Keynes John M - Teoria General de La Ocupacion Interes Y Dinero

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El economista británico John Maynard Keynes es uno de los pensadores más influyentes dentro de las ciencias económicas actuales. Su teoría nace como respuesta a las incapacidades y debilidades estructurales que presentaba la escuela clásica (como él la denomina) al momento de brindar soluciones al problema de la Gran Depresión. Mientras sus predecesores consideraban que la economía automáticamente tendía hacia el equilibrio, Keynes, por su parte, plantea que ésta visión es simplemente un caso especial y extremo que no corresponde a la situación de una economía real. En su lugar propone una teoría centrada en analizar los impactos que tiene la demanda agregada en los niveles de producción y empleo de la economía, donde las expectativas y la incertidumbre tienen un papel central. Aunque sus ideas fueron inicialmente vilipendiadas por sus contemporáneos, pronto se convirtieron en el corazón de la política económica de muchos países alrededor del mundo, influencia que sigue más o menos presente hasta el día de hoy.

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Teor?a general de la ocupaci?n, el inter?s y el dinero En medio de la Gran Depresin de los aos 30 del pasado siglo, John Maynard Keynes sorprendi a la comunidad de economistas acadmicos desafiando los principios de la economa clsica y dando comienzo a lo que se denomin la revolucin Keynesiana. Mientras que el saber convencional analizaba la economa desde el lado de la oferta a travs de la Ley de Say, que indica que cada oferta genera su demanda, Keynes argumenta que es la demanda agregada el consumo y la inversin la que determina el nivel de empleo de los recursos y, consecuentemente, la produccin y la renta. En contra de la opinin de los economistas clsicos que confiaban en la tendencia del mercado a alcanzar, por s mismo, el equilibrio con pleno empleo, Keynes descubre que dicho equilibrio puede darse con desempleo y aboga por polticas fiscales y monetarias activas que estimulen el consumo y la inversin, incurriendo incluso en dficit pblico, con el objetivo de incrementar la demanda y, con ello, aumentar el empleo y la renta. Inicialmente rechazadas por los economistas acadmicos, las controvertidas ideas de Keynes se convirtieron en una de las bases de la macroeconoma moderna y dominaron toda una era de la poltica econmica, promoviendo la intervencin activa del sector pblico en la economa, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el final de los aos 70, cuando sus propuestas fueron insuficientes para gestionar la nueva crisis econmica de 1973.La Teora General de la ocupacin, el inters y el dinero, escrita en 1936, expone sistemticamente los elementos de su propuesta terica, siendo as la obra ms importante de uno de los economistas ms influyentes del siglo XX. John Maynard Keynes Teora general de la ocupacin, el inters y el dinero John Maynard Keynes, 1936Traduccin: Eduardo HornedoRevisin: ngel Martn PrezEdicin: 14 de septiembre de 1965 NDICE GENERALNota del editorNota del editor digitalPrefacioLibro 1 INTRODUCCIN1. La teora general2. Los postulados de la economa clsica3. El principio de la demanda efectivaLibro II DEFINICIONES E IDEAS4. La eleccin de unidades5. La expectativa como elemento determinante de la produccin y la ocupacin6. La definicin de ingreso, ahorro e inversinApndice: Sobre el costo de uso7. El significado de ahorro e inversin ms ampliamente consideradoLibro III LA PROPENSIN A CONSUMIR8. La propensin a consumir: I. Los factores objetivos9. La propensin a consumir: II. Los factores subjetivos10. La propensin marginal a consumir y el multiplicadorLibro IV EL INCENTIVO PARA INVERTIR11. La eficiencia marginal del capital12. El estado de las expectativas a largo plazo13. La teora general de la tasa de inters14. La teora clsica de la tasa de intersApndice: Sobre la tasa de inters en los Principies of Economics de Marshall, Principies of Political Economy de Ricardo y en otras obras15. Los incentivos psicolgicos y de negocios para la liquidez16. Especiales observaciones sobre la naturaleza del capital17. Las propiedades esenciales del inters y el dinero18. Nuevo planteamiento de la teora general de la ocupacinLibro V SALARIOS NOMINALES Y PRECIOS19. Modificaciones en los salarios nominalesApndice: La Teora de la desocupacin del profesor Pigou20. La funcin de la ocupacin21. La teora de los preciosLibro VI BREVES CONSIDERACIONES SUGERIDAS POR LA TEORA GENERAL22. Notas sobre el ciclo econmico23. Notas sobre el mercantilismo, las leyes sobre la usura, el dinero sellado y las teoras del subconsumo24. Notas finales sobre la filosofa social a que podra conducir la teora general NOTA DEL EDITORLa Teora general de Lord Keynes ha adquirido un lugar tan destacado en la literatura econmica de nuestros das, que es difcil encontrar un libro o articulo sobre economa no elemental donde no se cite. Por ello ha parecido conveniente dar la paginacin de la obra original en todas sus ediciones para facilitar al lector la comprobacin de las referencias a esta obra que pudiera encontrar en el curso de sus lecturas. Los guarismos entre corchetes indican el lugar donde termina cada pgina de la edicin inglesa. NOTA DEL EDITOR DIGITALAs mismo, en la presente edicin digital se han mantenido los nmeros entre corchetes que indican el lugar donde termina cada pgina de la edicin inglesa, salvo aquellos que tampoco figuran en la edicin impresa. Tambin se ha mantenido la forma de situar la notas (tras los signos de puntuacin, y no antes). Finalmente, se ha optado por separar en dos archivos las anotaciones: en uno, las originales del autor; y en otro, las aadidas por el traductor. Y cuando en el libro en papel se hace referencia a alguna pgina del mismo, se ha tenido que aadir su correspondencia con el nmero del captulo y seccin p.e., (p. 35) [cap. 3, sec. I], por no corresponderse las pginas del libro en papel con las del libro digital. PREFACIODirijo este libro especialmente a mis colegas economistas, aunque espero sea comprensible para quienes no lo son. Su principal objeto es ocuparse de las difciles cuestiones de la teora, y slo secundariamente de sus aplicaciones prcticas; porque si la economa ortodoxa est en desgracia, la razn debe buscarse no en la superestructura, que ha sido elaborada con gran cuidado por lo que respecta a su consistencia lgica, sino en la falta de claridad y generalmente de sus premisas. Por tal motivo no podr cumplir mi deseo de persuadir a los economistas que estudien otra vez, con intencin crtica, algunos de los supuestos bsicos de la teora, ms que por medio de argumentos sumamente abstractos, as como valindome a menudo de la controversia. Quisiera abreviar sta; pero he credo importante no slo explicar mi propio punto de vista, sino tambin mostrar en qu aspectos se aparta de la teora habitual. Supongo que quienes se aferran demasiado a lo que llamar la teora clsica vacilarn entre la creencia de que estoy completamente equivocado y la de que no estoy diciendo nada nuevo. Corresponde a otros determinar si alguna de estas alternativas, o bien una tercera, es la correcta. La parte de mi obra especialmente dedicada a la controversia tiene por objeto proporcionar materiales para la respuesta, y debo disculparme si, al tratar de establecer distinciones incisivas, mis argumentos resultan demasiado sutiles. Yo mismo defend durante muchos aos con conviccin las teoras que ahora [V] ataco y creo no ignorar cul es su lado fuerte.No puede exagerarse la importancia del asunto a discusin; y si mis explicaciones son correctas, a quienes primero debo convencer es a mis colegas economistas y no al pblico en general. En tales condiciones, el pblico, aunque bienvenido al debate, es slo un curioso que observa el intento de un economista de encontrar una solucin a las diferencias profundas de criterio que hay entre l y los dems, y que, por ahora, han destruido casi toda la influencia prctica de la teora econmica y seguirn destruyndola mientras no se llegue a un acuerdo.La relacin que hay entre este libro y mi Treatise on Money, que publiqu hace cinco aos, probablemente es ms clara para m que para los dems; y lo que desde mi punto de vista representa una evolucin natural de las ideas que he seguido por varios aos, puede parecer a los lectores un confuso cambio de frente. Esta probabilidad no se aminora por las alteraciones que me he visto obligado a hacer en la terminologa del libro y que indico en las pginas siguientes; pero la relacin general entre ambos libros puede expresarse en pocas palabras como sigue: cuando empec a escribir mi Treatise on Money todava segua el cauce tradicional que considera la influencia del dinero como algo que debera tratarse separadamente de la teora general de la oferta y la demanda. Al acabarlo, haba realizado algunos progresos en el sentido de aislar la teora monetaria hasta convertirla en una teora completa de la produccin. Sin embargo, mi sujecin a las ideas preconcebidas apareca en lo que creo constituye la falla principal de las partes tericas de ese trabajo (a saber los libros iii [VI] y iv), en que no me ocup lo bastante de los efectos de los cambios en el nivel de la produccin. Mis llamadas ecuaciones fundamentales eran instantneas fotogrficas del sistema econmico, tomadas en el supuesto de una produccin determinada de antemano. Con ellas intentaba demostrar de qu manera, partiendo de dicho supuesto, podan desarrollarse ciertas fuerzas que provocaban un desequilibrio de las ganancias, requiriendo as un cambio en el nivel de la produccin. No obstante, la dinmica, por oposicin a la fotografa instantnea, quedaba incompleta y extraordinariamente confusa. Este libro, por otra parte, se ha convertido en lo que es: sobre todo, un estudio de las fuerzas que determinan los cambios en la escala de produccin y de ocupacin como un todo; y si bien opino que el dinero entra en el sistema econmico de una manera esencial y especial, dejo en segundo plano los detalles monetarios tcnicos. Veremos que una economa monetaria es, ante todo, aquella en que los cambios de opinin respecto al futuro son capaces de influir en el volumen de ocupacin y no slo en su direccin; pero nuestro mtodo de analizar la conducta econmica presente, bajo la influencia de los cambios de ideas respecto al futuro, depende de la accin recproca de la oferta y la demanda, quedando de este modo ligada con nuestra teora fundamental del valor. As nos acercamos a una teora ms general, que incluye como caso particular la teora clsica que conocemos bien.El autor de un libro como ste, que marca nuevas rutas, est en extremo sujeto a la crtica y a la discusin si desea evitar muchos errores indebidos. Es sorprendente el nmero de tonteras que se pueden creer temporalmente si se asla uno demasiado tiempo del pensamiento de los dems, sobre todo en economa (as como en las otras ciencias morales), en la que con frecuencia es imposible poner a prueba de manera definitiva las ideas propias, ya sea formal o [VII] experimentalmente. En este libro he confiado, quizs ms que al escribir mi Treatise on Money, en los consejos constantes y la crtica constructiva del Sr. R. F. Kahn. Contiene muchas cosas que no habran adquirido su perfil si no hubiera sido por sugestin suya. Tambin he recibido mucha ayuda de la seora Joan Robinson y de