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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas 1 Jardín andalusí

Jardín Andalusí

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Obra poética de corte entre romántico y filosófico dedicada a Andalucía en general y a Almería en particular

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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Jardín andalusí

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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Todos los derechos reservados

Título: Jardín andalusí

Autor: Antonio García Vargas

Portada: Flamenca de Orly Frid

Editorial: Bubok Publishing S.L.

Impreso en: Publicaciones digitales, S.A.

Calle San Florencio, 2

41018 Sevilla

Spain

Depósito Legal: PM 1404-2008

ISBN: 978-84-92500-55-0

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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Jardín andalusí

Antonio García Vargas

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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Toda poesía aspira al menos

a ser leída por el viento,

interpretada por las brisas,

sentida en el silencio,

pronunciada, soñada,

mas nunca a ser plegaria,

sentencia o mandamiento.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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Dedico esta obra a todas aquellas personas pequeñitas que

sembraron en la tierra y en la mente — en propios y extraños—,

sin importarles raza, sexo o condición. Seres anónimos unos,

más o menos conocidos otros; magníficos todos.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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Introducción

Lenguaje y Poesía

Afirmar, según Paz, que el lenguaje es exclusiva del hombre,

contradice una creencia milenaria. Recuerdo cómo comenzaban

aquellas fábulas: “Cuando los animales hablaban…”

Curiosamente, esta creencia fue resucitada por la ciencia de

hace apenas cien años. Los hay incluso, que afirman todavía

que los sistemas de comunicación animal no difieren gran cosa

de los usados por el hombre y para algunos sabios no es ni

mucho menos una metáfora hablar del lenguaje de los pájaros.

El estudio de los lenguajes primitivos confirma lo que nos

revela la antropología cultural: a medida que penetramos en el

pasado no encontramos, como se pensaba en el siglo XIX,

sociedades más simples, sino dueñas de una desconcertante

complejidad.

La ciencia moderna confirma sorpresivamente la teoría de

Herder y los románticos alemanes: “parece indudable que

desde el inicio el lenguaje y el mito permanecen en una insepa-

rable correlación… Ambos son expresiones de una tendencia

fundamental a la formación de símbolos: el principio radical-

mente metafórico que está en la entraña de toda simbolización”

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Lenguaje y mito pues, ¿son bastas metáforas de la realidad?

La esencia del lenguaje es simbólica porque consiste en repre-

sentar un elemento de la realidad por otro, tal como ocurre

con la metáfora. La ciencia verifica esa arraigada creencia en

los poetas de todos los tiempos: el lenguaje es poesía en estado

natural y, junto con el mito, constituyen vastas metáforas de la

realidad.

¿Cabe deducir de ello que el hombre lo es gracias al lenguaje?

¿Gracias a la metáfora original que le hizo Otro y lo separó

del mundo natural? ¿Se creó el hombre a sí mismo al crear el

lenguaje? ¿Cabe deducir que gracias a la palabra el hombre

es una metáfora en sí mismo?

Cada día nos llegan, afloran a la superficie, palabras y frases

en estado puro mientras otras desaparecen. De súbito, el erial

de un idioma aparentemente fatigado se viste de hermosas flo-

res verbales. Remotas criaturitas aparecen en lo frondoso del

habla, copulando, engendrando sin cesar, ebrias de sí.

El lenguaje visto desde el alma es material inflamable que se

incendia al contacto con la imaginación y fantasía individual

dando origen al poema. Lautréamont profetizó que un día la

poesía sería hecha por todos. Como profecía revolucionaria

es deslumbrante, qué duda cabe, pero ello implicaría un regre-

so a lo original de los tiempos: cuando hablar era un cons-

tante crear y supongo que al paso que vamos, por ahora al

menos, estamos bastante lejos de ello.

La creación poética se ha enfrentado siempre a la resistencia

de lo inerte y lo horizontal. Ya Esquilo padeció en sus carnes

el ser acusado de oscuro. Eurípides fue asimismo tachado de

poco claro. Garcilaso fue llamado descastado y cosmopolita.

Los románticos, claro, fueron juzgados como herméticos y

decadentes. Los modernistas tampoco escaparon del acoso.

Parece ser que la dificultad de toda obra nueva reside en su

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novedad. Toda creación provoca recelo, equívocos, ¿miedo?

Está visto que el goce poético no se da sin antes vencer dificul-

tades análogas a las de la creación en sí. Curiosamente, en

casi todas las épocas, es la crisis o decadencia social el periodo

más fértil de la poesía. Es el caso de Góngora y Quevedo;

Rimbaud y Lautréamont; Donne y Blake; Melville y Dickinson.

Según el criterio histórico, Poe es la expresión de la decadencia

sudista y Rubén Darío de la extrema postración de la sociedad

hispanoamericana. Asimismo, la poesía profética de los hebreos

coincide con sus épocas de esclavitud; Villon y Manriqu e es-

criben en lo que se ha llamado el otoño de la Edad Media.

¿Qué decir de la sociedad de transición en que vivió Dante? La

España de Carlos IV produce a Goya. A la vista está que la

poesía, al parecer, no es un reflejo mecánico de la historia aun-

que la relación de ambas es bastante sutil y compleja: mientras

la poesía cambia pero no progresa ni decae, la sociedad decae

irremisiblemente.

Esta obrita poética que tienes en tus manos, lector, es el pro-

ducto de la ilusión y del desencanto a partes iguales. Es un

canto a mi tierra, Almería y, al tiempo, es un testimonio de

mi ser andaluz y español, aun cuando haya pasado bastante

tiempo fuera de mis tierras. Es asimismo, una forma de entre-

tenimiento pues nada me seduce más que escribir poesía pese

a que por lo que se me remunera es por la creación de guiones

que puedan generar películas en USA.

Aprovecho para dar a conocer aquí unas pequeñas piezas lla-

madas ágavas que ya usan en sus creaciones bastantes amigos

poetas en todo el mundo. Son en esencia como el haiku, con su

misma concepción silábica, 5-7-5, pero más adaptadas al

sentir occidental pues toman todos los elementos del haiku y

también todos los que éste rechaza, es decir: permite tanto ex-

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teriorizar como interiorizar.

En su momento creí que se podían andar ambos caminos y ha-

brá quien vea sólo el entorno tal cual y otros que "escucharán"

la música producida por las copas de los árboles y la metáfora

que encierran pues el ágava admite la personificación, la rima,

la suposición, los verbos presentes, pa- pasados y futuros, las

metáforas, etc., manteniéndose, eso sí dentro de la línea gene-

ral 5-7-5. Además, así como el Haiku admite, permite y, a

veces, exige el Kigo, el Ágava acepta sin imponerla, la dedica-

toria entre paréntesis.

Otra composición que ya se conoce en varios países pero que

fue creada en nuestra tierra, Almería, es la Amoraima. Tanto

la amoraima como el ágava se estudian en los departamentos

de español de algunas universidades estadounidenses, latino-

americanas y canadienses. La amoraima es muy parecida a la

seguiriya flamenca. Se trata de estrofas de cuatro versos,

5-5a-10, 11, 12-5, con rima asonante aunque también admite

la consonante. El tercero, dividido en dos hemistiquios de 5-5,

de 5- 6 o de 6-5, o de 6-6 que-da libre de rima.

A la hora de contabilizar las sílabas, se puede obrar a conve-

niencia estableciendo sinalefas o no, a voluntad y contabilizan-

do u omitiendo las particularidades de las palabras finales de

verso agudas o esdrújulas. Lo que realmente importa es que

el sentido de lo que se quiere expresar no se vea perjudicado

por cuestiones formales.

La Amoraima viene a ser casi como la seguiriya flamenca,

6-6a-11-6 o la seguidilla gitana 6-6-10, 11, 12-6 y su “decir”

está dedicado exclusivamente a la temática amorosa y/o de tin-

te erótico-festivo, típico de las provincias españolas e hispano-

americanas y, sobre todo, de Andalucía.

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El librito cuenta también con una serie de poemas romántico-

filosóficos, aderezados con algunas notas cáusticas pero sin

que la sangre llegue al río, sobre Andalucía y Almería, así co-

mo de su entorno natural, costumbres, historia real y mitología

subyacente, unas veces real y otras sugerida para que no sean

sólo otras ciudades las que tengan sus propios héroes inventa-

dos y Almería haya estado hasta ahora prácticamente sin algún

que otro Hércules, Ulises o sendos caballeros cruzados con los

que epatar al visitante.

El autor

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«Liberarse de la creencia

de que no hay libertad

es en realidad ser libre»

—Martin Buber—

Murmuraste de mí el año pasado

y debo beberme tu sangre

—dijo el lobo al cordero.

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Se confunde la alondra

Preñado de augurios y secretos

ruge el fusil de muerte entre los setos.

Federico de nombre. Y García

de apellido. Y Lorca por su madre.

¡Madre mía!

Hay mil rayos de luz

haciendo día,

dos banderillas negras,

¡ah torero!

y un tal García Lorca

que moría

de un cruel rejón de fuego

en el albero.

Se confunde la alondra,

canta,

pía,

mezcla la triste noche

con el día.

Deshojando la jasja andalusí

Desfallezco en el tacto de la noche

feneciendo cual flor en el ocaso,

se desnudan las musas y el Parnaso

muta abriendo su ojal cual lindo broche.

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Sueño un verde desierto de palmeras,

la boca sensual de una muchacha,

mas… ¿dónde vas chaval con esta facha?

¡no me vengas a mí con peteneras!

¡Ah, Andalucía!

Lozana y bella mater abadesa,

étimon enterrado en la espesura,

un hálhal transparenta tu hermosura,

soberana de miel en su calesa.

Almería

y su sol fosforescente,

Granada

verderío lujuriante,

Málaga

es un gemido desafiante,

Jaén

verde olivar resplandeciente.

Córdoba

sarracena; poderío,

Huelva

sueño de brisa enamorada,

Cádiz

hermosa hurí desmelenada

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y Sevilla

¿Sevilla?

¡sí, Sevilla!

por designio divino

maravilla

preñada por las aguas

de su río.

Una guita colgando de una viga,

fandanguillos,

verdiales,

bulerías,

farfolla de coplillas,

naderías,

unas gachas con leche en la barriga.

Un diábolo girando panza arriba,

la morena de Berja en ensalada,

trompa mora,

moruna,

mareada,

peonza que ya viene… ¿o se iba?

Pobre vespa vulgatis sin alitas

ahogada en la acequia de su llanto,

pirindola borracha, triste canto

de blancas amapolas ya marchitas.

Sombrilla gaditana solitaria,

garrotillo del alma abandonada,

la mata de panizo amodorrada

musita en andaluz una plegaria.

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Xerampolino a lomos de cayuco,

mil lienzos de miseria pasajera,

caballitos troyanos de madera,

reloj a la deriva sin su cuco.

¡Ah, Almería!

Recuéstate, mi amor, en el sendero,

recuéstame tú a mí y en la distancia

hallemos en lo nuestro la fragancia

de un acto de amor puro y sincero.

Busca el amanecer, querida mía,

en mi revuelta sábana de piel,

se abrirá cual capullo de papel

en el acontecer del nuevo día.

Un JB a oscuras con mi dama

Hay un amor, cual húmedo rocío,

que se posa en las flores del camino

y en la sucia cagada de los perros.

En una habitación de aliento cutre

una dama se jode los silencios

a cien euros el polvo cada hora.

Ah, mi feroz putita melenada,

me distrae el vaivén de tus caderas,

el suspiro fugaz de tu cintura

y el sabor a sifón de tu sobaco.

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Señora de un poder y orgasmo inédito,

agazapado tigre entre sus muslos

aguardando señales de humo y pasta

para mostrar volcanes y misterios.

Es la historia del círculo vicioso

enlazado al vinilo, la maría,

pegamento a granel, una mamada,

un jota be a oscuras en el wáter

y apenas algo más; apenas nada.

Decálogo in vitro

1

¿Para qué el amor

si en tu corazón, hombre,

ya no hay latido?

Busco en lo profundo del bosque la perdida herencia como paso

previo a mi fatiga ante la noción estoica de los indiferentes.

Consume mi carne la maligna interpretación del otro, en mi

conciencia encarnado. Pulso, exploro, extraigo la savia del

viejo amigo árbol, el alma antigua se asoma, se hermana, soy

rama virgen escindida de mi celda milenaria. Reparo sin

sorprenderme en que toda metafísica supone una constatación

del conocimiento recíproco. Mi lágrima de tiempo corre por

las laderas del viento, me hago brisa niño gaviota y humedezco

con mi semen la copa amiga de las nubes en un acto de amor

nacido de la eterna duda.

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2

Barranco abajo

precipito palabras

buscando ecos.

Desde lo alto la tierra es muy pequeña y el humano exiguo.

Rectas y curvas copulando entre teoremas surgidos del encanto

mágico de la teoría de las cuerdas, geométrica concepción de

esquivas líneas trazadas al azar, socavando el liso vientre de los

pájaros. Una película sin encajes muestra un parco romance,

presente futuro de amores inciertos entre lo curvo del alfanje y

el estricto bordado occidental de la cosmología de las formas.

Al fondo inicia la inocencia un canto a la vida. No hay relieves.

La fe de las montañas desconfía del rugido de los ríos y abajo,

en la cascada, el agua devuelve el caudal vertido a ciegas.

Ella sabe. Es vieja. Desconfía.

3

No habitará

bajo cara pintada

un sentimiento.

La vieja espita de la historia cierra la puerta del tiempo ido.

Capítulo cerrado, sellado, visto para sentencia en el portal del

olvido. Hilemos, hermanos, de nuevo en la gastada rueca.

Atentos, cambio de decorado, se rueda escena segunda. Hoy

nacemos al mundo de la idea, somos espacio vacío rellenando

viejos cerebros de aire, des-congestionando la estirpe de la

angustia y la zozobra. El día gris se ilumina y cubre con sus

gestos sollozos de viejas celdas en Auschwitz. No más

belenes con figuras decapitadas y restos de hollín en esas caras

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fugaces, ham- brientas, difuminadas por la voz del miedo y la

monstruo- sa palabra adulterada.

4

Extiendo manos,

sólo encuentro destellos

de agudas garras.

Aguzando el oído escucho músicas sincopadas en el vientre de

las iras. No existe el lirio, ni la rosa, sólo la herida provocada

por la garra inmisericorde de la bestia. En un extremo del aire

titila yerto el último alarido. La fiera ha despertado, el teorema

se embrutece desligándose del arco y la parodia. El humano

revuelca sus miserias intentando confundirse con el cieno,

mas ya es tarde. Al otro lado de la mesa, comensales de plástico

y oropel entonan cánticos desconocidos heredados de la piedra

del primer rascacielos, en la gran urbe de casinos y submarinos

de bolsillo. Hace frío detrás de las paredes; en la calle

desnuda. Mucho frío.

