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La Batalla de Los Dos Reyes - Daniel Hernandez

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  • ndice

    Captulo cero. Desde el surIIIIII

    Captulo primero. La MarcaIIIIIIIVVVI

  • VIIVIIIIXXXIXII

    Captulo segundo. GrgolasIIIIIIIVVVIVII

  • VIIIIXXXIXIIXIIIXIVXVXVIXVIIXVIIIXIX

    Captulo tercero. La posada y elpalacio

  • IIIIIIIVVVI

    Captulo cuarto. ExplicacionesIIIIIIIVVVI

  • Captulo quinto. Luz al fondoIIIIII

    Agradecimientos

    Crditos

  • Por la noche lo haban odo soplarsin pausa, con violencia, y encuanto amaneci subieron a laazotea para jugar con aquel vientoferoz. Sentan que estaban a puntode despegar del suelo; el vientohinchaba sus ropas y ellosextendan los brazos y rean.Martin, Geoffrey, Nicholas y Jamesse estremecan al notar cmo elvendaval los balanceaba en elborde mismo del murete de laazotea; sobre sus cabezas, un mantoimpenetrable de nubes azul oscuro

  • ocultaba el cielo y amenazaba condescargar en cualquier momento, ybajo sus pies, muy abajo, seextenda el rectngulo del patiotrasero del edificio y, ms all, losbarrios de Kensington, Fulham,Hammersmith, y los rboles deNormand Park. Guiados por elmismo impulso, los cuatro sepusieron de puntillas... Sentan quevolaban ya, que el viento losarrastraba lejos.

    Muy lejos. Tan lejos que quiznunca podran volver.

  • CAPTULO CERO

    Desde el sur

  • Que se supiera, nunca nadie que sehubiera aventurado en el Gran Surhaba regresado. Hasta esemomento.

    I

    Faltaba an para que amanecieracuando Elykham, el SumoSacerdote, abri los ojos. Cada dase encontraba ms cansado, peromuy pocas veces haba dejado de

  • asistir al espectculo de ver nacerel nuevo da. Desde la altura dondeestaba situado el monasterio, en lacima de un risco aislado en mediode una explanada desrtica, laaparicin del sol era digna decontemplar. A pesar de lo quepudiera pensarse, jams se repeta.Los ojos expertos de Elykham erancapaces de encontrar las pequeasdiferencias que lo convertan enalgo siempre nuevo y nico.

    Sin necesidad de ninguna luz, elsacerdote se ase y se visti. Justo

  • cuando se dispona a abrir lapuerta, dieron unos golpes en ella.Al otro lado estaba Elkver, unsacerdote anciano y encorvado porel peso de los aos; sostena en lamano izquierda una lmpara deaceite que proyectaba hacia surostro una luminosidad ocre yfantasmal. Sus ojos, hinchados ysubrayados por profundas ojeras,buscaron apresurados los deElykham.

    Buenos das.Hay una nueva pgina escrita

  • en el Libro dijo atropelladamenteel recin llegado con una voz quedesvelaba su turbacin.

    El Sumo Sacerdote guardsilencio mientras la noticia calabahasta lo ms profundo de su ser. Talvez, pens, esa sera una de lascontadas ocasiones en las que nopodra presenciar el lento y mgicoproceso del amanecer.

    Vayamos a leerla decidial fin.

    Ambos se encaminaron hacia lasala donde se guardaba el Libro.

  • Para llegar hasta ella fue necesariodescender varios tramos deescaleras labradas en la roca viva ydejar atrs pasillos que seentrelazaban unos con otrosformando una suerte de laberinto enel que cualquier visitante seperdera. Ellos, sin embargo,podan recorrerlo a ciegas. La salaera una circunferencia perfecta, deparedes lisas por completo, sin lamenor imperfeccin. Solo haba dosentradas, situadas frente a frente, deforma que a la misma distancia de

  • ambas se hallaba una columna de unmetro de altura. Sobre ella seencontraba el Libro, abierto por laltima pgina escrita. El daanterior la otra pgina visiblepermaneca en blanco; ahora, por elcontrario, como haba dicho Elkver,haba algo en ella.

    El Sumo Sacerdote se aproximhasta que sus ojos pudieron leer loescrito. Era una sola palabra, perolos caracteres que la componanocupaban la pgina entera.

  • Horas ms tarde, el SumoSacerdote subi a solas a la terrazams alta del monasterio. Todo loque abarcaba su vista era unainmensa extensin de terreno baldoy piedra caliza; l saba que no eraas, pero lo cierto era que desdeaquella terraza el mundo enteropareca consistir en un desiertoinfinito salpicado por variasformaciones similares de diferentesalturas, compuestas, como aquellaen la que l se encontraba, dearenisca, cuarcita y pizarra, y

  • recubiertas, en contraposicin a lagran meseta de la que surgan comotorreones o dedos de un gigante depiedra, de mucha vegetacin,rboles cuyos troncos el vientohaba retorcido a su antojo y plantasque no existan en ningn otro lugar.

    Al poco de estar all, su miradase dirigi al sur. Su intuicin, a laque tantas veces se haba confiado,le deca que desde all llegara laoscuridad que anunciaba el Libro.

  • II

    La primera vez que el jovenguardia, recin incorporado a laguarnicin, ote desde lo alto de latorreta el vasto paisaje, casi sinquererlo pregunt en voz alta:

    Qu hay ms all?Le haban hablado de aquello,

    del desolador panorama que sedivisaba desde las torres devigilancia de la fortaleza, de aquel

  • gran vaco, pero por mucho que lehubieran dicho, nada eracomparable a verlo. La vistasobrecoga... Asus pies se extendauna planicie yerma que se una en ladistancia con un cielo msblanquecino que azul. El jovenguardia sinti algo similar alvrtigo y tuvo la impresin de queel horizonte podra engullirle.

    Un vaco inacabable respondi su compaero, que ledoblaba en edad. En realidad,nadie sabe lo que hay all; los que

  • fueron a averiguarlo nuncavolvieron.

    Ninguno?No; sea lo que sea lo que haya

    all, se los trag a todos.Quiz no haya nada. Tal vez

    un precipicio, el final de la tierra.Un abismo.

    Su compaero sonri.T crees que si todo se

    redujera a eso, esta fortalezallevara aqu tanto tiempo? All hayalgo, o alguien, y nosotros estamosaqu porque si se decide a venir,

  • tendremos que impedirle que pase.

    Primero fue un murmullo al caerla noche, una especie de eco, unretumbar sordo. Los vigas semiraron unos a otros, preguntndoseen silencio si los dems tambin loescuchaban. Poco despus pudieronver, a pesar de la oscuridad, unanube de polvo que cada vez parecams prxima, a medida que elsonido aumentaba y se iba haciendoensordecedor.

  • La guerra por el trono deOlkrann estaba dando comienzo enaquel preciso instante.

  • III

    Cuentan que aos atrs todo unbatalln del ejrcito de Olkrann seextravi en las abruptas montaasde la cordillera Occidental.Ninguno de los soldados que locomponan regres para decir loque haba ocurrido. Nunca ms sevolvi a saber de ellos. Su destinoforma parte de la leyenda, segn lacual no solo perdieron el rumbo,

  • sino que, ya fuera por accidente opor las oscuras artes de algnnigromante, encontraron en sucamino el Umbral y lo cruzaron.

    Asegura la leyenda que en elmundo que hay al otro ladodelUmbral el batalln perdidopermanece detenido en el tiempo,petrificado, en una espera quepuede resultar eterna.

    Pero... esto tal vez no sea msque una leyenda. Simple yllanamente, una leyenda.

  • CAPTULO PRIMERO

    La Marca

  • ILas leyendas y las historias deaventuras, verdaderas o no, eranuna de las principales razones porlas que los chicos del OrfanatoChatterton se resistan a dormir.Aunque las luces se apagabantemprano, en el dormitorio comnde la cuarta planta los muchachosse reunan en torno a una de lascamas y escuchaban con atencin

  • cmo Martin lea a media voz elltimo libro que haba cogido de labiblioteca. Sola ser l elencargado de leer porque todosestaban de acuerdo en que tenabuena voz y vocalizaba bien, yadems tena tanta imaginacin quea menudo realizaba aadidos de supropia cosecha a lo que estabaleyendo. Los ms pequeos sequedaban siempre dormidosescuchndole, y al final, despus deque fueran todos cayendo uno trasotro, ya solo aguantaban despiertos

  • los cuatro de siempre: Martin, suhermano Nicholas, James yGeoffrey, que hablaban sincansarse, en susurros, hasta que elsueo terminaba por vencerlos y losarrastraba consigo a ellos tambin.

    Esa noche, el libro que Martintena entre las manos era el de unaventurero escocs que, a finalesdel siglo XIX, haba recorrido todoel Mediterrneo recopilando viejashistorias locales. Lo tena abiertopor el captulo donde el autor hacareferencia a Espaa.

  • La gente habla de l como deun gigante ley el quinceaero,pero Rotl debi de ser ms bien unhombre corriente, o casi corriente.Un gran guerrero que haba libradotantas batallas contra los enemigosde su seor que ya ni tan siquierapoda recordarse a s mismo sinempuar su temible espada.

    Nicholas, dos aos menor que suhermano, sac un brazo de debajode la sbana y lo movi como siestuviera sosteniendo una espadainvisible, emitiendo una especie de

  • silbido al rasgar el aire. Leencantaban los combates deesgrima. Pese a su edad, era uno delos que ms destacaba en esaespecialidad. Martin levant lavista del libro y desde las camas delos ms pequeos lleg enseguidala peticin de que continuara.

    Siempre ha habido gentesque han querido dejar huella en laHistoria, pero pocos lo hanconseguido. Rotl, desde luego, lohizo. Su huella es perfectamentevisible frente a las costas de un

  • pequeo pueblo de pescadores delLevante espaol. En cierta ocasin,en un perodo de paz, Rotl conocia una hermosa joven y, como nopoda ser de otra manera, quedprendado de ella....

    Prendado? se burlDesmond.

    Enamorado, tarugo aclarJames.

    Ya s lo que significa, pero esuna palabra cursi.

    Sigo? pregunt Martinantes de que la tensin fuese a ms.

  • Todos saban cmo se las gastabaDesmond. Rotl fuecorrespondido por la joven, peropor desgracia el padre de esta novea bien la relacin. No estabaconforme con que un soldadocortejase a su hija. Haba ideado unmatrimonio ms provechoso paraella, aunque haba olvidado contarcon su opinin y con sussentimientos. Ella le suplic envano. Entonces Rotl opt porraptar a su amada y llevrsela a lasmontaas. Haba salido victorioso

  • de todas sus batallas y no estabadispuesto a ser derrotado en la quems le importaba.

    Martin hizo una pausa en lalectura, fingiendo un burdo ataquede tos. Lo que pretenda era crearun poco de suspense antes de narrarel desenlace.

    Vamos, sigue!Ley con rapidez y en silencio

    lo que faltaba y con un gesto teatralcerr el libro y lo lanz sobre lacama.

    Qu haces?

  • No vas a terminar la historia,Martin?

    El aludido solt un sonorobostezo y se dej caer boca abajosobre el colchn, hundiendo elrostro en la almohada.

    Es tarde y estoy agotado.Maana la terminar.

    Maana!?Martin, por favooor.An se hizo de rogar un par de

    minutos ms, para al finalincorporarse con su sonrisa traviesade siempre.

  • Venga, coge el libro y sigueleyendo.

    No hace falta. Queris saberlo que ocurri? El padre de lahermosa joven la haba ofrecido enmatrimonio a un extranjero, un ricomercader llegado desde el norte defrica, y este no acept que serompiera el acuerdo.

