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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. POE SIA Jorrar la s voces ( anto s d t> \e ran o 1 erano Bn. 1as Btbllot cca Públ1 ca Piloto. Med ellin. 1 98 7 Veran o Brisas es un lin do se ud ón im o (no sé si Bo r ge s habría suscrito la afir maci ón, pero en todo caso este ad jetivo le fascin aba). Y me rec uerda uno de l os libr os marginales (no por m ar gi na do ) de la o br a de Ca mu s: El verano/ Bodas. cuya tr a du cción del f ran cés p or Au rora Bernár dez po dría co mp a ra rse a la que hiciera Juli o Co rtáz ar de la más co n oc ida n ove la de la Yo ur cenar. En fin , q ue la m ejo r en trad a a Can tos de verano (cuya cubie rta pr omete mu ch os men os de lo que el li br o en ve rdad otorga) ha de ser la li t er atur a m is ma, po rqu e q u ie n quie ra que sea e l a ut or de est os . . . . poe mas no es n1 COJO n1 man co n1 corto ni per ezoso . Se las s ab e to da s. Bas tar ía el último p oe ma del li br o, Subasra (¿esto es alit er ac ió n o q ué?), pa ra en tender el j ue go : decir bas ta, po n er co t o, "sefin í" . Es la g ra cia ir ó- nica y el casi hum o r ne gr o qu e ha cen pensar en l os dictad os ant i rr o mánt i- co s de J osé Asunción Silva. Canros de verano co nfo rmaría una clase de n ove la p ti ca, en la qu e se trataría de im agi nar un aut or qu e le cua drara (as í, pu es, co mo un o av eri- g ua quien es el asesino en el re lat o policial). El tono de la pes qui sa po é- ti ca ve ndr ía d e ese sec tor de la obra de Silva sa zo nad o co n go ta s de Nic a- no r Parra : "Bu sc and o e ntr e las g i- nas / de l viejo di ccio nari o/ en co ntr é la pa labr a sati ria sis" (R esp uesta ). El voc ab lo desig na la "e xa ce rba ción se xu al de ca cter patol ógico en el ho mbre " ( Pequeñ o Lar ousse dix it) y en este ca so s er v iría de metáfora a la e xc i ta ció n poética de un sujet o qu e, co m o la br i.; a marina , rec orre di s tin - t os pu e rto s y es a la pesca de c ual - qu ie r o casión:" ... retorno a la biblio- t ec a; es cribo dos o tre s líneas / des- trab o los tipo s 1 de cido cambiar de te ma ; e xamin o el cielo r aso / palmo - t eo el diccionario 1 oprimo el es pa- 88 ciador ¡ sa co el pap el del rodillo 1 lo lanzo con tra el cesto / i ntr o duz co la hoja li mp ia / dis pon go el ma rgina- do r i nt e nt o esc ribir de nuevo ... " (A cr o creador). Esa aut od esc rip ció n i ndica , ya, un alej am ie nt o del aura n aif de l pri nc i- pian te. Aquí el us ufru cto es un ob jeto - el d iccio nario, que en otros poe tas se vuelve ar ma de d os filos- sin el p rur ito (¡ajá !) de la e r udi ción. Simp le y ll aname nte es el aco mpaña nt e fiel, el perrito que le trae al dueño , en lu ga r de p an tu fl as . las pala b ras . De alg un os v ia jes que da un ar o ma exótico s um amente co ntr ola do : " Qu i- s iera, o h Si nt ra, co nti nuar mis de s- crip cio nes r y d evo rar pr o nto , si no muero,/ tod as las distanc ias que al e- ja n tus en ca nt os" (Si nt ra ). Per o de tod os los p oe mas se pued e de cir que observ an el pr ece pt o c sico de la e quid ad o mes ur a e xpresiv a, qu e no i mp lica un a fa lta de se ns ualidad . 1 ncl uso cu an do la fae na d esc ri ta s ea lo apare nt e ment e es téril, el poeta i mpu lsa sus pa l abra s co n simpa t ía : "A las cua tr o men os cin co afian zo r um bo a la cos ta .! Mi ba r co si gue ac hicá nd ose , se divis an las co li na s./ Ya es una l ancha perd ida en el r e- cuer do . ' La tie rr a es mu y cerca,/ los per r os co rr ete an jug an do co n el agua . 1 Un p equeño atún , res ec o por el so U es todo mi bo tín" (Jo rnada de pesca ). En alg un os casos, la voz de M aqr o ll el Gaviero sue na co mo la percus ión que sost ie ne l os punt eos de la guitarra . Ll a ma la atención qu e, j unt o al dic - cio n ari o, sean las tir as c ómicas o m equ ito s (o si mp leme nt e ' 'chistes", co mo se suele d ec ir en L ima , tra du - cien do a la buena de Di os la palab ra co mi cs) o tr o po taje de in tu iciones li te rar ias. Por ahí tambié n se debe pic ar , sería el co n sejo . Pero ex ce pto (y tan ge nci alm e nt e) po r el pr imer poe ma (do nd e otra bo ca lo h ace to do) Don Ve ran o Brisas no alude a su ac tu al medio de vida : la od o ntolo- gía. Así co mo Fra ncis B acon es tu d deta lladam e nt e la ana t om ía bu cal y to do lo rel acio nad o con ella (s aliv a, es put os) pa ra lu ego p lasmar cie rta s obsesiones en sus cu ad r os , qui Ve r an o Br isas n os e nt reg ue pr óxi- mam e nt e obs erva c io nes similares en otra se r ie d e p oemas . R ESEÑAS Al le nguaje no se le esc apa nada . Me nos n c uand o s al e de p esca . EDGA R O 'HARA Refugios transitorios Re tr atos Dav id Jiménez P. Univer sidad de Ant io qu ia, Med ell in , 19 87 . Lu ces de nav eg a ció n Meda rdo Arias Univer sidad de A nt ioq ui a, Medellin, 1987 El año pa sado, co mpart ieron el pre - mi o na cio n al de poesía de la Univer- s idad de Ant ioq uia dos esc rit ores cu yo s li br os se co mpl eme ntan a l as mil mar avi llas. La d ecisión - ¿s alo - ni co / po ét ica?- de premiar Retra- t os y Lu ces de na vega ció n, bi en se ju sti fica. Si el li br o d e David Jimé nez pro- pone una refle xión del mund o pers o- nal ( la familia , la rela c ión amoros a) " co n gel ado " en fotografía s o en poe mas ajen os, el de Me dard o Arias lo ha ce a partir del de s plazamiento (vi aj e s, ci udade s) y el paso de la inf an c ia a la madure z. Amb os lib ros p oseen , así mi s mo , puntos de encuen- tro, miradas ca si gemelas . En Re trato s, la nostalgia por un lug ar ( multipli c ado) exp r esa de di- ver sos modos la neces idad del re c o- no c imiento , aunque éste pertenezca a la mem o ria o a la muerte : " Allí per- s ev e ra apa c ible / contra el gas to de lo s año s/ en ese espacio y ese tiempo 1

