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...• Jrllli() llrlljill() El testimonio de los sentidos , Entrevista a Alvaro Mutis L a revista Universidad de México se enorgullece y prestigia con la presencia de Álvaro Mutis (Bogotá 1923), cuya oúra es reconocida desde el Mediterráneo hasta el Caribe como una de las más altas expresiones en la literatura hispa1UJa:merírona de nuestro tiempo. En la entrevista se profundiza en la oúra del escritor y especialmente en su particular relación con MaqroU el Camero, céleúre protagonista de gran parte de la poesía Y prosa del autor desde hace más de cuarenta años. Tríptico de mar y tierra (rwvela) y XI Carminae contra gen- tiles (poesía), de próxima aparición, son los liúros más recientes del escritor colombia1UJ. Julio Trujillo: En su primera plaquette de poesía, La balanza, apareció la "Ora- ción de MaqroU el Gaviero", quien desde entonces lo acompaña. ¿Podría hablarme un poro sobre la creación de este persona- je ya legendario? Álvaro Mutis: En La balanza, qué pu- bliqué en 1948 pero que empecé a es- cribir desde 1943, aparece Maqroll. La razón de su aparición es muy senci- lla. Desde las primeras páginas de poesía que escribí, ya con la intención de publicar y en medio de las grandes dudas pero de todas maneras sin arriesgar mucho rubor al pensar en publicarlas, sentí que mi poesía tenía un tono de desesperanza, un tono de destrucción, de deterioro en las cosas, en los personajes y en los sentimien- tos que no correspondía a mi edad; pensé para mí que a los 18 años yo no era ningún Rimbaud para escribir ya con tal distancia de toda ilusión de creer en el sentido de cualquiera de las acciones del hombre y de sus epi- sodios sobre la Tierra. Entonces se me ocurrió crear un personaje con la ex- periencia que autorizara esa desespe- ranza, y así nació Maqroll. Me acompañó en todos mis libros de poe- sía durante cuarenta años; en las obras en prosa que escribí durante esos cuarenta años, que son algunos •... cuentos como "La muerte del Estrate- ga", "Sharaya", "Antes de que cante el gallo", y el fragmento de El último ros- tro -la novela sobre Bolívar-, no aparece Maqroll. Curiosamente lo dejé en la poesía, y ahí no necesité hacer una descripción fisica de él, ni darle un pasado, ni una nacionalidad; lo que yo quería darle era una carga de experiencia vital que le permitiera ese acercarse al deterioro de los senti- mientos, de las cosas y del mundo mismo. Después, cuando se me ocu- rrió escribir la primera novela, La Nieve del Almirante -que fue como un ensa- yo, yo no sabía que estaba escribiendo una novela; no era esa mi idea; era sen- cillamente desarrollar una prosa que había escrito, que se llama "La Nieve del Almirante", que apareció en un libro de poesía 1 donde yo me di cuen- ta de que eso no era ya un poema en prosa-, supe que Maqroll, claro, nece- sitaba una descripción fisica, un pasa- do. Pero ya era tarde. Después de cuarenta años yo no voy a inventarle a un personaje un pasado ni una expe- riencia "nacional", digamos. JI': De Mnqroll conocemos $U edad madu- ra y la enImda en la vejez, pero nada sa- 1 "La Nieve del Almirante" aparece en Caravan- sary. 43 bemol de $U juvenbId ni de $U aperimcitJ como gaviero. ¿Nunca le ha intemtulo resttJIlIr eso. etupa de $U vida7 AM: Esa pregunta viene muy a cuen- to, porque acabo de terminar un libro, que se llama Tríptico de mar y Re- rra, que consta de tres episodios de la experiencia afectiva de Maqroll que para él son totalmente novedosos: el suicidio de un viejo compañero de pesca (que es su íntimo amigo mien- tras están en el mar, en tierra no se ven nunca); una serie de viajes y de hazañas tumultuosas con un pintor (un grande amigo mío, Alejandro Obregón, gran pintor colombiano que hubiera muy bien podido ser un gran compañero de largas horas de bebida con Maqroll en las islas de las Antillas y en muchos otros lugares); y la experiencia con un hijo natural de Abdul Bashur, un niño de quien, por circunstancias.que explico allí, tiene que hacerse cargo Maqroll durante un largo año. Entonces ahora sí me está llamando la atención el contar un episodio de lajuventud de Maqroll - no voy a adelantarle nada, es un traba- jo en gestación. Yo trabajo mucho sin escribir, en la imaginación, creando, viendo, dejando que las cosas sucedan dentro de mí. Esto lo aprendí en las siete novelas que he escrito: no apre- ....

