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LIBROS JUEVES, 11 OCTUB~E ~84: - ¡ Días de varia luz El Cuarteto del amor con Alejandría al foñ v Abordado el "Quartet d'Alexandria" a raíz de su versión completa catalana, la obra cimera de Lawrence Durrell se.revela, pese a sus.fallosahora más visibles, como un friso vital cuyos relieves se borran con los de la Alejandría que lo inspiró. Lawrence Durrel! "Justine" 234 páginas •Balthazar" 24/ páginas •Mounto/ive" 331 páginas Traducctán de M anuel de Pedro 'C/ea" . 296 páginas Traduccián de Jordi Arbonés Edicions Proa Barcelona. /984 L A WRENCE Durrell pu- blicó entre 1957 y 1960 los volúmenes que componen su fa- moso "Cuarteto de Alejandría": "Justine", "Balthazar", "Moun- tolive" y"C1ea".Aellosdebió su ascensión a la internacionali- dad, creo que con todo mereci- miento. Leí la obra medi'ada la década de los sesenta, en'iá edi- ción inglesa de 1962 que reunía loscuatro libros en un solo tomo bajo el título de "Quartet". En- tonces me apasionó vivamente y Durrell pasó a ser, como para tantos otros lectores del mundo, el autor por antonomasia del' "Cuarteto", la obra polifónica " que fundamentalmente cuestío-. naba la validez de la verdad lite- raria unívoca, en favor de la multiplicidad .de fisonomías que presenta un mismo rostro según cómo se mire y los ojos que lo contemplen. Durrell po- nía el acento en la crisis del ar- tista en elsiglo actual, trataba de --------l-I-'---:a""n=alizar lanaturaleza (leesaen- I sis provocada por un fulgor de lucidez, yacababa proclamando : la inviabilidad del arte como 1 instrumento de indagación de una supuesta verdad que ni si- quiera existe como tal, al menos dotada de la suficiente consis- tencia como para hacerla apren- sible a la sensibilídad del artista. Esa es una de las lecturas po-. sibles del ciclo. Durrell se valía de un exuberante texto literario, para realzar la incapacidad de la literatura en su afán de ofrecer una visión "auténtica y profun- da" de la vida. El arte es imper- fecto, poco menos que inútil .. puesto que no puede captar "to- .. dos" los matices de la realidad y ni soñar en modificarla. Eso es algo que sabíamos ya desde que Joyce optó por sacrificar la no- vela naturalista en las barran- queras de la psique, en "Finne- gan's Walce", y condujo el géne- ro a rozar sus últimos recursos. Pero Durrell es un escritor vita- lista, todo lo contrario de la .frialdad cerebral que caracteri- za al explorador Joyce, y Iorzo- j samente su pasión, al margen de la mayor o menor originalidad . de la experiencia técnica que .) proponía, tenía que conmover- .nos. Han transcurrido casi vein- te años desde entonces, y ahora, a raíz de haber aparecido el "Quartet" completo en catalán, he releído la obra a fondo y creo que vale la pena anotar algunas consideraciones sugeridas por la erosión del tiempo. Releer aquellas obras que en alguna medida ocupan un lugar de pri- vilegio en el recuerdo de uno, supone la posibilidad de reno- var el placer e incluso de incre- mentarlo con otros niveles de entendimiento, pero también conlleva el riesgo de la de- cepción. El espíritu de Kavafis y deFoster En este caso, el "Quartet" está ahí y debo admitir que todavía mantiene la verticalidad. Sigue siendo una obra que transpira vida y esrecorrida por la electri- zante pasión de quien ama la vida en su más literal diversi- dad. Se trata de la vida entendi- da como.lo que en verdad es: una confusa y hedionda Babel donde todo y todos hallan cobi- jo pero en la que, por su misma multiformidad, resulta difícil conciliar cada uno de los múlti- ples fragmentos que la compo- nen. CuandoDurretl llegó en la primavera de 1941 a Alejandría a expensas del Forei Office, ~I)no en a VIejaCIUa e Alejandro, de Euclides yPloti- no, la imagen perfecta de lo que pudo haber sido la bíblica Ba- bel. Alejandría había sido fe- cundada por la gloria de Alejan- dro, su fundador, y creada a se- mejanza de los ideales griegos. Después conoció el largo y es- pléndido período de los ptolo- meos, para caer siglos más tarde en las manos