John Dewey - Teoría de La Valoración

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    J o h n D e w e y

    Teora de la valoracin

    T r a d u c c i n d e l i n g l s

    d e M a r a L u i s a B a l s e i r o

    Biblioteca de Ensayo 42 ( ser ie menor) Ediciones Siruela

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    Todos los de rechos re se rvados . N inguna pa r te

    de e s ta pub l icac in puede se r r ep roduc ida , a lmacenada

    o t r ansmi t ida en manera a lguna n i po r n ingn med io ,

    ya sea e lc t r i co , qu mico , mecn ico , p t i co , de g rabac in

    o de fo tocop ia , s in pe rmiso p rev io de l ed i to r .

    T t u l o o r i g i n a l : T h e o r y o f V a l u a t i o n , T h e C o l l e c t e d W o r k s

    of Joh n Dew ey , La te r Works : vo l um e 13, 193X 1939

    C o l e c c i n d i r i g i d a p o r I g n a c i o G m e z d e L i a o

    D i s e o g r f i c o : G l o r i a G a u g e r

    1977 by the Board o f Trus t ees , Sou t he r n I l l ino i s

    U n i v e r s i t y , t r a n s l a t e d b y p e r m i s s i o n

    D e l a t r a d u c c i n , M a r a L u i s a B a l s e i r o

    Ediciones Siruela , S. A., 2008

    c/ Almagro 25, ppal . deha.28010 Ma dr i d Tel .: + 34 91 355 57 20

    Fax: + 34 91 355 22 01

    s i rue la@si rue la .com w w w .s i r u e l a . c o m

    I SB N: 978-84-9841 - 152-2

    Depsi to legal : M-2.873-2008

    I m p r e s o e p A n z o s

    Pr in ted and made in Spa in

    I n d i c e

    Teor a de la v a lor a cin

    I Su s p r o b l e m a s 11

    II L a e x p r e s i n d e v a l o r c o m o

    i n t e r j e c c i n 25

    II I L a v a l o r a c i n c o m o a g r a d o y

    d e sa g r a d o 4 1

    IV P r o p o s i c i o n e s d e e v a l u a c i n 53

    V F in es y v a lo re s 83

    VI E l c on t in u o d e f in e s-m e d ios 99

    Vil L a t e or a d e l a v a l or a c in c om o

    d e l i n c a c i n d e u n p r o g r a m a 123

    VIII L a v a l or a c in y l a s c on d ic ion e s

    de la teor a socia l 137

    Bib liogr a fa 159

    mailto:[email protected]://www.siruela.com/http://www.siruela.com/mailto:[email protected]
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    Teora de la valoracin

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    I S u s p r o b l e m a s

    Una persona inclinada al escepticismo que con

    templara el estado presente del debate acerca de la

    valoracin y los valores quiz tendra motivos para

    concluir que se est produciendo un gran alboroto

    por muy poca cosa, posiblemente por nada. Pues el

    estado actual del debate d emuestra no slo que hay

    una gran diferencia de opiniones sobre la interpre

    tacin terica que se debera dar a los hechos, lo

    cual podra ser un saludable signo de progreso,

    sino tambin que existe un gran desacuerdo sobre

    cules sean los hechos a los que se aplique la teora,

    e incluso sobre la existencia de hechos a los que

    pueda aplicarse una teora del valor. Un repaso de

    la bibliografa actual sobre el tema descubre que las

    tesis al respecto van desde la creencia, en un ex

    tremo, de que los llamados valores no son sino

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    eptetos emocionales o meras intelecciones, hasta

    la creencia, en el otro extremo, de que ciertos valo

    res racionales a piiori, necesarios y normalizad os, i

    son los principios de los que depende la validez delarte, de la ciencia y de la moral. Y entre esas dos

    concepciones hay una serie de tesis intermedias. El

    mismo repaso desvelar tambin que la discusin

    en torno a los valores se ve profundamente afec

    tada por teoras epistemolgicas del idealismo y el

    realismo y por teoras metafsicas acerca de lo sub

    jetivo y lo objetivo.Dada una situacin de esta ndole, no es fcil en

    contrar un punto de partida que no est compro

    metido de antemano. Pues lo que a primera vista pa

    rece ser un punto de partida adecua do pued e ser ;

    simplemente la conclusin de una teora epistemo

    lgica o metafsica previa. Tal vez lo ms seguro sea

    empezar preguntando por qu el problema de la

    teora de la valoracin ha llegado a tomar tales pro

    porciones en debates recientes. Ha habid o factores

    en la historia intelectual que hayan producido cam

    bios tan marcados en las actitudes y conc epcion es

    cientficas como para po ner de relieve el problema?

    12

    Cuando se considera el problema de la valora

    cin en este contexto, inmediatamente salta a la

    vista, que las ciencias de la astronoma, la fsica, la

    qumica, etc., 110 contienen expresiones que ni conel mayor esfuerzo de imaginacin se puedan consi

    derar equivalentes a hechos o concepciones de va

    lor [ value-facts or conceptions]. Por otro lado, toda

    conducta humana deliberada y planificada, perso

    nal o colectiva, parece estar influida, si no gober

    nada, por estimaciones del valor o mrito de los fi

    nes que se trata de alcanzar. El buen sentido enasuntos prcticos se suele iden tificar con un sentido

    de los valores relativos. Aparentemente, este con

    traste entre la ciencia natural y los asuntos huma

    nos conduce a una bifurcacin, que llega a ser una

    escisin radical. No parece q ue haya un te rreno co

    mn entre las concepciones y los mtodos que se

    dan por descontados en todas las cuestiones fsicasy aquellos qu e pa recen ser los ms importantes en

    cuanto a las actividades humanas. Dado que las pro

    posiciones de las ciencias naturales se refieren a

    cuestiones de hecho y a las relaciones que existen

    entre ellas, y dado que tales proposicione s constitu

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    yen la materia a la qu e se reconoc e una gran rele

    vancia cientfica, surge inevitablemente la p regunta

    de si son posibles proposiciones cientficas acerca

    de la direccin de la conducta humana, acerca decualesquiera situaciones en las que en tre la idea del

    debera-, y, en caso afirmativo, de qu gnero son y

    en qu fundamentos se sostienen.

    La eliminacin de las concepciones de valor de

    la ciencia de los fenmenos no humanos es, desde

    un punto de vista histrico, relativamente reciente.

    Durante siglos, digamos que hasta los siglos XVI yXVII, se supuso que la naturaleza es lo que es debido

    a la presencia en ella defines,que en su propia con

    dicin de fines representaban el Ser completo o

    perfecto. Se crea que todos los cambios naturales

    pugnaban por actualizar esos fines, como metas ha

    cia las que los impela su propia naturaleza. L a filo

    sofa clsica identificaba el ens, el verumy el bonum,y

    la identificacin se entenda como expresin de la

    constitucin de la naturaleza en cuanto objeto de

    la ciencia natural. En ese contexto no haba necesi

    dad ni lugar para ningn prob lema de valoracin y

    valores separado, porque lo que ahora se llaman va

    14

    lores se entenda como algo incorporado integral

    mente en la propia estructura del mundo. Pero

    cuando las consideraciones teleolgicas se fueron

    eliminando en una ciencia natural tras otra, y final

    mente en las ciencias de la fisiologa y la biologa,

    surgi el problema del valor como problema sepa

    rado.

    Si se pregunta por qu, al ser excluidas de la na

    turaleza las concep cione s d e fines y la pugna por al

    canzarlos, no desapareci del todo la concepcin

    de los valores -como desapareci, por ejemplo, la

    del flogisto-, la respuesta viene indicada por lo di

    cho sobre el lugar de las concepciones y estimacio

    nes de valor en los asuntos netame nte humanos. El

    comportamiento humano pareceestar influido, si es

    que no regido, po r consideraciones com o las que se

    expresan en las palabras bueno-malo, correcto-

    incorrecto, admirable-detestable, etc. Toda con

    ducta que no se limite a ser ciegamente impulsiva o

    mecnicamente rutinaria parece implicar valoracio

    nes. El problema de la valoracin est, pues, estre

    chamente asociado al problema de la estructura de

    las ciencias de las actividades humanasy de las rela

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    ciones humanas. Cuando se sita en ese contexto,

    empieza a hacerse patente que el proble ma de la va

    loracin es un problema importante. Tambin las

    teoras acerca de la valoracin, diversas y enfrenta

    das, adquieren importancia. Pues qu ienes sostienen

    que el campo de las proposiciones cientficamente

    justificadas se agota en el campo de las proposicio

    nes de la fsica y la qumica se vern inducidos a sos

    tener que no hay proposiciones o juicios de valor

    genuinos, proposiciones que enuncien (afirmen o

    nieguen) algo acerca de valores y puedan ser res

    paldadas y verificadas por evidencias experimenta

    les. Otros, que aceptan la distincin en tre el campo

    impersonal y el campo personal o humano como

    dos campos de existencia separados, el fsico y el

    mental o psquico, sostendrn que la eliminacin

    de las categoras de valor [value-categories] del

    campo fsico deja claro que se ubican en el campo

    mental. Una tercera escuela emplea el hecho de

    que en las ciencias fsicas no se encuentren expre

    siones de valor [value-expressions] como prueba de

    que la materia de las ciencias fsicas es slo parcial

    (a veces se la califica de m eramente fenomnica),

    16

    y por en de re qu ie re el co mplem en to de un tipo

    superior de materia y conocimiento, en el que las

    categoras de va lor estn por encima de las de exis

    tencia fctica.

    Las posiciones que acabamos de enumerar son

    tpicas pero no exhaustivas. Si las enumeramos no

    es tanto para indicar el tema del debate cuanto para

    ayudar a delimitar el problem a central sobre el que

    giran las discusiones, en muchos casos con apa

    rente inconsciencia de su origen, a saber, el pro

    blema de la posib ilidad de que existan proposic io

    nes genuinas sobre la direccin de los asuntos

    humanos. Si fuera posible, proba blem ente sera de

    seable discutir este problem a con un m nimo de re

    ferencia explcita a expresiones de valor. Pues la

    discusin de stas se ha visto muy afectada por la

    ambigedad procedente de fuentes epistemolgi

    cas y psicolgicas externas. Ya que este modo de

    abordar la cuestin no es posible en las presentes

    circunstancias, esta seccin introductoria concluir

    con algunas observaciones sobre ciertas expresio

    nes lingsticas que pretenden designar hechos de

    valor [value-facts\ propiamente tales.

