La analogía tradicional (Parte 4ª)

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  • 7/30/2019 La analoga tradicional (Parte 4)

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    La analoga tradicional

    (Parte 4)

    Oscar Freire

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    Escuchad una cosa maravillosa! Ya que Dios transforma en l

    cosas de tan poco valor, qu creis entonces que har al alma

    a la que ha honrado con la imagen de S mismo?

    Maestro Eckhart

    Llegados a esta porcin en el desarrollo de nuestro comentario, conviene

    ir intercalando alguna recapitulacin a modo ampliatorio y en una

    frecuencia de ciertos trminos [1] a los efectos de tomar en cuenta

    algunas cuestiones que intentbamos sugerir, no solamente respecto de

    aquellos aspectos concernientes a la naturaleza de la mentalidad

    simblica y de ciertas caractersticas que relacionan la analoga con el

    simbolismo y particularmente con el lenguaje, sino tambin confirmar que

    dichas caractersticas (a ejemplo de una comunicacin lingstica como esel caso) necesariamente deben darse a partir de un basamento natural [2]

    como decamos (y no dentro de un arbitrio o convencin) ya que, en su

    orden [3], las cosas son propia y correctamente nombradas: Sed

    quoniam voces non significant nisi res[4]. Es decir, entendiendo al

    trmino significantcomo rectitudo cognitionis[5] (cuando se conoce a la

    cosa tal como es)o el nexo de conformidad entre la palabra y la cosa,

    requiriendo adems, y evidentemente, aquello denominado como la

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    verdad de la cosa (rectitudo rei) en tanto comprendida en su idea o

    arquetipo.

    Las palabras son las cosas

    Es decir, en tanto la verdad de la naturaleza y al proceder el lenguaje de

    la misma, debe revelar ntegramente a la cosa, y por otro lado, a mostrar

    su regularidad y expresar su rtmica por lo cual se hace posible vislumbrar

    la ndole de la analoga, su verdadera condicin (como actividad en el

    hablante) y su cualidad area[6], adems de la respectiva accin

    analgica. As, se podr observar, que dicha accin analgica no hace

    ms que implicar la unidad de accin [7] revelada en la siguiente

    mxima tradicional: las palabras son las cosas[8]

    Es ms, esto mismo de que las palabras son las cosasno slo confirma

    lo que (bajo diversas expresiones) hemos aludido en otras anotaciones,sino tambin (por la mimesis implicada) nos demuestra a la analoga

    misma como inherente a las cosas, ya que el nombre es al objeto lo que

    la intencin es a la accin, y por lo cual se revela su verdadero status

    dentro del simbolismo tradicional.

    Evidentemente, la ausencia de la verdadera analoga produce las

    confusiones sobre la realidad originadas en un mal empleo de los nombres

    (o falso nombramiento) [9] donde, entre el significado original de ciertas

    nociones relacionadas, podramos destacar a la antigua palabra solecismo

    (Del lat. soloecismus, y este del gr. o trastrocamiento de

    las formas existentes, como para expresar la idea de una (ms que grave)

    transgresin, la cual ha sido duramente confirmada por San Agustn:

    solecismo es cosa ms grave que un pecado mortal(Conf., I, 8) [10].

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    Por otro lado, mediante las relaciones fundamentales ya citadas, es

    posible corroborar que el lenguaje natural ya ha devenido comportando

    una cualidad metafsica [11]. Evidentemente, si la razn de ser del

    lenguaje natural es la transposicin a un contexto mximo (por estar

    preado de metafsica) entonces, este debe ser su realidad ante el cual

    dicho lenguaje, como tal y en carcter de soporte, debe ser

    necesariamente superado, ya que el sentido de todo lenguaje natural

    depende del sentido metafsico [12] (nico y total)an en sus propios

    caracteres, diversas tendencias o distintos idiomas.

