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LAS ÚLTIMAS NOTICIAS DE LOS OSOS GALAICO-PORTUGUESES José Piñeiro Maceiras Los estudios portugueses relacionados con el oso pardo consideraban que este carnívoro había sobrevivido en territorio luso hasta las postrimerías del siglo XVII. Recientemente, varios investigadores lusitanos han propuesto una nueva interpretación de dicha circuns- tancia histórico-zoológica 1 , sobre la base de sus propios análisis y lo aportado en los últimos años por otros especialistas. La especie fue una de las principales de la fauna silvestre portuguesa hasta el final de la Edad Media, pudiendo dar fe de ello las cartas forales 2 , así como las monterías en las que el plantígrado representaba la máxima atracción 3 . De hecho, el rey Don Dinis estuvo a punto de ser muerto por uno de estos animales a finales de 1294, capturando además otro ejemplar cuya vida sería res 4 petada . A partir del siglo XV, la fiera empieza a retirarse de la franja meridional del país 5 , quedando, con el paso de los años, reducida su zona vital de trasiego al cuadrante norte, coincidiendo grosso modo con las regiones de Minho y Tras- os-Montes. Los balbuceos de la Edad Moderna tampoco fueron posi- tivos para el animal de la Península Ibérica, ni en España ni en Portugal, hasta el punto de considerarse su presencia en este último país como muy débil, próxima a su extinción definitiva. Tanto ha sido así que tradicionalmente se ha sos- tenido que el último ejemplar lusitano fue abatido a mediados del siglo XVII en las montañas septentrionales del Gerês 6 , coincidiendo con la emancipación nacional. Sin embargo, dicho planteamiento apenas casa con determinadas noticias posteriores; ni siquiera con las que aluden a la evolución de la caza en los montes españoles colindantes. Es cierto que las noticias e informaciones son muy parcas y podían hacer presumir la desaparición del oso lusitano de sus feudos tradicionales. De hecho, hemos consultado la monumental obra geográfica de principios del siglo XVIII de Antonio Carvalho da Costa, y apenas hemos hallado suficien- tes elementos para pensar que el oso pardo seguía sobrevi- viendo en los montes solitarios de la nación ibérica más occidental. He aquí algunas de tales referencias: Pela misma ribeira do Lima da parte do Sul, entre as asperas serras de Amarella, & Cabril contiguas com as de Gerès na raya deste Reyno, & do de Galliza, ten seu assento o Concelho (…) de Castro Leboreiro, & Lindoso (…) caça, muitos Lobos, raposas, martas, ginetas, touroens, jabalís, corços, cabras bravas… 7 Comprehende a mayor parte da grande serra de Gerès (…) ha quantidade de lobos, raposas, ginetas, martas, touroens, & otros bichos, & serpentes, cabras bravas, com feroces cabroens, que ja despenharão homes despois de feridos… 8 Muita caça de toda a casta… 9 Tem esto Concelho grandes matas, & dilatados montados, em que se crião muitos lobos grandes, a que chamão Afnaes, & outros mais pequenos, chamados Cervaes, muitas raposas, martas, ginetas, & touroens, jabalís, veados, caça miuda… 10 Caça de coelhos, lebres, perdizes, jabalís, corços, & veãçao de lobos, raposos, martas, touroens, ginetas, & outros bichos he infinita… 11 Terra montuosa, & muito fria, abundante de centeyo, caça, & criaçoens de vacas… 12 En concordancia con lo expuesto, parecía lógico señalar los siglos XVII-XVIII como el periodo en que la especie pudo extinguirse en suelo portugués, tal como se admitía hasta la segunda mitad del pasado siglo 13 . Con mayor razón, tras la información facilitada por Contador de Argote (1676- 1749), en relación con aquel ejemplar muerto en el año 1650 14 . Sin embargo, el norte alpestre de Portugal no está únicamente representado por la sierra de Gerês, sino también por las siguientes alineaciones montuosas: sierra del Barroso, de Larouco, de Soajo, de Laboreiro, de Peneda, de Monte- sinho o serra Amarela, así como otros montes de menor importancia. Pues bien, la razón de prestar atención a esa captura singular del Gerês resulta bastante comprensible: dicha sierra era la más conocida de las mencionadas y tam- bién la más accesible, al hallarse próxima al centro urbano y cultural de Braga, siendo transitada por la ruta tradicional de acceso a nuestro país desde época romana (portilla fronteriza del Homen), merced a la calzada construida entre la ciudades de Asturica Augusta y Bracara Augusta 15 . En el año 1667, ciertos comentarios del embajador de In- glaterra hacen pensar que todavía subsistían algunos plantí- grados 16 en el país de Camõens, aunque a finales del siglo XVIII las crónicas portuarias de Lisboa demuestran que se importaban pieles de osos procedentes del continente ameri- cano 17 . Ciertamente, las condiciones ambientales de la nación no eran las más adecuadas para que una especie tan sensible continuara plácidamente aposentada en sus tierras septentrio- nales durante la etapa histórica mencionada, teniendo en cuenta especialmente tres circunstancias: la costumbre tradi- cional de quemar el monte, la guerra emprendida contra España y las campañas llevadas a cabo contra los animales dañinos en el norte peninsular. Con todo, las sierras norteñas de Portugal no se desvane- cen en la raya fronteriza sino que prosiguen a través de las comarcas gallegas, zamoranas y salmantinas. La sierra del Gerês se llama del Jurés en la zona española, alcanzando los 1.550 metros de altitud; las montañas del sector de Monte- sinho, que superan los 1.400 metros en territorio lusitano, continúan en las vecinas sierras zamoranas, rozando algunas cumbres los 2.000 metros sobre el nivel del mar. Y las mon- tañas portuguesas, que se hunden en el río Miño, se elevan de nuevo en la ribera gallega hasta los confines serranos de las provincias de Pontevedra, Lugo y Orense.

José Piñeiro Maceiras - Dialnet · 2013-08-20 · LAS ÚLTIMAS NOTICIAS DE LOS OSOS GALAICO-PORTUGUESES . José Piñeiro Maceiras . Los estudios portugueses relacionados con el

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LAS ÚLTIMAS NOTICIAS DE LOS OSOS GALAICO-PORTUGUESES

José Piñeiro Maceiras

Los estudios portugueses relacionados con el oso pardo consideraban que este carnívoro había sobrevivido en territorio luso hasta las postrimerías del siglo XVII. Recientemente, varios investigadores lusitanos han propuesto una nueva interpretación de dicha circuns-tancia histórico-zoológica1, sobre la base de sus propios análisis y lo aportado en los últimos años por otros especialistas.

La especie fue una de las principales de la fauna silvestre portuguesa hasta el final de la Edad Media, pudiendo dar fe de ello las cartas forales2, así como las monterías en las que el plantígrado representaba la máxima atracción3. De hecho, el rey Don Dinis estuvo a punto de ser muerto por uno de estos animales a finales de 1294, capturando además otro ejemplar cuya vida sería res 4petada .

A partir del siglo XV, la fiera empieza a retirarse de la franja meridional del país 5 , quedando, con el paso de los años, reducida su zona vital de trasiego al cuadrante norte, coincidiendo grosso modo con las regiones de Minho y Tras-os-Montes.

Los balbuceos de la Edad Moderna tampoco fueron posi-tivos para el animal de la Península Ibérica, ni en España ni en Portugal, hasta el punto de considerarse su presencia en este último país como muy débil, próxima a su extinción definitiva. Tanto ha sido así que tradicionalmente se ha sos-tenido que el último ejemplar lusitano fue abatido a mediados del siglo XVII en las montañas septentrionales del Gerês6, coincidiendo con la emancipación nacional. Sin embargo, dicho planteamiento apenas casa con determinadas noticias posteriores; ni siquiera con las que aluden a la evolución de la caza en los montes españoles colindantes.

