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La Atalaya 1 de Septiembre de 2009

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EL PROPÓSITO DE LA ATALAYA es honrar a Jehová Dios, el Soberano del universo. En el pasado, las atalayas, o torres de vigilancia, permitían descubrir lo que sucedía a lo lejos. De igual modo, esta re­vista nos ayuda a descubrir la relación entre las profecías bíblicas y los sucesos de nuestro tiempo. La Atalaya consuela a la gente anunciando que el Reino de Dios —un gobierno de verdad que se halla en los cielos— pronto acabará con la maldad y transformará la Tierra en un paraíso. Además, promue­ve la fe en el Rey reinante de dicho gobierno, Jesucristo, quien murió para que pudiéramos alcanzar la vida eterna. Esta publicación, editada sin interrupción desde 1879 por los testigos cristianos de Jehová, no interviene en política y se basa por completo en la Biblia, pues reconoce su autoridad.

Esta publicación se distribuye como parte de una obra mundial de educación bíblica que se sostiene con donativos. Prohibida su venta. A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se han tomado de la versión en lenguaje moderno Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias).

EN ESTE NÚMERO ¿Promete Dios hacernos ricos?

¿Qué riquezas promete Dios?

¿Es ser pobre una señal

de ia desaprobación de Dios?

¿Compra el dinero la felicidad?

Carta de Bolivia

Un tesoro escondido entre líneas

¿Lo sabía?

Acerqúese a Dios:

Un Juez que nunca pasa por alto sus normas de justicia

El rincón del joven: Un milagro en Pentecostés

Incontables tesoros en el lago de Nicaragua

Nuestros lectores quieren saber

Cómo ser un buen misionero

Adán y Eva: ¿exist ieron en la vida real? PÁGINA 12

¿Es realmente dulce la venganza? PÁGINA 20

Vol. 130, No. 17 September 1, 2009 Tirada media de cada número: 37.252.000

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¿Promete Dios hacernos ricos? Dios quiere que seas rico, que tengas varios automóviles y que prosperes en tus negocios [...]. Tan solo tienes que creer en él, abrir la billetera y donar todo lo que puedas."

T H S T F , es el mensaje que —de acuerdo J L J con un periódico brasileño— pre­dican diversos grupos religiosos. Al pa­recer, muchísimas personas se lo to­man en serio, y no solo en Brasil. Un sondeo realizado por la revista Time entre estadounidenses que decla­ran ser cristianos muestra que "un 61% de los encuestados afirma que Dios quiere que sean ricos. Y un 31% [...] cree que si le dan dinero a Dios, él los bendecirá con más dinero".

Esta doctrina —conocida en mu­chos lugares como la teología de la prosperidad— tiene gran populari­dad en Brasil y en otros países lati­noamericanos. Tanto es así que la gente abarrota las iglesias que ense­ñan que Dios recompensa a sus fieles con prosperidad material. Pero ¿es cierto que Dios promete riquezas a quienes le sirven? ¿Fueron ricos todos sus siervos de la antigüedad?

No se puede negar que en las Escri­turas Hebreas a menudo se relaciona la bendición de Dios con la prosperi­dad material. Por ejemplo, en Deute-ronomio 8:18 leemos: "Tienes que acordarte de Jehová tu Dios, porque él es para ti el dador de poder para ha­cer riqueza". Con estas palabras, Dios prometió a los israelitas que, si le obe­decían, los convertiría en una nación próspera.

Pero ¿sucedería lo mismo a ni­vel individual? Pensemos en el fiel Job. Él era un hombre muy acaudala­do, y cuando Satanás le arrebató su inmensa fortuna, Jehová se la resti­tuyó "en cantidad doble" (Job 1:3; 42:10). Otro siervo suyo muy rico fue Abrahán. Según se señala en Génesis 13:2, "tenía gran cantidad de mana­das y plata y oro". Además, cuando su sobrino Lot fue apresado por las fuerzas combinadas de cuatro reyes orientales, Abrahán juntó L "a sus hombres adiestrados, tres­cientos dieciocho esclavos naci­dos en su casa", para liberarlo (Génesis 14:14). Si pudo reunir 318 "hombres adiestrados" para hacer frente a un ejército, es evi- 3 dente que su clan era muy grande. Solo un hombre muy rico y con mucho ganado podría mantener un campamento de semejante tamaño.

Así pues, hubo muchos siervos de Dios de la antigüedad —Abrahán, Isaac, Jacob, David y Salomón, entre otros— que disfrutaron de grandes fortunas. ¿Quiere decir esto que Dios va a enriquecer a todos sus sier­vos? Lo que es más, ¿será que la gente pobre no cuenta con su bendición? En el siguiente artículo hallará la respuesta * a estas preguntas.

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¿Qué riquezas promete Dios?

pende de la clase de riquezas en que uno esté pensando. El caso de María, la madre de Jesús, sirve para aclarar este punto. Cuando el ángel Gabriel se le apareció para anun­ciarle que daría a luz al Hijo de Dios, la lla­mó "altamente favorecida" (Lucas 1:28, 30-32). Sin embargo, ella no era una persona rica. Lo sabemos porque, cuando fue al tem­plo poco después de nacer Jesús, ofreció el sacrificio que la Ley estipulaba para los po­bres, a saber, "un par de tórtolas o dos picho­nes" (Lucas 2:24; Levítico 12:8).

Dado que María era pobre, ¿podemos concluir que no contaba con la bendición divina? Por supuesto que no. De hecho, cuando María fue a visitar a una pariente lla­mada Elisabet, esta "se llenó de espíritu san­to, y clamó con fuerte voz y [le] dijo: '¡Ben­dita eres tú entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu matriz!'" (Lucas 1:41, 42) . ¡Qué mayor honor podría tener una mujer que serla madre del amado Hijo de Dios!

Jesús tampoco fue un hombre rico. Sabe­mos que nació y se crió en una familia po­bre y que, de adulto, también llevó una vida humilde. A un hombre que quería ser discí­pulo suyo le dijo: "Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo tienen donde posarse, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza" (Lucas 9:57, 58) . Así es: Jesucristo no tenía mucho en sentido material. Sin embargo, el sacrificio que hizo al venir a la Tierra permitió que sus discípulos alcanza­ran grandes riquezas. El apóstol Pablo lo ex­plicó de este modo: "Se hizo pobre por cau­sa de ustedes, para que ustedes se hicieran ricos mediante la pobreza de él" (2 Corin­tios 8:9). Pero ¿cómo enriqueció Jesús a sus discípulos? ¿Y qué tipo de riquezas recibi­mos hoy?

La clase de riquezas que Dios promete

Las riquezas materiales a menudo son un obstáculo para la fe, pues la persona rica tiende a confiar más en su dinero que en

¿Desea obtener más información o recibir en su ho­gar ciases bíblicas gratuitas? Escriba a Testigos de Jehová a una de las direcciones indicadas aba­jo. Encontrará la iista completa de direcciones en www.watchtower.org/address.

Alemania: Zweigbüro, Am Steinfels, 65618 Selters. Ar­gentina: Casilla 83 (Suc. 27B), C1427WAB Cdad. Aut. de Buenos Aires. Bélgica: rué d'Argile-Potaardes-traat 60, B-1950 Kraainem. Chile: Casilla 267, Puen­te Alto. Colombia: Apartado 85058, Bogotá. Domini­cana, Hep.: Apartado 1742, Santo Domingo. Ecuador. Casilla 09-01-1334, Guayaquil. El Salvador: Apartado 401, San Salvador. España: Apartado 132, 28850 Torre-jón de Ardoz (Madrid), fstodos Unidos: 25 Colum-bia Heights, Brooklyn, NY11201-2483. Francia: BP 625, F-27406 Louviers cedex. Cibraltar: PO Box 386. Guinea Ecuatorial, Rep. de: Calle Hipólito Micha 11, Aparta­do 235, Malabo. Honduras: Apartado 147,11102 Tegu-

cigalpa. Noruega: Gaupeveien 24, NO-1914 Ytre Ene-bakk. Perú: Apartado 18-1055, Lima 18. Suecia: PO Box 5, SE-732 21 Arboga. Suiza: PO Box 225, 3602 Thun. Uruguay: Casilla 17030, César Mayo Gutiérrez 2645 y Cno. Varzi, 12500 Montevideo. Venezuela: Apartado 20.364, Caracas, DC 1020A.

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kongo, kiluba, kiniaruanda, kirguis, kirundi, kosreano, kwangalí, kwanyama, letón, lingala, lituano, luganda, lunda, luo, luvale, macedonio, malayálam, malgache, maltes, maratí, marshaiés, maya, mizo, moré, nepa­lés, niueano, noruego,"'' nyaneka, oromo, osético, ote-tela, palauano, pangasinán, panjabí, papiamento de Curazao, persa, pidgin de las is. Salomón, polaco,"'0,5

ponapés, portugués/ 3 0 quechua ancashino, quechua ayacuchano, quechua boliviano, quechua cuzqueño, rarotongués, rumano, ruso/ 0 * samareno-leyte, samoa-no, sango, sepedi, serbio, serbio (alfabeto latino), seso-to, shona, silozi, sranangtongo, suajili, sueco/ 0 tagalo, tahitiano, tai, tamil, tártaro, telugu, tigriña, tivo, tok p¡-sin, tongano, tshiluba, tsonga, tsotsil, tsuana, tumbu-ka, turco, tuvaluano, twi, ucraniano, umbundú, urdu, uruund, uzbeko, vendal, vietnamita, wallisiano, xhosa, yapes, yoruba, zandé, zapoteco del Istmo, zulú + También disponible en CD.

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ENDICE Jehová con riquezas a sus

siervos fieles? Es posible: todo de-¿B

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Aunque la familia de Jesús tenía poco en sentido material, recibió ricas bendiciones de Dios

Dios. De ahí que en una ocasión Jesús dije­ra: "¡Cuan difícil les será a los que tie­nen dinero entrar en el reino de Dios!" (Marcos 10:23). Así que podemos concluir que las riquezas que Jesús concedía a sus discípulos no podían ser de carácter mate­rial.

Además, la mayoría de los cristianos del siglo primero eran de escasos recursos. ¿Re­cuerda cómo contestó el apóstol Pedro a un hombre cojo de nacimiento que le pidió una limosna? "Plata y oro no poseo —le dijo—, pero lo que tengo es lo que te doy: ¡En el nombre de Jesucristo el Nazareno, anda!" (Hechos 3:6.)

El discípulo Santiago también confirma que la congregación cristiana estaba com­puesta esencialmente por gente pobre. "Es­cuchen, mis amados hermanos —escribió—. Dios escogió a los que son pobres respecto al mundo para que sean ricos en fe y herederos

del reino, que él prometió a los que lo aman." (Santiago 2:5.) El apóstol Pablo, por su parte, señaló que no muchos "sabios según la carne" ni "poderosos" ni "de naci­miento noble" formaban parte de la congre­gación cristiana (1 Corintios 1:26).