    Unidad del Verbo y unidad de manifestacin

    Ntese, que esta cuestin sufraga anlogamente la doctrina del Verbo

    divino en tanto continente de las ideas (y/o formas) de las cosas y en

    cuanto la procedencia en manifestacin de las mismas. Es decir, el

    conjunto de las cosas sensibles y no sensibles procedentes de las causas

    primeras; y, por lo cual, el mundo no se distingue realmente del Verbodivino. Esto es, por ejemplo, lo que conduce segn J. E. Eriugena:

    a reconocer que en el Verbo subsisten no slo las causas primeras, sino

    tambin sus efectos; y as se hallan tambin en l espacio, tiempo y

    sustancia; gnero, especie y especialsimas con todas sus cualidades

    naturales(De div. Nat.).

    En otras palabras, esto mismo, adems refrenda la frmula universal

    extendida en todas las tradiciones ortodoxas respecto a que: La misma

    Unidad es manifestada por s y por s se manifiesta. As, la aparente

    paradoja que concilia manifestacin y eternidad se resuelve no partiendo

    de un tratamiento de dos partes diversas, sino de dos modos de concebir,

    ya sea por principio o por fin (en su causa intelectual o en sus causados en

    manifestacin) la misma y nica Realidad.

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    En una semejanza y no en una semejanza

    Asimismo, podramos citar otro pasaje fundamental de Juan Escoto en elcual se resume eficazmente su doctrina mediante la aplicacin de la

    analoga inversa donde subyace alusivamente la superesencialidadde

    Dios. Esto es, afirmar y negar simultneamente que Dios sea esencia [13]:

    Dios est sobre todas las cosas y en todas; slo El es la esencia de todas

    las cosas porque El slo es; y an siendo todo en todo, no cesa de ser todo

    fuera de todas. El es todo en el mundo, todo alrededor del mundo, todo en

    la criatura sensible, todo en la criatura inteligible est en todo el

    universo, est en las partes de este, porque el mismo es todo y parte, y no

    es ni todo ni parte.

    Ahora bien, ya estamos en condiciones de vislumbrar, al menos con

    mediana suficiencia, la nocin de sentido inverso como inherente a

    lenguaje y a las cosas (si se quiere a las propiedades naturales) puesto que

    el orden afirmativo y/o el origen substancial al integrarse a un continuohelicoidal (segn la referencia geomtrica del punto de vista tradicional)

    necesariamente deben superarse, por transposicin de lo primero y/o por

    reabsorcin a la cualidad esencial de lo segundo [14],entendiendo, como

    decamos, la relacin de-semejante entre un nico principio y dos

    aspectados, es decir, en una semejanza y no en una semejanzaal decir

    de A. K. Coomaraswamy traduciendo la respectiva nocin sanscrita

    (mrtam cmrtam ca).

    Notas

    [1] Bajo el ttulo de La analoga tradicional consta, en una serie de consideraciones

    (de veinte partes), la notabilsima coincidencia (correspondiente al ncleo intelectual

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    de la cuestin) entre varias tradiciones y, por ende, entre los ms diversos autores

    tradicionales, oportunamente mencionados y citados.

    [2] Vase nuestro apunte sobre Dante y la lengua vulgar.

    [3] Es decir, al mismo tiempo que tomado en cuenta como uno de los extremos en la

    concepcin axial de todo contexto tradicional.

    [4] Pero, puesto que las palabras no significan sino cosasSan Anselmo de

    Canterbury (G, XVII, 162, 25s).

    [5] Idem.

    [6] Un buen ejemplo que podramos citar respecto de esta cualidad areay sobre la

    accin analgica, concierne a las concordancias de Nigidio (s. I a. J.C.) quien

    mencionaba la relacin natural del trmino vos, no solamente para referirse a la

    palabra, sino tambin a la designacin universal de la segunda persona, y/o cuando el

    interlocutor recibe el soplo expiratorio en su pronunciamiento.Esto mismo, dentro del

    simbolismo tradicional, guarda estrechas relaciones con aquello que se implica de la

    sugerencia o con aquello conocido como induccin (uno de los tantos nombres

    eventuales con el que antiguamente se llamaba a la analoga) siempre y cuando nos

    mantengamos al margen de las mltiples interpretaciones analtico-lingsticas y

    respetemos sus sentidos tradicionales; p. ej, aquellos empleados por Platn dados en

    la voz gr. (epagoge) discernida de los verbos y(con

    respecto a inducir,conducir a odirigir hacia).