Es cierto que las noticias e informaciones son muy parcas y podían hacer presumir la desaparición del oso lusitano de sus feudos tradicionales. De hecho, hemos consultado la monumental obra geográfica de principios del siglo XVIII de Antonio Carvalho da Costa, y apenas hemos hallado suficien-tes elementos para pensar que el oso pardo seguía sobrevi-viendo en los montes solitarios de la nación ibérica más occidental. He aquí algunas de tales referencias:

Pela misma ribeira do Lima da parte do Sul,

entre as asperas serras de Amarella, & Cabril contiguas com as de Gerès na raya deste Reyno, & do de Galliza, ten seu assento o Concelho (…) de Castro Leboreiro, & Lindoso (…) caça, muitos Lobos, raposas, martas, ginetas, touroens, jabalís, corços, cabras bravas…7

Comprehende a mayor parte da grande serra de Gerès (…) ha quantidade de lobos, raposas, ginetas, martas, touroens, & otros bichos, & serpentes, cabras bravas, com feroces cabroens, que ja despenharão homes despois de feridos…8

Muita caça de toda a casta…9 Tem esto Concelho grandes matas, & dilatados

montados, em que se crião muitos lobos grandes, a que chamão Afnaes, & outros mais pequenos, chamados Cervaes, muitas raposas, martas, ginetas, & touroens, jabalís, veados, caça miuda…10

Caça de coelhos, lebres, perdizes, jabalís, corços, & veãçao de lobos, raposos, martas, touroens, ginetas, & outros bichos he infinita…11

Terra montuosa, & muito fria, abundante de centeyo, caça, & criaçoens de vacas…12

En concordancia con lo expuesto, parecía lógico señalar

los siglos XVII-XVIII como el periodo en que la especie pudo extinguirse en suelo portugués, tal como se admitía hasta la segunda mitad del pasado siglo13. Con mayor razón, tras la información facilitada por Contador de Argote (1676-1749), en relación con aquel ejemplar muerto en el año 165014. Sin embargo, el norte alpestre de Portugal no está únicamente representado por la sierra de Gerês, sino también por las siguientes alineaciones montuosas: sierra del Barroso, de Larouco, de Soajo, de Laboreiro, de Peneda, de Monte-sinho o serra Amarela, así como otros montes de menor importancia. Pues bien, la razón de prestar atención a esa captura singular del Gerês resulta bastante comprensible: dicha sierra era la más conocida de las mencionadas y tam-bién la más accesible, al hallarse próxima al centro urbano y cultural de Braga, siendo transitada por la ruta tradicional de acceso a nuestro país desde época romana (portilla fronteriza del Homen), merced a la calzada construida entre la ciudades de Asturica Augusta y Bracara Augusta15.

En el año 1667, ciertos comentarios del embajador de In-glaterra hacen pensar que todavía subsistían algunos plantí-grados16 en el país de Camõens, aunque a finales del siglo XVIII las crónicas portuarias de Lisboa demuestran que se importaban pieles de osos procedentes del continente ameri-cano17.

Ciertamente, las condiciones ambientales de la nación no eran las más adecuadas para que una especie tan sensible continuara plácidamente aposentada en sus tierras septentrio-nales durante la etapa histórica mencionada, teniendo en cuenta especialmente tres circunstancias: la costumbre tradi-cional de quemar el monte, la guerra emprendida contra España y las campañas llevadas a cabo contra los animales dañinos en el norte peninsular.

Con todo, las sierras norteñas de Portugal no se desvane-cen en la raya fronteriza sino que prosiguen a través de las comarcas gallegas, zamoranas y salmantinas. La sierra del Gerês se llama del Jurés en la zona española, alcanzando los 1.550 metros de altitud; las montañas del sector de Monte-sinho, que superan los 1.400 metros en territorio lusitano, continúan en las vecinas sierras zamoranas, rozando algunas cumbres los 2.000 metros sobre el nivel del mar. Y las mon-tañas portuguesas, que se hunden en el río Miño, se elevan de nuevo en la ribera gallega hasta los confines serranos de las provincias de Pontevedra, Lugo y Orense.

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26/ARGUTORIO nº 30 2013

En realidad, las alineaciones montuosas del norte de Por-tugal constituyen las últimas ramificaciones de la cordillera Cantábrica, anteriormente denominada Pirenaica occidental, en la que convivieron osos, lobos, zorros y hasta asnos salva-jes, si hemos de creer la descripción efectuada por Pascual Madoz relativa a la jurisdicción de la antigua Audiencia Territorial de La Coruña18.

Mientras que la situación de la especie continuaba siendo precaria en el vecino país, no sucedía lo mismo en el territo-rio gallego, ni por supuesto en el zamorano-leonés. Las Cor-tes de Castilla de mediados del siglo XVI ya aludían a la importancia de los plantígrados en los lindes con Portugal y en el noroeste peninsular 19 . Más adelante, las referencias conocidas del siglo XVII muestran aún una relativa abundan-cia de osos y lobos en las sierras galaicas, y lo mismo sucede-ría durante gran parte de la centuria siguiente, a tenor de las fuentes conocidas 20 . No había, pues, razón suficiente para considerar el animal extinto en el norte de Portugal, cuando aún pululaba por las montañas gallegas colindantes con los montes del Gerês y Montalegre, como incluso comentaba el dramaturgo Tirso de Molina en su célebre comedia La Galle-ga Mari-Hernández21.

Sin embargo, las monterías comunales toleradas durante ese período por la Real Audiencia del Reino de Galicia sí debieron perjudicar a los osos galaico-portugueses, al menos hasta el primer tercio del siglo XIX 22 , lo mismo que las organizadas en los montes más próximos 23 . De hecho, el tribunal mencionado aún aprobaría en aquel tiempo una disposición que consentía la persecución de lobos y osos dentro de su jurisdicción terr 24itorial .

En esta época aún subsistían tres grupos de úrsidos, aun-que alejados de la gran mancha ursina del norte peninsular; me refiero a los plantígrados de las sierras de Faro y Testeiro, a los del macizo central orensano y al grupo de animales que pululaba por las sierras meridionales de la provincia orensa-na: sierras del Jurés, Larouco y Laboreiro. Más al este, los osos de las sierras de Trevinca, Cabrera y Sanabria se acerca-ban sin tantas dificultades a las tierras septentrionales del distrito de Braganza, pues por entonces aún mantenían un regular contacto con sus congéneres cantábricos.

Interesa, pues, analizar los últimos datos conocidos de ta-

les colectivos ursinos y la influencia que esto pudo tener en la extinción del oso lusitano.

Creemos que el primer grupo de animales en desaparecer fue el que se ubicaba en las sierras de Faro y los montes del

monasterio de Osera. Las razones de tal planteamiento pudie-ron obedecer a tres causas principales: físicas, biológicas y sociales. Las primeras están relacionadas con la pequeña altitud de tales montañas, que apenas sobrepasan los mil metros de altura, lo que impedía que los animales tuvieran buenas zonas de refugio e invernada. Tampoco el desnivel a salvar era muy grande entre las cumbres y los espacios habi-tados, sobre todo en la zona alta de Pontevedra donde los valles suelen encontrase a unos 500 metros de altitud. Ade-más, la cobertura arbórea era irregular en esa parte de la provincia, siendo más abundante en el Saviñao 25 o en la comarca de Osera. Por su parte, los condicionantes biológicos también debieron de influir lo suyo en la escasa viabilidad de este pequeño grupo de animales, habida cuenta su delicada situación geográfica, alejado del núcleo compacto de plantí-grados cantábricos26. Por último, las razones sociales ponen énfasis en la transformación importante observada en esta zona del interior de Galicia, merced a las comunicaciones y la ayuda económica procedente de la emigración.

¿Cuándo desaparecieron estos osos de Pontevedra, Oren-se y Lugo? Se ha admitido con buen criterio que tal circuns-tancia debió de ocurrir en el lapso de tiempo que discurre desde finales del XIX hasta los inicios de la siguiente centu-ria27; de hecho, Vicente Risco ya estimaba su presencia como pretérita en 1922 y Camilo José Cela ni siquiera iba a encon-trar noticias actualizadas de la especie en la época de la pos-guerra28.

En cualquier caso, las referencias fidedignas que se cono-cen son escasas, aunque sí existen varios datos fiables que provienen del último cuarto del siglo anterior. Por ejemplo, en la década de 1880, las noticias oficiales y eruditas aún mencionaban abundancia de caza mayor y animales dañinos en los términos de Cerdedo, Dozón, Lama, Monterroso, Boborás o Beariz 29 , lo que nos induce a pensar que aún sobrevivía la fiera en los partidos judiciales de Lalín, La Estrada, Chantada y Carballino. Y, un poco más tarde, en el verano de 1897, un oso fue visto por unos estudiantes de Santiago en las proximidades de La Esclavitud, suponiendo la prensa que podía tratarse de un individuo cimarrón recién liberado 30 , ignorando que los osos salvajes de las sierras aludidas del Faro y Testeiro habían descendido en alguna ocasión hasta las cercanías de la capital compostelana, como había ocurrido unos cincuent 31a años atrás .

