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JESUCRISTO HA RESUCITADO, ¡ALELUYA! «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado» El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al monumento donde había sido enterrado Jesucristo, trayendo los aromas que habían preparado, y encontraron removida del monumento la piedra, y, entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas perplejas sobre esto, se les presentaron dos hombres vestidos de vestiduras deslumbrantes. Mientras ellas se quedaron aterrorizadas y bajaron la cabeza hacia el suelo, les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado. Acordaos cómo os habló estando aún en Galilea, diciendo que el Hijo del hombre había de ser entregado en poder de los pecadores, y ser crucificado, y resucitar al tercer día». Ellas se acordaron de sus palabras, y, volviendo del monumento, comunicaron todo esto a los Once y a todos los demás. 04/04/10 8:58 AM | Imprimir | Enviar (Evangelios/InfoCatólica) Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían.

Jesucristo Ha Resucitado

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JESUCRISTO HA RESUCITADO, ¡ALELUYA!

«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado»El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al monumento donde había sido enterrado Jesucristo, trayendo los aromas que habían preparado, y encontraron removida del monumento la piedra, y, entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas perplejas sobre esto, se les presentaron dos hombres vestidos de vestiduras deslumbrantes. Mientras ellas se quedaron aterrorizadas y bajaron la cabeza hacia el suelo, les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado. Acordaos cómo os habló estando aún en Galilea, diciendo que el Hijo del hombre había de ser entregado en poder de los pecadores, y ser crucificado, y resucitar al tercer día». Ellas se acordaron de sus palabras, y, volviendo del monumento, comunicaron todo esto a los Once y a todos los demás.

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(Evangelios/InfoCatólica) Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían.

Salió, pues, Pedro y otro discípulo -Juan- y fueron al monumento. Ambos corrían, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al monumento e inclinándose, vio los lienzos; pero no entró. Llegó Simón Pedro después de él, y entró en el monumento y vio los lienzos allí colocados, y el sudario que habían estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino envuelto aparte. Entonces entró también el otro discípulo que vino primero al monumento, y vio y creyó.

Más testigos

El mismo día, dos de ellos iban a una aldea que dista de Jerusalén sesenta estadios, llamada Emaús, y hablaban entre sí de todos estos acontecimientos.

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Mientras iban hablando y razonando, el mismo Jesús se les acercó e iba con ellos, pero sus ojos no podían reconocerle.

Y les dijo: "¿Qué discursos son éstos que vais haciendo entre vosotros mientras camináis?"

Ellos se detuvieron entristecidos, y, tomando la palabra uno de ellos, por nombre Cleofás, le dijo: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no conoce los sucesos en ella ocurridos estos días?"

Él les preguntó: "¿Cuáles?"

Le contestaron: "Lo de Jesús Nazareno, varón profeta, poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo; cómo le entregaron los príncipes de los sacerdotes y nuestros magistrados para que fuese condenado a muerte y crucificado. Nosotros esperábamos que sería El quien rescataría a Israel; mas, con todo, van ya tres días desde que esto ha sucedido. Nos asustaron ciertas mujeres de las nuestras que, yendo de madrugada al monumento, no encontraron su cuerpo, y vinieron diciendo que habían tenido una visión de ángeles que les dijeron que vivía. Algunos de los nuestros fueron al monumento y hallaron las cosas como las mujeres decían, pero a El no le vieron".

Y Él les respondió: "¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas!¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria?"

Y, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando cuanto a El se refería en todas las Escrituras.

Se acercaron a la aldea adonde iban, y El fingió seguir adelante. Obligáronle diciéndole: "Quédate con nosotros, pues el día ya declina". Y entró para quedarse con ellos.

Puesto con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Se les abrieron los ojos y le reconocieron, y desapareció de su presencia.

Se dijeron unos a otros: "¿No ardían nuestros corazones dentro de nosotros mientras en el camino nos hablaba y nos declaraba las Escrituras?"

Aparición a los apóstoles

En el mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a sus compañeros, que les dijeron: "El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón". Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le reconocieron en la fracción del pan.

Mientras esto hablaban, se presentó en medio de ellos y les dijo: "La paz sea con vosotros".

Aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.

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Él les dijo: "¿Por qué os turbáis y por qué suben a vuestro corazón esos pensamientos? Ved mis manos y mis pies, que yo soy. Palpadme y ved, que el espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo".

Diciendo esto, les mostró las manos y los pies.

No creyendo aún ellos, en fuerza del gozo y de la admiración, les dijo: "¿Tenéis aquí algo que comer?" Le dieron un trozo de pez asado, y, tomándolo, comió delante de ellos.

Les dijo: "Esto es lo que yo os decía estando aún con vosotros: que era preciso que se cumpliera todo lo que está escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos de mí".

Entonces les abrió la inteligencia para que entendiesen las Escrituras,  y les dijo: "Que así estaba escrito que el Mesías padeciese y al tercer día resucitase de entre los muertos, y que se predicase en su nombre la conversión y la remisión de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Vosotros daréis testimonio de esto".

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UN MENSAJE PARA TODAS LAS NACIONES!

por Dr. R. L. Hymers, Jr.Un sermón predicado en la mañana del Día del Señor, 16 de Abril de 2006

en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).

No te equivoques en esto – Jesús sí estaba muerto. La agonía que padeció en el Huerto de Getsemaní en sí lo hubiera matado si no hubiese sido librado. Tan grande fue Su sufrimiento en el Huerto que

“Era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44).

Si Dios no hubiese enviado a un angel a fortalecerle, él hubiera muerto de su condicion de extrema angustia y tristeza, de la cual él dijo:

“Mi alma está muy triste, hasta la muerte" (Marcos 14:34).

Pero, a la mera orilla de la muerte en Getsemaní, Jesús oró

“ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído” (Hebreos 5:7).

Cristo llegó a la mera orilla de la muerte. De hecho, él estaba muriendo en Getsemaní, y fue halado de la muerte, en respuesta a su oración, al último momento.

Los soldados se metieron en el silencio del huerto y se llevaron a Jesús arrastrándolo, Su ropa ya manchada del sudor sangriento que salió de los poros de Su piel a causa del peso de la culpa humana, ya la ira de Dios habiendo comenzado a caer sobre él para expiar por el pecado, por un Dios santo y justo, que dijo:

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“Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas” (Mateo 26:31).

Los soldados Romanos

“le echaron mano y le prendieron...trajeron, pues, a Jesús al sumo sacerdote” (Marcos 14:46, 53).

“Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban” (Mateo 26:67).

Luego los sacerdotes y la multitud llevaron al Jesús azotado y magullado ante Poncio Pilato el gobernador Romano. Pilato lo interrogó y lo envió a Herodes. Cuando Herodes lo hubo interrogado, envió a Jesús de nuevo a Pilato. Pilato salió al balcón y le dijo en voz alta a la multitud:

“¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues, ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: Sea crucificado!” (Mateo 27:22-23).

“Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó" (Juan 19:1).

Spurgeon preguntó

¿Para qué azotarlo antes de entregarlo a ser crucificado? Seguramente esto era un exceso de crueldad. El azote Romano era algo que no me gusta decribir, uno de los castigos más terribles que se le pueda dar a alguien. Pero Pilato...azotó a Jesús (traducción libre de “The Whole Band Against Christ,” exposition of Matthew 27:22-50, The Metropolitan Tabernacle Pulpit, por C. H. Spurgeon, Pilgrim Publications, reimpresión de 1975, tomo 39, p. 538).

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Matthew Henry le añade a eso:

Jesús fue azotado; este era un castigo tremendamente cruel, especialmente si era aplicado por los Romanos, quienes no estaban sujetos a la ley Judía, que prohibía pasarse de los cuarenta azotes; este castigo le era irrazonablemente aplicado alguien que estaba sentenciado a morir (traducción libre de Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible, Hendrickson Publishers, edición de 1996, vol. 5, p. 341).

Y el Dr. Gill añade:

Los siervos, cuyo papel que Cristo había tomado, eran azotados con látigos; a los que...se les amarraban pedazos de huesos de las caderas de bestias, así que este tipo de azote, era muy severo y cruel (traducción libre de John Gill, D.D., An Exposition of the New Testament, The Baptist Standard Bearer, edición de 1989, tomo I, pagina 357).