los seores R. G. Hawtrey y R. F. Harrod, quienes leyeron las pruebas de imprenta. El ndice fue recopilado por el seor D. M. Bensusan-Butt de Kings College, Cambridge.La redaccin de este libro ha sido, para el autor, una prolongada lucha en la que trat de escapar a las formas habituales de expresin, y as debe ser su estudio para la mayor parte de los lectores, si el intento del autor tiene xito, un forcejeo para huir de la tirana de las formas de expresin y de pensamiento habituales. Las ideas aqu desarrolladas tan laboriosamente son en extremo sencillas y deberan ser obvias. La dificultad reside no en las ideas nuevas, sino en rehuir las viejas que entran rondando hasta el ltimo pliegue del entendimiento de quienes se han educado en ellas, como la mayora de nosotros [VIII].J. M. Keynes13 de diciembre de 1935. Libro IINTRODUCCIN CAPTULO 1LA TEORA GENERALHE LLAMADO A este libro Teora general de la ocupacin, el inters y el dinero, recalcando el sufijo general, con objeto de que el ttulo sirva para contrastar mis argumentos y conclusiones con los de la teora clsica[1], en que me eduqu y que domina el pensamiento econmico, tanto prctico como terico, de los acadmicos y gobernantes de esta generacin igual que lo ha dominado durante los ltimos cien aos. Sostendr que los postulados de la teora clsica slo son aplicables a un caso especial, y no en general, porque las condiciones que supone son un caso extremo de todas las posiciones posibles de equilibrio. Ms an, las caractersticas del caso especial supuesto por la teora clsica no son las de la sociedad econmica en que hoy vivimos, razn por la que sus enseanzas engaan y son desastrosas si intentamos aplicarlas a los hechos reales. [3] CAPTULO 2LOS POSTULADOS DE LA ECONOMA CLSICALA MAYOR PARTE de los tratados sobre la teora del valor y de la produccin se refieren, en primer trmino, a la distribucin de un volumen dado de recursos empleados en diferentes usos, y a las condiciones que, supuesta la ocupacin de esta cantidad de recursos, determinen su remuneracin relativa y el relativo valor de sus productos.[2]Tambin se ha sujetado con frecuencia a un procedimiento descriptivo lo relativo al monto de los recursos disponibles (entendiendo por tales el volumen de poblacin susceptible de tomar empleo), los lmites de la riqueza natural y el equipo de produccin acumulado; pero rara vez se ha examinado detenidamente en la teora pura, la explicacin de lo que determina la ocupacin real de los recursos disponibles. Decir que no se ha considerado en absoluto, sera absurdo, por supuesto; porque todo estudio sobre los altibajos de la ocupacin, que han sido muchos, ha tenido que ver con el tema. No quiero decir que se haya pasado por alto, sino que la teora fundamental [4] en que descansa se ha credo tan sencilla y evidente que casi no haba para qu mencionarla.[3]IA mi modo de ver, la teora clsica de la ocupacin que se supone sencilla y fcil descansa en dos postulados fundamentales, que casi no se han discutido y son los siguientes:I. El salario es igual al producto marginal del trabajo.Esto es, el salario real de una persona ocupada es igual al valor que se perdera si la ocupacin se redujera en una unidad (despus de deducir cualquier otro costo que se evitara con esta rebaja de la produccin), sujeto, sin embargo, al requisito de que la igualdad puede ser perturbada, de acuerdo con ciertos principios, si la competencia y los mercados son imperfectos.II. La utilidad del salario, cuando se usa determinado volumen de trabajo, es igual a la desutilidad marginal de ese mismo volumen de ocupacin.Esto es, el salario real de una persona ocupada es el que basta precisamente (segn la opinin de sta) para provocar la ocupacin del volumen de mano de obra realmente ocupado, quedando esto sujeto a la condicin de que la igualdad para cada unidad individual de trabajo (ecuacin entre la utilidad del salario real y la desutilidad del trabajo) puede alterarse por combinaciones entre las unidades disponibles, de modo semejante a como las imperfecciones [5] de la competencia condicionan el primer postulado. Por desutilidad*[1] debe entenderse cualquier motivo que induzca a un hombre o a un grupo de hombres a abstenerse de trabajar antes que aceptar un salario que represente para ellos una utilidad inferior a cierto lmite.Este postulado es compatible con lo que podra llamarse desocupacin friccional (o debida a resistencia), porque una interpretacin realista del mismo admite legtimamente varios desajustes que se oponen a un estado de ocupacin total continua; por ejemplo, la desocupacin debida a un desequilibrio temporal de las cantidades relativas de recursos especializados, a causa de clculos errneos o de intermitencias en la demanda; o bien de retardos debidos a cambios imprevistos o a que la transferencia de hombres de una ocupacin a otra no pueda efectuarse sin cierta dilacin; de manera que en una sociedad dinmica siempre habr algunos recursos no empleados por hallarse entre oficios sucesivos (between jobs). El postulado es tambin compatible, adems de con la desocupacin friccional, con la desocupacin voluntaria que resulta de la negativa o incapacidad de una unidad de trabajo para aceptar una remuneracin correspondiente al valor del producto atribuible a su productividad marginal, a causa de la legislacin o las prcticas sociales, del agrupamiento para la contratacin colectiva, de la lentitud para adaptarse a los cambios econmicos, o simplemente a consecuencia de la obstinacin humana. Estas dos clases de desocupacin son inteligibles, pero los postulados clsicos no admiten la posibilidad de una tercera, que definir como involuntaria.Hechas estas salvedades, el volumen de recursos ocupados est claramente determinado, conforme a la teora clsica, por los dos postulados. El primero nos da la curva de demanda de ocupacin y el segundo la de oferta; el volumen de ocupacin se fija donde la utilidad marginal del producto compensa la desutilidad de la ocupacin marginal. [6]De esto se deducira que slo hay cuatro posibilidades de aumentar la ocupacin:a) un mejoramiento en la organizacin o en la previsin, que disminuya la desocupacin friccional;b) una reduccin de la desutilidad marginal del trabajo, expresada por el salario real para el que todava existe trabajo disponible, de manera que baje la desocupacin voluntaria;c) un aumento de la productividad marginal fsica del trabajo en las industrias que producen artculos para asalariados*[2] (para usar el trmino adecuado del profesor Pigou aplicable a los artculos de cuyo precio depende la utilidad del salario nominal); od) un aumento en el precio de los artculos para no-asalariados, relativamente al de los que s lo son; acompaado por un desplazamiento de los gastos de quienes no ganan salarios, de los artculos para asalariados a los otros artculos.sta es, segn mi leal saber y entender, la esencia de la Teora de la desocupacin del profesor Pigou la nica descripcin detallada que existe de la teora clsica de la ocupacin.[4]IIEs cierto que las categoras anteriores son inteligibles debido a que la poblacin rara vez desarrolla la cantidad de trabajo que deseara con el salario corriente? Porque debe reconocerse que, por regla general, si se solicitara, se contara con ms mano de obra al nivel existente de salario nominal.[5] La escuela clsica reconcilia este fenmeno con su segundo postulado aduciendo que, mientras la demanda de mano de obra [7] al nivel existente de salario nominal puede satisfacerse antes de que todos los que deseen trabajar con estos salarios estn ocupados, tal situacin se debe a un acuerdo tcito o expreso entre los trabajadores para no trabajar por menos, y que si todos los trabajadores admitieran una reduccin de los salarios nominales aumentara la ocupacin. De ser as, tal desocupacin, aunque aparentemente involuntaria, no lo sera en sentido estricto, y debera incluirse en la clase de la desocupacin voluntaria, causada por los efectos de la contratacin colectiva, etc.Esto exige dos observaciones, la primera de las cuales, que se refiere a la actitud de los trabajadores hacia los salarios reales y a los nominales, respectivamente, no es tericamente fundamental, pero la segunda s lo es.Supongamos, por el momento, que los obreros no estn dispuestos a trabajar por un salario nominal menor y que una reduccin del nivel existente de salarios nominales conducira, mediante huelgas o por cualquier otro medio, a que parte de la mano de obra realmente ocupada se retirara del mercado. Se deduce de esto que el nivel presente de salarios reales mide con precisin la desutilidad marginal del trabajo? No necesariamente; porque aunque una reduccin en el nivel existente de salarios nominales ocasionara retiro de trabajo, no se desprende de ello que una baja en el valor del salario nominal, medido en artculos para asalariados, producira el mismo resultado si fuera debida a un alza en el precio de las mercancas respectivas. En otras palabras, puede suceder que, dentro de ciertos lmites, lo que los obreros reclaman sea un mnimo de salario nominal y no de salario real. La escuela clsica ha supuesto tcitamente que esto no significa una variacin importante en su teora; pero no es as, porque si la oferta de mano de obra no es funcin del salario real como su nica variable, su argumento se derrumba enteramente y deja el problema de cul ser la ocupacin real.[6] Los autores de esta escuela no parecen haberse dado cuenta de que su curva [8] de oferta de mano de obra se desplazar con cada movimiento de los precios, a menos que tal oferta sea funcin dependiente slo del salario real. De este modo, su mtodo est supeditado a sus particulares suposiciones y no puede adaptarse para examinar el caso ms general.Ahora bien, la experiencia diaria nos dice, sin dejar lugar a duda, que, lejos de ser mera posibilidad aquella situacin en que los trabajadores estipulan (dentro de ciertos lmites) un salario nominal y no real, es el caso normal. Si bien los trabajadores suelen resistirse a una reduccin de su salario nominal, no acostumbran abandonar el trabajo cuando suben los precios de las mercancas para asalariados. Se dice algunas veces que sera ilgico por parte de la mano de obra resistir a una rebaja del salario nominal y no a otra del salario real. Por razones que damos ms adelante (p. 27) [cap. 2, sec. V], y afortunadamente, como veremos despus, esto puede no estar tan falto de lgica como parece a primera vista; pero lgica o ilgica, sta es la conducta real de los obreros.Ms an, el aserto de que la falta de ocupacin que caracteriza una depresin se debe a la negativa de los obreros a aceptar una rebaja en el salario nominal, no se apoya en hechos. No es muy exacto decir que la desocupacin en Estados Unidos en 1932 se debi a la obstinada negativa del trabajo a aceptar una rebaja en los salarios nominales o a la tenaz demanda de un salario real superior al que consenta la productividad del sistema econmico. Son amplias las variaciones que sufre el volumen de ocupacin sin que haya ningn cambio aparente en las exigencias mnimas reales de los obreros ni en su productividad. Los obreros no son ni mucho menos ms obstinados en la depresin que en el auge, ni flaquea su productividad fsica. Estos hechos de la experiencia son, prima facie, un motivo para poner en tela de juicio la propiedad del anlisis clsico.Sera interesante observar los resultados de una investigacin estadstica