10
La Arquitectura Revolucionaria. Llamamos arquitectos de la Revolución Francesa a aquellos que participaron activamente en el proceso de reorientación que se aparta del atractivo visual para centrarse en el “carácter” y la “naturalidad”. Los edificios ya no tienen que parecer cuadros sino que tienen que transmitir una ética o estimular los sentimientos. Dentro de este proceso de reorientación encontramos arquitectos eclécticos o revivalistas (que buscan su inspiración en Egipto, la Antigüedad Clásica y la Edad Media), románticos que buscan crear una atmósfera y emplean dimensiones exageradas con audaces efectos de iluminación, racionalistas que buscan las reglas básicas (aspirando a la sensatez y coherencia y propagando las formas elementales) y arquitectos reformistas que buscan establecer un nuevo orden de las partes integrantes. Todos ellos, sin embargo, buscan descubrir nuevos medios de expresión. Boullée, por ejemplo, fue racionalista y romántico mientras que Ledoux hablaba todos los lenguajes revolucionarios. Pese a que encontramos características concretas en cada uno de los arquitectos de la Revolución, éstos presentan ciertos rasgos comunes: Rechazan el uso disciplinado de los elementos tectónicos. Emplean la simetría. Tienen un gusto lúgubre por las paredes blancas con las ventanas bloqueadas; dan énfasis a la estructura muraria. Explotan los efectos teatrales de las masas esféricas, piramidales y cúbicas. Emplean como sistemas compositivos la yuxtaposición y la interpenetración de volúmenes puros. En ocasiones conciben el edificio como una forma simbólica. Aparece un aumento de los efectos artificiales de paralaje, lo que impulsa el uso de la columna exenta. La subjetividad está completamente implantada y entienden la arquitectura como el arte de concebir, no de construir (como decía Vitruvio). Se apartan de la ornamentación superflua, empleando una sencillez casi griega, y utilizan motivos que aparecen en

La Arquitectura Revolucionaria

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: La Arquitectura Revolucionaria

La Arquitectura Revolucionaria.

Llamamos arquitectos de la Revolución Francesa a aquellos que participaron activamente en el proceso de reorientación que se aparta del atractivo visual para centrarse en el “carácter” y la “naturalidad”. Los edificios ya no tienen que parecer cuadros sino que tienen que transmitir una ética o estimular los sentimientos.

Dentro de este proceso de reorientación encontramos arquitectos eclécticos o revivalistas (que buscan su inspiración en Egipto, la Antigüedad Clásica y la Edad Media), románticos que buscan crear una atmósfera y emplean dimensiones exageradas con audaces efectos de iluminación, racionalistas que buscan las reglas básicas (aspirando a la sensatez y coherencia y propagando las formas elementales) y arquitectos reformistas que buscan establecer un nuevo orden de las partes integrantes. Todos ellos, sin embargo, buscan descubrir nuevos medios de expresión. Boullée, por ejemplo, fue racionalista y romántico mientras que Ledoux hablaba todos los lenguajes revolucionarios.

Pese a que encontramos características concretas en cada uno de los arquitectos de la Revolución, éstos presentan ciertos rasgos comunes: Rechazan el uso disciplinado de los elementos tectónicos. Emplean la simetría. Tienen un gusto lúgubre por las paredes blancas con las ventanas bloqueadas; dan énfasis a la estructura muraria. Explotan los efectos teatrales de las masas esféricas, piramidales y cúbicas. Emplean como sistemas compositivos la yuxtaposición y la interpenetración de volúmenes puros. En ocasiones conciben el edificio como una forma simbólica. Aparece un aumento de los efectos artificiales de paralaje, lo que impulsa el uso de la columna exenta. La subjetividad está completamente implantada y entienden la arquitectura como el arte de concebir, no de construir (como decía Vitruvio). Se apartan de la ornamentación superflua, empleando una sencillez casi griega, y utilizan motivos que aparecen en diferentes lugares de un mismo edificio o en edificios de un mismo grupo respondiéndose mutuamente, pero conservando su independencia (lo que sugiere unidad pero sin necesidad de vínculos explícitos como órdenes gigantes). También utilizan el principio de compensación, explotando las grandes posibilidades de la composición desequilibrada. Muestran especial predilección por los contrastes de luz y sombra, y los efectos derivados de los salientes, los entrantes y los perfiles variados (de ahí el gusto por formas como la piramidal y la esférica, que permiten grandes contrastes lumínicos, y por el uso de la columna exenta, que permite tamizar la luz). Este gusto por la penumbra unido a la monumentalidad de muchas de sus obras nos conduce al concepto de lo sublime, muy importante dentro de la arquitectura revolucionaria.

