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La «cuestión leibuiziana»: estudio critico bibliográfico 17 parte: Las obras de Leibniz 1. INTRODUCCION El objeto de estas páginas es presentar el estado actual de la bibliografía leibniziana, comenzando por discutir los proble- mas que afectan a las obras y ediciones del filósofo y dejando para un próximo artículo (que aparecerá en esta misma sección, en un número siguiente) el balance de los estudios a que ha dado lugar su pensamiento. Como es obvio, he admitido esta distinción entre obras y estudios, sin grandes congojas personales, en vir- tud de un sistematismo que es aceptado comúnmente por la práctica académica establecida. Pero debo advertir que esta distinción resulta sobremanera inútil en el caso de Leibniz, ya que, al no haber sido fijado de una vez y definitivamente el corpus de sus escritos (como se sabe, no existe todavía una edi- ción completa de sus obras’), las opciones, disputas y solicitudes de los intérpretes han dependido en gran parte de la aparición de nuevas ediciones y publicaciones de inéditos. Obras y estudios no forman, pues, como en tantos otros filósofos, una estructura definida por el valor estable y más o menos estático de las pri- meras, sino más bien, una estructura de interdependencias diná- micas mutuas que sólo metodológicamente pueden distinguirse. Lo cual obliga, en resumen, a que, antes de adentramos en el tema concreto que he anunciado, apunte yo algunas considera- ciones sobre su trasfondo general. Tales consideraciones son las siguientes: Ante todo, se sabe bien que la «cuestión leibniziana» no es otra cosa que la existencia de varias lecturas contradictorias, que 1 Para conocer el estado en quc se encuentra la emprendida por la Preussische Akademie da Vissenschaf ten, véase mfra, epígrafe 2.2.

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La «cuestión leibuiziana»:estudio critico bibliográfico

17 parte: Las obras de Leibniz

1. INTRODUCCION

El objeto de estaspáginases presentarel estadoactual dela bibliografía leibniziana, comenzandopor discutir los proble-mas que afectana las obrasy edicionesdel filósofo y dejandoparaun próximo artículo (que apareceráen estamisma sección,en un número siguiente)el balancede los estudiosa queha dadolugar supensamiento.Como esobvio, he admitido estadistinciónentre obras y estudios, sin grandes congojaspersonales,en vir-tud de un sistematismo que es aceptado comúnmentepor lapráctica académicaestablecida.Pero debo advertir que estadistinción resulta sobremanerainútil en el caso de Leibniz, yaque, al no haber sido fijado de una vez y definitivamente elcorpus de sus escritos(como se sabe,no existetodavíaunaedi-ción completade sus obras’), las opciones,disputasy solicitudesde los intérpreteshan dependidoen gran parte de la apariciónde nuevasedicionesy publicacionesde inéditos.Obrasy estudiosno forman, pues,como en tantos otros filósofos, una estructuradefinida por el valor establey más o menos estáticode las pri-meras, sino más bien, una estructura de interdependenciasdiná-micas mutuas que sólo metodológicamentepuedendistinguirse.Lo cual obliga, en resumen,a que, antes de adentramosen eltema concreto que he anunciado,apunte yo algunas considera-ciones sobresu trasfondo general.

Talesconsideracionesson las siguientes:Ante todo, se sabe bien que la «cuestión leibniziana» no es

otra cosaque la existenciade varias lecturascontradictorias,que

1 Para conocer el estado en quc se encuentrala emprendidapor laPreussischeAkademieda Vissenschaften, véasemfra, epígrafe2.2.

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afectan no a problemas de detálle, sino al sentido, al alcancetotal del pensamientode Leibniz. Desdela interpretacióntradi-cional, queconsiderabaa la metafísicacomounaconsecuenciadela dinámica>o desdela reacciónlogicista, que hizo derivar a esamismametafísica(y aunal sistemaentero)de presupuestospura-mentelógicos, el núcleo básicoo el origen del quese han hechodependerlas demás investigacionesdel filósofo se han situado,sucesivamente,en la metodología,en la historia, en la matemá-tica, en la religión, etc.,dentro siemprede un sentidosistemáticocontrapuesto,en eí que no han faltado desdeel más extremoespiritualismohastael másdecidido materialismo2.En los casosen que se produceun fenómenode multiplicidad interpretativacomo éste, lo. non al es buscar las causasen dificultades inte-rioresdel pensamientoen cuestión.,Esto estáfuerade duday, porlo quea Leibniz se refiere, tales dificultadessongravesy nume-rosas.No hay, por ‘ejemplo, un opusmagnum (al estilo de lasMeditacionesde Descarteso la Ethica de Spinoza).en el que elautor expongauna síntesisdetalladade su filosofía y, muy alcontrario, inclusode algunaspartesde esafilosofía sólo tenemosreferenciasincompletasen opúsculosy fragmentosque,a veces,no son fácile~ de‘integrar en el conjunto de la obra. Por otroladó, algunascuéstionescentralesdel pensamieñtode Leibnizno aparecentematizadásde un modo autónomo, sino que sevinculan a contextos próblemátiéosparticulares’ de forma quesu función semultiplica, confusay polisémicamehte,en procesos

2 Algunos tratadistashansistematizadola multiplicidad de interpreta-ciones, reduciéndola‘a tres tendenciasque se distinguen por el puestoconferido en eflás. á’Áá ‘rzi~tafísica. Según esto, habría que hablár: 1> deunacorriente metafisicista,~ue entiendetodo el sistemaderivado de unascuantasintuiciones ontológicas; 2) de una corriente togicista, que reducela metafísicaa una pura co~secuewciade determinadastesis lógicas, y3) de una corrienteconciliadora, queve en la metafísicatanto el ejerciciode un originario esprit de systéme¿orno tambiénel producto de unaseriede perspectivasparcialesentrelas qué se cuenta(aunqueno unicamente)la lógica. Estassistematizaciones,si bien no son del todo falsas,resultan,sin embargo~insuficientes,cuandose quiere descendera los detalles.Dehecho, como veremosen la II parte de estetrabajo, las cosasson consi-derablementemás complejas.

3 La expresiónes. de RUSSELL en A Critical Exposition of Phylosophyof Leibniz, 1900, cap. 1, § 1.

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analíticosy deductivosheterogéneos~. La terminologíay aun elcontenido de algunas expresionesresultan, en consecuencia,vacilantes. Como móviles son también los esquemasde argu-mentacióny muy variables —alternativosy hasta contradicto-rios— cuandose les consideradesdeunaperspectivadiacrónica~.

La lista es, en fin, muy amplia y el lector podrá encontraruncatálogominuciosoen las diversaspartesde esteestudio.

Nada de estoes discutible,ciertamente.Sin embargo,con serenormesestasdificultades,la mayor de todas tiene otro talante;un talante que no dudaré en calificar de exterior a la filosofíaen sí de Leibniz. Consiste,en efecto,dicha dificultad en la exis-tencia de verdaderos estilos interpretativos, que difieren deuna a otra tradicionesculturalesy que, surgidos de los climasde interés de determinadasépocashistóricas, se vienen luegorepitiendo bajo estatuto de autonomía y sin las justificacionesquetuvieron en suorigen. Pongamospor casoel logicismo. Tienerazón Barone cuando identifica el espíritu interpretativo deRusselly Couturat‘con el espíritu filosófico del propio Russello de Frege, Peano,Wittgenstein.. -, dentro todo ello del climade interéspor la lógica quecaracterizóel principio del siglo xx ~.

Cfr., en estesentido, lo que dice M. Snnss en Le Systtmede Leibnizet sas modt~les mathernatiques,Paris, PUF, 1968, p. 9 ss.

5 Compárese,por ejemplo, la fundamentacióndel principio de armoníaen Con/essioPhilosophy(1673), Primae l/eritates (1686) y Theodicée(fíO),cuyas variacionesargumentativashan dado lugar a polémicas de impor-tancia. Cfr. COUTURAT: Sur la metaphysiqueLeibniz, RMM, 1902, pp. 23-34,y RIVAUD: Historie de la Philosophie,Paris, 1931, tomo TU. Otras nocionesque forman parte de contextos argumentativosvariables son la verdad,la necesidad,la fuerza, la materia, el fenómeno,etc.

E BARONE: Leibniz. Scritti di Lógica. Introduzione,p. 3. He aquí exacta-mente sus palabras: «La paradossalitádi una reccolta degli scritti logicicoincidentecon la totalitá degli scritti filosofici lebinizianí cessadi esseretale, quando si considerail periodo —l’inizio del ‘900— in cui la raccoltaavrebbepotuto essereprogettata: sonoinfatti gli anní in eui in Germania,in Inghilterra en in Franciacompaiononuove e rivoluzionarie interpreta-zioni del pensiero lebinizianoche fanno perono,siapur con accentuazionediversa, su una tesi panlogistica,e che rispechianonella prospettivasto-rica con cui si guardaal Leibniz alcuni degli interessie dei motivi teoricidominanti nell’epoca» Véase también p. 8: «la questionedel significatodella logica leibniziana é indisolubilmenteconessacon II problemateóricocd attuale de la valutazione del rinovamento della logica formale (...):

la svolta dell’indigine storiografica (en Leibniz) coincide con una svoltadecisiva neWorientamentodel pensiero contemporáneo»(cursivas mías>.

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Pero no es menosverdadque, conindependenciade esteorigen,el logicismo se ha transformadoen una línea plausible de inves-tigación, incluso en una militancia, que caracterizalos estudiosanglosajonesenproporciónmayoralos de otrosmedioseuropeos.Igual podría decirsede la corrientemetafísica,que ha dominado,pesea notablesy excepcionalesepisodios~, el hórizonte interpre-tativo francés. Y aún cabríahablar de un Leibniz germánico,sibien sonmuchaslas vacilacionescon que seha escritola historiade los Leibnizforschung,como quedarápatenteen estaspáginas.Este tipo de generalidades,sobre’todo en lo que se refiere a sudistribución geográfica,es claro que contienen’un factor de ilegi-timidad y de trivialización queprocurarématizarcuidadosamenteen la II parte de esteestudio. Pero, al margenahora de su másexactaponderación,lo que no cabe duda, lo que importa ponerde manifiesto es que tales «estilos interpretativos»funcionanenla interpretación de Leibniz como tradicionessistematizadoraso escolásticas,que son foráneasen sí mismas a la obra del filó-sofo~y que necesitandiscriminarsede ella, no tanto con ánimode denuncia, cuanto con ánimo de rigor.

Pero esto no es todo, todavía. Si el problema al que estoyaludiendoesverdaderamentegrave,no sedebesólo alaexistenciade estos que llamo «estilos interprétativos» y a su exoterismoescolástico, sino ai fenómeno de modificaciones estructuralesque imponen a los problemasconcretos.Permítasemeinsistir enque no es mi intención eliminar el carácterobjetivo de muchasde las más ‘arduas dificultades leibnizianas. Pero sí estimo quedebeconstatarsecómo los mismostextos ‘son valoradoso desca-lificados según la escuelaque el intérprete profesa; y cómo, enotro ordende cosas,se eligen las cuestiones(y se las califica dedecisorias)parapresentarel pensamientode un filósofo que tanpródigo es•en citas y desarrollosanalíticosalternativos.Sin em-bargo, la importanciade estos datos no consistesólo en la inter-pretación diferente que, de estamanera, llega a producirse.Enrealidad, si esa diferenciade interpretacionestiene lugar es por

El más notable de los cualeses la publicación por Louis COUTURATde La Logique de Leibniz, en 1901. Sin embargo,no es importunorecordarla frialdad con que los miembros de’la SocietéFranéaise de Philosophierecibieron las tesis couturianas,¡ya en 1902! Cfr., para ello, Sur les rap-ports de la logique et de la metaphysiquede ‘Leibniz, RMM, 27-11-1902.Esta frialdad frente al logicismo constituyeuna constanteen Francia.

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otro fenómeno aún más profundo: porque se modifica previa-mente el marco de relación, porque se altera y diversifica lapropia imagen de Leibniz. Los «estilos interpretativos» no selimitan a sugerir determinadosclaroscurossobreuna fotografíaborrosa. Por el contrario, transforman,invierten la función es-tructural y el sentidohermenéuticode partesenteras—la lógica,la metafísica,la dinámica—del sistemaleibniziano.Y esevidenteque, en este cambio de coordenadas,no tanto ocurre que lascuestionesparticularesse interpreten, cuanto que se planteande forma en absolutodiferente. La existencia,pues>de los «es-tilos interpretativos»no sólo influye en el caráctergeneralde laexplicación de Leibniz, sino también en el planteamientode losproblemasconcretos.Los postuladosexógeñosde la hermenéu-tica se objetivan así en dificultades endógenaspara esamismahermenéuticay, de este modo, la validez intrasistemática(o decoherenciaconsigo mismas) de las interpretacionesse construyeal margende suposiblevalidezextrasistemática(o de adecuacióncon todos los datos reales, no selectivamenteescogidos)~ Másaún: aquella validez perturba, disocia el propio intrasistemaleibniziano. Pone el acento en la multiplicidad y contradicciónde las vías de análisis, mientras que dejá de lado su caráctersinóptico, su vocación expresade armonía~.

Tal es,a mi juicio, el núcleo de la «cuestiónleibniziana’>: elfenómeno disociativo, impuesto por los estudiosos—y por ra-zonesexteriores,históricas—de lo queen Leibniz es y no puedemás que ser un constructo único; y, a partir de ahí, la consi-guienteparcialidad con que se concibe la estructuradominante,la Arquitectónicadel sistema.Ahorabien, lo queacabode señalar

8 Tomo esta distinción entre validez intra y extrasistemática,abusiva-mente, de S. HÁAcR: Pkzylosophyof logics, CambridgeUniv. Press, 1978.

9 Véase el certero diagnóstico de GUEROULT: Leibniz Dynamique etmetaphysique,Paris, Aubier-Montaigne, 1934, que dice: «C’est un dogmeuniversellmentrequque celui de l>eclecticisme de Leibniz et de son ‘tem-peramentconciliateur; mais c’est une tendencede sesinterprétes,surtoutles plus récents,de mettre en valeur plutót les contradictionset lesconfu-sions que les harmoniesde sa pensée.C’est sans doute la ran~on d’uneanalyseexacte; mais cette ranqon n est, bien souvent, ineluctable qu>enraison du parti pris de négliger l’aspect synoptiquesoús lequel Leibnizapercoitl’ensemblede problémes,et de la volonté plus ou moins consciented>accordera priori une preponderancemarquéeá tel ou tel themesnom-híeaux dont l’enchevétrementconstitue l’univers de ses pensees.»

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—y precisamenteen cuanto queconstituye el núcleo de la «cues-tión leibniziánax—no bastapara hacersecargo de la verdadera,problematicidadde la cuestión.La génesis‘de los «estilos inter-pretativos» no podría explicarse.solamentepor los climas inte-lectualesde una determinadaépocao por su fijación en especi-ficas tradicionesde cultura, si no hubieraacompañadoa ello eldato‘perturbador.de un conocimiento asimismo parcial e histó-ricamentemóvil de las propias obras de Leibnii. Es lo que sugeríal principio de estas páginasy el. punto también al que queríadirigirnie. Si> a.pesarde un cierto abusode los términos>podemoshablar de un Leibniz logicista o metafisicistay casi también deun Leibniz francés o anglosajón>~con mucho mayor motivo esposiblereferirse a un Leibniz siglo xviii (que ha.producido de-terminadasreaccionese ‘interpretaciones)o un Leibniz siglo XIX

o siglo xx (queson distintosentresíy de los anteriores,y no sólo’por crecimiento de lo ya conocido,sino sobretodo> por apariciónde datos radicalmente‘novedosos)..Las fechas—los «Leibnizs»—r-puedenincluso concretarsemás. Piénseseque toda la tradiciónwolfiana no tuvo apenasnoticia de los escritos lógicos y meto-dológicosde Leibñiz ~ y que,en realidad,éstosno se conocieron,parcialmente,hastala edición de Erdmannen 1840” y, de nuevode un modo parcial aunquecon mayor amplitud, hasta las.publi-caciones del tomo VII de los PhulosophischenSchriften 12 deGerhardt en 1890 y de los Opuscuiesde Couturat en 1903. Si aesto se añade.queimportantesmeditacionessobreel infinito novieron la luz hasta la edición de Jagodinskien 1914 y que aúnhoy’ permaneceinédita una parte considerable,de ‘los opúsculos

lO Incluso la edición de flu’rw~s en seis volúmenes (1768), que fue tanrica ‘ en importantesáreasdel pensamientoleibniziano,no ofrece unasolalínea que se refiera intencionalmentea los escritos lógicos y metodoló-gicos. Cfr. sobreestaedición,mfra, p. 292 y nota 56.