5

Estrecho cerco

constrictor de palabra.

Más. Más barrotes.

La caja de música ha callado para siempre. En los andenes, el

viejo tren espera a la mesnadas, en reposo. Se escuchan voces y

sables en las redes de los viejos gladiadores. No hay tregua.

Resplandece la matriz viva en la máquina, el genoma

reconstruye el esquema antiguo de la carne, con su piel,

líquidos, intestinos y ritmos palpitantes. El yerto cuerpo

humano con su cáscara de acero da su primer paso hacia el

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vacío. Una estatuilla de papel, inerme ante la catástrofe, sella el

destino de la hembra emparedándola en el burka sin cara, ojos,

ni palabra.

6

¿Qué plantas, hombre,

en esa alambricada

cerca de espinos?

Las puertas del tiempo son meros espejismos de la época, tal

como las arenas de una playa lo son de sus caracolas. La

ilusión de los trasmundos de Nietzsche evoluciona a través de

la esencia de la apariencia, aporta espuma a los nuevos

hemisferios condensando líquenes bajo la sombra del dulce

durazno. Se angosta el tramo que recorren los otoños

amenazando dormir bajo las límpidas sábanas de la otra

lluvia. Nada hay en la sequía que no contenga el gen de la

burla y el desafío expresados en la Lógica menor de Hégel.

Apenas queda tiempo para reinventar, a ciegas, la noche.

7

¡Ah, la razón!

¡Mínima realidad

hilando brumas!

El movimiento es mera sucesión de inmovilidades amenazadas

por ese ínfimo instante que ya no es. En el codiciable fruto de

todo cuerpo de mujer, subyace la respuesta al conocimiento de

la cosa. Todo es intuición en la mañana del discurso y la

metáfora. Tintemos de blanco las ventanas del alba y hagamos

del futuro un ente indiscernible. La razón del mundo es la

enfermedad del vacío, del mismo modo que el movimiento es un

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accidente que lleva a la lo- cura bellísima de las formas

helicoidales.

8

Pintamos caras

en banderas y luchas

buscando un nombre.

Absorto, me pliego a las exigencias de una mirada que

despliega sus distancias como propias. No quiero ser mirado en

el seno de una mirada como quien sangra el corazón de los

relojes de arena. Puede que no amanezca en la retina ajena,

mas no por ello renegaré de la sabiduría de un mar en calma.

Nombraré por orden las cosas importantes y del núcleo

escanciaré en el rostro de la piedra los pétalos de la flor que

ayer pisaste en tu momento de ira y mordedura. Hoy, hasta

siento vergüenza de ser objeto sin nombre en el mausoleo de tus

recuerdos.

9

Abandonada;

escindida del tronco,

muere la rama.

Me visto cuidadosamente tratando de ocultar mi propia

objeticidad. Por primera vez me noto desnudo, me conozco en

estado libre tal y como estuve en la caída original de mi padre.

Retengo un nombre perdurable de las cosas que me incendia,

me desprende de la rama y me argumenta con e l sutil engarce

de una misa negra. Me cerca el celeste aroma de la

alquimia y la caída, tensando mis pulmones, penetrando mis

arterias perladas de sudores y subjetividades que mi objetividad

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jamás ha elegido. Aun así, me contengo en mis humores,

abro el ventanal a tus efluvios de madreselva que acaricia mis

paredes y me tor- no grácil cordillera acariciada por las nieves

de tus montes, tus veredas y la estrechura del grito que

sacude tu cintura.

10

La cara oculta

muestra siempre un lunar

desconocido.

Hoy al fin lo sé, intuyo la presencia de la carne en mis

costillas y la música del aire trae gemidos y ayes lastimeros en

sexos carcomidos por el hambre de los sentidos. Amanece

también el nuevo día de una noche ya pasada. Hoy me siento

trascendente, trascendido. Soy ser que sabe que es sabido, que

piensa y se es pensado y me asumo en la hermosísima verdad

de otra verdad que me es propia. Me derramo en la madrugada

del más puro asombro, soy río, charca, sombra, nave que

surca los espejos de destinos venideros. Siembro mariposas

entre ramas almendradas girando entre los clavos del pobre

carpintero, lamiendo sus heridas, cargando con la cruz de un

mundo que es y no es mío. Hoy, hoy sí, renazco entre las

brasas blandiendo mis versos, una ramita de olivo dulce como

la desaparecida uva de Dalías, mi espada de luz y mi yo

universal: ¡la palabra!

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Flor de sol

Mi brujilla,

tú, Almería,

ciudad mía,

maravilla.

Zagalilla

consentía,

flor de día,

buganvilla.

Yo te adoro

por tu olor,

mi tesoro;

mi flor pura,

pura flor,

mi criatura.

Mujer gata

Yo dibujé tu cuerpo

y te habité,

me acogiste desnudo

sin dudar

y en castillo de arena

desposé

a la gentil doncella

sin igual.

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En el límpido mar de Cabo de Gata

una mujer desnuda se alimenta de sal;

misteriosa dama de roca que de niña

dibujó arenas que habitó.

Sus ojos son desierto, silencio, tumulto interno,

soledad que despierta al conjuro de versos marineros

desprendidos de las flores coralinas.

Cuentan que debajo de su cuerpo corre un río

que endulza con leche sus pezones de sal.

Oí que un día vino un marinero,

la poseyó con su canto y después se fue,

prometiendo regresar para hacer de ella

selva prodigiosa donde el húmedo lamento

de sus silencios de arenosa roca serían palabra.

Ella sueña el momento y perfuma las noches

para despejar la flora que recubre la orilla

del otro lado de la playa.

La mujer gata se recuesta cada tarde en la arena

y apoyando su cabeza en las cristalinas aguas

se hace piedra preciosa, iluminando el mar

con sonidos marineros de luz amorosa,

dejando en la superficie su hermoso cuerpo,

extendidos sus cabellos, sus manos sumergidas

y sus pétreos dedos fuera del agua,

apuntando al cielo en un mensaje de roca

y amor aún no descifrado.

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Quiero pintar en verso (a la memoria de Federico García Lorca)

Quiero un soneto hilar de fuego y luna

y tu cielo andaluz poder rozar;

quisiera sin fusil poder trocar

aquel disparo cruel verde aceituna.

Quiero pintar en verso tu amargura

con colores de viento, olivo y cal,

tus lágrimas de luto, furia, sal

y desterrar tus noches una a una.

Quiero ser del laúd nota sincera

aedo del mar que tú amaste tanto,

loar tu nombre, ansia, vida, pena,

quiero, en fin, ser guitarra, no lamento,

siguiriya espiral, rumba, taranto,

de tu poesía elipse, acorde, tiento.

Una lejana nota que se ahoga

Hay que desalojar la oscuridad

de duendes y reclamos de alcanfor.

Sólo eras una cita ciega y muda,

un rayo de esperanza sumergido

en tarros envasados al vacío.

Perfil, geografía, mezcolanza

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que brinca cual teorema musical

tapizando en el vientre arabescos

y mil acordes mímicos.

Más tarde, entre sábanas de lino,

apenas se refleja el excremento

en el espejo cóncavo del cosmos.

Mas, la duda persiste.

Un pescador, un mar, una coplilla

Un pescador,

un mar,

una coplilla,

piar de pajarillos

en el cielo,

una frágil barquita,

remo y quilla,

un aquilón de miel

y caramelo.

Pececillos dorados

cola y nalgas,

sirenos de marfíl

cantando al sol,

un salmón de cristal

entre las algas,

un ballenato azul,

un caracol.

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Una luna de gasas

y jazmines

derrama en una nube

su pasión;

entre notas de banjo

y violines

copula con la escarcha

el halcón.

El manto de la noche

cubre al día,

varada ya la barca,

el pescador

contempla el fértil cielo

de Almería

y entona una coplilla

a su Creador.

Ven a mi vera; ven zagala hermosa

Ven a mi vera; ven zagala hermosa,

aquí conmigo, cuéntame tu pena,

ven hasta mí, hurí, ven sarracena,

dame tu hermosa flor, ¡dámela, moza!

Hoy hilaré para ti la primorosa

miel carmesí; pondré sobre tu pelo,

junto a la trenza añil, un nuevo anhelo,

un torrente de luz, pequeña diosa.

A la noche, entre velos y topacios,

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libaremos amor, versos, ternuras,

en el remanso udrí de mis palacios.

Y ya en la madrugada, hechos caricias,

surcaremos del cielo los espacios

donde mora el jardín de las delicias.

Viejas claves (a la memoria de María Zambrano)

La mano agazapada el ojo alerta,

sentidos naufragando en mares planos;

entre arbustos cubiertos de reyerta

vate y árbol anidan mil veranos.

Hay una soledad

que el alma toca,

húmeda como un mar

de fría roca.

Naturaleza en crisis, rebelada,

hombre-árbol absorto en su apatía,

agoniza la efigie derrotada

entre gritos de tarde y mediodía.

Hay vocablos salados

y asambleas;

epidermis ardiendo

como teas

El cielo confundido se retira,

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el alma se protege en su ruina,

no queda nada, sólo la mentira

de mil pájaros muertos en la esquina.

Sepultados rescoldos

a la espera,

mil palabras ardiendo

en la hoguera.

Con los brazos abiertos de Zambrano

cubro la imagen pétrea del camino

¡Ya no existe la palma de mi mano!

¡Ya no quedan vestigios de mis ojos!

… mis ojos que, desnudos ya de antojos,

se rindieron al ímpetu del sino

en el mar de renuncias de un verano.

Calla el orbe, solloza

en su afasia

-escindido su núcleo-

la galaxia.

¡Ah, hombre del milenio equivocado!

¡ni siquiera la lluvia te interroga!

¡ni los vientos! ¡ni el lago! ¡ni el venado!

… ni el ayer que en silencio se deroga.

Se ocultan en la nieve

los caminos

protegiendo la huella

de sus trinos.

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Ya no habrán buganvillas, lirios, hiedra,

ni piará el gorrioncillo en la mañana,

ni habrá sombra cubriendo al hombre-piedra,

ni alegre golondrina en la ventana,

si acaso… un epitafio entre la arcilla

recordará al futuro viejas claves:

¡Cuando el hombre la faz del día mancilla

ni en los hombros del poeta anidan aves!

Musas y mariposas en la noche

andalusí

(Dedicado a la memoria de Marosa di Giorgio, lumínica criatura, minúscula

druida flora niña del jardín de los sueños)

“Al subir los soles de la medianoche, dos, como monedas de cobre y oro, las

cosas reaparecieron. Hicimos lo de siempre” –Marosa diGiorgio–

1

La musa se acerca,

se aleja,

nos besa con su boca chiquita,

abre el jazmín de su seda

y la noche se enciende,

etérea,

ligera,

de pronto nos deja,

de lejos sonríe,

bosteza,

esta es la hora bruja,

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31

la hora del lobo,

del búho,

la araña,

y la luna lunera

sumisa los baña.

2

El espejo se cubre de polvos,

la imagen se seca,

poemas de azúcar,

de sal y pimienta,

poeta que muerde suspiros de alcoba

en la boca cereza,

tiniebla de olvido,

paredes sin sangre en las venas,

jóvenes nubes que embisten las naves

en noches serenas,

buscan refugio las hadas

en la flor de la dalia,

dos gotas de lluvia

fabrican con líquenes

diademas de lágrimas,

un gato de plomo maúlla su risa,

se agita,

se calma.

3

Un punto de hilo cosiendo sonrisas,

dos pájaros fríos

amándose en torno al manzano,

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las flores,

las brisas.

Un árbol sin plumas abierto en las ramas

muestra indecoroso sus jóvenes nalgas,

abate pestañas impúdica y tierna

la virgen rocalla,

un fauno retoza a sus anchas

tocando la flauta,

en los cañaverales

ríen juguetonas y alegres

traviesas muchachas.

Es fiesta en el cielo,

riman las zagalas jazmines y versos.

4

Naufragio de olvidos,

de prímulas áureas que sueñan despiertas

enigmas de muros y malvas,

dos bocas de arena,

dos bocas de sauce que lloran,

se abrazan,

dibujando en el aire ciegas mariposas,

un cuerpo que lanza silbidos de piedra

y recoge los ecos

de un largo cabello-estribillo

que en silencio peina.

Gime en la playa lejana una gheisa.

5

En el filo del ojo se estira la ninfa,

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33

sílfide,

estrella,

un sátiro ingrávido posa en el barro

su insólita estela,

inicia la rana su danza,

surge del bosque de grillos

el tenue runrún de la orquesta,

se visten de azules los lotos,

plateadas gencianas

pintan sus pétalos de seda

y brillan luciérnagas nómadas

allá en la floresta,

los gnomos se asustan,

escapan,

se acuestan.

El azul y la tierra se tienden,

se aman;

la cópula estalla.

6

La noche dormita,

noche de gozo,

poesía,

solaz y armonía,

noche de fiesta,

sus ojos de sombra descansan,

a medias despierta.

Un claro del bosque se duerme con ella.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

34

7

Refulge a lo lejos el sol que se acerca,

asoman su cresta diminutos los llanos,

hongos-paloma cabalgan a lomos

de claveles y gamos,

un gallo que canta,

un mirlo que otea,

un perro que ladra al lucero del alba,

ventanas que gritan,

puertas que chirrían,

humanos que pisan los lagos en calma

espantando las aguas, las aves,

gatos y arañas.

8

Ha llegado el hombre.

Ha poblado el día.

El mundo de sueños se hace misterio,

se oculta,

se calla.

La poesía se encoge,

se hace chiquita.

Se acaba.

Poemas de cal y arena

Alejados bajeles, densa bruma,

poemas malparidos, del no tiempo,

son aquellos fugaces estallidos

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35

nacidos de la duda, del lamento.

Un paso para atrás, dos adelante,

una oda al amor, otra al averno,

maravilla que brota, ciñe, abraza,

culebra que te asfixia, aire infecto.

Sientes, vate, un infierno que te araña

y te aferras al flujo del instante,

sufres la quemazón del ígneo dardo

sofocando la musa que en ti arde.

Y te inmolas, poeta, sí, te quemas

en la pira iniciática de un verso

que nada dice al alma ni se acopla

con la entraña sutil del sentimiento.

Mas aguarda el susurro lapidado,

respírate, sé sabio cocodrilo,

los relojes ya saben de tu espera

y tus pasos del polvo del camino.

