por temor, pero en

    concreto los atenienses, que vean en esas medidas la ruptura de sus leyes,segn Curcio (X 2,4-7), excluyeron a los exiliados de sus territorios.

    Ninguna democracia tiene proyeccin social, lo que conduce a que laredistribucin de la riqueza quede en manos de los evrgetas, que son enconsecuencia los que acaparan los rganos de poder.

    Los decretos democrticos de la Atenas de nales del siglo IV siemprese dedican a un rey que protege su existencia71. En los monumentos con-memorativos, los atenienses vinculan a los Antignidas a sus tradicionesdemocrticas72. La ephebeiapierde sentido en cuanto cuadro en el que se

    forman militarmente los futuros ciudadanos, antao defensores de la polisindependiente, as que desde 305/4 deja de ser obligatoria73.

    68Otras fuentes indirectas y ms detalles sobre el episodio en Brun 2000, 97-107.69Praux 1978, 408.70A. Guzmn Guerra, enArriano. Anbasis de Alejandro, Madrid 1982,ad locum.71C.L. Lawton, Athenian anti-Macedonian sentiment and democratic ideology in Attic docu-

    ment reliefs in the second half of the fourth century B.C., en Palagia, Tracy 2003, 127.72T.M. Brogan, Liberation honors: Athenian monuments from Antigonid victories in their

    immediate and broader contexts, en Palagia, Tracy 2003, 203.73Green 1990, 38.

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    En Atenas las clases acomodadas se alinean con los intereses macedonios.En el ao 336 se aprob una ley, propuesta por ucrates, para proteger la demo-

    cracia de tiranos y oligarcas, que garantizaba la impunidad a quienes asesinarana los que organizaran un golpe contra el gobierno, con referencia especca alos miembros del Arepago, y amenazaba con la privacin de derechos a todoaquel que participara de cualquier forma en ese rgimen ilegal (SEGXII 87)74.ElContra Filpidesde Hiperides muestra tambin una inquietud ante los tiranossostenidos por los macedonios. En 332, el Consejo decidi erigir la estatua de

    bronce que representaba a la Democracia, ante la que los generales sacricaranen los aos siguientes75. En cambio, en 330, Licurgo (Contra Lecrates12,52), hara un elogio pblico de la institucin, entendiendo que haba salvado a

    la ciudad ( ), y peda a la Asamblea que no armase alboroto( ) por las medidas extraordinarias adoptadas entonces. Eldiscurso de Licurgo Contra Lecratesinculpa a ste, que perteneca a la claselitrgica (139), por haber abandonado la ciudad en vsperas de Coronea y por

    pretender recuperar sus derechos (142). La acusacin se basaba en que de esemodo dejaba la ciudad en manos de los macedonios e iba a permitir la violacinde los lugares sacros, por lo que su delito se dena como contra losdioses y los antepasados. De no castigar la traicin () de Lecratesa la tierra de los padres (), los jueces se expondrn a la venganza divina

    (148). Licurgo trataba de recuperar el espritu ciudadano y el patriotismo conestas acciones, unidas a sus medidas nancieras.

    La administracin nanciera, ahora ms especializada, ya no depende dela boule, sino del theorikon, convertido en autntico tesoro estatal a cargo deindividuos salidos de la eleccin y no del sorteo. En la regeneracin econmicaLicurgo cont con la ayuda de donaciones privadas para subvenir a las necesi-dades de lapolis, as como con prstamos de ciudadanos privados destinadosa atender gastos excepcionales; estos evrgetas luego reciban honores pbli-cos, segn se recoge en diversos epgrafes y en las Vidas de los diez oradores

    atribuidas a Plutarco76. En relacin con ello, desde las dcadas centrales delsiglo IV se generalizan las epidoseis, las aportaciones voluntarias de capitalprivado con nes pblicos, tales como gastos militares extraordinarios o sumi-nistro de grano77; de forma paralela, en el lenguaje de los decretos honorcos

    74Schwenk 1985, n 6, pp. 33-41, recoge el texto, con traduccin y comentario en ingls,adems de las fuentes y la bibliografa relativa al mismo. Cf. ltimamente Valds, Fornis, Plcido2007, 129-130.