11 Y digo parcialmente,no sólo porqueErdmannutilizara un criteriorestrictivo en la selecciónde textos,sino tambiénporquecometeconside-rables errores> tanto en la. transcripción como en la cronología de losque publicó. Véanselas ponderadascríticas de GURIIAUER recogidas porRAvmt: Bibliographie ‘des oeuvresde Leibniz, Paris, 1937, p. 307.

1.2 Son los textos recogidosbajo el rótulo ScientiaGeneralis.‘Characte-ristica, Pp. 43-247. Pero, ‘en realidad> hay otros muchos~escritosde estanaturaleza,dispersostanto en los Philosophischen.Schriften como en losLeibnizensmatemathischeSchriften, y que el. autor, incomprensiblemente.ha colocadobajo rótulos distintos.

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icos ‘~, ¿puedeextrañar que hayan yariado notablementelosjuicios de los intérpretes,desdeVoltaire a Couturat,desdeSerreso Parkinssona un futuro estudiosode este tema que cuentecon el corpus íntegro de las obras de Leibniz? Pero entonces,quedaclaro que el fenómenode los «estilos interpretativos» otradicionesescolásticasde Leibniz serelaciona,si no en absoluto,al menossí de un modo estrecho,con la movilidad en el conoci-miento de sus escritos. La interpretación logicista es solidaria,pues> del hallazgo de los textos lógicos; y su escolástica sevíncula, de este modo, a la publicación de tales textos en 1903.La interpretación religiosa dependedel interés causadopor lasobras místicas y teológicas; y su supervivencia no ha sidoajena a las publicadiones de inéditos de Baruzi (1905) y Grua(1948). Et ita porro. A lo que podría añadirse,en fin ‘(por losejemplos que he señalado),que hay un Leibniz 1903, un Leibniz1948, et&, cada uno de los cuales asume los anteriores y, sindesnucarlas escolásticasvigentes,introducenuevasperspectivas,nuevasposibilidadesde sistematización.

Ahora bien, ¿adóndenos conduce todo esto?Si con lo queacabo de decir se demuestra>sin asomo de duda, aquella indi-cación que hice al principio sobre la imposibilidad de separardrásticamentelas obras de los estudiosen un ensayode biblio-grafía leibniziana, lo importante> de todos modos, es que conello no sehaceotra cosaqueinsistir en la existenciade elementosrelativos,foráneosa la obraen sí de Leibni2 y plenamentedeter-minantesa la hora de ponderarlos complejos y contradictoriosdesarrollosde su interpretación.Este> pues>es el dato decisivodel problema. Cualesquieraque seanlas dificultades reales delpensamientode Leibniz, la «cuestiónleibniziana»es, sobretodo,una cuestiónde crítica bibliográfica, es decir> una cuestión queapunta a factores que no están dados en ese pensamiento; que~alude, concretamente,a las condiciones formales de’ la obradel filósofo y a las característicashistóricas en queseha desarro-llado su hermeneusis.Este hecho, en fin, que ya comprendió

13 De entre estos últimos, resulta especialmentelamentablela no pu-blicación de casi ninguno de los escritos que se refieren a la lógica de laprobabilidady de las proposicionescontingentes.Véase> mfra> p. 300 ynota 69.

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Mahnke en 1925 ‘~ pero que, lamentablemente,ha sido pocomeditado por los autoresposterioresa él ‘~, hace obligatorio unestudio de la ‘bibliografía leibniziana, que no constituya (comoes costumbre en tantas tesis o libros «académicos’>)la simplepresentaciónordenadade una lista de títulos, a menudo tannumerosacomo inútil, cuanto la discusión de las opciones,con-tenidos, supuestosmetodológicos o prejuicios puros y simplesque se presentano subyacenen el interior de tales títulos. Nobasta con saber en qué estadonos encontramosen la interpre-tación de Leibniz> sino que es preciso tener también en cuentael cómo y el porquéhemos llegado a tal estado.Porque de loque, en definitiva, se trata es de discriminar lo original delo añadido>las dificultades propias de Leibniz de las que sólo loson en algunade sus escolásticas.Y es evidentequeello implicaun análisiscuidadoso,críticamenteplanteado,queno sólo expreselas carenciasy los excesosdel repertorio de edicionesy estudiossobre Leibniz, sino que también señalela función~de cada unoy la secuencia,por así decir, diacrónica en que han venidoapareciendo.

Tal es,en fin> por lo que a ml se refiere, lo quevoy a intentaren las páginasque siguen y en las que serán publicadas,comohe dicho,en el número siguientede estosEstudios.Sólo me restapor señalarque, en cuanto a los limites de mi trabajo> he prefe-rido no extendermea la bibliografía anterior al siglo xx, si biendebo añaidir que he tomado este marco con no poca laxitud. Loprimero porque el perspicazanálisis de Mahnkehaceinnecesariacualquier repetición; lo segundoporque,no obstanteello> algu-nos planteamientosinterpretativosde nuestrosiglo, así como lasprincipalesediciones,se remontana períodosanteriores.En con-junto, pues, he pretendido hacer balance de lo que puede serhoy el estadode los estudiosleibnizianos,remitiéndome,cuandoha sido preciso,hasta el punto de partida de las discusionesyno ahorrando, comúnmente, cuantas referencias pudieran serclarificadoras para la mejor presentaciónde ese balance.

‘4 Cfr. LeibnizensSynthesevon Jndividualmetaphysikuná Universalmathernatik,Halle, 1925; reecL, Stuttgart, ‘1964, passim.

15 Véanse,sin embargo,lo que se dirá en la II partede estetrabajo,epígrafe3.2.

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2. LAS OBRAS DE LEIBNIZ

Y ya centrémosnosen la cuestión concretade las ediciones.Como se ha indicado más arriba, uno de los dos condicionantesdel problema leibniziano y, seguramente,el que más requiereun tratamiento crítico> es el de la propia formalidad de lasobras del filósofo. Ahora bien> por formalidad entiendo aquítanto la peculiar maneracon que Leibniz componíasus escritos,como las dificultades que, desdeun punto de vista filológico, haplanteado su edición. Ambos hechos son correlativos. Quierodecir que> descontandolas reservasque luego voy a proponer>la fragmentariedady defectosde las ediciones disponiblesson,en unabuenaparte, resultadode las condicionesen queel propioLeibniz nos ha transmitido su obra> Conviene>pues>antes quenada>que nosdetengamosen presentaresta cuestión.

2.1. Problemasgeneralesde la obra leibniziana

El primer problemaque debereseñarseesun problemanumé-rico. Las obrasfilosóficas publicadasen vida de Leibniz 16 —a las.quedebeañadirselas quelo fueronpóstumas>perocon un escasomargen de tiempo, o sea, en concreto, la CorrespandanceavecM. Clarke y los Principies de la Nature et de la Grace fondés enraison “— constituyenun repertorio muy pequeño>fundamental-

mente compuesto>a excepciónde la Theodicée,por artículos derevista o ensayitosno siemprereconocidosen su madurezcomo

16 Sea por el propio Leibniz o por sus contemporáneos.La lista com-pleta puede consultarse—con interesantesnoticias bibliográficas— enRAvIER: Bibliographie des oeuvres de Leibniz, Paris, 1937, Pp. 119-156.(Sobreesta obra, véasemfra el apanado2.2 de esteepígrafe.)

17 La primera fue editadapor el propio CLARRE en 1717. Los segundosaparecieronen la revista «L>Europe savant»,La Haya, en noviembre de1718. En cuanto a los NouveauxEssaisSur l’entendementhumaine, quesuelenconsiderarseeditadosinmediatamentedespuésde la muerte de Leib-niz, no lo fueronen realidadhastala tardía fechade 1765,por RAs~’n. El mo-tivo de la confusión probablemente se deba a la publicación por partede CHURcHILL, en 1708, de la recensiónde Leibniz Reflexionssur l’Ess. del’Ent. Hum. de Mr. Locke, que fue reeditadavarias vecesa la muertedelfilósofo.

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válidos por el autor ~. La suma de todas estas-obrasno debesuperar el 10 por 100 de las páginasredactadaspor Leibniz yacasoni siquieralleguen al 1 por ‘100 silo que setoma en cuentason Jos títulos y’ proyectos de.obras que conservamos.Claroestáque esta aproximaciónestadísticase hace sobrela basedeincluir entre las.obrasno publicadasdelautor aquellasqueconsti-tuyen el conjunto más voluminoso de sus escritos; es decir, laCorrespondencia;lo cual es una base>no falsa ciertamente,perodiscutible. La Correspondencia,en efecto, no careció de. pubíl-cidad, aunquesólo la tuviera restringida, y acasoel único pro-blema que aquí podría suscitarsees el, de averiguar por quéhizo Leibniz un uso tan desproporcionadodel intercambioepis-tolar, en detrimento de otrasmás amplias formas de difusión desu filosofía ‘t Pero> merezcano no la pena estas matizaciones.lo que> hablandoen rigor, no cabedudaes que’másdeI 90 por 100de los escritos filosóficos leibnizianos’ permanedían,o rigurosa-mente inéditos, o, cuandomenos,no impresosen forma de libroa la muerte del autor.

Ni que decir tiene que esteproblema numencohubierabas-tado por sí solo para erizar de dificultades la tarea de unaedición completa y rigurosa. Sin embárgo,su trascendenciaestodavíamayor éuandose lo rel’ácionac¿nun segundoproblemade fuste más considerable.Me ‘réfiero a la naturaleza mismade eso que Leibniz dejó de publicar y a la importancia que debaasignárseleen el contexto de su pensamiento. Qui me non rnszeditis ncivit, ‘non novit, ‘escribía nuestro filósofo a’ Placciusel 21de febrero de 1696 ~. Y, en realidad>es inimaginable que Leibnizno concedierauna especial relevancia a muéh¿s’de los temaÉtratadosen los manuscritosque permanecieroninéditos. Por elcontrario, se opondrían a esta hipótesis no sólo un análisis

‘~ Leibniz tenía un criterio muy exigenté no ‘sólo para accedera pu-blicar> sino tambiénpara consentirreedicionesde sus obras> causándoleesto último algunos episodios desagradables,como la reedición> sin suconsentifxiiento,del De’ Arte Combinatoria,en 1690. Pára’ una niás exactaponderaciónde estetema,véase,mfra, nota.31. -

19 Véaseuna sugestivahipótesis de trabajó ‘en’ BREIÚER: Leibniz et ladiscussion.RPhFE 1946 (núms. 10-12). En todocaso,es ím~iértantereseñarque los corr’esponsalesde Leibniz superan’ los seisciefitos!, yque estehecho —lo t~ue expresamaterialmentecomo característicade su obra—debeser meditadoa la llora de hacerun juicio ‘soli-e su filosofía.

~ DUT. VI, 1, 64.

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interno de tales manuscritos, sino montañas de citas e indica-ciones apuntadasaquí y allá por el autor. Por ejemplo>ningunode los trabajos sobre la Característica,la Ciencia General> elAna¡ysis situs, el cálculo de probabilidades>el laberinto del con-tinuo> etc., así como tampocola mayoría de los referidos a laEnciclopedia o a importantespartes de la Metafísica> fueronpublicadosen vida de Leibniz —ni, a decir verdad,lo han sidohastalas grandesedicionesde los siglos xix y xx—, a pesarde locual, en sus obras publicadas o en algunas de sus cartas serefiere a ellos en términos de piezas indispensablesde su sis-tema21 de los que esperael mayor título de gloria ~ y queserándados a conocer«si Dios me da vida suficientepara ello» ~. Otrasveces también>en notas marginalesde los propios manuscritosinéditos, el autor escribe frases elogiosas para consigo mismo:recuérdese,por ejemplo> el famoso y lapidario hic egregiepro-gressussum 24 que le sugierea Leibniz una segundalectura desusGeneralesInquisitiones de 1686- Y aúnpodríananotarsemu-c’hos otros juicios y afirmaciones, todos los cuales coincidensiempre en reconocerla verdad de la primera cita que he pro-puesto: quien no conoce a Leibniz más que por lo que editó>no lo conoce.

Ahora bien> si, en conjunto> la importancia de los inéditos esindiscutible, no menos son ciertas sus enormesdificultades. Enprimer lugar, los inéditos son muy heterogéneosen cuantoa sufactura. Junto a opúsculosmuy amplios y pormenorizadoshayotros que tienen forma de resumeno de proyecto, algunos decuyosepígrafesno sabemosmuy bien a quéserefieren 5; y, otrasveces>se trata de notas ocasionales,escritasen condicionesim-previsibles y cuyocontextoresultadifícil de establecer.Circuns-

21 A Placcius,21-11-1696 (citado en nota 20).22 Consilium de Encyclopaedianova, C, 32.23 Théod.Introducción, GP, VI, 29. VéasetambiénA. BURNErT, 1696 (?),

GP, III, 259, etc.24 C, 356.25 Tal es el caso de algunosde los epígrafesque se contienenen los

numerososproyectosde Enciclopediao de algunasalusionesa experimen-tos de la época de la que no nos quedannoticia. Un ejemplo de estoúltimo puedeverseen Schediasmade Arte inveniendíTheoremata,C, 171.

26 Por ejemplo, en el reversode una facturade hotel. Este es el caso,entre otras,de la importantenota De Principiis, escrita contra el obispode Thina, C, 183-84.

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tancialmente,algunos de estos opúsculostienen una redaccióncuidadosay sus reflexiones se presentanen forma detallada ysin solución de continuidad. Pero, a menudo,son meros recor-datorios, con faltas evidentesde estilo y numerosaslagunasensu argumentación.Por otra parte>los inéditos difieren tambiénmucho por las característicasde su contenido. En general,sonfrecuentísimaslas repeticiones,que no sólo afectana las ideas,sino incluso a la propia literalidad de las frases~. Lo que noimpide> sin embargo, que otras muchas veces se encuentrenfrases alternativas, contrapuestaso hasta contradictorias.Haytambién opúsculos cuyos contenidosresultan difícil de integraren el contexto del sistema leibniziano, no porque sean inconci-liables con él, sino porquésuponentanteosde nuevas‘vías analí-ticas que despuésquedaninexploradaso que se remiten única-mente a problemas ocasionales.Y, en todo caso> el contenidode los inéditos constituye siempre materia provisional, sujetacon frecuenciaa revisión por el contenido de otros inéditos.

Desdeluego> es indudablequetodasestascaracterísticasnosponenante los ojos lo que pareceser un rasgocomún a la ma-yoría de las obras queLeibniz dejó sin publicar. A saber>el quefueron escritaso como respuestaa circunstanciasparticulares,archivándolasel filósofo en esperade una posible utilización,total o parcial, en sus grandesobras de síntesis~; o como expre-sión de nuevas elaboracionesy nuevos puntos de vista sobremateriasya tratadascon anterioridad>que en parte suplen y enparte constituyen esfuerzos paralelos de análisis~. En amboscasos,es evidenteque una integración sistemáticade todos los

27 BELAvAL> en Leibniz. Initiation a la philosophie, ed. cit, apunta loque pareceser la razón profunda de esas repeticiones —incluso litera-les—: «Leibniz répétebeaucoup.Publiant peu, II est amenéá reprendreses exposés et souvent dans les mémes termes, pour maint nouveaucorrespondant...,etc.» (p. 9 s).

2 Este es el casode la Théoáicée,que se beneficia, como ha demos-trado GRUA incontestablemente,de un vasto conjunto de anotacionesante-riores. Véanse las concordanciasestudiadas por este autor en OmM>pass4rn. Estehubiera tambiénsido, a no dudarlo, el casode la otra. granobra de síntesis sobre el «laberinto del continuo», que Leibniz anunciaen la propia Teodicea(GP> VI, 19) y que nunca llegó a redactar.