El hombre de barro ante el espejo

No nieva nunca en esas ciudades sucias,

llenas de muñecas de trapo, trapecistas

y sacos de arena turbia.

Si nuestros dioses y nuestras esperanzas

no son sino fenómenos científicos,

nuestro amor y sentido de la libertad

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es igualmente algo científico, insustancial.

Entonces…

¿tal vez nuestras múltiples carencias

sean también un freno

impuesto por la ciencia divina

para evitar nuevos dioses de barro?

Dejad,

dejadme caminar solo, conmigo,

con muy pocos deseos,

como los elefantes en el bosque.

Cuanto más ligero sea el equipaje

menor será la pérdida.

El mundo no necesita vivir

al nivel intelectual de sus grandes hombres;

tampoco destruirlos.

No obstante, se cuida mucho

pero sí lo segundo.

Lo que el cuerpo crea

es tanto una expresión del adeene

como el propio cuerpo.

Recuerda la metáfora del arrecife de coral:

«Si la esencia de la vida

es la información contenida en el ADN

entonces la suciedad y la civilización

no son más que sistemas

de transmisión de información

con su memoria externa algo cascada».

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37

Miles de marionetas bailan y danzan

sin ton ni son en el escenario de la vida.

Cuando se cortan los hilos, inermes,

se desmoronan sin más.

Dios geometriza continuamente

sirviéndose de ángulos humanos,

permitiendo a políticos y desaprensivos

piratear nuestra memoria milenaria

y colectiva.

Llegamos a la verdad

gracias a que nuestro espíritu

nos la susurra continuamente

pero no la afrontamos

por lo que a la larga, la perdemos.

Lloramos por el lamento de un pájaro

pero no por la sangre de un pez.

¡Benditos aquellos que tienen voz!.

Si los muñecos pudieran hablar

sin duda gritarían angustiados:

¡No quiero convertirme en humano!

Saber implica riesgo para el alma

pero no la muerte necesariamente.

¿Quién puede mirarse al espejo

sin hacerse malvado?

Un espejo no refleja la realidad

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sino que la crea.

Así pues, el espejo alberga un abismo

pero no acepta su escrutinio

a cambio de nada.

Un valor nostálgico

sería sentirse seguro y feliz.

Vendría a ser como vivir libre y en paz.

Me gustaría saber

que si accedo a un estadio superior

de inteligencia,

seguiré siendo yo

y estando a tu lado.

Mas, si algún día desaparezco

búscame, querida,

en lo profundo del escote del tiempo;

en ese estado pasado

en que aún era materia

te estará esperando mi yo paralelo.

El hombre de barro

es imbuido de vida

al extraer energía

de la palabra verdad.

Los humanos

no somos más que el ovillo

del que se toma el hilo

que teje la vida.

Sin sueños,

conciencia,

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incluso espíritus,

no somos más que fisuras

y distorsiones

en la trama uniforme

de la matriz de la realidad.

Si no crees en espíritus

nunca conocerás la locura

ni la esquizofrenia.

El propio paso del tiempo

no puede ser almacenado,

por lo que nunca sabrás

si vives en estado real

o inducido.

¿Nos hemos preguntado

si existe de verdad la familia,

el amor, el sol que nos alumbra

y la vida tal como la conocemos?

Y si nos lo preguntáramos…

¿estaríamos seguros

de querer saber la verdad?

Puede que algún día

lleguemos a entender el paso

que lleva al conocimiento

de nuestros espíritus cósmicos

y seamos uno con el universo.

Cuando ni tienes razón

ni estás equivocado

es hora de tocar con fuerza los tambores

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y hacer ruido, mucho ruido,

para que se percaten de nuestra presencia.

Cuando falla el monólogo

es hora de sumirse en el diálogo

aunque destruya para siempre

nuestra percepción íntima del yo yo yo.

En el inicio todo era poesía

Inaudible son que inaudible llevas tu inaudible ton.

¡Ah, sugerente prosa poetizada! ¡Serás siempre un poema

horizontal!

Relajada, amiga, amante, cubierta tu faz con flotante velo que

muestra, oculta, canta, rima, sueña.

Tus versos agazapados esconden dulces garras de purpurina

prestas a la delicia amorosa, ¡oh Sherezade pródiga en

filtros y deleites!.

Cuando el lector se asoma a la profundidad del texto, tu misterio

camaleónico, embriagador, atenaza lo profundo del ser y lo

envuelve en la danza de lo ignoto, desentrañando para él los

secretos códices de la palabra primera.

Una vez roto el sello, tú, coqueta odalisca musicalizada por los

dioses, te haces espíritu carnal y copulas con la sensibilidad del

entorno, vistiendo de luz las sombras circundantes, despojando

de gasas y ataduras tu ancestral conjuro anatómico.

Cuando el ojo cómplice, humano desnudo, te hace suya, vibran

lejanas las sensibles fibras cuerdas liras del universo y miles de

luminarias hadas estrella, escriben en el archivo galáctico un

nuevo mensaje de amor y esperanza.

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Infinitud de un tiempo intuido

finita magnitud espacio ido

Una armoniosa risa

armoniosa seduce

a la armónica brisa

con ternura infinita

en la infinita noche

la infinitud musita

y la luna lunera

lúnida alunizada

alucinada espera

el viento trae suspiros

suspirada poesía

suspiro de papiros

mientras vate y poema

mezclan prosa poesía

en un sublime tema

suena un rumor de besos

en rumorosos labios

rumores y embelesos

una estrella se tiñe

de topacios nocturnos

que entre risas la ciñe.

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y en su esférica estola

copulan extasiados

abismo y caracola

Pulso el acorde íntimo de un hada

Y brota entre anaqueles y vitrinas

la música que suena do re mi

como un beso robado mí de ti

y en el vientre rebeldes golondrinas.

Te tomo mientras ríes mientras cantas

te rizo como rizo en el papel

leves mentirijillas y oropel

besa que te besé me dan las tantas.

Tu garganta tu pecho tu cadera

la sombra del carmín girón de piel

desprendido del ojo anillo riel

en lo oscuro un amante ansioso espera.

Qué será de nosotros no lo sé

ni siquiera si somos quién o qué.

Último vuelo de ave enamorada

(La chiquilla subió al acantilado

en su último contacto con la nada)

Me cerraste la puerta. Murió el sol.

Apenas leve sal en la mirada,

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ocasional escarcha de mi sueño,

minúscula rendija enmascarada.

No caben llantos risas o estertores,

ni siquiera una flor deshilachada,

madreselva me siento de mi noche,

pequeñísima rosa masacrada.

Trinan las avecillas por mi alma,

sacude terciopelos la genciana,

escorzos de la tarde me acarician,

el trazo de mi vuelo se engalana.

Levito por las ondas; pluma, aire,

extraña sensación; soy abutarda

suave cual suspiro; pajarillo

buscando el dulce nido que le aguarda.

Mil mundos atraviesan el ojo de la

aguja

Sin apenas esfuerzo creo para ti una flor.

Un gesto de mi mano y acaricio tu pecho.

Digo: ¡ven! y la magia de tu cuerpo interroga

lo ancestral del mí ignoto hasta llegar a la esencia.

Después se abren los cielos. Nosotros. Todo. Nada.

Sutil interrogante. Al fin y al cabo, ¿sabes?,

la fuerte tempestad, antes que fiera, fue calma.

Durmámonos querida. Juntos. Mañana es siempre.

El ayer nunca importa. Hoy es siempre mañana.

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Sabor de antiguos labios

Nacen brillos y pechos tatuados

en cada primavera adolescente

en tanto el piercing –ácaro insurrecto-

transparenta la estética del ángel.

En un mundo futuro no habrá sangre

ni el beso añorará lejanas bocas,

ni el susurro entre sábanas y versos

descifrará la vocecilla de los barcos.

No anidará el flamenco entre los senos

de la gentil doncella enamorada

ni se desdoblará la luz del alba

desflorando su vientre adormecido.

Quedarán las cenizas esparcidas

entre brillos de espejos venecianos,

añorando el candor del minotauro

que lloró por el útero del alba.

Tendremos que inventar nuevos acordes

que nos hagan soñar panteras blancas

y nubes de metal de esquinas llanas

donde plantar la flor de la esperanza.

Y tal vez algún grito no castrado

deshoje levedades y sonrojos

del alma inmaculada de la rosa,

rescatando el rumor de antiguas fuentes

de cristalinas aguas subterráneas.

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Borrar al cisne blanco

Tras la refriega, los vencedores escriben la nueva historia. Los

restos del vencido sólo son despojos expuestos al sol

y al olvido. Únicamente la poesía sobrevive en la memoria de

las plantas que, a la noche, la cantan a los diminutos animalitos

del bosque y éstos la memorizan para recitarla

a generaciones venideras. Ellos, los señores del acero,

lo saben, la temen, la persiguen.

Disonancia cromática del ojo

oculto tras la espada vencedora.

La levedad de un acto placentero

es simple desacato a la armonía,

una salivación casi venérea;

¡un puñal indagando en carnes blandas!

La sutil melodía del magnolio

- enfermiza leyenda victoriana

que un alfiler sujeta a la solapa-

es mano oscura; cóndor y antebrazo.

Si miras el abismo muy de cerca

te verás reflejado en su interior,

serás agua, luz, símbolo maldito

y se te tornará áspera el alma.

No basta con matar al cisne blanco;

hay que esparcir las vísceras, ideas,

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maquillar el azogue de su sangre

hasta donde el recuerdo se hace senda.

Consigna: degollar el sol con circo

violando sin piedad su reticencia.

El neandertal lo sabe desde siempre:

¡un poema cautivo es siempre herida!

¡mil conos reflectándose en espejos!

¡una provocación innecesaria!

Sinestesia

Necesito encontrar mi rastro

de entidad congelada

en el profundo sueño.

Sensación paradójica

-sinestesia-

gravitando nostalgias.

De estar seguro de sobrevivir

perdería el temor

que me impide encontrarme.

Ah, alcanzar tu talle y morir

en él temporalmente,

reencarnarme después

mil veces,

nuevo y yo mismo

en cada rincón de tu cuerpo.

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El amor es un hecho poético

muy particular,

sin precedentes aparentes,

que se repite a sí mismo

en mil formas de mujer

que desembocan en una única

fantasía.

Recodo verbal

que termina en un ataúd

de sombras y desencanto.

En la tiniebla

En la tiniebla noche

vive, amor, la secreta duda

de tu encanto.

Palideció lo dulce de mi mano

al notar en tu vientre

la huella grosera

de otra mano.

Ante lo inesperado

de tus agujas de opio

clavadas en mis abanicos,

decidí cabalgarte

–hasta morir-

del todo a la nada

y diluirme

en el nihilismo pasivo

de tu sexo.

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Señales de humo

Necesito escapar del aire

que aprisiona mi carne verso

en el claustro poético

de tu garganta.

Querida mía, ¡cómo duele!

Escuece el daño interno

-absorta ambigüedad

de la percepción esférica-

del frío desencuentro.

Mientras indago en huesos

de polvos y cenizas

amontonadas,

descifro en la penumbra

la maravilla andrógina

de tu salvaje instinto.

Lo siguiente será mostrar

ese tóxico encanto

de hembra perra

a la casta mirada de los sioux;

puede que les libere al fin

de sus plumas

y compartan conmigo su tipi,

squaw, flechas

y señales de humo.

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Poliesis

El poeta observa, huele, toca, sueña las múltiples naturalezas de

la Naturaleza. Después en su alquimia las transmuta y del

sublime proceso nace la poesía de la que brotarán mil

apreciaciones diferentes del hecho poético. Otras veces, el verso

se rebela y la psique del poeta se proyecta silbante cual hidra

policrítica.

¡Díme, amor!

¿qué es un beso?

El beso es, querida mía,

sutil transposición

de dos bocas

que se acercan.

Apenas intento

de conectar

lo que oculta

la seca piel del labio

con la savia universal

que enlaza el Universo

-por medio de la magia de lo bello-

al simple conocimiento

de la carne.

Leve flor declinada

(A ti, mujer silenciosa que yacías en los desiertos; pequeña,

leve, etérea squaw redondeada por el fragor de las olas y el

viento de la intolerancia milenaria)

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La agreste redondez

de tu seno

acumulando noches baldías,

timbres, pautas

y fábulas truncadas

Un beso por lo bajo

y observo mi caída

colgando en lo más hondo

de mi profundo ego.

Quejido existencial de atolones

y promesas al viento

penetrando sin gritos

tu garganta.

Amplias palmas de manos

de caoba expuestas al sol.

Versos confabulados

con lo más tenebrosos del alma.

Mujer de sal y espacios

sellados.

Leve flor declinada,

postrada ante la historia,

asumiendo ser sombra

de otras sombras

donde casi no brilla el sol.

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Azulada luna

Gotitas de piedad

desnudas cual lágrimas

escindidas de mártires

y biombos.

Mis huesos en declive,

huyendo de mi cuerpo

a tu cuerpo inconsistente.

Fugaz desierto de ojos

donde la arena copula.

Hambre de cuerpos,

trémulo instante.

Rebaso en dos zancadas

el portón de tus pechos

y toco con mis dedos

-un rapto de ternura-

tu azulada luna.

Gaviotas diminutas

Necesito abolir

noches oscuras,

bordear archipiélagos

de dientes

y remontar el trazo

de azules lloviznas

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que llevan a lo profundo

de tu anatomía.

Cuerpos oscuros,

noche de abandonos,

llanto de azucenas

marchitas, a la espera

de la lágrima de rocío

que las libre del ocaso.

Mínimas gaviotas diminutas

atrapadas en su vuelo

a mitad de camino

entre la muerte

y el señuelo permanente.

Todo me sale al revés

Hoy quisiera donar mi corazón,

no lo quiero, me sobra, se me ha roto,

aquí he quedado como flor de loto,

solito y sumergido en mi marrón.

Se ha ido de mi lado la fortuna,

mi nena y mi Mercedes ¡uy, qué atraso!

¡un euro en el bolsillo! ¡qué fracaso!

apenas pa’ vinillo y aceituna.

No sé si suicidarme o ir de fiesta,

la duda existencial me atosiga,

esta vida me agobia, me fustiga,

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hasta mi pobre gato me detesta.

Bah, no lo pienso más, voy a buscarme

una moza que quiera consolarme.

Y hay en la penumbra cantos salinos y

lágrimas

Y hay muchos tigres en la orilla

y una leoparda azul melancolía

impresionante ama

esclava

tigra

bordando su manchita oscura y nata.

Y en el profundo bosque amurallado

habita el pajarillo carpintero

desbrozando madera

plumas

libro

pletórico de historias y paisajes.