    17

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    1. La expre sin valor [valu] se emplea en in

    gls como verbo y sustantivo, y existe una contro

    versia de base sobre cul de esos sentidos sea el pri

    mario. Si hay cosas que son valores o que poseen la

    propiedad del valor con independencia de cual

    quier actividad, entonces el verbo valorar es deri

    vado; pues en ese caso un acto de ap rehens in se

    llama valoracin simplemente en razn del objeto

    que aprehende. Pero si lo primario es el sentido ac

    tivo designado por el verbo, entonces el sustantivo

    valor designa algo que se puede calificar de valio

    sa. algo que es objeto de cierta clase de actividad.

    Por ejemplo, cosas que existen con independencia

    de ser valoradas, como los diamantes o las minas y

    los bosques, son valiosas cuando son objeto de cier

    tas actividades humanas. Hay muchos sustantivos

    que designan cosas no en su existencia primaria

    sino como material u objetivo de actividades (com o

    cuando algo se califica de meta). La pregunta de si

    es as en el caso de una cosa (o de la propiedad)

    llamada valor es una de las cuestiones implicadas en

    la controversia. Tomemos, por ejemplo, las citas

    siguientes. Se dice que el valor se define como el

    18

    contenido cualitativo de un proceso de aprehensin.

    [...] Es un contenido cualitativo dado, presente a la

    atencin o a la intuicin. En este enunciado pa

    rece que valor se entiende primordialmente

    como sustantivo, o al menos como adjetivo, que de

    signa un objeto o su cualidad intrnseca. Pero

    cuando el mismo autor pasa a hablar del p roceso de

    intuir y aprehend er, dice: Lo que parece distinguir

    el acto de valorar del mero acto de intuir es que el

    primero se caracteriza, en grado notable, por el

    sentimiento. [...] Discrimina conscientemente un

    contenido especfico. Pero el acto de valorar es tam

    bin em ocional; es la expresin consciente de un

    inters, de una actitud afectivo-motora. Este pasaje

    da la impresin contraria al anteriormente citado.

    Tampoco se aclara la cuestin cuan do se aade que

    la cualidad o contenido de valor [value-quality or

    conten]de la experiencia se ha distinguido del acto

    de valorar [value-act] o actitud psicolgica de la que

    ese contenido es el objeto inmediato, posicin que

    parece un intento de resolver el problema cabal

    gando sobre dos caballos que van en direcciones

    contrarias.

    19

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    Adems, cuan do se ci e la atenci n al uso del

    verbo valorar, descubrim os que el habla comn

    presenta un uso doble. Pues una ojeada al dicciona

    rio pondr de manifiesto que en el habla ordinarialas palabras valorar [ valuing] y valoracin [va-

    luation]se utilizan verbalmente para designar tanto

    el apreciar [prizing], en el sentido de tener por pre

    cioso o querer (y otras varias actividades casi equi

    valentes, com o ho nrar, tene r en alta estim a), como

    el evaluar[appraising], en el sentido defijarel valor

    de algo, asignarle un valor. Esta es una actividad decalificacin, un acto que implica comparacin,

    como se explcita, por ejemplo, en el poner precio

    a bienes y servicios en trminos monetarios. El do

    ble sent ido es significativ o porq ue lleva im plcita

    una de las cuestiones bsicas en relacin con la va

    loracin. Pues en el apreciar el acento recae sobre

    algo que encierra una referencia personalconcreta,que, como todas las actividades de referencia neta

    mente personal, posee una cualidad aspectual que

    llamamos emocional. La valoracin en el sentido de

    evaluacin,en cambio, se refiere primordialmente a

    una propiedad relacional de los objetos en la que

    20

    I

    prevalece un aspecto intelectual del mismo tipo ge

    nrico que la que se enc uentra en la estimacin [est

    mate] como cosa distinta de la palabra emotivo-per-

    sonal estima [esteem]. El hecho de que el mismoverbo se em plee en am bos sen tidos evoca el pro

    blema sobre el qu e las escuelas estn divididas en el

    momento presente. Cul de las dos referencias es

    bsica en sus implicaciones? Se trata de dos activi

    dades independientes o complementarias? En rela

    cin con la historia etimolgica, es sugerente (aun

    que, por supuesto, en modo alguno concluyente)que las expresio nes praise[alabanza], prize[premio]

    y pnce [precio] sean todas derivadas de la misma pa

    labra latina; que appreciate [apreciar] y appraise[eva

    luar] se emplearan antao indistintamente, y que

    dear [caro, querido] se siga empleando como equi

    valente tanto de precioso com o de costoso en

    precio monetario. Mientras que la doble significacin de la palabra tal y como se emplea en el habla

    ordinaria plantea un problema, la cuestin del uso

    lingstico an se hace mayor -por no decir an se

    confunde ms- por el hecho de que las teoras ac

    tuales a menudo identifiquen el verbo valorar \to

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    value\ con disfrutar [to enjoy],en el sentido de re

    cibir placer o gratificacin de algo, encontrarlo

    agradable; y tambin con disfrutar en el sentido

    activo de suscribiruna actividad y su resultado.2. Si tomamos ciertas palabras com nme nte con

    sideradas como expresiones de valor, no vemos que

    en las discusiones tericas haya acuerdo sobre el es

    tatus que les corresponde. Hay, por ejemplo, quie

    nes sostienen que bueno significa bueno para, til,

    ventajoso, servicial, mientras que malo significara

    daino, peijudicial: tal concepcin contiene implcitamente toda una teora de la valoracin. Otros

    sostienen que existe una diferencia marcada entre

    bueno en el sentido de bueno para y aquello

    que es bueno en s. Hay tambin, como acabamos

    de sealar, quienes apuntan que placentero y

    gratificante son expresiones de valor de primer

    rango, mientras que otros no les daran la conside

    racin de expresiones de valor primarias. Tambin

    se discute sobre el estatus respectivo de bueno

    [goo({] y correcto [right] como trminos de valor.

    La conclusin es que el uso verbal no resulta de

    gran ayuda. Es ms, cuando se emplea para orientar

    22

    la discusin tiende a confundir. Lo mximo que

    puede hacer la referencia a expresiones lingsticas

    en un primer momento es destacar ciertos proble

    mas. Esos problemas pueden servir para delimitar

    el tema que se discute. En lo que atae, pues, a la

    terminologa de la discusin presente, se emplear

    la palabra valoracin [valuation], tanto en el sen

    tido verbal como en el de sustantivo, como la ms

    neutra en sus implicaciones tericas, aplazando

    para un tratamiento posterior la determinacin de

    sus nexos con apreciar, evaluar, disfrutar,etc.

    23

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    II La exp r esin de v a lor

    c o m o i n t e r j e c c i n

    La discusin partir de la consideracin de la

    ms extrema de las tesis que se han expuesto. Esa

    tesis afirma que las expresiones de valor no pue

    den ser constitutivas de proposiciones, esto es, de

    oraciones que afirmen o nieguen, porque son pu

    ramente intelectivas. Expresiones como bueno,

    malo, correcto, incorrecto, hermoso, es

    pantoso, etc., seran equivalentes, en su natura

    leza, a interjecciones; o a fen men os com o rubori

    zarse, sonrer, llorar; o a estmulos para mover a

    otros a actuar de determinada manera, como se

    dice Jo! a los bueyes o So! a una caballera.

    Ni dicen ni enuncian nada, ni siquiera acerca de

    los sentimientos; se limitan a evide nciar o manifes

    tar stos.

    25

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    Las siguientes citas1 representan esta posicin:

    Si yo le digo a alguien: Hiciste mal en robar ese

    dinero, no estoy aseverando ms que si me limitara

    a decir: Robaste ese dinero. [...] Es como si di

    jera: Robaste ese diner o en un tono particular de

    horror, o como si lo escribiera adicionando signos

    especiales de exclamacin. El tono [...] sirve nica

    mente para sealar que la expresin va acompa

    ada de ciertos sentimientos en quien habla. O

    bien: Los trminos ticos no sirven slo para ex

    presar sentimientos. Tambin se pretende que sus

    citen un sentimiento, y con ello que estimulen a

    una accin. [...] As, la oracin Es vuestro deber

    decir la verdad se puede entender como expresin

    de cierto tipo de sentimiento tico acerca de la ve

    racidad, y como expresin del mandato Decid la

    verdad. [. ..] En la oracin: Es bu en o de cir la ver

    dad, el mandato ha quedado en poco ms que una

    sugerencia. No consta en q u se basa el autor para

    calificar de ticos los trminos y los sentimien

    tos de los que habla. En cualquier caso, aplicar ese

    ' Citas de A. J. Ayer, Language, Truth and. Logic. (N. del E.)

    26

    acljetivo a los sentimientos parece implicar algn

    fundamento objetivo para diferenciarlos e identifi

    car los pertenecientes a cierta clase, conclusin in

    congruente con la posicin adoptada. Pero, dejan

    do a un lado ese hecho, pasemos a otra ilustracin

    ms: Al decir: La tolerancia es una virtud, yo no

    estara haciendo una aseveracin acerca de mis sen

    timientos ni de ninguna otra cosa. Simplemente es

    tara evidenciando mis sentimientos, que no es lo

    mismo que decir que los tengo. Por consiguiente,

    es imposible disputar sobre cuestiones de valor,

    porque oraciones que no dicen o aseveran nada no

    pueden, afortiori, ser incompatibles entre s. Los ca

    sos de aparente disputa, o de aseveraciones opues

    tas, si es que significan algo, son reducibles a dife

    rencias en lo que concierne a los datos del caso,

    como se podra disputar si un hombre ejecut la

    particular accin denominada robar o mentir.

    Nuestra esperanza o expectativa es que, si pode

    mos hacer que un oponente concuerde con no

    sotros en cuanto a los datos empricos del caso,

    adoptar hacia ellos la misma actitud moral que

    adoptamos nosotros, aunque una vez ms no re

    27

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    sulta evidente el porqu de que a esa actitud se la

    llame moral y no mgica, beligerante o cual

    quier otro de los miles de adjetivos que se podran

    elegir al azar.

    El examen proceder, como antes se ha apun

    tado, analizando los hechos a los que se apela y no

    discutiendo los mritos de la teora en abstracto.

