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50 AGATHOS www.revista-agathos.com E NTREVISTA Javier Sierra escribe desde siempre. En su gesto acoge esa extraña combinación que resulta de la energía natural de la juventud con la serenidad que algunos alcanzan con la madurez, esa especie de templanza que uno confía alcanzar con los años. Su currículo es amplio pero lo que no ha acercado a él ha sido su último libro. El libro número siete. Acaba de publicar “La cena secreta”, uno de los libros con más repercusión de los últimos meses, no solo en España. Del libro se podrían desplegar muchos calificativos pero mejor no arriesgarse a que las grandes palabras, rotas de tanto usarlas, maten el interés del lector. Lejos de la superficialidad que a veces empapa la narrativa, Javier Sierra, desde la primera palabra, ofrece un texto lleno de detalles, de historia, de magia, de misterio. Una trama que le ha atrapado a él mismo y de la que el lector no podrá zafarse. De que Javier Sierra ama lo que construye no hay ninguna duda y eso siempre ofrece misteriosos placeres. Primero felicidades por el libro. Cuéntenos como se inicia en la escritura. La mía es una vocación temprana. Escribí mis primeros relatos a los siete años; aún conservo muchos de ellos. Además, a mi temprana vocación literaria se le unió una precoz vocación editorial: yo mismo encuadernaba mis relatos y hasta los distribuía por colecciones. Por supuesto, nunca fueron publicados. ¿Podrían publicarse como relatos para niños? No. No son relatos para niños sino escritos por un niño. Son cosas distintas. Alguna vez los he releído y he descartado esa idea. Sin embargo, lo que me sorprende al echar la vista atrás es que los temas que elegí son los mismos que me interesan de adulto. Recuerdo que allí había unos relatos de fantasmas, de cruzados... Es muy chocante que un niño de siete años tuviera esa inclinación hacia esa clase de temas. Leyendo “La cena secreta”, estoy en las primeras 100 páginas, me suscita que quizá para entender los códigos secretos de cualquier artista es necesario que uno también tenga una sensibilidad, una percepción similar a la del artista, ¿o no? En el caso por ejemplo de Leonardo, realmente no. Sólo hace falta técnica. Lo que Leonardo utiliza en sus obras deriva de una disciplina antiquísima, clásica: el Arte de la Memoria. Semejante disciplina se utilizó siglos antes de que se inventara la imprenta para codificar información en obras de arte, como si la pintura o la arquitectura fueran papel. Así, cuando alguien se colocaba delante de esa obra de arte, de ese edificio, de esa columnata o ese pórtico, si conocía las claves de lectura podía recibir esa información. Y eso es técnica, más que sensibilidad. Pero en nuestros días, esa técnica se ha perdido. Al convertirnos en una civilización alfabetizada, que ya lee, que tiene a su alcance libros, que ya no le hace falta encriptar información en el arte, hemos perdido por completo nuestra capacidad de buscar los símbolos y leerlos. Lo que intenta mi novela es devolver al lector del siglo veintiuno su capacidad de leer en los símbolos antiguos y que descubra que el arte no se hizo nunca, hasta las vanguardias, por mero placer estético. El arte era información. ¿Cómo se transmitían estos símbolos? Mediante procesos de “iniciación”, aunque suene raro. Son muchas las culturas que emplean el término “Iniciación”. Conozco algo de la India... la transmisión oral... Si, pero esa palabra, “iniciación”, tiene un halo de ocultismo que no es del todo real. La “iniciación” en el mundo antiguo era lo normal: el maestro enseñaba al discípulo sus técnicas, bien fuera un carpintero, un escultor o un contador de historias. El maestro te iniciaba en ese arte y tú, a su vez, lo transmitías a tus discípulos. Era tu obligación. Cuando alcanzabas una maestría en algo, debías aceptar a discípulos para que ese arte no se perdiera. La manera de transmitirlo era mediante la “iniciación”. ¿Cómo salta la chispa de este libro? Porque usted hizo el prólogo de “Las Claves del Código da Vinci” de Enrique de Vicente al que lamentablemente no pude entrevistar. ¿Hay alguna conexión entre la escritura de los dos libros o surgen dispares? Entrevista con Javier Sierra, autor de “La Cena Secreta”

Javier Sierra La Cena Secreta

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ENTREVISTA

Javier Sierra escribe desde siempre. En su gestoacoge esa extraña combinación que resulta de laenergía natural de la juventud con la serenidad quealgunos alcanzan con la madurez, esa especie detemplanza que uno confía alcanzar con los años.

