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JUAN GOYTISOLO Literatura y poder EL PAÍS18/12/2010

ALAIN FINKIELKRAUT La nueva estatua de Pavel Morozov EL PAÍS 14/01/1990

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JUAN GOYTISOLO 

Literatura y poder

18/12/2010La delación de las personas próximas fue un método del Santo Oficio que adoptó lapolicía soviética

En el periodo de turbulencias que sacudían el califato omeya, el soberano envió a lamezquita de Kufa -semillero de disputas teológicas e interpretaciones distintas del librode la revelación coránica- la siguiente advertencia: "Esta noche un tirano / sembrará elterror. / No será camellero / ni pastor / sino un carnicero / presto al tajo".

Los asfixiantes poderes autocráticos que se suceden a lo largo de la historia de las diver-sas civilizaciones del planeta, fundados siempre en el miedo y la humillación de losseres humanos, inspiraron al gran escritor egipcio Gamal El Guitani las figuras contra-

puestas, pero complementarias, de Zayni Barakat, el personaje que da el título a la nove-la (1), y de Zacarías Ibn Radi, servidores ambos del sultán El Guri. Mientras la "filoso-fía" de Ibn Radi, regidor de un averno de suplicios y ejecuciones de los sospechosos dedesafección al déspota, se resume en su reflexión de cancerbero

"El cruce del umbral de nuestras puertas debe ser para el prisionero un límite entre dos

 periodos. Su vida se ha de dividir en dos partes, de tal manera que cuando un individuo

salga de aquí, no habrá cambiado de nombre sino de alma"

su colega Zayni preconiza métodos más sutiles que el tormento, como el de la utopía delmundo virtual en el que hoy habitamos

"Yo ya veo el día en el que el gran jefe de los espías podrá examinar la vida entera deuna persona (...) Y, no sólo lo que es visible, sino también sus deseos, sus sueños, sus

inclinaciones (...) De manera que podríamos predecir lo que va a hacer un individuo al

llegar a la edad adulta (...) ¡Obremos juntos para alcanzar la conversión de la humani-

dad al espionaje!"

Los archivos del Santo Oficio y de la policía soviética que examinamos a continuaciónresponden a la vez a la brutalidad sin límites de Ibn Radi y al sistema de delación y es-crutinio de Zayni. "Si alguien suspiraba de diferente manera que el resto de los veci-nos", dice este último, él "se enteraba inmediatamente". En resumen, un ojo omnividen-te y un oído que todo registra y capta.

En la época de los arrestos masivos de 1937-1939, un miembro de las juventudes comu-nistas, Pávlik Morózov, denunció a su padre en razón de sus ideas contrarrevoluciona-rias. Éste fue inmediatamente fusilado y el muchacho, erigido al rango de héroe de lapatria, se convirtió en paradigma del hombre nuevo, del modelo digno de imitación.

El sueño de Zayni Barakat de una humanidad adepta del espionaje, en la que cualquieraque suspirara de modo distinto de los demás debía ser denunciado, cuajó en una sinies-tra realidad. La delación generalizada de vecinos, conocidos, amigos e incluso familia-res próximos adquirió un valor ético tanto en la época de la Inquisición establecida enCastilla por Isabel la Católica como en la Rusia de Stalin. Los archivos del Santo Ofi-cio, como los del KGB, rebosan de documentos de toda índole sobre esa actividad pro-movida y ensalzada por las autoridades religiosas católicas y las del régimen soviético.Un cotejo de unos con otros resulta esclarecedor: los libros de Juan Antonio Llorente,Serrano y Sanz, Amador de los Ríos, Américo Castro, Sicroff, Domínguez Ortiz, Caro

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Baroja, Gilman y Jiménez Lozano reproducen una masa de documentos muy similares alos expuestos en la trilogía de Vitali Shentalinski (2). Las palabras proferidas contra elcamarada Stalin por un oscuro escritor en estado de embriaguez indujeron al dueño de lacasa en donde fueron pronunciadas a informar inmediatamente de ello a la Unión deEscritores y, a través de ella, a la policía política e ideológica de la URSS.

En junio de 1525, el suegro de Fernando de Rojas, Álvaro de Montalbán, fue detenidopor los alguaciles del Santo Oficio y encarcelado en sus calabozos. Su expediente desospechoso de judaísmo se remontaba a cuarenta años antes. Montalbán había sido "re-conciliado" tras una confesión seguida de propósito de enmienda, pero su expediente lesiguió como una sombra. Forzado a vivir con cautela, sabía que los ojos y oídos de loscentinelas de la fe y de su cuadrilla de delatores le acechaban de día como de noche. Unsimple descuido podía volverse en contra de él y así sucedió como nos cuenta StephenGilman en La España de Fernando de Rojas. 

