Kant y La Cuestión de La Experiencia

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Monografía sobre Kant. Repaso fiel y riguroso, de lo que es la obra "Crítica de la Razón pura". Un trabajo académico.

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Kant y la cuestin de la experiencia

Una investigacin sobre la posibilidad del conocimiento en direccin a garantizar la legitimidad de la ciencia metafsica

ndice

Introduccin. 3Sobre una idealidad de la experiencia.. 8La Esttica Trascendental....... 15La Lgica Trascendental 21Analtica Trascendental.. 26-Libro primero- Analtica de los conceptos 27-Libro segundo- Analtica de los principios.... 40-Libro tercero- Analtica de los conceptos de razn................................................... 55Conclusin...... 60Bibliografa...... 63

Introduccin

En el escrito presente, nos encargaremos de justificar, de un modo riguroso y sistemtico, cmo por debajo de nuestra experiencia permanecen a priori, de un modo universal y necesario, ciertas condiciones ideales que hacen a su constitucin originaria.[footnoteRef:1] nicamente desde dicha orientacin es que consideramos que podremos seguir fielmente la intencin bsica de Immanuel Kant en su Crtica de la razn pura, que es la de realizar una investigacin de las facultades que estn a la base y hacen posible todo fenmeno de nuestra percepcin, independientemente de la experiencia. Slo as podr el pensador alemn dotar de legitimidad a la metafsica, descubriendo en ella el ejercicio de una verdadera ciencia trascendental. [1: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid, Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 136.]

Dentro de lo que es la estructura de nuestra razn, como se ver ms adelante, nos vamos a encontrar con dos elementos imprescindibles para la constitucin de todas nuestras aprehensiones empricas, dos elementos originarios denominados como intuiciones y conceptos. Kant nos dice que por uno de ellos los objetos nos son dados, en tanto que por el otro aspecto los fenmenos son pensados.[footnoteRef:2] Podremos distinguir, en efecto, en el correlato de nuestras percepciones, entre un carcter determinable y otro determinante, uno por el cual el ente va a ser presentado bajo la forma espacio-temporal de nuestra sensibilidad, y que corresponde como tal, al segmento de la Esttica trascendental, y otro, finalmente, por el cual el fenmeno va a ser pensado mediante la espontaneidad sinttica de las categoras de nuestro entendimiento, y que pertenece propiamente a la Lgica trascendental. [2: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid, Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 46.]

Slo por la conjuncin de ambos aspectos de la razn humana, podremos hablar de una constitucin originaria de la experiencia, pues todas nuestras afecciones se van a amoldar a aquellas estructuras formales en la conformacin del universo fenomnico.[footnoteRef:3] En primer lugar, el material emprico, en su afeccin, ser intuido bajo las condiciones de nuestra sensibilidad; luego, ese mismo material ser pensado y moldeado por nuestro entendimiento, el cual posee la facultad espontnea de someter a priori al conjunto de la experiencia bajo una cierta legalidad trascendental. [3: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid, Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 14.]

Del mismo modo es como procede el pensador alemn en la estructuracin de su obra, ubicando en el primer lugar de la Crtica de la razn pura el estudio de los caracteres de nuestra sensibilidad, en cuanto a que para conocer se requiere prioritariamente que algo sea presentado a nuestra intuicin[footnoteRef:4]; y ubicando en segundo lugar la investigacin de los conceptos races de nuestro entendimiento, en cuanto a que para conocer se requiere asimismo, como dice l ms adelante, de una representacin mediata de las representaciones inmediatas de nuestra sensibilidad. Las categoras se encargarn de realizar, entonces, en su funcionalidad, la sntesis de lo mltiple del fenmeno que es dado a nuestra intuicin sensible, volviendo posible el objeto. [4: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid, Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 46.]

Luego pasaremos a realizar un estudio detallado de la doctrina del esquematismo. Si el primer libro de la Lgica Trascendental corresponde a la Analtica de los conceptos, en lo que es una enumeracin completa de las categoras de la unidad de nuestro entendimiento, en el segundo libro, en cambio, denominado Analtica de los principios, se proceder a estudiar a los conceptos puros en su restriccin a las condiciones de nuestra sensibilidad. As, la cuestin central de este apartado ser la unidad sinttica de nuestras representaciones, en lo que es la determinacin de la forma en que se van a aplicar las funciones lgicas bajo la condicin de nuestro sentido interno. En este marco veremos cmo las categoras, en su restriccin a nuestra condicin sensible por medio de la sntesis trascendental de la imaginacin, darn lugar a la formulacin de ciertos esquemas de nuestro entendimiento, esto es, de ciertos parmetros de procedimiento, de los cuales se podrn derivar asimismo algunos conocimientos a priori que van a delimitar el campo de nuestra experiencia posible.[footnoteRef:5] Los esquemas no son otra cosa entonces que monogramas de nuestro entendimiento segn las relaciones de tiempo, y en este sentido, van a corresponder en su integridad a la tabla completa de los conceptos puros. De los principios que se derivan de aqullos, nosotros nos limitaremos nicamente a las Analogas de la experiencia, en cuanto que el mismo coincide con el propsito de nuestro escrito, que es la de dar una fundamentacin trascendental de todos los encadenamientos perceptivos que realizamos en nuestras aprehensiones empricas. [5: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid, Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 127.]

Ahora bien, todo lo que realiza Immanuel Kant en la Esttica y la Lgica no es ms que describir el procedimiento por el cual se constituye la experiencia desde su determinacin esttica.[footnoteRef:6] Por ello agregamos, a modo de complemento, como tercer libro de la Lgica trascendental, un segmento al cual daremos el nombre de Analtica de los conceptos de razn, por donde veremos que aqulla, no slo posee en s misma la facultad de elaborar ciertos principios sintticos que son inmanentes a la experiencia, sino que posee tambin la capacidad de formular otro tipo de conocimiento a priori, que no es inmanente sino trascendente, y al cual no corresponde, por tanto, correlato alguno en el encadenamiento de nuestras percepciones. ste ltimo, a diferencia de aquellos, es el que va a dar lugar a la determinacin dinmica de la experiencia. [6: Cfr.: Roberto Torretti; Manuel Kant; Ed. Universidad de Chile; Comisin Central de Publicaciones de la Universidad de Chile, 1967; p. 463.]

Este principio no es otro que aqul postulado de la razn, segn el cual, a la serie de las condiciones de nuestros conocimientos empricos, corresponde la representacin de una unidad incondicionada de las mismas, a la cual se van a subordinar sucesivamente.[footnoteRef:7] Como se puede ver, ste ltimo principio es un juicio sinttico a priori (pues al concepto de lo condicionado en general no corresponde en modo alguno lo incondicionado) y, no obstante, no lleva aparejado ningn correlato perceptivo en nuestra experiencia. Se puede notar, asimismo, como a nuestra razn corresponde otro tipo de representaciones muy diferentes a las de nuestro entendimiento puro. Pues mientras estas ltimas aportan el modo cmo se van a presentar las percepciones ante nuestra experiencia, aqullas, en cambio, aportarn la regla bajo la cual los fenmenos debern ser organizados en la determinacin dinmica de la misma. Aqu es donde juega su rol el concepto supremo de la razn, la idea de una unidad absoluta e incondicionada de todos nuestros conocimientos empricos, pues gracias a ella van a poder ser acomodados los fenmenos jerrquica y sistemticamente, de lo particular a lo ms general, siempre segn un principio.[footnoteRef:8] [7: Cfr.: Roberto Torreti; Manuel Kant; Ed. Universidad de Chile; Comisin Central de Publicaciones de la Universidad de Chile, 1967; p. 465.] [8: Cfr.: Roberto Torreti; Manuel Kant; Ed. Universidad de Chile; Comisin Central de Publicaciones de la Universidad de Chile, 1967; p. 469.]

Si en esa parte del escrito, no utilizamos el rtulo de una Dialctica trascendental, es simplemente porque en ningn momento estuvo presente sealar el carcter negativo de nuestra razn, en una investigacin de los errores en los que puede caer la naturaleza humana si se aventura ms all de los lmites de nuestra experiencia, sino ms bien su carcter positivo, como facultad que determina, en ltima instancia, toda orientacin sinttica en el conjunto de nuestros correlatos perceptivos.He aqu entonces que podremos justificar las pretensiones del establecimiento de una verdadera ciencia metafsica, en cuanto a que todos nuestros conocimientos empricos van a estar constituidos y regulados permanentemente por los juicios sintticos a priori a que llega nuestra subjetividad trascendental, unos, derivados de la aplicacin de las categoras a los esquemas de la sensibilidad, y otros, finalmente, derivados de la aplicacin de los conceptos de nuestro entendimiento puro a los esquemas de la razn. Los primeros son denominados por Immanuel Kant como principios objetivos, en cuanto determinan el aspecto de la presentacin de nuestras percepciones, en tanto que los segundos son considerados como subjetivos, pues no contienen ms que la proyeccin de un sistema completo de los fenmenos, marcando una tendencia sobre nuestro espritu. De este modo, la experiencia podr ser definida as en su totalidad, esto es, en su doble aspecto esttico y dinmico, como pasado hecho y futuro por hacer.[footnoteRef:9] [9: Cfr.: Roberto Torreti; Manuel Kant; Ed. Universidad de Chile; Comisin Central de Publicaciones de la Universidad de Chile, 1967; p. 485.]