Su currículo es amplio pero lo que no ha acercadoa él ha sido su último libro. El libro número siete.Acaba de publicar “La cena secreta”, uno de los libroscon más repercusión de los últimos meses, no solo enEspaña. Del libro se podrían desplegar muchoscalificativos pero mejor no arriesgarse a que lasgrandes palabras, rotas de tanto usarlas, maten elinterés del lector. Lejos de la superficialidad que aveces empapa la narrativa, Javier Sierra, desde laprimera palabra, ofrece un texto lleno de detalles, dehistoria, de magia, de misterio. Una trama que le haatrapado a él mismo y de la que el lector no podrázafarse. De que Javier Sierra ama lo que construye nohay ninguna duda y eso siempre ofrece misteriososplaceres.

Primero felicidades por el libro. Cuéntenos como seinicia en la escritura.

La mía es una vocación temprana. Escribí mis primerosrelatos a los siete años; aún conservo muchos de ellos.Además, a mi temprana vocación literaria se le unió unaprecoz vocación editorial: yo mismo encuadernaba misrelatos y hasta los distribuía por colecciones. Por supuesto,nunca fueron publicados.

¿Podrían publicarse como relatos para niños?No. No son relatos para niños sino escritos por un niño.

Son cosas distintas. Alguna vez los he releído y hedescartado esa idea. Sin embargo, lo que me sorprende alechar la vista atrás es que los temas que elegí son losmismos que me interesan de adulto. Recuerdo que allíhabía unos relatos de fantasmas, de cruzados... Es muychocante que un niño de siete años tuviera esa inclinaciónhacia esa clase de temas.

Leyendo “La cena secreta”, estoy en las primeras100 páginas, me suscita que quizá para entender loscódigos secretos de cualquier artista es necesario queuno también tenga una sensibilidad, una percepciónsimilar a la del artista, ¿o no?

En el caso por ejemplo de Leonardo, realmente no. Sólohace falta técnica. Lo que Leonardo utiliza en sus obrasderiva de una disciplina antiquísima, clásica: el Arte de laMemoria. Semejante disciplina se utilizó siglos antes de quese inventara la imprenta para codificar información en obras

de arte, como si la pintura o la arquitectura fueran papel.Así, cuando alguien se colocaba delante de esa obra dearte, de ese edificio, de esa columnata o ese pórtico, siconocía las claves de lectura podía recibir esa información.Y eso es técnica, más que sensibilidad. Pero en nuestrosdías, esa técnica se ha perdido. Al convertirnos en unacivilización alfabetizada, que ya lee, que tiene a su alcancelibros, que ya no le hace falta encriptar información en elarte, hemos perdido por completo nuestra capacidad debuscar los símbolos y leerlos. Lo que intenta mi novela esdevolver al lector del siglo veintiuno su capacidad de leer enlos símbolos antiguos y que descubra que el arte no se hizonunca, hasta las vanguardias, por mero placer estético. Elarte era información.

¿Cómo se transmitían estos símbolos?Mediante procesos de “iniciación”, aunque suene raro.

Son muchas las culturas que emplean el término“Iniciación”. Conozco algo de la India... la transmisiónoral...

Si, pero esa palabra, “iniciación”, tiene un halo deocultismo que no es del todo real. La “iniciación” en elmundo antiguo era lo normal: el maestro enseñaba aldiscípulo sus técnicas, bien fuera un carpintero, un escultoro un contador de historias. El maestro te iniciaba en esearte y tú, a su vez, lo transmitías a tus discípulos. Era tuobligación. Cuando alcanzabas una maestría en algo,debías aceptar a discípulos para que ese arte no seperdiera. La manera de transmitirlo era mediante la“iniciación”.

¿Cómo salta la chispa de este libro? Porque ustedhizo el prólogo de “Las Claves del Código da Vinci” deEnrique de Vicente al que lamentablemente no pudeentrevistar. ¿Hay alguna conexión entre la escritura delos dos libros o surgen dispares?

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a u t o r d e “La Cena Secreta”

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tiempo uno de los trabajos clave para “El Código da Vinci”.Se titula “El Enigma Sagrado”. En España se publicó en1982 y vendió cuatro o cinco mil ejemplares, que eramucho para la época. A raíz de la publicación de “El Códigoda Vinci” los editores de “El Enigma Sagrado” se han dadocuenta del tema y lo han republicado... y ya llevan veinteediciones. Creo que esto es un proceso casi mágico, comosi de repente se pusieran en marcha mecanismos en prode determinados conocimientos.