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El testimonio de los sentidos,

Entrevista aAlvaro Mutis

L a revista Universidad de México se enorgullece y prestigia con la presencia de ÁlvaroMutis (Bogotá 1923), cuya oúra es reconocida desde el Mediterráneo hasta el Caribe

como una de las más altas expresiones en la literatura hispa1UJa:merírona de nuestro tiempo.En la entrevista se profundiza en la oúra del escritory especialmente en su particular relacióncon MaqroU el Camero, céleúre protagonista de gran parte de la poesía Yprosa del autor desdehace más de cuarenta años. Tríptico de mar y tierra (rwvela) y XI Carminae contra gen­tiles (poesía), de próxima aparición, son los liúros más recientes del escritor colombia1UJ.

Julio Trujillo: En su primera plaquette depoesía, La balanza, apareció la "Ora­ción de MaqroU el Gaviero", quien desdeentonces lo acompaña. ¿Podría hablarmeun poro sobre la creación de este persona­jeya legendario?

Álvaro Mutis: En La balanza, qué pu­bliqué en 1948 pero que empecé a es­cribir desde 1943, aparece Maqroll.La razón de su aparición es muy senci­lla. Desde las primeras páginas depoesía que escribí, ya con la intenciónde publicar y en medio de las grandesdudas pero de todas maneras sinarriesgar mucho rubor al pensar enpublicarlas, sentí que mi poesía teníaun tono de desesperanza, un tono dedestrucción, de deterioro en las cosas,en los personajes y en los sentimien­tos que no correspondía a mi edad;pensé para mí que a los 18 años yo noera ningún Rimbaud para escribir yacon tal distancia de toda ilusión decreer en el sentido de cualquiera delas acciones del hombre y de sus epi­sodios sobre la Tierra. Entonces se meocurrió crear un personaje con la ex­periencia que autorizara esa desespe­ranza, y así nació Maqroll. Meacompañó en todos mis libros de poe­sía durante cuarenta años; en lasobras en prosa que escribí duranteesos cuarenta años, que son algunos

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cuentos como "La muerte del Estrate­ga", "Sharaya", "Antes de que cante elgallo", y el fragmento de El último ros­tro -la novela sobre Bolívar-, noaparece Maqroll. Curiosamente lodejé en la poesía, y ahí no necesitéhacer una descripción fisica de él, nidarle un pasado, ni una nacionalidad;lo que yo quería darle era una cargade experiencia vital que le permitieraese acercarse al deterioro de los senti­mientos, de las cosas y del mundomismo. Después, cuando se me ocu­rrió escribir la primera novela, La Nievedel Almirante -que fue como un ensa­yo, yo no sabía que estaba escribiendouna novela; no era esa mi idea; era sen­cillamente desarrollar una prosa quehabía escrito, que se llama "La Nievedel Almirante", que apareció en unlibro de poesía1 donde yo me di cuen­ta de que eso no era ya un poema enprosa-, supe que Maqroll, claro, nece­sitaba una descripción fisica, un pasa­do. Pero ya era tarde. Después decuarenta años yo no voy a inventarle aun personaje un pasado ni una expe­riencia "nacional", digamos.

JI': De Mnqroll conocemos $U edad madu­ra y la enImda en la vejez, pero nada sa-

1 "La Nieve del Almirante" aparece en Caravan­sary.

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bemol de $U juvenbId ni de $U aperimcitJcomo gaviero. ¿Nunca le ha intemtuloresttJIlIr eso. etupa de $U vida7

AM: Esa pregunta viene muy a cuen­to, porque acabo de terminar unlibro, que se llama Tríptico de mar y Re­rra, que consta de tres episodios de laexperiencia afectiva de Maqroll quepara él son totalmente novedosos: elsuicidio de un viejo compañero depesca (que es su íntimo amigo mien­tras están en el mar, en tierra no seven nunca); una serie de viajes y dehazañas tumultuosas con un pintor(un grande amigo mío, AlejandroObregón, gran pintor colombianoque hubiera muy bien podido ser ungran compañero de largas horas debebida con Maqroll en las islas de lasAntillas y en muchos otros lugares); yla experiencia con un hijo natural deAbdul Bashur, un niño de quien, porcircunstancias.que explico allí, tieneque hacerse cargo Maqroll duranteun largo año. Entonces ahora sí meestá llamando la atención el contar unepisodio de la juventud de Maqroll ­no voy a adelantarle nada, es un traba­jo en gestación. Yo trabajo mucho sinescribir, en la imaginación, creando,viendo, dejando que las cosas sucedandentro de mí. Esto lo aprendí en lassiete novelas que he escrito: no apre-

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surarme; hay una madurez de situa­ciones que permite ya comenzar a es­cribir. Desde luego seguirá sinsaberse, a ciencia cierta, dónde nació,pero ya podemos ocuparnos un pocode su físico y de ciertos comienzos ensu vida, no sólo de marino sino de iti­nerante. Si se leen con cuidado misprimeros poemas, allí aparece Maq­roll como gaviero, de vigilante deunos trasatlánticos, muy joven toda­vía, pero a eso ya volveremos. Esonunca se puede determinar; yo ya nome atrevo a asegurar nada, cuandoterminé La Nieve del Almirante me dijeque esa era la primera y la última n(}ovela que escribía. Estaba decidido avolver a la poesía, y mire ya cuántasllevo. Ya no hay seriedad ninguna.