Es ste, sin dudas, el ncleo de la obra kantiana, la posibilidad de los juicios sintticos a priori. La Crtica de la razn pura puede ser definida, en consecuencia, a grandes rasgos, como el estudio que se encarga de investigar los conocimientos a que llega originariamente nuestra razn pura, ya sea de un modo inmanente, ya de un modo trascendente, y para ello, establecer un tribunal que delimite, en el mismo sentido, los lmites y extensin de aqullos.[footnoteRef:10] Heidegger se refiere a dicha obra como una ontologa fundamental[footnoteRef:11], esto es, como una ciencia que pone al descubierto la enumeracin completa de los principios a que llega nuestro espritu a priori, y bajo los cuales tan slo podremos conducirnos en el ejercicio de nuestros correlatos empricos. La crtica no es, en suma, otra cosa que la planificacin, el estudio que prepara un terreno slido para que ulteriormente pueda levantarse, sin obstculos, el edificio de nuestros conocimientos metafsicos. La obra de Kant es simplemente la infraestructura ante cualquier intento de filosofa trascendental.[footnoteRef:12] [10: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid, Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 6-7.] [11: Cfr.: Martin Heidegger; Kant y el problema de la metafsica; Ed. Fondo de Cultura Econmica; Mxico D. F., 1986; Trad. Gred Ibscher Roth; p.p. 11-12.] [12: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid, Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 45.]

Sobre una idealidad de la experiencia

En la seccin primera de la introduccin a la Crtica de la razn pura, Kant comienza desarrollando de una manera estratgica, prudente e inteligente, una proposicin sobre la cuestin del mbito emprico que va a marcar el puntapi desde el cual se va a constituir toda su obra, y que, como tal, tambin ser indispensable para lograr una mayor flexibilidad en el escrito de nuestro modesto trabajo. El discurso mencionado sostiene algo parecido a lo siguiente: todo conocimiento comienza con la experiencia, pero no todo conocimiento se origina en ella.[footnoteRef:13] Esto es, an cuando un conocimiento determinado derive del mbito de la experiencia (lo que no puede ser de otra manera, pues nuestro aprehensin de la realidad requiere sin duda alguna del transcurso de nuestras vivencias psicolgicas), no obstante, hay algo por debajo de sta ltima, una estructura subyacente que hace a su posibilidad. Es este el tpico en el que Kant concentrar todos sus esfuerzos, tratando de demostrar que detrs de todo conocimiento emprico hay, en ltima instancia, un conocimiento ms puro y originario, el conocimiento de un horizonte que, al delinear el permetro de la experiencia, no puede ms que marcar asimismo las pautas de todo saber derivado. [13: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid, Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 28-29.]

En lo que refiere a la gnesis de nuestra experiencia, el alemn va a realizar entonces una distincin entre un carcter universal y necesario, propio de la subjetividad humana, y un carcter accidental y contingente, propio de lo que nos es dado como tal en nuestra experiencia ms concreta, como dos elementos imprescindibles en cuanto a la temtica sobre la constitucin de nuestro conocimiento sobre la realidad. Aquello ser universal dado que ser vlido para todos los casos, y en el mismo sentido necesario, pues la experiencia no puede darse de otra manera si no es bajo esos parmetros establecidos por la naturaleza humana, y aquello otro accidental y contingente, pues su estatus ser en todo momento variable, sin implicar con ello perjuicio alguno en el proceso de la constitucin de nuestro entorno fenomnico.Lo universal-necesario, y es ste un ncleo central y original del pensamiento crtico kantiano, slo lo encontraremos en el mbito ideal de nuestra formalidad pura, la cual es independiente de la experiencia y, no obstante, su condicin de posibilidad, pues a ella se van a ajustar como a una especie de molde trascendental todas las cualidades accidentales de lo mltiple de nuestra experiencia posible en la constitucin del objeto. En otras palabras, nuestra subjetividad va a ejercer el papel de un horizonte o estructura apriorstica y substancial, a partir de la cual todo el contenido material proveniente de la realidad circundante va a ser moldeado segn ciertas reglas, ciertos parmetros, ciertas normas de su ordenacin, llegando a establecerse de esta manera una anticipacin de nuestras facultades universales en la pre-figuracin del universo objetivo.[footnoteRef:14] [14: Ibd: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; p.14.]

Como es evidente de suyo, el punto de partida de todo conocimiento en general resultar de un enlace habitual en la percepcin de determinados hechos y circunstancias, lo que nos permitir formular hiptesis y leyes que coadyuven al progreso cientfico. Pero en cuanto hablamos del origen de nuestra capacidad intelectiva, entonces esto ya no es tan claro, pues, como veremos ms adelante, las races ms profundas de nuestro conocimiento se encuentran en otro lugar muy distinto que el de la experiencia y el hbito, siendo el mbito trascendental de nuestro ser el elemento subyacente que va a determinar de antemano cmo se va a presentar el ente ante nuestras percepciones; y esto a priori, independientemente de nuestros procedimientos psicolgicos. He aqu la innovacin de Immanuel Kant, el conocido giro copernicano, por donde lo determinante y decisivo no va a ser ya la aprehensin pasiva de un objeto ya realizado que slo espera por la asimilacin de nuestro entendimiento, sino ms bien la constitucin del fenmeno por la participacin activa del sujeto como su condicin de posibilidad.De esta manera, en esta especie de complemento trascendental entro lo mltiple dado a la experiencia y nuestra subjetividad como aspecto formal, es que podremos hablar de un origen de nuestro conocimiento; origen que, como no puede ser de otro modo, precede y es la presuposicin bsica de toda aprehensin emprica ulterior.Si en la corriente escptica anterior a Kant, como ocurre con la psico-filosofa de Hume, todo conocimiento derivaba en ltima instancia del campo de la percepcin, en su pensamiento toda percepcin y toda relacin emprica entre objetos, si bien marcan el primer momento de todo conocer humano, no son posibles ms que por una esfera apriorstica y trascendental que marca las pautas, las reglas, bajo las cuales tan slo es posible que se d una sntesis emprica. Detallemos un poco ms: si yo hablo, por ejemplo, en el campo de las ciencias fsicas, de que el calor es la causa de la dilatacin de los cuerpos, o de que la estructura nuclear de los metales es la causa de la corriente de electrones, esto ser posible, desde ya, porque me encuentro en la posibilidad de observar dichos fenmenos, pero slo podremos establecer dicha relacin en la medida en que estemos en posesin de una facultad segn la cual hay una relacin necesaria entre la causa y el efecto, y esto a priori, independientemente de la experiencia.Queda claro, entonces, que detrs de todo estudio fsico hay una metafsica que lo sustenta. Nuestro entendimiento no hace otra cosa con estas ciencias ms que anticiparse a la naturaleza, segn principios que lleva en su propio seno y que no son posibles sino por ciertas facultades universales y necesarias caractersticas de nuestro propio ser.[footnoteRef:15] Todo conocimiento comienza con nuestra realidad ms inmediata, pero de no haber anticipacin por parte de nuestra subjetividad y sus enlaces sintticos, la experiencia no sera ms que una adicin superflua de percepciones, una sucesin de representaciones sin sentido y no sujetas a ninguna determinacin. Por ello, podemos decir que detrs de toda percepcin de un objeto subyace un proceso de ob-jetivacin, o, en otras palabras, que el ente no es posible sino por una pre-comprensin apriorstica del mismo que marca su direccin y su contenido quiditativo, existiendo un horizonte ontolgico que pre-figura todo fenmeno de nuestros sentidos y su modo de presentarse.[footnoteRef:16] [15: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid, Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 15.] [16: Cfr.: Martin Heidegger; Kant y el problema de la metafsica; Ed. Fondo de Cultura Econmica; Mxico D. F., 1986; Trad. Gred Ibscher Roth; p.p. 21-22.]

Aparece en este contexto es el concepto clave de trascendencia, que demarca un terreno subyacente, un fondo sobre el cual van a tener lugar todas nuestras posibles concepciones cientficas. Citemos las palabras textuales de Immanuel Kant:

Llamo trascendental todo conocimiento que se ocupa en general no tanto de objetos como de nuestro modo de conocerlos, en cuanto ste debe ser posible a priori.[footnoteRef:17] [17: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid, Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 44.]

De este modo, contra las pretensiones escpticas de los empiristas ms radicales, nos propone una formalidad que, como tal, es independiente de la experiencia y, no obstante, hace posible toda modalidad en el encadenamiento emprico. Este es un punto hacia el cual aquellos no pudieron arrimar, y nunca podran, pues toman como punto de partida de sus investigaciones el elemento a posteriori de las impresiones que afectan a nuestro organismo[footnoteRef:18], cuando lo que Kant propone es que hay, a priori, una estructura permanente que se encarga de determinar, desde su misma idealidad, lo lmites bajo los cuales se van a presentar todos aquellos correlatos fenomnicos. El entramado trascendental de nuestra subjetividad es, en ltima instancia, lo que est detrs de nuestras percepciones y las fundamenta, y a ello se puede llegar con un poco de reflexin crtica. [18: Cfr.: David Hume; Tratado de la naturaleza humana; Ed. Libros en la red; Diputacin de Albacete, 2001; Trad. Vicente Viqueira; p. 28.]

Considero oportuno destacar que la idealidad, como horizonte de trascendencia de la subjetividad, no es, como tal, algo pasible de conocimiento emprico (pues nadie, en su sano juicio, encontrar que estas representaciones se encuentren en la experiencia ms inmediata que se hace presente a nuestra sentidos), no es, dijimos, algo pasible de conocimiento emprico, pero s, no obstante, algo que puede ser legtimamente pensado e intuido; de manera que quedan totalmente rechazadas de antemano las pretensiones empiristas de eliminar todo intento de estudio metafsico. Tampoco constituye esta idealidad un mero producto de la fantasa, pues de ser as nunca podra estar a la base de la sntesis emprica, sino que sera tan slo un producto de nuestra mera imaginacin sensible.Las representaciones a que nos referimos escapan, entonces, a los lmites de todo posible correlato emprico, pero no al mbito de nuestra subjetividad. Esto es lo que lleva al mismo Kant a buscar una legitimacin del conocimiento metafsico, todo lo cual realiza en su Crtica de la Razn Pura, que se define como el sistema de estos principios que son considerados como conditio sine qua non de toda nuestra experiencia.[footnoteRef:19] Lo que busca con su crtica es justificar toda pretensin metafsica, guardando su prestigio contra los ataques del empirismo ms escptico que, al no encontrar alguna entidad trascendental que se haga patente ante ellos mismos, ante sus propios sentidos (lo que es evidente que no puede suceder, pues el plano que est a la base de las percepciones no puede ser ello mismo una percepcin), pretenden eliminarla de un solo corte; en este respecto, el caso de Hume es paradigmtico, cada uno puede ser testigo, por su cuenta, de las afirmaciones de este gran filsofo. [19: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 6.]