Entonces, si Jesús no enriqueció con bie­nes materiales a sus discípulos, ¿qué tipo de riquezas les concedió? En una ocasión le dijo a la congregación de Esmirna: "Co­nozco tu tribulación y pobreza". Y luego añadió: "Pero eres rico" (Revelación [Apo­calipsis] 2:8, 9) . En efecto, aunque estos cris­tianos eran pobres, poseían riquezas mucho más valiosas que la plata y el oro: tenían fe en Dios y eran fieles siervos suyos. Y lo cier­to es que la fe tiene muchísimo valor, ya que la Biblia indica que "no es posesión de to­dos" (2 Tesalonicenses 3:2). Es por eso que quienes carecen de fe son pobres a los ojos de Dios (Revelación 3:17,18).

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Las riquezas que son fruto de la fe Ahora bien, ¿qué hace que la fe sea tan va­

liosa? Para empezar, quienes creen en Dios disfrutan de "las riquezas de su bondad y longanimidad y gran paciencia" (Romanos 2:4). Además, al mostrar fe en el sacrificio de Jesús, reciben "el perdón de [sus] ofensas" (Efesios 1:7). También poseen la sabiduría que da "la palabra del Cristo" (Colosenses 3:16). Y como oran con fe, "la paz de Dios que supera a todo pensamiento" protege su corazón y su mente, y así pueden vivir tran­quilos y felices (Filipenses 4:7).

Sin embargo, la lista de bendiciones no termina aquí. A quienes tienen fe en Dios y en su Hijo, Jesucristo, se les ofrece la maravillosa oportunidad de vivir para siem­pre. Así lo indicó Jesús con estas conocidas palabras: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que ten­ga vida eterna" (Juan 3:16). Y cuanto mejor conozcamos al Padre y al Hijo, más fuerte será esta esperanza. El propio Jesús dijo: "Esto significa vida eterna, el que estén ad­quiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Je­sucristo" (Juan 17:3).

Aunque es verdad que la bendición divi­na es principalmente de carácter espiritual, también reporta beneficios físicos y emocio­nales. Ese fue el caso de un brasileño llama­do Dalídio. Sus problemas con el alcohol ha­bían perjudicado gravemente su relación con la familia, por no hablar de su situación económica. Sin embargo, cuando comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, experimentó una notable transformación.

Motivado por lo que estaba aprendiendo, decidió abandonar sus vicios. Su crecimien­to espiritual fue tal que llegó a ser un evan-gelizador de tiempo completo. "En vez de ir de bar en bar, ahora voy de casa en casa", ex­

plica. Como resultado de este impresionan­te cambio, su salud mejoró, al igual que su situación económica. "Con el dinero que antes derrochaba en la bebida, ahora me mantengo yo y ayudo a otros", dice Dalídio. Además, cuenta con muchos buenos ami­gos que tienen los mismos valores espiritua­les que él. Y gracias a su estrecha relación con Dios, disfruta de una tranquilidad men­tal y una satisfacción personal que nunca había imaginado alcanzar.

La fe en Dios reporta tranquilidad mental, satisfacción personal y gran felicidad

Con todo, Dalídio no es el único que ha visto cómo Dios enriquece la vida de quie­nes cultivan fe en él. Renato es otro buen ejemplo. Nadie que vea su rostro feliz y son­riente puede imaginarse el triste comienzo que tuvo su vida. Al poco tiempo de nacer, lo metieron en una bolsa y lo abandonaron en un parque debajo de un banco. Dos mu­jeres que pasaban por allí vieron que la bol­sa se movía. Al principio pensaron que al­guien había abandonado un gatito, pero cuando se dieron cuenta de que era un bebé —lleno de golpes y arañazos, y todavía con el cordón umbilical—, de inmediato lo lle­varon a un hospital cercano.

Una de ellas era testigo de Jehová y le con­tó el suceso a otra mujer de nombre Rita, que también era Testigo. Rita había sufrido varios abortos y, aunque ya tenía una niña, deseaba tener un varón, por lo que adoptó a Renato.

Mientras todavía era pequeño, Rita le ex­plicó que no era su verdadera madre. Aun

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así, siempre lo trató con mucho cariño y amor, y le inculcó valores espirituales. A me­dida que fue creciendo, aumentaba el inte­rés de Renato por la Biblia, así como su agradecimiento hacia quienes lo habían sal­vado. Consciente de que está vivo casi de milagro, se le llenan los ojos de lágrimas cada vez que lee las palabras del salmista Da­vid: "En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería" (Salmo 27:10).

Agradecido a Dios, Renato se bautizó como testigo de Jehová en 2002 y, un año después, se hizo evangelizador cristiano de tiempo completo. Sigue sin saber la iden­tidad de sus padres biológicos, y es proba­ble que nunca los conozca. No obstante, ha tenido la gran bendición de conocer a su amoroso Padre celestial y cultivar fe en él.

Quizá usted también desee enriquecer su vida teniendo una relación estrecha con

Dios. En tal caso, sepa que Jehová Dios y su Hijo, Jesucristo, ofrecen su amistad a todos, sin importar que sean ricos o pobres. Su re­lación con Dios tal vez no le reporte pose­siones materiales, pero sin duda le dará una serenidad y satisfacción que no se puede comprar ni con todo el oro del mundo. Verá lo ciertas que son las palabras de Proverbios 10:22: "La bendición de Jehová... eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella".

Recuerde que Dios se interesa profunda­mente en la gente que acude a él, pues dice: "¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos! Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar" (Isaías 48:18). Ya los que se acercan a él con la motivación y la ac­titud correctas les promete ricas bendicio­nes: "El resultado de la humildad y del te­mor de Jehová es riquezas y gloria y vida" (Proverbios 22:4).

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¿Es ser pobre una señal de la desaprobación de Dios?

JEHOVÁ Dios dijo a la nación de Israel: "Na­die debería llegar a ser pobre entre ti". Para

que ningún israelita se sumiera en la pobreza absoluta, Dios incluyó en la Ley ciertas dispo­siciones que protegían a los necesitados y re­gulaban la cancelación de las deudas (Deute-ronomio 15:1-4, 7-10). Si obedecían su Ley, los bendeciría y nadie sería pobre. Pero los israeli­tas no cumplieron su parte del trato y, como consecuencia, muchos pasaron necesidad.

Claro, esto no quiere decir que las personas pobres sufren estrecheces porque no tienen la bendición divina. Y tampoco es cierto que Dios premia con riquezas a los que gozan de su favor. De hecho, muchos siervos fieles del pasado fueron hombres y mujeres de pocos re­cursos. El profeta Amos, por citar un caso, era un humilde pastor de ovejas y realizaba traba­jos de temporada (Amos 1:1; 7:14). El profeta Elias, por su parte, sobrevivió a una hambru­na en Israel gracias a que, de forma milagrosa, no se agotaron las escasas provisiones de hari­na y aceite que tenía una viuda pobre. Pese a que contaban con su aprobación, Jehová no los enriqueció, pero sí les proveyó lo que necesitaban (1 Reyes 17:8-16).

Son muchas las circunstancias imprevistas que pueden sumir a alguien en la pobreza. Tal vez un accidente o una enfermedad le impi­dan ganarse el sustento durante un tiempo o, peor aún, permanentemente. Una familia también puede verse en una situación eco­nómica apretada debido a la muerte del padre. Sin embargo, esto no significa que las perso­nas que pasan por este tipo de adversidades no cuentan con la aprobación de Dios. Resulta muy consolador recordar el caso de Rut y Noe-mí, que refleja muy bien el interés de Jehová

Pese a que eran pobres, Dios bendijo y cuidó a Noemíy Rut

por los necesitados. Al morir sus respectivos esposos, ambas mujeres quedaron desampara­das. No obstante, Dios las bendijo y se encargó de satisfacer sus necesidades (Rut 1:1-6; 2:2-12; 4:13-17).

Es evidente, pues, que el hecho de que una persona sea pobre no significa que Dios la de­sapruebe. Quienes le son fieles pueden estar seguros de que se cumplirán estas palabras del rey David: "Un joven era yo, también he enve­jecido, y sin embargo no he visto a nadie justo dejado enteramente, ni a su prole buscando pan" (Salmo 37:25).

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¿Compra el dinero la felicidad?

SOMA, que nació en España, asistía de niña a las reuniones de los testigos de Jehová

con su madre. Con el tiempo, ella se mudó a la ciudad de Londres, donde empezó a traba­jar como agente de bolsa.

A Sonia le encantaba su profesión y le iba muy bien económicamente. Además, era un trabajo emocionante, en el que manejaba grandes sumas de dinero de sus clientes. Solía dedicarle dieciocho horas diarias, y había noches que solo dormía dos o tres horas. Su carrera era lo más importante en su vida. Un día, sin embargo, todo se vino abajo. Con apenas 30 años tuvo un derrame cerebral, quizá provocado por el agitado estilo de vida que llevaba.

Como resultado, sufrió una parálisis de todo un lado del cuerpo y perdió la facultad del habla. De inmediato, su madre viajó a In­glaterra para cuidarla. Tan pronto como So­nia empezó a caminar, su madre le dijo: "Voy

a ir a las reuniones en el Salón del Reino. Y como no puedes quedarte sola, tendrás que venir conmigo". Sonia aceptó acompañarla. ¿Cuál fue su impresión de aquel primer día?

"Todo lo que allí se dijo tenía sentido, y me parecía maravilloso —recuerda—. Enseguida acepté estudiar con una de las muchas perso­nas que se acercaron a darme la bienvenida. Me impresionó la amabilidad y bondad de esas personas que apenas acababan de cono­cerme. ¡Qué contraste con mis anteriores amigos, que ya no me visitaban!"

Pese a las pocas esperanzas que le habían dado los médicos, Sonia logró recuperar el habla poco a poco. En menos de un año, cre­ció tanto en sentido espiritual que decidió bautizarse. Muchos de sus nuevos amigos eran evangelizadores cristianos de tiempo completo, y se les veía muy felices. "Yo quería sentirme igual —cuenta ella—. Quería darle lo mejor de mí a Dios." Actualmente dedica la mayor parte de su tiempo a predicar el men­saje bíblico.

¿Qué lección aprendió Sonia? "Es cierto que ganaba un buen sueldo, pero no era feliz, pues la inestabilidad del mercado me genera­ba mucha tensión. Ahora puedo decir que la clave para ser feliz en la vida es tener una es­trecha amistad con nuestro Padre celestial, Jehová."

En una de sus cartas, el apóstol Pablo advir­tió: "El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolo­res" (1 Timoteo 6:10). Sin duda, el caso de So­nia es uno de los muchos que confirman la veracidad de estas palabras.