]1': Es obvio el aliento narrativo que exis­te en su poesía, pero platíqueme un pocomás sobre su decisión de desarrollmse enla prosa, su "trrmsición"de la poesía a laprosa.

AM: En verdad fue una curiosidad:saber qué va a pasar con esta situaciónque he creado de Maqroll en el m(}omento de bajar de "La Nieve del Almi­rante", que es una parada de ca­miones a cuatro mil metros de alturaen pleno páramo en la cordillera.¿Qué le pasó al bajar?, ¿por qué no loconté?, ¿por qué me dio miedo con­tarlo? Fue como un desafío. Ahora,hay una cosa que quiero aclarar y quecreo que enceya con una parte tácitade la pregunta suya: en todas mis n(}ovelas sigue estando muy presente mipoesía. Creo que una persona que le­yera la Summa de Maqroll el Gaviero ytuviera la paciencia infinita de buscaren los poemas episodios, momentos,instantes, paisajes, sensaciones queestán en las novelas, las encontraríatodas, con otro nombre quizá. Mi poe­sía sí tiene desde el comienzo unaliento narrativo, por una razón muysencilla: mi poesía nace de un deseode evocar una determinada región deColombia donde mi madre y misabuelos maternos tenían una hacien­da de café y caña, una hacienda muygrande, muy bella, en donde yo viví

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días y horas y semanas inolvidables,de una riqueza de experiencia y unaplenitud de belleza tal, de paisajes yde encuentro con la gente, que paramí ese sitio es el paraíso. A mí el pa­raíso no me lo tienen que ofrecerporque yo ya lo conocí; volver a él esosí me lo pueden ofrecer. Entonces,desde mi primer poema, "La crecien­te", estoy hablando de eso, y tiene unaliento narrativo porque en verdad vadirectamente a preservar, a conservarun instante en la memoria, un hechoreal, una experiencia real mía. Yotengo una gran fe en el testimonio delos sentidos. Está dicho en muchospoemas y varias veces en las novelas.Por eso al final de una narración queyo quiero mucho -el que la quieramucho no quiere decir que me parez­ca muy lograda ni mucho menos,pero la quiero mucho- que es "Lamuerte del Estratega", en el instanteen que el Estratega agoniza y mueretodo está bien, todo está en orden:tuve en un momento en mis manos elcuerpo de una mujer a quien adoré;esto ya es un regalo maravilloso, esojustifica la vida.

JT: Aunque conocido y celebrado comopoeta dumnte muchos años, el éxito munadúJllo trajeron sus fU1Vf!las. ¿Q!lé género.J;.....fn ' l'....,._mas.

AM: Si quiere que le diga con absolutahonestidad, yo nunca he sentido quepasé de un género a otro; sigo con elmismo personaje, con los mismos pai­sajes de las Antillas, con el puerto deAmberes, con los puertos del Báltico,con algunos puertos del Mediterrá­neo; siguen siendo los mismos paisajesy situaciones que me acompañan. En­tonces yo no siento que paso de unacosa a la otra. En verdad sí paso, perola frontera entre ambas no la puedodelimitar; ahora, el que se me haya re­conocido con más rapidez por las n(}ovelas es muy curioso. Se debe a unhecho muy elemental: en países comoFrancia, Estados Unidos, Alemania eItalia se tradujeron antes mis novelasque mi poesía. Quién sabe lo que hu­biera sucedido si se hubiera traducidola poesía. En fin, no me hago muchasilusiones, pero, por ejemplo, ahora vaa salir mi poesía completa en francés yestoy seguro de que tendrá lectores yque los lectores de mis novelas ----queen Francia son ya bastantes, no quierodecir numerosos, no quiero presumirporque no es así- cuando lean lapoesía van a entender todo; en esospaíses sucedió al revés que en los paí­ses de lengua hispana.