Y hay mínimos nenúfares danzantes

deslumbrantes sus blancos

rojos

reos

en el presidio líquido, y las algas

que habitan el recuerdo del ayer

lo saben mas lo ocultan,

lo cuidan,

lo protegen,

desde antiguo.

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Hambruna en las ocultas islas del

hombre

Con un sonoro grito de alcoba incendiada

aulló en la noche el hambre de tu cuerpo.

Lamento de arbolito que abate el vendaval.

Tu pubis reflejado en la ventana suspira

cual blanca porcelana que resiste al lamento.

Los astros y los hombres -brevísimas luciérnagas-

navegan en la noche mordedora del sueño.

En un lúgubre antro de Trifonio

entonan el mea culpa, bajo el escupitajo

de un Pan encabritado, las abejas.

El tigre amantísimo atraviesa murallas

hasta llegar al rizo que protege el tesoro.

Y lo devora,

ávido del flujo vital.

Con mil lenguas.

Cinderella andalusí

Una nube coqueta se derrite,

un avión la penetra entre crespones,

grácil manoletina pronta al quite,

bolero de Raquel

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en tus pezones.

Una silla

una mesa

una guitarra,

un ágava y pasión en un vasillo,

un acero en la faja,

de Mudarra…

¡y soy José María el Tempranillo!

Una cintura leve como brisa,

un mordisco voraz y calentura,

un pubis a la sal

y una sonrisa

son de un himno al amor fiel partitura.

Ah, tímida amazona, cinderella

cubierta en su pudor por una estrella.

La brasa carmesí

Se desmorona

–distraído y argente- todo

tu espeso cabello

entre mis dedos.

En tu hombro florece

- impúdica-

la flor del almendro.

La luz asedia el pórtico

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en sombras de tu garganta

incendiando tu cutis

hasta erradicar,

de tus arreboladas mejillas,

la brasa carmesí

que la cabalga.

Muñequitas y heroínas animadas

Pasé dos o tres meses de locura

buscando a Cenicienta y su madrina,

un semáforo en rojo tras la esquina

puso punto final a mi aventura.

Quedé con Blancanieves en Marbella,

preparé una manzana redondita,

la sumergí en azúcar quemadita

y se la di a probar tras la paella.

Se adormeció y llegaron los enanos,

captaron la sonrisa de su cara,

vieron la situación la mar de rara…

¡por poco si llegamos a las manos!

Quedé con tres políticos de altura,

con sus hembras, dinero, coca y playa,

me hablaron de mazmorras y malaya

¡salí de allí pitando con premura!

Rescaté a la princesa prometida

con mi traje de cuero repujado,

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en mi Harley gozamos en un prado

y me piré una vez quedó dormida.

Con la Barbie llegué hasta la locura,

su sexo depilado me fascina

mas tienes que pasarlo por harina

si en él quieres hacer cualquier fritura.

Se acerca el veranillo; ya veremos

qué tal se nos presenta el liguerío.

La verdad, no estoy para mucho lío.

Me iré a una isla desierta. ¡Allí nos vemos!

Trinos en la alborada

Los amantes sabemos

que amar no es buen invento.

Los cuerpos son sierpes

de mortal mordedura.

Hay quien cree en las hadas

y atraviesa sus puertas.

No es extraño ver

al filo del ocaso

cadáveres rientes

volando con las aves

por las nubes.

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Asonancia utópico-cromática de un

soneto isabelino

Gacela de la tarde se hace noche

el tigre acecha fiero en la espesura

la luna abre caricias rima roce

aman libres gacela tigre luna.

En el claro una estrella tibia joven

una nube rosada leve espuma

dos ardillas lagartos al galope

una zorra dos lobos ¡qué locura!

Se abre el nuevo día danza el roble

maúlla en chino un gato ¡qué finura!

el sol reluce en plata oro cobre

¡buenos días don tigre hormiga puma!

De deseos vive el hombre y de misterios

está llena la alforja de los sueños.

Descenso a los infiernos de la duda

Figuras de lo extraño,

de la otra realidad;

la que nos mira

oye

sufre

rehúye.

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En el Inicio

hubo un primer latido de Amor

¿también en el Final?

En la rebelión del huracán

no sólo brota el trueno

y la fogata.

Surge, además,

la implosión primera

del predecible caos

de la luz rosada.

¿Adónde irá la paz

si mutilamos al hermano

sembrándole fronteras

a la puerta de su casa?

¿Adónde la poesía,

el amor y las hadas?

¿Adónde, di, gran hermano feroz?

¿Adónde?

Me pienso

Me pienso arena tibia del desierto.

Fui, fuimos, hermosa fotografía del momento, rendida al paso

del tiempo y a los elementos.

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Mi ojo, sincronizado con la magia del instante, grabó en ágavas

la imagen del amor preservándola de perros y desvencijados

peldaños de sal gorda.

Tú no lo sabías entonces. Creíste en un éxtasis eterno alejado de

la verdad del hexagrama.

Todo evoluciona, incluso lo aparentemente inerte. No existe el

azar sino como consecuencia de algo.

Intuimos el lamento de la gota pero sólo oímos el grito, fragor,

estruendo, de la inmensa ola.

Los actos hermosos o simplemente rutinarios, igual que la

palabra, mal usados, pueden modificar, incluso quebrar, aquello

que tocan o nombran.

El mundo que vemos instante a instante, es como un mínimo

haiku que apenas recoge un lapso de realidad única y

esplendente que nunca más será reproducido.

Nada ocurre porque si, querida, en la voluble noria de la vida.

A veces… ni siquiera ocurre.

Matriz

¡Ah, circulo inteligente que en un determinado momento se

cierra y comienza otro camino distinto! ¡Dime, estás?

¡Desciende! ¡Ven a mí en esta crisis de azufre y desamparo!

Necesito desconectar mi sistema nervioso de la caja negra que

me asfixia.

Preciso visitar la Aleph de nuevos universos donde sea posible

evitar el encapsulamiento del poema y de la brisa.

No puedo alejar del todo la imagen del laberinto.

Me siento tren vagabundo; eterno Moebio que intenta conectar

la matriz con el tiempo real sin conseguirlo.

Conjugar matemática, ajedrez y música, como lo hiciera

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Bach en Las variaciones Goldberg, me es, sin duda, imposible.

Puedo, en cambio, glosar la sublime magia de ese tu ambiguo

triángulo rizoso bajo el que late el misterio y la malicia.

Criaturas desnudas

Mil mundos retoman el sabor de tus labios en el cáliz de una

flor silvestre.

Mientras, Abdullad , en un último rezo, pulsa el botón de su

bomba, un niño sahariano deshidratado hunde sus ojos en la

arena del sueño y, en el replay de la vida, un hombre

emprende un último viaje al Calvario en busca de respuestas.

Tu cuerpo es modelo de un proceso abstracto donde los caminos

conducen a la locura. Habitamos espacios diferentes plagados de

columnas; frío mármol de Macael configurando agazapados

relieves y angustias.

Tal vez si limpio y ordeno mis modelos mentales accederé a una

realidad diferente donde tú y yo seamos simple metáfora

funcional sin consistencia; dos amantes escindidos, motas de

arena perdidas en el desierto de la sed; apenas criaturas que ayer

fueron maravillosa desnudez.

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Sutra versal

Un poema viene a ser como una red de versos abrazados al alma

de tal manera que si miras uno de ellos podrás ver y leer los

demás en su reflejo.

Cada letra palabra es nombre corazón acento de las demás

palabras.

Todas ellas se adhieren estrechan riman enlazan saltan en un

único y maravilloso contenido que no sólo forma parte del

mismo verso sino que es ese mismo verso reflejado en sí.

Animalitos de colores

Una vez se inicia el silencio, las bocas enmudecen y el cuerpo

gira. Todo es posible.

Explicar algo desde el cuerpo es muy sencillo; entenderlo no

tanto. Compartirlo es nacer a otra dimensión que enmascara la

vorágine del Tao. Mas el cuerpo no precisa de palabras.

Me pregunto a oscuras: ¿Y si despeñamos nuestra realidad y

soñamos un poco?

La noche está hambrienta de sueños. Soñemos suave, despacio,

no a zancadas.

Pararé mis pensamientos, sólo un poco, para entrar por el sueño

en el conocimiento de mi verdadera esencia. Si detengo la

cadena tal vez acceda a mí y logre desatarme.

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Quiero ser océano en calma, sin picos de montañas aflorando ni

simas abisales, invisible, silencioso y terrenalmente absorto.

Apenas ser espacio que brilla, se serena, refulge y mordisquea el

ángulo desnudo de la luna. Mínima y clara fuente sin derecho ni

revés. Ser el zazen que sueña ser águila jugador de dados que en

una sola jugada forma piedras, flores, risas, yedras y

pequeñísimos animalitos de colores hasta llegar a la perfección

de lo ignoto.

Es ahí, precisamente ahí, donde mora la respuesta antropófaga.

Tigre

Alfa relampagueante en tu reino natural

eres ¡oh, hermoso tigre! luz y penumbra.

¡Sé hambre que camina! ¡Salta gime ama!

¡Devora el verso antiguo que te hermana

con la llave de toda maravilla!

Mil ojos como ascuas. Eres fuego auroral,

violencia saludable levemente moteada.

Lince ibérico

¡Oh, lince!, ¡bello amigo!

¿Cómo pudo Andalucía

encajar en tu figura

tan simétrica armonía?

¡Isométrica criatura

nacida de la cántara

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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y del tiento;

airosa maravilla,

ágava sol lamento!

Refulgente copla felina,

arrebujada en tu cinética milenaria.

Malos tiempos corren, amigo,

tu horizonte se estrecha;

tu mundo se desmorona

mientras maúllan los gatos

bajo murallas de acero

y codicias envasadas al vacío.

Algún día regresaremos al valle,

a la libertad del viento amarillo

donde el trigo germina y el lagarto

medita en su particular filosofía.

Regresaremos, sí, al valle sin la ira

ni cantos de sirena, ni tambores.

Allá donde florece la prímula ¿recuerdas?

Sí, allá donde el verso bebe de las aguas y el verbo

al fin logró la cópula ideal con el silencio.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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Camino del Gólgota

Arrodillado lamo el pezón de sal de aquella vieja estatua...

Toco,

reblandezco el mármol y su vientre

se agita y desmorona.

El anverso penetra victorioso la tigra

del ocaso.

El semen derramado en buganvillas

cual doblegadas espinas,

multiplica la cópula del alba

mientras Poncio Pilatos,

desvelado,

reabre interrogantes en la arena

de sus playas.

Las sombras masturbando

el sueño de las ranas

farisean espasmos en imágenes

de espejos que caminan fragmentando

la límpida semilla apolillada.

¡Dime Padre! ¿Así? ¿Así querías

quebrar la débil llama que me asola?

Brotan fuegos y lava en las gorgonas

y en ángeles de fruta caídos

de sus ramas.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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Remonto el terregoso promontorio

en este sinestar y fedencanto

que anida en mi corona espinada..

Oteo aquella cruz en el Gólgota,

tan yerta, mausoleo amaderado,

y soy cristal de sangre. Y ventana

cerrada a los ardores. Y al desánimo

entreabierta.

Soy… ¿Soy?. ¡No soy nada, Padre!.

¡Nada!.

¡Tu mensaje de amor ha fracasado!

Perfume de pantera

Tu cuerpo arenoso,

purísima esencia.

Turbadora batalla de la piel

rendida a los encantos de la seda.

Contacto escindido de la carne,

de las carnes. Cadencia inmaculata.

Inocencia.

Perfume de pantera. Sentimiento

cadencioso, urgente, de fiera

cautiva entre las garras del placer.

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Altiva y romancera, esquiva reina

del bosque, de la selva.

Desafiante tigra. Ama. Dueña.

Pensé una noche en el jardín del Edén

Una grieta se está abriendo, querida,

y no creo ser yo quien la provoca.

He vuelto al sitio de puntillas.

Nada pido ni quiero, sólo mirarte

tal vez por última vez y recordar el sitio.

Te he visto amar y cantar,

bailar a la luz de la luna.

Y te he visto besar como a mí me besabas

cuando el mundo era pequeñito.

He leído en tu cuerpo las letras que compuse

y que ya son de otro.

He visto una mano abordando la casa

que yo bordé bajo el temblor de tu vientre

y la he visto, la casa, abrirse al despego

y al momento pasajero

y temblar de pasión simulada.

He leído en tu cuello un diente que no es mío

y tu pecho retoza entre manos desconocidas,

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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cambiando de forma cual sierpe danzante,

colgando del punto donde posé mi mano antigua.

He querido leerte a oscuras como entonces hacía

y no he visto letras,

sólo manchas y marcas de nombres,

como se marca una muesca al abatir enemigos.

No consigo descifrar el rímel caído

que rompe en tus pestañas ríos de mugre

y desencanto.

No entiendo tu libro, mi diosa caída;

ya no entiendo nada.

Viejas claves poéticas

Brinca el beso

-confluencia de dos bocas-

igual que una emboscada a los deseos.

Y nos hacemos ríos. Galopante espuma.

Cascada de materia sedienta de su sed.

El amor es un vuelo;

dos aves que se cruzan

en el campo visual

de dos linces hambrientos.

Hay que volver a abrir los frutos.

Medir la oscuridad de los sueños.

Sofocar la reseca voz de la piedra.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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Paliar la realidad de la locura.

A veces surge un río de asombros

que no figura en mapa alguno.

Se asombra el ojo,

pecho,

sexo,

boca,

hasta el alma se asombra,

y el verso,

de improviso aparece,

llega al labio seco, cual intruso,

humedeciendo viejas claves poéticas

hasta encontrar los rizos de la noche.

El viejo teatro del amor

¿Por qué no nacen juntos los amantes?

¿Por qué la eterna búsqueda de las almas

jugándose al albur el no encontrarse?

Esa constante búsqueda de cuerpos

por lejanos caminos sin señales

ni algún signo vital que aporte luz

o mínimas presencias entre el punto

y la base lineal de la pirámide.

Hojas muertas que el viento desmenuza

multiplicando antiguas cerraduras

que se abren, se cierran y de nuevo

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se abren o se entornan en un juego

que existe y no existe, en que eres

y no eres, apenas marioneta

en el viejo teatro del amor.

Jaula de versos sur-realista

¡Ah, poesía!