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acostumbrarme a la pobreza y la falta de espe­ranza que me rodean. Desearía que todo el su­frimiento se acabara de inmediato. Pero sé que únicamente el Reino de Dios podrá resolver es­tos problemas. Aun así, he visto vez tras vez que quienes se dejan guiar por la Palabra de Dios ya pueden disfrutar ahora de cierto grado de fe­licidad, sean cuales sean sus circunstancias. Un buen ejemplo de esto es el caso de Sabina.

Hace años, su esposo se fue en autobús a buscar trabajo a otro país, y ella se quedó cui­dando a sus dos hijas, Milena y Ghelian, a quienes todavía cargaba en brazos. Pasaron meses y luego años, pero él nunca regresó. Desde entonces, Sabina lucha a diario para sa­car adelante a su familia.

La conocí una tarde en la tienda de su her­mana, donde atendía con paciencia las exi­gencias de los clientes. Sus ojos reflejaban el cansancio de todo un día de duro trabajo. Cuando le ofrecí darle clases de la Biblia, ella respondió: "Me gustaría, pero estoy muy ocu­pada. ¿No podrían estudiar mis hijas con us­ted?". A medida que las niñas avanzaban en su estudio de la Biblia, llegué a conocer mejor a Sabina, y fue así como me enteré de su difícil situación.

Su día comienza a las cuatro de la mañana. Mientras las hijas todavía duermen, ella en­ciende el fuego y se pone a preparar las empa­nadas que vende para mantener a su familia. Ya ha dejado la masa lista desde la noche anterior, pero todavía tiene que cocinar el sa­broso relleno de carne en una enorme y gasta­da olla de aluminio.

Al terminar, coloca con mucho cuidado en un carrito prestado todo lo que necesita para montar su pequeño negocio: una sombrilla, una garrafa de gas, una hornilla, una mesa, unos banquitos y algunas ollas, así como la carne y la masa de las empanadas, aceite y va­rios litros de jugo de fruta casero.

A las seis de la mañana, Sabina y sus hijas ya están listas. Con rostros inexpresivos salen y cierran con candado la puerta de su casa, que consta de una sola habitación. Ninguna habla ni ríe. El día es largo, y necesitan guardar las energías. Desde la ventana de la casa misional vemos muy a menudo escenas parecidas. Sabi­na es una más de la multitud de mujeres boli­vianas que salen de sus hogares antes del ama­necer para ir a vender comida en las calles.

Para cuando el sol asoma tras la montaña, ya son las seis y media, y Sabina y las niñas

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Carta de Bolivia

Una vida feliz pese a la pobreza

UNQUE llevo años como misionera en un

país en vías de desarrollo, no he logrado A

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han llegado a su esquina. Sin cruzar palabra, descargan el carrito y arman su puesto ambu­lante de comida. El aceite hirviendo chis­porrotea cuando Sabina introduce la primera empanada. El delicioso aroma que se mezcla con el aire fresco de la mañana atrae de inme­diato a los hambrientos transeúntes.

"¿Cuántas?", pregunta Sabina al primer cliente. Sin alzar la cabeza, el hombre levanta dos dedos, todavía medio dormido. A cambio de unas pocas monedas, ella le entrega dos empanadas doradas y bien calientes. La misma acción se repite cientos de veces durante la mañana. Tras vender la última empanada, recogen todo y regresan a su casa. La maña­na ha sido larga y a Sabina le duelen las pier­nas, pero no puede descansar, pues la espe­ran en su otro trabajo en la tienda de su hermana.

La primera vez que fui a la tienda a darles clases de la Biblia a Milena y Ghelian —que en­tonces tenían nueve y siete años—, su madre ya había colocado dos pequeños bancos en un rincón. Desde el mismo principio, las niñas es­peraban mis clases con ilusión y se preparaban bien. Eran muy tímidas, pero fueron abrién­dose poco a poco, y nos hicimos amigas. Esto conmovió tanto a Sabina que enseguida deci­dió que, a pesar de su agotadora rutina, tam­bién estudiaría la Biblia conmigo.

Según iba aprendiendo más y más, aumen­taba el amor de Sabina por Jehová Dios. En poco tiempo empezó a sentirse feliz, algo que nunca antes había experimentado. Dejó de ser la vendedora de cara triste que siempre andaba exhausta por la calle. Empezó a cami­nar erguida, con la cabeza en alto y los ojos brillantes. Hasta su hermana notó la diferen­cia, pues en una ocasión comentó: "Sabina sonríe constantemente, y antes nunca lo ha­cía". Y no fue la única que se dio cuenta del cambio. Por fin Sabina había llenado el vacío espiritual que sentía.

Ella disfrutaba mucho estudiando la Biblia, pero debido a su apretado horario, no asistía a

las reuniones cristianas. Finalmente fue al Sa­lón del Reino y, desde entonces, no ha dejado de asistir. En la congregación ha encontra­do amigos verdaderos. También ha comproba­do que Jehová de veras cuida de quienes lo aman y hacen sacrificios por él (Lucas 12:22-24; 1 Timoteo 6:8).

Sabina llegó a valorar tanto lo que estaba aprendiendo que quiso compartirlo con otros. Sin embargo, se ponía a temblar solo de pen­sar en predicar a desconocidos. "Soy tímida y apenas tengo educación. ¿Cómo voy a poder enseñarles algo a los demás?", decía ella. Aun así, estaba tan agradecida por la amabilidad que se le había mostrado y por lo mucho que había mejorado su vida gracias a la Biblia, que decidió dar ese gran paso. Además, se dio cuenta de que debía darles un buen ejemplo a sus hijas. De hecho, tan pronto como empezó a hablar a los demás del mensaje de la Biblia, ellas se le unieron con entusiasmo.

En la actualidad, Sabina no es una de las muchas mujeres pobres que se agotan traba­jando día tras día sin esperanza de que las co­sas mejoren. Aunque su situación económica sigue más o menos igual, su visión de la vida es muy distinta. Ahora es una cristiana bautizada que enseña a otros el animador mensaje de la Biblia: que el Reino de Dios es el único gobier­no que acabará de una vez por todas con la po­breza de este mundo (Mateo 6:10).

El reloj marca las cinco de la mañana, y Sabi­na ya está lista para salir de su casa. Hoy no va a vender empanadas: ha quedado en encon­trarse con un grupo de Testigos para ir a predi­car a las calles. Ha descubierto que dedicar algo de su tiempo a ayudar a los demás la hace muy feliz. Así pues, con una amplia sonrisa, cierra la puerta y baj a por la calle. En lugar de ir empujando un carrito, esta vez lleva un bolso con publicaciones bíblicas que usa para darles esperanza a otras personas. La cara se le ilumi­na cuando dice: "Nunca imaginé que sería ca­paz de hablar de la Biblia con la gente y, sin embargo, ahora me encanta".

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Adán Eva

¿EXISTIERON EN LA VIDA REAL?

PARA muchas personas, el relato de Adán y Eva que aparece en el libro de Génesis es

tan solo un mito. Según se dijo en una carta al director de la revista Time, "la mayoría de los cristianos creen que los relatos de Génesis, como el de Adán y Eva, son puras alegorías". Muchos eruditos católicos, protestantes y ju­díos opinan lo mismo. Afirman que gran par­te de ese libro bíblico no concuerda con la evidencia histórica ni científica.

Pero ¿qué piensa usted? ¿Cree que Adán y Eva fueron personajes reales? ¿Hay pruebas que demuestren su existencia? Además, ¿qué implicaría ver los relatos de Génesis como simples mitos?

¿Contradice la ciencia el relato de Génesis?

Para empezar, analicemos algunos aspectos sobre la creación del primer hombre, Adán. La Biblia explica: "Jehová Dios procedió a for­mar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente" (Génesis 2:7). Vea­mos si este versículo tiene base científica.

Según el libro Nanomedicine (Nanomedi-cina), el cuerpo humano está formado por 41 elementos químicos. Entre estos figuran el carbono, el hierro, el oxígeno y muchos otros componentes básicos que también están pre­sentes en el "polvo" de la tierra. Así pues, bien puede decirse que estamos hechos del "polvo del suelo", tal como enseña la Biblia.

Ahora bien, pensemos en el formidable tra­bajo que supondría combinar esta variedad de elementos inertes a fin de producir un ser humano. Para darnos una idea, tomemos por caso una de las máquinas más complejas que se han diseñado: el transbordador espacial. Esta maravilla de la tecnología tiene nada más

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y nada menos que dos millones y medio de piezas. Su diseño y ensamblaje les llevó años de trabajo a varios equipos de ingenieros. Pues bien, ¿qué hay del cuerpo humano? Este está formado por 7.000 cuatrillones de átomos, 100 billones de células, una gran can­tidad de órganos y al menos nueve siste­mas que hacen posible su funcionamiento.* ¿Cómo llegó a existir esta compleja máquina biológica de tan fascinante estructura? ¿Ha­brá sido producto de la casualidad o, más bien, del diseño inteligente?

Y lo que es más, ¿cómo empezó a funcionar este magnífico conjunto de órganos? ¿Qué le infundió vida al cuerpo humano? Los cientí­ficos admiten que no lo saben. De hecho, ni siquiera se han puesto de acuerdo al definir qué es la vida. No obstante, para aquellos que creen que hay un Creador, resulta obvio con­cluir que la fuente de la vida es Dios.*

Por otra parte, la Biblia enseña que Eva fue creada de una costilla de Adán (Génesis 2:21-23). Antes de juzgar este pasaje como mera

* Estas cifras equivalen a un 7 seguido de 27 ceros y un 100 seguido de 12 ceros, respectivamente.

* Hallará más información en los libros ¿Existe un Creador que se interese por nosotros? y La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación?, ambos edi­tados por los testigos de Jehová.

fantasía, pensemos en algunos logros de la ciencia. En enero de 2008, unos científicos de California (Estados Unidos) lograron pro­ducir embriones humanos viables, clonados a partir de células adultas tomadas de la piel. Anteriormente se habían clonado unos veinte animales siguiendo técnicas similares. La famosa oveja Dolly, por ejemplo, fue clo­nada en 1996 a partir de la glándula mamaria de una oveja adulta.*

Aún no sabemos en qué acabarán tales ex­perimentos. El caso es que si el ser humano ha sido capaz de tomar material biológico de un organismo para hacer otro de la misma espe­cie, ¿por qué dudar de que el Creador todopo­deroso haya podido formar un ser humano de la costilla de otro? Cabe mencionar que las costillas pueden regenerarse y reemplazarse a sí mismas, razón por la cual los médicos las emplean habitualmente en operaciones de ci­rugía reconstructiva.