    Empecemos por fenmenos de los cuales se reco

    noce que no dicen nada, como los primeros berri

    dos de un recin nacido, sus primeras sonrisas, o

    sus tempranos m urmullos, gorjeos y gritos. Cuan do

    se dice que expresan sentimientos, hay una ambi

    gedad peligrosa en las palabras sentimientos y

    expresar. Lo que est claro en el caso de las lgri

    mas o las sonrisas debera estar claro en el caso de

    los sonidos emitidos involuntariamente. En s mis

    mos no son expresivos. Son componentes de un es

    tado orgnico ms amplio. Son hechos de compor

    tamiento orgnico, y no son, en ningn sentido,

    expresiones de valor. Pero pueden ser tomados por

    otras personas como signosde un estado orgnico, y

    tomados as, como signos, o tratados como sntomas,

    inducen ciertas formas reactivas de comporta

    28

    miento en esas otras personas. Un nio llora. La

    madre entiende el llanto corno un signo de que el

    nio tiene hambre o de que un alfiler le est lasti

    mando, y en consecuencia acta para cambiar el es

    tado orgnico cuya existencia se infiere del llanto

    utilizado como signo evidencial.

    Ms adelante el nio, al madurar, toma concien

    cia de la conexin que existe entre cierto lloro, la

    actividad inducida y las consecuencias que se pro

    ducen en respuesta a la misma. El lloro (gesto, pos

    tura) se hace ahora para inducir la actividad y para

    experimentar las consecuencias de esa actividad.

    As como en lo qu e se refiere a la respuesta original

    hay una diferencia entre la actividad que mera

    mente es causada por el lloro como estmulo (el

    lloro de un nio puede despertar del sueo a su

    madre antes incluso de que sta sea consciente del

    propio lloro) y una actividad suscitada por el lloro

    interpretado como signoo evidencia de algo, as hay

    una difere ncia en tre el llo ro o rigina l que ha

    blando con prop iedad se podra calificar de pura

    mente intelectivo- y el lloro proferido a propsito,

    esto es, con la intencin de suscitar una respuesta

    29

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    que tendr ciertas consecuencias. El medio en el que

    este segundo lloro se inscribe es el medio del len

    guaje; es un signo lingstico que no slo dice algo,

    sino que pretende decir, comunicar, contar.

    Quesaquello que entonces se cuenta o enun

    cia? En relacin con esta pregunta es necesario fi

    jars e en un a fatdica am big eda d de la palabra

    sentimientos. Pues quiz se nos diga que en el

    mejor de los casos todo lo que se comunica es la

    existencia de ciertos sentimientos, tal vez jun to con

    un deseo de obtener otros sentimientos como con

    secuencia de la actividad suscitada en otra persona.

    Pero semejante tesis: a) contradice los hechos evi

    dentes con los que comenz la exposicin, y b) in

    troduce una materia totalmente superflua, aparte

    de empricamente imposible de verificar, a) Pues

    aquello de lo que partimos no era un sentimiento,

    sino un estado orgnic o del cual u n lloro, o unas l

    grimas, o una sonrisa, o un rubor, es parte constitu

    tiva. b) Por lo tanto, el trmino sentimientos, o

    bien es un trmino estrictamente com portam ental,

    que designa el estado orgnico total del cual es

    parte el lloro o el gesto, o es un trmino que se in

    30

    troduce a ttulo enteramente gratuito. Los fenme

    nos en cuestin son sucesos en el curso de la vida

    de un ser orgnico, no diferentes de ingerir ali

    mento o ganar peso. Pero as como una gananciade peso se puede tomar como signo o evidencia de

    una alimentacin adecuada, as el lloro se puede to

    mar como signo o evidencia de algn especial acae

    cimiento dentro de la vida orgnica.

    La expresin evidenciar un sentimiento, inde

    pendientemente de que evidenciar se considere

    o no sinnimo de expresar, no tiene, pues, ninguna importancia en la descripcin de lo que acon

    tece. La actividad original -gritar, sonrer, llorar,

    berrear- es parte, como hemos visto, de un estado

    orgnico ms amplio, por lo que dicha expresin

    no es aplicable. Cuando el lloro o la actitud corpo

    ral son intencionados, no es un sentimiento lo que

    se evidencia o expresa. Se adopta un comporta

    miento lingstico manifiesto con el fin de obtener

    un cambio en las condiciones orgnicas, un cambio

    que deber producirse com o resultado del com por

    tamiento adoptado por otra persona. Pongamos

    otro ejemplo sencillo: chasquear los labios es o

    31

  • 7/26/2019 John Dewey - Teora de La Valoracin

    18/83

    puede ser parte de la accin comportamental origi

    nal llamada ingerir alimento. En un determinado

    grupo social, el ruido produ cido al chasquear los la

    bios se considera seal de zafiedad o de mala educacin. De ah que cuando aumenta la capacidad

    de control muscular en los nios se les ensee a re

    frenar esa actividad. En otro grupo social, chas

    quear los labios y el ruido acompaante se toman

    como seal de que un invitado valora debidamente

    lo que le o frece su anfitrin. Amb os casos son com

    pletamente descriptibles en trminos de modos decomportamiento observables y sus respectivas con

    secuencias observables.

    El gran problema a este respecto es por qu se

    introduce la palabra sentimientos en la explica

    cin terica, siendo com o es innecesario para infor

    mar de lo que realmente acontece. Slo hay una

    respuesta razonable. La palabra se importa de unapretendida teora psicolgica q ue se formula en tr

    minos mentalistas, o en trminos de pretendidos es

    tados de un a concie ncia in terior o a lgo po r el estilo.

    Ah ora bien, a propsito de sucesos q ue tenemos de

    lante es impertinente e innecesario preguntar si

    32

    realmente existen tales estados interiores. Pues, si

    los hubiera, seran por descripcin totalmente pri

    vados, slo accesibles a la inspeccin privada. Por

    consiguiente, si hubiera una teora introspeccio-nista legtima de los estados de conciencia o los sen

    timientos como puramente mentales, no habra

    ninguna justificacin para con sultar esa teora con

    el fin de explicar los hechos examinados. La refe

    rencia a sentimientos es superflua y gratuita, ade

    ms, porque la parte importante de la explicacin

    dada es el empleo de expresiones de valor parainfluir en la conducta de otros suscitando en ellos

    ciertas respuestas. Desde el punto de vista de un in

    forme emprico carece de sentido, ya que la inter

    pretacin se dice en trminos de algo que no est

    abierto a la inspeccin y la verificacin pblicas. Si

    existen sentimientos de esa clase, no pu ede habe r

    la menor certeza de que una determinada palabraempleada por dos personas distintas se refiera si

    quiera a la misma cosa, ya que esa cosa no est

    abierta a la comn observacin y descripcin.

    Restringiendo, pues, toda consideracin ulte

    rior a la parte de la explicacin que tiene un signifi

    33

  • 7/26/2019 John Dewey - Teora de La Valoracin

    19/83

    cado emprico, a saber, la existencia de actividades

    orgnicas que suscitan ciertas respuestas en otros y

    que pueden ser utilizadas con el fin de suscitarlas,

    estaran justificadas las siguientes aseveraciones: 1)Los fenmenos en cuestin son fenmen os sociales,

    donde social significa simplemente que hay una

    forma de comportamiento que se caracteriza por la

    interaccin, o la transaccin, entre dos o ms per

    sonas. Tal actividad interpersonal existe siempre

    que una persona -por ejemplo, una madre o una

    cuidadora- trata un sonido hecho por otra personaen el curso de un comportamiento orgnico ms

    extenso como signo,y responde a l sobre esa condi

    cin en lugar de reacc ionar a l en su existencia pri

    maria. La actividad interpersonal es todava ms evi

    dente cuando la muestra de comportamiento

    personal orgnico en cuestin se produce con el fin

    de suscitar cierta clase de respuesta en otras personas. Si seguimos, pues, al autor en situar las expre

    siones de valor donde l las sita, nos vemos lleva

    dos, una vez efectuada la necesaria eliminacin de

    la ambigedad de expresin y la inaplicabilidad

    del sentimiento, a concluir que las expresiones

    34

    de valor tienen que ver con -o estn involucradas

    en- las relaciones comportamentales de las perso

    nas entre s. 2) Tomados como signos (y a forliori

    cuando se emplean como signos), los gestos, las

    posturas y las palabras son smbolos lingsticos. Di

    cen algo y tienen naturaleza de proposiciones. To

    memos, por ejemplo, el caso de una persona que

    adopta la postura propia de un enferm o y emite so

    nidos como los que normalmente hara un en

    fermo. Ser entonces un objeto de indagacin leg

    timo el saber si esa persona est verdaderamente

    enferma e incapacitada para trabajar o si est fin

    gindose enferma. Las conclusiones que se extrai

    gan de las indagaciones emprendidas ciertamente

    suscitarn en otras personas com portam ientos de

    respuesta muy dispares. La investigacin se efecta

    para determinar cul es la realidad de cosas que son

    empricamente observables; no trata de sentimien

    tos internos. Los mdicos han establecido pruebas

    experimentales que poseen un alto grado de fiabili

    dad. Todo padre o maestro aprende a estar en

    guardia ante la posibilidad de que un nio adopte

    ciertas expresiones faciales y actitudes corporales

    35

  • 7/26/2019 John Dewey - Teora de La Valoracin

    20/83

    con el fin de ocasionar que se produzcan inferen

    cias que originen un trato de favor por parte del

    adulto. En esos casos (que fcilmente se podran

    hacer extensivos a asuntos ms com plejos ), las proposiciones en las que se concreta la inferencia proba

    blemente sern errneas cuan do slo se observe un

    segmento corto del comportamiento, y probable

    mente estarn justificadas cuando se apoyen en un

    segmento prolongado, o en un muestrario de datos

    cuidadosamente examinados, caracteres que las

    proposiciones en cuestin poseen en comn con

    todas las proposiciones fsicas genuinas. 3) Hasta

    aqu no se ha planteado la cuestin de si las propo

    siciones que surgen en el curso de situaciones

    comportamentales interpersonales tienen o no la

    naturaleza de proposiciones de valoracin [valua-

    tion-propositions]. Las conclusiones alcanzadas son

    hipotticas. Si las proposiciones implicadas son ex

    presiones de valoracin [valuation-expressions],como

    esta particular escuela considera que son, entonces se

    sigue que: i) los fenm enos de valoracin son fen

    menos sociales o interpersonales, y que: ii) son tales

    que suministran material para proposiciones acerca

    36

    de sucesos observables, proposiciones susceptibles

    de prueba y verificacin o refutacin emprica.