    Qu hizo?Seguro que no se atrevi a

    retar a Rotl.No fue eso lo que hizo, no.

    Eran otras sus artes, el mercader

  • era al parecer un brujo. Las carasde todos se iluminaron por lasorpresa al escuchar esadeclaracin. Quin sabe si habasido por medio de la brujera comohaba conseguido todas susriquezas, pero lo que es seguro esque ni el mejor de los guerreros nila ms afilada de las espadaspodan nada contra su magia negra.

    Y entonces?Vamos, Martin! No te hagas

    de rogar.El brujo africano dict una

  • maldicin: puesto que no habaaccedido a casarse con l, encuanto el sol se retirase la jovenmorira. Una exclamacin brotdesde varias de las camas. Alenterarse, Rotl fue en busca delmiserable mercader, pero este yahaba zarpado en su barco, por loque el guerrero solo pudoconformarse con pasar las pocashoras que le quedaban junto a suamada. Poco a poco, a medida quela tarde iba cayendo, la joven sedebilitaba ms y ms, hasta que ya

  • ni siquiera poda mantenerse en pie.Rotl se arrodill a su lado,desesperado, incapaz de evitar quese cumpliera la maldicin... Porqueno poda cambiar el destino... Perode repente se le ocurri que spodra retrasarlo.

    Poda parar el tiempo? pregunt Nicholas, entusiasmado.

    No, eso no poda hacerlo.Cuando la luz del sol dejase dealumbrarla, la joven perdera lavida. As que la solucin estaba enque la luz durase lo ms posible,

  • pero el sol se ocultaba al otro ladode la montaa y la oscuridad crecaa su alrededor... Rotl cogi suespada y se encaram a la cima, yall arriba cort la roca para quelos rayos del sol encontrasen valibre. Un trozo de la montaa cayladera abajo, rodando hasta llegaral mar. De ese modo consigui unosminutos ms... Nada ms que unosminutos. Eso fue todo.

    Martin volvi a bostezar, estavez de verdad, y de nuevo se dejcaer en su lecho.

  • Qu ms?Nada, ah termina la historia.No puede ser protest uno

    de los pequeos, con la vozrecubierta de sueo. Y el brujo?No fue Rotl tras l paravengarse?

    S, seguro que lo hizo convino Nicholas. Verdad,Martin?

    Martin chasque la lengua.Tal vez. En el libro no lo

    pone.En serio? No es un buen

  • final.S lo es intervino James.

    Rotl hizo lo nico que podahacer.

    Pero y lo de dejar huella?No pona ah que Rotl habadejado su huella en la Historia?

    Y la dej. La gran roca quecort de la montaa rod hasta caeral mar y se convirti en una islafrente a la costa. Nuestro amigo elescocs la vio. Una roca inmensasobresaliendo del agua, y dice elescocs tambin que desde ese

  • pueblo de pescadores se ve connitidez el corte que Rotl realiz enla montaa.

    Martin, esta historia no me hagustado tanto como la de ayer dijo Will, un nio de diez aos queya pareca ms dormido quedespierto.

    A m s repuso James.Qu dices t, Geoffrey? No

    has abierto la boca.Mis preferidas son las de

    vikingos, ya lo sabis contest elaludido.

  • Qu pesado eres con losvikingos!

    Hann til Ragnarks fue larespuesta de Geoffrey.

  • II

    El pequeo grupo contemplaba alrecin nacido sin poder creer lo quevean. Los gritos de la madrehaban cesado para convertirse enuna respiracin entrecortada en laque el dolor iba dando paso a unareconfortante sensacin de paz. Enun principio no comprendi lasmiradas de las mujeres que larodeaban. Luego vio lo mismo que

  • todas ellas, el peculiar color de lapiel y la sutil mancha en la espaldade su hijo.

    Avisad al Anciano dijoSiraga. Era una orden, pero sonms como un ruego.

    La primera mujer que consiguireunir los nimos necesarios salide la estancia y recorri lospasillos del palacio hasta dar conDonan. Un breve intercambio depalabras fue suficiente para que elviejo la acompaase de vuelta a lahabitacin donde el cro lloraba y

  • la madre, extasiada por el esfuerzoy la alegra, intentaba que los labiosentreabiertos de la criaturaencontrasen su pecho. El grupo sehizo a un lado para que el AncianoDonan pudiese presenciar laescena. La diminuta marcadestacaba en la piel todavagriscea de la criatura.

    Es un beb afortunado murmur una de las mujeres quehaba ayudado en el parto.

    El Anciano Donan la mir, apunto de responder algo, pero opt

  • al fin por guardar silencio. Para l,aquella marca no era algo tansencillo como una seal debuenaventura: el nio, si lograbasobrevivir a la noche de pesadillaque se cerna sobre todos ellos,debera permanecer durante toda suinfancia en el anonimato para no serperseguido por quienes codiciabansu peculiar don. Un don que bienpoda hacerlo maldito.

    La madre alz los ojos haciaDonan, entre temerosa y suplicante,pero este la ignor y se dirigi al

  • soldado que guardaba la entrada dela alcoba.

    He de ver ahora mismo al rey.Al rey? No... No creo que

    eso sea posible.Tendr que serlo. Llvame

    hasta l.Pero, Anciano..., cmo voy

    yo a interrumpir...?No temas represalias de tus

    superiores, hoy tienen asuntos msurgentes de los que ocuparse.

    El soldado resopl incmodo.Era consciente de que no estaba en

  • su mano contradecir al Anciano,pero hubiera dado cualquier cosapor no estar all en aquel momento,por que cualquier otro ocupase sulugar.

    El rey Krojnar estaba reunidocon sus generales para intentarcoordinar la lnea de accin en laslargas horas que tenan ante s. Lashuestes de su hermanastro estabanal otro lado de los muros y mspronto que tarde comenzara su

  • asedio contra La Ciudadela. Latensin era palpable en todos losrostros, pues aquellos hombressaban que, probablemente,perderan la vida aquella mismanoche.

    Donan esper en la puertamientras el soldado, algoacobardado por verse obligado ainterrumpir tan trascendentalreunin, se acercaba al grupo eintercambiaba unas palabras con suinmediato superior. Este mir uninstante al Anciano y comprendi

  • que solo un asunto de sumaimportancia le hara irrumpir desemejante modo, por lo que llamla atencin del monarca, quenecesit unos segundos paralevantar la mirada de los planosque haban extendido sobre la mesa.El resto de oficiales presentessigui la direccin de su mirada ytodos observaron al viejo. Al fin, elrey avanz hasta l.

    Maestro, qu quieres de men este momento? Su impacienciase trasluca en sus palabras.

  • Majestad, me temo que labatalla que se librar esta noche noes lo nico que debe preocuparnosahora mismo. Acaba de sucederalgo que, quiz, sea ms importante.Mucho ms importante.

    El monarca abri la boca paraprotestar, pero algo en la forma enla que el Anciano le hablaba le hizomoderarse.

    De qu ests hablando, sipuede saberse?

    Donan baj la voz, en un intentode evitar que el resto de los

  • presentes pudiera escucharle:Hace menos de una hora, una

    de las doncellas de palacio ha dadoa luz a un nio. El beb lleva en sucuerpo la Marca.

    El semblante del rey Krojnar,enrojecido hasta ese instante por latensin contenida, perdi el color.Mir a su interlocutor como si fueraposible que las palabras que esteacababa de pronunciar cambiasende pronto y se transformasen enotras, pero la terrible seriedad delAnciano le hizo comprender que

  • haba escuchado bien. Titube unossegundos, luego se volvi hacia lachimenea y examin con sumaatencin las llamas.

    Ests seguro?Por completo, majestad. Es un

    Dragn Blanco.El silencio se hizo tan intenso

    que pareca irreal. Durante unossegundos, nicamente lo rompi elcrepitar del fuego.

    Despus de tantos aos!Llegu a temer que no naciera nadiems con esa marca. Justo hoy?

  • Por qu nadie lo vaticin?Puede que alguien lo hiciera.El rey mir de nuevo al que

    haba sido su maestro.Quin?Tal vez su hermanastro,

    majestad, el prncipe. O los que leacompaan.

    Krojnar dej que la frase calaraen su cerebro con todo susignificado y asinti en silencio.

    S, puede ser admiti.Eso explicara por qu se haapresurado a lanzar su ataque. Bien,

  • mustrame a ese nio, Anciano.Los generales, que no haban

    escuchado la conversacin, vieronperplejos cmo su rey sala alcorredor tras la figura solemne deDonan y era seguido por el soldadoque haba acompaado al Ancianohasta all.

    La madre del nio apret a supequeo an ms contra su pecho alver aparecer al rey. Con su brazocubri la Marca. Saba lo queaquella pequea mancha en laespalda significaba, pero no

  • pensaba permitir que le arrebatasena su hijo. Lo que ocurri acontinuacin la dej casi sin habla.

    El rey Krojnar se agach haciaella, la mir tan solo un instantepara luego fijar su mirada en lamenuda criatura que todava no sehaba decidido entre mamar ocontinuar con su llanto, y despussonri. Su mano enorme y sperarecogi la del nio, diminuta, y laacarici con calidez. Mir de nuevoa la madre, cuyos ojos se habanhumedecido.

  • Permteme verla.La mujer obedeci, apartando un

    poco su brazo.Durante varios segundos la

    tensin fue tan intensa que inclusoel propio recin nacido parecinotarla y abandon su llanto por unmomento. Igual que unos instantesantes en el Saln del Consejo, soloel crepitar de las antorchas rompael silencio.

    Cmo te llamas?Sndra, mi seor.Quin es el padre? Por qu

  • no est aqu contigo?Ahora las lgrimas ya no

    encontraron freno en los ojos de lajoven. Las palabras salierontemblorosas de sus labios:

    Era uno de vuestros soldados,majestad. Formaba parte de lapatrulla que no regres la semanapasada.

    Krojnar dio una suave palmadaen el dorso de la mano de la mujer,luego se incorpor y mir alAnciano.

    Qu sugieres?

  • Hay que mantenerlo con vidaa toda costa. No importa qu msocurra esta noche, pero el nio hade sobrevivir.

    Si lo dejamos aqu no puedoasegurar que lo haga. No s hastacundo seremos capaces de repelerel ataque.

    Donan inclin la cabeza conpesadumbre, pues saba que elmonarca tena razn.

    La solucin, majestad...Un rey se sacrificar para

    salvar a otro asinti Krojnar,

  • interrumpindolo. El Anciano alzla vista y sostuvo la mirada firmedel monarca. Cunto tiemponecesitas?

    Poco.El rey se gir hacia las mujeres

    que haban asistido en el parto ycon un leve gesto seal a la madre.

    Est preparada para realizarun largo viaje?

    Ha perdido mucha sangre,majestad. Convendra quedescansase. No podr caminar pors misma, no al menos hasta

  • maana.Krojnar y la madre del nio se

    miraron el uno al otro.Maana ser demasiado tarde.

    Preparad todo lo necesario parapartir en una hora.

    No haban transcurrido veinteminutos cuando la gran mayora delos habitantes de la capital deOlkrann fueron convocados frenteal palacio. Muchos, pese a serciviles, algunos demasiado jvenes

  • an y otros ya demasiado ancianos,iban armados para ayudar en ladefensa.

    El rey Krojnar apareci en unade las terrazas del edificio,secundado por varios de susgenerales.

    El firmamento estaba repleto deestrellas y soplaba una brisa suavey fresca, como si la naturalezaquisiera deshacer la tensin y elnerviosismo que embargaba elespritu de los all congregados.