En el curso de un viaje a Madrid para visitar a sus familiares, al final de un almuerzocampestre en los jardines de Leganés en el que se comió y bebió en una atmósfera sose-

gada, Montalbán respondió a las palabras del denunciante sobre lo efímero de los gocesmundanos en comparación con los de la vida eterna con un "acá tuviese yo bien, que allí no sé si hay nada". Al recordatorio del testigo de que la creencia en el cielo era un artí-culo de fe, el suegro de Fernando de Rojas persistió: "Disfrutemos aquí, que nada sé delo que hay después". El denunciante, tomando por testigo al párroco de la iglesia de SanGinés allí presente, cortó la conversación con un "ojalá no hubiese oído esto porque esherejía y me veo obligado a declararla". Aunque Montalbán fue condenado a cadenaperpetua, los dineros procurados por sus próximos a los señores inquisidores transmuta-ron la sentencia en arresto domiciliario de por vida.

La disimilitud existente entre el Santo Oficio y el NKVD estriba en que, a diferencia del

primero, éste no se dejaba corromper. Con todo, el mecanismo seguimiento-denuncia-registro-detención-interrogatorio con tortura o sin ella-sentencia es idéntico.

Al escarbar en las reconditeces del propio pasado para dar muestras de sinceridad ybuena fe a los comisarios inquisidores, los Bábel, Bulgákov, Mandelshtam, etcétera,seguían sin saberlo las huellas de infinidad de compatriotas nuestros. En 1535, Álvarode Montalbán se acusaba a sí mismo de haber omitido en su confesión de décadas antesel haber pronunciado por descuido unas palabras contrarias a los artículos de fe católica,y otra parienta de Fernando de Rojas hizo lo mismo tras decir en voz alta en su propiacasa otras de similar contenido. Ante el temor de haber sido escuchada por sus vecinos ydenunciada por ellos, había corrido a autoinculparse a los consultores del Santo Oficio:

"Yo Ysabel López, muger que soy de Francisco Pérez, digo que no mirando lo que dezíani creyendo que errava dixe las palabras siguientes -en este mundo no me veas mal

 pasar que en el otro no me verás penar-, y esto digo que lo dixe por manera de refrán

que se suele dezir". 

En su declaración ante aquellos admite su linaje "manchado", en el que figuran losMontalbán, "convertidos de judíos". El tropel de delatores que ejercía de policía antro-pológica de los cristianos nuevos había sumido a éstos en un permanente estado deafrenta, angustia y ansiedad. Cualquier imprudencia o lapsus lingual podía acarrear suruina.

La hoja de servicios de los chivatos que suministraban informes verdaderos o falsos a

los señores inquisidores, ya por razones doctrinales, crudamente pecuniarias o de envi-

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dia profesional a los acusados (tal fue el caso de fray Luis de León), así como la de sim-ples cizañeros y correveidiles, abría muchas puertas en la sociedad española de la época.

Había vecinos que invitaban amablemente a los descendientes de judíos a compartir conellos una lonja de tocino y escudriñaban sus movimientos los sábados. El árbol gene-alógico de los conversos era la comidilla de los pueblos. Los malsines no conocíanhoras de descanso. El sueño del protagonista de Gamal El Guitani que da el título a sunovela se cumplía a la perfección y era la antesala de las mazmorras de su colega Zaca-rías Ibn Radi. El desahogo del antihéroe de Mateo Alemán contra quienes

"llevando y trayendo mentiras, aportando nuevas, parlando chismes, levantando testi-

monios, poniendo disensiones, quitando las honras, infamando buenos, persiguiendo

 justos, robando haciendas, matando y martirizando inocentes" 

no puede ser más explícito. La cacería de sospechosos de desafección religiosa o ideo-lógica se convirtió en la URSS como en la España de los Habsburgo en un concursonacional:

"Todos participan en él, por decreto y estímulo del poder: vecinos, colegas, parentela,delatándose los unos a los otros, desenmascarando, asintiendo, votando o cerrando los

ojos y tapando las orejas para no ver ni oír, para no saber que el mal triunfa y, por lo

tanto, cediéndole el camino". 

Trasladando las palabras de Vitali Shentalinski de Rusia a España, podemos decir tam-bién, a la luz de nuestra historia desde la monarquía absoluta a la muerte de Franco, queningún enemigo exterior nos ha tratado tan mal como nuestros propios compatriotas.