Poesía no se angosta en un estricto poema

problema fonema dilema

precisa de ejercicios de prestidigitación

vista magia pasión ternura encanto rima

encima mima estima

midiendo los espacios con el alma alba

generar emociones no en lo extraordinario

ordinario sectario canario

sino en lo cotidiano cual luz barroca

foca oca roca

Atender sin desmayo a lo invisible visible

intangible sensible discernible

la construcción geofísica junto a lo imaginario

relación con la propia naturaleza

como nueva Palladio casa en la espesura sura

mesura locura singladura

forjar Villa Rotonda junto al apartamento

de 30 metros y la casa Tupperware de 25

construir un pajar ex novo robo ovo ovo

para legar a hijos las bases de lo bello ello

aquello destello regomello

Poesía enana plena de mundos en miniatura

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sutura escultura basura

realzados con músicas, colores y gestos estos

junto al acero vidrio del buen arquitecto

afecto insecto perfecto

Hacer como YouTube de cada humano un artista

racista simplista realista

Glosar realizaciones plagio de lo anónimo

la poesía es trabajo de metamorfosis

artrosis cirrosis fimosis

internet nos permite hacer la rima en pijama ama

retama soflama mojama

situar lo marginal junto a lo prestigioso oso oso

rumboso saleroso tramposo

y distanciar el blanco del negro posibilitando

la inclusión en el núcleo de colores intermedios

buscando adecentar la estratosférica indolencia

cadencia dolencia solvencia

de la cachonda prótesis tesis inacabada.

Simple grano ano de pus frontispicio del prepucio

¡Lelo ciberespacio! ¡Pe + pe! ¡Pedo cósmico!

Levitación pueril del desencanto canto darwiniano

en la taza de té de las cinco y punto to to to final.

Regreso al origen

Abrí la puerta trasera de mi vieja casona

y sentí el pellizco del recuerdo.

Vi el jardín abandonado,

resquebrajado el cemento,

con mis huellas intactas.

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Aprecié un sonido viejo

de una tristeza profunda

entre la fuente y la estatua.

Creí ver líneas sombrías

columpiándose en la haya.

Mil duendes imposibles

horadando la penumbra,

aguardando mi llegada.

Un adiós no modulado,

un espectro vagabundo,

un no sé qué terrorífico

que la mirada no admite

salvo con ojos cerrados.

En el ángulo, en la umbría,

entre la dormida hiedra y una acacia taciturna,

el reloj de sol, extenuado,

mostraba una hora extraña,

como de época pasada.

Bordando acordes en la seda de tu

cuerpo

La musicología del amor

se expande por tu pecho de alondra

en un multicolor lenguaje

de notas y corcheas.

Ah, mi amada,

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quiero cantar la historia

entre puntos andaluces

y acordes místicos.

Debo intensificar el lirismo del romance,

atravesar la tierna concha de Venus

y plantar un clavel en los ojos de Gileta.

Cubrir tu dulce aliento con la flor del Moncayo,

aromatizar pares de primeros tonos

con una singular polifonía sacrílega

de resonancia luso andalusí.

Quisiera

convertir un romance con o sin estribillo

en jardines de prímulas y ardores.

Extraer una décima plena de misterios

de la profunda sima de tus pechos.

Penetrar lo insondable de las folias.

Dibujar en pizarras de escarcha

mil letrillas que ensalcen tu hermosura.

Quisiera componer

liras de acordes áureos correteando

por la negra vereda de tus pestañas.

Endechas hilvanadas en tus cabellos

con odas, seguidillas y sextinas.

Octavas hechizadas, embrujos de luna,

coplas de la morena de Córboba

y sonetos gitanos de vino y palmeros.

Musicalizaré para ti, oh querida,

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la tierna melodía de las flores

con arpa clave tiorba guitarra y laúd,

abrazando recodos madrigalescos

a la nota pedal de tu cintura.

Con los suaves acordes de la séptima

articularé notas plácidas y rubíes

para engarzar la grana de tu pecho

al fulgor de una fuga nacarada.

Y en un sutil stile antico a dúo,

perdido en la penumbra del deseo,

loaré la versión ancestral de un aria

de virginalidad profana, al intenso

lirismo de un desnudo climateo.

Dios es número

Cero por uno igual a cero,

más una promesa ambigua

en la que el alma decimaliza su trascendencia.

La noche del número es un exceso de tiniebla

que sana el quebrado de la enfermedad de la luz.

Tamiz de vacío. Metáfora antiquísima

donde amor y odio llegan a ser primos.

La muerte es el cero absoluto del cuerpo.

Morir es simple número desplomado,

tríada deshilachada de final plausible;

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fracción intrascendente que se despoja

de la divina matemática de la vida.

Amores, cordura y desenfreno

son variables resueltas en una tercera vía.

Superan al presente uniéndose al pasado

en un futuro fuera de todo tiempo

y distancia discernibles.

La quietud y el vacío

regresarán por siempre

a lomos del relámpago,

-o en la insonoridad de un verso

aún no descifrado-,

al frugal refrigerio

de la endecha primera.

Homofonía carnal

Me hiciste en una noche de luces

sin que mi grito agónico escalara

la bóveda de sal de mi garganta.

Al calor de tu brasa cubriste

la desnudez del cuerpo,

mi cuerpo,

deshojando mi alma,

mi calma.

Fuiste halcón,

yo palomo maculado,

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pichón pasivo, inexperto,

mártir del morbo, el misterio,

confundido el aliento al sentir

penetrada en dolor, en goce,

mi inocencia adolescente.

Mujer salvaje

Ah, mi hembra de sal,

trapecista del sexo y del azogue.

Estás ahí, en medio de la pista

mostrando tus infiernos,

flagelando tus nalgas de metal

entre lobos y aullidos.

Mil ánimas te adoran, mujer salvaje,

cuando rompes tus pechos con la zarpa

de la desesperanza.

Almería en su sal

Naciste entre dos lágrimas salinas

como un higo, chumbera o mar de esparto;

el zorro un alacrán y hasta el lagarto

tejieron para ti mil clavellinas.

Tus cerros, dos gatitos, un jilguero

un par de gorrioncillos y una encina

glosaron con gorjeos tu almedina,

tus parras, buganvillas y un te quiero.

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Eres vergel de luz ¡qué maravilla!

Apegada a la mar ¡qué marinera!

La joya andalusí ¡dátil, morera!

¡Virginal ciudadela! ¡mi chiquilla.

Un candil con su llama es tu bahía,

de alabastro es tu puerto cincelado,

son ágavas las flores que han besado

tus labios carmesí de mediodía.

Eres fiesta, brocado y poderío,

rodaja de limón, aperitivo,

golondrina silvestre en un tiovivo;

¡capitán de mi nube es tu navío!

Una silla de anea muy gastada,

una sombra alargada en el tejado,

un ciempiés dando tumbos por un prado;

dos notas de un laúd en madrugada.

Broche de mantecados y alfajores,

castañitas asadas, castañuelas;

vestido de volantes, lentejuelas,

¡al fondo en el tablao los cantaores!

Una noche de farra y calentura,

un corderito asado y unos tientos;

cuatro besos furtivos y pa dentro

bajo aquella farola medio oscura.

Al cielo amodorrado una cigarra

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recita un fandanguillo de Almería;

entre palmas, coplillas y alegría

desgrana sus quejíos una guitarra.

Punta Entinas, un canto que no acaba,

Cabo Gata, coqueta y danzarina,

en el centro Almería y su Almedina;

¡en el mar, reflejada, su Alcazaba!

Se dice que brotaste, tierra mía,

de un jardín de ensueño entre zarcillos;

que en ti moran desnudos duendecillos

sesteando entre las flores noche y día.

El mismísimo Ulises en su barco,

encerados los oídos con sordina,

flirtea con tus sirenas cosa fina;

¡Penélope en Itaca con su arco!

Y en esas noches moras y herejía,

que no tocan las almas y la tocan

las ansias de ser tú se te desbocan

pugnando por salir de tu alcancía.

¡Ya es primavera!

Avecilla danzante,

filigrana

mecida por la brisa

tempranera.

Piar de joven pájara

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altanera

trenzando su nidito

en mi ventana.

Hoy nacen mil olores,

tierra y piedra,

resopla el suave sol

de mediodía

y entre guiños de copla

y melodía

florece el alelí

junto a la hiedra.

Madura ya el durazno

y a la higuera

le brotan retorcidas

ramas grises,

retozan madreselvas

y perdices

¡el huerto es un vergel!

¡ya es primavera!

Andalucía en ágava y haiku

Viejos mundos se rompen y un raro viento defenestra voluntad

al tiempo que nuevas caras aparecen por el horizonte,

mostrando rasgos que no nos son del todo desconocidos.

Actores sin papel se erigen en protagonistas de obras

condenadas al fracaso mientras el soplo de la experiencia lucha

por hacer asomar al ojo una lágrima que se rebela. Nuestra

tierra no puede por menos que lamentar su desconsuelo

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en coplillas, fandangos, ágavas y amoraimas, para no caer

en la tentación de abrir la reja que sujeta al tigre dormido.

Signo de copla,

castañuela, poderío;

¡bruja Andalucía!

Somos un pueblo pacífico, / soñador filosófico de la nada y del

todo, / amos y sumisos en el amor a la tierra, / dominados-

dominantes ante el invasor. / Dueños y señores del secreto de la

poesía planetaria./ Pobre de aquél que desconozca los códigos /

y rompa las selladas puertas que encierran / el puño en la otra

orilla.

Suspiro andaluz

hecho amoraima;

un coro de voces / palmeo y arrullos

sones del alma.

Andalucía; ah, mi Andalucía: ocho luceros, ¡ocho!, dormitando

al sol de tus montes y playas. Ocho ágavas refrescando las

memorias del mar de tierra y agua que nos ciñe; que nos

provoca con sus besos de espuma y verso.

Ocho provincias

y una guitarra;

noche flamenca / cielo andalusí

¡La luna canta!

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ANDALUCÍA

cicatriz ondulante

duende y bulería

ALMERIA

Lágrima de luz

escanciada en noches

de luna fértil

GRANADA

Sonrisa verde

persiguiendo vírgenes

en tus ocasos

MÁLAGA

Parpadeo de sol

contraste simbiótico

con la pupila

JAÉN

Llanto de olivas,

vuelo de golondrinas

encadenadas

CÓRDOBA

Tarde moruna,

diálogo permanente

con tus ancestros

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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SEVILLA

Poema virginal,

concubina preñada

de risa y coplas

HUELVA

Lecho de amor

donde besan tus brisas

vientos y mares

CÁDIZ

Gota de rocío

suspendida del trazo

de tus playas

¡Déjame que te cante en verso, mi amor!.

¿NO ERES, ANDALUCÍA,

galope de mi sangre, respirando?

Dime, bella flor,

tú, tan hermosa,

¿en qué agua, verso / prosa, nube, bebes?;

¡dímelo, rosa!

Eres como esa eterna mujer

de caliza vulva espejeante,

tendida al borde del sendero:

¡Penetrado surco de la historia!

Criatura milenaria,

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llena de exilios,

piedra olivar, lagartijas

y sabor a molusco; a mar.

Memoria viva anclada al nudo del tiempo

El gesto veloz de tu aire de vino seco

se escurre entre las piedras de caminos,

promesas, parras, verbos y culebras.

Vieja puta, coqueta,

de posaderas abiertas

a la penetración de nadie;

fertilizada in vitro

por el saber antiguo.

Tu cuerpo es un bosque cultural sellado

donde las ansias de conquista perecen.

Hay una costra muda recubriendo tus tierras,

vigilada por el antiguo lagarto superviviente.

Tu verdad está ahí,

al alcance de los sentidos,

fluyendo, hasta el agobio,

quebrándose al sol;

escurridiza silueta

aspirando caracolas

entre bullir de burbujas

y cangrejos de roca.

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En la noche constelada

se dibujan suspiros

de sombras vegetales

en tu alma de copla.

En ti, con letras arábigas,

aún se escriben epigramas

en hojas de morera.

Supiste resistir la polinización mitológica

del bárbaro

en un “Non serviam” que emanaba

de tus entrañas.

Tu ojo vio el comienzo del mundo

desde la orilla del mar.

Tierra sabia como pocas,

has hecho de tu siesta en paz,

en un mundo de mentes basálticas,

la mayor de tus conquistas.

En tu corteza infinita,

-sin pinturas de guerra-,

reside tu plenitud.

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Almería, mi ciudad

“Todas las tierras, en su diversidad, son una.

Y los hombres todos son vecinos y hermanos”

-Al Zubaidi-

Cuando la piedra despierte

en su vertical caída hacia su origen

¿sentirá la libertad del vértigo?

Es difícil traspasar silencios heredados

y domar esos tigres y panteras al acecho.

Del crudo ladrido de la temblorosa noche

puede que lleguen, lejanos, los recuerdos

que esperan inflamar memorias apagadas.

Las palabras y vientos no tienen propietario,

ni la vida en el planeta, el alba o los alientos;

por eso se agitan cuando la brisa les separa.

Crecen suspiros desde la espiral en fuga;

el tiempo se fragmenta, salta, otea, escarba

la desnuda interrogante del destello del aire

y, entre signos, olores, música y tus ramblas

descifra su asimétrica sinfonía tu alcazaba.

Reluce la blanca y tibia estela

de tu cuerpo de arcilla,

abrazada al zócalo azul

de la abierta ventana sureña.

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Muestras, coqueta, tu alegría

tras el cristal de tus ojos,

levantando los pliegues

de tu falda cubierta de encajes.

Mientras, suenan distantes

arpegios de notas vírgenes,

viejas guitarras disfrazadas;

aires de mediodía.

¡Ah, mi Almería!.

Penetrando tu morada es tu piel

un suspiro, un velero, un bajel.

Flotas, cantas, te ciernes, te deslizas;

gozo de cuerpos iniciando la carrera,

trinos de luna inundando viejos cielos,

gen oculto, poema, prosa, verso, oda.

¿Dónde, dime, las hadas tejen capullos

de glicinas enamoradas en copas de luna?

La criatura nocturna con sus manos de cieno,

¿pretende copular tus armónicas formas?.

La mano en el papel condena los veranos;

en cúpulas-turbantes agonizan los teoremas

y en el escorzo de un plano bañado por la arena

vislumbro la caricia cristalina de otras manos.

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La historia roza tu cuerpo y lo sacude

agitando la piel, huesos, rimas y un clavel.

Te internas en el oído avivando memorias

de músicas pasadas y pueblos cautivos,

caricia breve, hasta el hueso,

mutación de gorriones espesando el aire.

Eres como el remoto mar

de las infancias de la orilla.

Tu faz recostada en el regazo de la roca;

el golpear de las olas -cincel maduro-

no logra restañar tu encanto,

ni evitar ecos de búsquedas

en tu comunión espontánea con las algas.

II

El viento arrasa cuerpos debilitados

y las estaciones al cambiar, hacen

aflorar el alma de los que confían.