]1': Desde La Nieve del Almirante apa­recen los rasgos que definen a Maqroll ylos temas preferidos de Álvaro Mutis,como esa manía del Gaviero por empren­der aventuras en donde no importa ellugar al que se busca llegar sino la bús­queda en sí. Aquí se podría insertar la fa­mosa teoría de Maqroll sobre lascamvanas.2

AM: Yo le iba a decir eso. Bastaría queen este momento citáramos el frag­mento sobre la caravana en donde loque importa no son los camelleros, nila caravana, sino el culto de la carava­na. Maqroll es un hombre que ya sabeque es inútil buscar nada, que cuando

2 'Una caravana no simboliza ni representa

cosa alguna. Nuestro error consiste en pensar que

va hacia alguna parte o viene de otra. La caravana

agota su significado en su mismo desplazamiento.

Lo saben las bestias que la componen, lo ignoran

los caravaneros. Siempre será asi."

...llustndóm NUDik Sauret

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encontramos es peor que cuando noencontramos, porque lo que encon­tramos no sólo nos desengaña sinoque nunca será lo que nosotros que­ríamos. Eso nos sucede en amor, enamistad, en la vida diaria y en este de­lirio absurdo que es la poesía. Enton­ces Maqroll emprende esta serie deexperiencias sencillamente porque sino lo hace se muere. Desde luegodesde el comienzo él sabe que no haytales aserraderos en La Nieve del Almi­rante. La primera vez que los mencio­na casi se le ríen en la cara. El capitánsabe lo que Maqroll va a encontrar,pero el capitán --que es una especiede doble de Maqroll en ciertos mo­mentos- no le dice nada, ¿para quédecirle?, si ese hombre no está bus­cando ningunos aserraderos. Lo quequiere, esto sí, por ejemplo, es el pasopor los rápidos, a ver qué sucede, quétan cerca está la muerte, qué cara tie­ne. Así le sucede con todo. En Amirbarla búsqueda del oro es exactamente lomismo. Yo me he opuesto un poco aluso de la palabra "aventura". El títuloque lleva la totalidad de los libros deMaqroll, que en realidad es un sólolibro con varios episodios, es Empresasy tribulaciones de Maqroll el Gaviero. Asílo veo yo, porque la aventura es unpoco la idea del hombre que va a bus­car algo nuevo, y para él ya no haynada nuevo, vuelve siempre a los mis­mos países. El país donde sucede LaNieve del Almirante es el mismo país deUn hel morir y de Amirbar; siempre visi­ta el puerto de Amberes, los puertosdel Mar del Norte, Túnez, Trípoli, Es­tambul: son los mismos hábitos fami­liares que él sabe que son cruces decaminos.

p: Hay varios temas recurrentes sobrelos que se podría conversarjurnadas ente­ras; dos de los más fundamentales son elazary la muerte.

AM: Vamos a tratarlo por orden. Enalguna novela explico, o explica Maq­roll, que el azar no existe. Es comolas coincidencias, en las cuales yonunca he creído; sí creo que pertene­cemos a una especie de plan del uni-

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verso --creo en Dios- en donde estáescrito ya todo esto que nos está pa­sando; yo podría decir qué curioso,me encontré a un redactor de la Revis­ta Universidad --en donde, por cierto,jamás se han reseñado mis libros-,qué casualidad, y no existe tal casuali­dad, probablemente es este el mo­mento maduro para conversar usted yyo. No existe el azar, pero hay quetener cuidado cuando vamos a califi­car algo de azaroso. Mejor preguntarse¿por qué pasó?, yyo estoy absolutamen­te seguro de que siempre encontrare­mos la razón oculta detrás de lo quellamamos azar para salir del paso: esmuy fácil hablar del azar. Aquél versobellísimo de Mallarmé "un golpe dedados jamás abolirá el azar"~ una"suerte" de dados, como sugiere Octa­vio Paz, creo que con razón, que sedebería decir- es muy cierto, jamás

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se abolirá el azar porque el azar suce­de siempre, y si sucede siempre esporque no existe, porque no es azar,está inscrito en el universo. Para lamuerte habría que presentar casi losmismos argumentos. Yo describo tresmuertes de Maqroll: una se llama"Morada" y es un poema en prosa quese encuentra en Reseña de los hospitalesde ultramar; otra, en un poema delmismo libro y con un larguísimo títu­lo: "Se hace un recuento de ciertas vi­siones memorables de Maqroll elgaviero, de algunas de sus experien­cias en varios de sus viajes y se catalo­gan algunos de sus objetos másfamiliares y antiguos"; la tercera es"En los esteros", que incluyo al finalde Un beZ morir.3 En ninguna de las

3 "En los esteros' aparece en el libro Caravall­

sary.

....