Además, el Dr. Gill señala que Jesús parecía haber sido azotado no solamente una vez, sino que dos (ibid.). – una vez registrada por Lucas y la segunda que registra Juan. Estos azotes por sí solos a menudo mataban a hombres. Y Jesús ya había atravesado la experiencia cercana a la muerte de Getsemaní, y la golpiza de los sacerdotes. Pero ahora era azotado casi hasta la muerte, en lo que parece fueron dos ocasiones separadas. La espalda entera de Jesús era ya una masa de lesiones, acompañada de cortadas hondas y aperturas, Su ropa empapada de Sangre.

Pero aun no terminaban con su crueldad. Después de ser azotado:

“Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; y le decían: Salva, Rey de los judíos! y le

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daban bofetadas”     (Juan 19:2-3).

Luego Pilato llevó a Jesús afuera ante la multitud.

“Y pilato les dijo: He aquí el hombre!” (Juan 19:5).

Sin duda jamás habían vista algo tan repulsivo. “He aqui el hombre” Jesús, con una corona de espinas cortantes en Su cabeza, con sangre corriendo de Su frente a Sus ojos, Su cuerpo literalmente hecho trizas por los latigos, un circulo de sangre en el pavimento alrededor de Sus pies.

Sin embargo todavía no terminaban. Los sacerdotes y oficiales clamaban de nuevo,

“Crucifícale! Crucifícale!” (Juan 19:6).

Luego Pilato

“lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron. Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo Gólgota; y allí le crucificaron” (John 19:16-18).

¿Es maravilla que Jesús se cayó al tratar de cargar Su Cruz al lugar de ejecución? Simón de Cirene tuvo que ayudarle, porque él ya estaba casi muerto por la serie de torturas que había atravesado. Joseph Hart describió la escena en um himno solemne titulado “Su Pasión.”

A Jesús paciente ved , ¡Insultado en el más bajo lugar! Los pecadores ataron las manos Todopoderosas, Y escupieron en el rostro de su Creador. 

Con espinas sangra herida su sien Derramando sangre de cada lugar; Su espalda herida con flagelación, Pero latigos más crueles rompen su corazón. 

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Clavado desnudo al madero maldito, Expuesto a vista de la tierra y del cielo, Un espectáculo de heridas y sangre, ¡Un prodigio de amor herido! 

Su pálido, debilitado rostro ved, ¡Aquella tez caída, aquellos ojos adoloridos! En desgracia y en dolor mirad Nuestro Héroe Conquistador cuelga y muere ya.    (traducción libre de “His Passion” by Joseph Hart, 1712-1768).

“Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró”     (Lucas 23:46).

Pero aún no terminaban. Los soldados fueron a ver el cuerpo de Jesús en la Cruz.

“Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua”     (Juan 19:33-34).

El Apóstol Juan estaba allí. Él nos dice que vio a Jesús morir y que su “su testimonio es verdadero” (Juan 19:35). Juan fue un testigo ocular de los eventos en la crucifixión de Cristo. Él estuvo allí. Él lo vio en primera plana.

Los amigos de Jesús llevaron Su cuerpo, lo embalsamaron y

“lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos” (Juan 19:40).

Pusieron Su cuerpo en un sepulcro.Pero aun no habían terminado. Sus enemigos enviaron

soldados Romanos “una guardia” (Mateo 27:65), para que nadie pudiese robar el cuerpo.

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Sí, Jesús murió. A mí, personalmente me parece increíble que algunos Musulmanes extremistas no creen que El murió! Por supuesto no están solos. Algunos escolares liberales en América y en Europa también han dicho que no murió. Pero yo digo que para que un hombre viva después de todo ese castigo, los azotes, las golpizas, los clavos en Sus manos y en Sus pies, la lanza atravesando Su corazón – ¡yo digo que para vivir através de eso se requeriría un milagro más grande que el que Dios resucitase Su cuerpo de los muertos! Pero fue eso precisamente lo que Dios hizo. El tercer día, Jesús resucitó físicamente, triunfante sobre el pecado, la muerte y el Infierno! Y los ángeles dijeron a las mujeres que fueron a Su sepulcro:

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).