Pruebas que la misma Biblia ofrece Hay quienes desconocen el hecho de que

Adán y Eva también se mencionan en otras partes de la Biblia. ¿Qué nos revelan estas

* No se puede decir que estos científicos hayan creado vida, pues sus experimentos partieron de células que ya estaban vivas.

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El cuidadoso diseño del cuerpo humano supera por mucho el de un transbordador espacial

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El sacrificio de Cristo no habría tenido ningún sentido si Adán no hubiera existido

referencias bíblicas sobre la historicidad de Génesis?

Por ejemplo, en los capítulos 1 a 9 de Pri­mero de las Crónicas y en el capítulo 3 del Evangelio de Lucas encontramos listas genea­lógicas del pueblo judío. Estos detallados re­gistros abarcan 48 y 75 generaciones, respecti­vamente. Por un lado, el libro de Crónicas presenta el linaje de los reyes y sacerdotes de la nación de Israel y, por otro, Lucas se centra en la genealogía de Jesucristo. Ambas listas mencionan a Adán junto a personajes histó­ricos como Salomón, David, Jacob, Isaac, Abrahán y Noé. Dado que todos los que apare­cen en estas listas existieron en la vida real, ¿no es lógico pensar que Adán también fue una persona real?

Además, la Biblia siempre se refiere a Adán y Eva como seres humanos reales, y no como personajes ficticios. Fíjese en los siguientes ejemplos:

• "[Dios] hizo de un solo hombre toda nación de hombres." ( H E C H O S 17:26.)

• "Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así [...] la muerte reinó desde Adán hasta Moisés." ( R O M A N O S 5 :12 ,14 . )

• "El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente." (i C O R I N T I O S 15:45.)

• "Adán fue formado primero, luego Eva." (1 T I M O T E O 2:13.)

• "También profetizó respecto de [los malvados] Enoc, el séptimo en línea desde Adán." ( J U D A S 14.)

Pero sobre todo, el testimonio bíblico más confiable sobre la existencia de Adán y Eva es el del propio Jesucristo. En una ocasión en

que le preguntaron si divorciarse estaba per­mitido, él respondió: "Desde el principio de la creación ' [Dios] los hizo macho y hembra. Por este motivo dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos serán una sola car­ne' [...]. Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre" (Marcos 10:6-9). ¿Verdad que Jesús no utiliza­ría una alegoría para establecer una norma con respecto al vínculo matrimonial? Está claro, entonces, que Jesús consideraba el rela­to de Génesis como una historia real.

Con razón, al analizar la evidencia que ofre­cen las Escrituras, el Nuevo Diccionario Bíbli­co Ilustrado concluye: "El Nuevo Testamento confirma así la historicidad de los relatos de los primeros capítulos de Génesis".

Un efecto dominó en otras doctrinas Muchas personas devotas opinan que creer

en la existencia de Adán y Eva no es necesario para ser un buen cristiano. A simple vista, este razonamiento pudiera parecer cierto, pero veamos a qué conclusiones nos llevaría.

Una doctrina bíblica que tiene mucho sig­nificado para cualquier creyente es la del res­cate. De acuerdo con esa enseñanza, Jesucris­to ofreció su vida humana perfecta como rescate para salvarnos de nuestros pecados (Mateo 20:28; Juan 3:16). Como sabemos, un rescate es el pago que se realiza para recuperar una cosa o liberar a una persona. Por eso, la Biblia dice que Jesús es un "rescate correspon­diente" (1 Timoteo 2:6). Pero ¿correspondien­te a qué? La Biblia explica: "Así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados" (1 Corintios 15:22). La vida perfecta que Jesús entregó para redimir a la humanidad obediente equivale —o corresponde— a la vida perfecta que Adán

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perdió cuando pecó en el jardín de Edén (Ro­manos 5:12). Es obvio, por lo tanto, que el sa­crificio de Cristo no habría tenido ningún sentido si Adán no hubiera existido.

Negar el relato de Génesis sobre Adán y Eva o restarle importancia produciría un efecto dominó que repercutiría en esta y otras ense­ñanzas bíblicas primordiales.* Como resulta­do, muchas de las grandes preguntas de la vida quedarían sin respuesta, y nuestra fe ca­recería de base alguna (Hebreos 11:1).

El relato de Génesis y el sentido de la vida

Finalmente, queda por contestar una últi­ma pregunta: ¿qué propósito tiene la vida para quienes rechazan el relato de Génesis? Para Richard Dawkins —un conocido científi­co evolucionista que rechaza la existencia de Dios—, en el universo no hay "ningún dise­ño, ninguna intención, ningún bien ni nin­gún mal, nada más que indiferencia ciega y despiadada". ¿No le parece que esta es una perspectiva deprimente para el ser humano, quien por naturaleza necesita hallarle sentido a la vida?

La Biblia, por el contrario, da las mejores respuestas a las preguntas que más nos intere­san, como por ejemplo: ¿De dónde venimos? ¿Qué propósito tiene la vida? ¿Por qué hay tanta maldad y sufrimiento en el mundo? ¿Acabarán algún día? Además, la fe en el sacri­ficio redentor de Cristo nos brinda la esperan­za de vivir eternamente en un paraíso como el que había en Edén, donde Dios puso a nues­tros primeros padres (Salmo 37:29; Revela­ción [Apocalipsis] 21:3-5). ¿Verdad que esta sí es una maravillosa perspectiva?*

* Algunas de ellas tienen que ver con la soberanía divi­na, la lealtad a Dios, el bien y el mal, el libre albedrío, el estado de los muertos, el matrimonio, el Mesías prometi­do, el futuro Paraíso en la Tierra y el Reino de Dios.

* Hallará más información en los capítulos "¿Qué pro­pósito tiene Dios para la Tierra?" y "El rescate, el mayor regalo de Dios" (capítulos 3 y 5, respectivamente) del li­bro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los tes­tigos de Jehová.

Es cierto que el relato de Adán y Eva no con­cuerda con la teoría de la evolución, pero sí concuerda con lo que ya ha descubierto la ciencia. Y sobre todo, está en total armo­nía con el resto de la Palabra inspirada de Dios, que revela cuál es el verdadero sentido de la vida.

¿Le gustaría aprender más de la Biblia? Los testigos de Jehová estarán encantados de ayu­darle a hacerlo.

jesús creía en la existencia

de Adán y Eva

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U n te so ro ESCONDIDO ENTRE LÍNEAS

SIGLOS atrás, los materiales de escritura —como el pergamino— no se conseguían

fácilmente. Por eso, cuando ya no se necesita­ba un documento, se acostumbraba borrar la tinta raspando o lavando la superficie para escribir otra vez sobre el mismo material. Este tipo de manuscritos recibe el nombre de pa­limpsesto, el cual proviene de un término griego que significa "raspado de nuevo". Esto fue lo que sucedió con algunos manuscritos bíblicos escritos sobre vitela.

Analicemos el caso de un valiosísimo pa­limpsesto llamado Códice Ephraemi Syri Res-criptus, un documento sobrescrito que con­serva gran parte de las Escrituras Griegas Cristianas. Pero ¿por qué es tan valioso? Por­que es una de las copias más antiguas que existen de esta sección de la Biblia y, por lo tanto, figura entre las fuentes más confiables para demostrar la exactitud bíblica.

El texto original, que data del siglo v, fue borrado en el siglo xn para sobrescribir la tra­ducción al griego de 38 sermones del erudito Efrén de Siria. Y no fue sino hasta finales del siglo XVII que se descubrió que debajo de es­tos sermones había un manuscrito bíblico. Aunque en unos cuantos años se logró distin­guir una buena parte de los escritos origina­les, fue sumamente difícil descifrarlos por completo. A la dificultad que suponía tener que diferenciar los dos textos superpuestos, se sumaban otros problemas: la tinta dema­siado tenue del original y el estado deteriora­do de las hojas. A fin de resaltar la tinta borrada, se aplicaron sustancias químicas al documento, pero no se consiguió gran cosa. Después de todos estos intentos, la mayoría de los especialistas llegaron a la conclusión de que era imposible recuperar la informa­ción del original.

Códice Ephraemi Syri Rescriptos, palimpsesto descifrado por Tischendorf (7875-1874)

TEXTO BÍBLICO ORIGINAL

TEXTO SOBRESCRITO

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A principios de 1840, un brillante lingüista alemán llamado Konstantin von Tischendorf logró descifrar el códice luego de dos años de intenso estudio. ¿Qué le ayudó a tener éxito en una empresa en la que muchos habían fra­casado?

Por un lado, Tischendorf conocía muy bien el tipo de letra empleada en el códice, la escritura griega uncial, que consistía en el uso de mayúsculas sin unión alguna.* Y por otro, descubrió que podía distinguir el texto original con tan solo levantar las hojas de pergamino y mirarlas a contraluz. Dotado de una visión excelente, logró realizar una tarea para la que hoy se emplean diversas técnicas, que incluyen el uso de luz infrarroja, ultra­violeta y polarizada.

En 1843, Tischendorf publicó una parte de sus descubrimientos y, en 1845, el resto. Gra­cias a este trabajo, se ganó la reputación de ser uno de los mejores especialistas en paleo­grafía griega.

El Códice Ephraemi —que mide unos 30 centímetros de largo por 25 de ancho

* Este es el mismo tipo de escritura del Códice Sinaíti-co, una de las más antiguas traducciones al griego de las Escrituras Hebreas. A Tischendorf se le conoce sobre todo por haber descubierto este manuscrito bíblico en el monasterio de Santa Catalina, al pie del monte Sinaí.

(12 pulgadas de largo por 9 de ancho)— fue escrito en una sola columna por página y, de hecho, es el documento más antiguo de esta clase. De las 209 hojas rescatadas, 145 son porciones de casi todos los libros de las Escri­turas Griegas Cristianas, con excepción de la segunda carta a los Tesalonicenses y la segun­da carta de Juan. En las demás páginas se ha­llan fragmentos de las Escrituras Hebreas tra­ducidos al griego.

En la actualidad, este códice se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia. No se sabe a ciencia cierta dónde se escribió, aun­que Tischendorf creía que procedía de Egip­to. Los eruditos incluyen el Códice Ephraemi entre los cuatro principales manuscritos un­ciales de la Biblia en griego. Los otros tres son el Códice Sinaítico, el Alejandrino y el Vatica­no 1209, que datan de los siglos ivy v.

Así es, como ilustra el caso de los palimpses­tos, las Santas Escrituras se han preservado de maneras sorprendentes. Han sobrevivido in­cluso a los inescrupulosos intentos de borrar su valioso mensaje. Una vez más, ha quedado. probada la veracidad de estas palabras del apóstol Pedro: "El dicho de Jehová dura para siempre" (1 Pedro 1:25). _

Códice Sinaítico, descubierto en el monasterio de Santa Catalina

Tischendorf

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¿Lo sabía?