Fotografía: Rogelio CuéUar

tres ocasiones su muerte es clara; esono me interesa. Ahora, en un episo­dio del libro que acabo de terminar senarra el primer encuentro de Maqrollfrente a frente con la muerte; tam­bién existe el diálogo que sostienecon Abdul en Abdul BashuT, soñador denavíos en donde se habla de estos en­cuentros. En esos dos momentos~nTriptico y Abdul Bashuf'- es evidenteque Maqroll no se preocupa ni seocupa de la muerte; la muerte está yaahí. Eso es una convicción mía, y casiuna experiencia interna, espiritual,desde muy niño; no es que no le temaa la muerte, por supuesto que letemo, pero ya la tengo adentro, esinútil extrañarme. Cuando empiezana morirse los amigos, los seres quequeremos -ya perdí a un hermanoque fue mi cómplice y mi amigo ínti­mo profundo de toda mi vida-, esoes una parte de nuestra muerte. Lamuerte de Alejandro Obregón -unaamistad entrañable de cincuentaaños- el año pasado, es ya un pocomi muerte, porque cuando yo llego aCartagena de Indias donde él vivía,llego todavía con un bagaje de cosasqué contarle y él ya no está; eso esmuerte mía, ya no es muerte de él.Los buenos cristianos saben bastantede esto; estamos viviendo nuestramuerte. Ycuando venga lo menos quedebemos hacer es extrañarnos, doler­nos sí, pero extrañarnos nunca.

JI': Mtu¡ro1l se niego a tu:eptar la id«J deque eDste un destino que rige sus actos.Sin embargo se resigna ante los males o

las sorpresas que la vid4 le pueda depa­

rar. lno que ahí "'" una apam.te ron­tradú:ción.

AM: No hay contradicción. Le voy aexplicar cómo siento yo que Maqrollvive las cosas -ahora, yo estoy aquíhablando por cuenta de Maqroll y élya tiene sus propias ideas y me torturaen una forma increíble; ya van dos otres ocasiones en las que estoy escri­biendo y él me corrige. Está presentediciendo "un momento, yo no habloasí, eso no me puede pasar a mí, novoy a permitir que me suceda". Enton-

..

..•.

ces, volviendo a hablar en nombre deél, hay dos cosas que son el eje de lapersonalidad de MaqToll y que soncomplementarias: la aceptación y laindulgencia. La aceptación es: lo quevenga acéptalo, no luches contra lascosas, no luches contra el destino; esoes mentira. La inmensa necedad deAristóteles cuando dijo que el hombrees el arquitecto de su propio destinosólo se le puede ocurrir a un griegotonto y razonador que vive sólo de larazón y para ella. El hombre no es ar­quitecto de nada y muchísimo menosde lo que se le viene encima; tratar deevitarlo o de transformarlo es de unaingenuidad infinita. Siempre habráuna sorpresa brutal que no tomamosen cuenta, entonces, aceptarlo. Hayun modelo que prácticamente se repi­te en todas las novelas: los aserraderosen La Nieve del Almirante, el burdel en¡lona llega con la lluvia, las famosascajas que tiene que subir en Un belmorir y la mina de Amirbar; en todosestos casos él sabe ya que de ahí no vaa salir nada. Me han criticado en algu­nas revistas y en algunos países elhecho de que Maqroll, por ejemplo,sea tan ingenuo como para dejarseenvolver en un negocio como el de lascajas en Un /Jel morir; él desde el pri­mer momento se da cuenta de que eltipo. es un bellaco y que en las cajashay algo sospechoso pero ¿qué va apasar? Eso es lo que me interesa:¿cómo le voy a hacer para subir estasmulas?, pero ilusión no hay ninguna.Después, la indulgencia, que es laconsecuencia de esto. Maqroll jamásmaldice o vierte sobre alguien la res­ponsabilidad o la culpabilidad de algoque él ha sufrido. Si el asunto llega auna situación límite, Maqroll mata,como se narra en Abdul Bashur cuan­do el filipino intenta asesinarlo; élmata, y ha matado varias veces, perosólo en situaciones extremas. La in­dulgencia consiste en el pleno enten­dimiento: quien entiende y compren­de, perdona y olvida. Lo que jamáshará Maqroll en su vida será juzgar aalguien, ni acepta juicios de nadiesobre nadie, nunca. Él rechaza funda­mentalmente la acción de eso que lla-

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mamas la justicia, la autoridad, losjueces; para él eso es un mundo ine­xistente; no tenemos condición ni au­toridad para juzgar a nadie; si un tipoes un monstruo de maldad, Maqrollni lo juzga ni lo ataca, pero si el tipose vuelve sobre él entonc~s Maqroll sedefiende, mata o se va, según comoesté de humor. Los dos centros de sucarácter son esos. Entonces cambiaenormemente el concepto de destino.Ya no es este destino que nos esperaen el sentido de la tragedia griega,sobre todo en Sófocles, sino que esalgo oscuro que no conocemos bien,que se va foIjando a medida que vanpasando las cosas; no es que esté ínte­gro allá esperándonos: se ha ido te­jiendo, no nos hagamos tontos, diceMaqroll.