29 Ejemplo de esto último son los diferentescálculosideadospor Leib-niz, cuya secuenciacronológica e intercorrelación temática estudió Cou-rua~v en La Logique.., ed. cit., caps.VIII y IX.

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inéditos es absolutamenteimposible. Y que a lo más a que po-demos llegar es a integracionesparciales>constituidaspor con-juntos de opúsculos relacionados entre si, y, por supuesto,sobre la basede una organizacióncronológica.

Ahora bien, qué duda cabeque todo esto tiene un valor fun-damentalpara establecerla importancia de los inéditos y, másaún, que introduce en el tema factores ponderativosy conside-rablesmatizaciones.Los inéditos> en efecto,sea que se nos pre-sentencomo piezasaisladaso como partesde un contexto quesólo la cronología puedeestablecer>se inscriben> en todo caso,en el mareo evolutivo en el que el pensamientode Leíbniz segeneray desarrolla.No puedepretendersequelos inéditostenganpor sí solos un valor absoluto> sino relativo a una serie decautelasquesedebentomarparacadauno en particular.Y muchomenos puedepretenderseesto cuandoel contenido de uno cual-quiera de tales opúsculoschoca frontalmente con afirmacionesexpresasy repetidasdel filósofo en sus obraspublicadaso conuna constantebien determinada de su pensamiento~. Es unerror, creemos,que sin duda explica muchos de los malenten-didos anejos a la interpretación de Leibniz, eí querer situar almismo nivel de testimonio las obras avaladaspor el filósofomediante la garantía de su publicación, con las obras que sonmero trabajo de despacho>fragmentos que el propio Leibniz,por razonesque a veces sospechamosy otras veces ignoraremospara siempre, no se decidió a editar~ Por su naturaleza>los

~ Este es el equívocoen que incurren algunasde las distorsionesdellogicismo clásico. Un buen ejemplo lo proporciona la interpretacióncou-turiana de la armonía preestablecida,que, en definitiva, supone preferira textos como Theout, § 61, y la carta a Wolf, otros textos alternativosdeobras inéditas como Primae veritates, etc. Véase de COUTURAT: Sur laMetaphysiquede Leibniz, RMM, X, 1902, en especialpp. 22-24.

31 Este argumentocobra más fuerza por cuantono nos es desconocidoel carácterexigentecon que Leibniz accedíaa la publicaciónde sus obras.Así, por ejemplo> sabemosmuy bien el disgusto que le produjo que en1690, sin permiso suyo y sin ninguna nota aclaratoria, reeditaran el DeArte Combinatoria, de 1668. Cfr., para esto> el prefacio de De l>horizonde la doctrine humaine, C, 531> y la nota al De Arte, GP> IV, 103. Porotra parte, si abundantesson sus referenciasa su obra todavía inédita,más numerosasresultan —y dotadasde la mayor firmeza— las que serelacionan con su obra ya publicadas.Véase,por ejemplo> las referenciasa la Théodicde,en la V carta a Clarke, § 10 <GP> VII, 390), o las citas delas Meditationesde cognhtione veritate et ideis que aparecenen los Nou-

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inéditos son pensamientoin fien, expresión de una dinámicaintelectual que abarcaestadiosdiferentes: algo> en suma, nece-sariamentemovedizo. En cuanto a su importancia, aun consi-derando la del conjunto como inexcusable>en cadacasohay quedeterminaríacon~ criterios que no sólo puedenser los de suspropios contenidosinternos>sino tambiénlos de la etapaen quese producen y los de su capacidadpara integrarseen los com-plejos sistemáticosque definen esa etapa bis•

veauxEssais, II, XXIV. Cfr. también la importante carta a BtJRNETT, de1699 (GP, III, 257). En general, la impresión que producen todos estostextos—y otros muchosquepodrían citarse— esque las obraspublicadaspor Leibniz en’ el período de ‘madurez constituyen textos prácticamente.definitivos, aunque incompletos, para dar idea de su sistema. Precisa-menteesta falta de compleciónes lo que le lleva a citar su obra inédita>pero siempre con la advertenciade que es obra todavía no elaborada,todavía en preparación.

3’ bis Cuestión relacionada‘con la de la funcionalidad e integración delos inéditos es la de si éstos—en conjunto o> cuandomenos,en parte—representanun tipo o un nivel de filosofar distinto del quese ofreceen lasobras publicadas por Leibniz: una suerte, vale decir en resumen, defilosofía oculta o esotérica,que, seapor su heterodoxia,sea por el temora malentendidosque pudieranponer en peligro su carrera política> sea,en fin, por otras razones,el filósofo hubiesedeseadohurtar a la opiniónpública. El temafue sacadoa debatepor E. Russ~¡x, en .4 Critical Exposi-tion, cit., cap. 1, § 1, aventurandoque «a menudo encontramosla mejorexplicación de sus opiniones.., en breves apuntes perdidos entre susmanuscritos»y que estos apuntes«tienen mayor densidadlógica que susmanifiestospublicitarios,a través de los cualesse consigue un conceptoinadecuadopor su profundidad y peuNración filosóficas» (p. 3). El pro-blema que planteaestaopinión de‘Russell es grave,por lo que a nosotrosnos incumbe,sólo en aquelloscasosen los que se produceuna confluenciatemática entre los, manuscritos y las obras públicas, ya qúe no cabeenfrentamientocuando los manuscritosse refieren a asuntos sobre losque Leibniz no llegó a publicar obraninguna.Ahora bien, incluso en estostérminos restringidos y si las cosas’ son efectivamentecomo las planteaRussell, entonces es obvio que habríamos dé revisar él juicio arribasostenido sobre la relatividad de los inéditos, confiriéndoles,por el con-trario, el valor de fuente preferenteen nuestra lectui-a de Leibniz. Sinembargo,‘mi impresión es que el planteamientorussellianoha confundidodos perspectivas,‘que ~on distintas ‘entre si y que debendiscriminarseen rigor. Una cosa es,’en efecto, que Leibñiz hayautilizado en sus obraspublicadasun’ tipo de ‘argumentacionesmás popularesque en sus notasde despacho,y otra muy diferente que haya de preferirse la secuenciaargumentalde tales notas, cuandoéstasdivergen de modo notorio de losargumentos expresadosen sus publicaciones. El fondo ‘del asunto mepareceser el que sigue: 1) Cuando Russell habla de «apuntesperdidos

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Naturalmente, cuanto se acaba de decir pone bien de mani-fiesto la trascendencia que, no sólo para el editor, sino para lamisma utilidad de los inéditos, tiene la cronología. Es precisoinsistir en que la única manera de hacer aprovechables en todasu extensión los opúsculos inéditos es situarlos en su contextohistórico, proceder con ellos diacronicamente. Pero este criterioes válido también para las obras publicadas (y la correspon-dencia) y para las relaciones entre estas últimas y los inéditos.Como recuerda con toda razón Couturat, «¿ cómo separar la

entre los manuscritos de Leibniz», en realidad se refiere unicamente aaquellos que acentúan la concepción analítica de la sustancia (de cofor-midad con el contenido de la Correspondance avec Mr. Arnauld), comolo demuestra, fuera de toda duda, el Apéndice textual con que Russellcierra su obra (pp. 205-299 de la edición de 1937); 2) este mismo puntode vista es el usado de un modo sistemático por COUTURAT en su publica-ción de inéditos de 1903; no obstante, 3) ni Russell conoció los manus-critos de Hannover ni los Opuscules de Couturat significan otra cosa queuna selección de textos según unos intereses bien definidos (cfra. lo queseñalaré a este respecto, infra, en pp. 297 ss.); mientras que ,a decir verdad,4) muchos otros manuscritos potencian líneas argumentales distintas a lasutilizadas por Russell -piénsese, v. gr., en los publicados por BARUZI (1905)o por GRUA (1948)-, algunos de los cuales justifica, por su parte, lasargumentaciones de las obras públicas justamente en aquellos puntos enque éstas difiéren de los manuscritos más sensu stricto lógicos. Todo estoviene a decir no otra cosa, en definitiva, sino que los manuscritos repro-ducen la misma variedad y heterogeneidad de argumentaciones que ya seobserva en las obras publicadas. Y que no es, por ello, necesario pensar,ni en la ocultación consciente de Leibniz de algunos de sus argumentos,ni tampoco, en consecuencia, en una preferibilidad de los manuscritoscomo fuente de interpretación. En todo esto, la hipótesis más plausiblees que Leibniz no siempre ni en todos los casos ha tenido interés encomunicar algunos de sus razonamientos o reflexiones, sea por su no perti-nencia para el asunto de que trata o por su provisionalidad y falta deuna adecuada matización, sea también, sencillamente, por ese cierto elitismomoral, que yo interpreto como misantropía y que es tan común a muchosautores del s. XVII. Véase, en ambos sentidos, dos textos suficientementedistanciados, que escojo al azar entre los muchos en que Leibniz se hareferido con plena conciencia a l~ cuestión: 1) De Stylo philosophicoNizolii, 1670: «Quod eorum (philosophorum) non potest usquequaqueimprobari, neque enim omnia omnibus prostituenda sunt, et qui posteaphilosophi artium, medicae inprimis et mathematicae mysteria in vulgusexire passi sunt, rem a prudentia civili alienam fecerunt» (E, 64 b); 2) ABayle 1702?: «Je n'écris pas tant pour paroistre, que pour approfondirla verité, qu'il est souvent inutile et meme dommageable de publier parrapport a des profanes, qui son incapables d'en juger et fort capablesde la prendre de travers» (GP. Ill, 66-67).

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Carta a Fluygens de 8 de septiembrede 1679 dc su Apéndiceode la Characterística geométrica32 de la que aquélla constituyeun resumen?¿Cómoseparar la correspondenciacon Arnauld yel Landgravedel )Jiscours de Metaphysique que sirve de basea su discusión?»~. El hecho es indiscutible: si lo publicado porLeibniz es sólo ellO por 100 de suobracompletay silos inéditos,en mayor o menorgrado> sonobra in fien, obraque hay quereía-aonar con la evolución productiva del filósofo, entoncesel únicocriterio científico y objetivo quepuedeaplicarsea la presentacióny estudiode los escritos leibnizianos es el criterio cronológico.«Puessólo estecriterio —vuelvo a citar a Couturat— respetalasconexionesnaturalesy genéticasque existen entre las diversasproduccionesde Leibniz» ~.

Ahora bien, he aquí el tercergrave problemade la obraleibni-ziana: la cronología. Es inevitable acudir de nuevo a los nu-meros.Sólo unapequeñacantidad,acasoni siquierael 10 por 100,de los opúsculosno publicadospor Leibniz tienen fecha segurao fácil de establecer.Para el resto la fecha es o simplementeconjeturable o desconcertanteen absoluto; y’ buena prueba de

36

ello son las contradiccionesen que han incurrido los editoresEs verdad que, a cambio, conocemosla cronología de la mayorparte de las cartasy, cómo no, de la obrapublicadapor Leibniz ~.

Merced a ello, a basede las referenciasy avisosque se contienen

3~ Los dos últimos, inéditos a la muertede Leibniz. Fueronpublicados,por primera vez, respectivamente>por KoENIG, Leiden, -1752 (p. 88), yGERHAROT> GM, V, 141-67.

3~ Asimismo, inédito a la muerte de Leibniz. Fue publicado por GRoTE-FEN», en 1846. Cf r. Erief-wechselzwischenLeibniz,Arnat¡ld und dem Land-gravenE. von flessen-Rheinfels,Hánnover,1846,pp. 154-92.

~ C, XII (Preface).~ C, ibid.36 Por poner un ejemplo, confróntenselas razonesque aduce ERDMANN

(Prefacio,p. XXV) para situar el ensayoDe la Sagesseen la última etapade la filosofía de Leibniz, con las que expresaCOUTURAT (La logique deLeibniz, VI, p. 180) para fecharlo en el período de juventud.

3~ Respectoa esta última, Leibniz confiesa> no obstante> que, en oca-siones,entrela redaccióny la edición de algunade sus obrashanexistidoconsiderablesdiferencias de tiempo. Este hecho no altera, ciertamente,la cronologíabásica de las obras publicadaspor el propio Leibuiz, peroes un dato que debe tenersemuy en cuentacuandose trata de las obraspublicadas por sus contemporáneos.Véase, a este respecto,RAvIER, cit.,páginas115-18.

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en dichasobrasy, lo queimporta más,a basedeanálisisinternos>tanto filológicos como temáticos,puedeestablecerseuna crono-logía relativa de caráctergeneral~. Sin embargo,aparte de queesteprocedimientoentrañamuchasdificultades cuandoseaplicaa los casosparticulares,no esprecisodecir que> además,suponeun trabajo de tal magnitud que ha constituido un obstáculoinsalvable, no sólo —reconocidamente—para los editores deLeibniz, sino también —y no tan reconocidamente—para susintérpretes.Un poco más abajo nos ocuparemosde ambascosascon detalle.

De modo complementarioa la cuestión de la cronología senos presentael cuarto problema de los que contiene la obraleibniziana.Me refiero a la dispersiónde los inéditosy de muchospaquetesde la Correspondencia.Aunque en nuestro siglo labúsqueday hallazgode manuscritosde Leibniz ha tenido carácterexhaustivo>nadie podría asegurarque disponemospor fin delrepertorio íntegro. Antes bien, podemos asegurarjustamentelocontrario>dado que ni la distribución de bibliotecases ahora lamisma que en el siglo xvíí ni, por otra parte, es fácil determinarel destino de las bibliotecas particularesde los corresponsalesde Leibniz ~. De hecho, no pasa nunca mucho tiempo sin quealguien dé a conocer la existenciade nuevosescritos de nuestroautor. Y aunque,ciertamente,la posibilidad de que seproduzcanhallazgosrevolucionarioses>hoy por hoy, sumamenteimprobable>tampoco puededescartarseque aquéllos de los que ya tenemosnoticia o de los que puedanproducirseen el futuro nos obliguena revisar, siquiera sea parcialmente,algunas de nuestrasideas

~ Los criterios para estacronologíarelativa requieren,de todosmodos,una más estrechacolaboración entre filólogos (análisis de la filigranade los manuscritos,tipos de letra, etc.), historiadores (análisis de lasreferenciasa sucesospolíticos, indicacionesbiográficas, literarias, etc.) y

filósofos (análisis temático, evolución del sistemay del vocabulario,etc.).Una colaboraciónde estetipo ha permitido a GRUA fecharpor aproxima-ción la casi totalidad de los inéditos publicadospor él en 1948. Paramásdatos, véase,más tarde (p. 302), la reseñade su edición.

~9 Particular importanciaa esterespectohan tenido las destruccionesde las últimas dos guerrasmundiales.Aunque la Biblioteca Provincial deHannover no sufrió daños,una parte de los manuscritosen poder de lacomisión editorial parece haberse perdido en los bombardeos sobreBerlin de 1945. Estedato, sin embargo>a que se refiere GRUÁ en el prólogode su Testesinedits, de 1948, no lo he visto referido posteriormenteenlos sucesivoscomunicadosde la PreussischeAkademze.

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sobre la obra leibniziana o a modificar aspectos~más o menossustantivosde nuestros cuadros cronológicos.