    Los murmullos se mezclaban y

  • ascendan como enredaderas porlas paredes que circundaban elpatio. Uno de los generales alz lamano para que se hiciera el silencioy a continuacin el rey comenz ahablar:

    Sabis que la noche que seavecina ser muy larga. Quiero quesepis que agotaremos todasnuestras fuerzas antes de permitirque los muros de nuestra ciudadsean violados; derramaremos lasangre de nuestro enemigo, pero esseguro que tambin la nuestra se

  • derramar. El rival nos supera ennmero... Es... probable que estabatalla no la podamos ganar.

    Los hombres y mujeres reunidosfrente al edificio se miraron conalarma. Todos haban pensado enlas ltimas horas de forma similar,pero era muy distinto orlo de bocadel mismsimo rey, de quien debaguiarles a la victoria. Volvieron aescucharse murmullos y esta vez fueKrojnar el que levant la mano paraacallarlos.

    Si os digo esto no es para que

  • creis que vamos a ofrecer nuestrarendicin. Eso no ocurrir. Ni estanoche ni nunca, mientras uno denuestros soldados tenga un hlito devida en el cuerpo. Que la victoriasea ms difcil que nunca nosignifica que vayamos a hincar lasrodillas en tierra. Resistiremos ylucharemos mientras sea posible.Muchos de nosotros moriremos hoy,aunque vosotros no estis obligadosa hacerlo. Si permanecis dentro delos muros, el enemigo no mostrarclemencia alguna... Sinti en la

  • garganta cmo su voz se quebraba yrealiz una pausa para recuperar lafirmeza. Cada una de sus palabrasle dola, pues jams habaimaginado tener que lanzar a supueblo un discurso como aquel. LaCiudadela, capital de Olkrann,siempre haba sido el lugar msseguro del reino, pero ya no. Ahoraestaba a punto de convertirse en unatumba gigantesca. En cambio,quien quiera abandonar ahora lasmurallas de esta ciudad serrespetado por mi hermanastro. He

  • acordado con l vuestra salida siestis dispuestos a aceptar sureinado. Alzad la mano quienesqueris salvar la vida.

    Nadie respondi. Muchospreferan resistir antes quehumillarse ante el enemigo, yaunque s haba quien deseabahacerlo si as esquivaba la muertesegura que aguardaba en lasprximas horas, ninguno de lospresentes quera ser el primero enlevantar la mano.

    El rey pase la mirada con

  • orgullo por encima de lamuchedumbre que se agolpaba en elpatio. Tom aire y lo fue soltandopoco a poco.

    Quiero que al menos una partede mi pueblo me sobreviva estanoche: no arrastrar a la muerte anadie innecesariamente. Lasfamilias con nios pequeosabandonarn La Ciudadela, y juntoa ellos todo el que piense que nopodr ayudar en la defensa. Elresto... preparaos para luchar!

  • Desde lo alto de una de lastorres, un soldado realiz la sealconvenida y las tropas del prncipeGerhson, en el exterior de lasmurallas, comenzaron conparsimonia a apartarse hacia amboslados, creando un pequeo pasillofrente al portaln. Luego, este seabri: primero, solo un resquiciopor el que se deslizaron al exteriorvarios soldados voluntarios cuyamisin sera frenar un posibleataque a traicin y dar tiempo as aque la puerta volviera a cerrarse;

  • despus, de par en par. El ejrcitodel prncipe no se movi, y poco apoco una comitiva de varios cientosde personas fue saliendo delcastillo con la cabeza gacha y lasmiradas atemorizadas yavergonzadas clavadas en el suelo.La componan principalmentemujeres y nios pequeos, junto aun buen nmero de ancianos queavanzaban renqueantes. En cuantohubo salido el ltimo de ellos, lossoldados se apresuraron hacia elinterior y el portaln se cerr con

  • un ruido seco y sombro.La escena era observada desde

    la cumbre de las murallas por lossoldados fieles al rey, conscientesde que en aquel grupo de gente, siel prncipe cumpla su palabra,estaban los nicos supervivientesde aquella noche. Todos los quehaban decidido permanecer en supuesto se hallaban a unas pocashoras de su encuentro definitivo conla Muerte. Durante varios minutosel mundo entero pareci sumirse enun silencio sepulcral, respetado

  • incluso por el ejrcito del prncipe;nadie quiso siquiera burlarse deaquella triste comitiva.

    Al poco, sin embargo, un jinetese destac entre la muchedumbre y,situndose en el centro del camino,justo detrs del grupo que cerrabala desolada procesin, se dirigi aellos a gritos:

    Habis hecho bien enabandonar la ciudad! Solo unospocos giraron la cabeza paramirarlo, pero l continu, seguro deque todos podan escuchar su voz.

  • Llevaba un casco con un penachonegro cuya visera le ocultaba elrostro, y sobre su hombro izquierdodescansaba un pequeo cuervo.Habis demostrado vuestras ganasde vivir, y por tanto vuestra vidaser respetada bajo la tutela delnuevo rey. Pero tambin habisdemostrado vuestra cobarda, y esotambin se tendr en cuenta.

    Al concluir la frase, de lastropas del prncipe brotaron algunasrisas, y el poco nimo que quedabaen los corazones de aquellas

  • personas desapareci por completo.Siguieron caminando, derrotadas,hasta que unos metros ms adelanteun nio de no ms de nueve o diezaos se solt de la mano de sumadre, cogi una piedra tan grandecomo la palma de su mano y, antesde que nadie pudiera detenerlo, laarroj con todas sus fuerzas aljinete. El proyectil, no obstante, noalcanz su objetivo, pues la fuerzadel muchacho solo dio para querecorriera unos cuantos metros ycayera al suelo delante del caballo.

  • Las risas burlonas cesaron y seescuch el amenazador sonido dedecenas de espadas siendodesenvainadas, mientras la madrecorra a abrazar al nio yprotegerlo con su cuerpo. El jinetealz una mano para que nadie semoviera. El incidente habadibujado en sus labios una cruelsonrisa, aunque nadie poda verlapor el casco con que se protega,que ocultaba sus rasgos. El cuervoextendi las alas un instante, perono lleg a alzar el vuelo.

  • Al menos uno de vosotrostodava tiene la sangre caliente.Llvate a tu hijo, mujer.

    Ella obedeci, alzando al nioen brazos y acelerando el paso paraalejarse cuanto antes. Ambos,madre e hijo, lloraban de miedo yrabia.

    El mismo instante en que lacomitiva abandonaba La Ciudadelafue el elegido para que otra mspequea tambin lo hiciese, pero

  • esta sali a escondidas,aprovechando la breve tregua. Delos que quedaban atrs, solo el reyy sus dos generales ms allegadosestaban al corriente. Por elmomento, Krojnar ni siquiera habaconsiderado oportuno compartir lainformacin con su propio hijo. Elsecreto era bsico para lograr elxito; cuantas ms personas losupieran, mayores seran lasprobabilidades de que el enemigodescubriera lo que estabaocurriendo.

  • Detrs de una de las chimeneasdel Gran Saln se abra uno de lospasadizos secretos que existan enel edificio. Por l se intern elgrupo, formado por cuatrosoldados, el Anciano Donan, lascuatro mujeres que haban asistidoen el parto dos de las cuales erannodrizas, la madre a quien dosde los soldados portaban en unacamilla improvisada con dos largasvaras de madera y una tela y lacriatura recin nacida, que, aunqueera del todo imposible, de algn

  • modo pareca comprender lagravedad de la situacin y semantena en silencio. Uno de lossoldados iba delante, guiando algrupo y alumbrando el camino conuna antorcha, y otro cerraba la tristeexpedicin, portando tambin unatea encendida.

    El pasadizo, tras un par derecodos, se transformaba en unasescaleras empinadas por las que fuenecesario poner el mximo cuidadopara mantener la camilla horizontal.Conforme descendan, el fro de la

  • roca los iba envolviendo y elsilencio se haca ms y ms denso.La distancia no era excesiva, peroel trayecto result eterno, tal era laansiedad que los afliga. Saban queno podan permitirse perder ni unsegundo, pues estaba en juego algomucho ms importante que suspropias vidas.

    Al poco, un extrao rumorcomenz a hacerse audible.

    Ya estamos llegando inform el gua, reconociendo elsonido del mar.

  • Haban descendido por elinterior de la montaa en la queestaba enclavada La Ciudadela y seaproximaban a la cara norte, dondela roca pareca cortada a cuchillo,pues desde los muros de lafortaleza se abra un precipicio decasi cien metros de altura cuya basela formaban las aguas del ocano.El corredor, tan estrecho hastaentonces que les haba obligado a iren fila de a uno, se ensanch depronto en una caverna abovedada ygigantesca donde el rumor se

  • convirti de repente en un rugidoensordecedor. El centro mismo dela galera era un canal natural por elque el mar lama la piedra,horadndola. Se hallaban en unlugar que la naturaleza haba idocreando durante miles de aos.

    La orilla en la que ellos seencontraban haba sido convertidaen una especie de muelle. Habaall una embarcacin de dos palos yveinte metros de eslora, preparaday dispuesta para zarpar. Latripulacin haba entrado en el

  • pasadizo poco antes que ellos. Encuanto los vieron llegar, un par dehombres saltaron desde la cubiertay reemplazaron a los dos soldadosque portaban la camilla; otrostantos se encargaron de ayudar a losmiembros del grupo a subir abordo. En unos minutos todo estabadispuesto para la partida.

  • III

    Qu hora es? preguntNicholas, incapaz de separar losprpados.

    Temprano todava respondi su hermano Martin.

    Al otro lado de las ventanas laluz turbia del alba se abra caminosobre la ciudad. Por lo general, aesa hora todos los internos delOrfanato Chatterton ya estaban en

  • marcha, inmersos en alguna de lasclases matinales, pero aquel da eradomingo y se les permitaremolonear un poco.

    Con la vista an nublada,Nicholas vio que tras su hermanoestaban tambin James y Geoffrey,mientras que el resto de los chicosdorma.

    Venga, levntate y ven.Adnde?Pchsss, calla, que vas a

    despertar a los dems!Casi tuvieron que tirar de l

  • para que se espabilara y se pusieraen pie. Entonces los cuatrocaminaron en absoluto silenciohasta el rincn ms alejado dellargo dormitorio.

    Qu vamos a hacer?El juramento, no te acuerdas?Ah, claro! disimul

    Nicholas, que haba olvidado porcompleto todo lo que habanhablado la tarde anterior sobrerealizar un juramento.

    Martin ech un vistazo haciaatrs para cerciorarse de que

  • ninguno de los otros chicos se habadespertado y luego sac un objetopequeo del bolsillo de su pijama.

    Listos? pregunt.Los otros tres asintieron en

    silencio, sin poder apartar lamirada de la navaja.

    Pues venga, abrid dijo, eindic una puerta que daba a uncuarto contiguo, donde seencontraba un pequeo almacn.

    Solo cuando cerraron de nuevotras ellos se dieron cuenta de queno estaban solos.

  • Arlen! exclamaron casi alunsono al ver a la muchachapelirroja sentada sobre una de lasmesas arrinconadas en un lateral dela estancia. Ella les devolva lamirada con una sonrisa divertida,como si hubiera estadoaguardndolos. Qu haces aqu?

    Yo tambin quiero entrar.Arlen era la nica chica del

    Orfanato Chatterton, y la nica,adems, que no era hurfana. Erahija del profesor Thrp y de laprofesora Brown. Tena catorce

  • aos y unos hermosos ojosalmendrados color miel queproducan escalofros a todos loschicos sobre los que se posaban.Todos queran ver en aquellasmiradas ms de lo que realmentehaba. Siendo como era la nicachica de su edad que conviva ycomparta las clases de losinternos, no era de extraar quefuese la protagonista de los sueossecretos de los muchachos. Arlenera consciente de ello, imposible noserlo, pero se esforzaba en ser una

  • ms del grupo, participando encuantos juegos se celebraban en elpatio trasero, ya fueran deportivoso de habilidad o fortaleza fsica. Aveces, sin embargo, se reclua en smisma y se apartaba,sumergindose en su propio mundo,consciente de que por mucho que lointentase, los dems seguiranconsiderndola diferente.