Jorrar las voces 1 · 2019. 8. 1. · uno de los libros marginales (no por marginado) de la obra de Camus: El verano/ Bodas. cuya traducción del francés por Aurora Bernárdez podría

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Page 1: Jorrar las voces 1 · 2019. 8. 1. · uno de los libros marginales (no por marginado) de la obra de Camus: El verano/ Bodas. cuya traducción del francés por Aurora Bernárdez podría

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

POES IA

Jorrar las voces

( antos d t> \e rano

1 er ano Bn.1as Btbllotcca Pú bl1ca Piloto. Medellin. 1987

Veran o Brisas es un lindo seud ónimo (no sé si Bo rges ha brí a susc rito la afi r mació n, pe ro en tod o caso este adjetivo le fascinaba). Y me recue rd a uno de los libros marginales (no po r marginado) de la o bra de Camus: El verano / Bodas. cuya traducción de l francés por Auro ra Bernárdez podría compara rse a la q ue hicie ra Julio Cortázar de la más co nocida novela de la Yo urcenar. En fin , q ue la mejor entrad a a Cantos de verano (cuya cu bie rta pro mete muchos menos de lo q ue el libro en ve rdad otorga ) ha de se r la li teratura m isma, po rque q uie nquie ra q ue sea e l auto r de es tos

. . . . poe mas no es n1 COJO n1 ma nco n1 co rto ni pe rezoso. Se las sabe todas.