acerca de las verdaderas relaciones entre [9] los cambios del salario nominal y los del real. En el caso de una modificacin privativa de una industria dada uno podra esperar que el cambio en los salarios reales ocurriera en el mismo sentido que en los nominales; pero cuando hay alteraciones en el nivel general de los salarios, se encontrar, segn creo, que la modificacin de los reales que va unida a la de los nominales, lejos de presentarse normalmente en el mismo sentido, ocurrir casi siempre en el contrario. Es decir, que cuando los salarios nominales se elevan, los salarios reales bajan; y que cuando aqullos descienden, stos suben. Tal cosa se debe a que, en perodo corto, los salarios nominales descendentes y los reales ascendentes son, cada uno de ellos por razones privativas, fenmenos ligados a la baja de la ocupacin, pues aunque los obreros estn ms dispuestos a aceptar reducciones en su remuneracin al bajar el empleo, los salarios reales suben inevitablemente, en las mismas circunstancias, debido al mayor rendimiento marginal de un determinado equipo de capital, cuando la produccin disminuye.Si efectivamente fuera cierto que el salario real existente es un mnimo por debajo del cual no pudiera contarse en cualquier circunstancia con ms trabajo que el empleado en la actualidad, no existira la desocupacin involuntaria, aparte de la friccional. Sin embargo, sera absurdo suponer que siempre es as, porque generalmente hay ms mano de obra disponible que la ahora empleada al salario nominal vigente, aun cuando el precio de las mercancas para asalariados est subiendo y, en consecuencia, el salario real bajando. Si esto es verdad, la equivalencia de tales mercancas con el salario nominal existente no es una indicacin precisa de la desutilidad marginal del trabajo, y el segundo postulado no es vlido.Hay otra objecin ms importante. El segundo postulado parte de la idea de que los salarios reales de los trabajadores dependen de los contratos que stos celebran con los empresarios. Se admite, por supuesto, que esos convenios se realizan de hecho en trminos monetarios e incluso que los salarios reales aceptables por los obreros no son [10] enteramente independientes del correspondiente salario nominal. Sin embargo, se toma este salario nominal, al que se ha llegado por dicho procedimiento, para determinar el real. De este modo la teora clsica supone que los obreros tienen siempre la posibilidad de reducir su salario real, aceptando una rebaja en el nominal. El postulado de que el salario real tiende a igualarse con la desutilidad marginal del trabajo, claramente supone que los obreros estn en posicin de fijar por s mismos su salario real, aunque no el volumen de ocupacin que de l se deriva.La teora tradicional sostiene, en pocas palabras, que los convenios sobre salarios entre empresarios y trabajadores determinan el salario real, de manera que, suponiendo la libre competencia entre los patrones y ninguna combinacin restrictiva entre los trabajadores, stos pueden, si lo desean, hacer coincidir sus salarios reales con la desutilidad marginal del trabajo resultante del empleo ofrecido por los empresarios con dicho salario. De no ser cierto esto, no queda razn alguna para esperar que exista tendencia a la igualdad entre el salario real y la desutilidad marginal del trabajo.No debe olvidarse que las conclusiones clsicas pretenden ser aplicables al trabajo en su totalidad y no quiere decir simplemente que un individuo aislado pueda obtener empleo aceptando una reduccin de su salario nominal que sus compaeros rehsan. Se suponen aplicables lo mismo a un sistema cerrado que a otro abierto*[3] y que no depende de las caractersticas de un sistema abierto, ni de los efectos de una reduccin de los salarios nominales en un solo pas sobre su comercio exterior, que est, por supuesto, completamente fuera del campo de este estudio. Tampoco se basan en las consecuencias indirectas de ciertas reacciones que una reduccin de las nminas de salarios en trminos monetarios ejercen sobre el sistema bancario y el estado del crdito, efectos que examinaremos detalladamente en el captulo 19. Las conclusiones se basan en la creencia de que, en un sistema cerrado, una reduccin [11] en el nivel general de los salarios nominales ir acompaada, al menos en perodos cortos, y sujeta slo a salvedades de poca monta, por cierta reduccin de los salarios reales, que no siempre es proporcional.Ahora bien, el supuesto de que el nivel general de los salarios reales depende de los convenios entre empresarios y trabajadores sobre la base de salarios nominales, no es cierto de manera evidente. En realidad, es extrao que se hayan hecho tan frgiles intentos para demostrarlo o refutarlo, porque est muy lejos de concordar con el sentido general de la teora clsica, la cual nos ha enseado a creer que los precios estn determinados por el costo primo marginal, medido en dinero, y que los salarios nominales influyen sustancialmente en dicho costo. De este modo, si salarios nominales cambian, debera esperarse que la escuela clsica sostuviera que los precios cambiaran casi en la misma proporcin, dejando el nivel de los salarios reales y el de la desocupacin prcticamente lo mismo que antes, explicando que cualquier pequea ganancia o prdida del trabajo, se efectuara a expensas de las ganancias o de otros elementos del costo marginal, que no han sido tocados.[7] Parece ser, sin embargo, que los clsicos se han desviado de este punto de vista, en parte a causa de su arraigada conviccin de que los obreros estn en posibilidad de fijar su propio salario, y en parte, quiz, por la preocupacin de que los precios dependen de la cantidad de dinero. La creencia en el principio de que los obreros estn siempre en posibilidad de poder determinar su propio salario real, una vez aceptada, se ha sostenido porque se confunde con la afirmacin de que tienen siempre a su disposicin los medios para fijar qu salario real corresponder a la ocupacin plena, es decir, al volumen mximo de ocupacin compatible con un salario real dado.Para resumir: existen dos objeciones contra el segundo postulado de la teora clsica. La primera hace relacin a la conducta real de los obreros; una baja en los salarios reales debida [12] a un alza de los precios, permaneciendo iguales los nominales, no produce, por regla general, una disminucin de la oferta de mano de obra disponible al nivel del salario corriente, por debajo del volumen de ocupacin anterior al alza de los precios. Suponer lo contrario equivale a admitir que todos aquellos que por el momento estn sin ocupacin, aunque deseosos de trabajar al salario corriente, retirarn su oferta de trabajo si el costo de la vida se eleva un poco. A pesar de todo, esta extraa hiptesis parece servir de base a la Theory of Unemployment[8] del profesor Pigou y es la que todos los miembros de la escuela ortodoxa admiten tcitamente.La otra y ms importante objecin que desarrollaremos en los captulos siguientes surge de nuestra inconformidad con el supuesto de que el nivel general de los salarios reales estn directamente determinado por el carcter de los convenios sobre salarios. Al suponer tal cosa, la escuela clsica resbal, cayendo en una hiptesis ilcita; porque los obreros en su conjunto no pueden disponer de un medio que les permita hacer coincidir el equivalente del nivel general de los salarios nominales en artculos para asalariados, con la desutilidad marginal del volumen de ocupacin existente. Es posible que no exista un procedimiento para que el trabajador pueda reducir su salario real a una cantidad determinada, revisando los convenios monetarios con los empresarios. ste ser nuestro caballo de batalla y trataremos de demostrar que, en primer trmino, son otras varias las fuerzas que determinan el nivel general de los salarios reales. El esfuerzo por dilucidar este problema ser una de nuestras mayores preocupaciones. Vamos a sostener que ha existido una confusin fundamental respecto a la forma en que opera en realidad a este respecto la economa en que vivimos.IIIAunque a menudo se cree que la lucha por los salarios monetarios entre individuos y grupos determina [13] el nivel general de los salarios reales, de hecho tiene otra finalidad. Desde el momento que existe movilidad imperfecta del trabajo y que los salarios no tienden a producir igualdad precisa de ventajas netas para diferentes ocupaciones, cualquier individuo o grupo de individuos que consienta una reduccin de sus salarios nominales en relacin con otros, sufrir una disminucin relativa de sus salarios reales, cosa que basta para justificar su resistencia a ella. Por el contrario, sera impracticable oponerse a toda reduccin de los salarios reales debida a un cambio en el poder adquisitivo del dinero, que afecta a todos los trabajadores por igual; y, de hecho, por lo general no se opone resistencia a esta clase de fenmenos, a menos que sean extremos. Ms an, la oposicin a las reducciones en los salarios nominales, aplicada a determinadas industrias, no levanta la misma barrera insuperable a un aumento en la ocupacin global que resultara de una oposicin parecida a toda disminucin de los salarios reales.En otras palabras, la lucha en torno a los salarios nominales afecta primordialmente a la distribucin del monto total de salarios reales entre los diferentes grupos de trabajadores y no a su promedio por unidad de ocupacin, que depende, como veremos, de un conjunto de fuerzas diferentes. El efecto de la unin de un grupo de trabajadores consiste en proteger su salario real relativo. El nivel general de los salarios reales depende de otras fuerzas del sistema econmico.As, tenemos la suerte de que los trabajadores, bien que inconscientemente, son por instinto economistas ms razonables que la escuela clsica en la medida en que se resisten a permitir reducciones de sus salarios nominales, que nunca o rara vez son de carcter general; aun cuando el equivalente real existente de estos salarios exceda de la desutilidad marginal del volumen de ocupacin correspondiente. Lo mismo que cuando, por otra parte, no se oponen a las disminuciones del salario real que acompaan a los aumentos en el volumen total de ocupacin, a menos que lleguen al extremo de amenazar con una reduccin del [14] salario real por bajo de la desutilidad marginal del volumen existente de ocupacin. Todo sindicato opondr cierta resistencia, pero como ninguno pensara en declarar una huelga cada vez que aumente el costo de la vida, no presentan obstculos a un aumento en el volumen total de ocupacin, como lo pretende la escuela clsica.IVDebemos definir ahora la tercera clase de desocupacin, la llamada involuntaria en sentido estricto, cuya posibilidad de existencia no admite la teora clsica.Advirtase que por desocupacin involuntaria no queremos decir la mera existencia de una capacidad inagotable de trabajo. Una jornada de ocho horas no significa desocupacin aunque no est ms all de la capacidad humana de trabajar diez; ni tampoco consideraramos como desocupacin involuntaria el abandono del trabajo por un grupo de obreros porque les parezca mejor no trabajar que admitir menos de cierta remuneracin. Ms an, ser conveniente eliminar la desocupacin friccional de nuestra definicin, la cual queda, por tanto, como sigue: los hombres se encuentran involuntariamente sin empleo cuando, en el caso de que se produzca una pequea alza en el precio de