En la noche del 16 al 17 de mayo de 1934 tres agentes de la OGPU irrumpieron en elapartamento moscovita de Osip Mandelshtam y, tras un minucioso registro, requisaronsus manuscritos en presencia de su esposa y de Anna Ajmátova, casualmente venida de

Leningrado, antes de llevárselo preso a la jefatura de los Servicios Secretos. En el inte-rrogatorio al que fue sometido, el poema sobre el camarada Stalin, leído semanas antes aalgunos amigos por su autor, centró el interés del comisario instructor: es el famosotexto de "el montañés del Cáucaso" cuyos "bigotes de cucaracha ríen y las cañas de susbotas refulgen". Mandelshtam reconoce la autoría y se ve obligado a redactar la historiade las personas ante las que lo recitó. En ella figuran Ajmátova y su hijo Leo Gumiliov.Los instructores del expediente contaban con la preciosa ayuda de delatores cercanos alcírculo de amigos del poeta y de esos colegas mediocres, oportunistas y envidiosos quepululan en el Parnaso desde tiempos inmemoriales.

El juicio de Mandelshtam parece listo para sentencia -la ofensa al camarada jefe no me-

rece perdón ni conmiseración algunos- pero la valiente intervención de Pasternak -sullamada telefónica a Stalin- le salva la vida. Mandelshtam fusilado, piensa éste, seríamás dañino que atrapado sin remedio en la telaraña de los servicios secretos. El poetaserá condenado tan sólo a tres años de exilio y, de vuelta a Moscú en 1937, detenido denuevo y enviado a reeducarse a los campos de trabajo de Vladivostok y Kolyma. Suviuda, Nadiezhda, nos ha dejado un emotivo testimonio de su muerte lenta en 1940.Vitali Shentalinski reproduce la misiva desesperada que aquélla envió a Beria suplicán-dole su mediación y a la que el temido comisario no se dignó contestar.

Los escritos de contrición dirigidos a Stalin constituyen un verdadero género literario: elansia de alcanzar el perdón de los pecados cometidos contra el amo y árbitro de vidas yhaciendas es idéntica a la expresada por los sospechosos de herejía a los guardianes del

dogma católico cuatro siglos antes. El poder absoluto del dios del Kremlin fascinaba a

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sus víctimas. Mandelshtam, como Ajmátova, Bulgákov y Pasternak, no escapaban adicha angustiada idolatría.

Como decía en 1663 Antonio Enríquez Gómez, autor de Vida de don Gregorio Guada-

ña, novela precursora -por la invención de la memoria intrauterina del héroe- de Tris-

tram Shandy,  Bras Cubas y Cristóbal Nonato extinto por judaizante en una cárcel secre-ta del Santo Oficio:

"Ese tribunal es peor que la muerte, pues vemos que ella tiene jurisdicción sobre los

vivos, pero no sobre los muertos". 

La opresión religiosa de la España inquisitorial y la ideológica al servicio del estalinis-mo se dan la mano: las incontables actas de los archivos del Santo Oficio son la mejorprueba de ello.

En 1965, durante mi primer viaje a la Unión Soviética respondiendo a la invitación desu Unión de Escritores, un compatriota de mi edad, ex "niño de la guerra", me habló dela expectación suscitada por la publicación próxima de una novela de Mijaíl Bulgákov.

Confieso que era la primera vez que oía el nombre de este autor sepultado en el olvidodesde hacía décadas. Dicha expectación en torno a un manuscrito que acumulaba pa-cientemente el polvo desde el fallecimiento del escritor revelaba la admiración secretade muchos por un dramaturgo cuyas obras habían dejado de representarse desde losaños treinta. La literatura era entonces el refugio de quienes se resistían al adoctrina-miento forzoso del poder, a lo que el gran fisiólogo Pávlov denominaba "la inoculaciónen la población del reflejo condicionado de la sumisión del esclavo": para adquirir unpoemario de Anna Ajmátova autorizado meses antes de mi viaje, centenares de personashabían hecho cola toda la noche ante la puerta de la librería estatal que lo distribuía. Serescritor en Rusia, decía Bulgákov citado por Shentalinski, es tener vocación de héroe. Yel autor de El maestro  y Margarita lo fue para dicha de cuantos leímos y releemos su

obra maestra.La relación de los documentos y cartas, confiscados primero y custodiados después enlos archivos del KGB, nos permite trazar una singular biografía de los poetas, escritoresy artistas cuyos sumarios compendian los datos biográficos, relaciones literarias e ideaspolíticas necesarios para su vigilancia y control.

El hilo de la trama que envuelve a Bulgákov empieza en fecha tan temprana como 1925con su propia y humorística descripción del seguimiento de que es objeto por un indivi-duo de la temible Cheka, y un año más tarde, con el informe oficial del registro e incau-tación de sus manuscritos, entre los que figura un diario titulado muy significativamente

 Bajo la férula. El 28 de marzo de 1930, Bulgákov envía una conmovedora y algo pro-

vocativa carta al Gobierno de la URSS:"Apelo al humanismo de las autoridades soviéticas y ruego que, dado que soy un escri-

tor que no puede resultarles útil en casa, en la patria, me dejen en libertad de forma

magnánima... 