La crtica debe coadyuvar, en ltima instancia, a que los representantes de esta ltima corriente tomen consciencia de cierto carcter ideal, de cierta idealidad de la realidad, que como tal no tendr una realidad absoluta (perceptible) pero s una realidad comparativa a priori, en tanto subyacente a la experiencia, conocimiento al cual no se puede llegar guindose uno por el mero correlato sensitivo, pero s dejndose llevar por un hilo conductor que nos lleve hacia los abismos ms profundos del alma humana, de nuestro ser trascendental.Pero no por todo lo que dijimos debemos pensar apresuradamente que el pensamiento de los empiristas escpticos como tal debe ser censurado y, si es posible, aniquilado de una vez y para siempre. Nada de esto, sino todo lo contrario. La doctrina del empirismo es un elemento imprescindible en la formacin del pensamiento crtico kantiano. Es harto conocido el pasaje por el cual el alemn aclara que la doctrina de Hume fue el horizonte de posibilidad de su pensamiento, algo as como un chispazo que dio en la antorcha adecuada, despertndolo a l de su sueo dogmtico.[footnoteRef:20] Cuando el alemn se refiere al sueo dogmtico, lo que nos quiere decir es que comienza a alejarse poco a poco de aqul hbito del antiguo idealismo por el cual se daba realidad absoluta a representaciones que slo pertenecan al mbito ideal de nuestro pensamiento. Y hay aqu un gran mrito del escepticismo. [20: Cfr.: Immanuel Kant; Prolegmenos a toda metafsica futura que haya de poder presentarse como ciencia; Ed. Istmo; Madrid, 1999; Trad: Mario Caimi; p. 23.]

No obstante, as como se aleja del antiguo idealismo, tambin tomar su distancia respecto del empirismo, acusando a los filsofos pertenecientes a esta ltima doctrina (y esto a manera implcita, sin formularlo nunca con palabras textuales) de ser reduccionistas, quienes al pretender eliminar de una vez y para siempre los propsitos de los idealistas que les antecedieron, se preocuparon asimismo, inocentemente, y con la mejor de sus intenciones, por tratar de aniquilar toda orientacin metafsica atendiendo nicamente a los datos de la percepcin, es decir, al correlato de nuestras impresiones y los hbitos que de ellas derivan. Lo que hacen estos ltimos (y he aqu un punto clave) es slo considerar una parte del asunto[footnoteRef:21], sin tomar en cuenta que hay cierto mbito ideal que prefigura y hace posible toda relacin de percepciones, mbito que, como tal, no posee una realidad absoluta, pero s una realidad comparativa a priori que es condicin de todo proceso de ob-jetivacin y que, por lo tanto, legitima toda investigacin trascendental. [21: Cfr.: Immanuel Kant; Prolegmenos a toda metafsica futura que haya de poder presentarse como ciencia; Ed. Istmo; Madrid, 1999; Trad: Mario Caimi; p. 29.]

De ninguna manera hay una objecin ante los escpticos, como no es posible que la haya, pero si una suerte de complemento en consideracin de una cierta totalidad y unidad de la experiencia que stos ltimos, con su buena intencin de no caer en las redes del dogmatismo, pero con la falencia de no descubrir al mismo tiempo cierta idealidad que es condicin necesaria del dato emprico, no tuvieron en cuenta. Las palabras de Kant en sus prolegmenos a este respecto son decisivas, las mismas son dirigidas principalmente a David Hume, su gran antecedente filosfico:

Hume (...) tampoco vislumbr nada de tal ciencia formal posible, sino que para poner su barco en seguro lo llev a la playa (al escepticismo), donde podr yacer y pudrirse; mientras que lo que a m me importa es darle a ese navo un piloto que, provisto de una carta marina completa y de una brjula, pueda dirigirlo con seguridad (...).[footnoteRef:22] [22: Cfr.: Immanuel Kant; Prolegmenos a toda metafsica futura que haya de poder presentarse como ciencia; Ed. Istmo; Madrid, 1999; Trad: Mario Caimi; p. 33.]

Kant ser, entonces, el piloto que se encargar de conducir el barco que qued reducido y anclado en la playa del escepticismo hacia los mares ms desconocidos, hacia las aguas profundas todava nunca visitadas del pensamiento crtico, para as lograr, de este modo, una mejor visin panormica del conjunto, enriqueciendo la investigacin parcial de los empiristas desde el horizonte de la trascendencia.

La Esttica Trascendental

Volvamos al principio de la cuestin. Como bien dijimos, todas nuestras representaciones no pueden sino tener lugar dentro del horizonte de una subjetividad trascendental, la cual marca en todo momento el origen de la experiencia. Este fondo subyacente, como tal, no puede ser conocido por nuestros sentidos, pues se encuentra a la base de nuestras percepciones. Pero, no obstante, como base, puede ser de alguna manera, si no conocido, al menos pensado e intuido. Con esta proposicin lo que hicimos fue de alguna manera adelantar, dejar algunos rastros, algunas huellas, que nos permitan desde un hilo conductor crtico llegar hacia los elementos necesarios y universales que constituyen ni ms ni menos que la esencia de nuestro propio ser trascendente, as como las posibilidades y los lmites de nuestro rumbo emprico. Veamos lo que el pensador alemn nos dice:

Hay dos ramas del conocimiento humano, que quiz se originen en una raz comn, y son, a saber, la sensibilidad y el entendimiento. Por medio de la primera nos son dados objetos; por medio de la segunda son los objetos pensados.[footnoteRef:23] [23: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 46.]

Es esta la proposicin que va a dar lugar a su posterior desarrollo de la denominada Esttica trascendental, como primer elemento del conjunto de la doctrina elemental trascendental. Luego habr lugar para hablar del entendimiento y de los factores que lo componen. Pero vayamos por el primer elemento de la crtica. La Esttica se define as, entonces, como el estudio, la ciencia, que se ocupa de los principios de nuestra sensibilidad[footnoteRef:24] como horizonte formal- apriorstico de nuestra experiencia, y la sensibilidad, asimismo, es definida como la capacidad de nuestra facultad de ser afectados por objetos, de manera que la sensibilidad no es otra cosa que receptividad, por su carcter de apertura ante posibles afecciones externas. Estas afirmaciones son las que conllevan asimismo la necesaria ubicacin en el primer lugar de la Crtica por parte de la Esttica trascendental, pues es claro de suyo que para todo conocimiento se requiere ante todo de la donacin de un material que pueda luego ser manipulado segn los procedimientos de nuestro entendimiento. [24: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 49-50.]

Se sabe, por tanto, que todo nuestro conocimiento comienza por los sentidos, mas este comienzo slo es posible por cierta idealidad que subyace y se anticipa a todas nuestras percepciones empricas. Este aspecto subyacente es el que no se puede presentar al carcter fisiolgico de nuestros sentidos, pero s puede ser intuido, pues todas las manifestaciones de nuestros correlatos sensitivos se dan dentro de esas estructuras formales que demarcan la esencia de nuestro propio ser. Kant va a definir, en este sentido, a la intuicin como aquella representacin general que es inmediata y, por lo tanto, determinable ante cualquier instancia, y a esta intuicin corresponde en nuestro caso el elemento de la sensibilidad receptiva.[footnoteRef:25] No sabemos cmo puedan ser las dems intuiciones, cuales sean sus posibles facultades, sus lneas directrices. Slo conocemos los contornos generales de nuestra intuicin, que es la propia de la sensibilidad como elemento formal, ms all de la cual no podemos ir, pues en ese caso estaramos transgrediendo los lmites que fueron impuestos por nuestra propia disposicin natural. [25: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 48.]

En este propsito fenomnico del pensamiento kantiano hay, ms all de todas sus contribuciones para despejar el terreno de la experiencia en su totalidad, un punto en comn con la doctrina de los empiristas. Pues si bien ellos no conciben de ningn modo el mbito ideal de nuestra intuicin sensible, no obstante, nos dicen que no podemos aventurarnos y emprender vuelo ms all de nuestras meras percepciones, las cuales evidentemente constituyen todo lo que podemos saber sobre nuestro mundo, todo lo que hay contenido en nuestra consciencia.Mencionamos que nuestra intuicin, como instancia determinable en general, consiste especficamente en nuestra sensibilidad, como capacidad de receptividad. Falta aclarar en qu consiste an, en sentido estricto, esa capacidad de afeccin de nuestra sensibilidad o, ms bien, en qu sentido, dentro de que lmites se nos da la misma. Pues bien, para descubrir esto no hace falta ms que ponerse a pensar en un determinado objeto cualquiera, y se ver que no podemos sino deducir de ello que todas nuestras representaciones son espacio-temporales, pues todo lo que imaginemos se dar siempre en la extensin y en la sucesin. Esto es lo que lleva al mismo Kant a establecer la distincin entre un sentido interno (el del tiempo) y un sentido externo (el del espacio) como elementos esenciales de la trascendencia de la subjetividad humana.[footnoteRef:26] Estos caracteres, en tanto aspectos formales, no sern derivados de ninguna experiencia y constituirn la base sobre la cual nicamente es posible que nos sea dado lo mltiple-concreto de la misma. [26: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 51.]