    Entrar... dnde? lepregunt James.

    En vuestro club contestella con total naturalidad.

  • Los chicos se miraron entremolestos y sorprendidos. Sesupona que aquello era un secreto,que nadie ms saba nada alrespecto...

    Qu sabes t de eso, Arlen?la interrog Geoffrey.

    Os o hablar el otro da, en labiblioteca explic ella, ydesde entonces no os he perdido devista. Quiero formar parte de eseclub vuestro. Y s, porque osescuch decirlo ayer, que planeisrealizar un juramento, verdad?

  • Se quedaron sin palabras. Arlentena la capacidad de aparecercuando nadie lo esperaba y dedescubrir cosas sin que nadie seexplicase cmo. Por ser hija de losprofesores Thrp y Brown, tenauna mayor libertad de movimientosy conoca el edificio y sus rinconesocultos mejor que nadie. Ms deuna vez la haban sorprendidoespindolos, del mismo modo queella tambin los haba descubierto aellos haciendo lo mismo en variasocasiones, como si a un tiempo se

  • repeliesen y se buscasen.El club es algo que no te

    incumbe, Arlen dijo Martin.Pero quiero que me incumba.

    Quiero formar parte de ese club.Los chicos volvieron a mirarse,

    indecisos. En realidad, que ellaquisiera estar en su grupo lesproduca una cierta alegra que noqueran confesar, pero el ClubChatterton naca con nimo de serun club secreto y no habanimaginado la posibilidad de abrirlesus puertas a nadie tan pronto, por

  • mucho que la candidata fuera Arlen.La chica se baj de la mesa y se

    apoy con aire despreocupadocontra el borde.

    Os doy mi palabra de queguardar todos los secretos que seanecesario... si me aceptis. Si no aadi con una sonrisa maliciosaque form un par de diminutoshoyuelos en la comisura de suslabios, no puedo prometer que novaya a escaprseme algo en elmomento ms inoportuno.

    Eso es un sucio chantaje!

  • protest Nicholas.No es la mejor forma de

    pedirnos que te aceptemos corrobor Martin.

    Oh, vamos, Martin! Sabisque no dir nada. Solo quiero queme aceptis! Si no lo hacis, no ostraicionar, ya sabis que no lohar. Nunca le he contado ningunode vuestros secretos a nadie, ni amis padres. Y os aseguro queconozco unos cuantos. Pero si nome queris en el club, no mequeris para nada. Se hizo un

  • silencio, y Arlen, con una evidentemueca de enfado, se dirigi a lapuerta.

    Espera dijo Geoffreydespus de intercambiar una velozmirada con los dems. Una cosa,Arlen. El club no es un juego ms,no es una broma de la que vayamosa cansarnos. El Club Chattertonexistir siempre, mientras nosotrosestemos vivos.

    Por m, perfecto.Si entras ahora, no podrs

    echarte atrs le advirti

  • Nicholas, muy dado a aquel tipo defrases.

    No lo har replic ella,ahora con una sonrisa asomando enlos labios. Si me aceptis, no meechar atrs. Nunca.

    El Club Chatterton estarsiempre por delante de todo lodems afirm Geoffrey, y Arlen,en respuesta, asinti.

    Est bien dijo al fin Martin. Seremos cinco en lugar decuatro. Todos de acuerdo? Losotros asintieron. Si iban a ser cinco,

  • nadie mejor que Arlen. Bien.Extended los brazos y mostradmelas palmas de las manos.

    La has limpiado bien? pregunt James.

    Con alcohol, no he encontradootra cosa. Mrala, est casireluciente respondi Martin,abriendo la navaja y ensendolesel filo. Vamos, no pasa nada.Quin ser el primero?

    Se produjo un momento de duda.Excepto Arlen, puesto que acababade unirse a ellos, todos haban

  • estado de acuerdo en llevar a caboaquel juramento sugerido porMartin, pero la visin de la navajahaba provocado ciertos recelos.

    Por qu en la palma? No esmejor en un dedo? inquiriArlen.

    Acordamos que haramos elcorte en la palma y luego todos nosestrecharamos las manos para quela sangre se mezclase de verdad. Undedo no sangra lo suficiente explic Martin.

    Despus de unos segundos, fue

  • l mismo quien se ofrecivoluntario. Abri la mano izquierdacon la palma hacia arriba y paspor su superficie el filo de lapequea navaja, en horizontal, delado a lado. Solo sus labiosmostraron una ligera reaccin,contrayndose, pero pareca que nohaba apretado lo necesario o queel acero no estaba losuficientemente afilado, porque enun principio no ocurri nada. Justodespus, una finsima lnea rojaapareci en su piel.

  • Veis? Ni siquiera duele.A continuacin, Geoffrey

    extendi un brazo hacia Martin, yNicholas y James hicieron lopropio. Arlen los imit con gestofirme. Uno a uno, Martin fuerealizando con cuidado los cuatrocortes y, una vez hubo terminado,los cinco juntaron las manos,mezclando su sangre. Luego, sinsaber muy bien por qu, todos seecharon a rer.

    Ahora estamos unidos, chicosdijo James, sintiendo cmo el

  • entusiasmo recorra todo su cuerpo.Hermanos de sangre aadi

    Nicholas. l era el ms pequeodel grupo, con trece aos; los otrostres chicos le sacaban dos. Encierto modo, eso a menudo le habahecho sentirse algo desplazado,pues no poda evitar pensar quetanto James como Geoffrey eran enrealidad amigos de Martin, y lsimplemente su hermanopequeo. Por otra parte, lostiempos en que no se atreva adespegarse de su hermano mayor

  • formaban ya parte del pasado, yGeoffrey y James habandemostrado en ms de una ocasinque su sentimiento de amistad hacial no tena nada que ver con elhecho de que l y Martin fueranhermanos.

    Chicos dijo Martin, con vozsolemne, con esto que acabamosde hacer juramos no fallarnos nuncalos unos a los otros, apoyarnossiempre, defendernos y permanecerjuntos.

    Como los mosqueteros!

  • exclam James, alzando sin quererla voz. Uno para todos y todospara uno.

    Sangre con sangre. Ningnmiembro del Club Chatterton sesentir solo. Los dems siempreestarn ah para evitarlo.

    Siempre subray Geoffrey. Nuestra amistad estar porencima de todo.

    Solo entonces se separaron, ylos cinco, guiados por el mismoacto reflejo, contemplaron la palmade sus respectivas manos,

  • embadurnada de aquel lquido rojointenso.

  • IV

    Cuando el prncipe Gerhsonabandon el palacio, el rey Krojnarcrey que sus problemas habanterminado, y su equivocacinacarre consecuencias irreparables.Los generales miembros delConsejo le haban recomendadoenviarlo a prisin, cosa que noquiso hacer, conformndose conque su hermanastro acatase la orden

  • de destierro. Desconfiados, lesolicitaron con fervor que enviaseal ejrcito tras el prncipe antes deque este pudiera organizarse, perocuando por fin dio su brazo a torcery accedi a hacerlo, ya fue tarde.

    El rastro de Gerhson se habaperdido.

    Durante un tiempo rein lacalma, aunque en palacio el rey y suConsejo aguardaban nuevosacontecimientos con crecienteincertidumbre. Llegaron rumoresque situaban al prncipe camino del

  • Gran Sur, all donde nadie se habaaventurado en aos, y entoncesKrojnar supo que, en efecto, habatomado la decisin equivocada.Estuvo seguro de que tarde otemprano volvera a saber de l yde que, cuando eso sucediera, suhermanastro sera infinitamente mspeligroso.

    Haba intentado mantenerlo bajocontrol, limar con cario y buenaspalabras las asperezas que losseparaban, pues al fin y al caboambos eran hijos del mismo padre,

  • pero el otro no lo haba consentido.Guiado por su madre, su ambicinsiempre haba sido excesiva. Nohaba aceptado nunca de buen gradoque Krojnar fuese el elegido paraocupar el trono: que fuera diez dasmayor no le haba parecido raznsuficiente. Ms tarde,aparentemente hecho a la idea deestar en un segundo plano, habaintentado convencer a Krojnar degobernar con ms firmeza y conmenor piedad hacia sus sbditos,algo a lo que este se haba negado.

  • Cuando llegue el momento dela firmeza, la aplicar en su justamedida haba dicho el monarcaen ms de una ocasin; perovivimos en tiempos de paz, as quedejemos que todos la disfruten.

    Sin embargo, la paz era irreal.Bajo su superficie llevaba tiempotejindose una conspiracin paraderrocar al rey. El propiointeresado fue el ltimo en verlo.Despus los indicios fuerondemasiado obvios y decidilevantar la voz y hacerse or,

  • aunque en ese momento ya resultabacomplicado saber en quin podaconfiar de verdad. Descubri quesu hermanastro era el principalconspirador y lo castig con eldestierro.

    El temor al regreso del prncipehaba cobrado forma al llegarinformes del ataque a la FortalezaSur. Un ejrcito innumerable yterrible avanzaba desde losconfines del mundo conocido paraconquistar la capital de Olkrann, yel prncipe Gerhson era quien lo

  • diriga.Krojnar mand rdenes para que

    su propio ejrcito, disperso porvarios puntos de la geografa deOlkrann, saliera a su encuentro,dejando tan solo dos batallonesatrs, encargados de proteger LaCiudadela. Invictas hasta la fecha,las tropas del rey saborearon elgusto amargo de la ms brutal delas derrotas. El ejrcito delprncipe haba arrasado cuantasciudades encontr a su paso, apenasdetenindose en su avance.

  • Ahora lo nico que separaba aaquellas temibles huestes deltriunfo definitivo eran los muros deLa Ciudadela. Los dos batallonesque se disponan a la defensa noseran suficientes para repeler elataque, todos lo saban. Krojnar nisiquiera estaba seguro de quinesde los que permanecan junto a l loapoyaban realmente. Aunque hastael ltimo soldado le haba juradolealtad, el monarca era conscientede que entre ellos se escondan losque durante meses haban estado

  • confabulando en su contra junto a suhermanastro. Sin embargo, llegadoeste punto, tampoco tal cosa lepreocupaba demasiado: saba, igualque sus hombres, que esa noche laMuerte iba a acudir en su busca yque no exista refugio posible.

    Olkrann no tena salvacin.Por eso, cuando desde el

    exterior lanzaron una flecha a la quehaban atado un trozo de piel deanimal con un simple mensaje,Rendicin o muerte, no dud unsegundo en rasgar el pedazo de piel

  • en dos partes y ordenar que lodevolvieran por el mismo sistemacon la nica respuesta que encajabacon su orgullo: Muerte.

    La flecha se clav en el suelodelante de las filas enemigas. Lavitela fue desenrollada y pas demano en mano hasta llegar a las delcomandante Vrad, el jinete que sehaba dirigido antes a los quehaban optado por salir de LaCiudadela para mantenerse convida. Ley la funesta palabra y pusosu caballo al galope en direccin al

  • campamento que haban erigido enla retaguardia.

    Sin perder un instante, losgenerales de Krojnar repartieronrdenes a diestro y siniestro. Todostenan que estar preparados y alerta.

    Antes de que diera comienzo elcombate, Krojnar se retir a susaposentos. Quera estar solo.