    [7] Por ende, no refirindose a las actividades aparentemente diversificadas segn las

    personas y objetos, sino reconocindola en aquello denominado como esencias

    elementales a partir de las cuales es posible alcanzar aquel grado en que slo se

    admite una realidad nica y que no se multiplica con el nmero de tales.

    [8] Obviamente, esto mismo se halla involucrado en la doctrina universal del Logos.Por otro lado, se devela la alusin sobre la condicin deverbativa del lenguaje

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    respecto de una simplsima voz; y, asimismo, el origen de la manifestacin a partir del

    sonido primordial. Desde el punto de vista geomtrico, el tema comprende el

    despliegue de rectas, planos y volmenes a partir del punto inicial. Lgicamente, se

    desprende que tanto cualidades, cantidades y figuras, como colores, magnitudes y

    sucesivos deben necesariamente presentar la exigencia de un principio esencial einmutable. No otra cosa se expresa de las doctrinas tradicionales; p. ej., Gregorio de

    Niza, en consonancia con la ortodoxia de la Patrstica cristiana afirmaba la pura

    inteligibilidad del mundo corpreo, es decir, a un entretejido de cualidades inteligibles

    en si mismas y esenciales en su fundamento, cuales parten de un sentido tradicional

    objetivo, y no de una interpretacin subjetiva e idealista (De hom. Opif., 23-24).

    [9] Una de las tantas evidencias que responden a la imposibilidad de traduccin de

    una lengua tradicional a un idioma de convencin, precisamente, por ser la primera

    considerada como un organismo vivo que refleja el orden de la naturaleza en su

    realidad objetiva, es decir, en su verdad, y como nico soporte vlido donde puede

    hallarse, consecuentemente, su subsistencia en la idea.

    [10] Se comprender, de esta misma consideracin, la distancia habiente entre las

    aplicaciones retrico gramaticales (de las corrientes literarias contemporneas) y el

    modo tradicional expresado por San Agustn, para quien no haba escisin entre la

    palabra y la cosa.

    [11] Indudablemente, esta es una de esas cuestiones que va ms all de la mera

    resonancia de las palabras, y no se deja simplificar ni malversar fcilmente, por lo que

    requiere de ciertas profundizaciones.Al respecto, podramos aadir aquello obvio de

    inferir; que toda terminologa tcnica convencional no puede dejar de ser arbitraria

    oponindose a lo natural, precisamente, por carecer de aquel sentido original

    indeleblemente grabado en la propia naturaleza de las cosas.De acuerdo a loexplicado, se comprender (an ms evidentemente) la imposibilidad de mimesis,

    analoga y simbolismo (ni hablar de una mentalidad simblica) dentro de un cuadro

    valorativo convencional (en continua evolucin de forma y significado) y por lo cual,

    tambin es posible entender, la naturaleza de esas dificultades reiteradamente

    citadas: las de expresin, comprensin y traduccin. Por ende, es en la superacin de

    tales impedimentos cuando realmente se nos otorga un panorama con relacin al

    aspecto auto revelador que se refiere justamente al trato con el conocimiento, nico

    medio por el que se nos ha de permitir una verdadera reconciliacin integral (inclusive

    con el siglo).De otro modo, si slo de vulgarizacin o simplificacin se tratara, se

    correra el riesgo de caer como presa, ya no de groseras asociaciones, sino de aquellas