Basta ría el ú lt imo poema del libro , Subasra (¿esto es alite ració n o q ué?), pa ra en tender e l j uego: deci r basta, po ner co to, "sefi ní". Es la gracia iró­nica y e l casi humo r negro que hacen pensa r en los d ic tad os ant irro mánt i­cos de J osé As unc ió n S ilva.

Canros de verano confo rmaría una clase de novela poética, en la que se t ra ta rí a de imaginar un auto r que le cuadrara (as í, pues , com o uno ave ri ­gua q uien es e l asesino en el re lato po licial ). El to n o de la pesquisa poé­t ica vendría d e ese sec to r de la obra de Silva sazonad o con gotas de Nica­no r Parra: "Buscando entre las pági­nas / de l viejo diccionario / encontré la pa labra sati riasis" ( Respuesta). El vocablo d es ig na la "exace rbació n sexual de carácte r patológico en el h ombre " (Pequeño Laro usse dix it ) y en este caso serviría de metáfo r a a la excitació n poética de un sujeto que, com o la bri.; a marina, recorre distin ­tos puertos y está a la pesca de cual­qu ie r ocas ió n : " . .. retorno a la biblio­teca; escribo dos o tres líneas / des­trabo los tipos 1 dec ido cambiar de tema ; examino el c ielo raso / palmo­teo el diccionario 1 oprimo el espa-

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ciad o r ¡ saco el pape l del rodillo 1 lo lanzo contra el cesto / introduzco la hoja limpia / disp ongo el margina­do r intento esc ribir de nuevo ... " (A cr o creador).

Esa autodescripció n indica , ya , un alejamiento del aura naif de l princ i­pian te. Aq u í e l us ufru cto es u n objeto - el d icciona rio , q ue en o t ros poet as se vue lve arma de d os filos- sin e l prur ito (¡ajá !) de la e rudic ió n. Simple y llanamente es el acompañante fie l, e l pe rrito q ue le trae al dueño , en lugar d e pan tufl as . las palabras .

De a lgunos viajes q ueda u n aro ma exót ico sumamente contro lado: " Qui­siera, o h Si nt ra, conti nuar mis des­c ripciones r y devorar pro nto , si no muero , / tod as las distanc ias que a le­jan tus encantos" (S int ra ). Pero de tod os los poemas se puede decir q ue observan el precepto clásico de la equidad o mesura expresiva , que no implica una fa lta de sensualidad . 1 nc luso cuand o la faena d esc rita sea lo a p a rentemente esté ril, el p oeta impu lsa sus palabras con simpatía: " A las cua tro menos c inco afianzo rum bo a la cos ta . ! M i barco sigue ach icánd ose, se di visan las colinas. / Ya es una lancha perd id a e n e l re­cue rdo. ' La ti e rra está mu y ce rca , / los per ros co rretean j ugando con el agua.1 Un pequeño atún, reseco po r e l so U es tod o m i botín" (Jornada de pesca).

En algunos casos, la voz de M aqro ll e l G avie ro suena como la pe rcusión q ue sost iene los punteos de la guitarra. Llama la a tenció n que, junto al dic­cionario, sean las t iras cómicas o m uñequitos (o simplemente ''chistes ", como se sue le decir en Lima, t radu­c iendo a la buena de Dios la palabra comics) otro po taje de in tuic iones li te rarias. P o r ah í también se de be picar , se rí a e l consejo. Pe ro excepto (y tangencialmente) por e l primer poe ma (d o nde ot ra boca lo hace tod o ) D o n Verano Brisas no alude a su actual m ed io de vida: la od o ntolo­gía . Así com o Francis Bacon estud ió de ta lladamente la anatomía bucal y tod o lo re lacionado co n ella (saliva , esputos) para luego plas ma r ciertas o bsesio nes en su s cuad ros, quizá Verano Brisas nos ent regue próxi­mame nte o bservacio nes s im ila res en ot ra ser ie d e poemas.

RESEÑAS

Al lenguaje no se le escapa nada. M enos aún cuando sale de pesca.

EDGA R O ' H A R A

Refugios transitorios

R etra tos

David Jim énez P. U niversidad de Ant ioquia, Medellin, 1987.