    No eran los nervios por labatalla inminente los que loatenazaban, sino los

  • remordimientos. l, si no se hubieradejado guiar por un sentimentalismoabsurdo, podra haber evitado loque estaba a punto de suceder,podra haberle negado a la Muerteel festn para el que se estabapreparando. Siempre haba habidouna voz, dbil y queda, en suconciencia advirtindole sobre suhermanastro, pero nunca habaquerido hacerle caso y ahora sealzaba dentro de su cabeza, rabiosay atronadora por haber sidoignorada.

  • Con un gesto automatizadoaadi un tronco al fuego de lachimenea y se sent frente a l.Entre el baile de las llamas fueronmostrndose sus recuerdos de aosatrs, cuando, an siendo unosnios, su hermanastro ya seobstinaba en intentar sobresalir porencima de l, en destacar en todocuanto haca, con la vana ilusin decambiar los designios de su destino.Mientras no naciese ningn nuevoDragn Blanco, la corona deOlkrann pasara al primognito, as

  • lo marcaba la Ley. Solo si estefalleca antes de haber tenido hijos,su hermano podra heredar el trono,pero tambin esa opcin se le habacerrado a Gerhson, pues Krojnartena un hijo varn que ya contabacon diecisiete aos y que sera elsiguiente rey, siempre y cuando noapareciese entre tanto un DragnBlanco.

    A Krojnar y a Gerhson solo lesseparaban unos das, poco ms deuna semana. Su padre, el reyKrathern, tena dos esposas y haba

  • engendrado a dos niosprcticamente al mismo tiempo.Ambos seran reconocidos comohijos legtimos, mas solo unopodra ser rey. Gerhson fue elsegundo en nacer y desde el primermomento se sinti maltratado porello. Diez mseros das le privabandel poder.

    Un golpe en la puerta le sac desu ensimismamiento.

    Con su permiso, majestad.

  • No es momento paraformalidades, general. Adelante.

    El general Kalastar era el nicoamigo ntimo con que Krojnarcontaba.

    Kalastar abri la boca paradecir algo, pero viendo laexpresin atormentada de su rey, secontuvo antes de comenzar a hablar.Al percibirlo, Krojnar le enfrentcon la mirada y luego le pregunt:

    Qu rumiis, general?Tal vez deberamos haber

    solicitado la ayuda de Wolrhun y

  • Nemeghram.Wolrhun y Nemeghram eran dos

    reinos situados al este y nordeste deOlkrann. Desde haca muchos aoslas relaciones entre todos ellos eranpuramente comerciales.

    Krojnar haba rechazado pediresa ayuda cuando haban llegadolas primeras noticias de ladestruccin de la Fortaleza Sur, yahora era consciente de que aquellahaba sido otra ms de susdecisiones errneas. Pero ya eratarde. Adems, tampoco tena la

  • seguridad de que alguno de losreinos vecinos hubiera estadodispuesto a ofrecer la ayudanecesaria. La guerra era entre l ysu hermanastro y, por tanto, cabapensar que el conflicto no tendrapor qu traspasar las fronteras,aunque en su interior albergabamuchas dudas de que el prncipefuera a conformarse con aduearsede su trono.

    Tal vez estis en lo cierto,general, pero ahora no nos tenemosms que a nosotros mismos y los

  • muros de piedra que levantaronnuestros antepasados. Norecibiremos ninguna otra ayuda.

    A qu creis que aguardavuestro hermano? Llevan horas sinrealizar ningn movimiento.

    El rey suspir.La angustia, general. Mi

    hermano quiere que el sabor de laangustia se nos pegue al paladar.

  • VA bordo del barco, todos tuvieronla terrible impresin de que eltiempo se ralentizaba. Aun dentrode la gruta horadada en la pared delacantilado, las olas y la fuertecorriente dificultaban las maniobrasde la embarcacin, cuyo velamen semantena arriado, pues all todavaresultaba intil. Las velas nopodran desplegarse hasta alejarse

  • lo bastante de la costa, momentohasta el cual todo dependa de losremos que los marineros movancon destreza. Donan y Siraga, unade las mujeres, habandesobedecido las instrucciones derefugiarse bajo la cubierta ypermanecan en la popa, vigilandocon creciente ansiedad la boca delpasadizo por la que ellos mismoshaban llegado hasta all. No eraimaginable que los descubriesen tanpronto, cuando, por lo que ellossaban, ni siquiera el combate haba

  • comenzado, pero la responsabilidadque ahora pesaba sobre sushombros los llenaba de inquietud.En el extremo opuesto, en la proa,Rondak, el capitn del pequeonavo, gritaba rdenes sin cesarpara guiar a los remeros.

    El riesgo de que el oleajearrojase el barco contra las rocasera muy alto, por eso aquel muellehaba sido ideado exclusivamentecomo ltima va de escape en casode asedio. Muy pocos conocan suexistencia y, de hecho, hasta la

  • fecha no haba sido utilizado jams.La maniobra dur alrededor de

    una hora, y durante variosmomentos pareci ms queprobable que el empuje del marganase la partida, pero por finlograron salir de la caverna y dejaratrs la barrera de arrecifes.Entonces todo fue bastante msfcil. El capitn Rondak dio laorden de desplegar la vela mayor y,con su ayuda, las olas perdieronparte de su fiereza.

    El Anciano y la mujer alzaron

  • sus miradas para contemplar lamuralla trasera de La Ciudadela, enel borde mismo del precipicio. Elrugido del mar no les permitadistinguir ningn otro sonido, con loque al otro lado de aquel muropareca reinar una calma total quesaban que era ficticia.

    Qu ocurrir con los que sequedan, Anciano? inquiriSiraga.

    Donan medit antes de contestar.Desde este momento debemos

    preocuparnos solo de qu ocurrir

  • con nosotros. Y, en especial, con elnio. De l depender el destino deOlkrann, si conseguimos mantenerlovivo.

    Tiene apenas tres horas devida, pero parece sano y fuerte.

    Espero que tengas razn,porque nuestro viaje va a ser largo.Y duro.

    La madre me preocupa ms,en cambio. Perdi mucha sangre enel parto.

    Ve abajo a ver si necesitan tuayuda.

  • La mujer obedeci y el Ancianose qued a solas, aferrado a laborda. A su espalda, los seismiembros de la tripulacin noparaban quietos para conseguir quela embarcacin avanzase hasta marabierto. Los cuatro soldados habancolaborado cuando se trataba deremar, pero ahora su ignorancia enlo que se refera a las artes de lanavegacin los obligaba apermanecer en segundo plano.

    Cuando la situacin pareciestar controlada, el capitn y uno de

  • los soldados, el de mayorgraduacin, se acercaron a Donan.

    Cul ser nuestro rumbo,Anciano?

    Norte.De acuerdo acept el

    capitn Rondak, aunque no semovi.

    La vista resultaba cautivadora.Jalonada de estrellas, la nocheposea una belleza que contradecalo que estaba a punto de suceder, osuceda ya, en tierra firme. Solo laluna llena, rodeada por una aureola

  • inusual, daba la impresin decomprender la gravedad de losacontecimientos.

    Los tres contemplaron ensilencio las almenas que coronabanlos muros de su ciudad, conscientesde que habra de pasar muchotiempo antes de que pudieranregresar. Si es que alguna vez lohacan...

    Yo debera seguir all dijoTarco, el soldado, sin dirigirse anadie en particular.

    Sers ms til aqu replic

  • el Anciano.Y tal vez aqu sobrevivas

    aadi el capitn.No me asusta la muerte, soy

    un soldado.De pronto algo atrajo toda su

    atencin y dieron su pequeadiscusin por terminada. En lo alto,dos luces resquebrajaban la noche.

    Dos enormes bolas de fuego,arrojadas desde sendas catapultas,surcaron el cielo dibujando una

  • parbola para evitar la murallaexterior y fueron a caer en el sueloempedrado del patio central, sincausar mayores daos. La tercera,en cambio, se estrell contra eltejado de unos cobertizos,provocando que se viniera abajopor el impacto y se desatase unpequeo incendio.

    Varios hombres y mujerescorrieron hacia all para controlarloantes de que se propagase, pero deinmediato llegaron ms y msproyectiles y surgieron nuevos

  • incendios, tan separados unos deotros que resultaba imposibleocuparse a la vez de todos ellos.

    La voz del general Mebbar soncomo un trueno:

    Responded al ataque!Antes de que el eco de la orden

    se hubiese apagado, varias decenasde flechas fueron disparadas desdelo alto de la muralla almenada, peroel enemigo lo haba previsto y crecon centenares de escudos unapared contra la que se estrellaron lamayora de las flechas. Los

  • arqueros solo necesitaron unossegundos para lanzar una segundaandanada, que se cruz en el airecon las balas incendiarias que elejrcito de Gerhson no cesaba dedisparar.

    Utilizad las catapultas! orden nuevamente el generalMebbar.

    Se haban colocado todas lasdisponibles en la muralla y, puestoque las flechas resultabanprcticamente intiles, aquella erala mejor forma de causar algunas

  • bajas en el bando rival.Muy pronto, la tensa calma que

    haba predominado hasta unosminutos antes se convirti en unrecuerdo demasiado lejano, casiimposible: como un sueo acogedorque se escapa entre los dedos aldespertar.

  • VI

    El Orfanato Chatterton era unantiqusimo inmueble situado enPhilbeach Gardens, en el coraznoccidental de Londres, cercano a laestacin de Earls Court y a un tirode piedra de Kensington. Lo nicoque lo diferenciaba de los elegantesedificios residenciales y lasesplendorosas mansionesdecimonnicas que lo rodeaban era

  • el nombre grabado sobre la entradaprincipal y, quiz, el tono algo msdescolorido de los ladrillos rojosque formaban su fachada. Dado quela calle tena forma de herradura yque naca y mora al unirse aWarwick Road por dos puntosdistintos, la zona era pococoncurrida, pero no faltaba quien alpasear por all se extraaba de verun hospicio en semejante lugar.

    Haba permanecido cerrado acal y canto durante aos,convirtindose en refugio de

  • mendigos y ratas hasta que fueadquirido por una sociedad que,para sorpresa de los organismosoficiales, decidi restaurarlo ymantenerlo con la misma funcinque haba tenido en el pasado, afinales del siglo XIX y comienzosd e l XX, todo sufragado porcompleto con dinero privado, asque, con los tiempos que corran,nadie puso la menor objecin.Ahora haba en l un total deveintin nios hurfanos, el mayorde los cuales tena casi diecisiete

  • aos y el menor, apenas tres. Todosdorman juntos en una misma salade la cuarta planta acondicionadacomo dormitorio, en la quequedaban varias camas libres, porlo que pudiera ocurrir. En los dospisos superiores se encontraban lasoficinas de administracin, variashabitaciones ms y el despacho deldirector, el seor Frank D. Rogers.En el ala oriental haba una serie deapartamentos de reducido tamaodonde vivan los profesores ymonitores. Por el resto del edificio

  • se repartan las aulas donde sedaban las clases, que iban desde ellgebra y la Fsica hasta la Lenguay la Literatura, pasando por laHistoria, un idioma extranjero y lagimnasia, pero tambin por laesgrima y la lucha. Estas tresltimas disciplinas se impartan enel stano, acondicionado comogimnasio, y, por lo general, erancon las que ms disfrutaban loschicos. Excepto los ms pequeos,los muchachos dominaban el arte dela espada y eran expertos

  • luchadores cuerpo a cuerpo, aunqueestaba terminantemente prohibidopracticar sin la supervisin de unprofesor y, por supuesto, interveniren una pelea que no formase partede un entrenamiento. La bibliotecaera una habitacin que ocupaba casitodo el largo del edificio en lasegunda planta, y en ella, adems deuna cantidad ingente de libros queen un par de ocasiones Martin yGeoffrey haban intentado contar sinpoder evitar perder la cuenta, habavarias mesas dispuestas para que

  • los chicos fuesen all a estudiar oleer cuando lo considerasennecesario. Para los cincocomponentes del recin creadoClub Chatterton, la biblioteca erauno de sus sitios preferidos, sobretodo en otoo e invierno, cuando elmal tiempo era habitual y salir alpatio trasero no resultaba una buenaopcin; pero tambin pasaban horasinterminables entre los libroscuando sus compaerosaprovechaban la llegada del buenclima. Por las noches, al reunirse

  • todos en el dormitorio, los mspequeos les pedan que lescontasen las historias que habanestado leyendo, e incluso Desmond,el mayor de todos, que adems tenaun carcter conflictivo, solaescuchar con atencin.