Si resulta que todo esto que he escrito no fuera suficientemente convincente y me con-

denaran al silencio a perpetuidad en la URSS, ruego al gobierno soviético que me dé 

un trabajo... 

Si esto tampoco fuera posible, ruego al gobierno soviético que disponga de mi persona

como considere conveniente, pero que haga algo, porque yo, como dramaturgo que ha

escrito cinco obras, famoso en la URSS y en el extranjero, me encuentro EN ESTE PRECISO MOMENTO en las puertas de la miseria, el desahucio y la muerte". 

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El 18 de abril del mismo año se produce el milagro. El dramaturgo recibe una llamadatelefónica del Kremlin: ¡el camarada Stalin quiere hablar con él! Lo inesperado e increí-ble de la breve conversación, en la que el dueño de cuerpos y almas de la URSS se in-teresa por él y le promete un empleo, hizo dudar a Bulgákov de la identidad de su inter-locutor. Telefoneó al Kremlin y recibió la confirmación de la llamada. Esta intervención

de lo Alto conmocionó al escritor y sus sucesivas cartas de 1931, 1934 y 1938 dirigidasal "muy estimado Iosif Visarionovic", excelentemente editadas por Veintisiete Letrascon un prólogo de Marcelo Figueras, reflejan como dice éste una mezcla de masoquis-mo y de fascinación. Bulgákov desea que Stalin sea su "primer lector" y le confía que susueño de escritor es ser recibido personalmente por él. Abolido el poder divino del zar yde la iglesia ortodoxa, Stalin disponía de todos los atributos y facultades de ambos.Cuantos sufrían en el purgatorio de las cárceles y campos y temían su condena al infier-no se dirigían a Él. Aunque Bulgákov no obtuvo el permiso de salida como Zamiatin,sino un trabajo menor, logró sobrevivir, como nos cuenta su viuda, a pesar del estado deangustia provocado por el temor a que le confiscaran el manuscrito de su novela.  El

maestro y Margarita fue impreso por fin en 1966, veintiséis años después de la muerte

de su autor.Al establecer una correlación entre el Santo Oficio y el OGPU-NKVD soviéticos noolvido claro está las diferencias existentes entre ambos en función de la época en la quedesarrollaron sus actividades y de los principios que las sustentaban. La policía ideoló-gica que encarnaban partía de bases antropológicas en el caso de la Inquisición creadapara vigilar estrechamente a los judeoconversos mediante el escrutinio de sus palabras,costumbres y escritos. Su inquietud intelectual, producto de la constante presión a la quese hallaban sometidos, les inclinaba al racionalismo -"extravíos filosóficos", diráMenéndez Pelayo- que va de Fernando de Rojas a Spinoza y Uriel da Costa tan bienestudiado por Revah, y a partir de Lutero, al protestantismo que se extendía por Europa

desde mediados de siglo. La amenaza de este último acentuó dicha presión, en especialal retorno de Felipe II de Inglaterra y Flandes. La Inquisición disponía de una red demalsines y espías de oficio amén del común de las gentes: la delación era un deber pa-triótico y religioso a ojos del "cuerpo sano de la nación española" y los centinelas de lafe católica disfrutaban de consideración social, privilegios económicos y promocionesen el escalafón eclesiástico y administrativo.

Por dicha razón, el estudio de muchos autores del llamado Siglo de Oro, dejando delado el contexto en el que se desenvolvió su labor, me parece tan prejuiciado y a fin decuentas tramposo como sería leer las obras de Ajmátova, Bulgákov o Mandelshtamomitiendo las circunstancias dramáticas en las que las elaboraron según nos revelan losarchivos de sus acosadores expuestos en la trilogía de Shentalinski.

Como admite el propio Menéndez Pelayo, a raíz del proceso a los protestantes de Sevi-lla y Valladolid, las cárceles se llenaron de gentes. Centenares de ellos fueron quemadosen la pira. Los libros y manuscritos eran tan temibles por lo que callaban como por loque decían. El "cordón sanitario" evocado por Bataillon al comentar la orden de regresoa España de quienes estudiaban en Flandes y otros países contagiados de herejía, cerrónuestras fronteras a cal y canto. El roce con extranjeros resultaba sospechoso. Los quemanifestaban inquietudes espirituales, en especial los de origen judío, eran sometidos auna estrecha vigilancia mientras se les incoaba expedientes por toda suerte de crímenes.Las numerosas referencias de la época a "los tiempos en que estamos" o "tiempos tanpeligrosos y vidriados" resumen la atmósfera de temor y asfixia de quienes, como dice

Gamal El Guitani en Zayni Barakat, suspiraban de manera distinta de la del resto de susvecinos.