¿Qué pasó con el arca del pacto?

Para los israelitas, el arca del pacto simbolizaba la mismísi­ma presencia de Dios (Éxodo 25:22). Esta arca sagrada —que estaba hecha de madera y re­vestida con oro— contenía las dos tablas de piedra de la Ley mosaica. Mientras los israeli­tas vivieron en el desierto, la guardaban en el Santísimo, un compartimiento del tabernácu­lo (Éxodo 26:33). Pero tiempo después la colocaron dentro del Santísimo del templo de Salo­món (1 Reyes 6:19).

Lo último que se sabe del arca es que, en el año 642 antes de nuestra era, el rey Josías or­denó colocarla de nuevo en el templo, según indica 2 Cróni­cas 35:3. Pero ¿por qué la ha­bían sacado? Es posible que la hubiera quitado del templo uno de los predecesores de jo­sías, el apóstata rey Manases, de quien se dice que introdujo una imagen pagana en el tem­plo. O puede que la hubieran trasladado a fin de protegerla durante las obras de reparación encargadas por Josías (2 Cróni­cas 33:1, 2, 7; 34:1, 8-11). La Bi­blia no revela qué pasó después con el arca. De hecho, ni siquie­ra figura en la lista de obje­tos que los babilonios tomaron del templo cuando conquista­ron Jerusalén en el 607 antes

de nuestra era (2 Reyes 25:13-17).

Las Escrituras no indican que se haya vuelto a colocar el arca en el Santísimo del templo que Zorobabel mandó reconstruir, y tampoco hay evidencia de que se haya hecho otra en su lugar (Esdras 1:7-11).

¿A qué personajes se conoce en la B ib l ia con e l nombre de Sant iago?

Como en la Biblia se mencio­na a cuatro individuos con ese nombre, pudiera ser difícil dis­tinguirlos.* De uno de ellos, lo único que se sabe es que es el padre del apóstol judas (no debe confundirse con el otro apóstol llamado Judas Isca­riote) (Lucas 6:16; Hechos 1:13).

* En algunas versiones bíblicas en español, el nombre de estos cuatro personajes se ha traducido como San­tiago, y en otras, como Jacobo. Otro nombre con el mismo origen es Jacob, el cual aparece muchas veces en la Bi­blia en la expresión "Abrahán, Isaac y Jacob". En Mateo 1:16 se menciona a otro Jacob, que era el "padre de José, el esposo de María".

Por otro lado, tenemos al apóstol Santiago, hijo de Zebe-deoy hermano del apóstol Juan (Mateo 10:2). Se cree que su madre se llamaba Saloméyque era hermana de María, la ma­dre de Jesús (compárese Mateo 27:55, 56 con Marcos 15:40, 41 y Juan 19:25). De ser así, este Santiago sería primo de Jesús. Tanto él como su hermano eran socios de Pedro y Andrés en el negocio de la pesca (Marcos 1: 16-19; Lucas 5:7-10).

También había otro apóstol de nombre Santiago, que era hijo de Alfeo (Marcos 3:16-18). En Marcos 15:40 se le llama "Santiago el Menos", quizá por ser de baja estatura o más joven que el otro apóstol Santiago.

Por último, está el medio her­mano de Jesús, hijo de José y María (Marcos 6:3; Gálatas 1:19). Este otro Santiago, sin embargo, no se hizo creyen­te durante el ministerio de Je­sús (Mateo 12:46-50; Juan 7:5). Pero la Biblia indica que, antes del Pentecostés del año 33 de nuestra era, estaba orando jun­to con su madre, sus hermanos y los apóstoles en el piso supe­rior de una casa en jerusalén (Hechos 1:13, 14). Más tarde llegó a ser un destacado miem­bro de la congregación de Jeru­salén y escribió el libro bíblico que lleva su nombre (Hechos 12:17; Santiago 1:1).

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Acerqúese a Dios

Un Juez que nunca pasa por alto sus normas de justicia

Números 20:2-13

NO ES raro oír de jueces que dictan sentencias injustas o demasiado severas. Sin embargo,

ese no es el caso de Jehová Dios, quien ama la jus­ticia (Salmo 37:28). Aunque él es paciente, no es permisivo: nunca pasa por alto sus propias nor­mas de justicia. Para ilustrarlo, veamos cómo juz­gó la situación que se relata en el capítulo 20 de Números.

Tras casi cuarenta años vagando por el desier­to, los israelitas estaban a punto de entrar en la Tierra Prometida.* Fue entonces cuando comen­zaron a quejarse de la falta de agua ante Moisés y Aarón: "[¿]Han traído ustedes a la congregación de Jehová a este desierto para que nosotros y nuestras bestias de carga muramos en él?" (ver­sículo 4). Decían que aquel desierto era un "lugar malo" donde no había agua para beber, ni tam­poco higos, uvas ni granadas, las mismas frutas que años antes los espías israelitas habían traído de la Tierra Prometida (versículo 5; Números 13:23). ¿Puede creerlo? Culpaban a Moisés y Aarón de vivir en aquel desierto, y no en la tierra fértil que precisamente la generación anterior ha­bía rechazado.

Jehová no adoptó medidas drásticas contra los murmuradores. Más bien, le dijo a Moisés que debía hacer lo siguiente: tomar su vara, convocar al puebloy "hablar al peñasco delante de los ojos de ellos para que realmente [diera] su agua" (versículo 8). Moisés siguió las primeras dos ins-

* Después del éxodo de Egipto, los israelitas podrían haber entrado a Canaán, la tierra que Jehová le había pro­metido a Abrahán. Sin embargo, cuando diez espías regre­saron con un mal informe, el pueblo comenzó a murmu­rar contra Moisés. Por ello, Jehová condenó a los israelitas a vagar cuarenta años por el desierto, tiempo suficiente para que toda aquella generación rebelde muriera.

trucciones, pero no la tercera. En lugar de obede­cer con fe la orden de Jehová de hablarle al pe­ñasco, le dijo al pueblo con dureza: "¡Oigan, ahora, rebeldes! ¿Es de este peñasco de donde les sacaremos agua?" (versículo 10; Salmo 106: 32, 33). Entonces lo golpeó dos veces, "y empezó a salir mucha agua" (versículo 11).

De este modo, tanto Moisés como Aarón co­metieron un grave pecado contra Dios. Jehová les dijo: "Ustedes se rebelaron contra mi orden" (Números 20:24). ¡Qué ironía! Ellos, que habían acusado al pueblo de ser rebelde, fueron precisa­mente los que actuaron con rebeldía al no seguir las instrucciones divinas. Por eso, Dios les dijo que no conducirían a los israelitas a la Tierra Pro­metida. ¿Fue demasiado severa su sentencia? No, por varias razones.

Primero, Dios no le mandó a Moisés que le ha­blara al pueblo, y mucho menos que los llamara rebeldes. Segundo, Moisés y Aarón no glorifica­ron a Dios. De hecho, jehová los censuró por no haberlo santificado (versículo 12). Con la ex­presión "les sacaremos agua", Moisés dio a en­tender que serían él y Aarón —y no Dios— quienes proporcionarían milagrosamente agua al pueblo. Tercero, el castigo divino estuvo de acuerdo con otras sentencias que Jehová había dictado en ca­sos similares. Recordemos que también le había negado la entrada a Canaán a una generación an­terior de rebeldes (Números 14:22, 23). Y cuarto, por ser los líderes de la nación, es natural que Dios exigiera más de ellos (Lucas 12:48).

Como ama la justicia, Jehová siempre aplica con imparcialidad sus normas y nunca dicta sen­tencias injustas. Sin duda, es un Juez que merece nuestra confianza y respeto.

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HAY quienes dicen que la venganza es dul­ce. Yes que, por naturaleza, nuestro sen­

tido del bien y del mal exige que se repare cualquier injusticia. Por eso, sentimos indig­nación cuando se nos ofende o agravia de al­gún modo. Pero ¿es vengarse la solución?

Existen, por supuesto, distintas situaciones en las que muchas personas sienten ganas de vengarse, como cuando reciben un insulto, una bofetada o un empujón, o son víctimas de maltrato físico, robo u otra clase de atrope­llo. ¿Cómo reaccionamos cuando sufrimos en carne propia una injusticia? La tendencia común es pensar: "El que me la hace, me la paga".

Esta sed de venganza se refleja en todo campo de la vida. En Estados Unidos, por ejemplo, se han dado casos de alumnos de entre 13 y 15 años que, para desquitarse de maestros que los habían corregido, los acusa­ron falsamente de maltrato o acoso. Y aun­que termine por demostrarse que se trataba de calumnias, el daño que causaron es irrepa­rable. Según Brenda Mitchell, presidenta del sindicato de profesores de Nueva Orleans, "desde el momento en que se presentan car-

gos contra un maestro, su reputación ya que­da manchada".

En el ámbito laboral, una creciente canti­dad de empleados que están descontentos con su trabajo o que han sido despedidos buscan vengarse de sus jefes. Para ello, dañan o eliminan archivos electrónicos importan­tes de la red de la empresa. Y hay otros que ro­ban información confidencial para revelarla o venderla. Aparte de este tipo de delitos, "muchos siguen incurriendo en el clásico robo de pertenencias de la compañía", infor­ma el periódico The New York Times. Para impedir que esto suceda, diversas empresas se valen de un guardia de seguridad que acom­paña al ex empleado a su oficina, espera a que termine de recoger sus cosas y se asegura de que salga de la propiedad.

Se ha visto, sin embargo, que es más co­mún querer vengarse cuando el ofensor es al­guien allegado, como un compañero, un amigo o un familiar. A veces basta con una palabra poco amable o una acción irreflexiva para que nos sintamos tentados a pagarle con la misma moneda. Si un amigo o un familiar dice o hace algo que nos molesta, ¿empeza-

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¿Es realmente dulce

L A V E N G A N Z A ?

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mos a planear la manera de devolverle la ofensa? En efecto, es más fácil reaccionar así cuando el que nos lastima es alguien cercano.

La venganza es amarga Algunas personas piensan que vengándose

aliviarán su dolor. Pero ¿es eso así? Veamos el caso de los hijos de Jacob, un patriarca del antiguo pueblo hebreo. La Biblia dice que cuando se enteraron de que su hermana Dina había sido violada por un cananeo llamado Siquem, "quedaron [...] heridos en su sensibi­lidad, y se encolerizaron mucho" (Génesis 34:1-7). Para vengar esta ofensa, dos de ellos —Simeón y Leví— tramaron un plan contra Siquem y su familia. Valiéndose de un enga­ño, terminaron asesinando a Siquem y a to­dos los varones de la ciudad (Génesis 34:13-27).