JI': En nona llega con la lluvia se desa­rrolla a fondo otro tema de imporlmu:ÜJen su obra, el de la mujer. Flor Estévez,/lona, Amparo María, Warda, La Regi­dora, Antonia, casi todas ligadas por unfin trágiro.

AM: No es la primera vez que mehacen esta pregunta, naturalmente, yes la pregunta que nunca puedo con­testar con mucha claridad, en unaforma determinante. No sé por qué seme mueren estas mujeres. Lo quepuedo asegurar es, por ejemplo en elprimer caso, el de llana, que nuncatuve la idea de que ella muriera. In­cluso cuando me senté a escribir esapágina ella va, se despide de Larissa yse va con Maqroll a Cristóbal a espe­rar a Abdul, suben a su barco y ahítermina la novela. En medio de la es­critura estalló el "Lepanto". Eso ya séque parece inverosímil, pero yo escri­bo en una forma un poco sonambúli­ca; dejo que sucedan las cosas y nocorrijo ni controlo mucho lo queestoy escribiendo; algo me mueveadentro, algo comienza a suceder y yolo escribo; después -nada es gratui­to, desde luego- me di cuenta deque el carácter de Larissa adquire conla muerte de llona una profundidadtrágica, terrible, demoniaca, pero quenunca se había manifestado hasta ese

....

....

momento, en el que se ve la absolutainmersión en el mal en que está Laris­sao En el caso de Amparo María, puesen verdad la violencia brutal queviven estos países de América Latina-y el mundo entero, esto hubiera po­dido suceder perfectamente en fugas­lavia o en Líbano o en Irak- siemprela pagan los inocentes. La violenciacuando es más imperdonable es cuan­do hiere a los que no están en eljuego, y yo creo que por eso murió lapobre de Amparo María. Warda estáviva. Antonia venía mal desde el co­mienzo. En cambio está el ejemplo deuna mujer como Dora Estela -La Re­gidora-, que es una mujer centrada,que sabe exactamente en qué pedazode tierra están sus pies. Hay una espe­cie de necesidad en ciertos momentosde dar ese toque brutal, ese golpeenorme a MaqrOIl' a la anécdota queestoy contando y al lector mismo.

JI': QJlé golpe más brutal que la muerteeleAbdul

....Fotografía: Rogelio Cuéllar

AM: Sí, ese no me lo perdona muchí­sima gente.

JI': En nona aparece un tema diferenteque no existe en los otros libros, tema so­brenaturaly ficticW. Me refiero a las apa­riciones que ocurren en el "Lepanto".¿Cómo se le ocurrió esto?, ¿cómo se gestó

:.J__ ?esa JUc:u.

AM: Así, tal como está narrado. Ya leexplicaba que yo tengo la tendencia,la disciplina de dejarme ir cuando es­cribo. Cuando escribí la aparición deesas dos figuras en la cala del "Lepan­to", yo mismo no sabía qué diablos es­taba pasando, si eran fantasmas o sieran reales -son de dos épocas dife­rentes de la historia pero son muyconcretos, muy reales, y en su manerade relacionarse con Larissa son muyespecíficos. Después estuve a puntode modificar ese episodio y de darlealguna disculpa literaria, pero ¿porqué?, que el lector se trague la píldoracompleta, yo no me voy a poner a

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arreglarle la vida al lector, yo no sé;eso le pasó a Larissa y ya verá ellacómo lo negocia. No quise en verdadmeterle mano a ese pasaje. Yo escribopor las mañanas y corrijo por las no­ches, pero la corrección nocturna espuramente formal: palabras, sintaxis,repeticiones, desagradables rimas in­ternas, en fin; dejo descansar el librounos días o semanas y después lo leocomo si fuera un libro ajeno; hagotodo lo posible por leerlo así; enton­ces cuando llegué a este momento delas apariciones tuve la tentación y dijeno.

JI': Usted, como ya lo dijo antes, ha suge­rido un puñado ele veces la muerte elelGaviero. La reaa:ión ele Gon.r.a16~la compartimos muchos lectores que se­guirnos con gran intem las tribulacionesde MaqroU. ¿Q!ui opina de este vínculo

4 Gonzalo Rojas amenazó con ir a los lribunales

para impugnar la desaparición de su amigo Maq­roU.

....

.•..