    Pero hasta aqu la hiptesis sigue siendo una hip

    tesis. Plantea la cuestin de si las declaraciones que

    se producen con miras a influir en la actividad de

    otros, induciendo ciertos modos de actividad que

    tendran ciertas consecuencias, son fenmenos clasi-

    ficables bajo el epgrafe de valoracin.

    Tmese, por ejemplo, el caso de una persona

    que grita Fuego! o Socorro!. No cabe nin

    guna duda de la intencin de influir en la conducta

    de otros para que se produzcan ciertas consecuen

    cias susceptibles de observacin y enunciacin en

    proposiciones. Esas expresiones, tomadas en su

    contexto observable, dicen algo de carcter com

    plejo. Cuando se lo analiza, lo dicho es: i) que

    existe una situacin que tendr consecuencias per

    niciosas; ii) que la persona que profiere las expre

    siones no puede dominar la situacin; y iii) que se

    prev que la situacin mejorar si se obtiene el au

    xilio de otros. Las tres cuestiones son susceptibles

    de verificacin mediante pruebas empricas, ya que

    las tres se refieren a cosas observables. La proposi

    37

  • 7/26/2019 John Dewey - Teora de La Valoracin

    21/83

    cin en la que se enuncia el contenido del ltimo

    punto (la previsin), por ejem plo, es susceptible de

    ser verificada mediante la observacin de lo que su

    cede en un caso concreto. O bservaciones anteriores

    pueden sustanciar la conclusin de que en cual

    quier caso ser mucho menos probable que se pro

    duzcan consecuencias inconvenientes si se emplea

    el signo lingstico para obtener aquella asistencia

    que el signo est concebido para suscitar.

    El examen pone de manifiesto ciertas semejan

    zas entre estos casos y aquellos otros qu e ya vimos, y

    que segn el pasaje citado contienen expresiones

    de valoracin. Las proposiciones se refieren direc

    tamente a una situacin existente,e indirectamente a

    una situacinfuturaque se pre tende y se desea pro

    ducir. Las expresiones sealadas se emplean como

    intermediarias para produ cir el cam bio deseado de

    las condiciones presentes a las condiciones futuras.

    En el grupo de casos ilustrativos que se examin en

    primer lugar aparecen explcitamente ciertas pala

    bras de valoracin, como bueno y correcto; en

    el segundo grupo no hay expresiones de valor expl

    citas.La peticin de ayuda, sin embargo, vista en su

    38

    contexto existencial, afirma de hecho, aunque no

    lo explicite, que la situacin a propsito de la cual

    se emite el grito es mala. Es mala en el sentido

    de que despierta rechazo, mientras que se prevuna situacin futura mejor si el grito suscita cierta

    respuesta. Podr parecer que el anlisis es innecesa

    riamente detallado. Pero, a menos que en cada

    grupo de ejemplos quede claro el contexto existen

    cial, se podr hacer que las expresiones verbales

    empleadas signifiquen cualquier cosa o ninguna.

    Cuando se toman en cuenta los contextos, lo queemerge son proposiciones que asignan un valor re

    lativamente negativo a condiciones existentes; un

    valor comparativamente positivo a un conjunto de

    condiciones previsto; y proposiciones intermedias

    (que pueden contener o no una expresin de valo

    racin) con las que se pretende suscitar actividades

    que produzcan una transformacin de un estado decosas en otro. As pues, entran enjuego: i) la aver

    sin a una situacin existente y la atraccin hacia

    una situacin posible prevista, y ii) u na relacin espe-

    ficable y verijicable entre esta ltima como fin y ciertas

    actividades como medio para alcanzarla.Dos problemas

    39

  • 7/26/2019 John Dewey - Teora de La Valoracin

    22/83

    quedan as planteados para su ulterior discusin.

    Uno es la relacin de las actitudes activas o compor-

    tamentales con lo que se podra llamar (a efectos

    de identificacin) agradoy desagrado, y el otro es larelacin de la valoracin con las cosas como me-

    dios-fin [means-end\.

    40

    III La v a lor a cin

    com o a gr a do y desa gr a do

    Que el agrado y el desagrado en su relacin con

    la valoracin se han de considerar en trminos de

    modos de comportamiento observables e identifica-

    bles se sigue de lo dich o en el apartado anterior. En

    tanto que comportamental, es aplicable el adjetivo

    afectivo-motor, aunque hay que pon er cuidado en

    no permitir que la cualidad afectiva se interprete

    en trminos de sentimientos privados, interpreta

    cin que anula el elemento activo y observable que

    se expresa en motor. Pues lo motor tiene lugar

    en el mundo de lo pblico y observable, y, como

    todo lo dems que all tiene lugar, posee condicio

    nes y consecuencias observables. As pues, cuando

    se utiliza la palabra agrado [ liking] para nombrar

    un modo de com portam iento (no para nombrar un

    sentimiento privado e inaccesible), qu clase de

    41

  • 7/26/2019 John Dewey - Teora de La Valoracin

    23/83

    actividades denota? Qu es lo que designa? En esta

    indagacin es til observar que el interesarse por

    algo y el cuidar de algo estn, como modos de

    comportamiento, estrechamente vinculados a aque

    llo que agrada, y que esas expresiones, al igual que

    otras sustancialmente equivalentes como estar

    atento a, velar por, atender, fomentar, pare

    cen ser variantes de lo que se entiende por apre

    ciar, que, como anteriormente vimos, es uno de

    los dos significados principales que recoge el dic

    cionario. Cuando esas palabras se toman en el sen

    tido comportamental, o para nombrar actividades

    que tienen lugar para mantener o procurar ciertas

    condiciones, es posible diferenciar aquello que de

    signan de lo que designa una palabra tan ambigua

    como disfrutar [enjoy].Pues sta puede apuntara

    una situacin en la que se recibegratificacin dealgo

    que ya existe, con independencia de cualquier ac

    cin afectivo-motora que se ejerza como condicin

    de su produccin o su existencia continuada; o

    bien puede alu dir precisamente a esta lt ima activi

    dad, en cuyo caso disfrutar sera sinnimo de la

    actividad de deleitarse en un esfuerzo, con cierto

    42

    matiz de goce, que se toma molestias, como se

    suele decir, para perpetuar la existencia de situaciones

    en las que se recibe gratificacin. El disfrutar en

    este sentido activo est marcado por la energa quese invierte en asegurar las condiciones que son la

    fuente de la gratificacin.

    Las observaciones precedentes sirven al prop

    sito de apartar la teora de la intil tarea de tratar de

    asignar un significado a las palabras aislado de los

    objetos que designan. En lugar de eso se nos con

    duce a evocar situaciones existenciales especificablesy a observar qu es lo que acontece en ellas. Se nos

    alienta a observar si se invierte energa en traer a la

    existencia o mantener en ella ciertas condiciones;

    dicho vulgarmente, a fijarnos en si se hace un es

    fuerzo, si se toma la molestia de provocar la existen

    cia de ciertas condiciones en lugar de otras, demos

    trndose en la necesidad de un gasto de energa que

    existen condicione s contrarias a lo que se quiere. l a

    madre que dice apreciar a su hijo y disfrutar (en el

    senddo activo de la palabra) con la compaa del

    nio pero le desatiende sistemticamente y no busca

    la ocasin de estar con l se engaa a s misma; si

    43

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    adems de eso hace signos demostrativos de afecto

    -co m o acariciarle- slo cua ndo otras personas estn

    presentes, presumiblemente intenta engaarlas tam

    bin. Es a travs de ob servaciones de l compo rtamiento -observaciones que quiz sea necesario ex

    tender a lo largo de un espacio-tiempo considerable,

    como sugiere este ltimo ejemplo- como hay que

    determinar la existencia de valoraciones y su des

    cripcin. La observacin de cunta energa se gasta

    y durante cunto tiempo permite prefijar justifica

    damente adjetivos calificativos como ligera ygrande a una valoracin dada. La direccin q ue se

    ve tomar a la en er ga, de ac er ca m ient o o aleja

    miento, permite discriminar con fundamento entre

    va lorac iones positivas y negativas. Si adems

    existen sentimientos, su existencia no tiene nada

    que ver con ninguna proposicin verificable que

    pueda hacerse a propsito de una valoracin.Puesto que slo se producen valoraciones en el

    sentido de apreciar y cuidar cuando es necesario

    traer a la existencia algo que falta, o conservar en la

    existencia algo que est amenazado p or condiciones

    externas, la valoracin implica desear. Hay que dis

    44

    tinguir esto ltimo de la mera apetencia en el sen

    tido en que p uede haber apetencia sin esfuerzo. De

    deseos nunca hub o empacho. A lgo falta, y sera gra

    tificante que lo hubiera; pero, o bien no se invierteenerga en hacer presente aquello que falta, o bien,

    en las condiciones dadas, ningn gasto de energa

    podra hacerlo presente (como cuando se dice que

    el nio pide la luna, o cuand o adultos pueriles se de

    dican a soar lo agradable que sera todo si las cosas

    no fueran com o son). Las cosas designadas en los ca

    sos a los que respectivamente se aplican los nombres deseo y apetencia son bsicam ente diferen

    tes. Por lo tanto, cuando la valoracin se define en

    trminos de deseo, el requisito previo es un trata

    miento del deseo en trminos del contexto existen-

    cial donde surge y funciona. Si la valoracin se de

    fine en trminos del deseo como algo inicial y

    completo en s mismo, no hay nada que permita discriminar un deseo de otro, y por lo tanto ninguna

    manera de medir el mrito de diferentes valoracio

    nes comparadas entre s. Los deseos son deseos, y no

    hay ms que hablar. Adems, el deseo se concibe en

    tonces como meramentepersonal, y por ende no sus

    45

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    ceptible de ser enunciado en trminos de otros obje

    tos o sucesos. Si, por ejemplo, se observara que el es

    fuerzo sigue al deseo y que el esfuerzo ejercido al

    tera las condiciones existentes, esas consideracionesse tomaran entonces como asuntos totalmente exte

    riores al deseo; es decir, siempre y cuando el deseo

    se tomase como original y completo en s, indepen

    diente de una situacin contextual observable.