Este es, asimismo, el momento propicio quiz que le da lugar a Kant para hablar de fenmenos, pues fenmeno es aquello que sale a la luz, aquello que aparece, que se muestra, y lo que se muestra, no es sino lo accidental de la experiencia que tiene su lugar dentro de nuestras intuiciones formales. De manera que cuando hablemos de fenmenos no haremos ms que explicitar que los objetos como tales, como nosotros los conocemos y los percibimos, son los objetos que se dan a nuestro horizonte apriorstico espacio-temporal, es decir, que aparecen en un aqu y un ahora determinados. Por otra parte, bien se ve que nuestra intuicin es tal que depende de algo que nos sea dado desde fuera, y de lo cual no podemos conocer sus causas, su lugar de origen. No obstante, poco importa lo que sea la cosa en s misma, fuera de nuestras posibilidades, pues slo conocemos lo que por nuestras facultades podemos percibir.[footnoteRef:27] [27: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 64.]

De todas nuestras impresiones sensibles, por lo tanto, se puede decir que tienen su lugar en nuestros sentidos interno y externo, lo cual hace posible toda percepcin. No est dems mencionar la afirmacin kantiana que nos dice que si bien nuestra intuicin est compuesta universalmente por el espacio y el tiempo, no obstante, el tiempo tiene su prioridad con respecto al espacio en lo que hace a la esencia del hombre. Pues mientras el espacio es el aspecto formal de los fenmenos del sentido externo, el tiempo, al ser el aspecto formal de los fenmenos del sentido interno, lo es de los fenmenos en general, debido a que en ltima instancia todas nuestras representaciones externas se dan a nuestro sentido interno, siendo imposible considerar el asunto de manera inversa.[footnoteRef:28] Se infiere de ello, en consecuencia, que el hecho de que Kant establezca un distingo entre los dos elementos formales de la intuicin sensible responde ms bien a un propsito econmico- procedimental, pues en ltima instancia toda sntesis o determinacin espacial no puede escapar al carcter profundo y originario de la temporalidad humana (as, lo ms propio quiz fuera hablar de un horizonte tempo-espacial, entendido ste como unidad ideal). [28: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 59.]

En el pensamiento del filsofo David Hume, el espacio y el tiempo no pasaran de ser meras ideas complejas (compuestas), y por lo tanto derivadas, producto de nuestra actividad psicolgica en la unin o asociacin de ideas simples.[footnoteRef:29] As, dejndonos llevar por el hilo conductor sensitivo-experimental del pensamiento empirista del escocs, el espacio o extensin, no ser otra cosa sino el producto de un cierto hbito en la aprehensin visible y tangible de la disposiciones (ubicaciones) variadas en la que se pueden encontrar los objetos en su infinita posibilidad. En tanto que el tiempo, por su parte, y del mismo modo, ser considerado como un concepto derivado de nuestra costumbre en la observacin repetida de la sucesin de las percepciones, sucesin que, como tal, jams podr ser aprehendida en la patencia de un objeto inmutable, sino ms bien mudable. [29: Cfr.: David Hume; Tratado de la naturaleza humana; Ed. Libros en la red; Diputacin de Albacete, 2001; Trad. Vicente Viqueira; p.43.]

A primera vista se puede distinguir el absurdo que encierra en s misma semejante concepcin, pues de no ser el espacio y el tiempo otra cosa que meros conceptos abstrados de la experiencia, su conocimiento sera solamente probable y contingente, producto de una costumbre en la repeticin de cierta cantidad de experiencias, y no se podra nunca descubrir de esta manera la necesidad que a ellos es esencial. El espacio y el tiempo, en ltimo trmino, constituyen estructuras vlidas para todo momento y lugar, y jams su legitimidad podra derivar de una mera enumeracin y acumulacin de observaciones particulares. Pero no vayamos ms lejos. Creo que resulta conveniente en este momento concreto del trabajo, con la finalidad de hacer notar la parcialidad de la concepcin empirista, citar las palabras de Immanuel Kant en las definiciones que realiza respecto del espacio y del tiempo en sus exposiciones metafsicas respectivas. En lo que sigue, slo nos limitaremos a desarrollar las dos primeras caractersticas que da tanto del espacio como del tiempo, pues son las que juzgo ms pertinentes para esta parte del escrito:

Exposicin metafsica del concepto del espacio:[footnoteRef:30] [30: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 51-52.]

1- La representacin del espacio no puede ser tomada, por experiencia, de las relaciones del fenmeno externo, sino que esta experiencia externa no es ella misma posible sino mediante dicha representacin.

2- El espacio es una representacin necesaria, a priori, que est a la base de todas las intuiciones externas. No podemos nunca representarnos que no haya espacio, aunque podemos pensar muy bien que no se encuentren en l objetos algunos. Es considerado, pues, el espacio como la condicin de posibilidad de los fenmenos y no como una determinacin dependiente de stos, y es una representacin a priori, que necesariamente est a la base de los fenmenos externos.

Exposicin metafsica del concepto del tiempo:[footnoteRef:31] [31: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 57.]

1- El tiempo no es un concepto emprico que se deriva de una experiencia. Pues la coexistencia o la sucesin no sobrevendran en la percepcin, si la representacin del tiempo no estuviera a priori a la base.

2- El tiempo es una representacin necesaria que est a la base de todas las intuiciones. El tiempo es pues dado a priori; en l tan slo es posible toda realidad de los fenmenos.

Se puede ver, como bien lo dan por establecido las palabras de Kant, que tanto la representacin del espacio como la del tiempo no se refieren a una determinacin emprica (o s refieren a ello, pero slo a posteriori, esto es, de manera derivada y no originaria) sino que constituyen ms bien facultades apriorsticas y universales de la subjetividad humana que hacen posible todo dato sensible. El filsofo alemn confirma todo lo que venimos diciendo con persistente insistencia: por debajo de toda experiencia est nuestro horizonte espacio-temporal que da lugar a la modalidad de nuestras percepciones, de manera que no hablaremos de impresiones, sino ms bien de fenmenos, para referirnos a esta caracterstica peculiar del pensamiento crtico y no dejar de perder nunca de vista el fondo vaco, formal, universal y necesario sobre el que se da todo conocimiento emprico.[footnoteRef:32] [32: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.48.]

La lgica trascendental

Dejamos establecido en el apartado anterior que la intuicin, como tal, refiere en general a toda representacin inmediata, esto es, a toda representacin que es entonces determinable, y esto de manera necesaria, ante un factor de mediacin en general. No es este el caso de una intuicin en la cual todos los objetos fueran dados en la inmediatez de su misma representacin, pues esta sera una intuicin divina, creadora y originaria, en la cual no es posible mediacin alguna, o en realidad s lo es, pero slo en tanto esa misma inmediatez intuitiva se auto-determina, por lo que es mejor en este caso hablar de una suerte de intuicin intelectual, propia de seres a-histricos como los ngeles, quienes pueden sin duda alcanzar una visin clara de la esencia de las cosas, esto es, de lo que sean las cosas en s mismas, fuera de todos los lmites de nuestra percepcin. Pero lo que a nosotros nos interesa en este trabajo es especficamente la intuicin humana[footnoteRef:33], intuicin derivada que no puede de ninguna manera producir los fenmenos por s misma, sino que requiere de la afeccin sensible por parte de impresiones externas que tendrn su lugar en nuestro molde trascendental espacio-temporal, y a las cuales la subjetividad humana deber dotarlas por mediacin de un cierto orden en su presentacin emprica. [33: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 70.]

Hasta ahora lo que hicimos fue slo considerar el aspecto inmediato y determinable de la posibilidad a priori de todo conocimiento, y es evidente que si nos limitamos a esta nica pieza de la cuestin no queda desarrollada del todo nuestra intencin. Slo con nuestra intuicin sensible, lo nico que tenemos es un correlato catico de impresiones de las cuales no podemos abstraer saber alguno. En efecto, para que haya conocimiento, se requiere estar dotado de una consciencia de las representaciones inmediatas de nuestra sensibilidad, de manera que podamos enlazarlas y ordenarlas segn ciertos parmetros de pre-figuracin ontolgica. Todo esto nos lleva entonces a la segunda instancia de la doctrina elemental trascendental, a saber: el entendimiento y sus conceptos puros; estudio que ser asignado propiamente a la lgica trascendental, entendida sta como la ciencia que se ocupa especficamente de las reglas y de los principios de nuestro pensamiento a priori, teniendo en cuenta que toda nuestra intuicin requiere siempre de la facultad del pensar en general para constituir as el plano fenomnico de nuestro mbito emprico, en la concatenacin de nuestras impresiones. Kant es ms que claro al respecto. Pues nos dice, simplificando:

La lgica trascendental tiene ante s un mltiple de la sensibilidad a priori, que la esttica trascendental le ofrece, para dar a los conceptos puros del entendimiento una materia.[footnoteRef:34] [34: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 86.]

Y de inmediato declara las siguientes palabras:

La espontaneidad de nuestro pensar exige que ese mltiple sea primero recorrido, recogido y reunido para hacer de l un conocimiento. A esta accin se llama sntesis.[footnoteRef:35] [35: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 86.]

De manera que para todo nuestro conocimiento posible sern imprescindibles dos elementos, uno de los cuales ya explicitado, que es el de nuestra intuicin sensible por la cual las impresiones nos son dadas mediante nuestra capacidad receptiva de la afeccin, y otro, que es el del pensamiento o entendimiento, por el cual esas mltiples cualidades sensitivas sern enlazadas en una unidad superior, mediante la capacidad activa de la espontaneidad (o funcin) de nuestros conceptos puros a priori, que consiste propiamente en una representacin mediata de las representaciones inmediatas y determinables de nuestra intuicin sensible derivada, y que har posible, en consecuencia, por medio de un procedimiento sinttico, que hablemos legtimamente de conocimientos. Fuera de estos elementos, no hay aprehensin emprica posible.[footnoteRef:36] Se entiende por todo esto que nuestra intuicin es marcadamente relacional, pues depende de la actividad enlazadora de nuestro entendimiento para presentar ante s un objeto o fenmeno, todo lo cual ser llevado a cabo por nuestros conceptos puros a priori. stos ltimos, entonces, en cuanto leyes que delimitan y corresponden con la forma de todo nuestro conocimiento, sern abordados por el estudio propio de la lgica trascendental, puesto que slo por ellos mismos es posible que hablemos de un objeto en nuestra experiencia. [36: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 72.]