los artculos para asalariados, en relacin con el salario nominal, tanto la oferta total de mano de obra dispuesta a trabajar por el salario nominal corriente como la demanda total de la misma a dicho salario son mayores que el volumen de ocupacin existente. En el captulo siguiente daremos otra definicin que, sin embargo, equivale a lo mismo.De esta definicin se deduce que la igualdad entre el salario real y la desutilidad marginal de la ocupacin, presupuesta por el segundo postulado, interpretado de modo realista, corresponde a la ausencia de la desocupacin involuntaria. Describiremos este estado de cosas [15] como ocupacin plena, con la que son compatibles tanto la desocupacin debida a resistencias como la voluntaria. Esto est de acuerdo, como veremos, con otras caractersticas de la escuela clsica, que ms bien se considera como una teora de la distribucin en condiciones de ocupacin plena. En la medida en que los postulados clsicos sean vlidos, la desocupacin, que en el sentido anterior es involuntaria, no puede existir. La desocupacin aparente debe, en consecuencia, ser resultado de una prdida temporal del trabajo del tipo de cambio de un trabajo a otro o de una demanda intermitente de factores altamente especializados, o del efecto de la clusula de inclusin de un sindicato sobre la ocupacin libre. Por eso los escritores que siguen la tradicin clsica, pasado por alto el supuesto especial que cimienta su teora, han llegado inevitablemente a la conclusin, perfectamente lgica de acuerdo con su hiptesis, de que la desocupacin visible (salvo las excepciones admitidas) tiene que ser consecuencia, a fin de cuentas, de que los factores no empleados se nieguen a aceptar una remuneracin que corresponda a su productividad marginal. Un economista clsico puede simpatizar con el obrero cuando ste se niega a aceptar una reduccin de su salario monetario, y admitir que puede no ser inteligente obligarle a sujetarse a condiciones transitorias; pero la integridad cientfica lo fuerza a declarar que esta negativa es, a pesar de todo, el motivo ltimo de la dificultad.Evidentemente, sin embargo, si la teora clsica es aplicable slo al caso de la ocupacin plena, es una falacia aplicarla a los problemas de la desocupacin involuntaria si tal cosa existe (quin lo negar?). Los tericos clsicos se asemejan a los gemetras euclidianos en un mundo no euclidiano que, quienes l descubrir que en la realidad las lneas aparentemente paralelas se encuentran con frecuencia, las critican por no conservarse derechas como nico remedio para los desafortunados tropiezos que ocurren. No obstante, en verdad, no hay ms remedio que tirar por la borda el axioma de las paralelas y elaborar una geometra no euclidiana. Hoy la economa exige algo semejante; necesitamos desechar [16] el segundo postulado de la doctrina clsica y elaborar la teora del comportamiento de un sistema en el cual sea posible la desocupacin involuntaria en su sentido riguroso.VAl recalcar nuestro punto de partida, divergente del sistema clsico, no debemos olvidar una concordancia importante; porque mantendremos el primer postulado como hasta aqu, sujeto nicamente a las mismas correcciones hechas a la teora clsica, y debemos detenernos un momento a considerar lo que entraa.Quiere decir que con una determinada organizacin, equipo y tcnica, los salarios reales y el volumen de produccin (y por consiguiente de empleo) estn relacionados en una sola forma, de tal manera que, en trminos generales, un aumento de la ocupacin slo puede ocurrir acompaada de un descenso en la tasa de salarios reales. As, pues, no discuto este hecho vital que los economistas clsicos han considerado (con razn) como irrevocable. Con un estado conocido de organizacin, equipo y tcnica, el salario real que gana una unidad de trabajo tiene una correlacin nica (inversa) con el volumen de ocupacin. Por eso, si esta ltima aumenta, entonces, en perodos cortos, la remuneracin por unidad de trabajo, medida en mercancas para asalariados, debe, por lo general, descender y las ganancias elevarse.[9] ste es simplemente el anverso de la proposicin familiar de que normalmente la industria trabaja en condiciones de rendimientos decrecientes en perodos cortos, durante los cuales se supone que permanecen constantes el equipo, etc., en tal forma que el producto marginal de las industrias de artculos para asalariados (que determinan el salario real) necesariamente [17] se reduce a medida que crece la ocupacin. Sin duda, en la medida que esta proposicin sea vlida, cualquier medio de aumentar la ocupacin tiene que ocasionar al mismo tiempo una reduccin del producto marginal y, en consecuencia, otra de la magnitud de los salarios, medida en dicho producto.Pero una vez abandonado el segundo postulado, una baja de la ocupacin, aunque necesariamente asociada con el hecho de que la mano de obra perciba un salario de valor igual a una cantidad mayor de bienes para asalariados, no se debe necesariamente a que la mano de obra demande mayor cantidad de tales bienes; y el que la mano de obra est dispuesta a aceptar menores salarios nominales no es, por fuerza, un remedio a la desocupacin. La teora de los salarios en relacin con el empleo, a que nos estamos refiriendo, no puede aclararse por entero hasta llegar al captulo 19 y su apndice.VIDesde los tiempos de Say y Ricardo los economistas clsicos han enseado que la oferta crea su propia demanda queriendo decir con esto de manera sealada, aunque no claramente definida, que el total de los costos de produccin debe necesariamente gastarse por completo, directa o indirectamente, en comprar los productos.En los Principles of Political Economy de J. S. Mill, la doctrina est expresamente expuesta:Los medios de pago de los bienes son sencillamente otros bienes. Los medios de que dispone cada persona para pagar la produccin de otras consisten en los bienes que posee. Todos los vendedores son, inevitablemente, y por el sentido mismo de la palabra, compradores. Si pudiramos duplicar repentinamente las fuerzas productoras de un pas, duplicaramos por el mismo acto la oferta de bienes en todos los mercados; pero al mismo tiempo duplicaramos el poder adquisitivo. Todos ejerceran una demanda y una oferta dobles; todos podran comprar el doble, porque tendran dos veces ms que ofrecer en cambio.[10] [18]Como corolario de la misma doctrina, se ha supuesto que cualquier acto individual de abstencin de consumir conduce necesariamente a que el trabajo y los bienes retirados as de la provisin del consumo se inviertan en la produccin de riqueza en forma de capital y equivale a lo mismo. El siguiente prrafo, de Pure Theory of Domestic Values,[11] de Marshall ilustra el punto de vista tradicional:El ingreso total de una persona se gasta en la compra de bienes y servicios. Cierto que generalmente se dice que un hombre gasta parte de su ingreso y ahorra la otra; pero es un axioma econmico muy conocido que el hombre compra trabajo y bienes con aquella parte de su ingreso que ahorra, del mismo modo que lo hace con la que gasta. Se dice que gasta cuando procura obtener satisfaccin presente de los bienes y servicios que compra, y que ahorra cuando el trabajo y los bienes que compra los dedica a la produccin de riqueza de la cual espera derivar medios de satisfaccin en el futuro.Es verdad que no sera fcil citar prrafos semejantes en los trabajos posteriores de Marshall[12] o de Edgeworth o del profesor Pigou. En la actualidad la doctrina no se expone en forma tan cruda, pero, sin embargo, es el soporte de la teora clsica en conjunto, ya que sin l sta se derrumbara. Los economistas contemporneos, que podran titubear en estar de acuerdo con Mill, no vacilan en aceptar conclusiones que requieren su doctrina como premisa. La versin moderna de la tradicin clsica consiste en la conviccin, frecuente, por ejemplo, en casi todos los trabajos del profesor Pigou, de que el dinero no trae consigo diferencias reales, excepto las propias de la friccin, y de que la teora de la produccin y la ocupacin pueden [19] elaborarse (como la de Mill) como si estuvieran basadas en los cambios reales, y con el dinero introducido superficialmente en un captulo posterior. El pensamiento contemporneo est todava profundamente impregnado de la nocin de que si la gente no gasta su dinero en una forma lo gastar en otra.[13] En verdad, los economistas de la postguerra rara vez logran sostener este punto de vista firmemente, porque su pensamiento de hoy est excesivamente permeado de la tendencia contraria y los hechos de la experiencia, estn obviamente en desacuerdo con su opinin anterior;[14] pero no han sacado consecuencias de bastante alcance, ni han modificado su teora fundamental.En primer lugar, estas conclusiones pueden haberse aplicado al tipo de economa en que vivimos actualmente por falsa analoga con alguna de trueque, como la de Robinsn Crusoe, en la cual los ingresos que los individuos consumen o retienen como resultado de su actividad productiva son, real y exclusivamente, la produccin en especie resultante de dicha actividad. Pero, fuera de esto, la conclusin de que los costos de produccin se cubren siempre globalmente con los productos de las ventas derivadas de la demanda, es muy aceptable, porque resulta difcil distinguirla de otra proposicin semejante, que es indudable: la de que el ingreso global percibido por todos los elementos de la comunidad relacionados con una actividad productiva necesariamente tiene un valor igual al valor de la produccin.De manera semejante, es natural suponer que todo acto de [20] un individuo que lo enriquece sin que aparentemente quite nada a algn otro debe tambin enriquecer a la comunidad en conjunto; de tal modo que (como en el prrafo de Marshall que se acaba de citar) un acto de ahorro individual conduce inevitablemente a otro paralelo, de inversin, porque, una vez ms, es indudable que la suma de los incrementos netos de la riqueza de los individuos debe ser exactamente igual al total del incremento neto de riqueza de la comunidad.Sin embargo, quienes piensan de este modo se engaan, como resultado de una ilusin ptica, que hace a dos actividades esencialmente diversas aparecen iguales. Caen en una falacia al suponer que existe un eslabn que liga las decisiones de abstenerse del consumo presente con las que proveen al consumo futuro, siendo as que los motivos que determinan las segundas no se relacionan en forma simple con los que determinan las primeras.Por tanto, el supuesto de la igualdad entre el precio de demanda y el de oferta de la produccin total es el que debe considerarse como el axioma de las paralelas de la teora clsica. Esto admitido, todo lo dems se deduce fcilmente las ventajas sociales de la frugalidad privada o nacional, la actitud tradicional hacia la tasa de inters, la teora clsica de la desocupacin, la teora cuantitativa del dinero, las ventajas evidentes del laissez-faire con respecto al comercio exterior y muchas otras cosas que habremos de poner en tela de juicio.VIIEn diversos lugares de este captulo hemos hecho depender la teora clsica, sucesivamente, de los siguientes supuestos:1) Que el salario real es igual a la desutilidad marginal de la ocupacin existente;2) Que no existe eso que se llama desocupacin involuntaria en sentido riguroso;3) Que la oferta crea su propia demanda en el sentido [21] de que el precio de la demanda global es igual al precio de la oferta global para cualquier nivel de produccin y de ocupacin.Estos tres supuestos, no obstante, quieren decir lo mismo, en el sentido de que todos subsisten o se desploman juntos, pues cualquiera de ellos supone lgicamente a los otros dos. [22] CAPTULO 3EL PRINCIPIO DE LA DEMANDA EFECTIVAIANTE TODO NECESITAMOS adelantar el significado de algunos trminos que sern definidos con precisin posteriormente. Cuando la tcnica, los recursos y los costos corresponden a una situacin determinada, el empleo de un volumen dado de mano de obra hace incurrir al empresario en dos clases de gastos: en primer lugar, las cantidades que paga a los factores de la produccin (excluyendo a los otros empresarios) por sus servicios habituales, a los que denominaremos costo de factores del volumen de ocupacin de que se trate; y en segundo lugar, las sumas que paga a otros empresarios por lo que les compra, juntamente con el sacrificio que hace al emplear su equipo en vez de dejarlo inactivo, a lo que llamaremos costo de uso del nivel de ocupacin dado.