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    ms sutiles, tal como las expresadas por cierto nominalismo metalgico (comn a las

    transposiciones imaginarias sobre la naturaleza del mal) ya que, ni an alcanzando el

    conocimiento del carcter ilusorio y de la relatividad del mal (en el determinado

    orden que le corresponde) se adquiere inmunidad (siquiera los profetas) y por lo cual,

    mucho menos, habr de implicar su manipulacin, atenuacin o aceptacin (vasenuestro apunte: Sobre el Bien y el mal). Esto mismo, desde el punto de vista

    tradicional, guarda relaciones con aquello que significbamos respecto a la

    denominada accin correcta, sobretodo cuando se entienda a esta estrictamente

    subordinada a la intencin. De esta manera, es probable alcanzar cierto sentido o

    cualidad operativa encerrada en el mandato universal (consignado en todas las

    escrituras sagradas de la humanidad) respecto apromover el bien y vedar el mal(que

    no se remite a ser solamente una sentencia teolgica o moral)ya que la nica realidad

    es Dios, el Supremo bien. Por otro lado, siendo que cualquier grado de bien supone su

    perfeccin, de all entonces que los trminos adoracin o sumisin se asocienestrechamente a los de intencin y accin sugiriendo simultneamente (a quien

    corresponda) la analoga y la transposicin al orden metafsicomediante las

    composiciones adecuadas, tal como, y por ejemplo, se expresa ello de la mxima

    cornica (mucho ms evidente y notablemente en lengua rabe):

    Y en verdad hemos suscitado en el seno de cada comunidad a un profeta portador de

    este mensaje: Adorad a Dios, y apartaos de los poderes del mal!(Sura 16:36. La

    Abeja).

    [12] De all, que el lenguaje natural se resista a una consumacin analtica tal como se

    da en las constituciones de los sistemas racionalistas y de las reglas mecanicistas,

    cuales slo pueden desarrollarse a partir de la reconstruccin de significados y

    trminos, ya sea por sofisma o por arbitrio y convencin.

    [13] Se habr de notar muy evidentemente en la oracin, no slo por la presencia de

    dicha frmula analgica (frecuentemente insospechada) sino por la misma afirmacin

    de la incomparabilidaddivina (con la que se media y se cierra la frase) que no admite

    juicios parciales o interesados, ya que por la misma Juan Escoto ha sido precisamente

    malversado e incomprendido y, por diversos motivos e intenciones, acusado

    errneamente de pantesta, y tal como ha pasado (notablemente) con casi todos los

    autores tradicionales que han formulado la misma doctrina.

    [14] Quizs, la nocin tcnica que ms se adece para tambin ilustrar este punto (esdecir, entre tantos otros) sea representada por la palabra latinaprocessio

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    (correspondiente al Gr. ) tan frecuentemente utilizada por Toms de Aquino

    quien, no olvidemos, se ha dedicado diligentemente a estudiar el corpus Dionysianum,

    y especialmente (en una parte de su obra) a comentar el De Divinis Nominibus

    mediante el cual enriqueci sus concepciones sobre la analoga (y por lo cual no se le

    puede tildar de puramente aristotlico). Lo cierto, es cuan notablemente resulta enla profundizacin de dicha nocin su abarcamiento de las realidades (tanto del interior

    como exterior) procedentes del Principio inmutable. Entre sus mltiples acepciones (y

    correlaciones) podramos destacar la idea general de movimiento, origen, elevacin

    (como tambin la de egreso y sus derivados, etc.). En pocas palabras, dicha

    nomenclatura, parece ser una adecuacin dialctica a modo de expresar en parte y

    respecto a losfines (mediante un mtodo diverso) la frmula tradicional del orden

    helicoidal respecto a losprincipios y tan cara alAreopagita. En tal sentido, hasta el

    mismo Santo Toms ha definido magistral y brevemente no tan solo al respecto de la

    nocin, sino tambin aquello que implica la ndole de la analoga tanto como la funcinde su mtodo doctrinario en cuanto a la no-distincin real entre la procesin temporal

    y la eterna:

    Processio temporalis non est alia quam processio aeterna essentialiter sed addit

    aliquem respectum ad effectum (I Sent. D.16 q.1 a.1).