Page 2: La Arquitectura Revolucionaria

Entre los arquitectos revolucionarios destacan sobre el resto Etienne-Louis Boullée y Claude-Nicolas Ledoux.

Boullée sobresale especialmente por los dibujos que legó. Realizados durante las últimas décadas del s XVIII, revelan sus objetivos artísticos y demuestran su talento. Los pocos edificios que construyó difieren muy poco de las casas neoclásicas del momento sin embargo. A pesar de que encontramos vestigios neoclásicos en sus dibujos, éstos se distinguen por la audacia con la que maneja las formas convencionales y por su habilidad para conseguir combinaciones nuevas de elementos viejos. A Boullée le importaba poco el refinamiento y sabía perfectamente como librarse de los modelos helénicos, creando diseños más vigorosos, imponentes y originales que los de las estructuras romanas y su grandilocuente imitación de los patrones griegos. Incluso cuando emplea elementos antiguos se muestra como un artista original pues, por ejemplo, sus Arcos de Triunfo son completamente independientes de los modelos clásicos e impresionan por la originalidad de sus formas. Agrupa los elementos individuales en unidades mayores fuera de las cuales tendrían escasa significación. Boullée no destaca por un interés excesivo en el funcionalismo y es consciente de que la forma debe ser el fin último del arquitecto como artista.

Experimentó de forma acertada con las formas geométricas elementales y plasmó los principios compositivos modernos con igual acierto: la yuxtaposición de elementos equivalentes aparece en sus puertas de ciudad; la antítesis violenta en la fachada de la biblioteca, por ejemplo (con un globo gigantesco de los atlantes que se contrapone al muro desnudo). Su mayor preocupación radicó siempre en el conjunto, no en los detalles y deseaba por encima de todo crear en la más absoluta libertad.

Ledoux fue un precursor tanto en el terreno de la tradición como en las nuevas regiones que exploraron los arquitectos de la Revolución. En sus obras se codean los elementos clásicos y los barrocos con rasgos que sólo en la actualidad son corrientes. No se limitaba a copiar (ni siquiera cuando empleaba detalles convencionales) sino que combinaba los elementos de un nuevo modo y a menudo los alteraba. Presentaba masas cúbicas, muros desnudos con huecos sin enmarcar, cubiertas planas, esquemas compositivos nuevos… augurando la arquitectura futura. Se trataba, pues, de un arquitecto progresista y cuyas obras no eran meros caprichos sino frutos de un movimiento general e importante.

Al igual que ocurre con Boullée, muchos de sus edificios construidos no difieren demasiado de las estructuras levantadas por sus contemporáneos. Y muestran motivos familiares del neoclásico. Las ideas básicas de unidad, equilibrio perfecto y diferenciación en partes dominantes y subordinadas están claramente plasmadas. Sin embargo, no era mu aficionado a los elementos tomados de la