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Durante mi estancia en la URSS conocí a dos de los personajes citados en la gran trilog-ía de Shentalinski: Aleksandr Tvardovski y Lili Brik.

El primero, premio Stalin de literatura y miembro del Comité Central del Partido, habíasido denunciado no obstante como antisoviético durante los años del gran terror y, des-de la muerte del dictador se esforzaba por abrir un espacio en el ámbito literario en elque los creadores pudieran respirar: la revista Novi Mir, a cuyas oficinas fui a visitarlecon mi traductor. Tvardovski me recibió con gran efusión: era el primer escritor españolposterior a la Guerra Civil que conocía y no adscrito además al PCE entonces clandesti-no. Me explicó los problemas que tenía con la censura y de pronto, sin que viniera acuento, dijo que mientras estuviera al frente de la revista no publicaría una línea de Pa-blo Neruda. Le pregunté por qué y respondió: "Él sabía lo que ocurría aquí y, en vez derevelarlo, aplaudió todos los atropellos". Su mala conciencia de prócer de la nomenkla-

tura le había convertido en un adicto al vodka. Temía el fin del deshielo de Kruschev ysus previsiones pesimistas se cumplieron. Novi Mir fue clausurado poco después y fa-lleció tras este golpe final a la revista depositaria de sus esperanzas y anhelos.

Lili Brik, mujer del crítico Osip Brik y hermana de Elsa Triolet, la esposa de LouisAragon, me fue presentada durante una visita a la Ópera de Moscú. Era una dama opu-lenta, vestida con ropas amplias, y en el palco que ocupaba se hallaba rodeada de unapequeña corte de jóvenes amanerados (los únicos que vi en la URSS). Entre sus nume-rosos amantes de juventud figuraba Mayakovski, de quien se consideraba la herederaespiritual después de su suicidio. Mientras de un lado combatía sistemáticamente aAjmátova, a quien acusaba, en palabras de ésta, "de emigrada del interior", del otro es-cribía a Stalin lamentándose de la supuesta indiferencia de los medios literarios a la obrapoética de su antiguo amor. A partir de ello, escribe Shentalinski, la crítica a Maya-kovski se convirtió en un crimen contra la URSS.

Las ambigüedades y contradicciones de quienes medraron bajo el poder soviético -elGorki denunciador de los atropellos sufridos por los intelectuales en la época de Lenin,exiliado en Italia durante siete años y defensor a su regreso a la URSS de Zamiatin,Bulgákov y otros autores acosados por la policía política se convirtió luego en un tótemde ojos vendados en la etapa final de su vida- son las de numerosos escritores y artistasque abdicaron de sus ideales para acomodarse a una existencia holgada e incensada porlos turiferarios del poder. Los ejemplos de delatores voluntarios y de quienes Cernudadenomina "vientres sentados" abundan tanto en la URSS como en la España inquisito-rial o la de Franco y no cabe citarlos aquí.

El proceso al arzobispo de Toledo, Bartolomé de Carranza, cuya fulgurante carrera levalió la enemistad y envidia de muchos colegas como el feroz inquisidor general Fer-nando de Valdés y el puntilloso teólogo Melchor Cano, es un buen exponente de lospeligros que acechaban, sin distinción de jerarquías, a los que propugnaban un cristia-nismo más abierto a los aires foráneos en aquellos tiempos recios. Enviado por Felipe IIa Inglaterra y Flandes para impugnar la herejía luterana, se le acusó a su vuelta a Españade haberse contaminado con opiniones e ideas heterodoxas. La publicación en Amberesde su Catecismo cristiano fue el punto de partida de la batida teológica cuidadosamentemontada contra él. Arrancado del lecho por los alguaciles del Santo Oficio y conducidobajo escolta a Valladolid, permaneció encarcelado ocho años y medio hasta su traslado aRoma por la insistente intervención del Papa. Sobre las condiciones de su detencióndejo la palabra al autor de Historia de los heterodoxos españoles: 

"Valdés se portó indignamente con Carranza, dándole por carcelero a un tal DiegoGonzález que, si hemos de creer cierto memorial de agravios del preso, se complacía

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en martirizarle lentamente. Puso candados en las ventanas de su aposento, quitándole

la luz y la ventilación; le guardó no sólo con hombres, sino con lámparas, perros y ar-

cabuces; le daba de comer en platos quebrados; ponía por manteles las sábanas de la

cama; le servía la fruta en la cubierta de un libro; y, en suma, era tal el desaseo, que el

cuarto estaba trocado en una caballeriza. Sin cesar le traía recados falsos y no ponía

en ejecución los suyos; impedía la entrada a sus procuradores; se burlaba de él cara acara con extraños meneos y ademanes, y de todas maneras le vejaba y mortificaba más

que si se tratase de un morisco o judío". 