Las informaciones orales que hemos conocido tampoco permiten asegurar que tales plantígrados durasen más tiempo. Recientemente, mantuvimos una larga entrevista con una familia amante de la actividad cinegética domiciliada en el municipio de Rodeiro 32 , donde Madoz situaba todavía al plantígrado en 1850, intentando encontrar alguna referencia verbal que arrojara alguna luz sobre la fecha de extinción de tales animales. No pudimos extraer ninguna conclusión, exceptuando que apenas existe recuerdo alguno del plantígra-do. Y, desde luego, esta familia pontevedresa ha dedicado parte de su existencia generacional a la práctica de la monte-ría, al menos desde la década de 1790, como bien indica una inscripción tallada en el pórtico de su hacienda. En cambio, tales personas sí conocieron el lince local de hace unos cua-renta o cincuenta años, pero no a los osos, aunque refieren que pudieron existir en las zonas próximas a Osera, Candán, Zobra o Irijo, tal como acreditan los colmenares defensivos levantados en tales lugares (parte de los cuales conservan todavía un buen aspecto).

Miñano33 cita la especie en las proximidades del monas-terio de Osera, haciendo lo propio Madoz34 poco después, quien incluso nombra las localidades pontevedresas de Porte-la y Noceda; y años más tarde, en 1863, el naturalista ferrola-no López Seoane repite la localidad de Osera y añade, a mayores, la zona lucense de Villalba, territorio algo alejado de las cumbres serranas de Faro, Careón y Farelo, pero dentro del mismo entorno zoogeográfico.

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27/ARGUTORIO nº 30 2013

En cualquier caso, los lugares mencionados por estos eruditos son escasos para pensar que este grupo de animales pudiera subsistir sin dificultades hasta los inicios del siglo pasado: para que eso ocurriera su área de campeo tendría que haber sido más grande, comprendiendo posiblemente la Ulloa y proximidades, lo que parece lógico teniendo en cuenta las referencias faunísticas recopiladas por el padre Sobreyra Salgado a finales del siglo XVIII35; las montañas de la Cañi-za, donde aún se le perseguía en el siglo XVII, y las aldeas cercanas de la provincia de Orense36; los montes escabrosos de Cerdedo y Cotobad; o las riberas del río Ulla, en los lími-tes de las provincias de Pontevedra y La Coruña, como hace presumir el avistamiento relatado del año 1848; no se olvide en este aspecto que tales aguas han sido empleadas habitual-mente por los salmónidos para desovar.

Incluso, la catalogación de los colmenares de la zona (efectuada por Díaz y Naves) muestra un territorio poten-cialmente ursino más amplio, 37 el cual conectaba con los bosques del río Sil y las montañas centrales de Orense, donde se conocieron osos hasta el mismo siglo XX, tal como preci-san algunos estudios contemporáneos38.

El macizo central orensano también había sido mencio-nado por Miñano y Madoz como tierra de osos, al menos durante la primera mitad del siglo XIX. El primero de estos autores habla de la sierra del Invernadero, y lo mismo hace Madoz, mencionando a mayores la sierra de San Mamed en el partido de Allariz. Este grupo ursino resistirá más tiempo que el descrito anteriormente, motivado por la especial situa-ción geográfica del hábitat: montañas solitarias que alcanzan los 1.700 metros de altitud, buenos rodales de robles, alisos y abedules, así como un recinto montuoso que se halla no lejos de las sierras del Caurel y Valdeorras, sectores visitados aún por los plantígrados en estos últimos años.

Entre 1870 y 1930, el animal vuelve a ser nombrado en el área descrita, 39 lo que indica su posterior supervivencia. Incluso, tuvo lugar un avistamiento en la década de los cin-cuenta del siglo pasado (cuando se le daba ya por extinguido) siendo testigo presencial un religioso del santuario de los Milagros.40 Circunstancia que tampoco debiera sorprender-nos, habida cuenta que poco tiempo después Fernández de Córdoba41 iba a informarnos de que la especie aún moraba en algunos montes de la provincia de Orense, sin desvelar cuáles eran estos lugares tan a propósito.

Si bien, tanto Miñano como Madoz ya daban a entender que eran pocos los individuos que recorrían este sistema montañoso durante la primera mitad del XIX. Tal particulari-dad nos mueve a pensar que, por aquella época, la especie era mayormente itinerante en la provincia de Orense, dependien-do en gran medida de los núcleos ursinos asentados en el Caurel lucense o en la Cabrera leonesa, así como zonas limí-trofes: deducción hasta cierto punto lógica, habida cuenta que la presumible extinción de la especie se halla fuertemente relacionada con la decadencia sufrida por las poblaciones de úrsidos radicadas en los territorios lucenses y leoneses más meridionales.

Más al sur, se encontraba un grupo de osos que ha sido objeto de no pocos interrogantes y comentarios: me refiero a los animales que habitaban las sierras orensanas colindantes con las regiones portuguesas de Minho y Tras-os-Montes.

Como antes hemos expuesto, las fuentes hasta ahora co-nocidas del vecino país tienden a omitir la presencia de la especie en suelo portugués más allá del siglo XVIII, lo que ha servido de fundamento a varios naturalistas portugueses para suponer la extinción del plantígrado.

Con todo, el animal será mencionado aún en la documen-tación del año 1777 referente a la aldea gallega de Requiás42, prácticamente en la frontera portuguesa; lo mismo sucederá entre 1808-1814 en la Limia española43 y otro tanto iba a ocurrir en la antigua jurisdicción de Bande por 1825: se permitieron las monterías de lobos, osos y zorros44, pese a

estar prohibidas por imperativo de la Real cédula de 3 de febrero de 179545, lo que implica que aquellos parajes toda-vía abrigaban bastantes animales.

En 1848, Madoz vuelve a citar la especie en el partido ju-dicial de dicha localidad orensana, y lo mismo hará Fernando Fulgosio veinte años más tarde46. Y lo expuesto puede inter-pretarse como aplicable a la zona colindante de Portugal, pues así se infiere de lo publicado de aquélla por otros erudi-tos:

Las producciones zoológicas son comunes á las de nuestras montañas, exceptuando el jabalí y el venado que no son conocidos en toda la sierra del Gerez, en cambio se encuentra la cabra silvestre, desconocida en las diferentes montañas que cruzan el territorio gallego…47

Gerez: terra pobre, e em rasão da grande

asperesa em muitas partes despovoada, e tão alheia do trato humano, que cria ursos (…) e todo genero de creação em abundancia (…) Ha perto de dois seculos e meio, que este historiador escrevia isto; e ainda hoje o viandante que por alli pasar poderá formar uma idea de quao fiel é esta sucçinta discripção…48

No quiere esto decir que los estudiosos portugueses des-

conociesen por completo estos detalles, más bien parece que daban mayor importancia a la inoperancia del territorio mon-tañoso de Gerês para acoger una población estable de osos que a lo que realmente estaba sucediendo en los apartados valles y colinas del Portugal, allende de nuestras fronteras. De hecho, el escritor Gabriel Pereira (1847-1911) confesaba que los osos ibéricos aún llegaban por entonces hasta los distritos de Minho y Tras-os-Montes en concretas temporadas invernales 49 . Y, por la misma época, el famoso etnógrafo Leite de Vasconcelos iba a pronunciarse en términos pareci-dos50.

Tampoco debiera olvidarse que la fiera era bastante es-quiva y que sus apariciones resultaban ya episódicas por el país gallego, 51 poseyendo además hábitos nocturnos (tal como nos había desvelado López Seoane), lo que también pudo influir para que la especie pasase muy desapercibida en el norte de Portugal durante los últimos años del siglo XIX:

Antigamente, também aquí não eram raros os ursos, que hoje não apparecem…52

Así las cosas, podría deducirse que la especie se hallaba

en trance de desaparecer de los últimos bastiones lusitanos, corriendo igual suerte los raros animales que aún se alojaban en las sierras interiores de las provincia de Orense o Ponteve-dra. Únicamente, el naturalista Graells menciona en 1897 la localidad de Osera; no obstante, el famosísimo Ángel Cabrera ya no aludiría para nada a estos pocos animales en 1914, lo que hizo pensar que la especie había abandonado para siem-pre tales montañas. Por su parte, la situación inestable por la que atravesaba Portugal durante aquellos tiempos de la pasa-da centuria, y en particular su zona fronteriza, añadía, si cabe, más incertidumbre53.