Sí... el inconsciente colectivo...¿Pero por qué está ocurriendo ahora? ¿Por qué no

hace veinte años? Creo que hay una respuesta a esto. Enesta época, en la que Occidente se ha ido haciendoprogresivamente más laico y ha ido alejándose decuestiones religiosas tradicionales, en esta época, el lectorsiente un vacío. Es decir, siente que le falta sentido amuchas cosas, que pasea por delante de una iglesia y nosabe exactamente lo que significa aquella estatua que mirahacia tal lado. ¿Por qué está orientada en determinadadirección? Siente que esa información no se le haexplicado y esa carencia de información hace que necesitetenerla y, esa necesidad solamente la están cubriendolibros como los que escribimos un puñado de autores.Porque si tú entras en la iglesia a preguntar sobre ello, nisiquiera el sacerdote va a saber darte cuenta, ni siquieralos que están dentro saben porqué se hizo eso. Estasnovelas, en ese sentido, responden a dicha necesidad.Son más que una novela. Dan Brown no escribió unanovela, ha escrito algo más profundo. “La Cena Secreta”no es una novela, es algo más porque te está dando esepunto de conexión perdido.

Creo que todo se origina en el inconsciente colectivo. Elpsicólogo Carl Jung defendió que existe una especie deconciencia común de la humanidad. Y, de hecho, sólo esoexplica lo que está ocurriendo ahora. ¿Qué hace que derepente Dan Brown, al otro lado del océano y en mi casoaquí en España, y otros muchos otros autores, estemostrabajando en torno al año 2001-2002, simultáneamente,en un mismo tipo de trabajo? ¿Y que esos trabajosaparezcan con una diferencia de tiempo relativamentecorta? ¿Qué provoca eso? Yo no lo sé. Tuve la suerte detrabajar con “La Ultima Cena” y con todo lo que tiene quever con Leonardo antes de que se publicara “El Código daVinci”. Ahora me sería imposible acceder a determinadosarchivos, lugares, porque es tal la avalancha de lectores,de gente interesada, de curiosos, de provocadores de todotipo que van a estos lugares leonardianos que ahora seríaimposible hacer una investigación como la mía.

Merece la pena llamar la atención del lector sobreese comentario. Uno siempre piensa que el primero fueDan Brown y el resto copió y se subió al tren. Meresulta interesante esta precisión de la simultaneidadcon que diferentes autores están trabajando al mismotiempo sobre lo mismo.

Hay gente que se sube al tren, de eso no cabe duda.Pero Dan Brown no inventa el género. Ya había novelasque tocaban estos temas, como “El Ocho” de KatherineNeville o “El Club Dumas” de Arturo Pérez Reverte. Lanómina de autores que durante las dos décadas previas al“Código Da Vinci” habían tocado estos temas y con éxitoes enorme. Dan Brown, además, se basa en librosantiguos. En España ya se había publicado hacía mucho

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Es cierto que no es narrativa convencional. Lasensación que da cuando uno lee es que el autor no seha sentado delante del papel y se ha puesto a inventar.

Tú vas por la página 100, pero hay un momentodeterminado de la novela en que va creciendo y verás queya no vas a poder soltarla, porque te va a atrapar. Hay unacosa a la que sí responde el libro y es que todas las piezasque tú te has ido encontrando en esas cien primeraspáginas no son superficiales, ninguna es banal, ningunaestá ahí porque sí y verás que todas encajan. Y laperspectiva que te va a dar de “La Ultima Cena” deLeonardo y, también en parte, del arte de esa época serácomo una revelación. Esa revelación la encontrétrabajando sobre la novela. No la tenía antes. Por eso, paramí esta novela es tan especial, porque me dio la soluciónal gran enigma de Leonardo. Pasé un período de tresmeses de parón absoluto. Me dije: “Es imposible, Leonardome ha vencido, lo que ha querido poner aquí nunca serécapaz de entenderlo”. Y después de tres meses de “nocheoscura del alma”, un día bajé a mi estudio, me senté frentea una reproducción de “La Última Cena” y lo vi todo claro.Ese día comprendí que los grandes secretos, los mayores,los más inconfesables, son justo los que están delante denuestros ojos todo el tiempo. Y esa es la gran maravilla deesta historia y de este libro.

Ahora antes de venir he hecho una obertura al azary me sale Benedetto, curioso...