[15] El excedente de valor que da la produccin resultante sobre la suma del costo de factores y el costo de uso es la ganancia, o, como lo llamaremos, el ingreso del empresario. Por supuesto, el costo de factores es lo mismo que lo que los factores de la produccin consideran como su ingreso, pero desde el punto de vista del empresario. As, el costo de factores y las ganancias del empresario, juntos, dan lo que definiremos como el ingreso total derivado del empleo proporcionado por el empresario. Las ganancias del empresario as definidas, deben ser, y son, la cantidad que procura elevar al mximo cuando decide qu volumen de empleo [23] ofrecer. Conviene algunas veces, desde el punto de vista del empresario, llamar producto de la ocupacin al ingreso global (es decir, costo de factores ms ganancias) que resulta de un volumen dado de la misma. Por otra parte, el precio de la oferta global[16] de la produccin resultante de ese volumen determinado es precisamente la expectativa de los resultados que se espera obtener y que har costeable a los empresarios conceder dicha ocupacin.[17]De esto se deduce que, dados la tcnica, los recursos y el costo de factores por unidad de empleo, el monto de ste, tanto para cada firma individual como para la industria en conjunto, depende del producto que los empresarios esperan recibir de la produccin correspondiente;[18] porque stos [24] se esforzarn por fijar el volumen de ocupacin al nivel del cual esperan recibir la diferencia mxima entre el importe del producto y el costo de factores.Sea Z el precio de oferta global de la produccin resultante del empleo de N hombres, y la relacin entre ambos smbolos Z = (N), que puede dominarse funcin de la oferta global.[19] Llamemos D al importe del producto que los empresarios esperan recibir con el empleo de N hombres, y a la relacin correspondiente, D (N), a la que designaremos funcin de la demanda global.Ahora bien, si para cierto valor de N el importe que se espera recibir es mayor que el precio de la oferta global, es decir, si D es mayor que Z, habr un estmulo para los empresarios en el sentido de aumentar la ocupacin por encima de N y, si es preciso, elevar los costos compitiendo entre s por los factores d la produccin, hasta el valor de N en que Z es igual a D. As, el volumen de ocupacin est determinado por la interseccin de la funcin de la demanda global y la funcin de oferta global, porque es en este punto donde las expectativas de ganancia del empresario alcanzan el mximo. El valor de D en el punto de interseccin de la funcin de demanda global con la funcin de oferta global se denominar la demanda efectiva. Como sta es la esencia de la teora general de la ocupacin, cuya exposicin es el objeto que nos proponemos, los captulos siguientes se ocuparn extensamente de examinar los varios factores de que dependen ambas funciones.Por otra parte, la doctrina clsica, que se acostumbraba expresar categricamente con el enunciado la oferta crea su propia demanda y el cual sigue siendo el sostn de toda la teora ortodoxa, implica un supuesto especial respecto a la relacin entre estas dos funciones; porque la oferta crea su propia demanda [25] debe querer decir que (N) y (N) son iguales para todos los valores de N, es decir, para cualquier volumen de produccin y ocupacin; y que cuando hay un aumento en Z = (N) correspondiente a otro en N, D = (N) crece necesariamente en la misma cantidad que Z. La teora clsica supone, en otras palabras, que el precio de la demanda global (o producto de las ventas) siempre se ajusta por s mismo al precio de la oferta global, en tal forma que cualquiera que sea el valor de N, el producto D adquiere un valor igual al del precio de la oferta global Z que corresponde a N. Es decir, que la demanda efectiva, en vez de tener un valor de equilibrio nico, es una escala infinita de valores, todos ellos igualmente admisibles, y que el volumen de ocupacin es indeterminado, salvo en la medida en que la desutilidad del trabajo marque un lmite superior.Si esto fuera cierto, la competencia entre los empresarios conducira siempre a un aumento de la ocupacin hasta el punto en que la oferta en conjunto cesara de ser elstica, es decir, cuando un nuevo aumento en el valor de la demanda efectiva ya no fuera acompaado por un crecimiento de la produccin. Evidentemente esto equivale a la ocupacin plena. En el captulo anterior dimos una definicin de sta en trminos de la conducta de los obreros; una alternativa, aunque equivalente, es el que ahora hemos alcanzado, o sea, aquella situacin en que la ocupacin total es inelstica frente a un aumento en la demanda efectiva de la produccin correspondiente. De este modo el principio de Say, segn el cual el precio de la demanda global de la produccin en conjunto es igual al precio de la oferta global para cualquier volumen de produccin, equivale a decir que no existe obstculo para la ocupacin plena. Sin embargo, si sta no es la verdadera ley respecto de las funciones globales de la demanda y la oferta, hay un captulo de importancia capital en la teora econmica que todava no se ha escrito y sin el cual son ftiles todos los estudios relativos al volumen de la ocupacin global. [26]IITal vez un breve resumen de la teora de la ocupacin que se desarrollar en el curso de los siguientes captulos pueda ayudar al lector en esta etapa, aun cuando quiz no sea completamente inteligible. Los trminos usados se aclararn con mayor cuidado en su oportunidad. En este resumen supondremos que el salario nominal y el costo de los otros factores son constantes por unidad de trabajo empleado; pero esta simplificacin, de la que prescindiremos despus, se usa nicamente para facilitar la exposicin. El carcter esencial del argumento es exactamente igual, sin importar que los salarios nominales, etc., sean o no susceptibles de modificarse.El bosquejo de nuestra teora puede expresarse como sigue: cuando aumenta la ocupacin aumenta tambin el ingreso global real de la comunidad; la psicologa de sta, es tal que cuando el ingreso real aumenta, el consumo total crece, pero no tanto como el ingreso. De aqu que los empresarios resentiran una prdida si el aumento total de la ocupacin se destinara a satisfacer la mayor demanda de artculos de consumo inmediato. En consecuencia, para justificar cualquier cantidad dada de ocupacin, debe existir cierto volumen de inversin que baste para absorber el excedente que arroja la produccin total sobre lo que la comunidad decide consumir cuando la ocupacin se encuentra a dicho nivel; porque a menos de que exista este volumen de inversin, los ingresos de los empresarios sern menores que los requeridos para inducirlos a ofrecer la cantidad de ocupacin de que se trate. Se desprende, por tanto, que, dado lo que llamaremos la propensin a consumir de la comunidad, el nivel de equilibrio de la ocupacin, es decir, el nivel que no induce a los empresarios en conjunto a ampliar o contraer la ocupacin, depender de la magnitud de la inversin corriente. El monto de sta depender, a su vez, de lo que llamaremos el incentivo para invertir, que, como despus [27] se ver, depende de la relacin entre la curva de eficiencia marginal del capital y el complejo de las tasas de inters para prstamos de diversos plazos y riesgos.As, dada la propensin a consumir y la tasa de nueva inversin, slo puede existir un nivel de ocupacin compatible con el equilibrio, ya que cualquier otro producira una desigualdad entre el precio de la oferta global de la produccin en conjunto y el precio de su demanda global. Este nivel no puede ser mayor que el de la ocupacin plena, es decir, el salario real no puede ser menor que la desutilidad marginal del trabajo; pero no existe razn, en lo general, para esperar que sea igual a la ocupacin plena. La demanda efectiva que trae consigo la plena ocupacin es un caso especial que slo se realiza cuando la propensin a consumir y el incentivo para invertir se encuentran en una relacin mutua particular. Esta relacin particular, que corresponde a los supuestos de la teora clsica, es, en cierto sentido, una relacin ptima; pero slo puede darse cuando, por accidente o por designio, la inversin corriente provea un volumen de demanda justamente igual al excedente del precio de la oferta global de la produccin resultante de la ocupacin plena, sobre lo que la comunidad decidir gastar en consumo cuando la ocupacin se encuentre en ese estado.Esta teora puede resumirse en las siguientes proposiciones:1) En determinada situacin de la tcnica, los recursos y los costos, el ingreso (tanto monetario como real) depende del volumen de ocupacin N.2) La relacin entre el ingreso de la comunidad y lo que se puede esperar que gaste en consumo, designada por D1, depender de las caractersticas psicolgicas de la comunidad, que llamaremos su propensin a consumir. Es decir, que el consumo depender del nivel de ingreso global y, por tanto, del nivel de ocupacin N, excepto cuando ocurre algn cambio en la propensin a consumir. [28]3) El volumen de trabajo N que los empresarios deciden emplear depende de la suma (D) de dos cantidades, es decir, D1, la suma que se espera gastar la comunidad en consumo, y D2, la que se espera que dedicar a nuevas inversiones. D es lo que antes hemos llamado demanda efectiva.4) Desde el momento que D1 + D2 D = (N), en donde es la funcin de la oferta global, y como, segn hemos visto en 2), D1 es funcin de N, que puede escribirse (N), dependiendo de la propensin a consumir, se deduce que (N) (N) = D2.5) De aqu se desprende que, en equilibrio, el volumen de ocupacin depende: a) de la funcin de la oferta global, , b) de la propensin a consumir, , y c) del volumen de inversin, D2. Esta es la esencia de la teora general de la ocupacin.6) Para cada valor de N hay una productividad marginal correspondiente de la mano de obra en las industrias de artculos para asalariados, la que determina el salario real. El prrafo 5) est sujeto, por tanto, a la condicin de que N no puede exceder de aquel valor que reduce el salario real hasta igualarlo con la desutilidad marginal de la mano de obra. Esto quiere decir que no todos los cambios en D son compatibles con nuestro supuesto provisional de que los salarios nomina les son constantes. Por esta razn ser necesario, para realizar una exposicin ms completa de nuestra teora, renunciar a esta hiptesis.7) En la teora clsica, de acuerdo