No debe confundirse a la lgica trascendental con una lgica general aplicada[footnoteRef:37], pues en tanto que sta ltima slo es posible por una va emprico-inductiva y no nos puede dar certeza alguna sobre la cantidad completa de los conceptos de nuestro entendimiento, sino slo una mera probabilidad sin rumbo alguno definitivo, esto es, sin distincin clara entre conceptos puros y empricos, la primera es nicamente posible por va deductiva, puesto que parte de la unidad de nuestro entendimiento como formalidad trascendental que se halla a la base de todos nuestros correlatos perceptivos, y, de esa manera, en la evidencia de su necesidad y universalidad, nos puede presentar un tabla completa de los conceptos de que depende todo proceso de ob-jetivacin.[footnoteRef:38] Los conceptos puros del entendimiento no son entonces otra cosa que leyes trascendentales de nuestro pensar, esto es, conceptos races desde los cuales nicamente se puede presentar lo mltiple de nuestra intuicin emprica como objeto, es decir, como algo puesto delante y establecido por reglas que lo dotan de coherencia y conexin. De ah que toda representacin emprica posterior, o bien toda ley natural obtenida por va de observacin y experimentacin cientficas, tengan como fundamento en todo momento a aqullas categoras puras de la subjetividad humana, que son las que se encargan de determinar de antemano, en su aplicacin a la intuicin sensible, cmo va a presentarse toda sntesis emprica y cules van a ser las nicas relaciones dinmicas posibles en lo que respecta a la existencia de los fenmenos unos con otros. [37: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 75.] [38: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 79.]

Los conceptos y principios empricos, entonces, en ltima instancia, siempre y constantemente van a estar determinados por la anticipacin de nuestro ser trascendente en la categorizacin de la experiencia posible, constituyendo la lgica trascendental, en cuanto posee en su seno conceptos originarios, el fundamento ltimo de la lgica general aplicada[footnoteRef:39], cuyas representaciones meramente derivadas no seras posibles sin ese adelantarse a la naturaleza propio de la espontaneidad de nuestro entendimiento enlazador. As, entonces, si por los caminos de la experiencia llegamos a obtener conceptos o representaciones tales como las de inherencia, causalidad, o bien la de la accin recproca entre las substancias, seguramente que estas posesiones llegaron a ser posibles nicamente porque ya a priori estaban dadas las condiciones para llegar a ellas. Ya se ver esto un poco ms adelante. [39: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 73-74.]

Dejamos entendido, en los prrafos anteriores, que Immanuel Kant puede presentar, en cuanto a la universalidad de nuestro entendimiento a priori, una tabla completa de todos los factores que lo componen. Algo que es posible siempre y cuando tengamos en cuenta el carcter de nuestro entendimiento puro como unidad trascendental, desde cuya idea podremos en adelante ir conociendo entonces claramente por va deductiva todos los elementos que lo componen, o sea, todos su conceptos puros.Esto es lo que va a realizar el filsofo alemn en la Analtica Trascendental[footnoteRef:40], seccin que pertenece a la primera parte de la Lgica trascendental, y que va a estar subdividida asimismo entre una Analtica de los conceptos y una Analtica de los principios. En efecto, vamos a distinguir, ms adelante, dentro de la misma, entre la bsqueda de un hilo conductor adecuado para llegar a la enumeracin completa de los enlaces categricos del entendimiento y la corroboracin que de nuestros conceptos puros, por su aplicacin esquemtica a las condiciones formales de nuestra sensibilidad, podremos obtener a priori ciertos principios sintticos, los cuales demarcarn el carcter de la presentacin de los fenmenos como representaciones mltiples sujetas a una misma legalidad. Finalmente, es de advertir que agregamos a modo de complemento, como tercer libro de la Analtica trascendental, una Analtica de los conceptos de razn, por donde se ver que la orientacin sistemtica de todo conocimiento posible, en la dinmica de la experiencia, va a estar fundamentada en ltimo trmino por la aplicacin indirecta de ciertas ideas que se originan en nuestra facultad racional. Estas ltimas, estarn caracterizadas bsicamente por ser representaciones de lo incondicionado que, en cuanto tales, imprimen una tendencia subjetiva en el marco de nuestras aprehensiones empricas, por la cual podremos dotar de unidad sinttica a todos nuestros enlaces perceptivos. Sigamos el orden establecido. [40: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 78.]

Analtica Trascendental

Libro primero- Analtica de los conceptos

Del hilo conductor trascendental para el descubrimiento de todos los conceptos puros del entendimiento

Lo que Kant quiere llevar a trmino es un anlisis completo de la facultad de nuestro entendimiento a priori, una descomposicin de su unidad en los elementos que lo integran y que hacen en su conjunto a esa su capacidad de espontaneidad en la pre-figuracin de lo mltiple de nuestra experiencia posible.[footnoteRef:41] No obstante, para llegar a ello debe buscar algn hilo conductor especfico que le conduzca hacia los horizontes ms profundos de nuestro ser trascendente. Aqu se pone en juego sin dudas la perspicacia del pensador de Konisberg, pues l mismo, sin dejar de tener en cuenta el carcter actual de toda existencia humana y de todo nuestro mundo circundante, se decide por una va emprica, la va de los juicios[footnoteRef:42], para as arrimar a la virtualidad de todas nuestras categoras trascendentales, las cuales no son nada y carecen totalmente de significado siempre que no sean consideradas como condiciones de una experiencia posible. Como se ver ms adelante, los conceptos puros del entendimiento contienen, en la determinacin de la forma del sentido interno, la posibilidad de la derivacin de ciertos juicios sintticos a priori, esto es, de ciertas leyes trascendentales que, en cuanto tales, delimitarn la aprehensin de nuestra experiencia, siendo el fundamento de toda legalidad emprica, de todo juicio a posteriori. [41: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 80.] [42: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 82.]

Kant va a considerar, entonces, al entendimiento como la facultad de juzgar (pues todo pensamiento consiste en ello), y a sta ltima como la capacidad de realizar una representacin mediata de las representaciones inmediatas del objeto[footnoteRef:43], y hace del juicio, por ello mismo, el hilo conductor adecuado por el que se manifiestan las categoras. En otras palabras, y para hacer ms claro y comprensible lo mencionado, diremos que los conceptos puros del entendimiento en su actividad consisten nicamente en la espontaneidad de sus funciones lgicas, esto es, en la capacidad de hacer de la representacin inmediata de lo mltiple de la intuicin sensible una representacin mediata y ms elevada en la constitucin del objeto o fenmeno. Pero no es esto a lo nico a lo que se va a atener. Pues en un segundo plano, en la instancia de lo ya constituido en nuestra experiencia actual, las funciones lgicas[footnoteRef:44] de los conceptos puros a priori del entendimiento tambin va a ejercer su rol en nuestros juicios empricos, pues una vez constituido el objeto, realizaremos una nueva representacin mediata, pero no ya de las representaciones inmediatas de lo determinable de nuestra intuicin sensible a priori, sino de las representaciones inmediatas del objeto actual, ya constituido por la virtualidad de nuestros conceptos aplicados a las condiciones de nuestra sensibilidad en el tiempo y en el espacio. [43: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 81-82.] [44: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 81.]

Es claro de suyo que, en cuanto los conceptos puros ejercen su actividad en la actualidad del juzgar emprico, el juicio va a ser por ende el hilo conductor apropiado que nos va a llevar a descubrir en su plenitud el conjunto de los mismos, en cuanto condiciones de la posibilidad de toda determinacin apriorstica en los procesos de pre-figuracin del universo fenomnico. Una vez aclarada la naturaleza del juicio, y de la funcin de las categoras en l, y de acuerdo a este proceder propuesto, Kant nos presenta la tabla de los juicios:

Tabla de los juicios:[footnoteRef:45] [45: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 82-83.]

1- Cantidad: Universales, Particulares, Singulares.2- Cualidad: Afirmativos, Negativos, Infinitos (o indefinidos);3- Relacin: Categricos, Hipotticos, Disyuntivos;4- Modalidad: Problemticos, Asertricos, Apodcticos.

De inmediato nos advierte Kant, en plena simetra con lo que venimos sosteniendo:

La misma funcin que da unidad a las diferentes representaciones en un juicio, da tambin unidad a la mera sntesis de diferentes representaciones en una intuicin, y esa unidad se llama, con expresin general, el concepto puro del entendimiento.[footnoteRef:46] [46: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 87.]

Y a rengln seguido:

De esta manera se originan precisamente tantos conceptos puros del entendimiento referidos a priori a objetos de la intuicin en general, como funciones lgicas en todos los juicios posibles hubo en la tabla anterior.[footnoteRef:47] [47: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 88.]

Estas palabras le preparan al pensador alemn el camino propicio para desarrollar la tabla completa de los conceptos puros, los cuales se obtienen por va deductiva de la unidad del entendimiento como horizonte de trascendencia.[footnoteRef:48] No obstante, nos limitaremos en este apartado a sealar meramente cules son las categoras de nuestro pensar a priori y cul es el lugar y el rtulo que le corresponde a cada una de ellas, en su orden y conexin unitaria, sin ir ms all, actuando as en plena concordancia con el propsito de Immanuel Kant en el libro de la Analtica de los conceptos, que es ms bien el de presentar al entendimiento como simple forma lgica que es totalmente independiente de las condiciones de la sensibilidad propias de nuestra intuicin. En lo que refiere al significado de nuestras categoras, esto ya es algo que corresponde ms bien al libro segundo de la Analtica trascendental, la Analtica de los principios, en donde se va a considerar a nuestros conceptos races en su relacin y restriccin a las condiciones puras de nuestra sensibilidad, algo que se explicitar a continuacin. Pero atengmonos entonces a mostrar la tabla correspondiente de las categoras del entendimiento puro, como meras formas lgicas de nuestro pensar puro a priori, y sin intencin de ir ms all de ello: [48: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 81.]