de Roma, conocer los amores trágicos de Antonio y Cleopatra, ser conquistada por los árabes, vivir su decadencia bajo la dominación turca, asistir al paso fugaz de Napoleón, ex- perimentar la. huella coloniza- dora de los ingleses, ser bombar- deada por los alemanes y~final- mente, la revolución de los coroneles egipcios. u na des- lumbradora historia de irradia- ción cultural, guerras fratrici- das, destrucciones, esclavitudes, transformaciones, mezcolanza de etnias y religiones; y como consecuencia lógica, una identi- . dad escindida, exótica con pin- celadas de pintoresquismo, que 'convierte a Alejandría en repro- ducción, a escala reducida, del caos moderno y su secuela de conflictos de todo orden. Lawrence Durrell Esa es la Alejandría mítica y real que se propuso conquistar al desarraigado Durrell entre 1941 y 1945, cuando la abando- nó para dirigirse a Rodas, y que mucho antes, en tiempos de la primera gran guerra, había lite- ralmente hechizado aotro escri- tor británico diametralmente distinto de Durrell. Me refiero a E.M. Forster, el producto típico de Cambridge, descubridor para occidente de la poesía de su amigo Kavafis, que dedicó a la ciudad un hermoso monumento literario con su obra "Alejan- dría", hábil mezcla de historia erudita y guía, publicada este mismo año en castellano y co- mentada semanas atrás en estas páginas por Carlos Pujol. Me atrevería a recomendar a todo aquel que desee iniciar la lectura del "Cuarteto" de Durrell, que antes se adentrara en la obra de Forster e incluso, para comple- tar la visión del panorama, reca- lara en los poemas esencialrnen- ea ejan nnos e gran av IS. Forster y Kavafis están en los orígenes del "Quartet" y domi- nan el espíritu de Durrell. Es más: estoy convencido de que sin ellos, tomados como ilustres precedentes, Durrell no habría escrito su obra. O tal vez, de ha- cerlo, es probable que no habría planteado el fresco novelístico en la disposición poliédrica que constituye uno de sus máximos logros, como siel relato estuvie- ra compuesto a base de frag- mentos dispersos, apenas cahe..:. sionados por un vago trazado argumental, y todos los elemen- tos permanecieran milagrosa- mente suspendidos en el espa- cio, dispuestos a ofrecer rasgos inéditos de si mismos a poco que una leve ráfaga de aire los obli- gue a modificar las posiciones que ocupan. No consigo evitar que los volubles relieves cam- biantes del "Quartet" me remi- tan a los "mobiles" de Calder, capaces de suscitar en uno la ilu- sión óptica de que una sola pie- za, aparentemente ingrávida y dotada de constante movilidad, posee numerosas dimensiones espaciales. Este es exactamente el efecto B sitat Autbtloma de Barcelona 60tec~d'Hurnanitats que pretende crear Durrell, su- gestionado por el variopinto cosmopolitismo de la ciudad mediterránea. Pero hay otra lectura atractiva que, sin em- bargo, no agota la obra, ni mu- cho menos. Se ha escrito en in- contables ocasiones que elejeen torno al cual gira la cuatrilogía eselamor. Hasta cierto punto es cierto, pero es preciso detenerse en esta afirmación y especifi- carla. Por una parte esconocida la inclinación de DurreIl a la exaltación sensual del amor des- pojado de convencionalismos. Basta leer la edición de George Wickes de "Lawrence Durrell and Henry Miller: A private co- rrespondence", para ver clara la postura de Durrell frente a un tema que juzga esencial. Por la otra, Forster anota que Alejan- dría es la ciudad que desde sus orígenes "se deleita con el amor", y éste discurre por su li- teratura "como un muchacho cruel y caprichoso", por lo que 105 alejandrinos "raramente cantaban otra cosa... a través de sus epigramas, sus elegías e idi- lios". Pero el amor que Alejan- dría transforma en lenguaje de epopeya, es un amor libre y am- biguo como la propia ciudad',' como las estatuillas de terracota y la figura cumbre de Cleopatra Con el tiempo Filopator. Así es también el amor que señorea en la novela Durrell volvió a Alejandría de Durrell, subyugado por los en 1977 y dejó constancia de su guiños embaucadores de