Sin embargo, los plantígrados siguieron visitando dichos lugares inhóspitos. Tanto es así que hasta mediados del siglo XX no puede hablarse con propiedad de la extinción de la especie. Desde 1915 hasta 1930 hay constancia histórica de su movilidad por las fragosidades de las sierras del Jurés y Larouco, matándose incluso alguna hembra hacia 192054.

Las noticias que acreditaban su existencia superaron in-cluso la época de la guerra civil española, como nos han asegurado testimonios recogidos en Lobios (España) y en la comarca del Barroso (Portugal).

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28/ARGUTORIO nº 30 2013

En cualquier caso, la confirmación de todo ello tendría

lugar en la aldea de Couceiros, municipio de Padrenda, colin-dante con el término municipal lusitano de Melgaço, en junio de 1948.

Desde poco tiempo atrás, los vecinos de dicha localidad se encontraban preocupados por la existencia en los contor-nos de varios animales salvajes y sus molestas correrías, que posteriormente identificaron como atribuibles a los osos pardos. Dos vecinos de la mencionada aldea, Camilo Lloves y Manuel Pérez, decidieron perseguir a un ejemplar de dichos plantígrados en la mañana del 13 de junio55. Tras un acosa-miento de varias horas, consiguieron acorralar al mamífero carnívoro en unas peñas, el cual se defendió de las punzadas de una horquilla empleada por Lloves como mejor pudo: mordió fuertemente el brazo de su agresor y obligó al Manuel a tirarse por un terraplén, fracturándose la clavícula. Afortu-nadamente, Camilo Lloves fue auxiliado por un chico de catorce años y, acto seguido, por varios números de la Guar-dia Civil de Fronteras, quienes terminaron con la fiera des-pués de efectuar dos disparos certeros sobre la misma, sal-vando así la vida del paisano gallego atrapado por un enrabie-tado animal.

La noticia apenas hubiera trascendido si no hubieran sido atendidos los protagonistas por un periodista local en el Gobierno Civil de la capital orensana tres días más tarde, mientras esperaban audiencia del Gobernador, el cual recom-pensó a uno de partícipes en dicha peripecia cinegética 56 . Tanto los periódicos regionales como algún medio nacional se hicieron eco de estas informaciones tan sorprendentes57.

El suceso que acabamos de relatar hizo preguntarse a los escritores Castroviejo y Cunqueiro de dónde vendrían dichos animales, no pudiendo ofrecernos ningún razonamiento convincente. El aislamiento soportado en esta zona meridio-nal de Galicia durante aquellos años motivó que este hecho tan curioso e importante fuese olvidado por no pocos natura-listas58.

No obstante, personas próximas al Instituto da Conser-vação da Natureza logran localizar en 1985 al jubilado Cami-lo Lloves59, quién confirmará todos los datos publicados en su día por la prensa española; y todavía, en 1996, el biólogo Francisco Álvares insistirá en entrevistarse de nuevo con un octogenario Lloves, que vuelve a relatar la aventura cinegéti-ca de Couceiros.

La prensa orensana comentaba que el animal debía de pe-sar unos ochenta o noventa kilos60, matizando Lloves en su última entrevista que el peso exacto de la fiera había sido 102 kilogramos, y que se trataba de un macho61.

Pues bien, lo que podía entenderse como un simple hecho fortuito, motivado por una huida hacia la libertad de varios ejemplares cautivos, apenas concuerda con lo que venimos exponiendo.

De hecho, en algunos sitios apartados de la comarca por-tuguesa del Barroso (municipios de Montalegre y Boticas) se han conservado relatos sobre estos osos ignorados, y no precisamente del siglo XIX. Incluso, se nos ha asegurado que algunos ejemplares fueron avistados hasta los años cincuenta de la pasada centuria, precisándose que algún animal pudo ser abatido de forma misteriosa, según las explicaciones ofrecidas por ciertos paisanos62. Con todo, la sensación que producen estas curiosas informaciones (ciertamente poco detalladas) es la de comprobar cómo el recuerdo de la especie aún no se había evaporado de la mentalidad de las clases modestas menos instruidas, sometidas a una fuerte disciplina político-social.

Nada se ha hallado en forma documental que advere lo referido 63 , circunstancia lógica teniendo en cuenta la poca atención prestada a la fauna montaraz por la Administración lusa, al ocuparse de menesteres más rentables para el progre-so del país 64 , como lo fueron la construcción de grandes embalses en dicho territorio, lo que terminaría por alterar el medio ambiente tradicional del entorno del Barroso. Y eso que tales montañas eran consideradas en aquellos momentos como una de las más importantes de Portugal, en clave de turismo deportivo:

Falando do problema do turismo, oferece-se

dizer que ainda é tempo de contar com Barroso como região importante de caça, não apenas para excitar vaidade de todo ao tirador forasteiro, da caça do corço, espécie rara que debe ser efiscamente protegida e da pesca da truta…65

La fauna del noroeste portugués careció de un régimen

regulador eficaz hasta avanzado el siglo pasado, lo que supu-so la desaparición de algunos animales salvajes por mor de su desconocimiento. Curiosamente, las masas forestales del área que nos ocupa fueron por regla general terrenos libres, que ni siquiera formaron parte de los bosques estatales de utilidad pública (las llamadas Matas Nacionais) instituidos por sen-dos decretos de 24 de diciembre de 1901 y 1903; lo que hubiera propiciado al menos cierta protección gubernativa de tales animales silvestres.

La verdad es que las masas boscosas de Boticas y Monta-legre han sido querenciosas para la especie desde tiempos remotos66. En concreto, las riberas del río Cávado permitie-ron albergar una próspera colonia de plantígrados en la Edad Media, como bien demuestran las averiguaciones administra-tivas de 1258; incluso en mayores densidades que en el resto de montañas circundantes67. Y, aunque la situación del ani-mal en suelo portugués resultara delicadísima a partir del siglo XVIII, aún existen referencias positivas de su presencia:

A mesma abundancia corresponde a todo gene-

ro de caça, carnes e peixes, todo de excelente sa-bor…68

É muito abundante de caça: perdizes, coelhos, martuxos, fuinhas, aves bastantes, muitos lobos, raposas, porcos bravos, corças, veados, ursos...69

Cuando sabemos que en las montañas desde Portugal a Francia se crían pestes de osos…70

Así las cosas, parece muy conveniente estudiar qué pudo

haber ocurrido con los últimos osos de Orense a fin de aproximarnos a la época en que tales úrsidos galaico-portugueses desaparecieron de forma definitiva.

Particularmente, los estudios de Risco y Justo Méndez pueden facilitarnos la tarea propuesta. En la década de 1920, algunos osos todavía aparecían en el Macizo central orensa-no; en concreto, Risco anota las siguientes poblaciones con presencia de plantígrados: la sierra del Invernadero y el parti-do de Puebla de Trives. Por su parte, Justo Méndez perfila

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mejor el hábitat del plantígrado, añadiendo los lugares de Manzaneda, Las Rozas, Camba, Campobecerros, Pradoalvar y otros sitios más a propósito.

Estos raros individuos no parece que fueran sedentarios, como había esbozado Madoz en el siglo anterior, lo que nos hace sospechar que, en realidad, procedían del Caurel, Peña Trevinca, la Cabrera o, mismamente, la comarca de Sanabria. De hecho, Risco refiere que los montes de la Mezquita (co-lindantes con la provincia de Zamora y próximos a la frontera portuguesa) cobijaban gran número de animales dañinos, y que los alrededores de la aldea montañesa de Casayo alber-gaban caza mayor; sin especificar qué especies comprendían tales descripciones genéricas. Tampoco nada precisa sobre los grandes carnívoros del sur de la provincia, y por ende debemos considerar otras fuentes de la época: así, en los municipios limítrofes con la frontera se menciona caza abun-dante y monterías71. Por las mismas fechas, y en lo que res-pecta a la zona del Geres, Raul Proença refiere magnificencia de caza grossa sin más comentarios72. En consecuencia, la situación del animal durante el primer tercio del siglo XX se antojaba bastante endeble, en lo tocante a su presencia (si-quiera irregular), en el ecosistema del mediodía.