De todos modos, el problemade la dispersión no afecta sóloa la ‘inseguridad sobre el volumen de escritos que forman laobra de’ Leibniz ni tampoco a las dificultades que acarreasubúsquedaen bibliotecas y archivos. El verdadero núcleo delproblema afecta más bien a las cuestionesconcernientesa lacatalogacióny al sistema de publicación de los inéditos. Comovamos a ver en el apartado22 de esteepígrafe,sólo disponemosde catálogoscompletos y científicamenterigurosos pata los pe-ríodos de’1646-72(Ritter, 1908)y 1672-76(Rivaud, 1914).Al intér-prete>pues,que~esté interesadoen alguna obraposterior a estasfechas, o> simplemente,que necesiteconocer la secuencia—seacronológica-o temática— de la totalidad o de una parte de losescritosíleibnizianos, no le cabe otro remedio que acudir o acatálogosinseguroso a fuentesindirectaso, materialmente,a laspublicacionesy recensionessobrelos nuevoshallazgos.Es verdadque el ‘archivo másimportante de los inéditos leibnizianos,o sea>el quese guardaen la Biblioteca provincial de Hannover,disponeya desdehace tiempo de catálogos(Bodemann,1895 y 1898)> demodoqueesposiblela integraciónde la mayoríade las obrasdeLeibniz. Pero, aparte de que el catálogo de Bodemanncontienemuchos‘errores no siemprecorregidos y que ademáses incom-pleto ~,‘ obviamenteno recogeotras obras que las depositadasen la ‘Biblioteca de Hannover,con lo queno sirve de muchopararesolVerel problemade la dispersión.Comotampocolo puedenre-solver las diversas”publicaciones de inéditos que se han pro-ducido en nuestro siglo, ya que, como resultará claro cuandoanálicemoslas correspondieñtesediciones>su interés se ha cen-trádo en dar a conocer nuevasobras del autor —incluso a me-nudo con un caráctermonogtáfico—, más bien que en propiciarfórmulas de integración y ordenación de- los diferentes manus-critos leibnizianos. Por lo demás, ni siquiera es viable el largoy dificúltoso camino de acudir a todas las edicionesdisponiblespara hacersecon un repertorio completo y con una secuenciacronológica ordenada,puesto que ni los papelesde Hannoverestánpúblicados intégramenteni todos los últimos hallazgosse

~ Por lo~ demás> su metodologíaes no ‘poco contusa.Véase después,en el apanado2.2., p. 289 y nota 52.

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han éonvertido tampoco en nuevaspublicaciones.En suma> ladispersiónes,hoy por hoy, un problemainsalvableque no podráresolversemás que en el marco de un catálogogeneralcompletoo en el de esaedición definitiva quenuncaacabade salir. Y, mien-tras tanto, sólo cabe’refugiarseen aproximacionesmás o menosponderadas,pero faltas> desdeluego> del necesariorigor.

Para concluir> el quinto y último problema que me pareceimportante reseñar(y queno seríael último, desdeluego> en unaconsideraciónmás exhaustivay menos general que la presente),se refiere a lo que se ha llamado la fisonomía de los manuscritosleibnizianos,es decir>a la notaciónparticularmentecomplejaconque se‘presentanal le¿tor. Leibniz escribía,en efecto> sobre lapá~ifla derechade un folio doblado en dos. La páginaizquierda,que>de estemodo, quedabalibre, erautilizadaparacorrecciones,adiciones o párrafos alternativos que, por sus características(forma de la letra, calidad de la pluma, tinta, etc.), podemos aveces determinarcomo contemporáneaso posterioresa la redac-ción original del texto. Con frecuenciatambién y utilizando para‘ello el margensuperior derecho,normalmenteal principio o alfin del opúsculo de que se trate> el filósofo introducía notasmarginales>a veces de un interésextraordinario, en’las que dabacuenta o de la impresión que el escrito le merecía41 o de lascircunstanciaspor las quehabíasido redactado~ En otrasocasio-nes,estasnotascontienendatos cronológicos43>o bien sonañadi-dos de cáráctergeneral,unas vecesaclaratoriosy otras simple-mente complementarios’1’1.Tampoco es infrecuentela existencia

‘1~ Caso ya citado de lasGéneralesInquisitiones,de 1686. C, 356.42 Véase un ejemplo importanteen el opúsculo Quod Ens Perfectissi-

mu.m existit, GP, ‘VII; 262, que> sin embargo>no ha sido advertido porOFRuARoI. La nota marginal comienza: «Ostendi hanc ratiocinationemD. ‘Spinosae,cuni ‘Ha~aeComitis essem,qui solidamesseputavit...>etc.»

‘1~, Este esel casode los‘diferentes proyectosde cálculo de 1679. No hayque pond~rarla utilidad de estasnotasmarginales,dado que, gracias aellas, podemos establecerel orden cronológico de los diferentes cálculoslógicos ideádos por Leibniz y establecerasí un marco comparativo desu progresión.Cosa, ciertamente,que no podemoshacer con otras impor-tantés empresasdel filósofo.

t’ Los ejemplosen estesentidosonmuchosy resultaríainútil citarunoscon’ préferenciaa otros. No obstante,por su particular importancia>puedeversé la nota que precedeal De natura veritatis, 0, 401; o al TentomenAnagogióum, GP, VII, 277, que GERHARDT ha situado a pie de página eintel-caladaen el texto.

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de doso máscopiasde un mismo opúsculo>escritaspor el mismoLeibniz o por alguno de sus secretarios,en las que> sobrevarian-tes de palabraso de frasescompletas>aparecentambiénpárrafosnuevos; párrafosde los que otras copias carecen>pero que, porsupuesto, deben ser consideradoscomo parte de la mismaobra~. Y todavíapodrían citarse otros problemascomo es el dela puntuación extremadamentefantasiosa de los manuscritos—en especial>los latinos—> cuyareconversióna un sistemamáscorrectoplanteano pocasdificultades de matiz o, inclusoen oca-siones,dudas importantessobre la lectura que en algún párrafoconcreto deba establecerse.

No hace falta decir que el conjunto de todos estos porme-nores convierte los manuscritosleibnizianos en una especiedemadeja laberíntica> cuya reproducción linear acarreaprofusasdificultades filológicas. Por lo común,el procedimientoseguidopor los editores del siglo xix fue el propio de la gran escuelacrítica alemana;esdecir>el queconsisteen fijar un texto—a basede proponer una lectio homogénea—y señalaren nota> cuandoasí resulta oportuno, los párrafos añadidos y las principalesvariantes. Ahora bien> esta forma de trabajo debeconfesarseque se ha mostrado por completo ineficaz para las obras deLeibniz. Primero, porque no permite seguir el proceso creativoque la imagen de los manuscritos proporciona: se ha dichomuy gráficamenteque las frasesleibnizianasse desarrollanporirztussusception~‘, a la manerade una mónadaque despliegasusvirtualidades,de modoquela presentaciónhomogeneizadade untexto cualquiera,sin el conjunto de adicionesquenacenprecisa-menteen el interior de esetexto, impide hacersecargo de uno delos datos más interesantesa que podemosasistir en la lecturadel filósofo; esto es, a la génesisconcretade su pensamientoentanto que plasmadaen la génesis de su obra intelectual. Perohay también un segundomotivo que indica la ineficacia del pro-cedimientoclásico y que aludea un fenómenotanto o más suge-rente todavía: las sustitucionesy las tachaduras—estasúltimas

~ Compárenselos dos manuscritosdel Origo Veritaturn contingentium(C, 1-2 y 3), en dondeel manuscritoclasificadopor BODEMANN comoTImOL.,VI, 2, f, 12 contiene dos importantes proposicionesmás que el manus-crito Lii., f. 11.

46 Citado por COUTURAT, C> p. V <Preface),quien refiere la metáfora a«une de nos maitres..

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no recogidasnunca> según los dogmasdel editorialismo clási-co— sirven a menudopara comprenderlas causassocialesehistóricasqueinvitaron a Leibniz apreferir un tipo de expresiónsobreotros,ya previamenteanotados,y cuyaintencionalidad,en

47último extremo, sólo estosúltimos son capacesde descubrirEn este sentido también, la presentaciónde un texto colado yhomogéneo,en el queno seda cuentade los términosy párrafossustituidosy en el que las variantesse anotancomo ajenasa lasecuenciadel propio texto,constituyemásun factor de confusiónquede clarificación.

Ciertamente>la constanciade todosestosdefectosha llevadoalos editoresdel siglo xx aproponerunanuevatécnicaeditorial,que corrige las principales deficiencias apuntadas,pero que,como es obvio, no podrá ser extendidaal conjunto de las obrasde Leibniz mientras no termine de publicarse su edición com-pleta.Dicha técnica,por otraparte,tampocoestálibre,en opiniónmía, de algunasnecesariasmatizaciones.Conviene>pues> señalaren quéconsiste.Desdela publicaciónde inéditos(1903) de Coutu-rat —de quien también proceden,en buena parte, las críticaseditorialesrecogidasmásarriba—, sueleutilizarseun conjuntodesignos para distinguir los términos o párrafosañadidos (<..>),

los borrados ([:..]) y las notas marginales({. .4). Estos signostienen la virtualidad de presentaren el interior del texto lasampliacionesy modificacionesqueel propio Leibniz ha ido intro-duciendo; y> sin cambiosesenciales,han sido recogidaspor losprincipaleseditoresde nuestrosiglo, así comotambiénpor los vo-lúmenesya publicadosde la Academia. No voy a extenderme,claro está,en las ventajasqueestatécnicaproporciona,ya que,por sí solay abasede un mecanismoextraordinariamentesimple,consiguereintroducir todo aquelloque el procedimientode cola-ción clásico dejabafuera. Sin embargo>me parecequetambiénpueden señalarsealgunos defectosa esta técnica y que no elmenor de ellos afecta precisamentea la visualidad que se pre-

~ Un ejemplo, acasoel más conspicuo,lo proporciona, como tan opor-tunamenteha advertidoCOLJTURAT (cfr. C, V, nota2), el fragmentoPIZ¿1., V,8, g, en el que las referenciasa las riquezasde algunoseclesiásticoshasido exquisitamentetachadaen una redacciónposterior y sustituida poruna discretaapelacióna pauci hominessedselecti(C, 96). Igualmentesonmuy instructivas las varias sustitucionesde emanare,término de clarasresonanciasspinozianasy panteístas,por profluere.

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La «cuestiónleibniziana» 285

tendíacon su aplicación.En primer lugar> las tachadurasintro-ducen elementosdistorsionadoresen la sintaxisy en la puntua-ción —a menudo,en efecto, las sustitucionesson más largas omáscortas que lo sustituido—,que puedenevitarsepor el pro-cedimientoclásico de poner dichastachadurasen notaal pie depágina>con la únicacondiciónde que el editor se obliguea con-signarías.De estemodo, sin perdersela visualidad> el lector nose vería obligado, sin embargo,a realizar lecturas innecesaria-menteforzadas. En cuanto a los vocablosy párrafos añadidos>el procedimientocouturianoes perfecto,si bien su utilización sis-temáticano ‘deberíaabsolver,como aconteceahora>a la apostillacrítica sobrelas característicasde lo añadido(adición o correc-ción, simultáneoal texto o claramentede diferente fecha> etc.).Por último> la~ notasmarginalesdebenvisualízarsetambiéncomotales notas marginales>extremo éste que queda confuso en latécnica couturiana,dado que, al introducirlas linearmenteen eltexto, se proponenal mismo nivel que el resto de los párrafos>violentando de este modo la función o, cuando menos,la pre-sentaciónquetuvo abien darlesel propio Leibniz 41, Una técnicamásfina aesterespectoes la queprocedede Grua~, quien,apartede utilizar un signo más gráfico (+ - - - +), escribeen itálicas sucontenido>Pero aúnme parecequepodría mejorarse,utilizandoparaello el procedimientobien conocido (y quecoincide literal-mentecon el empleadopor el filósofo) de escribir dichasnotas>en caracteresmás pequeños>en el margencorrespondientedelas páginas,utilizando entoncesel otro margenpara anotar elnúmerode folio y línea que coincide con el manuscritoy lasdemás advertenciasusuales. Para concluir, resultaría tambiénmuy oportuno que la puntuación fuera revisaday mejorada entodas las ocasiones.En general,no conozconinguna edición queen este sentido no sea deficiente> y un criterio de prudenciadeberíademandarla colaboraciónde los filólogos, a fin de queel reparto de comas>puntosy demássignos puedabeneficiarse

48 Aparte de que, cuandose trata de notasañadidasen medio del texto>se producendudassobre el lugar exacto en que tales notasdeben inter-calarse.La edición de COUTURAT estárepleta de dichas dudas. Véase,porejemplo, la división de la Philosophie(C, 524-29),en dondehaciendoprece-der la nota marginal de la p. 527 al párrafo anterior se obtiene una lec-tura más adecuada.

~ GRUA> p. VIII (Signes).

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de los avancesconseguidosen la puntuaciónde textosantiguos,sin que sirvan, como al presente,más de obstáculoque de ve-hículo de fluidez.

Hastaaquí los cincoproblemasgeneralesque,si no los únicos—como ya he dicho—, sí me parecenlos de mayor importanciapatahacersecargo de las enormesdificultades materialesquecontienenlas obrasde Leibniz. En los próximos epígrafesvamosa’ estudiar y a ponderarcriticamente las principales edicionesen quese recogendichasobras>Peroconvieneno perderde vistala estrechae inevitablecorrelaciónentreaquellasdificultadesyla naturalezade estásediciones.Ya nos hemos referido a ellomásarriba. Nuestrasediciones,ciertamente,constituyenun con-junto de instrumentosdemasiadocomplejospara que en rigorseanútiles y, lo quees más gravetodavía,demasiadodesigualesparaqueno se introduzcanen suempleofactoresde desconfianzay deperturbación.Pero,si ello es así —y veremosque,sin duda,lo es—, una buenaparte de la responsabilidaddebeachacarsea los propioscondicionantesobjetivosqueaquellasedicioneshantenido que arrostrar. Raro posthuma recte eduntur, había es-crito nuestro filósofo a Placcius con acertadapremonición~.

En todocaso,esapremoniciónerano sóloacertada,sino tambiénculpable.

2.2. Repertoriosy católogosde las obras de Leibnzz.Principales ediciones

Nos hemosreferido ya, en bastantesocasiones,a la ausenciadeunaedición de ~conjuntoquerecojala totalidadde los escritosleibnizianos~ haga frente con criterio unificado a la suma desus dificultades.El intentomásserio en estesentido>pero> comotambién sabemos,lamentablementeincompleto todavía, es elemprendidoa instanciasde la Asociación Internacionalde Aca-demiasy confiado;ensusesiónde 16 de agostode 1901,conjuiita-mentea la Académiede SciencesMorales de Paris y a la Fretes-

50 A Placcius,25 de junio de 1695. DUT. VI, 1, 70.

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La «cuestiónjeibniziana» 287

sischeAkademnieder Wissenscha¡ten. Diversascircunstancias—yla principal de todas>el estallido de la guerrade 1914-18—dieroncomoresultadounaseriede detencionesy retrasossobreel calen-darioprevisto,así como el abandonode la empresapor partedela Academiade París.El título de estamagnaobraesG. W. Leib-niz. SaemtlicheSchriften und Briej’e, hrsgg.von der PreussischenAkademieder Wissensaften>Darmstadt,1923 y siguientes(citada>como ya se sabe>en este trabajopor las siglas SS).En la actua-lidad, de los cuarentavolúmenesproyectados,han salido a laluz los siguientes:

1 SERíE: Epistolario general, histórico y político. Volú-menes1-6 (1668-1691).

II SERIE: Epistolariofilosófico. Volúmenes1-2 (1663-1685y 1686-1695)>

IV SERIE: Escritos políticos. Volúmenes1-2 (1667-1685).VI SERIE. Escritos filosóficos. Volúmenes1-2 (1663-1672

y 1673-1676);6 (Nouveaux Essais);y 7 (Théodicée).

Nada se ha publicado—que sepamos—de las seriesIII (Episto-lario matemáticoy científico)> V (Escritoshistóricos) y VII (Es-critos matemáticosy científicos).