Sí, El sí murió – para pagar la pena por nuestros pecados y para experimentar la ira de Dios en contra del pecado. ¡Pero El ahora ha resucitado, físicamente vivo de nuevo de entre los muertos!

Alleluia! Alleluia! Alleluia! La contienda y la pelea terminaron; La victoria de la vida ya se ganó; La canción de gozo ha comenzado. Alleluia! 

La potestad de la muerte hizo ya lo peor; Mas Cristo sus legiones ha dispersado, Que se alcen las voces de santo gozo. Alleluia! 

Los tres tristes días pasaron ya; El se alzó glorioso entre los muertos: Toda la gloria sea a Nuestro Señor. Alleluia! 

Señor, por tus llagas que te hirieron, Del aguijón de la muerte a Tus siervos librad, Para que vivamos y cantemos a Tí. Alleluia! 

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Alleluia! Alleluia! Alleluia!    (traducción libre al Español de “The Strife Is O’er,”       traducida al Inglés por Francis Pott, 1832-1909).

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).

Los Puritanos dividían sus sermones en dos partes. Primero, daban la doctrina, y luego daban la aplicación de la doctrina. Eso es lo que haré esta mañana. He dado la doctrina, y ahora daré la aplicación de nuestro texto:

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).

I. Primero, no busques a Cristo en la ciencia.

Yo no estoy en contra de la ciencia. Para nada. Pero no hallarás a Cristo por medio del estudio científico. ¿Por qué no? Simplemente porque la ciencia trata con las cosas materiales en la tierra y en el cosmos. Si tienes buen ojo, hallarás las marcas de Cristo en Su creación. Ahora esto se llama “diseño inteligente,” de hecho, la creación muestra las marcas y manualidades del Creador, Cristo. Pero las “marcas” y “manualidades” no son Cristo Mismo! Cristo ha resucitado y ascendido a la diestra de Dios en el Cielo. El no está aquí en este cosmos moribundo ni en este mundo que se muere. Por lo tanto, estamos perfectamente correctos en decirle a aquellos que estudian la ciencia:

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).

II. Segundo, no busques a Cristo en la filosofía humana ni en los sistemas religiosos hechos por el hombre.

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Yo he estudiado las teorías filosóficas pricipales. He estudiado las religiones principales. A lo mejor se halle una miga de verdad, pero escondida en masas de prejuicio humano. No sirve de nada buscar a Jesús en la filosofía y en la religión hechas por el hombre. No lo hallarás en las enseñanzas de Platón, de Socrates, ni de los otros filósofos menores. No lo hallarás en las enseñanzas de Confusio, ni Buda, ni Mahoma. Yo respeto a esos hombres; fueron grandes escolares. Pero erróneos. Jesús dijo:

“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Ahora esos filosofos ya están muertos. Ellos no te pueden decir cómo hallar a Cristo.

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).

III. Tercero, no busques a Cristo en el materialismo de América y del mundo Occidental.

Ya que este sermón estará en nuestro sitio de la red, y será leído en siete diferentes idiomas a través del mundo, siento que debo disculparme contigo por la maldad de América y del Occidente. Yo ruego que no seas confundido por las viles enseñanzas que se dan en nuestras universidades Americanas. Yo ruego que no creas que estos maestros del Occidente son Cristianos, o que de algún modo representan a Cristo. Ellos no son Cristianos en ningún sentido! Son anticristos! La Biblia dice:

“Así ahora han surgido muchos anticristos" (I Juan 2:18).