Luces d e navegación

Medardo Arias U niversidad d e A ntioq uia, M ed ellin , 1987

El año pasado, compartie ro n el pre­mi o n acion al de poesía de la U niver­sidad d e Antioquia d os escrito res cuyos libros se complementan a las mil m ar avi llas. La d ecisió n - ¿salo­mónico/ poética?- de premiar R etra­tos y Luces de navegación, b ien se j ustifica .

S i e l libro d e David J iménez pro­po ne una reflex ió n del mundo perso­nal ( la familia, la relación amorosa) " congel ado" en fotografías o en poemas ajen os, e l de M edard o Arias lo hace a partir del des plazamiento (viajes, ciudades) y el paso de la infancia a la madurez. Ambos libros poseen, as í mismo, puntos de encuen­t ro , miradas casi gemelas .

En Retratos, la nostalgia por un lu gar (multiplicado) expresa de di­versos modos la necesidad del reco­nocimiento, aunque éste pertenezca a la memo ria o a la muerte: " Allí per­severa apacible / contra el gasto de los años / en ese espacio y ese tiempo 1

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RESEÑAS

donde yo no soy posible" (Escrito en el dorso de una fotografía). Los per­sonajes evocados por el sujeto hablan en mayor medida de él y de su histo­ria, pues indirectamente asistimos a una reconst rucción familiar y, en el caso de las versiones / traducciones, poética. Al referirse al padre ("En sus cartas habitaba/ un alma más dulce / pero su cuerpo la guardaba de nos­otros'') , a una mujer ensoñadora ("Co­mo una concha de mar, atesoraba los sonidos de otras vidas y las vivía como propias") o a un misal ("El libro de misa de una mujer devota es un objeto digno de toda considera­ción ... '') , el sujeto revela que su pre­disposición no no es el oropel ni el mero calco. Hay en el libro de Jimé­nez una voluntad que, imagino, el poeta ha descubierto con absoluta paciencia y quizás terquedad. Como quería Baudelaire, existe siempre una lectura previa que anticipa al acto creativo. Y por eso Jiménez muestra su pericia tanto en prosa como en verso. El poema de los escaparates y "U na luz opaca ... " son a la vez teoría y práctica de una fijación y me re­cuerdan la parte final de Puertas al campo, de Octavio Paz, donde el guía del poema o el cuad ro es simul­táneamente la escritura misma.

Los libros "guardan la llave y el secreto:/ enredado en sus letras / aprendes la dicha de leer 1 y no escri­bir". Y por eso la Pequeña oda al instante perfecto es un eficaz resu­men de la índole de este sujeto, carac­terizada por el privilegio de una ele­cción:" Afuera aguardan el deber, / la angustia,/ mientras, sentado, alargo los minutos/ con un libro en las manos./ 1 No leo o leo muy poco./ Pienso, divago, sueño. No me apre­suro. // A veces oigo que me liaman,/ suavemente,/ sin rigor, / sólo con una pizca de inquietud. / 1 Pierdo el tiempo y no me remuerde. / Justifi­cado por la necesidad / y el abrigo de toda censura/ me siento, por fin , libre y solo".

Esta primera parte, que da título al volumen, es la mejor. La segunda - "Instantáneas"- se inclina hacía la lírica amorosa. Y surgen (¡cuándo no!) los haikús , que se han conver­tido en una especie de virus o fiebre amarilla que ataca a los poetas his-

panoamericanos. ¿Quién no ha escri to su haikú? Bastan la ranita y el estan­que, la luna y los roces de la seda, algunos patos salvajes y el cayado del anciano o del borrachín a l p ie de l árbol, qué sé yo. Fel izmente, David Jiménez opone a esta plantilla verbal el erotismo de lo "prosaico": " El hocico inquieto / oso hormiguero 1 en tu madriguera". A Dios gracias.

Sin embargo, salvo por las vers io­nes de Jennings y T. Gunn, esta se­cción no cuaja del tod o; tal vez habría podido formar una sola con los poemas de la tercera parte, titu­lada "Canciones". Las cinco prime­ras, pese al trabajo del verso, son demasiado literarias o literatosas. Les falta espontaneidad o - cómo decirlo- van vestid as de etiqueta. Y el poema que sigue, Rilkeanas, preci­samente por su cercanía a las cancio­nes , se contamina un poco y se nos ofrece como una mezcla de Eluard y Prévert: "Cuanto me das pierdo de ti / Cuanto renuncio alcanzo; Si te alejas más penetras 1 Si estás cerca tanto más lejana me pareces/ En cada palabra que pronuncias / se ahoga mi deseo / De tu silencio puedo esperar la voz que anhelo / Cuando te veo no eres realmente tú / Sólo al soñarte lo eres / Tenerte un día sería perderte para siempre/ No poseerte nunca es el precio de tu firme permanencia".