    Otras veces no eran ellosquienes daban voz a viejas historiasy leyendas, sino el profesor Thrpen las clases de Literatura o elpropio director, que se encargabade las de Historia. Thrp era quienhaba mencionado por primera vez

  • la palabra que ms fascinaba algrupo, muy especialmente aGeoffrey: Ragnark.

    Racna... qu? habapreguntado Steven, un chiquillo denueve aos con el rostro cubiertode pecas y labio leporino.

    Ragnark repiti entoncesel profesor Thrp, subrayando cadauna de las slabas. Es el nombrede la batalla final dentro de lamitologa nrdica, la batalla quetendr lugar al final de los tiemposy en la que se enfrentarn por un

  • lado los dioses y, por otro, losgigantes y los monstruos.

    Abraham Thrp se levant yavanz entre la hilera de pupitreshasta llegar al que ocupabaGeoffrey, sentado justo al lado deJames y detrs de Martin yNicholas. Con un gesto suave, noexento de cario, le empuj lamandbula inferior hacia arribapara que cerrase la boca, abiertapor el pasmo que le haban causadosus palabras. Los dems chicos seecharon a rer y la piel blanqusima

  • de la cara de Geoffrey se ti derojo. Aquella primera vez que elprofesor les haba hablado sobre lalegendaria batalla, Geoffrey, Martiny James tenan once aos, y desdeentonces no haba habido una solaocasin en la que Geoffrey no lesdiera las buenas noches a suscompaeros con su frase preferida:Hann til Ragnarks, la frase quesegn Thrp utilizaban losguerreros vikingos para despedirsecuando tenan que separarse porcualquier motivo. Algo as como

  • nos reencontraremos en la batallafinal.

  • VII

    Se ha abierto la Puerta Oriental!grit alguien.

    Sin necesidad de recibir ningunaorden, rpidamente se produjo unmovimiento de las tropas dedefensa en aquella direccin y,mientras tanto, la nefasta noticia fuecomunicada a la Sala de Generales.

    Cmo ha sido?Lo ignoro respondi el

  • joven soldado, con la respiracinentrecortada tras haber subido a lacarrera varios tramos de empinadasescaleras.

    El general Kalastar dej escaparvarios improperios.

    No podemos descuidar losdems flancos, pero si no cortamosla entrada por oriente y bloqueamosde nuevo esa maldita puerta...

    No concluy la frase, perotampoco haca falta. Todos sabanque si el enemigo penetraba en laciudad, el fin estara muy prximo.

  • El oriental era en cierto modo ellado ms protegido, pues la puertaque haba all nicamente salvabala muralla exterior. Para acceder aLa Ciudadela y al palacio eranecesario atravesar una nuevapuerta y un nuevo muro, aunque, esos, de menor altura. Detener all alenemigo sera una tarea ardua, peroal menos exista una oportunidad deconseguirlo antes de que las huestesdel prncipe Gerhson penetrasen enlas calles de la capital de Olkrann.

    El rey Krojnar sali a la terraza

  • para mirar hacia la Puerta Oriental,apenas visible desde all. Lo que sse vea con toda claridad era eldesplazamiento de las defensas y avarios soldados corriendo por lacalzada, justo debajo del monarca.

    Durante tres horas el ejrcito desu hermanastro se haba limitado adisparar sin descanso suscatapultas, provocando importantesdaos tanto en la muralla como enel interior de La Ciudadela, envarias zonas de la cual se habandesatado incendios que se

  • propagaban sin freno, porque por elmomento no se les poda prestar laatencin necesaria. Solotranscurridas esas primeras treshoras se pudo ver al enemigoavanzar, como una masa informe einfinita que se senta vencedora deantemano. Las tres puertas deentrada a La Ciudadela recibieronel ataque al mismo tiempo, lo quedificultaba su defensa. Con elgrueso de su ejrcito aniquiladosemanas antes al intentar detener elavance del prncipe Gerhson,

  • Krojnar era consciente de que no sepodra proteger la ciudad enteracontando nicamente con dosbatallones que, adems, estabanagotados por la falta de descanso enlos ltimos das, pero le sorprendique la Puerta Oriental cediera tanpronto. Se pregunt si la habranabierto desde el interior, si algunode los que llevaban tiempoconspirando en su contra se lashabra ingeniado para dejar el pasofranco a sabiendas de que laatencin se haba centrado en la

  • Puerta Principal, situada en el puntoms al sur de la ciudad.

    Mientras, en la zona este lasituacin iba empeorandoirremisiblemente. Los soldados alldestacados no podan hacer frenteal torrente de enemigos que habaconseguido entrar, y cerrar la puertaya era algo impracticable. Todoslos esfuerzos se dirigan ahora amantenerlos a raya en el segundoportaln, tras el cual se estabanamontonando carros y todo tipo deenseres, cualquier cosa que sirviera

  • para impedir que fuera abierto.Los refuerzos enviados desde la

    Puerta Principal no imaginaban eldesastre que los aguardaba y, sobretodo, no esperaban que las primeraspalabras que sus compaeros lesiban a dedicar fueran:

    No son hombres!Qu significaba aquello? Qu

    diablos poda significar semejantefrase? La explicacin lleg almomento, cuando ocuparon suspuestos y se asomaron al trecho detierra que separaba la muralla

  • exterior y la que ellos debandefender. La mayor parte delejrcito invasor s estabacompuesta por hombres, mas laavanzadilla que haba superado laprimera puerta... No, no eranhombres... Pero qu eran?

    Monstruos! grit alguien,sin poder controlar su espanto antelo que vea.

    Aquellos seres, que recordabana gorilas de gran tamao cubiertoscon corazas, eran lomerns. Nadielos haba visto en Olkrann desde

  • haca muchos aos, hasta el puntode que ya solo se mencionaba sunombre en los relatos de los msviejos, que a su vez solo repetan loque haban escuchado a susmayores.

    Uno de ellos alz la mirada en ladireccin de la que haba procedidoel grito y, tras una breve carrerapara tomar impulso, salt al muro,consiguiendo que sus garras seaferrasen a los sillares de piedracomo si en las yemas de sus dedoshubiera ventosas, y ascendi desde

  • all sin aparente dificultad hastaalcanzar la cima. Durante un par desegundos, el tiempo pareci dejarde fluir y el rostro del monstruo y eldel soldado apenas quedaronseparados por medio metro; luego,otro de los soldados reaccionclavando su lanza en el pecho delenemigo a travs de su coraza. Ellomern la recibi con ciertaexpresin de asombro, como si ensu cabeza no hubiera cabido ni porun instante la idea de que pudieraser herido. Su cuerpo se dobl y

  • cay hacia atrs, pero enseguidaotros le imitaron. La segundamuralla era demasiado baja frente ala portentosa agilidad de aquellosseres.

    Un estruendo infernal subidesde el suelo al producirse unaexplosin que debilit los goznesdel portaln. Una segunda y unatercera, tan consecutivas queparecieron ms bien una sola,acabaron por arrancar una de lasdos hojas de la puerta de sus puntosde sujecin, y esta cay, hecha

  • aicos, hacia delante. Por el huecoresultante entr un tropel de figurasoscuras e informes; las primerasrecibieron el mortal impacto de laslanzas y las flechas de losdefensores, pero haba tantas queera del todo imposible detenerlas.

    Desde aquel momento, la luchapas a ser cuerpo a cuerpo y se hizoevidente que La Ciudadela deOlkrann caera en manos delprncipe.

  • VIII

    Por la maana, Nicholas pens quedeba de tratarse de un sueo, apesar de que recordaba conperfecta nitidez haberse levantadopara orinar y que el nico sonidodel dormitorio, mientras avanzabade puntillas hacia la puerta, era elde los ronquidos de Francis en elotro extremo de la estancia (sinembargo, los ronquidos de Francis

  • eran una constante en sus sueos, aveces transformados en truenos,otras en rugidos de fieras depesadilla; incluso el propio Francisreconoca que en alguna ocasin sehaba despertado a causa de suspropios ronquidos). Al salir delaseo, antes de regresar aldormitorio, decidi asomarse alventanal situado al fondo delpasillo y fue entonces cuando lovio.

    Fuera, la oscuridad se extendasobre Londres y el chico tuvo la

  • sensacin de que el mundo enterose haba parado en espera de que elsol volviera a salir. Abajo, en lacalle, la luz de las farolas era tanmortecina que apenas iluminaba, yarriba, un grueso manto de nubescubra las estrellas y la luna. Hacafro y su respiracin empa devaho el cristal. Iba a darse la vueltacuando le pareci ver algo en unode los edificios del otro lado de lacalle, el edificio que tanto l comosu hermano mayor y sus amigoshaban contemplado multitud de

  • veces admirando las fantsticasgrgolas que adornaban su fachada.En lo alto haba una sombra msoscura que las dems. Aguz lamirada, pero la negrura era tal queno poda estar seguro de ver lo quecrea: daba la impresin de quesobre el tejado haba una figuraagazapada, quiz de un animal,aunque tal vez no fuese ms que lasombra proyectada por algnsaliente cercano, o una chimeneacuya silueta quedaba desvirtuadapor los claroscuros. Luego, durante

  • unos breves segundos, la luna sezaf de las nubes que la ocultaban yNicholas vio con mayor claridadaquella silueta, aunque no con lasuficiente como para distinguir siera un hombre o un animal. Parecaestar envuelta en una especie decapa o abrigo, pero tampoco esopodra asegurarlo..., e inclinaba lacabeza como si olfateara algnrastro en el aire. Despus se alz, yen ese momento s pareca unhombre, aunque enseguida las nubestaparon de nuevo la luna y cuando

  • esta volvi a reaparecer,fugazmente, en el tejado ya no habanada.

    Nicholas se frot los ojos,regres al dormitorio paraguarecerse del fro bajo las mantasy, al poco, ya estaba dormido.

    Ms tarde, durante el desayuno,record lo ocurrido, pero la luz delda y el aroma del t y las tostadasrecin hechas lo llevaron a pensarque lo ms probable era que lohubiera soado. No tena ningnsentido que alguien fuera a subirse

  • al tejado de un edificio en mitad dela noche para olisquear el aire.

  • IX

    Mediada la madrugada, Krojnarabandon de nuevo la Sala deGenerales. Saba que su tiempo seacercaba a su fin y quera hablar asolas con su hijo, Luber. Dio ordena los dos guardias que custodiabansu alcoba de que lo avisaran paraque se reuniera con l.

    No haba ms luz all que la delfuego de la chimenea y la de una

  • lmpara de aceite colgada en lapared opuesta. Aproxim sus manosenguantadas a las llamas, aunque notena fro: era ms un acto reflejoque una necesidad. Contemplar elfuego siempre le haba ayudado aconcentrarse, como si en l pudierahallar las respuestas que de otramanera se le escapaban.