    Cuand o se advierte, sin embargo, que los deseos

    surgen slo en ciertos contextos existenciales (a

    saber, aquellos en los que algo que falta impide laejecucin inmediata de una tendencia activa), y

    cuando se ve que funcionan con respecto a esos

    contextos en el sentido de subsanar la carencia exis

    tente, se descubre que la relacin entre deseo y

    valoracines tal que simultneamente posibilita y re

    quiere la enunciacin en proposiciones verifica-

    bles. i) Se observa qu e el contenido y el objeto delos deseos dependen del contexto particular donde

    stos surgen, cuestin que a su vez depende del es

    tado antecedente tanto de la actividad personal

    como de las condicion es envolventes. Los deseos de

    alimento, por ejemplo, no sern los mismos si hace

    46

    cinco horas o cinc o das que uno comi, ni tendrn

    el mismo contenido en una choza que en un pala

    cio, o en un grupo nmada que en uno agrcola,

    ii) Se observa que el esfuerzo no es algo que suceda

    al deseo, sino que est en la esencia misma de la

    tensin involucrada en el deseo. Porque ste, lejos

    de ser meramente personal, es una relacin activa

    del organismo con el entorno (como es obvio en el

    caso del hambre), y en ese factor estriba la dife

    rencia que hay entre el deseo genuino y la mera

    apetencia y fantasa. Se sigue que la valoracin en

    su relacin con el deseo est ligada a situaciones

    existenciales, y que vara al variar su contexto exis-

    tencial. Dado que su existencia depende de la situa

    cin, su idoneidad depende de su adaptacin a las

    necesidades y demandas que la situacin impone.

    Dado que la situacin est abierta a la observacin,

    y dado que las consecuencias del comp ortamiento

    de esfuerzo observado determinan la adaptacin, la

    idoneidad de un deseo determinado se puede ex

    presar en proposiciones. Las proposiciones son sus

    ceptibles de verificacin emprica porque a travs

    de esas observaciones se descubre el nexo que

    47

  • 7/26/2019 John Dewey - Teora de La Valoracin

    26/83

    existe entre un deseo determinado y las condicio

    nes respecto a las cuales funciona.

    1.a palabra inters sugiere poderosamente el

    nexo activo entre la actividad personal y las condi

    ciones que deben ser tenidas en cuenta en la teora

    de la valoracin. Ya en su etimologa indica algo en

    lo que tanto una persona como las condiciones que

    la envuelven participan en ntima conexin rec

    proca. Al nombrar ese algo que tiene lugar entre

    ellas, nombra una transaccin. Apunta a una activi

    dad que se realiza a travs de la mediacin de condi

    ciones externas. Cu ando pensamos, por ejemplo, en

    el inters de un grupo particular, pongam os el inte

    rs de la banca, el inters de los sindicatos o el in

    ters de un aparato poltico, no pensamos en meros

    estados mentales, sino en el grupo como un grupo

    de presin que cuenta con unos cauces organizados

    desde los cuales dirige la accin para conseguir y

    asegurar unas condiciones que produzcan determi

    nadas consecuencias. Anlogamente, en el caso de

    las personas fsicas, cuando un tribunal reconoce

    que un individuo tiene inters en un asunto, reco

    noce que posee ciertos derechos cuyo ejercicio afec

    48

    tara a un resultado o desenlace existencial. Siempre

    que una persona tiene inters en algo, se juega algo

    en el curso de los acontecimientos y en su resultado

    final, algo que la conduce a actuar para hacer pre

    sente un resultado particular y no otro.

    Se sigue de los hechos aqu aducidos que la tesis

    que enlaza la valoracin (y los valores) con los de

    seos y el inters no es sino un punto de partida. Su

    incidencia en la teora de la valoracin permanece

    indeterminada mientras no se analice la naturaleza

    del inters y el deseo, y mientras no se establezca un

    mtodo para determinar los elementos constitutivos

    de los deseos e intereses en su concreto acaeci

    miento particular. Prcticamente todas las falacias

    de las teoras que enlazan la valoracin con el deseo

    resultan de tomar el deseo sin especificar ms. Por

    ejemplo, cuando se dice (muy propiamente) que

    los valores brotan dela reaccin inmediata e inexpli

    cable del impulso vital y de la parte irracional de

    nuestra naturaleza1, lo que en realidad se afirma es

    ! G. Santaya na, The Sense of Beauty [E l sentido de la belleza: un es-

    bozo de teora esttica,Tecnos, Madrid 1999], (N. delE.)

    49

  • 7/26/2019 John Dewey - Teora de La Valoracin

    27/83

    que los impulsos vitales son condicin causal de la

    existencia de deseos. Cuand o al impulso vital se le

    da la nica interpretacin que es empricamente ve-

    rificable (la de una tendencia biolgica orgnica),

    el hecho de que un factor irracional sea condi

    cin causal de las valoraciones demuestra que stas

    tienen sus races en una existencia que, como toda

    existencia tomada en s misma,es a-racional. Correcta

    mente interpretada, la aseveracin es, por lo tanto,

    un recordatorio de que las tendencias orgnicas son

    existencias que estn relacionadas con otras existen

    cias (la palabra irracional no aade nada a existen

    cia como tal) y son, por ende, observables. Pero la

    oracin citada se interpreta a menudo en el sentido

    de que los impulsos vitales sonvaloraciones, una in

    terpretacin que es incompatible con la tesis que

    enlaza las valoraciones con los deseos e intereses, y

    que, por la misma lgica, justificara la aseveracin

    de que los rboles son semillas porque brotan de

    semillas. Los impulsos vitales son sin duda condicio

    nes sine qua nonpara que existan deseos e intereses.

    Pero stos incluyen consecuencias imprevistas,

    junto con ideas en forma de signos de las medidas

    50

    (que implican un gasto de energa) requeridas para

    hacer realidad los fines. Cuan do se identifica la valo

    racin con la actividad del deseo o del inters, se

    niega su identificacin con el impulso vital. Pues suidentificacin con este ltimo conducira al absurdo

    de hacer de toda actividad orgnica de cualquier

    clase un acto de valoracin, ya que no hay ninguna

    en la que no participe algn impulso vital.

    Tambin se ha de tomar con gran cautela la tesis

    de que valor es cualquie r objeto de cualquier inte

    rs. A primera vista sita todos los intereses exactamente al mismo nivel. Pero cuando se examinan los

    intereses en su composicin concreta en relacin

    con su lugar en una situacin, se hace patente que

    todo depende de los objetos involucrados en ellos.

    Esto a su vez depende del rigor con que se hayan in

    dagado las necesidades de las situaciones existentes

    y del rigor con que se haya exam inado la capacidadde un acto propuesto para sasfacer o cum plir pre

    cisamente esas necesidades. La observacin de

    hasta las ms ordinarias experiencias cotidianas

    desmiente que todos los intereses estn en un

    mismo plano por lo que respecta a su funcin valo-

    51

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    rizadora. Se pod ra decir que u n in ters en el hurto

    y sus frutos confiere valor a ciertos objetos. Pero las

    valoraciones del ladrn y el polica no son idnti-

    cas, ni tampoco el inters en los frutos del trabajoprodu ctivo insti tuye los mismos valores qu e el inte-

    rs del ladrn en la prctica de su oficio, como se

    evidencia en la accin del jue z a q uien se hace en-

    trega de bienes roba dos para q ue dispo nga sobre su

    uso. Dado que los intereses se producen en contex-

    tos existenciales definidos y no en un vaco sin es-

    pecificacin, y dado que esos co ntex tos son situa-ciones en la actividad vital de una persona o grupo,

    los intereses se engarzan entre s de tal manera que

    la capacidad valorizadora de cualqu iera de ellos es

    funcin del conjunto al que pertenece. La idea de

    que un valor sea po r igual cualquier objeto de cual-

    quier inters slo se puede mantener sobre una vi-

    sin que los asle totalm ente unos de otros; u na vi-sin tan alejada de los hechos de fcil observacin

    que su existencia slo se pued e ex plicar como coro-

    lario de la psicologa introspeccionista que sostiene

    que los deseos y los intereses no son sino senti-

    mientos, y no m odos de comportamiento.

    52

    IV Propos ic iones de eva luac in

    Dado que los deseos e intereses son actividades

    que se produ cen en el m und o y que tienen efectos

    en el mun do, son observables en s mismos y en re-

    lacin con sus efectos observados. Podra parecer,pues, que an te cu alquier teora que relacion e la va-

    loracin con el deseo y el inters tuviramos ya a la

    vista nuestro objetivo, el descubrimiento de pro-

    po sicion es de valoracin . Se ha dem ostr ado, en

    efecto, que las proposiciones acerca devaloraciones

    son posibles. Pero son proposiciones de valoracin

    slo en el sentido en que las proposiciones acercade patatas son proposiciones d e patatas. Son pro po-

    siciones acerca de cuestiones de hecho . El que esos

    acaecimientos sean justa m ente valoraciones n o sig-

    nifica que las proposiciones sean proposiciones de

    valoracin en ningn sentido distintivo. Sin em-

    53

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    ba rgo, es im portan te que esas prop osiciones sobre

    cuestiones de hecho se puedan hacer. Pues si no

    existieran sera doblemente absurdo suponer que

    pudie ra n exist ir prop os iciones de valoracin en unsentido distintivo. Tambin se ha mostrado que la

    materia de las actividades personales no constituye

    ningu na b arrera tenc a a la formacin de proposi-

    ciones sobre cuestiones de hecho, porque el com-

    portamiento de los seres human os est ab ierto a la

    observacin. Aunque ciertamente hay obstculos

    prcticos a! estab lecimiento de propo sicion es gene-rales vlidas acerca de tal comportamiento (por

    ejemplo acerca de las relaciones de sus actos consti

    tv os), sus con dicio nes y efectos pu ed en ser inves-

    tigados. Las proposiciones acerca de valoraciones

    hechas en trminos de sus condiciones y conse-

    cuencias delimitan el problema de la existencia de

    proposiciones de valoracin en un sentido distin-tivo. Son las proposiciones acerca de valoraciones

    existentes susceptibles a su vez de evaluacin?, y

    puede dicha evaluacin , cuando se hace , entrar en

    la constitucin de valoraciones ulteriores? Hemos

    visto que el hecho de que una madre aprecie o

    54

    quiera a su hijo puede ser determ inado mediante la

    observacin; y las condiciones y efectos de diferen -

    tes maneras de apreciar o interesarse por algo pue-

    den, en teora, ser com parados y contrastados en tres. En el caso de que el desenlace final sea mostrar

    que algunos tipos de actos de aprecio son mejores

    que otros, los actos de valoracin sern a su vez eva-

    luados, y la evaluacin pod r modificar po steriores

    actos directos de aprecio. Si esta condicin se cum-

    ple, en to nc es las p ropo sicione s acerca de las valora-

    ciones que realmente se producen pasan a ser ma-teria de valoraciones en un sentido distintivo, esto

    es, en un sentido que las distingue a la vez de las

    prop osiciones d e la fsica y de las propo sicion es his-

    tricas acerca de lo que efectivamente han hecho

    los seres humanos.