Si esos son los juegos del inconsciente, son lassincronicidades. Jung también lo explicaba. De repente túestas pensando en una dirección y empiezan a ocurrircosas a tu alrededor, pequeñas cosas que se vanencadenando y que van arrojando luz sobre ese tema quetu subconsciente ha “elegido”. Un día estás pensando enun nombre y de repente ese nombre aparece en unapancarta de publicidad de un autobús, lo oyes en la calle,te das cuenta que forma parte de una frase que a ti te gustamucho, o que está en una canción. Esas cosas pasan, yaún no hay una explicación científica para ese cúmulo decoincidencias.

Tendría relación con la transmisión delpensamiento...

Creo que tiene más que ver con una cuestión depercepción. Recibimos cientos estímulos cada minuto,ahora mismo estamos recibiendo muchos de los que nosomos conscientes, pero tu cerebro en un momentodeterminado pone un filtro y el filtro es esa palabra, esenúmero y entonces es cuando al interponerlo empieza apercibir toda esa información.

Al pensar en los mensajes ocultos de los códigossecretos, se me ocurre que no hace mucho, en la épocade la censura, muchos artistas aquí en Cataluña, enEspaña también, muchos cantantes, poetas... en susletras había claramente segundas interpretaciones.¿Quizás es algo innato del ser humano?

No es lo mismo pero tiene cierta relación. Aunquepuede parecer una barbaridad, creo que los mejoresmomentos de la historia de la humanidad son aquellos enlos que la represión nos ha obligado a ser más ingeniosos

y a estar por encima del represor. Eso ocurrió en elRenacimiento, donde la lucha entre la sociedad laica y lasociedad religiosa estaba en su momento álgido. Donde lacivilización pujaba por tener unas libertades que otro sectorde la sociedad no quería que se tuvieran. Eso es lo quepasó aquí con la dictadura política, es lo que pasa en otrospaíses con otras dictaduras. A mí esos momentos meparecen muy evocadores, ricos en “materia literaria”,porque en ellos es fácil encontrar dobles lecturas y lasdobles lecturas son las que hacen fascinantes las cosas.

Lo explícito es burdo... y eso se aplica a todo... inclusoal sexo. El sexo explícito no es nada, en cambio lasugestión, la seducción, lo es todo. Pasa en el lenguaje. Ellenguaje explícito no me llena, la literatura explícitatampoco. Prefiero el juego de la sugerencia porque me damargen de maniobra como receptor. Me parece muyemocionante cuando encuentras un libro donde puedesparticipar y quizá eso es lo que tiene éste.

Sí, acabas siendo parte de la cosa.Te implicas, te has metido.

¿Sería novela histórica?No, yo creo que es mucho más que una novela

histórica.

Aquí no hay nada inventado.No, no lo hay. Es histórica porque se desarrolla en un

marco histórico y yo he sido riguroso con ladocumentación. Todas las referencias que hay a libros, aautores... todo eso existe y puedes comprobarlo. La mayorparte de los protagonistas, desde los discípulos deLeonardo, al nombre del abad del convento, al prior de losDominicos en Roma, Joaquín Torriani, todos estos sonpersonajes existen. He rezado frente a sus tumbas antesde escribir el libro. Es decir, sé que existen. Antes deponerme a escribir, me he “entrevistado” con ellos. Soymuy obseso del dato, de la precisión. Lo que he querido esque no fuera un libro cacatúa que repite lo que han dichootros. He tomado datos de la historia y con esa informaciónhe tratado de responder a los enigmas que me plantea esaépoca. Lo que he hecho es plantear un escenario plausibleque responda a ese enigma.

¿Cuántos años ha estado desde que la idea seactiva hasta que se concluye con la obra? Tenemosbebito.

Desde que tomo la primera nota en un cuaderno comoéste y empiezo ya a recoger información, hasta que sale elbebito, como dices tú, son tres años de trabajo. Ayudatambién la trayectoria anterior.

Sí, porque éste es el séptimo libro… Date cuenta que esto es como una gimnasia. En reali-

dad todo en la vida es gimnasia. Los seis libros anterioresme han dado una capacidad de análisis de la que se habeneficiado este libro. Aunque me hubiera dedicadoquince años sólo a esta novela no hubiera salido así, sinlos libros anteriores.

Parto además de unos principios muy simples perofuncionales. Mi “ley” es nunca creer las versiones oficiales

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de nada, aunque, eso sí, las estudio a fondo.Y eso me da una capacidad de análisis inte-resante porque con toda la información, vién-dola con perspectiva, puedes ver dóndeestán los huecos, qué es lo que han queridodisimular, qué cosas han tapado precipitada-mente y es allí donde yo me lanzo. No tepuedo decir que sean exactamente tres añosporque esos huecos ya los he detectadomuchos años atrás, pero los tres años que hededicado a localizar el hueco y abrirlo y des-pejarlo y ver lo que había detrás esos sí sonlos que han dado paso a la novela.