De tanto abrirse tus piedras

para alimentar otras luces,

tus pupilas apenas resisten

golpes de manos extrañas;

sirenas proclamando barcos

perdidos en las nieblas,

aires anunciando vientos

procedentes de otras costas,

imperios desnudos

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reclamando ángulos de sol dorados.

Al fondo la gota de agua

traza círculos más amplios

y, junto al estanque, la genciana,

lame un pétalo rebelde.

Miro la alcazaba y me siento pájaro,

replegadas las alas,

absorto en la memoria

compartida del tiempo.

Tu rambla antigua,

pendiente embaldosada

con cabelleras florales,

otrora cicatriz que dividía

tu sufrido trazado ciudadano.

El rostro afilado de Zhurí

contempla el antiguo canal

del gran río de antaño,

convertido en avenida milagrosa.

III

Dicen los que saben,

que las tranquilas aguas marinas,

curan con esmero todas las heridas

En lo agreste de tus montañas,

-en el yermo páramo-

esmerilando cielos,

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entre oleajes de esparto,

mi mano encuentra

la hendidura que lleva

a lo elemental de tu nexo.

Mientras, el niño descifra signos

que brotan del desierto de arena,

el polvo sacude el aire,

devora su identidad y una pequeña voz

se alza sobre el sueño de las aves.

Al atardecer, la ciudad se esconde

entre sus montes y fluye, caliente,

sangre desde sus senos de sombra

hasta lamer la mano del huésped.

Y de las estrellas surge la remota

palabra enterrada, derramando

cantos que son vuelo y caída

mostrando efímeras existencias.

Miradas que borran y escriben

tenues líneas suspendidas

en arcadas de otros puentes.

Mensajes dibujando mensajes,

trinos que crean nuevos ecos,

formas nacidas de las formas,

completando códigos, alumbrando

enigmas viejos a flor de agua.

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IV

Hay rostros que corren

detrás del humo para regresar, a la noche,

convertidos en nubes

Amanece. Ojo frío. Clandestino.

Símbolos de rosas y pájaros

exhalando claridades, luz

de breve tañido matinal,

inflorescencia escondida

en el turgente latido

de un racimo persistente.

Sueño al borde del silencio

deleitando colores de aire

en la sombra casi hueca del hombre.

Busco espacios olvidados

en lluvias de primaveras

sobre antiguos muros secos.

Mi palabra es ruego, no grito.

Petición, no rebeldía. Hablo

en voces resumidas en silencio,

silencio resumido en tu todo.

Oculto en el instante, vestido

de presente o despedida.

Una piedra es ciudad

cuando el hombre es para el hombre,

para todos. O ninguno.

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V

“La luz es tu amante ¡Tierra afortunada!”

–dijo de ti Aldous Huxley

Decía Saqundí

que encontraba en tus playas

raras piedrecitas de colores

que echaban en los botijos de Marrakus;

que tu río, Wady Bayyana,

era de los más placenteros,

con riberas de jardines,

y Platón escribió

de tu Portus Magnus natural,

que tenía capacidad para cobijar

diez mil bajeles

en los días ventosos del Estrecho.

Aquel gran canal, tallado

en el flanco de la montaña,

tras cortejar la alcazaba,

cortaba el monte por el frente,

separando pechos de tierra rocosa

con sus aguas duras,

cruzando por la Bâd Mùsa

en su profundo barranco,

donde se apoyaba

la primera muralla de tu medina

-la que fuera socavada

por Mu ´iz al-Dawla

y se abandonó por la fuerza

del invasor almorávide-

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en la época en que se rompió

el muro que emparentaba la medina

con el arrabal de la al-Musalla.

VI

Suspendida entre el cielo y la tierra,

sobre hombros de ochocientos telares,

manantiales de finas sedas,

se yergue orgullosa

la bellísima Madina al-Mariya

Mira, oscila, mimetiza

latidos, movimientos, vibración.

Horizontes respirando mar;

preludio, músicas, alma, tiempos,

avivando el puro canal del ser,

flujo de aguas, fútiles reflejos

regresando al origen incierto

de sí mismo; del comienzo.

Abriendo espacios nuevos

con que sumar otros mundos,

tomando del positivo su modelo.

Implosiona en mí todo un universo

de nuevas sensaciones

con la sordera del vacío interminable

que reside en la lejana

dimensión del hecho inalcanzable.

Me afianzo en la certidumbre

del dominio de mi propio juicio,

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rechazando penetraciones

de sombras equívocas

que lleguen a distorsionar bellezas

con espejismos de espesos ramajes,

difuminando presencias

de calles, gentes, soles y aromas.

VII

Pisar guijarros de tus playas

en noches de amor y luna,

calman penas causadas

por el ardor de las llagas

Necesito recorrer tu cuerpo entero,

ciudad mía, internarme

en el eclipse que proyecta sobre ti

sombras de eternidad,

restar tristezas de tu semblante,

recuerdos de otros tiempos

en que fuiste hija

de la más terrible ira

de las ciegas nieblas

-hermanos contra hermanos,

sin cara, sin rostro; ciegos ojos-

de la historia,

batallando en silencio,

con penas y espartos,

contra el invencible ejército

del intransigente poder oscuro.

¡Ah, aquel siglo esplendoroso

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

94

de la Almería pujante!,

eras entonces capital

y señora de un reino de taifas,

paz, prosperidad y respeto,

en un tiempo de batallas,

de internas discrepancias

por el poder del trozo de tierra;

peregrinaje continuo

de nuevos adoradores de tu gracia,

creciste desmesuradamente,

tanto que hubo que amurallarte.

Jairán cercó tu borde oriental,

el arrabal de la Musalla y Zuhayr

el arrabal occidental de Hawd

y pasaste a ser, tras Córdoba y Toledo,

la ciudad musulmana más poblada

y tu alcazaba,

la más esplendorosa joya

de tu corona; tu hija predilecta.

VIII

“Almería es como un cubo de cal

–dijo Brenan- arrojado al pie

de una desnuda montaña gris”

Subiendo y bajando falsos escalones

de nuevos comienzos,

sumando ciegos silencios

a cada llamarada del recuerdo;

terquedad celeste

al apagar naufragios,

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

95

arpas sin lluvia,

muros enterrados,

estrellas incoloras,

trozos de nada,

difusos en la espalda

de aullidos agujereados

por olvidos y máscaras.

Saliste al callejón

del nuevo comienzo

encontrando el instante

de otro instante trasladado

al presente instante ya vivido.

Después, de nuevo

entraste en la zona obscura,

las hordas de Alfonso VII;

destrucción en masa,

edificios demolidos,

tu hermoso barrio del Aljibe arrasado,

quedaste tierra mía,

herida de muerte,

te abandonaron filósofos y poetas,

todos ellos escaparon

de la maldición que había caído sobre ti.

Fueron siglos de incertidumbre,

con un único defensor en activo:

tu Alcazaba,

protegida en todo momento por tus siervos,

caballeros brotados de tus entrañas

defendiéndote, incluso,

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

96

del bárbaro asedio

de las tropas del infausto Jaime II.

IX

¿Y si la historia fuera una enfermedad?

¿Como si hubiera que encorvarse

para seguir escribiéndola?

Naciste de la mar,

de manos de militares y economistas,

musulmana de pura cepa,

tanto como Bagdad o Marrakech,

tendida en la acariciante superficie

de tierras de sol desnudo,

perdida en el extremo pobre

de una madre que nunca tuviste;

camino a ninguna parte

hasta que se abrieron otros pórticos

en aire y mar, confluyendo

con la limpidez de tu luz radiante.

Eres la Almería dorada

que Machado supo ver diferente,

ciudad itinerante con caminos

que conducían al inicio;

senderos bordeando el río

desde los Millares y la Urci,

los árabes te concedían

tres barrios formando el arrabal

de la Atalaya de Pechina:

Chanca, la Hoya y San Cristóbal.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

97

las casas escalaron cerros

hasta la entrada de la muralla,

formando el barrio

del barranco de la Puerta de Musa.

X

Situemos los ojos alertas de los viejos sabios

junto a delirios de amantes mordiendo la flor

Soy ave que contempla

desde la Alcazaba tus calles moras,

sucesión constante

de pequeñas azoteas

salpicadas de patios,

árboles y palmeras rompiendo

la monotonía del paisaje,

columnas de minaretes y mezquitas,

entre el caprichoso desparpajo

de sus zigzagueantes callejuelas polvorientas,

construida para la vida privada

y el recogimiento, cerrada,

hermética y familiar,

sin rasgos,

sin rostro,

sin fachada.

¿Fracasó nuestro sueño

de ser ventana de lunas amarillas?

no importa la edad sino el latido

que lleva a la edad del rocío;

la suma de impulsos ciegos

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

98

no siempre conduce a la arboleda,

ni el verso impacta la noche

atravesando el levadizo puente

que aísla incongruencias maquilladas

por aires de revuelta,

¿acaso fuimos invitados

a dialogar con sombras y turbantes?

¿ofrecieron los cruzados

oxigenar nuestras almas dolientes?

XI

Puede que algún día la piel

vacíe su memoria y podamos

dormir confiados, cerca del fuego

Sueños de supervivencia

entre adobes, madera y yeso,

calles, callejones y adarves,

sin plazas ni adornos vanos,

los puntos de reunión en zocos,

bazares y alcaicerías,

la diversión en las correderas,

alamedas y cementerios,

la vida musulmana levantaba

cercas protegiendo su reposo

del sol, el viento, la lluvia,

tempestades y tumultos indeseados,

ruidos y el acre olor a polvo,

muchedumbres,

sudor y especias.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

99

Tus olas traen murmullos eternos

entre conchas marinas y noches de luna;

ecos antiguos multiplicándose

en la gris profundidad

de un grano de arena.

Extraños sones

surgen de tus rocas,

lamentos de musgos,

algas y cangrejos,

marejada indolente

que pulsa, alegre,

la geometría hipnótica

de tus playas,

encallando canciones y salmos,

procedentes de viejas voces

que te habitaron.

Doscientos escalones

llevan al secreto néctar

protegido por la rueda del tiempo

y brotarán cuando lluevan

sudarios por la grieta

que acogió al primer huésped.

XII

“He pisado una tierra

donde los guijarros son perlas;

la tierra, almizcle

y los jardines, majestades”

-Verso de Ibn Hani al-Ilbirí siglo X-

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100

Dicen, Alcazaba,

que tu vientre ha parido

hasta diez criaturas.

Eres una fortaleza en construcción,

destrucción y reconstrucción permanente,

desde tu alumbramiento

hace más de mil años.

Los árabes te llamaban

al-hisana y Calaa Jairán

y los almerienses

te nombraban por alcazaba,

en su dialecto andaluz de entonces.

Su terquedad hizo que tu nombre

designara todas las fortalezas.

¡Tan terca como tú,

que te rendiste a la naturaleza,

no al invasor!.

Cuenta la leyenda,

que en la gruta bajo el castillo de San Telmo,

semioculta por el agua del mar,

se protegió Ulises de las sirenas.

XIII

Hay siglos que emergen

con nuevas luces silenciando

incógnitas de pasadas contiendas

Me ha contado un geniecillo

que, el mismísimo Túbal, nieto de Noé,

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

101

arribó a tus playas tras un naufragio

y ante tamaña belleza

decidió instalar aquí

el primer asentamiento humano.

Después fue Osiris

quien te visitó

cuando perseguía al tirano Gerión

y cuando Hércules luchó

contra los hijos de éste,

fue en tus playas donde preparó

la estrategia para tan singular combate,

dejándonos después,

como primeros reyes, a Hispalo

y posteriormente Hespero.

Hoy llegan a tus costas

los hijos modernos de aquellos

que te engrandecieron.

Vestidos de miseria,

buscando cobijo

en el trozo de hierba

que plantó su padre,

sin más equipaje

que recuerdos desnudos,

vidrios sin brillo

en tierras de hambre,

hileras de caminantes

entre edificios hostiles,

esperando heredar

la espesa lluvia.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

102

No caben lamentos,

ni prolongar los soles

en la recreación de la derrota antigua,

¿bajo qué recóndito árbol

enterrarán la piel?.

Se rebela el aire

huyendo de ellos,

y queda sólo

la mancha desierta,

protegida por la gula

del cordero insaciable

XIV

¿Quién eres tú, que llegas

arañando mis costillas,

traspasando vísceras

y huesos como un grito?

Cerca de la alcazaba,

en la zona de la Chanca,

hay una gran cueva

excavada en la montaña.

De niños la llamábamos el Refugio.

Comunicaba con el mar

por uno de sus ramales

y por el otro llevaba

a la Noria del Viento,

donde, dejándose arrastrar

por la corriente, podías visitar

sus compartimentos secretos.

Cada uno de ellos guardaba,

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

103

expresada en ideogramas,

una historia diferente

sobre hechos acaecidos

a lo largo de los siglos,

que el tiempo y el olvido

han ido transformando en cuentos

y leyendas casi olvidadas.

Estás triste de sombras

y recuerdos esparcidos

por habitáculos de odios.

En la profundidad

de tu seno de piedra, Alcazaba,

quiebra el silencio nocturno

el llanto lejano del niño Farag,

hermano del rey granadino Muhamad VI,

preso y muerto en mazmorra

por la codicia del visir Almaruc,

que engañó a su rey.

Dicen que la noche

del cumpleaños de su muerte,

el fantasma de Farad pasea

con la lámina de oro

en que grabó con un clavo

la conspiración del visir,

esperando los besos de arrepentimiento

que le trae su hermano Muhamad.

XV

¡Ah, bellísima Alcazaba,

centinela y amante

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104

de Madina-al-mariya!

No necesito tocar tus muros

para tener conciencia

de mi mano y de tu historia

Apoyando el oído

en las inmediaciones

de la Noria del Viento,

junto al seco pozo,

se oyen músicas exóticas

y brisas correteando

por los distintos pasadizos de su interior;

en ciertas noches del año,

suenan voces y susurros,

lamentos de almas,

cánticos enamorados

y el llanto triste de Almotacín;

la dulce voz de la bellísima Odalisca,

el acre sonido de armaduras

de los templarios custodios,

que protegen secretos aún sellados,

misterio milenario

que ocultara Hugo de Payens.

Cuentan que Aben Abas,

al intentar succionar

el veneno que una abeja

había introducido al picar

uno de los pechos de su hija,

concibió por ella

tal lúbrico deseo,

que engendraron hijo incestuoso.