    Llegamos as al problem a de la naturaleza de la

    evaluacin o estimacin [appraisal or evaluation],

    que, como vimos, es una de las dos acepciones re-

    conocidas de valoracin. Tomemos una proposi-

    cin de evaluacin tan elemental como: Este solar

    vale 200 dlares el pie de fachada. Es diferente en

    su forma de la proposicin: Tiene 200 pies de fa-

    55

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    chada. La ltima oracin enun cia un hecho cum-

    plido. La primera enuncia una regla para la deter-

    minacin de un acto que ha de llevarse a cabo; re-

    mite al futuro, no a algo ya cumplido o hecho. Si sepro nunci a en el cont ex to en el que opera un asesor

    fiscal, declara una condicin reguladora para co-

    bra r un im pu es to al propietar io ; si el propie tario se

    la comunica a un agente inmobiliario, establece

    una condicin reguladora que ste habr de tener

    en cuenta a la hora de ofrecer en venta la propie-

    dad. El acto o estado futuro no se presenta comoprediccin de lo que suceder, sino como algo que

    ha desuceder o debesuceder. Se pod ra decir, pues,

    que la proposicin sienta una norma, pero en-

    tendiendo norma simplemente en el sentido de

    condicin a la que habrque ajustarse en formas de-

    finidas de accin futura. Que las reglas son casi om-

    nipresentes en toda modalidad de relacin humanaes tan obvio que no re quiere discusin. En mo do al-

    guno se limitan a actividades a las que se aplique el

    calificativo de moral. Toda forma recurrente de

    actividad, en las artes y profesiones, genera reglas

    como la mejor manera de alcanzar los fines con-

    56

    templados [ends in view]. Tales reglas se utilizan

    ,oino criterios o normas p ara juz gar el valor de

    los modos de comportamiento propuestos. La exis-

    tencia de reglas de valoracin de los modos de co m-po rta miento en diferen tes campos como sensatos o

    insensatos, econmicos o dilapidadores, eficaces o

    intiles, es innegable. El problema no es si existen

    como proposiciones gen erales (ya que tod a regla de

    accin es general), sino si expresan slo una cos-

    tumbre, una convencin, una tradicin, o si pueden

    enunc iar relaciones en tre u nas cosas como med ios yotras cosas como consecuencias, relaciones que a su

    vez se funda m ente n en relaciones existenciales em-

    pricamente averiguadas y verificadas como las que

    se suelen llamar de causa y efecto.

    En el caso de algunos oficios, artes y tecnologas,

    no puede habe r ninguna d uda de cul de esas alter-

    nativas sea la correcta. El arte de la medicina, porejemplo, est llegando a un estado en el que mu-

    chas de las reglas establecidas por un mdico para

    un paciente en cu anto a lo que ms le conviene, no

    slo en lo referente a medicamentos sino a dieta y

    hbitos de vida, se basan e n p rincipios de q umica y

    57

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    31/83

    fsica establecidos experimentalmente. Cuando l0s

    ingenieros dicen que se requieren ciertos materiales

    sometidos a ciertas operaciones tcnicas para ten.

    der un puente capaz de soportar ciertas cargas encierto punto del ro Hudson, su consejo no repre-

    senta sus opiniones o caprichos personales, sino

    qu e est respald ado por leyes fsicas reconocidas. Se

    cree comnmente que aparatos tales como radios y

    automviles han sido muy mejorado s (perfecciona-

    dos) d esde qu e se inventaron , y qu e el perfecciona-

    miento en la relacin de medios a consecuencias sedebe a un conocimiento cientfico ms adecuado

    de los principios fsicos subyacentes. El argumento

    no exige creer que la influencia de la costumbre y

    la convencin quede eliminada por entero. Es sufi-

    ciente que tales casos muestren que es posible que

    las reglas de evaluacin o estimacin descansen

    sobre generalizaciones fsicas cientficamente justi-ficadas y que la proporcin de ese tipo de reglas res-

    pec to a las q ue expresan meros hbitos consue tudi-

    narios vaya en au men to.

    En medicina, un curandero puede citar gran

    cantidad de presuntas curaciones como fundamen

    58

    IOevidencial para tomar los remedios que ofrece.

    Slo se necesita un pequeo examen para mostrar

    en qu aspectos bien definidos los procedimientos

    que recomien da difieren de aquellos de los que m-dicos competen tes afirman ser buenos o p recep-

    tivos. No existe, p or e jemp lo, u n anlisis de los ca-

    sos presentado s como evidencia que de mu estre que

    realmente son como la enfermedad para cuya cura

    se postula el remedio; ni hay un anlisis que mues-

    tre que las curac iones de las qu e se dice (ms que se

    prueba) que han tenid o lugar se deb ie ron efectiva-mente a tomar la medicina en cuestin ms que a

    cualquiera de un nmero indefinido de otras cau-

    sas. Todo se afirma en bloque, sin ningn control

    analtico de las condiciones. Adems, falta el pri-

    mer requisito del procedimiento cientfico, que es

    la total public idad en lo qu e se refiere a materiale s y

    procesos. Lo nico que justifica citar estos hecho sde todos conocidos es que su contraste con la prc-

    tica mdica competente pone de manifiesto hasta

    qu punto las reglas de procedimiento en este arte

    cuentan con el aval de proposiciones empricas ve-

    rificadas. Las evaluaciones de cursos de accin

    59

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    como mejores y peores, ms y menos tiles, estn

    tan justificadas experimentalmente como las pro.

    posiciones no va lorativas re fe re nte s a cuestiones

    impersonales. En las tecnologas de la ingenieraavanzada, es evidente que las proposiciones que

    enu ncian los cursos de accin apropiadosque se han

    de adoptar se apoyan en generalizaciones de la

    ciencia fsica y qumica; es frecuente darles el nom-

    bre de ciencia aplicada.Con todo y con eso, las pro-

    pos iciones que sien tan reglas seg n las cuales los

    proce dim iento s sern ac ertado s y correc tos en lu-gar de ser desacertados e incorrectos d ifieren en la

    forma de las proposiciones cientficas sobre las que

    descansan. Pues son reglas para el uso, en y po r la

    actividad humana, de generalizaciones cientficas

    como medio de alcanzar ciertos fines deseados y

    pre tend id os.

    El examen de esas evaluaciones revela que se re-

    fieren a cosas que sostienen entre s la relacin de

    medios a fines o consecuencias. All donde se evala

    un a regla con miras a un a accin m ejor o necesaria,

    hay un fin que alcanzar: la evaluacin es una valora-

    cin de las cosas con respecto a su utilidad o necesi-

    60

    dad S* tomamos los ejemplos antedichos, es evi-

    dente que la propiedad inmobiliaria se evala para

    cobrar impuestos o fijar un p recio d e venta; qu e los

    tratamientos medicinales se evalan con respecto alfin de lograr el restablecimiento de la salud; que los

    materiales y las tcnicas se evalan con miras a la

    construccin de puentes, aparatos de radio, auto-

    mviles, etc. Si un pjaro construye su nido me-

    diante lo que se llama puro instinto, no tien e que

    evaluar materiales y procesos en cuan to a su idon ei-

    dad para un fin. Pero si se contempla el resultadoel nido como un objeto de deseo, entonces ten-

    dr que haber o bien las ms arbitrarias operacio-

    nes de tanteo, o bien una consideracin de la ido-

    neidad y utilidad de los materiales y procesos para

    hacer realidad el objeto d eseado. Y es obvio qu e ese

    proceso de so pes ar im plica com para r dif ere nte s

    materiales y operaciones como posibles medios al-ternativos. En todos los casos, excepto en los del

    mero instinto y el total tanteo, se observan mate-

    riales reales y se estima su fuerza potencial para la

    pro ducci n de un part ic ula r re su ltad o. Siem pre

    hay alguna observacin del resultado alcanzado en

    61

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    comparacin y contraste con el que se pretenda

    de manera que la comparacin arroja luz sobre la

    idoneidad efectiva de las cosas empleadas como

    medios. Esto hace posible u n me jor juicio, en el fu-turo, d e su ido neid ad y utilidad. Sobre la base de ta-

    les observaciones se juzga que ciertos modos de

    conducta son tontos, imprudentes o insensatos, y

    que otros son inteligentes, pni de nte s o sensatos, ba-

    sndose la discriminacin en la validez de las esti-

    maciones alcanzadas sobre la relacin de las cosas

    en c uanto medios con el fin o la consecue ncia obte-nidos.

    La objecin q ue perm anen teme nte se alza con-

    tra esta visin de la valoracin es que slo es apli-

    cable a las cosas en cuanto medios, mientras que las

    proposiciones que son valoraciones gen uinas son

    aplicables a las cosas en cuanto fines. En seguida

    consideraremos este pun to con detenimiento. Peroaq u cabe seala r que los fines se evalan en las mis-

    mas evaluaciones en las que se sopesan las cosas

    como medios. Por ejemplo, se nos ocurre un fin.

    Pero cu ando sopesamos las cosas como m edios para

    ese fin, descubrimos que hara falta demasiado

    62

    tiempo o un gasto de energa demasiado grande

    para lograrlo; o que si fue ra alcanzado tra er a co n-

    sigo ciertos inconven ientes y la promesa de prob le-

    mas en el futuro. Entonces lo evaluamos y rechaza-mos como un fin malo.

    Las conclusiones obtenidas se pueden resumir

    as: 1) Hay proposiciones que no se refieren slo a

    valoraciones que efectivamente se hayan hecho

    (por ejemplo a aprecios, deseos e intereses que ha-

    yan tenido lugar en el pasado), sino que describen

    y definen ciertas cosas como buenas, idneas oapropiadas en una relacin existencial definida;

    esas proposiciones, adems, son generalizaciones, ya

    que constuyen reglas para el uso adecuado de los

    materiales. 2) La relacin existencial en cuestin es

    la de mediosfines [meansends\ o mediosconse-

    cuencias [ meansconsequences].3) En su forma gene-

    ralizada, esas proposiciones pueden apoyarse enpropos ic iones em pricas cient ficamente just ifica-

    das, y a su vez pueden ser verificadas mediante la

    observacin de los resultados efectivamente alcan-

    zados en comparacin con aquellos que se preten-

    da obtener.