¿Consiguieron algo con aquella masacre? La respuesta la encontramos en lo que Jacob les dijo a sus hijos cuando supo lo ocurri­do: "Ustedes me han traído dificultades, ha­ciéndome odioso entre los habitantes del país [...], ellos se juntarán contra mí y me ata­carán, y seré destruido yo y mi casa" (Génesis

34:30, Nueva Biblia de los Hispanos). Así es, lo único que lograron Simeón y Leví fue em­peorar el problema. A partir de entonces, la familia de Jacob tuvo que cuidarse de los po­sibles ataques de sus indignados vecinos. Quizás para impedir que eso sucediera, Dios le ordenó a Jacob que se mudaran a Betel (Gé­nesis 35:1, 5).

Este relato nos enseña una importante lec­ción: los actos vengativos suelen provocar una interminable espiral de violencia. Como a veces se ha dicho, "la venganza llama a más venganza". \Qué ciertas son esas palabras'.

Una espiral de odio y violencia Dedicar todas nuestras energías a alimen­

tar el rencor nos perjudica enormemente. Cierto libro describe así a quien vive atrapado por el resentimiento y la indignación: "Lo consume su propia ira. Le hace gastar tiempo y energía, mientras sigue cocinándose en sus dolorosas experiencias pasadas, lanzando maldiciones contra los que le hicieron daño y planeando cómo desquitarse" (Saber perdo­nar: cómo hacer las paces con su pasado y vivir sin rencores). Con gran claridad, la Biblia

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describe el efecto de albergar sentimientos negativos cuando afirma: "Los celos son po­dredumbre a los huesos" (Proverbios 14:30).

Además, ¿cómo puede ser feliz alguien que está lleno de odio y resentimiento? "El que piense que la venganza es dulce —comentó cierto autor— que mire la cara de quien ha vi­vido durante años sumido en el rencor."

¿Y qué se puede decir de los conflictos étni­cos y religiosos que azotan al mundo entero? ¿No es cierto que una muerte lleva a otra, y así sucesivamente, hasta que se vuelve el cuento de nunca acabar? Tomemos por caso las palabras que una mujer pronunció tras un atentado terrorista. Luego de que una bomba segara la vida de dieciocho jóvenes, ella ex­clamó llena de rabia y aflicción: "¡Debería­mos hacerle lo mismo a esa gente, pero mul­tiplicado por mil!". Por desgracia, reacciones de este tipo solo consiguen avivar las llamas de la violencia.

"Ojo por ojo" Nunca falta quien se justifique citando las

conocidas palabras bíblicas de "ojo por ojo, diente por diente" (Levítico 24:20). A simple vista, parecería que la ley de pagar "ojo por ojo" fomenta la idea de tomar represalias. Pero la ver­dad es que se estableció para fre­nar o limitar la venganza sin sentido. Veamos por qué deci­mos esto.

Si un israelita agredía a otro y le hacía perder un ojo, la Ley dictaba el debido castigo. De modo que la víctima no podía tomarse la justicia por su propia mano, atacando al agresor o a su fami­lia. La Ley, más bien, exigía que se llevara el asunto ante las autoridades correspondien­tes, es decir, los jueces. Además, esta disposi­ción detenía a todo el que quisiera atentar contra la integridad de los demás, pues era bien sabido que se le haría sufrir un daño

igual al causado por él. Pero este mandato im­plicaba mucho más.

Antes de dictar esa ley, Jehová Dios le había dicho a Moisés que diera este mandato a Is­rael: "No debes odiar a tu hermano en tu cora­zón. [...] No debes tomar venganza ni tener rencor" (Levítico 19:17,18). En efecto, debían considerar el mandato de pagar "ojo por ojo, diente por diente" dentro del contexto de toda la Ley mosaica, que Jesús sintetizó en estos dos mandamientos: "Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente" y "Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:37-40). Ahora bien, si un cristiano es víctima de una injusticia, ¿cómo debería reaccionar?

La senda de ia paz La Biblia señala que Jehová es "el Dios de la

paz", y anima a quien le sirve a que "busque la paz y siga tras ella" (Hebreos 13:20; 1 Pedro 3:11). Pero ¿de veras conviene seguir la senda de la paz?

Pensemos en el caso de Jesús, a quien sus enemigos persiguieron, es­cupieron y azotaron mientras cumplía con su ministerio en la Tierra. Por si esto fuera poco, un amigo lo traicionó y sus pro­pios seguidores lo abandona­ron (Mateo 26:48-50; 27:27-31). ¿Cómo respondió él? "Cuan­do lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio —afir­mó el apóstol Pedro—. Cuando estaba sufriendo, no se puso a

amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia." (1 Pedro 2:23.)

Este mismo apóstol explicó: "Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que si­gan sus pasos con sumo cuidado y atención" (1 Pedro 2:21). Como vemos, la Biblia insta a los cristianos a imitar a Jesucristo, incluso cuando sufran alguna injusticia. A este res­pecto, el propio Jesús declaró en el Sermón

"Tienes que amar a Jehová tu Dios

con todo tu corazón y con toda tu alma

y con toda tu mente." "Tienes que amar

a tu prójimo como a ti mismo"

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El amor "no lleva cuenta del daño" (1 Corintios 13:5)

del Monte: "Continúen amando a sus enemi­gos y orando por los que los persiguen; para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos" (Mateo 5:44, 45).

En vista de que los cristianos regimos nues­tra vida por un amor como este, ¿cómo debe­ríamos reaccionar cuando creemos que al­guien nos ha ofendido? Proverbios 19:11 indica: "La perspicacia del hombre cierta­mente retarda su cólera, y es hermosura de su parte pasar por alto la transgresión". Además, tomamos a pecho la siguiente exhortación: "No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien" (Romanos 12:21). ¡Qué diferente al espíritu que predo­mina en este mundo sediento de venganza! El amor cristiano puede ayudarnos a supe­rar las ganas de devolver mal por mal y a "pasar por alto la transgresión", pues el amor "no lleva cuenta del daño" (1 Corintios 13:5).

Ahora bien, ¿significa esto que, si somos víctimas de un delito o corremos algún peli­gro, hemos de quedarnos con los brazos cru­zados? ¡De ninguna manera! Cuando la Bi­blia nos exhorta a seguir "venciendo el mal

con el bien", no quiere decir que debamos empeñarnos en ser unos mártires. Por el con­trario, tenemos el derecho de defendernos. Si alguien nos ataca o irrumpe en nuestra propiedad, haremos bien en llamar a la poli­cía. En caso de que el peligro se presente en el trabajo o en el centro de estudios, pode­mos acudir a las autoridades correspondien­tes (Romanos 13:3, 4).

Con todo, es bueno recordar que en este mundo es muy difícil hallar verdadera justi­cia. Muchas personas han pasado toda su vida tratando de que se haga justicia, pero solo ter­minan llenas de amargura y frustración.

No hay nada que le complazca más a Sata­nás que ver un mundo dividido por el odio y la sed de venganza (1 Juan 3:7, 8). Los cristia­nos, sin embargo, preferimos seguir este con­sejo bíblico: "No se venguen, amados, sino cé­danle lugar a la ira; porque está escrito: 'Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová'" (Roma­nos 12:19). De modo que, si confiamos en Jehová, nos libraremos del rencor, la rabia y la violencia. Al dejar los asuntos en sus manos, nunca tendremos que probar el amargo sabor de la venganza (Proverbios 3:3-6).

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E L R I N C Ó N D E L J O V E N

Un milagro en Pentecostés Instrucciones: Busca un lugar donde puedas leer con tranquilidad. , Trata de visualizar la escena, imagínate las voces y los sentimientos de los personajes, y deja que el relato cobre vida. I

A N A L I Z A LA ESCENA (LEE HECHOS 2:1-21, 38-41).

Describe con tus propias palabras la escena en la que se oye "una brisa im­

petuosa y fuerte" y se derraman 'lenguas de fuego' sobre las personas

¿Qué crees que decía la gente al escuchar a los discípulos hablando en di­

ferentes idiomas?

En el versículo 13 se dice que algunas personas se estaban burlando de los

discípulos. ¿Cómo te imaginas la expresión de sus rostros?

INVESTIGA UN POCO MÁS.

¿Qué se celebraba durante la fiesta del Pentecostés? ¿Cómo crees que se

sentían las personas que estaban reunidas en Jerusalén? (Deuteronomio

16:10-12.)

¿De qué manera mostró Pedro que respetaba a quienes lo escuchaban?

¿Y qué antepasado que tenían en común mencionó? (Hechos 2:29.)

Lee Mateo 26:69-75, donde se relata lo que Pedro hizo cuando estaba en el

patio del sumo sacerdote. Piensa ahora en la manera como le habló a la

gente en Jerusalén. ¿Notas algún cambio en su actitud?

A P R O V E C H A LA INFORMACIÓN. ANOTA LO QUE APRENDISTE SOBRE...

... cómo debemos tratar a las personas a quienes les predicamos y por qué

es importante buscar puntos en común con ellas

... cómo el ejemplo de Pedro te puede ayudar a superar la timidez y el mie­

do cuando hables acerca de Jehová

¿QUÉ TE HA GUSTADO MÁS DE ESTE R E L A T O ? ¿ P O R QUÉ?

Encontrarás más información en La Atalaya del 15 de septiembre de 1996, páginas 8 y 9.

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I N C O N T A B L E S T E S O R O S

E N E L

LAGO DE NICARAGUA SITUADO en el pequeño país de Nicaragua,

se lo considera el mayor lago de Centro-américa. Probablemente también sea el único lago de agua dulce con peces de agua salada, como el tiburón, el pez espada y el sábalo real. Se cree que en un principio era una bahía abierta al océano Pacífico que luego quedó aislada debido a la actividad volcánica. Poco a poco, el agua fue perdiendo su salinidad, con lo que las especies oceánicas tuvieron que adaptarse a su nuevo habitat.

El lago de Nicaragua —localizado a unos 30 metros (100 pies) por encima del nivel del mar— tiene una longitud de 160 kilómetros (100 millas) y una anchura máxima de 70 ki­lómetros (45 millas). De las más de cuatro­cientas islas que contiene, unas trescientas se agrupan en el norte del lago, alrededor de la península de Asese. Se las conoce como las Is-letas de Granada, por estar cerca de una ciudad con ese mismo nombre.

Sin embargo, la más grande de las islas se halla en el centro del lago y se llama Ometepe. El relieve de esta isla —que mide 25 kilómetros (16 millas) de largo y 13 kilómetros (8 millas) de ancho— está formado por dos volcanes uni­dos por un istmo. Al norte sobresale el cono

perfecto del más alto de los dos, el Concep­ción, que se eleva a 1.610 metros (5.282 pies) de altura y todavía sigue activo. El otro volcán es el Maderas, que alcanza los 1.394 metros (4.573 pies) de altitud y actualmente está inac­tivo. Completamente cubierto de una densa vegetación, este volcán alberga en su cráter una laguna casi siempre oculta por la neblina.