    75A.E. Raubitschek, Demokratia,Hesperia31, 1962, 238-243.76Vase L. Migeotte, L'emprunt public dans les cits grecques, Qubec 1984, 129-148;

    Hakkarainen 1997, 9; Faraguna 2011, 78-79.77L. Migeotte, Les souscriptions publiques dans les cits grecques, Qubec 1992, 3-46;

    Oliver 2007, 199-209.

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    97LA DEMOCRACIA TUTELADA

    se introduce la , el deseo de honores, concepto que bajo losparmetros democrticos redene el viejo ideal homrico de ambicin de

    honor personal para pasar a recompensar y estimular la competencia en elgasto privado en benecio de la comunidad78. En este sentido, la polticade Eubulo en las dcadas de 350 y 340, en especial la econmica, preguray marca una lnea de continuidad con la de Licurgo79. Licurgo es tambin

    promotor de medidas suntuarias (Pseudo-Plutarco, Vidas de los diez orado-res 842A; Hiperides, fr. 14 Jensen). Por tanto, al tiempo que se restringe laexhibicin de lujo privado se fomenta la liberalidad a gran escala cargadade espritu cvico, acorde con la virtud aristotlica de la megaloprepeia, lamagnicencia (tica nicomqueaIV 4, 1122a20-23; IV 4, 1122b19-23)80.

    Para Faraguna una elite social bastante homognea desde el punto de vistaeconmico e ideolgico trabaj de manera activa con Licurgo en un pro-yecto patritico para revitalizar las instituciones polticas y religiosas de lapolisy fortalecer la cohesin cvica, y tambin en favor de una democraciams autoritaria, por lo que respalda, frente a quienes como Brun han desa-ado el protagonismo poltico de Licurgo en las dcadas de 330 y 320, laetiqueta de era licurghea81. Las reformas militares de Licurgo y la reformade la efeba llevada a cabo por Epcrates (Harpocracin,s.v. ),uno de sus pudientes asociados, signicaron el reforzamiento de las tropas

    de infantera, pero se abandonaba la ota, que solo se dotaba con tropas demercenarios82.

    Para negociar con Antpatro, vencedor en Crann, los atenienses de-legaron en Dmades y Focin, discpulo ste de Platn en la Academia,que se haban mostrado partidarios de la paz en la Guerra Lamaca, juntocon el lsofo de la Academia Jencrates y un Demetrio de Falero cuyo

    papel es tan incierto que ni siquiera le mencionan las fuentes principales(Diodoro XVIII 17-18; Plutarco, Focin 26-27; Pausanias VII 10,4-5;sobre su participacin, vid.infra). La situacin recuerda a la que sigui a

    la derrota en Queronea, cuando entre los temores de , el Are-pago, investido de poderes extraordinarios, haba conado la defensa de la

    78D. Whitehead, Competitive Outlay and Community Prot: in DemocraticAthens, C&M34, 1983, 55-74.

    79Vase, en ltimo lugar, G. Oliver, Before Lykourgan Athens: the origins of change, enClisthne et Lycurgue dAthnes, 119-131.

    80Faraguna 2011, 84-85.81Ibidem,passim, esp. 68-69, 85-86, frente a P. Brun, Lycurgue dAthnes: un lgislateur?,

    enLe lgislateur et la loi dans lAntiquit. Hommage Franoise Ruz, d. par P. Sineux, Caen2005, 187-199.

    82P. Green, Occupation and co-existence: the impact of Macedon on Athens, 323-307, enPalagia, Tracy 2003, 4.

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    ciudad a Focin (Plutarco,Focin16,4)83. Pero en aquel entonces Focin,Dmades y Esquines consiguieron de Filipo la recuperacin de los restos

    de los mil atenienses cados, la libertad sin rescate de los dos mil ateniensescapturados y la garanta de autonoma para el tica, aunque se procedia la disolucin de la Confederacin y a la incorporacin forzada a la ligahelnica (Diodoro XVI 87; Justino IX 4,4; Pseudo-Dmades, Sobre los doceaos9-10; Plutarco, Quaestiones conuiuales, VII 10, 2 =Mor. 715C). Enlas negociaciones de 322, en cambio, con nicamente doscientas bajas enLamia, Focin no dej de entregar la vida de algunos atenienses, lo quehace pensar en su fama de platnica (cf. Esquines, Sobre laembajada[] 184: se distingue entre todos por su sentido de la justicia)