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105

Asustado de su acción,

arrojó a Aixa, su hija,

a las profundidades del pozo

de la Noria del Viento,

después ordenó

hacer desaparecer

aquella criatura

nacida contra natura,

abandonándola en el mar,

a cierta distancia de las costas almerienses

donde, una vez en el fondo,

fue alimentado por el agua milagrosa

de una fuente submarina,

en las proximidades de la actual Aguadulce,

después, Habib fue reclamado

por profundas corrientes de aire

y conducido a la estancia espiritual

de su madre Aixa que le cuidó

en su secreto aposento,

convirtiéndose con el tiempo

en Guardián de las selladas Puertas del Viento.

XVI

Cuando nos volvemos íntimos

caen las máscaras del lenguaje

y lejos de los alfanjes

bebemos la misma copa

La España almohade,

quebrada postreramente

en pequeños reinos; taifas,

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

106

fue absorbida,

conquistada,

por el empuje cristiano,

una tras otra:

Córdoba primero,

Valencia y Sevilla después

de múltiples escaramuzas.

Los musulmanes, hostigados,

buscaron refugio en tierras de Granada,

protegidos por las defensas naturales

de la Sierra Nevada, en sus campos

permanentemente regados,

florecidos de olivares

y hermosos naranjales,

hermanados en una propicia naturaleza;

en estrecha simbiosis envidiable.

Los siguientes doscientos sesenta años,

Granada, Almería, Málaga, Jaén y Jerez,

fueron el último baluarte

del llamado reino de Granada,

repeliendo ataques

y maravillando al mundo

con sus aportaciones en el arte y las ciencias,

mostrando la cultura de una civilización

por la que la nación de Al Andalus

fue durante ochocientos años

honor, espejo y guía de la cultura universal.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

107

XVII

Escribo voces en el sonido de unos versos

mientras la insensible araña teje sin prisas;

ojos rodantes sobre asimétricos suelos,

almas oscuras estrangulando silencios

No debemos traicionar al viento

manchando su transparencia

pues mancharla es perder

la posibilidad de aprenderlo.

Tal vez mañana comprendamos

que hay momentos para adorar

la piedra, el aire, los elementos

y surgirá del desnudo relámpago

la sonrisa de labios desde afuera.

o un brote de luz hacia adentro.

Pulso, perforo,

buscando abrigo en rescoldos

de otras pieles que abrazaron

mi cuerpo; viejos romances

expresados en ocultos,

anónimos cantos suaves

con que los muladíes

recitaban sus moaxajas

y pequeñas jarchas,

buscando la senda perdida

que lleva al bosquecillo donde habita

el dragón adormecido.

Veo en sueños arenas de desiertos,

dorando bucles en rizos de miércoles,

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108

oasis protegidos por salvajes potros,

cuna del desasosiego que me habita,

y en esta tristeza de nubes y recuerdos,

laten euforias nacidas de otras lluvias.

Te veo Almería

y dejo de hurgar leyendas escritas

y gestos de duras piedras;

recupero la parte más sabia de mi cuerpo,

la que sabe descifrar mis sueños,

y propongo sonrisas

y abrazos de hermano

que amurallen espiritualmente,

con vínculos afines,

la codicia que golpea

la soledad de los viejos húmeros.

En el fondo de la jarra

universal de la Vida,

figuran citas y salmos olvidados,

debemos esperar

el alumbramiento del lucero de la tarde,

buscando el paso misterioso

que nos lleve lejos,

hacia donde no vuelve sino lo que olvidamos.

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109

Amoraimas

Naciste almeriense, Amoraima, (Registro de la Propiedad Intelectual con el

número AL-04-2004-2113) coqueta y muy traviesa, entre seguiriya

flamenca o seguidilla gitana y suave fandango de almadrabilla)

1

Acaríciame,

hunde mi cuerpo

en lo más hondo / lejos del límite;

fuera del tiempo

2

Aquel verano

fuiste mi brisa

vestida de fiesta / escote fandango

y una sonrisa

3

Aquella noche

de amor y celos,

brotó en lo profundo / del sentimiento,

un mundo nuevo.

4

¡Ay, Almería!

Es tu Alcazaba

junto a tus gentes / paz música y luz

¡una gozada!

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

110

5

¡Ay, mare mía!

¡qué desaliento!

mi zagalilla / me mandó anoche

a tomar viento.

6

Campanilleros

repiqueteando;

por las veredas / de Andalucía

vienen sonando

7

Dame un respiro

hermosa mía

déjame descansar / unos minutillos

no más, querida

8

De madrugada

tu respiración

alza tu pecho / mostrando el rosado

y grueso pezón.

9

Dicen los sabios,

de los amores,

que hay que vivirlos / antes que la vida

nos los jorobe.

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111

10

Dijiste amarme,

lo juraste, amor,

ahora vienes / y con toa tu jeta

dices que no

11

Dijiste que no

mas fue que sí,

las cosas del querer / se arreglan con besos

sin discutir

12

Dime, bella flor,

tú, tan hermosa,

¿en qué agua, verso / prosa, nube, bebes?;

¡dímelo, rosa!

13

¡Dime, chiquilla!

¿conservas tal vez

aquella braguita / de fino encaje

que te regalé?

14

¡Dime, mi amor!

cuando en tu mano

pongo mi mano / ¿no te estremeces

d´arriba´bajo?

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

112

15

Dos tomates,

una lechuga,

centrada ella / ellos a los lados,

¡novia a la fuga!

16

El dobladillo

de tu faldita

está descosido / ¿quién lo pisaría?,

¡ay, Margarita!

17

En Almería,

las zagalillas,

si abren los ojos / alumbran la noche

como bombillas

18

En el tablao luz,

copla y gitana;

taconeo, palmas, / cascabel de risas,

vino y jarana.

19

Entre Aguadulce

y Cabo Gata,

en línea recta / vete sin coche

¡mójate y nada!

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

113

20

Hay en tus besos

puntos y aparte

diéresis, tildes / acentos y comas

¡eso sí es arte!

21

Hay en mi barrio

una zagala

cuando me mira / se me derrite

toíta, el alma.

22

Hay una esquina

frente a tu casa;

cada mañana / por si acaso pasas

me dan las tantas

23

Hija de la luz

de vientos y mar

eres Almería / una bella diosa

de arenas y sal

24

Hoy conocí

a una chavala

y al mirar sus ojos / Cupido y su flecha

hirieron mi alma

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

114

25

Hoy la vi pasar

por el camino;

una abubilla / por no asustarla

cesó en su trino.

26

Hoy le cantaré

a mi morena

una amoraima / pa´encender risas

y apagar penas.

27

Hoy me ha mirado,

y en su pupila

cabalgaban brisas / gritando al viento

que ella era mía.

28

Junto a tu vera,

niño, echada en ti,

siento en mi cosa / tus tibios dedos

¡qué gustirrinín!.

29

La flor de almendro

y la aceituna;

en primavera / brotan salvajes

todas a una

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

115

30

La rima escala

tus rizos negros

y anuda versos / de mis poemas

entre tu pelo

31

Las amoraimas

y fandanguillos,

en Almería / comparten músicas

¡no estribillos!

32

Leí en tus ojos

que no me amabas

y sentí clavarse / un puñal de acero

en toa mi alma.

33

Metí la mano

bajo tu falda,

encontré el refajo / y allá en lo hondo

tu carne blanca

34

Mi pelo es rubio

zagala mía;

no uso refajo / soy de posibles

¡y de Almería!

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

116

35

No me quieras más,

no me des tu amor,

déjame creer / que todo comienza;

que nada pasó.

36

Ponme la mano

aquí, mi vida,

nota este fuego / que incontenible

por ti respira.

37

Ponme tu mano

en el pirulí

despacito, nena / con buena letra,

¡así, amor, así!.

38

Qué exagerá

cuando me aprietas

entre tus muslos / y tras el orgasmo

te quedas quieta

39

Risas de azúcar

roban mi calma,

labios de tiza / en oscuro papel;

muerte del alma.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

117

40

Se hace seda

mi mano al cubrir

tu piel crujiente, / reteniendo aromas

y esencias mil

41

Sé que me amas

a ciencia cierta,

me lo dice el temblor / del labio en mi labio

cuando me besas.

42

Son tus ardores

los que me tientan

cuando de noche / entre suspiros

a mí te acercas

43

Suspiro andaluz

hecho amoraima;

un coro de voces / palmeo y arrullos

sones del alma.

44

Talle de avispa,

ojos de cartón;

en el cabello / una larga trenza

y a tu vera, yo.

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

118

45

Tiene mi niña

junto al ombligo

un cepo esperando / atrapar mi mano

si me “despisto”

46

Tienen tus ojos

al acostarte

puntos suspensivos / acentos y comas

punto y aparte

47

Tienen tus ojos

una mirada

entre dulce y salá / y cuando me miran

siento que hablan

48

Tienen tus ojos

en las pestañas

un mar de rizos / que bañan las playas

de toda España

49

Tienen tus ojos

gitana mía

presagios de luna / misterio y besos

cuando me miran

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

119

50

Tienes los ojos,

niña del alma,

como dos luceros / y cuando se abren

despunta el alba

51

Tocan las palmas

cuatro palmeros

y una amoraima / van desgranando

entre sus dedos

52

Tomé tus besos

aquella noche

y desde entonces / estoy que muero

del mal de amores

53

Tras las caricias

y el toqueteo

se abrieron de golpe / todos los infiernos

al primer beso

54

Tu barriguita

se pone tensa

cuando mi mano / como al descuido

roza tu pierna.

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120

55

Tus castañuelas

y mi guitarra;

la bota de vino / y la suegra a cuestas

¡vamos de farra!

56

Tus ojos negros

hablan y mienten

cuando me dicen / tras las pestañas

cuánto me quieren

57

Una coplilla,

las castañuelas,

un par de miradas / zapateao y olé

y una mozuela.

58

Una mocita

que me camela

me dijo anoche / ¡méteme mano!

¡dame candela!

59

(Seguidilla gitana)

Una adolescente

toda peripuesta

perdió bailando / su braguita rosa

y se aguó la fiesta

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121

Seguidillas

1

Un pequeño tanguita

usa mi Frasca.

cuando mea esta niña

¿no se lo mancha?

2

Una caricia tuya

roba mi calma;

no sé lo que me has hecho

niña del alma

3

Una nena bailando

perdió el resuello

y lo encontró colgando

de un limonero

4

Tiene mi zagalilla

un par de tetas

que cuando las columpia

veo las estrellas

5

Dame la mano, niña,

no tengas miedo;

te enseñaré esta noche

cuánto te quiero

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

122

6

Necesito en tu boca

una sonrisa

y en tu carita toda

mucha alegría.

7

(Seguidilla con bordón)

En un arrebato, ella

me dio un beso

y se marchó a su casa

con regomello.

No llores, niña,

el beso te devuelto

y una sonrisa.

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123

Ágavas

Nacidas, al igual que la amoraima, en Almería,

casi a la misma hora, la misma noche del mismo día.

Alternativa del sentimiento andalusí

a la filosofía zen del haiku japonés.

1

Resplandeciente

como chorros de oro

tú, Almería

2

Como epilios

o pequeñas réplicas

caen los exilios

3

Savia de sabios

y en la boca bonita

rojo de labios

4

Decae la tarde;

gráciles luciérnagas

regalan luz

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124

5

Triste caricia

sin un pecho amoroso

donde posarse

6

Río sin agua,

cascabel sin gatita

mundo sin eme

7

Náufrago inerme,

ninguna playa espera;

ninguna arena

8

Quien nada espera

nada pierde ni gana

si nada llega

9

Soy vulnerable

como la débil caña

arrodillada

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

125

10

La suave brisa

a veces, te recuerda

qué y quién eres

11

Sonido urbano,

claxon, voces distantes,

almas en pena

12

Dedos íntimos,

recodos por descubrir,

carne en suspenso

13

Cuando no hay nada

que perder, ni un por qué,

sobran salivas

14

SOLA EN EL DINTEL,

baile de sombra y luz;

TU

CARA

UN

PINCEL

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

126

15

Tic tac perenne,

el espejo es mi reloj,

rugen las horas

16

Desciende el dedo.

Veloz, del pecho asciendes,

respiración

17

Abrí el corazón

y, como por ensalmo,

brotó un te amo

18

¡Hoy nazco poema!

broto en mi espacio vital,

acto de amor

19

Busqué tus besos

con los labios de antaño;

¡hallé vacíos!

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

127

20

De niña dudé

y una flor me respondió,

no mi muñeca

21

MIRADA FUGAZ,

hubo un roce furtivo

Y

SE

ABRIÓ

EL CIELO

22

Éste tu cuerpo

cicatriz ondulante

¡en guerra abierta!

23

Fragancia verde;

olor, misterio, frescor,

¡niña albahaca!

24

Sarta de piedras

engarzadas, ¡de fiera!,

son tus dientes

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128

25

Rompe el misterio

tu ojo azul con pecas

desnudándome

26

Huyen los besos

encontrando refugio

en otros labios

27

Una guitarra,

un par de castañuelas,

trío de notas

28

La noche eres tú;

cuando llega el nuevo día

te vistes de luz

29

Una peineta,

vestido de volantes

y una verbena

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129

30

(a Almería)

Un fandanguillo,

claras fachadas al sol;

¡fúlgida y mía!

31

A

G

A

Z

A

P

A

D

A

en el sombrío silencio,

esperas, MUERTE

32

(Mantis macho)

Postrer deleite;

DOLOR,

PLACER,

ORGASMO;

sexo sin seso

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JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

130

33

BROTA un arpegio

esparciendo músicas

¿BAILAMOS

AMOR?

34

NOCHE MÁGICA;

un verso cauteloso

ESCALA

TU

PIEL

35

¡Rómpete,

noche!

CIUDAD ALETARGADA

¡Dame

rock-and-roll!

36

Moza

ANDALUSÍ,

exudas OCIO animal

en

HUESO Y PIEL

Page 131: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

131

37

Ottava rima

io escribo a mia ragazza

a medianoche

38

Yo me pregunto:

¿hizo Dios a los hombres

o éstos a Dios?

39

Suben y bajan

-ánimas en tránsito-

las Siete Esferas

40

Armonía tonal,

universo sonoro

¡VIVE MÚSICA!

41

Ritmo y melodía;

baile terapéutico

con los sonidos

Page 132: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

132

42

Cuerdas sonoras

totalidad del mundo

en movimiento

43

Camina absorto

el pensamiento móvil

sobre sus pasos

44

Versos ÁUREOS;

G

N

O

M

O

S

pitagóricos

hendiendo el AIRE

45

El verde laurel,

aroma de membrillos;

¡NATURALEZA!

Page 133: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

133

46

Aterradora

la duda, SER, NO SER,

¡vital cuestión!