Page 3: La Arquitectura Revolucionaria

Antigüedad: en la perspectiva de su ciudad ideal no observamos solo ciertas desviaciones de las formas clásicas convencionales sino que el palacio de justicia, los baños públicos y la rectoral demuestran su esfuerzo por alcanzar nuevos esquemas compositivos. Siempre se mostró reacio a la copia literal: en sus Barrières, por ejemplo modifica las formas antiguas de muchas maneras y muestran un tratamiento enérgico de la piedra, la variedad de sus formas y la grandeza de su concepción. En algunas (como en la Barrière de la Santé) incluso desaparecen casi por completo las reminiscencias clásicas. Ledoux anuncaia el nuevo individualismo y la nueva autosuficiencia que empieza ya a desplazar las contradictorias tendencias barrocas de la coherencia y la expansión y encontramos en él un partidario de la doctrina funcionalista aunque sólo en el sentido teórico y no en cuanto a su práctica ya que la creación de configuraciones formales (consciente o inconscientemente) es la intención de todo artista.

Boullée; obras:

La Biblioteca Real.Su situación en el entorno urbano resalta algunas de las actitudes

de Boullée concernientes a la ciudad. Incluye dos puntos fuertes: una serie de fachadas y un espacio interior simple y bello en su forma y su función. Pese a que los edificios estaban construidos alrededor de un largo patio rectangular con otros fines que no convenía para las necesidades del servicio Boullée decide conservarlos en ese estado y transformar el patio. Lo protege con una bóveda de cañón calada en la cima para dejar filtrar una luz cenital cuya difusión inunda un “anfiteatro lleno de libros”, intentando volver a la simplicidad y la evidencia: puebla el espacio como Rafael en la Escuela de Atenas pero, contra sus gustos y a la inversa que el cuadro de Rafael, debe detener verticalmente su espacio. Cambia numerosas veces de solución: el pórtico huye o lo deja desnudo, lo llega incluso a detener dejándole la proporción del modelado de la cornisa. Este pórtico está constituido por columnas jónicas en el que las volutas de los capiteles recuerdan el papel enrollado de los pergaminos.

Page 4: La Arquitectura Revolucionaria

El funcionamiento está detallado y el proyecto constituye un logro

espectacular y no muy caro. Mediante dos imágenes poderosas da unidad a los edificios antiguos: la fachada de los Atlas y el espacio interior se corresponden (una misma originalidad en relación al contexto y un mismo lenguaje). Así el proyecto se autonomiza al liberarse de lo urbano convencional, rechazando la columnata-arcada como respuesta a la calle. La fachada está sometida al espacio interior predominante que se ilumina cenitalmente, sin la calle. No se niega a la calle sino que se la traslada al interior del edificio.

El Palacio Municipal.Dice de él que es el más teórico de sus proyectos. Con ello nos da

a entender un importante dato geométrico de su proyecto arquitectónico, un indicio de su relación con el contexto.

El juego entre un cuadrado y un círculo inscrito es una de sus contantes formales: el cuadrado habla del contexto, el círculo de la interioridad. En la biblioteca pública, el semicírculo de la entrada capta el eje de la plaza Vendôme y lo guía hacia su interioridad pero este proyecto funciona sólo en su contexto urbano mientras que en el Palacio Municipal es al contrario: el cuadrado delimita sin equívoco la dualidad dentro/fuera, las fachadas llenas refuerzan esta oposición y la visión que se tiene de él desde la calle acentúa este rechazo de un diálogo convencional con el exterior, lo que acrecienta la idea de interioridad. El círculo central desarrolla entonces su superficie y contiene la función simbólicamente más importante del programa: la sala de asamblea. Finalmente, en el

Page 5: La Arquitectura Revolucionaria

palacio no hay ningún contexto coercitivo: el cuadrado se convierte de respuesta al contexto en contexto mismo, delimita el plano. Sólo el interior importa. El círculo crece y se convierte en tangente al cuadrado de la sala de la asamblea. La geometría de Boullée al inscribir este círculo en el cuadrado se cierra sobre sí misma, el cuadrado se refiere así irremediablemente a su centro.

Ledoux; obras:

Salinas de Chaux.