    como una excusa tpica en favor del autoritarismo84. Del texto de Diodoro(XVIII 65-67) Geoffrey Ernest Maurice de Ste. Croix derivaba las ante-riores consideraciones y lo comparaba a la gura del general Ptain comocolaboracionista y destructor de la democracia85. Segn Plutarco (Focin27,4), Jencrates se quej de que el trato de Antpatro hacia los ateniensessolo poda considerarse moderado si crea que eran esclavos, pero para li-

    bres era duro, mientras que Focin y Dmades consideraron las exigenciasde Antpatro ; de hecho el lsofo de Calcedonia habrarehusado la ciudadana ateniense que se le ofreca por su participacin en

    la embajada alegando que no quera ser ciudadano bajo unapoliteiaque lprecisamente haba tratado de impedir (29,6).

    En virtud del acuerdo con Antpatro los atenienses tenan que permitira los macedonios usar el puerto del Pireo y situar una guarnicin en Muni-quia, la colina que controla y protege el puerto; las guarniciones pretendenhabitualmente impedir el acceso al cultivo de la tierra y perjudicar conello los recursos necesarios para la supervivencia de la poblacin. Por otrolado, los macedonios impusieron la entrega de los responsables de la gue-rra, adems de limitar los derechos polticos nicamente a quienes posean

    al menos dos mil dracmas, con lo que el nmero de ciudadanos quedabareducido a nueve mil. Segn Diodoro (XVIII 18,4-5), stos se gobernaron ; Plutarco (Focin27,5) habla de . Esto signicaba que se mantena para lapoliteiael nombre de democracia como patrios politeia, a pesar de las tensionesinternas que duraron hasta 318, con varias embajadas a Antpatro para querestaurara la libertad y retirara la guarnicin de Muniquia. Es la poca en

    83Brun 2000, 59-60, desecha esta informacin de Plutarco como falsedad pura y simple,impensable en una estructura democrtica (concede, todo lo ms, que Focin fuera elegido estra-tego una vez ms).

    84Green 1990, 40-41, con n. 19 en p. 750.85Ste. Croix 1981, 708 n. 2.

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    que el , posiblemente elegido entre la camarilla gobernante enlugar de sorteado al menos dos de los tres anagrapheisconocidos, Arque-

    dico y Trasicles, adoptaron posiciones complacientes con los macedonios ,incrementa notablemente sus funciones con labores de supervisin sobre lasactividades de la Asamblea y el Consejo, llegando incluso a ser mencionadoen los decretos por delante del arconte epnimo, mientras el tradicionaldesaparece de los decretos86. Sus enemigos lo llamaban portodo ello oligarqua87.

    Fueron Dmades y Focin, philoi de Antpatro (Polibio XII 13,1-8;Plutarco,Focin30,2), los que, a la cabeza del gobierno ateniense, se de-dicaron a condenar a muerte a los polticos contrarios a Macedonia, entre

    ellos a Demstenes, que se suicid, a Hiperides, que cay en el Peloponesoperseguido por Antpatro, y a ucrates, el que haba propuesto en 336 laley que protega la democracia de tiranos y oligarcas (Plutarco,Demstenes28-30; Focin29,1; Pseudo-Plutarco, Vidas de los diez oradores847D;Focio, Biblioteca II 69b). Eufrn de Sicin, nieto del homnimo citado

    por Jenofonte en las Helnicas88, liber su ciudad de la guarnicin mace-donia y restableci la democracia, para inmediatamente convertirla en la

    primera aliada de Atenas en la Guerra Lamaca, por lo que fue ejecutadopor Antpatro; en 318/7, recuperada durante unos meses la democracia, un

    decreto ateniense propuesto por Hagnnides, que fuera ponente en el pro-ceso contra Focin, conrma la concesin de la ciudadana y le consideraamigo del demos, unos honores cuya memoria haban tratado de borrar losoligarcas promacedonios ( ) arrancandolas estelas en los aos siguientes (IGII2448)89. A nales de 322 las tropasmacedonias ocupaban la fortaleza del Pireo y obligaban a los clerucos ate-nienses a retirarse de la isla de Samos. Entre ellos se encontraba la familiade Epicuro (Digenes Laercio 1). Segn Plutarco (Focin28,7), empero,