La extinción del oso pardo en el área que nos ocupa po-dría fijarse en torno a la segunda mitad del siglo XX, pues así parece desprenderse tanto de los comentarios del citado Risco en plena posguerra, 73 como de las escasas referencias a la caza mayor expuestas en el diccionario geográfico de 1956-1961, para estas montañas del noroeste74; aunque nada puede asegurarse con certeza cuando se trata de un animal como el oso peninsular, habituado a continuos desplazamientos.

Con todo, la fecha de desaparición de la especie en el te-rritorio descrito podría situarse, a tenor de algunas referencias conocidas,75como anterior a los años 1971-1972, época en que se crean el Parque Nacional de Peneda-Geres y la reserva de caza especial de Entrimo, en el lado español.

Como curiosidad, ha de subrayarse la coincidencia sin-

crónica de las últimas noticias ursinas mencionadas aquí: tanto en la sierra de San Mamed como en los montes fronteri-zos de Orense y Portugal. Lo mismo ha podido suceder con la construcción de grandes obras hidráulicas y la destrucción de la cubierta arbórea, permitidas en este territorio durante el período 1940-1960. Por lo demás, debe tenerse en cuenta la actividad venatoria practicada en este territorio sin apenas control, y cuyos excesos terminarían con la caza mayor de la provincia gallega referida:

Orense, dotada de una especial configuración

orográfica, debería poseer una riqueza cinegética, quizá inigualable por el resto de las provincias es-pañolas (…) El panorama cinegético en Orense in-

mediatamente después de la Cruzada de Liberación era francamente halagador. Es una época que re-cuerdan con nostalgia cazadores que ahora caminan por los mismo valles y las mismas vaguadas (…) Diez años más tarde sobrevino una crisis en que, quizá como consecuencia de la pluralidad de misio-nes de mayor importancia que gravitaban sobre las Autoridades, fue debilitándose la vigilancia y ob-servancia de la ya vetusta Ley de Caza (…) Como resultado de todo ello el furtivismo proliferó a sus anchas y el respeto a la veda se hizo humo, incre-mentándose la utilización de toda clase de artilugios y sistemas ilegales para el cobro de la caza. Como lógica consecuencia se produjo un colapso en la abundancia de estas especies cinegéticas que puso en trance de desaparición a las mismas76.

Ausente, por tanto, el oso pardo de la región miñota, úni-

camente queda por inspeccionar lo sucedido con los ejempla-res del área de Montesinho. Escasísimas son las informacio-nes que se conocen sobre el particular, aunque al menos se sabe que las monterías de plantígrados se planificaron hasta el segundo tercio del siglo XIX, lo que no dejaba de ser un hecho excepcional para el país vecino77. Si bien, las noticias osunas que procedían del otro lado de la frontera solían ser más frecuentes y comentadas78.

Por aquel entonces, los raros animales que visitaban los bosques de la región de Braganza procedían, en su mayor parte, de las comarcas españolas de Sanabria y la Cabrera, del entorno alpino de Trevinca o de la zona pinariega del Teleno; lugares todos abruptos y solitarios79. No en vano el sector fue un feudo adecuado para la especie en los lejanos tiempos medievales, como fácilmente puede inferirse de la etimología de Vilar de Ossos, localidad brigantina cuya toponimia pro-viene del lenguaje arcaico gallego-portugués; significa «pue-blo de plantígrados».80

Ciñéndonos a los últimos siglos, hemos de precisar que la fauna salvaje abundaba durante los siglos XVIII y XIX en la referida región, si bien la especie apenas se menciona en las relaciones geográficas, con la excepción de los estudios etnográficos del abad de Baçal.81Con todo, los tratados mues-tran un predominio de la caza mayor y unos hábitats adecua-dos para alojar temporalmente cualquier ejemplar solitario que procediera del norte. He aquí algunos ejemplos de estas informaciones:

Os Transmontanos (…) se exercitam na ca-

ça…82 Muitos montes se achão abastados de corças, &

porcos montezes…83 Teem muita caça grossa e miuda nos seus mon-

tes…84 Y en los montes y cerros que median entre

ellos, se crían buenos caballos y muchos ganados, miel, cera y caza (…) Hay también muchas casta-ñas…85

Los árboles predominantes son el haya y el cas-taño (...) En los bosques abunda la caza mayor y menor…86

En la sierra abundan los bosques de pinos y cas-taños…87

Del mismo modo que ha venido sucediendo con los gran-

des carnívoros del sector del Barroso y Peneda-Geres, los animales salvajes de la zona oriental dependían -en parte- de las poblaciones zoológicas asentadas en los territorios espa-ñoles colindantes. Pues bien, desde los años cincuenta, se viene detectando puntualmente la presencia de plantígrados en la sierra de la Cabrera88, y el carácter inquieto de la espe-cie hace presumir que no desprecian las largas caminatas...

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En consecuencia, y en la medida que dichos lugares sigan hospedando algún plantígrado (siquiera sea estacionalmente), existirá la posibilidad de que el Portugal trasmontano pueda recibir la visita de algún ejemplar aventurero (eventualidad con la que ha de contarse)89, pues así parecen corroborarlo referencias recientes90 y el óptimo estado de conservación del distrito91.

En resumen: la homogeneidad del noroeste peninsular no sólo se manifiesta en las lenguas empleadas por sus poblado-res, sino que comprende los rasgos culturales y biogeográfi-cos del entorno 92 , poniendo en entredicho las divisiones administrativas.

DICCIONARIO ZOOLÓGICO

Cabra brava ….…….…….. Cabra montés (Capra pyrenaica lusitánica) Coelho …………………….…….…… Conejo (Oryctolagus cuniculus) Corço …….………………….…….……. Corzo (Capreolus capreolus) Corvo ………………………….….………….... Cuervo (Corvus corax) Fuinha……………………...….…………...….. Garduña (Martes foina) Gaio-azul …………………….……… Arrendajo (Garrulus glandarius) Lebre……………….……….……………….. Liebre (Lepus europaeus) Lobos cervaes……………….…………..…………..…. Linces (Lynx…) Martuxo ………………………………………... Marta (Martes martes) Porco bravo ………………………………....……… Jabalí (Sus scrofa) Raposa ………….…………………………….… Zorro (Vulpes vulpes) Touroens ………………………………….. Turones (Mustela putorius) Truta ………………………………….…………. Trucha (Salmo trutta) Urso……………………..………………………….. Oso (Ursus arctos) Veado ………………………….……….…..... Ciervo (Cervus elaphus)

El noroeste peninsular forma parte del área potencial de la especie, según el ministerio portugués del Medioambiente. Mapa regional confeccionado por Joaquín José de Paz Martínez.

* José Piñeiro Maceiras, Licenciado en Derecho y Master de postgrado en Ciencias Históricas

2 Tavares (1114), Ferreira de Aves (1136), Celeirós (1160), S. Marinha (1190), Carvelas (1205?), Favaios (1211), Vila Chá (1217), Vilarinho (1218), Cative-los (1253), Tinhelas (1257) y Coja (1260).

1 Pimenta. M. (2001): “A propósito da presença do urso-pardo na Peneda-Gerês”, en Tribuna da Natureza, Fapas, núm. 6, Porto, p. 10-11. Álvares, F. y 3 Véase Baeta Neves, C. M. (1967): Sobre a existência e extinção do urso em

Portugal, número XIX, Publicações da “Liga para a protecção da Natureza”, Lisboa.

Domínguez, J (2010): “Presença histórica do urso em Portugal e testemunhos da sua relação com as comunidades rurais”, en Açafa on line, número 3, Assosiação de Estudos do Alto Tejo, páginas 1 a 21. 4 Dionisio I de Portugal (1261-1325). Véase: Boletím da Sociedade de Geogra-

fía de Lisboa, vol. 7, A Sociedade, Lisboa, 1887, página 21.