El lago es uno de los principales atractivos de la zona. Los turistas acuden a contemplar su belleza tropical en estado salvaje y a visitar los numerosos restos arqueológicos de anti­guas civilizaciones. No obstante, estos no son los únicos tesoros del lago de Nicaragua.

Un pueblo sobre el agua Las Metas de Granada deslumhran por su

rica flora y fauna. Exóticas flores tropicales sal­pican el frondoso verde que cubre la mayor parte de estas islas volcánicas. En la costa se puede observar el diario trajín de hermosas aves acuáticas, como las pequeñas garcetas azules, los garzones grandes, las águilas pesca­doras, las aningas y los cormoranes neotropi-cales. Cerca de la selva, también pueden verse unos enormes pájaros de color castaño llama­dos oropéndolas de Montezuma. Estas aves

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cuelgan sus nidos de altísimos árboles, desde donde se mueven peligrosamente al vaivén de la brisa del lago.

En los islotes que están habitados, los hu­mildes hogares de los pescadores contrastan con las lujosas casas de veraneo de los ricos. Aparte de varias escuelas y un cementerio, también abundan los restaurantes y los bares. Todo el conjunto de islotes parece un pueblo flotando sobre el agua.

Cada mañana, un barco azul y blanco re­corre el archipiélago recogiendo a los niños para llevarlos a la escuela. Una canoa que hace las veces de tienda flotante también va de isla en isla vendiendo frutas y verduras. Es común ver a los isleños enfrascados en su rutina dia­ria: los hombres remendando sus redes, y las mujeres lavando ropa en el lago.

Los testigos de Jehová también están muy ocupados, pues visitan en bote a los isle­ños para comunicarles las buenas noticias del

Reino de Dios (Mateo 24:14). Sin embargo, uno de los mayores retos que han tenido fue encontrar un lugar donde se pudieran reunir las personas interesadas en conocer la Palabra de Dios. En su deseo de cumplir el mandato bí­blico de no dejar de reunirse, decidieron cons­truir el primer Salón del Reino flotante de Ni­caragua (Hebreos 10:25).

Un Salón del Reino flotante En noviembre de 2005 se mudó a las Metas

de Granada un matrimonio de testigos de Jehová que son evangelizadores de tiempo completo. Pocos meses después de su llegada, durante la Conmemoración anual de la muer­te de Cristo, les sorprendió agradablemente tener una asistencia de 76 isleños. De inme­diato se dieron cuenta de lo necesario que era organizar regularmente reuniones cristianas en el área. Sin embargo, como resultaba difícil encontrar un lugar de reunión apropiado, se les ocurrió la ingeniosa idea de construir un Salón del Reino flotante que pudiera remol­carse de un lugar a otro.

Aunque esta pareja nunca antes había hecho algo parecido, emprendieron la obra con entusiasmo. Su plan era construir una simple plataforma flotante con un toldo de lona. Para conseguir su objetivo, montaron el suelo de madera contrachapada sobre una do­cena de barriles de 150 litros (40 galones) lle­nos de aire comprimido y unidos entre sí

Salón del Reino flotante para celebrar reuniones bíblicas

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mediante un armazón de tubos de acero sol­dados. Entre ellos y seis personas más comple­taron la obra en un mes. Como no estaban se­guros de que esta balsa pudiera flotar, todas las noches le pedían ayuda a Dios. ¡Imagínese su alegría cuando por fin la vieron flotar!

El 10 de junio de 2006 se celebró la primera reunión en este Salón del Reino. Al día si­guiente lo remolcaron al otro extremo del archipiélago para celebrar otra reunión allí. En total asistieron 48 personas, aunque algu­nas tuvieron que caminar más de media hora por la selva para llegar. Aun así, todos estaban encantados con su nuevo lugar de adoración.

Obviamente, las reuniones en este salón son muy peculiares. Mientras el orador pro­nuncia su discurso, puede oírse de fondo el ruido del agua contra las rocas y, de vez en cuando, el grito de un mono en la lejanía. La gente se ha acostumbrado tanto a ver este salón que saludan a su paso cuando está sien­do remolcado. Allí se reúnen más de veinte personas todas las semanas para estudiar la Bi­blia y disfrutar de la compañía de otros cristia­nos. Está claro que este salón flotante es un valioso tesoro para los isleños.

La isla de Ometepe A unos 50 kilómetros (30 millas) al sur de

Granada se encuentra la isla de Ometepe. Su grandiosa belleza natural y su fértil terreno han atraído desde siempre a los pobladores. De hecho, aquí se han desenterrado los prime­ros indicios de actividades agrícolas del país. En la actualidad cuenta con una población de 42.000 personas, dedicadas en su mayor parte a la pesca y a la producción de maíz, bananos y café, entre otros cultivos. La fauna salvaje tam­bién llama la atención. Abundan las ruidosas cotorras y las grandes urracas copetonas, que al volar dejan entrever los destellos blanquia­zules de sus plumas. Pero el gran favorito de los visitantes es el mono cariblanco.

En Ometepe también hay proclamadores del mensaje bíblico. En 1966 había ocho Testi­

gos bautizados. Desde entonces, el número ha aumentado a 183, repartidos en cuatro con­gregaciones, cada una de las cuales cuenta con su propio Salón del Reino. Hoy día, 1 de cada 230 habitantes de la isla es testigo de Jehová.

De todos modos, la predicación en Omete­pe no ha dejado de tener sus dificultades. En 1980, por ejemplo, un grupo de opositores quemó el Salón del Reino de Mérida. En 1984 se construyó otro que se siguió utilizando hasta el año 2003 cuando, para alegría de los 60 miembros de la congregación local, se edi­ficó uno completamente nuevo.

En Moyogalpa se acondicionó un Salón del Reino para que se pudieran celebrar asam­bleas. En estas ocasiones se monta una plata­forma bajo un techo que hay en la parte de atrás del salón. Luego se extiende un toldo que llega hasta el final de la propiedad y debajo se colocan las filas de asientos. Aquí se reúnen periódicamente grandes grupos de Testigos lo­cales y personas interesadas de los alrededores del lago. En estas ocasiones, el lago de Nicara­gua es un sitio ideal para bautizar a los nuevos discípulos (Mateo 28:19).

¿Durarán los tesoros del lago? Es posible que a muchos les sorprenda saber

que el lago de Nicaragua, pese a su gran tama­ño, está en serio peligro. El hecho es que se en­frenta a graves problemas de contaminación, principalmente a causa de los desechos agrí­colas e industriales y de los sedimentos de áreas deforestadas.

Todavía no está claro si las medidas imple-mentadas por los propios residentes y el go­bierno podrán mejorar la situación. Pero hay algo de lo que sí podemos estar seguros. El Creador sin falta se encargará de conservar todos los tesoros de este planeta —incluidos sus resplandecientes lagos, sus hermosas islas y su espectacular fauna— para dárselos como herencia a sus siervos fieles. La Biblia promete: "Los justos mismos poseerán la tierra, y residi­rán para siempre sobre ella" (Salmo 37:29).

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Nuestros lectores quieren saber

¿ E N Q U É S E N T I D O S O N U N O J E S Ú S Y S U P A D R E ?

En Juan 10:30, Jesús dijo: "Yo y el Padre so­mos uno". Muchas personas utilizan este ver­sículo para justificar su creencia de que Jesús y el Padre forman parte de un Dios trino. Pero ¿es eso lo que Jesús quiso decir?

Echémosle un vistazo al contexto. En el ver­sículo 25, Jesús mencionó que sus obras las hacía en el nombre de su Padre. Y en los ver­sículos 27 al 29 explicó que su Padre le había encomendado el cuidado de sus "ovejas", refi­riéndose a los discípulos. Estas dos declaracio­nes carecerían de sentido si Jesús y su Padre fueran el mismo ser. En este pasaje, lo que je­sús estaba diciendo podría resumirse así: "Na­die puede quitarme mis ovejas porque nadie puede quitárselas al Padre. Como mi Padre y yo somos tan unidos, quitármelas equivaldría a quitárselas a él". Para ilustrar este punto de otro modo, imaginemos que un hijo dice: "Si alguien le hace daño a mi padre, es como si me lo estuviera haciendo a mí". ¿Verdad que nadie pensaría que son la misma persona? Más bien, sus palabras demuestran la estre­cha relación que existe entre ellos, igual que la que hay entre Jehová Dios y jesús.

Ellos también son "uno" en el sentido de que tienen los mismos objetivos, normas y va­lores. Jesús nunca quiso independizarse de Dios, a diferencia de Satanás y de nuestros primeros padres. Él mismo explicó: "El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre. Porque cualesquiera cosas que Aquel hace, estas cosas también las hace el Hijo de igual manera" (Juan 5:19; 14:10; 17:8).

Aunque Dios y jesús son muy unidos, cada uno posee una personalidad distinta. Jesús

tiene sus propios sentimientos, pensamientos y experiencias, y puede tomar decisiones por su cuenta. Aun así, decidió someterse a la voluntad de su Padre, pues él mismo declaró: "Que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42). Si Jesús no tuviera la posibili­dad de tomar decisiones diferentes a las de su Padre, estas palabras no tendrían sentido. Además, si fueran realmente el mismo ser, indistinguible el uno del otro, ¿por qué le oró jesús a Dios? ¿Y por qué admitió humilde­mente que había cosas que él no sabía, pero su Padre sí? (Mateo 24:36.)

En muchas religiones se rinde culto a dioses que luchan entre sí, pese a ser miembros de la misma familia. Por ejemplo, en la mitología griega, Cronos derrocó a su padre, Urano, y devoró a sus propios hijos. ¡Qué diferente es la relación que Jehová tiene con su Hijo! Entre ellos hay verdadera unidad y amor. Sin duda alguna, saber esto nos motiva a quererlos más. Jesús también habló de la posibilidad de estrechar nuestro vínculo con ellos cuando oró a favor de sus discípulos: "Hago peti­ción [...] para que todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, que ellos también es­tén en unión con nosotros" (Juan 17:20, 21). ¡Qué privilegio poder estar en unión con los dos seres más importantes de todo el uni­verso!

Tal como hemos visto, cuando jesús decla­ró que él y su Padre eran uno, no estaba di­ciendo que fueran parte de una misteriosa Trinidad. Más bien, estaba describiendo la profunda relación que tiene con Dios, la más estrecha que puede existir.

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G R A D U A C I Ó N D E L A C L A S E 1 2 6 D E L A E S C U E L A D E G A L A A D

CÓMO SER UN BUEN MISIONERO

EL SÁBADO 14 de marzo de 2009, una animada multitud se reunió en el Centro Educativo de

la Watchtower en Patterson (Nueva York) para ce­lebrar un importante acontecimiento: la gradua­ción de la clase 126 de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Poco después, los estudiantes partirían hacia veintidós países con el objetivo de predicar el Reino de Dios (Mateo 24:14).