    86Habicht 1997, 45; Oliver 2003, 50; OSullivan 2009, 28-29; Bayliss 2011, 70, 80-81, 85-86, considera estas funciones incompatibles con la democracia; J.M. Williams, Athens withoutDemocracy. The Oligarchy of Phocion and the Tyranny of Demetrius of Phalerum, 322-307 B.C.,Diss. University of Michigan, 1985, 124, va ms all y equipara el anagrapheusa los posterioresnomophylakesen cuanto custodios de las leyes.

    87Entre los autores modernos, los hay como Dreyer 1999, 159, que hablan del rgimen deFocin, otros, como Tritle 1988, 133-137, de democracia moderada, otros, como Habicht1997, 46, de oligarqua moderada y nalmente quienes, como Oliver 2003, OSullivan 2009,27, y Bayliss 2011, 63-64, lo llaman simple y llanamente oligarqua (curioso el caso de LaraOSullivan, cuyo trabajo va encaminado a matizar los rasgos restrictivos del gobierno de Demetriode Falero hasta el punto de llegar a denirlo como democrtico porque las instituciones democr-ticas continuaban funcionando, lo mismo que hace Brun 2000, 120-122, con lapoliteiade 322).

    88Supran. 63.89El texto original, con traduccin y comentario en ingls, y todas las referencias en las fuen-

    tes y la bibliografa moderna est cmodamente recogido en Schwenk 1985, n 83, pp. 407-418.

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    los macedonios no molestaron a los atenienses porque el comandante dela guarnicin, Menilo, era amigo de Focin. En realidad Focin, al que se

    apod el Bueno, encarna el toposde hombre austero, ntegro ()e incorruptible () en una poca presidida por las acusacionescontinuas de soborno y enriquecimiento ilcito, un retrato construido de for-ma bastante articiosa por fuentes muy posteriores, a la medida del hombrede Estado lsofo, pero de ms que cuestionable historicidad90.

    Con todo, los Nueve Mil intentaron negociar la salida macednicadel Pireo en 319. Ante la negativa de Focin, Dmades y su hijo Demeas

    presidirn la embajada a Pela, durante la cual ambos sern ejecutados porAntpatro y Casandro; el hecho es explicado porque, anciano y bastante

    enfermo Antpatro, el rtor negociaba a la par con Perdicas, al que sin dudavera como candidato a nuevo protector y garante de la democracia atenien-se (Diodoro XVIII 48,2-4; Plutarco,Demstenes31,4-6;Focin30, 8-10,donde es Antgono Monoftalmo y no Perdicas el interlocutor epistolar deDmades). La democracia solo puede sobrevivir al amparo de los basileishelensticos.

    Muerto Antpatro, Focin mudar su lealtad hacia Casandro, aceptandode paso el nombramiento de un nuevo comandante de la guarnicin de Mu-niquia por parte de ste, Nicanor de Estagira, hijo adoptivo de Aristteles. La

    continuada cooperacin de Focin con los macedonios le granje el odio delas clases ms desfavorecidas, razn por la cual, durante la breve restauracindemocrtica auspiciada por Poliperconte, quien haba prometido a todos losateniensesvolver a gobernarse , l y otros asociados sufrie-ron un proceso excepcional por que, como el de las Arginusas, nogarantiz los derechos de los encausados. Tras tomar la cicuta, el cadverde Focin fue arrojado ms all de las fronteras del tica (Plutarco,Focin34,3-37; Diodoro XVIII 66,4-67,6). Aunque Poliperconte lo consider untraidor, haba dejado su suerte en manos de los atenienses. Pero su memoria

    habra de ser rehabilitada y sus restos devueltos a Atenas para recibir entierropblico tras la cada de Demetrio de Falero en 307 (Diodoro XVIII 67,6;Nepote,Focin4,4; Pseudo-Plutarco, Vidas de los diez oradores850B).