    Al punto, un par de golpessonaron en la puerta y, sin esperarpermiso, su hijo entr. Era un jovencorpulento que con diecisiete aosaparentaba al menos veinte, e iba

  • vestido como uno ms de lossoldados que defendan la fortaleza.Haba algo en sus ojos y, enespecial, en la perenne mueca queasomaba a sus labios, que echaba aperder el atractivo de sus rasgos.

    Padre.Hijo mo, ven aqu. Krojnar

    levant un brazo para acoger almuchacho, como sola hacer aosatrs, pero en esta ocasin Luber nobuscaba el cobijo del ala de suprogenitor. No era ya un niopequeo. Al darse cuenta, el rey se

  • gir a mirarlo, pues crea adivinarsus tribulaciones. Lo s, hijo.Ojal no tuvieras que vivir estanoche aciaga. Deseara que notuvieras que compartir mi destino.

    Lo que el rey deseaba con todassus fuerzas era que su hijo estuvieraen aquel instante a kilmetros dedistancia, a salvo. Sin embargo, sualto sentido del deber para con supueblo le haba impedido haceralgo as: no poda esconder a suhijo mientras todo el reino estabasiendo conquistado a pasos

  • agigantados. En el fondo, tena laesperanza de que Gerhsonperdonase la vida de Luber, puesto y sobrino siempre se habanllevado relativamente bien. Mejor,desde luego, que ambos hermanos.

    No tendra por qu ser as dijo Luber.

    A qu te refieres?Al final que pareces haber

    aceptado. No tiene que ser as. Estanoche no tiene por qu concluir contu muerte, padre.

    Insinas que ofrezca a

  • nuestro enemigo mi rendicin?Despus de que tantos hombres sehayan sacrificado por m y por todoOlkrann? No sera justo con ellos...Lucharemos mientras nos quedenfuerzas. Lucharemos, Luber.

    Pero la guerra ya estperdida! Solo es cuestin de horasque derriben las defensas yalcancen el palacio.

    Su padre asinti.Lo s. Y tras unos

    segundos, lo repiti de forma casiinaudible: Lo s.

  • S, la guerra estaba perdida. Elddalo de calles empedradas de lazona este era ya un campo debatalla en el que las tropas delprncipe ganaban terreno sin cesar.

    Entonces?Por respuesta, el rey realiz un

    inesperado gesto de desinters. Nisiquiera su propio hijo tena noticiade lo sucedido unas horas antes,cuando el nacimiento de un niohaba insuflado una remotaesperanza en el corazn de Krojnar.Ahora, aun a costa de sacrificarse a

  • s mismo, todo su empeo se dirigaa resistir el mximo tiempo posiblepara que el pequeo grupo defugitivos tuviera una mnimaoportunidad.

    Ofrece un pacto, padre. Talvez tu hermano todava estdispuesto a aceptarlo.

    No, no creo que l loaceptase..., ni voy a ofrecrselo. De repente, Luber golpe loprimero que encontr a su alcance,una de las sillas de la alcoba, quevol por los aires y cay al suelo

  • con estrpito. Estaba furioso. Supadre lo mir, interrogante.Tranquilzate.

    No! grit con rabia. Nolo entiendes, verdad? Tucabezonera ha provocado todoesto.

    Mi cabezonera? Luber, estsnervioso, todos lo estamos; losacontecimientos te hacen dudar,pero somos soldados...

    Podras haber compartido elpoder con l! Solo tenas que hacerque se sintiera importante.

  • Crees que no lo intent? Perol siempre quiso ms. Desde niosu madre lo convenci de que yo lehaba robado la corona. No quierecompartir el trono, lo quiere todopara l!

    Pues dselo, padre!No puedo hacerlo.Fuera de s, Luber volvi a

    patear la silla cada.Maldita sea! Por qu no?

    Por esa absurda historia de que nisiquiera te pertenece a ti?

    As es. Tanto tu abuelo como

  • yo no hemos hecho otra cosa queseguir los designios de la Ley.

    La estpida Ley!Ya es suficiente, Luber!

    grit el rey. Est escrito, ysiempre se ha respetado lo escritoen el Libro!

    Por qu, padre?!Por qu? repiti el

    monarca, asombrado por lapregunta.

    S, por qu hemos derespetar una tradicin que nocreamos nosotros? Por qu seguir

  • al pie de la letra los dictmenesescritos en un libro que nadie sabequin escribi?

    Krojnar dio un par de pasoshacia l, se detuvo y regres junto ala chimenea. Hubiera dado lo quefuera por que aquella conversacinno estuviera teniendo lugar. Oraquellas palabras en boca de supropio hijo le dola ms que unaherida recin abierta.

    Y si el Libro fuera un fraude,y si no lo hubiera escrito ms queun viejo ermitao borracho?

  • El rey neg con la cabeza,comprendiendo que no importaba loque dijera, pues iba a ser imposiblehacer entrar en razn a su hijo. Noaquella noche, no con la ciudadasediada, con el enemigo a laspuertas.

    Recapacita, Luber. Tureaccin es lgica. El miedo te hacehablar as. Y la ambicin. Te ciegala ambicin, hijo mo, igual que a tuto.

    Por toda respuesta, Luber sacde debajo de sus ropas una daga, la

  • misma que varios aos atrs supadre haba ordenado al herreroque confeccionara para l.

    Krojnar permaneciimpertrrito, pero en su interior lavisin del arma produjo un dolorindescriptible, un dolor que iba msall de lo fsico.

    Qu haces?Luber no fue capaz de decir

    nada. En su cabeza brotaba untorrente de dudas que no le permitapensar con claridad. Intentcontrolarlas, apartarlas a un rincn.

  • Ahora que haba sacado su daga nopoda volver a guardarla sin ms,haba dado un paso que no lepermita retroceder. No era un gestoque pudiera malinterpretarse.

    Me traicionas, hijo mo?Has sido t el alma de la conjura?Cunto tiempo llevas en mi contra?

    Y si no soy yo el traidor,padre? Siempre me permitiste creerque heredara el trono, me educastepara ser rey!

    Conoces la Ley, solopodemos ocupar el trono mientras

  • no nazca ningn Dragn Blanco. Eltrono de Olkrann pertenece a laestirpe de los Dragones Blancos.

    Y si el Dragn Blanco,padre, no fuera merecedor deltrono?

    Es eso lo que te atormenta?Hazte otra pregunta: y si ttampoco lo eres, hijo mo? Tepreocupa que el prximo DragnBlanco no merezca el trono, o loque te preocupa en realidad es quete lo arrebate?

    El brazo de Luber temblaba

  • cuando lo lanz hacia delante. Fuems bien el gesto de arrojar algoque le quemase la mano. Krojnar nohizo nada por detener el golpe. Alsentir el acero penetrando en sucarne, pens que seguramentehabra tenido tiempo de esquivarlo,pero su cuerpo quiso permanecerinmvil. Su mente envi la orden deno hacer nada.

    Eso no ocurrir, padre.Jams! exclam el muchachomientras vea cmo la vida se leescapaba al rey.

  • Mantuvieron la mirada fija eluno en el otro, hasta que los ojos deKrojnar, tras varios segundosinterminables, fueron perdiendo lavisin y, por ltimo, quedaronciegos. Entonces su hijo retir lamano, tan cubierta de sangre comola daga, y al apartarse, el rey sedesplom al suelo al no encontrarya ningn apoyo que lo ayudara amantenerse en pie.

    El tiempo se detuvo porcompleto, o esa al menos fue laimpresin que tuvo Luber. Fue

  • incapaz de reaccionar durantevarios minutos. Haba sabido desdeel primer momento que su padrenunca aceptara rendirse y que, portanto, el nico final posible aaquella noche sera su muerte. Vistoas, l solo haba acelerado losacontecimientos, e incluso le habaahorrado el sufrimiento de ver LaCiudadela en manos del enemigo.

    Su pulso estaba desbocado; tuvoque sentarse para intentar recuperarla calma, pero con la presencia tanprxima del cadver no lo lograba.

  • El charco de sangre en el suelo sehaca ms y ms grande. Se esforzpor aclarar el conflicto desentimientos que se libraba dentrode l, y finalmente comprendi quelo ms urgente era salir de all antesde que apareciese alguno de losgenerales.

    Dirigi un ltimo vistazo alcuerpo que yaca a sus pies y le diola impresin, recorrido por unescalofro, de que los ojos todavale miraban con un hlito de vida.

    Guard la daga y fue hacia la

  • puerta de la habitacin. Antes deabrirla, respir hondo varias veces.Y si los dos guardias apostados enel exterior de la alcoba haban odola discusin? Tena que alejarse deall cuanto antes.

    Abri con fingida decisin ysali para cerrar apresuradamente asu espalda, evitando la mirada delos hombres.

    Alteza... lo saludaronambos.

    No molestis a mi padre.Necesita pensar dijo con voz

  • temblorosa. Y se march hacia laboca de las escaleras.

  • XSi el pequeo Will les hubieracontado a la maana siguiente a suscompaeros lo que haba ocurridoesa noche, Nicholas habra acabadoatando cabos, pero Will no dijonada. Estaba asustado y no querareconocerlo; sobre todo, queraevitar que los dems lo tomaran porun cobarde y se burlasen de l, y encierto modo, al igual que el propio

  • Nicholas, no estaba del todo segurode haber visto lo que crea habervisto.

    Lo despert una pesadilla (poreso despus se empe en creer quelo sucedido haba formado parte deese mal sueo), y sinti una sedenorme que quiso saciar deinmediato. Se levant y sali deldormitorio andando de puntillaspara no hacer ruido. No le gustabala idea de hundirse en la profundaoscuridad que envolva lasescaleras, pero solo tena que bajar

  • a la cocina, situada en el stano,junto al gimnasio, beber un vaso deagua y volver con los dems.

    El silencio era casi absoluto,nicamente lo rompan sus propiaspisadas en los peldaos, por esopudo or con nitidez el ruido que seprodujo en la segunda planta, unaespecie de araazo sobre cristal. Sedetuvo y aguz el odo. Al repetirseel extrao sonido, avanz hasta elpasillo y mir hacia el fondo, a laventana situada en uno de loslaterales del edificio.

  • Haba algo all, una figura sinforma definida, irreconocible, quepareca aplastada contra el cristal.Will pens en algn tipo de insecto,aunque era demasiado grande paraser eso. La curiosidad venci a sumiedo y le hizo acercarse paraintentar distinguir de qu se trataba.Dio cuatro pasos y volvi adetenerse, esta vez en seco,paralizado: la figura se habamovido y al hacerlo habacambiado de forma. Ahora Willpudo ver con claridad una cabeza,

  • similar a la de un ave, quiz la deun cuervo, y unos ojos monstruososque miraban hacia el interior, hacial...

    No pudo gritar, pero s correr devuelta a las escaleras. Subi en unsantiamn, se meti en eldormitorio y salt a su cama,escondindose bajo las mantas ylevantndolas lo justo para vigilarque la puerta no se abriera. Comono ocurra nada, poco a poco se fuetranquilizando, su pulso fuerecuperando un ritmo normal, y una

  • voz en su cabeza pretendiconvencerle de que lo habaimaginado todo.

    Continuaba teniendo mucha sed,pero por nada del mundo volvera asalir del dormitorio.

  • XI

    Aunque muy pronto resultevidente que la victoria final solopoda caer del lado del prncipeGerhson, los soldados del reyKrojnar lucharon con uas y dientesintentando defender cada palmo desu territorio. Sin embargo, elenemigo era tan superior en nmeroque, una vez dentro del recinto deLa Ciudadela, necesit apenas unas

  • horas para hacer que los defensoresfueran retrocediendo hasta lasmismsimas puertas del palacio.