Del "tal Diego González" nos da cumplida noticia José Jiménez Lozano en su libro Fray

 Luis de León. Licenciado e inquisidor del tribunal de Valladolid, desempeñó un papelesencial en el proceso incoado a los hebraístas salmantinos por su sañudo celo profesio-nal y su odio antijudío:

"por ser Grajal y fray Luis notorios conversos, pienso que no deben querer más que

oscurecer nuestra fee olverse, e olverse a su ley, y por esto es mi boto y parecer que el

dicho fray Luis de León sea preso y traído a las cárceles del Santo Oficio para que con

el fiscal siga su causa". Mezcla de comisario soviético y jefecillo nazi, Diego González se distinguió por lacrueldad -sería mejor decir sadismo- con que trataba a sus víctimas. Las conmovedorasmisivas del maestro Grajal y de Alfonso de Gudial -caídos en la misma redada que frayLuis y Martínez de Cantalapiedra- sobre unas condiciones de detención muy semejantesa las que sufría "la hidra reaccionaria" descabezada en los años treinta del pasado siglo,fueron archivadas por los señores inquisidores y ambos perecieron en sus celdas. Elideal del verdugo de Diego González era el de ver al reo convertido en "un animal an-tropomorfo desnudo", como se describió a sí mismo siglos después un huésped de laLubianka.

Lo acaecido a Isaak Bábel, autor de La caballería roja y de otros relatos publicados enlos años veinte del pasado siglo, merece un capítulo aparte. Alejado voluntariamente dela literatura consagrada a la edificación del socialismo, vivió a continuación un largoperiodo de ostracismo oficial similar al de otras grandes figuras de la literatura rusa(Bieli, Zamiatin, Ajmátova, Madelstam, Bulgákov, Pasternak, etcétera). Cuando se ini-ció la segunda oleada del gran terror, su vinculación con otros sospechosos de desafec-ción al régimen y sus viajes al extranjero le convirtieron en objetivo preferente de laCheka. Como nos recuerda Vitali Shentalinski, los comisarios culturales de la época deLenin y Trotski exigían ya que "todo escritor tuviese su sumario". Doce años después,los sumarios secretos de los creadores díscolos a ojos del poder afloraron a la superficiede los procesos. El interrogatorio de Bábel por los implacables comisarios del Pueblo secentra en sus viajes. Bábel conversó en Berlín con el menchevique Nikoláyevski, autorde la excelente biografía de Karl Marx que inspiró mi novela sobre el "padre del socia-lismo científico", y con el trotskista Borís Suvarin, expulsado de la URSS por la presióninternacional que originó su arresto. Lo que interesa al comisario instructor son menoslas charlas antisoviéticas que sus actividades de espía:

"Usted tuvo muchos encuentros con extranjeros, entre los que figuraban agentes de los

servicios de espionaje. ¿Alguno de ellos intentó reclutarle? Le advertimos que el míni-

mo intento suyo de ocultar a la instrucción cualquier referencia a su actividad como

enemigo será inmediatamente desenmascarado". 

"En 1933, durante mi segundo viaje a París, el escritor André Malraux me reclutó para

tareas de espionaje a favor de Francia". 

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"Precise qué tipo de información secreta quería recibir Malraux 

..."

El guión delirante del interrogatorio, en el que todo extranjero es espía, toda cita una"toma de contacto" y toda charla una transmisión de datos e informes secretos, parece

extraída de una mala novela policiaca. Bábel no fue torturado con la brutalidad deMéyerhold descrita en su sobrecogedora misiva a Mólotov, reproducida por VitaliShentalinski en su obra. Convencido de que con tormento o sin él acabaría confesandosus "crímenes", colabora con sus interrogadores en la redacción del sumario:

"Mi yo se escindió en dos personas. Una empezó a buscar los 'crímenes' de la otra, pe-

ro cuando no los hallaba se los inventaba. El instructor era eficaz, un colaborador du-

cho en estos asuntos, y juntos, a dúo, nos pusimos a inventar". 

Más patética es la carta de Bábel a la atención del comisario del Pueblo de interior de laURSS en la que confiesa la devastación interior causada por sus concomitancias trots-kistas, sus escritos alejados de los intereses de la construcción socialista y del lector

soviético. Como hizo también el poeta cubano Heberto Padilla treinta años más tarde,en una deliberada parodia de las confesiones al NKVD, Bábel escribe:

"La liberación me llegó en la cárcel. Durante estos meses de encierro he reflexionado

quizá más que en toda mi vida y he entendido muchas cosas. Ante mí han ido desfilando

con una claridad estremecedora todos los errores y crímenes de mi vida, la corrupción

 y la podredumbre de todo cuanto me rodeaba, principalmente del círculo trotskista". 