La edición de la PreussischeAkademiesupone,por supuesto>el ensayomás solventey definitivo para fijar el entero corpusleibniziano. Con todo> su metodología no está libre de críticas.Dicha metodologíaresponde,en efecto,a un doble criterio, siste-mático (elaboraciónde las series)y cronológico(sucesiónde losvolúmenesdentro de las series). Probablemente,el uso de unorden de clasificación sistemáticoera en alguna medida inevi-table, dadala complejidad de los escritosleibnizianos.Sin em-bargo, no creo que fuera necesariousar de él como elementoorganizativoen la distribución de las obrasy menosme parecetodavía que sus ventajas seansuperioresa sus inconvenientes>¿Cómodecidir> en efecto> en muchoscasoslo quees filosófico,científico o jurídico? ¿Puedendistinguirselas investigacionesso-bre el infinito matemáticode la distinción entre VerdadesdeRazóny de Hecho? ¿Esla lógica de lo presunto un tema única-mentejurídico o afecta por modo decisivo a la lógica —en sí—de lo real y, por tanto> a la teoría de la ciencia?Nuestraopiniónes> desdeluego> que debedarseun rotundomentísa estasdistin-

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clones. Pero aúnhay más. Opúsculoscomo el Nova Metlzodusdiscendae docendaeque iurisprudentiae han sido clasificados,naturalmente>como escritosjurídicos; ahorabien, ¿cabealgunaduda sobresu importanciaen la génesisy configuraciónde laEnciclopedia? ¿Y el Protogaea? ¿No se ha clasificado —muyrazonablemente—entrelos estudioscientíficos,aunquesabemosqueerael Prólogoa la «Historia de la Casade los Brunswick»?Los ejemplospodríancentuplicarse>como sabecualquiercono-cedorde Leibniz. Y todos ellos abocaríana la falta de fronterassistemáticas—al menos, de fronteras rígidas—, posibles deestablecerentre los diversos escritosleibnizianos; con lo que,por otra parte, no se haríamás que confirmar‘las propiasargu-mentacionesdel filósofo, expresadasen los NouveauxEssais,IV, XXI> segúnhe consignadoen un recientetrabajo~

Todosestos reparosno son,por lo demás,de ningunamaneranuevos.Fueronya hechoscuandoaún habíaoportunidadde quesirvieran a una diferente estructuracióndel corpus leibniziano,comopuedecomprobarseleyendolas págs.X-XIV de los Opúscu-les de Couturato el artículo de Rivaud quemás abajo citamos>Existía, de otra parte, el antecedente—por tantascausasejem-plar— de la edición de las obras de Descartesrealizada porAdam-Tannery,e, incluso sin salir de Leibniz, el de la ediciónde Erdmann. Y, aunquees cierto que los escritosleibnizianosestán aquejadosde esa extremacomplejidad a que antes nosreferíamos,cabíaen todo casotransponerla clasificaciónsiste-mática a un volumen de indices, con mayor aprovechamientoque el que reporta ahora la confusa metodologíade las series.Pero, sea de esto lo que fuere, lo cierto es que la edición de

5’ Cfr. Ciencia e historia. El conceptode historía de la filosofía y laestructura relacional de la epistemologíaleibniziana, Madrid, Ed. Cátedra,en prensa.El texto a quemerefiero dice lo siguiente: «L’anciennedivision(de la ciencia: Física,Moral y Lógica) va fort bien,pourveauqu’o9 l’entendcomme je viens d’expliquer ces dispositions,c’est á dire, non pas commedes sciencés distinctes, mais comnme des arrangements diverses desmémes verités, autant quon juge á própos de les repeteri (GP, y, 507).La misma idea se repite en muchasocasiones,señalandola arbitrariedadde las divisiones sistemáticas.Por ejemplo, en la Introductio ad Encycl.arcanam, se lee: «Non multum interest quomodo Scientias partiaris;suut enim corpus continuum quexnadmodum’Oceanus»(C, 512). Cfr., enel mismosentido,Noúv Sss.,IV, xxi (GP, V, 505); Théod.§ 9 (GP, VI, 107);BOD. 82; BOD. 113, etc.

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la PreussischeAkademieder Wissenscha¡tenconstituyeel monu-mentodefinitivo que,si algúndía llegaaconcluirse,acabaráconel conjunto de problemasque planteanlas obrasde Leibniz ysobre el que, por ello mismo, deberánapoyarseen el futuroinevitablementelos estudiossobreel autor.

En esperade que llegueesemomento>el únicomodocon que,hoy por hoy> nos es dado conocerlas obrastodavía inéditas deLeibniz y —lo queimporta más—integrarlas queya estánpubli-cadas,pero dispersamente,en las distintas edicionesdisponibles,consisteen referir todas esasobrasa los catálogosy repertoriosbibliográficos existentes.Los más útiles de éstos siguen siendolos de Bodemann,lije Leibniz-Handschri¡ten der KoeniglichenQeflentllchen Bibiiothek v~ Hannover (Hannover, 1895) y DerBrie¡wechseldes G. W. Leibniz in der Koen. Oeft. Bibí. zu Han-nover (Hannover,1898). La característicamásreseñablede estasobras—apartede quese centranconexclusividaden los escritosconservadosen la Biblioteca de Hannover—es su intento declasificación cronológica,lo que,en el caso de los manuscritos,tiene una importancia fundamental.Por otra parte, y tambiéncon respectoa los manuscritos>Bodemannha ideadounaclasifi-caciónsistemáticaque, de alguna manera,recoge la labor reali-zadaen estesentidopor el propio Leibniz52 Sin embargo>ambasclasificacionescontienenno pocoselementoscriticables y> par-ticularmenteen la cronología,los erroresde que tenemos‘cons-tancia son muchosy, a menudo,graves; ademásde quealgunasdudosasatribucionesse han hecho en virtud de presupuestosmetodológicospericlitados>muchasvecessostenidossobre sim-píes prejuicios nacionalistas.Para completar y corregir los re-pertorios de Bodemann—apartede por su valor intrínseco—lamejor fuenteson los catálogosmandadoshacerpor la Academiade Berlin con motivo de la edición de las obrasde Leibniz; aun-que> lamentablemente,sólo cubren el periodo de 1646-76.Tales

~ Dicha clasificación se atiene a la inserción de los diversos manus-critos bajo los títulos o rúbricas siguientes: THEOL. (Theologie), PHIL.(Philosophie),SUR. (Jurisprudenz),POL. (Politik), BRIEPW. (Briefwechsel).Tal sistema responde,ciertamente,en algunamedida,a lo realizadoporLEIBNIZ o por sus secretarios,que guardabanlos manuscritosen carpetasprecedidasde un título general. No obstante> tal clasificación históricano fue realizadacon ningún tipo de criterio riguroso. Y la de BonEMANN,por su parte,contieneinclusionesinexplicablescomola de tildar de THEO-LOGIE el Origo veritatum contingentíum.Añádase un larguisimo etcétera.

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catálogos son el de Ritter, Kristiscl’zer Katalog der Leibniz-Handschri¡ten, zur Vorbereitung der Leibniz-Ausgabe,1. Heft(1646-1672),Berlín, 1908,y el de Rivaud,Cataloguecritique desmanuscritsde Leibniz, fasc. 11(1672-1676),Poitiers, 1914. (De esteúltimo autor, y como medio de accesoa las dificultades, tantode las obrás de Leibniz como de su catalogación>resulta muyinteresanteel artículo a que más arriba he aludido y cuyo tituloes La préparation du catalogue critique et chronolagique desoeuvresde Leibuiz, Journal des Savants,julio-agosto de 1906, pá-ginas370-89 y 43141.)De los escritos no archivadosen la Biblio-teca de Hannover—y que,naturalmente>ya figuran en los catá-logos de la Academiade Berlín hasta 1676— existenno menosdetreinta repertorios53, cuyareseñapuedeconsultarseen K. Miiller,Leibniz-Riblíographie. Verzeichnis der Literatur Uber Leibniz,Frankfurt am Main, Klostermann V., 1967, Pp. 3-7. Para unanálisis crítico —generalmentelúcido- de las grandesedicionesleibnizianaspublicadashasta 1842 sigue siendo imprescindible lalectura de la fla parte del tomo 1 de Gurhauer, O. W. Freiherrvon Leibniz: emeBiographie, Breslavia(2 vols.), 1842~. El libromásútil y máscompletoparaunainformaciónsobrelas diversaspublicacionesde obrasde Leibniz desdeel siglo xvii anuestrosdíases el de Ravier, Bibliographie des oeuvresde Leibuiz,Hildes-heini, Olms y.> 1966 (Reprografischer.- - ParIs,1937), quecontienetambién, como ya sabemos,una importantecantidad de datossobrelas dificultadeshistoricamentesurgidaspor la edición delas obrasde Leibniz. Un análisis crítico del libro de Ravier, conindicaciónde correccionesy añadidos,puedeverse en el artículode P. Schrecker,Une bibliographie de Leibniz, RPhFE,63, 1938,páginas324 ss. Y en fin, paracompletarla informaciónsobre lasobrasde Leibniz publicadasentrela aparición del libro de Ravier(1937) y 1958 —no tengo noticiade ningunaobra de estascarac-terísticascon posterioridada esta fecha—resultanmuy intere-

5~ Por lo general,sonbastantedesiguales,aunquealguno deellos, comoel dedicadopor ScIIREcKER a los escritos leibnizianosde Varsovia,resultaespléndido.Cir. Leibniz: lettres et fragments inédits sur les-problémesphilosophiques,théologíques,politiquesde la réconciliation des doctrinesprotestantes<1669-1704\—Manuscritsduns le Biblioth¿que Nationale deVarsovia, Paris,Alcan, .1934.

~ A su vez, paraun análisis de estelibro en cuantoque sigueconstitu-yendo la biografíamás completadel filósofo> véaseluegoepígrafe3.1.

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santes algunas anotacionesdel artículo de Rocliot, Nouveauxtravaux Sur Leibniz, Revue de synthése>Paris, 9-10, 1958, pagi-nas 146-49.

Pasemosahora a las principales edicionesde Leibniz, bienentendidoque,como es obvio> no se trata de reproducirlastodas>sino sólo aquellasque, apartede generales(y más o menos dis-ponibles) son por una u otra causa complementariasentre sí.Me parece importante reseñarque todas estasediciones tienenun rasgo común> aunqueno sea más que negativo: me refieroal carácterdivergenteque afectano sólo a sus criterios de selec-ción> sino tambiéna la metodologíacon queagrupany presentanlos textos. En este sentido es en el que llamo complementariasa estasediciones,ya que no es posibleprescindir de ninguna deellas ni para tenerun conocimientoextensivode las obrasleibni-zianas,ni tampocoparahacersecargo de las principalesvariantestextuales,agrupamientostemáticosy secuenciascronológicasquepuedenestablecerserespectode tales obras:

Entre las edicionesdel siglo xviíí quetodavía hoy es precisocitar figuran la de Raspe,Oeuvresphilosophiqueslatines et ¡ran-caisesdu feu Mr. de Leibniz, Amsterdam-Leipzig> 1765, que> porseredición príncipe de los NouveauxEssais, resultainexcusablepara fijar un texto sobreel que algunos estudiososposteriores—y, en especial,Erdmanny Gerhardt— han mantenidofunda-mentalesdesacuerdos~; y la de Dutens,repartida en seis volú-

55Paracomprenderestos desacuerdosdebetenerse en cuenta la his-toria del manuscritoleibniziano. Como se sabe,Leibniz renuncié a publi-car sus NouveauxEssais al tener noticia de la muertede Locke, en 1697.(Cfr. A. BURNETT, 24-8-1697; DUT. VI, 263>. No obstante,debido a diferentespresiones, accedió a su publicación en 1704, encargandola revisión delmanuscrito a Hugony y Barbeyrac, quienes, en efecto, introdujeron nu-merosascorreccionesen el Prefacioy en el primer libro de la obra. Talescorreccionesfueron aceptadaspor Raspey posteriormentepor Erdmann.Por el contrario, Gerhardtoptó por transcribir el manuscritooriginal; loque también hizo> citando a Gerhardt expresamente,Boutreaux. Esteúltimo justificó su elección indicando que los correctores le parecían«dans plus d’un cas navoir pas bien saisi la penséede Leibniz et enavaientaltérés l’expression» (cfr. Leibniz: NouveauxEssaís.- -, Paris, -1881,Avaní Propos,p. II). Consúltesetambién RAvín, op. cit., pp. 174-76. Sinembargo,el deseode Gerhardt-Boutreauxde respetarel manuscritoprimi-tivo ha dadolugar al curiosodespropósitode respetartambiénel desordenen que se encontrabansus páginas,lo que es especialmentegrave, sobretodo en el libro 1. En consecuencia,si bien el texto original es prefe-

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menes,G. O. Leibniz. Opera omnia nunó primum collecta, inclassesdistributa et indicibus exoruata, Ginebra, 1768, que aúnsigueconstituyendotexto único parauna buenaporción de obrasy, principalmente>para interesantesseriesde correspondencia~.

Esta.edición de -Dutens tiene también una considerableimpor-tancia,por cuantoes el primer ejemplo histórico de un tipo declasificación-rigurosa y generalizadamentesistemática; lo -que>a través del abate Emery~ y, sobre todo> de Gerhart58, ha in-fluido de maneúadecisiva en la fijación de un método clasifica-tono cuya última consecuencia,como ya sabemos>es la ediciónde la PreussischeAkadenzie~.

En cuanto a las ediciones del siglo xix, no debe olvidarselo quemás arriba he señalado:esto es,sudependencia—si no demodoúnico, al-menosen forma muy especial—de la granescuelafilológica alemana.En este sentido,convieneadvertir que talesedicionesson en gran manera solidarias de un conjunto de tra-bajospreviosquehoy estánciertamente-preteridos>pero que ensu día determinaronlos- interesescon que las obrasde Leibniz

rible al corregido-‘--y, enestesentido,debeseguirsela lecturade Gerhardt—para uña lectura otd’enadadel te*to’ resulta necesarioacudir a las edi-ciones de Raspe-Erdmann;Este doble criterio, en fin> há sido utilizado>con revisión del, manuscrito>por la edición de la Academia,SS, VI, VI.

~ Respectode las obras,véaseen especial(aunqueno ~ica~ente) lasde las partesetimológicasy filológica (tomosy y VI). En cuantoa la co-rrespondencia,los textos más interesantescorresponden- a la serie decanas cruzadasentre Leibniz y Placcius, Hinuberus, Siverus, Vegetius,desde 1690 a 1714. Un resumende esta correspondenciahabíasido publi-cado por FELLER en -1718. Cfr. MonumentumIneditoruni Varjisque unguisconscriptorum;Sena,1718.

~ CfrsEsprit de Leibnitz ou Recueilde penséeschoisies-sur la:Religion,la Moral, Ullistoire, la Phílosophie, etc., Lyon, 1772. Esta antología fueextraordinariamenteinfluyente en Franciay muy citada hastalas grandespublicacionesde Foucan (1859-75) y JANET (1880). Cf r., para estasobras>mfra, pp. 294—y 296. -

~ Ravier ha señaladoperfectamenteestadependenciade la edición deGerhardtrespectode la de Dutens.Véaseen op. cii., p. 319.

~ Dutenshabíadividido> enefecto> su edición con arregloa los siguien-tes rótulos: vol> 1: TEOLOGíA; vol. II: FíSICA Y METAFíSICA; xél. III:MATEMATICA; vol. IV: HISTORIA Y POLITICA; vols. V y VI: FILOLO-GIA. Si -se tiene en cuenta que el tomo.1 se refiere a -problemasmás reli-giosos que estrictamenteteológicos,sorprendela escasaincidencia de losescritossensustricto- filosóficos en la edición de Dutens.Estehecho,¿omoveremosmás abajo, explica la aparición de ediciones-monograficamentefilosóficas en el s. xix, en especiallas de Erdmanny Gerhardt.

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iban a asumirse,no menosque los métodoscon que se pensabaafrontar sus dificultades. Fundamentalesa este respectofueronlas aportacionesde Feder~«y Pertz~‘> aquienessedebenlos prime-ros análisis científicos sobreel corpusleibniziano y los primerosensayosseriosde catalogación.Y en cuantoa los interesesa queacabo de referirme, creo que puedenreseñarsepor medio de doscaracterísticasque no sólo explican, en conjunto, el panoramade las edicionesdel siglo xix, sino también>en detalle> el perfilde suslogros y susdefectos.Dichascaracterísticasson, en primerlugar, el esfuerzo por recuperar el friayor número posible deobras inéditas, pero agrupándolaspor series temáticasy esco-giendo de entreéstaslas quemáshubieransido descuidadas;y,en segundolugar, el esfuerzotambiénpor reproducir los escritosya editados algunavez, pero aplicándolesahora los métodosdela crítica textual y los otros avancesde la técnica filológica.