Ale- sorpresa ante los profundos: jandría. Darley, el ocasional na- cambios habidos en la ciudad. rrador trasunto del propio Du- Bajo el total dominio egipcio, no rrell, seda de bruces a lolargo de era ni de lejos la misma que ha- la historia con una serie de per- bía abandonado en 1945; no la sonajes complejos, alejandrinos reconoció ni se reconoció en su puros, que aman y a la vez ma- atmósfera agrisada. Me ha ocu- tan el amor al convertirlo en una rrido algo parecido al releer, al trampa que aniquila a los seres cabo de los años, el "Quartet" amados. La oscura y tortuosa ..... I_d:;1¡.y·s7crTe:.:.t:;am~e;n;;.te::-.,.:.:tr:;a:;:d:.;ur::c;.:.:id""0>:¡.:--'N:.=,o __ ~ judía Justine, prototipo tomado sólo la obra ha perdIdO su facul- I de Eve Cohen:lr lfgunda es sa tad de impresionarme de nuevo f de DurreIJ~ t azar, omose- srmrque, arre , ae ame xual estudioso de la Cábala en ha resultado fatigosa. Hay en quien se identifica a Kavaf'is, el sus páginas un exceso de retóri- diplomático francés Pombal ca, exhalan cierto tufo de pe- que asiste a la muerte de la única dantería, y uno percibe la abun- mujer a quien ama de veras. el dancia.de artificios apenas disí- escritor británico Pursewarden mulados. Paradójicamente, de -¿presencia intelectual de los cuatro volúmenes el que se Forster 'en la novela?- víctima leecon mayor fluidez eselterce- de las relaciones incestuosas con ro. "Mountolive", el más lineal y su hermana, el embajador menos experimental de la tetra- Mountolive y sus equívocas re- logia. Eso no significa que la laciones con Leila, madre de obra no conserve parte de su Nessim, el egipcio de religión fuerza, y que la tesis de Durrell copta que a su vez vive en rara acerca de la realidad multifacial dependencia de su esposa Justi- haya perdido interés. También ne, Scobie, singular ex navegan- lo tiene la actual Alejandría,. te y policía que por las noches pese a la labor devastadora de la ejerce de travestido en la zona historia ya la pérdida de su fa" portuaria, la prostituta Melissa bulosa diversidad en beneficio que es amada compasivamente de la cultura y la lengua árabes. por Darley, o la pintora Clea Pero su momento histórico pasó que condena a Darley a la defi- Y me temo que asimismo pasó el nitiva soledad. "momento" del "Quartet", aun- .. El amor, en la óptica hipe- que permanezca expuesto con rrealista de DurrelI, es una em- honor en una vitrina de la hísto- boscada de la que nadie escapa ria de la novela moderna, si bien indemne. El pragmático Purse- algo apartada de las salas dedi- . warden, bajo el disfraz retórico cadas a los grandes del género. de una conciencia clarividente, Con todo respeto, esa es la im- asegura que la artificiosidad del presión que conservo de mi re- amor mata elespíritu y esteriliza dente y probablemente última a las criaturas. El sentimiento visita a la Alejandría de Durrell. amoroso es un espejismo.. una ROBERT SALADRIGAS alucinación de los sentidos;- como lo es la búsqueda infruc- _ tuosa de la verdad única capaz . de explicar los comportamien- tos humanos. Pursewarden se suicida porque no cree en el amor ni en la verdad. Alejandría sobrevive a la aventura dramá- tica de la historia de los siglos, porque ha optado por elespíritu acomodaticio y de ahí su natu- raleza ecléctica de escultura montada en el espacio; en cons- tante movimiento rotativo, que' permite contemplarla en sus' múltiples caras o máscaras, to- . das auténticas y todas falsas.' Algo encantador y decadente, misterioso como las aguas in-o vernales del Mareotis. La con-. cepción deliberadamente ambi-, gua de la novela obliga a pensar. que Durrella quiso así, dejando todos los hilos sueltos para no tener que acabarla. La vida pro- sigue interminablemente sus'gi- ros, como la tetralogía que no se- resuelve en desenlace sugiere un "continuum" infinito, y el arte, según Durrell, sólo es útil para ' aprender a vivir día tras día sin parapetarse tras ilusorios sub-· terfugios, es decir, en plena con- ciencia de nuestra condición de seres múltiples y en perpetuo extravío. -.-----