    90Brun 2000, 154, 166-167, para quien el de Focin es un estoicismo de pacotilla. Unaamplia crtica a la tradicin antigua y en particular a Plutarco que idealiza a Focin para hacerde l el ltimo de los grandes atenienses (una vecchia gloria nazionale) puede encontrarse en C.Bearzot,Focione tra storia e trasgurazione ideale, Milano 1985, y, ms recientemente, en Bayliss2011, 129-151, que considera que trabaj desde dentro para imponer el poder macedonio y derrocarla democracia, por lo que no duda en etiquetarlo de traidor y conspirador. ContraTritle 1988, esp.141-145, para quien la reputacin de dikaiosyneentre sus contemporneos se asentara en los tilesactos en defensa de la ciudad (p. 121), razn por la cual considera a Focin alejado de cualquierideologa faccional y guiado nicamente por opiniones polticas determinadas por su educacin ycarcter platnicos (p. 132).

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    Tras establecer una guarnicin en Muniquia, Casandro tambin restringela democracia, de la que son excluidos aquellos con un censo inferior a mil

    dracmas (Diodoro XVIII 74,3). Para ello se apoya en 317 en el nombra-miento de Demetrio de Falero, peripattico producto del Liceo de Teofrasto,quiz emparentado con la familia de Conn y Timoteo (Digenes LaercioV 76, basado en Favorino), por mediacin del cual llegara a vincularse aFocin. De hecho, Demetrio estuvo presente junto a Focin y Dmades enlas trascendentales negociaciones con Antpatro (Demetrio, Sobre el estilo289), gran admirador de Aristteles, y a buen seguro hubiera compartidoel destino de Focin y sus colaboradores de haberse presentado a juicioen 318 en lugar de buscar refugio con Nicanor en Muniquia (Ateneo XII

    542e; Plutarco,Focin35,2 y Digenes Laercio V 77 conrman que fuecondenado a muerte in absentia).Demetrio es nombrado formalmente porel pueblo segn el texto del decretoIGII21201, 11-12, donde el ttulo, quiz

    , falta91. Por sus poderes Diodoro (XVIII 74,3) le describe como, Pausanias (I 25,6) como y Plutarco (Demetrio10,2)como . Su dcada de autocracia comenz tambin con la purga delos principales dirigentes demcratas: Epicuro, Demlo y Hagnnides (Plu-tarco,Focin38,2). Demetrio lleva a la prctica las exigencias planteadas porIscrates, Licurgo, Aristteles y Teofrasto, argumentadas igualmente por el

    mismo Demetrio (FGrHist 228 F 25), de abolir la choregia y posiblementeotras liturgias que pesaban sobre los ricos92, sustituida por la agonothesia,en la que el Estado cubre los gastos contrados por el agonothetes si bienste puede hacer aportaciones personales y es el demosel que acta comocorego, lo que no deja de ser para Ste. Croix una corrupcin oligrquicade la democracia93; al mismo tiempo suprime la misthophoria en general,con inclusin del theorikony del misthos ekklesiastikosy el dikastikos. Las

    prcticas de los oligarcas para evitar las liturgias eran habituales al menosdesde el siglo IV94, como se ve en Teofrasto (CaracteresXII) y en la primera

    parte del Econmicode Jenofonte. Consecuentemente, durante el gobier-

    91Cf. Bayliss 2011, 78-79 con n. 51 en p. 229, que recoge la bibliografa anterior y otras po-sibilidades planteadas para llenar el hueco de nueve letras:strategos, prostates, thesmothetes, etc.

    92Habicht 1997, 57; Williams 1997, 339; Bayliss 2011, 105 con n. 22 en p. 235. ContraOSullivan 2009, 185-189.

    93Ste. Croix 1981, 305-306, criticado por Bayliss, ibidem, quien, como considera que laagonothesia fue introducida a la cada de Demetrio, la ve una solucin democrtica a la supre-sin de las liturgias, pero no aclara por qu las liturgias tradicionales no podan ser restauradas.OSullivan 2009, 168-185, tambin se inclina a pensar que la agonothesiasera creada en 307/6,al calor de los juegos y procesiones en honor de los Soteres Antgono y su hijo, mientras que elde Falero no habra abolido por completo la choregia, sino que habra limitado la exhibicin delos ostentosos premios obtenidos por los coregos (la nalidad no sera por tanto econmica, sinolosco-moral).