AM: Lo estoy descubriendo. Yo nunca

escribo, no lo hago jamás ni lo hice

con la poesía, imaginando un lector;

entonces cuando aparecen lectores

míos -esto sucede cada vez con

mayor frecuencia, sería inúúl negar­lo- y me cuentan sus relaciones con

los libros, me da una sorpresa enor­

me. Me da gusto, claro, pero también

me sorprende que algo que yo he es­

crito en un estado, le repito, de so­

nambulismo, tenga un eco en alguienque no me conoce ni sabe quién soy

yo. Un ejemplo: existe una preferen­cia femenina muy marcada por un

libro que yo también quiero mucho,La última escaln del Tramp Steamer, que

úene unas lectoras que son absoluta­mente febriles. Me escriben o me lasencuentro a veces y sin conocerme

me hablan de su relación con el libro.

La mulútud de amigos que úene Maq­roll siempre me tomará por sorpresaesa familiaridad, ese conocimientodel lector de todos estos hechos y esa

asimilación a su propia experiencia.Me da también saúsfacción saber que

esas páginas no se perdieron.

JI': Me extraña nunaJ haber encontmdoen sus libros la palabra saudade.

AM: En alguno está, en este momentome es dificil saber. Saudade es una pa­labra intraducible -yo hablo y leoportugués como si fuera mi lenguamaterna-, Úene una traducción posi­ble: añoranza, pero saudade Úene una

mezcla de placer y dolor cuando suce­de que la añoranza no úene, la año­ranza es una nostalgia un tanto másintensa: la necesidad de una presen­cia; la saudade es casi como un com­

placerse en una herida y al mismoúempo senÚr un placer nuevo e in­tenso y sentarse a senúrlo. Tal vez nola he usado pero creo que hay mu­chos momentos de saudade en mis li­bros; por ejemplo cuando Maqroll seencuentra con Ilona en la calle en Pa­namá y se reúnen y se sientan a bebergin and tonic. La satisfacción, el des­canso que siente Maqroll es pura sau-

dade, el gusto de haberse encontrado

y la rememoración del pasado. Haymuchos momentos de saudade en mis

libros; creo que en alguna parte estála palabra, no estoy seguro, pero me

da gusto que lo haya notado.

JI': 1h1s persmuu o personajes se.funden yconfunden constantemente: Maqroll,Mutis y un tercer elemento que es el na­rrador de toda la saga. ¿Se pueden esta­bka!r relacionesY diferencias?

AM: Está totalmente en lo justo, haytres personas disúotas. Ahora, la pre­

gunta sería ¿por qué esa tercera per­sona no es Álvaro Muús? De eso mehe venido a dar cuenta ahora, al escri­bir el Tríptico, hasta ahora, en donde

hablo de mi esposa y en donde vayaver con ella a Maqroll en Pollensa. Depronto me doy cuenta de que a esapareja le están pasando cosas que yano son mías tampoco. En los librosmíos el narrador forma parte de lahistoria, no de mi vida, pero ha sidopaulatino este descubrimiento, estesurgir del narrador, a tal punto quelos tres episodios del Tríptico se loscuentan simultánea o alternaúvarnen­te al narrador personajes de esas mis-

mas narraciones, o Maqroll mismo, u

otras personas con las cuales yo nunca

he estado en contacto. ¿Qué pasa?,

que el narrador se ha vuelto un perso­

naje, muy útil para mí. El narrador

sabe más de Maqroll que yo; ellos úe­

nen una cierta complicidad; hay cosas

graves que Maqroll ha callado de su

vida. Las sabe el narrador y tampoco

las ha contado, yo no las sé. Cuando

hablan entre ellos uno siente, yo espe­

ro que el lector sienta, que estos dos

pájaros se han visto enredados en

asuntos bastante peliagudos.

¡r: La América Ecuatorial, usted lo hadidlo, ha sido víctima de una literaturi­zación exagerada. ¿Cómo relaciona suobro con estefenómeno?

AM: Cuando las cosas suceden en laAmérica Ecuatorial voy directamente

a una descripción y a una evocación

de un paisaje absolutamente real;todo sucede en un plano estrictamen­

te real. García Márquez lo hace deuna forma genial con otro esúlo. Yonunca he creído que necesite, en mi

caso, acudir a la fantasía y al famoso

realismo mágico para contar la mara­villa y el horror que encarnan en esazona. Si otros lo han hecho en algu­

nos me parece un logro magnífico yen otros me parece un absoluto fraca­so. La explotación, o la insistencia y laexplicación de lo real maravilloso meparece una gran tontería. Los auténÚ­

cos grandes escritores que se han ocu­pado de esa zona, a través de esecamino, jamás han hablado de lo realmaravilloso; es real y terrible corno es

real y terrible cualquier lugar del

mundo.