    63

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    La objecin aducida contra la tesis que acaba-

    mos de exponer es que no distingue entre cosas

    que son buenas y correctas en s mismas y de suyo,

    de forma inmediata e intrnseca, y cosas que sim-ple men te son buen as paraotra cosa. En otras pala-

    bras, las segu ndas son tile s par a alcanzar aquellas

    cosas que t ien en valor, segn se dice, en s mismas y

    de suyo, ya que son apreciadas por s mismas y no

    como medio para otra cosa. Esta distincin entre

    dos significados diferentes de bueno (y co-

    rrecto) es, se afirma, tan crucial para toda la teorade la valoracin y los valores que su ausencia des-

    truye la validez de las conclusiones que se han ex-

    pues to. Esta ob jecin plantea claram en te a nuestra

    consideracin la cuestin de las relaciones que

    gua rdan en tre s las categoras de medioyfin.En tr-

    minos del doble significado de valoracin ya

    mencionado, se plantea explcitamente la cuestinde la relacin en tre apreciary evaluar.Pues, segn la

    objecin, la evaluacin se aplica slo a los medios,

    mientras qu e el aprec io se aplica a cosas que sonfi-

    nes, de suerte que hay que reconocer una diferen-

    cia entre la valoracin en su pleno sentido preg

    nante y la evaluacin com o asu nto sec und ario y de-

    rivado.

    Admitamos que hay un n exo e ntre aprec iar y va-

    lorar, as como entre el deseo (y el inters) y elaprecio. Entonces el problema de la relacin entre

    la evaluacin de las cosas como medios y el aprecio

    de las cosas como fines adopta la forma siguiente:

    ,Son los deseos e intereses (o gustos [ likings], si

    se prefiere), que instituyen directamente finesvalo-

    res, independientes de la evaluacin de las cosas

    como medios, o esta evaluacin influye ntima-mente en ellos? Si una persona, por ejemplo, des-

    cubre tras la correspondiente investigacin que se

    requiere una inmensa cantidad de esfuerzo para

    procu rar las co nd icione s que son el medio necesa-

    rio para la realizacin de un deseo (incluido quiz

    el sacrificio de otros finesvalores que se podran

    obten er con el mismo gasto d e esfuerzo), modificaese hecho su deseo original, y consiguientemente,

    por de fin icin, su valoracin? Un repaso de lo que

    acontece en cualquier actividad deliberada da res-

    puesta afirmativa a esta pregunta . Pues qu es la

    deliberacin sino el sopesar varios deseos alternati-

    65

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    vos (y por ende finesvalores [endvalues]) en rtuj.

    nos de las condiciones que son los medios para su

    ejecucin, y que, en cuanto medios, determ inan las

    consecuencias efectivamente alcanzadas? No puedehaber un control de la operacin de prever conse-

    cuencias (y po r en de de co nstituir fines contempla,

    dos) salvo en trminos de las condiciones que ope-

    ran como condiciones causales de su logro. La

    proposicin en la que cu alquie r objeto adop tado

    como fin contemplado es enunciable (o explcita-

    mente enunciada) estjustificada en la medida enque las condiciones existentes hayan sido examina-

    das y evaluadas en su calidad de medios. La nica

    alternativa a esa enunciacin es que no exista deli-

    be racin alguna , que no se constituy an fines con-

    templados y que la persona acte directamen te mo-

    vida po r el prim er impulso que se presente.

    Cualqu ier repaso de las experiencias en las quese constuyen fines contemplados, y en las que las

    tendencias impulsivas anteriores se transforman a

    travs de la deliberacin en deseo escogido, revela

    que el objeto finalmen te valorado como fin a alcan-

    zar viene determinado en su composicin concreta

    66

    por una evalu acin de las cond ic ione s existen tes en

    cuanto medios. Sin embargo, la costum bre de sepa-

    rar com pletame nte las concepcion es de fines de las

    de medios est tan arraigada, como resultado de

    una larga tradicin filosfica, que se hace necesario

    un examen ms detenido.

    1. La suposicin com n de q ue haya una separa-

    cin neta entre las cosas, por un lado cosas tiles y

    por ot ro lado cosas intrnsecamentebuenas, y por lo

    tanto de que exista una separacin entre proposi-

    ciones acerca de lo que es oportuno, prudente oaconsejable y lo que es inherentemente deseable,

    no expresa en ningn caso una verdad evidente. El

    hecho de qu e palabras como prud ente, sensato

    y oportuno, a la larga o tras un examen de todas

    las condiciones, confluyan con tanta facilidad en la

    palab ra in te ligen te su gie re (a unque, po r su-

    puesto, no pru eb a) qu e los fines cons tituido s sepa-radamente de la consideracin de las cosas como

    medios son nec edades rayanas en la irracionalidad.

    2. El sendo comn considera algunos deseos e

    intereses como miopes, ciegos, y otros, po r el con-

    trario, como ilustrados y clarividentes. No se le ocu-

    67

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    rre toinar en bloque lodos los deseos e intereses

    como si tuvieran la misma categora con respecto a

    los finesvalores. La discrim inacin en tre sus respec.

    tivas miopa y clarividencia se fundamenta precisa-mente en si el objeto de un deseo d ado aparec e a su

    vez como un medio condicionante de consecuen-

    cias ulteriores. En lugar de adoptar una visin lau-

    datoria de los deseos y valoraciones inmediatos,

    el sentido comn trata la renuncia a la mediacin

    como la esencia misma del juicio miop e. Pues tratar

    el fin como meramente inmediato y exclusivamentefinal equivale a negarse a considerar lo que suce-

    der un a vez que, y deb ido a qu e, se haya alcanzado

    un fin particular.

    3. Las palabras inherente, intrnseco e in-

    mediato se utilizan de forma ambigua, con lo que

    se llega a una conclusin falaz. De cualquier cuali-

    dad o propiedad que pertenezca efectivamente aun objeto o evento se dice propiamente que es in-

    mediata, inherente o intrnseca. La falacia consiste

    en interpretar lo que esos trminos designan como

    desprovisto de relacin con todo lo dems y por lo

    tanto como absoluto. Por ejemplo, los medios son

    68

    por defi n ic in re lac i na les , m e d iad o s y m e d ia d o -

    r e s , ya que son i n t e rmed ios en t r e una s i t uac in

    existente y una si tuacin que ha de ser t rada a la

    existencia mediante su empleo. Pero el carcter relacional de las cosasq u e s e e m p l e a n c o m o m e d i o s

    no obsta a que las cosas teng an sus prop ias c ua l ida-

    des inmediatas. En el caso de qu e las cosas en cue s-

    t in sean apreciadas y cuidadas, entonces, segn la

    teora que en laza la prop iedad de va lor con e l ap re-

    cio, nece sa r i amen te t end rn u na cua l i dad i nm e-

    diata de valor . La idea de que, cuando se valoranmedios e instrumentos, las cual idades de valor re-

    su ltantes de e llo son s lo ins t rum en ta les es p oco

    ms que un mal jueg o d e pa labras . En la na tu ra leza

    de l aprec ia r o desear no hay nada que impida d i r i -

    gir los a cosas que sean m edios, y en la natu ralez a d e

    los medios no hay nada q ue mi l it e en con t ra de que

    sean deseados y aprec iados . En la rea l idad em p-rica, la medida de l valor que un a p erson a o torga a

    un de te rminado f in no es lo que esa perso na diceso-

    bre su p re cio sid ad , sin o el cu id ado q u e d e d ica a o b -

    tener y emp lear los medioss in los cuales no se p ue de

    a lcanzar . No se puede c i ta r n ingn caso de logro

    69

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    notable en ningn campo (salvo que sea por pUrQ

    accidente) en el que las personas que consiguieron

    el fin no dedicaran un cuidado amoroso a los ins-

    trumentos y agencias de su produccin. La depen-dencia de los fines alcanzados respecto d e los medios

    empleados es tal que la enun ciacin que acabamos

    de hacer se reduce, en realidad, a una tautologa.

    La falta de deseo y de inters se demu estra en la ne-

    gligencia y la indiferencia hacia los medios requeri-

    dos. Tan pronto como se ha desarrollado una acti-

    tud de deseo e inters, entonces, dado que sin unaatencin diligente no se alcanzar el fin que se dice

    apreciar, el deseo y el inters en cuestin automti-

    camente se adhieren a todas aquellas otras cosas

    que aparecen como medios requeridos para alcan-

    zar el fin.

    Las consideraciones que valen para inmediato

    valen tambin para intrnseco e inherente.Una cualidad, incluida la del valor, es inherente si

    efectivamente pertenece a algo, y la cuestin de si le

    pertenece o no es una cuestin de hechoy no una

    cuestin que se pueda decidir med iante la manipu-

    lacin dialctica del concepto de inherencia. Si uno

    70

    t j ene un deseo ardiente de obtener c ier tas cosas

    como medios, entonces la cual idad de valor perte

    nece, o es inh eren te, a esas cosas. Por el m om en to,

    pro ducir u o b te n e r esos m edio s es e l f i n con t em-plado. La id ea d e que s lo aque ll o q u e n o g u a rd a

    relacin con ninguna otra cosa se pueda leg t ima-

    mente l lamar inherente no s lo es absurda en s

    misma, sino que la contradice la pro pia teo ra q ue

    enlaza el valor de los objetos co m o fines con el d e-

    seo y el inters, porqu e esa conc epci n hace ex pre -

    samente relacional el valor del objetof in [endobject], de suerte que si lo inherente se ident if ica

    con lo no relacional, entonces realm ente no ha bra,

    segn esa tesis , ningn valor inherente. Por otra

    parte , si es un hecho que la cuali dad exis te e n est e

    caso, porque aquel lo a lo que perte ne ce est con di-

    cionado por un a relacin, entonc es el ca rcter rela-

    cional de los medios no se puede esgrimir comopru eba de que su valor n o se a in h e ren te . La s m is-

    mas consideraciones valen para los trminos in-

    trnseco y extrnseco aplicados a cualidades de

    valor [valuequalities] . Es t r ic tamente hablando, la

    expresin valor extrnseco im plica un a c on trad ic-

    71

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    cin en los trminos. Las propiedades relacinales

    no pierden su cualidad intrnseca de ser lo que son

    porq ue su llega r a ser sea causadopor algo extrn-

    seco. La teora que lo afirma desemboca lgica-

    me nte en la idea de q ue no hay cualidades intrnse-

    cas de ninguna clase, ya que se puede demostrar

    que cualidades intrnsecas como rojo, dulce, duro,

    etc., son condicionadas causalmente en su acaeci-

    miento. El problem a, u na vez ms, est en que una

    dialctica de conceptos ha suplantado el examen

    de hechos empricos efectivos. El ejemplo extremo

    de la tesis de que ser intrnseco sea no guard ar nin-

    guna relacin se encuentra en aquellos autores que

    sostienen que, ya que los valores sonintrnsecos, no

    pueden d epend er de ninguna relacin, y desde

    luego no de una relacin con los seres humanos.