    94M.R. Christ, Liturgy Avoidance andAntidosisin Classical Athens, TAPhA120, 1990, 153.

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    no de Demetrio las clases dominantes aumentaron sus riquezas (DiodoroXVIII 18,6). En el mbito constitucional, el recin instituido cuerpo de

    los nomophylakesvigilaba la legislacin procedente de la Asamblea y elConsejo (Filcoro,FGrHist328 F 64; segn Plux, Onomstico VIII 102,sustituyeron a los Once en ocuparse de las ejecuciones)95, mientras el sorteocomo forma de acceso a las magistraturas es suprimido o manipulado. ElArepago parece adquirir asimismo ms prestigio y relevancia96. La tradicindel pensamiento platnico y aristotlico se concreta en las formas polticasque implanta la oligarqua bajo las monarquas helensticas97. En consonanciacon dicha tradicin, Demetrio promulg medidas suntuarias para reprimirlas manifestaciones pblicas del lujo, especialmente en bodas, funerales y

    banquetes, de lo que se ocupaban los gynaikonomoien colaboracin conlos areopagitas (Filcoro,FGrHist328 F 64; Ateneo VI 245a-c), pese a quel mismo en su vida privada incurri en notables excesos98. No es extraoque, apenas depuesto Demetrio, a instancia de Demcares, Sfocles inten-tara pasar un decreto que pusiera las actividades de las escuelas loscas

    bajo control de la Asamblea y el Consejo, para evitar que corrompieran ala juventud, como Scrates, pero fue denunciado como ilegal por Filn,discpulo de Aristteles, que logr retirarlo y que Sfocles fuera multadocon cinco talentos; en el nterin, los lsofos, con Teofrasto a la cabeza,

    abandonaron la ciudad (Digenes Laercio V 38; Plux, OnomsticoIX 42;Ateneo XIII 610f).

    Con Demetrio tutelando los asuntos pblicos de Atenas, segn Ctesi-cles (FGrHist245 F 1), recogido por Ateneo (VI 272c), hubo un censo,seguramente por motivos scales, en que se incluyen 21.000 ciudadanos,10.000 metecos y 400.000 esclavos, resultado sin duda de la privacin dela ciudadana de la poca de Antpatro en 322. La explicacin de las cifras,consideradas exageradas, puede hallarse en que los dos primeros gruposse evalan desde el punto de vista del censo militar, mientras que en los

    esclavos se incluyen todos los privados de derechos, incluidos extranjeros

    95H.-J. Gehrke, Das Verhltnis von Politik und Philosophie im Wirken des Demetrios vonPhaleron, Chiron8, 1978, 188-191; Williams 1997, 331-335; Bayliss 2011, 86-87. OSullivan2009, 72-86, opina, sin embargo, que hay que conceder ms atencin a la descripcin del lexic-grafo, que podra haber confundido a los nomophylakescon los desmophylakes(no atestiguadosempero en contexto ateniense), con lo que, ms que competencias legislativas, seran policiales,de preservacin de un orden moral (la autora los asocia con los ginecnomos).

    96Habicht 1997, 57; Williams 1997, 340-341. Contra OSullivan 2009, 147-159, sostiene quetal cosa se ha dado por hecho al tratarse de un rgano conservador en el contexto de unapoliteiaque se tiende a considerar (desde luego no por ella) oligrquica, pero sin que exista prueba algunaque lo respalde.

    97Green 1990, 38.98Green 1990, 46-47; Williams 1997, 335-338; OSullivan 2009, 66-72; Bayliss 2011, 87-88.

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    no censados como metecos. Es posible, sin embargo, que estas cifras sedeban, en cualquier caso, a una nueva modicacin del censo realizada en