Situados> así pues> en este marco explicativo> las edicionesdel siglo xix, cuya cita resulta todavía hoy inexcusable—y porlas diversascausasquevan a proponerse—,son, en resumen,lasque siguen.Las obrasescritaspor Leibniz en alemán,y cuyo conte-nido es,por lo común, de índole política o histórica, se encuen-tran recogidasen Gurhauer,Leibniz>s deutscheSchri¡ten, Berlín(2 vols3, 183840. Estaedición es-muyimportantepara estudiarla biografíadel filósofo y tuvo,por otraparte,el aciertode llamarla atenciónsobre el papel que, como literato y no sólo comopensador>corresponde a Leibniz en la historia de las letrasalemanas.El interés por los escritoshistórico-políticosdominatambién la edición de Klopp, lite Werke von Leibniz gemaessseznemhandschrfttiichen Nachiasse in der Bibí. zu Hannover>

~ Cfr. Alphabetisch-KritischesVerzeichnisdes noch in ManuscriptenvorhandenenLeibnizischenBriefwechselsmit Gelernten, Kíintslern undGeschaeftmaennern.Fue publicado en el «VaterlaendischesMuseum»,en1810. El catálogoestárealizadopor ordenalfabéticode los corresponsalesde Leibniz, empezandopor la letra C.

~ Pertz fue el primer editor que intentó una publicacióncompletadelos textos inéditos de Leibniz. Aunque su empresano fuesecoronadaporel éxito, resultaronmuy importantes sus esfuerzosde clasificación crono-lógica de aquellas obras que sí llegó a editar. En cuanto a la divisiónsistemática, se atuvo a los mismos criterios —y rótulos— que flutens.Cir. LeibnizensgesammelteWerlce aus den Handschriften der Koen. Bibí.zu Hannover, Hannover, 1843, 45, 46 y 47. Un interesantejuicio sobreestaobra se encuentraen GulruaurR: Riographie;II, ed. cit., pp. 92-99.

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Hannover (10 ~ols.), 1864-80, que constituye, sin duda> punta dereferencia.imprescindiblepara los estudios- jurídicos, históricosy diplomáticás,.pero también —e inevitablemente,comO.ya sa-bemos— para muchas cuestionesfilosóficas que se solapanéntalestemas.Los opúsculoshistóricosy políticossepuedencomple-tar> en fin —por lo menos en cuanto a las grandesediciones—con las de Perz-,GesammelteWerke, Folge 1. Geschichte.(Aus denHanch.-der Kdnn. Bibí. zu Hannover). Hannover,4 Bánde, 1843-1847, reeditada--porOlms Verlag, Hildesheim, en 1966; y la deFoucher de Careil, Oeuvres de Leibniz, publiées pour la pre-n’uiére jois el> d>aprés les manuscrits originaux, París (7 vols.),1859-75-(Reprográfischer Nasdruck. Olms Verlag. Hildesheim-New York; 1969) ~, que resulta fundamentalpara todasaquellasmateriasque sé relacionancon los proyectosde -reunifi¿acióndelas iglesias,‘pacificación de Europa y actividadesacadémicasyculturales.Del mismo- Foucherde Careil —y ya con un interésestrictamentefilosófico y teológico— no deben olvidarse lasLettres a Opustules inédits de Leibniz, París, 1854> y las Nou-velles iettres et Opusculesinédits de Leihniz, París; 1857, en lasque> por primera vez> -se publicarondecisivasseriesde correspon-dencia (coitio las cursadascon Foucher, Fontenelle,Bayle y Ar-naúld), todas las cuales,sin embargo>han sido ya reproducidaspor ediciones-posteriores.No ocurre lo mismo con la Réfutationinédite de Spinozapar Leibniz, Paris, 1854, obra a la que cadadía seconcedeuna~mayor trascendenciay para la que la ediciónde Foucher sigue siendo texto único.

Ya en este ambientepropiamentefilosófico> la edición que,por su fecha, debecitarse en primer término y que> por su ca-lidad, continúa siendo>a mi juicio> la mejor concebidade todas>eslade Erdmann,O. O. Leibnitii Opera philosophica quaeexstantlatina, gallica, germanicaoms-ña,Berlín (2 vols-), 1840> de la queexiste una reproducciónfotostáticaen un solo volumen—Aalen,1959—, que la ha conVertidoen una de las más accesiblesactual-mente.Para entenderla génesisde estaobra no hay que perderde vista la negligencia y falta de rigor con que Dutens había

-‘~ Los textos alemanesde esta edición aparecencuidadosamentetra-ducidosal franééspor Foucher.Asimismo debeconstatarseque estaobraconoció una 2? edición —comenzadaa apareceren lo que al primer volu-men se refiere—’ en ‘1867~’ La’ reproducciónfbtostática de Olms sigue eltexto de esta2? edición.

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seleccionadolos escritos filosóficos de Leibniz, como ya antesconsignéen la nota48. Perosumayor importanciano procededelvacío quevino a ocupar,sino de sus criterios de seleccióny desu metodologíade trabajo. Lo primero porque,aunqueel reper-torio de obrasque recogees ciertamentebreve, ofrece> sin em-bargo, una muy perspicazvisión del conjunto del pensamientode Leibniz, en la quese incluyen interesantesopúsculoslógicos,cuya importanciafu¿ Erdmannel primero en comprender6t Y losegundo>porque,a pesar de algunasvacilacionesy errores,laedición de Erdmannes un ejemplo neto de presentacióncrono-lógica, lo que permite seguir> al menos en la modestamedidade las obrasque contiene,el desarrollo efectivo —y no el queresultade un agrupamientoartificial— de la filosofía de Leibniz 64

Mucho más completa, desde luego, por el número de escritoscompilados,pero también mucho más defectuosaes la ediciónde Gerhardt,PhilosophischenSchrflten von O. W. Leibniz, Ber-lín (7 vols.), 1875-90, de la que también existe una reproduc-ción fotostáticaque ha publicado Olms, Hildesheim, 1960. Losdefectosde esta edición —nula crítica textual, agrupamientosartificiosos de la correspondencia,erroresde cronología>pésimosistema de anotaciones>arbitrariedaden la clasificaciónde losopúsculos,etc.—constituyenun lugarcomúnentrelos estudiososde Leibniz, cuyos principalesargumentospuedenconsultarseen

63 No obstante esto, la presentacióntextual que ofrece Erdmann esbastantedeficiente,en muchasocasiones-más por culpa del propio estadode los manuscritosque por erroresdel editor. Véasela Introduccióna lasOpera philosophica,en la que E&rn¡ÁNN da cuentade las principalesdifi-cultadesa que ha tenido que enfrentarse.VéasetambiénRÁvIER, Op. Oit.,página307.

64 Las indicaciones cronológicas contienen> sin embargo, frecuenteserrores,motivadosmuchasvecespor prejuicios nacionalistas.Un ejemplocurioso a esterespectolo proporcionala designacióndel Rey de PrusiaO)como destinatariodel Discourstouchante la méthodede la certitude, que,en realidad, fuera de toda duda,estuvodirigido a Luis XIV. Ahora bien>como comentaCOIJTURAT <La logique..,PP. 146-47), .cettemerprisen>auraitpas grande importance, si elle n’obligeait pas á reculer en consequencela datede ce morceanet de morceauxconnexesjusqu>aprés1701, ce quibouleversela chronologiedes écrits de Leibniz et rendleur succesionmm-telligible.. En general,las indicacionescronológicasmás erróneassepro-ducenen los diversosfragmentosde la CaracterlstticaUniversal, que Erd-mann separaarbitrariamente.Véase,sobre estetema> la crítica de Gut-íI¿&un: Biographie, ed. cit., 1, pp. 43-44. -

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la obra citada de -Ravier, Pp. 319-23. Lo cierto es, de todosmódos,quelaediciónde Gerhardtes insustituibleparaunabuenaparte de las obras de Leibniz y que esto>por si solo, vale yapor toda una meditación sobre las dificultades hermenéuticasque produce su pensamiento.

Sin salirtodavíadel panoramafilosófico y aunqueno contieneningún texto queno estérecogidoen las edicionesreciéncitadas,merece,sin embargo,unamenciónespecialla edición de Janet,Oeuvresphilosophiquesde Leibniz, Paris (2 vols), 1886~ no sóloporquees en sí misma excelente>sino> sobre-todo, porquesu in-Lluenciahasido decisivaentrelos estudiososfrancesesde Leibniz.Esta obra>que debesu origenal ambientede interéspor nuestrofilósofo que sevivió en lá Franciade finales de siglo —Foucher,Boutroux, Hannequin>Brunschwig, Nourrison, etc.—> tiene untalanteinequívocamentemetafísico,quesemanifiestano sólo enla selecciónde textos> sino incluso en sus notas y comentarios.Es indiscutible, además;por las citas y referenciasde unabuenaparte de la bibliógrafía francesa,su amplio marco de difusión,quese ha proloágado,a pesarde otrasedicionesmásmodernas,practicamentehasta nuestros días. Sea, pues, que Janet hayamodeladode algunaforma la imagen francesade Leibniz o, alcontrario, que tal imagen haya favorecido la pervivencia deJanet,lo ciefto es quenos encontramoscon una intercorrelacióneditor-espíritu interpretativo que resulta altamentereveladorapara nuestroanálisis.

Por último> los escritosmatemáticosy científicosde Leibnizestánrecogidosen la ediciónigualmentede Gerhardt,LeibnizensmathematischeSchriften, Berlín-Halle (7 vols.; el III repartidoen dos tomos), 1849-63, de la que Olms ha publicado asimismounareproducciónfotostática,Hildesheim,1962. Estaobra>si biendenotauna calidad superior a los PI’iilosophiscken—a los queprecedeen más de veinte años~—, contiene, sin embargo, susmismosdefectosfund~rnentaIes.A pesarde lo cual es más insus-tituible todavía, dadala absolutacarencia de otras ediciones

65 La 2? edición fue publicadaen 1900,con la inclusión de la Correspon-dante a Arnauld. La diferencia de fechas entre lá 1. y la 2? ediciones(solamentecuatro años) da una buena idea del impacto que produjo enFrancia la edición ae Sanet.

~ Al menos>en lo que se refiere a los proyectos: de 1849 (MatematischeSchrif.) a 1875 (PhilosophischenSchrif.)

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paralelas,paratodosaquellostemasquecontiene.Debeseñalarse,por otra parte> quenumerosostextos de los queGerhardt clasi-fica como matemáticospodríanvaler igualmentecomo lógicos yfilosóficos, motivo por el que el editor se ha visto forzado> aveces,a duplicarlos en suedición de escritosfilosóficos: un buenejemplo —me parece—de los inconvenientesa que dan lugarlos prejuicios de la clasificación sistemática.Importa advertirtambién queel volumen VI de estaedición seleccionaun reper-torio de opúsculosy cartasrelativosa la Físicay a la Dinámica,todos los cuales,como es ‘sabido, resultan imprescindiblesparala metafísica no menos que para la ciencia. Un complementonecesario,en fin, para el estudio de las obras matemáticasloconstituyela edición asimismode Gerhardt—e igualmentereedi-tada por Olms en 1963—, Der Briefwechselvon Leibniz mit Ma-tematikern,Berlín, 1899, quizásla másinteresantede las empre-saseditorialesquedebemosa esteautor67 En cuantoa los escri-tos más propiamentefísicos y científico-técnicosse encuentrancompiladosen Gerland, LeibnizensnachgelasseneSchri¡ten phy-sikalischen,mechanischenund tecknischenInhalts, obra quefueeditada ya en los pródromos de nuestro siglo, concretamenteen Leipzig, en 1906.

2.3. La publicación «preconcebida»de inéditos en el sigloXX

Hastaaquí, pues,las grandesedicionesy catálogosque,pormotivos de complementariedad,siguen siendo todavía hoy ix»-prescindibles.Peroesto no es todo, por supuesto.Núestrosigloha sido también autor de un conjunto de empresaseditorialesque si, por unaparte, resultantan obligatoriaspara el conoci-miento de Leibniz como las propias grandesediciones, tienen>por otra parte, unascaracterísticasperfectamentedefinidas,quereclamanpara sí un análisis aislado. Es lo quevamos a haceren este epígrafe.

67 De estaedición sólo llegó a publicarseel primer tomo, que contienela correspondenciacon Newton, Oldenburg, Collins, Conti, TschirnhausyHuygens.Los plomos del segundotomo estabanya preparadosy fuerondestruidospor ordende la PreussischeAkadenzie,propietariade la edición,a la vista del ‘proyecto ya aprobadode publicaciónde los SS.

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Y acasola mejor manerade introducirnosen dicho análisisconsistaen compararel espíritu~ los objetivos de las edicionesdel siglo xx en relación con lo que ya conocemosde las delsiglo XIX. Estasúltimas, recuérdese,propendíana ofrecer gran-des conspectustemáticos—sea y. gr., «obraspolíticas» o bien«obrasmatemáticas»,etc.—, de acuerdocon las necesidadesquese considerasenmásimperiosaso con los huecosquemáseviden-tes resultaran;en todocaso,conel caráctersiemprede compila-cioneso de síntesisneutrales.El editorpodía,desdeluego>utilizarcriterios de amplitud (Gerhardt)o estrictamenteselectivos(Erd-mann):Podíatambiéntenerestaso aquellasinclinacionesperso-nalesa la hora de ‘seleccionary reproducirlos escritos de quese tratase.Peronunca,bajo ningún concepto,utilizaba su edicióncomo documentoprobatorio para la justificación de una tesisya previamente publicada o concebida. Pues bien, bajo estosparámetroses cdmo se han producido,con toda exactitud, lasmás notorias edicionesdel siglo xx.

Nóteseque la frase que acabode escribir no contiene, por elmomento,ningún juicio de valor. Su significado es simplementeéste: un estudiosode Leibniz descubreentrelos escritostodavíainéditós del ‘filósofo un conjunto de opúsculosque le obligan aunainterpretacióndistintade la ordinaria; así lo dice en un libroque despuéspublica; y parajustificar la novedadde su inter-pretación,da también a la imprenta los textos sobrelos que seapoya. Me pareceobvio decir que lo que quedahecho de estemodo no es tanto una edición como un expedientetestifical:algo conlo queel autor se someteal onusprobandi, al pesodela prueba.Pero como> por otra arte, los textos aducidos sonverdaderamentenuevos,esdecir> no estánrecogidosen anterioresediciones,resultainevitableque lo quesólo era documentojusti-ficativo pase a ser instrumentoeditorial- Y, en este sentido—facticamente,aunquetambién indirectamente—,lo que en eltítulo de este epígrafehe llamado «publicaciónpreconcebidadeinéditos» se convierte en vehículo obligatorio para el conoci-miento de Leibniz.

Lo -que, en definitiva, quiero- decir con todo esto es que lasedicionesde inéditos que se han producido en nuestrosiglo noson independientesde la existenciamisma de la «cuestiónleibni-ziana».Por el contrario, se inscriben en ella por propia natura-

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leza y constituyensu perfil más revelador.Las diversasinterpre-tacionesde Leibniz, surgidascontrapuestamentecomo fenómenopropio también de nuestro siglo, no se apoyansólo en la posibi-¡¿dad de ejercer lecturas diferentessobre la base de un corpusbien determinado, sino, más en rigor, en la presenciade unabase textual inédita que se entiende con fuerza bastante comopara justificar una hermeneusisdistinta de las demás.Estehechome parecea todas luces decisivo, aunque,por extrañoque re-sulte,sehameditadomuy pocosobreél. Viene asituar,en efecto,en sujustamedidalas edicionesde inéditosdel siglo xx. Y comoesamedidano es —ni puedeserotra que la de confirmar o pro-piciar unatesis determinada,su función hay que situarla en losparámetrosde dicha tesis.Es inútil, por ejemplo,decirque«paralas obraslógicas de Leibniz debeconsultarsela edición de Cou-turat, Opuscules.- -, etc.» (y quede constanciade que esto esexactamentelo quese dice en las notasbibliográficas).En reali-dad, dicha edición contiene,sobre todo, un numerosoconjuntode opúsculosrelacionadosconla lógica demostrativa—únicaqueha interesadoa Couturaten su Logique de Leibniz— y, conse-cuentemente>sirve para el estudio de esta parte de la lógicaleibniziana,lo que también significaparaponderarla validez dela tesisdel intérprete.Estecarácterrelacionales inevitabley losejemplossemultiplican practicamentesin excépción.Ahorabien,por ello mismo —y esto ya sí supone un juicio de valor— esnecesarioprevenirsecontra el vicio de origen que recae sobrelas edicionesobjeto de esteepígrafe.Una cosasoh talesediciones—es decir, lo quesugierencomo totalidad—y otra cosadistintael alcancehermenéuticode las obras —y aun las obras en símismas—que en ellas se recogen.O dicho de otra manera: esobligado esforzarseen discriminar entre las obras de Leibniz,consideradasaisladamenteo en subconjuntorelevantespor lafuerza de sus contenidos,y el universo que, como «todo-edito-rial» o, en el peor de los casos,como «todo-sistema»aquellasobraspuedenllegar a constituir.Lo contrario—al menos,por loqueme parece—equivaldríaal ejercicio de un ofuscamientodelque posiblementeno sea pequeñamuestrala propia génesisydesarrollode la «cuestiónleibniziana».