    Por lo tanto esta escuela ataca a q uienes enlazan las

    propiedad es de valor con el deseo y el inters exac-

    tamente con el mismo fundamento con que stos

    igualan la distincin entre los valores de los medios

    y de los fines con la distincin entre valores instru-

    mentales y valores intrnsecos. Se puede considerar,

    pues, que las tesis de esta escuela no naturalista ex-

    72

    trema ponen claramente en evidencia lo que ocu

    rIe cuando un anlisis del concepto abstracto de

    intrinsecalidad sustituye al anlisis de los acaeci-

    mientos empricos.

    Cuanto ms abierta y enfticamen te se vincule la

    valoracin de los objetos como fines con el deseo y

    el inters, ms evidente debera ser que, dado que

    el deseo y el inters son ineficaces a menos que in

    teracten cooperativamente con las condiciones

    envolventes, la valoracin del deseo y del inters

    como medios correlacionados con otros medios esla sola condicin para una evaluacin vlida de los

    objetos como fines. Si se aprendiera la leccin de

    que el objeto del co nocim iento cientfico es en cual-

    quier casoun a co rrelacin de cambios averiguada, se

    vera, sin posibilidad de negarlo, que cualquier cosa

    tomada como fin es en su propio contenido o en sus

    elementos constitutivos una co rrelacin de las ener -gas, personales y extrapersonales, que operan co-

    mo medios. Un fin como consecuencia efectiva,como

    resultado existente, es, al igual que cualquier otro

    acaecimiento que se analice cientficamente, tan

    slo la interaccin de las condiciones que lo prod u-

    73

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    cen. De ah se sigue necesariamente que la ideadel

    objeto del deseo y del inters, el f in contemplado

    como cosa distinta del fin o resultado efectivamente

    pro ducid o, es ta r just if icada en la misma medida

    en que est constituida en trminos de esas condi-

    ciones operativas.

    4. La principa l deb ilidad de las teoras actuales

    de la valoracin que relacionan sta con el deseo y

    el inters se debe a que no hacen un anlisis emp-

    rico de los deseos y los intereses concretos tal cual

    stos efectivamente existen. Cuando se hace unanlisis de esa clase, al momento se presentan cier-

    tas consideraciones pertinentes.

    i) Los deseos estn expu estos a la frustracin y

    los intereses estn exp uestos a la derrota. La proba-

    bilidad de que acaezca el fracaso en la consecucin

    de los fines deseados es directamente proporcional

    al fracaso en la constituc in del de seo y el inters (ylos objetos que stos implican) sobre la base de las

    condiciones que operan como obstculos (negati-

    vamente valorados) o como recursos positivos. la

    diferencia e ntre los deseos e intereses razonables y

    no razonables es precisamente la diferencia entre

    74

    aquellos que surge n ca sualmente y no son recon sti-

    tuidos a travs de la consideracin de las condicio-

    nes que efectivamente decidirn el resultado y

    aquellos que se forman sobre la base de las desven-

    tajas existentes y los recursos poten ciales existentes.

    Que los deseos tal y como se presentan en un pri-

    mer momento son el producto de un mecanismo

    constituido po r tend encias orgnicas nativas y hbi-

    tos adquiridos es un h echo innegable. T odo avance

    en madurez consiste en no ceder inmediatamente a

    esas tendencias, sino reelaborarlas en su primera

    manifestacin a travs de la consideracin de las

    consecuencias que ocasionarn si se las lleva a la

    prctica; una operac in que equivale a juzg ar las o

    evaluarlas como medios que operan en conexin

    con condiciones extrapersonales, consideradas s-

    tas tambin como medios. Las teoras de la valora-

    cin que la relacionan con el deseo y el inters no

    pu ed en nadar y guard ar la ropa . No pueden oscilar

    continuamente entre una visin del deseo y el inte-

    rs que los identifica con los impulsos tal como s-

    tos aparecen (como productos de mecanismos or-

    gnicos) y una visin del d eseo como modificacin

    75

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    de un impulso bruto a travs de la previsin de su

    resultado ; y, siendo deseo slo esto ltimo, toda | ,

    diferencia entre el impulso y el deseo consiste en ]a

    presencia en el deseo de un fin co ntem plado, deobjetos como consecuencias previstas. I.a previsin

    ser fiable en la medida en que est constituida por

    el examen de las condiciones que en efecto decidi-

    rn el resultado. Si parece que estamos martillean-

    do sobre este punto con demasiada insistencia, es

    porq ue la cues tin en juego no es ni ms ni menos

    que la posibilidad de que haya proposicion es de va-

    loracin prop iamen te dichas. Pues no se puede ne-

    gar que en el caso de la evaluacin de las cosas

    como medios son posibles proposiciones con justifi-

    cacin evidencial y verificacin experimental. De

    ah se sigue que, si esas proposiciones entran en la

    formacin de los intereses y deseos que son valora-

    ciones de fines, stos se constituirn por ello mismo

    en materia de au tnticas afirmaciones y negaciones

    empricas.

    ii) Hablamos com nm ente de aprender de la

    experiencia y de la madurez de un individuo o

    un grupo. Qu queremos decir con tales expresio-

    76

    neS? Como mnimo, queremos decir que en la his-

    toria de las personas individuales y de la raza hu-

    mana tiene lugar un cambio qu e va de los impulsos

    originales, relativamente irreflexivos, y los hbitosinflexibles a los deseos e intereses que incorporan

    los resultados de la indagacin crtica. Cuando se

    examina este proceso, se advierte que tiene lugar

    principalmen te sobre la base de una observacin

    atenta de las diferencias halladas entre los fines de-

    seados y propuestos (fines contemplados) y los fines

    alcanzados o las consecuencias efectivas. La coinci-dencia entre lo que se quiere y se prev y lo que

    efectivamente se obtiene confirma la seleccin de

    las condiciones que operan como medios para el

    fin deseado; las discrepancias, qu e se experim entan

    como frustraciones y derrotas, conducen a indagar

    pa ra descubrir las causas del fracaso. Esta indaga-

    cin consiste en un examen cada vez ms exhaus-

    tivo de las condiciones bajo las cuales se forman los

    impulsos y los hbitos y en las cuales operan. El re-

    sultado es la formacin de deseos e intereses que

    son lo que son en virtud de la unin de las condi-

    ciones afectivomotoras de la accin con las intelec-

    77

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    tuales o ideacionales. Esto ltimo est presente en

    cualquier caso siempre que haya un fin contem-

    pla do de la clase que sea , no im porta ha sta qu

    punto se haya form ad o casualmente, mientras queser adecuad o en la precisa med ida en que el fin se

    constituya en trminos de las condiciones de su rea-

    lizacin. Pues dondequiera que haya un f in con-

    templado del tipo que sea habr una actividad afec

    twoideacionalrmotoYdL, o, en trminos del doble

    significado de la valoracin, habr una unin del

    apreciar y el evaluar. La observacin de los resul-tados obtenidos, d e las consecuencias efectivasen su

    coincidencia y diferencia con los fines previstos o

    contemplados, proporciona as las condiciones

    mediante las cuales los deseos e intereses (y por lo

    tanto las valoraciones) maduran y se ponen a

    pru eba. No cabe im ag in ar nada ms contrario al

    sentido comn que la idea de que somos incapacesde modificar nuestros deseos e intereses cuando

    aprendemos cules sern las consecuencias de dar-

    les curso o, como a veces se dice, de damos ese gusto.

    No debera se r nec es ar io aducir la ev iden cia del

    nio malcriado y el adulto que no pue de afrontar

    78

    l a r e a l i d a d . Sin embargo, en lo que se refiere a la

    v a l o r a c i n y la teora de los valores, toda teora que

    asle la valoracin de los fines de la evaluacin de

    los m e d io s estar igualando al nio malcriado y eladulto irresponsable con la persona madura y sen-

    sata.iii) Tod a persona, en la medid a en que es capaz

    de aprender de la experiencia, traza una distincin

    entre lo deseado y lo deseable cada vez que se en-

    trega a la formacin y eleccin de deseos e intereses

    contrapuestos. No hay nada de rebuscado ni demoralista en este enunciado. El contraste al que

    alude es simplemente el que hay entre el objeto de

    un deseo tal como se presenta en un primer mo-

    mento (debido al mecanismo existente de impulsos

    y hbitos) y el objeto de deseo qu e surge co mo revi-

    sin del impulso primitivo, un a vez que ste ha sido

    juzg ad o cr t icam en te por re ferencia a las cond icio-nes que decidirn el resultado efectivo. Lo desea-

    ble, u o bjeto que se deberadesear (valorar), no cae

    de un cielo a prior ni desciende como imperativo

    de un Monte Sina moral. Si se presenta es porque

    la experiencia pasada ha demostrado que la accin

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    precipi tada a instancias de un deseo no sometido a

    crtica conduce a la derrota y posiblemente a la Ca_

    tstrofe. Lo deseable com o cosa distinta de lo de-

    seado no designa, pues, nada genrico ni a priori_

    Apun ta a la diferencia que hay entre la operacin y

    las consecuencias de los impulsos no sometidos a

    examen y las de deseos e intereses que son producto

    de la investigacin de las condiciones y consecuen-

    cias. Las condiciones y presiones sociales son parte

    de las condiciones que afectan a la ejecucin de los

    deseos. De ah que hayan de ser tenidas en cu enta a

    la hora d e co ncreta r los fines en trminos de los me-

    dios de que se dispone. Pero la distincin entre el

    es en el sentido del objeto de un deseo qu e surge

    casualmente y el deb era ser