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5 O urso começava a rarear em Portugal nos princípios do século XV… Véase Almeida, F. de (1925): História de Portugal, tomo I, Imprensa da Universida-de, Coimbra, página 505. 6 Baeta Neves, C. M. (1967), ibídem. 7 ‘Do Concelho de Lindoso’, en Carvalho da Costa, A. (1706): Corografia Portugueza e descripçam topografica do famoso Reyno de Portugal, officina de Valentim da Costa Deslandes, tomo I, Lisboa, página 141. 8 ‘Do Concelho de Bouro’, ibídem, página 155. 9 ‘Couto de Feaens’, en el Concelho de Valladeras, al norte de la localidad fronteriza de Melgaço. Ibídem, página 195. 10 ‘Do Concelho de Soajo’, ibídem, página 160. 11 ‘Da Villa de Caftro Laboreyro’, ibídem, página 340. 12 ‘Da Villa de Montealegre’, ibídem, página 511. 13 Consúltense: VV. AA. (1935-1960): Grande Enciclopédia Portuguesa e Brasileira, volumen XVIII, Editorial Enciclopédia Limitada, Lisboa e Río de Janeiro, página 294; Lagrifa Mendes, J. (1968): Notícia sobre montarias nas serras do noroeste, Direcção Geral dos Serviços Florestais e Aquícolas, Secretaria de Estado da Agricultura, Lisboa; y Pallarés, J. G. (1995): “Montañas de la Lusitania”, en Ecoguía de los espacios naturales de España y Portugal, volumen II, Taller de Editoras, S.A. Madrid, página 41. 14 Consúltese: Actas do I Congresso Nacional de Ciencias Naturais, Boletim da Sociedade Portuguesa de Ciências Naturais, volumen 13, libro I, año 1942, Lisboa, página 253. 15 Se trataba de la Vía Nova XVIII del emperador Antonino, que discurría entre las actuales Astorga y Braga. 16 La carta remitida por Sir Robert Southwell a su superior jerárquico, sobre las aficiones del rey portugués Alfonso VI (1656-1675), refiere que el monarca gustaba de rematar las fieras (toros y osos) con sus propias manos. Consúltese Bernardes Branco, M. (1879): Portugal e os Estrangeiros, A. M. Pereira, volumen 2, Lisboa, p. 232. 17 Russel-Wood, A.J.R. (1998): The Portuguese Empire, 1415-1808: a world on the move, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, p.128. 18 Consúltese: Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, volumen VII, La Ilustración, Madrid, 1847, página 43. 19 Otrosí, decimos que en el reyno de Galicia y en otros muchas partes de estos reynos, y señorios, y principados que son de montañas hay y se crian mucho numero de fieras grandes como son osos, lobos, puercos, jabalíes y venados… (Cortes de Valladolid, 1548); y en las sierras de Guadalupe, y sierra morena y confines de Portogal y otras partes de Extremadura se crian muchos lobos y ossos, y zorros que hazen gran daño en ganados mayores y menores y colme-nares… (Cortes de Madrid, 1551). 20 Consúltese, entre otras, los siguientes obras: Juderías, D. (1912): “El territo-rio española á fines del siglo XVII”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, enero, número 1, Madrid, página 32; Gutierrez de la Hacera, P. R. (1782): Descripción general de la Europa y particularmente de sus Estados, y Cortes, especialmente de las ciudades, villas y pueblos más notables de España, tomo I, Imprenta de Don Josef Doblado de Barrionuevo, Madrid, páginas 243 y 244; De la Croix, N. a. (1779): Geografía Moderna escrita en francés (traducción), Imprenta de D. Joachin Ibarra, Madrid, página 55. 21 Tirso de Molina visitó Galicia por 1610, sirviéndole el viaje de base para elaborar dicha obra de teatro, donde textualmente se cita la existencia de osos y jabalíes en la sierra galaico-portuguesa de Larouco. 22 He aquí algunas correrías de animales dañinos en el sur de Galicia y sus fechas: Sobroso y Sebastián de Acha (1638); Guillarei y Santa Columba de Ribadelouro (1694); Romariz y Comboa (1732); Fofe y sierra del Faro de Avión (1748). Arquivo do Reino de Galicia (La Coruña), escribanías. 23 En el último tercio del siglo XIX, la cámara municipal de Montalegre daba gratificaciones en metálico por matar lobas, lobos y lobeznos, que llegaban hasta los cuatro mil reis. Véase Soares d’Azevedo Barbosa de Pinho Leal, A. (1875): Portugal Antigo e Moderno, diccionario geographico (…) de todas as cidades, villas e fregrezias de Portugal, e de grande numero de aldeias, volumen V, Mattos Moreira & Cª, Lisboa, página 451. 24 Habiendo hecho presente la audiencia de Galicia al Real y Supremo Conse-jo la necesidad de exterminar los lobos, osos y otros animales dañinos, que causaban graves daños en aquel reino, autorizó este supremo tribunal á dicha audiencia en 14 de octubre del año último, para que tomase las medidas que había propuesto y demás que estimase convenientes… En Gaceta de Madrid, 18 de noviembre de 1826, Madrid, página 554. 25 No hace mucho, unos vecinos de este municipio aseguraron haber visto un oso en las orillas del río Miño. Fuente: La Voz de Galicia.es, 4 y 10 de junio de 2011. 26 Fue habitual en la Edad Moderna que el corregimiento de Vivero y su jurisdicción organizaran batidas contra los lobos y los osos. En 1804, el corregidor sería demandado por los vecinos de Bravos, a causa de las monterí-as de los animales dañinos (ARG, Real Audiencia, Escribanía de Fariña). 27 Munilla, I, Romero, R, y Jiménez de Azcarate, J. (1991): Diagnóstico de las poblaciones faunísticas de interés cinegético de la provincia de Pontevedra, Diputación Provincial, Pontevedra, pagina 67. Véase también Pallarés, J. G. (1990): Guía de la Naturaleza Española, Diario El País S. A., Madrid, página Galicia/13. 28 Así se expresaba en relación con el territorio de Osera: El vagabundo, que no ha visto osos en todo el camino, piensa que en algún tiempo, quizá no lejano, debió de haberlos, dados los nombres con los que se encuentra. En Cea, el vagabundo duda entre meterse por el camino de Carballino…Véase Del Miño al Bidasoa, 1952. 29 Riera y Sans, P. (1881-1887): Diccionario Geográfico, estadístico, histórico, biográfico, postal, municipal de España y sus posesiones de ultramar, Impren-