Supuestas.pues,estasmatizaciones—que en lo sucesivode-berán tenerseen cuenta>sin que, para cada caso concreto, se

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considere necesariorepetirlas~—, las principales publicacionesde inéditos de nuestro siglo son las siguientes.Para un amplioconjunto de escritos lógicos y epistemológicos,es fundamentalla obra de Couturat,Opusculeset fragments inédits, París, 1903(reed. de Olms, 1966); obraa la quepuedenhacerse>sin embargo>desdeun- punto de-vistaestrictamenteeditorial> un buennúmerode reparos.-El. autor, en efecto, tras un prólogo muy sugestivosobrecómcí debeneditarse las obras de Leibniz —y con el queya hemosmanifestado-basicamentenuestroacuerdoen anteriorespáginasy notas—, se limita despuésa transcribir sus opúsculos(o, cosaextraordinaria,fragmentos de ellos, con lo que el lectorha de conformarsecon lo que a Couturat le ha parecidoen estoscasosdigno - de leerse)~, siguiendoel orden y la clasificación deBodem’ann>.prácticamentesin asomo de justificaciones o hipó-tesiscronológicasy sin -que> por tanto,puedaseguirseunalecturabasadaen algún~critetio> salvo por lo 4ue supone la constanteremisión- a —¿hacefalta decirlo?— La Logique de Leibniz, sutesis - de 1901?~ Para textos basicamentereligiosos, pero que

~ En cuantoa las característicastécnico-filológicasde estasediciones,con independenciade algunos comentariosque> en particular> se hacenmás adelante,’ los criterios generaleshan quedado establecidos>supra,en 2.2. - - - -,

69- Ejemplos de fragmentos> cuya no transcripción completa resulta

particularmentepenosason: MATH.> III, A> 12: De incerti aestimatione(C, 569-70>; PHIL., VII, C; 160-161: Sur la Caractéristique(C, 435); PHIL,VII, B, III-, 25-26: ‘ Grammaticaecogitationes (C, 286-287); PHIL, VII, B,VI, - 9-12:- ElementaNova MatheseosUniversalis (C, 348-350: faltan todoslos ejemplos), etc. Otras vecesCouturat ofrece sólo el titulo de algunosopúsculós y, en ‘el mejor de los casos,un resumen o una apreciaciónpersonalen nota. Ejemplos de esto lo constituyenlos diferentesmanus-critos, sobre juegos de azar, MATH, III, A, 8, 9> 10 y 11 (C, 568); PHIL.>VII, C, 18: Locí logico-pragmaticí (C, 355), y diversastablasde definiciones.En general> se observaqué la lógica de la probabilidad>de las proposi-ciones contingentésy de los «cásos»en jurisprudenciaha quedadomalparada —~por la. remisión a fragmentoso a títulos de opúsculos—en laedición de Couturat.

70 Este hecho, que confirma las prevencionesmás arriba formuladas,ha ~ido puestode relieve, en honor de la verdad>por el propio Couturat,quien se refiere~asu’ edición en los términos que siguen : «Nous n’avonspas eu la prétension-d>en coinbler toutes les lacunes, méme en ce qulconcernespécialm-entla logique (.) Notre ouvragen>est done nullementune edition, méme partielle ou complémentaire:c’est un recuelí de mor-ceauxchoisis, 4ui parfois se reduit presqueá un catalogue»(C> p. III.Prefade). - -

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también contienenalgunasreferenciasmuy importantes para lametafísicay para la lógica que nosotroshemos llamado de loreal, es inexcusablela cita de Baruzi> Trois dialoguesmystiquesinédits de Leibniz,RMM, enero de 1905, y el apéndicede Leibniz.Avesde nombreauxtextesmedites,del mismo autor, París, 1905.Publicación importantísima,aunquepésima editorialmentey tancargadade errores que su revisión constituye una auténticaexi-gencia~‘, es la de 1. Jagodinski, Leibniziana. Elementaphiloso-phiae arcanaede summarerum, Kasan(texto latino y traducciónrusa), 1913. (Para una exactaponderaciónde la importancia delos inéditos contenidosen esta obra, deben leerse los, comen-tarios de Rivaud, Textesinédits de Leibniz, publiés par 1. Jago-dinslci, RMM, 1914.) No menosinteresanteque la anterior—y conno menoresdefectos,en este caso salvadosgracias a las esplén-didas reedicionescon traducción y notas de Y. Belaval, París,1961, y O. Same,Frankfurt, 1967~ es la publicación asimismode Jagodinski,Leibniziana medita. Confessio philosophi, Kasan(texto latino y traducciónmsa), 1915. Una y otra obra del editore intérprete ruso resultanimprescindiblespara un cónocimientode los escritos —preferentementemetafísicos—redactadosporLeibniz durantesuestanciade 1672-76en París; constituyen,portanto> un testimonio excepcionalpara decidir sobre no pocosextremospolemizadosen la «cuestión leibniziana», en cuya fasede más amplia conflictividad precisamenteaquellasobrasfueronpublicadas. Radicadaen ese mismo medio conflictivo y conpretensionesde documentarcon textos de Leibniz una posturaconciliadorade síntesisentreunametafísicaindividualista—esen-cialmenteprotestante—y unalógica normativade alcanceuniver-sal, debecitarse la edición de Schmalenbach,Ausgewaehltephilo-sophische.Schriften im Originaltext, Leipzig (2 vols.), 1915, obraya raraen la actualidady quemerecería>desdeluego,unaurgentereedición~. Trabajo muy cuidadoso, editorialmente espléndido

7’ En el momentode redactarseestaslíneasseanunciacomo inminenteuna nuevaedición con traducciónfrancesaa cargo de Michel Fichant.

72 Para una ficha más exacta de estasobras, véasedespuésel apar-tado 2.4, referido a traducciones.

73 La edición de Schamalenbachno suponepropiamenteunaedición detextos inéditos, cuanto una relecturasobre manuscritosde textosya pu-blicados con anterioridad. De todos modos> lo más interesantede estaobra es la selecciónque ofrece, con las finalidadesya apuntadas.Por lo

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y tal vez el menos vincuado a una tesis preconcebida,es el deSchrecker>Lettres-et fragments inédits de Leibniz, París> 1934,que, sobreser importantísimopara cuestionesrelacionadasconla Teologíay los proyectosreligiosos leibnizianos, tiene ademásel interés—ya reseñadoen la nota 42— de suplementarel catá-logo de Hannovera basede los opúsculosy cartas descubiertosen la Biblioteca Nacional de Varsovia. Los mismos temas teoló-gicos y religiosos, aunque en selecciónmucho más amplia> quetambién recoge interesantísirnosopúsculoséticos> metafísicosypolíticos, se recogenen la obra de Grua, Textesinédits d>aprésles manuscritsde la Bibiiothéqueprovinciale de Hannovre,París(2 vois.), 1948. Esta edición, aunquedirectamentevinculadaa latesis del autor de 1953, constituye un hito importante entre laspublicacionesde inéditosdenuestraépoca>no sólo por la riquezade ‘los escritos seleccionados,sino también por la finura de suargumentacióncronológicay por el inmensotrabajoquecontieneen la indicaciónde textos concordesy paralelos~. No obstante,su planeamientosistemático~eca, a mi juicio> de todos los erro-res señaladosen este epígrafey, a decir verdad,las seccionessobrelas quese organizala presentaciónde los textos, resultanmuchasvecesun corsédema~iadoestrechoe inadecuadoparalariqueza- de los escritosa los quese trata de ahormarW- ‘Un im-portante ensayo,en parte, de reedicióny, en parte, de publi-cación de inéditoses el de Ducouloux-Favard,Specimenquaestío-

- num ~hilosophicarum ex iure collectarum. De ¿asibusperpíexís.Doctrina conditionum. De legum interpretatione, Paris (con unamuy cuidada introducción de T. Ascarelli), 1966. Aunque estasobrastienen, primariamente;un alcancejurídico, su lectura estambién ineludible para coniprénder aspectosdecisivos de lalógica de lo real y de la génesisy naturalezade la Enciclopedia.Por último, el mismo caráctérde reedicióncuidaday, al mIsmotiempo> novedosatiene la publicación de Gaquere,Le Dialogue

demás—y en lo que se refiere a su rarezarespectode los medios es-pa-floles— existe por lo menosun ejemplar de esta edición en la Bibliotecade la UniversidadPontificia de Comillas (Madrid).

~ Véasesupra, notas 28 y 38.‘~ Por ejemplo,un conjunto trascendentede textos sobre las verdades

eternasseencontraránen la sección que lleva por título. -- ¡Visionarios yquietistas! Para estudiarla ciencia divina (de intuición y ciencia media)habráqueacudir ala secciónLibertad y Optiman.Etcétera.

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irénique Bossuet-Leibniz(1691-1702), París, 1966, dondese en-cuentra abundantematerial no sólo para problemasreligiosos>sino también éticos y metafísicos.

2.4. Traduccionesde las obras de Leibniz

El último aspectoque nos quedapor dilucidar —y last butnot least, como va a verse— se refiert a las traduccionesde lasobras de Leibniz. Ni que decir tengo que la importancia de unatraducción es siempre—y sólo— instrumental, cualesquieraqueseansusinternas calidadesy lo mismo si trasladaun panoramaamplio de obras que si se remite a una solaen concreto.Ahora

- bien, el casode Leibniz —y, al menos>en lo que se refiere a lastraducciones generales—participa de unas característicasunpoco peculiares, que tal vez merezcala pena comentar critica-mente.Es lo quevamos a hacera continuación.

Ante todo, volvamos por un momentoa los tres problemasbásicosque,como ya hemosvisto, puedenreseñarseen nuestrasediciones: la falta de compleción, la fragmentariedad y la dis-persión.Es fácil comprenderquealos dosprimeroscorrespondanunos rasgosequivalentespor parte de las traducciones:quierodecir queno hay ninguna queno seaincompletay fragmentaria.-Pero no ocurre lo mismo con el tercer problema. Por el con-trario> el traductor disponede amplias posibilidadespara evi-tarlo> tomandoparaello, de las distintasedicionesexistentes,lasobrasque interesanmásasus propósitos.O dicho de otro modo:al traductor le esposible transformar en-un conjunta homogéneo,unitario y relevante lo que se halla disperso y confuso en unapluralidad de edicionesno siemprehomólogaspor su calidad niigualmente accesibles.Se comprendeasíque, aunen la perspec-tiva únicamentereconocidaantes,- esto es, en la de un puroinstrumento, la importanciade las traduccionesde Leibniz y>más aún, la influencia ejercida por ellas de un modo explicitoo implícito —esto es otra cuestiónque vamosa ponderarmuypronto— sea muy superior a lo que es ordinario en filósofosmenos conflictivos. Las traduccionessustituyen’y, en algunamedida>aunqueseacorta,resuelvenlos problemasmaterialesdela obra leibniziana. Para bien o para mal, su presencia tienecarta de naturalezaen la bibliografía del filósofo. Y, en este

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sentido,ni es posibleignorarlasni se les puedeasignarel papelde figurón sobrela escenade esamisma bibliografía76

Ahorabien, ¿cuálesson, en concreto,los niveles de esa reco-- nocida importancia? Yo diría que puede hablarsede tres que,

si sondiversospor su trascendencia,resultan>en todocaso,indis-cutiblementeinfluyentes.El primero,el máselementalde todos,es tambiénel másacordeconla función específicade las traduc-ciones.Las de Leibniz, en efecto,constituyenun vehículoidóneopara introducirseen los entresijosde su reflexión, soslayando,como ya hemosdicho, el fárrago de las muchasy heterogéneasediciones.Pero esto no es todo. El segundonivel, que es unaconsecuenciade estoúltimo> aporta,me parece>un elementomuyclarificador. Un análisis del aparatocritico de una considerablecantidadde libros sobreLeibniz —no> claro está,de los quehanmarcadoun hito en suinterpretación>pero sí de los innumerablesque acompañana las distintas corrientes hermenéuticaso, mássencillo> de los que componenla abultada bibliografía leibni-ziana— viene a demostrarque las traduccionesconstituyensurepertorio básico de citas y casi su único horizonte de contras-tación textual. Probablementeéstasea unacaracterísticaexten-sible a otros muchosfilósofos, que> por sabida>no resulte nece-sario constataría(aunquees curioso queel asuntose considereun tabú sobreel que nadie llega nunca a pronunciarse).Pero,aunsi estoes ciertoen general,enel casode Leibuiz —y, cuandomenos,hipoteticamente—el- fenómenopuedeproducirunascon-secuenciasconsiderables,cuya enunciaciónintroduceya el-tercernivel de los anunciados.No se puedeolvidar, en efecto, que lastraduccionesse enmarcanen perspectivasnacionales;quesirvena la comunicacióndel filósofo con los hablantesde una lenguaconcreta en un medio cultural concreto. Ahora bien, como elcomponentenacional —según ya hemosadelantado~ y hemos

76 Sin embargo,esto eg lo que ocurre ordinariamenteen las notasbi-bliográficas sobreLeibniz, incluso en aquellas de mayores proporcionesy más ponderadojuicio. A decir verdad>por unasucrt& de pacatabeateríasobre lo que debe entendersepor criterios científicos, los únicos librosque reseñanlas traducciones—y, por lo común, de modo muy fragmen-tario— son o bien’ las obras de iniciación al pensamientodel filósofo(caso de Belavál o de Moreau), o bien.- - ¡otras traducciones!(véanse,porejemplo>los prólogosde las de Loemker y Barone).

‘~ Supra;pp: 252-53.

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de ver aún con más minucia— resulta uno de los elementosbásicosde la «cuestiónleibniziana,>,es indiscutible que pronun-ciarse sobrela influencia de las traduccionesequivale a sugeriruna posiblevía de diagnósticopara algunosaspectosespecíficosde la pluralidad y heterogeneidadde las interpretaciones.Estediagnóstico,como es obvio, necesitaconfirmarsepara serexacto,pero promete ser> desdeluego, una clave fecundapara la eluci-dación de nuestrotema.De todos modos, lo que los tres nivelesacabadosde describir ponenclaramentede manifiesto es que laimportancia de las traduccionesresulta muy superior a lo quesuelereconocerseen las notas bibliográficas sobre Leibniz ~ Esuna consecuencia,sin duda, de las dificultades materialesde suobra. Pero,por ello mismo, debenser objeto de un estudiorigu-roso y de una consideraciónprivilegiada en el balancede esamisma bibliografía. Añádasea esto la importancia indirecta quea vecestienen las traduccionespara la fijación e interpretaciónde algunos textos; añádasetambién la influencia decisivade lasnotas y comentariosde que aquéllas suelenacompafiarse>y setendráuna idea bastanteponderadadel papel real, nada acce-sorio, que las traduccioneshan jugado y siguen jugando en lainterpretación de Leibniz.

Y ya pasemosa las citas concretas~. Entre las traduccionesalemanas>la más difundida sin duda es la de Buchenau,Haupt-schri¡ten zur Grundlegung der Philosophie, Leipzig (2 vols.),1904-6 (reeditadapor F. Meiner, Hamburgo> 1966)> cuy’as notas>debidasa Cassirer,han imprimido carácterno sólo a la traduc-ción en sí, sino también a la difusión de los textosde Leibniz enAlemania. Muy interesanteasimismo y coincidiendocon los es-

~ Como complementode lo dicho en la nota 76, debe afiadirse queno existe ningún catálogocompletode las traduccionesde Leibniz. Tam-poco Miiller (y no digamos Ravier) les dedicanni una sola menciónensus repertorios.Esto pone de manifiesto la indiferencia con que han sidoestimadaslas traducciones,erroneamentea mi parecer> como trato demostrar en esteepígrafe.