El primer proyecto que propone Ledoux consta de una planta cuadrada dentro de las plantas tradicionales cuya única novedad es la de incluir en un mismo espacio toda una pluralidad de funciones, pretendiendo cierta autosuficiencia. En la parte superior encontramos los hornos y las cubetas mientras que en la inferior la iglesia y la panadería. Conectando ambas partes pabellones con las viviendas para los obreros que funcionan casi a modo de pabellón de la ciudad jardín. Cuatro crujías diagonales economizan el tiempo de los obreros y funcionan formalmente como estoas con centenares de columnas. Este primer proyecto obtiene un rechazo absoluto por parte del rey por dos motivos: el rimero es el uso indiscriminado de la columna que la monarquía veía como un elemento ennoblecedor que no debía formar parte de una

Page 6: La Arquitectura Revolucionaria

construcción fabril (pese a haber sido defendido su uso en espacios de trabajo ya por Blondel). El segundo es la situación de la iglesia a un lado y no en una posición predominante.

Su segundo proyecto plantea una planta central circular con dos grandes ejes en cruz ortogonal que otorgan gran ventilación. La entrada se produce a través de columnas en un orden dórico tosco, similar al de Paestum, como si de unos grandes propileos se tratasen. En esta entrada se esculpe una representación de la roca de la que se extrae la sal, formando parte de la “arquitectura parlante”. A ambos lados del pórtico sitúa las oficinas y el resto de edificios administrativos. En el eje central y en el centro del círculo coloca la casa del director que se identifica con cierto carácter simbólico de mando y a la vez con el concepto de “panaóptico” (poder vigilar el espacio entorno a ella). A los lados se colocan los hangares y, alrededor, pabellones que serán las viviendas de los obreros.

El proyecto final será de planta semicircular, pensando en la idea del teatro. La entrada se realiza a través de los propileos con espacios funcionales administrativos a los lados. La casa del director incorpora la yuxtaposición y la interpenetración de volúmenes, marca los contrastes y subraya la geometría, de formas puras, pero con elementos de la tradición que Ledoux modifica: columnas fajeadas, el elemento palladiano de la parte superior…

Barrières.

Page 7: La Arquitectura Revolucionaria

De las 50 barrières que realmente construyó (1785-89) en los cuatro años que preceden la Revolución francesa, sólo cuatro sobreviven, incluida la famosa Barrière del la Villette. En las barrières Ledoux centró su interés hasta lo máximo en formas geométricas colosales, formando rotondas, templos griegos, pórticos y ábsides abovedados con albañilería rústica y columnas dóricas. Estaban destinadas a albergar en su interior un habitáculo para el cuerpo de guardia y una brigada. Son proyectos que combinará y con los que jugará, constituyendo todo un “laboratorio de arquitectura” con elementos de los libros de Serlio (el empleo de la columna fajeada…) y de la villa palladiana (de las que toma, entre otras cosas, elementos de la rotonda y el arco palladiano). Alude a la tradición pero en ningún caso plantea una mímesis. Reduce el orden a simple geometría, lo abstrae, y otorga fuerza y rotundidad al muro y la pared. Juega con la interpenetración de volúmenes (cilindros que se intersecan con prísmas, etc) y con la yuxtaposición de pórticos a los primas puros. El muro adquiere gran expresividad gracias al fajeado, al tratamiento rústico y a la ausencia de molduras y relieves en los huecos.

Bibliografía:

Kauffmann, E. La Arquitectura de la Ilustración. Edc. Gustavo GiliKaufmann, E. Tres Arquitectos Revolucionarios: Boullée, Ledoux y Lequeu. Edc. Gustavo GiliMadec, Philippe. Boullée. Edc. Akal ArquitectosVidler, Anthony. Ledoux. Edc. Akal ArquitectosCollins, Peter. Los ideales de la arquitectura moderna. Su evolución (1750-1950). Edc. Gustavo Gili.

Page 8: La Arquitectura Revolucionaria

Jose Adrián Rico Blancoexp_10341