Retratos habría ganado con inten­sidad poética y en estructura interna si hubiese estado conformado por tan sólo la primera parte más las ver­siones que recorren el libro y alguno que otro poema. Pero en todo caso mi o bservación es accesoria. El libro de Jiménez también podría leerse como una preparación poética (pri­mera parte) para la confección de las cinco canciones (tercera parte). Ya lo sabemos: todo es posible en la di­mensión de la poesía, excepto el vano alarde.

Y este libro - cosa que se ve a la legua- ha sido concebido y ejecu­

. tado con seriedad . Por su lado, Luces de navegación

es un conjunto más ambicioso . De ahí sus logros y también sus caídas. La primera parte - "Sagas prima­rias"- explora un mundo fam iliar (en esto se da la mano con Retratos).

PO ESIA

Su técnica consiste en una enumera­ción de objetos, sucesos, personajes. Y por eso la lectura se torna a veces un tanto previsible, diríase.

La palabra ha de servir para evo­car (hacer una lis ta) , pero además -y principalmente- para vacilarse, com binar. Medardo Arias se detiene en el umbral de un posible juego , sin arriesgarse: "Con celo de filibustero / cu idaba el a buelo / aquel baúl en el altillo;/ juntos, descubrimos el te­soro: / viñetas de un licor descono­cid o ,/ láminas de tinta fresca / con galeo nes med ievales ... ". (A que/ baúl).

No se anima el poeta a dar el gran salto cualitativo. Y de alguna fo rma esta timidez se expres a en un poema: " He decidido empezar/ a guardar tu voz,/ trozos de amor en este cajón ... " (Ecos). La voz, que en esos ve rsos pertenece al hogar , es también la hue­lla de ciertas luces de navegación, la fe de varias rutas no siempre transi­tadas con suficiencia. Más bien pare­cerían someterse a lo imprevist o: " En las casas que dej amos / navegan nues­tros zapatos / en un aire tocado por otras voces;/ nuestros sueños de te rror 1 siguen tocando puertas,/ bus­can, vanamente, / una llave,/ un sil­bo, / algún atisbo de la vida ... " (Nadie contesta).

La segunda secció n - " Vagón de noche"- intenta aproximarse al "fol­clor", entendido quizá como la suma de creencias o supersticiones. El deseo es genuino, pero Jos poemas insisten en el recurso - estilísticamente ha­blando- constumbris ta. Lo que es digno de mención es el riesgo asu­mid o. Nuevamente el prob lema con-

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POESIA

sistiría en no haber elaborado una propuesta expresiva para un tema tan grato: "Ellos han oído ruido de pasos,/ botas caminando solas, / vo­ces de mando / una tropa en movi­miento dentro / del caserón donde se alojó el / Libertador ... " La leyenda).

La tercera parte - "Fe de ciuda­des"- plantea mejor la proximidad a un medio que posee reglas distintas de las usuales . En algunos casos - los poemas sobre Nueva York- , M. Arias da en el clavo porque anuda varios cabos suel tos (esoterismo, reli­giosidad) en una expresión que anima diferentes lecturas. La ironía del cro­nista se ace rca a las de Enrique Lihn (A partir de Manharran, 1979) y Antonio Cisneros (Canto ceremonial contra un oso hormiguero, 1968). Es constante la pugna entre lo sacro y lo vacuo, entre intemporalidad y con­tingencia: "¿Dónde estará Liza Mine­lli, / sus medias de malla,/ su boca de enfermera novicia? 1 Chinatown es un pocillo de arroz/ de rritiéndose en la medianoche ... "(New York, New York). Son los momentos altos del libro, coo su toque de ingenuidad buscada: "Adiós Brooklyn, / bye, por­dioseros del saxo, / gimnastas con la boca a bierta / debajo de la cesta" (Noviembre en Brooklyn).