con la cual D (N) para todos los valores de N, el volumen de ocupacin est en equilibrio neutral en todos los casos en que N sea inferior al mximo, de manera que puede esperarse que la fuerza de la competencia entre los empresarios lo eleve hasta dicho valor mximo. Slo en este punto, segn la teora clsica, puede existir equilibrio estable.8) Cuando la ocupacin aumenta, D2 har lo propio, pero no tanto como D; ya que cuando el ingreso sube, el consumo lo har tambin, pero menos. La clave de nuestro problema prctico se encuentra en esta [29] ley psicolgica; porque de aqu se sigue que cuanto mayor sea el volumen de ocupacin, ms grande ser la diferencia entre el precio de la oferta global (Z) de la produccin correspondiente y la suma (D2) que los empresarios esperan recuperar con los gastos de los consumidores. Por tanto, si no ocurren cambios en la propensin a consumir, la ocupacin no puede aumentar, a menos que al mismo tiempo D, crezca en tal forma que llene la diferencia creciente entre Z y D1. Por consiguiente, el sistema econmico puede encontrar en s mismo un equilibrio estable con N a un nivel inferior a la ocupacin completa, es decir, al nivel dado por la interseccin de la funcin de demanda global y la funcin de oferta global excepto en los supuestos especiales de la teora clsica, de acuerdo con los cuales acta alguna fuerza que, cuando la ocupacin aumenta, siempre hace que D2 suba lo suficiente para cubrir la distancia creciente que separa a Z de D1.El volumen de ocupacin no est, pues, fijado por la desutilidad marginal del trabajo, medida en salarios reales, excepto en el caso de que la oferta disponible de mano de obra para una magnitud dada de salarios reales seale un nivel mximo a la ocupacin. La propensin a consumir y el coeficiente de inversin nueva determinan, entre ambos, el volumen de ocupacin, y ste est ligado nicamente a un nivel determinado de salarios reales no al revs. Si la propensin a consumir y el coeficiente de inversin nueva se traducen en una insuficiencia de la demanda efectiva, el volumen real de ocupacin se reducir hasta quedar por debajo de la oferta de mano de obra potencialmente disponible al actual salario real, y el salario real de equilibrio ser mayor que la desutilidad marginal del nivel de equilibrio de la ocupacin de equilibrio.Este anlisis nos proporciona una explicacin de la paradoja de la pobreza en medio de la abundancia; porque la simple existencia de una demanda efectiva insuficiente puede, y a menudo har, que el aumento de ocupacin se detenga antes que haya sido alcanzado el nivel [30] de ocupacin plena. La insuficiencia de la demanda efectiva frenar el proceso de la produccin aunque el producto marginal de la mano de obra exceda todava en valor a la desutilidad marginal de la ocupacin.Ms an, cuanto ms rica sea la comunidad, mayor tender a ser la distancia que separa su produccin real de la potencial y, por tanto, ms obvios y atroces los defectos del sistema econmico; porque una comunidad pobre estar propensa a consumir la mayor parte de su produccin, de manera que una inversin modesta ser suficiente para lograr la ocupacin completa; en tanto que una comunidad rica tendr que descubrir oportunidades de inversin mucho ms amplias para que la propensin a ahorrar de sus miembros ms opulentos sea compatible con la ocupacin de los ms pobres. Si en una comunidad potencialmente rica el incentivo para invertir es dbil, entonces, a pesar de su riqueza potencial, la actuacin del principio de la demanda efectiva la empujar a reducir su produccin real hasta que a pesar de dicha riqueza potencial, haya llegado a ser tan pobre que sus excedentes sobre el consumo se hayan reducido lo bastante para corresponder a la debilidad de incentivo para invertir.Pero falta lo peor: no solamente es ms dbil la propensin marginal a consumir[20] en una comunidad rica, sino que, debido a que su acumulacin de capital es ya grande, las oportunidades para nuevas inversiones son menos atractivas, a no ser que la tasa de inters baje lo bastante de prisa, lo cual nos lleva a la teora del inters y a las razones por las cuales no baja automticamente al nivel apropiado, de lo que nos ocuparemos en el Libro IV.En esta forma, el anlisis de la propensin a consumir, la definicin de eficiencia marginal del capital y la teora de la tasa de inters son las tres lagunas principales de nuestros conocimientos actuales, que es necesario llenar. Cuando esto se haya logrado [31] encontraremos que la teora de los precios ocupa su lugar apropiado como subsidiaria de nuestra teora general. Veremos despus, sin embargo, que el dinero juega un papel esencial en nuestra teora de la tasa de inters e intentaremos desentraar las caractersticas peculiares del dinero que lo distinguen de otras cosas.IIIEn la economa ricardiana, que sirve de base a lo que se nos ha enseado por ms de un siglo, es esencial la idea de que podemos desdear impunemente la funcin de demanda global. Es verdad que Malthus se opuso con vehemencia a la doctrina de Ricardo de que era imposible una insuficiencia de la demanda efectiva, pero en vano, porque no pudo explicar claramente (fuera de un llamado a la observacin comn de los hechos) cmo y por qu la demanda efectiva podra ser deficiente o excesiva, no logr dar una construccin alternativa y Ricardo conquist a Inglaterra de una manera tan cabal como la Santa Inquisicin a Espaa. Su teora no fue aceptada slo por la City, los estadistas y el mundo acadmico, sino que la controversia se detuvo y el punto de vista contrario desapareci completamente y dej de ser discutida. El gran enigma de la demanda efectiva, con el que Malthus habla luchado, se desvaneci de la literatura econmica. Ni una sola vez puede verse mencionado en cualquiera de los trabajos de Marshall, Edgeworth y el profesor Pigou, de cuyas manos ha recibido su mayor madurez la teora clsica. Slo pudo vivir furtivamente disfrazada, en las regiones del bajo mundo de Carlos Marx, Silvio Gesell y el mayor Douglas.Lo cabal de la victoria de los ricardianos tiene algo de curiosidad y de misterio; probablemente se debi a un complejo de conformaciones de la doctrina al medio ambiente en que fue proyectada. Creo que el hecho [32] de haber llegado a conclusiones completamente distintas de las que una persona sin instruccin del tipo medio podra esperar, contribuy a su prestigio intelectual. Le dio virtud el hecho de que sus enseanzas transportadas a la prctica, eran austeras y a veces inspidas; le dio belleza el poderse adaptar a una superestructura lgica consistente; le dio autoridad el hecho de que poda explicar muchas injusticias sociales y aparente crueldad como un incidente inevitable en la marcha del progreso, y que el intento de cambiar estas cosas tena, en trminos generales, ms probabilidades de causar dao que beneficio; y, por fin, el proporcionar cierta justificacin a la libertad de accin de los capitalistas individuales le atrajo el apoyo de la fuerza social dominante que se hallaba tras la autoridad.Aunque la doctrina en s ha permanecido al margen de toda duda para los economistas ortodoxos hasta nuestros das, su completo fracaso en lo que atae a la posibilidad de prediccin cientfica ha daado enormemente, al travs del tiempo, el prestigio de sus defensores; porque, al parecer, despus de Malthus los economistas profesionales permanecieron impasibles ante la falta de concordancia entre los resultados de su teora y los hechos observados una discrepancia que el hombre comn y corriente no haba dejado de observar, con el resultado de una creciente renuencia a conceder a los economistas esta manifestacin de respeto que da a otros grupos cientficos cuyas conclusiones tericas son confirmadas por la observacin cuando se aplican a los hechos.En mi opinin, el celebrado optimismo de la teora econmica tradicional puede encontrarse tambin en el hecho de no haber tenido en cuenta la rmora que una insuficiencia de la demanda efectiva puede significar para la prosperidad; porque es evidente que en una sociedad que funcionara de acuerdo con los postulados clsicos debera existir una tendencia natural hacia el empleo ptimo de los recursos. [33] Puede suceder muy bien que la teora clsica represente el camino que nuestra economa debera seguir; pero suponer que en realidad lo hace as es eliminar graciosamente nuestras dificultades. Tal optimismo es el causante de que se mire a los economistas como Cndidos que, habindose apartado de este mundo para cultivar sus jardines, predican que todo pasa del mejor modo en el ms perfecto posible de los mundos, a condicin de que dejemos las cosas en libertad. [34] Libro IIDEFINICIONES E IDEAS CAPTULO 4LA ELECCIN DE UNIDADESIEN STE Y los tres captulos siguientes intentaremos aclarar ciertas dudas que no tienen relacin peculiar o exclusiva con los problemas cuyo examen nos hemos propuesto analizar de manera especial; por lo que deben considerarse como una digresin que nos apartar momentneamente de nuestro tema principal. Slo se estudian aqu porque no se han tratado en ninguna otra parte en una forma que yo estime conveniente para las necesidades privativas de mi investigacin.Las tres confusiones que ms me estorbaron al escribir este libro, y me impidieron expresarme convenientemente hasta que les encontr alguna solucin, fueron; en primer lugar, la eleccin de las unidades cuantitativas apropiadas a los problemas del sistema econmico en su conjunto; segundo, el papel desempeado por las expectativas en el anlisis econmico; y tercero, la definicin de ingreso.IILo poco satisfactorio de las unidades que emplean los economistas puede ejemplificarse por los conceptos de dividendo nacional, existencia (o acervo) de capital real y nivel general de precios:1) El dividendo nacional, tal como lo definieron Marshall [37] y el profesor Pigou,[21] mide el volumen de la produccin corriente o ingreso real y no el valor de la produccin o ingreso monetario.