    311, ya que Diodoro (XVIII 18, 4-5) habla de 9.000 ciudadanos para la pocade Antpatro, con un censo mnimo de 2.000 dracmas, y Plutarco (Focin28,7) de que ms de 12.000 atenienses perdieron entonces la ciudadana (parte de los cuales fueron obligados a emigrar a Tracia). De dosfuentes ms, Demstenes (Contra Aristogitn I[XXV] 51) y Pseudo-Plutarco(Vidas de los diez oradores843D), se desprende un nmero de ciudadanosen torno a 20.000 poco antes de 322. Hiperides (fr. 29 Jensen) sugiereque entre las minas y la tierra habra ms de cien mil esclavos masculinosadultos99. Todava en los momentos posteriores a la batalla de Queronea,

    segn el autor de las Vidas de los diez oradoresdel corpusde Plutarco(848F-849A), Aristogitn acus a Hiperides por haber hecho una propuestailegal para conceder la ciudadana a los metecos y la libertad a los esclavossi estaban dispuestos a tomar las armas. En cualquier caso, es posible quecomo esclavos se contabilicen los sometidos a formas de dependencia de lasimpuestas en el proceso de debilitamiento de los derechos de los ciudada-nos, lo que abarcara todo el espectro de la produccin, agricultura, minas,artesana, comercio, e incluso la administracin pblica. Es preciso tener encuenta que en el siglo IV las alteraciones sociales impusieron la necesidad

    de establecer criterios diferenciadores como los que expuso Aristteles enlaPoltica, en una poca en que se difundieron algunas ideas contrarias a lainstitucin, como las de Alcidamante, que reinterpretaban el pensamientode algunos sostas, o las de algunos cnicos o estoicos, que se referan a laigualdad de los hombres por naturaleza.

    Un ejemplo de la distancia entre la idea de la democracia en poca clsicay la protegida por los reyes se halla en la constitucin de Cirene, entre 322 y308, dada por Ptolomeo I, en la que se indica la denicin de los ciudadanos,adems de los que lo sean por nacimiento, como aqullos a los que acoja el

    cuerpo poltico, formado segn iniciativa del rey, nombrado por Ptolomeode acuerdo con las leyes explcitas en la constitucin100.En 307 Antgono Monoftalmo expuls a la guarnicin macednica de

    Muniquia y reemplaz la oligarqua por una democracia con la participacinde su hijo Demetrio, el que se conocera como Poliorcetes. Como antesFocin, Demetrio de Falero y sus colaboradores fueron acusados formal-mente de derrocar al pueblo (Filcoro,FGrHist328 F 66; cf. Suda,s.v. ). Desde su exilio en Alejandra, donde aconsejabaa Ptolomeo I y colaboraba en el Museo y la biblioteca, Demetrio escribir

    99Oliver 2007, 86.100Praux 1978, 414-415.

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    una justicacin de sus diez aos de gobierno, en los que consideraba quela democracia se haba mejorado (Diodoro XX 45,4-5; Digenes Laercio V

    77-78; Estrabn IX 1,20)101. La democracia restaurada en Atenas queda bajola direccin de Estratocles y Demcares y la proteccin de los reyes como

    benefactores, que adems reciben culto como Soteres, se les hace epni-mos y nominan a dos nuevas tribus, la Demetrada y la Antignida, con suscorrespondientes estatuas aadidas en el gora al grupo de los fundadoresde las dems tribus, se les erigen dos estatuas ms, muy signicativamenteal lado de las de los tiranicidas Harmodio y Aristogitn, y se llega a tejersu egie en el peplo de Atenea (Plutarco,Demetrio 10). El evergetismo esahora amplicado por el basiles: Antgono entreg 150.000 medimnos de

    trigo a Atenas en 307/6, para alimentar a 150.000 personas durante un mes,adems de madera para construir cien naves y la devolucin de Lemnos eImbros (Plutarco,Demetrio 10; Diodoro XX 46,4). El evergetismo era unmodo de conseguir lealtades que a veces se interpretaban como servilismo,como en el caso de la Liga Aquea, que se negaba a aceptar regalos, segnPolibio (XXII 7-8), porque los intereses de los reyes se oponan a los delas democracias; as tambin a Ateneo (VI 253b-f, basado en Lecares,FGrHist75 F 2, y Duris de Samos, FGrHist76 F 13) le resulta servil yadulatoria la actitud en que haban cado los antiguos vencedores de Mara-

    tn cuando en 291, tras la tirana de Lacares y la recuperacin de la ciudadpor parte de Demetrio en 296/5, quien de nuevo restaur la democraciay regal grano, los atenienses celebran su llegada con el himno itiflico,

    porque a l podan verle, no en madera ni en piedra, sino de verdad [...]l era el soberano a quien podan suplicar. Despus de Demetrio, no hayya rastro de culto a Antgono II Gnatas, probablemente porque, ms quetutor de democracias, alent el establecimiento de tiranas en suelo griego(en Atenas, tras la Guerra Cremondea, situ en el poder a otro Demetriode Falero, nieto del anterior:IGII22971).