Si se encontrara con Leonardo ¿qué lediría? ¿y que cree que él le diría del libro?

Lo he pensado muchas veces. Tengo lasensación, subjetiva claro, de que Leonardome sonreiría y diría: “Cómo lo has hecho paradescubrirme”. Tengo la impresión de haberlepillado, en el buen sentido, quinientos añosdespués. Han pasado quinientos años paraencontrar una interpretación coherente.

¿Y usted ha dejado algún códigosecreto personal por ahí?

Siempre hay alguno. Eso lo aprendí deJulio Verne. Él sembró todas sus obras decódigos; los nombres de sus personajes seconstruyen con un determinado objetivo, laselecciones de los escenarios con otro. ¡Todosson claves!

Cuando uno crea algo quizás esinevitable ¿no?

Sí... Se cree, por ejemplo, que Verne,Dumas, Bram Stoker y una amplia serie deautores de ese tiempo encriptaban mensajesen sus obras. Por ejemplo cuando Verneescribe “La vuelta al mundo en ochenta días”pone mucha información relacionada con laniebla, en puntos clave de la obra. El nombredel protagonista, Phileas Fogg, es una clave.Fogg es niebla en inglés. Y ya sabes que hayun código secreto porque el acompañante, elmayordomo de Phileas Fogg en la novelaoriginal se llama Passpartout, es elpasaporte, el pase para todo. En Verne todotiene esa segunda lectura y yo creo que esnecesario poner esas cosas, porqué le estásdando un “extra” al lector juguetón, al lectorinteligente, al lector que no sólo tiene ganasde hacer una lectura explícita sino tambiénimplícita, le das elementos a que descubracosas.

¿Y el siguiente trabajo?Ya estoy con él. No suelo hablar mucho de

las cosas que tengo por delante pero tienemucho que ver con Israel.

Muchas Gracias Javier y feliz Sant Jordi.

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La historia arranca en el año1497, en Roma cuando una se-rie de anónimos que primero re-sultan irrelevantes toman pres-tancia con uno en particular queactiva toda la operativa de la in-quisición. El padre Leyre, reco-nocido experto en descifrarmensajes cifrados es enviado aMilán para encontrar supuestos

mensajes ocultos en la obra que Leonardo está terminando sobre la“Última Cena”. Así los protagonistas empiezan a moverse en diferen-tes círculos. Como en un pequeño cosmos, todos los personajes de“La cena secreta” giran sobre sí mismos influenciando sobremanera alos otros. El influjo que cada uno ejerce sobre el resto da a la narraciónuna textura continua, sin roturas logrando que trama vaya incremen-tando su fuerza inicial. Acontecimientos encadenados, elementos deun contexto que a veces se cruzan, a veces se aniquilan. Pero la vidaes imparable y sigue.

Sin proponérselo el lector se enredará en los sucesos que a modode cascada van desprendiéndose página a página. En esta obra nadaestá de más y todo encaja. El poder económico, el poder religioso, lacreación artística, amores y pasiones, los cristianos y los herejes, losmercaderes, etcétera, pero sobretodo las intrigas forman parte de unargumento que como dice el autor: “no es más que un relato de lo quesucedió”.

El libro es un acercamiento muy particular a la creación de la “Últi-ma Cena” de Leonardo. Un cuadro que no ha dejado indiferente a na-die que lo haya observado y que estos últimos años, ha pasado a for-mar parte de un primer plano literario. No en vano cada vez más seaborda el proceso de creación Leonardo de esta obra.

Escribe el autor: “Leonardo solía apurar las últimas horas de luzen la contemplación de la Última Cena. El sol del ocaso transformabalas figuras sentadas a la mesa en sombras rojizas primero y en perfi-les oscuros, siniestros, después”.

El doble sentidode cada momento yde cada espacio seencarna en los dife-rentes capítulos quedejan intuir desenla-ces que si bien notardan en manifes-tarse, la mayoría delas veces lo hacencon sorpresa para elpropio lector. Consumo cuidado y granpericia Javier Sierrarescata los códigosque Leonardo dejóimpresos es una desus obras más rele-vantes y poco a pocova deshaciendo elmensaje.

Recordar que lanovela fue finalistadel III premio de no-vela ciudad de Torre-vieja. ■

FICHA TÉCNICALA CENA SECRETA

AUTOR:Javier Sierra (Finalista del IIIPremio Novela Ciudad de Torrevieja)

Primera edición: 2004Editorial: Plaza & JanésPáginas: 356