Con todo, al final de la instrucción, el reo se desdice:

"No soy culpable de nada, nunca fui espía, ni he realizado ninguna actividad contra la

Unión Soviética. En mis declaraciones he mentido en mi contra. Les pido únicamente

que me den la oportunidad de terminar mi último trabajo...". 

El 27 de enero de 1940, Bábel fue ejecutado e incinerado en el crematorio de Moscúpara borrar todas sus huellas. Días después serían fusilados igualmente Méyerhold yKolstov, así como el feroz comisario de la Lubianka Yezhov, quien como aseguró en sumea culpa, "moriría con el nombre de Stalin en los labios".

Vuelvo a las palabras del enviado del califa Omeya a los revoltosos habitantes de Kufay a la evocación de las estrategias policiales de Zacarías Ibn Radi y de Zayni Barakat enla novela de El Guitani. En el interrogatorio al que fue sometido tras su detención en losaños del gran terror, Leo Gumiliov, hijo del gran poeta de este nombre ejecutado en1919 y de Anna Ajmátova, resume ante sus jueces el contenido de su poema Ecbatana cuyo manuscrito le había sido confiscado por los agentes del NKVD:

"El argumento de esta obra es que el sátrapa de la ciudad de Ecbatana, Gorpag, mue-

re. Como los habitantes no quieren llorar su muerte, el rey ordena que se exponga el

cuerpo de Gorpag, pero los habitantes tampoco lloran. Entonces el rey ordena ajusti-

ciar a cientos de ciudadanos, y después toda la ciudad llora". 

(1) Zayni Barakat. Traducción de Milagros Nuin Monreal. Ediciones Libertarias / Prodhufi,

 Madrid, 1993. (2) Vitali Shentalinski. Esclavos de la libertad, Traducción de Ricard Altés Mo-

lina. Denuncia contra Sócrates y Crimen sin castigo, traducción de Marta Rebón Galaxia Gu-

tenberg / Círculo de Lectores. Barcelona. Los dos primeros se publicaron en 2006 y el tercero,

en 2007. 29,90 euros; 29,90 euros y 35,00 euros 

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ALAIN FINKIELKRAUT

La nueva estatua de Pavel Morozov

14/01/1990Desde las juventudes hitlerianas, pasando por las jóvenes guardias de las grandes revo-

luciones, todos los regímenes totalitarios han utilizado a los niños. El totalitarismo su-

pone el monstruoso maridaje de la política con la infancia. Habría cabido esperar de la

Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas que, una vez aprendi-

das las lecciones que ha dado este siglo, hubiera condenado para siempre esta anormal

coyunda. Y, sin embargo, ha hecho exactamente todo lo contrario.

¿Qué es lo que allí se ha decidido por unanimidad y tras 10 largos años de arduas nego-

ciaciones? Que ya era hora de acabar con la desigualdad entre las generaciones. Que la

adultocracia había durado demasiado. Que los privilegios de la edad habían sido tan

escandalosamente arbitrarios como los de la sangre. Que el derecho a la información, aexpresar y a defender las ideas, el derecho de reunión y de formar asociaciones, el dere-

cho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, que durante muchos mile-

nios habían sido monopolizados por la casta de las personas mayores, tenían que exten-

derse a los menores de 18 años. Es decir, que los niños no son los menores, sino los

miembros de una minoría para la que ha llegado el momento de la liberación frente al

dominio de la mayoría, al igual que había llegado, tras muchos siglos de lucha, a las

mujeres, a los negros, a los judíos, a los homosexuales y a tantas otras comunidades

oprimidas o marginales.

Año 1989, ésta será la fecha símbolo que todos los Estados del mundo, los ricos y los

pobres, las teocracias y las democracias, Irak e Irán, China y Estados Unidos, han esco-

gido para la toma de la Bastilla del hombre mayor y para celebrar con gran pompa el

advenimiento del ciudadano niño.

Evidentemente, aún queda camino por recorrer, pues el trecho que va de los principios a

su aplicación es largo, incluso en Francia, país desarrollado, "líder en el campo legisla-

tivo en materias tales como la protección física y moral", aunque, como dice Héléne

Dorlhac, secretaría de Estado para la Familia, "algo atrasado en el campo de la ciuda-

danía infantil". Pero no importa; lo cierto es que el 20 de noviembre de 1989, en la

ONU, se ha producido una verdadera revolución mental. Como escribe Jean Pierre Ro-

senozveig, director del Instituto de la Infancia y de la Familia, "se le ha dado un enfoque

completamente nuevo a la infancia. Al niño se le toma ahora como una persona, y en

este sentido creo que la convención se ha adelantado al siglo XXI. Salimos de la idea deque el niño es un ser pequeño y frágil que hay que proteger contra los demás y contra sí 

mismo para reconocerle la ciudadanía. Muchas personas dicen todavía a propósito del

niño: 'Hay que prepararle para que sea ciudadano'. La convención acaba de decir: 'No, el

niño es un ciudadano".