JUEVES, 11OCTUB~E ~84: - … · no,laimagen perfecta deloque pudo haber sido labíblica Ba-bel. Alejandría había sido fe- ... lectura atractiva que, sin em-bargo, noagotalaobra,

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Page 1: JUEVES, 11OCTUB~E ~84: - … · no,laimagen perfecta deloque pudo haber sido labíblica Ba-bel. Alejandría había sido fe- ... lectura atractiva que, sin em-bargo, noagotalaobra,

LIBROS JUEVES, 11 OCTUB~E ~84: -¡

Días de varia luz

El Cuarteto del amor con Alejandría al foñvAbordado el "Quartetd'Alexandria" a raíz de su versióncompleta catalana, la obracimera de Lawrence Durrell se.revela,pese a sus .fallos ahora másvisibles, como un friso vital cuyos relievesse borran con los de laAlejandría que lo inspiró.Lawrence Durrel!"Justine"234 páginas•Balthazar"24/ páginas•Mounto/ive"331 páginasTraducctán de M anuel de Pedro'C/ea" .296 páginasTraduccián de Jordi ArbonésEdicions ProaBarcelona. /984

LA WRENCE Durrell pu-blicó entre 1957 y 1960 los

volúmenes que componen su fa-moso "Cuarteto de Alejandría":"Justine", "Balthazar", "Moun-tolive" y "C1ea". A ellos debió suascensión a la internacionali-dad, creo que con todo mereci-miento. Leí la obra medi'ada ladécada de los sesenta, en'iá edi-ción inglesa de 1962 que reuníalos cuatro libros en un solo tomobajo el título de "Quartet". En-tonces me apasionó vivamente yDurrell pasó a ser, como paratantos otros lectores del mundo,el autor por antonomasia del'"Cuarteto", la obra polifónica

" que fundamentalmente cuestío-.naba la validez de la verdad lite-raria unívoca, en favor de lamultiplicidad . de fisonomíasque presenta un mismo rostrosegún cómo se mire y los ojosque lo contemplen. Durrell po-nía el acento en la crisis del ar-tista en el siglo actual, trataba de

--------l-I-'---:a""n=alizar la naturaleza (le esa en-

I sis provocada por un fulgor delucidez, y acababa proclamando

: la inviabilidad del arte como1 instrumento de indagación de

una supuesta verdad que ni si-quiera existe como tal, al menosdotada de la suficiente consis-tencia como para hacerla apren-sible a la sensibilídad del artista.

Esa es una de las lecturas po- .sibles del ciclo. Durrell se valíade un exuberante texto literario,para realzar la incapacidad de laliteratura en su afán de ofreceruna visión "auténtica y profun-da" de la vida. El arte es imper-fecto, poco menos que inútil ..puesto que no puede captar "to-

.. dos" los matices de la realidad yni soñar en modificarla. Eso esalgo que sabíamos ya desde queJoyce optó por sacrificar la no-vela naturalista en las barran-queras de la psique, en "Finne-gan's Walce", y condujo el géne-ro a rozar sus últimos recursos.Pero Durrell es un escritor vita-lista, todo lo contrario de la.frialdad cerebral que caracteri-za al explorador Joyce, y Iorzo-

j samente su pasión, al margen dela mayor o menor originalidad

. de la experiencia técnica que

.)

proponía, tenía que conmover-.nos. Han transcurrido casi vein-te años desde entonces, y ahora,a raíz de haber aparecido el"Quartet" completo en catalán,he releído la obra a fondo y creoque vale la pena anotar algunasconsideraciones sugeridas por laerosión del tiempo. Releeraquellas obras que en algunamedida ocupan un lugar de pri-vilegio en el recuerdo de uno,supone la posibilidad de reno-var el placer e incluso de incre-mentarlo con otros niveles deentendimiento, pero tambiénconlleva el riesgo de la de-cepción.