ta y Librería religiosa y científica del heredero de D. Pablo Riera, 12 volúme-nes, Barcelona. 30 La Correspondencia Gallega, 3 de julio de 1897, “Un oso suelto”, Ponteve-dra, página 3. 31 En concreto, el animal fue localizado en 1848 en la dehesa estatal de Illobre; la referencia viene detallada en López Seoane, V. (1861): Fauna mastológica de Galicia, Imprenta de Manuel Mirás, Santiago de Compostela, página 214. 32 Familia Fernández Diéguez, lugar de Río. 33 Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal, 11 volúmenes, Imprenta de Pierart-Peralta, Madrid, 1826-1829. 34 Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, 16 volúmenes, Imprenta del Diccionario, Madrid, 1845-1850. 35 Este geógrafo anota “toda clase de caza mayor” en las localidades interiores de Ligonde (Monterroso), Pousada (Sobrado) y Vilela (Taboada). Papeletas geográficas de Galicia, manuscritos número 123-124-125-126 y 127 (9/4048, 4049, 4050, 4051 y 4052), Real Academia de la Historia, Madrid. 36 Valdariz (…) es lugar de muchas colmenas y de muchos puercos monteses y osos…, “Itinerario de Fernando Colón”, 1517-1523, Biblioteca Colombina de Sevilla, manuscrito. 37 Díaz Otero, E. y Naves Cienfuegos, J. (2010): “Los colmenares tradicionales del Norte de España”, en Açafa on line, Assosiação de Estudos do Alto Tejo, número 3, página 24. 38 Valverde, J. A. (2009): Anotaciones al Libro de la Montería del Rey Alfonso XI, ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, página 503. 39 Toda suerte de caza, especialmente en la Sierra de San Mamed, donde se hallan ciervos, rebezos y aún osos… En Revista de España, número 15, mayo de 1870, Tipografía de Gregorio Estrada, Madrid, página 578. Véase también VV. AA. (1931): Geografía del Reino de Galicia, dirigida por F. Carreras Candi, tomo V, Alberto Martín, Barcelona, pp. 73, 575, 783 y 812. 40 Comunicación personal del investigador de Ginzo de Limia, Ángel Cerrato. Año 2002. 41 De Paula y Fernández de Córdoba, F. (1964) “Algo sobre el oso y su presen-cia en Galicia”, en Cuaderno de Estudios Gallegos, tomo XIX, 57, Santiago de Compostela, página 307. 42 Y en las asperezas de la sierra gran copia de perdices, conejos, y también lobos, osos, y tigres… “Descripción de los Estados de la Casa de Monterrey en Galicia”, manuscrito de D. Pedro González de Ulloa. Edición, prólogo y notas de José Ramón y Fernández Oxea, C.E.G. Anejo VI, Santiago de Compostela, 1950, página 191. 43 Ángel Cerrato Álvarez, comunicación personal. En marzo de 1804, el corregidor de Orense comunicaba a las Justicias de la provincia la prohibición de organizar monterías contra los lobos, zorros y osos, en conformidad con la Nueva Ordenanza. 44 Antonio Marquina, vecino de San Pedro de la Torre, expuso ante el Real Consejo los perjuicios que causaban los osos en tales territorios, y la necesidad de exterminarlos. Carlos Nores y Javier Naves refieren una orden real para darles muerte de similares fechas, véase: Distribución histórica del oso pardo en la Península Ibérica, capítulo I, Ministerio de Medio Ambiente, formato PDF, página 7 45 Novísima Recopilación, libro VII, título XXXI, ley II. 46 Crónica de la provincia de Orense, editores Rubio y Compañía, Madrid, 1866, pp. 19 y 21. 47 Barros Silvelo, R. (1865): “Estudios geológicos: un viage á la Sierra del Gerez”, en Galicia: revista universal de este Reino, núm. 23, 1 de diciembre de 1865, La Coruña, página 363. 48 Magno de Castilho, A. y Rodrigues Cordeiro, A. X. (1861): Almanach de lembranças luso-brasileiro para o anno de 1862, Typ. da Sociedade Typo-graphica Franco-Portugueza, Lisboa, pág 92. 49 Pereira G. (1892-1893): “As caçadas”, en Estudos Eborenses, Minerva Eborense, 2 folh., Évora. Citado por Baeta Neves y Álvares & Domíngues: Porque nos ermos montanhosos do norte do paiz o urso viveu até aos tempos modernos. Em inverneiras de muitas neves há 50 anos, mais ou menos, ainda aos pequenos ursos das Astúrias chegavam às montanhas do Minho e de Traz-os-Montes. El historiador lusitano se está refiriendo al oso español, cuya denominación científica era por entonces “Oso de Asturias”. 50 De ursos no séc. XVI vimos a cima un testemunho num verso de Diego Bernardes; com quanto eu omito outros ejemplos poéticos (Sá de Miranda, etc.) não quero deixar passar o que conta Fr. Bernardo de Brito nos fins do mesmo século: “O Gerez .. tem .. algúns ussos”. Com relação a tempos posteriores não coligi notas mas é provável que o urso continuasse a existir muito tempo entre nós, como ainda hoje existe no Norte da Hespanha… Véase Leite Vasconcelos, J. (1926): Lições de Filología Portuguesa, Oficinas Gráficas da Biblioteca Nacional, 2ª edición, Lisboa, página 237. 51 Encuéntrase [en Galicia] algún oso, aunque muy raramente… Véase Riera y Sans, P. (1887): Diccionario geográfico, estadístico, histórico… Tomo XII, página 307. 52 Soares d’Azevedo Barbosa de Pinho Leal, A. (1880): Portugal Antigo e Moderno, diccionario geographico…, volumen IX, Mattos Moreira & Cª, Lisboa, página 733. 53 He aquí algunos de los sucesos que por entonces convulsionaron la sociedad lusitana: proclamación de la República (1910), incursiones monárquicas del capitán Paiva Couceiro desde Galicia y Zamora (1911 y 1912), participación de Portugal en la I Guerra Mundial (1916-1918), levantamiento cívico-militar de Sidónio Pais y magnicidio (1917-1918), monarquía independiente del Norte y guerra civil (1918-1919), “noche sangrienta” (1921), revueltas político-militares (1925) y revolución e instauración de una dictadura castrense (1926-1933).

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54 Justo Méndez, F. (1994): Brotes de Raíces Históricas, Verín, páginas 152 y 153. 55 “Osos en Padrenda”, La Región, Orense, 17 de junio de 1948, página 2. 56 Castroviejo, J. M. y Cunqueiro, A. (1978): Viaje por los montes y chimeneas de Galicia, Espasa Calpe, S.A. 3ª edición, Madrid, página 141. 57 He aquí algunos titulares de la noticia: Luchan con un oso y resultan varios heridos (ABC, 17-VI-48, página 13); ¡Bien por el chaval! (Calendario mensual de Caza y Pesca, octubre de 1948, número 70, página 565). 58 Característica que también sucedía al otro lado de la frontera: É que não nos podemos esquecer que a Peneda-Gerês e, muito especialmente, a serra do Gerês se manteve até meados do século passado apartado do Mundo, num estado de semi-isolamento… [Pimenta, M. (2001): “A propósito da presença do urso-pardo na Peneda-Gerês”… Página 11]. Incluso, desde una perspectiva forestal, puede aludirse a cierta dejadez o imposibilidad técnica, habida cuenta que el sector portugués ha pertenecido a la 1ª Circunscripción con sede en Oporto, comprendiendo una superficie territorial excesiva (distritos de Aveiro, Braga, Braganza, Oporto, Viana y Vila Real). 59 En concreto, Tiago Vidal, según comunicación personal del ICN de Portugal, noviembre del año 2000. 60 La Región, ibídem. 61 Álvares, F. y Domínguez, J (2010): “Presença histórica do urso em Portugal e testemunhos da sua relação com as comunidades rurais”, en Açafa on line, número 3… Página 13. 62 João María Peniche de Matos, nacido en 1938, antiguo militar que actual-mente reside en España (La Bañeza), afirma haber conocido en aquellas montañas un cazador llamado Zé Ferro, el cual aún capturaría un oso en 1957. El señor Peniche también pudo observar un ejemplar al lado de un castaño, al anochecer de una jornada otoñal de 1946 ó 1947. 63 Não existe qualquer trabalho que nos possa dar uma breve ideia da presença do urso neste maciço montanhoso de Entre-Lima-e-Minho, por isso, todas as referências são de um valor inestimável…VV. AA. (2005): “O urso ibérico”, en Porto dos Cabaleiros, núm. 10, Núcleo de Estudos e Pesquisas dos Montes Laboreiro, Castro Laboreiro-Lamas de Mouro. 64 La Direcção Geral dos Serviços Florestais e Aquícolas, de la Secretaria de Agricultura de Portugal, solía dedicarse a resolver cuestiones forestales, ocupando el estudio de la fauna un lugar secundario. Con todo, editaría unos cuadernos monográficos sobre el ambiente natural y las cacerías del noroeste del país, generando así una opinión pública favorable a la declaración del Gerês como parque nacional. 65 VV. AA. (1935-1960): Grande Enciclopédia Portuguesa e Brasileira, volumen XVII… Página 687. 66 Se crearon también en 1901-1903 los Perímetros Florestais, categoría normativa aplicable a montes particulares y locales susceptibles de protección forestal parcial, quedando englobados con el tiempo en dicha catalogación los de la comarca del Barroso, lo que implicaba un marco protector limitado. 67 Gonçalves, I. (2006): “Espaços silvestres para animais selvagens, no noroeste de Portugal, com as inquirições de 1258”, en Estudo em homenagem ao profesor doutor José Marques, Facultade de Letras da Universidades de Porto, Porto, página 199. 68 “Provincia de Minho”. Bautista de Castro, J. (1745): Mappa de Portugal, Ofic. de Miguel Manefcal da Cofta, tomo I, Lisboa, página 79. 69 “Salto”, siglo XVIII. Álvares, F. y Domínguez, J (2010): “Presença histórica do urso em Portugal e testemunhos da sua relação com as comunidades rurais”, en Açafa on line, número 3… Página 20. 70 Manuscrito de Josef Daza, redactado en 1778, capítulo XVIII. Véase Daza, J. (1999): Precisos manejos y progresos del arte del toreo, edición de la Univer-sidad de Sevilla y Real Maestranza de Caballería, tomo I, Sevilla, página 319. 71 Anuario General de España, tomo III, Anuarios Bailly-Ballière-Riera Reunidos, S. A. Barcelona, 1929, pp. 1.535-1.547. 72 Guía de Portugal, volumen I, Biblioteca Nacional de Lisboa, 1924, Lisboa, página 154. 73 Puede ser debido esto, en gran parte, a ser la única fiera [el lobo] que se encuentra en Galicia. Hace muchísimos años que del oso y del jabalí sólo se oye hablar alguna vez que otra…, Consúltese Risco, V. (1945): “El lobis-home”, en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, tomo I, CSIC-Instituto Antonio de Nebrija, Madrid; página 518. 74 Diccionario Geográfico de España, Prensa Gráfica, 17 volúmenes, Madrid. 75 João Rodrigues Silva, comerciante establecido en La Bañeza, nos ha hecho saber recientemente que durante la década de los sesenta todavía se hablaba del urso en la zona del Gerês. Y, en los montes colindantes de Entrimo, aún se produjeron, a comienzos de la década de 1970, daños incomprensibles en los colmenares. En 1971, un texto lusitano refería lo siguiente, en relación con el nuevo Parque de Peneda-Gerês: Podemos chamar a esta zona a capital dos lagos, própios para inúmeros desportos. Na Mourela abundan espécies de caça únicas, algunas com tendência a desaparecer. O corço, o porco-bravo, na serra do Gerês. Inmensas aves de rapina, manssas a passearem ao nosso lado, o corvo (…) O gaio-azul (…) E a truta dos rios... Fuente: Diário de Trás-os-Montes, recopilación de Jorge Laiginhas en “Porque foges de ti, Barroso?”, 6/04/2009. En la zona española, los terrenos de Entrimo, Lobios y Muiños se sometieron a régimen de caza controlada, por disposición del Ministerio de Agricultura en junio de 1972, motivado por razones de protección, conserva-ción, fomento y ordenado aprovechamiento de su riqueza cinegética (Regla-mento de la Ley de Caza de 1971). Y, aunque tales informaciones no dejan de ser un tanto confusas, pues oficialmente no consta la presencia del animal en los inventarios de fauna elaborados tras la fundación del parque portugués, en los últimos tiempos se han vuelto a recoger algunos testimonios más en el ámbito territorial de Peneda-Gerês (Gonçalo Figueira, comunicación personal). Incluso, ha sido observado un ejemplar de oso ibérico en la zona fronteriza de