Lo mismo es cierto de la “industria del entretenimiento” en América y en el Occidente. Escupen su vil mensaje anticristo por toda la tierra – y luego se preguntan por qué el Tercer Mundo no los quiere, ni quiere a su tal llamada “libertad.” Nosotros podemos mandar a nuestra imperial armada Americana a aplastar a las naciones del Tercer Mundo, y nos preguntamos por qué ellos no

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quieren lo que tenemos en América y en Europa. Bueno, muchos de nosotros aquí en América y en el Occidente tampoco queremos ese estilo de vida materialista! Yo creo que América debería primero limpiar su propia casa, sus propias universidades ateas y sus filmes y música sucios antes de enviar a su ejercito a imponerle a otros nuestro estilo de vida abandonado por Dios ! Sí tenemos derecho a combatir el terrorismo. Pero hay una mancha y una nube sobre América que me hace cuestionar nuestro derecho a exportar nuestro “estilo de vida” supuestamente superior al del Tercer Mundo. También me hace cuestinar la “superioridad” cultural de América sobre las naciones que invadimos. Decimos ofrecerles “libertad,” pero ellos ven que hemos matado el 15 por ciento de nuestros niños. Hemos matado a 50 millones de ellos en abortos. En Irán todos los bebés tienen derecho a la vida. En América no lo tienen. ¡No me digas que la gente del Tercer Mundo no se fija en eso! Sí lo notan, y nos consideran hipócritas (que sí somos) cuando nosotros hablamos de darles la “libertad” a ellos.

Si fuesemos el país Cristiano que un día fuimos, estaríamos en una mejor posisión de tomar el terreno moral alto. La poliza Americana anterior era no pelear con todo régimen “malo” solamente porque era malo, sino solo pelear contra aquellos que nos atacaban, o que eran peligrosos para nosotros. ¡Yo creo que la manera anterior era mejor y que la nueva es errónea!

No, no hallarás a Jesús en el materialismo de América y de Europa. Nuestra cultura muere en el mundo Occidente. La Cristiandad se desvanece en Europa y en América. Pero en la China, en el Asia Sudeste, en partes de Africa y en Latino América hay gran avivamiento. Podemos decir que el texto tiene una aplicación geográfica. La Cristiandad se muere en el Occidente, pero estalla con vida en el Tercer Mundo. Así que pregunto:

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).

IV. Cuarto, no busques a Cristo en tu propia naturaleza humana inconversa.

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Muchos comenten el error de buscar a Jesús en sus propios corazones. ¡Pero El no está en tu corazón inconverso! La Biblia dice:

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).

Jesús dijo:

“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos...Todas estas maldades de dentro salen"     (Mark 7:21, 23).

El corazón humano es

“muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1).

Por lo tanto, no mires a tu propio corazón inconverso, ni a tus sentimientos. Tu “sentimientos” te engañarán. Si miras dentro de tí mismo, y examinas tus propios pensamientos y deseos, no hallarás a Jesús!

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).

Debes mirar afuera de tí mismo, de tu fondo religioso, de tu propia cultura y gente, de tus propios sentimientos y pensamientos! ¡Mira hacia Jesús – sentado a la diestra de Dios arriba en el Cielo! Si lo buscas allí, allí  lo hallarás. La Biblia dice:

“Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1-2).

¡Es allí donde Cristo está ahora! Y, luego, ven a Jesús. Confíalo. Sé lavado de tus pecados por Su Sangre. ¡Ven a Jesús y El perdonará tu pecado y te dará vida eterna!

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“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).

(FIN DEL SERMN)Tú puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet,

en www.realconversion.com. Oprime "Sermones en Espaol."

La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Luke 24:1-8. El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:“The Strife Is O’er” (traducido por Francis Pott, 1832-1909).

EL BOSQUEJO DE

¡UN MENSAJE PARA TODAS LAS NACIONES!

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6).

(Lucas 22:44; Marcos 14:34; Hebreos 5:7; Mateo 26:31; Marcos 14:46, 53; Mateo 26:67; 27:22-23; Juan 19:1, 2-3, 5, 6, 16-18; Lucas 23:46; 

Juan 19:33-34, 35, 40; Mateo 27:65)

I.   No busques a Cristo en la ciencia, Lucas 24:5-6.II.  No busques a Cristo en la filosofía humana ni en los 

sistemas religiosos hechos por el hombre, Juan 14:6.III. No busques a Cristo en el materialismo de América y del mundo 

Occidental, I Juan 2:18.IV.  No busques a Cristo en tu propia naturaleza humana inconversa, 

Jeremías 17:9; Marcos 7:21, 23; Efesios 2:1; Colosenses 3:1-2.