~ Bien entendido que no se trata de ofrecer un catálogo completo,sino de citar aquellas obras que, o bien han ejercido una influencia per-fectamenteconstatable>o bien poseenuna calidaddigna de conocerse,obien> por último, constituyentraducciónúnica de algún texto leibniziano.Sólo en el casode las traduccionesespañolashe confeccionadouna listabastantecompletaen la seguridadde que el asuntopuederesultar intere-sante entre nuestrosmedios culturales.

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~e~os evaluadoresde la «cuestión leibniziana», que se hanintentadoen los-últimos-anos80, es la obrade Schmidt>Fragmentezur Logik, Berlin> 1960, cuyo prólogo sitúa’muy bien el puestodela lógica en el sistemade Leibniz. No puededecirselo mismo deHolz, Kleine Schrif ten zur Metaphysik, Frankfurt, 1965, que no esmás que un intento —a mi juicio, condenadoal fracaso— dejustificar sutesisde 1958 88; no obstante>la traducciónes correcta,aunque,a veces,muy forzadaen la terminología.En cuantoa lasobrasparticulares,sonde extraordinariacalidad las de W. y. En-gelhardt,Pro togaea, Stuttgart, 1949, y O. Same,Confessio philo-sophi. Text. Uebersetzung,Kommentar,Frankfurt am Main, 1967.

En el panoramade las traduccionesinglesasdestacapor suamplitud y escrupulosidadla de Loemker, Philosophical Papersand Letters, Chicago (2 vols.), 1956> cuya selecciónde textos estápresenteeñ una buenapartede la bibliografía anglosajona.A losmismos condicionantesque la ya citada traducción de Schmidtrespondela.de Parkinson,Leibniz Logical Papers. A Selection,Oxford at Clarendon Press, 1966, aunque los textos que selec-ciona son muy restringidosy se refieren, casi únicamente,a losdiversoscálculosensayadospor Leibniz. Obra más antigua,perode cita obligada por cuanto constituyó una pieza de considerableimportancia en la fijación del espíritu logicista propio de lasinterpretacionesanglosajonases la de Ch. 1. Lewis, A surveyof Symbolic Logic, Berkeley, 1918, cuyas páginas dedicadasaLeibniz (373-87) contienen una estimable traducción del Nonfnelegans’specimendemonstrandíin abstractis y del opúsculoXXdel vol. VII de los Phil. Schriften de Gerhardt.Por su calidadexcepcionale, igualmente,por su influencia en el contexto dellogicismo anglosajón, debe citarse también la traducción deJ. lvi. Child, Leibniz’s Earley Mathematical Manuscripts,Chicago,1971. Por último, entre las traduccionesparticulares reciente-mente aparecidas,me parecemuy interesantela de M. Furth,Monadology, Philosophical Review, vol. 76, 1967, Pp. 169-200>cuyas anotacionesresultan ya imprescindibles para un mejorconocimiento de este importantísimo opúsculo-síntesis.

W Para un análisis detenido de esteclima de evaluaciónde las inter-pretacionesmás divergentesde Leibniz —clima en que se han situado losestudios leibnizianos más o menos desde 1950—, véase, más adelante,epígrafe3.4 (II parte).

81 Cfn, sobreestaobra, ¡nfra, 3,4 (II parte).

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Si bienes cierto que Italia no ha producidomonografíasdeci-sivas en el campo de los estudios leibnizianos, sí dispone> encambio, deun conjuntomuy estimablede traducciones.Con pocodominio de la terminología de Leibniz, pero mny sugestivaporsu selección,es lá de G. de Ruggiero> Opere Vane, Bari, 1912,queha sido reeditaday corregidapor y. Mathieu bajo el título,más acordecon la realidad, de Saggi filosofici e lettere, Bari>1963. Al mismo V. Mathieu debemosla importante traducción,verdaderamentenovedosapor sutema,Scritti politici e di dirittonaturale di G. W. Leibniz, Tormo, 1951. Por su parte> las obraslógicas- —y dentro de esemismoclima evaluadoraque antesnosreferimos— disponende unatraducciónitaliana extraordinaria>tanto por la riqueza de los textos seleccionados,como por elespléndido prólogo que le antecede,en la obra de F. Barone,lógico él mismo como es sabido>Leibniz. Scritti di Lógica, Ho-logna (Zanichelli), 1968. No obstante>a la labor específicamentetécnico-traductoraparecennotárselevarias manos(la obra, enefecto, da la impresión de un trabajo de Seminario),lo que, aveces, influye enunaciertafalta de homogeneidadterminológicay en patentesdiferenciasde estilo. Por último> respectode lasobrasparticulares>debecitarse—por cuanto, que sepamos,su-ponetraducciónúnica— la de Anfossi, Leibniz. 1 Precetti per 11progressodelle science,Rivista di filosofía, vol. 38> 1947,fasc. 1-2.

En el contextode las traduccionesel casode Franciaes muyparticular,ya que,como sesabe>Leibniz escribióen francésunabuenaparte de sus obras.Los trabajos,pues,de estanaturalezacomportan la mayoría de las vecesuna síntesisde traduccióny reproduccióntextual; y> otras veces, son más bien edicionescomentadasque traducciones.En ambos casos, sin embargo,resultamuy interesanteseguirsu desarrollo,no sólo porquelasnotas son de tina calidad indiscutible, sino también —y quizásprincipalmente—porquela propia selecciónde textosconstituyecon frecuenciatoda una declaraciónde principios. Se ha con-signadoya, en este sentido, el talante de la edición de Janet,cuya naturalezametafísicasólo se ponebien de manifiesto si sela comparacon el interés de Erdmannpor reproduciropúsculoslógicos y epistemológicos.Todavía resulta más revelador elhecho de quenadase encuentraen francésque sea equivalentea las traduccionesinglesasde Ch. 1. Lewis o Child y> ni siquieraen nuestrosdías,a las de Parkinssono Barone.Por el contrario,

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los traductoresy comentaristasfrancesesse muevén,en general,dentro de un espíritu metafísicoquesi, por unaparte,se corres-ponde muy bien con el de la mayoría de los intérpretesfran-ceses,por otra parte condicionauna imagen del filósofo; tantomás amplia ‘cuanto que las traduccionessuponen la comuni-cación más directa de una comunidad con un autor. Dentro,pues, de este espíritu, debecitarse en primer término la obrade Schrecker,Opuscula philosophica selecta, París,- Vrin (textolatino y traducción francesa), 1939; obra ciertamentecorta encuantoal material seleccionado,pero muy cuidaday escrupulosapor su contenido y presentación.De muchamayor amplitud esla de E. Prenaní,Oeuvres choisies de Leibniz, Paris, Gardnier(2 vols.), 1940, queha merecidoel juicio favorablede Belaval~,

aun cuandoa mí me pareceque setoma demasiadaslibertadesaltraducir no pocos textos latinos. En cuanto a las traducciones(o ediciones)comentadasde obrasparticulares,son excelentesyhan ejercido una considerableinfluencia las que se citan a con-tinuación: Boutreaux, La Monadologie (Suivi d’une Notice surla vie et la philosophiede Leibniz), París>1881; Lewis, G. Lettresde Leibuiz a -Arnauld d’aprés un manuscrit inedit, París, 1952;Robinet,K, Principesde la nature et de la grácefondésen Raison.Principes de la Raisonou Monadologie,París,1954; Robinet,A.,CorrespondanceLeibniz-Clarke, Paris, 1957; flurgelin, P., Com-mentairedu’ Discours de Metaphysiquede Leibniz,-París,P. U. F.,1959; Belaval, Y., Confessio philosophi. La professionde foi duphilosophe, París; 1961.

Paraconcluir, las traduccionesespañolasde Leibniz formanun panoramamuy desigual>cuyasecuenciahistóricaofrecealgu-nas sorprendentescaracterísticas.Y la primera de todas es quefue precisamentenuestropaísuno de los quemásprontodispusode unaampliatraducción: la de P. de Azcárate,Obras de Leibniz,Madrid (5 vols.), 1878 ~. Estaobra, correctay estimableen cuantoa sulabor especificamentetraductora,recogeademásunacuida-dosa selecciónen la queno falta nadaimportantede lo que era

82 «La’ choix nc pouvait étre mieux fait, ni les notesplus profitables»,dice en concretoBELAVAL. Véase,Leibniz.Initiation a Sa philosophie,eJ cit.,página 281 (en Indications bibliographiques).

83 La distribución de los cinco volúmeneses la siguiente: 1. Princi-pios metafísico&—II-fII. Nuevos Ensayosi—IV. Correspondenciafilosófica.V. Teodicea.

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conocidoen el último tercio del siglo xix. Sin duda>su termino-logia es más literaria que filosófica y resulta, por ello mismo,deficiente. Sin duda también, la traducciónde algunospárrafosclaves y el contenidode las notas descubrencon frecuenciaunconocimientodemasiadosuperficial del filósofo. Pero> aun con-tando con estos inconvenientes,es indiscutible quea la obra deAzcáratese debeunaconsiderabledifusión de Leibniz en nuestropaís, que no sólo contrastacon las enormeslagunasde otrosclásicos, sino que es también la única causaconstatableparaexplicar el sugestivodesarrollode los estudiosleibnizianos quese produjo en Españaen las décadasde los treinta y los cua-renta‘t Dentro de este clima sorprendentementefavorable hayquesituar la traducciónde A. Zozaya,La Monadología. Opúscu-los, Madrid, SociedadGeneral Española, 1882, que supera enprecisiónterminológicaa la de Azcárate.Asimismo, la de GarcíaMorente, Opúsculosfilosóficos, Madrid, Calpe, 1919, que se ins-cribe en la meritoria tarea didáctica a que> con tan excelentesresultados,se dedicó este autor. Y las tres, muy dignasy escru-pulosas,de OvejeroMaury, NuevoSistemade la Naturaleza; LaTeodiceao Tratado sobre la libertad del hombrey el origen delmal; y NuevosEnsayossobre el Entendimiento humano> publi-

84 El ritmo de estedesarrollopuedeorganizarseen tomo a tres gruposde publicacionesperfectamentediferenciados.Hasta el comienzo de laguerra civil, los estudios sobreLeibniz tienen lugar dentro de los movi-mientos renovadoresde la filosofía académicaque se organizanen tomoa la figura de Ortega en la UniversidadCentral de Madrid. Los nombresmás representativosson Morente, GarcíaBacca y J. Xirau. El desenlacede la guerra y el exilio siguientetransportanla actividad de una buenaparte de estos estudiososa Iberoamérica,dondesu labor queda integradacon la de los autoresde aquellospaíses.Puedenanotarse,a este respecto,las nuevaspublicacionesde G. Bacca,junto con las de Garcíade Onrrubia,Pizarro, Losada y Puga, etc. En estas coordenadas>aunque dentro denuestro país, deben situarselos trabajos de Marías, de -1946, y el impor-tante libro —más para su propia filosofía que para interpretar la deLeibniz— de Ortega sobre la idea de principio en Leibniz. Por último, eltercer grupode publicacionessesitúa en la Españade posguerra,en tornoal centenariodel filósofo> que se celebró en 1946. Si bien la metodologíade trabajo es confusamentenacionalista(la intención de los autoresbus-cabaen demasiadasocasionesparienteshispánicosa la obra de Leibniz)no deben despreciarselos estudios de este momento histórico, cuyosnombres más representativosson Cena], Alcorta, Carreras y GonzálezOliveros. Sobrela cita en concreto de las obrasde estos autores,consúl-rense los diferentesapartadosdel epígrafe4 (II parte).

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cadastodas ellas en Madrid por Aguilar, en 1926, 1928 y 1928respectivamente~. La cita puedeconcluirse,aunquees obra muymenor, con la selecciónde textos escogidosde Vital G. Lleo yAmargos, Pensamientosde Leibniz, Madrid, Espasa-Calpe,1934,que, entreotrasgravesfaltas, cometela incorregiblede no citarlas obrasde las queestántomadoslos párrafosque traduce.

Sin ningún tipo de exageraciones,esteconjunto de trabajos—y el de las monografíasa queme he referidoen la nota84—ofrecenun panoramade verdaderariquezaque,aunsi enmarcadoen los esfuerzosregeneracionistasde la Españade ese tiempo,constituye,con todo,un fenómenoexcepcionalpor contrasteconla difusión de otros filósofos. Dicho estadode cosascambió, sinembargo,radicalmente—al menosen lo quese refierea las tra-ducciones—al término de la guerracivil. Exceptuandoel -valiosointento de Julián Marías, Discurso de Metafísica (versión y co-mentarios),Madrid> Rey,de Occidente,1942> que> detodosmodos,sigue muy de cercala obra citada antes de Burgelin, no se pro-duceninguha novedaden nuestro país hastabien entradoslosañoscincuenta.Y las que a partir de entoncesse producen,déla mano todasellas de la meritoria Biblioteca de Iniciación filo-sófica de la editorial Aguilar, tienenel sello—lo diré descamada-mente—del máslamentableoportunismo.Así> la versiónde Cas-tañoPiñán,Discurso de Metafísica,Madrid, 1955, sigue al pie dela letra a Burgelín; la de FuentesBenot, Monadología, Madrid>1957, sobremal traduciday mediocreestudiopreliminar,,tomasus citas de Robinet; y la de F. de P. Samaranch,La profesiónde fe del filósofo, Madrid, 1966, la peor de todas,traduce,no dellatínni de Leibniz, sino del francésy de Belaval,aquientambiéncopia sus notas.

El vacío que la posguerraespañolaintrodujo en cuanto atraduccionesde Leibniz sesalvóparcialmentepor las quesereali-zaronen Hispanoamérica.Estecambiode eje> que es otra de lascaracterísticaspeculiares a que me refería al principio, estárepresentadopor Vicente V. Quintero> cuyas dos traduccionesCorrespondenciacon Arnauld, BuenosAires, Losada,1948,y Tra-tados-fundamentalesde Leibniz, Id., -1946, si incorrectasen no

SS De los NuevosEnsayosy del Nuevo Sistema,existensendasreedi-ciones, publicadaspor Aguilar en su Biblioteca de Iniciación filosófica,siendo la fechade las últimas ediciones1972.

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pequeñamedida, al menoshan logrado cubrir una importantedemandaque> de otro modo,hubierequedadoinsatisfecha.Dentrode este contextodeben citarse también dos recientestrabajos

- - hispanoamericanos,que tienen un valor excepcional’nosólo porsu rigurosidaden la traducción, sino> sobre todo, por el áreaimportantísimaen que han situado su tarea. Me refiero a lasobrasde 1. Babin!, El cdculo infinitesimal, BuenosAires, Eudeba,1972, que traducelos principales tratadosy cartas de Leibniz-Newton relativos a esamateria; y R. Torretti, Principios metafísi-cos de las matemáticas,Rey.Diálogos,Universidadde PuertoRico>número24, 1973, que sobreser traducciónúnica en españoldeestetrascendenteopúsculo,ofreceen notasunarevisión ajustadade las anteriorestraduccionesde Buchenauy Loemker.

Paraconcluir,y ya de nuevoen España,el interéspor Leibniz,que ha vuelto a suscitarseen los años setentade la mano dediversascátedrasuniversitarias,está dando como resultado laaparicióno el anunciode nuevastraducciones.De 1977 es la deJ. Echeverría,NuevosEnsayossobre el Entendimiento humano,Madrid, Editora Nacional,que, si bien sigue de cercala versiónde Ovejero—aunquecon un afánde literalidad muchomás es-tricto—, aporta,sin embargo>unanotable correcciónterminoló-gica y ofrece, en el prólogo,un estudiobien concebidosobrelaTeoríaleibnizianadel conocimiento.Diversaseditoriales,por suparte,tienenanunciadala próximaapariciónde dostraducciones,unade J. de Salassobretextospolíticos y otra del autordel pre-sente trabajo, en dos volúmenes,sobrelos textos lógicos, querecogeráun númerode obrassobreestatemáticamuy superioral de las traduccionesdisponibles hasta hoy en cualquieradelas lenguasromances.

QUINTIN RAcIoNERo

~ Ya en prensa este artículo, ha aparecidola traducción a que merefiero, cuya ficha es el?. ~N.Leibniz. Escritospolíticos (selección, traduc-ción> notasy prólogo de J. de Salas),Madrid, Centro de Estudios consti-tucionales, 1979.