[22] Ms an, depende, en cierto sentido, de la produccin neta; es decir, de aquella adicin neta a los recursos de la comunidad disponibles para el consumo o para conservarlos en calidad de provisin de capital, que resulta de las actividades econmicas y sacrificios de un perodo, despus de tener en cuenta el desgaste del capital real que exista al comienzo del mismo. Sobre estas bases se intenta erigir una ciencia cuantitativa; pero hay una grave objecin a este concepto, aplicado a tal fin, en el hecho de que la produccin de mercancas y servicios realizada por la comunidad es un complejo no homogneo, que no puede medirse, hablando en sentido estricto, excepto en casos especiales, como, por ejemplo, cuando todos los componentes de una produccin entran en la misma proporcin en otra produccin.2) La dificultad es mayor todava cuando, con objeto de calcular la produccin neta, tratamos de medir la adicin neta al equipo de produccin; porque es preciso encontrar alguna base cuantitativa de comparacin entre las nuevas partidas del equipo producidas durante el perodo y las viejas que han desaparecido por desgaste. Con el fin de llegar a la nocin de dividendo nacional neto, el profesor Pigou[23] deduce aquella obsolescencia, etc., que puede denominarse razonablemente normal; y la prueba prctica de normalidad consiste en que la merma es lo bastante regular para ser prevista, si no en detalle, por lo menos en trminos generales. Pero desde el momento que esta deduccin no se hace en unidades monetarias, est ligada a la suposicin de que puede ocurrir un cambio en la cantidad fsica, aunque de hecho no haya habido modificacin fsica [38] alguna; es decir, est introduciendo secretamente cambios en el valor. Ms todava, no es capaz de idear alguna frmula satisfactoria[24] para valorizar el equipo nuevo en comparacin con el viejo, cuando, debido a cambios en la tcnica, los dos dejan de ser idnticos. Creo que el concepto que apunta el profesor Pigou es el correcto y apropiado para el anlisis econmico; pero su definicin precisa es una tarea imposible hasta que se haya adoptado un sistema satisfactorio de unidades. El problema de comparar dos producciones reales entre s y de calcular despus la produccin neta, compensando con las nuevas partidas del equipo el desgaste de las viejas, origina acertijos que pueden calificarse de insolubles sin temor a equivocarse.3) En tercer lugar, el bien conocido pero inevitable elemento de vaguedad que como se sabe acompaa al concepto del nivel general de precios, hace a este trmino demasiado poco satisfactorio para las finalidades de un anlisis causal, que debera ser exacto.Sin embargo, estas dificultades se consideran correctamente como acertijos y son puramente tericas en el sentido de que jams ocasionan confusin, ni siquiera entran en modo alguno en las decisiones de los negocios y no tienen importancia para la serie causal de los fenmenos econmicos, los cuales son claros y determinados, a pesar de la indeterminacin cuantitativa de estos conceptos. Es natural, por tanto, concluir que no solamente carecen de precisin, sino que son innecesarios. Es evidente que nuestro anlisis cuantitativo debe explicarse sin usar ningn trmino cuantitativamente vago y, en verdad, tan pronto como tal cosa se intenta, se pone en claro, como espero demostrarlo, que puede pasarse mucho mejor sin ellos.El hecho de que dos grupos inconmensurables de objetos diversos no puedan por s mismos proporcionar el material para un anlisis cuantitativo, no es obstculo, por supuesto, que nos impida realizar comparaciones estadsticas aproximadas que dependan de elementos amplios de juicio ms que de clculos estrictos que puedan ser [39] vlidos y significativos dentro de ciertos lmites; pero el lugar propio de conceptos tales como la produccin real y neta y el nivel general de precios queda dentro del campo de la descripcin estadstica e histrica y su objeto debera ser satisfacer la curiosidad histrica o social; propsito para el que no es habitual ni necesaria la precisin perfecta, tal como exige nuestro anlisis causal, sea o no completo o exacto nuestro conocimiento de los valores reales de las cantidades de que se trate. Decir que la produccin neta de hoy es mayor que hace diez aos o un ao, pero el nivel de precios inferior, es una afirmacin semejante a la de que la reina Victoria era mejor reina pero no una mujer ms feliz que la reina Isabel aserto que no est desprovisto de significacin ni de inters, pero que es inaprovechable para el clculo diferencial. Nuestra precisin sera cmica si tratramos de usar tales expresiones parcialmente vagas y conceptos no cuantitativos como bases de un anlisis cuantitativo.IIIDebe recordarse que en todos los casos concretos un empresario se interesa por decisiones respecto a la escala en que usar cierto equipo de produccin, y cuando afirmamos que la expectativa de una demanda mayor, es decir, un aumento de la funcin de demanda global, provocar otro en la produccin total, lo que realmente queremos decir es que las empresas propietarias del equipo de produccin se vern reducidas a asociar con l un total mayor de mano de obra. En el caso de una firma o industria aisladas que produzcan un bien homogneo, podemos hablar lcitamente, si queremos, de aumentos y disminuciones de produccin; pero cuando sumamos la actividad de todas las empresas, no podemos expresarnos con precisin, excepto en trminos de cantidades de ocupacin aplicadas a un equipo dado. Los conceptos de produccin total y su nivel de precio no se requieren para este contexto, pues no necesitamos una [40] medida absoluta de la produccin total corriente, como la que nos permitira comparar su monto con el que resultara de la asociacin de un equipo diferente de produccin con una cantidad diferente de ocupacin. Cuando con fines descriptivos o de comparacin a grandes rasgos deseamos referirnos a un crecimiento de la produccin, debemos apoyarnos en el supuesto general de que el volumen de ocupacin asociado a cierto equipo productor ser un ndice satisfactorio del total de la produccin resultante, suponiendo que ambos aumenten y disminuyan juntos, aunque no en una proporcin numrica definida.Al tratar de la teora de la ocupacin me propongo, por tanto, usar solamente dos unidades fundamentales de cantidad, a saber, cantidades de valor en dinero y cantidades de ocupacin. La primera es estrictamente homognea y la segunda puede hacerse que lo sea; pues en la medida en que grados y clases diferentes de trabajo y empleo asalariado disfruten de una remuneracin relativa ms o menos fija, la magnitud de la ocupacin puede definirse bastante bien, para nuestro objeto, tomando una hora de empleo del trabajo ordinario como unidad y ponderando una hora de trabajo especial proporcionalmente a su remuneracin; es decir, una hora de trabajo especial remunerada al doble del tipo ordinario se contar por dos. Denominaremos unidad de trabajo a la unidad en que se mide el volumen de ocupacin, y llamaremos unidad de salario al salario nominal de una unidad de trabajo.[25] Por tanto, si E representa la nmina de salario (y sueldos), S la unidad de salarios y N la cantidad de empleo, E = NS.Este supuesto de la homogeneidad en la oferta de mano de obra no se altera por el hecho evidente de las grandes diferencias en la habilidad especializada de los trabajadores individuales, y su adecuacin para ocupaciones diversas; porque [41] si la remuneracin de los trabajadores es proporcional a su eficacia, las diferencias se liquidan si consideramos que los individuos contribuyen a la oferta de mano de obra proporcionalmente a su remuneracin; mientras que si, al aumentar la produccin, una empresa tiene que ocupar trabajo cada vez menos eficaz para sus fines particulares por unidad de salario pagado, solamente un factor entre otros conduce al rendimiento decreciente del uso del equipo productor, en trminos de produccin a medida que se emplea ms trabajo. Englobamos, por decirlo as, la no-homogeneidad de las unidades de trabajo de igual remuneracin dentro del equipo, que juzgamos cada vez menos adecuado para emplear las unidades de trabajo disponibles segn la produccin aumente, en vez de considerar que estas unidades de trabajo disponibles se adaptan cada vez menos al empleo de un equipo productor homogneo. Por tanto, si no hay excedente de mano de obra especializada o calificada y el uso de la menos adaptable supone mayor costo de trabajo por unidad de produccin, esto quiere decir que la proporcin en que disminuya el rendimiento del equipo a medida que aumente la ocupacin, es ms rpida de lo que sera si existiera tal excedente.[26] Aun en el caso extremo en que las diferentes unidades de trabajo estuvieran tan altamente especializadas que no pudieran sustituirse unas por otras en absoluto, esto no presentara dificultad porque significara nicamente que la elasticidad de oferta de la produccin de un tipo particular de equipo productor desciende repentinamente a cero cuando todo el trabajo especializado disponible para su uso est ya empleado.[27] As, pues, nuestro supuesto de una [42] unidad homognea de trabajo no comporta dificultades, a menos que haya mucha inestabilidad en la remuneracin relativa de las diferentes unidades de trabajo, y aun este obstculo puede eliminarse, en caso de que aparezca, por medio del supuesto de que existe la posibilidad de un cambio rpido en la oferta de mano de obra y en la forma de la funcin de oferta global.En mi opinin, podra evitarse mucha confusin si nos limitramos estrictamente a las dos unidades, dinero y trabajo, cuando nos ocupamos del comportamiento del sistema econmico en conjunto; reservando el uso de unidades de determinadas producciones y equipos para, las ocasiones en que analicemos la produccin de las empresas o industrias concretas aisladamente y el uso de conceptos vagos, tales como el volumen de produccin total, la cantidad del equipo de capital como un todo y el nivel general de precios, para las ocasiones en que tratemos de hacer alguna comparacin histrica, que sea, dentro de ciertos lmites (quiz bastante amplios), declaradamente imprecisa y aproximada. [43]De esto se desprende que mediremos los cambios que ocurran en la produccin corriente, con referencia al nmero de hombres empleados (ya sea para satisfacer a los consumidores o para crear nuevo equipo productor) en el equipo productor existente, ponderndose los trabajadores calificados de acuerdo con su retribucin. No se requiere una comparacin cuantitativa entre esta produccin y la que resultara de la asociacin de diferentes grupos de trabajadores con otra equipo productor. Para predecir de qu manera los empresarios que poseen cierto equipo reaccionarn ante un desplazamiento en la funcin de demanda global no es necesario saber qu relacin guardaran el volumen de la produccin resultante, el nivel de vida y el nivel general de precios con lo que seran en fecha o pas diferentes.IVEs fcil demostrar que las condiciones de la oferta, tal como se expresan generalmente por su respectiva curva, y la elasticidad de la misma en relacin con el precio de los productos, pueden manejarse con nuestras dos unidades escogidas, por medio de la funcin de oferta global, sin referencia a las cantidades de produccin, bien sea que se trate de una firma o industria particular o de la actividad econmica en conjunto; porque la funcin de oferta global para una firma cualquiera (y de modo semejante para determinada industria o para toda ella) est representada porZr = r (Nr),en la que Zr es el rendimiento cuya expectativa motivar un nivel de ocupacin Nr. Por tanto, si la relacin entre ocupacin y produccin es tal que una ocupacin Nr da una produccin de Or, en la que Or = r (Nr), se deduce que = Zr Or = r (Nr) r (Nr) es la curva normal de oferta. [44]Por eso, en el caso de cualquier producto homogneo, para el cual Or = r (Nr) tenga un valor definido, podemos valorizar Zr = r (Nr) del modo acostumbrado; pero entonces se pueden sumar las cantidades Nr en una forma que no es posible sumar con las Or, porque Or no es una cantidad numrica. Ms an, si es lcito suponer que, en determinado medio, cierto volumen total de ocupacin ser distribuido invariablemente en una forma nica entre las industrias de tal manera que Nr sea funcin de N, la simplificacin puede llevarse todava ms lejos. [45] CAPTULO 5LA EXPECTATIVA COMO ELEMENTO DETERMINANTE DE LA PRODUCCIN Y LA OCUPACINITODA PRODUCCIN TIENE por fin ltimo la satisfaccin de algn consumidor. Normalmente pasa algn tiempo, sin embargo y algunas veces mucho tiempo, entre el momento en que el productor soporta los costos (teniendo en cuenta al consumidor) y el de la compra de la produccin por el consumidor final. Entretanto, el empresario (incluyendo en este trmino tanto al productor como al inversionista) tiene que hacer las mejores previsiones[28] que estn a su alcance sobre lo que los consumidores podrn pagarle cuando est listo