    Al llegar al patio, las tropasinvasoras interrumpieron de formainesperada el ataque, permitiendoque su rival se replegara al interiordel edificio.

    All ya no quedaban ms queunos cincuenta hombres armadospara proteger al rey, ignorantes deque este llevaba un rato inerte en elsuelo de su alcoba.

    Atrancaron las puertas y las

  • ventanas de la planta baja, aunqueera dolorosamente obvio que noconseguiran nada con ello.

    A qu esperan?Se regodean en su victoria.

    Quieren que sepamos que hemosperdido contest el generalKalastar. Tanto l como los demsgenerales que haban planificado ladefensa empuaban ahora susarmas, dispuestos tambin a morir.

    El general Lokehn cogi aKalastar del brazo y lo llev a unaparte:

  • Pensaba que estabas con sumajestad.

    No. Quiso estar solo...Ahora no es momento de

    estarlo.No creo que lo est, hace un

    buen rato que tampoco veo a sualteza el prncipe Luber. Deben deestar juntos.

    Vamos a buscarlos dijoLokehn, y, bajando la voz, aadi: Su majestad debera estar aqucon nosotros.

    Ambos subieron por las

  • escaleras de piedra y se cruzaron ala altura de la segunda planta conLuber, que bajaba.

    Alteza, y vuestro padre?El prncipe dud un instante,

    pero los generales confundieron losmotivos de su turbacin.

    Contina arriba. Dejadle enpaz unos minutos ms.

    Pero...Luber haba descendido un

    nuevo trecho de peldaos. Derepente haba cambiado de opinin,comprendiendo que ya no tena

  • importancia si el cadver de supadre era descubierto.

    Est bien, id a buscarlo siqueris.

    Los dos generales se miraronperplejos, aunque era fcil suponerque, como todos, el prncipe sabaque la Muerte estaba solo a unosminutos de acudir a su encuentro, yera muy difcil mantener la calmaante esa certeza. Adems, elmuchacho ya les haba dado laespalda y segua bajando. Elloscontinuaron hacia los aposentos

  • reales.Al mismo tiempo que el cuerpo

    sin vida de Krojnar era encontradopor los generales, Luber llegabaabajo y daba a voz en grito la ordende que se abriesen las puertas depalacio. Los soldados tardaron enreaccionar, recelosos.

    Abrid las malditas puertas,he dicho!

    Los hombres se cruzaronmiradas de sorpresa ypreocupacin, y finalmente uno delos de ms alta graduacin se

  • decidi a preguntar:Qu os proponis, alteza?Enrabietado e impaciente, Luber

    se plant ante l y le espet:Creis necesario morir

    cuando la derrota es tan clara?Se produjo un coro de

    comentarios de incredulidad.Vais a ofrecer la rendicin

    de Olkrann?!Voy a salvaros la vida,

    estpido!Disculpad, alteza, pero no

    debera ser el mismo rey quien

  • diera semejante orden? preguntotro de los soldados.

    Es el rey quien lo ordena.Abrid!

    La puerta fue al fin abierta antesde que Kalastar y Lokehnregresaran corriendo escalerasabajo. Lo hicieron en el precisomomento en que Luber recorra porla calzada empedrada los escasosmetros que lo separaban de lasprimeras filas del ejrcito enemigoante la mirada atnita de los quepermanecan en el interior.

  • Qu diablos...?! gritKalastar.

    Seor, el prncipe ha dichoque el rey haba dado la orden.

    El rey est muerto...! respondi el general, mirando condesprecio la figura de Luber, que yaalcanzaba las tropas de su toGerhson. Y nosotros loestaremos muy pronto.

    Luber not sobre s cientos deojos vigilantes. Algunos de elloseran humanos; otros, de lo que se leantojaron bestias con corazas. En su

  • interior, una creciente satisfaccinle haca sobreponerse al miedo quele haba atenazado hasta entonces.

    Soy el nuevo rey de Olkrann!exclam, alzando la voz parahacerse or. Me habisescuchado bien? Soy el rey!Decidle a mi to, vuestro seor, elprncipe Gerhson, que ser bienrecibido en palacio.

    Durante un momento, tal vez noms de unos segundos que, sinembargo, a Luber le parecieroninterminables e inquietantes, se hizo

  • el silencio. Un silencio que seantojaba impregnado de muerte.Despus, por fin, alguien grit:

    Viva el nuevo rey deOlkrann!

    El hijo del difunto rey Krojnartrat de disimularlo, pero resoplaliviado. Pese al acuerdo alcanzadocon su to antes de que este fueraexpulsado de palacio, haba temidoque cualquiera de aquellas bestiasque ahora tena delante seabalanzase sobre l.

    Sin embargo, segua con vida y

  • el ejrcito de su to le aclamabacomo nuevo rey.

    El cielo clareaba cuando Luberse reuni en una de las salasprivadas del edificio con su to.

    Al prncipe lo acompaaba unindividuo extrao, envuelto en unacapa y con el rostro oculto bajo unaamplia capucha.

    Quin es?l? Es tu..., tu consejero.

    Ahora eres rey, de modo que

  • necesitas quien te asesore paratomar las decisiones correctas.

    Luber observ al desconocidocon inters, pero sobre todo conconfusin y desconfianza. Jams lehaba visto, ni tampoco su to lehaba hablado de l. La siniestrafigura ni se movi ni dijo nada, ytras unos instantes Luber decididevolver la atencin al prncipe:

    Ya tenemos el trono. En elrostro cetrino de su to habadibujada una mueca que elmuchacho no estaba seguro de

  • comprender. Me ha sorprendidola debilidad de mi padre. Solo hansido necesarios unos das paraderrocarlo. La capital ha cado enapenas unas horas...

    Se lo advert durante aos dijo Gerhson, y fue a asomarse alventanal desde el que podacontemplarse buena parte del patiode armas. All abajo se vean variasdecenas de cuerpos colgados desendas sogas: los cadveres de losltimos defensores del palacio.La paz debilita a cualquier lder.

  • Luber realiz en silencio ungesto de negacin, como intentandodeshacerse de una sensacininesperada que se haba colado ensu cerebro. Remordimientos, talvez. La expresin de su padrecuando la daga atravesaba su carneapareca una y otra vez delante del.

    Es importante que hagamosuna cosa con urgencia le anunciel prncipe a su sobrino. Deinmediato, antes de celebrar tucoronacin. Tenemos que averiguar

  • si hay en la fortaleza alguna mujer apunto de dar a luz, o incluso algunaque lo haya hecho recientemente.

    Ensimismado en suspensamientos, Luber no entendi alprincipio el significado de aquellainesperada peticin. Luego locomprendi de golpe y sinti que sucorazn daba un vuelco. Su toconfirm sus temores con un gestode asentimiento.

    Si hubiera nacido ya, losabra. Se habra hecho pblico.

    Si no lo ha hecho, habr que

  • encargarse de hacer desaparecer atodas las embarazadas antes de queden a luz.

    Mordindose el labio inferior,Luber se gir para salir de laestancia, pero una idea repentina lohizo detenerse antes de alcanzar lapuerta:

    Y el grupo al que permitistesalir?

    Mis tropas lo estncomprobando ya. Los retuvimos atodos en nuestro campamento. Peroes muy probable que la mujer que

  • buscamos siga aqu.Bien. Dar rdenes...

    musit el nuevo rey.El hermanastro del difunto rey

    Krojnar continu mirando por elventanal tras la salida de susobrino; ahora el gesto serio de suboca se haba transformado en unasonrisa imperceptible que nadiehabra podido distinguir aunque lomirase directamente a la cara.

    Fuera, el amanecer sedesplegaba con prisas.

    Se hace de da mascull.

  • Por poco tiempo repusoentonces la figura cubierta por lacapa, hablando por primera vez.Enterraremos la luz que alumbraeste reino. Las tinieblas sernnuestro legado.

    Llev horas comprobar elnmero de mujeres que seencontraban en la ltima fase deembarazo. La mayora haba salidosiguiendo las instrucciones del reyKrojnar. En total, entre las pocas

  • que haban permanecido en LaCiudadela y las que estabanretenidas en el campamento delprncipe, haba diecisiete quedeban dar a luz en un plazoaproximado de tres semanas, ytodas ellas fueron encerradas encalabozos para mantenerlas bajoestricta vigilancia. Se encontraronasimismo cuatro nios nacidos en laltima semana, pero ninguno deellos era el que buscaban.

    Si el vaticinio es acertado,to, la madre ser una de las que

  • hemos apresado dijo Luber, devuelta junto al prncipe y sumisterioso acompaante.

    No necesariamente terci elConsejero desde la profundidad desu capucha.

    Luber mir a aquella figuraoculta por completo bajo su capa.Su presencia le haca sentirseincmodo y su voz, extraa ycubierta de una especie de xido, leprodujo un escalofro. Deseacercarse y quitarle el manto que loenvolva, obligarle a mostrar su

  • rostro; al fin y al cabo, l era ahorael nuevo rey y todos debanobedecerle y mostrarle respeto:solo una orden habra de bastarpara que aquel desconocidoapartase su capucha y dejase a lavista su cara..., pero, por algnmotivo, Luber no dio esa orden. Alcontrario, se limit a preguntar:

    A qu os refers?El nio puede haber nacido ya

    y puede haber sido sacado de laciudad.

    No. Si un Dragn Blanco

  • hubiera nacido..., yo lo sabra.Estis seguro de que vuestro

    padre no albergaba ningunasospecha sobre vuestra fidelidad?

    Yo...Luber no supo qu contestar.

    Estaba prcticamente seguro de quesu padre no haba imaginado ni porun segundo que, tras el destierro alque haba sometido a suhermanastro, l era quien estabadetrs de la confabulacin en sucontra, pero y si no hubiera sidoas? Por qu su padre no haba

  • intentado realizar el menor gesto dedefensa al ver la daga en su mano?Por qu lo haba mantenido entodo momento apartado de lasdecisiones para planificar ladefensa de La Ciudadela?

    El prncipe Gerhson medi entreel joven rey y el Consejero:

    Tenemos que admitir laposibilidad de que haya sido as, enefecto. Si el nio ha nacido ya ysigue con vida, hemos deencontrarlo. En el palacio existenvarios pasadizos secretos en los

  • que podra estar escondido.No se utilizan desde hace

    aos le rebati Luber.Abridlos todos y registradlos

    orden el Consejero, y Luber, sinsiquiera pararse a pensar en elrepentino cambio de papeles que sehaba producido ante sus mismasnarices, sali a dar lasinstrucciones oportunas.

    Haba cuatro pasadizos. Dos deellos comunicaban con ampliassalas subterrneas que haban sidoideadas para poder acoger a un gran

  • nmero de personas durante unalarga temporada, pero carecan desalida al exterior. El rey Krojnarhaba decidido no utilizarlas en elasedio porque saba que suhermanastro conoca su existenciay, por tanto, esconderse en ellashubiese sido casi como entregarseo, peor, condenarse a una muertedesesperadamente lenta. El tercerpasadizo era un largo corredor quedesembocaba en un lugar ocultovarios kilmetros ms all del muroexterior, aunque era tan antiguo y

  • profundo que en varios de sustramos se haban producidodesprendimientos que lobloqueaban. El cuarto era el quellevaba hasta la caverna natural queel mar haba abierto en elacantilado.

    Cuando lo inspeccionaron,Luber se sorprendi al contemplarla reaccin de su to.

    Maldita sea! La ltima vezque vi este lugar estabaintransitable. Est claro queKrojnar lo arregl para tener una

  • va de escape. Les hemosconcedido demasiado tiempo paraalejarse.

    To, insisto en que no ha