47

D

O

S

mil abrazos

apenas abarcarían

MEDIA

GA

LA

XIA

48

Sol platónico

CORAZÓN

NO

VISIBLE,

mística negra

49

Negro

agujero,

espacio donde el cero

CREA

Page 134: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

134

I

N

F

I

N

I

T

O

S

50

Olor antiguo,

SECA

FLOR

OLVIDADA

en aquel libro

51

IDEAS

desnudas

regenerando ÁRBOLES

casi

SIN HOJAS

Page 135: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

135

52

Punta pincel

sustrayendo ensueños

DE

ROCA

INERME

53

AMORES NEGROS

cabalgando cinturas

GALOPE

INCIERTO

54

Cuerpo sin pulso

cadáver emocional

esfera hueca

55

Proyecto judío

homus imposibilis;

solución final

56

MARES DE TINTA

Estanques de cálamos

CUAL

PERGAMINOS

Page 136: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

136

57

Mil movimientos,

caderas en desorden

¡RUGEN

LOS

CUERPOS!

58

MANIPULACIÓN,

ordenado desorden,

¡ESO

ES

EL

COSMOS!

59

Pechos turgentes,

cinturas quebradizas

¡CEPOS

FUGACES!

60

Estanque claro

IMPULSO

DE

LA

PIEDRA

sobre el líquido

Page 137: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

137

61

Lo dijo César:

“IO

VINI

VIDI

VINCI”

¡Ave, imperator!

62

PIEDRA

EN

EL

AGUA

círculos concéntricos

NACEN

Y

MUEREN

63

CINTA DE PELO

torniquete cerebral

DE

ADOLESCENTES

64

UN VENTILADOR;

verborrea política

PARA

OBTUSOS

Page 138: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

138

65

Los DIEZ MIL pinos

del

laúd

del

monje

Chun

NO ERAN PAISAJE

66

Palabra viva

LAMENTO

AÑIL

DEL

VIENTO

entre silencios

67

Hay espíritus,

EL

MAR

Y

ALREDEDORES

saben sus nombres

68

Diez macetas

adornando mi balcón

privado vergel

Page 139: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

139

69

Gato confuso

filigrana felina

maullido leve

70

(A mi primer beso de amor)

Dentro de sí

guardaba un universo

inimitable

71

Una sonrisa

dos besos y un abrazo

es cuanto quiero

72

Pellizquito ahí,

toque de culete allá

¡hostia segura!

73

Oye, cara mía,

¿que tal si nos amamos

a mediodía?

Page 140: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

140

74

Un cierto temblor,

¿una mirada hambrienta?

¡es eso amor!

75

Me pica, zagal,

-dice la moza ansiosa-,

¡ráscamelo ya!

76

(hacia el paredón)

Hoy nos fusilan,

compañero de viaje,

¡ah, compañero!

77

(a Federico)

Tras los postigos,

luna y verde aceituna,

¡mudos testigos!

78

(Ágava triple a la memoria de Javier Verdejo)

Un tiro en la sien,

“Pan, trabajo y libert...”

no dio para más.

Page 141: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

141

Sólo 17 años,

una vida por vivir,

segada en flor.

¿España libre?,

escombros a flor de piel,

¡trágica herencia!

79

¡Elemental,

mires por donde mires,

querido Watson!

80

“Sí, venceréis

pero no convenceréis”

-dijo Unamuno

81

No es lo mismo,

Sr. Cela, estar jodiendo,

que estar jodido

82

Hace unos años:

“Más cornadas da el hambre”

-dijo Benitez

Page 142: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

142

83

(A La pasionaria)

“Es preferible,

a vivir de rodillas,

morir de pie”

84

“¡Se sienten..., coño!”

-gritó el del tricornio,

pistola en ristre

85

Cabellera azul,

zapatitos de tacón

¡fría muñequita!

86

Rayos y truenos,

relámpagos, centellas;

¡furia del cielo!

87

La mano sube

se acuna en tu cara;

feliz se duerme

Page 143: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

143

88

Amor + amor:

dos amores. ¿Otro más?:

¡un gran conflicto!

89

Una manzana

se descuelga del árbol,

¡uf, coscorrón!

90

Gota de rocío

pende en la verde hoja

¡húmedo arrullo!

91

Pepita cayó

de lo alto del árbol

y se jodió

92

Tras lo contado

aunque no lo parezca

sólo hay cuento

Page 144: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

144

93

Abre la rosa

sus pétalos vírgenes

es primavera

94

Adiós, amor, adiós.

el arrullo se ha roto;

parpadeo fugaz

95

Alzó las alas,

se posó en mi boca;

espiga de paz

96

Amalgamadas

olvidadas del mundo

yacen las auras

97

Amor primero

alquímico ensayo

telepático

Page 145: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

145

98

A nuestros pies

yace tronchada, rota,

la frágil peonía

99

Bajo la sombra

de mi tranquila calle

oigo tus pasos

100

Boca huérfana

cicatriz marchita

ausente beso

101

Bofetada

ruptura espacio tiempo

cruel resonancia

102

Brasa sesgada

quemando impasible

la paz nocturna

Page 146: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

146

103

Cabeza hueca,

tronco y extremidades;

¡un ser humano!

104

Cae en zig zag

tu hoja muerta de frío

viejo nogal

105

Cae la noche

tiñendo de presagios

tu blanca cama

106

Cae la tarde

en lo profundo del abismo

cual sepultura

107

Calle desierta

demonios deambulando

por el asfalto

Page 147: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

147

108

Canta el gallo,

el día parturiento

está alumbrando

109

Canto del grillo,

complicidad sonora

con mi silencio

110

Canto del mirlo,

algaraza gozosa.

Renace Marzo

111

Cayó herido

sin saber la causa

el sentimiento

112

Cazorla, sierra

vida en movimiento;

naturaleza

Page 148: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

148

113

Cesa el viento,

se han ido los fantasmas;

tierra de nadie

114

Chisporroteo,

estornuda mimosa

la luciérnaga

115

Desgarro mortal

dentellada canina

¡miau!

116

Dibujo brotes

de lirios erráticos

en tu coraza

117

Duele la pasión

argumentando gritos

en tu pupila

Page 149: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

149

118

Dulce muchacha,

con la flor del almendro

meces tus labios

119

Eleva la voz

y salen las palabras

sin ton ni son

120

El murciélago

esquivó mis abrazos

sin petulancia

121

En diciembre

lamentos de escarcha

besan la luna

122

En el silencio

sus labios se abrieron

sonó un beso

Page 150: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

150

123

En lontananza

dibuja el nuevo día

una esperanza

124

En tus adentros

proteges la imagen

de tus silencios

125

En tu sonrisa

liba el pajarillo

néctar divino

126

En un suspiro

los besos se perdieron

entre tu pelo

127

Eslabón roto

cadena incompleta

muerte anunciada

Page 151: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

151

128

Fecunda nubes,

ominosa presencia

metalizada

129

Fija mirada

prendida en el techo,

pobre cadáver

130

Gime la arena

llena de caracolas

espuma de mar

131

Guiño nocturno,

leve nota adormecida,

oda de espejos

132

Guirnalda rosa

cubriendo tus pechos

arrebolados

Page 152: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

152

133

Guitarra

lamento armonioso

de alma en pena

134

Hambre, penuria,

en medios políticos

cantan cigarras

135

Labio en labio

corazón en corazón

tañen campanas

136

Labios en flor

pétalos recogiendo

rocío de amor

137

La cama vacía

descubre en silencio

sus soledades

Page 153: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

153

138

La madreselva,

atardecer reptante

pleno de aromas

139

Lanza el necio

piedras hacia un cielo

que las devuelve

140

La vida pasa

y al pasar nos lleva

de nuevo a casa

141

Luz recorriendo

en rueda de fuego

el firmamento

142

Maceta

pequeño ataúd

brota la vida

Page 154: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

154

143

Mirada fugaz

sutil interpretación

del verbo amar

144

Mira tu alma

rechaza injerencias

y sé tu dueño

145

Miro tus ojos,

recreo el firmamento

en tu mirada

146

Mosca tras cristal,

palpitación extrema

agonía visual

147

Nevada cima

cual lejano pálpito

titubeante

Page 155: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

155

148

Noche eterna

pálpito lujurioso

de amor carnal

149

Noche sin luna

entraña desprovista

de sentimiento

150

Nube que pasa

algodonosa forma

canto de lluvia

151

Nuestro cielo

se ha tornado gris

tras la ventana

152

Ojos de hielo

congelan la palabra

entre mis labios

Page 156: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

156

153

Ojos que no ven

luz negra atormentando;

sepulcro interno

154

Párpado quieto

reteniendo lágrimas

aprisionadas

155

Penumbra lisa

mutación ondulante

ritmo incierto

156

Primavera en flor

estallido emocional

de los sentidos

157

Quito el tapón

y desborda burbujas

el corazón

Page 157: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

157

158

Río sin caudal

anquilosada esencia

del ser o no ser

159

Ruedo pasional,

bestia, torero, olés,

muerte y no más

160

Se despereza

subiendo y bajando

el viejo yo yo

161

Silba el aire

aullido de ballesta

llanto de aves

162

Sin un lamento

corté la torpe lengua

que te ofendía

Page 158: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

158

163

Sobre la rama

bosteza el mochuelo

su aburrimiento

164

Sobre mi hombro

reposa tu cabello

recién lavado

165

Soy la cometa

que grácil revolotea

lidiando brisas

166

Suena el crac crac

arañando silencios

de mi butaca

167

Suena un beso

estancia en penumbra

sonríe la abuela

Page 159: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

159

168

Suena un disparo

y una liebre expira

en pleno salto

169

Sueño tu boca

esparciendo esencias

embriagadoras

170

Tal vez mañana

recordarás el ayer

que te negaste

171

Tango danzante

que cubre los despojos

de mi ocaso

172

Tenue silencio

en tu rama plateada,

viejo eucalipto

Page 160: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

160

173

Tienes el porte

de la brizna de hierba

pálido rostro

174

Tigre, gacela,

mecánica de vida

en movimiento

175

Tras la ruptura

tu cabello languideció

sin mis caricias

176

Trémulo canto

sus piernas se abrieron

parió mi llanto

177

Triste mirada,

sangrientas las palmas

crucificadas

Page 161: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

161

178

Trueno

bostezo incontrolado

de Dios iracundo

179

Tus bellos ojos

conjugan el misterio

del firmamento

180

Una canción de luz

nace del multicolor

ensueño fugaz

181

Un arco iris

aureoló tu cabello

y murió el día

182

Una virgen,

página en blanco

de un libro por escribir

Page 162: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

162

183

Un colibrí

instantánea movida

de aficionado

184

Un estampido,

ecos en el páramo;

vida quebrada

185

Uno tras otro

llegaron los inviernos

segando poesías

186

Un quieto beso

enredó tu cabello

de madreselva

187

Un rayo de sol

besa en mi pupila

el nuevo día

Page 163: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

163

188

Un relámpago

apuñalando cielos

vómito de luz

189

Vuela airoso

el papel impulsado

por el viento

Page 164: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

164

Page 165: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

165

L autor, Antonio García Vargas, es miembro del Directorio

Mundial de Poesía de la Unesco, de la Asociación Canadiense de

Hispanistas, de la Asociación de Escritores y Artistas españoles y

presidente de la Comunidad Internacional Poetas por la Paz, entre

otros. Nacido en Almería, España, en 1942. Colabora con distintos

organismos y universidades de América y Canadá. Ha sido publicado

en las más sobresalientes antologías internacionales en lengua

castellana. Primer premio Formas fractales en la poesía, Brasil 2003.

Primer premio Boa Pessoa, Brasil 2004, Primer premio Asociación

literaria Juan Uceda, España 2005. Premio BBC World de relato

2005, Premio I Certamen RENFE Haiku, España 2006. Sus últimos

libros en 2008 son: «INTIMÍSSIMO», «Y TÚ COMO SI NADA» y

este «JARDÍN ANDALUSÍ» que tienes entre tus manos.

E

Page 166: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

166

Jardín andalusí

Vista de la alcazaba de Almería

Índice

Páginas:

6 ……….Introducción

13 ……….Se confunde la alondra

13 ……….Deshojando la jasja andalusí

16 ……….Un JB a oscuras con mi dama

17 ……….Decálogo in vitro 23 ……….Flor de sol

23 ……….Mujer gata

25 ……….Quiero pintar en verso

25 ……….Una lejana nota que se ahoga

Page 167: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

167

26 ……….Un pescador, un mar, una coplilla

27 ……….Ven a mi vera; ven zagala hermosa

28 ……….Viejas claves

30 ……….Musas y mariposa en la noche andalusí

34 ……….Poemas de cal y arena

35 ……….El hombre de barro ante el espejo

40 ……….En el inicio todo era poesía

41 ……….Infinitud de un tiempo intuido

42 ……….Pulso el acorde íntimo de un hada

42 ……….Último vuelo de ave enamorada

43 ……….Mil mundos atraviesan el ojo de una aguja

44 ……….Sabor de antiguos labios

45 ……….Borrar al cisne blanco

46 ……….Sinestesia

47 ……….En la tiniebla

48 ……….Señales de humo

49 ……….Poliesis

49 ……….Leve flor declinada

51 ……….Azulada luna

51 ……….Gaviotas diminutas

52 ……….Todo me sale al revés

53 ……….Y hay en la penumbra…

54 ……….Hambruna…

54 ……….Cinderella andalusí

55 ……….La brasa carmesí

56 ……….Muñequitas y heroínas animadas

57 ……….Trinos en la alborada

58 ……….Asonancia…

58 ……….Descenso a los infiernos

59 ……….Me pienso

60 ……….Matriz

61 ……….Criaturas desnudas

Page 168: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

168

62 ……….Sutra versal

62 ……….Animalitos de colores

63 ……….Tigre

63 ……….Lince ibérico

65 ……….Camino del Gólgota

66 ……….Perfume de pantera

67 ……….Pensé una noche…

68 ……….Viejas claves

69 ……….El viejo teatro del amor

70 ……….Jaula de versos

71 ……….Regreso al origen

72 ……….Bordando acordes…

74 ……….Dios es número

75 ……….Homofonía carnal

76 ……….Mujer salvaje

76….…….Almería en su sal

78 ……….Ya es primavera

79 ……….Andalucía en Ágava y Haiku

85 ……….Almería, mi ciudad

109 ……...Amoraimas

121 ……...Seguidillas

123 ……...Ágavas

165 ……...El autor

166 .......... Índice

Page 169: Jardín Andalusí

JARDÍN ANDALUSÍ Antonio García Vargas

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