para abastecerlos (directa o indirectamente) despus que haya pasado un perodo, que puede ser largo; y no le queda ms remedio que guiarse por estas expectativas si es que desea producir algo por medio de procesos que llevan tiempo.Estas expectativas de las que dependen las decisiones de negocios, se dividen en dos grupos existiendo ciertos individuos o firmas especializadas en la tarea de forjar el primer tipo de previsiones y otros el segundo. El primero se relaciona con el precio que un manufacturero puede esperar obtener de su produccin terminada en el momento que se compromete a empezar el proceso que la producir; considerando que la produccin est terminada (desde su punto de vista) cuando se encuentra lista para ser vendida a otra persona. [46] El segundo se refiere a lo que el empresario puede esperar ganar en forma de rendimiento futuro, en el caso que compre (o quiz manufacture) produccin terminada como adicin a su equipo productor. Podemos llamar al primero las expectativas a corto plazo y al segundo las expectativas a largo plazo.De este modo, la conducta de cada firma individual, al decidir su produccin diaria,[29] ser determinado por las expectativas a corto plazo expectativas respecto al costo de la produccin en varias escalas posibles y expectativas sobre el importe a obtener de la venta de dicha produccin; aunque en el caso de adiciones al equipo productor y aun de las ventas a los distribuidores, estas expectativas a corto plazo dependern en gran parte de las de largo plazo (o plazo medio) de otras personas. El volumen de ocupacin que las empresas individuales ofrezcan ser consecuencia de todo este conjunt de previsiones. Los resultados efectivamente obtenidos de la produccin y la venta de la misma slo tendrn influencia sobre la ocupacin en la medida en que sean motivo de cambio de las expectativas subsecuentes. Tampoco la tienen, por otra parte, las expectativas originales que indujeron a la firma a comprar el equipo productor y la provisin de productos intermedios y artculos semimanufacturados que posee en el momento que debe decidir la produccin del da siguiente. En consecuencia, no cabe duda que cada vez que tenga que llegar a una decisin lo har tomando en cuenta este equipo y existencias, pero a la luz de las expectativas actuales acerca de los costos previstos y productos de las ventas.Ahora bien, en trminos generales, un cambio en las expectativas (sean a corto o a largo plazo) solamente producir plenos efectos sobre la ocupacin en un perodo considerable. El cambio en la ocupacin debido a una modificacin de las expectativas no ser igual en el segundo da despus del cambio que en el primero, [47] en el tercero que en el segundo, y as sucesivamente, aunque no haya nuevos cambios en ellas. Cuando las expectativas son a corto plazo, el hecho se debe a que los cambios no ocurren, por regla general, lo bastante violenta o rpidamente, aun en el peor de los casos, para ocasionar el abandono del trabajo en todos aquellos procesos productivos que fueron iniciados por equivocacin, aunque se descubra el error al analizar los hechos con mayor reposo; mientras que cuando stos superan las esperanzas fincadas en ellos, se necesita que pase algn tiempo de preparacin antes de que la ocupacin pueda alcanzar el nivel al cual hubiera llegado si las previsiones se hubieran revisado antes. En el caso de las previsiones a largo plazo, el equipo que no se repone seguir proporcionando ocupacin hasta su agotamiento; en tanto que, cuando el cambio en ellas resulta favorable, la ocupacin puede estar a un nivel ms alto al principio que despus de haber pasado el tiempo preciso para ajustar el equipo a la nueva situacin.Supongamos que un estado de expectativa dure el tiempo suficiente para que sus efectos sobre la ocupacin hayan sido tan completos que, en sentido lato, no haya ningn empleo que no hubiera tenido lugar si las nuevas previsiones hubieran existido siempre. En este caso, el nivel firme de ocupacin as logrado puede llamarse la ocupacin a largo plazo[30] correspondiente a ese estado de previsin. Aunque las expectativas pueden cambiar con tal frecuencia que el nivel real de ocupacin no haya tenido nunca tiempo de alcanzar el de largo plazo correspondiente al estado momentneo de aqullas, se deduce que cada situacin de expectativas tiene, sin embargo, su correspondiente nivel de ocupacin a largo plazo.Consideremos, ante todo, el proceso de transicin [48] a una posicin de perodo largo, debida a un cambio en las expectativas. Supongamos primero que el cambio es de tal naturaleza que la nueva ocupacin de largo plazo ser mayor que la anterior. Ahora bien, por regla general, al principio slo se afectar en una medida considerable la tasa de insumo (input), es decir, el volumen de trabajo en las primeras etapas de los nuevos procesos productivos; mientras que la produccin de artculos de consumo y el volumen de ocupacin en las etapas finales de los procesos que se iniciaron antes seguirn ms o menos lo mismo. Esta conclusin puede modificarse en la medida que exista provisin de artculos semi-elaborados, aunque es probable que siga siendo vlida la afirmacin de que el aumento inicial de la ocupacin ser moderado. No obstante, a medida que pasen los das, la ocupacin crecer gradualmente. Ms an, es fcil concebir las condiciones que la harn subir, al llegar a cierto estado, a un nivel ms alto que el de la nueva ocupacin a largo plazo; porque el proceso de crear capital para satisfacer el nuevo estado de las expectativas puede conducir a una ocupacin mayor y tambin a un consumo superior a los que se presentaran cuando se hubiera alcanzado la posicin, correspondiente al perodo largo. As, los cambios en las previsiones pueden llevar a un crecimiento gradual en el nivel de ocupacin hasta llegar a la cspide, para despus descender al nivel correspondiente al nuevo perodo largo. Lo mismo puede suceder si el nuevo nivel es igual al anterior, siempre que la modificacin comporte un cambio en la direccin de la demanda que haga anticuados ciertos procesos existentes y sus equipos. Igualmente, si la nueva ocupacin a largo plazo es menor que la inicial, el nivel de ocupacin durante la transicin puede descender durante cierto tiempo por debajo del que se alcanzar. Por eso, al desarrollarse un simple cambio en las previsiones, es capaz de producir una oscilacin de la misma clase y perfiles que un movimiento cclico. Esta clase de movimientos fue la que estudi en mi Treatise on Money, a propsito [49] de la formacin o el agotamiento de las existencias de capital en giro y capital lquido que siguen a los cambios.Un proceso no interrumpido de transicin, como el anterior, hacia una nueva posicin de largo plazo puede complicarse en los detalles; pero el curso real de los acontecimientos es ms complicado todava, porque el estado de las previsiones es susceptible de variar constantemente, apareciendo una nueva previsin mucho antes de que la anterior se haya desenvuelto por completo. De manera que el mecanismo econmico est ocupado en todo tiempo con cierto nmero de actividades que se traslapan y cuya existencia se debe a varias situaciones pasadas de expectativa.IIEsto nos lleva a la pertinencia de esta discusin con la finalidad que perseguimos. Es evidente, por lo anterior, que el nivel de ocupacin depende, en todo tiempo y en cierto sentido, no slo del estado actual de las expectativas sino de las que existieron durante un determinado perodo anterior. Sin embargo, las expectativas pasadas que todava no se han desarrollado estn incorporadas en el equipo actual de produccin, con referencia al cual el empresario tiene que tomar sus decisiones presentes, y slo influyen sobre stas en la medida en que estn incorporadas en la forma que se ha dicho. Por tanto, se deduce de esto, a pesar de lo anterior, que la ocupacin presente puede explicarse correctamente diciendo que est determinada por las expectativas de hoy, consideradas juntamente con el equipo productor actual.Rara vez pueden evitarse las referencias expresas a las expectativas corrientes a largo plazo; pero frecuentemente ser inocuo omitir las de corto plazo, en vista de que, en la prctica, el proceso de revisin de las expectativas de corto plazo es continuo y gradual y se realiza en su mayor parte teniendo a la vista los resultados obtenidos; de tal manera que los resultados esperados y los obtenidos se confunden y traslapan; porque aunque la produccin y la ocupacin estn determinadas por [50] las expectativas a corto plazo del productor y no para los resultados obtenidos en el pasado, los resultados ms recientes suelen jugar un papel predominante en la determinacin de tales previsiones. Sera muy complicado elaborar las previsiones de novo cada vez que se empezara un proceso productivo; ms an, sera perder el tiempo, desde el momento que, por lo general, gran parte de las circunstancias se mantienen substancialmente invariables de un da para otro. En consecuencia, es sensato que los productores basen sus expectativas en el supuesto de que los resultados efectivos ms recientes continuarn, excepto en el caso de que haya razones precisas para esperar un cambio. Por eso existe en la prctica una traslapacin en gran escala de los efectos que produce sobre la ocupacin el importe obtenido de las ventas ya hechas de la produccin reciente, y los efectos de los importes de las ventas que se espera realizar de los productos del insumo corriente; modificndose gradualmente con mayor frecuencia los pronsticos de los productores a la luz de los resultados obtenidos que por su anticipacin de los cambios probables.[31]Sin embargo, no debemos olvidar que, en el caso de los artculos durables, las expectativas a corto plazo del productor se basan en las expectativas corrientes a largo plazo del inversionista y que es propio de la naturaleza de las previsiones a largo plazo el que no pueden ser revisadas a intervalos cortos a la luz de los resultados obtenidos. Ms an, como veremos en el captulo 12 (en el que nos ocuparemos con mayor detalle de las expectativas a largo plazo) stas pueden ser revisadas en cualquier momento imprevisto. As, el factor expectativas corrientes a largo plazo no puede ser siquiera aproximadamente eliminado o reemplazado por los resultados obtenidos. [51] CAPTULO 6LA DEFINICIN DE INGRESO, AHORRO E INVERSINI. IngresoEN UN perodo cualquiera todo empresario habr vendido cierta cantidad de productos terminados a los consumidores o a otros empresarios por una suma que llamaremos A1, y tambin habr gastado otra, que designaremos A, para comprar artculos acabados a otros empresarios; teniendo al final un equipo productor, que incluye tanto sus existencias de artculos no terminados o capital circulante como las de los acabados, teniendo ambos un valor G.Sin embargo, una parte de A + G A1 no ser atribuible a las actividades del perodo en cuestin, sino al equipo productor que posea al principiar el perodo. Por tanto, con el fin de llegar al concepto de ingreso del perodo considerado, debemos restar de A + G A1 cierta suma que represente la parte de su valor que ha sido producida (en cierto sentido) por el equipo heredado del perodo anterior. El problema de definir el ingreso se resolver tan pronto como hayamos encontrado un mtodo satisfactorio para calcular esta deduccin.Hay dos procedimientos posibles para tal fin, y cada uno de ellos tiene su importancia: uno se relaciona co