El espíritu de Kavafisy de FosterEn este caso, el "Quartet" está

ahí y debo admitir que todavíamantiene la verticalidad. Siguesiendo una obra que transpiravida y es recorrida por la electri-zante pasión de quien ama lavida en su más literal diversi-dad. Se trata de la vida entendi-da como.lo que en verdad es:una confusa y hedionda Babeldonde todo y todos hallan cobi-jo pero en la que, por su mismamultiformidad, resulta difícilconciliar cada uno de los múlti-ples fragmentos que la compo-nen. CuandoDurretl llegó en laprimavera de 1941 a Alejandríaa expensas del Forei Office,~I)no en a VIejaCIU a eAlejandro, de Euclides yPloti-no, la imagen perfecta de lo quepudo haber sido la bíblica Ba-bel. Alejandría había sido fe-cundada por la gloria de Alejan-dro, su fundador, y creada a se-mejanza de los ideales griegos.Después conoció el largo y es-pléndido período de los ptolo-meos, para caer siglos más tardeen las manos de Roma, conocerlos amores trágicos de Antonio yCleopatra, ser conquistada porlos árabes, vivir su decadenciabajo la dominación turca, asistiral paso fugaz de Napoleón, ex-perimentar la. huella coloniza-dora de los ingleses, ser bombar-deada por los alemanes y~final-mente, la revolución de loscoroneles egipcios. u na des-lumbradora historia de irradia-ción cultural, guerras fratrici-das, destrucciones, esclavitudes,transformaciones, mezcolanzade etnias y religiones; y comoconsecuencia lógica, una identi- .dad escindida, exótica con pin-celadas de pintoresquismo, que'convierte a Alejandría en repro-ducción, a escala reducida, delcaos moderno y su secuela deconflictos de todo orden.

Lawrence Durrell

Esa es la Alejandría mítica yreal que se propuso conquistaral desarraigado Durrell entre1941 y 1945, cuando la abando-nó para dirigirse a Rodas, y quemucho antes, en tiempos de laprimera gran guerra, había lite-ralmente hechizado a otro escri-tor británico diametralmentedistinto de Durrell. Me refiero aE.M. Forster, el producto típicode Cambridge, descubridorpara occidente de la poesía de suamigo Kavafis, que dedicó a laciudad un hermoso monumentoliterario con su obra "Alejan-dría", hábil mezcla de historiaerudita y guía, publicada estemismo año en castellano y co-mentada semanas atrás en estaspáginas por Carlos Pujol. Meatrevería a recomendar a todoaquel que desee iniciar la lecturadel "Cuarteto" de Durrell, queantes se adentrara en la obra deForster e incluso, para comple-tar la visión del panorama, reca-lara en los poemas esencialrnen-ea ejan nnos e gran av IS.Forster y Kavafis están en losorígenes del "Quartet" y domi-nan el espíritu de Durrell. Esmás: estoy convencido de quesin ellos, tomados como ilustresprecedentes, Durrell no habríaescrito su obra. O tal vez, de ha-cerlo, es probable que no habríaplanteado el fresco novelísticoen la disposición poliédrica queconstituye uno de sus máximoslogros, como si el relato estuvie-ra compuesto a base de frag-mentos dispersos, apenas ca he..:.sionados por un vago trazadoargumental, y todos los elemen-tos permanecieran milagrosa-mente suspendidos en el espa-cio, dispuestos a ofrecer rasgosinéditos de si mismos a poco queuna leve ráfaga de aire los obli-gue a modificar las posicionesque ocupan. No consigo evitarque los volubles relieves cam-biantes del "Quartet" me remi-tan a los "mobiles" de Calder,capaces de suscitar en uno la ilu-sión óptica de que una sola pie-za, aparentemente ingrávida ydotada de constante movilidad,posee numerosas dimensionesespaciales.Este es exactamente el efecto

Bsitat Autbtloma de Barcelona60tec~d'Hurnanitats

que pretende crear Durrell, su-gestionado por el variopintocosmopolitismo de la ciudadmediterránea. Pero hay otralectura atractiva que, sin em-bargo, no agota la obra, ni mu-cho menos. Se ha escrito en in-contables ocasiones que el eje entorno al cual gira la cuatrilogíaes el amor. Hasta cierto punto escierto, pero es preciso detenerseen esta afirmación y especifi-carla. Por una parte es conocidala inclinación de DurreIl a laexaltación sensual del amor des-pojado de convencionalismos.Basta leer la edición de GeorgeWickes de "Lawrence Durrelland Henry Miller: A private co-rrespondence", para ver clara lapostura de Durrell frente a untema que juzga esencial. Por laotra, Forster anota que Alejan-dría es la ciudad que desde susorígenes "se deleita con elamor", y éste discurre por su li-teratura "como un muchachocruel y caprichoso", por lo que105 alejandrinos "raramentecantaban otra cosa ... a través desus epigramas, sus elegías e idi-lios". Pero el amor que Alejan-dría transforma en lenguaje deepopeya, es un amor libre y am-biguo como la propia ciudad','como las estatuillas de terracotay la figura cumbre de Cleopatra Con el tiempoFilopator. Así es también elamor que señorea en la novela Durrell volvió a Alejandríade Durrell, subyugado por los en 1977 y dejó constancia de suguiños embaucadores de Ale- sorpresa ante los profundos:jandría. Darley, el ocasional na- cambios habidos en la ciudad.rrador trasunto del propio Du- Bajo el total dominio egipcio, norrell, se da de bruces a lo largo de era ni de lejos la misma que ha-la historia con una serie de per- bía abandonado en 1945; no lasonajes complejos, alejandrinos reconoció ni se reconoció en supuros, que aman y a la vez ma- atmósfera agrisada. Me ha ocu-tan el amor al convertirlo en una rrido algo parecido al releer, altrampa que aniquila a los seres cabo de los años, el "Quartet"amados. La oscura y tortuosa .....I_d:;1¡.y·s7crTe:.:.t:;am~e;n;;.te::-.,.:.:tr:;a:;:d:.;ur::c;.:.:id""0>:¡.:--'N:.=,o__ ~judía Justine, prototipo tomado sólo la obra ha perdIdO su facul- I