    Como garante de la democracia ateniense, Demetrio espera que susphiloireciban honores (IGII2387), o se les condonen multas, como la decincuenta talentos impuesta a Cleomedonte padre del joven Cleeneto,objeto de los amores del rey , que conducir a la ejecucin de quienes

    prohben le lectura pblica de las cartas del rey y al exilio de Demcares,

    101Pese a todo, el ltimo estudio monogrco sobre el rgimen del de Falero, el de OSullivan2009, se opone con vehemencia a tal idea y llega a concluir (en p. 289) que Demetrio pudono haber destruido la democracia ms que Pericles, cuya supremaca no se basaba en alguna

    posicin extraordinaria o usurpacin formal de poder (el nico rasgo oligrquico, la reduccindel cuerpo cvico, habra sido una imposicin de Casandro, ajena a l). Es un ejemplo de la faltade comprensin de los aspectos sociales de la democracia, cuando los autores solo se jan en surelacin con el poder personal, y no en la proyeccin social.

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    ese intransigente gaullista acomodado entre los ms exibles hombres deVichy102, mientras Estratocles, uno de los colaboracionistas, por seguir

    con la metfora, propone que en adelante cualquier indicacin de Deme-trio debe considerarse sagrada ante los dioses y justa ante los hombres(Plutarco,Demetrio24, 3-4). Se conservan trece decretos promovidos porEstratocles que elogian a philoide Demetrio, aunque es tambin el pro-

    ponente del decreto que en 307/6 conceda los a Licurgo,muerto en 323, cuya gura se recupera bajo un perl antimacedonio (IGII2457; Pseudo-Plutarco, 852A-E). Tanto Filpides como Laques, hijo deDemcares, le acusarn despus de ser uno de los katalysantes ton demon(Plutarco,Demetrio12,4; Pseudo-Plutarco, Vidas de los diez oradores851C).

    Para Christian Habicht y Boris Dreyer las interferencias antignidas hacende este rgimen una democracia con libertad a medias103.

    Podemos concluir, por tanto, que durante el siglo IV hay en Atenas fuertestensiones para controlar la democracia por parte de muchos miembros de laoligarqua, lo que impone la necesidad de resistencia. Al nal se resuelvea favor de las restricciones con el apoyo de la monarqua macednica. Lademocracia queda reducida a un trmino propagandstico utilizado con fre-cuencia incluso en las rivalidades entre los reyes en sus afanes imperialistas

    Abreviaturas bibliogrfcas

    Bayliss 2011A.J. Bayliss, After Demosthenes. The Politics of Early Hellenistic Athens,London - New York 2011.

    Brun 2000P. Brun, Lorateur Dmade. Essai dhistoire et dhistoriographie, Bordeaux2000.

    Clisthne et Lycurgue dAthnes

    Clisthne et Lycurgue dAthnes. Autour du politique dans la cit classique,sous la direction de V. Azoulay, P. Ismard, Paris 2011.

    Cobetto Chiggia 1995[Andocide] Contro Alcibiade, a cura di P. Cobetto Chiggia, Pisa 1995.

    102Habicht 1997, 67-81, esp. 72; Dreyer 1999, esp. 174-180. Por el contrario, las injerenciasreales son minimizadas por Bayliss 2011, 124-126, para quien lo sustancial es que no hubo re-duccin del cuerpo cvico ni guarnicin extranjera.

    103Habicht 1997, 67-81, esp. 72; Dreyer 1999, esp. 174-180. Por el contrario, las injerenciasreales son minimizadas por Bayliss 2011, 124-126, para quien lo sustancial es que no hubo re-duccin del cuerpo cvico ni guarnicin extranjera.

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    Dreyer 1999B. Dreyer, Untersuchungen zur Geschichte des sptklassischen Athen (322-ca.

    260 v.Chr), Stuttgart 1999.Faraguna 2011

    M. Faraguna, Lykourgan Athens?, en Clisthne et Lycurgue dAthnes, 67-86.

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