Pero si el niño es ya un hombre, ¿cómo sustraerlo de las presiones que los hombres

ejercen sobre él? Tratarlo como un adulto, afirmar que es responsable de sus actos, que

hay que creer en su palabra y tomar sus adhesiones como si fueran las más firmes no es

ni respetarlo ni defenderlo, sino garantizar la impunidad a quienes lo manipulan. Decla-

rar que el niño no es un ser frágil no equivale a darle la fuerza ni a darle derechos, sino a

privarle del derecho a la infancia, ya que ésta deja de ser una edad para convertirse enun absoluto. Ver en el niño una persona formada y no una persona en formación es, bajo

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la apariencia del más generoso de los liberalismos, pagarle ferozmente la irresponsabili-

dad, la despreocupación, la imprudencia, que son sus prerrogativas fundamentales, para

exponerle, mientras se halla sin defensas, a todos los condicionamientos y a todas las

codicias.

Someter los problemas políticos al arbitraje de estos recién llegados a la Tierra es hacer

de éstos no unos sujetos autónomos, como pretenden los periodistas y los agresores, decomún acuerdo con la convención, sino carne de demagogos; para modificar tan espec-

tacularmente la condición infantil no es que se detenga la caza del niño, es que se ab-

suelve al cazador y no condena a quien todavía pretende combatir los turbios manejos.

O, dicho de otra manera: el enemigo de los nuevos amigos de los niños no es ni el doc-

trinario ávido de cerebros frescos y maleables ni el publicista que con su más amplia

sonrisa estrecha su cerco sobre su majestad el bebé cliente; el enemigo de los nuevos

amigos de los niños es ese maestro volcado en la anacrónica y ahora sacrílega tarea de

formar la capacidad racional de sus alumnos. Si lo propio del ser humano es el pensar -

¿quién se va a atrever a negarlo ahora?-, entonces el niño es un ser humano completo.

Así pues, como sigue diciendo Jean Pierre Rosenozveig, "el niño piensa. No sólo tienesentimientos, sino también opiniones". Para sus nuevos amigos, el niño está dotado de

las mismas propiedades que Minerva en la mitología grecolatina: no necesita alcanzar

su mayoría de edad para acceder a la madurez; es un ser completo, dotado de inteligen-

cia, de independencia de espíritu, y sale del vientre de la madre lanzando consignas co-

mo "A mi colega no se le toca". El maestro aparece ante sus ojos como la hez adultócra-

ta, ya que en lugar de contentarse con adaptarle a las exigencias de la vida profesional

se empeña en educarle para la autonomía y en darle los medios para que piense por sí 

mismo, como si esas cosas no las tuvieran ya los niños por derecho de nacimiento.

¿Quién dijo a propósito de los niños: "Hay que prepararlos para que sean ciudadanos?".

Condorcet y Kant. ¿Y quién ha dicho, por el contrario: "¡No!, ¡es un ciudadano!".Hitler, Pol Pot, Mao, Jomeini y Stalin?. Los nuevos amigos de la infancia detestan sin-

cera y visceralmente a Hitler, a Pol Pot, a Mao, a Jomeini y a Stalin. Pero con sus nue-

vas ansias de conceder cuanto antes al niño los derechos del hombre, es a Condorcet y a

Kant a quienes declaran la guerra.

En La Unión Soviética, durante los años treinta, un ciudadano niño denunció como ku-

laks a su padre y a su madre. Se llamaba Pavel Morozov. Diríase que cuando se reunía

con otros niños no era para hablar del patinete o del baloncesto; no, lo hacía para hablar

de la explotación del hombre por el hombre. Y debió suceder que la historia le acogió

en sus dulces brazos y le murmuró al oído con ternura: "¡Tú no eres un niño, eres todo

un hombre! ¡Ven conmigo! Te necesito para que me ayudes a construir el socialismo".

Entregó a sus padres porque no fue capaz de sustraerse al hechizo de esa vertiginosadeclaración -de amor. Y el Estado soviético, agradecido, levantó una estatua al ciudada-

no niño con la que quería mostrar que la autoridad paterna era un concepto burgués del

que la humanidad en marcha podía prescindir.

Hace poco se ha desmontado esta estatua, y Pavel Morozov, ya muerto, ha ido a parar a

la papelera de la historia a la que él había arrojado vivos a sus padres. Los nuevos ami-

gos del niño que acaban de retirar la estatua le han ofrecido, sin embargo, algo mejor

que un monumento en bronce: una versión a la medida de las tablas de la ley.