de Eve Cohen:lr lfgunda es sa tad de impresionarme de nuevo fde DurreIJ~ t azar, omose- srmrque, arre , a e a mexual estudioso de la Cábala en ha resultado fatigosa. Hay enquien se identifica a Kavaf'is, el sus páginas un exceso de retóri-diplomático francés Pombal ca, exhalan cierto tufo de pe-que asiste a la muerte de la única dantería, y uno percibe la abun-mujer a quien ama de veras. el dancia.de artificios apenas disí-escritor británico Pursewarden mulados. Paradójicamente, de-¿presencia intelectual de los cuatro volúmenes el que seForster 'en la novela?- víctima lee con mayor fluidez es el terce-de las relaciones incestuosas con ro. "Mountolive", el más lineal ysu hermana, el embajador menos experimental de la tetra-Mountolive y sus equívocas re- logia. Eso no significa que lalaciones con Leila, madre de obra no conserve parte de suNessim, el egipcio de religión fuerza, y que la tesis de Durrellcopta que a su vez vive en rara acerca de la realidad multifacialdependencia de su esposa Justi- haya perdido interés. Tambiénne, Scobie, singular ex navegan- lo tiene la actual Alejandría,.te y policía que por las noches pese a la labor devastadora de laejerce de travestido en la zona historia ya la pérdida de su fa"portuaria, la prostituta Melissa bulosa diversidad en beneficioque es amada compasivamente de la cultura y la lengua árabes.por Darley, o la pintora Clea Pero su momento histórico pasóque condena a Darley a la defi- Y me temo que asimismo pasó elnitiva soledad. "momento" del "Quartet", aun-.. El amor, en la óptica hipe- que permanezca expuesto conrrealista de DurrelI, es una em- honor en una vitrina de la hísto-boscada de la que nadie escapa ria de la novela moderna, si bienindemne. El pragmático Purse- algo apartada de las salas dedi-. warden, bajo el disfraz retórico cadas a los grandes del género.de una conciencia clarividente, Con todo respeto, esa es la im-asegura que la artificiosidad del presión que conservo de mi re-amor mata el espíritu y esteriliza dente y probablemente últimaa las criaturas. El sentimiento visita a la Alejandría de Durrell.amoroso es un espejismo.. una ROBERT SALADRIGAS

alucinación de los sentidos;-como lo es la búsqueda infruc- _tuosa de la verdad única capaz .de explicar los comportamien-tos humanos. Pursewarden sesuicida porque no cree en elamor ni en la verdad. Alejandríasobrevive a la aventura dramá-tica de la historia de los siglos,porque ha optado por el espírituacomodaticio y de ahí su natu-raleza ecléctica de esculturamontada en el espacio; en cons-tante movimiento rotativo, que'permite contemplarla en sus'múltiples caras o máscaras, to- .das auténticas y todas falsas.'Algo encantador y decadente,misterioso como las aguas in-overnales del Mareotis. La con-.cepción deliberadamente ambi-,gua de la novela obliga a pensar.que Durrella quiso así, dejandotodos los hilos sueltos para notener que acabarla. La vida pro-sigue interminablemente sus 'gi-ros, como la tetralogía que no se-resuelve en desenlace sugiere un"continuum" infinito, y el arte,según Durrell, sólo es útil para 'aprender a vivir día tras día sinparapetarse tras ilusorios sub-·terfugios, es decir, en plena con-ciencia de nuestra condición deseres múltiples y en perpetuoextravío.

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