Tabla de las categoras:[footnoteRef:49] [49: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 88.]

1- Cantidad: Unidad, Pluralidad, Totalidad;2- Cualidad: Realidad, Negacin, Limitacin;3- Relacin: Inherencia y subsistencia (substantia et accidens), Causalidad y dependencia (causa y efecto), Comunidad (accin recproca entre el agente y el paciente);4- Modalidad: Posibilidad-Imposibilidad, Existencia-No existencia, Necesidad-Contingencia.

De la deduccin de los conceptos puros del entendimiento

Hasta aqu la presentacin de la tabla de los juicios como hilo conductor que nos conduce a la trascendencia de las categoras, presentacin que no presenta conflicto alguno, al poner en escena simplemente una enumeracin completa de los conceptos races de nuestro entendimiento como formas puras de todo nuestro pensar a priori. Pero no es tanto ese desarrollo lo que nos interesa, como ms bien realizar una demostracin de la relacin entre conceptos puros e intuiciones puras, siempre que se tenga como regla necesaria que todo posible conocimiento debe su origen a ese entramado apriorstico y trascendental. En ese proceder es que le surgen a Kant algunos obstculos intelectuales para con el desarrollo de su obra, pero que superar con gran ingenio.En efecto, al momento de fundamentar la validez objetiva de todo conocimiento a priori, se le presenta al pensador alemn un dilema importante, que es el de buscar una explicacin que justifique la relacin necesaria de las categoras con nuestra intuicin sensible. Pues que lo mltiple sensible tenga que ser dado en nuestra intuicin espacio-temporal como primera instancia de todo conocimiento de un objeto es algo cuya evidencia no tiene en duda ni al ms ordinario de los hombres; pero que las categoras de nuestro pensar puro tengan una relacin necesaria con las condiciones de nuestra sensibilidad en la constitucin de todo conocimiento, eso ya es algo que no se ve tan claro. Esto es lo que lleva al mismo Immanuel Kant a realizar en el segundo apartado de la Analtica de los conceptos una Deduccin trascendental de las categoras, que se concibe como una suerte de justificacin, explicacin o bien demostracin de la relacin que tienen y deben tener a priori todos nuestros conceptos puros del entendimiento con la intuicin sensible para hacer posible toda experiencia y todo encadenamiento de percepciones. Veamos las palabras del filsofo al respecto:

Se llama deduccin trascendental de los conceptos a priori a la explicacin del modo como esos conceptos a priori pueden referirse a objetos; y sta se distingue de la deduccin emprica, que seala el modo como un concepto ha sido adquirido por experiencia.[footnoteRef:50] [50: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 94.]

De lo que se trata es, en ltimo trmino, de concebir a los conceptos puros desde la unidad trascendental de nuestro entendimiento, de la cual podremos obtener, por va deductiva, una enumeracin completa de los mismos; y no desde un mero procedimiento psicolgico, en el que slo hay una coleccin rapsdica de representaciones, sin distincin clara entre conceptos puros y empricos. Slo aqullos, pos su mismo carcter de trascendencia, pueden ser llamados verdaderamente objetivos[footnoteRef:51], en tanto que los otros son principios subjetivos, generalizaciones de nuestra imaginacin emprica que carecen totalmente de universalidad y necesidad. Nos dice Kant que todo conocimiento emprico de los objetos es necesariamente conforme a esos conceptos, porque, sin presuponerlos, nada es posible como objeto de la experiencia.[footnoteRef:52] Slo por la espontaneidad de nuestras funciones lgicas lo mltiple del sentido interno puede ser reunido y organizado en la constitucin de una estructura objetiva. [51: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 135-136.] [52: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 100.]

De esto podemos deducir la necesaria relacin que tiene la intuicin con la unidad sinttica de nuestro entendimiento en la posibilidad de todo conocimiento a priori, en la medida en que permanece una consciencia apriorstica sobre las representaciones de nuestra intuicin, por la cual, en ltimo trmino, mis percepciones van a estar determinadas por una misma legalidad, que har que los objetos de nuestro experiencia se presenten segn ciertos caracteres.[footnoteRef:53] Slo por la participacin de nuestras categoras en el enlace de lo mltiple emprico es posible que hablemos de un objeto como algo puesto delante, como algo establecido y que sigue un cierto orden en su presentacin. Caso contrario, slo tendramos un mero correlato catico de impresiones, y no podramos establecer relacin alguna entre las mismas, ni menos an hablar de objetos. [53: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 99.]

Hasta aqu, entonces, la justificacin de cmo nuestras intuiciones puras, en lo que respecta a la pre-figuracin de toda posible aprehensin emprica, deben tener una relacin necesaria con el horizonte trascendental de nuestro entendimiento puro, en cuanto a que es posible hablar de objetos y de conexiones entre los mismos slo en el momento en el que los conceptos puros hayan realizado en su funcin la sntesis de la multiplicidad de nuestra intuicin sensible a priori.

La Unidad Trascendental de la Apercepcin

Kant nos dice a continuacin, que la unidad sinttica de lo mltiple es lo que siempre est a la base de cualquier analtica ulterior. Con esto no quiere decir otra cosa sino que todo lo desarrollado hasta el momento, no es ms que una descomposicin de nuestra experiencia actual en los elementos virtuales que la constituyen y la hacen posible, o, en otras palabras, una descomposicin del objeto en las condiciones trascendentales bajo las cuales nos son dadas las cualidades empricas del mismo, y bajo las cuales esas mismas cualidades son reunidas en su concepto. Ahora bien, lo que el pensador alemn quiere saber, lo que a l realmente le interesa, es a qu atribuir esa nuestra unidad sinttica de lo mltiple.A las categoras, claro est, no se la puede atribuir, pues las categoras, segn nos dice, presuponen ya enlace, y lo que se busca es justamente aquello que hace posible todo enlace sinttico; as pues, tendremos que buscar esa unidad en un lugar ms alto. Veamos: resulta evidente que la sntesis de lo mltiple de nuestra intuicin sensible es slo posible por cierto ejercicio activo, por cierta productividad en la espontaneidad de nuestro entendimiento, as pues, la unidad sinttica de lo mltiple no ser otra cosa que la unidad de nuestro pensar puro, al que podemos bien denominar nuestro yo pienso, como representacin que refiere a la consciencia que poseemos a priori sobre lo mltiple que puede ser dado en nuestra experiencia ms concreta. A la representacin yo pienso Kant la denomina tambin, en contraposicin con la apercepcin emprica, apercepcin pura y originaria[footnoteRef:54], y a su unidad, la va llamar unidad trascendental de la autoconsciencia.[footnoteRef:55] [54: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 103.] [55: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 103.]

En todo caso, lo fundamental reside en aquello de que siempre y constantemente toda autoconsciencia emprica, que es a posteriori, derivada de nuestras experiencias psicolgicas, va a estar fundamentada y sostenida por una autoconsciencia pura y trascendental, que va a marcar las pautas de la presentacin de aquellas, volvindolas posible.[footnoteRef:56] Hay, en ltima instancia, una cierta espontaneidad originaria desde la cual todo fenmeno va a poder ser presentado a priori, segn ciertos principios en la anticipacin de nuestros correlatos perceptivos. [56: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 107.]

David Hume sostiene, en relacin a la representacin de la unidad sinttica de la apercepcin o nuestro yo pienso, que esto no es ms que una fantasmagora abstracta de nuestro imaginacin, un hbito, una ficcin lgica por la cual nos conducimos respecto a nuestro entorno. Advierte el pensador escocs que todas nuestras percepciones no son ms que apariencias discontinuas y perecederas, una coleccin rapsdica de representaciones ms all de la cual no podemos aventurarnos, y que querer establecer un substrato por debajo de las mismas, algo que permanezca a lo largo de sus modificaciones, no es ms que un error necesario de nuestro espritu.[footnoteRef:57] Lo que ocurre, es que el hombre, al observar lo efmero de sus representaciones, se ve en la necesidad imperiosa de dotarlas de una cierta homogeneidad, de una continuidad totalmente quimrica que deriva, en ltima instancia, de una costumbre subjetiva por la cual debemos concebir al mundo como algo inteligible y ordenado. A esto contribuye la actividad de nuestra memoria[footnoteRef:58], la cual nos muestra que ciertas percepciones son semejantes y nos hace pasar, de esta manera, rpidamente de una idea a la otra, sin percibir saltos ni rupturas entre las mismas. [57: Cfr.: David Hume; Tratado de la naturaleza humana; Ed. Libros en la red; Diputacin de Albacete, 2001; Trad. Vicente Viqueira; p. 161.] [58: Cfr.: David Hume; Tratado de la naturaleza humana; Ed. Libros en la red; Diputacin de Albacete, 2001; Trad. Vicente Viqueira; p. 197.]

Sin embargo, si el empirista se hubiera dejado conducir por un hilo conductor crtico, no habra cado en los errores de concepcin a los que lleg, y hubiera descubierto que lo que llamamos identidad o nuestro yo pienso, no es algo que podamos reconocer como un mero producto de la fantasa, sino que ms bien se trata de la unidad trascendental de nuestra subjetividad como substancia originaria que, en su necesidad y universalidad, hace posible todo correlato fenomnico y, por tanto, toda apercepcin emprica ulterior, en el reconocimiento de uno mismo como agente de encadenamientos perceptivos.[footnoteRef:59] Lo que debemos de hacer, en todo caso, es comprender que el concepto de percepcin encierra mucho ms que una mera afeccin sensible, pues la percepcin, en su nueva definicin crtico-trascendental, encierra en su representacin las condiciones formales de la subjetividad que a priori se anticipan a la manera bajo la cual se va a presentar todo material emprico. Esto es, que detrs de todo objeto de mis impresiones va a permanecer una estructura continua y homognea, con indiferencia respecto a las cualidades mltiples de aqul.[footnoteRef:60] [59: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 107.] [60: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 104.]