Castro Laboreiro, según noticias conocidas por el antiguo directivo del ICNB (Ministério do Ambiente de Portugal), Henrique Pereira dos Santos: véase Pequena Explição, 23/04/2012 (http://ambio.blogspot.com.es/). 76 Delegación Nacional de Sindicatos (1962): Ponencias y conclusiones del III pleno del C.E.S. de Orense, Orense, 1962, páginas 316 a 331. En diciembre de 1952, el Gobierno Civil había prohibido la cacería de osos en toda la provincia. 77 La Choronica de Bragança, de 2 de marzo de 1835, recoge la noticia local de la organización de una cacería de osos. Lo interesante de dicha información se halla en la fecha, pues cabría la posibilidad de que tales plantígrados aun invernasen en territorio portugués. 78 A finales del siglo XIX, fue abatido un ejemplar en la sierra de la Gamoneda. Consúltese: Regueras Grande, J. I. (1985): “Gran fauna extinguida en la provincia de Zamora”, en Boletín Informativo, núm. 24, Diputación de Zamora, página 29. 79 Las montañas de Montesinho eran poco conocidas por el público portugués a principios del siglo XX. En el otoño de 1911, cuando Paiva Couceiro penetró con sus tropas realistas en el distrito de Braganza, desde el valle de Lubián, necesitó de un aldeano que le condujera por la sierra, perdiéndose a pesar de todo. Y el mismo ejército republicano que acudió a combatirlo refería que los senderos de tales montes eran más propicios para cabras monteses que para soldados... 80 Según el P. Fr. Martín Sarmiento todavía se utilizaba en el siglo XVIII este vocablo para referirse al oso en tierras gallegas. En Portugal, se entiende que es una variante antigua de ursus; consúltese Grande Enciclopédia Portuguesa e Brasileira, volumen XXXV… Páginas 819 y 820. 81 Alves, F. M. (1909-1948): Memórias archeológico-historicas do distrito de Bragança, ou repositório amplo de notícias chorographicas (…) Arqueologia e etnografia, volumen 11 (v.g.), Typ. da Emp. Guedes, Porto. 82 De Sá, J. A. (1630): Memoria académica en que dá a descripção da provincia de Tras-os-Montes e se propoem os métodos para a sua reforma, manuscrito, additional nº 20: 973, British Library, Londres. 83 ‘Región de Tras-os-Montes’. Coreografía e Topografía portuguesa… Página 418. 84 ‘Vinhaes’, Soares d’Azevedo Barbosa de Pinho Leal, A. (1890): Portugal Antigo e Moderno, diccionario geographico…, volumen XII [continuado por Pedro Augusto Ferreira], Mattos Moreira & Cª, Lisboa, página 492. 85 ‘Región de Tras-os-Montes’, Miñano, S. de (1826-1829): Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal… Tomo IX, página 66. 86‘Región de Tras-os-Montes’. VV. AA. (1908-1930): Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, J. Espasa e Hijos, S.A. Tomo LXIII, Madrid. 87 ‘Braganza’. VV. AA. (1908-1930): Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana… Tomo IX. 88 Consúltese, entre otros artículos: “Pesca continental y piscicultura: el Lago de Sanabria”, revista Montes, número 115, Colegio y Asociaciones de Ingenie-ros de Montes e Ingenieros Técnicos Forestales, Madrid, 1964, páginas 71 y 72. 89 Las autoridades portuguesas conceptúan la especie Ursus arctos como RE (Regionally Extinct), término internacional que indica una población faunística desaparecida, pero sin excluir la posibilidad de que algún ejemplar divagante de la referida especie (procedente de España) pueda recorrer la zona territorial mencionada en alguna ocasión o recolonizarla. Consúltense: Livro Vermelho dos Vertebrados de Portugal, ICNF (Portugal); VV.AA. (2011): Biodiversidade e Alterações Climáticas na Península Ibérica, Ministério do Ambiente e Ordenamento do Territorio, Lisboa. Recientemente, el naturalista ya mencionado, Henrique Pereira dos Santos, ha asegurado en la prensa lisboeta lo siguiente: Para já, encontrar um urso, dos verdadeiros, dos legítimos, em estado selvagem em Portugal, o que ainda é miuto poco provável, será con certeza um individuo divagante (...) provalvemente mais cedo do que se esperaria, é possible que tenhamos outra vez ursos em Portugal dentro de dez a vinte anos. Véase “E se, de repente, um urso cruzar o seu caminho?” Público.pt, 22/01/2013. Una de las razones para sostener tal even-tualidad se halla en la recuperación notable del bosque lusitano durante los últimos decenios. 90 O urso-pardo é uma especie que habitou o território nacional até ao século XVIII. Recentemente, têm vido a ser registradas incursões destes animais no Parque Natural de Montesinho (Bragança), vindos de Espanha… Véase “Parque Biológico da Serra de Lousá prepara ‘casa’ para três ursos-pardos” en el periódico digital Campeão das Provincias, Coimbra, 23 de diciembre de 2010. Hace cinco años la Junta de Castilla y León (Zamora) y el ICN de Portugal (Montesinho) contactaron para desarrollar un proyecto conjunto de recuperación de la especie (http://ambio.blogspot.com.es/). 91 El sector luso alberga el Parque Natural de Montesinho de más de 74.000 ha. (creado en 1979). En relación con este territorio comenta Ramón Grande del Brío lo siguiente: Resulta innegable el peligro que representa para dichos plantígrados, una dispersión excesiva en ciertas áreas boscosas de las provin-cias de León, Orense y Zamora, y, posiblemente, también de algunos puntos del norte de Portugal. Véase VV. AA. (2009): Informe sobre el oso pardo y las Montañas Galaico-Leonesas, Ediciones Argutorio, Astorga, pp. 4 y 5. 92 Vicente Risco mencionaba esta peculiaridad en 1930, aunque centrándose únicamente en Galicia. En los últimos años, se ha referido a la unidad me-dioambiental del noroeste y su relación con los osos el ingeniero forestal Ignacio Pérez; consúltese su trabajo: “Oso pardo, un futuro esperanzador”, en Argutorio, núm. 2, noviembre de 1998, Astorga, páginas 25 y 26.