El contraste, ya no con la ciudad si no con otros extraños habitantes, llega a un borde que habría posibi li­tado un quiebre más interesante en el sujeto, el del verbo: "Esta tarde / unos beduinos me han invitado j a tomar té en su casa de H arlem; / miré con ellos el libro de las castas [ .. . ) Han hablado con una lengua/ sin registro er el génesis ... " (Harlem). Pero el poeta no llega a transgredir ese borde.

La última sección - "Actas de sue­ño"- contiene los mismos resbalo­nes que la segunda parte de l Ji bro mostraba. Esoterismo y cristianismo

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se confunden en un mar que difícil­mente llamaríamos fantástico. El Oriente relamido se junta ría a la visión de la urbe (la N. Y. de la ter­cera sección) para intentar una suerte de redención (¿ vital o poética?). Este Oriente literario quiere ser otro punto cardinal de Luces de navegación . Pero la lectura cultural le queda demasiado grande.

Entre el proyecto y su puesta en escena pende un hia to: "S in clarines ni fanfarria / ha llegado / - oíd bien- / la Hora del Silencio " (Ex­hortación). O la an tesala de una resur rección obligatoria: la del len­guaje y sus atavíos.

EDGAR O'HARA

Condenados a belleza

Hilo de arena William Ospina Co lcultura, Bogotá, 1986

El oscuro hecho de q ue nada haya aparecido sobre el breve libro de William Os pina quie re decir que algo está bien. Es cierto que el cine como la fotografía son un a rte, pero así mismo es cierto q ue a la palabra la han ido desplazando hacia algunas regiones, donde el periodismo o la radio la convierten e n un decaído emblema. Pero hay o tra palabra, la palabra de la poesía. Cada libro inaugura un nuevo tratamiento d el lenguaje, dota a la palabra de una carga de profundidad especial, va marcando suavemente algún surco. Pero todos sabemos que esto no ocu­rre con demasiada frecuencia. Hilo de arena es una incuestionable excepción.

La poesía de William Os pina cum­ple con cierta tendenc ia última de la poesía escrita en Colombia a volver al paisaje, no como alusión retórica o meramente casual, sino como lo en­tendía el romanticismo alemán. (Algo

RESEÑAS

se te ndría que aprender de Mutis). Pero po r el libro no sólo transitan los ríos, " las pesadas serpientes"; tran­sit a e l ho mbre que está unid o al poder de la tierra. (Algo se tendría que aprender de Arturo). Porq ue el paisaje no sólo es lo que abarca la mirada sino lo que se esconde allí de h istoria, y es precisamente la historia donde también apunta la poesía de este libro, síntesis del hombre y de sus actos.

Es clara su raíz románt ica y tam­bién su preferencia por H olderlin , a quien le ded ica uno de los más her­mosos poemas. Es un verso exten­dido, dichoso, se decide a nombrar lo suyo, a contarnos su propia ve rsión de las cosas, y de esta fo rma su yo personal se anula para que el lector adquiera esa "cond ición de milagro" que tiene su palabra, que ya perte­nece a todos.

Ante el desamparo del pasado id o, ante el "aband ono de los d ioses"de la sociedad contempo ránea, William Ospina convie rte a esta materia en su propio canto, d onde se transforman en maravilla tanto la orfandad como la necesidad de l amor en el hombre. S us versos cal ibran la infi nita capa­cidad de belleza que encierra el sim­ple hecho de es tar vivos, escarban esa región del hombre que lo hace empa­rentarse con la d ivinidad , en un mo­mento tan cotidiano com o recorrer una calle u observar la cruz blanca a la ori lla de un camino en el campo . Tambié n nos transmiti rá eso único en los actos de los hombres, apoyán­dose a veces en pe rsonajes como N a riño en el momento en que entra a Pasto, traicionado por sus seguidores.

La total y absol uta convicción en el arte como forma de negar al tiempo es en Hilo de arena apabullante, ya que una y otra vez parece decirnos q ue no existe el vacío, la desespera­ción, la angustia, sino que hay hom­bres traspasados por su visión del

mundo.

Hay algo q ue irremediablemente "condena a belleza". Este es el caso del lib ro de W illiam Ospina.

RAMON COTE B ARA I BAR