La llamada deduccin trascendental de las categoras nos otorga una justificacin clara sobre lo que venimos sosteniendo, pues segn este apartado, en ltima instancia, todo lo mltiple de la experiencia, todas las cualidades sensibles, se constituyen en mis representaciones slo por el hecho de hallarse siempre y constantemente bajo la unidad originaria de la apercepcin en su unidad trascendental. Esto no quiero decir otra cosa sino que siempre y en todo momento las impresiones sensibles se me van a presentar como objetos, esto es, como algo ordenado y determinado por la unidad de mi entendimiento enlazador a priori, bajo las condiciones de nuestra intuicin, en lo que se puede denominar como una autoconsciencia a priori de la experiencia posible. De manera que aqu tenemos la demostracin de que la identidad de nuestro pensar puro subyace permanentemente y de modo necesario a toda presentacin emprica de los fenmenos, allende la finitud de sus apariencias.[footnoteRef:61] [61: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 105.]

Es menester advertir, finalmente, que atribuir realidad absoluta a una entidad inteligible tal como un sujeto pensante, desde ya que es caer en las redes sofsticas del dogmatismo, y es este descubrimiento un gran mrito y un gran paso que realiza la corriente empirista para dejar despejado as el camino de la crtica. La pregunta sobre la cuestin de qu sea nuestra unidad originaria de la apercepcin en s misma, por separado, es algo de lo que no podemos tener, por cierto, conocimiento alguno, pues para que haya conocimiento debe haber intuicin sensible, esto es, cualidades empricas que permitan ser enlazadas segn ciertas reglas de su presentacin.[footnoteRef:62] Hasta aqu est todo en consonancia con el pensamiento de los empiristas, pero no necesariamente por ello debemos embarcarnos en las playas del escepticismo. Pues la unidad originaria de nuestro yo puede ser, a partir del giro crtico llevado a cabo por Immanuel Kant, si no conocida, al menos pensada[footnoteRef:63], de la misma manera que respecto del espacio y del tiempo habamos sostenido que pueden ser intuidos. Con otra palabras, no podemos saber lo que sea la forma de nuestro pensar puro o bien qu sean las formas de nuestra intuicin sensible en s mismas, sino que lo nico que podemos saber con certeza es cmo somos afectados por ambos elementos en la constitucin de toda nuestra experiencia posible, como condiciones de posibilidad de la misma. [62: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 111.] [63: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 108.]

La determinacin de nuestro sentido interno (nuestro horizonte de escenificacin espacio-temporal) es, entonces, el fundamento ltimo de todo posible conocer. A todo esto se refiere Immanuel Kant cuando nos habla de la paradoja del sentido interno[footnoteRef:64], que no consiste sino en el hecho de que nosotros, como subjetividad pensante, nos conocemos solamente como objeto pensado, pues no podemos sino intuirnos tales como somos afectados interiormente, es decir como fenmenos. Intuicin un tanto imperfecta, debido a que la formalidad de nuestro horizonte de trascendencia no es algo que pueda ser percibido como tal. De ah que la perspicacia de todo pensador crtico debe consistir en tener como punto directriz el marco de la idealidad, de manera de poder conducirnos por un hilo trascendental desde la actualidad del fenmeno dado a nuestra experiencia a la virtualidad de las condiciones que hacen posible toda percepcin, que, como ya se sostuvo con insistente persistencia, no pueden ser percibidas, pero si pensadas e intuidas, dejndonos llevar bajo una concepcin crtica por el modo como el universo fenomnico se hace presente ante nuestro ser trascendental. [64: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 114.]

La sntesis trascendental de la imaginacin como camino hacia la Analtica de los Principios

Es en este contexto que surge asimismo otro concepto clave, quizs el ms importante de la obra, y es el concepto de la sntesis trascendental de la imaginacin. Esta representacin ya fue mencionada indirectamente en la ltima parte de la introduccin a la Crtica de la razn pura, como anticipacin de lo que iba a ser el desarrollo de los dos primeros elementos de la doctrina elemental trascendental, esto es, la esttica y la lgica trascendentales. En ese apartado, Kant nos dice que hay dos factores que integran y hacen al origen de todo conocimiento humano (los conceptos y la intuicin), y que quiz se originen en una raz comn. Es en este sentido que la imaginacin trascendental tiene su lugar, pues no ser otra cosa sino un factor de mediacin, de homogeneizacin, que une a nuestros conceptos puros con la intuicin sensible, haciendo posible toda determinacin a priori en la constitucin del conocimiento emprico.[footnoteRef:65] [65: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 113-114.]

En cuanto trmino medio, la imaginacin trascendental tendr un aspecto activo, que es el propio de la espontaneidad de nuestro entendimiento por medio de la aplicacin de las categoras, y, por otra parte, uno pasivo, que es el que pertenece al carcter receptivo de nuestra intuicin sensible, por la cual es dado lo mltiple de la experiencia. De manera que la imaginacin trascendental no ser ni puramente intelectual ni puramente intuitiva, sino una conjuncin de ambos aspectos de la subjetividad humana.[footnoteRef:66] La sntesis trascendental de nuestra imaginacin pura en la produccin del objeto lleva aparejado, por su misma unidad, el hecho de que, en ltimo trmino, nuestra receptividad sea al mismo tiempo espontnea, y, viceversa, que nuestra espontaneidad sea asimismo receptiva. En otra oportunidad define Kant a aqulla como un efecto del entendimiento sobre la sensibilidad[footnoteRef:67], o, como dir ms adelante, en su Analtica de los principios, como una determinacin del tiempo. [66: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 127.] [67: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 114.]

Ser imprescindible discernir, por otra parte, como se encarga de hacerlo el pensador alemn, entre una capacidad imaginativa emprica, y una capacidad imaginativa a priori. Pues en tanto la primera refiere slo a nuestra facultad en la asociacin de representaciones dadas a la experiencia, la ltima est a la base de aqulla, en cuanto que constituye en todo momento la condicin de posibilidad de esos mismos correlatos empricos, y esto a priori, con plena universalidad y necesidad. De manera que calificaremos a la sntesis trascendental de la imaginacin como facultad productiva[footnoteRef:68], pues se encarga de producir toda presentacin del fenmeno en la determinacin del sentido interno, en tanto que a la sntesis de la aprehensin perteneciente a la imaginacin sensible la denominaremos ms bien como facultad reproductiva, en tanto que su tarea no consiste en otra cosa sino en reproducir en la experiencia aquello que no obstante estuvo dado a priori por la aplicacin de las categoras a las condiciones formales de nuestra sensibilidad, en la conformacin ciertos esquemas trascendentales. [68: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 114.]

Libro segundo- Analtica de los principios

Lo que hace Kant, en la Analtica de los conceptos, es proceder por una descomposicin del entendimiento en las reglas formales que lo componen. En el segmento de la Analtica de los principios, se va a proceder tambin analticamente, pero teniendo como presupuesto bsico, en este caso, el enlace de lo mltiple de nuestra intuicin sensible por la espontaneidad de nuestro entendimiento, en donde los conceptos puros no van a ser considerados ya aisladamente, como mera funciones lgicas, sino en su relacin restringida a las condiciones formales de nuestra sensibilidad, que es la condicin necesaria de todo posible conocimiento emprico y lo que les da sentido y contenido.[footnoteRef:69] [69: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 130.]

Cabe advertir, no obstante, por si se encuentra algn lector desprevenido, que si bien este ltimo segmento considera a los conceptos puros y nuestras intuiciones sensibles no como elementos separados, sino en su enlace necesario en lo que es el fundamento de toda percepcin, aun as este mismo apartado constituye una proceder analtico, pues Kant se encargar de realizar en el mismo una enumeracin y demostracin especfica de cada principio sinttico que va surgiendo con la aplicacin sensible de las categoras, cuando quizs en nuestra realidad ms concreta estos mismos no funcionen separadamente, sino en un mismo enlace unitario que hace a la experiencia como unidad interconectada, esto es, como totalidad coherente e inteligible.Kant va a definir a la analtica de los principios como una doctrina del juicio[footnoteRef:70], pues el juicio no es otra cosa sino la capacidad de subsumir lo mltiple de la intuicin sensible bajo determinadas reglas, y de lo que se trata justamente en este apartado es de ello, esto es, de algo as como una sensibilizacin de los conceptos. No obstante, no se habla aqu de un juicio emprico, pues este no es sino una capacidad de subsumir a la unidad de nuestra consciencia las representaciones de objetos ya constituidos y percibidos a parte posteriori, sino que se habla ms bien de juicios que son posibles a priori, universal y necesariamente, y que hacen posible que hablemos de experiencia, pues delimitan su configuracin ontolgica. [70: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 123.]

Es este, ni ms ni menos, el centro de la Crtica de la Razn Pura, el ncleo sobre el cual van a gravitar todas las dems cuestiones, a saber: la posibilidad de los juicios sintticos a priori.[footnoteRef:71] Si los juicios analticos son aquellos en los cuales el sujeto y el predicado forman parte integrante de un mismo concepto en su descomposicin, los juicios sintticos sern aqullos en los cuales el sujeto y el predicado no forman parte de una misma representacin, sino que el concepto del predicado tendremos que buscarlo en otro lugar para luego enlazarlo con el concepto del sujeto.[footnoteRef:72] [71: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 134.] [72: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 34.]

De estos juicios est repleto nuestro mbito emprico, y no es menester que vayamos muy lejos para encontrarlos. Pero lo que a Kant le interesa resaltar es la posibilidad de los mismos a priori, como fundamento suficiente de nuestra experiencia. De ah que nos veamos en la obligacin de discernir entre los juicios sintticos a posteriori y los juicios sintticos a priori.[footnoteRef:73] Y la distincin consiste en esto: en tanto que en los primeros el concepto del predicado slo mantiene una relacin meramente contingente, azarosa, con el concepto del sujeto, a saber, una relacin determinada por un clculo de probabilidades en lo que constituye la reiterada repeticin de ciertos sucesos perceptibles, en los segundos, en cambio, el concepto del predicado mantiene una relacin de conexin necesaria y universal con el concepto del sujeto, esto es, una relacin que permanece siempre la misma en todo momento, sin sufrir alteracin alguna. [73: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 36-37.]

