JULIAN MOMOITIO, PINTOR DE SUEÑOS Y ABSTRACCIONES Galería de Arte MAR (Grupo Escolá), Barcelona. Del 13 al 26 de marzo de 2012. 19 de Marzo de 2012. Entre los próximos días 13 y 26 de marzo, en la galería arte Mar, de Barcelona, del grupo Escolá, expone sus últimas producciones el veterano gran pintor vasco Julián Momoitio, en una etapa más de su vida artística, que le ha llevado por todo España y medio mundo, con sus bodegones, sus figuras humanas, sus recreaciones de otros artistas clásicos y, por encima de todo, sus ambientes cercanos a veces al realismo y en otros casos a la abstracción, pero con una personalidad propia e inconfundible.

Las uvas de la risa

Empezó a pintar cuando todavía era casi un niño, y durante toda su larguísima vida profesional ha llevado a cabo una especie de peregrinación por medio mundo, trasladando por todas partes su afán de portar un mensaje singular, que en todo momento impregna de amor, de generosidad y de ternura, quizás de una poesía y un lirismo muy especiales , de una belleza poética, que se prodiga más y más cuando sus modelos son las mujeres, y quizás más aún si son los niños, a los que sabe dotar siempre de un magnetismo que atrae al espectador hasta los límites justos de la emoción.

Los bodegones de Momoitio tienen una personalidad tan propia y definida que es imposible confundirlos con los de otro. En los suyos entran en juego, en una singular partida el color, la imaginación y la paleta, la finura de sus pinceles en los temas centrales, frutas, objetos variados, algunas veces animales de compañía, luego su espátula para el resto de la obra, en la parte más amplia de los cuadros, pero de una estupenda definición. Allí entran en juego los manteles, los muebles, las paredes, los fondos. Y en ellos predominan los colores de amplia gama, especialmente los azules de distintas tonalidades, imperando la línea recta y el ángulo, en una obra que tiene notas

de cubismo y notas de una abstracción que se va diluyendo hacia los elementos centrales objetos del cuadro, y en ellos, sin llegar al realismo, se aproxima a él, con su pincelada breve, con colores muy matizados.

La crítica ha dicho de su obra que de lo tradicional a lo vanguardista; de lo figurativo y humanista al impresionismo, y en algunos momentos se siente en sus cuadros que es un renovador del romanticismo, sobre todo cuando trata la figura humana, y entran en juego sus nostalgias y sus sueños, sin que ello quiera decir que sus tiempos pasados fueron mejores, sino todo lo contrario, porque sin olvidarse de lo que fue, mira a lo actual de frente, sin ningún tipo de miedo.

Volviendo a sus bodegones, en un país donde nacieron Zurbarán y Luis Menéndez, nos asombra contemplar unos simples puerros dando verdor a la blancura de unos manteles, o unas flores que por su trazo parece que quieran volver al jardín de donde están recién cortadas.

Las manchas de Momoitio, que he dejado para el final, son indefinibles, tanto por sus límites como por las sombras y trazos que las rodean. Seguro que no se parecen a las de nadie, así que hay que recurrir a la definición que no define nada, al tradicional “sui generis”, lleno de equilibrio y siempre con perfecta sinceridad.

ROGELIO SEGUNDO

GALERÍA VIRTUAL.

Lagrimas al atardecer.

Bodegón.

Negro.

Blancos femeninos.

Suelo con mensaje.

Teresa de Calcuta.