La ocasión puso punto final a un curso bíblico intensivo de cinco meses, durante el cual se prepa­ró a los participantes para que sean excelentes mi­sioneros cristianos. También fue la última vez que los graduados escucharon juntos sabias recomen­daciones que les ayudarían a lograr este objetivo.

El presidente del programa, Anthony Morris —miembro del Cuerpo Gobernante, la junta di­rectiva de los testigos de Jehová— explicó que la Escuela de Galaad comenzó a formar misioneros en 1943. Desde entonces, el trabajo que estos mi­sioneros han realizado ha tenido un gran impacto en la predicación mundial.

En el siglo primero, muchos escribas y fariseos se vieron obligados a reconocer que, aunque los apóstoles eran "gente sin estudios ni prepara­ción", hablaban con franqueza y valor gracias a lo que habían aprendido de Jesús (Hechos 4:13, Nue­va Versión Internacional). Igualmente hoy, los es­tudiantes de Galaad están preparados para predi­car con franqueza y valentía gracias a la guía que han recibido.

A continuación, Robert Ciranko —uno de los ayudantes del Comité de Redacción del Cuerpo Gobernante— dio un discurso titulado "No sean aceptadores de rostros". Explicó a los estudiantes que pronto convivirían con personas de culturas y costumbres muy diferentes a las suyas. Pero nada de eso impediría que les predicaran si adoptaban la actitud de Dios. Él no discrimina a nadie, pues

como indica Hechos 10:34, "Dios no es parcial", o traducido al pie de la letra, "no es aceptador de rostros". El hermano Ciranko dio la siguiente re­comendación: "Deben adoptar la actitud de Jeho­vá y esforzarse por ver a todas las personas del territorio como gente que pueda ser del agrado de Dios" (Hechos 10:35). Y luego añadió: "Solo así tendrán éxito en su labor de misioneros".

"Ya tienen lo que se necesita" Al comienzo de su discurso, Samuel Herd

—otro miembro del Cuerpo Gobernante— dijo: "Aunque algunas personas consideran que el ca­mello es un animal feo, lo cierto es que está per­fectamente adaptado a la vida en el desierto". Los graduados también están preparados para adap­tarse a su nuevo territorio, pues cuentan con cin­co características indispensables para lograrlo:

1. Amor a Jehová (Mateo 22:37, 38). Los estu­diantes ya han demostrado que están resueltos a obedecer a Dios.

2. Una buena reserva de conocimientos bíblicos. Aunque los camellos tienen grandes reservas de nutrientes almacenados en forma de grasa en sus jorobas, no dejan de comer. Los misioneros tam­bién deben seguir alimentándose en sentido espi­ritual, y no pensar que tienen suficiente con lo que aprendieron en la Escuela de Galaad.

3. Amor al prójimo (Mateo 22:39). Los estudian­tes ya han dado prueba de que sienten compasión por otros.

4. Una buena actitud (Salmo 110:3). Pueden confiar en que, cuando se sientan agotados, Dios les dará fuerzas para seguir adelante (Isaías 40:29).

5. Vigor juvenil. Habrá ocasiones en que los mi­sioneros, como el camello que lleva su carga a tra­vés del desierto, tendrán que "cargar" a un com­pañero cristiano que necesite ayuda espiritual.

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Aunque esto requiere mucha energía, los misione­ros cuentan con las fuerzas que da la juventud.

Otros aspectos interesantes del programa

Uno de los instructores de Galaad, Michael Bur-nett, comentó que las almendras son muy nutriti­vas pese a su pequeño tamaño. Por eso, Jacob se las obsequió a cierto gobernante egipcio jun­to con otros productos selectos (Génesis 43:11). Igual de valiosas y nutritivas que las almendras son las lecciones que los nuevos misioneros reci­bieron durante las clases de Galaad. Luego les re­comendó que siempre las tuvieran en cuenta. Y entonces mencionó algunas, como la de apren­der a estar satisfechos con lo que Jehová da y a amar su nuevo hogar.

Otro de los instructores, Mark Noumair, com­paró la Palabra de Dios a "una bolsa llena de sabi­duría" (Job 28:18). Animó a los estudiantes a abrir esta bolsa y buscar en ella lo que necesiten para su­perar sus desaños. Por ejemplo, si el servicio mi­sional no resulta ser lo que esperaban, podrían re­pasar el ejemplo del apóstol Pablo. Tomemos por caso cuando los discípulos de Jesús lo enviaron a su ciudad natal, donde vivió durante nueve años. Lejos de pensar que, por ser un "vaso escogido", merecía servir en algún otro lugar, Pablo siempre se esforzó por llevar a cabo fielmente su ministe­rio dondequiera que estuvo (Hechos 9:15, 28-30). Otro desafío puede ser respetar las decisiones de Jehová. En este sentido, Jonatán fue un buen ejemplo. En vez de rebelarse contra la elección de Dios de hacer rey a David, él se sintió orgulloso de poder apoyarlo.

En una sección titulada "Los siervos de Dios ha­blan con valor", los estudiantes escenificaron di­

versas experiencias que tuvieron en la predicación mientras duró el curso. Muchos de ellos encontra­ron personas interesadas en estudiar la Biblia. En la siguiente intervención, "Preparados por la organización de Jehová", se entrevistó a tres expe­rimentados misioneros. Cada uno de ellos explicó cómo la preparación recibida en Galaad le ayudó a colaborar con la organización de Dios.

"Sean misioneros felices" Otro miembro del Cuerpo Gobernante, Gerrit

Lósch, fue el encargado de pronunciar el discurso central del programa: "Sean misioneros felices". El hermano Lósch explicó que divertirse no es lo mismo que ser feliz (Proverbios 14:13; Eclesiastés 2:10, 11). Lo que produce verdadera felicidad es hacer la voluntad de Dios, aunque no siempre re­sulte fácil. Durante las clases, los estudiantes trabajaron duro, pero esto les produjo mucha sa­tisfacción.

¿Por qué son felices los cristianos? Para empe­zar, porque adoran al Dios feliz (Salmo 33:12; 1 Ti­moteo 1:11). Además, ahora viven en un paraíso espiritual, y la Biblia promete que en el futuro vi­virán en una Tierra paradisíaca. También conocen el propósito de la vida: servir a Dios y alabarlo. Y sobre todo, saben que Jehová y Jesús los aman.

"Serán misioneros felices —dijo el hermano Lósch— si aprenden a estar satisfechos con lo que tienen." Otro ingrediente esencial para ser felices es amar y ser amado. Así que, en vez de dar excesi­va importancia a las faltas menores de otros, lo más conveniente es pasarlas por alto con amor. Hay que hacer el bien a los demás, ayudar a los débiles y animar a oños contándoles buenas expe­riencias (Salmo 41:1, 2; Hechos 20:35). Uno es fe­liz cuando se esfuerza por predicar (Lucas 11:28).

DATOS DE LA CLASE Cantidad de países representados: 6 • Cantidad de países adonde van: 22

Cantidad de estudiantes: 56 • Cantidad de matrimonios: 28 • Promedio de edad: 32,8 Promedio de años en la verdad: 17,9 • Promedio de años en el servicio de tiempo completo: 13,5

PAÍSES DE DESTINO Los graduados fueron asignados a Benín, Bolivia, Bulgaria, Burkina Faso, Camerún,

Costa Rica, Ghana, Guatemala, Honduras, Kenia, Liberia, Madagascar, Mozambique, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Rumania, Sierra Leona, Sudáfrica, Togo y Uganda.

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Clase 126 de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower Las filas están numeradas desde el frente hacia atrás, y los nombres aparecen de izquierda a derecha. 1) Kirchhoff, K.; Nichols, C; Guzmán, Y.; Coil, H.; Becker, O.; De Simone, A. 2) Manzanares, A.; Bouvier, E.; Peddle, J.; Masón, H.; Braz, J. 3) Lee, ).; Forte, A.; Boucher, T.; Marsh, A.; Leighton, S.; Clover, M. 4) Kambach, H.; Jones, T.; Ferreira, A.; Morales, J.; Chicas, S.; Davis, B.; Dormanen, E. 5) Dormanen, B.; Nichols, J.; Pacho, T.; Titmas, L; Bouvier, E.; Kirchhoff, A. 6) Leighton, G.; Pacho, A.; Van Campen, B.; Manzanares, A.; Rivard, A.; Lee, Y.;Titmas, L. 7) Boucher, M.; Coil, K.; Marsh, C; Guzmán, j . ; Jones, W.; Kambach, J. 8) Glover, A.; Ferreira, G.; Masón, E.; Forte, D.; Davis, N.; Chicas, O.; Rivard, Y. 9) Braz, D.; Van Campen, D.; Morales, A.; De Simone, M.; Becker, M.; Peddle, D.

El hermano Lósch concluyó con la siguiente re­comendación: "Sigan adelante, felices en su labor de misioneros. Pueden dedicar un tiempo razo­nable a divertirse, pero concéntrense en alabar al Dios feliz, Jehová, y en hacer felices a los de­más".

Tras leer los saludos enviados desde numerosos países, Anthony Morris —el presidente del progra­ma— entregó los diplomas a los estudiantes. Acto seguido, uno de los graduados leyó en representa­ción de la clase una carta de agradecimiento al

Cuerpo Gobernante por la instrucción recibida en la Escuela de Galaad.

En su conclusión, el hermano Morris dijo que las "coyunturas y ligamentos" del cuerpo hu­mano son comparables a los diversos medios y programas con los que "el esclavo fiel y discreto" guía y alimenta en sentido espiritual al pueblo de Dios (Colosenses 2:18,19; Mateo 24:45) . Así pues, si los graduados cooperan con los representantes de Dios, serán muy buenos misioneros (2 Timo­teo 4:5).

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• ¿Bendice Dios con riquezas a quienes le son fieles?

(Página 4)

• ¿Compra el dinero la felicidad? (Página 9)

• ¿Por qué debería importarle saber si Adán y Eva

existieron realmente? (Página 12)

• ¿Diría usted que la venganza es dulce? (Página 20)

• ¿Qué tesoros esconde el lago más grande

de Centroamérica? (Página 25)

Aun en este mundo turbulento, el conocimiento bíblico exacto acerca de Dios, su Reino y su maravilloso propósito para la humanidad puede hacerle feliz. Si desea más información o recibir en su hogar clases bíblicas gratuitas, escriba a Testigos Cristianos de Jehová, Apartado 132, 28850 Torrejón de Ardoz (Ma­drid), o a la dirección que corresponda de la página 4.

www.watchtower.org

¿ A C E P T A R Í A U S T E D U N A V I S I T A ?