¡r: ¿Q!lé me puede contar de su experien­cia en Luumberri?

AM: Sobre eso podríamos hablarhoras enteras, días enteros o podría

remitirlo a las páginas que publiquéen el Diario de Lecumberri. No es unamanera de sacarle el cuerpo a la pre­

gunta, pero yo creo que uno no Úenederecho de presentar cualquiera de

las experiencias de su vida corno un

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nustración: Nunik. Sauret48 -------------- .

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de sentido de la realidad política deBolívar. Yo quise escribir ese final de

un hombre al que se le ocurre esafrase de una belleza extraordinaria yde una realidad total: "aré en el mar yedifiqué en el viento", en una cartaque escribió antes de morir; esa es suvida. Escribí la novela y de pronto medi cuenta de que necesitaba verificaruna cantidad enorme de episodios dela novela, desde el punto de vista his­tórico, yeso me dio una pereza in­mensa y de pronto le tomé a todo esoun fastidio enorme. Rescaté el frag­mento "El último rostro" y lo demáslo quemé. Muchos años después Gar­cía Márquez vino aquí y me preguntósi yo iba a continuar esa novela, por­que él quería hacerla. "La harás comonadie, porque es exactamente el tipode situación y de personaje en la queeres un maestro" le dije.

JI': ¿En qué proyecto de poesía tmbajaactualmente?

hecho excepcional. Todos los sereshumanos tenemos en un momentodado experiencias excepcionales y te­rribles, que son aleccionadoras, queenriquecen, pero que duelen, enton­ces la memoria se encarga, muy sabia­mente, o de borrarlas, o de maquillarlasy hacerlas todas muy bellas, o sencilla­mente de dejarlas atrás. Yo lo que lepuedo decir es esto: no hubiera escritolas siete novelas que ya escribí ni lasque posiblemente escriba, ni buenaparte de la poesía que escribí al salirde Lecumberri si no hubiera estadoahí, porque esas experiencias termina­les, al final de la cuerda, the end o/ therope, como dicen los ingleses, desdeluego que cargan allá dentro la capaci­dad de imaginar, de ver y de sentir ynos acercan tremendamente, verdade­ramente, a los hombres. Yo no hubieraescrito un libro como Los emisarios,que aparentemente no tiene nada quever con Lecumberri, si no hubiera pa­sado los quince meses que pasé ahí. Nime pesa haber estado ahí, ni me ale­gra muchísimo. Hubiera preferido nohaber estado, claro, pero ya pasó; eneso sí tenemos que actuar como Maq-

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rollo Hay una regla fundamental querige la conducta de los marinos deguerra ingleses desde la época de lospiratas hasta hoy; se resume en unafrase: Never explain; never complain.Estoy seguro de que muchos de losepisodios que le ocurren a Maqrollarrastran experiencias que tuve en Le­cumberri, que fueron muchas.

JI: ¿Qpépasó con su novela sobre los últi·mos dias de Bolívar?

AM: Fue muy sencillo. Yo tenía la ideade escribir, desde hace muchos años,los últimos días de Bolívar. No es ésteun personaje que me atraiga muy par­ticularmente; siento por él cierta sim­patía por su carácter de románticodesaforado, de personaje de Chateau­briand o de Lord Byron, pero comopolítico creo que fue un desastre yque nos hizo un daño inmenso; yocreo que la independencia sucedió enla peor forma en la que podía suce­der, en el peor momento y de ahí nosacamos sino guerras civiles que si­guen hasta ahora. Eso se lo debemos ala falta de auténtico sentido político y

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AM: Estoy escribiendo un libro que sellamará XI Carminae contra grmtiles, quees una poesía bastante diferente de laque he escrito hasta ahora, aunque essiempre lo mismo: uno siempre tienecosas que decir y no hace sino repetir­las en una u otra forma.

JI: La última frase f:JW tenemos de Mtu¡­roll, tú final de Abdul Bashur, es "todose me va de entre las manos", f:JW deja unamargo stJbor de bota.

AM: ¿Usted sabe que el Tríptico de mar

y tierra lo escribí exclusivamente paradar ejemplos de qué real es esa frase?Se le va de entre las manos su compa­ñero de pesca, se le va de entre lasmanos Alejandro Obregón y se le vade entre las manos el hijo de cincoaños de Abdul Bashur -al final deeste episodio Maqroll me dice "¿seacuerda usted de cuando quiso darmeuna foto y yo le contesté que mejor laguardara porque todo se me va deentre las manos?, vea usted cómotodo se me va de entre las manos".Pero así está bien: aceptación eindul­

gencia. O

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