As, cuando en matemticas decimos que una lnea recta es la distancia ms corta entre dos puntos, seguramente se trata de una proposicin vlida para todo tiempo y lugar, y bien se ve que el concepto de distancia no es un concepto que est contenido en la representacin de la lnea recta, esto es, en el concepto del sujeto. En este caso, lo que ocurre es que la posibilidad extensiva del espacio a priori nos va a permitir dotar de validez objetiva a dicha proposicin. Podemos citar otros muchos ejemplos: podemos sostener en el marco de esta ciencia formal que el nmero infinito del total de los nmeros reales siempre va a ser mayor que el nmero infinito de los nmeros racionales, o bien de los nmeros trascendentes, etc., caso en el cual tambin se puede percibir con claridad inmediata que el concepto del predicado no encuentra cabida alguna en la representacin del sujeto. Lo que importa en todos estos casos, en suma, es el hecho de que los juicios sintticos a priori van a estar justificados por la capacidad trascendental de los elementos que hacen a nuestra formalidad subjetiva. Bien se ve por todo esto, adems, que las ciencias matemticas (entre ellas la geometra, la aritmtica, el lgebra, entre otras) consisten en juicios sintticos a priori[footnoteRef:74], algo de lo que se podra haber percatado el empirista escptico de David Hume si hubiera seguido correctamente un hilo conductor crtico, pues este conocimiento es marcadamente demostrativo y en este sentido es acreedor de las condiciones formales de nuestro ser trascendente, en lo cual el psicologismo no viene a constituir sino un bosquejo meramente accidental y contingente, sin valor alguno de necesidad y universalidad. [74: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 39.]

De los juicios sintticos a priori a que llegan nuestras facultades trascendentales, nos ocuparemos tan slo de aquellos juicios que determinan el aspecto de la presentacin de los fenmenos en su forma dinmica, esto es, en su relacin de unos con otros. Ahora bien, estos ltimos principios van a ser posibles slo por la aplicacin de nuestras categoras a las condiciones de nuestra sensibilidad, tarea de la que se encargar la capacidad productiva de nuestra imaginacin pura, y que dar lugar a lo que Kant denomina esquemas de nuestro entendimiento puro.[footnoteRef:75] El esquema puede ser entendido como una suerte de procedimiento general de la sntesis trascendental de la imaginacin en la generacin de imgenes, no siendo ello mismo una imagen, pues, como bien dice Kant: [75: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 126.]

La imagen es un producto de la facultad emprica de la imaginacin reproductiva, en tanto que el esquema de los conceptos sensibles (como el de las figuras en el espacio), es un producto y como un monograma de la imaginacin pura a priori, por el cual y segn el cual se hacen posibles las imgenes.[footnoteRef:76] [76: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 128.]

El esquema no es otra cosa sino una regla, un procedimiento, un marco de orientacin, o bien una lnea directriz segn la cual nuestras categoras van a ser sensibilizadas a priori de determinada manera[footnoteRef:77], segn ciertas condiciones establecidas por nuestro sentido interno, hacindose posible de este modo el horizonte de ob-jetivacin propio de la trascendencia de nuestra subjetividad, en la fundamentacin de un cmo en la patencia del ente ante nuestros sentidos, esto es, de las imgenes empricas, que nos son dadas a posteriori y que, no obstante, slo tienen su origen, en tanto correlatos perceptivos, en la formalidad esquemtica que caracteriza la esencia de nuestro ser. [77: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 127.]

Lo primero, entonces, como condicin restrictiva, es el esquema de nuestra imaginacin trascendental, y slo a partir de dicho contexto, pueden llegar en adelante nuestras capacidades universales a formular distintas leyes apriorsticas en la determinacin del tiempo.[footnoteRef:78] Kant nos va a dar, siguiendo el hilo conductor de las categoras, una tabla completa de esos esquemas, a partir de los cuales asimismo se van a derivar todos los principios sintticos a priori que hacen posible nuestra experiencia como correlato inteligible.[footnoteRef:79] Cabe advertir, no obstante, que slo haremos foco especficamente en algunos de ellos, que son los que pertenecen a las categoras de la relacin, los cuales constituyen nuestro centro de atencin, en cuanto que las pretensiones del presente escrito descansan bsicamente en la justificacin trascendental de todo encadenamiento emprico de nuestras percepciones en la dinmica de la experiencia. Estos ltimos, como se explicitar ms adelante, van a dar lugar a ciertos principios bajo el rtulo de Analogas de la experiencia, segn los cuales la experiencia nicamente es posible por una representacin del enlace entre los fenmenos. Veamos la tabla de los esquemas: [78: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 125.] [79: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 132.]

Esquemas del entendimiento puro[footnoteRef:80] [80: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p.p. 129-130.]

1- El esquema puro de la magnitud (quantitatis), como concepto del entendimiento, es el nmero, que es una representacin que comprende la adicin sucesiva de uno a uno (homogneo). De este esquema va a derivar a su vez el principio de los axiomas de la intuicin, segn el cual todos los fenmenos de nuestra percepcin son siempre magnitudes extensivas, pues su misma aprehensin no puede ocurrir sino mediante una sntesis sucesiva en la cual las partes preceden y hacen an posible la representacin del todo. En este principio descansa la aplicabilidad de los axiomas de la geometra al espacio fsico.

2- Realidad es, en el concepto puro del entendimiento, lo que corresponde a una sensacin en general, aquello pues cuyo esquema en s mismo seala un ser (en el tiempo); negacin, aquello cuyo esquema representa un no-ser (en el tiempo). De estos esquemas deriva el principio de las anticipaciones de la percepcin, segn el cual lo real de todos los fenmenos, que pertenece propiamente a la sensacin, tiene magnitud intensiva, o sea un grado. A esa nuestra capacidad de conocer a priori algo referente a lo que slo nos puede ser dado a posteriori mediante la afeccin sensible, llama Kant anticipacin.

3- El esquema de la substancia es la permanencia de lo real en el tiempo. El esquema de la causa y de la causalidad de una cosa en general es lo real, al cual, si es puesto a capricho, sigue siempre algo distinto. El esquema de la accin recproca o de la causalidad recproca de las substancias con respecto a sus accidentes, es la simultaneidad de las determinaciones de uno con las de otro, segn una regla universal. De estos esquemas se va a derivar el principio de las analogas de la experiencia, segn el cual la experiencia slo es posible mediante la representacin de un enlace necesario entre nuestras percepciones. Las tres relaciones posibles del tiempo son las de permanencia, sucesin y simultaneidad. Y de estos modos van a derivar asimismo las tres reglas que a priori hacen posible todo correlato sensitivo.

4- El esquema de la posibilidad es la concordancia de la sntesis de diferentes representaciones con las condiciones del tiempo en general. El esquema de la realidad es la existencia en un determinado tiempo. El esquema de la necesidad es la existencia de un objeto en todo tiempo. De estos esquemas se va a derivar el principio de los postulados del pensar emprico en general segn el cual: 1- Lo que conviene con las condiciones formales de la experiencia (segn la intuicin y los conceptos), es posible. 2- Lo que est en conexin con las condiciones materiales de la experiencia (de la sensacin), es real. 3- Aquello cuya conexin con lo real est determinada segn condiciones universales de la experiencia, es (existe) necesariamente.

Principios de las analogas de la experiencia

1- Principio de la permanencia de la substancia: En todo cambio de los fenmenos permanece la substancia, y el quantum de la misma no aumenta ni disminuye en la naturaleza.[footnoteRef:81] [81: Cfr.: Immanuel Kant; Crtica de la razn pura; Ed. Madrid; Librera General de Victoriano Surez, 1928; Trad. Manuel G. Morente; p. 151.]

Respecto del concepto de substancia vamos a recordar cmo el procedimiento psicolgico-inductivo de David Hume nos describa la posesin de dicha representacin como el efecto de un mero rejunte de diferentes cualidades particulares, a las cuales dotamos de una supuesta identidad y homogeneidad, enlazndolas y considerndolas como elementos inherentes a un algo desconocido, obscuro e incierto.[footnoteRef:82] As, el mismo proceso que nos llevaba a la formulacin de una identidad personal, ahora es considerado con respecto a la permanencia ficticia de los objetos de nuestra percepcin. El slo hecho de percibir un nmero reiterado de veces que determinadas cualidades se hallan constantemente ligadas entre s, produce una influencia tal sobre nuestro espritu, que nos lleva a la costumbre de dotar de una cierta continuidad unitaria a los objetos. Todo ello, no obstante, no pasara de ser para el escocs otra cosa que mera fantasmagora de una imaginacin elevada, pues no hay manera de que nuestras percepciones nos presenten algo as como una substancia. A rengln seguido el bueno de Hume realiza una pregunta retrica, con un tono irnico: [82: Cfr.: David Hume; Tratado de la naturaleza humana; Ed. Libros en la red; Diputacin de Albacete, 2001; Trad. Vicente Viqueira; p. 30.]

Como toda idea se deriva de una impresin precedente, si tuvisemos una idea de la substancia de nuestro espritu debamos tener tambin una impresin de ella, lo que es muy difcil, si no imposible, de concebir. Pues cmo puede una impresin representar a una substancia ms que asemejndose a ella?[footnoteRef:83] [83: Cfr.: David Hume; Tratado de la naturaleza humana; Ed. Libros en la red; Diputacin de Albacete, 2001; Trad. Vicente Viqueira; p. 178.]

A esta pregunta debemos responder, desde el enfoque que se produce con el nuevo giro crtico, que s es posible hablar de una substancia como elemento perteneciente a nuestros correlatos empricos; pero no se trata de que la misma sea representada como tal mediante nuestras impresiones sensibles (lo cual es imposible), sino que se trata, en todo caso, del mo